
Estudio sobre las áreas lingüísticas pre-romanas de la Península Ibérica
Jürgen Untermann
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JÜRCEN UNTERMAN
Estudio sobre las áreas lingüísticas
pre·romanas de la peninsula Ibérica
La redaccoón de este ensayo es consecuencoa de las difocultades me·
todológicas ante las que no; enlrentamos a causa de la natural:na de las
fuentes de que disponemos para el estudio de las lenguas prerromanas
de la Península Hispánica ( 11
Una vez establecodos los fundamentos para la investigaco6n filológi·
ca, gracoas al ongenooso descoframiento de la escrotura ibérica por don
Manuel G6mez Moreno, el afán de los investigadores se ha concentrado,
casi exclu.;ovamente, en la búsqueda del sentodo de los textos descifra·
dos, Intentando encontrar su significado boen mediante conclusiones ex·
traídas de los propoos textos, boen por el metodo de la filologia compa ·
rada, recurriendo para ello a elementos semejantes o idénticos de otras
lenguas El hecho, probado, de que un consoderable número de textos on·
digenas contengan una lengua ondoeuropea, ha reforzado el predommio
del método comparativo en el estudio de la nuestra
Hoy dia es oponión corroente, considerar completamente justoficada la
aplicación de los métodos y conclusiones logrados por la coencoa longuisti·
111 El J'f~le oroba1o eo un resumen de la loccoón onougurol P)"O de 1960. lo v~noón olemono origonol
fue publ•coda por lo caso edlloro Oooo HO
"'Sptochraumo und Sproc.hbewegt.Jngen un wrrOmiSCh(!n 1fis.pon•en". Poro lo vera•ón coste·
llono he po ocurodo poner ol dio los ellos bibliográficos y elunonor en poro e los oxplicociones preliminares. úHie a modTflcor lo• lineas fundom"nlole$ expuesta. en 1960. Uno versión en portuguél Oloulodo "A reos e movimenf«> lrngufs.ticos oc Hlspón•o pré-romono", deb•do o Mor•o Cordozo, .., publ>eó tn lo "Revosto de Guomoroes", núm. 1-2, vol. lXXIl, 1962, pógs. 5-41
Uno res,enc que aporto notas criucos muy considerables v odictones VOhOSO$, 1.~ debe
a Mono lourdn 1\lbertos, en Z~rus 12, Solomonco, 1961
Agrodezco o lo coso eduoro Horrossowltz lo outorizoctOn pero publ•cor
165-
nt•
reium~
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2
J UNTERM¡O,N
ca europea stn reparar en los problemas planteados por los texlos paleo·
hispánicos Aplicando tales métodos, durante los últimos decenios, un
buen numero de palabras y elementos menores se han 1dentificado como
vascuence, cél tico, ilírico, berebere, ligur o de otros idiomas menos cono·
ciclos. Ahora b1en, examinando más de cerca tales resultados, se comprue·
ba que esos vestigios de tan variadas lenguas casi nunca se agrupan en
áreas b1en delimitadas que pudieran corresponder a aquellas en que vivlan
los pueblos que las hablaban, sino que, por el contrario, los testimonios
identificados parecen cubrir toda la península, formando como un mosai·
co abigarrado de fenómenos incoherentes que, en consecuencia, no vienen
a representar más que un inventario de los idiomas que en ella se habla·
ron
Pero si queremos utilizar los datos lingúísticos para la h1stona gene·
ral de las lenguas y de los pueblos, necesitamos algo más que un simple
inventario hace falta atribuir determ1nadas lenguas a ciertas .ireas, pre·
cisando, además, la época en que tal a tribución es válida, hemos de bus·
car unidades bien definidas, en el tiempo y en el espacio, caracterizadas
por una lengua común. Una vez logradas ta les unidades, que Jiv1dian la
Penlnsula en áreas lingüísticas, ¡ntentaremos reunir todos los elementos
encontrados dentro de cada área, como representativos de cada una de
ellas, logrando asl alcanzar una cierta impresión del carácter lingüístico
de la Península. Sólo después de conseguido esto nos será Hci t.:> proceder
a 1nquirir cuáles fueron las lenguas de cada área y en qué med1da ofrecen
semejanzas con otras, testimoniadas dentro o fuera de España Si se ami·
ten estas prem1sas, se corre el nesgo de cometer una petitio principil,
buscando rasgos en lenguas extrunjeras antes de comprobar si éstos no
se explicarian mejor considerándolos miembros del conjunto cronológico·
geográfico en el que se encuentran.
Claro está que el método comparativo no sirve para realizar un estu·
dio como el esbozado más arriba Hay que encontrar otros caminos que
nos conduzcan, de una forma mas segura y dfrecta, a reconocdr áreas y
fron terus en los testimon ios dispersos de las lenguas prerromanas hispá·
nicas, e mdagar las tendencias según las cuales d1chas áreas iba., a modificarse en el transcurso del tiempo.
A primera vista, las fuentes no prometen mucho éxito en la consecu·
ción de nuestras Intenciones. Deberíamos disponer, por lo menos, de tes·
timonios de dos épocas diferentes, y lo suficientemente abundantes para
que se extend1eran con bastante densidad por toda el área penmsular, y,
con todo ello, podríamos fácilmente trazar unos mapas en los que saltara
fácilmente a la vista la repartición lingüística y las tendencias de su des·
arrollo histórico. Pero, en realidad, las fuentes de que disponemos están,
tanto geográfica como cronológicamente, distribu1das de una manera muy
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IGG-
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1
AREAS LINGÜISTICAS PRE-ROMANAS
3
poco favorable a nuestra finalidad · Testimonios directos, es decir, inscripciones en idiomas indígenas, solamente nos proporcionan información de
un tercio del país; en el Norte peninsular talla por completo y en el Occidente son tan raras que, por ellas solas, nunca podrían proporcionarnos
una fiel idea de sus lenguas. Además, y prescindiendo de algunas pocas
y esporádicas excepciones, todos los textos pertenecen a una sola época.
los dos o tres últimos siglos ah tes de J. C. (2). En cambio conocemos topónimos procedentes de lenguas indígenas y que están atestiguados por
los autores clásicos, con una intensidad poco más o menos 1gual, en toda
la Península. Su inconveniente está en q~,¡e carecemos de datos cronológicos para ellos, pues la mayor parte de los nombres geograficos los conocemos a través de dichos autores que son ya de una época en que la toponomástica indígena estaba ya congelada a consecuencia de la integración
de la Península en el mundo romano.
Inconvenientes semejantes impiden la utili2.ación de los nombres de
personas. Esto; nombres se conocen, en primer lugar, por inscripciones
latinas que se encuentran sobre monumentos funerarios o votivos, pero
procedentes de una época en la cual los pueblos hispánicos habían ya perdido sus lenguas propias, aun cuando todavía conservaban sus antiguas
tradiciones onomásticas. Encontramos, pues, en estas fuentes rasgos que
pertenecen solamente a la ú ltima fase de la antroponimoa mdígena antes
de la romanización. Aparte de que, en la Penfnsu la, la antroponimia pre·
rromana como testimonio lingüístico se nos ofrece muy restringoda en el
sentido geográfico, pues solamente del Norte y de Occidente poseemos
nombres ondigenas en número y densodad suficiente para realizar un estudio como el que intentamos.
Ahora bien, toda esta clase de testimonios nos dan únocamente una
respuesta parcial a nuestros interrog'lntes, por lo que no podemos hacer
otra cosa que ver sr las ideas fragmentarlas que obtenernos del estudio
12) Lo bese mós lmpoHonte poro lo 'ronologlo, son los monedas con leyendo> ibE·
ricos. Sobre lo fecho (siglo 111 o. de C.! de lO$ ocuf\ocíones más antiguos, véase J. V.
AMOROS BARRA; "Algunos consldetoclones complemento nos de lo numtSm&llco
oono", en Anales de lo Universidad d~ BorcciO(Io, 1941- 1942, Borcelono, 1942, pág. 107
y SS. y
A. M. de GVADAN ; "Los leyend"" Ibéricos en los dracmas de lmltoei6n emporitono",
Madrod, 1956, pógs. 61-67. lndudcblcmer)tc onteroores son sólo los plomos esc~ttOS en
otfobeta griego de "lo Serreta" de Alcoy y de "El Cigorrolejo" de Mula. No estoy de
acuerdo con Tovar r-especto o lo fecho m.uy r'emoto que atribuye o los monumentos. me ..
rod•onoles (plomo de Godcr e ,nscrlpctone• "tonestcos" de Alcol6 dnl Rfo y de Algorve).
A m1 modo de ver carecemos. do tndo 1ndldo t.Obr~ lo cronofogio d~ 1o!i texros de Algorve;
respecto al plomo de Godor, muesuo un ltpo de
~rituro
muy evolucionado y que es
análogo aJ d.e 1~ mont!dos de Obulco, por lo q:ui!, no pudiendo $ar estos rnuy ontenore¡,
o lo romani%od0n, e-l p!omo debe atribuirse aproximadamente- a la ml.sma época.
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J lJNTERMAN
aislado de las fuentes, nos permiten unirlas dentro de una idea general
sobre los acontecimientos de la historia de las lenguas hispanocas antiguas.
• • •
Comenz.aremos por los testimonios más directos: las inscripciones en
lenguas indígenas. Como ya es sabido, se nos han transmirído en cinco escrituras distintas, dos de las cuales, las Inscripciones procedentes de la
provincia portuguesa de Algarve (3) y las leyendas monetales llamadas
liboo-fenocoas que pertenecen a cierras ciudades del norte del Estrecho (4),
son aún casi ininteligibles. Quedan los textos en letra latina, griega e ibénca (5) que podemos leer (aunque, en general, no entender) y, por eso,
utilizarlos para nuestras deducciones lingüísticas.
El mapa 1 muestra la distribución de los hallaz.gos epográficos en lengua prerromana, a los que se han añadido las ciudades local izadas con suficiente seguridad en las que se han acuñado monedas con letreros ibéricos. SI prescindimos de los textos indescifrables del extremo S. O y de
los hallaz.gos dispersos de la Lusitania, queda un area destacada por una
densodad de hallazgos muy superior a la del resto de la Península.
Esta área forma un triángulo limitado aproximadamente por los Píri·
neos y las Corbiéres, por el Mediterráneo desde Enserune a la cuenca del
Segura, y por una linea que se extiende desde aquí al a lto Ebro. Las ins-
l3l lo¡ conjeturas sobre el coróctcr de esro e!Kt'ltura propu~ra-s hasta ahora (v. por
e(emplo A. TOVAR, "Lenguas p •erromonos de Jo Peoir¡sulo Ibérico A. l.eng1,1oS no indoeuropeas. 1 TestímonTos onti~uos", en Encfclopedlo LingWsllca Hl$pónlca, tomo 1, Madrid, 1960, póg. 8), han quedado onllcuodos por un reclent~ o
rol;>ojo de U. SCHMOLL
"Die $üdluslton1s.chen tniehriften". Wiesbcde.n, 1961, en el que e' outor evidenc1o que
no .., troto de una escritura olfobéllca (como 01>lno por ejemplo Tovor), sino del mismo
s1
stemo miKto que corocteriz·o los escrituros fbéticos del Este de la Península. Hay Que
añadir o los lnscripeloncs de Algorve lo gran Inscripción de Alc<>lá del Río (E. HUBNER;
"Monumento Longuo<> li:M>rícoe", Berlín, 1893, póg>. 188-190, num. LXI) y uno en piedra
procedente de Puer>te Genll (M. ROORIGUEZ DE BERLANGA; en Revista de Archivos,
Boblíoteco• y Museos, 3.• ópoco, vol. 1, Madrid, 189'1, pág. '181).
Coso al mismo liernpo del IJbro de SCHMOLL mencionado, ha aparecido un oraba¡a
de M1 GOMEZ MORENO: "Lo escrituf'o ~óstulo·turdotono (primitivo hispéinico)'', Revis-to
de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXIX, 2, 1961, pág. 879 y$$. que liego o resulrcdos
muy parecido~ o los de Sehmoll sobre e l cotáetet de lo escrituto del Algorvc_.
1-1) En•ovo• de desclfromlenoo 011 E ZYHLARZ: "Die unbokannto Sckrlfl der ontlken SUd~men", en Ze1tschríft det deutsche11 morgenlti,dischen Ge.scllschoh, nueva serie, tomo XII. 1/2, Lelp~lg, 1933, p6Qs. 50-67, y A. BELTRAN MARTINEZ: "El a lfabeto monetol llomodo liblo-fénic::e", en Numismo, ano IV, núm. 13, Madrid, 1954, páginas
49-63.
(5) Como "obertco" desogno todos los voroontes do escroruro de topo sHóboco-allabettco que aparecen entre Obu.Jco y Costulo ~n un exrrl!n'IO y En$éru.ne en ctl otro. Sobemos
que estos escrituf'OS se dividen en dos grupos: uno muy ur,iforme y bien restlmonlodo al
Este y Norte y otro, mós disperso y vonodo, que se e~Hende desde lo reg1ón de Albo<:et~
tlocla el Sur. Es1e último grUpo se conoce bajo lo desconcertante etlouc:to de "tort-éslco",
peor es aún ro denominación de "turdetano' que empleemos en lo ver&ión ofemona de
este orticuiQJ por lo que hoy prefiero denom,norlo, siguiendo o Tovor, "ib~r1co mcndfo...
nal'' o simplemente "meridionol" .
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MEAS LINGOISTICAS PRE ROMANAS
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cripciones que llenan este triángulo son casi en su to talidad en letras ibéricas, nay unas pocas en letras griegas en el Sudeste, y otras, que solamente se encuentran en la Meseta, en letras latinas. Ya hemos dicho que
desconocemos casi por completo el sentido de estos textos, pero el hecho
de que podamos determ1nar aprOximadamente el valor fonético de los signos ibéricos, nos capacita para hacer constar determinados rasgos, muy importantes, de la estructura de las lenguas conservadas en nuestras inscrip·
ciones. Hoy sabemos que los textos nos han lransimltido dos lenguas total mente distintas (6) · una lengua no Indoeuropea, convencionalmente llamada «ibérica>>, en toda la zona cos tera (7) y otra indoeuropea en las cuencas del río Ja lón y del a lto Duero, que suele ser llamada «ce ltibérica », por
coin.cidir su territorio con e l que los autores antiguos atribuyen a las tri·
bus celtiberas (8), además hay unos pocos elementos que parecen acercar
16) La publicación fundamental que abri6 el comino a un mejor entendimoenta de
fa formación llngüi!.tlco de lo Hisponlo antlguot rompiendo t!l dogma humboldtlono d~ lo
unodod lmguishco penonsulor, fue el ortieulo de M. GOMEZ MORENO: "Sobre los iberos:
El bronce de A><;ofl", en Harnenofe o Menénde~ Pldol, tomo 111 Madrid, 1925, p6gino•
-475 y ss. (
en M•scclóncos, Historio·Arte·Ar'qu.eologio Primero serie: la AnligUedod.
Modcid, 1949, pogs. 23 3-156)
(7 ) Importantes trabalas 50bre la estruetura de los lenguas Ibéricas, """'
M. GOMEZ MORENO, ob. ~lt. en lo nolo antenor, pógs. 242-256, y "La escroturo
4
1lnrica v s u lenguo,e'1 1 en Misceláneos,~ Prirnero porte, '•Lo Antigüedad", págs.. 278-281
G BAHR: "Bosklsch und lborisch" , seporatq del vol. 11 de la revisto EU!ko-Jokln~o,
Boyono, 19~8.
P. BELTRAN VILLAGRASA: "los textos Ibéricos de Lona. Intento de ,nlerpreloelón
dt: algl.lí>os de ellos'', en ReviSIO Volenelol'o de Filología, 111, Vol•ncio, 1953, p6g•. 37-186
J. CARO BAROJA' "Lo escri turo on lo Espona pre
co)''. en Historio de Espoña dlrigfdo por R. Menéndez Pldol, torno 1, España prerromana
vol. 111 , Etnologla de los o
U. SCHMOU: " Turma Sollu1tor>o, Ein1ge Bemerk\lr>gon rur lot. Umschreobung !,¡sponl.cher E¡gennamen", Glollar 35. Goulngen, 1956, pógs. 30'1-311, y "Ole Wonstilmrne
lhor und lltu Ir> dor hisponischen Nomengebwg", Die Sprc.che, 6, Viena, 1960, págs. 46-55.
A. TOVAR, Op. cíl noto 3, pág$. 5-26
18) Los síntesis más recientes:
A. TOVAR: "Estudfos sobre las primitivas lenguas hispánicas", Buenos AJtes, 1949
pogs. 21-60 ("Los ¡nKrlpcoones Ibéricos y la lcr>guo de los celtiberos", Bolerin de lo R<10l
Academia ESPQñola, tomo XXV, Madr~d, 1946, p6gs. 7 -38) y págS. 168-183 ("EJ bronce
de l1nogo y los téseras de hospitalidad latinos y c~ltlbérlcos", Emérito~ tomo XVI, Ma ...
dród, 1~48, pógs. 75-91 ).
M. LEJEUNE: "C.,IItbérico" , Acto Solmant1ceruio, Snric de Filosofía y Letras, VIl, número 4, Solo moneo, ) 955.
U. SCHMOU: "o,e Sproc;hero der vorkelt•scllcn lndogermanen H•sponiens und dos
Kehlberiscke", Wiesboden, 1959.
A. TOVAR: ''Lenguas prerromonos de (a Peninsufo Ibérico. B. Lenguas indoeuropeos.
1. Tes•lmonios antiguos", en
p~s.
Ent~clopedlo
Longlííst1co Hispón,co, tomo 1, Madrid, 1960,
101-126,
Lo mtsmg lenguo celtlbfnto está ote.stiguodo tomblén por uno in-scripción procedenlc
de lbl~ (M. GOMEZ MORENO: "Suplemento de eplgrolio lbenco", en Moscelóneos, Pnmero porte: Lo Antigüedad, Madrid, 1949, póg. 330, núm. 1201, pero la onomcislico y
lo onogrof1o de este texto prueban que su autor no pudo ser sino un celtibero desvíodo
o Ibiza por razones que de$COnocemos; véase J UNTERMANN, recensión o lo obro de
SCHMOLL el toda, en "Boltr!i!:(e ~ur Ncmenforseflung", Johrgong ll, Heidelberg, 1960,
póglna 201.
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MAPA I
Véa~ tambi~n el m~po, algo distinto, de A.
Tovar, ELH. 1 6.
l'or "(monedas)'' indicamos los Jugares, de tos
cuales sólo sabemos por monedas que utilizaban
t>Critura• prerronunas. AdemÁ$, como loo lectorco espailoles "t'n ramilbrir.Jdoo con el matai31 epigrifico prerromano, pn:oóndo de repeúr In refuencías rrul• detallsclas de la ,.enióo
alemana; me be ~m1tado • darta. sólo c:uando
se unta de balla~¡o• o publicaciones recientes.
l. Ensétune.
2.
Montlnur~a.
3. Elne.
4. St.-Sévcr.
S. Ampurlos.
6, Ullutrtt (AIEO
7. Manlleu.
8. Vkb (monedas custsun).
9. Sorb
10. Guisona {monedas i•so).
11. Tomabous.
12. Rubi {Alma¡ro, hucnpciones Ampuriton:n,
p. 80).
Santa Coloma de Gromanet.
13. Mntaró.
Arénys del Mar (Musco Munícipol).
14. Badalona.
IS. Barcclono.
16. Santa Pt'11'<'tUa de la Moguda.
11. Si
18. CoguL
19. Tivisa.
20. Tarra¡ona.
21. Urida {monedas ilrirro).
2Z. SoséJ (Hubner J, llerd• 18, 1954, 211).
23. Fngo.
24. Huesca (moneuas polslton),
Proc~den~la
dt tos h nllat¡os epl~ráilco~
31.
32.
Jaca (monedas ra!w).
Egeo de los Caballeros (moneda• s.gio).
Vclilla dcl Ebro {monedas k
C.lahorm (monedas ko/akorikos).
Torrcllos.
Tiergo (mont
Nerrobriga {monedas nmopi>).
Zaragou (moneda• udmi•)
33.
34.
3S.
36.
37.
38.
Attila.
Ucen.
Alb>latc del Anobi•po.
Oiiere.
Alloza (Tcrucl 17/18, t9S7, 22S sg.).
Calaecite.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
39. Cre10s.
40.
41.
42.
43.
44.
4S.
46.
47.
48.
49.
SO.
S l.
52.
lglesuela del Cid.
Benasnl.
Alc:~IJ de Otisvm.
C.baoes.
Cosrcllón de lo Plano.
C.•t<.lno•'O (Flctcher, lrucripciones Ibériric:u del Mu$<0 de PrehiStoria de Vat.nci3, p. Sl).
Saguoto.
Liria.
Sinarcas.
Villastar (•~se arriba núm. 13),
Soelices.
Alcnlá de Hen.ores (monedas kompo•.ro).
Cerca de Gundolajm·a {HUbner XXXVIO.
S3. Luzago.
S4. Monrcal de Ari:w (Góme%-Morcno, Mi'IC82, 8, eser. lar.: Tovar, Esrudios sobre In
priminvas leo¡uu hispanica$, p. 172 sg. y
174 Jg.).
SS. Bilbilis (monedas pilpili<).
S6.
51.
SS.
59.
Nwmncill.
Bur¡o de Or.ma (moneda• arltoiliko<).
Lango de Duero .
Pcilalba del C.$trO.
60. Surunón (Gómcz-Morcno, M1sc. 97,
lar.: Tovar, J. c. p. 174).
61.
"IICf·
tlri\•i•sc• (monedas wro11ias}.
62. Osma ((monedas uort
63. Sierra de M!lriola (Musco de Alcoy),
64. La Ba•tida/ Mcecnte ( tSCI. ibo!rlea y meridional: Fletcbcr, l. e. p. 4S-48).
6S. Cerro de los Santo•.
66. Jitiva (monedu saua).
Albaida {Ficu:bcr, l. e:. p. 49 s¡.).
La Scrrcm / Alc:oy {gric¡o e ibo!rico :
NAHisp. 2. 1953, 104).
67. Bcnidonn (Musco de Alicante).
68. Campello {Al!Arqu. 23, 1950, 13 .¡.).
Alicante (Musco de Aliconte).
69. l blzo.
70. !llcbc (Museo de "Ltl Akudio") .
71. CigorralcJo/ Mulo (CHP S, 1950, S-42).
72. Abengibre.
73. El S•lobral.
74. La Sagm.
75. Perouros/ S:uuutebao del Pucno (R.ABM.
61, 19SS, 579 sg.).
76. Casrulo.
77. Skrra de Gador.
78. Granada (¿monedas iltunr?).
19. Porrum (monedas ipolka).
80. Puente Genil (véase noltl 3).
Hl. Ln Granjuclo (RAllM. 61, 195$, SSO sg.),
HZ. Alcal4 del RJo.
83. Monedas con kyendas "Ubiofen•ci3s" (Vives l!scudcro,
moneda hispánica, lU
41-52).
8.4. Upidaa de Algarvc (por todas rcfC1'etlcils
v&sc Scbmoll, Die Südlu•nanisthcn lrucbriftcn, Wit$beden 1961).
SS. AICI\cu-do-Sal (monednt de Salacia).
86. Atro)'O del Puo:rro.
87. Ca~ das Fragu31/ Guorda (Humonitas
NS. 8, 1959, 71 sg.).
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J UNTERMAN
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el idioma
~celtibérico»
al grupo de lenguas célticas dentro de la !amolla
de lenguas ondoeuropeas (9)
La densodad de lugares en los que se han encontrado estos testo
monios
epográficos nos permite trazar una frontera longüistica bastante clara, co·
mo hemos hecho en nuest ra mapil 1 · doscurre desde el rincón 11ordorien·
tal de la Penfnsula hasta la Mancha, pasando aproximadamente por las
actuales ciudades de Zaragoza y Teruel. Más allá del punto en donde ter·
mina nuestra linea, los dispersos textos del Sur y del Oeste no nos dan
ondicios suficientes para contonuarla · las onscropciones lusotanas 1e Arroyo
del Puerco, de Cabe~o das Fráguas y de Lamas de Moledo contienen un
idioma ondoeuropeo son duda pariente del de Jos textos celtibéricos e lO) .
Por otra parte, las onscropcrones escritas con signos ibéricos merodionales
de la Andalucía orrental, muestran el mismo carácter lrngi.Jistico que las
rbericas del Este ( 11) También hay que añadir, como un testimonoo más
de esta lengua ibérica, los textos en escritura griega y los de Cástulo, en
letras latinas. En cambro, una copa de plata encontrada en Perotiros, a
pocos kilómetros al Este de Cástulo, lleva un grafito cuya lengua parece
ser indoeuropea 112), pero, como se trata de un objeto de facl l transporte,
no cabe deducir conclusiones del lugar del hallazgo
Un problema particular nos lo p lantea un grupo de textos sotuados
en la misma frontera entre las dos áreas mencionadas nos referimos a
las onscripciones rupestres de la Cantera de Villastar (Teruel), señaladas
en el mapa 1 con el numero 49 Se trata de unas vernte onscrrpciones in·
dependrentes, rncosas en la roca vova. Dos de ellas muestran escrr tura y
lengua ibérrcas y las demás, escrrtas en letras lattnas, nos dejan ver una
transocrón de frases puramente celtrbérrcas a otras mezcladas con elemen-
(9) No puedo mowormc conform< con la convre
de IO!o rextos rn6s t!XIonso> (par ojemplo. el bronce de l.ulogo o lo tnscripclón largo de
Vlllostorl por medio d• la comporocl6n con lenguas cel tices conocido•, no ~n mós que
•ngeniosos •nterpretaciones que no resisten uno crítlco severo. Me J)Oreeo mc1or odoptor
u.no OChh.td esc.éphca que
no
obstruir el proceso de ,nveshgoción con h1póte.S•S premo·
tu ros.
(
1
0)
En fo b>bltografla d<> loo ülttmos of>os, esto5
t~xros
se consideran como IHtlmo-
nJOS de uno lengvo indoeuropeo •ndependienre de lo c.eltibéfico; en un trobcjo que vo o
oporecer en los actos de lo "2. Fochtogung für atlgemeine und .ndog
w•ss.ensc.ho.ftH. lnnsbtUC.Ic.,. 1961, opono una wr1e dto oroomentos que me inductn a fOfmor m• optnión conttorlo.
1111 Véase"' muy inWu 1 , pog. 14-1. fo¡r. 51 que rt1)10duce, con algunos modohcoc
3, mopo 2, entre los póg• 6 v 7.
112) A. TOVAR: "Nota• ~·grclftcos sobre ob¡eros del Museo ArqueoltiQoco Nocoonal" ,
en R~osto de Arc:hiV05, Btbliotocas y Museos, romo LXI, Modrtd, t 955, pógs. 579 y ss.
-
172-
[page-n-173]
AREAS LINGO ISTICAS PRE-ROMANAS
9
tos lacmos (13) Este conjunto term1 wn unas frases de la más pura
na
lengua latina: Un verso de la ~(Enei da>> de Vi rgilio. A juzgar oor la for·
ma de las letras, los textos en escri tura lat1 son del periodo compren·
na
dido entre la mitad del siglo 11 a de C. y la epoca de Augusto. Pero como
la cronología de la escn tura obérica ofrece grandes dudas, carecemos de
croterios seguros para fechar estas inscripciones indígenas por e l tipo de
la escritura y queda en suspenso la pregunta de si tales ins-:ripciones
lbencas de Villastar son más antiguas, contemporáneas o más recientes
que las grabada; en lengua ce ltibérica del mismo lugar. En consecuencia
no podemos deducor conclusiones históricas de los hallazgos de VIl lastar.
quizás dicho lugar estuvo situad:> cerca de la frontera de separación de
las dos lenguas y, posoblemente, formaría parte de un santuario a l que
acudirían los habitantes de las tierras de alrededor, tanto ibéricos como
ce!tlberos. Igua lmente es posible que la peña de Villastar nos lestimonce
una sucesión de lenguas, es decir, unos movimientos de pueblos o unos
cambios de poder político. En este caso, nabriamos de preguntamos SI
dichos movimientos se dirigieron de la meseta hacia la costa o viceversa,
es decir, si los pueblos de lengua celtibérica sucedieron a los iberos o si
éstos desalojaron de allí a habitantes celtibéricos.
Vemos, pues, que las inscripciones prerromanas nos dan valiosos fundamentos para la localizacoón de áreas lingüísticas, pero también, al mismo tiempo, nos ponan en evidencia los problemas que mediar'lle ellas no
podemos resolver. Pasamos, por ello, a otra clase de fuentes: los nombres
de lugares, conservados en rextos de autores clásicos, en monedas e Inscripciones romanas.
los textos ibéricos il•riba examinados nos otrecer'l un punto de partida
muy conveniente: Se sabe que el elemento ili- o ilu - (de lante de r también
ile -), tan corriente en la toponimoa antigua hispánica, es idéntico al elemento ilti· o iltu- de las inscripciones ibéncas: Recuérder~se ecuaciones
como ibér. iltirta = la t. llerda, ibér. llturo = la t. lluro, etc. ( 14). El m apa 2 nos indica lo:; sitio:; donde tenemos atestiguado este elemento en
escritura ibérica y la situación de aquellas ciudades mencionada.; en fuen·
tes griega;; o latinas cuyos nombres empiezan por ili-, ile- o ilu-. El mapa
hace resaltar que los hallazgos de ta les pa labras y topónimos cubren una
área coherente y bien marcada, que se ex tiende a lo largo de la costa me-
(13) M. GOMEZ MORENO, op. c•l noro S, pógs 326-330, y A. TOVAR. '' Los ons·
crlpclones celoiberlca< de Peñalbo de Villastor". en Emérito lomo XXVII, págs 349-365;
pofo un onólísís m!ts detenido véo~e M LEJEUNE, op. eiL en noto 8. p6gs 1 - 31
(1~)
Véase U. SCHMOLL op cit noto 1. segundo titulo, y A. TOVAR, oo. cit . noto
3,
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173-
[page-n-174]
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[page-n-175]
MAPA 2. 1111. lllu- e Ul-. llu-
Los nllmuo• con • corresponden a la le}cnda
dd mapa 1
1'
NAHup. 2, 19S3, 104: i/ur-, Jrunpar.
AEAtqu. 23. 1950. 13 sg. (li¡t. S): ilurutt (c!Cl'. ¡riq¡a).
"9 '
Vives. Um. XCVI, 2:
Jannora)' En,.;runc, Um , LXIV 9 y !8:
-ün't, rltlpallt·.
S.•
!S•
18'
Z3"
33'
40'
66•
1>11'
Vov.., Lám. XVI, 1 :
Hübncr IV· iltora-.
olrírar~
Los número• ""' • >l"lial:on 13 siruación de b1
ciudadc' ,.i¡uicntes:
Góma-Mormo 22 • iJurtnr.
Ibtd. 23: a/or-oln11.
Ibid. 31: ilrunuiro.
lbod. 4(): ilruptlts.
o/r•r•lt>~.
llopulo {Niebla).
2. !lipa (Alcnlá del Rio).
S.
Di~m~
9.
llipul• mons ((en la Sierra Ne\,.da?).
:Granada).
10.
Uugo (Sonti"cb:ln dd Pucno).
11. Uoro tvéuc Plrn. n. h. 3, 9).
12.
rlord tLom& (o Lorqu! fMurcu?).
1).
llici (Elche'
14.
llorcis (cerca de Tudda).
IS. lluro
(Oioroni B.-;u-Pyr~nées).
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z
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...
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'U
3.
llipula minor (ccn:n de Osuna).
16.
17. Uuro (¡\\Jlt•ró).
o
:t
18. Urbcrri•
>
Los nombres que figuran en e! mapa entre z
pur~ntesos no Cf!4n Jocnlfz.1dos con prcdslón ~
43• Ibid. 42 : ilrlrpi~íuro.
46* !bid. 45: ntre·flru-.
4
lluro (Aiora).
5.
l hourgi (cerca de Andú¡ar).
47*
Fleodu:r, números 37, S7, 62, 67: o/rir,
6.
llíturgicoln (cerca de Priego).
{lrirw, {lripaitt.
7
llurco (Pino• Pucnlc).
ll
'i'
"'
~uficicnre.
[page-n-176]
12
J
UNTERMAN
dit·erránea entre los P1rineos y Andalucla. Preguntándonos a:~ora, si hay
fenómenos de toponimia que caractericen de manera comparabl"' la parte
de la Península, que resta en blanco en e l mapa 2, nos encontramos, como
i·ipo más corriente, con los topónimos compuestos con -briga, como Miro briga, Segobriga, Nertobriga. Esta palabra -briga es indudablemente de
origen indoeuropeo y aparece también en la toponimia ga la Por su parentesco co:1 el alemán Berg, Burg, nos es licíto traducírla por «cerro>> o
<
encontrado en los tex tos celtibéricos, confirmado por los primeros miembros del compuesto con el que -brlga va reunido. Nerto-, Sego-, Tongo-,
que pueden explicarse como palabras galas o, cuando menos, procedente>
de un 1dloma muy semejan te al ga lo Formaciones mixtas, como luliobriga, Augustobriga y Flaviobriga, nos prueban que la toponimia caracterizada por el elemento -briga, permaneCIÓ v1va hasta el promer siglo de
nuestra Era
El mapa 3 nos muestra la Situación de aquellos nombres en -briga que
pueden ser local i.zados con suficiente seguridad ( 16) En el mapa 4, hemos reunido los dos anteriores: Salta a la vista que las dos áreas, la de
iltl•/iltu-, etc. y la de -briga dividen la Pen!nsula en dos partes por una
frontera bastante clara que corre desde la desembocadura del Guadiana,
hasta algún punto de la costa cantábrica, entre Bilbao y los P1roneos. La
ciudad de Segorbe, cuyo nombre parece remontar a un Segobriga antiguo,
marca el pun to más orien ta l de esta frontera y, a la vez, donde e l área de
-briga llega más cerca del Mediterráneo. Ahora ya podernos comparar esta
linea con la de la frontera lingü!stica del mapa 1 (reproducida eh e l mapa
4 por uha linea interrumpida)· el trazado es muy parecido, ,unque no
igua l, pues en la misma región de las inscripciones de Villastar los topónimos Indoeuropeos avanzan más hacia la costa que los testimonios epigráficos en lengua cel tibérica Volveremos sobre este punto más adelante.
Según los argumentos recogidos hasta aqul, no cabe duda de que la
reg ión costera del Este y Sur fue, durante los ú ltimos siglos an te riores a
nuestra Era, del dominio de una sola lengua o, por lo menos, ocupada por
un complejo de dia lectos estrechamente emparentados entre si ( 17) En
1151 Veose U. SCHMOLL, op clt noto 8, pógs 32,74 y$$. y 83, y A. TOVAR. "Thc
a nelem$ longuoges of Spoin ond PonugoJ", Ncw York, 1951, pÓQli. 118 y ...
( 16) MI mopo reproduce, tef' pocos -añadiduras, el presentado e lnterpretodo per H.
RIX: "Zur V~rbl'e••ung und Quono1ogie einiger keltischer Ortsnamentypenu, en Fest-
schrift für Peter Goessler (TUblnger Beitriige rur Vor- und Fr0hge5chicnle), Stutt¡;¡ort
1954, pógs. 102- 101.
(17) A TOVAR, op, ci 1, noto 3, pógs, 10-15; vSe también los mapos citados en
lo nota 11 .
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176 -
[page-n-177]
AREAS LINGOISTICAS PRE-ROMANAS
13
cuanto al resto de la Penínsul a, carecemos de Ind icios de igual valor que
nos permitan afirmar o negar la e xistencia de una unidad longuisto
ca
Como las onscnpcoones prerromanas, demasiado dispersas fuera del roncón
celtibérico, no nos prueban nada, el elemento -briga queda .lisiado, y,
como elemento puramente topot'lomástoco, puede deber su larga extensoón
tanto a motivos políticos como a causas longüisticas en sentido estricto.
Hemos de recurror, por eso, a los únicos testomonios de que dosponemos
en abundancia en el Norte y en e l Oeste los nombres de personas que
;~parecen en cantidad y varoedad excepcionales en las inscdpciones latinas
de dichas regiones.
Los mapas 5, 6 y 7 señalan la dostribucoón de algunos antropón imos,
a los que podrfamos añador muchos más igualmente típicos ( 18) Espero
que sean suficoentes para probar la exostencoa de una considerable uniformodad, que abarca el territorio celtibérico, la Lusitania y todo el Norte
penonsular, o sea, un territorio que coincide casi perfectamente con el
área de los topónimos en -briga. Además, muchos de los antropónomos
utilizados pueden fácilmente a tribuorse a una lengua indoeuropea, encon
trándose a veces correspondencias, más o menos estrechas, con el mundo
céltico antiguo fuera de España ( 19). Acusan, pues, el mismo aspecto «cel
toode» que ya hemos hecho notar en los textos epigráficos y en la toponi
mia de la parte no-ibérica de la Península Así, los nombres de personas
nos proporcoonan el argumento adicional que hemos deseado al lado de los
topónimos en - briga en efecto, los antropónimos confirman la unoformi·
dad indicada por los topón o
mos, modifocándola solamente en algunos ras
gos que nos hacen suponer una subdivisión dialectal (20)
1181 Pueden verse m6s de•alles en el oraba¡a mencionado en la nota 10, odemós, estoy compon,endo unos mopos en los que. $e muestre lo distribución de uno serie dé onltO·
~ntmos tipicos: de lo ESPOño prerromono, poro ser publ1codos en un ltbro que apare-..
Céró el oño pf'óxlmo en Mocfrid
Algunos mapas muy ú!lles presenta lo tesos dacoorol de J. RUBIO ALIJA. "E>POIIoles
por los e<>monas del I"'P('no romano. Estudoas op
v Reburt~nus". Cuadernos de Hostario de España, Buenos Aires, 1959 y algunas m6s con-
tendro el hbta de Mario Lourdes Albertos sobre lo ontroponomoo de lo BettC'O y lo pravoncio
Citer•ot, ''Es.1ud•o sobre lo onomól1ic.o personal pr•m•l•vo de lo península tbcr•co" Aorodetco al Pfr. To•or el haberme focihtoda el monuscr.to de osre lobro.
(19) MU<:OO$ correspondenco mÓ$ o menos seguros, se encuentmn en U. SCHMOLL.
as,
op. en. noto 8, en un articulo de K. H SCHMIOT: "Die Komposihon In golllschen Persanennomen", en Zoltschrlh IUr Celtische Phllalagle, tomo 26, 1957, págs, 33-301, y en
un libro de fu ndamental omportoncoo de M. PALOMAR LAPESA: " Lo onom6stico pers.onol
pre-lolina en lo onllguo Lusllonlo". Theses et Soudio Phllolaglco Solmon ticensoo, X, Solomanco, 1957.
VCose, tamblen, dol m1\mo autor: ••Antropon1m1o prerromono", Enc•cloped1o LmoUis..
IICa Hispánica, 5, Madrid, 1950, págs. 347-381
120) Creo que se pueden distinguir cuatro áreas de ontroponimoo que, oproxomadamente, co..-respondet"ón o 6ttoS de d•ofectos; 1) lo Lvs•ton•o antiguo~ solvo el •xtremo sur~té, 2) lo Gafic•o anllgua, 3) la Celtibc!rlo, incluyendo en ella los octuoles prOYoncios
de Burgos, Segoyio, So
en noto 18 y en el orticvlo citada en noto 10.
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MAPA 3 TopónimO$ compuestos co.n -brfra
1. Ardóbriga (La Coruña ¿o el Ferrol?).
2. Callibrip (Valdcorns Orensc).
3. Avóbnga (¿cera de lo cmbocoldura del rlo
A~?).
4. Langóbri¡a (cc.rea de Espinho).
5. TalJ!briga (al oone de Coimbrtl).
6. Ca
7. Mi!óbriga (Ciudnd Rodrl¡o).
8. Conlmbriga (Condelxa-o-Velha).
9. lerábriga (ccrcn de Alcnqucr).
10. Caetóbriga (Sctúbal).
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12.
M:u:x:óbrip (Lagos).
24.
lulióbri¡a (Rdnosa).
13
14.
Nenóbri¡¡• (Frejeoal de la Sierra).
Miróbn¡a (Capilla).
2S.
Flavióbriga (cerca de B•lbao}.
26.
15.
16.
Montóbri¡a (entre Portalegre y Esrremcn)..
Tonaóbrip (¿Bro:cu/Oicucs?).
Ocobrí¡ula (cera~ de Bur¡os).
27.
Dcóbril!ll (¿Mtraoda del Ebro?).
28.
Ausustóbri¡a (Muro de Aareda).
29.
Areóbrip (¿ Monreal de Arita o Arcos de
m
Jalón?).
30.
• Munóbrigo (Mun~bre¡a).
31.
Nertóbrip (cerca de Rlcln-Calatortlo).
32.
• Seaóbriga (Seaorbe).
17.
Meróbriga
(Santiago-do-~).
Auawtóbnga (Tolavcm la Vieja).
18. Coe$11Óbrlgu (Talavera de la Reina).
19. Alpóbriga (Aipu~br 20. Seaobrign (Cabeza del Griego).
21. Amallóbrlga (¿cercs de Tordeslllas?).
22 Lneóbriga (Carri6n de los Condes).
23. O.S$Óbtiga (
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Pontiu~,Pen~OV1U6,
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Fln~amu~,P1nt.OVlUti
P1nta1us et.c
Ta lavus, hlocus
Tong•t.lmue, Ton~1us
etc.
MAPAS S, 6 y 1 Anltop6rumo• pruromanru atestiguados por irucnpcíona blinu.
No he ~pctido aqul los leyendas que acompañan los mapas en lo versión alemana • loa
da~ de una (orma ~visada y mb cnmpkta m el libro • •parecer, mrocionado en 11
no111 18.
La Unca tnturumpida que opo~ee en los mapas S-10. es lo [rontera cnt~ tlt-, ilu· l' -bn~o
del mapa 4.
....
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18
UNTERMAN
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184
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MAPA 8: Topónimos con - ippo y -uba.
Saepo (O.:besa de In Pantasla, al oeste de
Cortes de la Frontera).
l. Colippo (Lelria).
2. Olisippo (Lisboa).
10.
3. Ossoooba (Faro).
Onubo (Huelw).
11. Ac:inipo {Ronda la Vieja).
12. Salduba (al none de Gíbraltar).
13. Maenoba (VeJez Müap).
14. Venripo (Vado Garda, c:cn:a de Cosaricbe).
4.
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.,.
5. Orippo (enea de Caria, SO\•ill•).
S.sillppo (El Aralul, al oeste de Marcbem).
15. Ostippo {futcpa).
1. Coooba (¿ccn:a de Lchnja ?),
16.
Iponuba (é«rta de Baroa?),
S. Baesippo (BMbore, al sur de Vcjcr de Lo
17.
Onuba (al
6.
ts~e
de Córdoba).
Frontera).
9.
18. Corduba (Córdoba).
l.nclppo (Alechlpe),
19. Salduba (Zora¡O>:o).
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22
J UNTERMAN
Ahora bien, los romanos cuando llegaron a la Península se encon1raron ante estas dos grandes áreas longuisticas, una no Indoeuropea a lo largo de lü costa del Mediterráneo y o tra indoeuropeü en la meseta, en el
Oeste y en el Norte. Sin embargo, vanos ind1c1os nos hacen sospechar
que to~l estado de cosas no era muy antiguo. Hemos antes mencionado el
prob:ema plan~eado por las inscropciones de Villastar. Tamb1én hemos necho notar la 1ncongruencia de las áreas de lenguas y de topón1mos en este
mismo pun1o entre Teruel y Sagunto. Además, vemos en el mapa 7 que el
nombre de persona Ambalus, muy comente en la meseta, aparece también
en los a lrededores de Sagun to, en ciudades por lo dem.ls puramente ibe
ricas. Añadamos a"ora e l nombre del río Pal.:ncla !2 1) Este nombre forma parte de un grupo de hidrón~mos y nombres de ciudades carac1enzados por e1 fmal -antia, llm1tados en la Penmsula, cas• exclusiVamente, a
la cuenca del rio Duero (22), donde nuestro Palancía encuentra su anáiogo
en el nombre de la ciudad de P.1llantia, la Palenc•a actual. Una ülttma ob·
servac16n. En las acuñaciones de Sagunto aparece, en plena época romana, el nombre piulakos (Biu!acus), de evidente procedencia Indoeuropea,
que queda aislado entre los antropónimos ibéricos atestiguados en Sagunto por monedas y lápidas. Si es lícito poner todos estos fenómenos en co
rrelaclón, podemos decir que, en el curso del siglo 11 a de C., o un poco
mas tilrde, lo~ celtíberos avanzaron desde la meseta hacia el Mediterráneo,
desaloíando la población íbéroca de la zona de Villastar y llama,.,do al río,
a lo largo de! cual se desplazaban, y a la ciudad que quizá marcó el punto
final de su marcha, con nombres •ndoeuropeos que habían traído del país
de donde procedían Palantia y S~gobriga. Algunos 1nd1viduos de entre
las gentes que realizaron este mov•miento, llegarían hasta los mismos centros lbtiricos de la z.ona cos terJ, donde los reconocemos por sus nombres
Ambatus, y Biulacus.
Para estudiar otra situación semejante, hay que volver otra vez a lo:;
topón1mos Es cierto que ili-, ilu- es el elemento más d1fundido de la toponimia ibérica, pero junto a él hay otras formas no menos típicas, algunas
121) El nombro del río que se llamo durante lo Edad Medio "rio de Segorbe" fue resuc:•todo por eruditO recon$tfucci6n en lo Edad Moderno; poro nuestros deducciones, no
Importa 11 el onllguo ''Palonfia'' t1t el octuol Poloncio o, como creo Tovar, el MijoresJ situado un poco mós o l Norte. Tctmbl;n hov opíniones que cret:n trotors.e del rro Turio qu~
desemboco on Voter>c:•o.
(22) A. TOVAR ... Los invos•ones •ndoeuropeas, problema esrro11gróhco", en ~hyrv$,
VIII, Solomor>eo, 1957, p69". TI-83; y "Topónómos con -ni- en Htspanto y el nombre de
Solomoi'Co". en Ctnqut~ Conorés lnternollonol de Toponyrn•e el d'Anrhropanym•e, So!omonco. t2-l5 Avril 1955, Atles el Mbno~tet, Sotomcn<:o, 1958. vol. 11, póg;. 95-116.
Sobr~ lo otttbucton lin_gu1$IICO de los h1dr6nimos en .. otttio, véow H. KRAHE. *'Sproche und VorzM", Heidelberg, 1954, !>iJos 48-63.
186 -
[page-n-187]
AREAS LINGOISTICAS PRE-ROMANAS
de las cuales (las con suftjos ·ippo, -ub3, ·igi, - ucci y -urgí) las hemos
recog1do en los mapas 8 y 9. En ellos se confirma, una vez. más, la unifor·
midad del área lbértca (23) y, al mismo tiempo, nos muestra una consi·
derable discrepancia con lo Gue hemos visto en los mapas 2 y 4 : los topó·
nomos de los mapas 8 y 9 avanzan mucho más hac•a el Norte que los otros
testimonios obérico., es decir, en la Lusitania meridional y occidental, atra·
v•esan la frontera del área de los topón1mos mdo2uropeos en -b riga. Tam·
btén nos planteiln el problema de si los pueblos que hablaban un dialecto
no o
ndoeuropeo habían penetrado en una región ocupada por pueblos de
habla 1ndoeuropea, o si, por el contrario, representa una pérdida de dominio 1bérico frente a mvasores europeos Aquí, un pasaje de Plinio en su
<
•Historia Naturalist (3, 13) nos ofrece u,, dato. tratando de la geografía
de la Baetica septentnonal, de la llamada Baetur~a, al mencio'lar una tnbu
de Celtici, d1ce Ce~ticos a Celtiberis ex Lusita.,ia advenisse manifestum
cst sacris lingua opp;dorum vocabulis, ouae cognominibus in Baetica dis·
tinguntur, «SOrl dist1nguodos', quiere decir, de los nombres idéntocos que
llevan otras C1udades más al Norte. De hecho, la mayoría de los nombres
en -briga encontrados dentro del área de los topónimos ibéncos reunidos
en los mapas 8 y 9, se encuentran también en otras partes de la Península una Llccobriga hay tambien en Castilla la Vie¡a, Merobriga y Mlrob ri·
ga encuentra •u análogo en Mirob·iga = Ciudad Ro:hgo, Tongob·iga se
llama una c1udad de la Lus1tania mer;dional y tambié'l otras de los Braca·
ro; en Galicia y de lo; Tu·rr.oges cerca de Bu·gos, A•cobriga y Nertobriga
los encontramos en el extremo Sudoeste y en el valle del Jalón, en plena
Celtiberia. Con esto podemos confirmar el tercero de los argumentos que
aduce Pl1nio para probar la procedencia de lo; Celticos: lo; opp:dorum
vo:ab11la muestran estrechas relaciones con el Norte de la Península En
otras palabras, la topon1mia indoeuropea del extremo Sudoe;te es una to·
ponimia de colonizadores, introducida por nuevos habitantes que, como
también ocurre en los tiempos modernos, suelen transplantar los nombres
de su patri3 a lo; paoses ocupados y colO'IIzado:; Además, Plinoo nos en·
seña que, aquellos colonizadores se llam.1ban Celticos y aue estab.Jn en
alguna relación con los Celtibero,;. a Celflberis. Esto nos pued pues, por lo demás, las fuentes no dicen nada de Celtiberos en el Sur. Pero,
l23) Es vetdod que lcdovio no conocemos lo ltnouo dt' los lnserii)CiOr.et de Puente Gentl, A!co!ó del RiO y Alo;~; SCHMOLl, et'l op. Cit . nota 3, parece con\VI'It•do de qu!!
nos ~n..~uomos fr~nte a uno lens;ua enteromentf! nurvo y o~Siodo, peoro Jos. pocos comp!e;os l~·bres hcHro choto no permiten, o m1 parecer, dar uno conclu1ión def•n•trvo A
JU.tgor po~ lo teporumao puesto de reheve etl n~tros mapas 8 y 9, podemos suponer- que
toles iNCtipc:lones rombu}n rcwhorón, cuondo algún día lleguemos a loObcr mci$ sobrr
t!Hos. que conttenen un dialecto mós o menos próx1mo de lo lengua ibénco tOnoctdO
-
187 -
[page-n-188]
J. UNTERMAN
·~·
-
188 -
[page-n-189]
MAPA 9· TopOnlmos con -1~:1. -ucci, -ur!rl.
l.
TabUCCI (al «te de Sanwc:m).
12.
2.
Aruc:ci {mt"' Arochc y Moura).
13. C.ntigi {Espduy\
3.
Arua:i (h>cia Zalama de la Serena).
14. Acuucci (al surwe de jaá>).
4
Lacimur¡t (entre Navalvallar del Pelo y
Puebl.t de Alcoc:u/Badajot).
....
...
"'
S.
hucci {¿Tetad•. cerca de Patuna del Campo?).
6. Olonrigi (¿Gibraleón/Huclva ?).
ünu¡p (Los Villar<., al este de Andui•r'
IS. Aura:i (Jaén).
16.
Ossigi (Maquiz. c
17. &e>uc:ci (Vi1ches) .
18. llorci (vótse Phn. n. h. 3, 9).
7.
8.
lptu Aotl¡r (E<:iia).
19. Turugi o Tuaruca (Gotera, •1 sur de Huc$Cll).
9.
So~nti¡¡i (haCID
20. llorcí (Lorca).
Alcaudcro, cuca de Mar-
tos).
21.
Saltigi (Chinchilla de Mome Arngón).
10. lliturglcola (cerca de Pnc¡¡o).
22. llrci (Elche).
11.
~
~
r-
~
e
~
n
~
~
i
23. llorci• (c de Tudcla).
llitur¡ci (cerca de Andójar).
....
VI
[page-n-190]
26
J UNTERMAN
a este respecto, examinemos el mapa 10 indicamos mediante triángulos
los lugares donde se han localizado antropóni mos con el elemento seg-,
como Segovesus, Segiu3, Segilus y, más frecuente, Segontius. Los cuadrados representan ciudades cuyos nombres empiezan con el mismo e lemento, como Segontia, Segovia, etc Los topónimos están mas dispersos, aunque aparecen con una densidad particular dentro del á rea de los nombres
de personas, o sea en la Celtiberia. Es verosímil, pues, que la Celtiberia
fuese la región en la que se hablaba la lengua que ha ocasionado los nombres con el elemento seg-. Fuera de ella, los topónimos con tal elemento
se encuentran solamente en aquellos lugares en los que ya hemos creído
ver sintomas de 1nvasiones mdoeuropeas en territorios 1béricos: encontra
mas una Segida en la Baeturla, Segida y Segovia en Andalucia meridional
(24). y además, SegoJ,riga
Segorbe, cerca de Sagunto. Estos tres nombres, Segobriga, Segovia y Segida, vuelven a aparecer en la propia Celtiberia, por lo que aquellos son tamb1én topónimos transplantados por colonizadores (25). ¿Podemos aducir estos nombres como indkio de que el
país de los celtíberos fue el punto de partida más importante de los mov•m•entos que tban a cambiar el aspecto lingüístico de la Península en los
úli'imo; momentos anteriores a la romanización? La frase de Plinio Celticos a Celtiberis ex Lusitania advenisse, encontrarla entonces una segunda
confirmación . bien que a Celtiberis deba entenderse en un sentido geográfico <~desde el país de los celtíberos)>, bien que consideremos que Plinio quiso decir que los Celtfcos eran una tribu de los celtiberos, los topón•mos apoyan de forma muy eficaz la noticia de dicho autor clásico de
que la expansión de los Celtlcos tiene algo que ver con los celtiberos. Por
eso, quizás nos atrevamos a preguntar si los movimientos mencionados
por Plinio, y confirmados por los topónimos, son aquellos mismos aconte-
=
(l>t \ · Por de pronto, hay que prescindir de una dudad, sltuado qUizá no lejos de Códlz, llamado Saguntia por Ptolotneo y otros y Scguntio por Uvio, Pt.cde ~ormor - arte del
p
~traro l.ngüíst1co ol que pertenece d nombro de Sogunto, e:s decir, o '-'n estrato pre-inQo ..
eurOpeO.
(251 Quedo en sus~nso la alrlbucoón dol nombre de Scgiso, cJudod de los Basteto- · y de Segío de los Vascones (lo oc:wol Egea de los Caballeros), ambos son onalogios
en lo propio Ccltlbc:rio. En cuanto o Scgio, el célebre bronce de A.$~H nos. dice- que sus
h~b•tontes
llevaban nombres pvromente ibéricos, además, en los monedas, ol nombre de
mientros sckoiso, sckisonos ( = Segisomo?), Sek.o...
pirlkco (= Sogobrigo) y sckotiGJ (= Scgontia), MlléSirOn uno M (son). No puedo pottlc•por en lo Oi'tntón corr,cnte dt:! que ol fettero monetol sekoiso SeQ Idéntico o J ror'mO
o
Scgiso de Ptolomco jyéose M. LEJEUNE, op. eh. oota 8, p6g. 44, con dudo•, y U.
SCHMOLL. op. cit. en lo mismo nota. póg. 40, no1a 1); lo discrepancia fonético no se exSegio l!fnpi.ezo PQr uno &lgmo,
p!•cQ b1en Ya odemós, no es verosimil que las monedos de tekoiso procedan de lo Bosteto ..
lo f,Of110fonio de lo primero .shoba de Seg1o y Segis~ con
fa de los top~nimos ccl Ubéri.cos (Se-gontiot cte.) seo c.osunl.
n1o. No es, pul!s. imposibll! que
-
190-
[page-n-191]
AREAS LINGOISiiCAS PRE-ROMANAS
21
1
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o
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o o e:
... a .o
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191 -
R
~
....
[page-n-192]
28
J. UNTERMAN
cimiento; que han penetrado en el campo de la n istoria bajo el nombre
de «guerras lusitanas», del siglo 11 antes de nuestra Era.
Mucho menos se sabe sobre lo que pudo ocurrir en la región saguntina para llevar hasta la zona costera los nombres de Segorbe y Pa lancia. No
es más que una conjetura pensar en la posibi lidad de unas expansiones
provocadas por la calda de Sagunto al principio de la segunda guerra púnica : qu1 los pueblos de las montañas vecinas aprovecharían la ocasión
zá
y rellenarfan e l vacío producido por la catástrofe del año 218 a. d e C. estableciéndose entre la población de los alrededores fértiles de la ciudad.
En todo caso, aqul, como en la Baeturia, un topónimo con el elemento segmarca la expansión de tribus indoeuropeas. Quizá también nos sea licito
recurrir a una etimologfa que se nos impone para aquel elemento seg- :
Puede proceder de la misma raíz que e l galo Sego- y el alemán Sieg, con
lo que podríamos traducir Segontia por «la vencedora» y Segobriga por
<(monte de la victoria».
• ••
Son muy pocas las perspectivas que hemos logrado abrir sobre la historia de las lenguas prerromanas de la Península. Nos damos cuenta una
vez más de los muchos problemas que quedan p lanteados y de las posibilidades de solución mediante las fuentes, tan ricas, pero a veces tan oscuras y dif!ciles de interpretar. Con este trabajo no hemos querido más que
presentar un modesto ensayo de discusión sobre los caminos metódicos
que pueden conducimos a nuevas informaciones sobre la emocionante historia de la España prerromana.
-192-
[page-n-193]
JÜRCEN UNTERMAN
Estudio sobre las áreas lingüísticas
pre·romanas de la peninsula Ibérica
La redaccoón de este ensayo es consecuencoa de las difocultades me·
todológicas ante las que no; enlrentamos a causa de la natural:na de las
fuentes de que disponemos para el estudio de las lenguas prerromanas
de la Península Hispánica ( 11
Una vez establecodos los fundamentos para la investigaco6n filológi·
ca, gracoas al ongenooso descoframiento de la escrotura ibérica por don
Manuel G6mez Moreno, el afán de los investigadores se ha concentrado,
casi exclu.;ovamente, en la búsqueda del sentodo de los textos descifra·
dos, Intentando encontrar su significado boen mediante conclusiones ex·
traídas de los propoos textos, boen por el metodo de la filologia compa ·
rada, recurriendo para ello a elementos semejantes o idénticos de otras
lenguas El hecho, probado, de que un consoderable número de textos on·
digenas contengan una lengua ondoeuropea, ha reforzado el predommio
del método comparativo en el estudio de la nuestra
Hoy dia es oponión corroente, considerar completamente justoficada la
aplicación de los métodos y conclusiones logrados por la coencoa longuisti·
111 El J'f~le oroba1o eo un resumen de la loccoón onougurol P
fue publ•coda por lo caso edlloro Oooo HO
llono he po ocurodo poner ol dio los ellos bibliográficos y elunonor en poro e los oxplicociones preliminares. úHie a modTflcor lo• lineas fundom"nlole$ expuesta. en 1960. Uno versión en portuguél Oloulodo "A reos e movimenf«> lrngufs.ticos oc Hlspón•o pré-romono", deb•do o Mor•o Cordozo, .., publ>eó tn lo "Revosto de Guomoroes", núm. 1-2, vol. lXXIl, 1962, pógs. 5-41
Uno res,enc que aporto notas criucos muy considerables v odictones VOhOSO$, 1.~ debe
a Mono lourdn 1\lbertos, en Z~rus 12, Solomonco, 1961
Agrodezco o lo coso eduoro Horrossowltz lo outorizoctOn pero publ•cor
165-
nt•
reium~
[page-n-166]
2
J UNTERM¡O,N
ca europea stn reparar en los problemas planteados por los texlos paleo·
hispánicos Aplicando tales métodos, durante los últimos decenios, un
buen numero de palabras y elementos menores se han 1dentificado como
vascuence, cél tico, ilírico, berebere, ligur o de otros idiomas menos cono·
ciclos. Ahora b1en, examinando más de cerca tales resultados, se comprue·
ba que esos vestigios de tan variadas lenguas casi nunca se agrupan en
áreas b1en delimitadas que pudieran corresponder a aquellas en que vivlan
los pueblos que las hablaban, sino que, por el contrario, los testimonios
identificados parecen cubrir toda la península, formando como un mosai·
co abigarrado de fenómenos incoherentes que, en consecuencia, no vienen
a representar más que un inventario de los idiomas que en ella se habla·
ron
Pero si queremos utilizar los datos lingúísticos para la h1stona gene·
ral de las lenguas y de los pueblos, necesitamos algo más que un simple
inventario hace falta atribuir determ1nadas lenguas a ciertas .ireas, pre·
cisando, además, la época en que tal a tribución es válida, hemos de bus·
car unidades bien definidas, en el tiempo y en el espacio, caracterizadas
por una lengua común. Una vez logradas ta les unidades, que Jiv1dian la
Penlnsula en áreas lingüísticas, ¡ntentaremos reunir todos los elementos
encontrados dentro de cada área, como representativos de cada una de
ellas, logrando asl alcanzar una cierta impresión del carácter lingüístico
de la Península. Sólo después de conseguido esto nos será Hci t.:> proceder
a 1nquirir cuáles fueron las lenguas de cada área y en qué med1da ofrecen
semejanzas con otras, testimoniadas dentro o fuera de España Si se ami·
ten estas prem1sas, se corre el nesgo de cometer una petitio principil,
buscando rasgos en lenguas extrunjeras antes de comprobar si éstos no
se explicarian mejor considerándolos miembros del conjunto cronológico·
geográfico en el que se encuentran.
Claro está que el método comparativo no sirve para realizar un estu·
dio como el esbozado más arriba Hay que encontrar otros caminos que
nos conduzcan, de una forma mas segura y dfrecta, a reconocdr áreas y
fron terus en los testimon ios dispersos de las lenguas prerromanas hispá·
nicas, e mdagar las tendencias según las cuales d1chas áreas iba., a modificarse en el transcurso del tiempo.
A primera vista, las fuentes no prometen mucho éxito en la consecu·
ción de nuestras Intenciones. Deberíamos disponer, por lo menos, de tes·
timonios de dos épocas diferentes, y lo suficientemente abundantes para
que se extend1eran con bastante densidad por toda el área penmsular, y,
con todo ello, podríamos fácilmente trazar unos mapas en los que saltara
fácilmente a la vista la repartición lingüística y las tendencias de su des·
arrollo histórico. Pero, en realidad, las fuentes de que disponemos están,
tanto geográfica como cronológicamente, distribu1das de una manera muy
-
IGG-
[page-n-167]
1
AREAS LINGÜISTICAS PRE-ROMANAS
3
poco favorable a nuestra finalidad · Testimonios directos, es decir, inscripciones en idiomas indígenas, solamente nos proporcionan información de
un tercio del país; en el Norte peninsular talla por completo y en el Occidente son tan raras que, por ellas solas, nunca podrían proporcionarnos
una fiel idea de sus lenguas. Además, y prescindiendo de algunas pocas
y esporádicas excepciones, todos los textos pertenecen a una sola época.
los dos o tres últimos siglos ah tes de J. C. (2). En cambio conocemos topónimos procedentes de lenguas indígenas y que están atestiguados por
los autores clásicos, con una intensidad poco más o menos 1gual, en toda
la Península. Su inconveniente está en q~,¡e carecemos de datos cronológicos para ellos, pues la mayor parte de los nombres geograficos los conocemos a través de dichos autores que son ya de una época en que la toponomástica indígena estaba ya congelada a consecuencia de la integración
de la Península en el mundo romano.
Inconvenientes semejantes impiden la utili2.ación de los nombres de
personas. Esto; nombres se conocen, en primer lugar, por inscripciones
latinas que se encuentran sobre monumentos funerarios o votivos, pero
procedentes de una época en la cual los pueblos hispánicos habían ya perdido sus lenguas propias, aun cuando todavía conservaban sus antiguas
tradiciones onomásticas. Encontramos, pues, en estas fuentes rasgos que
pertenecen solamente a la ú ltima fase de la antroponimoa mdígena antes
de la romanización. Aparte de que, en la Penfnsu la, la antroponimia pre·
rromana como testimonio lingüístico se nos ofrece muy restringoda en el
sentido geográfico, pues solamente del Norte y de Occidente poseemos
nombres ondigenas en número y densodad suficiente para realizar un estudio como el que intentamos.
Ahora bien, toda esta clase de testimonios nos dan únocamente una
respuesta parcial a nuestros interrog'lntes, por lo que no podemos hacer
otra cosa que ver sr las ideas fragmentarlas que obtenernos del estudio
12) Lo bese mós lmpoHonte poro lo 'ronologlo, son los monedas con leyendo> ibE·
ricos. Sobre lo fecho (siglo 111 o. de C.! de lO$ ocuf\ocíones más antiguos, véase J. V.
AMOROS BARRA; "Algunos consldetoclones complemento nos de lo numtSm&llco
y SS. y
A. M. de GVADAN ; "Los leyend"" Ibéricos en los dracmas de lmltoei6n emporitono",
Madrod, 1956, pógs. 61-67. lndudcblcmer)tc onteroores son sólo los plomos esc~ttOS en
otfobeta griego de "lo Serreta" de Alcoy y de "El Cigorrolejo" de Mula. No estoy de
acuerdo con Tovar r-especto o lo fecho m.uy r'emoto que atribuye o los monumentos. me ..
rod•onoles (plomo de Godcr e ,nscrlpctone• "tonestcos" de Alcol6 dnl Rfo y de Algorve).
A m1 modo de ver carecemos. do tndo 1ndldo t.Obr~ lo cronofogio d~ 1o!i texros de Algorve;
respecto al plomo de Godor, muesuo un ltpo de
~rituro
muy evolucionado y que es
análogo aJ d.e 1~ mont!dos de Obulco, por lo q:ui!, no pudiendo $ar estos rnuy ontenore¡,
o lo romani%od0n, e-l p!omo debe atribuirse aproximadamente- a la ml.sma época.
-
167 -
[page-n-168]
J lJNTERMAN
aislado de las fuentes, nos permiten unirlas dentro de una idea general
sobre los acontecimientos de la historia de las lenguas hispanocas antiguas.
• • •
Comenz.aremos por los testimonios más directos: las inscripciones en
lenguas indígenas. Como ya es sabido, se nos han transmirído en cinco escrituras distintas, dos de las cuales, las Inscripciones procedentes de la
provincia portuguesa de Algarve (3) y las leyendas monetales llamadas
liboo-fenocoas que pertenecen a cierras ciudades del norte del Estrecho (4),
son aún casi ininteligibles. Quedan los textos en letra latina, griega e ibénca (5) que podemos leer (aunque, en general, no entender) y, por eso,
utilizarlos para nuestras deducciones lingüísticas.
El mapa 1 muestra la distribución de los hallaz.gos epográficos en lengua prerromana, a los que se han añadido las ciudades local izadas con suficiente seguridad en las que se han acuñado monedas con letreros ibéricos. SI prescindimos de los textos indescifrables del extremo S. O y de
los hallaz.gos dispersos de la Lusitania, queda un area destacada por una
densodad de hallazgos muy superior a la del resto de la Península.
Esta área forma un triángulo limitado aproximadamente por los Píri·
neos y las Corbiéres, por el Mediterráneo desde Enserune a la cuenca del
Segura, y por una linea que se extiende desde aquí al a lto Ebro. Las ins-
l3l lo¡ conjeturas sobre el coróctcr de esro e!Kt'ltura propu~ra-s hasta ahora (v. por
e(emplo A. TOVAR, "Lenguas p •erromonos de Jo Peoir¡sulo Ibérico A. l.eng1,1oS no indoeuropeas. 1 TestímonTos onti~uos", en Encfclopedlo LingWsllca Hl$pónlca, tomo 1, Madrid, 1960, póg. 8), han quedado onllcuodos por un reclent~ o
rol;>ojo de U. SCHMOLL
"Die $üdluslton1s.chen tniehriften". Wiesbcde.n, 1961, en el que e' outor evidenc1o que
no .., troto de una escritura olfobéllca (como 01>lno por ejemplo Tovor), sino del mismo
s1
stemo miKto que corocteriz·o los escrituros fbéticos del Este de la Península. Hay Que
añadir o los lnscripeloncs de Algorve lo gran Inscripción de Alc<>lá del Río (E. HUBNER;
"Monumento Longuo<> li:M>rícoe", Berlín, 1893, póg>. 188-190, num. LXI) y uno en piedra
procedente de Puer>te Genll (M. ROORIGUEZ DE BERLANGA; en Revista de Archivos,
Boblíoteco• y Museos, 3.• ópoco, vol. 1, Madrid, 189'1, pág. '181).
Coso al mismo liernpo del IJbro de SCHMOLL mencionado, ha aparecido un oraba¡a
de M1 GOMEZ MORENO: "Lo escrituf'o ~óstulo·turdotono (primitivo hispéinico)'', Revis-to
de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXIX, 2, 1961, pág. 879 y$$. que liego o resulrcdos
muy parecido~ o los de Sehmoll sobre e l cotáetet de lo escrituto del Algorvc_.
1-1) En•ovo• de desclfromlenoo 011 E ZYHLARZ: "Die unbokannto Sckrlfl der ontlken SUd~men", en Ze1tschríft det deutsche11 morgenlti,dischen Ge.scllschoh, nueva serie, tomo XII. 1/2, Lelp~lg, 1933, p6Qs. 50-67, y A. BELTRAN MARTINEZ: "El a lfabeto monetol llomodo liblo-fénic::e", en Numismo, ano IV, núm. 13, Madrid, 1954, páginas
49-63.
(5) Como "obertco" desogno todos los voroontes do escroruro de topo sHóboco-allabettco que aparecen entre Obu.Jco y Costulo ~n un exrrl!n'IO y En$éru.ne en ctl otro. Sobemos
que estos escrituf'OS se dividen en dos grupos: uno muy ur,iforme y bien restlmonlodo al
Este y Norte y otro, mós disperso y vonodo, que se e~Hende desde lo reg1ón de Albo<:et~
tlocla el Sur. Es1e último grUpo se conoce bajo lo desconcertante etlouc:to de "tort-éslco",
peor es aún ro denominación de "turdetano' que empleemos en lo ver&ión ofemona de
este orticuiQJ por lo que hoy prefiero denom,norlo, siguiendo o Tovor, "ib~r1co mcndfo...
nal'' o simplemente "meridionol" .
168
[page-n-169]
MEAS LINGOISTICAS PRE ROMANAS
5
cripciones que llenan este triángulo son casi en su to talidad en letras ibéricas, nay unas pocas en letras griegas en el Sudeste, y otras, que solamente se encuentran en la Meseta, en letras latinas. Ya hemos dicho que
desconocemos casi por completo el sentido de estos textos, pero el hecho
de que podamos determ1nar aprOximadamente el valor fonético de los signos ibéricos, nos capacita para hacer constar determinados rasgos, muy importantes, de la estructura de las lenguas conservadas en nuestras inscrip·
ciones. Hoy sabemos que los textos nos han lransimltido dos lenguas total mente distintas (6) · una lengua no Indoeuropea, convencionalmente llamada «ibérica>>, en toda la zona cos tera (7) y otra indoeuropea en las cuencas del río Ja lón y del a lto Duero, que suele ser llamada «ce ltibérica », por
coin.cidir su territorio con e l que los autores antiguos atribuyen a las tri·
bus celtiberas (8), además hay unos pocos elementos que parecen acercar
16) La publicación fundamental que abri6 el comino a un mejor entendimoenta de
fa formación llngüi!.tlco de lo Hisponlo antlguot rompiendo t!l dogma humboldtlono d~ lo
unodod lmguishco penonsulor, fue el ortieulo de M. GOMEZ MORENO: "Sobre los iberos:
El bronce de A><;ofl", en Harnenofe o Menénde~ Pldol, tomo 111 Madrid, 1925, p6gino•
-475 y ss. (
en M•scclóncos, Historio·Arte·Ar'qu.eologio Primero serie: la AnligUedod.
Modcid, 1949, pogs. 23 3-156)
(7 ) Importantes trabalas 50bre la estruetura de los lenguas Ibéricas, """'
M. GOMEZ MORENO, ob. ~lt. en lo nolo antenor, pógs. 242-256, y "La escroturo
4
1lnrica v s u lenguo,e'1 1 en Misceláneos,~ Prirnero porte, '•Lo Antigüedad", págs.. 278-281
G BAHR: "Bosklsch und lborisch" , seporatq del vol. 11 de la revisto EU!ko-Jokln~o,
Boyono, 19~8.
P. BELTRAN VILLAGRASA: "los textos Ibéricos de Lona. Intento de ,nlerpreloelón
dt: algl.lí>os de ellos'', en ReviSIO Volenelol'o de Filología, 111, Vol•ncio, 1953, p6g•. 37-186
J. CARO BAROJA' "Lo escri turo on lo Espona pre
vol. 111 , Etnologla de los o
lhor und lltu Ir> dor hisponischen Nomengebwg", Die Sprc.che, 6, Viena, 1960, págs. 46-55.
A. TOVAR, Op. cíl noto 3, pág$. 5-26
18) Los síntesis más recientes:
A. TOVAR: "Estudfos sobre las primitivas lenguas hispánicas", Buenos AJtes, 1949
pogs. 21-60 ("Los ¡nKrlpcoones Ibéricos y la lcr>guo de los celtiberos", Bolerin de lo R<10l
Academia ESPQñola, tomo XXV, Madr~d, 1946, p6gs. 7 -38) y págS. 168-183 ("EJ bronce
de l1nogo y los téseras de hospitalidad latinos y c~ltlbérlcos", Emérito~ tomo XVI, Ma ...
dród, 1~48, pógs. 75-91 ).
M. LEJEUNE: "C.,IItbérico" , Acto Solmant1ceruio, Snric de Filosofía y Letras, VIl, número 4, Solo moneo, ) 955.
U. SCHMOU: "o,e Sproc;hero der vorkelt•scllcn lndogermanen H•sponiens und dos
Kehlberiscke", Wiesboden, 1959.
A. TOVAR: ''Lenguas prerromonos de (a Peninsufo Ibérico. B. Lenguas indoeuropeos.
1. Tes•lmonios antiguos", en
p~s.
Ent~clopedlo
Longlííst1co Hispón,co, tomo 1, Madrid, 1960,
101-126,
Lo mtsmg lenguo celtlbfnto está ote.stiguodo tomblén por uno in-scripción procedenlc
de lbl~ (M. GOMEZ MORENO: "Suplemento de eplgrolio lbenco", en Moscelóneos, Pnmero porte: Lo Antigüedad, Madrid, 1949, póg. 330, núm. 1201, pero la onomcislico y
lo onogrof1o de este texto prueban que su autor no pudo ser sino un celtibero desvíodo
o Ibiza por razones que de$COnocemos; véase J UNTERMANN, recensión o lo obro de
SCHMOLL el toda, en "Boltr!i!:(e ~ur Ncmenforseflung", Johrgong ll, Heidelberg, 1960,
póglna 201.
-
169 -
[page-n-170]
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[page-n-171]
MAPA I
Véa~ tambi~n el m~po, algo distinto, de A.
Tovar, ELH. 1 6.
l'or "(monedas)'' indicamos los Jugares, de tos
cuales sólo sabemos por monedas que utilizaban
t>Critura• prerronunas. AdemÁ$, como loo lectorco espailoles "t'n ramilbrir.Jdoo con el matai31 epigrifico prerromano, pn:oóndo de repeúr In refuencías rrul• detallsclas de la ,.enióo
alemana; me be ~m1tado • darta. sólo c:uando
se unta de balla~¡o• o publicaciones recientes.
l. Ensétune.
2.
Montlnur~a.
3. Elne.
4. St.-Sévcr.
S. Ampurlos.
6, Ullutrtt (AIEO
7. Manlleu.
8. Vkb (monedas custsun).
9. Sorb
11. Tomabous.
12. Rubi {Alma¡ro, hucnpciones Ampuriton:n,
p. 80).
Santa Coloma de Gromanet.
13. Mntaró.
Arénys del Mar (Musco Munícipol).
14. Badalona.
IS. Barcclono.
16. Santa Pt'11'<'tUa de la Moguda.
11. Si
19. Tivisa.
20. Tarra¡ona.
21. Urida {monedas ilrirro).
2Z. SoséJ (Hubner J, llerd• 18, 1954, 211).
23. Fngo.
24. Huesca (moneuas polslton),
Proc~den~la
dt tos h nllat¡os epl~ráilco~
31.
32.
Jaca (monedas ra!w).
Egeo de los Caballeros (moneda• s.gio).
Vclilla dcl Ebro {monedas k
Torrcllos.
Tiergo (mont
Zaragou (moneda• udmi•)
33.
34.
3S.
36.
37.
38.
Attila.
Ucen.
Alb>latc del Anobi•po.
Oiiere.
Alloza (Tcrucl 17/18, t9S7, 22S sg.).
Calaecite.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
39. Cre10s.
40.
41.
42.
43.
44.
4S.
46.
47.
48.
49.
SO.
S l.
52.
lglesuela del Cid.
Benasnl.
Alc:~IJ de Otisvm.
C.baoes.
Cosrcllón de lo Plano.
C.•t<.lno•'O (Flctcher, lrucripciones Ibériric:u del Mu$<0 de PrehiStoria de Vat.nci3, p. Sl).
Saguoto.
Liria.
Sinarcas.
Villastar (•~se arriba núm. 13),
Soelices.
Alcnlá de Hen.ores (monedas kompo•.ro).
Cerca de Gundolajm·a {HUbner XXXVIO.
S3. Luzago.
S4. Monrcal de Ari:w (Góme%-Morcno, Mi'IC82, 8, eser. lar.: Tovar, Esrudios sobre In
priminvas leo¡uu hispanica$, p. 172 sg. y
174 Jg.).
SS. Bilbilis (monedas pilpili<).
S6.
51.
SS.
59.
Nwmncill.
Bur¡o de Or.ma (moneda• arltoiliko<).
Lango de Duero .
Pcilalba del C.$trO.
60. Surunón (Gómcz-Morcno, M1sc. 97,
lar.: Tovar, J. c. p. 174).
61.
"IICf·
tlri\•i•sc• (monedas wro11ias}.
62. Osma ((monedas uort
64. La Ba•tida/ Mcecnte ( tSCI. ibo!rlea y meridional: Fletcbcr, l. e. p. 4S-48).
6S. Cerro de los Santo•.
66. Jitiva (monedu saua).
Albaida {Ficu:bcr, l. e:. p. 49 s¡.).
La Scrrcm / Alc:oy {gric¡o e ibo!rico :
NAHisp. 2. 1953, 104).
67. Bcnidonn (Musco de Alicante).
68. Campello {Al!Arqu. 23, 1950, 13 .¡.).
Alicante (Musco de Aliconte).
69. l blzo.
70. !llcbc (Museo de "Ltl Akudio") .
71. CigorralcJo/ Mulo (CHP S, 1950, S-42).
72. Abengibre.
73. El S•lobral.
74. La Sagm.
75. Perouros/ S:uuutebao del Pucno (R.ABM.
61, 19SS, 579 sg.).
76. Casrulo.
77. Skrra de Gador.
78. Granada (¿monedas iltunr?).
19. Porrum (monedas ipolka).
80. Puente Genil (véase noltl 3).
Hl. Ln Granjuclo (RAllM. 61, 195$, SSO sg.),
HZ. Alcal4 del RJo.
83. Monedas con kyendas "Ubiofen•ci3s" (Vives l!scudcro,
moneda hispánica, lU
41-52).
8.4. Upidaa de Algarvc (por todas rcfC1'etlcils
v&sc Scbmoll, Die Südlu•nanisthcn lrucbriftcn, Wit$beden 1961).
SS. AICI\cu-do-Sal (monednt de Salacia).
86. Atro)'O del Puo:rro.
87. Ca~ das Fragu31/ Guorda (Humonitas
NS. 8, 1959, 71 sg.).
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[page-n-172]
J UNTERMAN
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el idioma
~celtibérico»
al grupo de lenguas célticas dentro de la !amolla
de lenguas ondoeuropeas (9)
La densodad de lugares en los que se han encontrado estos testo
monios
epográficos nos permite trazar una frontera longüistica bastante clara, co·
mo hemos hecho en nuest ra mapil 1 · doscurre desde el rincón 11ordorien·
tal de la Penfnsula hasta la Mancha, pasando aproximadamente por las
actuales ciudades de Zaragoza y Teruel. Más allá del punto en donde ter·
mina nuestra linea, los dispersos textos del Sur y del Oeste no nos dan
ondicios suficientes para contonuarla · las onscropciones lusotanas 1e Arroyo
del Puerco, de Cabe~o das Fráguas y de Lamas de Moledo contienen un
idioma ondoeuropeo son duda pariente del de Jos textos celtibéricos e lO) .
Por otra parte, las onscropcrones escritas con signos ibéricos merodionales
de la Andalucía orrental, muestran el mismo carácter lrngi.Jistico que las
rbericas del Este ( 11) También hay que añadir, como un testimonoo más
de esta lengua ibérica, los textos en escritura griega y los de Cástulo, en
letras latinas. En cambro, una copa de plata encontrada en Perotiros, a
pocos kilómetros al Este de Cástulo, lleva un grafito cuya lengua parece
ser indoeuropea 112), pero, como se trata de un objeto de facl l transporte,
no cabe deducir conclusiones del lugar del hallazgo
Un problema particular nos lo p lantea un grupo de textos sotuados
en la misma frontera entre las dos áreas mencionadas nos referimos a
las onscripciones rupestres de la Cantera de Villastar (Teruel), señaladas
en el mapa 1 con el numero 49 Se trata de unas vernte onscrrpciones in·
dependrentes, rncosas en la roca vova. Dos de ellas muestran escrr tura y
lengua ibérrcas y las demás, escrrtas en letras lattnas, nos dejan ver una
transocrón de frases puramente celtrbérrcas a otras mezcladas con elemen-
(9) No puedo mowormc conform< con la convre
Vlllostorl por medio d• la comporocl6n con lenguas cel tices conocido•, no ~n mós que
•ngeniosos •nterpretaciones que no resisten uno crítlco severo. Me J)Oreeo mc1or odoptor
u.no OChh.td esc.éphca que
no
obstruir el proceso de ,nveshgoción con h1póte.S•S premo·
tu ros.
(
1
0)
En fo b>bltografla d<> loo ülttmos of>os, esto5
t~xros
se consideran como IHtlmo-
nJOS de uno lengvo indoeuropeo •ndependienre de lo c.eltibéfico; en un trobcjo que vo o
oporecer en los actos de lo "2. Fochtogung für atlgemeine und .ndog
1111 Véase"' muy inWu 1 , pog. 14-1. fo¡r. 51 que rt1)10duce, con algunos modohcoc
112) A. TOVAR: "Nota• ~·grclftcos sobre ob¡eros del Museo ArqueoltiQoco Nocoonal" ,
en R~osto de Arc:hiV05, Btbliotocas y Museos, romo LXI, Modrtd, t 955, pógs. 579 y ss.
-
172-
[page-n-173]
AREAS LINGO ISTICAS PRE-ROMANAS
9
tos lacmos (13) Este conjunto term1 wn unas frases de la más pura
na
lengua latina: Un verso de la ~(Enei da>> de Vi rgilio. A juzgar oor la for·
ma de las letras, los textos en escri tura lat1 son del periodo compren·
na
dido entre la mitad del siglo 11 a de C. y la epoca de Augusto. Pero como
la cronología de la escn tura obérica ofrece grandes dudas, carecemos de
croterios seguros para fechar estas inscripciones indígenas por e l tipo de
la escritura y queda en suspenso la pregunta de si tales ins-:ripciones
lbencas de Villastar son más antiguas, contemporáneas o más recientes
que las grabada; en lengua ce ltibérica del mismo lugar. En consecuencia
no podemos deducor conclusiones históricas de los hallazgos de VIl lastar.
quizás dicho lugar estuvo situad:> cerca de la frontera de separación de
las dos lenguas y, posoblemente, formaría parte de un santuario a l que
acudirían los habitantes de las tierras de alrededor, tanto ibéricos como
ce!tlberos. Igua lmente es posible que la peña de Villastar nos lestimonce
una sucesión de lenguas, es decir, unos movimientos de pueblos o unos
cambios de poder político. En este caso, nabriamos de preguntamos SI
dichos movimientos se dirigieron de la meseta hacia la costa o viceversa,
es decir, si los pueblos de lengua celtibérica sucedieron a los iberos o si
éstos desalojaron de allí a habitantes celtibéricos.
Vemos, pues, que las inscripciones prerromanas nos dan valiosos fundamentos para la localizacoón de áreas lingüísticas, pero también, al mismo tiempo, nos ponan en evidencia los problemas que mediar'lle ellas no
podemos resolver. Pasamos, por ello, a otra clase de fuentes: los nombres
de lugares, conservados en rextos de autores clásicos, en monedas e Inscripciones romanas.
los textos ibéricos il•riba examinados nos otrecer'l un punto de partida
muy conveniente: Se sabe que el elemento ili- o ilu - (de lante de r también
ile -), tan corriente en la toponimoa antigua hispánica, es idéntico al elemento ilti· o iltu- de las inscripciones ibéncas: Recuérder~se ecuaciones
como ibér. iltirta = la t. llerda, ibér. llturo = la t. lluro, etc. ( 14). El m apa 2 nos indica lo:; sitio:; donde tenemos atestiguado este elemento en
escritura ibérica y la situación de aquellas ciudades mencionada.; en fuen·
tes griega;; o latinas cuyos nombres empiezan por ili-, ile- o ilu-. El mapa
hace resaltar que los hallazgos de ta les pa labras y topónimos cubren una
área coherente y bien marcada, que se ex tiende a lo largo de la costa me-
(13) M. GOMEZ MORENO, op. c•l noro S, pógs 326-330, y A. TOVAR. '' Los ons·
crlpclones celoiberlca< de Peñalbo de Villastor". en Emérito lomo XXVII, págs 349-365;
pofo un onólísís m!ts detenido véo~e M LEJEUNE, op. eiL en noto 8. p6gs 1 - 31
(1~)
Véase U. SCHMOLL op cit noto 1. segundo titulo, y A. TOVAR, oo. cit . noto
3,
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[page-n-174]
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[page-n-175]
MAPA 2. 1111. lllu- e Ul-. llu-
Los nllmuo• con • corresponden a la le}cnda
dd mapa 1
1'
NAHup. 2, 19S3, 104: i/ur-, Jrunpar.
AEAtqu. 23. 1950. 13 sg. (li¡t. S): ilurutt (c!Cl'. ¡riq¡a).
"9 '
Vives. Um. XCVI, 2:
Jannora)' En,.;runc, Um , LXIV 9 y !8:
-ün't, rltlpallt·.
S.•
!S•
18'
Z3"
33'
40'
66•
1>11'
Vov.., Lám. XVI, 1 :
Hübncr IV· iltora-.
olrírar~
Los número• ""' • >l"lial:on 13 siruación de b1
ciudadc' ,.i¡uicntes:
Góma-Mormo 22 • iJurtnr.
Ibtd. 23: a/or-oln11.
Ibid. 31: ilrunuiro.
lbod. 4(): ilruptlts.
o/r•r•lt>~.
llopulo {Niebla).
2. !lipa (Alcnlá del Rio).
S.
Di~m~
9.
llipul• mons ((en la Sierra Ne\,.da?).
:Granada).
10.
Uugo (Sonti"cb:ln dd Pucno).
11. Uoro tvéuc Plrn. n. h. 3, 9).
12.
rlord tLom& (o Lorqu! fMurcu?).
1).
llici (Elche'
14.
llorcis (cerca de Tudda).
IS. lluro
(Oioroni B.-;u-Pyr~nées).
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3.
llipula minor (ccn:n de Osuna).
16.
17. Uuro (¡\\Jlt•ró).
o
:t
18. Urbcrri•
Los nombres que figuran en e! mapa entre z
pur~ntesos no Cf!4n Jocnlfz.1dos con prcdslón ~
43• Ibid. 42 : ilrlrpi~íuro.
46* !bid. 45: ntre·flru-.
4
lluro (Aiora).
5.
l hourgi (cerca de Andú¡ar).
47*
Fleodu:r, números 37, S7, 62, 67: o/rir,
6.
llíturgicoln (cerca de Priego).
{lrirw, {lripaitt.
7
llurco (Pino• Pucnlc).
ll
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~uficicnre.
[page-n-176]
12
J
UNTERMAN
dit·erránea entre los P1rineos y Andalucla. Preguntándonos a:~ora, si hay
fenómenos de toponimia que caractericen de manera comparabl"' la parte
de la Península, que resta en blanco en e l mapa 2, nos encontramos, como
i·ipo más corriente, con los topónimos compuestos con -briga, como Miro briga, Segobriga, Nertobriga. Esta palabra -briga es indudablemente de
origen indoeuropeo y aparece también en la toponimia ga la Por su parentesco co:1 el alemán Berg, Burg, nos es licíto traducírla por «cerro>> o
<
que pueden explicarse como palabras galas o, cuando menos, procedente>
de un 1dloma muy semejan te al ga lo Formaciones mixtas, como luliobriga, Augustobriga y Flaviobriga, nos prueban que la toponimia caracterizada por el elemento -briga, permaneCIÓ v1va hasta el promer siglo de
nuestra Era
El mapa 3 nos muestra la Situación de aquellos nombres en -briga que
pueden ser local i.zados con suficiente seguridad ( 16) En el mapa 4, hemos reunido los dos anteriores: Salta a la vista que las dos áreas, la de
iltl•/iltu-, etc. y la de -briga dividen la Pen!nsula en dos partes por una
frontera bastante clara que corre desde la desembocadura del Guadiana,
hasta algún punto de la costa cantábrica, entre Bilbao y los P1roneos. La
ciudad de Segorbe, cuyo nombre parece remontar a un Segobriga antiguo,
marca el pun to más orien ta l de esta frontera y, a la vez, donde e l área de
-briga llega más cerca del Mediterráneo. Ahora ya podernos comparar esta
linea con la de la frontera lingü!stica del mapa 1 (reproducida eh e l mapa
4 por uha linea interrumpida)· el trazado es muy parecido, ,unque no
igua l, pues en la misma región de las inscripciones de Villastar los topónimos Indoeuropeos avanzan más hacia la costa que los testimonios epigráficos en lengua cel tibérica Volveremos sobre este punto más adelante.
Según los argumentos recogidos hasta aqul, no cabe duda de que la
reg ión costera del Este y Sur fue, durante los ú ltimos siglos an te riores a
nuestra Era, del dominio de una sola lengua o, por lo menos, ocupada por
un complejo de dia lectos estrechamente emparentados entre si ( 17) En
1151 Veose U. SCHMOLL, op clt noto 8, pógs 32,74 y$$. y 83, y A. TOVAR. "Thc
a nelem$ longuoges of Spoin ond PonugoJ", Ncw York, 1951, pÓQli. 118 y ...
( 16) MI mopo reproduce, tef' pocos -añadiduras, el presentado e lnterpretodo per H.
RIX: "Zur V~rbl'e••ung und Quono1ogie einiger keltischer Ortsnamentypenu, en Fest-
schrift für Peter Goessler (TUblnger Beitriige rur Vor- und Fr0hge5chicnle), Stutt¡;¡ort
1954, pógs. 102- 101.
(17) A TOVAR, op, ci 1, noto 3, pógs, 10-15; vSe también los mapos citados en
lo nota 11 .
-
176 -
[page-n-177]
AREAS LINGOISTICAS PRE-ROMANAS
13
cuanto al resto de la Penínsul a, carecemos de Ind icios de igual valor que
nos permitan afirmar o negar la e xistencia de una unidad longuisto
ca
Como las onscnpcoones prerromanas, demasiado dispersas fuera del roncón
celtibérico, no nos prueban nada, el elemento -briga queda .lisiado, y,
como elemento puramente topot'lomástoco, puede deber su larga extensoón
tanto a motivos políticos como a causas longüisticas en sentido estricto.
Hemos de recurror, por eso, a los únicos testomonios de que dosponemos
en abundancia en el Norte y en e l Oeste los nombres de personas que
;~parecen en cantidad y varoedad excepcionales en las inscdpciones latinas
de dichas regiones.
Los mapas 5, 6 y 7 señalan la dostribucoón de algunos antropón imos,
a los que podrfamos añador muchos más igualmente típicos ( 18) Espero
que sean suficoentes para probar la exostencoa de una considerable uniformodad, que abarca el territorio celtibérico, la Lusitania y todo el Norte
penonsular, o sea, un territorio que coincide casi perfectamente con el
área de los topónimos en -briga. Además, muchos de los antropónomos
utilizados pueden fácilmente a tribuorse a una lengua indoeuropea, encon
trándose a veces correspondencias, más o menos estrechas, con el mundo
céltico antiguo fuera de España ( 19). Acusan, pues, el mismo aspecto «cel
toode» que ya hemos hecho notar en los textos epigráficos y en la toponi
mia de la parte no-ibérica de la Península Así, los nombres de personas
nos proporcoonan el argumento adicional que hemos deseado al lado de los
topónimos en - briga en efecto, los antropónimos confirman la unoformi·
dad indicada por los topón o
mos, modifocándola solamente en algunos ras
gos que nos hacen suponer una subdivisión dialectal (20)
1181 Pueden verse m6s de•alles en el oraba¡a mencionado en la nota 10, odemós, estoy compon,endo unos mopos en los que. $e muestre lo distribución de uno serie dé onltO·
~ntmos tipicos: de lo ESPOño prerromono, poro ser publ1codos en un ltbro que apare-..
Céró el oño pf'óxlmo en Mocfrid
Algunos mapas muy ú!lles presenta lo tesos dacoorol de J. RUBIO ALIJA. "E>POIIoles
por los e<>monas del I"'P('no romano. Estudoas op
tendro el hbta de Mario Lourdes Albertos sobre lo ontroponomoo de lo BettC'O y lo pravoncio
Citer•ot, ''Es.1ud•o sobre lo onomól1ic.o personal pr•m•l•vo de lo península tbcr•co" Aorodetco al Pfr. To•or el haberme focihtoda el monuscr.to de osre lobro.
(19) MU<:OO$ correspondenco mÓ$ o menos seguros, se encuentmn en U. SCHMOLL.
as,
op. en. noto 8, en un articulo de K. H SCHMIOT: "Die Komposihon In golllschen Persanennomen", en Zoltschrlh IUr Celtische Phllalagle, tomo 26, 1957, págs, 33-301, y en
un libro de fu ndamental omportoncoo de M. PALOMAR LAPESA: " Lo onom6stico pers.onol
pre-lolina en lo onllguo Lusllonlo". Theses et Soudio Phllolaglco Solmon ticensoo, X, Solomanco, 1957.
VCose, tamblen, dol m1\mo autor: ••Antropon1m1o prerromono", Enc•cloped1o LmoUis..
IICa Hispánica, 5, Madrid, 1950, págs. 347-381
120) Creo que se pueden distinguir cuatro áreas de ontroponimoo que, oproxomadamente, co..-respondet"ón o 6ttoS de d•ofectos; 1) lo Lvs•ton•o antiguo~ solvo el •xtremo sur~té, 2) lo Gafic•o anllgua, 3) la Celtibc!rlo, incluyendo en ella los octuoles prOYoncios
de Burgos, Segoyio, So
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[page-n-178]
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[page-n-179]
MAPA 3 TopónimO$ compuestos co.n -brfra
1. Ardóbriga (La Coruña ¿o el Ferrol?).
2. Callibrip (Valdcorns Orensc).
3. Avóbnga (¿cera de lo cmbocoldura del rlo
A~?).
4. Langóbri¡a (cc.rea de Espinho).
5. TalJ!briga (al oone de Coimbrtl).
6. Ca
8. Conlmbriga (Condelxa-o-Velha).
9. lerábriga (ccrcn de Alcnqucr).
10. Caetóbriga (Sctúbal).
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12.
M:u:x:óbrip (Lagos).
24.
lulióbri¡a (Rdnosa).
13
14.
Nenóbri¡¡• (Frejeoal de la Sierra).
Miróbn¡a (Capilla).
2S.
Flavióbriga (cerca de B•lbao}.
26.
15.
16.
Montóbri¡a (entre Portalegre y Esrremcn)..
Tonaóbrip (¿Bro:cu/Oicucs?).
Ocobrí¡ula (cera~ de Bur¡os).
27.
Dcóbril!ll (¿Mtraoda del Ebro?).
28.
Ausustóbri¡a (Muro de Aareda).
29.
Areóbrip (¿ Monreal de Arita o Arcos de
m
Jalón?).
30.
• Munóbrigo (Mun~bre¡a).
31.
Nertóbrip (cerca de Rlcln-Calatortlo).
32.
• Seaóbriga (Seaorbe).
17.
Meróbriga
(Santiago-do-~).
Auawtóbnga (Tolavcm la Vieja).
18. Coe$11Óbrlgu (Talavera de la Reina).
19. Alpóbriga (Aipu~br 20. Seaobrign (Cabeza del Griego).
21. Amallóbrlga (¿cercs de Tordeslllas?).
22 Lneóbriga (Carri6n de los Condes).
23. O.S$Óbtiga (
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ancropooimoa
Pontiu~,Pen~OV1U6,
f'ent.ilus etc .
Fln~amu~,P1nt.OVlUti
P1nta1us et.c
Ta lavus, hlocus
Tong•t.lmue, Ton~1us
etc.
MAPAS S, 6 y 1 Anltop6rumo• pruromanru atestiguados por irucnpcíona blinu.
No he ~pctido aqul los leyendas que acompañan los mapas en lo versión alemana • loa
da~ de una (orma ~visada y mb cnmpkta m el libro • •parecer, mrocionado en 11
no111 18.
La Unca tnturumpida que opo~ee en los mapas S-10. es lo [rontera cnt~ tlt-, ilu· l' -bn~o
del mapa 4.
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[page-n-182]
18
UNTERMAN
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182 -
[page-n-183]
AREAS LINGOISTICAS PRE-ROMANAS
19
•
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183 •
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20
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184
[page-n-185]
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MAPA 8: Topónimos con - ippo y -uba.
Saepo (O.:besa de In Pantasla, al oeste de
Cortes de la Frontera).
l. Colippo (Lelria).
2. Olisippo (Lisboa).
10.
3. Ossoooba (Faro).
Onubo (Huelw).
11. Ac:inipo {Ronda la Vieja).
12. Salduba (al none de Gíbraltar).
13. Maenoba (VeJez Müap).
14. Venripo (Vado Garda, c:cn:a de Cosaricbe).
4.
.,.
.,.
5. Orippo (enea de Caria, SO\•ill•).
S.sillppo (El Aralul, al oeste de Marcbem).
15. Ostippo {futcpa).
1. Coooba (¿ccn:a de Lchnja ?),
16.
Iponuba (é«rta de Baroa?),
S. Baesippo (BMbore, al sur de Vcjcr de Lo
17.
Onuba (al
6.
ts~e
de Córdoba).
Frontera).
9.
18. Corduba (Córdoba).
l.nclppo (Alechlpe),
19. Salduba (Zora¡O>:o).
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[page-n-186]
22
J UNTERMAN
Ahora bien, los romanos cuando llegaron a la Península se encon1raron ante estas dos grandes áreas longuisticas, una no Indoeuropea a lo largo de lü costa del Mediterráneo y o tra indoeuropeü en la meseta, en el
Oeste y en el Norte. Sin embargo, vanos ind1c1os nos hacen sospechar
que to~l estado de cosas no era muy antiguo. Hemos antes mencionado el
prob:ema plan~eado por las inscropciones de Villastar. Tamb1én hemos necho notar la 1ncongruencia de las áreas de lenguas y de topón1mos en este
mismo pun1o entre Teruel y Sagunto. Además, vemos en el mapa 7 que el
nombre de persona Ambalus, muy comente en la meseta, aparece también
en los a lrededores de Sagun to, en ciudades por lo dem.ls puramente ibe
ricas. Añadamos a"ora e l nombre del río Pal.:ncla !2 1) Este nombre forma parte de un grupo de hidrón~mos y nombres de ciudades carac1enzados por e1 fmal -antia, llm1tados en la Penmsula, cas• exclusiVamente, a
la cuenca del rio Duero (22), donde nuestro Palancía encuentra su anáiogo
en el nombre de la ciudad de P.1llantia, la Palenc•a actual. Una ülttma ob·
servac16n. En las acuñaciones de Sagunto aparece, en plena época romana, el nombre piulakos (Biu!acus), de evidente procedencia Indoeuropea,
que queda aislado entre los antropónimos ibéricos atestiguados en Sagunto por monedas y lápidas. Si es lícito poner todos estos fenómenos en co
rrelaclón, podemos decir que, en el curso del siglo 11 a de C., o un poco
mas tilrde, lo~ celtíberos avanzaron desde la meseta hacia el Mediterráneo,
desaloíando la población íbéroca de la zona de Villastar y llama,.,do al río,
a lo largo de! cual se desplazaban, y a la ciudad que quizá marcó el punto
final de su marcha, con nombres •ndoeuropeos que habían traído del país
de donde procedían Palantia y S~gobriga. Algunos 1nd1viduos de entre
las gentes que realizaron este mov•miento, llegarían hasta los mismos centros lbtiricos de la z.ona cos terJ, donde los reconocemos por sus nombres
Ambatus, y Biulacus.
Para estudiar otra situación semejante, hay que volver otra vez a lo:;
topón1mos Es cierto que ili-, ilu- es el elemento más d1fundido de la toponimia ibérica, pero junto a él hay otras formas no menos típicas, algunas
121) El nombro del río que se llamo durante lo Edad Medio "rio de Segorbe" fue resuc:•todo por eruditO recon$tfucci6n en lo Edad Moderno; poro nuestros deducciones, no
Importa 11 el onllguo ''Palonfia'' t1t el octuol Poloncio o, como creo Tovar, el MijoresJ situado un poco mós o l Norte. Tctmbl;n hov opíniones que cret:n trotors.e del rro Turio qu~
desemboco on Voter>c:•o.
(22) A. TOVAR ... Los invos•ones •ndoeuropeas, problema esrro11gróhco", en ~hyrv$,
VIII, Solomor>eo, 1957, p69". TI-83; y "Topónómos con -ni- en Htspanto y el nombre de
Solomoi'Co". en Ctnqut~ Conorés lnternollonol de Toponyrn•e el d'Anrhropanym•e, So!omonco. t2-l5 Avril 1955, Atles el Mbno~tet, Sotomcn<:o, 1958. vol. 11, póg;. 95-116.
Sobr~ lo otttbucton lin_gu1$IICO de los h1dr6nimos en .. otttio, véow H. KRAHE. *'Sproche und VorzM", Heidelberg, 1954, !>iJos 48-63.
186 -
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AREAS LINGOISTICAS PRE-ROMANAS
de las cuales (las con suftjos ·ippo, -ub3, ·igi, - ucci y -urgí) las hemos
recog1do en los mapas 8 y 9. En ellos se confirma, una vez. más, la unifor·
midad del área lbértca (23) y, al mismo tiempo, nos muestra una consi·
derable discrepancia con lo Gue hemos visto en los mapas 2 y 4 : los topó·
nomos de los mapas 8 y 9 avanzan mucho más hac•a el Norte que los otros
testimonios obérico., es decir, en la Lusitania meridional y occidental, atra·
v•esan la frontera del área de los topón1mos mdo2uropeos en -b riga. Tam·
btén nos planteiln el problema de si los pueblos que hablaban un dialecto
no o
ndoeuropeo habían penetrado en una región ocupada por pueblos de
habla 1ndoeuropea, o si, por el contrario, representa una pérdida de dominio 1bérico frente a mvasores europeos Aquí, un pasaje de Plinio en su
<
•Historia Naturalist (3, 13) nos ofrece u,, dato. tratando de la geografía
de la Baetica septentnonal, de la llamada Baetur~a, al mencio'lar una tnbu
de Celtici, d1ce Ce~ticos a Celtiberis ex Lusita.,ia advenisse manifestum
cst sacris lingua opp;dorum vocabulis, ouae cognominibus in Baetica dis·
tinguntur, «SOrl dist1nguodos', quiere decir, de los nombres idéntocos que
llevan otras C1udades más al Norte. De hecho, la mayoría de los nombres
en -briga encontrados dentro del área de los topónimos ibéncos reunidos
en los mapas 8 y 9, se encuentran también en otras partes de la Península una Llccobriga hay tambien en Castilla la Vie¡a, Merobriga y Mlrob ri·
ga encuentra •u análogo en Mirob·iga = Ciudad Ro:hgo, Tongob·iga se
llama una c1udad de la Lus1tania mer;dional y tambié'l otras de los Braca·
ro; en Galicia y de lo; Tu·rr.oges cerca de Bu·gos, A•cobriga y Nertobriga
los encontramos en el extremo Sudoeste y en el valle del Jalón, en plena
Celtiberia. Con esto podemos confirmar el tercero de los argumentos que
aduce Pl1nio para probar la procedencia de lo; Celticos: lo; opp:dorum
vo:ab11la muestran estrechas relaciones con el Norte de la Península En
otras palabras, la topon1mia indoeuropea del extremo Sudoe;te es una to·
ponimia de colonizadores, introducida por nuevos habitantes que, como
también ocurre en los tiempos modernos, suelen transplantar los nombres
de su patri3 a lo; paoses ocupados y colO'IIzado:; Además, Plinoo nos en·
seña que, aquellos colonizadores se llam.1ban Celticos y aue estab.Jn en
alguna relación con los Celtibero,;. a Celflberis. Esto nos pued pues, por lo demás, las fuentes no dicen nada de Celtiberos en el Sur. Pero,
l23) Es vetdod que lcdovio no conocemos lo ltnouo dt' los lnserii)CiOr.et de Puente Gentl, A!co!ó del RiO y Alo;~; SCHMOLl, et'l op. Cit . nota 3, parece con\VI'It•do de qu!!
nos ~n..~uomos fr~nte a uno lens;ua enteromentf! nurvo y o~Siodo, peoro Jos. pocos comp!e;os l~·bres hcHro choto no permiten, o m1 parecer, dar uno conclu1ión def•n•trvo A
JU.tgor po~ lo teporumao puesto de reheve etl n~tros mapas 8 y 9, podemos suponer- que
toles iNCtipc:lones rombu}n rcwhorón, cuondo algún día lleguemos a loObcr mci$ sobrr
t!Hos. que conttenen un dialecto mós o menos próx1mo de lo lengua ibénco tOnoctdO
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J. UNTERMAN
·~·
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MAPA 9· TopOnlmos con -1~:1. -ucci, -ur!rl.
l.
TabUCCI (al «te de Sanwc:m).
12.
2.
Aruc:ci {mt"' Arochc y Moura).
13. C.ntigi {Espduy\
3.
Arua:i (h>cia Zalama de la Serena).
14. Acuucci (al surwe de jaá>).
4
Lacimur¡t (entre Navalvallar del Pelo y
Puebl.t de Alcoc:u/Badajot).
....
...
"'
S.
hucci {¿Tetad•. cerca de Patuna del Campo?).
6. Olonrigi (¿Gibraleón/Huclva ?).
ünu¡p (Los Villar<., al este de Andui•r'
IS. Aura:i (Jaén).
16.
Ossigi (Maquiz. c
17. &e>uc:ci (Vi1ches) .
18. llorci (vótse Phn. n. h. 3, 9).
7.
8.
lptu Aotl¡r (E<:iia).
19. Turugi o Tuaruca (Gotera, •1 sur de Huc$Cll).
9.
So~nti¡¡i (haCID
20. llorcí (Lorca).
Alcaudcro, cuca de Mar-
tos).
21.
Saltigi (Chinchilla de Mome Arngón).
10. lliturglcola (cerca de Pnc¡¡o).
22. llrci (Elche).
11.
~
~
r-
~
e
~
n
~
~
i
23. llorci• (c
llitur¡ci (cerca de Andójar).
....
VI
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26
J UNTERMAN
a este respecto, examinemos el mapa 10 indicamos mediante triángulos
los lugares donde se han localizado antropóni mos con el elemento seg-,
como Segovesus, Segiu3, Segilus y, más frecuente, Segontius. Los cuadrados representan ciudades cuyos nombres empiezan con el mismo e lemento, como Segontia, Segovia, etc Los topónimos están mas dispersos, aunque aparecen con una densidad particular dentro del á rea de los nombres
de personas, o sea en la Celtiberia. Es verosímil, pues, que la Celtiberia
fuese la región en la que se hablaba la lengua que ha ocasionado los nombres con el elemento seg-. Fuera de ella, los topónimos con tal elemento
se encuentran solamente en aquellos lugares en los que ya hemos creído
ver sintomas de 1nvasiones mdoeuropeas en territorios 1béricos: encontra
mas una Segida en la Baeturla, Segida y Segovia en Andalucia meridional
(24). y además, SegoJ,riga
Segorbe, cerca de Sagunto. Estos tres nombres, Segobriga, Segovia y Segida, vuelven a aparecer en la propia Celtiberia, por lo que aquellos son tamb1én topónimos transplantados por colonizadores (25). ¿Podemos aducir estos nombres como indkio de que el
país de los celtíberos fue el punto de partida más importante de los mov•m•entos que tban a cambiar el aspecto lingüístico de la Península en los
úli'imo; momentos anteriores a la romanización? La frase de Plinio Celticos a Celtiberis ex Lusitania advenisse, encontrarla entonces una segunda
confirmación . bien que a Celtiberis deba entenderse en un sentido geográfico <~desde el país de los celtíberos)>, bien que consideremos que Plinio quiso decir que los Celtfcos eran una tribu de los celtiberos, los topón•mos apoyan de forma muy eficaz la noticia de dicho autor clásico de
que la expansión de los Celtlcos tiene algo que ver con los celtiberos. Por
eso, quizás nos atrevamos a preguntar si los movimientos mencionados
por Plinio, y confirmados por los topónimos, son aquellos mismos aconte-
=
(l>t \ · Por de pronto, hay que prescindir de una dudad, sltuado qUizá no lejos de Códlz, llamado Saguntia por Ptolotneo y otros y Scguntio por Uvio, Pt.cde ~ormor - arte del
p
~traro l.ngüíst1co ol que pertenece d nombro de Sogunto, e:s decir, o '-'n estrato pre-inQo ..
eurOpeO.
(251 Quedo en sus~nso la alrlbucoón dol nombre de Scgiso, cJudod de los Basteto- · y de Segío de los Vascones (lo oc:wol Egea de los Caballeros), ambos son onalogios
en lo propio Ccltlbc:rio. En cuanto o Scgio, el célebre bronce de A.$~H nos. dice- que sus
h~b•tontes
llevaban nombres pvromente ibéricos, además, en los monedas, ol nombre de
mientros sckoiso, sckisonos ( = Segisomo?), Sek.o...
pirlkco (= Sogobrigo) y sckotiGJ (= Scgontia), MlléSirOn uno M (son). No puedo pottlc•por en lo Oi'tntón corr,cnte dt:! que ol fettero monetol sekoiso SeQ Idéntico o J ror'mO
o
Scgiso de Ptolomco jyéose M. LEJEUNE, op. eh. oota 8, p6g. 44, con dudo•, y U.
SCHMOLL. op. cit. en lo mismo nota. póg. 40, no1a 1); lo discrepancia fonético no se exSegio l!fnpi.ezo PQr uno &lgmo,
p!•cQ b1en Ya odemós, no es verosimil que las monedos de tekoiso procedan de lo Bosteto ..
lo f,Of110fonio de lo primero .shoba de Seg1o y Segis~ con
fa de los top~nimos ccl Ubéri.cos (Se-gontiot cte.) seo c.osunl.
n1o. No es, pul!s. imposibll! que
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AREAS LINGOISiiCAS PRE-ROMANAS
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J. UNTERMAN
cimiento; que han penetrado en el campo de la n istoria bajo el nombre
de «guerras lusitanas», del siglo 11 antes de nuestra Era.
Mucho menos se sabe sobre lo que pudo ocurrir en la región saguntina para llevar hasta la zona costera los nombres de Segorbe y Pa lancia. No
es más que una conjetura pensar en la posibi lidad de unas expansiones
provocadas por la calda de Sagunto al principio de la segunda guerra púnica : qu1 los pueblos de las montañas vecinas aprovecharían la ocasión
zá
y rellenarfan e l vacío producido por la catástrofe del año 218 a. d e C. estableciéndose entre la población de los alrededores fértiles de la ciudad.
En todo caso, aqul, como en la Baeturia, un topónimo con el elemento segmarca la expansión de tribus indoeuropeas. Quizá también nos sea licito
recurrir a una etimologfa que se nos impone para aquel elemento seg- :
Puede proceder de la misma raíz que e l galo Sego- y el alemán Sieg, con
lo que podríamos traducir Segontia por «la vencedora» y Segobriga por
<(monte de la victoria».
• ••
Son muy pocas las perspectivas que hemos logrado abrir sobre la historia de las lenguas prerromanas de la Península. Nos damos cuenta una
vez más de los muchos problemas que quedan p lanteados y de las posibilidades de solución mediante las fuentes, tan ricas, pero a veces tan oscuras y dif!ciles de interpretar. Con este trabajo no hemos querido más que
presentar un modesto ensayo de discusión sobre los caminos metódicos
que pueden conducimos a nuevas informaciones sobre la emocionante historia de la España prerromana.
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