Publicaciones diversas
Cova del Bolomor: la tecnología neandertal
Josep Fernández Peris
Virginia Barciela González
Ruth Blasco López
Laura Hortelano Piqueras
Pablo Sañudo Die
Juan Priego
Luis Zalbidea Muñoz
Laurence Bourguignon
Felipe Cuartero Monteagudo
2019
Museu de Prehistòria de València , ISBN 978-84-7795-823-9 , 68 p.
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Cova del Bolomor
La tecnología neandertal
Josep Fernández Peris (coord.)
Museu de Prehistòria de València
2019
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Diputació de València
Presidente
Antoni Francesc Gaspar Ramos
Diputado de Cultura
Francesc Xavier Rius Torres
Museu de Prehistòria de València
Directora
María Jesús de Pedro Michó
Impremta Diputació de València
Diseño y maquetación
Pablo Sañudo y Josep Fernández
Texto
Josep Fernández Peris, Virginia Barciela, Ruth Blasco, Felipe Cuartero,
Laura Hortelano, Pablo Sañudo, Juan Priego, Luís Zalbidea y Laurence
Bourguignon
Portada: Cristian Micó Sanchis y Anna Gisbert Cardona
Dibujos interior y logo: Javier Llamazares González
ISBN edición: 978-84-7795-823-9
Depósito Legal: V1487-2019
© de los textos e imágenes: los autores.
© de la edición: Museo de Prehistoria de Valencia - Diputación de
Valencia.
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Índice
Introducción a la tecnología neandertal..................................................................7
Percutores, yunques y retocadores de piedra.......................................................11
El uso del hueso más allá de su componente nutricional.....................................17
El reciclaje y la utilización de las herramientas de piedra.....................................25
El Microlitismo en el Pleistoceno medio. Un nuevo impacto tecnológico............29
Bifaces y macroútiles líticos. El debate achelense................................................35
Marcas de uso en los útiles líticos.........................................................................43
La tecnología y el espacio en los campamentos....................................................51
Al otro lado del Mediterráneo. La tecnología lítica del Próximo Oriente..............57
Tecnología neandertal y divulgación científica......................................................65
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Introducción a la tecnología neandertal
Josep Fernández Peris
La palabra tecnología procede de los vocablos griegos τέχνη (téchnē), que significa
arte, técnica u oficio, y λόγος (lógos) que significa discurso o tratado. Por su parte,
la técnica es el conjunto de procedimientos, pautas o normas que permiten obtener
un resultado concreto y efectivo en cualquier actividad. Se adquiere por medio de
su práctica y requiere de determinadas habilidades o destrezas, tanto manuales
como intelectuales. En este sentido, la tecnología englobaría todas aquellas acciones
y conocimientos que tienen como objetivo la transformación de las cosas y en
cuyo proceso intervienen, necesariamente, los instrumentos. Este uso de técnicas
y herramientas no es una característica exclusivamente humana, habiéndose
constatado también en algunos primates superiores, aunque con notables diferencias
entre especies.
En el ser humano, la aplicación de las técnicas surge en un contexto de superación
adaptativa y se caracteriza por la modificación y adecuación del medio a sus
necesidades más básicas, tales como la obtención de alimentos, vestimentas, el
acondicionamiento del hábitat o la protección personal; así como a otras ligadas al
ámbito social y simbólico. De igual modo, se caracteriza por su transmisión entre
generaciones a través del aprendizaje. En este sentido, la historia de la técnica en el
André Leroi-Gourhan realiza una síntesis
etnológica sobre las técnicas prehistóricas,
l’Homme et la Matière (1943). Considerado
el fundador del estudio de las capacidades
para transformar la materia con la gran
protagonista de esta historia: “la mano”.
7
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Paleolítico constituye un largo y apasionante recorrido en el que participan numerosas
especies, dando lugar a diferentes culturas materiales como respuesta a esos diversos
procesos adaptativos y a sus propias habilidades cognitivas.
En el caso de las sociedades neandertales, la historiografía tradicional les atribuyó,
durante mucho tiempo, una capacidad cognitiva limitada. Han sido, precisamente,
algunos estudios tecnológicos los que han permitido comprender plenamente las
capacidades reales de esta especie y equipararlas, incluso, a las del Homo sapiens.
De ese modo, hoy sabemos que los neandertales fueron expertos cazadores y
recolectores capaces de adaptar sus estrategias a los condicionantes del medio.
Para ello elaboraron herramientas versátiles y, en algunos casos, complejas y
especializadas, siguiendo cadenas operativas que exigían una planificación inicial.
También produjeron y usaron el fuego en múltiples aspectos de su vida cotidiana,
un hecho que implica el uso de herramientas, de procesos técnicos concretos y la
configuración de estructuras.
Técnicas de producción de fuego de los
pueblos aborígenes americanos. Según L.
Avebury, en Times Prehistoric (1913).
8
El descubrimiento y aplicación de algunas técnicas, como las relacionadas con el fuego,
tuvieron además una enorme trascendencia para estas sociedades neandertales,
permitiendo romper con el mito de que se trata de sociedades estáticas en el tiempo.
Quizás el fuego sea el mejor paradigma para entender que, también en la Prehistoria,
algunas innovaciones formaron parte de complejas redes de causas y efectos. En
el caso concreto del fuego, su uso en el tratamiento de los alimentos modifica su
composición, haciéndolos más digeribles, mejora sus cualidades nutricionales,
posibilita su conservación -ahumado- o elimina parásitos y toxinas. Como fuente
de calor supuso una disminución de las enfermedades relacionadas con el frío y
una mejora en las condiciones del hábitat, protegiéndolo, al mismo tiempo, de los
predadores. De gran importancia fue, sin duda, su capacidad de iluminar, que aumentó
la actividad en el hábitat más allá de los horarios diurnos, permitiendo no solo la
planificación de estrategias de caza y la distribución de tareas, sino la comunicación y
el intercambio de ideas, el desarrollo de los vínculos sociales y el lenguaje articulado;
transformando los lugares de hábitat en importantes centros sociales de transmisión
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y avance del conocimiento. Los hogares más antiguos de Bolomor, datados en 230.000
años, representan el origen de este proceso evolutivo y constituyen un referente de
primer orden para el continente europeo.
Pero, además, las habilidades y modos de vida de esta especie les llevaron,
igualmente, al desarrollo de un comportamiento simbólico que no solo se observa en
la organización del hábitat o en sus complejas estrategias de subsistencia. En algunos
yacimientos se ha constatado en la fabricación y uso de adornos, la manipulación de
pigmentos y, posiblemente, su utilización en la elaboración de pinturas corporales.
Todos estos aspectos tecnológicos, de fuerte impacto en la evolución humana,
contribuyen a arrojar luz sobre las verdaderas características de esta especie y sus
modos de vida, abriendo nuevos campos de conocimiento impensables hace solo
algunos años. En este sentido, este libro no pretende ser un repaso exhaustivo por
la tecnología neandertal, pero sí sobre determinados aspectos -algunos quizás más
desconocidos para un público amplio- que este proyecto y otros que desarrollan
miembros del equipo de investigación permiten dilucidar.
Dibujo de la técnica simple de fricción para la producción de fuego. J. Llamazares.
La invención del fuego por Louis Figuier, en
l’Homme primitif (1870).
Maderas y método para la producción de
fuego por fricción. Pueblos aborígenes de
Tasmania, siglo XIX.
9
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Producciones líticas de pueblos aborígenes
australianos y esquimales. En Evans 1872,
The Ancient Stone Implements.
10
Diferentes usos y enmanges de huesos para diversas actividades técnicas. Según L. Figuier en l’Uomo
Primitivo 1883.
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Percutores, yunques y retocadores de piedra
Felipe Cuartero y Laurence Bourguignon
El percutor de piedra es el útil más antiguo en la historia de la humanidad. Gracias
al empleo de percutores de piedra los humanos pudimos acceder al consumo de
tuétano y frutos de cáscara, tallar piedras duras como el sílex produciendo filos
cortantes o más tarde llegar a triturar pigmentos minerales para hacer pintura, o
semillas para producir harinas. En el caso de Cova del Bolomor, donde encontramos
una tecnología de Paleolítico medio (la habitual entre los neandertales) identificamos
algunos percutores, yunques y retocadores de piedra que arrojan una información
interesante sobre la talla lítica y otras actividades que estas poblaciones llevaron a
cabo en la cueva o sus inmediaciones.
La acción de partir frutos de cáscara no es exclusiva de los humanos, ésta es una
actividad relativamente extendida entre los primates. Se conocen casos de uso
de percutores y yunques líticos entre algunos grandes simios antropoides como
el chimpancé o el gorila, pero también entre otros monos como los capuchinos (o
monos sapajú café). Entre estos monos de Nuevo Mundo existen diversos usos de
los cantos de los que disponen en su entorno: desde la fracturación de frutos a usos
defensivos contra los predadores, pasando por la fracturación de rocas. En ésta los
capuchinos no buscan producir filos cortantes como hacían nuestros antepasados de
hace 2,6 millones de años, sino machacar las rocas para obtener un polvo cristalino
Acción experimental de percusión lítica
sobre hueso largo para su fracturación.
Recreación acción de percusión lítica sobre
núcleo. J. Llamazares.
11
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que luego consumen. Aunque no sabemos explicar esta conducta se especula con
la posibilidad de que los capuchinos obtengan de este modo las sales minerales que
contienen dichas rocas.
No obstante, aunque algunos primates lleguen a emplear los cantos rodados o bloques
de piedra como percutores o yunques, la línea evolutiva de los humanos -hominini- ha
empleado este tipo de herramientas líticas de formas mucho más variadas y diversas.
En las mismas, no hay transformación intencional de la forma (salvo en algunos
casos concretos) por lo que es fundamental una buena selección, en las fuentes de
aprovisionamiento como playas o lechos de ríos. A la hora de seleccionar los cantos
que serán empleados como percutores se suele tener en cuenta la actividad concreta
que se va a realizar, de forma que podemos seleccionar cantos más pesados o ligeros,
de forma más o menos redondeada o con espesores reducidos o masivos.
Percutores líticos grandes entre 650 y 750
grs. Cova del Bolomor, niveles XII-XIII.
12
En el caso de los neandertales de la Península ibérica observamos una tendencia
a elegir cantos por lo general masivos en niveles de ocupación de los yacimientos
con presencia puntual y desarrollo de actividades específicas. En los sitios de talla
o en aquellos en los que la actividad principal fue el despiece de animales (kill site/
butchering site) son más frecuentes los cantos grandes y masivos. Tanto la talla lítica
(el débitage o la producción de lascas) como la fracturación de huesos requieren
percutores robustos y pesados (entre unos 300 y unos 600 gr). Los percutores
masivos son especialmente abundantes en el nivel XII de Cova del Bolomor, donde la
presencia humana parece menos frecuente que en otros niveles de la cueva. Una de
las actividades principales en este nivel es el despiece de animales, pero también se
identifican herramientas de gran formato (6 a 10 cm) en calizas de grano fino. Para
saber si un canto fue empleado como percutor para la talla lítica es fundamental
reconocer huellas de percusión como impactos y fracturas en la zona activa (superficie
de contacto con el núcleo durante el proceso de talla). En los cantos del nivel XII,
aunque hay algunos impactos y bastantes fracturas, no siempre podemos confirmar
la talla de manera fiable, al no permitir las alteraciones de la superficie reconocer su
uso.
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En aquellos lugares que eran empleados frecuentemente como sitios de ocupación algo
más duradera (aun siendo temporales, ya que hablamos de cazadores-recolectores
nómadas) aparecen menos cantos grandes y son más frecuentes los pequeños cantos
(por debajo de los 200 gr) muy a menudo aplanados. Estos cantos pueden presentar
marcas de uso en sus bordes, pero a veces también presentan huellas en las caras
más planas. Las huellas que tienen sobre estas caras planas suelen ser marcas con
forma alargada (alrededor de 1 o 2 mm de longitud) que llamamos hendiduras o
impresiones lineales. Relacionamos estas huellas con la acción de retocar útiles de
sílex como las raederas, útiles éstos que fueron empleados frecuentemente por los
neandertales para el curtido de pieles o el trabajo de la madera. A este tipo de cantos,
semejantes en su forma y sus huellas a los retocadores de hueso sobre esquirla de
diáfisis (véase R. Blasco, este volumen) los llamamos retocadores líticos. Su estudio
junto con el de las citadas raederas, los retocadores en hueso y las pequeñas lasquitas
que se generan con esta acción de retoque son de suma importancia para entender
cómo confeccionaban sus herramientas los neandertales y saber así mismo en qué
zonas de la cueva llevaban a cabo no solo la talla sino también el uso de estos útiles.
Encontramos retocadores líticos en los niveles XIII y XVII de Cova del Bolomor, dos
de los niveles donde las raederas en sílex y otras rocas como la cuarcita son útiles
muy frecuentes. En comparación con otros retocadores líticos del Paleolítico medio
peninsular, los retocadores de Bolomor son algo más espesos que los encontrados por
ejemplo en El Esquilleu (yacimiento éste algo más moderno) y tienen la peculiaridad de
presentar las huellas -hendiduras- en sentido paralelo al eje de longitud del retocador,
frente a lo que suele ser habitual tanto en los retocadores en hueso como en los
retocadores líticos de otros yacimientos, que es que las hendiduras sean transversales
al eje de longitud del retocador. Aunque estas diferencias son sutiles nos aproximan a
la especificidad de algunas poblaciones neandertales a nivel regional o local, que tal
vez empleaban gestos de percusión distintos de otras poblaciones coetáneas.
Otro útil de percusión que podemos identificar en el Paleolítico medio de la Península
ibérica es el yunque que podemos definir como aquel canto o bloque de piedra que
Marcas en la superficie de percutores líticos
por acciones diversas de percusión y raspado
13
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han sido empleado como soporte pasivo para la percusión. En función de la actividad
de percusión que soporten los yunques pueden quedar más o menos marcas, siendo
Percutores con sus áreas activas y marcas.
Percutor o retocador esférico pequeño en
cuarcita de canto fluvial. Peso 70 gr. Cova del
Bolomor nivel XII.
Percutor de caliza esparítica. Tamaño
mediano. Peso 300 gr. Cova del Bolomor.
14
los usos con materias orgánicas (frutos, huesos) muy difíciles de reconocer. En la
fracturación de frutos se han identificado casos en los que la parte central de un
canto llega a presentar depresiones más o menos marcadas (de un par de mm de
profundidad en cantos de unos 10 cm) en yunques empleados por chimpancés o en
bloques reconocidos con tal uso en el yacimiento achelense israelí de Gesher Benot
Yaqov. No obstante, estas pequeñas cúpulas o depresiones sólo se forman en rocas
de superficie especialmente blanda como areniscas poco cementadas o basaltos
vesiculares, siendo prácticamente imposibles de ver en una caliza de dureza media o
alta. Otra forma de reconocer yunques es observar los bordes de bloques cuadrados
y aplanados: los bordes tienden a fracturarse cuando en la acción de percusión (sobre
el centro del bloque) resbala el percutor y acaba chocando con el borde, generando
así roturas y zonas machacadas que pueden incluso confundirse con acciones de
talla intencional o usos como percutor activo del yunque. En el nivel XII de Cova del
Bolomor contamos con un yunque que puede llegar a reconocerse por este tipo de
roturas producidas en los márgenes. Se trata de un bloque de caliza micrítica que los
pobladores de la cueva acarrearon hasta allí y que presenta pequeñas fracturas que
van de la cara más amplia hacia los bordes.
La talla lítica puede realizarse en ocasiones sobre yunque, con diferentes modalidades,
entre las cuales podríamos distinguir la llamada técnica bipolar (el núcleo tallado se
sitúa entre el yunque y el percutor), el retoque por contragolpe o el uso de yunques
como percutor durmiente entre otras. Sólo cuando se produce la talla sobre yunque
con la denominada técnica bipolar encontramos yunques evidentes con marcas en
el centro de la superficie del canto. Pero esta técnica no parece estar presente en
Bolomor, o al menos hasta ahora no la hemos identificado, salvo tal vez, en unas
pocas piezas muy concretas del nivel IV. Es llamativa la ausencia casi total de yunques
no solo en Bolomor si no en prácticamente todos los yacimientos peninsulares
con tecnología identificada dentro del Paleolítico medio. Solo en Gorham’s Cave
(Gibraltar) cuya fecha es mucho más moderna y perfectamente equiparable a las
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Percutor con cuatro zonas activas, de las que dos han sufrido fracturas. En la zona activa cercana al borde
distal se aprecian impresiones lineales que indican además un uso como retocador. Cova del Bolomor, nivel
XIII.
primeras ocupaciones de Homo sapiens en la Península encontramos este tipo de útil
de percusión.
Como síntesis, podemos afirmar que los percutores encontrados en Cova del Bolomor
son más frecuentes en el nivel XII, nivel con menor incidencia de ocupación y con
actividades de despiece de fauna y fracturación de huesos bien constatadas. También
en este nivel se ha identificado un yunque que, pese a sus escasas marcas, puede
ser reconocido como tal. Los pequeños percutores y retocadores son más frecuentes
en niveles con signos de ocupaciones más duraderas como los niveles XVII, XIII y IV
Percutores pequeños o retocadores en caliza
esparítica. Entre 30-80 grs. Cova del Bolomor.
15
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entre otros. En próximos estudios sobre los percutores y retocadores de Bolomor
intentaremos dilucidar cuáles son las técnicas precisas de retoque y producción de
lascas de pequeño formato que se llevan a cabo en la cueva, ya que en estas acciones
pueden intervenir diversos tipos de retocadores y pequeños percutores cuyas huellas
y restos de talla generados (esquirlas, lasquitas etc) sean muy variados.
La menor frecuencia de percutores en niveles de presencia algo más prolongada
en la cueva, tal vez pueda explicarse por su traslado a otros lugares de actividades
específicas (talla, despiece), o su reciclaje en núcleos (véase el capítulo de este libro
dedicado al reciclaje), actividad ésta especialmente habitual en algunos niveles de
Cova del Bolomor.
Percutor lítico “semiblando” de arenisca.
Peso 350 gr. Cova del Bolomor.
Conjunto de percutores líticos de procedencia fluvial. Cova del Bolomor.
16
Gran bloque cuadrangular con leves señales de percusión en el centro de la cara más amplia y pequeñas
fracturas en los bordes. La vista inferior izquierda es una proyección axonométrica del mismo bloque. Interpretamos este bloque como yunque empleado en la fracturación de huesos (acción que ha generado
las pequeñas roturas de los bordes) y posiblemente también en la fracturación de frutos (áreas centrales
del canto).
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El uso del hueso más allá de su componente nutricional
Ruth Blasco López
Desde el inicio del Pleistoceno, el hueso se ha utilizado con diferentes funciones y
finalidades. Un ejemplo, y quizás uno de los casos más antiguos, lo encontramos en
Suráfrica, donde se localizaron varias diáfisis de hueso y astas con modificaciones
en forma de redondeamientos y pulidos causados por la abrasión que supuso su
uso en tareas para la extracción de termitas o la excavación de tubérculos entre
los homininos del género Paranthropus. Este hecho se remonta al Pleistoceno con
la industria Olduvayense, alrededor de los dos millones de años. Casos similares se
documentaron también en el Este de África y con una cronología parecida, a lo que se
unen evidencias de fragmentos óseos lascados y otros huesos enteros usados como
percutores o martillos. No obstante, estos comportamientos no son frecuentes en
este periodo y se asocian más bien a usos expeditivos y esporádicos. Por el contrario,
las modificaciones óseas de origen antrópico más abundantes están vinculadas con el
aprovechamiento nutritivo del animal (e.g., fracturas intencionales para acceder a la
médula ósea y marcas de corte como resultado de la extracción de recursos externos
tales como piel, carne o tendones). Pero no será hasta la llegada del Achelense, y
especialmente con las culturas del Paleolítico medio, cuando comiencen a surgir
conductas en las que el hueso es integrado dentro de otras cadenas operativas,
bien como materia prima o como herramienta para la configuración o retoque de
artefactos líticos.
Recreación acción de percusión ósea sobre
pieza litica. J. Llamazares.
17
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Existen algunos ejemplos de bifaces configurados en huesos de elefante u otros
grandes mamíferos en varios yacimientos africanos, europeos y de Próximo Oriente
como son Konso Gardula en Etiopía, Castel di Guido, Fontana Ranuccio y la Polledrara
en Italia, Bilzingsleben en Alemania, Vérteszöllös en Hungría, y Revadim Quarry en
Israel. Excepto el caso de Konso Gardula, que data de 1.7 Ma, la mayoría de estos
ejemplos se enmarcan en cronologías más recientes en torno a los 500-250 mil años,
y coinciden también con la incorporación de percutores blandos hechos de madera,
asta o hueso para la elaboración de hendedores o bifaces de piedra.
Retocador de hueso con marcas en dos áreas
sobre fragmento de fémur de ciervo. Nivel
XIII. Cova del Bolomor.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de ciervo. Nivel XIII.
Cova del Bolomor.
18
Con la llegada de los complejos industriales posteriores y el Paleolítico Medio, los
fragmentos de diáfisis de hueso largo que resultan de la fracturación intencional
para acceder a la médula ósea (y por tanto vinculados a los procesos nutricionales
previos), comienzan a utilizarse como elementos para retocar o configurar algunas
herramientas características de estos periodos –e.g., raederas. Estos elementos óseos
se conocen con el nombre de retocadores (retouchers en la bibliografía anglosajona
y retouchoirs en la francesa) o percutores (percussors en inglés), y se caracterizan por
mostrar áreas activas formadas por depresiones y surcos, combinadas con estriaciones
y descamaciones producto de las actividades para la configuración de herramientas
líticas. Las trazas suelen ser cortas y profundas con base en “V” y normalmente
describen un ángulo recto adyacente a otro más agudo, similar a los denominados
tajos de los procesos de carnicería. En ocasiones puntuales, incluso se han identificado
pequeñas esquirlas líticas insertadas dentro de estas marcas, indicando una asociación
directa entre la modificación tafonómica, la acción y la materia prima utilizada. No
obstante, los fragmentos de diáfisis no son los únicos utilizados para este fin, también
hay evidencias de estas alteraciones en falanges, astrágalos, maxilares y mandíbulas,
escápulas, astas e incluso dientes. Un caso que merece la pena destacar es el húmero
de un tigre dientes de sable europeo (Homotherium latidens) usado como retocador
en el yacimiento de Schöningen, en Alemania, datado en 320-300 mil años. Aparte
de Schöningen, tenemos otros ejemplos de retocadores óseos en este periodo en
localidades como La Micoque, Orgnac 3 y Cagny l’Epinette en Francia, Qesem Cave
en Israel, y el nivel TD10 de Gran Dolina (Atapuerca) en España. La Cova del Bolomor
[page-n-18]
entraría dentro de este selecto grupo, con huesos utilizados desde sus niveles más
antiguos, en torno a los 350 mil años, y hasta los más recientes con 120-100 mil años.
Hasta la fecha, en Bolomor se han recuperado un total de 36 retocadores óseos (XVII=
1; XIII= 17; XII= 11; IV= 5; III= 1; II= 1). El nivel XIII es el que concentra la mayor parte
de ellos, suponiendo el 47% de los recuperados. No obstante, los porcentajes de
estos elementos no superan en ningún nivel el 1% del material analizado.
Con respecto a los elementos esqueléticos utilizados, todos los restos pertenecen
a huesos largos, con cierto predominio de los estilopodios (húmero y fémur),
especialmente en el caso del ciervo (Cervus elaphus) que aglutina el 62.5% en su
categoría. Precisamente el ciervo es el que alcanza mayor representación entre los
retocadores con un porcentaje del 44.4%; algo que no es de extrañar, ya que también
es el que tiende a dominar los conjuntos faunísticos de la secuencia con porcentajes
en torno al 48.5-59% entre los especímenes identificados a nivel de Familia. No
obstante, es importante resaltar que, aunque los huesos de équido y grandes bóvidos
también tienen buena representación en los niveles XVII, XIII y XII, parece haber una
preferencia por los restos de ciervos para realizar esta función.
Las medidas de los retocadores son variadas. Así, encontramos fragmentos que miden
120 mm de longitud en el nivel IV y otros que no superan los 30 mm en el caso del
nivel XIII y XII. Se debe tener en cuenta que algunos de los fragmentos recuperados
no presentan sus longitudes totales, describiendo planos de fractura más claros que
sugieren una rotura reciente. Esto es especialmente observado en el nivel XII, y sin
embargo, las pequeñas dimensiones de uno de los retocadores procedentes del nivel IV
(35 mm) no parece residir en este hecho. Este nivel es uno de los más fragmentados de
la secuencia y también uno de los que registra las menores dimensiones de los huesos.
El 79.51% del material faunístico corresponde a restos con longitudes inferiores a 2
cm, y en general, se observa que la cantidad de restos disminuye considerablemente
a partir de los 3 cm. Es importante mencionar que las características de ocupación
humana del nivel IV (intensa y/o reiterada), junto a la presencia y uso sistemático del
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de uro. Nivel IV. Cova
del Bolomor.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de ciervo. Nivel XII.
Cova del Bolomor.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de diáfisis de hueso largo
hervíboro de talla grande. Nivel IV.
19
[page-n-19]
fuego, hace que este nivel registre diferencias tafonómicas relevantes con respecto a
otros conjuntos de la secuencia. Por ejemplo, es el nivel que registra mayor índice de
termo-alteración. Muchos investigadores han demostrado que los huesos quemados
tienden a mostrar más alta fragmentación que aquellos que no lo están. Las razones
no hay que buscarlas en un posible patrón cultural sino en los procesos de secado
acelerado que el calor produce sobre los huesos, convirtiéndolos en más frágiles y,
por tanto, más susceptibles a su fragmentación por presión, pisoteo o compactación
del suelo. Los huesos sometidos a la acción del fuego experimentan modificaciones
similares a aquellos expuestos a la intemperie, desarrollando fisuras longitudinales
en las primeras etapas de alteración, que pasan posteriormente a agrietamientos en
mosaico para finalmente fragmentarse cuando alcanzan su estado seco.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de ciervo. Nivel XIII.
Cova del Bolomor.
Asta de ciervo del nivel XIII. Cova del
Bolomor.
20
En cualquier caso, las dimensiones del conjunto de retocadores superan los 3 cm en
el 86.1% de los casos. Teniendo en cuenta que los restos más abundantes en todos
los niveles son inferiores a 3 cm (y especialmente en el nivel IV), podríamos sugerir
la existencia de una cierta selección de los soportes en base a su tamaño. De hecho,
los retocadores más pequeños (21-35 mm) muestran fracturas post-deposicionales
y/o recientes, lo que indica que el rango métrico fue probablemente más limitado
hacia los soportes de mayor longitud. Este tipo de preferencia también se ha
observado en otros yacimientos europeos, como Payre y Noisetier en Francia. En
ambos yacimientos los retocadores se sitúan entre los restos más largos y gruesos
de los conjuntos. Este fenómeno concuerda con el supuesto de que los retocadores
deben ser lo suficientemente largos como para poder sujetarlos fácilmente, de modo
que puedan realizarse cómodamente los movimientos específicos que requieren los
procesos de talla o retoque. No obstante, estas preferencias no se observan siempre,
y otros conjuntos, como Artenac, Biache-Saint-Vaast, Kulna y Jonzac en Francia,
muestran una elevada variabilidad en el tamaño de sus retocadores, sugiriendo una
falta de estandarización en la selección de los fragmentos disponibles. Los casos de
Sainte-Anne I y Baume des Peyrards, también en Francia, merecen atención especial
porque algunos retocadores aparentemente completos son particularmente cortos
en longitud (<25 mm). Para aportar una explicación a esto, algunos investigadores
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Retocador sobre fémur de cérvido procedente del subnivel XVIIa de la Cova del Bolomor, con imágenes de los detalles usando un Microscopio Digital
3D. Nótese la alteración en forma de extracciones corticales consecutivas y superpuestas en el borde de fractura del eje opuesto al área de actividad.
sugieren que varios retocadores podrían haberse roto durante su utilización debido a
que las áreas activas están cerca de los bordes e interrumpidas por fracturas en fresco.
A pesar de esto, los mismos investigadores señalan que otra posibilidad para explicar
esta preferencia hacia los fragmentos más pequeños podría residir en la forma en que se
21
[page-n-21]
utilizaron, en las características concretas de la pieza lítica retocada, sus necesidades
específicas o incluso las propias características físico-motrices del tallador.
Acción experimental de la utilización de
hueso como retocador en una pieza lítica.
Fragmento óseo experimental utilizado en
estado semi-fresco en el retoque de una
lasca de cuarzo que describe una zona activa
discreta central con tendencia a apical.
Retocador óseo experimental con zona
activa bien delimitada en su zona apical con
pérdida de tejido cortical.
22
Por otro lado, seis de los retocadores de Bolomor registran marcas de corte en
forma de incisiones en los niveles XII y XIII. Esta modificación nos advierte del
desarrollo de actividades previas vinculadas a la carnicería; hecho que nos confirma
el aprovechamiento nutricional de las carcasas antes del uso de los huesos en la
secuencia operativa lítica. Como nota, ninguno de los retocadores registra raspados
que sugieran la preparación de los huesos antes de la percusión. Las marcas generadas
por raspados se asocian por lo general a la eliminación del periostio, que es una fina
membrana que recubre los huesos y suele actuar como una especie de amortiguador
de los impactos. Esta capa suele dificultar las labores de percusión, tanto para acceder
a la médula como para retocar artefactos. El hecho de no registrar estas marcas no
implica, sin embargo, que la membrana permaneciera adherida a los huesos mientras
se usaban como retocadores, ya que podría haberse eliminado junto a la extracción
de carne y tendones en los procesos de carnicería previos a fracturación.
En general, los percutores óseos de Bolomor no registran alteraciones mecánicas o
químicas significativas que impidan la observación de las zonas activas. En la mayoría
de los casos, los restos presentan una única área activa, y sólo tres procedentes del
nivel XIII (8.3%) describen más de una área de percusión. Veinte de las 39 zonas
de uso están en una posición central, 14 en una lateral, y sólo cinco muestran una
tendencia hacia la zona apical del fragmento. Entre los tipos de distribución, las
trazas que aparecen concentradas son las que mayor representación alcanzan (n=27;
69.2%), seguidas de las trazas dispersas (n=11; 28.2%) y aisladas (n= 1; 2.6%). Las
depresiones suelen mostrar una forma triangular u ovoide con proporciones similares;
sin embargo, las estrías con delineación rectilínea (n= 33) tienen una representación
más alta que aquellas que son cóncavas (n= 9), convexas (n= 8) o sinuosas (n=6). La
sección de estas estrías describe una forma abierta en “V” (71.3%) con ángulos que
preservan microestriaciones en el 46.8% de los casos. En todos estos, las estrías están
orientadas transversal u oblicuamente al eje longitudinal del fragmento óseo.
[page-n-22]
La mayoría de los retocadores contienen trazas ligeras y discretas, con ausencia de
zonas escalonadas o escamosas; circunstancia que se relaciona más con el uso del
hueso en su condición fresca o semi-fresca (intermedia) que con un estado avanzado
de secado o fosilización. Se debe tener en cuenta también que el uso intensivo en
el retoque daría lugar a la superposición de trazas, produciendo a su vez diferentes
tipos de áreas activas y modificaciones, como por ejemplo, zonas piqueteadas, áreas
estriadas y/o superficies escalonadas. Solo cinco áreas podrían responder a una
cierta intensidad en el uso del hueso (XIII=2; XII=2; II=1). No obstante, esto debe ser
tomado con cautela, ya que a pesar de detectar este tipo de alteraciones, éstas no
describen importantes áreas depresivas o exfoliadas. Debemos apuntar además que
la configuración de una sola herramienta produce varias trazas y áreas superpuestas;
algo que apenas se registra en Bolomor. La mayoría de los retocadores muestran
marcas aisladas o dispersas formando áreas de actividad discretas. Por tanto, la
interpretación más plausible es que los retocadores de Bolomor se utilizasen no para
realizar secuencias largas de configuración, sino para retocar ligeramente los ejes de
las herramientas o, a lo sumo, para fabricar artefactos ya parcialmente retocados.
Como rasgo destacable dentro del conjunto de retocadores de Bolomor, debemos
mencionar el fragmento CB94 XVIIa C4 ‘/ 126, ya que presenta una serie de extracciones
corticales superpuestas y retoques continuos a lo largo de su borde distal, opuesto al
área activa. Los ángulos de estos levantamientos son planos o semi-planos, continuos
y algunos invasores, lo cual no coincide con las alteraciones descritas en procesos de
pisoteo, percusión para acceder a la médula o a la acción de carnívoros. Este tipo de
alteraciones, por el contrario, se han relacionado en otros conjuntos europeos con el
intento de reducir la longitud y grosor del fragmento óseo con el fin de hacerlo más
ergonómico en su uso. Un ejemplo es el caso de dos retocadores en huesos de Ursus
spelaeus del yacimiento de Scladina Cave, en Bélgica, datado en el estadio isotópico
3 (~60-40 mil años).
Una de la primeras representaciones de un
hueso con marcas de utilización procedente
de la cueva inglesa de Kents en 1835. En
Evans 1872.
En definitiva, Bolomor registra una importante y significativa colección de este tipo
de herramientas óseas desde los momentos en que este comportamiento comienza
23
[page-n-23]
a generalizarse en Europa. Se trata de huesos que fueron previamente descartados
tras el aprovechamiento nutricional de la carcasa, y posteriormente utilizados
Retocador óseo experimental usado en
estado semi-fresco en el que se observa un
área activa en su zona apical compuesta de
marcas situadas oblícuas y transversalmente
al eje longitudinal del hueso.
Retocador óseo experimental utilizado en
estado semi-fresco y con intensidad baja
que ha generado una zona activa lateral
cercana al borde de fractura.
Fragmento óseo utilizado en estado fresco
en el retoque de una lasca de cuarzo en el
que se observa una área activa en su zona
apical con tejido cortical todavía adherido a
las trazas de percusión.
24
(o reciclados) para darles una nueva función. En esta segunda fase, los huesos
adquirirían un importante papel en la cadena operativa lítica, sin la necesidad de
más preparación que una ligera configuración para hacerlos más ergonómicos, como
es el caso del retocador del nivel XVII. En otros yacimientos, como Qesem Cave en
Israel (400-200 mil años), sí que parece que el raspado de periostio podría haberse
utilizado puntualmente para mejorar la percusión, ya que estas marcas aparecen en
las mismas zonas que las áreas activas.
Sin duda, los retocadores y percutores óseos son una pieza clave en la evolución
tecnológica, combinando conocimientos no sólo de materias duras, sino también
de las propiedades que el hueso como material blando contiene. La raíz de esta
tecnología reside en las circunstancias en las que los grupos humanos dejaron de
considerar al hueso como un subproducto estéril del proceso de caza y carnicería, y
comenzaron a reconocer su utilidad tecnológica para la fabricación y el mantenimiento
de herramientas líticas. Los retocadores óseos surgieron en un momento de gran
agitación tecnológica, cuando los bifaces de las etapas finales del Paleolítico Inferior
dieron paso a un mosaico de tecnologías en África y Eurasia. Este rápido período de
innovación fue impulsado por la interacción entre varios factores biológicos, sociales y
ambientales, proporcionando un marco único para evaluar la importancia adaptativa
de las comunidades humanas del pasado.
[page-n-24]
El reciclaje y la reutilización de las herramientas de piedra
Felipe Cuartero Monteagudo
El reciclaje es hoy en día un tema de interés en la sociedad occidental, sin embargo
ésta no es la primera en llevar a cabo ésta práctica. Los neandertales aplicaban de
forma frecuente procesos de reciclaje y reutilización en sus herramientas de piedra.
Este es el caso de Cova del Bolomor, donde observamos estas acciones de manera
regular, en algunos momentos de ocupación de la cueva, como en el nivel IV.
Las técnicas de reciclaje que aplicaban los neandertales sobre sus herramientas de
piedra tallada son diferentes a las que empleamos hoy en día. En la tecnología de
la sociedad actual predomina el uso de materiales que se moldean gracias a unas
propiedades maleables cuando se encuentran en estado viscoso, como sucede con
el papel, el vidrio, el metal o el plástico. Dicho estado de viscosidad puede darse en
frío como es el caso del papel, pero en el resto de materiales se aplica calor para su
fundido y moldeado. De este modo, gracias a las propiedades de dichos materiales
muchos de los restos de envases o residuos se pueden amalgamar de nuevo y crear
una masa uniforme con la que producir nuevos objetos, herramientas o envases
del tamaño que deseemos. Podemos denominar estas técnicas de reciclaje como
tecnología de adición y su primer uso podríamos encontrarlo durante la Edad de los
metales.
En la tecnología de los pueblos paleolíticos, sin embargo prima la reducción como la
confección de una lanza a partir de un palo que precisa aguzar la punta eliminando
Material lítico del nivel IV de Cova del
Bolomor en estudio sobre reciclje y
reutilización.
25
[page-n-25]
virutas de madera de un extremo. Si la punta se estropea y queremos reutilizar
la lanza es necesario volver a aguzar la punta reduciendo su tamaño. Esta misma
Raedera del nivel IV con retoque sobre el
talón (abajo). A partir de una raedera previa
(arriba izquierda: retoque en color verde), se
golpea sobre el frente retocado (que actúa
como talón facetado), obteniendo una lasca
desbordante (arriba, derecha). Esa lasca
después es retocada generando un nuevo
útil similar al anterior, pero de tamaño
mucho más reducido.
técnica se aplica a las herramientas de piedra, al cuero o al hueso, cuando Homo
sapiens empieza a utilizarlas de forma regular hace unos 40.000 años. En el caso de
las herramientas líticas de los neandertales es relativamente habitual que algunas
piezas como las raederas se reaviven varias veces para recuperar el filo extrayendo
pequeñas esquirlas, o que se reciclen en núcleos extrayendo lascas de distintas
partes del útil. A esta tecnología de reciclaje y reutilización que siempre genera una
merma del volumen inicial podemos denominarla por oposición a la de adición como
tecnología de reducción.
Para reconocer tanto los procesos de reutilización como de reciclaje en las herramientas
líticas es necesario saber de qué modo se elaboraron las mismas, en cada contexto o
nivel estudiado, para lo cual analizamos primero los aspectos formales de cada tipo
de herramienta, las cuantificamos e intentamos reproducirlas experimentalmente.
Puesto que el sílex y otras rocas de fractura concoide permiten registrar el orden en el
que se ha hecho cada acción podemos llegar a establecer si en una herramienta hubo
primero una fase de configuración que luego fue eliminada por otra acción de talla. La
lectura que permite registrar este orden se denomina lectura diacrítica. Sólo de este
modo, con la lectura diacrítica, los recuentos y la experimentación, podemos saber
cómo evoluciona cada tipo de pieza desde el inicio de su elaboración hasta las fases
finales de abandono, y así reconstruir sus posibles reutilizaciones.
Núcleo retocado (fase núcleo en ocre; fase
de retoque en verde) como raedera (arriba)
y útil de retoque convergente reciclado
como núcleo (en verde el retoque; en
morado el negativo de la lasca obtenida de
la cara ventral).
26
Para tallar una herramienta en sílex o rocas similares es necesario golpear cerca
del borde del canto o nódulo con otro canto o percutor. Esta acción genera lascas
en las cuales se reconoce la talla intencional porque queda un bulbo o concoide
característico y un pequeño plano cercano que conocemos como talón, que es el
resto del plano sobre el que se golpeó con el percutor para poder extraer la lasca. Esta
acción se puede repetir para extraer numerosas lascas a partir de un mismo canto
(que llamamos núcleo) y que siempre produce una reducción del volumen inicial. Las
lascas que se extraen de los núcleos pueden utilizarse directamente como cuchillos
[page-n-26]
(ya que su filo es muy cortante) o pueden servir para confeccionar luego herramientas
gracias a otra acción que llamamos retoque.
Cuando queremos hacer una herramienta en sílex con una forma concreta
tenemos que trabajar el borde de la lasca que empleamos como soporte con
un pequeño percutor o retocador que nos permitirá extraer pequeñas esquirlas
creando así una determinada silueta (recta, convexa, apuntada, dentada…) e
inclinación del filo (aguda, abrupta…). Este proceso que denominamos retoque
implica también una reducción continuada de la lasca que estamos retocando.
Dentro de las herramientas de los neandertales hay un tipo de útil característico
que presenta en el borde un retoque que definimos como escamoso y continuo:
la raedera. Precisamente por tener el borde retocado de esta forma regular y
característica podemos distinguir pequeños fragmentos del filo de este tipo de
herramientas en distintas partes de lascas o núcleos que no corresponden con la
disposición inicial de ese retoque.
Para poder identificar la reutilización de un núcleo o una herramienta tallada hay que
observar si su superficie está total o casi tallada (especialmente si presenta un número
de negativos amplio) y si el tamaño indica una reducción más allá de las dimensiones
habituales. Sin embargo, para identificar un proceso de reciclaje es necesario observar
si existen algunas partes en la pieza que nos permitan hablar de dos tipos de pieza
en principio no relacionados (o no habitualmente). Así, podemos encontrar raederas
que han servido posteriormente como núcleos y viceversa, núcleos que han servido
como percutor y viceversa; útiles que se transforman en otros útiles (de raedera a
muesca) o supuestos desechos (por ejemplo, debris o fragmento de retoque) que
se transforman en útiles. Así, en el nivel IV de Bolomor, tenemos ejemplos tanto de
debris de retoque que han sido retocados, a su vez como raederas, como de núcleos
que se han transformado posteriormente en raederas como de raederas que fueron
recicladas como núcleos. También existen algunos casos de percutores que fueron
posteriormente tallados para conseguir lascas.
Raedera del nivel IV con esquema diacrítico
y gradación de colores de las diversas
fases: colores ocres son las fases iniciales
de talla. El color verde señala la primera
fase de retoque, seguramente una raedera
convergente. El color morado señala la
cara ventral de una nueva lasca obtenida a
partir de esa primera raedera. El color rojo
muestra el retoque del borde derecho de
esta lasca obtenida del reciclaje en núcleo
de la primera raedera.
27
[page-n-27]
En el nivel IV de Cova del Bolomor encontramos núcleos de tamaño muy reducido
(apenas 1,5 cm) de los cuales se extrajeron lascas de algo menos de 1 cm. Su tamaño
es especialmente reducido porque la mayor parte de las herramientas neandertales
raramente tiene menos de 2 cm y frecuentemente en torno a los 6 o 7 cm, y por
tanto, los núcleos raramente están por debajo de esas dimensiones. Estos pequeños
núcleos muchas veces han perdido los restos del córtex que recubrían originalmente
el nódulo, por lo que no siempre podemos saber a partir de qué tipo de pieza los
tallaban. Pero en otros casos (alrededor de 1/3 de lascas y núcleos del nivel IV) nos
muestran que empleaban lascas o útiles con borde retocado como raederas para
elaborar sobre ellos núcleos, una vez agotada su función como herramientas. Esto
implica una intensidad alta en el reciclaje, ya que, si bien estos procesos se han
identificado en diversos yacimientos del mundo en esta misma época, raramente
suponen más de un 5 o un 10% de las piezas que se llegan a contabilizar.
A día de hoy no sabemos por qué los neandertales de Cova del Bolomor usaron
estas estrategias de reutilización y reciclaje con tal intensidad. En otros yacimientos
cercanos como Cova Negra de Xàtiva o algo más distantes como Cueva de las Grajas de
Archidona o Cuesta de la Bajada en Teruel existen elementos tecnológicos comunes
y en algunos de ellos -los dos últimos citados- se observan procesos de reciclaje
similares a los documentados en Bolomor.
Núcleo retocado en dos de sus bordes (fase
núcleo en ocre; fase de retoque en verde)
como raedera y útil de retoque convergente
sobreelevado reciclado como núcleo (en
verde el retoque; en morado el negativo
de la lasca obtenida de la cara ventral que
elimina parte del filo del útil previo).
28
Suponemos que en aquellos niveles que nos muestran ocupaciones más duraderas
y con un aprovechamiento intensivo de todos los recursos locales como podemos
apreciar en la composición de la fauna del nivel IV, los procesos de talla se extendían
más. Otro factor a tener en cuenta es que el entorno de Bolomor es hoy en día
relativamente pobre en sílex en comparación con otros yacimientos, de forma que
estos procesos de reciclaje pueden estar relacionados con un aprovechamiento
intenso. En cualquier caso, es seguro que la capacidad de estas poblaciones a la
hora de elaborar núcleos y útiles de tamaño muy reducido les permitió aprovechar
mucho mejor la materia prima de su entorno consiguiendo así un importante ahorro
energético en la captación de la misma.
[page-n-28]
El Microlitismo en el Pleistoceno medio. Un nuevo impacto tecnológico
Josep Fernández Peris
Las primeras campañas de excavación en la Cova del Bolomor, realizadas a principios
de la década de 1990, afectaron a niveles arqueológicos del Pleistoceno medio, en
los que se identificaron herramientas líticas retocadas en sílex, de dimensiones muy
pequeñas -inferior a 2 cm de longitud. Esta presencia fue considerada un microlitismo
no laminar como cambio técnico de la producción lítica y no en el sentido que se
otorga a otras industrias más modernas. Desde entonces se han dado a conocer
numerosos yacimientos, generalmente musterienses, con industrias que contienen
estos pequeños formatos líticos.
Qué es el microlitismo
Los microlitos son pequeños útiles de piedra tallada considerados el resultado de la
aplicación de diferentes sistemas y métodos técnicos, con el objetivo de obtener el
objeto lítico deseado. El concepto microlitización podría definirse, por tanto, como el
proceso que genera estas industrias líticas de reducido tamaño.
La definición de microlitismo se haya ligado a las dimensiones o tipometría de los
productos líticos, y por tanto, la primera cuestión reside en determinar que se
quiere decir con útil de tamaño pequeño. Estas herramientas han recibido, además,
Utiles microliticos sobre lascas de sílex,
denticulados. Cova del Bolomor.
29
[page-n-29]
denominaciones variadas como, pigmeo, microlítico, diminuto, en las que subyace
una consideración peyorativa. Muchos investigadores han visto la necesidad de fijar
los límites dimensionales, por lo general entre 2-3 cm, considerando que tamaños
inferiores no tendrían operatividad funcional. En cambio otros investigadores
consideran más importantes los aspectos funcionales y definen el microlito como un
artefacto retocado demasiado pequeño para ser usado directamente con la mano,
señalando que se tratarís de elementos para configurar útiles compuestos.
Antecedentes
El recorrido historiográfico de los conceptos microlitismo y microlito no es reciente.
Ya en 1896 A. de Mortillet elaboró una relación de los mismos, así como E. Cartailhac
en 1905, denominándolos silex pygmées. En las primeras décadas del s. XX los más
prestigiosos prehistoriadores como Breuil y Obermaier adoptaron el concepto,
como una característica que definía a las sociedades prehistóricas postpaleolíticas.
Por entonces, las definiciones de “microlito” y “microlitismo” eran exclusivamente
herederas de las nociones tipológicas imperantes, resultado de los planteamientos
evolucionistas que los consideraban como marcadores cronoculturales.
Dibujos de útiles microliticos de los niveles
del Pleistoceno superior inicial. Cova del
Bolomor.
A lo largo del s. XX se mejoró la definición de este concepto, en relación con los microlitos
laminares (principalmente buriles de Noailles y microgravettes) del Paleolítico
Superior europeo. Por ello, se consideró que el proceso de microlitizacion surgía en
el Gravetiense, estaría presente en las culturas paleolíticas como el Magdaleniense,
y alcanzaría su máxima plenitud en las sociedades cazadoras postpaleolíticas con el
denominado “microlitismo geométrico”.
Las anteriores consideraciones son una producción vinculada al hombre moderno.
Util microlitico sobre pequeño guijarro
marino, raedera. Cova del Bolomor.
30
Sin embargo, en el Pleistoceno europeo existe una presencia de “útiles retocados
y núcleos” microlíticos. Este hecho ha motivado la consideración de diferentes
conceptos como, “micromusteriense”, “musteriense tipo microlitico”, “tecnocomplejo
de microproduccion“, “ramificación”, “microdebitage musteriense”, entre otras.
[page-n-30]
Las primeras propuestas explicativas del microlitismo neandertal tienen su plasmación
en 1988 con la tesis de Papaconstantinou, Micromusterien: Les idées et les pierres.
Le Micromusterien d’Asprochaliko (Grece) et les problèmes de microlithes en el
Musterien. Posteriormente la investigación rechazó la existencia de este supuesto
micromusteriense como facies cultural con técnicas definidas, abogando por la
consideración de que esta producción microlítica se debería a factores y variables
más complejas.
Perspectivas de investigación
La explicación de la presencia del microlitismo en los conjunto del Paleolítico medio
europeo ha sido y es abordada desde múltiples estrategias. Existen propuestas de
características tecnológicas que consideran la presencia del microlitismo como un
“reduccionismo”. En 1991, J.M. Geneste consideraba que la producción de lascas de
reducido tamaño durante el Paleolítico medio se debería, por un lado, al resultado
de sucesivas fases extractivas sobre un mismo núcleo y, por otro, a partir de lascas
o pequeños fragmentos líticos. En 2004, L. Bourguignon propuso la existencia de
procesos de “ramificación” o “débitages ramifiés” donde los núcleos producen lascas
de las que a su vez se obtienen otras, hasta obtener finalmente un útil retocado
microlítico. La producción ramificante puede aprovechar cualquier tipo de soporte
para su producción y transformación. También se propone la existencia de un proceso
operativo de débitage con clara producción de soportes o núcleos de reducido tamaño
cuya finalidad es la obtención de “micro-productos” que indicaría la existencia de un
“micro-debitage” “une forme de producción disminutive”. Igualmente el reciclaje y
la reutilización también llevaría al microlitismo. En 1983, M. Brezillon propuso que
estos objetos líticos son una producción en miniatura las formas ya conocidas. Otras
propuestas abordan el proceso de microlitización desde condicionantes o adecuación
a una economía de materias primas, a estrategias en los patrones de movilidad o a
procesos productivos.
Utiles microliticos sobre lasca. Cova del
Bolomor.
31
[page-n-31]
En las últimas dos décadas se ha producido una proliferación de estudios sobre
tecnología y funcionalidad de soportes líticos pequeños. Estas propuestas técnicas
suponen a su vez una nueva concepción del útil que debe abordar los aspectos
diacrónicos de su desarrollo. Los estudios más recientes van incorporando a las
originales definiciones y antiguos conceptos, características que los relacionan
con estrategias tecnológicas y socioeconómicas, dentro de economías cazadorasrecolectoras. A la vez, el proceso se amplía temporalmente, hasta al menos, los
momentos iniciales del Pleistoceno medio reciente.
En el debate sobre el microlitismo es preciso ir más allá de la concepción de “industria
de tamaño pequeño”, considerando que ha sido una estrategia técnica recurrente
en la historia del ser humano. Su presencia cronológica es amplia y se identifica en
Europa desde el Pleistoceno medio hasta el Holoceno, y en África, en contextos de
la Middle Stone Age y Later Stone Age. El microlitismo de lascas y su presencia en las
distintas industrias del Paleolítico medio europeas definidas tradicionalmente como
facies musterienses apuntan a que éste, es más bien una característica tecnofuncional
que una facies particular, por lo que no podríamos hablar de “micromusterienses”.
Núcleos microliticos en sílex del nivel Ia.
Cova del Bolomor.
Núcleo centrípeto microlítico en sílex. Cova
del Bolomor.
32
Los estudios sobre el microlitismo de Cova del Bolomor llevan a la propuesta
dimensional máxima de 2 cm, y no de 3 cm como se proponen para otros yacimientos,
por el hecho de que el formato medio de la industria en sílex se sitúa en 2,5 cm de
longitud. Obviamente los útiles transformados deben ser de menores dimensiones.
Este microlitismo comienza y finaliza como tecnología de lascas con una reducción
de tamaño máximo entre 10-20 mm, son lascas de prensión manual no enmangadas
que, a falta de completos estudios traceológicos no formarían parte de armaduras,
aunque su utilización mediante algún elemento intermedio que facilite su operatividad
no está descartada.
También podríamos definirlo como “Microlitismo no laminar”, en referencia a la
utilización de lascas y pequeños cantos en su elaboración, si bien tampoco se descarta
que pueda existir una producción laminar desde un punto de vista tipométrica y
[page-n-32]
no tecnológica en el Paleolítico medio. La microlitización como proceso que
recoge diferencias y convergencia tecno-funcionales de los cazadores-recolectores
paleolíticos puede ser considerada una característica particular de su comportamiento
social, dentro de la cosmovisión que engloba las formas de procesar las herramientas
líticas, en un largo periodo de varios cientos de miles de años.
Una de las cuestiones emergentes de investigación hace referencia al posible uso de
microlitos en el procesamiento de pequeñas presas (aves, tortugas, pájaros y otros),
lo que implicaría posibles estrategias. El recurso al microlitismo sería el reflejo de
una adaptación con ampliación de la dietas, una estrategia tecnológica que abriría o
facilitaría el espectro de recursos económicos potenciales.
Otra cuestión consiste en valorar es la potencialidad de la masa de materia prima y su
relación con este proceso técnico particular. También se deberían conocer los limites
tolerados por este cometido técnico y abordar cuestiones como si son más eficaces
las raederas grandes que las pequeñas o si la microlitización supone una restricción
funcional o un complemento. En síntesis, la presencia de pequeñas herramientas en
los conjuntos líticos correspondientes sugiere complejas líneas de investigación y
variables a analizar desde diferentes ópticas: aprovisionamiento de materias primas,
gestión de un micro-debitage, procesos tecnológicos de reciclaje, reutilización,
ramificación, entre otras. Este microlitismo es ante todo una producción cognitiva,
social y organizativa de las sociedades neandertales como antes fue reconocida en la
tecnología del homo sapiens.
El microlitismo ha adquirido notoriedad recientemente, en especial, en las industrias
musterienses del Pleistoceno superior, tal y como muestra la bibliografía. En nuestro
caso, se está estudiando la incidencia del mismo y sus características en la secuencia
cronoestratigráfica de la Cova del Bolomor que abarca el Pleistoceno medio reciente
y el inicio del Pleistoceno superior (entre 350.000-100.000 años). La presencia de este
fenómeno que recoge aspectos tecnológicos y culturales en un periodo de tiempo tan
largo, indica que el mismo está en las raíces de los procesos tecnológicos y adaptativos
Utiles microliticos sobre lasca. Cova del
Bolomor.
33
[page-n-33]
de las antiguas comunidades de homínidos anteriores al hombre anatómicamente
moderno. Así pues, consideramos que los procesos de microlitización pendientes de
definición conceptual, no son un fenómeno puntual, regional o limitado sino general
de las industrias paleolíticas antiguas y que los datos de Cova del Bolomor pueden
contribuir al proceso de discusión de los mismos.
Util microlítico. Punta pseudolevallois
retocada. Cova del Bolomor.
Util microlítico, raedera. Cova del Bolomor.
34
[page-n-34]
Bifaces y macroútiles líticos. El debate achelense
Josep Fernández Peris
La interacción cerebro y manos es considerada por los investigadores un axioma que
conduce a la fabricación de herramientas, como paso imprescindible para la creación
de los procesos sociales y el nacimiento de la cultura. La presencia en yacimientos
arqueológicos de grandes herramientas líticas, ha condicionado durante decenios,
la investigación del Paleolítico antiguo. Ellas han sido los elementos justificativos,
sobre los que se han planteado los procesos evolutivos y de progreso, en las primeras
sociedades de homínidos. Además, los prehistoriadores les hemos asignado una
particular y determinante consideración en los cambios del comportamiento humano.
El bifaz y el macroútillaje
El bifaz es una herramienta lítica tallada por las dos caras -bifacial-, que generalmente
presenta a lo largo de sus bordes, un filo regular y una simetría en sus proporciones.
El tamaño suele ser grande y de forma apuntada, y su elaboración, exige capacidades
de abstracción, destreza técnica y búsqueda de la proporción. La definición de
bifaz conlleva, no sólo aspectos formales, sino también cognitivos, tecnológicos y
funcionales. Este útil, por una parte, resume las máximas posibilidades que permite
una cadena operativa lítica, es decir, puede ser tanto un elemento de explotación,
como un producto final transformado, y además es expeditivo y polifuncional.
Dibujo con representación de la talla de un
bifaz. J. Llamazares.
35
[page-n-35]
El macroutillaje hace referencia a aquellas herramientas líticas de grandes
dimensiones, elaboradas a partir de guijarros o cantos y lascas, entre los que se
encuentran los bifaces. Por lo general, son útiles sencillos, más o menos toscos,
pesados y someramente retocados o desprovistos de retoque, a excepción del bifaz
que puede ser muy elaborado.
Grabado de un paisaje lacustre con llanuras
aluviales y paquidermos característico de
hace 120.000 años (Figuier, 1875).
La definición de bifaz en realidad, hace referencia a una amplia variedad de formas,
más que a un útil, siempre idéntico. Ello es debido, a que sus morfologías no están
sujetas a unos límites concretos o definidos. Por esto, el salto tecnológico que
representa, queda limitado por la falta de un concepto unitario aceptado, y su papel,
en el registro arqueológico. Los factores que intervienen en la presencia/ausencia de
los bifaces se desconocen con certeza, a causa de la gran variabilidad de sus formas y
posibles funciones, que condicionan la interpretación arqueológica.
La consideración del bifaz como entidad de referencia única en la definición de un
tecno-complejo, una facies, un estadio tecnológico o un modo de vida, posiblemente
sea uno de los planteamientos más limitadores para la comprensión de nuestro
pasado paleolítico. Sin embargo, la tecnología bifacial puede ser considerada como la
más arraigada en la investigación prehistórica, tanto cronológica (más de 1 millón de
años), geográfica (varios continentes) como antropológica (homos Ergaster, Erectus,
Heidelbergensis y Neanderthal). Nos encontramos pues, ante un producto -el bifazque es icónico, exitoso y enraizado en el seno de la literatura prehistórica y en la
mente de los prehistoriadores.
Una larga historia
El sistema de talla lítico más antiguo conocido recibe la denominación de Olduvayense
Dibujo de un bifaz en las primeras
publicaciones del siglo XIX (1872).
36
y es definido como un complejo técnico y tipológico de grandes formatos líticos
(cantos y lascas que se tallan buscando filos amplios y formas apuntadas). A ésta
primera etapa, seguirá, en el tiempo, el Achelense con la invención de herramientas
denominadas bifaces, hendedores y triedros. La primera fase citada se considera
[page-n-36]
rudimentaria y que acabó dando paso a importantes innovaciones tecnológicas
que se sintetizan en la aparición del bifaz. Esta segunda fase reproduce formas
estandarizadas de explotación y procesos de talla. El bifaz es un producto tecnológico
caracterizado por una historia increíblemente larga en el registro cultural humano,
y a través de espacios geográficos sin precedentes. Está presente en el Pleistoceno
inferior africano, continúa en el Pleistoceno medio y superior europeo, y más tarde,
en las industrias americanas holocenas.
La investigación sobre el Paleolítico antiguo en gran parte del siglo XX, se ha sustentado
sobre la existencia de tendencias evolutivas de la industria lítica. Resumidas primero,
en la aparición de los instrumentos sobre canto (choppers y chopping-tools), y su
posterior disminución, y la aparición y sustitución de los mismos, por industrias con
bifaces, que a su vez, son reemplazadas más tarde por complejos de útiles sobre
lasca. En este evolutivo camino, diferentes procesos de perfeccionamiento, técnico,
estilístico, estético, y otros, generarían fases de desarrollo o progreso.
En 1932, H. Breuil propuso la existencia de dos philia o líneas evolutivas principales,
industrias de bifaces (Achelense) e industrias de lascas (Clactoniense). Posteriormente,
F. Bordes a partir de 1950, consideró la existencia de una evolución ramiforme
formada por seis complejos industriales diferentes (cantos tallados, bifaces y útiles
sobre lasca). Estos dos modelos culturales presentan un similar carácter evolucionista
e historicista con perspectiva gradualista. Los mismos, cada uno en su época, tuvieron
una gran influencia en los estudios prehistóricos europeos hasta los años 1970, frente
a los planteamientos antropológicos de la arqueología amaricana. Esta corriente de
estudio, actualmente descartada, buscó relacionar los objetos líticos con entidades
como cultura, tradición o civilización.
A partir de 1961, Grahame Clark publica World Prehistory, y propone la existencia,
en el seno de la industria lítica, de Modos Tecnológicos, en el seno de la industria
lítica. Un modelo sin referencias histórico-culturales, opuesto a éstas y que plantea
un continuum tecnológico a escala mundial, con diferentes etapas o modos. Las
Macroútil elaborado en caliza denominado
Rabot o raspador nucleiforme. Cova del
Bolomor, nivel XII.
37
[page-n-37]
innovaciones tecnológicas darían paso, de un modo a otro, y se sustentarían en
útiles que se convierten en la seña de identidad del modo. Modo 1, con cantos y
lascas, cuya función sería la producción sistemática de filos cortantes, atribuibles a los
primeros estadios del Paleolítico inferior. Modo 2, con bifaces y presencia de técnicas
recurrentes y estandarizadas. El Modo 3, con útiles sobre lasca de núcleos preparados
y premeditación en las técnicas de talla y retoque. El Modo 4, con láminas y su técnica
de extracción durante el paleolítico superior. Por último, el Modo 5 con microlitos
geométricos de época pospaleolítica.
Tabla de trabajo con estudio de un bifaz.
Bifaz amigdaloide con talón y lateral
reservados. Cova del Bolomor, nivel XIII.
Denticulado en caliza sobre lasca amplia.
Cova del Bolomor.
38
Este modelo se ha instalado principalmente en las escuelas antropológicas anglosajonas, y en algún caso con modificación parcial de sus conceptos. Las críticas
al mismo hacen referencia al uso impreciso de diagnósticos heterogéneos y no
estructurados de los modos. El Modo 2, lejos de ser abordado desde amplios
aspectos tecnológicos, basa su existencia en la presencia y configuración de un sólo
objeto o útil, el bifaz. Éste sería pues, un marcador con valor cronológico junto a
consideraciones controvertidas como los binomios simple/complejo, eficaz/ineficaz,
regular/irregular y otros. Por tanto, reconoce al bifaz como “fósil-guía”, al igual que
pasaba en las tipologías tradicionales con el gravamen que su presencia/ausencia es
muy restrictiva y empobrece la comprensión de los registros arqueológicos.
La propuesta de un comportamiento tecnológico evolucionista entre los homínidos,
basado en un largo y progresivo perfeccionamiento temporal, es el concepto de la
adaptación y el progreso en el marco ecológico. El modelo presenta la virtud de crear
un marco generalista de comprensión, sin embargo, los modos tecnológicos son
imprecisos y discutidos en su concepción actual por estar llenos de ambigüedades y
planteamientos tautológicos como pasaba con el modelo histórico-cultural. El Modo
tecnológico 2 no es el desarrollo técnico de un periodo, pues se registra a lo largo
de toda la prehistoria, de igual manera que el Modo 1. Tras más de 50 años de la
propuesta de Clark, a pesar de su vigente utilización, persiste una falta de acuerdo
en la aplicación de los modos, ante la ausencia de criterios tecnológicos unificados y
homogéneos.
[page-n-38]
La cuestión del Achelense
El sistema de talla denominado Achelense aparece en África hace 1,7 millones de años,
en yacimientos de Kenia, Etiopia y Sudáfrica. Sin embargo, fue definido en Europa por
Gabriel de Mortillet en 1872, como una cultura humana prehistórica tras los hallazgos
en la localidad francesa de Saint Acheul. Desde su creación, se ha intentado buscar la
explicación funcional de la presencia de los bifaces en los yacimientos arqueológicos,
planteando diferentes teorías o modelos.
El Modelo ambiental o de distribución geográfica relaciona los bifaces con ambientes
abiertos, fríos y de estepa con vegetación baja y caza de grandes presas. El
Clactoniense se vincularía a un ambiente templado y boscoso, explotación de la
madera y alimentos vegetales. Las industrias con formatos pequeños corresponderían
a ambientes boscosos y trabajos de la madera. El Modelo antropológico relaciona
los bifaces con la expansión del H. Erectus fuera de África, técnica abandonada en
Asia y transmitida en Europa por el linaje neandertal. El Modelo tecnomorfológico
considera los bifaces elementos de producción de lascas, y diferencia grandes
bifaces y hendedores, de bifaces más pequeños. Los primeros se asociarían a la
movilidad y los segundos a formas elaboradas resultado de una intensa reducción. El
Modelo funcionalista propone que el bifaz es una herramienta multiusos usada en las
expediciones cinegéticas.
El Achelense plantea interesantes y polémicos debates, este sistema tecnológico se
manifiesta con fuerza en Europa hace unos 500.000 años, frente a la existencia anterior
de otros macroútiles, que se han vinculado con aportaciones foráneas procedentes
de una o varias “oleadas migratorias”. La incidencia de esta tecnología se acompaña
de otras variadas macroformas y no es suficientemente conocida. Por tanto, es difícil
mantener el éxito de una aculturación tecnológica y la consecuente desaparición de
otras, por competencia. Hay autores que consideran controvertido que las tecnologías
líticas y las fases de desarrollo técnico fueran reemplazadas unas por otras, abogando
porque su existencia estuvo en función de las necesidades adaptativas.
Grandes lascas de caliza con retoques
simples y marginales. Cova del Bolomor.
39
[page-n-39]
La presencia de cantos, bifaces y lascas, consideradas como diferentes tradiciones
culturales y líneas evolutivas, no presentan argumentos convincentes sobre las
etapas de desarrollo cultural o tecnológico. En el Pleistoceno medio europeo existen
industrias, con sin bifaces o macroútiles, que coexisten temporalmente en las mismas
áreas geográficas. Varias cuestiones no están resueltas, como la existencia de facies
funcionales que pudieran pertenecer a una entidad tecnológica mayor o repertorios
líticos sin bifaces como parte de la variabilidad “Achelense”, incluida la ausencia
de bifaces. La funcionalidad adaptativa y multivariable de los comportamientos
antrópicos, respectos de los recursos globales, debe estar en la discusión de su
comprensión.
Recreación de una acción de carnicería con
bifaces. J. Llamazares.
Bifaz parcial en caliza con escasa simetría y
regularidad.
40
La aportación de Cova del Bolomor
La industria lítica estudiada en Bolomor está formada actualmente por 37.160 piezas,
distribuidas en 17 niveles estratigráficos que abarcan desde el Pleistoceno medio
reciente y a los inicios del Pleistoceno superior, entre 350.000 y 100.000 años antes
del presente. El impacto tipológico achelense consiste en la presencia de dos bifaces y
un posible hendedor. Si ampliamos esta lista a otras macroformas líticas, incluiríamos
un rabot o raspador nucleiforme, tres cantos tallados y 45 grandes lascas, que
representan el 0,1%, en total de la industria, un valor porcentual poco significativo.
Analizadas todas las macroformas se observa que no han sido fabricadas en el
yacimiento, son herramientas con poca transformación -escaso retoque- y aparecen
en los niveles de corta duración e intensidad de la ocupación. En otros yacimientos
europeos similares a Bolomor, los bifaces tampoco son relevantes respecto al
resto del utillaje. Por ello, podemos inferir que los campamentos con una actividad
prolongada, como en cuevas, no suelen presentar este impacto técnico. Sin embargo,
existe un hecho incontestable, como es, que en La Valldigna se elaboraron bifaces con
características achelenses durante el Pleistoceno medio, ya que fueron realizados con
las calizas del propio valle. Otro factor claro, es el condicionante de la materia prima,
corroborado porque todas las macroformas existentes en Bolomor se elaboraron en
este tipo de caliza, única materia local que permite los soportes adecuados.
[page-n-40]
La explicación de la presencia de algunos bifaces en Bolomor, parece guardar una
mejor relación con actividades fuera de los campamentos (inter-site), y no en su
interior (intra-site). Es frecuente encontrar este tipo de útiles y su concentración en
yacimientos al aire libre, en llanuras aluviales y riberas lacustres -áreas de presencia
alta de herbívoros. Por ello, algunos autores consideran la presencia o ausencia de
bifaces de relevancia secundaria, en un contexto de campamento no efímero. La
interacción del paisaje, más o menos complejo, y la dinámica humana parecen haber
influido en la presencia de bifaces, involucrando cantidad y calidad de materia prima,
su uso y el movimiento humano. Esta presencia podría ser un buen reflejo de la
actividad “itinerante”, y las macroformas, adecuadas y efectivas herramientas de un
transporte idóneo, que concentran la masa pétrea con posibilidades de transformación
posterior, frente a las pequeñas piezas que tienen una menor capacidad adaptativa
-transformista. Los bifaces configurarían pues, una morfología de carácter funcional,
un fenómeno de variabilidad operativa, con disposición de materias primas.
Las estratigrafías en cueva y yacimientos considerados de hábitat, como es el caso
de la Cova del Bolomor, no documentan series amplias de niveles con bifaces, y
ello apunta a valorar más su presencia, como un elemento industrial y técnico con
características funcionales. Estas valoraciones forman parte del proceso investigativo,
Dibujo de bifaz s. XIX con simetria y filo
regular.
en el que hay más preguntas planteadas que respuestas, y que apunta, a que aún no
estamos en condiciones de descifrar estos aspectos de nuestro lejano pasado.
Lasca grande y gruesa en caliza de
elaboración centrípeta con retoque simple.
Cova del Bolomor.
41
[page-n-41]
Dibujo de canto tallado por una cara o
Chopper. Cristian Micó.
Grabado de un bifaz, considerado como “el
primer útil”. H. Cleuziou (1887).
42
Dibujo de la acción de elaboración de un bifaz. Cristian Micó.
[page-n-42]
Marcas de uso en los útiles líticos
Laura Hortelano Piqueras
La traceología o análisis funcional es un método científico vinculado al estudio de la
prehistoria que tiene por objetivo determinar la función de las herramientas, a través
del análisis de las trazas o huellas producidas durante su uso. Serguei Semenov fue el
gran impulsor con su tesis y publicación, Tecnología prehistórica (1957).
Este procedimiento ordenado y sistemático se ha aplicado principalmente a
herramientas líticas, en especial el sílex, pero también a otras materias como el
cuarzo, caliza, cuarcita, e incluso es posible con materiales como el hueso, marfil,
asta, madera y metales. La interacción de las herramientas líticas con las materias
trabajadas (madera, carne, piel, plantas y otras), deja unas marcas específicas que
pueden identificarse a través de la experimentación. Los datos obtenidos mediante
diferentes métodos y aparatos de microscopia permiten caracterizar los modos de
gestión de los útiles y establecer espectros funcionales característicos y diferenciados,
que pueden comparase con marcas de las herramientas arqueológicas e interpretarse
desde una perspectiva socioeconómica.
Estas marcas pueden ser macroscópicas, observables a bajos aumentos (fracturas,
melladuras, desgastes), o microscópicas, analizables a altos aumentos por encima de
100x (micromelladuras, pulidos, estrías). Las huellas de uso, así como la morfología
Tecnología prehistórica de Semenov,
la primera demostración científica de
cómo fueron utilizados los útiles líticos
prehistóricos.
43
[page-n-43]
del útil y las zonas usadas, ayudan a determinar de qué manera se usó la herramienta
y qué materia transformó (piedra, carne, hueso, madera, piel, etc.).
Proceso experimental de descarne.
La traceología constituye una vía excepcional para conocer el uso que nuestros
antepasados dieron a cada herramienta. Pero, además, de manera indirecta,
permiten verificar el trabajo y empleo de materias perecederas, como la madera,
las fibras vegetales o la piel. Por ello contribuye al conocimiento de cómo los grupos
humanos aprovecharon los recursos de su entorno, y de qué manera interactuaban
con el medio. En definitiva, a profundizar en el conocimiento de los comportamientos
humanos del Pleistoceno medio, un periodo en el que no son muy abundantes los
estudios traceológicos.
El conjunto lítico del nivel XII de la Cova del Bolomor
En la Cova del Bolomor, como en la casi totalidad de yacimientos prehistóricos, el sílex
es la roca en la que se elabora la mayor parte de la industria lítica. Pero en el nivel
XII, la caliza es la materia prima predominante, alcanzando casi el 70% del conjunto
lítico. El sílex es usado para la elaboración de aproximadamente el 24% del utillaje,
mientras que la cuarcita apenas representa un 5 % y otras rocas son completamente
minoritarias.
Como sucede en cronologías antiguas, un porcentaje importante de los materiales del
nivel presenta diferentes tipos de alteraciones que dificultan el análisis funcional de
las piezas. Las alteraciones identificadas en el material recuperado pueden producirse:
tras el abandono inmediato del útil (fracturas antiguas, pisoteo, termoalteraciones),
por procesos postdeposicionales y sedimentarios (microfracturación de los bordes,
fracturación o grietas, pátina, concreciones, disgregación de la microestructura de
las piezas), o bien durante los procesos de extracción, almacenamiento y estudios
arqueológicos (impactos y fracturas mecánicas, roces y abrasiones en las superficies).
Valor porcentual de la materia prima y de
estado de conservación del material del
nivel XII, por materias primas.
44
[page-n-44]
En Bolomor, las principales alteraciones de la caliza son las concreciones, en forma
de fuerte brecha adherida. En el caso del sílex, la pátina de coloración blanca es
consecuencia de su deshidratación y afecta a un importante número de piezas.
El grado de alteración es un condicionante de la muestra del material susceptible de
ser analizado traceológicamente. Así, de las alrededor de 1000 piezas recuperadas
en los sectores y campañas seleccionadas del nivel XII (928 entre sílex y caliza), se
analizaron morfológica y funcionalmente 232 piezas de caliza y 153 piezas de sílex, lo
que supone un total de 385 piezas, un 41 % del material.
Del material analizado y respecto de la gestión de la materia prima, la caliza se talla
en el propio lugar de uso. La cercanía de las fuentes de aprovisionamiento facilita un
abastecimiento inmediato. Los cantos se recolectan y se llevan a la cavidad de forma
sistemática para tallar y obtener de inmediato los soportes y útiles necesarios para
las actividades a desarrollar en el lugar. En cuanto al sílex, parece que se lleva en su
mayor parte ya tallado y transformado a Bolomor. Esta gestión de los recursos líticos
es un modelo habitual entre las sociedades neandertales.
Uno de los rasgos que más llaman la atención al comparar las industrias sobre caliza
y sobre sílex es el mayor tamaño de las piezas hechas en caliza. Casi un 70% de los
productos tienen entre 30 y 65 mm de longitud, y entre 20 y 50 mm de ancho, con
un espesor por encima de los 10 mm. En general sus dimensiones duplican las de los
valores del sílex, que se encuentran entre los 15 y 40 mm de largo, 10 y 30 mm de
ancho, con un espesor medio de 8 mm.
El conjunto de sílex presenta unas características claramente diferentes del calcáreo,
gran parte del utillaje de sílex está retocado, siendo también abundantes las piezas
que tienen más de un filo con retoque. En ocasiones, éstos son especialmente intensos
sobre los soportes y por ello la variedad morfológica es grande. Por otro lado, hay un
número relativamente grande de útiles irregulares, elaborados sobre restos de talla o
lascas defectuosas, y/o sobre útiles anteriores reutilizados.
1. Raedera usada en actividades de
carnicería. 2. Zona con melladuras y
desgastes bifaciales, en el punto 1 de la
imagen anterior (5x). 3. Gran melladura por
flexión, seguramente de origen accidental,
en el punto 2 de la imagen general de la
pieza (10x).
45
[page-n-45]
Análisis funcional del material
Proceso experimental de acción sobre
vegetales blandos.
El análisis funcional del utillaje calcáreo se hizo sobre todo tipo de elementos, incluidos
percutores, núcleos y soportes irregulares o restos de talla. Un 24’8% del material
proporcionó resultados funcionales, y un 28’8% más tenían huellas no interpretables
del todo. Los resultados son diferentes respecto del tipo de producto analizado.
Así, casi todos los cantos y percutores presentaban huellas de uso, los soportes
estandarizados y las piezas fracturadas intencionadamente también ofrecieron
buenos porcentajes de trazas de utilización, mientras que las piezas de pequeño
formato, irregulares y restos de talla o núcleos no proporcionaron resultados.
Los resultados funcionales del conjunto de sílex del nivel XII han estado condicionados
por el estado de conservación de las piezas. Ello ha determinado que en muchas piezas
sólo se haya podido realizar la observación macroscópica de los filos y las superficies.
Un 12’4% del material ha proporcionado huellas de uso, pero hay un 33’9% de piezas
de sílex con huellas que podrían ser de uso, aunque no ha podido determinarse con
fiabilidad. En la mayor parte de las piezas de sílex sólo se ha podido identificar la
zona usada, en algunas también la acción, mientras que sólo ha podido confirmarse
la dureza de la materia trabajada.
Hechas estas puntualizaciones, y respecto de la roca usada, con la caliza se han
desarrollado sobre todo acciones de corte relacionadas con procesado de fauna, con
un grado variable de contacto con materias duras (cartílagos, tendones, huesos). El
desarrollo de pulidos de escasa intensidad en algunos filos es indicativo de contacto
con tejidos cutáneos, lo que remitiría a tareas de desollado, si bien, según nuestras
experimentaciones, la escasa capacidad de corte de la caliza hace necesaria una
complementariedad con instrumental de sílex. En este tipo de actividades las raederas
1. Raedera de caliza. 2. melladuras y
desgastes en el filo relacionados con
actividad de carnicería (5x). 3. Desgastes
y pulidos de escaso desarrollo en la zona
indicada en la imagen anterior (50x).
46
de filos convexos y apuntadas de sílex son especialmente útiles; sin embargo, ante la
ausencia de huellas de uso en estos formatos, preferimos no establecer conclusiones
al respecto.
[page-n-46]
Las acciones de corte también se han documentado en piezas de sílex, si bien la
materia no ha podido determinarse. En una de ellas las morfologías y distribución de
las melladuras de uso sugieren contactos esporádicos con materias medias y semiduras, y en otra la materia ha sido de dureza media, lo que podría relacionar estas
piezas también con actividades de carnicería.
El raspado de hueso con piezas de caliza, no ha sido especialmente efectivo en las
experimentaciones realizadas. Los útiles de sílex son mucho más eficaces para esta
acción. Entre el material analizado, tres piezas han desarrollado acciones de raspado
sobre materias semi-duras y duras, pero no contamos con suficientes datos como
para relacionarlas con estos procesos.
En el caso de los percutores, aparte de la talla lítica no pudo determinarse si habían
sido usados también para fracturar el hueso. Exceptuando un canto con desgastes
muy acusados, propios de frotar una materia media, como piel, el resto fueron
utilizados para tallar y retocar el material lítico.
El trabajo de materias vegetales está escasamente documentado entre las piezas
analizadas. Sobre todo destaca la presencia de calizas usadas como cuñas o como
azuela, en trabajos de modificación primaria de esta materia, de muy corta duración.
En ocasiones se combinan con escasas acciones de raspado. Los útiles retocados de
sílex son más adecuados, para estas tareas de raspado de la madera, sin embargo,
no han podido identificarse en ellos huellas de este trabajo, aunque una parte del
material realizó acciones de raspado sobre materias de dureza menor que el hueso.
Cabe mencionar también una acción de corte sobre materia de origen vegetal no
leñoso realizada con un pequeño útil de caliza, que, a pesar de su excepcionalidad,
permite confirmar el aprovechamiento de recursos variados.
Así, en el nivel XII de Bolomor se ha documentado sobre todo el procesado de animales
(descarnado con contacto a veces intenso con tendones y huesos, desollado, tal vez
limpieza en fresco de la piel, actividad no confirmada), así como modificaciones
1. Denticulado con dos zonas de uso (líneas
discontinuas): Filo usado como cuña para
madera. Las flechas indican la plataforma
percutida, filo denticulado usado para
raspar madera. 2. Detalle de las melladuras
de la plataforma opuesta al filo, percutida
con percutor duro (5x). 3. Filo cara ventral.
Pulidos y estrías en el punto indicado de la
imagen 1 (200x).
47
[page-n-47]
primarias de la madera (seccionado con cuña, rebajado con azuela), más raramente
raspado de las superficies. Junto a éstas acciones, las actividades cinegéticas podrían
estar representadas por la presencia de escasas puntas de sílex, probablemente
utilizadas como picas. Sin embargo, desde el punto de vista funcional no se ha podido
confirmar este uso.
También la talla de material lítico aparece documentada, por la presencia de
percutores y retocadores. Esta actividad está centrada en el caso de la caliza en la
elaboración del equipamiento necesario para el desarrollo de las actividades, y en
menor medida del sílex, sobre todo en actividad de retoque y reavivado/reciclado
de los soportes, en un comportamiento que busca la adaptación instantánea de los
mismos para adecuarlos a las necesidades que surgen.
Valoraciones
El nivel XII de la Cova de Bolomor presenta modelos de gestión funcional del material
lítico, en los que la producción rápida, prima sobre la especialización, y éstos van
ligados a usos inmediatos. La talla de la caliza va destinada a la obtención inmediata
de un tipo de soportes robustos y versátiles, asociados acciones variadas y de tipo
expeditivo. Se utilizan en función de las necesidades que se plantean y la presencia
de reciclados es muy escasa. La mayor parte de las piezas no presentan un grado
embotamiento muy intenso, lo que indicaría que son desechadas en el momento en
que su efectividad baja, o cuando la acción ha finalizado.
El sílex se transporta en su mayor parte configurado al lugar de utilización, y algunas
de estas piezas se adaptan también para usos inmediatos, aunque posiblemente
más variados. Igualmente la explotación que se hace de esta materia prima es más
1. Pieza con melladuras y pulidos propios de
acción sobre herbáceas o fibras vegetales.
2. Muescas que interrumpen los desgastes
de uso en el punto 1 (20x). 3. Extremo de la
pieza, con importantes desgastes y pulidos
(40x).
48
intensiva que en la caliza. La presencia de algunos útiles realizados sobre soportes
irregulares es un indicio de reutilización de esta materia prima. Sin embargo, ésta
no siempre se relaciona con unos desgastes acusados por agotamiento de los filos
potenciales, sino con la adaptación de los soportes a las necesidades nuevas que
[page-n-48]
1. Detalle de las micromelladuras, posiblemente de actividad de carnicería (5x). 2. Util sobre resto de talla
usado en acción transversal, raspado, sobre materia dura (hueso?). Detalle de las melladuras, cortas y
superpuestas, sin apenas desgastes asociados, que son más acusados en la parte izquierda (10x).
surgen en el momento. Ello da lugar a útiles de morfologías irregulares e informes no
siempre fáciles de manipular, o que ofrecen escasa versatilidad, lo que los orienta a
acciones más concretas y puntuales.
Si bien los resultados del análisis funcional sobre el sílex han sido escasos, la presencia
de ciertos tipos de soportes (piezas espesas de filos semiabruptos para acciones
transversales, en ocasiones con reavivados intensos, triedros, filos semiplanos muy
cortantes) y las características generales de ambos conjuntos, son suficientes indicios
para hablar de complementariedad, más que de alternancia, en el uso de ambas
materias primas en el yacimiento.
Los análisis funcionales de la industria lítica del nivel XII han confirmado actividades
de tipo expeditivo, breves y poco complejas en ocasiones, más intensas en otras,
relacionadas sobre todo con el tratamiento los recursos captados en el entorno, que
son trasladados a la cavidad para un procesado inmediato e intenso en el caso de la
fauna. Este conjunto de actividades, parece corresponder a un tipo de ocupaciones de
carácter corto, dentro de un comportamiento flexible y altamente adaptativo de estos
grupos. Revelan verdaderas estrategias complejas de explotación de los territorios
y las materias primas. La muestra más evidente es la explotación sistemática de
materias primas de corto alcance, como la caliza, según unos criterios basados en la
1. Detalle de las micromelladuras,
posiblemente de actividad de carnicería
(5x). 2. Util sobre resto de talla usado en
acción transversal, raspado, sobre materia
dura (hueso?). Detalle de las melladuras,
cortas y superpuestas, sin apenas desgastes
asociados, que son más acusados en la parte
izquierda (10x).
49
[page-n-49]
abundancia, la efectividad inmediata y el desecho a bajo coste, pero en combinación
con la utilización de utillaje sobre sílex, de procedencia más lejana, configurado en su
mayoría previamente a su aporte a la cueva, y que presenta unas características, en
muchos casos, complementarias de las posibilidades funcionales del material calizo.
Proceso experimental de acción sobre
madera.
Proceso experimental de acción sobre carne.
50
Dibujo de acción de procesado de madera con herramienta lítica. Javier Llamazares.
[page-n-50]
La tecnología y el espacio en los campamentos
Pablo Sañudo Die
Los campamentos neandertales estuvieron organizados según unos patrones
ocupacionales vinculados a sus necesidades adaptativas y conocimientos tecnológicos.
El análisis de las actividades realizadas durante el desarrollo de la ocupación, es
una pieza clave para comprender el comportamiento y organización social de estas
comunidades durante el Paleolítico medio.
Las estrategias de subsistencia de estos grupos humanos estaban caracterizadas
por la explotación del territorio y la utilización del espacio de los campamentos. Las
actividades en el entorno, estuvieron condicionadas por la adaptación a los recursos
-bióticos o abióticos- existentes, cuya ausencia o abundancia viene marcada por un
carácter estacional, entre otros factores. Esta necesidad de garantizar la supervivencia
pudo llevar a los neandertales a adoptar estrategias variadas de itinerancia,
caracterizadas por una alta movilidad y por campamentos de corta duración,
ocupados durante pocos días o semanas. La existencia de varias comunidades en una
misma región también debió contribuir notablemente a la presión sobre los recursos,
generando tensiones sociales y competencia por el control del territorio.
El análisis de las herramientas líticas, además de proporcionarnos una valiosa
información tecnológica, permite conocer muchos aspectos relativos a la ocupación
Una de las primeras representaciones del
remontaje de un núcleo. Evans, 1872.
51
[page-n-51]
del campamento, la duración de las ocupaciones, la temporalidad de estas, el
tamaño y organización de la superficie ocupada y/o el grupo, por citar algunas. Todos
estos aspectos son fundamentales para interpretar la variabilidad de los conjuntos
arqueológicos y evaluar la complejidad conductual de los grupos humanos.
Los remontajes
El remontaje es una de las técnicas más efectivas de estudio vinculadas a la tecnología
lítica. Este procedimiento consiste en recuperar durante el proceso de excavación, el
mayor número posible de fragmentos líticos y óseos, distribuidos en la superficie del
yacimiento. Estos elementos en origen formaban parte de entidades mayores que se
han dispersado por las actividades humanas y procesos posdeposicionales naturales.
Es la reconstrucción de un rompecabezas que busca averiguar la cadena de acciones
por la que pasaron los componentes del registro arqueológico en el pasado con el
objetivo de comprender los conocimientos tecnológicos. En este sentido, el análisis
de las cadenas operativas líticas y su distribución espacial nos permite reconstruir los
procesos de talla, a través de la realización de remontajes, una de las herramientas
más eficaces para entender la elaboración del utillaje lítico y la organización de las
actividades en el campamento.
Remontaje de explotación en cuarcita verde.
Cova del Bolomor, nivel XVII.
Remontaje de explotación del nivel IV de la
Cova del Bolomor.
52
Los primeros trabajos sobre remontajes de material lítico fueron documentados a fines
del siglo XIX. Spurrell en 1880 relata en uno de sus trabajos, como remonta un conjunto
lítico encontrado en la ribera del Támesis, interpretándolo como “prueba de que el
tallador se hallaba sentado en el lugar del hallazgo”. Otros trabajos documentaron
el interés de la búsqueda de remontajes, para el estudio e interpretación de los
conjuntos arqueológicos y para responder cuestiones tecnológicas y funcionales.
En las últimas décadas, los estudios de remontajes han incidido en la importancia
de la relación espacial de los elementos remontados, favoreciendo la identificación
de áreas de actividad y estableciendo relaciones temporales entre las diferentes
secuencias de reducción. La reciente evolución de las herramientas informáticas y
estadísticas ha favorecido el desarrollo de modelos predictivos, aplicados al estudio
[page-n-52]
de remontajes líticos como métodos de análisis preliminar, que determinan los
artefactos con probabilidades de poder ser remontados.
Un remontaje puede proporcionar información diversa: las técnicas y procesos de
talla del artesano neandertal. La consistencia estratigráfica y sincrónica del nivel
arqueológico en que se sitúa el campamento analizado, mediante la distribución
espacial de las piezas remontadas, así como, la identificación de las distintas áreas de
actividad y sus características funcionales.
El análisis espacial
En su aplicación al estudio espacial, el remontaje de dos elementos líticos se traduce
en una línea de conexión representada espacialmente, que sirve de unión entre
ambos e indica el desplazamiento y vinculación tecnológica. Los diferentes elementos
de una secuencia de producción son unidos por líneas de conexión, reflejando
la vinculación de todos ellos y su posición planimétrica. A nivel interpretativo, los
remontajes permiten observar el desarrollo espacio-temporal de las secuencias de
talla, estableciendo relaciones sincrónicas que posibilitan estudiar los niveles en los
cuales se ha producido una ocupación humana en un mismo marco temporal.
Los denominados remontajes indirectos son el punto de partida para el análisis
de las secuencias de talla producidas en un conjunto arqueológico, a partir de la
identificación de las unidades de materia prima (UMP). Estas son identificables desde
criterios macroscópicos (textura, córtex, color y otros). El objetivo de este análisis es
agrupar los artefactos respecto a sus nódulos de origen, para aislar las secuencias de
talla y buscar posibles remontajes. En el caso de registros con alteraciones de diferente
tipo (pátina, fuego, concreciones, etc.), la identificación de UMP es complicada, por la
dificultad de observar las características macroscópicas de la materia prima.
Los artefactos pertenecientes a una misma UMP, son analizados en conjunto y como
parte de una agrupación, con características similares. La relación entre artefactos
Remontajes de explotación del nivel M del
Abric Romani. M. Vaquero.
53
[page-n-53]
de una misma UMP, es la de remontajes indirectos, o expresado de otro modo,
artefactos que al margen de poder ser o no unidos entre sí, deben ser considerados
como elementos emparentados tecnológica y espacialmente. La relación temporal
de estos elementos no tiene por qué ser sincrónica, pudiendo producirse diferentes
secuencias de reducción, a partir del mismo nódulo, aisladas temporalmente.
La proyección de los registros, atendiendo a su adscripción a una UMP permite observar
el desarrollo espacial de las secuencias de talla y la agrupación o desagrupación de los
elementos que las componen. Este aspecto es importante en el desarrollo de estudios
espaciales de la superficie ocupada del campamento.
El remontaje directo de productos líticos consiste en la reconstrucción de la secuencia
de talla, mediante la unión de los elementos que la componen, por el contacto físico
de las superficies de estos. La distinción entre las diferentes clases de conexiones
puede ser clasificada del modo siguiente:
Distribución vertical de los remontajes
identificados en el nivel IV de la Cova del
Bolomor.
1.- Remontaje de explotación, o reconstrucción de la secuencia de producción, a partir
del remontaje y ordenación de los elementos extraídos. Este proporciona información
sobre las características de explotación y la gestión tecnológica de la materia prima.
A nivel espacial permite definir áreas de talla, en el caso de remontajes de corta
distancia, y establecer relaciones entre diferentes áreas de actividad, en el caso de
remontajes de media o larga distancia.
2.- Remontaje de fractura, o reconstrucción de los elementos producidos, a partir
de fracturas de talla. Generalmente los elementos remontados por fractura suelen
encontrarse próximos, y evidencian áreas de talla. Entre los remontajes de fractura
también encontramos los objetos fracturados por procesos naturales o mecánicos. No
Distribución en planta de los remontajes
identificados en el nivel IV de la Cova del
Bolomor.
54
proporciona información tecnológica ni cultural, pero si información sobre procesos
geofísicos o postdeposicionales. Estos tienden a localizarse próximos en el espacio
cuando estos procesos tienen escasa relevancia.
[page-n-54]
3.- Remontaje de configuración, o remontaje de los productos resultantes de
las secuencias de reavivado o modificación. La representación de los elementos
remontados, de una secuencia de reducción, se realiza mediante la conexión de
estos por diferentes tipos líneas, para cada tipo de remontaje, indicando con flechas
el orden de extracción. La medida de las líneas de conexión (horizontal y vertical),
es un dato relevante para comparar las características entre remontajes de corta,
media y larga distancia, y la información espacial que estos aportan. Generalmente,
los remontajes de fracturas no intencionales presentan líneas de conexión de corta
distancia, mientras que los de explotación y configuración, pueden presentar líneas
más largas, que permitan plantear posibles desplazamientos intencionales.
La representación espacial de un remontaje entre dos restos genera una línea de
conexión. La longitud de estas líneas está directamente relacionada al desplazamiento
que han experimentado ambos restos arqueológicos. En los conjuntos arqueológicos
bien preservados suelen predominar líneas de conexión cortas (inferiores a 1 metro).
Las conexiones de este tipo, pertenecientes a una misma secuencia de talla, suelen
identificarse en concentraciones de restos bien delimitadas. Esta distancia en la que
se identifican la mayor parte de los restos pertenecientes a una misma secuencia
de talla, coincide con la dispersión de restos que se produce en la reproducción
Remontajes de explotación del nivel M del
Abric Romani. M. Vaquero.
experimental del proceso de talla lítica. Por el contrario, líneas de conexión muy largas
nos podrían estar indicando alteraciones en el registro, cuya naturaleza vinculada a
procesos postdeposicionales o antrópicos, es importante determinar.
Las conexiones de larga distancia, una vez descartado un origen natural de los
desplazamientos, pueden proporcionar una valiosa información espacio-temporal,
vinculada a la existencia de relaciones entre distintas zonas de actividad en el
yacimiento. Por ejemplo, la conexión entre diferentes áreas domésticas es uno de los
pocos criterios arqueológicos de los que disponemos para plantear la coexistencia
de diferentes unidades domésticas en un mismo campamento, si bien las relaciones
temporales son siempre difíciles de definir, incluso cuando contamos con la presencia
de remontajes.
Remontajes de explotación del nivel M del
Abric Romani. M. Vaquero.
55
[page-n-55]
Aunque el hallazgo de remontajes entre zonas de un yacimiento podría incitar sugerir
que las actividades llevadas a cabo en ellas son contemporáneas, la complejidad de
los patrones de ocupación y de los procesos de formación de los yacimientos, nos
obligan a adoptar una postura cauta a la hora de establecer posibles relaciones de
sincronía entre los elementos presentes en un mismo conjunto, incluso cuando se
puede atribuir un origen antrópico a los desplazamientos. El reciclaje de elementos
abandonados en episodios ocupacionales anteriores debió ser un fenómeno habitual
en aquellos yacimientos visitados de forma recurrente, y este comportamiento
puede dar lugar a conexiones entre áreas de actividad sucesivas en el tiempo. Esta
constatación pone de manifiesto la dificultad para demostrar la contemporaneidad en
los conjuntos arqueológicos y la necesidad de recurrir a la información proporcionada
por diversas disciplinas, para poder establecer un marco interpretativo fiable.
Sección arqueoestratigráfica del sector occidental. Los triángulos de colores corresponden a remontajes de material lítico. La presencia de los elementos
conectados en un mismo nivel arqueoestratigráfico demuestra la coherencia arqueoestratigráfica de los niveles identificados.
56
[page-n-56]
Al otro lado del Mediterráneo. La tecnología lítica del Próximo Oriente
Juan Sánchez Priego, Luis Zalbidea Muñoz
y Felipe Cuartero Monteagudo
El Próximo Oriente: un escenario privilegiado
El Próximo Oriente es uno de los escenarios más interesantes para el estudio del
poblamiento humano durante el Pleistoceno medio (780.000-126.000 años), tanto
por la riqueza y conservación de sus yacimientos arqueológicos, como por constituir
un puente de unión entre África, Asia y Europa, es el “Corredor Levantino”, que
atraviesa los actuales territorios de Siria, Jordania, Palestina e Israel. Este paso natural
fue utilizado desde la primera salida de los homínidos de África hacia Eurasia hace
unos 2 millones años y siguió siendo clave durante todo el proceso de hominización,
hasta la llegada de los primeros sapiens a la zona hace unos 200.000 años. Se trata
además de un escenario privilegiado para la ciencia ya que recientemente se ha
comprobado, gracias al análisis genético de los restos humanos prehistóricos, que
sapiens y neandertales convivieron aquí y tuvieron descendencia en un período
comprendido entre los 100.000 y los 50.000 años aproximadamente.
Empeñados en conocer el origen de nuestra actual humanidad, en las últimas décadas
hemos desarrollado técnicas de análisis muy específicas. Junto a la paleoantropología
y los nuevos métodos de datación, el estudio de la tecnología prehistórica en
Yacimiento de Qesem Cave en la campaña
de 2013.
57
[page-n-57]
general y de las industrias líticas en particular (herramientas talladas en piedra
como cuchillos, puntas de armas y otras) es una de las claves fundamentales para
Industria laminar de Qesem Cave (Foto R.
Barkai).
Industria laminar de Qesem Cave (Foto R.
Barkai).
entender la variabilidad del comportamiento humano que nos permite tanto indagar
en las pautas de movilidad de los grupos paleolíticos, como establecer paralelos o
diferencias tecnológicas y culturales entre las regiones del mundo pobladas en esta
época. Por todo ello, presentamos los aspectos más singulares de las industrias líticas
del Próximo Oriente durante la segunda mitad del Pleistoceno medio y el principio
del Pleistoceno superior (400.000-100.000 años) como elemento que puede ser
comparado con las herramientas coetáneas de la Cova del Bolomor (350.000-100.000
años) u otros yacimientos europeos.
En el Próximo Oriente, la tecnología de este período se caracteriza sobre todo
por la importante producción de láminas en sílex de buena calidad, material
extremadamente abundante en la región. A diferencia de las lascas, que suelen tener
formas más redondeadas, cuadrangulares o triangulares (objetos cortantes en general
más anchos que largos), las láminas en sílex u otros materiales son alargadas y suelen
tener un aspecto de cuchillo más o menos apuntado. Esta tecnología laminar, que
conocemos bien en el Paleolítico superior de Europa occidental a partir de los 35.000
años (aunque también hay momentos del Paleolítico medio europeo en los que se
fabrican láminas), aparece aquí mucho antes y de forma sistemática, en contextos
del final del Paleolítico inferior, en torno a los 400.000 años. Y no es un fenómeno
esporádico ni casual, sino que tiene continuidad y se desarrolla plenamente durante
el Paleolítico medio, sobre todo a partir de los 230.000-220.000 años. Según los
trabajos de los investigadores que han excavado en la región, podríamos distinguir
dos grandes períodos en las producciones líticas: el Achelense-Yabrudiense y un
Musteriense Levantino con diferentes facies culturales sucesivas.
Las industrias líticas del Achelense-Yabrudiense (400.000-250.000 años)
Reconstrucción de la producción laminar de
Qesem Cave (Foto R. Barkai).
58
Considerado el último episodio del Paleolítico inferior en esta región, la facies
conocida como Achelense-Yabrudiense (o Achelo-Yabrudiense) es un episodio de la
[page-n-58]
prehistoria muy particular ya que, a partir de los 400.000 años, combina elementos
antiguos como los bifaces (herramientas multiuso trabajadas por las dos caras y
forma estandarizada), con nuevos útiles sobre láminas (cuchillos, raspadores, puntas,
buriles, etc.) que encontramos sorprendentes para esta época al ser más típicos del
Paleolítico superior y aparecer miles de años más tarde en otras zonas de Eurasia.
Achelense o modo 2 es el nombre que se da comúnmente a los conjuntos de
herramientas de piedra del Paleolítico inferior compuestas por elementos de tradición
africana como bifaces, hendedores, triedros y otros útiles sobre cantos o lascas. En
esta zona se caracteriza generalmente por la abundancia de bifaces y la presencia
de numerosas raederas (herramientas para raspar madera, piel, hueso, carne y otras
materias). El Yabrudiense constituiría una facies posterior que marca en el Próximo
Oriente la transición entre el citado Achelense y las industrias laminares del Paleolítico
medio antiguo (Amudiense o pre-Auriñaciense). Se caracteriza por la abundancia de
raederas espesas de tipo Quina (útiles para raspar con retoques escaleriformes en
los bordes), la persistencia de algunos bifaces y una presencia importante de útiles
de tipo Paleolítico superior sobre lámina. Un buen ejemplo del Yabrudiense se da
en la cuenca sedimentaria de El Kowm (Siria) donde se conocen una decena de
yacimientos al aire libre con industrias de este tipo (Yabroud, Hummal o Nadaouiyeh
por ejemplo). En el resto de zonas del Levante los yacimientos con esta tecnología se
sitúan en general en abrigos o cuevas entre las que Tabun y Qesem en Israel son las
más representativas por sus largas secuencias de ocupación.
Conocida como Amudiense en el Líbano e Israel, o pre-Auriñaciense en Siria, la
irrupción definitiva de la tecnología laminar (producción de soportes alargados),
supone una verdadera revolución en la historia de las técnicas. El control de los nuevos
métodos y la transmisión de sus innovaciones permitieron una mayor diversificación
de las herramientas en todo el Levante, lo que se tradujo en un aumento de las
posibilidades de adaptación a diferentes ecosistemas y una explotación más eficiente
de sus recursos. A los últimos bifaces y útiles diversos sobre lascas, se añaden ahora
un buen número de utensilios estilizados, de filos agudos y realmente eficaces para
Cueva de Tabun en Monte Carmelo, Israel.
Industria lítica de Qesem Cave: a-productos
laminares; b-raederas tipo Quina; c-bifaces
(Foto R. Barkai).
59
[page-n-59]
diferentes tareas (cuchillos para cortar carne y vegetales, raspadores, buriles para
realizar incisiones y perforaciones, puntas de armas, etc.). Estas herramientas se
Productos laminares de Qesem Cave (Dibujo
R. Barkai).
fabrican con métodos novedosos, seleccionando materias primas de buena calidad. El
Amudiense está muy bien representado por ejemplo en el yacimiento israelí de Qesem
Cave donde, según Barkai y Gopher, junto a algunos bifaces y útiles diversos sobre
lascas encontramos, en todo el período de ocupación del campamento (400.000200.000 años), miles de cuchillos alargados (láminas) concebidos para utilizarse
en bruto (filos lisos para cortar), o transformados mediante precisos retoques en
cuchillos dentados, raspadores o buriles. En Qesem la industria es rica y variada,
por ello ilustramos este artículo con sus imágenes como ejemplo de los principales
tipos de herramientas que también aparecen en otros yacimientos: bifaces y útiles
diversos sobre láminas (láminas en bruto o retocadas) o lascas (raederas tipo Quina).
También se ha documentado la producción de lascas muy pequeñas a partir de lascas
espesas de sílex recicladas en núcleos (bloque del que se extraen los soportes). Otra
referencia fundamental de esta facies es la unidad XI de la cueva de Tabun (Monte
Carmelo, Israel), datado en 260.000 años aproximadamente.
Las industrias líticas del Musteriense Levantino
Los investigadores que trabajan en la región consideran la larga secuencia estratigráfica
de la cueva israelí de Tabun, como una referencia fundamental para establecer las
diferentes facies culturales del Paleolítico medio (Musteriense) en el Próximo Oriente.
Los cambios observados en las industrias líticas de este yacimiento han servido para
distinguir 3 facies del llamado Musteriense levantino: tipo Tabun D (250.000-160.000
años), tipo Tabun C (160.000-90.000 años) y tipo Tabun B (100.000-60.000 años).
Láminas retocadas de Qesem Cave (Dibujo
R. Barkai).
60
Desde hace décadas se debate en el mundo científico sobre la naturaleza de los grupos
humanos que se sucedieron en esta región durante el Paleolítico medio. Algunos
prehistoriadores piensan que los cambios observados en la tecnología de Tabun y
otros yacimientos coetáneos podrían deberse a que cada fase o período de ocupación
corresponda a grupos diferentes de humanos que llegan en sucesivas migraciones. El
[page-n-60]
Musteriense tipo D parece ser obra de Homo sapiens, así lo indican nuevas dataciones
de la cueva de Misliya (Monte Carmelo, Israel) en la que restos humanos tienen una
antigüedad de entre 177.000 y 194.000 años y aparecen asociados a este tipo de
industria lítica. Esto podría implicar que todos los yacimientos que presentan este
tipo de Musteriense (pero no se asocian a un tipo humano concreto por no conservar
restos de esqueletos) habrían sido ocupados también por sapiens. El Musteriense
tipo C podría corresponder a otra migración de Homo sapiens al Próximo Oriente
hace unos 160.000 años y el Musteriense tipo B sería una tecnología propia de los
grupos de neandertales que se instalan por primera vez en esta región hace unos
100.000 años, iniciando una larga y crucial etapa de convivencia con los sapiens.
El Musteriense Levantino tipo Tabun D (250.000-160.000 años)
El Musteriense Levantino tipo D se caracteriza por una producción laminar que
alcanzaría su máxima extensión entre 220.000 y 160.000 años. Se documenta en
contextos medioambientales diversos (llanura costera, zona mediterránea y zonas
marginales semi-áridas). Entre los yacimientos donde las producciones laminares
son importantes se pueden nombrar las industrias Hummaliense de Hummal Ia y
Nadaouiyeh en Siria; las industrias de Douara IV también en Siria, las de Tabun IX,
Hayonim E base y F, Abou Sif, Rosh Ein Mor, Nahal Aqev y Misliya en Israel y la de Ain
Difla en Jordania.
Este amplio y rico conjunto reagrupa industrias que presentan variaciones tanto
en los métodos de obtención de las láminas, como en el tamaño de las mismas
(desde grandes láminas a laminitas) y los tipos de útiles retocados. Globalmente se
caracterizan por la coexistencia de dos cadenas operativas (proceso seguido para
obtener los útiles) independientes: producción de herramientas variadas a partir
de láminas y producción de múltiples útiles a partir de lascas Levallois (el término
Levallois engloba diversos métodos de fabricación de herramientas talladas típicas
del Paleolítico medio). La industria laminar, considerada durante mucho tiempo como
resultado exclusivo de los métodos Levallois, aparece en realidad diversificada. Junto a
Raederas tipo Quina de Qesem Cave (Dibujo
R. Barkai).
61
[page-n-61]
sistemas Levallois para soportes alargados como láminas y puntas se han identificado
sistemas de débitage unipolar o bipolar (extracción de láminas en una sola dirección o
en dos direcciones opuestas) “de tipo Paleolítico superior” que L. Meignen ha definido
como “sistema Laminar” para diferenciarlo del “sistema Levallois”.
Los dos grandes sistemas de débitage coexisten en varios yacimientos y son por tanto
sincrónicos. Las diferencias en los útiles son en realidad debidas a una elección en
cada sitio. Según estos datos, la antigua propuesta de una sucesión cronológica entre
“producción en un sistema Laminar” y después “producción de láminas Levallois”
no puede mantenerse sino que esta variabilidad del Musteriense tipo D se debería
a un fenómeno de coexistencia de grupos humanos que se decantan por tendencias
técnicas diferentes para lograr un mismo objetivo: los soportes alargados o láminas.
Láminas y puntas Levallois del Musteriense
Levantino de tipo Tabun D de Ain Difla,
Jordania (Monigal, 2002).
Industria del Musteriense Levantino tipo
Tabun C de Qafzeh, Israel (Bar-Yosef 2000).
62
El Musteriense Levantino tipo Tabun C (160.000-100.000 años)
Entre el final del Pleistoceno medio y el inicio del Pleistoceno superior los yacimientos
se localizan a menudo en zonas de estepa y sus industrias se caracterizan por la
producción de lascas ovalares y rectangulares, con menos presencia de soportes
laminares que en la facies precedente. Los útiles se obtienen con métodos de
talla Levallois siguiendo esquemas variados. Predominan las raederas y las puntas
aparecen sólo de manera ocasional. Se ha documentado en el nivel C de Tabun,
en Hayonim, Dederiyeh, Hummal, Misliya, Ras el Kelb, Qafzeh y Skhul entre otros
yacimientos. En estos dos últimos enclaves las producciones Levallois se convierten
prácticamente en exclusivas y más específicamente entre los 130.000 y los 80.000
años aproximadamente, fase en la que la tradición laminar no tiene continuidad y
la talla se orienta a la obtención de lascas Levallois anchas. Es interesante remarcar
que los hombres anatómicamente modernos de las cuevas de Qafzeh y Skhul fueran
los autores de estas producciones casi exclusivas de lascas, hecho que entra en
contradicción con la idea emitida durante mucho tiempo de que las producciones de
láminas eran el signo identificador el hombre moderno.
[page-n-62]
El Musteriense Levantino tipo Tabun B (100.000-50.000 años)
Las herramientas más típicas son ahora las puntas Levallois de base ancha, obtenidas a
partir de núcleos de lascas. También se fabrican utillajes sobre láminas y herramientas
diversas sobre lascas . Son varios los yacimientos que conservan restos de neandertales
asociados a esta industria, como por ejemplo Dederiyeh, Amud, Kebara, Shanidar
o Tabun, aunque en otros muchos sitios donde aparece esta tecnología no se han
recuperado restos humanos. A partir de los 75.000-70.000 años, el Musteriense
final se caracteriza por la producción de lascas Levallois con una tendencia global
de módulos bastante alargados. También se documentan producciones laminares en
algunos lugares. Destaca el uso de pegamentos como el bitumen para el enmangue de
puntas de armas (lanzas) y otras herramientas hace unos 70.000 años en Umm el Tlel
(Siria). En general, tras una cierta diversidad observada en las fases anteriores, existe
una relativa uniformidad en los sistemas de producción lítica al final del Paleolítico
medio en el Próximo Oriente.
Industria del Musteriense Levantino tipo
Tabun B de Kebara, Israel (Bar-Yosef 2000).
El Próximo Oriente al final del Paleolítico medio: escenario de encuentro entre
sapiens y neandertales
Al final del Paleolítico medio, los restos humanos encontrados en varios yacimientos
(asociados al Musteriense de tipo Tabun D) indican que las primeras llegadas de
grupos de neandertales al Levante se habrían producido en torno a los 100.00080.000 años. A partir de esos momentos, esta región se convertiría en el escenario del
encuentro y convivencia, durante miles de años, entre sapiens y neandertales (entre
los 100.000 y los 50.000 años aproximadamente). Los estudios genéticos de los restos
fósiles evidencian que en este largo período hubo cruces y descendencia fértil entre
ellos. Fue también una época de intercambio de conocimientos técnicos, hecho que
parece tener reflejo en la relativa homogeneidad de las industrias del Musteriense
final del Próximo Oriente. En efecto, tanto sapiens como neandertales utilizaron la
misma tecnología Levallois en muchos casos, hecho sumamente interesante a nivel
antropológico, ya que nos ilustra sobre fenómenos de transmisión, aprendizaje
Punta Levallois con residuos de bitumen
en la base enmangada. Umm el Tlel, Siria
(Boëda et al 1996).
63
[page-n-63]
e intercambio de conocimientos técnico-económicos entre los diferentes grupos
humanos del Pleistoceno superior. Pero es precisamente la semejanza cultural la que
ha complicado el famoso debate sobre la sucesión y/o alternancia de ambos tipos de
humanos en los yacimientos de esta región que no conservan restos esqueléticos.
Este apasionante debate todavía hoy continúa: ¿fueron sapiens o neandertales?
Útiles del Musteriense Levantino de tipo
Tabun D de Misliya, Israel (Dir: Prof. Weinstein-Evron y Prof. Hershkovitz).
Cueva de Tabun en Israel. Imagen Dan David, Center for Human Evolution and Biohistory Research. Foto:
Nature research ecology & evolution community.
64
[page-n-64]
Tecnología neandertal y divulgación científica
Virginia Barciela González
Pablo Sañudo Die
En la actualidad, cuando se habla de tecnología suele hacerse en referencia a
innovaciones en diferentes campos como la electrónica, las comunicaciones o la
ingeniería. Es por ello que muchas personas se sorprenden al escuchar el concepto
de tecnología prehistórica, como si la conjugación de ambas palabras fuese, en sí
misma, una contradicción.
En realidad, el concepto de tecnología comprende un conjunto de conocimientos a
través de los cuales el ser humano, desde sus orígenes, ha controlado progresivamente
diversos elementos de la naturaleza para satisfacer sus necesidades. En el ámbito de la
Prehistoria el interés por este campo se inicia en la década de los años 50 del s. XX, con
el objetivo de ordenar las colecciones líticas y establecer secuencias tecno-tipológicas
y cronológicas que permitieran comprender mejor la economía de estas sociedades
y su contexto cultural. Numerosos programas experimentales desarrollados desde
entonces contribuyeron, también, a este propósito de forma decisiva.
Pese a que los estudios sobre las técnicas empleadas en la Prehistoria surgen en el marco
de una investigación muy especializada, en las últimas décadas se han convertido en
un extraordinario vehículo para la difusión. Diferentes programas educativos, tanto
Talleres pedagógicos de talla de industria
lítica en la Cova del Bolomor.
Visita y explicación del yacimiento en la Cova
del Bolomor.
65
[page-n-65]
en el ámbito formal como informal y en diferentes niveles de educación -primaria,
secundaria y universitaria-, han puesto el foco de atención en la tecnología como vía
para dar a conocer diferentes aspectos del pasado. Por un lado, haciendo hincapié
en los modos de vida y en las transformaciones de estas sociedades y su cultura
material. Por otro, y si cabe más importante, atendiendo a las capacidades cognitivas
que hicieron posible estos cambios a través de la creación de objetos, del control de
elementos naturales como el fuego o del diseño de estrategias de subsistencia y de
ocupación territorial. Son, precisamente, estas capacidades cognitivas, similares a las
nuestras, las que nos aproximan de una forma emocional y no solo científica al pasado
remoto de otras especies de homínidos, como los neandertales que habitaron, hace
miles de años, estas tierras.
Talleres pedagógicos de talla de industria
lítica en la Cova del Bolomor.
66
El equipo de investigación de la Cova del Bolomor, siendo conscientes de esta
poderosa herramienta educativa inició, en 2009, una serie de iniciativas en el ámbito
de la divulgación, llevando a cabo Jornadas de Puertas Abiertas durante las campañas
de excavación, acompañadas de talleres de tecnología lítica y de producción de fuego,
en aquel momento desempeñados por el investigador Felipe Cuartero. Estos tímidos
inicios, continuados por algunas visitas y talleres organizados durante el verano de
2014 por el Ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna y realizados por Raül Felis, se
consolidaron en 2015, año en el que se constituye la Asociación Cultural Arqueológica
Bolomor con el objetivo de impulsar definitivamente la transferencia del conocimiento
desde las instituciones y el proyecto de investigación Cova del Bolomor a la sociedad.
A partir de ese momento han sido numerosos los esfuerzos por parte la Asociación
Cultural y equipo de investigación, del Ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna, del
Museo de Prehistoria de Valencia, de la Diputación de Valencia y de las Consellerias
de Cultura y Turismo de la Generalitat Valenciana, por crear una infraestructura que
permita las visitas y la realización de actividades en las inmediaciones de la cavidad,
si bien muchos de ellos aún no se han materializado. Lo que sí se ha consolidado es
un importante equipo humano comprometido con la función social que siempre se
debe contemplar en este tipo de proyectos. De ese modo, en la actualidad, existe
un completo programa de visitas guiadas y talleres para escolares y otros colectivos,
[page-n-66]
que ha llevado ya a más de 25.000 visitantes a la cueva desde 2015, 10.000 de
ellos en el último año. Todos estos talleres y los contenidos que se abordan en las
visitas han sido diseñados por el equipo de investigación, basándose en unos sólidos
criterios científico-educativos, y actualmente son llevados a cabo directamente por
los miembros del equipo Pablo Sañudo, Luis Zalbidea, Isabela Oltra y Juan Sánchez,
garantizando la calidad, el rigor y la actualización de la información que se transmite.
Además, dichos talleres se fundamentan en la experimentación y la observación, en
un momento en el que parece que son precisamente nuestras modernas tecnologías
las que, cada vez más, nos alejan del contacto directo con los objetos.
En esta misma línea, y con el ánimo de aproximar al público a la faceta no solo
meramente tecnológica sino “humana” de estas sociedades prehistóricas, el equipo
de investigación diseñó en 2016 una actividad nocturna en la cavidad: Una noche
en un campamento neandertal. Se trata de una forma diferente de conocer el
yacimiento a través de una narración en off que describe una escena teatralizada
en la que el espectador observa las diferentes técnicas de talla de sílex, enmangue
de herramientas, cocinado de alimentos, trabajo de las pieles o producción del
fuego que son realizadas por un grupo de neandertales recién llegado a la cueva. Al
mismo tiempo, el discurso atiende a otros aspectos más intangibles pero a los que la
investigación nos aproxima, tales como el número de individuos que conformaban los
grupos, la mortalidad, las estrategias de caza y supervivencia o la temporalidad de las
ocupaciones humanas en la cueva. Esta actividad, que se realiza solo en los meses de
mejores condiciones climáticas, es una de las más solicitadas por los visitantes.
La importancia de la difusión del conocimiento también se vio plasmada en 2015
en el libro de divulgación científica La Cova del Bolomor. 25 años en busca de un
tiempo perdido, publicada con motivo del 25 aniversario de las excavaciones. En
aquella ocasión, los contenidos se centraron en dar a conocer las diferentes líneas de
investigación desarrolladas, prestando más atención a la caracterización general de la
secuencia y del registro arqueológico. En este caso, con motivo del 30 aniversario, se
ha querido dar mayor énfasis a los aspectos relacionados con la tecnología, incluyendo
Representación nocturna de la vida en un
campamento neandertal en la Cova del
Bolomor.
67
[page-n-67]
esta faceta educativa que pretende mostrar a un público no especialista que es
imposible entender la aparición de la cultura humana sin la técnica. Recordando las
palabras del prehistoriador Francisco Jordá (1968): “en el proceso de la hominización
[…] lo decisivo es la aparición de la capacidad transformadora del mundo exterior,
transformación que sólo es posible mediante la técnica, la cual se resuelve en el
instrumento. De ahí, el enorme interés de la investigación tipológica instrumental
y de las técnicas utilizadas para construir los primeros instrumentos, por lo que el
estudio de su sucesiva aparición es en realidad una historia de la técnica, o lo que es
lo mismo, una historia del hombre”.
Representación nocturna de la vida en un campamento neandertal en la Cova del Bolomor.
68
[page-n-68]
1989 - 2019
69
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[page-n-2]
Cova del Bolomor
La tecnología neandertal
Josep Fernández Peris (coord.)
Museu de Prehistòria de València
2019
[page-n-3]
Diputació de València
Presidente
Antoni Francesc Gaspar Ramos
Diputado de Cultura
Francesc Xavier Rius Torres
Museu de Prehistòria de València
Directora
María Jesús de Pedro Michó
Impremta Diputació de València
Diseño y maquetación
Pablo Sañudo y Josep Fernández
Texto
Josep Fernández Peris, Virginia Barciela, Ruth Blasco, Felipe Cuartero,
Laura Hortelano, Pablo Sañudo, Juan Priego, Luís Zalbidea y Laurence
Bourguignon
Portada: Cristian Micó Sanchis y Anna Gisbert Cardona
Dibujos interior y logo: Javier Llamazares González
ISBN edición: 978-84-7795-823-9
Depósito Legal: V1487-2019
© de los textos e imágenes: los autores.
© de la edición: Museo de Prehistoria de Valencia - Diputación de
Valencia.
[page-n-4]
Índice
Introducción a la tecnología neandertal..................................................................7
Percutores, yunques y retocadores de piedra.......................................................11
El uso del hueso más allá de su componente nutricional.....................................17
El reciclaje y la utilización de las herramientas de piedra.....................................25
El Microlitismo en el Pleistoceno medio. Un nuevo impacto tecnológico............29
Bifaces y macroútiles líticos. El debate achelense................................................35
Marcas de uso en los útiles líticos.........................................................................43
La tecnología y el espacio en los campamentos....................................................51
Al otro lado del Mediterráneo. La tecnología lítica del Próximo Oriente..............57
Tecnología neandertal y divulgación científica......................................................65
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6
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Introducción a la tecnología neandertal
Josep Fernández Peris
La palabra tecnología procede de los vocablos griegos τέχνη (téchnē), que significa
arte, técnica u oficio, y λόγος (lógos) que significa discurso o tratado. Por su parte,
la técnica es el conjunto de procedimientos, pautas o normas que permiten obtener
un resultado concreto y efectivo en cualquier actividad. Se adquiere por medio de
su práctica y requiere de determinadas habilidades o destrezas, tanto manuales
como intelectuales. En este sentido, la tecnología englobaría todas aquellas acciones
y conocimientos que tienen como objetivo la transformación de las cosas y en
cuyo proceso intervienen, necesariamente, los instrumentos. Este uso de técnicas
y herramientas no es una característica exclusivamente humana, habiéndose
constatado también en algunos primates superiores, aunque con notables diferencias
entre especies.
En el ser humano, la aplicación de las técnicas surge en un contexto de superación
adaptativa y se caracteriza por la modificación y adecuación del medio a sus
necesidades más básicas, tales como la obtención de alimentos, vestimentas, el
acondicionamiento del hábitat o la protección personal; así como a otras ligadas al
ámbito social y simbólico. De igual modo, se caracteriza por su transmisión entre
generaciones a través del aprendizaje. En este sentido, la historia de la técnica en el
André Leroi-Gourhan realiza una síntesis
etnológica sobre las técnicas prehistóricas,
l’Homme et la Matière (1943). Considerado
el fundador del estudio de las capacidades
para transformar la materia con la gran
protagonista de esta historia: “la mano”.
7
[page-n-7]
Paleolítico constituye un largo y apasionante recorrido en el que participan numerosas
especies, dando lugar a diferentes culturas materiales como respuesta a esos diversos
procesos adaptativos y a sus propias habilidades cognitivas.
En el caso de las sociedades neandertales, la historiografía tradicional les atribuyó,
durante mucho tiempo, una capacidad cognitiva limitada. Han sido, precisamente,
algunos estudios tecnológicos los que han permitido comprender plenamente las
capacidades reales de esta especie y equipararlas, incluso, a las del Homo sapiens.
De ese modo, hoy sabemos que los neandertales fueron expertos cazadores y
recolectores capaces de adaptar sus estrategias a los condicionantes del medio.
Para ello elaboraron herramientas versátiles y, en algunos casos, complejas y
especializadas, siguiendo cadenas operativas que exigían una planificación inicial.
También produjeron y usaron el fuego en múltiples aspectos de su vida cotidiana,
un hecho que implica el uso de herramientas, de procesos técnicos concretos y la
configuración de estructuras.
Técnicas de producción de fuego de los
pueblos aborígenes americanos. Según L.
Avebury, en Times Prehistoric (1913).
8
El descubrimiento y aplicación de algunas técnicas, como las relacionadas con el fuego,
tuvieron además una enorme trascendencia para estas sociedades neandertales,
permitiendo romper con el mito de que se trata de sociedades estáticas en el tiempo.
Quizás el fuego sea el mejor paradigma para entender que, también en la Prehistoria,
algunas innovaciones formaron parte de complejas redes de causas y efectos. En
el caso concreto del fuego, su uso en el tratamiento de los alimentos modifica su
composición, haciéndolos más digeribles, mejora sus cualidades nutricionales,
posibilita su conservación -ahumado- o elimina parásitos y toxinas. Como fuente
de calor supuso una disminución de las enfermedades relacionadas con el frío y
una mejora en las condiciones del hábitat, protegiéndolo, al mismo tiempo, de los
predadores. De gran importancia fue, sin duda, su capacidad de iluminar, que aumentó
la actividad en el hábitat más allá de los horarios diurnos, permitiendo no solo la
planificación de estrategias de caza y la distribución de tareas, sino la comunicación y
el intercambio de ideas, el desarrollo de los vínculos sociales y el lenguaje articulado;
transformando los lugares de hábitat en importantes centros sociales de transmisión
[page-n-8]
y avance del conocimiento. Los hogares más antiguos de Bolomor, datados en 230.000
años, representan el origen de este proceso evolutivo y constituyen un referente de
primer orden para el continente europeo.
Pero, además, las habilidades y modos de vida de esta especie les llevaron,
igualmente, al desarrollo de un comportamiento simbólico que no solo se observa en
la organización del hábitat o en sus complejas estrategias de subsistencia. En algunos
yacimientos se ha constatado en la fabricación y uso de adornos, la manipulación de
pigmentos y, posiblemente, su utilización en la elaboración de pinturas corporales.
Todos estos aspectos tecnológicos, de fuerte impacto en la evolución humana,
contribuyen a arrojar luz sobre las verdaderas características de esta especie y sus
modos de vida, abriendo nuevos campos de conocimiento impensables hace solo
algunos años. En este sentido, este libro no pretende ser un repaso exhaustivo por
la tecnología neandertal, pero sí sobre determinados aspectos -algunos quizás más
desconocidos para un público amplio- que este proyecto y otros que desarrollan
miembros del equipo de investigación permiten dilucidar.
Dibujo de la técnica simple de fricción para la producción de fuego. J. Llamazares.
La invención del fuego por Louis Figuier, en
l’Homme primitif (1870).
Maderas y método para la producción de
fuego por fricción. Pueblos aborígenes de
Tasmania, siglo XIX.
9
[page-n-9]
Producciones líticas de pueblos aborígenes
australianos y esquimales. En Evans 1872,
The Ancient Stone Implements.
10
Diferentes usos y enmanges de huesos para diversas actividades técnicas. Según L. Figuier en l’Uomo
Primitivo 1883.
[page-n-10]
Percutores, yunques y retocadores de piedra
Felipe Cuartero y Laurence Bourguignon
El percutor de piedra es el útil más antiguo en la historia de la humanidad. Gracias
al empleo de percutores de piedra los humanos pudimos acceder al consumo de
tuétano y frutos de cáscara, tallar piedras duras como el sílex produciendo filos
cortantes o más tarde llegar a triturar pigmentos minerales para hacer pintura, o
semillas para producir harinas. En el caso de Cova del Bolomor, donde encontramos
una tecnología de Paleolítico medio (la habitual entre los neandertales) identificamos
algunos percutores, yunques y retocadores de piedra que arrojan una información
interesante sobre la talla lítica y otras actividades que estas poblaciones llevaron a
cabo en la cueva o sus inmediaciones.
La acción de partir frutos de cáscara no es exclusiva de los humanos, ésta es una
actividad relativamente extendida entre los primates. Se conocen casos de uso
de percutores y yunques líticos entre algunos grandes simios antropoides como
el chimpancé o el gorila, pero también entre otros monos como los capuchinos (o
monos sapajú café). Entre estos monos de Nuevo Mundo existen diversos usos de
los cantos de los que disponen en su entorno: desde la fracturación de frutos a usos
defensivos contra los predadores, pasando por la fracturación de rocas. En ésta los
capuchinos no buscan producir filos cortantes como hacían nuestros antepasados de
hace 2,6 millones de años, sino machacar las rocas para obtener un polvo cristalino
Acción experimental de percusión lítica
sobre hueso largo para su fracturación.
Recreación acción de percusión lítica sobre
núcleo. J. Llamazares.
11
[page-n-11]
que luego consumen. Aunque no sabemos explicar esta conducta se especula con
la posibilidad de que los capuchinos obtengan de este modo las sales minerales que
contienen dichas rocas.
No obstante, aunque algunos primates lleguen a emplear los cantos rodados o bloques
de piedra como percutores o yunques, la línea evolutiva de los humanos -hominini- ha
empleado este tipo de herramientas líticas de formas mucho más variadas y diversas.
En las mismas, no hay transformación intencional de la forma (salvo en algunos
casos concretos) por lo que es fundamental una buena selección, en las fuentes de
aprovisionamiento como playas o lechos de ríos. A la hora de seleccionar los cantos
que serán empleados como percutores se suele tener en cuenta la actividad concreta
que se va a realizar, de forma que podemos seleccionar cantos más pesados o ligeros,
de forma más o menos redondeada o con espesores reducidos o masivos.
Percutores líticos grandes entre 650 y 750
grs. Cova del Bolomor, niveles XII-XIII.
12
En el caso de los neandertales de la Península ibérica observamos una tendencia
a elegir cantos por lo general masivos en niveles de ocupación de los yacimientos
con presencia puntual y desarrollo de actividades específicas. En los sitios de talla
o en aquellos en los que la actividad principal fue el despiece de animales (kill site/
butchering site) son más frecuentes los cantos grandes y masivos. Tanto la talla lítica
(el débitage o la producción de lascas) como la fracturación de huesos requieren
percutores robustos y pesados (entre unos 300 y unos 600 gr). Los percutores
masivos son especialmente abundantes en el nivel XII de Cova del Bolomor, donde la
presencia humana parece menos frecuente que en otros niveles de la cueva. Una de
las actividades principales en este nivel es el despiece de animales, pero también se
identifican herramientas de gran formato (6 a 10 cm) en calizas de grano fino. Para
saber si un canto fue empleado como percutor para la talla lítica es fundamental
reconocer huellas de percusión como impactos y fracturas en la zona activa (superficie
de contacto con el núcleo durante el proceso de talla). En los cantos del nivel XII,
aunque hay algunos impactos y bastantes fracturas, no siempre podemos confirmar
la talla de manera fiable, al no permitir las alteraciones de la superficie reconocer su
uso.
[page-n-12]
En aquellos lugares que eran empleados frecuentemente como sitios de ocupación algo
más duradera (aun siendo temporales, ya que hablamos de cazadores-recolectores
nómadas) aparecen menos cantos grandes y son más frecuentes los pequeños cantos
(por debajo de los 200 gr) muy a menudo aplanados. Estos cantos pueden presentar
marcas de uso en sus bordes, pero a veces también presentan huellas en las caras
más planas. Las huellas que tienen sobre estas caras planas suelen ser marcas con
forma alargada (alrededor de 1 o 2 mm de longitud) que llamamos hendiduras o
impresiones lineales. Relacionamos estas huellas con la acción de retocar útiles de
sílex como las raederas, útiles éstos que fueron empleados frecuentemente por los
neandertales para el curtido de pieles o el trabajo de la madera. A este tipo de cantos,
semejantes en su forma y sus huellas a los retocadores de hueso sobre esquirla de
diáfisis (véase R. Blasco, este volumen) los llamamos retocadores líticos. Su estudio
junto con el de las citadas raederas, los retocadores en hueso y las pequeñas lasquitas
que se generan con esta acción de retoque son de suma importancia para entender
cómo confeccionaban sus herramientas los neandertales y saber así mismo en qué
zonas de la cueva llevaban a cabo no solo la talla sino también el uso de estos útiles.
Encontramos retocadores líticos en los niveles XIII y XVII de Cova del Bolomor, dos
de los niveles donde las raederas en sílex y otras rocas como la cuarcita son útiles
muy frecuentes. En comparación con otros retocadores líticos del Paleolítico medio
peninsular, los retocadores de Bolomor son algo más espesos que los encontrados por
ejemplo en El Esquilleu (yacimiento éste algo más moderno) y tienen la peculiaridad de
presentar las huellas -hendiduras- en sentido paralelo al eje de longitud del retocador,
frente a lo que suele ser habitual tanto en los retocadores en hueso como en los
retocadores líticos de otros yacimientos, que es que las hendiduras sean transversales
al eje de longitud del retocador. Aunque estas diferencias son sutiles nos aproximan a
la especificidad de algunas poblaciones neandertales a nivel regional o local, que tal
vez empleaban gestos de percusión distintos de otras poblaciones coetáneas.
Otro útil de percusión que podemos identificar en el Paleolítico medio de la Península
ibérica es el yunque que podemos definir como aquel canto o bloque de piedra que
Marcas en la superficie de percutores líticos
por acciones diversas de percusión y raspado
13
[page-n-13]
han sido empleado como soporte pasivo para la percusión. En función de la actividad
de percusión que soporten los yunques pueden quedar más o menos marcas, siendo
Percutores con sus áreas activas y marcas.
Percutor o retocador esférico pequeño en
cuarcita de canto fluvial. Peso 70 gr. Cova del
Bolomor nivel XII.
Percutor de caliza esparítica. Tamaño
mediano. Peso 300 gr. Cova del Bolomor.
14
los usos con materias orgánicas (frutos, huesos) muy difíciles de reconocer. En la
fracturación de frutos se han identificado casos en los que la parte central de un
canto llega a presentar depresiones más o menos marcadas (de un par de mm de
profundidad en cantos de unos 10 cm) en yunques empleados por chimpancés o en
bloques reconocidos con tal uso en el yacimiento achelense israelí de Gesher Benot
Yaqov. No obstante, estas pequeñas cúpulas o depresiones sólo se forman en rocas
de superficie especialmente blanda como areniscas poco cementadas o basaltos
vesiculares, siendo prácticamente imposibles de ver en una caliza de dureza media o
alta. Otra forma de reconocer yunques es observar los bordes de bloques cuadrados
y aplanados: los bordes tienden a fracturarse cuando en la acción de percusión (sobre
el centro del bloque) resbala el percutor y acaba chocando con el borde, generando
así roturas y zonas machacadas que pueden incluso confundirse con acciones de
talla intencional o usos como percutor activo del yunque. En el nivel XII de Cova del
Bolomor contamos con un yunque que puede llegar a reconocerse por este tipo de
roturas producidas en los márgenes. Se trata de un bloque de caliza micrítica que los
pobladores de la cueva acarrearon hasta allí y que presenta pequeñas fracturas que
van de la cara más amplia hacia los bordes.
La talla lítica puede realizarse en ocasiones sobre yunque, con diferentes modalidades,
entre las cuales podríamos distinguir la llamada técnica bipolar (el núcleo tallado se
sitúa entre el yunque y el percutor), el retoque por contragolpe o el uso de yunques
como percutor durmiente entre otras. Sólo cuando se produce la talla sobre yunque
con la denominada técnica bipolar encontramos yunques evidentes con marcas en
el centro de la superficie del canto. Pero esta técnica no parece estar presente en
Bolomor, o al menos hasta ahora no la hemos identificado, salvo tal vez, en unas
pocas piezas muy concretas del nivel IV. Es llamativa la ausencia casi total de yunques
no solo en Bolomor si no en prácticamente todos los yacimientos peninsulares
con tecnología identificada dentro del Paleolítico medio. Solo en Gorham’s Cave
(Gibraltar) cuya fecha es mucho más moderna y perfectamente equiparable a las
[page-n-14]
Percutor con cuatro zonas activas, de las que dos han sufrido fracturas. En la zona activa cercana al borde
distal se aprecian impresiones lineales que indican además un uso como retocador. Cova del Bolomor, nivel
XIII.
primeras ocupaciones de Homo sapiens en la Península encontramos este tipo de útil
de percusión.
Como síntesis, podemos afirmar que los percutores encontrados en Cova del Bolomor
son más frecuentes en el nivel XII, nivel con menor incidencia de ocupación y con
actividades de despiece de fauna y fracturación de huesos bien constatadas. También
en este nivel se ha identificado un yunque que, pese a sus escasas marcas, puede
ser reconocido como tal. Los pequeños percutores y retocadores son más frecuentes
en niveles con signos de ocupaciones más duraderas como los niveles XVII, XIII y IV
Percutores pequeños o retocadores en caliza
esparítica. Entre 30-80 grs. Cova del Bolomor.
15
[page-n-15]
entre otros. En próximos estudios sobre los percutores y retocadores de Bolomor
intentaremos dilucidar cuáles son las técnicas precisas de retoque y producción de
lascas de pequeño formato que se llevan a cabo en la cueva, ya que en estas acciones
pueden intervenir diversos tipos de retocadores y pequeños percutores cuyas huellas
y restos de talla generados (esquirlas, lasquitas etc) sean muy variados.
La menor frecuencia de percutores en niveles de presencia algo más prolongada
en la cueva, tal vez pueda explicarse por su traslado a otros lugares de actividades
específicas (talla, despiece), o su reciclaje en núcleos (véase el capítulo de este libro
dedicado al reciclaje), actividad ésta especialmente habitual en algunos niveles de
Cova del Bolomor.
Percutor lítico “semiblando” de arenisca.
Peso 350 gr. Cova del Bolomor.
Conjunto de percutores líticos de procedencia fluvial. Cova del Bolomor.
16
Gran bloque cuadrangular con leves señales de percusión en el centro de la cara más amplia y pequeñas
fracturas en los bordes. La vista inferior izquierda es una proyección axonométrica del mismo bloque. Interpretamos este bloque como yunque empleado en la fracturación de huesos (acción que ha generado
las pequeñas roturas de los bordes) y posiblemente también en la fracturación de frutos (áreas centrales
del canto).
[page-n-16]
El uso del hueso más allá de su componente nutricional
Ruth Blasco López
Desde el inicio del Pleistoceno, el hueso se ha utilizado con diferentes funciones y
finalidades. Un ejemplo, y quizás uno de los casos más antiguos, lo encontramos en
Suráfrica, donde se localizaron varias diáfisis de hueso y astas con modificaciones
en forma de redondeamientos y pulidos causados por la abrasión que supuso su
uso en tareas para la extracción de termitas o la excavación de tubérculos entre
los homininos del género Paranthropus. Este hecho se remonta al Pleistoceno con
la industria Olduvayense, alrededor de los dos millones de años. Casos similares se
documentaron también en el Este de África y con una cronología parecida, a lo que se
unen evidencias de fragmentos óseos lascados y otros huesos enteros usados como
percutores o martillos. No obstante, estos comportamientos no son frecuentes en
este periodo y se asocian más bien a usos expeditivos y esporádicos. Por el contrario,
las modificaciones óseas de origen antrópico más abundantes están vinculadas con el
aprovechamiento nutritivo del animal (e.g., fracturas intencionales para acceder a la
médula ósea y marcas de corte como resultado de la extracción de recursos externos
tales como piel, carne o tendones). Pero no será hasta la llegada del Achelense, y
especialmente con las culturas del Paleolítico medio, cuando comiencen a surgir
conductas en las que el hueso es integrado dentro de otras cadenas operativas,
bien como materia prima o como herramienta para la configuración o retoque de
artefactos líticos.
Recreación acción de percusión ósea sobre
pieza litica. J. Llamazares.
17
[page-n-17]
Existen algunos ejemplos de bifaces configurados en huesos de elefante u otros
grandes mamíferos en varios yacimientos africanos, europeos y de Próximo Oriente
como son Konso Gardula en Etiopía, Castel di Guido, Fontana Ranuccio y la Polledrara
en Italia, Bilzingsleben en Alemania, Vérteszöllös en Hungría, y Revadim Quarry en
Israel. Excepto el caso de Konso Gardula, que data de 1.7 Ma, la mayoría de estos
ejemplos se enmarcan en cronologías más recientes en torno a los 500-250 mil años,
y coinciden también con la incorporación de percutores blandos hechos de madera,
asta o hueso para la elaboración de hendedores o bifaces de piedra.
Retocador de hueso con marcas en dos áreas
sobre fragmento de fémur de ciervo. Nivel
XIII. Cova del Bolomor.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de ciervo. Nivel XIII.
Cova del Bolomor.
18
Con la llegada de los complejos industriales posteriores y el Paleolítico Medio, los
fragmentos de diáfisis de hueso largo que resultan de la fracturación intencional
para acceder a la médula ósea (y por tanto vinculados a los procesos nutricionales
previos), comienzan a utilizarse como elementos para retocar o configurar algunas
herramientas características de estos periodos –e.g., raederas. Estos elementos óseos
se conocen con el nombre de retocadores (retouchers en la bibliografía anglosajona
y retouchoirs en la francesa) o percutores (percussors en inglés), y se caracterizan por
mostrar áreas activas formadas por depresiones y surcos, combinadas con estriaciones
y descamaciones producto de las actividades para la configuración de herramientas
líticas. Las trazas suelen ser cortas y profundas con base en “V” y normalmente
describen un ángulo recto adyacente a otro más agudo, similar a los denominados
tajos de los procesos de carnicería. En ocasiones puntuales, incluso se han identificado
pequeñas esquirlas líticas insertadas dentro de estas marcas, indicando una asociación
directa entre la modificación tafonómica, la acción y la materia prima utilizada. No
obstante, los fragmentos de diáfisis no son los únicos utilizados para este fin, también
hay evidencias de estas alteraciones en falanges, astrágalos, maxilares y mandíbulas,
escápulas, astas e incluso dientes. Un caso que merece la pena destacar es el húmero
de un tigre dientes de sable europeo (Homotherium latidens) usado como retocador
en el yacimiento de Schöningen, en Alemania, datado en 320-300 mil años. Aparte
de Schöningen, tenemos otros ejemplos de retocadores óseos en este periodo en
localidades como La Micoque, Orgnac 3 y Cagny l’Epinette en Francia, Qesem Cave
en Israel, y el nivel TD10 de Gran Dolina (Atapuerca) en España. La Cova del Bolomor
[page-n-18]
entraría dentro de este selecto grupo, con huesos utilizados desde sus niveles más
antiguos, en torno a los 350 mil años, y hasta los más recientes con 120-100 mil años.
Hasta la fecha, en Bolomor se han recuperado un total de 36 retocadores óseos (XVII=
1; XIII= 17; XII= 11; IV= 5; III= 1; II= 1). El nivel XIII es el que concentra la mayor parte
de ellos, suponiendo el 47% de los recuperados. No obstante, los porcentajes de
estos elementos no superan en ningún nivel el 1% del material analizado.
Con respecto a los elementos esqueléticos utilizados, todos los restos pertenecen
a huesos largos, con cierto predominio de los estilopodios (húmero y fémur),
especialmente en el caso del ciervo (Cervus elaphus) que aglutina el 62.5% en su
categoría. Precisamente el ciervo es el que alcanza mayor representación entre los
retocadores con un porcentaje del 44.4%; algo que no es de extrañar, ya que también
es el que tiende a dominar los conjuntos faunísticos de la secuencia con porcentajes
en torno al 48.5-59% entre los especímenes identificados a nivel de Familia. No
obstante, es importante resaltar que, aunque los huesos de équido y grandes bóvidos
también tienen buena representación en los niveles XVII, XIII y XII, parece haber una
preferencia por los restos de ciervos para realizar esta función.
Las medidas de los retocadores son variadas. Así, encontramos fragmentos que miden
120 mm de longitud en el nivel IV y otros que no superan los 30 mm en el caso del
nivel XIII y XII. Se debe tener en cuenta que algunos de los fragmentos recuperados
no presentan sus longitudes totales, describiendo planos de fractura más claros que
sugieren una rotura reciente. Esto es especialmente observado en el nivel XII, y sin
embargo, las pequeñas dimensiones de uno de los retocadores procedentes del nivel IV
(35 mm) no parece residir en este hecho. Este nivel es uno de los más fragmentados de
la secuencia y también uno de los que registra las menores dimensiones de los huesos.
El 79.51% del material faunístico corresponde a restos con longitudes inferiores a 2
cm, y en general, se observa que la cantidad de restos disminuye considerablemente
a partir de los 3 cm. Es importante mencionar que las características de ocupación
humana del nivel IV (intensa y/o reiterada), junto a la presencia y uso sistemático del
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de uro. Nivel IV. Cova
del Bolomor.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de ciervo. Nivel XII.
Cova del Bolomor.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de diáfisis de hueso largo
hervíboro de talla grande. Nivel IV.
19
[page-n-19]
fuego, hace que este nivel registre diferencias tafonómicas relevantes con respecto a
otros conjuntos de la secuencia. Por ejemplo, es el nivel que registra mayor índice de
termo-alteración. Muchos investigadores han demostrado que los huesos quemados
tienden a mostrar más alta fragmentación que aquellos que no lo están. Las razones
no hay que buscarlas en un posible patrón cultural sino en los procesos de secado
acelerado que el calor produce sobre los huesos, convirtiéndolos en más frágiles y,
por tanto, más susceptibles a su fragmentación por presión, pisoteo o compactación
del suelo. Los huesos sometidos a la acción del fuego experimentan modificaciones
similares a aquellos expuestos a la intemperie, desarrollando fisuras longitudinales
en las primeras etapas de alteración, que pasan posteriormente a agrietamientos en
mosaico para finalmente fragmentarse cuando alcanzan su estado seco.
Retocador de hueso con marcas sobre
fragmento de húmero de ciervo. Nivel XIII.
Cova del Bolomor.
Asta de ciervo del nivel XIII. Cova del
Bolomor.
20
En cualquier caso, las dimensiones del conjunto de retocadores superan los 3 cm en
el 86.1% de los casos. Teniendo en cuenta que los restos más abundantes en todos
los niveles son inferiores a 3 cm (y especialmente en el nivel IV), podríamos sugerir
la existencia de una cierta selección de los soportes en base a su tamaño. De hecho,
los retocadores más pequeños (21-35 mm) muestran fracturas post-deposicionales
y/o recientes, lo que indica que el rango métrico fue probablemente más limitado
hacia los soportes de mayor longitud. Este tipo de preferencia también se ha
observado en otros yacimientos europeos, como Payre y Noisetier en Francia. En
ambos yacimientos los retocadores se sitúan entre los restos más largos y gruesos
de los conjuntos. Este fenómeno concuerda con el supuesto de que los retocadores
deben ser lo suficientemente largos como para poder sujetarlos fácilmente, de modo
que puedan realizarse cómodamente los movimientos específicos que requieren los
procesos de talla o retoque. No obstante, estas preferencias no se observan siempre,
y otros conjuntos, como Artenac, Biache-Saint-Vaast, Kulna y Jonzac en Francia,
muestran una elevada variabilidad en el tamaño de sus retocadores, sugiriendo una
falta de estandarización en la selección de los fragmentos disponibles. Los casos de
Sainte-Anne I y Baume des Peyrards, también en Francia, merecen atención especial
porque algunos retocadores aparentemente completos son particularmente cortos
en longitud (<25 mm). Para aportar una explicación a esto, algunos investigadores
[page-n-20]
Retocador sobre fémur de cérvido procedente del subnivel XVIIa de la Cova del Bolomor, con imágenes de los detalles usando un Microscopio Digital
3D. Nótese la alteración en forma de extracciones corticales consecutivas y superpuestas en el borde de fractura del eje opuesto al área de actividad.
sugieren que varios retocadores podrían haberse roto durante su utilización debido a
que las áreas activas están cerca de los bordes e interrumpidas por fracturas en fresco.
A pesar de esto, los mismos investigadores señalan que otra posibilidad para explicar
esta preferencia hacia los fragmentos más pequeños podría residir en la forma en que se
21
[page-n-21]
utilizaron, en las características concretas de la pieza lítica retocada, sus necesidades
específicas o incluso las propias características físico-motrices del tallador.
Acción experimental de la utilización de
hueso como retocador en una pieza lítica.
Fragmento óseo experimental utilizado en
estado semi-fresco en el retoque de una
lasca de cuarzo que describe una zona activa
discreta central con tendencia a apical.
Retocador óseo experimental con zona
activa bien delimitada en su zona apical con
pérdida de tejido cortical.
22
Por otro lado, seis de los retocadores de Bolomor registran marcas de corte en
forma de incisiones en los niveles XII y XIII. Esta modificación nos advierte del
desarrollo de actividades previas vinculadas a la carnicería; hecho que nos confirma
el aprovechamiento nutricional de las carcasas antes del uso de los huesos en la
secuencia operativa lítica. Como nota, ninguno de los retocadores registra raspados
que sugieran la preparación de los huesos antes de la percusión. Las marcas generadas
por raspados se asocian por lo general a la eliminación del periostio, que es una fina
membrana que recubre los huesos y suele actuar como una especie de amortiguador
de los impactos. Esta capa suele dificultar las labores de percusión, tanto para acceder
a la médula como para retocar artefactos. El hecho de no registrar estas marcas no
implica, sin embargo, que la membrana permaneciera adherida a los huesos mientras
se usaban como retocadores, ya que podría haberse eliminado junto a la extracción
de carne y tendones en los procesos de carnicería previos a fracturación.
En general, los percutores óseos de Bolomor no registran alteraciones mecánicas o
químicas significativas que impidan la observación de las zonas activas. En la mayoría
de los casos, los restos presentan una única área activa, y sólo tres procedentes del
nivel XIII (8.3%) describen más de una área de percusión. Veinte de las 39 zonas
de uso están en una posición central, 14 en una lateral, y sólo cinco muestran una
tendencia hacia la zona apical del fragmento. Entre los tipos de distribución, las
trazas que aparecen concentradas son las que mayor representación alcanzan (n=27;
69.2%), seguidas de las trazas dispersas (n=11; 28.2%) y aisladas (n= 1; 2.6%). Las
depresiones suelen mostrar una forma triangular u ovoide con proporciones similares;
sin embargo, las estrías con delineación rectilínea (n= 33) tienen una representación
más alta que aquellas que son cóncavas (n= 9), convexas (n= 8) o sinuosas (n=6). La
sección de estas estrías describe una forma abierta en “V” (71.3%) con ángulos que
preservan microestriaciones en el 46.8% de los casos. En todos estos, las estrías están
orientadas transversal u oblicuamente al eje longitudinal del fragmento óseo.
[page-n-22]
La mayoría de los retocadores contienen trazas ligeras y discretas, con ausencia de
zonas escalonadas o escamosas; circunstancia que se relaciona más con el uso del
hueso en su condición fresca o semi-fresca (intermedia) que con un estado avanzado
de secado o fosilización. Se debe tener en cuenta también que el uso intensivo en
el retoque daría lugar a la superposición de trazas, produciendo a su vez diferentes
tipos de áreas activas y modificaciones, como por ejemplo, zonas piqueteadas, áreas
estriadas y/o superficies escalonadas. Solo cinco áreas podrían responder a una
cierta intensidad en el uso del hueso (XIII=2; XII=2; II=1). No obstante, esto debe ser
tomado con cautela, ya que a pesar de detectar este tipo de alteraciones, éstas no
describen importantes áreas depresivas o exfoliadas. Debemos apuntar además que
la configuración de una sola herramienta produce varias trazas y áreas superpuestas;
algo que apenas se registra en Bolomor. La mayoría de los retocadores muestran
marcas aisladas o dispersas formando áreas de actividad discretas. Por tanto, la
interpretación más plausible es que los retocadores de Bolomor se utilizasen no para
realizar secuencias largas de configuración, sino para retocar ligeramente los ejes de
las herramientas o, a lo sumo, para fabricar artefactos ya parcialmente retocados.
Como rasgo destacable dentro del conjunto de retocadores de Bolomor, debemos
mencionar el fragmento CB94 XVIIa C4 ‘/ 126, ya que presenta una serie de extracciones
corticales superpuestas y retoques continuos a lo largo de su borde distal, opuesto al
área activa. Los ángulos de estos levantamientos son planos o semi-planos, continuos
y algunos invasores, lo cual no coincide con las alteraciones descritas en procesos de
pisoteo, percusión para acceder a la médula o a la acción de carnívoros. Este tipo de
alteraciones, por el contrario, se han relacionado en otros conjuntos europeos con el
intento de reducir la longitud y grosor del fragmento óseo con el fin de hacerlo más
ergonómico en su uso. Un ejemplo es el caso de dos retocadores en huesos de Ursus
spelaeus del yacimiento de Scladina Cave, en Bélgica, datado en el estadio isotópico
3 (~60-40 mil años).
Una de la primeras representaciones de un
hueso con marcas de utilización procedente
de la cueva inglesa de Kents en 1835. En
Evans 1872.
En definitiva, Bolomor registra una importante y significativa colección de este tipo
de herramientas óseas desde los momentos en que este comportamiento comienza
23
[page-n-23]
a generalizarse en Europa. Se trata de huesos que fueron previamente descartados
tras el aprovechamiento nutricional de la carcasa, y posteriormente utilizados
Retocador óseo experimental usado en
estado semi-fresco en el que se observa un
área activa en su zona apical compuesta de
marcas situadas oblícuas y transversalmente
al eje longitudinal del hueso.
Retocador óseo experimental utilizado en
estado semi-fresco y con intensidad baja
que ha generado una zona activa lateral
cercana al borde de fractura.
Fragmento óseo utilizado en estado fresco
en el retoque de una lasca de cuarzo en el
que se observa una área activa en su zona
apical con tejido cortical todavía adherido a
las trazas de percusión.
24
(o reciclados) para darles una nueva función. En esta segunda fase, los huesos
adquirirían un importante papel en la cadena operativa lítica, sin la necesidad de
más preparación que una ligera configuración para hacerlos más ergonómicos, como
es el caso del retocador del nivel XVII. En otros yacimientos, como Qesem Cave en
Israel (400-200 mil años), sí que parece que el raspado de periostio podría haberse
utilizado puntualmente para mejorar la percusión, ya que estas marcas aparecen en
las mismas zonas que las áreas activas.
Sin duda, los retocadores y percutores óseos son una pieza clave en la evolución
tecnológica, combinando conocimientos no sólo de materias duras, sino también
de las propiedades que el hueso como material blando contiene. La raíz de esta
tecnología reside en las circunstancias en las que los grupos humanos dejaron de
considerar al hueso como un subproducto estéril del proceso de caza y carnicería, y
comenzaron a reconocer su utilidad tecnológica para la fabricación y el mantenimiento
de herramientas líticas. Los retocadores óseos surgieron en un momento de gran
agitación tecnológica, cuando los bifaces de las etapas finales del Paleolítico Inferior
dieron paso a un mosaico de tecnologías en África y Eurasia. Este rápido período de
innovación fue impulsado por la interacción entre varios factores biológicos, sociales y
ambientales, proporcionando un marco único para evaluar la importancia adaptativa
de las comunidades humanas del pasado.
[page-n-24]
El reciclaje y la reutilización de las herramientas de piedra
Felipe Cuartero Monteagudo
El reciclaje es hoy en día un tema de interés en la sociedad occidental, sin embargo
ésta no es la primera en llevar a cabo ésta práctica. Los neandertales aplicaban de
forma frecuente procesos de reciclaje y reutilización en sus herramientas de piedra.
Este es el caso de Cova del Bolomor, donde observamos estas acciones de manera
regular, en algunos momentos de ocupación de la cueva, como en el nivel IV.
Las técnicas de reciclaje que aplicaban los neandertales sobre sus herramientas de
piedra tallada son diferentes a las que empleamos hoy en día. En la tecnología de
la sociedad actual predomina el uso de materiales que se moldean gracias a unas
propiedades maleables cuando se encuentran en estado viscoso, como sucede con
el papel, el vidrio, el metal o el plástico. Dicho estado de viscosidad puede darse en
frío como es el caso del papel, pero en el resto de materiales se aplica calor para su
fundido y moldeado. De este modo, gracias a las propiedades de dichos materiales
muchos de los restos de envases o residuos se pueden amalgamar de nuevo y crear
una masa uniforme con la que producir nuevos objetos, herramientas o envases
del tamaño que deseemos. Podemos denominar estas técnicas de reciclaje como
tecnología de adición y su primer uso podríamos encontrarlo durante la Edad de los
metales.
En la tecnología de los pueblos paleolíticos, sin embargo prima la reducción como la
confección de una lanza a partir de un palo que precisa aguzar la punta eliminando
Material lítico del nivel IV de Cova del
Bolomor en estudio sobre reciclje y
reutilización.
25
[page-n-25]
virutas de madera de un extremo. Si la punta se estropea y queremos reutilizar
la lanza es necesario volver a aguzar la punta reduciendo su tamaño. Esta misma
Raedera del nivel IV con retoque sobre el
talón (abajo). A partir de una raedera previa
(arriba izquierda: retoque en color verde), se
golpea sobre el frente retocado (que actúa
como talón facetado), obteniendo una lasca
desbordante (arriba, derecha). Esa lasca
después es retocada generando un nuevo
útil similar al anterior, pero de tamaño
mucho más reducido.
técnica se aplica a las herramientas de piedra, al cuero o al hueso, cuando Homo
sapiens empieza a utilizarlas de forma regular hace unos 40.000 años. En el caso de
las herramientas líticas de los neandertales es relativamente habitual que algunas
piezas como las raederas se reaviven varias veces para recuperar el filo extrayendo
pequeñas esquirlas, o que se reciclen en núcleos extrayendo lascas de distintas
partes del útil. A esta tecnología de reciclaje y reutilización que siempre genera una
merma del volumen inicial podemos denominarla por oposición a la de adición como
tecnología de reducción.
Para reconocer tanto los procesos de reutilización como de reciclaje en las herramientas
líticas es necesario saber de qué modo se elaboraron las mismas, en cada contexto o
nivel estudiado, para lo cual analizamos primero los aspectos formales de cada tipo
de herramienta, las cuantificamos e intentamos reproducirlas experimentalmente.
Puesto que el sílex y otras rocas de fractura concoide permiten registrar el orden en el
que se ha hecho cada acción podemos llegar a establecer si en una herramienta hubo
primero una fase de configuración que luego fue eliminada por otra acción de talla. La
lectura que permite registrar este orden se denomina lectura diacrítica. Sólo de este
modo, con la lectura diacrítica, los recuentos y la experimentación, podemos saber
cómo evoluciona cada tipo de pieza desde el inicio de su elaboración hasta las fases
finales de abandono, y así reconstruir sus posibles reutilizaciones.
Núcleo retocado (fase núcleo en ocre; fase
de retoque en verde) como raedera (arriba)
y útil de retoque convergente reciclado
como núcleo (en verde el retoque; en
morado el negativo de la lasca obtenida de
la cara ventral).
26
Para tallar una herramienta en sílex o rocas similares es necesario golpear cerca
del borde del canto o nódulo con otro canto o percutor. Esta acción genera lascas
en las cuales se reconoce la talla intencional porque queda un bulbo o concoide
característico y un pequeño plano cercano que conocemos como talón, que es el
resto del plano sobre el que se golpeó con el percutor para poder extraer la lasca. Esta
acción se puede repetir para extraer numerosas lascas a partir de un mismo canto
(que llamamos núcleo) y que siempre produce una reducción del volumen inicial. Las
lascas que se extraen de los núcleos pueden utilizarse directamente como cuchillos
[page-n-26]
(ya que su filo es muy cortante) o pueden servir para confeccionar luego herramientas
gracias a otra acción que llamamos retoque.
Cuando queremos hacer una herramienta en sílex con una forma concreta
tenemos que trabajar el borde de la lasca que empleamos como soporte con
un pequeño percutor o retocador que nos permitirá extraer pequeñas esquirlas
creando así una determinada silueta (recta, convexa, apuntada, dentada…) e
inclinación del filo (aguda, abrupta…). Este proceso que denominamos retoque
implica también una reducción continuada de la lasca que estamos retocando.
Dentro de las herramientas de los neandertales hay un tipo de útil característico
que presenta en el borde un retoque que definimos como escamoso y continuo:
la raedera. Precisamente por tener el borde retocado de esta forma regular y
característica podemos distinguir pequeños fragmentos del filo de este tipo de
herramientas en distintas partes de lascas o núcleos que no corresponden con la
disposición inicial de ese retoque.
Para poder identificar la reutilización de un núcleo o una herramienta tallada hay que
observar si su superficie está total o casi tallada (especialmente si presenta un número
de negativos amplio) y si el tamaño indica una reducción más allá de las dimensiones
habituales. Sin embargo, para identificar un proceso de reciclaje es necesario observar
si existen algunas partes en la pieza que nos permitan hablar de dos tipos de pieza
en principio no relacionados (o no habitualmente). Así, podemos encontrar raederas
que han servido posteriormente como núcleos y viceversa, núcleos que han servido
como percutor y viceversa; útiles que se transforman en otros útiles (de raedera a
muesca) o supuestos desechos (por ejemplo, debris o fragmento de retoque) que
se transforman en útiles. Así, en el nivel IV de Bolomor, tenemos ejemplos tanto de
debris de retoque que han sido retocados, a su vez como raederas, como de núcleos
que se han transformado posteriormente en raederas como de raederas que fueron
recicladas como núcleos. También existen algunos casos de percutores que fueron
posteriormente tallados para conseguir lascas.
Raedera del nivel IV con esquema diacrítico
y gradación de colores de las diversas
fases: colores ocres son las fases iniciales
de talla. El color verde señala la primera
fase de retoque, seguramente una raedera
convergente. El color morado señala la
cara ventral de una nueva lasca obtenida a
partir de esa primera raedera. El color rojo
muestra el retoque del borde derecho de
esta lasca obtenida del reciclaje en núcleo
de la primera raedera.
27
[page-n-27]
En el nivel IV de Cova del Bolomor encontramos núcleos de tamaño muy reducido
(apenas 1,5 cm) de los cuales se extrajeron lascas de algo menos de 1 cm. Su tamaño
es especialmente reducido porque la mayor parte de las herramientas neandertales
raramente tiene menos de 2 cm y frecuentemente en torno a los 6 o 7 cm, y por
tanto, los núcleos raramente están por debajo de esas dimensiones. Estos pequeños
núcleos muchas veces han perdido los restos del córtex que recubrían originalmente
el nódulo, por lo que no siempre podemos saber a partir de qué tipo de pieza los
tallaban. Pero en otros casos (alrededor de 1/3 de lascas y núcleos del nivel IV) nos
muestran que empleaban lascas o útiles con borde retocado como raederas para
elaborar sobre ellos núcleos, una vez agotada su función como herramientas. Esto
implica una intensidad alta en el reciclaje, ya que, si bien estos procesos se han
identificado en diversos yacimientos del mundo en esta misma época, raramente
suponen más de un 5 o un 10% de las piezas que se llegan a contabilizar.
A día de hoy no sabemos por qué los neandertales de Cova del Bolomor usaron
estas estrategias de reutilización y reciclaje con tal intensidad. En otros yacimientos
cercanos como Cova Negra de Xàtiva o algo más distantes como Cueva de las Grajas de
Archidona o Cuesta de la Bajada en Teruel existen elementos tecnológicos comunes
y en algunos de ellos -los dos últimos citados- se observan procesos de reciclaje
similares a los documentados en Bolomor.
Núcleo retocado en dos de sus bordes (fase
núcleo en ocre; fase de retoque en verde)
como raedera y útil de retoque convergente
sobreelevado reciclado como núcleo (en
verde el retoque; en morado el negativo
de la lasca obtenida de la cara ventral que
elimina parte del filo del útil previo).
28
Suponemos que en aquellos niveles que nos muestran ocupaciones más duraderas
y con un aprovechamiento intensivo de todos los recursos locales como podemos
apreciar en la composición de la fauna del nivel IV, los procesos de talla se extendían
más. Otro factor a tener en cuenta es que el entorno de Bolomor es hoy en día
relativamente pobre en sílex en comparación con otros yacimientos, de forma que
estos procesos de reciclaje pueden estar relacionados con un aprovechamiento
intenso. En cualquier caso, es seguro que la capacidad de estas poblaciones a la
hora de elaborar núcleos y útiles de tamaño muy reducido les permitió aprovechar
mucho mejor la materia prima de su entorno consiguiendo así un importante ahorro
energético en la captación de la misma.
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El Microlitismo en el Pleistoceno medio. Un nuevo impacto tecnológico
Josep Fernández Peris
Las primeras campañas de excavación en la Cova del Bolomor, realizadas a principios
de la década de 1990, afectaron a niveles arqueológicos del Pleistoceno medio, en
los que se identificaron herramientas líticas retocadas en sílex, de dimensiones muy
pequeñas -inferior a 2 cm de longitud. Esta presencia fue considerada un microlitismo
no laminar como cambio técnico de la producción lítica y no en el sentido que se
otorga a otras industrias más modernas. Desde entonces se han dado a conocer
numerosos yacimientos, generalmente musterienses, con industrias que contienen
estos pequeños formatos líticos.
Qué es el microlitismo
Los microlitos son pequeños útiles de piedra tallada considerados el resultado de la
aplicación de diferentes sistemas y métodos técnicos, con el objetivo de obtener el
objeto lítico deseado. El concepto microlitización podría definirse, por tanto, como el
proceso que genera estas industrias líticas de reducido tamaño.
La definición de microlitismo se haya ligado a las dimensiones o tipometría de los
productos líticos, y por tanto, la primera cuestión reside en determinar que se
quiere decir con útil de tamaño pequeño. Estas herramientas han recibido, además,
Utiles microliticos sobre lascas de sílex,
denticulados. Cova del Bolomor.
29
[page-n-29]
denominaciones variadas como, pigmeo, microlítico, diminuto, en las que subyace
una consideración peyorativa. Muchos investigadores han visto la necesidad de fijar
los límites dimensionales, por lo general entre 2-3 cm, considerando que tamaños
inferiores no tendrían operatividad funcional. En cambio otros investigadores
consideran más importantes los aspectos funcionales y definen el microlito como un
artefacto retocado demasiado pequeño para ser usado directamente con la mano,
señalando que se tratarís de elementos para configurar útiles compuestos.
Antecedentes
El recorrido historiográfico de los conceptos microlitismo y microlito no es reciente.
Ya en 1896 A. de Mortillet elaboró una relación de los mismos, así como E. Cartailhac
en 1905, denominándolos silex pygmées. En las primeras décadas del s. XX los más
prestigiosos prehistoriadores como Breuil y Obermaier adoptaron el concepto,
como una característica que definía a las sociedades prehistóricas postpaleolíticas.
Por entonces, las definiciones de “microlito” y “microlitismo” eran exclusivamente
herederas de las nociones tipológicas imperantes, resultado de los planteamientos
evolucionistas que los consideraban como marcadores cronoculturales.
Dibujos de útiles microliticos de los niveles
del Pleistoceno superior inicial. Cova del
Bolomor.
A lo largo del s. XX se mejoró la definición de este concepto, en relación con los microlitos
laminares (principalmente buriles de Noailles y microgravettes) del Paleolítico
Superior europeo. Por ello, se consideró que el proceso de microlitizacion surgía en
el Gravetiense, estaría presente en las culturas paleolíticas como el Magdaleniense,
y alcanzaría su máxima plenitud en las sociedades cazadoras postpaleolíticas con el
denominado “microlitismo geométrico”.
Las anteriores consideraciones son una producción vinculada al hombre moderno.
Util microlitico sobre pequeño guijarro
marino, raedera. Cova del Bolomor.
30
Sin embargo, en el Pleistoceno europeo existe una presencia de “útiles retocados
y núcleos” microlíticos. Este hecho ha motivado la consideración de diferentes
conceptos como, “micromusteriense”, “musteriense tipo microlitico”, “tecnocomplejo
de microproduccion“, “ramificación”, “microdebitage musteriense”, entre otras.
[page-n-30]
Las primeras propuestas explicativas del microlitismo neandertal tienen su plasmación
en 1988 con la tesis de Papaconstantinou, Micromusterien: Les idées et les pierres.
Le Micromusterien d’Asprochaliko (Grece) et les problèmes de microlithes en el
Musterien. Posteriormente la investigación rechazó la existencia de este supuesto
micromusteriense como facies cultural con técnicas definidas, abogando por la
consideración de que esta producción microlítica se debería a factores y variables
más complejas.
Perspectivas de investigación
La explicación de la presencia del microlitismo en los conjunto del Paleolítico medio
europeo ha sido y es abordada desde múltiples estrategias. Existen propuestas de
características tecnológicas que consideran la presencia del microlitismo como un
“reduccionismo”. En 1991, J.M. Geneste consideraba que la producción de lascas de
reducido tamaño durante el Paleolítico medio se debería, por un lado, al resultado
de sucesivas fases extractivas sobre un mismo núcleo y, por otro, a partir de lascas
o pequeños fragmentos líticos. En 2004, L. Bourguignon propuso la existencia de
procesos de “ramificación” o “débitages ramifiés” donde los núcleos producen lascas
de las que a su vez se obtienen otras, hasta obtener finalmente un útil retocado
microlítico. La producción ramificante puede aprovechar cualquier tipo de soporte
para su producción y transformación. También se propone la existencia de un proceso
operativo de débitage con clara producción de soportes o núcleos de reducido tamaño
cuya finalidad es la obtención de “micro-productos” que indicaría la existencia de un
“micro-debitage” “une forme de producción disminutive”. Igualmente el reciclaje y
la reutilización también llevaría al microlitismo. En 1983, M. Brezillon propuso que
estos objetos líticos son una producción en miniatura las formas ya conocidas. Otras
propuestas abordan el proceso de microlitización desde condicionantes o adecuación
a una economía de materias primas, a estrategias en los patrones de movilidad o a
procesos productivos.
Utiles microliticos sobre lasca. Cova del
Bolomor.
31
[page-n-31]
En las últimas dos décadas se ha producido una proliferación de estudios sobre
tecnología y funcionalidad de soportes líticos pequeños. Estas propuestas técnicas
suponen a su vez una nueva concepción del útil que debe abordar los aspectos
diacrónicos de su desarrollo. Los estudios más recientes van incorporando a las
originales definiciones y antiguos conceptos, características que los relacionan
con estrategias tecnológicas y socioeconómicas, dentro de economías cazadorasrecolectoras. A la vez, el proceso se amplía temporalmente, hasta al menos, los
momentos iniciales del Pleistoceno medio reciente.
En el debate sobre el microlitismo es preciso ir más allá de la concepción de “industria
de tamaño pequeño”, considerando que ha sido una estrategia técnica recurrente
en la historia del ser humano. Su presencia cronológica es amplia y se identifica en
Europa desde el Pleistoceno medio hasta el Holoceno, y en África, en contextos de
la Middle Stone Age y Later Stone Age. El microlitismo de lascas y su presencia en las
distintas industrias del Paleolítico medio europeas definidas tradicionalmente como
facies musterienses apuntan a que éste, es más bien una característica tecnofuncional
que una facies particular, por lo que no podríamos hablar de “micromusterienses”.
Núcleos microliticos en sílex del nivel Ia.
Cova del Bolomor.
Núcleo centrípeto microlítico en sílex. Cova
del Bolomor.
32
Los estudios sobre el microlitismo de Cova del Bolomor llevan a la propuesta
dimensional máxima de 2 cm, y no de 3 cm como se proponen para otros yacimientos,
por el hecho de que el formato medio de la industria en sílex se sitúa en 2,5 cm de
longitud. Obviamente los útiles transformados deben ser de menores dimensiones.
Este microlitismo comienza y finaliza como tecnología de lascas con una reducción
de tamaño máximo entre 10-20 mm, son lascas de prensión manual no enmangadas
que, a falta de completos estudios traceológicos no formarían parte de armaduras,
aunque su utilización mediante algún elemento intermedio que facilite su operatividad
no está descartada.
También podríamos definirlo como “Microlitismo no laminar”, en referencia a la
utilización de lascas y pequeños cantos en su elaboración, si bien tampoco se descarta
que pueda existir una producción laminar desde un punto de vista tipométrica y
[page-n-32]
no tecnológica en el Paleolítico medio. La microlitización como proceso que
recoge diferencias y convergencia tecno-funcionales de los cazadores-recolectores
paleolíticos puede ser considerada una característica particular de su comportamiento
social, dentro de la cosmovisión que engloba las formas de procesar las herramientas
líticas, en un largo periodo de varios cientos de miles de años.
Una de las cuestiones emergentes de investigación hace referencia al posible uso de
microlitos en el procesamiento de pequeñas presas (aves, tortugas, pájaros y otros),
lo que implicaría posibles estrategias. El recurso al microlitismo sería el reflejo de
una adaptación con ampliación de la dietas, una estrategia tecnológica que abriría o
facilitaría el espectro de recursos económicos potenciales.
Otra cuestión consiste en valorar es la potencialidad de la masa de materia prima y su
relación con este proceso técnico particular. También se deberían conocer los limites
tolerados por este cometido técnico y abordar cuestiones como si son más eficaces
las raederas grandes que las pequeñas o si la microlitización supone una restricción
funcional o un complemento. En síntesis, la presencia de pequeñas herramientas en
los conjuntos líticos correspondientes sugiere complejas líneas de investigación y
variables a analizar desde diferentes ópticas: aprovisionamiento de materias primas,
gestión de un micro-debitage, procesos tecnológicos de reciclaje, reutilización,
ramificación, entre otras. Este microlitismo es ante todo una producción cognitiva,
social y organizativa de las sociedades neandertales como antes fue reconocida en la
tecnología del homo sapiens.
El microlitismo ha adquirido notoriedad recientemente, en especial, en las industrias
musterienses del Pleistoceno superior, tal y como muestra la bibliografía. En nuestro
caso, se está estudiando la incidencia del mismo y sus características en la secuencia
cronoestratigráfica de la Cova del Bolomor que abarca el Pleistoceno medio reciente
y el inicio del Pleistoceno superior (entre 350.000-100.000 años). La presencia de este
fenómeno que recoge aspectos tecnológicos y culturales en un periodo de tiempo tan
largo, indica que el mismo está en las raíces de los procesos tecnológicos y adaptativos
Utiles microliticos sobre lasca. Cova del
Bolomor.
33
[page-n-33]
de las antiguas comunidades de homínidos anteriores al hombre anatómicamente
moderno. Así pues, consideramos que los procesos de microlitización pendientes de
definición conceptual, no son un fenómeno puntual, regional o limitado sino general
de las industrias paleolíticas antiguas y que los datos de Cova del Bolomor pueden
contribuir al proceso de discusión de los mismos.
Util microlítico. Punta pseudolevallois
retocada. Cova del Bolomor.
Util microlítico, raedera. Cova del Bolomor.
34
[page-n-34]
Bifaces y macroútiles líticos. El debate achelense
Josep Fernández Peris
La interacción cerebro y manos es considerada por los investigadores un axioma que
conduce a la fabricación de herramientas, como paso imprescindible para la creación
de los procesos sociales y el nacimiento de la cultura. La presencia en yacimientos
arqueológicos de grandes herramientas líticas, ha condicionado durante decenios,
la investigación del Paleolítico antiguo. Ellas han sido los elementos justificativos,
sobre los que se han planteado los procesos evolutivos y de progreso, en las primeras
sociedades de homínidos. Además, los prehistoriadores les hemos asignado una
particular y determinante consideración en los cambios del comportamiento humano.
El bifaz y el macroútillaje
El bifaz es una herramienta lítica tallada por las dos caras -bifacial-, que generalmente
presenta a lo largo de sus bordes, un filo regular y una simetría en sus proporciones.
El tamaño suele ser grande y de forma apuntada, y su elaboración, exige capacidades
de abstracción, destreza técnica y búsqueda de la proporción. La definición de
bifaz conlleva, no sólo aspectos formales, sino también cognitivos, tecnológicos y
funcionales. Este útil, por una parte, resume las máximas posibilidades que permite
una cadena operativa lítica, es decir, puede ser tanto un elemento de explotación,
como un producto final transformado, y además es expeditivo y polifuncional.
Dibujo con representación de la talla de un
bifaz. J. Llamazares.
35
[page-n-35]
El macroutillaje hace referencia a aquellas herramientas líticas de grandes
dimensiones, elaboradas a partir de guijarros o cantos y lascas, entre los que se
encuentran los bifaces. Por lo general, son útiles sencillos, más o menos toscos,
pesados y someramente retocados o desprovistos de retoque, a excepción del bifaz
que puede ser muy elaborado.
Grabado de un paisaje lacustre con llanuras
aluviales y paquidermos característico de
hace 120.000 años (Figuier, 1875).
La definición de bifaz en realidad, hace referencia a una amplia variedad de formas,
más que a un útil, siempre idéntico. Ello es debido, a que sus morfologías no están
sujetas a unos límites concretos o definidos. Por esto, el salto tecnológico que
representa, queda limitado por la falta de un concepto unitario aceptado, y su papel,
en el registro arqueológico. Los factores que intervienen en la presencia/ausencia de
los bifaces se desconocen con certeza, a causa de la gran variabilidad de sus formas y
posibles funciones, que condicionan la interpretación arqueológica.
La consideración del bifaz como entidad de referencia única en la definición de un
tecno-complejo, una facies, un estadio tecnológico o un modo de vida, posiblemente
sea uno de los planteamientos más limitadores para la comprensión de nuestro
pasado paleolítico. Sin embargo, la tecnología bifacial puede ser considerada como la
más arraigada en la investigación prehistórica, tanto cronológica (más de 1 millón de
años), geográfica (varios continentes) como antropológica (homos Ergaster, Erectus,
Heidelbergensis y Neanderthal). Nos encontramos pues, ante un producto -el bifazque es icónico, exitoso y enraizado en el seno de la literatura prehistórica y en la
mente de los prehistoriadores.
Una larga historia
El sistema de talla lítico más antiguo conocido recibe la denominación de Olduvayense
Dibujo de un bifaz en las primeras
publicaciones del siglo XIX (1872).
36
y es definido como un complejo técnico y tipológico de grandes formatos líticos
(cantos y lascas que se tallan buscando filos amplios y formas apuntadas). A ésta
primera etapa, seguirá, en el tiempo, el Achelense con la invención de herramientas
denominadas bifaces, hendedores y triedros. La primera fase citada se considera
[page-n-36]
rudimentaria y que acabó dando paso a importantes innovaciones tecnológicas
que se sintetizan en la aparición del bifaz. Esta segunda fase reproduce formas
estandarizadas de explotación y procesos de talla. El bifaz es un producto tecnológico
caracterizado por una historia increíblemente larga en el registro cultural humano,
y a través de espacios geográficos sin precedentes. Está presente en el Pleistoceno
inferior africano, continúa en el Pleistoceno medio y superior europeo, y más tarde,
en las industrias americanas holocenas.
La investigación sobre el Paleolítico antiguo en gran parte del siglo XX, se ha sustentado
sobre la existencia de tendencias evolutivas de la industria lítica. Resumidas primero,
en la aparición de los instrumentos sobre canto (choppers y chopping-tools), y su
posterior disminución, y la aparición y sustitución de los mismos, por industrias con
bifaces, que a su vez, son reemplazadas más tarde por complejos de útiles sobre
lasca. En este evolutivo camino, diferentes procesos de perfeccionamiento, técnico,
estilístico, estético, y otros, generarían fases de desarrollo o progreso.
En 1932, H. Breuil propuso la existencia de dos philia o líneas evolutivas principales,
industrias de bifaces (Achelense) e industrias de lascas (Clactoniense). Posteriormente,
F. Bordes a partir de 1950, consideró la existencia de una evolución ramiforme
formada por seis complejos industriales diferentes (cantos tallados, bifaces y útiles
sobre lasca). Estos dos modelos culturales presentan un similar carácter evolucionista
e historicista con perspectiva gradualista. Los mismos, cada uno en su época, tuvieron
una gran influencia en los estudios prehistóricos europeos hasta los años 1970, frente
a los planteamientos antropológicos de la arqueología amaricana. Esta corriente de
estudio, actualmente descartada, buscó relacionar los objetos líticos con entidades
como cultura, tradición o civilización.
A partir de 1961, Grahame Clark publica World Prehistory, y propone la existencia,
en el seno de la industria lítica, de Modos Tecnológicos, en el seno de la industria
lítica. Un modelo sin referencias histórico-culturales, opuesto a éstas y que plantea
un continuum tecnológico a escala mundial, con diferentes etapas o modos. Las
Macroútil elaborado en caliza denominado
Rabot o raspador nucleiforme. Cova del
Bolomor, nivel XII.
37
[page-n-37]
innovaciones tecnológicas darían paso, de un modo a otro, y se sustentarían en
útiles que se convierten en la seña de identidad del modo. Modo 1, con cantos y
lascas, cuya función sería la producción sistemática de filos cortantes, atribuibles a los
primeros estadios del Paleolítico inferior. Modo 2, con bifaces y presencia de técnicas
recurrentes y estandarizadas. El Modo 3, con útiles sobre lasca de núcleos preparados
y premeditación en las técnicas de talla y retoque. El Modo 4, con láminas y su técnica
de extracción durante el paleolítico superior. Por último, el Modo 5 con microlitos
geométricos de época pospaleolítica.
Tabla de trabajo con estudio de un bifaz.
Bifaz amigdaloide con talón y lateral
reservados. Cova del Bolomor, nivel XIII.
Denticulado en caliza sobre lasca amplia.
Cova del Bolomor.
38
Este modelo se ha instalado principalmente en las escuelas antropológicas anglosajonas, y en algún caso con modificación parcial de sus conceptos. Las críticas
al mismo hacen referencia al uso impreciso de diagnósticos heterogéneos y no
estructurados de los modos. El Modo 2, lejos de ser abordado desde amplios
aspectos tecnológicos, basa su existencia en la presencia y configuración de un sólo
objeto o útil, el bifaz. Éste sería pues, un marcador con valor cronológico junto a
consideraciones controvertidas como los binomios simple/complejo, eficaz/ineficaz,
regular/irregular y otros. Por tanto, reconoce al bifaz como “fósil-guía”, al igual que
pasaba en las tipologías tradicionales con el gravamen que su presencia/ausencia es
muy restrictiva y empobrece la comprensión de los registros arqueológicos.
La propuesta de un comportamiento tecnológico evolucionista entre los homínidos,
basado en un largo y progresivo perfeccionamiento temporal, es el concepto de la
adaptación y el progreso en el marco ecológico. El modelo presenta la virtud de crear
un marco generalista de comprensión, sin embargo, los modos tecnológicos son
imprecisos y discutidos en su concepción actual por estar llenos de ambigüedades y
planteamientos tautológicos como pasaba con el modelo histórico-cultural. El Modo
tecnológico 2 no es el desarrollo técnico de un periodo, pues se registra a lo largo
de toda la prehistoria, de igual manera que el Modo 1. Tras más de 50 años de la
propuesta de Clark, a pesar de su vigente utilización, persiste una falta de acuerdo
en la aplicación de los modos, ante la ausencia de criterios tecnológicos unificados y
homogéneos.
[page-n-38]
La cuestión del Achelense
El sistema de talla denominado Achelense aparece en África hace 1,7 millones de años,
en yacimientos de Kenia, Etiopia y Sudáfrica. Sin embargo, fue definido en Europa por
Gabriel de Mortillet en 1872, como una cultura humana prehistórica tras los hallazgos
en la localidad francesa de Saint Acheul. Desde su creación, se ha intentado buscar la
explicación funcional de la presencia de los bifaces en los yacimientos arqueológicos,
planteando diferentes teorías o modelos.
El Modelo ambiental o de distribución geográfica relaciona los bifaces con ambientes
abiertos, fríos y de estepa con vegetación baja y caza de grandes presas. El
Clactoniense se vincularía a un ambiente templado y boscoso, explotación de la
madera y alimentos vegetales. Las industrias con formatos pequeños corresponderían
a ambientes boscosos y trabajos de la madera. El Modelo antropológico relaciona
los bifaces con la expansión del H. Erectus fuera de África, técnica abandonada en
Asia y transmitida en Europa por el linaje neandertal. El Modelo tecnomorfológico
considera los bifaces elementos de producción de lascas, y diferencia grandes
bifaces y hendedores, de bifaces más pequeños. Los primeros se asociarían a la
movilidad y los segundos a formas elaboradas resultado de una intensa reducción. El
Modelo funcionalista propone que el bifaz es una herramienta multiusos usada en las
expediciones cinegéticas.
El Achelense plantea interesantes y polémicos debates, este sistema tecnológico se
manifiesta con fuerza en Europa hace unos 500.000 años, frente a la existencia anterior
de otros macroútiles, que se han vinculado con aportaciones foráneas procedentes
de una o varias “oleadas migratorias”. La incidencia de esta tecnología se acompaña
de otras variadas macroformas y no es suficientemente conocida. Por tanto, es difícil
mantener el éxito de una aculturación tecnológica y la consecuente desaparición de
otras, por competencia. Hay autores que consideran controvertido que las tecnologías
líticas y las fases de desarrollo técnico fueran reemplazadas unas por otras, abogando
porque su existencia estuvo en función de las necesidades adaptativas.
Grandes lascas de caliza con retoques
simples y marginales. Cova del Bolomor.
39
[page-n-39]
La presencia de cantos, bifaces y lascas, consideradas como diferentes tradiciones
culturales y líneas evolutivas, no presentan argumentos convincentes sobre las
etapas de desarrollo cultural o tecnológico. En el Pleistoceno medio europeo existen
industrias, con sin bifaces o macroútiles, que coexisten temporalmente en las mismas
áreas geográficas. Varias cuestiones no están resueltas, como la existencia de facies
funcionales que pudieran pertenecer a una entidad tecnológica mayor o repertorios
líticos sin bifaces como parte de la variabilidad “Achelense”, incluida la ausencia
de bifaces. La funcionalidad adaptativa y multivariable de los comportamientos
antrópicos, respectos de los recursos globales, debe estar en la discusión de su
comprensión.
Recreación de una acción de carnicería con
bifaces. J. Llamazares.
Bifaz parcial en caliza con escasa simetría y
regularidad.
40
La aportación de Cova del Bolomor
La industria lítica estudiada en Bolomor está formada actualmente por 37.160 piezas,
distribuidas en 17 niveles estratigráficos que abarcan desde el Pleistoceno medio
reciente y a los inicios del Pleistoceno superior, entre 350.000 y 100.000 años antes
del presente. El impacto tipológico achelense consiste en la presencia de dos bifaces y
un posible hendedor. Si ampliamos esta lista a otras macroformas líticas, incluiríamos
un rabot o raspador nucleiforme, tres cantos tallados y 45 grandes lascas, que
representan el 0,1%, en total de la industria, un valor porcentual poco significativo.
Analizadas todas las macroformas se observa que no han sido fabricadas en el
yacimiento, son herramientas con poca transformación -escaso retoque- y aparecen
en los niveles de corta duración e intensidad de la ocupación. En otros yacimientos
europeos similares a Bolomor, los bifaces tampoco son relevantes respecto al
resto del utillaje. Por ello, podemos inferir que los campamentos con una actividad
prolongada, como en cuevas, no suelen presentar este impacto técnico. Sin embargo,
existe un hecho incontestable, como es, que en La Valldigna se elaboraron bifaces con
características achelenses durante el Pleistoceno medio, ya que fueron realizados con
las calizas del propio valle. Otro factor claro, es el condicionante de la materia prima,
corroborado porque todas las macroformas existentes en Bolomor se elaboraron en
este tipo de caliza, única materia local que permite los soportes adecuados.
[page-n-40]
La explicación de la presencia de algunos bifaces en Bolomor, parece guardar una
mejor relación con actividades fuera de los campamentos (inter-site), y no en su
interior (intra-site). Es frecuente encontrar este tipo de útiles y su concentración en
yacimientos al aire libre, en llanuras aluviales y riberas lacustres -áreas de presencia
alta de herbívoros. Por ello, algunos autores consideran la presencia o ausencia de
bifaces de relevancia secundaria, en un contexto de campamento no efímero. La
interacción del paisaje, más o menos complejo, y la dinámica humana parecen haber
influido en la presencia de bifaces, involucrando cantidad y calidad de materia prima,
su uso y el movimiento humano. Esta presencia podría ser un buen reflejo de la
actividad “itinerante”, y las macroformas, adecuadas y efectivas herramientas de un
transporte idóneo, que concentran la masa pétrea con posibilidades de transformación
posterior, frente a las pequeñas piezas que tienen una menor capacidad adaptativa
-transformista. Los bifaces configurarían pues, una morfología de carácter funcional,
un fenómeno de variabilidad operativa, con disposición de materias primas.
Las estratigrafías en cueva y yacimientos considerados de hábitat, como es el caso
de la Cova del Bolomor, no documentan series amplias de niveles con bifaces, y
ello apunta a valorar más su presencia, como un elemento industrial y técnico con
características funcionales. Estas valoraciones forman parte del proceso investigativo,
Dibujo de bifaz s. XIX con simetria y filo
regular.
en el que hay más preguntas planteadas que respuestas, y que apunta, a que aún no
estamos en condiciones de descifrar estos aspectos de nuestro lejano pasado.
Lasca grande y gruesa en caliza de
elaboración centrípeta con retoque simple.
Cova del Bolomor.
41
[page-n-41]
Dibujo de canto tallado por una cara o
Chopper. Cristian Micó.
Grabado de un bifaz, considerado como “el
primer útil”. H. Cleuziou (1887).
42
Dibujo de la acción de elaboración de un bifaz. Cristian Micó.
[page-n-42]
Marcas de uso en los útiles líticos
Laura Hortelano Piqueras
La traceología o análisis funcional es un método científico vinculado al estudio de la
prehistoria que tiene por objetivo determinar la función de las herramientas, a través
del análisis de las trazas o huellas producidas durante su uso. Serguei Semenov fue el
gran impulsor con su tesis y publicación, Tecnología prehistórica (1957).
Este procedimiento ordenado y sistemático se ha aplicado principalmente a
herramientas líticas, en especial el sílex, pero también a otras materias como el
cuarzo, caliza, cuarcita, e incluso es posible con materiales como el hueso, marfil,
asta, madera y metales. La interacción de las herramientas líticas con las materias
trabajadas (madera, carne, piel, plantas y otras), deja unas marcas específicas que
pueden identificarse a través de la experimentación. Los datos obtenidos mediante
diferentes métodos y aparatos de microscopia permiten caracterizar los modos de
gestión de los útiles y establecer espectros funcionales característicos y diferenciados,
que pueden comparase con marcas de las herramientas arqueológicas e interpretarse
desde una perspectiva socioeconómica.
Estas marcas pueden ser macroscópicas, observables a bajos aumentos (fracturas,
melladuras, desgastes), o microscópicas, analizables a altos aumentos por encima de
100x (micromelladuras, pulidos, estrías). Las huellas de uso, así como la morfología
Tecnología prehistórica de Semenov,
la primera demostración científica de
cómo fueron utilizados los útiles líticos
prehistóricos.
43
[page-n-43]
del útil y las zonas usadas, ayudan a determinar de qué manera se usó la herramienta
y qué materia transformó (piedra, carne, hueso, madera, piel, etc.).
Proceso experimental de descarne.
La traceología constituye una vía excepcional para conocer el uso que nuestros
antepasados dieron a cada herramienta. Pero, además, de manera indirecta,
permiten verificar el trabajo y empleo de materias perecederas, como la madera,
las fibras vegetales o la piel. Por ello contribuye al conocimiento de cómo los grupos
humanos aprovecharon los recursos de su entorno, y de qué manera interactuaban
con el medio. En definitiva, a profundizar en el conocimiento de los comportamientos
humanos del Pleistoceno medio, un periodo en el que no son muy abundantes los
estudios traceológicos.
El conjunto lítico del nivel XII de la Cova del Bolomor
En la Cova del Bolomor, como en la casi totalidad de yacimientos prehistóricos, el sílex
es la roca en la que se elabora la mayor parte de la industria lítica. Pero en el nivel
XII, la caliza es la materia prima predominante, alcanzando casi el 70% del conjunto
lítico. El sílex es usado para la elaboración de aproximadamente el 24% del utillaje,
mientras que la cuarcita apenas representa un 5 % y otras rocas son completamente
minoritarias.
Como sucede en cronologías antiguas, un porcentaje importante de los materiales del
nivel presenta diferentes tipos de alteraciones que dificultan el análisis funcional de
las piezas. Las alteraciones identificadas en el material recuperado pueden producirse:
tras el abandono inmediato del útil (fracturas antiguas, pisoteo, termoalteraciones),
por procesos postdeposicionales y sedimentarios (microfracturación de los bordes,
fracturación o grietas, pátina, concreciones, disgregación de la microestructura de
las piezas), o bien durante los procesos de extracción, almacenamiento y estudios
arqueológicos (impactos y fracturas mecánicas, roces y abrasiones en las superficies).
Valor porcentual de la materia prima y de
estado de conservación del material del
nivel XII, por materias primas.
44
[page-n-44]
En Bolomor, las principales alteraciones de la caliza son las concreciones, en forma
de fuerte brecha adherida. En el caso del sílex, la pátina de coloración blanca es
consecuencia de su deshidratación y afecta a un importante número de piezas.
El grado de alteración es un condicionante de la muestra del material susceptible de
ser analizado traceológicamente. Así, de las alrededor de 1000 piezas recuperadas
en los sectores y campañas seleccionadas del nivel XII (928 entre sílex y caliza), se
analizaron morfológica y funcionalmente 232 piezas de caliza y 153 piezas de sílex, lo
que supone un total de 385 piezas, un 41 % del material.
Del material analizado y respecto de la gestión de la materia prima, la caliza se talla
en el propio lugar de uso. La cercanía de las fuentes de aprovisionamiento facilita un
abastecimiento inmediato. Los cantos se recolectan y se llevan a la cavidad de forma
sistemática para tallar y obtener de inmediato los soportes y útiles necesarios para
las actividades a desarrollar en el lugar. En cuanto al sílex, parece que se lleva en su
mayor parte ya tallado y transformado a Bolomor. Esta gestión de los recursos líticos
es un modelo habitual entre las sociedades neandertales.
Uno de los rasgos que más llaman la atención al comparar las industrias sobre caliza
y sobre sílex es el mayor tamaño de las piezas hechas en caliza. Casi un 70% de los
productos tienen entre 30 y 65 mm de longitud, y entre 20 y 50 mm de ancho, con
un espesor por encima de los 10 mm. En general sus dimensiones duplican las de los
valores del sílex, que se encuentran entre los 15 y 40 mm de largo, 10 y 30 mm de
ancho, con un espesor medio de 8 mm.
El conjunto de sílex presenta unas características claramente diferentes del calcáreo,
gran parte del utillaje de sílex está retocado, siendo también abundantes las piezas
que tienen más de un filo con retoque. En ocasiones, éstos son especialmente intensos
sobre los soportes y por ello la variedad morfológica es grande. Por otro lado, hay un
número relativamente grande de útiles irregulares, elaborados sobre restos de talla o
lascas defectuosas, y/o sobre útiles anteriores reutilizados.
1. Raedera usada en actividades de
carnicería. 2. Zona con melladuras y
desgastes bifaciales, en el punto 1 de la
imagen anterior (5x). 3. Gran melladura por
flexión, seguramente de origen accidental,
en el punto 2 de la imagen general de la
pieza (10x).
45
[page-n-45]
Análisis funcional del material
Proceso experimental de acción sobre
vegetales blandos.
El análisis funcional del utillaje calcáreo se hizo sobre todo tipo de elementos, incluidos
percutores, núcleos y soportes irregulares o restos de talla. Un 24’8% del material
proporcionó resultados funcionales, y un 28’8% más tenían huellas no interpretables
del todo. Los resultados son diferentes respecto del tipo de producto analizado.
Así, casi todos los cantos y percutores presentaban huellas de uso, los soportes
estandarizados y las piezas fracturadas intencionadamente también ofrecieron
buenos porcentajes de trazas de utilización, mientras que las piezas de pequeño
formato, irregulares y restos de talla o núcleos no proporcionaron resultados.
Los resultados funcionales del conjunto de sílex del nivel XII han estado condicionados
por el estado de conservación de las piezas. Ello ha determinado que en muchas piezas
sólo se haya podido realizar la observación macroscópica de los filos y las superficies.
Un 12’4% del material ha proporcionado huellas de uso, pero hay un 33’9% de piezas
de sílex con huellas que podrían ser de uso, aunque no ha podido determinarse con
fiabilidad. En la mayor parte de las piezas de sílex sólo se ha podido identificar la
zona usada, en algunas también la acción, mientras que sólo ha podido confirmarse
la dureza de la materia trabajada.
Hechas estas puntualizaciones, y respecto de la roca usada, con la caliza se han
desarrollado sobre todo acciones de corte relacionadas con procesado de fauna, con
un grado variable de contacto con materias duras (cartílagos, tendones, huesos). El
desarrollo de pulidos de escasa intensidad en algunos filos es indicativo de contacto
con tejidos cutáneos, lo que remitiría a tareas de desollado, si bien, según nuestras
experimentaciones, la escasa capacidad de corte de la caliza hace necesaria una
complementariedad con instrumental de sílex. En este tipo de actividades las raederas
1. Raedera de caliza. 2. melladuras y
desgastes en el filo relacionados con
actividad de carnicería (5x). 3. Desgastes
y pulidos de escaso desarrollo en la zona
indicada en la imagen anterior (50x).
46
de filos convexos y apuntadas de sílex son especialmente útiles; sin embargo, ante la
ausencia de huellas de uso en estos formatos, preferimos no establecer conclusiones
al respecto.
[page-n-46]
Las acciones de corte también se han documentado en piezas de sílex, si bien la
materia no ha podido determinarse. En una de ellas las morfologías y distribución de
las melladuras de uso sugieren contactos esporádicos con materias medias y semiduras, y en otra la materia ha sido de dureza media, lo que podría relacionar estas
piezas también con actividades de carnicería.
El raspado de hueso con piezas de caliza, no ha sido especialmente efectivo en las
experimentaciones realizadas. Los útiles de sílex son mucho más eficaces para esta
acción. Entre el material analizado, tres piezas han desarrollado acciones de raspado
sobre materias semi-duras y duras, pero no contamos con suficientes datos como
para relacionarlas con estos procesos.
En el caso de los percutores, aparte de la talla lítica no pudo determinarse si habían
sido usados también para fracturar el hueso. Exceptuando un canto con desgastes
muy acusados, propios de frotar una materia media, como piel, el resto fueron
utilizados para tallar y retocar el material lítico.
El trabajo de materias vegetales está escasamente documentado entre las piezas
analizadas. Sobre todo destaca la presencia de calizas usadas como cuñas o como
azuela, en trabajos de modificación primaria de esta materia, de muy corta duración.
En ocasiones se combinan con escasas acciones de raspado. Los útiles retocados de
sílex son más adecuados, para estas tareas de raspado de la madera, sin embargo,
no han podido identificarse en ellos huellas de este trabajo, aunque una parte del
material realizó acciones de raspado sobre materias de dureza menor que el hueso.
Cabe mencionar también una acción de corte sobre materia de origen vegetal no
leñoso realizada con un pequeño útil de caliza, que, a pesar de su excepcionalidad,
permite confirmar el aprovechamiento de recursos variados.
Así, en el nivel XII de Bolomor se ha documentado sobre todo el procesado de animales
(descarnado con contacto a veces intenso con tendones y huesos, desollado, tal vez
limpieza en fresco de la piel, actividad no confirmada), así como modificaciones
1. Denticulado con dos zonas de uso (líneas
discontinuas): Filo usado como cuña para
madera. Las flechas indican la plataforma
percutida, filo denticulado usado para
raspar madera. 2. Detalle de las melladuras
de la plataforma opuesta al filo, percutida
con percutor duro (5x). 3. Filo cara ventral.
Pulidos y estrías en el punto indicado de la
imagen 1 (200x).
47
[page-n-47]
primarias de la madera (seccionado con cuña, rebajado con azuela), más raramente
raspado de las superficies. Junto a éstas acciones, las actividades cinegéticas podrían
estar representadas por la presencia de escasas puntas de sílex, probablemente
utilizadas como picas. Sin embargo, desde el punto de vista funcional no se ha podido
confirmar este uso.
También la talla de material lítico aparece documentada, por la presencia de
percutores y retocadores. Esta actividad está centrada en el caso de la caliza en la
elaboración del equipamiento necesario para el desarrollo de las actividades, y en
menor medida del sílex, sobre todo en actividad de retoque y reavivado/reciclado
de los soportes, en un comportamiento que busca la adaptación instantánea de los
mismos para adecuarlos a las necesidades que surgen.
Valoraciones
El nivel XII de la Cova de Bolomor presenta modelos de gestión funcional del material
lítico, en los que la producción rápida, prima sobre la especialización, y éstos van
ligados a usos inmediatos. La talla de la caliza va destinada a la obtención inmediata
de un tipo de soportes robustos y versátiles, asociados acciones variadas y de tipo
expeditivo. Se utilizan en función de las necesidades que se plantean y la presencia
de reciclados es muy escasa. La mayor parte de las piezas no presentan un grado
embotamiento muy intenso, lo que indicaría que son desechadas en el momento en
que su efectividad baja, o cuando la acción ha finalizado.
El sílex se transporta en su mayor parte configurado al lugar de utilización, y algunas
de estas piezas se adaptan también para usos inmediatos, aunque posiblemente
más variados. Igualmente la explotación que se hace de esta materia prima es más
1. Pieza con melladuras y pulidos propios de
acción sobre herbáceas o fibras vegetales.
2. Muescas que interrumpen los desgastes
de uso en el punto 1 (20x). 3. Extremo de la
pieza, con importantes desgastes y pulidos
(40x).
48
intensiva que en la caliza. La presencia de algunos útiles realizados sobre soportes
irregulares es un indicio de reutilización de esta materia prima. Sin embargo, ésta
no siempre se relaciona con unos desgastes acusados por agotamiento de los filos
potenciales, sino con la adaptación de los soportes a las necesidades nuevas que
[page-n-48]
1. Detalle de las micromelladuras, posiblemente de actividad de carnicería (5x). 2. Util sobre resto de talla
usado en acción transversal, raspado, sobre materia dura (hueso?). Detalle de las melladuras, cortas y
superpuestas, sin apenas desgastes asociados, que son más acusados en la parte izquierda (10x).
surgen en el momento. Ello da lugar a útiles de morfologías irregulares e informes no
siempre fáciles de manipular, o que ofrecen escasa versatilidad, lo que los orienta a
acciones más concretas y puntuales.
Si bien los resultados del análisis funcional sobre el sílex han sido escasos, la presencia
de ciertos tipos de soportes (piezas espesas de filos semiabruptos para acciones
transversales, en ocasiones con reavivados intensos, triedros, filos semiplanos muy
cortantes) y las características generales de ambos conjuntos, son suficientes indicios
para hablar de complementariedad, más que de alternancia, en el uso de ambas
materias primas en el yacimiento.
Los análisis funcionales de la industria lítica del nivel XII han confirmado actividades
de tipo expeditivo, breves y poco complejas en ocasiones, más intensas en otras,
relacionadas sobre todo con el tratamiento los recursos captados en el entorno, que
son trasladados a la cavidad para un procesado inmediato e intenso en el caso de la
fauna. Este conjunto de actividades, parece corresponder a un tipo de ocupaciones de
carácter corto, dentro de un comportamiento flexible y altamente adaptativo de estos
grupos. Revelan verdaderas estrategias complejas de explotación de los territorios
y las materias primas. La muestra más evidente es la explotación sistemática de
materias primas de corto alcance, como la caliza, según unos criterios basados en la
1. Detalle de las micromelladuras,
posiblemente de actividad de carnicería
(5x). 2. Util sobre resto de talla usado en
acción transversal, raspado, sobre materia
dura (hueso?). Detalle de las melladuras,
cortas y superpuestas, sin apenas desgastes
asociados, que son más acusados en la parte
izquierda (10x).
49
[page-n-49]
abundancia, la efectividad inmediata y el desecho a bajo coste, pero en combinación
con la utilización de utillaje sobre sílex, de procedencia más lejana, configurado en su
mayoría previamente a su aporte a la cueva, y que presenta unas características, en
muchos casos, complementarias de las posibilidades funcionales del material calizo.
Proceso experimental de acción sobre
madera.
Proceso experimental de acción sobre carne.
50
Dibujo de acción de procesado de madera con herramienta lítica. Javier Llamazares.
[page-n-50]
La tecnología y el espacio en los campamentos
Pablo Sañudo Die
Los campamentos neandertales estuvieron organizados según unos patrones
ocupacionales vinculados a sus necesidades adaptativas y conocimientos tecnológicos.
El análisis de las actividades realizadas durante el desarrollo de la ocupación, es
una pieza clave para comprender el comportamiento y organización social de estas
comunidades durante el Paleolítico medio.
Las estrategias de subsistencia de estos grupos humanos estaban caracterizadas
por la explotación del territorio y la utilización del espacio de los campamentos. Las
actividades en el entorno, estuvieron condicionadas por la adaptación a los recursos
-bióticos o abióticos- existentes, cuya ausencia o abundancia viene marcada por un
carácter estacional, entre otros factores. Esta necesidad de garantizar la supervivencia
pudo llevar a los neandertales a adoptar estrategias variadas de itinerancia,
caracterizadas por una alta movilidad y por campamentos de corta duración,
ocupados durante pocos días o semanas. La existencia de varias comunidades en una
misma región también debió contribuir notablemente a la presión sobre los recursos,
generando tensiones sociales y competencia por el control del territorio.
El análisis de las herramientas líticas, además de proporcionarnos una valiosa
información tecnológica, permite conocer muchos aspectos relativos a la ocupación
Una de las primeras representaciones del
remontaje de un núcleo. Evans, 1872.
51
[page-n-51]
del campamento, la duración de las ocupaciones, la temporalidad de estas, el
tamaño y organización de la superficie ocupada y/o el grupo, por citar algunas. Todos
estos aspectos son fundamentales para interpretar la variabilidad de los conjuntos
arqueológicos y evaluar la complejidad conductual de los grupos humanos.
Los remontajes
El remontaje es una de las técnicas más efectivas de estudio vinculadas a la tecnología
lítica. Este procedimiento consiste en recuperar durante el proceso de excavación, el
mayor número posible de fragmentos líticos y óseos, distribuidos en la superficie del
yacimiento. Estos elementos en origen formaban parte de entidades mayores que se
han dispersado por las actividades humanas y procesos posdeposicionales naturales.
Es la reconstrucción de un rompecabezas que busca averiguar la cadena de acciones
por la que pasaron los componentes del registro arqueológico en el pasado con el
objetivo de comprender los conocimientos tecnológicos. En este sentido, el análisis
de las cadenas operativas líticas y su distribución espacial nos permite reconstruir los
procesos de talla, a través de la realización de remontajes, una de las herramientas
más eficaces para entender la elaboración del utillaje lítico y la organización de las
actividades en el campamento.
Remontaje de explotación en cuarcita verde.
Cova del Bolomor, nivel XVII.
Remontaje de explotación del nivel IV de la
Cova del Bolomor.
52
Los primeros trabajos sobre remontajes de material lítico fueron documentados a fines
del siglo XIX. Spurrell en 1880 relata en uno de sus trabajos, como remonta un conjunto
lítico encontrado en la ribera del Támesis, interpretándolo como “prueba de que el
tallador se hallaba sentado en el lugar del hallazgo”. Otros trabajos documentaron
el interés de la búsqueda de remontajes, para el estudio e interpretación de los
conjuntos arqueológicos y para responder cuestiones tecnológicas y funcionales.
En las últimas décadas, los estudios de remontajes han incidido en la importancia
de la relación espacial de los elementos remontados, favoreciendo la identificación
de áreas de actividad y estableciendo relaciones temporales entre las diferentes
secuencias de reducción. La reciente evolución de las herramientas informáticas y
estadísticas ha favorecido el desarrollo de modelos predictivos, aplicados al estudio
[page-n-52]
de remontajes líticos como métodos de análisis preliminar, que determinan los
artefactos con probabilidades de poder ser remontados.
Un remontaje puede proporcionar información diversa: las técnicas y procesos de
talla del artesano neandertal. La consistencia estratigráfica y sincrónica del nivel
arqueológico en que se sitúa el campamento analizado, mediante la distribución
espacial de las piezas remontadas, así como, la identificación de las distintas áreas de
actividad y sus características funcionales.
El análisis espacial
En su aplicación al estudio espacial, el remontaje de dos elementos líticos se traduce
en una línea de conexión representada espacialmente, que sirve de unión entre
ambos e indica el desplazamiento y vinculación tecnológica. Los diferentes elementos
de una secuencia de producción son unidos por líneas de conexión, reflejando
la vinculación de todos ellos y su posición planimétrica. A nivel interpretativo, los
remontajes permiten observar el desarrollo espacio-temporal de las secuencias de
talla, estableciendo relaciones sincrónicas que posibilitan estudiar los niveles en los
cuales se ha producido una ocupación humana en un mismo marco temporal.
Los denominados remontajes indirectos son el punto de partida para el análisis
de las secuencias de talla producidas en un conjunto arqueológico, a partir de la
identificación de las unidades de materia prima (UMP). Estas son identificables desde
criterios macroscópicos (textura, córtex, color y otros). El objetivo de este análisis es
agrupar los artefactos respecto a sus nódulos de origen, para aislar las secuencias de
talla y buscar posibles remontajes. En el caso de registros con alteraciones de diferente
tipo (pátina, fuego, concreciones, etc.), la identificación de UMP es complicada, por la
dificultad de observar las características macroscópicas de la materia prima.
Los artefactos pertenecientes a una misma UMP, son analizados en conjunto y como
parte de una agrupación, con características similares. La relación entre artefactos
Remontajes de explotación del nivel M del
Abric Romani. M. Vaquero.
53
[page-n-53]
de una misma UMP, es la de remontajes indirectos, o expresado de otro modo,
artefactos que al margen de poder ser o no unidos entre sí, deben ser considerados
como elementos emparentados tecnológica y espacialmente. La relación temporal
de estos elementos no tiene por qué ser sincrónica, pudiendo producirse diferentes
secuencias de reducción, a partir del mismo nódulo, aisladas temporalmente.
La proyección de los registros, atendiendo a su adscripción a una UMP permite observar
el desarrollo espacial de las secuencias de talla y la agrupación o desagrupación de los
elementos que las componen. Este aspecto es importante en el desarrollo de estudios
espaciales de la superficie ocupada del campamento.
El remontaje directo de productos líticos consiste en la reconstrucción de la secuencia
de talla, mediante la unión de los elementos que la componen, por el contacto físico
de las superficies de estos. La distinción entre las diferentes clases de conexiones
puede ser clasificada del modo siguiente:
Distribución vertical de los remontajes
identificados en el nivel IV de la Cova del
Bolomor.
1.- Remontaje de explotación, o reconstrucción de la secuencia de producción, a partir
del remontaje y ordenación de los elementos extraídos. Este proporciona información
sobre las características de explotación y la gestión tecnológica de la materia prima.
A nivel espacial permite definir áreas de talla, en el caso de remontajes de corta
distancia, y establecer relaciones entre diferentes áreas de actividad, en el caso de
remontajes de media o larga distancia.
2.- Remontaje de fractura, o reconstrucción de los elementos producidos, a partir
de fracturas de talla. Generalmente los elementos remontados por fractura suelen
encontrarse próximos, y evidencian áreas de talla. Entre los remontajes de fractura
también encontramos los objetos fracturados por procesos naturales o mecánicos. No
Distribución en planta de los remontajes
identificados en el nivel IV de la Cova del
Bolomor.
54
proporciona información tecnológica ni cultural, pero si información sobre procesos
geofísicos o postdeposicionales. Estos tienden a localizarse próximos en el espacio
cuando estos procesos tienen escasa relevancia.
[page-n-54]
3.- Remontaje de configuración, o remontaje de los productos resultantes de
las secuencias de reavivado o modificación. La representación de los elementos
remontados, de una secuencia de reducción, se realiza mediante la conexión de
estos por diferentes tipos líneas, para cada tipo de remontaje, indicando con flechas
el orden de extracción. La medida de las líneas de conexión (horizontal y vertical),
es un dato relevante para comparar las características entre remontajes de corta,
media y larga distancia, y la información espacial que estos aportan. Generalmente,
los remontajes de fracturas no intencionales presentan líneas de conexión de corta
distancia, mientras que los de explotación y configuración, pueden presentar líneas
más largas, que permitan plantear posibles desplazamientos intencionales.
La representación espacial de un remontaje entre dos restos genera una línea de
conexión. La longitud de estas líneas está directamente relacionada al desplazamiento
que han experimentado ambos restos arqueológicos. En los conjuntos arqueológicos
bien preservados suelen predominar líneas de conexión cortas (inferiores a 1 metro).
Las conexiones de este tipo, pertenecientes a una misma secuencia de talla, suelen
identificarse en concentraciones de restos bien delimitadas. Esta distancia en la que
se identifican la mayor parte de los restos pertenecientes a una misma secuencia
de talla, coincide con la dispersión de restos que se produce en la reproducción
Remontajes de explotación del nivel M del
Abric Romani. M. Vaquero.
experimental del proceso de talla lítica. Por el contrario, líneas de conexión muy largas
nos podrían estar indicando alteraciones en el registro, cuya naturaleza vinculada a
procesos postdeposicionales o antrópicos, es importante determinar.
Las conexiones de larga distancia, una vez descartado un origen natural de los
desplazamientos, pueden proporcionar una valiosa información espacio-temporal,
vinculada a la existencia de relaciones entre distintas zonas de actividad en el
yacimiento. Por ejemplo, la conexión entre diferentes áreas domésticas es uno de los
pocos criterios arqueológicos de los que disponemos para plantear la coexistencia
de diferentes unidades domésticas en un mismo campamento, si bien las relaciones
temporales son siempre difíciles de definir, incluso cuando contamos con la presencia
de remontajes.
Remontajes de explotación del nivel M del
Abric Romani. M. Vaquero.
55
[page-n-55]
Aunque el hallazgo de remontajes entre zonas de un yacimiento podría incitar sugerir
que las actividades llevadas a cabo en ellas son contemporáneas, la complejidad de
los patrones de ocupación y de los procesos de formación de los yacimientos, nos
obligan a adoptar una postura cauta a la hora de establecer posibles relaciones de
sincronía entre los elementos presentes en un mismo conjunto, incluso cuando se
puede atribuir un origen antrópico a los desplazamientos. El reciclaje de elementos
abandonados en episodios ocupacionales anteriores debió ser un fenómeno habitual
en aquellos yacimientos visitados de forma recurrente, y este comportamiento
puede dar lugar a conexiones entre áreas de actividad sucesivas en el tiempo. Esta
constatación pone de manifiesto la dificultad para demostrar la contemporaneidad en
los conjuntos arqueológicos y la necesidad de recurrir a la información proporcionada
por diversas disciplinas, para poder establecer un marco interpretativo fiable.
Sección arqueoestratigráfica del sector occidental. Los triángulos de colores corresponden a remontajes de material lítico. La presencia de los elementos
conectados en un mismo nivel arqueoestratigráfico demuestra la coherencia arqueoestratigráfica de los niveles identificados.
56
[page-n-56]
Al otro lado del Mediterráneo. La tecnología lítica del Próximo Oriente
Juan Sánchez Priego, Luis Zalbidea Muñoz
y Felipe Cuartero Monteagudo
El Próximo Oriente: un escenario privilegiado
El Próximo Oriente es uno de los escenarios más interesantes para el estudio del
poblamiento humano durante el Pleistoceno medio (780.000-126.000 años), tanto
por la riqueza y conservación de sus yacimientos arqueológicos, como por constituir
un puente de unión entre África, Asia y Europa, es el “Corredor Levantino”, que
atraviesa los actuales territorios de Siria, Jordania, Palestina e Israel. Este paso natural
fue utilizado desde la primera salida de los homínidos de África hacia Eurasia hace
unos 2 millones años y siguió siendo clave durante todo el proceso de hominización,
hasta la llegada de los primeros sapiens a la zona hace unos 200.000 años. Se trata
además de un escenario privilegiado para la ciencia ya que recientemente se ha
comprobado, gracias al análisis genético de los restos humanos prehistóricos, que
sapiens y neandertales convivieron aquí y tuvieron descendencia en un período
comprendido entre los 100.000 y los 50.000 años aproximadamente.
Empeñados en conocer el origen de nuestra actual humanidad, en las últimas décadas
hemos desarrollado técnicas de análisis muy específicas. Junto a la paleoantropología
y los nuevos métodos de datación, el estudio de la tecnología prehistórica en
Yacimiento de Qesem Cave en la campaña
de 2013.
57
[page-n-57]
general y de las industrias líticas en particular (herramientas talladas en piedra
como cuchillos, puntas de armas y otras) es una de las claves fundamentales para
Industria laminar de Qesem Cave (Foto R.
Barkai).
Industria laminar de Qesem Cave (Foto R.
Barkai).
entender la variabilidad del comportamiento humano que nos permite tanto indagar
en las pautas de movilidad de los grupos paleolíticos, como establecer paralelos o
diferencias tecnológicas y culturales entre las regiones del mundo pobladas en esta
época. Por todo ello, presentamos los aspectos más singulares de las industrias líticas
del Próximo Oriente durante la segunda mitad del Pleistoceno medio y el principio
del Pleistoceno superior (400.000-100.000 años) como elemento que puede ser
comparado con las herramientas coetáneas de la Cova del Bolomor (350.000-100.000
años) u otros yacimientos europeos.
En el Próximo Oriente, la tecnología de este período se caracteriza sobre todo
por la importante producción de láminas en sílex de buena calidad, material
extremadamente abundante en la región. A diferencia de las lascas, que suelen tener
formas más redondeadas, cuadrangulares o triangulares (objetos cortantes en general
más anchos que largos), las láminas en sílex u otros materiales son alargadas y suelen
tener un aspecto de cuchillo más o menos apuntado. Esta tecnología laminar, que
conocemos bien en el Paleolítico superior de Europa occidental a partir de los 35.000
años (aunque también hay momentos del Paleolítico medio europeo en los que se
fabrican láminas), aparece aquí mucho antes y de forma sistemática, en contextos
del final del Paleolítico inferior, en torno a los 400.000 años. Y no es un fenómeno
esporádico ni casual, sino que tiene continuidad y se desarrolla plenamente durante
el Paleolítico medio, sobre todo a partir de los 230.000-220.000 años. Según los
trabajos de los investigadores que han excavado en la región, podríamos distinguir
dos grandes períodos en las producciones líticas: el Achelense-Yabrudiense y un
Musteriense Levantino con diferentes facies culturales sucesivas.
Las industrias líticas del Achelense-Yabrudiense (400.000-250.000 años)
Reconstrucción de la producción laminar de
Qesem Cave (Foto R. Barkai).
58
Considerado el último episodio del Paleolítico inferior en esta región, la facies
conocida como Achelense-Yabrudiense (o Achelo-Yabrudiense) es un episodio de la
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prehistoria muy particular ya que, a partir de los 400.000 años, combina elementos
antiguos como los bifaces (herramientas multiuso trabajadas por las dos caras y
forma estandarizada), con nuevos útiles sobre láminas (cuchillos, raspadores, puntas,
buriles, etc.) que encontramos sorprendentes para esta época al ser más típicos del
Paleolítico superior y aparecer miles de años más tarde en otras zonas de Eurasia.
Achelense o modo 2 es el nombre que se da comúnmente a los conjuntos de
herramientas de piedra del Paleolítico inferior compuestas por elementos de tradición
africana como bifaces, hendedores, triedros y otros útiles sobre cantos o lascas. En
esta zona se caracteriza generalmente por la abundancia de bifaces y la presencia
de numerosas raederas (herramientas para raspar madera, piel, hueso, carne y otras
materias). El Yabrudiense constituiría una facies posterior que marca en el Próximo
Oriente la transición entre el citado Achelense y las industrias laminares del Paleolítico
medio antiguo (Amudiense o pre-Auriñaciense). Se caracteriza por la abundancia de
raederas espesas de tipo Quina (útiles para raspar con retoques escaleriformes en
los bordes), la persistencia de algunos bifaces y una presencia importante de útiles
de tipo Paleolítico superior sobre lámina. Un buen ejemplo del Yabrudiense se da
en la cuenca sedimentaria de El Kowm (Siria) donde se conocen una decena de
yacimientos al aire libre con industrias de este tipo (Yabroud, Hummal o Nadaouiyeh
por ejemplo). En el resto de zonas del Levante los yacimientos con esta tecnología se
sitúan en general en abrigos o cuevas entre las que Tabun y Qesem en Israel son las
más representativas por sus largas secuencias de ocupación.
Conocida como Amudiense en el Líbano e Israel, o pre-Auriñaciense en Siria, la
irrupción definitiva de la tecnología laminar (producción de soportes alargados),
supone una verdadera revolución en la historia de las técnicas. El control de los nuevos
métodos y la transmisión de sus innovaciones permitieron una mayor diversificación
de las herramientas en todo el Levante, lo que se tradujo en un aumento de las
posibilidades de adaptación a diferentes ecosistemas y una explotación más eficiente
de sus recursos. A los últimos bifaces y útiles diversos sobre lascas, se añaden ahora
un buen número de utensilios estilizados, de filos agudos y realmente eficaces para
Cueva de Tabun en Monte Carmelo, Israel.
Industria lítica de Qesem Cave: a-productos
laminares; b-raederas tipo Quina; c-bifaces
(Foto R. Barkai).
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diferentes tareas (cuchillos para cortar carne y vegetales, raspadores, buriles para
realizar incisiones y perforaciones, puntas de armas, etc.). Estas herramientas se
Productos laminares de Qesem Cave (Dibujo
R. Barkai).
fabrican con métodos novedosos, seleccionando materias primas de buena calidad. El
Amudiense está muy bien representado por ejemplo en el yacimiento israelí de Qesem
Cave donde, según Barkai y Gopher, junto a algunos bifaces y útiles diversos sobre
lascas encontramos, en todo el período de ocupación del campamento (400.000200.000 años), miles de cuchillos alargados (láminas) concebidos para utilizarse
en bruto (filos lisos para cortar), o transformados mediante precisos retoques en
cuchillos dentados, raspadores o buriles. En Qesem la industria es rica y variada,
por ello ilustramos este artículo con sus imágenes como ejemplo de los principales
tipos de herramientas que también aparecen en otros yacimientos: bifaces y útiles
diversos sobre láminas (láminas en bruto o retocadas) o lascas (raederas tipo Quina).
También se ha documentado la producción de lascas muy pequeñas a partir de lascas
espesas de sílex recicladas en núcleos (bloque del que se extraen los soportes). Otra
referencia fundamental de esta facies es la unidad XI de la cueva de Tabun (Monte
Carmelo, Israel), datado en 260.000 años aproximadamente.
Las industrias líticas del Musteriense Levantino
Los investigadores que trabajan en la región consideran la larga secuencia estratigráfica
de la cueva israelí de Tabun, como una referencia fundamental para establecer las
diferentes facies culturales del Paleolítico medio (Musteriense) en el Próximo Oriente.
Los cambios observados en las industrias líticas de este yacimiento han servido para
distinguir 3 facies del llamado Musteriense levantino: tipo Tabun D (250.000-160.000
años), tipo Tabun C (160.000-90.000 años) y tipo Tabun B (100.000-60.000 años).
Láminas retocadas de Qesem Cave (Dibujo
R. Barkai).
60
Desde hace décadas se debate en el mundo científico sobre la naturaleza de los grupos
humanos que se sucedieron en esta región durante el Paleolítico medio. Algunos
prehistoriadores piensan que los cambios observados en la tecnología de Tabun y
otros yacimientos coetáneos podrían deberse a que cada fase o período de ocupación
corresponda a grupos diferentes de humanos que llegan en sucesivas migraciones. El
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Musteriense tipo D parece ser obra de Homo sapiens, así lo indican nuevas dataciones
de la cueva de Misliya (Monte Carmelo, Israel) en la que restos humanos tienen una
antigüedad de entre 177.000 y 194.000 años y aparecen asociados a este tipo de
industria lítica. Esto podría implicar que todos los yacimientos que presentan este
tipo de Musteriense (pero no se asocian a un tipo humano concreto por no conservar
restos de esqueletos) habrían sido ocupados también por sapiens. El Musteriense
tipo C podría corresponder a otra migración de Homo sapiens al Próximo Oriente
hace unos 160.000 años y el Musteriense tipo B sería una tecnología propia de los
grupos de neandertales que se instalan por primera vez en esta región hace unos
100.000 años, iniciando una larga y crucial etapa de convivencia con los sapiens.
El Musteriense Levantino tipo Tabun D (250.000-160.000 años)
El Musteriense Levantino tipo D se caracteriza por una producción laminar que
alcanzaría su máxima extensión entre 220.000 y 160.000 años. Se documenta en
contextos medioambientales diversos (llanura costera, zona mediterránea y zonas
marginales semi-áridas). Entre los yacimientos donde las producciones laminares
son importantes se pueden nombrar las industrias Hummaliense de Hummal Ia y
Nadaouiyeh en Siria; las industrias de Douara IV también en Siria, las de Tabun IX,
Hayonim E base y F, Abou Sif, Rosh Ein Mor, Nahal Aqev y Misliya en Israel y la de Ain
Difla en Jordania.
Este amplio y rico conjunto reagrupa industrias que presentan variaciones tanto
en los métodos de obtención de las láminas, como en el tamaño de las mismas
(desde grandes láminas a laminitas) y los tipos de útiles retocados. Globalmente se
caracterizan por la coexistencia de dos cadenas operativas (proceso seguido para
obtener los útiles) independientes: producción de herramientas variadas a partir
de láminas y producción de múltiples útiles a partir de lascas Levallois (el término
Levallois engloba diversos métodos de fabricación de herramientas talladas típicas
del Paleolítico medio). La industria laminar, considerada durante mucho tiempo como
resultado exclusivo de los métodos Levallois, aparece en realidad diversificada. Junto a
Raederas tipo Quina de Qesem Cave (Dibujo
R. Barkai).
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sistemas Levallois para soportes alargados como láminas y puntas se han identificado
sistemas de débitage unipolar o bipolar (extracción de láminas en una sola dirección o
en dos direcciones opuestas) “de tipo Paleolítico superior” que L. Meignen ha definido
como “sistema Laminar” para diferenciarlo del “sistema Levallois”.
Los dos grandes sistemas de débitage coexisten en varios yacimientos y son por tanto
sincrónicos. Las diferencias en los útiles son en realidad debidas a una elección en
cada sitio. Según estos datos, la antigua propuesta de una sucesión cronológica entre
“producción en un sistema Laminar” y después “producción de láminas Levallois”
no puede mantenerse sino que esta variabilidad del Musteriense tipo D se debería
a un fenómeno de coexistencia de grupos humanos que se decantan por tendencias
técnicas diferentes para lograr un mismo objetivo: los soportes alargados o láminas.
Láminas y puntas Levallois del Musteriense
Levantino de tipo Tabun D de Ain Difla,
Jordania (Monigal, 2002).
Industria del Musteriense Levantino tipo
Tabun C de Qafzeh, Israel (Bar-Yosef 2000).
62
El Musteriense Levantino tipo Tabun C (160.000-100.000 años)
Entre el final del Pleistoceno medio y el inicio del Pleistoceno superior los yacimientos
se localizan a menudo en zonas de estepa y sus industrias se caracterizan por la
producción de lascas ovalares y rectangulares, con menos presencia de soportes
laminares que en la facies precedente. Los útiles se obtienen con métodos de
talla Levallois siguiendo esquemas variados. Predominan las raederas y las puntas
aparecen sólo de manera ocasional. Se ha documentado en el nivel C de Tabun,
en Hayonim, Dederiyeh, Hummal, Misliya, Ras el Kelb, Qafzeh y Skhul entre otros
yacimientos. En estos dos últimos enclaves las producciones Levallois se convierten
prácticamente en exclusivas y más específicamente entre los 130.000 y los 80.000
años aproximadamente, fase en la que la tradición laminar no tiene continuidad y
la talla se orienta a la obtención de lascas Levallois anchas. Es interesante remarcar
que los hombres anatómicamente modernos de las cuevas de Qafzeh y Skhul fueran
los autores de estas producciones casi exclusivas de lascas, hecho que entra en
contradicción con la idea emitida durante mucho tiempo de que las producciones de
láminas eran el signo identificador el hombre moderno.
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El Musteriense Levantino tipo Tabun B (100.000-50.000 años)
Las herramientas más típicas son ahora las puntas Levallois de base ancha, obtenidas a
partir de núcleos de lascas. También se fabrican utillajes sobre láminas y herramientas
diversas sobre lascas . Son varios los yacimientos que conservan restos de neandertales
asociados a esta industria, como por ejemplo Dederiyeh, Amud, Kebara, Shanidar
o Tabun, aunque en otros muchos sitios donde aparece esta tecnología no se han
recuperado restos humanos. A partir de los 75.000-70.000 años, el Musteriense
final se caracteriza por la producción de lascas Levallois con una tendencia global
de módulos bastante alargados. También se documentan producciones laminares en
algunos lugares. Destaca el uso de pegamentos como el bitumen para el enmangue de
puntas de armas (lanzas) y otras herramientas hace unos 70.000 años en Umm el Tlel
(Siria). En general, tras una cierta diversidad observada en las fases anteriores, existe
una relativa uniformidad en los sistemas de producción lítica al final del Paleolítico
medio en el Próximo Oriente.
Industria del Musteriense Levantino tipo
Tabun B de Kebara, Israel (Bar-Yosef 2000).
El Próximo Oriente al final del Paleolítico medio: escenario de encuentro entre
sapiens y neandertales
Al final del Paleolítico medio, los restos humanos encontrados en varios yacimientos
(asociados al Musteriense de tipo Tabun D) indican que las primeras llegadas de
grupos de neandertales al Levante se habrían producido en torno a los 100.00080.000 años. A partir de esos momentos, esta región se convertiría en el escenario del
encuentro y convivencia, durante miles de años, entre sapiens y neandertales (entre
los 100.000 y los 50.000 años aproximadamente). Los estudios genéticos de los restos
fósiles evidencian que en este largo período hubo cruces y descendencia fértil entre
ellos. Fue también una época de intercambio de conocimientos técnicos, hecho que
parece tener reflejo en la relativa homogeneidad de las industrias del Musteriense
final del Próximo Oriente. En efecto, tanto sapiens como neandertales utilizaron la
misma tecnología Levallois en muchos casos, hecho sumamente interesante a nivel
antropológico, ya que nos ilustra sobre fenómenos de transmisión, aprendizaje
Punta Levallois con residuos de bitumen
en la base enmangada. Umm el Tlel, Siria
(Boëda et al 1996).
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e intercambio de conocimientos técnico-económicos entre los diferentes grupos
humanos del Pleistoceno superior. Pero es precisamente la semejanza cultural la que
ha complicado el famoso debate sobre la sucesión y/o alternancia de ambos tipos de
humanos en los yacimientos de esta región que no conservan restos esqueléticos.
Este apasionante debate todavía hoy continúa: ¿fueron sapiens o neandertales?
Útiles del Musteriense Levantino de tipo
Tabun D de Misliya, Israel (Dir: Prof. Weinstein-Evron y Prof. Hershkovitz).
Cueva de Tabun en Israel. Imagen Dan David, Center for Human Evolution and Biohistory Research. Foto:
Nature research ecology & evolution community.
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Tecnología neandertal y divulgación científica
Virginia Barciela González
Pablo Sañudo Die
En la actualidad, cuando se habla de tecnología suele hacerse en referencia a
innovaciones en diferentes campos como la electrónica, las comunicaciones o la
ingeniería. Es por ello que muchas personas se sorprenden al escuchar el concepto
de tecnología prehistórica, como si la conjugación de ambas palabras fuese, en sí
misma, una contradicción.
En realidad, el concepto de tecnología comprende un conjunto de conocimientos a
través de los cuales el ser humano, desde sus orígenes, ha controlado progresivamente
diversos elementos de la naturaleza para satisfacer sus necesidades. En el ámbito de la
Prehistoria el interés por este campo se inicia en la década de los años 50 del s. XX, con
el objetivo de ordenar las colecciones líticas y establecer secuencias tecno-tipológicas
y cronológicas que permitieran comprender mejor la economía de estas sociedades
y su contexto cultural. Numerosos programas experimentales desarrollados desde
entonces contribuyeron, también, a este propósito de forma decisiva.
Pese a que los estudios sobre las técnicas empleadas en la Prehistoria surgen en el marco
de una investigación muy especializada, en las últimas décadas se han convertido en
un extraordinario vehículo para la difusión. Diferentes programas educativos, tanto
Talleres pedagógicos de talla de industria
lítica en la Cova del Bolomor.
Visita y explicación del yacimiento en la Cova
del Bolomor.
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en el ámbito formal como informal y en diferentes niveles de educación -primaria,
secundaria y universitaria-, han puesto el foco de atención en la tecnología como vía
para dar a conocer diferentes aspectos del pasado. Por un lado, haciendo hincapié
en los modos de vida y en las transformaciones de estas sociedades y su cultura
material. Por otro, y si cabe más importante, atendiendo a las capacidades cognitivas
que hicieron posible estos cambios a través de la creación de objetos, del control de
elementos naturales como el fuego o del diseño de estrategias de subsistencia y de
ocupación territorial. Son, precisamente, estas capacidades cognitivas, similares a las
nuestras, las que nos aproximan de una forma emocional y no solo científica al pasado
remoto de otras especies de homínidos, como los neandertales que habitaron, hace
miles de años, estas tierras.
Talleres pedagógicos de talla de industria
lítica en la Cova del Bolomor.
66
El equipo de investigación de la Cova del Bolomor, siendo conscientes de esta
poderosa herramienta educativa inició, en 2009, una serie de iniciativas en el ámbito
de la divulgación, llevando a cabo Jornadas de Puertas Abiertas durante las campañas
de excavación, acompañadas de talleres de tecnología lítica y de producción de fuego,
en aquel momento desempeñados por el investigador Felipe Cuartero. Estos tímidos
inicios, continuados por algunas visitas y talleres organizados durante el verano de
2014 por el Ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna y realizados por Raül Felis, se
consolidaron en 2015, año en el que se constituye la Asociación Cultural Arqueológica
Bolomor con el objetivo de impulsar definitivamente la transferencia del conocimiento
desde las instituciones y el proyecto de investigación Cova del Bolomor a la sociedad.
A partir de ese momento han sido numerosos los esfuerzos por parte la Asociación
Cultural y equipo de investigación, del Ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna, del
Museo de Prehistoria de Valencia, de la Diputación de Valencia y de las Consellerias
de Cultura y Turismo de la Generalitat Valenciana, por crear una infraestructura que
permita las visitas y la realización de actividades en las inmediaciones de la cavidad,
si bien muchos de ellos aún no se han materializado. Lo que sí se ha consolidado es
un importante equipo humano comprometido con la función social que siempre se
debe contemplar en este tipo de proyectos. De ese modo, en la actualidad, existe
un completo programa de visitas guiadas y talleres para escolares y otros colectivos,
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que ha llevado ya a más de 25.000 visitantes a la cueva desde 2015, 10.000 de
ellos en el último año. Todos estos talleres y los contenidos que se abordan en las
visitas han sido diseñados por el equipo de investigación, basándose en unos sólidos
criterios científico-educativos, y actualmente son llevados a cabo directamente por
los miembros del equipo Pablo Sañudo, Luis Zalbidea, Isabela Oltra y Juan Sánchez,
garantizando la calidad, el rigor y la actualización de la información que se transmite.
Además, dichos talleres se fundamentan en la experimentación y la observación, en
un momento en el que parece que son precisamente nuestras modernas tecnologías
las que, cada vez más, nos alejan del contacto directo con los objetos.
En esta misma línea, y con el ánimo de aproximar al público a la faceta no solo
meramente tecnológica sino “humana” de estas sociedades prehistóricas, el equipo
de investigación diseñó en 2016 una actividad nocturna en la cavidad: Una noche
en un campamento neandertal. Se trata de una forma diferente de conocer el
yacimiento a través de una narración en off que describe una escena teatralizada
en la que el espectador observa las diferentes técnicas de talla de sílex, enmangue
de herramientas, cocinado de alimentos, trabajo de las pieles o producción del
fuego que son realizadas por un grupo de neandertales recién llegado a la cueva. Al
mismo tiempo, el discurso atiende a otros aspectos más intangibles pero a los que la
investigación nos aproxima, tales como el número de individuos que conformaban los
grupos, la mortalidad, las estrategias de caza y supervivencia o la temporalidad de las
ocupaciones humanas en la cueva. Esta actividad, que se realiza solo en los meses de
mejores condiciones climáticas, es una de las más solicitadas por los visitantes.
La importancia de la difusión del conocimiento también se vio plasmada en 2015
en el libro de divulgación científica La Cova del Bolomor. 25 años en busca de un
tiempo perdido, publicada con motivo del 25 aniversario de las excavaciones. En
aquella ocasión, los contenidos se centraron en dar a conocer las diferentes líneas de
investigación desarrolladas, prestando más atención a la caracterización general de la
secuencia y del registro arqueológico. En este caso, con motivo del 30 aniversario, se
ha querido dar mayor énfasis a los aspectos relacionados con la tecnología, incluyendo
Representación nocturna de la vida en un
campamento neandertal en la Cova del
Bolomor.
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esta faceta educativa que pretende mostrar a un público no especialista que es
imposible entender la aparición de la cultura humana sin la técnica. Recordando las
palabras del prehistoriador Francisco Jordá (1968): “en el proceso de la hominización
[…] lo decisivo es la aparición de la capacidad transformadora del mundo exterior,
transformación que sólo es posible mediante la técnica, la cual se resuelve en el
instrumento. De ahí, el enorme interés de la investigación tipológica instrumental
y de las técnicas utilizadas para construir los primeros instrumentos, por lo que el
estudio de su sucesiva aparición es en realidad una historia de la técnica, o lo que es
lo mismo, una historia del hombre”.
Representación nocturna de la vida en un campamento neandertal en la Cova del Bolomor.
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1989 - 2019
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