Serie de Trabajos Varios 51
Cova de l'Or (Beniarrés, Alicante). Vol. I
Bernat Martí Oliver
1977
, ISBN 84-00-03592-5
978-84-00-03592-1 , 96 p.
[page-n-1]
SERV ICIO DE INVESTl GACION PREHISTORICA
DfPUTACION PROVINCIAL DE VA LENCIA
S ERIE DE TRABA/ OS VARIO S
N,lm. 51
COVA DE L' OR
(Beniarrés-Alicante)
VOL 1
BERNARDO MARTI O LlVER
con la colaboración de
RAFAE L PARDO BALlESTER y
J. M.·
SEGURA MARTI
50 AN I VER SA IU O
DE LA FUNDACION DEL SERVIC IO
DE lNVESTiGACION PREHISTOR,I CA
VALENC I A
197 7
[page-n-2]
[page-n-3]
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
OIPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
S ERIE DE TRARAJOS VAR I O S
Nllm. 51
COVA DE L' O R
(Beniarrés-Alicante)
VOL 1
BERNARDO MARTl OLIVER
con l. colaboraclón de
RAFAEL PARDO BALlESTER y ,. M.· SeGUR A MARTI
50 ANIVERSARIO
DE LA FUNDACION DEL SERVICIO
DE INVESTIOACIOH PREHI8TORICA
VALEN C IA
1977
[page-n-4]
DIPUTACION PROVINCIAL DE VALfNClA
-
INsnruCION ALfONSO EL MACWANIMO
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
SECClON DE PREHISTORIA EN VAUNC1A DEL PATRONATO SAAVEORA fAJARDO DELC.SJ.C.
SERIE DE TRABAJOS
VARIOS
Núm. 51
© de la edición digital: Museu de Prehistòria de València, 2012 -- ISSN 1989-0540
4117r...
Edllo,I.1 F. oam.M<:II, S. A.
101." 31
V.I.nc~
[page-n-5]
PROLOGO
La Cova de rOr, uno de los más importantes yacimientos neolíticos
del Mediterráneo o-:cidental, descubierta para la ciencia en. 1933 pQT don
Rafael Pardo Ballester, con la colaboraci6n del perro "Pusero", ha sido.
en est08 últimos años, reiteradamente mencionada por 108 investigadores
aunque, paradójicamente, no se ha.ya publicado heuta la fecha ningún
estudio de conjunto sobre su contenido arqueológico.
86w noticias sueltas o reducidos estudios monográficos sobre alguna
detenninada faceta del yacimiento, eran 108 puntos de apoyo de que
disponían los arqueówgos para referirse a tan trascendental cueva, no
obstante contarse con múltiples y riquísimos materiales loorados en las
prospecci
aficionados 11 a las seis campañas de metódicas excavaciones llevadas a
cabo hasta la fecha por el Servicio de Investigci6n Prehistórica de la
Diputación de Valencia.
Por esta raz6n, y previamente a la pr6xima aparición de los volúmenes
en los que se estudian, por los señores San Valero, Pascual Pérez 11 Martí
Oliver, los rcltUltados obtenidos en los trabajos del S. l . P. , se ha considerado conveniente dar a la estampa este volumen preliminar en el que se
recoge todo el material de las prospecciones 11 exploraciones de los señores
Pardo 11 Pascual; de las catas efectuadas por unos aficionados 11 los
objetos recuperados por don Antonio Sancho. Todo este conjunto, aunque
carente de una estratigrafia. que lo avale cienti/icamente, es de indudable
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valor e 1nterés para los estudwsos. tanto en si, por BU variedad V riqueza,
como por servir de información pretria. a la. próxima. publicación de las
excavaciones del S.I. P.
El nutor de este volumen, Bernardo Ma.rti Oliver, antiguo becario del
C. S.I. C., profesor del Departamento de Arqueología. de la. Universidad
de Valencia V colaborador del S.I. P., buen conocedor de la problemática
del neolftico valenciano, como bien lo prueba la primera parte del presente
libro, ha realizado una larga y agotadora labor de búsqueda e identifica~
ci6n de todo el material que aqui se estudia, tarea en la que ha contado
con la ayuda de los señores Pardo 11 Sancho, 11 de José María. Segura
Martí, del Museo de Alcoy, quien ha prestado su muy eficaz colabora..ción, tanto en los trabajos de gabinete como en los de campo. A todos
ellos, el sincero agradecimiento del S.I. P.
Queremos resaltar, en el planteamiento que del N eolitico valenciano
1uue Marti Oliver, en las páginas que siguen, varias cuestiones Que creemos fundamentales y que vienen a corregir algunos errores Que, por
inercill, han ido repitibldose en las publicaciones sobre el tema, entre
ellas. 11 como las más importantes, están la. reiterada negativa a la. aparición de enterramientos en la. Cova de la. Sarsa, no obstante señalarse en
ella, desde antiguo, el hallazgo de restos humanos; la trránea atribución
al N eolitico de la Sars4 de las puntaa de flecha, que no encontram08 en
ella, '11 si, muy escasamente en. l'Or, cUrruk deben. corresponder, lo más
probable, a un momento de transición al Eneolítico; y la inexistencia. de
cerámica con decoroci6n cardial en la Cueva de la Coci1Ut. Tres cue,""
none8 que M:n de tenerse en cuenta, por 8er de la mayor importancia..
para el estudio del origen y desarrollo del Neolítico valenciano.
y terminamos estaa líneas con un recuerdo entrañable para el que fue
gran amigo y modelo de excavadores, Vicente Paacual Pérez, quien desde
BU puesto de director del Museo de Alcoy. tanto bien hizo por la. arqueología y tanto 8e interesó por salvar el rico yacimiento de la Cova de rOro
El pre8ente volumen 'Y los qau en lo sucesivo publique el S . I. P. sobre
este yacimiento, as{ como las futuras campañaa de excavacionu, está?!
dedicados, en testimonio tU admiraci6n y afecto, a su memoria.
D. FLETCHER
Director del S . l . P.
[page-n-7]
1
lNTRODUCCION
La Cova de I'Or se encuentra en el término munieipal de Beniarrés.
provincia de Alicante, en la partida denominada de cLa Barcella». Se
halla enclavada en las estr ibaciones sur-orientales de la Sierra del Benicadell, en la divisoria entre las provincias de Alicante y Valencia, a unos
650 metros sobre el nivel del mar y dominando el valle del Serpis o Ríu
d'Alcoi que, en las proximidades del yacimiento, se encaja en el estrecho
de Lorcha abriéndose paso hacia la zona de Gandía. La Sierra del Benicadell, junto a las de Onteniente y Agullent. forman una alineación caliza,
con una dirección SO-NE, que constituye el extremo oriental de las
montañas beticolevantinas (fig. 1) .
Tal como puede observarse en el plano de la cueva, se trata de una
cavidad amplia orientada de SO. a NE. Abierta en un estrato calizo,
posee un vestibulo que da paso a una gran sala en cuya parte final el
descenso del techo de la cueva y su estrechamiento forman una grieta, con
evidentes señales de paso de agua (véase Plano, Sección G-H) . En dicha
grieta se encontraron abundantes materiales en superficie, producto del
arrastre de las tierras. Esta gran sala queda iluminada en su primera
mitad y presenta grandes bloques de desprend imiento, especialmente en
su parte central. En gener al, su inclinación es poco pronunciada (véase
Plano, Sección A-B) . A la derecha de la entrada existe otra pequeña sala,
limitada por una gran columna, que posee una perforación en su techo,
posiblemente artificial (véase Plano, Sección C-D y G-H) .
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[page-n-10]
Sección A-S
-A-
SecciÓn e-D
Sección
Sección
E-F
G-H
[page-n-11]
COVA DE L'OR
9
Las primeras noticias sobre el yacimiento fueron dadas por Almarche (1) quien habla de una Coveta de l'Or situada en la partida del Cercat,
en el término municipal de Gayanes, donde R. Vicedo había encontrado
numerosos restos de cerámicas prehistóricas. Se trata, al parecer, de un
error en la localización del yacimiento dado que el propio Almarche se
refiere también a otra pequeña cueva del término de Gayanes, cuyo nombre omite, en la que se encontraron algunos enterramientos y objetos,
entre ellos un C3.nutillo de 01'0. Esta última cueva es, en realidad, la
Coveta de 1'01' de Gayanes mientras que la anterior debe corresponder a
la Cova de 1'01' de Beniarrés.
Vicedo, por su parte, habla de una Coveta de 1'01' en el Benicadell
como la única destacable en el aspecto geológico de dicha zona; ello no
puede coincidir en absoluto con la de Gayanes, de muy reducidas dimen siones (2). La confusión se explicaría por la proximidad de ambos
yacimientos, en términos municipales colindantes, sin excluir la posibilidad de que una diera el nombre a la otra, explicando así el término
ccoveta» con que se la denomina en ocasiones y que no corresponde a sus
dimensiones.
Sería en 1933 cuando Rafael Pardo Ballester localizaría definitivamente el yacimiento, dando noticia de su situación e importancia. Cuenta
R. Pardo cómo, indagando noticias sobre yacimientos prehistóricos de
la zona, un vecino de Beniarrés le dio los detalles necesarios para su localización, recomendandole dos cosas: primero, que poco antes del amanecer
estuvieran situados en lo alto de la divisoria de las provincias de Valencia
y Alicante, en la denominada Serra de Salero; y, segundo, que llevaran
consigo algún perro de caza y golpearan las matas de monte bajo que por
allí constituian la vegetación: jaras. mirtos. aliagas, zarzas, enebros y
algún madroño, con la finalidad de mover algún conejo de monte que iría
a refugiarse a la cueva dada la escasez de madrigueras practicables en dicho
monte. Tal fue el procedimiento seguido, descubriéndose la cueva por el
agujero que tiene el techo ya que su entrada se encontraba disimulada en
un sotillo poblado de matas de lentisco (3).
R. Pardo emprendería la investigación del yacimiento realizando dos
catas exploratorias durante el verano de 1933 y visitando la cueva con
(1) F. ALMARCHE: cLa antigua civilización ibérica en el Reino de Valencia.»
Valencia, 1918, pág. 117.
(2) R. VICEDO SAN FELIPE: ",Historia de Alcoy y su Región.» Alcoy, 1922,
pág. 19, nota (2).
Para los problemas relativos a la Coveta de l'Or de Gayanes, véase: E. PLA: cEl
"Sercat" de Gayanes (¡\.licante).» Comunicaciones del S. I. P. al I Congreso Arqueológico del Levante Español. Trabajos Varios del S. l. P., 10, Valencia, 1947. pág. 35.
(8) Carta de don Rafael Pardo a don Domingo Fletcher. Archivo del S. l. P .
2
[page-n-12]
10
BERN'AROO MARTI
este motivo L. Pericot y S. Espí, sub-director y capataz respectivamente
del Servicio de Investigación Prehistórica (4) . Estas catas fueron denominadas «Cata de la Entrada. y «Cata del Fondo», depositándose sus materiales en el Museo del S. r. P. de Valencia. Años más tarde, en 1936, el
propio R. Pardo realizaría una nueva excavación, mucho más amplia,
denominada . Cata Principal. cuyos r esultados ponían de manifiesto la
riqueza del yacimiento (5).
Tras el descubrimiento y estos primeros trabajos, sería Vicente Pascual quien mayor atención dedicara al yacimiento. A través de numerosas
visitas, V. Pascual fue recogiendo una importante colección de materiales. provenientes fundamentalmente de la exploración de las grietas, que
serian depositados en el Museo Arqueológico Municipal de Alcoy. Estos
hallazgos motivarían directamente el inicio de las campañas de excavación por parte del Servicio de Investigación Prehistórica. La primera campaña fue realizada en 1965, estando al frente de los trabajos J. San Valero y V. Pascual. En 1956, 1957 Y 1968 se realizarían otras campañas
bajo la dirección de V. Pascual (6).
Los resultados de las campañas de excavación, cuyos materiales fueron
depositados en el Museo de Prehistoria de Valencia, pondrían de manifiesto la riqueza e importancia de la Cova de l'Or, sin Jugar a dudas el
yacimiento neolitico más importante de la Región Valenciana.
Posteriormente se realizari~ el estudio de sus restos de cereales y
su datación por el método del C.14 (7) , que permitían situar en el V milenio los ricos materiales neolíticos valencianos. Durante estos años, el
estudio de sus materiales y el paralelo desarrollo de las investigaciones
sobre el Neolitico en el ámbito del Mediterráneo occidental indicaron la
conveniencia de continuar las excavaciones a la vez que se iniciaba la publicación del yacimiento. Así pues, en 1975 el Servicio de Investigación
(4) Comunicación de -:Ion Rafael Pardo en N. P. GOMEZ SERRANO: eSecc.i6
d'Antropología i Prehistoria. Resumen deis treballs de la Secci6.JJ Anales del Centro
de Cultura Valenciana, VIII, núm. 24, Valencia, 1935, págs. 185-186.
l . BALLESTER : eLa Labor del S. l . P. y su Museo en el pasado ano 1934.JJ
Separata de la Memoria de Secretaria. Diputad6n Provincial. Valencia, 1985.
(5) Comunicad6n de don Rafael Pardo en N.P. GOMEZ S ERRANO : cSecció
d' Antropología i Prehistoria. Resumen dela treballa de la Seeei6.» Anales del Centro
de Cultura Valenciana, 2,' época, IV, núm. 6, Valencia, 1943, págs. 92-97.
(6) E. PLA : eActividades del S. l. P. (1956-1960),'f Archivo de Prehistoria Levantina, IX, Valencia, 1961, págs. 211-253.
(7) H. SCHUBART y V. PASCUAL : eDatación por el e.u de los estratos
con cerámica cardial de la Coveta de 1'0r.» Archivo de Prehistoria Levantina, XI,
Valencia, 1966, págs. 45-51.
M. HOPF : cTriticum monococcum L. y Triticum dieoccum Schübl, en el NeoJitico antiguo eapañol.» Archivo de Prehistoria Levantina, XI, Valencia, 1966,
págs. 58-73.
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COVA DE L'OR
II
Prehistórica reanudaba los trabajos bajo la dirección de V. Pascual con
la colaboración de B. Martí, continuándose por éste en 1976 (8).
Con el presente volumen se inicia la publicación de los materiales del
yacimiento. Este primer volumen recoge lo que podíamos llamar materiales dispersos, esto es, aquello'!' que no proceden de las seis campañas
de excavación. Aunque dichos materiales no poseen estratigrafía la entidad del conjunto es importante y bastante representativa del conjunto
total. Sucesivamente se darán a conocer las campañas de excavación a fin
de que, en breve plazo dE: tiempo, la Cova de I'Or pueda contribuir al
conocimiento de nuestro Neolítico.
(8) D. FLETCHER;
Tirada aparte de la Memoria presentada por la Secretaria General. Diputación
Provincial, Valencia, en prensa.
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[page-n-15]
II
LA COVA DE L'OR y EL NEOLlTICO VALENCIANO
l.-WS INICIOS DE LA INVESTIGACION.
Los estudios sobre el Neolítico valenciano van estrechamente vinculados a dos yacimientos de gran riqueza : la Cova de la Sarsa (Bocairente.
Valencia) y la Cova de rOro AWlque esta última aparece en la bibliografía
desde 1933, como ya hemos visto, la valoración de su importancia no llegará hasta el inicio de las campañas de exacavaci6n en 1955; por ello,
todas las consideraciones sobre el Neolítico valenciano, hasta los años 60,
tendrán como punto de referencia a la Cova de la Saraa cuya excavación
iniciará alrededor de 1928, F . Ponsell.
Las primeras noticias sobre ésta fueron dadas por Ballester en 1928,
calificándola de enterramiento eneolitico con cerámica cardia!. «La atribución de esta cerámica al eneoJítico es bien fundada. A tal conclusión
se ha llegado en lo que respecta a las cuevas montserratinas con vasos
cardiales, gracias a los cuchillos de silex y a la cerámica almeriense y
con relieves halladas, iguales aquellos a los de los sepulcros megaUticos
catalanes y ésta a la encontrada en las cuevas de la misma región, en
[page-n-16]
"
las que suele darse también la del
BERNARDO MARTI
vaso campaniforme. (9) . El propio
Ponsell suscribiría este punto de vista precisando que el hallazgo de
r estos humanos sugería que la cueva había sido utilizada, al menos parcialmente, como cueva sepulcral (10). Desde aquí, el yacimiento emprendería un largo peregrinar por las distintas sistematizaciones del Neolí·
tico peninsular e, igualmente, seria un yacimiento fundamental en la
discusión de las distintas facies del Neolítico valenciano. Con estas premisas y ante los escasos materiales encontrados por Pardo, en la prospección de 1938, no sorprende que la Cova de I'Or fuera considerada inicialmente como otro yacimiento eneolítico (11) .
Por r azón de su gran riqueza cerámica, la problemática del Neolitico
valenciano va e8trecham~nte ligada a la de la cerámica cardial cuya
importancia se acrecienta continuamente desde la publicación de las cuevas de Montserrat (12). La cerámica cardial se atribuye inicialmente
al Eneolitico y su problemática se relaciona con la especie del vaso campaniforme. Bosch la incluye dentro de la Cultura de Salamó, cultura
que se extendería por el sur de Cataluña, Bajo Aragón y Valencia, como
una manifestación de la Cultura de las Cuevas del nordeste de la Peninsula. e Una varietat curiosa de la cerámica de la Cultura de Salamó a
Catalunya és la decorada amb impressions de cArdium, que abunda extraordinAriament al Montserrat, formant moUus molt bells que sovint omplen
tot el vas; tiembla pero, una cosa estesa per tota la cultura d'Almeria,
perque es troba també a les coves de la provincia de Castelló, a la provincia de Valencia i fins a la mateixa provincia d'Almeria (Velez Rubio).
no mancant tampoc a l'Africa ~ (13). Bosch cree que la decoración cerámica
progresa hacia tipos de mayor perfección técnica, lo que supone una cronología pos~erior para la artística ornamentación hecha edesentrrollant
molt la técnica de la incisió, amb un puntxó j potser ádhuc amb una petxina. (14).
Pericot introduce algunas modificaciones en el esquema de Bosch y
distingue en el Circulo central o de las Cuevas, un grupo Septentrional
(9) J. BALLESTER: eUnas cerámicaa interesantes en el valle de Albaida.1I
Cultura Valenciana, 111, c· 8/ 4, Valencia, 1928, pág. 20.
(10) F. PONSELL: «La Cova de la Saraa (Bocairente).1I Archivo de PrehistoOrla Levantina, 1, Valencia, 1929, págs. 87-89.
(11) BALLESTER, op. cito nota 4, págs. 11- 12.
(12) J . COLOMINAS: ePrehistoria de Mont.serrat.. Monut.erio de Mont.senat, 1925.
(18) P. BOSCH: eEtnologfa de la Penlnsula Ibérica.• Ed. Alpha, Barcelona, 1982. pág. 160.
(14) BOSCO, op. cito nota 13, pág. 74.
[page-n-17]
COVA. DE L'OR
15
y otro Meridional (15) . Dentro de éste último, haciéndose eco de los
estudios de Gómez Moreno (16), sitúa el .circulo de la cerámica eneolítica
con decoración cardiaI y pin tada»; en él se distinguiria una zona especialmente rica en cerámica incisa con pintura roja: las tierras altas
andaluzas, mientras que la cerámica cardia1 se encuentra en el grupo de
cuevas de Montserrat, Can Pascual, Cartanya, La Sarsa, etc. Por lo que
se refiere a este último yacimiento, Pericot señalaba cómo en la Sarsa
aparecian cerámicas emparentables a las pintadas de rojo y con incrustaciones del mismo color en la decoración, sobre las que habia llamado la
atención Gómez Moreno. Ello induciría a Ballester a publicar en 1935 dos
pequeños vasitos de la Sarsa con decoración cardial, pintados de rojo
carmin en el interior y con incrustaciones del mismo color en el exterior (17).
Tras la simplificación de Martfnez Santa-Dlalla, La Sarsa y yacimientos afines se incluyen en su Neolitico reciente, dentro de la Cultura Hispano-Mauntuna (18) . Aunque era notoria la importancia de la cerámica
cardial, el problema estribaba en la falta de secuencias estratigráficas
que permitieran precisar su relación con el resto de las cerámicas neoIiticas. Por ello, entre los numerosos yacimientos citados por San Valero
en sus .Notas para el estudio de la cerámica cardial de la Cueva de la
Sarsa» (19), era especialmente importante el de IR Esquerda de les Roques
de El Pany (Torrelles de Foix, Barcelona) (20), por ofrecer una secuencia
estratigráfica que dilucidaba la relación entre la cerámica cardíal y el
vaso campanifonne. cEI fenómeno cardía!, con sus características propias y con las limitaciones que el determinismo geográfico impone...• puede estimarse como un importante elemento de comprobación de las etapas
neoliticas : neolítico antiguo o mesolítico; medio o hispano-mauritánico, al
cual perteneceria, y final o ibero-sahariano, con útiles ya de cobre... El
vaso campaniforme es claramente posterior a la cerámica cardiab (21).
(15) L. PERICOT : .La Espafia primitiva y romana», en ",Historia de Eapafia».
Instituto Gallaeb, vol. 1, Barcelona. 1984, 2.' ed. 1942, 608 pág.
(16) M. GOMEZ MORENO: d..a cerámica primitiva ibérica.» Homenagem a
Martins Sarmento. Guimaraes, 1933, págs. 125-136.
(17) BA.LLESTER, op. cito nota 4, pág. 14.
(18) J. MARTINEZ SANTA OLALLA: ",Esquema paletnol6gico de la Penfnsula IMrica.» Corona de Estudios de la Sociedad Eapafiola de Antnlpologl.a, Etnografía y Prebistoria, Madrid, 1941, págs.. 141-1.6.
(19) J . SAN VALERO : ",Notas para el estudio de la cerámica cardial de la
Cueva de la Sarsa.» Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropologl.a,
Etnografía y Prehistoria, XVII, Madrid, 1942, págs. 87-126.
(20) M, ORIVE : ",L'Eaquerda de les Roques de El Pany (Penedét).» Anuari
de I'lnstltut d'Eatudis Catalaru, VIJI. Barcelona, 1986, pAga. 19-5S.
(21) SAN VALERO, op. ciL nota 19, pig. 122-123.
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16
BERNARDO MARTl
2._EL PROCESO DE NEQLITlZACION y LAS DISTINTAS FACIES DEL
NEOLlTICO DE LA REGlON VALENCIANA.
El profesor San Valero sería el principal defensor de la mayor antigüedad de la cerámica tardial señalando que, con respecto a las familias
cerámicas del Neolítico Hispánico «contra la común tendencia progresista de atribuir al Eneolítico cualquier cerámica de aire más perfecto.
partimos nosotros dE) un criterio cultural repetido hasta la saciedad: que
la tosquedad no es indicio seguro de mayor antigüedad» (22). Tales palabras cobraban sentido ante las observaciones que habia formulado Pericot
a propósito de la Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia) en la que tendríamos cun momento final seguro para la ocupación de la cueva, el
Neolítico iniciaJ:. cuya cerámica ecreemos que nos da con seguridad los
tipos de las primeras cerámicas peninsulares de formas sencillas y decoración rayada, con tipos de surcos diversos y de relieves incisos:. (23) .
Con ello Pericot matizaba sus opiniones anteriores formuladas a propósito de los niveles superiores de la Cueva del Parpalló (Gandia, Valencia) :
la Cueva de la Cocina sería el yacimiento que epodria damos las etapas
de cultura levantina que siguieron al abandano del Parpalló y llenarla
el vacío hasta los primeros tiempos neolíticos, a los que deben corresponder los abundantes trapecios y triángulos y puntas de filo transversal
de la Cova de l'Or de Beniarrés:. (24).
Se planteaba así uno de los problemas más interesantes del Neolítico
valenciano, el de sus distintas facies, que hoy todavía sigue en pie. A
propósito de la Covacha de Llatas (Andilla. Valencia) Jordá y Alcácer,
teniendo en cuenta las opiniones de Pericot y San Valero, se inclinaban
por distinguir un Neolítico Inicial de Montaña con dos facies : cuna, que
domina en las montañas cercanas a la costa, con cerámica cardia!...; otra,
más estrechamente ligada a un medio mesolítico. originada en el área
montañosa que comprende el reborde oriental de la Meseta , sin cerámica
cardía!.... ligeramente más tardía que la anterior:.. (25).
Poco después, en 1950, aparece el estudio de San Valero sobre la Sarsa (26). a la que califica como econjunto típicamente neolítico de la facies
(22) J . SAN VALERO: cEI NeoUtico español y sus relaciones.}) Cuadernos
de Historia Primitiva, 1, Madrid, 1946, pAgo 21.
(23) L. PERICOT: cLa Cueva de la Cocina (Dos Aguu).» Archivo de Prehistoria Levantina, JI, Valencia, 1945, p.6ga. 61-62.
(24) L. PERICOT: «La Cueva del ParpaI16.» Consejo Superior de Inveatigaciones CientlCicu, Madrid, 1942, págs. 276-277.
(25) F. JORDA y J . ALCACER: cLa Covacha de Llatas (Andilla).» Prólogo
de 1.. PERICOT. Trabajos Varios del S. l. P ., 11, Valencia, 1949, pig. 14.
(26) J . SAN VALERO: c:La Cueva de la Saraa (Boca.irente, Valencia).» Trabajos Varios del S. l . P., 12, Valencia, 1950, 100 pig.
[page-n-19]
COVA DE L'OR
17
hispano-ma uritana:.. Examina las distintas sistematizaciones del Neolítico peninsular elaboradas hasta el momento y puntualiza el esquema de
Martinez Santa-01alla llamando Mesolítico a su Neolítico antiguo; con
r especto a las tesis de Pericot, Jordá y Alcácer, opina que Cocina y Llatas
son posteriores a la Sar sa y propone par a ellas la denominación de NeoIitico marginal, atribuyendo una prioridad cronológica a la faci es de las
montarías costeras con cerámica cardial, como la Sarsa, cuya cultura
hispano-mauritana se iría empobreciendo a medida que nos internamos
hacia el centro peninsular.
No debe olvidar se que, a estas lineas de discusión aparentemente sencillas, subyacen problemas mucho más amplios que contemplan, de UD:.\
parte, los distintos conj untos de materiales, y, de otra, la valoración de
los procesos de düusión y evolución. Por ello, su presentación esquemática
aquí no debe en mascara r la complejidad real de los distin tos puntos de
vista.
Fletcher retoma en 1953, partiendo del esquema de Martinez San taOlalla, los problemas relativos a los momentos iniciales del Neolítico de
la Región Valenciana dentro de las dos grandes etapas señaladas para
el pleno Neolítico español. Analiza la r elación entre la cerámica cardial
y los s ilex tra¡>ezoidale'i y propone distinguir t res zonas, representativas
de otras tantas facetas : la faja costera, donde como «en la zona costera
de la comarca de Ga ndía, se encuentra cerámica cardia! en diver sos yacimientos, tales como Rates Penaes, Maravelles, Mallaetes, etc., sin que
vaya acompañada dI:: los pequeños útiles de sílex de (orma trapezoidal:.;
mientras que «en los montes del interior de la región, en las cuevas de
Cocina y Llatas, aparecen los sílex de forma trapezoidal j unto con cerámica incisa, desconociéndose hasta ahora la cardia!:.: por último, habrra
un a zona mixta, de contacto entre las dos extremas, a la que corresponderl"a la Sarsa y 1'01' «en la que parece ser que la cerámica cardial forma
conjunto con los sílex trapezoidales y con la cerámica incisa:. (27).
E n el mismo año, J ordá aborda nuevamente el problema. Para él, «si
aceptamos la correspondencia del Epigravetiense III de f acies costera
(tipo Mallaetes), con el Epigravetiense In de fac ies geométrica (tipo
Cocina, nivel inferior o III según Pericot). nos encontramos con que
el nivel 11 o medio de la cueva de la Cocina, puramente mesolitico, discurrida paralelo al Neolitico de faci es cardial, que como hemos dicho se
superpone directamente al E pigravetiense IU de facies costera. Ello noS
(27) D. FLETCHER : «Avances y problemas de la Prehietoria vale nciana en
1011 últimos veinticinco añoa.l) Analea del Centro de Cultura Valenciana, 2.' época,
XIV, núm. 31, Valencia, 1953, pipo 8-36.
3
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18
BERNARDO MARTI
llevaría a la conclusión de que el Neolítico con cardia! tiene una prioridad
cronológica respecto del Neolítico con microlitos» (28).
Poco después, Fletcher puntualizaria las consideraciones expuestas anteriormente acerca de la relación existente entre la cerámica cardial y
los silex trapezoidales dentro del complejo hispano-mauritánico, inclinándose por admitir el sin
Hasta este momento se había supuesto una difusión terrestre cuyo
punto de partida inmediato, por lo que a la Península Ibérica se refiere,
era Africa. Basta para comprender la enorme influencia de Africa el fjjarse en la nomenclatura adoptada para las culturas peninsulares. Esta
hipótesis erl'l una dE las premisas fundamentales para la investigación
prehistórica peninsular: de ahí la gran importancia de estos años en los
que, poco a poco, nuevos planteamientos irán matizando la importancia
del continente africano (30).
Por lo que se refiere concretamente al Neolítico, será en 1956, con la
publicación por Bemabó de la segunda parte de su estudio sobre el yacimiento de Arene Candide (31), cuando el papel preponderante de Africa
dejará paso a la hipótesis de una influencia directa del Mediterráneo
oriental mediante una difusión marítima y por ende, fundamentalmente
costera.
Para Bernabó, el origen del Neolítico del Mediterráneo occidental
debe buscarse en el Próximo Oriente donde se encuentran los tipos cerámicos que lo caracterizan. No parece verosímil una propagación terrestre
desde la zona sirio-anatólica al norte de Afríca porque falta esta cultura
con cerámica impresa en Egipto. Por ello, el Neolítico norteafricano sólo
podría relacionarse con el sirio-anatólico a través de una difusión marí.
tima mediterránea )t, si ello fuera, no habría ninguna razón para que
no hubiera llegado en el mismo tiempo a la costa italiana meridional, a
(28) F. JORDA: cNotas sobre Jos comienzos del NeoJltico en nuestra Penlnsula.»
Archivium, 3, Oviedo, 1953, pág. 267.
(29) D. FLETCHER: cLa doble faceta del NeoJltico hispano-maurltano en la
Regi6n de Valencia.» IV Congreso InternacioRal de Ciencias Prehistóricas y Protohil3tóricas (lIbdrid, 1954), Zaragozs, 1966, págs. 415-417.
(30) L. PERICOT: cSobre el problema de las relaciones preneollticas entre
España y Marruecos.» 1 Congreso Arqueol6gico del Marruecos Español. Tetuán
(1953), 1954, págs. 67-66.
P. BOSCH: cLa cultura de las cuevas en Africa y en España y sus relaciones.))
1 Congreso Arqueológico del Marruecos Español. Tetuán (1953), 1954, págs. 139-154.
L. BALOUT: . Préhistoire de l'Afrique du Nord. Essai de Chronologie.ll Parls,
1955, 544 pág.
M. T ARRADELL: e Una hipótesis que se desvanece: el papel de Africa en la.!!
rafees de los pueblos hispánicos.» Homenaje a J. Vicens Vives, Vol. 1, Barcelona, 1965,
págs. 173-181.
(31) L. BERNABO BREA : cGli seavi nella caverna delle Arene Candide.
Parte 1. Gli strati con ceramiche.ll Vol. 1, Bordighera, 1946; vol. n, Bordighera, 1956.
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COVA DE L'OR
19
Sicilia, Liguria, Provenza O España. De hecho, señala Bernabó. la cerámi·
ca impresa, que caracteriza el nivel inferior de Arene Candide o Neolítico
Antiguo, se encuentra en toda la cuenca mediterránea occidental correspondiendo siempre, en los yacimientos de estratigrafía conocida, al nivel
neolitico más profundo.
La cultura con cerámica impresa de la Peninsula Ibérica es dividida
en dos facies de acuerdo con su decoración característica: Levante y Cataluña con cerámica cardial, en tanto que, en la parte meridional, la cerámica presenta decoraciones incisas o impresiones no cardiales. Sin
embargo, el propio Bernabó se muestra indeciso ante la dicotomia representada pol' los yacimientos como Cocina y Llatas, de una parte, y los
yacimientos con cerámica cardial como la Sarsa, de otra.
La importancia del estudio de Bernabó es grande por cuanto va a
marcar la dirección a seguir por la investigación. Sus planteamientos, así
como la nueva visión de la prehistoria norteafricana, se incorporarán
a la bibliografia peninsular a partir de 1959 con el trabajo de Tarradell
.Problemas NeoUticos» (32), en el que presenta una nueva visión de lo
que denomina Cultura de las Cuevas con cerámica decorada, siguiendo
la terminologfa propuest&. por Bosch, en la que distingue cuatro zonas:
Cataluña, Valencia, Andalucia y Portugal. Todo ello se reflejada en su
sintésis sobre el País Valenciano (33), donde muestra el contexto peninsular y extrapeninsular del Neolítico valenciano, si bien la dualidad representada por los yacimientos de Cocina y Sarsa, antes aludida, se
plantea en términos idénticos a 105 ya expuestos.
Las relaciones neolíticas peninsulares con el Mediterráneo oriental
serian puestas de manifiesto por los llamados .toneles cerámicos neoliticos., de los que Fletcher señala cuatro en la Región valenciana: uno
en la Cova de les Maravelles, uno en la Sarsa y dos en 1'01' (34) . Estas
relaciones seguirian una trayectoria de Oriente a Occidente manifestada
en el hecho de que .Ia cerámica impresa presenta una unidad tipológica
fundamental a pesar de las especializaciones locales del Mediterráneo. (35).
(82) 101. T ARRA.DELL: eProblemas neolftiCOll.» 1 Sympoaium de Prehistoria
de la Penlnsula Ibérica. (Pamplona, 1959), Ban:elona, 1962, pip. 45-67.
(83) M. TARRADELL: eEI Pals Valenciano del Neolltlco a la Iberizaci6n.»
Anales de la Universidad de Valencia, 35, Valencia, 1963, 214 pi,.
(34) D. FLETCHER: eToneles eerimicoa neolltiCOll.» VII Congreso Nacional
de Arqueologla, Barcelona, 1961, páp. 148-161.
D. FLETCHER: .Nuevos datos sobre las relaciones neolftlcas entre las coatu
tapaRol.. "1 del Mediterri neo orienta!.» Homenaje a P . Bosch Gimpera. Méjico, 1963,
pip. 167-172.
(86) M. PELLICER: e La cedmica impresa del Neolltico inlelal en el Mediterdnoo occ.identaI.. Zephyrus, XV, Salamanca, 1964, págs. 101-124.
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20
BER."ÁRDO MARTI
De los cuatro toneles. el de la Cova de les Maravelle~ estaba decorado
con líneas punteadas y los tres restantes con impresionps cardiales. Sus
paralelos se encuentran en el Mediterráneo oriental, principalmente con
los hallados E:n las excavaciones de Hervat Beter (Beersheba) fechado por
el C. 14 hacia 3326 ± 160 3. C.
En este mismo trabajo aparece la primera noticia sobre la estratigrafía de la Cova de l'Or. adelantando Fletcher un pequeño resumen de las
excavaciones de 1957:
Medias
Nivel
1
2
Hojitas
Trapecios
Lunas
Total
4
6
6
7
O
3
6
7
7
O
O
6
10
4
392
27
4
327
30
3
216
423
360
1.060
3
16
62
68
205
80
27
1.167
O
O
19
64
86
~o sea que de un total de 1.167 piezas logradas en dicha campaña, '.060
lOn hojitas (90'83 % del total). 80 son trapecios (6'85 % del total). y
:W son medias lunas (2'32 % del total), porcentajes que vienen a confirmar nuestra opinión expuesta en 1954 sobre la no correlación entre la
cet'ámica cardial y las piezas trapezoidales en todos los yacimientos n~
litrcos valencianos.
La cerámica lisa aparece en los niveles más elevados y sólo mediados
los I::stratos se encuentra la cardial, que se hace más abundante a medida
qUIl se profundiza, hasta llegar a proporcionar la más variada y rica
serle de tipos y decoraciones de esta modalidad, conocida hasta la fecha» (36).
Ello constituia el primer indicio de la evolución del Neolitico en la
Región Valenciana puesto que de la Cueva de la Sarsa no se conoce su
secuencia estratigráfica. Estos niveles profundos de la Cova de rOro
caracterizados por la abundancia de cerámica cardial, serían fechados
por el método del C.14 mediante el análisis de dos muestras de cereales
provenientes de la pared N del sector H 3 (37).
(36) FLETCHER: cNueVOll datos ...», op. cit. nota 34, pig. 168.
(87) SCHUBART y PASCUAL, op. cito nota 7.
HOPF, op. cit. nou. 7.
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COVA DE L'OR
21
La primera muestra se componía de Triticum monococcum L. (EsprilIa), 0'89 % ; Triticum dieoccum Schübl. (Escanda), 13'47 % ; Triticum
aestiv~compactum Schiem, s.l., 20'20 % ; Hordeum vulgare L. polystichum varo nudum (Cebada desnuda) y Hordeum vulgare L. polystichum
(Cebada vestida), 65'44 % ; proporcionando la fecha de 4.316 ± 76 a. C.
La segunda muestra, mucho más abundante, procedía del mismo corte
pero a una mayor profundidad; su composición fue : Triticum monococcum L. (Esprilla), 0'29 % ; Triticum dicoccum Schübl. (Escanda), 20'15 % ;
Triticum aestivum L. (Trigo común), 67'82 %; Triticum aestivOrcompactum Schiem., 7'62 % ; Hordeum vulgare L. varo nudum (Cebada desnuda), 14'12 %; proporcionando la fecha de 4.670 ± 160 a. C.
Junto a los granos no se encontraron ni trozos de espigas ni glumas
sueltas sino tan sólo algunas astillas de carbón vegetal, por lo que, a juicio de Hopf, no sólo estaban completamente trilladas sino que habian
pasado un proceso especial de curtido o tueste. La composición de las
muestras seria la primera prueba de que en la Península Ibérica, en los
tempranos tiempos de la cultura de la cerámica cardial, no sólo se sembraban cereales sino que eran conocidos todos los existentes en Oriente.
Ello plantea el problema de su origen y sus posibles caminos de llegada,
puesto que en ningún momento se considera la posibilidad de un desarrollo
autóctono dada la carencia de antecedentes silvestres. El camino del Norte
de Africa parece dudoso por que falta la esprilla en Egipto y no se
poseen hallazgos de vegetales antiguos en Marruecos y Argelia. Hopf,
dentro del contexto general tendente a relacionar la cerámica cardial del
Mediterráneo Occidental con el Oriental concluye que ces completamente
concebible que la primera provisión completa de cereales como por ejemplo sucedia en Asia Menor, es decir, los dos trigos vestidos T. monococcum" T. dieoccum y además T. aestivum s.1., asi como Hordeun vulgare
y Hordeum vulgare varo nudum, llegase directamente por el camino más
corto, en relación con el avance de la gente cardial, no a lo largo de la
costa palestin~egipcia ni a través de la Europa Central sino desde el
Asia Menor y el Egeo. Este camino es el que proponen Téllez y Ciferri
para el trigo vulgar descrito hasta ahora y por tanto para el comienzo
de la Edad del Bronce, pero las relaciones debieron ser, como se ve, mucho más antiguas.
Relaciones cdirectas. desde el Mediterráneo Oriental hasta España
en el Neolítico antiguo explicarían de una manera sencilla y satisfactoria el resultado botánico aquí descrito. (38).
Refiriéndose fundamentalmente a la cerámica, Bosch habia señalado
(88)
HOPF, op. cit.. nota 7, pág. 72.
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22
BERNARDO h1ARTt
también estas relaciones hablando de un «Neolítico circum·mediterráneo».
Este. el de mayor antigüedad alrededor del Mediterráneo, se caracteri·
zaria por una ceramica oscura frecuentemente decorada entre la que se
encuentra la cardial, cuya importancia es menor que la de otras decoraciones que conviven con ella y le sobreviven, como los cordones, las impresiones digitales, etc. (39).
En todo caso y tal como señalaba Plá (40), la datación de los niveles
profundos de l'Or, junto a las restantes dataciones conocidas, atestiguaban la presencia en el Mediterráneo Occidental y dentro de la primera
mitad del V milenio a. de e .. de un Neolítico caracterizado por las cerámicas impresas cardiales. La probable ascendencia norteafricana quedaba descartada y se planteaban nuevos problemas con respecto a las
industrias mesoliticas.
Fuera del ámbito valenciano son especialmente importantes las excavaciones y estudios sobre el Neolítico andaluz, cuyo estado de la cuestión
sintetizaría Pellicer en su trabajo de conjunto sobre la Península (41) .
Distingue siete círculos culturales representativos de distintas áreas,
diversas culturas y cronologías: el círculo oriental, dividido en subclrculo
catalán, levantino y andaluz nordoriental; el círculo del S.E. equivalente
en parte a la Cultura de Almería; el círculo meridional, subdividido en el
de la costa y el andaluz occidental; el círculo occidental o portugués; el
círculo septentrional, subdividido en cantábrico y pirenaico; el círculo
central, subdividido en el de la Meseta superior y de la inferior; y el
círculo del Valle deJ Ebro.
«De todas estas facies no poseemos la misma documentación. Con los
datos existentes se puede hablar con cierta garantía solamente de los circu·
los oriental, del sudeste y meridional, y de éstos, solamente en Cataluña,
Valencia y Andalucía nordoriental puede demostrarse un viejo neolitico
de cerámica impresa» (42).
(39) P. BOSCH: cLoa problemas del neo-eneolItico peninsular y el simposio
de 1959.» Zephyrus, XII, Salamanca, 1961, pAga. 43-64.
P. BOSCH: cLa 8ignificaci6n del Neolítico circummediterráneo.» Pyrenae, 1, Bar·
oolona, 1965, pipo 21-30.
(40) E. PLA: «Algunos datos para la cronologia absoluta de la Prehistoria
valenciana.» IX Congreso Nacional de Arqueología, (Valladolid, 1965), Zaragoza, 1966,
pipo 81-86.
(41) M. PELLICER: .. Estratigra.fia prehistórica de la Cueva de Nerja. l .' Cam·
paña.» Excavaciones Arqueol6gicas en España, 16. Madrid-Milaga, 1963, 84 pig.
M. PELLlCER: .. El Neolitieo y el Bronee de la Cueva de la CarigUela del Piñar
(Granada).» Trabajoa de Prehistoria, XV, Madrid, 1964, 68 pig.
M. PELLlCER: «Lila civilizaciones neolíticas hispanasll en cLas Rafees de España.ll Instituto Español de Antropología Aplicada, Madrid, 1967, pipo 27-46.
(42) M. PELLICER : c:Las civilizaciones...ll, op. cit. nota 41, pág. 32.
[page-n-25]
COVA DE L'OR
23
Poco después, Muñoz se referiria también al estado de la investigación
sobre el Nelllitico peninsular, matizando algunos de los aspectos del Neolítico andaluz, especialmente con respecto al grupo caracterizado por la
cerámica a la almagra (43).
En 1971 publica Fortca su estudio sobre la Cueva de la Cocina (44),
y en 1973, su trabajo de conjunto sobre el Epipaleolítico mediterráneo
español (45) tom:mdo como puntos de r eferencia fundamentales, en la
Región Valenciana, a las cuevas de les Mallaetes (Barig, Valencia) y de
la Cocina, para cada uno de los dos complejos epi paleolíticos que distingue. Sus cone1 usiones sobre el proceso de neolitización son coincidentes
con las de Fleteher (46) en lo que se refiere a la con sideración de una
triple faceta: por una parte tendríamos los yacimientos neolíticos representados por Or, exponentes de la nueva sin tesis y, por otra, las perduraciones del Epipaleolítico microlaminar tipo Mallaetes y del Epipaleolítico geométrico tipo Cocina. Con todo, más allá de esta triple división,
las diferencias son notables.
El trabajo de Fortea es especialmente importante por cuanto plantea de manera detallada la problemática del proceso de neolitización a
partir de la evolución de los complejos epi paleolíticos y en relación con
la Cova de l'Or, parte de cuyos materiales lIticos fueron estudiados. Por
ello resumiremos brevemente a continuación sus principales hipótesis.
Como ya hemos visto, algunos yacimientos de la comarca de Gandia
como la Cova de les Mallaetes, de les Maravelles y de les Rates Penaes,
presentaban hallazgos de cerámicas cardiales junto a materiales líticos
caracterizados fund amentalmente por las hojitas con retoque abrupto
y los raspadores, sin geométricos o muy escasamente representados. A
ellos se añadiria mAs tarde la Cova d'En Pardo (Planes, Alicante), exca-
(43) A. M.O MUROZ: ( Estado actual de la investigación sobre el Neolltico
español.» Pyrenae, 6, Barcelona, 1970, páp. 13-28.
Dado que en el presente trabajo nos limitamos a plantear la problemática del
Neolltioo en la Región Valenciana, no entraremos en la cons ideración de algunos
trabajos de gran importancia, recientemente publicados, sobre otras ireas peninsulares. Idéntico criterio hemos seguido al presentar brevemente la evoluci6n de la
investigaci6n
(44) J . FORTEA : e La Cueva de la Cocina. Ensayo de cronologia del Epipaleolltioo (facies geomlltrica) .» Trabajos Varios del 5. 1. P., 40, Valencia, 1971, 88 pig.
(46) J . FORTEA : cLoa complejos microlaminarea y geomlltrieos del Epipaleolftico mediterráneo espai'iob Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueologla, 4, Salamanca, 1973, 550 pág.
(46) FLETCHER, op. cito nota 27.
D. FLETCHER: cAlgunas consideraciones sobre el eatado actual de los estudios
de Prehistoria en la Región Valenciana.» Crónica de la VII Asamblea de Croniatas
Oficiales del Reino de Valencia, 1970. Separata. Valencia, 1972.
[page-n-26]
24
BERNARDO MARTI
vada por Tarradell (47), cuya estratigrafía presentaba unos niveles neo¡¡tices con cerámicas cardiales e impresas y unos niveles inferiores con
hojitas de dorso; la Cova del Barrane Fondo (Játiva, Valencia) (48) y,
más recientemente. la Cova del Llop (Gandia, Valencia) (49) .
En algunos casos, como en Maravelles y Rates Penaes. la remoción
de los estratos no permite deducciones estratigrificas; en otros todavía
no se han publicado los resultados de las excavaciones o solamente se
han practicado prospecciones. Por el contrario, la Cova de les Mallaetes
ofrece una estratigrafía que permite situar las cerámicas cardiales en
relación con la secuencia del yacimiento.
Por ello, Mallaetes caracteriza una de las facetas del Neolítico de
la Región Valenciana 0, más precisamente, una faceta que convive con
las primera!! industrias neoliticas puesto que no parece alterarse su
estructura industrial al entrar en contacto con el Neolítico caracterizado
por la certi.mica cardia!' Por el contrario, señala Fortea. el máximo esplendor de sus niveles epigravetienses corresponde precisamente a este
momento. A los niveles epigravetienses en los que la cerámica está
totalmente ausente suceden niveles que aportan algunos fragmentos cardiales oon una tipología litica similar. Este momento evolutivo de) EpipaleoUtico microlaminar tipo Mallaetes o Fase e se caracteriza. pues, por
la continuidad de su estructura industrial epigravetiense con un predominio de los raspadores y hojitas de dorso, que totalizan el 30 y el 45 %
respectivamente, y la presencia de los fragmentos cardiales.
La periodización del Epipaleolítico geométrico tipo Cocina sigue los
cuatro horizontes industriales señalados por Forlea en el desarrollo del
yacimiento. De ellos nos interesan especialmente ahora los representados
por Cocina nI y Cocina IV, o sea, las Fases C y D, que se desarrollarian
paralelamente al Neolitico «puro~ representado por la Cova de I'Or y de
la Sarsa.
Cocina 111 parE'Ce indicar un fuerte impacto respecto a Cocina Il.
Vuelven a aparecer los raspadores, aumenta la proporción de laminitas
con borde abatido y de laminitas tipo Cocina, se mantiene la proporción
de muescas y denticulaciones, disminuyen los microburiles y están completamente ausentes. al igual que en Cocina 11, los buriles. Pero la diferencia más notable entre estos dos horizontes la ofrecen los geométricos
(47) M. TARRADELL: «Noticia de lu recientes excavaciones del Laboratorio
de Arqueologfa de la Universidad de Valencia.» X Congreso Nacional de Arqueologia
(Mah6n, 1967), Zaragoza, 1969, pigs. 188-186.
(48) J . APARICIO: «La Cova del Bananc Fondo (Jitiva, Valencia).» Comunicación presentada al XIV ~ngreso Nacional de Arqueologfa, Vitoria. 1975. En prensa.
(49) J . APARICIO, A. SANCHO y J. SAN VALERO : «Prospecci6n arqueol6gica
en la Cova del Llop, Gandia (Valencia) .• Saitabi, XXVI, Valencia, 1976, pip. 85-39.
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COVA DE L'OR
25
cuya proporción a umenta en Cocina 111, llegando al 43 % del total de la
industria lítica. Dentro del grupo geométrico disminuyen los trapecios y
triángulos tipo Cocina, mientras aumentan los triángulos y, sobre todo,
los segmentos de círculo que se constituyen en el elemento más representativo de la Cocina neolítica. A ello hay que añadir la desaparición de
las plaqueta.!> grabadas y la aparición de la cerámica impresa cardial
y puntillada sobre cordón.
Cocina rv muestra una permanencia de la tipología litica de Cocina ni,
aunque disminuyendo la proporción de estos elementos, excepto las laminitas de borde abatido tipo Cocina y los triángulos tipo Cocina, que
están ausentes. Pero lo que caracteriza a Cocina IV es la aparición de
los microlitos geométricos con retoque en doble bisel y su asociación
a cerámicas peinadas ; ello, junto a las láminas.cuchillo retocadas, indicarian una permanencia del yacimiento en una cronología neoJltica avanzada y eneolitica.
A la FasE' C, representada por Cocina IlI, pertenecerían parte de los
materiales dt Casa de Lara y Arenal de la Virgen (Villena, Alicante), el
nivel IJI de la Cuev¡t del Lagrimal (Villena) y, quizá, los niveles inferiores de la Covacha de Llatas (Andilla, Valencia). A la Fase D, representada por Cocina rv, corrtsponderían igualmente parte de los materiales
de Casa de Lara y Arenal de la Virgen, así como las tres primeras capas
de la Covacha de Llatas en las que aparece bien representada la técnica
del doble bisel.
La tercera facies, aquella que cabría considerar neolítica en sentido
estricto, es la caracterizada por 1'0r y la Sarsa, yacimientos con gran
riqueza de materiales líticos, cerámicos, óseos, etc. Dado que solamente
la Cova de-l'Or ofrece una estratigrafía para seguir la evolución del Neo-litico su importancia es evidente y, por ello. Foma le dedica especial
atención examinando la industria lítica en los sectores de excavación H
y H-l a H-5, que proporcionan en total más de dos mil piezas sin contar
los deshechos de talla.
Sus resultados coinciden en términos generales con las noticias adelantadas por Fletcher (50) . La industria lítica se caracteriza por largas
láminas retocadas, sin retocar o con señales de uso, algunas con lustre
de cereales, totalizando el 90 % de la industria; un pequefio porcentaje
de perforadores cuya punta se ha obtenido por retoque abrupto directo
o alterno; y el grupo de los geométricos que representa el 8 %. dividiéndose en trapecios (6'7 %) de tipología variada : asimétricos, rectángulos.
(60)
•
FLETCHER. op. cit. nota 34 .
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26
BER~ARDO MARTI
con un lado eón cavo, con la base pequeña retocada; medias lunas y segmentos (1'02 % ); y escasisimos triángulos (0'34 %).
La técnica del doble bisel aparece desde el inicio de la estratigrafía
en algunos segmentos y continúa hacia arriba, mientras que el retoque
de las puntas de flecha , muy escasas, se inicia con un doble bisel algo
invasor convirtiéndose hacia la mitad de la estratigrafía en un retoque
paralelo cubriente.
La comparación de la industria lítica de l'Or con los demás hori·
zontes cardiales y geométricos muestra diferencias muy notorias dado su
gran desarrollo laminar. «En Or no hay ni un solo triángulo con dos
lados cóncavos tipo Cocina, ni las laminitas apuntadas con espina central
tipo Cocina, ni las laminitas con muesca o denticulación, frecuentemente
estranguladas, elementos que invariablemente hemos encontrado en todos
esos horizontes geométricos con cardial y cerámica peinada. Por otra
parte, y a diferencia de Jo que ocurre aquí, en Or no existe más que
en sombras el caracterlstico desarrollo de los triángulos escalenos is6s·
celes, cortos o alargados. ni se dan los trapecios con lados netamente
curvados» (61) .
Si, como hemos visto, los yacimientos y niveles con tipología geométrica se r elacionan escasamente con la Cova de l'Or y, por el contrario,
guardan profundas analogías con las capas cerámicas de Cocina, que a
su vez derivan de las precedentes, ello indica que tales yacimientos repre.
sentan una progresiva neolitización de la base epi paleolítica geométrica
frente al neolitico «puro» representado por l'Or y Sarsa.
Para Fortea, la profunda mutación representada por Or y Sarsa
frente a las Fases B y e del Epipaleolftico geométrico, obliga a pregun·
tarse por su probable ascendencia. Asi, si comparamos el Neolitico car·
dial del Mediterráneo occidental con el igualmente cardial de Siria, Libano
y Palestina vemos que sólo tienen en común las impresiones cerámicas y los taladros. P or otra parte, si miramos al Neolitico antiguo del S. E.
francés, dejando aparte la sorprendente aparición en el medio cardial
de l'Or de las puntas de flecha , vemos que su utillaje pesado, láminas
y taladros ofrecen claras analogías con los de Chateauneuf-Ies-Martigues.
La principal divergencia serían las medias lunas que se muestran ausentes en Cháteauneuf y en Montclus; pero dada la abundancia de segmen·
tos en Cocina 111, dicho tipo geométrico podría ser en l'Or un préstamo
de Cocina. Con todo, lo que ésta no le pudo ofrecer a l'Or fu e el retoque
en doble bisel que en los yacimientos epi paleolíticos posee una cronología
(51)
FORTEA, op. cit. nota 45, pág. 412.
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<:OVA DE L'OR
27
más reciente. Asl pues, vemos como unos elementos apuntan al sureste
francés mientras otros afiaden una evolución autóctona.
«No sería muy temerario suponer que una vez que el Castelnoviense
recibiera las primeras ideas neolíticas, decantadas y con una gran pérdida dp. la significación económica que tenían en el estadio cerámico
de su lugar de origen, y las tradujera en una síntesis en la que el peso
de 10 tradicional es tan evidente, crearía un potente foco de neolitización
en el a.rco norte del Mediterráneo occidental (...). De allí, y con un inexplicable retraso que nuevas dataciones pueden acortar, partirían las influencias de la nueva cultura que acabarían por llegar a los litorales
valenciano y alicantino» (52).
Sarsa y Or representarían los primeros neolíticos «puros» a partir
de tales influencias, en tanto que la facies microlítica cardial significaría un contacto sin porvenir y la facies geométrica una neolitización paulatina del EpipaleoJitico t3.rdenoide. Mientras que en el caso de Mallaetes,
a pesar de la presencia de cerámica cardial, sería muy difícil llamar
neolitica a su estructura industrial; en el caso de la facies geométrica,
yacimientos como Casa de Lara y Arenal de la Virgen, con un hábitat
de llanura alrededor de la antigua laguna de VilIena, supondrían una
neolitización muy afortunada sin pérdida de su veta geométrica (53).
Es evidente que la discusión sobre el proceso de neolitización permanece abiert~, pese a las valiosas aportaciones de F ortea, y que en un
futuro próximo los result.1dos de las nuevas excavaciones en yacimientos
como Cocina o la publicación de las campañas realizadas en l'Or, aportarán datos susceptibles de matizar o modificar los planteamientos actuales. Por ello, tan sólo quisiéramos hacer ahora algunas observaciones
particulares a los puntos de vista de Fortea.
En el caso de la Cueva de la Cocina, Fortea identifica un fragmento
cerámico, situado en la base de Cocina IIJ, como cerámica de tipo cardial,
lo que le sirve para hacer precisiones cronológicas sobre la neolitizaci6n del
yacimiento eliminando una de las características propuestas por Fletcher y, simultáneamente, la problemática de un primer neolítico de
cerámicas no cardiales planteado inicialmente por Pericot. Para nosotros, tal cerámica es de decoración impresa pero no cardial; por ello, y
(52) FORTEA, op. cit. nota 45, pág. 468.
(53) Para lo relativo a la com.&n:a de Villena y al planteamiento de una facies
neolltica de llanura, véase :
. J . M.O SOLER: «La Casa de Lara, de Villena (Alicante). Poblado de llanura con
cerimica caroial.~~ Saitabi, XI, Valencia, 1961, pip. 193-200.
J. M.O SOLER: eLa 'Cueva Pequena de la Huesa Tacana' y el Mesolítlco villene nse.» Zephyrua, XIX-XX, Salamanca, 1969, pipo 88-56,
T ARRADELL, op. cit. nota 811.
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28
BERNARDO MARTI
sobre todo por su exigua representación, nos parece prematuro situarlo
en el mismo horizonte cronológico que los niveles profundos de l'Or. La
discusión abierta en torno a la perduración de las cerámicas impresas
eardiales y la propia técnica decorativa del fragmento no apoyarían su
inclusión en el Neolítico antiguo r epresentado por Sarsa u Or; en todo
caso, la harIan muy hipotética. Por el momento, pues, habría que seguir
pensando en la viabilidad de una faceta geométrica no cardía!'
Igualmente. con respecto a la Cova de les MalIaetes, el triángulo escaleno de la capa 5.& y el segmento de la capa 6,-, ambos en el Sector E,
elementos geométricos que encontrarían su justificación en la cerAmica
cardia!, podri.an reducirse únicamente al triángulo escaleno, considerando
al segmento de la capa 6.· dentro de las laminitas con borde abatido
curvo y, de nuevo, aparecería el dilema de considerar posible una faceta
con cerámica cardial y sin elementos geométricos.
En el caso de la Cova de rOr conviene tener en cuenta que los sectores
de excavación R, H-l a H-6, representan una superficie aproximada
de 40 mI. Dada la gran extensión que ello supone, creemos que la discusión de algunos elementos de su industria Iitica, muy escasamente representados, habrá de hacerse sobre el estudio pormenorizado de la secuencia
estratigráfica de cada uno de los sectores ya que, del estudio de los
diarios de excavación, no parece fácil la identidad de las distintas capas
de los diversos sectores. Ello puede ser de especial importancia para
los segmentos y medias lunas, y para las puntas de flecha.
En el resumen adelantado por Fletcher puede verse el desigual reparto de los elementos geométricos y la escasez de las medias lunas en
las tres capas inferiores. Esta escasez de medias lunas y segmentos de
circulo se corresponde con lo observado en la Cova de la Sarsa, donde
no existen entre los materiales procedentes de las excavaciones de PonseU, y en otros yacimientos de menor riqueza como la Coveta Emparetá
(Bocairente, Valeneia) (54). Respecto de las puntas de flecha cabria decir
lo mismo; sus ejemplares son muy escasos en l'Or y su posición estratigráfica habría de discutirse caso por caso. No parece que la punta
de flecha pueda considerarse anterior a un Neolítico avanzado o en plena
transición al Eneolitico. La principal razón para ello seria su ausencia
total entre los materiales líticos de Sarsa, donde la presencia de enterramientos, como luego veremos, la haria especialmente viable, y en
otros yacimientos como la Coveta Emparetá.
La escasez de segmentos y medias lunas en los niveles inferiores de
(54) M.O D. ASQUERINO, con la colaboración de A. CUENCA: «Coveta EmparetA.» NoUclario Arqueológico Hispánico, Prehistoria, 3, Madrid, 1976, pica. 111· 188.
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COVA DE L'OR
29
l'Or y En la Sarsa podría interpretarse, y lo es, como indicio de mayor
s imilitud entre ellos y los yacimientos del sur de Francia, como CMteauneuf, y por lo tanto, como un argumento más en favor de un sentido
norte-sur para la expansión del Neolítico. Aunque las semejanzas existen, como también las diferencias, no vemos razones suficientes para
pensar en una relación genética, máxime cuando se desconocen los puntos
intermedios. El hecho de que las dataciones de C. 14 presenten una mayor
antigüedad nos parece un dalo insuficiente. Frente al amplio espectro
de fechas proporcionado por el C. 14 para el sur de FI·ancia no debe
olvidarse que nuestras dataciones son francamente exiguas; en todo caso,
no deja de ser sorprendente e invita a una profunda reflexión las nuevas
fechas C. 14 obtenidas para el yacimiento de ChAteaunef, así como las
obtenidas para el norte de Mrica (55) .
Por el momento, y dentro del área del Mediterráneo occidental, nos
parece más probable un mismo horizonte cronológico para los inicios de
la neolitización representada por las primeras cerámicas impresas.
Al planteamiento de una doble faceta para el Mesolítico y una triple
faceta para los inicios de la neolitizaci6n que, con algunas variantes, es
admitido mayoritariamente por los investigadores, Aparicio ha opuesto
"
recientemente una hipóte.. is distinta, parcialmente r elacionada con los
planteamientos de Pericot antes expuestos. Para él, tras el final del Magdaleniense IV, que no ida más allá del 12.000 a. C., se sucederían cultural y cronológicamente el Mesolítico 1, II y IIl. Su Mesolitico 1 sería
idéntico al que propusiera Fletcher, en tanto que el Mesolítico ]] y 111
correspondedan a los niveles III y II de la Cueva de la Cocina esta·
blecidos por Pericot y aceptados por Fortea como Cocina 1 y 11. El final
del Mesolitico 1 se situaría en torno al 9500 a. C., y el final del MesoIitico III en el 5500 a. de C. Asi, teniendo en cuenta las fechas absolutas
de la Cova de 1'0r que se sitúan en la mitad del V milenio para un Neolítico plenamente introducido, chabria que aceptar con Pericot una fase
proto·neoUtica, de la que seria un claro representante el nivel superior
de Cocina y que podría negar hasta la mitad del VI !'l'i1enio a. de C., si
(66) Para la Penlnsula Ibérica, véase la serie de feehas publicadas por M. ALMA·
GRO GORBEA en la revista eTrabajos de Prehistori M, núms. 27 a 82, Madrid, 1970
a 1976.
Para el norte de Africa. G. CAMPS: eLes Civilisations Préhistoriques de ¡'Afrique
du Nord et du Sahara.» Doin ed., Paris. 1974, 366 pAgo
Para el yacimiento de Chilteauneuf·les-Martigues, véanae las nuevas dataciones
absolutas de J . EVIN et nlt. en J . C. MISCOVSKY : eLe Quaternaire du Midi Médi·
terranéen. Stratigrapbie et Paléoclimatologie d'apr9 I'étude sedimentologique du
remplisaage des grottea et abrís SOUll roclle (Ligurie, Provence, Languedoc médite.
rranéen, Rous:lillon, Catalogne).» :E::tudes Quaternaires, Mémolre núm. 3, Rempliuage
de. Grottes, Maneille, 1975, piga:. 274-277.
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30
BERNARDO ?tfARTÍ
tenemos en cuenta las fechas obtenidas para el Neolítico antiguo de Francia» (56).
Con ello se elimina una de las facetas de la neolitización, aquella relativa al MesoJítico de tradición epigr3vetiense, si bien Fortea afirma
que en las excavaciones de 1970 en la Cova de les Mallaetes «no pudo
determinarse ninguna r emoción en el momento Epigr avetiense-Neolitico. (67). Por otra parte, al suponer una prioridad cronológica de los
niveles superiores de Cocina respecto a l'Or sería posible establecer una
filiación de los elementos geométricos neolíticos respecto de aquellos mesoliticos o proto-neolíticos. Pero, como ya hemos visto, las divergencias
entre la industria lítica de los yacimientos neoliticos como 1'01' y Cocina
es muy notable y, por otr a parte, las evidencias de un Neolitico anterior
al de las cerámicas impresas en el Mediterráneo occidental son muy
débiles.
Por el momento, a la espera de un estudio detallado del conj unto de
nuestros yacimientos neolíticos, la hipótesis de una triple faceta para el
proceso de neolitización en la Región Valenciana nos parece más des~
criptiva aunque a nivel explicativo, como hemos visto, las car encias y
problemas son impor tantes.
S.-EL PLENO NEOLITICO.
La periodización de nuestro pleno Neolítico no ha podido establecer se
sólidamente por el fragmentario conocimiento que tenemos de los principales yacimientos. De modo general se tiende a considerar una larga
perduración del Neolítico de las cerámicas impresas que llegaría hasta el
Eneolítico con características prácticamente uniformes. Tal es el pun to
de vista de Ta rradell para quien no existe en tierras valencianas una
segunda fase neolítica, con poblados y cerámicas lisas, que pudiera corresponder a los Sepulcros de Fosa catala nes o a la Cultura de Almeria.
Para él, después del Neolitico de las cuevas con cerámica decorada se
pasarfa a la fase eneolítica que corresponderla a la época de los Millares
en el sudeste y a la Cultura Megalitica Pirenaica en el norte. «No apar ece un mundo cultural que pueda corresponder a lo que r epresenta la
Cultura de los Sepulcros de Fosa en Cataluña, es decir, un Neolitico
(66) J . APARICIO : "La Cueva del Volcán de l Faro (Cullera) yel PaJeomellOlItlco valenciano.• Quartir, Bd. 28/24, Bonn, 1973, pAgo 84.
Véase también J . APARICIO: cLos yacimientos prehlat6r1eoa de la Albufera de
Anna (Valencia).» XIII Congreso Nacional de Arqueologia (Huelva, 1973), Zaragoza, 1976, pip. 191- 198.
(67) FORTEA, op. cito nota 45, pág. 324.
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OOVA DE L'OR
31
pleno, habitando en el llano y en poblados, pero sin metal ni los elementos
materiales que acompañan la extensión del metal en el este de la peninsul a~ (58).
Esta perduración de las cerámicas impresas es compartida por Pellicer, quien habla de un Neolitico final levantino al que corresponder lan
el vaso de boca cuadrada de Torrealta (59) y los yacimientos de superficie de VilJena, supon iéndose en este caso un cambio en las car acteristicas
de habitación (60).
Sin embargo, la perduración de las cerámicas impresas hasta el Ene<)-.
litico parece difícilmente compatible con la diversidad que presentan los
conjuntos material e~ de una u otra atribución. Se plantea aqui un interesante problema, al igual que sucedía con el proceso de neolitización.
Llobregat ha trazado r ecientemente un cuadro sugestivo del Neou:tico
valenciano propugnando la existencia de una f ase intermedia entre las
cerámicas impresas y el Eneolitico (61). Para él, el Neolítico de cerámicas impresa,:) ocuparía el V y primera mitad del IV milenio a. de C.,
sucediéndole un Neolitico de cerámicas li sas con hábitat en cueva que se
situarla en la segunda mitad del IV milenio, iniciándose el Eneolftico de
las cuevas de enterr amiento colectivo y los poblados a principios del III milenio a. de C. Los principales puntos de apoyo para esta periodización
Jos tendriamos en la estratigrafía de la Cova de l'Or y en la d'En Pardo.
De la primera ya hemos visto la datación de sus niveles profundos y
las noticias adelantadas por Fletcher según las cuales, «la cer ámica lisa
aparece en los nivele,; más elevados y sólo mediados los estratos se
encuentra la cardial, que se hace más abundante a medida que se profundiza~ (62). Igualmente, en la Cova d'En Pardo, cuya estratigrafía
adelantara Tarradell (63), tendriamos una evolución pareja con «un
nivel subyacente con escasas puntas epi paleolíticas separado de los superiores por un potente canchal termoclástico, nivel inferior de cerámicas
impresas, nivel med io con cerámicas lisas, bruñidas, con alguna decora-
(68) M. TARRADELL: «La Cultura neoUtica de 10B sepúlcroa de fosa de Cataluña
y sus relaciones.» Homenaje a P. Bosch Gimpera. México, 1963, págs. 41J ·421.
(59) D. FLETCHER: «Un vaso de boca cuadrada de la provincia de Valencia.»
VI Congreso Nacional de Arqueologla (Oviedo, 1956), Zaragoza, 1961, pága. 82·85.
(60) PELLlCER : «Las civilizaciones...», op. cit. nota 41.
(61) E. A. LLOBREGAT: «Del f in del Neolitico de cerámicas impresas al romien~ de la Edad del Bronce en la Regi6n Valenciana.» Papelea del Laboratorio de
Arqueologla de Valencia, 9, Valencia, 1973, pága. 8·10.
E. A. LLOBREGAT: .. Nuevos enfoques para el estudio del periodo del NeoUtico
al Hier ro en la Regió n Valenciana.» Papeles del Laboratorio de Arqueologfa de Valencia, 11, Valencia, 1975, págs. 119-140.
(62) FLETCHER: «Nuevos datoll. ..», op. cit. nota 84, pág. 1SS.
(63) TARRADELL, op. cit. nota 47.
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32
BERNARDO MARTI
ción incisa (los dos niveles de habitación). y, coronando el conjunto. un
nivel CCllcolitico de enterramientos múltiples. En este yacimiento el contacto estratigráfico es evidente. así como lo es la separación tipológica
entre las cerámicas impresas y las cerámicas lisas bruñidas que las suceden » (64) .
Es obvio que por el momento, a la espera de un estudio pormenorizado del conjunto de los yacimientos. poco más puede decirse en este
sentido. Sin embargo, el hecho de que en la bibliografía se haya señalado
repetidamente el carácter evolucionado de algunos elementos que aparedan en el Neolítico valenciano. especialmente en la Cova de la Sarsa,
hace necesarias algunas consideraciones.
Es sobradamen te conocido el hecho de que los materiales de la Sarsa
carecen de estratigrafía en virtud del modo en que se excavó, por lo
que tampoco conocemos el grado de su representatividad. Pero en todo
caso, como puede verse en la publicación de San Valero (65) , se trata
de un conjunto rico y bastante homogéneo, de acuerdo con lo que hoy
sabemos. El caricter evolucionado de sus materiales fue señalado por
Bernabó en sus consideraciones sobre el Neolítico del Mediterrineo occi·
dental. pudiendo llegar, según él, a los albores del Eneolítieo. «La testa
di mazza, iI vaso a becco-ansa e alcuni tipi di anse che vi eompaiono non
possono dissociarsi da quel complesso di elementi orientali, egeo-anatolici
che giungono all'occidente insieme al rito della sepoltura collectiva e i1
cui avvento segna appunto l'inizio dell'eneolitico. (66). A estos materia·
les añade Bernabó la presencia de puntas de flecha, como elementos
igualmente tardios; sin embargo, estas no aparecen en la Sarsa, como
luego veremos.
El carácter evolucionado de las asas-pitorro parece confirmarse con
el estudio de Navarrete sobre las asas-pitorro andaluzas cuya plena vi·
gencia sitúa en el Bronce 1 (ca.lcolitico). Pero, la propia autora señala
la dificultad de precisar su origen y no excluye una mezcla de influencias
orientales con innovaciones indígenas (67). Mis recientemente Asquerino
ha publicado una tipología de las asas de apéndice de la Saraa, constatando paralelos en el Mediterráneo oriental e incHnindose por una cronología cdentro de la primera Edad del Bronce, al ser ésta la caracteristica dominante del conjunto que, procedente del Mediterrineo, llega
(64) LL08REGAT : «Nuevos enfoquea. .. I), op. cit. nota 61, pAgo 123.
(65) SAN VALERO, op. cito nota 26.
(66) BERNABO BREA, op. cito nota 31, vol. 11, p'g. 178.
(67) M.O S. NAVARRETE : cTipologfa de 188 asa pit.olTO andaluz:a •.» X.I CongrelO N",cional de Arqueología (Mérida, 1968) , Zaragata. 1970, p'p. 27 1-283.
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COYA DE L'OR
al extremo occidental conservando idénticas caract.erfsticas que en sus
puntos de origen» (68). Ello implica necesariamente una larga perduración de la cerámica con decoración cardial, que llegaría igualmente hasta
el Bronce 1, dado que algunas de las asas estudiadas presentan ésta decoración _
Nosotros compartimos la atribución de un carácter evolucionado a
estos elementos pero :lO hasta el punto de incluir a yacimientos como
La Sarsa en el Eneolítico. El hecho de que las asas-pitorro tengan su
mayor vigencia durante el Bronce I en Andalucía no implica que no
puedan aparecer en contextos claramente anteriores como sucede en la
Cueva de los Murciélagos (69) o, para nosotros, en las de l'Or y Sarsa.
Respecto a las asas de apéndice puede ocurrir lo mismo. De hecho todos
estos elementos pueden encontrar paralelos en el Mediterráneo oriental
con fechas superiores a las que aquí les atribuimos y la supuesta simbi6sis de influencias externas y aportaciones propias hubo de iniciarse,
lógicamente, antes de su plena vigencia.
Por otra parte, los yacimientos eneolíticos de la Región Valenciana
presentan una tipologia cerámica, lítica y ósea, fundamentalmente distinta a la de los yacimientos neolíticos como la Sarsa, como puede comprobarse en el cuadro-resumen elaborado por PIá de las principales cuevas
de enterramiento (70) y lo mismo sucede si tenemos en cuenta los materiales proporcionados por la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) (71) .
La diversidad y riqueza de los materiales de la Sarsa puede interpretarse como una manifestación de su carácter evolucionado o, mejor,
como una prueba de su evolución a través del tiempo; pero las diferencias respecto de los conjuntos eneolíticos no pueden olvidarse. Su esferoide de piedra perforado (72) considerado como un elemento neolftico
(68) M.' D. ASQUERINO : . Una aportación al estudio del Bronce 1 espaliol:
tlpolog{a ds las asas de apéndice de ls Cova de la Sana.» XIU Congreso Nacional
de Arqueologfa (Huelva, 1973), Zaragoza, 1976, págs. 851-364.
(69) A. M. VICENT y A. M. MUROZ : .Segunda Campaña de Excavacionea en
la Cueva de los Murdélagos, Zuheros (C6rdoba), 1969.» Excavaciones Arqueol6gicaa
en España, 77, Madrid, 1973. 118 pág.
(70) E. PLA : . La Covacha de Ribera (Cullera, Valencia).» Archivo de Prehistoria
Levantina, VII, Valencia, 1958, pAgs. 23-54.
(71) D. FLETCHER. E. PLA '1 E. A. LLOBREGAT : ..La Ereta del Pedregal
(Navarrb, V:t.lencia).» Excavaciones Arqueológicas en Elpai'ia, 42, Madrid, 1966,
21 pig
(72) J. SAN VALERO: c.EI esferoide de piedra perlorada de la Cueva de la
Saru.» Publicacionea de la Junta Municipal de Arqueologfa de Cartagena, 1, Carta·
gena, 1946, pAgo 19.
•
[page-n-36]
..
BERSARDO MARTI
tardio o eneolítico, encuentra iguamente sus paralelos en contextos propios del N~lítico antiguo como sucede en Grotte Gazel (73). Por otra
parte, la presencia de puntas de flecha de retoque bifacial, señalada a
menudo en la bibliografia, no corresponde a la rea lidad del yacimiento
por lo que hoy sabemos y tras haber r evisado los materiales. El hecho
de que en l'Or aparezcan algunas puntas de flecha, a cuya problemática
ya nos hemos referido, podrla interpretarse como indicio de una mayor
perviveneia de este yacimiento que, como en el caso d'En Pardo, abarcarla hasta los inicios del Eneolítico o presentaría niveles de enterramiento
eneolitico, caso d'En Pardo, sin que por ello puedan confundirse los materiales de una u otra atribución. Tal como luego veremos, al examinar
los materiales aqui presentados, su riqueza y variedad hacen muy viable
la periodización del Neolítico valenciano.
Hemos visto anteriormente cómo Ballester en la primera noticia
publicada sobre la Sarsa, la calificaba de centerramiento eneolitico», y
el propio Ponsell señalaba que debió utilizarse, al menos parcialmente,
con este fin (74) . Es ésta una característica sumamente importante de
la Cueva de la Sarsa, incomprensiblemente negada en ocasiones por la
bibliografía, cuyas evidencias con viene tener en cuenta, máxime cuando
el fenómeno parece repetirse en otros yacimientos neolfticos. Este posible
carácter de cueva de enterramiento junto al de cueva de habitación podría ser un argumento para situar el yacimiento en el Eneolítico, periodo
al que se asocia el enterramiento colectivo en cuevas.
El mismo caso parece repetirse en la Coveta Emparetá que cfue
utilizada a la vez como hábitat y como lugar de enterramiento» (75)
y posiblemente en la Cova de l'Or, donde también han aparecido diversos
restos humanos. Pero, las evidencias más importantes las ha proporcionado la Cova de la Sarsa. La presencia de restos humanos en este yacimiento seria atestiguada por San Valero (76), Lebzelter (77), Fletcher
(78) ... Además de los numerosos restos procedentes de las antiguas ex-
(73) J. GUILAINE el L. RIGAUD: cQuelques inslruments perforés du Languedoc occldentah Bulletin de la Soeiété Préhistorique Fran(;alae, T. SS, Comptes
rendus des eéanees mensuelles, núm. 5, Mai, 1969, págs. 143-146.
(74) BALLESTER, op. c:it.. nota 9.
PONSELL, op. c:it. nota 10.
(75) ASQUERINO, op. c:il. nota 54, pig. 178.
(76) SAN VA.LERO, op. c:it. notas 19 y 26.
(77) V. LEBZELTER: cSobre algunos cráneos eneoHtiOO8 del Este de Eapaña.»
Archivo de Prehistoria Levantina, n, Valencia, 1946, pAga. 143·149.
(78) D. FLETCHER: c Boeairente (Valencia). La Cova de la Saraa.» Notic:iario
Arqueológico Hispinico, 1I, Madrid, 1955, pág. 177.
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roVA DE L 'O R
35
cavaciones, cuyo detalle puede verse en el inventario publicado por San
Valer o (79), el propio Ponsell depositaría en el Museo de Prehistoria
del S. 1. P. de Valencia, en 1962, cuatro cráneos más procedentes del
yacimiento (80) . A ello hay que añadir el enterramiento doble descubierto
recientemente, en una grieta de la llamada Sala Gran, por Casanova,
cuya importancia es excepcional dado que permite conocer el ajuar que
lo acompañ:.ba. Si nos fijamos, pues, en el número de cráneos huma nos
procedentes de la Sarsa, siete, hemos de concluir que su carácter de
cueva de enterramiento es indudable (81).
Aunque los materiales de la Sarsa y los de las cuevas de enterra·
miento eneolíticas presentan unas diferencias notables, el carácter común
de cuevas de- enterramiento permitiría suponer que nos encontramos, al
menos, ante un yacimiento de t ransición . A la vez, los enterramientos
indicarían la probable existencia de un hábitat de poblados, aun dentro
del Neolít ico de cerámicas impresas, y en este caso tendríamos el ejem·
plo de los yacimientos de superficie de la comarca de ViIlena.
Si bien todo ello es posible, en el estado actual de la investigación
y tal como ya hemos dicho, la diferen cia existente entre los conjuntos
de uno y otro período nos sugieren más la existencia de una fase de tran·
sición e-n la línea expuesta por Llobregat a la vez que hemos de hacer
r etroceder hasta el pleno Neolítico la aparición de los enterramientos
en cueva. Si examinamos los materiales que acompañan al enterramiento
doble descubier to por Casanova. encontramos elementos típicamente neo.
líticos como un cubilete con decoración cardial y una cuchara de hueso,
frente a la ausencia total de elementos claramente eneolíticos como pu·
dieran ser las puntas de fl echa de retoque bifacial que no suelen faltar
nunca en éstos. Lo que se relaciona con la totalidad de los materiales
del yacimiento.
Tan sólo la publicación de la estratigrafía de la Cueva d'En Pardo,
en la que los enterramientos eneolíticos con abundantes puntas de flecha
(79) SAN V ALERO, op. cit. nota 26.
(80) D. FLETCHER: e La Labor del S. l . P. y I U Museo en el pasado año 1962.»
Tirada aparte de la Memoria presentada por la Secretar ia Ge neral. Diputación Pro-vincial. Valencia, 1965, p6g. 16.
(81) V. CASANOVA : cE I enterramiento doble de la Cueva de la Sarsa.D Archivo de Prehistoria Levantina, XV, en prensa.
[page-n-38]
36
BERNARDO MARTi
suceden a los niveles neolíticos. y la estrat igrafía de la Cava de rOr, podrán ayudar a resolver estos problemas. Igualmente. la relación entre el
hábitat de eueva y el de poblados. o el planteamiento de una estacionaIidad más acorde con el carácter evolucionado de su economia agrlcola,
según vimos a propósito de I'Or, necesitará del estudio pormenorizado de
sus r estos dE- cereales y de su fauna hasta ahora prácticamente olvidados (82) .
(82) La l auna de la Cov. de l'Qr se halla en avanzado estado de estudio por
parte de M. PEREZ RIPOLL, de cuyos trabajos of recemos una pequeña nota en las
p6ginaa finalel.
[page-n-39]
III
PROSPECCIONES DE RAFAEL PARDO BALLESTER
Hemos relatado anteriormente los trabajos de descubrimiento y prospección realizados por R. Pardo en 1933 y 1936, de cuyos resultados sólo
se publicaron pequE!ños resúmenes. Los materiales obtenidos en 1933
fueron depositados en el Museo de Prehistoria del S. I. P., ofreciéndolos
ahora con las indieacione~ que los acompañan. Por el contrario, los ma~
teriales de la excavación realizada en 1936 fueron conservados por R. Par~
do Y. pese a sus ofrecimientos, no ha sido posible que pudieran presentarse aquf de manera pormenorizada. Por ello, tan sólo ofrecemos un
resumen de Jos principales hallazgos de acuerdo con las indicaciones facilitadas JXll' el propio excavador.
l.-PROSPECCJON DE 1933.
Durante el verano de 1933, R. Pardo realizó dos catas en el yacimiento, denominadas respectivamente «Cata de la Entrada» y «Cata del
Fondo», cu y~ situaci6n aproximada se indica en el plano. Las dimensiones de las catas no pueden precisarse aunque debieron ser pequeñas, en
[page-n-40]
38
BERNARDO MARTf
especial la del fondo de la cueva. La profundidad aleanzada fue de 110 cm.
en la entrada, divididos en cuatro capas; en el fondo, sólo se realizó
un sondeo hasta los 60 cm. de profundidad.
La cCata de la Entrada. dio una tierra roja, suelta, mezclada con piedra caliza y fragmentos de estalactitas. Entre los 30 y 40 cm., apareció
una capa oscura, de unos 5 cm. de espesor, conteniendo cenizas, huesos
y piezas de sílex. Tras elln., continuaba la misma tierra superficial hasta
1 m. de profundidad y por debajo, una capa con cen izas arqueológieamen te estériL
La cCat<.. del Fondo» dio una tierra oscura, granulosa, con fragmentos de hueso y de cerámica grosera, algunos decorados con incisiones y,
a los 40 cm. de profundidad, algunos silex (83).
I
a)
Cata de
la,
Entrada.
C....PA l .'
Sfl~2:
l . Fragmento proximal de hoja. Truneadura diltal oblicua he<:ha por retoque
directo, abrupto. Retoques muy marginalel, bilaterales. Gris. 33 X 13 X 4 mm.
(fig. 2, núm. 16.)
2. Fragmento distal de hoja. Truneadura distal c6ncava hecha por retoque
directo, abrupto. Retoque alternante, muy marginal, discontinuo, en el borde derecho.
Gris. 83 X 16 X 5 mm. (fig. 2, nÚID. 17.)
3. Fragmento proximal de hojs. Retoque directo, oblicuo, marginal, continuo,
en el borde bquierdo. Marrón·gris. 26 X 12 X 4 mm. (fig. 2, núm. 18.)
4. Fragmento distal de hoja. Marrón-gris. 21 X 12 X 2 mm. (fig. 2, núm. 20.)
5. Fragmento distal de hojita_ Gris oacuro. 23 X 9 X 3 mm. (fig. 2, núm. 19.)
6. Posible fragmento de punta de flecha. Retoque plano, cubriente en la cara
luperior. Mart6n-gria. 19 X 7 X 4 mm_ (fig. 2, núm. 21.)
7. Laeca. Retoque directo, abrupto, en la parte medial derecha. Blanco.
SI X 21 mm. (fig. 2, núm. 22.)
8-16. Nueve lascas y >,laquirlas de &flexo
CAPA 2.'
Hallta 1011 50 cm. de profundidad.
Slu2:
l . Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, en la
parte medial derecha. Grill. 28 X 13 X 3 mm. (fig. 2, núm. 28.)
2. Fragmento de hoja irregular. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho.
Marrón-gris. 84 X 13 X 7 mm. (tig. 2, núm. 24.)
8. Pequefio fragmento medial de hoja. Truncadura oblicua parcialmente retocada,
hecha por retoques directoa, muy marginales. Marrón-gris. 10 X 14 X 3 mm.
(fig. 2, núm. 28.)
4-8. Cinco fragmentos de boja. Sin retocar.
9. Fragmento proximal de hojita. Truncadura oblicua hecha por retoque directo,
abrupto. Marrón-gris. 18 X 7 X 3 mm. (fig. 2, núm. 26.)
10-16. Siete fragmentos de hojita. Sin retocar.
(83)
nota 4,
Comunicación de don Rafael Pardo en N. P. GOM.EZ SERRANO, op. cito
[page-n-41]
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BERNARDO MARTI
17. Segmento de circulo. Retoque directo, abrupto. MatTÓn-gri•. 21 X 8 X 2 mm.
(tig. 2, nÚm. 27.)
18. Lasca. Retoques muy marginales en el borde derecho. Melado. 30 X 23 X 6 mm.
(tig. 2, núm. 25.)
19-46.
VeintiJiete 118Cas y esquir las.
COJl(:/w
l . P~uncul ua con perforación en el natia.
2. Fragme nto de forma oval, muy pulido. (tig. 2, núm. 29.)
F aun(l
Premolar de cáprido.
Fragme nto de molar de hervíboro.
CA PA 3,'
De 60 a 60 cm. de profundidad.
Sil,,:
l . Fragmento medial de hoja Retoque di recto, abrupto, continuo, en el borde
i:tqulerdo, f ormando una escotadura. Amarillo, con c6rtex. 39 X 14 X 4 mm. (!ig. 2,
n úm. 3.)
2. F ragme nto de hojita. Sin retocar.
3-10. Ocho Iaseaa y esquirlas. Sin retoear.
Hu"o
l . Fragmento de punzón sobre meta podio de ovkáprido. (tig. 2, núm. 15.)
2-6. Cuatro pequeños fragmentos de hueso, pulidos, pertenecientes a pun:o nel.
FauJl4
Fragmento de mandíbula, dOll molares y una falan~ de Cunicuhu.
Tres molares, un atlaa y una falange de ovieAprido.
Fragmento de mandibula de cérvido.
Fragmento de CQlmlllo de Sus IlCrofa.
Esquirlas de hueso.
CAPA 4.'
De 60 a 110 cm. de profundidad.
SUu
l . Hoja. Retoques direclos, oblicuOll, marginales, en parte dis tal izquierda. Marrónrojizo. 48 X 15 X S mm. (fig. 2, núm. 2.)
2. Fragmento medial de hojita. Pequeiia escotadura en parte proximal izquierda
hecha por retoque directo, abrupto. Melado. 19 X 7 X 2 mm. (lig. 2, núm. SO.)
8-6. Cuatro fragmentoB de hojita. Sin retocar.
7-10. Cuatro lascas y esquirlas.
b)
Cata. del Fondo
S¡le~
Fragmento distal de hoja. Borde bquierdo denticulado por retoque alternante,
abrupto. Gris claro, con c6rtex. 26 X 14 X 4 mm. (fig. 2, núm. 4.)
2. Fragmento distal de hoja. Retoque inverso, abrupto, en el borde i1quie rd oj
alternan te, abrupto, en el derecho. Melado. 26 X 12 X 3 mm. (lig. 2, núm. 5.)
3-5. Tres fragmentA:la de hoja. Sin retocar. (fig. 2, núm. l .)
6. Hoj ita. Cristal de roca. 21 X 7 X 2 mm. (lig. 2, núm. 7.)
7. Hojita. Melado. 35 X 10 X 2 mm. (fig. 2, núm. 8.)
8. Fragmento proximal de hojita. Retoques muy marginales en el borde derecho.
Gria. 25 X 8 X 2'5 mm. (lig. 2, núm.. 9.)
9. Fragmento proximal de hojita. Retoque alternante, muy marginal, e n el borde
derecho. GrJa. 22 X 8 X 2'5 mm. (fig. 2, núm. 12.)
10. Fragmento medial de hojita. Gris, con e6rtex. 18 X 10 X 3 mm. (fig. 2,
núm. 10.)
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[page-n-44]
BERNARDO MARTf
11. Trapecio simétrico. Retoque a lterno, abrupto. Melado. 20 X 10 X 3 mm.
(fig. 2, núm. 6.)
12. Fragmento de núdeo. Gris. 9 X 12 X 12 mm. (fig. 2, núm. 13.)
18-20. Ocho pequeñas lascas (fig. 2, núm. 11).
Pied,.a
1. Fragmento de brazalete de pizarra. (fig. 2, núm. 14.)
Fau,",
Incisivo de suido.
c)
La cerámica
Las notas conservadas de esta prospección no permiten la separ ación
de los materiales cerámicos correspondientes a cada una de las dos catas,
ni a las capas de la Cata de la Entrada. En total se encontraron 231 frngmentas de cerámica, hechos a mano, con la excepción de dos fragmentos
que 10 son a 'torno. La mayor parte no presentan decoración; la terminación es pOco cuidada, prcd.ominando las superficies rugosas, de aspecto
grosero, ,con la excepción de algu nos fragmentos que presentan superficies alisadas o bruñidas. Las pastas presentan, por lo general, desgrasantes de cuarzo y caliza.
Los fragmentos decorados o con elt:mentos de prehensión, son los siguientes:
1. Fragmento de borde. Labio dentado por impres iones ovales poco profundas.
Decoración de lineas indsas vertienles, poco profundas. Pasta porosa por pérdida del
desgrasante. Superficie afinada de color gris-rojh;o. (fig. 3, núm. l.)
2. Fragmento de borde. Labio dentado por finas indsioncs transversales. Cordón
longitudinal con ungulaciones. Pasta negruzca, sin desgrasante apreciable. Superficie
afinsda de tonaUdad rojiza. (fig. 3, núm. 2.)
3. Fragmf\nto de borde. Decoración impresa cardial. Pasta negra, si n desgrasante apreciable. Superficie bruñida de color gris oscuro. (fig. 3, núm. 3.)
4. Fragmento de bordf!. Pequeñas impresiones de forma oval en el labio. Pana
rojiza con abundante desgrasante. Superficie afinada de color rojizo. (fig. 3, núm. 4.)
5. Fragmento de borde. Pequeño mamelón alargado. Pasta negra con desgrasAnte
abundante. Superfkie grosera -de color gris. (fig. 3, núm. 5.)
6. Asa. Pasta de color pardo con desgraaante apreciable. Superficie alisada, pardodara. (fig. 4, núm. l .)
I
7. Fragmento col:respondiente al cuerpo, con un mamelón alargado. Pasta de
color pardo con desgraaante apreciable. Terminación afinada y color gris en auperflcie. (fig. 4, núm. 3.)
8. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decoración de líneas horizontales impresas por un instrumento dentado (gradina o similar) limitada, en su parte superior,
por una Unea incisa con impresiones transversales y, en la parte inferior, por pequeñas impresiones ovalea. En la parte izquierda del fragmento, estas imprealones
ovalea forman una circunferencia. Pasta negra sin desgTasante apreciable. Superficie
con terminación afinada de color negro. (fig. 3, núm. 6.)
9. Fragtrn'nto correspondiente al cuerpo. Decoración de l.ineas incisas hechas
mediante el arrastre del borde de una concha (raspado enrdial). Pasta gris s in desgrasante apreciable. Superficie afinada de color pardo. (lig. 3, núm. 7. )
10. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decorad6n de lineas incisas hechas
mediante el arrastre del borde de una concha (raspado enrdial). Pasta negra sin
desgrasante apredable. Superficie afinada de color pardo-gris. (fig. 4, n(¡m. 2.)
11. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decoración impresa enrdial. Pasta gTis
sin desgTuante apreciable. Superficie afinada de color pardo-rojizo. (fig. 4, núm. 4.)
12. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decorado por impresiones cortas, irregulares, de punzón romo o s imilar, poco profundas. Pasta negruzca con pequefio
desgTasante. Superficie do aspecto grosero '1 coloración negruzca. (fig. 4, n(¡m. 5.)
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[page-n-45]
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[page-n-46]
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BERNARDO MARTf
18. Fragmento corre~pondiente al cuerpo. Decoraci6n de líneas incisas poco
profundas. Pasta gris, porosa por pérdida del desgrasante. Superficie afinada de color
marron oscuro. (lig. 4, núm. 6.)
14. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decoraci6n de lineas incisas, anchas
y poco profunda&. Pasta gris con pequeño desgrasante. Superficie afinada de color
marrón oscuro. (fig. 4, núm. 8.)
16, Fragmento correspondiente al cuerpo. 141. superficie exterior presenta huellas
poco profundas de alisado. Pasta negra, muy porosa por pérdida del desgrnsant.e.
Superficie afinada de oolor negro. (fig. 4, núm. 7.)
2.-PROSPECCJON DE 1936.
Durante el verano de 1936, R. Pardo abrió una nueva cata cuyas dimensiones fueron de 5 X 1 m. con una dirección perpendicular al eje de
la cueva y cuya situación aproximada se indica en el plano. La profundidad alcanzada fue variable, pudiendo llegar en algunos puntos a 150 cm.
Esta excavación fue denominada .Cata Principal. y los materiales encontrados fueron numerosos (84) .
Según las notas de R. Pardo se encontraron hojas y hojitas, algunos
segmentos y trapecios, dos puntas de flecha de retoque bifacial, algunos
núcleos y abundantes restos de talla, por lo que se refiere a la industria
de silex. Cinco hachas de piedra pulida y fragmentos de otras dos. Entre
los materiales de hueso destacan los punzones, que conservan la articulación natural como empuñadura, dos anillos y una aguja plana con los
dos extremos aguzados, de 25 cm. de longitud .• Hacia el centro de la
zanja abierta apareció, dando señales de haber sido poco molestado, un
collar de huesos, formado con húmeros de conejo, agujereados cerca de
su parte de unión con la rodilla, y en número de 47, completamente enteros, y otros 13 reconstruibles. Estaban todos en una posición, como
cuando se les deja caer al suelo; no aparecian por tanto con señales de
haber sido molestados. Todos ellos parecen pulidos, poco o mucho, y el
agujero por el que se les pasaba el hilo, es variable, en unos mayor que
en otros, pero en todos es capaz de dar paso a un hilo de dos a tres mm.
de diámetro. (85).
Como eh-mentos de adorno, además de las cuentas de collar de forma
oval hechas de concha, se encontraron Columbellas y pequeños Conus con
perforación, dos vértebras de pez y un fragmento de brazalete.
La cerámica, según señala R. Pardo, no fue abundante aunque aparecieron algunos fragmentos decorados con impresiones cardiales.
(84) Comunicación de don Rafael Pardo a la Dirección del S. l . P. Archivo del
S. J. P.
Comunicaci6n de don Rafael Pardo en N. P. GOMEZ SERRANO, op. cit. nota 5.
(85) Comunicación de don Rafael Pardo en N. P. GOMEZ SERRAN O, op. cit.
nota 5, pága. 96-96.
[page-n-47]
IV
MATERIALES DEPOSITADOS EN EL MUSEO ARQUEOLOGICO
DE ALCOY
Los materiales que procedentes de la Cova de l'Or se hallan depositados en el Museo de Alcoy constituyen un importante conjunto de industria litica, ósea, elementos de adorno sobre diversos materiales. cerámica y escasos restos de fauna. El origen de esta colección es múltiple
y se inicia a partir del afio 1952 con los materiales recogidos por Vicente
Pascual, cuyas exploraciones motivaron el inicio de las campañas de
excavación en 1955 por parte del S. 1. P., del que Vicente Pascual fue
entrañable y valioso colaborador.
A estos materiales, que constituyen el núcleo originario. hay que
añadir Jos rE'COgidos en la superficie del yacimiento por e1 propio Vicente
Pascual y José María Segura, especialmente, con motivo de sus continuas visitas tendentes al cuidado y conservación del yacimiento.
Un tercer grupo es el constituido por los materiales procedentes de
una prospección realizada por jóvenes aficionados alcoyanos, entre 1967
y 1968. antes de que el yacimiento fuera debidamente protegido por un
verjado metálico.
[page-n-48]
"La
BER."ARDO l'aIART(
separaclOn de Jos materiales correspondientes a cada uno de
estos tres grupos resulta difícil y no puede hacerse con total seguridad .
La mayor dificultad corresponde a los materiales cerámicos puesto que
nada sabemos de 10& pertenecientes a la prospección de los aficionados
alcoyanos. Por ello los incluimos todos en un mismo apartado si bien
indicaremos, en su caso, aquellos que conservan su número de inventario,
en cuyo caso sabemos que fueron depositados por Vicente Pascual.
Para los materiales no cerámicos hemos dist inguido tres apartados,
el primero. al que denominaremos «Prospección 1967-1968,. que constituye la parte más numerosa y mejor delimitada; el segundo, que denominaremos . Viejos Fondob, corresponde al núcleo originario de los
materiales recogidos antes de 1955 y que fueron publicados por Visedo (86) , identificados en pequeña parte; el tercero, bajo el título de
«Indeterminados. , t:.n el que se reúnen los restantes materiales.
En cuanto a los materiales cerámicos los hemos reunido en un 4.° apartado según más arriba se indica.
l.
PROSPECCION 1967-68.
Esta prospección fue realizada por un grupo de aficionados alcoyanos
durante las navidades de 1967 y los primeros meses de 1968 aprovechando visitas ocasionales al yacimiento antes de que éste fuera definitivamente protegido por un verjado metálico.
De la prospección se conservan unas notas en el Museo de Alcoy que,
sin embargo, proporClonan una información muy limitada. No existe
indicación del lugar en que se efectuó la cata, ni tampoco de sus dimensiones ; por ('110, la situación que nosotros le atribuimos en el plano debe
tomarse como aproximada según las referencias conservadas y la observación del yacimiento.
Aunque en las notas antes aludidas se habla y se agrupan los materiales en cuatro capas, tampoco existe indicación de su profundidad
excepto para la capa 1.- a la que se le atribuyen 20 cm. de profundidad.
Igualmente hay que lamentar la total ausencia de referencias a los materiales cerámicos, a los restos de fauna y a las semillas; pudiendo suponer que al menos los dos últimos no fueron objeto de atención por
parte de dichos aficionados y que los materiales cerámicos deben encontrarlle mezclados con el total de la colección del yacimiento que posee
el Museo de Alcoy.
(86) C. VISE DO MOLTO : «Coveta de l'Or . Beniarréa (Alicante).» Noticiario
Arqueol6gico Hiapinico, V. 1956-61, Madrid, 1962, pAga. 58·59.
[page-n-49]
OOVA DE L'OR
Con todC', los materiales líticos, la industria ósea y los elementos de
adorno fueron dibujados y agrupados en cuatro capas, ordenación que
seguimos aqui teniendo en cuenta que para las tres primeras se ha
id.:mtificado prácticamente la totalidad de los materiales, en tanto que
para la 4.a , por no estar concluido su inventario en las notas a que ya
nos hemos referido, no podemos saberlo. La parte más importante la
constituyen los materiales líticos entre los que la escasez de restos de
talla apunta. quizá, a una selección en su recogida.
CAPA l .'
Sfux
1. Gran hoja. Borde derecho denticulado por retoque alternante, abrupto, continuo. Retoque,; oblicuos y abruptos en parte proximal izquierda. Melado-amarillo.
90 X 20 X 7'6 mm. (lig. 6, núm. 6.)
2. Fragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto y obHcuo, en parte distal
y borde izquierdo. Pequeña escotadura en el borde izquierdo hecha por retoque inverso,
abrupto. Melado claro. 37'2 X 17"7 X 4'1 mm. (lig. 6, nú m. 4.)
8. Fragmento distal de hoja. Retoque alterno, oblicuo, marginal. Melado claro.
14 X 12"7 X 4"7 mm. (lig. 5, núm. 9.)
4. Fragmento proximal de hoja. Escotadura en el borde izquierdo hecha por
retoque directo, abrupto. Melado. 11 X 14 X 2'8 mm. (lig. 6, núm_ 10.)
6. Fragmento medial de hoja. Retoque de uso. Gris. 26'2 X 16'8 X 3'9 mm.
6-10. Cinco pequeñas hojas. Sin retocar.
11. Lasca laminar. Retoque inverso, oblicuo, marginal, continuo en el borde
iu¡uierdo. Lustre en el borde Izquierdo. Melado. 48'4 X 17 X 5'4 mm. (fig. 5, núm. 5. )
12. Hojita. Retoque directo, oblícuo, marginal, continuo en ambos bordes. Marron
gris. 47'4 X 11'8 X 2'5 mm. (lig. 5, núm. 7.)
18. Fragmento medial de hojita. Retoque muy marginal, de uso, en el borde
Izquierdo. Lustre en el borde izquierdo. Melado. 46'6 X 11'6 X 8"7 mm. (C 6, núm. 8.)
ig.
14. F ragmento distal de hoj ita. Borde izquierdo ligeramente denticulado. P'tina
blanca. 32'8 X 10'8 X 5'2 mm. (llg. 5, núro. 13.)
15. Fragmento distal de hojita. Retoque muy marginal, de uso, en borde izquierdo.
Gris. 26"7 X 10'6 X 3 mm. (lig. 6, núm. 14.)
16. Fragmento proximal de hojita. Escotadura en borde izquierdo hecha por
retoque directo, abrupto. Melado. 18'6 X 11'9 X 8 mm.
17-20. Una hoj ita y ~rea fragmentos proximales de hojita. Sin retocar. (lig. 6,
núma.. U, 12 Y 16.)
21. Trapecio con u n lado cóncavo. Roto en el lado Inlerior. Retoque alterno,
abrupto. Retoque muy marginal, de uso, en la base mayor. Melado. 26'1 X 14'8 X
1'6 mm. (lig. 6, núm. 16.)
22. Lasca. Retoque direeto, abrupto, continuo en la parte distal. Marron-rosado.
87'6 X 26 X 8'4 mm. (fig. 6, núm. 17.)
23. Lasca con escotadura. Melado. 28'1 X 18'4 X 9 mm.
24. Lasca denticulada. Tableta de avivamiento de núcleo. Melado. 36'2 X 19 X
8'8 mm.
25-29. Cinco laacas, con señales de utili zación.
80-8L Dos fragmentos de núcleo.
32-77. Cuarenta y seis lascas y esquirlas.
Piwf'G
l . Fragmento de anillo. Piedra caliza blanea. (lig. 6, núm. 8 y Um. XXVll.)
HuelO
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1. Aguja. Rota en su extremidad aguzada. Presenta u na perforación bic6nlca
en la base. (fig. 6, núm. 1 y L'm. XXVI.)
2. Punzón sobre metapodio de ovicáprido, conservando la apófisis como base. Cara
inlerior totalmente ali.sada. (lig. 6, núm. 2 y Um. XXVI.)
3. F ragm'mto de punta de punzón.
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COVA DE L'OR
49
Concha
1. Columbella con perforación. (Lám. XXVII. )
2. Pectunculus con perforaeión en el natis. (LAm. XXVII.)
3. Fragmento de Pectunculus parcialmente pulido.
Fauna
Fragmento de incisivo de carnívoro.
CAPA 2.'
S,'''"
Gran hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Pardo melado. 70 X 17'5 X
5 mm. (fig. 6, núm. 16.)
2. Hoja irregular. Retoque directo, abrupto en parte proximal derecha. Melado
con c6rtex. 43 X 16'S X 3 mm.
3. Fragmento distal de hoja. Dos esC{)taduras en el borde derecho. Retoque diret'.to, abrupto, continuo, bilateral y distal. Melado. 30 X 14 X 4'4 mm. (Cig. 6, núm. 11.)
4. Fragmento proximal de hoja. Borde izquierdo finamente de nticulado por
retoque directo. Gris. 32'5 X 15 X 3'7 mm.
5. Fragmt:nto proximal de hoja. Señales de uso en ambos bordes. Blanco-gris.
28'6 X 16'2 X 4'4 mm.
6. Fragmento proximal de hoja. Señales de uso en borde izquierdo. Melado.
24'2 X 14'7 X 4 mm.
7. Fragmento medial de hoja con Corml!. de trl!.pecio. lt!elado. 20'6 X 15'9 X 3'7 mm.
8. Frl!.gmento proximal de hoja. Retoque de uso y lustre en el borde derecho.
Melado-r01I11.. 20'2 X 14 '6 X 3'6 mm.
9. Fragmento proximal de hoja. Escotadura hecha por retoque directo, abrupto
en el borde izquierdo. Melado gris. 22'1 X 12'4 X 2'8 mm.
10. Fragmento proximal de hoja. Señales de U80 en el borde izquierdo. BlanC{).
14'S X 14'2 X 1'9 mm . .
11. Fragmento proximal de hoja. Retoque alter no, muy marginal. Melado.
16'7 X 12'6 X 2'9 mm.
12-24. Trece hojss y fragmentos de hoja. Sin retocar . (fig. 6, núm. 17 y 19.)
25. Hojita. Escotadura en el borde derecho hecha por retoque inverso, abrupto
que se extiendo> por la parte proximal. Melado. 32'2 X S'S X 2'2 mm. (fig. 6, núm. 12.)
26. Hojita. Retoque direeto, abr upto en el borde derecho y en la parte proximal
izquierd a, fonnando escotadura. Melado. 29'2 X 11 X 3'1 mm.
27. Hojita. Retoque directo, abTUpto en borde derecho. Retoque de uso en la
parte dista" izquierda, con lustre. Gris. 25 X 10'5 X 3 mm.
28. Fragmento medial de hojita. Retoque directo, abru pto en un borde. Melado.
15 X 11'2 X 2'S mm.
29. Fragmento medial de hojita. Retoque de uso en un borde, con lustre. Gris.
14'6 X 9'4 X 2'6 mm.
30-47. Diez y ocho hojitas y fragmentos de hojita. Sin retocar.
4S. Perforador. Retoque directo, abTUpto, bilateral. Amarillo, con c6rtex.
38'6 X 12'1 X 6 mm. (fig. 6, núm. lS.)
49. Trapecio asimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 28 X 13'4 X
2'S mm. (fig. 6, núm. lS.)
60. Trapecio con u n lado cóncavo. Retoque a lterno, abrupto. Melado. 17'4 X 10'3 X
2'3 mm. (lig. 6, núm. 16.)
51. Segmento. Retoque biC
acial. plano y oblicuo. Blanco-gMs. 23'3 X 9'6 X 2'7 mm.
(fig. 6, núm. 14.)
62. Núcleo. Melado. 34'5 X 28'5 X 17'6 mm. (fig. 6, núm. 20.)
63-67. Quince lascas y esquirlas.
1.
Piedra
1. Pequeña hacha pulida. Fibrolita. 39'5 X 30 X S mm. (fig. 6, n úm. 9.)
2. Pequeña azuela pulida. Fibrolita. 35'S X 31'3 X 9 mm. (Cig. 6, núm. 10.)
3-4. Dos fragmentos de brazalete de pizarra. (fig. 6, núm. 4 y 5.)
6. Plaqueta de fonna trapezoidal. Caliza. 110 X 95 X 10 mm.
6. Disco biconvexo. Arenisca porosa. 47 X 42 X 10 mm.
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COVA DE L'OR
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l . Punwn IIObre metapodio de ovidprido, conservando la ap6fi.ais. (fig. 6, núm. 1
y Lim. XXVI.)
2-3. Dos fragmentoa de ¡,unta de punwn¡ uno de ellos, romo.
4. Fragmento de punta e aguja o f ino punzón de &eeci6n circular.
5. Fragmento de fusta de aguja o f ino pun:¡:6n de sección circular.
6. Punzón IIObre esquirla.
7. Espátula. Presenta una fina denticulaci6n por incisiones poco profundas en
su extremo curvo; en el otro extremo, roto, se observa parte de una perforación.
(fig. 6, núm. 2 y Lim. XXVI.)
8. Pequeña plaqueta de forma ovalada, rota, con inicio de perforación en au
parte central.
9. Pequeño fragmento alargado parcialmente pulido.
Concha
Fragmento de Dentalium. (fig. 6, núm. 8 y Li m. XXVII.)
Cyprea con perforaci6n. (Lá m. XXVI!. )
3-6. Cuatro Columbellaa con perforaci6n. (Lim. XXVII.)
7. Pequeño Conus con perforación.
8. Cardium con perforación en el natia. (Lim. XXVII.)
9. Fragmento de Pectunculus.
10. Parte auperior de Conus, perforada. Cuenta de collar. (fig. 6, núm. 7 y
1.
2.
Um. xxvn.)
11. Cuenta de collar ovalada, con perforación bicónica. (fig. 6, núm. 6 y
Lim. XXVII.)
12. Anillo. (fig. 6, núm. 3 y Uro. :XXVII.)
18. Fragmento de concha de forma oval, puUdo. (Lim. XXVII.)
14. Fragmento de concha, posiblemente de Conus. Anillo en curso de fabrlcaci6n,
roto.
Fauna
Molar de Boa ap.
Fragmento de asta de ciervo.
Cuatro vértebra.a de pe:¡:.
CAPA 8."
Sllell
1. Fragmento proximal de gran hoja. Retoque directo, abrupto en e l borde
izquierdo, y alternante, abrupto en el borde derecho. Blanco. 60 X 20 X 4'1 mm.
(flg. 7, núm. 9.)
2. Hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Gris, con c6rtex. 46'3 X 16'5 X S'6 mm.
8. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto e n el borde Izquierdo;
directo, oblicue.., algo invasor en el borde derecho. Blanco. 45 X l S'3 X 4'3 mm.
(f ig. 7, núm. 10.)
4. Fragmento medial de hoja. Ambos bordes denticulados por retoque altern ante,
abrupto. Melado oscuro. 31 X 11 X 3'8 mm. (fig. 7, núm. 11.)
5. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. MeladoroJ i:¡:o. 37'6 X 13'6 X 2'3 mm (fig. 7, núm. 13.)
6. Fragmento proximal de hoja. Truncadura oblicua . hecha por retoque directo,
abrupto. Lustre en el borde derecho. Gris-negro. 40'5 X lS'3 X 4 '4 mm. (fig. 7, núm. lS.)
7. Fragmento proximal de hoja. Lustre en el borde derecho. Melado claro.
34'7 X 14'6 X S'4 mm. (fig. 7, núm. 16.)
8. Fragmento proximal de hoja. Escotadura en el borde izquierdo y retoque
directo, abrupto en el borde derecho. Gris. 33'9 X 15'2 X 3'3 mm.
9. Fragm~nto proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en parte medial j:¡:.
quierda; retoque de uso en el borde derecho. Melado. 32'6 X 14 X 8'1 mm.
10. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde izquierdo. Grill.
30'7 X 14'1 X 4 mm
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11. Fragmento medial de boja. Lustre en el borde izquierdo. Melado-amarillo.
26 X 13 X 3'3 mm. (fig. 7, nÚm. 19.)
12. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, parcial,
en ambos bordea. Gris. 41'3 X 12 X 3'1 mm. (fig. 7, núm. 20.)
13. Fragmento pro~mal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Gria.
39 X 12'7 X 4'5 mm. (fig. 7, núm. 21.)
14. Fragmento medial de hoja. Truncadura proximal hecha por retoque directo,
abrupto. Retoque directo, abrupto y oblfcuo, discontinuo, bilateral. Melado. 37'2 X
16'8 X 5'3 mm. (lig. 7, n(¡m. 22.)
15. Fragmento medial de hoja. Retoque alternante, direct.o-abrupto e inversoobUcuo, en el borde derecho. Melado, con c6rtex. 40'8 X II '8 X 3'7 mm. (Iig. 7, núm. 23.)
16. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, abrupto, muy marginal en el
borde izquierdo. Melado, con cónex. 88 X 16 X 4 mm. (Iig. 7, núm. 24.)
17. Hoja irregular. Retoque directo, oblicuo, algo invalOr en la parte proximal
izquierda. Gris. 58 X 20'8 X 6'9 mm. (Iig. 8, núm. l .)
18. Fragmento proximal de hoja. Truncadura distal hecha por retoque directo,
oblicuo. Directo, oblicuo y plano, algo invasor, en ambos bordes. Melado-gris.
50 X 18'5 X 8'7 mm. (Iig. 8, núm. 2.)
19. Hoja. Retoque muy marginal, discontinuo, en borde derecho. Melado.
36'5 X 12'9 X 2'7 mm. (fig. 8, n11m. 8.)
20. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, oblicuo, marginal en el borde
Izquierdo. Melado. 85'5 X 12'9 X 2'7 mm. (lig. 8, núm. 4.)
21. Fragme nto proximal de hoja. Escot.aduraa bilateralea hechaa por retoque
abrupto. Melado oscuro. 26'4 X 13 X 2'9 mm. (Iig. 8, núm. 6.)
22. Fragmento medial de hoja. Retoque inverao, abrupto en borde derecho. Melado. 28 X 14 '6 X 4'6 mm. (fig. 8, núm. 7.)
28. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, oblicuo, marginal, formando
una pequeña escotadura, en parte medial izquierda. Gria. 38'6 X 17 X 4'8 mm.
(fig. 8, núm. 8.)
24. Fragmento proximal de boja. Retoque de uso en borde derecho. Melado.
39 X 16'7 X 3'6 mm. (fig. 8, núm. 9.)
25. Fragmento medial de boja. Escotadura hecha por retoque directo, abrupto
en parte proximal izquierda. Gria con c6rtex. 86'6 X 14'3 X 4'4 mm. (fig. 8, n11m. 10.)
26. Fragmento distal de hoja. Señales de UIO en borde derecho. Gria. 86'7 X
18'7 X 4'8 mm. (fig. 8, núm. 11.)
27. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en parte proltimal
izquierda. Melado OlICuro. 34 X 12'6 X 2'5 mm. (fig. 8, nÍlm. 12.)
28. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, abrupto en el borde derecho.
Melado claro. 25 X 18'9 X 6'2 mm.
29. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto y earotadura en
el borde derecho. MeJado con c6rtex. 21'5 X 13'2 X 4 mm.
80. Fragmento medial de hoja. Retoque de uso en el borde Izquierdo. Melado con
c6rtex. 19'4 X 14 X 8'3 mm.
31. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde derecho;
retoque inverso, de UIO, en el izquierdo. Melado. 15'6 X 14'3 X 4 mm.
32. Fragmento distal de hoja. Retoque muy marginal en el borde derecho. Melado
amarillo. 26 X 12'6 X 3 mm. (fig. 8, núm. 20.)
83-52. Veinte hojas o fragmentos de hoja. S in retocar. (fig. 8, n͡ms. 14, 16,
17 y 19.)
63. Fragmento medial de hojita. Retoque inverso, abrupto en la mitad superior
Izquierda; lustre en la mitad inferior. Melado. 28 X 10'3 X 2'8 mm. (fig. 7, nÍlm. 12.)
54. Hoj ita. Retoque muy marginal, de uso, en el borde derecho, con lustre.
Melado. 43'1 X 9'8 X 2'7 mm. (fig. 7, núm. 17.)
55. Fragmento distal de hojita. Retoque directo, muy marginal, de uao, en el
borde derecho, con lustre. Melado-gria. 87 X 10'2 X 2'4 mm. (lig. 7, nÍlm. 18.)
56. Fragmento proximal de hojita. Retoque inverso, plano, marginal en la
parte proximal derecha; directo, oblicuo, marginal en la parte proximal bquierda.
Melado. 29'7 X 11 '4 X 2'3 mm. (fig. 8, núm. 5.)
57. Hojita. Retoque alternante, muy marginal en el borde izquierdo. Melado
con c:6rtex. 38 X 10 X 2'8 mm.
58. Hojita. Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado, con c:6rtex.
24'5 X 8'6 X 2'7 mm.
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59. Fragmento distal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
24'2 X 8'4 X 2'2 mm.
60. Fragmento proximal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Gria.
22'2 X 10'6 X 2'9 mm.
61. Fragmento proximal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
20'5 X 10 X 2 mm.
62. Hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Gris-amarillo. 33'4 X 10 X 3'6 mm.
(fig. 8, núm. 13.)
63-90. Veintloebo hojitas y fragmentos de hojita. Sin retocar. (fig. 8, núms. 16,
18, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27 y 28.)
91. Hojita. Cristal de roca. 19'8 X 6'4 X 1'9 mm. (fig. 8, núm. 29.)
92. Perforador. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado oscuro. 30'2 X 12'7 X
4 mm. (tig. 7, núm. 6.)
93. Perforador. Retoque alternante, abr upto, bilateral; inver!!lO, oblicuo, algo
invasor en la parte proximal derecha. Melado. 45'6 X 18'8 X 3'6 mm. (fig. 7, núm. 7.)
94. Perforndor. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho; alternante, directoabrupto e inver!!lO-oblfcuo, en el borde izquierdo. Morado. 24'3 X 17 '2 X 4 mm. (tig. 7,
núm. 8.)
95. Perforador. Punta obtenida por amplio retoque inverso, abrupto ; alternante,
abrupto, muy marginal en ambos bordes¡ bifacial, directo-abrupto e inverso--plano,
en la parte proximal. Gris. 35 X 10'6 X 3'1 mm. (fig. 7, núm. 14.)
96. Truncadura oblicua. Retoque directo, abrupto en la truncadura y borde izquierdo; directo, abrupto en la parte distal derecha. Lustre en el borde derecho.
Amarillo. 27'8 X 13 X 3'7 mm. (fig. 7, núm. 5.)
97. Trapecio rectángulo. Retoque alterno, abrupto. Blanco. 19 X 12'7 X 3 mm.
(tig. 7, núm. l .)
98. Trapecio asimétrico. Retoque alterno, abrupto. Retoque alternante, muy marginal, en la ba&e mayor. Melado. 19'2 X 9'3 X 1'5 mm. (fig. 7, núm. 2.)
99. Trapecio simétrico. Retoque alterno, abrupto. Melado claro. 23'3 X 12'6 X
3 mm. (fig. 7, núm. 8.)
100. TriAngulo escaleno. Retoque directo, abrupto. Melado. 20'8 X 12'3 X 2'6 mm.
(fig. 7, núm. 4. )
101. Fragmento de núcleo. Melado, con córteJC. 44 X SS X 20 mm.
102-116. Quince lascas y esquirlaa.
PUdro
1-2. Dos fragmentos de brazalete de pizarra. Uno de ellos roto en dos partes.
(fig. 9, núm. 17 y Um. XXVII.)
8. Canto rodado de forma oval alargada.
HlI.uo
1-3. Tres punzane! sobre metapodio de ovieAprido. Dos de ellos conservan la
ap6fisis. (tig. 9, núms. 1 y 6 y LAm. XXVI.)
4-10. Siete fragmentos de punzón. Tres de ellos corresponden a la base y estAn
hechos sobre metapodios de ovicApridos que conservan la ap6lisis; los cuatro restantes
!!IOn puntas.
11. Esquirla con las dos extremidades aguzadas. Posible fragmento de punzón
reutilizado.
12. Gran espAtula sobre metapodio de é<¡uido. (fig. 9, núm. 2 y LAm. XXV!.)
13. Fragmento de hueso de forma triangular y sección curva, con estrechamientos
laterales. (fig. 9, nÚm. 7 y LAm. XXV!.)
14 . Pequeño fragmento de caña de hueso labrado con dos inciliones transveraales
en uno de IIUIl extremos.
15. Fragmento de pala de cuchara. (fig. 9, n6.m. 3 y LAm. XXVI.)
16. Fragmento de ancha espátula. (lig. 9, n6.m. 8 y LAm. XXVI.)
17. Pequeño lragmento de ellpAtula o t':uchara.
18: Fragmento de plaqueta con dos perforaciones; una de ellas rota. (fig. 9,
núm. 4 y LAm. XXVII.)
19-28. Diez anillos o fragmentos de anillo. Uno de ellos presenta finas incisiones
en sua bordea. (fig. 9, nÚms. 13 y 14 Y Lim. XXVI.)
29-80. Dos fragmentos con huellas de pulido.
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COVA DE L'OR
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31. Fragmento de colmillo de Sus serofa con perforaci6n. (tig. 19, núm. 6 y
Lám. XXVII.)
COftCM
1-9. Nueve fragmentos de Dentalium. (fig. 9, núm. 16 '1 Lim. XXVII.)
10-17. Ocho Columbell811 con perforaci6n. (tig. 9, núm. 16 '1 Lim. XXVU.)
18-23. Seis CardiullUl.
24-28. Cinco Pectunculus con perforaci6n en el natis. Dos de ellos eonservan
huellas de ocre en el interior. (Lim. XXVII.)
.
29-31. Tres partes superiores de Conus, pertoradas. Cuentas de collar. (fig. 9,
núllUl. 9 '1 10 '1 Lim. XXVIl)
32-33. Dos cuent811 de collar ovaladas, con perforaci6n blc6nita~ '1 abultamiento
en la parte infe rior. Una de ellas, rota. (tig. 9, núm. 11 y 12 '1 Lim, XXVII.)
34. F ragmento de torma oval alargada, con perforaci6n. (tig. 9, núm. 5 '1
Lim. XXVII. )
F aUIl1l
Fragmento de colmillo lie Sus scrota.
Asta de ciervo.
C APA 4 .'
Sflez
1. Hoja. Retoques muy marginales, de uso, bilaterales. Luatre en el borde bquierdo. Negro, con córtex. 49 X 14'2 X 3'3 mm. (fi g. l O, núm. 3.)
2. Fragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde izquierdo.
Luatre en e l borde Izquierdo. Gris claro. 45 X 14 '8 X 5 mm. (lig. l O, núm. 4.)
3. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde derecho;
alternante, abru pto e n el bordto izquierdo, con lustre. Melado. 41 '6 X 13'2 X 3'4 mm.
(tig. 10, núm. 5.)
4. Fragmento proximal de hoja. Borde derecho denticulado por ~ueñas muescas
simples, con lustre. Melado-marrin con córteL 40'S X 13'S X S mm. (flg. 10, núm. 6.)
5. Fragmento medial de hoja. Retoque de UIlO en el borde izquierdo, con lustre.
Melado-amariJIo. 33'6 X 13 X 2'3 mm. (fig. 10, núm. 7.)
6. Fragme nto medial de hoja. Retoque inverso, abrupto en el borde derecho, con
lustre; alternante, discontinuo en el borde izquierdo. Melado. 31 X 13'6 X 4'2 mm,
(tir. 10, núm. 8.)
7. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, muy marginal en el borde
bqulerdo, con lustre. Melado. 27 X 14'1 X 2"1 mm. (fig. l O, núm. 9.)
8. Hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral. Blanco-ama rillo. 55 X lS'6 X 4'4 mm.
(tig. 10, núm. 10.)
9. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, oblkuo, Invasor, bilateral. Gris.
SS'6 X 12'S X 4'8 mm. (tig. 10, núm. 11.)
10. Hoja. Retoque directo, abrupto en parte medial y proxi mal izquierda. Melado
claro. 43 X 13'4 X 3'5 mm. (fig. 10, núm. 12.)
11. Hoja, Retoque alternante, abrupto, bilateral. Melado oscuro. 44 X 13'S X 4'4
mm. (tig. lO , núm. 13.)
12. Hoja. Retoque inverso, abrupto en parte distal izquierda. Melado, con c6rtex.
57 X 19 X 6'6 mm. (tig. lO, núm. 14.)
13. Hoja. Retoque directo, abru pto, muy marginal en la parte distal '1 borde
derecho. Gris. 63 X 18'3 X 4'1 mm. (tig. 10, núm. IS.)
14. Fragmento distal de hoja. Retoque de uso en borde derecho. Melado gris.
46'4 X 22 X 3'8 mm. (lig. 10, núm. 16.)
15. Hoja. Retoques muy marginales en la parte distal. Marrin. 47 X 16 X 6'8 mm.
«(ig. lO, núm. 17.)
16. Hoja. Retoque alternante, abrupto, discontinuo en el borde derecho, formando
una escotadura; directo, muy marginal en el borde izquierdo. Melado-gris. 45'5 X
13"1 X 3'2 mm. (tig. lO, núm. 18.)
17. Hoja. Retoque alterno, abrupto en la parte proximal. Gris daro. 41'8 X
14 X 3'2 mm. (tig. lO, núm. 19.)
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59
18. Fragmento proximal de hoja. Retoque inveno, abrupto en el borde derecho j
directo, discontinuo, muy marginal en el borde izquierdo. Melado-marr6n. 46 X 11'2 X
3 mm. (lig. 11, núm. 1.)
19. Fragmento proximal de hoja. Señales de uso en el borde derecho. Meladorojilo. 39'3 X 12'6 X 3 mm. (tig. 11, núm. 2.)
20. Fragmento distal de hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
36'5 X 16'4 X 3'4 mm. (fig. 11, núm. 3.)
21. Hoja. Retoque de uso en ambos bordes. Melado. 37'6 X 14'4 X 3'3 mm.
(lig. 11, núm. 4.)
22. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en borde Izquierdo. Melado
oscuro. 36'7 X 14'8 X 2'5 mm, (lig. 11, núm. 5.)
23. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en la parte medial
derecha. Melado-rojillo. 36 X 12 X 2'4 mm. (fig. 11, núm. 6.)
24. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto y oblicuo, discontinuo
en el borde derecho. Gris. 54 X 15 X 4'3 mm. (fig. 11, núm. 9.)
25. Fragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde derecho.
Melado-rojizo. M'4 X 12'5 X 4'2 mm. (fig. 12, núm. 13.)
26. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en la parte medial
derecha. Retoque de uso en el borde izquierdo. MeJado. 31 X 12 X 3'1 mm. (lig. 12,
núm. 14.)
27. ,'ragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado, con
c6rtex. 27 X 13'5 X 3'1 mm.
28. Fragnlento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Gris.
24'2 X 16 X 3'1 mm.
29. Fragmento proximal de hoja. Borde derecho y parte medial Izquierda denticulado por retoque directo, abrupto. Lustre en la parte medial derecha. Melado. 28 X
14'8 X 4 mm.
ao. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso bilateral. Melado jupeado.
23'6 X 16'8 X 3 mm.
31. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en la parte medial
derecha. Lustre e n e l borde i1quierdo. Melado. 20'1 X 16 X 4'1 mm.
32. Fragmento medial de hoja. Retoque inverso, muy marginal, en uno de los
bordes. Morado. 15'2 X 16'. X 5 mm.
as. Fragmento proximal de hoja. Retoque de U80 bilateral. Melado rojizo con
córtex. 21 X 32 X 4'6 mm.
84-62. Diecinueve hojaa y fragmentos de hoja. Sin retocar. (fig. 11, núm. 10.)
53. Fragmento proximal de hojita. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Melado
oscuro. ao X 10'5 X 2 mm. (fig. 12, núm. 16.)
64. Fragmento distal de hojita. Tnmcadura distal hecha por retoque directo,
abrupto¡ alternante, abrupto en el borde derecho. Melado rojizo. 27'6 X 11'2 X 8'2 mm.
(lig. 12, núm. 16.)
55. Fragmento de hojita, atlpieo. Retoque alternante, abrupto en el borde derecho.
Melado gris. al'4 X 10'8 X 3'6 mm. (fig. 12, núm. 17.)
66. Fragmento proximal de hojita. Retoque muy marginal en ambos bordell y
en la parte proximal. Amarillo verde. 22'6 X 10'5 X 3'5 mm. (fig. 12, núm. 18.)
67. Fragmento proximal de hojita. Señales de uso en el borde derecho. Melado.
40'2 X 11 X 2'5 mm. (ligo 11, núm. 11.)
68. Fragmento proximal de hojita. Señalell de uso en el borde derecho. Melado.
49'7 X 11'6 X 2'4 mm. (fig. 11, núm. 12.)
69. Hojita. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Melado. 39'2 X 10'6 X 2'8 mm.
(fig. 11, núm. 13.)
60. Hojita. Retoque inverso, abrupto en parte medial derecha. Melado. 88'7 X 9 X
2"7 mm. (fig. 11, núm. 14.)
61. Frllgmento proximal de hojita. Retoque inverso, oblicuo en la parte medial
de ambos bordea. Melado. 35"7 X 10'3 X 2'9 mm. (lig. 11, n11m. 7.)
62. Fragn:ento proximal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Grill.
33 X 10'9 X 3'3 mm. (ligo 11, núm. 8.)
63. Hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Gris. M'8 X 11'2 X 3'8 mm.
64. Fragmento dilltal de hojita. Retoque direeto, oblfcuo, en el borde derecho.
Grill eon córtex. 28'8 X 11 X 4 mm.
66-87. Velntitrh hojitas y fragmentos de hojita. Sin retocar.
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62
BERNARDO MARTI
88. Perforador. Retoque diredo, abrupto, bilateral. Melado gril. 46 X 13'4 X
8'7 mm. (fig. 10, núm.. 1.)
89. Perforador. Retoque alterno, abrupto. Melado claro. 36'2 X 10'4 X 3'5 mm.
(fig. lO, núm. 2.)
90. La&ca. Retoque de uso. Melado rojiw con cól'tex. 21 X 82 X 4'5 mm.
91. Lasca. Retoque de uso. Rojizo. 26 X 15 X 7'2 mm.
Pudra
1-2. DoI !ragmentoJl de brazalete de pbarra; uno de elloa con perforación
(flg. 12, nÚmJI. 7 y 8 y Um. XXVII.)
HlI.uo
l. Cuchara. Rota en tres partes. Según las notas a que ya nOI hemos referido
cada una de la8 partes pertenecería a una capa distinta i sin embargo, la8 IIneaa de
fractura no parecen de gran antigüedad. Asl puea, aunque la incluyamos aqu! BU
procedencia el dudosa. (fig. 13, núm. 1 y Um. XXVI.)
2. Fragmento de cuchara. Rota longitudinalmente. (fig. 12, núm, 1 y LAm. XXVI.)
3-30. Veintiocho punzones o fragmentos de punz6n. La mayor parte obtenidos
sobre metapodlos de ovicápridos, cortados longitudinalmente y apuntadoa en su
extremo distal mediante in!.enso pulido que se extiende a toda la cara interior.
Suelen conser ..ar la apófisis y parte del canal medular. En algún callO conservan
parte de la caña entera del hueso y presentan una punta en bisel simple. Entre
los fragmentos existen loa de secci6n circular que pueden corresponder a la extremidad de puntOnes muy finos o conaiderarse como fragmentos de agujas. TambMn se
encuentran esquirlas muy agu;tadas. (!ig. 12, nÚInlI. 2, 3, 4, 6, 6, 9, 10, 11 y 12 y
lAm. XXVI.)
31. Fragmento de espátula o punta de punz6n romo. Conserva parte del canal
medular.
32. Fragmento de huellO plano, pulidoj posible fragmento de pala de cuchara..
33-35. Tres fragmentos de pequeños anillos, muy pulidoe. (Lim. XXVI.)
36-38 Tres fragmentos parcialmente pulidos, rotos. Indeterminados.
Concha.
1. Fragmento parcialmente pulido. Posible fragmento de anillo en curso de elaboraci6n . .
2.-VIEJOS FONDOS.
Agrupamos bajo esta denominaci6n a los materiales del Museo de
Alcoy que poseen número de inventario con su anotación correspondiente
en el libro de Registro del Museo. Dichos materiales fueron depositados
por Vicente Pascual entre 1952 y 1955, con la excepci6n de un vaso cerámico que lo fue por el Centro Excursionista de Alcoy.
Por las noticias del propio descubridor sabemos que la mayor parte
de enos fueron encontrados en las diversas grietas de la cueva, especialmente en la superficie de la grieta del fondo de la cueva.
Estos materiales fueron dados a conocer por Visedo (87) en una
breve noticia sobre el yacimiento. Por nuestra parte, sólo agrupamos
aqul aquellos que hemos podido identüicar con seguridad debiendo encontrarse los restantes entre los que hemos denominado «Indeterminados •.
(87)
VISEDO MOLTO, op. cito nota 86.
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Fig. 13
(T. N.)
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BERNARDO MARTI
Por 10 que se refiere a la cerámica ya hemos indicado que la presentaremos conjuntamente, pero haremos constar el número de Inventario, en los casos que 10 posean , 10 que indicará su procedencia.
Silel:
1. Fragmento distal de gran hoja. Retoque directo, abrupto, en la parte distal
Izquierda, formando escotaduras. Retoque inverso, plano en la parte proximal derecha.
Gris-maTrón, con córteJ(. 64 X 20 X 4'7 mm. (lig. 14, núm, 1.)
2. Roja. Escotaduras en borde derecho hechas por retoque · alternante, abrupto.
Retoque alternante, discontinuo, muy marginal, en el borde izquierdo. MaTtÓn.
53'1 X 17'3 X 4'5 mm. (fig. 14, núm. S.)
l
3. Hoja. Sin retocar. Gris 60'5 X 14 X 3'7 mm. (fig. 14, núm. 2.) .
4. Hoja. Sin retocar. Melado. 46 X 15 X 3'5 mm. (lig. 14, núm. 6.)
5. Fragmento distal de hoja. Sin retocar. Melado. 83'4 X 17 X 2'S ·mm.
6. ~erforador. Retoque directo, abrupto, bilateral. Blanco. 44'5 X 14'1 X 7 mm.
.
(lig. 14, núm. 5.)
Piedf'a
1. Azuela. Muy erosionada. Basalto. (fig. 14, núm. 4.)
H IUBO
1-16. Dieciseis punzones. La mayor parte sobre metapodios de ovleápridOll, conservando la apófisis y parte del cana! medular, obteniéndose la punta por sli.aamiento
de su cara inferior. Uno de ellos presenta una punta biselada, muy aguzada.
(Lám\ XXV.)
17-24. Seis fragmentos de punz.ón.
25. P unzón con dos caras planas, sobre metapodio de ovicáprido (!ig. 1S, núm. 2
y Lim. XXVI.)
26-27. Dos mangos de cuchara. Uno de ellos presenta parte de la pala. (Lám. XXV.)
28-29. Dos fragmentos de espátula. (Lám. XXV.)
SO. Aguja. Base plana de forma rectangular, con perforación. (Lám. XXV.)
31. Fragmento de caña de hueso con profundas incisiones transversales destinadas, posiblemente, a la obtención de anillos. (Uro. XXV.)
32. Gran fragmento de caña de hueso. Roto longitudinalmente, de forma irregular, presenta un extremo muy pulido y una incisión transversal profunda cerca
del mismo extremo lo que parece indicar su utilización para la obtención de anillos.
33-34. Dos fragmentos de hueso pulidos, pos.ibJes mangos de cuchara.
35. Esquirla de hueso, plana. Pareialmente pulida y aguzada.
Concha
1-5. Cinco Pectunculus. Dos de ellos con perforación en el natis.
6. Concha de Carruum con perforaci6n en el natis.
7. Cuenta de collar de forma oval, con perforaci6n. (fig, 13, núm. 3 y Lám. XXVII.)
8. Fragmento de Pecten.
R~8ro8
hu.mn.no8
Fragmento de cráneo.
Fauna
Un fragmento de metatarso de ovicáprido.
Un molar inferior de ovicáprido.
Trece fragmentos de asta de cérvido.
Un colmillo de Sus BCrofa.
Un fragmento de cúbito de gran ave.
Tres vértebras de pez.
EsqUirlas.
1.
:J.-INDETERMINADOS.
Síle:f
l. Fragmento proximal de gran hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado,
con córtex. 68 X 24 X 7 mm. (fig. 15, núm. 7.)
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Fragmento distal de hoja. Retoque de uso en a mbos bordes. Melado, con c6rtex:.
62'7 X 20 X 4'7 mm. (lig. 1S, núm. 8.)
3. Hoja. Seña les de utilb aci6n en el borde derecho. Melado. 60 X 18 X 40'S mm.
(tig. 16, núm. 9. )
4. Fragmento proximal de hoja. Escotadura y ntoque alternante, abrupto, en el
borde derecho. Retoque a lterna nte, discontinuo, muy marginal en el borde Izquierdo.
Mamn. S8'S X 19'7 X 4'1 mm. (lig. 15, núm. 10.)
6. Hoja. Retoque a lternante, abrupto, bilateral formando doa escotad uras opues·
tal. Melado claro. 42'8 X 14'4 X 4'7 mm. (tig. lS, núm. 11.)
6. Hoj a. Retoque alternante, discontinuo, de uso, en el borde izquierdo. Lustre
en el borde izquierdo. Melado-gris, con c6rtex. 47'6 X lS'2 X 6'7 mm. (tig. 16, núm. 12.)
7. Boja. Retoque alternante, discontinuo, de UlIO, en el borde izquierdo. LWltn en
el borde izquierdo. Melado-gris. 46'1 X 13 X 3'1 mm. (tig. l S, núm. 18.)
8. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Blanco.
41'S X 18'7 X 3'7 mm. (fig. l S, núm. 14.)
9. F.'ragmento proximal de hoja. Truncadura distal hecha por retoque directo,
abrupto. Retoque direCto, oblicuo, invasor en ambos bordes y en la parte proximal.
Blanco y melado. 41 X 11 X 4 mm. (tig. l S, núm. lS.)
10. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Gri •.
S6'8 X 14'S X 3'9 mm. (fig. 16, núm. 16.)
11. Hoj a. Retoque directo, abrupto en el borde derecho. Alternante, abrupto, en
el borde izquierdo. Melado c1al'O. SO X 12'4 X S mm. (tig. 16, núm. 6.)
12. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, discontinuo, de UlIO, marginal, en el borde derecho. Gris, con c6rtex. 60'4 X 13'7 X 4'8 mm. (fig. 16, n(¡m. 2.)
1S. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto, e n parte proximal
izquierda. Melado. 49 X 23 X S mm. (lig. 16, núm. 3.)
14. Hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, en el borde derecho. Melado.
44'6 X 16'8 X S'4 mm. (fig. 16, núm. 4 .)
lli. Fragme nto dlatal de hoja. Retoques diacontinuOll, muy marginales, bilateralea.
Amarillo. 44'6 X lS'8 X 4'1 mm. (tig. 16, núm. 6.)
16. Hoja. Retoques muy marginales, diacontinuOll, bilatera les. Melado. 43'9 X
18'6 X 2'6 mm. (lig. 16, n(¡m. 6.)
17. Hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, en el borde derecho. Gris.
88'8 X 14 X 4'2 mm. (tig. 16, J)úm. 7.)
18. Fragmento distal de hoja. Retoque alternante, abrupto en el borde izquierdo.
Directo, abrupto, en la parte diatal. Lustre en el borde izquierdo. Blanco. 88'6 X
17 X 3'3 mm. (tiB'. 16, nl1m. 8.)
19. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Gris.
32'S X 14 X S'2 mm. (lig. 16, núm. 9.)
20. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, discontinuo, muy marginal,
bilateral. Gris. 29 X 13'S X 2'4 mm. (lig. 16, núm. 10.)
21. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado.
2S'4 X lS'S X 2 mm. (fig. 16, núm. 11.)
22. Fragmento proJ:imal de hoja. Retoque de UIlO en el borde derecho, con lustre.
Melado. 83 X lS'2 X 3 mm.
23. Hoja irregular. Eseutadura hecha por retoque directo, abrupto en el borde
derecho. S2'S X 12 X S'S mm.
24. Fragmento proximal de hoja. Borde derecho denticulado por retoque directo,
abrupto. Jaspeado, con c6rtex. 2S'4 X 11'S X S'4 mm.
26. Fragmento proximal de boja. Retoque de uso en el borde derecho, con IWltre.
Melado. 24'7 X 12'6 X S'2 mm.
26. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
24 X lS X 2'6 mm.
27. Fragmento proxi ma l de hoja. Retoque de uso en ei borde izquierdo. Melado.
22" X 14'8 X 4'7 mm.
28. Fragmento medial de hoja. Retoque de UlIO en uno de loa bordee, con luatte.
Melado. 16'2 X 17'2 X S'4 mm.
29. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, muy marginal en uno de loa
bordes. Melado, con c6rtex. 16 X 16 X 3'8 mm.
30. Fragmento medial df' hoja. Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado,
con c6rtu. lS'4 X lS'S X 3'8 mm.
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Fig. 16
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COVA DE L'OR
69
31. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde de~ho.
Grill+negro. 16'6 X 10'5 X 2 mm.
32. Fl'agmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el boTde iUJuieTdo.
'Melado. 20 X 12'2 X 3'4 mm.
33. . 'l'agmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral, con escotadura
en uno de loa bordes. Melado. 22'3 X 12 X 3'6 mm.
34 . Fl'agmento proJl:imal de hoja. Retoque directo, abrupto, en el borde i:r;quierdo.
Retoque de 1.1110 e n el borde derecho. Melado. 16'5 X 12 X 3 mm.
35. Fl'agmento medial de hoja. Tl'uncadUl'a oblicua hecha por l'etoque directo,
abrupto. Melado. 21 '5 X 12'6 X 5'5 mm.
36. F ragmento d istal de hoja con truncadura convexa. Posible ll'ente de raspador.
Melado. 17'6 X 14 X 4'3 mm.
37-57 . Veintiuna hojas o fragmentos de hoja. Sin retocar. (lig. 16, núms. 15,
16, 17 Y 18.)
58. Hojita. Retoque alternante, abrupto, muy marginal, bilateral. Melado,
39 X 9 X 8 mm. (lig. 15, núm 17.)
59. Hojita. Retoque directo, abrupto, bilateral, con escotadura en parte proximal
izquierda. Melado. 41 '5 X 10 X 3 mm. (lig. 16, núm. l .)
60. Fragmento proximal de hojita. Retoque alternante, abrupto, discontinuo, biJateral. Melado. 26 X 10 X 8'8 mm. (fig. 16, núm. 12.)
6J. f'l'agmento dist..',1 de hojita. Retoques directo, discontinuo, muy marginal, bilatera l. Melado. 23 X 10'8 X 1'7 mm. (lig. 16, núm. 13. )
62. Fragmento irregular, eaquirla. Retoque alternante, discontinuo, muy marginal en un borde, con lusUe. Melado. 26 X 7 X 3 mm. (lig. 16, núm. 14.)
63. Hojita. Pequeña f'scotadU1'8 en el borde izquierdo hecha por retoque inverso,
abrupto, muy marginal. Melado 28'2 X 8 X 2 mm.
64 .
Fragmento proximal de hojita. Retoque de 1.180 en el borde h:quierdo, con
lustre. Melado. 22'3 X 10 X 2'3 mm.
65. Fragmento proximal de hojita. Retoque alterno, abrupto. Melado. 20 X
10 X 8'2 mm.
66. Fragmento proximal de hojita. Borde derecho denticulado por ntoque directo,
abrupto. Melado, con c6rtex. 21'6 X 10 X 3'4 mm.
67. F1'8gmento proximal de hojita. Retoque de 1.180 en el boTde derecho, con lustre.
Melado. 20'2 X 10'3 X 3 mm.
GS. Fragmento proximal de hojita. Truncadura distal hecb por l'etoque directo,
abrupto. ESOCItadura en la parte proximal derecha hecha por retoque direct.o, abrupto.
Melado. 20' 1 X 10'3 X S mm.
69. Fragmento medial de hojita. Retoque de uso. l\Ielado. 18'6 X 11 '8 X 2'6 mm.
70. Fragmento proximal de hojita. Escotadura en el borde izquierdo hecha por
retoque inverso, abrupto. Retoque muy marginal en el borde derecho. Melado.
18 X 10 X 2'5 mm.
71. Fragmento proxima l de hojita. Amplia escotadura en el borde derecho hecha
por retoque directo, abTllpto. Melado. 20'2 X 11'7 X 3 mm.
72. Fragmento medial de hojita. Borde denticulado por l'etoque directo, abrupto.
Melado. 21 X 8 X 3'8 mm.
73-146. Setenta y cuatro hojitas y lragmentos de hojita. Sin retocar. (fig. 16,
núm. 19 a 22 y fig. 17, núms. 1 a 16.)
147. Trapecio simétrico. Retoque directo, abrupto, bila\.eJ'al. Retoques muy mal'·
ginales en la base mayor. Melado. 27'3 X 11'6 X 2'4 mm. (ligo 14, nú m. 7.)
U 8. Trapecio simétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Marrón claro.
22 X 12'5 X 2'6 mm. (lig. 14, núm. 8.)
149. Trapecio rectángulo. Retoque alterno, abrupto. Melado claro. 21'7 X 15'7 X
2'4 mm. (fig. 14, núm. 9.)
160. Trapecio u imétric:o. Retoque directo, abrupto en el borde in/erior. Directo,
oblicuo, con algunos retoquea inversos, en el supel'ior . Melado. 20'5 X 11'8 X 2 mm.
(lig. 14, núm. 10.)
161. Trapecio asimétrico. Retoque directo, a brupto, bilateral. Borde s uperior parcialmento! sin retocar, roto por flexión. Gris. 22 X 14 X 2'8 mm. (lig. 14, núm. 11.)
152. Trapecio aimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 21'4 X
11 '2 X 3 mm. (lig. 14, núm. 12.)
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153. Trapecio simétrico. Retoque alterno, abrupto. Gris claro. 20 X 9'3 X 2'6 mm.
(tig. 14, núm. 13.)
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COVA DE L'OR
71
1M. Trapecio con un lado cóncavo. Retoque directo, abrupto, bilateral. Retoque
inverao, muy marginal, en la baile menor. Gria-melado. 19'8 X 10'S X 8'1 mm. (lig. 14,
numo 14.)
166. Trapecio aaimétrico. Retoque diftdo, abru pto, bilateral. Melado. 16'8 X
11'2 X 1'6 mm. (lig. 14, n6m. 16.)
166. Trapecio. Lado inferior, poIIiblemente c6ncavo, roto. Retoque alterno, abrupto. Gris. 26'S X 12 X 1'9 mm. (lig. 14, núm. 16.)
16'7. Trapecio asimétrico. Retoque bUacial, oblicuo, algo invaaor, bilateral. Melado, con c6rt.u. n X 16'2 X 3'8 nun.
168. Trapeeio aaimétrico con un lado cóncavo. Retoque alterno, abrupto. Melado.
18'8 X 14 X 3'6 mm.
169. Trapeeio aaimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 18'6 X
12'2 X 2 mm.
160. TriánguJo escaleno. Retoque directo, abrupto. Melado. 22'3 X 20 X 4 mm.
161. Segmento. Retoque directo, muy abrupto. Marrin. 30'. X 7'6 X 2'6 mm.
(lig. 14, numo 17.)
162. Segmento. Retoque dincto, abrupto. Gris claro. 22"1 X 10 X 2 mm. (fig. 16,
núm. 1.)
163. Segmento. Retoque directo, abrupto. Marr6n rojizo. 20 X 7"1 X 2'4 mm.
(lig. 16, núm. 2.)
164. Truncadura oblIcua hecha por retoque directo, abrupto. Marr6n-gris.
20 X 21'9 X 3'4 mm. (fig. 16, núm. 3.)
166. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bi!acial. Blanco. 82'3 X 15'6 X 4"1
mm. (lig. 16, numo 4.)
166. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bilaclal. Melado claro. 66 X n X
'" mm. (lig. 16, n6.m. 6.)
167. Luca denticulada por retoque directo, abrupto. Melado. 19 X 15'8 X 7 mm.
(fig. 17, numo 19.)
168. Lasca laminar con golpe de buril Gria. 27'6 X 16 X 4"1 mm.
169. Nucleo. Cristal de roca. (fig. 17, numo 16.)
no. Núcleo. Melado. (fig. 1'7, num. 17.)
171. Nueleo. Gris rojizo. (lig. 17, numo 18.)
172-23'7. Sesenta y seis laaeas y esquirlas.
Piedm
1. Plaqueta aemicircular de arenisca. 87 X 41 X 7 mm. (fig. 17, núm. 20.)
2. Hacha de baaaJto. Muy eroaionada. Rota lOS X 66'6 X 28 mm. (flg. 18. )
3. Pereutor de baaalto. Roto. (lig. 17, numo 21.)
4. Cuenta dlacoidal de caliza. (fig. 19, n6.m. 9 y Um. XXVII.)
6. Fragmento de brazalete de pizalTa. (U.m. xxvn.)
H~.o
1-8. Ocho punzones de hueso, sobre metapodios de ovicápridos. (Lám. XXVI.)
9·21. Trece fragmentos de punzón.
22. Espátula de hueso con eñremidad en forma de bisel. Hecha sobre tibia de
ovicáprido. (flg. 19, núm, 1 y LAm. XXVI.)
23-24. Doa fragmentos de caña de hueso, pulidos, huecos. (flg. 19, núm. 3 y
LAm. XXVI.)
26. Fragmento de hueso de seeci6n curva con gran perloraci6n e Inicio de otra.
(fig. 19, n6m. 4 y LAm. LXVII.)
26-29. Cuatro anillos y fragmentos de anillo con huellas de ocre. (fig. 19, núm. 6
y u.m. XXVI.)
30. Caña de hueso con profundas incisionea transversales destinadas a la obten·
ci6n de anillos. (lig. 19, núm. 2 y LAm. XXVI.)
81·32. Dos esquirlas aguzadas.
33. Fragmento de caña de bueso, parcialmente pulido.
34. Disco de hueso.
36. Gran fragmento de cafia de hueso largo, aguzado.
36. Fragmento de ead.pula de Cervus elaphua con prolundas inciaiones indicativas
del tallado del hueso.
87. Cuenta de collar sobre vértebra de pez, pulida. (fig. 19, núm. 8 y u.m. XXVII.)
38-39. Dos incisivos de carnlvoro con perforación. (LAm. XXVII.)
[page-n-74]
72
BERNARDO !ttARTI
Corn:ha
1-8. Tres Cardium, uno con perforaci6n en el natls.
4. Pequeño Cardium, muy pulido. (fig. 19, núm, 10 y Lám. XXVII.)
6-9. Cinco PectunculUII. Dos con perforación en el natia.
10-39. Treinta Columbella, la mayor parte perforada•.
4044. Cinco Cypraea perforadas.
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46. Pequeño Coma con perforación en la parte superior.
46-47. Dos Littorins con perforación.
48. Fragmento de Pecten.
49-57. Nueve cuantas de collar obtenidas a partir de la parte superior de pequeños
Conus, con perforación central.
58-65. Ocho anillos ootenldoa a partir de grandea Conua. Conservan restoa de
ocre en la superficie interior (fig. 19, núm. 11 '1 L'm. XXVII.)
66. Fragmento de concha. Probable anillo en curso de fabricaci6n.
67-68. Dos fragment08 de concha.
69. Varias cuentas de collar de torma ovalada, con perforaci6n bic6nica "'Y
abultamiento en la parte interior. (tig. 19, n(¡m. 7 '1 L'm. XXVII.)
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Fig. 19
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BERNARDO M,utTt
Nódulo de cuarzo ferruginoso.
Cristal de pirita de hierro limonitizada en superficie.
S. Nódulo de galena rodada con alterad 6n superficial.
4-6. Tres can1.os rodados.
1.
2.
Fau.na
Un fragmento de huelO córneo de eáprido.
Tres fragmento. de asta de cérvido.
Un premolar de cérvido.
VariO!! fragmentos de colmillo de Sua sero!• .
Un incisivo de Su. acrota.
Un molar de bóvido.
Un incisivo de bóvido.
Un fragmento del metacarpo lateral atrofiado de
~uido.
4.-MATERIALES CERAMICOS.
Tal como ya se ha indicado, la importante colección de la Cova de rOr
depositada en el Museo de Alcoy debe su origen a las exploraciones realizadas por V. Pascual en los años inmediatamente anteriores al inicio
de las campañas de excavación. Estos primeros materiales, al igual que
los que hemos agrupado anteriormente bajo la denominación de Viejos
Fondos, fueron dados a conocer por Vieedo (88). Un segundo lote important~ es el formado por los materiales recogidos en superficie, a 1
0
largo de los últimos años, por V. Pascual y J. María Segura. Por
último, una parte igualmente importante debe proceder de 10 que hemos
denominado Prospección 1967-68, de la que no se conserva ninguna
referencia a los materiales cerámicos.
En todos los casos faltan por completo indicaciones sobre localización
de los hallazgos o, en el caso de la mencionada prospección, sobre su
posición estratigráfica.
Por ello, y a la espera de la próxima publicación pormenorizada de
las campafias de excavación, tan sólo ofrecemos aquí una selección de los
materiales cerá.micos del Museo de Alcoy, en especial de los fragmentos
decorados y de aquellos que permiten una reconstrucción de la forma,
junto a los vasos enteros. No debe olvidarse, sin embargo, que, dada la
gran riqueza de la Cova de rOr, no se agota con esta selección su ti~
logia cer8.mica. Por otra parte, el número de fragmentos sin decoración
que supondrfan una mayoría absoluta en un ¡nven tario pormenorizado,
queda reducido aquí a los escasos ejemplares que permiten una reconstrucción de formas.
Entre los trabajos en curso de elaboración sobre la Cova de l'Or,
(88)
VISEDO MOLTO, op. cit. nota 86.
[page-n-77]
COVA DE L'OR
75
María Dolores Gallart, bajo la dirección del Dr. don J. Alonso, ha efectuado análisis mineralójJ"icos de fragmentos de cerámica empleando las
técnicas de la difractometría de rayos X, microscopía electrónica y el
microscopio binocular, con el fin de poder conocer la tecnología cerámica
del yacimiento. Desde e~tas líneas agradecemos a ambos investigadores
la información facilitada sobre estos trabajos, de los que damos a continuación UII breve resumen .
En la cerámica estudiada se han distinguido unas caracteristicas
generales. Como desengrasante predomina la calcita en aquellos fragmentos que tienen una superficie tratada de una manera tosca, alisada
e incluso con arañado consecuencia de la presencia de cristales, más o
menos grandes, en la superfici~ de la vasija. Este tipo de cerámica corresponde a formas generalmente lisas pero también son frecuentes
las formas con decoración incisa y, en algunos casos, fragmentos con asa
de pezón y decoración de cordones con incisiones, ungulaciones y digitaciones.
Otro tipo de desengrasante observado es el cuarzo, pero su presencia,
en los fragmentos cerámicos que lo contienen, está en menor proporción
que aquellos que tienen como desengrasante la calcita. Aquí predominan
las formas con decoración c31'dial e impresión de natis. El tratamiento
de la superficie de las vasijas está más cuidado y se presenta bruñido,
frecuentemente con brillo. En este tipo de cerámica se puede hacer una
distinción entre una clase de pasta cerámica basta que se rompe con
bastante fac.ilidad y es porosa, y otra clase menos porosa y más compacta
que se rompe con mayor dificultad. Dentro del primer grupo hay formas
de cerámica con decoración de incisiones, fragmen tos con decoración de
cordón con ungulaciones, un buen número de asas, aunque predomina la
decoración cardial. Dentro del segundo grupo hay un predominio claro
de los fragmentos lisos y los decorados con impresiones cardiales, mientras que los fragmentos con cordón liso o con incisiones, asi como los
fragmentos con decoración incisa, están muy escasamente represen tados.
En general, el bruñido cuidado de la superficie afecta tanto a la parte
externa como a la interna.
En cuanto a la coloración de la pasta va de los tonos grisáceos a los
rojizos, pasando por todas las fases intermedias de pardos. Además
también hay pastas negras. Con frecuencia hay una combinación de los
tonos pardo-rojizos y el negro, formando éste el corazón del fragmento
cerámico.
La descripción de los materiales que presentamos a continuación sigue
el orden de las láminas. Todos los dibujos son a la mitad de su tamaño
natural, excepto las láminas XIV y XVII.
[page-n-78]
76
BERNARDO MAKTI
LAMINA 1
Fragmentos de cerámica atípicos con decoraciones varias.
1. F ragmento de cerámica ibérica pintada que representa la parte posterior de
u n pel:. Igualmente se encontraron en su perlicie algunos fragmentos de cerámica
ibérica sin decoración (89).
2. F ragmento de cerámiea con deeoraei6n gralita. Este fragmento fue interpretado como un posible graf ito Ibér ico (90) aunque, tanto por la dificultad de la interpretación como por las caract.erlaticas de la cerámica, heeha n mano y de superficies
bruñidas, nos parece poco probable.
3, 4, 5 y 6. Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo, con posibles resto.!!
de pintur a. El niim. 4 presenta dos lineas paralelas y, el núm. 5, una. Los fragmentos
núms. 3 y 6 son más dudosos; en el núm. 3, las posibles huellas de pint ura cor responden a la parte interior de la vasija.
Las car acterlsticaa de estoa fragmentos, paredes gruesas, pastas porosas y superficiea poco cuidadas, recueroan a laa cerámicas del Bronce Valenciano y au problemática se relaciona CQn laa de otros yacimie ntos como las de la Cova del Montgó (91).
7. Fragmento con decoración incisa que f orma lineas de dientea de aier ra.
8. Fragmento decora do con dos bandas de lineas incisas horizontalea; las lineas
exteriores de ambas bandas, mis la inter media de la inferior, presentan pequeñas
impreaiones transversales de Instrumento.
9. Fragmento CQn decoración de lineas impresas por instrument o. Forma un
motivo d~orativo de doble espiga vertical limitado por dos lineas paralelas. Con
respecto a esta decoración, que luego veremos repetirse con d istintas variaciones,
hay que observar que son decoraciones impresas no cardiales, obtenidas por la aplicación de u n instr umento de ntado como un peine, una gradina u otro, de los <
Iue se
conocen algunos en la Cova de 1'01' romo la espátula con borde dentado a la que ya
hemos heeho referencia (92).
10. Fragmento decorado por incisiones cortas y prof undas que forman bandas de
lineas discontinuas, verticalea y horizontales.
11. Pequeño fragmento con decoración acanalada.
12. Fragmento con decor ación peinada.
(89) M. GI L-MASCARELL: «Sobre las cuevas ibéricaa del Pala Valencian().
Materialea y problemaa.» P apelea del Laboratorio de Arqueologia, 11, Valencia, 1975,
pAgo 296 y fig. 1 (pág. 295) .
(90) J. F AUS: «Grafitoa sobre cedmica de la Cova de 1'01'. Beniarres.» Ciudad,
Alcoy, 19 de septiembre de 1972.
(91) SAN VALERO, op. cit. nota 19, págs. 100-101 y fig. 4 (pág. 104).
A. M.O SALVA: «Material cerámico de la Cueva del Montgó (J ávea) en la provincia de Alicante.» I X Congreso Nacional de Arqueología, (Valladolid, 1965), Zaragoza, 1966, pága. 92-99.
J . M." SOLER: «ViJlena (Alicante). Poblado de las Peñicas.n Noticiario Arqueológico Hispánico, 1, Madrid, 1958, págs. 45-47.
M. TARRADELL: «Les Roques del Mas de Mirón en «La Cultura del Bronce
Valenciano. Nuevo ensayo de aproximación.» Papeles del Laboratorio de Arqueología, 6, Valencia, 1969, págs. 18-19.
J. APARICIO: «Estudio económico y social de la Edad de l Bronce Valenciano.u
Publicaciones del Ar chivo Municipal, Estudios Monográficos, 8, Valencia, 1976,
pág. 162.
(92) Véase fig. 6, núm. 2
Un instrumento similar procedente igualmente de la Cova de ]'Or y al que se le
atribuye la misma función, en D. FLETCH ER: «Museo de Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia.)} Publicaciones del Circulo de Bellas Artea, Valencia,
1974, pág. 78.
Otra pieza semejante en A. M.' VICENT Y A. M.' MU~OZ, op. cit. nota 69, núm.
de inventario: 592, pág. 70 Y fig. 30.
[page-n-79]
<::OVA DE L'OR
77
13. Fragmento decorado con peque ñas impresiones semieireulares. Presenta parte
de una perforación de lañado en uno en sus bordes.
14. Fragmento eon lkeoraeión impresa de i nstrumento. Se observa una dispotlidón de bandas horizontales limitadas, en la parte inferior, por otras bandas dispuestas
en semianillo y limitadal por pequeñas líneal oblfeual rematadas con imprelione.!!
circula~s de mayor tamaño.
16. Fragmento decorado por líneas de impresiones de instrume nto que forman
bandas paralelas hori:r.ontales. Intercalada en la banda superior, y en la parte infer ior de la milma, se dilponen dos series de pequeñas lineas obllcual.
LA.MINA 11
Fragmentos de borde decorados con cordones.
1. Fragmento de borde. Presenta cuatro cordones, dos hori:r.ontalel y dos verticales, decorados con ungulaciones.
2. Fragmento de Lorde. Labio ondulado por amplias impresiones, poeo profundas.
En la :r.ona de unión con el cuerpo del vaso presenta un cord6n horizontal con digitaciones.
3. Fragmento de borde. Presenta un cordón horizontal decorado por incisiones
verticales poco profundas.
4 Fragmento de borde con dos cordonel horizontalel, cOntlguOll, decoradOll con
digitlcionea.
5. Fragme nto de borde. Presenta tres cordones horizontalel, paralelol, decoradOll
con digitacionel.
6 Fragmento de borde. Presenta dos cordones hori zo nta lee, paralelOll, decorado.
con ungulacionel.
7. Fragmento de borde decorado por un cord6n muy irregular, horizontal, con
digitaciones.
8. Fragmento de borde. Presenta el labio vuelto redondeado, decorado con ungulaciones.
9. Fragmento de borde_ Labio exvasado y sinu08O. Presenta también dOI cordones
11101, uno horizontal y otro vertical.
10. Fl"agmento de borde con el labio dentado por inciliones tranlversales. Pnsenta
un contón horizontal decorado con ungulaciones.
11. Fl"agmento de borde. Labio dentado por incisionel poco profundu y cordón
horizontal, sobn el cuerpo, decorado con incisiones.
LAMINA. 1lI
Fragmentos decorados con cordones, incisiones e impresiones no
cardiales.
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n formada por un cordón liso hori2:ontal y lineas Incls8.8, quebradas y pa ralelal entre si, que fonnan series horizontales
por debajo del cordón.
2. Fragmento de bonIe. Labio dentado por finas incisiones. Pnsenta un cordón
horizontal con digitaciones Y. por debajo de él, series de lineas incisal que son vertlcalel en la parte superior y fonnan Angulos en la parte inferior.
3. Fragmento de borde. Pnsenta un cord6n horizontal con digitaciones y decoración de lineas InciSa!I en series oblicuas Que, por debajo de l cord6n, forman Angulos.
4. Fragmento de borde. Labio exvasado con una 80breelevación que, en e l conjunto
de la pien, originarla un labio sinuoso, decorado eon incisiones transversales. Sobre
el cuerpo, decoraci6n de lI~as inciu.s horizontales f1anquedas por triAngulos en la
parte superior y lineas oblicuas en la inferior.
6. Fragmento de borde. Presenta dos cordones horiwntalel muy planOll Y decoración de lineas incisas profundas que forman series de dientes de sierra horizontales.
En su parte derecha se observan dos perforaciones de lañado.
[page-n-80]
7.
BERNARDO MAaTI
6. Fragmento de borde. Decorado en 8U parte luperia r por dos series de lineas
¡nciau, poco profundas, que forman un motivo de espiga hori:wntal, limitado en su
parte inferior por otra IiDea incisa.
7. Fragmento de borde. Labio con profundas ¡nciaionel.
8. Fragmento de borde. Decorado por lineas incisaa horizontales de 1al que tu
dos extremas presentan cortas y profundas impresiones tranaveraalel ¡ en 8U parte
Inferior, decoraci6n de triingulos rellenoa de ¡neillones,
9. Fragmento de borde. Aunque el perfil no !lea aemejante y 1610 Be observe
ligeramente 10 que pudiera corresponder a l cord6n inferior, debe pertenecer al
mismo vaso que el fragmento número 5.
10, Fragmento de borde. Presenta el labio dentado por ¡nciaionea profundas.
Decorado por tres series de líneas incisas profundas y cortas, oblicuas, que forman
un motivo en zig-zag.
11. Fragmento de borde. Decorado por IIneaa impresaa de instrumento, obUcuas
y cortas en la parte superior, horizontales en la parte inferior. Presenta dos perforadones rotas de lañado, una en cada extremo del fragmento.
12. Fragmento de borde. Decorado por Uneaa impresas de instrumento. Presenta
una banda horizontal rellena de lineas oblfcuas y parte de otra. En la parte superior,
decoraci6n de triángulos rellenos de impresiones.
13. Fragmento de borde. Decoraci6n formada por Uneas impresas de instrumento
que dan un motivo de espiga vertical, limitada por impresiones circulares.
14.. Fragmento de borde. Deeoraci6n impresa de instrument.o. Presenta lineas
horbontales limitadas en la parte superior e inferior, por pequeñas lineas oblicuas.
Intercalada entre las Uneaa horbontales, una serie de lineas oblicuas formando ángulo.
~ observan incrustaciones blancas en la decoraci6n.
16. Fragment.o de borde. Labio oon inciaiones transversales y decoraci6n de lineas
Impresas horbontales con una serie de pequeliaa lineas oblIcuaa Intercalada. De las
líneas horizontalea, las dos extremas presentan impreaionea tranaversalea cortaa y
profundaa.
16. Fragmento de cuerpo con asa. Deeoraci6n de lineas impresas formando seriea
horizontalea '/ oblicuas, y triángulos alargados en la parte Inferior. La decoraci6n
se extiende por la superficie del cuerpo y del asa.
LAMINA IV
Diversos tipos de asas.
l . Fragmento de borde. Asa de cinta vertical que arranca junto al labio, con
apéndice alto.
2. Fragmento de cuerpo. Asa de cinta vertical con apéndice alt.o. Desde los bordes
del asa parten cuatro cordones lateralea decoradoa con ungulacionel; los bordes del
asa eatAn, igualmente, decorados con ungulaciones.
3. Fragmento de cuerpo con asa doble. Sobre el cuerpo se observa un cord6n
horizontal, muy plano, decorado con digitaciones.
4. Fragment.o de cuerpo con aaa de cinta vertical. El asa presenta una elevaci6n
central que se prolonga por 8U parte inferior formando un apéndice en forma de
mamel6n. De 108 extremos 8uperiores del asa anancan aendOI cordones decorados
con digitaciones. La parte inferior del asa, el apéndice '/ el cuerpo del vaso presentan
decoracl6n impresa cardia!.
6. Fragment.o de borde. Asa de túnel vertical.
6. Fragmento de borde. Aaa de túnel vertical.
7 y 8. Dos fragmento. de borde con asa de túnel vertical, pertenecientes al mismo
VUG. En loa ladoa del asa, sobre el cuerpo, decoraci6n de lineas impresas por inatrument.o, vertica1ea.
LAMINA V
Diversos tipos de asas y mamelones.
1. Fragmento de borde. Inicio de asa de cinta horizontal con dos pequeños
mamelones laterales. El cuerpo presenta decoraci6n de Unea impresas qus forman
[page-n-81]
COVA DE L'OR
79
leriel horizontalel limitadu, en IU parte inferior, por semianillos. En la parte
exterior de estos, pequeñas IIneu rematadas por impresiones circulares. En el mamel6n izquierdo le observan r estos de ocre.
2. Fragmento de borde. Pequeña asa de cinta horizontal de cuyos ladol parte
un cord6n decorado con digitaciones.
3. Fragmento de borde. Asa en forma de mamelón alargado verticalmente con
perforación transverul.
4. Fragmento de borde. AJa de cinta vertical.
5. Fragmento de cuerpo. Asa de cinta horizontal.
6. Fragmento de borde. Preaenta un mamelón que se r.rolonga horizontalmente
en un cord6n decorado con digitaciones; éstas se extienden, gualmente, por la superficie del mamelón.
7. Fragmento de borde. Presenta un mamel6n con r.erviaciones lateralel. Sobre
el cuerpo, decoración impresa cardial, muy irregular.
8. Fragmento de borde con labio sobreelevado. Pl'e3Cnta un mamel6n del que
parten lineal incisas poco profundas.
9. Fragmento de borde. Mamelón.
10. Fragmento de borde. Mamelón alargado horizontalmente que se prolongn lateralmente en un cord6n decorado con digitaciones. En su parte inferior se observan
lineas oblicuas de imprelionea.
11. Fragmento de borde. Inicio de mamelón, roto.
12. Fragmento de cuerpo. Mamel6n alargado horizontalmente y decorado con
profundas inciliones transveraalell.
LA.MINA. VI
Fragmentos de borde y asas con decoración impresa cardial.
l. Fragmento de borde. Decoraci6n impresa cardial formada por lineas verticales
que limitan amplias bandas rellenas de impresione.. En su parte izquierda presenta
una perforación de laiiado.
2. Fragmento de borde. Decoraci6n impresa cardial de Uneas horizontales Jimitadu, en su parte inferior, por otras Jineu que forman dos aemianilloa concéntrico.
aeparadoa por pequeñas lineas oblicuas rematadu COn impresiones de natis.
3. Fragmento de borde. Decoración impresa cardial formando Uneas oblicuas
junto al labio, y series horizontales en forma de dientes de sierra.
4. Fragmento de borde. Cord6n horizontal Con digitacionu; por debajo de él,
decoración impresa cardial que forma dos amplias bandas horizontales, la superior
de lineas oblicuas y la inferior con disposici6n angular, terminadal ambas en Impresiones de natía.
5. Fragmento de borde con asa anular vertical. Decoraci6n impresa cardial formando un motivo de espiga vertical. Las lineas eltán formadas por impresi6n doble.
6. Fragmento de borde. Cord6n horizontal con incisiones profundas. Decoración
impresa cardial formando series obllcuu de dientes de sierra.
7. Fragmento de cuerpo con asa de cinta vertical. Decoración impresa cardial
de lineas horizontales sobre la superficie del asa, y de lineas oblicuu sobre el cuerpo
del vaso, a los lados del asa; por ciebajo de ella, decoraci6n de al'l'astre cardia!.
8. Fragmento de cuerpo con asa anular horizontal. Decoraci6n impresa cardial
en forma de dientes de sierras sobre la superficie del asa; sobre el cuerpo del vaso,
series de lineas en ángulo.
9. Fragmento de cuerpo con asa en forma de mamel6n alargado con perforaci6n
transversal. Presenta decoraci6n impresa cardial que forma lineas horizontalu sobre
la superfkie del asa y series de Uneas horizontales y verticales sobre el cuerpo del vaso.
10. Fragmento de cuerpo con aJa de cinta verticsl. E l asa' presenta decoraci6n
impresa eardial con un motivo central de espiga flanqueado por sendas bandas de
pequeñas lineaR horizontales dispuestas sobre los dos bordes del asa.
[page-n-82]
80
BERNARDO MARTf
LAMINA VII
l . Fragmento de vaso globular u ovoide con cuello ~to. Presenta decoración
inc::laa e impreaa e.rdia!. J.as lineas incisas fonnan una banda hori wntal en la parte
superior del c:uello de donde parten series verticales de lineas impresas cardiales. A los
ladoa de éstas se dis ponen pequeñas Uneas impresas, oblScuaa, tenninadaa con impl'e'sione. de natia.
Z. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta el labio plano, dentado por inelaiones
tranaveraales. Decorad6n de lineas incisaa que fOTman bandas horizontales limitadas
por lineas incisas con pequeñaa impresiones perpendiculares.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Deeorado por do. cordones verticales oon digi·
tacionea.
LAMINA Vfl1
l . Base y parte inferior del cuerpo de un vaso globular. Decoración impresa
cantial que lorma motivOlJ de dienteB de aierra, en toda la luperflcle.
2. Fragmento de base plana. Presenta impresiones concéntricas en forma de
sureos. Posiblemente Impresiones de ceBterla.
3. Fragmento de base plana. La zona de unión con el cuerpo del vaao está
decorada por una Unea impresa eard.lal y otra, Inferior, de impresiones de naUs.
4. Base aplanada. En la zona de unión oon el cuerpo presenta decoraci6n impresa
cardial formada por dos lineas hori:z:ontales de imprelionel, flanqueadas por sendas
bandas de pequeñas lineas vertieales que terminan oon impresiones de natis.
LA.MINA IX
1. Fragmento de vaso globular con cuello reentrante de paredel rectas. Au. en
torma de pequeña cazoleta hori:z:ontal con perforaci6n central.
2. Fragmento de vaso globular. Presenta u na amplia asa de cinta hori:z:ontal,
ligeramente aobreelevada.
LAMINA X
l . Cuenco hemiealérioo con inicio de asa aobreelevada que parte del labio.
2. Cuenco en forma de casquete esférico con inicio de asa sobreelevada que parte
del borde '1 presenta dos nenatuBs en su parte interior.
LAMINA XI
1. Cuenco globular de paredes reentrantes con inicio de asa de cinta horizontal.
2. Cuenco hemiestérico con inicio de asa anular hori zontal y pequef'io mamelón
diametralmente opuesto.
LAMINA XII
t . Peque ño vaso globular con cuello recto. Posee dos asas anulares uimétricas.
N6m. Inve ntario : 1.976.
't Cuenco hemiestérico. Reconstruido en 8U mayor parte. Núm. l nventario: 1.971.
J. Cuenco globular con cuatro mamelones simétricos junto al borde. Reconstruido
,¡proximadamente en su lnitad. Núm. Inventario : 1.971.
[page-n-83]
roYA DE L'DR
81
LAMINA XIII
l. Jarra globular con cuello recto. Presenta un asa-pitorro, rota, con una
perforaci6n vertical en el puente del asa. En la parte opuesta tiene un asa anular
borlzontal. Este vaso se encontró relleno de polvo de ocre que se conserva en el Museo
ce Aleo)', en la cantidad de 1.750 gr. A él deben referirse las observaciones hechas
OlOr Vil!edo: cUno de los vasos Ii_ apareci6 lleno de pintura de un rojo Intenso
,almagra), sin duda para la decoraci6n de la cerámica» (93). Núm. Inventario: 1.890.
't Vaso globular eon cuello recto, corto. Presenta dos asas de túnel verticales,
!lImetricas. Núm. Inventario : 2.055.
LAMINA XIV
1. Gran vaso de forma ovoide, cuello recto muy ligeramente exvasado y fondo
puntiagudo. Posee dos asas anulares, verticales, simétricas. Este vaso fue objeto de
"tencl6n por parte de L10bregat que estudi6 sus poaibles paralelos (94) . Núm. Invenbrlo: 2.056.
LAMINA XV
1. Fragmento de vaso globular con pequeña asa de cinta vertical. Núm. Inventario: 1.972.
2. Vaso alargado de paredes rectas y fondo curvo, con dos asu anulares verticales, simétricas. El labio aparece decorado, en su parte eJ:tema, con pequefi81 Impreaiones circulares. La !luperficle de l vaso ofrece huellas de alisado que pueden
considerarse como decoraci6n peinada irregular.
LAMINA XVI
1. Fragmento de borde y cuerpo de gran vaso. Decorado por un cord6n hori~ontal
con digitaclones
2. Fragmento de borde y cuerpo de gran vaso. El labio presenta una sobreelevaci6n e n la vertical de un gran mamel6n rectangular dispuesto horizontalmente sobre
la superficie del vaso. Del mamel6n parten dos pares de cordones decoraóoa con
ungulaciones dobles.
LAMINA XV/J
l . Parte superior de vaso de paredes rectas, divergentes, con borde ligeramente
reentrante. Posee un asa ,le cinta vertical y un cord6n horizontal decorado con digitaclones, junto al borde. Sobre la superficie del vaso, decoraci6n impresa cardial formando series de dientes de sierra horizontales. La superficie del asa estA igualmente
decorada por impresiones c-ardiales. Núm. Inventario: 1.961.
2. Fragmento de vaso de paredes reentrantes. Junto al borde conserva el inicio
de un mamel6n del que parte un cord6n horizontal decorado con digitaciones. Cubriendo
toda la superficie del fragmento, decoracl6n impresa eardial formando series horizontales de dientes de sierra.
(93)
(94)
lJ
VISE DO MOLTO, op. cito nota 86, pág. 69.
LLOBREGAT : cDel fin de l Neolltico...ll, op. cit. nota 61.
[page-n-84]
82
BERNARDO MARTI
LAMINA XVlII
l . Fragmento de borde con asa de cinta horilrontal IObnelevada. La superCicie
del asa pl'1!senta una d~oraci6n realizada mediante el arrastre del borde de una
concha: raspado o arraat.re urdía!'
2. Fragmento de vaBO dp. fOTllla apl'Oximadamente tro nc0e6nica, con un asa de
cinta horilOntat IIObreelevada. Posee una rica decoraci6n impresa cardia¡ que forma
un motivo de espiga sobre la superficie del asa; IIOb,., el cuerpo se observa una amplia
banda horizontal con impresiones horizontales y verticales, a la altura del asa. Por
debajo de ella, presenta una amplia banda vertical rellena de impresiones con arrastre
del bonl~ de la concha. Limitando la zona decorada, una linea vertical y otra horizontal de impresiones de natis.
S. Fragmento de borde y cuerpo de un vaso globular, con un asa de túnel horizontal. Decoración impresa cardial que cubre la superficie del cuerpo y los inicios
del asa. La superficie de ésta apsrece delimitada por lineas de impresiones, de las
que las verticales son dobles. La deeora<:i6n ha !ido obtenida mediante la impresión
y arrastre del borde de una concha.
LAMINA XIX
1. Fragmento de cuenco. Decoración imprua cardial. Presenta dOll bandaa horiwntales, delimitadas por lineas horizontales y rellenas de im presiones verticales, con
Impresionee de natis en la parte superior de las dOl. De la inferior parten IIneaa de
impresiones que forman semianillos lintitadOll exteriormente por impresiones de natis.
2. Fragmento de cuenco con el labio ligeramente exvasado. Posee una serie de
pequefi04 mamelones alargados, junto al borde, aunque no parecen extenderse por
todo el perimetro del vaso. Presenta decoración impresa carolal formando bandas
verticales en forma de espiga, Iintitadas en su parte inferior por Impresiones de naUa.
LAMINA XX
l . Fragmento de cuenco con base plana. Decoración impresa cardla!. Junto al
labio presenta una serie de lineas impresaa en ingulo, lintitada por una Unea de
impreaionea de natia. Por debajo de ella, cuatro lineas horbontales de impre!iones y,
ocupando la mayor parte de la superficie del vaso, semiclrculos formados por lineas
de impresiones concéntricas rodeados de impresiones de natie. De eate mismo vaso se
conservan también algunos fragmentos más en el Museo de Alcoy. Núm. Inventario: 1.962.
2. Fragmento de cuenco globular con un mamelón alargado verticalmente. Deeoración impresa caroial. En la parte superior presenta una Unea de impresiones de
natis de las que parten pequeñas lineas verticales limitadas, en su parte inIerior,
r cuatro IInesa horizontales de impresiones dobles. Por debajo de ellas, y ocupando
a mayor parte del cuerpo, series de lineas verticales que forman amplias bandas,
cortas y largas, terminadas con impresiones de natls. En la vertical del mamel6n,
las lineas tienen una dispoSición angular y están limitadas por pequeiíal lineas
verticales terminadas con impresiones de natis.
r.
LAMINA XXI
1. Pequeño vaso globular con cuello recto. Posee dOll asas anulares horizontales,
asimétrica&. Decoración Impresa cardial formand o series de IIneaa verticales en la
parte superior del vaso¡ horizontales a la altura de las alas y sobre ellas¡ y en forma
de semianillo, por debajo de ellas.
2. Pequeño vaso globular con cuello. Posee dos asas en forma de mamelón con
perloración vertical, asimétricas. Decoración impresa de instrumento formada por
bandas horizontales Iintitadas, en su parte inIerior, por triingulol. Reconstruido en
parte. Núm. Inventario: 1.977.
[page-n-85]
CUVA DE L'OR
83
8. Fragmento de vaso globular con doe asas anulare. horizontales, aaimétrica•.
De
y verticales, limitada. por im presiones de natis. Se; observan restos de ocre en la
superficie Inte rior.
LAlIlINA XXII
1. J arra globular con cuello recto, corto, ligeramente reentrante. Amplia u& de
cinta vertical y mamelón redondo en la parte opuesta. Junto al arra nque . uperior
del asa presenta una perforación circular con nborde exento. De
dial que f or ma una amplia b'anda de lineas horizontales, que toman una disposición
angular en la vertical del mamelón; en 5U parte inferior, pequeñas lineas verticalea
termInadas con impreaiones de natis ; a BUS lados, motivo de espiga vertical. Sobre
el asa y su prolongación, lineas verticales de impresiones flanqueadas por lineal
oblicuas terminad" con impresiones de natis.
2. Jarra con asa anular vertical, sobreelevada. Pequeño mamelón diametralmente
opuesto a l asa a cuyOll lados .se extiende un cordón decorado con ungulaciones. Decoración impresa cardial sobre el cuerpo del vaso f ormando series de dientes de .ierra.
Reconstruido en par«!.
LAMINfl XXlll
l. Jarra de f orma ovoide alargada. Asa anular vertical con apéndice alto y
mamelón redondeado en la parte opuesta. Decoración Impresa cardial sobre el asa
y gran parte del vaso, excepto la base. Las lineas de impl'eslones horizontales se
disponen en bandas verticales que aparecen limitadas, en la parte inferior, por cortas
lineas verticales rematadas con impresiones de natis.
2. Pequeño tonelete oon cuello reentrante y amplia boca. Lleva dOl! ...s anulares
horizontales en uno de BUS la dOl!. Presenta una rica decoración impreaa cardial, con
Impl'ealones dobles e impresiones de natis, que se enienden por el cuerpo y la base.
La decorsción presenta incrustaciones blancas y su interior está teñido de ocre.
LAlItlNA. XXIV
l. Jarra globular con cuello l'eCto ligeramente exvasado. Ancha asa de cinta
vertical y mamelón alargado en la parte opuesta. Decoración Impresa cardial que
forma lleries verticalea con disposición angular a ambos lados del asa y en su parte
opuesta, esto es, en la vertical y a ambos lados del mamelón. Entre ellas se extienden
dOll amplias bandas de lmpreeiones formadas por lineas horizontales y por seriea
de lineas oblicuas, la inferior de las cuales termina con Impresiones de natis. Núm.
Inventario: 1.976.
FIGURA 10
1.
2.
8.
,.
ment.e
6.
Fragmento de cuenco hemiesférico de pared reentrant.e.
Cucha rón con inicio de mango, roto.
Fragmento de cucharón con inicio de mango.
Fragmento de cuenco hemiesférico. Posee dos mameloRe' alargados verticalentre los que hay una perforación.
Fragmento de cuenco con base plana y labio exvasado.
[page-n-86]
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[page-n-87]
v
MATERIALES RECOGIDOS POR ANTONIO SANCHO SANTA MARIA
En una de sus visitas a esta cueva, A. Sancho pudo observar cómo un
pequeño grupo de jóvenes se encontraba realizando diversos trabajos
en una zona del yacimiento que puede coincidir aproximadamente con la
que nosotros hemos atribuido a la denominada .Prospección 1967-68».
En aquella ocasión fueron recogidos por él, en la superficie del yacimiento, pero con toda probabilidad provenientes de la excavación de dicha
zona por los jóvenes citados, los fragmento s cerámicos cuyo inventario
ofrecemos aquí. Dichos materiales fueron depositados por A. Sancho en
el Museo de Prehistoria del S. 1. P. de Valencia.
1. Parte superior de cuenco globular con el labio Ii¡erament.e e:nrasado. Presenta
decorac:i6n Impn8a canUal formando bandas hori:wntalea y verticales. La pasta es
negra, sin desgrasante apreciable. Ambas superficies presentan un intenso bruñido,
la exterior de tonalidad marrón oscura y la interior negra.
2. Parte superior de cuenco globular. Decoración impresa cardial que forma una
amplia banda horizontaJ, limitada en 8U parte inferior por lineas obl.lcuas r ematadas
con impresiones del natía. De la banda horizontal se desprende otra vertical limitada
igualmente por impresiones de natis. Pasta negra &in deagrasante apreciable. Super(icies poco bruñidas, de tonalidad marrón y gris.
3. lo' ragmento de borde correspondiente a un cuenco globular. Decoración impresa
cardíal formada por series de lineas de impresiones dobles, limitadas en su parte
[page-n-88]
86
BERNARDO MARTl
inferior por otra. oblicuas rematadas con impresiones de natia. Pasta negra sin desgraaante apreciable. Superficies bruñidas de color gria.
4-8. Cinco fragmentos correspondientes al cuerpo del mismo vaso, con i nicio de
ua. Rica decoraci6n impt'e3a cardial de lineas horizontalea fla nqueadas por lineas
de impreaionel dobles, verticales, terminadas en impnalonea de naUs. Pasta negra,
ain de.gnsante apreciable. Superficies bruñidas, tonalidad gris, l'I'lÚ oseura en el
exterior.
9. Fragmento correspondiente al cuerpo de un vaso con asa anular vertical.
Decoración Impresa cardial, impresiones de borde "i natia. Pasta negra ain desgraaante
apreciable. Superficies bruñidas de color gris OlICuro.
10. Fragmento de cerámica correspondiente al cuerpo. Decoraci6n impren cardial formando una banda horizontal limitada por impresiones oblicuas rematadas con
impresiones de natia. Pasta negra sin desgrasante apreciable. Superficie exterior
brulilda, de color gris i el interior alisado de tonalidad más oscura.
11-14. Cuatro fragmentos pertenecientes al cuerpo del mismo vaso. Llneaa de
impresiones cardiales formando series de dientes, posiblemente distribuidos en metopas
verticales. Pasta negra sin desgrasante apreciable. Superficie alisada. Color marrón
oscuro, Irregular, en el exterior, y gris oscuro en el interior.
15. Fragmento de cerAmica correspondiente al cuerpo. Decoración impresa no
cardlal hecha por un instrumento dentado. Presenta una banda horizontal limitada
en uno de sus lados por triAngulos rellenos de impresionell i y otra banda horizontal
mucho mAII ancha, Estas dos bandas horizontales aparecen IimitadBIJ por lineas de
impresioneIJ estrechss y alargadas. Pasta negra sin desgrBlJante apreciable. Superficie
brulilda de tonalidad marrón oscura.
16. Fragmento de borde. Decorado con líneas incisas vertiealell y otras oblicuas
por debajo de aquéllas. Un cordón horizontal con digitaciones limita lall lineas incisas.
Pasta negruzca con pequeño desgrasante. Superficie exterior poco cuidada, gris;
interior alisado de color pardo.
17. Fragmento de cerimica correspondiente al cuerpo, con irucio de amplia asa
de cinta. El asa presenta decoración de Uneas inciau que, alternadamente, limitan
serie. de pequeñas lineas incisas obUcuBIJ. A ambolJ lados del asa, dos IIneaa de impreslonea elJtrechas y alargadas. Superficie enerior algo bruiUda de color marrón; inte-riar alisado, gria. Palita negra con pequeña desgrasante.
18. Fragnwtto de borde y cuerpo con asa vertical de apéndice alto. Sin decoración. Palita negra ain desgrasante apreciable. Superficie alisada, poco cuidada, de
color marron OIICuro.
19. Fragmento de borde y cuerpo. Posee un mamelón al.rgado horizontalmente
del que parte un cordón horizontal. Pasta negra ain deagrasant.e apreciable. Superficie brui\ida, muy oscura.
20. Fragmento de borde. Presenta un mamelón y una perforación de lañado.
Pasta negra ain deagrasante apreciable. Superficie exterior poco cuidada de coloración rojiza, irregular; el interior, alisado, de color gris oscuro.
21. Fragmento correspondiente al cuerpo con pequefta asa anular. Pasta negl'Uzca
con desgrasante. Superficie porosa, alisada, de color pardo.
22. lo"ragmento de cerámica correspondiente al cuerpo con pequet\a asa de túnel
con estrlall poco pronunciadas. Pasta negra ain desgraaante apreciable. Superficie
alisada de color gris oscuro.
23. Fragmento correspondiente al cuerpo con asa múltiple rota, conservando
una perforación. De ella sale un cordón, perpendicularmente, muy poco realzado sobre
la superficie del vaso. Pasta negra ain desgraaante apreciable. Superficie exterior
alisada de color pardo marrón; interior erosionado, de color marrón oscuro.
24. Gran fragmento perteneciente a un cuenco ovoide. Preaenta dos cordonea con
unguJaclonea. Superficies bruñidas, de color pardo-rojizo en el exterior y gris en e l
interior. Pasta negruzca con pequeño desgrasante.
[page-n-89]
VI
CONSIDERACIONES FINALES
Los materiales que se presentan ahora no pueden considerarse absolutamente como representativos de la Cova de l'Or, en tanto no se conozca
la totalidad de los mismos, y tampoco permiten el estudio de su evolución
por carecer de procedencia estratigráfica segura. Con todo. es sin duda
un conjunto notable que podemos considerar globalmente como neolitico.
Al igual que en el caso de la Sarsa, este material procedente de I'Or
pone en evidencia unas marcadas diferencias r especto de los conjuntos
mesolft icos. No s6lo la industria lítica Y. sobre todo. la cerámica, sino
también la rica industria ósea, los elementos de adorno sobre concha
y piedra, los útiles sobre piedra pulida, etc.
Estas diferencias plantean el problema del origen de nuestro Neomico, la dualidad colononización·aculturación, la posibilidad de migraciones con sus correspondientes procesos de difusión, o la posibilidad de
un proceso de evoluciÓn a partir de las poblaciones mesoliticas locales
con una acentuación de los contactos entre las distintas áreas. Es éste
un problema que afecta a todo el ámbito del Mediterráneo occidental,
en el que laa semejanzas no deben hacer olvidar las diferencias existentes
[page-n-90]
88
BERNARDO MARTI
entr e los diversos grupos neolíticos. Pero la solución a nivel global parece
lejana y será conveniente profundizar más en el estudio de la transición
representada por cada uno de los grupos que se distinguen en dicho ámbito (95) .
Por nue!:ltra parte hemos examinado ya la problemática del proceso
de neolitiz8ci6n en la Región Valenciana aceptando, a nivel descriptivo.
la hipótesis de una triple faceta si bien la perduración de la facies epipaleoUtica microlaminar. o Mesalítico 1, parece poco probable. Sus relaciones con los conjuntos neolíticos como l'Or y Sarsa se reducen a la
presencia de escasos fragmentos de cerámica cardíal que sólo en el
caso de Mallaetes pueden relacionarse con una secuencia estratigráfica
que presenta un contexto litico completamente diferente. La publicación
de la Cova d'En Pardo podría mostrar si existe, o no, contacto estrati·
gráfico entre los niveles de una u otra atribución .
En el caso del Mesolitico 11 de Fletcher, o facies epipaleolitica geomé.trica tipo Cocina de Fortea, o Mesolitico 1I y 111 de Aparicio, nuevos des·
cubrimientos obligan a ir matizando las hipótesis. Los hallazgos de la
Albufera de Anna (Anna, Valencia) (96) y de l'Estany Gran (Almenara,
Castellón) (97), aumentan la evidencia de hábitats al aire libre representados por Casa de Lara y Arenal de la Virgen . Pero, además, la
situación geográfica de l'Estany Gran, junto al mar, pone en estredicho
la suposición de una distribución interior para esta facies que pudiera
haber convivido cronológicamente con el Mesolítico 1 o con el Neolítico
representado por rOr pero en ambientes geográficos distintos. Estos
hallazgos parecen indica r que la dispersión de nuestro Mesolitico geométrico es mayor de lo supuesto y que, en efecto, podría constituir el substrato
sobre ei que se desarrollara el Neolítico. Sin embargo este carácter de
substrato para el Meseolítico geométrico es por el momento hipotético,
dadas las diferencias entre unos y otros conjuntos. Suponer un Proto.
(95) J. GUILAINE : d'Toblemes de la Néolithiaation en Méditerranée oecidenta·
le», en f'L't:pipaléoJithique Méditerranéeml, Colloque lnternatlonal, Aix·e n·Provence
(j uin, 1972), C. N. R. S., Parla 1975, págs. 189-196.
A. M." MUROZ : cConllideraclones sobre e l Neolitico eapañol.» Memoria del Insti·
tuto de Arqueologla y Prehistoria, Universidad de Ba rcelona, 1975, páp. 27-40.
(oo ) APARICIO : cLos yacimientos prehistóricos ...», op. cit. nota 56.
(97) F. GUSI : c EI yacimiento lacustre epipaJeolftico de l Estany Gra n de Almenara.» Cuadernos de Prehistoria y Arqueologla Castellone nse, 2, Ca.stellón, 1975,
págs. 11· 14 .
V . M. ROSELLO : cEI medio geográfieo...geol6gico deis Estanys de Almenara y su
hábitat a rqueológico.» Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2, Castellón, 1976, páp. 14·21.
J . FORTEA: cTipología, hábitat. y cronología relat.iva del Est.any Gran de Almena ra.» Cuadernos de Prehi8toria y Arqueología Castellonense, 2, Caste1lón, 1975,
págs. 22· 37.
[page-n-91]
COVA DE L'OR
89
NeoUtico, intermedio entre ellos, aunque teóricamente posible no nos parece que pueda justificarse con los materiales que hoy conocemos.
Asi pues. la problemática permanece abierta y la discusión pormenorizada habrá de hacerse, de nuevo, cuando contemos con nuevas series
estratigráficas publicadas, examinando cada uno de los niveles y yacimientos. Con todo, los materiales que ahora se presentan, dada su intrin·
seca relación con estos problemas, pueden contribuir a ir precisando, nuestra visión del proceso.
En el conjunto que ahora examinamos, la industria litica es casi ex.clusivamnte laminar; ~l tamaño de las hojas y la frecuente presencia de
c6rtex abogan por unos núcleos de pequeño tamaño. Mención aparte
merece el pequeñfsimo núcleo de cristal de roca (fig. 17, núm. 16). Las
hojas aparecen frecuentemente retocadas, algunas con escotaduras, mu·
chas con señales de uso y lustre de cereales. Junto a ellas encontramos
algunos perforadores de tipologia muy precisa, en extremo de hoja y con
un saliente obtenido por retoque abrupto bilateral. El grupo de los microlitos geométricos muestra el predominio de los trapecios pero también aparecen los segmentos de CÍrculo y dos triángulos. A ello hay que
añadir algunas grandes hojas, cuatro puntas de flecha de retoque bifacial y t!SCasas lascas retocadas o con señales de uso. Todo ello se aviene
con las noticias adp..lantadas por Fletcher (98) y con la selección presentada por Fortea de los Sectores H y H-1 a H-5 (99). Sin embargo, puede
ser conveniente insistir en algunos aspectos que, por lo que hoy sabemos,
pueden contlibuir a la matización de otros conjuntos que se consideran
neoliticos o en vias de neolitizaciÓn. Tal es el caso de las puntas de flecha
y también, dada la abundancia de hojas y hojitas con lustre de cereales, de los dientes de hoz. A las puntas de flecha de retoque bifacial ya
hemos hecho referencia y los cuatro ejemplares que aqui aparecen, más
la presencia de algunos retoques invasores. no creemos que modifiquen 10
expuesto; su presencia atestigua un Neolítico muy avanzado y, con mayor
probabilidad, un momento ligado al EneoUtico.
El caso de Jos dientes de hoz necesita un comentario especial distinguiendo los criterios morfológicos de los funcionales. Fortea, en su lista
tipo del Epipaleolítico, establece el tipo . diente de hoz. que, según él,
aparecería en el Neolítico y Eneolítico: . Pieza corta generalmente sobre
lámina, con extremidades preparadas bien por fractura simple, bien
retocada mostrando una denticulación muy regular en un borde, obte-
(98)
(99)
12
FLETCHER, op. cito nota 34.
FORTEA, op. eit. nota 45.
[page-n-92]
90
BER....·ARDO MAIlTI
nida por muescas simples directas, inversas o bifacesa (lOO). Dicha pieza
sería uno de los elementos neolitizador es, como la cerámica o la piedra
pulida, incorporados a la tradición epi paleolítica geométrica en vías de
neolitización (101) . Existe aqui, a nuestro modo de ver, un problema que
conviene tener en cuenta puesto que a un cuando la consideración de un
conjunto como «neolítico, no tenga un estricto sentido cronológico y
aceptemos que el pleno Neolítico en sentido económico no se alcanzará
hasta mucho después de los inicios del Neolítico como criterio de clasificación industrial, no se pueden interferir estas consideraciones en unas
ordenaciones que, como las de Neolítico-EneoUtico-Bronce Valenciano,
poseen unas precisiones establecidas por la investigación que hay que
respetar o cambiar en toda su extensión, salvo precisiones concr etas explicitadas en cada ocasión. Los dientes de hoz, como tales, como instrumento especializado de función claramen te ligada a la agricultura denotaría un estadio neolítico pleno, esto es, una plena economia agrícola
y funcionalmente serían equivalentes a los elementos de hoz u hojas y
hoj itas con lustre. P ero, morfológica y cronológicamente, el tipo diente
de hoz está claramente definido en unos horizontes precisos que nada
tienen que ver con las industrias neolíticas representadas por yacimientos
como Or y Sarsa, v sí con los yacimientos del Bronce Valenciano, como
señalara Plá (102) .
A la espera de un estudio comparat ivo, en curso de elaboración, es
preciso distinguir entre los «elementos de hOh que aquí, en la industri a
de la Cova de rOr, aparecen muy bien r epresentados y caracterizados
por la presencia de lustre, y los «dientes de hoz •. Mientras los primeros
se desarrollan desde los in icios del Neolítico, en sentido económico y cronológico, los segundos no pueden consider arse anteriores al final del Eneolit ico. Los «elementos de hoz. neolíticos son hojas o fragmentos, con o sin
truncadura r etocada, con o sin los bordes retocados, pero nunca se confunden con los «dientes de hoz. que siempre presentan el borde denticulado, generalmente por muescas simples. En los «elementos de hoz. neoliticos esta denticulación no existe o es muy irregular y producida por
un retoque continuo o por el uso. El tipo «diente de hoz), al menos en
la Región Valenciana, no puede remontar se cronológicamente al final del
EneoHtico.
FORTEA, op. cito nota 45.
FORTEA, op. cito nota 97, pág. 30.
PLA, op. cit. nota 70.
E. PLA : «Los llamados brazaletes de arquero y el EneoUUco valenciano.» VIlI Congreso Nl\cional de Arqueologra (Sevilla-Málaga, 1963), Zaragoza, 1965, paga. 2 16-225.
R. ENGUIX : «Not8ll sobre economia del Bronce Valen~i ano.» Papelea del Labora·
t.orlo de Arqueologla, 11, Valencia, 1975, págs. 141-167.
(100)
(l01)
(102)
[page-n-93]
roVA DE L'OR
91
Entre los «elementos de hoz:. de la Cova de l'Or, aqui expuestos, merecen destacarse las piezas núms. 5 y 15 de la fig. 7. que presentan un
fuerte iustre en la parte opuesta a la truncadura oblicua r etocada, 1 que
0
puede indicar la finalidad de ésta como tendente a facilitar el enmangamien to de 1 . pieza.
2
La indU::ltria ósea es rica y variada. Destacan los punzones, la mayor
parte hechos sobre metapodios de ovicápridos que conser van la apófisis,
espátulas, aguj as. una cuchara y fragmentos de otr as, abundantes anillos
que en ocasiones están teñidos de ocre, cañas de hueso con profundas
incisiones transversales destinadas a la fabricación de anillos. etc. Especial importancia tiene la espátula con extremidad distal convexa finamente dentada, destinada probablemente a la decoración de la cerámica
(fig. 6, núm. 2) (103) . Esta abundancia de la industria ósea no guarda
r elación alguna con los yacimientos mesolíticos en los que ta n sólo se
encuentran algunos punzones: por el contrario, es un fenómeno típicamente neolítico, general en el occidente mediterráneo. La semejanza de
Sarsa y Or en este aspecto es también manifiesta.
Los elementos de adorno constituyen igualmente un grupo importante.
Sin excluir la posibilidad de que los punzones de hueso, al menos una
parte de ellos, sean también elementos de adorno, esto es, aguj as para
el cabello. La presencia de conchas de Pectunculus, Cardi ums, ColumbeUas con perforación, Dentaliums. etc., así como cuentas de collar de forma
ovalada con perforación y ligero abultamiento en la parte inferior, está
atestiguada en Casa de Lara. Cocina. Llatas... El r eciente estudio de
l . Taborin (104) muestra la importancia y la contribución que su estudio
puede hacer al conocimiento de las culturas neoliticas. La pervivencia
de estos elementos en el período siguiente, la aparición de nuevos típos
o de nuevas especies. tos hacen especialmente importantes para el estudio de los enterramientos en los que suelen constituir una parte importante del ajuar.
Por último. la cerámica. con su diversidad de formas y decoraciones,
de pastas y tratamientos de superficie, muestran de nuevo la complejidad
del yacimiento. Además de la rica decoración impresa cardial vemos también decor aciones impresas no cardiales, incisas, plásticas ...• en ocasiones
sobre la superficie del mismo vaso. Todo ello junto a la abundante cerámica sin decor ación. Destacan así mismo los abundantes fragmentos
con perforaciones de lañado.
!103)
Véase nota 92
Y. TABQRlN : «La Parure en coquillage de I'tpipaléolithique au Bronze
Anclen en France.» Gallia Préhistoire, T. 17, Paría, 1974, fascicule 1, p'ga. 101·179
'1 faaclcule 2, pip. 307-417.
(104)
[page-n-94]
92
BERNARDO MARTI
Por la frecuencia con que aparecen restos de ocre en la superficie
interior y e.'l:terior de los vasos y en diversos elementos de adorno, fenómeno que también ocurre en la Sarsa, merece destacarse la jarra globular con asa~p itorro rota de la Lámina XlII que contenía 1.760 gr. de
polvo de ocre.
U>S estudios sobre la fauna del yacimiento, de importancia decisiva
para conocer la base económica del yacimiento, se hallan en avanzado
estado de elaboración por parte de M. Pérez Ripoll. a quien agradecemos
su información, y señalan la presencia de animales domésticos como Ovis,
Capra, Sus, Bos y Canis; entre los animales salvajes se encuentran restos
de Cervus elaphus. Capreolus capreolus, Capra pyrenaica, Ocyctolagus C"
etcétera.
Nos hemos referido anteriormente a la hipótesis de una fase intermedia entre el Neolítico de las cerámicas impresas cardiales y el EneoIUico, cuyo punto de apoyo sería la evolución cerámica que se adivina en
algunos yacimientos. A nuestro modo de ver, la periodización del Neolítico, comprendiendo a la totalidad de sus materiales, será posible en
cuanto podamos disponer de esas estratigrafías, una de las cuales es la
de la Cova de l'Or. Por el momento y tras la presentación de este rico
conjunto qu~ hemos considerado globalmente como neolftico, se hace
necesario esperar para ir más allá en la comprensión del Neolítico de la
Región Valenciana. Los estudios que ahora se realizan sobre las campañas de excavación, a la vez que éstas prosiguen, pretenden abarcar los
más aspectos posibles y esperamos que pronto puedan ser publicados.
[page-n-95]
INDICE
Págs.
PROLOGO, por D. FLETCHER VALLS ..... .
5
INTRODUCCION .................... .
7
1.
n. LA COVA DE L'OR y EL NEOLITICO VALENCIANO.
l.-Los inicios de la investigación ... " ..... _. ,_. o.. ...
13
2.-EI proceso de neolitización y las distintas facies del
Neolitico de la Región Valenciana ... ... ... ... ... ...
3.-EI Pleno Neolitico ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
16
30
IlI.
PROSPECCIONES DE RAFAEL PARDO BALLESTER.
l.-Prospección de 1933 ... ...
a) Cata de la Entrada ... ... ... ...
b) Cata del Fondo.
o"
,_,
e) La cerámica ... ... ... ... ... ...
2.-Prospecci6n de 1936 . .... ... .. o. . ...
37
38
40
42
44
MATERIALES DEPOSITADOS EN EL MUSEO ARQUEOLOGICO DE ALCOY ... ... ... ... ... ... ... .. . ...
45
l.-Prospección de 1967-68 ... ... ... ... ... ... ... ... . ..
2.-Viejos Fondos
3.-Indeterminados
4. -Materiales cerámicos ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
46
62
64
74
MATERIALES RECOGIDOS POR ANTONIO SANCHO
SANTAMARIA ... ... ... ... ... ... ... ...
85
CONSIDERACIONES FINALES ... ... ... .. . ... ......
87
O"
IV.
o ••
o ••
V.
VI.
o •••••
o •••••
o ••
o .
.
• ••••••••••••••••••• _
•••
o..
[page-n-96]
[page-n-97]
LAMINAS
[page-n-98]
[page-n-99]
MARTI OllVER.--Cova de l' Or
LAM. I
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,
5
7
10
9
11
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15
(Núm. 1. ligeramente r educido. Núms. 2 a 6, a 2/3 aproxim adamente. Núm5. 7 a 15.
a 1/ 3 aprol(imadamente.)
[page-n-100]
LAM. 11
MARTI OUVER.-CO\lil de rOr
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2
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(DibujoS
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1 2)
[page-n-101]
LAM. 111
MARTI OLlVER.- Cova de 1'0,
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5
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(Oibujos a 1 2)
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16
[page-n-102]
LAM. IV
MARTI OlIVER .-Cova de I'Or
2
I
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J
5
6
(Dibujos a 1 Z)
7
8
[page-n-103]
LAM . V
MARTI OLlVER.-Cova de !'Or
J
2
6
5
7
10
9
8
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( Dibu jo$ a 112)
11
12
[page-n-104]
MAATI OllVEA._Cova de I'Or
LAM, VI
J
,
s
7
8
(Dibujos a 1 2 )
•
JO
[page-n-105]
LAM. Vil
MARTt OLIVER.-Cova de rOr
2
)
(Oibujos e 1 /2)
[page-n-106]
LAM. VIII
MARTI OLlVER .-Cova de l' Or
2
,
J
( Dibujos a 1/ 2 )
[page-n-107]
MARTI OllVER .--Cova de rOr
LAM . IX
2
(Oibujos a 1 2)
,
[page-n-108]
MARTI OllVER .-Cova de I'O r
LAM. X
2
( Dibujos a 112 )
[page-n-109]
LAM. XI
MARTI OllVER.-Cova de l' Or
(Dibujos a 1/ 2)
[page-n-110]
LAM. XII
MARTI OLrvER .-CovlI de l' Or
2
J
(Dibujos a 1/ 2)
[page-n-111]
lAM. XIII
MARTI OLlVER . -Cova de I'Or
1
( Dibujos a 1/2)
[page-n-112]
LAM. XIV
MARTI OllVER.-Cov lI de I·Or
,
( Dibujo a , 4)
[page-n-113]
MARTI OLl VER._ Cava de l' Or
LAM . XV
"
2
(Oibujas a 1/2)
,
.:,,:
[page-n-114]
MARTI OllVER .-colla de I'Or
LAM . XVI
[page-n-115]
MARTI OLlVER._Cova de l'Or
LAM. XVII
~------------------
,
[page-n-116]
MARTI OllVER.-COV3 de rOr
LAM. XVIII
•
[page-n-117]
MARTI OllVER .-Cova de l' Or
LAM. XIX
[page-n-118]
LAM. XX
MARTI OLlVER._Cava de I'Or
}
-(Oibujas a 1 2)
[page-n-119]
MARTI OLlVER.-Cova de rOr
LAM. XX I
1
J
(Dibujos
It
1/ 2)
[page-n-120]
LAM . XX II
MARTI OllVER._Cova de l'Or
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1
(Dibujos a 1 2)
[page-n-121]
MARTI OLlVER._Cova de l'Or
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( D ibujos a 1 2)
[page-n-122]
lAM. XXIV
MARTI OlIVER ._ Cova de rO r
(Dibujo a 1/ 2)
•
[page-n-123]
MARTI OLl VER.-Cova de rOr
LAM.
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M
•
•
j
1
•
xxv
[page-n-124]
MA RTI OUVER.-Cova de 1 0 ,
'
LAM. XXV I
[page-n-125]
MARTI OLIVER.-Cova de rOr
LAM. XXV II
[page-n-126]
[page-n-127]
SERV ICIO DE INVESTl GACION PREHISTORICA
DfPUTACION PROVINCIAL DE VA LENCIA
S ERIE DE TRABA/ OS VARIO S
N,lm. 51
COVA DE L' OR
(Beniarrés-Alicante)
VOL 1
BERNARDO MARTI O LlVER
con la colaboración de
RAFAE L PARDO BALlESTER y
J. M.·
SEGURA MARTI
50 AN I VER SA IU O
DE LA FUNDACION DEL SERVIC IO
DE lNVESTiGACION PREHISTOR,I CA
VALENC I A
197 7
[page-n-2]
[page-n-3]
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
OIPUTACION PROVINCIAL DE VALENCIA
S ERIE DE TRARAJOS VAR I O S
Nllm. 51
COVA DE L' O R
(Beniarrés-Alicante)
VOL 1
BERNARDO MARTl OLIVER
con l. colaboraclón de
RAFAEL PARDO BALlESTER y ,. M.· SeGUR A MARTI
50 ANIVERSARIO
DE LA FUNDACION DEL SERVICIO
DE INVESTIOACIOH PREHI8TORICA
VALEN C IA
1977
[page-n-4]
DIPUTACION PROVINCIAL DE VALfNClA
-
INsnruCION ALfONSO EL MACWANIMO
SERVICIO DE INVESTIGACION PREHISTORICA
SECClON DE PREHISTORIA EN VAUNC1A DEL PATRONATO SAAVEORA fAJARDO DELC.SJ.C.
SERIE DE TRABAJOS
VARIOS
Núm. 51
© de la edición digital: Museu de Prehistòria de València, 2012 -- ISSN 1989-0540
4117r...
Edllo,I.1 F. oam.M<:II, S. A.
101." 31
V.I.nc~
[page-n-5]
PROLOGO
La Cova de rOr, uno de los más importantes yacimientos neolíticos
del Mediterráneo o-:cidental, descubierta para la ciencia en. 1933 pQT don
Rafael Pardo Ballester, con la colaboraci6n del perro "Pusero", ha sido.
en est08 últimos años, reiteradamente mencionada por 108 investigadores
aunque, paradójicamente, no se ha.ya publicado heuta la fecha ningún
estudio de conjunto sobre su contenido arqueológico.
86w noticias sueltas o reducidos estudios monográficos sobre alguna
detenninada faceta del yacimiento, eran 108 puntos de apoyo de que
disponían los arqueówgos para referirse a tan trascendental cueva, no
obstante contarse con múltiples y riquísimos materiales loorados en las
prospecci
cabo hasta la fecha por el Servicio de Investigci6n Prehistórica de la
Diputación de Valencia.
Por esta raz6n, y previamente a la pr6xima aparición de los volúmenes
en los que se estudian, por los señores San Valero, Pascual Pérez 11 Martí
Oliver, los rcltUltados obtenidos en los trabajos del S. l . P. , se ha considerado conveniente dar a la estampa este volumen preliminar en el que se
recoge todo el material de las prospecciones 11 exploraciones de los señores
Pardo 11 Pascual; de las catas efectuadas por unos aficionados 11 los
objetos recuperados por don Antonio Sancho. Todo este conjunto, aunque
carente de una estratigrafia. que lo avale cienti/icamente, es de indudable
[page-n-6]
valor e 1nterés para los estudwsos. tanto en si, por BU variedad V riqueza,
como por servir de información pretria. a la. próxima. publicación de las
excavaciones del S.I. P.
El nutor de este volumen, Bernardo Ma.rti Oliver, antiguo becario del
C. S.I. C., profesor del Departamento de Arqueología. de la. Universidad
de Valencia V colaborador del S.I. P., buen conocedor de la problemática
del neolftico valenciano, como bien lo prueba la primera parte del presente
libro, ha realizado una larga y agotadora labor de búsqueda e identifica~
ci6n de todo el material que aqui se estudia, tarea en la que ha contado
con la ayuda de los señores Pardo 11 Sancho, 11 de José María. Segura
Martí, del Museo de Alcoy, quien ha prestado su muy eficaz colabora..ción, tanto en los trabajos de gabinete como en los de campo. A todos
ellos, el sincero agradecimiento del S.I. P.
Queremos resaltar, en el planteamiento que del N eolitico valenciano
1uue Marti Oliver, en las páginas que siguen, varias cuestiones Que creemos fundamentales y que vienen a corregir algunos errores Que, por
inercill, han ido repitibldose en las publicaciones sobre el tema, entre
ellas. 11 como las más importantes, están la. reiterada negativa a la. aparición de enterramientos en la. Cova de la. Sarsa, no obstante señalarse en
ella, desde antiguo, el hallazgo de restos humanos; la trránea atribución
al N eolitico de la Sars4 de las puntaa de flecha, que no encontram08 en
ella, '11 si, muy escasamente en. l'Or, cUrruk deben. corresponder, lo más
probable, a un momento de transición al Eneolítico; y la inexistencia. de
cerámica con decoroci6n cardial en la Cueva de la Coci1Ut. Tres cue,""
none8 que M:n de tenerse en cuenta, por 8er de la mayor importancia..
para el estudio del origen y desarrollo del Neolítico valenciano.
y terminamos estaa líneas con un recuerdo entrañable para el que fue
gran amigo y modelo de excavadores, Vicente Paacual Pérez, quien desde
BU puesto de director del Museo de Alcoy. tanto bien hizo por la. arqueología y tanto 8e interesó por salvar el rico yacimiento de la Cova de rOro
El pre8ente volumen 'Y los qau en lo sucesivo publique el S . I. P. sobre
este yacimiento, as{ como las futuras campañaa de excavacionu, está?!
dedicados, en testimonio tU admiraci6n y afecto, a su memoria.
D. FLETCHER
Director del S . l . P.
[page-n-7]
1
lNTRODUCCION
La Cova de I'Or se encuentra en el término munieipal de Beniarrés.
provincia de Alicante, en la partida denominada de cLa Barcella». Se
halla enclavada en las estr ibaciones sur-orientales de la Sierra del Benicadell, en la divisoria entre las provincias de Alicante y Valencia, a unos
650 metros sobre el nivel del mar y dominando el valle del Serpis o Ríu
d'Alcoi que, en las proximidades del yacimiento, se encaja en el estrecho
de Lorcha abriéndose paso hacia la zona de Gandía. La Sierra del Benicadell, junto a las de Onteniente y Agullent. forman una alineación caliza,
con una dirección SO-NE, que constituye el extremo oriental de las
montañas beticolevantinas (fig. 1) .
Tal como puede observarse en el plano de la cueva, se trata de una
cavidad amplia orientada de SO. a NE. Abierta en un estrato calizo,
posee un vestibulo que da paso a una gran sala en cuya parte final el
descenso del techo de la cueva y su estrechamiento forman una grieta, con
evidentes señales de paso de agua (véase Plano, Sección G-H) . En dicha
grieta se encontraron abundantes materiales en superficie, producto del
arrastre de las tierras. Esta gran sala queda iluminada en su primera
mitad y presenta grandes bloques de desprend imiento, especialmente en
su parte central. En gener al, su inclinación es poco pronunciada (véase
Plano, Sección A-B) . A la derecha de la entrada existe otra pequeña sala,
limitada por una gran columna, que posee una perforación en su techo,
posiblemente artificial (véase Plano, Sección C-D y G-H) .
[page-n-8]
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[page-n-9]
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3. e.n J'ltDaIJ'U. SJ.t....,l. . .~.
4. PIOSP.ICCll*' 1.9'1-68. SU ..... l . . '7 41ana101>" .F'O~.
PLANTA
G
o
[page-n-10]
Sección A-S
-A-
SecciÓn e-D
Sección
Sección
E-F
G-H
[page-n-11]
COVA DE L'OR
9
Las primeras noticias sobre el yacimiento fueron dadas por Almarche (1) quien habla de una Coveta de l'Or situada en la partida del Cercat,
en el término municipal de Gayanes, donde R. Vicedo había encontrado
numerosos restos de cerámicas prehistóricas. Se trata, al parecer, de un
error en la localización del yacimiento dado que el propio Almarche se
refiere también a otra pequeña cueva del término de Gayanes, cuyo nombre omite, en la que se encontraron algunos enterramientos y objetos,
entre ellos un C3.nutillo de 01'0. Esta última cueva es, en realidad, la
Coveta de 1'01' de Gayanes mientras que la anterior debe corresponder a
la Cova de 1'01' de Beniarrés.
Vicedo, por su parte, habla de una Coveta de 1'01' en el Benicadell
como la única destacable en el aspecto geológico de dicha zona; ello no
puede coincidir en absoluto con la de Gayanes, de muy reducidas dimen siones (2). La confusión se explicaría por la proximidad de ambos
yacimientos, en términos municipales colindantes, sin excluir la posibilidad de que una diera el nombre a la otra, explicando así el término
ccoveta» con que se la denomina en ocasiones y que no corresponde a sus
dimensiones.
Sería en 1933 cuando Rafael Pardo Ballester localizaría definitivamente el yacimiento, dando noticia de su situación e importancia. Cuenta
R. Pardo cómo, indagando noticias sobre yacimientos prehistóricos de
la zona, un vecino de Beniarrés le dio los detalles necesarios para su localización, recomendandole dos cosas: primero, que poco antes del amanecer
estuvieran situados en lo alto de la divisoria de las provincias de Valencia
y Alicante, en la denominada Serra de Salero; y, segundo, que llevaran
consigo algún perro de caza y golpearan las matas de monte bajo que por
allí constituian la vegetación: jaras. mirtos. aliagas, zarzas, enebros y
algún madroño, con la finalidad de mover algún conejo de monte que iría
a refugiarse a la cueva dada la escasez de madrigueras practicables en dicho
monte. Tal fue el procedimiento seguido, descubriéndose la cueva por el
agujero que tiene el techo ya que su entrada se encontraba disimulada en
un sotillo poblado de matas de lentisco (3).
R. Pardo emprendería la investigación del yacimiento realizando dos
catas exploratorias durante el verano de 1933 y visitando la cueva con
(1) F. ALMARCHE: cLa antigua civilización ibérica en el Reino de Valencia.»
Valencia, 1918, pág. 117.
(2) R. VICEDO SAN FELIPE: ",Historia de Alcoy y su Región.» Alcoy, 1922,
pág. 19, nota (2).
Para los problemas relativos a la Coveta de l'Or de Gayanes, véase: E. PLA: cEl
"Sercat" de Gayanes (¡\.licante).» Comunicaciones del S. I. P. al I Congreso Arqueológico del Levante Español. Trabajos Varios del S. l. P., 10, Valencia, 1947. pág. 35.
(8) Carta de don Rafael Pardo a don Domingo Fletcher. Archivo del S. l. P .
2
[page-n-12]
10
BERN'AROO MARTI
este motivo L. Pericot y S. Espí, sub-director y capataz respectivamente
del Servicio de Investigación Prehistórica (4) . Estas catas fueron denominadas «Cata de la Entrada. y «Cata del Fondo», depositándose sus materiales en el Museo del S. r. P. de Valencia. Años más tarde, en 1936, el
propio R. Pardo realizaría una nueva excavación, mucho más amplia,
denominada . Cata Principal. cuyos r esultados ponían de manifiesto la
riqueza del yacimiento (5).
Tras el descubrimiento y estos primeros trabajos, sería Vicente Pascual quien mayor atención dedicara al yacimiento. A través de numerosas
visitas, V. Pascual fue recogiendo una importante colección de materiales. provenientes fundamentalmente de la exploración de las grietas, que
serian depositados en el Museo Arqueológico Municipal de Alcoy. Estos
hallazgos motivarían directamente el inicio de las campañas de excavación por parte del Servicio de Investigación Prehistórica. La primera campaña fue realizada en 1965, estando al frente de los trabajos J. San Valero y V. Pascual. En 1956, 1957 Y 1968 se realizarían otras campañas
bajo la dirección de V. Pascual (6).
Los resultados de las campañas de excavación, cuyos materiales fueron
depositados en el Museo de Prehistoria de Valencia, pondrían de manifiesto la riqueza e importancia de la Cova de l'Or, sin Jugar a dudas el
yacimiento neolitico más importante de la Región Valenciana.
Posteriormente se realizari~ el estudio de sus restos de cereales y
su datación por el método del C.14 (7) , que permitían situar en el V milenio los ricos materiales neolíticos valencianos. Durante estos años, el
estudio de sus materiales y el paralelo desarrollo de las investigaciones
sobre el Neolitico en el ámbito del Mediterráneo occidental indicaron la
conveniencia de continuar las excavaciones a la vez que se iniciaba la publicación del yacimiento. Así pues, en 1975 el Servicio de Investigación
(4) Comunicación de -:Ion Rafael Pardo en N. P. GOMEZ SERRANO: eSecc.i6
d'Antropología i Prehistoria. Resumen deis treballs de la Secci6.JJ Anales del Centro
de Cultura Valenciana, VIII, núm. 24, Valencia, 1935, págs. 185-186.
l . BALLESTER : eLa Labor del S. l . P. y su Museo en el pasado ano 1934.JJ
Separata de la Memoria de Secretaria. Diputad6n Provincial. Valencia, 1985.
(5) Comunicad6n de don Rafael Pardo en N.P. GOMEZ S ERRANO : cSecció
d' Antropología i Prehistoria. Resumen dela treballa de la Seeei6.» Anales del Centro
de Cultura Valenciana, 2,' época, IV, núm. 6, Valencia, 1943, págs. 92-97.
(6) E. PLA : eActividades del S. l. P. (1956-1960),'f Archivo de Prehistoria Levantina, IX, Valencia, 1961, págs. 211-253.
(7) H. SCHUBART y V. PASCUAL : eDatación por el e.u de los estratos
con cerámica cardial de la Coveta de 1'0r.» Archivo de Prehistoria Levantina, XI,
Valencia, 1966, págs. 45-51.
M. HOPF : cTriticum monococcum L. y Triticum dieoccum Schübl, en el NeoJitico antiguo eapañol.» Archivo de Prehistoria Levantina, XI, Valencia, 1966,
págs. 58-73.
[page-n-13]
COVA DE L'OR
II
Prehistórica reanudaba los trabajos bajo la dirección de V. Pascual con
la colaboración de B. Martí, continuándose por éste en 1976 (8).
Con el presente volumen se inicia la publicación de los materiales del
yacimiento. Este primer volumen recoge lo que podíamos llamar materiales dispersos, esto es, aquello'!' que no proceden de las seis campañas
de excavación. Aunque dichos materiales no poseen estratigrafía la entidad del conjunto es importante y bastante representativa del conjunto
total. Sucesivamente se darán a conocer las campañas de excavación a fin
de que, en breve plazo dE: tiempo, la Cova de I'Or pueda contribuir al
conocimiento de nuestro Neolítico.
(8) D. FLETCHER;
Provincial, Valencia, en prensa.
[page-n-14]
[page-n-15]
II
LA COVA DE L'OR y EL NEOLlTICO VALENCIANO
l.-WS INICIOS DE LA INVESTIGACION.
Los estudios sobre el Neolítico valenciano van estrechamente vinculados a dos yacimientos de gran riqueza : la Cova de la Sarsa (Bocairente.
Valencia) y la Cova de rOro AWlque esta última aparece en la bibliografía
desde 1933, como ya hemos visto, la valoración de su importancia no llegará hasta el inicio de las campañas de exacavaci6n en 1955; por ello,
todas las consideraciones sobre el Neolítico valenciano, hasta los años 60,
tendrán como punto de referencia a la Cova de la Saraa cuya excavación
iniciará alrededor de 1928, F . Ponsell.
Las primeras noticias sobre ésta fueron dadas por Ballester en 1928,
calificándola de enterramiento eneolitico con cerámica cardia!. «La atribución de esta cerámica al eneoJítico es bien fundada. A tal conclusión
se ha llegado en lo que respecta a las cuevas montserratinas con vasos
cardiales, gracias a los cuchillos de silex y a la cerámica almeriense y
con relieves halladas, iguales aquellos a los de los sepulcros megaUticos
catalanes y ésta a la encontrada en las cuevas de la misma región, en
[page-n-16]
"
las que suele darse también la del
BERNARDO MARTI
vaso campaniforme. (9) . El propio
Ponsell suscribiría este punto de vista precisando que el hallazgo de
r estos humanos sugería que la cueva había sido utilizada, al menos parcialmente, como cueva sepulcral (10). Desde aquí, el yacimiento emprendería un largo peregrinar por las distintas sistematizaciones del Neolí·
tico peninsular e, igualmente, seria un yacimiento fundamental en la
discusión de las distintas facies del Neolítico valenciano. Con estas premisas y ante los escasos materiales encontrados por Pardo, en la prospección de 1938, no sorprende que la Cova de I'Or fuera considerada inicialmente como otro yacimiento eneolítico (11) .
Por r azón de su gran riqueza cerámica, la problemática del Neolitico
valenciano va e8trecham~nte ligada a la de la cerámica cardial cuya
importancia se acrecienta continuamente desde la publicación de las cuevas de Montserrat (12). La cerámica cardial se atribuye inicialmente
al Eneolitico y su problemática se relaciona con la especie del vaso campaniforme. Bosch la incluye dentro de la Cultura de Salamó, cultura
que se extendería por el sur de Cataluña, Bajo Aragón y Valencia, como
una manifestación de la Cultura de las Cuevas del nordeste de la Peninsula. e Una varietat curiosa de la cerámica de la Cultura de Salamó a
Catalunya és la decorada amb impressions de cArdium, que abunda extraordinAriament al Montserrat, formant moUus molt bells que sovint omplen
tot el vas; tiembla pero, una cosa estesa per tota la cultura d'Almeria,
perque es troba també a les coves de la provincia de Castelló, a la provincia de Valencia i fins a la mateixa provincia d'Almeria (Velez Rubio).
no mancant tampoc a l'Africa ~ (13). Bosch cree que la decoración cerámica
progresa hacia tipos de mayor perfección técnica, lo que supone una cronología pos~erior para la artística ornamentación hecha edesentrrollant
molt la técnica de la incisió, amb un puntxó j potser ádhuc amb una petxina. (14).
Pericot introduce algunas modificaciones en el esquema de Bosch y
distingue en el Circulo central o de las Cuevas, un grupo Septentrional
(9) J. BALLESTER: eUnas cerámicaa interesantes en el valle de Albaida.1I
Cultura Valenciana, 111, c· 8/ 4, Valencia, 1928, pág. 20.
(10) F. PONSELL: «La Cova de la Saraa (Bocairente).1I Archivo de PrehistoOrla Levantina, 1, Valencia, 1929, págs. 87-89.
(11) BALLESTER, op. cito nota 4, págs. 11- 12.
(12) J . COLOMINAS: ePrehistoria de Mont.serrat.. Monut.erio de Mont.senat, 1925.
(18) P. BOSCH: eEtnologfa de la Penlnsula Ibérica.• Ed. Alpha, Barcelona, 1982. pág. 160.
(14) BOSCO, op. cito nota 13, pág. 74.
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COVA. DE L'OR
15
y otro Meridional (15) . Dentro de éste último, haciéndose eco de los
estudios de Gómez Moreno (16), sitúa el .circulo de la cerámica eneolítica
con decoración cardiaI y pin tada»; en él se distinguiria una zona especialmente rica en cerámica incisa con pintura roja: las tierras altas
andaluzas, mientras que la cerámica cardia1 se encuentra en el grupo de
cuevas de Montserrat, Can Pascual, Cartanya, La Sarsa, etc. Por lo que
se refiere a este último yacimiento, Pericot señalaba cómo en la Sarsa
aparecian cerámicas emparentables a las pintadas de rojo y con incrustaciones del mismo color en la decoración, sobre las que habia llamado la
atención Gómez Moreno. Ello induciría a Ballester a publicar en 1935 dos
pequeños vasitos de la Sarsa con decoración cardial, pintados de rojo
carmin en el interior y con incrustaciones del mismo color en el exterior (17).
Tras la simplificación de Martfnez Santa-Dlalla, La Sarsa y yacimientos afines se incluyen en su Neolitico reciente, dentro de la Cultura Hispano-Mauntuna (18) . Aunque era notoria la importancia de la cerámica
cardial, el problema estribaba en la falta de secuencias estratigráficas
que permitieran precisar su relación con el resto de las cerámicas neoIiticas. Por ello, entre los numerosos yacimientos citados por San Valero
en sus .Notas para el estudio de la cerámica cardial de la Cueva de la
Sarsa» (19), era especialmente importante el de IR Esquerda de les Roques
de El Pany (Torrelles de Foix, Barcelona) (20), por ofrecer una secuencia
estratigráfica que dilucidaba la relación entre la cerámica cardíal y el
vaso campanifonne. cEI fenómeno cardía!, con sus características propias y con las limitaciones que el determinismo geográfico impone...• puede estimarse como un importante elemento de comprobación de las etapas
neoliticas : neolítico antiguo o mesolítico; medio o hispano-mauritánico, al
cual perteneceria, y final o ibero-sahariano, con útiles ya de cobre... El
vaso campaniforme es claramente posterior a la cerámica cardiab (21).
(15) L. PERICOT : .La Espafia primitiva y romana», en ",Historia de Eapafia».
Instituto Gallaeb, vol. 1, Barcelona. 1984, 2.' ed. 1942, 608 pág.
(16) M. GOMEZ MORENO: d..a cerámica primitiva ibérica.» Homenagem a
Martins Sarmento. Guimaraes, 1933, págs. 125-136.
(17) BA.LLESTER, op. cito nota 4, pág. 14.
(18) J. MARTINEZ SANTA OLALLA: ",Esquema paletnol6gico de la Penfnsula IMrica.» Corona de Estudios de la Sociedad Eapafiola de Antnlpologl.a, Etnografía y Prebistoria, Madrid, 1941, págs.. 141-1.6.
(19) J . SAN VALERO : ",Notas para el estudio de la cerámica cardial de la
Cueva de la Sarsa.» Actas y Memorias de la Sociedad Española de Antropologl.a,
Etnografía y Prehistoria, XVII, Madrid, 1942, págs. 87-126.
(20) M, ORIVE : ",L'Eaquerda de les Roques de El Pany (Penedét).» Anuari
de I'lnstltut d'Eatudis Catalaru, VIJI. Barcelona, 1986, pAga. 19-5S.
(21) SAN VALERO, op. ciL nota 19, pig. 122-123.
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16
BERNARDO MARTl
2._EL PROCESO DE NEQLITlZACION y LAS DISTINTAS FACIES DEL
NEOLlTICO DE LA REGlON VALENCIANA.
El profesor San Valero sería el principal defensor de la mayor antigüedad de la cerámica tardial señalando que, con respecto a las familias
cerámicas del Neolítico Hispánico «contra la común tendencia progresista de atribuir al Eneolítico cualquier cerámica de aire más perfecto.
partimos nosotros dE) un criterio cultural repetido hasta la saciedad: que
la tosquedad no es indicio seguro de mayor antigüedad» (22). Tales palabras cobraban sentido ante las observaciones que habia formulado Pericot
a propósito de la Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia) en la que tendríamos cun momento final seguro para la ocupación de la cueva, el
Neolítico iniciaJ:. cuya cerámica ecreemos que nos da con seguridad los
tipos de las primeras cerámicas peninsulares de formas sencillas y decoración rayada, con tipos de surcos diversos y de relieves incisos:. (23) .
Con ello Pericot matizaba sus opiniones anteriores formuladas a propósito de los niveles superiores de la Cueva del Parpalló (Gandia, Valencia) :
la Cueva de la Cocina sería el yacimiento que epodria damos las etapas
de cultura levantina que siguieron al abandano del Parpalló y llenarla
el vacío hasta los primeros tiempos neolíticos, a los que deben corresponder los abundantes trapecios y triángulos y puntas de filo transversal
de la Cova de l'Or de Beniarrés:. (24).
Se planteaba así uno de los problemas más interesantes del Neolítico
valenciano, el de sus distintas facies, que hoy todavía sigue en pie. A
propósito de la Covacha de Llatas (Andilla. Valencia) Jordá y Alcácer,
teniendo en cuenta las opiniones de Pericot y San Valero, se inclinaban
por distinguir un Neolítico Inicial de Montaña con dos facies : cuna, que
domina en las montañas cercanas a la costa, con cerámica cardia!...; otra,
más estrechamente ligada a un medio mesolítico. originada en el área
montañosa que comprende el reborde oriental de la Meseta , sin cerámica
cardía!.... ligeramente más tardía que la anterior:.. (25).
Poco después, en 1950, aparece el estudio de San Valero sobre la Sarsa (26). a la que califica como econjunto típicamente neolítico de la facies
(22) J . SAN VALERO: cEI NeoUtico español y sus relaciones.}) Cuadernos
de Historia Primitiva, 1, Madrid, 1946, pAgo 21.
(23) L. PERICOT: cLa Cueva de la Cocina (Dos Aguu).» Archivo de Prehistoria Levantina, JI, Valencia, 1945, p.6ga. 61-62.
(24) L. PERICOT: «La Cueva del ParpaI16.» Consejo Superior de Inveatigaciones CientlCicu, Madrid, 1942, págs. 276-277.
(25) F. JORDA y J . ALCACER: cLa Covacha de Llatas (Andilla).» Prólogo
de 1.. PERICOT. Trabajos Varios del S. l. P ., 11, Valencia, 1949, pig. 14.
(26) J . SAN VALERO: c:La Cueva de la Saraa (Boca.irente, Valencia).» Trabajos Varios del S. l . P., 12, Valencia, 1950, 100 pig.
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COVA DE L'OR
17
hispano-ma uritana:.. Examina las distintas sistematizaciones del Neolítico peninsular elaboradas hasta el momento y puntualiza el esquema de
Martinez Santa-01alla llamando Mesolítico a su Neolítico antiguo; con
r especto a las tesis de Pericot, Jordá y Alcácer, opina que Cocina y Llatas
son posteriores a la Sar sa y propone par a ellas la denominación de NeoIitico marginal, atribuyendo una prioridad cronológica a la faci es de las
montarías costeras con cerámica cardial, como la Sarsa, cuya cultura
hispano-mauritana se iría empobreciendo a medida que nos internamos
hacia el centro peninsular.
No debe olvidar se que, a estas lineas de discusión aparentemente sencillas, subyacen problemas mucho más amplios que contemplan, de UD:.\
parte, los distintos conj untos de materiales, y, de otra, la valoración de
los procesos de düusión y evolución. Por ello, su presentación esquemática
aquí no debe en mascara r la complejidad real de los distin tos puntos de
vista.
Fletcher retoma en 1953, partiendo del esquema de Martinez San taOlalla, los problemas relativos a los momentos iniciales del Neolítico de
la Región Valenciana dentro de las dos grandes etapas señaladas para
el pleno Neolítico español. Analiza la r elación entre la cerámica cardial
y los s ilex tra¡>ezoidale'i y propone distinguir t res zonas, representativas
de otras tantas facetas : la faja costera, donde como «en la zona costera
de la comarca de Ga ndía, se encuentra cerámica cardia! en diver sos yacimientos, tales como Rates Penaes, Maravelles, Mallaetes, etc., sin que
vaya acompañada dI:: los pequeños útiles de sílex de (orma trapezoidal:.;
mientras que «en los montes del interior de la región, en las cuevas de
Cocina y Llatas, aparecen los sílex de forma trapezoidal j unto con cerámica incisa, desconociéndose hasta ahora la cardia!:.: por último, habrra
un a zona mixta, de contacto entre las dos extremas, a la que corresponderl"a la Sarsa y 1'01' «en la que parece ser que la cerámica cardial forma
conjunto con los sílex trapezoidales y con la cerámica incisa:. (27).
E n el mismo año, J ordá aborda nuevamente el problema. Para él, «si
aceptamos la correspondencia del Epigravetiense III de f acies costera
(tipo Mallaetes), con el Epigravetiense In de fac ies geométrica (tipo
Cocina, nivel inferior o III según Pericot). nos encontramos con que
el nivel 11 o medio de la cueva de la Cocina, puramente mesolitico, discurrida paralelo al Neolitico de faci es cardial, que como hemos dicho se
superpone directamente al E pigravetiense IU de facies costera. Ello noS
(27) D. FLETCHER : «Avances y problemas de la Prehietoria vale nciana en
1011 últimos veinticinco añoa.l) Analea del Centro de Cultura Valenciana, 2.' época,
XIV, núm. 31, Valencia, 1953, pipo 8-36.
3
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18
BERNARDO MARTI
llevaría a la conclusión de que el Neolítico con cardia! tiene una prioridad
cronológica respecto del Neolítico con microlitos» (28).
Poco después, Fletcher puntualizaria las consideraciones expuestas anteriormente acerca de la relación existente entre la cerámica cardial y
los silex trapezoidales dentro del complejo hispano-mauritánico, inclinándose por admitir el sin
punto de partida inmediato, por lo que a la Península Ibérica se refiere,
era Africa. Basta para comprender la enorme influencia de Africa el fjjarse en la nomenclatura adoptada para las culturas peninsulares. Esta
hipótesis erl'l una dE las premisas fundamentales para la investigación
prehistórica peninsular: de ahí la gran importancia de estos años en los
que, poco a poco, nuevos planteamientos irán matizando la importancia
del continente africano (30).
Por lo que se refiere concretamente al Neolítico, será en 1956, con la
publicación por Bemabó de la segunda parte de su estudio sobre el yacimiento de Arene Candide (31), cuando el papel preponderante de Africa
dejará paso a la hipótesis de una influencia directa del Mediterráneo
oriental mediante una difusión marítima y por ende, fundamentalmente
costera.
Para Bernabó, el origen del Neolítico del Mediterráneo occidental
debe buscarse en el Próximo Oriente donde se encuentran los tipos cerámicos que lo caracterizan. No parece verosímil una propagación terrestre
desde la zona sirio-anatólica al norte de Afríca porque falta esta cultura
con cerámica impresa en Egipto. Por ello, el Neolítico norteafricano sólo
podría relacionarse con el sirio-anatólico a través de una difusión marí.
tima mediterránea )t, si ello fuera, no habría ninguna razón para que
no hubiera llegado en el mismo tiempo a la costa italiana meridional, a
(28) F. JORDA: cNotas sobre Jos comienzos del NeoJltico en nuestra Penlnsula.»
Archivium, 3, Oviedo, 1953, pág. 267.
(29) D. FLETCHER: cLa doble faceta del NeoJltico hispano-maurltano en la
Regi6n de Valencia.» IV Congreso InternacioRal de Ciencias Prehistóricas y Protohil3tóricas (lIbdrid, 1954), Zaragozs, 1966, págs. 415-417.
(30) L. PERICOT: cSobre el problema de las relaciones preneollticas entre
España y Marruecos.» 1 Congreso Arqueol6gico del Marruecos Español. Tetuán
(1953), 1954, págs. 67-66.
P. BOSCH: cLa cultura de las cuevas en Africa y en España y sus relaciones.))
1 Congreso Arqueológico del Marruecos Español. Tetuán (1953), 1954, págs. 139-154.
L. BALOUT: . Préhistoire de l'Afrique du Nord. Essai de Chronologie.ll Parls,
1955, 544 pág.
M. T ARRADELL: e Una hipótesis que se desvanece: el papel de Africa en la.!!
rafees de los pueblos hispánicos.» Homenaje a J. Vicens Vives, Vol. 1, Barcelona, 1965,
págs. 173-181.
(31) L. BERNABO BREA : cGli seavi nella caverna delle Arene Candide.
Parte 1. Gli strati con ceramiche.ll Vol. 1, Bordighera, 1946; vol. n, Bordighera, 1956.
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COVA DE L'OR
19
Sicilia, Liguria, Provenza O España. De hecho, señala Bernabó. la cerámi·
ca impresa, que caracteriza el nivel inferior de Arene Candide o Neolítico
Antiguo, se encuentra en toda la cuenca mediterránea occidental correspondiendo siempre, en los yacimientos de estratigrafía conocida, al nivel
neolitico más profundo.
La cultura con cerámica impresa de la Peninsula Ibérica es dividida
en dos facies de acuerdo con su decoración característica: Levante y Cataluña con cerámica cardial, en tanto que, en la parte meridional, la cerámica presenta decoraciones incisas o impresiones no cardiales. Sin
embargo, el propio Bernabó se muestra indeciso ante la dicotomia representada pol' los yacimientos como Cocina y Llatas, de una parte, y los
yacimientos con cerámica cardial como la Sarsa, de otra.
La importancia del estudio de Bernabó es grande por cuanto va a
marcar la dirección a seguir por la investigación. Sus planteamientos, así
como la nueva visión de la prehistoria norteafricana, se incorporarán
a la bibliografia peninsular a partir de 1959 con el trabajo de Tarradell
.Problemas NeoUticos» (32), en el que presenta una nueva visión de lo
que denomina Cultura de las Cuevas con cerámica decorada, siguiendo
la terminologfa propuest&. por Bosch, en la que distingue cuatro zonas:
Cataluña, Valencia, Andalucia y Portugal. Todo ello se reflejada en su
sintésis sobre el País Valenciano (33), donde muestra el contexto peninsular y extrapeninsular del Neolítico valenciano, si bien la dualidad representada por los yacimientos de Cocina y Sarsa, antes aludida, se
plantea en términos idénticos a 105 ya expuestos.
Las relaciones neolíticas peninsulares con el Mediterráneo oriental
serian puestas de manifiesto por los llamados .toneles cerámicos neoliticos., de los que Fletcher señala cuatro en la Región valenciana: uno
en la Cova de les Maravelles, uno en la Sarsa y dos en 1'01' (34) . Estas
relaciones seguirian una trayectoria de Oriente a Occidente manifestada
en el hecho de que .Ia cerámica impresa presenta una unidad tipológica
fundamental a pesar de las especializaciones locales del Mediterráneo. (35).
(82) 101. T ARRA.DELL: eProblemas neolftiCOll.» 1 Sympoaium de Prehistoria
de la Penlnsula Ibérica. (Pamplona, 1959), Ban:elona, 1962, pip. 45-67.
(83) M. TARRADELL: eEI Pals Valenciano del Neolltlco a la Iberizaci6n.»
Anales de la Universidad de Valencia, 35, Valencia, 1963, 214 pi,.
(34) D. FLETCHER: eToneles eerimicoa neolltiCOll.» VII Congreso Nacional
de Arqueologla, Barcelona, 1961, páp. 148-161.
D. FLETCHER: .Nuevos datos sobre las relaciones neolftlcas entre las coatu
tapaRol.. "1 del Mediterri neo orienta!.» Homenaje a P . Bosch Gimpera. Méjico, 1963,
pip. 167-172.
(86) M. PELLICER: e La cedmica impresa del Neolltico inlelal en el Mediterdnoo occ.identaI.. Zephyrus, XV, Salamanca, 1964, págs. 101-124.
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20
BER."ÁRDO MARTI
De los cuatro toneles. el de la Cova de les Maravelle~ estaba decorado
con líneas punteadas y los tres restantes con impresionps cardiales. Sus
paralelos se encuentran en el Mediterráneo oriental, principalmente con
los hallados E:n las excavaciones de Hervat Beter (Beersheba) fechado por
el C. 14 hacia 3326 ± 160 3. C.
En este mismo trabajo aparece la primera noticia sobre la estratigrafía de la Cova de l'Or. adelantando Fletcher un pequeño resumen de las
excavaciones de 1957:
Medias
Nivel
1
2
Hojitas
Trapecios
Lunas
Total
4
6
6
7
O
3
6
7
7
O
O
6
10
4
392
27
4
327
30
3
216
423
360
1.060
3
16
62
68
205
80
27
1.167
O
O
19
64
86
~o sea que de un total de 1.167 piezas logradas en dicha campaña, '.060
lOn hojitas (90'83 % del total). 80 son trapecios (6'85 % del total). y
:W son medias lunas (2'32 % del total), porcentajes que vienen a confirmar nuestra opinión expuesta en 1954 sobre la no correlación entre la
cet'ámica cardial y las piezas trapezoidales en todos los yacimientos n~
litrcos valencianos.
La cerámica lisa aparece en los niveles más elevados y sólo mediados
los I::stratos se encuentra la cardial, que se hace más abundante a medida
qUIl se profundiza, hasta llegar a proporcionar la más variada y rica
serle de tipos y decoraciones de esta modalidad, conocida hasta la fecha» (36).
Ello constituia el primer indicio de la evolución del Neolitico en la
Región Valenciana puesto que de la Cueva de la Sarsa no se conoce su
secuencia estratigráfica. Estos niveles profundos de la Cova de rOro
caracterizados por la abundancia de cerámica cardial, serían fechados
por el método del C.14 mediante el análisis de dos muestras de cereales
provenientes de la pared N del sector H 3 (37).
(36) FLETCHER: cNueVOll datos ...», op. cit. nota 34, pig. 168.
(87) SCHUBART y PASCUAL, op. cito nota 7.
HOPF, op. cit. nou. 7.
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COVA DE L'OR
21
La primera muestra se componía de Triticum monococcum L. (EsprilIa), 0'89 % ; Triticum dieoccum Schübl. (Escanda), 13'47 % ; Triticum
aestiv~compactum Schiem, s.l., 20'20 % ; Hordeum vulgare L. polystichum varo nudum (Cebada desnuda) y Hordeum vulgare L. polystichum
(Cebada vestida), 65'44 % ; proporcionando la fecha de 4.316 ± 76 a. C.
La segunda muestra, mucho más abundante, procedía del mismo corte
pero a una mayor profundidad; su composición fue : Triticum monococcum L. (Esprilla), 0'29 % ; Triticum dicoccum Schübl. (Escanda), 20'15 % ;
Triticum aestivum L. (Trigo común), 67'82 %; Triticum aestivOrcompactum Schiem., 7'62 % ; Hordeum vulgare L. varo nudum (Cebada desnuda), 14'12 %; proporcionando la fecha de 4.670 ± 160 a. C.
Junto a los granos no se encontraron ni trozos de espigas ni glumas
sueltas sino tan sólo algunas astillas de carbón vegetal, por lo que, a juicio de Hopf, no sólo estaban completamente trilladas sino que habian
pasado un proceso especial de curtido o tueste. La composición de las
muestras seria la primera prueba de que en la Península Ibérica, en los
tempranos tiempos de la cultura de la cerámica cardial, no sólo se sembraban cereales sino que eran conocidos todos los existentes en Oriente.
Ello plantea el problema de su origen y sus posibles caminos de llegada,
puesto que en ningún momento se considera la posibilidad de un desarrollo
autóctono dada la carencia de antecedentes silvestres. El camino del Norte
de Africa parece dudoso por que falta la esprilla en Egipto y no se
poseen hallazgos de vegetales antiguos en Marruecos y Argelia. Hopf,
dentro del contexto general tendente a relacionar la cerámica cardial del
Mediterráneo Occidental con el Oriental concluye que ces completamente
concebible que la primera provisión completa de cereales como por ejemplo sucedia en Asia Menor, es decir, los dos trigos vestidos T. monococcum" T. dieoccum y además T. aestivum s.1., asi como Hordeun vulgare
y Hordeum vulgare varo nudum, llegase directamente por el camino más
corto, en relación con el avance de la gente cardial, no a lo largo de la
costa palestin~egipcia ni a través de la Europa Central sino desde el
Asia Menor y el Egeo. Este camino es el que proponen Téllez y Ciferri
para el trigo vulgar descrito hasta ahora y por tanto para el comienzo
de la Edad del Bronce, pero las relaciones debieron ser, como se ve, mucho más antiguas.
Relaciones cdirectas. desde el Mediterráneo Oriental hasta España
en el Neolítico antiguo explicarían de una manera sencilla y satisfactoria el resultado botánico aquí descrito. (38).
Refiriéndose fundamentalmente a la cerámica, Bosch habia señalado
(88)
HOPF, op. cit.. nota 7, pág. 72.
[page-n-24]
22
BERNARDO h1ARTt
también estas relaciones hablando de un «Neolítico circum·mediterráneo».
Este. el de mayor antigüedad alrededor del Mediterráneo, se caracteri·
zaria por una ceramica oscura frecuentemente decorada entre la que se
encuentra la cardial, cuya importancia es menor que la de otras decoraciones que conviven con ella y le sobreviven, como los cordones, las impresiones digitales, etc. (39).
En todo caso y tal como señalaba Plá (40), la datación de los niveles
profundos de l'Or, junto a las restantes dataciones conocidas, atestiguaban la presencia en el Mediterráneo Occidental y dentro de la primera
mitad del V milenio a. de e .. de un Neolítico caracterizado por las cerámicas impresas cardiales. La probable ascendencia norteafricana quedaba descartada y se planteaban nuevos problemas con respecto a las
industrias mesoliticas.
Fuera del ámbito valenciano son especialmente importantes las excavaciones y estudios sobre el Neolítico andaluz, cuyo estado de la cuestión
sintetizaría Pellicer en su trabajo de conjunto sobre la Península (41) .
Distingue siete círculos culturales representativos de distintas áreas,
diversas culturas y cronologías: el círculo oriental, dividido en subclrculo
catalán, levantino y andaluz nordoriental; el círculo del S.E. equivalente
en parte a la Cultura de Almería; el círculo meridional, subdividido en el
de la costa y el andaluz occidental; el círculo occidental o portugués; el
círculo septentrional, subdividido en cantábrico y pirenaico; el círculo
central, subdividido en el de la Meseta superior y de la inferior; y el
círculo del Valle deJ Ebro.
«De todas estas facies no poseemos la misma documentación. Con los
datos existentes se puede hablar con cierta garantía solamente de los circu·
los oriental, del sudeste y meridional, y de éstos, solamente en Cataluña,
Valencia y Andalucía nordoriental puede demostrarse un viejo neolitico
de cerámica impresa» (42).
(39) P. BOSCH: cLoa problemas del neo-eneolItico peninsular y el simposio
de 1959.» Zephyrus, XII, Salamanca, 1961, pAga. 43-64.
P. BOSCH: cLa 8ignificaci6n del Neolítico circummediterráneo.» Pyrenae, 1, Bar·
oolona, 1965, pipo 21-30.
(40) E. PLA: «Algunos datos para la cronologia absoluta de la Prehistoria
valenciana.» IX Congreso Nacional de Arqueología, (Valladolid, 1965), Zaragoza, 1966,
pipo 81-86.
(41) M. PELLICER: .. Estratigra.fia prehistórica de la Cueva de Nerja. l .' Cam·
paña.» Excavaciones Arqueol6gicas en España, 16. Madrid-Milaga, 1963, 84 pig.
M. PELLlCER: .. El Neolitieo y el Bronee de la Cueva de la CarigUela del Piñar
(Granada).» Trabajoa de Prehistoria, XV, Madrid, 1964, 68 pig.
M. PELLlCER: «Lila civilizaciones neolíticas hispanasll en cLas Rafees de España.ll Instituto Español de Antropología Aplicada, Madrid, 1967, pipo 27-46.
(42) M. PELLICER : c:Las civilizaciones...ll, op. cit. nota 41, pág. 32.
[page-n-25]
COVA DE L'OR
23
Poco después, Muñoz se referiria también al estado de la investigación
sobre el Nelllitico peninsular, matizando algunos de los aspectos del Neolítico andaluz, especialmente con respecto al grupo caracterizado por la
cerámica a la almagra (43).
En 1971 publica Fortca su estudio sobre la Cueva de la Cocina (44),
y en 1973, su trabajo de conjunto sobre el Epipaleolítico mediterráneo
español (45) tom:mdo como puntos de r eferencia fundamentales, en la
Región Valenciana, a las cuevas de les Mallaetes (Barig, Valencia) y de
la Cocina, para cada uno de los dos complejos epi paleolíticos que distingue. Sus cone1 usiones sobre el proceso de neolitización son coincidentes
con las de Fleteher (46) en lo que se refiere a la con sideración de una
triple faceta: por una parte tendríamos los yacimientos neolíticos representados por Or, exponentes de la nueva sin tesis y, por otra, las perduraciones del Epipaleolítico microlaminar tipo Mallaetes y del Epipaleolítico geométrico tipo Cocina. Con todo, más allá de esta triple división,
las diferencias son notables.
El trabajo de Fortea es especialmente importante por cuanto plantea de manera detallada la problemática del proceso de neolitización a
partir de la evolución de los complejos epi paleolíticos y en relación con
la Cova de l'Or, parte de cuyos materiales lIticos fueron estudiados. Por
ello resumiremos brevemente a continuación sus principales hipótesis.
Como ya hemos visto, algunos yacimientos de la comarca de Gandia
como la Cova de les Mallaetes, de les Maravelles y de les Rates Penaes,
presentaban hallazgos de cerámicas cardiales junto a materiales líticos
caracterizados fund amentalmente por las hojitas con retoque abrupto
y los raspadores, sin geométricos o muy escasamente representados. A
ellos se añadiria mAs tarde la Cova d'En Pardo (Planes, Alicante), exca-
(43) A. M.O MUROZ: ( Estado actual de la investigación sobre el Neolltico
español.» Pyrenae, 6, Barcelona, 1970, páp. 13-28.
Dado que en el presente trabajo nos limitamos a plantear la problemática del
Neolltioo en la Región Valenciana, no entraremos en la cons ideración de algunos
trabajos de gran importancia, recientemente publicados, sobre otras ireas peninsulares. Idéntico criterio hemos seguido al presentar brevemente la evoluci6n de la
investigaci6n
(44) J . FORTEA : e La Cueva de la Cocina. Ensayo de cronologia del Epipaleolltioo (facies geomlltrica) .» Trabajos Varios del 5. 1. P., 40, Valencia, 1971, 88 pig.
(46) J . FORTEA : cLoa complejos microlaminarea y geomlltrieos del Epipaleolftico mediterráneo espai'iob Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueologla, 4, Salamanca, 1973, 550 pág.
(46) FLETCHER, op. cito nota 27.
D. FLETCHER: cAlgunas consideraciones sobre el eatado actual de los estudios
de Prehistoria en la Región Valenciana.» Crónica de la VII Asamblea de Croniatas
Oficiales del Reino de Valencia, 1970. Separata. Valencia, 1972.
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BERNARDO MARTI
vada por Tarradell (47), cuya estratigrafía presentaba unos niveles neo¡¡tices con cerámicas cardiales e impresas y unos niveles inferiores con
hojitas de dorso; la Cova del Barrane Fondo (Játiva, Valencia) (48) y,
más recientemente. la Cova del Llop (Gandia, Valencia) (49) .
En algunos casos, como en Maravelles y Rates Penaes. la remoción
de los estratos no permite deducciones estratigrificas; en otros todavía
no se han publicado los resultados de las excavaciones o solamente se
han practicado prospecciones. Por el contrario, la Cova de les Mallaetes
ofrece una estratigrafía que permite situar las cerámicas cardiales en
relación con la secuencia del yacimiento.
Por ello, Mallaetes caracteriza una de las facetas del Neolítico de
la Región Valenciana 0, más precisamente, una faceta que convive con
las primera!! industrias neoliticas puesto que no parece alterarse su
estructura industrial al entrar en contacto con el Neolítico caracterizado
por la certi.mica cardia!' Por el contrario, señala Fortea. el máximo esplendor de sus niveles epigravetienses corresponde precisamente a este
momento. A los niveles epigravetienses en los que la cerámica está
totalmente ausente suceden niveles que aportan algunos fragmentos cardiales oon una tipología litica similar. Este momento evolutivo de) EpipaleoUtico microlaminar tipo Mallaetes o Fase e se caracteriza. pues, por
la continuidad de su estructura industrial epigravetiense con un predominio de los raspadores y hojitas de dorso, que totalizan el 30 y el 45 %
respectivamente, y la presencia de los fragmentos cardiales.
La periodización del Epipaleolítico geométrico tipo Cocina sigue los
cuatro horizontes industriales señalados por Forlea en el desarrollo del
yacimiento. De ellos nos interesan especialmente ahora los representados
por Cocina nI y Cocina IV, o sea, las Fases C y D, que se desarrollarian
paralelamente al Neolitico «puro~ representado por la Cova de I'Or y de
la Sarsa.
Cocina 111 parE'Ce indicar un fuerte impacto respecto a Cocina Il.
Vuelven a aparecer los raspadores, aumenta la proporción de laminitas
con borde abatido y de laminitas tipo Cocina, se mantiene la proporción
de muescas y denticulaciones, disminuyen los microburiles y están completamente ausentes. al igual que en Cocina 11, los buriles. Pero la diferencia más notable entre estos dos horizontes la ofrecen los geométricos
(47) M. TARRADELL: «Noticia de lu recientes excavaciones del Laboratorio
de Arqueologfa de la Universidad de Valencia.» X Congreso Nacional de Arqueologia
(Mah6n, 1967), Zaragoza, 1969, pigs. 188-186.
(48) J . APARICIO: «La Cova del Bananc Fondo (Jitiva, Valencia).» Comunicación presentada al XIV ~ngreso Nacional de Arqueologfa, Vitoria. 1975. En prensa.
(49) J . APARICIO, A. SANCHO y J. SAN VALERO : «Prospecci6n arqueol6gica
en la Cova del Llop, Gandia (Valencia) .• Saitabi, XXVI, Valencia, 1976, pip. 85-39.
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COVA DE L'OR
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cuya proporción a umenta en Cocina 111, llegando al 43 % del total de la
industria lítica. Dentro del grupo geométrico disminuyen los trapecios y
triángulos tipo Cocina, mientras aumentan los triángulos y, sobre todo,
los segmentos de círculo que se constituyen en el elemento más representativo de la Cocina neolítica. A ello hay que añadir la desaparición de
las plaqueta.!> grabadas y la aparición de la cerámica impresa cardial
y puntillada sobre cordón.
Cocina rv muestra una permanencia de la tipología litica de Cocina ni,
aunque disminuyendo la proporción de estos elementos, excepto las laminitas de borde abatido tipo Cocina y los triángulos tipo Cocina, que
están ausentes. Pero lo que caracteriza a Cocina IV es la aparición de
los microlitos geométricos con retoque en doble bisel y su asociación
a cerámicas peinadas ; ello, junto a las láminas.cuchillo retocadas, indicarian una permanencia del yacimiento en una cronología neoJltica avanzada y eneolitica.
A la FasE' C, representada por Cocina IlI, pertenecerían parte de los
materiales dt Casa de Lara y Arenal de la Virgen (Villena, Alicante), el
nivel IJI de la Cuev¡t del Lagrimal (Villena) y, quizá, los niveles inferiores de la Covacha de Llatas (Andilla, Valencia). A la Fase D, representada por Cocina rv, corrtsponderían igualmente parte de los materiales
de Casa de Lara y Arenal de la Virgen, así como las tres primeras capas
de la Covacha de Llatas en las que aparece bien representada la técnica
del doble bisel.
La tercera facies, aquella que cabría considerar neolítica en sentido
estricto, es la caracterizada por 1'0r y la Sarsa, yacimientos con gran
riqueza de materiales líticos, cerámicos, óseos, etc. Dado que solamente
la Cova de-l'Or ofrece una estratigrafía para seguir la evolución del Neo-litico su importancia es evidente y, por ello. Foma le dedica especial
atención examinando la industria lítica en los sectores de excavación H
y H-l a H-5, que proporcionan en total más de dos mil piezas sin contar
los deshechos de talla.
Sus resultados coinciden en términos generales con las noticias adelantadas por Fletcher (50) . La industria lítica se caracteriza por largas
láminas retocadas, sin retocar o con señales de uso, algunas con lustre
de cereales, totalizando el 90 % de la industria; un pequefio porcentaje
de perforadores cuya punta se ha obtenido por retoque abrupto directo
o alterno; y el grupo de los geométricos que representa el 8 %. dividiéndose en trapecios (6'7 %) de tipología variada : asimétricos, rectángulos.
(60)
•
FLETCHER. op. cit. nota 34 .
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con un lado eón cavo, con la base pequeña retocada; medias lunas y segmentos (1'02 % ); y escasisimos triángulos (0'34 %).
La técnica del doble bisel aparece desde el inicio de la estratigrafía
en algunos segmentos y continúa hacia arriba, mientras que el retoque
de las puntas de flecha , muy escasas, se inicia con un doble bisel algo
invasor convirtiéndose hacia la mitad de la estratigrafía en un retoque
paralelo cubriente.
La comparación de la industria lítica de l'Or con los demás hori·
zontes cardiales y geométricos muestra diferencias muy notorias dado su
gran desarrollo laminar. «En Or no hay ni un solo triángulo con dos
lados cóncavos tipo Cocina, ni las laminitas apuntadas con espina central
tipo Cocina, ni las laminitas con muesca o denticulación, frecuentemente
estranguladas, elementos que invariablemente hemos encontrado en todos
esos horizontes geométricos con cardial y cerámica peinada. Por otra
parte, y a diferencia de Jo que ocurre aquí, en Or no existe más que
en sombras el caracterlstico desarrollo de los triángulos escalenos is6s·
celes, cortos o alargados. ni se dan los trapecios con lados netamente
curvados» (61) .
Si, como hemos visto, los yacimientos y niveles con tipología geométrica se r elacionan escasamente con la Cova de l'Or y, por el contrario,
guardan profundas analogías con las capas cerámicas de Cocina, que a
su vez derivan de las precedentes, ello indica que tales yacimientos repre.
sentan una progresiva neolitización de la base epi paleolítica geométrica
frente al neolitico «puro» representado por l'Or y Sarsa.
Para Fortea, la profunda mutación representada por Or y Sarsa
frente a las Fases B y e del Epipaleolftico geométrico, obliga a pregun·
tarse por su probable ascendencia. Asi, si comparamos el Neolitico car·
dial del Mediterráneo occidental con el igualmente cardial de Siria, Libano
y Palestina vemos que sólo tienen en común las impresiones cerámicas y los taladros. P or otra parte, si miramos al Neolitico antiguo del S. E.
francés, dejando aparte la sorprendente aparición en el medio cardial
de l'Or de las puntas de flecha , vemos que su utillaje pesado, láminas
y taladros ofrecen claras analogías con los de Chateauneuf-Ies-Martigues.
La principal divergencia serían las medias lunas que se muestran ausentes en Cháteauneuf y en Montclus; pero dada la abundancia de segmen·
tos en Cocina 111, dicho tipo geométrico podría ser en l'Or un préstamo
de Cocina. Con todo, lo que ésta no le pudo ofrecer a l'Or fu e el retoque
en doble bisel que en los yacimientos epi paleolíticos posee una cronología
(51)
FORTEA, op. cit. nota 45, pág. 412.
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más reciente. Asl pues, vemos como unos elementos apuntan al sureste
francés mientras otros afiaden una evolución autóctona.
«No sería muy temerario suponer que una vez que el Castelnoviense
recibiera las primeras ideas neolíticas, decantadas y con una gran pérdida dp. la significación económica que tenían en el estadio cerámico
de su lugar de origen, y las tradujera en una síntesis en la que el peso
de 10 tradicional es tan evidente, crearía un potente foco de neolitización
en el a.rco norte del Mediterráneo occidental (...). De allí, y con un inexplicable retraso que nuevas dataciones pueden acortar, partirían las influencias de la nueva cultura que acabarían por llegar a los litorales
valenciano y alicantino» (52).
Sarsa y Or representarían los primeros neolíticos «puros» a partir
de tales influencias, en tanto que la facies microlítica cardial significaría un contacto sin porvenir y la facies geométrica una neolitización paulatina del EpipaleoJitico t3.rdenoide. Mientras que en el caso de Mallaetes,
a pesar de la presencia de cerámica cardial, sería muy difícil llamar
neolitica a su estructura industrial; en el caso de la facies geométrica,
yacimientos como Casa de Lara y Arenal de la Virgen, con un hábitat
de llanura alrededor de la antigua laguna de VilIena, supondrían una
neolitización muy afortunada sin pérdida de su veta geométrica (53).
Es evidente que la discusión sobre el proceso de neolitización permanece abiert~, pese a las valiosas aportaciones de F ortea, y que en un
futuro próximo los result.1dos de las nuevas excavaciones en yacimientos
como Cocina o la publicación de las campañas realizadas en l'Or, aportarán datos susceptibles de matizar o modificar los planteamientos actuales. Por ello, tan sólo quisiéramos hacer ahora algunas observaciones
particulares a los puntos de vista de Fortea.
En el caso de la Cueva de la Cocina, Fortea identifica un fragmento
cerámico, situado en la base de Cocina IIJ, como cerámica de tipo cardial,
lo que le sirve para hacer precisiones cronológicas sobre la neolitizaci6n del
yacimiento eliminando una de las características propuestas por Fletcher y, simultáneamente, la problemática de un primer neolítico de
cerámicas no cardiales planteado inicialmente por Pericot. Para nosotros, tal cerámica es de decoración impresa pero no cardial; por ello, y
(52) FORTEA, op. cit. nota 45, pág. 468.
(53) Para lo relativo a la com.&n:a de Villena y al planteamiento de una facies
neolltica de llanura, véase :
. J . M.O SOLER: «La Casa de Lara, de Villena (Alicante). Poblado de llanura con
cerimica caroial.~~ Saitabi, XI, Valencia, 1961, pip. 193-200.
J. M.O SOLER: eLa 'Cueva Pequena de la Huesa Tacana' y el Mesolítlco villene nse.» Zephyrua, XIX-XX, Salamanca, 1969, pipo 88-56,
T ARRADELL, op. cit. nota 811.
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sobre todo por su exigua representación, nos parece prematuro situarlo
en el mismo horizonte cronológico que los niveles profundos de l'Or. La
discusión abierta en torno a la perduración de las cerámicas impresas
eardiales y la propia técnica decorativa del fragmento no apoyarían su
inclusión en el Neolítico antiguo r epresentado por Sarsa u Or; en todo
caso, la harIan muy hipotética. Por el momento, pues, habría que seguir
pensando en la viabilidad de una faceta geométrica no cardía!'
Igualmente. con respecto a la Cova de les MalIaetes, el triángulo escaleno de la capa 5.& y el segmento de la capa 6,-, ambos en el Sector E,
elementos geométricos que encontrarían su justificación en la cerAmica
cardia!, podri.an reducirse únicamente al triángulo escaleno, considerando
al segmento de la capa 6.· dentro de las laminitas con borde abatido
curvo y, de nuevo, aparecería el dilema de considerar posible una faceta
con cerámica cardial y sin elementos geométricos.
En el caso de la Cova de rOr conviene tener en cuenta que los sectores
de excavación R, H-l a H-6, representan una superficie aproximada
de 40 mI. Dada la gran extensión que ello supone, creemos que la discusión de algunos elementos de su industria Iitica, muy escasamente representados, habrá de hacerse sobre el estudio pormenorizado de la secuencia
estratigráfica de cada uno de los sectores ya que, del estudio de los
diarios de excavación, no parece fácil la identidad de las distintas capas
de los diversos sectores. Ello puede ser de especial importancia para
los segmentos y medias lunas, y para las puntas de flecha.
En el resumen adelantado por Fletcher puede verse el desigual reparto de los elementos geométricos y la escasez de las medias lunas en
las tres capas inferiores. Esta escasez de medias lunas y segmentos de
circulo se corresponde con lo observado en la Cova de la Sarsa, donde
no existen entre los materiales procedentes de las excavaciones de PonseU, y en otros yacimientos de menor riqueza como la Coveta Emparetá
(Bocairente, Valeneia) (54). Respecto de las puntas de flecha cabria decir
lo mismo; sus ejemplares son muy escasos en l'Or y su posición estratigráfica habría de discutirse caso por caso. No parece que la punta
de flecha pueda considerarse anterior a un Neolítico avanzado o en plena
transición al Eneolitico. La principal razón para ello seria su ausencia
total entre los materiales líticos de Sarsa, donde la presencia de enterramientos, como luego veremos, la haria especialmente viable, y en
otros yacimientos como la Coveta Emparetá.
La escasez de segmentos y medias lunas en los niveles inferiores de
(54) M.O D. ASQUERINO, con la colaboración de A. CUENCA: «Coveta EmparetA.» NoUclario Arqueológico Hispánico, Prehistoria, 3, Madrid, 1976, pica. 111· 188.
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l'Or y En la Sarsa podría interpretarse, y lo es, como indicio de mayor
s imilitud entre ellos y los yacimientos del sur de Francia, como CMteauneuf, y por lo tanto, como un argumento más en favor de un sentido
norte-sur para la expansión del Neolítico. Aunque las semejanzas existen, como también las diferencias, no vemos razones suficientes para
pensar en una relación genética, máxime cuando se desconocen los puntos
intermedios. El hecho de que las dataciones de C. 14 presenten una mayor
antigüedad nos parece un dalo insuficiente. Frente al amplio espectro
de fechas proporcionado por el C. 14 para el sur de FI·ancia no debe
olvidarse que nuestras dataciones son francamente exiguas; en todo caso,
no deja de ser sorprendente e invita a una profunda reflexión las nuevas
fechas C. 14 obtenidas para el yacimiento de ChAteaunef, así como las
obtenidas para el norte de Mrica (55) .
Por el momento, y dentro del área del Mediterráneo occidental, nos
parece más probable un mismo horizonte cronológico para los inicios de
la neolitización representada por las primeras cerámicas impresas.
Al planteamiento de una doble faceta para el Mesolítico y una triple
faceta para los inicios de la neolitizaci6n que, con algunas variantes, es
admitido mayoritariamente por los investigadores, Aparicio ha opuesto
"
recientemente una hipóte.. is distinta, parcialmente r elacionada con los
planteamientos de Pericot antes expuestos. Para él, tras el final del Magdaleniense IV, que no ida más allá del 12.000 a. C., se sucederían cultural y cronológicamente el Mesolítico 1, II y IIl. Su Mesolitico 1 sería
idéntico al que propusiera Fletcher, en tanto que el Mesolítico ]] y 111
correspondedan a los niveles III y II de la Cueva de la Cocina esta·
blecidos por Pericot y aceptados por Fortea como Cocina 1 y 11. El final
del Mesolitico 1 se situaría en torno al 9500 a. C., y el final del MesoIitico III en el 5500 a. de C. Asi, teniendo en cuenta las fechas absolutas
de la Cova de 1'0r que se sitúan en la mitad del V milenio para un Neolítico plenamente introducido, chabria que aceptar con Pericot una fase
proto·neoUtica, de la que seria un claro representante el nivel superior
de Cocina y que podría negar hasta la mitad del VI !'l'i1enio a. de C., si
(66) Para la Penlnsula Ibérica, véase la serie de feehas publicadas por M. ALMA·
GRO GORBEA en la revista eTrabajos de Prehistori M, núms. 27 a 82, Madrid, 1970
a 1976.
Para el norte de Africa. G. CAMPS: eLes Civilisations Préhistoriques de ¡'Afrique
du Nord et du Sahara.» Doin ed., Paris. 1974, 366 pAgo
Para el yacimiento de Chilteauneuf·les-Martigues, véanae las nuevas dataciones
absolutas de J . EVIN et nlt. en J . C. MISCOVSKY : eLe Quaternaire du Midi Médi·
terranéen. Stratigrapbie et Paléoclimatologie d'apr9 I'étude sedimentologique du
remplisaage des grottea et abrís SOUll roclle (Ligurie, Provence, Languedoc médite.
rranéen, Rous:lillon, Catalogne).» :E::tudes Quaternaires, Mémolre núm. 3, Rempliuage
de. Grottes, Maneille, 1975, piga:. 274-277.
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30
BERNARDO ?tfARTÍ
tenemos en cuenta las fechas obtenidas para el Neolítico antiguo de Francia» (56).
Con ello se elimina una de las facetas de la neolitización, aquella relativa al MesoJítico de tradición epigr3vetiense, si bien Fortea afirma
que en las excavaciones de 1970 en la Cova de les Mallaetes «no pudo
determinarse ninguna r emoción en el momento Epigr avetiense-Neolitico. (67). Por otra parte, al suponer una prioridad cronológica de los
niveles superiores de Cocina respecto a l'Or sería posible establecer una
filiación de los elementos geométricos neolíticos respecto de aquellos mesoliticos o proto-neolíticos. Pero, como ya hemos visto, las divergencias
entre la industria lítica de los yacimientos neoliticos como 1'01' y Cocina
es muy notable y, por otr a parte, las evidencias de un Neolitico anterior
al de las cerámicas impresas en el Mediterráneo occidental son muy
débiles.
Por el momento, a la espera de un estudio detallado del conj unto de
nuestros yacimientos neolíticos, la hipótesis de una triple faceta para el
proceso de neolitización en la Región Valenciana nos parece más des~
criptiva aunque a nivel explicativo, como hemos visto, las car encias y
problemas son impor tantes.
S.-EL PLENO NEOLITICO.
La periodización de nuestro pleno Neolítico no ha podido establecer se
sólidamente por el fragmentario conocimiento que tenemos de los principales yacimientos. De modo general se tiende a considerar una larga
perduración del Neolítico de las cerámicas impresas que llegaría hasta el
Eneolítico con características prácticamente uniformes. Tal es el pun to
de vista de Ta rradell para quien no existe en tierras valencianas una
segunda fase neolítica, con poblados y cerámicas lisas, que pudiera corresponder a los Sepulcros de Fosa catala nes o a la Cultura de Almeria.
Para él, después del Neolitico de las cuevas con cerámica decorada se
pasarfa a la fase eneolítica que corresponderla a la época de los Millares
en el sudeste y a la Cultura Megalitica Pirenaica en el norte. «No apar ece un mundo cultural que pueda corresponder a lo que r epresenta la
Cultura de los Sepulcros de Fosa en Cataluña, es decir, un Neolitico
(66) J . APARICIO : "La Cueva del Volcán de l Faro (Cullera) yel PaJeomellOlItlco valenciano.• Quartir, Bd. 28/24, Bonn, 1973, pAgo 84.
Véase también J . APARICIO: cLos yacimientos prehlat6r1eoa de la Albufera de
Anna (Valencia).» XIII Congreso Nacional de Arqueologia (Huelva, 1973), Zaragoza, 1976, pip. 191- 198.
(67) FORTEA, op. cito nota 45, pág. 324.
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pleno, habitando en el llano y en poblados, pero sin metal ni los elementos
materiales que acompañan la extensión del metal en el este de la peninsul a~ (58).
Esta perduración de las cerámicas impresas es compartida por Pellicer, quien habla de un Neolitico final levantino al que corresponder lan
el vaso de boca cuadrada de Torrealta (59) y los yacimientos de superficie de VilJena, supon iéndose en este caso un cambio en las car acteristicas
de habitación (60).
Sin embargo, la perduración de las cerámicas impresas hasta el Ene<)-.
litico parece difícilmente compatible con la diversidad que presentan los
conjuntos material e~ de una u otra atribución. Se plantea aqui un interesante problema, al igual que sucedía con el proceso de neolitización.
Llobregat ha trazado r ecientemente un cuadro sugestivo del Neou:tico
valenciano propugnando la existencia de una f ase intermedia entre las
cerámicas impresas y el Eneolitico (61). Para él, el Neolítico de cerámicas impresa,:) ocuparía el V y primera mitad del IV milenio a. de C.,
sucediéndole un Neolitico de cerámicas li sas con hábitat en cueva que se
situarla en la segunda mitad del IV milenio, iniciándose el Eneolftico de
las cuevas de enterr amiento colectivo y los poblados a principios del III milenio a. de C. Los principales puntos de apoyo para esta periodización
Jos tendriamos en la estratigrafía de la Cova de l'Or y en la d'En Pardo.
De la primera ya hemos visto la datación de sus niveles profundos y
las noticias adelantadas por Fletcher según las cuales, «la cer ámica lisa
aparece en los nivele,; más elevados y sólo mediados los estratos se
encuentra la cardial, que se hace más abundante a medida que se profundiza~ (62). Igualmente, en la Cova d'En Pardo, cuya estratigrafía
adelantara Tarradell (63), tendriamos una evolución pareja con «un
nivel subyacente con escasas puntas epi paleolíticas separado de los superiores por un potente canchal termoclástico, nivel inferior de cerámicas
impresas, nivel med io con cerámicas lisas, bruñidas, con alguna decora-
(68) M. TARRADELL: «La Cultura neoUtica de 10B sepúlcroa de fosa de Cataluña
y sus relaciones.» Homenaje a P. Bosch Gimpera. México, 1963, págs. 41J ·421.
(59) D. FLETCHER: «Un vaso de boca cuadrada de la provincia de Valencia.»
VI Congreso Nacional de Arqueologla (Oviedo, 1956), Zaragoza, 1961, pága. 82·85.
(60) PELLlCER : «Las civilizaciones...», op. cit. nota 41.
(61) E. A. LLOBREGAT: «Del f in del Neolitico de cerámicas impresas al romien~ de la Edad del Bronce en la Regi6n Valenciana.» Papelea del Laboratorio de
Arqueologla de Valencia, 9, Valencia, 1973, pága. 8·10.
E. A. LLOBREGAT: .. Nuevos enfoques para el estudio del periodo del NeoUtico
al Hier ro en la Regió n Valenciana.» Papeles del Laboratorio de Arqueologfa de Valencia, 11, Valencia, 1975, págs. 119-140.
(62) FLETCHER: «Nuevos datoll. ..», op. cit. nota 84, pág. 1SS.
(63) TARRADELL, op. cit. nota 47.
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ción incisa (los dos niveles de habitación). y, coronando el conjunto. un
nivel CCllcolitico de enterramientos múltiples. En este yacimiento el contacto estratigráfico es evidente. así como lo es la separación tipológica
entre las cerámicas impresas y las cerámicas lisas bruñidas que las suceden » (64) .
Es obvio que por el momento, a la espera de un estudio pormenorizado del conjunto de los yacimientos. poco más puede decirse en este
sentido. Sin embargo, el hecho de que en la bibliografía se haya señalado
repetidamente el carácter evolucionado de algunos elementos que aparedan en el Neolítico valenciano. especialmente en la Cova de la Sarsa,
hace necesarias algunas consideraciones.
Es sobradamen te conocido el hecho de que los materiales de la Sarsa
carecen de estratigrafía en virtud del modo en que se excavó, por lo
que tampoco conocemos el grado de su representatividad. Pero en todo
caso, como puede verse en la publicación de San Valero (65) , se trata
de un conjunto rico y bastante homogéneo, de acuerdo con lo que hoy
sabemos. El caricter evolucionado de sus materiales fue señalado por
Bernabó en sus consideraciones sobre el Neolítico del Mediterrineo occi·
dental. pudiendo llegar, según él, a los albores del Eneolítieo. «La testa
di mazza, iI vaso a becco-ansa e alcuni tipi di anse che vi eompaiono non
possono dissociarsi da quel complesso di elementi orientali, egeo-anatolici
che giungono all'occidente insieme al rito della sepoltura collectiva e i1
cui avvento segna appunto l'inizio dell'eneolitico. (66). A estos materia·
les añade Bernabó la presencia de puntas de flecha, como elementos
igualmente tardios; sin embargo, estas no aparecen en la Sarsa, como
luego veremos.
El carácter evolucionado de las asas-pitorro parece confirmarse con
el estudio de Navarrete sobre las asas-pitorro andaluzas cuya plena vi·
gencia sitúa en el Bronce 1 (ca.lcolitico). Pero, la propia autora señala
la dificultad de precisar su origen y no excluye una mezcla de influencias
orientales con innovaciones indígenas (67). Mis recientemente Asquerino
ha publicado una tipología de las asas de apéndice de la Saraa, constatando paralelos en el Mediterráneo oriental e incHnindose por una cronología cdentro de la primera Edad del Bronce, al ser ésta la caracteristica dominante del conjunto que, procedente del Mediterrineo, llega
(64) LL08REGAT : «Nuevos enfoquea. .. I), op. cit. nota 61, pAgo 123.
(65) SAN VALERO, op. cito nota 26.
(66) BERNABO BREA, op. cito nota 31, vol. 11, p'g. 178.
(67) M.O S. NAVARRETE : cTipologfa de 188 asa pit.olTO andaluz:a •.» X.I CongrelO N",cional de Arqueología (Mérida, 1968) , Zaragata. 1970, p'p. 27 1-283.
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al extremo occidental conservando idénticas caract.erfsticas que en sus
puntos de origen» (68). Ello implica necesariamente una larga perduración de la cerámica con decoración cardial, que llegaría igualmente hasta
el Bronce 1, dado que algunas de las asas estudiadas presentan ésta decoración _
Nosotros compartimos la atribución de un carácter evolucionado a
estos elementos pero :lO hasta el punto de incluir a yacimientos como
La Sarsa en el Eneolítico. El hecho de que las asas-pitorro tengan su
mayor vigencia durante el Bronce I en Andalucía no implica que no
puedan aparecer en contextos claramente anteriores como sucede en la
Cueva de los Murciélagos (69) o, para nosotros, en las de l'Or y Sarsa.
Respecto a las asas de apéndice puede ocurrir lo mismo. De hecho todos
estos elementos pueden encontrar paralelos en el Mediterráneo oriental
con fechas superiores a las que aquí les atribuimos y la supuesta simbi6sis de influencias externas y aportaciones propias hubo de iniciarse,
lógicamente, antes de su plena vigencia.
Por otra parte, los yacimientos eneolíticos de la Región Valenciana
presentan una tipologia cerámica, lítica y ósea, fundamentalmente distinta a la de los yacimientos neolíticos como la Sarsa, como puede comprobarse en el cuadro-resumen elaborado por PIá de las principales cuevas
de enterramiento (70) y lo mismo sucede si tenemos en cuenta los materiales proporcionados por la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) (71) .
La diversidad y riqueza de los materiales de la Sarsa puede interpretarse como una manifestación de su carácter evolucionado o, mejor,
como una prueba de su evolución a través del tiempo; pero las diferencias respecto de los conjuntos eneolíticos no pueden olvidarse. Su esferoide de piedra perforado (72) considerado como un elemento neolftico
(68) M.' D. ASQUERINO : . Una aportación al estudio del Bronce 1 espaliol:
tlpolog{a ds las asas de apéndice de ls Cova de la Sana.» XIU Congreso Nacional
de Arqueologfa (Huelva, 1973), Zaragoza, 1976, págs. 851-364.
(69) A. M. VICENT y A. M. MUROZ : .Segunda Campaña de Excavacionea en
la Cueva de los Murdélagos, Zuheros (C6rdoba), 1969.» Excavaciones Arqueol6gicaa
en España, 77, Madrid, 1973. 118 pág.
(70) E. PLA : . La Covacha de Ribera (Cullera, Valencia).» Archivo de Prehistoria
Levantina, VII, Valencia, 1958, pAgs. 23-54.
(71) D. FLETCHER. E. PLA '1 E. A. LLOBREGAT : ..La Ereta del Pedregal
(Navarrb, V:t.lencia).» Excavaciones Arqueológicas en Elpai'ia, 42, Madrid, 1966,
21 pig
(72) J. SAN VALERO: c.EI esferoide de piedra perlorada de la Cueva de la
Saru.» Publicacionea de la Junta Municipal de Arqueologfa de Cartagena, 1, Carta·
gena, 1946, pAgo 19.
•
[page-n-36]
..
BERSARDO MARTI
tardio o eneolítico, encuentra iguamente sus paralelos en contextos propios del N~lítico antiguo como sucede en Grotte Gazel (73). Por otra
parte, la presencia de puntas de flecha de retoque bifacial, señalada a
menudo en la bibliografia, no corresponde a la rea lidad del yacimiento
por lo que hoy sabemos y tras haber r evisado los materiales. El hecho
de que en l'Or aparezcan algunas puntas de flecha, a cuya problemática
ya nos hemos referido, podrla interpretarse como indicio de una mayor
perviveneia de este yacimiento que, como en el caso d'En Pardo, abarcarla hasta los inicios del Eneolítico o presentaría niveles de enterramiento
eneolitico, caso d'En Pardo, sin que por ello puedan confundirse los materiales de una u otra atribución. Tal como luego veremos, al examinar
los materiales aqui presentados, su riqueza y variedad hacen muy viable
la periodización del Neolítico valenciano.
Hemos visto anteriormente cómo Ballester en la primera noticia
publicada sobre la Sarsa, la calificaba de centerramiento eneolitico», y
el propio Ponsell señalaba que debió utilizarse, al menos parcialmente,
con este fin (74) . Es ésta una característica sumamente importante de
la Cueva de la Sarsa, incomprensiblemente negada en ocasiones por la
bibliografía, cuyas evidencias con viene tener en cuenta, máxime cuando
el fenómeno parece repetirse en otros yacimientos neolfticos. Este posible
carácter de cueva de enterramiento junto al de cueva de habitación podría ser un argumento para situar el yacimiento en el Eneolítico, periodo
al que se asocia el enterramiento colectivo en cuevas.
El mismo caso parece repetirse en la Coveta Emparetá que cfue
utilizada a la vez como hábitat y como lugar de enterramiento» (75)
y posiblemente en la Cova de l'Or, donde también han aparecido diversos
restos humanos. Pero, las evidencias más importantes las ha proporcionado la Cova de la Sarsa. La presencia de restos humanos en este yacimiento seria atestiguada por San Valero (76), Lebzelter (77), Fletcher
(78) ... Además de los numerosos restos procedentes de las antiguas ex-
(73) J. GUILAINE el L. RIGAUD: cQuelques inslruments perforés du Languedoc occldentah Bulletin de la Soeiété Préhistorique Fran(;alae, T. SS, Comptes
rendus des eéanees mensuelles, núm. 5, Mai, 1969, págs. 143-146.
(74) BALLESTER, op. c:it.. nota 9.
PONSELL, op. c:it. nota 10.
(75) ASQUERINO, op. c:il. nota 54, pig. 178.
(76) SAN VA.LERO, op. c:it. notas 19 y 26.
(77) V. LEBZELTER: cSobre algunos cráneos eneoHtiOO8 del Este de Eapaña.»
Archivo de Prehistoria Levantina, n, Valencia, 1946, pAga. 143·149.
(78) D. FLETCHER: c Boeairente (Valencia). La Cova de la Saraa.» Notic:iario
Arqueológico Hispinico, 1I, Madrid, 1955, pág. 177.
[page-n-37]
roVA DE L 'O R
35
cavaciones, cuyo detalle puede verse en el inventario publicado por San
Valer o (79), el propio Ponsell depositaría en el Museo de Prehistoria
del S. 1. P. de Valencia, en 1962, cuatro cráneos más procedentes del
yacimiento (80) . A ello hay que añadir el enterramiento doble descubierto
recientemente, en una grieta de la llamada Sala Gran, por Casanova,
cuya importancia es excepcional dado que permite conocer el ajuar que
lo acompañ:.ba. Si nos fijamos, pues, en el número de cráneos huma nos
procedentes de la Sarsa, siete, hemos de concluir que su carácter de
cueva de enterramiento es indudable (81).
Aunque los materiales de la Sarsa y los de las cuevas de enterra·
miento eneolíticas presentan unas diferencias notables, el carácter común
de cuevas de- enterramiento permitiría suponer que nos encontramos, al
menos, ante un yacimiento de t ransición . A la vez, los enterramientos
indicarían la probable existencia de un hábitat de poblados, aun dentro
del Neolít ico de cerámicas impresas, y en este caso tendríamos el ejem·
plo de los yacimientos de superficie de la comarca de ViIlena.
Si bien todo ello es posible, en el estado actual de la investigación
y tal como ya hemos dicho, la diferen cia existente entre los conjuntos
de uno y otro período nos sugieren más la existencia de una fase de tran·
sición e-n la línea expuesta por Llobregat a la vez que hemos de hacer
r etroceder hasta el pleno Neolítico la aparición de los enterramientos
en cueva. Si examinamos los materiales que acompañan al enterramiento
doble descubier to por Casanova. encontramos elementos típicamente neo.
líticos como un cubilete con decoración cardial y una cuchara de hueso,
frente a la ausencia total de elementos claramente eneolíticos como pu·
dieran ser las puntas de fl echa de retoque bifacial que no suelen faltar
nunca en éstos. Lo que se relaciona con la totalidad de los materiales
del yacimiento.
Tan sólo la publicación de la estratigrafía de la Cueva d'En Pardo,
en la que los enterramientos eneolíticos con abundantes puntas de flecha
(79) SAN V ALERO, op. cit. nota 26.
(80) D. FLETCHER: e La Labor del S. l . P. y I U Museo en el pasado año 1962.»
Tirada aparte de la Memoria presentada por la Secretar ia Ge neral. Diputación Pro-vincial. Valencia, 1965, p6g. 16.
(81) V. CASANOVA : cE I enterramiento doble de la Cueva de la Sarsa.D Archivo de Prehistoria Levantina, XV, en prensa.
[page-n-38]
36
BERNARDO MARTi
suceden a los niveles neolíticos. y la estrat igrafía de la Cava de rOr, podrán ayudar a resolver estos problemas. Igualmente. la relación entre el
hábitat de eueva y el de poblados. o el planteamiento de una estacionaIidad más acorde con el carácter evolucionado de su economia agrlcola,
según vimos a propósito de I'Or, necesitará del estudio pormenorizado de
sus r estos dE- cereales y de su fauna hasta ahora prácticamente olvidados (82) .
(82) La l auna de la Cov. de l'Qr se halla en avanzado estado de estudio por
parte de M. PEREZ RIPOLL, de cuyos trabajos of recemos una pequeña nota en las
p6ginaa finalel.
[page-n-39]
III
PROSPECCIONES DE RAFAEL PARDO BALLESTER
Hemos relatado anteriormente los trabajos de descubrimiento y prospección realizados por R. Pardo en 1933 y 1936, de cuyos resultados sólo
se publicaron pequE!ños resúmenes. Los materiales obtenidos en 1933
fueron depositados en el Museo de Prehistoria del S. I. P., ofreciéndolos
ahora con las indieacione~ que los acompañan. Por el contrario, los ma~
teriales de la excavación realizada en 1936 fueron conservados por R. Par~
do Y. pese a sus ofrecimientos, no ha sido posible que pudieran presentarse aquf de manera pormenorizada. Por ello, tan sólo ofrecemos un
resumen de Jos principales hallazgos de acuerdo con las indicaciones facilitadas JXll' el propio excavador.
l.-PROSPECCJON DE 1933.
Durante el verano de 1933, R. Pardo realizó dos catas en el yacimiento, denominadas respectivamente «Cata de la Entrada» y «Cata del
Fondo», cu y~ situaci6n aproximada se indica en el plano. Las dimensiones de las catas no pueden precisarse aunque debieron ser pequeñas, en
[page-n-40]
38
BERNARDO MARTf
especial la del fondo de la cueva. La profundidad aleanzada fue de 110 cm.
en la entrada, divididos en cuatro capas; en el fondo, sólo se realizó
un sondeo hasta los 60 cm. de profundidad.
La cCata de la Entrada. dio una tierra roja, suelta, mezclada con piedra caliza y fragmentos de estalactitas. Entre los 30 y 40 cm., apareció
una capa oscura, de unos 5 cm. de espesor, conteniendo cenizas, huesos
y piezas de sílex. Tras elln., continuaba la misma tierra superficial hasta
1 m. de profundidad y por debajo, una capa con cen izas arqueológieamen te estériL
La cCat<.. del Fondo» dio una tierra oscura, granulosa, con fragmentos de hueso y de cerámica grosera, algunos decorados con incisiones y,
a los 40 cm. de profundidad, algunos silex (83).
I
a)
Cata de
la,
Entrada.
C....PA l .'
Sfl~2:
l . Fragmento proximal de hoja. Truneadura diltal oblicua he<:ha por retoque
directo, abrupto. Retoques muy marginalel, bilaterales. Gris. 33 X 13 X 4 mm.
(fig. 2, núm. 16.)
2. Fragmento distal de hoja. Truneadura distal c6ncava hecha por retoque
directo, abrupto. Retoque alternante, muy marginal, discontinuo, en el borde derecho.
Gris. 83 X 16 X 5 mm. (fig. 2, nÚID. 17.)
3. Fragmento proximal de hojs. Retoque directo, oblicuo, marginal, continuo,
en el borde bquierdo. Marrón·gris. 26 X 12 X 4 mm. (fig. 2, núm. 18.)
4. Fragmento distal de hoja. Marrón-gris. 21 X 12 X 2 mm. (fig. 2, núm. 20.)
5. Fragmento distal de hojita_ Gris oacuro. 23 X 9 X 3 mm. (fig. 2, núm. 19.)
6. Posible fragmento de punta de flecha. Retoque plano, cubriente en la cara
luperior. Mart6n-gria. 19 X 7 X 4 mm_ (fig. 2, núm. 21.)
7. Laeca. Retoque directo, abrupto, en la parte medial derecha. Blanco.
SI X 21 mm. (fig. 2, núm. 22.)
8-16. Nueve lascas y >,laquirlas de &flexo
CAPA 2.'
Hallta 1011 50 cm. de profundidad.
Slu2:
l . Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, en la
parte medial derecha. Grill. 28 X 13 X 3 mm. (fig. 2, núm. 28.)
2. Fragmento de hoja irregular. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho.
Marrón-gris. 84 X 13 X 7 mm. (tig. 2, núm. 24.)
8. Pequefio fragmento medial de hoja. Truncadura oblicua parcialmente retocada,
hecha por retoques directoa, muy marginales. Marrón-gris. 10 X 14 X 3 mm.
(fig. 2, núm. 28.)
4-8. Cinco fragmentos de boja. Sin retocar.
9. Fragmento proximal de hojita. Truncadura oblicua hecha por retoque directo,
abrupto. Marrón-gris. 18 X 7 X 3 mm. (fig. 2, núm. 26.)
10-16. Siete fragmentos de hojita. Sin retocar.
(83)
nota 4,
Comunicación de don Rafael Pardo en N. P. GOM.EZ SERRANO, op. cito
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BERNARDO MARTI
17. Segmento de circulo. Retoque directo, abrupto. MatTÓn-gri•. 21 X 8 X 2 mm.
(tig. 2, nÚm. 27.)
18. Lasca. Retoques muy marginales en el borde derecho. Melado. 30 X 23 X 6 mm.
(tig. 2, núm. 25.)
19-46.
VeintiJiete 118Cas y esquir las.
COJl(:/w
l . P~uncul ua con perforación en el natia.
2. Fragme nto de forma oval, muy pulido. (tig. 2, núm. 29.)
F aun(l
Premolar de cáprido.
Fragme nto de molar de hervíboro.
CA PA 3,'
De 60 a 60 cm. de profundidad.
Sil,,:
l . Fragmento medial de hoja Retoque di recto, abrupto, continuo, en el borde
i:tqulerdo, f ormando una escotadura. Amarillo, con c6rtex. 39 X 14 X 4 mm. (!ig. 2,
n úm. 3.)
2. F ragme nto de hojita. Sin retocar.
3-10. Ocho Iaseaa y esquirlas. Sin retoear.
Hu"o
l . Fragmento de punzón sobre meta podio de ovkáprido. (tig. 2, núm. 15.)
2-6. Cuatro pequeños fragmentos de hueso, pulidos, pertenecientes a pun:o nel.
FauJl4
Fragmento de mandíbula, dOll molares y una falan~ de Cunicuhu.
Tres molares, un atlaa y una falange de ovieAprido.
Fragmento de mandibula de cérvido.
Fragmento de CQlmlllo de Sus IlCrofa.
Esquirlas de hueso.
CAPA 4.'
De 60 a 110 cm. de profundidad.
SUu
l . Hoja. Retoques direclos, oblicuOll, marginales, en parte dis tal izquierda. Marrónrojizo. 48 X 15 X S mm. (fig. 2, núm. 2.)
2. Fragmento medial de hojita. Pequeiia escotadura en parte proximal izquierda
hecha por retoque directo, abrupto. Melado. 19 X 7 X 2 mm. (lig. 2, núm. SO.)
8-6. Cuatro fragmentoB de hojita. Sin retocar.
7-10. Cuatro lascas y esquirlas.
b)
Cata. del Fondo
S¡le~
Fragmento distal de hoja. Borde bquierdo denticulado por retoque alternante,
abrupto. Gris claro, con c6rtex. 26 X 14 X 4 mm. (fig. 2, núm. 4.)
2. Fragmento distal de hoja. Retoque inverso, abrupto, en el borde i1quie rd oj
alternan te, abrupto, en el derecho. Melado. 26 X 12 X 3 mm. (lig. 2, núm. 5.)
3-5. Tres fragmentA:la de hoja. Sin retocar. (fig. 2, núm. l .)
6. Hoj ita. Cristal de roca. 21 X 7 X 2 mm. (lig. 2, núm. 7.)
7. Hojita. Melado. 35 X 10 X 2 mm. (fig. 2, núm. 8.)
8. Fragmento proximal de hojita. Retoques muy marginales en el borde derecho.
Gria. 25 X 8 X 2'5 mm. (lig. 2, núm.. 9.)
9. Fragmento proximal de hojita. Retoque alternante, muy marginal, e n el borde
derecho. GrJa. 22 X 8 X 2'5 mm. (fig. 2, núm. 12.)
10. Fragmento medial de hojita. Gris, con e6rtex. 18 X 10 X 3 mm. (fig. 2,
núm. 10.)
1.
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[page-n-44]
BERNARDO MARTf
11. Trapecio simétrico. Retoque a lterno, abrupto. Melado. 20 X 10 X 3 mm.
(fig. 2, núm. 6.)
12. Fragmento de núdeo. Gris. 9 X 12 X 12 mm. (fig. 2, núm. 13.)
18-20. Ocho pequeñas lascas (fig. 2, núm. 11).
Pied,.a
1. Fragmento de brazalete de pizarra. (fig. 2, núm. 14.)
Fau,",
Incisivo de suido.
c)
La cerámica
Las notas conservadas de esta prospección no permiten la separ ación
de los materiales cerámicos correspondientes a cada una de las dos catas,
ni a las capas de la Cata de la Entrada. En total se encontraron 231 frngmentas de cerámica, hechos a mano, con la excepción de dos fragmentos
que 10 son a 'torno. La mayor parte no presentan decoración; la terminación es pOco cuidada, prcd.ominando las superficies rugosas, de aspecto
grosero, ,con la excepción de algu nos fragmentos que presentan superficies alisadas o bruñidas. Las pastas presentan, por lo general, desgrasantes de cuarzo y caliza.
Los fragmentos decorados o con elt:mentos de prehensión, son los siguientes:
1. Fragmento de borde. Labio dentado por impres iones ovales poco profundas.
Decoración de lineas indsas vertienles, poco profundas. Pasta porosa por pérdida del
desgrasante. Superficie afinada de color gris-rojh;o. (fig. 3, núm. l.)
2. Fragmento de borde. Labio dentado por finas indsioncs transversales. Cordón
longitudinal con ungulaciones. Pasta negruzca, sin desgrasante apreciable. Superficie
afinsda de tonaUdad rojiza. (fig. 3, núm. 2.)
3. Fragmf\nto de borde. Decoración impresa cardial. Pasta negra, si n desgrasante apreciable. Superficie bruñida de color gris oscuro. (fig. 3, núm. 3.)
4. Fragmento de bordf!. Pequeñas impresiones de forma oval en el labio. Pana
rojiza con abundante desgrasante. Superficie afinada de color rojizo. (fig. 3, núm. 4.)
5. Fragmento de borde. Pequeño mamelón alargado. Pasta negra con desgrasAnte
abundante. Superfkie grosera -de color gris. (fig. 3, núm. 5.)
6. Asa. Pasta de color pardo con desgraaante apreciable. Superficie alisada, pardodara. (fig. 4, núm. l .)
I
7. Fragmento col:respondiente al cuerpo, con un mamelón alargado. Pasta de
color pardo con desgraaante apreciable. Terminación afinada y color gris en auperflcie. (fig. 4, núm. 3.)
8. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decoración de líneas horizontales impresas por un instrumento dentado (gradina o similar) limitada, en su parte superior,
por una Unea incisa con impresiones transversales y, en la parte inferior, por pequeñas impresiones ovalea. En la parte izquierda del fragmento, estas imprealones
ovalea forman una circunferencia. Pasta negra sin desgTasante apreciable. Superficie
con terminación afinada de color negro. (fig. 3, núm. 6.)
9. Fragtrn'nto correspondiente al cuerpo. Decoración de l.ineas incisas hechas
mediante el arrastre del borde de una concha (raspado enrdial). Pasta gris s in desgrasante apreciable. Superficie afinada de color pardo. (lig. 3, núm. 7. )
10. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decorad6n de lineas incisas hechas
mediante el arrastre del borde de una concha (raspado enrdial). Pasta negra sin
desgrasante apredable. Superficie afinada de color pardo-gris. (fig. 4, n(¡m. 2.)
11. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decoración impresa enrdial. Pasta gTis
sin desgTuante apreciable. Superficie afinada de color pardo-rojizo. (fig. 4, núm. 4.)
12. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decorado por impresiones cortas, irregulares, de punzón romo o s imilar, poco profundas. Pasta negruzca con pequefio
desgTasante. Superficie do aspecto grosero '1 coloración negruzca. (fig. 4, n(¡m. 5.)
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[page-n-45]
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6
8
FIg. 4
(Y. N .)
[page-n-46]
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BERNARDO MARTf
18. Fragmento corre~pondiente al cuerpo. Decoraci6n de líneas incisas poco
profundas. Pasta gris, porosa por pérdida del desgrasante. Superficie afinada de color
marron oscuro. (lig. 4, núm. 6.)
14. Fragmento correspondiente al cuerpo. Decoraci6n de lineas incisas, anchas
y poco profunda&. Pasta gris con pequeño desgrasante. Superficie afinada de color
marrón oscuro. (fig. 4, núm. 8.)
16, Fragmento correspondiente al cuerpo. 141. superficie exterior presenta huellas
poco profundas de alisado. Pasta negra, muy porosa por pérdida del desgrnsant.e.
Superficie afinada de oolor negro. (fig. 4, núm. 7.)
2.-PROSPECCJON DE 1936.
Durante el verano de 1936, R. Pardo abrió una nueva cata cuyas dimensiones fueron de 5 X 1 m. con una dirección perpendicular al eje de
la cueva y cuya situación aproximada se indica en el plano. La profundidad alcanzada fue variable, pudiendo llegar en algunos puntos a 150 cm.
Esta excavación fue denominada .Cata Principal. y los materiales encontrados fueron numerosos (84) .
Según las notas de R. Pardo se encontraron hojas y hojitas, algunos
segmentos y trapecios, dos puntas de flecha de retoque bifacial, algunos
núcleos y abundantes restos de talla, por lo que se refiere a la industria
de silex. Cinco hachas de piedra pulida y fragmentos de otras dos. Entre
los materiales de hueso destacan los punzones, que conservan la articulación natural como empuñadura, dos anillos y una aguja plana con los
dos extremos aguzados, de 25 cm. de longitud .• Hacia el centro de la
zanja abierta apareció, dando señales de haber sido poco molestado, un
collar de huesos, formado con húmeros de conejo, agujereados cerca de
su parte de unión con la rodilla, y en número de 47, completamente enteros, y otros 13 reconstruibles. Estaban todos en una posición, como
cuando se les deja caer al suelo; no aparecian por tanto con señales de
haber sido molestados. Todos ellos parecen pulidos, poco o mucho, y el
agujero por el que se les pasaba el hilo, es variable, en unos mayor que
en otros, pero en todos es capaz de dar paso a un hilo de dos a tres mm.
de diámetro. (85).
Como eh-mentos de adorno, además de las cuentas de collar de forma
oval hechas de concha, se encontraron Columbellas y pequeños Conus con
perforación, dos vértebras de pez y un fragmento de brazalete.
La cerámica, según señala R. Pardo, no fue abundante aunque aparecieron algunos fragmentos decorados con impresiones cardiales.
(84) Comunicación de don Rafael Pardo a la Dirección del S. l . P. Archivo del
S. J. P.
Comunicaci6n de don Rafael Pardo en N. P. GOMEZ SERRANO, op. cit. nota 5.
(85) Comunicación de don Rafael Pardo en N. P. GOMEZ SERRAN O, op. cit.
nota 5, pága. 96-96.
[page-n-47]
IV
MATERIALES DEPOSITADOS EN EL MUSEO ARQUEOLOGICO
DE ALCOY
Los materiales que procedentes de la Cova de l'Or se hallan depositados en el Museo de Alcoy constituyen un importante conjunto de industria litica, ósea, elementos de adorno sobre diversos materiales. cerámica y escasos restos de fauna. El origen de esta colección es múltiple
y se inicia a partir del afio 1952 con los materiales recogidos por Vicente
Pascual, cuyas exploraciones motivaron el inicio de las campañas de
excavación en 1955 por parte del S. 1. P., del que Vicente Pascual fue
entrañable y valioso colaborador.
A estos materiales, que constituyen el núcleo originario. hay que
añadir Jos rE'COgidos en la superficie del yacimiento por e1 propio Vicente
Pascual y José María Segura, especialmente, con motivo de sus continuas visitas tendentes al cuidado y conservación del yacimiento.
Un tercer grupo es el constituido por los materiales procedentes de
una prospección realizada por jóvenes aficionados alcoyanos, entre 1967
y 1968. antes de que el yacimiento fuera debidamente protegido por un
verjado metálico.
[page-n-48]
"La
BER."ARDO l'aIART(
separaclOn de Jos materiales correspondientes a cada uno de
estos tres grupos resulta difícil y no puede hacerse con total seguridad .
La mayor dificultad corresponde a los materiales cerámicos puesto que
nada sabemos de 10& pertenecientes a la prospección de los aficionados
alcoyanos. Por ello los incluimos todos en un mismo apartado si bien
indicaremos, en su caso, aquellos que conservan su número de inventario,
en cuyo caso sabemos que fueron depositados por Vicente Pascual.
Para los materiales no cerámicos hemos dist inguido tres apartados,
el primero. al que denominaremos «Prospección 1967-1968,. que constituye la parte más numerosa y mejor delimitada; el segundo, que denominaremos . Viejos Fondob, corresponde al núcleo originario de los
materiales recogidos antes de 1955 y que fueron publicados por Visedo (86) , identificados en pequeña parte; el tercero, bajo el título de
«Indeterminados. , t:.n el que se reúnen los restantes materiales.
En cuanto a los materiales cerámicos los hemos reunido en un 4.° apartado según más arriba se indica.
l.
PROSPECCION 1967-68.
Esta prospección fue realizada por un grupo de aficionados alcoyanos
durante las navidades de 1967 y los primeros meses de 1968 aprovechando visitas ocasionales al yacimiento antes de que éste fuera definitivamente protegido por un verjado metálico.
De la prospección se conservan unas notas en el Museo de Alcoy que,
sin embargo, proporClonan una información muy limitada. No existe
indicación del lugar en que se efectuó la cata, ni tampoco de sus dimensiones ; por ('110, la situación que nosotros le atribuimos en el plano debe
tomarse como aproximada según las referencias conservadas y la observación del yacimiento.
Aunque en las notas antes aludidas se habla y se agrupan los materiales en cuatro capas, tampoco existe indicación de su profundidad
excepto para la capa 1.- a la que se le atribuyen 20 cm. de profundidad.
Igualmente hay que lamentar la total ausencia de referencias a los materiales cerámicos, a los restos de fauna y a las semillas; pudiendo suponer que al menos los dos últimos no fueron objeto de atención por
parte de dichos aficionados y que los materiales cerámicos deben encontrarlle mezclados con el total de la colección del yacimiento que posee
el Museo de Alcoy.
(86) C. VISE DO MOLTO : «Coveta de l'Or . Beniarréa (Alicante).» Noticiario
Arqueol6gico Hiapinico, V. 1956-61, Madrid, 1962, pAga. 58·59.
[page-n-49]
OOVA DE L'OR
Con todC', los materiales líticos, la industria ósea y los elementos de
adorno fueron dibujados y agrupados en cuatro capas, ordenación que
seguimos aqui teniendo en cuenta que para las tres primeras se ha
id.:mtificado prácticamente la totalidad de los materiales, en tanto que
para la 4.a , por no estar concluido su inventario en las notas a que ya
nos hemos referido, no podemos saberlo. La parte más importante la
constituyen los materiales líticos entre los que la escasez de restos de
talla apunta. quizá, a una selección en su recogida.
CAPA l .'
Sfux
1. Gran hoja. Borde derecho denticulado por retoque alternante, abrupto, continuo. Retoque,; oblicuos y abruptos en parte proximal izquierda. Melado-amarillo.
90 X 20 X 7'6 mm. (lig. 6, núm. 6.)
2. Fragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto y obHcuo, en parte distal
y borde izquierdo. Pequeña escotadura en el borde izquierdo hecha por retoque inverso,
abrupto. Melado claro. 37'2 X 17"7 X 4'1 mm. (lig. 6, nú m. 4.)
8. Fragmento distal de hoja. Retoque alterno, oblicuo, marginal. Melado claro.
14 X 12"7 X 4"7 mm. (lig. 5, núm. 9.)
4. Fragmento proximal de hoja. Escotadura en el borde izquierdo hecha por
retoque directo, abrupto. Melado. 11 X 14 X 2'8 mm. (lig. 6, núm_ 10.)
6. Fragmento medial de hoja. Retoque de uso. Gris. 26'2 X 16'8 X 3'9 mm.
6-10. Cinco pequeñas hojas. Sin retocar.
11. Lasca laminar. Retoque inverso, oblicuo, marginal, continuo en el borde
iu¡uierdo. Lustre en el borde Izquierdo. Melado. 48'4 X 17 X 5'4 mm. (fig. 5, núm. 5. )
12. Hojita. Retoque directo, oblícuo, marginal, continuo en ambos bordes. Marron
gris. 47'4 X 11'8 X 2'5 mm. (lig. 5, núm. 7.)
18. Fragmento medial de hojita. Retoque muy marginal, de uso, en el borde
Izquierdo. Lustre en el borde izquierdo. Melado. 46'6 X 11'6 X 8"7 mm. (C 6, núm. 8.)
ig.
14. F ragmento distal de hoj ita. Borde izquierdo ligeramente denticulado. P'tina
blanca. 32'8 X 10'8 X 5'2 mm. (llg. 5, núro. 13.)
15. Fragmento distal de hojita. Retoque muy marginal, de uso, en borde izquierdo.
Gris. 26"7 X 10'6 X 3 mm. (lig. 6, núm. 14.)
16. Fragmento proximal de hojita. Escotadura en borde izquierdo hecha por
retoque directo, abrupto. Melado. 18'6 X 11'9 X 8 mm.
17-20. Una hoj ita y ~rea fragmentos proximales de hojita. Sin retocar. (lig. 6,
núma.. U, 12 Y 16.)
21. Trapecio con u n lado cóncavo. Roto en el lado Inlerior. Retoque alterno,
abrupto. Retoque muy marginal, de uso, en la base mayor. Melado. 26'1 X 14'8 X
1'6 mm. (lig. 6, núm. 16.)
22. Lasca. Retoque direeto, abrupto, continuo en la parte distal. Marron-rosado.
87'6 X 26 X 8'4 mm. (fig. 6, núm. 17.)
23. Lasca con escotadura. Melado. 28'1 X 18'4 X 9 mm.
24. Lasca denticulada. Tableta de avivamiento de núcleo. Melado. 36'2 X 19 X
8'8 mm.
25-29. Cinco laacas, con señales de utili zación.
80-8L Dos fragmentos de núcleo.
32-77. Cuarenta y seis lascas y esquirlas.
Piwf'G
l . Fragmento de anillo. Piedra caliza blanea. (lig. 6, núm. 8 y Um. XXVll.)
HuelO
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1. Aguja. Rota en su extremidad aguzada. Presenta u na perforación bic6nlca
en la base. (fig. 6, núm. 1 y L'm. XXVI.)
2. Punzón sobre metapodio de ovicáprido, conservando la apófisis como base. Cara
inlerior totalmente ali.sada. (lig. 6, núm. 2 y Um. XXVI.)
3. F ragm'mto de punta de punzón.
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COVA DE L'OR
49
Concha
1. Columbella con perforación. (Lám. XXVII. )
2. Pectunculus con perforaeión en el natis. (LAm. XXVII.)
3. Fragmento de Pectunculus parcialmente pulido.
Fauna
Fragmento de incisivo de carnívoro.
CAPA 2.'
S,'''"
Gran hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Pardo melado. 70 X 17'5 X
5 mm. (fig. 6, núm. 16.)
2. Hoja irregular. Retoque directo, abrupto en parte proximal derecha. Melado
con c6rtex. 43 X 16'S X 3 mm.
3. Fragmento distal de hoja. Dos esC{)taduras en el borde derecho. Retoque diret'.to, abrupto, continuo, bilateral y distal. Melado. 30 X 14 X 4'4 mm. (Cig. 6, núm. 11.)
4. Fragmento proximal de hoja. Borde izquierdo finamente de nticulado por
retoque directo. Gris. 32'5 X 15 X 3'7 mm.
5. Fragmt:nto proximal de hoja. Señales de uso en ambos bordes. Blanco-gris.
28'6 X 16'2 X 4'4 mm.
6. Fragmento proximal de hoja. Señales de uso en borde izquierdo. Melado.
24'2 X 14'7 X 4 mm.
7. Fragmento medial de hoja con Corml!. de trl!.pecio. lt!elado. 20'6 X 15'9 X 3'7 mm.
8. Frl!.gmento proximal de hoja. Retoque de uso y lustre en el borde derecho.
Melado-r01I11.. 20'2 X 14 '6 X 3'6 mm.
9. Fragmento proximal de hoja. Escotadura hecha por retoque directo, abrupto
en el borde izquierdo. Melado gris. 22'1 X 12'4 X 2'8 mm.
10. Fragmento proximal de hoja. Señales de U80 en el borde izquierdo. BlanC{).
14'S X 14'2 X 1'9 mm . .
11. Fragmento proximal de hoja. Retoque alter no, muy marginal. Melado.
16'7 X 12'6 X 2'9 mm.
12-24. Trece hojss y fragmentos de hoja. Sin retocar . (fig. 6, núm. 17 y 19.)
25. Hojita. Escotadura en el borde derecho hecha por retoque inverso, abrupto
que se extiendo> por la parte proximal. Melado. 32'2 X S'S X 2'2 mm. (fig. 6, núm. 12.)
26. Hojita. Retoque direeto, abr upto en el borde derecho y en la parte proximal
izquierd a, fonnando escotadura. Melado. 29'2 X 11 X 3'1 mm.
27. Hojita. Retoque directo, abTUpto en borde derecho. Retoque de uso en la
parte dista" izquierda, con lustre. Gris. 25 X 10'5 X 3 mm.
28. Fragmento medial de hojita. Retoque directo, abru pto en un borde. Melado.
15 X 11'2 X 2'S mm.
29. Fragmento medial de hojita. Retoque de uso en un borde, con lustre. Gris.
14'6 X 9'4 X 2'6 mm.
30-47. Diez y ocho hojitas y fragmentos de hojita. Sin retocar.
4S. Perforador. Retoque directo, abTUpto, bilateral. Amarillo, con c6rtex.
38'6 X 12'1 X 6 mm. (fig. 6, núm. lS.)
49. Trapecio asimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 28 X 13'4 X
2'S mm. (fig. 6, núm. lS.)
60. Trapecio con u n lado cóncavo. Retoque a lterno, abrupto. Melado. 17'4 X 10'3 X
2'3 mm. (lig. 6, núm. 16.)
51. Segmento. Retoque biC
acial. plano y oblicuo. Blanco-gMs. 23'3 X 9'6 X 2'7 mm.
(fig. 6, núm. 14.)
62. Núcleo. Melado. 34'5 X 28'5 X 17'6 mm. (fig. 6, núm. 20.)
63-67. Quince lascas y esquirlas.
1.
Piedra
1. Pequeña hacha pulida. Fibrolita. 39'5 X 30 X S mm. (fig. 6, n úm. 9.)
2. Pequeña azuela pulida. Fibrolita. 35'S X 31'3 X 9 mm. (Cig. 6, núm. 10.)
3-4. Dos fragmentos de brazalete de pizarra. (fig. 6, núm. 4 y 5.)
6. Plaqueta de fonna trapezoidal. Caliza. 110 X 95 X 10 mm.
6. Disco biconvexo. Arenisca porosa. 47 X 42 X 10 mm.
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COVA DE L'OR
51
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l . Punwn IIObre metapodio de ovidprido, conservando la ap6fi.ais. (fig. 6, núm. 1
y Lim. XXVI.)
2-3. Dos fragmentoa de ¡,unta de punwn¡ uno de ellos, romo.
4. Fragmento de punta e aguja o f ino punzón de &eeci6n circular.
5. Fragmento de fusta de aguja o f ino pun:¡:6n de sección circular.
6. Punzón IIObre esquirla.
7. Espátula. Presenta una fina denticulaci6n por incisiones poco profundas en
su extremo curvo; en el otro extremo, roto, se observa parte de una perforación.
(fig. 6, núm. 2 y Lim. XXVI.)
8. Pequeña plaqueta de forma ovalada, rota, con inicio de perforación en au
parte central.
9. Pequeño fragmento alargado parcialmente pulido.
Concha
Fragmento de Dentalium. (fig. 6, núm. 8 y Li m. XXVII.)
Cyprea con perforaci6n. (Lá m. XXVI!. )
3-6. Cuatro Columbellaa con perforaci6n. (Lim. XXVII.)
7. Pequeño Conus con perforación.
8. Cardium con perforación en el natia. (Lim. XXVII.)
9. Fragmento de Pectunculus.
10. Parte auperior de Conus, perforada. Cuenta de collar. (fig. 6, núm. 7 y
1.
2.
Um. xxvn.)
11. Cuenta de collar ovalada, con perforación bicónica. (fig. 6, núm. 6 y
Lim. XXVII.)
12. Anillo. (fig. 6, núm. 3 y Uro. :XXVII.)
18. Fragmento de concha de forma oval, puUdo. (Lim. XXVII.)
14. Fragmento de concha, posiblemente de Conus. Anillo en curso de fabrlcaci6n,
roto.
Fauna
Molar de Boa ap.
Fragmento de asta de ciervo.
Cuatro vértebra.a de pe:¡:.
CAPA 8."
Sllell
1. Fragmento proximal de gran hoja. Retoque directo, abrupto en e l borde
izquierdo, y alternante, abrupto en el borde derecho. Blanco. 60 X 20 X 4'1 mm.
(flg. 7, núm. 9.)
2. Hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Gris, con c6rtex. 46'3 X 16'5 X S'6 mm.
8. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto e n el borde Izquierdo;
directo, oblicue.., algo invasor en el borde derecho. Blanco. 45 X l S'3 X 4'3 mm.
(f ig. 7, núm. 10.)
4. Fragmento medial de hoja. Ambos bordes denticulados por retoque altern ante,
abrupto. Melado oscuro. 31 X 11 X 3'8 mm. (fig. 7, núm. 11.)
5. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. MeladoroJ i:¡:o. 37'6 X 13'6 X 2'3 mm (fig. 7, núm. 13.)
6. Fragmento proximal de hoja. Truncadura oblicua . hecha por retoque directo,
abrupto. Lustre en el borde derecho. Gris-negro. 40'5 X lS'3 X 4 '4 mm. (fig. 7, núm. lS.)
7. Fragmento proximal de hoja. Lustre en el borde derecho. Melado claro.
34'7 X 14'6 X S'4 mm. (fig. 7, núm. 16.)
8. Fragmento proximal de hoja. Escotadura en el borde izquierdo y retoque
directo, abrupto en el borde derecho. Gris. 33'9 X 15'2 X 3'3 mm.
9. Fragm~nto proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en parte medial j:¡:.
quierda; retoque de uso en el borde derecho. Melado. 32'6 X 14 X 8'1 mm.
10. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde izquierdo. Grill.
30'7 X 14'1 X 4 mm
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COVA DE L'OR
53
11. Fragmento medial de boja. Lustre en el borde izquierdo. Melado-amarillo.
26 X 13 X 3'3 mm. (fig. 7, nÚm. 19.)
12. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, parcial,
en ambos bordea. Gris. 41'3 X 12 X 3'1 mm. (fig. 7, núm. 20.)
13. Fragmento pro~mal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Gria.
39 X 12'7 X 4'5 mm. (fig. 7, núm. 21.)
14. Fragmento medial de hoja. Truncadura proximal hecha por retoque directo,
abrupto. Retoque directo, abrupto y oblfcuo, discontinuo, bilateral. Melado. 37'2 X
16'8 X 5'3 mm. (lig. 7, n(¡m. 22.)
15. Fragmento medial de hoja. Retoque alternante, direct.o-abrupto e inversoobUcuo, en el borde derecho. Melado, con c6rtex. 40'8 X II '8 X 3'7 mm. (Iig. 7, núm. 23.)
16. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, abrupto, muy marginal en el
borde izquierdo. Melado, con cónex. 88 X 16 X 4 mm. (Iig. 7, núm. 24.)
17. Hoja irregular. Retoque directo, oblicuo, algo invalOr en la parte proximal
izquierda. Gris. 58 X 20'8 X 6'9 mm. (Iig. 8, núm. l .)
18. Fragmento proximal de hoja. Truncadura distal hecha por retoque directo,
oblicuo. Directo, oblicuo y plano, algo invasor, en ambos bordes. Melado-gris.
50 X 18'5 X 8'7 mm. (Iig. 8, núm. 2.)
19. Hoja. Retoque muy marginal, discontinuo, en borde derecho. Melado.
36'5 X 12'9 X 2'7 mm. (fig. 8, n11m. 8.)
20. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, oblicuo, marginal en el borde
Izquierdo. Melado. 85'5 X 12'9 X 2'7 mm. (lig. 8, núm. 4.)
21. Fragme nto proximal de hoja. Escot.aduraa bilateralea hechaa por retoque
abrupto. Melado oscuro. 26'4 X 13 X 2'9 mm. (Iig. 8, núm. 6.)
22. Fragmento medial de hoja. Retoque inverao, abrupto en borde derecho. Melado. 28 X 14 '6 X 4'6 mm. (fig. 8, núm. 7.)
28. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, oblicuo, marginal, formando
una pequeña escotadura, en parte medial izquierda. Gria. 38'6 X 17 X 4'8 mm.
(fig. 8, núm. 8.)
24. Fragmento proximal de boja. Retoque de uso en borde derecho. Melado.
39 X 16'7 X 3'6 mm. (fig. 8, núm. 9.)
25. Fragmento medial de boja. Escotadura hecha por retoque directo, abrupto
en parte proximal izquierda. Gria con c6rtex. 86'6 X 14'3 X 4'4 mm. (fig. 8, n11m. 10.)
26. Fragmento distal de hoja. Señales de UIO en borde derecho. Gria. 86'7 X
18'7 X 4'8 mm. (fig. 8, núm. 11.)
27. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en parte proltimal
izquierda. Melado OlICuro. 34 X 12'6 X 2'5 mm. (fig. 8, nÍlm. 12.)
28. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, abrupto en el borde derecho.
Melado claro. 25 X 18'9 X 6'2 mm.
29. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto y earotadura en
el borde derecho. MeJado con c6rtex. 21'5 X 13'2 X 4 mm.
80. Fragmento medial de hoja. Retoque de uso en el borde Izquierdo. Melado con
c6rtex. 19'4 X 14 X 8'3 mm.
31. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde derecho;
retoque inverso, de UIO, en el izquierdo. Melado. 15'6 X 14'3 X 4 mm.
32. Fragmento distal de hoja. Retoque muy marginal en el borde derecho. Melado
amarillo. 26 X 12'6 X 3 mm. (fig. 8, núm. 20.)
83-52. Veinte hojas o fragmentos de hoja. S in retocar. (fig. 8, n͡ms. 14, 16,
17 y 19.)
63. Fragmento medial de hojita. Retoque inverso, abrupto en la mitad superior
Izquierda; lustre en la mitad inferior. Melado. 28 X 10'3 X 2'8 mm. (fig. 7, nÍlm. 12.)
54. Hoj ita. Retoque muy marginal, de uso, en el borde derecho, con lustre.
Melado. 43'1 X 9'8 X 2'7 mm. (fig. 7, núm. 17.)
55. Fragmento distal de hojita. Retoque directo, muy marginal, de uao, en el
borde derecho, con lustre. Melado-gria. 87 X 10'2 X 2'4 mm. (lig. 7, nÍlm. 18.)
56. Fragmento proximal de hojita. Retoque inverso, plano, marginal en la
parte proximal derecha; directo, oblicuo, marginal en la parte proximal bquierda.
Melado. 29'7 X 11 '4 X 2'3 mm. (fig. 8, núm. 5.)
57. Hojita. Retoque alternante, muy marginal en el borde izquierdo. Melado
con c:6rtex. 38 X 10 X 2'8 mm.
58. Hojita. Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado, con c:6rtex.
24'5 X 8'6 X 2'7 mm.
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roVA DE L'OR
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59. Fragmento distal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
24'2 X 8'4 X 2'2 mm.
60. Fragmento proximal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Gria.
22'2 X 10'6 X 2'9 mm.
61. Fragmento proximal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
20'5 X 10 X 2 mm.
62. Hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Gris-amarillo. 33'4 X 10 X 3'6 mm.
(fig. 8, núm. 13.)
63-90. Veintloebo hojitas y fragmentos de hojita. Sin retocar. (fig. 8, núms. 16,
18, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27 y 28.)
91. Hojita. Cristal de roca. 19'8 X 6'4 X 1'9 mm. (fig. 8, núm. 29.)
92. Perforador. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado oscuro. 30'2 X 12'7 X
4 mm. (tig. 7, núm. 6.)
93. Perforador. Retoque alternante, abr upto, bilateral; inver!!lO, oblicuo, algo
invasor en la parte proximal derecha. Melado. 45'6 X 18'8 X 3'6 mm. (fig. 7, núm. 7.)
94. Perforndor. Retoque directo, abrupto, en el borde derecho; alternante, directoabrupto e inver!!lO-oblfcuo, en el borde izquierdo. Morado. 24'3 X 17 '2 X 4 mm. (tig. 7,
núm. 8.)
95. Perforador. Punta obtenida por amplio retoque inverso, abrupto ; alternante,
abrupto, muy marginal en ambos bordes¡ bifacial, directo-abrupto e inverso--plano,
en la parte proximal. Gris. 35 X 10'6 X 3'1 mm. (fig. 7, núm. 14.)
96. Truncadura oblicua. Retoque directo, abrupto en la truncadura y borde izquierdo; directo, abrupto en la parte distal derecha. Lustre en el borde derecho.
Amarillo. 27'8 X 13 X 3'7 mm. (fig. 7, núm. 5.)
97. Trapecio rectángulo. Retoque alterno, abrupto. Blanco. 19 X 12'7 X 3 mm.
(tig. 7, núm. l .)
98. Trapecio asimétrico. Retoque alterno, abrupto. Retoque alternante, muy marginal, en la ba&e mayor. Melado. 19'2 X 9'3 X 1'5 mm. (fig. 7, núm. 2.)
99. Trapecio simétrico. Retoque alterno, abrupto. Melado claro. 23'3 X 12'6 X
3 mm. (fig. 7, núm. 8.)
100. TriAngulo escaleno. Retoque directo, abrupto. Melado. 20'8 X 12'3 X 2'6 mm.
(fig. 7, núm. 4. )
101. Fragmento de núcleo. Melado, con córteJC. 44 X SS X 20 mm.
102-116. Quince lascas y esquirlaa.
PUdro
1-2. Dos fragmentos de brazalete de pizarra. Uno de ellos roto en dos partes.
(fig. 9, núm. 17 y Um. XXVII.)
8. Canto rodado de forma oval alargada.
HlI.uo
1-3. Tres punzane! sobre metapodio de ovieAprido. Dos de ellos conservan la
ap6fisis. (tig. 9, núms. 1 y 6 y LAm. XXVI.)
4-10. Siete fragmentos de punzón. Tres de ellos corresponden a la base y estAn
hechos sobre metapodios de ovicApridos que conservan la ap6lisis; los cuatro restantes
!!IOn puntas.
11. Esquirla con las dos extremidades aguzadas. Posible fragmento de punzón
reutilizado.
12. Gran espAtula sobre metapodio de é<¡uido. (fig. 9, núm. 2 y LAm. XXV!.)
13. Fragmento de hueso de forma triangular y sección curva, con estrechamientos
laterales. (fig. 9, nÚm. 7 y LAm. XXV!.)
14 . Pequeño fragmento de caña de hueso labrado con dos inciliones transveraales
en uno de IIUIl extremos.
15. Fragmento de pala de cuchara. (fig. 9, n6.m. 3 y LAm. XXVI.)
16. Fragmento de ancha espátula. (lig. 9, n6.m. 8 y LAm. XXVI.)
17. Pequeño lragmento de ellpAtula o t':uchara.
18: Fragmento de plaqueta con dos perforaciones; una de ellas rota. (fig. 9,
núm. 4 y LAm. XXVII.)
19-28. Diez anillos o fragmentos de anillo. Uno de ellos presenta finas incisiones
en sua bordea. (fig. 9, nÚms. 13 y 14 Y Lim. XXVI.)
29-80. Dos fragmentos con huellas de pulido.
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31. Fragmento de colmillo de Sus serofa con perforaci6n. (tig. 19, núm. 6 y
Lám. XXVII.)
COftCM
1-9. Nueve fragmentos de Dentalium. (fig. 9, núm. 16 '1 Lim. XXVII.)
10-17. Ocho Columbell811 con perforaci6n. (tig. 9, núm. 16 '1 Lim. XXVU.)
18-23. Seis CardiullUl.
24-28. Cinco Pectunculus con perforaci6n en el natis. Dos de ellos eonservan
huellas de ocre en el interior. (Lim. XXVII.)
.
29-31. Tres partes superiores de Conus, pertoradas. Cuentas de collar. (fig. 9,
núllUl. 9 '1 10 '1 Lim. XXVIl)
32-33. Dos cuent811 de collar ovaladas, con perforaci6n blc6nita~ '1 abultamiento
en la parte infe rior. Una de ellas, rota. (tig. 9, núm. 11 y 12 '1 Lim, XXVII.)
34. F ragmento de torma oval alargada, con perforaci6n. (tig. 9, núm. 5 '1
Lim. XXVII. )
F aUIl1l
Fragmento de colmillo lie Sus scrota.
Asta de ciervo.
C APA 4 .'
Sflez
1. Hoja. Retoques muy marginales, de uso, bilaterales. Luatre en el borde bquierdo. Negro, con córtex. 49 X 14'2 X 3'3 mm. (fi g. l O, núm. 3.)
2. Fragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde izquierdo.
Luatre en e l borde Izquierdo. Gris claro. 45 X 14 '8 X 5 mm. (lig. l O, núm. 4.)
3. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde derecho;
alternante, abru pto e n el bordto izquierdo, con lustre. Melado. 41 '6 X 13'2 X 3'4 mm.
(tig. 10, núm. 5.)
4. Fragmento proximal de hoja. Borde derecho denticulado por ~ueñas muescas
simples, con lustre. Melado-marrin con córteL 40'S X 13'S X S mm. (flg. 10, núm. 6.)
5. Fragmento medial de hoja. Retoque de UIlO en el borde izquierdo, con lustre.
Melado-amariJIo. 33'6 X 13 X 2'3 mm. (fig. 10, núm. 7.)
6. Fragme nto medial de hoja. Retoque inverso, abrupto en el borde derecho, con
lustre; alternante, discontinuo en el borde izquierdo. Melado. 31 X 13'6 X 4'2 mm,
(tir. 10, núm. 8.)
7. Fragmento proximal de hoja. Retoque inverso, muy marginal en el borde
bqulerdo, con lustre. Melado. 27 X 14'1 X 2"1 mm. (fig. l O, núm. 9.)
8. Hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral. Blanco-ama rillo. 55 X lS'6 X 4'4 mm.
(tig. 10, núm. 10.)
9. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, oblkuo, Invasor, bilateral. Gris.
SS'6 X 12'S X 4'8 mm. (tig. 10, núm. 11.)
10. Hoja. Retoque directo, abrupto en parte medial y proxi mal izquierda. Melado
claro. 43 X 13'4 X 3'5 mm. (fig. 10, núm. 12.)
11. Hoja, Retoque alternante, abrupto, bilateral. Melado oscuro. 44 X 13'S X 4'4
mm. (tig. lO , núm. 13.)
12. Hoja. Retoque inverso, abrupto en parte distal izquierda. Melado, con c6rtex.
57 X 19 X 6'6 mm. (tig. lO, núm. 14.)
13. Hoja. Retoque directo, abru pto, muy marginal en la parte distal '1 borde
derecho. Gris. 63 X 18'3 X 4'1 mm. (tig. 10, núm. IS.)
14. Fragmento distal de hoja. Retoque de uso en borde derecho. Melado gris.
46'4 X 22 X 3'8 mm. (lig. 10, núm. 16.)
15. Hoja. Retoques muy marginales en la parte distal. Marrin. 47 X 16 X 6'8 mm.
«(ig. lO, núm. 17.)
16. Hoja. Retoque alternante, abrupto, discontinuo en el borde derecho, formando
una escotadura; directo, muy marginal en el borde izquierdo. Melado-gris. 45'5 X
13"1 X 3'2 mm. (tig. lO, núm. 18.)
17. Hoja. Retoque alterno, abrupto en la parte proximal. Gris daro. 41'8 X
14 X 3'2 mm. (tig. lO, núm. 19.)
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18. Fragmento proximal de hoja. Retoque inveno, abrupto en el borde derecho j
directo, discontinuo, muy marginal en el borde izquierdo. Melado-marr6n. 46 X 11'2 X
3 mm. (lig. 11, núm. 1.)
19. Fragmento proximal de hoja. Señales de uso en el borde derecho. Meladorojilo. 39'3 X 12'6 X 3 mm. (tig. 11, núm. 2.)
20. Fragmento distal de hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
36'5 X 16'4 X 3'4 mm. (fig. 11, núm. 3.)
21. Hoja. Retoque de uso en ambos bordes. Melado. 37'6 X 14'4 X 3'3 mm.
(lig. 11, núm. 4.)
22. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en borde Izquierdo. Melado
oscuro. 36'7 X 14'8 X 2'5 mm, (lig. 11, núm. 5.)
23. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en la parte medial
derecha. Melado-rojillo. 36 X 12 X 2'4 mm. (fig. 11, núm. 6.)
24. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto y oblicuo, discontinuo
en el borde derecho. Gris. 54 X 15 X 4'3 mm. (fig. 11, núm. 9.)
25. Fragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde derecho.
Melado-rojizo. M'4 X 12'5 X 4'2 mm. (fig. 12, núm. 13.)
26. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en la parte medial
derecha. Retoque de uso en el borde izquierdo. MeJado. 31 X 12 X 3'1 mm. (lig. 12,
núm. 14.)
27. ,'ragmento distal de hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado, con
c6rtex. 27 X 13'5 X 3'1 mm.
28. Fragnlento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Gris.
24'2 X 16 X 3'1 mm.
29. Fragmento proximal de hoja. Borde derecho y parte medial Izquierda denticulado por retoque directo, abrupto. Lustre en la parte medial derecha. Melado. 28 X
14'8 X 4 mm.
ao. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso bilateral. Melado jupeado.
23'6 X 16'8 X 3 mm.
31. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en la parte medial
derecha. Lustre e n e l borde i1quierdo. Melado. 20'1 X 16 X 4'1 mm.
32. Fragmento medial de hoja. Retoque inverso, muy marginal, en uno de los
bordes. Morado. 15'2 X 16'. X 5 mm.
as. Fragmento proximal de hoja. Retoque de U80 bilateral. Melado rojizo con
córtex. 21 X 32 X 4'6 mm.
84-62. Diecinueve hojaa y fragmentos de hoja. Sin retocar. (fig. 11, núm. 10.)
53. Fragmento proximal de hojita. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Melado
oscuro. ao X 10'5 X 2 mm. (fig. 12, núm. 16.)
64. Fragmento distal de hojita. Tnmcadura distal hecha por retoque directo,
abrupto¡ alternante, abrupto en el borde derecho. Melado rojizo. 27'6 X 11'2 X 8'2 mm.
(lig. 12, núm. 16.)
55. Fragmento de hojita, atlpieo. Retoque alternante, abrupto en el borde derecho.
Melado gris. al'4 X 10'8 X 3'6 mm. (fig. 12, núm. 17.)
66. Fragmento proximal de hojita. Retoque muy marginal en ambos bordell y
en la parte proximal. Amarillo verde. 22'6 X 10'5 X 3'5 mm. (fig. 12, núm. 18.)
67. Fragmento proximal de hojita. Señales de uso en el borde derecho. Melado.
40'2 X 11 X 2'5 mm. (ligo 11, núm. 11.)
68. Fragmento proximal de hojita. Señalell de uso en el borde derecho. Melado.
49'7 X 11'6 X 2'4 mm. (fig. 11, núm. 12.)
69. Hojita. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Melado. 39'2 X 10'6 X 2'8 mm.
(fig. 11, núm. 13.)
60. Hojita. Retoque inverso, abrupto en parte medial derecha. Melado. 88'7 X 9 X
2"7 mm. (fig. 11, núm. 14.)
61. Frllgmento proximal de hojita. Retoque inverso, oblicuo en la parte medial
de ambos bordea. Melado. 35"7 X 10'3 X 2'9 mm. (lig. 11, n11m. 7.)
62. Fragn:ento proximal de hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Grill.
33 X 10'9 X 3'3 mm. (ligo 11, núm. 8.)
63. Hojita. Retoque de uso en el borde derecho. Gris. M'8 X 11'2 X 3'8 mm.
64. Fragmento dilltal de hojita. Retoque direeto, oblfcuo, en el borde derecho.
Grill eon córtex. 28'8 X 11 X 4 mm.
66-87. Velntitrh hojitas y fragmentos de hojita. Sin retocar.
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62
BERNARDO MARTI
88. Perforador. Retoque diredo, abrupto, bilateral. Melado gril. 46 X 13'4 X
8'7 mm. (fig. 10, núm.. 1.)
89. Perforador. Retoque alterno, abrupto. Melado claro. 36'2 X 10'4 X 3'5 mm.
(fig. lO, núm. 2.)
90. La&ca. Retoque de uso. Melado rojiw con cól'tex. 21 X 82 X 4'5 mm.
91. Lasca. Retoque de uso. Rojizo. 26 X 15 X 7'2 mm.
Pudra
1-2. DoI !ragmentoJl de brazalete de pbarra; uno de elloa con perforación
(flg. 12, nÚmJI. 7 y 8 y Um. XXVII.)
HlI.uo
l. Cuchara. Rota en tres partes. Según las notas a que ya nOI hemos referido
cada una de la8 partes pertenecería a una capa distinta i sin embargo, la8 IIneaa de
fractura no parecen de gran antigüedad. Asl puea, aunque la incluyamos aqu! BU
procedencia el dudosa. (fig. 13, núm. 1 y Um. XXVI.)
2. Fragmento de cuchara. Rota longitudinalmente. (fig. 12, núm, 1 y LAm. XXVI.)
3-30. Veintiocho punzones o fragmentos de punz6n. La mayor parte obtenidos
sobre metapodlos de ovicápridos, cortados longitudinalmente y apuntadoa en su
extremo distal mediante in!.enso pulido que se extiende a toda la cara interior.
Suelen conser ..ar la apófisis y parte del canal medular. En algún callO conservan
parte de la caña entera del hueso y presentan una punta en bisel simple. Entre
los fragmentos existen loa de secci6n circular que pueden corresponder a la extremidad de puntOnes muy finos o conaiderarse como fragmentos de agujas. TambMn se
encuentran esquirlas muy agu;tadas. (!ig. 12, nÚInlI. 2, 3, 4, 6, 6, 9, 10, 11 y 12 y
lAm. XXVI.)
31. Fragmento de espátula o punta de punz6n romo. Conserva parte del canal
medular.
32. Fragmento de huellO plano, pulidoj posible fragmento de pala de cuchara..
33-35. Tres fragmentos de pequeños anillos, muy pulidoe. (Lim. XXVI.)
36-38 Tres fragmentos parcialmente pulidos, rotos. Indeterminados.
Concha.
1. Fragmento parcialmente pulido. Posible fragmento de anillo en curso de elaboraci6n . .
2.-VIEJOS FONDOS.
Agrupamos bajo esta denominaci6n a los materiales del Museo de
Alcoy que poseen número de inventario con su anotación correspondiente
en el libro de Registro del Museo. Dichos materiales fueron depositados
por Vicente Pascual entre 1952 y 1955, con la excepci6n de un vaso cerámico que lo fue por el Centro Excursionista de Alcoy.
Por las noticias del propio descubridor sabemos que la mayor parte
de enos fueron encontrados en las diversas grietas de la cueva, especialmente en la superficie de la grieta del fondo de la cueva.
Estos materiales fueron dados a conocer por Visedo (87) en una
breve noticia sobre el yacimiento. Por nuestra parte, sólo agrupamos
aqul aquellos que hemos podido identüicar con seguridad debiendo encontrarse los restantes entre los que hemos denominado «Indeterminados •.
(87)
VISEDO MOLTO, op. cito nota 86.
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Fig. 13
(T. N.)
[page-n-66]
BERNARDO MARTI
Por 10 que se refiere a la cerámica ya hemos indicado que la presentaremos conjuntamente, pero haremos constar el número de Inventario, en los casos que 10 posean , 10 que indicará su procedencia.
Silel:
1. Fragmento distal de gran hoja. Retoque directo, abrupto, en la parte distal
Izquierda, formando escotaduras. Retoque inverso, plano en la parte proximal derecha.
Gris-maTrón, con córteJ(. 64 X 20 X 4'7 mm. (lig. 14, núm, 1.)
2. Roja. Escotaduras en borde derecho hechas por retoque · alternante, abrupto.
Retoque alternante, discontinuo, muy marginal, en el borde izquierdo. MaTtÓn.
53'1 X 17'3 X 4'5 mm. (fig. 14, núm. S.)
l
3. Hoja. Sin retocar. Gris 60'5 X 14 X 3'7 mm. (fig. 14, núm. 2.) .
4. Hoja. Sin retocar. Melado. 46 X 15 X 3'5 mm. (lig. 14, núm. 6.)
5. Fragmento distal de hoja. Sin retocar. Melado. 83'4 X 17 X 2'S ·mm.
6. ~erforador. Retoque directo, abrupto, bilateral. Blanco. 44'5 X 14'1 X 7 mm.
.
(lig. 14, núm. 5.)
Piedf'a
1. Azuela. Muy erosionada. Basalto. (fig. 14, núm. 4.)
H IUBO
1-16. Dieciseis punzones. La mayor parte sobre metapodios de ovleápridOll, conservando la apófisis y parte del cana! medular, obteniéndose la punta por sli.aamiento
de su cara inferior. Uno de ellos presenta una punta biselada, muy aguzada.
(Lám\ XXV.)
17-24. Seis fragmentos de punz.ón.
25. P unzón con dos caras planas, sobre metapodio de ovicáprido (!ig. 1S, núm. 2
y Lim. XXVI.)
26-27. Dos mangos de cuchara. Uno de ellos presenta parte de la pala. (Lám. XXV.)
28-29. Dos fragmentos de espátula. (Lám. XXV.)
SO. Aguja. Base plana de forma rectangular, con perforación. (Lám. XXV.)
31. Fragmento de caña de hueso con profundas incisiones transversales destinadas, posiblemente, a la obtención de anillos. (Uro. XXV.)
32. Gran fragmento de caña de hueso. Roto longitudinalmente, de forma irregular, presenta un extremo muy pulido y una incisión transversal profunda cerca
del mismo extremo lo que parece indicar su utilización para la obtención de anillos.
33-34. Dos fragmentos de hueso pulidos, pos.ibJes mangos de cuchara.
35. Esquirla de hueso, plana. Pareialmente pulida y aguzada.
Concha
1-5. Cinco Pectunculus. Dos de ellos con perforación en el natis.
6. Concha de Carruum con perforaci6n en el natis.
7. Cuenta de collar de forma oval, con perforaci6n. (fig, 13, núm. 3 y Lám. XXVII.)
8. Fragmento de Pecten.
R~8ro8
hu.mn.no8
Fragmento de cráneo.
Fauna
Un fragmento de metatarso de ovicáprido.
Un molar inferior de ovicáprido.
Trece fragmentos de asta de cérvido.
Un colmillo de Sus BCrofa.
Un fragmento de cúbito de gran ave.
Tres vértebras de pez.
EsqUirlas.
1.
:J.-INDETERMINADOS.
Síle:f
l. Fragmento proximal de gran hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado,
con córtex. 68 X 24 X 7 mm. (fig. 15, núm. 7.)
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COVA D& L'OR
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Fragmento distal de hoja. Retoque de uso en a mbos bordes. Melado, con c6rtex:.
62'7 X 20 X 4'7 mm. (lig. 1S, núm. 8.)
3. Hoja. Seña les de utilb aci6n en el borde derecho. Melado. 60 X 18 X 40'S mm.
(tig. 16, núm. 9. )
4. Fragmento proximal de hoja. Escotadura y ntoque alternante, abrupto, en el
borde derecho. Retoque a lterna nte, discontinuo, muy marginal en el borde Izquierdo.
Mamn. S8'S X 19'7 X 4'1 mm. (lig. 15, núm. 10.)
6. Hoja. Retoque a lternante, abrupto, bilateral formando doa escotad uras opues·
tal. Melado claro. 42'8 X 14'4 X 4'7 mm. (tig. lS, núm. 11.)
6. Hoj a. Retoque alternante, discontinuo, de uso, en el borde izquierdo. Lustre
en el borde izquierdo. Melado-gris, con c6rtex. 47'6 X lS'2 X 6'7 mm. (tig. 16, núm. 12.)
7. Boja. Retoque alternante, discontinuo, de UlIO, en el borde izquierdo. LWltn en
el borde izquierdo. Melado-gris. 46'1 X 13 X 3'1 mm. (tig. l S, núm. 18.)
8. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Blanco.
41'S X 18'7 X 3'7 mm. (fig. l S, núm. 14.)
9. F.'ragmento proximal de hoja. Truncadura distal hecha por retoque directo,
abrupto. Retoque direCto, oblicuo, invasor en ambos bordes y en la parte proximal.
Blanco y melado. 41 X 11 X 4 mm. (tig. l S, núm. lS.)
10. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Gri •.
S6'8 X 14'S X 3'9 mm. (fig. 16, núm. 16.)
11. Hoj a. Retoque directo, abrupto en el borde derecho. Alternante, abrupto, en
el borde izquierdo. Melado c1al'O. SO X 12'4 X S mm. (tig. 16, núm. 6.)
12. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, discontinuo, de UlIO, marginal, en el borde derecho. Gris, con c6rtex. 60'4 X 13'7 X 4'8 mm. (fig. 16, n(¡m. 2.)
1S. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto, e n parte proximal
izquierda. Melado. 49 X 23 X S mm. (lig. 16, núm. 3.)
14. Hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, en el borde derecho. Melado.
44'6 X 16'8 X S'4 mm. (fig. 16, núm. 4 .)
lli. Fragme nto dlatal de hoja. Retoques diacontinuOll, muy marginales, bilateralea.
Amarillo. 44'6 X lS'8 X 4'1 mm. (tig. 16, núm. 6.)
16. Hoja. Retoques muy marginales, diacontinuOll, bilatera les. Melado. 43'9 X
18'6 X 2'6 mm. (lig. 16, n(¡m. 6.)
17. Hoja. Retoque directo, abrupto, muy marginal, en el borde derecho. Gris.
88'8 X 14 X 4'2 mm. (tig. 16, J)úm. 7.)
18. Fragmento distal de hoja. Retoque alternante, abrupto en el borde izquierdo.
Directo, abrupto, en la parte diatal. Lustre en el borde izquierdo. Blanco. 88'6 X
17 X 3'3 mm. (tiB'. 16, nl1m. 8.)
19. Fragmento proximal de hoja. Retoque alternante, abrupto, bilateral. Gris.
32'S X 14 X S'2 mm. (lig. 16, núm. 9.)
20. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, discontinuo, muy marginal,
bilateral. Gris. 29 X 13'S X 2'4 mm. (lig. 16, núm. 10.)
21. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado.
2S'4 X lS'S X 2 mm. (fig. 16, núm. 11.)
22. Fragmento proJ:imal de hoja. Retoque de UIlO en el borde derecho, con lustre.
Melado. 83 X lS'2 X 3 mm.
23. Hoja irregular. Eseutadura hecha por retoque directo, abrupto en el borde
derecho. S2'S X 12 X S'S mm.
24. Fragmento proximal de hoja. Borde derecho denticulado por retoque directo,
abrupto. Jaspeado, con c6rtex. 2S'4 X 11'S X S'4 mm.
26. Fragmento proximal de boja. Retoque de uso en el borde derecho, con IWltre.
Melado. 24'7 X 12'6 X S'2 mm.
26. Fragmento proximal de hoja. Retoque de uso en el borde derecho. Melado.
24 X lS X 2'6 mm.
27. Fragmento proxi ma l de hoja. Retoque de uso en ei borde izquierdo. Melado.
22" X 14'8 X 4'7 mm.
28. Fragmento medial de hoja. Retoque de UlIO en uno de loa bordee, con luatte.
Melado. 16'2 X 17'2 X S'4 mm.
29. Fragmento medial de hoja. Retoque directo, muy marginal en uno de loa
bordes. Melado, con c6rtex. 16 X 16 X 3'8 mm.
30. Fragmento medial df' hoja. Retoque de uso en el borde izquierdo. Melado,
con c6rtu. lS'4 X lS'S X 3'8 mm.
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Fig. 16
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COVA DE L'OR
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31. Fragmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el borde de~ho.
Grill+negro. 16'6 X 10'5 X 2 mm.
32. Fl'agmento proximal de hoja. Retoque directo, abrupto en el boTde iUJuieTdo.
'Melado. 20 X 12'2 X 3'4 mm.
33. . 'l'agmento medial de hoja. Retoque directo, abrupto, bilateral, con escotadura
en uno de loa bordes. Melado. 22'3 X 12 X 3'6 mm.
34 . Fl'agmento proJl:imal de hoja. Retoque directo, abrupto, en el borde i:r;quierdo.
Retoque de 1.1110 e n el borde derecho. Melado. 16'5 X 12 X 3 mm.
35. Fl'agmento medial de hoja. Tl'uncadUl'a oblicua hecha por l'etoque directo,
abrupto. Melado. 21 '5 X 12'6 X 5'5 mm.
36. F ragmento d istal de hoja con truncadura convexa. Posible ll'ente de raspador.
Melado. 17'6 X 14 X 4'3 mm.
37-57 . Veintiuna hojas o fragmentos de hoja. Sin retocar. (lig. 16, núms. 15,
16, 17 Y 18.)
58. Hojita. Retoque alternante, abrupto, muy marginal, bilateral. Melado,
39 X 9 X 8 mm. (lig. 15, núm 17.)
59. Hojita. Retoque directo, abrupto, bilateral, con escotadura en parte proximal
izquierda. Melado. 41 '5 X 10 X 3 mm. (lig. 16, núm. l .)
60. Fragmento proximal de hojita. Retoque alternante, abrupto, discontinuo, biJateral. Melado. 26 X 10 X 8'8 mm. (fig. 16, núm. 12.)
6J. f'l'agmento dist..',1 de hojita. Retoques directo, discontinuo, muy marginal, bilatera l. Melado. 23 X 10'8 X 1'7 mm. (lig. 16, núm. 13. )
62. Fragmento irregular, eaquirla. Retoque alternante, discontinuo, muy marginal en un borde, con lusUe. Melado. 26 X 7 X 3 mm. (lig. 16, núm. 14.)
63. Hojita. Pequeña f'scotadU1'8 en el borde izquierdo hecha por retoque inverso,
abrupto, muy marginal. Melado 28'2 X 8 X 2 mm.
64 .
Fragmento proximal de hojita. Retoque de 1.180 en el borde h:quierdo, con
lustre. Melado. 22'3 X 10 X 2'3 mm.
65. Fragmento proximal de hojita. Retoque alterno, abrupto. Melado. 20 X
10 X 8'2 mm.
66. Fragmento proximal de hojita. Borde derecho denticulado por ntoque directo,
abrupto. Melado, con c6rtex. 21'6 X 10 X 3'4 mm.
67. F1'8gmento proximal de hojita. Retoque de 1.180 en el boTde derecho, con lustre.
Melado. 20'2 X 10'3 X 3 mm.
GS. Fragmento proximal de hojita. Truncadura distal hecb por l'etoque directo,
abrupto. ESOCItadura en la parte proximal derecha hecha por retoque direct.o, abrupto.
Melado. 20' 1 X 10'3 X S mm.
69. Fragmento medial de hojita. Retoque de uso. l\Ielado. 18'6 X 11 '8 X 2'6 mm.
70. Fragmento proximal de hojita. Escotadura en el borde izquierdo hecha por
retoque inverso, abrupto. Retoque muy marginal en el borde derecho. Melado.
18 X 10 X 2'5 mm.
71. Fragmento proxima l de hojita. Amplia escotadura en el borde derecho hecha
por retoque directo, abTllpto. Melado. 20'2 X 11'7 X 3 mm.
72. Fragmento medial de hojita. Borde denticulado por l'etoque directo, abrupto.
Melado. 21 X 8 X 3'8 mm.
73-146. Setenta y cuatro hojitas y lragmentos de hojita. Sin retocar. (fig. 16,
núm. 19 a 22 y fig. 17, núms. 1 a 16.)
147. Trapecio simétrico. Retoque directo, abrupto, bila\.eJ'al. Retoques muy mal'·
ginales en la base mayor. Melado. 27'3 X 11'6 X 2'4 mm. (ligo 14, nú m. 7.)
U 8. Trapecio simétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Marrón claro.
22 X 12'5 X 2'6 mm. (lig. 14, núm. 8.)
149. Trapecio rectángulo. Retoque alterno, abrupto. Melado claro. 21'7 X 15'7 X
2'4 mm. (fig. 14, núm. 9.)
160. Trapecio u imétric:o. Retoque directo, abrupto en el borde in/erior. Directo,
oblicuo, con algunos retoquea inversos, en el supel'ior . Melado. 20'5 X 11'8 X 2 mm.
(lig. 14, núm. 10.)
161. Trapecio asimétrico. Retoque directo, a brupto, bilateral. Borde s uperior parcialmento! sin retocar, roto por flexión. Gris. 22 X 14 X 2'8 mm. (lig. 14, núm. 11.)
152. Trapecio aimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 21'4 X
11 '2 X 3 mm. (lig. 14, núm. 12.)
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153. Trapecio simétrico. Retoque alterno, abrupto. Gris claro. 20 X 9'3 X 2'6 mm.
(tig. 14, núm. 13.)
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(T. N.)
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COVA DE L'OR
71
1M. Trapecio con un lado cóncavo. Retoque directo, abrupto, bilateral. Retoque
inverao, muy marginal, en la baile menor. Gria-melado. 19'8 X 10'S X 8'1 mm. (lig. 14,
numo 14.)
166. Trapecio aaimétrico. Retoque diftdo, abru pto, bilateral. Melado. 16'8 X
11'2 X 1'6 mm. (lig. 14, n6m. 16.)
166. Trapecio. Lado inferior, poIIiblemente c6ncavo, roto. Retoque alterno, abrupto. Gris. 26'S X 12 X 1'9 mm. (lig. 14, núm. 16.)
16'7. Trapecio asimétrico. Retoque bUacial, oblicuo, algo invaaor, bilateral. Melado, con c6rt.u. n X 16'2 X 3'8 nun.
168. Trapeeio aaimétrico con un lado cóncavo. Retoque alterno, abrupto. Melado.
18'8 X 14 X 3'6 mm.
169. Trapeeio aaimétrico. Retoque directo, abrupto, bilateral. Melado. 18'6 X
12'2 X 2 mm.
160. TriánguJo escaleno. Retoque directo, abrupto. Melado. 22'3 X 20 X 4 mm.
161. Segmento. Retoque directo, muy abrupto. Marrin. 30'. X 7'6 X 2'6 mm.
(lig. 14, numo 17.)
162. Segmento. Retoque dincto, abrupto. Gris claro. 22"1 X 10 X 2 mm. (fig. 16,
núm. 1.)
163. Segmento. Retoque directo, abrupto. Marr6n rojizo. 20 X 7"1 X 2'4 mm.
(lig. 16, núm. 2.)
164. Truncadura oblIcua hecha por retoque directo, abrupto. Marr6n-gris.
20 X 21'9 X 3'4 mm. (fig. 16, núm. 3.)
166. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bi!acial. Blanco. 82'3 X 15'6 X 4"1
mm. (lig. 16, numo 4.)
166. Punta de flecha. Retoque plano, cubriente, bilaclal. Melado claro. 66 X n X
'" mm. (lig. 16, n6.m. 6.)
167. Luca denticulada por retoque directo, abrupto. Melado. 19 X 15'8 X 7 mm.
(fig. 17, numo 19.)
168. Lasca laminar con golpe de buril Gria. 27'6 X 16 X 4"1 mm.
169. Nucleo. Cristal de roca. (fig. 17, numo 16.)
no. Núcleo. Melado. (fig. 1'7, num. 17.)
171. Nueleo. Gris rojizo. (lig. 17, numo 18.)
172-23'7. Sesenta y seis laaeas y esquirlas.
Piedm
1. Plaqueta aemicircular de arenisca. 87 X 41 X 7 mm. (fig. 17, núm. 20.)
2. Hacha de baaaJto. Muy eroaionada. Rota lOS X 66'6 X 28 mm. (flg. 18. )
3. Pereutor de baaalto. Roto. (lig. 17, numo 21.)
4. Cuenta dlacoidal de caliza. (fig. 19, n6.m. 9 y Um. XXVII.)
6. Fragmento de brazalete de pizalTa. (U.m. xxvn.)
H~.o
1-8. Ocho punzones de hueso, sobre metapodios de ovicápridos. (Lám. XXVI.)
9·21. Trece fragmentos de punzón.
22. Espátula de hueso con eñremidad en forma de bisel. Hecha sobre tibia de
ovicáprido. (flg. 19, núm, 1 y LAm. XXVI.)
23-24. Doa fragmentos de caña de hueso, pulidos, huecos. (flg. 19, núm. 3 y
LAm. XXVI.)
26. Fragmento de hueso de seeci6n curva con gran perloraci6n e Inicio de otra.
(fig. 19, n6m. 4 y LAm. LXVII.)
26-29. Cuatro anillos y fragmentos de anillo con huellas de ocre. (fig. 19, núm. 6
y u.m. XXVI.)
30. Caña de hueso con profundas incisionea transversales destinadas a la obten·
ci6n de anillos. (lig. 19, núm. 2 y LAm. XXVI.)
81·32. Dos esquirlas aguzadas.
33. Fragmento de caña de bueso, parcialmente pulido.
34. Disco de hueso.
36. Gran fragmento de cafia de hueso largo, aguzado.
36. Fragmento de ead.pula de Cervus elaphua con prolundas inciaiones indicativas
del tallado del hueso.
87. Cuenta de collar sobre vértebra de pez, pulida. (fig. 19, núm. 8 y u.m. XXVII.)
38-39. Dos incisivos de carnlvoro con perforación. (LAm. XXVII.)
[page-n-74]
72
BERNARDO !ttARTI
Corn:ha
1-8. Tres Cardium, uno con perforaci6n en el natls.
4. Pequeño Cardium, muy pulido. (fig. 19, núm, 10 y Lám. XXVII.)
6-9. Cinco PectunculUII. Dos con perforación en el natia.
10-39. Treinta Columbella, la mayor parte perforada•.
4044. Cinco Cypraea perforadas.
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(T. N.)
46. Pequeño Coma con perforación en la parte superior.
46-47. Dos Littorins con perforación.
48. Fragmento de Pecten.
49-57. Nueve cuantas de collar obtenidas a partir de la parte superior de pequeños
Conus, con perforación central.
58-65. Ocho anillos ootenldoa a partir de grandea Conua. Conservan restoa de
ocre en la superficie interior (fig. 19, núm. 11 '1 L'm. XXVII.)
66. Fragmento de concha. Probable anillo en curso de fabricaci6n.
67-68. Dos fragment08 de concha.
69. Varias cuentas de collar de torma ovalada, con perforaci6n bic6nica "'Y
abultamiento en la parte interior. (tig. 19, n(¡m. 7 '1 L'm. XXVII.)
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Fig. 19
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(T. N.)
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[page-n-76]
"Vano,
BERNARDO M,utTt
Nódulo de cuarzo ferruginoso.
Cristal de pirita de hierro limonitizada en superficie.
S. Nódulo de galena rodada con alterad 6n superficial.
4-6. Tres can1.os rodados.
1.
2.
Fau.na
Un fragmento de huelO córneo de eáprido.
Tres fragmento. de asta de cérvido.
Un premolar de cérvido.
VariO!! fragmentos de colmillo de Sua sero!• .
Un incisivo de Su. acrota.
Un molar de bóvido.
Un incisivo de bóvido.
Un fragmento del metacarpo lateral atrofiado de
~uido.
4.-MATERIALES CERAMICOS.
Tal como ya se ha indicado, la importante colección de la Cova de rOr
depositada en el Museo de Alcoy debe su origen a las exploraciones realizadas por V. Pascual en los años inmediatamente anteriores al inicio
de las campañas de excavación. Estos primeros materiales, al igual que
los que hemos agrupado anteriormente bajo la denominación de Viejos
Fondos, fueron dados a conocer por Vieedo (88). Un segundo lote important~ es el formado por los materiales recogidos en superficie, a 1
0
largo de los últimos años, por V. Pascual y J. María Segura. Por
último, una parte igualmente importante debe proceder de 10 que hemos
denominado Prospección 1967-68, de la que no se conserva ninguna
referencia a los materiales cerámicos.
En todos los casos faltan por completo indicaciones sobre localización
de los hallazgos o, en el caso de la mencionada prospección, sobre su
posición estratigráfica.
Por ello, y a la espera de la próxima publicación pormenorizada de
las campafias de excavación, tan sólo ofrecemos aquí una selección de los
materiales cerá.micos del Museo de Alcoy, en especial de los fragmentos
decorados y de aquellos que permiten una reconstrucción de la forma,
junto a los vasos enteros. No debe olvidarse, sin embargo, que, dada la
gran riqueza de la Cova de rOr, no se agota con esta selección su ti~
logia cer8.mica. Por otra parte, el número de fragmentos sin decoración
que supondrfan una mayoría absoluta en un ¡nven tario pormenorizado,
queda reducido aquí a los escasos ejemplares que permiten una reconstrucción de formas.
Entre los trabajos en curso de elaboración sobre la Cova de l'Or,
(88)
VISEDO MOLTO, op. cit. nota 86.
[page-n-77]
COVA DE L'OR
75
María Dolores Gallart, bajo la dirección del Dr. don J. Alonso, ha efectuado análisis mineralójJ"icos de fragmentos de cerámica empleando las
técnicas de la difractometría de rayos X, microscopía electrónica y el
microscopio binocular, con el fin de poder conocer la tecnología cerámica
del yacimiento. Desde e~tas líneas agradecemos a ambos investigadores
la información facilitada sobre estos trabajos, de los que damos a continuación UII breve resumen .
En la cerámica estudiada se han distinguido unas caracteristicas
generales. Como desengrasante predomina la calcita en aquellos fragmentos que tienen una superficie tratada de una manera tosca, alisada
e incluso con arañado consecuencia de la presencia de cristales, más o
menos grandes, en la superfici~ de la vasija. Este tipo de cerámica corresponde a formas generalmente lisas pero también son frecuentes
las formas con decoración incisa y, en algunos casos, fragmentos con asa
de pezón y decoración de cordones con incisiones, ungulaciones y digitaciones.
Otro tipo de desengrasante observado es el cuarzo, pero su presencia,
en los fragmentos cerámicos que lo contienen, está en menor proporción
que aquellos que tienen como desengrasante la calcita. Aquí predominan
las formas con decoración c31'dial e impresión de natis. El tratamiento
de la superficie de las vasijas está más cuidado y se presenta bruñido,
frecuentemente con brillo. En este tipo de cerámica se puede hacer una
distinción entre una clase de pasta cerámica basta que se rompe con
bastante fac.ilidad y es porosa, y otra clase menos porosa y más compacta
que se rompe con mayor dificultad. Dentro del primer grupo hay formas
de cerámica con decoración de incisiones, fragmen tos con decoración de
cordón con ungulaciones, un buen número de asas, aunque predomina la
decoración cardial. Dentro del segundo grupo hay un predominio claro
de los fragmentos lisos y los decorados con impresiones cardiales, mientras que los fragmentos con cordón liso o con incisiones, asi como los
fragmentos con decoración incisa, están muy escasamente represen tados.
En general, el bruñido cuidado de la superficie afecta tanto a la parte
externa como a la interna.
En cuanto a la coloración de la pasta va de los tonos grisáceos a los
rojizos, pasando por todas las fases intermedias de pardos. Además
también hay pastas negras. Con frecuencia hay una combinación de los
tonos pardo-rojizos y el negro, formando éste el corazón del fragmento
cerámico.
La descripción de los materiales que presentamos a continuación sigue
el orden de las láminas. Todos los dibujos son a la mitad de su tamaño
natural, excepto las láminas XIV y XVII.
[page-n-78]
76
BERNARDO MAKTI
LAMINA 1
Fragmentos de cerámica atípicos con decoraciones varias.
1. F ragmento de cerámica ibérica pintada que representa la parte posterior de
u n pel:. Igualmente se encontraron en su perlicie algunos fragmentos de cerámica
ibérica sin decoración (89).
2. F ragmento de cerámiea con deeoraei6n gralita. Este fragmento fue interpretado como un posible graf ito Ibér ico (90) aunque, tanto por la dificultad de la interpretación como por las caract.erlaticas de la cerámica, heeha n mano y de superficies
bruñidas, nos parece poco probable.
3, 4, 5 y 6. Cuatro fragmentos correspondientes al cuerpo, con posibles resto.!!
de pintur a. El niim. 4 presenta dos lineas paralelas y, el núm. 5, una. Los fragmentos
núms. 3 y 6 son más dudosos; en el núm. 3, las posibles huellas de pint ura cor responden a la parte interior de la vasija.
Las car acterlsticaa de estoa fragmentos, paredes gruesas, pastas porosas y superficiea poco cuidadas, recueroan a laa cerámicas del Bronce Valenciano y au problemática se relaciona CQn laa de otros yacimie ntos como las de la Cova del Montgó (91).
7. Fragmento con decoración incisa que f orma lineas de dientea de aier ra.
8. Fragmento decora do con dos bandas de lineas incisas horizontalea; las lineas
exteriores de ambas bandas, mis la inter media de la inferior, presentan pequeñas
impreaiones transversales de Instrumento.
9. Fragmento CQn decoración de lineas impresas por instrument o. Forma un
motivo d~orativo de doble espiga vertical limitado por dos lineas paralelas. Con
respecto a esta decoración, que luego veremos repetirse con d istintas variaciones,
hay que observar que son decoraciones impresas no cardiales, obtenidas por la aplicación de u n instr umento de ntado como un peine, una gradina u otro, de los <
Iue se
conocen algunos en la Cova de 1'01' romo la espátula con borde dentado a la que ya
hemos heeho referencia (92).
10. Fragmento decorado por incisiones cortas y prof undas que forman bandas de
lineas discontinuas, verticalea y horizontales.
11. Pequeño fragmento con decoración acanalada.
12. Fragmento con decor ación peinada.
(89) M. GI L-MASCARELL: «Sobre las cuevas ibéricaa del Pala Valencian().
Materialea y problemaa.» P apelea del Laboratorio de Arqueologia, 11, Valencia, 1975,
pAgo 296 y fig. 1 (pág. 295) .
(90) J. F AUS: «Grafitoa sobre cedmica de la Cova de 1'01'. Beniarres.» Ciudad,
Alcoy, 19 de septiembre de 1972.
(91) SAN VALERO, op. cit. nota 19, págs. 100-101 y fig. 4 (pág. 104).
A. M.O SALVA: «Material cerámico de la Cueva del Montgó (J ávea) en la provincia de Alicante.» I X Congreso Nacional de Arqueología, (Valladolid, 1965), Zaragoza, 1966, pága. 92-99.
J . M." SOLER: «ViJlena (Alicante). Poblado de las Peñicas.n Noticiario Arqueológico Hispánico, 1, Madrid, 1958, págs. 45-47.
M. TARRADELL: «Les Roques del Mas de Mirón en «La Cultura del Bronce
Valenciano. Nuevo ensayo de aproximación.» Papeles del Laboratorio de Arqueología, 6, Valencia, 1969, págs. 18-19.
J. APARICIO: «Estudio económico y social de la Edad de l Bronce Valenciano.u
Publicaciones del Ar chivo Municipal, Estudios Monográficos, 8, Valencia, 1976,
pág. 162.
(92) Véase fig. 6, núm. 2
Un instrumento similar procedente igualmente de la Cova de ]'Or y al que se le
atribuye la misma función, en D. FLETCH ER: «Museo de Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia.)} Publicaciones del Circulo de Bellas Artea, Valencia,
1974, pág. 78.
Otra pieza semejante en A. M.' VICENT Y A. M.' MU~OZ, op. cit. nota 69, núm.
de inventario: 592, pág. 70 Y fig. 30.
[page-n-79]
<::OVA DE L'OR
77
13. Fragmento decorado con peque ñas impresiones semieireulares. Presenta parte
de una perforación de lañado en uno en sus bordes.
14. Fragmento eon lkeoraeión impresa de i nstrumento. Se observa una dispotlidón de bandas horizontales limitadas, en la parte inferior, por otras bandas dispuestas
en semianillo y limitadal por pequeñas líneal oblfeual rematadas con imprelione.!!
circula~s de mayor tamaño.
16. Fragmento decorado por líneas de impresiones de instrume nto que forman
bandas paralelas hori:r.ontales. Intercalada en la banda superior, y en la parte infer ior de la milma, se dilponen dos series de pequeñas lineas obllcual.
LA.MINA 11
Fragmentos de borde decorados con cordones.
1. Fragmento de borde. Presenta cuatro cordones, dos hori:r.ontalel y dos verticales, decorados con ungulaciones.
2. Fragmento de Lorde. Labio ondulado por amplias impresiones, poeo profundas.
En la :r.ona de unión con el cuerpo del vaso presenta un cord6n horizontal con digitaciones.
3. Fragmento de borde. Presenta un cordón horizontal decorado por incisiones
verticales poco profundas.
4 Fragmento de borde con dos cordonel horizontalel, cOntlguOll, decoradOll con
digitlcionea.
5. Fragme nto de borde. Presenta tres cordones horizontalel, paralelol, decoradOll
con digitacionel.
6 Fragmento de borde. Presenta dos cordones hori zo nta lee, paralelOll, decorado.
con ungulacionel.
7. Fragmento de borde decorado por un cord6n muy irregular, horizontal, con
digitaciones.
8. Fragmento de borde. Presenta el labio vuelto redondeado, decorado con ungulaciones.
9. Fragmento de borde_ Labio exvasado y sinu08O. Presenta también dOI cordones
11101, uno horizontal y otro vertical.
10. Fl"agmento de borde con el labio dentado por inciliones tranlversales. Pnsenta
un contón horizontal decorado con ungulaciones.
11. Fl"agmento de borde. Labio dentado por incisionel poco profundu y cordón
horizontal, sobn el cuerpo, decorado con incisiones.
LAMINA. 1lI
Fragmentos decorados con cordones, incisiones e impresiones no
cardiales.
l . Fragmento de borde y cuerpo. Decoraci6n formada por un cordón liso hori2:ontal y lineas Incls8.8, quebradas y pa ralelal entre si, que fonnan series horizontales
por debajo del cordón.
2. Fragmento de bonIe. Labio dentado por finas incisiones. Pnsenta un cordón
horizontal con digitaciones Y. por debajo de él, series de lineas incisal que son vertlcalel en la parte superior y fonnan Angulos en la parte inferior.
3. Fragmento de borde. Pnsenta un cord6n horizontal con digitaciones y decoración de lineas InciSa!I en series oblicuas Que, por debajo de l cord6n, forman Angulos.
4. Fragmento de borde. Labio exvasado con una 80breelevación que, en e l conjunto
de la pien, originarla un labio sinuoso, decorado eon incisiones transversales. Sobre
el cuerpo, decoraci6n de lI~as inciu.s horizontales f1anquedas por triAngulos en la
parte superior y lineas oblicuas en la inferior.
6. Fragmento de borde. Presenta dos cordones horiwntalel muy planOll Y decoración de lineas incisas profundas que forman series de dientes de sierra horizontales.
En su parte derecha se observan dos perforaciones de lañado.
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7.
BERNARDO MAaTI
6. Fragmento de borde. Decorado en 8U parte luperia r por dos series de lineas
¡nciau, poco profundas, que forman un motivo de espiga hori:wntal, limitado en su
parte inferior por otra IiDea incisa.
7. Fragmento de borde. Labio con profundas ¡nciaionel.
8. Fragmento de borde. Decorado por lineas incisaa horizontales de 1al que tu
dos extremas presentan cortas y profundas impresiones tranaveraalel ¡ en 8U parte
Inferior, decoraci6n de triingulos rellenoa de ¡neillones,
9. Fragmento de borde. Aunque el perfil no !lea aemejante y 1610 Be observe
ligeramente 10 que pudiera corresponder a l cord6n inferior, debe pertenecer al
mismo vaso que el fragmento número 5.
10, Fragmento de borde. Presenta el labio dentado por ¡nciaionea profundas.
Decorado por tres series de líneas incisas profundas y cortas, oblicuas, que forman
un motivo en zig-zag.
11. Fragmento de borde. Decorado por IIneaa impresaa de instrumento, obUcuas
y cortas en la parte superior, horizontales en la parte inferior. Presenta dos perforadones rotas de lañado, una en cada extremo del fragmento.
12. Fragmento de borde. Decorado por Uneaa impresas de instrumento. Presenta
una banda horizontal rellena de lineas oblfcuas y parte de otra. En la parte superior,
decoraci6n de triángulos rellenos de impresiones.
13. Fragmento de borde. Decoraci6n formada por Uneas impresas de instrumento
que dan un motivo de espiga vertical, limitada por impresiones circulares.
14.. Fragmento de borde. Deeoraci6n impresa de instrument.o. Presenta lineas
horbontales limitadas en la parte superior e inferior, por pequeñas lineas oblicuas.
Intercalada entre las Uneaa horbontales, una serie de lineas oblicuas formando ángulo.
~ observan incrustaciones blancas en la decoraci6n.
16. Fragment.o de borde. Labio oon inciaiones transversales y decoraci6n de lineas
Impresas horbontales con una serie de pequeliaa lineas oblIcuaa Intercalada. De las
líneas horizontalea, las dos extremas presentan impreaionea tranaversalea cortaa y
profundaa.
16. Fragmento de cuerpo con asa. Deeoraci6n de lineas impresas formando seriea
horizontalea '/ oblicuas, y triángulos alargados en la parte Inferior. La decoraci6n
se extiende por la superficie del cuerpo y del asa.
LAMINA IV
Diversos tipos de asas.
l . Fragmento de borde. Asa de cinta vertical que arranca junto al labio, con
apéndice alto.
2. Fragmento de cuerpo. Asa de cinta vertical con apéndice alt.o. Desde los bordes
del asa parten cuatro cordones lateralea decoradoa con ungulacionel; los bordes del
asa eatAn, igualmente, decorados con ungulaciones.
3. Fragmento de cuerpo con asa doble. Sobre el cuerpo se observa un cord6n
horizontal, muy plano, decorado con digitaciones.
4. Fragment.o de cuerpo con aaa de cinta vertical. El asa presenta una elevaci6n
central que se prolonga por 8U parte inferior formando un apéndice en forma de
mamel6n. De 108 extremos 8uperiores del asa anancan aendOI cordones decorados
con digitaciones. La parte inferior del asa, el apéndice '/ el cuerpo del vaso presentan
decoracl6n impresa cardia!.
6. Fragment.o de borde. Asa de túnel vertical.
6. Fragmento de borde. Aaa de túnel vertical.
7 y 8. Dos fragmento. de borde con asa de túnel vertical, pertenecientes al mismo
VUG. En loa ladoa del asa, sobre el cuerpo, decoraci6n de lineas impresas por inatrument.o, vertica1ea.
LAMINA V
Diversos tipos de asas y mamelones.
1. Fragmento de borde. Inicio de asa de cinta horizontal con dos pequeños
mamelones laterales. El cuerpo presenta decoraci6n de Unea impresas qus forman
[page-n-81]
COVA DE L'OR
79
leriel horizontalel limitadu, en IU parte inferior, por semianillos. En la parte
exterior de estos, pequeñas IIneu rematadas por impresiones circulares. En el mamel6n izquierdo le observan r estos de ocre.
2. Fragmento de borde. Pequeña asa de cinta horizontal de cuyos ladol parte
un cord6n decorado con digitaciones.
3. Fragmento de borde. Asa en forma de mamelón alargado verticalmente con
perforación transverul.
4. Fragmento de borde. AJa de cinta vertical.
5. Fragmento de cuerpo. Asa de cinta horizontal.
6. Fragmento de borde. Preaenta un mamelón que se r.rolonga horizontalmente
en un cord6n decorado con digitaciones; éstas se extienden, gualmente, por la superficie del mamelón.
7. Fragmento de borde. Presenta un mamel6n con r.erviaciones lateralel. Sobre
el cuerpo, decoración impresa cardial, muy irregular.
8. Fragmento de borde con labio sobreelevado. Pl'e3Cnta un mamel6n del que
parten lineal incisas poco profundas.
9. Fragmento de borde. Mamelón.
10. Fragmento de borde. Mamelón alargado horizontalmente que se prolongn lateralmente en un cord6n decorado con digitaciones. En su parte inferior se observan
lineas oblicuas de imprelionea.
11. Fragmento de borde. Inicio de mamelón, roto.
12. Fragmento de cuerpo. Mamel6n alargado horizontalmente y decorado con
profundas inciliones transveraalell.
LA.MINA. VI
Fragmentos de borde y asas con decoración impresa cardial.
l. Fragmento de borde. Decoraci6n impresa cardial formada por lineas verticales
que limitan amplias bandas rellenas de impresione.. En su parte izquierda presenta
una perforación de laiiado.
2. Fragmento de borde. Decoraci6n impresa cardial de Uneas horizontales Jimitadu, en su parte inferior, por otras Jineu que forman dos aemianilloa concéntrico.
aeparadoa por pequeñas lineas oblicuas rematadu COn impresiones de natis.
3. Fragmento de borde. Decoración impresa cardial formando Uneas oblicuas
junto al labio, y series horizontales en forma de dientes de sierra.
4. Fragmento de borde. Cord6n horizontal Con digitacionu; por debajo de él,
decoración impresa cardial que forma dos amplias bandas horizontales, la superior
de lineas oblicuas y la inferior con disposici6n angular, terminadal ambas en Impresiones de natía.
5. Fragmento de borde con asa anular vertical. Decoraci6n impresa cardial formando un motivo de espiga vertical. Las lineas eltán formadas por impresi6n doble.
6. Fragmento de borde. Cord6n horizontal con incisiones profundas. Decoración
impresa cardial formando series obllcuu de dientes de sierra.
7. Fragmento de cuerpo con asa de cinta vertical. Decoración impresa cardial
de lineas horizontales sobre la superficie del asa, y de lineas oblicuu sobre el cuerpo
del vaso, a los lados del asa; por ciebajo de ella, decoraci6n de al'l'astre cardia!.
8. Fragmento de cuerpo con asa anular horizontal. Decoraci6n impresa cardial
en forma de dientes de sierras sobre la superficie del asa; sobre el cuerpo del vaso,
series de lineas en ángulo.
9. Fragmento de cuerpo con asa en forma de mamel6n alargado con perforaci6n
transversal. Presenta decoraci6n impresa cardial que forma lineas horizontalu sobre
la superfkie del asa y series de Uneas horizontales y verticales sobre el cuerpo del vaso.
10. Fragmento de cuerpo con aJa de cinta verticsl. E l asa' presenta decoraci6n
impresa eardial con un motivo central de espiga flanqueado por sendas bandas de
pequeñas lineaR horizontales dispuestas sobre los dos bordes del asa.
[page-n-82]
80
BERNARDO MARTf
LAMINA VII
l . Fragmento de vaso globular u ovoide con cuello ~to. Presenta decoración
inc::laa e impreaa e.rdia!. J.as lineas incisas fonnan una banda hori wntal en la parte
superior del c:uello de donde parten series verticales de lineas impresas cardiales. A los
ladoa de éstas se dis ponen pequeñas Uneas impresas, oblScuaa, tenninadaa con impl'e'sione. de natia.
Z. Fragmento de borde y cuerpo. Presenta el labio plano, dentado por inelaiones
tranaveraales. Decorad6n de lineas incisaa que fOTman bandas horizontales limitadas
por lineas incisas con pequeñaa impresiones perpendiculares.
3. Fragmento de borde y cuerpo. Deeorado por do. cordones verticales oon digi·
tacionea.
LAMINA Vfl1
l . Base y parte inferior del cuerpo de un vaso globular. Decoración impresa
cantial que lorma motivOlJ de dienteB de aierra, en toda la luperflcle.
2. Fragmento de base plana. Presenta impresiones concéntricas en forma de
sureos. Posiblemente Impresiones de ceBterla.
3. Fragmento de base plana. La zona de unión con el cuerpo del vaao está
decorada por una Unea impresa eard.lal y otra, Inferior, de impresiones de naUs.
4. Base aplanada. En la zona de unión oon el cuerpo presenta decoraci6n impresa
cardial formada por dos lineas hori:z:ontales de imprelionel, flanqueadas por sendas
bandas de pequeñas lineas vertieales que terminan oon impresiones de natis.
LA.MINA IX
1. Fragmento de vaso globular con cuello reentrante de paredel rectas. Au. en
torma de pequeña cazoleta hori:z:ontal con perforaci6n central.
2. Fragmento de vaso globular. Presenta u na amplia asa de cinta hori:z:ontal,
ligeramente aobreelevada.
LAMINA X
l . Cuenco hemiealérioo con inicio de asa aobreelevada que parte del labio.
2. Cuenco en forma de casquete esférico con inicio de asa sobreelevada que parte
del borde '1 presenta dos nenatuBs en su parte interior.
LAMINA XI
1. Cuenco globular de paredes reentrantes con inicio de asa de cinta horizontal.
2. Cuenco hemiestérico con inicio de asa anular hori zontal y pequef'io mamelón
diametralmente opuesto.
LAMINA XII
t . Peque ño vaso globular con cuello recto. Posee dos asas anulares uimétricas.
N6m. Inve ntario : 1.976.
't Cuenco hemiestérico. Reconstruido en 8U mayor parte. Núm. l nventario: 1.971.
J. Cuenco globular con cuatro mamelones simétricos junto al borde. Reconstruido
,¡proximadamente en su lnitad. Núm. Inventario : 1.971.
[page-n-83]
roYA DE L'DR
81
LAMINA XIII
l. Jarra globular con cuello recto. Presenta un asa-pitorro, rota, con una
perforaci6n vertical en el puente del asa. En la parte opuesta tiene un asa anular
borlzontal. Este vaso se encontró relleno de polvo de ocre que se conserva en el Museo
ce Aleo)', en la cantidad de 1.750 gr. A él deben referirse las observaciones hechas
OlOr Vil!edo: cUno de los vasos Ii_ apareci6 lleno de pintura de un rojo Intenso
,almagra), sin duda para la decoraci6n de la cerámica» (93). Núm. Inventario: 1.890.
't Vaso globular eon cuello recto, corto. Presenta dos asas de túnel verticales,
!lImetricas. Núm. Inventario : 2.055.
LAMINA XIV
1. Gran vaso de forma ovoide, cuello recto muy ligeramente exvasado y fondo
puntiagudo. Posee dos asas anulares, verticales, simétricas. Este vaso fue objeto de
"tencl6n por parte de L10bregat que estudi6 sus poaibles paralelos (94) . Núm. Invenbrlo: 2.056.
LAMINA XV
1. Fragmento de vaso globular con pequeña asa de cinta vertical. Núm. Inventario: 1.972.
2. Vaso alargado de paredes rectas y fondo curvo, con dos asu anulares verticales, simétricas. El labio aparece decorado, en su parte eJ:tema, con pequefi81 Impreaiones circulares. La !luperficle de l vaso ofrece huellas de alisado que pueden
considerarse como decoraci6n peinada irregular.
LAMINA XVI
1. Fragmento de borde y cuerpo de gran vaso. Decorado por un cord6n hori~ontal
con digitaclones
2. Fragmento de borde y cuerpo de gran vaso. El labio presenta una sobreelevaci6n e n la vertical de un gran mamel6n rectangular dispuesto horizontalmente sobre
la superficie del vaso. Del mamel6n parten dos pares de cordones decoraóoa con
ungulaciones dobles.
LAMINA XV/J
l . Parte superior de vaso de paredes rectas, divergentes, con borde ligeramente
reentrante. Posee un asa ,le cinta vertical y un cord6n horizontal decorado con digitaclones, junto al borde. Sobre la superficie del vaso, decoraci6n impresa cardial formando series de dientes de sierra horizontales. La superficie del asa estA igualmente
decorada por impresiones c-ardiales. Núm. Inventario: 1.961.
2. Fragmento de vaso de paredes reentrantes. Junto al borde conserva el inicio
de un mamel6n del que parte un cord6n horizontal decorado con digitaciones. Cubriendo
toda la superficie del fragmento, decoracl6n impresa eardial formando series horizontales de dientes de sierra.
(93)
(94)
lJ
VISE DO MOLTO, op. cito nota 86, pág. 69.
LLOBREGAT : cDel fin de l Neolltico...ll, op. cit. nota 61.
[page-n-84]
82
BERNARDO MARTI
LAMINA XVlII
l . Fragmento de borde con asa de cinta horilrontal IObnelevada. La superCicie
del asa pl'1!senta una d~oraci6n realizada mediante el arrastre del borde de una
concha: raspado o arraat.re urdía!'
2. Fragmento de vaBO dp. fOTllla apl'Oximadamente tro nc0e6nica, con un asa de
cinta horilOntat IIObreelevada. Posee una rica decoraci6n impresa cardia¡ que forma
un motivo de espiga sobre la superficie del asa; IIOb,., el cuerpo se observa una amplia
banda horizontal con impresiones horizontales y verticales, a la altura del asa. Por
debajo de ella, presenta una amplia banda vertical rellena de impresiones con arrastre
del bonl~ de la concha. Limitando la zona decorada, una linea vertical y otra horizontal de impresiones de natis.
S. Fragmento de borde y cuerpo de un vaso globular, con un asa de túnel horizontal. Decoración impresa cardial que cubre la superficie del cuerpo y los inicios
del asa. La superficie de ésta apsrece delimitada por lineas de impresiones, de las
que las verticales son dobles. La deeora<:i6n ha !ido obtenida mediante la impresión
y arrastre del borde de una concha.
LAMINA XIX
1. Fragmento de cuenco. Decoración imprua cardial. Presenta dOll bandaa horiwntales, delimitadas por lineas horizontales y rellenas de im presiones verticales, con
Impresionee de natis en la parte superior de las dOl. De la inferior parten IIneaa de
impresiones que forman semianillos lintitadOll exteriormente por impresiones de natis.
2. Fragmento de cuenco con el labio ligeramente exvasado. Posee una serie de
pequefi04 mamelones alargados, junto al borde, aunque no parecen extenderse por
todo el perimetro del vaso. Presenta decoración impresa carolal formando bandas
verticales en forma de espiga, Iintitadas en su parte inferior por Impresiones de naUa.
LAMINA XX
l . Fragmento de cuenco con base plana. Decoración impresa cardla!. Junto al
labio presenta una serie de lineas impresaa en ingulo, lintitada por una Unea de
impreaionea de natia. Por debajo de ella, cuatro lineas horbontales de impre!iones y,
ocupando la mayor parte de la superficie del vaso, semiclrculos formados por lineas
de impresiones concéntricas rodeados de impresiones de natie. De eate mismo vaso se
conservan también algunos fragmentos más en el Museo de Alcoy. Núm. Inventario: 1.962.
2. Fragmento de cuenco globular con un mamelón alargado verticalmente. Deeoración impresa caroial. En la parte superior presenta una Unea de impresiones de
natis de las que parten pequeñas lineas verticales limitadas, en su parte inIerior,
r cuatro IInesa horizontales de impresiones dobles. Por debajo de ellas, y ocupando
a mayor parte del cuerpo, series de lineas verticales que forman amplias bandas,
cortas y largas, terminadas con impresiones de natls. En la vertical del mamel6n,
las lineas tienen una dispoSición angular y están limitadas por pequeiíal lineas
verticales terminadas con impresiones de natis.
r.
LAMINA XXI
1. Pequeño vaso globular con cuello recto. Posee dOll asas anulares horizontales,
asimétrica&. Decoración Impresa cardial formand o series de IIneaa verticales en la
parte superior del vaso¡ horizontales a la altura de las alas y sobre ellas¡ y en forma
de semianillo, por debajo de ellas.
2. Pequeño vaso globular con cuello. Posee dos asas en forma de mamelón con
perloración vertical, asimétricas. Decoración impresa de instrumento formada por
bandas horizontales Iintitadas, en su parte inIerior, por triingulol. Reconstruido en
parte. Núm. Inventario: 1.977.
[page-n-85]
CUVA DE L'OR
83
8. Fragmento de vaso globular con doe asas anulare. horizontales, aaimétrica•.
De
superficie Inte rior.
LAlIlINA XXII
1. J arra globular con cuello recto, corto, ligeramente reentrante. Amplia u& de
cinta vertical y mamelón redondo en la parte opuesta. Junto al arra nque . uperior
del asa presenta una perforación circular con nborde exento. De
angular en la vertical del mamelón; en 5U parte inferior, pequeñas lineas verticalea
termInadas con impreaiones de natis ; a BUS lados, motivo de espiga vertical. Sobre
el asa y su prolongación, lineas verticales de impresiones flanqueadas por lineal
oblicuas terminad" con impresiones de natis.
2. Jarra con asa anular vertical, sobreelevada. Pequeño mamelón diametralmente
opuesto a l asa a cuyOll lados .se extiende un cordón decorado con ungulaciones. Decoración impresa cardial sobre el cuerpo del vaso f ormando series de dientes de .ierra.
Reconstruido en par«!.
LAMINfl XXlll
l. Jarra de f orma ovoide alargada. Asa anular vertical con apéndice alto y
mamelón redondeado en la parte opuesta. Decoración Impresa cardial sobre el asa
y gran parte del vaso, excepto la base. Las lineas de impl'eslones horizontales se
disponen en bandas verticales que aparecen limitadas, en la parte inferior, por cortas
lineas verticales rematadas con impresiones de natis.
2. Pequeño tonelete oon cuello reentrante y amplia boca. Lleva dOl! ...s anulares
horizontales en uno de BUS la dOl!. Presenta una rica decoración impreaa cardial, con
Impl'ealones dobles e impresiones de natis, que se enienden por el cuerpo y la base.
La decorsción presenta incrustaciones blancas y su interior está teñido de ocre.
LAlItlNA. XXIV
l. Jarra globular con cuello l'eCto ligeramente exvasado. Ancha asa de cinta
vertical y mamelón alargado en la parte opuesta. Decoración Impresa cardial que
forma lleries verticalea con disposición angular a ambos lados del asa y en su parte
opuesta, esto es, en la vertical y a ambos lados del mamelón. Entre ellas se extienden
dOll amplias bandas de lmpreeiones formadas por lineas horizontales y por seriea
de lineas oblicuas, la inferior de las cuales termina con Impresiones de natis. Núm.
Inventario: 1.976.
FIGURA 10
1.
2.
8.
,.
ment.e
6.
Fragmento de cuenco hemiesférico de pared reentrant.e.
Cucha rón con inicio de mango, roto.
Fragmento de cucharón con inicio de mango.
Fragmento de cuenco hemiesférico. Posee dos mameloRe' alargados verticalentre los que hay una perforación.
Fragmento de cuenco con base plana y labio exvasado.
[page-n-86]
-
: . '. '.:
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. - ,"
[page-n-87]
v
MATERIALES RECOGIDOS POR ANTONIO SANCHO SANTA MARIA
En una de sus visitas a esta cueva, A. Sancho pudo observar cómo un
pequeño grupo de jóvenes se encontraba realizando diversos trabajos
en una zona del yacimiento que puede coincidir aproximadamente con la
que nosotros hemos atribuido a la denominada .Prospección 1967-68».
En aquella ocasión fueron recogidos por él, en la superficie del yacimiento, pero con toda probabilidad provenientes de la excavación de dicha
zona por los jóvenes citados, los fragmento s cerámicos cuyo inventario
ofrecemos aquí. Dichos materiales fueron depositados por A. Sancho en
el Museo de Prehistoria del S. 1. P. de Valencia.
1. Parte superior de cuenco globular con el labio Ii¡erament.e e:nrasado. Presenta
decorac:i6n Impn8a canUal formando bandas hori:wntalea y verticales. La pasta es
negra, sin desgrasante apreciable. Ambas superficies presentan un intenso bruñido,
la exterior de tonalidad marrón oscura y la interior negra.
2. Parte superior de cuenco globular. Decoración impresa cardial que forma una
amplia banda horizontaJ, limitada en 8U parte inferior por lineas obl.lcuas r ematadas
con impresiones del natía. De la banda horizontal se desprende otra vertical limitada
igualmente por impresiones de natis. Pasta negra &in deagrasante apreciable. Super(icies poco bruñidas, de tonalidad marrón y gris.
3. lo' ragmento de borde correspondiente a un cuenco globular. Decoración impresa
cardíal formada por series de lineas de impresiones dobles, limitadas en su parte
[page-n-88]
86
BERNARDO MARTl
inferior por otra. oblicuas rematadas con impresiones de natia. Pasta negra sin desgraaante apreciable. Superficies bruñidas de color gria.
4-8. Cinco fragmentos correspondientes al cuerpo del mismo vaso, con i nicio de
ua. Rica decoraci6n impt'e3a cardial de lineas horizontalea fla nqueadas por lineas
de impreaionel dobles, verticales, terminadas en impnalonea de naUs. Pasta negra,
ain de.gnsante apreciable. Superficies bruñidas, tonalidad gris, l'I'lÚ oseura en el
exterior.
9. Fragmento correspondiente al cuerpo de un vaso con asa anular vertical.
Decoración Impresa cardial, impresiones de borde "i natia. Pasta negra ain desgraaante
apreciable. Superficies bruñidas de color gris OlICuro.
10. Fragmento de cerámica correspondiente al cuerpo. Decoraci6n impren cardial formando una banda horizontal limitada por impresiones oblicuas rematadas con
impresiones de natia. Pasta negra sin desgrasante apreciable. Superficie exterior
brulilda, de color gris i el interior alisado de tonalidad más oscura.
11-14. Cuatro fragmentos pertenecientes al cuerpo del mismo vaso. Llneaa de
impresiones cardiales formando series de dientes, posiblemente distribuidos en metopas
verticales. Pasta negra sin desgrasante apreciable. Superficie alisada. Color marrón
oscuro, Irregular, en el exterior, y gris oscuro en el interior.
15. Fragmento de cerAmica correspondiente al cuerpo. Decoración impresa no
cardlal hecha por un instrumento dentado. Presenta una banda horizontal limitada
en uno de sus lados por triAngulos rellenos de impresionell i y otra banda horizontal
mucho mAII ancha, Estas dos bandas horizontales aparecen IimitadBIJ por lineas de
impresioneIJ estrechss y alargadas. Pasta negra sin desgrBlJante apreciable. Superficie
brulilda de tonalidad marrón oscura.
16. Fragmento de borde. Decorado con líneas incisas vertiealell y otras oblicuas
por debajo de aquéllas. Un cordón horizontal con digitaciones limita lall lineas incisas.
Pasta negruzca con pequeño desgrasante. Superficie exterior poco cuidada, gris;
interior alisado de color pardo.
17. Fragmento de cerimica correspondiente al cuerpo, con irucio de amplia asa
de cinta. El asa presenta decoración de Uneas inciau que, alternadamente, limitan
serie. de pequeñas lineas incisas obUcuBIJ. A ambolJ lados del asa, dos IIneaa de impreslonea elJtrechas y alargadas. Superficie enerior algo bruiUda de color marrón; inte-riar alisado, gria. Palita negra con pequeña desgrasante.
18. Fragnwtto de borde y cuerpo con asa vertical de apéndice alto. Sin decoración. Palita negra ain desgrasante apreciable. Superficie alisada, poco cuidada, de
color marron OIICuro.
19. Fragmento de borde y cuerpo. Posee un mamelón al.rgado horizontalmente
del que parte un cordón horizontal. Pasta negra ain deagrasant.e apreciable. Superficie brui\ida, muy oscura.
20. Fragmento de borde. Presenta un mamelón y una perforación de lañado.
Pasta negra ain deagrasante apreciable. Superficie exterior poco cuidada de coloración rojiza, irregular; el interior, alisado, de color gris oscuro.
21. Fragmento correspondiente al cuerpo con pequefta asa anular. Pasta negl'Uzca
con desgrasante. Superficie porosa, alisada, de color pardo.
22. lo"ragmento de cerámica correspondiente al cuerpo con pequet\a asa de túnel
con estrlall poco pronunciadas. Pasta negra ain desgraaante apreciable. Superficie
alisada de color gris oscuro.
23. Fragmento correspondiente al cuerpo con asa múltiple rota, conservando
una perforación. De ella sale un cordón, perpendicularmente, muy poco realzado sobre
la superficie del vaso. Pasta negra ain desgraaante apreciable. Superficie exterior
alisada de color pardo marrón; interior erosionado, de color marrón oscuro.
24. Gran fragmento perteneciente a un cuenco ovoide. Preaenta dos cordonea con
unguJaclonea. Superficies bruñidas, de color pardo-rojizo en el exterior y gris en e l
interior. Pasta negruzca con pequeño desgrasante.
[page-n-89]
VI
CONSIDERACIONES FINALES
Los materiales que se presentan ahora no pueden considerarse absolutamente como representativos de la Cova de l'Or, en tanto no se conozca
la totalidad de los mismos, y tampoco permiten el estudio de su evolución
por carecer de procedencia estratigráfica segura. Con todo. es sin duda
un conjunto notable que podemos considerar globalmente como neolitico.
Al igual que en el caso de la Sarsa, este material procedente de I'Or
pone en evidencia unas marcadas diferencias r especto de los conjuntos
mesolft icos. No s6lo la industria lítica Y. sobre todo. la cerámica, sino
también la rica industria ósea, los elementos de adorno sobre concha
y piedra, los útiles sobre piedra pulida, etc.
Estas diferencias plantean el problema del origen de nuestro Neomico, la dualidad colononización·aculturación, la posibilidad de migraciones con sus correspondientes procesos de difusión, o la posibilidad de
un proceso de evoluciÓn a partir de las poblaciones mesoliticas locales
con una acentuación de los contactos entre las distintas áreas. Es éste
un problema que afecta a todo el ámbito del Mediterráneo occidental,
en el que laa semejanzas no deben hacer olvidar las diferencias existentes
[page-n-90]
88
BERNARDO MARTI
entr e los diversos grupos neolíticos. Pero la solución a nivel global parece
lejana y será conveniente profundizar más en el estudio de la transición
representada por cada uno de los grupos que se distinguen en dicho ámbito (95) .
Por nue!:ltra parte hemos examinado ya la problemática del proceso
de neolitiz8ci6n en la Región Valenciana aceptando, a nivel descriptivo.
la hipótesis de una triple faceta si bien la perduración de la facies epipaleoUtica microlaminar. o Mesalítico 1, parece poco probable. Sus relaciones con los conjuntos neolíticos como l'Or y Sarsa se reducen a la
presencia de escasos fragmentos de cerámica cardíal que sólo en el
caso de Mallaetes pueden relacionarse con una secuencia estratigráfica
que presenta un contexto litico completamente diferente. La publicación
de la Cova d'En Pardo podría mostrar si existe, o no, contacto estrati·
gráfico entre los niveles de una u otra atribución .
En el caso del Mesolitico 11 de Fletcher, o facies epipaleolitica geomé.trica tipo Cocina de Fortea, o Mesolitico 1I y 111 de Aparicio, nuevos des·
cubrimientos obligan a ir matizando las hipótesis. Los hallazgos de la
Albufera de Anna (Anna, Valencia) (96) y de l'Estany Gran (Almenara,
Castellón) (97), aumentan la evidencia de hábitats al aire libre representados por Casa de Lara y Arenal de la Virgen . Pero, además, la
situación geográfica de l'Estany Gran, junto al mar, pone en estredicho
la suposición de una distribución interior para esta facies que pudiera
haber convivido cronológicamente con el Mesolítico 1 o con el Neolítico
representado por rOr pero en ambientes geográficos distintos. Estos
hallazgos parecen indica r que la dispersión de nuestro Mesolitico geométrico es mayor de lo supuesto y que, en efecto, podría constituir el substrato
sobre ei que se desarrollara el Neolítico. Sin embargo este carácter de
substrato para el Meseolítico geométrico es por el momento hipotético,
dadas las diferencias entre unos y otros conjuntos. Suponer un Proto.
(95) J. GUILAINE : d'Toblemes de la Néolithiaation en Méditerranée oecidenta·
le», en f'L't:pipaléoJithique Méditerranéeml, Colloque lnternatlonal, Aix·e n·Provence
(j uin, 1972), C. N. R. S., Parla 1975, págs. 189-196.
A. M." MUROZ : cConllideraclones sobre e l Neolitico eapañol.» Memoria del Insti·
tuto de Arqueologla y Prehistoria, Universidad de Ba rcelona, 1975, páp. 27-40.
(oo ) APARICIO : cLos yacimientos prehistóricos ...», op. cit. nota 56.
(97) F. GUSI : c EI yacimiento lacustre epipaJeolftico de l Estany Gra n de Almenara.» Cuadernos de Prehistoria y Arqueologla Castellone nse, 2, Ca.stellón, 1975,
págs. 11· 14 .
V . M. ROSELLO : cEI medio geográfieo...geol6gico deis Estanys de Almenara y su
hábitat a rqueológico.» Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonense, 2, Castellón, 1976, páp. 14·21.
J . FORTEA: cTipología, hábitat. y cronología relat.iva del Est.any Gran de Almena ra.» Cuadernos de Prehi8toria y Arqueología Castellonense, 2, Caste1lón, 1975,
págs. 22· 37.
[page-n-91]
COVA DE L'OR
89
NeoUtico, intermedio entre ellos, aunque teóricamente posible no nos parece que pueda justificarse con los materiales que hoy conocemos.
Asi pues. la problemática permanece abierta y la discusión pormenorizada habrá de hacerse, de nuevo, cuando contemos con nuevas series
estratigráficas publicadas, examinando cada uno de los niveles y yacimientos. Con todo, los materiales que ahora se presentan, dada su intrin·
seca relación con estos problemas, pueden contribuir a ir precisando, nuestra visión del proceso.
En el conjunto que ahora examinamos, la industria litica es casi ex.clusivamnte laminar; ~l tamaño de las hojas y la frecuente presencia de
c6rtex abogan por unos núcleos de pequeño tamaño. Mención aparte
merece el pequeñfsimo núcleo de cristal de roca (fig. 17, núm. 16). Las
hojas aparecen frecuentemente retocadas, algunas con escotaduras, mu·
chas con señales de uso y lustre de cereales. Junto a ellas encontramos
algunos perforadores de tipologia muy precisa, en extremo de hoja y con
un saliente obtenido por retoque abrupto bilateral. El grupo de los microlitos geométricos muestra el predominio de los trapecios pero también aparecen los segmentos de CÍrculo y dos triángulos. A ello hay que
añadir algunas grandes hojas, cuatro puntas de flecha de retoque bifacial y t!SCasas lascas retocadas o con señales de uso. Todo ello se aviene
con las noticias adp..lantadas por Fletcher (98) y con la selección presentada por Fortea de los Sectores H y H-1 a H-5 (99). Sin embargo, puede
ser conveniente insistir en algunos aspectos que, por lo que hoy sabemos,
pueden contlibuir a la matización de otros conjuntos que se consideran
neoliticos o en vias de neolitizaciÓn. Tal es el caso de las puntas de flecha
y también, dada la abundancia de hojas y hojitas con lustre de cereales, de los dientes de hoz. A las puntas de flecha de retoque bifacial ya
hemos hecho referencia y los cuatro ejemplares que aqui aparecen, más
la presencia de algunos retoques invasores. no creemos que modifiquen 10
expuesto; su presencia atestigua un Neolítico muy avanzado y, con mayor
probabilidad, un momento ligado al EneoUtico.
El caso de Jos dientes de hoz necesita un comentario especial distinguiendo los criterios morfológicos de los funcionales. Fortea, en su lista
tipo del Epipaleolítico, establece el tipo . diente de hoz. que, según él,
aparecería en el Neolítico y Eneolítico: . Pieza corta generalmente sobre
lámina, con extremidades preparadas bien por fractura simple, bien
retocada mostrando una denticulación muy regular en un borde, obte-
(98)
(99)
12
FLETCHER, op. cito nota 34.
FORTEA, op. eit. nota 45.
[page-n-92]
90
BER....·ARDO MAIlTI
nida por muescas simples directas, inversas o bifacesa (lOO). Dicha pieza
sería uno de los elementos neolitizador es, como la cerámica o la piedra
pulida, incorporados a la tradición epi paleolítica geométrica en vías de
neolitización (101) . Existe aqui, a nuestro modo de ver, un problema que
conviene tener en cuenta puesto que a un cuando la consideración de un
conjunto como «neolítico, no tenga un estricto sentido cronológico y
aceptemos que el pleno Neolítico en sentido económico no se alcanzará
hasta mucho después de los inicios del Neolítico como criterio de clasificación industrial, no se pueden interferir estas consideraciones en unas
ordenaciones que, como las de Neolítico-EneoUtico-Bronce Valenciano,
poseen unas precisiones establecidas por la investigación que hay que
respetar o cambiar en toda su extensión, salvo precisiones concr etas explicitadas en cada ocasión. Los dientes de hoz, como tales, como instrumento especializado de función claramen te ligada a la agricultura denotaría un estadio neolítico pleno, esto es, una plena economia agrícola
y funcionalmente serían equivalentes a los elementos de hoz u hojas y
hoj itas con lustre. P ero, morfológica y cronológicamente, el tipo diente
de hoz está claramente definido en unos horizontes precisos que nada
tienen que ver con las industrias neolíticas representadas por yacimientos
como Or y Sarsa, v sí con los yacimientos del Bronce Valenciano, como
señalara Plá (102) .
A la espera de un estudio comparat ivo, en curso de elaboración, es
preciso distinguir entre los «elementos de hOh que aquí, en la industri a
de la Cova de rOr, aparecen muy bien r epresentados y caracterizados
por la presencia de lustre, y los «dientes de hoz •. Mientras los primeros
se desarrollan desde los in icios del Neolítico, en sentido económico y cronológico, los segundos no pueden consider arse anteriores al final del Eneolit ico. Los «elementos de hoz. neolíticos son hojas o fragmentos, con o sin
truncadura r etocada, con o sin los bordes retocados, pero nunca se confunden con los «dientes de hoz. que siempre presentan el borde denticulado, generalmente por muescas simples. En los «elementos de hoz. neoliticos esta denticulación no existe o es muy irregular y producida por
un retoque continuo o por el uso. El tipo «diente de hoz), al menos en
la Región Valenciana, no puede remontar se cronológicamente al final del
EneoHtico.
FORTEA, op. cito nota 45.
FORTEA, op. cito nota 97, pág. 30.
PLA, op. cit. nota 70.
E. PLA : «Los llamados brazaletes de arquero y el EneoUUco valenciano.» VIlI Congreso Nl\cional de Arqueologra (Sevilla-Málaga, 1963), Zaragoza, 1965, paga. 2 16-225.
R. ENGUIX : «Not8ll sobre economia del Bronce Valen~i ano.» Papelea del Labora·
t.orlo de Arqueologla, 11, Valencia, 1975, págs. 141-167.
(100)
(l01)
(102)
[page-n-93]
roVA DE L'OR
91
Entre los «elementos de hoz:. de la Cova de l'Or, aqui expuestos, merecen destacarse las piezas núms. 5 y 15 de la fig. 7. que presentan un
fuerte iustre en la parte opuesta a la truncadura oblicua r etocada, 1 que
0
puede indicar la finalidad de ésta como tendente a facilitar el enmangamien to de 1 . pieza.
2
La indU::ltria ósea es rica y variada. Destacan los punzones, la mayor
parte hechos sobre metapodios de ovicápridos que conser van la apófisis,
espátulas, aguj as. una cuchara y fragmentos de otr as, abundantes anillos
que en ocasiones están teñidos de ocre, cañas de hueso con profundas
incisiones transversales destinadas a la fabricación de anillos. etc. Especial importancia tiene la espátula con extremidad distal convexa finamente dentada, destinada probablemente a la decoración de la cerámica
(fig. 6, núm. 2) (103) . Esta abundancia de la industria ósea no guarda
r elación alguna con los yacimientos mesolíticos en los que ta n sólo se
encuentran algunos punzones: por el contrario, es un fenómeno típicamente neolítico, general en el occidente mediterráneo. La semejanza de
Sarsa y Or en este aspecto es también manifiesta.
Los elementos de adorno constituyen igualmente un grupo importante.
Sin excluir la posibilidad de que los punzones de hueso, al menos una
parte de ellos, sean también elementos de adorno, esto es, aguj as para
el cabello. La presencia de conchas de Pectunculus, Cardi ums, ColumbeUas con perforación, Dentaliums. etc., así como cuentas de collar de forma
ovalada con perforación y ligero abultamiento en la parte inferior, está
atestiguada en Casa de Lara. Cocina. Llatas... El r eciente estudio de
l . Taborin (104) muestra la importancia y la contribución que su estudio
puede hacer al conocimiento de las culturas neoliticas. La pervivencia
de estos elementos en el período siguiente, la aparición de nuevos típos
o de nuevas especies. tos hacen especialmente importantes para el estudio de los enterramientos en los que suelen constituir una parte importante del ajuar.
Por último. la cerámica. con su diversidad de formas y decoraciones,
de pastas y tratamientos de superficie, muestran de nuevo la complejidad
del yacimiento. Además de la rica decoración impresa cardial vemos también decor aciones impresas no cardiales, incisas, plásticas ...• en ocasiones
sobre la superficie del mismo vaso. Todo ello junto a la abundante cerámica sin decor ación. Destacan así mismo los abundantes fragmentos
con perforaciones de lañado.
!103)
Véase nota 92
Y. TABQRlN : «La Parure en coquillage de I'tpipaléolithique au Bronze
Anclen en France.» Gallia Préhistoire, T. 17, Paría, 1974, fascicule 1, p'ga. 101·179
'1 faaclcule 2, pip. 307-417.
(104)
[page-n-94]
92
BERNARDO MARTI
Por la frecuencia con que aparecen restos de ocre en la superficie
interior y e.'l:terior de los vasos y en diversos elementos de adorno, fenómeno que también ocurre en la Sarsa, merece destacarse la jarra globular con asa~p itorro rota de la Lámina XlII que contenía 1.760 gr. de
polvo de ocre.
U>S estudios sobre la fauna del yacimiento, de importancia decisiva
para conocer la base económica del yacimiento, se hallan en avanzado
estado de elaboración por parte de M. Pérez Ripoll. a quien agradecemos
su información, y señalan la presencia de animales domésticos como Ovis,
Capra, Sus, Bos y Canis; entre los animales salvajes se encuentran restos
de Cervus elaphus. Capreolus capreolus, Capra pyrenaica, Ocyctolagus C"
etcétera.
Nos hemos referido anteriormente a la hipótesis de una fase intermedia entre el Neolítico de las cerámicas impresas cardiales y el EneoIUico, cuyo punto de apoyo sería la evolución cerámica que se adivina en
algunos yacimientos. A nuestro modo de ver, la periodización del Neolítico, comprendiendo a la totalidad de sus materiales, será posible en
cuanto podamos disponer de esas estratigrafías, una de las cuales es la
de la Cova de l'Or. Por el momento y tras la presentación de este rico
conjunto qu~ hemos considerado globalmente como neolftico, se hace
necesario esperar para ir más allá en la comprensión del Neolítico de la
Región Valenciana. Los estudios que ahora se realizan sobre las campañas de excavación, a la vez que éstas prosiguen, pretenden abarcar los
más aspectos posibles y esperamos que pronto puedan ser publicados.
[page-n-95]
INDICE
Págs.
PROLOGO, por D. FLETCHER VALLS ..... .
5
INTRODUCCION .................... .
7
1.
n. LA COVA DE L'OR y EL NEOLITICO VALENCIANO.
l.-Los inicios de la investigación ... " ..... _. ,_. o.. ...
13
2.-EI proceso de neolitización y las distintas facies del
Neolitico de la Región Valenciana ... ... ... ... ... ...
3.-EI Pleno Neolitico ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
16
30
IlI.
PROSPECCIONES DE RAFAEL PARDO BALLESTER.
l.-Prospección de 1933 ... ...
a) Cata de la Entrada ... ... ... ...
b) Cata del Fondo.
o"
,_,
e) La cerámica ... ... ... ... ... ...
2.-Prospecci6n de 1936 . .... ... .. o. . ...
37
38
40
42
44
MATERIALES DEPOSITADOS EN EL MUSEO ARQUEOLOGICO DE ALCOY ... ... ... ... ... ... ... .. . ...
45
l.-Prospección de 1967-68 ... ... ... ... ... ... ... ... . ..
2.-Viejos Fondos
3.-Indeterminados
4. -Materiales cerámicos ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
46
62
64
74
MATERIALES RECOGIDOS POR ANTONIO SANCHO
SANTAMARIA ... ... ... ... ... ... ... ...
85
CONSIDERACIONES FINALES ... ... ... .. . ... ......
87
O"
IV.
o ••
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V.
VI.
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o ••
o .
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• ••••••••••••••••••• _
•••
o..
[page-n-96]
[page-n-97]
LAMINAS
[page-n-98]
[page-n-99]
MARTI OllVER.--Cova de l' Or
LAM. I
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5
7
10
9
11
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15
(Núm. 1. ligeramente r educido. Núms. 2 a 6, a 2/3 aproxim adamente. Núm5. 7 a 15.
a 1/ 3 aprol(imadamente.)
[page-n-100]
LAM. 11
MARTI OUVER.-CO\lil de rOr
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[page-n-101]
LAM. 111
MARTI OLlVER.- Cova de 1'0,
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11
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(Oibujos a 1 2)
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16
[page-n-102]
LAM. IV
MARTI OlIVER .-Cova de I'Or
2
I
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J
5
6
(Dibujos a 1 Z)
7
8
[page-n-103]
LAM . V
MARTI OLlVER.-Cova de !'Or
J
2
6
5
7
10
9
8
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( Dibu jo$ a 112)
11
12
[page-n-104]
MAATI OllVEA._Cova de I'Or
LAM, VI
J
,
s
7
8
(Dibujos a 1 2 )
•
JO
[page-n-105]
LAM. Vil
MARTt OLIVER.-Cova de rOr
2
)
(Oibujos e 1 /2)
[page-n-106]
LAM. VIII
MARTI OLlVER .-Cova de l' Or
2
,
J
( Dibujos a 1/ 2 )
[page-n-107]
MARTI OllVER .--Cova de rOr
LAM . IX
2
(Oibujos a 1 2)
,
[page-n-108]
MARTI OllVER .-Cova de I'O r
LAM. X
2
( Dibujos a 112 )
[page-n-109]
LAM. XI
MARTI OllVER.-Cova de l' Or
(Dibujos a 1/ 2)
[page-n-110]
LAM. XII
MARTI OLrvER .-CovlI de l' Or
2
J
(Dibujos a 1/ 2)
[page-n-111]
lAM. XIII
MARTI OLlVER . -Cova de I'Or
1
( Dibujos a 1/2)
[page-n-112]
LAM. XIV
MARTI OllVER.-Cov lI de I·Or
,
( Dibujo a , 4)
[page-n-113]
MARTI OLl VER._ Cava de l' Or
LAM . XV
"
2
(Oibujas a 1/2)
,
.:,,:
[page-n-114]
MARTI OllVER .-colla de I'Or
LAM . XVI
[page-n-115]
MARTI OLlVER._Cova de l'Or
LAM. XVII
~------------------
,
[page-n-116]
MARTI OllVER.-COV3 de rOr
LAM. XVIII
•
[page-n-117]
MARTI OllVER .-Cova de l' Or
LAM. XIX
[page-n-118]
LAM. XX
MARTI OLlVER._Cava de I'Or
}
-(Oibujas a 1 2)
[page-n-119]
MARTI OLlVER.-Cova de rOr
LAM. XX I
1
J
(Dibujos
It
1/ 2)
[page-n-120]
LAM . XX II
MARTI OllVER._Cova de l'Or
'-
1
(Dibujos a 1 2)
[page-n-121]
MARTI OLlVER._Cova de l'Or
'-
f. , ..'.".. ..
l
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¡
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LAM. XXIII
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•
2
( D ibujos a 1 2)
[page-n-122]
lAM. XXIV
MARTI OlIVER ._ Cova de rO r
(Dibujo a 1/ 2)
•
[page-n-123]
MARTI OLl VER.-Cova de rOr
LAM.
~
M
•
•
j
1
•
xxv
[page-n-124]
MA RTI OUVER.-Cova de 1 0 ,
'
LAM. XXV I
[page-n-125]
MARTI OLIVER.-Cova de rOr
LAM. XXV II
[page-n-126]
[page-n-127]