Consideraciones sobre la secuencia del Parpalló y el arte paleolítico del Mediterráneo español
Valentín Villaverde Bonilla
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVID (Valencia, 1988)
VALENTIN VILLA VERDE BONILLA
(Valencia)
CONSIDERACIONES SOBRE LA SECUENCIA DE LA COVA DEL PARPALLO
Y EL ARTE PALEOLITICO DEL MEDITERRANEO ESPA~OL
Entendemos como un acto de gratitud a D. Fletcher nuestra contribución a este
homenaje con un artículo dedicado precisamente al estudio de una de las colecciones
más queridas del Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia, la formada por
las plaquetas de la Cova del Parpalló. Sirva, esperamos, a tal objeto este trabajo en el
que retomamos la valoración de su secuencia artística a la luz de los hallazgos y
estudios efectuados en los últimos años en el ámbito mediterráneo peninsular.
Desde las fechas en que Pericot publicara la monografía dedicada al resultado de
sus excavaciones en Parpalló, con un detenido estudio y abundante ilustración gráfica
de sus plaquetas (1), con escasas aunque significativas excepciones la secuencia
artística de este yacimiento ha sido poco considerada y valorada en relación con el
establecimiento de la cronología y características del Arte paleolítico. Es un hecho·
indiscutible en cuya explicación parecen intervenir diversas razones: la temprana
fecha de excavación de Parpalló, en los años treinta; la coincidencia de su publicación,
el año 1942, con la 11 Guerra Mundial; el carácter prácticamente aislado del yacimiento en la región, en la que además se produjo a partir de los años cincuenta un
detenimiento de las excavaciones, que de hecho no se reanudaron hasta los años
setenta; y la rápida aparición del concepto de «provincia artística mediterránea»,
formulado por Graziosi en los años cincuenta y admitido por el mismo Pericot inmediatamente (2). Y ello a pesar de que la colección de plaquetas pintadas y grabadas de
.
. .
(1) L. PERICOT GARCIA: ~La cueva del Parpalló (Gandia)». Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, Instituto Diego de Velázquez.
Madrid, 1942.
(2) P. GRAZIOSI: «L'arte dell'antlca eta della pietra ... Sansoni. Florencia, 1966.
P. GRAZIOSI: «L'art paléolithique de la province mediterranéenne et ses influences daos les tempa postpaléolithiques>>, en Prehistoric
Art oí the Western Mediterranean and the Sabara, editado por L. PERICOT GARCIA y E. RIPOLL PERELLO, 1.961i, págs. 36-56.
L. PERICOT GARCIA: «Medio siglo de prehistoria hispánica». Discurso inaugural del ailo académico 1964-1965 de la Universidad de
Barcelona. Barcelona, 1964, pág. 46.
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V. VILLAVERDE
Parpalló se compone de cerca de 5.000 piezas que, aunque de valor desigual, cubren la
práctica totalidad de la secuencia del Paleolítico superior regional, desde el Gravetiense hasta el Magdaleniense.
De todas las razones señaladas dos merecen un comentario más detenido, ya que el
avance de la investigación, favorecido en parte por el hallazgo de nuevos yacimientos,
permite hoy considerarlas de otra. manera: el tema del «aislamiento» de Parpalló y el
concepto de «provincia artística mediterránea».
En efecto, una de las mayores dificultades con las que el estudio de la secuencia
industrial y artística de Parpalló se ha venido enfrentando desde su descubrimiento y
excavación ha sido la de su relativo aislamiento, circunstancia que en algunas fases
concretas, como por ejemplo la correspondiente al Magdaleniense inicial, aún hoy
continúa vigente. En este sentido cabe señalar que aunque dentro de la comarca de la
Safor, marco geográfico natural en el que se encuentra la Cova del Parpalló, se
excavaron en los años cuarenta y cincuenta otros yacimiento del Paleolítico Superior,
tales como la Cova de les Mallaetes, la Cova del Barranc Blanc, la de les Rates
Penades o la de les Meravelles (3), entre esta zona y las restantes de la vertiente
mediterránea peninsular, cuyos núcleos más significativos se situaban en la comarca
de Serinya y las regiones de Málaga y Almería, mediaban importantes vacíos geográficos tan sólo salpicados de algunas excepciones de interés relativo, bien fuera por la
falta de datos, bien por la ausencia de excavaciones sistemáticas -Covalta, Calaverea,
Cejo del Pantano, etc.
En el campo concreto del Arte paleolítico, aunque era posible referenciar Parpalló
a un marco geográfico más amplio, el de la España mediterránea, fijando la vista en el
arte parietal de Andalucía, la situación en cierto modo venía siendo similar a la que
proporcionaba la secuencia industrial, pues entre ambos «focos» artísticos mediaban
importantes distancias y una diferencia notable en el tipo de soporte, mueble éste y
parietal aquél.
Parpalló aunaba, por tanto, dos importantes limitaciones en cualquier intento de
valoración supraregional, y especialmente en el campo del arte, la de su aislamiento
dentro de la vertiente mediterránea y la de su exasperante individualidad, que obligaba a un auténtico salto análitico a la hora de establecer unas generalizaciones que
necesariamente habían de partir y finalizar en el mismo yacimiento.
La situación, arrancando aproximadamente de los años setenta, ha cambiado
sustancialmente, si bien justo es reconocer que en relación a otras regiones europeas
(3) D. FLETCHER VALLS: «Rótova (Valencia). Covacha del Barranc Blane». Noticiario Arqueológico Hispánico[, 1962. Madrid, 1963, pág.
10.
D. FLETCHER VALLS: «Rótova (Valencia). Cova de les Ratee Penaea>>. Noticiario Arqueológico Hispánico l, 1962. Madird, 1953, pág. 13.
D. FLETCHER VALLS: ttEatado actual del estudio del Paleolltico y Mesolltico valencianoe». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,
t. LXD. Madrid, 19116, págs. 841-876.
F. JORDA CERDA: «Secuencia estratigráfica del Paleolltlco levantino», lV Congreso Arqueológico del Sudeste Español (Elche, 1948).
Cartagena, 1949, págs. 104-111.
F. JORDA CERDA: ccGravetiense y Epigravetiense en la España meditarránea>>. Cesaraugusta, 4. Zaragoza, 1864, págs. 7-30.
E. PLA BALLESTER: «La Cova de les Meravelles (Gandfa)>>. Archivo de Prehistoria Levantina U. Valencia, 1946, págs. 191·202.
E. PLA BALLESTER: <~Actividades del S.I.P. Excavaciones y exploraciaones practicadas desde el año 1929 a 1946•. Archivo de
Prehistoria Levantina n Valencia, 1946, págs. 191-202.
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existe aún una deficiencia documental, especialmente porque la mayoría de los yacimientos están en curso de excavación y todavía no se dispone de una visión lo
suficientemente contrastada para alguno de los períodos en campos tales como la
cronoestratigrafía o el conocimiento del paleoambiente, donde los trabajos sobre
Mallaetes (4) han constituido la única referencia válida hasta la realización de otros
más recientes sobre Calaverea, Porcs, Llop, Matutano o el Tossal de la Roca (5), y
donde los estudios pioneros de Davidson sobre la fauna y el territorio constituyen, por
el momento, la única interpretación paleoeconómica. y espacial disponible de esta
región (6).
A la espera de que en breve nos proporcionen datos similares a los anteriores,
permitiendo así una visión más contrastada y completa de la secuencia, yacimientos
tales como Matutano (Vilafamés, Castellón) (7), el Pla de la Pitja (Pobla Tornesa,
Castellón) (8), la Cova deis Blaus (Vall d'Uxó, Castellón) (9), el Abric de la Senda
Vedada (Sumacarcer, Valencia) (10), la Cova del Barranc del Infern (Fleix, Alicante)
(11), la Cova del Sol (Fondó de les Neus, Alicante) (12), la Ratlla del Bubo (Crevillent,
Alicante) (13), la Cova Beneito (Agres, Alicante) (14), la Cova de les Cendres (Teulada,
Alicante) (15) o el Tossal de la Roca (Vall d'Alcala, Alicante) (16), por nombrar tan
sólo los más importantes o en curso de excavación, se han sumado a los anteriormente
(4) F. J. FORTEA PEREZ y F. JORDA CERDA: «La Cueva de lee Mallaetes y los problemas del Paleol!tico Superior del Mediterráneo
español». Zephyrus, XXVI-XXVD. Salamanca, 1976, págs. 129-166.
M. DUPRE OLUVIER: «Análisis pollnico de sedimentos arqueológicos de la Cueva de les Malladetes (Barx, Valencia)>•. Cuadernos de
Geografla, 25. Valencia, 1980, págs. 1·22.
M. P. FUMANAL GARCIA:
Varios del S.I.P., núm. 83. Valencia, 1986.
M. P. FUMANAL GARCIA y M. DUPRE OLUVIER: «Sclulma paléoc)imatique et chronostratigraphique d'une séquence du Paléolitbi·
que Supérieur de la Région de Valence (Espagne)>•. B.A.F.E.Q., núm. 13, 1983, págs.39-46.
(6) F. J. FORTEA, J. M. FULLOLA, V. VILLAVERDE. l. DA VIDSON, M. DUPRE y M. P. FUMANAL: c
et chronostratigrapbique dee industries a bord abattu de la région méditerranéenne espagnole». Rivista di Scienze Preistoriche, XXXVIII.
Florencia, 1983, págs. 21-67.
F. MARTINEZ CABRERA: ccAnáliaia sedimentológico del yacimiento arqueológico de la Cova·del Llop (Gandla, Valencia)». Tesis de
Licenciatura inédita. Valencia, 1983.
J. S. MARTINEZ SANSO: «Análisis pollnico del yacimiento arqueológico de la Cova deis Porcs (Real de Gandla, Valencia)». Tesis de
Licenciatura inédita. Valencia, 1986.
C. CACHO, M. P. FUMANAL, P. LOPEZ y N. LOPEZ: ccContribution du Tossal de la Roca (Alicante) a la chronostratigrapbie du
Paléolitbique Supérieur Final dans la region de Valence (Espagne)>>. Rivista de Scienze Preistoriche, XXXVIU. Florencia, 1983, págs. 69-90.
C. OLARIA, F. GUSI, J. ESTEVEZ, J. CASABO y M. L. ROVIRA: «El yacimiento magdaleniense de Cova Matutano (Vilafamés,
Castellón). Estudio del sondeo estratigráfico 1979>>. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología Castellonenses, 8. Caatellón, 1986, págs. 21·100.
(6) l. DA VIDSON: «Late Paleolithic Economy in Eaatern Spain>>. Tesis Doctoral inédita. Universidad de Cambridge, 1980.
l. DAVIDSON: «Les Mallaetes and Mondúver: the economy oC a human group in prehistoric Spaiw, en Problema in Econotnic and Social
Archaeology. Londres, 1976, págs. 167-173.
l. DAVIDSONy G. N. BAILEY: ccSite Explotation Territories and Topography: Two Case Studies Crom Paleolithic Spain». Jounal of
Archeological Science, 10, 1983, págs. 87-116.
(7) OLARIA ET ALll: Op. ciL en la nota anterior.
(8) J. CASABO BERNAD y M. L. ROVIRA GOMAR: «El Paleol!tico Superior y Epipaleolltico Mlcrolaminar en Castellón. Estado actual de
la cuestión>>. PLAV-Saguntum, 21. Valencia, 1987, págs. 47-107.
(9) Actualmente en curso de excavación bajo la dirección de J. Casabó Bemard.
(10) V. VILLAVERDE BONILLA: «La industria magdaleniense del Abric de la Senda Vedada (Sumacácer, Valencia). Nuevas consideraciones sobre el Magdaleniense Mediterráneo Peninsular». PLAV.Saguntum, 18. Valencia, 1984, págs. 211-47.
(11) C. CACHO QUESADA y S. RIPOLL LOPEZ: «Nuevas piezas de arte muebles en el Mediterráneo Espeñob•. Trabajos de Prehistoria, 44.
Madrid, 1987, págs. 36-62.
(12) V. VILLAVERDE BONILLA y B. MARTI OUVER: «Paleolltic i Epipaleolltic. Les Societats Ca~ores de la Prehistoria Valenciana».
Servei d1nvestigació Preshitbrica. Valencia, 1984.
(13) VILLA VERDE BONILLA y MARTI OUVER: Op. ciL nota anterior.
(14) G. ITURBE y E. CORTELL: «Cova Beneito: Avance preliminar>>. PLAV.Saguntum, 17. Valencia, 1982, págs. 9-44.
(15) VILLA VERDE BONILLA: «El magdaleniense de la Cova de les Cendres (Teulada, Alicante) y su aportación al conocimiento del
magdalenienae mediterráneo peninaular>t. PLAV.Saguntum. Valencia, 1981, págs. 9-36.
(16) CACHO ET ALII: Op. .cit. nota li.
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citados y nos sitúan ante un panorama nuevo en el que, además, el ritmo de descubrimientos no sólo no decrece sino que aumenta constantemente.
Un aspecto merece destacarse de todas estas novedades, y es que la secuencia de
Parpalló se ha ampliado y, lo que es más importante, confirmado a partir de ellos. Así,
a la secuencia de Mallaetes, que actualizaba y dotaba de contenido cronológico a los
niveles gravetienses y solutrenses de Parpalló, se han añadido datos suficientes como
para formular con mayor precisión la cronología del Solútreo-gravetiense, especialmente en sus momentos finales, tal y como se desprende de la fechación obtenida en
Cova Beneito, o para perfilar con mayor detalle la evolución del magdaleniense, al
comprobarse la riqueza y variedad de yacimientos en los que aparece el Magdaleniense superior.
Aunque los puntos que exigen una mayor profundización son numerosos, es obligado reconocer que los trabajos de revisión de las colecciones antiguas efectuados en los
últimos años y entre los que destacan los que se han centrado en el Gravetiense (17), el
Solutrense (18) y Solútreo-gravetiense (19), permiten partir de una visión suficientemente actualizada del conjunto de la secuencia regional (20), lo que sin duda redunda
en una mayor seguridad a la hora de valorar su secuencia artística.
Ni que decir tiene que el incremento de información en el País Valenciano ha ido a
la par con el que se ha registrado también en las restantes regiones del Mediterráneo
español, donde yacimientos tales como la Bauma de la Peixera (Lérida) (21), la Cova de
1'Arbreda (Gerona) (22), el Cingle Vermell (Barcelona) (23), la Cueva del Algarrobo y
la del Caballo (Murcia) (24) y el Pantano de Cubillas (Granada) (25), se han sumado a
otros ya conocidos algunos años atrás, tales como los de la Cueva de Nerja (Málaga)
(17) J. L. MlRALLES: «El Gravetiense en el País Valenciano». PLA V-Saguntwn, 17. Valencia, 1982, págs. 46-64.
(18) J. M. FULLOLA PERICOT: «El Solútreo-Gravetiense o Parpallense, Industria Mediterránea». Zephyrus, XXVIII-XXIX. Salamanca,
1978, págs. 11.3-123.
FULLOLA PERICOT: «Las industrias llticas del Paleolftico Superior Ibérico». Trabajos Varios del S.LP., núm. 60. Valencia, 1979.
VILLAVERDE BONILLA y J. L. PE~A SANCHEZ: <
S.I.P., núm, 69. Valencia, 1981.
M. J. RODRIGO GARCIA: «El oolútreo-gravetiense en la secuencia del Paleolítico Superior del área mediterránea peninsular>i. PLAV.
Saguntum, 21. Valencia, 1987, págs. 9-46.
(19) FULLOLA PERICOT: Op. cit. nota anterior.
J. E. AURA TORTOSA: «La Cova del Parpall6 y el Magdaleniense de Facies Ibéricas: estado actual y perepectiv&B>>. Zephyrus, XXXVD·
XXXVIII. Salamanca, 1984, págs. 99·1U.
AURA TORTOSA: «La Cova del Parpall6 y el Magdaleniense Mediterráneo o de facies ibérica>>. Tesis Doctoral inédita. Universidad de
Valencia, 1988.
(20) FORTEA ET ALO: Op. cit. nota 6.
(21) J. MALUQUER DE MOTES: «Un jaciment paleolftic a la comarca de la Noguera>>. Pyreanae, 19-20. Barcelona, 1983-191U, págs. 216-232.
J. M. FULLOLA PERICOT, J. GALLART FERNANDEZ, J. L. PE~ A MONNE y P. GARCIA·ARGÜELLES ANDREU: «El yacimiento
paleolftico de la Bauma de la Peixera d' Airés (SegrA, Lleida): noticia de la primera campaña de excavaciones (abril 1984)>>. Bajo Arag6n.
Prehistoria, V, 1986, págs. 160-188.
J. M. FULLOLA PERICOT, J. GALLART FERNANDEZ. J. L PE~A MONNE y P. GARCIA·ARGÜELLES ANDREU: «Estudi
geomorfologic i industrial del jaciment paleolftic de la Bauma de la Peixera d'All8s (SegrA, Lleida)~. Tribuna d'Arqueologia 1986-1987.
Barcelona, 1987, págs. 19-22.
(22) N. SOLER i MASFERRER y J. MAROTO i GENOVER: «Els nivells d'ocupaci6 del Paleolftic Superior a la cova de I'Arbreda (SerinyA,
Girona)». Cypsela, VI. Gerona, págs. 221-228.
(23) A. VILA i MITJA: «El Cingle Vermell: Assentament de ca~oro-recoJ.Jectors del x:e. mil·lenni B.P.». Excavacions ArqueoiOgiques a
Catalunya, li. Barcelona, 1981i.
(24) M. MARTINEZ ANDREU: «La faee final del Paleolftico Superior en la Provincia de MurciP. Tesis Doctoral inédita. Universidad de
Murcia. 1987.
(26) l. TORO MOYANO. M. ALMOHALLA GALLEGO y E. MARTIN SUAREZ: «El Paleolítico en Granada». Museo Arqueológico de
Granada, 1984.
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(26), Cueva Ambrosio (Almería) (27), Cueva de Verdelpino (Cuenca) (28), Cova de la
Mallada (Tarragona) (29), la Bora Gran y el Reclau Viver (Gerona) (30), o la Cueva del
\.
Higuerón (Málaga) y los restantes yacimientos del Sureste peninsular excavados por
Siret (31).
Todo ello incide especialmente en dos aspectos, un mapa de .dispersión mucho más
poblado, sin la existencia de grandes vacíos, que permite conocer con mayor rigor los
elementos de unidad y de diferenciación a lo largo de la secuencia y establecer un
primer balance de sus características; y una marcada tendencia a mejorar la documen- .
tación en las últimas fases del Paleolítico superior, especialmente a partir de los
momentos correspondientes al Solútreo-gravetiense.
Si bien pudiera parecer precipitado plantear en el momento actual una discusión
teórica sobre la significación o realidad de la idea de un Paleolítico superior mediterráneo, diferenciado del cantábrico, retomando así una valoración que con mayor o
menor rotundidad aparece en la bibliografía, en nuestra opinión el tema merece algún
tratamiento ya que su formulación suele acompañarse de una tremenda carga de
inercia y simplificación, que desfigura el análisis de un marco geográfico mucho más
amplio que el de la extricta franja litoral y oculta la existencia de mayores divisiones
regionales internas. Lo que resulta especialmente problemático habida cuenta de que
el juego de influencias regionales es variable a lo largo de la secuencia del Paleolítico
superior.
Bástenos señalar, al respecto, los recientes hallazgos de corte «mediterráneo» en la
Cueva de Chavea· (Huesca) (32), o la suma de orientaciones cantábricas y mediterráneas ya señaladas por Jordá en·el Solutrense portugués (33), y ampliadas recientemente al Magdaleniense por Zilaho (34), o las diferencias entre el Solutrense de Cataluña y
el del País Valenciano (35), y ello sin olvidar los ejemplos que se desprenden del
(26) J. JORDA PARDO (Editor): •La Prehistoria de la Cueva de Nerja (Málaga)». Trabajos sobre la Cueva de Nerja, l. Málaga, 1986.
(27) E. RIPOLL PERELLO: •Excavaciones en Cueva Ambrosio (Vélez Blanco, Almetia). Campañas de 1968-1.960>•. Ampurias, 22-23. Barcelona, 1961, págs. 31-49.
.
S. RIPOLL LOPEZ: «El Solutrense de Cueva Ambl'OIIio (Vélez Blanco, Almería). Campaña de 1963». Excavaciones Arqueológicas en
España, 148. Madrid, 1986.
(26) M. FERNANDEZ MIRANDA y A. MOURE ROMANILLO: «El abrigo de Verdelpino (Cuenca). Noticia de los trabajos de 1976». Trabajos
de Prehistoria, 34. Madrid, 1977, págs. 31-67.
(29) F. J. FORTEA PEREZ: «Los complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolitico mediterráneo espailol». Memorias del Seminario
de Prehistoria y Arqueología de Salamanca, 4. Salamanca, 1973.
(80) L. PERICOT GARCIA y J. MALUQUER DE MOTES: ceLa colección Boso11111». Memorias del Instituto de Estudios Pirenaicos, 1961.
D. SONNEVJLLE-BORDES: «L'evolution du Paléolithique Supérleur en Catalogne>>. Homenaje a D. Luis Perlcot. Barcelona, 1973,
págs. 61-66.
J. M. RUEDA TORRES: «Estudi tecnoiOgic de la indústria bssia de laBora Gran d'en Carreras (Serinyll)». Annals de I'Institut d'Estudis
Gironills. XXVUI. Girona, 1986, págs. 9-44.
N. SOLER i MASFERRER: •Les primares indústries del Paleolltic superior al Nord de Catalunya. L'Aurinyacill del Reclau-Viver>>.
Estudi General, 1.1. Gerona, 1981, págs. 13-30.
(31) P. LOPEZ y C. CACHO: «La Cueva del Higuerón (Málaga). Estudio de sus materiales>>. Trabajos de Prehistoria, 36. Madrid, 1979, págs.
11-81.
FORTEA PEREZ: Op. cit. nota 29.
C. CACHO QUESADA: <•. Trabajos de Prehistoria, 37. Madrid, 1980, págs.
65-180.
(32) V. BALDELLOU y P. UTRILLA: •Nuevas dataciones de radiocarbono de la prehistoria oscense». Trabajos de Prehistoria, 42. Madrid,
1985, págs. 63-95.
(33) F. JORDA CERDA: •El Solutrense de facies ibérica en Portugal». Zephyrus, XIV. Salamanca, 1963, págs. 80-86.
(34) J. ZILHAO: «Donnés nouvelles sur les Paléolithique supérieur du Portugal». Actas l. Reunión del Grupo Español de Trabajo del
Cuaternario, vol. n, 1986, págs. 101·112.
(36) FULLOLA i PERICOT: Op. cit. nota 18.
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estudio del arte, donde los elementos estilíticos permiten ir algo más allá de las
deduciones que se desprenden del estudio de las industrias, y en el que conjuntos tales
como los de la Cueva del Niño (Albacete) (36), o la Cueva de la Griega (Segovia) (37),
podrían, junto al Trucho (Huesca) (38), constituir la más clara evidencia.
El limitado pero significativo arte de las Mesetas, constituye un claro ejemplo de
esa combinación de influencias, cantábricas y mediterráneas que, por sí mismas, son
significativas del peligro que supone toda visión que se estructure sobre la aceptación
de la existencia de dos regiones contrapuestas o aisladas. Y desde ahora mismo
queremos señalar que el concepto mediterráneo que estamos manejando, aplicándolo a
las industrias del Paleolítico superior peninsular, nada tiene que ver con el que se
desprendía de una visión supraregional en la que quedaban también incluidas la
Península Itálica o el Languedoc oriental. Esto es, aquellas regiones que se sitúan más
allá de la orilla izquierda del Ródano y con las que, excepción hecha del episodio
Solútreo-gravetiense -tema sobre el que volveremos más adelante- -, la vertiente
mediterránea española poco o nada mantiene en común. Como son buenos ejemplos la
pujanza y desarrollo del Solutrense o la misma secuencia del Magdaleniense, tan
diferenciados del Epigravetiense italiano o de industrias tales como el Areniense, el
Buberiense, o el Varloguiense.
En el campo del arte, las novedades son menos numerosas aunque igualmente
significativas. Por una parte, el incremento de yacimientos parietales en Andalucía,
en el que un conjunto como el del Malalmuerzo (Granada) (39), constituye la última
aportación a una serie compuesta ya de diez cavidades (40). Por otra, la documentación de un conjunto parietal en el País Valenciano, como el de la Cova Fosca de la
Vall d'Ebo (Alicante) (41), elimina cualquier planteamiento de oposición o diferenciación regional en lo que respecta a las características o la significación del Arte
paleolítico regional. Finalmente, los hallazgos también efectuados en otros yacimientos del ámbito mediterráneo de arte mueble, que relativizan la «especificidad» de
Parpalló sin por ello restarle importancia. Y ello, sin olvidar los yacimientos, ya
mencionados, de las Mesetas que reducen distancias entre el Cantábrico y el Mediterráneo a la vez que aunan sus influencias y dan cuerpo a un planteamiento nuevo en el
que cada vez se hace más difícil estructurar el Arte paleolítico peninsular sobre la
base de la existencia de dos regiones diferenciadas, dotadas de fronteras definidas, y
propicia, por el contrario, un análisis que sin dejar de lado la regionalización tenga en
cuenta también la existencia de contactos y puntos en común, presidido por un
(86) M. ALMAGRQ.GORBEA: «La cueva del Niño (Aibacete) y la cueva de la Griega (Segovia)». Trabajos de Prehistoria, 28. Madrid, 1971,
páp. 9-47.
(37) G. y S. SAUVET: teLoe grabados rupeet.res prehiatóricoa de la Cueva de la Griega (Pedraza, Segovia)», Corpus Ama Rupeslri, vol. 2.
Salamanca, 1983.
G. SAUVET: <
découverte». Ara Praehiatorica, t. D. 11183, páp. 49-69.
(33) V. BALDELLOU: ~Arte rupeatre sn la región pireiUÚca». Artes Rupeetre en España. Madrid, 1987, páp. 86-77.
(39) P. CANTALEJO DUARTE: «La Cueva de Malalmuerzo (Moclln, Granada): Nueva estación con"á.rte rupeal.re paleol!tico en el úea
mediterránea». Antologfa y Paleoecologfa Humana, 3. Granada, 1983, páp. 611-99.
(40) J. L. SANCHIDRIAN TORTI: «Arte rupeatre de Andaluc!a», en Arte Rupeatre en Eapaila. Revista de Arqueologfa. Madrid, 1987, páp.
96-106.
(41) M. S. HERNANDEZ PEREZ, P. FERRER 1 MARSET y E. CATALA FERRER: «Arte Rupestre en Alicante». Madrid, 1988.
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enfoque integrador en el que los fenómenos artísticos no. queden desarticulados de las
restantes manifestaciones culturáles, y muy especialmente de la visión que se desprende del estudio de las secuencias industriales.
Toda esta problemática enlaza a su vez directamente con el planteamiento que,
como señalamos, ha venido guiando el estudio del Arte paleolítico del mediterráneo
español, el de la existencia de una «Provincia artística mediterránea» que por sus
connotaciones de oposición a la denominada provincia «franco-cantábrica», como por
sus implicaciones de homogeneidad con el arte del Sureste francés y de Italia, apartaba el estudio del arte de esta amplia región de la discusión y sistemática deÍ resto del
Arte paleolítico, dotándolo de una «especificidad» cargada de «uniformidad» y «atipismos».
En nuestra opinión, conviene desligar el concepto geográfico del Arte del Mediterráneo español del de Provincia artística mediterránea, ya que en este último intervienen fundamentalmente unos criterios estilísticos y temáticos que, transcurrido un
cierto tiempo desde su formulación, es posible cuestionar.
Recordemos, al respecto, que Graziosi (42) hacía descansar el peso de su argumentación en dos cuestiones: el carácter estilizado de las representaciones zoomorfas del
Mediterráneo, con patas inacabadas y perfil absoluto y en el caso concreto de los toros
la representación de un sólo cuerno, dibujando un «S» poco pronunciada y abierto en
su contacto con la cabeza; y la existencia de unos signos abstractos, de disposición
geométrica, alejados de los de la región franco-cantábrica.
Justo es reconocer que el esquematismo lo trataba en términos de predominio sobre
las figuras realistas, de tipo naturalista o seminaturalista, presentes también en esta
<
caracteres de simplicidad y un tratamiento somero.
La argumentación, cuya base documental la constituían los yacimientos de Parpalló y Romanelli, puede resultar ajustada a las características de alguna de las fases del
ciclo artístico de Parpalló y, sin embargo, planteada en términos generales, esto es,
considerándola válida para el conjunto de la secuencia artística, introduce un grado
de generalización que, en nuestra opinión, desfigura el proceso artístico del yacimiento, dotándolo de una ficticia uniformidad que en nada favorece su comparación con
otras regiones inmediatas. A la vez que concentra tan sólo en el ámbito mediterráneo
una tendencia estilística, la del esquematismo o simplificación de rasgos en las
representaciones zoomorfas, que están presentes también en otros yacimientos parieta-'
les y muebles del llamado ámbito franco-cantábrico.
Superados en estos momentos los planteamientos que hacían intervenir en los
signos parietales una significación naturalista en la que las representaciones de
trampas, seres u objetos constituían su base, y no existiendo ningún impedimento
conceptual para plantear el estudio de los signos de Parpalló en términos similares a
(~2)
GRAZJOSI: Op. cit. nota 2.
-17-
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8
V. VILLAVERDE
los de otros yacimientos o regiones, uno de los elementos que resulta más significativo
es el de la clara variación que se produce en este capítulo cuando se efectúa el
inventario de sus variantes, entre la escasa singularidad de los signos en los niveles
solutrenses y la concentración de las especificidades en los niveles magdalenienses, y
más concretamente en los momentos más avanzados de la secuencia, los correpondientes al Magdaleniense superior.
Esta tendencia no significará, sin embargo, que no dejen de darse también en los
signos de estos últimos niveles, claramente relacionables con el estilo IV, algunas
coincidencias tipológicas sumamente significativas, como lo son la presencia de los
signos ra.miformes, los zig-zags, los escaleriformes, etc., esto es, un conjunto de
variantes ampliamente representadas en otras regiones del ámbito franco-cantábrico
que por su mera presencia impiden un planteamiento de antagonismo u oposición
temática con relación a Parpalló. Coincidencias que se amplían a otras de carácter
estilístico en la representación de los zoomorfos, que por su interés serán tratadas con
mayor detalle después.
Frente a esa variedad señalada en el estilo IV, y tan común dentro de él, el estilo 111
se caracteriza por el predominio del rectángulo, coincidiendo así con la mayor parte
del Arte paleolítico franco-cantábrico.
Tanto en lo que respecta a este tema, como en lo que hace referencia a la
valoración del esquematismo mediterráneo, un rápido repaso de las características
artísticas de cada una de las fases industriales de Parpalló nos va a permitir centrar
con más detalle las ideas que actualmente mantenemos y que bien podríamos resumir
así: la existencia de dos momentos esenciales en la secuencia de Parpalló, uno inferior,
que abarcaría fundamentalmente los niveles solutrenses, en el que los rasgos específicos serían mínimos, dominando, por el contrario, la unidad con respecto a otras zonas
o regiones, circunstancia que resulta del máximo interés dada la escasez de restos
muebles correspondientes a los estilos 11 y ill; y otro superior, coincidente con los
niveles magdalenienses, donde los síntomas de regionalización se harían más importantes, tal vez coincidiendo· con una tónica general al conjunto del Arte paleolítico
que afectaría por igual al arte mueble y al parietal; regionalización en la que tal vez se
pueda señalar la existencia de dos tendencias o corrientes estilísticas, una naturalista
y otra esquemática, capaces de coexistir no sólo dentro de una misma región, sino en
un mismo yacimiento y con independencia del tipo de soporte.
Esas dos grandes unidades, la Solutrense y la Magdaleniense, son susceptibles de
ser subdivididas a su vez, estableciendo la existencia dentro de la primera de dos
momentos artísticos diferenciados: uno antiguo, que abarcaría las plaquetas del Gravetiense, el Solutrense inferior y el Solutrense medio; y otro reciente, en el que
quedarían incluidas las representaciones del Solutrense superior y el Solútreo-gravetiense. A su vez, dentro del ciclo magdaleniense no parece forzado distinguir una fase
antigua, coincidente con el Magdaleniense inicial mediterráneo, y otra reciente,
sincrónica del Magdaleniense superior. Teniendo en cuenta en toda esta sintematización que las distintas variantes no ocultan las similitudes de orden general que se
registraron dentro de cada una de las fases mayores.
- 18-
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
9
No se trata, por tanto, en el análisis de las plaquetas de Parpalló, de otorgar a cada
fase industrial un valor de fase artística, sino de establecer los grandes cuerpos
evolutivos, llamando la atención, eso sí, sobre su dinámica interna. Lo contrario
parece una tarea cuando no estéril desacertada, ya que trasladaría mecánicamente el
concepto de cambio industrial al de cambio artístico.
Y no se trata tampoco de trasladar los resultados de esta sistematización al estudio
del arte mueble o parietal del resto del Mediterráneo español, o de otras regiones
próximas, sino de dar a conocer los aspectos técnicos y estilíticos de una rica secuencia mueble que debe integrarse y relativizarse a través de su contraste con los datos
provenientes de otras regiones. Casi diríamos que validarse a través de esa contrastación.
Finalmente, Parpalló propiciará algunas reflexiones, sobre todo relativas a la idea
de la linealidad en la seriación del Arte paleolítico, campo en el que la riqueza de
datos y temas permite alguna que otra consideración.
El comienzo de la secuencia artística de Parpalló coincidiría, al menos por cronología y de acuerdo con la adscripción industrial de los niveles en los que aparecen las
primeras plaquetas, con el estilo 11. Son los momentos correspondientes al Gravetiense, que se caracterizan por un neto predominio del índice de raspador sobre el de buril,
este último con valores inferiores al 10 % -rasgo al parecer general al ámbito
mediterráneo español y que los diferencia de otros Gravetienses o Perigordienses
superiores franceses o italianos, con excepción de los niveles de la Ferrassie (43)--, y
una buena, pero no excesivamente variada, representación de las piezas de dorso,
entre las que dominan especialmente la gravettes y microgravettes y las hojitas de
borde abatido (44).
Sus características industriales, teniendo en cuenta los datos proporcionados por el
Gravetiense de Mallaetes, yacimiento en cuyos niveles se localizó también otra de las
escasas plaquetas grabadas con una figuración naturalista de este período, nos situarían en una cronología próxima al21.000 B.P., a tenor de las fechaciones del Solutrense inferior tanto de Parpalló como de este yacimiento, o de las obtenidas en Roe de la
Melca y la Arbreda (45).
En el conjunto de plaquetas gravetienses de Parpalló tan sólo podemos documentar
cinco representaciones zoomorfas seguras, el resto está formado por piezas con trazos
o rayas que no acaban de formar motivos definidos, excepción hecha de algunos haces
de líneas más o menos paralelas y algún reticulado grosero, sin que pueda excluirse la
posibilidad de que alguno de los fragmentos pueda albergar parte de alguna represen-
(48) H. DELPORTE: «Le Grand Abrí de la Ferraaaie. Fouillea 1968-1973». Etudea Quaternairea, Mémoire, 7, 1984.
H. DELPORTE Y A. TUFFREAU: «Lea induatriea de P6risordien aupérieur de La Ferraaaie». Quatir, 23-24, 1972-1978, págs. 98-128.
(44) MIRALLES: Op. cit. nota 17.
FORTEA, FUU.OLA, VILLAVERDE, DAVIDSON, DUPRE y FUMANAL: Op. cit. nota 6.
(46) FORTEA, FUU.OLA, VILLA VERDE, DA VIDSON, DUPRE y FUMANAL: Op. cit. nota 5.
N. SOLER i MASFERRER: «El jaciment preshitllric del Roe de la Melca i la aeva cronolOIPa. Sant Aniol de Fineatres (Girona)». Annala
de 11natitut d'Eatudia Glronina, XXV, 1979-1980, pll.p. 43-68.
G. DELIBRIAS, O. ROMAIN y G. LE HASIF: •
Cypaela, vi, 1987, págs. 188-186.
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lO
V. VILLA VERDE
tación zoomorfa. Se trata, por tanto, de un número reducido que limita las posibilidades de definición del período. Y sin embargo es posible establecer una serie de
características coincidentes con otras piezas muebles del estilo II: desproporción
marcada entre el tamaño de los cuerpos y el de las cabezas y extremidades y curvas
cérvico-dorsales en ((S» pronunciada.
En lo que hace referencia a la perspectiva, lo primero que hay que señalar es que
no existe ningún caso en el que con rigor podamos hablar de perfil absoluto, ya que o
bien las cornamentas y orejas aparecen tratadas con las perspectivas biangular recta u
oblícua, o son las patas las que lo son mediante esta perspectiva, y más concretamente
con la fórmula que hemos venido a denominar de ((patas en arco».
Esta convención, que por su dimensión cronológica podría considerarse como
propia en el yacimiento del estilo n, o todo lo más de éste y del arranque del estilo rn,
encontraría sus paralelos formales más inmediatos en figuraciones de cronología
antigua, como serían alguna de las representaciones parietales de Chabot atribuidas
al Solutrense (46), al menos una de las representaciones parietales de équido de Gargas
y otra de un bóvido (47), determinadas piezas de arte muebles de los niveles gravetienses de Isturitz (48), o la plaqueta perigordiense de Laraux (49). En todos los casos las
patas aparecen en perspectiva biangular recta, desproporcionadas con relación al
resto de la figura, claramente separadas en el punto de arranque del cuerpo, con
diversas soluciones en la forma del trazo que rellena el espacio intermedio -convexo,
rectilíneo o cóncavo- y con un predominio de extremidades inacabadas.
Otro de los rasgos característicos de Parpalló es el empleo de la pintura, incluso en
estos·momentos que inician su secuencia artística. Concretamente en el Gravetiense
aparece en un caso utilizada en la representación de un zoomorfo, bajo la modalidad
de tinta plana, de color rojizo, combinada con la técnica del grabado, que aparece
aplicado al dibujo del contorno.
En cuanto a las cabezas, lo recto de la línea fronto-nasal y el adelgazamiento de los
morros parecen constituir los rasgos más definidos de un conjunto en el que lo
limitado de los datos no aconseja mayores precisiones.
Unicamente añadir, pues su empleo aparece asociado al dibujo de uno de los
cápridos de estos momentos, que la otra convención significativa de antigüedad en
Parpalló, la técnica del ((doble contorno», constituye otro de los rasgos distintivos del
período, si bien su mayor duración que la convención de ((patas en arco» le restará
algo de precisión cronológica.
En comparación con los tramos gravetienses, los del Solutrense inferior suponen
un verdadero incremento del número de plaquetas y, sobre todo, del número de
representaciones animales identificables. De las cinco figuras anteriormente tratadas
(46) J. COMBIER, E. BROUOT y P. HUCHARD: «Les grottes solutéennes a gravurea pariétales du Canyon lnf6riur de 1' Ardkhe>t.
Mémoires de la Societé Préhiatorique Fran~. t. 5, 1958, páp. 61·117, fig. 20.
(47) CL. BARRIERE: «L'art parietal de la lll"Otte de Gar11BS>t. Mémoires de I'Institut d' Art Préhistorique de Toulouse, m.. 1976.
(48) R. y S. SAINT·l'lffiiER: «La grotte d'laturitz. m. Les Solutréenna, les Aurignaciens et let1 Moustériens». Archives de I'Institut de
Paléontologie Humaine, 26, 19112.
(49) J. AIRVAUX, A. CHOLLET, L. PRADEL Y A. ROUSSOT: «La plaquette gravée du Périgordien supérleur de l'abri Laraux, commune de
Lussac-les-Chatesux (Vienne). Nouvelle lecture et comparai~ns». Bulletin de la Societé Préhistorique Fran~. 80, 1983, págs. 235-246.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
11
pasamos ahora a las treinta y siete (50), de las que ocho están completas. Esta
circunstancia redundará en una mayor facilidad para fijar las características del
período, clave para el estudio del Solutrense, y hará posible un primer balance de la
evolución artística que se produce en dos períodos industriales bien diferenciados.
Las plaquetas del Solutrense inferior se caracterizan por poseer claros elementos
de continuidad con respecto al Gravetiense y otros de evidente innovación, estos
últimos iniciando unas constantes generales al conjunto del Solutrense en el yacimiento. Al menos desde una perspectiva teórica la primera circunstancia no sorprende, en primer lugar por que son reiteradas las indicaciones de Leroi-Gourhan sobre la
inexistencia de una ruptura entre el estilo II y el III, esto es entre el arte del
Gravetiense y el Auriñaciense evolucionado y el del Solutrense, quedando incluido, de
resultas de esta consideración, el Solutrense inferior en el ciclo artístico del estilo TI;
en segundo lugar, porque la cronología misma de los niveles solutrenses de Parpalló
favorece la asunción de su valoración bajo la perspectiva de un elevado componente
de antigüedad, en este caso significativa del estilo II, pues no debemos olvidar que las
dataciones obtenidas tanto en este yacimiento como en Mallaetes, para unos niveles
caraterizados por la presencia de las puntas de cara plana y una marginal presencia de
las piezas de dorso, han dado los siguientes resultados: 20.160. 20.490+900-800 y
20.140±460 B.P.
Por lo que respecta a las constantes estilísticas que definen el conjunto de plaquetas solutrenses del yacimiento, su comparación con el resto del Arte paleolítico resulta
difícil, dada la escasez de arte mueble fechado con seguridad en el Solutrense inferior
y medio.
Elementos de perduración son la desproporción entre el tamaño de la cabeza y
cuerpo, que se da en numerosas· plaquetas, las líneas cérvico-dorsales en «8)) y el
recurso a la fórmula de «patas en arco)). Apareciendo con bastante frecuencia estas
características combinadas, sobre todo en las representaciones de bóvidos y cápridos.
En otros casos, sin embargo, las proporciones son más equilibradas, produciéndose
una mayor atención por el detalle, circunstancia que se evidencia con claridad en la
forma de dibujar las extremidades, sin detalle de las pezuñas pero con indicación: de las
articulaciones.
Con todo, la convención del «triple trazo)) empleada en la representación de las
cabezas de las ciervas constituye uno de los rasgos más significativos del momento.
Definida por Fortea (51), sus características pueden resumirse de la siguiente manera:
la línea del pecho y cuello prolongándose y abriéndose, sirve para figurar la mandíbula; la cervical, abriéndose también, para representar una de las orejas; y un tercer
trazo a la ~tez. que cierra la superficie dibuja la línea fronto-nasal y la otra oreja.
(50) Existen además numerosas plaquetas con tl'1lzos que deben formar parte de figuraciones zoomorfas, si bien las fracturas no permiten
afirmarlo con rotundidad. El proceeo de revisión del conjunto mueble de Parpall6 tal vez permita reconstruir, al casar fragmentos, algunas
figuras nuevas.
(51) F. J. FORTEA PEREZ: «Arte Paleolltico del Mediterráneo español». Trabajos de Prehistoria, 35, 1978, págs. 99-149.
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V. VILLAVERDE
Un rasgo que podríamos añadir como significativo también de estos momentos
antiguos del Solutrense seria la tendencia a dejar la parte del morro abierta. Fórmulas
similares, pero aplicadas a otras especies, y en todos los casos identificables por dejar
los morros igualmente abiertos y prolongar los trazos empleados para el dibujo de las
orejas de las ciervas para obtener así las cornamentas, se dan también en alguna de las
representaciones de cápridos de esta misma fase, si bien la variación de convenciones
es mucho mayor, con diversidad de soluciones.
El elemento que resulta más trascendental, y no olvidemos que estamos tratando de
los niveles solutrenses más antiguos, es la aparición en las plaquetas de este período
de algún caso de animación y la figuración de una escena, recordándonos que estas
soluciones en la representación de los animales son considerablemente anteriores al
Magdaleniense.
La animación, únicamente segmentaria, se concentra prioritariamente en los cérvidos, con la aparición de un caso de pata doblada, en la que la coincidencia de la
resolución con otros tres casos del Solutrense medio y su aparición precisamente en la
capa de contacto entre estas dos fases pueden hacernos dudar de su posición cronológica. Si bien el tipo de persl>ectiva ·al que se asocia -biangular recta- y la forma de
ejecución del miembro -mediante trazos paralelos abiertos y sin detalle de la articulación, incurvándolos para producir el efecto deseado- nos sitúan ante un momento
antiguo en la secuencia del Solutrense. Téngase en cuenta que esa fórmula de representación de las patas mediante líneas paralelas abiertas aparece en el Gravetiense,
conviviendo con las patas en arco y las terminaciones triangulares, continúa en el
Solutrense inferior, aplicada prácticamente al 50% de los zoomorfos, y es dominante
en la primera mitad del Solutrense medio, experimentando a partir de ese momento
una disminución al emplearse también con profusión las paralelas abiertas de tipo
naturalista, esto es, con detalle de la articulación y las triangulares.
La existencia de ejemplos de animación en fases de esta cronología no sorprende,
pues ya se documentan casos similares en el Gravetiense, con paralelos en otras
representaciones muebles y parietales del mismo período -rabo levantado de un
cuadrúpedo de Laraux (52); lo mismo en varios animales de La Mouthe (53) y al menos
en un rabo de cabra de Pair-non-Pair (54)-. De hecho nos encontramos con una
tendencia que alcanzará el máximo exponente en el Solutrense medio, con hasta 31
casos de animación y algo semejante ocurre con las escenas, siendo significativo que
precisamente con el inicio del Solutrense encontramos los primeros pasos encaminados en esa dirección.
La escena a la que hemos hecho referencia se encuadra entre las denominadas de
preacoplamiento, con la representación de un cérvido macho en clara actitud de
berrea, con la cabeza levantada, y una cierva que aparece con el rabo levantado,
significando así su aptitud receptiva. El hecho de que esta última aproveche el campo
(62) J. AIRVAUX, A. CHOLLET, L. PRADEL y A. ROUBSOT: Op. cit. nota 49.
(63) H. BREUIL: «Quatre canta aillcles d'Art Pariétal». Parle, 1064.
(64) BREUIL: Op. cit. nota anterior.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
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disponible tras la ejecución primera, elimina cualquier duda sobre la voluntariedad de
la asociación y su clara inclusión entre las escenas· del arte paleolítico. Y si resulta
difícil establecer paralelos para una composición similar dentro de su mismo ámbito
cronológico, no pueden olvidarse las representaciones dotadas de un importante grado
de animación de Roc-de-Sers (55) y Pataud (56). Documentándose precisamente en el
primero de estos yacimientos dos cápridos afrontados que aunque no responden a la
misma fórmula, lo cierto es que se encuadran claramente entre los combates prenu~
ciales, esto es, otra de las escenas cuyo tema se relaciona grosso modo con los rituales
del preacoplamiento. Con todo, los dos ejemplos mencionados serían de cronología
ligeramente posterior.
Con el Solutrense medio, perfectamente definido en lo tipológico por las hojas de
laurel y la importancia, en general, del retoque plano (57), esta tendencia a la
animación y a la pictograña alcanza uno de los puntos más elevados de la secuencia,
eliminando cualquier duda sobre la entidad de los logros que en el Arte paleolítico se
efectúan precisamente en esos momentos, perfectamente relacionables con el estilo m.
Especialmente si tenemos en cuenta que también ahora se documentan las primeras
representaciones en las que interviene el modelado interno de la figura, mediante el
recurso a distintas técnicas de relleno, unas de tipo marcadamente naturalista y otras
de componente geométrico o abstracto. Todo ello sin que dejen de darse ejemplos de
pintura, ya lineal, ya con tinta plana.
Un recuento del número de zoomorfos en los que aparece al~ elemento pictográfico (58) -término bajo el que englobamos la animación, las escenas, el modelado
naturalista, con indicación de pelaje, y los detalles anatómicos inusuales, como serían
la representación del sexo, ojos, orejas, etc.- resulta ilustrativo: la animación segmentarla se registra en 23 casos, la coordinada en 6 y la compleja en 2; las escenas
cuentan con 6 ejemplos; los detalles anatómicos aparecen en 26 animales; y el modelado en 13. Cifras referidas a un total de 105 animales representados.
Al menos en Parpalló, y sin que el número de casos deje lugar a dudas, el modelado
y la animación son logros que aparecen asociados al Solutrense, y su entidad debe
hacernos reflexionar sobre la connotación tardía que en muchas ocasiones se les ha
atribuido, y que en determinadas ocasiones ha constituido un elemento a favor de la
adscripción de alguna representación parietal a momentos más avanzados del estilo
III, esto es, en relación con el Magdaleniense antiguo.
Y no podemos olvidar a la hora de sustentar esta idea los ejemplos que pueden
encontrarse fuera del ámbito geográfico del Mediterráneo español, como serían la
(líli) H. MARTIN: odA. Criae sculpée et l'atelier solutrien du Roe (Charente)». Archives de l'lnatitut de Palbtologle Humaine. M.....,ire, 5,
1928.
H. DELPORTE: ~Abri du Roc-
(66) B. y G. DELLUC: ~un bouquetin IICulpté de style eolutrien dane le ceve tro¡lodytiquePataud (Lee Eyziea, DordOJlle}». L'Antropologie,
90, 1986, págs. 803-812.
(57) FULLOLA PERICOT: 0p. c!L nota 18.
(58) V. VILLAVERDE: ~Anlmation et eclmes sur les plaquettee de Parpalló (Gand{a, Eapepe). Quelques consideratiOIUIIIUJ' 11 pictograpbie
dans l'art mobiller». Actae del Colloque lntamational d'art mobilier paléolitbique, en prensa.
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V. VILLAVERDE
Fig.l.-Distintos modos de representacióp de las cabezas del Gravetiense al Solutrense Medio, en
toros (núms. 1 al S), cabras (núms. 7 al9) y caballos (núms. 11 y 12). 1, Gravetiense; 2-4 y 7,
Solutrense Inferior; 6-6 y 8-11, Solutrense Medio.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLmCO
lS
representación de un animal, muy esquematizado, figurado con la cabeza vuelta atrás
en el segundo panel de Figuier (59), la de un cérvido de patas replegadas del panel
principal de Chabot (60), las representaciones con patas plegadas de Solutré (61), o el
conjunto esculpido en bajo relieve de Roc-de-Sers (62), dominado en la mayoría de sus
representaciones por la animación. Y si bien en el arte parietal la distinción entre
Solutrense y Magdaleniense antiguo resulta difícil, la posición netamente enmarcada
en el Solutrense de las plaquetas de Parpalló que incluyen estas innovaciones parece
que apuntan hacía una mayor entidad de la producción artística solutrense dentro del
estilo m.
En el modelado (63), la diversidad de soluciones resulta significativa de la voluntariedad de su empleo, a veces con una marcada orientación naturalista, buscando la
representación de las coloraciones de la piel, otras con un componente más abstracto,
cuya significación resulta más dificil de establecer. Y no está de más señalar que a
partir de estos momentos las dos fórmulas convivirán en Parpalló hasta el final de su
ciclo artístico.
Resultarían claramente enmarcables en la orientación naturalista el raspado que
aparece aplicado a la representación de un cáprido macho a la carrera, ajustándose a
las zonas de düerente coloración de la piel, o los trazos pareados cortos y apretados
que rellenan el cuerpo de un cérvido, en clara reproducción de las típicas manchas que
cubren la piel de los ciervos de temprana edad, o los trazos cortos que reproducen el
moteado de la piel de un lince. Mientras que entrarían en la otra categoría, de
orientación más abstracta o geométrica, constituyendo un claro antecedente formal de
la técnica del grabado estriado, algunos rellenos de líneas paralelas que aparecen
indistintamente en équidos y bóvidos.
Por lo que respecta a la animación, ésta experimenta un claro aumento en relación
con la etapa anterior, y no sólo cuantitativo sino también en sus variantes. Y aunque
la animación segmentaría es la dominante --eentrada fundamentalmente en la cabeza,
rabo o patas, destacando el tema ya mencionado de una de las patas dobladas mediante
esa fórmula poco naturalista en la que simplemente se incurvan los dos trazos
paralelos que configuran la extremidad-, aparecen también algunos casos de animación coordinada, con conseguidas representaciones de animales a ia carrera.
En el ámbito de las escenas destaca, sin lugar a dudas, una de carácter maternal,
única en su planteamiento. La conocida representación de una cierva amamantando,
donde se reúnen todos los elementos de un enfoque marcadamente pictográfico,
tanto en el tema como en las soluciones que acompañan la representación de los
animales que participan en la escena: düerencia proporcionada de tamaño entre la
cierva y el cervato, el ya mencionado modelado de la piel de este último mediante los
trazos cortos pareados, representación de ojos, boca, etc.
COMBJER, BROUOT y HUCHARD: Op. cit. nota 46.
COMBIER, BROUOT y HUCHARD: Op. cit. nota 46.
COMBJER, BROUOT y HUCHARD: Op. cit. nota 46, fig. 26.
MARTIN: Op. cit. nota 66.
DBLPORTE: Op. cit. nota 66.
(68) V. VILLAVERDE, A. VELASCO, J. M. ARIAS y E. PORTELL: ccAIIIUJlaa precisiones sobre la técnica del grabado Bltriado en la Cova del
Parpall6 (Gandfa. Valencia)>o. Saitabi, XXXVI, 1986, págs. 101·121.
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Fig. !.-Distintos modos de representación de las patas. De arriba abajo y de izquierda a derecha,
núms. 1 al 8, patas «en arco»; núms. 9 al 11, pata posterior de terminación masiva y
triani(Uiar. 1-2, Gravetiense; S-6, Solutrense Inferior; 7-11, Solutrense Medio.
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Al compararla con las restantes escenas de animales con sus crías -Mas d'Azil,
Laugerie Basse, Lespugue, Brassempouy, Morin, La Mádeleine, la Vache, Limeuil, o la
ya más problemática de Lachaud- llama la atención su cronología.
Acaban de conformar el apartado de las escenas otros dos temas, uno de amplia
correlación con el resto del arte mueble, como es la representación de parejas de
animales, y otro sobre el que resulta difícil definirse con rotundidad ya que vuelve a
constituir un caso excepcional: un afrontamiento de cabra y lince que parece entrar en
el capítulo de la representación de una escena de caza o de ataque entre animales.
Rareza del mismo tipo que la de los lobos afrontados en combate de La Vache (64) y
que tan sólo se podría correlacionar grosso modo con la escena de Paglicci (65) o con la
de dificil lectura de Laugerie-Basse, en la que se ha querido ver la representación de
una nutria capturando un pez (66).
Por lo que respecta a la perspectiva o a las convenciones propias de la fase,
simplemente indicar que el perfil absoluto alcanza valores similares a los de la
perspectiva biangular recta, empleándose la biangular oblicua tan sólo en un 20 % de
los zoomorfos representados.
En líneas generales se caracteriza el Solutrense medio por un planteamiento más
ajustado de las proporciones, si bien con tendencia a la gravidez, de la que no faltan
ejemplos característicos del más puro estilo m asociados en algún caso a animales
sexuados, y con una proyección o alargamiento de los cuellos y cabezas, notándose
también la aparición de características que enlazan abiertamente con lo visto en las
etapas precedentes: el recurso a la técnica del doble contorno o la representación de
las patas en arco, según la fórmula vista en el Gravetiense.
Se trata de arcaísmos, de amplia perduración en la secuencia de Parpalló, y ajenos
por tanto a la problemática de las posibles mezclas en las capas de contacto entre
distintos períodos industriales, que nos señalan que los modos de representación no
pueden ser analizados considerándolos como puntuales, o de corta y precisa significación cronológica, lo cuai no obsta para que desde un punto de vista cuantitativo y
entendidos en su conjunto puedan constituir rasgos esenciales a la hora de establecer
la dinámica evolutiva de esas fases mayores que están constituidas por los estilos de
Leroi-Gourhan. En este caso del arranque del estilo m en la secuencia artística de
Parpalló.
Resulta, por otra parte, un rasgo específico del momento la tendencia a que la parte
posterior de ciertos animales posea un carácter masivo, marcadamente desproporcionado con respecto a la anterior, y ello bien mediante la representación del miembro
posterior notablemente ensanchado, con dos líneas suavemente convergentes que se
proyectan decididamente hada atrás, bien mediante su ejecución en forma de un
(64) G. MALVESIN-FABRE, L. R. NOUGlER y R. ROBERT: «Une gravure inédite de la Grotte de la Vache>>. L'Anthropologle, 57, 1963, págs.
101-103.,
(65) P. GRAZIOSI: «L'art preistorica in Itelia». Florencia, 1973.
(66) P. GIROD y E. MASSENAT: ceLes stations de I'Age du Renne dans les vallée& de la VéUre et de la Corri!H. Laugerie-B111111e». Paria, 1900.
Lám. XIII, pág. 6.
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Fig. S.-Distintos modos de representación de patas. 1, perfil absoluto; 2 al6, perspectiva biangular,
el 3 con trazo múltiple corto, los 15 y 6 con una pata lncurvada. 1, Gravetiense;
2 y 8, Solutrense Inferio~; 4 al 6, Solutrense Medio.
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amplio triángulo. Solución que dentro del marco mediterráneo y en el ámbito parietal
vemos también en las ciervas de Trinidad de Ardales, habiéndose llamado la atención
sobre este paralelismo con Parpalló para apoyar su cronología solutrense (67).
Por último, en la ejecución de la cabeza de los équidos se observan unos rasgos de
clara componente solutrense, los morros en «pico de pato» y las crineras «en escalón»;
todo ello acompañado de un buen modelado de las quijadas, marcadamente convexas,
y dibujadas diferenciándolas de la línea del cuello mediante una inflex!ón del trazo.
Sus paralelos, como es sabido, van más allá de la región mediterránea y constituyen
uno de los rasgos más rotundos a la hora de aflrmar las coincidencias estilísticas
supraregionales de esta fase del arte mueble de Parpalló.
La pintura, si bien desde un punto de vista porcentual y con relación al total de
plaquetas en las que aparecen representados animales, alcanza un valor no muy
elevado, lo cierto es que acumula precisamente en este período el número más elevado
de ejemplares con representaciones identificables o renocibles (68). Se trata tanto de la
tinta plana, frecuentemente combinada con el grabado, como de trazo lineal, con
predominio de la utilización del rojo y negro, pero sin que falte tampoco algún bello
ejemplo de la gama de los amarillos.
Y es precisamente el empleo de esta técnica pictórica en una colección de arte
mueble, de todo punto excepcional si consideramos el resto de las plaquetas de Europa
occidental (69), lo que unido al tamaño de alguno de los soportes -encuadrables con
claridad en base a sus medidas en el apartado de los bloques, ya que alcanzan
dimensiones que rondan los 50 cms. de máxima-, o a los planteamientos y asociaciones que se producen en la representación de las figuras -con ejemplos de afrontamiento, sucesión, superposiciones y yuxtaposiciones, acumulaciones de hasta siete animales y varias especies, etc.-, lo que dota a alguna de las piezas muebles del Solutrense
. medio de Parpalló de un innegable sabor parietal que parece ir algo más allá de las
simples coincidencias técnicas.
Estas consideraciones deberían propiciar, sin que con ello se quieran extrapolar
conclusiones excesivamente apresuradas al ámbito de la signiflcación, la revisión de
algunos conceptos excesivamente esquematizados a la hora de analizar la cronología
de ciertas producciones parietales, pues no parece fáeil admitir que una pulsación de
la importancia de la que en Parpalló estamos observando no tenga su correlación en
otras zonas, considerando que tanto la animación como el modelado son logros
solutrense tempranos, perfectamente adquiridos en el Solutrense medio. Y en ello,
pensamos, tal vez haya sido determinante la escasa importancia concedida por LeroiGourhan al repertorio de arte mueble solutrense de Parpalló al establecer las bases de
su seriación estilística, en la que subyace la tendencia a considerar que el desarrollo
de la animación coincide con un momento más avanzado del estilo m, o lo que es lo
(67) FORTEA: Op. cit. nota 61.
(68) No se consideran aqu1 las plaquetae que coneervan manchonea de mavor o menos extensión pero de motivo Indefinido.
(69) H. DELPORTE: «Rapport entre l'art mobilier et l'art pariétal». Pre-Actae del Colloque Intarnational d'art pariétal paléolitbique.
Recbercne et conservanon. l'engueux, 1111:14.
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V. VILLAVERDE
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mismo, con el arte del Magdaleniense inferior, pensando fundamentalmente en Lascaux.
Y esta consideración se circunscribe en principio a la valoración de determ,inadas
zonas, pues tanto en el núcleo del Ródano como el arte parietal de Andalucía la
bibliografía ha sido sensible a incluir en el Solutrense numerosas representaciones
parietales. Si se trata de un fenómeno de distribución regional desigual, del que no
resulta fácil extraer ahora deducciones y en el que se imbrican temas tales como la
problemática del origen y expansión del Solutrense, o es consecuencia de un apriorismo estilístico en regiones donde la evidencia cronológica no venía tan determinada ni
por el carácter de la secuencia ni por el tipo de estructuración o complicación del
santuario rupestre, es algo que evidentemente supera la dimensión de estas líneas,
pero sobre lo que necesariamente deberá centrarse la investigación futura, encuadrando en esa misma perspectiva algunas de las más recientes novedades del arte parietal del
Cantábrico.
Como ya avanzamos en párrafos anteriores, no pensamos que el episodio artístico
solutrense se caracterice por su especificidad, ni en Parpalló ni en el resto de la región
mediterránea española, y sin que de nuevo queramos ocultar la existencia de ciertos
elementos de carácter regional, presentes a fin de cuentas en todo el Arte paleolítico
europeo, creemos que los rasgos que encontramos en el conjunto de plaquetas grabadas y pintadas de estas fases coinciden abiertamente con planteamientos y detalles
observados en otras regiones, haciéndonos insistir en este tema la aparición precisamente en las plaquetas del Solutrense medio de signos de tan clara y amplia extensión
como los rectangulares, que abiertamente nos conectan con la región franco-cantábrica y que también nos conducen, buscando su distribución, hasta alguno de los
conjuntos parietales andaluces. Junto a ellos hacen también su aparición otros signos
de elevada amplitud cronológica en el yacimiento, como son los ajedrezados y los
reticulados.
Desde la publicación de Pericot de su monografía de Parpalló, los tramos correspondientes al Solutrense superior o evolucionado 1 son los que han sufrido mayores
transformaciones tanto en lo que respecta a su extensión o potencia como en lo que
hace referencia a sus características industriales, y todo ello con relación a la
extensión y características del Solútreo-gravetiense.
Intentando resumir las líneas generales del proceso, bien puede señalarse que
hemos asistido a un cambio de papeles en la consideración de estas dos etapas
industriales, por lo demás claramente vinculadas genéticamente: de considerar al
Solutrense superior como una fase industrial dotada de elevada dimensión cronológica
y un cierto desarrollo evolutivo, hemos pasado a atribuir precisamente al Solútreogravetiense ese papel, y claro está en detrimento del Solutrense superior.
El primero en llamar la atención sobre las bases documentales que han propiciado
este cambio de papeles fue Fullola (70), al establecer que en Parpalló el tramo de 4'5(70) FULLOLA 1 PERICOT: Op. cit. nota 18.
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4'75 m., relacionado por Pericot con el Solutrense superior, se encuadraba mejor,
teniendo en cuenta la secuencia estructural del modo de retoque y la composición
tipológica de la industria, con los tramos correspondientes al Solútreo-gravetiense,
habida cuenta de la importancia del retoque abrupto y la caída sufrida por el retoque
plano. La consideración algo más tarde de la existencia de dos fases industriales
diferenciadas en el Solútreo-gravetiense, caracterizadas por el desigual papel de las
puntas de muesca o escotadas y las piezas de retoque plano, y más concretamente del
utillaje solutrense (71), y la obtención de una datación absoluta en los niveles Solútreo-gravetienses de Cova Beneito (72), que con resultado de 16.500±480 B.P. permite
cerrar la banda de indeterminación de la fechación proporcionada para esos mismos.
niveles de la Cova de les Mallaetes (16.300± 1.500 B.P.), nos permiten considerar
ahora que el Solutrense superior de facies ibéricas, si bien constituye una etapa
decisiva y marcada originalidad, es desde el punto de vista evolutivo una fase dotada
de menor amplitud cronológica y evolución interna de lo que inicialmente se había
creído.
Debe, por tanto, estudiarse el Solutrense superior en relación con el proceso de
marcado carácter regional que en esos momentos se inicia en el ámbito mediterráneo
peninsular, el de una evolución del Solutrense de elevada amplitud cronológica y
marcada diferenciación con respecto a las regiones atlánticas europeas, que ha quedado bien sistematizada bajo la denominación de Solutrense evolucionado que, dividido
en tres fases, agrupa tanto al Solutrense superior o Solutrense evolucionado 1, como al
Solútreo-gravetiense o Solutrense evolucionado II y m (73). Denominación bajo la que
queda recojido el papel del Solutrense superior en el proceso, como punto de arranque
de esa evolución finisolutrense, perfectamente observable en la aparición precisamente en él de aquella pieza que caracterizará al Solútreo-gravetiense, la punta de muesca
o escotada y la perduración en este último de alguno de sus tipos más característicos,
como la punta de pedúnculo y aletas o los foliáceos.
Por lo que respecta a la valoración de las secuencias artísticas de Parpalló, los
contrastes observables en los niveles correspondientes a estas dos fases parece que
aconsejan su tratamiento por separado, si bien como seguidamente veremos no faltarán tampoco elementos que propicien la consideración de que precisamente con el
final del Solútreo-gravetiense asistimos a la terminación de un episodio, caracterizado
en su conjunto por unos rasgos comunes, presentes a lo largo de toda la secuencia
solutrense, y unas variaciones o tendencias cuya evolución no resulta forzado comparar con la que dentro del mismo estilo m se han señalado en otras zonas.
Constituyen aspectos que abundan en la diferenciación con el Solutrense medio
una disminución de tamaño en las plaquetas, el rotundo descenso de la animación y la
(7l)VILLA VERDE BONILLA y PEiiiA SANCHEZ: Op. cit. nota. 18.
(72) G. !TURBE y E . CORTELL: «Las dataciones de la Cova Beneito y su intan\a para el PaleoUtico Meditern\neo». Trabajos de Pretbitoria,
44, 1987, págs. 267-270.
(73) VILLA VERDE BONILLA y PEii!A SANCHEZ: Op. cit. nota 18.
FORTEA, FULLOLA, VILLA VERDE. DA VIDSON. DUPRE y FUMAN AL: Op. cit. nota 5.
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pictografía, así como de las escenas, la importancia de la utilización del trazo múltiple
para el dibujo del contorno de las representaciones zoomorfas, el descenso de la
perspectiva biangular recta y la importancia que el grabado estriado posee como
forma de modelado.
En la animación y la pictografía ciertamente el descenso del número de animales
dotados de estas características se produce en términos cuantitativos absolutos y no
en el porcentaje que representan unos u otros con respecto al total de zoomorfos del
período, donde los valores porcentuales se mantienen o incluso experimentan un
aumento; lo cual enlaza con el considerable descenso que en el Solutrense superior se
registra en el número de representaciones animales, aproximadamente una sexta parte
de las documentadas en el Solutrense medio.
Con todo, la valoración de los ejemplos de animación, en todos los casos segmentaría y centrada en una posición anormal de la cabeza, en muchos casos como consecuencia de su proyección hacia arriba, y la total ausencia de escenas contrastan
abiertamente con la importancia, variedad y originalidad que estas dos soluciones
poseen tanto en los momentos correspondientes al Solutrense medio como en los del
Sol útreo-gravetiense.
Por lo que respecta al tipo de trazo utilizado en la ejecución de las representaciones
de animales, se asiste durante el Solutrense superior a una serie de cambios notables con
respecto a los niveles solutrense precedentes: la práctica desaparición del doble
contorno, apenas relegado a un caso aislado y por lo mismo carente de significación, y
el incremento del trazo múltiple, que constituirá uno de los rasgos más característicos
del conjunto del Solutrense evolucionado, marcando igualmente diferencias con respecto al Magdaleniense inicial.
En el caso de la perspectiva, la disminución de la biangular recta se compensa por
un ligero aumento de la oblicua y, sobre todo, del perfil absoluto, fórmula en la que se
agruparán hasta la mitad de las figuraciones zoomorfas del momento, iniciándose así
una tendencia que de nuevo se mantendrá estable en lo fundamental a lo largo del
Solútreo-gravetiense.
El grabado estriado, con ejemplos eh las variantes de haces, de líneas paralelas y
reticulado (74) aparece empleado con profusión, alcanzando uno de los momentos
claves y de mayor importancia de la secuencia, circunstancia que sobre todo contrastará nuevamente con lo que sucede en el Solútreo-gravetiense, donde como más
adelante se verá experimentará una importante disminución.
Quedan, sin embargo, como rasgos comunes con los niveles solutrenses precedentes
los modos de ejecución de las cabezas de las ciervas, mediante el sistema del triple
trazo, el predominio de la ejecución de las patas mediante líneas paralelas abiertas y la
presencia de los rectángulos entre los signos.
Por lo que respecta al Solútreo-gravetiense, acabamos de señalar que tanto el
tipo de trazo utilizado, como los modos de perspectiva y ejecución de las cabezas de
(74) VILLA VERDE. VELASCO, ARIAS y PORTELL: Op. ciL nota 63.
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las ciervas, son rasgos de unidad evidentes con respecto al Solutrense superior, y sin
embargo algunos detalles apuntan tanto en la línea de una cierta diferenciación como
en la idea de su posición tardía en relación con el estilo 111, pues no debe olvidarse la
indicación cronológica proporcionada por la fechación de Beneito, contemporánea del
inicio de la secuencia magdaleniense en otras regiones.
·
Destacaríamos en este sentido la mayor importancia de las denominadas líneas de
despiece, el incremento de los detalles anatómicos y la aparición de ejemplos de
perspectiva lineal y de recubrimiento parcial, elementos estos últimos de elevado
interés estilístico que enlazan, además, con un incremento de la pintura y una notable
atención por la animación y las composiciones formando escenas.
En las denominadas líneas o convecciones de despiece, durante el Solútreo-gravetiense asistimos a una mayor diversidad de variantes que durante el Solutrense
superior o el Solutrense medio. Prácticamente circunscritas en estos dos períodos a las
de crinera, se documentan además ahora las de relleno de crinera, las escapulares, las
de separación de pecho y cuello, las divisiones longitudinales de cuello, las laterales
en «M» y las paralelas o de doble vientre, iniciándose una tipología que permanecerá
sin grandes novedades durante todo el Magdaleniense inicial. Por contra, en el
capítulo correspondiente al modelado, mediante el recurso a los distintos sistemas de
grabado estriado, nos encontramos ante una disminución clara de ejemplos que
también resultará constante en los períodos posteriores. Y ello a pesar de que se trata
de una fórmula en gran medida coincidente con las anteriores en su finalidad naturalista de reflejar las coloraciones de piel.
Donde si se observa una mayor atención por la pictografía es en el campo de los
detalles anatómicos, especialmente los relacionados con la cabeza -ojos, orejas,
belfos u orificios nasales-, en el de la animación, con una abundante proporción de
casos de animación coordinada compleja, coordinada y segmentaría, y en el de las
escenas, con dos ejemplos que unidos a alguno de los anteriores resultan sumamente
interesantes por sus paralel<;>s e implicaciones de planteamiento y perspectiva. Se
trata, en primer lugar, de una plaqueta en la que aparece representada un escena del
tipo de las de una hembra y sus pequeños, en este caso dos cervatos cuyo encuadre y
tamaño viene determinado por el de la cierva, siendo común para los tres animales un
suelo imaginario que coincide con el límite inferior del soporte. Ejecutadas las tres
figuras mediante trazo múltiple, la escena ha sido representada superponiéndose a la
representación de un équido, de distinta orientación y trazo simple, señalándose en la
misma cara esa convivencia de representaciones de contenido pictográfico y mitográfico que con tanta frecuencia se da en el arte parietal. La circunstancia, que en modo
alguno es exclusiva de esta pieza y que tantos paralelos tiene en los soportes muebles,
incluso dentro del mismo yacimiento, nos previene sin embargo sobre una mecánica
oposición entre estos dos tipos de producciones artísticas, recordándonos algo sobre lo
que ya se ha insistido reiteradamente, esto es, que dentro del arte mueble las plaquetas
y los soportes óseos planos parecen configurarse como un apartado mucho más
próximo en temática y concepción al del arte parietal de lo que lo están los soportes
cilíndricos o las piezas de uso o función definidas y más o menos cotidianas.
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Fig. 4.- Distintos modos de representación de las cabezas del Solutrense Superior al Magdaleniense
Superior, en las cabras (núms. 1 al10), ciervas (núms. 11 al16, 22 y 2~ y ciervos (núms. 17 al
21 y 23). 1, 12 y 18, Solutrense Superior; 2-5, 13-14 y 19, Solútreo-gravetiense; 6-9, 16 y 16 y 20,
Magdaleniense Inicial; 10 y 11, 17 y 21 al 25, Magdaleniense Superior y Galerias.
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Si bien toda generalización implica un nivel de imprecisión y de riesgo, insistimos
en este aspecto en la medida en que recientemente se ha puesto en cuestión la
viabilidad de que los datos estilísticos del arte mueble .Y el arte parietal puedan
extrapolarse, argumentando la posibilidad de que en ambos se concilien tradiciones y
significaciones distintas (75), olvidando las variaciones que dentro del arte mueble es
posible establecer. Y aunque la línea de los ejemplos pudiera llevarnos a la consideración de que posiblemente existen diferencias dentro de ese apartado del arte mueble
formado por las plaquetas, no ocurriría algo distinto de trasladar el mismo sistema de
análisis al arte parietal donde no faltan tampoco ejemplos de «originalidad)) y particularismo ni mucho menos despreciables.
En la otra cara de la misma plaqueta aparece representado un équido con la cabeza
claramente desplazada hacia el suelo y de ejecución no muy acertada, que ha sido
interpretado de distintas maneras, bien como animal lamiéndose la pata, circunstancia
difícil de establecer ante la falta de indicación o detalle del mencionado gesto, o como
animal paciendo, sin que pueda descartarse tampoco, e incluso considerarse como más
apropiada, habida cuenta de la evidente inclusión de numerosas representaciones
muebles en este apartado, la de animal olisqueando el suelo en gesto relacionado con
las actitudes de preacoplamiento.
La otra escena a la que se hizo referencia es la de una pareja de ciervas a la
carrera, ejecutada mediante un esquematismo o ahorro de trazos verdaderamente
resalt~ble dado el resultado obtenido: una elevada sensación de movimiento. Pero lo
que realmente nos sitúa ante una ejecución de considerable innovación y con implicaciones cronológicas avanzadas dentro de un genérico estilo ITI, es el planteamiento de
la perspectiva en el dibujo de los dos animales, ya que nos encontramos ante un claro
ejemplo de recubrimiento parcial que no puede entenderse como un simple artificio
para evitar intromisiones en asociaciones no significativas desde el punto de vista
escénico o pictográfico.
Esta innovación en el campo de la perspectiva se complementa en el mismo período
con la aparición de pocos, pero significativos ejemplos, de planteamiento de la figura
según fórmulas de perspectiva lineal, como es el caso de la correcta ejecución en dos
planos de las patas traseras de un dudoso ciervo representado con la cabeza vuelta
atrás. Con todo, no puede negarse la existencia en este apartado de una clara
diferenciación entre los modos de perspectiva dominantes en Parpalló durante este
período y los que por esas mismas fechas se registran en otras regiones, especialmente
si nos referimos al arte parietal, pues como se recordará, precisamente desde el
Solutrense evolucionado, y sin que se observen cambios en el Solútreo-gravetiense,
empieza a hacerse dominante en el yacimiento valenciano la fórmula del perfil absoluto, que constituye unos de los rasgos específicos de la producción artística del
yacimiento durante el Magdaleniense.
(75) P. UCKO: «Débuts illusoires dana l'études de la tradit.ion artistique». Préhi.toire Ariégeoiae, XLTI, 1987, págs. 15-82.
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Fig. 5.- Distintos modos de representación de las cabezas del Solutrense Superior al Magdaleniense
Superior, en los caballos (núms. 1 alll) y los toros (núms. 12 al17). 1 al 3 y 12, Solútreogravetiense; 4, 5, 8, 10 y 13, Magdaleniense Inicial; 6, 7, 9, 11 y 14 al 17, Magdaleniense
Superior y Galerías.
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Algo similar ocurre con.los detalles y formas de ejecución de las patas. En Parpalló
donde apenas existen ejemplos de representación de las pezuñas, encontramos uno
precisamente en el Solútreo-gravetiense. Se trata de un cuadrúpedo, ejecutado mediante tinta lineal roja, en el que se observa, en una de las extremidades que deben
constituir el par de patas delantero, la representación de la pezuña mediante un
abultamiento de terminación apuntada y escasa posibilidad de identificación anatómica. La figura, de la que sólo se conserva la parte inferior, aparece con la convención de
la doble línea de vientre y constituye un caso aislado -tan sólo repetido en la
secuencia y con bajos efectivos en los niveles magdalenienses más avanzados- en un
contexto dominado por las extremidades incompletas, bien sea mediante la solución de
las líneas paralelas abiertas sin ningún detalle anatómico, bien mediante ese mismo
sistema pero de corte naturalista, bien mediante trazos lineales, o mediante una
confección triangular.
Señalaremos, por otra parte, también como elemento significativo de la fase, la
forma de representar los caballos, que combinan una marcada crinera, normalmente
de trazo múltiple y con indicación de la línea de despiece, con un dibujo de la
mandíbula menos convexo y en muchos casos con tendencia al alargamiento y la
delgadez.
Desde un punto de vista general nos encontramos precisamente ahora con mayores
síntomas de regionalización que durante los períodos anteriores, si bien la consideración de si esta impresión es exclusiva de Parpalló o puede hacerse extensiva al resto
del denominado Arte paleolítico de la España mediterránea resulta difícil de tomar,
especialmente si tenemos en cuenta que ni los rasgos mencionados en torno a las
técnicas de grabado, perspectiva o convenciones son exclusivos del momento, pudién- ·
dose señalar que tan sólo ahora es cuando experimentan una variación porcentual, ni
salvo casos excepcionales poseemos una propuesta articulada de seriación de la mayor
parte del arte de Andalucía. De igual manera, la consideración de esta regionalización
bajo una dimensión supraregional que englobe las distintas regiones mediterráneas,
esto es, el Sureste francés e Italia, tampoco parece oportuna por razones semejantes a
las expuestas: pocos son los paralelos muebles a manejar, y lo que es más importante,
no puede tampoco generalizarse sobre la secuencia que comprende del17.000 al 10.000
B. P., considerándola homogénea o desprovista de una evolución. Y ello tanto para el
conjunto del Mediterráneo occidental como para el caso específico de Parpalló.
En el tema concreto de la unidad mediterránea señalada en diversos trabajos en
relación con el horizonte industrial definido por las puntas escotadas o de muesca, que
como es sabido comprendería distintas fases del Salpetriense y el Epigravetiense
italiano, además del Solútreo-gravetiense, recientemente se ha señalado (76) la dificultad de llevar la semejanza industrial más allá de la coincidencia tipológica en determinado tipo de punta, mostrando que en el fondo nos encontramos con conjuntos
(76) RODRIGO GARCIA: Op. ciL nota 18.
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Fig. 6.- Di.stintos modos de representación de las patas del Solutrense Superior al Magdalenlense
Superior. Núms. 1·y 3, perspectiva biangular recta; núms. 2, 4, 10 y U, uniangular; núms. 5
al 9, perfil absoluto; núms. 6 y 7 de terminación masiva y triangular. 1 al 3, Solútreogravetiense; 4 al 7, Magdaleniense Inicial; 8 al U, Magdaleniense Superior y Galerias.
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industriales con notables variaciones. Todo ello en un contexto finisolutrense del que
no cabe olvidar la elevada complejidad que posee y la variedad de procesos registrados, y en el que, al menos desde una perSpectiva diacrónica, las diferencias evolutivas
posteriores son considerables, como lo atestiguan los distintos derroteros que sigue la
secuencia del Paleolítico superior en la vertiente española, con la aparición de las
industrias magdalenienses, y la de Italia, con el Epigravetiense evolucionado.
Conviene, por tanto, ser cautos en: la caracterización y valoración de la dimensión
de ese proceso de regionalización señalado a partir de los niveles del ~olutrense
evolucionado de Parpalló, centrándolas esencialmente en el propio ámbito peninsular
español, y señalar, eso sí, la evidencia de una generalización de yacimientos donde las
industrias Solútreo-gravetienses se documentan -Parpalló, Mallaetes, Ratlla del
Bubo, Cova del Sol, Cejo del Pantano, Vermeja, Palomarico, Pantano de Cubillas, Tajo
del Jorox, etc.- o la importancia de esta etapa en la secuencia regional, lo que unido a
la entidad del momento en la secuencia artística de Parpalló parece propiciar la i!fea
de que alguna de las representaciones parietales andaluzas pudiera encuadrarse
precisamente en esas fechas. Idea que ya ha sido señalada por otros investigadores (77).
Esa posición como de bisagra o momento en el que se articula un cambio en la
secuencia de Parpalló se concreta perfectamente en el campo de los signos, donde a la
perduración del rectángulo se añaden otros temas que alcanzarán una considerable
dimensión cronológica y cuyos paralelos a veces se rastrean con facilidad en el ámbito
franco-cantábrico. Es el caso de los haces de líneas, los reticulados y escaleriformes
múltiples formando bandas.
Con ciertos problemas de diferenciación en sus primeras capas con respecto al
Solútreo-gravetiense y con la tendencia en los últimos años a revisar la dimensión
misma de esta última etapa industrial, alargándola a su costa, el Magdaleniense
inicial de Parpalló se caracteriza por una importante ruptura industrial, cuyos rasgos
más sobresalientes bien pueden concretarse en la escasa importancia del utillaje
microlaminar, el elevado índice de raspador, en términos absolutos y en relación con
el de buril, y el papel que desempeñan las piezas de retoques continuos (78), todo ello
acompañado de un incremento del instrumental óseo, donde dominan las azagayas
monobiseladas de secciones circular y aplanada, con biseles frecuentemente mayores
de un tercio, las puntas dobles y algunas varillas. Esta fase, a la que denominamos
Magdaleniense inicial mediterráneo (79), queda perfectamente aislada en la actualidad tanto del Solútreo-gravetiense subyacente, que con su fecha de 16.500 hace que el
marco cronológico del Magdaleniense inicial mediterráneo se equipare, al menos en
sus inicios, al del Magdaleniense inferior cantábrico, como el Magdaleniense medio y
superior que le coronan, caracterizado a su vez por un aumento qel índice microlami(77) FORTEA PEREZ: Op. cit. nota 51.
J.'L. SANCHIDRlAÑ TORTI: •El arta prehi•t.órico de la Cueva de Nerja>t, en Trabajoe sobre la Cueva de Nerja, núm. l. Mé.laga, 1986,
págs. 283-230.
(78) FULLOLA i PERICOT: Op. cit. nota 18.
(79) VILLAVERDE BONILLA: Op. cit. nota 10.
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nar, un incremento del índice de buril, que tiende a igualar al de raspador y un
descenso de las piezas de retoques continuos, y cuya fecha queda sugerida, grosso
modo y para su arranque, por la datación del tramo tres de Parpalló, que con un
resultado de 13.800±380 B.P. nos sitúa en un momento correlacionable con el genérico
Magdaleniense superior o con arpones de otras regiones, donde quedarían incluidas
las fases que van del Magdaleniense IV en adelante.
Por lo que respecta a las plaquetas del Magdaleniense inicial, se mantienen y
confirman las consideraciones efectuadas ya con el Solútreo-gravetiense, y en este
caso con mayor razón si cabe dada la peculiaridad estilística de un arte que al menos
desde una perspectiva cronológica, correría paralelo del estilo ITI avanzado o final e
incluso del IV antiguo, notándose una tendencia regional, difícil de valorar en todos
sus términos como consecuencia de la limitada entidad del arte mueble correspondiente a las primeras etapas del Magdaleniense y al Badeguliense (80), pero que de entrada
distingue las representaciones zoomorfas del momento de las de los conjuntos parietales y muebles atribuidos al Magdaleniense m. Los rasgos fundamentales de esta
diferenciación serían, enumerados sucintamente y a la espera de una actualización de
la dinámica industrial que la sustenta, habida cuenta de que el período acaba de ser
objeto de revisión (81): el predominio del perfil absoluto en el campo de la perspectiva
y una tendencia que bien pudiera calificarse de «arcaizante)) en el planteamiento de
las figuras, masivas en sus cuartos traseros, frecuentemente terminados con patas
triangulares, desproporción entre los tamaños de las cabezas y los cuerpos, y morros
con frecuencia estrechos y alargados.
Comparativamente; resalta también la escasa incidencia de la animación, concentrada principalmente en aquellas capas que tal vez pudieran relacionarse con el
Solútreo-gravetiense terminal (82), y en el general de la pictografía, pues existen pocos
detalles anatómicos (en algunos casos orejas, ojos o bocas) y escenas, limitadas
además a la representación de animales aislados (posible animal muerto, ciervo en la
berrea y cáprido saltando), sobre todo si consideramos los niveles de innovación
logrados en los períodos precedentes. Y algo similar ocurre en el modelado, con tan
sólo algunos ejemplos de grabado estriado desmañado y uno de raspado (83), o en las
denominadas convenciones o líneas de despiece, prácticamente ausentes en las plaquetas del periodo.
No obstante conviene resaltar que la regionalización señalada durante estos momentos, cuyo arranque, como se recordará, tal vez cabría situar en el Solútreo-
(80) J. CLO'ITES, J. P. GJRAUD y C. SERVELLE: «Un ¡¡alet gravé bada¡¡oulien a Vera (Lot)•. Estudios en Homenaje al Dr. A. Beltrán
Martínez. Zaragoza, 1986, páp. 61-34.
M. F. HEMJNGWAY: oThe inltial Ma¡¡dalenian in Fnmce». B.A.R., lntemational Series, 90, 1980.
(61) AURA TORTOSA: Op. ciL nota 19.
(82) RODRIGO OARCIA: Op. cit. nota \8.
J. M. ARIAS MARTINEZ: Estudio del Arte Ma11daleniense Inicial de la Cova del Parpelló. Sistematización y consideraciones sobre su
importancia en el estudio del inicio del ciclo Mqdaleniense en la Península Ibérica». Centre d'Eatudis i Jnvestigacions Comarcal• AICona el
.
Vell, \985, in.W.ito.
(83) VILLA VERDE. VELASCO, ARIAS y PORTELL: Op. ciL nota 63.
-40-
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gravetiense (predominio del perfil absoluto, patas inacabadas sin la figuración de las
pezuñas, etc.) no implica en modo alguno que la secuencia artística de Parpalló
experimente un proceso de estancamiento o uniformidad, en el que desaparezcan los
elementos de variación que hasta entonces habían venido caracterizando sus distintas
etapas, ni que no existan algunos detalles puntuales que hablen a favor de su contemporaneidad con el ciclo artístico franco-cantábrico (algunos ejemplos de perspectiva
normal y determinados signos).
Así, desde el punto de vista técnico y en relación con el Solútreo-gravetiense,
asistimos a una neta disminución del trazo múltiple, cuyos ejemplos se concentran
además en esos tramos probablemente clasificables como Solútreo-gravetienses, que
resultará sustituido por el simple; a un cambio en los modos de terminación de los
morros, en esta fase predominantemente cerrados; y al abandono del sistema de
representación de las cabezas de las ciervas mediante el triple trazo, convención
asociada durante toda la secuencia al Solutrense y que a partir de este momento dará
paso a la representación de las orejas mediante dos trazos en forma de «V».
Sin que los cambios sean bruscos o abarquen la totalidad de las representaciones,
circunstancia que no sorprende en la medida en que también ha sido señalada en la
transición de los estilos 111 y IV, esas variaciones se registran igualmente en el
apartado de los signos, donde a la perduración de algunos rectangulares se suman
ahora los meandriformes múltiples, los motivos dentados, las bandas formadas por
trazos cortos paralelos y apretados, los haces múltiples de líneas más o menos paralelas o convergentes, los ajedrezados simples y los complejos o reticulados, amén de los
escaleriformes. Esto es, un incremento tanto en número como en variedad, refiriéndonos siempre a las formas o motivos definidos.
A partir de estos momentos y coincidiendo en lo fundamental con los tramos m y IV
del Magdaleniense de Pericot nos encontramos ante una de las etapas del Magdaleniense mediterráneo que más novedades ha ofrecido en los últimos años, siendo
necesaria una reconsideración de la propuesta evolutiva y cronológica que hasta hace
poco venía relacionando su límite superior con el del Magdaleniense medio.
Varios han sido los datos que permiten intuir una nueva lectura de estos tramos,
especialmente en la idea de considerar que su final se sitúa en un momento avanzado
de la secuencia magdaleniense, alargando así la evolución de esta industria en
Parpalló y haciéndola coherente con los datos que provienen de otros puntos del
Mediterráneo español.
En primer lugar la constatación en los últimos años de la existencia de abundantes
yacimientos en el País Valenciano con industrias encuadrables en el Magdaleniense
superior, como sería el caso de la Cova de les Cendres (84), la Cova de Matutano (85) y
el abrigo del Tossal de la Roca (86), circunstancia que hace inviable la pretensión en
(84) VlLLAVERDE BONILLA: Op. cit. nota 16.
(86) OLARIA. GUSI. ESTEVEZ, CASABO y ROVIRA: Op. cit. nota 6.
(86) CACHO. FUMANAL. LOPEZ y LOPEZ: Op. cit. nota 6.
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Y. YILLAYERDE
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alguna ocasión formulada (87) de que en esta parte de la región mediterránea se
pudiera producir una evolución anticipada del Epipaleolftico.
En segundo lugar, las características tipológicas puestas de manifiesto por alguno
de los yacimientos que acabamos de mencionar, y muy especialmente por los materiales de la Cova de les Cendres y la Cova de Matutano. En el primero por la asociación
de arpones, azagayas de doble bisel y varillas a un conjunto lítico en el que los buriles
son abundantes y donde el utillaje microlaminar además de ser elevado se caracteriza
por la presencia de triángulos escalenos, pieza que como es sabido se documenta
precisamente en los niveles superiores de Parpalló. En el segundo, por la' aparición de
un rico conjunto óseo en el que las azagayas de doble bisel se asocian a un variado
grupo de arpones en el que las formas de dientes bien destacados conviven con otras de
dientes apenas esbozados y de morfología semejante a los encontrados en los niveles
superiores de Parpalló, cerrando así la problemática heredada de una clasificación de
estos últimos que los consideraba paradigmáticos a la hora de establecer la existencia
de un Magdaleniense medio, habida cuenta de su clasificación como protoarpones (88).
Y en tercer lugar, la evidente dificultad· conceptual que supone considerar la
existencia de un Magdaleniense medio en Parpalló de una potencia y evolución
interna de todo punto exageradas en relación con las secuencias conocidas en otros
ámbitos regionales donde esa misma etapa se encuentra bien documentada y caracterizada. Téngase en cuenta que su límite inferior, esto es, aquel que podría relacionarse
con el Magdaleniense m se ve seriamente determinado por la perduración del Solutrense evolucionado hasta fechas encuadrables cuando menos en el 16.500 B.P. y la
existencia aún de un amplio paquete del Magdaleniense inicial o antiguo, documentado en el mismo yacimiento en los tramos 1 y II, de más de metro y medio de potencia.
Circunstancia que además concuerda con la datación proporcionada por el tramo 111,
que con un resultado de 13.800 ± 380 B.P. permite intuir que caso de buscar alguna
relación de este tramo con la secuencia magdaleniense clásica, tanto la cronología
como la tipología apunta más bien hacía un episodio relacionable con el Magdaleniense medio o IV (89).
A la espera de la publicación de los resultados del estudio de la industria de estos
tramos (90) bien puede anticiparse que su problemática puede resumirse en los siguientes términos: una vez eliminada cualquier limitación para la consideración de que la
secuencia magdaleniense de Parpalló pueda extenderse hasta momentos incluso finales del Magdaleniense superior, queda por establecer la articulación de las distintas
capas de estos tramos, acotando especialmente la cuestión de si existe una pulsación
relacionable con el Magdaleniense medio, tanto desde el punto de vista industrial
(87) J. APARICIO PEREZ: «El Mesolltico en Valencia y en el Mediterráneo Occidental>>. Trabajos Varios del S.I.P., núm. 59. Valencia, 1979.
(88) PERICOT GARCIA; Op. cit. nota l.
(89) FORTEA, FULLOLA, VILLA VERDE, DA VIDSON, DUPRE y FUMANAL: Op. cit. nota 6.
V. VILLAVERDE BONilLA: «Parpall6 y el Arte Paleolltico de la Espafta Mediterránea». Revista de Arqueologfa, núm. 86. Madrid,
1988, págs. 12-31.
(90) AURA TORTOSA: Op. cit. nota 19.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
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como en su potencia, lo que permitirá perfilar con mayor rotundidad el resto de la
secuencia y considerar con mayor detalle la evolución artística.
No está de más, por otra parte, señalar que el análisis detenido del arte mueble y de
la industria ósea, ambos en la actualidad en curso, intervendrán de manera decisiva en
la resolución de una problemática en la que los aspectos estilíticos juegan un papel
determinante.
Mientras tanto, y movidos fundamentalmente por la prudencia, hablaremos para
referirnos a estos tramos de un genérico Magdaleniense medio y superior, quedando
para el futuro el establecimiento de la entidad de cada una de estas fases, su confmnación y propuesta de articulación o evolución interna y los detalles mismos de su
caracterización tipológica, considerando simplemente que se trataría de etapas sucesivas y calificables en los términos propios del ámbito mediterráneo peninsular, esto es,
sin una mecánica extrapolación de características o composiciones propias de otras
regiones.
Señalaríamos, por su carácter más o menos acotado y su valor a la hora de
establecer elementos que precisen la evolución estilística y comparaciones, la técnica
de trazo compuesto del tipo «en alambre de espino», que aparece empleada en distintos
momentos de los tramos superiores de Parpalló, y muy especialmente en el tramo de 2
a 2'20 m., donde se documentan hasta cuatro casos. Se trata en estos últimos, tres de
ellos bóvidos, de una serie de trazos cortos y poco marcados, más o menos perpendiculares a la línea de contorno del animal que recorren partes importantes de la misma,
extendiéndose incluso por las patas, cabeza o cornamenta. Los ejemplares restantes se
diferencian en algunos casos de estas formas, bien por resultar más apretados, largos y
marcados, bien por combinarse con otras fórmulas de relleno del animal, obteniéndose
en este último caso un efecto de paralelos bastante avanzados, y desde luego con
notables semajanzas formales con alguno de los signos del mismo yacimiento y capas.
Refiriéndonos a este último caso (fig. 7), además de las evidentes coincidencias que
ofrecen las piezas muebles de aquellos yacimientos sobre los que recientemente se ha
fundamentado la existencia un estilo V (La Borie del Rey y Pont d' Ambon, en.tre otros)
(91), con los que el ejemplar de Parpalló coincide en la técnica de refuerzo de la línea
de contorno, mediante los trazos cortos, y en el relleno mediante temas de marcado
componente geométrico, a pesar de que las proporciones y el estilo general de la figura
difieren considerablemente de la nuestra, es posible también establecer un paralelo,
quizás más ajustado, con una pieza de Mas d'Azil publicada por Graziosi (92), en la que
con unas convenciones y detalles verdb.deramente sorprendentes por su coincidencia,
tanto en lo que se refiere a la resolución de la cabeza como en el dibujo de la línea
cérvico-dorsal y cuartos traseros, nos encontramos nuevamente con un relleno de la
figura, de componente escasamente naturalista, asociado a la técnica del trazo múltiple efectuado mediante idéntica fórmula que en Parpalló.
(91) A. ROUSSOT: «Comparaison stylistique de l"art mobilier et de l"art pariétal du Périgord et de la Gironde». Pre-Actes del Colleque
lnternational d"Art Mobilier Paléolithique. Foix, 1987. págs. 181-190.
(92) GRAZIOSI: Op. cit. nota 2. lám. 61. b.
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V. VILLA VERDE
Fig. 7.-Distintos ejemplos de plaquetas con la técnica del trazo compuesto en «alambre de espino,,.
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Por otra parte, existen soluciones parecidas a las de Parpalló, pero esta vez libres
de las fórmulas de relleno de tipo geométrico, en diferentes piezas de Laugerie Basse
(MAN 53835, 53832, 53865, o la conocida pieza de la chasse a l'auroch -53819) (93);
Gourdan, tanto en una plaqueta con una representación identificada como un lobo a la
carrera (MAN 48585) (94), como en un fragmento óseo en el que por ambas caras
aparecen representados dos bóvidos (95); y Lortet, en este caso también con un relleno
de la figura mediante bandas de trazos cortos de aspecto predominantemente geométrico aunque su objetivo naturalista pueda relacionarse con la representación del pelaje,
en dos fragmentos óseos en los que aparecen representados unos bisontes (96); sin
olvidar el conocido rodete del Mas d' Azil de la vaca con su ternero (97), donde el
mismo tipo de trazo aparece empleado tanto en el lomo y pecho del animal adulto como
en el lomo del ternero; la pieza de EnlEme conocida como del saltamontes y los peces
(98); o el igualmente célebre rodete de Mas d' Azil, del que se conserva la figura de un
hombre y la garra de un oso, y en el que la misma técnica aparece aplicada en la
representación humana (MAN 48120), al igual que la pieza de Isturitz en la que por
una de las caras se representan dos mujeres y por la otra dos bisontes, aplicado
concretamente a la línea de espalda de la mujer de la izquierda (99).
Nos encontramos, en definitiva, ·ante un recurso técnico y estilístico que se concentra en el Magdaleniense superior y fmal, arrancando, al parecer, en la fase correspondiente al Magdaleniense IV, combinado o no con otros sistemas de relleno (y hemos
descartado en este corto repaso los ejemplos en los que el trazo múltiple en la línea de
contorno del animal se asocia a planteamientos de relleno de resultado más naturalista, claramente orientados a la figuración del pelaje o el modelado anátomico mediante
trazos cortos paralelos, técnica habitual en los conjuntos muebles del Magdaleniense
superior). Circunstancia que sin querer forzar las comparaciones, sobre todo en la
medida en que se aplica a piezas de estilo, concepción y soportes muy variados,
coincide al menos desde una perspectiva cronológica amplia con la posición· que
ocupan las piezas de Parpalló en las que aparece esa misma técnica.
No está de más recordar, retomando el tema de los rellenos no naturalistas de las
representaciones zoomorfas, que esta tendencia arranca en Parpalló desde fechas muy
tempranas, en el Solutrense, donde las modalidades del grabado estriado en retículas y
de líneas paralelas aparecen conviviendo con otras soluciones más naturalistas, y
continúan a lo largo de toda su secuencia, resultando sin embargo significativo, y por
lo mismo útil a la hora de perfilar la especificidad del arte magdaleniense del yacimiento, que precisamente las formas de relleno naturalista estén prácticamente ausentes en estos niveles cronológicamente avanzados, precisamente cuando su empleo se
hace común en el arte mueble franco-cantábrico.
(93) GIROD y MASSENAT: Op. cit. nota 66.
(94) E. PIETTE: «L'Art pendant l'age du Renne~. Paría, 1907, fig. 94.
(95) PIETTE: Op. cit. nota anterior, 111m. LXXXIII, núma. 3 y 3a.
(96) PJETTE: Op. cit. nota 94, 111m. XL. núma. 2 y 3.
(97) M. CHOILOT·VARAONAC: <>. Paría,
1980, pq. 411, núm. 77668.
(98) H. BEGOUEN y H . BREUL: «Les cavernas du Volp~. Parle, 1968, Iám. XXXI, b.
(99) CHOLLOT-VARAGNAC: Óp. cit. nota 97, pág. 346, n.ba. 48120.
R. de SAINT·PERIER: «La grotte d1aturitz. ll La Magdalénien de la Granda Salle». Parla. 1936, polp. 114 y ea. y fig. 66.
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V. VILLAVERDE
Y lo mismo ocurre con las líneas o convenciones de despiece, apenas limitadas a
algunos pocos ejemplos de indicación de crinera y su relleno, la línea de morro, etc.;
con el modelado de los contornos mediante el recurso a los trazos cortos y apretados,
que hacen referencia a las pilosidades, y que tan comunes resultan en las representaciones contemporáneas de otras regiones más septentrionales, registrándose incluso
en algunas piezas muebles italianas, como sería el caso de Paglicci (100); o con la
animación y las escenas, de mucha menor entidad que en las etapas anteriores del
mismo yacimiento y desde luego muy alejadas de nuevo de la tendencia que se registra
en los grandes conjuntos de plaquetas con los que en esas fechas se podría equiparar:
Laugerie, La Madeleine, Limeuil, etc.
·
Estas circunstancias concuerdan además, al igual que ocurría durante el Magdaleniense inicial, con un predominio de las representaciones mediante el sistema de perfil
absoluto, lo que contribuye a aislar aún de manera más rotunda el conjunto artístico
de esta fase del resto del arte mueble franco-cantábrico. Si bien algunos detalles sirven
para recordarnos su contemporaneidad: representación en algunas piezas de las pezuñas, figuración de determinados animales según la fórmula de la perspectiva unilateral, representación de los bóvidos con un sólo cuerno incurvado y abierto en su
arranque -tema que encontramos no sólo en alguna de las representaciones del
mundo italiano, sino con numerosos yacimientos franco-cantábricos del Magdaleniense, como acertadamente ya se ha señalado (101)-- y presencia de determinados signos
·de componente cronológico avanzado.
En este último apartado, que además experimenta un incremento cuantitativo
considerable, podemos distinguir aquellos que se suelen asociar a un zoomorfo, fundamentalmente los zig-zags formados por líneas paralelas y rellenos de trazos perpendiculares apretados, los motivos en «V)) múltiples, los arboriformes o ramiformes y las
bandas formadas por trazos cortos paralelos, de aquellos otros que por lo general
aparecen aislados, cubriendo con mucha frecuencia la totalidad o gran parte de la
superficie de la plaqueta. Estos últimos muy variados, pero en los que se observan
algunas agrupaciones tipológicas significativas: los reticulados simples, los retículados complejos, o con rellenos de distintas formas y orientaciones, los reticulados
divididos por espacios vacíos formados por líneas paralelas normales o quebradas, los
haces múltiples formando precintos, dotados a veces de una disposición geométrica
que los acerca consid~rablemente a los tectiformes, los ovales o circulares, los serpentiformes y formas curvilíneas en general y las bandas reticuladas paralelas. Formas
poco estudidas por lo general en el resto del arte mueble, de una amplitud en la
secuencia que impide considerarlas únicamente como representativas de los estadios
terminales del Magdaleniense superior, y de las que no es difícil encontrar paralelos
en las colecciones ricas en plaquetas o cantos grabados, como serían La Vache - el
(100) GRAZIOSl: Op. cit. nota 66.
A. VIGLIARDI: «L'art mobilier au Paléolithique de la provincia méditerranéennen, en Les courants stylistiques dans l'art mobilier au
Paléolithique sup4rieur, IX Congres de la U.I.S.P.P. Niza, 1976. págs. 54-73.
(101) FORTEA PEREZ: Op. cit. nota 61.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
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te:m,a de las bandas rellenas de trazos paralelos de tipo escaleriforme- (102), Isturitz
...:.::fon combinación en zig-zags y bandas rellenas de trazos p~alelo~ (103), Gourdan -con haces de líneas paralelas formando reticulados (104), o reticulado y haz de
líneas paralelas incurvados (105), o bandas de líneas paralelas rellenas (106)-, Lortet
-con reticulado ·simple- (107), Mas d'Azil-con motivo en zig-zag formado por un
haz de líneas paralelas- (108), Rochereil -reticulado complejo- (109), etc.
El tema, justo es reconocerlo, se escapa de las posibilidades de un análisis detallado, habida cuenta de la escasa importancia concedida por lo general a los signos en el
arte mueble, especialmente en el mundo de las plaquetas, donde faltan los inventarios
detallados de las principales colecciones, siendo por lo general los soportes cilíndricos
los que han concitado mayor esfuerzo de documentación y análisis (110). Y sin
embargo, el esquematismo o el geometrismo, ciertamente presentes en el arte mueble
del Mediterráneo español, especialmente a lo largo de su secuencia magdaleniense, no
carecen de paralelos en el ámbito geográfico y cultural más amplio en el que se
inscribe tanto su secuencia industrial como artística, y en líneas generales coincide
con el aumento que experimentan los signos en esas mismas fechas (111).
(102) L. R. NOUGIER y R. ROBERT: «Galets gravés du Magdalénien final des Pyrénées (Grotte de la Vache, Alliat, Ariege)». Prihistoire
Ariégeoise, XXVI, 1971, págs. 11·75: canto CXXi, de la capa 2, págs. 40-41.
(103) E. PASSEMARD: ceLa Caverna d'Iaturitz en Pays Basque». Prihistoire, t. IX, págs. 1·95.
(104) M. CHOLLOT: ccCollection Pietts». París, 1964, núm. 48149J, págs. 84-85.
(105) CHOLLOT: Op. cit. nota anterior, núm. 48644, págs. 88-89.
(106) CHOLLOT: Op. cit. nota 104, núm. 48484, págs. 88-89.
(107) CHOLLOT: Op. cit. nota 104, núm. 47268, págs. 162-163.
(108) CHOLLOT-VARAGNAC: Op. cit. nota 97, núm. 46567, pág. 162.
(109) A. ROUSSOT y J. DELSOL: «Un galet gravé de Rochereil, commune de Grand-Brassac (Dordogne)t>. Bulletin de la Société Historique
et Archéologique du Périgord, t. XCVII, 1970, págs. 174-185.
(110) L BARANDIARAN MAEZTU: <
CHOLLOT-VARAGNAC: Op. cit. nota 97.
(111) A. SIEVEKING; ccEngraved Magdalenian Plaquettes>>. B.A.R.; lntemational Series. 369, 1987, págs. 121-123.
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVID (Valencia, 1988)
VALENTIN VILLA VERDE BONILLA
(Valencia)
CONSIDERACIONES SOBRE LA SECUENCIA DE LA COVA DEL PARPALLO
Y EL ARTE PALEOLITICO DEL MEDITERRANEO ESPA~OL
Entendemos como un acto de gratitud a D. Fletcher nuestra contribución a este
homenaje con un artículo dedicado precisamente al estudio de una de las colecciones
más queridas del Servicio de Investigación Prehistórica de Valencia, la formada por
las plaquetas de la Cova del Parpalló. Sirva, esperamos, a tal objeto este trabajo en el
que retomamos la valoración de su secuencia artística a la luz de los hallazgos y
estudios efectuados en los últimos años en el ámbito mediterráneo peninsular.
Desde las fechas en que Pericot publicara la monografía dedicada al resultado de
sus excavaciones en Parpalló, con un detenido estudio y abundante ilustración gráfica
de sus plaquetas (1), con escasas aunque significativas excepciones la secuencia
artística de este yacimiento ha sido poco considerada y valorada en relación con el
establecimiento de la cronología y características del Arte paleolítico. Es un hecho·
indiscutible en cuya explicación parecen intervenir diversas razones: la temprana
fecha de excavación de Parpalló, en los años treinta; la coincidencia de su publicación,
el año 1942, con la 11 Guerra Mundial; el carácter prácticamente aislado del yacimiento en la región, en la que además se produjo a partir de los años cincuenta un
detenimiento de las excavaciones, que de hecho no se reanudaron hasta los años
setenta; y la rápida aparición del concepto de «provincia artística mediterránea»,
formulado por Graziosi en los años cincuenta y admitido por el mismo Pericot inmediatamente (2). Y ello a pesar de que la colección de plaquetas pintadas y grabadas de
.
. .
(1) L. PERICOT GARCIA: ~La cueva del Parpalló (Gandia)». Consejo Superior de Investigaciones Cientificas, Instituto Diego de Velázquez.
Madrid, 1942.
(2) P. GRAZIOSI: «L'arte dell'antlca eta della pietra ... Sansoni. Florencia, 1966.
P. GRAZIOSI: «L'art paléolithique de la province mediterranéenne et ses influences daos les tempa postpaléolithiques>>, en Prehistoric
Art oí the Western Mediterranean and the Sabara, editado por L. PERICOT GARCIA y E. RIPOLL PERELLO, 1.961i, págs. 36-56.
L. PERICOT GARCIA: «Medio siglo de prehistoria hispánica». Discurso inaugural del ailo académico 1964-1965 de la Universidad de
Barcelona. Barcelona, 1964, pág. 46.
-11-
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2
V. VILLAVERDE
Parpalló se compone de cerca de 5.000 piezas que, aunque de valor desigual, cubren la
práctica totalidad de la secuencia del Paleolítico superior regional, desde el Gravetiense hasta el Magdaleniense.
De todas las razones señaladas dos merecen un comentario más detenido, ya que el
avance de la investigación, favorecido en parte por el hallazgo de nuevos yacimientos,
permite hoy considerarlas de otra. manera: el tema del «aislamiento» de Parpalló y el
concepto de «provincia artística mediterránea».
En efecto, una de las mayores dificultades con las que el estudio de la secuencia
industrial y artística de Parpalló se ha venido enfrentando desde su descubrimiento y
excavación ha sido la de su relativo aislamiento, circunstancia que en algunas fases
concretas, como por ejemplo la correspondiente al Magdaleniense inicial, aún hoy
continúa vigente. En este sentido cabe señalar que aunque dentro de la comarca de la
Safor, marco geográfico natural en el que se encuentra la Cova del Parpalló, se
excavaron en los años cuarenta y cincuenta otros yacimiento del Paleolítico Superior,
tales como la Cova de les Mallaetes, la Cova del Barranc Blanc, la de les Rates
Penades o la de les Meravelles (3), entre esta zona y las restantes de la vertiente
mediterránea peninsular, cuyos núcleos más significativos se situaban en la comarca
de Serinya y las regiones de Málaga y Almería, mediaban importantes vacíos geográficos tan sólo salpicados de algunas excepciones de interés relativo, bien fuera por la
falta de datos, bien por la ausencia de excavaciones sistemáticas -Covalta, Calaverea,
Cejo del Pantano, etc.
En el campo concreto del Arte paleolítico, aunque era posible referenciar Parpalló
a un marco geográfico más amplio, el de la España mediterránea, fijando la vista en el
arte parietal de Andalucía, la situación en cierto modo venía siendo similar a la que
proporcionaba la secuencia industrial, pues entre ambos «focos» artísticos mediaban
importantes distancias y una diferencia notable en el tipo de soporte, mueble éste y
parietal aquél.
Parpalló aunaba, por tanto, dos importantes limitaciones en cualquier intento de
valoración supraregional, y especialmente en el campo del arte, la de su aislamiento
dentro de la vertiente mediterránea y la de su exasperante individualidad, que obligaba a un auténtico salto análitico a la hora de establecer unas generalizaciones que
necesariamente habían de partir y finalizar en el mismo yacimiento.
La situación, arrancando aproximadamente de los años setenta, ha cambiado
sustancialmente, si bien justo es reconocer que en relación a otras regiones europeas
(3) D. FLETCHER VALLS: «Rótova (Valencia). Covacha del Barranc Blane». Noticiario Arqueológico Hispánico[, 1962. Madrid, 1963, pág.
10.
D. FLETCHER VALLS: «Rótova (Valencia). Cova de les Ratee Penaea>>. Noticiario Arqueológico Hispánico l, 1962. Madird, 1953, pág. 13.
D. FLETCHER VALLS: ttEatado actual del estudio del Paleolltico y Mesolltico valencianoe». Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,
t. LXD. Madrid, 19116, págs. 841-876.
F. JORDA CERDA: «Secuencia estratigráfica del Paleolltlco levantino», lV Congreso Arqueológico del Sudeste Español (Elche, 1948).
Cartagena, 1949, págs. 104-111.
F. JORDA CERDA: ccGravetiense y Epigravetiense en la España meditarránea>>. Cesaraugusta, 4. Zaragoza, 1864, págs. 7-30.
E. PLA BALLESTER: «La Cova de les Meravelles (Gandfa)>>. Archivo de Prehistoria Levantina U. Valencia, 1946, págs. 191·202.
E. PLA BALLESTER: <~Actividades del S.I.P. Excavaciones y exploraciaones practicadas desde el año 1929 a 1946•. Archivo de
Prehistoria Levantina n Valencia, 1946, págs. 191-202.
-12-
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLmCO
3
existe aún una deficiencia documental, especialmente porque la mayoría de los yacimientos están en curso de excavación y todavía no se dispone de una visión lo
suficientemente contrastada para alguno de los períodos en campos tales como la
cronoestratigrafía o el conocimiento del paleoambiente, donde los trabajos sobre
Mallaetes (4) han constituido la única referencia válida hasta la realización de otros
más recientes sobre Calaverea, Porcs, Llop, Matutano o el Tossal de la Roca (5), y
donde los estudios pioneros de Davidson sobre la fauna y el territorio constituyen, por
el momento, la única interpretación paleoeconómica. y espacial disponible de esta
región (6).
A la espera de que en breve nos proporcionen datos similares a los anteriores,
permitiendo así una visión más contrastada y completa de la secuencia, yacimientos
tales como Matutano (Vilafamés, Castellón) (7), el Pla de la Pitja (Pobla Tornesa,
Castellón) (8), la Cova deis Blaus (Vall d'Uxó, Castellón) (9), el Abric de la Senda
Vedada (Sumacarcer, Valencia) (10), la Cova del Barranc del Infern (Fleix, Alicante)
(11), la Cova del Sol (Fondó de les Neus, Alicante) (12), la Ratlla del Bubo (Crevillent,
Alicante) (13), la Cova Beneito (Agres, Alicante) (14), la Cova de les Cendres (Teulada,
Alicante) (15) o el Tossal de la Roca (Vall d'Alcala, Alicante) (16), por nombrar tan
sólo los más importantes o en curso de excavación, se han sumado a los anteriormente
(4) F. J. FORTEA PEREZ y F. JORDA CERDA: «La Cueva de lee Mallaetes y los problemas del Paleol!tico Superior del Mediterráneo
español». Zephyrus, XXVI-XXVD. Salamanca, 1976, págs. 129-166.
M. DUPRE OLUVIER: «Análisis pollnico de sedimentos arqueológicos de la Cueva de les Malladetes (Barx, Valencia)>•. Cuadernos de
Geografla, 25. Valencia, 1980, págs. 1·22.
M. P. FUMANAL GARCIA:
M. P. FUMANAL GARCIA y M. DUPRE OLUVIER: «Sclulma paléoc)imatique et chronostratigraphique d'une séquence du Paléolitbi·
que Supérieur de la Région de Valence (Espagne)>•. B.A.F.E.Q., núm. 13, 1983, págs.39-46.
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(6) l. DA VIDSON: «Late Paleolithic Economy in Eaatern Spain>>. Tesis Doctoral inédita. Universidad de Cambridge, 1980.
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(7) OLARIA ET ALll: Op. ciL en la nota anterior.
(8) J. CASABO BERNAD y M. L. ROVIRA GOMAR: «El Paleol!tico Superior y Epipaleolltico Mlcrolaminar en Castellón. Estado actual de
la cuestión>>. PLAV-Saguntum, 21. Valencia, 1987, págs. 47-107.
(9) Actualmente en curso de excavación bajo la dirección de J. Casabó Bemard.
(10) V. VILLAVERDE BONILLA: «La industria magdaleniense del Abric de la Senda Vedada (Sumacácer, Valencia). Nuevas consideraciones sobre el Magdaleniense Mediterráneo Peninsular». PLAV.Saguntum, 18. Valencia, 1984, págs. 211-47.
(11) C. CACHO QUESADA y S. RIPOLL LOPEZ: «Nuevas piezas de arte muebles en el Mediterráneo Espeñob•. Trabajos de Prehistoria, 44.
Madrid, 1987, págs. 36-62.
(12) V. VILLAVERDE BONILLA y B. MARTI OUVER: «Paleolltic i Epipaleolltic. Les Societats Ca~ores de la Prehistoria Valenciana».
Servei d1nvestigació Preshitbrica. Valencia, 1984.
(13) VILLA VERDE BONILLA y MARTI OUVER: Op. ciL nota anterior.
(14) G. ITURBE y E. CORTELL: «Cova Beneito: Avance preliminar>>. PLAV.Saguntum, 17. Valencia, 1982, págs. 9-44.
(15) VILLA VERDE BONILLA: «El magdaleniense de la Cova de les Cendres (Teulada, Alicante) y su aportación al conocimiento del
magdalenienae mediterráneo peninaular>t. PLAV.Saguntum. Valencia, 1981, págs. 9-36.
(16) CACHO ET ALII: Op. .cit. nota li.
-13-
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4
V. VILLAVERDE
citados y nos sitúan ante un panorama nuevo en el que, además, el ritmo de descubrimientos no sólo no decrece sino que aumenta constantemente.
Un aspecto merece destacarse de todas estas novedades, y es que la secuencia de
Parpalló se ha ampliado y, lo que es más importante, confirmado a partir de ellos. Así,
a la secuencia de Mallaetes, que actualizaba y dotaba de contenido cronológico a los
niveles gravetienses y solutrenses de Parpalló, se han añadido datos suficientes como
para formular con mayor precisión la cronología del Solútreo-gravetiense, especialmente en sus momentos finales, tal y como se desprende de la fechación obtenida en
Cova Beneito, o para perfilar con mayor detalle la evolución del magdaleniense, al
comprobarse la riqueza y variedad de yacimientos en los que aparece el Magdaleniense superior.
Aunque los puntos que exigen una mayor profundización son numerosos, es obligado reconocer que los trabajos de revisión de las colecciones antiguas efectuados en los
últimos años y entre los que destacan los que se han centrado en el Gravetiense (17), el
Solutrense (18) y Solútreo-gravetiense (19), permiten partir de una visión suficientemente actualizada del conjunto de la secuencia regional (20), lo que sin duda redunda
en una mayor seguridad a la hora de valorar su secuencia artística.
Ni que decir tiene que el incremento de información en el País Valenciano ha ido a
la par con el que se ha registrado también en las restantes regiones del Mediterráneo
español, donde yacimientos tales como la Bauma de la Peixera (Lérida) (21), la Cova de
1'Arbreda (Gerona) (22), el Cingle Vermell (Barcelona) (23), la Cueva del Algarrobo y
la del Caballo (Murcia) (24) y el Pantano de Cubillas (Granada) (25), se han sumado a
otros ya conocidos algunos años atrás, tales como los de la Cueva de Nerja (Málaga)
(17) J. L. MlRALLES: «El Gravetiense en el País Valenciano». PLA V-Saguntwn, 17. Valencia, 1982, págs. 46-64.
(18) J. M. FULLOLA PERICOT: «El Solútreo-Gravetiense o Parpallense, Industria Mediterránea». Zephyrus, XXVIII-XXIX. Salamanca,
1978, págs. 11.3-123.
FULLOLA PERICOT: «Las industrias llticas del Paleolftico Superior Ibérico». Trabajos Varios del S.LP., núm. 60. Valencia, 1979.
VILLAVERDE BONILLA y J. L. PE~A SANCHEZ: <
M. J. RODRIGO GARCIA: «El oolútreo-gravetiense en la secuencia del Paleolítico Superior del área mediterránea peninsular>i. PLAV.
Saguntum, 21. Valencia, 1987, págs. 9-46.
(19) FULLOLA PERICOT: Op. cit. nota anterior.
J. E. AURA TORTOSA: «La Cova del Parpall6 y el Magdaleniense de Facies Ibéricas: estado actual y perepectiv&B>>. Zephyrus, XXXVD·
XXXVIII. Salamanca, 1984, págs. 99·1U.
AURA TORTOSA: «La Cova del Parpall6 y el Magdaleniense Mediterráneo o de facies ibérica>>. Tesis Doctoral inédita. Universidad de
Valencia, 1988.
(20) FORTEA ET ALO: Op. cit. nota 6.
(21) J. MALUQUER DE MOTES: «Un jaciment paleolftic a la comarca de la Noguera>>. Pyreanae, 19-20. Barcelona, 1983-191U, págs. 216-232.
J. M. FULLOLA PERICOT, J. GALLART FERNANDEZ, J. L. PE~ A MONNE y P. GARCIA·ARGÜELLES ANDREU: «El yacimiento
paleolftico de la Bauma de la Peixera d' Airés (SegrA, Lleida): noticia de la primera campaña de excavaciones (abril 1984)>>. Bajo Arag6n.
Prehistoria, V, 1986, págs. 160-188.
J. M. FULLOLA PERICOT, J. GALLART FERNANDEZ. J. L PE~A MONNE y P. GARCIA·ARGÜELLES ANDREU: «Estudi
geomorfologic i industrial del jaciment paleolftic de la Bauma de la Peixera d'All8s (SegrA, Lleida)~. Tribuna d'Arqueologia 1986-1987.
Barcelona, 1987, págs. 19-22.
(22) N. SOLER i MASFERRER y J. MAROTO i GENOVER: «Els nivells d'ocupaci6 del Paleolftic Superior a la cova de I'Arbreda (SerinyA,
Girona)». Cypsela, VI. Gerona, págs. 221-228.
(23) A. VILA i MITJA: «El Cingle Vermell: Assentament de ca~oro-recoJ.Jectors del x:e. mil·lenni B.P.». Excavacions ArqueoiOgiques a
Catalunya, li. Barcelona, 1981i.
(24) M. MARTINEZ ANDREU: «La faee final del Paleolftico Superior en la Provincia de MurciP. Tesis Doctoral inédita. Universidad de
Murcia. 1987.
(26) l. TORO MOYANO. M. ALMOHALLA GALLEGO y E. MARTIN SUAREZ: «El Paleolítico en Granada». Museo Arqueológico de
Granada, 1984.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLmCO
5
(26), Cueva Ambrosio (Almería) (27), Cueva de Verdelpino (Cuenca) (28), Cova de la
Mallada (Tarragona) (29), la Bora Gran y el Reclau Viver (Gerona) (30), o la Cueva del
\.
Higuerón (Málaga) y los restantes yacimientos del Sureste peninsular excavados por
Siret (31).
Todo ello incide especialmente en dos aspectos, un mapa de .dispersión mucho más
poblado, sin la existencia de grandes vacíos, que permite conocer con mayor rigor los
elementos de unidad y de diferenciación a lo largo de la secuencia y establecer un
primer balance de sus características; y una marcada tendencia a mejorar la documen- .
tación en las últimas fases del Paleolítico superior, especialmente a partir de los
momentos correspondientes al Solútreo-gravetiense.
Si bien pudiera parecer precipitado plantear en el momento actual una discusión
teórica sobre la significación o realidad de la idea de un Paleolítico superior mediterráneo, diferenciado del cantábrico, retomando así una valoración que con mayor o
menor rotundidad aparece en la bibliografía, en nuestra opinión el tema merece algún
tratamiento ya que su formulación suele acompañarse de una tremenda carga de
inercia y simplificación, que desfigura el análisis de un marco geográfico mucho más
amplio que el de la extricta franja litoral y oculta la existencia de mayores divisiones
regionales internas. Lo que resulta especialmente problemático habida cuenta de que
el juego de influencias regionales es variable a lo largo de la secuencia del Paleolítico
superior.
Bástenos señalar, al respecto, los recientes hallazgos de corte «mediterráneo» en la
Cueva de Chavea· (Huesca) (32), o la suma de orientaciones cantábricas y mediterráneas ya señaladas por Jordá en·el Solutrense portugués (33), y ampliadas recientemente al Magdaleniense por Zilaho (34), o las diferencias entre el Solutrense de Cataluña y
el del País Valenciano (35), y ello sin olvidar los ejemplos que se desprenden del
(26) J. JORDA PARDO (Editor): •La Prehistoria de la Cueva de Nerja (Málaga)». Trabajos sobre la Cueva de Nerja, l. Málaga, 1986.
(27) E. RIPOLL PERELLO: •Excavaciones en Cueva Ambrosio (Vélez Blanco, Almetia). Campañas de 1968-1.960>•. Ampurias, 22-23. Barcelona, 1961, págs. 31-49.
.
S. RIPOLL LOPEZ: «El Solutrense de Cueva Ambl'OIIio (Vélez Blanco, Almería). Campaña de 1963». Excavaciones Arqueológicas en
España, 148. Madrid, 1986.
(26) M. FERNANDEZ MIRANDA y A. MOURE ROMANILLO: «El abrigo de Verdelpino (Cuenca). Noticia de los trabajos de 1976». Trabajos
de Prehistoria, 34. Madrid, 1977, págs. 31-67.
(29) F. J. FORTEA PEREZ: «Los complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolitico mediterráneo espailol». Memorias del Seminario
de Prehistoria y Arqueología de Salamanca, 4. Salamanca, 1973.
(80) L. PERICOT GARCIA y J. MALUQUER DE MOTES: ceLa colección Boso11111». Memorias del Instituto de Estudios Pirenaicos, 1961.
D. SONNEVJLLE-BORDES: «L'evolution du Paléolithique Supérleur en Catalogne>>. Homenaje a D. Luis Perlcot. Barcelona, 1973,
págs. 61-66.
J. M. RUEDA TORRES: «Estudi tecnoiOgic de la indústria bssia de laBora Gran d'en Carreras (Serinyll)». Annals de I'Institut d'Estudis
Gironills. XXVUI. Girona, 1986, págs. 9-44.
N. SOLER i MASFERRER: •Les primares indústries del Paleolltic superior al Nord de Catalunya. L'Aurinyacill del Reclau-Viver>>.
Estudi General, 1.1. Gerona, 1981, págs. 13-30.
(31) P. LOPEZ y C. CACHO: «La Cueva del Higuerón (Málaga). Estudio de sus materiales>>. Trabajos de Prehistoria, 36. Madrid, 1979, págs.
11-81.
FORTEA PEREZ: Op. cit. nota 29.
C. CACHO QUESADA: <
65-180.
(32) V. BALDELLOU y P. UTRILLA: •Nuevas dataciones de radiocarbono de la prehistoria oscense». Trabajos de Prehistoria, 42. Madrid,
1985, págs. 63-95.
(33) F. JORDA CERDA: •El Solutrense de facies ibérica en Portugal». Zephyrus, XIV. Salamanca, 1963, págs. 80-86.
(34) J. ZILHAO: «Donnés nouvelles sur les Paléolithique supérieur du Portugal». Actas l. Reunión del Grupo Español de Trabajo del
Cuaternario, vol. n, 1986, págs. 101·112.
(36) FULLOLA i PERICOT: Op. cit. nota 18.
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6
V. VILLA VERDE
estudio del arte, donde los elementos estilíticos permiten ir algo más allá de las
deduciones que se desprenden del estudio de las industrias, y en el que conjuntos tales
como los de la Cueva del Niño (Albacete) (36), o la Cueva de la Griega (Segovia) (37),
podrían, junto al Trucho (Huesca) (38), constituir la más clara evidencia.
El limitado pero significativo arte de las Mesetas, constituye un claro ejemplo de
esa combinación de influencias, cantábricas y mediterráneas que, por sí mismas, son
significativas del peligro que supone toda visión que se estructure sobre la aceptación
de la existencia de dos regiones contrapuestas o aisladas. Y desde ahora mismo
queremos señalar que el concepto mediterráneo que estamos manejando, aplicándolo a
las industrias del Paleolítico superior peninsular, nada tiene que ver con el que se
desprendía de una visión supraregional en la que quedaban también incluidas la
Península Itálica o el Languedoc oriental. Esto es, aquellas regiones que se sitúan más
allá de la orilla izquierda del Ródano y con las que, excepción hecha del episodio
Solútreo-gravetiense -tema sobre el que volveremos más adelante- -, la vertiente
mediterránea española poco o nada mantiene en común. Como son buenos ejemplos la
pujanza y desarrollo del Solutrense o la misma secuencia del Magdaleniense, tan
diferenciados del Epigravetiense italiano o de industrias tales como el Areniense, el
Buberiense, o el Varloguiense.
En el campo del arte, las novedades son menos numerosas aunque igualmente
significativas. Por una parte, el incremento de yacimientos parietales en Andalucía,
en el que un conjunto como el del Malalmuerzo (Granada) (39), constituye la última
aportación a una serie compuesta ya de diez cavidades (40). Por otra, la documentación de un conjunto parietal en el País Valenciano, como el de la Cova Fosca de la
Vall d'Ebo (Alicante) (41), elimina cualquier planteamiento de oposición o diferenciación regional en lo que respecta a las características o la significación del Arte
paleolítico regional. Finalmente, los hallazgos también efectuados en otros yacimientos del ámbito mediterráneo de arte mueble, que relativizan la «especificidad» de
Parpalló sin por ello restarle importancia. Y ello, sin olvidar los yacimientos, ya
mencionados, de las Mesetas que reducen distancias entre el Cantábrico y el Mediterráneo a la vez que aunan sus influencias y dan cuerpo a un planteamiento nuevo en el
que cada vez se hace más difícil estructurar el Arte paleolítico peninsular sobre la
base de la existencia de dos regiones diferenciadas, dotadas de fronteras definidas, y
propicia, por el contrario, un análisis que sin dejar de lado la regionalización tenga en
cuenta también la existencia de contactos y puntos en común, presidido por un
(86) M. ALMAGRQ.GORBEA: «La cueva del Niño (Aibacete) y la cueva de la Griega (Segovia)». Trabajos de Prehistoria, 28. Madrid, 1971,
páp. 9-47.
(37) G. y S. SAUVET: teLoe grabados rupeet.res prehiatóricoa de la Cueva de la Griega (Pedraza, Segovia)», Corpus Ama Rupeslri, vol. 2.
Salamanca, 1983.
G. SAUVET: <
(33) V. BALDELLOU: ~Arte rupeatre sn la región pireiUÚca». Artes Rupeetre en España. Madrid, 1987, páp. 86-77.
(39) P. CANTALEJO DUARTE: «La Cueva de Malalmuerzo (Moclln, Granada): Nueva estación con"á.rte rupeal.re paleol!tico en el úea
mediterránea». Antologfa y Paleoecologfa Humana, 3. Granada, 1983, páp. 611-99.
(40) J. L. SANCHIDRIAN TORTI: «Arte rupeatre de Andaluc!a», en Arte Rupeatre en Eapaila. Revista de Arqueologfa. Madrid, 1987, páp.
96-106.
(41) M. S. HERNANDEZ PEREZ, P. FERRER 1 MARSET y E. CATALA FERRER: «Arte Rupestre en Alicante». Madrid, 1988.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLmCO
7
enfoque integrador en el que los fenómenos artísticos no. queden desarticulados de las
restantes manifestaciones culturáles, y muy especialmente de la visión que se desprende del estudio de las secuencias industriales.
Toda esta problemática enlaza a su vez directamente con el planteamiento que,
como señalamos, ha venido guiando el estudio del Arte paleolítico del mediterráneo
español, el de la existencia de una «Provincia artística mediterránea» que por sus
connotaciones de oposición a la denominada provincia «franco-cantábrica», como por
sus implicaciones de homogeneidad con el arte del Sureste francés y de Italia, apartaba el estudio del arte de esta amplia región de la discusión y sistemática deÍ resto del
Arte paleolítico, dotándolo de una «especificidad» cargada de «uniformidad» y «atipismos».
En nuestra opinión, conviene desligar el concepto geográfico del Arte del Mediterráneo español del de Provincia artística mediterránea, ya que en este último intervienen fundamentalmente unos criterios estilísticos y temáticos que, transcurrido un
cierto tiempo desde su formulación, es posible cuestionar.
Recordemos, al respecto, que Graziosi (42) hacía descansar el peso de su argumentación en dos cuestiones: el carácter estilizado de las representaciones zoomorfas del
Mediterráneo, con patas inacabadas y perfil absoluto y en el caso concreto de los toros
la representación de un sólo cuerno, dibujando un «S» poco pronunciada y abierto en
su contacto con la cabeza; y la existencia de unos signos abstractos, de disposición
geométrica, alejados de los de la región franco-cantábrica.
Justo es reconocer que el esquematismo lo trataba en términos de predominio sobre
las figuras realistas, de tipo naturalista o seminaturalista, presentes también en esta
<
La argumentación, cuya base documental la constituían los yacimientos de Parpalló y Romanelli, puede resultar ajustada a las características de alguna de las fases del
ciclo artístico de Parpalló y, sin embargo, planteada en términos generales, esto es,
considerándola válida para el conjunto de la secuencia artística, introduce un grado
de generalización que, en nuestra opinión, desfigura el proceso artístico del yacimiento, dotándolo de una ficticia uniformidad que en nada favorece su comparación con
otras regiones inmediatas. A la vez que concentra tan sólo en el ámbito mediterráneo
una tendencia estilística, la del esquematismo o simplificación de rasgos en las
representaciones zoomorfas, que están presentes también en otros yacimientos parieta-'
les y muebles del llamado ámbito franco-cantábrico.
Superados en estos momentos los planteamientos que hacían intervenir en los
signos parietales una significación naturalista en la que las representaciones de
trampas, seres u objetos constituían su base, y no existiendo ningún impedimento
conceptual para plantear el estudio de los signos de Parpalló en términos similares a
(~2)
GRAZJOSI: Op. cit. nota 2.
-17-
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8
V. VILLAVERDE
los de otros yacimientos o regiones, uno de los elementos que resulta más significativo
es el de la clara variación que se produce en este capítulo cuando se efectúa el
inventario de sus variantes, entre la escasa singularidad de los signos en los niveles
solutrenses y la concentración de las especificidades en los niveles magdalenienses, y
más concretamente en los momentos más avanzados de la secuencia, los correpondientes al Magdaleniense superior.
Esta tendencia no significará, sin embargo, que no dejen de darse también en los
signos de estos últimos niveles, claramente relacionables con el estilo IV, algunas
coincidencias tipológicas sumamente significativas, como lo son la presencia de los
signos ra.miformes, los zig-zags, los escaleriformes, etc., esto es, un conjunto de
variantes ampliamente representadas en otras regiones del ámbito franco-cantábrico
que por su mera presencia impiden un planteamiento de antagonismo u oposición
temática con relación a Parpalló. Coincidencias que se amplían a otras de carácter
estilístico en la representación de los zoomorfos, que por su interés serán tratadas con
mayor detalle después.
Frente a esa variedad señalada en el estilo IV, y tan común dentro de él, el estilo 111
se caracteriza por el predominio del rectángulo, coincidiendo así con la mayor parte
del Arte paleolítico franco-cantábrico.
Tanto en lo que respecta a este tema, como en lo que hace referencia a la
valoración del esquematismo mediterráneo, un rápido repaso de las características
artísticas de cada una de las fases industriales de Parpalló nos va a permitir centrar
con más detalle las ideas que actualmente mantenemos y que bien podríamos resumir
así: la existencia de dos momentos esenciales en la secuencia de Parpalló, uno inferior,
que abarcaría fundamentalmente los niveles solutrenses, en el que los rasgos específicos serían mínimos, dominando, por el contrario, la unidad con respecto a otras zonas
o regiones, circunstancia que resulta del máximo interés dada la escasez de restos
muebles correspondientes a los estilos 11 y ill; y otro superior, coincidente con los
niveles magdalenienses, donde los síntomas de regionalización se harían más importantes, tal vez coincidiendo· con una tónica general al conjunto del Arte paleolítico
que afectaría por igual al arte mueble y al parietal; regionalización en la que tal vez se
pueda señalar la existencia de dos tendencias o corrientes estilísticas, una naturalista
y otra esquemática, capaces de coexistir no sólo dentro de una misma región, sino en
un mismo yacimiento y con independencia del tipo de soporte.
Esas dos grandes unidades, la Solutrense y la Magdaleniense, son susceptibles de
ser subdivididas a su vez, estableciendo la existencia dentro de la primera de dos
momentos artísticos diferenciados: uno antiguo, que abarcaría las plaquetas del Gravetiense, el Solutrense inferior y el Solutrense medio; y otro reciente, en el que
quedarían incluidas las representaciones del Solutrense superior y el Solútreo-gravetiense. A su vez, dentro del ciclo magdaleniense no parece forzado distinguir una fase
antigua, coincidente con el Magdaleniense inicial mediterráneo, y otra reciente,
sincrónica del Magdaleniense superior. Teniendo en cuenta en toda esta sintematización que las distintas variantes no ocultan las similitudes de orden general que se
registraron dentro de cada una de las fases mayores.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
9
No se trata, por tanto, en el análisis de las plaquetas de Parpalló, de otorgar a cada
fase industrial un valor de fase artística, sino de establecer los grandes cuerpos
evolutivos, llamando la atención, eso sí, sobre su dinámica interna. Lo contrario
parece una tarea cuando no estéril desacertada, ya que trasladaría mecánicamente el
concepto de cambio industrial al de cambio artístico.
Y no se trata tampoco de trasladar los resultados de esta sistematización al estudio
del arte mueble o parietal del resto del Mediterráneo español, o de otras regiones
próximas, sino de dar a conocer los aspectos técnicos y estilíticos de una rica secuencia mueble que debe integrarse y relativizarse a través de su contraste con los datos
provenientes de otras regiones. Casi diríamos que validarse a través de esa contrastación.
Finalmente, Parpalló propiciará algunas reflexiones, sobre todo relativas a la idea
de la linealidad en la seriación del Arte paleolítico, campo en el que la riqueza de
datos y temas permite alguna que otra consideración.
El comienzo de la secuencia artística de Parpalló coincidiría, al menos por cronología y de acuerdo con la adscripción industrial de los niveles en los que aparecen las
primeras plaquetas, con el estilo 11. Son los momentos correspondientes al Gravetiense, que se caracterizan por un neto predominio del índice de raspador sobre el de buril,
este último con valores inferiores al 10 % -rasgo al parecer general al ámbito
mediterráneo español y que los diferencia de otros Gravetienses o Perigordienses
superiores franceses o italianos, con excepción de los niveles de la Ferrassie (43)--, y
una buena, pero no excesivamente variada, representación de las piezas de dorso,
entre las que dominan especialmente la gravettes y microgravettes y las hojitas de
borde abatido (44).
Sus características industriales, teniendo en cuenta los datos proporcionados por el
Gravetiense de Mallaetes, yacimiento en cuyos niveles se localizó también otra de las
escasas plaquetas grabadas con una figuración naturalista de este período, nos situarían en una cronología próxima al21.000 B.P., a tenor de las fechaciones del Solutrense inferior tanto de Parpalló como de este yacimiento, o de las obtenidas en Roe de la
Melca y la Arbreda (45).
En el conjunto de plaquetas gravetienses de Parpalló tan sólo podemos documentar
cinco representaciones zoomorfas seguras, el resto está formado por piezas con trazos
o rayas que no acaban de formar motivos definidos, excepción hecha de algunos haces
de líneas más o menos paralelas y algún reticulado grosero, sin que pueda excluirse la
posibilidad de que alguno de los fragmentos pueda albergar parte de alguna represen-
(48) H. DELPORTE: «Le Grand Abrí de la Ferraaaie. Fouillea 1968-1973». Etudea Quaternairea, Mémoire, 7, 1984.
H. DELPORTE Y A. TUFFREAU: «Lea induatriea de P6risordien aupérieur de La Ferraaaie». Quatir, 23-24, 1972-1978, págs. 98-128.
(44) MIRALLES: Op. cit. nota 17.
FORTEA, FUU.OLA, VILLAVERDE, DAVIDSON, DUPRE y FUMANAL: Op. cit. nota 6.
(46) FORTEA, FUU.OLA, VILLA VERDE, DA VIDSON, DUPRE y FUMANAL: Op. cit. nota 5.
N. SOLER i MASFERRER: «El jaciment preshitllric del Roe de la Melca i la aeva cronolOIPa. Sant Aniol de Fineatres (Girona)». Annala
de 11natitut d'Eatudia Glronina, XXV, 1979-1980, pll.p. 43-68.
G. DELIBRIAS, O. ROMAIN y G. LE HASIF: •
-19-
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lO
V. VILLA VERDE
tación zoomorfa. Se trata, por tanto, de un número reducido que limita las posibilidades de definición del período. Y sin embargo es posible establecer una serie de
características coincidentes con otras piezas muebles del estilo II: desproporción
marcada entre el tamaño de los cuerpos y el de las cabezas y extremidades y curvas
cérvico-dorsales en ((S» pronunciada.
En lo que hace referencia a la perspectiva, lo primero que hay que señalar es que
no existe ningún caso en el que con rigor podamos hablar de perfil absoluto, ya que o
bien las cornamentas y orejas aparecen tratadas con las perspectivas biangular recta u
oblícua, o son las patas las que lo son mediante esta perspectiva, y más concretamente
con la fórmula que hemos venido a denominar de ((patas en arco».
Esta convención, que por su dimensión cronológica podría considerarse como
propia en el yacimiento del estilo n, o todo lo más de éste y del arranque del estilo rn,
encontraría sus paralelos formales más inmediatos en figuraciones de cronología
antigua, como serían alguna de las representaciones parietales de Chabot atribuidas
al Solutrense (46), al menos una de las representaciones parietales de équido de Gargas
y otra de un bóvido (47), determinadas piezas de arte muebles de los niveles gravetienses de Isturitz (48), o la plaqueta perigordiense de Laraux (49). En todos los casos las
patas aparecen en perspectiva biangular recta, desproporcionadas con relación al
resto de la figura, claramente separadas en el punto de arranque del cuerpo, con
diversas soluciones en la forma del trazo que rellena el espacio intermedio -convexo,
rectilíneo o cóncavo- y con un predominio de extremidades inacabadas.
Otro de los rasgos característicos de Parpalló es el empleo de la pintura, incluso en
estos·momentos que inician su secuencia artística. Concretamente en el Gravetiense
aparece en un caso utilizada en la representación de un zoomorfo, bajo la modalidad
de tinta plana, de color rojizo, combinada con la técnica del grabado, que aparece
aplicado al dibujo del contorno.
En cuanto a las cabezas, lo recto de la línea fronto-nasal y el adelgazamiento de los
morros parecen constituir los rasgos más definidos de un conjunto en el que lo
limitado de los datos no aconseja mayores precisiones.
Unicamente añadir, pues su empleo aparece asociado al dibujo de uno de los
cápridos de estos momentos, que la otra convención significativa de antigüedad en
Parpalló, la técnica del ((doble contorno», constituye otro de los rasgos distintivos del
período, si bien su mayor duración que la convención de ((patas en arco» le restará
algo de precisión cronológica.
En comparación con los tramos gravetienses, los del Solutrense inferior suponen
un verdadero incremento del número de plaquetas y, sobre todo, del número de
representaciones animales identificables. De las cinco figuras anteriormente tratadas
(46) J. COMBIER, E. BROUOT y P. HUCHARD: «Les grottes solutéennes a gravurea pariétales du Canyon lnf6riur de 1' Ardkhe>t.
Mémoires de la Societé Préhiatorique Fran~. t. 5, 1958, páp. 61·117, fig. 20.
(47) CL. BARRIERE: «L'art parietal de la lll"Otte de Gar11BS>t. Mémoires de I'Institut d' Art Préhistorique de Toulouse, m.. 1976.
(48) R. y S. SAINT·l'lffiiER: «La grotte d'laturitz. m. Les Solutréenna, les Aurignaciens et let1 Moustériens». Archives de I'Institut de
Paléontologie Humaine, 26, 19112.
(49) J. AIRVAUX, A. CHOLLET, L. PRADEL Y A. ROUSSOT: «La plaquette gravée du Périgordien supérleur de l'abri Laraux, commune de
Lussac-les-Chatesux (Vienne). Nouvelle lecture et comparai~ns». Bulletin de la Societé Préhistorique Fran~. 80, 1983, págs. 235-246.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
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pasamos ahora a las treinta y siete (50), de las que ocho están completas. Esta
circunstancia redundará en una mayor facilidad para fijar las características del
período, clave para el estudio del Solutrense, y hará posible un primer balance de la
evolución artística que se produce en dos períodos industriales bien diferenciados.
Las plaquetas del Solutrense inferior se caracterizan por poseer claros elementos
de continuidad con respecto al Gravetiense y otros de evidente innovación, estos
últimos iniciando unas constantes generales al conjunto del Solutrense en el yacimiento. Al menos desde una perspectiva teórica la primera circunstancia no sorprende, en primer lugar por que son reiteradas las indicaciones de Leroi-Gourhan sobre la
inexistencia de una ruptura entre el estilo II y el III, esto es entre el arte del
Gravetiense y el Auriñaciense evolucionado y el del Solutrense, quedando incluido, de
resultas de esta consideración, el Solutrense inferior en el ciclo artístico del estilo TI;
en segundo lugar, porque la cronología misma de los niveles solutrenses de Parpalló
favorece la asunción de su valoración bajo la perspectiva de un elevado componente
de antigüedad, en este caso significativa del estilo II, pues no debemos olvidar que las
dataciones obtenidas tanto en este yacimiento como en Mallaetes, para unos niveles
caraterizados por la presencia de las puntas de cara plana y una marginal presencia de
las piezas de dorso, han dado los siguientes resultados: 20.160. 20.490+900-800 y
20.140±460 B.P.
Por lo que respecta a las constantes estilísticas que definen el conjunto de plaquetas solutrenses del yacimiento, su comparación con el resto del Arte paleolítico resulta
difícil, dada la escasez de arte mueble fechado con seguridad en el Solutrense inferior
y medio.
Elementos de perduración son la desproporción entre el tamaño de la cabeza y
cuerpo, que se da en numerosas· plaquetas, las líneas cérvico-dorsales en «8)) y el
recurso a la fórmula de «patas en arco)). Apareciendo con bastante frecuencia estas
características combinadas, sobre todo en las representaciones de bóvidos y cápridos.
En otros casos, sin embargo, las proporciones son más equilibradas, produciéndose
una mayor atención por el detalle, circunstancia que se evidencia con claridad en la
forma de dibujar las extremidades, sin detalle de las pezuñas pero con indicación: de las
articulaciones.
Con todo, la convención del «triple trazo)) empleada en la representación de las
cabezas de las ciervas constituye uno de los rasgos más significativos del momento.
Definida por Fortea (51), sus características pueden resumirse de la siguiente manera:
la línea del pecho y cuello prolongándose y abriéndose, sirve para figurar la mandíbula; la cervical, abriéndose también, para representar una de las orejas; y un tercer
trazo a la ~tez. que cierra la superficie dibuja la línea fronto-nasal y la otra oreja.
(50) Existen además numerosas plaquetas con tl'1lzos que deben formar parte de figuraciones zoomorfas, si bien las fracturas no permiten
afirmarlo con rotundidad. El proceeo de revisión del conjunto mueble de Parpall6 tal vez permita reconstruir, al casar fragmentos, algunas
figuras nuevas.
(51) F. J. FORTEA PEREZ: «Arte Paleolltico del Mediterráneo español». Trabajos de Prehistoria, 35, 1978, págs. 99-149.
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V. VILLAVERDE
Un rasgo que podríamos añadir como significativo también de estos momentos
antiguos del Solutrense seria la tendencia a dejar la parte del morro abierta. Fórmulas
similares, pero aplicadas a otras especies, y en todos los casos identificables por dejar
los morros igualmente abiertos y prolongar los trazos empleados para el dibujo de las
orejas de las ciervas para obtener así las cornamentas, se dan también en alguna de las
representaciones de cápridos de esta misma fase, si bien la variación de convenciones
es mucho mayor, con diversidad de soluciones.
El elemento que resulta más trascendental, y no olvidemos que estamos tratando de
los niveles solutrenses más antiguos, es la aparición en las plaquetas de este período
de algún caso de animación y la figuración de una escena, recordándonos que estas
soluciones en la representación de los animales son considerablemente anteriores al
Magdaleniense.
La animación, únicamente segmentaria, se concentra prioritariamente en los cérvidos, con la aparición de un caso de pata doblada, en la que la coincidencia de la
resolución con otros tres casos del Solutrense medio y su aparición precisamente en la
capa de contacto entre estas dos fases pueden hacernos dudar de su posición cronológica. Si bien el tipo de persl>ectiva ·al que se asocia -biangular recta- y la forma de
ejecución del miembro -mediante trazos paralelos abiertos y sin detalle de la articulación, incurvándolos para producir el efecto deseado- nos sitúan ante un momento
antiguo en la secuencia del Solutrense. Téngase en cuenta que esa fórmula de representación de las patas mediante líneas paralelas abiertas aparece en el Gravetiense,
conviviendo con las patas en arco y las terminaciones triangulares, continúa en el
Solutrense inferior, aplicada prácticamente al 50% de los zoomorfos, y es dominante
en la primera mitad del Solutrense medio, experimentando a partir de ese momento
una disminución al emplearse también con profusión las paralelas abiertas de tipo
naturalista, esto es, con detalle de la articulación y las triangulares.
La existencia de ejemplos de animación en fases de esta cronología no sorprende,
pues ya se documentan casos similares en el Gravetiense, con paralelos en otras
representaciones muebles y parietales del mismo período -rabo levantado de un
cuadrúpedo de Laraux (52); lo mismo en varios animales de La Mouthe (53) y al menos
en un rabo de cabra de Pair-non-Pair (54)-. De hecho nos encontramos con una
tendencia que alcanzará el máximo exponente en el Solutrense medio, con hasta 31
casos de animación y algo semejante ocurre con las escenas, siendo significativo que
precisamente con el inicio del Solutrense encontramos los primeros pasos encaminados en esa dirección.
La escena a la que hemos hecho referencia se encuadra entre las denominadas de
preacoplamiento, con la representación de un cérvido macho en clara actitud de
berrea, con la cabeza levantada, y una cierva que aparece con el rabo levantado,
significando así su aptitud receptiva. El hecho de que esta última aproveche el campo
(62) J. AIRVAUX, A. CHOLLET, L. PRADEL y A. ROUBSOT: Op. cit. nota 49.
(63) H. BREUIL: «Quatre canta aillcles d'Art Pariétal». Parle, 1064.
(64) BREUIL: Op. cit. nota anterior.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLITICO
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disponible tras la ejecución primera, elimina cualquier duda sobre la voluntariedad de
la asociación y su clara inclusión entre las escenas· del arte paleolítico. Y si resulta
difícil establecer paralelos para una composición similar dentro de su mismo ámbito
cronológico, no pueden olvidarse las representaciones dotadas de un importante grado
de animación de Roc-de-Sers (55) y Pataud (56). Documentándose precisamente en el
primero de estos yacimientos dos cápridos afrontados que aunque no responden a la
misma fórmula, lo cierto es que se encuadran claramente entre los combates prenu~
ciales, esto es, otra de las escenas cuyo tema se relaciona grosso modo con los rituales
del preacoplamiento. Con todo, los dos ejemplos mencionados serían de cronología
ligeramente posterior.
Con el Solutrense medio, perfectamente definido en lo tipológico por las hojas de
laurel y la importancia, en general, del retoque plano (57), esta tendencia a la
animación y a la pictograña alcanza uno de los puntos más elevados de la secuencia,
eliminando cualquier duda sobre la entidad de los logros que en el Arte paleolítico se
efectúan precisamente en esos momentos, perfectamente relacionables con el estilo m.
Especialmente si tenemos en cuenta que también ahora se documentan las primeras
representaciones en las que interviene el modelado interno de la figura, mediante el
recurso a distintas técnicas de relleno, unas de tipo marcadamente naturalista y otras
de componente geométrico o abstracto. Todo ello sin que dejen de darse ejemplos de
pintura, ya lineal, ya con tinta plana.
Un recuento del número de zoomorfos en los que aparece al~ elemento pictográfico (58) -término bajo el que englobamos la animación, las escenas, el modelado
naturalista, con indicación de pelaje, y los detalles anatómicos inusuales, como serían
la representación del sexo, ojos, orejas, etc.- resulta ilustrativo: la animación segmentarla se registra en 23 casos, la coordinada en 6 y la compleja en 2; las escenas
cuentan con 6 ejemplos; los detalles anatómicos aparecen en 26 animales; y el modelado en 13. Cifras referidas a un total de 105 animales representados.
Al menos en Parpalló, y sin que el número de casos deje lugar a dudas, el modelado
y la animación son logros que aparecen asociados al Solutrense, y su entidad debe
hacernos reflexionar sobre la connotación tardía que en muchas ocasiones se les ha
atribuido, y que en determinadas ocasiones ha constituido un elemento a favor de la
adscripción de alguna representación parietal a momentos más avanzados del estilo
III, esto es, en relación con el Magdaleniense antiguo.
Y no podemos olvidar a la hora de sustentar esta idea los ejemplos que pueden
encontrarse fuera del ámbito geográfico del Mediterráneo español, como serían la
(líli) H. MARTIN: odA. Criae sculpée et l'atelier solutrien du Roe (Charente)». Archives de l'lnatitut de Palbtologle Humaine. M.....,ire, 5,
1928.
H. DELPORTE: ~Abri du Roc-
90, 1986, págs. 803-812.
(57) FULLOLA PERICOT: 0p. c!L nota 18.
(58) V. VILLAVERDE: ~Anlmation et eclmes sur les plaquettee de Parpalló (Gand{a, Eapepe). Quelques consideratiOIUIIIUJ' 11 pictograpbie
dans l'art mobiller». Actae del Colloque lntamational d'art mobilier paléolitbique, en prensa.
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V. VILLAVERDE
Fig.l.-Distintos modos de representacióp de las cabezas del Gravetiense al Solutrense Medio, en
toros (núms. 1 al S), cabras (núms. 7 al9) y caballos (núms. 11 y 12). 1, Gravetiense; 2-4 y 7,
Solutrense Inferior; 6-6 y 8-11, Solutrense Medio.
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EL PARPALLO Y EL ARTE PALEOLmCO
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representación de un animal, muy esquematizado, figurado con la cabeza vuelta atrás
en el segundo panel de Figuier (59), la de un cérvido de patas replegadas del panel
principal de Chabot (60), las representaciones con patas plegadas de Solutré (61), o el
conjunto esculpido en bajo relieve de Roc-de-Sers (62), dominado en la mayoría de sus
representaciones por la animación. Y si bien en el arte parietal la distinción entre
Solutrense y Magdaleniense antiguo resulta difícil, la posición netamente enmarcada
en el Solutrense de las plaquetas de Parpalló que incluyen estas innovaciones parece
que apuntan hacía una mayor entidad de la producción artística solutrense dentro del
estilo m.
En el modelado (63), la diversidad de soluciones resulta significativa de la voluntariedad de su empleo, a veces con una marcada orientación naturalista, buscando la
representación de las coloraciones de la piel, otras con un componente más abstracto,
cuya significación resulta más dificil de establecer. Y no está de más señalar que a
partir de estos momentos las dos fórmulas convivirán en Parpalló hasta el final de su
ciclo artístico.
Resultarían claramente enmarcables en la orientación naturalista el raspado que
aparece aplicado a la representación de un cáprido macho a la carrera, ajustándose a
las zonas de düerente coloración de la piel, o los trazos pareados cortos y apretados
que rellenan el cuerpo de un cérvido, en clara reproducción de las típicas manchas que
cubren la piel de los ciervos de temprana edad, o los trazos cortos que reproducen el
moteado de la piel de un lince. Mientras que entrarían en la otra categoría, de
orientación más abstracta o geométrica, constituyendo un claro antecedente formal de
la técnica del grabado estriado, algunos rellenos de líneas paralelas que aparecen
indistintamente en équidos y bóvidos.
Por lo que respecta a la animación, ésta experimenta un claro aumento en relación
con la etapa anterior, y no sólo cuantitativo sino también en sus variantes. Y aunque
la animación segmentaría es la dominante --eentrada fundamentalmente en la cabeza,
rabo o patas, destacando el tema ya mencionado de una de las patas dobladas mediante
esa fórmula poco naturalista en la que simplemente se incurvan los dos trazos
paralelos que configuran la extremidad-, aparecen también algunos casos de animación coordinada, con conseguidas representaciones de animales a ia carrera.
En el ámbito de las escenas destaca, sin lugar a dudas, una de carácter maternal,
única en su planteamiento. La conocida representación de una cierva amamantando,
donde se reúnen todos los elementos de un enfoque marcadamente pictográfico,
tanto en el tema como en las soluciones que acompañan la representación de los
animales que participan en la escena: düerencia proporcionada de tamaño entre la
cierva y el cervato, el ya mencionado modelado de la piel de este último mediante los
trazos cortos pareados, representación de ojos, boca, etc.
COMBJER, BROUOT y HUCHARD: Op. cit. nota 46.
COMBIER, BROUOT y HUCHARD: Op. cit. nota 46.
COMBJER, BROUOT y HUCHARD: Op. cit. nota 46, fig. 26.
MARTIN: Op. cit. nota 66.
DBLPORTE: Op. cit. nota 66.
(68) V. VILLAVERDE, A. VELASCO, J. M. ARIAS y E. PORTELL: ccAIIIUJlaa precisiones sobre la técnica del grabado Bltriado en la Cova del
Parpall6 (Gandfa. Valencia)>o. Saitabi, XXXVI, 1986, págs. 101·121.
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Fig. !.-Distintos modos de representación de las patas. De arriba abajo y de izquierda a derecha,
núms. 1 al 8, patas «en arco»; núms. 9 al 11, pata posterior de terminación masiva y
triani(Uiar. 1-2, Gravetiense; S-6, Solutrense Inferior; 7-11, Solutrense Medio.
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Al compararla con las restantes escenas de animales con sus crías -Mas d'Azil,
Laugerie Basse, Lespugue, Brassempouy, Morin, La Mádeleine, la Vache, Limeuil, o la
ya más problemática de Lachaud- llama la atención su cronología.
Acaban de conformar el apartado de las escenas otros dos temas, uno de amplia
correlación con el resto del arte mueble, como es la representación de parejas de
animales, y otro sobre el que resulta difícil definirse con rotundidad ya que vuelve a
constituir un caso excepcional: un afrontamiento de cabra y lince que parece entrar en
el capítulo de la representación de una escena de caza o de ataque entre animales.
Rareza del mismo tipo que la de los lobos afrontados en combate de La Vache (64) y
que tan sólo se podría correlacionar grosso modo con la escena de Paglicci (65) o con la
de dificil lectura de Laugerie-Basse, en la que se ha querido ver la representación de
una nutria capturando un pez (66).
Por lo que respecta a la perspectiva o a las convenciones propias de la fase,
simplemente indicar que el perfil absoluto alcanza valores similares a los de la
perspectiva biangular recta, empleándose la biangular oblicua tan sólo en un 20 % de
los zoomorfos representados.
En líneas generales se caracteriza el Solutrense medio por un planteamiento más
ajustado de las proporciones, si bien con tendencia a la gravidez, de la que no faltan
ejemplos característicos del más puro estilo m asociados en algún caso a animales
sexuados, y con una proyección o alargamiento de los cuellos y cabezas, notándose
también la aparición de características que enlazan abiertamente con lo visto en las
etapas precedentes: el recurso a la técnica del doble contorno o la representación de
las patas en arco, según la fórmula vista en el Gravetiense.
Se trata de arcaísmos, de amplia perduración en la secuencia de Parpalló, y ajenos
por tanto a la problemática de las posibles mezclas en las capas de contacto entre
distintos períodos industriales, que nos señalan que los modos de representación no
pueden ser analizados considerándolos como puntuales, o de corta y precisa significación cronológica, lo cuai no obsta para que desde un punto de vista cuantitativo y
entendidos en su conjunto puedan constituir rasgos esenciales a la hora de establecer
la dinámica evolutiva de esas fases mayores que están constituidas por los estilos de
Leroi-Gourhan. En este caso del arranque del estilo m en la secuencia artística de
Parpalló.
Resulta, por otra parte, un rasgo específico del momento la tendencia a que la parte
posterior de ciertos animales posea un carácter masivo, marcadamente desproporcionado con respecto a la anterior, y ello bien mediante la representación del miembro
posterior notablemente ensanchado, con dos líneas suavemente convergentes que se
proyectan decididamente hada atrás, bien mediante su ejecución en forma de un
(64) G. MALVESIN-FABRE, L. R. NOUGlER y R. ROBERT: «Une gravure inédite de la Grotte de la Vache>>. L'Anthropologle, 57, 1963, págs.
101-103.,
(65) P. GRAZIOSI: «L'art preistorica in Itelia». Florencia, 1973.
(66) P. GIROD y E. MASSENAT: ceLes stations de I'Age du Renne dans les vallée& de la VéUre et de la Corri!H. Laugerie-B111111e». Paria, 1900.
Lám. XIII, pág. 6.
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Fig. S.-Distintos modos de representación de patas. 1, perfil absoluto; 2 al6, perspectiva biangular,
el 3 con trazo múltiple corto, los 15 y 6 con una pata lncurvada. 1, Gravetiense;
2 y 8, Solutrense Inferio~; 4 al 6, Solutrense Medio.
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amplio triángulo. Solución que dentro del marco mediterráneo y en el ámbito parietal
vemos también en las ciervas de Trinidad de Ardales, habiéndose llamado la atención
sobre este paralelismo con Parpalló para apoyar su cronología solutrense (67).
Por último, en la ejecución de la cabeza de los équidos se observan unos rasgos de
clara componente solutrense, los morros en «pico de pato» y las crineras «en escalón»;
todo ello acompañado de un buen modelado de las quijadas, marcadamente convexas,
y dibujadas diferenciándolas de la línea del cuello mediante una inflex!ón del trazo.
Sus paralelos, como es sabido, van más allá de la región mediterránea y constituyen
uno de los rasgos más rotundos a la hora de aflrmar las coincidencias estilísticas
supraregionales de esta fase del arte mueble de Parpalló.
La pintura, si bien desde un punto de vista porcentual y con relación al total de
plaquetas en las que aparecen representados animales, alcanza un valor no muy
elevado, lo cierto es que acumula precisamente en este período el número más elevado
de ejemplares con representaciones identificables o renocibles (68). Se trata tanto de la
tinta plana, frecuentemente combinada con el grabado, como de trazo lineal, con
predominio de la utilización del rojo y negro, pero sin que falte tampoco algún bello
ejemplo de la gama de los amarillos.
Y es precisamente el empleo de esta técnica pictórica en una colección de arte
mueble, de todo punto excepcional si consideramos el resto de las plaquetas de Europa
occidental (69), lo que unido al tamaño de alguno de los soportes -encuadrables con
claridad en base a sus medidas en el apartado de los bloques, ya que alcanzan
dimensiones que rondan los 50 cms. de máxima-, o a los planteamientos y asociaciones que se producen en la representación de las figuras -con ejemplos de afrontamiento, sucesión, superposiciones y yuxtaposiciones, acumulaciones de hasta siete animales y varias especies, etc.-, lo que dota a alguna de las piezas muebles del Solutrense
. medio de Parpalló de un innegable sabor parietal que parece ir algo más allá de las
simples coincidencias técnicas.
Estas consideraciones deberían propiciar, sin que con ello se quieran extrapolar
conclusiones excesivamente apresuradas al ámbito de la signiflcación, la revisión de
algunos conceptos excesivamente esquematizados a la hora de analizar la cronología
de ciertas producciones parietales, pues no parece fáeil admitir que una pulsación de
la importancia de la que en Parpalló estamos observando no tenga su correlación en
otras zonas, considerando que tanto la animación como el modelado son logros
solutrense tempranos, perfectamente adquiridos en el Solutrense medio. Y en ello,
pensamos, tal vez haya sido determinante la escasa importancia concedida por LeroiGourhan al repertorio de arte mueble solutrense de Parpalló al establecer las bases de
su seriación estilística, en la que subyace la tendencia a considerar que el desarrollo
de la animación coincide con un momento más avanzado del estilo m, o lo que es lo
(67) FORTEA: Op. cit. nota 61.
(68) No se consideran aqu1 las plaquetae que coneervan manchonea de mavor o menos extensión pero de motivo Indefinido.
(69) H. DELPORTE: «Rapport entre l'art mobilier et l'art pariétal». Pre-Actae del Colloque Intarnational d'art pariétal paléolitbique.
Recbercne et conservanon. l'engueux, 1111:14.
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mismo, con el arte del Magdaleniense inferior, pensando fundamentalmente en Lascaux.
Y esta consideración se circunscribe en principio a la valoración de determ,inadas
zonas, pues tanto en el núcleo del Ródano como el arte parietal de Andalucía la
bibliografía ha sido sensible a incluir en el Solutrense numerosas representaciones
parietales. Si se trata de un fenómeno de distribución regional desigual, del que no
resulta fácil extraer ahora deducciones y en el que se imbrican temas tales como la
problemática del origen y expansión del Solutrense, o es consecuencia de un apriorismo estilístico en regiones donde la evidencia cronológica no venía tan determinada ni
por el carácter de la secuencia ni por el tipo de estructuración o complicación del
santuario rupestre, es algo que evidentemente supera la dimensión de estas líneas,
pero sobre lo que necesariamente deberá centrarse la investigación futura, encuadrando en esa misma perspectiva algunas de las más recientes novedades del arte parietal del
Cantábrico.
Como ya avanzamos en párrafos anteriores, no pensamos que el episodio artístico
solutrense se caracterice por su especificidad, ni en Parpalló ni en el resto de la región
mediterránea española, y sin que de nuevo queramos ocultar la existencia de ciertos
elementos de carácter regional, presentes a fin de cuentas en todo el Arte paleolítico
europeo, creemos que los rasgos que encontramos en el conjunto de plaquetas grabadas y pintadas de estas fases coinciden abiertamente con planteamientos y detalles
observados en otras regiones, haciéndonos insistir en este tema la aparición precisamente en las plaquetas del Solutrense medio de signos de tan clara y amplia extensión
como los rectangulares, que abiertamente nos conectan con la región franco-cantábrica y que también nos conducen, buscando su distribución, hasta alguno de los
conjuntos parietales andaluces. Junto a ellos hacen también su aparición otros signos
de elevada amplitud cronológica en el yacimiento, como son los ajedrezados y los
reticulados.
Desde la publicación de Pericot de su monografía de Parpalló, los tramos correspondientes al Solutrense superior o evolucionado 1 son los que han sufrido mayores
transformaciones tanto en lo que respecta a su extensión o potencia como en lo que
hace referencia a sus características industriales, y todo ello con relación a la
extensión y características del Solútreo-gravetiense.
Intentando resumir las líneas generales del proceso, bien puede señalarse que
hemos asistido a un cambio de papeles en la consideración de estas dos etapas
industriales, por lo demás claramente vinculadas genéticamente: de considerar al
Solutrense superior como una fase industrial dotada de elevada dimensión cronológica
y un cierto desarrollo evolutivo, hemos pasado a atribuir precisamente al Solútreogravetiense ese papel, y claro está en detrimento del Solutrense superior.
El primero en llamar la atención sobre las bases documentales que han propiciado
este cambio de papeles fue Fullola (70), al establecer que en Parpalló el tramo de 4'5(70) FULLOLA 1 PERICOT: Op. cit. nota 18.
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4'75 m., relacionado por Pericot con el Solutrense superior, se encuadraba mejor,
teniendo en cuenta la secuencia estructural del modo de retoque y la composición
tipológica de la industria, con los tramos correspondientes al Solútreo-gravetiense,
habida cuenta de la importancia del retoque abrupto y la caída sufrida por el retoque
plano. La consideración algo más tarde de la existencia de dos fases industriales
diferenciadas en el Solútreo-gravetiense, caracterizadas por el desigual papel de las
puntas de muesca o escotadas y las piezas de retoque plano, y más concretamente del
utillaje solutrense (71), y la obtención de una datación absoluta en los niveles Solútreo-gravetienses de Cova Beneito (72), que con resultado de 16.500±480 B.P. permite
cerrar la banda de indeterminación de la fechación proporcionada para esos mismos.
niveles de la Cova de les Mallaetes (16.300± 1.500 B.P.), nos permiten considerar
ahora que el Solutrense superior de facies ibéricas, si bien constituye una etapa
decisiva y marcada originalidad, es desde el punto de vista evolutivo una fase dotada
de menor amplitud cronológica y evolución interna de lo que inicialmente se había
creído.
Debe, por tanto, estudiarse el Solutrense superior en relación con el proceso de
marcado carácter regional que en esos momentos se inicia en el ámbito mediterráneo
peninsular, el de una evolución del Solutrense de elevada amplitud cronológica y
marcada diferenciación con respecto a las regiones atlánticas europeas, que ha quedado bien sistematizada bajo la denominación de Solutrense evolucionado que, dividido
en tres fases, agrupa tanto al Solutrense superior o Solutrense evolucionado 1, como al
Solútreo-gravetiense o Solutrense evolucionado II y m (73). Denominación bajo la que
queda recojido el papel del Solutrense superior en el proceso, como punto de arranque
de esa evolución finisolutrense, perfectamente observable en la aparición precisamente en él de aquella pieza que caracterizará al Solútreo-gravetiense, la punta de muesca
o escotada y la perduración en este último de alguno de sus tipos más característicos,
como la punta de pedúnculo y aletas o los foliáceos.
Por lo que respecta a la valoración de las secuencias artísticas de Parpalló, los
contrastes observables en los niveles correspondientes a estas dos fases parece que
aconsejan su tratamiento por separado, si bien como seguidamente veremos no faltarán tampoco elementos que propicien la consideración de que precisamente con el
final del Solútreo-gravetiense asistimos a la terminación de un episodio, caracterizado
en su conjunto por unos rasgos comunes, presentes a lo largo de toda la secuencia
solutrense, y unas variaciones o tendencias cuya evolución no resulta forzado comparar con la que dentro del mismo estilo m se han señalado en otras zonas.
Constituyen aspectos que abundan en la diferenciación con el Solutrense medio
una disminución de tamaño en las plaquetas, el rotundo descenso de la animación y la
(7l)VILLA VERDE BONILLA y PEiiiA SANCHEZ: Op. cit. nota. 18.
(72) G. !TURBE y E . CORTELL: «Las dataciones de la Cova Beneito y su intan\a para el PaleoUtico Meditern\neo». Trabajos de Pretbitoria,
44, 1987, págs. 267-270.
(73) VILLA VERDE BONILLA y PEii!A SANCHEZ: Op. cit. nota 18.
FORTEA, FULLOLA, VILLA VERDE. DA VIDSON. DUPRE y FUMAN AL: Op. cit. nota 5.
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V. VILLAVERDE
pictografía, así como de las escenas, la importancia de la utilización del trazo múltiple
para el dibujo del contorno de las representaciones zoomorfas, el descenso de la
perspectiva biangular recta y la importancia que el grabado estriado posee como
forma de modelado.
En la animación y la pictografía ciertamente el descenso del número de animales
dotados de estas características se produce en términos cuantitativos absolutos y no
en el porcentaje que representan unos u otros con respecto al total de zoomorfos del
período, donde los valores porcentuales se mantienen o incluso experimentan un
aumento; lo cual enlaza con el considerable descenso que en el Solutrense superior se
registra en el número de representaciones animales, aproximadamente una sexta parte
de las documentadas en el Solutrense medio.
Con todo, la valoración de los ejemplos de animación, en todos los casos segmentaría y centrada en una posición anormal de la cabeza, en muchos casos como consecuencia de su proyección hacia arriba, y la total ausencia de escenas contrastan
abiertamente con la importancia, variedad y originalidad que estas dos soluciones
poseen tanto en los momentos correspondientes al Solutrense medio como en los del
Sol útreo-gravetiense.
Por lo que respecta al tipo de trazo utilizado en la ejecución de las representaciones
de animales, se asiste durante el Solutrense superior a una serie de cambios notables con
respecto a los niveles solutrense precedentes: la práctica desaparición del doble
contorno, apenas relegado a un caso aislado y por lo mismo carente de significación, y
el incremento del trazo múltiple, que constituirá uno de los rasgos más característicos
del conjunto del Solutrense evolucionado, marcando igualmente diferencias con respecto al Magdaleniense inicial.
En el caso de la perspectiva, la disminución de la biangular recta se compensa por
un ligero aumento de la oblicua y, sobre todo, del perfil absoluto, fórmula en la que se
agruparán hasta la mitad de las figuraciones zoomorfas del momento, iniciándose así
una tendencia que de nuevo se mantendrá estable en lo fundamental a lo largo del
Solútreo-gravetiense.
El grabado estriado, con ejemplos eh las variantes de haces, de líneas paralelas y
reticulado (74) aparece empleado con profusión, alcanzando uno de los momentos
claves y de mayor importancia de la secuencia, circunstancia que sobre todo contrastará nuevamente con lo que sucede en el Solútreo-gravetiense, donde como más
adelante se verá experimentará una importante disminución.
Quedan, sin embargo, como rasgos comunes con los niveles solutrenses precedentes
los modos de ejecución de las cabezas de las ciervas, mediante el sistema del triple
trazo, el predominio de la ejecución de las patas mediante líneas paralelas abiertas y la
presencia de los rectángulos entre los signos.
Por lo que respecta al Solútreo-gravetiense, acabamos de señalar que tanto el
tipo de trazo utilizado, como los modos de perspectiva y ejecución de las cabezas de
(74) VILLA VERDE. VELASCO, ARIAS y PORTELL: Op. ciL nota 63.
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las ciervas, son rasgos de unidad evidentes con respecto al Solutrense superior, y sin
embargo algunos detalles apuntan tanto en la línea de una cierta diferenciación como
en la idea de su posición tardía en relación con el estilo 111, pues no debe olvidarse la
indicación cronológica proporcionada por la fechación de Beneito, contemporánea del
inicio de la secuencia magdaleniense en otras regiones.
·
Destacaríamos en este sentido la mayor importancia de las denominadas líneas de
despiece, el incremento de los detalles anatómicos y la aparición de ejemplos de
perspectiva lineal y de recubrimiento parcial, elementos estos últimos de elevado
interés estilístico que enlazan, además, con un incremento de la pintura y una notable
atención por la animación y las composiciones formando escenas.
En las denominadas líneas o convecciones de despiece, durante el Solútreo-gravetiense asistimos a una mayor diversidad de variantes que durante el Solutrense
superior o el Solutrense medio. Prácticamente circunscritas en estos dos períodos a las
de crinera, se documentan además ahora las de relleno de crinera, las escapulares, las
de separación de pecho y cuello, las divisiones longitudinales de cuello, las laterales
en «M» y las paralelas o de doble vientre, iniciándose una tipología que permanecerá
sin grandes novedades durante todo el Magdaleniense inicial. Por contra, en el
capítulo correspondiente al modelado, mediante el recurso a los distintos sistemas de
grabado estriado, nos encontramos ante una disminución clara de ejemplos que
también resultará constante en los períodos posteriores. Y ello a pesar de que se trata
de una fórmula en gran medida coincidente con las anteriores en su finalidad naturalista de reflejar las coloraciones de piel.
Donde si se observa una mayor atención por la pictografía es en el campo de los
detalles anatómicos, especialmente los relacionados con la cabeza -ojos, orejas,
belfos u orificios nasales-, en el de la animación, con una abundante proporción de
casos de animación coordinada compleja, coordinada y segmentaría, y en el de las
escenas, con dos ejemplos que unidos a alguno de los anteriores resultan sumamente
interesantes por sus paralel<;>s e implicaciones de planteamiento y perspectiva. Se
trata, en primer lugar, de una plaqueta en la que aparece representada un escena del
tipo de las de una hembra y sus pequeños, en este caso dos cervatos cuyo encuadre y
tamaño viene determinado por el de la cierva, siendo común para los tres animales un
suelo imaginario que coincide con el límite inferior del soporte. Ejecutadas las tres
figuras mediante trazo múltiple, la escena ha sido representada superponiéndose a la
representación de un équido, de distinta orientación y trazo simple, señalándose en la
misma cara esa convivencia de representaciones de contenido pictográfico y mitográfico que con tanta frecuencia se da en el arte parietal. La circunstancia, que en modo
alguno es exclusiva de esta pieza y que tantos paralelos tiene en los soportes muebles,
incluso dentro del mismo yacimiento, nos previene sin embargo sobre una mecánica
oposición entre estos dos tipos de producciones artísticas, recordándonos algo sobre lo
que ya se ha insistido reiteradamente, esto es, que dentro del arte mueble las plaquetas
y los soportes óseos planos parecen configurarse como un apartado mucho más
próximo en temática y concepción al del arte parietal de lo que lo están los soportes
cilíndricos o las piezas de uso o función definidas y más o menos cotidianas.
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Fig. 4.- Distintos modos de representación de las cabezas del Solutrense Superior al Magdaleniense
Superior, en las cabras (núms. 1 al10), ciervas (núms. 11 al16, 22 y 2~ y ciervos (núms. 17 al
21 y 23). 1, 12 y 18, Solutrense Superior; 2-5, 13-14 y 19, Solútreo-gravetiense; 6-9, 16 y 16 y 20,
Magdaleniense Inicial; 10 y 11, 17 y 21 al 25, Magdaleniense Superior y Galerias.
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Si bien toda generalización implica un nivel de imprecisión y de riesgo, insistimos
en este aspecto en la medida en que recientemente se ha puesto en cuestión la
viabilidad de que los datos estilísticos del arte mueble .Y el arte parietal puedan
extrapolarse, argumentando la posibilidad de que en ambos se concilien tradiciones y
significaciones distintas (75), olvidando las variaciones que dentro del arte mueble es
posible establecer. Y aunque la línea de los ejemplos pudiera llevarnos a la consideración de que posiblemente existen diferencias dentro de ese apartado del arte mueble
formado por las plaquetas, no ocurriría algo distinto de trasladar el mismo sistema de
análisis al arte parietal donde no faltan tampoco ejemplos de «originalidad)) y particularismo ni mucho menos despreciables.
En la otra cara de la misma plaqueta aparece representado un équido con la cabeza
claramente desplazada hacia el suelo y de ejecución no muy acertada, que ha sido
interpretado de distintas maneras, bien como animal lamiéndose la pata, circunstancia
difícil de establecer ante la falta de indicación o detalle del mencionado gesto, o como
animal paciendo, sin que pueda descartarse tampoco, e incluso considerarse como más
apropiada, habida cuenta de la evidente inclusión de numerosas representaciones
muebles en este apartado, la de animal olisqueando el suelo en gesto relacionado con
las actitudes de preacoplamiento.
La otra escena a la que se hizo referencia es la de una pareja de ciervas a la
carrera, ejecutada mediante un esquematismo o ahorro de trazos verdaderamente
resalt~ble dado el resultado obtenido: una elevada sensación de movimiento. Pero lo
que realmente nos sitúa ante una ejecución de considerable innovación y con implicaciones cronológicas avanzadas dentro de un genérico estilo ITI, es el planteamiento de
la perspectiva en el dibujo de los dos animales, ya que nos encontramos ante un claro
ejemplo de recubrimiento parcial que no puede entenderse como un simple artificio
para evitar intromisiones en asociaciones no significativas desde el punto de vista
escénico o pictográfico.
Esta innovación en el campo de la perspectiva se complementa en el mismo período
con la aparición de pocos, pero significativos ejemplos, de planteamiento de la figura
según fórmulas de perspectiva lineal, como es el caso de la correcta ejecución en dos
planos de las patas traseras de un dudoso ciervo representado con la cabeza vuelta
atrás. Con todo, no puede negarse la existencia en este apartado de una clara
diferenciación entre los modos de perspectiva dominantes en Parpalló durante este
período y los que por esas mismas fechas se registran en otras regiones, especialmente
si nos referimos al arte parietal, pues como se recordará, precisamente desde el
Solutrense evolucionado, y sin que se observen cambios en el Solútreo-gravetiense,
empieza a hacerse dominante en el yacimiento valenciano la fórmula del perfil absoluto, que constituye unos de los rasgos específicos de la producción artística del
yacimiento durante el Magdaleniense.
(75) P. UCKO: «Débuts illusoires dana l'études de la tradit.ion artistique». Préhi.toire Ariégeoiae, XLTI, 1987, págs. 15-82.
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Fig. 5.- Distintos modos de representación de las cabezas del Solutrense Superior al Magdaleniense
Superior, en los caballos (núms. 1 alll) y los toros (núms. 12 al17). 1 al 3 y 12, Solútreogravetiense; 4, 5, 8, 10 y 13, Magdaleniense Inicial; 6, 7, 9, 11 y 14 al 17, Magdaleniense
Superior y Galerías.
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Algo similar ocurre con.los detalles y formas de ejecución de las patas. En Parpalló
donde apenas existen ejemplos de representación de las pezuñas, encontramos uno
precisamente en el Solútreo-gravetiense. Se trata de un cuadrúpedo, ejecutado mediante tinta lineal roja, en el que se observa, en una de las extremidades que deben
constituir el par de patas delantero, la representación de la pezuña mediante un
abultamiento de terminación apuntada y escasa posibilidad de identificación anatómica. La figura, de la que sólo se conserva la parte inferior, aparece con la convención de
la doble línea de vientre y constituye un caso aislado -tan sólo repetido en la
secuencia y con bajos efectivos en los niveles magdalenienses más avanzados- en un
contexto dominado por las extremidades incompletas, bien sea mediante la solución de
las líneas paralelas abiertas sin ningún detalle anatómico, bien mediante ese mismo
sistema pero de corte naturalista, bien mediante trazos lineales, o mediante una
confección triangular.
Señalaremos, por otra parte, también como elemento significativo de la fase, la
forma de representar los caballos, que combinan una marcada crinera, normalmente
de trazo múltiple y con indicación de la línea de despiece, con un dibujo de la
mandíbula menos convexo y en muchos casos con tendencia al alargamiento y la
delgadez.
Desde un punto de vista general nos encontramos precisamente ahora con mayores
síntomas de regionalización que durante los períodos anteriores, si bien la consideración de si esta impresión es exclusiva de Parpalló o puede hacerse extensiva al resto
del denominado Arte paleolítico de la España mediterránea resulta difícil de tomar,
especialmente si tenemos en cuenta que ni los rasgos mencionados en torno a las
técnicas de grabado, perspectiva o convenciones son exclusivos del momento, pudién- ·
dose señalar que tan sólo ahora es cuando experimentan una variación porcentual, ni
salvo casos excepcionales poseemos una propuesta articulada de seriación de la mayor
parte del arte de Andalucía. De igual manera, la consideración de esta regionalización
bajo una dimensión supraregional que englobe las distintas regiones mediterráneas,
esto es, el Sureste francés e Italia, tampoco parece oportuna por razones semejantes a
las expuestas: pocos son los paralelos muebles a manejar, y lo que es más importante,
no puede tampoco generalizarse sobre la secuencia que comprende del17.000 al 10.000
B. P., considerándola homogénea o desprovista de una evolución. Y ello tanto para el
conjunto del Mediterráneo occidental como para el caso específico de Parpalló.
En el tema concreto de la unidad mediterránea señalada en diversos trabajos en
relación con el horizonte industrial definido por las puntas escotadas o de muesca, que
como es sabido comprendería distintas fases del Salpetriense y el Epigravetiense
italiano, además del Solútreo-gravetiense, recientemente se ha señalado (76) la dificultad de llevar la semejanza industrial más allá de la coincidencia tipológica en determinado tipo de punta, mostrando que en el fondo nos encontramos con conjuntos
(76) RODRIGO GARCIA: Op. ciL nota 18.
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Fig. 6.- Di.stintos modos de representación de las patas del Solutrense Superior al Magdalenlense
Superior. Núms. 1·y 3, perspectiva biangular recta; núms. 2, 4, 10 y U, uniangular; núms. 5
al 9, perfil absoluto; núms. 6 y 7 de terminación masiva y triangular. 1 al 3, Solútreogravetiense; 4 al 7, Magdaleniense Inicial; 8 al U, Magdaleniense Superior y Galerias.
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industriales con notables variaciones. Todo ello en un contexto finisolutrense del que
no cabe olvidar la elevada complejidad que posee y la variedad de procesos registrados, y en el que, al menos desde una perSpectiva diacrónica, las diferencias evolutivas
posteriores son considerables, como lo atestiguan los distintos derroteros que sigue la
secuencia del Paleolítico superior en la vertiente española, con la aparición de las
industrias magdalenienses, y la de Italia, con el Epigravetiense evolucionado.
Conviene, por tanto, ser cautos en: la caracterización y valoración de la dimensión
de ese proceso de regionalización señalado a partir de los niveles del ~olutrense
evolucionado de Parpalló, centrándolas esencialmente en el propio ámbito peninsular
español, y señalar, eso sí, la evidencia de una generalización de yacimientos donde las
industrias Solútreo-gravetienses se documentan -Parpalló, Mallaetes, Ratlla del
Bubo, Cova del Sol, Cejo del Pantano, Vermeja, Palomarico, Pantano de Cubillas, Tajo
del Jorox, etc.- o la importancia de esta etapa en la secuencia regional, lo que unido a
la entidad del momento en la secuencia artística de Parpalló parece propiciar la i!fea
de que alguna de las representaciones parietales andaluzas pudiera encuadrarse
precisamente en esas fechas. Idea que ya ha sido señalada por otros investigadores (77).
Esa posición como de bisagra o momento en el que se articula un cambio en la
secuencia de Parpalló se concreta perfectamente en el campo de los signos, donde a la
perduración del rectángulo se añaden otros temas que alcanzarán una considerable
dimensión cronológica y cuyos paralelos a veces se rastrean con facilidad en el ámbito
franco-cantábrico. Es el caso de los haces de líneas, los reticulados y escaleriformes
múltiples formando bandas.
Con ciertos problemas de diferenciación en sus primeras capas con respecto al
Solútreo-gravetiense y con la tendencia en los últimos años a revisar la dimensión
misma de esta última etapa industrial, alargándola a su costa, el Magdaleniense
inicial de Parpalló se caracteriza por una importante ruptura industrial, cuyos rasgos
más sobresalientes bien pueden concretarse en la escasa importancia del utillaje
microlaminar, el elevado índice de raspador, en términos absolutos y en relación con
el de buril, y el papel que desempeñan las piezas de retoques continuos (78), todo ello
acompañado de un incremento del instrumental óseo, donde dominan las azagayas
monobiseladas de secciones circular y aplanada, con biseles frecuentemente mayores
de un tercio, las puntas dobles y algunas varillas. Esta fase, a la que denominamos
Magdaleniense inicial mediterráneo (79), queda perfectamente aislada en la actualidad tanto del Solútreo-gravetiense subyacente, que con su fecha de 16.500 hace que el
marco cronológico del Magdaleniense inicial mediterráneo se equipare, al menos en
sus inicios, al del Magdaleniense inferior cantábrico, como el Magdaleniense medio y
superior que le coronan, caracterizado a su vez por un aumento qel índice microlami(77) FORTEA PEREZ: Op. cit. nota 51.
J.'L. SANCHIDRlAÑ TORTI: •El arta prehi•t.órico de la Cueva de Nerja>t, en Trabajoe sobre la Cueva de Nerja, núm. l. Mé.laga, 1986,
págs. 283-230.
(78) FULLOLA i PERICOT: Op. cit. nota 18.
(79) VILLAVERDE BONILLA: Op. cit. nota 10.
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nar, un incremento del índice de buril, que tiende a igualar al de raspador y un
descenso de las piezas de retoques continuos, y cuya fecha queda sugerida, grosso
modo y para su arranque, por la datación del tramo tres de Parpalló, que con un
resultado de 13.800±380 B.P. nos sitúa en un momento correlacionable con el genérico
Magdaleniense superior o con arpones de otras regiones, donde quedarían incluidas
las fases que van del Magdaleniense IV en adelante.
Por lo que respecta a las plaquetas del Magdaleniense inicial, se mantienen y
confirman las consideraciones efectuadas ya con el Solútreo-gravetiense, y en este
caso con mayor razón si cabe dada la peculiaridad estilística de un arte que al menos
desde una perspectiva cronológica, correría paralelo del estilo ITI avanzado o final e
incluso del IV antiguo, notándose una tendencia regional, difícil de valorar en todos
sus términos como consecuencia de la limitada entidad del arte mueble correspondiente a las primeras etapas del Magdaleniense y al Badeguliense (80), pero que de entrada
distingue las representaciones zoomorfas del momento de las de los conjuntos parietales y muebles atribuidos al Magdaleniense m. Los rasgos fundamentales de esta
diferenciación serían, enumerados sucintamente y a la espera de una actualización de
la dinámica industrial que la sustenta, habida cuenta de que el período acaba de ser
objeto de revisión (81): el predominio del perfil absoluto en el campo de la perspectiva
y una tendencia que bien pudiera calificarse de «arcaizante)) en el planteamiento de
las figuras, masivas en sus cuartos traseros, frecuentemente terminados con patas
triangulares, desproporción entre los tamaños de las cabezas y los cuerpos, y morros
con frecuencia estrechos y alargados.
Comparativamente; resalta también la escasa incidencia de la animación, concentrada principalmente en aquellas capas que tal vez pudieran relacionarse con el
Solútreo-gravetiense terminal (82), y en el general de la pictografía, pues existen pocos
detalles anatómicos (en algunos casos orejas, ojos o bocas) y escenas, limitadas
además a la representación de animales aislados (posible animal muerto, ciervo en la
berrea y cáprido saltando), sobre todo si consideramos los niveles de innovación
logrados en los períodos precedentes. Y algo similar ocurre en el modelado, con tan
sólo algunos ejemplos de grabado estriado desmañado y uno de raspado (83), o en las
denominadas convenciones o líneas de despiece, prácticamente ausentes en las plaquetas del periodo.
No obstante conviene resaltar que la regionalización señalada durante estos momentos, cuyo arranque, como se recordará, tal vez cabría situar en el Solútreo-
(80) J. CLO'ITES, J. P. GJRAUD y C. SERVELLE: «Un ¡¡alet gravé bada¡¡oulien a Vera (Lot)•. Estudios en Homenaje al Dr. A. Beltrán
Martínez. Zaragoza, 1986, páp. 61-34.
M. F. HEMJNGWAY: oThe inltial Ma¡¡dalenian in Fnmce». B.A.R., lntemational Series, 90, 1980.
(61) AURA TORTOSA: Op. ciL nota 19.
(82) RODRIGO OARCIA: Op. cit. nota \8.
J. M. ARIAS MARTINEZ: Estudio del Arte Ma11daleniense Inicial de la Cova del Parpelló. Sistematización y consideraciones sobre su
importancia en el estudio del inicio del ciclo Mqdaleniense en la Península Ibérica». Centre d'Eatudis i Jnvestigacions Comarcal• AICona el
.
Vell, \985, in.W.ito.
(83) VILLA VERDE. VELASCO, ARIAS y PORTELL: Op. ciL nota 63.
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gravetiense (predominio del perfil absoluto, patas inacabadas sin la figuración de las
pezuñas, etc.) no implica en modo alguno que la secuencia artística de Parpalló
experimente un proceso de estancamiento o uniformidad, en el que desaparezcan los
elementos de variación que hasta entonces habían venido caracterizando sus distintas
etapas, ni que no existan algunos detalles puntuales que hablen a favor de su contemporaneidad con el ciclo artístico franco-cantábrico (algunos ejemplos de perspectiva
normal y determinados signos).
Así, desde el punto de vista técnico y en relación con el Solútreo-gravetiense,
asistimos a una neta disminución del trazo múltiple, cuyos ejemplos se concentran
además en esos tramos probablemente clasificables como Solútreo-gravetienses, que
resultará sustituido por el simple; a un cambio en los modos de terminación de los
morros, en esta fase predominantemente cerrados; y al abandono del sistema de
representación de las cabezas de las ciervas mediante el triple trazo, convención
asociada durante toda la secuencia al Solutrense y que a partir de este momento dará
paso a la representación de las orejas mediante dos trazos en forma de «V».
Sin que los cambios sean bruscos o abarquen la totalidad de las representaciones,
circunstancia que no sorprende en la medida en que también ha sido señalada en la
transición de los estilos 111 y IV, esas variaciones se registran igualmente en el
apartado de los signos, donde a la perduración de algunos rectangulares se suman
ahora los meandriformes múltiples, los motivos dentados, las bandas formadas por
trazos cortos paralelos y apretados, los haces múltiples de líneas más o menos paralelas o convergentes, los ajedrezados simples y los complejos o reticulados, amén de los
escaleriformes. Esto es, un incremento tanto en número como en variedad, refiriéndonos siempre a las formas o motivos definidos.
A partir de estos momentos y coincidiendo en lo fundamental con los tramos m y IV
del Magdaleniense de Pericot nos encontramos ante una de las etapas del Magdaleniense mediterráneo que más novedades ha ofrecido en los últimos años, siendo
necesaria una reconsideración de la propuesta evolutiva y cronológica que hasta hace
poco venía relacionando su límite superior con el del Magdaleniense medio.
Varios han sido los datos que permiten intuir una nueva lectura de estos tramos,
especialmente en la idea de considerar que su final se sitúa en un momento avanzado
de la secuencia magdaleniense, alargando así la evolución de esta industria en
Parpalló y haciéndola coherente con los datos que provienen de otros puntos del
Mediterráneo español.
En primer lugar la constatación en los últimos años de la existencia de abundantes
yacimientos en el País Valenciano con industrias encuadrables en el Magdaleniense
superior, como sería el caso de la Cova de les Cendres (84), la Cova de Matutano (85) y
el abrigo del Tossal de la Roca (86), circunstancia que hace inviable la pretensión en
(84) VlLLAVERDE BONILLA: Op. cit. nota 16.
(86) OLARIA. GUSI. ESTEVEZ, CASABO y ROVIRA: Op. cit. nota 6.
(86) CACHO. FUMANAL. LOPEZ y LOPEZ: Op. cit. nota 6.
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alguna ocasión formulada (87) de que en esta parte de la región mediterránea se
pudiera producir una evolución anticipada del Epipaleolftico.
En segundo lugar, las características tipológicas puestas de manifiesto por alguno
de los yacimientos que acabamos de mencionar, y muy especialmente por los materiales de la Cova de les Cendres y la Cova de Matutano. En el primero por la asociación
de arpones, azagayas de doble bisel y varillas a un conjunto lítico en el que los buriles
son abundantes y donde el utillaje microlaminar además de ser elevado se caracteriza
por la presencia de triángulos escalenos, pieza que como es sabido se documenta
precisamente en los niveles superiores de Parpalló. En el segundo, por la' aparición de
un rico conjunto óseo en el que las azagayas de doble bisel se asocian a un variado
grupo de arpones en el que las formas de dientes bien destacados conviven con otras de
dientes apenas esbozados y de morfología semejante a los encontrados en los niveles
superiores de Parpalló, cerrando así la problemática heredada de una clasificación de
estos últimos que los consideraba paradigmáticos a la hora de establecer la existencia
de un Magdaleniense medio, habida cuenta de su clasificación como protoarpones (88).
Y en tercer lugar, la evidente dificultad· conceptual que supone considerar la
existencia de un Magdaleniense medio en Parpalló de una potencia y evolución
interna de todo punto exageradas en relación con las secuencias conocidas en otros
ámbitos regionales donde esa misma etapa se encuentra bien documentada y caracterizada. Téngase en cuenta que su límite inferior, esto es, aquel que podría relacionarse
con el Magdaleniense m se ve seriamente determinado por la perduración del Solutrense evolucionado hasta fechas encuadrables cuando menos en el 16.500 B.P. y la
existencia aún de un amplio paquete del Magdaleniense inicial o antiguo, documentado en el mismo yacimiento en los tramos 1 y II, de más de metro y medio de potencia.
Circunstancia que además concuerda con la datación proporcionada por el tramo 111,
que con un resultado de 13.800 ± 380 B.P. permite intuir que caso de buscar alguna
relación de este tramo con la secuencia magdaleniense clásica, tanto la cronología
como la tipología apunta más bien hacía un episodio relacionable con el Magdaleniense medio o IV (89).
A la espera de la publicación de los resultados del estudio de la industria de estos
tramos (90) bien puede anticiparse que su problemática puede resumirse en los siguientes términos: una vez eliminada cualquier limitación para la consideración de que la
secuencia magdaleniense de Parpalló pueda extenderse hasta momentos incluso finales del Magdaleniense superior, queda por establecer la articulación de las distintas
capas de estos tramos, acotando especialmente la cuestión de si existe una pulsación
relacionable con el Magdaleniense medio, tanto desde el punto de vista industrial
(87) J. APARICIO PEREZ: «El Mesolltico en Valencia y en el Mediterráneo Occidental>>. Trabajos Varios del S.I.P., núm. 59. Valencia, 1979.
(88) PERICOT GARCIA; Op. cit. nota l.
(89) FORTEA, FULLOLA, VILLA VERDE, DA VIDSON, DUPRE y FUMANAL: Op. cit. nota 6.
V. VILLAVERDE BONilLA: «Parpall6 y el Arte Paleolltico de la Espafta Mediterránea». Revista de Arqueologfa, núm. 86. Madrid,
1988, págs. 12-31.
(90) AURA TORTOSA: Op. cit. nota 19.
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como en su potencia, lo que permitirá perfilar con mayor rotundidad el resto de la
secuencia y considerar con mayor detalle la evolución artística.
No está de más, por otra parte, señalar que el análisis detenido del arte mueble y de
la industria ósea, ambos en la actualidad en curso, intervendrán de manera decisiva en
la resolución de una problemática en la que los aspectos estilíticos juegan un papel
determinante.
Mientras tanto, y movidos fundamentalmente por la prudencia, hablaremos para
referirnos a estos tramos de un genérico Magdaleniense medio y superior, quedando
para el futuro el establecimiento de la entidad de cada una de estas fases, su confmnación y propuesta de articulación o evolución interna y los detalles mismos de su
caracterización tipológica, considerando simplemente que se trataría de etapas sucesivas y calificables en los términos propios del ámbito mediterráneo peninsular, esto es,
sin una mecánica extrapolación de características o composiciones propias de otras
regiones.
Señalaríamos, por su carácter más o menos acotado y su valor a la hora de
establecer elementos que precisen la evolución estilística y comparaciones, la técnica
de trazo compuesto del tipo «en alambre de espino», que aparece empleada en distintos
momentos de los tramos superiores de Parpalló, y muy especialmente en el tramo de 2
a 2'20 m., donde se documentan hasta cuatro casos. Se trata en estos últimos, tres de
ellos bóvidos, de una serie de trazos cortos y poco marcados, más o menos perpendiculares a la línea de contorno del animal que recorren partes importantes de la misma,
extendiéndose incluso por las patas, cabeza o cornamenta. Los ejemplares restantes se
diferencian en algunos casos de estas formas, bien por resultar más apretados, largos y
marcados, bien por combinarse con otras fórmulas de relleno del animal, obteniéndose
en este último caso un efecto de paralelos bastante avanzados, y desde luego con
notables semajanzas formales con alguno de los signos del mismo yacimiento y capas.
Refiriéndonos a este último caso (fig. 7), además de las evidentes coincidencias que
ofrecen las piezas muebles de aquellos yacimientos sobre los que recientemente se ha
fundamentado la existencia un estilo V (La Borie del Rey y Pont d' Ambon, en.tre otros)
(91), con los que el ejemplar de Parpalló coincide en la técnica de refuerzo de la línea
de contorno, mediante los trazos cortos, y en el relleno mediante temas de marcado
componente geométrico, a pesar de que las proporciones y el estilo general de la figura
difieren considerablemente de la nuestra, es posible también establecer un paralelo,
quizás más ajustado, con una pieza de Mas d'Azil publicada por Graziosi (92), en la que
con unas convenciones y detalles verdb.deramente sorprendentes por su coincidencia,
tanto en lo que se refiere a la resolución de la cabeza como en el dibujo de la línea
cérvico-dorsal y cuartos traseros, nos encontramos nuevamente con un relleno de la
figura, de componente escasamente naturalista, asociado a la técnica del trazo múltiple efectuado mediante idéntica fórmula que en Parpalló.
(91) A. ROUSSOT: «Comparaison stylistique de l"art mobilier et de l"art pariétal du Périgord et de la Gironde». Pre-Actes del Colleque
lnternational d"Art Mobilier Paléolithique. Foix, 1987. págs. 181-190.
(92) GRAZIOSI: Op. cit. nota 2. lám. 61. b.
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V. VILLA VERDE
Fig. 7.-Distintos ejemplos de plaquetas con la técnica del trazo compuesto en «alambre de espino,,.
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Por otra parte, existen soluciones parecidas a las de Parpalló, pero esta vez libres
de las fórmulas de relleno de tipo geométrico, en diferentes piezas de Laugerie Basse
(MAN 53835, 53832, 53865, o la conocida pieza de la chasse a l'auroch -53819) (93);
Gourdan, tanto en una plaqueta con una representación identificada como un lobo a la
carrera (MAN 48585) (94), como en un fragmento óseo en el que por ambas caras
aparecen representados dos bóvidos (95); y Lortet, en este caso también con un relleno
de la figura mediante bandas de trazos cortos de aspecto predominantemente geométrico aunque su objetivo naturalista pueda relacionarse con la representación del pelaje,
en dos fragmentos óseos en los que aparecen representados unos bisontes (96); sin
olvidar el conocido rodete del Mas d' Azil de la vaca con su ternero (97), donde el
mismo tipo de trazo aparece empleado tanto en el lomo y pecho del animal adulto como
en el lomo del ternero; la pieza de EnlEme conocida como del saltamontes y los peces
(98); o el igualmente célebre rodete de Mas d' Azil, del que se conserva la figura de un
hombre y la garra de un oso, y en el que la misma técnica aparece aplicada en la
representación humana (MAN 48120), al igual que la pieza de Isturitz en la que por
una de las caras se representan dos mujeres y por la otra dos bisontes, aplicado
concretamente a la línea de espalda de la mujer de la izquierda (99).
Nos encontramos, en definitiva, ·ante un recurso técnico y estilístico que se concentra en el Magdaleniense superior y fmal, arrancando, al parecer, en la fase correspondiente al Magdaleniense IV, combinado o no con otros sistemas de relleno (y hemos
descartado en este corto repaso los ejemplos en los que el trazo múltiple en la línea de
contorno del animal se asocia a planteamientos de relleno de resultado más naturalista, claramente orientados a la figuración del pelaje o el modelado anátomico mediante
trazos cortos paralelos, técnica habitual en los conjuntos muebles del Magdaleniense
superior). Circunstancia que sin querer forzar las comparaciones, sobre todo en la
medida en que se aplica a piezas de estilo, concepción y soportes muy variados,
coincide al menos desde una perspectiva cronológica amplia con la posición· que
ocupan las piezas de Parpalló en las que aparece esa misma técnica.
No está de más recordar, retomando el tema de los rellenos no naturalistas de las
representaciones zoomorfas, que esta tendencia arranca en Parpalló desde fechas muy
tempranas, en el Solutrense, donde las modalidades del grabado estriado en retículas y
de líneas paralelas aparecen conviviendo con otras soluciones más naturalistas, y
continúan a lo largo de toda su secuencia, resultando sin embargo significativo, y por
lo mismo útil a la hora de perfilar la especificidad del arte magdaleniense del yacimiento, que precisamente las formas de relleno naturalista estén prácticamente ausentes en estos niveles cronológicamente avanzados, precisamente cuando su empleo se
hace común en el arte mueble franco-cantábrico.
(93) GIROD y MASSENAT: Op. cit. nota 66.
(94) E. PIETTE: «L'Art pendant l'age du Renne~. Paría, 1907, fig. 94.
(95) PIETTE: Op. cit. nota anterior, 111m. LXXXIII, núma. 3 y 3a.
(96) PJETTE: Op. cit. nota 94, 111m. XL. núma. 2 y 3.
(97) M. CHOILOT·VARAONAC: <
1980, pq. 411, núm. 77668.
(98) H. BEGOUEN y H . BREUL: «Les cavernas du Volp~. Parle, 1968, Iám. XXXI, b.
(99) CHOLLOT-VARAGNAC: Óp. cit. nota 97, pág. 346, n.ba. 48120.
R. de SAINT·PERIER: «La grotte d1aturitz. ll La Magdalénien de la Granda Salle». Parla. 1936, polp. 114 y ea. y fig. 66.
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V. VILLAVERDE
Y lo mismo ocurre con las líneas o convenciones de despiece, apenas limitadas a
algunos pocos ejemplos de indicación de crinera y su relleno, la línea de morro, etc.;
con el modelado de los contornos mediante el recurso a los trazos cortos y apretados,
que hacen referencia a las pilosidades, y que tan comunes resultan en las representaciones contemporáneas de otras regiones más septentrionales, registrándose incluso
en algunas piezas muebles italianas, como sería el caso de Paglicci (100); o con la
animación y las escenas, de mucha menor entidad que en las etapas anteriores del
mismo yacimiento y desde luego muy alejadas de nuevo de la tendencia que se registra
en los grandes conjuntos de plaquetas con los que en esas fechas se podría equiparar:
Laugerie, La Madeleine, Limeuil, etc.
·
Estas circunstancias concuerdan además, al igual que ocurría durante el Magdaleniense inicial, con un predominio de las representaciones mediante el sistema de perfil
absoluto, lo que contribuye a aislar aún de manera más rotunda el conjunto artístico
de esta fase del resto del arte mueble franco-cantábrico. Si bien algunos detalles sirven
para recordarnos su contemporaneidad: representación en algunas piezas de las pezuñas, figuración de determinados animales según la fórmula de la perspectiva unilateral, representación de los bóvidos con un sólo cuerno incurvado y abierto en su
arranque -tema que encontramos no sólo en alguna de las representaciones del
mundo italiano, sino con numerosos yacimientos franco-cantábricos del Magdaleniense, como acertadamente ya se ha señalado (101)-- y presencia de determinados signos
·de componente cronológico avanzado.
En este último apartado, que además experimenta un incremento cuantitativo
considerable, podemos distinguir aquellos que se suelen asociar a un zoomorfo, fundamentalmente los zig-zags formados por líneas paralelas y rellenos de trazos perpendiculares apretados, los motivos en «V)) múltiples, los arboriformes o ramiformes y las
bandas formadas por trazos cortos paralelos, de aquellos otros que por lo general
aparecen aislados, cubriendo con mucha frecuencia la totalidad o gran parte de la
superficie de la plaqueta. Estos últimos muy variados, pero en los que se observan
algunas agrupaciones tipológicas significativas: los reticulados simples, los retículados complejos, o con rellenos de distintas formas y orientaciones, los reticulados
divididos por espacios vacíos formados por líneas paralelas normales o quebradas, los
haces múltiples formando precintos, dotados a veces de una disposición geométrica
que los acerca consid~rablemente a los tectiformes, los ovales o circulares, los serpentiformes y formas curvilíneas en general y las bandas reticuladas paralelas. Formas
poco estudidas por lo general en el resto del arte mueble, de una amplitud en la
secuencia que impide considerarlas únicamente como representativas de los estadios
terminales del Magdaleniense superior, y de las que no es difícil encontrar paralelos
en las colecciones ricas en plaquetas o cantos grabados, como serían La Vache - el
(100) GRAZIOSl: Op. cit. nota 66.
A. VIGLIARDI: «L'art mobilier au Paléolithique de la provincia méditerranéennen, en Les courants stylistiques dans l'art mobilier au
Paléolithique sup4rieur, IX Congres de la U.I.S.P.P. Niza, 1976. págs. 54-73.
(101) FORTEA PEREZ: Op. cit. nota 61.
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te:m,a de las bandas rellenas de trazos paralelos de tipo escaleriforme- (102), Isturitz
...:.::fon combinación en zig-zags y bandas rellenas de trazos p~alelo~ (103), Gourdan -con haces de líneas paralelas formando reticulados (104), o reticulado y haz de
líneas paralelas incurvados (105), o bandas de líneas paralelas rellenas (106)-, Lortet
-con reticulado ·simple- (107), Mas d'Azil-con motivo en zig-zag formado por un
haz de líneas paralelas- (108), Rochereil -reticulado complejo- (109), etc.
El tema, justo es reconocerlo, se escapa de las posibilidades de un análisis detallado, habida cuenta de la escasa importancia concedida por lo general a los signos en el
arte mueble, especialmente en el mundo de las plaquetas, donde faltan los inventarios
detallados de las principales colecciones, siendo por lo general los soportes cilíndricos
los que han concitado mayor esfuerzo de documentación y análisis (110). Y sin
embargo, el esquematismo o el geometrismo, ciertamente presentes en el arte mueble
del Mediterráneo español, especialmente a lo largo de su secuencia magdaleniense, no
carecen de paralelos en el ámbito geográfico y cultural más amplio en el que se
inscribe tanto su secuencia industrial como artística, y en líneas generales coincide
con el aumento que experimentan los signos en esas mismas fechas (111).
(102) L. R. NOUGIER y R. ROBERT: «Galets gravés du Magdalénien final des Pyrénées (Grotte de la Vache, Alliat, Ariege)». Prihistoire
Ariégeoise, XXVI, 1971, págs. 11·75: canto CXXi, de la capa 2, págs. 40-41.
(103) E. PASSEMARD: ceLa Caverna d'Iaturitz en Pays Basque». Prihistoire, t. IX, págs. 1·95.
(104) M. CHOLLOT: ccCollection Pietts». París, 1964, núm. 48149J, págs. 84-85.
(105) CHOLLOT: Op. cit. nota anterior, núm. 48644, págs. 88-89.
(106) CHOLLOT: Op. cit. nota 104, núm. 48484, págs. 88-89.
(107) CHOLLOT: Op. cit. nota 104, núm. 47268, págs. 162-163.
(108) CHOLLOT-VARAGNAC: Op. cit. nota 97, núm. 46567, pág. 162.
(109) A. ROUSSOT y J. DELSOL: «Un galet gravé de Rochereil, commune de Grand-Brassac (Dordogne)t>. Bulletin de la Société Historique
et Archéologique du Périgord, t. XCVII, 1970, págs. 174-185.
(110) L BARANDIARAN MAEZTU: <
(111) A. SIEVEKING; ccEngraved Magdalenian Plaquettes>>. B.A.R.; lntemational Series. 369, 1987, págs. 121-123.
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