Un tipo de Olpe de bronce de yacimientos ibéricos levantinos
Lorenzo Abad Casal
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ARCHIVO DE PREHIBTORIA LEVANTINA
Vol. XVIII (Valencia, 1988)
LORENZO ABAD CASAL
(Alicante)
UN TIPO DE OLPE DE BRONCE DE YACIMIENTOS IBERICOS LEVANTINOS
l. INTRODUCCION
En el mes de septiembre de 1981, durante la primera campaña de excavación del
yacimiento ibérico de El Oral (San Fulgencio, Alicante), se encontró un jarro de
bronce de asa sobr~elevada, de un tipo poco común, que parecía de origen etrusco.
Algún tiempo después hemos tenido ocasión de estudiar otros jarros similares, entre
ellos uno casi idéntico, y aún inédito, aparecido hace años en la tumba número 255 del
Cabecico del Tesoro de Verdolay (Murcia). Es nuestra intención presentar en este
trab~jo un avance de su estudio, como homenaje a D. Domingo Fletcher, a quien tanto
debe el conocimiento de la cultura ibérica.
Deseamos dejar constancia de nuestro agradecimiento a una serie de personas que
han facilitado considerablemente nuestra labor: Ricardo Olmos, Miguel A. García
Cano, Enrique Llobregat y Rafael Azuar, que · permitieron el estudio y toma de
muestras de los jarros en el Museo Arqueológico Nacional y en los de Murcia y
Alicante, respectivamente; Ricardo Mora, Alfonso García de Gamarra y Ricardo
Pajares, de la Empresa Nacional del Aluminio, en Alicante, que realizaron los análisis
y radiografías de las dife¡·entes piezas; P. Guzzo y G. Camporeale, que respondieron
amablemente a nuestras consultas, y Manuel Bendala, María Dolores Sánchez de
Prado y María Francia Galiana, que son autores, junto con el firmante, de los dibujos
que ilustran este trabajo.
2. LOS JARROS Y SU PROCEDENCIA
Se trata de un olpe de perfil en forma de S, con cuello ligeramente troncocónico,
borde exvasado recto y labio más o menos redondeado; el fondo es plano y se diferencia
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Fig. 1.-0ipe de El Oral (San Fulgencio, Alicante).
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del cuerpo del vaso mediante ima moldura de perfil también redondeado. Su detalle
más característico es el asa sobreelevada, de sección ovoide, que remata en una cabeza
de ánade de forma alargada, con ojos redondeados y protuberantes; el pico, de sección
triangular, constituye el nexo de unión entre el asa y el borde del vaso, mientras que
por el extremo opuesto éste tiene lugar por medio de un ensanchamiento de forma
trapecial. Las paredes de estos recipientes son bastante delgadas, aunque el hecho de
que todos ellos se encuentren completos o restaurados ha dificultado la medición de su
grosor.
Hasta el momento tenemos localizados cuatro jarros de este tipo en la Península
Ibérica: dos que proceden de yacimientos conocidos, descubiertos durante excavaciones arqueológicas oficiales (los de El Oral y El Cabecico del Tesoro), y dos conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, de origen desconocido, pero que,
según nos ha informado amablemente R. Olmos, pueden proceder de Italia y haber
llegado al Museo a través del comercio de antigüedades del siglo XIX.
l.
Olpe de El Oral (San Fulgencio, Alicante) (fig. 1)
Apareció en un poblado ibérico antiguo, cuya vida se desarrolló principalmente a
lo largo del siglo V y durante el primer tercio del siglo IV a.C. (1); este poblado
muestra un urbanismo bastante desarrollado, con grandes casas, plazas y calles. En
una de estas casas apareció el jarro, cuidadosamente oculto -de lado y cubierto por
un trozo de ánfora- en el banco de adobes de una habitación que proporcionó
abundante material cerámico: cuencos y platos grises y pintados, ánforas, urnas de
orejetas pintadas, etc.; el banco se encontraba bastante destruido, pero aún podían
apreciarse las huellas de la ocultación.
El jarro, de unas dimensiones de 18'1 cm. de alto (22'9 cm. si incluimos el asa
sobreelevada), 5 cm. de diámetro en la boca, 7'6 cm. de diámetro máximo, y 4'6 en el
pie, se conserva completo, aunque bastante alterado por la corrosión; es la más
estilizada de todas estas piezas, tanto en lo que se refiere al cuerpo del recipiente como
a la cabeza de ánade del asa, más delgada y alargada que en los demás. En el centro del
asa existía en el momento de su aparición una gruesa eflorescencia que, al ser retirada
durante el proceso de limpieza, ha reducido ligeramente el grosor del asa; el pie se
destaca nítidamente del cuerpo del recipiente y, a diferencia de los demás, el fondo no
es completamente plano, sino que muestra un ligero rehundimiento en su exterior.
La pieza ha permanecido inédita hasta el momento, con breves referencias a cargo
de Llobregat (2), que lo considera etrusco, de la segunda mitad del siglo V a.C., y del
propio autor de estas líneas (3).
(1) L. ABAD CASAL: •
Jaén, 1986». Jaén, 1987, págs. 167 y ss.
·
L. ABAD CASAL: «El Oral». En «Arqueologia en Alicante: 1976-1986>>. Alicante, 1986, págs. 148-46.
(2) E. LLOBREGAT: «Iberia y Etruria: notas para una revisión de relaciones». Lucentum, l. Alicante, 1982, págs. 61 y as.
(3) ABAD CASAL: Op. cit. en la note 1, 1987.
ABAD CASAL: Op. cit. en la note l, 1986, págs. 143 y ss.
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Fig. 2.-0lpe del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia).
Fig. 3.-0lpe del M.A.N.
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2. Olpe del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia) (fig. 2 y lám. l,B)
Se trata de una necrópolis excavada en los años cuarenta por G. Nieto y su equipo
de colaboradores, del que hasta el momento sólo se han publicado algunos avances
parciales (4). De los estudios de M. A. García Cano sobre las cerámicas griegas y de
barniz negro (5), se deduce que su período de utilización abarca desde las últimas
décadas del siglo V hasta comienzos del siglo II a.C.
El olpe que nos ocupa apareció en la sepultura número 255, situada a una profundi.dad de 0'60 m. y en un lecho de cenizas. Tiene el número de inventario 2.176 y se
encuentra expuesto en la sala II, vitrina 2, del Museo Arqueológico de Murcia. Junto
con él, el ajuar de la tumba estaba compuesto por dos páteras de cerámica ibérica, de
pasta ocre y pintadas a base de líneas concéntricas de color castaño oscuro (fig. 5); la
número 2.174 presenta un engobe exterior de color más oscuro que la pasta y conserva
aún toda su decoración; ésta ha desaparecido por completo, en cambio, en la número
2.175. La pieza número 2.177, que correspondía a un recipiente de cerámica común
ibérica, muy quemado por el fuego, no se ha podido localizar en los· almacenes del
museo.
El olpe del Cabecico del Tesoro tiene unas dimensiones de 18'1 cm. de altura (22'7 si
incluimos el asa sobreelevada), 5'1 cm. de diámetro en la boca, 8'1 en la parte central
del cuerpo principal y 5 en el pie; se encontraba bastante dañado en el momento de su
aparición, pues le faltaba parte de la zona central del cuerpo; fue trasladado al
Instituto de Restauración de Madrid, donde se le rellenaron las partes desaparecidas y
se protegió con un barniz. El jarro presenta una notable asimetría, y es sin duda el más
irregular de todos los que conocemos, aunque posiblemente parte de esta asimetría no
sea original. Su forma general es bastante parecida a la del jarro de El Oral, al que
también se equipara en altura, tipo-de borde y pie; no obstante, es de mayor diámetro y
menos estilizado. La cabeza de ánade que remata el asa sobrelevada es asimismo más
gruesa y de menor altura. Hasta el momento se encuentra inédito.
3.
Olpe del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (fig. 3)
Tiene el número de inventario 9.857, y sus medidas son 18'9 cm. de altura (24'2 si
incluimos el asa sobreelevada), 5'5 cm. de diámetro en la boca, 8'1 cm. en la parte más
ancha del cuerpo principal y 4'9 cm. en el pie. Se diferencia principalmente de los dos
anteriores en el hecho de que el borde es en este caso más fino y aplanado, y el pie
menos redondeado; la cabeza de ánade es más gruesa que la de los anteriores, y quizás
la mejor conservada de todas ellas. El estado del recipiente es bastante bueno, y ha
sido tratado en el laboratorio del Museo con óxido de cobre y posteriormente bañado
en cera. Procede, al igual que el siguiente, del comercio de antigüedades del siglo XIX,
Y. es posible, aunque no se pueda asegurar con total firmeza, que proceda de Italia. Fue
(4) G. NIETO GALLO: «La necrópolis hispánica del Cabecico del Tesoro, Verdolay (Murcia)». Crónica del ill Congreso Arqueológico del
Sudeste. Murcia, 1947, págs. 176 y 118.
(5) M. A. GARCIA CANO: <.Cerámicas griegas de la región de Murcia». Murcia, 1982, págs. 61 y ss.
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Fig. 4.-a: Olpe del M.A.N.; b: Olpe de Córdoba, según M. Pous.
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ya publicado por Thouvenot en su obra sobre los bronces del MAN (6), quien hace de él
una descripción bastante ajustada, aunque da unas medidas ligeramente superiores a
las reales. Posteriormente, Blázquez lo incluyó en su trabajo sobre los recipientes de
bronce del MAN (7) y lo consideró de época romana republicana, debido a la presencia
de la cabeza de ánade, relativamente frecuente en este momento como adorno de
lámparas de bronce. Se desconoce su contexto.
4. Olpe del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (fig. ~)
Tiene el número de inventario 18.568, y sus medidas son 9 cm. de alto (13'1 t·m. si
incluimos el asa sobreelevada), 3'1 cm. de diámetro en la boca, 4'1 cm. en la parte más
ancha y 3 cm. en el pie. El borde está a medio camino entre el anterior ejemplar del
MAN y los de Alicante y Murcia; sigue siendo aplanado, pero proporcionalmente es
más grueso y redondeado que el anterior, lo que lo aproxima a los ejemplares del
sureste; el pie es asimismo más redondeado, y la cabeza de ánade resulta desproporcionalmente grande e.1 relación con las dimensiones totales del vaso, sobre todo en
anchura. Perteneció a la colección Saavedra y, como el anterior, parece que procede
del comercio de antigüedades con Italia del siglo XIX. También lo incluyó Thouvenot
en su catálogo (8), aunque en este caso con unas medidas ligeramente inferiores a las
reales, y, al igual que el anterior, fue datado en época republicana por J. M. Blázquez
(9). Se desconoce su contexto.
3. EL TIPO DE RECIPIENTE
Los jarros de bronce constituyen, en general, uno de los objetos de lujo más
difundidos por todo el Mediterráneo durante el primer milenio a.C. En las últimas
décadas, y tomando como punto de parti ha prestado bastante atención, prueba de lo cual son los numerosos estudios realizados
sobre jarros de bronce fenicios, tartésicos, etruscos y griegos, y más concretamente, en
los últimos años, las monografías de García y Bellido (11) sobre los jarros tartésicos,
Guzzo (12) sobre los etruscos, Shefton (13) sobre los ((rodios», Bouloumié (14) sobre los
«Schnabelkanne» y Weber (15) sobre varias formas en particular. Tradicionalmente se
ha venido defendiendo la tesis de que existen dos grupos principales, uno griego y otro
(6) R. THOUVENOT: «Cat.alOBUe dee figurines et objectes de bronze du Muaée Archéologique National de Madrid». Bordeaux, 1927, pág. 96,
núm. 482.
(7) J. M. BLAZQUEZ: dlecipientes de bronce del Museo Arqueológico Nacional». Archivo Español de Arqueología, núm. 33. Madrid, 1960,
pág. 197. 1.3.
(8) THOUVENOT: Op.clt. en la nota 6, pág. 96, núm. 481.
(9) BLAZQUEZ: Op. cit. en la nota 7, pág. 197, 1.3.
(10) P. JACOBSTAHL: «Die Schnabelkannen. Ein Beil.rag zur Geechichta des vorromischen Importa mordlich der Alpen». Berlln, 1929.
(11) A. GARCIA Y BELLIDO: ~Materiales de arqueología hispano-púnica: loa jarros de bronce». Archivo Español de Arqueologia, núm. 29.
Madrid, 1956, págs. 86-UM.
(12) P. E. GUZZO: «Una claae di brocchete in bronzO». Rendiconti Lincei, 8, pág. 26.
(13) B. B. SHEFI'ON: «Die 'r6diachen' Bronzekannen». Marburg, 1979.
(14) B. BOULOUMIE: «Les oenochoee en bronze du type 'Schnabelkanne' en Italie». París, 1973.
(15) T. WEBER: «Bronzekannen. Studen zu auegewihlten archaiechen und Klaeaiechen Oinochoeformen aua Metall in Greichenland und
Etrurieno. Frankfurt, 1983.
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Fig. 5.-Páteras ibéricas del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia).
fenicio, que .se difunden por el Mediterráneo -más los segundos que los primeros- y
que son los modelos que copiarán etruscos y tartesios.
De todas formas, la mayor parte de los estudios se han centrado sobre los jarros de
mayor valor artístico y decorativo, ya sea por una decoración figurada o no, ya sea por
una forma que se sale de lo corriente. Menor ha sido, en cambio, el interés por los
jarros simples, de formas sencillas y carentes de decoración. Por ello, son muy pocos
los trabajos a los que se puede recurrir en el estudio de nuestros olpes.
De los autores antes citados, y de otros varios que podrían traerse a colación, sólo
Guzzo, Camporeale y Weber han dedicado su atención a jarros tipológicamente semejantes a los nuestros. El primer autor estudia un tipo de jarro etrusco de bronce
caracterizado por la presencia de una cabeza de león en el extremo inferior del asa
(16); mediante el estudio de la dispersión de los ejemplares conocidos establece el
(16) GUZZO: Op. cit. en la nota 12. pAga. 81 y aa.
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centro de producción en Vulci, le asigna una cronología desde finales del siglo VI
hasta mediados del V a.C. y cree que derivan, en cuanto a su forma, de ejemplares más
esbeltos y alargados, con asa de sección laminar, pie moldurado y sin cabeza de león en
el asa, datados en la primera mitad del siglo VI (17).
Uno de los olpes que Guzzo considera como precedente del conjunto que estudia, el
de la tumba 51 de la necrópolis del Crocifisso del Tufo, en Orvieto, fue estudiado
también por Camporeale, algunos años después, en un trabajo que dedicó a un
conjunto de jarros de bronce etruscos arcaicos (18); se trata de una serie de olpes aunque entre ellos hay también algún oinocoe-- procedentes de Etruria, que tienen en
común el estar hechos a martillo sobre una lámina de bronce, con el asa asegurada
mediante remaches bajo el labio y en el punto de mayor anchura del cuerpo; tiene ésta
costillas longitudinales, en algunos casos acompañadas por incisiones horizontales u
oblicuas, y está provista de dos placas de unión, la superior en forma de lengüeta y la
inferior aproximadamente circular y decorada con un motivo esgrafiado en forma de
palmeta; el perfil es airoso, sin interrupciones bruscas, con la boca exvasada, el cuello
alargado y oblicuo, el cuerpo ovalado y el pie, cuando existe, bajo y engrosado.
La fecha del momento de deposición de todos estos jarros se encuentra, según los
materiales que constituyen el contexto de las tumbas en que aparecieron, entre los
años 580 y 560 a.C. y, en cualquier caso, en la primera mitad del siglo VI a.C.
Camporeale (19) sugiere que el lugar de fabricación pudo ser Orvieto, pues es donde
más ejemplares de este tipo se han encontrado, y donde menos numerosos son en este
momento los materiales importados. Cree asimismo que este tipo de recipientes es el
precedente de las producciones típicamente etruscas de la segunda mitad del siglo VI y
comienzos del V, más bajos y achaparrados, con una clara separación entre el cuello y
el cuerpo del recipiente. Algo semejante había apuntado ya Guzzo (20), para quien el
origen de este tipo de olpes pudo deberse a una modificación que los talleres etruscos
introdujeron al copiar los modelos griegos.
Más recientemente, Weber (21) ha establecido tres grupos principales de olpes de
bronce a lo largo de los últimos años del siglo VI y de todo el V: dos griegos (A y B) y
uno etrusco (B etrusco). Del grupo A, griego, se conocerían muy pocos ejemplares, y de
ellos sólo uno de Agrigento podría datarse, por el ajuar de la tumba en que se
encontró, en el segundo cuarto del siglo V a.C. Su centro de producción es desconocido, aunque han aparecido en el santuario de Olimpia y en las proximidades de Delfos,
Corinto y la Argólida. El tipo B, en cambio, es especialmente frecuente en tomo al
golfo de Corinto, donde, según este autor, podría estar su centro de producción. La
versión etrusca, que incluye los olpes estudiados en su día por Guzzo, se encuentra con
(17)
(18)
yss.
(19)
(20)
(21)
GUZZO: Op. cit., en la nota 12, pág. 100.
G. CAMPOREALE: «Un grupo di brocchete etruache arcaiche di bronzo». En «Homenaje a Garda y Bellido», 2. Madrid, 1976, págs. 156
CAMPOREALE: Op. cit. en la nota 18, pág. 167.
GU?ZO: Op. cit. en la nota 12, págs. 87 y ss.
WEBER: Op. cit. en la nota 16, págs. 160 y ss.
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preferencia en la costa etrusca -sobre todo en torno a Vulci- y en la Campania,
aunque también se encuentra en Grecia y en los Alpes.
El grupo A, de origen griego, se dataría entre los años 500 y 475 a.C., y se
caracterizaría por un cuerpo ovoide, con hombro fuertemente marcado. El tipo B, en
cambio, corresponde a los «doppelkonische Bronzeolpen», ninguno de los cuales se ha
encontrado en un contexto que permita una datación exacta; por ello, Weber (22),
recurre a una clasificación hipotética «from stout to slender». Según esta clasificación, la separación muy poco marcada entre el cuello y el cuerpo, propia de las piezas
más antiguas, se acentúa con el paso del tiempo, hasta volver a hacerse más tenue, y
casi desaparecer, en los últimos ejemplares de la serie. Paralelos atenienses en cerámicas de figuras negras y rojas y de barniz negro demostrarían que este tipo de jarros era
conocido en Grecia desde el último cuarto del siglo VI hasta mediados delsiglo V a.C.
y contribuirían a confirmar la exactitud de la evolución «from stout to slender»
propugnada por el autor, aunque sin olvidar que los ejemplares más antiguos también
serían «slender».
El grupo B etrusco se encontraría estrechamente relacionado con el griego, del que
se diferenciaría por su perfil continuo, sin claras diferencias entre cuerpo y cuello,
como si no hubiera experimentado, en general, la evolución de los ejemplares griegos.
Todos los ejemplares conocidos del grupo A muestran el asa biselada o con
profundas estrías en su parte exterior, y terminada, en la parte donde se une al cuerpo,
en una palmeta. Los del grupo B griego, por el contrario, muestran un mayor repertorio de motivos como remate del asa, ya sea incisos o en relieve: piel de león, hojas,
cabezas de carnero, etc. Los etruscos, por su parte, suelen mostrar en este lugar las
figuras de un león o, menos frecuentemente, de sirenas, conejos, carniceros, hojas
apuntadas, máscaras de Aqueloo, etc.
Incluir en esta visión evolutiva los olpes de bronce de El Oral, Cabecico del Tesoro
y Museo Arqueológico Nacional no es tarea fácil. Weber alude a ellos de pasada al
final de los grupos griegos (23), indicando que junto a las formas ya estudiadas existen
en Grecia otros olpes de bronce con boca circular, los cuales han de ser considerados,
en parte, como formas contemporáneas de producción local; entre ellos se incluyen
vasos de Samos, Atenas, Olimpia y Amanthia, y dentro de este mismo grupo, aunque
diferenciado, se hace referencia a otro, compuesto por jarros de Tarento, Londres,
Ginebra y los dos de Madrid. A este último grupo, que es el que ahora nos interesa,
habría que incorporar los olpes de El Oral y el Cabecico del Tesoro, que muestran,
como el de Tarento y los de Madrid -no hay que olvidar que éstos proceden probablemente de Italia, a través del comercio de antigüedades del siglo XIX-, una cabeza de
ánade en la parte superior de su asa; a todos ellos afectaría por tanto la afirmación que
Weber dedica al grupo: la de su pertenencia, sin lugar a dudas, a la época arcaica
(22) WEBER: Op. cit. en la nota 15, pág. 168.
(23) WEBER: Op. cit. en la nota 15, pág. 162, núm. 8.
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(«wohl archaisch sind»). En este mismo grupo, que funciona como un verdadero cajón
de sastre, incluye Weber otros jarros de Orvieto, Gela y Nueva York.
De esta manera, podría diferenciarse un grupo de olpes de bronce formado por los
cuatro objetos de nuestro estudio, además del de Tarento, y caracterizado por la
carencia de decoración en el extremo inferior del asa, así como por la ausencia de
estrías o incisiones a lo largo de ella, motivos que son sustituidos por un prótomo de
ánade ~n su parte sobreelevada; tienen además en común el borde vuelto hacia el
exterior, engrosado o no, pero en cualquier caso macizo y sin decorar, el cuerpo de
perfil continuo, sin solución de continuidad entre sus diferentes partes, y la base
plana, delimitada exteriormente por una moldura más o menos redondeada. Este grupo
muestra características individualizadoras dentro de las series establecidas por Weber
y no se adapta por completo a ninguna de ellas; ya hemos visto cómo este autor sólo se
refiere a algunos de sus ejemplares (los conocidos en el momento de redactar su obra)
considerándolos como formas locales contemporáneas de los grupos más importantes
previamente establecidos. Si avanzamos un poco más en su estudio, utilizando los
propios argumentos del autor, parece evidente que nuestros olpes no tienen relación
con el grupo A, el propiamente griego, ya que no muestran ninguna de sus características: cuerpo de forma oval -en algún caso casi trapecial-, hombro fuertemente
marcado, con una nítida diferenciación entre el cuello y la panza, y una palmeta como
remate del asa en su parte inferior.
Más próximos estarían nuestros olpes a los del grupo B de Weber, caracterizados,
como ya hemos indicado más arriba, por la forma bitroncocónica, sin que exista una
línea de hombro excesivamente marcada, al menos en los ejemplares más antiguos y
más modernos. Es en este grupo en el que, como una variante local, incluye Weber a
nuestros olpes, pese a que algunos de sus rasgos los diferencian claramente: el borde,
vuelto hacia el exterior, es recto o engrosado, pero nunca colgante como parece
característico de los del grupo B griego, y carece por completo de decoración, lo que
ocurre también en el extremo inferior del asa; todo ello, junto con la existencia de una
cabeza de ánade en la parte sobreelevada del asa, y la ausencia de cualquier vestigio
de la línea de hombro del vaso, constituyen caracteres suficientemente diferenciadores.
Pero nuestros olpes tampoco pueden ser incluidos plenamente en el grupo B
etrusco de Weber, aunque algunos de sus rasgos sean muy similares, como por ejemplo
el perfil continuo en forma de S, sin rastro alguno de la línea de hombro de los modelos
griegos; carecen del borde colgante etrusco, así como el remate inferior del asa, y
muestran en cambio la moldura del pie bastante más marcada que la mayor parte de
los ejemplares etruscos, más en línea con los modelos griegos del tipo B.
De los trabajos de Guzzo y Camporeale parece evidente que el grupo de jarros de
bronce objeto de la atención de este último es evidentemente anterior a los estudiados
por Weber, algo que éste parece reconocer explícitamente cuando. (24) indica que
(24) WEBER: Op. cit. en la nota 16, pág. 163.
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también existen en Etruria olpes esbeltos, que se relacionan con formas griegas del
arcaísmo inicial, alguno de los cuales se data en la primera mitad del siglo VI; no
hemos de olvidar, además, que este autor dedica su estudio sólo a los productos de la
segunda mitad del siglo VI y de las primeras décadas del V.
Los olpes que son objeto de nuestro estudio se encuentran más próximos a los
incluidos en el grupo de Camporeale que a cualquiera de los de Weber. Coinciden con
ellos en casi todos los elementos tipológicos: perfil continuo, con ausencia de cualquier alusión a la línea de hombro, borde vuelto macizo, más o menos engrosado y
carente de decoración, y moldura de pie claramente diferenciada, pero existen también
sustanciales diferencias: nuestros jarros carecen de palmeta o de cualquier otro
motivo decorativo en la parte inferior del asa, así como de las incisiones longitudinales que aparecen en ésta en el grupo de Camporeale, y en su lugar presentan una
cabeza de ánade en la parte sobreelevada, dispuesta de manera que el pico, aplanado,
constituya el nexo de unión entre el asa y el borde del recipiente. Es éste, sin duda, el
rasgo más personal de este grupo de olpes, que no existe ni en los jarros griegos de tipo
A o B ni en los grupos etruscos de Weber o Camporeale, por más que la cabeza de
ánade, como motivo decorativo en otros objetos, sea bastante frecuente tanto en
Grecia como en Etruria; como ejemplos podemos remitir a los colacionados en su día, y
precisamente en relación con el olpe de El Oral, por E. Llobregat (25): cabezales de
caballo, mángos de simpula, calderos, diademas, etc., objetos para los cuales se ha
propugnado, en unos casos con total certeza, en otros de manera más dudosa, un
origen etrusco. Un paralelo lejano podría constituirlo un jarro de bronce con asa
sobreelevada aparecido en la necrópolis ibérica del Mirador de Rolando, en la provincia de Granada, que aunque tipológicamente difiere bastante de los de nuestro grupo,
muestra un ensanche en la parte inferior del asa, justo en el lugar donde ésta se une al
cuerpo del jarro que, según Arribas (26) podría tratarse de una cabeza de ánade muy
estilizada.
Hoy por hoy, pues, y a salvo de que estudios posteriores puedan hacer aumentar el
número de piezas conocidas, el grupo de olpes de bronce objeto de nuestra atención se
encuentra especialmente relacionado con ejemplares etruscos, posiblemente fabricados en Orvieto y datados en la primera mitad del siglo VI a.C., aunque cuenta con los
suficientes elementos diferenciadores como para que no se les pueda adscribir con
total certeza a este taller. La semejanza que en algunos aspectos guarda con los
recipientes griegos del tipo B de Weber podría deberse también a una directa derivación de los ejemplares griegos del arcaismo inicial a los que se refiere este autor (27),
que hasta el momento no hemos podido ver. Sin embargo, dada el área de difusión de
estas piezas de asa sobrelevada, siempre en torno al Mediterráneo occidental, parece
más adecuada su adscripción a un taller itálico que, al menos con los datos de que
disponemos en este momento, tiene grandes posibilidades de ser etrusco.
(25) ILOBREGAT: Op. cit. en la nota 2, págs. 83 y sa.
(26) A. ARRIBAS: ~La necrópolis del Mirador de Rolando (Granada)». Pyrenae, 3. Barcelona, 1967, pág. 88, núm. 4.
(27) WEBER: Op. cit. en la nota 16, pág. 164.
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La función de estos jarros de asa sobreelevada parece, al menos en un primer
momento, litúrgica; no es raro que aparezcan asociados a páteras, en claro testimonio
de su función religiosa en las libaciones; el ejemplo más claro lo tenemos en una
estatuilla de bronce de Skutari, en Albania, que representa a una joven que vierte un
líquido de un recipiente del tipo B griego en una pátera (28). Esta asociación entre
jarras y páteras, como te's timonio de un ritual religioso, es muy frecuente en el mundo
antiguo; en la Península Ibérica se rastrea ya en época antigua tanto en bronce
-jarros y «braserillos» orientalizantes- como en cerámica -oinocoes y kylikes de la
tumba más antigua de Pozomoro-, por poner sólo algunos ejemplos; oinocoe, olpe y
braserillo aparecen también asociados en la tumba del Mirador de Rolando, a cuyo
olpe nos hemos referido con anterioridad, y no estaría de más preguntarnos si el
conjunto de olpe de bronce y dos páteras cerámicas que hemos encontrado en la tumba
255 del Cabecico del Tesoro de Murcia sería algo más que casual; aunque lo normal
sea la asociación de jarros y páteras de bronce o de cerámica, tampoco es descabellado
suponer que en tumbas o contextos no excesivamente ricos, sólo uno de los objetos
fuera de bronce. No obstante, sabemos que en el mundo clásico este recipiente tuvo
también un empleo profano, y como tal aparece en representaciones de simposios en
cerámicas de figuras rojas, o en el mobiliario grabado en la pared de alguna tumba
etrusca, y no hay razón para suponer que jarros encontrados en poblados como el del
Oral, sin asociación clara con ningún otro recipiente, no pudieran haber tenido una
finalidad lúdica. Parece claro asimismo, que en contextos ibéricos avanzados, el olpe
como vaso ritual fue sustituido por el vaso caliciforme, que a partir del siglo IV se
hace extraordinariamente frecuente; lo encontramos en figuras oferentes como la
Dama del Cerro de los Santos y asociado a páteras cerámicas en numerosas cuevassantuario ibéricas (29), pero también en poblados, donde esta finalidad religiosa, sin
que se pueda excluir del todo, parece más problemática (30); en algún caso, los
recipientes son de plata, como ocurre en el tesoro de Tivisa, con numerosos ejemplares
de vasos caliciformes y páteras.
4. ASPECTOS TÉCNICOS
En la mayor parte de los estudios sobre jarros de bronce antiguos se soslaya el tema
de su técnica de fabricación, y no es raro que cuando un autor se atreve a abordarlo
haya de reconocer lo arduo del problema; es el caso, por ejemplo, de Bouloumié (31),
quien cree que en los jarros de tipo «Schnabelkanne» pueden coexistir las técnicas de
la fundición y del batido. Guzzo (32) refiere que los olpes que estudia están hechos «in
lamina di bronzo», y Camporeale indica (33) que los suyos están hechos «a martello da
(28) WEBER: Op. cit. en la nota 15, pág. 169.
(29) M. GfL.MASCARELL: ..Sobre las cuevas ibáricas del País Valenciano. Materiales y problemas». Papeles del Laboratorio de Arqueología
de Valencia, núm. 11. Valencia. 1975, págs. 303 y ss.
(30) L. ABAD CASAL: «Un conjunto de materiales de La Serreta de Alcoy>>. Lucentum, 2. Alicante, 1983, pág. 194.
(31) BOULOUMIE: Op. cit. en la nota 14, pág. 222.
(32) GUZZO: Op. cit. en la nota 12, pág. 87.
(33) CAMPOREALE: Op. cit. en la nota 18, pág. 160.
-341-
[page-n-342]
14
L. ABAD
una sola lamina di bronzo», técnica que muestra as1nnsmo otro olpe semejante,
también procedente de Orvieto y publicado por Hayes (34), cuya asa está unida al
cuerpo mediante Clavijas de bronce. Weber no especifica la técnica de fabricación de
cada uno de los jarros, pero en el caso concreto de los olpes de Madrid con cabeza de
ánade en la parte sobreelevada del asa, indica expresamente que son fundidos («massiv
gegossene Beis piele»).
Para el estudio de los aspectos técnicos de nuestros jarros hemos contado con la
colaboración de Ricardo Mora, Alfonso García de Gamarra y Ricardo Pareja, investigadores de la Empresa Nacional del Aluminio de Alicante, que han realizado los
análisis necesarios.
Para identificar la técnica de fabricación se ha procedido a realizar una radiografía
del jarro de El Oral, único del que podíamos disponer para ello (lám. I,A). Se ha realizado
en un equipo Balteau 100 KV (Ventanabe), con una película D7 Estructurix (A.G.), y
un tiempo de exposición de 4 minutos. No se observa en la película huella alguna de
soldadura, ni siquiera en la unión del asa con el borde y el cuerpo del vaso, por lo que
parece claro que ha sido fundido en una sola pieza, que incluía también el asa.
Para estudiar·la composición del bronce se realizaron varios análisis por energía
dispersiva de rayos X (EDAX) sobre muestras de cada una de las piezas. De todas ellas
se realizaron varias mediciones, cuyo promedio presentamos en el cuadro que figura a
continuación. Del olpe de El Oral, único del que disponíamos de la(pieza entera, se
realizaron un total de diez análisis, de los que presentamos la media total (4a) y una
media parcial (4b), obtenida en un fragmento lijado y seccionado. Se han realizado
asimismo varios análisis de piezas de bronce aparecidas también en el yacimiento de
El Oral, para que sirvan de comparación. Los números del cuadro que aparece más
abajo corresponde a las siguientes piezas:
l. Olpe número 4. Museo Arqueológico Nacional, núm. inv. 18.568.
2. Olpe número 3. Museo Arqueológico Nacional, núm. inv. 9.857.
3. Olpe número 2. Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia).
'
4. Olpe número l. El Oral (San Fulgenéio, Alicante).
5. Aguja de bronce de El Oral.
6. Pequeña semiesfera de bronce de El Oral.
7. Posible charnela de bronce aparecida junto al olpe de El Oral.
8. Fíbula de bronce de El Oral.
9. Pequeña pieza de bronce con doble escotadura de El Oral.
(34) J . W. HAYES: «The Etruacan and ltalic Collectiona in the Royal Ontario MuselliDlO. Studi Etruschi, -43. Firenze, 1976, p41. 78.
-342-
[page-n-343]
16
OLPE DE EL ORAL
Cu
Pb
Sn
Fe
S
Si
Al
Ca
Cl
p
2
. 94'32
0'72
4'02
0'08
0'09
0'27
0'48
83'94
2'19
11'35
0'22
1'00
0'36
0'91
éu + Cl
3
83'11
2'29
11'28
0'59
1'81
0'30
0'60
4a
4b
57'26
7'55
15'30
0'86
0'01
1'97
3'13
0'05
14'30
0'55.
48'97
4'40
15'91
0'90
0'08
0'51
1'23
27'84
0'11
9'87
0'10
71'56
1
76'81
84'24
5
99'50
0'40
0'47
6
7
8
9
74'37
0'53
3'98
0'69
1'14
5'15
4'25
92'86
0'65
5'15
0'13
0'53
0'25
0'88
93'12
0'35
5'80
0'96
94'87
0'34
0'08
0'55
0'07
0'11
2'87
0'81
0'52
Parece claro que el sistema de fundición del jarro de El Oral ha de ser el de la cera
perdida, que permite la obtención de ejemplares de paredes muy delgadas, y es casi
seguro que los demás jarros del mismo grupo que aquí hemos estudiado deben estar
hechos con la misma técnica. Ello confirmaría la unidad de este grupo de olpes, frente
a los estudiados por Guzzo y Camporeale, realizados sobre lámina batida, técnica que
parece, por otra parte, la más apropiada para este tipo de recipientes (35).
Nuestra intención al realizar los análisis del bronce era ver si la semejanza en su
composición era tal que nos permitiera adscribir los cuatro ejemplares a un mismo
taller. En este sentido, el estudio ha proporcionado resultados bastante sorprendentes.
Dos de los cuatro olpes, el número 9.857 del Museo Arqueológico Nacional y el del
Cabecico del Tesoro de Murcia muestran una composición del bronce casi idéntica,
hasta tal punto que parecen proceder de una misma colada; sin embargo, los jarros no
son idénticos, puesto que muestran diferencias suficientes para poder afirmar que, si
ambos fueron realizados a la cera perdida, tienen que proceder de moldes diferentes. A
este respecto es muy interesante hacer ver que los olpes del Cabecico del Tesoro y de
El Oral son prácticamente idénticos en cuanto a forma general y dimensiones, y,
aunque no proceden, del mismo molde, ya que las diferencias en la forma del pie y en la
cabeza de ánade del asa así lo atestiguan, sí resulta evidente, en cambio, que proceden
de moldes mucho más próximos entre sí que los de los jarros del Cabecico del Tesoro y
MAN 9.857; sin embargo, la composición de su bronce es bastante diferente, tanto por
la proporción de cobre y estaño, bastante más favorable al segundo -incluso en el
caso de que consideremos al cloro como resultado de la alteración del cobre y sumemos
sus respectivos 'porcentajes- como por la presencia de una mayor proporción de
plomo y de .aluminio.
Parece claro, por tanto, que nos encontramos ante un taller que trabaja con varios
(35) M. PICO N, J. CONDAMIN
pág. 209.
yS. BOUCHER: «Recherches techniques sur des bronzes de Gaule romaine, m... Gallia, núm. 26. París, 1968,
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[page-n-344]
L. ABAD
16
moldes al mismo tiempo; de esta manera puede explicarse que objetos realizados en
una misma colada de bronce presenten tan claras diferencias tipológicas como los
jarros arriba citados, y que, por el contrario, otros casi idénticos tipológicamente
muestren bronces de composición muy diferente. También podría ocurrir que alguno
de nuestros jarros hubiese sido fabricado en un taller diferente, sobre la base de uno
importado que se tomaría como modelo y serviría de molde, pero no contamos con
suficientes elementos para poder comprobarlo, por lo que creemos más verosímil la
primera hipótesis. La proporción de estaño de nuestros jarros c,oincide con la que
·Picon considera normal para los grupos más antiguos de bronces prerromanos (35).
Los análisis de referencia de otras piezas de bronce de El Oral nos sirven de escasa
ayuda; una de ellas (número 5) es cobre prácticamente puro, otras tres muestran una
altísima proporción de este metal, con un porcentaje de estaño que oscila en torno al
5%, escaso plomo y cantidades variables de aluminio (números 7 y 8), en tanto que la
número 9 es también cobre casi puro con un pequeño porcentaje de aluminio.
5.
CONCLUSIONES
Nos encontramos, pues, ante un grupo no muy numeroso de olpes de bronce
algunas de cuyas características lo relacionan con los recipientes de este tipo griegos
y etruscos, pero que muestran los suficientes rasgos diferenciadores como para que no
puedan encuadrarse ni entre unos ni entre otros. Parece que su área de difusión se
encuentra en el Mediterráneo Occidental, y más concretamente en Italia y el Sureste
de la Península Ibérica, y todo hace pensar que proceden de un centro de fabricación
itálico. Los paralelos existentes, y el mayor número de similitudes formales con otros
recipientes, permiten suponer que éste se encontraba en el área etrusca, aunque sea
muy difícil precisar su ubicación exacta. Su fecha de fabricación, por paralelos con
recipientes similares, parece estar en la primera mitad del siglo VI a.C., que constituiría un término post quem para los contextos en que aparece. Las fechas exactas de su
ocultación en el poblado de El Oral y de su deposición en la tumba correspondiente de
la necrópolis de Verdolay son muy difíciles de determinar, puesto que los materiales
del primero abarcan todo el siglo V y comienzos del IV y el ajuar de la segunda está
compuesto exclusivamente por páteras ibéricas pintadas de difícil datación que, no
obstante, por algunas de sus características (decoración geométrica simple, formas
próximas a ejemplares de barniz negro antiguos, etc.), bien podrían corresponder al
siglo IV a.C. (36) y, en cualquier caso, a un momento antiguo en el período de
utilización de la necrópolis.
(36) S. NORDSTROM: «La céramique peinte ibérique de la province d'Alicante». Alicante, 1969, págs. 109 y ss.
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[page-n-345]
OLPE DE EL ORAL
17
ADDENDUM
Entregado ya este trabajo, ternos tenido noticia de la existencia de otro jarro de
este tipo en la provincia de Córdoba (fig. 4b), que parece formar parte del ajuar de una
tumba, compuesto además por un olpe de otro tipo, un colador y un cuenco, todo ello
de bronce, y una plaquita de piedra decorada con animales (quizás grifos o esfinges)
incisos, que tal vez pueda tratarse de una paleta de tocador. En su estudio premilinar,
Marcos Pous («Recipientes griegos de bronce en el Museo Arqueológico de Córdoba)),
Corduba Archaeologica, 14, 1983-84, 29 ss, n. 0 2) data el conjunto entre 525 y 450,
aunque la paleta podría ser anterior. La pieza que ahora nos interesa mide 11'20 cm. de
altura (14'80, si incluimos el asa), se encuentra en muy buen estado de conservación y
lleva el número 30.169 en el registro del Museo. En el artículo citado se indica
asimismo que recientemente ha aparecido otro olpe casi igual en Cádiz, que aún se
encuentra inédito.
La aparición de jarros de este tipo de Córdoba y Cádiz en los últimos años nos
obliga a extender su área de difusión a todo el sur de la Península, y a plañtear la duda
de si los ejemplares del M.A.N., tradicionalmente considerados de procedencia suritálica, no serán también de origen hispánico. Y proporciona nuevas bases para plantear
la hipótesis de una localización en el sur de la Península del taller de fabricación.
-345-
[page-n-346]
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L. ABAD.-Olpe de El Oral
LAM. I
B
A.- PosiHvo de la radiografía del olpe
d e El Oral (San Fulgencio, Alicante).
B. -Olpe del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia) antes de la restauración.
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ARCHIVO DE PREHIBTORIA LEVANTINA
Vol. XVIII (Valencia, 1988)
LORENZO ABAD CASAL
(Alicante)
UN TIPO DE OLPE DE BRONCE DE YACIMIENTOS IBERICOS LEVANTINOS
l. INTRODUCCION
En el mes de septiembre de 1981, durante la primera campaña de excavación del
yacimiento ibérico de El Oral (San Fulgencio, Alicante), se encontró un jarro de
bronce de asa sobr~elevada, de un tipo poco común, que parecía de origen etrusco.
Algún tiempo después hemos tenido ocasión de estudiar otros jarros similares, entre
ellos uno casi idéntico, y aún inédito, aparecido hace años en la tumba número 255 del
Cabecico del Tesoro de Verdolay (Murcia). Es nuestra intención presentar en este
trab~jo un avance de su estudio, como homenaje a D. Domingo Fletcher, a quien tanto
debe el conocimiento de la cultura ibérica.
Deseamos dejar constancia de nuestro agradecimiento a una serie de personas que
han facilitado considerablemente nuestra labor: Ricardo Olmos, Miguel A. García
Cano, Enrique Llobregat y Rafael Azuar, que · permitieron el estudio y toma de
muestras de los jarros en el Museo Arqueológico Nacional y en los de Murcia y
Alicante, respectivamente; Ricardo Mora, Alfonso García de Gamarra y Ricardo
Pajares, de la Empresa Nacional del Aluminio, en Alicante, que realizaron los análisis
y radiografías de las dife¡·entes piezas; P. Guzzo y G. Camporeale, que respondieron
amablemente a nuestras consultas, y Manuel Bendala, María Dolores Sánchez de
Prado y María Francia Galiana, que son autores, junto con el firmante, de los dibujos
que ilustran este trabajo.
2. LOS JARROS Y SU PROCEDENCIA
Se trata de un olpe de perfil en forma de S, con cuello ligeramente troncocónico,
borde exvasado recto y labio más o menos redondeado; el fondo es plano y se diferencia
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2
L. ABAD
-·-
Fig. 1.-0ipe de El Oral (San Fulgencio, Alicante).
[page-n-331]
OLPE DE EL ORAL
3
del cuerpo del vaso mediante ima moldura de perfil también redondeado. Su detalle
más característico es el asa sobreelevada, de sección ovoide, que remata en una cabeza
de ánade de forma alargada, con ojos redondeados y protuberantes; el pico, de sección
triangular, constituye el nexo de unión entre el asa y el borde del vaso, mientras que
por el extremo opuesto éste tiene lugar por medio de un ensanchamiento de forma
trapecial. Las paredes de estos recipientes son bastante delgadas, aunque el hecho de
que todos ellos se encuentren completos o restaurados ha dificultado la medición de su
grosor.
Hasta el momento tenemos localizados cuatro jarros de este tipo en la Península
Ibérica: dos que proceden de yacimientos conocidos, descubiertos durante excavaciones arqueológicas oficiales (los de El Oral y El Cabecico del Tesoro), y dos conservados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, de origen desconocido, pero que,
según nos ha informado amablemente R. Olmos, pueden proceder de Italia y haber
llegado al Museo a través del comercio de antigüedades del siglo XIX.
l.
Olpe de El Oral (San Fulgencio, Alicante) (fig. 1)
Apareció en un poblado ibérico antiguo, cuya vida se desarrolló principalmente a
lo largo del siglo V y durante el primer tercio del siglo IV a.C. (1); este poblado
muestra un urbanismo bastante desarrollado, con grandes casas, plazas y calles. En
una de estas casas apareció el jarro, cuidadosamente oculto -de lado y cubierto por
un trozo de ánfora- en el banco de adobes de una habitación que proporcionó
abundante material cerámico: cuencos y platos grises y pintados, ánforas, urnas de
orejetas pintadas, etc.; el banco se encontraba bastante destruido, pero aún podían
apreciarse las huellas de la ocultación.
El jarro, de unas dimensiones de 18'1 cm. de alto (22'9 cm. si incluimos el asa
sobreelevada), 5 cm. de diámetro en la boca, 7'6 cm. de diámetro máximo, y 4'6 en el
pie, se conserva completo, aunque bastante alterado por la corrosión; es la más
estilizada de todas estas piezas, tanto en lo que se refiere al cuerpo del recipiente como
a la cabeza de ánade del asa, más delgada y alargada que en los demás. En el centro del
asa existía en el momento de su aparición una gruesa eflorescencia que, al ser retirada
durante el proceso de limpieza, ha reducido ligeramente el grosor del asa; el pie se
destaca nítidamente del cuerpo del recipiente y, a diferencia de los demás, el fondo no
es completamente plano, sino que muestra un ligero rehundimiento en su exterior.
La pieza ha permanecido inédita hasta el momento, con breves referencias a cargo
de Llobregat (2), que lo considera etrusco, de la segunda mitad del siglo V a.C., y del
propio autor de estas líneas (3).
(1) L. ABAD CASAL: •
·
L. ABAD CASAL: «El Oral». En «Arqueologia en Alicante: 1976-1986>>. Alicante, 1986, págs. 148-46.
(2) E. LLOBREGAT: «Iberia y Etruria: notas para una revisión de relaciones». Lucentum, l. Alicante, 1982, págs. 61 y as.
(3) ABAD CASAL: Op. cit. en la note 1, 1987.
ABAD CASAL: Op. cit. en la note l, 1986, págs. 143 y ss.
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L. ABAD
4
t
.
.
.
.
l
-
---
-
3
Fig. 2.-0lpe del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia).
Fig. 3.-0lpe del M.A.N.
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.
'
'.
.
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OLPE DE EL ORAL
5
2. Olpe del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia) (fig. 2 y lám. l,B)
Se trata de una necrópolis excavada en los años cuarenta por G. Nieto y su equipo
de colaboradores, del que hasta el momento sólo se han publicado algunos avances
parciales (4). De los estudios de M. A. García Cano sobre las cerámicas griegas y de
barniz negro (5), se deduce que su período de utilización abarca desde las últimas
décadas del siglo V hasta comienzos del siglo II a.C.
El olpe que nos ocupa apareció en la sepultura número 255, situada a una profundi.dad de 0'60 m. y en un lecho de cenizas. Tiene el número de inventario 2.176 y se
encuentra expuesto en la sala II, vitrina 2, del Museo Arqueológico de Murcia. Junto
con él, el ajuar de la tumba estaba compuesto por dos páteras de cerámica ibérica, de
pasta ocre y pintadas a base de líneas concéntricas de color castaño oscuro (fig. 5); la
número 2.174 presenta un engobe exterior de color más oscuro que la pasta y conserva
aún toda su decoración; ésta ha desaparecido por completo, en cambio, en la número
2.175. La pieza número 2.177, que correspondía a un recipiente de cerámica común
ibérica, muy quemado por el fuego, no se ha podido localizar en los· almacenes del
museo.
El olpe del Cabecico del Tesoro tiene unas dimensiones de 18'1 cm. de altura (22'7 si
incluimos el asa sobreelevada), 5'1 cm. de diámetro en la boca, 8'1 en la parte central
del cuerpo principal y 5 en el pie; se encontraba bastante dañado en el momento de su
aparición, pues le faltaba parte de la zona central del cuerpo; fue trasladado al
Instituto de Restauración de Madrid, donde se le rellenaron las partes desaparecidas y
se protegió con un barniz. El jarro presenta una notable asimetría, y es sin duda el más
irregular de todos los que conocemos, aunque posiblemente parte de esta asimetría no
sea original. Su forma general es bastante parecida a la del jarro de El Oral, al que
también se equipara en altura, tipo-de borde y pie; no obstante, es de mayor diámetro y
menos estilizado. La cabeza de ánade que remata el asa sobrelevada es asimismo más
gruesa y de menor altura. Hasta el momento se encuentra inédito.
3.
Olpe del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (fig. 3)
Tiene el número de inventario 9.857, y sus medidas son 18'9 cm. de altura (24'2 si
incluimos el asa sobreelevada), 5'5 cm. de diámetro en la boca, 8'1 cm. en la parte más
ancha del cuerpo principal y 4'9 cm. en el pie. Se diferencia principalmente de los dos
anteriores en el hecho de que el borde es en este caso más fino y aplanado, y el pie
menos redondeado; la cabeza de ánade es más gruesa que la de los anteriores, y quizás
la mejor conservada de todas ellas. El estado del recipiente es bastante bueno, y ha
sido tratado en el laboratorio del Museo con óxido de cobre y posteriormente bañado
en cera. Procede, al igual que el siguiente, del comercio de antigüedades del siglo XIX,
Y. es posible, aunque no se pueda asegurar con total firmeza, que proceda de Italia. Fue
(4) G. NIETO GALLO: «La necrópolis hispánica del Cabecico del Tesoro, Verdolay (Murcia)». Crónica del ill Congreso Arqueológico del
Sudeste. Murcia, 1947, págs. 176 y 118.
(5) M. A. GARCIA CANO: <.Cerámicas griegas de la región de Murcia». Murcia, 1982, págs. 61 y ss.
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L. ABAD
6
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·~
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2cm.
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a
b
Fig. 4.-a: Olpe del M.A.N.; b: Olpe de Córdoba, según M. Pous.
-334-
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OLPE DE EL ORAL
7
ya publicado por Thouvenot en su obra sobre los bronces del MAN (6), quien hace de él
una descripción bastante ajustada, aunque da unas medidas ligeramente superiores a
las reales. Posteriormente, Blázquez lo incluyó en su trabajo sobre los recipientes de
bronce del MAN (7) y lo consideró de época romana republicana, debido a la presencia
de la cabeza de ánade, relativamente frecuente en este momento como adorno de
lámparas de bronce. Se desconoce su contexto.
4. Olpe del Museo Arqueológico Nacional de Madrid (fig. ~)
Tiene el número de inventario 18.568, y sus medidas son 9 cm. de alto (13'1 t·m. si
incluimos el asa sobreelevada), 3'1 cm. de diámetro en la boca, 4'1 cm. en la parte más
ancha y 3 cm. en el pie. El borde está a medio camino entre el anterior ejemplar del
MAN y los de Alicante y Murcia; sigue siendo aplanado, pero proporcionalmente es
más grueso y redondeado que el anterior, lo que lo aproxima a los ejemplares del
sureste; el pie es asimismo más redondeado, y la cabeza de ánade resulta desproporcionalmente grande e.1 relación con las dimensiones totales del vaso, sobre todo en
anchura. Perteneció a la colección Saavedra y, como el anterior, parece que procede
del comercio de antigüedades con Italia del siglo XIX. También lo incluyó Thouvenot
en su catálogo (8), aunque en este caso con unas medidas ligeramente inferiores a las
reales, y, al igual que el anterior, fue datado en época republicana por J. M. Blázquez
(9). Se desconoce su contexto.
3. EL TIPO DE RECIPIENTE
Los jarros de bronce constituyen, en general, uno de los objetos de lujo más
difundidos por todo el Mediterráneo durante el primer milenio a.C. En las últimas
décadas, y tomando como punto de parti ha prestado bastante atención, prueba de lo cual son los numerosos estudios realizados
sobre jarros de bronce fenicios, tartésicos, etruscos y griegos, y más concretamente, en
los últimos años, las monografías de García y Bellido (11) sobre los jarros tartésicos,
Guzzo (12) sobre los etruscos, Shefton (13) sobre los ((rodios», Bouloumié (14) sobre los
«Schnabelkanne» y Weber (15) sobre varias formas en particular. Tradicionalmente se
ha venido defendiendo la tesis de que existen dos grupos principales, uno griego y otro
(6) R. THOUVENOT: «Cat.alOBUe dee figurines et objectes de bronze du Muaée Archéologique National de Madrid». Bordeaux, 1927, pág. 96,
núm. 482.
(7) J. M. BLAZQUEZ: dlecipientes de bronce del Museo Arqueológico Nacional». Archivo Español de Arqueología, núm. 33. Madrid, 1960,
pág. 197. 1.3.
(8) THOUVENOT: Op.clt. en la nota 6, pág. 96, núm. 481.
(9) BLAZQUEZ: Op. cit. en la nota 7, pág. 197, 1.3.
(10) P. JACOBSTAHL: «Die Schnabelkannen. Ein Beil.rag zur Geechichta des vorromischen Importa mordlich der Alpen». Berlln, 1929.
(11) A. GARCIA Y BELLIDO: ~Materiales de arqueología hispano-púnica: loa jarros de bronce». Archivo Español de Arqueologia, núm. 29.
Madrid, 1956, págs. 86-UM.
(12) P. E. GUZZO: «Una claae di brocchete in bronzO». Rendiconti Lincei, 8, pág. 26.
(13) B. B. SHEFI'ON: «Die 'r6diachen' Bronzekannen». Marburg, 1979.
(14) B. BOULOUMIE: «Les oenochoee en bronze du type 'Schnabelkanne' en Italie». París, 1973.
(15) T. WEBER: «Bronzekannen. Studen zu auegewihlten archaiechen und Klaeaiechen Oinochoeformen aua Metall in Greichenland und
Etrurieno. Frankfurt, 1983.
-336-
[page-n-336]
L. ABAD
8
Fig. 5.-Páteras ibéricas del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia).
fenicio, que .se difunden por el Mediterráneo -más los segundos que los primeros- y
que son los modelos que copiarán etruscos y tartesios.
De todas formas, la mayor parte de los estudios se han centrado sobre los jarros de
mayor valor artístico y decorativo, ya sea por una decoración figurada o no, ya sea por
una forma que se sale de lo corriente. Menor ha sido, en cambio, el interés por los
jarros simples, de formas sencillas y carentes de decoración. Por ello, son muy pocos
los trabajos a los que se puede recurrir en el estudio de nuestros olpes.
De los autores antes citados, y de otros varios que podrían traerse a colación, sólo
Guzzo, Camporeale y Weber han dedicado su atención a jarros tipológicamente semejantes a los nuestros. El primer autor estudia un tipo de jarro etrusco de bronce
caracterizado por la presencia de una cabeza de león en el extremo inferior del asa
(16); mediante el estudio de la dispersión de los ejemplares conocidos establece el
(16) GUZZO: Op. cit. en la nota 12. pAga. 81 y aa.
-336-
[page-n-337]
OLPE DE EL ORAL
9
centro de producción en Vulci, le asigna una cronología desde finales del siglo VI
hasta mediados del V a.C. y cree que derivan, en cuanto a su forma, de ejemplares más
esbeltos y alargados, con asa de sección laminar, pie moldurado y sin cabeza de león en
el asa, datados en la primera mitad del siglo VI (17).
Uno de los olpes que Guzzo considera como precedente del conjunto que estudia, el
de la tumba 51 de la necrópolis del Crocifisso del Tufo, en Orvieto, fue estudiado
también por Camporeale, algunos años después, en un trabajo que dedicó a un
conjunto de jarros de bronce etruscos arcaicos (18); se trata de una serie de olpes aunque entre ellos hay también algún oinocoe-- procedentes de Etruria, que tienen en
común el estar hechos a martillo sobre una lámina de bronce, con el asa asegurada
mediante remaches bajo el labio y en el punto de mayor anchura del cuerpo; tiene ésta
costillas longitudinales, en algunos casos acompañadas por incisiones horizontales u
oblicuas, y está provista de dos placas de unión, la superior en forma de lengüeta y la
inferior aproximadamente circular y decorada con un motivo esgrafiado en forma de
palmeta; el perfil es airoso, sin interrupciones bruscas, con la boca exvasada, el cuello
alargado y oblicuo, el cuerpo ovalado y el pie, cuando existe, bajo y engrosado.
La fecha del momento de deposición de todos estos jarros se encuentra, según los
materiales que constituyen el contexto de las tumbas en que aparecieron, entre los
años 580 y 560 a.C. y, en cualquier caso, en la primera mitad del siglo VI a.C.
Camporeale (19) sugiere que el lugar de fabricación pudo ser Orvieto, pues es donde
más ejemplares de este tipo se han encontrado, y donde menos numerosos son en este
momento los materiales importados. Cree asimismo que este tipo de recipientes es el
precedente de las producciones típicamente etruscas de la segunda mitad del siglo VI y
comienzos del V, más bajos y achaparrados, con una clara separación entre el cuello y
el cuerpo del recipiente. Algo semejante había apuntado ya Guzzo (20), para quien el
origen de este tipo de olpes pudo deberse a una modificación que los talleres etruscos
introdujeron al copiar los modelos griegos.
Más recientemente, Weber (21) ha establecido tres grupos principales de olpes de
bronce a lo largo de los últimos años del siglo VI y de todo el V: dos griegos (A y B) y
uno etrusco (B etrusco). Del grupo A, griego, se conocerían muy pocos ejemplares, y de
ellos sólo uno de Agrigento podría datarse, por el ajuar de la tumba en que se
encontró, en el segundo cuarto del siglo V a.C. Su centro de producción es desconocido, aunque han aparecido en el santuario de Olimpia y en las proximidades de Delfos,
Corinto y la Argólida. El tipo B, en cambio, es especialmente frecuente en tomo al
golfo de Corinto, donde, según este autor, podría estar su centro de producción. La
versión etrusca, que incluye los olpes estudiados en su día por Guzzo, se encuentra con
(17)
(18)
yss.
(19)
(20)
(21)
GUZZO: Op. cit., en la nota 12, pág. 100.
G. CAMPOREALE: «Un grupo di brocchete etruache arcaiche di bronzo». En «Homenaje a Garda y Bellido», 2. Madrid, 1976, págs. 156
CAMPOREALE: Op. cit. en la nota 18, pág. 167.
GU?ZO: Op. cit. en la nota 12, págs. 87 y ss.
WEBER: Op. cit. en la nota 16, págs. 160 y ss.
-337-
[page-n-338]
L. ABAD
10
preferencia en la costa etrusca -sobre todo en torno a Vulci- y en la Campania,
aunque también se encuentra en Grecia y en los Alpes.
El grupo A, de origen griego, se dataría entre los años 500 y 475 a.C., y se
caracterizaría por un cuerpo ovoide, con hombro fuertemente marcado. El tipo B, en
cambio, corresponde a los «doppelkonische Bronzeolpen», ninguno de los cuales se ha
encontrado en un contexto que permita una datación exacta; por ello, Weber (22),
recurre a una clasificación hipotética «from stout to slender». Según esta clasificación, la separación muy poco marcada entre el cuello y el cuerpo, propia de las piezas
más antiguas, se acentúa con el paso del tiempo, hasta volver a hacerse más tenue, y
casi desaparecer, en los últimos ejemplares de la serie. Paralelos atenienses en cerámicas de figuras negras y rojas y de barniz negro demostrarían que este tipo de jarros era
conocido en Grecia desde el último cuarto del siglo VI hasta mediados delsiglo V a.C.
y contribuirían a confirmar la exactitud de la evolución «from stout to slender»
propugnada por el autor, aunque sin olvidar que los ejemplares más antiguos también
serían «slender».
El grupo B etrusco se encontraría estrechamente relacionado con el griego, del que
se diferenciaría por su perfil continuo, sin claras diferencias entre cuerpo y cuello,
como si no hubiera experimentado, en general, la evolución de los ejemplares griegos.
Todos los ejemplares conocidos del grupo A muestran el asa biselada o con
profundas estrías en su parte exterior, y terminada, en la parte donde se une al cuerpo,
en una palmeta. Los del grupo B griego, por el contrario, muestran un mayor repertorio de motivos como remate del asa, ya sea incisos o en relieve: piel de león, hojas,
cabezas de carnero, etc. Los etruscos, por su parte, suelen mostrar en este lugar las
figuras de un león o, menos frecuentemente, de sirenas, conejos, carniceros, hojas
apuntadas, máscaras de Aqueloo, etc.
Incluir en esta visión evolutiva los olpes de bronce de El Oral, Cabecico del Tesoro
y Museo Arqueológico Nacional no es tarea fácil. Weber alude a ellos de pasada al
final de los grupos griegos (23), indicando que junto a las formas ya estudiadas existen
en Grecia otros olpes de bronce con boca circular, los cuales han de ser considerados,
en parte, como formas contemporáneas de producción local; entre ellos se incluyen
vasos de Samos, Atenas, Olimpia y Amanthia, y dentro de este mismo grupo, aunque
diferenciado, se hace referencia a otro, compuesto por jarros de Tarento, Londres,
Ginebra y los dos de Madrid. A este último grupo, que es el que ahora nos interesa,
habría que incorporar los olpes de El Oral y el Cabecico del Tesoro, que muestran,
como el de Tarento y los de Madrid -no hay que olvidar que éstos proceden probablemente de Italia, a través del comercio de antigüedades del siglo XIX-, una cabeza de
ánade en la parte superior de su asa; a todos ellos afectaría por tanto la afirmación que
Weber dedica al grupo: la de su pertenencia, sin lugar a dudas, a la época arcaica
(22) WEBER: Op. cit. en la nota 15, pág. 168.
(23) WEBER: Op. cit. en la nota 15, pág. 162, núm. 8.
-338-
[page-n-339]
OLPE DE EL ORAL
11
(«wohl archaisch sind»). En este mismo grupo, que funciona como un verdadero cajón
de sastre, incluye Weber otros jarros de Orvieto, Gela y Nueva York.
De esta manera, podría diferenciarse un grupo de olpes de bronce formado por los
cuatro objetos de nuestro estudio, además del de Tarento, y caracterizado por la
carencia de decoración en el extremo inferior del asa, así como por la ausencia de
estrías o incisiones a lo largo de ella, motivos que son sustituidos por un prótomo de
ánade ~n su parte sobreelevada; tienen además en común el borde vuelto hacia el
exterior, engrosado o no, pero en cualquier caso macizo y sin decorar, el cuerpo de
perfil continuo, sin solución de continuidad entre sus diferentes partes, y la base
plana, delimitada exteriormente por una moldura más o menos redondeada. Este grupo
muestra características individualizadoras dentro de las series establecidas por Weber
y no se adapta por completo a ninguna de ellas; ya hemos visto cómo este autor sólo se
refiere a algunos de sus ejemplares (los conocidos en el momento de redactar su obra)
considerándolos como formas locales contemporáneas de los grupos más importantes
previamente establecidos. Si avanzamos un poco más en su estudio, utilizando los
propios argumentos del autor, parece evidente que nuestros olpes no tienen relación
con el grupo A, el propiamente griego, ya que no muestran ninguna de sus características: cuerpo de forma oval -en algún caso casi trapecial-, hombro fuertemente
marcado, con una nítida diferenciación entre el cuello y la panza, y una palmeta como
remate del asa en su parte inferior.
Más próximos estarían nuestros olpes a los del grupo B de Weber, caracterizados,
como ya hemos indicado más arriba, por la forma bitroncocónica, sin que exista una
línea de hombro excesivamente marcada, al menos en los ejemplares más antiguos y
más modernos. Es en este grupo en el que, como una variante local, incluye Weber a
nuestros olpes, pese a que algunos de sus rasgos los diferencian claramente: el borde,
vuelto hacia el exterior, es recto o engrosado, pero nunca colgante como parece
característico de los del grupo B griego, y carece por completo de decoración, lo que
ocurre también en el extremo inferior del asa; todo ello, junto con la existencia de una
cabeza de ánade en la parte sobreelevada del asa, y la ausencia de cualquier vestigio
de la línea de hombro del vaso, constituyen caracteres suficientemente diferenciadores.
Pero nuestros olpes tampoco pueden ser incluidos plenamente en el grupo B
etrusco de Weber, aunque algunos de sus rasgos sean muy similares, como por ejemplo
el perfil continuo en forma de S, sin rastro alguno de la línea de hombro de los modelos
griegos; carecen del borde colgante etrusco, así como el remate inferior del asa, y
muestran en cambio la moldura del pie bastante más marcada que la mayor parte de
los ejemplares etruscos, más en línea con los modelos griegos del tipo B.
De los trabajos de Guzzo y Camporeale parece evidente que el grupo de jarros de
bronce objeto de la atención de este último es evidentemente anterior a los estudiados
por Weber, algo que éste parece reconocer explícitamente cuando. (24) indica que
(24) WEBER: Op. cit. en la nota 16, pág. 163.
-339-
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12
L. ABAD
también existen en Etruria olpes esbeltos, que se relacionan con formas griegas del
arcaísmo inicial, alguno de los cuales se data en la primera mitad del siglo VI; no
hemos de olvidar, además, que este autor dedica su estudio sólo a los productos de la
segunda mitad del siglo VI y de las primeras décadas del V.
Los olpes que son objeto de nuestro estudio se encuentran más próximos a los
incluidos en el grupo de Camporeale que a cualquiera de los de Weber. Coinciden con
ellos en casi todos los elementos tipológicos: perfil continuo, con ausencia de cualquier alusión a la línea de hombro, borde vuelto macizo, más o menos engrosado y
carente de decoración, y moldura de pie claramente diferenciada, pero existen también
sustanciales diferencias: nuestros jarros carecen de palmeta o de cualquier otro
motivo decorativo en la parte inferior del asa, así como de las incisiones longitudinales que aparecen en ésta en el grupo de Camporeale, y en su lugar presentan una
cabeza de ánade en la parte sobreelevada, dispuesta de manera que el pico, aplanado,
constituya el nexo de unión entre el asa y el borde del recipiente. Es éste, sin duda, el
rasgo más personal de este grupo de olpes, que no existe ni en los jarros griegos de tipo
A o B ni en los grupos etruscos de Weber o Camporeale, por más que la cabeza de
ánade, como motivo decorativo en otros objetos, sea bastante frecuente tanto en
Grecia como en Etruria; como ejemplos podemos remitir a los colacionados en su día, y
precisamente en relación con el olpe de El Oral, por E. Llobregat (25): cabezales de
caballo, mángos de simpula, calderos, diademas, etc., objetos para los cuales se ha
propugnado, en unos casos con total certeza, en otros de manera más dudosa, un
origen etrusco. Un paralelo lejano podría constituirlo un jarro de bronce con asa
sobreelevada aparecido en la necrópolis ibérica del Mirador de Rolando, en la provincia de Granada, que aunque tipológicamente difiere bastante de los de nuestro grupo,
muestra un ensanche en la parte inferior del asa, justo en el lugar donde ésta se une al
cuerpo del jarro que, según Arribas (26) podría tratarse de una cabeza de ánade muy
estilizada.
Hoy por hoy, pues, y a salvo de que estudios posteriores puedan hacer aumentar el
número de piezas conocidas, el grupo de olpes de bronce objeto de nuestra atención se
encuentra especialmente relacionado con ejemplares etruscos, posiblemente fabricados en Orvieto y datados en la primera mitad del siglo VI a.C., aunque cuenta con los
suficientes elementos diferenciadores como para que no se les pueda adscribir con
total certeza a este taller. La semejanza que en algunos aspectos guarda con los
recipientes griegos del tipo B de Weber podría deberse también a una directa derivación de los ejemplares griegos del arcaismo inicial a los que se refiere este autor (27),
que hasta el momento no hemos podido ver. Sin embargo, dada el área de difusión de
estas piezas de asa sobrelevada, siempre en torno al Mediterráneo occidental, parece
más adecuada su adscripción a un taller itálico que, al menos con los datos de que
disponemos en este momento, tiene grandes posibilidades de ser etrusco.
(25) ILOBREGAT: Op. cit. en la nota 2, págs. 83 y sa.
(26) A. ARRIBAS: ~La necrópolis del Mirador de Rolando (Granada)». Pyrenae, 3. Barcelona, 1967, pág. 88, núm. 4.
(27) WEBER: Op. cit. en la nota 16, pág. 164.
-340-
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OLPE DE EL ORAL
13
La función de estos jarros de asa sobreelevada parece, al menos en un primer
momento, litúrgica; no es raro que aparezcan asociados a páteras, en claro testimonio
de su función religiosa en las libaciones; el ejemplo más claro lo tenemos en una
estatuilla de bronce de Skutari, en Albania, que representa a una joven que vierte un
líquido de un recipiente del tipo B griego en una pátera (28). Esta asociación entre
jarras y páteras, como te's timonio de un ritual religioso, es muy frecuente en el mundo
antiguo; en la Península Ibérica se rastrea ya en época antigua tanto en bronce
-jarros y «braserillos» orientalizantes- como en cerámica -oinocoes y kylikes de la
tumba más antigua de Pozomoro-, por poner sólo algunos ejemplos; oinocoe, olpe y
braserillo aparecen también asociados en la tumba del Mirador de Rolando, a cuyo
olpe nos hemos referido con anterioridad, y no estaría de más preguntarnos si el
conjunto de olpe de bronce y dos páteras cerámicas que hemos encontrado en la tumba
255 del Cabecico del Tesoro de Murcia sería algo más que casual; aunque lo normal
sea la asociación de jarros y páteras de bronce o de cerámica, tampoco es descabellado
suponer que en tumbas o contextos no excesivamente ricos, sólo uno de los objetos
fuera de bronce. No obstante, sabemos que en el mundo clásico este recipiente tuvo
también un empleo profano, y como tal aparece en representaciones de simposios en
cerámicas de figuras rojas, o en el mobiliario grabado en la pared de alguna tumba
etrusca, y no hay razón para suponer que jarros encontrados en poblados como el del
Oral, sin asociación clara con ningún otro recipiente, no pudieran haber tenido una
finalidad lúdica. Parece claro asimismo, que en contextos ibéricos avanzados, el olpe
como vaso ritual fue sustituido por el vaso caliciforme, que a partir del siglo IV se
hace extraordinariamente frecuente; lo encontramos en figuras oferentes como la
Dama del Cerro de los Santos y asociado a páteras cerámicas en numerosas cuevassantuario ibéricas (29), pero también en poblados, donde esta finalidad religiosa, sin
que se pueda excluir del todo, parece más problemática (30); en algún caso, los
recipientes son de plata, como ocurre en el tesoro de Tivisa, con numerosos ejemplares
de vasos caliciformes y páteras.
4. ASPECTOS TÉCNICOS
En la mayor parte de los estudios sobre jarros de bronce antiguos se soslaya el tema
de su técnica de fabricación, y no es raro que cuando un autor se atreve a abordarlo
haya de reconocer lo arduo del problema; es el caso, por ejemplo, de Bouloumié (31),
quien cree que en los jarros de tipo «Schnabelkanne» pueden coexistir las técnicas de
la fundición y del batido. Guzzo (32) refiere que los olpes que estudia están hechos «in
lamina di bronzo», y Camporeale indica (33) que los suyos están hechos «a martello da
(28) WEBER: Op. cit. en la nota 15, pág. 169.
(29) M. GfL.MASCARELL: ..Sobre las cuevas ibáricas del País Valenciano. Materiales y problemas». Papeles del Laboratorio de Arqueología
de Valencia, núm. 11. Valencia. 1975, págs. 303 y ss.
(30) L. ABAD CASAL: «Un conjunto de materiales de La Serreta de Alcoy>>. Lucentum, 2. Alicante, 1983, pág. 194.
(31) BOULOUMIE: Op. cit. en la nota 14, pág. 222.
(32) GUZZO: Op. cit. en la nota 12, pág. 87.
(33) CAMPOREALE: Op. cit. en la nota 18, pág. 160.
-341-
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14
L. ABAD
una sola lamina di bronzo», técnica que muestra as1nnsmo otro olpe semejante,
también procedente de Orvieto y publicado por Hayes (34), cuya asa está unida al
cuerpo mediante Clavijas de bronce. Weber no especifica la técnica de fabricación de
cada uno de los jarros, pero en el caso concreto de los olpes de Madrid con cabeza de
ánade en la parte sobreelevada del asa, indica expresamente que son fundidos («massiv
gegossene Beis piele»).
Para el estudio de los aspectos técnicos de nuestros jarros hemos contado con la
colaboración de Ricardo Mora, Alfonso García de Gamarra y Ricardo Pareja, investigadores de la Empresa Nacional del Aluminio de Alicante, que han realizado los
análisis necesarios.
Para identificar la técnica de fabricación se ha procedido a realizar una radiografía
del jarro de El Oral, único del que podíamos disponer para ello (lám. I,A). Se ha realizado
en un equipo Balteau 100 KV (Ventanabe), con una película D7 Estructurix (A.G.), y
un tiempo de exposición de 4 minutos. No se observa en la película huella alguna de
soldadura, ni siquiera en la unión del asa con el borde y el cuerpo del vaso, por lo que
parece claro que ha sido fundido en una sola pieza, que incluía también el asa.
Para estudiar·la composición del bronce se realizaron varios análisis por energía
dispersiva de rayos X (EDAX) sobre muestras de cada una de las piezas. De todas ellas
se realizaron varias mediciones, cuyo promedio presentamos en el cuadro que figura a
continuación. Del olpe de El Oral, único del que disponíamos de la(pieza entera, se
realizaron un total de diez análisis, de los que presentamos la media total (4a) y una
media parcial (4b), obtenida en un fragmento lijado y seccionado. Se han realizado
asimismo varios análisis de piezas de bronce aparecidas también en el yacimiento de
El Oral, para que sirvan de comparación. Los números del cuadro que aparece más
abajo corresponde a las siguientes piezas:
l. Olpe número 4. Museo Arqueológico Nacional, núm. inv. 18.568.
2. Olpe número 3. Museo Arqueológico Nacional, núm. inv. 9.857.
3. Olpe número 2. Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia).
'
4. Olpe número l. El Oral (San Fulgenéio, Alicante).
5. Aguja de bronce de El Oral.
6. Pequeña semiesfera de bronce de El Oral.
7. Posible charnela de bronce aparecida junto al olpe de El Oral.
8. Fíbula de bronce de El Oral.
9. Pequeña pieza de bronce con doble escotadura de El Oral.
(34) J . W. HAYES: «The Etruacan and ltalic Collectiona in the Royal Ontario MuselliDlO. Studi Etruschi, -43. Firenze, 1976, p41. 78.
-342-
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16
OLPE DE EL ORAL
Cu
Pb
Sn
Fe
S
Si
Al
Ca
Cl
p
2
. 94'32
0'72
4'02
0'08
0'09
0'27
0'48
83'94
2'19
11'35
0'22
1'00
0'36
0'91
éu + Cl
3
83'11
2'29
11'28
0'59
1'81
0'30
0'60
4a
4b
57'26
7'55
15'30
0'86
0'01
1'97
3'13
0'05
14'30
0'55.
48'97
4'40
15'91
0'90
0'08
0'51
1'23
27'84
0'11
9'87
0'10
71'56
1
76'81
84'24
5
99'50
0'40
0'47
6
7
8
9
74'37
0'53
3'98
0'69
1'14
5'15
4'25
92'86
0'65
5'15
0'13
0'53
0'25
0'88
93'12
0'35
5'80
0'96
94'87
0'34
0'08
0'55
0'07
0'11
2'87
0'81
0'52
Parece claro que el sistema de fundición del jarro de El Oral ha de ser el de la cera
perdida, que permite la obtención de ejemplares de paredes muy delgadas, y es casi
seguro que los demás jarros del mismo grupo que aquí hemos estudiado deben estar
hechos con la misma técnica. Ello confirmaría la unidad de este grupo de olpes, frente
a los estudiados por Guzzo y Camporeale, realizados sobre lámina batida, técnica que
parece, por otra parte, la más apropiada para este tipo de recipientes (35).
Nuestra intención al realizar los análisis del bronce era ver si la semejanza en su
composición era tal que nos permitiera adscribir los cuatro ejemplares a un mismo
taller. En este sentido, el estudio ha proporcionado resultados bastante sorprendentes.
Dos de los cuatro olpes, el número 9.857 del Museo Arqueológico Nacional y el del
Cabecico del Tesoro de Murcia muestran una composición del bronce casi idéntica,
hasta tal punto que parecen proceder de una misma colada; sin embargo, los jarros no
son idénticos, puesto que muestran diferencias suficientes para poder afirmar que, si
ambos fueron realizados a la cera perdida, tienen que proceder de moldes diferentes. A
este respecto es muy interesante hacer ver que los olpes del Cabecico del Tesoro y de
El Oral son prácticamente idénticos en cuanto a forma general y dimensiones, y,
aunque no proceden, del mismo molde, ya que las diferencias en la forma del pie y en la
cabeza de ánade del asa así lo atestiguan, sí resulta evidente, en cambio, que proceden
de moldes mucho más próximos entre sí que los de los jarros del Cabecico del Tesoro y
MAN 9.857; sin embargo, la composición de su bronce es bastante diferente, tanto por
la proporción de cobre y estaño, bastante más favorable al segundo -incluso en el
caso de que consideremos al cloro como resultado de la alteración del cobre y sumemos
sus respectivos 'porcentajes- como por la presencia de una mayor proporción de
plomo y de .aluminio.
Parece claro, por tanto, que nos encontramos ante un taller que trabaja con varios
(35) M. PICO N, J. CONDAMIN
pág. 209.
yS. BOUCHER: «Recherches techniques sur des bronzes de Gaule romaine, m... Gallia, núm. 26. París, 1968,
-343-
[page-n-344]
L. ABAD
16
moldes al mismo tiempo; de esta manera puede explicarse que objetos realizados en
una misma colada de bronce presenten tan claras diferencias tipológicas como los
jarros arriba citados, y que, por el contrario, otros casi idénticos tipológicamente
muestren bronces de composición muy diferente. También podría ocurrir que alguno
de nuestros jarros hubiese sido fabricado en un taller diferente, sobre la base de uno
importado que se tomaría como modelo y serviría de molde, pero no contamos con
suficientes elementos para poder comprobarlo, por lo que creemos más verosímil la
primera hipótesis. La proporción de estaño de nuestros jarros c,oincide con la que
·Picon considera normal para los grupos más antiguos de bronces prerromanos (35).
Los análisis de referencia de otras piezas de bronce de El Oral nos sirven de escasa
ayuda; una de ellas (número 5) es cobre prácticamente puro, otras tres muestran una
altísima proporción de este metal, con un porcentaje de estaño que oscila en torno al
5%, escaso plomo y cantidades variables de aluminio (números 7 y 8), en tanto que la
número 9 es también cobre casi puro con un pequeño porcentaje de aluminio.
5.
CONCLUSIONES
Nos encontramos, pues, ante un grupo no muy numeroso de olpes de bronce
algunas de cuyas características lo relacionan con los recipientes de este tipo griegos
y etruscos, pero que muestran los suficientes rasgos diferenciadores como para que no
puedan encuadrarse ni entre unos ni entre otros. Parece que su área de difusión se
encuentra en el Mediterráneo Occidental, y más concretamente en Italia y el Sureste
de la Península Ibérica, y todo hace pensar que proceden de un centro de fabricación
itálico. Los paralelos existentes, y el mayor número de similitudes formales con otros
recipientes, permiten suponer que éste se encontraba en el área etrusca, aunque sea
muy difícil precisar su ubicación exacta. Su fecha de fabricación, por paralelos con
recipientes similares, parece estar en la primera mitad del siglo VI a.C., que constituiría un término post quem para los contextos en que aparece. Las fechas exactas de su
ocultación en el poblado de El Oral y de su deposición en la tumba correspondiente de
la necrópolis de Verdolay son muy difíciles de determinar, puesto que los materiales
del primero abarcan todo el siglo V y comienzos del IV y el ajuar de la segunda está
compuesto exclusivamente por páteras ibéricas pintadas de difícil datación que, no
obstante, por algunas de sus características (decoración geométrica simple, formas
próximas a ejemplares de barniz negro antiguos, etc.), bien podrían corresponder al
siglo IV a.C. (36) y, en cualquier caso, a un momento antiguo en el período de
utilización de la necrópolis.
(36) S. NORDSTROM: «La céramique peinte ibérique de la province d'Alicante». Alicante, 1969, págs. 109 y ss.
-344-
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OLPE DE EL ORAL
17
ADDENDUM
Entregado ya este trabajo, ternos tenido noticia de la existencia de otro jarro de
este tipo en la provincia de Córdoba (fig. 4b), que parece formar parte del ajuar de una
tumba, compuesto además por un olpe de otro tipo, un colador y un cuenco, todo ello
de bronce, y una plaquita de piedra decorada con animales (quizás grifos o esfinges)
incisos, que tal vez pueda tratarse de una paleta de tocador. En su estudio premilinar,
Marcos Pous («Recipientes griegos de bronce en el Museo Arqueológico de Córdoba)),
Corduba Archaeologica, 14, 1983-84, 29 ss, n. 0 2) data el conjunto entre 525 y 450,
aunque la paleta podría ser anterior. La pieza que ahora nos interesa mide 11'20 cm. de
altura (14'80, si incluimos el asa), se encuentra en muy buen estado de conservación y
lleva el número 30.169 en el registro del Museo. En el artículo citado se indica
asimismo que recientemente ha aparecido otro olpe casi igual en Cádiz, que aún se
encuentra inédito.
La aparición de jarros de este tipo de Córdoba y Cádiz en los últimos años nos
obliga a extender su área de difusión a todo el sur de la Península, y a plañtear la duda
de si los ejemplares del M.A.N., tradicionalmente considerados de procedencia suritálica, no serán también de origen hispánico. Y proporciona nuevas bases para plantear
la hipótesis de una localización en el sur de la Península del taller de fabricación.
-345-
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L. ABAD.-Olpe de El Oral
LAM. I
B
A.- PosiHvo de la radiografía del olpe
d e El Oral (San Fulgencio, Alicante).
B. -Olpe del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia) antes de la restauración.
[page-n-348]