Serie de Trabajos Varios 120
Las cerámicas neolíticas de la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia): tipología, estilo e identidad
Pablo García Borja
2017
, ISBN 978-84-7795-795-9 , 299 p. p.
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S E RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU S E O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 120
Las cerámicas neolíticas
de la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
Tipología, estilo e identidad
Pablo García Borja
DIP UTA C IÓN DE VAL E NC IA
2017
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SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 120
Las cerámicas neolíticas
de la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
Tipología, estilo e identidad
Pablo García Borja
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2017
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 120
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con cualquier publicación dedicada a la Prehistoria, Arqueología en general y
ciencias o disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología,
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ISBN: 978-84-7795-795-9
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A mi familia
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Prólogo
La Cova de la Sarsa forma parte del pequeño grupo de yacimientos que se asocian al inicio de las actividades del Servicio
de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia. Un año después de su creación, en 1928, termina la exploración del poblado de Mas de Menente por parte de F. Ponsell y L. Pericot, quienes también inspeccionan un yacimiento
eneolítico en Quatretondeta; el mismo Pericot prospecta la Cova del Parpalló y la Cova del Llop; G. Viñes lleva a cabo
una campaña de excavaciones en la Cova Negra; en el extenso poblado ibérico de la Bastida de les Alcusses se concentra
el esfuerzo principal del SIP, con M. Jornet e I. Ballester al frente de los trabajos de excavación, auxiliados por Pericot y
Viñes; y es también por entonces cuando F. Ponsell se encuentra prospectando la Cova de la Sarsa, además de recuperar
algunos fragmentos de esculturas ibéricas en Balones. Como resultado de todo ello, el Museo del SIP abre sus puertas en
la torre del Palau de la Generalitat y sus diecisiete vitrinas ilustran por primera vez la secuencia completa de la Prehistoria valenciana, si bien a través de este reducido grupo de yacimientos. En la “Edad Eneolítica” o del “Cobre”, el Museo
muestra los brazaletes de pectúnculo del depósito de Quatretondeta y de manera destacada los materiales de la Cova de
la Sarsa, de la que procede “Gran cantidad de fragmentos de vasos cardiales, o sea con variada y rica ornamentación
conseguida por el hombre primitivo con tan modesto útil como la valva de un cardium, con la que adornaba las paredes
del vaso, en blando, mediante combinaciones diversas de impresiones producidas, ya con e1 borde ondulado ya con el
envés o con el natis de tal concha”, como recoge el anuario de las actividades del SIP correspondiente a 1928. Cerámicas
que se acompañan de otras con decoración incisa o de cordones con impresiones digitales y de algunas lisas, además
de punzones, espátulas, cucharas y un tubo, de hueso; útiles de piedra pulida, brazaletes de pizarra, hojas de sílex, una
piedra caliza discoide con ancha perforación central, conchas perforadas, restos de fauna, y también restos humanos que
apuntan hacia su probable carácter de cueva sepulcral. De modo, pues, que “Esta interesante estación representa una
modalidad cultural eneolítica que parece haberse desenvuelto en todo el levante de la península y muy merecedora de
detenido estudio”.
A propósito de las cerámicas cardiales, I. Ballester recuerda que había encontrado un fragmento en la Cova de les
Meravelles en 1914, el cual le había planteado “una interrogación incontestada” hasta la publicación de las cerámicas de
las cuevas de Montserrat en 1925. Ahora, con los nuevos hallazgos de la Sarsa, de los que también da noticia F. Ponsell
en el primer volumen del Archivo de Prehistoria Levantina, este tipo cerámico adquiere un protagonismo creciente hasta
convertirse en el exponente del Neolítico de amplios territorios con el trabajo de J. San Valero “Notas para el estudio
de la cerámica cardial de la Cova de la Sarsa”, de 1942, en el que se contempla la expansión universal de la primera
cultura campesina. Será hacia finales de esta década cuando la cerámica cardial adquiera ya un significado preciso en
relación con el Neolítico mediterráneo. Lo refiere el mismo San Valero en su libro de 1950 dedicado a la Cova de la
Sarsa, a propósito del “asombro de nuestro colega y amigo Bernabò Brea cuando ante los fragmentos de la Sarsa que le
mostramos en reciente visita a nuestro Museo, nos decía de algunos que eran de identità impressionante con quelli di
Stentinello”. Un asombro que aquel mismo año se transforma en su propuesta sobre “Il Neolitico a ceramica impressa
e la sua diffusione nel Mediterraneo”, publicación en la que L. Bernabò Brea señala que en España el Neolítico primitivo con cerámica impresa corresponde a la fase cultural denominada Hispano-Mauritana por San Valero, quien ha
demostrado su distribución costera y escasa penetración en la Meseta, y cuya expresión más característica es la cerámica
VII
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cardial montserratina, estudiada en primer lugar por J. Colominas, cuya posición estratigráfica corresponde a la base de
las culturas con cerámica, como se atestigua en la Esquerda de les Roques y en la cueva de la Sarsa. Son las mismas
conclusiones que expondrá en el segundo volumen dedicado a Arene Candide en 1956, tras repasar minuciosamente la
documentación arqueológica del conjunto del Mediterráneo.
Puesto que nada se sabe de los trabajos que se habían realizado en la Cova de la Sarsa en los años treinta, la conciencia de su importancia en relación con la cultura de las cerámicas impresas impulsa en los inicios de la década de
1950 el propósito de realizar nuevas excavaciones capaces de mostrar la secuencia de sus materiales. Pero estas no
se llevan a término y la investigación neolítica valenciana se traslada hacia la Cova de l’Or. Aquí, las campañas del
SIP, dirigidas por J. San Valero y especialmente por V. Pascual, confirman la primacía cronológica de las cerámicas
cardiales y en general la gran semejanza de sus materiales con los de la Cova de la Sarsa, la cual, sin embargo, deja de
ocupar su lugar central bajo los focos para quedar situada en la penumbra. Allí permanecerá mientras avanzan los estudios interdisciplinares en Cova de l’Or, Cova de les Cendres, Cova d’en Pardo o Mas d’Is, entre otros yacimientos,
de manera que en las síntesis sobre el Neolítico valenciano la Sarsa viene a representar sobre todo el papel de posible
cueva sepulcral, atendiendo a los restos humanos recuperados y al enterramiento doble que publica V. Casanova. A
la postre, tampoco las excavaciones de M.ª D. Asquerino en los inicios y en los finales de la década de 1970 tendrán
adecuada recompensa, al confirmarse que la herida causada al yacimiento por los trabajos anteriores era profunda. Y,
sin embargo, a pesar de las limitaciones, las aportaciones de Sarsa serán incesantes, se trate de la industria lítica estudiada por J. Juan-Cabanilles, de la cerámica simbólica analizada por M. Hernández y nosotros mismos, del análisis
por parte de G. Pérez Botí de aquellos materiales que habían permanecido ocultos, o de los resultados de las excavaciones llevadas a cabo por Asquerino.
Así, pues, transcurridos noventa años desde su descubrimiento como yacimiento prehistórico, a pesar de los logros
alcanzados por los trabajos que acabamos de mencionar y que se recogen de manera más detallada en el libro, las palabras de I. Ballester sobre la Sarsa como “muy merecedora de detenido estudio” aún parecían esperar una respuesta
adecuada. Este es el significado y la importancia del presente libro de Pablo García Borja, resultado de una amplia y
profunda investigación, en extremo atenta a los problemas y líneas de avance de los estudios neolíticos que pueden relacionarse con la documentación que ofrece la Cova de la Sarsa. Un trabajo excelente, pues, en el que vemos reconciliarse
a la investigación valenciana sobre el Neolítico con uno de sus yacimientos principales como es la Cova de la Sarsa, lo
que es motivo de felicitación para todos nosotros.
Insertar la Sarsa en la investigación actual y en particular en la secuencia de la cerámica del Neolítico antiguo era una
empresa difícil. La trayectoria investigadora de nuestro autor comienza con el estudio de las cerámicas de la cueva de
Nerja, que culmina en 2003, como él mismo nos recuerda, y ese mismo año se presentan las primeras propuestas sobre
el estilo cerámico de las cuevas de Nerja y de la Sarsa en el Congreso de Neolítico de la Península Ibérica celebrado
en Santander. Por entonces los estilos cerámicos del primer Neolítico del occidente mediterráneo se han convertido en
objeto de estudio con el fin de poder determinar orígenes y facies iniciales, relaciones entre territorios y evoluciones
regionales. Entre nosotros un impulso importante a estos estudios corresponde al proyecto que dirige J. Bernabeu sobre
cerámica y estilo en el Neolítico valenciano, de cuyo equipo inicial forma parte nuestro autor. Los yacimientos que habrán de aportar las cerámicas objeto de análisis, aquellas que corresponden a la segunda mitad del VI milenio, son sobre
todo aquellos que acreditan una secuencia, como Or, Cendres, En Pardo y Falguera, además del Mas d’Is y el Barranquet,
mientras que las cerámicas de Sarsa han de participar desde su condición de conjunto de gran importancia pero cuyas
circunstancias de origen limitan el alcance de las aportaciones. Es, pues, en relación con este punto donde se propone
incidir la investigación que emprende Pablo García Borja con el doble objetivo de definir el estilo de las cerámicas de
Sarsa y establecer su relación con el estilo general de los sucesivos círculos del Neolítico valenciano, de la Península y
del Mediterráneo occidental.
El libro recorre la historia de los trabajos, comenzando por la reunión de los materiales de Sarsa dispersos por tantos museos locales, una empresa que se corona con éxito en lo que se refiere a la práctica totalidad de las cerámicas y
también a las industrias lítica y ósea. El estudio directo de los fragmentos y de los más de quinientos vasos identificados
comprende su tecnología, la definición de las formas consideradas esenciales, las técnicas, instrumentos y su modo de
aplicación, y la disposición de la decoración sobre la superficie de los vasos, entre otras muchas variables analizadas.
Los elementos que se consideran definitorios del estilo, singularmente en las decoraciones, han sido codificados, y se
ha elaborado una propuesta detallada para la descripción y la representación gráfica de los patrones decorativos de los
vasos. Los resultados se contrastan con aquellos otros que conforman la secuencia neolítica valenciana y, si bien las dataciones radiocarbónicas permiten llevar a Sarsa hasta el horizonte cronológico de la impressa mediterránea, con mayor
posibilidad su desarrollo corresponde sobre todo al Neolítico antiguo cardial, que las dataciones parecen acotar entre
5460 y 5330 cal BC, momentos que podrían ser los de mayor intensidad en la ocupación de la cueva y que bien pueden
prolongarse hasta ca. 5250 cal BC.
Son muchas las aportaciones de la reciente investigación multidisciplinar sobre Sarsa, de la que forman parte las
dataciones de elementos directos, el análisis de los restos humanos o el estudio del arte rupestre del yacimiento, sobre
las que no nos detendremos. Sí recordaremos la diversidad de ocupaciones y de enterramientos revelada por los nuevos
trabajos, en contraste con la secuencia neolítica que parecía desprenderse de los materiales inicialmente conocidos.
VIII
[page-n-10]
Así, se confirma la cronología neolítica del enterramiento doble en una grieta de la cueva, cuyos dos individuos han
sido datados de media en 5331 y 5282 cal BC, con un ajuar del que formaba parte un vaso cardial, pero también se
comprueba que la cueva fue utilizada como lugar de enterramiento durante el Neolítico final y el Calcolítico, y hasta
en época andalusí.
Como en el caso de otras cavidades, Sarsa se revela como un espacio de habitación intensamente ocupado durante
el primer Neolítico por parte de un muy reducido número de familias, de modo que resulta lógico suponer una estrecha
vinculación con los poblados al aire libre que parecen existir en su entorno, como Les Dotze o la Solana de Carbonell.
A pesar de los pocos materiales recuperados en estos casos, su carácter de poblado resulta probado de acuerdo con las
enseñanzas derivadas del inmediato asentamiento de Benàmer y del Mas d’Is, y antes de Casa de Lara. Y es que, mientras en la cueva los materiales acumulados son consecuencia de entre tres y cuatro siglos de ocupación por los grupos
cardiales, lo que sabemos de Benàmer apenas demuestra que hubo una breve ocupación o tal vez que sólo conocemos
una parte del espacio que ocupó el poblado. Pues bien, agrupando yacimientos al aire libre, cuevas y abrigos con ocupaciones esporádicas, cuevas de inhumación y cuevas de habitación, P. García Borja nos propone situar las reflexiones
que emanan de la consideración del estilo de las cerámicas cardiales de Sarsa sobre el escenario de un poblamiento
formado por distintas comunidades que así ocupan las comarcas centro-meridionales valencianas. En el caso de Sarsa,
la comunidad se denomina de la Valleta d’Agres, mientras en los territorios próximos se desarrollan las del Benicadell,
cabecera del Serpis o cubeta de Villena. Sin duda se trata de una propuesta que habrá de tener un largo recorrido, siempre
de acuerdo con el relato que seguimos para explicar los inicios del Neolítico en nuestras tierras. Un relato que comienza
con el establecimiento de grupos pioneros, necesitados de relaciones con otros grupos más o menos lejanos que aseguran
su supervivencia, lo que se manifiesta en la precisa decoración de sus cerámicas. Después, la continuación del relato,
tras los tres o cuatro siglos que hemos atribuido al Neolítico antiguo cardial, conduce a que los grupos pioneros se han
convertido en varias decenas de asentamientos, que pueblan territorios considerables, y que siguen manteniendo aquellas
intensas relaciones que justamente asociamos a las decoraciones de sus cerámicas.
Cuando mediada la década de 1970 iniciábamos el estudio del Neolítico valenciano, en el Museo de Prehistoria del
SIP las dos pequeñas vitrinas dedicadas a la Sarsa seguían mostrando aquellos fragmentos de cerámica y los pequeños
vasos que habían impresionado a Bernabò Brea, pero ahora el Museo albergaba otro numeroso grupo de vitrinas en las
que se podían contemplar los grandes vasos cardiales de la Cova de l’Or. El estudio de la Sarsa parecía definitivamente
detenido, o limitado a la consideración de materiales o problemas puntuales. Afortunadamente no ha sucedido así. Pablo
García Borja ha desarrollado un trabajo intenso y continuado, exhaustivo en la documentación, abierto a las nuevas líneas de investigación, de cuyos resultados hemos podido conocer avances en los últimos años, destinado a abrir una nueva etapa en nuestros estudios neolíticos. El libro de Pablo García Borja nos devuelve la realidad de un yacimiento muy
importante, depositario de una documentación arqueológica capaz de iluminar el nacimiento y el devenir de aquellas
comunidades cardiales que en unos pocos siglos poblaron nuestros valles y montañas, e imprimieron en nuestro paisaje
la huella de sus campos y rebaños, de sus poblados, necrópolis y santuarios.
Bernat Martí Oliver
IX
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[page-n-12]
Índice
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
1 LA COVA DE LA SARSA EN LA HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓgiCA
VII
1
3
Primeras referencias
3
Excavaciones iniciales
6
Intervenciones modernas, resultados antiguos
8
El siglo XXI: de vuelta a la primera línea
12
2 EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE LA COVA DE LA SARSA
15
Cerámica
16
Industria lítica
Industria lítica tallada
Elementos de molienda
Industria lítica pulimentada
Otros objetos
19
19
22
22
24
Fauna
25
Malacofauna
26
Industria ósea y elementos de adorno
26
Restos humanos
Relación de restos
Dataciones radiocarbónicas sobre restos humanos
La inhumación doble de la grieta interior
29
30
30
31
Pinturas rupestres
34
Materias colorantes
35
Restos vegetales carbonizados
35
Objetos metálicos
37
Dataciones radiocarbónicas
37
XI
[page-n-13]
3 METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO DE LA CERÁMICA PREHISTÓRICA
41
Análisis de los fragmentos
41
Labios 41
Bordes 42
Bases 42
Elementos de prensión
43
Técnicas decorativas específicas
44
Técnicas decorativas esenciales
45
Análisis de los vasos
45
Criterios métricos y morfológicos
46
Tipología 48
Organización de la decoración
53
Elementos 53
Motivos 54
Composiciones 54
Grupos compositivos 54
Representación gráfica de la decoración de un vaso 56
Temas y grupos temáticos 57
Tecnología 61
4 LOS FRAGMENTOS CERÁMICOS de la cova de la sarsa
71
Labios
71
Bordes
71
Bases
71
Elementos de prensión
72
Técnicas decorativas específicas
75
Decoración con mamelones
75
Teoría de mamelones 75
Pastillaje 75
Apliques seriados 75
Decoración de cordones
81
Cordón liso 81
Cordón impreso 81
Cordón inciso 85
Cordón realizado con mamelones 85
Decoración impresa
85
Impresión con el borde de una concha dentada 85
Impresión con el natis de una concha dentada 98
Impresión con el borde de una concha no dentada 101
Impresión de instrumento de punta única roma 102
Impresión de instrumento acabado en punta aguzada 105
Impresión de instrumento de punta doble 105
Impresión de instrumento de punta múltiple (gradina) 105
Impresión de instrumento de punta plana alargada (espátula) 108
Digitación 108
XII
[page-n-14]
Decoración incisa
108
De instrumento no dentado 108
De instrumento dentado 110
Pintura y engobe
112
Pintura no cubriente 112
Pintura cubriente 112
Relleno en la decoración 113
Decoración excisa
114
Estampado 114
Pseudoexcisión 114
Decoración en los labios
114
Labios impresos 114
Labios incisos 116
5 LOS VASOS DIFERENCIADOS DE LA COVA DE LA SARSA
117
Tipología
117
Vasos con decoración impresa cardial
117
Vasos con decoración impresa de gradina
119
Vasos con decoración inciso-impresa
126
Vasos con otras decoraciones impresas
126
Vasos con decoración incisa
126
Vasos con decoración peinada
126
Vasos con decoración impresa en los cordones
126
Vasos con cordones realizados con mamelones
126
Vasos con cordones lisos
126
Otros vasos decorados
126
Vasos sin decoración
132
Volumetría 132
Organización de la decoración
Grupos compositivos
132
132
Grupos compositivos en cerámica impresa cardial 137
Grupos compositivos en cerámica impresa de gradina 139
Grupos compositivos en el resto de cerámica impresa 145
Grupos compositivos en cerámica inciso-impresa 145
Grupos compositivos en cerámica incisa
145
Grupos temáticos
145
Líneas y bandas 145
Mosaicos 149
Glifos 149
Frisos 153
Metopas y ortogonales 153
Apliques 157
Escénicos y figurativos 157
Tecnología
Grupos tipológicos
Grupos temáticos
157
160
164
XIII
[page-n-15]
6 LA COVA DE LA SARSA Y LA SECUENCIA NEOLÍTICA VALENCIANA
165
La secuencia neolítica valenciana
168
Neolítico antiguo
171
Neolítico antiguo arcaico 171
Neolítico antiguo inicial 171
Neolítico antiguo pleno 175
Neolítico antiguo epicardial 178
Neolítico medio I
181
Neolítico medio II
181
Neolítico final
181
La cerámica de la Cova de la Sarsa en la secuencia neolítica valenciana
Neolítico antiguo inicial-pleno
Neolítico antiguo epicardial
Neolítico medio
Neolítico final
Otras fases prehistóricas
184
184
192
192
193
193
7 LA FUNCIONALIDAD DE LA COVA DE LA SARSA. APORTACIONES
195
DESDE LA CERÁMICA
Un repertorio multifuncional
195
Cuencos y ollas
195
Contenedores 199
Cántaros 199
Jarras y cubiletes
205
Formas singulares
205
Función simbólica de la cerámica
Cerámica en contextos funerarios
Representaciones humanas en las decoraciones
208
209
209
La Cova de la Sarsa: un lugar donde vivir
215
El territorio inmediato: la comunidad neolítica de la Valleta d’Agres
218
8 CERÁMICA E IDENTIDAD. APORTACIONES AL CONOCIMIENTO
223
DEL NEOLÍTICO VALENCIANO
La organización del territorio cardial valenciano
225
La comunidad del Benicadell
225
La comunidad de la cabecera del Serpis-Penàguila
227
La comunidad de Planes-Serpis medio
230
La comunidad del Serpis bajo-Marxuquera
231
Otras comunidades
233
La comunidad de la cabecera del Gorgos 234
La comunidad del bajo Gorgos-Girona 235
La comunidad de la cubeta del Vinalopó 235
La comunidad del Cànyoles medio
235
La Comunidad del Xúquer medio 237
Otros yacimientos
238
XIV
[page-n-16]
Un modelo interpretativo para el Neolítico valenciano
Subsistencia económica
Viabilidad demográfica
El mundo funerario
Práctica y creencia
El inicio del modelo de las comunidades cardiales
El final del modelo de las comunidades cardiales
9 Del fragmento y el vaso al estilo general y el contexto amplio
239
240
241
241
243
244
246
249
El estilo cerámico cardial valenciano
249
Muestra cerámica analizada
251
Tipología 252
Organización de la decoración
252
Producciones más comunes del Cardial valenciano
256
Patrones decorativos del Cardial valenciano
256
La cerámica de la Cova de la Sarsa en el contexto del Mediterraneo occidental
264
BIBLIOGRAFÍA
269
APÉNDICE
285
XV
[page-n-17]
[page-n-18]
Introducción
Las cerámicas neolíticas han ocupado buena parte de las líneas
de investigación a las que he dedicado más esfuerzos en mis
etapas de formación. Concretamente las cerámicas neolíticas
del ámbito mediterráneo. En este sentido, pude examinar colecciones como las recuperadas en los yacimientos valencianos de
Cova de l’Or de Beniarrés, Cova del Barranc Fondo de Xàtiva,
Cova Fosca de la Vall d’Ebo, o Colata de Montaverner, o en
el yacimiento malagueño de Cueva de Nerja, entre otros, que
me proporcionaron una experiencia y un grado de especialización importantes. Avanzados los estudios de estas colecciones,
sujetos a un trabajo de tesis doctoral, en el año 2007 se me
propuso centrar los esfuerzos en caracterizar y contextualizar
un conjunto en concreto no incluido en aquellos estudios, el
de la Cova de la Sarsa de Bocairent. En el año 2014 finalizó
el trabajo analítico y la redacción de los resultados, presentándose por primera vez en el acto de defensa de la tesis doctoral
que ha cimentado la presente publicación. Desvelado el objeto
de estudio, la cerámica prehistórica, y el objetivo, reflexionar
sobre el Neolítico antiguo valenciano, cabe advertir al lector
que en las próximas páginas se encontrará con un trabajo construido a partir de conceptos poco usuales ya en la disciplina arqueológica como tipología, cultura o descripción densa. Como
aportaciones más relevantes, deben considerarse la exposición
ordenada del conjunto de cerámicas analizado, su inserción en
las problemáticas actuales y la aplicación de una metodología
que ha sido revisada y ampliada, demostrándose útil para el
estudio de cualquier colección cerámica prehistórica.
El estudio analítico realizado parte de considerar que una
colección cerámica puede ofrecer información cronológica,
sobre límites territoriales, sobre interacciones y desvelar estructuras sociales, ideológicas o de producción de un grupo
humano. Dentro de cualquier comunidad existe un modo estandarizado de realizar las cerámicas. Pero, al mismo tiempo,
pueden coexistir modos menos extendidos que responden a la
tradición familiar o de grupo, transmitidos de unas generaciones a otras. El posicionamiento teórico subyacente y desde el
que se aborda el trabajo tiende a considerar al prehistoriador
como arqueólogo que estudia el pasado a través del análisis
de objetos recuperados en yacimientos arqueológicos, en mi
caso, bajo el paraguas metodológico de los fundamentos de
una escuela valenciana de arqueólogos y prehistoriadores que
sobresalió en la segunda mitad del siglo XX, cuyo incierto futuro deberá ser resuelto por las nuevas generaciones. Es de
alabar la postura de autores como Shanks, Witmore, Webmoor
y Olsen, que bajo la corriente etiquetada como “arqueología
simétrica” optan por poner en un primer plano al arqueólogo prehistoriador, ensalzando el trabajo físico en yacimientos
arqueológicos, la atención preferencial sobre los objetos y la
necesidad de fomentar los trabajos multidisciplinares dentro
de una disciplina arqueológica más definida e independiente.
Pero su crítica a la arqueología fenomenológica no va acompañada de una propuesta metodológica más específica que
resulte operativa para el tipo de estudios que abordamos. El
discurso de la arqueología simétrica alberga un énfasis en la
consideración del hombre como animal difícil de compaginar
con nuestra concepción del hombre como ser simbólico que
realiza objetos para satisfacer sus necesidades, lo que irremediablemente sitúa estos objetos a un nivel distinto del que ocupa el ser humano, cuyo comportamiento consideramos que es
el objetivo principal de cualquier estudio arqueológico.
El trabajo ha quedado dividido en ocho capítulos que forman
cuatro bloques. El primero está formado por los capítulos 1 y 2,
que centran su atención en la presentación del yacimiento de la
Cova de la Sarsa y de sus materiales en el contexto historiográfico valenciano y peninsular. El segundo bloque lo forma el capítulo 3, en el que se exponen los fundamentos metodológicos considerados en el estudio analítico de la cerámica prehistórica. En
los capítulos 4 y 5, que conforman el tercer bloque, se muestra la
colección cerámica de la Cova de la Sarsa. Finalmente, un cuarto
bloque interpretativo, de cuatro capítulos, en el que se discute el
marco cronológico y cultural, tratando de dar una explicación a
cuestiones tales como qué función tenía la cueva en el Neolítico
antiguo y cómo se relaciona con el resto de yacimientos de esta
fase que se conocen entre los ríos Xúquer y Vinalopó.
1
[page-n-19]
La presentación de los datos viene acompañada de una serie
de figuras en las que se muestra buena parte de los fragmentos
y vasos analizados. Cada fotografía o dibujo posee un número
de referencia, que coincide con el asignado en nuestra base de
datos. En los casos en los que el número vaya precedido por una
V, la referencia es a un vaso diferenciado.
Del mismo modo que al iniciar esta larga andadura no sabíamos a ciencia cierta qué colecciones centrarían nuestro interés,
finalmente la de la Cova de la Sarsa, ni qué resultados serían
los más relevantes, sí existía un objetivo claro en el horizonte:
los resultados serían publicados en la serie monográfica sobre
Prehistoria mediterránea más prestigiosa, la Serie de Trabajos
Varios del Servicio de Investigación Prehistórica del Museo de
Prehistoria de Valencia. La satisfacción que uno siente al ver este
objetivo cumplido, sólo es comparable al sentimiento de gratitud
para quienes han colaborado en la realización de este libro. Las
deudas contraídas son muchas y es de justicia agradecer a las
personas e instituciones que nos han prestado su apoyo. En el terreno científico, el lector especializado detectará la influencia de
Joan Bernabeu Aubán en el apartado metodológico y analítico;
con él empecé los estudios del Neolítico y bajo su dirección se
modeló y defendió la tesis doctoral preludio del presente trabajo.
El tribunal estuvo compuesto por Claire Manen, João Zilhão y
Bernat Martí Oliver, a quienes agradezco sus aportaciones, especialmente a Bernat Martí, quien desde el primer momento me
brindó sus consejos y su apoyo. Emili Aura Tortosa y Joaquim
Juan Cabanilles completan el círculo de mentores más próximos
e influyentes de mi formación, no sólo de la recibida en el campo
de la Prehistoria, también en la mejora de la sintaxis.
Buena parte de los dibujos de cerámicas impresas cardiales
han sido realizados por Emilio Cortell Pérez, con quien he pasado incontables horas mirando y dibujando fragmentos y vasos; ha sido tan buen compañero como excelente dibujante. Mi
gratitud póstuma a Vicent Casanova Vañó, con quien pasé otras
muchas tardes en Bocairent revisando materiales; descanse en
paz junto a María Dolores Asquerino Fernández, a la que no tuve
el placer de conocer en persona, pero que me animó en las fases
iniciales de este trabajo y me prestó toda su ayuda. A Ramón
Asquerino Fernández por facilitarme el acceso a información de
María Dolores tras su fallecimiento.
A Ignacio Montero Ruiz y a Carles Lalueza Fox por sus analíticas sobre objetos metálicos y ADN humano, respectivamente.
A Andrés Puertas Cabot, Guillem Pérez Jordà, Salva Pardo
Gordó y Domingo Carlos Salazar García, además de su amistad,
les agradezco sus comentarios, correcciones y colaboraciones.
A Oreto García Puchol, Juan Carlos Vera Rodríguez y Gabriel
García Atiénzar que revisaron el trabajo en primera instancia.
Al Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat
de València y a todos sus miembros, por hacerme lo más agradable posible mi paso por el mismo. A Lluís Molina Balaguer,
Teresa Orozco Köhler, Xelo Mata Parreño, Tina Badal García,
Agustín Diez Castillo y Manolo Pérez Ripoll, por atenderme
siempre que les he necesitado para cualquier duda. En el ámbito
universitario entablé amistad con arqueólogos y prehistoriadores
como Joan Palmer Broch, Dídac Roman Monroig, Inés Domingo Sanz, Guillermo Pascual Berlanga, María Ntinou, Rosa Puig
Moragón, Aleix Eixa Vilanova, Víctor Chaos López, Mario Sanz
Tormo, Agustín Zacaríes Romaguera, Marga Vadillo Conesa,
Amparo Valcárcel Estors, Magda Gómez Puche, Carmen Tormo
2
Cuñat, Ángela Pérez Fernández, Guillermo Tortajada Comeche,
Javi Soler Navarro, Felipe Pérez Ferrer, Carles Delgado Sanchis,
Juan Vicente Morales Pérez, Cristina Real Margalef y otros muchos con los que he pasado mis años en València y con los que he
podido discutir y modelar la obra que se presenta.
A los miembros del Museu Arqueològic Municipal “Camil
Visedo Moltó” de Alcoi, del Museu de Prehistòria de la Diputació de València y del Ajuntament de Bocairent. Especialmente
a José María Segura Martí, José H. Miró Segura, Nacho Grau
Mira, Isabel Collado Beneyto, Agustí Ribera Gómez, Josep
Pascual Beneyto, Helena Bonet Rosado, María Jesús de Pedro
Michó, Ángel Sánchez Molina, Josep Lluís Pascual Benito,
Carles Ferrer García, Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez, Alfred
Sanchis Serra, Manuel Gozalbes Fernández de Palencia y al
equipo de bibliotecarias del SIP, mi agradecimiento por su trato
amable y paciente.
A Xavi Oms Arias, Palmira Torregrosa Giménez, Eduardo
López Seguí, Carles Miret Estruch, Esther López Montalvo y
el Centre d’Estudis Contestans por algunas de las imágenes
utilizadas. Del mismo modo, al personal que integra el Museo
Histórico de Priego de Córdoba por su atención en la revisión
de la documentación allí depositada en el legado de María
Dolores Asquerino.
Agradecer las facilidades prestadas por las instituciones que
me han permitido revisar de forma directa los materiales de la
Cova de la Sarsa: Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo Moltó”, Museu de Prehistòria de València, Museu Arqueològic Municipal de Bocairent “Vicent Casanova”, Museo Arqueológico Nacional, Museu Arqueològic d’Ontinyent i la Vall
d’Albaida, Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat, Museo
Arqueológico Municipal de Enguera, Museu de Belles Arts de
Castelló, Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de
la Harvard University, Centre Excursionista de Tavernes de la
Valldigna, Ajuntament de Chella, Departament de Prehistòria de
la Universitat de Barcelona y Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada.
Las deudas en el apartado económico y el sentimental son
tan importantes o más que las académicas. Agradecer a la Junta
Rectora del Instituto Alicantino de Cultura “Juan Gil-Albert” de
la Diputació d’Alacant la concesión de una ayuda de Apoyo a
la Investigación en la convocatoria de 2014, en la modalidad de
Tesis en Ciencias Sociales y Humanidades. Buena parte de la
financiación necesaria para realizar el estudio de los materiales
ha corrido a cargo de lo que durante años he llamado fundación
García-Borja, en inicio formada por padres y abuelos, pero que
el paso del tiempo ha acabado por sustituir a los miembros más
mayores por otros más jóvenes. A mis padres Ricardo y Fina y a
mi hermana Sabela, que siempre están, a Sergio, Sergiet y Sabeleta, los últimos en llegar junto con Aleix, que ahora es el centro
gravitacional de una nueva familia formada junto con Yolanda,
con la que he compartido los mejores años, y ahora nos toca vivir
otros todavía mejores. Por último, en el recuerdo quedan mis
abuelos Carlos, Josefa, Joaquín y María, a quienes les quedó una
espina clavada en el corazón, pues ni pudieron cursar estudios
medios, ni pudieron proporcionárselos a mis padres durante la
dictadura franquista. En especial quiero acordarme de mi abuelo
Carlos, quien me preguntaba incluso en sus últimos días cómo
iba “esa tesis doctoral”; con él adquirí un compromiso que espero haber saldado.
[page-n-20]
1
La Cova de la Sarsa en la historia
de la investigación arqueológica
La Cova de la Sarsa está ubicada en el término municipal de
Bocairent (Valencia), a 2,5 km de su centro histórico. Se sitúa
en la vertiente norte de la Serra Mariola, en la partida de Mossén Gregori, unos 860 msnm y a 650 m del llano cultivable (fig.
1.1). Se trata de una cavidad abierta en los terrenos cársticos
formados por biomicritas y margas amarillas del Cretácico Superior. En la actualidad, las inmediaciones de la entrada se encuentran cubiertas por una vegetación de encina y arbustos de
monte bajo, como romero, tomillo, aliagas y zarzas (fig. 1.2).
No existen terrenos en explotación agrícola de regadío o secano en su alrededor.
La entrada está orientada al noreste, motivo por el que
apenas recibe luz solar. Es muy probable que el acceso haya
sufrido modificaciones desde época neolítica, pues las rocas
desprendidas a lo largo de la entrada indican que existía una
amplia visera como antesala al vestíbulo. La falta de luz y la
elevada actividad hídrica de sus galerías, provocan un alto grado de humedad en su interior.
La boca de entrada actual es de forma trapezoidal, con unas
dimensiones de 4,50 m de ancho y 2 m de alto (fig. 1.3). Se encuentra cerrada como consecuencia de las obras realizadas en
el verano de 1971 (fig. 1.4), pues la cueva era motivo de numerosas visitas por parte de vecinos, excursionistas y aficionados
a la espeleología que suponían un riesgo para la preservación
de los restos arqueológicos conservados en la cueva. Desde
ella se divisa el amplio valle conocido como Valleta d’Agres,
pequeña unidad geográfica que se estrecha hacia el este, en dirección a Alfafara y Agres.
La boca proporciona el acceso a un vestíbulo alargado, de
12 m de longitud, 7 m de anchura y 3 m de altura, que comunica con el resto de la cueva hacia el sureste de forma suave, si
bien en la actualidad se accede por medio de un brusco escalón, cuya pared sureste está cubierta de piedras procedentes de
las excavaciones realizadas en la cueva por Fernando Ponsell
Cortés. Al sureste del vestíbulo se abre una estrecha gatera que
comunica con otra sala interior previa a las intrincadas galerías
y pasadizos que conforman el laberíntico conjunto cárstico de
hasta 47 m de desnivel, con un recorrido total de unos 200
metros (fig. 1.5).
PRIMERAS REFERENCIAS
En 1914 el abate Henri Breuil publica una descripción de la
cueva fruto de una visita que realiza a la misma, refiriéndose
a ella como “Cueva de la Zarza de San Blas”. No cabe duda
de que se refiere a la Cova de la Sarsa, si bien, en ningún momento es considerada como yacimiento arqueológico (Breuil,
1914; Breuil y Obermaier, 1914): “Cette belle caverne s’ouvre
au voisinage de l’hermita de San Blas. Elle débute par un vestibule clair auquel fait suite, à droite, un couloir de 150 m de
long environ, qui débouche vers le milieu d’une grande galerie
transversale. Ce couloir est parfois très étroit, particulièrement
à l’entrée, au milieu et à sa terminaison; dans sa paroi gauche s’ouvre un puits, plus loin un bas-fond est rempli d’eau
limpide. Ce couloir débouche dans la grande galerie par une
chatière qu’il est nécessaire de repérer exactement afin de la
reconnaître au retour; elle est en effet très difficile à retrouver
au milieu des salles labyrinthiques formées par les rideaux de
stalactites de la galerie. Cette galerie a 200 m de long env. A
droite elle s’élargit en grandes chambres avec de belles bornes stalagmitiques humides. A gauche la galerie descend par
ressauts successifs; le sol est très humide, avec nombreuses
flaques d’eau limpide. Tout au fond la galerie se termine par
une vasque pleine d’eau de 1 m 50 de profondeur, au bord
de laquelle les parois sont couvertes d’efflorescences stalagmitiques tendres et crayeuses. Toute cette partie gauche de
la galerie a été longtemps submergée. Dans le couloir près
de l’entrée, il y avait beaucoup de Laemostenus et des Staphyhnides sous les pierres. Dans la partie droite de la grande
3
[page-n-21]
Fig. 1.1. Localización geográfica de la Cova de la Sarsa sobre mapa del Institut Cartogràfic Valencià.
Fig. 1.2. Boca de entrada a la cueva (fotografía: Héctor Juan).
4
Fig. 1.3. Boca de entrada a la cueva en los inicios del siglo XX
(Archivo SIP).
[page-n-22]
Fig. 1.4. Cierre de la cueva en febrero de 1971 (Legado M.D.
Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
galerie, des Thysanoures ont été pris courant sur les bornes
stalagmitiques humides avec de petits Diplopodes blancs; de
petits Aranéides tissent de grandes toiles entre les stalactites. Il
n’existait pas d’animaux dans des amas de guano. Enfin dans
la partie gauche de la galerie, des Collemboles ont été recueillis sur les flaques d’eau” (Breuil, 1914: 502).
Su consideración como yacimiento arqueológico no llegará hasta la década de los años 20 del siglo XX (Ballester, 1928),
cuando en 1926 es visitada por Ponsell al intentar localizar el yacimiento de la Caseta Molina, descubierto por Camil Visedo Moltó
(Visedo, 1925), donde se recuperó “ceràmica amb incisions de cardium d’una cova del terme de Bocairent”. Este último yacimiento
fue objeto de varias visitas por parte del propio Visedo, pues se
encontraba junto a la caseta homónima, propiedad de un familiar
suyo. También María Dolores Asquerino Fernández realizó excavaciones en la cueva ya en el último tercio del siglo XX, pasando a
denominarse Coveta Emparetà (Asquerino, 1975).
Desde el mismo momento de su descubrimiento, la Cova
de la Sarsa adquiere gran relevancia, integrándose en el círculo cultural que presenta cerámicas decoradas mediante la
impresión con concha dentada (Ballester, 1928), que Colominas (1925) denomina de tipo Montserrat o Montserratina en su
publicación La Prehistòria de Montserrat. Al interés científico
de las piezas recuperadas, se unió el de acrecentar los fondos
del recién creado Museo de Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia, provocando que la Cova de la Sarsa pasara
a ser objeto de una intervención arqueológica bajo la dirección
de Ponsell y el patrocinio del Servicio de Investigación Prehistórica-Museo de Prehistoria de la mencionada Diputación
(en adelante SIP).
Fig. 1.5. Topografía de la cueva realizada por R. Pla y F. Pavía entre 1963-64.
5
[page-n-23]
EXCAVACIONES INICIALES
Las primeras intervenciones arqueológics en la Cova de la Sarsa
fueron realizadas por Fernado Ponsell en el primer tercio del
siglo XX. Es un investigador vinculado inicialmente al grupo
de aficionados a la arqueología que trabaja en la zona de Alcoi,
cuyo máximo exponente acabará siendo Camil Visedo, si bien
siempre mantendrá cierta independencia en sus trabajos. Desde
1927 pasa a relacionarse de forma directa con el recientemente
creado SIP, entregando sus colecciones en venta a la Diputación
Provincial de Valencia, con el fin de crear un museo vinculado
a dicho servicio (De Pedro, 2006; Segura, 2006), con quien establece una relación contractual para la realización de excavaciones arqueológicas.
Fruto de esta relación, en 1928 deposita un lote de materiales que había recuperado en intervenciones realizadas por su
cuenta en la cueva entre 1927 y 1928 (Ballester, 1929; Ponsell,
1929). Desde este año, Ponsell es nombrado comisionado por
Isidro Ballester Tormo para la realización de excavaciones arqueológicas por encargo del SIP (Segura, 2001), que pasa a ser
la institución responsable de sus actuaciones en la cueva (Ballester, 1935 y 1942), financiando nuevas intervenciones durante los veranos de 1931, 1932, 1935 y 1939. Desde 1939 no existe constancia de que realizara más excavaciones arqueológicas
en Sarsa, dejando de ser comisionado del SIP ese mismo año.
Esta misma institución intentará años más tarde retomar la
actividad arqueológica en la cueva, esta vez bajo la dirección
de Vicent Pascual Pérez y Julián San Valero Aparisi. En 1951
Enrique Pla Ballester y Domingo Fletcher Valls se desplazan a
Bocairent con motivo de la preparación de estas campañas de
excavación, para inspeccionar de forma directa las posibilidades que ofrecía (Fletcher, 1952). Finalmente nunca llegaron a
realizarse por diferentes motivos, no llevándose a cabo ya ningún proyecto de excavación por parte del SIP, reduciéndose la
actividad en la cueva a visitas por parte de algunos de sus técnicos (fig. 1.6) para controlar el estado de conservación de los
sedimentos de la misma.
Las publicaciones de los materiales recuperados en las intervenciones llevadas a cabo por Ponsell muestran desde el inicio la
importancia de la cavidad y la extraordinaria calidad de sus mate-
Fig. 1.6. Visita a la cueva por parte de Enrique Pla Ballester
(superior izquierda) y varios vecinos de la población en la primera
mitad de la década de 1960 (Archivo SIP).
6
riales arqueológicos. La interpretación inicial que se realiza es la
de asociar las cerámicas cardiales a un enterramiento eneolítico
(Ballester, 1928), visión que coincide con la del propio Ponsell
(1929), quien define el yacimiento como cueva sepulcral. Del
resto de campañas, apenas existen algunas referencias recogidas
en los anuarios de actividades titulados La labor del Servicio de
Investigación Prehistórica y su museo en el pasado año.
Desde un primer momento los materiales de la Cova de la
Sarsa quedan vinculados a los ya conocidos de las cuevas de
Montserrat (Barcelona), incidiendo en los planteamientos expuestos por Pere Bosch Gimpera para el Neolítico peninsular
(Bosch Gimpera, 1920, 1923; Bosch y Pericot, 1925). La cerámica cardial se adscribe inicialmente a la Cultura Central o
Cultura de las Cuevas y a la Cultura de Almería, proponiéndose
una cronología avanzada (Bosch Gimpera, 1932) e interpretando que la mayor complejidad técnica y decorativa de sus vasos
cerámicos decorados responde a su menor antigüedad (Martí,
1985). Luis Pericot (1934), influenciado por la obra de Bosch
Gimpera, sitúa los contextos cardiales dentro del conjunto de
cerámicas neo-eneolíticas, vinculadas al mundo campaniforme.
Este esquema se mantiene hasta la publicación de la secuencia estratigráfica de la Esquerda de les Roques (Torrelles de
Foix, Barcelona), que demuestra la mayor antigüedad de las cerámicas cardiales, desvinculándolas de las campaniformes (Grivé, 1936). Estas aportaciones serán tomadas en consideración
por Julio Martínez Santa-Olalla (1941), quien distingue el Mesolítico o Neolítico antiguo del Neolítico reciente, que a su vez
comprendía las culturas Hispano-Mauritana e Ibero-Sahariana.
La Cova de la Sarsa queda incluida en el Neolítico reciente dentro de la Cultura Hispano-Mauritana.
En este contexto historiográfico, la Cova de la Sarsa adquiere mayor relevancia gracias a los trabajos de San Valero. Será el
responsable de mostrar la riqueza del yacimiento y en especial
de la cerámica decorada con la técnica de la impresión cardial,
proponiendo su gran difusión a lo largo de Europa y África (San
Valero, 1942). El estudio que acomete en la primera mitad de
la década de los años 30 sobre los materiales que Ponsell había
depositado en el Museu de Prehistòria de València, le permite
realizar una serie de publicaciones (San Valero, 1942, 1947 y
1948a) que culminarán con la elaboración de una obra monográfica (San Valero, 1950) (fig. 1.7). La publicación de 1942
se constituirá como un referente en la bibliografía neolítica,
proporcionando un marco de interpretación en el que la Cova
de la Sarsa adquiere una especial significación. Partiendo de la
sistematización de Martínez Santa-Olalla (1941) sitúa la cueva en el Neolítico Hispánico, más concretamente en la Cultura Hispano-Mauritana cuyo máximo exponente es la cerámica
cardial, rechazando criterios de tosquedad tecnológica y decorativa como indicio de mayor antigüedad, situándola en momentos anteriores al vaso campaniforme. San Valero propone
que la procedencia del Neolítico Hispánico debe ubicarse en la
costa norte de Marruecos. El proceso de neolitización converge
con el norteafricano para expandirse por el resto de la península
ibérica, generando diferencias regionales. Son evidentes las relaciones mantenidas por el pueblo de la cerámica cardial con los
neolíticos de la Cultura de Almería, existiendo en un momento
dado una coincidencia espacial y cronológica con el Neolítico
medio o Hispano-Mauritano. Se distinguen dos espacios geográficos según la presencia o ausencia de cerámica impresa cardial,
[page-n-24]
Fig. 1.7. Volumen nº 12 de la Serie de Trabajos Varios del SIP.
que se corresponden con dos fases del Neolítico Mauritano (San
Valero, 1950): la primera, del sur del río Xúquer al cabo de la
Nau, la segunda, de Almería al cabo de Sant Antoni. Finalmente
la cueva queda encuadrada dentro de lo que denomina Neolítico
IB (San Valero, 1954), caracterizado por la presencia de cerámica
cardial, y que ocupa el sudeste, levante y norte de la serranía del
Guadalquivir hasta la costa media de Portugal.
En estos momentos de la investigación la cueva es cita
obligada en cualquier trabajo de síntesis regional o peninsular
(Jordá y Alcácer, 1949; San Valero, 1950; Fletcher, 1953 y
1956; Jordá, 1953), incorporándose los resultados obtenidos
en otros yacimientos en estudio con niveles pertenecientes a
los últimos momentos del Paleolítico, como la Cueva de la
Cocina (Dos Aguas), Malladetes (Barx) o la Covacha de Llatas (Andilla). Sin embargo, la secuencia arqueológica que iba
a dar explicación al origen de los materiales de la Cova de la
Sarsa y que determinaría el futuro de los trabajos de síntesis
peninsular se encontraba en el noroeste de Italia. En 1956,
Luigi Bernabò Brea publica el segundo volumen de las excavaciones en el yacimiento de Arene Candide (Finale Ligure).
Sus reflexiones provocan que de forma generalizada se pase
de una visión mediterránea africanista, a una visión mediterránea continental costera a la hora de explicar la difusión
del Neolítico. No se trata de un yacimiento desconocido en la
historiografía peninsular, San Valero (1948b) lo incluye como
ejemplo de la expansión cardial desde África, coincidiendo
con los postulados del primer volumen del yacimiento (Bernabò, 1946). El cambio fundamental en la nueva propuesta
de Bernabò Brea (1956) reside en descartar la postura inicial
africanista por otra en la que se considera que es en el Oriente
Próximo donde hay que buscar el origen cultural del Neolítico
mediterráneo, siendo poco factible la propagación del mismo
por el norte de África desde la zona sirio-anatólica, por la
falta de cerámicas impresas en Egipto. Afirma que la cultura
de las cerámicas impresas pertenece al Neolítico inicial tras
constatar que, en los yacimientos con estratigrafía de toda la
cuenca mediterránea occidental, la cerámica impresa aparece en el nivel neolítico más profundo. Bernabò llega a esta
conclusión tras la revisión de buena parte de los materiales
neolíticos de la costa mediterránea, visitando un importante
número de museos españoles, incluyendo el Museu de Prehistòria de València, en donde observa de primera mano las
colecciones de la Cova de la Sarsa (Martí, 2008), cuya homogeneidad es destacada (Bernabò, 1956).
Estas propuestas serán recogidas de forma inmediata por
la bibliografía peninsular (Tarradell, 1962, 1963 y 1965; Pellicer, 1964 y 1967), de la que San Valero deja de ser partícipe
por centrar su investigación en otros campos, citándose la Cova
de la Sarsa en todos los planteamientos sobre el Neolítico como
ejemplo de yacimiento sin influencias de sustrato mesolítico,
cuyos materiales presentan evidentes relaciones con el Mediterráneo (Fletcher, 1963a). En esos momentos se incorpora a la
bibliografía un nuevo yacimiento neolítico cuyos materiales arqueológicos presentan múltiples paralelos con los de la Cova de
la Sarsa. Se trata de la Cova de l’Or, cuya excavación resultará
determinante a la hora de contextualizar de forma más precisa
los materiales de Sarsa. Descubierta en los años 30 del pasado
siglo, Rafael Pardo Ballester realizará en ella diferentes sondeos
cuyos materiales depositará en el Museu de Prehistòria de València (Martí, 1977), aunque las primeras referencias publicadas
datan de mediados del pasado siglo XX (Visedo, 1962; Fletcher,
1963a). Será Vicent Pascual quien inicialmente dedique mayor
atención al yacimiento, recogiendo en sus visitas una serie de
materiales de gran relevancia que deposita en el Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi, cuyos fondos albergan diferentes lotes
procedentes de donaciones y una campaña de excavación (Martí,
1977; García Borja et al., 2011b). Desde ese momento, las exploraciones en la cueva se suceden hasta que en 1955 se inicia
una serie de excavaciones bajo el patrocinio del SIP y la dirección de San Valero y el propio Pascual. Las primeras noticias ya
advierten que se trata de un yacimiento de gran relevancia para el
Neolítico mediterráneo, sospechas que quedan confirmadas con
la publicación de un conjunto de semillas carbonizadas (Hopf,
1966) y los resultados de las dataciones por Carbono 14 de algunas de ellas (Schubart y Pascual, 1966). A partir de ese momento
la Cova de la Sarsa y la Cova de l’Or constituirán un tipo de yacimiento específico, imposible de eludir en cualquier síntesis sobre
el Neolítico peninsular o el final del Paleolítico. En la revisión
que Javier Fortea (1973) realiza de los contextos epipaleolíticos
en relación a los neolíticos, la Cova de l’Or y la Cova de la Sarsa
adquieren la consideración de yacimientos paradigma de grupos
neolíticos “puros” dentro de su propuesta de neolitización, proporcionando una explicación sólida a una nueva problemática de
la que se hace eco Ana María Muñoz (1970): el papel del sustrato
epipaleolítico en la neolitización mediterránea.
7
[page-n-25]
La obra de Fortea cimentará los nuevos postulados sobre
los que gravitará una renovada escuela valenciana, que vuelve
a constituirse como uno de los referentes más importantes a la
hora de explicar el Neolítico desde una perspectiva completa
y compleja, incidiendo en la necesidad de establecer modelos
generales a través de la creación de amplios grupos de trabajo
formados por diferentes especialistas. En la historiografía neolítica valenciana, el máximo exponente de esta nueva escuela es
Bernat Martí Oliver (1978a, 1978b, 1985, 2008). Sus postulados constituirán un nuevo punto de partida para gran parte de
los trabajos que ahora se inician, asentados en su tesis doctoral
(1978a) sobre el Neolítico valenciano y peninsular. Partiendo de
la necesidad de estudiar cada yacimiento desde un punto de vista
multidisciplinar a partir del examen minucioso de la totalidad de
los materiales que forman el registro arqueológico, aborda una
profunda revisión del concepto de Neolítico (1978b), proponiendo un modelo explicativo que mantiene vigentes numerosos aspectos (Martí, 1978a, 1978b, 1982, 1985 y 2008), especialmente
en lo que al proceso de llegada del Neolítico se refiere, tema que
retomará junto al propio Fortea (Fortea y Martí, 1984-85), con
Joan Bernabeu (Bernabeu y Martí, 1992) y, finalmente, estableciendo una estrecha colaboración con Joaquim Juan Cabanilles
(Martí y Juan Cabanilles, 1997 y 2003; Juan Cabanilles y Martí,
2002 y 2008), con quien actualizará y revisará desde una perspectiva mediterránea los aspectos más relevantes de la llegada
del Neolítico a la península ibérica. El yacimiento sobre el que
se aplicará esta nueva metodología de trabajo es la Cova de l’Or
(Martí, 1977, 1983a, 2000; Martí et al., 1980), generando su excavación un importante número de estudios, tesinas y tesis doctorales. Entre la gran cantidad de trabajos realizados, citaremos
como ejemplos destacados los de Joan Bernabeu, Ernestina Badal, Josep Lluís Pascual Benito o Joaquim Juan Cabanilles, que
a día de hoy siguen siendo obras de referencia para la Prehistoria
reciente valenciana.
INTERVENCIONES MODERNAS, RESULTADOS
ANTIGUOS
La Cova de la Sarsa es objeto de un nuevo proyecto de intervención arqueológica que se inicia a principios de los años 1970 bajo
la dirección de M.D. Asquerino. El objetivo principal era establecer la secuencia arqueológica de la cueva y contextualizar los
nuevos hallazgos. La llegada de Asquerino a tierras valencianas se
produce como consecuencia de la realización de su tesis doctoral
en la década de los años 60 del siglo XX. La necesidad de conocer de primera mano las características de los materiales neolíticos
peninsulares la llevará a visitar los museos en los que están depositadas las colecciones más importantes. Durante estos viajes
establece una intensa relación con el Museu Arqueològic d’Alcoi,
colaborando con su entonces director V. Pascual, llegando incluso
a dirigir esta institución municipal entre 1976 y 1977. La colaboración con investigadores alcoyanos la pone en contacto con
Vicent Casanova Vañó, miembro del Centre Excursionista de Bocairent y conocedor de gran parte de los yacimientos de su término
municipal. Es conocido por su breve intervención de salvamento
en la Cova de la Sarsa tras el descubrimiento de unos restos humanos en una grieta de la cueva en 1969 (Casanova, 1978). Asquerino media para realizar la restauración de los vasos cerámicos
recuperados por Casanova, publicando el conjunto de materiales
8
documentados (Asquerino, 1976) e iniciando una estrecha colaboración que facilitaría la realización de excavaciones arqueológicas
en yacimientos situados en el término de Bocairent.
La primera intervención arqueológica de Asquerino en el País
Valenciano se proyecta tras encontrar la localización de la Coveta
Emparetà (Bocairent, Valencia) en noviembre de 1970. Este yacimiento había sido explorado en la década de 1920 por Visedo
(1925) con el topónimo de Caseta Molina, nombre con el que
se refieren a ella también San Valero (1942) y Ballester (1928).
En la primavera de 1971, perteneciendo Asquerino al Instituto
Nacional de Prehistoria, realiza la primera y única campaña de
excavaciones en esta cueva (fig. 1.8) (Asquerino, 1975).
Esta misma institución financiará los sondeos que la investigadora realiza el mes de junio de ese mismo año en la
Penya Roja de Catamarruc (Planes, Alicante) (Asquerino,
1972), así como las que, entre los veranos de 1971 a 1974,
dirige en la sala del vestíbulo de la Cova de la Sarsa. Entre 1976 y 1978 interviene en el yacimiento del Tossal de
la Roca (La Vall d’Alcalà, Alicante), trabajos que años más
tarde continuará Carmen Cacho Quesada (Cacho et al., 1995
y 2001). Entre 1979 y 1981 retomará las excavaciones en la
Cova de la Sarsa, esta vez en la conocida como “Gatera” o
Sector II (Asquerino et al., 1998).
Las excavaciones arqueológicas de Asquerino en la Cova
de la Sarsa quedan, por tanto, divididas en dos etapas: la primera entre 1971 y 1974, la segunda entre 1978 y 1981. En la
primera fase, los trabajos se centran en la clasificación de las
colecciones depositadas en Bocairent por aficionados locales y
en la realización de un sondeo en la sala del Vestíbulo (Asquerino, 1978). Las campañas de excavación se inician en febrero
de 1971, retomándose entre julio y agosto del mismo año (fig.
1.9). Los buenos resultados que a priori ofrecen los trabajos
provocan que entre marzo y abril de 1972 se amplíe la campaña
de excavación programada, demostrando que en el vestíbulo
existe una importante acumulación de sedimento de más de dos
metros de profundidad (fig. 1.10). En julio de 1973 y en abril
de 1974 se realizan dos nuevas campañas de excavación, confirmándose los peores presagios que pronosticaban una elevada
alteración del sedimento conservado como consecuencia de la
Fig. 1.8. M.D. Asquerino en la Coveta Emparetà (Legado M.D.
Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
[page-n-26]
Fig. 1.9. Estudio de los materiales arqueológicos en una de las salas
del ahora Museu Arqueològic Municipal de Bocairent en el verano
de 1971. De izquierda a derecha: M.I. de Rojas Cincunegui, J.M
Segura, E. Cortell y M.D. Asquerino (Legado M.D. Asquerino al
Museo Histórico de Priego de Córdoba).
intervención de Ponsell (fig. 1.11). Este hecho queda confirmado por la aparición de materiales contemporáneos en los estratos más profundos del vestíbulo.
Hasta la fecha, son las únicas intervenciones realizadas en la
Cova de la Sarsa utilizando una metodología arqueológica (fig.
1.12), si bien la estratigrafía final carece de fiabilidad. La autora
considera que todos los materiales recuperados se encuentran
en niveles revueltos, hecho provocado por el vaciado de la sala
por parte de Ponsell y su posterior colmatación con sedimentos
extraídos a medida que avanzaba la intervención de éste. La información obtenida del estudio de los materiales arqueológicos
resultó más satisfactoria, pues el cribado de todo el sedimento
extraído en las excavaciones (fig. 1.13) permitió recuperar un
buen número de restos, presentando su cultura material unas
características diferentes a las que hasta ahora se le presuponía, pues se recuperó gran cantidad de restos de talla, fauna o
cerámica no decorada (Asquerino, 1978). También se realiza la
Fig. 1.10. M.D. Asquerino en la cata realizada en el vestíbulo en 1972
(Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
Fig. 1.11. Fernando Ponsell de visita a las excavaciones en la
Cova de la Sarsa en 1974 (Legado M.D. Asquerino al Museo
Histórico de Priego de Córdoba).
primera topografía detallada de la zona de entrada, situándose
en un plano los sectores diferenciados por la investigadora, las
zonas de excavación y el espacio en el que se produjo el hallazgo de la inhumación doble (fig. 1.14). Vuelve a constatar que
únicamente en los sectores I y II se localiza sedimento arqueológico, coincidiendo con la exploración realizada por Ponsell
entre 1935 y 1939, en la que incluye varias catas en las salas
interiores, no documentando estratos arqueológicos más allá de
la zona de entrada o vestíbulo (Ballester, 1942).
Fig. 1.12. Tareas de diferenciación sedimentológica del vestíbulo
en 1972 (Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego
de Córdoba).
9
[page-n-27]
Fig. 1.13. Tareas de cribado durante la campaña de 1972 (Legado
M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
Las dificultades con las que se encuentra Asquerino a la hora
de obtener una secuencia arqueológica fiable que permitiera ordenar cronológicamente los restos arqueológicos, provoca la paulatina desaparición de Sarsa como cita obligada en los nuevos
planteamientos de los años 80 y 90. Su registro sólo es capaz de
aportar nuevos materiales muebles, quedando relegada en los debates que afectan a las problemáticas derivadas del mayor número de intervenciones arqueológicas a escala peninsular y europea.
A la hora de abordar debates de actualidad de ese momento (Martí, 1978b; Fortea y Martí 1984) como la aparición del Neolítico,
qué ancestros de plantas y animales existían en la península ibérica antes de su llegada o si el horizonte cardial es el más antiguo
de la península (Guilaine et al., 1987), la Cova de la Sarsa no
aporta ninguna novedad, si bien la riqueza de sus materiales sigue estando presente en los círculos de discusión académica (fig.
1.15). Pasa a formar parte de los yacimientos que Martí denomina
Neolítico “tipo Or” (1978b), caracterizados por la ausencia de
materiales que remiten a un sustrato mesolítico, siendo la totalidad de la cultura material de adscripción neolítica.
Fig. 1.14. Topografía de la zona
de entrada a la cueva a partir de
dibujo de J.M. Segura Martí y
J.L. Martínez Jayo en 1971.
10
[page-n-28]
auxiliares y la incorporación de múltiples especialistas resulta
ya indispensable a la hora de interpretar los yacimientos arqueológicos. Pero la propia localización del sector, su topografía, la
metodología de excavación empleada y la escasa representación
porcentual de los materiales obtenidos respecto del conjunto de
la cueva, obligan a tratar los resultados con prudencia.
Es una publicación que llega en un momento en el que la investigación sobre el Neolítico valenciano ha adquirido un nuevo
rumbo. La excavación de importantes yacimientos con estratigrafía que son estudiados por nuevas generaciones ponen de manifiesto la incapacidad de abordar las problemáticas generadas
por los círculos de investigación valenciana y peninsular a partir
de la alterada secuencia estratigráfica de Sarsa. Los nuevos trabajos de síntesis se centraban en las colecciones de la Cova de l’Or,
la Cova de les Cendres o la Cova d’en Pardo (Bernabeu, 1989;
Juan Cabanilles, 2008; Soler y Roca, 2010) y hasta avanzado el
nuevo milenio ya no se acometerán proyectos de investigación
que incluyan a la Cova de la Sarsa. Únicamente se procederá al
estudio de materiales recuperados en las excavaciones antiguas,
enmarcados en trabajos específicos de ámbito regional sobre la
piedra pulida (Orozco, 2000), objetos de adorno (Pascual Benito, 1998) o cerámicas con cierto significado simbólico (Martí y
Hernández, 1988) con evidentes paralelos en el recientemente
Fig. 1.15. Actas del coloquio internacional sobre Neolítico en el
mediterráneo occidental celebrado en Montpellier en 1983.
El último intento que realiza Asquerino por establecer la secuencia arqueológica de la cueva se produce en los veranos de 1979
y de 1981, años en los que se acomete la excavación del Sector II o
“Gatera” (Asquerino et al., 1998). Se trata de un estrecho espacio
al que se accede desde el vestíbulo por un paso junto al muro de
piedras realizado por Ponsell (fig. 1.16). Se encuentra unos 3 m por
debajo de la cota del vestíbulo, y aunque su superficie presenta más
de un metro de anchura, la altura hasta el techo no supera los 0,7
m, siendo la potencia estratigráfica de unos 0,6 m en una superficie
excavada de 1,3 x 0,8 m. Las características de la zona intervenida
condicionaron la metodología utilizada (fig. 1.17). Únicamente una
persona podía estar presente durante la excavación, extrayéndose
la totalidad del sedimento de cada capa artificial y recuperándose
los restos mediante cribado. Éstos aparecían entre un sedimento
arcilloso embarrado, pues la gatera se encuentra en un espacio de
elevada actividad hídrica por el que el agua va filtrándose desde el
vestíbulo hasta el interior de la cueva.
La publicación en 1998 de estos nuevos materiales será
el último trabajo de investigación que Asquerino dedique a la
Cova de la Sarsa (Asquerino et al., 1998). Se trata de un sector
que no había sido excavado por Ponsell, constituyendo la única
intervención en la cueva que ha proporcionado una secuencia
estratigráfica en principio no alterada. Se contó con un amplio
grupo de especialistas que realizaron estudios antracológicos,
faunísticos, palinológicos y carpológicos. Es innegable el esfuerzo por incorporar los resultados de la excavación a las discusiones vigentes a finales de los años 90, donde las ciencias
Fig. 1.16. Muro de piedras construido por Ponsell junto a la gatera.
Fig. 1.17. Trabajos en la gatera durante la campaña de 1979 (Legado
M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
11
[page-n-29]
descubierto Arte Macroesquemático (Hernández et al., 1994). A
ello hemos de unir la fría relación de Asquerino con parte de las
instituciones valencianas dedicadas a la arqueología, aunque en
sus últimos años de vida, superada esa frialdad, nos ofreció particularmente toda su ayuda y ánimo, autorizándonos sus familiares más próximos a revisar de primera mano la documentación
conservada en el Museo Histórico de Priego de Córdoba, como
parte de su legado.
EL SIGLO XXI: DE VUELTA A LA PRIMERA LÍNEA
En febrero de 1985 el Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi
“Camil Visedo Moltó” recibe una importante donación de materiales arqueológicos de Juan Faus Cardona, que la familia de
Ponsell le había legado tras su muerte (fig. 1.18). Se trataba de
los restos arqueológicos de las excavaciones pioneras en la cueva, que Ponsell había conservado en su domicilio durante años.
Revisados inicialmente por la propia Asquerino y también por
Martí y Hernández (1988), será Germán Pérez Botí quien acometa su catalogación y estudio (Pérez Botí, 1999). Se trata de un
importante conjunto en el que destaca la presencia de ejemplares
cerámicos decorados, así como restos humanos, adornos y huesos trabajados.
Fig. 1.18. Noticia publicada el 28-2-1985 en el diario “Ciudad” de
Alcoi que recoge la donación del lote de piezas que la familia de
Ponsell conservaba.
12
El mismo Pérez Botí (2001) realizará una revisión de la decoración figurada de la cerámica neolítica de la cueva. Siguiendo la senda marcada por Martí y Hernández (1988), propone la
existencia de paralelos en las decoraciones cerámicas de Sarsa
con manifestaciones artísticas rupestres de estilo Macroesquemático y Esquemático. Repasa las pinturas existentes en el entorno de la cueva adscritas a este último estilo pictórico, con las
que encuentra paralelos en las decoraciones cerámicas, proponiéndose para el arte Esquemático una función delimitadora de
un territorio, siguiendo las propuestas que defienden una cronología neolítica para este tipo de arte (Torregrosa y Galiana,
2001). Es una cuestión que hemos retomado recientemente a la
hora de valorar la Valleta d’Agres como un territorio neolítico
bien delimitado que forma lo que denominamos una comunidad
(García Borja et al., 2011c).
El descubrimiento de restos de pinturas de estilo esquemático en el interior de la cueva se inserta de forma coherente en
estas propuestas. Este hallazgo es expuesto por primera vez
en el IV Congreso sobre Neolítico peninsular celebrado en la
ciudad de Alicante (Miret et al., 2008). Se trata de diferentes restos de pintura roja entre los que destaca la presencia
de una figura antropomorfa, suscitando gran interés desde su
descubrimiento, por encontrarse en las salas interiores carentes de luz solar, además de las implicaciones cronológicas que
conlleva ligar las pinturas con las ocupaciones del Neolítico
antiguo. Los estudios sobre las pinturas rupestres fueron nuevamente expuestos en una obra coordinada por Josep Pascual
Beneyto (2010) y editada por el Ajuntament de Bocairent,
donde se recogían las últimas novedades sobre la cueva, contextualizándola con los yacimientos neolíticos descubiertos en
sus alrededores.
En esta última obra realizamos un avance sobre el conjunto
cerámico de Sarsa (García Borja y Casanova, 2010). Es otra
de las nuevas aportaciones a destacar en los últimos años. La
revisión de los materiales cerámicos de Sarsa se inició a la par
que el de otros conjuntos de similar relevancia, cuyos resultados preliminares han sido expuestos en diferentes publicaciones
(García Borja et al., 2005; Molina Balaguer et al., 2010). Estos
trabajos preliminares permitieron la inclusión de cerámica de
Sarsa dentro del corpus de materiales del Neolítico antiguo valenciano, utilizándose como base documental tanto en trabajos
puntuales sobre aspectos estilísticamente significativos (Bernabeu et al., 2008; García Borja et al., 2009) como en otros encaminados a establecer una propuesta de la secuencia evolutiva en
las decoraciones de los vasos neolíticos (Bernabeu et al., 2010;
Bernabeu et al., 2011b), situándose las cerámicas de Sarsa de
nuevo en las dinámicas de investigación.
En el citado IV Congreso sobre Neolítico peninsular, M.
Paz de Miguel presenta los resultados del estudio del conjunto
de huesos humanos recuperado a lo largo de las diferentes
intervenciones realizadas en la cueva, concluyendo que un
mínimo de 10 individuos fueron inhumados en su interior. El
trabajo volverá a poner de manifiesto la posible función de la
cavidad como espacio de necrópolis permanente durante el
Neolítico antiguo, cuestión presente desde el principio de la
investigación (Ballester, 1929; Ponsell, 1929) y que posibilitaba plantear la presencia de un ritual de inhumación en cuevas
ya en el Neolítico antiguo (Martí, 1978b), sobre todo gracias
a la inhumación doble aparecida en la grieta que da paso a las
[page-n-30]
galerías interiores (Casanova, 1978). Una de nuestras aportaciones a esta problemática ha consistido en la realización de
diferentes dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos,
reduciendo el número de posibles inhumaciones del Neolítico
antiguo y proponiendo una cronología más avanzada para el
resto del conjunto de huesos humanos (García Borja et al.,
2011c). Una nueva revisión de los restos en colaboración con
el Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology permite afirmar que, al menos, cuatro individuos fueron inhumados en la cueva durante el Neolítico antiguo. Además de
las implicaciones sociales que la existencia de este tipo de
rituales ofrece y la posibilidad de plantear que se realizaban
inhumaciones en los lugares de hábitat permanentes, los estudios sobre los restos humanos han proporcionado otro tipo de
valiosa información sobre sus habitantes a través de estudios
sobre la dieta (Salazar, 2012).
Estos trabajos han llevado paralela la realización de un
mayor número de dataciones radiocarbónicas sobre diferentes
tipos de muestras, que señalan la antigüedad de las primeras
ocupaciones neolíticas de la cueva (García Borja et al., 2012b).
En el marco de la tesis doctoral de Haidé Martins, una de estas
muestras identificada por Alfred Sanchis como Ovis aries, se ha
sometido a una serie de analíticas a través de sus restos de proteínas conservados (Martins et al., 2015), confirmándose que
se trata de uno de los restos de animal doméstico más antiguos
recuperado en contextos cardiales.
Por último, destacar la realización, por parte del equipo
que dirige Carles Lalueza-Fox en el Institute of Evolutionary
Biology (CSIC-UPF), de diferentes tipos de analíticas para la
recuperación de ADN mitocondrial y nuclear de un premolar
de la maxila derecha del individuo masculino inhumado en la
grieta (Olalde et al., 2015). Estos estudios están encaminados
a la recuperación del genoma (parcial o completo) a partir de
muestras recuperadas en contextos del Neolítico antiguo cardial
en Europa, ayudando a reconstruir la paulatina ocupación de las
riberas mediterráneas por pequeñas comunidades de agricultores
desde el Próximo Oriente y a conocer rasgos físicos externos,
ancestralidad, posible consanguinidad, afinidades poblacionales
y susceptibilidad a enfermedades. Desgraciadamente, la conservación de ADN en el individuo masculino inhumado en la
grieta no ha sido buena. Las diferentes analíticas únicamente
han podido establecer el ADN mitocondrial, cuyo haplogrupo es
K1a4a1. Estos resultados difícilmente pueden asociarse a grupos
mesolíticos, quedando ligados a líneas evolutivas neolíticas que
aparecen con motivo de la llegada del Neolítico antiguo al Mediterráneo occidental (Lacan et al., 2011; Gamba et al., 2012) y
Centroeuropa (Gamba et al., 2014; Brandt et al., 2013).
En este contexto de revisión de la cueva y de actualización
de la información existente, aportamos el estudio de todo el conjunto cerámico prehistórico conocido hasta la fecha, con la esperanza de volver a situar de nuevo el yacimiento en los debates
sobre el Neolítico peninsular y mediterráneo.
13
[page-n-31]
[page-n-32]
2
Evidencias arqueológicas de la Cova de la Sarsa
Las diferentes intervenciones realizadas en la Cova de la Sarsa
han proporcionado un amplio conjunto de restos arqueológicos.
Aunque la finalidad que nos hemos propuesto es la de presentar
un pormenorizado estudio de la cerámica a mano, parece conveniente mostrar la extensa composición de su registro arqueológico, que no ha sido estudiado de forma tan detallada. El hecho de que los materiales hayan sido recuperados por diferentes
equipos en momentos alejados en el tiempo, ha provocado que
no siempre se depositaran en el mismo museo, conformándose
una dispersión a lo largo de la geografía valenciana y peninsular
que ha dificultado su localización y estudio.
El primer lote de materiales recuperado en la cueva se ingresa en el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación
de Valencia en 1928. A este conjunto inicial se le suman otros en
la primera mitad del siglo XX provenientes de las intervenciones que este Servicio patrocina, conformándose una importante
colección que ha constituido el referente más conocido en la
bibliografía (San Valero, 1942 y 1950). En estas mismas actuaciones se recuperó el conjunto de restos que en 1985 es donado por Faus Cardona al Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi
“Camil Visedo Moltó” (Pérez Botí, 1999) tras revisar las pertenencias de Ponsell que su familia había conservado. Finalmente, los materiales arqueológicos de las intervenciones dirigidas
por Asquerino quedan depositados en el Museu Arqueològic
Municipal de Bocairent “Vicent Casanova”, uniéndose a varias
donaciones por parte de vecinos de la población y a los recuperados por Casanova con motivo de la actuación arqueológica de
salvamento en la grieta ubicada al interior de la cavidad.
A estas tres grandes colecciones se suman otras formadas
principalmente a partir de la donación o intercambio de pequeños lotes desde el Museu de Prehistòria de València a instituciones públicas que carecían de los restos más representativos del
Neolítico antiguo. En otros casos su existencia se relaciona con
la donación de pequeños conjuntos recuperados por aficionados, caso de los materiales localizados en el Museu Arqueològic
d’Ontinyent i la Vall d’Albaida (Pascual y Ribera, 1999) y en el
Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat (Cocentaina, Alicante), entre los que destaca un fragmento de borde con asa de
cinta vertical con apéndice lenticular decorado con impresiones
cardiales (fig. 2.1).
La adquisición de los materiales existentes en el Museu de
Belles Arts de Castelló es algo diferente, producto de una visita de Francisco Esteve Gálvez al yacimiento en septiembre de
1935. En una nota aneja a los restos, el propio investigador relata, “...en una ràpida visita a la Cova de la Sarsa, ja tard, sense
temps per fer una inspecció detinguda, vaig recollir de pas el
material de les dues capces en l’escampada de terra, pedres i
moltes despulles arqueològiques que Ponsell anava llençant a
fora creient que alló no valia la pena guardar-ho. D’haver disposat de temps per revisar detingudament aquell gran muntó de
deixalles la collita haguera sigut molt important”. Entre estos
materiales se encuentra un fragmento inciso-impreso identificado como una figura antropomorfa (fig. 2.2).
El Museo Arqueológico Nacional también posee una selección de piezas de la cueva (García Blanco, 2005), en este
caso procedentes de las excavaciones arqueológicas dirigidas
por Asquerino. Está compuesta por casi una quincena de fragmentos cerámicos, varias piezas de industria ósea, de adorno
y otra quincena de restos de sílex. Fuera de nuestras fronteras,
hemos constatado la presencia de cinco fragmentos cerámicos
de Sarsa con decoración impresa cardial en el Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de la Harvard University,
fruto de un intercambio del Museu de Prehistòria de València
con la American School of Prehistoric Research de dicho museo (Fletcher, 1963b: 59).
Se trata de intercambios y donaciones de entre 5 y 10 fragmentos cerámicos, práctica generalizada en la segunda mitad
del siglo XX entre instituciones dedicadas a la difusión del patrimonio. A escala regional, el Museu de Prehistòria también
realizó cesiones a colecciones museográficas de carácter local
15
[page-n-33]
Fig. 2.1. Fragmento cerámico perteneciente al vaso 289 depositado
en el Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat.
Buena parte de estos materiales han podido ser revisados e
incluidos en los recuentos finales. No han sido localizados los
enviados al Museo del Aula de la Naturaleza en las Moratillas
de Buñol, “Museo Municipal Arqueológico” de L’Alcúdia, a
los Padres Carmelitas Descalzos de Burriana, ni los remitidos
al museo de la Llosa de Ranes. En los dos primeros casos el
material se encuentra desaparecido, mientras que, en referencia
a los enviados a Burriana, el director actual de la institución
nos informó que fue incapaz de localizarlos. Inexplicablemente
hemos comprobado personalmente que existen cerámicas de la
cueva expuestas en sus vitrinas que intuimos pueden corresponder a esta donación, por lo que han sido incluidas en los recuentos, aunque no han podido ser estudiadas con detalle. En el caso
de la Llosa de Ranes, el museo está en construcción desde el
año 2005 y ha sido imposible establecer siquiera si las piezas
todavía se encuentran allí depositadas.
Fuera del territorio valenciano existen noticias de la existencia de materiales pertenecientes a la Cova de la Sarsa que
tampoco hemos podido localizar. Es el caso de un pequeño lote
intercambiado con los Padres Reparadores de Salamanca, del
colegio León Depón (Fletcher, 1965: 89; Fletcher, 1966: 82-83),
y los remitidos al Instituto Central de Restauración y Conservación de Obras de Arte de Arqueología y Etnología de la Dirección General de Bellas Artes en Madrid (Fletcher, 1965: 89).
Sí hemos podido revisar los materiales cerámicos enviados a la
“Cátedra de Arqueología” de la Universitat de Barcelona (Fletcher, 1966: 82), los cuales siguen siendo utilizados en el laboratorio para prácticas de cultura material del alumnado de dicha
universidad. Es un caso muy similar al de los seis fragmentos
impresos cardiales enviados por Asquerino al Departamento de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada (Gámiz, 2011: lámina 4). Finalmente, existen poblaciones con museos locales que poseen materiales en préstamo que no quedan
recogidos en las ediciones de “La Labor del SIP y su Museo en
el pasado año”. Es el caso de la población de Enguera (Castellano, 2007), en cuyo museo existe un pequeño lote que también
hemos incorporado a la base de datos.
CERÁMICA
Fig. 2.2. Fragmento cerámico recuperado por F. Esteve (vaso 406)
depositado en el Museu de Belles Arts de Castelló.
que trataban de ilustrar la secuencia prehistórica valenciana.
Existe constancia de la cesión de materiales a los Padres Carmelitas Descalzos de Burriana (Castellón) (Fletcher, 1963b: 83); al
ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna (Valencia) (Fletcher,
1978: 33), en la actualidad custodiados por su centro excursionista; al museo de Chella (Valencia) (Fletcher, 1980: 117); al
museo de la Llosa de Ranes (Valencia) (Fletcher, 1980: 118);
al “Museo Municipal Arqueológico” de L’Alcúdia (Valencia)
(Fletcher, 1982b: 162); y al Museo del Aula de la Naturaleza en
las Moratillas de Buñol (Valencia) (Fletcher, 1982a: 108).
16
De entre todos los restos arqueológicos que se recuperan en un
yacimiento arqueológico, la cerámica es uno de los que mayor
información aporta gracias a su elevado grado de conservación.
En la Cova de la Sarsa, este material ha constituido el centro a
partir del cual gravitan el resto de estudios e interpretaciones,
erigiéndose su cerámica decorada, especialmente la impresa, en
uno de los referentes más importantes en los debates sobre el
Neolítico mediterráneo. En total, se han estudiado 14.838 fragmentos cerámicos realizados a mano, de los que 4.275 están decorados. En próximos capítulo se expondrán de forma detallada
los recuentos y características principales, así como las conclusiones a las que nos ha llevado su estudio, por lo que no parece
necesario extenderse en su descripción aquí. Las cerámicas de
Sarsa se encuentran dispersas por diferentes instituciones (cuadro 2.1), lo que ha supuesto un importante escollo a la hora de
obtener una visión de conjunto de los materiales. La imposibilidad de observar directamente en un mismo espacio la totalidad
del material cerámico, ha provocado que en la metodología de
trabajo utilizada se haya recurrido a la digitalización y dibujo
[page-n-34]
Cuadro 2.1. Localización de los materiales cerámicos de la Cova de la Sarsa.
Museu Arqueològic Municipal de Bocairent
Lisos
%
Decorados
%
Total
%
8.039
76,1
2.192
51,3
10.231
69
Museu Arqueològic Municipal d'Alcoi
1.179
11,2
1.171
27,4
2.350
15,8
Museu de Prehistòria de València
1.332
12,6
732
17,1
2.064
13,9
6
0,06
49
1,15
55
0,37
Museu de Belles Arts de Castelló
3
0,03
44
1,03
47
0,32
Museo Arqueológico Municipal de Enguera
–
–
15
0,35
15
0,10
Museu Arqueològic d'Ontinyent i la Vall d'Albaida
Museo Arqueológico Nacional
1
0,01
13
0,30
14
0,09
Centre Excursionista de Tavernes de la Valldigna
2
0,02
11
0,26
13
0,09
Casa de la Cultura de Chella
–
–
11
0,26
11
0,07
Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat
1
0,01
10
0,23
11
0,07
Museu Arqueològic de Burrina
–
–
6
0,14
6
0,04
Universitat de Barcelona-Departament de Prehistòria
–
–
6
0,14
6
0,04
Pebody Museum of Archaeology and Ethnology
–
–
5
0,12
5
0,03
Universidad de Granada-Laboratorio de Arqueología
–
–
6
0,14
6
0,04
Fotografiados por Asquerino sin localizar
–
–
4
0,09
4
0,03
10.563
100
4.275
100
14.838
100
Total
de gran parte de los fragmentos, para poder así agrupar los que
corresponden a un mismo recipiente. Las colecciones de Alcoi y
València son las que presentan mayor número de restos clasificables tipológicamente y más profusamente decorados, sirviendo
de base documental a la hora de establecer el número mínimo
de vasos diferenciados. Esto se debe a la diferente metodología
aplicada por cada equipo de excavación, que, en el caso del dirigido por Asquerino, recogía un número mayor de restos.
Dos ejemplos que ilustran esta problemática lo constituyen los vasos 230 y 287 (fig. 2.3 y 2.4). En el primer caso, los
fragmentos se encontraban en los museos de València, Alcoi,
Bocairent y Ontinyent. En el segundo, se encontraban en Alcoi, València, Barcelona y Castelló. A la hora de reconstruir su
forma y decoración, se ha tenido que describir de manera detallada cada fragmento en una base de datos, acompañándose en
la mayoría de ocasiones de una fotografía digital. Se registran
Fig. 2.3. Vaso 230.
17
[page-n-35]
Fig. 2.4. Vaso 287.
Fig. 2.5. Decoración interna del vaso 287.
18
[page-n-36]
Fig. 2.6. Selección de fragmentos cerámicos realizados a torno procedentes de la Cova de la Sarsa.
casos especialmente dificultosos como el vaso 287, que presenta
decoración interna en dos fragmentos (uno en Alcoi y otro en
València), que además encajan, siendo necesario recurrir a la reproducción de uno de ellos, propiedad del Museu de Prehistòria
de València (fig. 2.5).
Señalar que se han contabilizado casi un centenar de fragmentos a torno de diferente cronología (fig. 2.6). Son escasos
dentro de la colección y no constituyen el objeto de estudio
de este trabajo. Su presencia en la cueva se interpreta como el
resultado de ocupaciones puntuales en época ibérica, romana,
medieval y moderna. La mayoría de estos fragmentos puede
fecharse entre los siglos IV-II a.C., destacando algunos que podrían remontarse a los siglos VII-V a.C. (fig. 2.6: 5-7 y 13-14).
INDUSTRIA LÍTICA
Dentro de este apartado, se incluye la industria lítica tallada, los
elementos relacionados con actividades de molienda, los útiles
de piedra pulida, las piezas de adorno y otros objetos, entre los
que destaca un posible contrapeso de palo cavador.
Industria lítica tallada
Los recuentos disponibles para la industria lítica tallada sobre
sílex de la Cova de la Sarsa proporcionan un número total de
1.662 restos (cuadro 2.2), además de alguna pieza sobre cristal
de roca (fig. 2.7: 1). Este número total se ha obtenido de la puesta en común del inventario de los materiales depositados en el
Cuadro 2.2. Número de restos líticos sobre sílex.
Excavaciones Ponsell
Restos de talla
Martí 1978
MAMA
116
7
Excavaciones Asquerino
Otros
Asquerino 1978 G. EI G. EII G. EIII
291
–
20
19
26
Total
N
%
479
29
Núcleos
9
1
30
–
2
2
3
47
2,8
Lascas y láminas sin retoque
82
149
235
62
24
7
156
715
43
Piezas retocadas
127
28
205
12
11
3
35
421
25
Total de piezas
334
185
761
74
57
31
220
1662
100
19
[page-n-37]
Fig. 2.7. Selección de restos líticos tallados de la Cova de la Sarsa.
20
[page-n-38]
Cuadro 2.3. Número de piezas de sílex retocadas.
Excavaciones Ponsell
Excavaciones Asquerino
Martí 1978
MAMA
Asquerino 1978
Hojas y hojitas retocadas
60
9
104
Otros
G. EI G. EII G. EIII
6
7
2
11
Total
N
%
199
47,3
Muescas y denticulados
20
–
6
1
–
–
–
27
6,4
Geométricos
5
4
13
2
–
–
7
31
7,4
Trapecios
5
4
12
1
–
–
5
27
87
Triángulos
–
–
1
–
–
–
–
1
3,2
Segmentos
–
–
–
1
–
–
2
3
9,7
Truncaduras
7
–
9
–
–
–
–
16
3,8
Perforadores y taladros
10
2
–
1
1
–
2
16
3,8
Raspadores
Lascas retocadas
–
25
–
9
8
50
–
2
–
3
–
1
–
15
8
105
1,9
25
Museu de Prehistòria de València realizado por Martí (1978a)
en su tesis doctoral; de la publicación que Asquerino realiza tras
las excavaciones de 1971-1974 en la sala del Vestíbulo (Asquerino, 1978) y de 1979 y 1981 en la Gatera (estratos I, II y III)
(Asquerino et al., 1998); de buena parte del material existente en
el Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo” de Alcoi; y de
diferentes lotes agrupados bajo el epígrafe “otros”, que engloba
los restos recuperados tras actuaciones clandestinas (Asquerino
et al., 1998), intervenciones puntuales (Casanova, 1978) y donaciones al Museu Arqueològic Municipal d’Ontinyent i la Vall
d’Albaida (Pascual Beneyto y Ribera, 1999). En este apartado
de “otros” también se incluyen los dos segmentos (uno de doble
bisel) que Asquerino (1978: 128) cita de forma explícita al publicar sus primeras intervenciones.
En la clasificación tipológica de las piezas retocadas (cuadro 2.3), se ha optado por simplificar los criterios de la tabla de
referencia para colecciones líticas valencianas (Juan Cabanilles,
2008), mostrando únicamente aquellas categorías identificables
en la descripción que cada autor realiza. Del mismo modo, se
hace necesaria la revisión de las colecciones, pues en el caso
de la depositada en el Museu Arqueològic “Camil Visedo” de
Alcoi, el número de piezas retocadas podría ser mayor y en Bocairent es muy posible que el número total de restos sea también
mayor. Es éste un aspecto que se repite a lo largo de la historia
de la investigación de la cueva, quedando relegado el estudio de
la industria lítica a un segundo plano. Respecto a la colección
Ponsell del Museu de Prehistòria de València, apenas existen
referencias a la industria lítica sobre sílex hasta la publicación
de la obra monográfica de San Valero (1950). No será hasta el
año de lectura de la tesis de Martí (1978a) cuando se muestre
de manera detallada el inventario de la colección, publicándose
de forma más extensa en trabajos posteriores (Juan Cabanilles,
1984). En ese mismo año 1978 también salen a la luz los conjuntos líticos recuperados por Asquerino, quien dedica un importante esfuerzo a su descripción.
La puesta en común de todos los restos publicados no supone ningún cambio significativo en la descripción de la industria
lítica de la cueva dentro del Neolítico antiguo (Martí y Juan
Cabanilles, 1984; Juan Cabanilles, 1984 y 1992; Fortea et al.,
1987), caracterizada por la preferencia en la obtención de productos laminares, siendo la mayoría del utillaje efectivo sobre
hoja y hojita, una producción encaminada hacia las armaduras
y los útiles de corte, entre ellos los elementos para hoces. Estudios traceológicos sobre láminas de sílex con pátina en el filo
recuperadas en Sarsa (Gibaja et al., 2010) confirman que estos
elementos se insertan en disposición oblicua, formando el filo
de hoces de morfología curvada (fig. 2.8), tal y como en su día
ya propuso Martí (1983b). Las láminas de mayor tamaño se utilizarían en útiles pasivos para el corte de cereales.
Fig. 2.8. Propuesta de
enmangue de los elementos de
hoz según Martí (1983a).
21
[page-n-39]
El componente geométrico está dominado por los trapecios,
clasificándose también un triángulo y tres segmentos (uno dudoso), de los que, al menos, uno presenta retoque en doble bisel.
El conjunto se completa con un buen número de lascas como
parte del utillaje utilizado en bruto y lascas someramente retocadas, los característicos perforadores y taladros, algunas truncaduras, hojas y hojitas con retoques marginales o con simples
señales de uso, piezas con muesca y denticulados. Entre estos
últimos hemos podido identificar un diente de hoz característico
de la Edad del Bronce (Asquerino et al., 1998: fig. 12: 435).
En conclusión, estamos frente a una industria lítica típicamente neolítica, con claros paralelos en colecciones cercanas como la de la Cova de l’Or (Martí et al., 1980; Martí,
1983b; Juan Cabanilles, 1984, 2008; García Puchol, 2005).
En su mayoría está realizada sobre sílex de tonos melados y
de buena calidad, que se encuentran en los cercanos valles
del Serpis y del Polop.
Se han detectado algunas piezas que difieren tipológica y
tecnológicamente de este conjunto del Neolítico antiguo. Se trata de no más de una decena de hojas de mayor tamaño realizadas
sobre sílex de color blanco, alguna con retoque plano (fig. 2.7:
45 y 46), que quedan asociadas a un momento de utilización
de la cueva posterior, del Neolítico final, al igual que una de
las dataciones obtenidas de un hueso humano. En este sentido,
cabe destacar que hasta la fecha no se han documentado puntas
de flecha en la cueva (Asquerino, 1978; Martí et al., 1980; Juan
Cabanilles, 1984).
Elementos de molienda
Existen restos líticos relacionados con el trabajo de molienda
en la Cova de la Sarsa. Su presencia responde a la realización
de tareas de procesado del grano de cereal en la misma, aunque
también se han recuperado elementos utilizados para el machacado de material colorante rojo (Asquerino et al., 1998).
Las primeras noticias sobre la presencia de este tipo de útiles en la cueva no se producirán hasta los primeros trabajos de
Asquerino, no existiendo referencias a ellos en las excavaciones
de Ponsell. Asquerino apunta la escasez de molederas y molinos
en excavación (Asquerino, 1978), si bien documenta un buen
número de piezas de este tipo formando el muro de contención
que el propio Ponsell realiza en el vestíbulo (fig. 2.9). En la publicación de las excavaciones en la gatera describe la presencia
de una pieza activa y otra pasiva de molino en un lote de materiales sin estratigrafía (Asquerino et al., 1998).
Como consecuencia, sólo encontramos piezas de molino en
la misma cueva o en el museo de Bocairent. Se trata de molinos
de mano formados por una pieza pasiva o muela de arenisca o
caliza, con superficie de trabajo cóncava, y otra pieza activa,
también de arenisca o caliza, que en la mayoría de ocasiones
presenta morfología discoidal (fig. 2.10).
Industria lítica pulimentada
Los utensilios de piedra pulida de la Cova de la Sarsa, tales
como hachas o azuelas, no destacan por su especial abundancia,
si bien la visión completa de las piezas recuperadas en excavación y las donadas al Museu de Bocairent ofrece un número
mayor de lo que se puede entrever en las publicaciones dedicadas a la cueva (fig. 2.11). Entre los materiales depositados en el
22
Fig. 2.9. Muro realizado por Ponsell en el que se localizan
varios molinos.
Museu de Prehistòria de València, se contabilizan dos azuelas,
cuatro hachas y tres fragmentos de hachas (San Valero, 1950;
Martí, 1978a). La materia prima utilizada para la realización de
estos útiles es la diabasa, que se localiza en las inmediaciones
del Vinalopó (Orozco, 2000). En Ontinyent se encuentra depositada una azuela (Pascual Beneyto y Ribera, 1999). Entre los
restos recuperados por Asquerino (1978), destaca la presencia
de dos azuelas de pequeño tamaño. A estos materiales habría
que sumar otros depositados en el Museu de Bocairent, cuyo
origen remite a donaciones de aficionados y que aumentarían
en una decena el número de ejemplares. La presencia de estos
útiles se relaciona con la importancia que alcanzan los trabajos
de la madera y de posibles nuevas fuentes minerales, documentándose útiles pulimentados que han perdido el filo o ya no sirven como hachas o azuelas, amortizados como machacadores
de material colorante.
Dentro de la industria lítica pulida existen brazaletes dedicados al ornamento personal. En el Museu de Prehistòria de
València existen 18 fragmentos de brazaletes (fig. 2.12 y 2.13)
y un brazalete entero, mientras que en el Museu Arqueològic
Municipal de Bocairent hemos contabilizado tres fragmentos.
La presencia de estos brazaletes resulta significativa, al ser uno
de los pocos tipos de piezas que no han sido realizados en la
cueva ni en sus inmediaciones, no existiendo evidencias de los
restos característicos de su cadena operativa de montaje (Martínez Sevilla, 2013) en Sarsa ni en otros yacimientos valencianos.
En un estudio sobre los útiles pulimentados del Neolítico valenciano se determinó que 18 de los brazaletes están realizados
con esquisto, cuya procedencia parece situarse en el área interna de la cordillera Bética (Orozco, 2000). Independientemente
del origen exacto de los brazaletes, la totalidad de los talleres
localizados hasta el momento en la península ibérica quedan
ubicados al sur del ámbito valenciano (Martínez Sevilla, 2014).
Cabe interpretar la presencia de estos adornos con la existencia
de intercambios con grupos del sur peninsular desde las primeras fases del Neolítico antiguo, considerándose como un objeto
de cierto valor, pues la gran mayoría de los recuperados en la
Cova de la Sarsa presentan elevados signos de desgaste, múltiples reparaciones y reutilizaciones, lo que les concede mayor
importancia como producto manufacturado en sí mismo y como
[page-n-40]
Fig. 2.10. Molinos barquiformes de la Cova de la Sarsa.
Fig. 2.11. Útiles de piedra pulida de la Cova de la Sarsa.
23
[page-n-41]
Fig. 2.12. Fragmentos de brazaletes depositados en el Museu de Prehistòria de València.
de cuarzo y otro de oligisto (San Valero, 1950). Entre los útiles
de piedra, destaca el esferoide (San Valero, 1945) interpretado
como un posible contrapeso de palo cavador (fig. 2.14). Se trata
de un útil sobre caliza de 11 x 12 cm, que presenta un agujero de
3 x 1,8 cm en su centro.
Fig. 2.13. Brazaletes de esquisto (1-10) y piedra gris de tacto
jabonoso (11-12) de la Cova de la Sarsa, según Pascual Benito
(1998: 159).
materia prima exótica. Finalmente, también se han documentado dos ejemplares de brazaletes realizados con piedra gris de
tacto jabonoso, cuya materia prima exacta no ha podido ser determinada (Pascual Benito, 1998: 159).
Otros objetos
Existen una serie de objetos singulares realizados con piedra,
entre los que se han identificado: un fragmento de anillo de caliza blanca de base plana, dos fragmentos de anillos de similares
características, uno de ellos con dos perforaciones, y dos fragmentos de placa perforada. También se documentaron dos cantos rodados perforados, tres alisadores de piedra, un fragmento
24
Fig. 2.14. Esferoide de piedra aparecido en las excavaciones de Ponsell.
[page-n-42]
Fig. 2.15. Piedra grabada aparecida
en el estrato I de la Gatera
(Asquerino et al., 1998).
Por último, un fragmento de rodeno, cuyas dimensiones
máximas son 6,6 x 5,8 x 4,5 cm, con una de sus caras alisadas,
en la que se pueden observar diferentes incisiones (fig. 2.15)
que parecen responder a negativos producidos por su utilización
como soporte de trabajo, sin descartar por completo la existencia
de algún trazo esquemático (Asquerino et al., 1998). En ese caso,
la pieza podría incluso relacionarse con los huesos decorados
mediante motivos geométricos aparecidos en la misma cueva.
FAUNA
Los estudios sobre fauna neolítica no han gozado de un peso específico en la arqueología valenciana hasta la década de los años 70
del pasado siglo (Pérez Ripoll, 2013). La Cova de la Sarsa constituye un buen ejemplo, no estudiándose su fauna de forma detallada
hasta las intervenciones de Asquerino. La primera publicación se
centra en los restos recuperados en la sala del Vestíbulo entre las
campañas de 1971 y 1974 (Boessneck y Driesch, 1980), demostrándose la importancia que tenía la ganadería en los grupos humanos que habitaron la cueva. Los resultados de este primer trabajo se
ven reforzados con la publicación de las campañas de 1979 y 1981
(López y Molero, 1984; Asquerino et al., 1998), que incorporaba
por primera vez un detallado análisis de la microfauna.
Estas publicaciones demuestran que las prácticas ganaderas ocupan un lugar preeminente dentro de las estrategias de
obtención de productos cárnicos o derivados, sin abandonar
la caza de especies salvajes. Las identificaciones de animales
(cuadro 2.4) han permitido establecer una base ganadera en la
que los ovicaprinos (Ovis aries y Capra hircus) constituyen el
núcleo principal. A estas especies le siguen el cerdo (Sus do-
mesticus) y los bóvidos (Bos taurus), documentándose de forma
más testimonial otras especies como el perro (Canis familiaris).
La inexistencia de estratigrafías y la confirmación de que existen varios momentos de ocupación de la cueva, plantea ciertas
incertidumbres sobre la antigüedad de la totalidad del conjunto. Un detenido análisis tafonómico y taxonómico permite una
primera diferenciación de huesos de cronología histórica de los
prehistóricos, siendo los primeros poco significativos. Al igual
que ocurre con la cerámica, la fauna de la Cova de la Sarsa parece ser mayoritariamente neolítica y, de hecho, todas las dataciones realizadas hasta la fecha sobre huesos inventariados como
neolíticos han proporcionado fechas del Neolítico antiguo.
Las especies salvajes representan aproximadamente el 27%,
entre las que destacan el ciervo (Cervus elaphus), la cabra montés (Capra pyrenaica) y el corzo (Capreolus capreolus). De forma testimonial, también se documentan restos de caballo (Equus
ferus), uro (Bos primigenius), jabalí (Sus scrofa), pequeños carnívoros como el zorro (Vulpes vulpes), el gato montés (Felis
silvestris), el tejón (Meles meles) o el lince (Lynx pardinus).
Entre los lepóridos, están representados la liebre (Lepus sp.) y
el conejo (Oryctolagus cuniculus). La abundancia de conejo en
las muestras faunísticas, junto con la presencia de la perdiz y la
tenca, llevaron a Molero (López y Molero, 1984) a proponer un
hábito de caza con predilección por especies de pequeño tamaño, cuestión que debe ser matizada hasta que no se demuestre el
origen antrópico de los restos de conejo y otras pequeñas presas,
ya que su aparición en la cueva podría responder a la actividad
de otros predadores como pequeños carnívoros o aves rapaces.
El análisis de los restos de fauna de la cueva ha sido completado en estos últimos años por Alfred Sanchis Serra, quien
ha abordado la revisión de los restos procedentes de las inter25
[page-n-43]
Cuadro 2.4. Número de restos de fauna identificados por
Boessneck y Von den Driesch (1980) y Molero (López y Molero,
1984) en las diferentes campañas de excavación dirigidas por
M.D. Asquerino.
Campañas de excavación
1971-1974
N
Especies domésticas
%
1548
Ovicaprinos indeterminados
778
1979-1981
N
%
55
50
51
93
Ovis aries
347
22
–
–
Capra hircus
45
2,9
–
–
Bos taurus
131
8,5
3
5,5
Sus domesticus
239
15
–
–
Canis familiaris
8
0,5
1
1,8
Especies salvajes
826
Equus ferus
287
11
1,3
–
–
Bos primigenius
1
0,1
–
–
Capra pyrenaica
30
3,6
–
–
Cervus elaphus
95
12
–
–
Capreolus capreolus
12
1,5
–
–
Sus scrofa
18
2,2
10
3
Vulpes vulpes
24
2,9
–
–
Meles meles
3
0,4
–
–
Felis silvestris
3
0,4
1
0,3
Lynx pardinus
3
0,4
–
–
619
75
273
95
Lepus capensis
7
0,8
–
–
Alectoris rufa
Ciprínido
–
–
–
–
2
1
0,7
0,3
Orictolagus cuniculus
MALACOFAUNA
En la Cova de la Sarsa se ha documentado la presencia de restos malacológicos, tanto de origen terrestre como marino. En el
caso de los restos de origen terrestre, el estudio realizado por
Aparicio y Ramos en el Sector II o Gatera (Asquerino et al.,
1998), determinó que su presencia se debe a causas naturales,
descartando la posibilidad de que constituyan un recurso alimenticio para los habitantes de la cueva, o su utilidad como
adorno. El mismo estudio constata la escasa representatividad
porcentual de las especies marinas, identificándose todos los
restos, excepto uno, como de origen terrestre.
Será Pascual Benito (1998) quien dedique un mayor esfuerzo a los restos malacológicos de origen marino. Los recuentos
finales coinciden en su baja representatividad, descartando su
consumo como alimento en la cueva (cuadro 2.5). La mayoría
de los casos se relacionan con su utilización como elemento de
adorno (fig. 2.16). Es éste un aspecto sobre el que el mismo
autor ha reflexionado recientemente, documentándose únicamente cuatro yacimientos del Neolítico antiguo cardial, todos
ubicados junto a la costa, con presencia de restos malacológicos
destinados al consumo alimentario (Pascual Benito, 2014).
Cuadro 2.5. Malacofauna trabajada de la Cova de la
Sarsa según Pascual Benito (1998).
N
%
Marina
Glycymeris sp.
Cerastoderma glaucum
Acanthocardia tuberculata
13
25
2
7,6
15
1,2
109
7
2
5
5
4
63
4,1
1,2
2,9
2,9
2,3
172
100
Apodemus sylvaticus
–
–
140
Pitymys duodecimcostatus
–
–
134
42
Microtus cabrerae
–
–
30
9,5
Elyomis sp.
–
–
7
2,2
Terrestre
Columbela rustica
Conus mediterraneus
Trivia europea
Luria lurida
Theodoxus fluviatilis
Otros gasterópodos
Crocidura sp.
–
–
3
14
Total
Arvicola sp.
–
–
1
0,3
Myotis myotis
–
–
1
0,3
Rhinolophus euryale
–
–
1
0,3
Microfauna
–
317
44
venciones de Ponsell depositadas en el Museu de Prehistòria de
València, las del Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi y buena
parte de los restos de fauna recuperados con motivo de las excavaciones arqueológicas bajo la dirección de Asquerino en 1972,
1974, 1979 y 1981. De esta revisión y de las publicaciones citadas, se concluye que en la cueva no existen restos que permitan
establecer ocupaciones humanas previas a las neolíticas. Se trata
de un conjunto típico de Neolítico antiguo en el que el peso de la
ganadería recae sobre especies domésticas, especialmente cabras
y ovejas. En todo caso, destacar la buena representación de los
bovinos domésticos, con porcentajes superiores a los de otros yacimientos de similares características.
26
INDUSTRIA ÓSEA Y ELEMENTOS DE ADORNO
La industria ósea documentada en la Cova de la Sarsa presenta una elevada afinidad con los tipos definidos para el Neolítico
antiguo valenciano. En la obra monográfica de referencia sobre
utillaje óseo y adornos del Neolítico valenciano (Pascual Benito, 1998), se recoge y analiza buena parte de los materiales de
la Cova de la Sarsa (fig. 2.17), constatando que se trata de un
conjunto numeroso (cuadro 2.6). Los recuentos que presentamos
incluyen las piezas estudiadas por Pascual Benito, que agrupa las
colecciones de Alcoi, Bocairent y València; las piezas publicadas
por Asquerino (1998) de la Gatera; las donadas al Museu Arqueològic Municipal d’Ontinyent i la Vall d’Albaida (Pascual Beneyto
y Ribera, 1999), y las revisadas en el Museu de Belles Arts de
Castelló. Cabe señalar que Pascual Benito únicamente estudia las
piezas depositadas en Bocairent que se encuentran expuestas en
[page-n-44]
Fig. 2.16. Restos malacológicos de la Cova de la Sarsa.
vitrina, presumiéndose un número final de útiles superior. Para no
duplicar los totales contabilizados y crear confusión sobre el número final de restos, hemos omitido los recuentos que Asquerino
publica de las primeras campañas (Asquerino, 1978).
El útil que alcanza mayor representación porcentual es el de
los punzones, siendo los realizados sobre metapodio hendido
de Ovis/Capra los mejor representados con un número de 150
ejemplares (fig. 2.18). El segundo útil en representación son las
cucharas (fig. 2.19). Finalmente encontramos alisadores, espátulas, cinceles, mangos y tubos (fig. 2.17: 15), estos últimos equiparables a los aparecidos en la Cova de l’Or, relacionados con la
elaboración de instrumentos musicales (Martí et al., 2001).
Además de los útiles sobre hueso, la Cova de la Sarsa presenta un importante número de objetos realizados sobre fauna y
malacofauna clasificados como elementos de adorno. Entre los
más destacados, los numerosos colgantes (la gran mayoría sobre
concha), anillos y matrices para anillos, estos últimos realizados
sobre hueso, cuerna y Conus, en ocasiones decorados mediante
incisiones. Dentro de las piezas clasificadas como adornos también nos encontramos un alfiler, dos placas perforadas, discos perforados y no perforados. Cabe mencionar la existencia de huesos
decorados con trazos incisos que podrían interpretarse como motivos geométricos (fig. 2.20). Estos restos recuerdan en cierta forma
a las famosas placas de piedra grabadas de la Cueva de la Cocina,
llegándose a proponer algún tipo de paralelismo entre estas piezas
y la fase Cocina II (Fortea, 1973), hipótesis que en estos momentos resulta difícil de mantener, pues en la Cova de la Sarsa no se
han determinado hasta la fecha restos de filiación mesolítica.
Por último, existen distintos objetos sobre hueso cuya clasificación no encaja con los diferenciados por Pascual Benito
(1998), y que presentan decoración. Se trata de cinco objetos
decorados que no han podido ser identificados como ninguno de
los útiles descritos. En este apartado destaca la pieza sobre asta
que nos presentan Pascual Beneyto y Ribera (1999), difícilmente clasificable (fig. 2.17: 1), muy similar a una de las depositadas
en València (fig. 2.20: 3).
27
[page-n-45]
Fig. 2.17. Selección de piezas realizadas sobre hueso: (1) pieza tubular; (2-4) anillos; (5) matriz para anillos;
(6) alisador; (7) aguja; (8-10) punzones; (11-13) cucharas; (14) apuntado con acanaladuras y (15) tubo.
Cuadro 2.6. Restos de industria ósea estudiados de la Cova de la Sarsa: (1) restos analizados por Pascual Benito
(1998); (2) recuperados en la Gatera (Asquerino et al., 1998); (3) depositados en el MAOVA (Pascual y Ribera,
1999), y (4) Museu de Bellas Arts de Castelló.
Procedencia
Punzones
28
1
2
3
4
Total
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
209
93
13
6
1
0,4
2
0,9
225
77
Alisadores
4
100
–
–
–
–
–
–
4
1
Espátulas
4
80
–
–
1
20
–
–
5
2
Cinceles
3
100
–
–
–
–
–
–
3
1
Mangos
8
100
–
–
–
–
–
–
8
3
Tubos
3
60
–
–
–
–
2
40
5
2
Cucharas
37
86
6
14
–
–
–
–
43
15
Total
268
91
19
6
2
0,7
4
1,4
293
100
[page-n-46]
Fig. 2.18. Punzones sobre metapodio hendido de Ovis/Capra de
la Cova de la Sarsa (Pascual Benito, 1998: 49).
Fig. 2.19. Cucharas de hueso de la Cova de la Sarsa (Pascual
Benito, 1998: 96-97).
RESTOS HUMANOS
Fig. 2.20. Huesos decorados de la Cova de la Sarsa (Pascual Benito,
1998: 176).
Una de las cuestiones que ha acompañado a la historia de la investigación de la Cova de la Sarsa desde sus inicios es su consideración como espacio funerario (Ballester, 1928; Ponsell, 1929),
identificándose huesos humanos entre los primeros restos recuperados (Lebzelter, 1946). Su interpretación como espacio de enterramiento múltiple no ha sido una cuestión prioritaria a la hora de
realizar las diferentes reflexiones sobre el yacimiento, centradas
en la filiación cronocultural de sus materiales. San Valero (1942
y 1950) apenas hace mención a dicha cuestión más allá de presentar un inventario sobre los restos depositados en el Museu de
Prehistòria de València. Identifica alguna punta de flecha de sílex,
hecho que quedó descartado tras la revisión de la misma colección por otros investigadores, que clasificaron esas mismas piezas
como taladros (Martí et al., 1980: 297; Juan-Cabanilles, 1984:
85), y su ausencia entre los restos recuperados en posteriores intervenciones (Asquerino, 1978: 108; Asquerino et al., 1998). La
no aparición de este tipo de útiles, el hallazgo del enterramiento doble ligado a cerámicas cardiales en una grieta (Asquerino,
1976; Casanova, 1978) y la abrumadora presencia de materiales
del Neolítico antiguo en la cueva, han llevado a algunos autores a
plantear su posible función como necrópolis estable durante este
periodo (Bernabeu et al., 2001).
29
[page-n-47]
Aunque, a la hora de valorar la cueva en su conjunto, Asquerino (1978 y 1998) reconoce su carácter sepulcral, ello no
constituye el centro de sus reflexiones. Entre los restos humanos
hallados bajo su dirección destaca un fragmento de parietal infantil trepanado (fig. 2.21) (García Sánchez, 1983), que apareció durante la campaña de 1971 (Asquerino, 1978). Este hallazgo incide en las dudas sobre la antigüedad del conjunto de restos
humanos, pues el uso de la trepanación en el País Valenciano se
asocia con momentos posteriores al Neolítico antiguo (Roca y
Soler, 2010), si bien en Cataluña se han documentado algunos
casos que podrían pertenecer a contextos epicardiales (Vilardell,
1991; Bosch y Tarrús, 1990).
Fig. 2.21. Fragmento de parietal infantil con signos de trepanación
(Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
El estudio más detallado de los restos óseos humanos de la
Cova de la Sarsa lo realiza M. Paz de Miguel (2008). La autora
examina los materiales depositados en el Museu de Prehistòria
de València, los depositados en el Museu Arqueològic Municipal
de Alcoi y los restos de la famosa inhumación doble (Casanova,
1978) depositados en Museu Arqueològic Municipal “Vicent Casanova” de Bocairent. Concluye que en la Cova de la Sarsa existe
un número mínimo de 10 individuos. Advierte de la posibilidad de
que alguno de los restos óseos estudiados no pertenezcan al Neolítico antiguo, visto el diferente estado de conservación de cada uno,
preguntándose incluso si alguno podría no pertenecer al yacimiento. Es una cuestión difícil de resolver, dado el especial devenir de
algunos de estos restos humanos, custodiados por Ponsell varios
años en su domicilio hasta su definitivo ingreso en el museo de
Alcoi (Fletcher 1966: 16; Asquerino, 1976 y 1978; Pérez Botí,
1999). A esta donación en la década de 1980, cabe sumar otro
episodio en 1962, en el que hace entrega, al Museu de Prehistòria
de València, de cuatro cráneos que según el autor aparecieron en
la Cova de la Sarsa, como queda reflejado en la siguiente cita:
“Don Fernando Ponsell hizo entrega de cuatro cráneos humanos
de la Cova de la Sarsa, de Bocairente, recogidos en sus antiguas
excavaciones en este yacimiento” (Fletcher, 1966: 16).
30
Relación de restos
Los restos depositados en el Museu Arqueològic Municipal de
Bocairent se dividen en dos lotes: los aparecidos en el enterramiento doble de la grieta y los que Asquerino recuperó en sus
excavaciones. El primer lote responde a una inhumación doble
de dos individuos adultos, uno femenino y otro masculino, en
el que destaca la presencia de signos de lesión en el cráneo femenino por arma cortante, que no le provocó la muerte, pues
presenta evidentes signos de cicatrización. Está compuesto por
dos cráneos con sus respectivas mandíbulas, un bloque calcáreo
que contenía un fragmento distal de tibia, un fragmento proximal
de fémur derecho, un fragmento de costilla, una vértebra y un
fragmento proximal de costilla derecha (De Miguel, 2008).
Los materiales depositados en el Museu Arqueològic Municipal de Alcoi procedentes de la donación de Faus Cardona, fueron recogidos por Ponsell en el vestíbulo de la cueva. Se trata de
una segunda falange de mano de individuo adulto, cuatro piezas
dentales, un frontal incompleto de perinatal, un fragmento de occipital de individuo adulto, un fragmento de coxal derecho, un
húmero izquierdo, un radio izquierdo y un cúbito izquierdo.
Finalmente, en el Museu de Prehistòria de València se
encuentran depositados los siguientes huesos: restos postcraneales probablemente de un individuo adulto femenino (fémures, húmeros, fragmento pélvico, vértebras, dos costillas,
cúbitos, primer y segundo metatarsiano, radios y tibia), dos
occipitales, diferentes fragmentos craneales de pequeño tamaño, fragmento de parietal derecho, fragmento de temporal
derecho y parietal, fragmento mandibular, premolar inferior,
cuatro costillas, fragmento de diáfisis de cúbito, fragmento de
peroné, tres metatarsianos derechos, un cráneo perteneciente
a un adulto masculino, un cráneo perteneciente a un adulto
maduro, un fragmento de calota craneal posiblemente femenino, un cráneo de un individuo senil masculino, un cráneo de
mujer adulta y un frontal de adulto cuyo sexo no ha podido
ser determinado.
La puesta en común de los datos analizados proporciona un
número mínimo de 11 individuos, pues el cráneo trepanado y
los restos craneales del individuo perinatal identificado en el
Museu Arqueològic Municipal de Alcoi no corresponden a un
mismo individuo.
Dataciones radiocarbónicas sobre restos humanos
Las dudas existentes acerca de la posible diacronía de los restos
humanos se han confirmado tras la serie de dataciones radiocarbónicas sobre 11 muestras. Estas han sido realizadas en su
mayoría en relación con los trabajos sobre la dieta prehistórica
que Domingo Carlos Salazar García ha abordado con el estudio
de los isótopos de carbono y nitrógeno (Salazar, 2012).
Los resultados (cuadro 2.7) permiten plantear que la cueva
ha sido utilizada como lugar de enterramiento en diferentes
momentos de la secuencia arqueológica valenciana. La inhumación más reciente es de época andalusí, en el momento de
tránsito de la época emiral a la califal. Otra de las fechas es
de época visigoda. El primer resultado asociado a momentos
prehistóricos se relacionan con el uso funerario de la cavidad
en el Bronce antiguo. Ya en el Calcolítico pre-campaniforme
se depositarían en la cueva los restos de, al menos, dos individuos, la más antigua con una fecha que podría ubicarse en el
[page-n-48]
Cuadro 2.7. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos de la Cova de la Sarsa.
N
Código museo
Descripción
Edad
Sexo
Código lab.
Edad BP
Media cal BC
Neurocráneo
Adulto-Senil
¿Femenino?
MAMS-19066
6532±24
5500±15
Parietal
Perinatal
Indeterminado
MAMS-19068
6459±25
5429±39
5331±25
1
C-21833 (VAL)
2
172/007/007 1714/85 (ALC)
3
CSA 00026 (BOC)
Vértebra
Adulto-Senil
Femenino
OxA-V-2392-26
6341±30
4
CSA 00022 (BOC)
Mandíbula
Adulto
Masculino
OxA-31629
6309±36
5282±39
5
172/003/004 548/85-2 (ALC)
Neurocráneo
Adulto
Indeterminado
MAMS-19070
4573±22
3287±79
6
172/003/004 548/85-1 (ALC)
Neurocráneo
Adulto
Indeterminado
MAMS-19069
4534±22
3244±99
7
M-22055-Occ1 (VAL)
Occipital
Adulto
¿Masculino?
MAMS-19065
4241±21
2848±48
Occipital
Adulto
¿Femenino?
OxA-V-2360-23
4062±28
2589±64
Parietal
Adulto
Femenino
MAMS-19067
3552±21
1909±22
Neurocráneo
Adulto
Indeterminado
MAMS-19071
1457±18
604±19 DC
Occipital
Joven-Adulto
Femenino
OxA-V-2360-24
927±24
1095±44 DC
8
M-22055-Occ2 (VAL)
9
C-21834 (VAL)
10
172/003/004 548/85-3 (ALC)
11
C-21835 (VAL)
Neolítico final, periodo al que quedan asociadas otras. Finalmente, cuatro dataciones sitúan a otras tantas inhumaciones en
el Neolítico antiguo.
No entraremos a valorar en profundidad el contexto histórico de las tres dataciones más recientes, por encontrarse fuera
del ámbito de este trabajo. En todo caso, señalar que la número
9, del Bronce antiguo, cabe relacionarla con la utilización de
la cavidad en un momento en el que el ritual de inhumación al
norte del Vinalopó incluye esta posibilidad (De Pedro, 2010).
En la comarca de la Vall d’Albaida se han contabilizado un buen
número de yacimientos de esta época, algunos de ellos a lo largo
del término municipal de Bocairent (Ribera y Pascual Beneyto,
1994 y 1997), por lo que cabe relacionar esta intensa ocupación del territorio con la realización de prácticas funerarias en
la cavidad. Las dataciones calcolíticas y del Neolítico final han
resultado algo inesperadas pues, como se ha indicado, hasta la
fecha no se han documentado puntas de flecha en la Cova de
la Sarsa (Asquerino, 1978; Juan-Cabanilles, 1984; Asquerino et
al., 1998), aunque cabe relacionar algunas hojas de sílex blanco
con estos momentos. En este sentido, un fragmento cerámico de
la cueva ha sido definido por Pérez Botí (1999) como campaniforme (fig. 2.22), y una de las dataciones se sitúa en un momento próximo a la aparición de este tipo de cerámica en el País
Valenciano. En alguna ocasión hemos señalado la inexistencia
de fragmentos cerámicos de estilo campaniforme en la cueva
(García Borja y Casanova, 2010). Tras la revisión de la totalidad del material, cabe admitir que existen fragmentos que pueden asociarse a estilos decorativos campaniformes regionales
e incisos, aceptando como válida la propuesta de Pérez Botí al
respecto del fragmento mencionado y concluyendo que la cueva
fue utilizada en momentos del Calcolítico Campaniforme.
Por último, cuatro dataciones quedan enmarcadas en el Neolítico antiguo. A la ya conocida de la brecha, que se asocia al
individuo femenino, se une una nueva sobre el individuo masculino y dos posibles inhumaciones que se realizarían en la sala
del vestíbulo, única en la que Ponsell documenta restos arqueológicos y que excava casi en su totalidad. Una de las fechas se
ha obtenido de un fragmento de neurocráneo de un adulto posiblemente femenino, constituyendo a día de hoy la fecha sobre
hueso humano más antigua del cardial franco-ibérico. La otra
datación del Neolítico antiguo se realizó sobre un perinatal.
Fig. 2.22. Fragmento cerámico con decoración inciso-impresa
número 10.211.
La inhumación doble de la grieta interior
Los restos aparecieron depositados en una grieta de 2,80 m de
largo y entre 0,21 y 0,52 m de ancho (fig. 2.23). Durante el proceso de recuperación de los mismos se identificó la existencia
de un pequeño muro de piedra de unos 60 cm de altura (fig.
2.24) que los aislaba del resto de la cueva (Casanova, 1978).
Junto a ellos, se recogieron los restos de una posible ofrenda
formada por diferentes fragmentos cerámicos con decoración
impresa cardial pertenecientes a un mismo vaso (uno de ellos
junto a los huesos brechificados), tres punzones y una cuchara o
espátula ancha de hueso, dos fragmentos de anillo de hueso, tres
Columbella rustica, una valva de Cerastoderma glaucum, tres
Glycymeris sp. perforados, un objeto de hueso de forma fusiforme y cinco láminas y una lasca de sílex (fig. 2.25) (Casanova,
1978), si bien en la publicación de Asquerino (1976) se hace
referencia a una pieza más de sílex.
La grieta se ubica en la zona de paso a las galerías interiores, donde se encuentran los pequeños lagos de agua,
confirmando que los habitantes de Sarsa desarrollaban activi31
[page-n-49]
Fig. 2.25. Parte del ajuar asociado a los huesos humanos.
Fig. 2.23. Estado actual de la grieta en la que se documentó la
inhumación doble.
dades en espacios alejados de las zonas iluminadas de forma
natural, no vinculados a la realización de tareas domésticas.
Las edades calculadas para ambos individuos permiten proponer que primero es depositado un individuo masculino y
años después el de sexo femenino. Las dataciones obtenidas
apoyan el uso de un mismo espacio para la inhumación de
Fig. 2.24. Planta y sección idealizadas (Casanova, 1978).
32
dos individuos, que podrían haber pertenecido a una misma
unidad familiar. Del mismo modo, los rangos de calibración
permiten plantear otras posibilidades: que fueran inhumados
a la vez o que el tiempo transcurrido entre una inhumación y
otra superara los 150 años.
Cabe destacar la relación de la inhumación doble con el
vaso impreso cardial (fig. 2.26). Su diámetro de boca es de 15
cm y su altura de 17. Puede ser clasificado como jarra de tamaño medio, por presentar un índice de profundidad superior
a 0,9 y una única asa, o como contenedor de tamaño medio si
consideramos que el asa no es lo suficientemente grande como
para sujetar el recipiente. Se trata de un asa sobreelevada con
perforación que presenta un pequeño apéndice lenticular. En
la superficie del vaso, pese a estar erosionada, se observan
restos de bruñido y manchas oscuras en la base que pueden ser
consecuencia de haber estado sometido al fuego de forma directa. Está decorado mediante la técnica de la impresión cardial con el borde y el natis (perforado) de una concha dentada
con la que se realizaron las diferentes composiciones y temas
decorativos: uno circular en la base, otro similar en el tercio
inferior del cuerpo del vaso y un tercer tema decorativo más
extenso formado por un friso del que se desprenden cuatro
guirnaldas, dos de las cuales presentan sendas guirnaldas más
pequeñas en su interior (fig. 2.27). En la superficie del vaso se
observa colorante rojo, que podría haberse añadido durante su
restauración, tras observar restos rellenando las decoraciones,
cuestión que no hemos podido contrastar.
La inhumación doble recuperada en la brecha de la Cova
de la Sarsa sigue siendo el mejor documento arqueológico del
que disponemos para aproximarnos al ritual funerario cardial
en el País Valenciano y proponer que durante el Neolítico antiguo se realizan prácticas rituales para el tránsito de la vida a la
muerte. Es una cuestión que se relaciona con la expresión formal de una identidad religiosa que remite a lo sobrenatural y
de la que ya se tenía constancia a través de la cerámica (Martí,
2006) y del arte rupestre (Martí y Hernández, 1988). Siempre
han existido justificadas reservas a la hora de aceptar su antigüedad (Bernabeu et al., 2001), motivadas por el propio contexto del hallazgo, realizado durante una excursión a la cueva y
detectado tras su expolio parcial (Asquerino, 1976: 346). Tras
[page-n-50]
Fig. 2.26. Recipiente cerámico aparecido junto a la inhumación doble (vaso 40).
Fig. 2.27. Decoración del vaso
cerámico que acompañaba a la
inhumación doble.
la publicación de la datación sobre un fragmento de vertebra
del bloque calcáreo, quedó zanjado el debate de su antigüedad
(García Borja et al., 2011c). Aunque los restos se extrajeron de
la forma más cuidadosa posible (Casanova, 1978), no fueron
recuperados en el transcurso de una campaña de excavación.
Entre los materiales se encuentra un bloque brechificado que
presenta huesos humanos y un fragmento de cerámica decorado mediante la impresión cardial perteneciente al vaso que
formaría parte del ajuar (fig. 2.28). Las dataciones se han realizado sobre un fragmento correspondiente a la segunda vértebra cervical axis, que conserva parte de la apófisis odontoides
y del arco vertebral derecho, y sobre una muestra extraída de
la maxila derecha del individuo masculino. Aunque es difícil
determinar con exactitud el sexo y la edad a partir del hueso
de vértebra datado, las paleoantropólogas que han observado
la pieza directamente coinciden en proponer que se trataría de
un fragmento de vertebra del individuo de sexo femenino. Las
fechas obtenidas permiten proponer que ambas inhumaciones
fueron realizadas en un corto espacio de tiempo, sugiriéndose
una posible relación entre los individuos inhumados. La edad
calculada para el individuo femenino es mayor que la del individuo masculino, interpretándose que primero es depositado
el cuerpo de sexo masculino y pasados unos años el de sexo
femenino, cuestión que las dataciones permiten mantener.
33
[page-n-51]
Fig. 2.29. Planta de la cueva en la que se indica la distribución de
los paneles de arte rupestre (Miret et al., 2008).
Fig. 2.28. Bloque brechificado donde apareció la vértebra datada
por radiocarbono asociada a cerámica cardial.
PINTURAS rupestres
Durante una visita a la cueva en el año 2005 se descubrieron varios restos de pigmento de color rojo en una de sus paredes. La
necesidad de comprobar su autenticidad precipitó la realización
de un proyecto de investigación bajo la dirección de Emili Aura
Tortosa y Esther López Montalvo, cuyos objetivos eran la prospección de las paredes de la cueva, la correcta documentación
de los restos de pintura y la difusión científica de los resultados
(Miret et al., 2008; López Montalvo et al., 2010 y 2013).
Todos los restos de pintura se distribuyen en el interior de la
cueva, alejados de la zona en la que se encuentran los depósitos arqueológicos, en salas que carecen de luz solar (fig. 2.29).
Los motivos están realizados con óxidos de hierro, lo que les
confiere un color rojo, documentándose cierta densidad en su
pigmentación. Su estado de conservación no es bueno, cuestión
que ha dificultado la identificación de los motivos localizados
y su representación gráfica. Se han documentado líneas, manchones y restos informes de difícil interpretación. Entre ellos
destaca una posible figura antropomorfa de brazos extendidos,
perpendiculares al eje, con tronco y piernas asimétricas ligeramente entreabiertas, cuyas dimensiones son 7,5 x 5 cm (fig. 2.30
34
Fig. 2.30. Motivo antropomorfo pintado en la Cova de la Sarsa.
y 2.31). El motivo se encuentra degradado por el efecto de la
humedad. Aparece junto con la mayoría de las representaciones
documentadas en la cueva en un panel ubicado a unos 40 m de
la entrada, formado por un bloque calcáreo de 1,70 x 1,70 m. La
figura se encuentra aislada, ocupando una posición central en el
panel. Cabe destacar la forma caprichosa que adquiere parte del
[page-n-52]
micos (fig. 2.32: 7 y 2.33), en útiles ya finalizados como punzones,
agujas o elementos ornamentales (fig. 2.32: 9 y 11) y en la superficie externa de cerámicas con la finalidad de resaltar alguna de sus
partes o la totalidad de la superficie del vaso (fig. 2.32: 10).
RESTOS VEGETALES CARBONIZADOS
Fig. 2.31. Calco digitalizado del motivo antropomorfo (Miret et
al., 2008).
bloque calcáreo, que en su límite derecho presenta una morfología interpretada como la silueta de la cabeza de un felino (López
Montalvo et al., 2010).
MATERIAS COLORANTES
Además de la presencia de pinturas rupestres, se han identificado numerosos objetos con colorante rojo y restos de materia
prima que evidencian el transporte, uso y procesado en la cueva
(García Borja et al., 2006). También se ha registrado la presencia de colorante blanco rellenando buena parte de las impresiones cardiales que decoran los vasos, si bien no hemos podido
documentar su procesado. Las referencias a la utilización de
material colorante en Sarsa son numerosas. La primera de ella
data de 1934, fecha de la publicación de la “Historia de España”
en la que Luís Pericot hace mención a la aparición de tiestos
decorados con incisiones rellenas de pasta roja en la Cova de
la Sarsa. El estudio de los restos arqueológicos asociados a materia colorante de la Cova de l’Or ha permitido establecer una
propuesta de cadena operativa para el Neolítico antiguo cardial
(García Borja et al., 2004; Domingo et al., 2012). Los principales restos arqueológicos que permiten identificarla aparecen
también en la Cova de la Sarsa.
Se han recuperado restos de colorante en estado natural (fig.
2.32: 1) (Asquerino, 1978; Asquerino et al., 1998), en útiles de molienda (fig. 2.32: 2-6), en el interior de pequeños recipientes cerá-
La Cova de Sarsa no ha sido objeto de un muestreo sistemático
con la finalidad de recoger los restos carbonizados conservados.
La única intervención en la que se recuperaron restos de este
tipo en estratigrafía la realizó Asquerino en 1981 (López y Molero, 1984). Ya hemos comentado las dudas que nos genera la
estratigrafía de este sector, pero la identificación de granos carbonizados de trigo (Triticum aestivum/durum) por Pilar López
(1980) junto a materiales del Neolítico antiguo parece suficiente
a la hora de afirmar que en la cueva existen restos directos de
prácticas agrícolas.
Son materiales que a día de hoy no han podido ser localizados. Únicamente hemos estudiado de forma directa una acumulación de cereales depositados por Ponsell en el Museu de
Prehistòria de València. Su identificación por parte de Guillem
Pérez Jordà ha permitido establecer que se trata de una concentración de granos de cebada (Hordeum vulgare var. vulgare). La
imposibilidad de contextualizarlos cronológicamente nos llevó a
seleccionar uno de estos granos para su datación radiocarbónica.
El resultado de la misma (Beta-322892) proporcionó una fecha
de 2650±40 BP . La datación queda relacionada con ocupaciones
del Bronce final, si bien la escasez de materiales de esta cronología nos lleva a plantear que serían de baja intensidad.
En la citada campaña de 1981 se realizó un muestreo en la
gatera para su análisis polínico. Los resultados mostraron porcentajes arbóreos en un 20% de media y las especies documentadas apuntaban a la existencia de un bosque mixto mediterráneo.
La presencia de herbáceas ruderales es interpretada como una
evidencia de la deforestación antrópica, especialmente ligada al
cultivo de especies cerealísticas, cuyo bajo porcentaje en la secuencia (2%) hace que la autora plantee que los campos de cultivo se encuentren a cierta distancia del yacimiento (más de un
kilómetro) (López, en Asquerino et al., 1998). La deforestación
ligada a la práctica agrícola se hace patente también en una drástica reducción del polen arbóreo y desarrollo de las gramíneas
de base a techo de la secuencia. La inexistencia de carbones vegetales entre los materiales revisados hasta la fecha imposibilita
cualquier comparación con los datos polínicos, así como realizar
una propuesta detallada de la vegetación del entorno inmediato
de la cueva. En todo caso, la dinámica planteada por Pilar López
correspondería con la observada en otros yacimientos de similar
cronología, en los que se aprecia el impacto del asentamiento de
las primeras comunidades agrícolas en un lugar. Según esta propuesta (Badal, 2009; Badal et al., 2012), aproximadamente los
500 primeros años de ocupación agrícola, correspondientes al
Neolítico antiguo, mantendrían un equilibrio estable con el medio vegetal hasta el Neolítico medio y, sobre todo, el Neolítico final. Como resultado de ello, las secuencias antracológicas (basadas en la vegetación leñosa local), acaban mostrando los efectos
más o menos acusados de una deforestación y la sustitución de
las formaciones vegetales que, generalmente y en nuestra zona
de estudio, dan como resultado la expansión de los pinares y de
un matorral esclerófilo mediterráneo.
35
[page-n-53]
Fig. 2.32. Restos arqueológicos de
la Cova de la Sarsa que presentan
colorante rojo.
Fig. 2.33. Contenedores cerámicos clasificados como botellitas (Grupo 16, Clase D) con restos de colorante rojo en su interior.
36
[page-n-54]
En el caso concreto de la Cova de la Sarsa, debe tenerse en
cuenta su ubicación dentro de la Serra Mariola, amplio espacio
geográfico de montaña con un ecosistema propio que proporciona abundantes recursos para cualquier sociedad humana que
explote el bosque como forma de vida principal, o complementaria a actividades productivas agrícolas y ganaderas.
OBJETOS METÁLICOS
La presencia de objetos de metal en la Cova de la Sarsa es bastante escasa. La pieza más llamativa es un hacha de cobre o bronce
de 17,3 cm de altura que no hemos podido examinar directamente. Su conocimiento se debe a la revisión de la documentación
gráfica del legado de Asquerino al Museo Histórico de Priego
de Córdoba. Junto a las conocidas piezas neolíticas publicadas
en 1998, encontramos fotografiada el hacha entre las carpetas
de materiales arqueológicos recuperados en la campaña de 1979
(fig. 2.34: 1). No aparece publicada en ninguno de sus artículos.
Sí hemos localizado un fragmento de punzón metálico muy
erosionado, depositado en el Museu Arqueològic de Bocairent
(fig. 2.34: 2). Las analíticas realizadas por Ignacio Montero en
el instituto de Historia del CSIC han desvelado que se trata de
una pieza de bronce binario con muy pocas impurezas, típica del
Bronce final (cuadro 2.8), con lo que iría ligada a la datación de
esta misma época obtenida de un grano de cebada.
También se han identificado dos piezas de hierro depositadas en el Museu de Prehistòria de València y analizadas por
Guillermo Tortajada Comeche, al parecer de época ibérica, que
podrían relacionarse con los materiales cerámicos documentados de esta cronología. Se trata de una varilla recta de sección
romboidal, con punta aguzada y extremo fragmentado de 14,1
cm de largo por 0,5 cm de ancho (fig. 2.34: 3). La segunda pieza, posible punzón, presenta punta roma como consecuencia de
haber estado sometido a percusión. Su enmangue es piramidal
y la sección del vástago regular. Mide 14,1 cm de largo por 1,10,7 de ancho (fig. 2.34: 4).
DATACIONES RADIOCARBÓNICAS
Hasta la fecha se han realizado un total de 16 dataciones radiocarbónicas sobre diferentes tipos de muestras recogidas en
la Cova de la Sarsa, la mayoría publicadas (García Borja et
al., 2012b; Olalde et al., 2015; García Borja et al., 2016a). A
excepción de las número 1 y 8 (cuadro 2.9, fig. 2.35) que se
encontraban en el Museu Arqueològic Municipal de Bocairent,
las restantes fueron recuperadas en intervenciones realizadas
por Ponsell, depositadas en su día en el Museu de Prehistòria
de València y en el Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi. Es
complejo determinar el lugar exacto de la cueva del que proceden la mayoría de las muestras. La revisión de la información disponible nos lleva a concluir que todas aparecieron en
el vestíbulo de la cueva, a excepción de las que aparecieron en
la brecha ubicada en la zona de acceso a las galerías interiores
(Casanova, 1978).
El criterio para la elección ha sido el de buscar muestras singulares identificadas como elemento doméstico o como Homo
sapiens. Las muestras escogidas son: un resto carbonizado de
Hordeum vulgare var. vulgare perteneciente a una concentración de granos de esta especie, 11 huesos de Homo sapiens, dos
fragmentos de Bos taurus y otros dos de Ovis aries. Su identificación ha corrido a cargo de Guillem Pérez Jordà, Alfred Sanchis Serra, Ángela Pérez Fernández, Isabel Collado Beneyto y
Domingo Carlos Salazar García.
Los laboratorios escogidos para la realización de las dataciones han sido la Radiocarbon Accelerator Unit (University of Oxford) y el Curt-Engelhorn-Zentrum Archäometrie
gGmbh, An-Institut der Universität Tübingen (Mannheim,
Alemania). La extracción del colágeno de las muestras 2, 4
Fig. 2.34. Objetos metálicos de la Cova de la Sarsa.
Cuadro 2.8. Composición elemental determinada por FRX. Valores expresados en % en peso. Análisis realizados con un espectrómetro
portátil INNOV-X Systems modelo Alpha equipado con tubo de rayos X con ánodo de plata, condiciones de trabajo: 35 kV, 2μA, con
filtro de aluminio de 2 mm y tiempo de adquisición 40 segundos. El límite teórico de detección para todos los elementos es 0,05 %,
salvo para Ag y Sb, que se sitúa en 0,2 %. N.D: no detectado.
PA20899
TIPO
Fe
Ni
Cu
Zn
As
Ag
Sn
Sb
Au
Pb
Bi
Punzón
ND
ND
89,6
ND
ND
ND
10,2
ND
ND
0,15
ND
37
[page-n-55]
Cuadro 2.9. Dataciones radiocarbónicas AMS sobre elemento identificado como doméstico u Homo sapiens de la Cova de la Sarsa,
calibradas a uno y dos sigmas mediante curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013) utilizando el software Oxcal 4.2.3 (Bronk Ramsey,
2009). NA= Neolítico antiguo. NF= Neolítico final. C= Calcolítico. B= Edad del Bronce. BF= Bronce final. V= Visigoda. A= Andalusí.
N
Especie
Código Lab.
C:N %Col. Años BP Cal BP 1σ
Cal BP 2σ
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media
Fase
1
H. sapiens
MAMS-19066
3.3
1.9
6532±24 7461-7426 7485-7421
5512-5477
5536-5472 5500±15 AC
NA
2
Ovis aries
OxA-V-26076
3.2
10.7
6506±32 7465-7338 7482-7326
5516-5389
5533-5377 5465±36 AC
NA
3
H. sapiens
MAMS-19068
3.2
5.4
6459±33 7425-7329 7433-7312
5476-5380
5484-5363 5429±39 AC
NA
4
Ovis aries
OxA-V-26075
3.2
6.8
6420±32 7416-7318 7421-7280
5467-5369
5472-5331 5411±42 AC
NA
5
Bos taurus OxA-V-2360-25 3.1
3
6399±33 7413-7275 7418-7269
5464-5326
5469-5320 5397±51 AC
NA
6
Bos taurus OxA-V-2360-22 3.2
2.2
6389±33 7412-7270 7418-7264
5463-5321
5469-5315 5391±53 AC
NA
7
H. sapiens
1.6
6341±30 7312-7251 7410-7173
5363-5302
5461-5224 5331±25 AC
NA
OxA-V-2392-26 3.4
8
H. sapiens
OxA-31629
3.2
1.4
6309±36 7176-7269 7167-7306
5320-5227
5357-5218 5282±39 AC
NA
9
H. sapiens
MAMS-19070
3.2
1.2
4573±22 5318-5145 5437-5075
3369-3196
3488-3126 3287±79 AC
NF
10
H. sapiens
MAMS-19069
3.2
1.4
4534±22 5303-5074 5310-5054
3354-3125
3361-3105 3244±99 AC
NF
11
H. sapiens
MAMS-19065
3.3
3.1
4241±27 4853-4822 4859-4662
2904-2873
2910-2713 2848±48 AC
C
OxA-V-2360-23 3.3
C
12
H. sapiens
3.6
4062±28 4780-4446 4788-4437
2831-2497
2839-2488 2589±64 AC
13
H. sapiens
MAMS-19067
3.2
1.9
3552±21 3885-3831 3904-3726
1936-1882
1955-1777 1909±22 AC
14
H. vulgare
Beta-322892
–
–
2650±40 2787-2744 2848-2737
838-795
15
H. sapiens
MAMS-19071
3.2
4.5
1457±18 1381-1341 1395-1314
16
H. sapiens
OxA-V-2360-24 3.2
2.5
927±24
907-797
917-790
569-610
1044-1154
B
899-788
832±27 AC
BF
556-636
604±19 DC
V
1033-1160 1095±44 DC
A
Fig. 2.35. Curvas de calibración de las dataciones radiocarbónicas obtenidas en la Cova de la Sarsa mediante el software Oxcal 4.2.4
(Bronk Ramsey, 2009). La calibración se ha realizado utilizando la curva IntCal 13 (Reimer et al., 2013).
38
[page-n-56]
y 8 las realizó el propio laboratorio. En el resto de huesos se
extrajo en el Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology (Leipzig, Alemania) mediante el procedimiento descrito
por Richards y Hedges (1999) con el añadido de una fase de
ultrafiltración (Brown et al., 1998). El colágeno de todas ellas
muestra índices de calidad aceptables según criterios señalados por Van Klinken (1999).
Los datos se presentan en una tabla en la que se muestra
el resultado de cada datación, su ratio (C:N), rendimiento de
colágeno (%Col.), sus rangos de calibración a 1 y 2 sigmas y la
máxima probabilidad obtenida por el programa CalPal online
(Danzeglocke et al., 2012). Finalmente, se especifica la fase de
la secuencia arqueológica regional a la que adscribimos cada
muestra según el resultado obtenido (cuadro 2.9). Los límites
cronológicos se sitúan entre el 6500 y el 927 BP, concentrándose la mayoría de las dataciones entre el 6500 y el 6340 BP,
reforzando la hipótesis de que es durante el Neolítico antiguo
cardial cuando la cueva es habitada con mayor intensidad.
El resultado obtenido en las muestras 1 a 8 queda relacionado con el momento de mayor intensidad de las ocupaciones
neolíticas en la cavidad, momento al que se adscribe la mayor
parte de los materiales arqueológicos recuperados (San Valero,
1950; Pérez Botí, 1999; García Borja y Casanova, 2010). En
anteriores publicaciones (Cortell y García Borja, 2008; García
Borja y Casanova, 2010; García Borja et al., 2011c; García Borja y López Montalvo, 2011; García Borja et al., 2012), se había
aceptado que éstas debían situarse entre el 5500 y el 5400 cal
BC, siendo el 5450 la fecha propuesta para el inicio de las mismas. Los resultados obtenidos posibilitan retrasar las primeras
evidencias de actividad humana en la cueva a algún momento
entre el 5550-5450 cal BC.
La fecha obtenida sobre un fragmento de la maxila derecha
del individuo masculino aparecido en la grieta (OxA-31629:
6309±36) merece un comentario aparte. Esta misma muestra
ofreció otro resultado previo más antiguo, concretamente de
6800±30 BP (Beta-384725), cuya calibración a dos sigmas
ofrecía una horquilla de entre 5730-5640 cal BC. Desde un
primer momento, se consideró que se trataba de un resultado
que debía ser tomado con cautela atendiendo al contexto arqueológico de aparición y a la serie de dataciones disponible
para Sarsa y para el País Valenciano. De hecho se trataba de
la datación sobre resto humano más antigua para el Neolítico
peninsular y aunque el laboratorio dio por bueno el resultado
tras exponerle los problemas que generaba, se decidió someter
los restos fechados a una serie de analíticas destinadas a dotar
de mayor validez el resultado.
En primera instancia, valoramos la posibilidad de estar ante
una inhumación mesolítica que compartía espacio con otra posterior, neolítica, cuestión que se desestimó tras los análisis de ADN
mitocondrial realizados sobre uno de sus dientes, cuyos resultados señalaban que se trataba de un individuo de ascendencia neolítica (Olalde et al., 2015). Los estudios que paralelamente realizamos en el archivo del Museu de Bocairent, dejaban abierta la
posibilidad de que los huesos seleccionados para su datación pudieran haber sido tratados con algún tipo de ácido en su limpieza,
buscando obtener un tono más blanquecino en los mismos de cara
a su exposición al público. Se decidió realizar una analítica sobre
el colágeno que el laboratorio había extraído para la obtención de
la fecha, esta vez en los laboratorios del Max-Planck Institute for
Evolutionary Anthropology, obteniéndose un ratio C:N elemental
de entre 4,2 y 4,6, valores muy superiores a los establecidos como
fiables por Van Klinken (1999). Al comparar los ratios de calidad
del colágeno de las muestras, comprobamos que únicamente los
huesos en los que se extrajo su colágeno a partir del procedimiento descrito por Richards y Hedges (1999) con el añadido de una
fase de ultrafiltración (Brown et al., 1998), ofrecían índices de calidad del colágeno aceptables (%C, %N, C:N) según los criterios
señalados por Van Klinken (1999).
En consecuencia, se optó por volver a realizar una datación sobre el mismo individuo, si bien esta vez advirtiendo al laboratorio
escogido de las propias características de la muestra, y de la necesidad de evaluar de antemano los índices de calidad del colágeno,
cuestión que no se había advertido en el primer caso. En este caso, la
muestra fue enviada a la Radiocarbon Accelerator Unit (University
of Oxford). La datación obtenida del cráneo identificado como individuo masculino fue 6309±36 BP (OxA-31629), asociada a unos
índices de calidad del colágeno mejores que en el anterior intento.
Las muestras 9 a 13 permiten afirmar que la cueva fue posteriormente utilizada como lugar de enterramiento durante el
Neolítico final, Calcolítico pre-campaniforme y Bronce antiguo.
La número 14 remite a un momento de utilización durante el
Bronce final, si bien la escasez de materiales de esta cronología
nos lleva a plantear que sería de baja intensidad. Las últimas dos
dataciones remiten al uso de la cavidad como lugar de enterramiento en época visigoda y andalusí, esta última en el momento
de tránsito de la época emiral a la califal.
39
[page-n-57]
[page-n-58]
3
Metodología para el estudio de la cerámica prehistórica
En los siguientes apartados se exponen los procedimientos seguidos para la recogida objetiva de los datos y su posterior
ordenación en categorías que definan tipos arqueológicos a
partir de atributos reconocibles y cuantificables. El análisis y
descripción de las cerámicas sigue las pautas metodológicas
establecidas en anteriores trabajos sobre vajillas prehistóricas
aparecidas en el País Valenciano (Bernabeu, 1989; Bernabeu
y Guitart, 1993; Bernabeu y Orozco, 1994; De Pedro, 1998;
Pérez Botí, 1999; García Borja, 2004; Molina Balaguer, 2006;
García Borja et al., 2007; Bernabeu et al., 2009b; García Borja
et al., 2010a, 2010b, 2011b y 2013; García Borja y Pérez Jordà, 2012). Se han realizado modificaciones respecto de la propuesta inicial (Bernabeu, 1989), siendo necesario exponer de
forma detallada los caracteres morfodescriptivos considerados
con el fin de facilitar la lectura de los datos que se expondrán
en los próximos capítulos.
Esta metodología analítica encaminada a recoger la mayor
cantidad de información posible, se estructura en dos fases: el
análisis de los fragmentos y el de los vasos. Los datos se presentan de forma separada, pues el estudio de los fragmentos
y el de los vasos, aunque complementarios, son independientes, mostrando cada fase de estudio lo que no consigue la otra,
siendo especialmente útil en conjuntos con un buen número de
efectivos, pues en caso contrario, debe valorarse la posibilidad
de realizar una descripción individualizada de las formas de las
que disponemos. La diferencia fundamental entre el primer tipo
de inventario y el segundo radica en la inclusión de las variables métricas, tipológicas, tecnológicas y de organización de la
decoración en el análisis de los vasos. Para agrupar toda esta
información ha sido necesario elaborar una base de datos digital, organizada en diferentes archivos interrelacionados. A cada
variable se le ha asignado una lista de valores alfanuméricos predeterminados, con el fin de agilizar las búsquedas y recuentos
(Bernabeu et al., 2011a). Es un método que se ha demostrado
capaz de recoger la variabilidad formal de colecciones prehistó-
ricas de cerámica a mano. La clasificación tipológica se sustenta
en la consideración de los atributos morfológicos y métricos de
cada recipient cerámico.
En nuestro caso, se han definido unos campos analíticos a
los que se les ha asignado una serie de variables descriptivas
elegidas por ser posible su reconocimiento mediante la observación macroscópica, obviando aquellas que necesitan de medios
arqueométricos para su correcta identificación.
ANÁLISIS DE LOS FRAGMENTOS
Se considera como fragmento todo resto cerámico con independencia de tamaño y forma. El método de estudio propuesto contempla
la realización de un inventario de todos los fragmentos, de tal modo
que cada uno es contabilizado como una unidad. El recuento por
capas o estratos y la comparación de las diferentes variables (tipo
de labio, base, borde, elemento de prensión y técnica decorativa)
permite obtener una primera caracterización del conjunto.
Las variables analizadas son de dos tipos: de localización y
esenciales. Las primeras remiten a la ubicación de cada fragmento
en cada yacimiento objeto de estudio. En este caso, aunque en la
inserción de los datos se ha señalado la capa, cuadro y año en el
que fue recuperado cada resto, al considerar que el conjunto carece
de validez estratigráfica se ha optado por no organizarlos en función de su localización, eligiendo como valor principal en la ordenación de la colección la técnica decorativa esencial. Las segundas
variables se refieren a las características morfológicas propias de
cada fragmento, descritas a través de los siguientes campos: labio,
borde, bases, elementos de prensión y técnicas decorativas.
Labios
Los labios se refieren exclusivamente a la parte superior del borde, cuello o pared no diferenciada del recipiente (fig. 3.1). Se
distinguen las siguientes variables:
41
[page-n-59]
Fig. 3.2. Tipos de bordes.
Fig. 3.1. Tipos de labios.
1. Redondeado.
2. Plano.
3. Biselado.
3.1. Biselado en ángulo.
3.2. Biselado redondeado.
4. Engrosado interno.
4.1. Engrosado interno almendrado.
4.2. Engrosado interno plano.
4.3. Engrosado interno redondeado.
5. Engrosado externo.
5.1. Engrosado externo plano.
5.2. Engrosado externo redondeado.
5.3. Engrosado externo alargado.
6. Engrosado doble.
6.1. Engrosado doble plano.
6.2. Engrosado doble redondeado.
6.3. Engrosado doble alargado.
6.4. Engrosado doble cóncavo.
7. Con reborde.
7.1. Con reborde interno.
7.2. Con reborde externo.
2. Cónicas: cuando esa calota se presenta claramente apuntada.
3. Cóncavas. En función del diámetro de esa concavidad basal
se ha establecido la siguiente subdivisión:
3.1. Anchas: diámetro inferior o igual a 5 cm.
3.2. En ónfalo: el diámetro es mayor de 5 cm.
4. Planas. Fondo de sustentación horizontal, distinguiéndose entre:
4.1. Simples: el tránsito al galbo se realiza por una simple
curvatura o un codo más o menos marcado.
4.2. De pie macizo: el punto de unión viene marcado por un
reborde externo.
5. Pies diferenciados. Bajo esta denominación se incluyen todas aquellas bases que aparecen netamente diferenciadas
del cuerpo del vaso. Diversos rasgos métricos y formales
han determinado los subtipos siguientes:
5.1. Anillados: cuando se trata de un reborde circular basal.
5.2. Estrangulados: de sección troncocónica. Altos o bajos.
5.3. Polípodos: apéndices basales en número indeterminado.
Bordes
Se entiende por borde la parte superior de la pared del recipiente
en contacto con el labio. Ésta puede o no diferenciarse del resto
del perfil en función de un cambio de orientación. Se han considerado las siguientes variantes (fig. 3.2):
0. No diferenciado.
1. Recto/reentrante.
2. Saliente.
3. Vuelto.
Bases
Las bases corresponden a las superficies de apoyo de cada vaso.
Se han diferenciado las siguientes variables (fig. 3.3):
1. Convexas: fondo en calota de esfera.
42
Fig. 3.3. Tipos de bases.
[page-n-60]
Elementos de prensión
Como elemento de sujeción o de prensión se considera cualquier protuberancia o asa que sobresale en un vaso cerámico,
que sirva para agarrarlo o sujetarlo. La variedad morfológica de las asas es considerable y presentan gran diversidad de
diseños (fig. 3.4):
0. Arranques de asa.
1. Cordones.
2. Cordones perforados.
3. Mamelones.
3.1. Mamelones perforados.
3.2. Mamelones metálicos.
4. Apliques y apéndices.
4.1. En los labios.
4.2. Aplique con agujeros de suspensión.
5. Lengüetas.
5.1. Lengüetas perforadas.
6. Perforaciones de suspensión.
7. Asas pitorro.
7.1. De apéndice.
7.2. De puente.
7.3. Insertada en un asa de cinta.
7.4. Simple perforación bajo el borde o labio.
8. Asas de túnel.
8.1. Horizontales.
8.2. Verticales.
9. Mangos.
9.1. Mangos perforados.
10. Asas planas tipo cazoleta.
11. Asas de cinta.
11.1. Horizontales.
11.2. Verticales.
11.3. Con perforación.
12. Asas de cinta vertical con apéndice lenticular.
12.1. Con perforación.
12.2. Figurativas.
12.3. Sobreelevadas.
13. Asas de cinta con resalte basal.
14. Asas de cinta sobreelevadas.
14.1. Perforadas.
15. Asas anulares.
15.1. Horizontales.
15.2. Verticales.
15.3. Con perforación.
16. Asas bilobulares.
17. Asas trilobulares.
18. Con más de tres asas unidas.
Fig. 3.4. Tipos de elementos de prensión.
43
[page-n-61]
Técnicas decorativas específicas
Todo elemento que modifique la superficie de un recipiente
cerámico con fines ornamentales será calificado como técnica
decorativa. Las técnicas decorativas se han considerado a un
doble nivel: esenciales y específicas. Las primeras definen la
decoración general de un vaso, asignándose sólo una a todo
fragmento o vaso. La segunda se refiere a cualquier técnica
utilizada, registrándose todas por igual, pues cada fragmento
puede combinar varios tipos de técnicas decorativas específicas, que deberán ser contabilizadas. Las variables consideradas para la descripción de las técnicas decorativas se exponen
a continuación.
1. Mamelones. No se considerarán aquí los mamelones aislados
utilizados como elementos de prensión.
1.1. Teoría de mamelones. Conjunto de mamelones o pastillas
unidos en la superficie del vaso sin dejar apenas espacios
libres entre unos y otros.
1.2. Pastillaje. Pequeñas bolas de arcilla repartidas a lo largo del
vaso de forma espaciada.
1.3. Botones. Similares al pastillaje en ejecución, la diferencia principal es que ocupan un espacio limitado, generalmente bajo el borde, sin llegar a rodearlo completamente.
1.4. Apliques seriados. Se trata de una o más protuberancias
alargadas similares a pequeñas lengüetas orientadas verticalmente, horizontalmente o de forma oblicua que ocupan una superficie limitada del vaso, nunca rodeándolo.
1.5. Metálicos. Su característica principal es que están realizados
de cobre o bronce.
1.6. Pastillas repujadas. Consistente en introducir un objeto de
punta única roma en la pared interna cerámica antes de la
cocción, presionándola hasta que aparece una protuberancia
en el exterior, sin llegar a perforar.
2. Cordones. Aunque su consideración como técnica decorativa no goza de total unanimidad, especialmente en el caso de
los cordones lisos, se ha decidido que cualquier cordón tenga
el tratamiento de técnica decorativa, con independencia de su
papel como elementos de prensión.
2.1. Cordón liso.
2.2. Cordón impreso.
2.2.1. Impresión simple de instrumento de punta única
ancha y roma.
2.2.2. Pellizcado.
2.2.3. Con el borde de una concha dentada.
2.2.4. Con el natis de una concha dentada.
2.2.5. Con el borde de concha no dentada.
2.2.6. Impresión vertical con objeto acabado en punta
estrecha y roma.
2.2.7. Impresión vertical con objeto acabado en punta
aguzada.
2.2.8. Con un instrumento de punta doble.
2.2.9. Con instrumento de punta múltiple o gradina.
2.2.10. Punto y raya.
2.2.11. Impresiones indeterminadas.
2.3. Cordón inciso. Realizados con un instrumento de punta única generalmente afilada; la diferencia fundamental con las
anteriores posibilidades radica en el gesto técnico del artesano, en el que existe arrastre del instrumento. En ocasiones
44
resulta complicado diferenciar incisiones de impresiones en
cordones. Estos casos se incluirán en la categoría de cordones impresos simples.
2.4. Cordón realizado con mamelones. Formado por una serie
de mamelones continuos a lo largo de la pared del vaso.
Aunque puede presentar orientación vertical y oblicua, generalmente se trata de cordones orientados horizontalmente
situados bajo el borde.
3. Impresiones. Son las marcas o señales que un instrumento
deja en el cuerpo cerámico al presionar sobre él. Se han diferenciado diferentes tipos de impresiones en función de la
huella resultante, denominándose cada uno con el nombre del
instrumento que la experimentación ha determinado que más
se aproxima.
3.1. Impresión cardial con el borde de una concha dentada. Son las
realizadas con el borde de un bivalvo de la familia Cardiidae.
3.1.1. Con la concha en posición vertical.
3.1.2. Con la concha en posición oblicua.
3.1.3. Impresión doble o reflejada.
3.2. Impresión cardial con el natis de una concha dentada.
3.2.1. Con el natis no perforado.
3.2.2. Con el natis perforado.
3.3. Impresión con el borde de una concha no dentada. La gran
mayoría de las impresiones realizadas con bivalvos marinos
con el borde liso forman motivos decorativos pivotantes,
para el que también utilizaremos el termino rocker.
3.4. Impresión de instrumento acabado en punta roma.
3.4.1. Impresión simple vertical.
3.4.2. Impresión simple oblicua.
3.4.3. Impresión y arrastre o boquique.
3.4.4. De tubo. La punta del instrumento está hueca.
3.5. Impresión de instrumento acabado en punta aguzada.
3.5.1. Impresión simple vertical.
3.5.2. Impresión simple oblicua.
3.5.3. Impresión y arrastre.
3.6. Impresión de instrumento de punta doble.
3.7. Impresión de instrumento de punta múltiple o gradina.
3.8. Impresión de instrumento de punta plana alargada
(espátula).
3.9. Digitación.
3.9.1. Impresión simple digitada.
3.9.2. Pellizcado.
3.10. Impresión de instrumento indeterminado.
4. Incisiones. La técnica de la incisión conlleva un gesto técnico
consistente en deslizar de forma continuada un instrumento
sobre la superficie del recipiente. Dentro de la incisión, diferenciaremos otras categorías (acanalado, esgrafiado, peinado,
arrastre) para referirnos a técnicas que aunque comparten
gesto técnico, están ejecutadas con instrumentos de diferente
morfología, o en momentos avanzados de la elaboración de
los vasos.
4.1. De instrumento no dentado.
4.1.1. Incisión simple. De sección en V.
4.1.2. Acanalado. De sección en U. El instrumento con
el que se ejecutan posee punta roma.
4.1.3. Esgrafiado. Incisión fina realizada con objeto de
punta afilada sobre la superficie del recipiente después de su secado o cocción.
[page-n-62]
4.2. De instrumento dentado.
4.2.1. Peinado. Considerada también como un acabado
de las superficies; dada su especial relevancia a nivel cronológico, hemos preferido mantenerla entre
las técnicas decorativas.
4.2.2. Arrastre cardial. En ocasiones esta técnica puede
confundirse con la decoración peinada. Los surcos
del arrastre son generalmente ondulados y no continuos, de modo que existen rupturas en las líneas
dibujadas. Suele utilizarse para rellenar las superficies previamente delimitadas mediante impresiones.
4.2.3. De dos o tres puntas. Similar a las anteriores pero
con instrumento de no más de tres puntas.
5. Pinturas y engobes.
5.1. No cubriente. Realizada con un pincel o similar, puede formar diferentes tipos de motivos decorativos. Documentamos dos posibilidades en función del colorante utilizado.
5.1.1. Pintura de color rojo.
5.1.2. Pintura de color negro.
5.2. Cubriente. Realizada de forma manual o sumergiendo
el vaso en el líquido. Diferenciamos tres posibilidades
(Navarrete et al., 1991).
5.2.1. Almagra.
5.2.2. Engobe.
5.2.3. Aguada.
5.3. Grafitado. Característica del Hierro antiguo, consiste en
aplicar una capa de grafito en la superficie del recipiente, lo
que le confiere un color gris brillante.
5.4. Relleno en la decoración. La utilización de colorante queda
restringida a las decoraciones. Es una técnica complementaria que nunca aparece sola.
5.4.1. Relleno de pasta roja.
5.4.2. Relleno de pasta blanca.
5.4.3. Combinación de ambas.
6. Excisión/estampado.
6.1. Estampado. El gesto técnico es la presión. Lo distingue la
utilización de un instrumento especifico o pequeño molde previamente diseñado.
6.2. Excisión. Consiste en eliminar arcilla de la pared del vaso.
6.3. Fibras vegetales. Las marcas de vegetales en las paredes del
vaso o en su base no siempre responden con una intencionalidad ornamental, sin embargo posee unas connotaciones
cronológicas significativas por su abundancia durante el
Bronce final.
7. Labios decorados. Afectan únicamente a esta parte del recipiente. Se distinguen las variantes que siguen.
7.1. Impresos.
7.1.1. Impresión digitada simple.
7.1.2. Pellizcado.
7.1.3. De borde de concha dentada.
7.1.4. De natis.
7.1.5. De borde de concha no dentada.
7.1.6. Instrumento de punta única roma.
7.1.7. Instrumento de punta única aguzada.
7.1.8. Instrumento de punta doble.
7.1.9. Instrumento de punta múltiple.
7.1.10. Punto y raya.
7.1.11. Instrumento indeterminado.
7.2. Incisos.
Técnicas decorativas esenciales
La técnica decorativa esencial es una categoría más genérica,
aplicada tanto a fragmentos como a vasos, que designa la decoración principal de cada ejemplar. Se trata de una categoría excluyente, de tal forma que cada individuo sólo posee una técnica
decorativa esencial en su descripción. Son especialmente útiles
a la hora de presentar colecciones sin referencia estratigráfica
como la de la Cova de la Sarsa. En el caso que un fragmento combine varias técnicas decorativas el investigador deberá
elegir cuál es la más representativa, proponiéndose un orden
jerárquico cuya formulación se ha realizado en función de la
importancia cronológica de cada técnica.
1. Impresa cardial. Se considera como decoración cardial toda
aquella realizada con el borde de una concha dentada o con
el natis, en cualquier parte del vaso, incluyéndose también
la técnica del arrastre cardial en la que, si bien el gesto técnico es el propio de una incisión, está realizada con una
concha dentada.
2. Impresa de gradina.
3. Inciso-impresa. Combina impresiones e incisiones.
4. Otras impresiones. En los conjuntos cerámicos analizados se
ha constatado que además de las impresiones realizadas con
concha y con gradina existe un buen número de fragmentos
impresos realizados con diferentes instrumentos que hemos
agrupado en este campo.
5. Incisa/acanalada.
6. Esgrafiada.
7. Peinada.
8. Pastillaje.
9. Excisa.
10. Pintada.
11. Almagra.
12. Cordón impreso o inciso. Se incluyen aquí todas las posibilidades referentes a cordones impresos e incisos, excepto los
impresos cardiales y de gradina, que aparecerán en los recuentos de las impresiones señaladas en los valores 1 y 2.
13. Cordón de mamelones.
14. Cordón liso.
15. Labio impreso.
16. Lisa. Ausencia de cualquier tipo de decoración.
análisis DE LOS VASOS
Se considera como vaso diferenciado al fragmento o grupo
de fragmentos que por su forma, tecnología, decoración o
cualquier otra característica, pueda llegar a ser tratado como
único respecto del resto, aun sin poder determinar su tipología. A la hora de considerar como vaso a fragmentos informes con una tecnología o decoración singular, cada investigador aplicará un criterio más o menos restrictivo en función
de las características de la colección. El estudio de los vasos
proporciona una aproximación al número mínimo de individuos
diferenciados. Permite obtener una visión morfológica de la vajilla en su conjunto, unidad o estrato que se quiera comparar. En la
45
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propuesta analítica de descripción de cada vaso, quedan reflejadas sus características morfológicas, tipológicas, tecnológicas y
la organización de su decoración.
Además de los campos dedicados a la localización de los
fragmentos que pertenecen a un mismo vaso, su descripción
parte de cuatro clases de datos: los atributos morfológicos, los
atributos métricos, la organización de la decoración y la tecnología. La tipología viene determinada tanto por los atributos
morfológicos como por los métricos.
Criterios métricos y morfológicos
La clasificación tipológica propuesta es de tipo jerárquico, siendo las variables establecidas las que determinan los criterios de
pertenencia en cada caso. A partir de la definición de las variables morfológicas y métricas de cada vaso, éste será clasificado
tipológicamente. Los atributos morfológicos han sido descritos
en el anterior apartado. Los atributos métricos considerados a la
hora de establecer la clase tipológica son:
- Diámetro de la boca (Db).
- Diámetro máximo (Dm).
- Altura (H).
- Altura del punto tangencial (Hpt).
- Diámetro del punto tangencial (Dpt).
- Diámetro del cuello o arista interna (Dc).
- Altura del cuello o arista interna (Hc).
- Área. Resultado de multiplicar Dm por H. Si bien no pretende ser un sustitutivo del volumen del recipiente, su mayor facilidad de cálculo favorece su uso para una primera
discriminación.
- Índice de Apertura (IA). Se obtiene tras dividir el Db por el Dm.
En función del resultado consideraremos que un vaso es abierto cuando el IA sea igual a 1, poco cerrado cuando esté situado
entre 0,8 y 0,99, cerrado entre 0,6 y 0,7 y muy cerrados cuando
el IA sea menor de 0,6.
- Índice de Profundidad (IP). Se obtiene tras dividir la H por el
Dm. Del mismo modo que con el índice anterior, en función del
resultado podremos afirmar que un vaso es muy plano cuando
el IP es igual o inferior a 0,3, plano cuando está entre 0,31 y
0,45, poco profundo si está entre 0,46 y 0,70, profundo si el IP
está entre 0,71 y 0,90 y muy profundo si supera la cifra de 0,9.
- Índice de profundidad de la arista interna (Ihc). Se obtiene de
dividir la Hc por la H.
- Índice de apertura del cuello o arista interna (Idc). Se obtiene de
dividir la Hpt por la H.
- Índice de apertura del punto tangencial (IDcp). Se obtiene de
dividir el Dpt por el Dc.
- Índice de altura del punto tangencial (Ihpt). Se obtiene al dividir
la Hpt por la H.
El cálculo del volumen se realiza sobre la parte interna
de cada vaso, asignándose a cada vaso uno de los 8 tipos que
hemos diferenciado:
Tipo 1: Vasos con una capacidad de entre 0 y 0,25 litros.
Tipo 2: Vasos con una capacidad de entre 0,25 y 0,5 litros.
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Tipo 3: Vasos con una capacidad de entre 0,5 y 1 litro.
Tipo 4: Vasos con una capacidad de entre 1 y 2 litros.
Tipo 5: Vasos con una capacidad de entre 2 y 4 litros.
Tipo 6: Vasos con una capacidad de entre 4 y 10 litros.
Tipo 7: Vasos con una capacidad de entre 10 y 25 litros.
Tipo 8: Vasos con una capacidad superior a los 25 litros.
A las variables utilizadas para la descripción de los atributos
morfológicos, se ha añadido una descripción algo más detallada
del perfil de cada recipiente, entendida como la combinación
secuenciada de cierto número de puntos característicos que definen cambios de orientación o rupturas de perfil en sus paredes,
dando lugar a formas simples o compuestas (formadas por dos
o más volúmenes). Todo perfil presentará al menos dos de los
siguientes puntos característicos:
Terminal. Punto de unión de la pared interna y externa del recipiente, en contacto con el plano del Db.
Basal. Punto inferior del recipiente.
Tangencial. Realiza la unión entre dos tramos de pared convexos,
mediante una suave curvatura que no alcanza a formar una
ruptura de perfil.
Inflexión. Realiza la unión entre dos tramos de pared de distinta
orientación: el superior, cóncavo, y el inferior convexo, mediante una suave curvatura que no define rupturas de perfil.
Conforma los clásicos perfiles en “S”, más o menos alargados.
Ruptura de perfil. Realiza la unión entre dos tramos de pared de
distinta orientación: el superior recto, y el inferior convexo.
Arista. Puede considerarse como una especie de carena vista por el interior del recipiente. Realiza la unión entre dos
tramos de pared de distinta orientación: el superior recto y
el inferior convexo. Puede ser visible en la pared interna,
externa o en ambas.
Carena. Realiza la unión entre dos tramos de pared de distinta
orientación: el superior cóncavo o recto y el inferior convexo,
mediante una ruptura de perfil que forma ángulo marcado.
Tras la definición del perfil y establecidos los atributos métricos del recipiente, el siguiente paso es establecer la forma esencial.
Se han distinguido las siguientes formas esenciales (fig. 3.5):
Forma 1. Se define por la presencia de dos puntos característicos, terminal y basal. Se trata, por tanto, de vasijas abiertas, en
las que Db=Dm. Dentro de esta categoría tienen cabida perfiles diversos, pudiendo establecerse las siguientes variantes:
hemisféricos (de paredes convexas), cilíndricos (de paredes
rectas), troncocónicos (de pares rectas y perfil exvasado). Las
variables métricas calculadas para esta forma son aquellas que
se utilizan también para el conjunto de los recipientes: Db,
Dm, H, Área, IP e IA.
Forma 2. Definida por tres puntos característicos: terminal, tangencial y basal. La forma deriva de cuerpos geométricos como
la esfera, elipse u ovoide, sin acumulación de volúmenes ni
existencia de líneas de ruptura netas en el perfil. En esta forma
el Db nunca coincidirá con el Dm. Además de las variables
anteriores, incorpora dos nuevas: la altura del punto tangencial
(Hpt), medida desde el Db, y el diámetro del punto tangencial
(Dpt), que en este caso, siempre coincidirá con el Dm.
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Fig. 3.5. Formas esenciales con sus índices métricos.
Forma 3. Como la anterior, viene definida por tres puntos característicos: terminal, ruptura de perfil y basal. La ruptura de perfil
nunca forma una carena. Se trata de formas compuestas de
dos volúmenes: el inferior, derivado de la esfera, y el superior,
cilíndrico o troncocónico. Pueden distinguirse dos variantes:
cilíndricas (IA=1) y bicónicas (IA<0,9). Los índices métricos
utilizados son los mismos que en el caso de la forma 2.
Forma 4. La única diferencia con la 3 es que la ruptura de perfil
entre los dos volúmenes se realiza a través de una carena.
Los índices métricos son los mismos que los utilizados en
la forma 2.
Forma 5. Como las anteriores, viene definida por tres puntos característicos: terminal, arista interna y basal. Esta forma se conoce generalmente como platos de borde vuelto o ala plana. El
punto de unión entre el borde y la base define un diámetro que,
a los efectos del cálculo, se considerará como equivalente a un
cuello. Además de las variables generales, esta forma incorpora: el diámetro de la arista interna (Dc); la altura de la arista
(Hc), medida a partir del borde; el índice de estrechamiento de
la arista (Idc), que mide la relación entre Dc/Db; y, finalmente,
el índice de elevación de la arista (Ihc), que mide la relación
Hc/H, situándose sus valores entre 0 y 1.
Forma 6. Se define por cuatro puntos característicos: terminal,
inflexión, ruptura de perfil o arista, tangencial y basal. Son
formas compuestas de dos volúmenes que suelen incluirse
bajo los epígrafes de vasos con cuello o borde diferenciado. Los perfiles de esta forma que sustituyen el punto de
inflexión por una arista interna son extremadamente raros
en los conjuntos neolíticos. Más frecuentes son, en las fases
antiguas del Neolítico, aquellos que sustituyen la inflexión
por una ruptura de perfil (bordes rectos o reentrantes, con
Idc>0,95). Las variables métricas que definen el perfil de
la forma 6 se utilizan también para describir las formas 7
y 8: altura del cuello (Hc); diámetro del cuello (Dc); altura
del punto tangencial (Hpt); diámetro del punto tangencial
(Dpt); índice de estrechamiento (Idc). en el que sus valores
pueden superar la unidad en aquellos casos en los que el
borde presente un orientación reentrante; índice de elevación del cuello (Ihc), que presenta valores situados entre 0
y 1; índice de elevación del punto tangencial (Ihpt) y, por
último, el índice de ensanchamiento (Idcp), en el que sus
valores serán siempre superiores a 1.
Forma 7. Se define por cuatro puntos característicos: terminal,
inflexión, carena y basal. Se trata, por tanto, de las clásicas
formas carenadas de paredes cóncavo-convexas. Las variables
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métricas de esta forma son las mismas que las definidas para el
caso anterior, con la salvedad que el punto tangencial se convierte en carena.
Forma 8. Se define por cuatro puntos característicos: terminal,
arista interna, carena y basal. Como la anterior, son formas
carenadas, aunque en este caso de paredes rectas y convexas.
Las variables métricas de esta forma son las mismas que las
definidas para el caso anterior, con la salvedad de que el cuello se sustituye por la arista interna. Son formas con doble
ruptura de perfil.
Existen otros recipientes para los cuáles carece de sentido
la ordenación anterior y, por tanto, los cálculos de las variables
métricas diseñadas:
Forma 9. Vasos Geminados.
Forma 10. Queseras.
Forma 11. Toneletes.
Forma 12. Copas.
Forma 13. Vasos polípodos.
Forma 14. Formas no vasculares. Soportes, tapaderas, morillos,
pesas de telar.
Tipología
Descrita la forma y definidos los atributos métricos y morfológicos, pasaremos a establecer la tipología de cada vaso. El
sistema de clasificación tipológica se divide en cuatro niveles:
Clase, Grupo, Tipo y Subtipo. La Clase está determinada por
el índice de profundidad, excepción hecha de la Clase D, que
agrupa recipientes de características especiales. Las clases diferenciadas son:
Clase A. Recipientes con un índice de profundidad igual o inferior a 0,45.
Clase B. Recipientes con un índice de profundidad entre 0,45
y 0,7.
Clase C. Recipientes con un índice de profundidad superior a 0,7.
Clase D. Recipientes especiales (copas, toneletes, queseras…) o de pequeño tamaño (botellitas, microvasos) y
formas no vasculares.
Clase F (indeterminados). Fragmentos de vaso de insuficiente
tamaño o que poseen alguna característica particular (tecnológica, decorativa, etc.) que les proporciona la categoría de vaso,
pero no es posible su clasificación tipológica.
Una vez establecida la Clase, cabe definir el Grupo al que
queda adscrito el individuo. Los grupos tipológicos se han diferenciado de forma convencional, si bien se definen por aspectos
formales, siendo el perfil el factor más importante a la hora de
adscribir un vaso a un grupo. En algunos casos concretos es el
tamaño del mismo (Grupos 4, 5, 11 y 15), o el poseer alguna
característica muy específica (asas pitorro), lo que determinará
el grupo de adscripción. La diferenciación de los grupos y tipos
de la Clase D, formada por recipientes de características particulares, queda al margen de las pautas anteriores.
El siguiente nivel de análisis es el Tipo, determinado en la
mayoría de ocasiones por el perfil del individuo (excepción hecha de los Grupos 10 y 12, determinado por el tamaño del vaso).
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El Subtipo ocupa la última categoría de diferenciación. Viene
determinado por características morfológicas más específicas
(labio, borde o perfil), pues se ha demostrado que la aparición de
algunas características formales remiten a momentos cronológicos determinados. La tabla de referencia que se utilizará en este
trabajo para la clasificación tipológica de un vaso es la siguiente
(figs. 3.6, 3.7, 3.8 y 3.9):
CLASE A
Grupo 1. Platos de perfil sencillo (forma 1). El Db es superior a
4 veces la H.
- Tipo 1.I. Sin labio diferenciado.
- Tipo 1.II. Con labio diferenciado.
Subtipo 1.II.a. Con labio engrosado interno.
Subtipo 1.II.b. Con labio engrosado externo.
Subtipo 1.II.c. Con labio engrosado doble.
Subtipo 1.II.d. Con labio ondulado.
Subtipo 1.II.e. Con labio biselado.
Grupo 2. Escudillas y cazuelas de perfil sencillo. El Db es menor
a 4 veces la H de la pieza. Diferenciamos dos tipos:
- Tipo 2.I. Escudillas (forma 1).
Subtipo 2.I.a. Con labio redondeado.
Subtipo 2.I.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 2.I.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 2.I.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 2.I.e. Con labio ondulado.
Subtipo 2.I.f. Con labio biselado.
Subtipo 2.I.g. Con labio plano.
- Tipo 2.II. Cazuelas (forma 2).
Subtipo 2.II.a. Con labio redondeado.
Subtipo 2.II.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 2.II.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 2.II.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 2.II.e. Con labio ondulado.
Subtipo 2.II.f. Con labio biselado.
Subtipo 2.II.g. Con labio plano.
Grupo 3. Platos, escudillas y cazuelas de perfil compuesto con
Db inferior a 25 cm. Incluye recipientes de diferentes formas,
caracterizados por un IA entre 0,9 y 1. La ruptura de perfil se
sitúa a alturas diversas. Diferenciamos 3 tipos:
- Tipo 3.I. Con ruptura de perfil alta, sin carena, puede formar un
hombro (forma 3) o perfil en S (forma 6).
- Tipo 3.II. Carenados.
Subtipo 3.II.a. Sin perfil curvo o borde saliente entre
la carena y el labio (forma 4).
Subtipo 3.II.b. De borde saliente y paredes cóncavas
y convexas (forma 7).
Subtipo 3.II.c. Con doble ruptura de perfil (borde
vuelto) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
Subtipo 3.II.d. Con doble ruptura de perfil (borde convexo) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
- Tipo 3.III. Platos de borde vuelto no carenados (forma 5).
Subtipo 3.III.a. De perfil abierto.
Subtipo 3.III.b. De perfil cerrado.
Grupo 4. Fuentes de perfil sencillo. Recipientes con Db igual o
superior a 25 cm.
- Tipo 4.I. De perfil abierto (forma 1).
Subtipo 4.I.a. Con labio redondeado.
Subtipo 4.I.b. Con labio engrosado interno.
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Fig. 3.6. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase A.
49
[page-n-67]
Fig. 3.7. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase B.
Subtipo 4.I.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 4.I.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 4.I.e. Con labio ondulado.
Subtipo 4.I.f. Con labio biselado.
Subtipo 4.I.g. Con labio plano.
- Tipo 4.II. De perfil cerrado (forma 2).
Subtipo 4.II.a. Con labio redondeado.
Subtipo 4.II.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 4.II.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 4.II.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 4.II.e. Con labio ondulado.
Subtipo 4.II.f. Con labio biselado.
Subtipo 4.II.g. Con labio plano.
- Tipo 4.III. Fuentes de boca ovalada.
Subtipo 4.III.a. Perfil abierto.
Subtipo 4.III.b. Perfil cerrado.
Grupo 5. Fuentes de perfil compuesto (Db igual o superior a
25 cm).
- Tipo 5.I. Carenados.
Subtipo 5.I.a. Sin perfil curvo o borde saliente entre
la carena y el labio (forma 4).
Subtipo 5.I.b. De borde diferenciado y paredes cóncavas y convexas (forma 7).
Subtipo 5.I.c. Con doble ruptura de perfil (borde vuelto) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
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-Tipo 5.II. Fuentes de borde vuelto no carenadas.
Subtipo 5.II.a. De perfil abierto.
Subtipo 5.II.b. De perfil cerrado.
CLASE B
Grupo 6. Cuencos de perfil sencillo.
- Tipo 6.I. Recipientes de forma abierta (forma 1).
Subtipo 6.I.a. Con labio redondeado.
Subtipo 6.I.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 6.I.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 6.I.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 6.I.e. Con labio ondulado.
Subtipo 6.I.f. Con labio biselado.
Subtipo 6.I.g. Con labio plano.
-Tipo 6.II. Recipientes de forma cerrada (forma 2).
Subtipo 6.II.a. Con labio redondeado.
Subtipo 6.II.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 6.II.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 6.II.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 6.II.e. Con labio ondulado.
Subtipo 6.II.f. Con labio biselado.
Subtipo 6.II.g. Con labio plano.
Grupo 7. Cuencos de perfil compuesto sin carena ni borde diferenciado (forma 3).
- Tipo 7.I. Cilíndricos.
- Tipo 7.II. Bicónicos.
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Fig. 3.8. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase C.
51
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Fig. 3.9. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase D.
Grupo 8. Cuencos de perfil compuesto o con borde diferenciado.
- Tipo 8.I. Con hombro.
Subtipo 8.I.a. Con borde recto.
Subtipo 8.I.b. Con borde saliente.
- Tipo 8.II. De perfil en S sin carena.
- Tipo 8.III. Carenados.
Subtipo 8.III.a. Sin perfil curvo o borde saliente entre
la carena y el labio (forma 4).
Subtipo 8.III.b. De perfil en S y paredes cóncavas
convexas (forma 7).
Subtipo 8.III.c. Con doble ruptura de perfil (borde
vuelto) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
- Tipo 8.IV. Sin carena y con borde vuelto.
Subtipo 8.IV.a. Forma abierta.
Subtipo 8.IV.b. Forma globular.
CLASE C
Grupo 9. Vasos de perfil compuesto, pequeñas dimensiones y
profundos, con un Db inferior a 15 cm y una H inferior a 18
cm; profundos (IP entre 0,9-1,1), no suelen llevar elementos
de prensión asociados.
- Tipo 9.I. Carenados.
Subtipo 9.I.a. Sin perfil curvo o borde saliente (forma 4).
Subtipo 9.I.b. De borde diferenciado y paredes cóncavas y convexas (forma 7).
Subtipo 9.I.c. Con borde diferenciado y paredes convexas y rectas (forma 8). Son formas con doble ruptura de perfil marcada.
- Tipo 9.II. Con hombro.
- Tipo 9.III. Formas con borde saliente o perfil en S.
Grupo 10. Jarros y picos vertedores. Recipientes profundos o
muy profundos (IP>9) con pico vertedor o con una gran asa
de cinta vertical que suele alcanzar hasta la mitad de la altura
del recipiente.
- Tipo 10.I. Jarros de pequeño tamaño (Db y H entre 14 y 20 cm).
Subtipo 10.I.a. De perfil simple (formas 1, 2 y 3).
Subtipo 10.I.b. De perfil compuesto.
52
- Tipo 10.II. Jarros de tamaño medio (Db y H superior a 14 cm).
Subtipo 10.II.a. De perfil simple (formas 1, 2 y 3).
Subtipo 10.II.b. De perfil compuesto.
- Tipo 10.III. Jarros con asa pitorro.
Subtipo 10.III.a. Con asa pitorro de apéndice.
Subtipo 10.III.b. Con asa pitorro de puente.
Subtipo 10.III.c. Asa pitorro particular.
Grupo 11. Cubiletes y cuencos pequeños. Formas con altura y
diámetro máximo entre 8 y 14 cm.
- Tipo 11.I. De forma abierta.
- Tipo 11.II. De forma cerrada.
- Tipo 11.III. Con borde diferenciado.
Grupo 12. Cántaros. Recipientes profundos o muy profundos
(IP>0,9), cerrados o muy cerrados (IA inferior a 0,7), de la
forma 6. Siempre presentan cuello marcado sobre cuerpo notablemente globular (Dc cercano a 1/2 del Dm). La ruptura de
perfil entre el cuerpo y el cuello es pronunciada. El desarrollo
del cuello es largo o muy largo (Hc entre 4 y 11 cm). En la
mayoría de los casos se documentan dos o más asas, no necesariamente simétricas. Su base puede ser convexa o plana.
- Tipo 12.I. Cántaros pequeños y medianos (su altura no sobrepasa los 30 cm).
Subtipo 12.I.a. Borde recto o reentrante.
Subtipo 12.I.b. Borde saliente.
Subtipo 12.I.c. Borde vuelto.
- Tipo 12.II. Cántaros grandes y anforoides (la altura supera los
30 cm).
Subtipo 12.II.a. Borde recto o reentrante.
Subtipo 12.II.b. Borde saliente.
Subtipo 12.II.c. Borde vuelto.
Grupo 13. Ollas. Recipientes de perfil cerrado poco profundos
(IP entre 0,7-0,9), en general poco cerrados (IA superior a 0,8),
de las formas 2, 3 y 6. Suelen llevar elementos de prensión.
- Tipo 13.I. Globulares (forma 2).
Subtipo 13.I.a. Simples.
Subtipo 13.I.b. Parabólicas.
- Tipo 13.II. Bicónicas (forma 3).
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- Tipo 13.III. Con borde diferenciado (forma 6).
Subtipo 13.III.a. De borde recto o reentrante.
Subtipo 13.III.b. De borde saliente.
Subtipo 13.III.c. De borde vuelto.
Grupo 14. Contenedores de tamaño medio. Recipientes profundos o muy profundos. Suelen llevar asociados elementos de
prensión: cordones, mamelones, lengüetas, asas horizontales y
verticales de tamaño pequeño-medio. Su altura no sobrepasa
los 30 cm.
- Tipo 14.I. De forma abierta.
- Tipo 14.II. De forma cerrada.
- Tipo 14.III. Con borde diferenciado. Los ejemplares de forma 6 se diferencian de los clasificados como Grupo 12
por tener desarrollo corto del borde o cuello y por ser más
abiertos (IA superior a 0,7, suele estar entre 0,9 y 1), presentando un punto de inflexión marcado respecto al Db
(Idc>0,9), documentándose en su mayoría perfiles en S.
Subtipo 14.III.a. Borde recto-reentrante.
Subtipo 14.III.b. Bordes salientes.
Subtipo 14.III.c. Con borde vuelto.
Subtipo 14.III.d. Con borde convexo.
- Tipo 14.IV. Ovoides, de forma cerrada. El índice de apertura
estará entre 0,8 y 0,95.
- Tipo 14.V. Troncocónicos invertidos. Con ruptura de perfil pero
no en forma de carena (forma 3).
Organización de la decoración
Este nivel de análisis se centra en la descripción y clasificación
de las decoraciones de los vasos cerámicos, independientemente
de la técnica decorativa empleada. Para ello se descompondrán
las decoraciones de cada vaso, diferenciándose varias categorías
analíticas: elementos, motivos, composiciones y temas.
Elementos
Entendemos por elemento a la esquematización gráfica de cada uno
de los gestos técnicos realizados en la decoración de un vaso, con
independencia del útil concreto empleado, diferenciándose entre
elementos simples y complejos (realizados con más de un gesto)
(fig. 3.10). Cada elemento está sujeto a reglas de orientación (fig.
3.11) y de traslación (fig. 3.12), diferenciando tres posibilidades:
Grupo 15. Orzas y tinajas. Similares al grupo anterior, si bien de
mayor tamaño (H superior a los 30 cm).
- Tipo 15.I. De forma abierta (forma 1).
- Tipo 15.II. De forma cerrada (forma 2).
- Tipo 15.III. Con borde diferenciado (forma 6).
Subtipo 15.III.a. Borde recto.
Subtipo 15.III.b. Bordes salientes.
Subtipo 15.III.c. Con borde vuelto.
Subtipo 15.III.d. Con borde convexo.
- Tipo 15.IV. De paredes rectas (forma 3).
CLASE D
Grupo 16. Botellitas. Siempre de la forma 6 y de altura no superior a 12 cm.
Grupo 17. Cucharas y cucharones. Vasos de forma 1 ó 2 de pequeño tamaño con un elemento de prensión formado por un
mango alargado que arranca del borde.
Fig. 3.10. Elementos diferenciados.
- Tipo 17.I. Con mango.
- Tipo 17.II. Con asa plana tipo cazoleta.
- Tipo 17.III. Con asa de cinta.
Subtipo 17.III.a. Asas de cinta horizontal.
Subtipo 17.III.b. Asas de cinta vertical.
Grupo 18. Microvasos (H y Db inferior a 8 cm).
Grupo 19. Diversos.
- Tipo 19.I. Copas.
- Tipo 19.II. Tapaderas.
- Tipo 19.III. Vasitos geminados.
- Tipo 19. IV. Toneletes.
- Tipo 19.V. Vasos polípodos.
- Tipo 19.VI. Queseras o encellas.
Grupo 20. Formas no vasculares y objetos de barro cocido.
Fig. 3.11. Posibilidades de orientación de un elemento.
53
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- Traslación simple: El elemento se traslada una sola vez.
- Traslación limitada: el elemento no se extiende por todo el espacio potencialmente utilizable.
- Traslación continua: el elemento se extiende por todo el espacio
disponible para la decoración.
En el caso de las reglas de traslación doble (fig. 3.12: 1215), han de referirse tanto al desplazamiento horizontal como
al vertical.
Motivos
Cualquier elemento, orientado y trasladado pasa a ser considerado como un motivo, que sólo puede estar constituido por un único tipo de elemento. Sobre los motivos actúan dos tipos de acciones: la adición y la seriación, que dan lugar al siguiente nivel de
análisis: las composiciones. Las formas de adición son diversas.
Para poder sistematizar y describir de la manera más ordenada
posible estas relaciones, hemos establecido un serie de reglas que
permiten una descripción apropiada de las formas de adición que
documentamos (fig. 3.13). De manera arbitraria, hemos establecido que la descripción de cada motivo y de cada composición
se realice desde la parte superior del vaso a la inferior y de izquierda a derecha. Sobre las diversas posibilidades de seriación,
consideramos que responden a criterios similares a la traslación
de los elementos: horizontal (SH), vertical (SV), oblicua (SO),
rotacional (SR), homotecia (SHO), alterna (SA).
Composiciones
Las composiciones se definen como motivos o conjuntos de motivos relacionados que, bien se encuentran espacialmente delimitados (aislados) respecto de otros, bien tienen un recorrido diferenciado. La estructura de una composición depende del número de
motivos que la conforman, estableciéndose una serie de niveles:
- Composiciones simples: formadas por un sólo motivo, único
o seriado.
- Composiciones medias: formadas por dos motivos.
- Composiciones complejas: implican tres o más motivos, con
una amplia variedad de situaciones.
Por último, se define su lectura en el espacio decorativo del
vaso, que puede ser horizontal, vertical, mixta o indiferenciada.
Definidas las composiciones según las reglas descritas, se ha
realizado una organización de las mismas en una serie de grupos compositivos, quedando integrada cada una en un grupo en
función de la afinidad.
Grupos compositivos
La primera propuesta de ordenación en grupos compositivos se
ha realizado tras el estudio de varias de las colecciones cerámicas neolítica valencianas más significativas, incluyéndose parte
de los vasos diferenciados en la Cova de la Sarsa (Bernabeu et
al., 2011a). Los reconocidos en las colecciones estudiadas son
(figs. 3.14 y 3.15):
Fig. 3.12. Formas de traslación de un elemento.
54
A. Bandas no delimitadas/frisos simples: formadas a partir de
elementos orientados verticalmente, oblicuos o no orientables (puntos y círculos), que presentan traslación horizontal
continua. Suele tratarse de composiciones simples en las
que el motivo o elemento que las forman puede aparecer
seriado. Su lectura es horizontal.
[page-n-72]
Fig. 3.13. Reglas de adición entre motivos. Ejemplo de descripción de composiciones tras definición de los elementos.
B. Bandas delimitadas: composiciones de lectura horizontal formadas por la sucesión de, al menos, dos motivos distintos. La
serie resultante debe estar delimitada, iniciándose y finalizando con el trazo recto largo.
C. Frisos simples con líneas: formado por la asociación de motivos correspondientes a los grupos compositivos A y F.
E. Bandas complejas: cualquier composición resultante de la asociación de composiciones encuadradas en los grupos A, B y/o
F. Un motivo sobrepasa el límite o está realizado con más de
dos elementos distintos. Pueden llegar a cubrir gran parte de la
superficie del vaso.
F. Líneas: de lectura horizontal, se diferencian de las bandas por
no presentar una estructura compositiva en forma de friso.
Se forman a partir de la traslación vertical de un elemento
de orientación horizontal. En los casos más complejos documentados, pueden aparecer asociadas a un elemento no
orientable (punto o círculo) en traslación horizontal continua
o a algún elemento corto.
G. Mosaicos: cubren la práctica totalidad del espacio compositivo con un motivo que sufre traslación doble (horizontal y
vertical) o traslación-reflexión continua.
H. Líneas y bandas verticales: repiten las estructuras compositivas de los grupos A al F, pero variando el sentido de las
traslaciones y de la lectura, que ahora es vertical. Aparecen
de forma única o seriándose, pudiendo entonces asociarse
con otros motivos de recorrido horizontal, proporcionando
una lectura mixta.
K. Figurativas: engloban todas las composiciones que pueden ser
interpretadas como antropomorfos o zoomorfos.
L. Festones: combinación de un trazo corto o largo asociado al
elemento punto, con el que comparte tipo de traslación y/o
seriación. Nunca aparecen aisladas, integrándose en composiciones más complejas de lectura mixta.
M. Figuras geométricas: son composiciones aisladas donde se
reconoce una figura geométrica.
P. Ángulos: frisos caracterizados por la presencia del elemento
ángulo. Estos motivos aparecen como limitadores del conjunto de la composición.
Q. Guirnaldas: asociación de motivos organizados a partir del elemento arco o ángulo, en translación homotecia. Si bien pueden
aparecer aislados o simplemente duplicados, esta asociación
suele seriarse de manera continua formando parte de frisos.
55
[page-n-73]
Fig. 3.15. Grupos compositivos definidos (continuación).
R. Ramiformes y asimilables: composiciones de lectura vertical
construidas sobre la base del elemento ángulo sujeto a traslación vertical limitada, o trazo corto sujeto a reflexión limitada
horizontal y traslación limitada vertical. Pueden aparecer combinados con otros motivos que los enmarcan o limitan.
S. Zigzagueantes verticales: formados por trazos cortos reflejados verticalmente y en traslación horizontal (simple o limitada). Pueden aparecer asociados a otros motivos.
Y. Metopas: asociación de motivos que, en conjunto, conforman
una figura en U invertida.
Z. Relieves: toda composición realizada sobre elementos aplicados (mamelones, cordones, etc.) serán tratados de forma particular. En el caso de haber otro tipo de técnicas decorativas,
si estas se circunscriben a las aplicaciones, quedarán dentro de
este grupo, si rebasan sus límites, ignoraremos los apliques,
tomando sólo en consideración las otras decoraciones.
Representación gráfica de la decoración de un vaso
Fig. 3.14. Grupos compositivos definidos.
56
Para que la representación en dos dimensiones de un vaso decorado sea capaz de ilustrar su morfología y decoración, deberá aunar
un dibujo “clásico” en el que se observen sus características morfológicas, una fotografía y un esquema de la decoración insertada
en un recuadro tan amplio como la superficie máxima del vaso
y tan elevado como su altura (fig. 3.16). En este recuadro deben
apreciarse con claridad los temas, composiciones, motivos simples y elementos que identificamos en la decoración, destacando
con diferentes tonalidades o grosor de línea las partes reconstruidas que no conserva el vaso. En la representación, deben reflejarse
también ciertos aspectos referentes a la ubicación de las composiciones en los elementos de prensión, bases y labios.
Existen formas cerámicas que permiten diferentes lecturas. Es el
caso de los vasos con morologías poco comunes y con composiciones que recorren su base. Para estos casos, pueden presentarse dos
o más dibujos de su decoración (fig. 3.17), o decantarnos por el que
consideramos más representativo tras su observación directa.
[page-n-74]
Fig. 3.16. Representación gráfica de una jarra con motivo antropomorfo de la Cova de l’Or (foto archivo MAMA).
Fig. 3.17. Diferentes lecturas de la decoración de un tonelete de
la Cova de l’Or.
Temas y grupos temáticos
El tema de un vaso representa el nivel superior de análisis, centrado en las formas que adoptan las decoraciones sobre el recipiente. En función de su localización, distinguiremos entre:
tema general (sobre la superficie del recipiente), tema de labio,
tema de asa, tema de base y tema localizado en la parte interna
del vaso. En función de los grupos compositivos que se agrupan
definiremos el tema, distinguiendo entre los siguientes: bandas,
líneas, mosaicos, glifos, frisos, figurativos y apliques. Definidos
los temas de un vaso, pasaremos a describir el grupo temático,
última categoría analítica que define de forma conjunta las composiciones plasmadas en el recipiente considerando el recorrido
predominante de la decoración y su organización en el espacio
disponible (Bernabeu et al., 2011a: figura 1.12). A cada vaso únicamente se le puede asignar un grupo temático.
Se han establecido un total de seis grupos temáticos, algunos a su vez divididos en otros subgrupos más específicos.
Como única novedad respecto de la primera propuesta publicada (Bernabeu et al., 2011a), se ha modificado el grupo temático
de los glifos y se ha añadido uno nuevo en el que se insertan
los temas escénicos y figurativos. Los grupos temáticos diferenciados son:
1. Líneas y bandas. Se trata de decoraciones formadas por com-
posiciones de lectura horizontal, que recorren la superficie
del vaso en sentido paralelo al labio (fig. 3.18). Las bandas están caracterizadas por la presencia de motivos a base de
elementos de trazo corto en traslación continua, en dirección
diferente a su orientación, mientras que las líneas, bien están
57
[page-n-75]
Fig. 3.18. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de líneas y bandas.
58
[page-n-76]
formadas por elementos de trazo largo en traslación simple o
limitada, bien por un elemento no orientable (punto), en traslación continua. Cuando existen asas, estas pueden respetarse,
reservando el espacio que ocupan sin más, o ignorarse, en
cuyo caso las composiciones las recorren. En consecuencia
puede decirse que el campo es único y continuo. Las únicos
grupos compositivos presentes son los de las propias bandas, líneas y su combinaciones. Distinguimos entre:
1.1. Composición Única. Constituye el más simple de
los grupos temáticos: una única composición, de
lectura horizontal, recorre el recipiente ocupando
un espacio variable. Aunque en general se limitan
al espacio bajo el borde o hasta el tercio superior,
algunas recorren buena parte de altura del recipiente
sin solución de continuidad.
1.2. Listado. La única diferencia con el anterior radica
en la presencia de dos o más composiciones, que se
serian o alternan.
2. Mosaicos. Se trata de decoraciones cuya estructura está
formada por composiciones del grupo compositivo de los
mosaicos. Se distribuye por buena parte, o la totalidad, del
espacio decorativo disponible (fig. 3.19). Es frecuente su
asociación con un cordón liso o digitado. También con una
banda o con un friso simple, que sirve de límite superior y
que se ubica a la altura de los elementos de prensión. Hemos diferenciado tres tipos en función de la ordenación de
las decoraciones y orientación de los elementos:
2.1. Pivotantes. El elemento utilizado es el trazo curvo con orientación oblicua, sobre el que se aplica una traslación horizontal que se seria hasta la base, documentándose únicamente
motivos realizados con concha.
2.2. No pivotantes ordenados. Realizados con trazos
cortos o largos sometidos a reglas de traslación o
traslación-reflexión.
2.3. Desorganizados. Formados por elementos simples que
se van adhiriendo de forma irregular a la superficie del
vaso, sin orden aparente.
3. Glifos. Definidos por la presencia de una o dos composiciones
de recorrido vertical de los grupos compositivos de líneas y
bandas verticales (H), figurativas (K), ramiformes (R) o zigzagueantes (S) que pueden aparecer enmarcadas por otras decoraciones, o solas. Se han definido tres subgrupos, el último
caracterizado por no estar enmarcado, y los dos primeros por
ofrecer una cobertura total, estructurada en campos adya-
centes en los que se alternan composiciones de lectura horizontal o mixta como bandas o frisos o metopas, con otras
de lectura vertical (glifos).
3.1. Glifos enfrentados. Su estructura está formada por dos o
más campos adyacentes cuyas composiciones dejan un
espacio vacío en el que se desarrollan una o dos composiciones de recorrido vertical, que cortan el de las
anteriores (fig. 3.20). Las composiciones verticales que
ocupan este espacio preferencial del vaso pertenecen a
los grupos compositivos de las líneas y bandas verticales (H), figurativas (K), ramiformes (R) o zigzagueantes
verticales (S). En función de las composiciones que las
enmarquen diferenciaremos entre:
Fig. 3.19. Vasos del grupo temático de los mosaicos.
Superior, Cova de l’Or (foto archivo SIP); inferior, vaso 97
de la Cova de la Sarsa.
3.1.1. Glifos enfrentados delimitados por composiciones
de los grupos de bandas simples o limitadas.
3.1.2. Glifos enfrentados delimitados por composiciones
de los grupos de las guirnaldas.
3.1.3. Glifos enfrentados delimitados por composiciones de los grupos de los festones, ángulos y
zigzagueantes.
3.1.4 Glifos enfrentados delimitados por composiciones
de los grupos de las metopas.
3.2. Glifo enmarcado. En este caso, una o más composiciones horizontales definen un campo único que centra la
decoración del recipiente, en la que se representa un único glifo (figura 3.21: 278 y 300). La decoración tiende a
ocupar todo el espacio disponible. Como en el caso anterior, el glifo ocupa el espacio preferencial del vaso y pertenece a los grupos compositivos de las líneas y bandas
59
[page-n-77]
Fig. 3.20. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los glifos enfrentados.
60
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verticales (H), figurativas (K), ramiformes (R) o zigzagueantes verticales (S). En función de las composiciones
que lo enmarquen diferenciaremos entre:
3.2.1. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de bandas simples o limitadas.
3.2.2. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de las guirnaldas.
3.2.3. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de los festones, ángulos y zigzagueantes.
3.2.4. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de las metopas.
3.2.5. Glifo enmarcado por elementos simples que se
van adhiriendo de forma irregular a la superficie
del vaso, sin orden definido.
3.3. Glifos aislados. No ofrecen una cobertura total en la
superficie del vaso. Formados por una composición de
recorrido vertical que parte de un asa o de una banda,
pueden aparecer de forma única o enfrentada, siendo la
característica principal no estar enmarcados por otras
decoraciones, en todo caso la parte inicial del glifo (fig.
3.21: 290).
4. Frisos. Formados por grupos compositivos de lectura mix-
ta, que ocupan como mínimo la mitad de la superficie del
recipiente. Si existen composiciones colgantes bajo las
asas, se integran dentro del recorrido de la serie del friso,
sin cortarlo.
4.1. Frisos verticales. Una o dos composiciones horizontales
(generalmente líneas o bandas) enmarcan o limitan una
seriación continua o alterna de composiciones de lectura
vertical de los grupos compositivos de las bandas verticales, ramiformes y zigzagueantes (fig. 3.22). Las asas,
cuando existen, bien se ignoran, bien soportan composiciones integradas en el conjunto.
4.2. Frisos colgantes. Decoración de lectura mixta, formada
por composiciones de recorrido horizontal de las que
cuelgan:
4.2.1. Bandas delimitadas verticales. Generalmente
formando series limitadas.
4.2.2. Guirnaldas. Uno de los más representativos del
cardial valenciano (fig. 3.23).
4.2.3. Series discretas de ángulos o festones, alternos,
aislados o combinados con otras composiciones.
4.3. Frisos de ángulos, festones o geométricos. Se trata de
una clase especial de frisos, formados por ángulos,
composiciones cuadrangulares o festones, de forma
exclusiva o combinada. Por extensión, incluimos también aquellas composiciones que, aun sin ser un friso como los anteriores y pudiendo constituirse como
banda compleja, poseen una o dos composiciones colgantes de mayor tamaño y morfología semicircular,
cuadrangular o en ángulo bajo las asas, no clasificables como glifos (fig. 3.24).
5. Metopas y ortogonales. Se trata de decoraciones de lectura
mixta y campo único que tienden a ocupar más de la mitad de
la altura del recipiente (fig.s 3.25 y 3.26). Las composiciones
horizontales y verticales que lo forman se organizan presen
tando un diseño en metopa (5.1.) u ortogonal (5.2).
6. Apliques y cordones. Debido a lo específico de su técnica,
se ha preferido considerar los apliques como grupo temático separado, siempre que en el conjunto del recipiente sea
ésta la única decoración presente (fig. 3.27). El grupo lo
forman cordones lisos o decorados, horizontes y/o verticales, así como apliques diversos. Algunas composiciones
son más complejas que los simples cordones horizontales o
verticales, diferenciándose entre:
6.1. Apliques de lectura horizontal.
6.1.1. Formados por un cordón.
6.1.2. Formados por más de un cordón.
6.2. Apliques de lectura vertical.
6.3. Apliques de lectura ortogonal u oblicua.
7. Escénicos y figurativos. Se trata de un caso especial, donde
un conjunto de composiciones de diverso tipo forman un tema
escénico. También pueden estar formados por composiciones
de recorrido vertical aisladas, no seriadas ni enmarcadas y que
no están pegadas a bandas o frisos. En este grupo temático
quedarían encuadrados el vaso de la famosa Venus de Gavà
(Bosch y Estrada, 1994) o determinados vasos simbólicos del
neolítico andaluz (Gavilán y Vera, 1993).
Tecnología
El criterio seguido a la hora de considerar variables tecnológicas ha sido el de poder acceder a su descripción mediante la
observación macroscópica, que se ha demostrado útil en la caracterización de producciones cerámicas del Neolítico antiguo
(Clop, 2007; McClure, 2011; McClure y Bernabeu, 2011). Los
campos descriptivos no varían con los definidos en síntesis
generales sobre estudios cerámicos (Orton et al., 1997; Rye,
1981; Rice, 1987): tratamiento de las superficies, grosor de las
paredes, presencia de laña, ordenación del desgrasante, tipo de
núcleo y cocción, a los que se suman criterios básicos de conservación en los que se define el grado de erosión y rodadura
de cada fragmento.
Entre los valores utilizados para los tratamientos de las superficies internas y externas de los vasos no se ha estimado el
peinado, ni el engobe por considerarse ambas técnicas decorativas. Las variables diferenciadas son:
0. Erosionada.
1. Alisada.
2. Espatulada.
3. Bruñida.
Se considerará que el grosor de la parede de un vaso es fina
si es inferior o igual a 0,6 cm, media si el grosor oscila entre 0,6
y 0,9 cm y gruesa si supera los 0,9 cm. En la descripción de los
desgrasantes, sean o no añadidos, se ha optado por reflejar la
cantidad, el porcentaje y la esfericidad, siendo la unión de las
dos primeras variables las que nos ofrecerán la ordenación final
de los desgrasantes de las pastas (fig. 3.28) según la propuesta
de Mathew, Woods y Oliver (1991). El tamaño incluye las siguientes variables:
1. Fino: menor de 0,25 mm.
2. Medio: entre 0,25 mm y 1 mm.
3. Abundante: mayor de 1 mm.
61
[page-n-79]
Fig. 3.21. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los glifos enmarcados y glifos aislados.
62
[page-n-80]
Fig. 3.22. Vasos de la Cova de la Sarsa del Grupo temático de los frisos. Subgrupo de los frisos verticales.
63
[page-n-81]
Fig. 3.23. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los frisos. Subgrupo de los frisos colgantes.
64
[page-n-82]
Fig. 3.24. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los frisos. Subgrupo de ángulos y festones.
65
[page-n-83]
Fig. 3.25. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de las metopas.
66
[page-n-84]
Fig. 3.26. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los ortogonales.
67
[page-n-85]
Fig. 3.27. Vasos de la Cova de la Sarsa del Grupo temático de los apliques
68
[page-n-86]
1. Inexistente: la cocción es reductora.
2. Márgenes difusos: la cocción es oxidante.
3. Márgenes claramente diferenciados: la cocción es reductora.
4. Doble núcleo: la cocción es reductora. La pieza ha sido
enfriada de forma rápida por contacto con aire a temperatura ambiente.
5. Inexistente: la cocción en este caso es oxidante.
6. Con un fino margen difuso en las superficies: la cocción se realiza en ambiente reductor y se deja entrar oxígeno al final.
Descritos estos campos, se asignará la categoría tecnológica
general. Ésta se establece en función de la calidad de los acabados, grosor de las paredes, tipo de cocción y porcentaje de
aparición de los desgrasantes. Para asignar el grupo tecnológico
no es necesario cumplir con todos los requisitos, en ocasiones
imposibles de definir por el estado de conservación. Deberá
cumplir, al menos, dos de sus características definitorias. Los
grupos tecnológicos son:
1. Vasos que presentan superficies bruñidas o espatuladas, grosor
de paredes no superior a 0,9 cm y poca cantidad de desgrasantes y bien ordenados.
1.1. Cocción reductora.
1.2. Cocción oxidante, alterna o mixta.
Fig. 3.28. Gráfico de estimación del porcentaje y ordenación
de las inclusiones de arcilla.
El porcentaje de inclusiones se medirá de la siguiente forma:
1. Escaso: cuando el porcentaje es igual o menor al 10%.
2. Poco: entre el 10% y el 20%.
3. Medio: entre el 20% y 30%.
4. Abundante: superior al 30%.
La descripción del núcleo está basada en una simplificación
de la propuesta realizada por Rye (1981):
2. Vasos con superficies espatuladas o bruñidas, grosor de paredes entre 0,6 y 1,2 cm, y desgrasantes pequeños-medianos
cuya cantidad y ordenación es organizada o media.
2.1. Cocción reductora
2.2. Cocción oxidante, alterna o mixta.
3. Vasos con superficies alisadas, grosor de paredes superior a
0,7 cm y desgrasantes de tamaño medio-grande cuya ordenación es media o desordenada.
3.1. Cocción reductora, alterna o mixta.
3.2. Cocción oxidante.
4. Indeterminados.
69
[page-n-87]
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4
Los fragmentos cerámicos de la Cova de la Sarsa
Los conjuntos de cerámicas a mano de la Cova de la Sarsa
depositados en las diferentes instituciones han proporcionado
un número final de 14.838 fragmentos, de los que 4.275 están
decorados y 10.563 presentan superficie lisa. Ante la ausencia
de referencia estratigráfica fiable que permita una ordenación
en relación con su contexto de aparición, se ha optado por presentarlos en función de la técnica decorativa esencial asignada,
siguiendo la propuesta de gradación expuesta en el punto anterior (cuadro 4.1). Por tanto, los cuadros resumen en los que
se exponen los recuentos obtenidos para cada campo analítico
del estudio de los fragmentos quedan ordenados en función del
campo analítico valorado y la técnica decorativa esencial asignada a cada fragmento. Cabe recordar que a cada fragmento únicamente se le asignará una técnica decorativa esencial, siendo
necesario acudir al apartado de técnicas decorativas específicas
para conocer el número y la forma de combinarse. Por lo tanto,
la descripción formal de la colección se realizará de forma unitaria, no diferenciándose la campaña de excavación en la que
fue recuperado cada fragmento, ni el contexto arqueológico, ni
el lugar en el que se encuentra depositado.
LABIOS
Se han contabilizado un total de 1.861 fragmentos con labio
(cuadro 4.2). Los redondeados representan el 96% del total, seguidos de los biselados redondeados (1,7%), biselados en ángulo (0,7%), engrosados externos (1%), planos (0,5%), engrosados dobles redondeados (0,27%) y los que presentan reborde
externo (0,2%).
Su ordenación en función de la técnica decorativa esencial
muestra cómo los labios asociados a fragmentos sin decoración
son los más numerosos, con el 40,7%, seguidos de los asociados
a decoración cardial (25,9%), cordones lisos (16,6%), cordones
impresos (6,4%), impresiones de gradina (2,6%), cordones de
mamelones (2,5%), incisiones (1,9%) y labios impresos (1%).
Los labios asociados a decoraciones impresas no cardiales,
inciso-impresas, esgrafiadas, peinadas, de mamelones y almagras, no superan el 1%.
Los labios asociados a decoración impresa cardial son los que
presentan una mayor variedad de tipos, siempre en porcentajes muy
minoritarios respecto de los redondeados. En el resto de casos la
variabilidad es escasa, con clara supremacía de labios redondeados.
BORDES
Se ha podido establecer el tipo de borde en 958 fragmentos
(cuadro 4.3), siendo los no diferenciados los más numerosos
(67%), seguidos de los bordes salientes (20,4%) y rectos/reentrantes (12%). Los bordes vueltos quedan relegados a un porcentaje testimonial (0,3%).
Su ordenación en función de la técnica decorativa esencial muestra cómo los bordes asociados a fragmentos impresos
cardiales presentan el porcentaje más elevado (38%), seguidos
de los fragmentos lisos (24%), con cordón liso (16%) y con
cordón impreso (7,9%).
BASES
El 74% de las 133 bases diferenciadas son de tendencia convexa
(cuadro 4.4). Se han identificado este tipo de bases en cerámicas
impresas cardiales, impresas de gradina, impresas no cardiales,
incisas, peinadas, con cordón liso y sin decoración, que constituyen el 56% del total de las bases convexas.
El 25% de los ejemplares han quedado clasificados como
bases planas, siendo la mayoría simples (22%), con escasa representación de las que presentan talón (3,8%). Tres de estas
últimas son cardiales y dos lisas, si bien uno de estos fragmentos
no decorados finalmente se ha determinado que pertenece a un
71
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Cuadro 4.1. Procedencia de los fragmentos cerámicos analizados en relación con su técnica decorativa esencial: (1) cardial; (2) gradina;
(3) inciso-impresa; (4) otras impresiones; (5) incisa; (6) esgrafiada; (7) peinada; (8) pastillaje; (9) pintada; (10) almagra; (11) cordón
impreso; (12) cordón de mamelones; (13) cordón liso; (14) labio impreso.
Total
Liso
Decorado
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
1.039 71
31
24
69
13
95
3
6
6
181 15 622 17
Museu Arqueològic
Municipal de Bocairent
10.231 8.039
2.192
Museu Arqueològic
Municipal d'Alcoi
2.350
1.179
1.171
765
58
8
28
20
2
26
–
1
–
89
13 159
2
Museu de Prehistòria de
València
2.064
1.332
732
304
70
33
14
33
4
11
1
2
3
49
13 195
–
Museu Arqueològic
d'Ontinyent i la Vall
d'Albaida
55
6
49
32
2
–
–
3
–
2
–
–
–
5
2
3
–
Museu de Belles Arts de
Castelló
47
3
44
17
4
1
2
–
–
2
–
–
–
9
4
5
–
Museo Arqueológico
Municipal de Enguera
15
–
15
10
2
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
1
–
Museo Arqueológico
Nacional
14
1
13
9
–
–
2
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
Centre excursionista de
Tavernes de la Valldigna
13
2
11
5
1
–
2
–
–
–
–
–
–
2
–
1
–
Casa de la Cultura de
Chella
11
–
11
6
3
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
Museu Arqueològic i
Etnològic del Comtat
11
1
10
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
2
–
–
Museu Arqueològic de
Burrina
6
–
6
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Universitat de Barcelona
6
–
6
5
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Peabody Museum
of Archaeology and
Ethnology
5
–
5
4
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Universidad de Granada
6
–
6
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Fotografiados por
Asquerino sin localizar
4
–
4
3
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
4
9
10 337 50 986 19
Total
14.838 10.563
4.275
2.211 213 73
vaso con decoración impresa cardial (vaso 113). Con ello sólo
una base lisa podría ser clasificada como base plana de talón. Se
ha inventariado un ejemplar de base cónica.
Su ordenación en función de la técnica decorativa esencial
muestra que son las bases lisas las más numerosas, seguidas de las
cardiales. El resto de bases que presentan algún tipo de decoración
aparecen de forma testimonial, destacando los seis ejemplares que
presentan base convexa decorada con impresiones de gradina.
ELEMENTOS DE PRENSIÓN
Se han identificado 2.546 elementos de prensión en 2.354 fragmentos. En 243 ocasiones no ha podido determinarse el tipo
exacto, con lo que han quedado inventariados como arranque de
asa (A.0) en los recuentos (cuadro 4.5). Los elementos de prensión se asocian con la totalidad de técnicas decorativas esenciales (fig. 4.1). Cabe señalar la escasa presencia de elementos de
sujeción asociados a cerámicas pintadas, peinadas, esgrafiadas,
almagras e impreso-incisas (fig. 4.2).
72
72 129 20 136
–––Aunque en la mayoría de casos aparece como el único
elemento de prensión, en 197 ocasiones se combina con otro
(cuadro 4.6). Se observa cómo los cordones se asocian preferentemente a lengüetas, asas de cinta, asas anulares y mamelones,
siendo el resto de combinaciones menos significativas en número. Los cordones realizados con mamelones apenas se combinan
con otros elementos de prensión. Se observa una clara asociación de apliques horizontales con cordones lisos o cardiales.
Ningún vaso con asa pitorro presenta cordón.
Lengüetas y mamelones (fig. 4.3) ocupan el segundo lugar
en representación, con un 7% del total, inventariándose 98 lengüetas (8 perforadas) y 65 mamelones (7 perforados). Ambos
suelen aparecer en cerámicas lisas o asociados a cordones lisos,
impresos o realizados con mamelones. Los apliques y apéndices
ocupan el 2% del total de elementos de prensión con 41 ejemplares. La mayoría de los inventariados responde a apliques
verticales localizados bajo el labio (fig. 4.4: 11101 y 14285),
junto a grandes asas u ocupando una posición enfrentada a las
mismas, en la cara opuesta del vaso. Se trata de un tipo de ele-
[page-n-90]
Cuadro 4.2. Labios identificados: (1) redondeado; (2) plano; (3.1) biselado en ángulo (3.1); (3.2) biselado redondeado; (5.1) engrosado
externo plano; (6.2) engrosado doble redondeado; (7.2) con reborde externo.
1
2
3.1
3.2
5.1
5.2
6.2
7.2
Total
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
Cardial
444
24,9
2
22,2
9
69,2
20
62,5
–
–
5
31,3
2
40
–
–
482
25,9
Gradina
47
2,6
–
–
–
–
1
3,1
–
–
1
6,3
–
–
–
–
49
2,6
Inciso-impresa
16
0,9
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
16
0,9
Otras impresiones
8
0,4
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
20
–
–
9
0,5
Incisa
33
1,9
–
–
–
–
–
–
–
–
2
12,5
–
–
–
–
35
1,9
Esgrafiada
3
0,2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
0,2
Peinada
10
0,6
–
–
–
–
–
–
–
–
1
6,3
–
–
–
–
11
0,6
Pastillaje
2
0,1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
0,1
Almagra
3
0,2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
0,2
116
6,5
–
–
2
15,4
1
3,1
–
–
1
6,3
–
–
–
–
120
6,4
Cord. impreso
Cord. de mamel.
44
2,5
–
–
1
7,7
1
3,1
–
–
–
–
–
–
–
–
46
2,5
Cord. liso
300
16,8
–
–
1
7,7
3
9,4
1
100
1
6,3
2
40
1
33,3
309
16,6
–
19
1,0
Labio impreso
19
1,1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Lisa
737
41,4
7
77,8
–
–
6
18,8
–
–
5
31,3
–
–
2
66,7 757,0 40,7
1.782 95,8
9
0,5
13
0,7
32
1,7
1
0,1
16
0,9
5
0,3
3
0,2
Total
Cuadro 4.3. Bordes identificados: (0) no diferenciado; (1)
recto/reentrante; (2) saliente; (3) vuelto.
0
N
1
%
Cardial
265 41 49 43 51 26
1
33 366 38
Gradina
22 3,4
6
5,2 18
9
–
–
46 4,8
Inciso-impresa
7
1,1
3
2,6
4
2
–
–
14 1,5
Otras impres.
3
0,5
1
0,9
3
2
–
–
7
Incisa
11 1,7
2
1,7
8
4
1
33 22 2,3
Esgrafiada
–
–
–
–
2
1
–
–
2
0,2
Peinada
3
0,5
–
–
3
2
–
–
6
0,6
Pastillaje
1
0,2
–
–
1
1
–
–
2
0,2
Almagra
–
–
–
–
1
1
–
–
1
0,1
Cord. impreso
53 8,3 16 14
7
4
–
–
76 7,9
6,1 12
6
–
–
32 3,3
106 17 16 14 27 14
1
33 152 16
Cord. liso
Labio impreso
2
0,3
7
1
%
0,9
N
–
N
1
3
N
–
–
–
Lisa
156 24 14 12 59 30
–
– 229 24
0,3
Total
642 67 115 12 196 20
3 0,3 958 100
mento de prensión que se asocia mayoritariamente con cerámicas impresas cardiales y lisas. Los ejemplares que se encuentran
sobre el labio son algo distintos, pues responden a protuberancias pegadas al mismo, que permiten una sujeción del recipiente
con los dedos pulgares e índices de ambas manos. Los apliques
perforados ocupan un lugar testimonial.
Las asas de cinta se encuentran bien representadas (figs. 4.5
y 4.6), documentándose 234 ejemplares (el 9%), 303 (12,5%) si
incluimos: las asas de cinta horizontales con apéndice lenticular
2
4.1
4.2
Total
%
N
%
N
%
N
%
Cardial
32 33
–
–
15 52
3
60 50 37,6
Gradina
6
6
–
–
–
–
–
–
6
4,5
Otras impres.
1
1
–
–
1
3
–
–
2
1,5
Incisa
2
2
–
–
–
–
–
–
2
1,5
Peinada
1
1
–
–
–
–
–
–
1
0,8
Cord. liso
1
1
–
–
–
–
–
–
1
0,8
Lisa
55 56
1 100 13 45
2
40 71 53,4
Total
98 74
1
5
3,8 133 100
%
0,7
100
Cuadro 4.4. Bases identificadas: (1) convexa; (2) cónica; (4.1)
plana simple; (4.2) plana de pie macizo.
Total
N
2
N
3
%
Cord. de mamel. 13
%
2
1.861
0,8 29 22
N
%
(49 fragmentos) (fig. 4.5: 10732, 10740, 13833 y 14822), las
que presentan resalte basal (6 fragmentos) y las sobreelevadas
(14 fragmentos). Casi la totalidad de las técnicas esenciales aparecen asociadas con asas de cinta, excepto las etiquetadas como
peinadas, esgrafiadas y con pastillaje. Pero la gran mayoría no
presentan decoración y, si lo hacen, son las impresiones cardiales las que más veces aparecen junto a este elemento de prensión (fig. 4.7). En los casos en los que ha podido determinarse
su orientación (cuadro 4.7), se demuestra la superioridad de las
asas de cinta verticales frente a las horizontales, que también
presentan buenos porcentajes, diferencia que aumenta de forma
muy considerable si se tienen en cuenta las asas de cinta con
apéndice lenticular y las sobreelevadas, que se orientan siempre
verticalmente.
La mayoría de las asas de cinta con apéndice lenticular están asociadas a fragmentos impresos cardiales o sin decoración.
También se contabilizan en fragmentos impresos de gradina, con
73
[page-n-91]
Cuadro 4.5. Elementos de prensión: (0) arranques de asa; (1) cordones; (3) mamelones; (4) apliques y apéndices; (5) lengüetas; (6)
perforaciones de suspensión; (7) asas pitorro; (8) asas de túnel; (9) mangos; (10) asas planas tipo cazoleta; (11) asas de cinta; (12)
asas de cinta vertical con apéndice lenticular; (13) asas de cinta con resalte basal; (14) sobreelevadas; (15) asas anulares; (16) asas
bilobulares; (17) asas trilobulares; (18) con más de tres asas unidas.
Cardial
0
1
63
233
0,3% 14%
Gradina
10
4%
Inciso-impresa
Otras impresiones
4
7
3
4
5
6
7
8
6
17
9
3
1
11
9% 41% 9% 50% 20% 50%
1
0,4% 2%
–
Pintura
Almagra
Cord. impreso
Cord. liso
Lisa
Total
15
16
17
18
81
22
2
5
39
–
–
–
492
–
–
–
0,19
–
–
–
37
–
–
–
–
–
–
6
35% 45% 33% 36% 40%
–
17%
–
18%
–
–
3%
–
–
–
–
–
–
3
1
1
2% 17%
–
1
–
5
Total
–
5%
–
–
–
1,5%
–
1
–
–
–
10
–
–
2%
–
–
–
–
–
–
1%
–
17%
–
1%
–
–
–
0,4%
13
3
–
1
2
–
–
–
–
2
–
–
–
3
–
–
–
26
1%
6
13
4
2
1
–
–
–
–
1%
–
–
–
3,1%
–
–
–
1
–
1% 33%
1
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
–
29
2%
1%
–
–
–
–
–
2%
–
–
–
–
–
–
–
1,1%
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0,1%
–
8
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
8
–
0,5%
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0,3%
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
2
0,4%
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0,4%
–
–
–
–
–
–
–
0,1%
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
4
0,2%
0,4%
–
–
2%
–
–
–
–
–
–
0,9%
–
–
–
–
–
–
–
12
334
5
–
24
–
–
1
–
–
11
1
–
–
7
1
–
–
396
8%
–
24%
–
–
4,5%
–
–
–
–
–
–
16%
4,7% 2%
7,2% 17%
1
50
1
–
2
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
55
0,4%
3%
2%
–
2%
–
–
–
–
–
0,4%
–
–
–
–
–
–
–
2,2%
6
981
9
4
20
–
–
2
–
–
20
4
–
1
11
3
1
1
1.063
–
–
9%
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
1
1
8,5% 8,2%
–
–
–
7% 11% 50% 33% 100%
–
–
–
–
42%
–
4
–
–
–
2%
1%
–
–
–
–
–
0,9%
–
–
–
–
–
–
–
0,2%
135
–
36
15
40
–
4
4
13
3
101
21
2
8
31
2
2
–
417
56%
–
–
16%
1
2.546
55% 37% 41%
–
6
80% 18% 100% 100% 43% 43% 33% 57% 32% 33% 67%
243 1.640
65
41
98
10% 64%
3%
2%
4% 0,2% 0,2% 0,9% 0,5% 0,1% 9%
5
22
cordones lisos y con cordones impresos, confirmándose que estamos frente a uno de los elementos de prensión más característicos
del Neolítico antiguo cardial y Epicardial. Destacar que, de los
cuatro ejemplares que presentan perforación, tres son cardiales.
Existen 14 fragmentos con asa de cinta sobreelevada, asociados a
cerámicas sin decoración, impresiones cardiales y cordones lisos.
Las asas anulares (fig. 4.7) representan un porcentaje del
4%, con 97 ejemplares. El 40% de ellas aparecen asociadas a
vasos con decoración impresa cardial, documentándose también
en fragmentos impresos de instrumento de punta única y gradina, registrándose un fragmento impreso-inciso. La vinculación
de este tipo de asa a la técnica de la impresión es evidente, no
documentándose ningún caso asociado a cerámicas peinadas,
esgrafiadas, incisas, pintadas o con cordón formado por mamelones. Sí aparecen asociadas a fragmentos con cordones impresos, con cordones lisos y a fragmentos sin decoración (32%).
74
14
1
2,5% 60% 14% 10% 20%
Labio impreso
4
13
2
4,9% 20%
Cord. de mamel.
–
12
1,6%
0,8% 0,1%
Peinada
1
11
2%
2,5% 0,8% 6%
Esgrafiada
–
10
–
0,8% 0,8% 5%
Incisa
1
9
13
3
234
49
6
14
97
6
3
2% 0,2% 1% 3,8% 0,2% 0,1% 0,04% 100%
Los fragmentos con este tipo de asa que han podido ser orientados (cuadro 4.7) muestran una predilección por las asas anulares horizontales generalmente asociadas a fragmentos impresos
cardiales, si bien las verticales también están presentes.
De los 22 fragmentos que presentan asa de túnel, 15 se asocian a decoraciones impresas, 11 a cardiales y cuatro a gradinas.
En los casos en los que ha sido posible orientarlas se ha determinado que 16 son horizontales (fig. 4.4: 2700) y seis verticales,
no contabilizándose ningún asa de túnel horizontal en fragmentos lisos. Mayoritariamente se asocian a cerámicas impresas,
invirtiéndose esta tendencia con las orientadas verticalmente,
casi todas lisas.
Las asas bilobuladas (fig. 4.4: 14232 y 14545) están presentes en seis fragmentos, ninguno de ellos impreso, asociándose en la mayoría de ocasiones con cordones lisos. Este mismo hecho se repite con las asas trilobuladas, presentes en tres
[page-n-92]
Fig. 4.1. Ejemplos de asas en fragmentos decorados con impresiones de concha dentada (1510, 10745, 10507 y 14681), de gradina (V.459,
14573 y V.420), impreso-incisa (14359) e incisa (14434).
ejemplares, dos de ellos sin decoración y uno con cordón liso.
La única asa que presenta más de tres agujeros se asocia también con un cordón liso.
Seis fragmentos presentan agujeros de suspensión en los
bordes. En todos los casos se vinculan a vasos con cuello destacado, clasificados como cántaros. Todos presentan decoración
impresa, tres cardial, una de gradina y dos con impresiones realizadas con otros instrumentos.
Se han identificado un total de cinco pitorros, cuatro asociados a fragmentos lisos y uno a impresiones cardiales (fig.
4.8). Dos de ellos responden a picos vertedores, otros dos a asas
pitorro de puente y uno a una simple perforación bajo el labio a
modo de pitón, similar a algún ejemplar de la Cova de l’Or decorado también con impresiones cardiales (Martí et al., 2009b:
fig. 4.2). El ejemplar de la Cova de la Sarsa decorado con impresiones cardiales fue localizado entre el material fotográfico del
legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba, por lo que no podemos descartar por completo que sea otro
pitorro externo sin sujeción, pues no hemos podido revisar de
primera mano el fragmento (fig. 4.8: V.497). Finalmente, se han
contabilizado tres fragmentos lisos con asa plana de tipo cazoleta (fig. 4.8) y 13 mangos asociados a cucharones y pequeños
cuencos (fig. 4.8).
TÉCNICAS DECORATIVAS ESPECÍFICAS
El número final de técnicas decorativas específicas asciende a
6.121, documentadas en 4.275 fragmentos decorados. Algunas
suelen combinarse con otras, aumentando de forma considerable el número de técnicas, que es bastante superior al de fragmentos decorados. Los recuentos y sus porcentajes (cuadro 4.8)
muestran el número de técnicas que aparecen, siendo necesario
describirlas con más detalle para su correcta visualización. En
la exposición de los datos seguiremos el orden propuesto en
el capítulo anterior, respetando el código asignado a cada una
de las técnicas para una mejor comprensión del texto y de los
cuadros que lo acompañan, en los que se muestran los diferentes recuentos. La técnica de la impresión cardial es la más
numerosa, con un número final de 2.211 fragmentos en los que
se han contabilizado 3.037 técnicas realizadas con el borde o
el natis de una concha dentada, en el cuerpo del vaso, en sus
cordones o en labio.
Decoración con mamelones
En la Cova de la Sarsa se han documentado 23 fragmentos decorados con mamelones. Cabe señalar que en este apartado no se
contabilizan los fragmentos decorados con cordones formados
por mamelones, reflejados en un apartado específico dentro de
las decoraciones sobre cordones.
Teoría de mamelones (1.1)
Se han identificado dos fragmentos decorados con esta técnica, pudiendo pertenecer ambos al mismo vaso (fig. 5.9: 6095
y V.294).
Pastillaje (1.2)
Un único fragmento aparece decorado con esta técnica (fig. 4.9:
V.500).
Apliques seriados (1.4)
Se han inventariado 20 fragmentos (fig. 4.9: 12413). Uno de
ellos está realizado con mamelones, que no descartamos pertenezca a un ejemplar decorado con cordones realizados con
mamelones. Hemos considerado dentro de este apartado los
apliques seriados en forma de lengüeta orientada verticalmente.
En 11 fragmentos esta técnica aparece sin combinarse. Cuando
lo hace (9 ejemplares) siempre es con impresiones cardiales.
75
[page-n-93]
Fig. 4.2. Diferentes fragmentos y vasos con cordón liso, impreso o formado por mamelones.
76
[page-n-94]
Cuadro 4.6. Fragmentos con cordón liso o decorado combinado con otro elemento de prensión (ver leyenda en cuadro 4.5).
Cordones lisos
Cord. impreso card.
Cord. impresos
Cord. de mamelones
Total
0
11
5
15
2
33
3
13
–
6
1
20
4
5
2
–
–
7
5
21
1
25
2
49
6
–
1
–
–
1
8
2
–
–
–
2
11
20
12
11
1
44
12
4
1
1
–
6
14
1
–
–
–
1
15
13
4
8
–
25
16
3
–
1
–
4
17
1
–
–
–
1
18
1
–
–
–
1
Total
95
26
67
6
194
Fig. 4.3. Diferentes ejemplos de mamelones y lengüetas, algunos con perforación.
Fig. 4.4. Asas bilobuladas y trilobuladas, apliques verticales y asas de túnel horizontal.
77
[page-n-95]
Fig. 4.5. Ejemplos de asas de cinta horizontal (2712) y vertical, algunas con apéndice lenticular.
78
[page-n-96]
Fig. 4.6. Asas de cinta con decoración impresa cardial.
79
[page-n-97]
Fig. 4.7. Asas anulares.
Cuadro 4.7. Elementos de prensión que presentan posibilidades descriptivas más específicas: (3) mamelones; (3.1) mamelones perforados;
(4) apliques y apéndices; (4.1) en los labios; (4.2) aplique con agujeros de suspensión; (5) lengüetas; (5.1) lengüetas perforadas; (7) asas
pitorro; (7.1) de apéndice; (7.2) de puente; (8.1) asas de túnel horizontales; (8.2) asas de túnel verticales; (9) mangos; (9.1) mangos
perforados; (11) asas de cinta; (11.1) horizontales; (11.2) verticales; (11.3) con perforación; (12) asas de cinta vertical con apéndice
lenticular; (12.1) con perforación; (12.3) sobreelevadas; (13) asa de cinta con resalte basal; (14) sobreelevadas; (14.1) perforadas;
(15) asas anulares; (15.1) horizontales; (15.2) verticales.
3
3.1
4
9
9.1
Cardial
7
–
15
4.1 4.2
2
–
5
7
5.1 7.1 7.2 7.4 8.1 8.2
2
–
–
1
10
1
–
–
27
11 11.1 11.2 11.3 12 12.1 12.3 14 14.1 15 15.1 15.2
20
32
1
19
3
–
3
2
2
24
13
Gradina
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
1
5
–
1
–
–
–
–
2
1
2
Inc.-imp.
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Otras
impres.
1
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
Incisa
3
1
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
2
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Pintura
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Almagra
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Cord.
impr.
5
–
–
–
–
24
–
–
–
–
1
–
–
–
1
3
7
–
1
–
–
–
–
–
5
2
Cord. de
mamel.
1
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Cord.
liso
5
4
1
3
–
18
2
–
–
–
1
1
–
–
3
8
9
–
3
1
–
1
–
1
7
3
Labio
impr.
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Lisa
35
1
12
2
1
37
3
2
2
–
–
4
12
1
73
15
12
1
20
–
1
8
–
17
7
7
Total
58
7
31
8
2
90
8
2
2
1
16
6
12
1
107
54
70
2
44
4
1
12
2
22
44
31
80
[page-n-98]
Fig. 4.8. Asas pitorro (vasos 141, 249, 250, 399 y 497), mangos (vasos 91, 96, 130, 257 y 379) y asas planas (vasos 362 y 381).
Decoración de cordones
La consideración como técnica decorativa de todo tipo de cordón, provoca que sea una de las mejor representadas, con 1.593
fragmentos: 1.020 presentan cordón liso, 458 cordón impreso,
58 cordón inciso y 57 cordón formado por mamelones.
Cordón liso (2.1)
Se han contabilizado 1.020 fragmentos cerámicos que presentan
cordón liso (fig. 4.10). En la gran mayoría los cordones están orientados horizontalmente, encontrando algunos ejemplares en los que
la orientación es vertical y otros que poseen cordones de recorrido
mixto u ondulado (fig. 4.10: V.266). La mayoría de fragmentos que
presentan cordón liso no se combinan con más técnicas decorativas, contabilizándose sólo 39 fragmentos asociados con otras.
En 17 ocasiones los cordones lisos aparecen combinados
con impresiones cardiales del borde de una concha en posición
vertical. Cuatro de esos fragmentos presentan colorante blanco
rellenando las impresiones. Un ejemplar combina cordón liso
con impresiones cardiales realizadas con la concha en posición
oblicua y arrastre cardial. Tres fragmentos presentan labio impreso cardial. Un único fragmento combina cordón liso con
impresiones cardiales con la concha en posición oblicua.
En ocho ocasiones aparecen combinados con superficies
peinadas. En otra se combinan con cordones incisos y en un
ejemplar aparece junto con cordones realizados con mamelones. Dos ejemplares se combinan con la técnica de la incisión. Cuatro fragmentos aparecen cubiertos de colorante
rojo: uno a la almagra, dos con engobe y otro a la aguada.
Un fragmento se asocia con labios impresos digitados. Por
último un ejemplar presenta cordón liso, cordón impreso y
digitaciones en el resto del vaso.
Cordón impreso (2.2)
Se han inventariado 458 fragmentos con cordón impreso, destacando los impresos simples con instrumento de punta única ancha y los impresos cardiales. Se han diferenciado las siguientes
decoraciones impresas.
- Cordón impreso simple con instrumento de punta ancha y
roma (2.2.1)
Un total de 230 fragmentos presentan este tipo de decoración
(fig. 4.11). En 184 ocasiones aparece sola y en 46 combinada con
otras técnicas, del siguiente modo (cuadro 4.9): un fragmento
combina cordón liso, cordón impreso y digitaciones en el resto
del vaso; otro aparece combinado con cordón realizado con mamelones; en seis ocasiones se combina con impresiones cardiales
con la concha en posición vertical, dos de ellos además presentan
labio impreso; un ejemplar se combina con impresiones cardiales
con la concha en posición oblicua; siete individuos lo hacen con
digitaciones; nueve con incisiones, cinco de ellos además presentan labios decorados y dos están rellenos de pasta blanca en el interior de la decoración; en una ocasión se combina con la técnica
del esgrafiado; por último, 25 fragmentos combinan este tipo de
cordón impreso con labios decorados (tres incisos, 19 impresos
simples y uno con impresiones de objeto de punta aguzada).
- Cordón pellizcado (2.2.2)
Se han contabilizado 17 ejemplares (fig. 4.11: V.1), de los
que sólo dos aparecen combinados con otra técnica: uno con
incisiones simples y otro con labio impreso digitado.
- Cordón impreso con el borde de concha dentada (2.2.3)
Un total de 177 fragmentos presentan cordón impreso
con el borde de una concha dentada (figs. 4.12 y 4.13), 135
presentan otras técnicas decorativas asociadas (cuadro 4.10).
81
[page-n-99]
Cuadro 4.8. Técnicas decorativas específicas contabilizadas.
Técnica
Sola
Combinada
Total
%
Técnica
Sola
Combinada
Total
%
1.1
1.2
1.4
2.1
2.2
221
222
223
224
226
227
229
2.3
2.4
3.1
3.1.1
3.1.2
3.1.3
3.2
3.2.1
3.2.2
3.3
3.4
3.4.1
3.4.2
3.4.3
3.4.4
3.5
3.5.1
3.5.2
3.6
3.7
2
1
11
981
258
184
15
42
1
10
6
–
44
47
1101
962
79
60
13
12
1
14
12
2
8
–
2
17
0
17
2
89
–
–
9
39
200
46
2
135
4
5
6
2
14
10
1264
896
172
196
455
399
56
1
89
60
25
1
3
77
3
74
7
127
2
1
20
1020
458
230
17
177
5
15
12
2
58
57
2365
1858
251
256
468
411
57
15
101
62
33
1
5
94
3
91
9
216
0,03
0,02
0,33
16,7
7,5
50,2
3,71
38,6
1,09
3,28
2,62
0,44
0,95
0,93
38,6
78,6
10,6
10,8
7,6
87,8
12,2
0,25
1,65
61,4
32,7
0,99
4,95
1,54
3,19
96,8
0,15
3,53
3.8
3.9
4.1
4.1.1
4.1.2
4.1.3
4.2
4.2.1
4.2.2
4.2.3
5.1
5.1.1
5.1.2
5.2.1
5.2
5.2.2
5.2.3
5.4
5.4.1
5.4.2
5.4.3
6.1
6.2
7.1
7.1.1
7.1.3
7.1.6
7.1.7
7.1.9
7.2
7.3
Total
2
1
119
96
6
17
136
127
6
3
8
3
5
–
6
1
5
–
–
–
–
–
–
19
13
5
1
–
–
4
3
2889
3
13
113
108
1
4
100
19
80
1
4
0
1
3
17
9
8
564
21
543
13
3
1
105
32
54
6
10
3
13
3
3232
5
14
232
204
7
21
236
146
86
4
12
3
6
3
23
10
13
564
21
543
13
3
1
124
45
59
7
10
3
17
6
6121
0,08
0,23
3,79
87,9
3,02
9,05
3,86
61,9
36,4
1,69
0,2
3,49
7,0
3,49
0,38
43,5
56,5
9,21
3,72
96,3
2,3
0,05
0,02
2,03
36,3
47,6
5,65
8,06
2,42
0,28
0,1
100
Fig. 4.9. Fragmentos
decorados con mamelones.
82
[page-n-100]
Fig. 4.10. Fragmentos
decorados con cordones
lisos.
Salvo dos ejemplares que lo hacen con labios impresos de instrumento de punta única, todos se combinan con impresiones
cardiales, incluidos los tres ejemplares cuya decoración aparece rellena de pasta blanca. En 120 ocasiones, los cordones
cardiales se combinan con impresiones de concha en posición
vertical, documentándose 38 fragmentos que además presentan asociaciones con más técnicas, del siguiente modo:
� 16 fragmentos presentan además relleno de pasta en su interior,
12 de color blanco, tres de color rojo y una de rojo y blanco.
� Ocho fragmentos se combinan además con impresiones de
concha en posición oblicua, de los que dos presentan superficie rellena de pasta blanca.
� En cuatro ocasiones aparecen junto con impresiones dobles,
una con relleno de pasta blanca.
� Siete fragmentos presentan cordón cardial, impresiones car-
diales verticales e impresiones de natis, de los que tres
además están rellenos de pasta blanca y uno de pasta roja.
� Dos ejemplares combinan impresiones de gradina, de concha
dentada en posición vertical y cordón impreso cardial.
� Un único fragmento une estas técnicas con el arrastre cardial.
Por último, señalar que siete fragmentos combinan cordón
impreso cardial con impresiones cardiales oblicuas, uno relleno
de pasta blanca, y que tres fragmentos presentan cordón y labio
impreso cardial.
- Cordón impreso con el natis de una concha (2.2.4)
Cinco fragmentos presentan cordón impreso con el natis de
una concha (fig. 4.14). En una ocasión aparece sin combinar y
en el resto junto con impresiones de concha dentada en posición
83
[page-n-101]
Fig. 4.11. Cerámicas decoradas con cordón impreso con instrumento de punta única, con ejemplos en los que se combina con digitaciones
(V.194), incisiones (V.25 y 430) e impresiones cardiales (V.502-504). Fragmento con cordón pellizcado (V.1).
84
[page-n-102]
Cuadro 4.9. Relación de fragmentos con cordón
impreso simple de instrumento de punta única y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21+391
24
311
311+711
312
391
411
411+542+717
411+542+72
411+711
411+72
413
711
717
72
N
228
182
46
1
1
4
2
1
7
4
1
1
2
1
1
17
1
2
vertical rellenos de pasta blanca, destacando que en uno de los
fragmentos también aparecen impresiones cardiales oblicuas y,
en otro, impresiones de natis fuera del cordón. Uno de los ejemplares está decorado con natis perforado (fig. 4.14: V.238).
- Cordón impreso con instrumento de punta única roma (2.2.6)
Se han contabilizado 15 fragmentos, en 10 de los cuales aparece como única técnica (fig. 4.14). A la hora de asociarse con otras,
en una ocasión lo hace con relleno de pasta blanca y en cuatro
con labios impresos con el mismo instrumento romo en posición
horizontal, presentando dos de estos ejemplares relleno de pasta
blanca y roja en el interior de las impresiones del cordón.
- Cordón impreso con instrumento de punta única en posición
oblicua (2.2.7)
Se han inventariado 12 fragmentos decorados con esta técnica (fig. 4.14: 810), 6 de los cuales se combinan con otras del
siguiente modo: en dos ocasiones con labios impresos con el
mismo instrumento; en una con impresiones de concha dentada
en posición perpendicular; en otra con incisiones simples y, finalmente en dos fragmentos con labio inciso e impresiones de
instrumento de punta única en posición horizontal.
- Cordón impreso con instrumento de punta múltiple (2.2.9)
Dos fragmentos presentan cordón impreso realizado con
instrumento de punta múltiple o gradina (fig. 4.14). Se trata de
cordones poco marcados, en los que los motivos decorativos
formados por las impresiones se desarrollan sobre los mismos,
obviándolos en su avance, con lo que los cordones no interrumpen el desarrollo del motivo decorativo. En ambos casos se
combina con otras impresiones de gradina.
Cordón inciso (2.3)
Se han contabilizado 58 fragmentos cerámicos con cordón inciso, la mayoría sin combinarse (fig. 4.14). En 14 ocasiones se
asocian con otras técnicas decorativas, 11 de ellos con labios
85
decorados, presentando además uno de los ejemplares incisiones en el resto del cuerpo (fig. 4.15) y otro la superficie peinada.
Los otros tres fragmentos que presentan otra técnica decorativa
asociada al cordón inciso son: un ejemplar con impresiones de
instrumento de punta doble relleno de pasta blanca, uno con cordones de mamelones y otro con incisiones.
Cordón realizado con mamelones (2.4)
De los 57 fragmentos contabilizados (fig. 4.16), únicamente 10
se combinan con otras técnicas decorativas del siguiente modo:
en dos ocasiones se combina con impresiones cardiales realizadas con el borde de una concha dentada (fig. 4.16: V.215 y
V.505); en otros dos con cordones lisos; en una con cordón impreso simple; en otra con incisiones en el labio; en un fragmento
con impresiones de gradina (fig. 4.17) y, en un último ejemplar,
se asocia con labio impreso cardial e impresiones de concha
dentada en posición oblicua.
Decoración impresa
La impresión es la técnica decorativa que mejor representación
alcanza dentro de la colección cerámica. En la Cova de la Sarsa se han conservado un buen número de fragmentos impresos
realizados con una amplia variedad de instrumentos de diferente
morfología, entre los que destacan por su abundancia los realizados con concha dentada.
Impresión con el borde de una concha dentada (3.1)
Dentro de las decoraciones impresas cardiales realizadas con el
borde de una concha dentada se han diferenciado tres posibles
alternativas, impresiones simples verticales, impresiones con la
concha en posición oblicua e impresiones dobles o reflejadas.
La primera se ha identificado en 1.858 fragmentos, la segunda
en 251 y la tercera en 256.
- Impresión cardial con la concha en posición vertical (3.1.1)
Se han contabilizado 1.858 fragmentos cerámicos que presentan decoración impresa cardial con el borde de la concha en posición vertical (figs. 4.18-4.21), siendo los realizados con cardíidos
los mayoritarios. Sin embargo, no siempre se utiliza el mismo tipo
de concha, documentándose algunos ejemplos muy puntuales realizados con otro tipo de bivalvo marino (fig. 4.22).
En 898 ocasiones aparece combinada con otras técnicas
decorativas (cuadro 4.11), entre las que cabe señalar que 212
se combinan únicamente con relleno de colorante en las decoraciones: 205 veces con colorante blanco, cuatro con colorante
rojo y tres con ambos.
En 12 ocasiones se combina con cordones lisos. Dos de estos fragmentos presentan además relleno de pasta blanca en su
interior. Otro ejemplar se combina con cordón liso, impresiones
de concha en posición oblicua y arrastre cardial. Seis ejemplares
se combinan con cordones impresos simples, uno de ellos presentan además labio impreso.
Entre los ejemplares que aparecen asociados a cordones impresos, son los realizados con una concha dentada los más numerosos,
contabilizándose 111 casos organizados del siguiente modo:
� 89 únicamente se combinan con cordones impresos cardiales,
de los que 12 ejemplares presentan además colorante blanco
en el interior de las impresiones, tres colorante rojo y uno
rojo y blanco.
85
[page-n-103]
Fig. 4.12. Cerámicas con impresiones realizadas con el borde de una concha dentada sobre el cordón.
86
[page-n-104]
Fig. 4.13. Cerámicas con impresiones realizadas con el borde de una concha dentada sobre el cordón.
Cuadro 4.10. Relación de fragmentos que presentan cordón impreso con el borde de una concha dentada y combinaciones
con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
311
311+312
311+312+542
311+313
311+313+542
311+321
311+321+521
311+321+542
311+37
N
177
42
135
73
6
2
3
1
3
1
3
2
Técnica
N
311+422+542
311+541
311+542
311+543
311+542+713
311+713
312
312+542
542
711
713
1
3
12
1
4
5
6
1
3
2
3
87
[page-n-105]
Fig. 4.14. Cerámicas con impresiones realizadas con el natis de una concha dentada sobre el cordón (vasos 22, 90, 236, 237 y 238). Cerámicas
con impresiones realizadas con instrumento de punta única roma sobre cordón (V.110 y 9458). Cordón impreso con instrumento de punta única
en posición oblicua (810). Cordones impresos de gradina (V.415 y V.506). Cordones incisos (V. 201 y fragmentos 3374, 10047 y 10944).
� Ocho ejemplares también presentan impresiones realizadas con
Fig. 4.15. Vaso 285.
88
la concha en posición oblicua, dos de ellos rellenos de colorante blanco.
� En dos ocasiones aparecen junto con labio impreso simple.
� En ocho ejemplares los cordones cardiales y las impresiones
cardiales verticales se combinan con labios impresos cardiales; cuatro de estos fragmentos presentan colorante blanco
rellenando las impresiones.
� Cuatro veces se asocian con impresiones de concha doble
o reflejada, uno de ellos con colorante blanco en su
interior.
� Siete fragmentos presentan asociadas estas dos técnicas con
impresiones de natis, uno de ellos además presenta engobe
rojo en su superficie y tres presentan colorante blanco rellenando las impresiones.
[page-n-106]
� Dos fragmentos aparecen junto con impresiones de gradina.
� En una ocasión estas dos técnicas se asocian con arrastre cardial y relleno de pasta blanca.
Tres fragmentos combinan impresiones cardiales verticales
rellenas de pasta blanca con impresiones de natis sobre cordón,
dos de ellos presentan además impresiones cardiales con la concha en posición oblicua. En una ocasión se documentan impresiones de concha en posición vertical con cordones incisos y,
en otras dos, combinaciones de estas impresiones cardiales con
cordones realizados con mamelones.
Se han contabilizado 78 fragmentos que presentan impresiones cardiales del borde de una concha dentada en posición vertical y también con la concha en posición oblicua. 41 de ellos ya
no presentan más asociaciones, ocho están rellenos de colorante
blanco y uno de colorante rojo. Los 28 restantes se combinan
del siguiente modo: cinco fragmentos también presentan impresiones dobles o reflejadas, uno de ellos además con impresiones
de natis y otro con pasta blanca en su interior; en 11 ocasiones
se combinan con impresiones de natis, tres con pasta blanca en
el interior de la decoración y uno perforado; tres fragmentos
Fig. 4.16. Cerámicas con cordón realizado con mamelones.
89
[page-n-107]
De los 323 fragmentos que se asocian con impresiones de
natis no perforado, 179 ya no presentan más técnicas decorativas y 80 lo hacen únicamente con el relleno de colorante en el
interior de las decoraciones (77 con blanco, uno con rojo y dos
con blanco y rojo). Los 65 fragmentos restantes se combinan
con más técnicas del siguiente modo:
� En siete ocasiones con cordón impreso cardial, tres con
relleno de pasta blanca y uno con engobe rojo en la superficie del vaso.
� Un fragmento se combina con cordones impresos de natis y
relleno de pasta blanca.
� 11 con impresiones del borde de una concha en posición
oblicua, uno de ellos también con impresiones dobles
o reflejadas.
� En 27 ocasiones se asocian con impresiones dobles o reflejadas, 10 de ellos además presentan relleno de pasta blanca, dos impresiones cardiales en el labio y uno
arrastre cardial.
� Nueve fragmentos se combinan con arrastre cardial, tres de
ellos además presentan pasta blanca en sus decoraciones.
� En dos ocasiones aparecen con la superficie pintada en rojo con
la técnica del engobe.
� Seis ejemplares con labios decorados, uno de ellos relleno de
colorante blanco.
Fig. 4.17. Vaso 103.
presentan decoración impresa cardial vertical, oblicua y arrastre
cardial, uno de ellos además presenta cordón liso; ocho ejemplares se combinan con cordón impreso cardial, dos de ellos con
relleno de pasta blanca en la decoración; por último, un único
ejemplar presenta además labio impreso cardial.
Existen 76 fragmentos que combinan impresiones cardiales en
posición vertical con otras dobles o reflejada. De ellos 61 presentan
más técnicas: cuatro se combinan con cordones impresos cardiales,
uno de ellos con relleno de pasta blanca; en cinco ocasiones se asocian con impresiones de concha en posición oblicua, uno presenta
relleno de pasta blanca y otro impresiones de natis; 28 fragmentos
se combinan con impresiones de natis, uno de ellos perforado, 10
rellenos de pasta blanca resaltando las decoraciones, dos además
presentan impresiones cardiales en el labio y uno arrastre cardial;
tres fragmentos aparecen junto con impresiones de punzón y relleno de pasta blanca; tres ejemplares con arrastre cardial; 15 presentan relleno de pasta blanca; tres labio impreso cardial y relleno de
pasta blanca, finalmente, un fragmento combina estas dos técnicas
con impresiones de tubo y relleno de pasta blanca.
En 364 fragmentos se registra asociación de impresiones
del borde de una concha dentada en posición vertical con impresiones de natis, 323 no perforados y 41 perforados. Entre
las impresiones de natis perforado, se describen las siguientes
asociaciones: 25 ejemplares ya no presentan más técnicas; 11
conservan colorante en su interior (nueve con blanco, uno con
rojo y uno con blanco y rojo); en tres ocasiones se combinan con
arrastre cardial, uno de estos fragmentos también con relleno de
colorante blanco; un ejemplar lo hace con impresiones de borde
reflejado y, finalmente, un fragmento combina estas dos técnicas
con impresiones cardiales con la concha en posición oblicua.
90
Seis fragmentos con impresiones de concha en posición
vertical se combinan con impresiones de instrumento de punta
única roma, cuatro de ellos con pasta blanca en el interior de
sus decoraciones, uno además con impresiones cardiales dobles
o reflejadas. Otros tres fragmentos impresos con el borde de la
concha en posición vertical se asocian con impresiones de instrumento de punta única aguzada en posición oblicua, de los
cuales dos presentan también impresiones dobles y colorante
blanco rellenando las decoraciones.
Un ejemplar combina decoraciones impresas con el
borde de una concha dentada en posición vertical con impresiones de tubo y relleno de pasta blanca. Cabe destacar
que es posible que se trate de impresiones realizadas con un
natis con perforación más amplia de lo habitual, no siendo
posible distinguir con claridad el instrumento con el que
está realizada. Dos individuos combinan impresiones cardiales con el borde de una concha en posición vertical con
otras realizadas con instrumento de punta única aguzada en
posición oblicua, uno de ellos con relleno de pasta blanca. En cuatro ocasiones se combinan impresiones cardiales
verticales con impresiones de gradina, uno además con incrustaciones de pasta blanca y dos con cordón cardial. Un
ejemplar se combina con impresiones de espátula. Dos fragmentos presentan incisiones.
Se han documentado 56 casos en los que se combinan impresiones de concha dentada en posición vertical con arrastre
cardial, seis de ellos con relleno de pasta blanca. Un ejemplar
presenta arrastre de instrumento de dos o tres puntas, no descartando completamente la posibilidad de estar frentre a otro
con arrastre cardial. Cuatro fragmentos combinan impresiones
cardiales con el borde de una concha dentada en posición vertical con engobe rojo en la superficie del vaso, tres de ellos
con relleno de pasta blanca en las impresiones y dos con impresiones de natis no perforado. Cinco fragmentos combinan
[page-n-108]
Fig. 4.18. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
91
[page-n-109]
Fig. 4.19. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
92
[page-n-110]
Fig. 4.20. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
93
[page-n-111]
Fig. 4.21. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
94
[page-n-112]
Fig. 4.22. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
impresiones cardiales verticales con labio impreso simple, uno
de ellos con cordón impreso simple y otros dos con cordón
impreso cardial.
Existen 33 ejemplares decorados con impresiones cardiales
con el borde de la concha en posición vertical y labio impreso
cardial, tres de ellos con colorante blanco rellenando las decoraciones y uno con colorante blanco y rojo. En seis ocasiones,
además, se combinan con impresiones de natis, uno de ellos con
colorante blanco rellenando las impresiones. En ocho ocasiones
se combinan con cordones impresos cardiales, uno presenta relleno de colorante blanco. Un fragmento posee labio impreso y
impresiones de concha en posición oblicua. Cinco fragmentos
aparecen decorados también con impresiones cardiales en el labio y impresiones cardiales reflejadas, tres de ellos con relleno
de pasta blanca y dos con natis.
- Impresión cardial con la concha en posición oblicua (3.1.2)
Se han contabilizado 251 fragmentos cerámicos que presentan decoración impresa cardial realizada con el borde de una
concha dentada en posición oblicua (figs. 4.23-4.24). De ellos,
172 se combinan con otras técnicas (cuadro 4.12), seis únicamente con relleno de colorante blanco.
En dos ocasiones dichas impresiones aparecen junto con
cordones lisos, presentando uno de ellos además arrastre
cardial. Un fragmento se asocia con cordón impreso simple.
Existen 15 fragmentos más que se combinan con cordones,
en este caso impresos cardiales, seis de ellos sin más técnicas, uno con colorante blanco y otros ocho que además incorporan impresiones cardiales verticales (dos con colorante
blanco). Un fragmento se asocia con cordón de mamelones y
labio impreso cardial.
Se han contabilizado 78 fragmentos con impresiones cardiales del borde de una concha dentada en posición oblicua
asociados a impresiones cardiales verticales, 41 de ellos ya no
presentan más técnicas, ocho están rellenos de colorante blanco
y uno de colorante rojo. Los 28 ejemplares restantes se combinan con las siguientes técnicas: cinco fragmentos también
presentan impresiones dobles o reflejadas, uno de ellos además
presenta impresiones de natis y otro pasta blanca en su interior;
en 11 ocasiones se combinan con impresiones de natis, tres con
pasta blanca en el interior y uno perforado; tres casos presentan
decoración impresa cardial oblicua, vertical, y arrastre cardial,
uno de ellos además presenta cordón liso; ocho ejemplares se
combinan con cordón impreso cardial, dos de ellos con relleno
de pasta blanca; por último, un único ejemplar presenta además
labio impreso cardial.
En 14 ocasiones se asocian impresiones cardiales con el borde de una concha dentada en posición oblicua con impresiones
cardiales dobles o reflejadas, tres de ellos ya no presentan más
técnicas, cinco contienen pasta blanca en su interior y de los
restantes seis fragmentos se distinguen los siguientes casos: cinco presentan también decoración impresa cardial vertical, uno
además con impresiones de natis y otro con relleno de pasta
blanca; un último ejemplar combina impresiones cardiales oblicuas, verticales y de natis perforado.
Las impresiones cardiales oblicuas se asocian a impresiones de natis en 18 fragmentos. Dos de ellos con natis perforado, el primero además con impresiones cardiales verticales
y el segundo con impresiones dobles o reflejadas y relleno de
pasta blanca. El resto de impresiones de natis están realizadas
sin concha perforada, en cinco ocasiones sin más técnicas (uno
con pasta blanca) y 11 combinadas con impresiones cardiales
95
[page-n-113]
Cuadro 4.11. Relación de fragmentos que presentan decoración impresa cardial con la concha en posición vertical y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21
21+542
21+312+422
221
221+711
223
223+312
223+312+542
223+313
223+313+542
223+321
223+321+522
223+321+542
223+37
223+422+542
223+541
223+542
223+543
223+711
223+713
223+713+542
224+542
224+321+542
23
24
227
312
312+313
312+313+321
312+313+542
312+321
312+321+542
312+322
312+422
312+541
312+542
312+713
313
313+321
313+321+422
313+321+542
313+322
N
1860
962
898
9
2
1
5
1
73
6
2
3
1
3
1
3
2
1
3
12
1
2
4
4
1
2
1
2
1
41
3
1
1
7
3
1
2
1
8
1
15
14
1
10
1
verticales, tres de ellos con pasta blanca rellenando las decoraciones y uno que además presenta impresiones cardiales dobles o reflejadas.
En una ocasión las impresiones oblicuas se combinan con
arrastre cardial. En cinco fragmentos se documenta la presencia
de más impresiones cardiales en el labio. Uno de estos fragmen96
Técnica
313+341+542
313+342+542
313+344+542
313+422
313+542
313+321+713
313+713+542
321
321+422
321+422+542
321+522
321+522+542
321+541
321+542
321+543
321+713
321+713+542
322
322+422
322+422+541
322+541
322+542
322+543
341
341+542
342
344+542
352
352+542
37
37+542
38
411
422
422+542
423+542
522+542
541
542
543
711
713
713+542
713+543
N
1
2
1
3
15
2
3
179
6
3
1
1
1
77
2
1
5
25
2
1
1
9
1
2
3
1
1
1
1
1
1
1
2
50
6
1
2
4
205
3
2
9
3
1
tos presenta pasta blanca en las decoraciones, otro cordón de
mamelones y un tercero con impresiones cardiales del borde de
una concha dentada en posición vertical.
- Impresión cardial doble o reflejada (3.1.3)
Se han contabilizado 256 fragmentos cerámicos que presentan decoración impresa cardial doble o reflejada (fig. 4.24). En
[page-n-114]
Fig. 4.23. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha en posición oblicua.
60 ocasiones aparece como única técnica y en 196 combinada
(cuadro 4.13), de los que 22 se combinan únicamente con relleno de colorante blanco y uno con relleno de colorante blanco y
rojo. Cuatro fragmentos aparecen combinados con cordón impreso cardial e impresiones de concha en posición vertical, uno
de ellos con relleno de pasta blanca.
En 77 ocasiones las impresiones cardiales dobles o reflejadas
aparecen junto con otras verticales, 62 de ellos además presentan
otras técnicas: cuatro con cordones impresos cardiales (uno de
ellos con relleno de pasta blanca); en cinco ocasiones se asocian
con impresiones de concha en posición oblicua, uno con relleno de
pasta blanca y otro con impresiones de natis; otros 28 fragmentos
se combinan con impresiones de natis (uno de ellos perforado), 10
rellenos de pasta blanca resaltando las decoraciones, dos además
presentan impresiones cardiales en el labio y uno arrastre cardial;
tres fragmentos aparecen junto con impresiones de punzón y relleno
de pasta blanca; tres ejemplares con arrastre cardial; 15 presentan
relleno de pasta blanca; tres con labio impreso cardial y relleno de
pasta blanca; un último fragmento que combina estos dos tipos de
impresiones cardiales con otras de tubo y relleno de pasta blanca.
En 14 ocasiones se asocian impresiones cardiales dobles con
oblicuas, tres ya no presentan más técnicas, cinco contienen pasta
blanca en su interior y los restantes seis fragmentos se asocian con
más técnicas del siguiente modo: cinco con decoración impresa
cardial vertical, uno además presenta impresiones de natis y otro
relleno de pasta blanca, un último ejemplar combina impresiones
cardiales oblicuas, verticales y con el natis perforado.
Se han contabilizado 112 fragmentos que combinan impresiones cardiales dobles o reflejadas con impresiones de natis. 15
ejemplares se han realizado con un natis perforado, de los que
97
[page-n-115]
Fig. 4.24. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa cardial doble o reflejada.
seis no se combinan con más técnicas; siete presentan colorante
blanco rellenando las impresiones; uno se combina además con
impresiones de concha en posición vertical; un último con la
concha en posición oblicua y relleno de pasta blanca. De los 97
fragmentos restantes que no presentan natis perforado se describe la siguiente distribución: 41 ya no presentan otras técnicas;
24 están rellenos de colorante blanco en su interior y un fragmento presenta pintura roja cubriente (aguada); 25 se combinan
con impresiones cardiales verticales (10 con incrustaciones de
colorante blaco) de los que uno presenta además arrastre cardial; cinco fragmentos presentan también decoración impresa
cardial en el labio, uno con pasta blanca rellenando las impresiones y otros dos con impresiones cardiales verticales.
Un fragmento combina impresiones cardiales dobles o reflejadas, engobe rojo y pasta blanca en el interior de las decoraciones. Por último, 12 fragmentos se asocian con impresiones cardiales en el labio, 11 de ellos presentan además otras técnicas:
dos fragmentos con impresiones cardiales verticales y natis; tres
con impresiones cardiales verticales y relleno de pasta blanca;
otros tres con natis (uno de ellos relleno de pasta blanca) y, por
último, tres fragmentos presentan digitaciones y relleno de pasta
blanca en el interior (todos pertenecen al vaso 372).
98
Impresión con el natis de una concha dentada (3.2)
Un total de 468 fragmentos presentan impresiones realizadas
con el natis de una concha dentada, 411 con el natis sin perforar
(fig. 4.25) y 57 con el natis perforado (fig. 4.26). Se trata de una
técnica que en la mayoría de ocasiones aparece combinada con
otras. Los fragmentos que únicamente presentan natis son escasos y algunos de pequeño tamaño, que no permite descartar que
pudiesen estar acompañados por otras técnicas. Sin embargo,
en la Cova de la Sarsa los motivos decorativos realizados con
natis son numerosos, con ejemplos de composiciones realizadas
únicamente con esta parte de la concha (fig. 4.25: 10701), o adquiriendo protagonismo y no solo limitando otros motivos (fig.
4.25: 2685 y V.507).
- Con el natis no perforado (3.2.1)
De los 411 fragmentos contabilizados, únicamente 12 aparecen sin combinar (cuadro 4.14). En 10 ocasiones las impresiones
de natis aparecen combinadas con cordones impresos (siete son
cordones impresos cardiales combinados con otras verticales,
de los que uno además presenta impresiones en el labio). Dos
fragmentos combinan impresiones de natis, cordón de mamelones, impresiones cardiales verticales y relleno de pasta blanca.
[page-n-116]
Cuadro 4.12. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial con la concha en posición
oblicua y combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21
21+311+422
221
223
223+311
223+311+542
223+542
311
311+313
311+313+321
311+313+542
311+321
311+321+542
311+322
311+422
311+541
311+542
313
313+322+542
313+542
321
321+542
422
542
713
713+24
713+311
713+542
N
251
79
172
1
1
1
6
6
2
1
41
3
1
1
7
3
1
2
1
8
63
1
5
4
1
1
6
2
1
1
1
Se han contabilizado 324 fragmentos que se asocian a impresiones cardiales con el borde de una concha en posición
vertical. 179 ya no presentan más técnicas decorativas y 80 lo
hacen con el relleno de colorante en el interior de las decoraciones (77 con blanco, uno con rojo y dos con blanco y rojo). Los
65 fragmentos restantes, además de impresiones de natis y del
borde de la concha en posición vertical, presentan las siguientes
asociaciones:
� En siete ocasiones presentan cordón impreso cardial, tres con
relleno de pasta blanca y uno con engobe rojo en la superficie del vaso.
� Un ejemplar se combina con cordones impresos de natis y relleno de pasta blanca.
� 11 con impresiones del borde de una concha en posición
oblicua, uno de ellos también con impresiones dobles o
reflejadas
� En 27 ocasiones se combinan con impresiones dobles o
reflejadas, 10 de ellos además presentan relleno de pasta blanca, dos impresiones cardiales en el labio y uno
arrastre cardial.
Cuadro 4.13. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial doble o reflejada y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
223+311
223+311+542
311
311+312
311+312+321
311+312+542
311+321
311+321+422
311+321+542
311+322
311+342+542
311+341+542
311+344+542
311+422
311+542
312
312+322+542
312+542
321
321+523
321+542
322
322+542
522+542
542
543
713
713+311+321
N
256
60
196
3
1
15
3
1
1
14
1
10
1
2
1
1
3
15
3
1
5
41
1
24
6
7
1
22
1
1
2
713+311+542
713+321
713+321+542
713+391+542
3
2
1
3
Total
Sin combinar
Combinados
� Nueve fragmentos se combinan con arrastre cardial, tres
de ellos además presentan pasta blanca en el interior de
sus decoraciones.
� En dos ocasiones se asocian con engobe rojo en la superficie
del vaso.
� Seis ejemplares aparecen con labios decorados, uno de ellos
con colorante blanco rellenando las impresiones.
En 16 fragmentos se ha documentado la presencia de impresiones con natis y del borde de una concha dentada en posición
oblicua. Cinco ya no presentan más técnicas (excepto uno con
pasta blanca en el interior) y en 11 aparecen combinadas con
impresiones cardiales verticales, tres de ellos con pasta blanca
rellenando las decoraciones y un fragmento que además presenta impresiones cardiales dobles o reflejadas.
Se han contabilizado 97 fragmentos que combinan impresiones de natis con otras cardiales dobles. De ellos 41 ya no presentan otras técnicas y el resto se combina con más decoraciones
99
[page-n-117]
Fig. 4.25. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el natis.
100
[page-n-118]
Fig. 4.26. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el natis perforado.
Cuadro 4.14. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial con el natis y combinaciones
con otras técnicas.
Total
Sin combinar
Combinados
Técnica
223+311
223+311+522
223+311+542
224+311+542
311
311+312
311+312+313
311+312+542
311+313
311+313+422
311+313+542
311+313+713
311+422
311+422+542
311+522
311+522+542
311+541
311+542
311+543
311+713
311+713+542
312
312+542
313
313+523
313+542
713+223
713+313
713+313+542
717
N
411
12
399
3
1
3
2
179
7
1
3
14
1
10
2
6
3
1
1
1
77
2
1
5
4
1
41
1
24
1
2
1
1
del siguiente modo: 24 están rellenos de colorante blanco en su
interior y un fragmento presenta pintura roja cubriente (aguada);
25 se combinan con impresiones cardiales verticales (10 con incrustaciones de colorante blanco) de los que uno además presenta
arrastre cardial; un total de cinco fragmentos presentan además
decoración impresa cardial en el labio, uno con pasta blanca rellenando las impresiones y otros dos con impresiones cardiales
verticales. Por último, señalar un fragmento con impresiones de
natis y labio impreso con instrumento de punta aguzada.
- Con el natis perforado (3.2.2)
Un total de 57 fragmentos presentan impresiones de natis
perforado (fig. 4.26), documentándose un único fragmento sin
combinar. La técnica con la que aparece un mayor número de
veces es la impresión cardial con la concha en posición vertical
(cuadro 4.15), documentándose 41 ejemplares que se describen
del siguiente modo: 25 ya no presentan más técnicas combinadas; 11 presentan relleno de colorante en su interior (nueve con
blanco, uno con rojo y uno con blanco y rojo); en tres ocasiones
se combinan con arrastre cardial, uno relleno con colorante de
pasta blanca; un ejemplar presenta impresiones dobles o reflejados y, por último, un fragmento combina estas dos técnicas con
impresiones cardiales con la concha en posición oblicua.
En 15 ocasiones las impresiones con el natis perforado aparecen junto con impresiones dobles o reflejadas. De ellos, seis
fragmentos ya no presentan más técnicas, ocho presentan colorante blanco y, el último, impresiones cardiales con la concha
en posición oblicua.
Impresiones con el borde de una concha no dentada (3.3)
Se han contabilizado 15 fragmentos decorados con impresiones de concha no dentada pertenecientes como mínimo a cinco
vasos (fig. 4.27). Únicamente un fragmento combina esta técnica con otra, concretamente con impresiones de instrumento
101
[page-n-119]
Cuadro 4.15. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial con el natis perforado y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
311
311+313
311+312
311+422
311+422+541
311+541
311+542
311+543
312+313+542
313
313+542
N
57
1
56
25
1
1
2
1
1
9
1
1
6
7
de punta única aguzada en posición oblicua (fig. 4.27: V.443).
Se trata de un ejemplar en el que la decoración principal no
está realizada con esta técnica, utilizando la concha sólo en el
acabado de las largas impresiones realizadas con instrumento
apuntado, cuestión que genera cierta incertidumbre a la hora
de su clasificación. En el resto de los casos, la decoración
aparece sin asociarse con otras técnicas formando motivos
pivotantes (rocker).
Impresión de instrumento de punta única roma (3.4)
Un total de 101 fragmentos presentan impresiones realizadas
con instrumento de punta única roma, 62 con el instrumento
en posición vertical, 33 con el instrumento en posición oblicua,
uno con arrastre e impresiones y cinco realizadas con instrumento hueco o de tubo (fig. 4.28).
- Impresión simple vertical (3.4.1)
Se han contabilizado 62 fragmentos decorados con este tipo
de impresiones (cuadro 4.16), de los que 60 aparecen combinados con otras técnicas decorativas (fig. 4.29). Con la que más
veces se asocia es con la impresión de gradina, contabilizándose
35 ejemplares de los que 17 presentan relleno de pasta blanca y
un ejemplar incisiones. En 15 ocasiones más aparece combinada con incisiones, adoptando la siguiente distribución: seis de
forma única; cinco combinadas con impresiones de instrumento
de punta aguzada en posición oblicua; un fragmento presenta
pasta blanca en su interior y, finalmente, tres fragmentos presentan pintura cubriente aguada. En seis fragmentos se asocia
con impresiones cardiales con borde en posición vertical, de los
que cuatro presentan además pasta blanca en su interior (uno de
estos fragmentos también combina impresiones cardiales dobles
o reflejadas). Dos fragmentos presentan labio inciso y cordón
impreso. En una ocasión aparece asociado con el peinado y, en
otra, aparece asociada con relleno de pasta blanca.
- Impresión simple oblicua (3.4.2)
Se han contabilizado 33 fragmentos decorados con impresiones realizadas con instrumento de punta única roma en posición
oblicua, 25 de ellos combinados con otras técnicas decorativas
(cuadro 4.17). La impresión de gradina es la técnica con la que
se asocia en un mayor número de ocasiones, contabilizándose
10 ejemplares, de los que cinco ya no presentan más técnicas,
cuatro contienen relleno de pasta blanca y uno incisiones simples. Ocho fragmentos se combinan con incisiones, de los cuales
cinco ya no presentan más técnicas, uno está relleno con pasta
Fig. 4.27. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha no dentada.
102
[page-n-120]
Fig. 4.28. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de instrumento de punta única.
Cuadro 4.16. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con instrumento de punta única
roma en posición vertical y combinaciones con
otras técnicas.
Total
Sin combinar
Combinados
Técnica
227+72
311
311+313+542
311+542
352+411
37
37+411
37+542
411
411+352
411+523
411+542
421
542
N
62
2
60
2
2
1
3
2
17
1
17
6
3
3
1
1
1
blanca, otro se combina con engobe rojo e impresión y arrastre,
y un último con impresiones de gradina. En seis ocasiones se
combina con impresiones cardiales con el borde de una concha
dentada, en dos presentan además impresiones reflejadas y relleno de pasta blanca. Finalmente un fragmento se combina con
esgrafiado y otro con cordón inciso.
- Impresión y arrastre (3.4.3)
Únicamente un ejemplar (V.387) presenta decoración impresa con instrumento de punta roma y arrastre. Se trata de un
fragmento que combina este tipo de impresiones con otras de instrumento de punta única oblicua, incisiones de sección en V, labio
inciso, engobe de color rojo y relleno de pasta blanca. Aparece
representado en la figura dedicada a pinturas cubrientes.
- Impresión de instrumento hueco o de tubo (3.4.4)
Cinco fragmentos presentan decoración impresa de tubo,
dos de ellos ya no se combinan con más técnicas (fig. 4.28:
V.491) y tres lo hacen con impresiones cardiales realizadas
con el borde de una concha dentada en posición vertical y
relleno de pasta blanca, uno también doble o reflejada. Estas
103
[page-n-121]
Fig. 4.29. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de instrumento de punta única, combinada con otras técnicas.
104
[page-n-122]
Cuadro 4.17. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con instrumento de punta única
roma en posición oblicua y combinaciones con
otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
23
311
311+313+542
343+411+522
37
37+411
37+542
411
411+542
413
N
33
8
25
1
4
2
1
5
1
4
5
1
1
decoraciones asociadas a impresiones cardiales podrían realizarse también utilizando un natis con una perforación más
ancha de lo habitual.
Cuadro 4.18. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con instrumento de punta única
afilada en posición vertical y combinaciones con
otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
311
311+542
33
37
37+391+542
37+542
341+411
411
411+541
411+542
411+541+61
411+61
711
717+542
72
N
91
17
74
1
1
1
7
1
6
4
34
3
8
2
1
1
3
1
Impresión de instrumento acabado en punta aguzada (3.5)
Se han inventariado 94 fragmentos cerámicos impresos con instrumento de punta única aguzada (figs. 4.28 y 4.29). En tres ocasiones se ha determinado que el instrumento estaba en posición
vertical y en 91 en posición oblicua.
- Impresión simple vertical (3.5.1)
Únicamente tres fragmentos presentan esta técnica decorativa. En dos ocasiones se combinan con la técnica del esgrafiado
(fig. 4.29: V.95) y en otra con incisiones.
- Impresión simple oblicua (3.5.2)
Se han contabilizado 91 fragmentos con impresión simple
oblicua, de los que 74 aparecen combinados con otras técnicas
(cuadro 4.18):
� En dos ocasiones con impresiones cardiales realizadas con el
borde de una concha dentada. Uno de estos fragmentos posee además relleno de pasta blanca en su interior.
� Un individuo se combina con impresiones de concha no dentada, fragmento que genera algunas dudas, como se ha explicado en el apartado referente a esta última técnica.
� Existen 14 fragmentos que se combinan con impresiones
de gradina, siete de ellos con incrustaciones de pasta
blanca en el interior, presentando también digitaciones
uno de los fragmentos.
� La incisión es la técnica con la que se combina un mayor
número de veces, contabilizándose 51 fragmentos que se
distribuyen del siguiente modo: 34 no presentan más técnicas; tres relleno de pasta roja; 10 relleno de colorante
blanco; cuatro se combinan con impresiones simples realizados con objeto de punta única roma en posición vertical; tres fragmentos con la excisión, dos de ellos rellenos
de pasta blanca, y finalmente tres fragmentos aparecen
combinados con labios impresos o incisos.
Impresión de instrumento de punta doble (3.6)
Se han documentado nueve fragmentos decorados con impresiones de instrumento de punta doble, siete de ellos sin combinar y dos combinados. Los fragmentos que se combinan con
otras técnicas lo hacen con cordón impreso cardial en una ocasión (fig. 4.28: V.501), y con cordón inciso y relleno de colorante blanco en otra.
Impresión de instrumento de punta múltiple (gradina) (3.7)
Un total de 216 fragmentos presentan decoración impresa de
gradina (fig. 4.30 y 4.31), de los que 128 se combinan con otras
técnicas, tres lo hacen únicamente con relleno de colorante rojo
y 36 con blanco (cuadro 4.19). En el resto de ejemplares adoptan la siguiente distribución:
- Se combina en cinco ocasiones con cordones, dos cardiales, dos de gradina y uno de mamelones.
- Cuatro fragmentos se asocian con impresiones cardiales realizadas con el borde de una concha en posición vertical,
de los que dos presentan además cordones impresos cardiales y uno relleno con pasta blanca (fig. 4.31: V.246).
- En dos ocasiones aparece junto con impresiones realizadas
con el natis de una concha, uno de ellos con relleno de
pasta blanca (fig. 4.30: 10274).
- 36 fragmentos aparecen combinados con impresiones de
instrumento de punta única roma, 17 de ellos rellenos
de pasta blanca y uno inciso.
- 10 fragmentos se combinan con impresiones de instrumento realizado con punta única roma en posición oblicua,
cuatro rellenos de pasta blanca y uno con incisiones.
- En 14 ocasiones se combina con impresiones realizadas
con instrumento de punta afilada en posición oblicua,
siete de ellos rellenos de colorante blanco y uno de ellos
con digitaciones.
105
[page-n-123]
Fig. 4.30. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de instrumento (gradina).
106
[page-n-124]
Fig. 4.31. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de gradina combinada con otras técnicas.
107
[page-n-125]
Cuadro 4.19. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con gradina y combinaciones
con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
223+311
229
24
311
311+542
321
321+542
341
341+542
341+411
342
342+411
342+542
352
352+542
352+391+542
411
411+542
421
521+542
523
541
542
711
713+542
719
719+542
N
216
89
127
2
2
1
1
1
1
1
18
17
1
5
1
4
7
6
1
4
3
3
1
3
3
36
1
1
1
2
- Nueve fragmentos impresos con gradina aparecen junto con incisiones, tres rellenos de pasta blanca y dos con impresiones
de punzón romo.
- Tres fragmentos aparecen peinados (fig. 4.30: 13995).
- Un fragmento relleno de colorante blanco presenta además
baño a la almagra y otros tres superficie aguada.
- Finalmente, en cinco ocasiones aparece junto con labios impresos: tres de gradina, uno cardial y otro de instrumento
de punta única.
Impresión de instrumento de punta plana alargada (espátula) (3.8)
Únicamente se han documentado cinco fragmentos decorados
con este tipo de instrumento. Tres de ellos aparecen combinados, uno con impresiones cardiales de concha en posición vertical (fig. 4.19: V.179), otro con incisiones y el tercero relleno de
colorante rojo y blanco.
Digitación (3.9)
Un total de 14 fragmentos presentan decoración impresa digitada simple (fig. 4.28: 14638 y V.194), no documentándose
ningún fragmento pellizcado. 13 de ellos se combinan con otras
técnicas del siguiente modo: en ocho ocasiones con cordones
108
impresos, uno de ellos además con labio impreso, si bien cabe
señalar que finalmente siete podrían pertenecer al mismo vaso;
cuatro fragmentos están decorados con impresiones cardiales
con la concha en posición vertical rellenadas de pasta blanca y
con labio impreso cardial, todos pertenecientes al mismo vaso y,
finalmente, un fragmento con digitaciones, impresiones de gradina e impresiones de instrumento de punta única en posición
oblicua rellenadas de colorante blanco.
Decoración incisa
Se han registrado un total de 469 fragmentos cerámicos decorados
con la técnica de la incisión en su concepción más general, 232
con instrumento no dentado y 237 con instrumento dentado, repartidos del siguiente modo: 204 son incisiones simples de sección
en V, siete acanalados, 21 esgrafiados, 146 peinados, 87 arrastre
cardial y cuatro están realizadas con instrumento de dos puntas.
De instrumento no dentado (4.1)
De los 232 fragmentos incisos con instrumento de punta única
(fig. 4.32), 113 se combinan con otras técnicas, destacando que
acanalados y esgrafiados no suelen aparecer junto a otras.
- Incisión: sección en V (4.1.1)
Se han contabilizado 204 fragmentos incisos, de los que 108
están combinados con otras técnicas decorativas (cuadro 4.20):
� En 15 ocasiones aparecen asociados a cordones, dos lisos, nue-
ve impresos de instrumento simple, uno pellizcado, otro con
impresiones de instrumento de punta única aguzada y dos
de mamelones.
� En dos ocasiones se combina con impresiones cardiales realizadas con una concha en posición vertical (fig. 4.32: 1245).
� Un total de 15 fragmentos se asocian con impresiones
de instrumento de punta única roma en posición vertical (uno con colorante blanco en el interior de las
decoraciones), de los que cuatro presentan además impresiones de instrumento afilado en posición oblicua,
uno de ellos con impresiones de gradina y tres con la
superficie aguada.
� Ocho fragmentos aparecen asociados a impresiones de
punzón romo en posición oblicua (uno con relleno de
colorante blanco), otro además presenta impresiones
de gradina y un último con impresión y arrastre, y
engobe rojo.
� En una única ocasión las incisiones y las impresiones realizadas con instrumento de punta única afilada en posición vertical aparecen juntas sin combinarse con más
técnicas. En cambio, las realizadas con este mismo instrumento en posición oblicua alcanzan los 48 ejemplares, de los que 34 ya no presentan más técnicas decorativas. De los 14 fragmentos que presentan más técnicas
asociadas, la mayoría lo hace con relleno de colorante
en su interior, documentándose también cuatro fragmentos con impresiones de instrumento de punta única roma
en posición vertical y otros tres con excisiones.
� En nueve ocasiones la incisión se combina con impresiones de
gradina (fig. 4.30: V.297). Tres además presentan relleno de
colorante blanco y otros dos impresiones de instrumento de
punta única en posición vertical en un caso, y en posición
[page-n-126]
Fig. 4.32. Selección de fragmentos que presentan decoración incisa o acanalada.
109
[page-n-127]
oblicua en el otro. Un fragmento inciso presenta impresiones de espátula, cinco peinado, cinco más engobe en su superficie y uno excisiones.
Cuadro 4.20. Relación de fragmentos que presentan
decoración incisa y combinaciones con otras
técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21
221
221+711
221+542+717
221+542+72
221+72
222
227
23
23+72
311
341
341+352
341+523
341+542
341+37
342
342+37
342+343+522
342+542
351
352
352+541
352+542
352+541+61
352+61
37
37+542
38
421
421+717
542
62
N
204
96
108
2
4
2
1
1
1
1
1
1
1
2
6
4
3
1
1
5
1
1
1
1
34
3
8
2
1
4
3
1
4
1
5
1
- Acanalado (4.1.2)
Siete fragmentos presentan decoración acanalada (fig. 4.32:
V.303 y V.16; 3775, 12275 y 3729), de los que únicamente uno
se combina con impresiones en el labio, realizadas con instrumento de punta única roma.
- Esgrafiado (4.1.3)
Se han contabilizado 21 fragmentos esgrafiados (fig. 4.33),
cuatro aparecen combinados con más técnicas decorativas. En
una ocasión se ha documentado junto con un cordón impreso
con instrumento de punta única, en otras dos con impresiones
de instrumento de punta afilada única en posición vertical y,
un último fragmento, combinando esgrafiado con impresiones
realizadas con un instrumento de punta única roma en posición
oblícua.
De instrumento dentado (4.2)
Se han contabilizado 237 fragmentos incisos con instrumento
de punta múltiple, 101 se combinan con otras técnicas, destacando las pocas combinaciones que ofrecen los fragmentos con
superficie peinada.
- Peinado (4.2.1)
De los 146 fragmentos con la superficie peinada, únicamente 19 presentan otras técnicas decorativas (fig. 4.34). Los cordones lisos son la técnica con la que más se asocian con ocho
individuos contabilizados, seguidos por seis ejemplares con incisiones de sección en V (uno de ellos con labio impreso), tres
con gradinas, un fragmento con cordón de mamelones y otro
con impresiones de punzón romo en posición vertical.
- Arrastre cardial (4.2.2)
Un total de 86 fragmentos presentan arrastre cardial (fig.
4.35). La mayoría aparecen combinados con otras técnicas decorativas (cuadro 4.21), siendo las impresiones con el borde
de una concha dentada las mayoritarias con 76 asociaciones,
50 de las cuales ya no presentan más técnicas y seis están rellenos de pasta blanca. El resto de fragmentos se distribuye
de la siguiente forma: uno se combina con apliques seriados;
Fig. 4.33. Selección de fragmentos que presentan decoración esgrafiada.
110
[page-n-128]
Fig. 4.34. Selección de fragmentos que presentan decoración peinada.
111
[page-n-129]
Fig. 4.35. Selección de fragmentos que presentan arrastre cardial.
Cuadro 4.21. Relación de fragmentos que presentan
arrastre cardial y combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
14+311
21+311+312
223+311+542
311
311+312
311+313
311+313+321
311+321
311+321+542
311+322
311+322+541
311+542
312
313+322
542
NR
86
6
80
1
1
1
50
2
3
1
6
3
1
1
6
1
1
2
otro con cordón liso e impresiones cardiales oblicuas; uno con
cordones impresos cardiales y relleno de pasta blanca; dos con
impresiones de concha en posición oblicua; cuatro con impresiones cardiales dobles, de los que uno presenta además
impresiones de natis y, por último, 11 fragmentos que presentan arrastre cardial, impresiones cardiales verticales y de natis,
tres de ellos con colorante blanco y dos con el natis perforado
(uno con colorante rojo en su interior).
Finalmente, un fragmento presenta arrastre cardial e impresiones cardiales oblicuas, otros dos relleno de colorante blanco
y un último impresiones cardiales dobles y de natis perforado.
112
- De dos o tres puntas (4.2.3)
Se han contabilizado cuatro fragmentos decorados con instrumentos de dos o tres puntas. En tres de ellos no se documentan
más técnicas decorativas y en el resto se asocia con impresiones
cadiales del borde de una concha dentada en posición vertical y
colorante blanco rellenando las decoraciones. En alguno de los
casos expuestos no se descarta que estemos frente a la técnica del
arrastre cardial con una concha rota u orientada lateralmente, de
tal forma que solo se utilizan 2 ó 3 de sus pliegues.
Pintura y engobe
En la Cova de la Sarsa se han documentado tanto fragmentos
cerámicos pintados parcialmente como sometidos a un baño de
colorante en toda su superficie. En otros casos el colorante aparece rellenando el negativo de las decoraciones.
Pintura no cubriente (5.1)
Únicamente nueve fragmentos presentan pintura no cubriente,
tres de color rojo (fig. 4.36: V.478 y V.486) y seis de color negro
(fig. 4.36: 13442).
- Pintura no cubriente de color rojo (5.1.1)
Tres fragmentos presentan decoración pintada no cubriente
de color rojo, sin combinarse ninguno de ellos con otras técnicas.
- Pintura no cubriente de color negro (5.1.2)
Se han diferenciado seis fragmentos con restos de pintura negra en su superficie (fig. 4.36: V.524). Son fragmentos
en algunos casos dudosos, cuyos motivos no siempre se diferencian con claridad. Un único ejemplar se combina con un
cordón liso.
Pintura cubriente (5.2)
Se han contabilizado 26 fragmentos con pintura cubriente de
color rojo, tres con tratamiento a la almagra, 10 con engobe y
13 a la aguada.
[page-n-130]
Fig. 4.36. Selección de fragmentos que presentan pintura.
- Pintura cubriente a la almagra (5.2.1)
Únicamente tres fragmentos presentan superficies con tratamiento a la almagra. Uno de ellos no ha podido ser revisado
de forma directa por no haberse podido localizar. Se trata de un
fragmento con cordón liso publicado por Asquerino como almagra (Asquerino et al., 1998: fig. 19). En los otros dos casos, uno
ya no se combina con más técnicas y el otro ejemplar aparece
junto con impresiones de gradina y relleno de pasta blanca (fig.
4.36: V.386).
- Pintura cubriente-engobe (5.2.2)
Un total de 10 fragmentos presentan engobe rojo. Excepto
uno, todos se combinan con otras técnicas del siguiente modo:
en un caso junto con cordones lisos; un fragmento combina engobe con impresiones cardiales dobles y relleno de pintura blanca (fig. 4.36: V.510); otro se combina con impresiones cardiales
con la concha en posición vertical e impresiones de natis (fig.
4.36: V.472); en un fragmento aparece junto con impresiones
cardiales del borde, del natis y sobre un cordón; un fragmento
presenta decoración de instrumento de punta única roma mediante impresión y arrastre, incisiones y relleno de pintura blanca en la decoración (fig. 4.36: V.387) y, finalmente, tres fragmentos pertenecientes a un mismo vaso que también presentan
impresiones cardiales con la concha en posición vertical, uno de
ellos también con natis.
- Pintura cubriente-aguada (5.2.3)
De los 13 fragmentos con la superficie aguada, ocho están
combinados con otras técnicas del siguiente modo: tres con impresiones de gradina (fig. 4.36: 10434 y V.445); uno con impre-
siones cardiales verticales y labio impreso cardial; otro impreso
cardial doble (fig. 4.36: 13996) y tres fragmentos inciso-impresos pertenecientes a un mismo vaso (fig. 4.36: V.306).
Relleno en la decoración (5.4)
Esta técnica constituye una de las más importantes de la colección de la cueva con 577 fragmentos, siendo especialmente significativo el elevado porcentaje de las que utilizan el
color blanco.
- Relleno de pasta roja (5.4.1)
Se han identificado 21 fragmentos que presentan colorante
rojo rellenando la decoración (fig. 4.37: 10867, 2892, 3402 y
5984). En las impresiones cardiales verticales es donde se documenta más veces con un total de 14 ejemplares, de los que
tres presentan además cordón impreso cardial, uno impresiones
cardiales oblicuas, dos impresiones de natis (uno perforado) y
un último fragmento impresiones de natis perforado y arrastre
cardial. Cuatro ejemplares impresos con instrumento de punta
única aguzada y otros tres con gradina presentan relleno de colorante rojo.
- Relleno de pasta blanca (5.4.2)
Un total de 543 fragmentos cerámicos presentan colorante
blanco rellenando la decoración (cuadro 4.22). En la mayoría de
ocasiones lo hace sobre impresiones cardiales: con el borde de
la concha en posición vertical (392 ejemplares), oblicua (30),
impresiones cardiales dobles (74), de natis no perforado (106),
perforado (17) o arrastre cardial (12). Las impresiones de gradina ocupan el segundo lugar en representación, contabilizándose
72 fragmentos con relleno de los que sólo 37 ya no presentan
113
[page-n-131]
Fig. 4.37. Selección de fragmentos que presentan colorante rellenando las decoraciones.
más técnicas decorativas. Impresiones de punzón acabado en
punta roma y aguzada quedan también representados con 33 y
20 ejemplares respectivamente, todos excepto uno, combinados
además con más técnicas. Un total de 21 fragmentos incisos presentan colorante blanco rellenando las decoraciones, si bien en
16 de ellos se trata de decoraciones impreso-incisas.
- Combinación de colorante blanco y rojo (5.4.3)
Existen 13 fragmentos que presentan relleno en la decoración
combinando colorante blanco y rojo (fig. 4.37: 14611), de los que
nueve son impresos cardiales con la concha en posición vertical (dos de ellos además con cordón impreso cardial y otros dos
impresos con natis). Un fragmento impreso cardial doble y otro
impreso con espátula presentan este tipo de relleno. Finalmente,
dos fragmentos con labio y cordón impreso con instrumento de
punta única roma, también presentan dicha coloración.
Decoración excisa
Este tipo de decoración apenas está presente en la colección de
la Cova de la Sarsa.
114
Estampado (6.1)
Se han documentado tres fragmentos, todos ellos combinados con
incisiones e impresiones realizadas con instrumento de punta única aguzada en posición oblicua, de los que dos han quedado agrupados en un mismo vaso (figs. 4.29 y 4.38: V.276). Un fragmento
está relleno de colorante blanco y otro de colorante rojo.
Pseudoexcisión (6.2)
El único fragmento decorado con esta técnica aparece combinado con incisiones (fig. 4.38: V.476).
Decoración en los labios
Labios impresos (7.1)
Entre los 124 fragmentos con labio impreso, se han documentado cinco tipos diferentes, siendo los impresos cardiales los
más numerosos.
- Impresión digitada simple (7.1.1)
Se han contabilizado 45 fragmentos con labio impreso de
este tipo, 32 de los cuales se combinan con otras técnicas, sien-
[page-n-132]
Cuadro 4.22. Relación de fragmentos que presentan colorante blanco rellenando las decoraciones y combinaciones
con otras técnicas.
Total
Sin combinar
Combinados
Técnica
14+311+344
21+311
21+36
221+411+717
221+411+72
223+311+312
223+311+313
223+311+321
223+311+422
223+311
223+311+713
223+312
223+542
23+36
226
311
224+311
224+311+321
311+312+313
311+312+321
311+312+344
311+312
311+313+321
311+313+341
311+313+342
311+313+344
311+311+313
311+313+713
311+321+422
311+321+522
311+321
311+321+713
311+322
N
543
0
543
1
2
1
1
1
2
1
3
1
12
4
1
3
1
1
205
1
2
1
3
1
8
10
1
2
1
15
3
3
1
77
5
9
Técnica
311+341
311+344
311+352
311+37
311+422
311+423
311+522
311+713
312
312+313+322
312+313
312+321
312+713
313
313+322
313+522
313+321+713
313+391+713
341
341+37
341+411
341
342+37
342+411
352+37+391
352+37
352+411
352+411
352+717
37
37+411
37+521
37+713
37+719
411
422
N
3
1
1
1
6
1
2
3
6
1
5
1
1
22
7
1
1
3
1
17
1
1
4
1
1
6
8
1
3
36
3
1
1
2
5
2
tical, otro junto a impresiones de gradina y un último ejemplar
combinado con impresiones de instrumento de punta única aguzada orientado de forma oblicua.
- De borde de concha dentada (7.1.3)
Fig. 4.38. Selección de fragmentos que presentan decoración excisa.
do los cordones impresos simples o digitados la asociación más
común con 20 ejemplares, de los que dos además presentan incisiones y otro impresiones cardiales con la concha en posición
vertical. Cinco fragmentos aparecen junto con cordones incisos,
uno con un cordón liso, dos con cordón impreso cardial y otro
junto a un cordón pellizcado. Por último, un ejemplar aparece
junto con impresiones cardiales con la concha en posición ver-
De los 59 fragmentos con labio impreso cardial únicamente
cinco aparecen sin combinarse con otras técnicas. La decoración
con la que más veces se asocia es la impresión cardial con el borde de una concha dentada, contabilizándose 37 ejemplares, de los
cuales 10 no presentan más técnicas decorativas y el resto aparecen
combinados del siguiente modo: en tres ocasiones están rellenos de
pasta blanca; diez se combinan con impresiones de natis, nueve de
ellos rellenos de colorante blanco; en siete ocasiones con cordón
impreso cardial, dos de ellos con relleno de colorante blanco; un
fragmento presenta decoración impresa con la concha en posición
oblicua; cuatro aparecen junto con impresiones dobles rellenadas
de colorante blanco, dos de estos fragmentos además presentan impresiones de natis; en una ocasión se combina con cordón impreso
cardial, presentando las decoraciones relleno de colorante blanco y,
por último, un ejemplar presenta superficie aguada.
115
[page-n-133]
Tres fragmentos se combinan con impresiones cardiales con
la concha en posición oblicua, uno de ellos relleno de pasta blanca. Otros tres se combinan con impresiones dobles, dos de ellos
con relleno de colorante blanco. En tres fragmentos se documenta
la asociación de labios impresos cardiales y cordones cardiales
sin más técnicas, mientras que un cuarto fragmento presenta además impresiones de natis. Un ejemplar se combina con impresiones cardiales oblicuas y cordón de mamelones. Cuatro aparecen
junto con impresiones cardiales con la concha en posición oblicua
rellenas de pasta blanca y digitaciones. En una ocasión se combina con impresiones de gradina con relleno de colorante blanco.
- Instrumento de punta única roma (7.1.6.)
Siete fragmentos presentan impresiones de punta roma en
posición vertical en el labio, ninguno de ellos con arrastre. Seis
se combinan con otras técnicas: cinco con cordones impresos
con este mismo instrumento (dos rellenos de colorante rojo y
blanco) y un fragmento con acanaladuras.
- Instrumento de punta única aguzada (7.1.7)
Los 10 fragmentos impresos con esta técnica aparecen combinados con otras del siguiente modo: en una ocasión con cordón impreso simple; en otra con cordón impreso con punzón de
punta afilada; un fragmento con impresiones de natis no per-
116
forado; otro con cordón inciso y superficie peinada; otro con
cordón impreso simple, incisiones y relleno de pasta blanca; en
tres ocasiones con impresiones realizadas con un instrumento
de punta aguzada en posición oblicua relleno de colorante blanco y un último fragmento combina incisiones y peinado.
- Instrumento de punta múltiple (7.1.9)
Tres fragmentos presentan labio impreso con gradina, todos
combinados con impresiones de gradina en el resto del vaso, dos
de ellos con relleno de colorante blanco.
Labios incisos (7.2.)
De los 17 fragmentos que presentan labio inciso, cuatro no presentan más decoraciones y el resto se combina del siguiente
modo: en cinco fragmentos aparece junto con cordones incisos,
uno de ellos presenta incisiones en el resto del vaso; además
de este fragmento inciso existen dos más asociados a cordones
impresos con instrumento de punta única (uno relleno con pasta
blanca); un ejemplar combina cordón impreso con instrumento de punta aguzada con impresiones de instrumento de punta
roma en el resto del vaso; dos fragmentos presentan únicamente
cordón impreso simple; otro fragmento presenta cordones de
mamelones y, por último, un ejemplar con impresiones de instrumento de punta única aguzada en posición oblicua.
[page-n-134]
5
Los vasos diferenciados de la Cova de la Sarsa
Se ha establecido un número mínimo de vasos cerámicos realizados a mano de 525. A esta cifra se ha llegado siguiendo
criterios de diferenciación formal en los que la posibilidad de
establecer la tipología de cada fragmento ha constituido la cualidad más importante. La segunda variable en importancia es
la decoración, especialmente las más singulares. La tercera es
la tecnología. Entre los criterios restrictivos aplicados hemos
de señalar que no se ha considerado como vaso diferenciado
ningún fragmento que no supere los 3 cm² de tamaño, ni ejemplares informes (decorados o no) que han generado dudas sobre
su posible pertenencia a un vaso ya diferenciado. Como únicas
excepciones, los fragmentos que poseen asa pitorro, clasificables tipológicamente por ellos mismos, y los que su decoración
representa un motivo antropomorfo.
Los datos se presentan agrupados en función de la técnica
decorativa esencial asignada, siguiendo la estructura analítica propuesta en el apartado de metodología. En primer lugar
se expondrá la tipología del conjunto (se incluye la volumetría), en segundo la organización de la decoración (apartado
que se centra en los grupos compositivos y temáticos) y, por
último, la tecnología. En el Apéndice II se adjunta una tabla en la que quedan reflejados los campos reconocidos para
cada vaso, utilizando para definir sus características la misma
serie de valores numéricos que han sido expuestas en el apartado de metodología.
TIPOLOGÍA
Una primera visión general del conjunto de la vajilla muestra
que la Clase C es la que mejor representación alcanza, con un
53% del total (cuadro 5.1). Entre los vasos de esta clase, los más
numerosos son los que presentan decoración esencial impresa
cardial, con un 38%, seguidos de los cordones lisos (15%), los
vasos que carecen de decoración (13%) y los que presentan cor-
dones impresos (10%). Del resto de vasos, destacar la buena
presencia de los que poseen cordón de mamelones, impresiones
de gradina, los inciso-impresos y los incisos.
El segundo lugar lo ocupa la Clase B con un 23%. Los vasos
impresos cardiales también adquieren los mayores porcentajes,
con un 56% del total. Los que carecen de decoración (18%), los
que poseen cordón liso (12%), los impresos de gradina (7%)
y los incisos (2%), están presentes de forma significativa. Los
vasos a los que se les ha asignado otra técnica esencial presentan
porcentajes testimoniales.
Los fragmentos que han adquirido la categoría de vaso y no
han podido ser clasificados en ninguno de los grupos tipológicos
(Clase F) representan el 14%, todos ellos decorados.
La Clase D ocupa el 8%, siendo los vasos que no presentan decoración los más numerosos. Están bien representados los decorados
con impresiones cardiales y de gradina, ligados a botellitas, toneletes
y microvasos. La Clase A es la menos numerosa, contabilizándose
únicamente nueve individuos, ninguno de ellos decorado.
Vasos con decoración impresa cardial
Se han diferenciado 212 vasos cuya decoración esencial está realizada con impresiones cardiales (cuadro 5.2), de los que 184 han
podido ser clasificados en algún grupo tipológico. El 37% (68
ejemplares) pertenece a la Clase B, y la gran mayoría son cuencos de perfil sencillo del Grupo 6 (fig. 5.1 y 5.2). Buena parte de
estos cuencos son de forma cerrada (B.6.II), aunque también se
han identificado formas abiertas (B.6.I). Sólo cinco ejemplares
han quedado clasificados fuera de este grupo, uno como cuenco
de perfil compuesto sin carena de forma bicónica (B.7.II) y cuatro como cuencos de perfil en “S” sin carena (B.8.II).
Los vasos de Clase C con decoración esencial impresa
cardial alcanzan la máxima representación de toda la colección de la Cova de la Sarsa, con 106 ejemplares, que suponen
el 58% de los vasos cardiales clasificados en algún grupo y el
117
[page-n-135]
Cuadro 5.1. Número de vasos en los que ha podido asignarse su clase tipológica en relación con la decoración esencial que presentan.
Clase A
N
Clase B
Clase C
Clase D
%
N
%
N
%
N
Clase F
%
N
Total
%
Total
%
Cardial
–
–
68
56
106
38
10
23
28
37
212
40,4
Gradina
–
–
8
7
14
5
6
14
17
23
45
8,6
Inciso-impresa
–
–
2
2
10
4
–
–
6
8
18
3,4
Otras impres.
–
–
0
0
5
2
1
2
7
9
13
2,5
Incisa
–
–
3
2
9
3
–
–
5
7
17
3,2
Esgrafiada
–
–
–
–
–
–
–
–
3
4
3
0,6
Excisa
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
1
0,2
Peinada
–
–
–
–
5
2
–
–
5
7
10
1,9
Pastillaje
–
–
–
–
1
0,4
–
–
1
1
2
0,4
Pintada
–
–
–
–
–
–
–
–
3
4
3
0,6
Almagra
–
–
1
1
1
0,4
–
–
–
–
2
0,4
Cord. impreso
–
–
–
–
29
10
–
–
–
–
29
5,5
Cord. de mamel.
–
–
1
1
20
7
–
–
–
–
21
4,0
Cord. liso
–
–
15
12
41
15
1
2
–
–
57
10,9
Lisa
9
100
22
18
36
13
25
58
–
–
92
17,5
Total
9
2
121
23
277
53
43
8
75
14
525
100
Peinada Cord. imp. Cord. mam. Cord. liso
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
Otros
N (%)
Lisos
N (%)
Total
N (%)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5 (1,7)
–
–
–
–
–
–
–
–
3
3
1
2
–
2 (1,6)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
1
1
2 (0,7)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
9 (100)
22 (18)
21
7
7
–
–
–
14
14
–
–
–
–
–
1
1
–
36 (13)
4
–
2
2
7
1
5
1
8
7
1
6
9 (2)
121 (27)
113
26
22
2
0
2
87
78
1
1
7
1
1
7
5
1
277 (61)
6
1
3
2
29
9
16
2
77
59
12
46
Cuadro 5.2. Clasificación tipológica de los vasos diferenciados en relación con su técnica decorativa esencial.
Cardial Gradina Inc.-imp. Otras impr. Incisa
N (%) N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
Clase A
Clase B
Grupo 6
B.6.I
–
–
68 (56) 8 (6,5)
63
8
11
2
B.6.I.a
9
2
B.6.I.c
1
–
B.6.I.d
–
–
B.6.I.f
1
–
B.6.II
52
6
B.6.II.a
44
5
B.6.II.c
–
1
B.6.II.d
1
–
B.6.II.f
7
–
Grupo 7
1
–
B.7.II
1
–
Grupo 8
4
–
B.8.II
4
–
B.8.III
–
–
Clase C
106 (38) 14 (5)
Grupo 10
2
–
C.10.I.a
1
–
C.10.III.a
1
–
C.10.III.b
–
–
Grupo 11
9
1
C.11.I
1
–
C.11.II
6
1
C.11.III
1
–
Grupo 12
30
8
C.12.I
24
8
C.12.I.a
8
1
C.12.I.b
15
7
–
2 (1,6)
2
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
–
–
–
–
–
10 (3,6)
–
–
–
–
1
–
1
–
7
7
–
7
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5 (1,7)
–
–
–
–
1
1
–
–
1
–
–
–
–
3 (2,4)
3
2
1
1
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
9 (3,2)
–
–
–
–
1
–
1
–
3
2
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
29 (10)
–
–
–
–
2
–
1
–
4
3
1
2
–
1 (0,8)
1
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
20 (7)
–
–
–
–
3
2
1
–
2
1
–
1
–
15 (12)
15
4
3
–
–
1
11
11
–
–
–
–
–
–
–
–
41 (15)
–
–
–
–
4
4
–
–
11
4
–
4
[page-n-136]
Cuadro
5.2.
Clasificación
tipológica de los vasos diferenciados en relación con su técnica decorativa esencial.
Cuadro
5.2.
Continuación.
Cardial Gradina Inc.-imp. Otras impr. Incisa
N (%) N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
C.12.II
C.12.II.a
C.12.II.b
C.12.II.c
Grupo 13
C.13.I
C.13.I.a
C.13.I.b
C.13.II
C.13.III
C.13.III.a
C.13.III.b
Grupo 14
C.14.I
C.14.II
C.14.III
C.14.III.a
C.14.III.b
C.14.IV
C.14.V
Grupo 15
C.15.I
C.15.II
C.15.III
C.15.III.a
C.15.III.b
Clase D
Grupo 16
Grupo 17
D.17.I.
D.17.II
D.17.III
Grupo 18
Grupo 19
D.19.III
D.19.IV
Total clasificados
Clase F
Total
Otros
N (%)
Lisos
N (%)
Total
N (%)
6
2
3
1
44
34
28
6
–
10
7
3
16
9
5
1
–
1
1
–
5
–
–
5
1
1
10 (23)
6
–
–
–
–
1
3
1
2
184
28
–
–
–
–
4
3
1
2
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
1
6 (14)
6
–
–
–
–
–
–
–
–
28
17
–
–
–
–
2
2
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
12
6
1
–
1
–
1
1
–
1
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1 (2,3)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
6
7
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
2
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
12
5
–
–
–
–
1
1
1
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
5
1
–
1
–
4
2
2
–
–
2
2
–
17
8
6
2
2
–
–
1
2
–
1
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
29
0
1
–
1
–
1
1
–
–
–
–
–
–
7
2
–
4
4
2
1
–
7
1
1
5
2
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
21
0
7
4
2
1
3
1
1
–
1
1
–
1
14
7
3
3
2
1
–
1
9
3
–
6
4
2
1 (2,3)
1
–
–
–
–
–
–
–
–
57
0
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
1
–
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
7
1
–
1
–
8
7
5
2
–
1
1
–
9
7
–
1
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
25 (58)
1
18
7
2
9
6
–
–
–
92
0
18
6
10
2
69
52
40
11
1
16
12
4
71
36
15
11
9
5
4
3
25
4
2
18
8
7
43 (9,5)
14
18
7
2
9
7
3
1
2
451
75
212
45
18
13
17
10
29
21
57
11
92
525
23% del total de los vasos a los que se les ha podido asignar
el Grupo. Se han identificado individuos de los Grupos 10,
11, 12, 13, 14 y 15, constituyendo el de las ollas globulares
simples (C.13.I.a) el más numeroso, con 28 individuos (fig.
5.3 y 5.4). Tras este grupo se sitúa el de los cántaros, con
predominio de los de tamaño medio o C.12.I (fig. 5.5). Los
contenedores de tamaño medio (C.14) y los de mayor cubicaje clasificados como Grupo 15, representan casi un 20% en
conjunto. Nueve ejemplares han quedado clasificados como
cubiletes del Grupo 11, completándose el conjunto de vasos
de la Clase C con decoración impresa cardial con un jarra y
un pico vertedor del Grupo 10.
Se han clasificado 10 vasos dentro de la Clase D, entre los
que se diferencian seis botellitas (D.16), un microvaso (D.18),
un vaso geminado (D.19.III) y dos toneletes (D.19.IV). Señalar
que el microvaso (vaso 360) podría ser un vaso geminado.
119
Peinada Cord. imp. Cord. mam. Cord. liso
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
Vasos con decoración impresa de gradina
De los 45 vasos que presentan como decoración esencial impresiones de gradina, 17 han quedado clasificados dentro de la Clase
F. Los pertenecientes a la Clase B representan el 28%, todos encuadrados dentro del grupo de los cuencos (fig. 5.6), dos de ellos
de perfil abierto (B.6.I) y seis de perfil cerrado (B.6.II).
Los vasos de Clase C representan el 50%, siendo los cántaros de tamaño medio el grupo más numeroso. Cuatro individuos han quedado clasificados como ollas, tres de perfil sencillo
(C.13.I) y una de borde diferenciado (C.13.II). Un ejemplar se
sitúa en el grupo de las orzas y tinajas (Grupo 15) y otro en
el de los cubiletes (Grupo 11). Por último, seis recipientes han
quedado clasificados dentro del grupo de las botellitas (D.16),
algunos de ellos con evidencias de haber contenido colorante
rojo en su interior.
119
[page-n-137]
Fig. 5.1. Cuencos sencillos de perfil abierto (Grupo 6) con decoración impresa cardial. Los vasos 165 y 335 pertenecen al Grupo 8.
120
[page-n-138]
Fig. 5.2. Cuencos sencillos de perfil cerrado del Grupo 6 con decoración impresa cardial.
121
[page-n-139]
Fig. 5.3. Ollas globulares con decoración impresa cardial (C.13.I).
122
[page-n-140]
Fig. 5.4. Ollas con el borde diferenciado (C.13.III) decoradas con impresiones cardiales. Los vasos 23 y 27 son ollas globulares (C.13.I).
123
[page-n-141]
Fig. 5.5. Cántaros del Grupo 12 decorados con impresiones cardiales.
124
[page-n-142]
Fig. 5.6. Cuencos y ollas decorados con impresiones de gradina (96, 207, 429 y 445) e inciso-impresos (276, 304, y 359).
125
[page-n-143]
Vasos con decoración inciso-impresa
Seis de los 18 vasos inciso-impresos no han podido clasificarse
en ningún grupo, quedando encuadrados en la Clase F, mientras que el resto se reparten entre las Clases C y B, quedando
ausentes las Clases A y D. La Clase B está representada por dos
ejemplares (15%), ambos clasificados como cuencos de perfil
sencillo y forma cerrada. La Clase C acumula la casi totalidad
de los vasos inventariados, con 10 ejemplares, siete de ellos
clasificados como cántaros de tamaño medio (C.12.I). El resto
han sido clasificados dentro del grupo de las ollas (C.13.I.a), a
excepción de un cubilete (C.11).
Vasos con otras decoraciones impresas
Se han identificado 13 vasos impresos con instrumento que no finaliza con punta múltiple (conchas o gradinas), siete de ellos dentro de la Clase F. Cinco vasos pertenecen a la Clase C, clasificados
del siguiente modo: uno en el Grupo 11, uno como cántaro de gran
tamaño (C.12.II.b), otro como olla globular parabólica (C.13.I.b) y
dos contenedores, uno de tamaño medio (Grupo 14) y otro de gran
tamaño (Grupo 15). Finalmente, un ejemplar ha sido clasificado
dentro de la Clase D. Al no conservar su borde no ha podido determinarse si estamos frente a una botellita o un microvaso.
Vasos con decoración incisa
De los 17 vasos incisos, cinco han quedado clasificados en la
Clase F, no documentándose ningún ejemplar de la Clase A, ni
de la Clase D. Tres pertenecen al Grupo 6 de la Clase B, dos
de perfil abierto y uno cerrado. La Clase C es nuevamente la
que mejor porcentaje alcanza, con el 75% de los vasos clasificados. Los contenedores medios son los más numerosos con cinco
ejemplares, de los que se ha establecido el tipo en cuatro casos:
dos abiertos (C.14.I) y otros dos ovoides (C.14.IV). Los cántaros ocupan el segundo lugar, contabilizándose tres unidades: un
gran cántaro (C.12.II) y otros dos de tamaño medio (C.12.I).
Vasos con decoración peinada
Se han diferenciado 10 vasos cuya decoración esencial es peinada, cinco pertenecientes a la Clase F y otros cinco a la Clase
C (fig. 5.7). Se organizan del siguiente modo: tres cántaros de
tamaño medio (C.12.I), una olla globular simple (C.13.I.a) y un
contenedor de forma cerrada (C.14.II). Además de estos vasos,
otros dos ejemplares han podido ser clasificados como un cántaro y un cuenco de perfil abierto, si bien quedan contabilizados en
los recuentos de los vasos con decoración esencial incisa, pues
son casos en los que las decoraciones aparecen combinadas.
Vasos con decoración impresa en los cordones
Se han clasificado 29 vasos cuya decoración esencial asignada
es la de cordones impresos, todos dentro de la Clase C, destacando la elevada presencia de contenedores de tamaño medio del Grupo 14 (fig. 5.8). Los contenedores medios de forma
abierta (C.14.I) son los más numerosos, con ocho ejemplares,
seguidos de los que presentan perfil cerrado, con seis (C.14.II),
dos con el borde diferenciado (C.14.III) y otro de perfil troncocónico invertido (C.14.V). También se han clasificado dos contenedores de gran tamaño pertenecientes al Grupo 15.
126
Cuatro ejemplares han quedado clasificados como cántaros, tres de tamaño medio (C.12.I) y uno grande (C.12.II).
De las cuatro ollas diferenciadas (C.13), dos son globulares
simples y otras dos con el borde diferenciado. El conjunto se
completa con dos cubiletes del Grupo 11, uno de perfil cerrado
y el otro indeterminado.
Vasos con cordones realizados con mamelones
Se han clasificado 21 vasos, todos de la Clase C, excepto un
cuenco de perfil sencillo (B.6.II). Los contenedores medios y
grandes son los más numerosos, especialmente las orzas y tinajas
del Grupo 15, que en este tipo de vasos alcanzan un porcentaje
del 29% entre todas las formas clasificadas, siendo los de borde
diferenciado los más numerosos. Entre los contenedores medios,
nuevamente, los que presentan borde diferenciado (C.14.III) alcanzan mejores porcentajes, documentándose también dos ejemplares de forma abierta y perfil sencillo (C.14.I).
El grupo de los cubiletes o cuencos pequeños presenta tres
vasos. Dos ejemplares han quedado encuadrados en el grupo de
los cántaros, uno de tamaño medio y otro grande. Finalmente,
una olla se adscribe al Grupo 13.
La predilección por la realización de grandes contenedores
utilizando este tipo de elemento de prensión se confirma con los
otros cuatro vasos que presentan este tipo de cordones, combinados esta vez con impresiones cardiales (tres ejemplares: dos
contenedores y un cántaro grande) y de gradina (un ejemplar
clasificado como orza), que aparecen en los recuentos de este
tipo de impresión.
Vasos con cordones lisos
Todos los vasos diferenciados que presentan cordón liso y no
se combinan con más técnicas han podido ser clasificados tipológicamente. Todas las clases están representadas, a excepción
de la Clase A. La Clase B ocupa el 25% del porcentaje, con 15
cuencos de perfil sencillo, siendo los cerrados los más numerosos (fig. 5.9).
Nuevamente son los vasos de la Clase C los que mejor
representación alcanzan, con un 70%, destacando los contenedores de tamaño medio (fig. 5.10) y grande (fig. 5.11),
sumando entre ambos 23 ejemplares, que suponen el 40% de
todos los vasos clasificados cuya decoración esencial es de
cordones lisos. Los contenedores medios son los más numerosos, con buena representación de orzas y tinajas de borde
diferenciado (C.15.III).
Los cántaros del Grupo 12 son numerosos, con mayor presencia de los de gran tamaño o Tipo II. Las ollas y los cuencos
pequeños o cubiletes son los otros dos grupos presentes dentro
de esta clase, con tres y cuatro ejemplares respectivamente. Por
último, señalar que un ejemplar ha quedado clasificado como una
botellita del Grupo 16 de la Clase D.
Otros vasos decorados
Algunos tipos de decoraciones esenciales han quedado representadas en escaso número. En el cuadro donde se muestran
los recuentos de la clasificación tipológica (cuadro 5.2) quedan
contabilizados en el apartado “otros”, diferenciándose los siguientes ejemplares:
[page-n-144]
Fig. 5.7. Vasos con teoría de mamelones (294), almagra (489), excisión (476), aguada (477) y peinado (46, 84 y 349).
127
[page-n-145]
Fig. 5.8. Contenedores con cordones impresos. Todos excepto el vaso 272 (Grupo 15) pertenecen al Grupo 14.
128
[page-n-146]
Fig. 5.9. Vasos con cordón liso del Grupo 6.
129
[page-n-147]
Fig. 5.10. Vasos con cordón liso del Grupo 14.
130
[page-n-148]
Fig. 5.11. Vasos con cordón liso del Grupo 15.
131
[page-n-149]
- Tres vasos esgrafiados encuadrados en la Clase F.
- Un individuo con decoración excisa que ha sido clasificado
como cuenco de perfil compuesto de borde diferenciado perteneciente al Grupo 8 de la Clase B. Posiblemente tipo III.
- Dos vasos decorados con la técnica del patillaje, uno de la Clase
F y otro de la Clase C (fig. 5.7: V.294), que responde a un contenedor con el borde saliente (C.14.III.b).
- Tres vasos con pintura no cubriente pertenecientes a la Clase F.
- Dos vasos con decoración esencial a la almagra, uno de la Clase
B (B.8.II) y otro del grupo de las ollas (C.13.III.a). Además de
estos dos vasos, existen otros ejemplares con almagra, engobe
o aguada, que se combinan con otras técnicas y que aparecen
contabilizados en otros apartados. Se trata de un cántaro que
además presenta impresiones de gradina, un cuenco cardial, un
cubilete inciso-impreso y una olla con impresiones cardiales.
Vasos sin decoración
Se han diferenciado 92 vasos cerámicos sin decoración. Son los
únicos tipos de recipiente que presentan ejemplares de la Clase
A (fig. 5.12), que representan el 10% de los vasos lisos y el 2%
del total de los casos en los que ha podido determinarse el grupo
tipológico. Los tipos diferenciados de esta Clase A no están reflejados en el cuadro referente a la tipología (cuadro 5.2), por ser
minoritarios. Se trata de cinco escudillas de perfil sencillo abierto
(A.2.I.a), de una cazuela de perfil cerrado (A.2.II.a), dos fuentes
de perfil sencillo (A.4.I.a) y otra carenada con paredes cóncavas
y convexas (A.5.I.b).
A excepción de un ejemplar de perfil en “S” (B.8.II), en la
Clase B únicamente encontramos cuencos simples del Grupo 6
(fig. 5.13), constituyendo los de perfil cerrado el tipo más numeroso, con 14 ejemplares.
La Clase C es la más numerosa, con 36 ejemplares. Los
contenedores del Grupo 14 ocupan el primer lugar, siendo los
de perfil abierto los más repetidos (fig. 5.14). Cántaros (fig.
5.15) y ollas (fig. 5.16), con ocho ejemplares cada uno, ocupan
el segundo lugar. Entre los cántaros, son los de tamaño medio
los mayoritarios. Entre las ollas, las simples están mejor representadas. Los cubiletes del Grupo 11 alcanzan un número final
de siete ejemplares (fig. 5.17), destacando la buena presencia
de los que presentan perfil cerrado. Cuatro vasos del Grupo 10
presentan asa pitorro, dos de ellos con asa pitorro de apéndice
(C.10.III.a) y otros dos de puente (C.10.III.b)
La Clase D, con 25 ejemplares, ocupa el segundo lugar en
representación tras la Clase C, constituyendo el 58% de todos
los vasos de la Cova de la Sarsa pertenecientes a esta clase (fig.
5.18). Cucharas y cucharones concentran la gran mayoría de los
ejemplares, siete de ellos con mango (D.17.I); dos con asa plana
de tipo cazoleta (D.17.II); siete asociadas a un asa de cinta: tres
horizontales (D.17.III.a) y cuatro verticales (D.17.III.b); finalmente, dos ejemplares con asa sobre-elevada (D.17.IV). Una
botellita (D.18) y seis microvasos completan el conjunto de vasos lisos perteneciente a la Clase D.
las escudillas del Grupo 2 ofrecen volúmenes que van entre los
0,25 y los 4 litros, mientras que las fuentes de perfil sencillo del
Grupo 4 se sitúan entre los 4 y los 10 litros.
Los volúmenes obtenidos en los grandes vasos del Grupo
15 y del Tipo 12.II proporcionan las capacidades más elevadas.
Entre los cántaros medios (C.12.I.) encontramos ejemplares de
diferente volumetría, con algún vaso que no supera los 30 cm
de altura, pero cuya capacidad se sitúa entre los 10 y los 25 litros. Las pocas jarras y picos vertedores (vasos con asa pitorro)
presentan volúmenes entre 2 y 4 litros, mientras que los cuencos
pequeños o cubiletes del Grupo 11 no superan los 1,3 litros.
Casi la totalidad de microvasos, cucharones y botellitas presentan capacidades inferiores a 0,25 litros.
Sólo los Grupos 6, 13 y 14 ofrecen cierta variabilidad (cuadro
5.3). En el Grupo 6 es donde se observa de forma más evidente,
con vasos cuyo volumen es inferior a un litro (dos ejemplares) y
otros que superan los 10 litros (tres vasos), aunque la gran mayoría presentan capacidades de entre 1 y 10 litros. Es una cuestión
a considerar en el análisis del conjunto de las producciones del
Neolítico antiguo, pues estas capacidades podrían estar ligadas a
algún tipo de decoración, como se observa con los contenedores
medios. Aunque los vasos del Grupo 14 también presentan cierta
variabilidad, existe una evidente asociación entre la utilización
de cordones y vasos de mayor tamaño, en detrimento de los impresos e incisos, cuestión que en el caso de las orzas y tinajas
del Grupo 15 es todavía más visible pues, de los 25 ejemplares
clasificados en este grupo, cinco son impresos cardiales (dos de
ellos con la decoración localizada únicamente en el labio y no el
cuerpo), uno está impreso con gradina y otro con digitaciones,
presentando el resto decoración esencial de cordones. Entre los
cántaros pequeños, no se observa relación entre el uso de técnicas decorativas plásticas y el aumento de la capacidad.
Las ollas del Grupo 13 presentan una tendencia muy similar a la de los cuencos. La mayoría de los ejemplares están
decorados con impresiones cardiales y presentan diversidad en
sus volumetrías, con mayoría de los que presentan entre 2 y 9
litros, aunque se documentan ejemplares con capacidades superiores a un litro y otros que superan los 10 litros.
ORGANIZACIÓN DE LA DECORACIÓN
Entre las diferentes posibilidades analíticas que ofrece este
campo de estudio, hemos centrado nuestra atención en las que
se refieren a los grupos compositivos y a los grupos temáticos,
por considerar que son los que mejores resultados ofrecen para
una visión de conjunto, al mismo tiempo que permiten mayores posibilidades comparativas con colecciones similares. Pero
para llegar a este nivel de análisis, primero se han realizado los
pasos analíticos previos, descomponiendo las decoraciones en
elementos, motivos simples y motivos complejos, describiendo
las reglas de traslación y adición, hasta llegar a establecer las
composiciones diferenciadas en las decoraciones cerámicas de
la Cova de la Sarsa.
Volumetría
Grupos compositivos
Existe un buen número de vasos en los que ha sido posible calcular su volumen, que al ponerlo en relación con la tipología
ha ofrecido los siguientes resultados (fig. 5.19). En la Clase A,
La organización de los grupos compositivos identificados en la
Cova de la Sarsa se ha realizado según su técnica decorativa
esencial y aplicando la propuesta descrita en el apartado de me-
132
[page-n-150]
Fig. 5.12.Vasos pertenecientes a la Clase A. Escudillas de perfil sencillo abierto (A.2.I.a: V.109, 211, 321 y 322); cazuela de perfil cerrado
(A.2.II.a: V.402); fuentes de perfil sencillo (A.4.I.a: V.83 y 210) y fuente carenada con paredes cóncavas y convexas (A.5.I.b: V.77).
133
[page-n-151]
Fig. 5.13.Vasos sin decoración pertenecientes al Grupo 6. El vaso 309 pertenece al Grupo 8.
134
[page-n-152]
Fig. 5.14. Contenedores sin decoración pertenecientes al Grupo 14.
Fig. 5.15. Cántaros sin decoración pertenecientes al Grupo 12.
135
135
[page-n-153]
Fig. 5.16. Ollas globulares del Tipo I. El vaso 328 pertenece al Tipo III.
136
[page-n-154]
Fig. 5.17. Vasos sin decoración pertenecientes a los Grupos 10 (V.250 y 399) y 11 de la Clase C.
todología. Las composiciones consideradas son las plasmadas
en vasos cuya decoración esencial es la impresión cardial, de
gradina, impresa, incisa e inciso-impresa, técnicas que aglutinan la mayor parte de las decoraciones no plásticas del Neolítico
antiguo. Un total de 303 composiciones pueden clasificarse en
alguno de los grupos compositivos descritos (cuadro 5.4). Las
decoraciones plásticas no han sido tomadas en consideración en
este apartado. Tampoco se incluyen las composiciones en el labio, ni los vasos cuyas decoraciones esenciales asignadas son el
peinado, la almagra, la excisión, pastillaje, pintura no cubriente
y esgrafiado, en algunos casos porque su tamaño no permite la
correcta identificación de las composiciones, como ocurre con
los ejemplares esgrafiados, y en otros porque no es posible identificar los motivos que forman las composiciones.
Grupos compositivos en cerámica impresa cardial
Los grupos compositivos que engloban a las bandas son los más
numerosos (figs. 5.20 y 5.21). Suelen aparecer en la parte superior del vaso, bajo el borde. Este hecho, provoca una visión algo
distorsionada del conjunto, con una representación mayor de la
real, pues el criterio establecido para aislar vasos penaliza a los
grupos compositivos que se ubican en la parte central del vaso,
ya que no aparecen contabilizados de forma tan precisa. Dentro
de estas líneas y bandas se han diferenciado varios grupos.
Las bandas no delimitadas (A) se han documentado en 14
vasos, asociadas a diferentes formas, entre las que destacan los
contenedores del Grupo 14. Aparecen en la parte superior del
vaso, ocupando un espacio muy limitado, bajo el borde. Acompañan a otras composiciones que ocupan el resto del cuerpo
formando mosaicos, seriaciones de bandas limitadas o figuras
geométricas. Algunas de estas composiciones se asocian con
cordones, y en cuatro vasos aparecen de forma única.
Las bandas limitadas (B) representan el grupo compositivo más numeroso, documentándose en 61 vasos. También se
han identificado integradas en otras composiciones que forman guirnaldas y frisos, no contabilizadas en este apartado. Se
asocian a un elevado número de formas, si bien se concentran
en cuencos y ollas. En los cántaros aparecen seriados en su
cuello, precediendo a frisos o guirnaldas ubicados en la parte central del vaso. Las composiciones más comunes son las
conocidas como “escaleriformes simples”, bandas con un trazo corto reflejado horizontalmente y limitado por líneas (fig.
137
[page-n-155]
Fig. 5.18. Vasos sin decoración pertenecientes a la Clase D.
138
[page-n-156]
Fig. 5.19. Grupos tipológicos en relación con su cubicaje calculado en litros: (1) hasta 0,25 l; (2) de 0,25 a 0,5
l; (3) de 0,5 a 1 l; (4) de 1 a 2 l; (5) de
2 a 4 l; (6) de 4 a 10 l; (7) de 10 a 25 l;
(8) más de 25 l.
5.20: 8, 9 y 10). Destacar la presencia de bandas limitadas
formadas por la combinación de líneas y puntos realizados con
impresiones de natis.
Los frisos simples con líneas (C) son un grupo compositivo similar. En la mayoría de ocasiones aparecen en la parte
superior del vaso, bajo el borde, previamente al desarrollo de
las decoraciones del vaso. Se documentan principalmente en
cántaros y ollas.
Las bandas complejas (E) se han documentado en 12 de los
vasos diferenciados. La mayoría aparecen en cuencos del Grupo
6, seguidos de ollas, cántaros y un único contenedor del Grupo 14.
Están formadas por una banda limitada a la que se adhieren más
motivos. La mayoría de estas composiciones están realizadas con
el borde y con el natis de una concha dentada.
Se han documentado composiciones impresas cardiales del
grupo de las líneas (F) en 15 vasos. La gran mayoría se sitúan
bajo el borde del vaso. Aparecen en ollas y cuencos, aunque
destaca la asociación de este tipo de composiciones con cubiletes del Grupo 11, botellitas y microvasos.
De los 13 vasos en los que aparecen composiciones del grupo de los mosaicos (G), ocho lo hacen en contenedores, y es
probable que los dos vasos de la Clase F también lo sean. Se han
documentado igualmente en ollas y en un cuenco; este último
con una composición específica bajo el asa, mientras que en los
contenedores ocupan toda la superficie del vaso.
Las líneas verticales (H) aparecen en cuencos, ollas, cubiletes y botellitas. En los vasos más pequeños ocupan toda la
superficie, mientras que en ollas y cuencos pueden aparecer
acompañando a motivos horizontales, sobre las asas, incluso
cubriendo todo el vaso.
El grupo de composiciones figurativas es muy reducido y no
se ha identificado ninguna completa. Aparecen en cinco vasos,
de los que nos ocuparemos de forma más detenida en próximos capítulos, al igual que de las composiciones figurativas (M)
constatadas en un par de vasos. Uno de los grupos compositivos
más numerosos es el de los festones (L), documentados en 20
vasos, en su mayoría de forma globular, pertenecientes al Grupo
6 y al Grupo 13, más numeroso. Son composiciones que poseen
rasgos particulares, no repitiéndose la misma composición en
diferentes vasos. Pese a ello, mantienen una estructura similar,
donde es común la asociación de trazos cortos o largos con puntos que limitan la parte superior o inferior de la composición.
El grupo compositivo de los ángulos (P) también alcanza
buena representación, con 16 vasos contabilizados. Se asocian
en mayor porcentaje a cántaros y ollas, documentándose también en cuencos. Pueden aparecer de forma aislada, sobre o bajo
las asas, o cubriendo casi toda la superficie decorativa del vaso.
En algunos casos añaden combinaciones con el elemento punto
realizado con impresiones de natis.
Los 14 vasos con decoraciones del grupo compositivo de las
guirnaldas (Q) se asocian principalmente a formas globulares de
los Grupos 6 y 13 de la tipología definida, destacando también la
aparición en cubiletes y cántaros. Cada composición en guirnalda presenta características particulares. Sin embargo, mantienen
una estructura común: una banda horizontal generalmente limitada, desde la que se descuelgan motivos en forma de media luna
que ocupan la mayor parte del espacio compositivo del vaso.
Los ramiformes y asimilables se han identificado de forma
casi exclusiva en ollas y cuencos. Es algo similar a lo que ocurre con las metopas, en la mayoría de las ocasiones asociadas a
vasos globulares, preferentemente cuencos, aunque también a
ollas y en alguna ocasión a cubiletes.
Grupos compositivos en cerámica impresa de gradina
No se han documentado composiciones impresas de gradina
pertenecientes a los grupos de las bandas no delimitadas (A),
mosaicos (G) ni figuras geométricas (M). Entre el resto, aunque
la variedad es menor que para el cardial, se ha identificado un
amplio conjunto de composiciones (fig. 5.22).
Cinco vasos presentan composiciones de la familia de bandas delimitadas (B), cuatro de ellos son botellitas y el quinto
una olla. Sólo un vaso presenta composiciones del grupo de los
frisos simples con líneas (C), situada bajo el labio de un cuenco
de perfil sencillo. Dos ejemplares presentan bandas complejas
(E), uno correspondiente a un vaso de la Clase F y otro a un
cántaro del Grupo 12.
139
[page-n-157]
Cuadro 5.3. Tipos de volumen diferenciados en relación con el grupo tipológico y su técnica decorativa esencial: (1) hasta 0,25 l; (2) de
0,25 a 0,5 l; (3) de 0,5 a 1 l; (4) de 1 a 2 l; (5) de 2 a 4 l; (6) de 4 a 10 l; (7) de 10 a 25 l; (8) más de 25 l.
Cuencos (G.6)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Incisa
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Cubiletes (G.11)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Otras impresiones
Incisa
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Cántaros pequeños (G.12.I)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Incisa
Peinada
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Ollas (G.13)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Otras impresiones
Almagra
Peinada
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Contenedores medios (G.14)
Cardial
Otras impresiones
Incisa
Pastillaje
Peinada
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
140
Tipo 2 (%)
Tipo 3 (%)
Tipo 4 (%)
Tipo 5 (%)
Tipo 6 (%)
Tipo 7 (%)
Tipo 8 (%)
Total
–
–
–
–
–
–
–
–
5 (25)
1
–
–
–
–
1
–
2
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2 (2)
–
–
–
–
–
1
1
16 (64)
6
1
–
1
1
–
3
1
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
30 (29)
15
2
2
1
–
4
6
4 (16)
1
–
1
–
–
–
–
1
1
1 (2,5)
–
–
–
–
–
–
–
–
1
12 (18)
9
–
–
–
–
–
–
–
2
1
8 (13)
1
–
–
–
–
–
1
3
3
28 (27)
16
2
–
1
1
2
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
11 (30)
7
1
2
–
–
–
–
–
1
24 (36)
16
1
–
1
1
–
2
1
–
2
17 (28)
3
1
1
1
–
5
1
2
3
40 (38)
26
3
–
..
–
8
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
16 (42)
5
4
3
–
–
–
–
3
–
23 (34)
13
3
2
–
–
–
2
–
–
3
26 (43)
5
–
2
–
1
8
2
6
2
3 (3)
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
10 (26)
2
–
2
1
1
1
1
1
1
8 (12)
6
–
–
–
–
1
–
–
–
1
9 (15)
1
–
1
–
–
3
2
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
103
60
7
2
2
1
15
16
25
8
1
1
1
1
1
3
4
5
38
14
5
7
1
1
1
1
4
3
67
44
4
2
1
1
1
4
1
2
7
60
10
1
4
1
1
16
6
13
8
[page-n-158]
Cuadro 5.4. Composiciones decorativas asignadas a cada grupo compositivo en relación con el grupo tipológico y su técnica decorativa esencial:
(A) bandas no delimitadas/frisos; (B) bandas delimitadas; (C) frisos simples con líneas; (E) bandas complejas; (F) líneas; (G) mosaicos; (H)
líneas y bandas verticales; (L) festones; (P) ángulos; (Q) Guirnaldas; (R) ramiformes; (S) zigzagueantes verticales; (Y) metopas.
Cuencos (B.6)
A
B
C
E
F
G
H
L
P
Q
R
S
Y
Total
5
24
6
5
11
1
2
5
5
4
4
3
3
78
Cardial
4
23
4
5
4
1
2
5
3
4
3
3
3
64
Gradina
–
–
1
–
6
–
–
–
2
–
1
–
–
10
Inciso-impresa
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
2
Incisa
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
–
2
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
4
–
2
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
4
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
2
1
–
3
1
2
1
1
3
1
–
1
17
Cardial
–
1
1
–
3
–
1
1
–
2
1
–
1
11
Gradina
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
2
Inciso-impresa
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
2
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
3
11
5
5
8
–
3
2
9
3
–
–
2
51
Cardial
2
11
5
3
1
–
–
2
4
2
–
–
–
30
Gradina
–
–
–
1
5
–
3
–
2
1
–
–
1
13
Inciso-impresa
–
–
–
1
2
–
–
–
3
–
–
–
1
7
Incisa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Ollas (C.13)
3
15
5
3
4
2
3
9
6
4
6
2
3
65
Cardial
2
14
5
3
3
2
2
9
4
3
5
1
1
54
Gradina
–
1
–
–
1
–
1
–
1
1
1
1
1
8
2
Cuencos (B.7)
Cardial
Cuencos (B.8)
Cardial
Jarr. y pic. vert. (C.10)
Cardial
Cubiletes (C.11)
Cántaros (C.12)
Inciso-impresa
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
5
3
1
1
–
11
–
–
–
1
1
–
–
23
Cardial
4
3
1
1
–
7
–
–
–
1
–
–
–
17
Otras impresiones
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
Contened. (C.14)
1
–
–
–
–
3
–
–
–
–
1
–
–
5
Orzas (C.15)
–
–
–
–
1
2
1
–
–
–
–
–
–
4
Cardial
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
Gradina
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
2
Otras impresiones
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
19
Botellitas (D.16)
–
6
–
–
4
–
3
2
3
–
1
–
–
Cardial
–
2
–
–
2
–
2
2
1
–
–
–
–
9
Gradina
–
4
–
–
2
–
1
–
2
–
1
–
–
10
–
–
–
–
2
–
–
–
1
–
–
–
–
3
–
–
–
–
2
–
–
–
1
–
–
–
–
3
1
1
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
1
5
1
1
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
1
5
Clase F
–
4
2
2
3
7
1
4
4
1
1
–
1
30
Total
19
68
21
16
36
24
15
24
29
18
15
5
11
301
Microvasos (D.18)
Cardial
Diversos (D. 19)
Cardial
141
[page-n-159]
Fig. 5.20. Composiciones cardiales de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos: A. Bandas no delimitadas /frisos; B.
Bandas delimitadas; C. Frisos simples con líneas; E. Bandas complejas; F. Líneas; G. Mosaicos; H. Líneas y bandas verticales. Los
números a la derecha de algunas composiciones (en rojo) indican el número de veces que se repite en diferentes vasos.
142
[page-n-160]
Fig. 5.21. Composiciones cardiales de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos: L. Festones; P. Ángulos; Q. Guirnaldas;
R. Ramiformes y asimilables; S. Zigzagueantes; Y. Metopas. Los números a la derecha de algunas composiciones (en rojo) indican el
número de veces que se repite en diferentes vasos.
143
[page-n-161]
Fig. 5.22. Composiciones impresas con gradina de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos: B. Bandas delimitadas;
C. Frisos simples con líneas; E. Bandas complejas; F. Líneas; H. Líneas y bandas verticales; K. Figurativas; L. Festones; P. Ángulos;
Q. Guirnaldas; R. Ramiformes y asimilables; S. Zigzagueantes; Y. Metopas. Los números a la derecha de algunas composiciones (en rojo)
indican el número de veces que se repite en diferentes vasos.
144
[page-n-162]
El grupo compositivo de las líneas (F) es el más numeroso,
documentándose en 15 vasos, seis de ellos cuencos, cinco cántaros, dos botellitas, una olla y un gran contenedor. Las líneas
verticales se constatan en siete vasos, de los que tres son cántaros, uno un cuenco pequeño del Grupo 11, una olla, un gran
contenedor y una botellita. Aunque nos ocuparemos de los motivos figurativos en próximos capítulos, señalar que los únicos
vasos con impresiones de gradina y composiciones figurativas
son botellitas.
Cinco ejemplares presentan composiciones del grupo de los
festones. Todos pertenecen a la Clase F, siendo difícil reconstruir la totalidad de la decoración. En cambio, el grupo compositivo de los ángulos (P) sí está bien representado, apareciendo
en 11 vasos con impresiones de gradina. No existe una clara predilección por una forma específica, documentándose dos ejemplares del Grupo 12, dos cuencos del Grupo 6, dos botellitas del
Grupo 16, una olla, un cubilete del Grupo 11 y dos ejemplares
pertenecientes a la Clase F.
Tres vasos presentan composiciones del grupo de las guirnaldas: uno es de la Clase F, otro un cántaro del Grupo 12 y el
tercero una olla del Grupo 13. Se han diferenciado composiciones del grupo de los ramiformes y asimilables en tres vasos:
un cuenco, una olla y una botellita, aunque cabe destacar que
las composiciones están incompletas. Sólo un vaso, clasificado
como una olla, presenta composiciones zigzagueantes verticales
(S). Por último, se han identificado tres composiciones del grupo de las metopas (Y), representados en un vaso de la Clase F,
un cántaro y una olla.
Grupos compositivos en el resto de cerámica impresa
Nueve vasos con decoración impresa no cardial ni de gradina
presentan composiciones definidas (fig. 5.23). Siete de ellas
responden a mosaicos, cinco en vasos de Clase F, una en un
contenedor del Grupo 14 y otra en un contenedor del Grupo 15.
A diferencia del resto, que presentan un trazo corto curvo, esta
última está realizada con el elemento punto. Dos composiciones
pertenecen al grupo temático de las bandas no delimitadas, una
localizada en una olla y otra en un cubilete del Grupo 11.
Grupos compositivos en cerámica inciso-impresa
Doce vasos presentan composiciones plasmadas con motivos
realizados con combinación de incisiones e impresiones (fig.
5.23). Los grupos compositivos más numerosos son los de los
ángulos (P) y las líneas, con cuatro y cinco ejemplares respectivamente. Los ángulos aparecen asociados a cántaros en tres
ocasiones y a una olla. Las líneas aparecen en dos cántaros, un
cuenco y dos vasos de la Clase F.
Las composiciones del grupo de las metopas (Y) ocupan el
segundo lugar con dos ejemplares representados en un cántaro y
una olla. Se ha documentado un ejemplar perteneciente al grupo
compositivo de bandas delimitadas (en un cubilete), otro al de
las bandas complejas (en un cántaro), otro al de las guirnaldas
(en un cubilete) y otro al de las figurativas (Clase F).
Grupos compositivos en cerámica incisa
Nueve vasos presentan composiciones incisas (fig. 5.23), cuatro
de ellas pertenecientes al grupo de los mosaicos (G), tres de
ellas en contenedores y una en un cubilete. Otras tres pertenecen
al grupo de las bandas simples formadas por un ángulo trasladado horizontalmente (un cuenco, una olla y un contenedor).
Aparecen además una composición del grupo de los ramiformes
en un contenedor del Grupo 14, una banda delimitada en un
cuenco y una composición del grupo de los ángulos en un vaso
de la Clase F.
Grupos temáticos
En total, ha podido determinarse el grupo temático de 257 vasos, 18 de ellos pertenecientes a la Clase F. Cabe recordar que
a cada vaso sólo puede asignársele un grupo temático, que en
algún caso podría variar si aparecen más fragmentos cerámicos pertenecientes a vasos ya diferenciados que representen un
cambio significativo en su decoración. Asignado el grupo temático en función de la organización de las composiciones en el
espacio decorativo de cada vaso, se ha puesto en relación con su
tipología y técnica decorativa esencial.
Una primera visión de los resultados de esta comparativa (fig. 5.24) ofrece resultados heterogéneos, asociándose
las temáticas a diferentes tipos de soporte (cuadro 5.5). Esta
variabilidad es especialmente visible en los vasos impresos
cardiales con temáticas formadas por frisos, líneas y bandas.
Sin embargo, es posible establecer algunas consideraciones
generales que nos van acercando hacia la definición de lo que
serían los modelos cerámicos “ideales” o producciones estandarizadas de la Cova de la Sarsa.
Aunque líneas y bandas aparecen en varios tipos de recipiente, se concentran en ollas y cuencos. En los cántaros están
bien representadas, aunque cabe señalar que son recipientes
donde suele conservarse la parte del cuello, en la que se encuentran las bandas, pudiendo presentar otras decoraciones en
su parte central.
La asociación de las metopas con formas globulares es también significativa en los vasos cardiales, aumentando la variedad
de formas que pueden albergar estas decoraciones cuando se trata de impresiones de gradina o cerámicas inciso-impresas. No se
documentan metopas en cerámicas con decoración esencial impresa o incisa. Los mosaicos se asocian mayoritariamente a contenedores y los glifos a ollas y cuencos, presentando más tipos
en vasos con decoración esencial incisa o impresa de gradina.
Entre los cordones impresos y cordones de mamelones, se
observa una tendencia mayoritaria a su asociación con contenedores. En los cordones lisos la variabilidad es sensiblemente
mayor, asociándose a más formas, entre las que cabe destacar la
buena representación de los cuencos de Clase B.
Líneas y bandas
Un total de 28 vasos pertenecen al grupo de líneas y bandas, 16
asociados a decoraciones impresas cardiales, cinco a impresas
de gradina, cuatro a incisas y otros cuatro a inciso-impresas
(fig. 5.25).
Entre los 16 ejemplares con decoración impresa cardial, cinco presentan composición única y 11 listado. Las composiciones
únicas aparecen en vasos de diferente tipología: un ejemplo en un
cuenco, otro en un cántaro, un tercero en una olla, el cuarto en un
contenedor de tamaño medio y un último ejemplo en un vaso geminado del Grupo 19. En lo que se refiere a los cántaros, la temática final podría ser otra, pues no disponemos de la parte central del vaso.
Los vasos cuya temática es el listado se asocian principalmente a
formas globulares del Grupo 6 (siete ejemplares) o del Grupo 13
(dos ejemplares). Los otros dos ejemplares son cántaros.
145
[page-n-163]
Fig. 5.23. Composiciones de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos. (A) Impresas de instrumento: (1-2) bandas no
delimitadas y (3-4) mosaicos. (B) Inciso-impresas: (1) bandas complejas, (2-6) líneas, (7-11) ángulos, (12) guirnaldas y (13-14) metopas.
(C) Incisas: (1) bandas no delimitadas (2) bandas delimitadas, (3-4) mosaicos, (5) ángulos y (6) ramiformes. Los números a la derecha de
algunas composiciones (en rojo) indican el número de veces que se repite en diferentes vasos.
146
[page-n-164]
Fig. 5.24. Número de vasos en los que se ha determinado el grupo temático en relación con el grupo tipológico y la técnica
decorativa esencial.
147
[page-n-165]
Cuadro 5.5. Grupos temáticos diferenciados en relación con el grupo tipológico y la técnica decorativa esencial.
1. Bandas
Cuencos (B.6)
2. Mosaicos
3. Glifos
4. Frisos
1.1
1.2
2.1
2.2
2.3
3.1
3.2
3.3
5. Metopas
4.1 4.2.1 4.2.2 4.2.3 4.3
6. Apliques
5.1
5.2
6.1
6.2
6.3
7. Escén. Total
4
7
–
–
1
2
3
1
2
–
4
3
5
5
–
15
–
–
1
53
Cardial
1
7
–
–
1
2
3
–
2
–
4
3
5
4
–
–
–
–
–
32
Gradina
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
4
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
14
–
–
–
14
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
–
–
–
1
–
1
–
–
–
1
3
3
–
1
–
9
–
–
–
18
Cardial
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
2
2
–
1
–
–
–
–
–
6
Gradina
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Inciso-impresa
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Otras impr.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
3
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
4
Cuencos (B.7)
Cardial
Cuencos (B.8)
Cardial
Jarr. y pic. (C.10)
Cardial
Cubiletes (C.11)
Cántaros (C.12)
2
5
–
–
–
1
1
–
1
–
2
2
–
1
2
11
2
4
1
35
Cardial
1
2
–
–
–
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
–
–
1
–
8
Gradina
–
1
–
–
–
1
1
–
1
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
6
Inciso-impresa
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
3
Otras impr.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
Incisa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
1
–
–
4
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
2
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
6
1
3
–
10
Ollas (C.13)
3
2
–
1
–
1
2
2
2
1
4
3
3
3
–
7
–
1
1
37
Cardial
1
2
–
1
–
1
2
2
2
1
4
3
3
1
–
–
–
–
1
24
Gradina
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
2
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
2
Otras impr.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
4
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
1
–
3
Contened. (C.14)
2
–
5
5
1
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
35
1
4
–
55
Cardial
1
–
4
3
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
–
1
–
11
Otras impr.
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
1
–
–
2
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
16
–
1
–
17
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
7
–
–
–
7
Cor. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
11
1
2
–
14
148
[page-n-166]
Cuadro 5.5. Grupos
temáticos diferenciados en relación con el grupo tipológico y la técnica decorativa esencial.
Continuación.
1. Bandas
1.1
Orzas (C.15)
1.2
2. Mosaicos
2.1
2.2
2.3
3. Glifos
3.1
3.2
4. Frisos
3.3
5. Metopas
4.1 4.2.1 4.2.2 4.2.3 4.3
5.1
6. Apliques
5.2
6.1
6.2
7. Escén. Total
6.3
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
13
1
3
1
21
Cardial
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
Gradina
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
Otras impr.
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
2
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
7
–
–
–
7
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
1
3
–
8
Botellitas (D.16)
–
2
–
–
–
–
1
–
–
–
–
2
4
–
–
1
–
–
–
10
Cardial
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
3
–
–
–
–
–
–
5
Gradina
–
2
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
4
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
3
Microvasos (D.18)
Cardial
Diversos (D. 19)
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
3
Clase F
Cardial
1
–
5
–
–
1
3
1
2
–
2
–
1
2
–
–
–
1
–
19
Total subtemas
13
16
10
8
3
6
11
5
8
2
18
16
13
12
3
91
4
13
5
257
5
2%
257
Total grup. temát.
29
11%
21
8%
22
8%
Cuatro vasos inciso-impresos presentan esta temática, dos
de ellos con una única composición representada en un cuenco
y en una olla, y otras dos seriadas en sendos cántaros. Cinco
vasos cuya decoración esencial está realizada con impresiones
de gradina han quedado encuadrados en el grupo de líneas y
bandas, dos como composiciones únicas (una olla y un cuenco)
y tres como listados (un cántaro y dos botellitas).
Cuatro vasos con decoración esencial incisa presentan temática decorativa general formada por líneas. Corresponden a un
ejemplar del Grupo 6, un cántaro del Grupo 12, un contenedor
del Grupo 14 y un vaso de la Clase F. La mayoría están formadas por composiciones en zigzag.
Mosaicos
Los 21 vasos en los que la temática es el mosaico se caracterizan
por estar principalmente asociados a contenedores del Grupo 14
(fig. 5.26). Entre los 11 que presentan decoración impresa cardial,
ocho han quedado clasificados tipológicamente como contenedores, siete del Grupo 14 y uno del Grupo 15, siendo los que utilizan motivos pivotantes los más numerosos (cinco ejemplares). En
cuatro ocasiones más los mosaicos cardiales están formados por
motivos no pivotantes, tres de ellos en vasos clasificados como
Grupo 14 y uno como una olla del Grupo 13. Los dos únicos mosaicos cardiales desorganizados se han localizado en un cuenco
cerrado del Grupo 6 y en un gran contenedor del Grupo 15.
Las cerámicas impresas no realizadas con concha o gradina
presentan el porcentaje más alto de mosaicos. La mayoría de
ejemplares pertenecen a la Clase F. El único caso que ha podido
ser clasificado responde a un contenedor del Grupo 14. Cinco
vasos decorados con incisiones presentan mosaicos como grupo
57
22%
15
6%
108
42%
temático, uno de Clase F que imita las decoraciones pivotantes,
dos contenedores del Grupo 14 con mosaicos no pivotantes y
un cubilete del Grupo 11 con similar temática. El único vaso
esgrafiado al que se la ha asignado grupo temático, ha quedado
encuadrado en el de los mosaicos ordenados (vaso 348).
Glifos
Se asocian principalmente con formas globulares como cuencos
y ollas, con mejor representación de los primeros (fig. 5.27). Se
han contabilizado 12 vasos con decoración impresa cardial que
presentan glifos. Cuatro de ellos son enfrentados, observados
en dos cuencos, un cubilete y una olla, enmarcados todos por
festones y zigzagueantes, a excepción del cubilete, que lo hace
con bandas. Otros cinco ejemplos se describen como glifos enmarcados, todos asociados a perfiles globulares: tres cuencos
(uno enmarcado con bandas y dos por festones) y dos ollas (una
enmarcada por festones y otra por metopas). Finalmente, tres
glifos aislados representados en dos ollas y un tonelete.
Entre los vasos impresos con gradina se ha identificado un
glifo enfrentado enmarcado por metopas, en un recipiente de
la Clase F. Otros cinco ejemplares presentan glifos enmarcados
que se organizan del siguiente modo: dos están enmarcados por
guirnaldas en vasos cuya tipología no ha podido determinarse;
otro por metopas en un cántaro; otro por ángulos con una figura
central antropomorfa; y otro más por festones en un vaso de la
Clase F. Finalmente, un vaso decorado con esta técnica ha sido
clasificado como glifo aislado.
Los glifos inciso-impresos han quedado clasificados en la
Clase F. Por último, destacar un ejemplar inciso en el que se
representa un glifo enmarcado por elementos simples que se van
149
[page-n-167]
Fig. 5.25. Ejemplos de vasos con decoración impresa cardial del grupo temático líneas y bandas.
150
[page-n-168]
Fig. 5.26. Ejemplos de vasos impresos cardiales y de concha no dentada (125) del grupo temático de los mosaicos.
151
[page-n-169]
Fig. 5.27. Ejemplos de vasos impresos cardiales del grupo temático de los glifos.
152
[page-n-170]
adhiriendo de forma irregular a la superficie del vaso, perteneciente a un contenedor (fig. 5.28). En la propuesta de reconstrucción hemos representado el mismo motivo reflejado en la
parte opuesta del vaso, de forma presumible. Es un ejemplar
que merece ser comentado. En un primer momento se clasificó
como un mosaico desordenado, pero al observarlo con mayor
detenimiento, apreciamos que los trazos bajo la lengüeta presentan una orientación diferente a los del resto del vaso, con
otros elementos adosados que lo dotan de una apariencia similar
a la de algunos ejemplares ramiformes (fig. 5.27: V.100) dispuestos bajo lengüetas y mamelones que quizás estén representando la cabeza.
Frisos
Los frisos constituyen el grupo temático más repetido dentro
de los vasos cardiales, con 49 ejemplares, de los que siete son
frisos verticales (fig. 5.29), 30 son frisos colgantes (fig. 5.30) y
12 son frisos formados por ángulos, festones o grandes figuras
geométricas. Los frisos colgantes quedan asociados a formas
globulares como cuencos y ollas, además de un ejemplar clasificado como una jarra. Los que conforman guirnaldas son los
más numerosos, apareciendo también en cubiletes, contenedores medios y un tonelete (vaso 279). Los frisos con elementos
geométricos colgantes suman 14 ejemplares, distribuidos en
varias formas tipológicas, aunque nuevamente son los cuencos
y las ollas los tipos más numerosos. Los frisos de ángulos, festones o grandes geométricos se concentran únicamente en tres
tipos de vaso: cuencos, ollas y botellitas.
Además de los vasos cardiales, otros cinco decorados con
gradina presentan frisos. Uno de ellos responde a un friso
vertical representado en una olla, dos son frisos colgantes
(uno formado por bandas verticales en un cubilete), otros representan guirnaldas sobre vasos de tipología indeterminada
y, finalmente, se distingue un friso formado por ángulos en
un microvaso.
Dos ejemplares inciso-impresos presentan frisos colgantes
con guirnaldas, uno en un cubilete y otro en un vaso de la Clase F.
Los vasos con decoración impresa no dentada muestran escasa representación de frisos, documentándose un único ejemplar, que incluso podría ser un mosaico (vaso 111).
Metopas y ortogonales
Entre las decoraciones cardiales, únicamente se documentan
metopas (fig. 5.31). Aparecen mayoritariamente en cuencos,
constatándose también un ejemplar en una olla y otro en un
cubilete. Los vasos decorados con impresiones de gradina
ofrecen mayor variedad, con tres ejemplares definidos con
temáticas ortogonales (un gran contenedor y dos cántaros)
y otros dos como metopas (una olla y un cuenco). Tres vasos más presentan metopas, esta vez con decoración esencial
Fig. 5.28. Vaso 285.
153
[page-n-171]
Fig. 5.29. Ejemplos de vasos impresos cardiales con frisos verticales y frisos formados por ángulos, festones o grandes figuras geométricas.
154
[page-n-172]
Fig. 5.30. Ejemplos de vasos impresos cardiales encuadrados en el grupo temático de los frisos colgantes.
155
[page-n-173]
Fig. 5.31. Ejemplos de vasos impresos cardiales y de gradina (205-246) del grupo de las metopas.
156
[page-n-174]
inciso-impresa. Uno de estos tres ejemplares no ha podido ser
clasificado tipológicamente, por lo que ha quedado contabilizado dentro de la Clase F o indeterminada, otro es un cántaro
y el último una olla.
por la base (fig. 5.33: V.244), sin poder definir con precisión los
motivos que forman esta decoración, y un fragmento impreso con
instrumento de dos puntas (vaso 394).
Apliques
TECNOLOGÍA
Los apliques son el grupo temático más numeroso (fig. 5.32),
hecho que tiene su explicación en la gran cantidad de vasos
con cordones de todo tipo contabilizados en la Cova de la Sarsa y en el Neolítico valenciano. Cuatro vasos cardiales han
quedado dentro de este grupo temático, en el que los ejemplares de lectura mixta son los más numerosos, asociados a
cántaros y contenedores. También se documenta un ejemplar
formado por un cordón cardial orientado horizontalmente.
Además de cordones cardiales, se ha clasificado una olla impresa dentro de este grupo temático de apliques, presentando
una banda ondulada horizontal.
Un total de 28 vasos con decoración esencial realizada con
cordones impresos quedan encuadrados en este grupo temático. Excepto un cántaro con cordones de lectura vertical y otro
de lectura indiferenciada, todos son de lectura horizontal, 12 de
forma única y 14 formados por más de un cordón. Los primeros aparecen de forma mayoritaria en contenedores del Grupo
14, documentándose además un ejemplar del Grupo 15, otro del
Grupo 12 y dos del Grupo 13. Entre los apliques formados por
más de un cordón, nuevamente los contenedores del Grupo 14
son los más numerosos, constatándose también dos ollas, dos
cántaros, un cubilete y un gran contenedor del Grupo 15.
Entre los apliques realizados con cordón liso (55 vasos),
son los formados por un cordón de lectura horizontal los más
numerosos, con 33 ejemplares, siendo los grupos mejor representados los contenedores medios y los cuencos de perfil sencillo, seguidos de cántaros, cubiletes, grandes contenedores
del Grupo 15, un microvaso y una olla. Los apliques de lectura
horizontal formados por más de un cordón se concentran en
cuencos del Grupo 6, con dos ejemplares del Grupo 14, uno
del Grupo 13 y una botellita. Tres vasos con cordón liso presentan lectura vertical, correspondientes a un cántaro y dos
contenedores, uno del Grupo 14 y otro del Grupo 15. Nueve
vasos con cordones lisos son de lectura mixta, distribuyéndose
en tres grandes contenedores, tres cántaros grandes, dos cántaros medios y una olla.
21 vasos presentan decoración esencial formada por cordones de mamelones, 19 de ellos por un cordón de lectura
horizontal, distribuyéndose del siguiente modo: siete contenedores del Grupo 14, seis contenedores del Grupo 15, tres
cubiletes del Grupo 11, dos cántaros y un cuenco del Grupo 6.
Los otros dos vasos, una olla y un gran contenedor del Grupo
15, presentan aplique de lectura horizontal formado por dos o
más cordones.
Escénicos y figurativos
Todos los casos asociados a este grupo temático presentan incertidumbres. Tres ejemplares muestran decoración impresa
cardial: un pico vertedor (fig. 4.8: V.497), una olla y un conocido vaso que hemos clasificado como gran contenedor (vaso 99),
cuyos motivos decorativos han sido identificados como representaciones de árboles (Martí y Hernández, 1988) o figuras antropomorfas (Torregrosa y Galiana, 2001). Por último, un fragmento impreso de gradina cuya decoración parece desarrollarse
Se ha conseguido asignar la categoría tecnológica a 510 vasos
(cuadro 5.6). La mayoría de las cocciones se realiza en ambientes
reductores (350 ejemplares). Los vasos con decoraciones impresas cardiales y de gradina son los que alcanzan una tecnología
de fabricación más cuidada, obteniendo un 65% de los vasos
la mejor calificación tecnológica. Los vasos con temáticas decorativas más complejas (formadas por más de tres composiciones) también destacan por la inversión que se realiza en su
manufactura, con superficies bruñidas y finas paredes.
En cambio, los ejemplares cuya técnica decorativa esencial
está formada por cordones impresos o cordones de mamelones,
presentan tecnología menos cuidada. En la mayoría de casos se
trata de contenedores de tamaño medio y grande, con paredes
gruesas y desgrasantes de mayor tamaño, que evidencian un
menor tamizado de las arcillas utilizadas, cuyos acabados suelen quedarse en un simple alisado, resultados que se asemejan
a los documentados en otros trabajos de carácter macroscópico
(McClure y Bernabeu, 2011).
Las cerámicas lisas son las que presentan unos porcentajes más similares en todas las categorías. Es un hecho significativo, pues entre ellas pueden existir ejemplares de diferente cronología, cuya tecnología va cambiando a lo largo de
la secuencia. Aunque su representación porcentual es menor,
cabe señalar la buena calidad de las cerámicas esgrafiadas y
de las almagras.
Las analíticas microscópicas mediante lámina delgada
(Clop, 2011), demuestran que durante el Neolítico antiguo, en
la Cova de la Sarsa se utiliza chamota como desgrasante añadido, cuestión ampliamente documentada en el mediodía francés
(Manen et al., 2010). Las muestras analizadas hasta la fecha
son 14 (cuadro 5.7), no documentándose ningún fragmento
con calcita como desgrasante añadido, cuestión que podría sufrir cambios con los nuevos muestreos que se han realizado.
Se ha documentado la presencia de chamota como desgrasante
añadido en 10 de los 14 vasos analizados, la mayoría decorados con impresiones cardiales. La utilización de chamota se
relaciona con los momentos iniciales y plenos del mundo cardial, tendiendo a desaparecer en el Epicardial. En la Cova de
la Sarsa, la muestra es todavía escasa, aunque ya se apunta a
su utilización en vasos impresos de variada tipología y grosor
de paredes. También se evidencia la utilización de diferentes
fuentes de aprovisionamiento de arcilla, pues existen varios
grupos petrográficos, aunque comparten una alta presencia
de cuarzo y de micritas, con elementos minerales específicos
que caracterizan las tierras utilizadas en las mismas, que en la
Cova de la Sarsa son (Clop, 2011): esparitas, ortosas, moscovitas, feldespatos y biotitas. Tanto los datos geológicos como
las muestras de tierras analizadas apoyan la propuesta que defiende que las áreas de aprovisionamiento están cercanas a los
yacimientos, con arcillas ricas en cuarzo y micrita, cuestión
también señalada en otros estudios sobre la tecnología de cerámicas de la cueva (Gámiz, 2011).
157
[page-n-175]
Fig. 5.32. Ejemplos de vasos del grupo temático de los apliques. Todos impresos con instrumento de punta única en posición vertical
excepto los vasos 412 y 468 que son impresos cardiales y el vaso 53, impreso de instrumento en posición vertical y oblicua.
158
[page-n-176]
Fig. 5.33. Ejemplos de vasos del grupo temático figurativo. Impreso cardial (166), impreso de gradina (244) e impreso de instrumento
de punta doble (394).
159
[page-n-177]
Cuadro 5.6. Vasos a los que se les ha podido asignar un grupo tecnológico en relación con su técnica decorativa esencial.
1.1
%
1.2
%
2.1
%
2.2
%
3.1
%
3.2
%
Total
Cardial
113
54,9
22
10,68
39
18,93
17
8,25
9
4,37
6
2,91
206
Gradina
24
57,1
4
9,52
9
21,43
5
11,90
–
–
–
–
42
Inciso-impresa
6
33,3
–
–
8
44,44
1
5,56
1
5,56
1
5,56
17
Otras impres.
3
23,1
–
–
2
15,38
4
30,77
2
15,38
2
15,38
13
Incisa
3
17,6
–
–
4
23,53
3
17,65
5
29,41
2
11,76
17
Esgrafiada
2
66,7
–
–
1
33,33
–
–
–
–
–
–
3
Peinada
–
–
–
–
2
20
3
30
4
40
1
10
10
Pastillaje
–
–
–
–
1
50
–
–
1
50
–
–
2
Almagra
1
100
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
2
6,9
–
–
6
20,69
1
3,45
16
55,17
4
13,79
29
Cord. de mamel.
–
–
–
–
2
9,52
2
9,52
8
38,10
9
42,86
21
Cord. liso
5
8,6
3
5,17
7
12,07
15
25,86
12
20,69
16
27,59
58
Lisa
20
22,0
11
12,09
26
28,57
16
17,58
6
6,59
12
13,19
91
Total
179
35,0
40
7,83
107
20,94
67
13,11
64
12,52
53
10,37
510
Cuadro 5.7. Ejemplares analizados con lámina delgada en relación con su número de vaso o fragmento, técnica decorativa esencial,
tipología, organización de la decoración, grupo tecnológico, grupo petrográfico y presencia de chamota como desgrasante añadido.
Datos modificados a partir de Clop (2011).
Muestra
Identificación
Técnica decorativa
Tipología
Organiz. decoración
Grup. tecnol.
Grup. petrogr.
SA-1
Vaso 387
Inciso-impresa
Cubilete
Frisos colgantes.
Guirnaldas
1.1
1
SA-2
Vaso 140
Impresa gradina
Olla
Frisos verticales
1.1
22
SA-3
Vaso 383
Impresa cardial
Cuenco
Listado
2.1
1
SA-4
Vaso 360
Impresa cardial
Microvaso
Frisos colgantes. Angulos
1.1
21
SA-5
Fr. 14362
Impresa cardial
Cuenco
Listado
1.1
22
Sí
SA-6
Vaso 370
Impresa cardial
Olla
Mosaico. No pivotante
1.1
22
Sí
SA-7
Vaso 397
Impresa gradina
Cántaro
Ortogonales
1.2
3
Sí
SA-8
Vaso 394
Imp. instrumento
Cántaro
Figurativo
2.2
22
Sí
Cuenco
Frisos colgantes.
Guirnaldas
2.1
22
Sí
Sí
SA-9
Vaso 372
Impresa cardial
Chamota
Sí
SA-10
Vaso 99
Impresa cardial
Orza
Escénico
3.2
22
SA-11
Vaso 377
Impresa gradina
Cántaro
Listado
2.1
1
SA-12
Vaso 384
Cordones lisos
Contenedor
Aplique horizontal
3.1
22
Sí
SA-13
Vaso 400
Impresa cardial
Olla
Listado
1.1
22
Sí
SA-14
Vaso 230
Impresa cardial
Cuenco
Friso de ángulos
1.1
22
Sí
Grupos tipológicos
La puesta en común de los grupos tecnológicos y tipológicos
de las Clases B, C y D (cuadro 5.8), muestra que los vasos que
presentan características tecnológicas de buena calidad son mayoritarios. Los cuencos concentran buena parte de los vasos con
tecnología más cuidada, asociada a cocciones reductoras, paredes con grosores inferiores a 0,9 cm y superficies bruñidas (fig.
5.34). Los casos en los que los vasos presentan paredes gruesas
160
y superficies sin tratar, responden a vasos sin decoración o con
cordón liso. El porcentaje de ollas con superficies cuidadas y
grosor de paredes fino o medio son superiores, asociándose de
nuevo los vasos con decoración impresa cardial a las manufacturas más cuidadas.
Cabe también señalar la buena tecnología que presentan los cántaros. Al igual que en los casos anteriores, son
los impresos cardiales los de tecnología más cuidada. Los
cántaros decorados con impresiones son los únicos vasos de
[page-n-178]
Cuadro 5.8. Grupos tecnológicos en relación con los grupos tipológicos y la técnica decorativa esencial.
1.1 (%)
1.2 (%)
2.1 (%)
2.2 (%)
3.1 (%)
3.2 (%)
Total
52 (46)
7 (6)
31 (28)
14 (13)
4 (3)
4 (3)
112 (27)
Cardial
36
3
17
5
1
–
62
Gradina
7
1
–
–
–
–
8
Inciso-impresa
–
–
1
1
–
–
2
Incisa
1
–
1
1
–
–
3
Cord. de mamelones
–
–
1
–
–
–
1
Cord. liso
2
2
4
2
2
3
15
Lisa
6
1
7
5
1
1
21
1 (100)
–
–
–
–
–
1 (0,2)
1
–
–
–
–
–
1
5 (71)
1 (14)
–
–
1 (14)
–
7 (1,7)
Cardial
3
–
–
–
–
–
3
Excisa
1
–
–
–
–
–
1
Almagra
1
–
–
–
–
–
1
Lisa
–
1
–
–
1
–
2
Cuencos (G.6)
Cuencos (G.7)
Cardial
Cuencos (G.8)
Jarr. y pic. vert. (C.10)
3 (60)
1 (20)
–
–
–
1 (20)
5 (1,2)
Cardial
1
–
–
–
–
–
1
Lisa
2
1
–
–
–
1
4
9 (31)
4 (14)
6 (21)
5 (17)
4 (14)
1 (3,4)
29 (7)
Cardial
4
2
1
2
–
–
9
Gradina
1
–
–
–
–
–
1
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
–
1
–
1
Incisa
–
–
–
1
–
–
1
Cord. impreso
1
–
–
–
1
–
2
Cord. de mamelones
–
–
–
–
2
1
4
Cord. liso
–
–
4
–
–
–
4
Lisa
2
2
1
2
–
–
7
Cubiletes (C.11)
Cántaros (C.12)
24 (32)
9 (12)
19 (27)
7 (9)
5 (7)
9 (12)
73 (18)
Cardial
15
5
4
3
1
–
28
Gradina
3
1
4
–
–
–
8
Inciso-impresa
2
–
5
–
–
–
8
Otras impresiones
–
–
–
1
–
–
1
Incisa
2
–
–
–
1
–
3
Cord. impreso
–
–
2
–
1
1
4
Cord. de mamelones
–
–
–
–
1
2
2
Cord. liso
1
1
1
3
1
4
11
Lisa
1
2
3
–
–
2
8
Ollas (C13)
36 (55)
11 (17)
9 (14)
7 (11)
1 (1,5)
1 (1,5)
65 (16)
Cardial
28
9
3
3
–
–
43
Gradina
2
1
–
1
–
–
4
Inciso-impresa
2
–
–
–
–
–
2
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
1
–
2
–
1
–
4
Cord. liso
–
–
1
2
–
–
3
Lisa
2
1
3
1
–
1
8
161
[page-n-179]
Cuadro 5.8. Grupos
tecnológicos en relación con los grupos tipológicos y la técnica decorativa esencial.
Continuación.
1.1 (%)
1.2 (%)
2.1 (%)
2.2 (%)
3.1 (%)
3.2 (%)
Total
3 (4)
1 (1)
13 (19)
8 (12)
30 (43)
14 (20)
69 (17)
Cardial
1
1
6
1
5
2
16
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
1
–
3
1
5
Cord. impreso
–
–
2
–
13
2
17
Cord. de mamelones
–
–
1
2
3
1
7
Cord. liso
–
–
1
2
6
5
14
Lisa
1
–
2
3
–
3
9
Orzas (C.15)
–
–
–
4 (16)
6 (24)
15 (60)
25 (6)
Cardial
–
–
–
–
1
4
5
Gradina
–
–
–
1
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
–
–
1
1
Cord. impreso
–
–
–
1
–
1
2
Cord. de mamelones
–
–
–
–
2
5
7
Cord. liso
–
–
–
2
3
4
9
7 (54)
–
5 (38)
1 (7,6)
–
–
13 (3,1)
Cardial
4
–
1
1
–
–
6
Gradina
1
–
4
–
–
–
5
Cord. liso
2
–
–
–
–
–
2
1 (12)
1 (12)
3 (37)
2 (25)
–
1 (12)
8 (1,9)
Cardial
1
–
–
–
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
1
–
–
1
Lisa
–
1
3
1
–
1
6
3 (100)
–
–
–
–
–
3 (0,7)
3
–
–
–
–
–
1
144 (36)
35 (8,5)
86 (21)
48 (12)
51 (12)
46 (11)
410
Contenedores medios (C.14)
Botellitas (D.16)
Microvasos (D.18)
Diversos (D.19)
Cardial
Total
Fig. 5.34. Vaso 278.
162
[page-n-180]
gran tamaño con superficies cuidadas, grosores medios y desgrasantes ordenados, mayoritariamente asociados a cocciones reductoras. En el resto de formas el tamaño de los vasos
condiciona su acabado y cocción, asociándose de forma mayoritaria los grandes contenedores a cocciones oxidantes o
mixtas, y los vasos de menor tamaño, especialmente cuencos,
a cocciones reductoras.
Los contenedores de los grupos 14 y 15 aglutinan la mayoría
de los vasos con superficies alisadas, grosores de paredes superiores a un centímetro y desgrasantes cuya ordenación y porcentajes presentan los mayores desequilibrios. Sus cocciones son
mayoritariamente oxidantes. La mayoría de los ejemplares son
contenedores y orzas con cordones impresos o de mamelones.
Entre los vasos de Clase D encontramos mayoría de ejemplares con tecnología de buena calidad. Destacar los tres ejemplares del Grupo 19 (dos toneletes y un vaso geminado), todos
encuadrados en el grupo tecnológico de mayor calidad con cocción reductora.
La Clase A no ha quedado reflejada en la tabla dado el escaso
número de ejemplares. Presenta unas características muy homogéneas. Únicamente una fuente carenada presenta tecnología del
grupo 1.1, con paredes finas y superficie exterior bruñida. Dos
escudillas han quedado encuadradas en el grupo tecnológico 2 y
el resto, cinco ejemplares, en el grupo tecnológico 3, realizadas
tanto en ambientes oxidantes como reductores.
Cuadro 5.9. Grupos tecnológicos en relación con la organización de la decoración y la técnica decorativa esencial.
1. Bandas
1.1 (%)
1.2 (%)
2.1 (%)
2.2 (%)
3.1 (%)
3.2 (%)
Total
7 (24)
4 (13,7)
13 (45)
2 (7)
2 (7)
1 (3,5)
29 (11)
Cardial
6
3
5
1
1
–
16
Gradina
–
1
3
1
–
–
5
Inciso-impresa
1
–
3
–
–
–
4
Incisa
–
–
2
–
1
1
4
3 (12)
–
8 (33)
4 (16)
6 (25)
3 (12)
24 (9)
1
–
5
–
3
2
11
2. Mosaicos
Cardial
Incisa
–
–
1
2
2
–
5
Otras impresiones
1
–
1
2
1
1
6
Pastillaje
–
–
1
–
–
–
1
Esgrafiado
1
–
–
–
–
–
1
13 (62)
4 (20)
2 (9)
–
1 (4,7)
–
20 (8)
7
4
1
–
–
–
12
3. Glifos
Cardial
Gradina
5
–
1
–
–
–
6
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
–
–
1
–
1
37 (67)
4 (7,2)
10 (18)
2 (3,6)
1 (2)
1 (2)
55 (22)
34
4
9
2
–
–
49
4. Frisos
Cardial
Gradina
3
–
1
–
–
–
4
Inciso-impresa
–
–
–
–
–
1
1
Otras impresiones
–
–
–
–
1
–
1
10 (67)
1 (6,6)
3 (20)
1 (6,6)
–
–
15 (6)
5. Metopados y ortogonales
Cardial
6
–
1
–
–
–
7
Gradina
3
1
–
1
–
–
5
Inciso-impresa
1
–
2
–
–
–
3
7 (6,6)
3 (2,8)
15 (14)
16 (15)
35 (33)
29 (28)
105 (41)
2
–
6
1
15
4
28
6. Apliques
Cord. impreso
Cord. de mamelones
–
–
2
2
8
9
21
Cord. liso
5
3
7
13
12
16
56
7. Escénicos
Cardial
2 (50)
–
–
1 (25)
–
1 (25)
4 (1,5)
1
–
–
–
–
1
2
Gradina
1
–
–
–
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
1 (0,4)
–
–
1
79 (31,2)
16 (6,3)
51 (20,2)
26 (10,3)
45 (17,8)
35 (13,8)
252
Total
163
[page-n-181]
Fig. 5.35. Vaso 69.
Grupos temáticos
La puesta en común de los grupos tecnológicos y los grupos
temáticos (cuadro 5.9), muestra cómo los mejores acabados se
asocian con producciones en las que se representan glifos, frisos
o metopas, con porcentajes superiores al 70%, que en el caso de
los glifos (fig. 5.35) supera el 85%. La asociación de este tipo
de decoraciones con vasos bruñidos de cocciones oxidantes con
grosores inferiores a 0,9 y desgrasantes ordenados es mayoritaria, en claro contraste con otros tipos de decoraciones como las
formadas por apliques, esencialmente cordones. Los vasos con
164
cordones gozan de acabados menos cuidados, documentándose
mayoritariamente paredes gruesas, superficies alisadas y desgrasantes que no han sido tamizados con el mismo cuidado que
en los casos anteriores.
Los vasos que presentan decoraciones del grupo temático de
las bandas, o de los mosaicos, presentan los porcentajes más elevados en los grupos tecnológicos medios. Corresponde a vasos de
superficie espatulada o alisada, grosor de pared generalmente no
superior a 0,9 cm, cocción reductora y desgrasante con porcentaje
de ordenación media.
[page-n-182]
6
La Cova de la Sarsa y la secuencia neolítica valenciana
El estudio morfotipológico y tecnológico comparado sigue siendo el principal medio con el que cuentan los arqueólogos a la
hora de establecer la cronología de un conjunto de materiales
carente de referencia estratigráfica. Los avances en la clasificación tipológica de ítems como la cerámica, el sílex, la industria
ósea o el adorno, permiten ajustar las cronologías relativas de
los contextos de aparición de muchas de estas producciones,
manteniéndose como uno de los procedimientos analíticos más
determinantes en nuestra profesión. Las fases en las que dividimos la Prehistoria se definen a partir de los cambios en la cultura material. Un buen ejemplo lo encontramos en los propios
estudios sobre el Neolítico valenciano, en los que la cuantificación y representatividad porcentual de las técnicas decorativas
a lo largo de las secuencias arqueológicas, son utilizados como
uno de los elementos más determinantes para su división en fases (Bernabeu, 1989; Juan-Cabanilles y Martí, 2002; Bernabeu
et al., 2011b).
Uno de los objetivos propuestos en este trabajo es tratar
de insertar la cerámica de la Cova de la Sarsa en la secuencia
arqueológica valenciana (cuadro 6.1). Además de introducir al
lector en el marco cronológico de referencia y las problemáticas
regionales, vamos a mostrar una visión actual de la evolución de
las cerámicas neolíticas en el País Valenciano a partir de la bibliografía existente, para establecer, en la medida de lo posible,
una propuesta cronológica de los materiales cerámicos de Sarsa.
Esta misma secuencia que expondremos, servirá de referencia
en próximos capítulos a la hora de valorar otras cuestiones sobre
el yacimiento y sobre el Neolítico valenciano.
Siguiendo una nomenclatura acorde con la historia de la investigación en el ámbito de la Prehistoria europea mediterránea,
dividimos el Neolítico en tres grandes fases: Neolítico antiguo,
Neolítico medio y Neolítico final. Los yacimientos que en estos momentos ofrecen los datos más fiables para abordar la
caracterización de la cerámica de cada una de estas fases entre
los ríos Xúquer y Vinalopó son: Sector A de la Cova de les
Cendres (Teulada-Moraira) (Bernabeu, 1989; Bernabeu y Molina, 2009); los sectores J y K de la Cova de l’Or (Beniarrés)
(Martí et al., 1980; Martí, 1983; Bernabeu, 1989), especialmente el denominado sector K; el Abric de la Falguera (Alcoi) (Molina Balaguer, 2006); la Cova Fosca de la Vall d’Ebo
(García Borja, 2005); la Cova d’en Pardo (Planes) (Soler et
al., 2011); el Barranquet (Oliva) (Esquembre et al., 2008; Bernabeu et al., 2009a); Benàmer (Muro d’Alcoi) (Torregrosa et
al., 2011) y el Mas d’Is (Penàguila) (Bernabeu et al., 2003;
Molina Balaguer et al., 2011). Para el Neolítico medio, además de estas colecciones, hemos considerado la del Tosssal de
les Basses (Alicante) (Rosser y Fuentes, 2007; Rosser, 2010;
Rosser y Ortiz, 2016), mientras que para el Neolítico final, los
conjuntos considerados han sido los recuperados en Jovades
(Cocentaina) (Bernabeu y Guitart, 1993), Niuet (Bernabeu y
Orozco, 1994) y Colata (Montaverner) (García Borja, 2004),
tomando como límite cronológico el tránsito al Calcolítico,
representado por las colecciones de Arenal de la Costa (Ontinyent) (Bernabeu y Guitart, 1993) y la Vital (Gandia) (Molina
Balaguer y Clop, 2011).
En algunos casos se trata de yacimientos con amplias secuencias estratigráficas, mientras que en otros responden a
ocupaciones poco intensas, pero acotadas en el tiempo. Son
colecciones desiguales en su número de individuos, por lo que
primaremos los porcentajes de aparición de cada valor, y no tanto el número total de fragmentos. En conjunto constituye una
muestra representativa del Neolítico valenciano, suficiente para
caracterizar las producciones cerámicas de cada fase. Las cuantificaciones y los tratamientos estadísticos están publicados en
las respectivas obras citadas, por lo que no es necesario repetirlos aquí, aunque para su exposición utilizaremos las categorías
analíticas expuestas en el apartado de metodología. En la descripción de la vajilla de cada fase se destacarán los rasgos principales de la cerámica de cada momento, mostrando la media
porcentual en los valores analizados que presentan coinciden165
[page-n-183]
Cuadro 6.1. Secuencia arqueológica de la Prehistoria reciente en la zona de estudio.
Periodo (circa cal BC)
NEOLÍTICO ANTIGUO (5575-4850)
NEOLÍTICO MEDIO (4850-3800)
Fase (circa cal BC)
Otras denominaciones
Arcaico (5575-5450)
Formativo; Impreso Cardial; Impreso
Inicial (5525-5425)
Cardial antiguo; Neolítico IA
Pleno (5425-5200)
Cardial clásico; Contex. Card. sensu stricto;
Neolítico IA
Epicardial (5200-4850)
Epicardial; Neolítico IB
Neolítico Medio I (4850-4400)
Neolítico IC
Neolítico Medio II (4400-3800)
Neolítico IIA
NEOLÍTICO FINAL (3800-2800)
CALCOLÍTICO (2800-2150)
EDAD DEL BRONCE (2150-750)
Neolítico IIB
Pre-Campaniforme (2800-2500)
Eneolítico; Neolítico IIB2
Campaniforme (2500-2150)
Horizonte Campaniforme de Transición
Bronce Antiguo (2150-1900)
Bronce Valenciano
Bronce Medio (1900-1500)
Bronce Tardío (1500-1200)
Bronce Final (1200-750)
cia en los niveles asignados a cada fase o la gradación de tipos
más numerosos a menos mediante valores numéricos (cuadros
6.2 y 6.3). Los esfuerzos se han centrado en el establecimiento
de una tendencia evolutiva general de la vajilla, comparando
los datos ya clasificados y cuantificados de los niveles asignados a cada fase que serán descritos en los próximos apartados,
y trazando las líneas evolutivas generales, en el marco de las
dinámicas de la Prehistoria peninsular y mediterránea. Asignar
una cronología concreta a cada fragmento cerámico entraña
cierta dificultad. Además cabe tener en cuenta su movilidad
a lo largo de las secuencias, cuestión que ha quedado demostrada en trabajos destinados a determinar el número mínimo
de vasos de una colección (Bernabeu, 1989; Molina Balaguer,
2006; Bernabeu y Molina, 2009; Aura et al., 2010), para lo que
es necesario agrupar los fragmentos pertenecientes a un mismo
vaso, aunque aparezcan en diferentes estratos o niveles. Paradójicamente, en la caracterización de una fase arqueológica
debe realizarse un esfuerzo por definir de la forma más precisa
posible qué es lo que la define y la distingue de la anterior y
de la posterior, conociendo de antemano que cada yacimiento
es particular y que en el recorrido de cada horizonte histórico,
los porcentajes y datos más relevantes no se congelan en el
tiempo a través de estratos sellados, asumiendo también cierta
permeabilidad en el movimiento de restos de un estrato a otro
entre el final de una fase y el inicio de la otra.
Ninguna estratigrafía es ajena a la movilidad de los materiales que la conforman, cuestión que debe ser también
considerada a la hora de valorar las dataciones radiocarbónicas del primer Neolítico, especialmente en cuevas y abrigos
ocupados en varios momentos (Fortea y Martí, 1985; Zilhão,
2001 y 2011; Bernabeu et al., 1999; Bernabeu, 2006; Aura
et al., 2010). Se ha demostrado la ineficacia de datar agregados de carbón y la necesidad de identificar taxonómicamente
aquello que se data. Los factores que afectan a la integridad
de los episodios “transicionales” pueden dar lugar a que en
un mismo nivel arqueológico se puedan encontrar elementos
pertenecientes a fases diferentes y separadas en el tiempo,
que quedan superpuestas la una sobre la otra conformando
166
en su contacto un agregado. Algunos estudios tafonómicos y
taxonómicos realizados en yacimientos de la península ibérica que presentan niveles sin discontinuidad entre el Paleolítico y el Neolítico, sobre materiales aptos para ser datados
como carbones (Carrión et al., 2010) o fauna (Bernabeu et al.,
1999; Aura et al., 2010), demuestran la coexistencia de materiales de ambas cronologías en un mismo nivel arqueológico.
Además, debe considerarse que en las identificaciones de las
muestras seleccionadas para su datación, siempre existe un
margen de error por parte del especialista que determina la
especie y por parte del propio laboratorio. De esta segunda
cuestión se ha ofrecido un buen ejemplo en este trabajo en el
apartado referente a dataciones radiocarbónicas, obteniéndose dos resultados diferentes en la datación de un mismo hueso
humano, uno de ellos descartado.
Las dataciones radiocarbónicas que consideraremos como
representativas en la discusión sobre la llegada del Neolítico a la
península ibérica, son las realizadas sobre semillas carbonizadas
o huesos no quemados, ambos de especies domésticas cuya familia ha podido ser determinada, o a restos humanos aparecidos
en contextos neolíticos cuyos resultados no ofrecen alteraciones
respecto de la secuencia general, todas ellas con un margen de
error inferior a 100 años.
Las alteraciones demostradas para estos niveles de transición, deben también considerarse para estratos sucesivos de un
mismo periodo, como es el Neolítico, en el que los sedimentos
de las cuevas habitadas sufren importantes alteraciones que desplazan los materiales. Por esta razón tras la caracterización de
cada fase o estrato, debe realizarse una propuesta de tendencia
general centrada en los aspectos más representativos de cada
uno, que revele los aspectos más importantes de la cultura material de las fases precedentes y posteriores, para su correcta
valoración en relación con otros conjuntos más acotados en el
tiempo, que puedan descartar o confirmar presencias o ausencias. Estas situaciones en las que se reconocen intrusiones no
invalidan la fiabilidad de las secuencias arqueológicas, pero sí
deben ser consideradas a la hora de contextualizarlas adecuadamente, en relación con el problema que se pretende investigar.
[page-n-184]
Cuadro 6.2. Esquema evolutivo de las principales características de la cerámica del Neolítico entre los ríos Xúquer y Vinalopó. Fases
antiguas.
FRAGMENTOS
N. Antiguo Arcaico
(5575-5450 cal BC)
N. Antiguo Inicial
(5525-5425 cal BC)
Epicardial Antiguo
(5200-5000 cal BC)
Labios
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
Bordes
1. No diferenciados (60%)
2. Rectos (30%)
3. Salientes (10%)
1. No diferenciados (70%)
2. Rectos (20%)
3. Salientes (10%)
1. No diferenciados (70%)
2. Rectos (20%)
3. Salientes (10%)
1. No diferenciados (80%)
2. Rectos (10%)
3. Salientes (10%)
1. Cóncavas
2. Planas aplanadas
1. Cóncavas
2. Planas aplanadas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
3. Planas de talón
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
3. Planas de talón
Escasas
1. Lengüetas
2. Asas de cinta
Significativas
1. Cordones
2. Mamelón, lengüetas, apliques
3. Asas anulares y asas de cinta
Abundantes
1. Cordones
2. Mamelón, lengüetas, apliques
3. Asas anulares y asas de cinta
4. Pitorros, agujeros de suspensión, de túnel
Significativas
1. Cordones
2. Mamelón, lengüeta, apliques
3. Asas anulares y asas de
cinta
15-25%
15-25%
16-22%
1.Cardiales (40-50%)
2. Cordones impr. (20-25%)
3. Inciso-impresas (6-8%)
4. Otras impresiones (5%)
5. Incisiones (5%)
Colorante blanco rellenándolas
1. Cardiales (45%)
2. Cordones impr. (20-25%)
3. Inciso-impresas (10%)
4. Otras impresiones (10%)
5. Incisiones (5%)
Colorante blanco rellenándolas
1. Inciso-impresas (25%)
2. Cardiales (20%)
3. Gradinas (20%)
4. Cordones impr. (15%)
5. Incisiones (10%)
6. Peinado
Colorante blanco y rojo
80%
70-90%
75-85%
Cuencos y ollas
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
4. Microvasos, botellitas, cucharones y vasos geminados
5. Cubiletes
6. Jarras y picos vertedores
7. Perfiles en "S"
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
4. Microvasos, botellitas,
cucharones y vasos geminados
5. Cubiletes
6. Jarras y picos vertedores
7. Clase A
-De recorrido horizontal
-De un motivo (80%)
-De recorrido horizontal (50%)
-Recorrido vertical, mixto o
indiferenciado (50%)
-De más de un motivo (75%)
-De recorrido horizontal (50%)
-Recorrido vertical, mixto o
indiferenciado (50%)
-Tres o más motivos (70%)
-De recorrido horizontal
(50%)
-Recorrido vertical, mixto o
indiferenciado (50%)
-Tres o más motivos (50%)
-Uno o dos motivos (50%)
1. Bandas
2. Líneas
3. Frisos simples
1. Apliques
2. Bandas y líneas
3. Mosaicos
4. Festones y frisos
1. Apliques
2. Frisos, festones, ángulos, mosaicos, metopas y guirnaldas
3. Glifos
4. Mosaicos
5. Bandas y líneas
6. Escénicos
1. Bandas y líneas
2. Frisos
3. Apliques
4. Mosaicos
5. Glifos
-Desgrasante añadido: chamota
En cuencos, ollas y cántaros
-Desgrasantes ordenados
-Superficies cuidadas
En contenedores
-Desgrasantes desordenados
-Superficies alisadas
-Des. añad.: chamota o calcita
En cuencos, ollas y cántaros
-Desgrasantes ordenados
-Superficies cuidadas
En contenedores
-Desgrasantes desordenados
-Superficies alisadas
Bases
Asas
% Frag.
15-20%
decorados
Técnicas
decorativas
1. Impr. diversas (45%)
2. Impr. de boquique (35%)
3. Incisiones (10%)
4. Impresión cardial (7%)
% Vasos
decorados
Tipología
VASOS
N. Antiguo Pleno
(5425-5200 cal BC)
Composiciones
decorativas
Grupos
temáticos
-Desgrasantes desordenados -Desgrasante añadido: chamota
-Superficies alisadas
En cuencos, ollas y cántaros
-Cocciones oxidantes (60%) -Desgrasantes ordenados
Tecnología
-Superficies cuidadas
En contenedores
-Desgrasantes desordenados
-Superficies alisadas
167
[page-n-185]
Cuadro 6.3. Esquema evolutivo de las principales características de la cerámica del Neolítico entre los ríos Xúquer y Vinalopó. Fases
avanzadas.
Epicardial Reciente
(5000-4850 cal BC)
FRAGMENTOS
Neolítico Final
(3800-2800 cal BC)
1. Redondeados (80%)
2. Planos
3. Biselados
4. Engrosados externos
1. Redondeados (80%)
2. Planos
3. Biselados
4. Engrosados externos
1. Redondeados (70%)
2. Engrosados
3. Biselados
4. Aplanados
1. No diferenciados
2. Rectos
3. Salientes
1. No diferenciados
2. Rectos
3. Salientes
1. No diferenciados
2. Rectos
3. Salientes
1. No diferenciados (80%)
2. Rectos (8%)
3. Salientes (8%)
4. Vueltos
Bases
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
Asas
Significativas
1. Mamelones, lengüetas,
apliques
2. Cordones
3. Asas anulares, asas de
cinta y bilobuladas
Escasas
1. Mamelones y lengüetas
2. Cordones
3. Asas anulares, asas de cinta
y de túnel
Escasas
1. Mamelones y lengüetas
2. Asas anulares, asas de cinta
y de túnel
Escasas
1. Mamelones y lengüetas
2. Cordón liso
% Frag.
decorados
20%
30%
50%
0,5%
Técnicas
decorativas
1. Inciso-impresas (25%)
2. Peinadas (25%)
3. Incisas (15%)
4. Impresas (15%)
5. Cordones impr. (10%)
1. Peinadas (70%)
2. Inciso-impresas (15%)
3. Impresas (5%)
4. Incisas (5%)
5. Cordones impr. (5%)
1. Peinadas (65%)
2. Esgrafiadas (15%)
3. Impresas (10%)
4. Incisas (10%)
-Peinadas
-Impresas
-Incisas
-Inciso-impresas
% Vasos
decorados
70%
50%
70%
2%
Tipología
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
4. Perfiles en "S"
5. Microvasos y cubiletes
6. Clase A
1. Clase C (50%)
2. Clase B (30%)
3. Clase A (20%)
1. Clase C (50%)
2. Clase B (30%)
3. Clase A (20%)
1. Clase A (40%)
2. Clase B (30%)
3. Clase C (30%)
Bordes
Composiciones
decorativas
Grupos
temáticos
Tecnología
-Recorrido horizontal (60%) -Recorrido horizontal (75%)
-Recorrido horizontal
-Composiciones de un motivo
-Recorrido vertical (30%) -Recorrido vertical (25%)
-Recorrido indiferenc. (30%) -Composiciones de un motivo
-Composiciones de uno o
dos motivos
1. Bandas y líneas
2. Frisos simples
3. Apliques
1. Bandas y líneas
2. Frisos simples
3. Apliques
Bandas y líneas
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones reductoras
-Superficies alisadas y
peinadas
-Desgrasantes desordenados
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones reductoras
-Superficies alisadas y
peinadas
-Desgrasantes desordenados
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones reductoras
-Superficies alisadas y peinadas
-Desgrasantes desordenados
-Las cerámicas esgrafiadas
presentan bruñido, desgrasante
ordenado y paredes finas
LA SECUENCIA NEOLÍTICA VALENCIANA
Las dataciones radiocarbónicas más antiguas obtenidas sobre
muestras de especies domésticas en el Mediterráneo occidental,
ofrecen una gradación progresiva en la expansión del Neolítico
desde el sur de Italia hacia la península ibérica (fig. 6.1). La llegada del Neolítico a diferentes puntos de la costa parece ligada
a movimientos migratorios de células familiares, que se asientan
en los territorios más aptos para el cultivo de cereales, desde los
168
Neolítico Medio II
(4400-3800 cal BC)
1. Redondeados (80%)
2. Planos
3. Biselados
4. Engrosados externos
Labios
VASOS
Neolítico Medio I
(4850-4400 cal BC)
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones oxidantes
-Superficies alisadas
-Desgrasantes desordenados
que se reproducen y expanden (Martí, 2008). Existen diferentes
indicadores que ratifican este proceso gradual de expansión del
Neolítico; los más significativo hasta la fecha siguen siendo la
ausencia de los agriotipos silvestres de las principales especies
domésticas presentes en los yacimientos europeos, la gradación
cronológica de la expansión (Bernabeu et al., 2015; Isern et al.,
2017) y los aportes de ADN hasta la fecha no registrados. Los resultados obtenidos en estudios de ADN nuclear sobre individuos
recuperados en contextos del Neolítico antiguo europeo son to-
[page-n-186]
Fig. 6.1. Gradación cronológica de la llegada del Neolítico. Las fechas corresponden a la media cal BC de dataciones sobre cereales
(Bernabeu et al., 2003; Binder y Sénépart, 2010; Natali, 2010; Guilaine et al., 2016), excepto Les Guixeres de Vilobí (Oms et al., 2014),
Chaves (Baldellou, 2011), Nerja (Aura et al., 2013) y Kaf Taht El-Ghar (Martínez Sánchez et al., 2017), que son sobre Ovis aries,
y Almonda, sobre adorno (Zilhão, 2009).
davía más contundentes, evidenciando un nuevo aporte genético
por parte de los colonos, cuyo núcleo originario se sitúa en el
próximo Oriente (Itan et al., 2009; Lazaridis et al., 2014; Gamba
et al., 2014; Haak et al., 2015; Olalde et al., 2015).
Se trata de un modelo de difusión en dirección este-oeste,
en el que la navegación explica la elevada velocidad del proceso
(Zilhão, 1993, 1997 y 2001), ilustrando de forma satisfactoria su
arritmia espacial y temporal (Guilaine, 2001; Guilaine et al., 2016).
La llegada del Neolítico a la península ibérica se produciría en tor-
no al 5650 cal BC (fig. 6.2; cuadro 6.4). En la costa peninsular, la
elección de los lugares en los que se realizan los primeros asentamientos de grupos neolíticos se vincula a la no presencia de otros
mesolíticos tardíos (Juan-Cabanilles y Martí, 2002; Zilhão, 2011;
Morales y Oms, 2012; Fernández et al., 2012; Aura et al., 2013;
Jover y García Atiénzar, 2014), caracterizados por la producción de
armaduras de sílex triangulares (Martí et al., 2009a; Juan Cabanilles y García Puchol, 2013).
Fig. 6.2. Localización de los
yacimientos arqueológicos
neolíticos de la zona de estudio
con las dataciones radiocarbónicas
más antiguas sobre elemento
singular identificado como especie
doméstica o como Homo sapiens.
Las dataciones se representan
utilizando la media en años cal BC.
169
[page-n-187]
Cuadro 6.4. Dataciones radiocarbónicas por AMS sobre restos singulares identificados como domésticos o como Homo sapiens, de filiación neolítica anteriores a 6000 BP, que ofrecen un margen de error inferior a 100. Calibraciones en años cal BC a uno y dos sigmas
mediante curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013) utilizando el software Oxcal 4.2.3 (Bronk Ramsey, 2009).
Yacimiento
Código lab.
Contexto
Especie
Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media
Bibliografía
Mas d'Is
Beta-166727
Casa 1
Hordeum
vulgare
6600±50
5611-5491
5621-5481
5555
Bernabeu et al., 2003
Mas d'Is
Beta-162092
Casa 2
Hordeum
vulgare
6600±50
5611-5492
5621-5481
5555
Bernabeu et al., 2003
6532±24
5512-5477
5536-5472
5500
D.C. Salazar, com.
personal
C. de la Sarsa
MAMS-19066
Vestíbulo Homo sapiens
C. de les Cendres
Beta-239377
H-19
Ovis aries
6510±40
5527-5387
5546-5374
5465
Bernabeu y Molina,
2009
Barranquet
Beta-221431
UE 79
Ovis aries
6510±50
5530-5384
5607-5367
5464
Bernabeu et al., 2009
Falguera
Beta-142289
2051b
Triticum
monococcum
6510±80
5539-5533
5616-5324
5467
García Puchol y Aura,
2006
C. de la Sarsa
OxA-V-26076
Vestíbulo
Ovis aries
6506±32
5516-5389
5533-5377
5465
García Borja et al.,
2012b
C. de les Cendres
GifA-101360
H-16
Triticum
dicoccum
6490±90
5530-5365
5617-5311
5451
Bernabeu y Molina,
2009
UCI-AMS66316
VI
Ovis aries
6475±25
5481-5383
5484-5376
5437
Martí, 2011
6459±33
5476-5380
5484-5363
5429
D.C. Salazar, com. personal
C. de l'Or
C. de la Sarsa
MAMS-19068
Vestíbulo Homo sapiens
C. de la Sarsa
OxA-V-26075
Vestíbulo
Ovis aries
6420±32
5467-5369
5472-5331
5411
García Borja et al.,
2012b
C. Fosca d'Ebo
OxA-26047
N.II
Ovis aries
6413±33
5467-5362
5471-5326
5406
García Borja et al.,
2012a
C. de la Sarsa
OxA-V-2360-25 Vestíbulo
Bos taurus
6399±33
5464-5326
5469-5320
5397
García Borja et al.,
2012b
C. de la Sarsa
OxA-V-2360-22 Vestíbulo
Bos taurus
6389±33
5463-5321
5469-5315
5391
García Borja et al.,
2012b
MAMS-19063
H3-C6
Homo sapiens
6356±23
5358-5314
5464-5298
5340
Olalde et al., 2015
OxA-V-2392-26
Brecha
Homo sapiens
6341±30
5363-5302
5461-5224
5331
García Borja et al.,
2011b
C. de l'Or
Beta-298125
V
Triticum
6340±40
aestivum-durum
5371-5231
5465-5220
5318
Martí, 2011
C. de les Cendres
Beta-142228
EVII
6340±70
5460-5225
5478-5081
5332
Bernabeu y Molina,
2009
C. de l'Or
OxA-10192
VI
Triticum
6310±70
aestivum-durum
5366-5216
5469-5076
5294
Martí, 2011
C. de la Sarsa
OxA-31629
Brecha
6309±36
5320-5227
5360-5217
5282
Olalde et al., 2015
C. de l'Or
Beta-298124
IV
Triticum
6290±40
aestivum-durum
5309-5226
5367-5207
5272
Martí, 2011
C. de les Cendres
Beta-107405
EVIIa
6280±80
5361-5080
5467-5047
5231
Bernabeu y Molina,
2009
C. de l'Or
OxA-10191
V
Triticum
6275±70
aestivum-durum
5329-5080
5464-5046
5225
Martí, 2011
C. de l'Or
Beta -298126
VI
Triticum
6200±40
aestivum-durum
52185070
5295-5045
5152
Martí, 2011
C. Negra
de Gaianes
MAMS-18662
Capa 1
4995-4933
5016-4850
4959
D.C. Salazar, com.
personal
C. de l'Or
C. de la Sarsa
170
Hordeum
vulgare
Homo sapiens
Ovis aries
Homo sapiens
6048±21
[page-n-188]
Neolítico antiguo
Hasta hace pocos años, los grupos neolíticos pioneros quedaban
caracterizados por la presencia mayoritaria de cerámicas cardiales. En la actualidad se valoran nuevos horizontes impresos,
con porcentajes de cerámicas cardiales inferiores a las de otras
técnicas decorativas. En nuestro territorio cabe admitir todavía
ciertas incertidumbres, no definiéndose en las cuevas con amplias estratigrafías una sucesión de los conjuntos característicos
de la fase pionera impressa ligur a los del inicio del cardial. El
hallazgo más representativo de este posible horizonte pionero es
el del Barranquet, aunque cabe señalar que sus dataciones radiocarbónicas se solapan temporalmente con conjuntos impresos
asociados a un contexto cardial inicial, definido por las capas
inferiores de la Cova de les Cendres y la Cova de l’Or. Las incertidumbres sobre la existencia de un primer horizonte impresso liguriense también se plantean en territorios limítrofes como
Cataluña (Oms et al., 2014) y Andalucía (Aura et al., 2013; García Borja et al., 2014), donde no se han localizado colecciones
asimilables a las propuestas para la costa ligur. No disponemos
de datos concluyentes que permitan descartar que en las costas
valencianas los horizontes cardiales e impresso sean sincrónicos
y no sucesivos. Pero los paralelos que presentan estos conjuntos
con los definidos para niveles similares documentados en las
costas del Mediterráneo Occidental con este tipo de cerámica
impressa (Manen, 2000; Binder y Maggi, 2001; Maggi, 2002;
Guilaine y Manen, 2002; Guilaine y Manen, 2007; Binder y
Sénépart, 2010), permiten mantener como posible una primera
fase pionera caracterizada por la escasa incidencia de las impresiones cardiales, alejándose la definición de estas vajillas de
las típicas producciones cardiales. Por ello se incluye una fase
arcaica en la periodización del Neolítico antiguo valenciano,
pues los estudios sobre colecciones de este tipo aparecidas en
la costa mediterránea francesa y ligur apuntan a que es anterior
al cardial clásico. De hecho, los escasos conjuntos cerámicos
asimilables a este horizonte, sólo aparecen en los contextos más
antiguos de la secuencia neolítica regional.
Neolítico antiguo arcaico (ca. 5575-5450 cal BC)
Únicamente se han identificado posibles ocupaciones pertenecientes a esta fase en los yacimientos del Barranquet y del Mas
d’Is (casa 2, Foso 5 y Foso 6). En la Cova Fosca de la Vall
d’Ebo valoramos su posible presencia a partir de un fragmento
que combina impresiones cardiales y de boquique en las primeras capas con elementos neolíticos (García Borja et al., 2012a).
Pero la inexistencia de más fragmentos con esta técnica y la
datación radiocarbónica obtenida, aconsejan situar sus ocupaciones iniciales en el cardial antiguo. También la fase VIII de
la Cova d’en Pardo podría presentar restos de una ocupación
arcaica (Soler et al., 2011). La inexistencia de dataciones radiocarbónicas que cumplan los requisitos que hemos establecido a la hora de acotar las primeras ocupaciones pioneras y
las propias características del conjunto cerámico asociado a este
posible momento de ocupación puntual pionera, con cerámicas
cardiales que podrían remitir a fases posteriores, aconsejan esperar a la publicación detallada del conjunto cerámico cardial en
relación a su secuencia estratigráfica.
Formalmente, las cerámicas recuperadas en contextos arcaicos se caracterizan por presentar labios redondeados, bordes no
diferenciados, bases cóncavas y escasos elementos de prensión.
Los fragmentos con superficie decorada representan porcentajes
de entre el 15% y 20%. En los casos en los que las cerámicas aparecen decoradas (fig. 6.3), las técnicas documentadas son la incisión, la impresión cardial con la concha orientada verticalmente y
la impresión de instrumento, que es la más numerosa. Algunas de
estas últimas forman motivos similares a los identificados como
boquique, sillon d’impressions, impresiones sucesivas o impresión y arrastre (fig. 6.4). Las decoraciones no aparecen rellenas de
colorante en su interior.
Estas vajillas presentan desgrasantes de tamaño medio, en vasos de superficies poco cuidadas. Las cocciones son mayoritariamente oxidantes, documentándose las reductoras en porcentajes
cercanos al 40%. La tipología de los escasos ejemplares documentados remiten a formas simples hemisféricas y globulares,
con algún borde diferenciado. Las composiciones decorativas están realizadas con un solo motivo en cerca del 80% de los casos,
no utilizándose nunca más de dos. Las más numerosas son las
simples y horizontales realizadas con impresiones. La orientación
de las temáticas decorativas es horizontal en casi la totalidad de
los vasos. El grupo temático dominante es el de las bandas y líneas, documentándose algún friso simple.
Neolítico antiguo inicial (ca. 5525-5425 cal BC)
Otro de los argumentos a considerar en la difernciación de la
fase arcaica e inicial, es la escasa incidencia de las producciones
arcaicas en las vajillas que caracterizarán el cardial valenciano. Este momento inicial, que parece ser sucesivo al arcaico,
se diferencia fundamentalmente del anterior por los elevados
porcentajes de la técnica de la impresión cardial y la marcada
ausencia de impresiones de boquique y asimilables. Del mismo
modo, encontramos diferencias respecto de la fase posterior o
plena, como la ausencia de algunas formas o de decoraciones
complejas formadas por tres o más composiciones.
Los yacimientos en los que se ha detectado un momento
de ocupación inicial previo al 5450-5400 cal BC son escasos.
En la Cova de les Cendres este nivel estaría representado por
gran parte de los materiales aparecidos en H-19 (Bernabeu y
Molina, 2009), asociados a una datación radiocarbónica en
torno al 5450 cal BC. En la Cova de l’Or, por las primeras
capas de los cuadros J-4 (Martí et al., 1980), pero sobre todo,
de los cuadros K-34 y K-35 (Martí, 1983a), correspondientes
en su mayoría al nivel arqueológico VI (Bernabeu, 1989).
Estos materiales han sido objeto de una detallada revisión
por parte de O. Gómez, quien a partir del estudio de la cerámica de los cuadros K-34 y K-35, diferencia un momento
algo más antiguo denominado Or VIa, de otro más reciente
denominado Or VIb (Bernabeu et al., 2011b), asimilándose
los materiales del nivel Or VIa al cardial inicial y los de Or
VIb a la fase plena. En la Cova Fosca de la Vall d’Ebo, estaría representada por las capas inferiores de su Fase II (García
Borja et al., 2012a). Buena parte de los materiales aparecidos
en el Foso 6 y la Casa 1 de Mas d’Is (Molina Balaguer et
al., 2011), la mayoría pendientes de publicación, parece que
también se encuadran en este horizonte inicial. Es una fase
que en cierto modo podría equipararse con los yacimientos
cardiales antiguos que diferencian Juan-Cabanilles y Martí
(2002: mapa 3),con el NIA1 definido por Bernabeu (1989) y
con la Fase 2 de la propuesta preliminar para la evolución de
las cerámicas del Neolítico antiguo valenciano, que hemos
realizado (Bernabeu et al., 2011b).
171
[page-n-189]
Fig. 6.3. Cerámicas decoradas con impresiones de punto y raya (1-9), impresiones diversas (10-11), impresiones cardiales (12-14),
inciso-impresa (15) e incisa (16) del yacimiento del Barranquet (Bernabeu et al., 2009).
Fig. 6.4. Detalle de la técnica de la impresión y arrastre, también denominada boquique, sobre vasos del Mas d’Is (Molina Balaguer et al., 2011).
La vajilla se caracteriza por labios mayoritariamente redondeados, con presencia marginal de planos y biselados.
Se asocian a formas simples, sin borde diferenciado. Los
elementos de prensión documentados responden a cordones,
mamelones, lengüetas y apliques, así como a asas anulares
y asas de cinta (horizontales y verticales), algunas de gran
tamaño (fig. 6.5: 1).
Los fragmentos con superficie decorada representan porcentajes de entre el 15% y 25%. Estos valores se invierten si se
aplica al conjunto de vasos diferenciados, pasando los decorados a ocupar porcentajes cercanos al 80% y los lisos al 20%.
Entre los fragmentos decorados destaca la elevada representatividad de las cerámicas impresas, alcanzando las cardiales
porcentajes que incluso superan el 50% del total de técnicas
utilizadas, seguidos de cordones impresos con valores entre
el 20% y el 25% (fig. 6.5). La técnica cardial se representa
172
en todas sus variedades, siendo las que están realizadas con
el borde de la concha en posición vertical las más numerosas,
incorporándose a medida que avanza la fase combinaciones
con natis e impresiones dobles. Los ejemplares con arrastre
cardial son testimoniales, apareciendo de forma más numerosa en la siguiente fase, por lo que cabe incluso preguntarse
si su incorporación al repertorio de técnicas utilizadas podría
establecerse en momentos más avanzados y considerar que estos ejemplares son intrusiones. Las cerámicas inciso-impresas
presentan porcentajes de entre el 6% y el 8%. Las cerámicas
impresas de instrumento y las incisiones no alanzan el 5% cada
una. Es el único momento de la secuencia en el que la incisión
y la impresión cardial pueden aparecer combinadas. Se documentan los primeros ejemplares con relleno de colorante blanco en su interior. Las impresiones de boquique y las de gradina
están prácticamente ausentes.
[page-n-190]
Fig. 6.5. Cardial inicial. Nivel VIa de la Cova de l’Or (1, 2, 4 y 5); Sector 52 del Mas d’Is (3); Nivel H.19 de la Cova de les Cendres (6).
El estudio tipológico muestra que los vasos de Clase C son
los más numerosos, documentándose los Grupos 12, 13, 14 y
15 desde el inicio de la secuencia, si bien son los Grupos 13
(ollas) y 14 (contenedores de tamaño medio) los que alcanzan
mayor representación (fig. 6.6). Los cuencos del Grupo 6 de
la Clase B también aparecen frecuentemente. La Clase D está
documentada desde los niveles inferiores de la Cova de l’Or,
aunque no aparecen botellitas, microvasos, vasos geminados
o toneletes, sino únicamente cucharones. En el resto de yacimientos la Clase D parece incorporarse a la vajilla en momentos avanzados, posiblemente de la siguiente o cardial pleno. La
Clase A es testimonial.
Las composiciones decorativas son algo más complejas
que en la fase arcaica, en su mayoría con dos o más motivos,
mientras que las realizadas con uno ocupan un porcentaje menor, cercano al 25%. Las composiciones de lectura horizontal
aparecen en porcentaje similar a las de lectura vertical e indiferenciada. Como gran novedad, la aparición por vez primera
de bandas delimitadas representadas principalmente en ollas
(C.13) y en cuencos (B.6), así como mosaicos en contenedores
del Grupo 14 y festones o frisos sobre formas globulares de
los Grupos 6 y 13.
Los estudios tecnológicos de los vasos pertenecientes a esta
fase muestran el uso de diferentes tipos de arcillas para su realización, explotándose para su obtención los depósitos más cercanos a los yacimientos (McClure, 2011; Clop, 2011). La mayoría
de vasos se realizan con tierras finas y desgrasantes pequeños
y ordenados en ambientes reductores, presentando las paredes
grosores medios o finos. En algunas producciones se documenta
la elección de un desgrasante para la elaboración de las arcillas
con las que se realizarán los vasos: la chamota. Las superficies
de vasos globulares decorados aparecen bruñidas.
173
[page-n-191]
Fig. 6.6. Cardial inicial. Cova del Montgó –sin estratigrafía– (1); Nivel VIa de la Cova de l’Or (2-5); Nivel H.19 de la Cova de les Cendres
(6-7) (Soler et al., 2007; Martí, 1983; Bernabeu, 1989; Bernabeu y Molina, 2009).
174
[page-n-192]
Neolítico antiguo pleno (ca. 5425-5200 cal BC)
Representa la etapa de mayor diversidad decorativa y producción cerámica, ampliándose la tipología de la vajilla. En la Cova
de les Cendres este horizonte estaría representado por los niveles H-18 y H-17. En la Cova de l’Or por sus niveles VIb y V.
Esta fase es equiparable con la mayor parte de lo que Bernabeu
(1989) denomina NIA y a los contextos cardiales sensu stricto
definidos por Juan Cabanilles y Martí (2002). Al igual que la fase
anterior, queda definida por la elevada aparición de fragmentos y
de vasos decorados con la impresión cardial, con porcentajes de
entre un 40% y 50% del total de técnicas decorativas.
Los labios redondeados siguen siendo mayoritarios, con
presencia esporádica de planos y biselados. Entre los bordes,
pese a que los no diferenciados son los más numerosos, se detecta un aumento porcentual de los salientes y rectos, asociados
a contenedores, ollas y cántaros de mayor cubicaje. Las bases
son planas o convexas, con algún ejemplar de base plana de
talón. Los elementos de prensión son más variados, incorporándose las grandes asas de cinta de diferente morfología: sobreelevadas, con resalte basal o con apéndice lenticular. Al igual
que en la fase anterior, aparecen elementos de sujeción menores
como cordones, mamelones, lengüetas o apliques, aunque ahora
se combinan de forma mayoritaria con asas de cinta o asas anulares. También están presentes las asas pitorro y las perforaciones de suspensión bajo el borde.
Los fragmentos con superficie decorada representan porcentajes de entre el 15% y 25%. Aplicando este criterio a los
vasos diferenciados, los decorados pasan a ocupar valores de
entre el 70% y 90%. Entre las técnicas decorativas (fig. 6.7), la
impresión cardial es utilizada en más del 45% de las ocasiones.
Orientando la concha en posición vertical (mayoritaria) y oblicua (menos numerosa) se plasman gran variedad de composiciones decorativas de diferente complejidad. Las combinadas
con el natis alcanzan su máxima representación en la primera
parte de la fase, detectándose su progresiva disminución hasta
su casi desaparición en los momentos finales del Neolítico antiguo pleno. Se utiliza colorante blanco en el relleno de las decoraciones para resaltarlas. Los porcentajes de cordones impresos
son también elevados, aunque inferiores a los cardiales. Las
incisiones e impresiones ocupan cerca del 5% y las impresoincisas no superan el 10%. Avanzada esta fase aparecerán las
impresiones de gradina, cuyos porcentajes serán siempre minoritarios respecto de los cardiales. Pueden aparecer combinadas
con impresiones de punzón romo en posición vertical, para lograr el mismo efecto que las impresiones que combinan natis
con el borde de la concha. El momento de aparición de este
tipo de impresiones no ha podido ser determinado de forma
precisa. Siempre se ha considerado su presencia de forma más
o menos constante desde el inicio del Neolítico. En los escasos
contextos arqueológicos cardiales al aire libre, a priori con menor movimiento de materiales que las cuevas, no se documenta
la presencia de impresiones de gradina. Ni en yacimientos de
la fase arcaica como el Barranquet (Bernabeu et al., 2009a), ni
entre los materiales publicados hasta la fecha en las cabañas del
Mas d’Is (Molina Balaguer et al., 2011), ni en el asentamiento
cardial al aire libre de Benàmer (Torregrosa et al., 2011), ha
aparecido esta técnica decorativa. Si a ello añadimos que tanto
en estratigrafías de referencia como las de la Cova de l’Or y la
de la Cova de les Cendres, como en otras más modestas como
la que proporcionó el sondeo en la Cova Fosca de la Vall d’Ebo,
la tendencia de este tipo de decoraciones es de aparecer en los
momentos finales del Neolítico antiguo pleno, alcanzando su
mayor representación en el inicio del Epicardial (circa 52005050 cal BC), cabe preguntarse si los fragmentos decorados
con esta técnica que han aparecido en los niveles inferiores de
las cuevas responden a intrusiones.
Además de estas impresiones se documentan otras denominadas “impresas antiguas” (Bernabeu y Molina, 2009), realizadas con diferentes instrumentos, entre las que destacan las de
concha no dentada (rocker), por encontrar paralelos en los horizontes antiguos andaluces y del sur de Italia (García Borja et al.,
2014). La técnica de la incisión está presente, aumentando sus
porcentajes a medida que nos aproximamos al Epicardial, apareciendo combinada con la impresión en numerosas ocasiones.
La tipología cerámica (fig. 6.8) presenta algunos cambios.
La Clase C sigue siendo la mejor representada, con importante
presencia de ollas (C.13) y contenedores medios (C.14), seguidos de cerca por cántaros (C.12). También aparecen grandes
orzas y tinajas del Grupo 15, algunas con decoración impresa
cardial, que junto con los cántaros, constituyen un elenco de
grandes recipientes capaces de almacenar todo tipo de alimentos y líquidos. Cubiletes, jarras y picos vertedores (algunos con
asa pitorro) completan la Clase C. La Clase B es la segunda
en representación, destacando el Grupo 6, con algún ejemplar
compuesto o de perfil en “S” (Grupos B.7 y B.8.II). La Clase A
sigue presentando porcentajes testimoniales.
Las decoraciones presentan estructuras compositivas complejas. Las que combinan tres o más motivos son las mayoritarias, alcanzando las de orientación vertical los máximos niveles,
con presencia de las de lectura indeterminada y horizontal, que
aumentarán sus porcentajes a medida que avanza la secuencia.
Las composiciones de lectura indiferenciada responden en su
mayoría a mosaicos realizados con impresiones cardiales, de
concha no dentada o incisos, principalmente en contenedores
del Grupo 14. También se documentan un buen número de composiciones complejas formando bandas verticales con puntos o
trazos cortos, festones, ángulos y guirnaldas en vasos de diferente tipología, preferentemente cuencos, ollas y cántaros, que
forman el grueso de las producciones cardiales valencianas. Finalmente mencionar los glifos, algunos verdaderas figuras antropomorfas, que junto con los ramiformes y signos de diversa
índole forman parte de los llamados “estilos simbólicos” (Martí,
2006). Las composiciones de gran complejidad aparecen formando frisos, festones y/o ángulos y guirnaldas sobre vasos de
los Grupos 6, 10, 12 y 13. Junto a estos vasos de estilo más
complejo, encontramos otros decorados con apliques y cordones sobre contenedores, o con bandas simples y complejas sobre
cuencos y ollas de los Grupos 6 y 13.
Los estudios tecnológicos de los vasos pertenecientes a esta
fase muestran el uso de diferentes tipos de arcillas para su realización, siendo los depósitos más cercanos a los yacimientos los
utilizados para realizar las cerámicas. Tras el análisis microscópico de varios fragmentos utilizando láminas delgadas (Clop,
2011), se ha determinado que existen casos en los que se añade
un tipo específico de desgrasante a la arcilla, la chamota. Esta
cuestión había sido apuntada en anteriores trabajos en los que
se concluía que la presencia de chamota es abrumadora en el
cardial valenciano (McClure, 2011). Los estudios sobre lámina
175
[page-n-193]
Fig. 6.7. Cardial pleno. Nivel VIb de la Cova de l’Or (1, 2 y 4); Nivel H.18 de la Cova de les Cendres (3, 6 y 7); Nivel VI de la Cova de
l’Or (5 y 8); Nivel H.17 de la Cova de les Cendres (9 y 10).
176
[page-n-194]
Fig. 6.8. Cardial pleno. Vasos de la Cova de les Cendres pertenecientes a los niveles H-18 y H-17 (Bernabeu y Molina 2009).
177
[page-n-195]
delgada confirman su presencia, pero matizan los elevados porcentajes propuestos, incidiendo en la discusión de los propios
investigadores que estudian la tecnología cerámica acerca de la
confusión que genera la existencia de ciertos minerales arcillosos como la illita (Gallart, 1980), con la presencia de chamota.
Los vasos están realizados en ambientes reductores, con tierras
finas y porcentajes de grosor y cantidad de desgrasantes buenos
o muy buenos. Los vasos decorados únicamente con gradina alcanzan el mayor grado de perfección tecnológica, constatándose
también en algunas producciones cardiales de paredes finas, superficies bruñidas y desgrasantes de pequeño tamaño.
Neolítico antiguo epicardial (ca. 5200-4850 cal BC)
Entre los ríos Xúquer y Vinalopó, el final del horizonte cardial
se caracteriza por este descenso porcentual de las decoraciones
con conchas dentadas, que va acompañado del aumento de cerámicas impresas de gradina, inciso-impresas o peinadas. El concepto Epicardial define este horizonte de tránsito entre el Neolítico antiguo y medio, caracterizado, entre otras cosas, por la
merma en los porcentajes de cerámicas impresas cardiales hasta
su desaparición. Dividimos el Epicardial en dos momentos: uno
más antiguo, y otro más reciente en el que la característica principal es la ausencia de impresiones cardiales.
- Epicardial antiguo (ca. 5200-5000 cal BC)
Esta fase es equiparable con el Neolítico IB definido por
Bernabeu y con lo que Juan-Cabanilles y Martí (2002) denominan cardial/epicardial, en contraposición a los contextos epicardiales sensu lato, en los que la cerámica cardial ya no está
presente. En la Cova de les Cendres estaría representado por el
nivel H-16 y parte de H-15. En la Cova de l’Or por la fase IV y,
posiblemente, el final de la fase V.
Labios, bases, y elementos de prensión presentan porcentajes similares a los documentados en el cardial pleno, aunque
con menor diversidad de tipos. Los fragmentos con superficie
decorada representan porcentajes del 16-22%. Aplicando este
criterio a los vasos diferenciados, los decorados pasan a ocupar valores entre el 75% y el 85%. En las técnicas decorativas
(fig. 6.9), destaca el pronunciado descenso de las decoraciones
impresas cardiales en favor de las impresas con instrumento dentado o gradina, equiparándose sus porcentajes, cuyos
valores se sitúan cerca del 25% en cada caso, descendiendo
de forma constante la representación de las cardiales hasta su
práctica desaparición al final del Epicardial antiguo. Entre la
cerámica cardial, las impresiones con natis son testimoniales o
inexistentes, y el arrastre cardial desaparece progresivamente.
La utilización de colorantes para el relleno de las decoraciones sigue estando presente, incorporándose el color rojo. Entre las novedades más significativas, destacar la presencia de
verdaderas almagras, la aparición de las primeras superficies
peinadas o el aumento de cerámicas incisas, en la mayoría de
ocasiones combinadas con impresiones.
En la tipología no se observan cambios importantes (fig.
6.10), en todo caso el ligero aumento de vasos de Clase A y el
descenso del Grupo 6 de la Clase B. La Clase C sigue siendo
mayoritaria, estando presentes los mismos grupos tipológicos.
En la organización de la decoración, las producciones comple
jas mantienen su proporción, si bien lo hacen sobre la base de
la gradina, que se utiliza ahora en la ejecución de buena parte
de las representaciones complejas, incluidos glifos. En parale178
lo, las producciones simples aumentan, pero lo hacen utilizando
impresiones, incisiones o combinación de ambas, de manera
que todas ellas aparecen en proporción equivalente. Los grupos temáticos son los mismos que en la fase anterior, pero su
representatividad es diferente. Las bandas y líneas son ahora
más numerosas, confeccionándose mayoritariamente en composiciones simples incisas o inciso-impresas, mediante las que se
representan frisos simples con la técnica de la incisión y la impresión con instrumento de punta única, aisladas o combinadas
con paralelas (inciso-impresas). Por contra, la gradina es utilizada de forma mayoritaria para realizar bandas delimitadas, pero
también frisos y glifos. Las temáticas realizadas con apliques
disminuyen y los escasos mosaicos que pueden pertenecer a esta
fase se ejecutan utilizando la técnica de la incisión.
Las cerámicas impresas de gradina concentran el grueso de los
vasos de mayor calidad, con superficies bruñidas y paredes finas.
Como novedad, recalcar la introducción de la calcita como desgrasante añadido, que de forma progresiva sustituirá a la chamota.
- Epicardial reciente (ca. 5000-4850 cal BC)
Esta fase coincide con el inicio de lo que Bernabeu (1989)
denomina Neolítico IC y con los contextos epicardiales sensu
lato (Juan-Cabanilles y Martí, 2002). Cabe aquí un comentario
sobre la propuesta de Martí y Juan-Cabanilles, pues al hablar
de un Epicardial sin cardial, se refieren sobre todo a contextos
como el Andaluz o meseteño, de mayor antigüedad que el valenciano. Sin embargo, en la enumeración de las características que describen para las cerámicas de esta fase, encontramos
mayor afinidad con nuestro Epicardial reciente. Los contextos
inmediatos al final del mundo cardial caracterizados por la mayoritaria presencia de cerámicas inciso-impresas son poco numerosos en la zona de estudio. En el País Valenciano se vislumbran de forma más evidente fuera de los límites geográficos del
Cardial valenciano, en yacimientos como la Cova Fosca de Ares
del Maestre (Olaria, 1988) o Costamar (Cabanes) (Flors, 2009).
En la Cova de les Cendres estaría representado por parte de los
niveles H15a y H-15, y en la Cova de l’Or por parte de su Fase
III. La Fase TBI del Tossal de les Basses (Rosser y Soler, 2016)
quedaría también insertada en el Epicardial reciente.
Los labios redondeados siguen siendo los más numerosos,
con mayor presencia de planos, biselados y engrosados externos. La variedad de las asas de cinta se reduce, apareciendo nuevos tipos como las asas bilobuladas. Desaparecen buena parte
de los tipos de asas de cinta, especialmente las que presentan
apéndice lenticular, las sobreelevadas y las de resalte basal.
Los fragmentos sin decoración presentan porcentajes cercanos
al 80%. Los vasos decorados del 70%, como consecuencia de
la consideración del peinado de las superficies como técnica
decorativa. Las cerámicas cardiales están ausentes o presentan
porcentajes testimoniales. Las inciso-impresas alcanzan los valores más elevados, equiparables a los que se documentan en
cerámicas peinadas. Les siguen las incisas y las impresas. Los
relieves experimentan un progresivo retroceso, situándose en
porcentajes cercanos al 10%.
Tipológicamente, la clase C es la mejor representada, con
mayor presencia del Grupo 14 en relación con las fases anteriores. Cántaros y ollas siguen presentes en la vajilla, así como las
nuevas formas del Grupo 8 con perfil en “S” y del Grupo 9. Las
botellitas, vasos geminados y toneletes están ausentes, y únicamente microvasos, cubiletes y cucharones siguen apareciendo.
[page-n-196]
Fig. 6.9. Epicardial. Nivel IV de la Cova de l’Or (1, 2 y 5); colección del Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi de la Cova de l’Or (7-10);
Niveles H15a (3 y 6) y H-15 de la Cova de les Cendres (4, 11 y 12).
La organización de las decoraciones reduce su complejidad. Las composiciones de lectura horizontal se sitúan en el
60%, disminuyendo las de lectura indiferenciada a menos del
10% y las verticales al 30%. Estas últimas representan zigzags
y ángulos. La combinación de rectas y puntos formando la
característica decoración impreso-incisa de estos momentos.
Las bandas y líneas son ahora más numerosas, confeccionán-
dose mayoritariamente en composiciones simples incisas o
inciso-impresas, que forman frisos simples. Los desgrasantes añadidos escogidos para la realización de los vasos son
mayoritariamente calcitas. La calidad de los acabados sufre
importantes modificaciones, con escasas superficies bruñidas,
imponiéndose el peinado. Las cocciones son mayoritariamente reductoras.
179
[page-n-197]
Fig. 6.10. Epicardial. Vasos de la Cova de les Cendres pertenecientes a los niveles H-16 (5, 57, 183, 253 y 269), H-15a (6, 85, 94, 106, 112,
182, 189 y 258) y H-15 (3, 9, 14, 16, 28, 32, 66, 68, 88, 90, 100, 101, 102, 109, 146, 212) (Bernabeu y Molina 2009).
180
[page-n-198]
Neolítico medio I (ca. 4850-4400 cal BC)
Esta fase coincide con buena parte de lo que Bernabeu (1989)
denomina Neolítico IC y con los contextos postcardiales de
Juan-Cabanilles y Martí (2002). El inicio del Neolítico medio y
el final del Epicardial presentan algunas características comunes
que dificulta su diferenciación. De hecho, en yacimientos representativos del Neolítico medio, como el Tossal de les Basses
aparece algún fragmento característico del Epicardial o dataciones radiocarbónicas próximas al VI milenio cal BC (Rosser y
Soler, 2016). La fase TBII de este último yacimiento ha proporcionado la mayor colección cerámica del Neolítico medio
en nuestra zona de estudio. En la Cova de les Cendres estaría
representada por los niveles H-14 a H-11, y en el yacimiento de
Benàmer por parte de su Fase III.
Formalmente, se caracteriza por la presencia de labios redondeados asociados a formas simples, en ocasiones de perfil en S.
Los elementos de prensión se reducen de forma drástica y únicamente se documentan lengüetas, cordones y de forma esporádica
algún ejemplar con asas anulares, asas de cinta o de túnel.
El porcentaje de fragmentos decorados se sitúa en valores
cercanos al 30%, hecho que se explica por la abundancia de cerámicas peinadas. Entre las técnicas decorativas, es precisamente el peinado el que mayor porcentaje alcanza con casi un 70%
del total, manifestándose como el aspecto más característico de
la vajilla. La proporción de vasos decorados y lisos se iguala,
con porcentajes del 50% cada uno. Además de las superficies
peinadas, se documentan algunos ejemplares inciso-impresos,
incisos, impresos o con cordones impresos.
Tipológicamente, no se documentan cambios significativos
respecto del Epicardial reciente (fig. 6.11). Los cántaros aparecen asociados a cordones y a superficies peinadas (Soler y Roca,
2008), cuestión que se repite en el caso de las ollas y los contenedores del Grupo 14. Entre la Clase B, el Grupo 6 está presente, aumentado en porcentaje el Grupo 8. La Clase A adquiere
valores más significativos, sin llegar a los de las Clases C y B.
Dejando de lado las decoraciones peinadas, las composiciones formadas por un solo motivo son las mayoritarias, mientras
que las que combinan tres o más están casi ausentes. La gran
mayoría son de lectura horizontal, desapareciendo las indiferenciadas. El dominio corresponde a composiciones simples
horizontales. Las líneas son mayoritarias, si bien ahora incisas
y con forma en zigzag. Siguen documentándose bandas delimitadas y ángulos.
Los desgrasantes añadidos escogidos para la realización de
los vasos son mayoritariamente calcitas. Las superficies peinadas y alisadas se imponen, siendo escasos los bruñidos y espatulados. Las cocciones son en su mayoría reductoras.
Neolítico medio II (ca. 4400-3800 cal BC)
Formalmente no difiere en muchos aspectos de la fase anterior,
con una tipología similar en la que no se detectan cambios significativos más allá de la aparición de las primeras formas carenadas y del aumento progresivo de la Clase A. La aparición de
la técnica decorativa del esgrafiado se revela como la particularidad estilística más relevante. En la Cova de les Cendres estaría representada por los niveles H-10 a H-7. La fase TBIII del
Tossal de les Basses concentra un importante número de formas
asimilables a este horizonte (Rosser y Soler, 2016), también do-
cumentado en la Fase III de Benámer y en otros enclaves que
o bien carecen de estratigrafía o bien están en fase de estudio,
como el Mas d’Is (Penàguila), Cova Randero (Pedreguer) o la
Cova d’en Pardo (Planes). En la propuesta de Bernabeu (1989),
esta fase corresponde al Neolítico IIA.
El porcentaje de fragmentos lisos y decorados es bastante
similar, alcanzando cada uno el 50% del total. En los vasos los
valores cambian, con un 70% de decorados frente a un 30%
lisos. Entre las decoraciones, el peinado continua siendo la
técnica mayoritaria con cerca de un 65%, mientras que incisiones e impresiones ocupan aproximadamente el 20%. Como
novedad, destacar la irrupción de cerámicas esgrafiadas que
aparecen en porcentajes cercanos al 15%.
Las composiciones formadas por un solo motivo de lectura
horizontal son las más numerosas. El grupo compositivo de las
líneas es mayoritario, apareciendo también bandas simples o
delimitadas y ángulos. Algunas de estas líneas, bandas y ángulos se realizan con la técnica del esgrafiado, documentándose
también alguna figura geométrica. Este tipo de decoraciones se
realiza sobre superficies bruñidas asociadas a vasos de paredes
finas y cocciones reductoras. Estos acabados pueden aparecer
en vasos no decorados de cubicaje limitado. La mayoría de las
superficies siguen siendo tratadas con el peinado, que en este
trabajo es considerado como una técnica decorativa y no como
un tratamiento de las superficies. Por este motivo, el alisado es
el tratamiento más repetido. El desgrasante añadido que más se
utiliza en la preparación de las arcillas con las que se realizaran
las vajillas es la calcita.
Neolítico final (ca. 3800-2800 cal BC)
Su inicio se sitúa en un momento próximo al 3800 cal BC, coincidiendo con la utilización de cuevas como necrópolis en las
que se realizan inhumaciones colectivas y la utilización generalizada de silos para el almacenaje de cereales, cuya aparición
se remonta al Neolítico medio. En el Alt del Punxó se obtuvo
una datación sobre Bos taurus (AA60629: 4996±60 BP) en contextos en los que ya no existen cerámicas esgrafiadas (García
Puchol et al., 2008a), afín a esta propuesta cronológica.
El final del Neolítico medio implica la desaparición de un
tipo de producciones cerámicas que caracterizaron el Neolítico
antiguo, con un vuelco en los porcentajes de aparición de la Clase
A, que pasa a constituir la base de las producciones en el Neolítico final (fig. 6.12). Los yacimientos pertenecientes a esta fase son
más abundantes, tanto en contextos al aire libre como en cuevas,
algunas utilizadas como verdaderas necrópolis. En la bibliografía
valenciana, el final del Neolítico también se conoce como Neolítico IIB (Bernabeu, 1989), quedando subdividida en IIB1 y IIB2
en función de su antigüedad (Bernabeu et al., 1994).
Platos, fuentes, pequeños cuencos y escudillas constituían la
vajilla de mesa, documentándose también recipientes más profundos como ollas, quedando representados los contenedores
medios y cántaros en porcentajes testimoniales. Frente a lo que
era común en etapas anteriores, la cerámica es mayoritariamente
lisa, aunque no faltan algunos elementos decorativos. También en
barro cocido se realizan objetos como pesas de telar o morillos.
Entre los labios se observa mayor diversidad, con aparición
de más tipos, entre los que destacan los aplanados, biselados
y los engrosados internos o externos, aunque los redondeados
siguen siendo mayoritarios. Los bordes no diferenciados repre181
[page-n-199]
Fig. 6.11. Neolítico medio. Vasos de la Cova d’en Pardo (1 y 11) (Soler y Roca de Togores, 2008; Soler, 2012), Tossal de les Basses (2-10)
(Rosser y Fuentes, 2007; Rosser, 2010) y Cova de les Cendres (12) (Bernabeu, 1989). Neolítico medio I (1-4) y Neolítico medio II (5-12).
sentan más del 80% del total, ocupando los rectos y salientes
porcentajes entre el 7% y el 9% respectivamente. Como novedad más destacable, apuntar la aparición de bordes vueltos asociados a escudillas, platos y fuentes. Las bases son aplanadas,
documentándose también las convexas. Los elementos de prensión se reducen a mamelones y lengüetas, con presencia aislada
de algún cordón liso.
182
El porcentaje de cerámicas decoradas no supera el 0,5% del
total de fragmentos (Bernabeu y Guitart, 1993; Bernabeu y Orozco, 1994; García Borja, 2004; Molina Balaguer y Clop, 2011). Las
técnicas mejor representadas son la incisión y el peinado, documentándose también inciso-impresas, ungulaciones y técnicas poco frecuentes, como el pastillaje mediante botones de arcilla en un fragmento del silo 72 de Colata, o la presencia de engobes en Niuet.
[page-n-200]
Fig. 6.12. Neolítico final. Selección de vasos recuperados en el yacimiento de Niuet (Bernabeu y Orozco, 1994)
183
[page-n-201]
La tipología experimenta cambios significativos respecto
de momentos precedentes (fig. 6.13). La Clase A representa
los mayores porcentajes en los momentos iniciales y plenos
(cuadro 6.5), manteniéndose las Clases B y C en valores en
torno al 30%. Esta tendencia parece interrumpirse a partir de
Jovades 91, adquiriendo la Clase C mayor protagonismo, aumentando hasta la entrada del Calcolítico, marcado por el yacimiento de Arenal de la Costa. Esta tendencia no está constatada en todos los enclaves calcolíticos, pues en la tipología
de la cerámica de La Vital (Gandia, Valencia), se han documentado porcentajes cercanos al 60% en vasos de la Clase A
(Molina Balaguer y Clop, 2011).
Las variaciones más importantes en la Clase C se asocian a
la disminución de los contenedores medios y, sobre todo, grandes. Los recipientes de más de 25 litros de capacidad están casi
ausentes, cuestión que puede relacionarse con la utilización de
silos para guardar el cereal, pasando a ser las formas globulares
(ollas) las mejor representadas de la Clase C. En la Clase A,
además de las formas con labio diferenciado o con borde vuelto,
cabe destacar la aparición de fuentes ovaladas. La Clase D está
representada por microvasos, algún cucharón y los primeros
ejemplares de queseras, aunque son las formas no basculares
realizadas con barro cocido las más numerosas.
La tecnología de estos conjuntos no destaca por su vistosidad. Las superficies son en su mayoría alisadas, con escasos
ejemplares bruñidos. Las cocciones son en el 80-90% de los
casos oxidantes. Las paredes son gruesas o muy gruesas y los
desgrasantes presentan escasa ordenación y diferente tamaño,
con presencia de calcitas.
LA CERÁMICA DE LA COVA DE LA SARSA EN LA
SECUENCIA NEOLÍTICA VALENCIANA
En la elaboración de una propuesta de ordenación cronológica
de la cerámica prehistórica de la Cova de la Sarsa, además
de las propias peculiaridades del conjunto, debe considerarse
el resto de la cultura material y la serie de 16 dataciones radiocarbónicas por AMS sobre elemento singular obtenida en
los últimos años (cuadro 2.9). La visión conjunta incide en
la idea de que la mayoría de los materiales cerámicos fueron
producidos en el Neolítico antiguo. Aunque se han localizado
fragmentos decorados con técnicas características del Neolítico medio que no cuentan con fechas radiocarbonicas con
las que asociarse, parece lógico plantear ocupaciones de este
periodo. Del mismo modo, algunas dataciones muestran que
las ocupaciones en la cueva son más dilatadas de lo esperado, especialmente en lo que a su uso funerario se refiere. En
este sentido, sorprende la escasa representación de elementos
típicos de ajuares del Neolítico final y Calcolítico, así como
de más restos del Bronce final, momentos en los que la cueva
fue utilizada.
El criterio de selección de muestras para dataciones radiocarbónicas ha sido el de identificar restos de especies domésticas de animales o semillas, o restos humanos. El conjunto de
dataciones ha sido sometido a un tratamiento estadístico, que representamos utilizando la suma de probabilidades, método que
se plantea útil para observar dinámicas generales (Bamforth y
Grund, 2012; Williams, 2012). En el caso concreto de las fechas
de la Cova de la Sarsa, hemos realizado dos sumatorios de pro184
babilidades diferentes (fig. 6.14). El primero de ellos incorpora
todos los resultados obtenidos y el segundo únicamente los que
remiten al Neolítico antiguo.
Como se ha comentado en el segundo capítulo, las dataciones revelan un momento de ocupación más intensa en el Neolítico antiguo inicial y pleno, aunque existen otros resultados que
permiten afirmar que fue posteriormente utilizada como lugar
de enterramiento durante el Neolítico final, Calcolítico pre-campaniforme, Bronce antiguo, época visigoda y andalusí. Una última fecha sobre cereal indica que fue utilizada durante el Bronce
final. Es especialmente significativo el porcentaje de muestras
de fauna datadas que han proporcionado resultados asimilables
al Neolítico antiguo, que alcanza el 100%. Las cuatro muestras
de fauna seleccionadas han proporcionado fechas superiores al
6350 BP. Es un hecho a destacar, pues su elección fue en cierto
modo aleatoria y al igual que ocurre con la cerámica, los restos
depositados en los diferentes museos se encuentran descontextualizados. El estudio tafonómico y taxonómico realizado por
Alfred Sanchis sobre materiales sin contexto estratigráfico ha
servido de filtro en la elección de soportes a datar, desechando
las muestras en las que no podía conocerse la especie y la familia o las que presentaban una coloración muy diferente a la de
la mayoría del conjunto y que podrían ser contemporáneas. El
resultado de las dataciones muestra la misma tendencia que el
estudio cerámico: la gran mayoría de los materiales prehistóricos de la cueva pertenecen al Neolítico antiguo cardial.
Neolítico antiguo inicial-pleno
La obtención de fechas radiocarbónicas cuyas medias se sitúan
entre 5500 y 5450 cal BC plantea la posibilidad de que en la
Cova de la Sarsa las ocupaciones iniciales pudieran vincularse
a un horizonte impresso ligur o arcaico. En alguna ocasión
se ha considerado que la presencia de un fragmento impresoinciso con engobe rojo pudiera asociarse a estos momentos
pioneros (Bernabeu et al., 2009a). Se trata del vaso 387 (fig.
4.36), decorado mediante impresión y arrastre utilizando un
punzón romo. Es el único ejemplar de la cueva con una técnica asimilable al boquique o al sillon d’impressions, aunque
cabe señalar que no se trata de impresiones sucesivas realizadas sobre una incisión previa, con lo que puede descartarse
que la técnica sea sillon d’impressions. Sus características, por
tanto, no son del todo afines a las definidas para este horizonte
(Cortell y García Borja, 2008), pues combina impresiones en
el labio, incisiones de punzón afilado, impresiones con instrumento de punta única y engobe rojo, combinaciones que lo
harían único respecto de los impresos ligures. Sus composiciones decorativas tampoco se han documentado en el horizonte
arcaico de los yacimientos ubicados en la costa mediterránea
francesa o ligur. Ni la banda reticulada superior realizada con
incisiones, ni las guirnaldas impresas, ofrecen claros paralelos
de este horizonte. Además, la utilización de colorante blanco
en su relleno y de engobe rojo en la superficie del vaso es más
frecuente en momentos avanzados del Neolítico antiguo pleno
y en el Epicardial.
En territorios limítrofes al País Valenciano como Cataluña
(Oms, 2008; Oms et al., 2012), la técnica del boquique se vincula al Epicardial. El caso descrito recuerda al que hemos analizado para la Cova dels Diablets (Alcalà de Xivert) (Aguilella
et al., 2014). En esta cueva existe un vaso cerámico decorado
[page-n-202]
Fig. 6.13. Neolítico final. Selección de vasos recuperados en el yacimiento de Colata (García Borja, 2004).
185
[page-n-203]
Cuadro 6.5. Representación porcentual de las Clases tipológicas en yacimientos del Neolítico final ubicados en la zona de estudio.
Se representan por separado los Grupos 14 y 15. Los conjuntos se muestran ordenados del más antiguo al más reciente: Niuet 3 y 4,
Jovades 87, Niuet (silo 3), Niuet 1 y 2, Jovades 91, Colata y Arenal de la Costa.
N. 3 y 4
%
J. 87
%
N. s3
%
N. 1 y 2
%
J. 91
%
Colata
%
A.C.
%
Clase A
18
35,29
14
33
21
48
88
45
64
33
31
27
29
27
Clase B
16
31,37
11
26
13
30
50
26
56
29
33
29
29
27
Clase C
15
29,41
14
33
7
16
46
23
72
37
50
44
46
43
Grupo 14
3
5,88
–
–
1
2
17
8,67
19
9,84
10
8,77
4
3,77
Grupo 15
1
1,96
–
–
–
–
2
1,02
2
1,04
5
4,39
–
–
Clase D
2
3,92
3
7,14
3
6,82
12
6,12
1
0,52
–
–
2
1,89
Total
51
100
42
100
44
100
196
100
193
100
114
100
106
100
Fig. 6.14. Suma de probabilidades realizada mediante el software
Oxcal 4.2.4 (Bronk Ramsey, 2009) de las dataciones de la Cova de
la Sarsa. La calibración se ha realizado utilizando la curva IntCal 13
(Reimer et al., 2013) sobre todos los resultados obtenidos y sobre
los que remiten al Neolítico antiguo.
con impresiones de boquique e incisiones rellenas de colorante
que forman composiciones decorativas en guirnalda, cuya cronología propuesta es epicardial, momento al que creemos debe
asociarse el vaso 387.
En conclusión, las primeras ocupaciones de la Cova de la
Sarsa quedan vinculadas al cardial inicial. La revisión de las
cerámicas de la cueva no permite proponer la existencia de un
momento de ocupación arcaico similar al que se describe para
el yacimiento del Barranquet.
Resulta complicado establecer qué cerámicas pertenecen a
las primeras ocupaciones de la Cova de la Sarsa. Ante la inexistencia de los tipos decorativos más característicos del horizonte
arcaico, cabe proponer que serían algunos de los fragmentos im186
presos cardiales realizados con la concha en posición perpendicular a la superficie del vaso sin combinarse con otras técnicas,
los que se asociarían con las primeras ocupaciones de la cueva
(fig. 6.15). Es una propuesta similar a la que García Atiénzar
(2010) señala para la Cova del Montgó, en la que establece ciertos paralelos entre las cerámicas cardiales decoradas a base de
impresiones con la concha en posición vertical y la cerámica
impressa evolucionada de ámbitos italianos (Tiné, 2002). Pero
cabe admitir que este tipo de decoración aparece a lo largo de
todo el Neolítico antiguo en contextos cardiales del Mediterráneo occidental, por lo que resulta complicado asignar mayor antigüedad a todos los fragmentos decorados de este modo.
A medida que avanza la fase, se irían incorporando las impresiones de natis, de concha en posición oblicua y reflejadas,
todas ellas presentes en el yacimiento. Cabe la posibilidad de
que algunos ejemplares impresos con conchas utilizadas en menor frecuencia (fig. 4.22) también fueran de momentos iniciales,
así como otros incisos, impreso-incisos, con cordón liso o impreso, incluso las impresiones con conchas no dentadas. Estas
últimas, a las que también denominamos rocker no dentado, se
asocian en la cueva de Nerja con horizontes neolíticos iniciales, apareciendo en las estratigrafías valencianas únicamente en
momentos del Neolítico antiguo cardial pleno (Bernabeu et al.,
2009a). También alguno de los cuencos y ollas decorados con
bandas y frisos simples, así como contenedores decorados con
temáticas de mosaico, podrían quedar encuadrados en los momentos iniciales.
Pero en líneas generales, cualquier propuesta sobre la tendencia evolutiva de las cerámicas de la Cova de la Sarsa como
la que se realiza en el presente trabajo (fig. 6.16), debe admitir
la posibilidad de que la mayoría de los vasos impresos cardiales (fig. 6.17-6.19), decorados con otras técnicas, incluso lisos,
queden asociados al Neolítico antiguo cardial, en su fase inicial,
plena y final. Las dataciones radiocarbónicas obtenidas muestran una concentración de resultados entre el 5460 y el 5330
cal BC, acompañando de forma coherente la elevada presencia
de cerámicas cardiales, momento de mayor intensidad en las
ocupaciones de la cueva.
Los labios redondeados, asociados principalmente a cerámicas cardiales, y buena parte de las bases aplanadas, convexas o
de talón, serían producidas en estos momentos. Entre las asas,
los cordones (impresos o lisos) ocuparían un porcentaje elevado, alcanzando en el horizonte pleno su mayor representación.
Asas de cinta, anulares, de túnel, lengüetas y mamelones esta-
[page-n-204]
Fig. 6.15. Fragmentos cerámicos decorados con impresiones cardiales con la concha en posición vertical que podrían relacionarse con los
momentos iniciales de la ocupación de la Cova de la Sarsa.
rían también presentes, así como los apliques verticales ubicados bajo el borde del vaso, en la parte opuesta al elemento de
sujeción principal o en las mismas asas, que aparecen asociados
tanto a vasos cardiales como lisos, estos últimos con manufacturas y perfiles hemisféricos característicos del Neolítico antiguo.
Decoraciones cardiales con el borde de la concha en posición
vertical, en posición oblicua, dobles o reflejadas, arrastre cardial o impresiones con el natis, están ampliamente documentadas. En la Cova de la Sarsa, a la importancia cuantitativa de las
impresiones realizadas con el natis, cabe sumar la cualitativa,
utilizándose en la realización de un buen número de composiciones decorativas. Las impresiones dobles o reflejadas y las
cerámicas con arrastre cardial debieron aparecer avanzada la
fase plena, alcanzando su máxima representación en el tránsito
al Epicardial antiguo.
Tras las impresiones cardiales, los apliques constituyen el
otro gran grupo decorativo, formado principalmente por cordones lisos e impresos, a los que cabe sumar buena parte de los
denominados cordones de mamelones. El conjunto de decoraciones realizadas con gradina es minoritario y alcanzarían su
mayor representatividad porcentual avanzada la fase plena pero,
especialmente, durante el Epicardial antiguo. Forman composiciones y temáticas complejas similares a las cardiales, algunas
incluso con posibles figuras antropomorfas, y otras más sencillas formando bandas.
Las impresiones de instrumento de punta única en posición
horizontal documentadas en yacimientos como la Cova de les
Cendres, a las que también se las denomina “Impresas antiguas”
(Bernabeu y Molina, 2009), aparecen en la Cova de la Sarsa.
Este tipo de impresiones realizadas con concha no dentada y
187
[page-n-205]
Fig. 6.16. Propuesta de tendencia evolutiva de la cerámica del Neolítico antiguo de la Cova de la Sarsa.
188
[page-n-206]
Fig. 6.17. Vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa.
189
[page-n-207]
Fig. 6.18. Vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa.
190
[page-n-208]
Fig. 6.19. Vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa.
191
[page-n-209]
Fig. 6.20. Vasos con decoración inciso-impresa de la Cova de la Sarsa.
otros instrumentos quedan asociadas a estos momentos, especialmente las primeras. Algo similar ocurriría con las incisoimpresas, que cabe suponer aumentarían de forma notable su
representación en la siguiente fase.
La tipología documentada también se relaciona con este horizonte, con presencia mayoritaria de vasos de la Clase C, con o
sin impresiones cardiales, y buena representación de cuencos de
la Clase B. Los vasos de Clase A son escasos. Se documenta la
presencia de formas de la Clase D como microvasos, botellitas y,
en menor medida, vasos geminados o toneletes.
Por lo que respecta a la organización de la decoración, la
Cova de la Sarsa representa uno de los conjuntos más completos
de composiciones y temáticas del mediterráneo. Especialmente
significativos por su vistosidad y número de ejemplares resultan los ejemplares con frisos, metopas, guirnaldas, festones y
ángulos, que acompañados o no de glifos, representan uno de
los aspectos más característicos, y a la vez diferenciadores, del
estilo cerámico cardial valenciano.
Muchos de estos vasos decorados presentan superficie bruñida, paredes finas, cocciones reductoras y, en algunos casos,
chamota como desgrasante añadido, identificado en la Cova de
la Sarsa a partir de láminas delgadas realizadas sobre pastas de
superficies decoradas.
de fragmentos impresos con gradina formando temáticas menos
complejas, de arrastre cardial, impresiones dobles o reflejadas
y decoraciones incisas e inciso-impresas formando metopas o
guirnaldas, podría responder a un conjunto típico de los momentos antiguos del Epicardial.
Del mismo modo, la buena presencia de cerámicas incisoimpresas (fig. 6.20) formando bandas y líneas, así como de impresiones de punzón en posición oblicua e incisiones (algunas
combinadas con el peinado), advierten de la posibilidad de que la
cueva fuese utilizada también durante el Epicardial final. A este
momento se vinculan algunas decoraciones poco comunes, como
las realizadas con mamelones cubriendo toda la superficie del
vaso. También las asas bilobuladas y trilobuladas, siempre asociadas a superficies lisas o cordones lisos, características de los
momentos finales del Neolítico antiguo y del Neolítico medio,
como se ha documentado en otros yacimientos de la costa mediterránea como la Cueva de Nerja (García Borja et al., 2014).
Pero cabe admitir que Sarsa no constituye un buen ejemplo del
Epicardial caracterizado por las decoraciones inciso-impresas. Los
materiales cerámicos, en su conjunto, no permiten afirmar que la cueva sea ocupada de forma tan intensa a partir del cambio de milenio.
Neolítico antiguo epicardial
No existen dataciones radiocarbónicas de estos momentos para
la Cova de la Sarsa, aunque sí materiales arqueológicos que pueden adscribirse al Neolítico medio. Especialmente significativa
es la presencia de cerámicas peinadas, de algunos ejemplares
inciso-impresos y de los fragmentos esgrafiados. Estos últimos
poseen un alto valor cualitativo a la hora de proporcionar un
horizonte cronológico y, aunque aparecen en número reducido,
La presencia de un buen número de cerámicas impresas de gradina, inciso-impresas y peinadas, nos advierte que, aunque los
resultados de las dataciones radiocarbónicas no muestran ocupaciones en la cueva entre el 5200 y el 4850 cal BC, sí es posible
proponer que fue habitada durante el Epicardial. La existencia
192
Neolítico medio
[page-n-210]
revelan que la cueva fue ocupada en el Neolítico medio. Este
menor número de cerámicas se relaciona con el progresivo descenso en la intensidad de las ocupaciones desde el Epicardial.
Neolítico final
Las dataciones sobre restos humanos han proporcionado dos
fechas de esta cronología, constatándose el uso de la cavidad
como espacio funerario, aunque el número de inhumaciones que
se depositan no permite afirmar que se trata de una necrópolis estable, utilizándose para tal fin de forma puntual. Entre los
restos arqueológicos documentados son escasos los que pueden
asociarse a un “típico” ajuar del Neolítico final, no inventariándose grandes láminas de sílex, puntas de flecha o elementos de
adorno propios de estos momentos.
Entre la cerámica, la clasificación de escudillas o fuentes
no carenadas de la Clase A y la presencia de labios engrosados,
asociados a cerámicas lisas, parecen revelar ocupaciones puntuales de la cueva, utilizada como refugio ocasional, pues las
formas cerámicas que acompañan los ajuares del Neolítico final
suelen presentar perfiles más cerrados con índices de profundidad característicos de las Clases B y C (Soler, 2002).
Al respecto de los fragmentos lisos, cabe realizar una reflexión sobre sus porcentajes de aparición en la Cova de la Sarsa
pues, aunque podría proponerse que la mayoría no pertenecen al
Neolítico antiguo, en los niveles cardiales de yacimientos como
la Cova de les Cendres, o la Cova de l’Or, sus porcentajes de
aparición han quedado establecidos entre el 70% y el 80%. En la
Cova de la Sarsa, el total de fragmentos lisos asciende al 71%,
que en el caso de los vasos sin decoración es del 17,5%. Son porcentajes de cerámicas lisas incluso inferiores a lo que viene siendo más habitual en niveles cardiales y, aunque es innegable que
existen vasos cerámicos que no pertenecen al Neolítico antiguo,
es necesario destacar que el porcentaje sobre la totalidad de las
cerámicas lisas no difiere de los establecidos para yacimientos
cardiales con estratigrafía. En el caso de que la cueva hubiese
sido utilizada de forma intensa en el Neolítico final, Calcolítico
o Edad del Bronce, los porcentajes de fragmentos y vasos sin
decorar deberían de ser mucho mayores, cuestión que refuerza
la propuesta de vincular la gran mayoría de las cerámicas de la
Cova de la Sarsa, incluso las lisas, al Neolítico antiguo.
Otras fases prehistóricas
Algunas dataciones radiocarbónicas indican que la cueva
fue utilizada de forma esporádica en momentos posteriores
al Neolítico. Uno de los hueso humanos fechados remite al
Calcolítico. La media en años calibrados antes de nuestra era
lo sitúa en los momentos en que la cerámica campaniforme
comienza a aparecer en el País Valenciano. En la Cova de la
Sarsa, son escasas las cerámicas que pueden atribuirse al horizonte campaniforme. Existe un pequeño fragmento inciso
localizado en el Museu de Bocairent (fig. 4.32: 8079) que
presenta paralelos con cerámicas campaniformes documentadas en el País Valenciano (Bernabeu, 1984) y que podría
haber formado parte de un ajuar de una inhumación campaniforme. No es el único fragmento, en anteriores capítulos
se ha señalado la presencia de otro vinculado al campaniforme (fig. 2.22), encontrando más casos cuyas decoraciones
presentan paralelos con el campaniforme regional (fig. 6.20:
V.295; figura 4.29: V.511), si bien la cronología de las vajillas de este estilo se situaría en momentos avanzados del
Calcolítico campaniforme, algo alejada de la datación a la
que nos referíamos, vajillas que incluso podrían relacionarse
con la datación del Bronce antiguo.
Del segundo milenio cal BC, se han documentado tanto piezas líticas como metálicas. Por lo que respecta a la cerámica,
algunos vasos depositados en Alcoi (vasos 189-193) podrían
pertenecer a estos momentos de la secuencia. En el término municipal de Bocairent existen numerosos poblados de la Edad del
Bronce, uno de ellos sobre la misma cueva (Pascual Beneyto,
2010), pudiendo ser utilizada ésta como espacio de inhumación,
o para cualquier otro fin.
La datación de los momentos finales de la Edad del Bronce
se ha obtenido de un grano de Hordeum vulgare subsp. vulgare.
Los restos cerámicos de la Cova de la Sarsa asociados a este
horizonte son escasos, no documentándose las típicas formas de
tecnología poco cuidada, base plana de talón y labio impreso.
Existe un fragmento bruñido con decoración excisa y otro carenado (fig. 5.12: V.77) que podrían quedar ubicados en los momentos de tránsito a la Edad del Hierro. Es una cuestión sobre la
que deberemos incidir en el futuro. Del mismo modo que algunos vasos y fragmentos decorados con impresiones de gradina
podrían pertenecer al Calcolítico campaniforme y no al Neolítico
antiguo, otros inciso-impresos y los decorados con motivos reticulados, podrían pertenecer al Calcolítico campaniforme y no al
Bronce final. Tras el estudio de los materiales de la Cova de la
Sarsa no puede concluirse que fuera utilizada de forma intensa
en el Bronce final.
Por último, apuntar una inhumación de época visigoda y
otra de época andalusí, que quedan fuera de nuestro marco
cronológico, al igual que las cerámicas ibéricas, medievales
y modernas, que entre todas no superan los 50 fragmentos
inventariados.
193
[page-n-211]
[page-n-212]
7
La funcionalidad de la Cova de la Sarsa.
Aportaciones desde la cerámica
La aplicación de la metodología entrevista ha permitido la caracterización del conjunto cerámico de la Cova de la Sarsa,
ejercicio que ha posibilitado elaborar una propuesta de tendencia evolutiva a lo largo de la Prehistoria reciente mediante su
comparación con otras colecciones con estratigrafía. Superado este punto, el siguiente objetivo es realizar una aproximación, desde la cerámica, a la utilidad que pudo tener la cavidad
durante el Neolítico antiguo. Para ello, en primer lugar, cabe
reflexionar sobre la propia funcionalidad de la vajilla recuperada en Sarsa, cuestión que sigue siendo una de las tareas más
difíciles de abordar en nuestra disciplina (Orton et al., 1997;
Skibo, 2013).
La gran mayoría de recipientes cerámicos se realizan para
satisfacer necesidades relacionadas con el almacenaje, preparación, traslado, servicio o consumo de alimentos y bebidas.
Ello permite establecer tres categorías a las que puede destinarse un vaso cerámico: el almacenamiento, la manipulación
y el traslado-servicio. En la actualidad, además de los resultados que la arqueología de campo es capaz de ofrecer a través
del contexto de aparición de cada vaso y del estudio de su forma, decoración y tecnología, para establecer la función de un
vaso disponemos de numerosos estudios etno-arqueológicos
y de los resultados que están aportando las analíticas sobre
residuos orgánicos conservados (Copley et al., 2005; Soberl
et al., 2014).
Estos nuevos trabajos incorporan métodos de análisis de
los restos orgánicos que pueden quedar conservados en los vasos, bien absorbidos por sus paredes (Heron y Evershed, 1993;
Evershed, 2008; Debono et al., 2011; Regert, 2011), bien visibles de forma directa (Craig et al., 2013), identificando producciones neolíticas destinadas a la cocción, formas específicas para el almacenamiento o recipientes para el servicio de un
tipo concreto de alimento.
UN REPERTORIO MULTIFUNCIONAL
La primera observación que se desprende del estudio expuesto en los capítulos anteriores, es la existencia de una variada y
numerosa vajilla del Neolítico antiguo en la Cova de la Sarsa.
Atendiendo a criterios tipológicos, las diferentes producciones
pueden ser agrupas en varios conjuntos: cuencos y ollas, contenedores, jarras, cubiletes, cántaros y formas especiales.
Cuencos y ollas
Uno de los aspectos más significativos de la tipología de la colección cerámica de la Cova de la Sarsa en particular, y del Neolítico antiguo valenciano en general, es la práctica ausencia de
vasos con un índice de profundidad inferior a 0,45 y, por tanto,
clasificados tipológicamente en la Clase A. En contraposición,
los vasos con perfiles hemisféricos y globulares (forma 2) clasificados como Grupo 6 (fig. 7.1) o Grupo 13 (fig. 7.2), cuencos y
ollas, presentan los porcentajes más significativos. Esta elevada
presencia de formas globulares, así como la ausencia de platos,
fuentes y escudillas, podría estar relacionada con la forma de cocinar y consumir los alimentos durante el Neolítico antiguo. Son
tipos cuyo diseño está orientado a contener y cocinar sustancias
líquidas, permitiendo incluso el consumo directo de alimentos en
ellas, de forma individual o colectiva. Su forma globular y sus
paredes finas los hacen idóneos para la cocción (Rye, 1981), por
exposición directa al fuego o introduciendo piedras calientes en
el interior de los vasos. Los resultados de las primeras analíticas
de restos orgánicos conservados en las paredes de vasos del Neolítico antiguo impreso del Mediterráneo (Debono, 2012), parecen
confirmar esta posibilidad. Son resultados preliminares, realizados mayoritariamente sobre recipientes recuperados en el centro
y sur de Italia, donde además la mayoría de vasos no conservan
restos de lípidos. Pero para 13 de ellos se proponen mezclas de
productos vegetales y animales, principalmente rumiantes.
195
[page-n-213]
Fig. 7.1. Cuenco con asa de cinta horizontal y decoración impresa cardial. Vaso 39.
Fig. 7.2. Olla con decoración impresa cardial. Vaso 291.
Son formas que también pueden desempeñar funciones de
almacenaje, aunque otros tipos con mayor cubicaje y diferente
morfología presentan mejores condiciones para tal fin. Existen
vasos clasificados como cuencos del Grupo 6 con una capacidad
superior a los 10 litros (p.e. los vasos 287 y 372), alguno de ellos
de perfil menos cerrado (fig. 7.3), cuya función como recipiente de almacenaje podría alternase con la de vasos para cocinar
mayor cantidad de alimentos. Pero la gran mayoría de cuencos
poseen capacidades de entre uno y cinco litros. Presentan cierta
variabilidad en su decoración y en sus elementos de prensión.
En el caso de las decoraciones, cabe preguntarse si el modo en
el que se organiza nos indica que son recipientes destinados a
preparar alimentos específicos. Respecto a las asas, su tipología
196
podría incluso estar relacionada con la exposición directa o parcial al fuego. Como ejemplo, los vasos que poseen una única asa
de cinta horizontal o vertical (fig. 7.4), parecen diseñados para
colocarse junto al fuego o sobre parte del mismo, manteniendo
así los alimentos calientes en su interior. Del mismo modo, entre
las ollas se documenta similar diversidad en sus temáticas decorativas y variedad en los elementos de prehensión, y aunque
existe algún ejemplar que supera los 11 litros de capacidad, la
mayoría se sitúa entre los dos y los seis litros.
La abundancia de formas hemisféricas con volumetría no
superior a cinco litros se relaciona con la importancia que la
cocción de alimentos tenía en la alimentación de los grupos
que habitaron Sarsa, donde la preparación de sopas, caldos y
gachas constituirían una parte importante de la dieta. Numerosos grupos humanos que practican una agricultura basada en
el cultivo de cereales incluyen como fuente de alimentación
principal las gachas, elaboradas cociendo cereal machacado
en agua, leche o una mezcla de ambos. Existen varias formas
de cocinar gachas. En el Neolítico antiguo valenciano, la tipología del conjunto cerámico apunta a la elaboración de gachas líquidas. La producción agraria estaría sustentada en un
modelo hortícola organizado en pequeñas parcelas, donde los
cereales se cultivarían de forma individualizada, aprovechando las tierras más ricas y diversificando la producción para minimizar las posibilidades de fracaso (Pérez Jordà y Peña Chocarro, 2013). Este modelo sufriría transformaciones durante
el Neolítico medio, momento en el que se detecta el cultivo
de un menor número de especies y el inicio de prácticas agrícolas extensivas, encaminadas al aumento de la producción
mediante la puesta en explotación de una extensión mayor de
tierra dedicada al cultivo de cereales y legumbres, modelo que
se consolidará en el Neolítico final. En la tipología cerámica,
estos cambios van paralelos al progresivo descenso de vasos
de la Clase C, en favor de formas abiertas de la Clase A, a la
desaparición de contenedores cerámicos en favor de silos y a
la incorporación de platos, escudillas y cazuelas, en las que
[page-n-214]
Fig. 7.3. Vaso 287. (A) Perfil y superficie externa; (B) localización y orientación del fragmento con motivo antropomorfo en la cara interna;
(C) propuesta de reconstrucción del motivo; (D) localización del motivo en el interior del vaso y propuesta interpretativa; (E) ordenación
de la cara externa.
197
[page-n-215]
Fig. 7.4. Cuenco con un asa de cinta vertical y decoración impresa
cardial. Vaso 286.
pueden consumirse de forma más fácil gachas densas, cuyo
valor nutricional es mayor, y cuya preparación diaria requiere
de una cosecha más abundante, como la que se propone para
el Neolítico final.
Los análisis sobre isótopos estables encaminados a la obtención de datos sobre la alimentación en la Prehistoria muestran que, en la mayoría de los casos estudiados para el Neolítico en el sur de Europa, el aporte proteico está fundamentado
en recursos terrestres (Richards et al., 2001; Herrscher y Le
Bras-Goude, 2010; Lightfoot et al., 2011; Mannino et al., 2011;
Lelli et al., 2012; Le Bras-Goude et al., 2006 y 2013). En el
ámbito del mediterráneo occidental ibérico (McClure et al.,
2011; Salazar-García, 2009, 2010 y 2012), este tipo de análisis sobre isótopos también subraya la importancia de proteínas
terrestres en la alimentación neolítica y, aunque cabe admitir
que el método detecta con mayor precisión las de procedencia
animal, las de origen vegetal también están presentes, cuestión
que se va confirmando con el estudio de microrrestos vegetales
en cálculos dentales, que apuntan al consumo preferencial de
cereales (Power et al., 2014). Sin embargo, existen muy pocas
evidencias de la elaboración de alimentos de base cerealista,
como son gachas o cervezas. En parte es debido a la dificultad
de rastrear su presencia en recipientes de cocina y consumo,
con los métodos de estudio disponibles para tal fin. Los pocos
lípidos que presentan los cereales y las plantas, por su propia
estructura química, son difícilmente absorbidos por las paredes
de los vasos cerámicos, borrándose en el caso de que en ese
mismo recipiente, aunque sólo sea una vez, se cocine leche o
productos combinados con lácteos.
Uno de los útiles que puede relacionarse con el consumo
de caldos y gachas líquidas es la cuchara de hueso, cuya presencia en la Cova de la Sarsa está bien documentada (Pascual
Benito, 1998). La existencia de este tipo de útil podría también
justificarse por la forma propuesta de consumir y preparar alimentos. Las cucharas de hueso son idóneas tanto para remover
sopas, caldos y gachas líquidas en preparación, como para su
consumo. Su cronología relativa ha quedado bien definida tras
el estudio de todos los ejemplares del País Valenciano, situándose en el Neolítico antiguo y desapareciendo de los registros
198
arqueológicos a partir del V milenio cal BC, coincidiendo con la
progresiva apertura de la vajilla para el consumo de productos
densos. Además de las realizadas sobre hueso, y sin considerar
las que podrían haberse realizado con materiales perecederos,
existen otras de cerámica, a las que se unirían los cucharones del
Grupo 17 de la Clase D, utilizados para el traslado de líquidos
de un recipiente a otro o para el consumo directo de alimentos,
especialmente los cucharones que poseen asa de cinta horizontal (fig. 7.5).
Una última cuestión a considerar respecto a los alimentos
que se cocinan y consumen en cuencos y ollas, es la buena representación que alcanzan los lácteos en los análisis sobre lípidos.
Ya hemos explicado las limitaciones del método analítico, pero
aun así, cabe preguntarse si la leche era un ingrediente utilizado
en la confección de caldos, sopas y gachas, pues parte de los
restos de lípidos analizados en contextos del Neolítico antiguo
mediterráneo (Debono, 2012), han sido interpretados como restos de productos lácteos, posiblemente leche. Los residuos orgánicos conservados en la cerámica han proporcionado evidencias
directas de la utilización de la leche en Gran Bretaña en el cuarto milenio (Copley et al., 2005), en Europa oriental en el sexto
milenio (Craig et al., 2005) y en el Próximo Oriente y el sudeste
europeo en el séptimo milenio a.C. (Evershed et al., 2008). Paradójicamente, los genomas identificados en individuos del Neolítico antiguo (Itan et al., 2009; Lazaridis et al., 2014; Gamba et
al., 2014; Haak et al., 2015; Olalde et al., 2015), demuestran un
elevado grado de intolerancia a la lactosa por parte de los grupos
Fig. 7.5. Cucharones con asa de cinta vertical.
[page-n-216]
que soportan la expansión desde el próximo oriente (Budja et al.,
2013). Lejos de reducirse el consumo de productos lácteos, los
estudios sobre lípidos en vasos neolíticos y sobre la fauna mediterránea (Rowley-Conwy, 2000; Rowley-Conwy et al., 2013),
demuestran que la leche es utilizada. En niños de hasta los 5 años
de edad, las primeras papillas podrían realizarse con una cantidad
de leche mayor, pero en edades superiores, la intolerancia dificultaría el consumo continuado. En el caso de las gachas y sopas para
adultos, es posible que se realizasen añadiendo una pequeña cantidad de leche, insuficiente para provocar trastornos en individuos
de mayor edad. Pero la explicación a esta abundante presencia
de restos lácteos en las paredes de los vasos, quizás resida en las
propias características de los métodos de análisis de lípidos. A ello
cabe añadir que la elaboración de alimentos, tanto infantiles como
para adultos, podría realizarse en los mismos vasos. También que,
en estos recipientes, podrían estar elaborándose productos secundarios con menor cantidad de lactosa y más fáciles de transportar,
como recientemente se ha propuesto para el Neolítico antiguo
centroeuropeo, donde los restos analizados en las paredes de determinados vasos cerámicos han sido identificados como restos
de la elaboración de queso (Salque et al., 2013). El conocimiento
de técnicas de fermentación que reducen la lactosa en este tipo
de sociedades en las que los ovicaprinos constituyen uno de los
pilares fundamentales, nos lleva a plantear que en cuencos y ollas
también podrían utilizarse para el procesado de lácteos.
En conclusión, la morfología de estos dos tipos de vaso
apunta a la utilización de buena parte de la vajilla en la preparación de sopas, caldos y gachas líquidas, combinando de diferente forma productos como agua, carne, cereales, leche o plantas
silvestres. Queda por resolver si las decoraciones representadas
en estos vasos tienen su razón de ser por los alimentos que en
ellas se cocinan y consumen, o es algo aleatorio, como parecen
indicar los estudios de materia orgánica realizados hasta la fecha en ámbitos mediterráneos.
Contenedores
Además de la posible utilización de ollas y cuencos en tareas de
almacenaje, se han documentado varios tipos de recipiente con
mayor cubicaje, agrupados en nuestra tipología en el grupo de
los cántaros (Grupo 12) y en el grupo de los contenedores, este
último dividido a su vez en otros dos: el de los contenedores medios (Grupo 14), cuya altura no sobrepasa los 30 cm, y el de las
orzas y tinajas (Grupo 15). El número de contenedores medios
contabilizados en la cueva es de 71, y el de orzas y tinajas de 25.
Existen contenedores de tamaño medio decorados con impresiones cardiales, con incisiones, con cordones impresos, de
mamelones y lisos. Presentan diferentes volúmenes, generalmente de entre 2 y 8 litros, aunque algunos superan los 10. La
diferencia fundamental con ollas y cuencos reside en el mayor índice de profundidad de los contenedores, como consecuencia de su perfil cilíndrico, que los hace menos aptos para
la cocción de alimentos, aunque es posible cocinar en ellos.
Presentan también mayor grosor de paredes y en su superficie
apenas se evidencian tratamientos más allá del alisado. Sus
temáticas decorativas también difieren, con mayoría de mosaicos y apliques.
Esta propuesta como vajilla de almacenaje es más evidente
todavía en las orzas y tinajas clasificadas como Grupo 15. La
mayoría de los ejemplares de este tipo presentan cordones im-
presos, de mamelones y lisos (fig. 7.6), a los que cabe sumar
otros decorados con impresiones cardiales o de gradina. Son recipientes cuya capacidad supera los 40 litros en algunos casos
(fig. 7.7: V.103). La presencia de grandes contenedores en las
vajillas coincide en la secuencia neolítica valenciana con la ausencia de silos. Pero a medida que estos últimos se generalizan
pasado el V milenio cal BC (Bernabeu et al., 2006; Pérez Jordà,
2013), los grandes contenedores cerámicos van desapareciendo
progresivamente, presentando porcentajes testimoniales en el
Neolítico final.
Considerando su tamaño y sus porcentajes de aparición a lo
largo de la secuencia neolítica valenciana, es posible vincular
estos grandes recipientes cerámicos con el almacenamiento de
cereales, sin descartar otras posibles utilidades, pudiendo albergar incluso líquidos, aunque existe otro tipo de vaso más apto
para contener líquidos: los cántaros.
Cántaros
En la Cova de la Sarsa, los cántaros y los anforoides del Grupo 12 (figs. 7.8-7.10) constituyen los recipientes de almacenaje
más numerosos, siendo el segundo grupo en porcentaje, por detrás de los cuencos, con un total de 78 ejemplares, 18 de ellos
con altura superior a 30 cm. La función de estos vasos de boca
estrecha y cuello marcado se vincula al acopio y transporte de
líquidos. La necesidad de acumular reservas de agua y la facilidad para su obtención en la cueva, explican su notable presencia. En las galerías internas de Sarsa existen espacios con
acumulaciones de agua por goteo durante la práctica totalidad
del año, así como pequeñas cubetas (fig. 7.11).
Estudios sobre vajillas de sociedades no industrializadas
que poseen este tipo de formas globulares de cuello marcado
realizadas sin usar el torno, muestran mayor variedad en su uso
en función del tamaño y forma (Arthur, 2006), más allá del
almacenamiento de agua. El elevado porcentaje de cántaros en
la Cova de la Sarsa plantea la posibilidad de que existan diferentes usos para cada tipo en función de su altura o decoración,
incluso la de haber sido utilizados en la preparación de cierto
tipo de bebidas alcohólicas, como cerveza. La fermentación de
cereales tiene múltiples ventajas, no sólo por los nutrientes que
aporta, sino también porque los alimentos fermentados adquieren mayor durabilidad. Se trata de un producto que se utiliza de
forma generalizada como elemento de cohesión social, agregando su consumo a buena parte de los grupos que la producen, siendo un elemento que refuerza la solidaridad (Haaland,
2012). El inicio de la producción de cerveza no ha podido ser
determinado. Algunos autores incluso sugieren que los primeros cereales cultivados fueron utilizados para la producción de
cerveza (Katz y Voigt, 1986), proponiéndose una elaboración
de este producto en el PPNA (Haaland, 2012; Dietrich et al.,
2012). En la península ibérica existe una referencia sobre la posible existencia de cerveza en los niveles del Neolítico medio
de la Cova de Can Sadurní (Begues, Barcelona) (Blasco et al.,
2008). No cabe duda de que, una vez conocida su existencia,
formaría parte del paquete de productos neolíticos que se expanden por el mediterráneo.
Algunos cántaros de la Cova de la Sarsa ofrecen el soporte
ideal para la fermentación de bebidas, y la Serra Mariola depara múltiples frutos silvestres ricos en azucares que con cierta
facilidad pueden ser mezclados con líquidos para su fermen199
[page-n-217]
Fig. 7.6. Contenedores con cordón de mamelones de los Grupos 14 y 15.
200
[page-n-218]
Fig. 7.7. Contenedores de los Grupos 14 y 15. Todos con decoración impresa cardial, excepto el vaso 103, impreso con gradina.
201
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Fig. 7.8. Cántaros con decoración impresa cardial.
202
[page-n-220]
Fig. 7.9. Cántaros decorados: inciso-impresa (11, 95 y 305), impresa de gradina (377 y 427), impresa cardial (215), cordones impresos
(107 y 438) y de cordón de mamelones (67).
203
[page-n-221]
Fig. 7.10. Cántaros con cordones lisos.
204
[page-n-222]
En el caso de las jarras (fig. 7.12: V.113), el número de ejemplares clasificados para la Cova de la Sarsa es menor del documentado en otros yacimientos como la Cova de l’Or. Ello puede
ser debido a las restricciones aplicadas a la hora de considerar
que un fragmento cerámico adquiere la categoría de vaso. La
elevada presencia de asas de cinta verticales con decoración impresa cardial, cuyos recuentos han sido expuestos en el capítulo
referente a fragmentos, permite plantear la existencia de un número mayor de jarras en la colección.
Los otros tipos de vaso que quedan clasificados en el grupo
de las jarras son los que poseen pico vertedor o asa pitorro. En
la Cova de la Sarsa se han documentado cinco ejemplares. En
los únicos que permiten el cálculo de su capacidad, su volumen
estimado es de entre 3,5 y 2,5 litros. Los vasos con asa pitorro
de la cercana Cova de l’Or han sido objeto de un estudio que
incluía un análisis morfotipológico y de los restos orgánicos
conservados en las paredes de algunos ejemplares (Martí et al.,
2009b), concluyéndose un uso relacionado con el consumo de
líquidos, posiblemente leche de cabra.
Formas singulares
Fig. 7.11. Ejemplos de acumulación de agua en las galerías internas
de la Cova de la Sarsa (fotografía de http://rutasyvericuetos.
blogspot.com).
tación, como se sigue documentando en la actualidad. Fueran o no destinados al almacenamiento de otro tipo de bebida
además del agua, lo cierto es que los cántaros son un tipo de
forma que se repite en la vajilla de la Cova de la Sarsa durante
el Neolítico antiguo.
Jarras y cubiletes
Los líquidos almacenados pueden ser vertidos directamente
en los recipientes de cocina, o sobre ciertas formas de servicio y consumo. Existen en la cueva ciertos recipientes clasificados dentro del Grupo 10 de la Clase C, jarras y picos
vertedores, con gran asa de cinta vertical o con asa pitorro.
Son recipientes con una capacidad máxima de unos 3,5 litros,
cuyo diseño permite el consumo directo de líquidos o el traslado a otros de menor tamaño como los cubiletes del Grupo
11. Entre estos últimos, son especialmente significativos los
que conservan base, en la mayoría de ocasiones plana (fig.
7.12: V.138, 280 ó 281), que les confiere una utilidad como
verdaderos “vasos” al uso, en su acepción como elemento
cilíndrico que sirve para beber, pues su capacidad media se
sitúa por debajo del medio litro.
Además de las cucharas de cerámica, sobre las que se ha realizado un comentario en las páginas anteriores, existen otros tipos
de vaso pertenecientes a la Clase D, que agrupamos en los grupos tipológicos denominados: microvasos, botellitas, toneletes
y vasos geminados. Son recipientes con una función difícil de
determinar a través de su tipología y pueden estar relacionados
con actividades alejadas de las propias de la alimentación. Casi
la totalidad de las botellitas presenta dos pequeñas asas anulares
en su parte frontal que permiten una sujeción a la cintura, facilitando el uso como contenedores de sustancias aplicables tales
como colorante, adherentes o incluso veneno (Martí y Juan Cabanilles, 2002). De hecho se ha constatado la presencia de restos
de colorante rojo en las paredes internas de algunos ejemplares
(fig. 7.13), planteándose su función como recipientes destinados
a contener colorante rojo.
Algunos toneletes y botellitas de la Cova de l’Or también
fueron utilizados como pequeños contenedores de pinturas
(Domingo et al., 2012). Los toneletes con decoración impresa
cardial son un tipo comentado desde mediados del siglo pasado (Fletcher, 1962). Los ejemplares de la Cova de la Sarsa (fig.
7.12: V.279 y 290) poseen una capacidad de 0,5 litros en el
caso del vaso 290 y de no más de 1,5 litros en la reconstrucción
propuesta para el vaso 279.
Los microvasos son tipos que no superan los 0,25 litros de
capacidad. Su tamaño permite plantear que pudieran formar
parte de algún tipo de vajilla infantil, o utilizarse para fines no
relacionados con el consumo de alimentos. Cabe apuntar que
uno de estos microvasos decorado con impresiones cardiales
podría ser en realidad un vaso geminado (fig. 7.13: V.360). Los
vasos geminados son un tipo poco común, con apenas cuatro
ejemplares para el Neolítico antiguo cardial valenciano. Los
únicos paralelos constatados los encontramos en contextos andaluces no cardiales, donde se han contabilizado una decena de
ejemplares, alguno de ellos impreso con gradina (Carrasco et
al., 2014). Son formas compuestas por la unión de dos pequeños vasos de idénticas proporciones y morfología. Esta unión se
realiza por su parte central, apareciendo en algunas ocasiones
separados, y en otras unidos por un agujero. Los ejemplares de
205
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Fig. 7.12. Jarra, cubiletes, microvasos, toneletes y vaso geminado.
206
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Fig. 7.13. Botellitas del Grupo 18 de la Clase D. Excepto el vaso 360, clasificado como microvaso, pudiendo ser un vaso geminado.
207
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la Cova de la Sarsa presentan singularidades. En caso de que
finalmente el vaso 360 fuera un vaso geminado, estaría configurado por dos formas individualizadas, no conectadas entre
ellas por un agujero. En el ejemplar que presenta menos dudas
(fig. 7.12: V.396), de 1,4 litros de capacidad, ambas superficies
internas están conectadas por un agujero, mezclándose los contenidos de los dos recipientes unidos. La funcionalidad a la que
están destinados sigue sin haberse podido definir, tanto en los
ejemplares del Neolítico antiguo, como en los de la Edad del
Bronce (Sesma et al., 2008).
FUNCIÓN SIMBÓLICA DE LA CERÁMICA
La vajilla de la Cova de la Sarsa cumple otro tipo de funciones
simbólicas más allá de las meramente domésticas. Todos los pasos en la elaboración de un vaso y su posterior utilización están
cargados de información simbólica. En este trabajo se entenderá como símbolo cualquier cosa (objeto, hecho, acto, cualidad,
palabra, gesto) que sirva como vehículo de una concepción que
imponga significación a la experiencia (Geertz, 1973).
Queremos centrar el discurso sobre dos aspectos vinculados
a la función simbólica de la cerámica. Por un parte, su consideración como vehículo de expresión que refleja pertenencia a una
colectividad (identidad) y, por otra, su vinculación a la práctica
religiosa. En lo que se refiere a la primera de las acepciones,
la técnica de la impresión cardial en la decoración de un vaso
cerámico se considerará como un símbolo perceptible portador
de identidad. Es perceptible tanto por los responsables de su fabricación y uso (pertenece a una cultura concreta) como por los
prehistoriadores que lo analizan, abriéndose la posibilidad de
diferenciar entidades culturales mediante la caracterización de
producciones cerámicas, de su estilo. A su vez, documentamos
diferentes modos de aplicar esta técnica en función de la región
y yacimiento que estudiemos. Estas particularidades regionales
permiten diferenciar entidades culturales más pequeñas dentro
de la Cultura Cardial del Mediterráneo occidental. Es una cuestión que retomaremos en el siguiente capítulo.
El segundo aspecto a destacar es la posibilidad de que algunos vasos cerámicos sean portadores de significados vinculados
de forma directa a la práctica religiosa. En la Cova de la Sarsa
existen cerámicas que han sido utilizadas probablemente para
facilitar el tránsito al más allá. La constatación de la existencia
de rituales funerarios es una muestra más de la importancia que
la religión adquiere durante el Neolítico, que presidiría la vida
cotidiana de las sociedades neolíticas cardiales en un grado mayor que el que se detecta del estudio de los yacimientos arqueológicos (Martí, 2006).
Una de las características que han ido incorporándose a la
definición del concepto de Neolítico es la importancia que para
estos grupos adquirió la religión, proponiéndose incluso que la
“revolución simbólica” que acompaña al modo de vida neolítico, en realidad precede a los cambios puramente productivos
(Cauvin, 2000). Las excavaciones de yacimientos ubicados en
el próximo Oriente como Göbekli Tepe (Dietrich et al., 2012)
o Nevali Çori (Hauptmann, 1999) han puesto de manifiesto la
existencia de lugares destinados a la práctica religiosa desde los
momentos más antiguos del Neolítico, representándose en sus
pilares un gran número de figuras (Schmidt, 2000) relacionadas
con la existencia de una cosmogonía definida (Lewis-Williams
208
y Pearce, 2005). A medida que el Neolítico se expande por las
costas del mediterráneo hasta llegar a la península ibérica, las
evidencias materiales de la existencia de prácticas religiosas
muestran mutaciones generación tras generación, adquiriendo
diferentes formas que se representan en gran variedad de soportes como arcillas, cerámicas o paredes de abrigos, con conocidos ejemplos en la cultura material (Gimbutas, 1982; Giannitrapani, 2002; Martí, 2006; Carrasco et al., 2006; Hernández,
2008; Skeates, 2014). Los nuevos pobladores son portadores de
un sistema de símbolos que será la base sobre la que se cimentarán formalmente las manifestaciones religiosas durante el Neolítico antiguo valenciano que, aunque adquiere particularidades,
tiene sus raíces en el mundo mediterráneo.
En el País Valenciano, el interés de la comunidad científica
por las prácticas y creencias religiosas en el Neolítico antiguo
tiene su impulso definitivo en los años 80, con motivo del descubrimiento de varios abrigos con pinturas rupestres de grandes
dimensiones, sin paralelos en otras manifestaciones artísticas en
la península ibérica, a las que sus descubridores denominaron
arte Macroesquemático (Hernández et al., 1988 y 1994). Su
estudio y publicación supuso una nueva lectura de las manifestaciones neolíticas perceptibles en el registro arqueológico,
tanto en la valoración de sus sensibilidades artísticas como en
la aceptación generalizada de la existencia de unas prácticas religiosas en la Cultura Cardial valenciana, siendo apodado por
algunos autores como arte Cardial (Fortea y Aura, 1987). Sus
evidentes paralelos con las decoraciones de algunas cerámicas
neolíticas (Martí y Hernández, 1988; Martí y Juan-Cabanilles,
2002; Martí, 2006) lo dotan de unos límites cronológicos dentro
del Neolítico antiguo, abriéndose desde ese momento un nuevo
marco interpretativo para las decoraciones impresas, entre las
que se diferencian varias modalidades, destacando la identificación de figuras antropomorfas de recorrido vertical.
Al igual que ocurre con el concepto de cultura, el de religión no goza de una definición consensuada por antropólogos
y prehistoriadores. Seguiremos la propuesta realizada por C.
Geertz (1973), aunque partiendo de un apriorístico en su aplicación: las creencias y prácticas religiosas deben tener su referente en entidades sobrenaturales, aunque su representación se
realice imitando formas humanas. Geertz considera la religión
como un sistema de símbolos que actúa para establecer estados
de ánimo o motivaciones intensas, dominantes y duraderas en
los hombres mediante la formulación de conceptos de un orden
general de existencia, y el revestimiento de estos conceptos con
un aura de objetividad tal que los estados de ánimo y las motivaciones parecen estar fundados únicamente en la realidad. Es
obvio que no podemos acercarnos al origen de estos conceptos
revestidos con un aura de objetividad, pero sí al sistema de símbolos utilizados en su representación física en soportes como la
cerámica. Éstos pueden remitir al panteón de divinidades establecidas, a episodios de su cosmogonía, al comportamiento
de miembros del grupo en ceremonias y rituales, o a cualquier
otro tipo de creencias o prácticas. Los motivos representados
en el arte Macroesquemático y en algunos de los vasos cerámicos decorados con impresiones, especialmente los motivos
antropomorfos, son la representación perceptible de algunas de
estas experiencias religiosas por los mismos que la profesan.
La significación de estas composiciones decorativas trasciende
valores de identidad basados en lo puramente estético, técnico
[page-n-226]
y ornamental, representando aspectos concretos de sus prácticas y creencias. Además de estos recipientes, cabe también
analizar los aparecidos en contextos funerarios.
Cerámica en contextos funerarios
El primero de los ejemplares a los que cabe hacer mención es
el contenedor decorado con impresiones organizadas formando composiciones en guirnaldas (figs. 2.27 y 2.28), que fue
localizado como parte del enterramiento doble aparecido en
una grieta de la zona interna de la cueva. En última instancia,
este vaso fue depositado junto a los restos de uno de los dos
individuos inhumados (o de los dos), pudiendo contener algún
tipo de ofrenda o de alimento destinado a facilitar el tránsito
al mundo de los muertos. Hasta la fecha, sigue siendo el resto
cerámico que menos dudas ofrece sobre su aparición en un
contexto funerario, tanto en la Cova de la Sarsa como en el
Cardial valenciano.
En la Cova de la Sarsa, existe otro vaso que podría haber
formado parte de este mismo ajuar, aunque no fue localizado
en el interior de la grieta, sino en sus inmediaciones. Nos referimos al vaso 39 (fig. 7.1), hallado el mismo día que los restos
humanos de la grieta, a menos de 4 m de la misma (Asquerino,
1976). La mayoría de los fragmentos se encontraban en la rampa de acceso, entre el vestíbulo y la grieta, pudiendo restaurarse
casi en su totalidad. En conversaciones con Vicent Casanova,
quien realizó el hallazgo, siempre nos expresó la posibilidad
de que el vaso pudiera pertenecer al enterramiento doble, pues
había pasado muchas veces por el mismo lugar y nunca localizó cerámica o cualquier otro resto, con lo que no era posible
descartar que el furtivo que removió parte de los restos de la
inhumación doble hubiese encontrado el vaso 39 en su interior,
rompiéndose mientras salía por la resbaladiza y pronunciada
rampa que da acceso a la grieta. Se trata de un vaso globular
con asa de cinta horizontal y decoración impresa cardial con
una temática decorativa también en guirnaldas. Su localización
y similitud en las composiciones decorativas con el vaso 40,
puede llevarnos a plantear que perteneciera al ajuar del enterramiento doble, hipótesis que nunca se ha podido corroborar.
Representaciones humanas en las decoraciones
El progresivo aumento del número de variables contempladas
en los análisis de cerámicas neolíticas (Bernabeu et al., 2011a)
nos ha permitido realizar una ordenación de las colecciones en
función de los grupos compositivos y temáticas decorativas,
más allá de la técnica de ejecución. Son especialmente significativos los grupos compositivos figurativos, de líneas verticales,
figuras geométricas y ramiformes, así como el grupo temático
de los glifos. Además de estos, cabe destacar la presencia de
motivos meandriformes, líneas en zigzag, barras, soliformes y
ramiformes, algunos de ellos documentados en la Cova de la
Sarsa (fig. 7.14). Sobre ellos se han realizado diferentes consideraciones, catalogándose buena parte de su conjunto (Martí y
Hernández, 1988; Pérez Botí, 2002). Paradójicamente, en los
dos vasos que pueden relacionarse con rituales funerarios, no
encontramos representados motivos antropomorfos, ramiformes
o soliformes. De hecho, ninguna de las cerámicas aparecidas en
pequeñas cuevas no habitables interpretadas como lugares en
los que se realizan una o dos inhumaciones en el Neolítico anti-
guo presenta motivos antropomorfos, documentándose un único
motivo ramiforme en un fragmento recuperado en la Cova del
Frontó (Salem) (Pastor y Torres, 1969).
De entre todas las composiciones diferenciadas, nos interesa
destacar las de recorrido vertical, que ocupan la parte más visible
del vaso, y que agrupamos en dos conjuntos. Por una parte, aquellas en las que se representan de forma evidente las extremidades
superiores o inferiores (brazos y/o piernas). Por otra, una serie de
composiciones también de recorrido vertical en las que no se representan de forma clara las extremidades o aparecen en número superior a cuatro (p.e. los ramiformes), interpretadas muchas
de ellas como esquematizaciones de las anteriores (Bernabeu,
2002), de las que en la Cova de la Sarsa también existen numerosos ejemplos (fig. 7.15). Las composiciones de recorrido vertical
en las que figuran las extremidades superiores o inferiores serán
las únicas que consideremos como verdaderas representaciones
antropomorfas, incorporándose en ocasiones la esquematización
del sexo con una impresión del natis (fig. 7.16: V.139).
Uno de los vasos decorado con motivos de estas características es el número 99 (fig. 7.16 y 7.17). El grosor de sus paredes,
el tamaño de los fragmentos conocidos y el cálculo interno de su
diámetro, indican que estamos ante un gran contenedor, posiblemente del Grupo 15 o del 12, alejado de los soportes habituales
para vasos con motivos antropomorfos como son jarras, cuencos o
botellitas. Sus superficies no están bruñidas, presentando alisado,
y la técnica decorativa es la impresión cardial. Destaca la lectura
que se ha realizado de una de las dos composiciones que se pueden
distinguir, interpretada como el tronco de un árbol con su copa y
sus ramas (Martí y Juan-Cabanilles, 2002). A su lado, una nueva
figura zoomorfa o antropomorfa acompañaría la escena. Los nuevos fragmentos localizados muestran que este motivo, situado a
la izquierda de la figura más grande, es de lectura vertical, con
dos extremidades posteriores que parecen representar una figura
humana no enmarcada. La temática decorativa encaja en el grupo
figurativo o escénico, donde los motivos se insertan en el vaso de
forma aparentemente desordenada, fuera de los esquemas clásicos
de glifos enmarcados por frisos, metopas o geométricos.
La interpretación de una de las composiciones como un árbol no goza de total unanimidad. Existen otras propuestas en
las que se señala que podría tratarse de una figura antropomorfa
con los brazos extendidos (Torregrosa y Galiana, 2001). En este
caso la decoración se descompone en un motivo de morfología cuadrangular realizado con impresiones cardiales, situado
muy posiblemente bajo un elemento de prensión, similar a otros
documentados en la cavidad (fig. 7.18), del que a su vez se desprende una figura vertical que representa un motivo antropomorfo con los brazos extendidos hacia arriba. Esta propuesta
vendría reforzada por la existencia de más paralelos impresos
cardiales o de gradina con los brazos extendidos, y por la inexistencia de motivos representando árboles entre las cerámicas impresas cardiales del Neolítico antiguo. En nuestro caso, creemos
más acertada la interpretación de la figura vertical como antropomorfo y no como el tronco de un árbol.
El segundo vaso a considerar es de dimensiones más reducidas (fig. 7.16: V.300). El recipiente ha sido clasificado como una
botellita, destacando la presencia de dos pequeñas asas centrales
que permiten su transporte atado a la cintura. Aunque se encuentra
muy erosionado, se ha identificado la presencia de decoraciones
impresas de gradina en el cuello y centro del vaso, que fueron re209
[page-n-227]
Fig. 7.14. Vasos y fragmentos cerámicos con decoraciones que pueden ser interpretadas como “simbólicas” de la Cova de la Sarsa.
210
[page-n-228]
Fig. 7.15. Diferentes fragmentos que forman
el vaso 158.
Fig. 7.16. Vasos
y fragmentos
cerámicos con figuras
antropomorfas.
211
[page-n-229]
Fig. 7.17. Vaso 99.
Fig. 7.18. Vaso 102.
llenadas con pasta roja. Entre estas últimas impresiones, se distingue una figura de recorrido vertical con brazos extendidos hacia
arriba que se ubica en el centro del espacio compositivo del vaso,
enmarcada por otras de recorrido vertical y horizontal. Aunque no
se conserva la totalidad del motivo, parece suficiente a la hora de
clasificarlo como un antropomorfo.
Otra botellita con motivos antropomorfos es uno de los ejemplares más conocidos de la Cova de la Sarsa (fig. 7.16: V.286).
Este pequeño vaso de cuerpo globular y cuello estrecho con asa
múltiple formada por un cordón horizontal y tres perforaciones,
presenta diferentes motivos realizados combinando impresiones
de gradina con otras cardiales de natis (Martí y Hernández, 1988:
62). En la base del vaso existe un motivo en cruz formado por
cuatro barras que terminan en un triangulo y cortas líneas obli212
cuas, interpretadas como antropomorfos en “Y”. En la parte central de la cruz, otras impresiones forman un motivo en estrella,
pudiendo también interpretarse como las piernas flexionadas de
cuatro antropomorfos que formarían una composición en forma
de cruz, aunque al finalizarse con dos pequeños trazos cortos que
podrían ser unos brazos extendidos, puede interpretarse también
que estamos ante una figura antropomorfa clásica, de recorrido
vertical y brazos extendidos, a la que se adosan dos figuras más
a cada lado, que podrían ser también sendas figuras humanas
en cuclillas. Hernández (2000) establece cierto tipo de analogías
entre esta composición y otra pintada en las paredes de una habitación de Çatal Hüyuk, que Mellaart (1967) interpreta como
cuatro personajes que representan los cuatro puntos cardinales,
la sucesión de las cuatro estaciones o los ciclos de la vida. Señalar la existencia de este tipo de representación en cruz, que
podría aparecer en más de un vaso de la Cova de la Sarsa, ha sido
identificada en otros soportes en niveles del Neolítico antiguo
cardial, destacando los motivos en cruz pintados sobre cantos
recuperados en la cueva de Chaves (Utrilla, 2002).
Los diferentes fragmentos pertenecientes al vaso 136 (fig.
7.16 y 7.19) no permiten la clasificación tipológica del mismo.
Su característica más singular es la presencia de un motivo antropomorfo en la parte interna de su base. En las paredes externas, conserva restos de algunas composiciones impresas cardiales que no han podido ser identificadas, con lo que la temática
decorativa de la superficie externa no puede determinarse. En la
interna se han localizado los restos de una o dos figuras antropomorfas. Puede interpretarse que se trata de una única figura
en la que, además del tronco, se representan brazos y piernas
con impresiones cardiales, destacando la existencia de otras
realizadas con natis en el final de las extremidades. Finalizar la
representación de las extremidades superiores e inferiores con
el natis, también nos lleva a plantear si los restos son parte de
una composición en forma de cruz a lo largo de toda la superficie interna del vaso, de la que únicamente se han conservado las
partes correspondientes a dos extremos, cuestión que en estos
momentos no es posible determinar.
[page-n-230]
Fig. 7.19. Vaso 136.
Esta misma problemática afecta al vaso 287 (fig. 7.3 y 7.16).
Se trata de un gran cuenco decorado mediante un instrumento
dentado, que finalmente hemos determinado como cardial por ir
acompañado de impresiones de natis, aunque la concha utilizada
sería muy pequeña, asemejándose las improntas más a una gradina que a una concha, tal y como se ha propuesto para el vaso 286.
La temática de la decoración externa ha sido clasificada como
un friso geométrico. Lo más llamativo de este vaso, es que en su
interior exhibe la representación de una figura antropomorfa, en
la que se observa la existencia de brazos y dedos, cuya reconstrucción resulta compleja. La orientación del fragmento de base
disponible, sugiere que la figura conservada se desarrollaría por
un lateral de la pared interna del vaso. Al no existir paralelos
de una única figura en un lateral de la parte interior de un vaso
impreso y, considerando la simetría con la que suelen realizarse
las decoraciones, cabe plantearse que existieran dos o tres figuras
más, similares a la representada (fig. 7.3: C y D).
Además de estos ejemplares descritos, existen otros cuya
tipología no ha podido ser definida pero en los que se advierten,
en su decoración, figuras antropomorfas. En uno de ellos, formado por dos fragmentos pertenecientes a la base de un mismo
vaso, el número 139 (fig. 7.16), se distingue la presencia de impresiones de natis resaltando el sexo. Es interesante comprobar
que en uno de los casos únicamente existe una impresión de
natis entre las piernas, mientras que en la otra las impresiones
de natis se encuentran al final de lo que serían las extremidades
inferiores. El paralelo más conocido a esta forma de terminar la
parte inferior de una figura antropomorfa lo encontramos en el
motivo frontal de la famosa jarra de la Cova de l’Or depositada
en el museo arqueológico de Alcoi (fig. 7.20: 5).
En el caso del vaso 483 (fig. 7.16), tratamos un ejemplar
publicado con anterioridad (Asquerino, 1978), que presenta
decoración con impresiones de gradina y punzón. Se trata de
un fragmento que creemos pertenece a una base plana, en el
que existe un motivo de recorrido vertical del que parten unos
trazos impresos de gradina y punzón romo, que interpretamos
como las extremidades de una figura antropomorfa. En primera instancia, podría parecer que el fragmento se orienta del revés, con los brazos hacia arriba. Tras observarlo directamente,
coincidimos con la representación que Asquerino muestra del
mismo, por lo que los trazados podrían corresponder con las extremidades inferiores. Es posible que la lectura de la decoración
del fragmento esté condicionada a la temática general del vaso,
con lo que para una mejor interpretación será necesario localizar más piezas. Es una problemática similar a la que ofrece el
vaso 406 (fig. 7.16), correspondiente a una forma hemisférica,
213
[page-n-231]
Fig. 7.20. Vasos con decoración impresa en la que se representan posibles figuras antropomorfas: (1) Penya Roja de Catamarruc, (2) Abric
de la Falguera, (3-10) Cova de l’Or.
214
[page-n-232]
posiblemente un pequeño cuenco o un cubilete, que no conserva
el labio, y cuya orientación también genera dudas en su lectura.
Su singularidad reside en que se trata del único fragmento de la
cueva, y del Neolítico valenciano, con decoración incisa-impresa, en el que se diferencia una figura antropomorfa con los brazos extendidos, sin poder descartar que sean las extremidades
inferiores las representadas.
Finalmente, comentar una posible figura antropomorfa
poco definida en un fragmento cerámico decorado con impresiones de gradina, en la que podría diferenciarse un brazo que
parte de una barra vertical (fig. 7.16: 10543). Las reducidas
dimensiones del fragmento y las dudas que ofrece en su interpretación, pudiendo interpretarse también como un motivo
ramiforme, han provocado que ni siquiera haya adquirido la
categoría de vaso diferenciado.
En su conjunto, la tipología de los vasos que poseen motivos antropomorfos, de la Cova de la Sarsa en particular y
del Neolítico valenciano en general, muestra más variedad
de la esperada (fig. 7.20). Por una parte, hemos documentado
grandes contenedores de gruesas paredes, superficies sin bruñir y cocciones mixtas y oxidantes, con motivos antropomorfos impresos cardiales que no se encuentran enmarcados por
festones, guirnaldas, ángulos, zigzagueantes o metopas, en la
propia Cova de la Sarsa (fig. 8.17: V.99) y en la Penya Roja
de Catamarruc (fig. 7.20: 1). En la decoración de este último
ejemplar de Penya Roja puede identificarse una figura antropomorfa en forma de “T”.
También se han identificado cuencos y ollas con motivos
antropomorfos en la superficie interna (fig. 8.16: V.287) y externa (fig. 7.20: 3, 8 y 9), en los que es posible cocinar, almacenar
o consumir diferentes sustancias. Son vasos de tecnología más
cuidada, realizados en ambientes reductores, con volúmenes inferiores a los anteriores. Por último, recipientes que presentan
superficies bruñidas y paredes finas con desgrasantes pequeños
y ordenados realizados en ambientes reductores, clasificados
como jarras, cubiletes y botellitas. Las jarras con antropomorfos
de la Cova de l’Or (en la Cova de la Sarsa no se han identificado), resultan útiles para el consumo de líquidos, y para su
traslado a cubiletes como el recuperado en el Abric de la Falguera (fig. 7.20: 2), en el que se representan dos motivos antropomorfos enfrentados (Molina Balaguer y García Borja, 2006).
Finalmente, señalar la existencia de botellitas que presentan un
motivo antropomorfo en su parte central (entre las asas) o en la
base, como el ejemplar de la Cova de la Sarsa que se ha comentado anteriormente. Algunas de estas botellitas presentan restos
de colorante rojo en su interior, característica que dificulta plantear que todos los vasos con motivos antropomorfos se utilizan
exclusivamente para el almacenado, preparado, servicio y consumo de un mismo alimento.
Este tipo de decoraciones antropomorfas podrían der la plasmación simbólica de parte del imaginario religioso. Su presencia en vasos de diferente tipología, con volúmenes muy variados, advierte de las diferentes funciones a las que se destinan los
recipientes. Es difícil establecer si en conjunto eran utilizados
en un mismo ritual. La aparición de este tipo de decoraciones en
vasos recuperados en diferente tipo de yacimiento apunta hacia
la posibilidad de que fueran utilizados en prácticas religiosas
de ámbito individual o familiar, pues aparecen tanto en lugares
que son ocupados de forma esporádica como en otros intensa-
mente ocupados. Ello no impide que también fueran utilizados
en rituales que congregaran al grupo, en el que todos los vasos
cumplieran una función específica y diferenciada.
El número total de fragmentos y vasos que presentan figuras antropomorfas relativiza la importancia cuantitativa de
estos motivos en la Cova de la Sarsa. Si consideramos las interpretaciones que se han realizado de la cueva como un espacio de significación social para la agregación (Bernabeu et
al., 2006; García Atiénzar, 2009) o como santuario (Hernández
et al., 2014), debería de existir un número mayor de este tipo
de recipientes. El porcentaje de aparición de este tipo de vasos
en relación al conjunto total de fragmentos es muy testimonial,
algo más representativa en los vasos, donde aún y así, no alcanza el 1% si únicamente consideramos las representaciones
antropomorfas, aumentando hasta el 4% si consideramos que
todos los glifos responden a esquematizaciones de figuras de
este tipo. En este sentido, cabe valorar el contexto de aparición
de la totalidad de vasos con representaciones antropomorfas impresas del País Valenciano. Si se considera que la presencia de
este tipo de recipientes únicamente se localiza en santuarios o
espacios de agregación social, cabría dar una explicación a su
aparición en yacimientos como el Abric de la Falguera o la Penya Roja de Catamarruc. Afirmar que estos dos yacimientos son
sendos santuarios durante el Neolítico antiguo cardial parece
algo forzado, pues son espacios interpretados como lugares de
descanso o pequeños corrales. De este modo, aunque su especial
decoración permite plantear que podrían ser utilizados en días
señalados o en algún tipo de ritual, su aparición en abrigos ocupados de forma menos intensa, advierte de la posibilidad de que
principalmente se utilizaran en ceremonias o rituales de carácter
individual o familiar. Ello explicaría su mayoritaria presencia,
que no exclusiva, en cuevas intensamente ocupadas, como la
Cova de la Sarsa y la Cova de l’Or, pudiendo ser empleados en
cualquier espacio utilizado por los grupos neolíticos, no necesariamente en santuarios o lugares de agregación. Pese a que en
Sarsa se depositan cuerpos sin vida y en su interior o inmediaciones se realizan prácticas religiosas, la interpretación realizada del análisis de vasos con motivos antropomorfos nos lleva a
plantear que la función principal de la cueva es su utilización
como hábitat permanente o estacional.
LA COVA DE LA SARSA: UN LUGAR DONDE VIVIR
Los estudios etnoarqueológicos sobre producciones cerámicas
realizadas por agricultores y ganaderos no industrializados advierten sobre una serie de condicionantes a la hora de elaborar
las vajillas. La región del África subsahariana ofrece numerosos
ejemplos de las implicaciones que tienen una alta movilidad y la
ausencia de animales de carga en este tipo de producciones (Arnold, 1985). Se ha constatado, para la mayor parte de los estudios
realizados, una diferencia en el número y los tipos cerámicos si
estos son producciones de grupos ganaderos (Cribb, 1991; Grillo, 2014) o de grupos agricultores sedentarios (Rafferty, 1985).
Por los condicionantes comentados previamente las vajillas son
más numerosas y variadas en los últimos. La elevada diversidad
formal y número total de recipientes cerámicos recuperados en la
Cova de la Sarsa es un sólido argumento a la hora de interpretar
la cavidad como un lugar utilizado a lo largo de la segunda mitad
del VI milenio cal BC por un grupo cuya estrategia económica
215
[page-n-233]
dependiera, en gran medida, de la producción cerealista. La cueva participaría en las estrategias de subsistencia del grupo, como
espacio de hábitat principal o secundario. A la gran cantidad de
cerámica encontrada, cabe sumar los numerosos restos de fauna
y malacofauna, piezas pasivas y activas de molinos, piedras pulidas o restos humanos, así como la abundante presencia de útiles
acabados o en proceso de fabricación como adornos personales,
industria ósea y material colorante, que unido a los restos de actividades de talla de sílex, permiten afirmar que en la cueva se
elaboraban buena parte de ellos.
El número mínimo de vasos, su variedad tipológica y el
gran tamaño de algunos ejemplares, no son características fácilmente vinculables a grupos que recorren largas distancias de
forma periódica. Quizás sea esta variedad, y la presencia de un
buen número de recipientes de almacenaje, lo que ha llevado
a algunos autores a plantear que la cavidad fue utilizada como
lugar de almacenamiento de excedentes para su redistribución
en ceremonias (Vicent, 1997). Es una idea que sólo cobraría
sentido en el marco de la propuesta de comunidades que presentaremos en el capítulo siguiente, pero no tanto como espacio
destinado a un único fin como almacén, sino más bien desde una
perspectiva multifuncional, en la que la cueva es utilizada con
diferentes fines por varias familias agregadas, formando parte
de un conjunto de enclaves mayor, desde los que se explota el
valle inmediato. La Cova de la Sarsa se ubica a una distancia
de unos 500 metros del llano cultivable (fig. 7.21), en un punto
en el que existe un control visual del mismo, cuestión que se
relaciona con la necesidad de vigilar las cosechas, actividad que
se realizaría desde la cueva y desde asentamientos adyacentes a
los campos. Las especies cultivadas en el Neolítico antiguo valenciano son de ciclo largo, sembrando los Zcampos durante el
otoño o inicios del invierno, y recogiendo las cosechas a inicios
del verano. El estudio de los cereales carbonizados recuperados en el interior de cuevas y asociados a contextos cardiales
(Pérez Jordà y Peña Chocarro, 2013), indica que el grano no es
Fig. 7.21. Vista de la Valleta d’Agres desde la Cova de la Sarsa.
216
tratado en primera instancia en el interior de las cavidades, a las
que llega tras un proceso de trillado, actividad que se realizaría
junto a los propios campos de cultivo. Por tanto, los habitantes
de la cueva necesitarían de un mayor número de asentamientos
para cubrir sus distintas necesidades. Un ejemplo próximo lo
encontramos en el asentamiento al aire libre de Benàmer (Muro
d’Alcoi), en el que se ha detectado la presencia de estructuras
de combustión asociadas a cerámica cardial (Torregrosa et al.,
2011), en los llanos visibles desde la Cova de l’Or. Cabe preguntarse si las cuevas intensamente ocupadas como Or o Sarsa
son un complemento de otros hábitats situados en el llano, o es
al contrario. La respuesta está en una mezcla de ambas posibilidades, pudiendo ser utilizadas con mayor intensidad en determinados periodos del año, por la razón que sea, alternando con
asentamientos en llano, o desplazándose parte del grupo a la
cavidad, ocupándose más de un lugar a la vez.
La Cova de la Sarsa se localiza en uno de los espacios naturales con más biodiversidad de todo el País Valenciano, en
la actualidad declarado parque natural. La Serra Mariola proporciona una gran cantidad de recursos naturales y, por sí sola,
es capaz de constituirse como un auténtico salvoconducto para
la subsistencia de los grupos neolíticos en periodos de malas
cosechas, permitiendo la obtención de alimentos mediante la
recolección o caza mayor y menor, así como materias primas
para la elaboración de útiles. La orientación de su boca no es
la más idónea, y cabe reconocer que el nivel de humedad de su
interior es elevado, aunque esta misma característica la dota de
ciertas ventajas a la hora de asegurarse la obtención de agua.
La parte del vestíbulo constituye un espacio suficiente para albergar de forma permanente o temporal a un grupo humano, y
cabe admitir que es muy probable que durante el Neolítico antiguo existiera una zona mucho más amplia al exterior, anexa a la
boca de entrada. En la actualidad, se observa cómo la visera se
encuentra desmantelada (fig. 7.22), existiendo grandes bloques
de roca en el exterior.
[page-n-234]
Fig. 7.22. Boca de entrada de la Cova de la Sarsa tras su cierre.
Otra razón para proponer que estamos frente a un espacio
de hábitat es que no representa el único ejemplo de cavidad intensamente ocupada durante el Neolítico antiguo. En la vecina
Cova de l’Or se ha documentado una amplia secuencia de ocupaciones a lo largo de todo el Neolítico antiguo y, al igual que en
Sarsa, es durante el horizonte cardial cuando se detecta mayor
actividad. La Cova de l’Or presenta mejores condiciones para
ser habitada, tanto por su orientación como por sus condiciones
de humedad. Su registro arqueológico es todavía más numeroso
y variado, documentándose restos de la mayoría de actividades
productivas del Neolítico antiguo. Fuera del territorio valenciano, cabe destacar como ejemplo más significativo el de la Cueva
de Chaves (Bastarás, Huesca), para la que también se ha propuesto una utilidad como espacio de hábitat. Presenta unas proporciones mucho mayores que las de la Cova de la Sarsa o la Cova de
l’Or. En su interior se han diferenciado dos espacios: uno en su
gran vestíbulo destinado a la actividad doméstica, en el que además también aparecieron restos de una inhumación (Utrilla et al.,
2008), y otro espacio interior en el que se documentaron vasares
interpretados como los restos de una zona de almacenamiento
(Castán y Baldellou, 1985).
La utilización de la Cova de la Sarsa para múltiples actividades de carácter doméstico a lo largo de varias generaciones
no es incompatible con la realización de prácticas vinculadas
a su universo religioso, cuya evidencia más visible en la cerámica son las decoraciones en las que se diferencian figuras
antropomorfas y los vasos destinados a formar parte del ajuar
funerario. De la presencia de cerámicas decoradas con motivos
antropomorfos o asimilables, no tiene por qué deducirse que
Sarsa fuera exclusivamente utilizada como santuario. Desconocemos la utilidad exacta de estas cerámicas, pero la diversidad morfológica y funcional de los lugares en los que han aparecido apunta a que podrían haber sido utilizadas en rituales
domésticos que no necesariamente congreguen a un elevado
número de personas en un espacio sacralizado, siendo lógico
proponer que también pudieran ser empleadas en festividades
religiosas o de cualquier otro tipo, celebradas en la cueva o
en otros espacios, festividades en las que podrían consumirse
productos que únicamente se cocinan o sirven en estos vasos.
Además, existen otras evidencias que permiten proponer que
en la cueva se realizaron otro tipo de prácticas religiosas. En su
interior se depositaron cuatro inhumaciones del Neolítico antiguo,
dos en el vestíbulo y otras dos en la grieta ubicada en la zona de
paso a las galerías interiores. Los restos recuperados en el vestíbulo corresponden a un perinatal y a un individuo de avanzada
edad, posiblemente senil, que además ha proporcionado la fecha
más antigua del yacimiento. Cabe suponer que los restos de estos
dos individuos se depositaron en sendas fosas, esparciéndose bien
como consecuencia de la actividad antrópica a lo largo de las ocupaciones de la cavidad, bien por la falta de método arqueológico
riguroso en las excavaciones de Ponsell. La posibilidad de que
fueran inhumados en fosa parte del estudio de los paralelos mejor
documentados, entre los que destaca la inhumación individual localizada en la Cueva de Chaves (Utrilla et al., 2008). Esta cueva,
interpretada como un espacio de hábitat, presenta múltiples restos
de actividades domésticas. En uno de estos espacios cercanos a la
boca de entrada se descubrió un enterramiento individual fechado
en 6230±45 BP (5308-5057 cal BC), depositado dentro de una
fosa, sobre la que, a su vez, se colocaron cantos rodados sobre
un posible nivel de cenizas. Además de por estar en un ámbito
doméstico, el ejemplo de Chaves resulta interesante por el escaso ajuar que se recuperó junto a la inhumación: un anillo y una
lámina de cristal de roca que ofrece dudas sobre su relación con
aquella. Los datos disponibles para el Cardial mediterráneo muestran que las ofrendas que acompañan a los enterramientos son
modestas, cuestión que permite descartar la función exclusiva de
la Cova de la Sarsa como espacio de necrópolis: tendríamos que
asociar más de 200 vasos cardiales con un adulto y un neonato,
a lo que cabría sumar el resto de hallazgos del Neolítico antiguo
recuperados en la misma cavidad.
En el caso del perinatal, desconocemos si estamos ante los
restos de una verdadera inhumación, si se depositó junto al cuerpo una ofrenda, o por qué se encontró un único neonato en la
cueva, con la elevada mortalidad infantil que se presupone a
estas poblaciones. Similares preguntas pueden aplicarse al individuo senil que, por otro lado, arroja los mismos interrogantes
que ya nos planteamos con motivo de la confirmación de la antigüedad de la inhumación doble de la grieta (García Borja et al.,
2011c): si fue depositado en la cavidad antes de ser habitada o
pasadas unas generaciones. Las dataciones AMS sobre huesos
de Ovis aries han proporcionado resultados estadísticamente indistinguibles de las inhumaciones cardiales, por lo que cabe suponer que éstas se realizan estando la cueva habitada, aunque en
el caso de las más antiguas siempre puede existir alguna duda,
pues la elevada edad del individuo, de entre 50-60 años, permite
plantear que estamos ante las primeras generaciones de neolíticos que ocupan la Cova de la Sarsa y el territorio valenciano, o
sus descendientes directos.
217
[page-n-235]
Los otros dos individuos aparecieron fuera del vestíbulo, en
una grieta ubicada en la zona de acceso a las galerías interiores.
Sigue siendo el hallazgo más relevante a la hora de proponer la
existencia de un ritual para el tránsito de la vida a la muerte en
el Neolítico antiguo cardial valenciano. Fueron localizados a la
vez que otro famoso vaso cerámico (fig. 7.1), próximos al panel
de pinturas de estilo Esquemático en el que se pintó un motivo
antropomorfo y en el que también se ha descrito el relieve de
una posible figura felina aprovechando la morfología de la roca
(fig. 7.23). La existencia de un panel con pinturas rupestres en
las inmediaciones de la grieta y de la zona de paso a las galerías interiores, donde se encuentran los pequeños lagos de agua,
indica que los habitantes de Sarsa desarrollaban actividades en
las salas internas de la cueva, fuera de las zonas iluminadas de
forma natural. La grieta en la que aparecieron los restos de dos
inhumaciones y el panel con pinturas rupestres se localizan en
la zona de acceso a espacios no vinculados al hábitat, con mayor
grado de humedad y pequeñas acumulaciones de agua. El elevado valor de este elemento para el desarrollo de la vida podría
haber desembocado en algún tipo de culto, hipótesis propuesta
para cuevas italianas de características similares a las de la Cova
de la Sarsa, como la Grotta Sacaloria Bassa (Manfredonia) (Grifoni, 2007), que también presenta estalactitas, un pequeño lago
en su interior y restos humanos. La conjunción de los elementos
descritos podría indicar la existencia de un espacio sacralizado
anexo a la zona de habitación, pues es una sala en la que no se
documentan restos de actividades domésticas.
Fig. 7.23. Ubicación de la inhumación doble, pinturas rupestres y
vaso 39, a partir del plano topográfico realizado por J.M. Segura y
J.L. Martínez en 1971.
218
EL TERRITORIO INMEDIATO: LA COMUNIDAD
NEOLÍTICA DE LA VALLETA D’AGRES
Una cueva es un espacio con unas características físicas específicas, en el caso de Sarsa capaz de proteger y albergar un grupo
de familias en un entorno rico en recursos silvestres y próximo
a los campos de cultivo. El registro arqueológico de Sarsa queda
vinculado a su utilización como espacio de hábitat a lo largo de
varias generaciones, aunque ello no implica que sea el único
asentamiento utilizado. La consideración de los restos del Neolítico antiguo aparecidos en otros yacimientos próximos lleva
a relacionar sus ocupaciones con las de otras cuevas, abrigos
y espacios al aire libre, utilizados como lugares de habitación,
para realizar alguna inhumación, como refugios, como corrales
o como santuarios, que en conjunto delimitan un territorio concreto que sería explotado por una comunidad neolítica.
Tras la Cova de la Sarsa, el yacimiento que presenta un
mayor número de restos arqueológicos del Neolítico antiguo
en la Valleta d’Agres es la Coveta Emparetà (Asquerino,
1975). Se encuentra situada en la vertiente norte de la Serra
Mariola, a media ladera del Salt de Alcoi, a unos 500 m de
la Cova de la Sarsa y a 3.000 m del municipio de Bocairent,
dentro de su término municipal. Se trata de una pequeña cueva de planta irregular, de casi 10 metros de longitud por 2,5
m de anchura, cuya techumbre declina hacia el fondo de la
misma. Presenta una amplia boca de entrada orientada al oeste, de más de siete metros de anchura y tres de altura, desde la
que se domina buena parte del valle. Al igual que la Cova de
la Sarsa, la visera presenta evidencias de desprendimiento.
Conocida en primera instancia como Caseta Molina, la Coveta Emparetà constituye la primera referencia de cerámicas
con decoración impresa cardial del País Valenciano (Visedo,
1925; Ballester, 1928). Explorada por Camil Visedo y por
Fernando Ponsell, no será objeto de una excavación sistemática hasta 1970 (Asquerino, 1975), evidenciándose diferentes
ocupaciones a lo largo de la Prehistoria reciente, una de ellas
del Neolítico antiguo. El conjunto cerámico se compone de
dos lotes sin estratigrafía, depositados en Alcoi y Bocairent,
y los restos recuperados en los sondeos realizados al exterior
y al interior de la cavidad, en los que se diferenciaron dos
niveles arqueológicos además del estrato superficial (cuadro
7.1). Entre las cerámicas inventariadas, las impresas cardiales aparecen bien representadas, junto con un buen número
de restos de sílex de filiación neolítica (cuadro 7.2), que llevó
a Asquerino a interpretar que la cavidad había sido utilizada como espacio para la talla durante el Neolítico antiguo.
La cerámica de la Coveta Emparetà (fig. 7.24) muestra una
secuencia de ocupaciones similar a la de la Cova de la Sarsa. Además de cerámica y sílex, se recuperaron varios fragmentos de molino, un machacador con evidencias de haberse
utilizado para el molturado de colorante rojo, escasa fauna y
restos de diferentes inhumaciones.
Una de las cuestiones que plantea la Coveta Emparetà es la
existencia de varios enterramientos en su parte más profunda,
que podrían pertenecer a inhumaciones del Neolítico antiguo
o del Neolítico medio. La revisión de los restos depositados
en Alcoi y Bocairent, procedentes de las excavaciones de
Asquerino y de las visitas de Visedo, ha proporcionado un número mínimo de cuatro individuos inhumados, dos adultos y
dos infantiles (García Borja et al., 2016b). Se han seleccionado
[page-n-236]
Cuadro 7.1. Técnicas decorativas esenciales documentadas en las cerámicas de la Coveta Emparetà.
Alcoi
Cardial
3
Bocairent
2
EXTERIOR
INTERIOR
Total
Sup.
N. I
N. II
Sup.
N. I
N. II
2
5
13*
4
36
2
67
Gradina
–
–
–
–
–
–
3
–
3
Inciso-impresa
–
1
–
1
–
–
1
–
3
impresa
–
–
–
–
–
–
2
–
2
Incisa
–
1
–
–
1
1
4
–
7
Esgrafiada
–
–
–
–
–
–
3
–
3
Impr. de esparto (peinada)
–
–
–
2
–
1
–
–
3
Cordón impreso
2
–
–
–
–
3
8
–
13
Cordón de mamelones
–
–
–
1
–
–
1
–
2
Cordón liso
2
1
–
11
2
11
22
2
51
Labio impreso
–
–
1
–
–
1
2
–
4
Lisa
5
–
4
5**
2**
11**
42**
Ind.
Ind.
*12 de esos fragmentos pertenecen a un mismo vaso.
**El número de fragmentos es mayor, pero no se especifica el total de atípicos lisos en la publicación de Asquerino (1975).
Cuadro 7.2. Restos de sílex de la Coveta Emparetà según Asquerino (1975).
Alcoi
Percutor
1
Bocairent
–
EXTERIOR
INTERIOR
Total
Sup.
N. I
N. II
Sup.
N. I
N. II
–
–
–
–
–
–
1
Lascas atípicas
4
1
–
43*
7
18*
2
36*
111
Láminas o frag. de láminas
–
1
–
3
–
5
12
1
22
Lasca laminar sin retoque
–
–
–
2
–
–
9
3
14
7
Restos de talla
–
–
–
–
Núcleo
–
–
–
1
Lasca retocada
–
–
–
3
Láminas con retoque
–
1
–
4
2
–
–
–
105**
4
1
1
7
4
7
4
20
4
17
2
28
Lasca laminar retocada
2
–
1
3
1
–
10
5
22
Buril
–
–
–
–
–
1
1
–
2
Raspador
–
–
1
–
–
–
2
–
3
Trapecio
–
–
–
–
–
–
2
–
2
Foliáceo apuntado
–
–
–
–
–
–
1
–
1
Perforador
–
–
–
–
–
–
1
–
1
Total
7
3
2
59
17
36
65
52
339
*Algunas de estas piezas podrían ser restos de talla.
**A esta cifra llegamos tras restar el número de piezas descritas y el número total de restos líticos analizados por Asquerino.
dos muestras de los dos individuos adultos para su datación
por AMS, que han proporcionado un marco cronológico de
los momentos plenos de la Edad del Bronce: 3204±17 BP
(MAMS-18663) y 3366±18 BP (MAMS-18664). Las dataciones radiocarbónicas obligan a descartar la consideración de la
cueva como necrópolis cardial, interpretándose los materiales
del Neolítico antiguo como los restos de ocupaciones en los
que la talla de sílex sería una de las actividades realizadas.
Además de estas dos importantes cuevas, en la Valleta
d’Agres se ha documentado la existencia de cerámicas cardiales en contextos al aire libre en la partida de Les Dotze (Pascual Beneyto, 2010) y en la Solana de Carbonell (fig. 7.25). En
ninguno de ellos se han realizado excavaciones arqueológicas,
y pueden generar dudas a la hora de relacionarlos con aldeas.
Pero parece lógico proponer la existencia de asentamientos en
el llano de la Valleta d’Agres, que podrían ubicarse en estas
219
[page-n-237]
Fig. 7.24. Cerámicas recuperadas en la Coveta Emparetà.
Fig. 7.25. Materiales arqueológicos de la Solana de Carbonell (1-23): cerámica impresa cardial (1), azuela (2), raspador (3), geométricos
(4-5), taladros (6-7), puntas de flecha (8-9), pieza con retoque plano (10), láminas (11-20) y núcleos (21-23). También se incluyen cerámicas
cardiales de la Cova dels Pilars, Cova del Moro, Cova de la Gerra y Les Dotze.
220
[page-n-238]
mismas partidas, o en otras por prospectar. La existencia de
espacios habitados en el llano inmediato quedaría relacionada
con el propio modo de vida agricultor de estos grupos. Además del necesario control de los campos cultivados frente a
depredadores naturales, existen actividades como el trillado, el
aventado o el cribado que no se han documentado en los registros arqueológicos de las cuevas habitadas (Pérez Jordà y Peña
Chocarro, 2013), que advierten de la existencia de otros espacios en los que se realizan actividades agrícolas. La existencia
de aldeas cardiales en Cataluña (Bosch Lloret et al., 2000), o
los hallazgos en el Mas d’Is (Bernabeu et al., 2003), demuestran que hay espacios de hábitat estable al aire libre, aunque
en ambos casos no se ha documentado una cueva intensamente
ocupada en sus inmediaciones.
Los otros yacimientos con cerámica cardial que se relacionan con la explotación de este valle por un grupo neolítico
son (fig. 7.26): la Cova de l’Olivaret (Ribera et al., 2012), la
Cova del Moro (Asquerino, 1979) y la Cova dels Pilars (Segura,
1985), además de la Cova de la Gerra, en la que se documentó un fragmento de cerámica cardial depositado en el Museu
Arqueològic Municipal de Bocairent “Vicent Casanova” (fig.
7.25). La existencia de restos humanos en la Cova de l’Olivaret,
la Cova del Moro o la Cova dels Pilars, deja abierta la posible
existencia de alguna inhumación del Neolítico antiguo, cuestión
que deberá ser confirmada. La Cova dels Pilars y la Cova del
Moro, podrían haber sido espacios ocupados de forma puntual
en relación con actividades no funerarias, como refugios ocasionales. La Cova de la Gerra presenta condiciones favorables
para su uso como redil, siendo un lugar que únicamente permite
ocupaciones puntuales.
Por último, cabe mencionar la catalogación de un buen número de abrigos con pinturas de estilo Esquemático en la zona.
Además de las propias de la Cova de la Sarsa, son conocidas
las pinturas del Abric del Calvari (Beltrán, 1974), el Abric del
Gegant (Ribera, 1986), la Cova del Capellà (Ribera, 1989a), el
Barranc d’Alpadull (Ribera, 1989a), el Abric del Pontet (Ribera, 1989b), la Balma de la Fabriqueta (Ribera, 1989c), el Abric
de la Creu (Ribera et al., 1998), el Abric de la Monja (Ribera et al., 1998), el Abric del Cantal de la Fos (Ribera et al.,
1998), los Abrics del Teular (Ribera et al., 2012) o el Barranc
Fig. 7.26. Yacimientos arqueológicos con cerámica impresa cardial ubicados en la Valleta d’Agres: 1. Cova de la Sarsa; 2. Coveta
Emparetà; 3. Les Dotze; 4. Cova de la Gerra; 5. Cova de l’Olivaret; 6. Solana de Carbonell; 7. Cova del Moro; 8. Cova dels Pilars.
Abrigos con motivos antropomorfos pintados de estilo Esquemático: 9. Abric del Pontet; 10. Abric de les Finestres; 11. El Calvari;
12. Abric de la Creu.
221
[page-n-239]
Fig. 7.27. Paralelos rupestres de estilo
Esquemático próximos a la Cova de la Sarsa,
según Pérez Botí (2001). Barranc d’Alpadull
(1-3); El Calvari de Bocairen (4 y 6); Abric del
Pontet (5); Abric de la Creu (7 y 8) y Balma de
la Fabriqueta (9).
del Pantanet (Ribera et al., 2012). Algunos de estos abrigos
presentan motivos antropomorfos similares a los de Sarsa (fig.
7.27), destacando su ubicación en zonas de paso.
En conjunto, la localización de estos enclaves definen un
territorio en torno a la Valleta d’Agres, limitado por la Serra
Mariola y la Serra d’Ontinyent, por cuya parte central transcurre
el río Agres. Se trata de un espacio acotado que podría haber
sido explotado por un grupo de familias durante el Neolítico
222
antiguo, utilizando diferentes asentamientos para asegurar su
supervivencia. La Cova de la Sarsa, entendida como espacio
multifuncional intensamente ocupado a lo largo de varias generaciones, sería uno de los lugares más importantes para el grupo
de personas que explotara la Valleta d’Agres. Llegados a este
punto, cabe preguntarse si este modo de ocupar y de explotar
el territorio inmediato a Sarsa se repite o representa un hecho
aislado dentro del Neolítico antiguo valenciano.
[page-n-240]
8
Cerámica e identidad.
Aportaciones al conocimiento del Neolítico valenciano
En los capítulos anteriores se ha presentado el estudio sistemático de un conjunto cerámico excepcional, el del yacimiento
de la Cova de la Sarsa. La observación de cada fragmento cerámico y su análisis, con formalización alfanumérica de atributos, ha permitido la definición de este conjunto, que vendría
caracterizado por: formas vasculares en las que el diámetro
máximo supera el diámetro de la boca; labios redondeados; bases planas y convexas, estas últimas con ejemplares próximos
a lo que serían las bases cónicas; abundancia de elementos de
prensión, destacando los cordones, las asas de cinta, las asas
anulares, los mamelones y las lengüetas; dominio entre las técnicas decorativas de impresiones cardiales e impresiones sobre
cordones (no necesariamente cardiales), aunque con destacada
presencia de otros tipos de impresiones y de incisiones; tipología dominada por cuencos, ollas, cántaros y contenedores, que
se acompaña de otras formas como cubiletes, jarras y botellitas;
vasos de tecnología cuidada realizados en ambientes mayoritariamente reductores, con superficies tratadas en las que destaca
el elevado número de cuencos y ollas con bruñido, grosor de
paredes fino o medio y desgrasantes ordenados; amplio número
de motivos y composiciones diferentes, que se organizan ocupando más de la mitad de la superficie decorativa disponible
del vaso, sobre la que se representan temáticas de los grupos
de los frisos, las bandas, los mosaicos y las metopas, aunque
son las temáticas del grupo de los apliques las más numerosas.
Como aportación importante, la caracterización de la cerámica
de Cova de la Sarsa redunda en la definición de la cerámica
del Neolítico antiguo valenciano y mediterráneo, esto es, en la
definición del “estilo cardial”.
Aparte de la documentación cerámica, otra de las aportaciones relevantes de Sarsa es su serie de dataciones por radiocarbono. Dicha serie ha resultado de gran utilidad tanto para
determinar las diferentes ocupaciones de la cueva, como para
el análisis del proceso de expansión del Neolítico en el Mediterráneo, siendo utilizada en trabajos de síntesis basados en el
tratamiento estadístico de las dataciones radiocarbónicas neolíticas más antiguas del Mediterráneo (Bernabeu et al., 2015;
Isern et al., 2017). La remoción estratigráfica de los sedimentos
de la cavidad ha resultado un problema para el establecimiento
de la secuencia de ocupación, y también a la hora de plantear
futuras actuaciones arqueológicas. Su vestíbulo sigue conservando un buen número de materiales, pero éstos se encuentran
en estratos revueltos. En la zona de la Gatera, las excavaciones
arqueológicas no pueden ser realizadas con los mínimos metodológicos que justifiquen otra actuación. Pese a ello, el estudio
de los materiales arqueológicos sigue proporcionando abundante información, no solo a partir de su observación, clasificación
e interpretación, también de la realización de analíticas de disciplinas auxiliares como la arqueometría o la paleogenética.
La consideración de todo el conjunto de restos proporciona
las conclusiones más relevantes a la hora de interpretar el yacimiento, vinculándose las ocupaciones del Neolítico antiguo
a actividades cuotidianas de grupos de agricultores y pastores.
El descubrimiento de pinturas rupestres de estilo esquemático
en su interior y la confirmación de la antigüedad de algunas
inhumaciones, permiten plantear que la cavidad estaba dividida en varios espacios destinados a diferentes usos durante el
Cardial pleno.
Para entender el por qué de estas intensas ocupaciones ha
sido necesario analizar los datos conocidos en su entorno inmediato. Sarsa puede relacionarse con más yacimientos sincrónicos. La información disponible en estos momentos permite
plantear que la ocupación de la cueva forma parte de una estrategia de explotación del territorio por parte del grupo que la
habita que va más allá del control de los terrenos inmediatos a
la cavidad, utilizando un amplio espacio que grosso modo es posible definir a partir de la orografía del valle en el que se inserta
(la Valleta d’Agres) y de la ubicación de los yacimientos del
Neolítico antiguo conocidos en la zona. Llegados a este punto,
una de las líneas de investigación abiertas consiste en tratar de
223
[page-n-241]
Fig. 8.1. Yacimientos con cerámica impresa cardial en el centro-sur valenciano. 1: Cova de la Sarsa. 2: Coveta Emparetà. 3: Cova de
la Gerra. 4: Les Dotze. 5: Solana de Carbonell. 6: Cova del Moro. 7: Cova dels Pilars. 8: Cova de l’Olivaret. 9: Cova del Barranc del
Castellet. 10: Cova Negra de Gaianes. 11: Cova de l’Or. 12: Benàmer. 13: Cova de l'Almud. 14: Cova del Frontó. 15: Penya del Comptador.
16: Les Florències. 17: Regadiuet. 18: Mas Blanc. 19: Mas del Pla. 20: Mas d'Is. 21: Mas del Cantó. 22: El Regall. 23: Abric del Salt.
24: Abric de la Falguera. 25: El Fontanal. 26: AC-147. 27: AC-157. 28: Abric de les Calderes. 29: Penya Roja de Catamarruc. 30: Cova de
l'Agüela. 31: Tossal de la Roca. 32: Cova d'en Pardo. 33: Cova de l'Àliga. 34: Abric del Barranc del Moro. 35: Cova Fosca de la Vall d'Ebo.
36: Coves de Santa Maira. 37: Cova del Somo. 38: Sa Cova de Dalt. 39: Cova de les Meravelles de Xaló. 40: Cova Bolumini. 41: Cova
Fosca d'Ondara. 42: Cova del Montgó; 43: Cova del Randero. 44: Cova de les Cendres. 45: Cova de la Solana de l'Almuixic. 46: El
Barranquet. 47: Cova de les Rates Penades. 48: Forat de l'Aire Calent. 49: Cova Negra de Marxuquera. 50: Cova de les Meravelles.
51: Cova de la Recambra. 52: Cova del Llop. 53: Cova del Parpalló. 54: Cova de les Malladetes. 55: Cova del Barranc Fondo. 56: Cara-sol
de Vernissa. 57: Covacha de la Bellota. 58: Cueva de la Araña. 59: Cova de les Dones. 60: Ceñajo de la Peñeta. 61: Cova de Pertecates.
62: Cueva de la Cocina. 63: Cova Santa. 64: Cova de Sant Martí. 65: Casa de Lara. 66: Arenal de la Virgen. Se han señalado también
los yacimientos de la Cueva Santa de Caudete (67) y la Cueva del Cabezo de los Secos (68), ubicadas en otras comunidades autónomas.
Propuesta de comunidades diferenciadas: (A) Comunidad de la Valleta d’Agres. (B) Comunidad de la cabecera del Serpis-Penàguila.
(C) Comunidad del Benicadell. (D) Comunidad de Planes-Serpis medio. (E) Comunidad del Serpis bajo-Marxuquera. (F) Comunidad de
la cabecera del Gorgos. (G) Comunidad del Gorgos bajo-Girona. (H) Comunidad del Cànyoles medio (I) Comunidad del Xúquer medio.
(J) Comunidad de la cubeta de Villena.
224
[page-n-242]
comprobar si estamos ante un patrón de explotación del territorio reconocible en el territorio cardial valenciano, o si es un caso
aislado y, a partir del establecimiento de posibles comunidades
que ocupan espacios concretos, intentar establecer analogías y
diferencias entre los conjuntos cerámicos. Para responder a esa
pregunta, se ha tratado de contextualizar la cueva y la Valleta
d’Agres con los datos conocidos para el País Valenciano, lo que
ha permitido elaborar una propuesta preliminar de modelo interpretativo para el Neolítico regional.
LA ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO CARDIAL
VALENCIANO
Existen territorios de la costa mediterránea que han generado
la información necesaria para proponer modelos que expliquen
la aparición y el desarrollo de las primeras sociedades agropecuarias. Áreas como Tesalia (Halstead, 1989 y 2011; Perlès,
2001), la costa adriática (Forenbaher y Miracle, 2005), Tavoliere (Cassano y Manfredini, 1983; Tiné, 1976 y 1983; Robb,
2007), Liguria y sureste de Francia (Guilaine et al., 2007) o Cataluña (Mestres, 1992; Bosch Lloret, 1994; Oms, 2014), ofrecen
conocidos ejemplos. En el País Valenciano los estudios sobre
Neolítico gozan de una dilatada tradición investigadora, erigiéndose en uno de los territorios que acumula mayor número de
trabajos sobre este periodo, que en su conjunto permiten elaborar propuestas explicativas para el Neolítico antiguo. Aunque
partimos del estudio de un elemento concreto, la cerámica, en la
construcción del modelo que presentamos también ha sido necesario considerar: las secuencias arqueológicas en su conjunto,
las dataciones radiocarbónicas, los estudios sobre industria lítica, piedra pulida, ornamento o hueso trabajado, y los resultados
obtenidos desde disciplinas como la carpología, antracología,
arqueología del paisaje, zooarqueología y antropología física,
entre otras. El objetivo es generar un esquema teórico preliminar que recoja de forma ordenada lo más significativo de aquello que es conocido, para facilitar su comprensión dentro de
un espacio geográfico concreto (el comprendido entre los ríos
Xúquer y Vinalopó), durante un momento acotado (el Neolítico
antiguo, circa 5600-4850 cal BC). Se trata de una propuesta de
carácter preliminar, que será necesario ampliar en el futuro con
estudios más detallados, pero de la que ya es posible presentar
una visión general.
Revisados los conjuntos cerámicos existentes de forma directa o a través de sus publicaciones, el siguiente paso ha sido
elaborar una cartografía temática que refleje la distribución
espacial de los asentamientos del Neolítico antiguo conocidos
hasta la fecha (Molina Hernández, 2003; Fairén, 2006; García
Atiénzar, 2009; Bernabeu, 2010). A falta de un mayor número de intervenciones arqueológicas que proporcionen un marco
cronológico más detallado para cada caso, se ha decidido representar únicamente aquellos que ofrecen cerámica cardial, pues
es indicativa de ocupaciones en el periodo cronológico objeto de
estudio. Se propone una clasificación preliminar de la utilidad
principal a la que se destina cada enclave, aceptando que próximas revisiones pueden hacerla variar, pues en algunos casos nos
basamos en aspectos como la cantidad de materiales recogidos,
la ubicación o el tamaño del enclave, y no en los resultados
obtenidos tras excavaciones arqueológicas. La elaboración de
esta cartografía muestra una intensa ocupación del territorio
en buena parte de lo que se conoce como Comarques Centrals
del País Valencià (fig. 8.1). La aplicación de simples criterios
de proximidad geográfica permite reconocer varias agrupaciones de yacimientos similares a la documentada en la Valleta
d’Agres, algunas situadas también en espacios geográficos bien
limitados por accidentes naturales. Además de la descrita para la
Valleta d’Agres, se han diferenciado cuatro comunidades más,
y los datos permiten proponer la existencia de otras cinco, que
deberán ser confirmadas en próximos trabajos.
La comunidad del Benicadell
Ubicada entre el margen izquierdo del río Serpis y el Benicadell,
incluye los yacimientos de la Cova de l’Or (Beniarrés), la Cova
Negra de Gaianes (Rubio y Cortell, 1983), la Cova del Frontó
(Salem) (Pastor y Torres, 1969), la Cova de l’Almud (Salem)
(Juan-Cabanilles y Cardona, 1986) y el asentamiento al aire libre de Benàmer (Muro d’Alcoi) (Torregrosa et al., 2011). Aunque la Cova del Barranc del Castellet de Carrícola (Pla, 1954)
pertenece a otra unidad geográfica vinculada al río Clariano, su
aislamiento permite proponer que pudo haber sido utilizada por
miembros de esta comunidad.
Cova de l’Or es el yacimiento de mayor importancia. Está
situado en la vertiente meridional de la Serra del Benicadell.
Presenta una gran sala alargada de 24 m de longitud por 8 m
de anchura, a la que se accede por una amplia boca (fig. 8.2).
Prospectada inicialmente en los años treinta del pasado siglo
por Rafael Pardo Ballester, es objeto de dos grandes intervenciones arqueológicas. La primera entre 1955 y 1958 bajo la
dirección de V. Pascual (el primer año junto con J. San Valero),
la segunda entre 1975 y 1985 bajo la dirección de B. Martí (el
primer año junto con V. Pascual). Estas excavaciones han proporcionado una de las secuencias estratigráficas neolíticas de
referencia en el ámbito mediterráneo (Martí et al., 1980; Martí,
1983a). Al igual que ocurre con la Cova de la Sarsa, destaca el
gran número de restos del Neolítico antiguo localizados en su
interior, interpretados también como el resultado de intensas
ocupaciones. Ha proporcionado el conjunto de cerámica impresa cardial más numeroso del mediterráneo (fig. 8.3). La fecha más antigua obtenida en Or mediante AMS sobre un resto
identificado como doméstico con un margen de error inferior a
100 años es 6475±25 BP, 5484-5376 cal BC 2σ, momento en
Fig. 8.2. Boca de entrada de la Cova de l'Or en los años 1950 (Archivo SIP).
225
[page-n-243]
Fig. 8.3. Cerámicas impresas cardiales de la Cova de l’Or.
torno al cual situamos el inicio de sus ocupaciones. También se
han identificado ocupaciones epicardiales, del Neolítico medio
y del Neolítico final.
Las cuevas de l’Almud y del Frontó son de tamaño pequeño,
no aptas para el hábitat. En su interior se han localizado algunos
fragmentos de cerámica del Neolítico antiguo asociados a restos
humanos. Se interpretan como espacios funerarios en los que
se podría haber depositado una o dos inhumaciones durante el
Neolítico antiguo. Ambas cavidades son reutilizadas con el mismo fin durante el Neolítico final o el Calcolítico, acumulando
mayor número de restos humanos.
La Cova Negra de Gaianes está situada a la izquierda del pico
del Benicadell. Desde su entrada se domina todo el valle alto del
río Serpis. De planta irregular, mide 20 m de longitud y 10 m de
anchura máxima en su zona central, con la boca orientada al sur,
de 7,5 m de anchura por 3 m de altura (Rubio y Cortell, 1983). Se
encuentra a unos 6 km de la Cova de l’Or. Por su ubicación y morfología, podría interpretarse de forma similar a la Coveta Emparetà, como enclave secundario utilizado de forma esporádica. Sin
embargo, son escasos los fragmentos cardiales localizados en ella,
a lo que cabe añadir el resultado de una datación radiocarbónica
sobre un resto humano localizado en su interior (MAMS-18662:
6048±21 BP), indicando que fue utilizada la cavidad para una inhumación, al menos, el Epicardial.
Finalmente, los restos de un asentamiento al aire libre sobre una terraza en el margen izquierdo del río Serpis, Benàmer,
muy cerca de su confluencia con el río Agres. En su Sector 1 se
localizó un área con cerámica impresa cardial (UE 1016) perteneciente a lo que se ha denominado fase Benàmer II (Torregrosa
et al., 2011). Como estructuras más significativas, presenta fosas
circulares de entre 2 y 0,9 m de diámetro y no más de 30 cm de
potencia conservada, situadas de formada ordenada y equidistantes entre sí, rellenas de piedras con evidencias de termoalteración
(fig. 8.4). Estos restos han sido interpretados como hogares o
estructuras de combustión, destinados a la cocción o transformación de los alimentos. Existen dos dataciones radiocarbónicas
de la fase Benàmer II, una sobre un agregado de polen proce226
dente de la UE 1017 (CNA-539: 6575±50 BP) y otra sobre un
caparazón de Cerastoderma sp. de la UE 1016 (Beta 268979R: 6440±50 BP), que no cumplen con los criterios que se han
establecido en este trabajo para su consideración, si bien cabe
señalar que se habían intentado obtener resultados sobre restos
de animales domésticos que, desgraciadamente, carecían del colágeno necesario. En otros sectores de este mismo yacimiento
se han identificado ocupaciones del Mesolítico y del Neolítico
medio. A estas últimas se vinculan algunos silos con cerámicas
incisas, peinadas y esgrafiadas en su relleno, situándose el inicio
de las ocupaciones en un momento anterior al 4500 cal BC, coincidiendo con nuestra primera fase del Neolítico medio.
En conjunto, forman una agrupación de yacimientos que
repiten algunas de las características definidas para la Valleta
d’Agres: un yacimiento en cueva ocupado intensamente, que
controla visualmente el valle productivo inmediato (fig. 8.5),
próximo a otras cuevas que pueden ser utilizadas como refugio
Fig. 8.4. Estructuras del Neolítico antiguo del Sector 1 de Benàmer
(Torregrosa et al., 2011)
[page-n-244]
Fig. 8.5. Vista del valle medio del Serpis desde la Cova de l’Or (fotografía J.M. Segura).
o para la inhumación, sobre un espacio reconocible capaz de
proporcionar los recursos básicos que aseguren la supervivencia del grupo. Las mismas observaciones que hemos apuntado
para la Cova de la Sarsa a la hora de abordar su funcionalidad,
pueden trasladarse a la Cova de l’Or, que presenta mejor orientación y mayores condiciones de habitabilidad.
Cualquier aproximación a las características de la cerámica
del Neolítico antiguo de esta comunidad pasa por la descripción
del conjunto de la vajilla de la Cova de l’Or. De sus rasgos principales y tendencia evolutiva (fig. 8.6) hemos avanzado algunos
aspectos en el punto referente a la secuencia arqueológica valenciana, que retomaremos en próximos apartados. El resto de
cavidades presentan escaso número de ejemplares cerámicos.
Los fragmentos cerámicos cardiales recuperados en las cuevas
de Salem son escasos (fig. 8.7), posiblemente como parte de un
ajuar de alguna inhumación. Algo similar podría plantearse para
la Cova Negra de Gaianes, con apenas tres fragmentos impresos
cardiales, uno decorado sobre el labio (fig. 8.8).
A la fase Benàmer II se asocian 220 fragmentos cerámicos a
mano, de los que 69 presentan decoración impresa cardial realizada con el borde de una concha en posición vertical sobre el
cuerpo y cordones. Se han documentado algunos apliques y asas
verticales. Únicamente un vaso puede ser clasificado tipológicamente, ofreciendo dos posibilidades, bien como olla, bien como
contenedor medio de borde saliente. En las impresiones cardiales se utiliza únicamente el borde de la concha, quedando ausentes el resto de modalidades cardiales. La tipología y algunas
composiciones formadas por motivos triangulares bajo cordones
encuentran paralelos en el nivel H-17 de la Cova de les Cendres,
estableciéndose la cronología de las ocupaciones cardiales de
Benàmer entre 5450 y 5300 cal BC.
La comunidad de la cabecera del Serpis-Penàguila
Esta concentración de yacimientos que presentan cerámicas impresas cardiales se localiza en las cuencas de los ríos Seta y
Penàguila, cuyas aguas se unen antes de verter al río Serpis a la
altura de Cocentaina, en el extremo occidental de las comarcas
de L’Alcoià y El Comtat. Se trata de un conjunto de pequeños
valles limitados por la montaña de la Serreta al noroeste, la Serrella al oeste y las primeras estribaciones de Aitana y la Carrasqueta al sur, que se encuentran atravesados por barrancos de paredes verticales formados con acción hídrica sobre las endebles
margas miocénicas (Molina Hernández, 2003).
A excepción del pequeño abrigo de la Penya del Comptador
(Alcoi), en el que se localizó un fragmento cerámico con decoración impresa cardial (Aura, 2001), los yacimientos conocidos
hasta la fecha que forman este conjunto son al aire libre (Molina Hernández, 2003): Mas del Regadiuet (Alcoi), Mas Blanc
(Penàguila), Mas del Pla (Penàguila), Mas d’Is (Penàguila),
Mas del Cantó (Penàguila) y El Regall (Alcoi).
Se ha sugerido que este conjunto de posibles aldeas podrían haber sido habitadas por un mismo grupo que, en su
estrategia de explotación del territorio, cambia de emplazamiento cada cierto tiempo (Molina Hernández, 2003), por
la necesidad de disponer de varios enclaves para asegurar
la supervivencia del grupo. Esta propuesta encajaría con las
interpretaciones realizadas para las comunidades expuestas,
aunque la escasa presencia de cavidades plantea el desarrollo
de formas particulares de adaptación a cada entorno por parte
de cada comunidad.
A excepción del Mas d’Is, en la actualidad en estudio, el
resto de enclaves presentan escasos fragmentos cerámicos impresos en su superficie. Dos han sido objeto de una intervención arqueológica, el Mas del Regadiuet (García Puchol et al.,
2008b) y el Mas d’Is (Bernabeu et al., 2003; Bernabeu et al.,
2012). Este último yacimiento ha aportado algunas novedades
al registro neolítico valenciano, de las que queremos destacar
tres: la localización de estructuras de carácter doméstico al aire
libre, también de posibles fosos monumentales y la obtención
de las dataciones radiocarbónicas sobre elemento identificado
como doméstico más antiguas del País Valenciano, que además
podrían ir acompañadas de cerámicas con técnicas decorativas
asimilables a la fase arcaica (Molina Balaguer et al., 2011).
227
[page-n-245]
Fig. 8.6. Tendencia evolutiva de las cerámicas de la Cova de l’Or en el Neolítico antiguo.
228
[page-n-246]
Fig. 8.7. Cerámicas cardiales recuperadas en la Cova del
Frontó (Pastor y Torres, 1969).
Fig. 8.8. Cerámicas cardiales de la Cova Negra de Gaianes (1-3) y de Benàmer (4-14).
229
[page-n-247]
Fig. 8.9. Estructura del Mas d’Is identificada como una cabaña
(Bernabeu et al., 2012).
Fig. 8.10. Ubicación de las cabañas y posibles fosos del Mas d’Is
(Bernabeu et al., 2012).
Las estructuras domésticas se encuentran dispersas por el
llano del yacimiento, destacando la identificación de una posible cabaña (fig. 8.9) para la que se proponen dos momentos de
ocupación dentro del Neolítico antiguo (Bernabeu et al., 2003;
Mclure, 2011). Es de morfología rectangular, de más de 10 m
de largo por 3,8 de ancho y, al menos, un extremo en forma de
ábside. Es la evidencia más sólida de la existencia de estructuras
domésticas en el Neolítico antiguo valenciano.
Otro de los hallazgos que llama poderosamente la atención
son los denominados fosos monumentales. Se interpretan como
grandes estructuras excavadas en el suelo, de 12-13 m de anchura y 4,5 metros de profundidad, cuyo recorrido no ha podido
determinarse por encontrarse cortados por barrancos (fig. 8.10),
descartándose la propuesta inicial que destacaba su carácter
concéntrico. Estos restos han sido interpretados como la construcción de una obra colectiva cuya finalidad es la de erigirse
como un centro de agregación (Bernabeu et al., 2003), realizada
en un contexto social de jerarquización puntual (Bernabeu et
al., 2006). Ante la posibilidad también apuntada de que conjuntos como el Foso 5 pudieran tener un origen natural por acción
hídrica (Díez Castillo et al., 2010), consideramos más prudente no interpretar estos hallazgos como restos artificiales hasta
la publicación de la totalidad del yacimiento. Cabe destacar la
aparición de fragmentos cerámicos pertenecientes al horizonte
arcaico y al Cardial inicial (fig. 8.11), que subrayan la antigüedad de las primeras ocupaciones en el yacimiento.
La comunidad de Planes-Serpis medio
230
Concentra un grupo heterogéneo de yacimientos arqueológicos
formado por posibles aldeas, abrigos y cuevas, que se ubican
en varios valles de transición costa-interior. No se ha localizado ningún yacimiento que destaque por su elevado número de
restos cerámicos. Integran la comunidad por la Cova d’en Pardo
(Soler y Roca, 2010; Soler et al., 2011), la Cova de l’Àliga (Vall
d’Alcalà) (García Atiénzar, 2004), la Cova de l’Agüela (Vall
d’Alcalà) (Amorós, 2012; García Borja et al., 2012a), los abrigos de la Penya Roja de Catamarruc (Asquerino, 1972), Tossal
de la Roca (Vall d’Alcalà) (Cacho et al., 1995 y 2001) y Abric
de les Calderes (Planes) (Doménech, 1990), los asentamientos
al aire libre conocidos con las siglas AC-147 y AC-157 (Bernabeu, 2010) y, probablemente, la Cova Fosca de la Vall d’Ebo
(García Borja, 2004; García Borja et al., 2012a).
La Cova d’en Pardo es el yacimiento en el que se ha realizado un mayor número de intervenciones, aunque también se
ha excavado en Penya Roja de Catamarruc y Tossal de la Roca
(fig. 8.12), ambos con un número de restos neolíticos reducido.
La Cova d’en Pardo está ubicada en la Serra de l’Albuera, en
la parte superior de La Vall de Gallinera, a través de la cual se
comunica el llano costero con la parte alta del valle del Serpis.
Entre los años 1993 y 2007 el yacimiento ha sido objeto de nuevas excavaciones bajo la dirección de Jorge A. Soler. Se ha propuesto que las primeras ocupaciones del Neolítico pertenecen
[page-n-248]
Fig. 8.11. Cerámicas impresas (1-6) e impresas cardiales (7-16) del Mas d’Is (Molina et al., 2011).
l’Agüela, probablemente pertenecientes a contenedores del
Grupo 14; y los fragmentos cardiales y epicardiales de la Penya
Roja de Catamarruc (fig. 8.13).
La comunidad del Serpis bajo-Marxuquera
Fig. 8.12. Tossal de la Roca (fotografía G. García Atiénzar).
a la fase arcaica. Ya hemos reflexionado sobre esta cuestión en
el capítulo referido a la secuencia regional y no es necesario repetir las consideraciones al respecto. Además de estas posibles
ocupaciones arcaicas existen materiales que remiten a momentos avanzados del Neolítico antiguo cardial, que pueden fecharse también en el Epicardial, en los que la cueva debió de ser
ocupada. Al igual que ocurre con la Cova de l’Or, se identifica
un cambio en el uso de la cavidad en el Neolítico medio, pasando a ser utilizada como corral (Soler y Roca, 2008).
Aunque la Cova Fosca de la Vall d’Ebo se localiza en un valle
adyacente, su proximidad al grupo de yacimientos de Planes y la
no identificación de más yacimientos en sus alrededores permite
considerarla como parte de esta comunidad. En el sondeo que en
el año 1980 se realizó en su vestíbulo se localizó un nivel cardial
con una datación sobre Ovis aries de 6413±33 BP (cuadro 6.4),
que marca el inicio de las ocupaciones. La muestra fechada se localizó junto con un interesante fragmento cerámico que combina
impresiones cardiales con otras realizadas con un instrumento de
punta única roma que presentan un ligero arrastre (fig. 8.13: 16).
Del resto de yacimientos, destaca la presencia de cerámicas con decoración impresa cardial pivotante en la Cova de
Envolviendo el fértil llano de Marxuquera (Gandia), se sitúa
una serie de yacimientos arqueológicos en cueva con materiales del Neolítico antiguo (Aparicio et al., 1983), ocupando
un pequeño valle con espacio suficiente para la realización de
actividades agrícolas y ganaderas. Queda limitado por una serie de elevaciones naturales formadas por la Serra Falconera,
la Serra Grossa y el Mondúver, que dejan un amplio espacio
abierto al sur, hacia el cercano río Vernissa en primer término
y el Serpis en segundo.
Hasta la fecha, únicamente se han podido determinar ocupaciones neolíticas en cuevas de diferente morfología, la mayoría afectadas por la extracción de tierra por parte de agricultores. A esta comunidad pertenecen la Cova de les Rates
Penades (Ròtova), Forat de l’Aire Calent (Ròtova), la Cova
Negra de Marxuquera (Gandia), la Cova de les Meravelles
(Gandia), la Cova de la Recambra (Gandia), la Cova del Barranc del Llop (Gandia), la Cova del Parpalló (Gandia) y la
Cova de les Malladetes (Barx).
En ninguna de estas cavidades se ha recuperado una cantidad significativa de materiales comparable a la de yacimientos
como la Cova de l’Or o la Cova de la Sarsa, aunque alguna de
ellas presenta características físicas similares. Tampoco se han
localizado por el momento pequeñas cavidades con evidencias
de inhumaciones del Neolítico antiguo. Las cuevas de la Recambra, Parpalló y Malladetes debieron ser utilizadas de forma
esporádica. Su acceso es complejo y en ellas se han recuperado
escasos materiales del Neolítico antiguo (fig. 8.14). En la Cova
de les Rates Penades apareció un número mayor de restos (fig.
8.15), pero desde su boca no se ve el llano de Marxuquera, sino
el acceso a este llano por el río Vernissa. Cercana a ella se encuentra el Forat de l’Aire Calent, donde se han documentado
restos de cerámicas cardiales. Desde la entrada de esta cavidadsima no se controla el valle de forma directa. Su morfología
actual parece muy distinta de la que presentaría durante el Neo231
[page-n-249]
Fig. 8.13. Cerámica de la Cova de l’Agüela (1-10); Penya Roja de Catamarruc (11-15) y Cova Fosca de la Vall d’Ebo (16-35). Todas
cardiales excepto las 17, 31 y 35.
232
[page-n-250]
Fig. 8.16. Vista del llano de Marxuquera desde la Cova de les Meravelles.
Fig. 8.14. Cerámica cardial perteneciente a la Cova de les
Malladetes (Martí, 1978a).
lítico, modificándose la boca de entrada y el vestíbulo por el
derrumbe de la techumbre y de su visera, apareciendo los restos
arqueológicos bajo los grandes bloques desprendidos.
La Cova del Barranc del Llop tampoco goza de una visión
directa sobre el llano de Marxuquera, aunque presenta buenas
condiciones de habitabilidad con un gran vestíbulo de 33 x 22
m, así como un interesante conjunto de materiales que permiten plantear que fue ocupada de forma estacional. La Cova de
la Recambra, la Cova Negra de Marxuquera y, sobre todo, la
Cova de les Meravelles sí controlan visualmente el valle. La
Cova Negra de Marxuquera es una gran cavidad formada por
una sala única de 53 x 25 m ubicada en la vertiente oeste de
la Serra Falconera, que en cierto modo recuerda a otra gran
cavidad como es la Cova del Somo. F. Jordá localizó un estrato perteneciente al Neolítico antiguo asociado a un número
de materiales escaso, por lo que a priori esta cavidad no sería
interpretada como un lugar intensamente ocupado. Cabe señalar que es muy probable que Cova Negra fuese vaciada, como
tantas otras cuevas en la comarca de La Safor, en busca de
sedimentos óptimos para realizar plantaciones de frutales, con
lo que queda abierta cualquier posibilidad.
La Cova de les Merevalles es la que presenta mejor emplazamiento y condiciones de habitabilidad. Se encuentra en la
vertiente oeste de la Serra Falconera, a una distancia del llano
similar a la de otras cuevas de habitación de las que se ha reflexionado en apartados anteriores, con un control visual directo
sobre las zonas de cultivo (fig. 8.16). Las excavaciones realizadas han confirmado la presencia de un nivel cardial en un pequeño espacio que no había sido vaciado por agricultores.
La suma de todos los fragmentos cerámicos impresos del
Neolítico antiguo no supera el centenar, la mayoría procedentes
de la Cova de les Meravelles, la Cova del Barranc del Llop,
Rates Penades y Forat de l’Aire Calent (fig. 8.17).
Otras comunidades
Fig. 8.15. Cerámica cardial de la Cova de les Rates Penades
(Martí, 1978a).
Existe una serie de yacimientos con cerámicas cardiales cuya
ubicación permite plantear la existencia de más comunidades
neolíticas como las descritas, que deberán ser confirmadas. Son
especialmente significativos los yacimientos que se encuentran
en la cabecera y la desembocadura del río Gorgos, pues se relacionan con las primeras ocupaciones cardiales, así como los que
233
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Fig. 8.17. Cerámicas de la Cova del Barranc del Llop (1-3) y del Forat de l’Aire Calent (4-6). Impresas cardiales
(1, 4 y 6), impresa de gradina (4), inciso-impresa (2) y con cordón de mamelones (5).
se sitúan en la parte central del Cànyoles, cubeta de Villena y
cauce medio del Xúquer, que podrían estar marcando la expansión desde una zona nuclear a su periferia.
La comunidad de la cabecera del Gorgos
En la parte inicial del río Gorgos se han localizado tres cuevas
en las que se ha recuperado cerámica cardial: Sa Cova de Dalt
(Tàrbena) (López Mira y Molina Mas, 1995), Coves de Santa
Maira (Aura et al., 2006) y la Cova del Somo (García Atiénzar y
Roca de Togores, 2004), las dos últimas en el término municipal
234
de Castell de Castells. Su cercana ubicación al nacimiento del
río de Gorgos y al fértil valle de Castell de Castells proporciona
un entorno óptimo para la creación de una pequeña comunidad
neolítica. A falta de un programa de prospecciones más intenso
en la zona y de un mayor número de excavaciones, Sa Cova de
Dalt parece el único enclave con cerámica cardial (fig. 8.18) que
podría considerarse como un lugar de habitación intensamente
ocupado, pues se trata de una cavidad de grandes dimensiones
(fig. 8.19). Los otros dos yacimientos son de menor tamaño.
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sitados en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (en
adelante MARQ) (Soler et al., 2007), de los cuales presentamos
una propuesta de ordenación cronológica (fig. 8.20).
Esta no es la única evidencia de ocupaciones cardiales en esta
zona. En las excavaciones que se vienen realizando bajo el patrocinio del MARQ en la Cova del Randero (Pedreguer) se ha localizado algún fragmento cerámico impreso cardial. En el margen
izquierdo del río Girona se conocen dos pequeñas cavidades que
dominan el valle en las que también se ha encontrado algún fragmento cerámico impreso cardial: la Cova Bolumini (Beniarbeig)
(Guillem et al., 1992) y la Cova Fosca d’Ondara (Martí, 1978a).
Aunque se encuentran en el margen opuesto del río, es posible
relacionarlas con la existencia de una comunidad que explotaría
el valle, pues se encuentran a menos de 10 km del Montgó.
La comunidad de la cubeta del Vinalopó
Fig. 8.18. Cerámicas impresas cardiales de Sa Cova de Dalt (1-3)
y la Cova del Somo (4) (Martí, 1978a; García Atiénzar y Roca de
Togores, 2004).
Fig. 8.19. Planta de Sa Cova de Dalt según López y Hernández (1995).
La comunidad del Gorgos bajo-Girona
Entre los ríos Girona y Gorgos existe una serie de yacimientos
que permite proponer la presencia de una o de dos agrupaciones.
La Cova del Montgó (Xàbia) es la que ofrece un mayor número de restos (Soler et al., 2007). La cavidad se encuentra en la
vertiente meridional de la Serra del Montgó. Desde su amplia
boca de entrada se domina el valle por donde discurre el río
Gorgos. Conocida desde antiguo, ofrece una serie de materiales arqueológicos sin estratigrafía, donde destaca la colección
cerámica. Considerada esta colección, se han establecido paralelos de algunas de sus decoraciones impresas cardiales con
otras vinculadas a la cerámica impressa evolucionada (García
Atiénzar, 2010) de ámbitos italianos (Tiné, 2002), que podrían
estar indicando la existencia de ocupaciones en la cueva durante
el Neolítico antiguo inicial, sincrónicas a las más antiguas de
la Cova de les Cendres, la Cova de la Sarsa o la Cova de l’Or.
Recientemente se ha publicado el conjunto de materiales depo-
En la cuenca alta del río Vinalopó, junto a la población de Villena, aparecieron indicios de ocupaciones del Neolítico antiguo en
la Casa de Lara (Soler García, 1961; Fernández, 1999) y Arenal
de la Virgen (Soler García, 1965). Se trata de dos espacios al aire
libre en ambientes lacustres, en los que también se ha evidenciado la presencia de ocupaciones mesolíticas, que han sido objeto
de debate. La presencia en un mismo yacimiento de materiales
neolíticos y mesolíticos podría ser consecuencia de contactos entre poblaciones de ambas tradiciones. En la actualidad, la lectura
de los datos apunta más a reocupaciones por parte de grupos
plenamente neolíticos, que no llegan a tener contacto con los
grupos mesolíticos anteriores (Juan-Cabanilles y Martí, 2002 y
2008), que a procesos de neolitización de grupos mesolíticos.
Aunque el número final de fragmentos impresos cardiales
no es elevado, los datos existentes parecen suficientes para proponer que, en torno a los espacios lacustres de Villena, existiría
una comunidad campesina cuyo inicio se sitúa en el Neolítico
antiguo pleno o en el Epicardial antiguo. En la Casa de Lara se
ha documentado un lote cerámico entre el que se encuentran cerámicas impresas cardiales (fig. 8.21), impreso-incisas, incisas e
impresas de gradina. A estos yacimientos se vincula también la
Cueva de los Secos (Soler García, 1988), ya en la provincia de
Murcia, donde se ha localizado cerámica cardial. La Cueva Santa
de Caudete también podría haber sido utilizada por los mismos
grupos neolíticos que ocupan la cubeta de Villena. De esta última
cavidad, destaca un vaso impreso cardial (fig. 8.22) cuya técnica
de ejecución (con natis perforado), tipología (olla) y temática decorativa (metopas), encuentra sus mejores paralelos en ejemplares
de la Cova de la Sarsa. De hecho, la posición de estos yacimientos en el extremo occidental de la comarca de La Vall d’Albaida,
posibilita plantear la existencia de relaciones entre ambas comunidades, incluso que su formación pueda ser consecuencia de la
escisión de familias desde la Valleta d’Agres.
La comunidad del Cànyoles medio
Hasta el momento son dos los yacimientos localizados, la Cova
del Barranc Fondo (García Borja et al., 2015) y el Cara-sol de
Vernissa (Bernabeu et al., 2001; García Borja, 2008), ambos en el
término municipal de Xàtiva, y ambos objeto de una intervención
arqueológica en 1969 y 1970 por parte del Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, bajo la dirección
de José Aparicio Pérez. El primero se sitúa en la cara norte de la
Serra de Vernissa. Presenta buenas condiciones de habitación y
en su exterior se ha recuperado un interesante lote de cerámicas
235
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Fig. 8.20. Propuesta de ordenación cronológica de las cerámicas de la Cova del Montgó. En la parte superior se muestran las cerámicas del
Neolítico antiguo inicial-pleno y en la inferior las del Neolítico antiguo epicardial (dibujos a partir de Soler et al., 2007).
236
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han contabilizado 15 inhumaciones, la mayoría pertenecientes
al Neolítico final, pero entre las que podría encontrarse algún
individuo del Neolítico antiguo. Un conocido aficionado local
entregó un fragmento cerámico decorado con impresiones cardiales al Museu de Prehistòria de València (Fletcher, 1975), indicando que lo recuperó en el interior de la cueva (figura 8.23:
34). Podría haber acompañado a alguna de las inhumaciones,
tal y como se ha expuesto para las cuevas del municipio de
Salem. Por el momento, las dataciones radiocarbónicas que
se han realizado no permiten individualizar inhumaciones del
Neolítico antiguo.
La comunidad del Xúquer medio
Fig. 8.21. Cerámicas neolíticas de la Casa de Lara (Soler García, 1961)
del Neolítico antiguo, medio y final (fig. 8.23). Sus dimensiones,
acceso y ubicación recuerdan a las de otras cuevas como Meravelles, Or o Sarsa, todas a media montaña y controlando el llano
cultivable, en este caso el fértil valle de la Costera de Ranes, entre
las poblaciones de Canals y Xàtiva, junto al río Cànyoles.
El segundo yacimiento se ubica en la parte de solana. Se
trata de una pequeña cueva a la que se accede por una estrecha
boca de entrada de menos de un metro de diámetro en la que se
Existe una pequeña concentración de yacimientos en la zona
media del río Xúquer formada por la Cova de les Dones (Millares) (fig. 8.24), la Cova de Pertecates (Tous), la Cueva de la
Cocina (Dos Aguas) y Ceñajo de la Peñeta (Millares) (García
Robles et al., 2005). Al igual que se propone para la zona de
Villena, las escasas cerámicas impresas cardiales documentadas podrían remitir al inicio del Epicardial, no coincidiendo
temporalmente los grupos neolíticos con los mesolíticos en un
mismo espacio. Se trataría de ocupaciones relacionadas con
la disgregación y expansión de familias a territorios deshabitados. La otra posibilidad que se contempla para explicar la
aparición de estas cerámicas es por un proceso de aculturación
de grupos mesolíticos. La presencia de cerámica cardial en la
conocida Cueva de la Cocina (fig. 8.25), en la que se concentra
un importante número de restos líticos del Mesolítico (Pericot, 1945; Fortea, 1971 y 1973; García Puchol, 2005), es el
argumento principal para proponer esta posible interacción. Al
igual que en la cubeta de Villena, en la actualidad estas interpretaciones han quedado matizadas (Martí et al., 2009a) y el
yacimiento está siendo objeto de una revisión por parte de un
equipo dirigido por Oreto García Puchol y Joaquim Juan Cabanilles, por lo que cabe esperar a la publicación de los nuevos
datos, aunque por el momento no ha podido constatarse la continuidad de los últimos grupos mesolíticos hasta los momentos
en los que queda atestiguada la primera presencia neolítica en
la zona (Juan Cabanilles y García Puchol, 2013).
Fig. 8.22. Vaso impreso cardial recuperado en la Cueva Santa de Caudete. Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba.
237
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Fig. 8.23. Cerámicas del Barranc Fondo (1-33) y Cara-sol de Vernissa (34).
Fig. 8.24. Cerámica cardial de la Cova de les Dones (Martí, 1978a).
Otros yacimientos
El más conocido es el de la Cova de les Cendres, que ha sido
objeto de un proyecto de investigación que ha permitido contextualizar los niveles del Neolítico antiguo. Los otros yaci238
Fig. 8.25. Cerámica cardial de la Cueva de la Cocina (Martí, 1978a).
mientos en los que se han documentado cerámicas impresas
cardiales son: el Abric de la Falguera (Alcoi), El Fontanal
(Onil), la Cova de Sant Martí (Agost), el Abric del Salt (Alcoi), la Cova de la Solana de l’Almuixic (Oliva), la Cueva de
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la Araña (Bicorb) y la Cova Santa (La Font de la Figuera). Esta
última recuerda por sus dimensiones y emplazamiento a otras
cercanas como la del Barranc Fondo o la propia Sarsa. Entre los
materiales revisados por Mario Sanz Tormo, se ha localizado
un lote cerámico (fig. 8.26) que parece indicar que fue utilizada
a lo largo de todo el Neolítico.
Fig. 8.26. Cerámicas prehistóricas de la Cova Santa de la Font
de la Figuera.
Las excavaciones del Sector A de la Cova de les Cendres
(Teulada-Moraira), han proporcionado una amplia secuencia estratigráfica (Bernabeu y Molina, 2009). Un aspecto a destacar es
la identificación de restos que permiten plantear actividades de
procesado y consumo de pescado en su interior durante el Neolítico antiguo. Por una parte, sustenta la consideración de que los
grupos neolíticos aprovechan los recursos más cercanos del tipo
que sean, aunque su subsistencia se vincula a alimentos de origen terrestre (Salazar García, 2010 y 2012) y, por otra, incide en
la utilización de varios enclaves que ofrecen diferentes recursos
a lo largo del año por parte de un mismo grupo. No se conocen
más yacimientos próximos a la cavidad del Neolítico antiguo,
quizás desaparecidos por la intensa urbanización de la zona. Otra
posibilidad a contemplar es que fuera utilizada por grupos que
viven en el interior del territorio, lo que implica desplazamientos
estacionales de parte o la totalidad del grupo a lugares alejados.
El Abric de la Falguera se localiza en el tramo más estrecho del Barranc de les Coves, en el término municipal de Alcoi
(Alicante). Fue localizado en el año 1981, junto con una serie de
abrigos con pinturas rupestres, llevándose a cabo ese mismo año
una primera intervención que se ampliaría entre los años 1998 y
2001 (García Puchol y Aura, 2006). El desarrollo de los trabajos
arqueológicos ha permitió establecer varias ocupaciones neolíticas que arrancan en la segunda mitad del VI milenio cal BC,
vinculadas a un horizonte cardial. El abrigo no permite albergar
rebaños formados por un número elevado de cabezas, interpretándose como un pequeño espacio de corral desde los momentos
más antiguos del Neolítico. Su ubicación fuera de las agrupaciones identificadas se relaciona con el traslado esporádico de pequeños rebaños hacia espacios deshabitados, recorriendo cortas
distancias de no más de una o dos jornadas, sin llegar a practicar
la trashumancia. Otra posibilidad es que el abrigo se relacione
con una agrupación de yacimientos todavía no localizados, aunque cabe señalar que se trata de una zona bien prospectada.
Un modelo interpretativo para el
Neolítico valenciano
La distribución espacial de los enclaves con cerámica impresa
cardial conocidos hasta la fecha y las características geográficas
de los espacios en los que se concentran conjuntos de yacimientos
advierten de la existencia de más casos como el documentado
en la Valleta d’Agres tras el estudio de la Cova de la Sarsa y su
entorno inmediato. La imagen que se desprende es la de un gran
territorio organizado en espacios menores durante el Neolítico
antiguo, que son explotados por grupos diferentes, necesariamente en continuo contacto. Los individuos de cada una de estas agrupaciones de yacimientos debieron estar estructurados socialmente, aunque cabe admitir que los datos existentes son insuficientes
para establecer una propuesta firme de organización social durante el Neolítico antiguo. Por tanto, en la elaboración de un marco
conceptual operativo, son nuestros intereses epistemológicos los
que determinan el contexto de uso y definición de una serie de
categorías sociales comunes cuya definición se usa de forma habitual en el campo de la antropología (Bonte et al., 1996; Barfield,
1997). Las categorías que proponemos quedan estructuradas de
forma jerárquica del siguiente modo (fig. 8.27): individuo (persona física); familia (nuclear o extensa); grupo (varias familias);
comunidad (uno o dos grupos); cultura regional o subcultura (p.e.
Cultura Cardial valenciana); cultura supra-regional (p.e. Cultura
Cardial del Mediterráneo occidental).
El individuo representa el elemento básico. Cada uno nace
en el seno de un grupo, aprende su lengua, signos, tecnología
y costumbres, o lo que es lo mismo, adquiere su la “cultura”
del grupo los individuos grupales comparten un mismo patrón
de significados, transmitidos históricamente y materializado en
formas simbólicas, mediante el cual comunicarse, perpetuarse y desarrollar su conocimiento sobre la vida y sus actitudes
hacia ella; una serie de dispositivos simbólicos para controlar
la conducta, fuentes extrínsecas de información, es decir, unos
mismos “sistemas organizados de símbolos significativos”
(Geertz, 1973). El individuo es el responsable de la realización
de cualquiera de los ítems objeto de estudio de la arqueología,
garante de la perpetuidad de las tradiciones tecnológicas y sociales del grupo, pero a la vez capaz de introducir innovaciones.
Los individuos se agrupan en unidades domésticas que, en
nuestro caso, vinculamos a la familia en su forma elemental,
de tipo conyugal, definido por la unión socialmente reconocida
de un hombre y una mujer que viven con sus hijos. Al hablar
de familias daremos por sentado que estas unidades dominan
las técnicas agrícolas y ganaderas, lo que no impide que dediquen esfuerzos a actividades artesanales específicas. La institución familiar se manifiesta de distintas formas. Sus principales
rasgos definitorios son: la residencia común, la cooperación
económica y la reproducción. Los tipos más repetidos son la
familia nuclear y la familia extensa. Con los datos actuales no es
posible establecer qué tipo de familia era la más común durante el Neolítico antiguo valenciano. La unión de varias familias
daría como resultado la formación de un grupo. Cabe admitir
239
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no superan los 12 km de diámetro. La variedad en el tipo de
yacimientos y su registro permite plantear que cada uno fue
utilizado con diferente finalidad (García Atiénzar, 2009): de
forma esporádica, estacional o continuada, como lugares de
habitación, de estabulación, como espacios rituales (culto y/o
enterramiento) o como simples refugios. Esta variedad en el
tipo de asentamientos encaja con una de las características más
definitorias del Cardial mediterráneo: su capacidad adaptativa a
diferentes tipos de territorios.
Las relaciones familiares o de parentesco legitimarían la pertenencia de un individuo a su comunidad, constituyendo el hecho de nacer en una de ellas el aspecto fundamental, adquiriendo desde ese momento los derechos y deberes establecidos por
el grupo. Los escasos datos que proporciona la genética a este
respecto pertenecen al Neolítico centroeuropeo, proponiéndose
un sistema de descendencia patrilineal y normas de residencia
patrilocales (Skoglund et al., 2014; Seguin-Orlando et al., 2014;
Szécsényi-Nagy et al., 2015; Hofmanová et al., 2016). Son especialmente significativas las interpretaciones de los resultados
que ofrecen los estudios genéticos sobre el Neolítico antiguo de
los Balcanes (Cultura Starčevo), pues la abrumadora presencia
del denominado linaje G2a entre los individuos muestreados,
indica menos diversidad entre los marcadores genéticos masculinos que los femeninos (Szécsényi-Nagy et al., 2015). Estos
datos pueden ser explicados por la práctica de actividades reproductivas polígamas o por prácticas en las que los hombres
tienden a quedarse en sus grupos sociales, opción que se adapta
al modelo que proponemos a partir de los datos arqueológicos
disponibles (Lalueza-Fox, 2017). Es este un hecho fundamental
a la hora de valorar el traslado de mujeres de una familia a otra,
o de una comunidad a otra, pues con ellas se introduce un modo
diferente de realizar o decorar las cerámicas.
Subsistencia económica
Fig. 8.27. Propuesta de jerarquización conceptual.
ciertas coincidencias en la definición de grupo y comunidad
que podrían generar confusión. Se ha decidido mantener ambos
conceptos porque es posible que una comunidad pudiese estar
formada por más de un grupo.
La comunidad se define como el conjunto de familias que
explotan un territorio concreto, del que extraen lo esencial para
asegurar su supervivencia con el fin de perpetuarla. Hemos
tomado la medición de las distancias máximas entre los yacimientos que forman cada una, señalando que estos territorios
240
Los datos disponibles muestran que las actividades encaminadas a cubrir las necesidades básicas encuentran su mejor paralelo en la propuesta de Halstead (1989 y 2011) para el Neolítico
antiguo en el Egeo. El autor plantea que un grupo estable lo
forma un número limitado de familias que combinan la agricultura intensiva en pequeños huertos, la recolección, la caza
y una ganadería integrada en el núcleo familiar, formada por
pocas cabezas. Los animales domésticos mejor representados
durante el Neolítico antiguo valenciano son cinco: oveja (Ovis
aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), buey (Bos
taurus) y perro (Canis familiaris). Entre ellos, los ovicaprinos
suponen la gran mayoría, constituyendo la base de la ganadería
neolítica. Los patrones de mortalidad para ovejas y cabras en la
Cova de l’Or (sectores J y K) indican un alto grado de sacrificio
para ejemplares de menos de tres años, con valores cercanos al
40% para los que no han cumplido el primer año de vida. Este
elevado índice de sacrificios en animales que todavía no han
alcanzado el máximo rendimiento cárnico (Bernabeu y Martí,
1992), puede ser interpretado en relación con el interés por limitar el número de cabezas de ganado, con el fin de mantener
rebaños fácilmente controlables por una familia o grupo.
Las prácticas agrícolas en el Neolítico antiguo valenciano
estarían basadas en el cultivo de pequeñas parcelas en las que se
plantan fundamentalmente cinco variedades distintas de cereales vestidos y desnudos, con dominio de los desnudos (Triticum
[page-n-258]
aestivum-durum y Hordeum vulgare var. nudum), mientras que
las formas vestidas (Hordeum vulgare subsp. vulgare, Triticum
monococcum y Triticum dicoccum) parecen tener un rol secundario. Junto a estos, y de forma paralela, se introduce el cultivo
de distintas leguminosas (Lathyrus sp., Lens culinaris, Pisum
sativum, Vicia faba y Vicia sativa), con una presencia mucho
menos relevante que la de los cereales (Pérez Jordà y Peña Chocarro, 2013). Son actividades que se relacionan con un sistema
de explotación agrario intensivo y de ciclo largo. Ello implica la
necesidad de control de los campos de cultivo, que se soluciona
con el establecimiento de pequeños enclaves junto a los mismos,
o de verdaderas aldeas. Cabe recordar que una de las características principales de las cuevas intensamente habitadas en el
Neolítico valenciano es la de poseer una visibilidad directa sobre
los llanos cultivables y los asentamientos allí establecidos.
Viabilidad demográfica
Las propias dimensiones de las cuevas que son habitadas en el
Neolítico antiguo y los datos disponibles sobre aldeas del ámbito mediterráneo y centroeuropeo muestran que estamos ante
grupos con un número limitado de componentes. Para los asentamientos del LBK se ha propuesto un modelo de expansión de
las casas que ha permitido establecer un número de viviendas
contemporáneas reducido, estableciéndose la media en cinco
unidades, con una duración de entre 25 y 30 años para cada una
(Coudart, 1998), capaces de albergar a un número de miembros
de entre 25 y 35 individuos (Bogucki y Grigyel, 1981), lo que
supone que cada asentamiento difícilmente superaría los 150200 habitantes. Es un número que se aproxima al propuesto para
el poblado de la Draga, para el que se estiman no más de 150 habitantes al inicio del Epicardial (Bosch et al., 2000). En el caso
de Favella (Tiné, 2009), vinculado al mundo de las cerámicas
impresas del sur de Italia, se ha sugerido que la población en los
momentos de mayor actividad no superaría los 70 habitantes,
para una decena de cabañas.
La existencia de redes de contacto que mantengan la comunicación entre comunidades es un requisito necesario para
asegurar su supervivencia. Considerando que un grupo de no
más de 150 individuos necesita mantener relación directa con
un mínimo de entre siete y ocho grupos más para asegurar su
supervivencia (Wobst, 1974), el modelo de comunidades que
proponemos para el Neolítico antiguo valenciano hace viable
la subsistencia del conjunto de habitantes, ofreciendo las condiciones básicas para ritmos de crecimiento estables propuestos para sociedades agrícolas preindustriales con altas tasas de
natalidad y mortalidad (Livi-Bacci, 1999). Contrariamente a lo
que podría interpretarse, no se detecta un aumento exponencial
del número de miembros que forman los grupos identificados
para el Neolítico europeo, más allá de los momentos iniciales
de colonización, para los que se propone una transición demográfica basada en el aumento de la natalidad (Bocquet-Appel y
de Miguel, 2002). Para evitar que un grupo crezca por encima
de lo que socialmente se establece, se opta por la disgregación
de una o varias familias, proceso que genera el surgimiento de
nuevas comunidades.
En conclusión, el modelo que se propone para el Neolítico
antiguo valenciano permitiría la viabilidad demográfica de los
grupos que forman las comunidades, admitiendo que el número
de individuos que se intuye para la Cultura Cardial valenciana
es limitado. Si aceptamos que durante el Neolítico antiguo pleno
y el Epicardial antiguo podrían estar conviviendo entre nueve y
doce comunidades, un simple cálculo sumatorio muestra que la
población total de la Cultura Cardial valenciana no superaría los
2.500 habitantes. A esta cifra hemos llegado considerando que
entre 6 y 10 familias formarían un grupo que habitaría un territorio concreto, una comunidad, y que cada una de estas comunidades difícilmente superarían el umbral de los 150 miembros.
El mundo funerario
La recuperación conjunta de restos humanos y elementos diagnósticos del Neolítico antiguo, principalmente cerámica impresa
cardial, en grandes cuevas intensamente ocupadas y en pequeñas
oquedades no aptas para tal fin, llevó a J. Bernabeu, L. Molina y
O. García (2001) a plantear dos posibles escenarios en los que se
realizan inhumaciones durante el Neolítico antiguo.
Por una parte, cuevas de tamaño medio y grande que también pueden ser utilizadas como espacio de hábitat como la
Coveta Emparetà (Asquerino, 1975), Sa Cova de Dalt (Sarrión,
1976; López y Molina, 1995), Forat de l’Aire Calent (Aparicio
et al., 1979; Aparicio et al., 1983), Cova dels Pilars (Segura,
1985), Cova del Somo (García Atiénzar y Roca, 2004), Cova
Negra de Gaianes (Rubio y Cortell, 1982-83), Cova Fosca de la
Vall d’Ebo (García Borja, 2005), Cova de les Cendres (Rodes et
al., 2001), Cova de l’Or (Martí et al., 1980) o Cova de la Sarsa
(De Miguel, 2008).
Por otra, una serie de pequeñas cuevas no aptas para ocupaciones estables, utilizadas como necrópolis en el Neolítico final
y Calcolítico, con presencia de escasos materiales del Neolítico
antiguo, que posibilita proponer que fueron espacios en los que
se depositó alguna inhumación durante ese horizonte. Los mejores ejemplos de yacimientos que presentan estas características son: Cara-sol de Vernissa (Bernabeu et al., 2001), Coveta
del Barranc del Castellet (Pla, 1954), Coveta del Moro (Asquerino, 1979), Cova de l’Almud (Juan-Cabanilles y Cardona,
1986) y Cova del Frontó (Pastor y Torres, 1969). En el caso de
que estas cuevas albergasen enterramientos del Neolítico antiguo, cabría esperar inhumaciones individuales, recurrentes o
no, con ajuares simples.
La revisión de las colecciones de materiales arqueológicos y
de los contextos de aparición de los restos humanos no permitía
avanzar en la definición del ritual funerario cardial. Por este motivo se realizaron una serie de dataciones radiocarbónicas sobre
huesos humanos procedentes de yacimientos con restos muebles
del Neolítico antiguo localizados entre los ríos Xúquer y Vinalopó (Cova de la Sarsa, Cova de l’Or, Cova Negra de Gaianes,
Cova del Forat de l’Aire Calent, Coveta Emparetà, Cova Fosca
de la Vall d’Ebo y Cara-sol de Vernissa), espacio geográfico ocupado por grupos humanos agrícolas y ganaderos pertenecientes a
lo que denominamos Cultura Cardial valenciana.
El resultado de las dataciones (cuadro 8.1) confirmó la existencia de inhumaciones en cuevas utilizadas como espacios de
hábitat continuado. En la Cova de l’Or se ha constatado la presencia de una mandíbula del Neolítico antiguo que puede ser
relacionada con la práctica del ritual de la inhumación. En el
interior de la Cova de la Sarsa se depositaron, al menos, cuatro
inhumaciones del Neolítico antiguo, dos en el vestíbulo y otras
dos en la grieta ubicada en la zona de paso a las galerías interiores. Lo ocurrido entre su depósito y su recuperación arqueológi241
[page-n-259]
Cuadro 8.1. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos aparecidos en cuevas con cerámica cardial.
Yacimiento
Código lab.
Descripción
Edad
Sexo
C:N
%Col.
Años BP
Cal BC 1σ Cal BC 2σ
C. Fosca Ebo
OxA-26073
Fémur
Adulto
Indet.
3,3
7,9
10060±45
9798-9458
9866-9391
Media
cal BC
9648±165
C. de l'Or
MAMS-19065
Mandíbula
Adulto
Masc.
3,2
2,3
6356±23
5359-5315
5470-5320
5340±19
C. de l'Or
MAMS-19064
Mandíbula
Adulto
Indet.
3,2
4,7
3899±20
2461-2348
2467-2301
2401±45
C. de l'Or
OxA-V-2360-19
Mandíbula
Adulto
Indet.
3,2
5,4
4418±29
3100-2940
3320-2920
3036±60
C. de l'Or
OxA-V-2360-21
Mandíbula
Adulto
Indet.
3,2
5
4381±28
3030-2920
3090-2910
2996±54
C. Negra Gaianes
MAMS-18662
Parietal
Adulto
Indet.
3,3
7,8
6048±21
4994-4196
5016-4851
4959±29
Coveta Emparetà
MAMS-18663
Cráneo
Adulto
Masc.
3,3
6,4
3204±17
1494-1452
1504-1433
1474±20
Coveta Emparetà
MAMS-18664
Cráneo
Adulto
Masc.
3,2
11,9
3366±18
1685-1635
1734-1615
1663±24
Cara-sol Vernissa
MAMS-18259
Cráneo
Adulto
Fem.
3,3
2
4727±20
3627-3384
3631-3380
3512±104
Cara-sol Vernissa
MAMS-20435
Mandíbula
Adulto?
Indet.
3,3
1,9
4657±19
3498-3372
3514-3368
3450±46
Forat Aire Calent
MAMS-18661
Fémur
Adulto
Indet.
3,2
9,1
4230±19
2894-2875
2900-2761
2884±9
ca puede ser explicado desde alternativas diversas. La datación
directa de los inhumados permite conocer su edad, pero no la
historia de lo sucedido ni durante ni después de su incorporación al depósito. En todo caso, se dispone de referencias de enterramientos individuales en fosa, como la proporcionada por
la Cueva de Chaves (Bastarás, Huesca), que ilustra un tipo de
enterramiento que podría haberse realizado en zonas de habitación de Or y de Sarsa, alteradas éstas después por procesos postdeposicionales de cualquier índole. Cerca de la boca de entrada
de Chaves se descubrió un enterramiento individual fechado en
6230±45 BP (5308-5057 Cal BC), sobre el que se colocaron
cantos rodados y se identificó un nivel de cenizas (Utrilla et al.,
2008). Se trata de una inhumación individual en fosa, localizada
en una zona de hábitat y con escaso ajuar: un anillo y una lámina
de cristal de roca, que incluso ofrece dudas sobre su relación
con la inhumación.
Las dataciones por AMS sobre cereales o animales domésticos de la Cova de l’Or (Martí, 2011), la Cova de la Sarsa o
la propia Cueva de Chaves (Baldellou, 2011), proporcionan resultados estadísticamente indistinguibles de los obtenidos sobre
los restos humanos asociados a contextos cardiales, hecho que
unido a las propias características de los hallazgos, permite proponer que las prácticas funerarias se realizaron en espacios de
uso doméstico. La datación que genera más dudas al respecto de
esta cuestión es la obtenida sobre el individuo adulto-senil (unos
50-60 años de edad) de la Cova de la Sarsa, la más antigua de
la cavidad, pudiendo asociarse a las primeras poblaciones neolíticas aquí establecidas, dejando abierta cualquier posibilidad.
Sobre el segundo escenario identificado para las prácticas
funerarias, las pequeñas cuevas en las que se deposita un número limitado de cuerpos (Bernabeu et al., 2001), las dataciones
sobre las muestras de Cara-sol de Vernissa no han servido para
demostrar estas prácticas. Sin embargo, las propias dimensiones de estas cavidades y el limitado número de piezas de ajuar
asociadas a las inhumaciones cardiales, posibilita mantener que
durante el Neolítico antiguo se realizaban inhumaciones simples o dobles en pequeñas cavidades no aptas para la habitación.
Como novedad destacable, se constata la presencia de inhumaciones del Neolítico antiguo en cuevas de tamaño medio
cercanas a yacimientos intensamente ocupados. El resultado de
la Cova Negra de Gaianes indica que en este tipo de cavidades
242
utilizadas de forma esporádica se realizaría alguna inhumación
durante el Neolítico antiguo epicardial. En realidad, era la Coveta Emparetà el yacimiento que mayores expectativas generaba (García Borja et al., 2016b). Al igual que la Cova Negra, se
encuentra en las inmediaciones de otra intensamente ocupada
como es Sarsa, recuperándose en su interior restos humanos e
industrias del Neolítico antiguo. No es posible descartar que
en Coveta Emparetà exista alguna inhumación del Neolítico
antiguo, pero desprovista de su dependencia como necrópolis
de Sarsa durante este horizonte. De hecho los resultados no
permiten proponer la utilización de cuevas como necrópolis estables a lo largo de varias generaciones. La forma de enterrar
en el horizonte cardial valenciano no incluye, por el momento,
la acumulación de cadáveres en un mismo lugar a lo largo de
varias generaciones.
Estas evidencias indican, al menos por ahora, que los contextos funerarios del Cardial valenciano se componen de un
número limitado de individuos, estando ausentes también las
inhumaciones al aire libre. Los restos documentados hasta la
fecha se han recuperado en cuevas de diferente morfología. En
los huesos no se han identificado marcas antrópicas de procesado de los cadáveres o de prácticas de canibalismo. Por lo que
respecta a los rangos de edad y al sexo de los individuos, cabe
destacar la heterogeneidad de la muestra existente, documentándose individuos masculinos y femeninos, ancianos, adultos
y jóvenes, incluso un perinatal si aceptamos que la muestra correspondiente de Sarsa pertenece a una inhumación.
La representación cartográfica de los yacimientos con evidencias de actividades funerarias entre el Xúquer y el Vinalopó, en
relación con el resto de enclaves en los que se ha recuperado cerámica cardial (figura 8.1), muestra que aldeas, cuevas intensamente ocupadas, abrigos, cuevas de ocupación esporádica y covachas
en las que podrían existir inhumaciones antiguas, se organizan a
lo largo de espacios definidos (comunidades) dentro de un marco
territorial más amplio (Cultura Cardial valenciana). La utilización
sincrónica de varios tipos de enclaves por un mismo grupo humano explica cómo las diferentes comunidades, formadas por familias en número limitado, ocupan el territorio de manera ordenada
a lo largo del Neolítico antiguo cardial. Es un modelo de ocupación y explotación del territorio en el que el registro funerario
cardial conocido se inserta de forma coherente.
[page-n-260]
Una visión mediterránea del ritual de inhumación cardial
(Zemour, 2011) ofrece la misma problemática documentada a
nivel peninsular: escasez tanto de datos como de dataciones
radiocarbónicas sobre huesos humanos, y muchas dificultades
a la hora de identificar verdaderas necrópolis, ninguna corroborada. En términos generales el ritual funerario cardial queda
definido por: el depósito de inhumaciones individuales en decúbito lateral o en posición fetal en cuevas de diferente morfología, la escasez de ajuares acompañando a las inhumaciones y
la ausencia de necrópolis.
Esta visión general se ve matizada por la detección de algunos
casos particulares. En la Plaça de la Vila de Madrid (Barcelona)
(Pou et al., 2010), se ha documentado una inhumación en fosa sin
ajuar cuya datación directa remite al Neolítico antiguo, ejemplo al
que podrían sumarse los casos de Le Moulin y Col Sainte-Anne,
ya en la costa mediterránea francesa; en la Cova de la Sarsa, un
enterramiento doble; y en cuevas como Fontbrégoua (Le BrasGoude et al., 2010) o Can Sadurní (Blasco et al., 2011), un número mayor de inhumaciones en un mismo espacio, que en el caso
de la primera ofrece variaciones por la manipulación post mortem
de los restos óseos, acción que no sabemos si afectó a los restos
analizados de la Cova Bonica (Oms et al., 2017), que a falta de
una detallada publicación de estos restos humanos y la selección
de otro tipo de muestra a fechar además de piezas dentales, podría
contener alguna inhumación del Neolítico antiguo.
Práctica y creencia
La presencia de vasos cerámicos en posibles ofrendas mortuorias
demostraría que son elementos corrientes en la práctica religiosa.
Se ha señalado la existencia de vasos con motivos decorativos que
parecen representar imágenes del universo religioso cardial, que
también podrían ser utilizados en rituales de carácter individual,
familiar o grupal. La materialización de creencias que remiten a
lo sobrenatural en cerámicas, aunque de raigambre mediterránea,
adquiere en el territorio valenciano una personalidad propia.
En el capítulo anterior se han expuesto las consideraciones
al respecto de este tipo de cerámicas y de las que se documentan
en contextos funerarios. En este apartado queremos reflexionar
sobre otra de las manifestaciones artísticas del Neolítico antiguo
valenciano que se asocia con la práctica y con la creencia religiosa, el arte rupestre de estilo Macroesquemático. Son especialmente significativos los estudios comparativos entre este estilo
pictórico (Hernández et al., 1988 y 1994) y las decoraciones cerámicas que representan figuras antropomorfas (Martí y Hernández, 1988; Martí, 2006), trabajos que han dotado de temporalidad
a estas pinturas rupestres, constituyéndose como uno de los elementos más significativos del Cardial valenciano.
Se trata de representaciones rupestres concebidas para ser
visibles, distribuidas en los pasos naturales existentes (Fairén,
2006). El arte Macroesquemático se distribuye en abrigos poco
profundos, generalmente de pequeñas dimensiones, ocupando
toda la superficie de representación disponible. Las pinturas se
realizan en el centro del abrigo o en su parte más vistosa. Figuras antropomorfas, motivos geométricos y otras representaciones se ordenan y combinan. Las figuras antropomorfas de
este arte rupestre comparten algunos rasgos comunes con las de
las cerámicas. El cuerpo se representa mediante una gran barra
vertical sin detalles anatómicos o mediante trazos gruesos para
delimitar su contorno, como la representación en círculo de la
cabeza y los brazos levantados en actitud de orante con la mano
abierta, en la que se indican los dedos, no siempre en número de
cinco. El ejemplo más conocido es el de la estación del Pla de
Petracos (Castell de Castells, Alicante) (fig. 8.28).
Fig. 8.28. Pla de Petracos. Reproducción de los calcos a partir de Hernández, Ferrer y Català (1994).
243
[page-n-261]
Hemos insertado los abrigos con este tipo de manifestaciones
en nuestra cartografía temática (fig. 8.29). A excepción de las pinturas identificadas en la Sarga (Alcoi) (Hernández y Segura, 2002),
los abrigos que presentan pinturas clasificadas dentro de este estilo
pictórico se ubican alrededor de un territorio concreto, que coincide
con el propuesto para la comunidad Planes-Serpis medio, localizándose las pinturas en zonas de entrada y salida. Su localización
plantea que la tradición pictórica macroesquemática, en su definición más común (Hernández et al., 1994), sin considerar el Arte Esquemático Antiguo (Hernández, 2008 y 2013), sea la forma perceptible de plasmar aspectos relacionados con la religión cardial por
una comunidad. Pese a que las temáticas representadas responden
a un imaginario simbólico colectivo y no a disposiciones mentales
individuales, su escasa difusión por el resto del territorio cardial
permite proponer que podría existir una relación directa entre este
tipo de manifestaciones pictóricas y una comunidad concreta, que
sería la que lo representaría en sus límites geográficos.
Esta lectura estaría relacionada con la existencia de particularidades entre las propias comunidades, en el caso de
la zona de Planes, que ocupa un espacio algo más abrupto y
montañoso, limitada por la mayor parte de las pinturas de estilo macroesquemático conocidas. Cabe recordar que parte del
territorio definido para la Valleta d’Agres se encuentra delimitado por abrigos en los que aparecen representados motivos
de estilo esquemático, muchos de ellos también en zonas de
paso. La puesta en común de la localización de los abrigos y
cuevas con pinturas rupestres de estilos vinculados al Neolítico antiguo, con la distribución espacial de los yacimientos
cardiales y epicardiales, podría ayudar a definir de forma más
precisa los territorios explotados por cada comunidad. Es una
idea que deberá ser confirmada, quedando abierta esta línea de
investigación para futuros trabajos.
El inicio del modelo de las comunidades cardiales
La identificación de yacimientos con porcentajes de cerámicas
impresas cardiales superiores al 40%, con dataciones en torno al
5500-5450 cal BC (entre los que incluimos a la Cova de la Sarsa),
advierten que los territorios en los que se conformarán las comunidades aquí presentadas son ocupados de forma temprana.
La localización de restos arqueológicos adscritos a la fase
arcaica o impressa plantea una cuestión no resuelta: qué relación existió entre el horizonte arcaico y el inicial. En el País
Valenciano la información disponible es escasa, aunque pueden
exponerse argumentos que relacionan el inicio del modelo propuesto con contextos arcaicos:
En el yacimiento del Mas d’Is se han obtenido dataciones
radiocarbónicas sobre cereales que han proporcionado fechas en
torno al 5550 cal BC en una misma estructura con cerámicas impresas cardiales de borde y natis (Bernabeu et al., 2003: Molina
Balaguer et al., 2011), y cerámicas impresas mediante el punto
y raya (Bernabeu et al., 2009a).
Fig. 8.29. Pinturas de estilo Macroesquemático (AM) en relación con los yacimientos arqueológicos con cerámica
cardial y las comunidades propuestas: (1) La Sarga (Alcoi); (2) Coves Roges (Benimassot); (3) Coves Roges A I
(Tollos); (4) Barranc de Famorca A V (Castell de Castells); (5) Barranc de Famorca A VII (Castell de Castells);
(6) Cova Alta A I (Castell de Castells); (7) Raco de Sorellets A I (Castell de Castells); (8) Petracos (Castell de
Castells); (9) Barranc de Benialí A IV (La Vall de Gallinera); (10) Barranc de l’Infern, Conjunt IV (La Vall de Laguart).
El número con el que se identifica cada yacimiento coincide con la fig. 8.1.
244
[page-n-262]
En la capa IIz de la Cova Fosca de la Vall d’Ebo, que marca
el inicio de sus ocupaciones neolíticas, se recuperó un fragmento cerámico que combina impresiones cardiales realizadas con
el borde de una concha dentada con otras de instrumento de
punta única roma en posición oblicua que incluyen arrastre, similares a las documentadas en la fase arcaica.
Los yacimientos en los que podrían existir materiales adscritos a la fase arcaica (Mas d’Is, Barranquet, Cova Fosca de la
Vall d’Ebo, incluso Cova d’en Pardo) se encuentran bien sobre
los mismos territorios en los que acabarán formándose las distintas comunidades cardiales, bien en sus inmediaciones.
En las colecciones que pueden asociarse al horizonte arcaico
siempre aparece cerámica impresa cardial.
Por contra la inexistencia de cerámicas del horizonte arcaico
en las cuevas que han ofrecido las secuencias estratigráficas de
referencia y las propias dataciones del Barranquet, con resultados estadísticamente indistinguibles de los obtenidos para las
primeras fases cardiales, condicionan aquellos planteamientos
que afirman que la fase arcaica es la sólida base sobre la que se
desarrolla el modelo de comunidades cardiales. Las diferencias
entre las vajillas de la fase arcaica y las de la fase cardial inicial
plantean un debate que transciende las fronteras de nuestra zona
de estudio. Al preguntarnos por el inicio, el desarrollo y las peculiaridades del horizonte cardial valenciano, nos estamos cuestionando el propio surgimiento del Cardial, y sus mecanismos
de expansión por las costas del mar Mediterráneo.
Sobre este aspecto han reflexionado Guilaine y Manen (2007)
con motivo de la publicación del yacimiento de Pont de RoqueHaute. Los autores se preguntan por la génesis del Cardial francoibérico y su relación con el nuevo marco de expansión del Neolítico, en el que la existencia de una fase previa, impressa, cambia
los supuestos que se habían establecido para el horizonte cardial
en el Mediterráneo occidental. En su opinión, las diferencias observadas entre el Cardial franco-ibérico y el tirrénico dificultan
considerar al cardial como un horizonte globalmente importado
desde aquella región, proponiendo tres posibles escenarios para
explicar el surgimiento del Cardial mediterráneo francés:
- Es consecuencia de un proceso autóctono en el que el contacto con los grupos mesolíticos determina su aparición.
- El mundo cardial es resultado de una segunda ola de expansión desde el núcleo tirrénico.
- Es consecuencia de una transición demográfica tras la mayor
sedentarización de los grupos, que dará paso a una nueva
cultura organizada en grandes espacios interconectados.
La posibilidad de una interacción de grupos mesolíticos
en la formación del cardial mediterráneo francés resulta difícil de defender con los datos actuales (Binder, 1987; Perrin, 2008). Por tanto, al igual que en las costas valenciana
y catalana, en la actualidad no es posible identificar grupos
mesolíticos finales que interactúen con los neolíticos, y que
de este proceso surja una cultura neolítica regional. Las únicas interacciones que podrían valorarse serían las producidas
entre grupos que conservan una cultura material típica de la
fase arcaica y otros portadores de una cultura material cardial.
Secuencias como la documentada en Arene Candide (Tinè,
1999) o los ejemplos descritos en el País Valenciano como
puede ser el de Mas d’Is, apuntan hacia la integración de una
parte, o la totalidad, de los grupos neolíticos pioneros en esta
nueva cultura mediterránea cardial, con una rápida sustitución
de las vajillas impressa por otras cardiales. En las regiones en
las que se experimenta el éxito de la colonización neolítica,
la cultura material de los grupos pioneros de la fase arcaica
relacionados con un neolítico impresso centro-meridional italiano (Guilaine y Manen, 2002) acabará siendo sustituida por
otra, cardial o impresa-almagra. En el caso del Cardial francoibérico, se ha llegado a proponer una vinculación directa con
el Neolítico cardial de la zona de la Toscana (Manen y Perrin,
2009), cuyos contactos podrían estar en el origen de este cambio en la cultura material.
La consolidación y expansión del horizonte cardial entre
circa 5700 y 5450 cal BC, será la base sobre la que se generará
una gran cultura arqueológica, organizada en subculturas (fig.
8.30), erigiéndose la técnica de la impresión cardial en el rasgo
Fig. 8.30. Gradación cronológica en la formación de las culturas neolíticas regionales generadas por la expansión de la Cultura cardial
en las costas mediterráneas.
245
[page-n-263]
estilístico portador de identidad más visible. Cabe destacar que
este fenómeno se revela en fechas tempranas, si atendemos a las
dataciones radiocarbónicas disponibles para el País Valenciano,
para Cataluña (Oms et al., 2014) o para la Provenza (Van Willigen et al., 2009). Entre Roma y Almería, los territorios en los
que se diferencia una cultura neolítica regional, se adscriben a la
Cultura Cardial mediterránea, no a la fase impressa. La implantación del Cardial se traduce en la existencia de un sistema de
gestión del territorio que, a grandes rasgos, es similar (Guilaine,
1986; Binder, 2000; García Atiénzar, 2009), con especial atención a zonas calizas con bosques cerrados e índices de pluviosidad que, en la actualidad, se sitúan en cantidades próximas a los
600 litros por metro cuadrado anuales, sobre el que fundamentará su éxito en ambientes costeros mediterráneos.
Las cuestiones que surgen de estos planteamientos son varias. La primera hace referencia a la complejidad del proceso
migratorio y a su amplitud cronológica pues, si como parece a
partir del estudio de los materiales de las secuencias en las que
puede detectarse contacto entre ambas tradiciones neolíticas, la
aparición de la cerámica cardial supone la rápida desaparición
de la impressa, cabe preguntarse si la adopción del Cardial es
consecuencia de la llegada de nuevos contingentes de población. Si esto es así, existiría un vínculo entre este nuevo flujo
migratorio y la transición demográfica que explica la consolidación y expansión de los grupos neolíticos en cada región,
generándose diferentes culturas regionales. A excepción de Andalucía, los territorios costeros para los que se plantea una transición demográfica que consolida la llegada del Neolítico son,
precisamente, los que adoptan la cultura material cardial y los
patrones adaptativos que definen la Cultura Cardial.
Otra cuestión sobre la que reflexionar en futuros trabajos es si
la consolidación del Cardial lleva implícita una forma similar de
ocupar el territorio. En el ámbito de la península ibérica, Xavier
Oms ha propuesto un modelo explicativo para el Neolítico antiguo catalán basado en el estudio de la cerámica, de las dataciones
radiocarbónicas y la distribución espacial de los yacimientos con
cerámica impresa (Oms, 2014). Se desarrolla una cultura regional vinculada al horizonte Cardial, que ocupa la actual Cataluña
y parte de Aragón, y que siguiendo la nomenclatura de este trabajo denominamos Cultura Cardial catalana. Al igual que ocurre
en el País Valenciano, en la zona nuclear es posible delimitar
territorios a partir de las agrupaciones de yacimientos fechados
entre grosso modo 5400-5100 cal BC (fig. 8.31), que recuerdan
al modelo de comunidades propuesto para el Cardial valenciano.
Se han diferenciado agrupaciones asimilables con una comunidad cardial en el Vallès, el Penedès, el Garraf y el Pla de Barcelona, a lo que cabria sumar otras posibles en la zona costera de
Girona, en el prepirineo y en la costa de Tarragona. Este modelo
presenta analogías con el propuesto para la zona valenciana, incidiendo en la posibilidad que se trate de una forma característica
de ocupar el territorio de la Cultura Cardial mediterránea.
El final del modelo de las comunidades cardiales
La evidencia arqueológica más reconocible que marca el final
de la Cultura Cardial valenciana es, precisamente, la desaparición en las secuencias de la especie cerámica que la identifica
y da nombre. Durante el tránsito del Neolítico antiguo al Neolítico medio, se documenta un progresivo descenso de las impresiones cardiales, que a inicios del V milenio cal BC dejan de
246
estar presentes, en favor de otras técnicas decorativas, como el
peinado o la combinación de impresiones e incisiones. El cambio en la forma de decorar los vasos se acompaña de otros que,
en conjunto, permiten establecer el momento en que el modelo
propuesto deja de ser reconocible.
En muchas de las cuevas que conservan estratigrafía, a partir
del Neolítico medio se detecta un cambio en su utilización. En la
Cova de l’Or los estudios carpológicos y antracológicos muestran
que, a partir de la capa 13 del cuadro K-34, existe un cambio en el
registro de especies documentadas. Entre las semillas observamos
la práctica desaparición de los cereales, que hasta ese momento
han sido siempre abundantes (Pérez Jordà, 2013), mientras que los
estudios antracológicos indican una representación mucho mayor
de aquellas especies vegetales utilizadas para la alimentación del
ganado (Badal et al., 2012). Este fenómeno también se observa en
la Cova de les Cendres (Bernabeu y Fumanal, 2009), la Cova d’en
Pardo (Soler y Roca, 2007) y en Coves de Santa Maira (Badal et
al., 2012). La explicación a la aparición de estos estratos reside
en la utilización como corral de las cuevas en momentos en los
que las cerámicas impresas cardiales y de gradina han desaparecido, coincidiendo con el horizonte de las cerámicas peinadas. La
necesidad de disponer de amplios espacios en los que guardar el
ganado también se relaciona con el aumento del número de cabezas, a las que es necesario alejar de los campos de cultivo, en
determinadas épocas del año, bien para evitar su competencia con
las plantas cultivadas, bien para buscar áreas en las que resulte
más abundante el alimento para los animales.
El registro carpológico es escaso pero, como hemos expuesto, se documenta una reducción del número de especies de cereales cultivados. En la Cova de les Cendres, desde el Nivel
H-15, los trigos vestidos no vuelven a documentarse en todo el
V milenio cal BC (Buxó, 1997). Paralelamente, se consolida el
aumento progresivo de los trigos desnudos y de la cebada desnuda, prácticamente los únicos cereales cultivados en el Neolítico medio. Este cambio se interpreta como la consecuencia
de la introducción de un modelo agrario extensivo de secano a
mediados del V milenio cal BC (Pérez Jordà, 2013).
En los estudios antracológicos, este cambio en el modelo de
explotación agropecuaria se refleja en la mayor deforestación
del medio (Badal, 2009; Badal et al., 2012). Aproximadamente
en los 500 primeros años de ocupación agrícola, correspondientes al Neolítico antiguo, existiría menor impacto sobre el medio
vegetal, pero durante el Neolítico medio y, sobre todo, el Neolítico final, la deforestación es más acusada, sustituyéndose las
formaciones vegetales que dan como resultado la expansión de
los pinares y de un matorral esclerófilo mediterráneo.
Cabe señalar que, al menos en la zona del Serpis, el cambio en el uso de las cavidades no coincide con un destacado
ascenso del número de poblados al aire libre. A partir de los
datos generados por las prospecciones, se ha establecido que
el número de yacimientos al aire libre de estos momentos posteriores no parece variar respecto a la fase anterior (fig. 8.32),
por lo que cabe plantearse si lo que aumenta es el número de
miembros de cada uno.
Una última cuestión a destacar es la relación que puede establecerse entre el propio final del modelo de las comunidades
y la detección de novedades en el ritual de inhumación a partir
del Neolítico medio. Estos cambios podrían vincularse con la
aparición de nuevas prácticas funerarias, generalizándose la uti-
[page-n-264]
Fig. 8.31. Distribución de los yacimientos arqueológicos con cerámica impresa del Neolítico antiguo en Cataluña (Oms, 2014). Grup
del Vallès lo forman: Cova del Frare, Pla de la Bruguera, Turó de Can Bellsolà, Can Filuà, Turó Gros de Can Camp, Can Feu, Can Gafa,
Can Banús, Can Soldevila IV, Can Gambús, Plaça Major de Castellar del Vallès. Grup del Baix Llobregat: Sant Pau del Camp, Plaça de
la Vila de Madrid, Cova de Can Sadurní, Cova Bonica, Abrics de Sota Penya, Cova de Can Montmany, Cova dels Dos, Cova de Can
Paloma, Cova de la Fou Muntaner, Cova de l’Or. Grup del Penedès: Guixeres de Vilobí, La Serreta, Mas d’en Boixos, Cova del Bolet,
Esquerda de les Roques del Pany, Cova de la Guineu, Cova de la Boira, Cova de Can Pasqual, Cova del Pi d’en Barba, Roca del Frare,
Cova de Valldecerves, Pedrera de Sant Jordi, Estació de Sant Pau Superior. Grup del Baix Camp: El Cavet, Mas de l’Isidre y Vilagrassa.
Fig. 8.32. Comparación entre asentamientos al aire libre y
cuevas con materiales del Neolítico antiguo y medio en los
valles del Serpis: (1) Neolítico antiguo cardial pleno, (2)
Epicardial, (3) Neolítico medio I, (4) Neolítico medio II.
247
[page-n-265]
Cuadro 8.2. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos del Neolítico medio entre los ríos Xúquer y Vinalopó
Yacimiento
Código lab.
Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media cal BC
Contexto
Bibliografía
Camí de Missena
Beta-244535
5840±40
4780-4620
4798-4584
4702±60
Individual-fosa
Soler, 2013
Cova de Sant Martí
Beta-166467
5740±40
4677-4535
4696-4491
4602±59
Múltiple?-cueva
Torregrosa y López,
2004
Cova d'en Pardo
Beta-208464
5740±40
4677-4535
4696-4491
4602±59
Individual-cueva
Soler, 2012
Tossal de les Basses
Beta-225216
5670±40
4538-4460
4611-4373
4508±38
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225223
5670±40
4538-4460
4611-4373
4508±38
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225227
5560±40
4447-4356
4462-4338
4406±37
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225222
5520±40
4444-4334
4455-4271
4389±38
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225218
5180±40
4038-3960
4218-3813
4002±32
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225224
5110±40
3966-3810
3981-3797
3893±33
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225217
4710±40
3626-3378
3633-3372
3504±99
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
lización de fosas al aire libre con estos fines. El ejemplo más
conocido lo proporciona el yacimiento del Tossal de les Basses
(Alicante), en el que se han documentado inhumaciones en fosas junto a las cabañas, siguiendo un ritual bastante homogéneo
a lo largo de todo el Neolítico medio (Rossser y Fuentes, 2007;
Rosser, 2010; Rosser y Soler, 2016).
En el Camí de Missena (La Pobla del Duc), también se ha
documentado una inhumación en fosa al aire libre cuya datación
(Beta-244535: 5840±40 BP; Soler, 2013) es sincrónica con el
248
final del modelo de comunidades cardiales. Las dataciones disponibles para el Neolítico medio (cuadro 8.2) demuestran que se
siguen practicando inhumaciones en cuevas de tamaño medio y
grande, esta vez utilizadas como rediles para los rebaños de cabras y ovejas. Cabe también mencionar los hallazgos en la Cova
de Sant Martí (Agost, Alicante), interpretada como un refugio
para ocupaciones estacionales durante la primera mitad del V
milenio cal BC (Torregrosa y López, 2004), en la que también se
documentan inhumaciones, principalmente infantiles.
[page-n-266]
9
Del fragmento y el vaso al estilo general y el contexto amplio
EL ESTILO CERÁMICO CARDIAL VALENCIANO
Desde una perspectiva general, el estilo cerámico prehistórico
se establece a partir del análisis del mayor número de rasgos
formales, métricos, técnicos y ornamentales posibles. En este
trabajo, el estilo es considerado como una totalidad, como expresión cultural materializada a través de una forma particular
de realizar objetos. No concebimos el estilo de un vaso o un
conjunto cerámico en oposición a su función o a su tecnología
(Dietler y Herbich, 1998). No es posible aproximarse al estilo
sin tener en cuenta la funcionalidad, pues ésta condiciona la
forma de realizar un objeto, resultando un rasgo estilístico en sí
mismo que puede ser estudiado y caracterizado. Como hemos
dicho, la definición estilística de un conjunto cerámico pasa por
la caracterización del mayor número de rasgos formales, métricos, técnicos y ornamentales posibles. Algo estilísticamente significativo no tiene por qué ser distintivo por sí mismo,
siendo necesaria la descripción de los aspectos generales antes
de abordar las particularidades que lo diferencian de otros. El
estilo reside en todo aquello que afecta a la elaboración de un
vaso, su tipología (forma-función), su tecnología y su decoración. Una vez caracterizado el estilo de un conjunto, en este
caso cerámico, entendemos que pueden realizarse múltiples
estudios sobre aspectos distintivos, mediante la búsqueda de
particularidades técnicas, formales, métricas u ornamentales.
Esta cuestión puede abordarse mediante estudios comparativos
entre aspectos significativos de la cultura material que puedan
ser cuantificados de algún modo para su tratamiento estadístico. Para distinguir ambos planteamientos, diferenciamos entre
el estilo general y los aspectos estilísticamente significativos
que, en este caso, sí pueden responder a categorías residuales
independientes de la función.
En el capítulo final del libro editado por Conkey y Hastorf
The uses of style in archaeology, Wiessner (1990) se pregunta
qué clase de información se puede obtener del estudio del estilo.
Su conclusión es que a través de él, el investigador puede aproximarse a los grupos sociales que forman una cultura concreta,
a sus límites y a sus posibles interacciones. De la definición del
estilo de las cerámicas prehistóricas podemos extraer información cronológica a través de la caracterización de la tipología,
tecnología o decoración de los vasos en los diferentes momentos
de las secuencias regionales. Buen ejemplo de ello lo encontramos en los trabajos realizados en el País Valenciano (Martí et al.,
1980; Martí, 1983a; Bernabeu 1989; Bernabeu y Molina, 2009;
Bernabeu et al., 2010; Bernabeu et al., 2011b), siendo en este
caso las técnicas decorativas empleadas la característica principal a la hora de proporcionar unos límites cronológicos a un
conjunto arqueológico, aunque, como veremos, también se han
tenido en cuenta variaciones tecnológicas y morfológicas.
Aproximarse a la evolución del estilo cerámico en una región requiere del estudio de amplias colecciones procedentes
de yacimientos ubicados en diferentes puntos de la geografía y
ocupados a lo largo de varias fases. En los últimos años se han
realizado varios trabajos que demuestran que se pueden obtener resultados con estas premisas (Binder, 1995; Prieto, 1999;
Manen, 2000; Bernabeu, 2002, Manen et al., 2010; Bernabeu
et al., 2011a). En la península ibérica, se propone la convivencia de diferentes estilos cerámicos en el Neolítico antiguo. De
ellos, el mejor definido es el conocido como “estilo cardial”,
documentado en gran parte de la costa occidental mediterránea,
sobre el que también se detectan variaciones entre los diferentes
territorios o culturas regionales. En una de estas regiones se ha
realizado una ordenación de buena parte del material cerámico
disponible, que nos ha permitido disponer de una visión secuencial de la organización de las decoraciones y sus estilos decorativos (Bernabeu et al., 2011c).
Otra perspectiva que ofrecen los estudios en cerámica es la
posibilidad de establecer límites territoriales entre grupos sociales o culturales y la interacción entre ellos (De Boer, 1990; Davis, 1990). Trabajos etno-arqueológicos muestran cómo, dentro
249
[page-n-267]
de una comunidad, existe un estilo instaurado que se plasma
en la cerámica de forma inconsciente. Pero, al mismo tiempo,
existen estilos menos extendidos que responden a la tradición
familiar transmitida de unas generaciones a otras (Dietler y Herbich, 1998; Maceachern, 1998). Es una afirmación que parte de
la creencia de que cada vaso está realizado por un artesano que
dota a la pieza de unas características estilísticas particulares
determinadas por su destreza y por los materiales de los que
dispone, por la función a la que será destinado cada recipiente y
por la sensibilidad artística del autor. A su vez, cada pieza refleja
un componente estilístico colectivo, que dota de significación a
la obra en un espacio y cronología concretos. Esta misma dualidad parece haberse documentado en Galicia durante la Edad
del Bronce (Prieto, 1999), existiendo un estilo ampliamente extendido y otros de carácter más local. También existen estilos
realizados con la finalidad de mostrar diferencia respecto a otro
grupo en un mismo contexto, ofreciendo pocas variaciones a lo
largo del tiempo y constatando la presencia de un grupo diferente a otro (Earle, 1990). Puesto que el estilo proyecta identidad
individual y de grupo, otra de las posibilidades que ofrece su estudio es la de detectar posibles contactos entre diferentes culturas, contactos que pueden ser fruto del intercambio o sustitución
de población, o simplemente del canje de bienes.
El estudio de la cerámica puede proporcionar información
acerca de las estructuras sociales, ideológicas o de producción
de un mismo grupo. En este punto la concepción del hecho tecnológico como hecho social (como signo o símbolo) resulta
crucial; es más, la información tecnológica y tipológica puede
desvelar comportamientos económicos tales como la especialización de la producción a escala local o regional (Hodder, 1986;
Dietler y Herbich, 1998).
Además de por la forma y la tecnología, podemos extraer
de la decoración información respecto a la finalidad para la que
fue elaborado un vaso cerámico. En este sentido, el estilo, interpretado como los significados de las normas en las practicas
estéticas-rituales, es concebido por Mann (1991) como fuente
de información para descifrar lo que él denomina poder ideológico. El análisis de los temas y motivos decorativos y de la función a la que está destinado cada vaso cerámico, puede abrir otra
vía de investigación para analizar aspectos religiosos, posiblemente mitológicos, o referentes a la estratificación de la cultura
analizada. Existen otros estilos relacionados con el poder, que
poseen un referente claro. Sobre este aspecto, Wiessner (1990)
cree posible la presencia de patrones decorativos que denoten
un cierto estatus social dentro de una comunidad que combinan
rasgos generales y particulares.
El intercambio de cerámica y su visibilidad aumentan la
probabilidad de que participen en lo que Wobst (1977) llama
“procesos de mantenimiento de las fronteras”, encontrándonos
con estilos estandarizados en un espacio no muy extenso, estilos con elevada función comunicativa y de delimitación del
territorio, que utilizan un lenguaje común. Estaríamos frente
a lo que se conoce como zonas estilísticas que, siguiendo las
pautas establecidas en este trabajo, podríamos definir como
culturas o subculturas.
La dificultad de definir qué es una cultura y el porqué de su
aparición, ha sido una de las tareas más complicadas a lo largo
de toda la historia de la investigación, existiendo un gran número de propuestas para su resolución. A ello hemos de añadir
250
la notable influencia que el relativismo cultural está adquiriendo en todos los ámbitos de estudio. Esta corriente ha puesto en
evidencia la problemática existente a la hora de definir y diferenciar una cultura concreta, hasta el punto de cuestionarse la
validez del concepto por la amplitud de su significación.
Sobre este aspecto se ha ocupado Sánchez Durá (1997)
quien, tras repasar varias definiciones de cultura, opta por dar
validez al término, puesto que éste suele ser utilizado como
una unidad deseada y necesitada por los diferentes investigadores con el fin de designar ciertas determinaciones. Cultura es
un término de límites borrosos en su aplicación, pero también
lo son otros como estilo, analítica u obra de arte. En nuestro
caso, lo consideraremos como esa unidad deseada para la ejecución de nuestro trabajo, utilizando la definición de la misma
que nos ha parecido más operativa, aceptando que son nuestros
intereses epistemológicos los que determinarán el contexto de
uso. Consideramos que la definición más apropiada de cultura
para el tipo de trabajo que estamos realizando es la que realiza
Clifford Geertz (1973).
Evidentemente, la puesta en práctica de las propuestas de
Geertz serán diferentes en nuestro caso, puesto que las divergencias existentes entre la antropología y la arqueología resultan en ocasiones insuperables. Geertz define cultura como
un sistema ordenado de significados y símbolos en el que el
hombre se conforma y se desarrolla; un patrón de significados
transmitidos históricamente y materializados en formas simbólicas, mediante las cuales los hombres se comunican, perpetúan
y desarrollan su conocimiento sobre la vida y sus actitudes hacia ella; una serie de dispositivos simbólicos para controlar la
conducta, fuentes extrínsecas de información. La cultura debe
ser comprendida como una serie de mecanismos de control auto
impuestos por el mismo grupo. Concibe al ser humano como
un animal plástico, moldeable y adaptable, que tiene gran capacidad de respuesta, tanto a estímulos externos como internos,
extremadamente generales, vagos e imprecisos. Si esta capacidad general de respuesta del hombre no estuviera gobernada por
estructuras culturales concebidas como sistemas organizados de
símbolos, la conducta de los hombres sería un puro caos.
Para Geertz el hombre es el animal que más depende de mecanismos de control no innatos para ordenar su conducta y dotar
de sentido a su experiencia. La cultura no es algo añadido o superpuesto a una conducta biológicamente predeterminada, sino que
resulta de la orientación, precisión, especificación y restricción
que el ser humano practica a través de lo que denomina “sistemas
organizados de símbolos significativos” en el seno de esas capacidades de respuesta muy generales. Uno de los aspectos que más
nos interesan es precisamente la definición que realiza Geertz de
símbolo, a saber, cualquier cosa (objeto, hecho, acto, cualidad,
palabra, gesto) que sirva como vehículo de una concepción que
imponga significación a la experiencia. Símbolo es cualquier cosa
que, desprovista de su mera factalidad o actualidad, sea utilizada para disponer significativamente los sucesos entre los que los
hombres viven, de forma que estos se orientan en la experiencia.
Los símbolos son abstracciones de la experiencia fijadas en formas perceptibles. El pensamiento humano resulta del tráfico o intercambio de esos símbolos, no siendo algo privado, sino que las
tramas culturales –la construcción, aprehensión y utilización de
las formas simbólicas– son hechos sociales y, por tanto, públicas
y observables. Al considerar las estructuras culturales como siste-
[page-n-268]
Fig. 9.1. Ejemplos de propuestas encaminadas a ilustrar la expansión del Neolítico, diferenciando culturas arqueológicas definidas a partir
de estilos cerámicos generales en Europa, según (A) P. Rowley-Conwy (2011) con años cal BP y (B) J. Guilaine (2003) con años cal BC.
mas de símbolos, o complejos de símbolos, su rasgo más relevante es constituir fuente extrínseca de información. Es en este punto
de la explicación cuando el estudio estilístico de los vasos cerámicos cobra cierto significado como fuente de información y como
vehículo de comunicación simbólica. La definición de símbolo
resulta esencial en tanto en cuanto el símbolo del particularismo
de Geertz y el signo del estructuralismo de Lévi-Strauss, para un
arqueólogo, no son más que la misma cara de una moneda, siendo
similares en su aplicación práctica a la hora de dotar de significación cultural a cada uno de los pasos de la cadena operativa en la
realización de cualquier producto.
Siguiendo al mismo autor, no existe una naturaleza humana
independiente de la cultura. Somos animales incompletos terminados por la cultura, pero no por una cultura universal, sino
por formas particulares de la misma, es decir, por la cultura de
los apaches, incas o catalanes. La arqueología debe intentar detectar los símbolos que conforman las diferentes culturas, pero
muy difícilmente podrá comprenderse el significado específico
de cada símbolo (significante) particular. El grado de diferenciación simbólica que se detecte en los estudios estilísticos resultará crucial a la hora de establecer el grado de fragmentación que
atribuiremos para cada cultura. En este sentido, la decoración
cerámica ha resultado un factor clave a la hora de identificar
culturas, si bien éstas pueden pertenecer a otras más extensas o
subdividirse en entidades menores. A partir de la caracterización
de los recipientes cerámicos podemos fragmentar el Neolítico
europeo en entidades menores (fig. 9.1). Una de ellas sería la
Cultura neolítica de las cerámicas impresas del Mediterráneo
occidental, formada por otras realidades culturales entre las que
se encuentra la Cardial, a su vez compuesta por otras entidades
regionales como la Cultura Cardial valenciana, también subdividida en comunidades, formadas por grupos.
Cabe ser cauteloso a la hora de relativizar conceptos,
porque se podría llegar a un punto en el que la unidad de
estudio fuera excesivamente pequeña e imprecisa. Al diferenciar culturas, hemos de diferenciar entidades equivalentes
en el tiempo y en el espacio. No sería ecuánime comparar
la actual cultura europea occidental con la cultura valenciana, pues no son equivalentes, englobándose una dentro de la
otra. De hecho, la cultura valenciana puede ser considerada
como subcultura enmarcada en otra más amplia. Por tanto
resulta de gran importancia definir en cada momento qué se
relativiza, el marco en que se relativiza y la radicalidad con
la que estamos relativizando. A la hora de realizar cualquier
estudio comparativo en Prehistoria, debe especificarse qué
estamos comparando, el horizonte cronológico y marco territorial. Por este motivo hemos realizado una propuesta enmarcada en un espacio y un contexto cronológico definidos,
el Neolítico antiguo valenciano (circa 5600-4850 cal BC).
Del mismo modo, al comparar estilos, deberá especificarse
si estamos comparando estilos generales, modelos básicos de
los estándares de producción o aspectos particulares de un
estilo general.
Muestra cerámica analizada
La acumulación de datos y su exposición ordenada es la que
permitirá mostrar las características estilísticas de un conjunto vascular determinado. Pero la recogida de esta información
ofrece más posibilidades, permitiéndonos analizar atributos específicos y realizar estudios comparativos. La metodología permite la detección de variaciones formales, incorporadas o añadidas, sobre un modelo ideal (estandarizado) de objeto, según
propuesta de Sackett (1990) de modelo isocrástico.
251
[page-n-269]
Por este motivo, se ha realizado un último ejercicio comparativo con una doble finalidad: por una parte, ver si es posible detectar particularidades a nivel de comunidades como
se ha planteado para el Neolítico antiguo en Cataluña (Oms,
2014); por otra, tratar de ofrecer una listado de las producciones más comunes y de los patrones decorativos que aparecen
de forma más repetida.
La comparación de las colecciones cerámicas del Neolítico
antiguo valenciano publicadas muestran posibles particularidades en las técnicas decorativas (p.e. la mayor utilización de
decoraciones con natis en Sarsa), en la tipología (escasez de botellitas en yacimientos costeros), entre las composiciones decorativas (p.e. la práctica totalidad de las composiciones del grupo
de zigzagueantes verticales que parten de una banda delimitada
y no finalizan con impresiones de natis se localizan en la Cova
de la Sarsa) o en la organización de la decoración (p.e. concentración de glifos en Or y Sarsa, y de motivos antropomorfos en
la Cova de l’Or). Pero para determinar las diferencias formales
que existen entre las vajillas de las diferentes comunidades, sería necesario un detallado estudio comparativo de las variables
contempladas en el capítulo de metodología, que excede los límites propuestos para este trabajo.
Como alternativa, a partir de un análisis de la tipología y de
la organización de la decoración, únicamente de los vasos impresos cardiales, se presenta una primera comparación entre producciones cerámicas representativas de cinco posibles comunidades
del Neolítico antiguo valenciano. Cuatro responden a conocidos
yacimientos: la Cova de la Sarsa, la Cova de l’Or, la Cova de les
Cendres y la Cova del Montgó. La quinta unidad de análisis la
forma el conjunto de restos cerámicos recuperados en varios enclaves cercanos a Marxuquera pertenecientes a la comunidad denominada Serpis Bajo-Marxuquera (Cova del Barranc del Llop,
Cova del Forat de l’Aire Calent y Cova de les Rates Penades).
La colección de Sarsa se utiliza de forma íntegra aun en los
casos en los que no ha sido posible establecer la temática decorativa, pues es la única que hemos analizado de forma íntegra y
directa. Para la Cova de l’Or, se ha considerado el conjunto cerámico depositado en el Museu Arqueològic Municipal de Alcoi
(García Borja et al., 2011b) y los vasos expuestos en las vitrinas
del Museu de Prehistoria de València, también analizados directamente. Hemos añadido los vasos ya publicados en los que es
posible establecer la tipología y temática decorativa de los sectores J y K (Martí et al., 1980; Martí, 1983; Bernabeu, 1989).
Para la Cova de les Cendres, se han utilizado los vasos recuperados en el Sector A (Bernabeu y Molina, 2009) y otros
ejemplares publicados con anterioridad (Bernabeu, 1982). De
la Cova del Montgó se contemplan los materiales depositados
en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (Soler et al.,
2007). Finalmente, para el conjunto de Marxuquera, los materiales de la Cova del Barranc del Llop y del Forat de l’Aire
Calent (Aparicio et al., 1979 y 1983), existentes en el Museu
Arqueològic de Gandia, y los de la Cova de les Rates Penades
en el Museu de Prehistòria de València.
La muestra se compone de 354 vasos decorados con impresiones cardiales. Número suficiente para una aproximación a las
producciones más comunes y a los patrones decorativos. Sin embargo, estamos ante una muestra desigual cuando se comparan las
cinco unidades de análisis seleccionadas, concentrándose la mayoría en dos yacimientos, la Cova de l’Or y la Cova de la Sarsa.
252
Tipología
La comparación de la tipología de los vasos impresos cardiales
de las colecciones consideradas (cuadro 9.1), no ofrece grandes
diferencias en función del contexto de aparición. La Clase A
(platos, escudillas y fuentes) es testimonial, con un único ejemplar impreso cardial en la Cova de les Cendres. La Clase C es
la más numerosa, especialmente los grupos en los que quedan
clasificados los cántaros, las ollas, los cubiletes y los contenedores medios, que forman la base de la vajilla cardial del Neolítico
valenciano, junto con cuencos del Grupo 6 de la Clase B, y los
recipientes de la Clase D, sobre todo botellitas.
Cabe señalar que estos últimos grupos pertenecientes a la
Clase D se concentran en los yacimientos de la Cova de l’Or y
de la Cova de la Sarsa. El ejemplar que aparece contabilizado
en la Cova de les Cendres no procede del Sector A, habiéndose
recuperado en otro espacio de la cavidad (Bernabeu, 1982). Del
mismo modo, cabe destacar la ausencia de jarras en la misma
Cova de les Cendres. El carácter estacional de las ocupaciones
de la Cova de les Cendres o la propia localización de los sectores excavados al fondo de la cueva, podrían dar una explicación
a esta ausencia.
Otro de los aspectos que destaca de la comparación tipológica
de los conjuntos es la elevada presencia de contenedores medios
y de botellitas en la Cova de l’Or, en detrimento de cuencos y de
ollas. Se ha señalado que la muestra de este yacimiento puede
presentar porcentajes de aparición distorsionados. Un estudio de
la cerámica de la Cova de l’Or similar al que hemos realizado
para la Cova de la Sarsa, seguramente ofrecerá porcentajes diferentes a los que se exponen. Las colecciones de la Cova del
Montgó y de la comunidad de Marxuquera se han reducido considerablemente al aplicar los criterios de selección. Señalar que su
tipología descansa sobre los grupos más comunes de las Clases B
y C, como cuencos, cántaros, ollas y contenedores. La ausencia
de orzas y tinajas en estas cuevas podría ser debido a la escasa
vinculación de estas formas con la técnica de la impresión cardial,
como se ha comprobado para la Cova de la Sarsa.
La comparación tipológica de los conjuntos cerámicos más
representativos, por su cantidad de ejemplares, considerados en
este ejercicio (cuevas de la Sarsa, Or y Cendres), muestra que
existe mayor afinidad formal entre los restos cerámicos impresos cardiales clasificados de la Cova de la Sarsa y la Cova de les
Cendres. Se observa cómo los grupos pertenecientes a cuencos,
jarros, botellitas y microvasos presentan divergencias porcentuales entre los conjuntos de Sarsa y Cendres, más homogéneos,
y el de la Cova de l’Or, con diferente representación por lo que
respecta a estos grupos (fig. 9.2).
Organización de la decoración
El número total de vasos impresos cardiales al que se le ha asignado una temática decorativa esencial es de 206 (cuadro 9.2). Una
primera visión general muestra al grupo de los frisos como el más
numeroso, destacando la importancia de los frisos colgantes (4.2),
formados principalmente por guirnaldas (4.2.2), seguidos de las
series discretas de ángulos y festones (4.2.3), y por los frisos formados por ángulos. Los frisos verticales también aparecen en número elevado, especialmente en la Cova de l’Or y en la Cova de
la Sarsa, si bien en la primera asociada a cántaros, contenedores y
orzas, mientras que en la segunda a ollas y cuencos.
[page-n-270]
Cuadro 9.1. Tipología de los vasos impresos cardiales.
Clase A
Grupo 2
A.2.I
Clase B
Grupo 6
B.6.I
B.6.II
Grupo 7
B.7.II
Grupo 8
B.8.II
Clase C
Grupo 10
Cova de la Sarsa
Cova de l’Or
Cova de les Cendres
Cova del Montgó
Marxuquera
Total
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
–
–
1 (3)
–
–
1 (0,3)
–
–
1
–
–
1 (0,3)
–
–
1
–
–
1
68 (37)
29 (24)
13 (37)
1 (17)
1 (11)
112 (32)
63 (34)
29 (24)
13 (37)
1 (17)
1 (11)
107 (30)
11
4
5
1
1
22
52
25
8
–
–
85
1 (0,6)
–
–
–
–
1 (0,3)
1
–
–
–
–
1
4 (2,2)
–
–
–
–
4 (1,1)
4
–
–
–
–
4
106 (57)
74 (62)
20 (57)
5 (83)
8 (89)
213 (60)
2 (1)
9 (7,5)
–
–
2 (22)
13 (3,7)
C.10.I
1
1
–
–
1
3
C.10.II
–
3
–
–
1
4
C.10.III
Grupo 11
1
5
–
–
–
6
9 (5)
9 (7,5)
3 (8,5)
–
1 (11)
22 (6)
C.11.I
1
4
1
–
–
6
C.11.II
6
5
2
–
1
14
C.11.III
Grupo 12
C.12.I
C.12.II
Grupo 13
1
–
–
–
–
1
30 (16)
19 (16)
5 (14)
2 (33)
3 (33)
59 (17)
24
17
3
2
–
46
6
2
2
–
2
12
44 (24)
11 (9)
7 (20)
2 (33)
–
64 (18)
C.13.I
34
5
6
2
1
48
C.13.II
–
1
–
–
–
1
C.13.III
Grupo 14
C.14.I
10
5
1
–
–
16
16 (8,7)
19 (16)
5 (14)
1 (17)
2 (22)
43 (12)
9
11
2
1
1
24
C.14.II
5
5
–
–
–
10
C.14.III
1
1
1
–
–
3
C.14.IV
1
2
1
–
1
5
C.14.V
–
–
1
–
–
1
5 (2,7)
7 (5,8)
–
–
–
12 (3,4)
–
6
–
–
–
6
Grupo 15
C.15.I
C.15.III
5
1
–
–
–
6
10 (6)
17 (14)
1 (3)
–
–
28 (8)
Grupo 16
6 (3,3)
13 (11)
1 (3)
–
–
20 (5,6)
Grupo 18
1 (0,6)
2 (1,7)
–
–
–
3 (0,8)
Grupo 19
3 (1,6)
2 (1,7)
–
–
–
5 (1,4)
Clase D
Total
D.19.III
1
1
–
–
–
2
D.19.IV
2
1
–
–
–
3
184
120
35
6
9
354
253
[page-n-271]
Fig. 9.2. Comparativa porcentual entre los vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa, Cova de l’Or y Cova de les
cendres a nivel tipológico y de organizacion de la decoración.
Cuadro 9.2. Organización de la decoración de los vasos cardiales, en función de su tipología y contexto de aparición.
1. Bandas
Escudillas (A.2)
2. Mosaicos
3. Glifos
4. Frisos
1.1
1.2
2.1
2.2
2.3
3.1
3.2
3.3
4.1
5. Metopas 6. Apliques 7. Escén. Total
4.2.1 4.2.2 4.2.3
4.3
5.1
5.2
6.1
6.3
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
C. Cendres
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cuencos (B.6)
2
12
–
–
1
2
5
–
3
–
7
8
8
5
–
–
–
–
53
C. Sarsa
1
7
–
–
1
2
3
–
2
–
4
3
5
4
–
–
–
–
32
C. Or
1
3
–
–
–
–
2
–
1
–
3
4
2
–
–
–
–
–
16
C. Cendres
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
1
–
–
–
–
4
C. Montgó
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cuencos (B.7)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
C. Sarsa
Cuencos (B.8)
C. Sarsa
Jarr. y pic. (C.10)
–
1
–
–
–
2
2
1
2
–
–
1
1
–
–
–
–
1
11
C. Sarsa
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
C. Or
–
1
–
–
–
1
2
1
1
–
–
1
1
–
–
–
–
–
8
C. Cendres
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0
Marxuquera
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cubiletes (C.11)
1
1
1
3
–
1
–
–
1
–
2
2
1
2
–
1
–
–
16
C. Sarsa
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
2
2
–
1
–
–
–
–
6
C. Or
–
1
1
2
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
6
254
[page-n-272]
Cuadro 9.2.
9.2. Continuación.
Organización de la decoración de los vasos cardiales, en función de su tipología y contexto de aparición.
Cuadro
1. Bandas
2. Mosaicos
3. Glifos
4. Frisos
1.1
1.2
2.1
2.2
2.3
3.1
3.2
3.3
4.1
C. Cendres
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
Marxuquera
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
Cántaros (C.12)
2
4
–
1
–
–
–
–
4
1
C. Sarsa
1
2
–
–
–
–
–
–
–
C. Or
–
1
–
–
–
–
–
–
C. Cendres
–
–
–
1
–
–
–
–
Marxuquera
–
–
–
–
–
–
–
5. Metopas 6. Apliques 7. Escén. Total
4.2.1 4.2.2 4.2.3
4.3
5.1
5.2
6.1
6.3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
2
3
3
2
–
–
2
1
–
23
–
2
2
–
–
–
–
1
–
8
3
1
1
1
1
–
–
–
–
–
8
–
–
–
–
1
–
–
2
–
–
4
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
C. Montgó
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
Ollas (C.13)
3
5
–
1
–
1
3
3
2
1
6
4
4
2
–
–
–
1
36
C. Sarsa
1
2
–
1
–
1
2
2
2
1
4
3
3
1
–
–
–
1
24
C. Or
–
2
–
–
–
–
–
1
–
–
2
–
1
–
–
–
–
–
6
C. Cendres
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
3
Marxuquera
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
C. Montgó
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
2
32
Contened. (C.14)
1
–
18
5
–
–
–
–
1
–
2
–
2
–
1
1
1
–
C. Sarsa
1
–
4
3
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
1
–
11
C. Or
–
–
11
1
–
–
–
–
1
–
1
–
1
–
–
–
–
–
15
C. Cendres
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
3
Marxuquera
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
C. Montgó
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Orzas (C.15)
–
–
2
1
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
1
1
8
C. Sarsa
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
C. Or
–
–
2
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
–
–
5
C. Cendres
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
1
5
4
2
–
–
–
–
16
C. Sarsa
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
3
–
–
–
–
–
5
C. Or
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
1
3
–
2
–
–
–
–
10
C. Cendres
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
3
C. Sarsa
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
C. Or
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
2
1
–
–
–
–
–
–
1
–
1
1
–
1
–
–
–
–
–
5
C. Sarsa
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
3
C. Or
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
2
11
24
21
11
2
8
12
5
14
3
23
26
23
11
2
4
3
3
206
3
(1%)
206
Botellitas (D.16)
Microvasos (D.18)
Diversos (D.19)
Total
Total grupo
temático
35
(17%)
34
(17%)
25
(12%)
89
(43%)
El grupo temático de las bandas aparece representado de
forma mayoritaria en cuencos, cántaros y ollas, concentrándose en buena parte de los ejemplares en la Cova de la Sarsa,
donde este grupo temático no aparece asociado con cubiletes,
jarras o microvasos, cuyos ejemplares, escasos, se concentran
en la Cova de l’Or. La única escudilla de la Clase A identificada
(Cova de les Cendres) pertenece a este grupo temático.
13
(6%)
7
(3%)
El grupo de los mosaicos aparece documentado en todos
los conjuntos analizados, relacionado principalmente con
contenedores del Grupo 14. Destaca la elevada presencia de
este tipo de decoración asociado a motivos pivotantes en la
Cova de l’Or, donde se concentran la mayoría de los ejemplos, representándose también en dos orzas del Grupo 15.
La asociación de decoraciones impresas cardiales pivotantes
255
[page-n-273]
ocupando buena parte de la superficie de contenedores medios y grandes es una de las asociaciones más repetidas en el
territorio cardial valenciano.
La gran mayoría de los glifos diferenciados aparecen en vasos de la Cova de la Sarsa y de la Cova de l’Or, aunque no son
exclusivos de estos yacimientos. De hecho, en el conjunto de
Marxuquera se ha documentado uno representado en una olla y
otro en una jarra (fig. 8.17: 1 y 6). Como se ha comentado al reflexionar sobre las figuras impresas antropomorfas, la presencia
de glifos en las decoraciones se extiende a lo largo del territorio
cardial. Destacar su ausencia en la Cova de les Cendres, en la
que no ha podido identificarse ningún vaso impreso cardial con
esta temática.
Del mismo modo, cabe señalar la concentración de botellitas
decoradas con glifos en la Cova de l’Or. En la Cova de la Sarsa
las botellitas con esta temática están realizadas con impresiones
de gradina (también presentes en la Cova de l’Or), razón por la
que no aparecen contabilizadas en la tabla de referencia. Pero
cabe señalar que la mayoría de botellitas y microvasos clasificados se asocian a temáticas decorativas formadas por frisos.
Otra de las temáticas que aparece representada en diferentes
cuevas es la de las metopas. En este caso, el mayor número de
ejemplares se concentra en la Cova de la Sarsa, apareciendo el
resto en la Cova de les Cendres y la Cova de l’Or. En este último
yacimiento, las metopas únicamente aparecen representadas en
botellitas y cubiletes. Cabe admitir que existen decoraciones que
utilizan composiciones en metopa en vasos de la comunidad de
Marxuquera y de la Cova de l’Or, pero se encuentran enmarcando glifos, con lo que aparecen contabilizados dichos vasos dentro de este grupo temático y en el de las metopas. Las que no enmarcan glifos se documentan únicamente en la Cova de la Sarsa
y en la Cova de les Cendres (ejemplar no completo). Los escasos
ortogonales que se han identificado se asocian con contenedores
de diferente tamaño, presentes únicamente en Cendres y Or.
Los vasos con temáticas realizadas mediante cordones impresos cardiales son escasos. La mayoría de los contenedores de
gran tamaño que presentan cordones impresos durante el Neolítico antiguo presentan decoración con instrumento de punta única, no de concha dentada. Además los cordones impresos cardiales suelen acompañar a otras temáticas, como los mosaicos.
Al asignar una única temática a cada vaso, los que poseen cordones cardiales aparecen integrados en otros grupos temáticos.
Por último, aunque en este ejercicio las temáticas escénicas
quedan representadas únicamente en Sarsa, cabe señalar que
también se han identificado en vasos de la Cova de l’Or que no
ha sido posible clasificar tipológicamente (Martí y Hernández,
1988: 69), y no es posible considerar que se trata de una temática exclusiva de la Cova de la Sarsa.
En el anterior apartado se ha mostrado una comparación tipológica de los conjuntos cerámicos más representativos (cuevas de la Sarsa, Or y Cendres), demostrándose mayor afinidad
formal entre los restos cerámicos impresos cardiales clasificados de la Cova de la Sarsa y la Cova de les Cendres. El mismo
análisis comparativo, esta vez enfocado a la organización de la
decoración, muestra que son las colecciones de Sarsa y Or las
que más afinidad presentan (fig. 9.2), destacando la ausencia de
temáticas con glifos en Cendres, el considerable menor número
de frisos o la mayor presencia de bandas, metopas y apliques.
De estas comparaciones entre tipología y organización de la de256
coración en estos tres conjuntos, se intuye la presencia de singularidades en cada yacimiento, aunque también una importante
homogeneidad y la utilización de unos determinados tipos y un
abanico limitado de temáticas. Aunque cada yacimiento presenta porcentajes de aparición particulares, el ejercicio también demuestra que los tipos utilizados son similares y que la mayoría
de temáticas decorativas se repiten, no diferenciándose por el
momento características específicas definitorias y diferenciadoras claras entre la vajilla de cada uno de los yacimientos o de
cada comunidad.
Producciones más comunes del Cardial valenciano
El estudio comparativo realizado no ha desvelado marcadas
particularidades entre los conjuntos, para lo que deberá valorarse realizar otros estudios más específicos, especialmente en
lo que respecta a las colecciones de las cuevas de l’Or y de la
Sarsa. Centrándonos en estos yacimientos, es necesario retomar
una cuestión sobre la que ya se ha advertido en capítulos anteriores dedicados a mostrar la vajilla de Sarsa: las temáticas
decorativas no se asocian a un único tipo de vaso. Al contrario, tras el análisis de un conjunto amplio de vasos cardiales,
se observa que una misma temática aparece en recipientes de
diferente perfil y volumen (fig. 9.3). Es una cuestión que necesariamente deberemos retomar en futuros trabajos, pues deja
abiertas varias posibilidades a la hora de dar una explicación
a este hecho, valorando la posibilidad de relacionar temáticas
decorativas similares con vajillas pertenecientes a una misma
familia, grupo o comunidad. Por el momento, consideramos que
las dificultades en aislar particularidades a través de la tipología
y de la organización de la decoración responden a la existencia
de estándares de producción cerámica, que superan el nivel familiar o grupal, representándose una misma temática decorativa
en diferentes tipos de vasos, primando la necesidad de disponer
de una variada vajilla en la que se representan diferentes temáticas a nivel de comunidad, no tanto de familia.
Uno de los objetivos que se han alcanzado con el ejercicio
realizado en el apartado anterior es el establecimiento de una
primera propuesta de producciones cardiales más comunes
del Neolítico antiguo cardial valenciano. Uno de los criterios
aplicados para determinar que un tipo específico debe aparecer en el listado que se presenta es que se haya identificado
más de un ejemplar. Además de los ejemplares impresos cardiales, se han añadido las producciones que presentan temática decorativa esencial de cordones, aunque no sean cardiales,
pues constituye el otro gran grupo de recipientes que conforman la vajilla neolítica de la Cultura Cardial valenciana, proporcionándose una visión más completa. Se han diferenciado
las siguientes producciones como características del cardial
valenciano (figs. 9.4-9.6):
1. Cuencos y ollas.
1.1. Decorados con varias bandas que se repiten o alternan.
1.2. Decorados con metopas.
1.3. Decorados con un glifo central.
1.4. Decorados con frisos.
1.5. Decorados con guirnaldas.
2. Jarras.
2.1. Decoradas con glifo central único o reflejado en la cara
opuesta del vaso.
[page-n-274]
Fig. 9.3. Vasos de diferente tipología decorados con frisos verticales con la técnica de la impresión cardial procedentes de la Cova de l’Or.
2.2. Decorados con frisos verticales.
2.3. Decorados con bandas o con frisos horizontales.
3. Cubiletes o cuencos pequeños.
3.1. De forma cilíndrica, base plana y decorados con frisos o
bandas.
3.2. De base cónica y decorados con mosaicos.
3.3. De forma globular o esférica y con decoración en guirnaldas
o metopas.
4. Cántaros.
4.1. Decorados con frisos verticales.
4.2. Decorados con guirnaldas.
4.3. Decorados con bandas y cordones.
4.4. Con cordones impresos, cardiales o de instrumento de punta
única.
5. Contenedores y orzas.
5.1. Decorados con mosaico.
5.2. Decorados con frisos verticales, frisos colgantes (metopas)
y ortogonales.
5.3. Decorados con cordones impresos, cardiales o de instrumento de punta única.
6. Botellitas.
6.1. Decoradas con un glifo ocupando la parte central.
6.2. Decoradas con metopas.
6.3. Decoradas con frisos horizontales.
6.4. Decoradas con frisos verticales.
6.5. Decoradas con guirnaldas.
7. Formas particulares.
7.1. Vasos geminados.
7.2. Toneletes.
7.3. Microvasos.
7.4. Asas pitorro.
Patrones decorativos del cardial valenciano
Otra de las cuestiones que hemos podido abordar del ejercicio
comparativo presentado es la posibilidad de diferenciar una serie
de variables constantes en las temáticas decorativas de la cerámica
impresa cardial valenciana.
Tomando como referencia principal la temática y la orientación de la decoración, se han distinguido seis patrones decorativos distintos que también sirven para caracterizar el estilo
cerámico cardial valenciano. Estos patrones no son exclusivos,
pudiéndose combinarse entre ellos. En esta ocasión también se
han considerado los vasos que presentan cordones impresos o
lisos, aunque no posean decoración impresa cardial. Se distinguen los siguientes patrones decorativos en las decoraciones
impresas cardiales valencianas:
1. Horizontal
Vasos decorados con composiciones de recorrido horizontal,
generalmente bandas (fig. 9.7). Éstas se repiten desde la boca
del vaso, dejando entre cada una espacios reservados carentes
de decoración. Los grupos compositivos utilizados para realizar
estas decoraciones son: bandas no delimitadas y frisos simples
(A); bandas delimitadas (B); frisos simples con líneas (C); bandas complejas (E); líneas (F); festones (L) y ángulos (P).
Este patrón aparece asociado mayoritariamente a cuencos
y ollas de morfología globular, aunque también se documenta
en cántaros. En estos últimos recipientes, las composiciones de
recorrido horizontal ocupan el cuello o el tercio superior de la
superficie del vaso, combinándose en ocasiones con otras temáticas localizadas en la parte central. Se ha detectado en cubiletes, escudillas y contenedores, aunque de forma testimonial.
Se representa en vasos realizados mediante rollos de arcilla y
cocciones reductoras, de superficies bruñidas y grosor de paredes medio (0,7-0,9 cm).
257
[page-n-275]
Fig. 9.4. Producciones más comunes de la Cultura Cardial valenciana en su momento pleno (5450-5250 cal BC).
258
[page-n-276]
Fig. 9.5. Producciones más comunes de la Cultura Cardial valenciana en su momento pleno (5450-5250 cal BC).
259
[page-n-277]
Fig. 9.6. Producciones más comunes de la Cultura Cardial valenciana en su momento pleno (5450-5250 cal BC).
Su recorrido cronológico es amplio, documentándose a lo largo de todo el Neolítico antiguo cardial y epicardial, aunque en esta
última fase utilizando impresiones de gradina primero, y combinaciones de incisiones e impresiones posteriormente. Es un tipo de
decoración equiparable al “cardial zonado” (Manen, 2002).
2. Cubriente
Patrón definido por un tema decorativo principal de lectura indiferenciada, del grupo compositivo de los mosaicos
260
(fig. 9.8). El esquema más repetido es el de una banda o friso
simple cerca del labio, bajo el que se sitúa un cordón impreso;
el resto de la superficie del vaso es ocupada por una composición del grupo de los mosaicos, que surge de la traslación y/o
reflexión horizontal y vertical de un elemento (generalmente
trazo corto o curvo). El motivo principal se realiza repitiendo
impresiones aisladas de concha dentada en posición vertical, o
unidas formando motivos pivotantes o en flamme, que son las
más repetidas.
[page-n-278]
Fig. 9.7. Patrones decorativos horizontales. Cova de l’Or (1-5) y Cova de la Sarsa (6).
Fig. 9.8. Patrones decorativos cubrientes. Cova de l’Or (1-4 y 6-7) y Cova de la Sarsa (5).
261
[page-n-279]
Aunque en la mayoría de ocasiones el patrón se representa sobre contenedores del Grupo 14, también aparece en
otros del Grupo 15, y de forma puntual en cubiletes, cuencos
y ollas. Son vasos realizados en ambientes reductores o mixtos, de paredes gruesas (entre 0,8 y 1,2 cm), cuyas superficies
presentan alisado.
Estas producciones están presentes desde el Cardial
antiguo, pudiendo incluso proponerse un origen en la fase
arcaica, no asociada a motivos pivotantes, sino a trazos cortos adheridos de forma irregular. Durante el Cardial pleno y
el Epicardial, estas producciones siguen estando presentes
en la vajilla, asociadas a la técnica de la impresión cardial,
aunque documentándose también vasos con decoración incisa e impreso-incisa. En algunas ocasiones la decoración
se realiza con concha no dentada, formando motivos en rocker, que se fechan en el Neolítico antiguo inicial y pleno.
Destacar la ausencia de vasos impresos con gradina en este
patrón decorativo.
3. Vertical
Está formado por decoraciones cuyas composiciones se
orientan verticalmente, o de forma mixta. Cubren la mayor
parte del espacio decorativo del vaso. Es un patrón vinculado
a temáticas a partir de glifos o con frisos verticales. La gran
mayoría de los vasos representativos del estilo vertical del Cardial valenciano se fechan en el Neolítico antiguo pleno y en el
Epicardial inicial, momento en el que este tipo de producciones
de cuidada tecnología se decoran también utilizando gradinas.
Diferenciamos dos tipos:
3.1. Continuo. Decoraciones formadas por motivos verticales en número superior a dos, que se repiten a lo largo de buena parte del vaso o de toda su superficie (figura 8.35). Pueden
acompañarse de una o varias composiciones de recorrido horizontal en la parte superior del vaso, bajo el borde, o limitando
un espacio compositivo amplio en el que se desarrollan varios
motivos de recorrido vertical. Los grupos compositivos más
comunes representados en este patrón son las líneas y bandas
verticales (H), aunque pueden reconocerse composiciones figurativas (F), ramiformes (R) y zigzagueantes (S).
Se aplican a jarras, cántaros, ollas y cuencos. Los vasos
integrantes son de buena calidad, con paredes finas o medias,
cocciones reductoras, superficies espatuladas o bruñidas y desgrasantes de pequeño tamaño.
3.2. Aislado. Tipo representado por las decoraciones que poseen una figura de recorrido vertical ocupando un lugar central en
el espacio decorativo del vaso (figura 7.20). En ocasiones pueden
aparecer dos motivos similares o idénticos, aunque ocupando posiciones enfrentadas. Es un patrón decorativo que suele representarse combinado con otro horizontal, suspendido o geométrico.
El grupo compositivo más utilizado es el figurativo (F), pudiendo
utilizarse composiciones del grupo de los ramiformes (R), líneas y
bandas verticales (H), incluso zigzagueantes (S).
La tipología en la que se representan estas decoraciones es
variada. La mayoría de las decoraciones verticales formadas por
un glifo aislado o dos enfrentados que pueden asimilarse a figuras antropomorfas se representan en jarras o botellitas. En los
casos en los que aparece en cuencos y ollas, las composiciones
pertenecen a los grupos de las bandas verticales, ramiformes y
zigzagueantes.
262
4. Suspendido
Patrón realizado a partir de decoraciones de recorrido horizontal, formadas por una composición central de mayor tamaño, generalmente del grupo de las guirnaldas y festones,
que ocupan la mitad o más de la altura del recipiente (fig. 9.9).
Esta composición central o principal se estructura a partir de
una banda o friso simple, del que se desprenden composiciones del grupo de los festones (L), ángulos (P) y zigzagueantes
verticales (S), motivos formados a partir del elemento arco o
ángulo en traslación homotecia, cuyo tamaño supera al de la
banda, formando composiciones del grupo de las guirnaldas
(Q). También se incluyen las composiciones de morfología
cuadrangular o triangular, aisladas o seriadas, que aparecen
bajo una banda o friso. Por tanto, las temáticas que forman
frisos realizados por festones y por ángulos también forman
parte de este patrón decorativo.
Aparece en cuencos, ollas, cántaros y botellitas, con ejemplos sobre toneletes y vasos geminados. Las guirnaldas se representan en varios tipos de vasos, concentrándose los festones
y figuras geométricas en cuencos y ollas. Tecnológicamente, los
vasos con estas decoraciones presentan mayor diversidad, con
superficies alisadas, espatuladas y bruñidas, grosores de diferente tipo y cocciones reductoras y oxidantes.
Es un patrón decorativo que se documenta desde el Cardial
antiguo, con motivos que utilizan impresiones de natis para realizar frisos a partir de composiciones del grupo de los festones.
Será en el Cardial pleno y en el Epicardial antiguo cuando alcancen mayor desarrollo, desapareciendo en el Epicardial final.
5. Geométrico
Pertenecen a este patrón decorativo los vasos que presentan
temáticas formadas a partir de metopas y ortogonales. Se trata
de decoraciones que ocupan más de la mitad del espacio compositivo del vaso y que poseen composiciones de recorrido horizontal y vertical (fig. 9.10). En el caso de las composiciones del
grupo de las metopas (Y), con figuras en U invertida, mientras
que las temáticas ortogonales están formadas por intersecciones
de composiciones horizontales y verticales.
Las metopas se representan en ollas, cuencos, cubiletes y
botellitas. En las ocasiones en las que aparecen en jarras, lo
hacen enmarcando glifos aislados o enfrentados. Para encontrar composiciones de este tipo en cántaros, hay que ampliar el
abanico de técnicas decorativas, pues se realizan a partir de la
combinación de la impresión y de la incisión.
En cambio los ortogonales se asocian a contenedores, cántaros y cuencos de grandes dimensiones. La tecnología de fábrica es variada: encontramos vasos con superficies alisadas, pero
también espatuladas y bruñidas, de grosor desigual y cocciones
tanto oxidantes como reductoras. Son decoraciones, las de este
patrón, que se vinculan a momentos avanzados del Neolítico
antiguo pleno y al Epicardial, perdurando una vez desaparecida
la técnica de la impresión cardial, con la combinación de la impresión y la incisión.
6. Cordones
La estructura decorativa de este patrón se sustenta en la utilización de cordones (fig. 9.11). Se trata de un patrón decorativo representativo del Cardial, no tanto por la abundante presencia de cordones impresos con concha dentada, como por el elevado número de
cordones impresos en la vajilla del Neolítico antiguo valenciano.
[page-n-280]
Fig. 9.9. Patrones decorativos suspendidos. Cova de l’Or.
Fig. 9.10. Patrones decorativos geométricos. Cova de l’Or (1, 2 y 4) y Cova de la Sarsa (3 y 5).
263
[page-n-281]
Fig. 9.11. Patrones decorativos sobre cordones. Cova de l’Or.
Los tipos de vasos en los que aparece representado este patrón decorativo son variados. Se concentra en contenedores y
cántaros, apareciendo también en orzas y ollas. Su recorrido
cronológico es amplio. Está documentado en el Cardial inicial,
y perdura en el Neolítico medio, donde decrece su porcentaje
hasta casi desaparecer en el Neolítico final.
Los recipientes afectados son de fábrica poco cuidada, con
superficies generalmente alisadas y grosor de paredes superior
a 0,9 cm, cuyos desgrasantes presentan porcentajes desordenados. Las cocciones son reductoras y mixtas.
LA CERÁMICA DE LA COVA DE LA SARSA EN EL
CONTEXTO DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL
Las técnicas decorativas y su forma de organizarse en los vasos
cerámicos han sido consideradas el elemento caracterizador de
los estadios evolutivos del Neolítico, así como marcador de
los diferentes territorios “culturales” (Martí y Juan Cabanilles,
2014). En la actualidad, desde los Balcanes diferenciamos dos
grandes entidades culturales durante el Neolítico antiguo en
Europa occidental a partir de la detección de mutaciones en
la cultura material, especialmente de su cerámica: la Cultura
de las Cerámicas Impresas del Mediterráneo Occidental y la
Cultura de las Cerámicas de Bandas de Centroeuropa (LBK).
A su vez, el LBK se divide en dos grupos, Bandas del Alföld y Bandas Transdanubianas, y la Cultura de las Cerámicas Impresas del Mediterráneo Occidental en el grupo de la
Cerámica Impressa (Italia meridional y Sicilia) y en el grupo
Impreso-Cardial, que se desarrolla por la costa tirrénica centro-septentrional de Italia, costa mediterránea francesa, costa
mediterránea de la península ibérica y norte de Marruecos, diluyéndose en Andalucía y Portugal. A su vez, para el grupo
Impreso-Cardial se ha propuesto la existencia de dos grandes
264
entidades, el Cardial tirrénico y el Cardial franco-ibérico, al
que tradicionalmente se vinculan las producciones cerámicas
de la Cultura Cardial valenciana.
La decoración de la cerámica cardial del ámbito tirrénico
se caracteriza por la representación de motivos y composiciones utilizando el borde de la concha dentada (Cerastoderma glaucum) formando bandas, por lo general de tendencia
oblicua, delimitadas con impresiones cardiales, rellenadas de
trazos igualmente dentados, oblicuos u horizontales, formando metopas, triángulos con el vértice apuntando hacia abajo
y en zigzag, que tienden a cubrir la superficie entera del vaso
(Binder, 1995; Grifoni, 2001). También es frecuente la utilización de conchas no dentadas (del género Glycymeris). Las
superficies de los vasos están bruñidas. La tipología descansa
sobre formas globulares y esféricas (ollas y cuencos), con algún ejemplar de cuello desarrollado. Destacar la presencia de
decoraciones específicas bajo las grandes asas, hecho que se
repetirá a lo largo de los diferentes territorios cardiales. En
Cerdeña, pueden presentar además engobe rojo y adornos de
cordones plásticos horizontales, en ocasiones impresos con
concha dentada (Tanda, 1995 y 1998).
La técnica de la impresión cardial también constituye el eje sobre el que se ha definido el Cardial franco-ibérico (Guilaine, 1976).
Su cerámica se caracteriza por la decoración en bandas horizontales, que se alternan con otras zonas libres de decoración, razón por
la que también se ha denominado Cardial “zonado”. Se caracteriza
por la presencia de motivos repetidos de manera sistemática, realizados mediante impresiones cortas con el borde de una concha
dentada (Cerastoderma glaucum) dispuestas en bandas horizontales delimitadas y rellenas de impresiones verticales u horizontales,
chevrons o zigzag. La decoración suele agruparse formando bandas
con espacios reservados de separación. Entre las bandas decoradas
se integran los elementos de prensión o de tipo ornamental. Las de-
[page-n-282]
coraciones plásticas están representadas por cordones ortogonales
lisos, cordones horizontales digitados, ungulados o con impresiones cardiales. Los cuencos, las ollas y los cántaros son los tipos más
repetidos (Manen, 2000 y 2002; Van Willigen, 2004).
Es posible enumerar similitudes entre la cerámica descrita para el Cardial franco-ibérico y el valenciano. Se identifican
temáticas análogas a las definidas en el Cardial “zonado”, especialmente las que se engloban en los patrones decorativos horizontales; la cerámica impresa cardial alcanza porcentajes de en
torno a un 40% entre los fragmentos y vasos decorados, y se utiliza Cerastoderma glaucum de forma mayotitaria. Pero lo cierto
es que en la caracterización del Cardial valenciano encontramos
otros aspectos a nivel de técnicas decorativas, de organización
de las decoraciones y de tipología, que no encuentran acomodo
en la definición del Cardial franco-ibérico.
Las decoraciones del Cardial valenciano presentan mayor grado de complejidad, utilizando más composiciones en
la ornamentación de un mismo vaso, organizadas de forma
más diversa, combinadas o solas. Para realizar estas composiciones se constata la utilización de un mayor número de
técnicas decorativas cardiales que, en muchas ocasiones, se
combinan (destacar la aparición de impresiones cardiales dobles, de natis o las incrustaciones de pasta blanca). Tampoco
los patrones decorativos verticales, suspendidos, cubrientes
y geométricos definen a las producciones del mediterráneo
francés. Otras divergencias las encontramos en la ausencia en
la Provenza y el Languedoc de formas cerámicas presentes en
el ámbito valenciano como jarras con asas-pitorro, toneletes,
vasos geminados o cubiletes cilíndricos de fondo plano (Van
Willigen, 2004: 476). Del mismo modo, las grandes asas que
acompañan al repertorio de vasos cardiales valencianos, con
apéndices lenticulares, sobreelevadas o de orientación horizontal (García Borja et al., 2009), incluso encuentran mejores
paralelos con el Cardial tirrénico. Un ejemplo más lo encontramos en la representación de motivos decorativos figurativos en la zona del Serpis (Martí y Hernández, 1988; Martí,
2006), ausentes en el sur de Francia.
Se plantea como alternativa analizar de forma individualizada cada territorio en el que es posible detectar una cultura
regional cardial, como el curso bajo del Ródano, el Languedoc,
el Llobregat y el Serpis, a los que podrían unirse otros como
el Algarve, el Alentejo, zona entre Tánger y Tetuán, así como
los territorios que envuelven los importantes yacimientos de
Chaves y Carigüela. Los estudios deberán partir de la consideración de que las particularidades de cada cultura regional
no son suficientes para desligarlas de una entidad mayor, de
ámbito mediterráneo. La decoración cerámica con una concha
dentada en cualquiera de sus variedades (Manen y Salanova,
2010) es uno de los testimonios arqueológicos más perceptibles de la existencia de una identidad compartida, de la que
surgen otras a menor escala. Las dificultades que encontramos
a la hora de reconocer una entidad unitaria en el conjunto de
yacimientos del horizonte Impressa, por la heterogeneidad de
sus producciones (Manen, 2007), al menos en el Mediterráneo
occidental, son menos acusadas para el Cardial. Ello no implica total uniformidad a lo largo del Mediterráneo occidental,
desarrollándose formas particulares de realizar la cultura material en cada zona en la que se asienta de forma exitosa una
subcultura cardial. Será el desarrollo de estas particularidades,
lo que explique la diversidad en los conjuntos, evidenciándose
mayores diferencias entre la cultura material de territorios alejados geográficamente.
La cerámica cardial del Neolítico antiguo en Cataluña presenta similitudes con los conjuntos de la baja Provenza, en los
que predomina la impresión cardial oblicua y las composiciones son de lectura horizontal y escasa complejidad. Pero del
mismo modo, aspectos como la utilización del natis o la presencia de composiciones verticales asociadas a otras semicirculares en Cataluña señalan la existencia de particularidades
regionales (Oms, 2014).
La existencia de similitudes y diferencias entre el Cardial
del sur de Francia y el Cardial catalán es una cuestión que
se repite al comparar las colecciones catalanas y valencianas.
Las impresiones de natis y el arrastre cardial son menos frecuentes en Cataluña, donde las impresiones cardiales oblicuas
son más abundantes. Las combinaciones cardial oblicuo con
arrastre son más características del ámbito valenciano. La utilización de colorante blanco para resaltar las decoraciones es
poco significativa en Cataluña y mucho en Valencia. En Cataluña se ha identificado un mayor número de combinaciones
entre impresiones cardiales y otras de instrumento, incluso con
incisiones, combinación prácticamente ausente en el País Valenciano. En cambio la técnica de la impresión cardial doble
no se registra en Cataluña. Por lo que respecta a la tipología,
destaca la ausencia de microvasos, botellitas, vasos geminados, asas-pitorro y contenedores del Grupo 14 con decoración
cubriente en Cataluña. A nivel compositivo y de organización
de la decoración, los motivos más repetidos en Cataluña son
las bandas simples o limitadas formando patrones decorativos
de lectura horizontal no seriadas, en ocasiones acompañadas
por composiciones diferentes bajo las asas. Existen decoraciones ortogonales y buena representación de vasos con cordones, pero destaca la escasa significación de composiciones
del grupo de las guirnaldas, de las metopas y de los frisos con
festones, composiciones asociadas a patrones decorativos de
las producciones valencianas más comunes.
Más evidentes son a priori las diferencias entre los conjuntos cerámicos valencianos y los definidos para Andalucía
occidental por autores como Pellicer y Acosta (1982 y 1997),
históricamente asimilados a la Cultura de las Cuevas que Bosch
Gimpera empezara a definir en los años 20 del siglo pasado
(Bosch Gimpera, 1932 y 1954). Es una cuestión sobre la que
nos hemos ocupado recientemente (García Borja et al., 2014),
concluyendo que estas diferencias ya no pueden explicarse tanto por la sucesión cronológica de ambas tradiciones, como por
la temprana aparición de una cultura propia diferenciada. Los
trabajos realizados en la cueva de Nerja (Aura et al., 2009, 2010
y 2013) muestran conjuntos cerámicos poco afines al Cardial,
relacionados con dataciones radiocarbónicas que en el sur de
Francia, Cataluña o País Valenciano se situarían en los momentos iniciales y plenos del Neolítico antiguo cardial. La industria
lítica tallada también posee algunos rasgos característicos entre
los que destaca la obtención de láminas por presión, el tratamiento térmico sobre materias primas de calidad y el predominio de trapecios sobre segmentos (Aura et al., 2013).
La lectura crítica del número total de fragmentos impresos cardiales aparecidos en el conjunto de yacimientos de
Andalucía (Navarrete, 1976; Jiménez y Conejo, 2006; Gar265
[page-n-283]
cía Borja et al., 2014: fig. 27), relativiza el número de vasos
que presentan esta técnica decorativa fuera del círculo granadino. Si bien la representación cartográfica de los enclaves
con cerámica cardial muestra una amplia distribución de esta
técnica a lo largo de Andalucía, al estudiar las colecciones de
forma individualizada se percibe la escasa representatividad
estadística de ella, no encontrando conjuntos con porcentajes
del 40-50% de impresiones cardiales fuera de Carigüela. Es
esta una problemática tratada en diferentes ocasiones, buscando en cada caso ofrecer una caracterización aproximada y
un listado de yacimientos asimilables a la Cultura de las Cuevas, sugiriéndose desde antiguo la convivencia de ésta con
la tradición impresa cardial en el territorio andaluz (Muñoz,
1975 y 1984; Pellicer y Acosta, 1997; Gavilán, 1997; Asquerino, 2004; Gavilán y Escacena, 2009). Es posible explicar
los cambios en la cerámica andaluza de la misma forma que
se explica la aparición del cardial tirrénico y mediterráneo,
produciéndose en Andalucía una mutación en parte de la cultura material similar a la que se produce en el centro de Italia,
que en buena parte de Andalucía cristaliza con la creación de
la Cultura de las Cuevas. Pero independientemente de si el
surgimiento de la Cultura de las Cuevas es consecuencia de
una importante mutación en el estilo cerámico en fechas muy
tempranas o de la existencia de una vía de expansión neolítica meridional, bordeando la costa norteafricana (García Borja et al., 2010a y 2011a), la caracterización de los conjuntos
cerámicos y su antigüedad no permiten incluir esta tradición
dentro de la Cultura Cardial del Mediterráneo occidental
(fig. 9.12). A falta de mayores datos en la bahía de Cádiz,
la tradición cardial únicamente es reconocible en el entorno
inmediato de la Cueva de Carigüela, presentando en el Epicardial igual o mayor número de similitudes con la tradición
de cerámicas a la almagra que con la valenciana. Las dataciones radiocarbónicas de Nerja señalan un vacío ocupacional
de al menos 500 años entre las ocupaciones mesolíticas y
las primeras neolíticas. Este vacío se extiende, con los datos
actuales, a la mayor parte de Andalucía, y plantea problemas
a cualquier discurso que quiera ver en la aparición del Neolítico un proceso autóctono o el resultado de una aculturación
dilatada en el tiempo.
Pero al igual que ocurre en los territorios cardiales vecinos,
la cultura material muestra contactos entre el este de Andalucía
y el País Valenciano a través de la presencia de productos realizados con materia prima andaluza en la zona del Serpis, como
brazaletes de esquisto (Pascual Benito, 1998; Orozco, 2000); la
presencia en ambas zonas de asas-pitorro (Martí et al., 2009b);
de verdaderas almagras en la Cova de l’Or (Domingo et al.,
2007) y la Cova de la Sarsa (Asquerino et al., 1998: 71); presencia significativa de microvasos, botellitas y vasos geminados
(Carrasco et al., 2014) en ambas vajillas; presencia significativa
de los patrones decorativos cubrientes, suspendidos, geométricos y plásticos (aunque realizados con otro tipo de impresiones
y utilizando la técnica de la incisión, o la semejanza en los utensilios de siega (Gibaja et al., 2010).
En Andalucía no se encuentra el único ejemplo de yacimiento en cueva con abundante cerámica cardial en el que se
documentan contactos con otra tradición cerámica. En el norte
de la península ibérica, la Cueva de Chaves representa un caso
similar. En esta ocasión, los restos cerámicos (Ramón, 2006)
evidencian el contacto con otra zona estilística, marcada por la
utilización de la técnica decorativa del boquique (Alday, 2009;
Alday y Moral, 2011), asociada a un modelo de aldea (García
Gazólaz y Sesma, 2007), a un ritual de inhumación (García
Gazólaz, 2007; García Gazólaz y Sesma, 2007; Rojo y Kunst,
1999), a una cultura material (Rojo et al., 2008; García Gazólaz
et al., 2011; García Martínez de Lagrán et al., 2011) y a unas
especies de cereales (Stika, 2005) que, en su conjunto, son poco
afines al Cardial.
La existencia de varias tradiciones cerámicas que conviven
en un mismo territorio ha sido también propuesta para explicar
la diversidad de los conjuntos cerámicos neolíticos de Portugal
(Manen et al., 2007; Marchand y Manen, 2010). Estos autores
definen dos tipos de vajilla diferentes para el Neolítico antiguo
portugués: el estilo A, caracterizado principalmente por la pre-
Fig. 9.12. Zonas de implantación de la Cultura Cardial en relación con el Neolítico impreso andaluz con almagras y el Neolítico
impreso-boquique.
266
[page-n-284]
sencia de cerámicas con decoración impresa cardial, y el estilo
B, caracterizado por cerámicas con decoración incisa e impresa
utilizando diferentes instrumentos, con gran variedad de matrices y donde el color rojo está muy presente. Los conjuntos cerámicos vienen acompañados de una tecnología lítica en la que el
tratamiento térmico y la talla por presión resultan característicos
(Carvalho, 2010). La explicación para esta dualidad de tradiciones cerámicas y para esta industria lítica tallada se relaciona con
la existencia de una vía de expansión neolítica a través del norte
de África, portadora de este denominado estilo B (Manen et al.,
2007). Hasta que no contemos con más datos que corroboren o
refuten las hipótesis africanistas, parece aconsejable desviar el
foco de esta hipotética corriente neolítica del norte de África a
la costa malagueña, donde se documenta gran parte de la cultura material que acompaña a dicho estilo B, aunque con ciertas
peculiaridades, como el diferente componente geométrico de las
industrias líticas.
El Cardial portugués presenta una problemática similar a la
que nos encontramos para el Cardial andaluz. Un estudio detallado de todos les restos decorados con esta técnica (Guilaine
y Ferreira, 1970; Carvalho, 2008 y 2011) muestra que se trata de un conjunto poco numeroso, hasta el momento formado
por no más de cincuenta vasos, muchos de ellos como parte de
ajuares en contextos funerarios. Salvo en Galeria da Cisterna,
los porcentajes de aparición de esta técnica están lejos del 40%
entre las técnicas decorativas. Cabe también destacar la presencia de ejemplares cardiales que presentan algún tipo de baño
a la almagra, la elevada presencia de incisiones, así como la
incrustación de pasta blanca en el interior de impresiones. Entre su tipología, cuencos, ollas y cántaros están presentes, pero
también tipos particulares como las formas “en saco”. Por lo
que se refiere a la organización de la decoración, las temáticas
de lectura horizontal que se localizan en el tercio superior del
vaso son las predominantes. Las características del conjunto cerámico del Neolítico antiguo portugués y el escaso número de
ejemplares, dificultan su vinculación directa al horizonte cardial
mediterráneo, acercándose a las características enunciadas para
el Neolítico andaluz.
La propuesta de una vía de expansión del Neolítico por el
norte de África se ha planteado desde mediados del siglo XX
(San Valero, 1942 y 1946; Balout, 1955; Camps, 1974). Aunque
en los últimos años la información sobre la costa mediterránea
magrebí ha centrado nuevos proyectos de investigación, todavía
no es suficiente para poder afirmar que el Neolítico se expandió
desde el sur de Italia hasta la península ibérica. Por el momento
no es posible trazar una ruta siguiendo la serie de yacimientos
existentes entre las costas de Túnez y Orán, aunque tampoco
descartarla. Cabe señalar que en la costa marroquí existen conjuntos impresos de similares características a los presentes en
Nerja. Un ejemplo lo constituye la Fase C del yacimiento de
Mugharet es Saifiya, con decoraciones en rocker no dentado
e impresas con instrumento (Gilman, 1975). El Idrissi (2001)
también ha propuesto la presencia de diferentes estilos cerámicos en Marruecos, que podrían ser sincrónicos, unos vinculados
al mundo cardial y otros a estilos inciso-impresos con gran variedad de matrices. Es un caso que recuerda al portugués y al
andaluz. Sin embargo, para el norte de África, las publicaciones
existentes permiten establecer dos núcleos de implantación cardial en la costa del mar de Alborán. Por una parte el que se sitúa
entre Tánger y Tetuán (Gilman, 1975; Tarradell, 1958; Ramos
et al., 2008), por otra el que se localiza en torno a Ifri Oudadane (Marruecos) (Linstädter et al., 2012; Linstädter y Wagner,
2013), entre los que se incluye Zafrín (Rojo et al., 2010), e incluso Hassi Ouenzga (Linstädter, 2003 y 2008).
Los yacimientos cardiales ubicados en la costa mediterránea
y atlántica africana (El Khil, Achakar les Idoles o Tahardart), se
caracterizan por la presencia mayoritaria de la técnica de la impresión cardial entre las cerámicas decoradas (Martínez Sánchez
et al., 2017b). El motivo decorativo más repetido es la sucesión
de impresiones cardiales pivotantes o en flamme, sobre vasos de
base cónica que recuerdan a los contenedores del Grupo 14 con
decoraciones cardiales cubrientes del ámbito valenciano. Además
de estas formas, cuencos, ollas y botellitas conforman la vajilla típica. Como particularidad propia de estos conjuntos con respecto
a la zona valenciana, cabe señalar la adopción de bases cónicas
de morfología pronunciada; la elaboración de composiciones similares a las guirnaldas con el arrastre de un útil, con resultado
similar al de las acanaladuras; y la técnica decorativa conocida
como Channeled Ware, que define una de las asociaciones más
frecuentes del cardial marroquí, presente en los estratos del Neolítico antiguo de yacimientos en cueva y al aire libre (Gilman,
1975; Tarradell, 1958; El Idrissi, 2001), con escasos paralelos fuera del ámbito norteafricano. Un reciente trabajo vincula la Channeled Ware a la utilización de cauries (conchas de Cypraeidae)
para realizar las impresiones, confirmando que es en el norte de
África donde más se documenta esta técnica, aunque con algún
ejemplo en las costas mediterráneas europeas (Martínez Sánchez et al., 2017a).
Los datos existentes, y los que aportamos, inciden en la
complejidad del fenómeno de expansión cardial, siendo necesario profundizar en la relación existente entre los grupos pioneros de la fase arcaica y la aparición y consolidación del Cardial (Guilaine, 2016), así como en las propias relaciones entre
territorios neolíticos, pertenezcan a la cultura cardial o a otra
tradición cerámica sincrónica. Se evidencia cada vez más que
estamos ante grupos agrícolas y ganaderos formados por pocas
familias, que van ocupando espacios costeros desde los que
colonizan las tierras inmediatas (Martí, 2008), combinándose este tipo de desplazamientos con otros más largos (Zilhão,
1993, 1997 y 2001), dejando entre medias zonas deshabitadas.
Estos grupos son capaces de introducir cambios en el modo
de realizar su cultura material. Por lo que respecta a las decoraciones cerámicas, las mutaciones se detectan a medida que
avanza la expansión neolítica y se realizan a diferente escala.
Por una parte, cambios dentro de la propia tradición, que provocan que cada territorio tenga unas particularidades aunque
siempre dentro de unas características comunes. En el caso del
Grupo Cardial la característica común más perceptible sería
el elevado porcentaje de cerámicas impresas con una concha
dentada. Por otra parte, cambios que implican mayor ruptura
con el territorio vecino que provocan la aparición de nuevas
tradiciones cerámicas dentro de la Cultura de las cerámicas
impresas del Mediterráneo Occidental, que arqueológicamente se evidencian a partir del surgimiento del Cardial tirrénico o
del Neolítico andaluz.
La base analítica para acometer trabajos de síntesis más
generales sobre el Neolítico mediterráneo pasa por la realización de un mayor número de estudios de ámbito local y co267
[page-n-285]
Fig. 9.13. La Cova de la Sarsa en el
contexto de las culturas cerámicas
neolíticas de Europa occidental.
marcal. En el propio territorio valenciano, sería deseable continuar analizando los conjuntos cerámicos y avanzando en su
caracterización estilística. A partir de ello y de la comparación
entre conjuntos de regiones concretas, será posible proponer
modelos, evidentemente, considerando el resto de la cultura
material neolítica. Partiendo de la colección cerámica de Sarsa, se han ido proponiendo diferentes niveles de análisis en los
que puede integrarse el conjunto de cerámicas neolíticas del
País Valenciano (fig. 9.13). La contextualización de la Cova
de la Sarsa en su entorno inmediato y con el conjunto de yacimientos que conforman el Cardial valenciano nos ha permitido
trazar los primeros esbozos de un modelo interpretativo cuya
268
finalidad no es otra que ayudar a comprender el surgimiento y
desarrollo de los primeros grupos neolíticos del País Valenciano. Es necesario tratar con mayor profundidad los datos en los
que nos hemos basado, así como realizar estudios comparativos más detallados entre los propios yacimientos valencianos
y también con los del resto del Mediterráneo. Con ello será
posible detectar particularidades entre yacimientos y regiones,
pero también se reforzará la definición de la entidad cultural
mayor con la que se identifican los grupos que forman las culturas regionales del Cardial mediterráneo, cuyo signo más perceptible es, precisamente, la decoración mediante la impresión
de una concha dentada.
[page-n-286]
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[page-n-302]
Apéndice
Listado de vasos diferenciados con los valores descriptivos enumerados en el
capítulo de metodología para cada campo analítico
Abreviaturas empleadas en los cuadros
Vs
Dec. esen.
F
L
Bo
Ba
A1, A2 y A3
Dc1, Dc2, Dc3 y Dc4
Tip.
Db
Dm
H
Vol.
Tec
Tem
Fig.
Número de vaso
Técnica decorativa esencial
Forma
Labio
Borde
Base
Elemento de prensión 1, 2 y 3
Técnica decorativa específica 1, 2, 3 y 4
Tipología
Diámetro de boca
Diámetro máximo
Altura
Volumen
Grupo tecnológico
Grupo temático
Figuras en la que aparece representado el vaso
[page-n-303]
Vs
Dec. esen.
1
Cord.
impres.
F
2
2
Cardial
6
3
Lisa
4
L
Bo Ba
A1
A2 A3
Dc1
1
0
1
1
1
0
151
Incisa
6
1
2
5
Cardial
1
1
0
1
223
6
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
Dc2
Dc3
Dc4
222
311
1
Tip.
C.11.II
341
542
Db
Dm
5
8,2
18
4
21
22
4.13;
5.26
24
C.13.I.a
12
17,8
5
32
612
4.16
3.27
0
111
0
C.13.I.a
15
17,1
1
21
B.6.II.a
20
20,9
9
Cord. liso
2
1
0
1
21
C.14.II
19
22,3
10
Cord. liso
6
1
1
1
21
C.12.II.a
11
Incisoimpresa
6
1
2
12
Cardial
1
1
0
13
Cardial
2
1
0
352
411
223
311
321
311
313
322
713
14
Lisa
1
1
0
14
0
15
Gradina
2
1
0
3
37
542
16
Incisa
6
1
2
412
17
Incisa
6
1
2
18
Cardial
2
32
0
19
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
20
Cord. liso
6
1
2
1
21
Lisa
6
1
2
23
Cardial
2
1
0
24
Incisoimpresa
2
1
0
11
25
Incisa
1
1
0
1
26
Cardial
2
27
Cardial
28
Cardial
29
17
4
11
1
11
5
11
8
11
0
C.12.I.b
9
111
542
224
311
542
311
542
341
352
411
221
411
542
72
13,6
5,3
13,5
15
51
4.24;
5.31
5.18; 7.5
323
7.14
4.32
31
11
3.18;
4.34
11
313
3.20;
5.27
32
611 4.2; 7.16
6
12
62
4.10;
7.10
4
11
5.15
4.14;
5.30
4
C.13.I.a
17
20,14
14,4
5
11
423
C.13.I.a
15
20,5
14,5
5
11
422 4.18; 5.4
C.13.I.a
22,5
24,7
21,3
6
11
51
C.14.IV
26
29
7
31
22
4.11
422
5.30;
6.19
13,2
5
11
C.13.I.a
14
17,4
12,5
4
12
B.6.II.f
15,5
15,5
10,4
4
12
C.13.I.b
14
19,7
18
5
21
43
5.29
21
C.14.III.b
28
32,3
26,5
7
32
62
3.27
1
24
C.15.III.b
38
8
32
612
7.6
1
21
C.15.I
34
8
31
61
5.11
5.30;
6.19
2
111
32
Cord. liso
1
1
1
111
321
311
321
311
313
311
312
B.7.II
3.25;
4.29
20,9
311
713
17,5
10,3
19
1
34
4.25; 5.4
4.18
311
C.13.I.a
16,5
20,7
16
5
12
423
21
B.6.II.a
14
16,9
11
4
11
612 4.3; 5.9
112
311
C.13.I.b
25
29
21
7
12
41
2
111
311
313
5
11
0
111
311
312
18,5
19,5
10,7
4
21
38
Lisa
1
1
0
39
Cardial
2
1
0
286
16
10
6
0
B.6.II.a
C.12.I.b
Cord. de
mamel.
32
4.18; 5.1
21
31
2
22
151
1
6
5
34
111
Cardial
21
C.15.II
2
Cardial
20
24
1
37
B.6.I.a
21
6
36
4.29; 7.9
5
Cord. liso
0
11
15
30
1
6
C.13.I.a
111
2
8
321
0
Cardial
C.12.I.b
311
1
35
7.10
18
2
1
63
C.12.I.b
Cardial
0
32
421
111
1
8
411
0
2
26
24
0
Cord. liso
5.10
C.12.II.b
1
34
612
716
31
151
32
7
2
0
6
20,4
2
1
611
7
111
2
612
15
0
Cardial
21
21
B.6.II.a
1
33
542
4
5
D.17.III.b
1
4.29
16
0
0
11
16
1
1
7
C.14.I
542
1
2
5.13
13
1
Cardial
4.18
22
C.12.I.b
2
22
12
4
411
Cord. liso
111
612
11
18
Cord. liso
1
Fig
3.27;
4.11
B.6.I.a
312
10,1
Tem
2
C.12.I.b
7
1
Vol. Tec
0
8
3
H
3
82
1
111
321
C.12.I.b
B.6.II.f
0
41
14
311
321
713
C.14.I
18
18
16
5
12
C.13.I.a
15,1
16,3
11,7
4
11
3.22;
6.19
4.18; 5.5
5.14
422 3.23; 7.1
[page-n-304]
Vs
Dec. esen.
F
L
Bo Ba
40
Cardial
2
1
0
41
Cardial
6
0
2
42
Impresa
0
43
Lisa
6
1
44
Lisa
2
1
42
A1
A2 A3
Dc1
Dc2
141
311
321
0
311
313
Dc3
Dc4
Tip.
C.14.II
321
Db
15
Dm
16,8
17
C.12.I.b
F
2
0
C.12.I.b
8
0
0
B.6.II.a
20
B.6.II.a
C.14.II
21
C.12.II.c
24
24
B.6.II.a
18
21
28,6
5
26
21
26
17
6
11
28
30
16
6
21
23
24,4
6
22
8
22
5
21
6
21
7
32
Lisa
2
1
0
41
Peinada
2
1
0
1
47
Cord. liso
6
1
3
1
48
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
49
Lisa
2
1
0
0
C.13.I.a
20
50
Cord. de
mamel.
6
1
2
24
C.12.I.b
16
51
Cardial
2
1
0
311
B.6.II.a
15
16,7
4
22
52
Cord. liso
1
1
0
C.15.I
42
42
8
32
53
Impresa
2
1
41
3
0
54
Cord. liso
2
1
0
1
Cord. liso
3
1
0
1
56
Cord. liso
1
32
0
1
82
542
21
227
55
421
341
72
C.13.I.b
12
4.16
4.18
63
5.11
611
4.28;
5.32
5.10
21,8
17
6
31
63
15
4
22
63
21
B.6.I.f
18
18
10,6
4
31
612 4.10; 5.9
22
1
0
0
B.6.II.a
18
2
0
C.12.II.b
14
59
Cardial
2
1
0
223
1
611
14,5
1
5
11
611
20
2
0
5
7.10
12
6
1
15
5.13
611 4.34; 5.7
C.14.II
Lisa
1
16,5
21,6
4.27
5.15
C.13.II
Lisa
Cardial
4.24; 5.5
21
21
57
60
422
21
58
1
Fig
2.26;
2.27
12
45
221
Tem
11
21
46
1
0
Vol. Tec
5
33
112
H
311
311
713
5
22
5.13
7
32
5.15
F
C.14.I
26
26
11
4.18
31
5.26;
6.19
21
61
Cardial
2
1
0
0
311
542
B.6.I.a
18
18,6
9,7
4
11
4.18; 5.1
62
Cardial
2
1
0
1
223
311
C.11.II
13,5
14
10,5
4
22
4.12
63
Lisa
2
1
0
111
0
D.17.III.a
7
8,2
4
1
22
5.18
64
Lisa
1
1
0
0
B.6.I.a
12,5
12,5
8,4
3
31
5.13
65
Lisa
2
1
0
0
B.6.II.a
10
12,3
7,5
2
21
5.13
66
Lisa
1
1
0
0
B.6.I.a
22
22
10,3
5
21
67
Cord. de
mamel.
6
1
2
1
24
C.12.II.b
24
8
31
3
4
22
611
7
11
423 5.35; 7.8
68
Cord. liso
1
1
0
69
Cardial
6
1
1
70
Cord. liso
6
1
2
71
Cord. liso
1
1
0
1
21
1
311
C.14.I
14
C.12.II.b
10
1
18
21
C.15.III.b
38
38
43,5
8
31
611
1
151
21
C.11.I
14
14
13,7
4
22
611
7.12
321
522
542
72
Cord. liso
1
1
0
1
21
C.14.I
16
73
Cord. liso
6
1
1
1
21
C.12.II.a
14
1
14
16
14,8
611 4.12; 7.9
18
5.10
4.10;
5.11
5
22
611
3.27;
5.10
8
32
63
4.10;
7.10
611
74
Cord. liso
6
1
2
21
C.12.II.b
24
8
31
75
Lisa
1
1
0
0
D.18
10
10
5
1
22
5.18
76
Lisa
2
1
0
0
B.6.II.a
18
19,3
12,7
5
11
5.13
77
Lisa
7
0
2
78
Cardial
1
1
0
112
24
24
21,6
0
1
223
A.5.I.b
311
B.6.I.b
79
Lisa
2
1
0
152
0
C.13.I.b
15
80
Cord. liso
6
1
2
1
21
C.12.II.b
22
81
Cord. liso
2
1
0
112
1
21
B.6.II.a
24
82
Cord. liso
6
1
1
151
1
21
C.12.II.a
17
25
6
17,2
15
7.10
11
5.12
11
5.1; 6.17
5
12
8
32
611
5.16
6
22
612 4.10; 5.9
7
22
611
4.10
7.10
287
[page-n-305]
Vs
Dec. esen.
F
L
Bo Ba
83
Incisa
1
52
0
84
Peinada
6
1
2
85
Cord. liso
6
62
1
A1
A2 A3
51
Dc1
411
Dc2
Dc3
Dc4
Db
B.6.I.c
18
421
C.12.I.b
1
21
1
Dm
Tem
Fig
11
4.32;
5.12
15
7
31
C.15.III.a
28
8
22
63
21
B.6.II.a
20
23,5
15,3
6
22
611
0
D.18
8
8
4
1
21
30
12,5
6
32
5
22
Cord. liso
2
1
0
Lisa
1
1
0
88
Lisa
1
1
0
0
89
Cardial
6
1
1
311
8,8
Vol. Tec
21
86
18
H
4
87
421
Tip.
4.34; 5.7
4.10;
5.11
5.18
A.4.I.a
30
C.13.II.b
12
224
C.14.I
22
22
6
31
4.14
0
D.17.I
8
8
1
11
4.8; 5.18
23
C.14.I
24
24
6
31
14
4
32
7
11
4.29; 7.9
4.30; 5.6
321
542
90
Cardial
1
1
0
91
Lisa
1
1
0
9
92
Cord.
impres.
1
1
0
5
93
Peinada
2
1
0
421
F
16
94
Cord. liso
1
1
0
1
21
C.14.I
14
95
Incisoimpresa
6
1
2
0
351
C.12.I.b
10
96
Gradina
2
1
0
B.6.II.a
16
18
11
4
11
97
Cardial
1
1
0
1
C.14.I
23
23
24,3
6
31
98
Lisa
2
1
0
91
0
D.17.I
5,2
6
3,9
1
11
4.8; 5.18
99
Cardial
0
311
C.15
32
7.16;
7.17
100
Cardial
2
1
101
Cardial
6
0
102
Cardial
2
1
0
103
Gradina
6
1
2
104
Cord. liso
6
1
1
105
Cord.
impres.
2
1
0
106
Cord.
impres.
1
1
0
1
221
107
Cord.
impres.
6
1
2
1
108
Cord.
impres.
1
1
0
109
Lisa
1
1
0
110
Cord.
impres.
6
1
3
111
Impresa
2
0
31
112
Impresa
0
113
Cardial
2
1
0
114
Cardial
6
1
1
1
413
37
0
51
41
5
24
311
611
22
5.10
3.19;
5.26
5
11
313
3.20;
5.27
5
11
422
3.23
19
6
11
43
3.24;
7.18
41
60
8
22
52 4.17; 7.7
8
1
11
611
3
311
312
321
542
B.6.II.a
81
311
313
321
542
C.12.I
21,6
12
311
312
321
542
C.13.I.a
20
23
24
352
37
C.15.III.b
24
13
21,3
4.10;
7.13
152
1
21
D.16
3,5
5,6
1
5
221
C.14.II
18
21,5
6
31
611 4.11; 5.8
C.14.I
20
20
5
31
612
221
C.12.II.b
18
8
31
611 4.11; 7.9
1
221
C.14.I
26
26
5
31
611 4.11; 5.8
51
0
A.2.I.a
22
22
4
32
5.12
6
21
612
4.14;
5.32
3
31
43
4.28;
7.12
1
22
5
11
7
11
1
1
12
112
1
711
226
541
542
352
542
717
341
542
313
321
542
311
321
223
311
716
C.13.III.a
16
27,5
C.11.I
12
12
6,6
20,4
D.18
713
C.10.I.a
14,5
542
C.12.II.a
15
37
C.15
115
Cardial
116
Cord. de
mamel.
6
1
2
1
24
C.14.III.b
24
117
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
24
C.11.II
11
118
Cord. de
mamel.
6
1
1
1
24
C.14.III.a
20
288
21
43
16,5
612
17,6
12,8
19
10
4.28
41
6.17;
7.12
4.18; 5.5
32
4.18
7
31
611
4.16;
116
3
32
611
4.16
6
31
611 4.16; 7.6
[page-n-306]
Vs
Dec. esen.
F
Dc1
Dc2
Dc3
119
Gradina
0
L
Bo Ba
37
341
542
F
11
120
Gradina
0
37
341
542
F
11
4.31
11
4.30;
7.14
121
Gradina
0
122
Impresa
0
123
Cardial
0
124
Cardial
2
1
0
125
Impresa
1
62
0
A1
A2 A3
37
41
126
Incisa
0
127
Incisa
1
1
0
128
Lisa
2
1
0
1
41
Dc4
542
0
4
Db
Dm
H
Vol. Tec
F
23
36
542
F
11
223
311
312
F
12
311
313
321
542
33
111
Tip.
Tem
314
41
C.14.II
20
21,9
19,3
6
12
C.14.I
19
19
13
5
11
21
31
23
413
C.14
423
B.6.I.a
19
19
11
5
11
0
C.11.II
11
13,2
11,6
3
12
Fig
4.31
6.17; 7.7
4.27;
5.26
5.17
129
Lisa
1
0
0
A.2.I.a
12,5
12,5
5
2
21
5.12
130
Lisa
2
1
0
9
0
D.17.I
4,2
5,2
3,2
1
22
4.8; 5.18
131
Lisa
2
1
0
111
0
D.17.III.a
9
10,1
4,8
1
22
132
Lisa
2
1
0
111
0
B.6.I.a
12
13
6,8
2
21
133
Cardial
6
1
1
81
311
C.13.III.a
20
20,8
16
5
22
134
Cardial
6
1
1
112
C.13.III.a
13,5
135
Cardial
6
1
1
0
C.12.I.a
13
136
Cardial
137
Cardial
311
321
542
311
312
321
0
311
321
542
0
311
542
138
Cardial
2
1
0
139
Cardial
0
140
Gradina
2
141
Lisa
0
142
Cardial
0
143
Cardial
6
1
1
144
Cardial
2
32
145
Cardial
2
1
42
1
81
0
35
11
4.18; 5.4
7
21
423 6.17; 7.9
11
F
11
322
542
C.11.II
311
312
412
F
112
37
542
71
0
C.13.I.a
12
12,6
10
3
22
7.16;
7.19
41
7.14
422
4.18;
5.30;
7.12
11
14
18,3
13,3
5
11
C.10.III.a
32
11
311
341
F
111
311
321
C.13.III.a
16
19,9
0
152
311
321
B.6.II.f
S E RV IC IO D E IN VESTI GACI ÓN PREHI STÓRI CA
D E L MU S E O D E PREHI STORI A DE VALENCI A
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 120
Las cerámicas neolíticas
de la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
Tipología, estilo e identidad
Pablo García Borja
DIP UTA C IÓN DE VAL E NC IA
2017
[page-n-2]
[page-n-3]
[page-n-4]
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 120
Las cerámicas neolíticas
de la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
Tipología, estilo e identidad
Pablo García Borja
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2017
[page-n-5]
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 120
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con cualquier publicación dedicada a la Prehistoria, Arqueología en general y
ciencias o disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología,
Paleolingüística, Epigrafía, Numismática, etc.), a fin de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museu de Prehistòria de València.
We exchange Trabajos Varios del SIP with any publication concerning Prehistory, Archaeology in general, and related sciences
(Cultural Anthropology or Ethnology, Physical Anthropology or Human Palaeontology, Palaeolinguistics, Epigraphy, Numismatics,
etc) in order to increase the batch of the Library of the Prehistory Museum of Valencia.
INTERCAMBIOS
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Los Trabajos Varios del SIP y el resto de publicaciones del Museu de Prehistòria de València son de libre acceso en la URL permanente:
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eISSN: 1989–540
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A mi familia
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[page-n-8]
Prólogo
La Cova de la Sarsa forma parte del pequeño grupo de yacimientos que se asocian al inicio de las actividades del Servicio
de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia. Un año después de su creación, en 1928, termina la exploración del poblado de Mas de Menente por parte de F. Ponsell y L. Pericot, quienes también inspeccionan un yacimiento
eneolítico en Quatretondeta; el mismo Pericot prospecta la Cova del Parpalló y la Cova del Llop; G. Viñes lleva a cabo
una campaña de excavaciones en la Cova Negra; en el extenso poblado ibérico de la Bastida de les Alcusses se concentra
el esfuerzo principal del SIP, con M. Jornet e I. Ballester al frente de los trabajos de excavación, auxiliados por Pericot y
Viñes; y es también por entonces cuando F. Ponsell se encuentra prospectando la Cova de la Sarsa, además de recuperar
algunos fragmentos de esculturas ibéricas en Balones. Como resultado de todo ello, el Museo del SIP abre sus puertas en
la torre del Palau de la Generalitat y sus diecisiete vitrinas ilustran por primera vez la secuencia completa de la Prehistoria valenciana, si bien a través de este reducido grupo de yacimientos. En la “Edad Eneolítica” o del “Cobre”, el Museo
muestra los brazaletes de pectúnculo del depósito de Quatretondeta y de manera destacada los materiales de la Cova de
la Sarsa, de la que procede “Gran cantidad de fragmentos de vasos cardiales, o sea con variada y rica ornamentación
conseguida por el hombre primitivo con tan modesto útil como la valva de un cardium, con la que adornaba las paredes
del vaso, en blando, mediante combinaciones diversas de impresiones producidas, ya con e1 borde ondulado ya con el
envés o con el natis de tal concha”, como recoge el anuario de las actividades del SIP correspondiente a 1928. Cerámicas
que se acompañan de otras con decoración incisa o de cordones con impresiones digitales y de algunas lisas, además
de punzones, espátulas, cucharas y un tubo, de hueso; útiles de piedra pulida, brazaletes de pizarra, hojas de sílex, una
piedra caliza discoide con ancha perforación central, conchas perforadas, restos de fauna, y también restos humanos que
apuntan hacia su probable carácter de cueva sepulcral. De modo, pues, que “Esta interesante estación representa una
modalidad cultural eneolítica que parece haberse desenvuelto en todo el levante de la península y muy merecedora de
detenido estudio”.
A propósito de las cerámicas cardiales, I. Ballester recuerda que había encontrado un fragmento en la Cova de les
Meravelles en 1914, el cual le había planteado “una interrogación incontestada” hasta la publicación de las cerámicas de
las cuevas de Montserrat en 1925. Ahora, con los nuevos hallazgos de la Sarsa, de los que también da noticia F. Ponsell
en el primer volumen del Archivo de Prehistoria Levantina, este tipo cerámico adquiere un protagonismo creciente hasta
convertirse en el exponente del Neolítico de amplios territorios con el trabajo de J. San Valero “Notas para el estudio
de la cerámica cardial de la Cova de la Sarsa”, de 1942, en el que se contempla la expansión universal de la primera
cultura campesina. Será hacia finales de esta década cuando la cerámica cardial adquiera ya un significado preciso en
relación con el Neolítico mediterráneo. Lo refiere el mismo San Valero en su libro de 1950 dedicado a la Cova de la
Sarsa, a propósito del “asombro de nuestro colega y amigo Bernabò Brea cuando ante los fragmentos de la Sarsa que le
mostramos en reciente visita a nuestro Museo, nos decía de algunos que eran de identità impressionante con quelli di
Stentinello”. Un asombro que aquel mismo año se transforma en su propuesta sobre “Il Neolitico a ceramica impressa
e la sua diffusione nel Mediterraneo”, publicación en la que L. Bernabò Brea señala que en España el Neolítico primitivo con cerámica impresa corresponde a la fase cultural denominada Hispano-Mauritana por San Valero, quien ha
demostrado su distribución costera y escasa penetración en la Meseta, y cuya expresión más característica es la cerámica
VII
[page-n-9]
cardial montserratina, estudiada en primer lugar por J. Colominas, cuya posición estratigráfica corresponde a la base de
las culturas con cerámica, como se atestigua en la Esquerda de les Roques y en la cueva de la Sarsa. Son las mismas
conclusiones que expondrá en el segundo volumen dedicado a Arene Candide en 1956, tras repasar minuciosamente la
documentación arqueológica del conjunto del Mediterráneo.
Puesto que nada se sabe de los trabajos que se habían realizado en la Cova de la Sarsa en los años treinta, la conciencia de su importancia en relación con la cultura de las cerámicas impresas impulsa en los inicios de la década de
1950 el propósito de realizar nuevas excavaciones capaces de mostrar la secuencia de sus materiales. Pero estas no
se llevan a término y la investigación neolítica valenciana se traslada hacia la Cova de l’Or. Aquí, las campañas del
SIP, dirigidas por J. San Valero y especialmente por V. Pascual, confirman la primacía cronológica de las cerámicas
cardiales y en general la gran semejanza de sus materiales con los de la Cova de la Sarsa, la cual, sin embargo, deja de
ocupar su lugar central bajo los focos para quedar situada en la penumbra. Allí permanecerá mientras avanzan los estudios interdisciplinares en Cova de l’Or, Cova de les Cendres, Cova d’en Pardo o Mas d’Is, entre otros yacimientos,
de manera que en las síntesis sobre el Neolítico valenciano la Sarsa viene a representar sobre todo el papel de posible
cueva sepulcral, atendiendo a los restos humanos recuperados y al enterramiento doble que publica V. Casanova. A
la postre, tampoco las excavaciones de M.ª D. Asquerino en los inicios y en los finales de la década de 1970 tendrán
adecuada recompensa, al confirmarse que la herida causada al yacimiento por los trabajos anteriores era profunda. Y,
sin embargo, a pesar de las limitaciones, las aportaciones de Sarsa serán incesantes, se trate de la industria lítica estudiada por J. Juan-Cabanilles, de la cerámica simbólica analizada por M. Hernández y nosotros mismos, del análisis
por parte de G. Pérez Botí de aquellos materiales que habían permanecido ocultos, o de los resultados de las excavaciones llevadas a cabo por Asquerino.
Así, pues, transcurridos noventa años desde su descubrimiento como yacimiento prehistórico, a pesar de los logros
alcanzados por los trabajos que acabamos de mencionar y que se recogen de manera más detallada en el libro, las palabras de I. Ballester sobre la Sarsa como “muy merecedora de detenido estudio” aún parecían esperar una respuesta
adecuada. Este es el significado y la importancia del presente libro de Pablo García Borja, resultado de una amplia y
profunda investigación, en extremo atenta a los problemas y líneas de avance de los estudios neolíticos que pueden relacionarse con la documentación que ofrece la Cova de la Sarsa. Un trabajo excelente, pues, en el que vemos reconciliarse
a la investigación valenciana sobre el Neolítico con uno de sus yacimientos principales como es la Cova de la Sarsa, lo
que es motivo de felicitación para todos nosotros.
Insertar la Sarsa en la investigación actual y en particular en la secuencia de la cerámica del Neolítico antiguo era una
empresa difícil. La trayectoria investigadora de nuestro autor comienza con el estudio de las cerámicas de la cueva de
Nerja, que culmina en 2003, como él mismo nos recuerda, y ese mismo año se presentan las primeras propuestas sobre
el estilo cerámico de las cuevas de Nerja y de la Sarsa en el Congreso de Neolítico de la Península Ibérica celebrado
en Santander. Por entonces los estilos cerámicos del primer Neolítico del occidente mediterráneo se han convertido en
objeto de estudio con el fin de poder determinar orígenes y facies iniciales, relaciones entre territorios y evoluciones
regionales. Entre nosotros un impulso importante a estos estudios corresponde al proyecto que dirige J. Bernabeu sobre
cerámica y estilo en el Neolítico valenciano, de cuyo equipo inicial forma parte nuestro autor. Los yacimientos que habrán de aportar las cerámicas objeto de análisis, aquellas que corresponden a la segunda mitad del VI milenio, son sobre
todo aquellos que acreditan una secuencia, como Or, Cendres, En Pardo y Falguera, además del Mas d’Is y el Barranquet,
mientras que las cerámicas de Sarsa han de participar desde su condición de conjunto de gran importancia pero cuyas
circunstancias de origen limitan el alcance de las aportaciones. Es, pues, en relación con este punto donde se propone
incidir la investigación que emprende Pablo García Borja con el doble objetivo de definir el estilo de las cerámicas de
Sarsa y establecer su relación con el estilo general de los sucesivos círculos del Neolítico valenciano, de la Península y
del Mediterráneo occidental.
El libro recorre la historia de los trabajos, comenzando por la reunión de los materiales de Sarsa dispersos por tantos museos locales, una empresa que se corona con éxito en lo que se refiere a la práctica totalidad de las cerámicas y
también a las industrias lítica y ósea. El estudio directo de los fragmentos y de los más de quinientos vasos identificados
comprende su tecnología, la definición de las formas consideradas esenciales, las técnicas, instrumentos y su modo de
aplicación, y la disposición de la decoración sobre la superficie de los vasos, entre otras muchas variables analizadas.
Los elementos que se consideran definitorios del estilo, singularmente en las decoraciones, han sido codificados, y se
ha elaborado una propuesta detallada para la descripción y la representación gráfica de los patrones decorativos de los
vasos. Los resultados se contrastan con aquellos otros que conforman la secuencia neolítica valenciana y, si bien las dataciones radiocarbónicas permiten llevar a Sarsa hasta el horizonte cronológico de la impressa mediterránea, con mayor
posibilidad su desarrollo corresponde sobre todo al Neolítico antiguo cardial, que las dataciones parecen acotar entre
5460 y 5330 cal BC, momentos que podrían ser los de mayor intensidad en la ocupación de la cueva y que bien pueden
prolongarse hasta ca. 5250 cal BC.
Son muchas las aportaciones de la reciente investigación multidisciplinar sobre Sarsa, de la que forman parte las
dataciones de elementos directos, el análisis de los restos humanos o el estudio del arte rupestre del yacimiento, sobre
las que no nos detendremos. Sí recordaremos la diversidad de ocupaciones y de enterramientos revelada por los nuevos
trabajos, en contraste con la secuencia neolítica que parecía desprenderse de los materiales inicialmente conocidos.
VIII
[page-n-10]
Así, se confirma la cronología neolítica del enterramiento doble en una grieta de la cueva, cuyos dos individuos han
sido datados de media en 5331 y 5282 cal BC, con un ajuar del que formaba parte un vaso cardial, pero también se
comprueba que la cueva fue utilizada como lugar de enterramiento durante el Neolítico final y el Calcolítico, y hasta
en época andalusí.
Como en el caso de otras cavidades, Sarsa se revela como un espacio de habitación intensamente ocupado durante
el primer Neolítico por parte de un muy reducido número de familias, de modo que resulta lógico suponer una estrecha
vinculación con los poblados al aire libre que parecen existir en su entorno, como Les Dotze o la Solana de Carbonell.
A pesar de los pocos materiales recuperados en estos casos, su carácter de poblado resulta probado de acuerdo con las
enseñanzas derivadas del inmediato asentamiento de Benàmer y del Mas d’Is, y antes de Casa de Lara. Y es que, mientras en la cueva los materiales acumulados son consecuencia de entre tres y cuatro siglos de ocupación por los grupos
cardiales, lo que sabemos de Benàmer apenas demuestra que hubo una breve ocupación o tal vez que sólo conocemos
una parte del espacio que ocupó el poblado. Pues bien, agrupando yacimientos al aire libre, cuevas y abrigos con ocupaciones esporádicas, cuevas de inhumación y cuevas de habitación, P. García Borja nos propone situar las reflexiones
que emanan de la consideración del estilo de las cerámicas cardiales de Sarsa sobre el escenario de un poblamiento
formado por distintas comunidades que así ocupan las comarcas centro-meridionales valencianas. En el caso de Sarsa,
la comunidad se denomina de la Valleta d’Agres, mientras en los territorios próximos se desarrollan las del Benicadell,
cabecera del Serpis o cubeta de Villena. Sin duda se trata de una propuesta que habrá de tener un largo recorrido, siempre
de acuerdo con el relato que seguimos para explicar los inicios del Neolítico en nuestras tierras. Un relato que comienza
con el establecimiento de grupos pioneros, necesitados de relaciones con otros grupos más o menos lejanos que aseguran
su supervivencia, lo que se manifiesta en la precisa decoración de sus cerámicas. Después, la continuación del relato,
tras los tres o cuatro siglos que hemos atribuido al Neolítico antiguo cardial, conduce a que los grupos pioneros se han
convertido en varias decenas de asentamientos, que pueblan territorios considerables, y que siguen manteniendo aquellas
intensas relaciones que justamente asociamos a las decoraciones de sus cerámicas.
Cuando mediada la década de 1970 iniciábamos el estudio del Neolítico valenciano, en el Museo de Prehistoria del
SIP las dos pequeñas vitrinas dedicadas a la Sarsa seguían mostrando aquellos fragmentos de cerámica y los pequeños
vasos que habían impresionado a Bernabò Brea, pero ahora el Museo albergaba otro numeroso grupo de vitrinas en las
que se podían contemplar los grandes vasos cardiales de la Cova de l’Or. El estudio de la Sarsa parecía definitivamente
detenido, o limitado a la consideración de materiales o problemas puntuales. Afortunadamente no ha sucedido así. Pablo
García Borja ha desarrollado un trabajo intenso y continuado, exhaustivo en la documentación, abierto a las nuevas líneas de investigación, de cuyos resultados hemos podido conocer avances en los últimos años, destinado a abrir una nueva etapa en nuestros estudios neolíticos. El libro de Pablo García Borja nos devuelve la realidad de un yacimiento muy
importante, depositario de una documentación arqueológica capaz de iluminar el nacimiento y el devenir de aquellas
comunidades cardiales que en unos pocos siglos poblaron nuestros valles y montañas, e imprimieron en nuestro paisaje
la huella de sus campos y rebaños, de sus poblados, necrópolis y santuarios.
Bernat Martí Oliver
IX
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[page-n-12]
Índice
PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
1 LA COVA DE LA SARSA EN LA HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓgiCA
VII
1
3
Primeras referencias
3
Excavaciones iniciales
6
Intervenciones modernas, resultados antiguos
8
El siglo XXI: de vuelta a la primera línea
12
2 EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS DE LA COVA DE LA SARSA
15
Cerámica
16
Industria lítica
Industria lítica tallada
Elementos de molienda
Industria lítica pulimentada
Otros objetos
19
19
22
22
24
Fauna
25
Malacofauna
26
Industria ósea y elementos de adorno
26
Restos humanos
Relación de restos
Dataciones radiocarbónicas sobre restos humanos
La inhumación doble de la grieta interior
29
30
30
31
Pinturas rupestres
34
Materias colorantes
35
Restos vegetales carbonizados
35
Objetos metálicos
37
Dataciones radiocarbónicas
37
XI
[page-n-13]
3 METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO DE LA CERÁMICA PREHISTÓRICA
41
Análisis de los fragmentos
41
Labios 41
Bordes 42
Bases 42
Elementos de prensión
43
Técnicas decorativas específicas
44
Técnicas decorativas esenciales
45
Análisis de los vasos
45
Criterios métricos y morfológicos
46
Tipología 48
Organización de la decoración
53
Elementos 53
Motivos 54
Composiciones 54
Grupos compositivos 54
Representación gráfica de la decoración de un vaso 56
Temas y grupos temáticos 57
Tecnología 61
4 LOS FRAGMENTOS CERÁMICOS de la cova de la sarsa
71
Labios
71
Bordes
71
Bases
71
Elementos de prensión
72
Técnicas decorativas específicas
75
Decoración con mamelones
75
Teoría de mamelones 75
Pastillaje 75
Apliques seriados 75
Decoración de cordones
81
Cordón liso 81
Cordón impreso 81
Cordón inciso 85
Cordón realizado con mamelones 85
Decoración impresa
85
Impresión con el borde de una concha dentada 85
Impresión con el natis de una concha dentada 98
Impresión con el borde de una concha no dentada 101
Impresión de instrumento de punta única roma 102
Impresión de instrumento acabado en punta aguzada 105
Impresión de instrumento de punta doble 105
Impresión de instrumento de punta múltiple (gradina) 105
Impresión de instrumento de punta plana alargada (espátula) 108
Digitación 108
XII
[page-n-14]
Decoración incisa
108
De instrumento no dentado 108
De instrumento dentado 110
Pintura y engobe
112
Pintura no cubriente 112
Pintura cubriente 112
Relleno en la decoración 113
Decoración excisa
114
Estampado 114
Pseudoexcisión 114
Decoración en los labios
114
Labios impresos 114
Labios incisos 116
5 LOS VASOS DIFERENCIADOS DE LA COVA DE LA SARSA
117
Tipología
117
Vasos con decoración impresa cardial
117
Vasos con decoración impresa de gradina
119
Vasos con decoración inciso-impresa
126
Vasos con otras decoraciones impresas
126
Vasos con decoración incisa
126
Vasos con decoración peinada
126
Vasos con decoración impresa en los cordones
126
Vasos con cordones realizados con mamelones
126
Vasos con cordones lisos
126
Otros vasos decorados
126
Vasos sin decoración
132
Volumetría 132
Organización de la decoración
Grupos compositivos
132
132
Grupos compositivos en cerámica impresa cardial 137
Grupos compositivos en cerámica impresa de gradina 139
Grupos compositivos en el resto de cerámica impresa 145
Grupos compositivos en cerámica inciso-impresa 145
Grupos compositivos en cerámica incisa
145
Grupos temáticos
145
Líneas y bandas 145
Mosaicos 149
Glifos 149
Frisos 153
Metopas y ortogonales 153
Apliques 157
Escénicos y figurativos 157
Tecnología
Grupos tipológicos
Grupos temáticos
157
160
164
XIII
[page-n-15]
6 LA COVA DE LA SARSA Y LA SECUENCIA NEOLÍTICA VALENCIANA
165
La secuencia neolítica valenciana
168
Neolítico antiguo
171
Neolítico antiguo arcaico 171
Neolítico antiguo inicial 171
Neolítico antiguo pleno 175
Neolítico antiguo epicardial 178
Neolítico medio I
181
Neolítico medio II
181
Neolítico final
181
La cerámica de la Cova de la Sarsa en la secuencia neolítica valenciana
Neolítico antiguo inicial-pleno
Neolítico antiguo epicardial
Neolítico medio
Neolítico final
Otras fases prehistóricas
184
184
192
192
193
193
7 LA FUNCIONALIDAD DE LA COVA DE LA SARSA. APORTACIONES
195
DESDE LA CERÁMICA
Un repertorio multifuncional
195
Cuencos y ollas
195
Contenedores 199
Cántaros 199
Jarras y cubiletes
205
Formas singulares
205
Función simbólica de la cerámica
Cerámica en contextos funerarios
Representaciones humanas en las decoraciones
208
209
209
La Cova de la Sarsa: un lugar donde vivir
215
El territorio inmediato: la comunidad neolítica de la Valleta d’Agres
218
8 CERÁMICA E IDENTIDAD. APORTACIONES AL CONOCIMIENTO
223
DEL NEOLÍTICO VALENCIANO
La organización del territorio cardial valenciano
225
La comunidad del Benicadell
225
La comunidad de la cabecera del Serpis-Penàguila
227
La comunidad de Planes-Serpis medio
230
La comunidad del Serpis bajo-Marxuquera
231
Otras comunidades
233
La comunidad de la cabecera del Gorgos 234
La comunidad del bajo Gorgos-Girona 235
La comunidad de la cubeta del Vinalopó 235
La comunidad del Cànyoles medio
235
La Comunidad del Xúquer medio 237
Otros yacimientos
238
XIV
[page-n-16]
Un modelo interpretativo para el Neolítico valenciano
Subsistencia económica
Viabilidad demográfica
El mundo funerario
Práctica y creencia
El inicio del modelo de las comunidades cardiales
El final del modelo de las comunidades cardiales
9 Del fragmento y el vaso al estilo general y el contexto amplio
239
240
241
241
243
244
246
249
El estilo cerámico cardial valenciano
249
Muestra cerámica analizada
251
Tipología 252
Organización de la decoración
252
Producciones más comunes del Cardial valenciano
256
Patrones decorativos del Cardial valenciano
256
La cerámica de la Cova de la Sarsa en el contexto del Mediterraneo occidental
264
BIBLIOGRAFÍA
269
APÉNDICE
285
XV
[page-n-17]
[page-n-18]
Introducción
Las cerámicas neolíticas han ocupado buena parte de las líneas
de investigación a las que he dedicado más esfuerzos en mis
etapas de formación. Concretamente las cerámicas neolíticas
del ámbito mediterráneo. En este sentido, pude examinar colecciones como las recuperadas en los yacimientos valencianos de
Cova de l’Or de Beniarrés, Cova del Barranc Fondo de Xàtiva,
Cova Fosca de la Vall d’Ebo, o Colata de Montaverner, o en
el yacimiento malagueño de Cueva de Nerja, entre otros, que
me proporcionaron una experiencia y un grado de especialización importantes. Avanzados los estudios de estas colecciones,
sujetos a un trabajo de tesis doctoral, en el año 2007 se me
propuso centrar los esfuerzos en caracterizar y contextualizar
un conjunto en concreto no incluido en aquellos estudios, el
de la Cova de la Sarsa de Bocairent. En el año 2014 finalizó
el trabajo analítico y la redacción de los resultados, presentándose por primera vez en el acto de defensa de la tesis doctoral
que ha cimentado la presente publicación. Desvelado el objeto
de estudio, la cerámica prehistórica, y el objetivo, reflexionar
sobre el Neolítico antiguo valenciano, cabe advertir al lector
que en las próximas páginas se encontrará con un trabajo construido a partir de conceptos poco usuales ya en la disciplina arqueológica como tipología, cultura o descripción densa. Como
aportaciones más relevantes, deben considerarse la exposición
ordenada del conjunto de cerámicas analizado, su inserción en
las problemáticas actuales y la aplicación de una metodología
que ha sido revisada y ampliada, demostrándose útil para el
estudio de cualquier colección cerámica prehistórica.
El estudio analítico realizado parte de considerar que una
colección cerámica puede ofrecer información cronológica,
sobre límites territoriales, sobre interacciones y desvelar estructuras sociales, ideológicas o de producción de un grupo
humano. Dentro de cualquier comunidad existe un modo estandarizado de realizar las cerámicas. Pero, al mismo tiempo,
pueden coexistir modos menos extendidos que responden a la
tradición familiar o de grupo, transmitidos de unas generaciones a otras. El posicionamiento teórico subyacente y desde el
que se aborda el trabajo tiende a considerar al prehistoriador
como arqueólogo que estudia el pasado a través del análisis
de objetos recuperados en yacimientos arqueológicos, en mi
caso, bajo el paraguas metodológico de los fundamentos de
una escuela valenciana de arqueólogos y prehistoriadores que
sobresalió en la segunda mitad del siglo XX, cuyo incierto futuro deberá ser resuelto por las nuevas generaciones. Es de
alabar la postura de autores como Shanks, Witmore, Webmoor
y Olsen, que bajo la corriente etiquetada como “arqueología
simétrica” optan por poner en un primer plano al arqueólogo prehistoriador, ensalzando el trabajo físico en yacimientos
arqueológicos, la atención preferencial sobre los objetos y la
necesidad de fomentar los trabajos multidisciplinares dentro
de una disciplina arqueológica más definida e independiente.
Pero su crítica a la arqueología fenomenológica no va acompañada de una propuesta metodológica más específica que
resulte operativa para el tipo de estudios que abordamos. El
discurso de la arqueología simétrica alberga un énfasis en la
consideración del hombre como animal difícil de compaginar
con nuestra concepción del hombre como ser simbólico que
realiza objetos para satisfacer sus necesidades, lo que irremediablemente sitúa estos objetos a un nivel distinto del que ocupa el ser humano, cuyo comportamiento consideramos que es
el objetivo principal de cualquier estudio arqueológico.
El trabajo ha quedado dividido en ocho capítulos que forman
cuatro bloques. El primero está formado por los capítulos 1 y 2,
que centran su atención en la presentación del yacimiento de la
Cova de la Sarsa y de sus materiales en el contexto historiográfico valenciano y peninsular. El segundo bloque lo forma el capítulo 3, en el que se exponen los fundamentos metodológicos considerados en el estudio analítico de la cerámica prehistórica. En
los capítulos 4 y 5, que conforman el tercer bloque, se muestra la
colección cerámica de la Cova de la Sarsa. Finalmente, un cuarto
bloque interpretativo, de cuatro capítulos, en el que se discute el
marco cronológico y cultural, tratando de dar una explicación a
cuestiones tales como qué función tenía la cueva en el Neolítico
antiguo y cómo se relaciona con el resto de yacimientos de esta
fase que se conocen entre los ríos Xúquer y Vinalopó.
1
[page-n-19]
La presentación de los datos viene acompañada de una serie
de figuras en las que se muestra buena parte de los fragmentos
y vasos analizados. Cada fotografía o dibujo posee un número
de referencia, que coincide con el asignado en nuestra base de
datos. En los casos en los que el número vaya precedido por una
V, la referencia es a un vaso diferenciado.
Del mismo modo que al iniciar esta larga andadura no sabíamos a ciencia cierta qué colecciones centrarían nuestro interés,
finalmente la de la Cova de la Sarsa, ni qué resultados serían
los más relevantes, sí existía un objetivo claro en el horizonte:
los resultados serían publicados en la serie monográfica sobre
Prehistoria mediterránea más prestigiosa, la Serie de Trabajos
Varios del Servicio de Investigación Prehistórica del Museo de
Prehistoria de Valencia. La satisfacción que uno siente al ver este
objetivo cumplido, sólo es comparable al sentimiento de gratitud
para quienes han colaborado en la realización de este libro. Las
deudas contraídas son muchas y es de justicia agradecer a las
personas e instituciones que nos han prestado su apoyo. En el terreno científico, el lector especializado detectará la influencia de
Joan Bernabeu Aubán en el apartado metodológico y analítico;
con él empecé los estudios del Neolítico y bajo su dirección se
modeló y defendió la tesis doctoral preludio del presente trabajo.
El tribunal estuvo compuesto por Claire Manen, João Zilhão y
Bernat Martí Oliver, a quienes agradezco sus aportaciones, especialmente a Bernat Martí, quien desde el primer momento me
brindó sus consejos y su apoyo. Emili Aura Tortosa y Joaquim
Juan Cabanilles completan el círculo de mentores más próximos
e influyentes de mi formación, no sólo de la recibida en el campo
de la Prehistoria, también en la mejora de la sintaxis.
Buena parte de los dibujos de cerámicas impresas cardiales
han sido realizados por Emilio Cortell Pérez, con quien he pasado incontables horas mirando y dibujando fragmentos y vasos; ha sido tan buen compañero como excelente dibujante. Mi
gratitud póstuma a Vicent Casanova Vañó, con quien pasé otras
muchas tardes en Bocairent revisando materiales; descanse en
paz junto a María Dolores Asquerino Fernández, a la que no tuve
el placer de conocer en persona, pero que me animó en las fases
iniciales de este trabajo y me prestó toda su ayuda. A Ramón
Asquerino Fernández por facilitarme el acceso a información de
María Dolores tras su fallecimiento.
A Ignacio Montero Ruiz y a Carles Lalueza Fox por sus analíticas sobre objetos metálicos y ADN humano, respectivamente.
A Andrés Puertas Cabot, Guillem Pérez Jordà, Salva Pardo
Gordó y Domingo Carlos Salazar García, además de su amistad,
les agradezco sus comentarios, correcciones y colaboraciones.
A Oreto García Puchol, Juan Carlos Vera Rodríguez y Gabriel
García Atiénzar que revisaron el trabajo en primera instancia.
Al Departament de Prehistòria i Arqueologia de la Universitat
de València y a todos sus miembros, por hacerme lo más agradable posible mi paso por el mismo. A Lluís Molina Balaguer,
Teresa Orozco Köhler, Xelo Mata Parreño, Tina Badal García,
Agustín Diez Castillo y Manolo Pérez Ripoll, por atenderme
siempre que les he necesitado para cualquier duda. En el ámbito
universitario entablé amistad con arqueólogos y prehistoriadores
como Joan Palmer Broch, Dídac Roman Monroig, Inés Domingo Sanz, Guillermo Pascual Berlanga, María Ntinou, Rosa Puig
Moragón, Aleix Eixa Vilanova, Víctor Chaos López, Mario Sanz
Tormo, Agustín Zacaríes Romaguera, Marga Vadillo Conesa,
Amparo Valcárcel Estors, Magda Gómez Puche, Carmen Tormo
2
Cuñat, Ángela Pérez Fernández, Guillermo Tortajada Comeche,
Javi Soler Navarro, Felipe Pérez Ferrer, Carles Delgado Sanchis,
Juan Vicente Morales Pérez, Cristina Real Margalef y otros muchos con los que he pasado mis años en València y con los que he
podido discutir y modelar la obra que se presenta.
A los miembros del Museu Arqueològic Municipal “Camil
Visedo Moltó” de Alcoi, del Museu de Prehistòria de la Diputació de València y del Ajuntament de Bocairent. Especialmente
a José María Segura Martí, José H. Miró Segura, Nacho Grau
Mira, Isabel Collado Beneyto, Agustí Ribera Gómez, Josep
Pascual Beneyto, Helena Bonet Rosado, María Jesús de Pedro
Michó, Ángel Sánchez Molina, Josep Lluís Pascual Benito,
Carles Ferrer García, Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez, Alfred
Sanchis Serra, Manuel Gozalbes Fernández de Palencia y al
equipo de bibliotecarias del SIP, mi agradecimiento por su trato
amable y paciente.
A Xavi Oms Arias, Palmira Torregrosa Giménez, Eduardo
López Seguí, Carles Miret Estruch, Esther López Montalvo y
el Centre d’Estudis Contestans por algunas de las imágenes
utilizadas. Del mismo modo, al personal que integra el Museo
Histórico de Priego de Córdoba por su atención en la revisión
de la documentación allí depositada en el legado de María
Dolores Asquerino.
Agradecer las facilidades prestadas por las instituciones que
me han permitido revisar de forma directa los materiales de la
Cova de la Sarsa: Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo Moltó”, Museu de Prehistòria de València, Museu Arqueològic Municipal de Bocairent “Vicent Casanova”, Museo Arqueológico Nacional, Museu Arqueològic d’Ontinyent i la Vall
d’Albaida, Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat, Museo
Arqueológico Municipal de Enguera, Museu de Belles Arts de
Castelló, Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de
la Harvard University, Centre Excursionista de Tavernes de la
Valldigna, Ajuntament de Chella, Departament de Prehistòria de
la Universitat de Barcelona y Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada.
Las deudas en el apartado económico y el sentimental son
tan importantes o más que las académicas. Agradecer a la Junta
Rectora del Instituto Alicantino de Cultura “Juan Gil-Albert” de
la Diputació d’Alacant la concesión de una ayuda de Apoyo a
la Investigación en la convocatoria de 2014, en la modalidad de
Tesis en Ciencias Sociales y Humanidades. Buena parte de la
financiación necesaria para realizar el estudio de los materiales
ha corrido a cargo de lo que durante años he llamado fundación
García-Borja, en inicio formada por padres y abuelos, pero que
el paso del tiempo ha acabado por sustituir a los miembros más
mayores por otros más jóvenes. A mis padres Ricardo y Fina y a
mi hermana Sabela, que siempre están, a Sergio, Sergiet y Sabeleta, los últimos en llegar junto con Aleix, que ahora es el centro
gravitacional de una nueva familia formada junto con Yolanda,
con la que he compartido los mejores años, y ahora nos toca vivir
otros todavía mejores. Por último, en el recuerdo quedan mis
abuelos Carlos, Josefa, Joaquín y María, a quienes les quedó una
espina clavada en el corazón, pues ni pudieron cursar estudios
medios, ni pudieron proporcionárselos a mis padres durante la
dictadura franquista. En especial quiero acordarme de mi abuelo
Carlos, quien me preguntaba incluso en sus últimos días cómo
iba “esa tesis doctoral”; con él adquirí un compromiso que espero haber saldado.
[page-n-20]
1
La Cova de la Sarsa en la historia
de la investigación arqueológica
La Cova de la Sarsa está ubicada en el término municipal de
Bocairent (Valencia), a 2,5 km de su centro histórico. Se sitúa
en la vertiente norte de la Serra Mariola, en la partida de Mossén Gregori, unos 860 msnm y a 650 m del llano cultivable (fig.
1.1). Se trata de una cavidad abierta en los terrenos cársticos
formados por biomicritas y margas amarillas del Cretácico Superior. En la actualidad, las inmediaciones de la entrada se encuentran cubiertas por una vegetación de encina y arbustos de
monte bajo, como romero, tomillo, aliagas y zarzas (fig. 1.2).
No existen terrenos en explotación agrícola de regadío o secano en su alrededor.
La entrada está orientada al noreste, motivo por el que
apenas recibe luz solar. Es muy probable que el acceso haya
sufrido modificaciones desde época neolítica, pues las rocas
desprendidas a lo largo de la entrada indican que existía una
amplia visera como antesala al vestíbulo. La falta de luz y la
elevada actividad hídrica de sus galerías, provocan un alto grado de humedad en su interior.
La boca de entrada actual es de forma trapezoidal, con unas
dimensiones de 4,50 m de ancho y 2 m de alto (fig. 1.3). Se encuentra cerrada como consecuencia de las obras realizadas en
el verano de 1971 (fig. 1.4), pues la cueva era motivo de numerosas visitas por parte de vecinos, excursionistas y aficionados
a la espeleología que suponían un riesgo para la preservación
de los restos arqueológicos conservados en la cueva. Desde
ella se divisa el amplio valle conocido como Valleta d’Agres,
pequeña unidad geográfica que se estrecha hacia el este, en dirección a Alfafara y Agres.
La boca proporciona el acceso a un vestíbulo alargado, de
12 m de longitud, 7 m de anchura y 3 m de altura, que comunica con el resto de la cueva hacia el sureste de forma suave, si
bien en la actualidad se accede por medio de un brusco escalón, cuya pared sureste está cubierta de piedras procedentes de
las excavaciones realizadas en la cueva por Fernando Ponsell
Cortés. Al sureste del vestíbulo se abre una estrecha gatera que
comunica con otra sala interior previa a las intrincadas galerías
y pasadizos que conforman el laberíntico conjunto cárstico de
hasta 47 m de desnivel, con un recorrido total de unos 200
metros (fig. 1.5).
PRIMERAS REFERENCIAS
En 1914 el abate Henri Breuil publica una descripción de la
cueva fruto de una visita que realiza a la misma, refiriéndose
a ella como “Cueva de la Zarza de San Blas”. No cabe duda
de que se refiere a la Cova de la Sarsa, si bien, en ningún momento es considerada como yacimiento arqueológico (Breuil,
1914; Breuil y Obermaier, 1914): “Cette belle caverne s’ouvre
au voisinage de l’hermita de San Blas. Elle débute par un vestibule clair auquel fait suite, à droite, un couloir de 150 m de
long environ, qui débouche vers le milieu d’une grande galerie
transversale. Ce couloir est parfois très étroit, particulièrement
à l’entrée, au milieu et à sa terminaison; dans sa paroi gauche s’ouvre un puits, plus loin un bas-fond est rempli d’eau
limpide. Ce couloir débouche dans la grande galerie par une
chatière qu’il est nécessaire de repérer exactement afin de la
reconnaître au retour; elle est en effet très difficile à retrouver
au milieu des salles labyrinthiques formées par les rideaux de
stalactites de la galerie. Cette galerie a 200 m de long env. A
droite elle s’élargit en grandes chambres avec de belles bornes stalagmitiques humides. A gauche la galerie descend par
ressauts successifs; le sol est très humide, avec nombreuses
flaques d’eau limpide. Tout au fond la galerie se termine par
une vasque pleine d’eau de 1 m 50 de profondeur, au bord
de laquelle les parois sont couvertes d’efflorescences stalagmitiques tendres et crayeuses. Toute cette partie gauche de
la galerie a été longtemps submergée. Dans le couloir près
de l’entrée, il y avait beaucoup de Laemostenus et des Staphyhnides sous les pierres. Dans la partie droite de la grande
3
[page-n-21]
Fig. 1.1. Localización geográfica de la Cova de la Sarsa sobre mapa del Institut Cartogràfic Valencià.
Fig. 1.2. Boca de entrada a la cueva (fotografía: Héctor Juan).
4
Fig. 1.3. Boca de entrada a la cueva en los inicios del siglo XX
(Archivo SIP).
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Fig. 1.4. Cierre de la cueva en febrero de 1971 (Legado M.D.
Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
galerie, des Thysanoures ont été pris courant sur les bornes
stalagmitiques humides avec de petits Diplopodes blancs; de
petits Aranéides tissent de grandes toiles entre les stalactites. Il
n’existait pas d’animaux dans des amas de guano. Enfin dans
la partie gauche de la galerie, des Collemboles ont été recueillis sur les flaques d’eau” (Breuil, 1914: 502).
Su consideración como yacimiento arqueológico no llegará hasta la década de los años 20 del siglo XX (Ballester, 1928),
cuando en 1926 es visitada por Ponsell al intentar localizar el yacimiento de la Caseta Molina, descubierto por Camil Visedo Moltó
(Visedo, 1925), donde se recuperó “ceràmica amb incisions de cardium d’una cova del terme de Bocairent”. Este último yacimiento
fue objeto de varias visitas por parte del propio Visedo, pues se
encontraba junto a la caseta homónima, propiedad de un familiar
suyo. También María Dolores Asquerino Fernández realizó excavaciones en la cueva ya en el último tercio del siglo XX, pasando a
denominarse Coveta Emparetà (Asquerino, 1975).
Desde el mismo momento de su descubrimiento, la Cova
de la Sarsa adquiere gran relevancia, integrándose en el círculo cultural que presenta cerámicas decoradas mediante la
impresión con concha dentada (Ballester, 1928), que Colominas (1925) denomina de tipo Montserrat o Montserratina en su
publicación La Prehistòria de Montserrat. Al interés científico
de las piezas recuperadas, se unió el de acrecentar los fondos
del recién creado Museo de Prehistoria de la Diputación Provincial de Valencia, provocando que la Cova de la Sarsa pasara
a ser objeto de una intervención arqueológica bajo la dirección
de Ponsell y el patrocinio del Servicio de Investigación Prehistórica-Museo de Prehistoria de la mencionada Diputación
(en adelante SIP).
Fig. 1.5. Topografía de la cueva realizada por R. Pla y F. Pavía entre 1963-64.
5
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EXCAVACIONES INICIALES
Las primeras intervenciones arqueológics en la Cova de la Sarsa
fueron realizadas por Fernado Ponsell en el primer tercio del
siglo XX. Es un investigador vinculado inicialmente al grupo
de aficionados a la arqueología que trabaja en la zona de Alcoi,
cuyo máximo exponente acabará siendo Camil Visedo, si bien
siempre mantendrá cierta independencia en sus trabajos. Desde
1927 pasa a relacionarse de forma directa con el recientemente
creado SIP, entregando sus colecciones en venta a la Diputación
Provincial de Valencia, con el fin de crear un museo vinculado
a dicho servicio (De Pedro, 2006; Segura, 2006), con quien establece una relación contractual para la realización de excavaciones arqueológicas.
Fruto de esta relación, en 1928 deposita un lote de materiales que había recuperado en intervenciones realizadas por su
cuenta en la cueva entre 1927 y 1928 (Ballester, 1929; Ponsell,
1929). Desde este año, Ponsell es nombrado comisionado por
Isidro Ballester Tormo para la realización de excavaciones arqueológicas por encargo del SIP (Segura, 2001), que pasa a ser
la institución responsable de sus actuaciones en la cueva (Ballester, 1935 y 1942), financiando nuevas intervenciones durante los veranos de 1931, 1932, 1935 y 1939. Desde 1939 no existe constancia de que realizara más excavaciones arqueológicas
en Sarsa, dejando de ser comisionado del SIP ese mismo año.
Esta misma institución intentará años más tarde retomar la
actividad arqueológica en la cueva, esta vez bajo la dirección
de Vicent Pascual Pérez y Julián San Valero Aparisi. En 1951
Enrique Pla Ballester y Domingo Fletcher Valls se desplazan a
Bocairent con motivo de la preparación de estas campañas de
excavación, para inspeccionar de forma directa las posibilidades que ofrecía (Fletcher, 1952). Finalmente nunca llegaron a
realizarse por diferentes motivos, no llevándose a cabo ya ningún proyecto de excavación por parte del SIP, reduciéndose la
actividad en la cueva a visitas por parte de algunos de sus técnicos (fig. 1.6) para controlar el estado de conservación de los
sedimentos de la misma.
Las publicaciones de los materiales recuperados en las intervenciones llevadas a cabo por Ponsell muestran desde el inicio la
importancia de la cavidad y la extraordinaria calidad de sus mate-
Fig. 1.6. Visita a la cueva por parte de Enrique Pla Ballester
(superior izquierda) y varios vecinos de la población en la primera
mitad de la década de 1960 (Archivo SIP).
6
riales arqueológicos. La interpretación inicial que se realiza es la
de asociar las cerámicas cardiales a un enterramiento eneolítico
(Ballester, 1928), visión que coincide con la del propio Ponsell
(1929), quien define el yacimiento como cueva sepulcral. Del
resto de campañas, apenas existen algunas referencias recogidas
en los anuarios de actividades titulados La labor del Servicio de
Investigación Prehistórica y su museo en el pasado año.
Desde un primer momento los materiales de la Cova de la
Sarsa quedan vinculados a los ya conocidos de las cuevas de
Montserrat (Barcelona), incidiendo en los planteamientos expuestos por Pere Bosch Gimpera para el Neolítico peninsular
(Bosch Gimpera, 1920, 1923; Bosch y Pericot, 1925). La cerámica cardial se adscribe inicialmente a la Cultura Central o
Cultura de las Cuevas y a la Cultura de Almería, proponiéndose
una cronología avanzada (Bosch Gimpera, 1932) e interpretando que la mayor complejidad técnica y decorativa de sus vasos
cerámicos decorados responde a su menor antigüedad (Martí,
1985). Luis Pericot (1934), influenciado por la obra de Bosch
Gimpera, sitúa los contextos cardiales dentro del conjunto de
cerámicas neo-eneolíticas, vinculadas al mundo campaniforme.
Este esquema se mantiene hasta la publicación de la secuencia estratigráfica de la Esquerda de les Roques (Torrelles de
Foix, Barcelona), que demuestra la mayor antigüedad de las cerámicas cardiales, desvinculándolas de las campaniformes (Grivé, 1936). Estas aportaciones serán tomadas en consideración
por Julio Martínez Santa-Olalla (1941), quien distingue el Mesolítico o Neolítico antiguo del Neolítico reciente, que a su vez
comprendía las culturas Hispano-Mauritana e Ibero-Sahariana.
La Cova de la Sarsa queda incluida en el Neolítico reciente dentro de la Cultura Hispano-Mauritana.
En este contexto historiográfico, la Cova de la Sarsa adquiere mayor relevancia gracias a los trabajos de San Valero. Será el
responsable de mostrar la riqueza del yacimiento y en especial
de la cerámica decorada con la técnica de la impresión cardial,
proponiendo su gran difusión a lo largo de Europa y África (San
Valero, 1942). El estudio que acomete en la primera mitad de
la década de los años 30 sobre los materiales que Ponsell había
depositado en el Museu de Prehistòria de València, le permite
realizar una serie de publicaciones (San Valero, 1942, 1947 y
1948a) que culminarán con la elaboración de una obra monográfica (San Valero, 1950) (fig. 1.7). La publicación de 1942
se constituirá como un referente en la bibliografía neolítica,
proporcionando un marco de interpretación en el que la Cova
de la Sarsa adquiere una especial significación. Partiendo de la
sistematización de Martínez Santa-Olalla (1941) sitúa la cueva en el Neolítico Hispánico, más concretamente en la Cultura Hispano-Mauritana cuyo máximo exponente es la cerámica
cardial, rechazando criterios de tosquedad tecnológica y decorativa como indicio de mayor antigüedad, situándola en momentos anteriores al vaso campaniforme. San Valero propone
que la procedencia del Neolítico Hispánico debe ubicarse en la
costa norte de Marruecos. El proceso de neolitización converge
con el norteafricano para expandirse por el resto de la península
ibérica, generando diferencias regionales. Son evidentes las relaciones mantenidas por el pueblo de la cerámica cardial con los
neolíticos de la Cultura de Almería, existiendo en un momento
dado una coincidencia espacial y cronológica con el Neolítico
medio o Hispano-Mauritano. Se distinguen dos espacios geográficos según la presencia o ausencia de cerámica impresa cardial,
[page-n-24]
Fig. 1.7. Volumen nº 12 de la Serie de Trabajos Varios del SIP.
que se corresponden con dos fases del Neolítico Mauritano (San
Valero, 1950): la primera, del sur del río Xúquer al cabo de la
Nau, la segunda, de Almería al cabo de Sant Antoni. Finalmente
la cueva queda encuadrada dentro de lo que denomina Neolítico
IB (San Valero, 1954), caracterizado por la presencia de cerámica
cardial, y que ocupa el sudeste, levante y norte de la serranía del
Guadalquivir hasta la costa media de Portugal.
En estos momentos de la investigación la cueva es cita
obligada en cualquier trabajo de síntesis regional o peninsular
(Jordá y Alcácer, 1949; San Valero, 1950; Fletcher, 1953 y
1956; Jordá, 1953), incorporándose los resultados obtenidos
en otros yacimientos en estudio con niveles pertenecientes a
los últimos momentos del Paleolítico, como la Cueva de la
Cocina (Dos Aguas), Malladetes (Barx) o la Covacha de Llatas (Andilla). Sin embargo, la secuencia arqueológica que iba
a dar explicación al origen de los materiales de la Cova de la
Sarsa y que determinaría el futuro de los trabajos de síntesis
peninsular se encontraba en el noroeste de Italia. En 1956,
Luigi Bernabò Brea publica el segundo volumen de las excavaciones en el yacimiento de Arene Candide (Finale Ligure).
Sus reflexiones provocan que de forma generalizada se pase
de una visión mediterránea africanista, a una visión mediterránea continental costera a la hora de explicar la difusión
del Neolítico. No se trata de un yacimiento desconocido en la
historiografía peninsular, San Valero (1948b) lo incluye como
ejemplo de la expansión cardial desde África, coincidiendo
con los postulados del primer volumen del yacimiento (Bernabò, 1946). El cambio fundamental en la nueva propuesta
de Bernabò Brea (1956) reside en descartar la postura inicial
africanista por otra en la que se considera que es en el Oriente
Próximo donde hay que buscar el origen cultural del Neolítico
mediterráneo, siendo poco factible la propagación del mismo
por el norte de África desde la zona sirio-anatólica, por la
falta de cerámicas impresas en Egipto. Afirma que la cultura
de las cerámicas impresas pertenece al Neolítico inicial tras
constatar que, en los yacimientos con estratigrafía de toda la
cuenca mediterránea occidental, la cerámica impresa aparece en el nivel neolítico más profundo. Bernabò llega a esta
conclusión tras la revisión de buena parte de los materiales
neolíticos de la costa mediterránea, visitando un importante
número de museos españoles, incluyendo el Museu de Prehistòria de València, en donde observa de primera mano las
colecciones de la Cova de la Sarsa (Martí, 2008), cuya homogeneidad es destacada (Bernabò, 1956).
Estas propuestas serán recogidas de forma inmediata por
la bibliografía peninsular (Tarradell, 1962, 1963 y 1965; Pellicer, 1964 y 1967), de la que San Valero deja de ser partícipe
por centrar su investigación en otros campos, citándose la Cova
de la Sarsa en todos los planteamientos sobre el Neolítico como
ejemplo de yacimiento sin influencias de sustrato mesolítico,
cuyos materiales presentan evidentes relaciones con el Mediterráneo (Fletcher, 1963a). En esos momentos se incorpora a la
bibliografía un nuevo yacimiento neolítico cuyos materiales arqueológicos presentan múltiples paralelos con los de la Cova de
la Sarsa. Se trata de la Cova de l’Or, cuya excavación resultará
determinante a la hora de contextualizar de forma más precisa
los materiales de Sarsa. Descubierta en los años 30 del pasado
siglo, Rafael Pardo Ballester realizará en ella diferentes sondeos
cuyos materiales depositará en el Museu de Prehistòria de València (Martí, 1977), aunque las primeras referencias publicadas
datan de mediados del pasado siglo XX (Visedo, 1962; Fletcher,
1963a). Será Vicent Pascual quien inicialmente dedique mayor
atención al yacimiento, recogiendo en sus visitas una serie de
materiales de gran relevancia que deposita en el Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi, cuyos fondos albergan diferentes lotes
procedentes de donaciones y una campaña de excavación (Martí,
1977; García Borja et al., 2011b). Desde ese momento, las exploraciones en la cueva se suceden hasta que en 1955 se inicia
una serie de excavaciones bajo el patrocinio del SIP y la dirección de San Valero y el propio Pascual. Las primeras noticias ya
advierten que se trata de un yacimiento de gran relevancia para el
Neolítico mediterráneo, sospechas que quedan confirmadas con
la publicación de un conjunto de semillas carbonizadas (Hopf,
1966) y los resultados de las dataciones por Carbono 14 de algunas de ellas (Schubart y Pascual, 1966). A partir de ese momento
la Cova de la Sarsa y la Cova de l’Or constituirán un tipo de yacimiento específico, imposible de eludir en cualquier síntesis sobre
el Neolítico peninsular o el final del Paleolítico. En la revisión
que Javier Fortea (1973) realiza de los contextos epipaleolíticos
en relación a los neolíticos, la Cova de l’Or y la Cova de la Sarsa
adquieren la consideración de yacimientos paradigma de grupos
neolíticos “puros” dentro de su propuesta de neolitización, proporcionando una explicación sólida a una nueva problemática de
la que se hace eco Ana María Muñoz (1970): el papel del sustrato
epipaleolítico en la neolitización mediterránea.
7
[page-n-25]
La obra de Fortea cimentará los nuevos postulados sobre
los que gravitará una renovada escuela valenciana, que vuelve
a constituirse como uno de los referentes más importantes a la
hora de explicar el Neolítico desde una perspectiva completa
y compleja, incidiendo en la necesidad de establecer modelos
generales a través de la creación de amplios grupos de trabajo
formados por diferentes especialistas. En la historiografía neolítica valenciana, el máximo exponente de esta nueva escuela es
Bernat Martí Oliver (1978a, 1978b, 1985, 2008). Sus postulados constituirán un nuevo punto de partida para gran parte de
los trabajos que ahora se inician, asentados en su tesis doctoral
(1978a) sobre el Neolítico valenciano y peninsular. Partiendo de
la necesidad de estudiar cada yacimiento desde un punto de vista
multidisciplinar a partir del examen minucioso de la totalidad de
los materiales que forman el registro arqueológico, aborda una
profunda revisión del concepto de Neolítico (1978b), proponiendo un modelo explicativo que mantiene vigentes numerosos aspectos (Martí, 1978a, 1978b, 1982, 1985 y 2008), especialmente
en lo que al proceso de llegada del Neolítico se refiere, tema que
retomará junto al propio Fortea (Fortea y Martí, 1984-85), con
Joan Bernabeu (Bernabeu y Martí, 1992) y, finalmente, estableciendo una estrecha colaboración con Joaquim Juan Cabanilles
(Martí y Juan Cabanilles, 1997 y 2003; Juan Cabanilles y Martí,
2002 y 2008), con quien actualizará y revisará desde una perspectiva mediterránea los aspectos más relevantes de la llegada
del Neolítico a la península ibérica. El yacimiento sobre el que
se aplicará esta nueva metodología de trabajo es la Cova de l’Or
(Martí, 1977, 1983a, 2000; Martí et al., 1980), generando su excavación un importante número de estudios, tesinas y tesis doctorales. Entre la gran cantidad de trabajos realizados, citaremos
como ejemplos destacados los de Joan Bernabeu, Ernestina Badal, Josep Lluís Pascual Benito o Joaquim Juan Cabanilles, que
a día de hoy siguen siendo obras de referencia para la Prehistoria
reciente valenciana.
INTERVENCIONES MODERNAS, RESULTADOS
ANTIGUOS
La Cova de la Sarsa es objeto de un nuevo proyecto de intervención arqueológica que se inicia a principios de los años 1970 bajo
la dirección de M.D. Asquerino. El objetivo principal era establecer la secuencia arqueológica de la cueva y contextualizar los
nuevos hallazgos. La llegada de Asquerino a tierras valencianas se
produce como consecuencia de la realización de su tesis doctoral
en la década de los años 60 del siglo XX. La necesidad de conocer de primera mano las características de los materiales neolíticos
peninsulares la llevará a visitar los museos en los que están depositadas las colecciones más importantes. Durante estos viajes
establece una intensa relación con el Museu Arqueològic d’Alcoi,
colaborando con su entonces director V. Pascual, llegando incluso
a dirigir esta institución municipal entre 1976 y 1977. La colaboración con investigadores alcoyanos la pone en contacto con
Vicent Casanova Vañó, miembro del Centre Excursionista de Bocairent y conocedor de gran parte de los yacimientos de su término
municipal. Es conocido por su breve intervención de salvamento
en la Cova de la Sarsa tras el descubrimiento de unos restos humanos en una grieta de la cueva en 1969 (Casanova, 1978). Asquerino media para realizar la restauración de los vasos cerámicos
recuperados por Casanova, publicando el conjunto de materiales
8
documentados (Asquerino, 1976) e iniciando una estrecha colaboración que facilitaría la realización de excavaciones arqueológicas
en yacimientos situados en el término de Bocairent.
La primera intervención arqueológica de Asquerino en el País
Valenciano se proyecta tras encontrar la localización de la Coveta
Emparetà (Bocairent, Valencia) en noviembre de 1970. Este yacimiento había sido explorado en la década de 1920 por Visedo
(1925) con el topónimo de Caseta Molina, nombre con el que
se refieren a ella también San Valero (1942) y Ballester (1928).
En la primavera de 1971, perteneciendo Asquerino al Instituto
Nacional de Prehistoria, realiza la primera y única campaña de
excavaciones en esta cueva (fig. 1.8) (Asquerino, 1975).
Esta misma institución financiará los sondeos que la investigadora realiza el mes de junio de ese mismo año en la
Penya Roja de Catamarruc (Planes, Alicante) (Asquerino,
1972), así como las que, entre los veranos de 1971 a 1974,
dirige en la sala del vestíbulo de la Cova de la Sarsa. Entre 1976 y 1978 interviene en el yacimiento del Tossal de
la Roca (La Vall d’Alcalà, Alicante), trabajos que años más
tarde continuará Carmen Cacho Quesada (Cacho et al., 1995
y 2001). Entre 1979 y 1981 retomará las excavaciones en la
Cova de la Sarsa, esta vez en la conocida como “Gatera” o
Sector II (Asquerino et al., 1998).
Las excavaciones arqueológicas de Asquerino en la Cova
de la Sarsa quedan, por tanto, divididas en dos etapas: la primera entre 1971 y 1974, la segunda entre 1978 y 1981. En la
primera fase, los trabajos se centran en la clasificación de las
colecciones depositadas en Bocairent por aficionados locales y
en la realización de un sondeo en la sala del Vestíbulo (Asquerino, 1978). Las campañas de excavación se inician en febrero
de 1971, retomándose entre julio y agosto del mismo año (fig.
1.9). Los buenos resultados que a priori ofrecen los trabajos
provocan que entre marzo y abril de 1972 se amplíe la campaña
de excavación programada, demostrando que en el vestíbulo
existe una importante acumulación de sedimento de más de dos
metros de profundidad (fig. 1.10). En julio de 1973 y en abril
de 1974 se realizan dos nuevas campañas de excavación, confirmándose los peores presagios que pronosticaban una elevada
alteración del sedimento conservado como consecuencia de la
Fig. 1.8. M.D. Asquerino en la Coveta Emparetà (Legado M.D.
Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
[page-n-26]
Fig. 1.9. Estudio de los materiales arqueológicos en una de las salas
del ahora Museu Arqueològic Municipal de Bocairent en el verano
de 1971. De izquierda a derecha: M.I. de Rojas Cincunegui, J.M
Segura, E. Cortell y M.D. Asquerino (Legado M.D. Asquerino al
Museo Histórico de Priego de Córdoba).
intervención de Ponsell (fig. 1.11). Este hecho queda confirmado por la aparición de materiales contemporáneos en los estratos más profundos del vestíbulo.
Hasta la fecha, son las únicas intervenciones realizadas en la
Cova de la Sarsa utilizando una metodología arqueológica (fig.
1.12), si bien la estratigrafía final carece de fiabilidad. La autora
considera que todos los materiales recuperados se encuentran
en niveles revueltos, hecho provocado por el vaciado de la sala
por parte de Ponsell y su posterior colmatación con sedimentos
extraídos a medida que avanzaba la intervención de éste. La información obtenida del estudio de los materiales arqueológicos
resultó más satisfactoria, pues el cribado de todo el sedimento
extraído en las excavaciones (fig. 1.13) permitió recuperar un
buen número de restos, presentando su cultura material unas
características diferentes a las que hasta ahora se le presuponía, pues se recuperó gran cantidad de restos de talla, fauna o
cerámica no decorada (Asquerino, 1978). También se realiza la
Fig. 1.10. M.D. Asquerino en la cata realizada en el vestíbulo en 1972
(Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
Fig. 1.11. Fernando Ponsell de visita a las excavaciones en la
Cova de la Sarsa en 1974 (Legado M.D. Asquerino al Museo
Histórico de Priego de Córdoba).
primera topografía detallada de la zona de entrada, situándose
en un plano los sectores diferenciados por la investigadora, las
zonas de excavación y el espacio en el que se produjo el hallazgo de la inhumación doble (fig. 1.14). Vuelve a constatar que
únicamente en los sectores I y II se localiza sedimento arqueológico, coincidiendo con la exploración realizada por Ponsell
entre 1935 y 1939, en la que incluye varias catas en las salas
interiores, no documentando estratos arqueológicos más allá de
la zona de entrada o vestíbulo (Ballester, 1942).
Fig. 1.12. Tareas de diferenciación sedimentológica del vestíbulo
en 1972 (Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego
de Córdoba).
9
[page-n-27]
Fig. 1.13. Tareas de cribado durante la campaña de 1972 (Legado
M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
Las dificultades con las que se encuentra Asquerino a la hora
de obtener una secuencia arqueológica fiable que permitiera ordenar cronológicamente los restos arqueológicos, provoca la paulatina desaparición de Sarsa como cita obligada en los nuevos
planteamientos de los años 80 y 90. Su registro sólo es capaz de
aportar nuevos materiales muebles, quedando relegada en los debates que afectan a las problemáticas derivadas del mayor número de intervenciones arqueológicas a escala peninsular y europea.
A la hora de abordar debates de actualidad de ese momento (Martí, 1978b; Fortea y Martí 1984) como la aparición del Neolítico,
qué ancestros de plantas y animales existían en la península ibérica antes de su llegada o si el horizonte cardial es el más antiguo
de la península (Guilaine et al., 1987), la Cova de la Sarsa no
aporta ninguna novedad, si bien la riqueza de sus materiales sigue estando presente en los círculos de discusión académica (fig.
1.15). Pasa a formar parte de los yacimientos que Martí denomina
Neolítico “tipo Or” (1978b), caracterizados por la ausencia de
materiales que remiten a un sustrato mesolítico, siendo la totalidad de la cultura material de adscripción neolítica.
Fig. 1.14. Topografía de la zona
de entrada a la cueva a partir de
dibujo de J.M. Segura Martí y
J.L. Martínez Jayo en 1971.
10
[page-n-28]
auxiliares y la incorporación de múltiples especialistas resulta
ya indispensable a la hora de interpretar los yacimientos arqueológicos. Pero la propia localización del sector, su topografía, la
metodología de excavación empleada y la escasa representación
porcentual de los materiales obtenidos respecto del conjunto de
la cueva, obligan a tratar los resultados con prudencia.
Es una publicación que llega en un momento en el que la investigación sobre el Neolítico valenciano ha adquirido un nuevo
rumbo. La excavación de importantes yacimientos con estratigrafía que son estudiados por nuevas generaciones ponen de manifiesto la incapacidad de abordar las problemáticas generadas
por los círculos de investigación valenciana y peninsular a partir
de la alterada secuencia estratigráfica de Sarsa. Los nuevos trabajos de síntesis se centraban en las colecciones de la Cova de l’Or,
la Cova de les Cendres o la Cova d’en Pardo (Bernabeu, 1989;
Juan Cabanilles, 2008; Soler y Roca, 2010) y hasta avanzado el
nuevo milenio ya no se acometerán proyectos de investigación
que incluyan a la Cova de la Sarsa. Únicamente se procederá al
estudio de materiales recuperados en las excavaciones antiguas,
enmarcados en trabajos específicos de ámbito regional sobre la
piedra pulida (Orozco, 2000), objetos de adorno (Pascual Benito, 1998) o cerámicas con cierto significado simbólico (Martí y
Hernández, 1988) con evidentes paralelos en el recientemente
Fig. 1.15. Actas del coloquio internacional sobre Neolítico en el
mediterráneo occidental celebrado en Montpellier en 1983.
El último intento que realiza Asquerino por establecer la secuencia arqueológica de la cueva se produce en los veranos de 1979
y de 1981, años en los que se acomete la excavación del Sector II o
“Gatera” (Asquerino et al., 1998). Se trata de un estrecho espacio
al que se accede desde el vestíbulo por un paso junto al muro de
piedras realizado por Ponsell (fig. 1.16). Se encuentra unos 3 m por
debajo de la cota del vestíbulo, y aunque su superficie presenta más
de un metro de anchura, la altura hasta el techo no supera los 0,7
m, siendo la potencia estratigráfica de unos 0,6 m en una superficie
excavada de 1,3 x 0,8 m. Las características de la zona intervenida
condicionaron la metodología utilizada (fig. 1.17). Únicamente una
persona podía estar presente durante la excavación, extrayéndose
la totalidad del sedimento de cada capa artificial y recuperándose
los restos mediante cribado. Éstos aparecían entre un sedimento
arcilloso embarrado, pues la gatera se encuentra en un espacio de
elevada actividad hídrica por el que el agua va filtrándose desde el
vestíbulo hasta el interior de la cueva.
La publicación en 1998 de estos nuevos materiales será
el último trabajo de investigación que Asquerino dedique a la
Cova de la Sarsa (Asquerino et al., 1998). Se trata de un sector
que no había sido excavado por Ponsell, constituyendo la única
intervención en la cueva que ha proporcionado una secuencia
estratigráfica en principio no alterada. Se contó con un amplio
grupo de especialistas que realizaron estudios antracológicos,
faunísticos, palinológicos y carpológicos. Es innegable el esfuerzo por incorporar los resultados de la excavación a las discusiones vigentes a finales de los años 90, donde las ciencias
Fig. 1.16. Muro de piedras construido por Ponsell junto a la gatera.
Fig. 1.17. Trabajos en la gatera durante la campaña de 1979 (Legado
M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
11
[page-n-29]
descubierto Arte Macroesquemático (Hernández et al., 1994). A
ello hemos de unir la fría relación de Asquerino con parte de las
instituciones valencianas dedicadas a la arqueología, aunque en
sus últimos años de vida, superada esa frialdad, nos ofreció particularmente toda su ayuda y ánimo, autorizándonos sus familiares más próximos a revisar de primera mano la documentación
conservada en el Museo Histórico de Priego de Córdoba, como
parte de su legado.
EL SIGLO XXI: DE VUELTA A LA PRIMERA LÍNEA
En febrero de 1985 el Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi
“Camil Visedo Moltó” recibe una importante donación de materiales arqueológicos de Juan Faus Cardona, que la familia de
Ponsell le había legado tras su muerte (fig. 1.18). Se trataba de
los restos arqueológicos de las excavaciones pioneras en la cueva, que Ponsell había conservado en su domicilio durante años.
Revisados inicialmente por la propia Asquerino y también por
Martí y Hernández (1988), será Germán Pérez Botí quien acometa su catalogación y estudio (Pérez Botí, 1999). Se trata de un
importante conjunto en el que destaca la presencia de ejemplares
cerámicos decorados, así como restos humanos, adornos y huesos trabajados.
Fig. 1.18. Noticia publicada el 28-2-1985 en el diario “Ciudad” de
Alcoi que recoge la donación del lote de piezas que la familia de
Ponsell conservaba.
12
El mismo Pérez Botí (2001) realizará una revisión de la decoración figurada de la cerámica neolítica de la cueva. Siguiendo la senda marcada por Martí y Hernández (1988), propone la
existencia de paralelos en las decoraciones cerámicas de Sarsa
con manifestaciones artísticas rupestres de estilo Macroesquemático y Esquemático. Repasa las pinturas existentes en el entorno de la cueva adscritas a este último estilo pictórico, con las
que encuentra paralelos en las decoraciones cerámicas, proponiéndose para el arte Esquemático una función delimitadora de
un territorio, siguiendo las propuestas que defienden una cronología neolítica para este tipo de arte (Torregrosa y Galiana,
2001). Es una cuestión que hemos retomado recientemente a la
hora de valorar la Valleta d’Agres como un territorio neolítico
bien delimitado que forma lo que denominamos una comunidad
(García Borja et al., 2011c).
El descubrimiento de restos de pinturas de estilo esquemático en el interior de la cueva se inserta de forma coherente en
estas propuestas. Este hallazgo es expuesto por primera vez
en el IV Congreso sobre Neolítico peninsular celebrado en la
ciudad de Alicante (Miret et al., 2008). Se trata de diferentes restos de pintura roja entre los que destaca la presencia
de una figura antropomorfa, suscitando gran interés desde su
descubrimiento, por encontrarse en las salas interiores carentes de luz solar, además de las implicaciones cronológicas que
conlleva ligar las pinturas con las ocupaciones del Neolítico
antiguo. Los estudios sobre las pinturas rupestres fueron nuevamente expuestos en una obra coordinada por Josep Pascual
Beneyto (2010) y editada por el Ajuntament de Bocairent,
donde se recogían las últimas novedades sobre la cueva, contextualizándola con los yacimientos neolíticos descubiertos en
sus alrededores.
En esta última obra realizamos un avance sobre el conjunto
cerámico de Sarsa (García Borja y Casanova, 2010). Es otra
de las nuevas aportaciones a destacar en los últimos años. La
revisión de los materiales cerámicos de Sarsa se inició a la par
que el de otros conjuntos de similar relevancia, cuyos resultados preliminares han sido expuestos en diferentes publicaciones
(García Borja et al., 2005; Molina Balaguer et al., 2010). Estos
trabajos preliminares permitieron la inclusión de cerámica de
Sarsa dentro del corpus de materiales del Neolítico antiguo valenciano, utilizándose como base documental tanto en trabajos
puntuales sobre aspectos estilísticamente significativos (Bernabeu et al., 2008; García Borja et al., 2009) como en otros encaminados a establecer una propuesta de la secuencia evolutiva en
las decoraciones de los vasos neolíticos (Bernabeu et al., 2010;
Bernabeu et al., 2011b), situándose las cerámicas de Sarsa de
nuevo en las dinámicas de investigación.
En el citado IV Congreso sobre Neolítico peninsular, M.
Paz de Miguel presenta los resultados del estudio del conjunto
de huesos humanos recuperado a lo largo de las diferentes
intervenciones realizadas en la cueva, concluyendo que un
mínimo de 10 individuos fueron inhumados en su interior. El
trabajo volverá a poner de manifiesto la posible función de la
cavidad como espacio de necrópolis permanente durante el
Neolítico antiguo, cuestión presente desde el principio de la
investigación (Ballester, 1929; Ponsell, 1929) y que posibilitaba plantear la presencia de un ritual de inhumación en cuevas
ya en el Neolítico antiguo (Martí, 1978b), sobre todo gracias
a la inhumación doble aparecida en la grieta que da paso a las
[page-n-30]
galerías interiores (Casanova, 1978). Una de nuestras aportaciones a esta problemática ha consistido en la realización de
diferentes dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos,
reduciendo el número de posibles inhumaciones del Neolítico
antiguo y proponiendo una cronología más avanzada para el
resto del conjunto de huesos humanos (García Borja et al.,
2011c). Una nueva revisión de los restos en colaboración con
el Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology permite afirmar que, al menos, cuatro individuos fueron inhumados en la cueva durante el Neolítico antiguo. Además de
las implicaciones sociales que la existencia de este tipo de
rituales ofrece y la posibilidad de plantear que se realizaban
inhumaciones en los lugares de hábitat permanentes, los estudios sobre los restos humanos han proporcionado otro tipo de
valiosa información sobre sus habitantes a través de estudios
sobre la dieta (Salazar, 2012).
Estos trabajos han llevado paralela la realización de un
mayor número de dataciones radiocarbónicas sobre diferentes
tipos de muestras, que señalan la antigüedad de las primeras
ocupaciones neolíticas de la cueva (García Borja et al., 2012b).
En el marco de la tesis doctoral de Haidé Martins, una de estas
muestras identificada por Alfred Sanchis como Ovis aries, se ha
sometido a una serie de analíticas a través de sus restos de proteínas conservados (Martins et al., 2015), confirmándose que
se trata de uno de los restos de animal doméstico más antiguos
recuperado en contextos cardiales.
Por último, destacar la realización, por parte del equipo
que dirige Carles Lalueza-Fox en el Institute of Evolutionary
Biology (CSIC-UPF), de diferentes tipos de analíticas para la
recuperación de ADN mitocondrial y nuclear de un premolar
de la maxila derecha del individuo masculino inhumado en la
grieta (Olalde et al., 2015). Estos estudios están encaminados
a la recuperación del genoma (parcial o completo) a partir de
muestras recuperadas en contextos del Neolítico antiguo cardial
en Europa, ayudando a reconstruir la paulatina ocupación de las
riberas mediterráneas por pequeñas comunidades de agricultores
desde el Próximo Oriente y a conocer rasgos físicos externos,
ancestralidad, posible consanguinidad, afinidades poblacionales
y susceptibilidad a enfermedades. Desgraciadamente, la conservación de ADN en el individuo masculino inhumado en la
grieta no ha sido buena. Las diferentes analíticas únicamente
han podido establecer el ADN mitocondrial, cuyo haplogrupo es
K1a4a1. Estos resultados difícilmente pueden asociarse a grupos
mesolíticos, quedando ligados a líneas evolutivas neolíticas que
aparecen con motivo de la llegada del Neolítico antiguo al Mediterráneo occidental (Lacan et al., 2011; Gamba et al., 2012) y
Centroeuropa (Gamba et al., 2014; Brandt et al., 2013).
En este contexto de revisión de la cueva y de actualización
de la información existente, aportamos el estudio de todo el conjunto cerámico prehistórico conocido hasta la fecha, con la esperanza de volver a situar de nuevo el yacimiento en los debates
sobre el Neolítico peninsular y mediterráneo.
13
[page-n-31]
[page-n-32]
2
Evidencias arqueológicas de la Cova de la Sarsa
Las diferentes intervenciones realizadas en la Cova de la Sarsa
han proporcionado un amplio conjunto de restos arqueológicos.
Aunque la finalidad que nos hemos propuesto es la de presentar
un pormenorizado estudio de la cerámica a mano, parece conveniente mostrar la extensa composición de su registro arqueológico, que no ha sido estudiado de forma tan detallada. El hecho de que los materiales hayan sido recuperados por diferentes
equipos en momentos alejados en el tiempo, ha provocado que
no siempre se depositaran en el mismo museo, conformándose
una dispersión a lo largo de la geografía valenciana y peninsular
que ha dificultado su localización y estudio.
El primer lote de materiales recuperado en la cueva se ingresa en el Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación
de Valencia en 1928. A este conjunto inicial se le suman otros en
la primera mitad del siglo XX provenientes de las intervenciones que este Servicio patrocina, conformándose una importante
colección que ha constituido el referente más conocido en la
bibliografía (San Valero, 1942 y 1950). En estas mismas actuaciones se recuperó el conjunto de restos que en 1985 es donado por Faus Cardona al Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi
“Camil Visedo Moltó” (Pérez Botí, 1999) tras revisar las pertenencias de Ponsell que su familia había conservado. Finalmente, los materiales arqueológicos de las intervenciones dirigidas
por Asquerino quedan depositados en el Museu Arqueològic
Municipal de Bocairent “Vicent Casanova”, uniéndose a varias
donaciones por parte de vecinos de la población y a los recuperados por Casanova con motivo de la actuación arqueológica de
salvamento en la grieta ubicada al interior de la cavidad.
A estas tres grandes colecciones se suman otras formadas
principalmente a partir de la donación o intercambio de pequeños lotes desde el Museu de Prehistòria de València a instituciones públicas que carecían de los restos más representativos del
Neolítico antiguo. En otros casos su existencia se relaciona con
la donación de pequeños conjuntos recuperados por aficionados, caso de los materiales localizados en el Museu Arqueològic
d’Ontinyent i la Vall d’Albaida (Pascual y Ribera, 1999) y en el
Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat (Cocentaina, Alicante), entre los que destaca un fragmento de borde con asa de
cinta vertical con apéndice lenticular decorado con impresiones
cardiales (fig. 2.1).
La adquisición de los materiales existentes en el Museu de
Belles Arts de Castelló es algo diferente, producto de una visita de Francisco Esteve Gálvez al yacimiento en septiembre de
1935. En una nota aneja a los restos, el propio investigador relata, “...en una ràpida visita a la Cova de la Sarsa, ja tard, sense
temps per fer una inspecció detinguda, vaig recollir de pas el
material de les dues capces en l’escampada de terra, pedres i
moltes despulles arqueològiques que Ponsell anava llençant a
fora creient que alló no valia la pena guardar-ho. D’haver disposat de temps per revisar detingudament aquell gran muntó de
deixalles la collita haguera sigut molt important”. Entre estos
materiales se encuentra un fragmento inciso-impreso identificado como una figura antropomorfa (fig. 2.2).
El Museo Arqueológico Nacional también posee una selección de piezas de la cueva (García Blanco, 2005), en este
caso procedentes de las excavaciones arqueológicas dirigidas
por Asquerino. Está compuesta por casi una quincena de fragmentos cerámicos, varias piezas de industria ósea, de adorno
y otra quincena de restos de sílex. Fuera de nuestras fronteras,
hemos constatado la presencia de cinco fragmentos cerámicos
de Sarsa con decoración impresa cardial en el Peabody Museum of Archaeology and Ethnology de la Harvard University,
fruto de un intercambio del Museu de Prehistòria de València
con la American School of Prehistoric Research de dicho museo (Fletcher, 1963b: 59).
Se trata de intercambios y donaciones de entre 5 y 10 fragmentos cerámicos, práctica generalizada en la segunda mitad
del siglo XX entre instituciones dedicadas a la difusión del patrimonio. A escala regional, el Museu de Prehistòria también
realizó cesiones a colecciones museográficas de carácter local
15
[page-n-33]
Fig. 2.1. Fragmento cerámico perteneciente al vaso 289 depositado
en el Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat.
Buena parte de estos materiales han podido ser revisados e
incluidos en los recuentos finales. No han sido localizados los
enviados al Museo del Aula de la Naturaleza en las Moratillas
de Buñol, “Museo Municipal Arqueológico” de L’Alcúdia, a
los Padres Carmelitas Descalzos de Burriana, ni los remitidos
al museo de la Llosa de Ranes. En los dos primeros casos el
material se encuentra desaparecido, mientras que, en referencia
a los enviados a Burriana, el director actual de la institución
nos informó que fue incapaz de localizarlos. Inexplicablemente
hemos comprobado personalmente que existen cerámicas de la
cueva expuestas en sus vitrinas que intuimos pueden corresponder a esta donación, por lo que han sido incluidas en los recuentos, aunque no han podido ser estudiadas con detalle. En el caso
de la Llosa de Ranes, el museo está en construcción desde el
año 2005 y ha sido imposible establecer siquiera si las piezas
todavía se encuentran allí depositadas.
Fuera del territorio valenciano existen noticias de la existencia de materiales pertenecientes a la Cova de la Sarsa que
tampoco hemos podido localizar. Es el caso de un pequeño lote
intercambiado con los Padres Reparadores de Salamanca, del
colegio León Depón (Fletcher, 1965: 89; Fletcher, 1966: 82-83),
y los remitidos al Instituto Central de Restauración y Conservación de Obras de Arte de Arqueología y Etnología de la Dirección General de Bellas Artes en Madrid (Fletcher, 1965: 89).
Sí hemos podido revisar los materiales cerámicos enviados a la
“Cátedra de Arqueología” de la Universitat de Barcelona (Fletcher, 1966: 82), los cuales siguen siendo utilizados en el laboratorio para prácticas de cultura material del alumnado de dicha
universidad. Es un caso muy similar al de los seis fragmentos
impresos cardiales enviados por Asquerino al Departamento de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada (Gámiz, 2011: lámina 4). Finalmente, existen poblaciones con museos locales que poseen materiales en préstamo que no quedan
recogidos en las ediciones de “La Labor del SIP y su Museo en
el pasado año”. Es el caso de la población de Enguera (Castellano, 2007), en cuyo museo existe un pequeño lote que también
hemos incorporado a la base de datos.
CERÁMICA
Fig. 2.2. Fragmento cerámico recuperado por F. Esteve (vaso 406)
depositado en el Museu de Belles Arts de Castelló.
que trataban de ilustrar la secuencia prehistórica valenciana.
Existe constancia de la cesión de materiales a los Padres Carmelitas Descalzos de Burriana (Castellón) (Fletcher, 1963b: 83); al
ayuntamiento de Tavernes de la Valldigna (Valencia) (Fletcher,
1978: 33), en la actualidad custodiados por su centro excursionista; al museo de Chella (Valencia) (Fletcher, 1980: 117); al
museo de la Llosa de Ranes (Valencia) (Fletcher, 1980: 118);
al “Museo Municipal Arqueológico” de L’Alcúdia (Valencia)
(Fletcher, 1982b: 162); y al Museo del Aula de la Naturaleza en
las Moratillas de Buñol (Valencia) (Fletcher, 1982a: 108).
16
De entre todos los restos arqueológicos que se recuperan en un
yacimiento arqueológico, la cerámica es uno de los que mayor
información aporta gracias a su elevado grado de conservación.
En la Cova de la Sarsa, este material ha constituido el centro a
partir del cual gravitan el resto de estudios e interpretaciones,
erigiéndose su cerámica decorada, especialmente la impresa, en
uno de los referentes más importantes en los debates sobre el
Neolítico mediterráneo. En total, se han estudiado 14.838 fragmentos cerámicos realizados a mano, de los que 4.275 están decorados. En próximos capítulo se expondrán de forma detallada
los recuentos y características principales, así como las conclusiones a las que nos ha llevado su estudio, por lo que no parece
necesario extenderse en su descripción aquí. Las cerámicas de
Sarsa se encuentran dispersas por diferentes instituciones (cuadro 2.1), lo que ha supuesto un importante escollo a la hora de
obtener una visión de conjunto de los materiales. La imposibilidad de observar directamente en un mismo espacio la totalidad
del material cerámico, ha provocado que en la metodología de
trabajo utilizada se haya recurrido a la digitalización y dibujo
[page-n-34]
Cuadro 2.1. Localización de los materiales cerámicos de la Cova de la Sarsa.
Museu Arqueològic Municipal de Bocairent
Lisos
%
Decorados
%
Total
%
8.039
76,1
2.192
51,3
10.231
69
Museu Arqueològic Municipal d'Alcoi
1.179
11,2
1.171
27,4
2.350
15,8
Museu de Prehistòria de València
1.332
12,6
732
17,1
2.064
13,9
6
0,06
49
1,15
55
0,37
Museu de Belles Arts de Castelló
3
0,03
44
1,03
47
0,32
Museo Arqueológico Municipal de Enguera
–
–
15
0,35
15
0,10
Museu Arqueològic d'Ontinyent i la Vall d'Albaida
Museo Arqueológico Nacional
1
0,01
13
0,30
14
0,09
Centre Excursionista de Tavernes de la Valldigna
2
0,02
11
0,26
13
0,09
Casa de la Cultura de Chella
–
–
11
0,26
11
0,07
Museu Arqueològic i Etnològic del Comtat
1
0,01
10
0,23
11
0,07
Museu Arqueològic de Burrina
–
–
6
0,14
6
0,04
Universitat de Barcelona-Departament de Prehistòria
–
–
6
0,14
6
0,04
Pebody Museum of Archaeology and Ethnology
–
–
5
0,12
5
0,03
Universidad de Granada-Laboratorio de Arqueología
–
–
6
0,14
6
0,04
Fotografiados por Asquerino sin localizar
–
–
4
0,09
4
0,03
10.563
100
4.275
100
14.838
100
Total
de gran parte de los fragmentos, para poder así agrupar los que
corresponden a un mismo recipiente. Las colecciones de Alcoi y
València son las que presentan mayor número de restos clasificables tipológicamente y más profusamente decorados, sirviendo
de base documental a la hora de establecer el número mínimo
de vasos diferenciados. Esto se debe a la diferente metodología
aplicada por cada equipo de excavación, que, en el caso del dirigido por Asquerino, recogía un número mayor de restos.
Dos ejemplos que ilustran esta problemática lo constituyen los vasos 230 y 287 (fig. 2.3 y 2.4). En el primer caso, los
fragmentos se encontraban en los museos de València, Alcoi,
Bocairent y Ontinyent. En el segundo, se encontraban en Alcoi, València, Barcelona y Castelló. A la hora de reconstruir su
forma y decoración, se ha tenido que describir de manera detallada cada fragmento en una base de datos, acompañándose en
la mayoría de ocasiones de una fotografía digital. Se registran
Fig. 2.3. Vaso 230.
17
[page-n-35]
Fig. 2.4. Vaso 287.
Fig. 2.5. Decoración interna del vaso 287.
18
[page-n-36]
Fig. 2.6. Selección de fragmentos cerámicos realizados a torno procedentes de la Cova de la Sarsa.
casos especialmente dificultosos como el vaso 287, que presenta
decoración interna en dos fragmentos (uno en Alcoi y otro en
València), que además encajan, siendo necesario recurrir a la reproducción de uno de ellos, propiedad del Museu de Prehistòria
de València (fig. 2.5).
Señalar que se han contabilizado casi un centenar de fragmentos a torno de diferente cronología (fig. 2.6). Son escasos
dentro de la colección y no constituyen el objeto de estudio
de este trabajo. Su presencia en la cueva se interpreta como el
resultado de ocupaciones puntuales en época ibérica, romana,
medieval y moderna. La mayoría de estos fragmentos puede
fecharse entre los siglos IV-II a.C., destacando algunos que podrían remontarse a los siglos VII-V a.C. (fig. 2.6: 5-7 y 13-14).
INDUSTRIA LÍTICA
Dentro de este apartado, se incluye la industria lítica tallada, los
elementos relacionados con actividades de molienda, los útiles
de piedra pulida, las piezas de adorno y otros objetos, entre los
que destaca un posible contrapeso de palo cavador.
Industria lítica tallada
Los recuentos disponibles para la industria lítica tallada sobre
sílex de la Cova de la Sarsa proporcionan un número total de
1.662 restos (cuadro 2.2), además de alguna pieza sobre cristal
de roca (fig. 2.7: 1). Este número total se ha obtenido de la puesta en común del inventario de los materiales depositados en el
Cuadro 2.2. Número de restos líticos sobre sílex.
Excavaciones Ponsell
Restos de talla
Martí 1978
MAMA
116
7
Excavaciones Asquerino
Otros
Asquerino 1978 G. EI G. EII G. EIII
291
–
20
19
26
Total
N
%
479
29
Núcleos
9
1
30
–
2
2
3
47
2,8
Lascas y láminas sin retoque
82
149
235
62
24
7
156
715
43
Piezas retocadas
127
28
205
12
11
3
35
421
25
Total de piezas
334
185
761
74
57
31
220
1662
100
19
[page-n-37]
Fig. 2.7. Selección de restos líticos tallados de la Cova de la Sarsa.
20
[page-n-38]
Cuadro 2.3. Número de piezas de sílex retocadas.
Excavaciones Ponsell
Excavaciones Asquerino
Martí 1978
MAMA
Asquerino 1978
Hojas y hojitas retocadas
60
9
104
Otros
G. EI G. EII G. EIII
6
7
2
11
Total
N
%
199
47,3
Muescas y denticulados
20
–
6
1
–
–
–
27
6,4
Geométricos
5
4
13
2
–
–
7
31
7,4
Trapecios
5
4
12
1
–
–
5
27
87
Triángulos
–
–
1
–
–
–
–
1
3,2
Segmentos
–
–
–
1
–
–
2
3
9,7
Truncaduras
7
–
9
–
–
–
–
16
3,8
Perforadores y taladros
10
2
–
1
1
–
2
16
3,8
Raspadores
Lascas retocadas
–
25
–
9
8
50
–
2
–
3
–
1
–
15
8
105
1,9
25
Museu de Prehistòria de València realizado por Martí (1978a)
en su tesis doctoral; de la publicación que Asquerino realiza tras
las excavaciones de 1971-1974 en la sala del Vestíbulo (Asquerino, 1978) y de 1979 y 1981 en la Gatera (estratos I, II y III)
(Asquerino et al., 1998); de buena parte del material existente en
el Museu Arqueològic Municipal “Camil Visedo” de Alcoi; y de
diferentes lotes agrupados bajo el epígrafe “otros”, que engloba
los restos recuperados tras actuaciones clandestinas (Asquerino
et al., 1998), intervenciones puntuales (Casanova, 1978) y donaciones al Museu Arqueològic Municipal d’Ontinyent i la Vall
d’Albaida (Pascual Beneyto y Ribera, 1999). En este apartado
de “otros” también se incluyen los dos segmentos (uno de doble
bisel) que Asquerino (1978: 128) cita de forma explícita al publicar sus primeras intervenciones.
En la clasificación tipológica de las piezas retocadas (cuadro 2.3), se ha optado por simplificar los criterios de la tabla de
referencia para colecciones líticas valencianas (Juan Cabanilles,
2008), mostrando únicamente aquellas categorías identificables
en la descripción que cada autor realiza. Del mismo modo, se
hace necesaria la revisión de las colecciones, pues en el caso
de la depositada en el Museu Arqueològic “Camil Visedo” de
Alcoi, el número de piezas retocadas podría ser mayor y en Bocairent es muy posible que el número total de restos sea también
mayor. Es éste un aspecto que se repite a lo largo de la historia
de la investigación de la cueva, quedando relegado el estudio de
la industria lítica a un segundo plano. Respecto a la colección
Ponsell del Museu de Prehistòria de València, apenas existen
referencias a la industria lítica sobre sílex hasta la publicación
de la obra monográfica de San Valero (1950). No será hasta el
año de lectura de la tesis de Martí (1978a) cuando se muestre
de manera detallada el inventario de la colección, publicándose
de forma más extensa en trabajos posteriores (Juan Cabanilles,
1984). En ese mismo año 1978 también salen a la luz los conjuntos líticos recuperados por Asquerino, quien dedica un importante esfuerzo a su descripción.
La puesta en común de todos los restos publicados no supone ningún cambio significativo en la descripción de la industria
lítica de la cueva dentro del Neolítico antiguo (Martí y Juan
Cabanilles, 1984; Juan Cabanilles, 1984 y 1992; Fortea et al.,
1987), caracterizada por la preferencia en la obtención de productos laminares, siendo la mayoría del utillaje efectivo sobre
hoja y hojita, una producción encaminada hacia las armaduras
y los útiles de corte, entre ellos los elementos para hoces. Estudios traceológicos sobre láminas de sílex con pátina en el filo
recuperadas en Sarsa (Gibaja et al., 2010) confirman que estos
elementos se insertan en disposición oblicua, formando el filo
de hoces de morfología curvada (fig. 2.8), tal y como en su día
ya propuso Martí (1983b). Las láminas de mayor tamaño se utilizarían en útiles pasivos para el corte de cereales.
Fig. 2.8. Propuesta de
enmangue de los elementos de
hoz según Martí (1983a).
21
[page-n-39]
El componente geométrico está dominado por los trapecios,
clasificándose también un triángulo y tres segmentos (uno dudoso), de los que, al menos, uno presenta retoque en doble bisel.
El conjunto se completa con un buen número de lascas como
parte del utillaje utilizado en bruto y lascas someramente retocadas, los característicos perforadores y taladros, algunas truncaduras, hojas y hojitas con retoques marginales o con simples
señales de uso, piezas con muesca y denticulados. Entre estos
últimos hemos podido identificar un diente de hoz característico
de la Edad del Bronce (Asquerino et al., 1998: fig. 12: 435).
En conclusión, estamos frente a una industria lítica típicamente neolítica, con claros paralelos en colecciones cercanas como la de la Cova de l’Or (Martí et al., 1980; Martí,
1983b; Juan Cabanilles, 1984, 2008; García Puchol, 2005).
En su mayoría está realizada sobre sílex de tonos melados y
de buena calidad, que se encuentran en los cercanos valles
del Serpis y del Polop.
Se han detectado algunas piezas que difieren tipológica y
tecnológicamente de este conjunto del Neolítico antiguo. Se trata de no más de una decena de hojas de mayor tamaño realizadas
sobre sílex de color blanco, alguna con retoque plano (fig. 2.7:
45 y 46), que quedan asociadas a un momento de utilización
de la cueva posterior, del Neolítico final, al igual que una de
las dataciones obtenidas de un hueso humano. En este sentido,
cabe destacar que hasta la fecha no se han documentado puntas
de flecha en la cueva (Asquerino, 1978; Martí et al., 1980; Juan
Cabanilles, 1984).
Elementos de molienda
Existen restos líticos relacionados con el trabajo de molienda
en la Cova de la Sarsa. Su presencia responde a la realización
de tareas de procesado del grano de cereal en la misma, aunque
también se han recuperado elementos utilizados para el machacado de material colorante rojo (Asquerino et al., 1998).
Las primeras noticias sobre la presencia de este tipo de útiles en la cueva no se producirán hasta los primeros trabajos de
Asquerino, no existiendo referencias a ellos en las excavaciones
de Ponsell. Asquerino apunta la escasez de molederas y molinos
en excavación (Asquerino, 1978), si bien documenta un buen
número de piezas de este tipo formando el muro de contención
que el propio Ponsell realiza en el vestíbulo (fig. 2.9). En la publicación de las excavaciones en la gatera describe la presencia
de una pieza activa y otra pasiva de molino en un lote de materiales sin estratigrafía (Asquerino et al., 1998).
Como consecuencia, sólo encontramos piezas de molino en
la misma cueva o en el museo de Bocairent. Se trata de molinos
de mano formados por una pieza pasiva o muela de arenisca o
caliza, con superficie de trabajo cóncava, y otra pieza activa,
también de arenisca o caliza, que en la mayoría de ocasiones
presenta morfología discoidal (fig. 2.10).
Industria lítica pulimentada
Los utensilios de piedra pulida de la Cova de la Sarsa, tales
como hachas o azuelas, no destacan por su especial abundancia,
si bien la visión completa de las piezas recuperadas en excavación y las donadas al Museu de Bocairent ofrece un número
mayor de lo que se puede entrever en las publicaciones dedicadas a la cueva (fig. 2.11). Entre los materiales depositados en el
22
Fig. 2.9. Muro realizado por Ponsell en el que se localizan
varios molinos.
Museu de Prehistòria de València, se contabilizan dos azuelas,
cuatro hachas y tres fragmentos de hachas (San Valero, 1950;
Martí, 1978a). La materia prima utilizada para la realización de
estos útiles es la diabasa, que se localiza en las inmediaciones
del Vinalopó (Orozco, 2000). En Ontinyent se encuentra depositada una azuela (Pascual Beneyto y Ribera, 1999). Entre los
restos recuperados por Asquerino (1978), destaca la presencia
de dos azuelas de pequeño tamaño. A estos materiales habría
que sumar otros depositados en el Museu de Bocairent, cuyo
origen remite a donaciones de aficionados y que aumentarían
en una decena el número de ejemplares. La presencia de estos
útiles se relaciona con la importancia que alcanzan los trabajos
de la madera y de posibles nuevas fuentes minerales, documentándose útiles pulimentados que han perdido el filo o ya no sirven como hachas o azuelas, amortizados como machacadores
de material colorante.
Dentro de la industria lítica pulida existen brazaletes dedicados al ornamento personal. En el Museu de Prehistòria de
València existen 18 fragmentos de brazaletes (fig. 2.12 y 2.13)
y un brazalete entero, mientras que en el Museu Arqueològic
Municipal de Bocairent hemos contabilizado tres fragmentos.
La presencia de estos brazaletes resulta significativa, al ser uno
de los pocos tipos de piezas que no han sido realizados en la
cueva ni en sus inmediaciones, no existiendo evidencias de los
restos característicos de su cadena operativa de montaje (Martínez Sevilla, 2013) en Sarsa ni en otros yacimientos valencianos.
En un estudio sobre los útiles pulimentados del Neolítico valenciano se determinó que 18 de los brazaletes están realizados
con esquisto, cuya procedencia parece situarse en el área interna de la cordillera Bética (Orozco, 2000). Independientemente
del origen exacto de los brazaletes, la totalidad de los talleres
localizados hasta el momento en la península ibérica quedan
ubicados al sur del ámbito valenciano (Martínez Sevilla, 2014).
Cabe interpretar la presencia de estos adornos con la existencia
de intercambios con grupos del sur peninsular desde las primeras fases del Neolítico antiguo, considerándose como un objeto
de cierto valor, pues la gran mayoría de los recuperados en la
Cova de la Sarsa presentan elevados signos de desgaste, múltiples reparaciones y reutilizaciones, lo que les concede mayor
importancia como producto manufacturado en sí mismo y como
[page-n-40]
Fig. 2.10. Molinos barquiformes de la Cova de la Sarsa.
Fig. 2.11. Útiles de piedra pulida de la Cova de la Sarsa.
23
[page-n-41]
Fig. 2.12. Fragmentos de brazaletes depositados en el Museu de Prehistòria de València.
de cuarzo y otro de oligisto (San Valero, 1950). Entre los útiles
de piedra, destaca el esferoide (San Valero, 1945) interpretado
como un posible contrapeso de palo cavador (fig. 2.14). Se trata
de un útil sobre caliza de 11 x 12 cm, que presenta un agujero de
3 x 1,8 cm en su centro.
Fig. 2.13. Brazaletes de esquisto (1-10) y piedra gris de tacto
jabonoso (11-12) de la Cova de la Sarsa, según Pascual Benito
(1998: 159).
materia prima exótica. Finalmente, también se han documentado dos ejemplares de brazaletes realizados con piedra gris de
tacto jabonoso, cuya materia prima exacta no ha podido ser determinada (Pascual Benito, 1998: 159).
Otros objetos
Existen una serie de objetos singulares realizados con piedra,
entre los que se han identificado: un fragmento de anillo de caliza blanca de base plana, dos fragmentos de anillos de similares
características, uno de ellos con dos perforaciones, y dos fragmentos de placa perforada. También se documentaron dos cantos rodados perforados, tres alisadores de piedra, un fragmento
24
Fig. 2.14. Esferoide de piedra aparecido en las excavaciones de Ponsell.
[page-n-42]
Fig. 2.15. Piedra grabada aparecida
en el estrato I de la Gatera
(Asquerino et al., 1998).
Por último, un fragmento de rodeno, cuyas dimensiones
máximas son 6,6 x 5,8 x 4,5 cm, con una de sus caras alisadas,
en la que se pueden observar diferentes incisiones (fig. 2.15)
que parecen responder a negativos producidos por su utilización
como soporte de trabajo, sin descartar por completo la existencia
de algún trazo esquemático (Asquerino et al., 1998). En ese caso,
la pieza podría incluso relacionarse con los huesos decorados
mediante motivos geométricos aparecidos en la misma cueva.
FAUNA
Los estudios sobre fauna neolítica no han gozado de un peso específico en la arqueología valenciana hasta la década de los años 70
del pasado siglo (Pérez Ripoll, 2013). La Cova de la Sarsa constituye un buen ejemplo, no estudiándose su fauna de forma detallada
hasta las intervenciones de Asquerino. La primera publicación se
centra en los restos recuperados en la sala del Vestíbulo entre las
campañas de 1971 y 1974 (Boessneck y Driesch, 1980), demostrándose la importancia que tenía la ganadería en los grupos humanos que habitaron la cueva. Los resultados de este primer trabajo se
ven reforzados con la publicación de las campañas de 1979 y 1981
(López y Molero, 1984; Asquerino et al., 1998), que incorporaba
por primera vez un detallado análisis de la microfauna.
Estas publicaciones demuestran que las prácticas ganaderas ocupan un lugar preeminente dentro de las estrategias de
obtención de productos cárnicos o derivados, sin abandonar
la caza de especies salvajes. Las identificaciones de animales
(cuadro 2.4) han permitido establecer una base ganadera en la
que los ovicaprinos (Ovis aries y Capra hircus) constituyen el
núcleo principal. A estas especies le siguen el cerdo (Sus do-
mesticus) y los bóvidos (Bos taurus), documentándose de forma
más testimonial otras especies como el perro (Canis familiaris).
La inexistencia de estratigrafías y la confirmación de que existen varios momentos de ocupación de la cueva, plantea ciertas
incertidumbres sobre la antigüedad de la totalidad del conjunto. Un detenido análisis tafonómico y taxonómico permite una
primera diferenciación de huesos de cronología histórica de los
prehistóricos, siendo los primeros poco significativos. Al igual
que ocurre con la cerámica, la fauna de la Cova de la Sarsa parece ser mayoritariamente neolítica y, de hecho, todas las dataciones realizadas hasta la fecha sobre huesos inventariados como
neolíticos han proporcionado fechas del Neolítico antiguo.
Las especies salvajes representan aproximadamente el 27%,
entre las que destacan el ciervo (Cervus elaphus), la cabra montés (Capra pyrenaica) y el corzo (Capreolus capreolus). De forma testimonial, también se documentan restos de caballo (Equus
ferus), uro (Bos primigenius), jabalí (Sus scrofa), pequeños carnívoros como el zorro (Vulpes vulpes), el gato montés (Felis
silvestris), el tejón (Meles meles) o el lince (Lynx pardinus).
Entre los lepóridos, están representados la liebre (Lepus sp.) y
el conejo (Oryctolagus cuniculus). La abundancia de conejo en
las muestras faunísticas, junto con la presencia de la perdiz y la
tenca, llevaron a Molero (López y Molero, 1984) a proponer un
hábito de caza con predilección por especies de pequeño tamaño, cuestión que debe ser matizada hasta que no se demuestre el
origen antrópico de los restos de conejo y otras pequeñas presas,
ya que su aparición en la cueva podría responder a la actividad
de otros predadores como pequeños carnívoros o aves rapaces.
El análisis de los restos de fauna de la cueva ha sido completado en estos últimos años por Alfred Sanchis Serra, quien
ha abordado la revisión de los restos procedentes de las inter25
[page-n-43]
Cuadro 2.4. Número de restos de fauna identificados por
Boessneck y Von den Driesch (1980) y Molero (López y Molero,
1984) en las diferentes campañas de excavación dirigidas por
M.D. Asquerino.
Campañas de excavación
1971-1974
N
Especies domésticas
%
1548
Ovicaprinos indeterminados
778
1979-1981
N
%
55
50
51
93
Ovis aries
347
22
–
–
Capra hircus
45
2,9
–
–
Bos taurus
131
8,5
3
5,5
Sus domesticus
239
15
–
–
Canis familiaris
8
0,5
1
1,8
Especies salvajes
826
Equus ferus
287
11
1,3
–
–
Bos primigenius
1
0,1
–
–
Capra pyrenaica
30
3,6
–
–
Cervus elaphus
95
12
–
–
Capreolus capreolus
12
1,5
–
–
Sus scrofa
18
2,2
10
3
Vulpes vulpes
24
2,9
–
–
Meles meles
3
0,4
–
–
Felis silvestris
3
0,4
1
0,3
Lynx pardinus
3
0,4
–
–
619
75
273
95
Lepus capensis
7
0,8
–
–
Alectoris rufa
Ciprínido
–
–
–
–
2
1
0,7
0,3
Orictolagus cuniculus
MALACOFAUNA
En la Cova de la Sarsa se ha documentado la presencia de restos malacológicos, tanto de origen terrestre como marino. En el
caso de los restos de origen terrestre, el estudio realizado por
Aparicio y Ramos en el Sector II o Gatera (Asquerino et al.,
1998), determinó que su presencia se debe a causas naturales,
descartando la posibilidad de que constituyan un recurso alimenticio para los habitantes de la cueva, o su utilidad como
adorno. El mismo estudio constata la escasa representatividad
porcentual de las especies marinas, identificándose todos los
restos, excepto uno, como de origen terrestre.
Será Pascual Benito (1998) quien dedique un mayor esfuerzo a los restos malacológicos de origen marino. Los recuentos
finales coinciden en su baja representatividad, descartando su
consumo como alimento en la cueva (cuadro 2.5). La mayoría
de los casos se relacionan con su utilización como elemento de
adorno (fig. 2.16). Es éste un aspecto sobre el que el mismo
autor ha reflexionado recientemente, documentándose únicamente cuatro yacimientos del Neolítico antiguo cardial, todos
ubicados junto a la costa, con presencia de restos malacológicos
destinados al consumo alimentario (Pascual Benito, 2014).
Cuadro 2.5. Malacofauna trabajada de la Cova de la
Sarsa según Pascual Benito (1998).
N
%
Marina
Glycymeris sp.
Cerastoderma glaucum
Acanthocardia tuberculata
13
25
2
7,6
15
1,2
109
7
2
5
5
4
63
4,1
1,2
2,9
2,9
2,3
172
100
Apodemus sylvaticus
–
–
140
Pitymys duodecimcostatus
–
–
134
42
Microtus cabrerae
–
–
30
9,5
Elyomis sp.
–
–
7
2,2
Terrestre
Columbela rustica
Conus mediterraneus
Trivia europea
Luria lurida
Theodoxus fluviatilis
Otros gasterópodos
Crocidura sp.
–
–
3
14
Total
Arvicola sp.
–
–
1
0,3
Myotis myotis
–
–
1
0,3
Rhinolophus euryale
–
–
1
0,3
Microfauna
–
317
44
venciones de Ponsell depositadas en el Museu de Prehistòria de
València, las del Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi y buena
parte de los restos de fauna recuperados con motivo de las excavaciones arqueológicas bajo la dirección de Asquerino en 1972,
1974, 1979 y 1981. De esta revisión y de las publicaciones citadas, se concluye que en la cueva no existen restos que permitan
establecer ocupaciones humanas previas a las neolíticas. Se trata
de un conjunto típico de Neolítico antiguo en el que el peso de la
ganadería recae sobre especies domésticas, especialmente cabras
y ovejas. En todo caso, destacar la buena representación de los
bovinos domésticos, con porcentajes superiores a los de otros yacimientos de similares características.
26
INDUSTRIA ÓSEA Y ELEMENTOS DE ADORNO
La industria ósea documentada en la Cova de la Sarsa presenta una elevada afinidad con los tipos definidos para el Neolítico
antiguo valenciano. En la obra monográfica de referencia sobre
utillaje óseo y adornos del Neolítico valenciano (Pascual Benito, 1998), se recoge y analiza buena parte de los materiales de
la Cova de la Sarsa (fig. 2.17), constatando que se trata de un
conjunto numeroso (cuadro 2.6). Los recuentos que presentamos
incluyen las piezas estudiadas por Pascual Benito, que agrupa las
colecciones de Alcoi, Bocairent y València; las piezas publicadas
por Asquerino (1998) de la Gatera; las donadas al Museu Arqueològic Municipal d’Ontinyent i la Vall d’Albaida (Pascual Beneyto
y Ribera, 1999), y las revisadas en el Museu de Belles Arts de
Castelló. Cabe señalar que Pascual Benito únicamente estudia las
piezas depositadas en Bocairent que se encuentran expuestas en
[page-n-44]
Fig. 2.16. Restos malacológicos de la Cova de la Sarsa.
vitrina, presumiéndose un número final de útiles superior. Para no
duplicar los totales contabilizados y crear confusión sobre el número final de restos, hemos omitido los recuentos que Asquerino
publica de las primeras campañas (Asquerino, 1978).
El útil que alcanza mayor representación porcentual es el de
los punzones, siendo los realizados sobre metapodio hendido
de Ovis/Capra los mejor representados con un número de 150
ejemplares (fig. 2.18). El segundo útil en representación son las
cucharas (fig. 2.19). Finalmente encontramos alisadores, espátulas, cinceles, mangos y tubos (fig. 2.17: 15), estos últimos equiparables a los aparecidos en la Cova de l’Or, relacionados con la
elaboración de instrumentos musicales (Martí et al., 2001).
Además de los útiles sobre hueso, la Cova de la Sarsa presenta un importante número de objetos realizados sobre fauna y
malacofauna clasificados como elementos de adorno. Entre los
más destacados, los numerosos colgantes (la gran mayoría sobre
concha), anillos y matrices para anillos, estos últimos realizados
sobre hueso, cuerna y Conus, en ocasiones decorados mediante
incisiones. Dentro de las piezas clasificadas como adornos también nos encontramos un alfiler, dos placas perforadas, discos perforados y no perforados. Cabe mencionar la existencia de huesos
decorados con trazos incisos que podrían interpretarse como motivos geométricos (fig. 2.20). Estos restos recuerdan en cierta forma
a las famosas placas de piedra grabadas de la Cueva de la Cocina,
llegándose a proponer algún tipo de paralelismo entre estas piezas
y la fase Cocina II (Fortea, 1973), hipótesis que en estos momentos resulta difícil de mantener, pues en la Cova de la Sarsa no se
han determinado hasta la fecha restos de filiación mesolítica.
Por último, existen distintos objetos sobre hueso cuya clasificación no encaja con los diferenciados por Pascual Benito
(1998), y que presentan decoración. Se trata de cinco objetos
decorados que no han podido ser identificados como ninguno de
los útiles descritos. En este apartado destaca la pieza sobre asta
que nos presentan Pascual Beneyto y Ribera (1999), difícilmente clasificable (fig. 2.17: 1), muy similar a una de las depositadas
en València (fig. 2.20: 3).
27
[page-n-45]
Fig. 2.17. Selección de piezas realizadas sobre hueso: (1) pieza tubular; (2-4) anillos; (5) matriz para anillos;
(6) alisador; (7) aguja; (8-10) punzones; (11-13) cucharas; (14) apuntado con acanaladuras y (15) tubo.
Cuadro 2.6. Restos de industria ósea estudiados de la Cova de la Sarsa: (1) restos analizados por Pascual Benito
(1998); (2) recuperados en la Gatera (Asquerino et al., 1998); (3) depositados en el MAOVA (Pascual y Ribera,
1999), y (4) Museu de Bellas Arts de Castelló.
Procedencia
Punzones
28
1
2
3
4
Total
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
209
93
13
6
1
0,4
2
0,9
225
77
Alisadores
4
100
–
–
–
–
–
–
4
1
Espátulas
4
80
–
–
1
20
–
–
5
2
Cinceles
3
100
–
–
–
–
–
–
3
1
Mangos
8
100
–
–
–
–
–
–
8
3
Tubos
3
60
–
–
–
–
2
40
5
2
Cucharas
37
86
6
14
–
–
–
–
43
15
Total
268
91
19
6
2
0,7
4
1,4
293
100
[page-n-46]
Fig. 2.18. Punzones sobre metapodio hendido de Ovis/Capra de
la Cova de la Sarsa (Pascual Benito, 1998: 49).
Fig. 2.19. Cucharas de hueso de la Cova de la Sarsa (Pascual
Benito, 1998: 96-97).
RESTOS HUMANOS
Fig. 2.20. Huesos decorados de la Cova de la Sarsa (Pascual Benito,
1998: 176).
Una de las cuestiones que ha acompañado a la historia de la investigación de la Cova de la Sarsa desde sus inicios es su consideración como espacio funerario (Ballester, 1928; Ponsell, 1929),
identificándose huesos humanos entre los primeros restos recuperados (Lebzelter, 1946). Su interpretación como espacio de enterramiento múltiple no ha sido una cuestión prioritaria a la hora de
realizar las diferentes reflexiones sobre el yacimiento, centradas
en la filiación cronocultural de sus materiales. San Valero (1942
y 1950) apenas hace mención a dicha cuestión más allá de presentar un inventario sobre los restos depositados en el Museu de
Prehistòria de València. Identifica alguna punta de flecha de sílex,
hecho que quedó descartado tras la revisión de la misma colección por otros investigadores, que clasificaron esas mismas piezas
como taladros (Martí et al., 1980: 297; Juan-Cabanilles, 1984:
85), y su ausencia entre los restos recuperados en posteriores intervenciones (Asquerino, 1978: 108; Asquerino et al., 1998). La
no aparición de este tipo de útiles, el hallazgo del enterramiento doble ligado a cerámicas cardiales en una grieta (Asquerino,
1976; Casanova, 1978) y la abrumadora presencia de materiales
del Neolítico antiguo en la cueva, han llevado a algunos autores a
plantear su posible función como necrópolis estable durante este
periodo (Bernabeu et al., 2001).
29
[page-n-47]
Aunque, a la hora de valorar la cueva en su conjunto, Asquerino (1978 y 1998) reconoce su carácter sepulcral, ello no
constituye el centro de sus reflexiones. Entre los restos humanos
hallados bajo su dirección destaca un fragmento de parietal infantil trepanado (fig. 2.21) (García Sánchez, 1983), que apareció durante la campaña de 1971 (Asquerino, 1978). Este hallazgo incide en las dudas sobre la antigüedad del conjunto de restos
humanos, pues el uso de la trepanación en el País Valenciano se
asocia con momentos posteriores al Neolítico antiguo (Roca y
Soler, 2010), si bien en Cataluña se han documentado algunos
casos que podrían pertenecer a contextos epicardiales (Vilardell,
1991; Bosch y Tarrús, 1990).
Fig. 2.21. Fragmento de parietal infantil con signos de trepanación
(Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba).
El estudio más detallado de los restos óseos humanos de la
Cova de la Sarsa lo realiza M. Paz de Miguel (2008). La autora
examina los materiales depositados en el Museu de Prehistòria
de València, los depositados en el Museu Arqueològic Municipal
de Alcoi y los restos de la famosa inhumación doble (Casanova,
1978) depositados en Museu Arqueològic Municipal “Vicent Casanova” de Bocairent. Concluye que en la Cova de la Sarsa existe
un número mínimo de 10 individuos. Advierte de la posibilidad de
que alguno de los restos óseos estudiados no pertenezcan al Neolítico antiguo, visto el diferente estado de conservación de cada uno,
preguntándose incluso si alguno podría no pertenecer al yacimiento. Es una cuestión difícil de resolver, dado el especial devenir de
algunos de estos restos humanos, custodiados por Ponsell varios
años en su domicilio hasta su definitivo ingreso en el museo de
Alcoi (Fletcher 1966: 16; Asquerino, 1976 y 1978; Pérez Botí,
1999). A esta donación en la década de 1980, cabe sumar otro
episodio en 1962, en el que hace entrega, al Museu de Prehistòria
de València, de cuatro cráneos que según el autor aparecieron en
la Cova de la Sarsa, como queda reflejado en la siguiente cita:
“Don Fernando Ponsell hizo entrega de cuatro cráneos humanos
de la Cova de la Sarsa, de Bocairente, recogidos en sus antiguas
excavaciones en este yacimiento” (Fletcher, 1966: 16).
30
Relación de restos
Los restos depositados en el Museu Arqueològic Municipal de
Bocairent se dividen en dos lotes: los aparecidos en el enterramiento doble de la grieta y los que Asquerino recuperó en sus
excavaciones. El primer lote responde a una inhumación doble
de dos individuos adultos, uno femenino y otro masculino, en
el que destaca la presencia de signos de lesión en el cráneo femenino por arma cortante, que no le provocó la muerte, pues
presenta evidentes signos de cicatrización. Está compuesto por
dos cráneos con sus respectivas mandíbulas, un bloque calcáreo
que contenía un fragmento distal de tibia, un fragmento proximal
de fémur derecho, un fragmento de costilla, una vértebra y un
fragmento proximal de costilla derecha (De Miguel, 2008).
Los materiales depositados en el Museu Arqueològic Municipal de Alcoi procedentes de la donación de Faus Cardona, fueron recogidos por Ponsell en el vestíbulo de la cueva. Se trata de
una segunda falange de mano de individuo adulto, cuatro piezas
dentales, un frontal incompleto de perinatal, un fragmento de occipital de individuo adulto, un fragmento de coxal derecho, un
húmero izquierdo, un radio izquierdo y un cúbito izquierdo.
Finalmente, en el Museu de Prehistòria de València se
encuentran depositados los siguientes huesos: restos postcraneales probablemente de un individuo adulto femenino (fémures, húmeros, fragmento pélvico, vértebras, dos costillas,
cúbitos, primer y segundo metatarsiano, radios y tibia), dos
occipitales, diferentes fragmentos craneales de pequeño tamaño, fragmento de parietal derecho, fragmento de temporal
derecho y parietal, fragmento mandibular, premolar inferior,
cuatro costillas, fragmento de diáfisis de cúbito, fragmento de
peroné, tres metatarsianos derechos, un cráneo perteneciente
a un adulto masculino, un cráneo perteneciente a un adulto
maduro, un fragmento de calota craneal posiblemente femenino, un cráneo de un individuo senil masculino, un cráneo de
mujer adulta y un frontal de adulto cuyo sexo no ha podido
ser determinado.
La puesta en común de los datos analizados proporciona un
número mínimo de 11 individuos, pues el cráneo trepanado y
los restos craneales del individuo perinatal identificado en el
Museu Arqueològic Municipal de Alcoi no corresponden a un
mismo individuo.
Dataciones radiocarbónicas sobre restos humanos
Las dudas existentes acerca de la posible diacronía de los restos
humanos se han confirmado tras la serie de dataciones radiocarbónicas sobre 11 muestras. Estas han sido realizadas en su
mayoría en relación con los trabajos sobre la dieta prehistórica
que Domingo Carlos Salazar García ha abordado con el estudio
de los isótopos de carbono y nitrógeno (Salazar, 2012).
Los resultados (cuadro 2.7) permiten plantear que la cueva
ha sido utilizada como lugar de enterramiento en diferentes
momentos de la secuencia arqueológica valenciana. La inhumación más reciente es de época andalusí, en el momento de
tránsito de la época emiral a la califal. Otra de las fechas es
de época visigoda. El primer resultado asociado a momentos
prehistóricos se relacionan con el uso funerario de la cavidad
en el Bronce antiguo. Ya en el Calcolítico pre-campaniforme
se depositarían en la cueva los restos de, al menos, dos individuos, la más antigua con una fecha que podría ubicarse en el
[page-n-48]
Cuadro 2.7. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos de la Cova de la Sarsa.
N
Código museo
Descripción
Edad
Sexo
Código lab.
Edad BP
Media cal BC
Neurocráneo
Adulto-Senil
¿Femenino?
MAMS-19066
6532±24
5500±15
Parietal
Perinatal
Indeterminado
MAMS-19068
6459±25
5429±39
5331±25
1
C-21833 (VAL)
2
172/007/007 1714/85 (ALC)
3
CSA 00026 (BOC)
Vértebra
Adulto-Senil
Femenino
OxA-V-2392-26
6341±30
4
CSA 00022 (BOC)
Mandíbula
Adulto
Masculino
OxA-31629
6309±36
5282±39
5
172/003/004 548/85-2 (ALC)
Neurocráneo
Adulto
Indeterminado
MAMS-19070
4573±22
3287±79
6
172/003/004 548/85-1 (ALC)
Neurocráneo
Adulto
Indeterminado
MAMS-19069
4534±22
3244±99
7
M-22055-Occ1 (VAL)
Occipital
Adulto
¿Masculino?
MAMS-19065
4241±21
2848±48
Occipital
Adulto
¿Femenino?
OxA-V-2360-23
4062±28
2589±64
Parietal
Adulto
Femenino
MAMS-19067
3552±21
1909±22
Neurocráneo
Adulto
Indeterminado
MAMS-19071
1457±18
604±19 DC
Occipital
Joven-Adulto
Femenino
OxA-V-2360-24
927±24
1095±44 DC
8
M-22055-Occ2 (VAL)
9
C-21834 (VAL)
10
172/003/004 548/85-3 (ALC)
11
C-21835 (VAL)
Neolítico final, periodo al que quedan asociadas otras. Finalmente, cuatro dataciones sitúan a otras tantas inhumaciones en
el Neolítico antiguo.
No entraremos a valorar en profundidad el contexto histórico de las tres dataciones más recientes, por encontrarse fuera
del ámbito de este trabajo. En todo caso, señalar que la número
9, del Bronce antiguo, cabe relacionarla con la utilización de
la cavidad en un momento en el que el ritual de inhumación al
norte del Vinalopó incluye esta posibilidad (De Pedro, 2010).
En la comarca de la Vall d’Albaida se han contabilizado un buen
número de yacimientos de esta época, algunos de ellos a lo largo
del término municipal de Bocairent (Ribera y Pascual Beneyto,
1994 y 1997), por lo que cabe relacionar esta intensa ocupación del territorio con la realización de prácticas funerarias en
la cavidad. Las dataciones calcolíticas y del Neolítico final han
resultado algo inesperadas pues, como se ha indicado, hasta la
fecha no se han documentado puntas de flecha en la Cova de
la Sarsa (Asquerino, 1978; Juan-Cabanilles, 1984; Asquerino et
al., 1998), aunque cabe relacionar algunas hojas de sílex blanco
con estos momentos. En este sentido, un fragmento cerámico de
la cueva ha sido definido por Pérez Botí (1999) como campaniforme (fig. 2.22), y una de las dataciones se sitúa en un momento próximo a la aparición de este tipo de cerámica en el País
Valenciano. En alguna ocasión hemos señalado la inexistencia
de fragmentos cerámicos de estilo campaniforme en la cueva
(García Borja y Casanova, 2010). Tras la revisión de la totalidad del material, cabe admitir que existen fragmentos que pueden asociarse a estilos decorativos campaniformes regionales
e incisos, aceptando como válida la propuesta de Pérez Botí al
respecto del fragmento mencionado y concluyendo que la cueva
fue utilizada en momentos del Calcolítico Campaniforme.
Por último, cuatro dataciones quedan enmarcadas en el Neolítico antiguo. A la ya conocida de la brecha, que se asocia al
individuo femenino, se une una nueva sobre el individuo masculino y dos posibles inhumaciones que se realizarían en la sala
del vestíbulo, única en la que Ponsell documenta restos arqueológicos y que excava casi en su totalidad. Una de las fechas se
ha obtenido de un fragmento de neurocráneo de un adulto posiblemente femenino, constituyendo a día de hoy la fecha sobre
hueso humano más antigua del cardial franco-ibérico. La otra
datación del Neolítico antiguo se realizó sobre un perinatal.
Fig. 2.22. Fragmento cerámico con decoración inciso-impresa
número 10.211.
La inhumación doble de la grieta interior
Los restos aparecieron depositados en una grieta de 2,80 m de
largo y entre 0,21 y 0,52 m de ancho (fig. 2.23). Durante el proceso de recuperación de los mismos se identificó la existencia
de un pequeño muro de piedra de unos 60 cm de altura (fig.
2.24) que los aislaba del resto de la cueva (Casanova, 1978).
Junto a ellos, se recogieron los restos de una posible ofrenda
formada por diferentes fragmentos cerámicos con decoración
impresa cardial pertenecientes a un mismo vaso (uno de ellos
junto a los huesos brechificados), tres punzones y una cuchara o
espátula ancha de hueso, dos fragmentos de anillo de hueso, tres
Columbella rustica, una valva de Cerastoderma glaucum, tres
Glycymeris sp. perforados, un objeto de hueso de forma fusiforme y cinco láminas y una lasca de sílex (fig. 2.25) (Casanova,
1978), si bien en la publicación de Asquerino (1976) se hace
referencia a una pieza más de sílex.
La grieta se ubica en la zona de paso a las galerías interiores, donde se encuentran los pequeños lagos de agua,
confirmando que los habitantes de Sarsa desarrollaban activi31
[page-n-49]
Fig. 2.25. Parte del ajuar asociado a los huesos humanos.
Fig. 2.23. Estado actual de la grieta en la que se documentó la
inhumación doble.
dades en espacios alejados de las zonas iluminadas de forma
natural, no vinculados a la realización de tareas domésticas.
Las edades calculadas para ambos individuos permiten proponer que primero es depositado un individuo masculino y
años después el de sexo femenino. Las dataciones obtenidas
apoyan el uso de un mismo espacio para la inhumación de
Fig. 2.24. Planta y sección idealizadas (Casanova, 1978).
32
dos individuos, que podrían haber pertenecido a una misma
unidad familiar. Del mismo modo, los rangos de calibración
permiten plantear otras posibilidades: que fueran inhumados
a la vez o que el tiempo transcurrido entre una inhumación y
otra superara los 150 años.
Cabe destacar la relación de la inhumación doble con el
vaso impreso cardial (fig. 2.26). Su diámetro de boca es de 15
cm y su altura de 17. Puede ser clasificado como jarra de tamaño medio, por presentar un índice de profundidad superior
a 0,9 y una única asa, o como contenedor de tamaño medio si
consideramos que el asa no es lo suficientemente grande como
para sujetar el recipiente. Se trata de un asa sobreelevada con
perforación que presenta un pequeño apéndice lenticular. En
la superficie del vaso, pese a estar erosionada, se observan
restos de bruñido y manchas oscuras en la base que pueden ser
consecuencia de haber estado sometido al fuego de forma directa. Está decorado mediante la técnica de la impresión cardial con el borde y el natis (perforado) de una concha dentada
con la que se realizaron las diferentes composiciones y temas
decorativos: uno circular en la base, otro similar en el tercio
inferior del cuerpo del vaso y un tercer tema decorativo más
extenso formado por un friso del que se desprenden cuatro
guirnaldas, dos de las cuales presentan sendas guirnaldas más
pequeñas en su interior (fig. 2.27). En la superficie del vaso se
observa colorante rojo, que podría haberse añadido durante su
restauración, tras observar restos rellenando las decoraciones,
cuestión que no hemos podido contrastar.
La inhumación doble recuperada en la brecha de la Cova
de la Sarsa sigue siendo el mejor documento arqueológico del
que disponemos para aproximarnos al ritual funerario cardial
en el País Valenciano y proponer que durante el Neolítico antiguo se realizan prácticas rituales para el tránsito de la vida a la
muerte. Es una cuestión que se relaciona con la expresión formal de una identidad religiosa que remite a lo sobrenatural y
de la que ya se tenía constancia a través de la cerámica (Martí,
2006) y del arte rupestre (Martí y Hernández, 1988). Siempre
han existido justificadas reservas a la hora de aceptar su antigüedad (Bernabeu et al., 2001), motivadas por el propio contexto del hallazgo, realizado durante una excursión a la cueva y
detectado tras su expolio parcial (Asquerino, 1976: 346). Tras
[page-n-50]
Fig. 2.26. Recipiente cerámico aparecido junto a la inhumación doble (vaso 40).
Fig. 2.27. Decoración del vaso
cerámico que acompañaba a la
inhumación doble.
la publicación de la datación sobre un fragmento de vertebra
del bloque calcáreo, quedó zanjado el debate de su antigüedad
(García Borja et al., 2011c). Aunque los restos se extrajeron de
la forma más cuidadosa posible (Casanova, 1978), no fueron
recuperados en el transcurso de una campaña de excavación.
Entre los materiales se encuentra un bloque brechificado que
presenta huesos humanos y un fragmento de cerámica decorado mediante la impresión cardial perteneciente al vaso que
formaría parte del ajuar (fig. 2.28). Las dataciones se han realizado sobre un fragmento correspondiente a la segunda vértebra cervical axis, que conserva parte de la apófisis odontoides
y del arco vertebral derecho, y sobre una muestra extraída de
la maxila derecha del individuo masculino. Aunque es difícil
determinar con exactitud el sexo y la edad a partir del hueso
de vértebra datado, las paleoantropólogas que han observado
la pieza directamente coinciden en proponer que se trataría de
un fragmento de vertebra del individuo de sexo femenino. Las
fechas obtenidas permiten proponer que ambas inhumaciones
fueron realizadas en un corto espacio de tiempo, sugiriéndose
una posible relación entre los individuos inhumados. La edad
calculada para el individuo femenino es mayor que la del individuo masculino, interpretándose que primero es depositado
el cuerpo de sexo masculino y pasados unos años el de sexo
femenino, cuestión que las dataciones permiten mantener.
33
[page-n-51]
Fig. 2.29. Planta de la cueva en la que se indica la distribución de
los paneles de arte rupestre (Miret et al., 2008).
Fig. 2.28. Bloque brechificado donde apareció la vértebra datada
por radiocarbono asociada a cerámica cardial.
PINTURAS rupestres
Durante una visita a la cueva en el año 2005 se descubrieron varios restos de pigmento de color rojo en una de sus paredes. La
necesidad de comprobar su autenticidad precipitó la realización
de un proyecto de investigación bajo la dirección de Emili Aura
Tortosa y Esther López Montalvo, cuyos objetivos eran la prospección de las paredes de la cueva, la correcta documentación
de los restos de pintura y la difusión científica de los resultados
(Miret et al., 2008; López Montalvo et al., 2010 y 2013).
Todos los restos de pintura se distribuyen en el interior de la
cueva, alejados de la zona en la que se encuentran los depósitos arqueológicos, en salas que carecen de luz solar (fig. 2.29).
Los motivos están realizados con óxidos de hierro, lo que les
confiere un color rojo, documentándose cierta densidad en su
pigmentación. Su estado de conservación no es bueno, cuestión
que ha dificultado la identificación de los motivos localizados
y su representación gráfica. Se han documentado líneas, manchones y restos informes de difícil interpretación. Entre ellos
destaca una posible figura antropomorfa de brazos extendidos,
perpendiculares al eje, con tronco y piernas asimétricas ligeramente entreabiertas, cuyas dimensiones son 7,5 x 5 cm (fig. 2.30
34
Fig. 2.30. Motivo antropomorfo pintado en la Cova de la Sarsa.
y 2.31). El motivo se encuentra degradado por el efecto de la
humedad. Aparece junto con la mayoría de las representaciones
documentadas en la cueva en un panel ubicado a unos 40 m de
la entrada, formado por un bloque calcáreo de 1,70 x 1,70 m. La
figura se encuentra aislada, ocupando una posición central en el
panel. Cabe destacar la forma caprichosa que adquiere parte del
[page-n-52]
micos (fig. 2.32: 7 y 2.33), en útiles ya finalizados como punzones,
agujas o elementos ornamentales (fig. 2.32: 9 y 11) y en la superficie externa de cerámicas con la finalidad de resaltar alguna de sus
partes o la totalidad de la superficie del vaso (fig. 2.32: 10).
RESTOS VEGETALES CARBONIZADOS
Fig. 2.31. Calco digitalizado del motivo antropomorfo (Miret et
al., 2008).
bloque calcáreo, que en su límite derecho presenta una morfología interpretada como la silueta de la cabeza de un felino (López
Montalvo et al., 2010).
MATERIAS COLORANTES
Además de la presencia de pinturas rupestres, se han identificado numerosos objetos con colorante rojo y restos de materia
prima que evidencian el transporte, uso y procesado en la cueva
(García Borja et al., 2006). También se ha registrado la presencia de colorante blanco rellenando buena parte de las impresiones cardiales que decoran los vasos, si bien no hemos podido
documentar su procesado. Las referencias a la utilización de
material colorante en Sarsa son numerosas. La primera de ella
data de 1934, fecha de la publicación de la “Historia de España”
en la que Luís Pericot hace mención a la aparición de tiestos
decorados con incisiones rellenas de pasta roja en la Cova de
la Sarsa. El estudio de los restos arqueológicos asociados a materia colorante de la Cova de l’Or ha permitido establecer una
propuesta de cadena operativa para el Neolítico antiguo cardial
(García Borja et al., 2004; Domingo et al., 2012). Los principales restos arqueológicos que permiten identificarla aparecen
también en la Cova de la Sarsa.
Se han recuperado restos de colorante en estado natural (fig.
2.32: 1) (Asquerino, 1978; Asquerino et al., 1998), en útiles de molienda (fig. 2.32: 2-6), en el interior de pequeños recipientes cerá-
La Cova de Sarsa no ha sido objeto de un muestreo sistemático
con la finalidad de recoger los restos carbonizados conservados.
La única intervención en la que se recuperaron restos de este
tipo en estratigrafía la realizó Asquerino en 1981 (López y Molero, 1984). Ya hemos comentado las dudas que nos genera la
estratigrafía de este sector, pero la identificación de granos carbonizados de trigo (Triticum aestivum/durum) por Pilar López
(1980) junto a materiales del Neolítico antiguo parece suficiente
a la hora de afirmar que en la cueva existen restos directos de
prácticas agrícolas.
Son materiales que a día de hoy no han podido ser localizados. Únicamente hemos estudiado de forma directa una acumulación de cereales depositados por Ponsell en el Museu de
Prehistòria de València. Su identificación por parte de Guillem
Pérez Jordà ha permitido establecer que se trata de una concentración de granos de cebada (Hordeum vulgare var. vulgare). La
imposibilidad de contextualizarlos cronológicamente nos llevó a
seleccionar uno de estos granos para su datación radiocarbónica.
El resultado de la misma (Beta-322892) proporcionó una fecha
de 2650±40 BP . La datación queda relacionada con ocupaciones
del Bronce final, si bien la escasez de materiales de esta cronología nos lleva a plantear que serían de baja intensidad.
En la citada campaña de 1981 se realizó un muestreo en la
gatera para su análisis polínico. Los resultados mostraron porcentajes arbóreos en un 20% de media y las especies documentadas apuntaban a la existencia de un bosque mixto mediterráneo.
La presencia de herbáceas ruderales es interpretada como una
evidencia de la deforestación antrópica, especialmente ligada al
cultivo de especies cerealísticas, cuyo bajo porcentaje en la secuencia (2%) hace que la autora plantee que los campos de cultivo se encuentren a cierta distancia del yacimiento (más de un
kilómetro) (López, en Asquerino et al., 1998). La deforestación
ligada a la práctica agrícola se hace patente también en una drástica reducción del polen arbóreo y desarrollo de las gramíneas
de base a techo de la secuencia. La inexistencia de carbones vegetales entre los materiales revisados hasta la fecha imposibilita
cualquier comparación con los datos polínicos, así como realizar
una propuesta detallada de la vegetación del entorno inmediato
de la cueva. En todo caso, la dinámica planteada por Pilar López
correspondería con la observada en otros yacimientos de similar
cronología, en los que se aprecia el impacto del asentamiento de
las primeras comunidades agrícolas en un lugar. Según esta propuesta (Badal, 2009; Badal et al., 2012), aproximadamente los
500 primeros años de ocupación agrícola, correspondientes al
Neolítico antiguo, mantendrían un equilibrio estable con el medio vegetal hasta el Neolítico medio y, sobre todo, el Neolítico final. Como resultado de ello, las secuencias antracológicas (basadas en la vegetación leñosa local), acaban mostrando los efectos
más o menos acusados de una deforestación y la sustitución de
las formaciones vegetales que, generalmente y en nuestra zona
de estudio, dan como resultado la expansión de los pinares y de
un matorral esclerófilo mediterráneo.
35
[page-n-53]
Fig. 2.32. Restos arqueológicos de
la Cova de la Sarsa que presentan
colorante rojo.
Fig. 2.33. Contenedores cerámicos clasificados como botellitas (Grupo 16, Clase D) con restos de colorante rojo en su interior.
36
[page-n-54]
En el caso concreto de la Cova de la Sarsa, debe tenerse en
cuenta su ubicación dentro de la Serra Mariola, amplio espacio
geográfico de montaña con un ecosistema propio que proporciona abundantes recursos para cualquier sociedad humana que
explote el bosque como forma de vida principal, o complementaria a actividades productivas agrícolas y ganaderas.
OBJETOS METÁLICOS
La presencia de objetos de metal en la Cova de la Sarsa es bastante escasa. La pieza más llamativa es un hacha de cobre o bronce
de 17,3 cm de altura que no hemos podido examinar directamente. Su conocimiento se debe a la revisión de la documentación
gráfica del legado de Asquerino al Museo Histórico de Priego
de Córdoba. Junto a las conocidas piezas neolíticas publicadas
en 1998, encontramos fotografiada el hacha entre las carpetas
de materiales arqueológicos recuperados en la campaña de 1979
(fig. 2.34: 1). No aparece publicada en ninguno de sus artículos.
Sí hemos localizado un fragmento de punzón metálico muy
erosionado, depositado en el Museu Arqueològic de Bocairent
(fig. 2.34: 2). Las analíticas realizadas por Ignacio Montero en
el instituto de Historia del CSIC han desvelado que se trata de
una pieza de bronce binario con muy pocas impurezas, típica del
Bronce final (cuadro 2.8), con lo que iría ligada a la datación de
esta misma época obtenida de un grano de cebada.
También se han identificado dos piezas de hierro depositadas en el Museu de Prehistòria de València y analizadas por
Guillermo Tortajada Comeche, al parecer de época ibérica, que
podrían relacionarse con los materiales cerámicos documentados de esta cronología. Se trata de una varilla recta de sección
romboidal, con punta aguzada y extremo fragmentado de 14,1
cm de largo por 0,5 cm de ancho (fig. 2.34: 3). La segunda pieza, posible punzón, presenta punta roma como consecuencia de
haber estado sometido a percusión. Su enmangue es piramidal
y la sección del vástago regular. Mide 14,1 cm de largo por 1,10,7 de ancho (fig. 2.34: 4).
DATACIONES RADIOCARBÓNICAS
Hasta la fecha se han realizado un total de 16 dataciones radiocarbónicas sobre diferentes tipos de muestras recogidas en
la Cova de la Sarsa, la mayoría publicadas (García Borja et
al., 2012b; Olalde et al., 2015; García Borja et al., 2016a). A
excepción de las número 1 y 8 (cuadro 2.9, fig. 2.35) que se
encontraban en el Museu Arqueològic Municipal de Bocairent,
las restantes fueron recuperadas en intervenciones realizadas
por Ponsell, depositadas en su día en el Museu de Prehistòria
de València y en el Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi. Es
complejo determinar el lugar exacto de la cueva del que proceden la mayoría de las muestras. La revisión de la información disponible nos lleva a concluir que todas aparecieron en
el vestíbulo de la cueva, a excepción de las que aparecieron en
la brecha ubicada en la zona de acceso a las galerías interiores
(Casanova, 1978).
El criterio para la elección ha sido el de buscar muestras singulares identificadas como elemento doméstico o como Homo
sapiens. Las muestras escogidas son: un resto carbonizado de
Hordeum vulgare var. vulgare perteneciente a una concentración de granos de esta especie, 11 huesos de Homo sapiens, dos
fragmentos de Bos taurus y otros dos de Ovis aries. Su identificación ha corrido a cargo de Guillem Pérez Jordà, Alfred Sanchis Serra, Ángela Pérez Fernández, Isabel Collado Beneyto y
Domingo Carlos Salazar García.
Los laboratorios escogidos para la realización de las dataciones han sido la Radiocarbon Accelerator Unit (University of Oxford) y el Curt-Engelhorn-Zentrum Archäometrie
gGmbh, An-Institut der Universität Tübingen (Mannheim,
Alemania). La extracción del colágeno de las muestras 2, 4
Fig. 2.34. Objetos metálicos de la Cova de la Sarsa.
Cuadro 2.8. Composición elemental determinada por FRX. Valores expresados en % en peso. Análisis realizados con un espectrómetro
portátil INNOV-X Systems modelo Alpha equipado con tubo de rayos X con ánodo de plata, condiciones de trabajo: 35 kV, 2μA, con
filtro de aluminio de 2 mm y tiempo de adquisición 40 segundos. El límite teórico de detección para todos los elementos es 0,05 %,
salvo para Ag y Sb, que se sitúa en 0,2 %. N.D: no detectado.
PA20899
TIPO
Fe
Ni
Cu
Zn
As
Ag
Sn
Sb
Au
Pb
Bi
Punzón
ND
ND
89,6
ND
ND
ND
10,2
ND
ND
0,15
ND
37
[page-n-55]
Cuadro 2.9. Dataciones radiocarbónicas AMS sobre elemento identificado como doméstico u Homo sapiens de la Cova de la Sarsa,
calibradas a uno y dos sigmas mediante curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013) utilizando el software Oxcal 4.2.3 (Bronk Ramsey,
2009). NA= Neolítico antiguo. NF= Neolítico final. C= Calcolítico. B= Edad del Bronce. BF= Bronce final. V= Visigoda. A= Andalusí.
N
Especie
Código Lab.
C:N %Col. Años BP Cal BP 1σ
Cal BP 2σ
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media
Fase
1
H. sapiens
MAMS-19066
3.3
1.9
6532±24 7461-7426 7485-7421
5512-5477
5536-5472 5500±15 AC
NA
2
Ovis aries
OxA-V-26076
3.2
10.7
6506±32 7465-7338 7482-7326
5516-5389
5533-5377 5465±36 AC
NA
3
H. sapiens
MAMS-19068
3.2
5.4
6459±33 7425-7329 7433-7312
5476-5380
5484-5363 5429±39 AC
NA
4
Ovis aries
OxA-V-26075
3.2
6.8
6420±32 7416-7318 7421-7280
5467-5369
5472-5331 5411±42 AC
NA
5
Bos taurus OxA-V-2360-25 3.1
3
6399±33 7413-7275 7418-7269
5464-5326
5469-5320 5397±51 AC
NA
6
Bos taurus OxA-V-2360-22 3.2
2.2
6389±33 7412-7270 7418-7264
5463-5321
5469-5315 5391±53 AC
NA
7
H. sapiens
1.6
6341±30 7312-7251 7410-7173
5363-5302
5461-5224 5331±25 AC
NA
OxA-V-2392-26 3.4
8
H. sapiens
OxA-31629
3.2
1.4
6309±36 7176-7269 7167-7306
5320-5227
5357-5218 5282±39 AC
NA
9
H. sapiens
MAMS-19070
3.2
1.2
4573±22 5318-5145 5437-5075
3369-3196
3488-3126 3287±79 AC
NF
10
H. sapiens
MAMS-19069
3.2
1.4
4534±22 5303-5074 5310-5054
3354-3125
3361-3105 3244±99 AC
NF
11
H. sapiens
MAMS-19065
3.3
3.1
4241±27 4853-4822 4859-4662
2904-2873
2910-2713 2848±48 AC
C
OxA-V-2360-23 3.3
C
12
H. sapiens
3.6
4062±28 4780-4446 4788-4437
2831-2497
2839-2488 2589±64 AC
13
H. sapiens
MAMS-19067
3.2
1.9
3552±21 3885-3831 3904-3726
1936-1882
1955-1777 1909±22 AC
14
H. vulgare
Beta-322892
–
–
2650±40 2787-2744 2848-2737
838-795
15
H. sapiens
MAMS-19071
3.2
4.5
1457±18 1381-1341 1395-1314
16
H. sapiens
OxA-V-2360-24 3.2
2.5
927±24
907-797
917-790
569-610
1044-1154
B
899-788
832±27 AC
BF
556-636
604±19 DC
V
1033-1160 1095±44 DC
A
Fig. 2.35. Curvas de calibración de las dataciones radiocarbónicas obtenidas en la Cova de la Sarsa mediante el software Oxcal 4.2.4
(Bronk Ramsey, 2009). La calibración se ha realizado utilizando la curva IntCal 13 (Reimer et al., 2013).
38
[page-n-56]
y 8 las realizó el propio laboratorio. En el resto de huesos se
extrajo en el Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology (Leipzig, Alemania) mediante el procedimiento descrito
por Richards y Hedges (1999) con el añadido de una fase de
ultrafiltración (Brown et al., 1998). El colágeno de todas ellas
muestra índices de calidad aceptables según criterios señalados por Van Klinken (1999).
Los datos se presentan en una tabla en la que se muestra
el resultado de cada datación, su ratio (C:N), rendimiento de
colágeno (%Col.), sus rangos de calibración a 1 y 2 sigmas y la
máxima probabilidad obtenida por el programa CalPal online
(Danzeglocke et al., 2012). Finalmente, se especifica la fase de
la secuencia arqueológica regional a la que adscribimos cada
muestra según el resultado obtenido (cuadro 2.9). Los límites
cronológicos se sitúan entre el 6500 y el 927 BP, concentrándose la mayoría de las dataciones entre el 6500 y el 6340 BP,
reforzando la hipótesis de que es durante el Neolítico antiguo
cardial cuando la cueva es habitada con mayor intensidad.
El resultado obtenido en las muestras 1 a 8 queda relacionado con el momento de mayor intensidad de las ocupaciones
neolíticas en la cavidad, momento al que se adscribe la mayor
parte de los materiales arqueológicos recuperados (San Valero,
1950; Pérez Botí, 1999; García Borja y Casanova, 2010). En
anteriores publicaciones (Cortell y García Borja, 2008; García
Borja y Casanova, 2010; García Borja et al., 2011c; García Borja y López Montalvo, 2011; García Borja et al., 2012), se había
aceptado que éstas debían situarse entre el 5500 y el 5400 cal
BC, siendo el 5450 la fecha propuesta para el inicio de las mismas. Los resultados obtenidos posibilitan retrasar las primeras
evidencias de actividad humana en la cueva a algún momento
entre el 5550-5450 cal BC.
La fecha obtenida sobre un fragmento de la maxila derecha
del individuo masculino aparecido en la grieta (OxA-31629:
6309±36) merece un comentario aparte. Esta misma muestra
ofreció otro resultado previo más antiguo, concretamente de
6800±30 BP (Beta-384725), cuya calibración a dos sigmas
ofrecía una horquilla de entre 5730-5640 cal BC. Desde un
primer momento, se consideró que se trataba de un resultado
que debía ser tomado con cautela atendiendo al contexto arqueológico de aparición y a la serie de dataciones disponible
para Sarsa y para el País Valenciano. De hecho se trataba de
la datación sobre resto humano más antigua para el Neolítico
peninsular y aunque el laboratorio dio por bueno el resultado
tras exponerle los problemas que generaba, se decidió someter
los restos fechados a una serie de analíticas destinadas a dotar
de mayor validez el resultado.
En primera instancia, valoramos la posibilidad de estar ante
una inhumación mesolítica que compartía espacio con otra posterior, neolítica, cuestión que se desestimó tras los análisis de ADN
mitocondrial realizados sobre uno de sus dientes, cuyos resultados señalaban que se trataba de un individuo de ascendencia neolítica (Olalde et al., 2015). Los estudios que paralelamente realizamos en el archivo del Museu de Bocairent, dejaban abierta la
posibilidad de que los huesos seleccionados para su datación pudieran haber sido tratados con algún tipo de ácido en su limpieza,
buscando obtener un tono más blanquecino en los mismos de cara
a su exposición al público. Se decidió realizar una analítica sobre
el colágeno que el laboratorio había extraído para la obtención de
la fecha, esta vez en los laboratorios del Max-Planck Institute for
Evolutionary Anthropology, obteniéndose un ratio C:N elemental
de entre 4,2 y 4,6, valores muy superiores a los establecidos como
fiables por Van Klinken (1999). Al comparar los ratios de calidad
del colágeno de las muestras, comprobamos que únicamente los
huesos en los que se extrajo su colágeno a partir del procedimiento descrito por Richards y Hedges (1999) con el añadido de una
fase de ultrafiltración (Brown et al., 1998), ofrecían índices de calidad del colágeno aceptables (%C, %N, C:N) según los criterios
señalados por Van Klinken (1999).
En consecuencia, se optó por volver a realizar una datación sobre el mismo individuo, si bien esta vez advirtiendo al laboratorio
escogido de las propias características de la muestra, y de la necesidad de evaluar de antemano los índices de calidad del colágeno,
cuestión que no se había advertido en el primer caso. En este caso, la
muestra fue enviada a la Radiocarbon Accelerator Unit (University
of Oxford). La datación obtenida del cráneo identificado como individuo masculino fue 6309±36 BP (OxA-31629), asociada a unos
índices de calidad del colágeno mejores que en el anterior intento.
Las muestras 9 a 13 permiten afirmar que la cueva fue posteriormente utilizada como lugar de enterramiento durante el
Neolítico final, Calcolítico pre-campaniforme y Bronce antiguo.
La número 14 remite a un momento de utilización durante el
Bronce final, si bien la escasez de materiales de esta cronología
nos lleva a plantear que sería de baja intensidad. Las últimas dos
dataciones remiten al uso de la cavidad como lugar de enterramiento en época visigoda y andalusí, esta última en el momento
de tránsito de la época emiral a la califal.
39
[page-n-57]
[page-n-58]
3
Metodología para el estudio de la cerámica prehistórica
En los siguientes apartados se exponen los procedimientos seguidos para la recogida objetiva de los datos y su posterior
ordenación en categorías que definan tipos arqueológicos a
partir de atributos reconocibles y cuantificables. El análisis y
descripción de las cerámicas sigue las pautas metodológicas
establecidas en anteriores trabajos sobre vajillas prehistóricas
aparecidas en el País Valenciano (Bernabeu, 1989; Bernabeu
y Guitart, 1993; Bernabeu y Orozco, 1994; De Pedro, 1998;
Pérez Botí, 1999; García Borja, 2004; Molina Balaguer, 2006;
García Borja et al., 2007; Bernabeu et al., 2009b; García Borja
et al., 2010a, 2010b, 2011b y 2013; García Borja y Pérez Jordà, 2012). Se han realizado modificaciones respecto de la propuesta inicial (Bernabeu, 1989), siendo necesario exponer de
forma detallada los caracteres morfodescriptivos considerados
con el fin de facilitar la lectura de los datos que se expondrán
en los próximos capítulos.
Esta metodología analítica encaminada a recoger la mayor
cantidad de información posible, se estructura en dos fases: el
análisis de los fragmentos y el de los vasos. Los datos se presentan de forma separada, pues el estudio de los fragmentos
y el de los vasos, aunque complementarios, son independientes, mostrando cada fase de estudio lo que no consigue la otra,
siendo especialmente útil en conjuntos con un buen número de
efectivos, pues en caso contrario, debe valorarse la posibilidad
de realizar una descripción individualizada de las formas de las
que disponemos. La diferencia fundamental entre el primer tipo
de inventario y el segundo radica en la inclusión de las variables métricas, tipológicas, tecnológicas y de organización de la
decoración en el análisis de los vasos. Para agrupar toda esta
información ha sido necesario elaborar una base de datos digital, organizada en diferentes archivos interrelacionados. A cada
variable se le ha asignado una lista de valores alfanuméricos predeterminados, con el fin de agilizar las búsquedas y recuentos
(Bernabeu et al., 2011a). Es un método que se ha demostrado
capaz de recoger la variabilidad formal de colecciones prehistó-
ricas de cerámica a mano. La clasificación tipológica se sustenta
en la consideración de los atributos morfológicos y métricos de
cada recipient cerámico.
En nuestro caso, se han definido unos campos analíticos a
los que se les ha asignado una serie de variables descriptivas
elegidas por ser posible su reconocimiento mediante la observación macroscópica, obviando aquellas que necesitan de medios
arqueométricos para su correcta identificación.
ANÁLISIS DE LOS FRAGMENTOS
Se considera como fragmento todo resto cerámico con independencia de tamaño y forma. El método de estudio propuesto contempla
la realización de un inventario de todos los fragmentos, de tal modo
que cada uno es contabilizado como una unidad. El recuento por
capas o estratos y la comparación de las diferentes variables (tipo
de labio, base, borde, elemento de prensión y técnica decorativa)
permite obtener una primera caracterización del conjunto.
Las variables analizadas son de dos tipos: de localización y
esenciales. Las primeras remiten a la ubicación de cada fragmento
en cada yacimiento objeto de estudio. En este caso, aunque en la
inserción de los datos se ha señalado la capa, cuadro y año en el
que fue recuperado cada resto, al considerar que el conjunto carece
de validez estratigráfica se ha optado por no organizarlos en función de su localización, eligiendo como valor principal en la ordenación de la colección la técnica decorativa esencial. Las segundas
variables se refieren a las características morfológicas propias de
cada fragmento, descritas a través de los siguientes campos: labio,
borde, bases, elementos de prensión y técnicas decorativas.
Labios
Los labios se refieren exclusivamente a la parte superior del borde, cuello o pared no diferenciada del recipiente (fig. 3.1). Se
distinguen las siguientes variables:
41
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Fig. 3.2. Tipos de bordes.
Fig. 3.1. Tipos de labios.
1. Redondeado.
2. Plano.
3. Biselado.
3.1. Biselado en ángulo.
3.2. Biselado redondeado.
4. Engrosado interno.
4.1. Engrosado interno almendrado.
4.2. Engrosado interno plano.
4.3. Engrosado interno redondeado.
5. Engrosado externo.
5.1. Engrosado externo plano.
5.2. Engrosado externo redondeado.
5.3. Engrosado externo alargado.
6. Engrosado doble.
6.1. Engrosado doble plano.
6.2. Engrosado doble redondeado.
6.3. Engrosado doble alargado.
6.4. Engrosado doble cóncavo.
7. Con reborde.
7.1. Con reborde interno.
7.2. Con reborde externo.
2. Cónicas: cuando esa calota se presenta claramente apuntada.
3. Cóncavas. En función del diámetro de esa concavidad basal
se ha establecido la siguiente subdivisión:
3.1. Anchas: diámetro inferior o igual a 5 cm.
3.2. En ónfalo: el diámetro es mayor de 5 cm.
4. Planas. Fondo de sustentación horizontal, distinguiéndose entre:
4.1. Simples: el tránsito al galbo se realiza por una simple
curvatura o un codo más o menos marcado.
4.2. De pie macizo: el punto de unión viene marcado por un
reborde externo.
5. Pies diferenciados. Bajo esta denominación se incluyen todas aquellas bases que aparecen netamente diferenciadas
del cuerpo del vaso. Diversos rasgos métricos y formales
han determinado los subtipos siguientes:
5.1. Anillados: cuando se trata de un reborde circular basal.
5.2. Estrangulados: de sección troncocónica. Altos o bajos.
5.3. Polípodos: apéndices basales en número indeterminado.
Bordes
Se entiende por borde la parte superior de la pared del recipiente
en contacto con el labio. Ésta puede o no diferenciarse del resto
del perfil en función de un cambio de orientación. Se han considerado las siguientes variantes (fig. 3.2):
0. No diferenciado.
1. Recto/reentrante.
2. Saliente.
3. Vuelto.
Bases
Las bases corresponden a las superficies de apoyo de cada vaso.
Se han diferenciado las siguientes variables (fig. 3.3):
1. Convexas: fondo en calota de esfera.
42
Fig. 3.3. Tipos de bases.
[page-n-60]
Elementos de prensión
Como elemento de sujeción o de prensión se considera cualquier protuberancia o asa que sobresale en un vaso cerámico,
que sirva para agarrarlo o sujetarlo. La variedad morfológica de las asas es considerable y presentan gran diversidad de
diseños (fig. 3.4):
0. Arranques de asa.
1. Cordones.
2. Cordones perforados.
3. Mamelones.
3.1. Mamelones perforados.
3.2. Mamelones metálicos.
4. Apliques y apéndices.
4.1. En los labios.
4.2. Aplique con agujeros de suspensión.
5. Lengüetas.
5.1. Lengüetas perforadas.
6. Perforaciones de suspensión.
7. Asas pitorro.
7.1. De apéndice.
7.2. De puente.
7.3. Insertada en un asa de cinta.
7.4. Simple perforación bajo el borde o labio.
8. Asas de túnel.
8.1. Horizontales.
8.2. Verticales.
9. Mangos.
9.1. Mangos perforados.
10. Asas planas tipo cazoleta.
11. Asas de cinta.
11.1. Horizontales.
11.2. Verticales.
11.3. Con perforación.
12. Asas de cinta vertical con apéndice lenticular.
12.1. Con perforación.
12.2. Figurativas.
12.3. Sobreelevadas.
13. Asas de cinta con resalte basal.
14. Asas de cinta sobreelevadas.
14.1. Perforadas.
15. Asas anulares.
15.1. Horizontales.
15.2. Verticales.
15.3. Con perforación.
16. Asas bilobulares.
17. Asas trilobulares.
18. Con más de tres asas unidas.
Fig. 3.4. Tipos de elementos de prensión.
43
[page-n-61]
Técnicas decorativas específicas
Todo elemento que modifique la superficie de un recipiente
cerámico con fines ornamentales será calificado como técnica
decorativa. Las técnicas decorativas se han considerado a un
doble nivel: esenciales y específicas. Las primeras definen la
decoración general de un vaso, asignándose sólo una a todo
fragmento o vaso. La segunda se refiere a cualquier técnica
utilizada, registrándose todas por igual, pues cada fragmento
puede combinar varios tipos de técnicas decorativas específicas, que deberán ser contabilizadas. Las variables consideradas para la descripción de las técnicas decorativas se exponen
a continuación.
1. Mamelones. No se considerarán aquí los mamelones aislados
utilizados como elementos de prensión.
1.1. Teoría de mamelones. Conjunto de mamelones o pastillas
unidos en la superficie del vaso sin dejar apenas espacios
libres entre unos y otros.
1.2. Pastillaje. Pequeñas bolas de arcilla repartidas a lo largo del
vaso de forma espaciada.
1.3. Botones. Similares al pastillaje en ejecución, la diferencia principal es que ocupan un espacio limitado, generalmente bajo el borde, sin llegar a rodearlo completamente.
1.4. Apliques seriados. Se trata de una o más protuberancias
alargadas similares a pequeñas lengüetas orientadas verticalmente, horizontalmente o de forma oblicua que ocupan una superficie limitada del vaso, nunca rodeándolo.
1.5. Metálicos. Su característica principal es que están realizados
de cobre o bronce.
1.6. Pastillas repujadas. Consistente en introducir un objeto de
punta única roma en la pared interna cerámica antes de la
cocción, presionándola hasta que aparece una protuberancia
en el exterior, sin llegar a perforar.
2. Cordones. Aunque su consideración como técnica decorativa no goza de total unanimidad, especialmente en el caso de
los cordones lisos, se ha decidido que cualquier cordón tenga
el tratamiento de técnica decorativa, con independencia de su
papel como elementos de prensión.
2.1. Cordón liso.
2.2. Cordón impreso.
2.2.1. Impresión simple de instrumento de punta única
ancha y roma.
2.2.2. Pellizcado.
2.2.3. Con el borde de una concha dentada.
2.2.4. Con el natis de una concha dentada.
2.2.5. Con el borde de concha no dentada.
2.2.6. Impresión vertical con objeto acabado en punta
estrecha y roma.
2.2.7. Impresión vertical con objeto acabado en punta
aguzada.
2.2.8. Con un instrumento de punta doble.
2.2.9. Con instrumento de punta múltiple o gradina.
2.2.10. Punto y raya.
2.2.11. Impresiones indeterminadas.
2.3. Cordón inciso. Realizados con un instrumento de punta única generalmente afilada; la diferencia fundamental con las
anteriores posibilidades radica en el gesto técnico del artesano, en el que existe arrastre del instrumento. En ocasiones
44
resulta complicado diferenciar incisiones de impresiones en
cordones. Estos casos se incluirán en la categoría de cordones impresos simples.
2.4. Cordón realizado con mamelones. Formado por una serie
de mamelones continuos a lo largo de la pared del vaso.
Aunque puede presentar orientación vertical y oblicua, generalmente se trata de cordones orientados horizontalmente
situados bajo el borde.
3. Impresiones. Son las marcas o señales que un instrumento
deja en el cuerpo cerámico al presionar sobre él. Se han diferenciado diferentes tipos de impresiones en función de la
huella resultante, denominándose cada uno con el nombre del
instrumento que la experimentación ha determinado que más
se aproxima.
3.1. Impresión cardial con el borde de una concha dentada. Son las
realizadas con el borde de un bivalvo de la familia Cardiidae.
3.1.1. Con la concha en posición vertical.
3.1.2. Con la concha en posición oblicua.
3.1.3. Impresión doble o reflejada.
3.2. Impresión cardial con el natis de una concha dentada.
3.2.1. Con el natis no perforado.
3.2.2. Con el natis perforado.
3.3. Impresión con el borde de una concha no dentada. La gran
mayoría de las impresiones realizadas con bivalvos marinos
con el borde liso forman motivos decorativos pivotantes,
para el que también utilizaremos el termino rocker.
3.4. Impresión de instrumento acabado en punta roma.
3.4.1. Impresión simple vertical.
3.4.2. Impresión simple oblicua.
3.4.3. Impresión y arrastre o boquique.
3.4.4. De tubo. La punta del instrumento está hueca.
3.5. Impresión de instrumento acabado en punta aguzada.
3.5.1. Impresión simple vertical.
3.5.2. Impresión simple oblicua.
3.5.3. Impresión y arrastre.
3.6. Impresión de instrumento de punta doble.
3.7. Impresión de instrumento de punta múltiple o gradina.
3.8. Impresión de instrumento de punta plana alargada
(espátula).
3.9. Digitación.
3.9.1. Impresión simple digitada.
3.9.2. Pellizcado.
3.10. Impresión de instrumento indeterminado.
4. Incisiones. La técnica de la incisión conlleva un gesto técnico
consistente en deslizar de forma continuada un instrumento
sobre la superficie del recipiente. Dentro de la incisión, diferenciaremos otras categorías (acanalado, esgrafiado, peinado,
arrastre) para referirnos a técnicas que aunque comparten
gesto técnico, están ejecutadas con instrumentos de diferente
morfología, o en momentos avanzados de la elaboración de
los vasos.
4.1. De instrumento no dentado.
4.1.1. Incisión simple. De sección en V.
4.1.2. Acanalado. De sección en U. El instrumento con
el que se ejecutan posee punta roma.
4.1.3. Esgrafiado. Incisión fina realizada con objeto de
punta afilada sobre la superficie del recipiente después de su secado o cocción.
[page-n-62]
4.2. De instrumento dentado.
4.2.1. Peinado. Considerada también como un acabado
de las superficies; dada su especial relevancia a nivel cronológico, hemos preferido mantenerla entre
las técnicas decorativas.
4.2.2. Arrastre cardial. En ocasiones esta técnica puede
confundirse con la decoración peinada. Los surcos
del arrastre son generalmente ondulados y no continuos, de modo que existen rupturas en las líneas
dibujadas. Suele utilizarse para rellenar las superficies previamente delimitadas mediante impresiones.
4.2.3. De dos o tres puntas. Similar a las anteriores pero
con instrumento de no más de tres puntas.
5. Pinturas y engobes.
5.1. No cubriente. Realizada con un pincel o similar, puede formar diferentes tipos de motivos decorativos. Documentamos dos posibilidades en función del colorante utilizado.
5.1.1. Pintura de color rojo.
5.1.2. Pintura de color negro.
5.2. Cubriente. Realizada de forma manual o sumergiendo
el vaso en el líquido. Diferenciamos tres posibilidades
(Navarrete et al., 1991).
5.2.1. Almagra.
5.2.2. Engobe.
5.2.3. Aguada.
5.3. Grafitado. Característica del Hierro antiguo, consiste en
aplicar una capa de grafito en la superficie del recipiente, lo
que le confiere un color gris brillante.
5.4. Relleno en la decoración. La utilización de colorante queda
restringida a las decoraciones. Es una técnica complementaria que nunca aparece sola.
5.4.1. Relleno de pasta roja.
5.4.2. Relleno de pasta blanca.
5.4.3. Combinación de ambas.
6. Excisión/estampado.
6.1. Estampado. El gesto técnico es la presión. Lo distingue la
utilización de un instrumento especifico o pequeño molde previamente diseñado.
6.2. Excisión. Consiste en eliminar arcilla de la pared del vaso.
6.3. Fibras vegetales. Las marcas de vegetales en las paredes del
vaso o en su base no siempre responden con una intencionalidad ornamental, sin embargo posee unas connotaciones
cronológicas significativas por su abundancia durante el
Bronce final.
7. Labios decorados. Afectan únicamente a esta parte del recipiente. Se distinguen las variantes que siguen.
7.1. Impresos.
7.1.1. Impresión digitada simple.
7.1.2. Pellizcado.
7.1.3. De borde de concha dentada.
7.1.4. De natis.
7.1.5. De borde de concha no dentada.
7.1.6. Instrumento de punta única roma.
7.1.7. Instrumento de punta única aguzada.
7.1.8. Instrumento de punta doble.
7.1.9. Instrumento de punta múltiple.
7.1.10. Punto y raya.
7.1.11. Instrumento indeterminado.
7.2. Incisos.
Técnicas decorativas esenciales
La técnica decorativa esencial es una categoría más genérica,
aplicada tanto a fragmentos como a vasos, que designa la decoración principal de cada ejemplar. Se trata de una categoría excluyente, de tal forma que cada individuo sólo posee una técnica
decorativa esencial en su descripción. Son especialmente útiles
a la hora de presentar colecciones sin referencia estratigráfica
como la de la Cova de la Sarsa. En el caso que un fragmento combine varias técnicas decorativas el investigador deberá
elegir cuál es la más representativa, proponiéndose un orden
jerárquico cuya formulación se ha realizado en función de la
importancia cronológica de cada técnica.
1. Impresa cardial. Se considera como decoración cardial toda
aquella realizada con el borde de una concha dentada o con
el natis, en cualquier parte del vaso, incluyéndose también
la técnica del arrastre cardial en la que, si bien el gesto técnico es el propio de una incisión, está realizada con una
concha dentada.
2. Impresa de gradina.
3. Inciso-impresa. Combina impresiones e incisiones.
4. Otras impresiones. En los conjuntos cerámicos analizados se
ha constatado que además de las impresiones realizadas con
concha y con gradina existe un buen número de fragmentos
impresos realizados con diferentes instrumentos que hemos
agrupado en este campo.
5. Incisa/acanalada.
6. Esgrafiada.
7. Peinada.
8. Pastillaje.
9. Excisa.
10. Pintada.
11. Almagra.
12. Cordón impreso o inciso. Se incluyen aquí todas las posibilidades referentes a cordones impresos e incisos, excepto los
impresos cardiales y de gradina, que aparecerán en los recuentos de las impresiones señaladas en los valores 1 y 2.
13. Cordón de mamelones.
14. Cordón liso.
15. Labio impreso.
16. Lisa. Ausencia de cualquier tipo de decoración.
análisis DE LOS VASOS
Se considera como vaso diferenciado al fragmento o grupo
de fragmentos que por su forma, tecnología, decoración o
cualquier otra característica, pueda llegar a ser tratado como
único respecto del resto, aun sin poder determinar su tipología. A la hora de considerar como vaso a fragmentos informes con una tecnología o decoración singular, cada investigador aplicará un criterio más o menos restrictivo en función
de las características de la colección. El estudio de los vasos
proporciona una aproximación al número mínimo de individuos
diferenciados. Permite obtener una visión morfológica de la vajilla en su conjunto, unidad o estrato que se quiera comparar. En la
45
[page-n-63]
propuesta analítica de descripción de cada vaso, quedan reflejadas sus características morfológicas, tipológicas, tecnológicas y
la organización de su decoración.
Además de los campos dedicados a la localización de los
fragmentos que pertenecen a un mismo vaso, su descripción
parte de cuatro clases de datos: los atributos morfológicos, los
atributos métricos, la organización de la decoración y la tecnología. La tipología viene determinada tanto por los atributos
morfológicos como por los métricos.
Criterios métricos y morfológicos
La clasificación tipológica propuesta es de tipo jerárquico, siendo las variables establecidas las que determinan los criterios de
pertenencia en cada caso. A partir de la definición de las variables morfológicas y métricas de cada vaso, éste será clasificado
tipológicamente. Los atributos morfológicos han sido descritos
en el anterior apartado. Los atributos métricos considerados a la
hora de establecer la clase tipológica son:
- Diámetro de la boca (Db).
- Diámetro máximo (Dm).
- Altura (H).
- Altura del punto tangencial (Hpt).
- Diámetro del punto tangencial (Dpt).
- Diámetro del cuello o arista interna (Dc).
- Altura del cuello o arista interna (Hc).
- Área. Resultado de multiplicar Dm por H. Si bien no pretende ser un sustitutivo del volumen del recipiente, su mayor facilidad de cálculo favorece su uso para una primera
discriminación.
- Índice de Apertura (IA). Se obtiene tras dividir el Db por el Dm.
En función del resultado consideraremos que un vaso es abierto cuando el IA sea igual a 1, poco cerrado cuando esté situado
entre 0,8 y 0,99, cerrado entre 0,6 y 0,7 y muy cerrados cuando
el IA sea menor de 0,6.
- Índice de Profundidad (IP). Se obtiene tras dividir la H por el
Dm. Del mismo modo que con el índice anterior, en función del
resultado podremos afirmar que un vaso es muy plano cuando
el IP es igual o inferior a 0,3, plano cuando está entre 0,31 y
0,45, poco profundo si está entre 0,46 y 0,70, profundo si el IP
está entre 0,71 y 0,90 y muy profundo si supera la cifra de 0,9.
- Índice de profundidad de la arista interna (Ihc). Se obtiene de
dividir la Hc por la H.
- Índice de apertura del cuello o arista interna (Idc). Se obtiene de
dividir la Hpt por la H.
- Índice de apertura del punto tangencial (IDcp). Se obtiene de
dividir el Dpt por el Dc.
- Índice de altura del punto tangencial (Ihpt). Se obtiene al dividir
la Hpt por la H.
El cálculo del volumen se realiza sobre la parte interna
de cada vaso, asignándose a cada vaso uno de los 8 tipos que
hemos diferenciado:
Tipo 1: Vasos con una capacidad de entre 0 y 0,25 litros.
Tipo 2: Vasos con una capacidad de entre 0,25 y 0,5 litros.
46
Tipo 3: Vasos con una capacidad de entre 0,5 y 1 litro.
Tipo 4: Vasos con una capacidad de entre 1 y 2 litros.
Tipo 5: Vasos con una capacidad de entre 2 y 4 litros.
Tipo 6: Vasos con una capacidad de entre 4 y 10 litros.
Tipo 7: Vasos con una capacidad de entre 10 y 25 litros.
Tipo 8: Vasos con una capacidad superior a los 25 litros.
A las variables utilizadas para la descripción de los atributos
morfológicos, se ha añadido una descripción algo más detallada
del perfil de cada recipiente, entendida como la combinación
secuenciada de cierto número de puntos característicos que definen cambios de orientación o rupturas de perfil en sus paredes,
dando lugar a formas simples o compuestas (formadas por dos
o más volúmenes). Todo perfil presentará al menos dos de los
siguientes puntos característicos:
Terminal. Punto de unión de la pared interna y externa del recipiente, en contacto con el plano del Db.
Basal. Punto inferior del recipiente.
Tangencial. Realiza la unión entre dos tramos de pared convexos,
mediante una suave curvatura que no alcanza a formar una
ruptura de perfil.
Inflexión. Realiza la unión entre dos tramos de pared de distinta
orientación: el superior, cóncavo, y el inferior convexo, mediante una suave curvatura que no define rupturas de perfil.
Conforma los clásicos perfiles en “S”, más o menos alargados.
Ruptura de perfil. Realiza la unión entre dos tramos de pared de
distinta orientación: el superior recto, y el inferior convexo.
Arista. Puede considerarse como una especie de carena vista por el interior del recipiente. Realiza la unión entre dos
tramos de pared de distinta orientación: el superior recto y
el inferior convexo. Puede ser visible en la pared interna,
externa o en ambas.
Carena. Realiza la unión entre dos tramos de pared de distinta
orientación: el superior cóncavo o recto y el inferior convexo,
mediante una ruptura de perfil que forma ángulo marcado.
Tras la definición del perfil y establecidos los atributos métricos del recipiente, el siguiente paso es establecer la forma esencial.
Se han distinguido las siguientes formas esenciales (fig. 3.5):
Forma 1. Se define por la presencia de dos puntos característicos, terminal y basal. Se trata, por tanto, de vasijas abiertas, en
las que Db=Dm. Dentro de esta categoría tienen cabida perfiles diversos, pudiendo establecerse las siguientes variantes:
hemisféricos (de paredes convexas), cilíndricos (de paredes
rectas), troncocónicos (de pares rectas y perfil exvasado). Las
variables métricas calculadas para esta forma son aquellas que
se utilizan también para el conjunto de los recipientes: Db,
Dm, H, Área, IP e IA.
Forma 2. Definida por tres puntos característicos: terminal, tangencial y basal. La forma deriva de cuerpos geométricos como
la esfera, elipse u ovoide, sin acumulación de volúmenes ni
existencia de líneas de ruptura netas en el perfil. En esta forma
el Db nunca coincidirá con el Dm. Además de las variables
anteriores, incorpora dos nuevas: la altura del punto tangencial
(Hpt), medida desde el Db, y el diámetro del punto tangencial
(Dpt), que en este caso, siempre coincidirá con el Dm.
[page-n-64]
Fig. 3.5. Formas esenciales con sus índices métricos.
Forma 3. Como la anterior, viene definida por tres puntos característicos: terminal, ruptura de perfil y basal. La ruptura de perfil
nunca forma una carena. Se trata de formas compuestas de
dos volúmenes: el inferior, derivado de la esfera, y el superior,
cilíndrico o troncocónico. Pueden distinguirse dos variantes:
cilíndricas (IA=1) y bicónicas (IA<0,9). Los índices métricos
utilizados son los mismos que en el caso de la forma 2.
Forma 4. La única diferencia con la 3 es que la ruptura de perfil
entre los dos volúmenes se realiza a través de una carena.
Los índices métricos son los mismos que los utilizados en
la forma 2.
Forma 5. Como las anteriores, viene definida por tres puntos característicos: terminal, arista interna y basal. Esta forma se conoce generalmente como platos de borde vuelto o ala plana. El
punto de unión entre el borde y la base define un diámetro que,
a los efectos del cálculo, se considerará como equivalente a un
cuello. Además de las variables generales, esta forma incorpora: el diámetro de la arista interna (Dc); la altura de la arista
(Hc), medida a partir del borde; el índice de estrechamiento de
la arista (Idc), que mide la relación entre Dc/Db; y, finalmente,
el índice de elevación de la arista (Ihc), que mide la relación
Hc/H, situándose sus valores entre 0 y 1.
Forma 6. Se define por cuatro puntos característicos: terminal,
inflexión, ruptura de perfil o arista, tangencial y basal. Son
formas compuestas de dos volúmenes que suelen incluirse
bajo los epígrafes de vasos con cuello o borde diferenciado. Los perfiles de esta forma que sustituyen el punto de
inflexión por una arista interna son extremadamente raros
en los conjuntos neolíticos. Más frecuentes son, en las fases
antiguas del Neolítico, aquellos que sustituyen la inflexión
por una ruptura de perfil (bordes rectos o reentrantes, con
Idc>0,95). Las variables métricas que definen el perfil de
la forma 6 se utilizan también para describir las formas 7
y 8: altura del cuello (Hc); diámetro del cuello (Dc); altura
del punto tangencial (Hpt); diámetro del punto tangencial
(Dpt); índice de estrechamiento (Idc). en el que sus valores
pueden superar la unidad en aquellos casos en los que el
borde presente un orientación reentrante; índice de elevación del cuello (Ihc), que presenta valores situados entre 0
y 1; índice de elevación del punto tangencial (Ihpt) y, por
último, el índice de ensanchamiento (Idcp), en el que sus
valores serán siempre superiores a 1.
Forma 7. Se define por cuatro puntos característicos: terminal,
inflexión, carena y basal. Se trata, por tanto, de las clásicas
formas carenadas de paredes cóncavo-convexas. Las variables
47
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métricas de esta forma son las mismas que las definidas para el
caso anterior, con la salvedad que el punto tangencial se convierte en carena.
Forma 8. Se define por cuatro puntos característicos: terminal,
arista interna, carena y basal. Como la anterior, son formas
carenadas, aunque en este caso de paredes rectas y convexas.
Las variables métricas de esta forma son las mismas que las
definidas para el caso anterior, con la salvedad de que el cuello se sustituye por la arista interna. Son formas con doble
ruptura de perfil.
Existen otros recipientes para los cuáles carece de sentido
la ordenación anterior y, por tanto, los cálculos de las variables
métricas diseñadas:
Forma 9. Vasos Geminados.
Forma 10. Queseras.
Forma 11. Toneletes.
Forma 12. Copas.
Forma 13. Vasos polípodos.
Forma 14. Formas no vasculares. Soportes, tapaderas, morillos,
pesas de telar.
Tipología
Descrita la forma y definidos los atributos métricos y morfológicos, pasaremos a establecer la tipología de cada vaso. El
sistema de clasificación tipológica se divide en cuatro niveles:
Clase, Grupo, Tipo y Subtipo. La Clase está determinada por
el índice de profundidad, excepción hecha de la Clase D, que
agrupa recipientes de características especiales. Las clases diferenciadas son:
Clase A. Recipientes con un índice de profundidad igual o inferior a 0,45.
Clase B. Recipientes con un índice de profundidad entre 0,45
y 0,7.
Clase C. Recipientes con un índice de profundidad superior a 0,7.
Clase D. Recipientes especiales (copas, toneletes, queseras…) o de pequeño tamaño (botellitas, microvasos) y
formas no vasculares.
Clase F (indeterminados). Fragmentos de vaso de insuficiente
tamaño o que poseen alguna característica particular (tecnológica, decorativa, etc.) que les proporciona la categoría de vaso,
pero no es posible su clasificación tipológica.
Una vez establecida la Clase, cabe definir el Grupo al que
queda adscrito el individuo. Los grupos tipológicos se han diferenciado de forma convencional, si bien se definen por aspectos
formales, siendo el perfil el factor más importante a la hora de
adscribir un vaso a un grupo. En algunos casos concretos es el
tamaño del mismo (Grupos 4, 5, 11 y 15), o el poseer alguna
característica muy específica (asas pitorro), lo que determinará
el grupo de adscripción. La diferenciación de los grupos y tipos
de la Clase D, formada por recipientes de características particulares, queda al margen de las pautas anteriores.
El siguiente nivel de análisis es el Tipo, determinado en la
mayoría de ocasiones por el perfil del individuo (excepción hecha de los Grupos 10 y 12, determinado por el tamaño del vaso).
48
El Subtipo ocupa la última categoría de diferenciación. Viene
determinado por características morfológicas más específicas
(labio, borde o perfil), pues se ha demostrado que la aparición de
algunas características formales remiten a momentos cronológicos determinados. La tabla de referencia que se utilizará en este
trabajo para la clasificación tipológica de un vaso es la siguiente
(figs. 3.6, 3.7, 3.8 y 3.9):
CLASE A
Grupo 1. Platos de perfil sencillo (forma 1). El Db es superior a
4 veces la H.
- Tipo 1.I. Sin labio diferenciado.
- Tipo 1.II. Con labio diferenciado.
Subtipo 1.II.a. Con labio engrosado interno.
Subtipo 1.II.b. Con labio engrosado externo.
Subtipo 1.II.c. Con labio engrosado doble.
Subtipo 1.II.d. Con labio ondulado.
Subtipo 1.II.e. Con labio biselado.
Grupo 2. Escudillas y cazuelas de perfil sencillo. El Db es menor
a 4 veces la H de la pieza. Diferenciamos dos tipos:
- Tipo 2.I. Escudillas (forma 1).
Subtipo 2.I.a. Con labio redondeado.
Subtipo 2.I.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 2.I.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 2.I.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 2.I.e. Con labio ondulado.
Subtipo 2.I.f. Con labio biselado.
Subtipo 2.I.g. Con labio plano.
- Tipo 2.II. Cazuelas (forma 2).
Subtipo 2.II.a. Con labio redondeado.
Subtipo 2.II.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 2.II.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 2.II.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 2.II.e. Con labio ondulado.
Subtipo 2.II.f. Con labio biselado.
Subtipo 2.II.g. Con labio plano.
Grupo 3. Platos, escudillas y cazuelas de perfil compuesto con
Db inferior a 25 cm. Incluye recipientes de diferentes formas,
caracterizados por un IA entre 0,9 y 1. La ruptura de perfil se
sitúa a alturas diversas. Diferenciamos 3 tipos:
- Tipo 3.I. Con ruptura de perfil alta, sin carena, puede formar un
hombro (forma 3) o perfil en S (forma 6).
- Tipo 3.II. Carenados.
Subtipo 3.II.a. Sin perfil curvo o borde saliente entre
la carena y el labio (forma 4).
Subtipo 3.II.b. De borde saliente y paredes cóncavas
y convexas (forma 7).
Subtipo 3.II.c. Con doble ruptura de perfil (borde
vuelto) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
Subtipo 3.II.d. Con doble ruptura de perfil (borde convexo) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
- Tipo 3.III. Platos de borde vuelto no carenados (forma 5).
Subtipo 3.III.a. De perfil abierto.
Subtipo 3.III.b. De perfil cerrado.
Grupo 4. Fuentes de perfil sencillo. Recipientes con Db igual o
superior a 25 cm.
- Tipo 4.I. De perfil abierto (forma 1).
Subtipo 4.I.a. Con labio redondeado.
Subtipo 4.I.b. Con labio engrosado interno.
[page-n-66]
Fig. 3.6. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase A.
49
[page-n-67]
Fig. 3.7. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase B.
Subtipo 4.I.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 4.I.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 4.I.e. Con labio ondulado.
Subtipo 4.I.f. Con labio biselado.
Subtipo 4.I.g. Con labio plano.
- Tipo 4.II. De perfil cerrado (forma 2).
Subtipo 4.II.a. Con labio redondeado.
Subtipo 4.II.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 4.II.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 4.II.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 4.II.e. Con labio ondulado.
Subtipo 4.II.f. Con labio biselado.
Subtipo 4.II.g. Con labio plano.
- Tipo 4.III. Fuentes de boca ovalada.
Subtipo 4.III.a. Perfil abierto.
Subtipo 4.III.b. Perfil cerrado.
Grupo 5. Fuentes de perfil compuesto (Db igual o superior a
25 cm).
- Tipo 5.I. Carenados.
Subtipo 5.I.a. Sin perfil curvo o borde saliente entre
la carena y el labio (forma 4).
Subtipo 5.I.b. De borde diferenciado y paredes cóncavas y convexas (forma 7).
Subtipo 5.I.c. Con doble ruptura de perfil (borde vuelto) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
50
-Tipo 5.II. Fuentes de borde vuelto no carenadas.
Subtipo 5.II.a. De perfil abierto.
Subtipo 5.II.b. De perfil cerrado.
CLASE B
Grupo 6. Cuencos de perfil sencillo.
- Tipo 6.I. Recipientes de forma abierta (forma 1).
Subtipo 6.I.a. Con labio redondeado.
Subtipo 6.I.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 6.I.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 6.I.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 6.I.e. Con labio ondulado.
Subtipo 6.I.f. Con labio biselado.
Subtipo 6.I.g. Con labio plano.
-Tipo 6.II. Recipientes de forma cerrada (forma 2).
Subtipo 6.II.a. Con labio redondeado.
Subtipo 6.II.b. Con labio engrosado interno.
Subtipo 6.II.c. Con labio engrosado externo.
Subtipo 6.II.d. Con labio engrosado doble.
Subtipo 6.II.e. Con labio ondulado.
Subtipo 6.II.f. Con labio biselado.
Subtipo 6.II.g. Con labio plano.
Grupo 7. Cuencos de perfil compuesto sin carena ni borde diferenciado (forma 3).
- Tipo 7.I. Cilíndricos.
- Tipo 7.II. Bicónicos.
[page-n-68]
Fig. 3.8. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase C.
51
[page-n-69]
Fig. 3.9. Tabla tipológica de referencia para los vasos de Clase D.
Grupo 8. Cuencos de perfil compuesto o con borde diferenciado.
- Tipo 8.I. Con hombro.
Subtipo 8.I.a. Con borde recto.
Subtipo 8.I.b. Con borde saliente.
- Tipo 8.II. De perfil en S sin carena.
- Tipo 8.III. Carenados.
Subtipo 8.III.a. Sin perfil curvo o borde saliente entre
la carena y el labio (forma 4).
Subtipo 8.III.b. De perfil en S y paredes cóncavas
convexas (forma 7).
Subtipo 8.III.c. Con doble ruptura de perfil (borde
vuelto) y de paredes rectas y convexas (forma 8).
- Tipo 8.IV. Sin carena y con borde vuelto.
Subtipo 8.IV.a. Forma abierta.
Subtipo 8.IV.b. Forma globular.
CLASE C
Grupo 9. Vasos de perfil compuesto, pequeñas dimensiones y
profundos, con un Db inferior a 15 cm y una H inferior a 18
cm; profundos (IP entre 0,9-1,1), no suelen llevar elementos
de prensión asociados.
- Tipo 9.I. Carenados.
Subtipo 9.I.a. Sin perfil curvo o borde saliente (forma 4).
Subtipo 9.I.b. De borde diferenciado y paredes cóncavas y convexas (forma 7).
Subtipo 9.I.c. Con borde diferenciado y paredes convexas y rectas (forma 8). Son formas con doble ruptura de perfil marcada.
- Tipo 9.II. Con hombro.
- Tipo 9.III. Formas con borde saliente o perfil en S.
Grupo 10. Jarros y picos vertedores. Recipientes profundos o
muy profundos (IP>9) con pico vertedor o con una gran asa
de cinta vertical que suele alcanzar hasta la mitad de la altura
del recipiente.
- Tipo 10.I. Jarros de pequeño tamaño (Db y H entre 14 y 20 cm).
Subtipo 10.I.a. De perfil simple (formas 1, 2 y 3).
Subtipo 10.I.b. De perfil compuesto.
52
- Tipo 10.II. Jarros de tamaño medio (Db y H superior a 14 cm).
Subtipo 10.II.a. De perfil simple (formas 1, 2 y 3).
Subtipo 10.II.b. De perfil compuesto.
- Tipo 10.III. Jarros con asa pitorro.
Subtipo 10.III.a. Con asa pitorro de apéndice.
Subtipo 10.III.b. Con asa pitorro de puente.
Subtipo 10.III.c. Asa pitorro particular.
Grupo 11. Cubiletes y cuencos pequeños. Formas con altura y
diámetro máximo entre 8 y 14 cm.
- Tipo 11.I. De forma abierta.
- Tipo 11.II. De forma cerrada.
- Tipo 11.III. Con borde diferenciado.
Grupo 12. Cántaros. Recipientes profundos o muy profundos
(IP>0,9), cerrados o muy cerrados (IA inferior a 0,7), de la
forma 6. Siempre presentan cuello marcado sobre cuerpo notablemente globular (Dc cercano a 1/2 del Dm). La ruptura de
perfil entre el cuerpo y el cuello es pronunciada. El desarrollo
del cuello es largo o muy largo (Hc entre 4 y 11 cm). En la
mayoría de los casos se documentan dos o más asas, no necesariamente simétricas. Su base puede ser convexa o plana.
- Tipo 12.I. Cántaros pequeños y medianos (su altura no sobrepasa los 30 cm).
Subtipo 12.I.a. Borde recto o reentrante.
Subtipo 12.I.b. Borde saliente.
Subtipo 12.I.c. Borde vuelto.
- Tipo 12.II. Cántaros grandes y anforoides (la altura supera los
30 cm).
Subtipo 12.II.a. Borde recto o reentrante.
Subtipo 12.II.b. Borde saliente.
Subtipo 12.II.c. Borde vuelto.
Grupo 13. Ollas. Recipientes de perfil cerrado poco profundos
(IP entre 0,7-0,9), en general poco cerrados (IA superior a 0,8),
de las formas 2, 3 y 6. Suelen llevar elementos de prensión.
- Tipo 13.I. Globulares (forma 2).
Subtipo 13.I.a. Simples.
Subtipo 13.I.b. Parabólicas.
- Tipo 13.II. Bicónicas (forma 3).
[page-n-70]
- Tipo 13.III. Con borde diferenciado (forma 6).
Subtipo 13.III.a. De borde recto o reentrante.
Subtipo 13.III.b. De borde saliente.
Subtipo 13.III.c. De borde vuelto.
Grupo 14. Contenedores de tamaño medio. Recipientes profundos o muy profundos. Suelen llevar asociados elementos de
prensión: cordones, mamelones, lengüetas, asas horizontales y
verticales de tamaño pequeño-medio. Su altura no sobrepasa
los 30 cm.
- Tipo 14.I. De forma abierta.
- Tipo 14.II. De forma cerrada.
- Tipo 14.III. Con borde diferenciado. Los ejemplares de forma 6 se diferencian de los clasificados como Grupo 12
por tener desarrollo corto del borde o cuello y por ser más
abiertos (IA superior a 0,7, suele estar entre 0,9 y 1), presentando un punto de inflexión marcado respecto al Db
(Idc>0,9), documentándose en su mayoría perfiles en S.
Subtipo 14.III.a. Borde recto-reentrante.
Subtipo 14.III.b. Bordes salientes.
Subtipo 14.III.c. Con borde vuelto.
Subtipo 14.III.d. Con borde convexo.
- Tipo 14.IV. Ovoides, de forma cerrada. El índice de apertura
estará entre 0,8 y 0,95.
- Tipo 14.V. Troncocónicos invertidos. Con ruptura de perfil pero
no en forma de carena (forma 3).
Organización de la decoración
Este nivel de análisis se centra en la descripción y clasificación
de las decoraciones de los vasos cerámicos, independientemente
de la técnica decorativa empleada. Para ello se descompondrán
las decoraciones de cada vaso, diferenciándose varias categorías
analíticas: elementos, motivos, composiciones y temas.
Elementos
Entendemos por elemento a la esquematización gráfica de cada uno
de los gestos técnicos realizados en la decoración de un vaso, con
independencia del útil concreto empleado, diferenciándose entre
elementos simples y complejos (realizados con más de un gesto)
(fig. 3.10). Cada elemento está sujeto a reglas de orientación (fig.
3.11) y de traslación (fig. 3.12), diferenciando tres posibilidades:
Grupo 15. Orzas y tinajas. Similares al grupo anterior, si bien de
mayor tamaño (H superior a los 30 cm).
- Tipo 15.I. De forma abierta (forma 1).
- Tipo 15.II. De forma cerrada (forma 2).
- Tipo 15.III. Con borde diferenciado (forma 6).
Subtipo 15.III.a. Borde recto.
Subtipo 15.III.b. Bordes salientes.
Subtipo 15.III.c. Con borde vuelto.
Subtipo 15.III.d. Con borde convexo.
- Tipo 15.IV. De paredes rectas (forma 3).
CLASE D
Grupo 16. Botellitas. Siempre de la forma 6 y de altura no superior a 12 cm.
Grupo 17. Cucharas y cucharones. Vasos de forma 1 ó 2 de pequeño tamaño con un elemento de prensión formado por un
mango alargado que arranca del borde.
Fig. 3.10. Elementos diferenciados.
- Tipo 17.I. Con mango.
- Tipo 17.II. Con asa plana tipo cazoleta.
- Tipo 17.III. Con asa de cinta.
Subtipo 17.III.a. Asas de cinta horizontal.
Subtipo 17.III.b. Asas de cinta vertical.
Grupo 18. Microvasos (H y Db inferior a 8 cm).
Grupo 19. Diversos.
- Tipo 19.I. Copas.
- Tipo 19.II. Tapaderas.
- Tipo 19.III. Vasitos geminados.
- Tipo 19. IV. Toneletes.
- Tipo 19.V. Vasos polípodos.
- Tipo 19.VI. Queseras o encellas.
Grupo 20. Formas no vasculares y objetos de barro cocido.
Fig. 3.11. Posibilidades de orientación de un elemento.
53
[page-n-71]
- Traslación simple: El elemento se traslada una sola vez.
- Traslación limitada: el elemento no se extiende por todo el espacio potencialmente utilizable.
- Traslación continua: el elemento se extiende por todo el espacio
disponible para la decoración.
En el caso de las reglas de traslación doble (fig. 3.12: 1215), han de referirse tanto al desplazamiento horizontal como
al vertical.
Motivos
Cualquier elemento, orientado y trasladado pasa a ser considerado como un motivo, que sólo puede estar constituido por un único tipo de elemento. Sobre los motivos actúan dos tipos de acciones: la adición y la seriación, que dan lugar al siguiente nivel de
análisis: las composiciones. Las formas de adición son diversas.
Para poder sistematizar y describir de la manera más ordenada
posible estas relaciones, hemos establecido un serie de reglas que
permiten una descripción apropiada de las formas de adición que
documentamos (fig. 3.13). De manera arbitraria, hemos establecido que la descripción de cada motivo y de cada composición
se realice desde la parte superior del vaso a la inferior y de izquierda a derecha. Sobre las diversas posibilidades de seriación,
consideramos que responden a criterios similares a la traslación
de los elementos: horizontal (SH), vertical (SV), oblicua (SO),
rotacional (SR), homotecia (SHO), alterna (SA).
Composiciones
Las composiciones se definen como motivos o conjuntos de motivos relacionados que, bien se encuentran espacialmente delimitados (aislados) respecto de otros, bien tienen un recorrido diferenciado. La estructura de una composición depende del número de
motivos que la conforman, estableciéndose una serie de niveles:
- Composiciones simples: formadas por un sólo motivo, único
o seriado.
- Composiciones medias: formadas por dos motivos.
- Composiciones complejas: implican tres o más motivos, con
una amplia variedad de situaciones.
Por último, se define su lectura en el espacio decorativo del
vaso, que puede ser horizontal, vertical, mixta o indiferenciada.
Definidas las composiciones según las reglas descritas, se ha
realizado una organización de las mismas en una serie de grupos compositivos, quedando integrada cada una en un grupo en
función de la afinidad.
Grupos compositivos
La primera propuesta de ordenación en grupos compositivos se
ha realizado tras el estudio de varias de las colecciones cerámicas neolítica valencianas más significativas, incluyéndose parte
de los vasos diferenciados en la Cova de la Sarsa (Bernabeu et
al., 2011a). Los reconocidos en las colecciones estudiadas son
(figs. 3.14 y 3.15):
Fig. 3.12. Formas de traslación de un elemento.
54
A. Bandas no delimitadas/frisos simples: formadas a partir de
elementos orientados verticalmente, oblicuos o no orientables (puntos y círculos), que presentan traslación horizontal
continua. Suele tratarse de composiciones simples en las
que el motivo o elemento que las forman puede aparecer
seriado. Su lectura es horizontal.
[page-n-72]
Fig. 3.13. Reglas de adición entre motivos. Ejemplo de descripción de composiciones tras definición de los elementos.
B. Bandas delimitadas: composiciones de lectura horizontal formadas por la sucesión de, al menos, dos motivos distintos. La
serie resultante debe estar delimitada, iniciándose y finalizando con el trazo recto largo.
C. Frisos simples con líneas: formado por la asociación de motivos correspondientes a los grupos compositivos A y F.
E. Bandas complejas: cualquier composición resultante de la asociación de composiciones encuadradas en los grupos A, B y/o
F. Un motivo sobrepasa el límite o está realizado con más de
dos elementos distintos. Pueden llegar a cubrir gran parte de la
superficie del vaso.
F. Líneas: de lectura horizontal, se diferencian de las bandas por
no presentar una estructura compositiva en forma de friso.
Se forman a partir de la traslación vertical de un elemento
de orientación horizontal. En los casos más complejos documentados, pueden aparecer asociadas a un elemento no
orientable (punto o círculo) en traslación horizontal continua
o a algún elemento corto.
G. Mosaicos: cubren la práctica totalidad del espacio compositivo con un motivo que sufre traslación doble (horizontal y
vertical) o traslación-reflexión continua.
H. Líneas y bandas verticales: repiten las estructuras compositivas de los grupos A al F, pero variando el sentido de las
traslaciones y de la lectura, que ahora es vertical. Aparecen
de forma única o seriándose, pudiendo entonces asociarse
con otros motivos de recorrido horizontal, proporcionando
una lectura mixta.
K. Figurativas: engloban todas las composiciones que pueden ser
interpretadas como antropomorfos o zoomorfos.
L. Festones: combinación de un trazo corto o largo asociado al
elemento punto, con el que comparte tipo de traslación y/o
seriación. Nunca aparecen aisladas, integrándose en composiciones más complejas de lectura mixta.
M. Figuras geométricas: son composiciones aisladas donde se
reconoce una figura geométrica.
P. Ángulos: frisos caracterizados por la presencia del elemento
ángulo. Estos motivos aparecen como limitadores del conjunto de la composición.
Q. Guirnaldas: asociación de motivos organizados a partir del elemento arco o ángulo, en translación homotecia. Si bien pueden
aparecer aislados o simplemente duplicados, esta asociación
suele seriarse de manera continua formando parte de frisos.
55
[page-n-73]
Fig. 3.15. Grupos compositivos definidos (continuación).
R. Ramiformes y asimilables: composiciones de lectura vertical
construidas sobre la base del elemento ángulo sujeto a traslación vertical limitada, o trazo corto sujeto a reflexión limitada
horizontal y traslación limitada vertical. Pueden aparecer combinados con otros motivos que los enmarcan o limitan.
S. Zigzagueantes verticales: formados por trazos cortos reflejados verticalmente y en traslación horizontal (simple o limitada). Pueden aparecer asociados a otros motivos.
Y. Metopas: asociación de motivos que, en conjunto, conforman
una figura en U invertida.
Z. Relieves: toda composición realizada sobre elementos aplicados (mamelones, cordones, etc.) serán tratados de forma particular. En el caso de haber otro tipo de técnicas decorativas,
si estas se circunscriben a las aplicaciones, quedarán dentro de
este grupo, si rebasan sus límites, ignoraremos los apliques,
tomando sólo en consideración las otras decoraciones.
Representación gráfica de la decoración de un vaso
Fig. 3.14. Grupos compositivos definidos.
56
Para que la representación en dos dimensiones de un vaso decorado sea capaz de ilustrar su morfología y decoración, deberá aunar
un dibujo “clásico” en el que se observen sus características morfológicas, una fotografía y un esquema de la decoración insertada
en un recuadro tan amplio como la superficie máxima del vaso
y tan elevado como su altura (fig. 3.16). En este recuadro deben
apreciarse con claridad los temas, composiciones, motivos simples y elementos que identificamos en la decoración, destacando
con diferentes tonalidades o grosor de línea las partes reconstruidas que no conserva el vaso. En la representación, deben reflejarse
también ciertos aspectos referentes a la ubicación de las composiciones en los elementos de prensión, bases y labios.
Existen formas cerámicas que permiten diferentes lecturas. Es el
caso de los vasos con morologías poco comunes y con composiciones que recorren su base. Para estos casos, pueden presentarse dos
o más dibujos de su decoración (fig. 3.17), o decantarnos por el que
consideramos más representativo tras su observación directa.
[page-n-74]
Fig. 3.16. Representación gráfica de una jarra con motivo antropomorfo de la Cova de l’Or (foto archivo MAMA).
Fig. 3.17. Diferentes lecturas de la decoración de un tonelete de
la Cova de l’Or.
Temas y grupos temáticos
El tema de un vaso representa el nivel superior de análisis, centrado en las formas que adoptan las decoraciones sobre el recipiente. En función de su localización, distinguiremos entre:
tema general (sobre la superficie del recipiente), tema de labio,
tema de asa, tema de base y tema localizado en la parte interna
del vaso. En función de los grupos compositivos que se agrupan
definiremos el tema, distinguiendo entre los siguientes: bandas,
líneas, mosaicos, glifos, frisos, figurativos y apliques. Definidos
los temas de un vaso, pasaremos a describir el grupo temático,
última categoría analítica que define de forma conjunta las composiciones plasmadas en el recipiente considerando el recorrido
predominante de la decoración y su organización en el espacio
disponible (Bernabeu et al., 2011a: figura 1.12). A cada vaso únicamente se le puede asignar un grupo temático.
Se han establecido un total de seis grupos temáticos, algunos a su vez divididos en otros subgrupos más específicos.
Como única novedad respecto de la primera propuesta publicada (Bernabeu et al., 2011a), se ha modificado el grupo temático
de los glifos y se ha añadido uno nuevo en el que se insertan
los temas escénicos y figurativos. Los grupos temáticos diferenciados son:
1. Líneas y bandas. Se trata de decoraciones formadas por com-
posiciones de lectura horizontal, que recorren la superficie
del vaso en sentido paralelo al labio (fig. 3.18). Las bandas están caracterizadas por la presencia de motivos a base de
elementos de trazo corto en traslación continua, en dirección
diferente a su orientación, mientras que las líneas, bien están
57
[page-n-75]
Fig. 3.18. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de líneas y bandas.
58
[page-n-76]
formadas por elementos de trazo largo en traslación simple o
limitada, bien por un elemento no orientable (punto), en traslación continua. Cuando existen asas, estas pueden respetarse,
reservando el espacio que ocupan sin más, o ignorarse, en
cuyo caso las composiciones las recorren. En consecuencia
puede decirse que el campo es único y continuo. Las únicos
grupos compositivos presentes son los de las propias bandas, líneas y su combinaciones. Distinguimos entre:
1.1. Composición Única. Constituye el más simple de
los grupos temáticos: una única composición, de
lectura horizontal, recorre el recipiente ocupando
un espacio variable. Aunque en general se limitan
al espacio bajo el borde o hasta el tercio superior,
algunas recorren buena parte de altura del recipiente
sin solución de continuidad.
1.2. Listado. La única diferencia con el anterior radica
en la presencia de dos o más composiciones, que se
serian o alternan.
2. Mosaicos. Se trata de decoraciones cuya estructura está
formada por composiciones del grupo compositivo de los
mosaicos. Se distribuye por buena parte, o la totalidad, del
espacio decorativo disponible (fig. 3.19). Es frecuente su
asociación con un cordón liso o digitado. También con una
banda o con un friso simple, que sirve de límite superior y
que se ubica a la altura de los elementos de prensión. Hemos diferenciado tres tipos en función de la ordenación de
las decoraciones y orientación de los elementos:
2.1. Pivotantes. El elemento utilizado es el trazo curvo con orientación oblicua, sobre el que se aplica una traslación horizontal que se seria hasta la base, documentándose únicamente
motivos realizados con concha.
2.2. No pivotantes ordenados. Realizados con trazos
cortos o largos sometidos a reglas de traslación o
traslación-reflexión.
2.3. Desorganizados. Formados por elementos simples que
se van adhiriendo de forma irregular a la superficie del
vaso, sin orden aparente.
3. Glifos. Definidos por la presencia de una o dos composiciones
de recorrido vertical de los grupos compositivos de líneas y
bandas verticales (H), figurativas (K), ramiformes (R) o zigzagueantes (S) que pueden aparecer enmarcadas por otras decoraciones, o solas. Se han definido tres subgrupos, el último
caracterizado por no estar enmarcado, y los dos primeros por
ofrecer una cobertura total, estructurada en campos adya-
centes en los que se alternan composiciones de lectura horizontal o mixta como bandas o frisos o metopas, con otras
de lectura vertical (glifos).
3.1. Glifos enfrentados. Su estructura está formada por dos o
más campos adyacentes cuyas composiciones dejan un
espacio vacío en el que se desarrollan una o dos composiciones de recorrido vertical, que cortan el de las
anteriores (fig. 3.20). Las composiciones verticales que
ocupan este espacio preferencial del vaso pertenecen a
los grupos compositivos de las líneas y bandas verticales (H), figurativas (K), ramiformes (R) o zigzagueantes
verticales (S). En función de las composiciones que las
enmarquen diferenciaremos entre:
Fig. 3.19. Vasos del grupo temático de los mosaicos.
Superior, Cova de l’Or (foto archivo SIP); inferior, vaso 97
de la Cova de la Sarsa.
3.1.1. Glifos enfrentados delimitados por composiciones
de los grupos de bandas simples o limitadas.
3.1.2. Glifos enfrentados delimitados por composiciones
de los grupos de las guirnaldas.
3.1.3. Glifos enfrentados delimitados por composiciones de los grupos de los festones, ángulos y
zigzagueantes.
3.1.4 Glifos enfrentados delimitados por composiciones
de los grupos de las metopas.
3.2. Glifo enmarcado. En este caso, una o más composiciones horizontales definen un campo único que centra la
decoración del recipiente, en la que se representa un único glifo (figura 3.21: 278 y 300). La decoración tiende a
ocupar todo el espacio disponible. Como en el caso anterior, el glifo ocupa el espacio preferencial del vaso y pertenece a los grupos compositivos de las líneas y bandas
59
[page-n-77]
Fig. 3.20. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los glifos enfrentados.
60
[page-n-78]
verticales (H), figurativas (K), ramiformes (R) o zigzagueantes verticales (S). En función de las composiciones
que lo enmarquen diferenciaremos entre:
3.2.1. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de bandas simples o limitadas.
3.2.2. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de las guirnaldas.
3.2.3. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de los festones, ángulos y zigzagueantes.
3.2.4. Glifo enmarcado por composiciones de los grupos
de las metopas.
3.2.5. Glifo enmarcado por elementos simples que se
van adhiriendo de forma irregular a la superficie
del vaso, sin orden definido.
3.3. Glifos aislados. No ofrecen una cobertura total en la
superficie del vaso. Formados por una composición de
recorrido vertical que parte de un asa o de una banda,
pueden aparecer de forma única o enfrentada, siendo la
característica principal no estar enmarcados por otras
decoraciones, en todo caso la parte inicial del glifo (fig.
3.21: 290).
4. Frisos. Formados por grupos compositivos de lectura mix-
ta, que ocupan como mínimo la mitad de la superficie del
recipiente. Si existen composiciones colgantes bajo las
asas, se integran dentro del recorrido de la serie del friso,
sin cortarlo.
4.1. Frisos verticales. Una o dos composiciones horizontales
(generalmente líneas o bandas) enmarcan o limitan una
seriación continua o alterna de composiciones de lectura
vertical de los grupos compositivos de las bandas verticales, ramiformes y zigzagueantes (fig. 3.22). Las asas,
cuando existen, bien se ignoran, bien soportan composiciones integradas en el conjunto.
4.2. Frisos colgantes. Decoración de lectura mixta, formada
por composiciones de recorrido horizontal de las que
cuelgan:
4.2.1. Bandas delimitadas verticales. Generalmente
formando series limitadas.
4.2.2. Guirnaldas. Uno de los más representativos del
cardial valenciano (fig. 3.23).
4.2.3. Series discretas de ángulos o festones, alternos,
aislados o combinados con otras composiciones.
4.3. Frisos de ángulos, festones o geométricos. Se trata de
una clase especial de frisos, formados por ángulos,
composiciones cuadrangulares o festones, de forma
exclusiva o combinada. Por extensión, incluimos también aquellas composiciones que, aun sin ser un friso como los anteriores y pudiendo constituirse como
banda compleja, poseen una o dos composiciones colgantes de mayor tamaño y morfología semicircular,
cuadrangular o en ángulo bajo las asas, no clasificables como glifos (fig. 3.24).
5. Metopas y ortogonales. Se trata de decoraciones de lectura
mixta y campo único que tienden a ocupar más de la mitad de
la altura del recipiente (fig.s 3.25 y 3.26). Las composiciones
horizontales y verticales que lo forman se organizan presen
tando un diseño en metopa (5.1.) u ortogonal (5.2).
6. Apliques y cordones. Debido a lo específico de su técnica,
se ha preferido considerar los apliques como grupo temático separado, siempre que en el conjunto del recipiente sea
ésta la única decoración presente (fig. 3.27). El grupo lo
forman cordones lisos o decorados, horizontes y/o verticales, así como apliques diversos. Algunas composiciones
son más complejas que los simples cordones horizontales o
verticales, diferenciándose entre:
6.1. Apliques de lectura horizontal.
6.1.1. Formados por un cordón.
6.1.2. Formados por más de un cordón.
6.2. Apliques de lectura vertical.
6.3. Apliques de lectura ortogonal u oblicua.
7. Escénicos y figurativos. Se trata de un caso especial, donde
un conjunto de composiciones de diverso tipo forman un tema
escénico. También pueden estar formados por composiciones
de recorrido vertical aisladas, no seriadas ni enmarcadas y que
no están pegadas a bandas o frisos. En este grupo temático
quedarían encuadrados el vaso de la famosa Venus de Gavà
(Bosch y Estrada, 1994) o determinados vasos simbólicos del
neolítico andaluz (Gavilán y Vera, 1993).
Tecnología
El criterio seguido a la hora de considerar variables tecnológicas ha sido el de poder acceder a su descripción mediante la
observación macroscópica, que se ha demostrado útil en la caracterización de producciones cerámicas del Neolítico antiguo
(Clop, 2007; McClure, 2011; McClure y Bernabeu, 2011). Los
campos descriptivos no varían con los definidos en síntesis
generales sobre estudios cerámicos (Orton et al., 1997; Rye,
1981; Rice, 1987): tratamiento de las superficies, grosor de las
paredes, presencia de laña, ordenación del desgrasante, tipo de
núcleo y cocción, a los que se suman criterios básicos de conservación en los que se define el grado de erosión y rodadura
de cada fragmento.
Entre los valores utilizados para los tratamientos de las superficies internas y externas de los vasos no se ha estimado el
peinado, ni el engobe por considerarse ambas técnicas decorativas. Las variables diferenciadas son:
0. Erosionada.
1. Alisada.
2. Espatulada.
3. Bruñida.
Se considerará que el grosor de la parede de un vaso es fina
si es inferior o igual a 0,6 cm, media si el grosor oscila entre 0,6
y 0,9 cm y gruesa si supera los 0,9 cm. En la descripción de los
desgrasantes, sean o no añadidos, se ha optado por reflejar la
cantidad, el porcentaje y la esfericidad, siendo la unión de las
dos primeras variables las que nos ofrecerán la ordenación final
de los desgrasantes de las pastas (fig. 3.28) según la propuesta
de Mathew, Woods y Oliver (1991). El tamaño incluye las siguientes variables:
1. Fino: menor de 0,25 mm.
2. Medio: entre 0,25 mm y 1 mm.
3. Abundante: mayor de 1 mm.
61
[page-n-79]
Fig. 3.21. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los glifos enmarcados y glifos aislados.
62
[page-n-80]
Fig. 3.22. Vasos de la Cova de la Sarsa del Grupo temático de los frisos. Subgrupo de los frisos verticales.
63
[page-n-81]
Fig. 3.23. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los frisos. Subgrupo de los frisos colgantes.
64
[page-n-82]
Fig. 3.24. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los frisos. Subgrupo de ángulos y festones.
65
[page-n-83]
Fig. 3.25. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de las metopas.
66
[page-n-84]
Fig. 3.26. Vasos de la Cova de la Sarsa del grupo temático de los ortogonales.
67
[page-n-85]
Fig. 3.27. Vasos de la Cova de la Sarsa del Grupo temático de los apliques
68
[page-n-86]
1. Inexistente: la cocción es reductora.
2. Márgenes difusos: la cocción es oxidante.
3. Márgenes claramente diferenciados: la cocción es reductora.
4. Doble núcleo: la cocción es reductora. La pieza ha sido
enfriada de forma rápida por contacto con aire a temperatura ambiente.
5. Inexistente: la cocción en este caso es oxidante.
6. Con un fino margen difuso en las superficies: la cocción se realiza en ambiente reductor y se deja entrar oxígeno al final.
Descritos estos campos, se asignará la categoría tecnológica
general. Ésta se establece en función de la calidad de los acabados, grosor de las paredes, tipo de cocción y porcentaje de
aparición de los desgrasantes. Para asignar el grupo tecnológico
no es necesario cumplir con todos los requisitos, en ocasiones
imposibles de definir por el estado de conservación. Deberá
cumplir, al menos, dos de sus características definitorias. Los
grupos tecnológicos son:
1. Vasos que presentan superficies bruñidas o espatuladas, grosor
de paredes no superior a 0,9 cm y poca cantidad de desgrasantes y bien ordenados.
1.1. Cocción reductora.
1.2. Cocción oxidante, alterna o mixta.
Fig. 3.28. Gráfico de estimación del porcentaje y ordenación
de las inclusiones de arcilla.
El porcentaje de inclusiones se medirá de la siguiente forma:
1. Escaso: cuando el porcentaje es igual o menor al 10%.
2. Poco: entre el 10% y el 20%.
3. Medio: entre el 20% y 30%.
4. Abundante: superior al 30%.
La descripción del núcleo está basada en una simplificación
de la propuesta realizada por Rye (1981):
2. Vasos con superficies espatuladas o bruñidas, grosor de paredes entre 0,6 y 1,2 cm, y desgrasantes pequeños-medianos
cuya cantidad y ordenación es organizada o media.
2.1. Cocción reductora
2.2. Cocción oxidante, alterna o mixta.
3. Vasos con superficies alisadas, grosor de paredes superior a
0,7 cm y desgrasantes de tamaño medio-grande cuya ordenación es media o desordenada.
3.1. Cocción reductora, alterna o mixta.
3.2. Cocción oxidante.
4. Indeterminados.
69
[page-n-87]
[page-n-88]
4
Los fragmentos cerámicos de la Cova de la Sarsa
Los conjuntos de cerámicas a mano de la Cova de la Sarsa
depositados en las diferentes instituciones han proporcionado
un número final de 14.838 fragmentos, de los que 4.275 están
decorados y 10.563 presentan superficie lisa. Ante la ausencia
de referencia estratigráfica fiable que permita una ordenación
en relación con su contexto de aparición, se ha optado por presentarlos en función de la técnica decorativa esencial asignada,
siguiendo la propuesta de gradación expuesta en el punto anterior (cuadro 4.1). Por tanto, los cuadros resumen en los que
se exponen los recuentos obtenidos para cada campo analítico
del estudio de los fragmentos quedan ordenados en función del
campo analítico valorado y la técnica decorativa esencial asignada a cada fragmento. Cabe recordar que a cada fragmento únicamente se le asignará una técnica decorativa esencial, siendo
necesario acudir al apartado de técnicas decorativas específicas
para conocer el número y la forma de combinarse. Por lo tanto,
la descripción formal de la colección se realizará de forma unitaria, no diferenciándose la campaña de excavación en la que
fue recuperado cada fragmento, ni el contexto arqueológico, ni
el lugar en el que se encuentra depositado.
LABIOS
Se han contabilizado un total de 1.861 fragmentos con labio
(cuadro 4.2). Los redondeados representan el 96% del total, seguidos de los biselados redondeados (1,7%), biselados en ángulo (0,7%), engrosados externos (1%), planos (0,5%), engrosados dobles redondeados (0,27%) y los que presentan reborde
externo (0,2%).
Su ordenación en función de la técnica decorativa esencial
muestra cómo los labios asociados a fragmentos sin decoración
son los más numerosos, con el 40,7%, seguidos de los asociados
a decoración cardial (25,9%), cordones lisos (16,6%), cordones
impresos (6,4%), impresiones de gradina (2,6%), cordones de
mamelones (2,5%), incisiones (1,9%) y labios impresos (1%).
Los labios asociados a decoraciones impresas no cardiales,
inciso-impresas, esgrafiadas, peinadas, de mamelones y almagras, no superan el 1%.
Los labios asociados a decoración impresa cardial son los que
presentan una mayor variedad de tipos, siempre en porcentajes muy
minoritarios respecto de los redondeados. En el resto de casos la
variabilidad es escasa, con clara supremacía de labios redondeados.
BORDES
Se ha podido establecer el tipo de borde en 958 fragmentos
(cuadro 4.3), siendo los no diferenciados los más numerosos
(67%), seguidos de los bordes salientes (20,4%) y rectos/reentrantes (12%). Los bordes vueltos quedan relegados a un porcentaje testimonial (0,3%).
Su ordenación en función de la técnica decorativa esencial muestra cómo los bordes asociados a fragmentos impresos
cardiales presentan el porcentaje más elevado (38%), seguidos
de los fragmentos lisos (24%), con cordón liso (16%) y con
cordón impreso (7,9%).
BASES
El 74% de las 133 bases diferenciadas son de tendencia convexa
(cuadro 4.4). Se han identificado este tipo de bases en cerámicas
impresas cardiales, impresas de gradina, impresas no cardiales,
incisas, peinadas, con cordón liso y sin decoración, que constituyen el 56% del total de las bases convexas.
El 25% de los ejemplares han quedado clasificados como
bases planas, siendo la mayoría simples (22%), con escasa representación de las que presentan talón (3,8%). Tres de estas
últimas son cardiales y dos lisas, si bien uno de estos fragmentos
no decorados finalmente se ha determinado que pertenece a un
71
[page-n-89]
Cuadro 4.1. Procedencia de los fragmentos cerámicos analizados en relación con su técnica decorativa esencial: (1) cardial; (2) gradina;
(3) inciso-impresa; (4) otras impresiones; (5) incisa; (6) esgrafiada; (7) peinada; (8) pastillaje; (9) pintada; (10) almagra; (11) cordón
impreso; (12) cordón de mamelones; (13) cordón liso; (14) labio impreso.
Total
Liso
Decorado
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
1.039 71
31
24
69
13
95
3
6
6
181 15 622 17
Museu Arqueològic
Municipal de Bocairent
10.231 8.039
2.192
Museu Arqueològic
Municipal d'Alcoi
2.350
1.179
1.171
765
58
8
28
20
2
26
–
1
–
89
13 159
2
Museu de Prehistòria de
València
2.064
1.332
732
304
70
33
14
33
4
11
1
2
3
49
13 195
–
Museu Arqueològic
d'Ontinyent i la Vall
d'Albaida
55
6
49
32
2
–
–
3
–
2
–
–
–
5
2
3
–
Museu de Belles Arts de
Castelló
47
3
44
17
4
1
2
–
–
2
–
–
–
9
4
5
–
Museo Arqueológico
Municipal de Enguera
15
–
15
10
2
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
1
–
Museo Arqueológico
Nacional
14
1
13
9
–
–
2
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
Centre excursionista de
Tavernes de la Valldigna
13
2
11
5
1
–
2
–
–
–
–
–
–
2
–
1
–
Casa de la Cultura de
Chella
11
–
11
6
3
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
Museu Arqueològic i
Etnològic del Comtat
11
1
10
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
2
–
–
Museu Arqueològic de
Burrina
6
–
6
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Universitat de Barcelona
6
–
6
5
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Peabody Museum
of Archaeology and
Ethnology
5
–
5
4
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Universidad de Granada
6
–
6
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Fotografiados por
Asquerino sin localizar
4
–
4
3
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
4
9
10 337 50 986 19
Total
14.838 10.563
4.275
2.211 213 73
vaso con decoración impresa cardial (vaso 113). Con ello sólo
una base lisa podría ser clasificada como base plana de talón. Se
ha inventariado un ejemplar de base cónica.
Su ordenación en función de la técnica decorativa esencial
muestra que son las bases lisas las más numerosas, seguidas de las
cardiales. El resto de bases que presentan algún tipo de decoración
aparecen de forma testimonial, destacando los seis ejemplares que
presentan base convexa decorada con impresiones de gradina.
ELEMENTOS DE PRENSIÓN
Se han identificado 2.546 elementos de prensión en 2.354 fragmentos. En 243 ocasiones no ha podido determinarse el tipo
exacto, con lo que han quedado inventariados como arranque de
asa (A.0) en los recuentos (cuadro 4.5). Los elementos de prensión se asocian con la totalidad de técnicas decorativas esenciales (fig. 4.1). Cabe señalar la escasa presencia de elementos de
sujeción asociados a cerámicas pintadas, peinadas, esgrafiadas,
almagras e impreso-incisas (fig. 4.2).
72
72 129 20 136
–––Aunque en la mayoría de casos aparece como el único
elemento de prensión, en 197 ocasiones se combina con otro
(cuadro 4.6). Se observa cómo los cordones se asocian preferentemente a lengüetas, asas de cinta, asas anulares y mamelones,
siendo el resto de combinaciones menos significativas en número. Los cordones realizados con mamelones apenas se combinan
con otros elementos de prensión. Se observa una clara asociación de apliques horizontales con cordones lisos o cardiales.
Ningún vaso con asa pitorro presenta cordón.
Lengüetas y mamelones (fig. 4.3) ocupan el segundo lugar
en representación, con un 7% del total, inventariándose 98 lengüetas (8 perforadas) y 65 mamelones (7 perforados). Ambos
suelen aparecer en cerámicas lisas o asociados a cordones lisos,
impresos o realizados con mamelones. Los apliques y apéndices
ocupan el 2% del total de elementos de prensión con 41 ejemplares. La mayoría de los inventariados responde a apliques
verticales localizados bajo el labio (fig. 4.4: 11101 y 14285),
junto a grandes asas u ocupando una posición enfrentada a las
mismas, en la cara opuesta del vaso. Se trata de un tipo de ele-
[page-n-90]
Cuadro 4.2. Labios identificados: (1) redondeado; (2) plano; (3.1) biselado en ángulo (3.1); (3.2) biselado redondeado; (5.1) engrosado
externo plano; (6.2) engrosado doble redondeado; (7.2) con reborde externo.
1
2
3.1
3.2
5.1
5.2
6.2
7.2
Total
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
N
%
Cardial
444
24,9
2
22,2
9
69,2
20
62,5
–
–
5
31,3
2
40
–
–
482
25,9
Gradina
47
2,6
–
–
–
–
1
3,1
–
–
1
6,3
–
–
–
–
49
2,6
Inciso-impresa
16
0,9
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
16
0,9
Otras impresiones
8
0,4
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
20
–
–
9
0,5
Incisa
33
1,9
–
–
–
–
–
–
–
–
2
12,5
–
–
–
–
35
1,9
Esgrafiada
3
0,2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
0,2
Peinada
10
0,6
–
–
–
–
–
–
–
–
1
6,3
–
–
–
–
11
0,6
Pastillaje
2
0,1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
0,1
Almagra
3
0,2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
0,2
116
6,5
–
–
2
15,4
1
3,1
–
–
1
6,3
–
–
–
–
120
6,4
Cord. impreso
Cord. de mamel.
44
2,5
–
–
1
7,7
1
3,1
–
–
–
–
–
–
–
–
46
2,5
Cord. liso
300
16,8
–
–
1
7,7
3
9,4
1
100
1
6,3
2
40
1
33,3
309
16,6
–
19
1,0
Labio impreso
19
1,1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Lisa
737
41,4
7
77,8
–
–
6
18,8
–
–
5
31,3
–
–
2
66,7 757,0 40,7
1.782 95,8
9
0,5
13
0,7
32
1,7
1
0,1
16
0,9
5
0,3
3
0,2
Total
Cuadro 4.3. Bordes identificados: (0) no diferenciado; (1)
recto/reentrante; (2) saliente; (3) vuelto.
0
N
1
%
Cardial
265 41 49 43 51 26
1
33 366 38
Gradina
22 3,4
6
5,2 18
9
–
–
46 4,8
Inciso-impresa
7
1,1
3
2,6
4
2
–
–
14 1,5
Otras impres.
3
0,5
1
0,9
3
2
–
–
7
Incisa
11 1,7
2
1,7
8
4
1
33 22 2,3
Esgrafiada
–
–
–
–
2
1
–
–
2
0,2
Peinada
3
0,5
–
–
3
2
–
–
6
0,6
Pastillaje
1
0,2
–
–
1
1
–
–
2
0,2
Almagra
–
–
–
–
1
1
–
–
1
0,1
Cord. impreso
53 8,3 16 14
7
4
–
–
76 7,9
6,1 12
6
–
–
32 3,3
106 17 16 14 27 14
1
33 152 16
Cord. liso
Labio impreso
2
0,3
7
1
%
0,9
N
–
N
1
3
N
–
–
–
Lisa
156 24 14 12 59 30
–
– 229 24
0,3
Total
642 67 115 12 196 20
3 0,3 958 100
mento de prensión que se asocia mayoritariamente con cerámicas impresas cardiales y lisas. Los ejemplares que se encuentran
sobre el labio son algo distintos, pues responden a protuberancias pegadas al mismo, que permiten una sujeción del recipiente
con los dedos pulgares e índices de ambas manos. Los apliques
perforados ocupan un lugar testimonial.
Las asas de cinta se encuentran bien representadas (figs. 4.5
y 4.6), documentándose 234 ejemplares (el 9%), 303 (12,5%) si
incluimos: las asas de cinta horizontales con apéndice lenticular
2
4.1
4.2
Total
%
N
%
N
%
N
%
Cardial
32 33
–
–
15 52
3
60 50 37,6
Gradina
6
6
–
–
–
–
–
–
6
4,5
Otras impres.
1
1
–
–
1
3
–
–
2
1,5
Incisa
2
2
–
–
–
–
–
–
2
1,5
Peinada
1
1
–
–
–
–
–
–
1
0,8
Cord. liso
1
1
–
–
–
–
–
–
1
0,8
Lisa
55 56
1 100 13 45
2
40 71 53,4
Total
98 74
1
5
3,8 133 100
%
0,7
100
Cuadro 4.4. Bases identificadas: (1) convexa; (2) cónica; (4.1)
plana simple; (4.2) plana de pie macizo.
Total
N
2
N
3
%
Cord. de mamel. 13
%
2
1.861
0,8 29 22
N
%
(49 fragmentos) (fig. 4.5: 10732, 10740, 13833 y 14822), las
que presentan resalte basal (6 fragmentos) y las sobreelevadas
(14 fragmentos). Casi la totalidad de las técnicas esenciales aparecen asociadas con asas de cinta, excepto las etiquetadas como
peinadas, esgrafiadas y con pastillaje. Pero la gran mayoría no
presentan decoración y, si lo hacen, son las impresiones cardiales las que más veces aparecen junto a este elemento de prensión (fig. 4.7). En los casos en los que ha podido determinarse
su orientación (cuadro 4.7), se demuestra la superioridad de las
asas de cinta verticales frente a las horizontales, que también
presentan buenos porcentajes, diferencia que aumenta de forma
muy considerable si se tienen en cuenta las asas de cinta con
apéndice lenticular y las sobreelevadas, que se orientan siempre
verticalmente.
La mayoría de las asas de cinta con apéndice lenticular están asociadas a fragmentos impresos cardiales o sin decoración.
También se contabilizan en fragmentos impresos de gradina, con
73
[page-n-91]
Cuadro 4.5. Elementos de prensión: (0) arranques de asa; (1) cordones; (3) mamelones; (4) apliques y apéndices; (5) lengüetas; (6)
perforaciones de suspensión; (7) asas pitorro; (8) asas de túnel; (9) mangos; (10) asas planas tipo cazoleta; (11) asas de cinta; (12)
asas de cinta vertical con apéndice lenticular; (13) asas de cinta con resalte basal; (14) sobreelevadas; (15) asas anulares; (16) asas
bilobulares; (17) asas trilobulares; (18) con más de tres asas unidas.
Cardial
0
1
63
233
0,3% 14%
Gradina
10
4%
Inciso-impresa
Otras impresiones
4
7
3
4
5
6
7
8
6
17
9
3
1
11
9% 41% 9% 50% 20% 50%
1
0,4% 2%
–
Pintura
Almagra
Cord. impreso
Cord. liso
Lisa
Total
15
16
17
18
81
22
2
5
39
–
–
–
492
–
–
–
0,19
–
–
–
37
–
–
–
–
–
–
6
35% 45% 33% 36% 40%
–
17%
–
18%
–
–
3%
–
–
–
–
–
–
3
1
1
2% 17%
–
1
–
5
Total
–
5%
–
–
–
1,5%
–
1
–
–
–
10
–
–
2%
–
–
–
–
–
–
1%
–
17%
–
1%
–
–
–
0,4%
13
3
–
1
2
–
–
–
–
2
–
–
–
3
–
–
–
26
1%
6
13
4
2
1
–
–
–
–
1%
–
–
–
3,1%
–
–
–
1
–
1% 33%
1
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
–
–
–
29
2%
1%
–
–
–
–
–
2%
–
–
–
–
–
–
–
1,1%
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0,1%
–
8
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
8
–
0,5%
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0,3%
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
2
0,4%
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0,4%
–
–
–
–
–
–
–
0,1%
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
4
0,2%
0,4%
–
–
2%
–
–
–
–
–
–
0,9%
–
–
–
–
–
–
–
12
334
5
–
24
–
–
1
–
–
11
1
–
–
7
1
–
–
396
8%
–
24%
–
–
4,5%
–
–
–
–
–
–
16%
4,7% 2%
7,2% 17%
1
50
1
–
2
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
55
0,4%
3%
2%
–
2%
–
–
–
–
–
0,4%
–
–
–
–
–
–
–
2,2%
6
981
9
4
20
–
–
2
–
–
20
4
–
1
11
3
1
1
1.063
–
–
9%
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
1
1
8,5% 8,2%
–
–
–
7% 11% 50% 33% 100%
–
–
–
–
42%
–
4
–
–
–
2%
1%
–
–
–
–
–
0,9%
–
–
–
–
–
–
–
0,2%
135
–
36
15
40
–
4
4
13
3
101
21
2
8
31
2
2
–
417
56%
–
–
16%
1
2.546
55% 37% 41%
–
6
80% 18% 100% 100% 43% 43% 33% 57% 32% 33% 67%
243 1.640
65
41
98
10% 64%
3%
2%
4% 0,2% 0,2% 0,9% 0,5% 0,1% 9%
5
22
cordones lisos y con cordones impresos, confirmándose que estamos frente a uno de los elementos de prensión más característicos
del Neolítico antiguo cardial y Epicardial. Destacar que, de los
cuatro ejemplares que presentan perforación, tres son cardiales.
Existen 14 fragmentos con asa de cinta sobreelevada, asociados a
cerámicas sin decoración, impresiones cardiales y cordones lisos.
Las asas anulares (fig. 4.7) representan un porcentaje del
4%, con 97 ejemplares. El 40% de ellas aparecen asociadas a
vasos con decoración impresa cardial, documentándose también
en fragmentos impresos de instrumento de punta única y gradina, registrándose un fragmento impreso-inciso. La vinculación
de este tipo de asa a la técnica de la impresión es evidente, no
documentándose ningún caso asociado a cerámicas peinadas,
esgrafiadas, incisas, pintadas o con cordón formado por mamelones. Sí aparecen asociadas a fragmentos con cordones impresos, con cordones lisos y a fragmentos sin decoración (32%).
74
14
1
2,5% 60% 14% 10% 20%
Labio impreso
4
13
2
4,9% 20%
Cord. de mamel.
–
12
1,6%
0,8% 0,1%
Peinada
1
11
2%
2,5% 0,8% 6%
Esgrafiada
–
10
–
0,8% 0,8% 5%
Incisa
1
9
13
3
234
49
6
14
97
6
3
2% 0,2% 1% 3,8% 0,2% 0,1% 0,04% 100%
Los fragmentos con este tipo de asa que han podido ser orientados (cuadro 4.7) muestran una predilección por las asas anulares horizontales generalmente asociadas a fragmentos impresos
cardiales, si bien las verticales también están presentes.
De los 22 fragmentos que presentan asa de túnel, 15 se asocian a decoraciones impresas, 11 a cardiales y cuatro a gradinas.
En los casos en los que ha sido posible orientarlas se ha determinado que 16 son horizontales (fig. 4.4: 2700) y seis verticales,
no contabilizándose ningún asa de túnel horizontal en fragmentos lisos. Mayoritariamente se asocian a cerámicas impresas,
invirtiéndose esta tendencia con las orientadas verticalmente,
casi todas lisas.
Las asas bilobuladas (fig. 4.4: 14232 y 14545) están presentes en seis fragmentos, ninguno de ellos impreso, asociándose en la mayoría de ocasiones con cordones lisos. Este mismo hecho se repite con las asas trilobuladas, presentes en tres
[page-n-92]
Fig. 4.1. Ejemplos de asas en fragmentos decorados con impresiones de concha dentada (1510, 10745, 10507 y 14681), de gradina (V.459,
14573 y V.420), impreso-incisa (14359) e incisa (14434).
ejemplares, dos de ellos sin decoración y uno con cordón liso.
La única asa que presenta más de tres agujeros se asocia también con un cordón liso.
Seis fragmentos presentan agujeros de suspensión en los
bordes. En todos los casos se vinculan a vasos con cuello destacado, clasificados como cántaros. Todos presentan decoración
impresa, tres cardial, una de gradina y dos con impresiones realizadas con otros instrumentos.
Se han identificado un total de cinco pitorros, cuatro asociados a fragmentos lisos y uno a impresiones cardiales (fig.
4.8). Dos de ellos responden a picos vertedores, otros dos a asas
pitorro de puente y uno a una simple perforación bajo el labio a
modo de pitón, similar a algún ejemplar de la Cova de l’Or decorado también con impresiones cardiales (Martí et al., 2009b:
fig. 4.2). El ejemplar de la Cova de la Sarsa decorado con impresiones cardiales fue localizado entre el material fotográfico del
legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba, por lo que no podemos descartar por completo que sea otro
pitorro externo sin sujeción, pues no hemos podido revisar de
primera mano el fragmento (fig. 4.8: V.497). Finalmente, se han
contabilizado tres fragmentos lisos con asa plana de tipo cazoleta (fig. 4.8) y 13 mangos asociados a cucharones y pequeños
cuencos (fig. 4.8).
TÉCNICAS DECORATIVAS ESPECÍFICAS
El número final de técnicas decorativas específicas asciende a
6.121, documentadas en 4.275 fragmentos decorados. Algunas
suelen combinarse con otras, aumentando de forma considerable el número de técnicas, que es bastante superior al de fragmentos decorados. Los recuentos y sus porcentajes (cuadro 4.8)
muestran el número de técnicas que aparecen, siendo necesario
describirlas con más detalle para su correcta visualización. En
la exposición de los datos seguiremos el orden propuesto en
el capítulo anterior, respetando el código asignado a cada una
de las técnicas para una mejor comprensión del texto y de los
cuadros que lo acompañan, en los que se muestran los diferentes recuentos. La técnica de la impresión cardial es la más
numerosa, con un número final de 2.211 fragmentos en los que
se han contabilizado 3.037 técnicas realizadas con el borde o
el natis de una concha dentada, en el cuerpo del vaso, en sus
cordones o en labio.
Decoración con mamelones
En la Cova de la Sarsa se han documentado 23 fragmentos decorados con mamelones. Cabe señalar que en este apartado no se
contabilizan los fragmentos decorados con cordones formados
por mamelones, reflejados en un apartado específico dentro de
las decoraciones sobre cordones.
Teoría de mamelones (1.1)
Se han identificado dos fragmentos decorados con esta técnica, pudiendo pertenecer ambos al mismo vaso (fig. 5.9: 6095
y V.294).
Pastillaje (1.2)
Un único fragmento aparece decorado con esta técnica (fig. 4.9:
V.500).
Apliques seriados (1.4)
Se han inventariado 20 fragmentos (fig. 4.9: 12413). Uno de
ellos está realizado con mamelones, que no descartamos pertenezca a un ejemplar decorado con cordones realizados con
mamelones. Hemos considerado dentro de este apartado los
apliques seriados en forma de lengüeta orientada verticalmente.
En 11 fragmentos esta técnica aparece sin combinarse. Cuando
lo hace (9 ejemplares) siempre es con impresiones cardiales.
75
[page-n-93]
Fig. 4.2. Diferentes fragmentos y vasos con cordón liso, impreso o formado por mamelones.
76
[page-n-94]
Cuadro 4.6. Fragmentos con cordón liso o decorado combinado con otro elemento de prensión (ver leyenda en cuadro 4.5).
Cordones lisos
Cord. impreso card.
Cord. impresos
Cord. de mamelones
Total
0
11
5
15
2
33
3
13
–
6
1
20
4
5
2
–
–
7
5
21
1
25
2
49
6
–
1
–
–
1
8
2
–
–
–
2
11
20
12
11
1
44
12
4
1
1
–
6
14
1
–
–
–
1
15
13
4
8
–
25
16
3
–
1
–
4
17
1
–
–
–
1
18
1
–
–
–
1
Total
95
26
67
6
194
Fig. 4.3. Diferentes ejemplos de mamelones y lengüetas, algunos con perforación.
Fig. 4.4. Asas bilobuladas y trilobuladas, apliques verticales y asas de túnel horizontal.
77
[page-n-95]
Fig. 4.5. Ejemplos de asas de cinta horizontal (2712) y vertical, algunas con apéndice lenticular.
78
[page-n-96]
Fig. 4.6. Asas de cinta con decoración impresa cardial.
79
[page-n-97]
Fig. 4.7. Asas anulares.
Cuadro 4.7. Elementos de prensión que presentan posibilidades descriptivas más específicas: (3) mamelones; (3.1) mamelones perforados;
(4) apliques y apéndices; (4.1) en los labios; (4.2) aplique con agujeros de suspensión; (5) lengüetas; (5.1) lengüetas perforadas; (7) asas
pitorro; (7.1) de apéndice; (7.2) de puente; (8.1) asas de túnel horizontales; (8.2) asas de túnel verticales; (9) mangos; (9.1) mangos
perforados; (11) asas de cinta; (11.1) horizontales; (11.2) verticales; (11.3) con perforación; (12) asas de cinta vertical con apéndice
lenticular; (12.1) con perforación; (12.3) sobreelevadas; (13) asa de cinta con resalte basal; (14) sobreelevadas; (14.1) perforadas;
(15) asas anulares; (15.1) horizontales; (15.2) verticales.
3
3.1
4
9
9.1
Cardial
7
–
15
4.1 4.2
2
–
5
7
5.1 7.1 7.2 7.4 8.1 8.2
2
–
–
1
10
1
–
–
27
11 11.1 11.2 11.3 12 12.1 12.3 14 14.1 15 15.1 15.2
20
32
1
19
3
–
3
2
2
24
13
Gradina
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
–
1
5
–
1
–
–
–
–
2
1
2
Inc.-imp.
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Otras
impres.
1
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
Incisa
3
1
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
2
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Pintura
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Almagra
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Cord.
impr.
5
–
–
–
–
24
–
–
–
–
1
–
–
–
1
3
7
–
1
–
–
–
–
–
5
2
Cord. de
mamel.
1
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Cord.
liso
5
4
1
3
–
18
2
–
–
–
1
1
–
–
3
8
9
–
3
1
–
1
–
1
7
3
Labio
impr.
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
Lisa
35
1
12
2
1
37
3
2
2
–
–
4
12
1
73
15
12
1
20
–
1
8
–
17
7
7
Total
58
7
31
8
2
90
8
2
2
1
16
6
12
1
107
54
70
2
44
4
1
12
2
22
44
31
80
[page-n-98]
Fig. 4.8. Asas pitorro (vasos 141, 249, 250, 399 y 497), mangos (vasos 91, 96, 130, 257 y 379) y asas planas (vasos 362 y 381).
Decoración de cordones
La consideración como técnica decorativa de todo tipo de cordón, provoca que sea una de las mejor representadas, con 1.593
fragmentos: 1.020 presentan cordón liso, 458 cordón impreso,
58 cordón inciso y 57 cordón formado por mamelones.
Cordón liso (2.1)
Se han contabilizado 1.020 fragmentos cerámicos que presentan
cordón liso (fig. 4.10). En la gran mayoría los cordones están orientados horizontalmente, encontrando algunos ejemplares en los que
la orientación es vertical y otros que poseen cordones de recorrido
mixto u ondulado (fig. 4.10: V.266). La mayoría de fragmentos que
presentan cordón liso no se combinan con más técnicas decorativas, contabilizándose sólo 39 fragmentos asociados con otras.
En 17 ocasiones los cordones lisos aparecen combinados
con impresiones cardiales del borde de una concha en posición
vertical. Cuatro de esos fragmentos presentan colorante blanco
rellenando las impresiones. Un ejemplar combina cordón liso
con impresiones cardiales realizadas con la concha en posición
oblicua y arrastre cardial. Tres fragmentos presentan labio impreso cardial. Un único fragmento combina cordón liso con
impresiones cardiales con la concha en posición oblicua.
En ocho ocasiones aparecen combinados con superficies
peinadas. En otra se combinan con cordones incisos y en un
ejemplar aparece junto con cordones realizados con mamelones. Dos ejemplares se combinan con la técnica de la incisión. Cuatro fragmentos aparecen cubiertos de colorante
rojo: uno a la almagra, dos con engobe y otro a la aguada.
Un fragmento se asocia con labios impresos digitados. Por
último un ejemplar presenta cordón liso, cordón impreso y
digitaciones en el resto del vaso.
Cordón impreso (2.2)
Se han inventariado 458 fragmentos con cordón impreso, destacando los impresos simples con instrumento de punta única ancha y los impresos cardiales. Se han diferenciado las siguientes
decoraciones impresas.
- Cordón impreso simple con instrumento de punta ancha y
roma (2.2.1)
Un total de 230 fragmentos presentan este tipo de decoración
(fig. 4.11). En 184 ocasiones aparece sola y en 46 combinada con
otras técnicas, del siguiente modo (cuadro 4.9): un fragmento
combina cordón liso, cordón impreso y digitaciones en el resto
del vaso; otro aparece combinado con cordón realizado con mamelones; en seis ocasiones se combina con impresiones cardiales
con la concha en posición vertical, dos de ellos además presentan
labio impreso; un ejemplar se combina con impresiones cardiales
con la concha en posición oblicua; siete individuos lo hacen con
digitaciones; nueve con incisiones, cinco de ellos además presentan labios decorados y dos están rellenos de pasta blanca en el interior de la decoración; en una ocasión se combina con la técnica
del esgrafiado; por último, 25 fragmentos combinan este tipo de
cordón impreso con labios decorados (tres incisos, 19 impresos
simples y uno con impresiones de objeto de punta aguzada).
- Cordón pellizcado (2.2.2)
Se han contabilizado 17 ejemplares (fig. 4.11: V.1), de los
que sólo dos aparecen combinados con otra técnica: uno con
incisiones simples y otro con labio impreso digitado.
- Cordón impreso con el borde de concha dentada (2.2.3)
Un total de 177 fragmentos presentan cordón impreso
con el borde de una concha dentada (figs. 4.12 y 4.13), 135
presentan otras técnicas decorativas asociadas (cuadro 4.10).
81
[page-n-99]
Cuadro 4.8. Técnicas decorativas específicas contabilizadas.
Técnica
Sola
Combinada
Total
%
Técnica
Sola
Combinada
Total
%
1.1
1.2
1.4
2.1
2.2
221
222
223
224
226
227
229
2.3
2.4
3.1
3.1.1
3.1.2
3.1.3
3.2
3.2.1
3.2.2
3.3
3.4
3.4.1
3.4.2
3.4.3
3.4.4
3.5
3.5.1
3.5.2
3.6
3.7
2
1
11
981
258
184
15
42
1
10
6
–
44
47
1101
962
79
60
13
12
1
14
12
2
8
–
2
17
0
17
2
89
–
–
9
39
200
46
2
135
4
5
6
2
14
10
1264
896
172
196
455
399
56
1
89
60
25
1
3
77
3
74
7
127
2
1
20
1020
458
230
17
177
5
15
12
2
58
57
2365
1858
251
256
468
411
57
15
101
62
33
1
5
94
3
91
9
216
0,03
0,02
0,33
16,7
7,5
50,2
3,71
38,6
1,09
3,28
2,62
0,44
0,95
0,93
38,6
78,6
10,6
10,8
7,6
87,8
12,2
0,25
1,65
61,4
32,7
0,99
4,95
1,54
3,19
96,8
0,15
3,53
3.8
3.9
4.1
4.1.1
4.1.2
4.1.3
4.2
4.2.1
4.2.2
4.2.3
5.1
5.1.1
5.1.2
5.2.1
5.2
5.2.2
5.2.3
5.4
5.4.1
5.4.2
5.4.3
6.1
6.2
7.1
7.1.1
7.1.3
7.1.6
7.1.7
7.1.9
7.2
7.3
Total
2
1
119
96
6
17
136
127
6
3
8
3
5
–
6
1
5
–
–
–
–
–
–
19
13
5
1
–
–
4
3
2889
3
13
113
108
1
4
100
19
80
1
4
0
1
3
17
9
8
564
21
543
13
3
1
105
32
54
6
10
3
13
3
3232
5
14
232
204
7
21
236
146
86
4
12
3
6
3
23
10
13
564
21
543
13
3
1
124
45
59
7
10
3
17
6
6121
0,08
0,23
3,79
87,9
3,02
9,05
3,86
61,9
36,4
1,69
0,2
3,49
7,0
3,49
0,38
43,5
56,5
9,21
3,72
96,3
2,3
0,05
0,02
2,03
36,3
47,6
5,65
8,06
2,42
0,28
0,1
100
Fig. 4.9. Fragmentos
decorados con mamelones.
82
[page-n-100]
Fig. 4.10. Fragmentos
decorados con cordones
lisos.
Salvo dos ejemplares que lo hacen con labios impresos de instrumento de punta única, todos se combinan con impresiones
cardiales, incluidos los tres ejemplares cuya decoración aparece rellena de pasta blanca. En 120 ocasiones, los cordones
cardiales se combinan con impresiones de concha en posición
vertical, documentándose 38 fragmentos que además presentan asociaciones con más técnicas, del siguiente modo:
� 16 fragmentos presentan además relleno de pasta en su interior,
12 de color blanco, tres de color rojo y una de rojo y blanco.
� Ocho fragmentos se combinan además con impresiones de
concha en posición oblicua, de los que dos presentan superficie rellena de pasta blanca.
� En cuatro ocasiones aparecen junto con impresiones dobles,
una con relleno de pasta blanca.
� Siete fragmentos presentan cordón cardial, impresiones car-
diales verticales e impresiones de natis, de los que tres
además están rellenos de pasta blanca y uno de pasta roja.
� Dos ejemplares combinan impresiones de gradina, de concha
dentada en posición vertical y cordón impreso cardial.
� Un único fragmento une estas técnicas con el arrastre cardial.
Por último, señalar que siete fragmentos combinan cordón
impreso cardial con impresiones cardiales oblicuas, uno relleno
de pasta blanca, y que tres fragmentos presentan cordón y labio
impreso cardial.
- Cordón impreso con el natis de una concha (2.2.4)
Cinco fragmentos presentan cordón impreso con el natis de
una concha (fig. 4.14). En una ocasión aparece sin combinar y
en el resto junto con impresiones de concha dentada en posición
83
[page-n-101]
Fig. 4.11. Cerámicas decoradas con cordón impreso con instrumento de punta única, con ejemplos en los que se combina con digitaciones
(V.194), incisiones (V.25 y 430) e impresiones cardiales (V.502-504). Fragmento con cordón pellizcado (V.1).
84
[page-n-102]
Cuadro 4.9. Relación de fragmentos con cordón
impreso simple de instrumento de punta única y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21+391
24
311
311+711
312
391
411
411+542+717
411+542+72
411+711
411+72
413
711
717
72
N
228
182
46
1
1
4
2
1
7
4
1
1
2
1
1
17
1
2
vertical rellenos de pasta blanca, destacando que en uno de los
fragmentos también aparecen impresiones cardiales oblicuas y,
en otro, impresiones de natis fuera del cordón. Uno de los ejemplares está decorado con natis perforado (fig. 4.14: V.238).
- Cordón impreso con instrumento de punta única roma (2.2.6)
Se han contabilizado 15 fragmentos, en 10 de los cuales aparece como única técnica (fig. 4.14). A la hora de asociarse con otras,
en una ocasión lo hace con relleno de pasta blanca y en cuatro
con labios impresos con el mismo instrumento romo en posición
horizontal, presentando dos de estos ejemplares relleno de pasta
blanca y roja en el interior de las impresiones del cordón.
- Cordón impreso con instrumento de punta única en posición
oblicua (2.2.7)
Se han inventariado 12 fragmentos decorados con esta técnica (fig. 4.14: 810), 6 de los cuales se combinan con otras del
siguiente modo: en dos ocasiones con labios impresos con el
mismo instrumento; en una con impresiones de concha dentada
en posición perpendicular; en otra con incisiones simples y, finalmente en dos fragmentos con labio inciso e impresiones de
instrumento de punta única en posición horizontal.
- Cordón impreso con instrumento de punta múltiple (2.2.9)
Dos fragmentos presentan cordón impreso realizado con
instrumento de punta múltiple o gradina (fig. 4.14). Se trata de
cordones poco marcados, en los que los motivos decorativos
formados por las impresiones se desarrollan sobre los mismos,
obviándolos en su avance, con lo que los cordones no interrumpen el desarrollo del motivo decorativo. En ambos casos se
combina con otras impresiones de gradina.
Cordón inciso (2.3)
Se han contabilizado 58 fragmentos cerámicos con cordón inciso, la mayoría sin combinarse (fig. 4.14). En 14 ocasiones se
asocian con otras técnicas decorativas, 11 de ellos con labios
85
decorados, presentando además uno de los ejemplares incisiones en el resto del cuerpo (fig. 4.15) y otro la superficie peinada.
Los otros tres fragmentos que presentan otra técnica decorativa
asociada al cordón inciso son: un ejemplar con impresiones de
instrumento de punta doble relleno de pasta blanca, uno con cordones de mamelones y otro con incisiones.
Cordón realizado con mamelones (2.4)
De los 57 fragmentos contabilizados (fig. 4.16), únicamente 10
se combinan con otras técnicas decorativas del siguiente modo:
en dos ocasiones se combina con impresiones cardiales realizadas con el borde de una concha dentada (fig. 4.16: V.215 y
V.505); en otros dos con cordones lisos; en una con cordón impreso simple; en otra con incisiones en el labio; en un fragmento
con impresiones de gradina (fig. 4.17) y, en un último ejemplar,
se asocia con labio impreso cardial e impresiones de concha
dentada en posición oblicua.
Decoración impresa
La impresión es la técnica decorativa que mejor representación
alcanza dentro de la colección cerámica. En la Cova de la Sarsa se han conservado un buen número de fragmentos impresos
realizados con una amplia variedad de instrumentos de diferente
morfología, entre los que destacan por su abundancia los realizados con concha dentada.
Impresión con el borde de una concha dentada (3.1)
Dentro de las decoraciones impresas cardiales realizadas con el
borde de una concha dentada se han diferenciado tres posibles
alternativas, impresiones simples verticales, impresiones con la
concha en posición oblicua e impresiones dobles o reflejadas.
La primera se ha identificado en 1.858 fragmentos, la segunda
en 251 y la tercera en 256.
- Impresión cardial con la concha en posición vertical (3.1.1)
Se han contabilizado 1.858 fragmentos cerámicos que presentan decoración impresa cardial con el borde de la concha en posición vertical (figs. 4.18-4.21), siendo los realizados con cardíidos
los mayoritarios. Sin embargo, no siempre se utiliza el mismo tipo
de concha, documentándose algunos ejemplos muy puntuales realizados con otro tipo de bivalvo marino (fig. 4.22).
En 898 ocasiones aparece combinada con otras técnicas
decorativas (cuadro 4.11), entre las que cabe señalar que 212
se combinan únicamente con relleno de colorante en las decoraciones: 205 veces con colorante blanco, cuatro con colorante
rojo y tres con ambos.
En 12 ocasiones se combina con cordones lisos. Dos de estos fragmentos presentan además relleno de pasta blanca en su
interior. Otro ejemplar se combina con cordón liso, impresiones
de concha en posición oblicua y arrastre cardial. Seis ejemplares
se combinan con cordones impresos simples, uno de ellos presentan además labio impreso.
Entre los ejemplares que aparecen asociados a cordones impresos, son los realizados con una concha dentada los más numerosos,
contabilizándose 111 casos organizados del siguiente modo:
� 89 únicamente se combinan con cordones impresos cardiales,
de los que 12 ejemplares presentan además colorante blanco
en el interior de las impresiones, tres colorante rojo y uno
rojo y blanco.
85
[page-n-103]
Fig. 4.12. Cerámicas con impresiones realizadas con el borde de una concha dentada sobre el cordón.
86
[page-n-104]
Fig. 4.13. Cerámicas con impresiones realizadas con el borde de una concha dentada sobre el cordón.
Cuadro 4.10. Relación de fragmentos que presentan cordón impreso con el borde de una concha dentada y combinaciones
con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
311
311+312
311+312+542
311+313
311+313+542
311+321
311+321+521
311+321+542
311+37
N
177
42
135
73
6
2
3
1
3
1
3
2
Técnica
N
311+422+542
311+541
311+542
311+543
311+542+713
311+713
312
312+542
542
711
713
1
3
12
1
4
5
6
1
3
2
3
87
[page-n-105]
Fig. 4.14. Cerámicas con impresiones realizadas con el natis de una concha dentada sobre el cordón (vasos 22, 90, 236, 237 y 238). Cerámicas
con impresiones realizadas con instrumento de punta única roma sobre cordón (V.110 y 9458). Cordón impreso con instrumento de punta única
en posición oblicua (810). Cordones impresos de gradina (V.415 y V.506). Cordones incisos (V. 201 y fragmentos 3374, 10047 y 10944).
� Ocho ejemplares también presentan impresiones realizadas con
Fig. 4.15. Vaso 285.
88
la concha en posición oblicua, dos de ellos rellenos de colorante blanco.
� En dos ocasiones aparecen junto con labio impreso simple.
� En ocho ejemplares los cordones cardiales y las impresiones
cardiales verticales se combinan con labios impresos cardiales; cuatro de estos fragmentos presentan colorante blanco
rellenando las impresiones.
� Cuatro veces se asocian con impresiones de concha doble
o reflejada, uno de ellos con colorante blanco en su
interior.
� Siete fragmentos presentan asociadas estas dos técnicas con
impresiones de natis, uno de ellos además presenta engobe
rojo en su superficie y tres presentan colorante blanco rellenando las impresiones.
[page-n-106]
� Dos fragmentos aparecen junto con impresiones de gradina.
� En una ocasión estas dos técnicas se asocian con arrastre cardial y relleno de pasta blanca.
Tres fragmentos combinan impresiones cardiales verticales
rellenas de pasta blanca con impresiones de natis sobre cordón,
dos de ellos presentan además impresiones cardiales con la concha en posición oblicua. En una ocasión se documentan impresiones de concha en posición vertical con cordones incisos y,
en otras dos, combinaciones de estas impresiones cardiales con
cordones realizados con mamelones.
Se han contabilizado 78 fragmentos que presentan impresiones cardiales del borde de una concha dentada en posición vertical y también con la concha en posición oblicua. 41 de ellos ya
no presentan más asociaciones, ocho están rellenos de colorante
blanco y uno de colorante rojo. Los 28 restantes se combinan
del siguiente modo: cinco fragmentos también presentan impresiones dobles o reflejadas, uno de ellos además con impresiones
de natis y otro con pasta blanca en su interior; en 11 ocasiones
se combinan con impresiones de natis, tres con pasta blanca en
el interior de la decoración y uno perforado; tres fragmentos
Fig. 4.16. Cerámicas con cordón realizado con mamelones.
89
[page-n-107]
De los 323 fragmentos que se asocian con impresiones de
natis no perforado, 179 ya no presentan más técnicas decorativas y 80 lo hacen únicamente con el relleno de colorante en el
interior de las decoraciones (77 con blanco, uno con rojo y dos
con blanco y rojo). Los 65 fragmentos restantes se combinan
con más técnicas del siguiente modo:
� En siete ocasiones con cordón impreso cardial, tres con
relleno de pasta blanca y uno con engobe rojo en la superficie del vaso.
� Un fragmento se combina con cordones impresos de natis y
relleno de pasta blanca.
� 11 con impresiones del borde de una concha en posición
oblicua, uno de ellos también con impresiones dobles
o reflejadas.
� En 27 ocasiones se asocian con impresiones dobles o reflejadas, 10 de ellos además presentan relleno de pasta blanca, dos impresiones cardiales en el labio y uno
arrastre cardial.
� Nueve fragmentos se combinan con arrastre cardial, tres de
ellos además presentan pasta blanca en sus decoraciones.
� En dos ocasiones aparecen con la superficie pintada en rojo con
la técnica del engobe.
� Seis ejemplares con labios decorados, uno de ellos relleno de
colorante blanco.
Fig. 4.17. Vaso 103.
presentan decoración impresa cardial vertical, oblicua y arrastre
cardial, uno de ellos además presenta cordón liso; ocho ejemplares se combinan con cordón impreso cardial, dos de ellos con
relleno de pasta blanca en la decoración; por último, un único
ejemplar presenta además labio impreso cardial.
Existen 76 fragmentos que combinan impresiones cardiales en
posición vertical con otras dobles o reflejada. De ellos 61 presentan
más técnicas: cuatro se combinan con cordones impresos cardiales,
uno de ellos con relleno de pasta blanca; en cinco ocasiones se asocian con impresiones de concha en posición oblicua, uno presenta
relleno de pasta blanca y otro impresiones de natis; 28 fragmentos
se combinan con impresiones de natis, uno de ellos perforado, 10
rellenos de pasta blanca resaltando las decoraciones, dos además
presentan impresiones cardiales en el labio y uno arrastre cardial;
tres fragmentos aparecen junto con impresiones de punzón y relleno de pasta blanca; tres ejemplares con arrastre cardial; 15 presentan relleno de pasta blanca; tres labio impreso cardial y relleno de
pasta blanca, finalmente, un fragmento combina estas dos técnicas
con impresiones de tubo y relleno de pasta blanca.
En 364 fragmentos se registra asociación de impresiones
del borde de una concha dentada en posición vertical con impresiones de natis, 323 no perforados y 41 perforados. Entre
las impresiones de natis perforado, se describen las siguientes
asociaciones: 25 ejemplares ya no presentan más técnicas; 11
conservan colorante en su interior (nueve con blanco, uno con
rojo y uno con blanco y rojo); en tres ocasiones se combinan con
arrastre cardial, uno de estos fragmentos también con relleno de
colorante blanco; un ejemplar lo hace con impresiones de borde
reflejado y, finalmente, un fragmento combina estas dos técnicas
con impresiones cardiales con la concha en posición oblicua.
90
Seis fragmentos con impresiones de concha en posición
vertical se combinan con impresiones de instrumento de punta
única roma, cuatro de ellos con pasta blanca en el interior de
sus decoraciones, uno además con impresiones cardiales dobles
o reflejadas. Otros tres fragmentos impresos con el borde de la
concha en posición vertical se asocian con impresiones de instrumento de punta única aguzada en posición oblicua, de los
cuales dos presentan también impresiones dobles y colorante
blanco rellenando las decoraciones.
Un ejemplar combina decoraciones impresas con el
borde de una concha dentada en posición vertical con impresiones de tubo y relleno de pasta blanca. Cabe destacar
que es posible que se trate de impresiones realizadas con un
natis con perforación más amplia de lo habitual, no siendo
posible distinguir con claridad el instrumento con el que
está realizada. Dos individuos combinan impresiones cardiales con el borde de una concha en posición vertical con
otras realizadas con instrumento de punta única aguzada en
posición oblicua, uno de ellos con relleno de pasta blanca. En cuatro ocasiones se combinan impresiones cardiales
verticales con impresiones de gradina, uno además con incrustaciones de pasta blanca y dos con cordón cardial. Un
ejemplar se combina con impresiones de espátula. Dos fragmentos presentan incisiones.
Se han documentado 56 casos en los que se combinan impresiones de concha dentada en posición vertical con arrastre
cardial, seis de ellos con relleno de pasta blanca. Un ejemplar
presenta arrastre de instrumento de dos o tres puntas, no descartando completamente la posibilidad de estar frentre a otro
con arrastre cardial. Cuatro fragmentos combinan impresiones
cardiales con el borde de una concha dentada en posición vertical con engobe rojo en la superficie del vaso, tres de ellos
con relleno de pasta blanca en las impresiones y dos con impresiones de natis no perforado. Cinco fragmentos combinan
[page-n-108]
Fig. 4.18. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
91
[page-n-109]
Fig. 4.19. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
92
[page-n-110]
Fig. 4.20. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
93
[page-n-111]
Fig. 4.21. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
94
[page-n-112]
Fig. 4.22. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha dentada en posición vertical.
impresiones cardiales verticales con labio impreso simple, uno
de ellos con cordón impreso simple y otros dos con cordón
impreso cardial.
Existen 33 ejemplares decorados con impresiones cardiales
con el borde de la concha en posición vertical y labio impreso
cardial, tres de ellos con colorante blanco rellenando las decoraciones y uno con colorante blanco y rojo. En seis ocasiones,
además, se combinan con impresiones de natis, uno de ellos con
colorante blanco rellenando las impresiones. En ocho ocasiones
se combinan con cordones impresos cardiales, uno presenta relleno de colorante blanco. Un fragmento posee labio impreso y
impresiones de concha en posición oblicua. Cinco fragmentos
aparecen decorados también con impresiones cardiales en el labio y impresiones cardiales reflejadas, tres de ellos con relleno
de pasta blanca y dos con natis.
- Impresión cardial con la concha en posición oblicua (3.1.2)
Se han contabilizado 251 fragmentos cerámicos que presentan decoración impresa cardial realizada con el borde de una
concha dentada en posición oblicua (figs. 4.23-4.24). De ellos,
172 se combinan con otras técnicas (cuadro 4.12), seis únicamente con relleno de colorante blanco.
En dos ocasiones dichas impresiones aparecen junto con
cordones lisos, presentando uno de ellos además arrastre
cardial. Un fragmento se asocia con cordón impreso simple.
Existen 15 fragmentos más que se combinan con cordones,
en este caso impresos cardiales, seis de ellos sin más técnicas, uno con colorante blanco y otros ocho que además incorporan impresiones cardiales verticales (dos con colorante
blanco). Un fragmento se asocia con cordón de mamelones y
labio impreso cardial.
Se han contabilizado 78 fragmentos con impresiones cardiales del borde de una concha dentada en posición oblicua
asociados a impresiones cardiales verticales, 41 de ellos ya no
presentan más técnicas, ocho están rellenos de colorante blanco
y uno de colorante rojo. Los 28 ejemplares restantes se combinan con las siguientes técnicas: cinco fragmentos también
presentan impresiones dobles o reflejadas, uno de ellos además
presenta impresiones de natis y otro pasta blanca en su interior;
en 11 ocasiones se combinan con impresiones de natis, tres con
pasta blanca en el interior y uno perforado; tres casos presentan
decoración impresa cardial oblicua, vertical, y arrastre cardial,
uno de ellos además presenta cordón liso; ocho ejemplares se
combinan con cordón impreso cardial, dos de ellos con relleno
de pasta blanca; por último, un único ejemplar presenta además
labio impreso cardial.
En 14 ocasiones se asocian impresiones cardiales con el borde de una concha dentada en posición oblicua con impresiones
cardiales dobles o reflejadas, tres de ellos ya no presentan más
técnicas, cinco contienen pasta blanca en su interior y de los
restantes seis fragmentos se distinguen los siguientes casos: cinco presentan también decoración impresa cardial vertical, uno
además con impresiones de natis y otro con relleno de pasta
blanca; un último ejemplar combina impresiones cardiales oblicuas, verticales y de natis perforado.
Las impresiones cardiales oblicuas se asocian a impresiones de natis en 18 fragmentos. Dos de ellos con natis perforado, el primero además con impresiones cardiales verticales
y el segundo con impresiones dobles o reflejadas y relleno de
pasta blanca. El resto de impresiones de natis están realizadas
sin concha perforada, en cinco ocasiones sin más técnicas (uno
con pasta blanca) y 11 combinadas con impresiones cardiales
95
[page-n-113]
Cuadro 4.11. Relación de fragmentos que presentan decoración impresa cardial con la concha en posición vertical y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21
21+542
21+312+422
221
221+711
223
223+312
223+312+542
223+313
223+313+542
223+321
223+321+522
223+321+542
223+37
223+422+542
223+541
223+542
223+543
223+711
223+713
223+713+542
224+542
224+321+542
23
24
227
312
312+313
312+313+321
312+313+542
312+321
312+321+542
312+322
312+422
312+541
312+542
312+713
313
313+321
313+321+422
313+321+542
313+322
N
1860
962
898
9
2
1
5
1
73
6
2
3
1
3
1
3
2
1
3
12
1
2
4
4
1
2
1
2
1
41
3
1
1
7
3
1
2
1
8
1
15
14
1
10
1
verticales, tres de ellos con pasta blanca rellenando las decoraciones y uno que además presenta impresiones cardiales dobles o reflejadas.
En una ocasión las impresiones oblicuas se combinan con
arrastre cardial. En cinco fragmentos se documenta la presencia
de más impresiones cardiales en el labio. Uno de estos fragmen96
Técnica
313+341+542
313+342+542
313+344+542
313+422
313+542
313+321+713
313+713+542
321
321+422
321+422+542
321+522
321+522+542
321+541
321+542
321+543
321+713
321+713+542
322
322+422
322+422+541
322+541
322+542
322+543
341
341+542
342
344+542
352
352+542
37
37+542
38
411
422
422+542
423+542
522+542
541
542
543
711
713
713+542
713+543
N
1
2
1
3
15
2
3
179
6
3
1
1
1
77
2
1
5
25
2
1
1
9
1
2
3
1
1
1
1
1
1
1
2
50
6
1
2
4
205
3
2
9
3
1
tos presenta pasta blanca en las decoraciones, otro cordón de
mamelones y un tercero con impresiones cardiales del borde de
una concha dentada en posición vertical.
- Impresión cardial doble o reflejada (3.1.3)
Se han contabilizado 256 fragmentos cerámicos que presentan decoración impresa cardial doble o reflejada (fig. 4.24). En
[page-n-114]
Fig. 4.23. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha en posición oblicua.
60 ocasiones aparece como única técnica y en 196 combinada
(cuadro 4.13), de los que 22 se combinan únicamente con relleno de colorante blanco y uno con relleno de colorante blanco y
rojo. Cuatro fragmentos aparecen combinados con cordón impreso cardial e impresiones de concha en posición vertical, uno
de ellos con relleno de pasta blanca.
En 77 ocasiones las impresiones cardiales dobles o reflejadas
aparecen junto con otras verticales, 62 de ellos además presentan
otras técnicas: cuatro con cordones impresos cardiales (uno de
ellos con relleno de pasta blanca); en cinco ocasiones se asocian
con impresiones de concha en posición oblicua, uno con relleno de
pasta blanca y otro con impresiones de natis; otros 28 fragmentos
se combinan con impresiones de natis (uno de ellos perforado), 10
rellenos de pasta blanca resaltando las decoraciones, dos además
presentan impresiones cardiales en el labio y uno arrastre cardial;
tres fragmentos aparecen junto con impresiones de punzón y relleno
de pasta blanca; tres ejemplares con arrastre cardial; 15 presentan
relleno de pasta blanca; tres con labio impreso cardial y relleno de
pasta blanca; un último fragmento que combina estos dos tipos de
impresiones cardiales con otras de tubo y relleno de pasta blanca.
En 14 ocasiones se asocian impresiones cardiales dobles con
oblicuas, tres ya no presentan más técnicas, cinco contienen pasta
blanca en su interior y los restantes seis fragmentos se asocian con
más técnicas del siguiente modo: cinco con decoración impresa
cardial vertical, uno además presenta impresiones de natis y otro
relleno de pasta blanca, un último ejemplar combina impresiones
cardiales oblicuas, verticales y con el natis perforado.
Se han contabilizado 112 fragmentos que combinan impresiones cardiales dobles o reflejadas con impresiones de natis. 15
ejemplares se han realizado con un natis perforado, de los que
97
[page-n-115]
Fig. 4.24. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa cardial doble o reflejada.
seis no se combinan con más técnicas; siete presentan colorante
blanco rellenando las impresiones; uno se combina además con
impresiones de concha en posición vertical; un último con la
concha en posición oblicua y relleno de pasta blanca. De los 97
fragmentos restantes que no presentan natis perforado se describe la siguiente distribución: 41 ya no presentan otras técnicas;
24 están rellenos de colorante blanco en su interior y un fragmento presenta pintura roja cubriente (aguada); 25 se combinan
con impresiones cardiales verticales (10 con incrustaciones de
colorante blaco) de los que uno presenta además arrastre cardial; cinco fragmentos presentan también decoración impresa
cardial en el labio, uno con pasta blanca rellenando las impresiones y otros dos con impresiones cardiales verticales.
Un fragmento combina impresiones cardiales dobles o reflejadas, engobe rojo y pasta blanca en el interior de las decoraciones. Por último, 12 fragmentos se asocian con impresiones cardiales en el labio, 11 de ellos presentan además otras técnicas:
dos fragmentos con impresiones cardiales verticales y natis; tres
con impresiones cardiales verticales y relleno de pasta blanca;
otros tres con natis (uno de ellos relleno de pasta blanca) y, por
último, tres fragmentos presentan digitaciones y relleno de pasta
blanca en el interior (todos pertenecen al vaso 372).
98
Impresión con el natis de una concha dentada (3.2)
Un total de 468 fragmentos presentan impresiones realizadas
con el natis de una concha dentada, 411 con el natis sin perforar
(fig. 4.25) y 57 con el natis perforado (fig. 4.26). Se trata de una
técnica que en la mayoría de ocasiones aparece combinada con
otras. Los fragmentos que únicamente presentan natis son escasos y algunos de pequeño tamaño, que no permite descartar que
pudiesen estar acompañados por otras técnicas. Sin embargo,
en la Cova de la Sarsa los motivos decorativos realizados con
natis son numerosos, con ejemplos de composiciones realizadas
únicamente con esta parte de la concha (fig. 4.25: 10701), o adquiriendo protagonismo y no solo limitando otros motivos (fig.
4.25: 2685 y V.507).
- Con el natis no perforado (3.2.1)
De los 411 fragmentos contabilizados, únicamente 12 aparecen sin combinar (cuadro 4.14). En 10 ocasiones las impresiones
de natis aparecen combinadas con cordones impresos (siete son
cordones impresos cardiales combinados con otras verticales,
de los que uno además presenta impresiones en el labio). Dos
fragmentos combinan impresiones de natis, cordón de mamelones, impresiones cardiales verticales y relleno de pasta blanca.
[page-n-116]
Cuadro 4.12. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial con la concha en posición
oblicua y combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21
21+311+422
221
223
223+311
223+311+542
223+542
311
311+313
311+313+321
311+313+542
311+321
311+321+542
311+322
311+422
311+541
311+542
313
313+322+542
313+542
321
321+542
422
542
713
713+24
713+311
713+542
N
251
79
172
1
1
1
6
6
2
1
41
3
1
1
7
3
1
2
1
8
63
1
5
4
1
1
6
2
1
1
1
Se han contabilizado 324 fragmentos que se asocian a impresiones cardiales con el borde de una concha en posición
vertical. 179 ya no presentan más técnicas decorativas y 80 lo
hacen con el relleno de colorante en el interior de las decoraciones (77 con blanco, uno con rojo y dos con blanco y rojo). Los
65 fragmentos restantes, además de impresiones de natis y del
borde de la concha en posición vertical, presentan las siguientes
asociaciones:
� En siete ocasiones presentan cordón impreso cardial, tres con
relleno de pasta blanca y uno con engobe rojo en la superficie del vaso.
� Un ejemplar se combina con cordones impresos de natis y relleno de pasta blanca.
� 11 con impresiones del borde de una concha en posición
oblicua, uno de ellos también con impresiones dobles o
reflejadas
� En 27 ocasiones se combinan con impresiones dobles o
reflejadas, 10 de ellos además presentan relleno de pasta blanca, dos impresiones cardiales en el labio y uno
arrastre cardial.
Cuadro 4.13. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial doble o reflejada y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
223+311
223+311+542
311
311+312
311+312+321
311+312+542
311+321
311+321+422
311+321+542
311+322
311+342+542
311+341+542
311+344+542
311+422
311+542
312
312+322+542
312+542
321
321+523
321+542
322
322+542
522+542
542
543
713
713+311+321
N
256
60
196
3
1
15
3
1
1
14
1
10
1
2
1
1
3
15
3
1
5
41
1
24
6
7
1
22
1
1
2
713+311+542
713+321
713+321+542
713+391+542
3
2
1
3
Total
Sin combinar
Combinados
� Nueve fragmentos se combinan con arrastre cardial, tres
de ellos además presentan pasta blanca en el interior de
sus decoraciones.
� En dos ocasiones se asocian con engobe rojo en la superficie
del vaso.
� Seis ejemplares aparecen con labios decorados, uno de ellos
con colorante blanco rellenando las impresiones.
En 16 fragmentos se ha documentado la presencia de impresiones con natis y del borde de una concha dentada en posición
oblicua. Cinco ya no presentan más técnicas (excepto uno con
pasta blanca en el interior) y en 11 aparecen combinadas con
impresiones cardiales verticales, tres de ellos con pasta blanca
rellenando las decoraciones y un fragmento que además presenta impresiones cardiales dobles o reflejadas.
Se han contabilizado 97 fragmentos que combinan impresiones de natis con otras cardiales dobles. De ellos 41 ya no presentan otras técnicas y el resto se combina con más decoraciones
99
[page-n-117]
Fig. 4.25. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el natis.
100
[page-n-118]
Fig. 4.26. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el natis perforado.
Cuadro 4.14. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial con el natis y combinaciones
con otras técnicas.
Total
Sin combinar
Combinados
Técnica
223+311
223+311+522
223+311+542
224+311+542
311
311+312
311+312+313
311+312+542
311+313
311+313+422
311+313+542
311+313+713
311+422
311+422+542
311+522
311+522+542
311+541
311+542
311+543
311+713
311+713+542
312
312+542
313
313+523
313+542
713+223
713+313
713+313+542
717
N
411
12
399
3
1
3
2
179
7
1
3
14
1
10
2
6
3
1
1
1
77
2
1
5
4
1
41
1
24
1
2
1
1
del siguiente modo: 24 están rellenos de colorante blanco en su
interior y un fragmento presenta pintura roja cubriente (aguada);
25 se combinan con impresiones cardiales verticales (10 con incrustaciones de colorante blanco) de los que uno además presenta
arrastre cardial; un total de cinco fragmentos presentan además
decoración impresa cardial en el labio, uno con pasta blanca rellenando las impresiones y otros dos con impresiones cardiales
verticales. Por último, señalar un fragmento con impresiones de
natis y labio impreso con instrumento de punta aguzada.
- Con el natis perforado (3.2.2)
Un total de 57 fragmentos presentan impresiones de natis
perforado (fig. 4.26), documentándose un único fragmento sin
combinar. La técnica con la que aparece un mayor número de
veces es la impresión cardial con la concha en posición vertical
(cuadro 4.15), documentándose 41 ejemplares que se describen
del siguiente modo: 25 ya no presentan más técnicas combinadas; 11 presentan relleno de colorante en su interior (nueve con
blanco, uno con rojo y uno con blanco y rojo); en tres ocasiones
se combinan con arrastre cardial, uno relleno con colorante de
pasta blanca; un ejemplar presenta impresiones dobles o reflejados y, por último, un fragmento combina estas dos técnicas con
impresiones cardiales con la concha en posición oblicua.
En 15 ocasiones las impresiones con el natis perforado aparecen junto con impresiones dobles o reflejadas. De ellos, seis
fragmentos ya no presentan más técnicas, ocho presentan colorante blanco y, el último, impresiones cardiales con la concha
en posición oblicua.
Impresiones con el borde de una concha no dentada (3.3)
Se han contabilizado 15 fragmentos decorados con impresiones de concha no dentada pertenecientes como mínimo a cinco
vasos (fig. 4.27). Únicamente un fragmento combina esta técnica con otra, concretamente con impresiones de instrumento
101
[page-n-119]
Cuadro 4.15. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa cardial con el natis perforado y
combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
311
311+313
311+312
311+422
311+422+541
311+541
311+542
311+543
312+313+542
313
313+542
N
57
1
56
25
1
1
2
1
1
9
1
1
6
7
de punta única aguzada en posición oblicua (fig. 4.27: V.443).
Se trata de un ejemplar en el que la decoración principal no
está realizada con esta técnica, utilizando la concha sólo en el
acabado de las largas impresiones realizadas con instrumento
apuntado, cuestión que genera cierta incertidumbre a la hora
de su clasificación. En el resto de los casos, la decoración
aparece sin asociarse con otras técnicas formando motivos
pivotantes (rocker).
Impresión de instrumento de punta única roma (3.4)
Un total de 101 fragmentos presentan impresiones realizadas
con instrumento de punta única roma, 62 con el instrumento
en posición vertical, 33 con el instrumento en posición oblicua,
uno con arrastre e impresiones y cinco realizadas con instrumento hueco o de tubo (fig. 4.28).
- Impresión simple vertical (3.4.1)
Se han contabilizado 62 fragmentos decorados con este tipo
de impresiones (cuadro 4.16), de los que 60 aparecen combinados con otras técnicas decorativas (fig. 4.29). Con la que más
veces se asocia es con la impresión de gradina, contabilizándose
35 ejemplares de los que 17 presentan relleno de pasta blanca y
un ejemplar incisiones. En 15 ocasiones más aparece combinada con incisiones, adoptando la siguiente distribución: seis de
forma única; cinco combinadas con impresiones de instrumento
de punta aguzada en posición oblicua; un fragmento presenta
pasta blanca en su interior y, finalmente, tres fragmentos presentan pintura cubriente aguada. En seis fragmentos se asocia
con impresiones cardiales con borde en posición vertical, de los
que cuatro presentan además pasta blanca en su interior (uno de
estos fragmentos también combina impresiones cardiales dobles
o reflejadas). Dos fragmentos presentan labio inciso y cordón
impreso. En una ocasión aparece asociado con el peinado y, en
otra, aparece asociada con relleno de pasta blanca.
- Impresión simple oblicua (3.4.2)
Se han contabilizado 33 fragmentos decorados con impresiones realizadas con instrumento de punta única roma en posición
oblicua, 25 de ellos combinados con otras técnicas decorativas
(cuadro 4.17). La impresión de gradina es la técnica con la que
se asocia en un mayor número de ocasiones, contabilizándose
10 ejemplares, de los que cinco ya no presentan más técnicas,
cuatro contienen relleno de pasta blanca y uno incisiones simples. Ocho fragmentos se combinan con incisiones, de los cuales
cinco ya no presentan más técnicas, uno está relleno con pasta
Fig. 4.27. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa con el borde de una concha no dentada.
102
[page-n-120]
Fig. 4.28. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de instrumento de punta única.
Cuadro 4.16. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con instrumento de punta única
roma en posición vertical y combinaciones con
otras técnicas.
Total
Sin combinar
Combinados
Técnica
227+72
311
311+313+542
311+542
352+411
37
37+411
37+542
411
411+352
411+523
411+542
421
542
N
62
2
60
2
2
1
3
2
17
1
17
6
3
3
1
1
1
blanca, otro se combina con engobe rojo e impresión y arrastre,
y un último con impresiones de gradina. En seis ocasiones se
combina con impresiones cardiales con el borde de una concha
dentada, en dos presentan además impresiones reflejadas y relleno de pasta blanca. Finalmente un fragmento se combina con
esgrafiado y otro con cordón inciso.
- Impresión y arrastre (3.4.3)
Únicamente un ejemplar (V.387) presenta decoración impresa con instrumento de punta roma y arrastre. Se trata de un
fragmento que combina este tipo de impresiones con otras de instrumento de punta única oblicua, incisiones de sección en V, labio
inciso, engobe de color rojo y relleno de pasta blanca. Aparece
representado en la figura dedicada a pinturas cubrientes.
- Impresión de instrumento hueco o de tubo (3.4.4)
Cinco fragmentos presentan decoración impresa de tubo,
dos de ellos ya no se combinan con más técnicas (fig. 4.28:
V.491) y tres lo hacen con impresiones cardiales realizadas
con el borde de una concha dentada en posición vertical y
relleno de pasta blanca, uno también doble o reflejada. Estas
103
[page-n-121]
Fig. 4.29. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de instrumento de punta única, combinada con otras técnicas.
104
[page-n-122]
Cuadro 4.17. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con instrumento de punta única
roma en posición oblicua y combinaciones con
otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
23
311
311+313+542
343+411+522
37
37+411
37+542
411
411+542
413
N
33
8
25
1
4
2
1
5
1
4
5
1
1
decoraciones asociadas a impresiones cardiales podrían realizarse también utilizando un natis con una perforación más
ancha de lo habitual.
Cuadro 4.18. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con instrumento de punta única
afilada en posición vertical y combinaciones con
otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
311
311+542
33
37
37+391+542
37+542
341+411
411
411+541
411+542
411+541+61
411+61
711
717+542
72
N
91
17
74
1
1
1
7
1
6
4
34
3
8
2
1
1
3
1
Impresión de instrumento acabado en punta aguzada (3.5)
Se han inventariado 94 fragmentos cerámicos impresos con instrumento de punta única aguzada (figs. 4.28 y 4.29). En tres ocasiones se ha determinado que el instrumento estaba en posición
vertical y en 91 en posición oblicua.
- Impresión simple vertical (3.5.1)
Únicamente tres fragmentos presentan esta técnica decorativa. En dos ocasiones se combinan con la técnica del esgrafiado
(fig. 4.29: V.95) y en otra con incisiones.
- Impresión simple oblicua (3.5.2)
Se han contabilizado 91 fragmentos con impresión simple
oblicua, de los que 74 aparecen combinados con otras técnicas
(cuadro 4.18):
� En dos ocasiones con impresiones cardiales realizadas con el
borde de una concha dentada. Uno de estos fragmentos posee además relleno de pasta blanca en su interior.
� Un individuo se combina con impresiones de concha no dentada, fragmento que genera algunas dudas, como se ha explicado en el apartado referente a esta última técnica.
� Existen 14 fragmentos que se combinan con impresiones
de gradina, siete de ellos con incrustaciones de pasta
blanca en el interior, presentando también digitaciones
uno de los fragmentos.
� La incisión es la técnica con la que se combina un mayor
número de veces, contabilizándose 51 fragmentos que se
distribuyen del siguiente modo: 34 no presentan más técnicas; tres relleno de pasta roja; 10 relleno de colorante
blanco; cuatro se combinan con impresiones simples realizados con objeto de punta única roma en posición vertical; tres fragmentos con la excisión, dos de ellos rellenos
de pasta blanca, y finalmente tres fragmentos aparecen
combinados con labios impresos o incisos.
Impresión de instrumento de punta doble (3.6)
Se han documentado nueve fragmentos decorados con impresiones de instrumento de punta doble, siete de ellos sin combinar y dos combinados. Los fragmentos que se combinan con
otras técnicas lo hacen con cordón impreso cardial en una ocasión (fig. 4.28: V.501), y con cordón inciso y relleno de colorante blanco en otra.
Impresión de instrumento de punta múltiple (gradina) (3.7)
Un total de 216 fragmentos presentan decoración impresa de
gradina (fig. 4.30 y 4.31), de los que 128 se combinan con otras
técnicas, tres lo hacen únicamente con relleno de colorante rojo
y 36 con blanco (cuadro 4.19). En el resto de ejemplares adoptan la siguiente distribución:
- Se combina en cinco ocasiones con cordones, dos cardiales, dos de gradina y uno de mamelones.
- Cuatro fragmentos se asocian con impresiones cardiales realizadas con el borde de una concha en posición vertical,
de los que dos presentan además cordones impresos cardiales y uno relleno con pasta blanca (fig. 4.31: V.246).
- En dos ocasiones aparece junto con impresiones realizadas
con el natis de una concha, uno de ellos con relleno de
pasta blanca (fig. 4.30: 10274).
- 36 fragmentos aparecen combinados con impresiones de
instrumento de punta única roma, 17 de ellos rellenos
de pasta blanca y uno inciso.
- 10 fragmentos se combinan con impresiones de instrumento realizado con punta única roma en posición oblicua,
cuatro rellenos de pasta blanca y uno con incisiones.
- En 14 ocasiones se combina con impresiones realizadas
con instrumento de punta afilada en posición oblicua,
siete de ellos rellenos de colorante blanco y uno de ellos
con digitaciones.
105
[page-n-123]
Fig. 4.30. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de instrumento (gradina).
106
[page-n-124]
Fig. 4.31. Selección de fragmentos que presentan decoración impresa de gradina combinada con otras técnicas.
107
[page-n-125]
Cuadro 4.19. Relación de fragmentos que presentan
decoración impresa con gradina y combinaciones
con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
223+311
229
24
311
311+542
321
321+542
341
341+542
341+411
342
342+411
342+542
352
352+542
352+391+542
411
411+542
421
521+542
523
541
542
711
713+542
719
719+542
N
216
89
127
2
2
1
1
1
1
1
18
17
1
5
1
4
7
6
1
4
3
3
1
3
3
36
1
1
1
2
- Nueve fragmentos impresos con gradina aparecen junto con incisiones, tres rellenos de pasta blanca y dos con impresiones
de punzón romo.
- Tres fragmentos aparecen peinados (fig. 4.30: 13995).
- Un fragmento relleno de colorante blanco presenta además
baño a la almagra y otros tres superficie aguada.
- Finalmente, en cinco ocasiones aparece junto con labios impresos: tres de gradina, uno cardial y otro de instrumento
de punta única.
Impresión de instrumento de punta plana alargada (espátula) (3.8)
Únicamente se han documentado cinco fragmentos decorados
con este tipo de instrumento. Tres de ellos aparecen combinados, uno con impresiones cardiales de concha en posición vertical (fig. 4.19: V.179), otro con incisiones y el tercero relleno de
colorante rojo y blanco.
Digitación (3.9)
Un total de 14 fragmentos presentan decoración impresa digitada simple (fig. 4.28: 14638 y V.194), no documentándose
ningún fragmento pellizcado. 13 de ellos se combinan con otras
técnicas del siguiente modo: en ocho ocasiones con cordones
108
impresos, uno de ellos además con labio impreso, si bien cabe
señalar que finalmente siete podrían pertenecer al mismo vaso;
cuatro fragmentos están decorados con impresiones cardiales
con la concha en posición vertical rellenadas de pasta blanca y
con labio impreso cardial, todos pertenecientes al mismo vaso y,
finalmente, un fragmento con digitaciones, impresiones de gradina e impresiones de instrumento de punta única en posición
oblicua rellenadas de colorante blanco.
Decoración incisa
Se han registrado un total de 469 fragmentos cerámicos decorados
con la técnica de la incisión en su concepción más general, 232
con instrumento no dentado y 237 con instrumento dentado, repartidos del siguiente modo: 204 son incisiones simples de sección
en V, siete acanalados, 21 esgrafiados, 146 peinados, 87 arrastre
cardial y cuatro están realizadas con instrumento de dos puntas.
De instrumento no dentado (4.1)
De los 232 fragmentos incisos con instrumento de punta única
(fig. 4.32), 113 se combinan con otras técnicas, destacando que
acanalados y esgrafiados no suelen aparecer junto a otras.
- Incisión: sección en V (4.1.1)
Se han contabilizado 204 fragmentos incisos, de los que 108
están combinados con otras técnicas decorativas (cuadro 4.20):
� En 15 ocasiones aparecen asociados a cordones, dos lisos, nue-
ve impresos de instrumento simple, uno pellizcado, otro con
impresiones de instrumento de punta única aguzada y dos
de mamelones.
� En dos ocasiones se combina con impresiones cardiales realizadas con una concha en posición vertical (fig. 4.32: 1245).
� Un total de 15 fragmentos se asocian con impresiones
de instrumento de punta única roma en posición vertical (uno con colorante blanco en el interior de las
decoraciones), de los que cuatro presentan además impresiones de instrumento afilado en posición oblicua,
uno de ellos con impresiones de gradina y tres con la
superficie aguada.
� Ocho fragmentos aparecen asociados a impresiones de
punzón romo en posición oblicua (uno con relleno de
colorante blanco), otro además presenta impresiones
de gradina y un último con impresión y arrastre, y
engobe rojo.
� En una única ocasión las incisiones y las impresiones realizadas con instrumento de punta única afilada en posición vertical aparecen juntas sin combinarse con más
técnicas. En cambio, las realizadas con este mismo instrumento en posición oblicua alcanzan los 48 ejemplares, de los que 34 ya no presentan más técnicas decorativas. De los 14 fragmentos que presentan más técnicas
asociadas, la mayoría lo hace con relleno de colorante
en su interior, documentándose también cuatro fragmentos con impresiones de instrumento de punta única roma
en posición vertical y otros tres con excisiones.
� En nueve ocasiones la incisión se combina con impresiones de
gradina (fig. 4.30: V.297). Tres además presentan relleno de
colorante blanco y otros dos impresiones de instrumento de
punta única en posición vertical en un caso, y en posición
[page-n-126]
Fig. 4.32. Selección de fragmentos que presentan decoración incisa o acanalada.
109
[page-n-127]
oblicua en el otro. Un fragmento inciso presenta impresiones de espátula, cinco peinado, cinco más engobe en su superficie y uno excisiones.
Cuadro 4.20. Relación de fragmentos que presentan
decoración incisa y combinaciones con otras
técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
21
221
221+711
221+542+717
221+542+72
221+72
222
227
23
23+72
311
341
341+352
341+523
341+542
341+37
342
342+37
342+343+522
342+542
351
352
352+541
352+542
352+541+61
352+61
37
37+542
38
421
421+717
542
62
N
204
96
108
2
4
2
1
1
1
1
1
1
1
2
6
4
3
1
1
5
1
1
1
1
34
3
8
2
1
4
3
1
4
1
5
1
- Acanalado (4.1.2)
Siete fragmentos presentan decoración acanalada (fig. 4.32:
V.303 y V.16; 3775, 12275 y 3729), de los que únicamente uno
se combina con impresiones en el labio, realizadas con instrumento de punta única roma.
- Esgrafiado (4.1.3)
Se han contabilizado 21 fragmentos esgrafiados (fig. 4.33),
cuatro aparecen combinados con más técnicas decorativas. En
una ocasión se ha documentado junto con un cordón impreso
con instrumento de punta única, en otras dos con impresiones
de instrumento de punta afilada única en posición vertical y,
un último fragmento, combinando esgrafiado con impresiones
realizadas con un instrumento de punta única roma en posición
oblícua.
De instrumento dentado (4.2)
Se han contabilizado 237 fragmentos incisos con instrumento
de punta múltiple, 101 se combinan con otras técnicas, destacando las pocas combinaciones que ofrecen los fragmentos con
superficie peinada.
- Peinado (4.2.1)
De los 146 fragmentos con la superficie peinada, únicamente 19 presentan otras técnicas decorativas (fig. 4.34). Los cordones lisos son la técnica con la que más se asocian con ocho
individuos contabilizados, seguidos por seis ejemplares con incisiones de sección en V (uno de ellos con labio impreso), tres
con gradinas, un fragmento con cordón de mamelones y otro
con impresiones de punzón romo en posición vertical.
- Arrastre cardial (4.2.2)
Un total de 86 fragmentos presentan arrastre cardial (fig.
4.35). La mayoría aparecen combinados con otras técnicas decorativas (cuadro 4.21), siendo las impresiones con el borde
de una concha dentada las mayoritarias con 76 asociaciones,
50 de las cuales ya no presentan más técnicas y seis están rellenos de pasta blanca. El resto de fragmentos se distribuye
de la siguiente forma: uno se combina con apliques seriados;
Fig. 4.33. Selección de fragmentos que presentan decoración esgrafiada.
110
[page-n-128]
Fig. 4.34. Selección de fragmentos que presentan decoración peinada.
111
[page-n-129]
Fig. 4.35. Selección de fragmentos que presentan arrastre cardial.
Cuadro 4.21. Relación de fragmentos que presentan
arrastre cardial y combinaciones con otras técnicas.
Técnica
Total
Sin combinar
Combinados
14+311
21+311+312
223+311+542
311
311+312
311+313
311+313+321
311+321
311+321+542
311+322
311+322+541
311+542
312
313+322
542
NR
86
6
80
1
1
1
50
2
3
1
6
3
1
1
6
1
1
2
otro con cordón liso e impresiones cardiales oblicuas; uno con
cordones impresos cardiales y relleno de pasta blanca; dos con
impresiones de concha en posición oblicua; cuatro con impresiones cardiales dobles, de los que uno presenta además
impresiones de natis y, por último, 11 fragmentos que presentan arrastre cardial, impresiones cardiales verticales y de natis,
tres de ellos con colorante blanco y dos con el natis perforado
(uno con colorante rojo en su interior).
Finalmente, un fragmento presenta arrastre cardial e impresiones cardiales oblicuas, otros dos relleno de colorante blanco
y un último impresiones cardiales dobles y de natis perforado.
112
- De dos o tres puntas (4.2.3)
Se han contabilizado cuatro fragmentos decorados con instrumentos de dos o tres puntas. En tres de ellos no se documentan
más técnicas decorativas y en el resto se asocia con impresiones
cadiales del borde de una concha dentada en posición vertical y
colorante blanco rellenando las decoraciones. En alguno de los
casos expuestos no se descarta que estemos frente a la técnica del
arrastre cardial con una concha rota u orientada lateralmente, de
tal forma que solo se utilizan 2 ó 3 de sus pliegues.
Pintura y engobe
En la Cova de la Sarsa se han documentado tanto fragmentos
cerámicos pintados parcialmente como sometidos a un baño de
colorante en toda su superficie. En otros casos el colorante aparece rellenando el negativo de las decoraciones.
Pintura no cubriente (5.1)
Únicamente nueve fragmentos presentan pintura no cubriente,
tres de color rojo (fig. 4.36: V.478 y V.486) y seis de color negro
(fig. 4.36: 13442).
- Pintura no cubriente de color rojo (5.1.1)
Tres fragmentos presentan decoración pintada no cubriente
de color rojo, sin combinarse ninguno de ellos con otras técnicas.
- Pintura no cubriente de color negro (5.1.2)
Se han diferenciado seis fragmentos con restos de pintura negra en su superficie (fig. 4.36: V.524). Son fragmentos
en algunos casos dudosos, cuyos motivos no siempre se diferencian con claridad. Un único ejemplar se combina con un
cordón liso.
Pintura cubriente (5.2)
Se han contabilizado 26 fragmentos con pintura cubriente de
color rojo, tres con tratamiento a la almagra, 10 con engobe y
13 a la aguada.
[page-n-130]
Fig. 4.36. Selección de fragmentos que presentan pintura.
- Pintura cubriente a la almagra (5.2.1)
Únicamente tres fragmentos presentan superficies con tratamiento a la almagra. Uno de ellos no ha podido ser revisado
de forma directa por no haberse podido localizar. Se trata de un
fragmento con cordón liso publicado por Asquerino como almagra (Asquerino et al., 1998: fig. 19). En los otros dos casos, uno
ya no se combina con más técnicas y el otro ejemplar aparece
junto con impresiones de gradina y relleno de pasta blanca (fig.
4.36: V.386).
- Pintura cubriente-engobe (5.2.2)
Un total de 10 fragmentos presentan engobe rojo. Excepto
uno, todos se combinan con otras técnicas del siguiente modo:
en un caso junto con cordones lisos; un fragmento combina engobe con impresiones cardiales dobles y relleno de pintura blanca (fig. 4.36: V.510); otro se combina con impresiones cardiales
con la concha en posición vertical e impresiones de natis (fig.
4.36: V.472); en un fragmento aparece junto con impresiones
cardiales del borde, del natis y sobre un cordón; un fragmento
presenta decoración de instrumento de punta única roma mediante impresión y arrastre, incisiones y relleno de pintura blanca en la decoración (fig. 4.36: V.387) y, finalmente, tres fragmentos pertenecientes a un mismo vaso que también presentan
impresiones cardiales con la concha en posición vertical, uno de
ellos también con natis.
- Pintura cubriente-aguada (5.2.3)
De los 13 fragmentos con la superficie aguada, ocho están
combinados con otras técnicas del siguiente modo: tres con impresiones de gradina (fig. 4.36: 10434 y V.445); uno con impre-
siones cardiales verticales y labio impreso cardial; otro impreso
cardial doble (fig. 4.36: 13996) y tres fragmentos inciso-impresos pertenecientes a un mismo vaso (fig. 4.36: V.306).
Relleno en la decoración (5.4)
Esta técnica constituye una de las más importantes de la colección de la cueva con 577 fragmentos, siendo especialmente significativo el elevado porcentaje de las que utilizan el
color blanco.
- Relleno de pasta roja (5.4.1)
Se han identificado 21 fragmentos que presentan colorante
rojo rellenando la decoración (fig. 4.37: 10867, 2892, 3402 y
5984). En las impresiones cardiales verticales es donde se documenta más veces con un total de 14 ejemplares, de los que
tres presentan además cordón impreso cardial, uno impresiones
cardiales oblicuas, dos impresiones de natis (uno perforado) y
un último fragmento impresiones de natis perforado y arrastre
cardial. Cuatro ejemplares impresos con instrumento de punta
única aguzada y otros tres con gradina presentan relleno de colorante rojo.
- Relleno de pasta blanca (5.4.2)
Un total de 543 fragmentos cerámicos presentan colorante
blanco rellenando la decoración (cuadro 4.22). En la mayoría de
ocasiones lo hace sobre impresiones cardiales: con el borde de
la concha en posición vertical (392 ejemplares), oblicua (30),
impresiones cardiales dobles (74), de natis no perforado (106),
perforado (17) o arrastre cardial (12). Las impresiones de gradina ocupan el segundo lugar en representación, contabilizándose
72 fragmentos con relleno de los que sólo 37 ya no presentan
113
[page-n-131]
Fig. 4.37. Selección de fragmentos que presentan colorante rellenando las decoraciones.
más técnicas decorativas. Impresiones de punzón acabado en
punta roma y aguzada quedan también representados con 33 y
20 ejemplares respectivamente, todos excepto uno, combinados
además con más técnicas. Un total de 21 fragmentos incisos presentan colorante blanco rellenando las decoraciones, si bien en
16 de ellos se trata de decoraciones impreso-incisas.
- Combinación de colorante blanco y rojo (5.4.3)
Existen 13 fragmentos que presentan relleno en la decoración
combinando colorante blanco y rojo (fig. 4.37: 14611), de los que
nueve son impresos cardiales con la concha en posición vertical (dos de ellos además con cordón impreso cardial y otros dos
impresos con natis). Un fragmento impreso cardial doble y otro
impreso con espátula presentan este tipo de relleno. Finalmente,
dos fragmentos con labio y cordón impreso con instrumento de
punta única roma, también presentan dicha coloración.
Decoración excisa
Este tipo de decoración apenas está presente en la colección de
la Cova de la Sarsa.
114
Estampado (6.1)
Se han documentado tres fragmentos, todos ellos combinados con
incisiones e impresiones realizadas con instrumento de punta única aguzada en posición oblicua, de los que dos han quedado agrupados en un mismo vaso (figs. 4.29 y 4.38: V.276). Un fragmento
está relleno de colorante blanco y otro de colorante rojo.
Pseudoexcisión (6.2)
El único fragmento decorado con esta técnica aparece combinado con incisiones (fig. 4.38: V.476).
Decoración en los labios
Labios impresos (7.1)
Entre los 124 fragmentos con labio impreso, se han documentado cinco tipos diferentes, siendo los impresos cardiales los
más numerosos.
- Impresión digitada simple (7.1.1)
Se han contabilizado 45 fragmentos con labio impreso de
este tipo, 32 de los cuales se combinan con otras técnicas, sien-
[page-n-132]
Cuadro 4.22. Relación de fragmentos que presentan colorante blanco rellenando las decoraciones y combinaciones
con otras técnicas.
Total
Sin combinar
Combinados
Técnica
14+311+344
21+311
21+36
221+411+717
221+411+72
223+311+312
223+311+313
223+311+321
223+311+422
223+311
223+311+713
223+312
223+542
23+36
226
311
224+311
224+311+321
311+312+313
311+312+321
311+312+344
311+312
311+313+321
311+313+341
311+313+342
311+313+344
311+311+313
311+313+713
311+321+422
311+321+522
311+321
311+321+713
311+322
N
543
0
543
1
2
1
1
1
2
1
3
1
12
4
1
3
1
1
205
1
2
1
3
1
8
10
1
2
1
15
3
3
1
77
5
9
Técnica
311+341
311+344
311+352
311+37
311+422
311+423
311+522
311+713
312
312+313+322
312+313
312+321
312+713
313
313+322
313+522
313+321+713
313+391+713
341
341+37
341+411
341
342+37
342+411
352+37+391
352+37
352+411
352+411
352+717
37
37+411
37+521
37+713
37+719
411
422
N
3
1
1
1
6
1
2
3
6
1
5
1
1
22
7
1
1
3
1
17
1
1
4
1
1
6
8
1
3
36
3
1
1
2
5
2
tical, otro junto a impresiones de gradina y un último ejemplar
combinado con impresiones de instrumento de punta única aguzada orientado de forma oblicua.
- De borde de concha dentada (7.1.3)
Fig. 4.38. Selección de fragmentos que presentan decoración excisa.
do los cordones impresos simples o digitados la asociación más
común con 20 ejemplares, de los que dos además presentan incisiones y otro impresiones cardiales con la concha en posición
vertical. Cinco fragmentos aparecen junto con cordones incisos,
uno con un cordón liso, dos con cordón impreso cardial y otro
junto a un cordón pellizcado. Por último, un ejemplar aparece
junto con impresiones cardiales con la concha en posición ver-
De los 59 fragmentos con labio impreso cardial únicamente
cinco aparecen sin combinarse con otras técnicas. La decoración
con la que más veces se asocia es la impresión cardial con el borde de una concha dentada, contabilizándose 37 ejemplares, de los
cuales 10 no presentan más técnicas decorativas y el resto aparecen
combinados del siguiente modo: en tres ocasiones están rellenos de
pasta blanca; diez se combinan con impresiones de natis, nueve de
ellos rellenos de colorante blanco; en siete ocasiones con cordón
impreso cardial, dos de ellos con relleno de colorante blanco; un
fragmento presenta decoración impresa con la concha en posición
oblicua; cuatro aparecen junto con impresiones dobles rellenadas
de colorante blanco, dos de estos fragmentos además presentan impresiones de natis; en una ocasión se combina con cordón impreso
cardial, presentando las decoraciones relleno de colorante blanco y,
por último, un ejemplar presenta superficie aguada.
115
[page-n-133]
Tres fragmentos se combinan con impresiones cardiales con
la concha en posición oblicua, uno de ellos relleno de pasta blanca. Otros tres se combinan con impresiones dobles, dos de ellos
con relleno de colorante blanco. En tres fragmentos se documenta
la asociación de labios impresos cardiales y cordones cardiales
sin más técnicas, mientras que un cuarto fragmento presenta además impresiones de natis. Un ejemplar se combina con impresiones cardiales oblicuas y cordón de mamelones. Cuatro aparecen
junto con impresiones cardiales con la concha en posición oblicua
rellenas de pasta blanca y digitaciones. En una ocasión se combina con impresiones de gradina con relleno de colorante blanco.
- Instrumento de punta única roma (7.1.6.)
Siete fragmentos presentan impresiones de punta roma en
posición vertical en el labio, ninguno de ellos con arrastre. Seis
se combinan con otras técnicas: cinco con cordones impresos
con este mismo instrumento (dos rellenos de colorante rojo y
blanco) y un fragmento con acanaladuras.
- Instrumento de punta única aguzada (7.1.7)
Los 10 fragmentos impresos con esta técnica aparecen combinados con otras del siguiente modo: en una ocasión con cordón impreso simple; en otra con cordón impreso con punzón de
punta afilada; un fragmento con impresiones de natis no per-
116
forado; otro con cordón inciso y superficie peinada; otro con
cordón impreso simple, incisiones y relleno de pasta blanca; en
tres ocasiones con impresiones realizadas con un instrumento
de punta aguzada en posición oblicua relleno de colorante blanco y un último fragmento combina incisiones y peinado.
- Instrumento de punta múltiple (7.1.9)
Tres fragmentos presentan labio impreso con gradina, todos
combinados con impresiones de gradina en el resto del vaso, dos
de ellos con relleno de colorante blanco.
Labios incisos (7.2.)
De los 17 fragmentos que presentan labio inciso, cuatro no presentan más decoraciones y el resto se combina del siguiente
modo: en cinco fragmentos aparece junto con cordones incisos,
uno de ellos presenta incisiones en el resto del vaso; además
de este fragmento inciso existen dos más asociados a cordones
impresos con instrumento de punta única (uno relleno con pasta
blanca); un ejemplar combina cordón impreso con instrumento de punta aguzada con impresiones de instrumento de punta
roma en el resto del vaso; dos fragmentos presentan únicamente
cordón impreso simple; otro fragmento presenta cordones de
mamelones y, por último, un ejemplar con impresiones de instrumento de punta única aguzada en posición oblicua.
[page-n-134]
5
Los vasos diferenciados de la Cova de la Sarsa
Se ha establecido un número mínimo de vasos cerámicos realizados a mano de 525. A esta cifra se ha llegado siguiendo
criterios de diferenciación formal en los que la posibilidad de
establecer la tipología de cada fragmento ha constituido la cualidad más importante. La segunda variable en importancia es
la decoración, especialmente las más singulares. La tercera es
la tecnología. Entre los criterios restrictivos aplicados hemos
de señalar que no se ha considerado como vaso diferenciado
ningún fragmento que no supere los 3 cm² de tamaño, ni ejemplares informes (decorados o no) que han generado dudas sobre
su posible pertenencia a un vaso ya diferenciado. Como únicas
excepciones, los fragmentos que poseen asa pitorro, clasificables tipológicamente por ellos mismos, y los que su decoración
representa un motivo antropomorfo.
Los datos se presentan agrupados en función de la técnica
decorativa esencial asignada, siguiendo la estructura analítica propuesta en el apartado de metodología. En primer lugar
se expondrá la tipología del conjunto (se incluye la volumetría), en segundo la organización de la decoración (apartado
que se centra en los grupos compositivos y temáticos) y, por
último, la tecnología. En el Apéndice II se adjunta una tabla en la que quedan reflejados los campos reconocidos para
cada vaso, utilizando para definir sus características la misma
serie de valores numéricos que han sido expuestas en el apartado de metodología.
TIPOLOGÍA
Una primera visión general del conjunto de la vajilla muestra
que la Clase C es la que mejor representación alcanza, con un
53% del total (cuadro 5.1). Entre los vasos de esta clase, los más
numerosos son los que presentan decoración esencial impresa
cardial, con un 38%, seguidos de los cordones lisos (15%), los
vasos que carecen de decoración (13%) y los que presentan cor-
dones impresos (10%). Del resto de vasos, destacar la buena
presencia de los que poseen cordón de mamelones, impresiones
de gradina, los inciso-impresos y los incisos.
El segundo lugar lo ocupa la Clase B con un 23%. Los vasos
impresos cardiales también adquieren los mayores porcentajes,
con un 56% del total. Los que carecen de decoración (18%), los
que poseen cordón liso (12%), los impresos de gradina (7%)
y los incisos (2%), están presentes de forma significativa. Los
vasos a los que se les ha asignado otra técnica esencial presentan
porcentajes testimoniales.
Los fragmentos que han adquirido la categoría de vaso y no
han podido ser clasificados en ninguno de los grupos tipológicos
(Clase F) representan el 14%, todos ellos decorados.
La Clase D ocupa el 8%, siendo los vasos que no presentan decoración los más numerosos. Están bien representados los decorados
con impresiones cardiales y de gradina, ligados a botellitas, toneletes
y microvasos. La Clase A es la menos numerosa, contabilizándose
únicamente nueve individuos, ninguno de ellos decorado.
Vasos con decoración impresa cardial
Se han diferenciado 212 vasos cuya decoración esencial está realizada con impresiones cardiales (cuadro 5.2), de los que 184 han
podido ser clasificados en algún grupo tipológico. El 37% (68
ejemplares) pertenece a la Clase B, y la gran mayoría son cuencos de perfil sencillo del Grupo 6 (fig. 5.1 y 5.2). Buena parte de
estos cuencos son de forma cerrada (B.6.II), aunque también se
han identificado formas abiertas (B.6.I). Sólo cinco ejemplares
han quedado clasificados fuera de este grupo, uno como cuenco
de perfil compuesto sin carena de forma bicónica (B.7.II) y cuatro como cuencos de perfil en “S” sin carena (B.8.II).
Los vasos de Clase C con decoración esencial impresa
cardial alcanzan la máxima representación de toda la colección de la Cova de la Sarsa, con 106 ejemplares, que suponen
el 58% de los vasos cardiales clasificados en algún grupo y el
117
[page-n-135]
Cuadro 5.1. Número de vasos en los que ha podido asignarse su clase tipológica en relación con la decoración esencial que presentan.
Clase A
N
Clase B
Clase C
Clase D
%
N
%
N
%
N
Clase F
%
N
Total
%
Total
%
Cardial
–
–
68
56
106
38
10
23
28
37
212
40,4
Gradina
–
–
8
7
14
5
6
14
17
23
45
8,6
Inciso-impresa
–
–
2
2
10
4
–
–
6
8
18
3,4
Otras impres.
–
–
0
0
5
2
1
2
7
9
13
2,5
Incisa
–
–
3
2
9
3
–
–
5
7
17
3,2
Esgrafiada
–
–
–
–
–
–
–
–
3
4
3
0,6
Excisa
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
1
0,2
Peinada
–
–
–
–
5
2
–
–
5
7
10
1,9
Pastillaje
–
–
–
–
1
0,4
–
–
1
1
2
0,4
Pintada
–
–
–
–
–
–
–
–
3
4
3
0,6
Almagra
–
–
1
1
1
0,4
–
–
–
–
2
0,4
Cord. impreso
–
–
–
–
29
10
–
–
–
–
29
5,5
Cord. de mamel.
–
–
1
1
20
7
–
–
–
–
21
4,0
Cord. liso
–
–
15
12
41
15
1
2
–
–
57
10,9
Lisa
9
100
22
18
36
13
25
58
–
–
92
17,5
Total
9
2
121
23
277
53
43
8
75
14
525
100
Peinada Cord. imp. Cord. mam. Cord. liso
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
Otros
N (%)
Lisos
N (%)
Total
N (%)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5 (1,7)
–
–
–
–
–
–
–
–
3
3
1
2
–
2 (1,6)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
1
1
2 (0,7)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
9 (100)
22 (18)
21
7
7
–
–
–
14
14
–
–
–
–
–
1
1
–
36 (13)
4
–
2
2
7
1
5
1
8
7
1
6
9 (2)
121 (27)
113
26
22
2
0
2
87
78
1
1
7
1
1
7
5
1
277 (61)
6
1
3
2
29
9
16
2
77
59
12
46
Cuadro 5.2. Clasificación tipológica de los vasos diferenciados en relación con su técnica decorativa esencial.
Cardial Gradina Inc.-imp. Otras impr. Incisa
N (%) N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
Clase A
Clase B
Grupo 6
B.6.I
–
–
68 (56) 8 (6,5)
63
8
11
2
B.6.I.a
9
2
B.6.I.c
1
–
B.6.I.d
–
–
B.6.I.f
1
–
B.6.II
52
6
B.6.II.a
44
5
B.6.II.c
–
1
B.6.II.d
1
–
B.6.II.f
7
–
Grupo 7
1
–
B.7.II
1
–
Grupo 8
4
–
B.8.II
4
–
B.8.III
–
–
Clase C
106 (38) 14 (5)
Grupo 10
2
–
C.10.I.a
1
–
C.10.III.a
1
–
C.10.III.b
–
–
Grupo 11
9
1
C.11.I
1
–
C.11.II
6
1
C.11.III
1
–
Grupo 12
30
8
C.12.I
24
8
C.12.I.a
8
1
C.12.I.b
15
7
–
2 (1,6)
2
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
–
–
–
–
–
10 (3,6)
–
–
–
–
1
–
1
–
7
7
–
7
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5 (1,7)
–
–
–
–
1
1
–
–
1
–
–
–
–
3 (2,4)
3
2
1
1
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
9 (3,2)
–
–
–
–
1
–
1
–
3
2
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
29 (10)
–
–
–
–
2
–
1
–
4
3
1
2
–
1 (0,8)
1
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
20 (7)
–
–
–
–
3
2
1
–
2
1
–
1
–
15 (12)
15
4
3
–
–
1
11
11
–
–
–
–
–
–
–
–
41 (15)
–
–
–
–
4
4
–
–
11
4
–
4
[page-n-136]
Cuadro
5.2.
Clasificación
tipológica de los vasos diferenciados en relación con su técnica decorativa esencial.
Cuadro
5.2.
Continuación.
Cardial Gradina Inc.-imp. Otras impr. Incisa
N (%) N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
C.12.II
C.12.II.a
C.12.II.b
C.12.II.c
Grupo 13
C.13.I
C.13.I.a
C.13.I.b
C.13.II
C.13.III
C.13.III.a
C.13.III.b
Grupo 14
C.14.I
C.14.II
C.14.III
C.14.III.a
C.14.III.b
C.14.IV
C.14.V
Grupo 15
C.15.I
C.15.II
C.15.III
C.15.III.a
C.15.III.b
Clase D
Grupo 16
Grupo 17
D.17.I.
D.17.II
D.17.III
Grupo 18
Grupo 19
D.19.III
D.19.IV
Total clasificados
Clase F
Total
Otros
N (%)
Lisos
N (%)
Total
N (%)
6
2
3
1
44
34
28
6
–
10
7
3
16
9
5
1
–
1
1
–
5
–
–
5
1
1
10 (23)
6
–
–
–
–
1
3
1
2
184
28
–
–
–
–
4
3
1
2
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
1
6 (14)
6
–
–
–
–
–
–
–
–
28
17
–
–
–
–
2
2
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
12
6
1
–
1
–
1
1
–
1
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1 (2,3)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
6
7
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
2
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
12
5
–
–
–
–
1
1
1
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
5
1
–
1
–
4
2
2
–
–
2
2
–
17
8
6
2
2
–
–
1
2
–
1
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
29
0
1
–
1
–
1
1
–
–
–
–
–
–
7
2
–
4
4
2
1
–
7
1
1
5
2
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
21
0
7
4
2
1
3
1
1
–
1
1
–
1
14
7
3
3
2
1
–
1
9
3
–
6
4
2
1 (2,3)
1
–
–
–
–
–
–
–
–
57
0
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
1
–
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
7
1
–
1
–
8
7
5
2
–
1
1
–
9
7
–
1
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
25 (58)
1
18
7
2
9
6
–
–
–
92
0
18
6
10
2
69
52
40
11
1
16
12
4
71
36
15
11
9
5
4
3
25
4
2
18
8
7
43 (9,5)
14
18
7
2
9
7
3
1
2
451
75
212
45
18
13
17
10
29
21
57
11
92
525
23% del total de los vasos a los que se les ha podido asignar
el Grupo. Se han identificado individuos de los Grupos 10,
11, 12, 13, 14 y 15, constituyendo el de las ollas globulares
simples (C.13.I.a) el más numeroso, con 28 individuos (fig.
5.3 y 5.4). Tras este grupo se sitúa el de los cántaros, con
predominio de los de tamaño medio o C.12.I (fig. 5.5). Los
contenedores de tamaño medio (C.14) y los de mayor cubicaje clasificados como Grupo 15, representan casi un 20% en
conjunto. Nueve ejemplares han quedado clasificados como
cubiletes del Grupo 11, completándose el conjunto de vasos
de la Clase C con decoración impresa cardial con un jarra y
un pico vertedor del Grupo 10.
Se han clasificado 10 vasos dentro de la Clase D, entre los
que se diferencian seis botellitas (D.16), un microvaso (D.18),
un vaso geminado (D.19.III) y dos toneletes (D.19.IV). Señalar
que el microvaso (vaso 360) podría ser un vaso geminado.
119
Peinada Cord. imp. Cord. mam. Cord. liso
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
Vasos con decoración impresa de gradina
De los 45 vasos que presentan como decoración esencial impresiones de gradina, 17 han quedado clasificados dentro de la Clase
F. Los pertenecientes a la Clase B representan el 28%, todos encuadrados dentro del grupo de los cuencos (fig. 5.6), dos de ellos
de perfil abierto (B.6.I) y seis de perfil cerrado (B.6.II).
Los vasos de Clase C representan el 50%, siendo los cántaros de tamaño medio el grupo más numeroso. Cuatro individuos han quedado clasificados como ollas, tres de perfil sencillo
(C.13.I) y una de borde diferenciado (C.13.II). Un ejemplar se
sitúa en el grupo de las orzas y tinajas (Grupo 15) y otro en
el de los cubiletes (Grupo 11). Por último, seis recipientes han
quedado clasificados dentro del grupo de las botellitas (D.16),
algunos de ellos con evidencias de haber contenido colorante
rojo en su interior.
119
[page-n-137]
Fig. 5.1. Cuencos sencillos de perfil abierto (Grupo 6) con decoración impresa cardial. Los vasos 165 y 335 pertenecen al Grupo 8.
120
[page-n-138]
Fig. 5.2. Cuencos sencillos de perfil cerrado del Grupo 6 con decoración impresa cardial.
121
[page-n-139]
Fig. 5.3. Ollas globulares con decoración impresa cardial (C.13.I).
122
[page-n-140]
Fig. 5.4. Ollas con el borde diferenciado (C.13.III) decoradas con impresiones cardiales. Los vasos 23 y 27 son ollas globulares (C.13.I).
123
[page-n-141]
Fig. 5.5. Cántaros del Grupo 12 decorados con impresiones cardiales.
124
[page-n-142]
Fig. 5.6. Cuencos y ollas decorados con impresiones de gradina (96, 207, 429 y 445) e inciso-impresos (276, 304, y 359).
125
[page-n-143]
Vasos con decoración inciso-impresa
Seis de los 18 vasos inciso-impresos no han podido clasificarse
en ningún grupo, quedando encuadrados en la Clase F, mientras que el resto se reparten entre las Clases C y B, quedando
ausentes las Clases A y D. La Clase B está representada por dos
ejemplares (15%), ambos clasificados como cuencos de perfil
sencillo y forma cerrada. La Clase C acumula la casi totalidad
de los vasos inventariados, con 10 ejemplares, siete de ellos
clasificados como cántaros de tamaño medio (C.12.I). El resto
han sido clasificados dentro del grupo de las ollas (C.13.I.a), a
excepción de un cubilete (C.11).
Vasos con otras decoraciones impresas
Se han identificado 13 vasos impresos con instrumento que no finaliza con punta múltiple (conchas o gradinas), siete de ellos dentro de la Clase F. Cinco vasos pertenecen a la Clase C, clasificados
del siguiente modo: uno en el Grupo 11, uno como cántaro de gran
tamaño (C.12.II.b), otro como olla globular parabólica (C.13.I.b) y
dos contenedores, uno de tamaño medio (Grupo 14) y otro de gran
tamaño (Grupo 15). Finalmente, un ejemplar ha sido clasificado
dentro de la Clase D. Al no conservar su borde no ha podido determinarse si estamos frente a una botellita o un microvaso.
Vasos con decoración incisa
De los 17 vasos incisos, cinco han quedado clasificados en la
Clase F, no documentándose ningún ejemplar de la Clase A, ni
de la Clase D. Tres pertenecen al Grupo 6 de la Clase B, dos
de perfil abierto y uno cerrado. La Clase C es nuevamente la
que mejor porcentaje alcanza, con el 75% de los vasos clasificados. Los contenedores medios son los más numerosos con cinco
ejemplares, de los que se ha establecido el tipo en cuatro casos:
dos abiertos (C.14.I) y otros dos ovoides (C.14.IV). Los cántaros ocupan el segundo lugar, contabilizándose tres unidades: un
gran cántaro (C.12.II) y otros dos de tamaño medio (C.12.I).
Vasos con decoración peinada
Se han diferenciado 10 vasos cuya decoración esencial es peinada, cinco pertenecientes a la Clase F y otros cinco a la Clase
C (fig. 5.7). Se organizan del siguiente modo: tres cántaros de
tamaño medio (C.12.I), una olla globular simple (C.13.I.a) y un
contenedor de forma cerrada (C.14.II). Además de estos vasos,
otros dos ejemplares han podido ser clasificados como un cántaro y un cuenco de perfil abierto, si bien quedan contabilizados en
los recuentos de los vasos con decoración esencial incisa, pues
son casos en los que las decoraciones aparecen combinadas.
Vasos con decoración impresa en los cordones
Se han clasificado 29 vasos cuya decoración esencial asignada
es la de cordones impresos, todos dentro de la Clase C, destacando la elevada presencia de contenedores de tamaño medio del Grupo 14 (fig. 5.8). Los contenedores medios de forma
abierta (C.14.I) son los más numerosos, con ocho ejemplares,
seguidos de los que presentan perfil cerrado, con seis (C.14.II),
dos con el borde diferenciado (C.14.III) y otro de perfil troncocónico invertido (C.14.V). También se han clasificado dos contenedores de gran tamaño pertenecientes al Grupo 15.
126
Cuatro ejemplares han quedado clasificados como cántaros, tres de tamaño medio (C.12.I) y uno grande (C.12.II).
De las cuatro ollas diferenciadas (C.13), dos son globulares
simples y otras dos con el borde diferenciado. El conjunto se
completa con dos cubiletes del Grupo 11, uno de perfil cerrado
y el otro indeterminado.
Vasos con cordones realizados con mamelones
Se han clasificado 21 vasos, todos de la Clase C, excepto un
cuenco de perfil sencillo (B.6.II). Los contenedores medios y
grandes son los más numerosos, especialmente las orzas y tinajas
del Grupo 15, que en este tipo de vasos alcanzan un porcentaje
del 29% entre todas las formas clasificadas, siendo los de borde
diferenciado los más numerosos. Entre los contenedores medios,
nuevamente, los que presentan borde diferenciado (C.14.III) alcanzan mejores porcentajes, documentándose también dos ejemplares de forma abierta y perfil sencillo (C.14.I).
El grupo de los cubiletes o cuencos pequeños presenta tres
vasos. Dos ejemplares han quedado encuadrados en el grupo de
los cántaros, uno de tamaño medio y otro grande. Finalmente,
una olla se adscribe al Grupo 13.
La predilección por la realización de grandes contenedores
utilizando este tipo de elemento de prensión se confirma con los
otros cuatro vasos que presentan este tipo de cordones, combinados esta vez con impresiones cardiales (tres ejemplares: dos
contenedores y un cántaro grande) y de gradina (un ejemplar
clasificado como orza), que aparecen en los recuentos de este
tipo de impresión.
Vasos con cordones lisos
Todos los vasos diferenciados que presentan cordón liso y no
se combinan con más técnicas han podido ser clasificados tipológicamente. Todas las clases están representadas, a excepción
de la Clase A. La Clase B ocupa el 25% del porcentaje, con 15
cuencos de perfil sencillo, siendo los cerrados los más numerosos (fig. 5.9).
Nuevamente son los vasos de la Clase C los que mejor
representación alcanzan, con un 70%, destacando los contenedores de tamaño medio (fig. 5.10) y grande (fig. 5.11),
sumando entre ambos 23 ejemplares, que suponen el 40% de
todos los vasos clasificados cuya decoración esencial es de
cordones lisos. Los contenedores medios son los más numerosos, con buena representación de orzas y tinajas de borde
diferenciado (C.15.III).
Los cántaros del Grupo 12 son numerosos, con mayor presencia de los de gran tamaño o Tipo II. Las ollas y los cuencos
pequeños o cubiletes son los otros dos grupos presentes dentro
de esta clase, con tres y cuatro ejemplares respectivamente. Por
último, señalar que un ejemplar ha quedado clasificado como una
botellita del Grupo 16 de la Clase D.
Otros vasos decorados
Algunos tipos de decoraciones esenciales han quedado representadas en escaso número. En el cuadro donde se muestran
los recuentos de la clasificación tipológica (cuadro 5.2) quedan
contabilizados en el apartado “otros”, diferenciándose los siguientes ejemplares:
[page-n-144]
Fig. 5.7. Vasos con teoría de mamelones (294), almagra (489), excisión (476), aguada (477) y peinado (46, 84 y 349).
127
[page-n-145]
Fig. 5.8. Contenedores con cordones impresos. Todos excepto el vaso 272 (Grupo 15) pertenecen al Grupo 14.
128
[page-n-146]
Fig. 5.9. Vasos con cordón liso del Grupo 6.
129
[page-n-147]
Fig. 5.10. Vasos con cordón liso del Grupo 14.
130
[page-n-148]
Fig. 5.11. Vasos con cordón liso del Grupo 15.
131
[page-n-149]
- Tres vasos esgrafiados encuadrados en la Clase F.
- Un individuo con decoración excisa que ha sido clasificado
como cuenco de perfil compuesto de borde diferenciado perteneciente al Grupo 8 de la Clase B. Posiblemente tipo III.
- Dos vasos decorados con la técnica del patillaje, uno de la Clase
F y otro de la Clase C (fig. 5.7: V.294), que responde a un contenedor con el borde saliente (C.14.III.b).
- Tres vasos con pintura no cubriente pertenecientes a la Clase F.
- Dos vasos con decoración esencial a la almagra, uno de la Clase
B (B.8.II) y otro del grupo de las ollas (C.13.III.a). Además de
estos dos vasos, existen otros ejemplares con almagra, engobe
o aguada, que se combinan con otras técnicas y que aparecen
contabilizados en otros apartados. Se trata de un cántaro que
además presenta impresiones de gradina, un cuenco cardial, un
cubilete inciso-impreso y una olla con impresiones cardiales.
Vasos sin decoración
Se han diferenciado 92 vasos cerámicos sin decoración. Son los
únicos tipos de recipiente que presentan ejemplares de la Clase
A (fig. 5.12), que representan el 10% de los vasos lisos y el 2%
del total de los casos en los que ha podido determinarse el grupo
tipológico. Los tipos diferenciados de esta Clase A no están reflejados en el cuadro referente a la tipología (cuadro 5.2), por ser
minoritarios. Se trata de cinco escudillas de perfil sencillo abierto
(A.2.I.a), de una cazuela de perfil cerrado (A.2.II.a), dos fuentes
de perfil sencillo (A.4.I.a) y otra carenada con paredes cóncavas
y convexas (A.5.I.b).
A excepción de un ejemplar de perfil en “S” (B.8.II), en la
Clase B únicamente encontramos cuencos simples del Grupo 6
(fig. 5.13), constituyendo los de perfil cerrado el tipo más numeroso, con 14 ejemplares.
La Clase C es la más numerosa, con 36 ejemplares. Los
contenedores del Grupo 14 ocupan el primer lugar, siendo los
de perfil abierto los más repetidos (fig. 5.14). Cántaros (fig.
5.15) y ollas (fig. 5.16), con ocho ejemplares cada uno, ocupan
el segundo lugar. Entre los cántaros, son los de tamaño medio
los mayoritarios. Entre las ollas, las simples están mejor representadas. Los cubiletes del Grupo 11 alcanzan un número final
de siete ejemplares (fig. 5.17), destacando la buena presencia
de los que presentan perfil cerrado. Cuatro vasos del Grupo 10
presentan asa pitorro, dos de ellos con asa pitorro de apéndice
(C.10.III.a) y otros dos de puente (C.10.III.b)
La Clase D, con 25 ejemplares, ocupa el segundo lugar en
representación tras la Clase C, constituyendo el 58% de todos
los vasos de la Cova de la Sarsa pertenecientes a esta clase (fig.
5.18). Cucharas y cucharones concentran la gran mayoría de los
ejemplares, siete de ellos con mango (D.17.I); dos con asa plana
de tipo cazoleta (D.17.II); siete asociadas a un asa de cinta: tres
horizontales (D.17.III.a) y cuatro verticales (D.17.III.b); finalmente, dos ejemplares con asa sobre-elevada (D.17.IV). Una
botellita (D.18) y seis microvasos completan el conjunto de vasos lisos perteneciente a la Clase D.
las escudillas del Grupo 2 ofrecen volúmenes que van entre los
0,25 y los 4 litros, mientras que las fuentes de perfil sencillo del
Grupo 4 se sitúan entre los 4 y los 10 litros.
Los volúmenes obtenidos en los grandes vasos del Grupo
15 y del Tipo 12.II proporcionan las capacidades más elevadas.
Entre los cántaros medios (C.12.I.) encontramos ejemplares de
diferente volumetría, con algún vaso que no supera los 30 cm
de altura, pero cuya capacidad se sitúa entre los 10 y los 25 litros. Las pocas jarras y picos vertedores (vasos con asa pitorro)
presentan volúmenes entre 2 y 4 litros, mientras que los cuencos
pequeños o cubiletes del Grupo 11 no superan los 1,3 litros.
Casi la totalidad de microvasos, cucharones y botellitas presentan capacidades inferiores a 0,25 litros.
Sólo los Grupos 6, 13 y 14 ofrecen cierta variabilidad (cuadro
5.3). En el Grupo 6 es donde se observa de forma más evidente,
con vasos cuyo volumen es inferior a un litro (dos ejemplares) y
otros que superan los 10 litros (tres vasos), aunque la gran mayoría presentan capacidades de entre 1 y 10 litros. Es una cuestión
a considerar en el análisis del conjunto de las producciones del
Neolítico antiguo, pues estas capacidades podrían estar ligadas a
algún tipo de decoración, como se observa con los contenedores
medios. Aunque los vasos del Grupo 14 también presentan cierta
variabilidad, existe una evidente asociación entre la utilización
de cordones y vasos de mayor tamaño, en detrimento de los impresos e incisos, cuestión que en el caso de las orzas y tinajas
del Grupo 15 es todavía más visible pues, de los 25 ejemplares
clasificados en este grupo, cinco son impresos cardiales (dos de
ellos con la decoración localizada únicamente en el labio y no el
cuerpo), uno está impreso con gradina y otro con digitaciones,
presentando el resto decoración esencial de cordones. Entre los
cántaros pequeños, no se observa relación entre el uso de técnicas decorativas plásticas y el aumento de la capacidad.
Las ollas del Grupo 13 presentan una tendencia muy similar a la de los cuencos. La mayoría de los ejemplares están
decorados con impresiones cardiales y presentan diversidad en
sus volumetrías, con mayoría de los que presentan entre 2 y 9
litros, aunque se documentan ejemplares con capacidades superiores a un litro y otros que superan los 10 litros.
ORGANIZACIÓN DE LA DECORACIÓN
Entre las diferentes posibilidades analíticas que ofrece este
campo de estudio, hemos centrado nuestra atención en las que
se refieren a los grupos compositivos y a los grupos temáticos,
por considerar que son los que mejores resultados ofrecen para
una visión de conjunto, al mismo tiempo que permiten mayores posibilidades comparativas con colecciones similares. Pero
para llegar a este nivel de análisis, primero se han realizado los
pasos analíticos previos, descomponiendo las decoraciones en
elementos, motivos simples y motivos complejos, describiendo
las reglas de traslación y adición, hasta llegar a establecer las
composiciones diferenciadas en las decoraciones cerámicas de
la Cova de la Sarsa.
Volumetría
Grupos compositivos
Existe un buen número de vasos en los que ha sido posible calcular su volumen, que al ponerlo en relación con la tipología
ha ofrecido los siguientes resultados (fig. 5.19). En la Clase A,
La organización de los grupos compositivos identificados en la
Cova de la Sarsa se ha realizado según su técnica decorativa
esencial y aplicando la propuesta descrita en el apartado de me-
132
[page-n-150]
Fig. 5.12.Vasos pertenecientes a la Clase A. Escudillas de perfil sencillo abierto (A.2.I.a: V.109, 211, 321 y 322); cazuela de perfil cerrado
(A.2.II.a: V.402); fuentes de perfil sencillo (A.4.I.a: V.83 y 210) y fuente carenada con paredes cóncavas y convexas (A.5.I.b: V.77).
133
[page-n-151]
Fig. 5.13.Vasos sin decoración pertenecientes al Grupo 6. El vaso 309 pertenece al Grupo 8.
134
[page-n-152]
Fig. 5.14. Contenedores sin decoración pertenecientes al Grupo 14.
Fig. 5.15. Cántaros sin decoración pertenecientes al Grupo 12.
135
135
[page-n-153]
Fig. 5.16. Ollas globulares del Tipo I. El vaso 328 pertenece al Tipo III.
136
[page-n-154]
Fig. 5.17. Vasos sin decoración pertenecientes a los Grupos 10 (V.250 y 399) y 11 de la Clase C.
todología. Las composiciones consideradas son las plasmadas
en vasos cuya decoración esencial es la impresión cardial, de
gradina, impresa, incisa e inciso-impresa, técnicas que aglutinan la mayor parte de las decoraciones no plásticas del Neolítico
antiguo. Un total de 303 composiciones pueden clasificarse en
alguno de los grupos compositivos descritos (cuadro 5.4). Las
decoraciones plásticas no han sido tomadas en consideración en
este apartado. Tampoco se incluyen las composiciones en el labio, ni los vasos cuyas decoraciones esenciales asignadas son el
peinado, la almagra, la excisión, pastillaje, pintura no cubriente
y esgrafiado, en algunos casos porque su tamaño no permite la
correcta identificación de las composiciones, como ocurre con
los ejemplares esgrafiados, y en otros porque no es posible identificar los motivos que forman las composiciones.
Grupos compositivos en cerámica impresa cardial
Los grupos compositivos que engloban a las bandas son los más
numerosos (figs. 5.20 y 5.21). Suelen aparecer en la parte superior del vaso, bajo el borde. Este hecho, provoca una visión algo
distorsionada del conjunto, con una representación mayor de la
real, pues el criterio establecido para aislar vasos penaliza a los
grupos compositivos que se ubican en la parte central del vaso,
ya que no aparecen contabilizados de forma tan precisa. Dentro
de estas líneas y bandas se han diferenciado varios grupos.
Las bandas no delimitadas (A) se han documentado en 14
vasos, asociadas a diferentes formas, entre las que destacan los
contenedores del Grupo 14. Aparecen en la parte superior del
vaso, ocupando un espacio muy limitado, bajo el borde. Acompañan a otras composiciones que ocupan el resto del cuerpo
formando mosaicos, seriaciones de bandas limitadas o figuras
geométricas. Algunas de estas composiciones se asocian con
cordones, y en cuatro vasos aparecen de forma única.
Las bandas limitadas (B) representan el grupo compositivo más numeroso, documentándose en 61 vasos. También se
han identificado integradas en otras composiciones que forman guirnaldas y frisos, no contabilizadas en este apartado. Se
asocian a un elevado número de formas, si bien se concentran
en cuencos y ollas. En los cántaros aparecen seriados en su
cuello, precediendo a frisos o guirnaldas ubicados en la parte central del vaso. Las composiciones más comunes son las
conocidas como “escaleriformes simples”, bandas con un trazo corto reflejado horizontalmente y limitado por líneas (fig.
137
[page-n-155]
Fig. 5.18. Vasos sin decoración pertenecientes a la Clase D.
138
[page-n-156]
Fig. 5.19. Grupos tipológicos en relación con su cubicaje calculado en litros: (1) hasta 0,25 l; (2) de 0,25 a 0,5
l; (3) de 0,5 a 1 l; (4) de 1 a 2 l; (5) de
2 a 4 l; (6) de 4 a 10 l; (7) de 10 a 25 l;
(8) más de 25 l.
5.20: 8, 9 y 10). Destacar la presencia de bandas limitadas
formadas por la combinación de líneas y puntos realizados con
impresiones de natis.
Los frisos simples con líneas (C) son un grupo compositivo similar. En la mayoría de ocasiones aparecen en la parte
superior del vaso, bajo el borde, previamente al desarrollo de
las decoraciones del vaso. Se documentan principalmente en
cántaros y ollas.
Las bandas complejas (E) se han documentado en 12 de los
vasos diferenciados. La mayoría aparecen en cuencos del Grupo
6, seguidos de ollas, cántaros y un único contenedor del Grupo 14.
Están formadas por una banda limitada a la que se adhieren más
motivos. La mayoría de estas composiciones están realizadas con
el borde y con el natis de una concha dentada.
Se han documentado composiciones impresas cardiales del
grupo de las líneas (F) en 15 vasos. La gran mayoría se sitúan
bajo el borde del vaso. Aparecen en ollas y cuencos, aunque
destaca la asociación de este tipo de composiciones con cubiletes del Grupo 11, botellitas y microvasos.
De los 13 vasos en los que aparecen composiciones del grupo de los mosaicos (G), ocho lo hacen en contenedores, y es
probable que los dos vasos de la Clase F también lo sean. Se han
documentado igualmente en ollas y en un cuenco; este último
con una composición específica bajo el asa, mientras que en los
contenedores ocupan toda la superficie del vaso.
Las líneas verticales (H) aparecen en cuencos, ollas, cubiletes y botellitas. En los vasos más pequeños ocupan toda la
superficie, mientras que en ollas y cuencos pueden aparecer
acompañando a motivos horizontales, sobre las asas, incluso
cubriendo todo el vaso.
El grupo de composiciones figurativas es muy reducido y no
se ha identificado ninguna completa. Aparecen en cinco vasos,
de los que nos ocuparemos de forma más detenida en próximos capítulos, al igual que de las composiciones figurativas (M)
constatadas en un par de vasos. Uno de los grupos compositivos
más numerosos es el de los festones (L), documentados en 20
vasos, en su mayoría de forma globular, pertenecientes al Grupo
6 y al Grupo 13, más numeroso. Son composiciones que poseen
rasgos particulares, no repitiéndose la misma composición en
diferentes vasos. Pese a ello, mantienen una estructura similar,
donde es común la asociación de trazos cortos o largos con puntos que limitan la parte superior o inferior de la composición.
El grupo compositivo de los ángulos (P) también alcanza
buena representación, con 16 vasos contabilizados. Se asocian
en mayor porcentaje a cántaros y ollas, documentándose también en cuencos. Pueden aparecer de forma aislada, sobre o bajo
las asas, o cubriendo casi toda la superficie decorativa del vaso.
En algunos casos añaden combinaciones con el elemento punto
realizado con impresiones de natis.
Los 14 vasos con decoraciones del grupo compositivo de las
guirnaldas (Q) se asocian principalmente a formas globulares de
los Grupos 6 y 13 de la tipología definida, destacando también la
aparición en cubiletes y cántaros. Cada composición en guirnalda presenta características particulares. Sin embargo, mantienen
una estructura común: una banda horizontal generalmente limitada, desde la que se descuelgan motivos en forma de media luna
que ocupan la mayor parte del espacio compositivo del vaso.
Los ramiformes y asimilables se han identificado de forma
casi exclusiva en ollas y cuencos. Es algo similar a lo que ocurre con las metopas, en la mayoría de las ocasiones asociadas a
vasos globulares, preferentemente cuencos, aunque también a
ollas y en alguna ocasión a cubiletes.
Grupos compositivos en cerámica impresa de gradina
No se han documentado composiciones impresas de gradina
pertenecientes a los grupos de las bandas no delimitadas (A),
mosaicos (G) ni figuras geométricas (M). Entre el resto, aunque
la variedad es menor que para el cardial, se ha identificado un
amplio conjunto de composiciones (fig. 5.22).
Cinco vasos presentan composiciones de la familia de bandas delimitadas (B), cuatro de ellos son botellitas y el quinto
una olla. Sólo un vaso presenta composiciones del grupo de los
frisos simples con líneas (C), situada bajo el labio de un cuenco
de perfil sencillo. Dos ejemplares presentan bandas complejas
(E), uno correspondiente a un vaso de la Clase F y otro a un
cántaro del Grupo 12.
139
[page-n-157]
Cuadro 5.3. Tipos de volumen diferenciados en relación con el grupo tipológico y su técnica decorativa esencial: (1) hasta 0,25 l; (2) de
0,25 a 0,5 l; (3) de 0,5 a 1 l; (4) de 1 a 2 l; (5) de 2 a 4 l; (6) de 4 a 10 l; (7) de 10 a 25 l; (8) más de 25 l.
Cuencos (G.6)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Incisa
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Cubiletes (G.11)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Otras impresiones
Incisa
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Cántaros pequeños (G.12.I)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Incisa
Peinada
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Ollas (G.13)
Cardial
Gradina
Inciso-impresa
Otras impresiones
Almagra
Peinada
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
Contenedores medios (G.14)
Cardial
Otras impresiones
Incisa
Pastillaje
Peinada
Cordón impreso
Cordón de mamelones
Cordón liso
Lisa
140
Tipo 2 (%)
Tipo 3 (%)
Tipo 4 (%)
Tipo 5 (%)
Tipo 6 (%)
Tipo 7 (%)
Tipo 8 (%)
Total
–
–
–
–
–
–
–
–
5 (25)
1
–
–
–
–
1
–
2
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2 (2)
–
–
–
–
–
1
1
16 (64)
6
1
–
1
1
–
3
1
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
30 (29)
15
2
2
1
–
4
6
4 (16)
1
–
1
–
–
–
–
1
1
1 (2,5)
–
–
–
–
–
–
–
–
1
12 (18)
9
–
–
–
–
–
–
–
2
1
8 (13)
1
–
–
–
–
–
1
3
3
28 (27)
16
2
–
1
1
2
6
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
11 (30)
7
1
2
–
–
–
–
–
1
24 (36)
16
1
–
1
1
–
2
1
–
2
17 (28)
3
1
1
1
–
5
1
2
3
40 (38)
26
3
–
..
–
8
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
16 (42)
5
4
3
–
–
–
–
3
–
23 (34)
13
3
2
–
–
–
2
–
–
3
26 (43)
5
–
2
–
1
8
2
6
2
3 (3)
3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
10 (26)
2
–
2
1
1
1
1
1
1
8 (12)
6
–
–
–
–
1
–
–
–
1
9 (15)
1
–
1
–
–
3
2
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
103
60
7
2
2
1
15
16
25
8
1
1
1
1
1
3
4
5
38
14
5
7
1
1
1
1
4
3
67
44
4
2
1
1
1
4
1
2
7
60
10
1
4
1
1
16
6
13
8
[page-n-158]
Cuadro 5.4. Composiciones decorativas asignadas a cada grupo compositivo en relación con el grupo tipológico y su técnica decorativa esencial:
(A) bandas no delimitadas/frisos; (B) bandas delimitadas; (C) frisos simples con líneas; (E) bandas complejas; (F) líneas; (G) mosaicos; (H)
líneas y bandas verticales; (L) festones; (P) ángulos; (Q) Guirnaldas; (R) ramiformes; (S) zigzagueantes verticales; (Y) metopas.
Cuencos (B.6)
A
B
C
E
F
G
H
L
P
Q
R
S
Y
Total
5
24
6
5
11
1
2
5
5
4
4
3
3
78
Cardial
4
23
4
5
4
1
2
5
3
4
3
3
3
64
Gradina
–
–
1
–
6
–
–
–
2
–
1
–
–
10
Inciso-impresa
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
2
Incisa
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
–
2
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
4
–
2
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
4
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
2
1
–
3
1
2
1
1
3
1
–
1
17
Cardial
–
1
1
–
3
–
1
1
–
2
1
–
1
11
Gradina
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
2
Inciso-impresa
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
2
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
3
11
5
5
8
–
3
2
9
3
–
–
2
51
Cardial
2
11
5
3
1
–
–
2
4
2
–
–
–
30
Gradina
–
–
–
1
5
–
3
–
2
1
–
–
1
13
Inciso-impresa
–
–
–
1
2
–
–
–
3
–
–
–
1
7
Incisa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Ollas (C.13)
3
15
5
3
4
2
3
9
6
4
6
2
3
65
Cardial
2
14
5
3
3
2
2
9
4
3
5
1
1
54
Gradina
–
1
–
–
1
–
1
–
1
1
1
1
1
8
2
Cuencos (B.7)
Cardial
Cuencos (B.8)
Cardial
Jarr. y pic. vert. (C.10)
Cardial
Cubiletes (C.11)
Cántaros (C.12)
Inciso-impresa
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
5
3
1
1
–
11
–
–
–
1
1
–
–
23
Cardial
4
3
1
1
–
7
–
–
–
1
–
–
–
17
Otras impresiones
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
Contened. (C.14)
1
–
–
–
–
3
–
–
–
–
1
–
–
5
Orzas (C.15)
–
–
–
–
1
2
1
–
–
–
–
–
–
4
Cardial
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
Gradina
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
2
Otras impresiones
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
19
Botellitas (D.16)
–
6
–
–
4
–
3
2
3
–
1
–
–
Cardial
–
2
–
–
2
–
2
2
1
–
–
–
–
9
Gradina
–
4
–
–
2
–
1
–
2
–
1
–
–
10
–
–
–
–
2
–
–
–
1
–
–
–
–
3
–
–
–
–
2
–
–
–
1
–
–
–
–
3
1
1
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
1
5
1
1
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
1
5
Clase F
–
4
2
2
3
7
1
4
4
1
1
–
1
30
Total
19
68
21
16
36
24
15
24
29
18
15
5
11
301
Microvasos (D.18)
Cardial
Diversos (D. 19)
Cardial
141
[page-n-159]
Fig. 5.20. Composiciones cardiales de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos: A. Bandas no delimitadas /frisos; B.
Bandas delimitadas; C. Frisos simples con líneas; E. Bandas complejas; F. Líneas; G. Mosaicos; H. Líneas y bandas verticales. Los
números a la derecha de algunas composiciones (en rojo) indican el número de veces que se repite en diferentes vasos.
142
[page-n-160]
Fig. 5.21. Composiciones cardiales de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos: L. Festones; P. Ángulos; Q. Guirnaldas;
R. Ramiformes y asimilables; S. Zigzagueantes; Y. Metopas. Los números a la derecha de algunas composiciones (en rojo) indican el
número de veces que se repite en diferentes vasos.
143
[page-n-161]
Fig. 5.22. Composiciones impresas con gradina de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos: B. Bandas delimitadas;
C. Frisos simples con líneas; E. Bandas complejas; F. Líneas; H. Líneas y bandas verticales; K. Figurativas; L. Festones; P. Ángulos;
Q. Guirnaldas; R. Ramiformes y asimilables; S. Zigzagueantes; Y. Metopas. Los números a la derecha de algunas composiciones (en rojo)
indican el número de veces que se repite en diferentes vasos.
144
[page-n-162]
El grupo compositivo de las líneas (F) es el más numeroso,
documentándose en 15 vasos, seis de ellos cuencos, cinco cántaros, dos botellitas, una olla y un gran contenedor. Las líneas
verticales se constatan en siete vasos, de los que tres son cántaros, uno un cuenco pequeño del Grupo 11, una olla, un gran
contenedor y una botellita. Aunque nos ocuparemos de los motivos figurativos en próximos capítulos, señalar que los únicos
vasos con impresiones de gradina y composiciones figurativas
son botellitas.
Cinco ejemplares presentan composiciones del grupo de los
festones. Todos pertenecen a la Clase F, siendo difícil reconstruir la totalidad de la decoración. En cambio, el grupo compositivo de los ángulos (P) sí está bien representado, apareciendo
en 11 vasos con impresiones de gradina. No existe una clara predilección por una forma específica, documentándose dos ejemplares del Grupo 12, dos cuencos del Grupo 6, dos botellitas del
Grupo 16, una olla, un cubilete del Grupo 11 y dos ejemplares
pertenecientes a la Clase F.
Tres vasos presentan composiciones del grupo de las guirnaldas: uno es de la Clase F, otro un cántaro del Grupo 12 y el
tercero una olla del Grupo 13. Se han diferenciado composiciones del grupo de los ramiformes y asimilables en tres vasos:
un cuenco, una olla y una botellita, aunque cabe destacar que
las composiciones están incompletas. Sólo un vaso, clasificado
como una olla, presenta composiciones zigzagueantes verticales
(S). Por último, se han identificado tres composiciones del grupo de las metopas (Y), representados en un vaso de la Clase F,
un cántaro y una olla.
Grupos compositivos en el resto de cerámica impresa
Nueve vasos con decoración impresa no cardial ni de gradina
presentan composiciones definidas (fig. 5.23). Siete de ellas
responden a mosaicos, cinco en vasos de Clase F, una en un
contenedor del Grupo 14 y otra en un contenedor del Grupo 15.
A diferencia del resto, que presentan un trazo corto curvo, esta
última está realizada con el elemento punto. Dos composiciones
pertenecen al grupo temático de las bandas no delimitadas, una
localizada en una olla y otra en un cubilete del Grupo 11.
Grupos compositivos en cerámica inciso-impresa
Doce vasos presentan composiciones plasmadas con motivos
realizados con combinación de incisiones e impresiones (fig.
5.23). Los grupos compositivos más numerosos son los de los
ángulos (P) y las líneas, con cuatro y cinco ejemplares respectivamente. Los ángulos aparecen asociados a cántaros en tres
ocasiones y a una olla. Las líneas aparecen en dos cántaros, un
cuenco y dos vasos de la Clase F.
Las composiciones del grupo de las metopas (Y) ocupan el
segundo lugar con dos ejemplares representados en un cántaro y
una olla. Se ha documentado un ejemplar perteneciente al grupo
compositivo de bandas delimitadas (en un cubilete), otro al de
las bandas complejas (en un cántaro), otro al de las guirnaldas
(en un cubilete) y otro al de las figurativas (Clase F).
Grupos compositivos en cerámica incisa
Nueve vasos presentan composiciones incisas (fig. 5.23), cuatro
de ellas pertenecientes al grupo de los mosaicos (G), tres de
ellas en contenedores y una en un cubilete. Otras tres pertenecen
al grupo de las bandas simples formadas por un ángulo trasladado horizontalmente (un cuenco, una olla y un contenedor).
Aparecen además una composición del grupo de los ramiformes
en un contenedor del Grupo 14, una banda delimitada en un
cuenco y una composición del grupo de los ángulos en un vaso
de la Clase F.
Grupos temáticos
En total, ha podido determinarse el grupo temático de 257 vasos, 18 de ellos pertenecientes a la Clase F. Cabe recordar que
a cada vaso sólo puede asignársele un grupo temático, que en
algún caso podría variar si aparecen más fragmentos cerámicos pertenecientes a vasos ya diferenciados que representen un
cambio significativo en su decoración. Asignado el grupo temático en función de la organización de las composiciones en el
espacio decorativo de cada vaso, se ha puesto en relación con su
tipología y técnica decorativa esencial.
Una primera visión de los resultados de esta comparativa (fig. 5.24) ofrece resultados heterogéneos, asociándose
las temáticas a diferentes tipos de soporte (cuadro 5.5). Esta
variabilidad es especialmente visible en los vasos impresos
cardiales con temáticas formadas por frisos, líneas y bandas.
Sin embargo, es posible establecer algunas consideraciones
generales que nos van acercando hacia la definición de lo que
serían los modelos cerámicos “ideales” o producciones estandarizadas de la Cova de la Sarsa.
Aunque líneas y bandas aparecen en varios tipos de recipiente, se concentran en ollas y cuencos. En los cántaros están
bien representadas, aunque cabe señalar que son recipientes
donde suele conservarse la parte del cuello, en la que se encuentran las bandas, pudiendo presentar otras decoraciones en
su parte central.
La asociación de las metopas con formas globulares es también significativa en los vasos cardiales, aumentando la variedad
de formas que pueden albergar estas decoraciones cuando se trata de impresiones de gradina o cerámicas inciso-impresas. No se
documentan metopas en cerámicas con decoración esencial impresa o incisa. Los mosaicos se asocian mayoritariamente a contenedores y los glifos a ollas y cuencos, presentando más tipos
en vasos con decoración esencial incisa o impresa de gradina.
Entre los cordones impresos y cordones de mamelones, se
observa una tendencia mayoritaria a su asociación con contenedores. En los cordones lisos la variabilidad es sensiblemente
mayor, asociándose a más formas, entre las que cabe destacar la
buena representación de los cuencos de Clase B.
Líneas y bandas
Un total de 28 vasos pertenecen al grupo de líneas y bandas, 16
asociados a decoraciones impresas cardiales, cinco a impresas
de gradina, cuatro a incisas y otros cuatro a inciso-impresas
(fig. 5.25).
Entre los 16 ejemplares con decoración impresa cardial, cinco presentan composición única y 11 listado. Las composiciones
únicas aparecen en vasos de diferente tipología: un ejemplo en un
cuenco, otro en un cántaro, un tercero en una olla, el cuarto en un
contenedor de tamaño medio y un último ejemplo en un vaso geminado del Grupo 19. En lo que se refiere a los cántaros, la temática final podría ser otra, pues no disponemos de la parte central del vaso.
Los vasos cuya temática es el listado se asocian principalmente a
formas globulares del Grupo 6 (siete ejemplares) o del Grupo 13
(dos ejemplares). Los otros dos ejemplares son cántaros.
145
[page-n-163]
Fig. 5.23. Composiciones de los vasos de la Cova de la Sarsa por grupos compositivos. (A) Impresas de instrumento: (1-2) bandas no
delimitadas y (3-4) mosaicos. (B) Inciso-impresas: (1) bandas complejas, (2-6) líneas, (7-11) ángulos, (12) guirnaldas y (13-14) metopas.
(C) Incisas: (1) bandas no delimitadas (2) bandas delimitadas, (3-4) mosaicos, (5) ángulos y (6) ramiformes. Los números a la derecha de
algunas composiciones (en rojo) indican el número de veces que se repite en diferentes vasos.
146
[page-n-164]
Fig. 5.24. Número de vasos en los que se ha determinado el grupo temático en relación con el grupo tipológico y la técnica
decorativa esencial.
147
[page-n-165]
Cuadro 5.5. Grupos temáticos diferenciados en relación con el grupo tipológico y la técnica decorativa esencial.
1. Bandas
Cuencos (B.6)
2. Mosaicos
3. Glifos
4. Frisos
1.1
1.2
2.1
2.2
2.3
3.1
3.2
3.3
5. Metopas
4.1 4.2.1 4.2.2 4.2.3 4.3
6. Apliques
5.1
5.2
6.1
6.2
6.3
7. Escén. Total
4
7
–
–
1
2
3
1
2
–
4
3
5
5
–
15
–
–
1
53
Cardial
1
7
–
–
1
2
3
–
2
–
4
3
5
4
–
–
–
–
–
32
Gradina
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
4
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
14
–
–
–
14
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
–
–
–
1
–
1
–
–
–
1
3
3
–
1
–
9
–
–
–
18
Cardial
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
2
2
–
1
–
–
–
–
–
6
Gradina
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Inciso-impresa
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Otras impr.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
–
–
–
3
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
4
Cuencos (B.7)
Cardial
Cuencos (B.8)
Cardial
Jarr. y pic. (C.10)
Cardial
Cubiletes (C.11)
Cántaros (C.12)
2
5
–
–
–
1
1
–
1
–
2
2
–
1
2
11
2
4
1
35
Cardial
1
2
–
–
–
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
–
–
1
–
8
Gradina
–
1
–
–
–
1
1
–
1
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
6
Inciso-impresa
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
3
Otras impr.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
Incisa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
3
1
–
–
4
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
2
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
6
1
3
–
10
Ollas (C.13)
3
2
–
1
–
1
2
2
2
1
4
3
3
3
–
7
–
1
1
37
Cardial
1
2
–
1
–
1
2
2
2
1
4
3
3
1
–
–
–
–
1
24
Gradina
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
2
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
2
Otras impr.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
–
–
–
4
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
1
–
3
Contened. (C.14)
2
–
5
5
1
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
35
1
4
–
55
Cardial
1
–
4
3
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
–
1
–
11
Otras impr.
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Incisa
1
–
–
2
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
5
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
16
–
1
–
17
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
7
–
–
–
7
Cor. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
11
1
2
–
14
148
[page-n-166]
Cuadro 5.5. Grupos
temáticos diferenciados en relación con el grupo tipológico y la técnica decorativa esencial.
Continuación.
1. Bandas
1.1
Orzas (C.15)
1.2
2. Mosaicos
2.1
2.2
2.3
3. Glifos
3.1
3.2
4. Frisos
3.3
5. Metopas
4.1 4.2.1 4.2.2 4.2.3 4.3
5.1
6. Apliques
5.2
6.1
6.2
7. Escén. Total
6.3
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
13
1
3
1
21
Cardial
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
Gradina
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
Otras impr.
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
2
Cord. de mamel.
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
7
–
–
–
7
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
4
1
3
–
8
Botellitas (D.16)
–
2
–
–
–
–
1
–
–
–
–
2
4
–
–
1
–
–
–
10
Cardial
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
3
–
–
–
–
–
–
5
Gradina
–
2
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
4
Cord. liso
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
3
Microvasos (D.18)
Cardial
Diversos (D. 19)
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
3
Clase F
Cardial
1
–
5
–
–
1
3
1
2
–
2
–
1
2
–
–
–
1
–
19
Total subtemas
13
16
10
8
3
6
11
5
8
2
18
16
13
12
3
91
4
13
5
257
5
2%
257
Total grup. temát.
29
11%
21
8%
22
8%
Cuatro vasos inciso-impresos presentan esta temática, dos
de ellos con una única composición representada en un cuenco
y en una olla, y otras dos seriadas en sendos cántaros. Cinco
vasos cuya decoración esencial está realizada con impresiones
de gradina han quedado encuadrados en el grupo de líneas y
bandas, dos como composiciones únicas (una olla y un cuenco)
y tres como listados (un cántaro y dos botellitas).
Cuatro vasos con decoración esencial incisa presentan temática decorativa general formada por líneas. Corresponden a un
ejemplar del Grupo 6, un cántaro del Grupo 12, un contenedor
del Grupo 14 y un vaso de la Clase F. La mayoría están formadas por composiciones en zigzag.
Mosaicos
Los 21 vasos en los que la temática es el mosaico se caracterizan
por estar principalmente asociados a contenedores del Grupo 14
(fig. 5.26). Entre los 11 que presentan decoración impresa cardial,
ocho han quedado clasificados tipológicamente como contenedores, siete del Grupo 14 y uno del Grupo 15, siendo los que utilizan motivos pivotantes los más numerosos (cinco ejemplares). En
cuatro ocasiones más los mosaicos cardiales están formados por
motivos no pivotantes, tres de ellos en vasos clasificados como
Grupo 14 y uno como una olla del Grupo 13. Los dos únicos mosaicos cardiales desorganizados se han localizado en un cuenco
cerrado del Grupo 6 y en un gran contenedor del Grupo 15.
Las cerámicas impresas no realizadas con concha o gradina
presentan el porcentaje más alto de mosaicos. La mayoría de
ejemplares pertenecen a la Clase F. El único caso que ha podido
ser clasificado responde a un contenedor del Grupo 14. Cinco
vasos decorados con incisiones presentan mosaicos como grupo
57
22%
15
6%
108
42%
temático, uno de Clase F que imita las decoraciones pivotantes,
dos contenedores del Grupo 14 con mosaicos no pivotantes y
un cubilete del Grupo 11 con similar temática. El único vaso
esgrafiado al que se la ha asignado grupo temático, ha quedado
encuadrado en el de los mosaicos ordenados (vaso 348).
Glifos
Se asocian principalmente con formas globulares como cuencos
y ollas, con mejor representación de los primeros (fig. 5.27). Se
han contabilizado 12 vasos con decoración impresa cardial que
presentan glifos. Cuatro de ellos son enfrentados, observados
en dos cuencos, un cubilete y una olla, enmarcados todos por
festones y zigzagueantes, a excepción del cubilete, que lo hace
con bandas. Otros cinco ejemplos se describen como glifos enmarcados, todos asociados a perfiles globulares: tres cuencos
(uno enmarcado con bandas y dos por festones) y dos ollas (una
enmarcada por festones y otra por metopas). Finalmente, tres
glifos aislados representados en dos ollas y un tonelete.
Entre los vasos impresos con gradina se ha identificado un
glifo enfrentado enmarcado por metopas, en un recipiente de
la Clase F. Otros cinco ejemplares presentan glifos enmarcados
que se organizan del siguiente modo: dos están enmarcados por
guirnaldas en vasos cuya tipología no ha podido determinarse;
otro por metopas en un cántaro; otro por ángulos con una figura
central antropomorfa; y otro más por festones en un vaso de la
Clase F. Finalmente, un vaso decorado con esta técnica ha sido
clasificado como glifo aislado.
Los glifos inciso-impresos han quedado clasificados en la
Clase F. Por último, destacar un ejemplar inciso en el que se
representa un glifo enmarcado por elementos simples que se van
149
[page-n-167]
Fig. 5.25. Ejemplos de vasos con decoración impresa cardial del grupo temático líneas y bandas.
150
[page-n-168]
Fig. 5.26. Ejemplos de vasos impresos cardiales y de concha no dentada (125) del grupo temático de los mosaicos.
151
[page-n-169]
Fig. 5.27. Ejemplos de vasos impresos cardiales del grupo temático de los glifos.
152
[page-n-170]
adhiriendo de forma irregular a la superficie del vaso, perteneciente a un contenedor (fig. 5.28). En la propuesta de reconstrucción hemos representado el mismo motivo reflejado en la
parte opuesta del vaso, de forma presumible. Es un ejemplar
que merece ser comentado. En un primer momento se clasificó
como un mosaico desordenado, pero al observarlo con mayor
detenimiento, apreciamos que los trazos bajo la lengüeta presentan una orientación diferente a los del resto del vaso, con
otros elementos adosados que lo dotan de una apariencia similar
a la de algunos ejemplares ramiformes (fig. 5.27: V.100) dispuestos bajo lengüetas y mamelones que quizás estén representando la cabeza.
Frisos
Los frisos constituyen el grupo temático más repetido dentro
de los vasos cardiales, con 49 ejemplares, de los que siete son
frisos verticales (fig. 5.29), 30 son frisos colgantes (fig. 5.30) y
12 son frisos formados por ángulos, festones o grandes figuras
geométricas. Los frisos colgantes quedan asociados a formas
globulares como cuencos y ollas, además de un ejemplar clasificado como una jarra. Los que conforman guirnaldas son los
más numerosos, apareciendo también en cubiletes, contenedores medios y un tonelete (vaso 279). Los frisos con elementos
geométricos colgantes suman 14 ejemplares, distribuidos en
varias formas tipológicas, aunque nuevamente son los cuencos
y las ollas los tipos más numerosos. Los frisos de ángulos, festones o grandes geométricos se concentran únicamente en tres
tipos de vaso: cuencos, ollas y botellitas.
Además de los vasos cardiales, otros cinco decorados con
gradina presentan frisos. Uno de ellos responde a un friso
vertical representado en una olla, dos son frisos colgantes
(uno formado por bandas verticales en un cubilete), otros representan guirnaldas sobre vasos de tipología indeterminada
y, finalmente, se distingue un friso formado por ángulos en
un microvaso.
Dos ejemplares inciso-impresos presentan frisos colgantes
con guirnaldas, uno en un cubilete y otro en un vaso de la Clase F.
Los vasos con decoración impresa no dentada muestran escasa representación de frisos, documentándose un único ejemplar, que incluso podría ser un mosaico (vaso 111).
Metopas y ortogonales
Entre las decoraciones cardiales, únicamente se documentan
metopas (fig. 5.31). Aparecen mayoritariamente en cuencos,
constatándose también un ejemplar en una olla y otro en un
cubilete. Los vasos decorados con impresiones de gradina
ofrecen mayor variedad, con tres ejemplares definidos con
temáticas ortogonales (un gran contenedor y dos cántaros)
y otros dos como metopas (una olla y un cuenco). Tres vasos más presentan metopas, esta vez con decoración esencial
Fig. 5.28. Vaso 285.
153
[page-n-171]
Fig. 5.29. Ejemplos de vasos impresos cardiales con frisos verticales y frisos formados por ángulos, festones o grandes figuras geométricas.
154
[page-n-172]
Fig. 5.30. Ejemplos de vasos impresos cardiales encuadrados en el grupo temático de los frisos colgantes.
155
[page-n-173]
Fig. 5.31. Ejemplos de vasos impresos cardiales y de gradina (205-246) del grupo de las metopas.
156
[page-n-174]
inciso-impresa. Uno de estos tres ejemplares no ha podido ser
clasificado tipológicamente, por lo que ha quedado contabilizado dentro de la Clase F o indeterminada, otro es un cántaro
y el último una olla.
por la base (fig. 5.33: V.244), sin poder definir con precisión los
motivos que forman esta decoración, y un fragmento impreso con
instrumento de dos puntas (vaso 394).
Apliques
TECNOLOGÍA
Los apliques son el grupo temático más numeroso (fig. 5.32),
hecho que tiene su explicación en la gran cantidad de vasos
con cordones de todo tipo contabilizados en la Cova de la Sarsa y en el Neolítico valenciano. Cuatro vasos cardiales han
quedado dentro de este grupo temático, en el que los ejemplares de lectura mixta son los más numerosos, asociados a
cántaros y contenedores. También se documenta un ejemplar
formado por un cordón cardial orientado horizontalmente.
Además de cordones cardiales, se ha clasificado una olla impresa dentro de este grupo temático de apliques, presentando
una banda ondulada horizontal.
Un total de 28 vasos con decoración esencial realizada con
cordones impresos quedan encuadrados en este grupo temático. Excepto un cántaro con cordones de lectura vertical y otro
de lectura indiferenciada, todos son de lectura horizontal, 12 de
forma única y 14 formados por más de un cordón. Los primeros aparecen de forma mayoritaria en contenedores del Grupo
14, documentándose además un ejemplar del Grupo 15, otro del
Grupo 12 y dos del Grupo 13. Entre los apliques formados por
más de un cordón, nuevamente los contenedores del Grupo 14
son los más numerosos, constatándose también dos ollas, dos
cántaros, un cubilete y un gran contenedor del Grupo 15.
Entre los apliques realizados con cordón liso (55 vasos),
son los formados por un cordón de lectura horizontal los más
numerosos, con 33 ejemplares, siendo los grupos mejor representados los contenedores medios y los cuencos de perfil sencillo, seguidos de cántaros, cubiletes, grandes contenedores
del Grupo 15, un microvaso y una olla. Los apliques de lectura
horizontal formados por más de un cordón se concentran en
cuencos del Grupo 6, con dos ejemplares del Grupo 14, uno
del Grupo 13 y una botellita. Tres vasos con cordón liso presentan lectura vertical, correspondientes a un cántaro y dos
contenedores, uno del Grupo 14 y otro del Grupo 15. Nueve
vasos con cordones lisos son de lectura mixta, distribuyéndose
en tres grandes contenedores, tres cántaros grandes, dos cántaros medios y una olla.
21 vasos presentan decoración esencial formada por cordones de mamelones, 19 de ellos por un cordón de lectura
horizontal, distribuyéndose del siguiente modo: siete contenedores del Grupo 14, seis contenedores del Grupo 15, tres
cubiletes del Grupo 11, dos cántaros y un cuenco del Grupo 6.
Los otros dos vasos, una olla y un gran contenedor del Grupo
15, presentan aplique de lectura horizontal formado por dos o
más cordones.
Escénicos y figurativos
Todos los casos asociados a este grupo temático presentan incertidumbres. Tres ejemplares muestran decoración impresa
cardial: un pico vertedor (fig. 4.8: V.497), una olla y un conocido vaso que hemos clasificado como gran contenedor (vaso 99),
cuyos motivos decorativos han sido identificados como representaciones de árboles (Martí y Hernández, 1988) o figuras antropomorfas (Torregrosa y Galiana, 2001). Por último, un fragmento impreso de gradina cuya decoración parece desarrollarse
Se ha conseguido asignar la categoría tecnológica a 510 vasos
(cuadro 5.6). La mayoría de las cocciones se realiza en ambientes
reductores (350 ejemplares). Los vasos con decoraciones impresas cardiales y de gradina son los que alcanzan una tecnología
de fabricación más cuidada, obteniendo un 65% de los vasos
la mejor calificación tecnológica. Los vasos con temáticas decorativas más complejas (formadas por más de tres composiciones) también destacan por la inversión que se realiza en su
manufactura, con superficies bruñidas y finas paredes.
En cambio, los ejemplares cuya técnica decorativa esencial
está formada por cordones impresos o cordones de mamelones,
presentan tecnología menos cuidada. En la mayoría de casos se
trata de contenedores de tamaño medio y grande, con paredes
gruesas y desgrasantes de mayor tamaño, que evidencian un
menor tamizado de las arcillas utilizadas, cuyos acabados suelen quedarse en un simple alisado, resultados que se asemejan
a los documentados en otros trabajos de carácter macroscópico
(McClure y Bernabeu, 2011).
Las cerámicas lisas son las que presentan unos porcentajes más similares en todas las categorías. Es un hecho significativo, pues entre ellas pueden existir ejemplares de diferente cronología, cuya tecnología va cambiando a lo largo de
la secuencia. Aunque su representación porcentual es menor,
cabe señalar la buena calidad de las cerámicas esgrafiadas y
de las almagras.
Las analíticas microscópicas mediante lámina delgada
(Clop, 2011), demuestran que durante el Neolítico antiguo, en
la Cova de la Sarsa se utiliza chamota como desgrasante añadido, cuestión ampliamente documentada en el mediodía francés
(Manen et al., 2010). Las muestras analizadas hasta la fecha
son 14 (cuadro 5.7), no documentándose ningún fragmento
con calcita como desgrasante añadido, cuestión que podría sufrir cambios con los nuevos muestreos que se han realizado.
Se ha documentado la presencia de chamota como desgrasante
añadido en 10 de los 14 vasos analizados, la mayoría decorados con impresiones cardiales. La utilización de chamota se
relaciona con los momentos iniciales y plenos del mundo cardial, tendiendo a desaparecer en el Epicardial. En la Cova de
la Sarsa, la muestra es todavía escasa, aunque ya se apunta a
su utilización en vasos impresos de variada tipología y grosor
de paredes. También se evidencia la utilización de diferentes
fuentes de aprovisionamiento de arcilla, pues existen varios
grupos petrográficos, aunque comparten una alta presencia
de cuarzo y de micritas, con elementos minerales específicos
que caracterizan las tierras utilizadas en las mismas, que en la
Cova de la Sarsa son (Clop, 2011): esparitas, ortosas, moscovitas, feldespatos y biotitas. Tanto los datos geológicos como
las muestras de tierras analizadas apoyan la propuesta que defiende que las áreas de aprovisionamiento están cercanas a los
yacimientos, con arcillas ricas en cuarzo y micrita, cuestión
también señalada en otros estudios sobre la tecnología de cerámicas de la cueva (Gámiz, 2011).
157
[page-n-175]
Fig. 5.32. Ejemplos de vasos del grupo temático de los apliques. Todos impresos con instrumento de punta única en posición vertical
excepto los vasos 412 y 468 que son impresos cardiales y el vaso 53, impreso de instrumento en posición vertical y oblicua.
158
[page-n-176]
Fig. 5.33. Ejemplos de vasos del grupo temático figurativo. Impreso cardial (166), impreso de gradina (244) e impreso de instrumento
de punta doble (394).
159
[page-n-177]
Cuadro 5.6. Vasos a los que se les ha podido asignar un grupo tecnológico en relación con su técnica decorativa esencial.
1.1
%
1.2
%
2.1
%
2.2
%
3.1
%
3.2
%
Total
Cardial
113
54,9
22
10,68
39
18,93
17
8,25
9
4,37
6
2,91
206
Gradina
24
57,1
4
9,52
9
21,43
5
11,90
–
–
–
–
42
Inciso-impresa
6
33,3
–
–
8
44,44
1
5,56
1
5,56
1
5,56
17
Otras impres.
3
23,1
–
–
2
15,38
4
30,77
2
15,38
2
15,38
13
Incisa
3
17,6
–
–
4
23,53
3
17,65
5
29,41
2
11,76
17
Esgrafiada
2
66,7
–
–
1
33,33
–
–
–
–
–
–
3
Peinada
–
–
–
–
2
20
3
30
4
40
1
10
10
Pastillaje
–
–
–
–
1
50
–
–
1
50
–
–
2
Almagra
1
100
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
2
6,9
–
–
6
20,69
1
3,45
16
55,17
4
13,79
29
Cord. de mamel.
–
–
–
–
2
9,52
2
9,52
8
38,10
9
42,86
21
Cord. liso
5
8,6
3
5,17
7
12,07
15
25,86
12
20,69
16
27,59
58
Lisa
20
22,0
11
12,09
26
28,57
16
17,58
6
6,59
12
13,19
91
Total
179
35,0
40
7,83
107
20,94
67
13,11
64
12,52
53
10,37
510
Cuadro 5.7. Ejemplares analizados con lámina delgada en relación con su número de vaso o fragmento, técnica decorativa esencial,
tipología, organización de la decoración, grupo tecnológico, grupo petrográfico y presencia de chamota como desgrasante añadido.
Datos modificados a partir de Clop (2011).
Muestra
Identificación
Técnica decorativa
Tipología
Organiz. decoración
Grup. tecnol.
Grup. petrogr.
SA-1
Vaso 387
Inciso-impresa
Cubilete
Frisos colgantes.
Guirnaldas
1.1
1
SA-2
Vaso 140
Impresa gradina
Olla
Frisos verticales
1.1
22
SA-3
Vaso 383
Impresa cardial
Cuenco
Listado
2.1
1
SA-4
Vaso 360
Impresa cardial
Microvaso
Frisos colgantes. Angulos
1.1
21
SA-5
Fr. 14362
Impresa cardial
Cuenco
Listado
1.1
22
Sí
SA-6
Vaso 370
Impresa cardial
Olla
Mosaico. No pivotante
1.1
22
Sí
SA-7
Vaso 397
Impresa gradina
Cántaro
Ortogonales
1.2
3
Sí
SA-8
Vaso 394
Imp. instrumento
Cántaro
Figurativo
2.2
22
Sí
Cuenco
Frisos colgantes.
Guirnaldas
2.1
22
Sí
Sí
SA-9
Vaso 372
Impresa cardial
Chamota
Sí
SA-10
Vaso 99
Impresa cardial
Orza
Escénico
3.2
22
SA-11
Vaso 377
Impresa gradina
Cántaro
Listado
2.1
1
SA-12
Vaso 384
Cordones lisos
Contenedor
Aplique horizontal
3.1
22
Sí
SA-13
Vaso 400
Impresa cardial
Olla
Listado
1.1
22
Sí
SA-14
Vaso 230
Impresa cardial
Cuenco
Friso de ángulos
1.1
22
Sí
Grupos tipológicos
La puesta en común de los grupos tecnológicos y tipológicos
de las Clases B, C y D (cuadro 5.8), muestra que los vasos que
presentan características tecnológicas de buena calidad son mayoritarios. Los cuencos concentran buena parte de los vasos con
tecnología más cuidada, asociada a cocciones reductoras, paredes con grosores inferiores a 0,9 cm y superficies bruñidas (fig.
5.34). Los casos en los que los vasos presentan paredes gruesas
160
y superficies sin tratar, responden a vasos sin decoración o con
cordón liso. El porcentaje de ollas con superficies cuidadas y
grosor de paredes fino o medio son superiores, asociándose de
nuevo los vasos con decoración impresa cardial a las manufacturas más cuidadas.
Cabe también señalar la buena tecnología que presentan los cántaros. Al igual que en los casos anteriores, son
los impresos cardiales los de tecnología más cuidada. Los
cántaros decorados con impresiones son los únicos vasos de
[page-n-178]
Cuadro 5.8. Grupos tecnológicos en relación con los grupos tipológicos y la técnica decorativa esencial.
1.1 (%)
1.2 (%)
2.1 (%)
2.2 (%)
3.1 (%)
3.2 (%)
Total
52 (46)
7 (6)
31 (28)
14 (13)
4 (3)
4 (3)
112 (27)
Cardial
36
3
17
5
1
–
62
Gradina
7
1
–
–
–
–
8
Inciso-impresa
–
–
1
1
–
–
2
Incisa
1
–
1
1
–
–
3
Cord. de mamelones
–
–
1
–
–
–
1
Cord. liso
2
2
4
2
2
3
15
Lisa
6
1
7
5
1
1
21
1 (100)
–
–
–
–
–
1 (0,2)
1
–
–
–
–
–
1
5 (71)
1 (14)
–
–
1 (14)
–
7 (1,7)
Cardial
3
–
–
–
–
–
3
Excisa
1
–
–
–
–
–
1
Almagra
1
–
–
–
–
–
1
Lisa
–
1
–
–
1
–
2
Cuencos (G.6)
Cuencos (G.7)
Cardial
Cuencos (G.8)
Jarr. y pic. vert. (C.10)
3 (60)
1 (20)
–
–
–
1 (20)
5 (1,2)
Cardial
1
–
–
–
–
–
1
Lisa
2
1
–
–
–
1
4
9 (31)
4 (14)
6 (21)
5 (17)
4 (14)
1 (3,4)
29 (7)
Cardial
4
2
1
2
–
–
9
Gradina
1
–
–
–
–
–
1
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
–
1
–
1
Incisa
–
–
–
1
–
–
1
Cord. impreso
1
–
–
–
1
–
2
Cord. de mamelones
–
–
–
–
2
1
4
Cord. liso
–
–
4
–
–
–
4
Lisa
2
2
1
2
–
–
7
Cubiletes (C.11)
Cántaros (C.12)
24 (32)
9 (12)
19 (27)
7 (9)
5 (7)
9 (12)
73 (18)
Cardial
15
5
4
3
1
–
28
Gradina
3
1
4
–
–
–
8
Inciso-impresa
2
–
5
–
–
–
8
Otras impresiones
–
–
–
1
–
–
1
Incisa
2
–
–
–
1
–
3
Cord. impreso
–
–
2
–
1
1
4
Cord. de mamelones
–
–
–
–
1
2
2
Cord. liso
1
1
1
3
1
4
11
Lisa
1
2
3
–
–
2
8
Ollas (C13)
36 (55)
11 (17)
9 (14)
7 (11)
1 (1,5)
1 (1,5)
65 (16)
Cardial
28
9
3
3
–
–
43
Gradina
2
1
–
1
–
–
4
Inciso-impresa
2
–
–
–
–
–
2
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
1
Cord. impreso
1
–
2
–
1
–
4
Cord. liso
–
–
1
2
–
–
3
Lisa
2
1
3
1
–
1
8
161
[page-n-179]
Cuadro 5.8. Grupos
tecnológicos en relación con los grupos tipológicos y la técnica decorativa esencial.
Continuación.
1.1 (%)
1.2 (%)
2.1 (%)
2.2 (%)
3.1 (%)
3.2 (%)
Total
3 (4)
1 (1)
13 (19)
8 (12)
30 (43)
14 (20)
69 (17)
Cardial
1
1
6
1
5
2
16
Otras impresiones
1
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
1
–
3
1
5
Cord. impreso
–
–
2
–
13
2
17
Cord. de mamelones
–
–
1
2
3
1
7
Cord. liso
–
–
1
2
6
5
14
Lisa
1
–
2
3
–
3
9
Orzas (C.15)
–
–
–
4 (16)
6 (24)
15 (60)
25 (6)
Cardial
–
–
–
–
1
4
5
Gradina
–
–
–
1
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
–
–
1
1
Cord. impreso
–
–
–
1
–
1
2
Cord. de mamelones
–
–
–
–
2
5
7
Cord. liso
–
–
–
2
3
4
9
7 (54)
–
5 (38)
1 (7,6)
–
–
13 (3,1)
Cardial
4
–
1
1
–
–
6
Gradina
1
–
4
–
–
–
5
Cord. liso
2
–
–
–
–
–
2
1 (12)
1 (12)
3 (37)
2 (25)
–
1 (12)
8 (1,9)
Cardial
1
–
–
–
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
1
–
–
1
Lisa
–
1
3
1
–
1
6
3 (100)
–
–
–
–
–
3 (0,7)
3
–
–
–
–
–
1
144 (36)
35 (8,5)
86 (21)
48 (12)
51 (12)
46 (11)
410
Contenedores medios (C.14)
Botellitas (D.16)
Microvasos (D.18)
Diversos (D.19)
Cardial
Total
Fig. 5.34. Vaso 278.
162
[page-n-180]
gran tamaño con superficies cuidadas, grosores medios y desgrasantes ordenados, mayoritariamente asociados a cocciones reductoras. En el resto de formas el tamaño de los vasos
condiciona su acabado y cocción, asociándose de forma mayoritaria los grandes contenedores a cocciones oxidantes o
mixtas, y los vasos de menor tamaño, especialmente cuencos,
a cocciones reductoras.
Los contenedores de los grupos 14 y 15 aglutinan la mayoría
de los vasos con superficies alisadas, grosores de paredes superiores a un centímetro y desgrasantes cuya ordenación y porcentajes presentan los mayores desequilibrios. Sus cocciones son
mayoritariamente oxidantes. La mayoría de los ejemplares son
contenedores y orzas con cordones impresos o de mamelones.
Entre los vasos de Clase D encontramos mayoría de ejemplares con tecnología de buena calidad. Destacar los tres ejemplares del Grupo 19 (dos toneletes y un vaso geminado), todos
encuadrados en el grupo tecnológico de mayor calidad con cocción reductora.
La Clase A no ha quedado reflejada en la tabla dado el escaso
número de ejemplares. Presenta unas características muy homogéneas. Únicamente una fuente carenada presenta tecnología del
grupo 1.1, con paredes finas y superficie exterior bruñida. Dos
escudillas han quedado encuadradas en el grupo tecnológico 2 y
el resto, cinco ejemplares, en el grupo tecnológico 3, realizadas
tanto en ambientes oxidantes como reductores.
Cuadro 5.9. Grupos tecnológicos en relación con la organización de la decoración y la técnica decorativa esencial.
1. Bandas
1.1 (%)
1.2 (%)
2.1 (%)
2.2 (%)
3.1 (%)
3.2 (%)
Total
7 (24)
4 (13,7)
13 (45)
2 (7)
2 (7)
1 (3,5)
29 (11)
Cardial
6
3
5
1
1
–
16
Gradina
–
1
3
1
–
–
5
Inciso-impresa
1
–
3
–
–
–
4
Incisa
–
–
2
–
1
1
4
3 (12)
–
8 (33)
4 (16)
6 (25)
3 (12)
24 (9)
1
–
5
–
3
2
11
2. Mosaicos
Cardial
Incisa
–
–
1
2
2
–
5
Otras impresiones
1
–
1
2
1
1
6
Pastillaje
–
–
1
–
–
–
1
Esgrafiado
1
–
–
–
–
–
1
13 (62)
4 (20)
2 (9)
–
1 (4,7)
–
20 (8)
7
4
1
–
–
–
12
3. Glifos
Cardial
Gradina
5
–
1
–
–
–
6
Inciso-impresa
1
–
–
–
–
–
1
Incisa
–
–
–
–
1
–
1
37 (67)
4 (7,2)
10 (18)
2 (3,6)
1 (2)
1 (2)
55 (22)
34
4
9
2
–
–
49
4. Frisos
Cardial
Gradina
3
–
1
–
–
–
4
Inciso-impresa
–
–
–
–
–
1
1
Otras impresiones
–
–
–
–
1
–
1
10 (67)
1 (6,6)
3 (20)
1 (6,6)
–
–
15 (6)
5. Metopados y ortogonales
Cardial
6
–
1
–
–
–
7
Gradina
3
1
–
1
–
–
5
Inciso-impresa
1
–
2
–
–
–
3
7 (6,6)
3 (2,8)
15 (14)
16 (15)
35 (33)
29 (28)
105 (41)
2
–
6
1
15
4
28
6. Apliques
Cord. impreso
Cord. de mamelones
–
–
2
2
8
9
21
Cord. liso
5
3
7
13
12
16
56
7. Escénicos
Cardial
2 (50)
–
–
1 (25)
–
1 (25)
4 (1,5)
1
–
–
–
–
1
2
Gradina
1
–
–
–
–
–
1
Otras impresiones
–
–
–
1 (0,4)
–
–
1
79 (31,2)
16 (6,3)
51 (20,2)
26 (10,3)
45 (17,8)
35 (13,8)
252
Total
163
[page-n-181]
Fig. 5.35. Vaso 69.
Grupos temáticos
La puesta en común de los grupos tecnológicos y los grupos
temáticos (cuadro 5.9), muestra cómo los mejores acabados se
asocian con producciones en las que se representan glifos, frisos
o metopas, con porcentajes superiores al 70%, que en el caso de
los glifos (fig. 5.35) supera el 85%. La asociación de este tipo
de decoraciones con vasos bruñidos de cocciones oxidantes con
grosores inferiores a 0,9 y desgrasantes ordenados es mayoritaria, en claro contraste con otros tipos de decoraciones como las
formadas por apliques, esencialmente cordones. Los vasos con
164
cordones gozan de acabados menos cuidados, documentándose
mayoritariamente paredes gruesas, superficies alisadas y desgrasantes que no han sido tamizados con el mismo cuidado que
en los casos anteriores.
Los vasos que presentan decoraciones del grupo temático de
las bandas, o de los mosaicos, presentan los porcentajes más elevados en los grupos tecnológicos medios. Corresponde a vasos de
superficie espatulada o alisada, grosor de pared generalmente no
superior a 0,9 cm, cocción reductora y desgrasante con porcentaje
de ordenación media.
[page-n-182]
6
La Cova de la Sarsa y la secuencia neolítica valenciana
El estudio morfotipológico y tecnológico comparado sigue siendo el principal medio con el que cuentan los arqueólogos a la
hora de establecer la cronología de un conjunto de materiales
carente de referencia estratigráfica. Los avances en la clasificación tipológica de ítems como la cerámica, el sílex, la industria
ósea o el adorno, permiten ajustar las cronologías relativas de
los contextos de aparición de muchas de estas producciones,
manteniéndose como uno de los procedimientos analíticos más
determinantes en nuestra profesión. Las fases en las que dividimos la Prehistoria se definen a partir de los cambios en la cultura material. Un buen ejemplo lo encontramos en los propios
estudios sobre el Neolítico valenciano, en los que la cuantificación y representatividad porcentual de las técnicas decorativas
a lo largo de las secuencias arqueológicas, son utilizados como
uno de los elementos más determinantes para su división en fases (Bernabeu, 1989; Juan-Cabanilles y Martí, 2002; Bernabeu
et al., 2011b).
Uno de los objetivos propuestos en este trabajo es tratar
de insertar la cerámica de la Cova de la Sarsa en la secuencia
arqueológica valenciana (cuadro 6.1). Además de introducir al
lector en el marco cronológico de referencia y las problemáticas
regionales, vamos a mostrar una visión actual de la evolución de
las cerámicas neolíticas en el País Valenciano a partir de la bibliografía existente, para establecer, en la medida de lo posible,
una propuesta cronológica de los materiales cerámicos de Sarsa.
Esta misma secuencia que expondremos, servirá de referencia
en próximos capítulos a la hora de valorar otras cuestiones sobre
el yacimiento y sobre el Neolítico valenciano.
Siguiendo una nomenclatura acorde con la historia de la investigación en el ámbito de la Prehistoria europea mediterránea,
dividimos el Neolítico en tres grandes fases: Neolítico antiguo,
Neolítico medio y Neolítico final. Los yacimientos que en estos momentos ofrecen los datos más fiables para abordar la
caracterización de la cerámica de cada una de estas fases entre
los ríos Xúquer y Vinalopó son: Sector A de la Cova de les
Cendres (Teulada-Moraira) (Bernabeu, 1989; Bernabeu y Molina, 2009); los sectores J y K de la Cova de l’Or (Beniarrés)
(Martí et al., 1980; Martí, 1983; Bernabeu, 1989), especialmente el denominado sector K; el Abric de la Falguera (Alcoi) (Molina Balaguer, 2006); la Cova Fosca de la Vall d’Ebo
(García Borja, 2005); la Cova d’en Pardo (Planes) (Soler et
al., 2011); el Barranquet (Oliva) (Esquembre et al., 2008; Bernabeu et al., 2009a); Benàmer (Muro d’Alcoi) (Torregrosa et
al., 2011) y el Mas d’Is (Penàguila) (Bernabeu et al., 2003;
Molina Balaguer et al., 2011). Para el Neolítico medio, además de estas colecciones, hemos considerado la del Tosssal de
les Basses (Alicante) (Rosser y Fuentes, 2007; Rosser, 2010;
Rosser y Ortiz, 2016), mientras que para el Neolítico final, los
conjuntos considerados han sido los recuperados en Jovades
(Cocentaina) (Bernabeu y Guitart, 1993), Niuet (Bernabeu y
Orozco, 1994) y Colata (Montaverner) (García Borja, 2004),
tomando como límite cronológico el tránsito al Calcolítico,
representado por las colecciones de Arenal de la Costa (Ontinyent) (Bernabeu y Guitart, 1993) y la Vital (Gandia) (Molina
Balaguer y Clop, 2011).
En algunos casos se trata de yacimientos con amplias secuencias estratigráficas, mientras que en otros responden a
ocupaciones poco intensas, pero acotadas en el tiempo. Son
colecciones desiguales en su número de individuos, por lo que
primaremos los porcentajes de aparición de cada valor, y no tanto el número total de fragmentos. En conjunto constituye una
muestra representativa del Neolítico valenciano, suficiente para
caracterizar las producciones cerámicas de cada fase. Las cuantificaciones y los tratamientos estadísticos están publicados en
las respectivas obras citadas, por lo que no es necesario repetirlos aquí, aunque para su exposición utilizaremos las categorías
analíticas expuestas en el apartado de metodología. En la descripción de la vajilla de cada fase se destacarán los rasgos principales de la cerámica de cada momento, mostrando la media
porcentual en los valores analizados que presentan coinciden165
[page-n-183]
Cuadro 6.1. Secuencia arqueológica de la Prehistoria reciente en la zona de estudio.
Periodo (circa cal BC)
NEOLÍTICO ANTIGUO (5575-4850)
NEOLÍTICO MEDIO (4850-3800)
Fase (circa cal BC)
Otras denominaciones
Arcaico (5575-5450)
Formativo; Impreso Cardial; Impreso
Inicial (5525-5425)
Cardial antiguo; Neolítico IA
Pleno (5425-5200)
Cardial clásico; Contex. Card. sensu stricto;
Neolítico IA
Epicardial (5200-4850)
Epicardial; Neolítico IB
Neolítico Medio I (4850-4400)
Neolítico IC
Neolítico Medio II (4400-3800)
Neolítico IIA
NEOLÍTICO FINAL (3800-2800)
CALCOLÍTICO (2800-2150)
EDAD DEL BRONCE (2150-750)
Neolítico IIB
Pre-Campaniforme (2800-2500)
Eneolítico; Neolítico IIB2
Campaniforme (2500-2150)
Horizonte Campaniforme de Transición
Bronce Antiguo (2150-1900)
Bronce Valenciano
Bronce Medio (1900-1500)
Bronce Tardío (1500-1200)
Bronce Final (1200-750)
cia en los niveles asignados a cada fase o la gradación de tipos
más numerosos a menos mediante valores numéricos (cuadros
6.2 y 6.3). Los esfuerzos se han centrado en el establecimiento
de una tendencia evolutiva general de la vajilla, comparando
los datos ya clasificados y cuantificados de los niveles asignados a cada fase que serán descritos en los próximos apartados,
y trazando las líneas evolutivas generales, en el marco de las
dinámicas de la Prehistoria peninsular y mediterránea. Asignar
una cronología concreta a cada fragmento cerámico entraña
cierta dificultad. Además cabe tener en cuenta su movilidad
a lo largo de las secuencias, cuestión que ha quedado demostrada en trabajos destinados a determinar el número mínimo
de vasos de una colección (Bernabeu, 1989; Molina Balaguer,
2006; Bernabeu y Molina, 2009; Aura et al., 2010), para lo que
es necesario agrupar los fragmentos pertenecientes a un mismo
vaso, aunque aparezcan en diferentes estratos o niveles. Paradójicamente, en la caracterización de una fase arqueológica
debe realizarse un esfuerzo por definir de la forma más precisa
posible qué es lo que la define y la distingue de la anterior y
de la posterior, conociendo de antemano que cada yacimiento
es particular y que en el recorrido de cada horizonte histórico,
los porcentajes y datos más relevantes no se congelan en el
tiempo a través de estratos sellados, asumiendo también cierta
permeabilidad en el movimiento de restos de un estrato a otro
entre el final de una fase y el inicio de la otra.
Ninguna estratigrafía es ajena a la movilidad de los materiales que la conforman, cuestión que debe ser también
considerada a la hora de valorar las dataciones radiocarbónicas del primer Neolítico, especialmente en cuevas y abrigos
ocupados en varios momentos (Fortea y Martí, 1985; Zilhão,
2001 y 2011; Bernabeu et al., 1999; Bernabeu, 2006; Aura
et al., 2010). Se ha demostrado la ineficacia de datar agregados de carbón y la necesidad de identificar taxonómicamente
aquello que se data. Los factores que afectan a la integridad
de los episodios “transicionales” pueden dar lugar a que en
un mismo nivel arqueológico se puedan encontrar elementos
pertenecientes a fases diferentes y separadas en el tiempo,
que quedan superpuestas la una sobre la otra conformando
166
en su contacto un agregado. Algunos estudios tafonómicos y
taxonómicos realizados en yacimientos de la península ibérica que presentan niveles sin discontinuidad entre el Paleolítico y el Neolítico, sobre materiales aptos para ser datados
como carbones (Carrión et al., 2010) o fauna (Bernabeu et al.,
1999; Aura et al., 2010), demuestran la coexistencia de materiales de ambas cronologías en un mismo nivel arqueológico.
Además, debe considerarse que en las identificaciones de las
muestras seleccionadas para su datación, siempre existe un
margen de error por parte del especialista que determina la
especie y por parte del propio laboratorio. De esta segunda
cuestión se ha ofrecido un buen ejemplo en este trabajo en el
apartado referente a dataciones radiocarbónicas, obteniéndose dos resultados diferentes en la datación de un mismo hueso
humano, uno de ellos descartado.
Las dataciones radiocarbónicas que consideraremos como
representativas en la discusión sobre la llegada del Neolítico a la
península ibérica, son las realizadas sobre semillas carbonizadas
o huesos no quemados, ambos de especies domésticas cuya familia ha podido ser determinada, o a restos humanos aparecidos
en contextos neolíticos cuyos resultados no ofrecen alteraciones
respecto de la secuencia general, todas ellas con un margen de
error inferior a 100 años.
Las alteraciones demostradas para estos niveles de transición, deben también considerarse para estratos sucesivos de un
mismo periodo, como es el Neolítico, en el que los sedimentos
de las cuevas habitadas sufren importantes alteraciones que desplazan los materiales. Por esta razón tras la caracterización de
cada fase o estrato, debe realizarse una propuesta de tendencia
general centrada en los aspectos más representativos de cada
uno, que revele los aspectos más importantes de la cultura material de las fases precedentes y posteriores, para su correcta
valoración en relación con otros conjuntos más acotados en el
tiempo, que puedan descartar o confirmar presencias o ausencias. Estas situaciones en las que se reconocen intrusiones no
invalidan la fiabilidad de las secuencias arqueológicas, pero sí
deben ser consideradas a la hora de contextualizarlas adecuadamente, en relación con el problema que se pretende investigar.
[page-n-184]
Cuadro 6.2. Esquema evolutivo de las principales características de la cerámica del Neolítico entre los ríos Xúquer y Vinalopó. Fases
antiguas.
FRAGMENTOS
N. Antiguo Arcaico
(5575-5450 cal BC)
N. Antiguo Inicial
(5525-5425 cal BC)
Epicardial Antiguo
(5200-5000 cal BC)
Labios
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
1. Redondeados (90%)
2. Planos
3. Biselados
Bordes
1. No diferenciados (60%)
2. Rectos (30%)
3. Salientes (10%)
1. No diferenciados (70%)
2. Rectos (20%)
3. Salientes (10%)
1. No diferenciados (70%)
2. Rectos (20%)
3. Salientes (10%)
1. No diferenciados (80%)
2. Rectos (10%)
3. Salientes (10%)
1. Cóncavas
2. Planas aplanadas
1. Cóncavas
2. Planas aplanadas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
3. Planas de talón
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
3. Planas de talón
Escasas
1. Lengüetas
2. Asas de cinta
Significativas
1. Cordones
2. Mamelón, lengüetas, apliques
3. Asas anulares y asas de cinta
Abundantes
1. Cordones
2. Mamelón, lengüetas, apliques
3. Asas anulares y asas de cinta
4. Pitorros, agujeros de suspensión, de túnel
Significativas
1. Cordones
2. Mamelón, lengüeta, apliques
3. Asas anulares y asas de
cinta
15-25%
15-25%
16-22%
1.Cardiales (40-50%)
2. Cordones impr. (20-25%)
3. Inciso-impresas (6-8%)
4. Otras impresiones (5%)
5. Incisiones (5%)
Colorante blanco rellenándolas
1. Cardiales (45%)
2. Cordones impr. (20-25%)
3. Inciso-impresas (10%)
4. Otras impresiones (10%)
5. Incisiones (5%)
Colorante blanco rellenándolas
1. Inciso-impresas (25%)
2. Cardiales (20%)
3. Gradinas (20%)
4. Cordones impr. (15%)
5. Incisiones (10%)
6. Peinado
Colorante blanco y rojo
80%
70-90%
75-85%
Cuencos y ollas
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
4. Microvasos, botellitas, cucharones y vasos geminados
5. Cubiletes
6. Jarras y picos vertedores
7. Perfiles en "S"
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
4. Microvasos, botellitas,
cucharones y vasos geminados
5. Cubiletes
6. Jarras y picos vertedores
7. Clase A
-De recorrido horizontal
-De un motivo (80%)
-De recorrido horizontal (50%)
-Recorrido vertical, mixto o
indiferenciado (50%)
-De más de un motivo (75%)
-De recorrido horizontal (50%)
-Recorrido vertical, mixto o
indiferenciado (50%)
-Tres o más motivos (70%)
-De recorrido horizontal
(50%)
-Recorrido vertical, mixto o
indiferenciado (50%)
-Tres o más motivos (50%)
-Uno o dos motivos (50%)
1. Bandas
2. Líneas
3. Frisos simples
1. Apliques
2. Bandas y líneas
3. Mosaicos
4. Festones y frisos
1. Apliques
2. Frisos, festones, ángulos, mosaicos, metopas y guirnaldas
3. Glifos
4. Mosaicos
5. Bandas y líneas
6. Escénicos
1. Bandas y líneas
2. Frisos
3. Apliques
4. Mosaicos
5. Glifos
-Desgrasante añadido: chamota
En cuencos, ollas y cántaros
-Desgrasantes ordenados
-Superficies cuidadas
En contenedores
-Desgrasantes desordenados
-Superficies alisadas
-Des. añad.: chamota o calcita
En cuencos, ollas y cántaros
-Desgrasantes ordenados
-Superficies cuidadas
En contenedores
-Desgrasantes desordenados
-Superficies alisadas
Bases
Asas
% Frag.
15-20%
decorados
Técnicas
decorativas
1. Impr. diversas (45%)
2. Impr. de boquique (35%)
3. Incisiones (10%)
4. Impresión cardial (7%)
% Vasos
decorados
Tipología
VASOS
N. Antiguo Pleno
(5425-5200 cal BC)
Composiciones
decorativas
Grupos
temáticos
-Desgrasantes desordenados -Desgrasante añadido: chamota
-Superficies alisadas
En cuencos, ollas y cántaros
-Cocciones oxidantes (60%) -Desgrasantes ordenados
Tecnología
-Superficies cuidadas
En contenedores
-Desgrasantes desordenados
-Superficies alisadas
167
[page-n-185]
Cuadro 6.3. Esquema evolutivo de las principales características de la cerámica del Neolítico entre los ríos Xúquer y Vinalopó. Fases
avanzadas.
Epicardial Reciente
(5000-4850 cal BC)
FRAGMENTOS
Neolítico Final
(3800-2800 cal BC)
1. Redondeados (80%)
2. Planos
3. Biselados
4. Engrosados externos
1. Redondeados (80%)
2. Planos
3. Biselados
4. Engrosados externos
1. Redondeados (70%)
2. Engrosados
3. Biselados
4. Aplanados
1. No diferenciados
2. Rectos
3. Salientes
1. No diferenciados
2. Rectos
3. Salientes
1. No diferenciados
2. Rectos
3. Salientes
1. No diferenciados (80%)
2. Rectos (8%)
3. Salientes (8%)
4. Vueltos
Bases
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
1. Planas aplanadas
2. Cóncavas
Asas
Significativas
1. Mamelones, lengüetas,
apliques
2. Cordones
3. Asas anulares, asas de
cinta y bilobuladas
Escasas
1. Mamelones y lengüetas
2. Cordones
3. Asas anulares, asas de cinta
y de túnel
Escasas
1. Mamelones y lengüetas
2. Asas anulares, asas de cinta
y de túnel
Escasas
1. Mamelones y lengüetas
2. Cordón liso
% Frag.
decorados
20%
30%
50%
0,5%
Técnicas
decorativas
1. Inciso-impresas (25%)
2. Peinadas (25%)
3. Incisas (15%)
4. Impresas (15%)
5. Cordones impr. (10%)
1. Peinadas (70%)
2. Inciso-impresas (15%)
3. Impresas (5%)
4. Incisas (5%)
5. Cordones impr. (5%)
1. Peinadas (65%)
2. Esgrafiadas (15%)
3. Impresas (10%)
4. Incisas (10%)
-Peinadas
-Impresas
-Incisas
-Inciso-impresas
% Vasos
decorados
70%
50%
70%
2%
Tipología
1. Cuencos y ollas
2. Contenedores
3. Cántaros
4. Perfiles en "S"
5. Microvasos y cubiletes
6. Clase A
1. Clase C (50%)
2. Clase B (30%)
3. Clase A (20%)
1. Clase C (50%)
2. Clase B (30%)
3. Clase A (20%)
1. Clase A (40%)
2. Clase B (30%)
3. Clase C (30%)
Bordes
Composiciones
decorativas
Grupos
temáticos
Tecnología
-Recorrido horizontal (60%) -Recorrido horizontal (75%)
-Recorrido horizontal
-Composiciones de un motivo
-Recorrido vertical (30%) -Recorrido vertical (25%)
-Recorrido indiferenc. (30%) -Composiciones de un motivo
-Composiciones de uno o
dos motivos
1. Bandas y líneas
2. Frisos simples
3. Apliques
1. Bandas y líneas
2. Frisos simples
3. Apliques
Bandas y líneas
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones reductoras
-Superficies alisadas y
peinadas
-Desgrasantes desordenados
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones reductoras
-Superficies alisadas y
peinadas
-Desgrasantes desordenados
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones reductoras
-Superficies alisadas y peinadas
-Desgrasantes desordenados
-Las cerámicas esgrafiadas
presentan bruñido, desgrasante
ordenado y paredes finas
LA SECUENCIA NEOLÍTICA VALENCIANA
Las dataciones radiocarbónicas más antiguas obtenidas sobre
muestras de especies domésticas en el Mediterráneo occidental,
ofrecen una gradación progresiva en la expansión del Neolítico
desde el sur de Italia hacia la península ibérica (fig. 6.1). La llegada del Neolítico a diferentes puntos de la costa parece ligada
a movimientos migratorios de células familiares, que se asientan
en los territorios más aptos para el cultivo de cereales, desde los
168
Neolítico Medio II
(4400-3800 cal BC)
1. Redondeados (80%)
2. Planos
3. Biselados
4. Engrosados externos
Labios
VASOS
Neolítico Medio I
(4850-4400 cal BC)
-Desgrasante añad.: calcita
-Cocciones oxidantes
-Superficies alisadas
-Desgrasantes desordenados
que se reproducen y expanden (Martí, 2008). Existen diferentes
indicadores que ratifican este proceso gradual de expansión del
Neolítico; los más significativo hasta la fecha siguen siendo la
ausencia de los agriotipos silvestres de las principales especies
domésticas presentes en los yacimientos europeos, la gradación
cronológica de la expansión (Bernabeu et al., 2015; Isern et al.,
2017) y los aportes de ADN hasta la fecha no registrados. Los resultados obtenidos en estudios de ADN nuclear sobre individuos
recuperados en contextos del Neolítico antiguo europeo son to-
[page-n-186]
Fig. 6.1. Gradación cronológica de la llegada del Neolítico. Las fechas corresponden a la media cal BC de dataciones sobre cereales
(Bernabeu et al., 2003; Binder y Sénépart, 2010; Natali, 2010; Guilaine et al., 2016), excepto Les Guixeres de Vilobí (Oms et al., 2014),
Chaves (Baldellou, 2011), Nerja (Aura et al., 2013) y Kaf Taht El-Ghar (Martínez Sánchez et al., 2017), que son sobre Ovis aries,
y Almonda, sobre adorno (Zilhão, 2009).
davía más contundentes, evidenciando un nuevo aporte genético
por parte de los colonos, cuyo núcleo originario se sitúa en el
próximo Oriente (Itan et al., 2009; Lazaridis et al., 2014; Gamba
et al., 2014; Haak et al., 2015; Olalde et al., 2015).
Se trata de un modelo de difusión en dirección este-oeste,
en el que la navegación explica la elevada velocidad del proceso
(Zilhão, 1993, 1997 y 2001), ilustrando de forma satisfactoria su
arritmia espacial y temporal (Guilaine, 2001; Guilaine et al., 2016).
La llegada del Neolítico a la península ibérica se produciría en tor-
no al 5650 cal BC (fig. 6.2; cuadro 6.4). En la costa peninsular, la
elección de los lugares en los que se realizan los primeros asentamientos de grupos neolíticos se vincula a la no presencia de otros
mesolíticos tardíos (Juan-Cabanilles y Martí, 2002; Zilhão, 2011;
Morales y Oms, 2012; Fernández et al., 2012; Aura et al., 2013;
Jover y García Atiénzar, 2014), caracterizados por la producción de
armaduras de sílex triangulares (Martí et al., 2009a; Juan Cabanilles y García Puchol, 2013).
Fig. 6.2. Localización de los
yacimientos arqueológicos
neolíticos de la zona de estudio
con las dataciones radiocarbónicas
más antiguas sobre elemento
singular identificado como especie
doméstica o como Homo sapiens.
Las dataciones se representan
utilizando la media en años cal BC.
169
[page-n-187]
Cuadro 6.4. Dataciones radiocarbónicas por AMS sobre restos singulares identificados como domésticos o como Homo sapiens, de filiación neolítica anteriores a 6000 BP, que ofrecen un margen de error inferior a 100. Calibraciones en años cal BC a uno y dos sigmas
mediante curva INTCAL 2013 (Reimer et al., 2013) utilizando el software Oxcal 4.2.3 (Bronk Ramsey, 2009).
Yacimiento
Código lab.
Contexto
Especie
Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media
Bibliografía
Mas d'Is
Beta-166727
Casa 1
Hordeum
vulgare
6600±50
5611-5491
5621-5481
5555
Bernabeu et al., 2003
Mas d'Is
Beta-162092
Casa 2
Hordeum
vulgare
6600±50
5611-5492
5621-5481
5555
Bernabeu et al., 2003
6532±24
5512-5477
5536-5472
5500
D.C. Salazar, com.
personal
C. de la Sarsa
MAMS-19066
Vestíbulo Homo sapiens
C. de les Cendres
Beta-239377
H-19
Ovis aries
6510±40
5527-5387
5546-5374
5465
Bernabeu y Molina,
2009
Barranquet
Beta-221431
UE 79
Ovis aries
6510±50
5530-5384
5607-5367
5464
Bernabeu et al., 2009
Falguera
Beta-142289
2051b
Triticum
monococcum
6510±80
5539-5533
5616-5324
5467
García Puchol y Aura,
2006
C. de la Sarsa
OxA-V-26076
Vestíbulo
Ovis aries
6506±32
5516-5389
5533-5377
5465
García Borja et al.,
2012b
C. de les Cendres
GifA-101360
H-16
Triticum
dicoccum
6490±90
5530-5365
5617-5311
5451
Bernabeu y Molina,
2009
UCI-AMS66316
VI
Ovis aries
6475±25
5481-5383
5484-5376
5437
Martí, 2011
6459±33
5476-5380
5484-5363
5429
D.C. Salazar, com. personal
C. de l'Or
C. de la Sarsa
MAMS-19068
Vestíbulo Homo sapiens
C. de la Sarsa
OxA-V-26075
Vestíbulo
Ovis aries
6420±32
5467-5369
5472-5331
5411
García Borja et al.,
2012b
C. Fosca d'Ebo
OxA-26047
N.II
Ovis aries
6413±33
5467-5362
5471-5326
5406
García Borja et al.,
2012a
C. de la Sarsa
OxA-V-2360-25 Vestíbulo
Bos taurus
6399±33
5464-5326
5469-5320
5397
García Borja et al.,
2012b
C. de la Sarsa
OxA-V-2360-22 Vestíbulo
Bos taurus
6389±33
5463-5321
5469-5315
5391
García Borja et al.,
2012b
MAMS-19063
H3-C6
Homo sapiens
6356±23
5358-5314
5464-5298
5340
Olalde et al., 2015
OxA-V-2392-26
Brecha
Homo sapiens
6341±30
5363-5302
5461-5224
5331
García Borja et al.,
2011b
C. de l'Or
Beta-298125
V
Triticum
6340±40
aestivum-durum
5371-5231
5465-5220
5318
Martí, 2011
C. de les Cendres
Beta-142228
EVII
6340±70
5460-5225
5478-5081
5332
Bernabeu y Molina,
2009
C. de l'Or
OxA-10192
VI
Triticum
6310±70
aestivum-durum
5366-5216
5469-5076
5294
Martí, 2011
C. de la Sarsa
OxA-31629
Brecha
6309±36
5320-5227
5360-5217
5282
Olalde et al., 2015
C. de l'Or
Beta-298124
IV
Triticum
6290±40
aestivum-durum
5309-5226
5367-5207
5272
Martí, 2011
C. de les Cendres
Beta-107405
EVIIa
6280±80
5361-5080
5467-5047
5231
Bernabeu y Molina,
2009
C. de l'Or
OxA-10191
V
Triticum
6275±70
aestivum-durum
5329-5080
5464-5046
5225
Martí, 2011
C. de l'Or
Beta -298126
VI
Triticum
6200±40
aestivum-durum
52185070
5295-5045
5152
Martí, 2011
C. Negra
de Gaianes
MAMS-18662
Capa 1
4995-4933
5016-4850
4959
D.C. Salazar, com.
personal
C. de l'Or
C. de la Sarsa
170
Hordeum
vulgare
Homo sapiens
Ovis aries
Homo sapiens
6048±21
[page-n-188]
Neolítico antiguo
Hasta hace pocos años, los grupos neolíticos pioneros quedaban
caracterizados por la presencia mayoritaria de cerámicas cardiales. En la actualidad se valoran nuevos horizontes impresos,
con porcentajes de cerámicas cardiales inferiores a las de otras
técnicas decorativas. En nuestro territorio cabe admitir todavía
ciertas incertidumbres, no definiéndose en las cuevas con amplias estratigrafías una sucesión de los conjuntos característicos
de la fase pionera impressa ligur a los del inicio del cardial. El
hallazgo más representativo de este posible horizonte pionero es
el del Barranquet, aunque cabe señalar que sus dataciones radiocarbónicas se solapan temporalmente con conjuntos impresos
asociados a un contexto cardial inicial, definido por las capas
inferiores de la Cova de les Cendres y la Cova de l’Or. Las incertidumbres sobre la existencia de un primer horizonte impresso liguriense también se plantean en territorios limítrofes como
Cataluña (Oms et al., 2014) y Andalucía (Aura et al., 2013; García Borja et al., 2014), donde no se han localizado colecciones
asimilables a las propuestas para la costa ligur. No disponemos
de datos concluyentes que permitan descartar que en las costas
valencianas los horizontes cardiales e impresso sean sincrónicos
y no sucesivos. Pero los paralelos que presentan estos conjuntos
con los definidos para niveles similares documentados en las
costas del Mediterráneo Occidental con este tipo de cerámica
impressa (Manen, 2000; Binder y Maggi, 2001; Maggi, 2002;
Guilaine y Manen, 2002; Guilaine y Manen, 2007; Binder y
Sénépart, 2010), permiten mantener como posible una primera
fase pionera caracterizada por la escasa incidencia de las impresiones cardiales, alejándose la definición de estas vajillas de
las típicas producciones cardiales. Por ello se incluye una fase
arcaica en la periodización del Neolítico antiguo valenciano,
pues los estudios sobre colecciones de este tipo aparecidas en
la costa mediterránea francesa y ligur apuntan a que es anterior
al cardial clásico. De hecho, los escasos conjuntos cerámicos
asimilables a este horizonte, sólo aparecen en los contextos más
antiguos de la secuencia neolítica regional.
Neolítico antiguo arcaico (ca. 5575-5450 cal BC)
Únicamente se han identificado posibles ocupaciones pertenecientes a esta fase en los yacimientos del Barranquet y del Mas
d’Is (casa 2, Foso 5 y Foso 6). En la Cova Fosca de la Vall
d’Ebo valoramos su posible presencia a partir de un fragmento
que combina impresiones cardiales y de boquique en las primeras capas con elementos neolíticos (García Borja et al., 2012a).
Pero la inexistencia de más fragmentos con esta técnica y la
datación radiocarbónica obtenida, aconsejan situar sus ocupaciones iniciales en el cardial antiguo. También la fase VIII de
la Cova d’en Pardo podría presentar restos de una ocupación
arcaica (Soler et al., 2011). La inexistencia de dataciones radiocarbónicas que cumplan los requisitos que hemos establecido a la hora de acotar las primeras ocupaciones pioneras y
las propias características del conjunto cerámico asociado a este
posible momento de ocupación puntual pionera, con cerámicas
cardiales que podrían remitir a fases posteriores, aconsejan esperar a la publicación detallada del conjunto cerámico cardial en
relación a su secuencia estratigráfica.
Formalmente, las cerámicas recuperadas en contextos arcaicos se caracterizan por presentar labios redondeados, bordes no
diferenciados, bases cóncavas y escasos elementos de prensión.
Los fragmentos con superficie decorada representan porcentajes
de entre el 15% y 20%. En los casos en los que las cerámicas aparecen decoradas (fig. 6.3), las técnicas documentadas son la incisión, la impresión cardial con la concha orientada verticalmente y
la impresión de instrumento, que es la más numerosa. Algunas de
estas últimas forman motivos similares a los identificados como
boquique, sillon d’impressions, impresiones sucesivas o impresión y arrastre (fig. 6.4). Las decoraciones no aparecen rellenas de
colorante en su interior.
Estas vajillas presentan desgrasantes de tamaño medio, en vasos de superficies poco cuidadas. Las cocciones son mayoritariamente oxidantes, documentándose las reductoras en porcentajes
cercanos al 40%. La tipología de los escasos ejemplares documentados remiten a formas simples hemisféricas y globulares,
con algún borde diferenciado. Las composiciones decorativas están realizadas con un solo motivo en cerca del 80% de los casos,
no utilizándose nunca más de dos. Las más numerosas son las
simples y horizontales realizadas con impresiones. La orientación
de las temáticas decorativas es horizontal en casi la totalidad de
los vasos. El grupo temático dominante es el de las bandas y líneas, documentándose algún friso simple.
Neolítico antiguo inicial (ca. 5525-5425 cal BC)
Otro de los argumentos a considerar en la difernciación de la
fase arcaica e inicial, es la escasa incidencia de las producciones
arcaicas en las vajillas que caracterizarán el cardial valenciano. Este momento inicial, que parece ser sucesivo al arcaico,
se diferencia fundamentalmente del anterior por los elevados
porcentajes de la técnica de la impresión cardial y la marcada
ausencia de impresiones de boquique y asimilables. Del mismo
modo, encontramos diferencias respecto de la fase posterior o
plena, como la ausencia de algunas formas o de decoraciones
complejas formadas por tres o más composiciones.
Los yacimientos en los que se ha detectado un momento
de ocupación inicial previo al 5450-5400 cal BC son escasos.
En la Cova de les Cendres este nivel estaría representado por
gran parte de los materiales aparecidos en H-19 (Bernabeu y
Molina, 2009), asociados a una datación radiocarbónica en
torno al 5450 cal BC. En la Cova de l’Or, por las primeras
capas de los cuadros J-4 (Martí et al., 1980), pero sobre todo,
de los cuadros K-34 y K-35 (Martí, 1983a), correspondientes
en su mayoría al nivel arqueológico VI (Bernabeu, 1989).
Estos materiales han sido objeto de una detallada revisión
por parte de O. Gómez, quien a partir del estudio de la cerámica de los cuadros K-34 y K-35, diferencia un momento
algo más antiguo denominado Or VIa, de otro más reciente
denominado Or VIb (Bernabeu et al., 2011b), asimilándose
los materiales del nivel Or VIa al cardial inicial y los de Or
VIb a la fase plena. En la Cova Fosca de la Vall d’Ebo, estaría representada por las capas inferiores de su Fase II (García
Borja et al., 2012a). Buena parte de los materiales aparecidos
en el Foso 6 y la Casa 1 de Mas d’Is (Molina Balaguer et
al., 2011), la mayoría pendientes de publicación, parece que
también se encuadran en este horizonte inicial. Es una fase
que en cierto modo podría equipararse con los yacimientos
cardiales antiguos que diferencian Juan-Cabanilles y Martí
(2002: mapa 3),con el NIA1 definido por Bernabeu (1989) y
con la Fase 2 de la propuesta preliminar para la evolución de
las cerámicas del Neolítico antiguo valenciano, que hemos
realizado (Bernabeu et al., 2011b).
171
[page-n-189]
Fig. 6.3. Cerámicas decoradas con impresiones de punto y raya (1-9), impresiones diversas (10-11), impresiones cardiales (12-14),
inciso-impresa (15) e incisa (16) del yacimiento del Barranquet (Bernabeu et al., 2009).
Fig. 6.4. Detalle de la técnica de la impresión y arrastre, también denominada boquique, sobre vasos del Mas d’Is (Molina Balaguer et al., 2011).
La vajilla se caracteriza por labios mayoritariamente redondeados, con presencia marginal de planos y biselados.
Se asocian a formas simples, sin borde diferenciado. Los
elementos de prensión documentados responden a cordones,
mamelones, lengüetas y apliques, así como a asas anulares
y asas de cinta (horizontales y verticales), algunas de gran
tamaño (fig. 6.5: 1).
Los fragmentos con superficie decorada representan porcentajes de entre el 15% y 25%. Estos valores se invierten si se
aplica al conjunto de vasos diferenciados, pasando los decorados a ocupar porcentajes cercanos al 80% y los lisos al 20%.
Entre los fragmentos decorados destaca la elevada representatividad de las cerámicas impresas, alcanzando las cardiales
porcentajes que incluso superan el 50% del total de técnicas
utilizadas, seguidos de cordones impresos con valores entre
el 20% y el 25% (fig. 6.5). La técnica cardial se representa
172
en todas sus variedades, siendo las que están realizadas con
el borde de la concha en posición vertical las más numerosas,
incorporándose a medida que avanza la fase combinaciones
con natis e impresiones dobles. Los ejemplares con arrastre
cardial son testimoniales, apareciendo de forma más numerosa en la siguiente fase, por lo que cabe incluso preguntarse
si su incorporación al repertorio de técnicas utilizadas podría
establecerse en momentos más avanzados y considerar que estos ejemplares son intrusiones. Las cerámicas inciso-impresas
presentan porcentajes de entre el 6% y el 8%. Las cerámicas
impresas de instrumento y las incisiones no alanzan el 5% cada
una. Es el único momento de la secuencia en el que la incisión
y la impresión cardial pueden aparecer combinadas. Se documentan los primeros ejemplares con relleno de colorante blanco en su interior. Las impresiones de boquique y las de gradina
están prácticamente ausentes.
[page-n-190]
Fig. 6.5. Cardial inicial. Nivel VIa de la Cova de l’Or (1, 2, 4 y 5); Sector 52 del Mas d’Is (3); Nivel H.19 de la Cova de les Cendres (6).
El estudio tipológico muestra que los vasos de Clase C son
los más numerosos, documentándose los Grupos 12, 13, 14 y
15 desde el inicio de la secuencia, si bien son los Grupos 13
(ollas) y 14 (contenedores de tamaño medio) los que alcanzan
mayor representación (fig. 6.6). Los cuencos del Grupo 6 de
la Clase B también aparecen frecuentemente. La Clase D está
documentada desde los niveles inferiores de la Cova de l’Or,
aunque no aparecen botellitas, microvasos, vasos geminados
o toneletes, sino únicamente cucharones. En el resto de yacimientos la Clase D parece incorporarse a la vajilla en momentos avanzados, posiblemente de la siguiente o cardial pleno. La
Clase A es testimonial.
Las composiciones decorativas son algo más complejas
que en la fase arcaica, en su mayoría con dos o más motivos,
mientras que las realizadas con uno ocupan un porcentaje menor, cercano al 25%. Las composiciones de lectura horizontal
aparecen en porcentaje similar a las de lectura vertical e indiferenciada. Como gran novedad, la aparición por vez primera
de bandas delimitadas representadas principalmente en ollas
(C.13) y en cuencos (B.6), así como mosaicos en contenedores
del Grupo 14 y festones o frisos sobre formas globulares de
los Grupos 6 y 13.
Los estudios tecnológicos de los vasos pertenecientes a esta
fase muestran el uso de diferentes tipos de arcillas para su realización, explotándose para su obtención los depósitos más cercanos a los yacimientos (McClure, 2011; Clop, 2011). La mayoría
de vasos se realizan con tierras finas y desgrasantes pequeños
y ordenados en ambientes reductores, presentando las paredes
grosores medios o finos. En algunas producciones se documenta
la elección de un desgrasante para la elaboración de las arcillas
con las que se realizarán los vasos: la chamota. Las superficies
de vasos globulares decorados aparecen bruñidas.
173
[page-n-191]
Fig. 6.6. Cardial inicial. Cova del Montgó –sin estratigrafía– (1); Nivel VIa de la Cova de l’Or (2-5); Nivel H.19 de la Cova de les Cendres
(6-7) (Soler et al., 2007; Martí, 1983; Bernabeu, 1989; Bernabeu y Molina, 2009).
174
[page-n-192]
Neolítico antiguo pleno (ca. 5425-5200 cal BC)
Representa la etapa de mayor diversidad decorativa y producción cerámica, ampliándose la tipología de la vajilla. En la Cova
de les Cendres este horizonte estaría representado por los niveles H-18 y H-17. En la Cova de l’Or por sus niveles VIb y V.
Esta fase es equiparable con la mayor parte de lo que Bernabeu
(1989) denomina NIA y a los contextos cardiales sensu stricto
definidos por Juan Cabanilles y Martí (2002). Al igual que la fase
anterior, queda definida por la elevada aparición de fragmentos y
de vasos decorados con la impresión cardial, con porcentajes de
entre un 40% y 50% del total de técnicas decorativas.
Los labios redondeados siguen siendo mayoritarios, con
presencia esporádica de planos y biselados. Entre los bordes,
pese a que los no diferenciados son los más numerosos, se detecta un aumento porcentual de los salientes y rectos, asociados
a contenedores, ollas y cántaros de mayor cubicaje. Las bases
son planas o convexas, con algún ejemplar de base plana de
talón. Los elementos de prensión son más variados, incorporándose las grandes asas de cinta de diferente morfología: sobreelevadas, con resalte basal o con apéndice lenticular. Al igual
que en la fase anterior, aparecen elementos de sujeción menores
como cordones, mamelones, lengüetas o apliques, aunque ahora
se combinan de forma mayoritaria con asas de cinta o asas anulares. También están presentes las asas pitorro y las perforaciones de suspensión bajo el borde.
Los fragmentos con superficie decorada representan porcentajes de entre el 15% y 25%. Aplicando este criterio a los
vasos diferenciados, los decorados pasan a ocupar valores de
entre el 70% y 90%. Entre las técnicas decorativas (fig. 6.7), la
impresión cardial es utilizada en más del 45% de las ocasiones.
Orientando la concha en posición vertical (mayoritaria) y oblicua (menos numerosa) se plasman gran variedad de composiciones decorativas de diferente complejidad. Las combinadas
con el natis alcanzan su máxima representación en la primera
parte de la fase, detectándose su progresiva disminución hasta
su casi desaparición en los momentos finales del Neolítico antiguo pleno. Se utiliza colorante blanco en el relleno de las decoraciones para resaltarlas. Los porcentajes de cordones impresos
son también elevados, aunque inferiores a los cardiales. Las
incisiones e impresiones ocupan cerca del 5% y las impresoincisas no superan el 10%. Avanzada esta fase aparecerán las
impresiones de gradina, cuyos porcentajes serán siempre minoritarios respecto de los cardiales. Pueden aparecer combinadas
con impresiones de punzón romo en posición vertical, para lograr el mismo efecto que las impresiones que combinan natis
con el borde de la concha. El momento de aparición de este
tipo de impresiones no ha podido ser determinado de forma
precisa. Siempre se ha considerado su presencia de forma más
o menos constante desde el inicio del Neolítico. En los escasos
contextos arqueológicos cardiales al aire libre, a priori con menor movimiento de materiales que las cuevas, no se documenta
la presencia de impresiones de gradina. Ni en yacimientos de
la fase arcaica como el Barranquet (Bernabeu et al., 2009a), ni
entre los materiales publicados hasta la fecha en las cabañas del
Mas d’Is (Molina Balaguer et al., 2011), ni en el asentamiento
cardial al aire libre de Benàmer (Torregrosa et al., 2011), ha
aparecido esta técnica decorativa. Si a ello añadimos que tanto
en estratigrafías de referencia como las de la Cova de l’Or y la
de la Cova de les Cendres, como en otras más modestas como
la que proporcionó el sondeo en la Cova Fosca de la Vall d’Ebo,
la tendencia de este tipo de decoraciones es de aparecer en los
momentos finales del Neolítico antiguo pleno, alcanzando su
mayor representación en el inicio del Epicardial (circa 52005050 cal BC), cabe preguntarse si los fragmentos decorados
con esta técnica que han aparecido en los niveles inferiores de
las cuevas responden a intrusiones.
Además de estas impresiones se documentan otras denominadas “impresas antiguas” (Bernabeu y Molina, 2009), realizadas con diferentes instrumentos, entre las que destacan las de
concha no dentada (rocker), por encontrar paralelos en los horizontes antiguos andaluces y del sur de Italia (García Borja et al.,
2014). La técnica de la incisión está presente, aumentando sus
porcentajes a medida que nos aproximamos al Epicardial, apareciendo combinada con la impresión en numerosas ocasiones.
La tipología cerámica (fig. 6.8) presenta algunos cambios.
La Clase C sigue siendo la mejor representada, con importante
presencia de ollas (C.13) y contenedores medios (C.14), seguidos de cerca por cántaros (C.12). También aparecen grandes
orzas y tinajas del Grupo 15, algunas con decoración impresa
cardial, que junto con los cántaros, constituyen un elenco de
grandes recipientes capaces de almacenar todo tipo de alimentos y líquidos. Cubiletes, jarras y picos vertedores (algunos con
asa pitorro) completan la Clase C. La Clase B es la segunda
en representación, destacando el Grupo 6, con algún ejemplar
compuesto o de perfil en “S” (Grupos B.7 y B.8.II). La Clase A
sigue presentando porcentajes testimoniales.
Las decoraciones presentan estructuras compositivas complejas. Las que combinan tres o más motivos son las mayoritarias, alcanzando las de orientación vertical los máximos niveles,
con presencia de las de lectura indeterminada y horizontal, que
aumentarán sus porcentajes a medida que avanza la secuencia.
Las composiciones de lectura indiferenciada responden en su
mayoría a mosaicos realizados con impresiones cardiales, de
concha no dentada o incisos, principalmente en contenedores
del Grupo 14. También se documentan un buen número de composiciones complejas formando bandas verticales con puntos o
trazos cortos, festones, ángulos y guirnaldas en vasos de diferente tipología, preferentemente cuencos, ollas y cántaros, que
forman el grueso de las producciones cardiales valencianas. Finalmente mencionar los glifos, algunos verdaderas figuras antropomorfas, que junto con los ramiformes y signos de diversa
índole forman parte de los llamados “estilos simbólicos” (Martí,
2006). Las composiciones de gran complejidad aparecen formando frisos, festones y/o ángulos y guirnaldas sobre vasos de
los Grupos 6, 10, 12 y 13. Junto a estos vasos de estilo más
complejo, encontramos otros decorados con apliques y cordones sobre contenedores, o con bandas simples y complejas sobre
cuencos y ollas de los Grupos 6 y 13.
Los estudios tecnológicos de los vasos pertenecientes a esta
fase muestran el uso de diferentes tipos de arcillas para su realización, siendo los depósitos más cercanos a los yacimientos los
utilizados para realizar las cerámicas. Tras el análisis microscópico de varios fragmentos utilizando láminas delgadas (Clop,
2011), se ha determinado que existen casos en los que se añade
un tipo específico de desgrasante a la arcilla, la chamota. Esta
cuestión había sido apuntada en anteriores trabajos en los que
se concluía que la presencia de chamota es abrumadora en el
cardial valenciano (McClure, 2011). Los estudios sobre lámina
175
[page-n-193]
Fig. 6.7. Cardial pleno. Nivel VIb de la Cova de l’Or (1, 2 y 4); Nivel H.18 de la Cova de les Cendres (3, 6 y 7); Nivel VI de la Cova de
l’Or (5 y 8); Nivel H.17 de la Cova de les Cendres (9 y 10).
176
[page-n-194]
Fig. 6.8. Cardial pleno. Vasos de la Cova de les Cendres pertenecientes a los niveles H-18 y H-17 (Bernabeu y Molina 2009).
177
[page-n-195]
delgada confirman su presencia, pero matizan los elevados porcentajes propuestos, incidiendo en la discusión de los propios
investigadores que estudian la tecnología cerámica acerca de la
confusión que genera la existencia de ciertos minerales arcillosos como la illita (Gallart, 1980), con la presencia de chamota.
Los vasos están realizados en ambientes reductores, con tierras
finas y porcentajes de grosor y cantidad de desgrasantes buenos
o muy buenos. Los vasos decorados únicamente con gradina alcanzan el mayor grado de perfección tecnológica, constatándose
también en algunas producciones cardiales de paredes finas, superficies bruñidas y desgrasantes de pequeño tamaño.
Neolítico antiguo epicardial (ca. 5200-4850 cal BC)
Entre los ríos Xúquer y Vinalopó, el final del horizonte cardial
se caracteriza por este descenso porcentual de las decoraciones
con conchas dentadas, que va acompañado del aumento de cerámicas impresas de gradina, inciso-impresas o peinadas. El concepto Epicardial define este horizonte de tránsito entre el Neolítico antiguo y medio, caracterizado, entre otras cosas, por la
merma en los porcentajes de cerámicas impresas cardiales hasta
su desaparición. Dividimos el Epicardial en dos momentos: uno
más antiguo, y otro más reciente en el que la característica principal es la ausencia de impresiones cardiales.
- Epicardial antiguo (ca. 5200-5000 cal BC)
Esta fase es equiparable con el Neolítico IB definido por
Bernabeu y con lo que Juan-Cabanilles y Martí (2002) denominan cardial/epicardial, en contraposición a los contextos epicardiales sensu lato, en los que la cerámica cardial ya no está
presente. En la Cova de les Cendres estaría representado por el
nivel H-16 y parte de H-15. En la Cova de l’Or por la fase IV y,
posiblemente, el final de la fase V.
Labios, bases, y elementos de prensión presentan porcentajes similares a los documentados en el cardial pleno, aunque
con menor diversidad de tipos. Los fragmentos con superficie
decorada representan porcentajes del 16-22%. Aplicando este
criterio a los vasos diferenciados, los decorados pasan a ocupar valores entre el 75% y el 85%. En las técnicas decorativas
(fig. 6.9), destaca el pronunciado descenso de las decoraciones
impresas cardiales en favor de las impresas con instrumento dentado o gradina, equiparándose sus porcentajes, cuyos
valores se sitúan cerca del 25% en cada caso, descendiendo
de forma constante la representación de las cardiales hasta su
práctica desaparición al final del Epicardial antiguo. Entre la
cerámica cardial, las impresiones con natis son testimoniales o
inexistentes, y el arrastre cardial desaparece progresivamente.
La utilización de colorantes para el relleno de las decoraciones sigue estando presente, incorporándose el color rojo. Entre las novedades más significativas, destacar la presencia de
verdaderas almagras, la aparición de las primeras superficies
peinadas o el aumento de cerámicas incisas, en la mayoría de
ocasiones combinadas con impresiones.
En la tipología no se observan cambios importantes (fig.
6.10), en todo caso el ligero aumento de vasos de Clase A y el
descenso del Grupo 6 de la Clase B. La Clase C sigue siendo
mayoritaria, estando presentes los mismos grupos tipológicos.
En la organización de la decoración, las producciones comple
jas mantienen su proporción, si bien lo hacen sobre la base de
la gradina, que se utiliza ahora en la ejecución de buena parte
de las representaciones complejas, incluidos glifos. En parale178
lo, las producciones simples aumentan, pero lo hacen utilizando
impresiones, incisiones o combinación de ambas, de manera
que todas ellas aparecen en proporción equivalente. Los grupos temáticos son los mismos que en la fase anterior, pero su
representatividad es diferente. Las bandas y líneas son ahora
más numerosas, confeccionándose mayoritariamente en composiciones simples incisas o inciso-impresas, mediante las que se
representan frisos simples con la técnica de la incisión y la impresión con instrumento de punta única, aisladas o combinadas
con paralelas (inciso-impresas). Por contra, la gradina es utilizada de forma mayoritaria para realizar bandas delimitadas, pero
también frisos y glifos. Las temáticas realizadas con apliques
disminuyen y los escasos mosaicos que pueden pertenecer a esta
fase se ejecutan utilizando la técnica de la incisión.
Las cerámicas impresas de gradina concentran el grueso de los
vasos de mayor calidad, con superficies bruñidas y paredes finas.
Como novedad, recalcar la introducción de la calcita como desgrasante añadido, que de forma progresiva sustituirá a la chamota.
- Epicardial reciente (ca. 5000-4850 cal BC)
Esta fase coincide con el inicio de lo que Bernabeu (1989)
denomina Neolítico IC y con los contextos epicardiales sensu
lato (Juan-Cabanilles y Martí, 2002). Cabe aquí un comentario
sobre la propuesta de Martí y Juan-Cabanilles, pues al hablar
de un Epicardial sin cardial, se refieren sobre todo a contextos
como el Andaluz o meseteño, de mayor antigüedad que el valenciano. Sin embargo, en la enumeración de las características que describen para las cerámicas de esta fase, encontramos
mayor afinidad con nuestro Epicardial reciente. Los contextos
inmediatos al final del mundo cardial caracterizados por la mayoritaria presencia de cerámicas inciso-impresas son poco numerosos en la zona de estudio. En el País Valenciano se vislumbran de forma más evidente fuera de los límites geográficos del
Cardial valenciano, en yacimientos como la Cova Fosca de Ares
del Maestre (Olaria, 1988) o Costamar (Cabanes) (Flors, 2009).
En la Cova de les Cendres estaría representado por parte de los
niveles H15a y H-15, y en la Cova de l’Or por parte de su Fase
III. La Fase TBI del Tossal de les Basses (Rosser y Soler, 2016)
quedaría también insertada en el Epicardial reciente.
Los labios redondeados siguen siendo los más numerosos,
con mayor presencia de planos, biselados y engrosados externos. La variedad de las asas de cinta se reduce, apareciendo nuevos tipos como las asas bilobuladas. Desaparecen buena parte
de los tipos de asas de cinta, especialmente las que presentan
apéndice lenticular, las sobreelevadas y las de resalte basal.
Los fragmentos sin decoración presentan porcentajes cercanos
al 80%. Los vasos decorados del 70%, como consecuencia de
la consideración del peinado de las superficies como técnica
decorativa. Las cerámicas cardiales están ausentes o presentan
porcentajes testimoniales. Las inciso-impresas alcanzan los valores más elevados, equiparables a los que se documentan en
cerámicas peinadas. Les siguen las incisas y las impresas. Los
relieves experimentan un progresivo retroceso, situándose en
porcentajes cercanos al 10%.
Tipológicamente, la clase C es la mejor representada, con
mayor presencia del Grupo 14 en relación con las fases anteriores. Cántaros y ollas siguen presentes en la vajilla, así como las
nuevas formas del Grupo 8 con perfil en “S” y del Grupo 9. Las
botellitas, vasos geminados y toneletes están ausentes, y únicamente microvasos, cubiletes y cucharones siguen apareciendo.
[page-n-196]
Fig. 6.9. Epicardial. Nivel IV de la Cova de l’Or (1, 2 y 5); colección del Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi de la Cova de l’Or (7-10);
Niveles H15a (3 y 6) y H-15 de la Cova de les Cendres (4, 11 y 12).
La organización de las decoraciones reduce su complejidad. Las composiciones de lectura horizontal se sitúan en el
60%, disminuyendo las de lectura indiferenciada a menos del
10% y las verticales al 30%. Estas últimas representan zigzags
y ángulos. La combinación de rectas y puntos formando la
característica decoración impreso-incisa de estos momentos.
Las bandas y líneas son ahora más numerosas, confeccionán-
dose mayoritariamente en composiciones simples incisas o
inciso-impresas, que forman frisos simples. Los desgrasantes añadidos escogidos para la realización de los vasos son
mayoritariamente calcitas. La calidad de los acabados sufre
importantes modificaciones, con escasas superficies bruñidas,
imponiéndose el peinado. Las cocciones son mayoritariamente reductoras.
179
[page-n-197]
Fig. 6.10. Epicardial. Vasos de la Cova de les Cendres pertenecientes a los niveles H-16 (5, 57, 183, 253 y 269), H-15a (6, 85, 94, 106, 112,
182, 189 y 258) y H-15 (3, 9, 14, 16, 28, 32, 66, 68, 88, 90, 100, 101, 102, 109, 146, 212) (Bernabeu y Molina 2009).
180
[page-n-198]
Neolítico medio I (ca. 4850-4400 cal BC)
Esta fase coincide con buena parte de lo que Bernabeu (1989)
denomina Neolítico IC y con los contextos postcardiales de
Juan-Cabanilles y Martí (2002). El inicio del Neolítico medio y
el final del Epicardial presentan algunas características comunes
que dificulta su diferenciación. De hecho, en yacimientos representativos del Neolítico medio, como el Tossal de les Basses
aparece algún fragmento característico del Epicardial o dataciones radiocarbónicas próximas al VI milenio cal BC (Rosser y
Soler, 2016). La fase TBII de este último yacimiento ha proporcionado la mayor colección cerámica del Neolítico medio
en nuestra zona de estudio. En la Cova de les Cendres estaría
representada por los niveles H-14 a H-11, y en el yacimiento de
Benàmer por parte de su Fase III.
Formalmente, se caracteriza por la presencia de labios redondeados asociados a formas simples, en ocasiones de perfil en S.
Los elementos de prensión se reducen de forma drástica y únicamente se documentan lengüetas, cordones y de forma esporádica
algún ejemplar con asas anulares, asas de cinta o de túnel.
El porcentaje de fragmentos decorados se sitúa en valores
cercanos al 30%, hecho que se explica por la abundancia de cerámicas peinadas. Entre las técnicas decorativas, es precisamente el peinado el que mayor porcentaje alcanza con casi un 70%
del total, manifestándose como el aspecto más característico de
la vajilla. La proporción de vasos decorados y lisos se iguala,
con porcentajes del 50% cada uno. Además de las superficies
peinadas, se documentan algunos ejemplares inciso-impresos,
incisos, impresos o con cordones impresos.
Tipológicamente, no se documentan cambios significativos
respecto del Epicardial reciente (fig. 6.11). Los cántaros aparecen asociados a cordones y a superficies peinadas (Soler y Roca,
2008), cuestión que se repite en el caso de las ollas y los contenedores del Grupo 14. Entre la Clase B, el Grupo 6 está presente, aumentado en porcentaje el Grupo 8. La Clase A adquiere
valores más significativos, sin llegar a los de las Clases C y B.
Dejando de lado las decoraciones peinadas, las composiciones formadas por un solo motivo son las mayoritarias, mientras
que las que combinan tres o más están casi ausentes. La gran
mayoría son de lectura horizontal, desapareciendo las indiferenciadas. El dominio corresponde a composiciones simples
horizontales. Las líneas son mayoritarias, si bien ahora incisas
y con forma en zigzag. Siguen documentándose bandas delimitadas y ángulos.
Los desgrasantes añadidos escogidos para la realización de
los vasos son mayoritariamente calcitas. Las superficies peinadas y alisadas se imponen, siendo escasos los bruñidos y espatulados. Las cocciones son en su mayoría reductoras.
Neolítico medio II (ca. 4400-3800 cal BC)
Formalmente no difiere en muchos aspectos de la fase anterior,
con una tipología similar en la que no se detectan cambios significativos más allá de la aparición de las primeras formas carenadas y del aumento progresivo de la Clase A. La aparición de
la técnica decorativa del esgrafiado se revela como la particularidad estilística más relevante. En la Cova de les Cendres estaría representada por los niveles H-10 a H-7. La fase TBIII del
Tossal de les Basses concentra un importante número de formas
asimilables a este horizonte (Rosser y Soler, 2016), también do-
cumentado en la Fase III de Benámer y en otros enclaves que
o bien carecen de estratigrafía o bien están en fase de estudio,
como el Mas d’Is (Penàguila), Cova Randero (Pedreguer) o la
Cova d’en Pardo (Planes). En la propuesta de Bernabeu (1989),
esta fase corresponde al Neolítico IIA.
El porcentaje de fragmentos lisos y decorados es bastante
similar, alcanzando cada uno el 50% del total. En los vasos los
valores cambian, con un 70% de decorados frente a un 30%
lisos. Entre las decoraciones, el peinado continua siendo la
técnica mayoritaria con cerca de un 65%, mientras que incisiones e impresiones ocupan aproximadamente el 20%. Como
novedad, destacar la irrupción de cerámicas esgrafiadas que
aparecen en porcentajes cercanos al 15%.
Las composiciones formadas por un solo motivo de lectura
horizontal son las más numerosas. El grupo compositivo de las
líneas es mayoritario, apareciendo también bandas simples o
delimitadas y ángulos. Algunas de estas líneas, bandas y ángulos se realizan con la técnica del esgrafiado, documentándose
también alguna figura geométrica. Este tipo de decoraciones se
realiza sobre superficies bruñidas asociadas a vasos de paredes
finas y cocciones reductoras. Estos acabados pueden aparecer
en vasos no decorados de cubicaje limitado. La mayoría de las
superficies siguen siendo tratadas con el peinado, que en este
trabajo es considerado como una técnica decorativa y no como
un tratamiento de las superficies. Por este motivo, el alisado es
el tratamiento más repetido. El desgrasante añadido que más se
utiliza en la preparación de las arcillas con las que se realizaran
las vajillas es la calcita.
Neolítico final (ca. 3800-2800 cal BC)
Su inicio se sitúa en un momento próximo al 3800 cal BC, coincidiendo con la utilización de cuevas como necrópolis en las
que se realizan inhumaciones colectivas y la utilización generalizada de silos para el almacenaje de cereales, cuya aparición
se remonta al Neolítico medio. En el Alt del Punxó se obtuvo
una datación sobre Bos taurus (AA60629: 4996±60 BP) en contextos en los que ya no existen cerámicas esgrafiadas (García
Puchol et al., 2008a), afín a esta propuesta cronológica.
El final del Neolítico medio implica la desaparición de un
tipo de producciones cerámicas que caracterizaron el Neolítico
antiguo, con un vuelco en los porcentajes de aparición de la Clase
A, que pasa a constituir la base de las producciones en el Neolítico final (fig. 6.12). Los yacimientos pertenecientes a esta fase son
más abundantes, tanto en contextos al aire libre como en cuevas,
algunas utilizadas como verdaderas necrópolis. En la bibliografía
valenciana, el final del Neolítico también se conoce como Neolítico IIB (Bernabeu, 1989), quedando subdividida en IIB1 y IIB2
en función de su antigüedad (Bernabeu et al., 1994).
Platos, fuentes, pequeños cuencos y escudillas constituían la
vajilla de mesa, documentándose también recipientes más profundos como ollas, quedando representados los contenedores
medios y cántaros en porcentajes testimoniales. Frente a lo que
era común en etapas anteriores, la cerámica es mayoritariamente
lisa, aunque no faltan algunos elementos decorativos. También en
barro cocido se realizan objetos como pesas de telar o morillos.
Entre los labios se observa mayor diversidad, con aparición
de más tipos, entre los que destacan los aplanados, biselados
y los engrosados internos o externos, aunque los redondeados
siguen siendo mayoritarios. Los bordes no diferenciados repre181
[page-n-199]
Fig. 6.11. Neolítico medio. Vasos de la Cova d’en Pardo (1 y 11) (Soler y Roca de Togores, 2008; Soler, 2012), Tossal de les Basses (2-10)
(Rosser y Fuentes, 2007; Rosser, 2010) y Cova de les Cendres (12) (Bernabeu, 1989). Neolítico medio I (1-4) y Neolítico medio II (5-12).
sentan más del 80% del total, ocupando los rectos y salientes
porcentajes entre el 7% y el 9% respectivamente. Como novedad más destacable, apuntar la aparición de bordes vueltos asociados a escudillas, platos y fuentes. Las bases son aplanadas,
documentándose también las convexas. Los elementos de prensión se reducen a mamelones y lengüetas, con presencia aislada
de algún cordón liso.
182
El porcentaje de cerámicas decoradas no supera el 0,5% del
total de fragmentos (Bernabeu y Guitart, 1993; Bernabeu y Orozco, 1994; García Borja, 2004; Molina Balaguer y Clop, 2011). Las
técnicas mejor representadas son la incisión y el peinado, documentándose también inciso-impresas, ungulaciones y técnicas poco frecuentes, como el pastillaje mediante botones de arcilla en un fragmento del silo 72 de Colata, o la presencia de engobes en Niuet.
[page-n-200]
Fig. 6.12. Neolítico final. Selección de vasos recuperados en el yacimiento de Niuet (Bernabeu y Orozco, 1994)
183
[page-n-201]
La tipología experimenta cambios significativos respecto
de momentos precedentes (fig. 6.13). La Clase A representa
los mayores porcentajes en los momentos iniciales y plenos
(cuadro 6.5), manteniéndose las Clases B y C en valores en
torno al 30%. Esta tendencia parece interrumpirse a partir de
Jovades 91, adquiriendo la Clase C mayor protagonismo, aumentando hasta la entrada del Calcolítico, marcado por el yacimiento de Arenal de la Costa. Esta tendencia no está constatada en todos los enclaves calcolíticos, pues en la tipología
de la cerámica de La Vital (Gandia, Valencia), se han documentado porcentajes cercanos al 60% en vasos de la Clase A
(Molina Balaguer y Clop, 2011).
Las variaciones más importantes en la Clase C se asocian a
la disminución de los contenedores medios y, sobre todo, grandes. Los recipientes de más de 25 litros de capacidad están casi
ausentes, cuestión que puede relacionarse con la utilización de
silos para guardar el cereal, pasando a ser las formas globulares
(ollas) las mejor representadas de la Clase C. En la Clase A,
además de las formas con labio diferenciado o con borde vuelto,
cabe destacar la aparición de fuentes ovaladas. La Clase D está
representada por microvasos, algún cucharón y los primeros
ejemplares de queseras, aunque son las formas no basculares
realizadas con barro cocido las más numerosas.
La tecnología de estos conjuntos no destaca por su vistosidad. Las superficies son en su mayoría alisadas, con escasos
ejemplares bruñidos. Las cocciones son en el 80-90% de los
casos oxidantes. Las paredes son gruesas o muy gruesas y los
desgrasantes presentan escasa ordenación y diferente tamaño,
con presencia de calcitas.
LA CERÁMICA DE LA COVA DE LA SARSA EN LA
SECUENCIA NEOLÍTICA VALENCIANA
En la elaboración de una propuesta de ordenación cronológica
de la cerámica prehistórica de la Cova de la Sarsa, además
de las propias peculiaridades del conjunto, debe considerarse
el resto de la cultura material y la serie de 16 dataciones radiocarbónicas por AMS sobre elemento singular obtenida en
los últimos años (cuadro 2.9). La visión conjunta incide en
la idea de que la mayoría de los materiales cerámicos fueron
producidos en el Neolítico antiguo. Aunque se han localizado
fragmentos decorados con técnicas características del Neolítico medio que no cuentan con fechas radiocarbonicas con
las que asociarse, parece lógico plantear ocupaciones de este
periodo. Del mismo modo, algunas dataciones muestran que
las ocupaciones en la cueva son más dilatadas de lo esperado, especialmente en lo que a su uso funerario se refiere. En
este sentido, sorprende la escasa representación de elementos
típicos de ajuares del Neolítico final y Calcolítico, así como
de más restos del Bronce final, momentos en los que la cueva
fue utilizada.
El criterio de selección de muestras para dataciones radiocarbónicas ha sido el de identificar restos de especies domésticas de animales o semillas, o restos humanos. El conjunto de
dataciones ha sido sometido a un tratamiento estadístico, que representamos utilizando la suma de probabilidades, método que
se plantea útil para observar dinámicas generales (Bamforth y
Grund, 2012; Williams, 2012). En el caso concreto de las fechas
de la Cova de la Sarsa, hemos realizado dos sumatorios de pro184
babilidades diferentes (fig. 6.14). El primero de ellos incorpora
todos los resultados obtenidos y el segundo únicamente los que
remiten al Neolítico antiguo.
Como se ha comentado en el segundo capítulo, las dataciones revelan un momento de ocupación más intensa en el Neolítico antiguo inicial y pleno, aunque existen otros resultados que
permiten afirmar que fue posteriormente utilizada como lugar
de enterramiento durante el Neolítico final, Calcolítico pre-campaniforme, Bronce antiguo, época visigoda y andalusí. Una última fecha sobre cereal indica que fue utilizada durante el Bronce
final. Es especialmente significativo el porcentaje de muestras
de fauna datadas que han proporcionado resultados asimilables
al Neolítico antiguo, que alcanza el 100%. Las cuatro muestras
de fauna seleccionadas han proporcionado fechas superiores al
6350 BP. Es un hecho a destacar, pues su elección fue en cierto
modo aleatoria y al igual que ocurre con la cerámica, los restos
depositados en los diferentes museos se encuentran descontextualizados. El estudio tafonómico y taxonómico realizado por
Alfred Sanchis sobre materiales sin contexto estratigráfico ha
servido de filtro en la elección de soportes a datar, desechando
las muestras en las que no podía conocerse la especie y la familia o las que presentaban una coloración muy diferente a la de
la mayoría del conjunto y que podrían ser contemporáneas. El
resultado de las dataciones muestra la misma tendencia que el
estudio cerámico: la gran mayoría de los materiales prehistóricos de la cueva pertenecen al Neolítico antiguo cardial.
Neolítico antiguo inicial-pleno
La obtención de fechas radiocarbónicas cuyas medias se sitúan
entre 5500 y 5450 cal BC plantea la posibilidad de que en la
Cova de la Sarsa las ocupaciones iniciales pudieran vincularse
a un horizonte impresso ligur o arcaico. En alguna ocasión
se ha considerado que la presencia de un fragmento impresoinciso con engobe rojo pudiera asociarse a estos momentos
pioneros (Bernabeu et al., 2009a). Se trata del vaso 387 (fig.
4.36), decorado mediante impresión y arrastre utilizando un
punzón romo. Es el único ejemplar de la cueva con una técnica asimilable al boquique o al sillon d’impressions, aunque
cabe señalar que no se trata de impresiones sucesivas realizadas sobre una incisión previa, con lo que puede descartarse
que la técnica sea sillon d’impressions. Sus características, por
tanto, no son del todo afines a las definidas para este horizonte
(Cortell y García Borja, 2008), pues combina impresiones en
el labio, incisiones de punzón afilado, impresiones con instrumento de punta única y engobe rojo, combinaciones que lo
harían único respecto de los impresos ligures. Sus composiciones decorativas tampoco se han documentado en el horizonte
arcaico de los yacimientos ubicados en la costa mediterránea
francesa o ligur. Ni la banda reticulada superior realizada con
incisiones, ni las guirnaldas impresas, ofrecen claros paralelos
de este horizonte. Además, la utilización de colorante blanco
en su relleno y de engobe rojo en la superficie del vaso es más
frecuente en momentos avanzados del Neolítico antiguo pleno
y en el Epicardial.
En territorios limítrofes al País Valenciano como Cataluña
(Oms, 2008; Oms et al., 2012), la técnica del boquique se vincula al Epicardial. El caso descrito recuerda al que hemos analizado para la Cova dels Diablets (Alcalà de Xivert) (Aguilella
et al., 2014). En esta cueva existe un vaso cerámico decorado
[page-n-202]
Fig. 6.13. Neolítico final. Selección de vasos recuperados en el yacimiento de Colata (García Borja, 2004).
185
[page-n-203]
Cuadro 6.5. Representación porcentual de las Clases tipológicas en yacimientos del Neolítico final ubicados en la zona de estudio.
Se representan por separado los Grupos 14 y 15. Los conjuntos se muestran ordenados del más antiguo al más reciente: Niuet 3 y 4,
Jovades 87, Niuet (silo 3), Niuet 1 y 2, Jovades 91, Colata y Arenal de la Costa.
N. 3 y 4
%
J. 87
%
N. s3
%
N. 1 y 2
%
J. 91
%
Colata
%
A.C.
%
Clase A
18
35,29
14
33
21
48
88
45
64
33
31
27
29
27
Clase B
16
31,37
11
26
13
30
50
26
56
29
33
29
29
27
Clase C
15
29,41
14
33
7
16
46
23
72
37
50
44
46
43
Grupo 14
3
5,88
–
–
1
2
17
8,67
19
9,84
10
8,77
4
3,77
Grupo 15
1
1,96
–
–
–
–
2
1,02
2
1,04
5
4,39
–
–
Clase D
2
3,92
3
7,14
3
6,82
12
6,12
1
0,52
–
–
2
1,89
Total
51
100
42
100
44
100
196
100
193
100
114
100
106
100
Fig. 6.14. Suma de probabilidades realizada mediante el software
Oxcal 4.2.4 (Bronk Ramsey, 2009) de las dataciones de la Cova de
la Sarsa. La calibración se ha realizado utilizando la curva IntCal 13
(Reimer et al., 2013) sobre todos los resultados obtenidos y sobre
los que remiten al Neolítico antiguo.
con impresiones de boquique e incisiones rellenas de colorante
que forman composiciones decorativas en guirnalda, cuya cronología propuesta es epicardial, momento al que creemos debe
asociarse el vaso 387.
En conclusión, las primeras ocupaciones de la Cova de la
Sarsa quedan vinculadas al cardial inicial. La revisión de las
cerámicas de la cueva no permite proponer la existencia de un
momento de ocupación arcaico similar al que se describe para
el yacimiento del Barranquet.
Resulta complicado establecer qué cerámicas pertenecen a
las primeras ocupaciones de la Cova de la Sarsa. Ante la inexistencia de los tipos decorativos más característicos del horizonte
arcaico, cabe proponer que serían algunos de los fragmentos im186
presos cardiales realizados con la concha en posición perpendicular a la superficie del vaso sin combinarse con otras técnicas,
los que se asociarían con las primeras ocupaciones de la cueva
(fig. 6.15). Es una propuesta similar a la que García Atiénzar
(2010) señala para la Cova del Montgó, en la que establece ciertos paralelos entre las cerámicas cardiales decoradas a base de
impresiones con la concha en posición vertical y la cerámica
impressa evolucionada de ámbitos italianos (Tiné, 2002). Pero
cabe admitir que este tipo de decoración aparece a lo largo de
todo el Neolítico antiguo en contextos cardiales del Mediterráneo occidental, por lo que resulta complicado asignar mayor antigüedad a todos los fragmentos decorados de este modo.
A medida que avanza la fase, se irían incorporando las impresiones de natis, de concha en posición oblicua y reflejadas,
todas ellas presentes en el yacimiento. Cabe la posibilidad de
que algunos ejemplares impresos con conchas utilizadas en menor frecuencia (fig. 4.22) también fueran de momentos iniciales,
así como otros incisos, impreso-incisos, con cordón liso o impreso, incluso las impresiones con conchas no dentadas. Estas
últimas, a las que también denominamos rocker no dentado, se
asocian en la cueva de Nerja con horizontes neolíticos iniciales, apareciendo en las estratigrafías valencianas únicamente en
momentos del Neolítico antiguo cardial pleno (Bernabeu et al.,
2009a). También alguno de los cuencos y ollas decorados con
bandas y frisos simples, así como contenedores decorados con
temáticas de mosaico, podrían quedar encuadrados en los momentos iniciales.
Pero en líneas generales, cualquier propuesta sobre la tendencia evolutiva de las cerámicas de la Cova de la Sarsa como
la que se realiza en el presente trabajo (fig. 6.16), debe admitir
la posibilidad de que la mayoría de los vasos impresos cardiales (fig. 6.17-6.19), decorados con otras técnicas, incluso lisos,
queden asociados al Neolítico antiguo cardial, en su fase inicial,
plena y final. Las dataciones radiocarbónicas obtenidas muestran una concentración de resultados entre el 5460 y el 5330
cal BC, acompañando de forma coherente la elevada presencia
de cerámicas cardiales, momento de mayor intensidad en las
ocupaciones de la cueva.
Los labios redondeados, asociados principalmente a cerámicas cardiales, y buena parte de las bases aplanadas, convexas o
de talón, serían producidas en estos momentos. Entre las asas,
los cordones (impresos o lisos) ocuparían un porcentaje elevado, alcanzando en el horizonte pleno su mayor representación.
Asas de cinta, anulares, de túnel, lengüetas y mamelones esta-
[page-n-204]
Fig. 6.15. Fragmentos cerámicos decorados con impresiones cardiales con la concha en posición vertical que podrían relacionarse con los
momentos iniciales de la ocupación de la Cova de la Sarsa.
rían también presentes, así como los apliques verticales ubicados bajo el borde del vaso, en la parte opuesta al elemento de
sujeción principal o en las mismas asas, que aparecen asociados
tanto a vasos cardiales como lisos, estos últimos con manufacturas y perfiles hemisféricos característicos del Neolítico antiguo.
Decoraciones cardiales con el borde de la concha en posición
vertical, en posición oblicua, dobles o reflejadas, arrastre cardial o impresiones con el natis, están ampliamente documentadas. En la Cova de la Sarsa, a la importancia cuantitativa de las
impresiones realizadas con el natis, cabe sumar la cualitativa,
utilizándose en la realización de un buen número de composiciones decorativas. Las impresiones dobles o reflejadas y las
cerámicas con arrastre cardial debieron aparecer avanzada la
fase plena, alcanzando su máxima representación en el tránsito
al Epicardial antiguo.
Tras las impresiones cardiales, los apliques constituyen el
otro gran grupo decorativo, formado principalmente por cordones lisos e impresos, a los que cabe sumar buena parte de los
denominados cordones de mamelones. El conjunto de decoraciones realizadas con gradina es minoritario y alcanzarían su
mayor representatividad porcentual avanzada la fase plena pero,
especialmente, durante el Epicardial antiguo. Forman composiciones y temáticas complejas similares a las cardiales, algunas
incluso con posibles figuras antropomorfas, y otras más sencillas formando bandas.
Las impresiones de instrumento de punta única en posición
horizontal documentadas en yacimientos como la Cova de les
Cendres, a las que también se las denomina “Impresas antiguas”
(Bernabeu y Molina, 2009), aparecen en la Cova de la Sarsa.
Este tipo de impresiones realizadas con concha no dentada y
187
[page-n-205]
Fig. 6.16. Propuesta de tendencia evolutiva de la cerámica del Neolítico antiguo de la Cova de la Sarsa.
188
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Fig. 6.17. Vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa.
189
[page-n-207]
Fig. 6.18. Vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa.
190
[page-n-208]
Fig. 6.19. Vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa.
191
[page-n-209]
Fig. 6.20. Vasos con decoración inciso-impresa de la Cova de la Sarsa.
otros instrumentos quedan asociadas a estos momentos, especialmente las primeras. Algo similar ocurriría con las incisoimpresas, que cabe suponer aumentarían de forma notable su
representación en la siguiente fase.
La tipología documentada también se relaciona con este horizonte, con presencia mayoritaria de vasos de la Clase C, con o
sin impresiones cardiales, y buena representación de cuencos de
la Clase B. Los vasos de Clase A son escasos. Se documenta la
presencia de formas de la Clase D como microvasos, botellitas y,
en menor medida, vasos geminados o toneletes.
Por lo que respecta a la organización de la decoración, la
Cova de la Sarsa representa uno de los conjuntos más completos
de composiciones y temáticas del mediterráneo. Especialmente
significativos por su vistosidad y número de ejemplares resultan los ejemplares con frisos, metopas, guirnaldas, festones y
ángulos, que acompañados o no de glifos, representan uno de
los aspectos más característicos, y a la vez diferenciadores, del
estilo cerámico cardial valenciano.
Muchos de estos vasos decorados presentan superficie bruñida, paredes finas, cocciones reductoras y, en algunos casos,
chamota como desgrasante añadido, identificado en la Cova de
la Sarsa a partir de láminas delgadas realizadas sobre pastas de
superficies decoradas.
de fragmentos impresos con gradina formando temáticas menos
complejas, de arrastre cardial, impresiones dobles o reflejadas
y decoraciones incisas e inciso-impresas formando metopas o
guirnaldas, podría responder a un conjunto típico de los momentos antiguos del Epicardial.
Del mismo modo, la buena presencia de cerámicas incisoimpresas (fig. 6.20) formando bandas y líneas, así como de impresiones de punzón en posición oblicua e incisiones (algunas
combinadas con el peinado), advierten de la posibilidad de que la
cueva fuese utilizada también durante el Epicardial final. A este
momento se vinculan algunas decoraciones poco comunes, como
las realizadas con mamelones cubriendo toda la superficie del
vaso. También las asas bilobuladas y trilobuladas, siempre asociadas a superficies lisas o cordones lisos, características de los
momentos finales del Neolítico antiguo y del Neolítico medio,
como se ha documentado en otros yacimientos de la costa mediterránea como la Cueva de Nerja (García Borja et al., 2014).
Pero cabe admitir que Sarsa no constituye un buen ejemplo del
Epicardial caracterizado por las decoraciones inciso-impresas. Los
materiales cerámicos, en su conjunto, no permiten afirmar que la cueva sea ocupada de forma tan intensa a partir del cambio de milenio.
Neolítico antiguo epicardial
No existen dataciones radiocarbónicas de estos momentos para
la Cova de la Sarsa, aunque sí materiales arqueológicos que pueden adscribirse al Neolítico medio. Especialmente significativa
es la presencia de cerámicas peinadas, de algunos ejemplares
inciso-impresos y de los fragmentos esgrafiados. Estos últimos
poseen un alto valor cualitativo a la hora de proporcionar un
horizonte cronológico y, aunque aparecen en número reducido,
La presencia de un buen número de cerámicas impresas de gradina, inciso-impresas y peinadas, nos advierte que, aunque los
resultados de las dataciones radiocarbónicas no muestran ocupaciones en la cueva entre el 5200 y el 4850 cal BC, sí es posible
proponer que fue habitada durante el Epicardial. La existencia
192
Neolítico medio
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revelan que la cueva fue ocupada en el Neolítico medio. Este
menor número de cerámicas se relaciona con el progresivo descenso en la intensidad de las ocupaciones desde el Epicardial.
Neolítico final
Las dataciones sobre restos humanos han proporcionado dos
fechas de esta cronología, constatándose el uso de la cavidad
como espacio funerario, aunque el número de inhumaciones que
se depositan no permite afirmar que se trata de una necrópolis estable, utilizándose para tal fin de forma puntual. Entre los
restos arqueológicos documentados son escasos los que pueden
asociarse a un “típico” ajuar del Neolítico final, no inventariándose grandes láminas de sílex, puntas de flecha o elementos de
adorno propios de estos momentos.
Entre la cerámica, la clasificación de escudillas o fuentes
no carenadas de la Clase A y la presencia de labios engrosados,
asociados a cerámicas lisas, parecen revelar ocupaciones puntuales de la cueva, utilizada como refugio ocasional, pues las
formas cerámicas que acompañan los ajuares del Neolítico final
suelen presentar perfiles más cerrados con índices de profundidad característicos de las Clases B y C (Soler, 2002).
Al respecto de los fragmentos lisos, cabe realizar una reflexión sobre sus porcentajes de aparición en la Cova de la Sarsa
pues, aunque podría proponerse que la mayoría no pertenecen al
Neolítico antiguo, en los niveles cardiales de yacimientos como
la Cova de les Cendres, o la Cova de l’Or, sus porcentajes de
aparición han quedado establecidos entre el 70% y el 80%. En la
Cova de la Sarsa, el total de fragmentos lisos asciende al 71%,
que en el caso de los vasos sin decoración es del 17,5%. Son porcentajes de cerámicas lisas incluso inferiores a lo que viene siendo más habitual en niveles cardiales y, aunque es innegable que
existen vasos cerámicos que no pertenecen al Neolítico antiguo,
es necesario destacar que el porcentaje sobre la totalidad de las
cerámicas lisas no difiere de los establecidos para yacimientos
cardiales con estratigrafía. En el caso de que la cueva hubiese
sido utilizada de forma intensa en el Neolítico final, Calcolítico
o Edad del Bronce, los porcentajes de fragmentos y vasos sin
decorar deberían de ser mucho mayores, cuestión que refuerza
la propuesta de vincular la gran mayoría de las cerámicas de la
Cova de la Sarsa, incluso las lisas, al Neolítico antiguo.
Otras fases prehistóricas
Algunas dataciones radiocarbónicas indican que la cueva
fue utilizada de forma esporádica en momentos posteriores
al Neolítico. Uno de los hueso humanos fechados remite al
Calcolítico. La media en años calibrados antes de nuestra era
lo sitúa en los momentos en que la cerámica campaniforme
comienza a aparecer en el País Valenciano. En la Cova de la
Sarsa, son escasas las cerámicas que pueden atribuirse al horizonte campaniforme. Existe un pequeño fragmento inciso
localizado en el Museu de Bocairent (fig. 4.32: 8079) que
presenta paralelos con cerámicas campaniformes documentadas en el País Valenciano (Bernabeu, 1984) y que podría
haber formado parte de un ajuar de una inhumación campaniforme. No es el único fragmento, en anteriores capítulos
se ha señalado la presencia de otro vinculado al campaniforme (fig. 2.22), encontrando más casos cuyas decoraciones
presentan paralelos con el campaniforme regional (fig. 6.20:
V.295; figura 4.29: V.511), si bien la cronología de las vajillas de este estilo se situaría en momentos avanzados del
Calcolítico campaniforme, algo alejada de la datación a la
que nos referíamos, vajillas que incluso podrían relacionarse
con la datación del Bronce antiguo.
Del segundo milenio cal BC, se han documentado tanto piezas líticas como metálicas. Por lo que respecta a la cerámica,
algunos vasos depositados en Alcoi (vasos 189-193) podrían
pertenecer a estos momentos de la secuencia. En el término municipal de Bocairent existen numerosos poblados de la Edad del
Bronce, uno de ellos sobre la misma cueva (Pascual Beneyto,
2010), pudiendo ser utilizada ésta como espacio de inhumación,
o para cualquier otro fin.
La datación de los momentos finales de la Edad del Bronce
se ha obtenido de un grano de Hordeum vulgare subsp. vulgare.
Los restos cerámicos de la Cova de la Sarsa asociados a este
horizonte son escasos, no documentándose las típicas formas de
tecnología poco cuidada, base plana de talón y labio impreso.
Existe un fragmento bruñido con decoración excisa y otro carenado (fig. 5.12: V.77) que podrían quedar ubicados en los momentos de tránsito a la Edad del Hierro. Es una cuestión sobre la
que deberemos incidir en el futuro. Del mismo modo que algunos vasos y fragmentos decorados con impresiones de gradina
podrían pertenecer al Calcolítico campaniforme y no al Neolítico
antiguo, otros inciso-impresos y los decorados con motivos reticulados, podrían pertenecer al Calcolítico campaniforme y no al
Bronce final. Tras el estudio de los materiales de la Cova de la
Sarsa no puede concluirse que fuera utilizada de forma intensa
en el Bronce final.
Por último, apuntar una inhumación de época visigoda y
otra de época andalusí, que quedan fuera de nuestro marco
cronológico, al igual que las cerámicas ibéricas, medievales
y modernas, que entre todas no superan los 50 fragmentos
inventariados.
193
[page-n-211]
[page-n-212]
7
La funcionalidad de la Cova de la Sarsa.
Aportaciones desde la cerámica
La aplicación de la metodología entrevista ha permitido la caracterización del conjunto cerámico de la Cova de la Sarsa,
ejercicio que ha posibilitado elaborar una propuesta de tendencia evolutiva a lo largo de la Prehistoria reciente mediante su
comparación con otras colecciones con estratigrafía. Superado este punto, el siguiente objetivo es realizar una aproximación, desde la cerámica, a la utilidad que pudo tener la cavidad
durante el Neolítico antiguo. Para ello, en primer lugar, cabe
reflexionar sobre la propia funcionalidad de la vajilla recuperada en Sarsa, cuestión que sigue siendo una de las tareas más
difíciles de abordar en nuestra disciplina (Orton et al., 1997;
Skibo, 2013).
La gran mayoría de recipientes cerámicos se realizan para
satisfacer necesidades relacionadas con el almacenaje, preparación, traslado, servicio o consumo de alimentos y bebidas.
Ello permite establecer tres categorías a las que puede destinarse un vaso cerámico: el almacenamiento, la manipulación
y el traslado-servicio. En la actualidad, además de los resultados que la arqueología de campo es capaz de ofrecer a través
del contexto de aparición de cada vaso y del estudio de su forma, decoración y tecnología, para establecer la función de un
vaso disponemos de numerosos estudios etno-arqueológicos
y de los resultados que están aportando las analíticas sobre
residuos orgánicos conservados (Copley et al., 2005; Soberl
et al., 2014).
Estos nuevos trabajos incorporan métodos de análisis de
los restos orgánicos que pueden quedar conservados en los vasos, bien absorbidos por sus paredes (Heron y Evershed, 1993;
Evershed, 2008; Debono et al., 2011; Regert, 2011), bien visibles de forma directa (Craig et al., 2013), identificando producciones neolíticas destinadas a la cocción, formas específicas para el almacenamiento o recipientes para el servicio de un
tipo concreto de alimento.
UN REPERTORIO MULTIFUNCIONAL
La primera observación que se desprende del estudio expuesto en los capítulos anteriores, es la existencia de una variada y
numerosa vajilla del Neolítico antiguo en la Cova de la Sarsa.
Atendiendo a criterios tipológicos, las diferentes producciones
pueden ser agrupas en varios conjuntos: cuencos y ollas, contenedores, jarras, cubiletes, cántaros y formas especiales.
Cuencos y ollas
Uno de los aspectos más significativos de la tipología de la colección cerámica de la Cova de la Sarsa en particular, y del Neolítico antiguo valenciano en general, es la práctica ausencia de
vasos con un índice de profundidad inferior a 0,45 y, por tanto,
clasificados tipológicamente en la Clase A. En contraposición,
los vasos con perfiles hemisféricos y globulares (forma 2) clasificados como Grupo 6 (fig. 7.1) o Grupo 13 (fig. 7.2), cuencos y
ollas, presentan los porcentajes más significativos. Esta elevada
presencia de formas globulares, así como la ausencia de platos,
fuentes y escudillas, podría estar relacionada con la forma de cocinar y consumir los alimentos durante el Neolítico antiguo. Son
tipos cuyo diseño está orientado a contener y cocinar sustancias
líquidas, permitiendo incluso el consumo directo de alimentos en
ellas, de forma individual o colectiva. Su forma globular y sus
paredes finas los hacen idóneos para la cocción (Rye, 1981), por
exposición directa al fuego o introduciendo piedras calientes en
el interior de los vasos. Los resultados de las primeras analíticas
de restos orgánicos conservados en las paredes de vasos del Neolítico antiguo impreso del Mediterráneo (Debono, 2012), parecen
confirmar esta posibilidad. Son resultados preliminares, realizados mayoritariamente sobre recipientes recuperados en el centro
y sur de Italia, donde además la mayoría de vasos no conservan
restos de lípidos. Pero para 13 de ellos se proponen mezclas de
productos vegetales y animales, principalmente rumiantes.
195
[page-n-213]
Fig. 7.1. Cuenco con asa de cinta horizontal y decoración impresa cardial. Vaso 39.
Fig. 7.2. Olla con decoración impresa cardial. Vaso 291.
Son formas que también pueden desempeñar funciones de
almacenaje, aunque otros tipos con mayor cubicaje y diferente
morfología presentan mejores condiciones para tal fin. Existen
vasos clasificados como cuencos del Grupo 6 con una capacidad
superior a los 10 litros (p.e. los vasos 287 y 372), alguno de ellos
de perfil menos cerrado (fig. 7.3), cuya función como recipiente de almacenaje podría alternase con la de vasos para cocinar
mayor cantidad de alimentos. Pero la gran mayoría de cuencos
poseen capacidades de entre uno y cinco litros. Presentan cierta
variabilidad en su decoración y en sus elementos de prensión.
En el caso de las decoraciones, cabe preguntarse si el modo en
el que se organiza nos indica que son recipientes destinados a
preparar alimentos específicos. Respecto a las asas, su tipología
196
podría incluso estar relacionada con la exposición directa o parcial al fuego. Como ejemplo, los vasos que poseen una única asa
de cinta horizontal o vertical (fig. 7.4), parecen diseñados para
colocarse junto al fuego o sobre parte del mismo, manteniendo
así los alimentos calientes en su interior. Del mismo modo, entre
las ollas se documenta similar diversidad en sus temáticas decorativas y variedad en los elementos de prehensión, y aunque
existe algún ejemplar que supera los 11 litros de capacidad, la
mayoría se sitúa entre los dos y los seis litros.
La abundancia de formas hemisféricas con volumetría no
superior a cinco litros se relaciona con la importancia que la
cocción de alimentos tenía en la alimentación de los grupos
que habitaron Sarsa, donde la preparación de sopas, caldos y
gachas constituirían una parte importante de la dieta. Numerosos grupos humanos que practican una agricultura basada en
el cultivo de cereales incluyen como fuente de alimentación
principal las gachas, elaboradas cociendo cereal machacado
en agua, leche o una mezcla de ambos. Existen varias formas
de cocinar gachas. En el Neolítico antiguo valenciano, la tipología del conjunto cerámico apunta a la elaboración de gachas líquidas. La producción agraria estaría sustentada en un
modelo hortícola organizado en pequeñas parcelas, donde los
cereales se cultivarían de forma individualizada, aprovechando las tierras más ricas y diversificando la producción para minimizar las posibilidades de fracaso (Pérez Jordà y Peña Chocarro, 2013). Este modelo sufriría transformaciones durante
el Neolítico medio, momento en el que se detecta el cultivo
de un menor número de especies y el inicio de prácticas agrícolas extensivas, encaminadas al aumento de la producción
mediante la puesta en explotación de una extensión mayor de
tierra dedicada al cultivo de cereales y legumbres, modelo que
se consolidará en el Neolítico final. En la tipología cerámica,
estos cambios van paralelos al progresivo descenso de vasos
de la Clase C, en favor de formas abiertas de la Clase A, a la
desaparición de contenedores cerámicos en favor de silos y a
la incorporación de platos, escudillas y cazuelas, en las que
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Fig. 7.3. Vaso 287. (A) Perfil y superficie externa; (B) localización y orientación del fragmento con motivo antropomorfo en la cara interna;
(C) propuesta de reconstrucción del motivo; (D) localización del motivo en el interior del vaso y propuesta interpretativa; (E) ordenación
de la cara externa.
197
[page-n-215]
Fig. 7.4. Cuenco con un asa de cinta vertical y decoración impresa
cardial. Vaso 286.
pueden consumirse de forma más fácil gachas densas, cuyo
valor nutricional es mayor, y cuya preparación diaria requiere
de una cosecha más abundante, como la que se propone para
el Neolítico final.
Los análisis sobre isótopos estables encaminados a la obtención de datos sobre la alimentación en la Prehistoria muestran que, en la mayoría de los casos estudiados para el Neolítico en el sur de Europa, el aporte proteico está fundamentado
en recursos terrestres (Richards et al., 2001; Herrscher y Le
Bras-Goude, 2010; Lightfoot et al., 2011; Mannino et al., 2011;
Lelli et al., 2012; Le Bras-Goude et al., 2006 y 2013). En el
ámbito del mediterráneo occidental ibérico (McClure et al.,
2011; Salazar-García, 2009, 2010 y 2012), este tipo de análisis sobre isótopos también subraya la importancia de proteínas
terrestres en la alimentación neolítica y, aunque cabe admitir
que el método detecta con mayor precisión las de procedencia
animal, las de origen vegetal también están presentes, cuestión
que se va confirmando con el estudio de microrrestos vegetales
en cálculos dentales, que apuntan al consumo preferencial de
cereales (Power et al., 2014). Sin embargo, existen muy pocas
evidencias de la elaboración de alimentos de base cerealista,
como son gachas o cervezas. En parte es debido a la dificultad
de rastrear su presencia en recipientes de cocina y consumo,
con los métodos de estudio disponibles para tal fin. Los pocos
lípidos que presentan los cereales y las plantas, por su propia
estructura química, son difícilmente absorbidos por las paredes
de los vasos cerámicos, borrándose en el caso de que en ese
mismo recipiente, aunque sólo sea una vez, se cocine leche o
productos combinados con lácteos.
Uno de los útiles que puede relacionarse con el consumo
de caldos y gachas líquidas es la cuchara de hueso, cuya presencia en la Cova de la Sarsa está bien documentada (Pascual
Benito, 1998). La existencia de este tipo de útil podría también
justificarse por la forma propuesta de consumir y preparar alimentos. Las cucharas de hueso son idóneas tanto para remover
sopas, caldos y gachas líquidas en preparación, como para su
consumo. Su cronología relativa ha quedado bien definida tras
el estudio de todos los ejemplares del País Valenciano, situándose en el Neolítico antiguo y desapareciendo de los registros
198
arqueológicos a partir del V milenio cal BC, coincidiendo con la
progresiva apertura de la vajilla para el consumo de productos
densos. Además de las realizadas sobre hueso, y sin considerar
las que podrían haberse realizado con materiales perecederos,
existen otras de cerámica, a las que se unirían los cucharones del
Grupo 17 de la Clase D, utilizados para el traslado de líquidos
de un recipiente a otro o para el consumo directo de alimentos,
especialmente los cucharones que poseen asa de cinta horizontal (fig. 7.5).
Una última cuestión a considerar respecto a los alimentos
que se cocinan y consumen en cuencos y ollas, es la buena representación que alcanzan los lácteos en los análisis sobre lípidos.
Ya hemos explicado las limitaciones del método analítico, pero
aun así, cabe preguntarse si la leche era un ingrediente utilizado
en la confección de caldos, sopas y gachas, pues parte de los
restos de lípidos analizados en contextos del Neolítico antiguo
mediterráneo (Debono, 2012), han sido interpretados como restos de productos lácteos, posiblemente leche. Los residuos orgánicos conservados en la cerámica han proporcionado evidencias
directas de la utilización de la leche en Gran Bretaña en el cuarto milenio (Copley et al., 2005), en Europa oriental en el sexto
milenio (Craig et al., 2005) y en el Próximo Oriente y el sudeste
europeo en el séptimo milenio a.C. (Evershed et al., 2008). Paradójicamente, los genomas identificados en individuos del Neolítico antiguo (Itan et al., 2009; Lazaridis et al., 2014; Gamba et
al., 2014; Haak et al., 2015; Olalde et al., 2015), demuestran un
elevado grado de intolerancia a la lactosa por parte de los grupos
Fig. 7.5. Cucharones con asa de cinta vertical.
[page-n-216]
que soportan la expansión desde el próximo oriente (Budja et al.,
2013). Lejos de reducirse el consumo de productos lácteos, los
estudios sobre lípidos en vasos neolíticos y sobre la fauna mediterránea (Rowley-Conwy, 2000; Rowley-Conwy et al., 2013),
demuestran que la leche es utilizada. En niños de hasta los 5 años
de edad, las primeras papillas podrían realizarse con una cantidad
de leche mayor, pero en edades superiores, la intolerancia dificultaría el consumo continuado. En el caso de las gachas y sopas para
adultos, es posible que se realizasen añadiendo una pequeña cantidad de leche, insuficiente para provocar trastornos en individuos
de mayor edad. Pero la explicación a esta abundante presencia
de restos lácteos en las paredes de los vasos, quizás resida en las
propias características de los métodos de análisis de lípidos. A ello
cabe añadir que la elaboración de alimentos, tanto infantiles como
para adultos, podría realizarse en los mismos vasos. También que,
en estos recipientes, podrían estar elaborándose productos secundarios con menor cantidad de lactosa y más fáciles de transportar,
como recientemente se ha propuesto para el Neolítico antiguo
centroeuropeo, donde los restos analizados en las paredes de determinados vasos cerámicos han sido identificados como restos
de la elaboración de queso (Salque et al., 2013). El conocimiento
de técnicas de fermentación que reducen la lactosa en este tipo
de sociedades en las que los ovicaprinos constituyen uno de los
pilares fundamentales, nos lleva a plantear que en cuencos y ollas
también podrían utilizarse para el procesado de lácteos.
En conclusión, la morfología de estos dos tipos de vaso
apunta a la utilización de buena parte de la vajilla en la preparación de sopas, caldos y gachas líquidas, combinando de diferente forma productos como agua, carne, cereales, leche o plantas
silvestres. Queda por resolver si las decoraciones representadas
en estos vasos tienen su razón de ser por los alimentos que en
ellas se cocinan y consumen, o es algo aleatorio, como parecen
indicar los estudios de materia orgánica realizados hasta la fecha en ámbitos mediterráneos.
Contenedores
Además de la posible utilización de ollas y cuencos en tareas de
almacenaje, se han documentado varios tipos de recipiente con
mayor cubicaje, agrupados en nuestra tipología en el grupo de
los cántaros (Grupo 12) y en el grupo de los contenedores, este
último dividido a su vez en otros dos: el de los contenedores medios (Grupo 14), cuya altura no sobrepasa los 30 cm, y el de las
orzas y tinajas (Grupo 15). El número de contenedores medios
contabilizados en la cueva es de 71, y el de orzas y tinajas de 25.
Existen contenedores de tamaño medio decorados con impresiones cardiales, con incisiones, con cordones impresos, de
mamelones y lisos. Presentan diferentes volúmenes, generalmente de entre 2 y 8 litros, aunque algunos superan los 10. La
diferencia fundamental con ollas y cuencos reside en el mayor índice de profundidad de los contenedores, como consecuencia de su perfil cilíndrico, que los hace menos aptos para
la cocción de alimentos, aunque es posible cocinar en ellos.
Presentan también mayor grosor de paredes y en su superficie
apenas se evidencian tratamientos más allá del alisado. Sus
temáticas decorativas también difieren, con mayoría de mosaicos y apliques.
Esta propuesta como vajilla de almacenaje es más evidente
todavía en las orzas y tinajas clasificadas como Grupo 15. La
mayoría de los ejemplares de este tipo presentan cordones im-
presos, de mamelones y lisos (fig. 7.6), a los que cabe sumar
otros decorados con impresiones cardiales o de gradina. Son recipientes cuya capacidad supera los 40 litros en algunos casos
(fig. 7.7: V.103). La presencia de grandes contenedores en las
vajillas coincide en la secuencia neolítica valenciana con la ausencia de silos. Pero a medida que estos últimos se generalizan
pasado el V milenio cal BC (Bernabeu et al., 2006; Pérez Jordà,
2013), los grandes contenedores cerámicos van desapareciendo
progresivamente, presentando porcentajes testimoniales en el
Neolítico final.
Considerando su tamaño y sus porcentajes de aparición a lo
largo de la secuencia neolítica valenciana, es posible vincular
estos grandes recipientes cerámicos con el almacenamiento de
cereales, sin descartar otras posibles utilidades, pudiendo albergar incluso líquidos, aunque existe otro tipo de vaso más apto
para contener líquidos: los cántaros.
Cántaros
En la Cova de la Sarsa, los cántaros y los anforoides del Grupo 12 (figs. 7.8-7.10) constituyen los recipientes de almacenaje
más numerosos, siendo el segundo grupo en porcentaje, por detrás de los cuencos, con un total de 78 ejemplares, 18 de ellos
con altura superior a 30 cm. La función de estos vasos de boca
estrecha y cuello marcado se vincula al acopio y transporte de
líquidos. La necesidad de acumular reservas de agua y la facilidad para su obtención en la cueva, explican su notable presencia. En las galerías internas de Sarsa existen espacios con
acumulaciones de agua por goteo durante la práctica totalidad
del año, así como pequeñas cubetas (fig. 7.11).
Estudios sobre vajillas de sociedades no industrializadas
que poseen este tipo de formas globulares de cuello marcado
realizadas sin usar el torno, muestran mayor variedad en su uso
en función del tamaño y forma (Arthur, 2006), más allá del
almacenamiento de agua. El elevado porcentaje de cántaros en
la Cova de la Sarsa plantea la posibilidad de que existan diferentes usos para cada tipo en función de su altura o decoración,
incluso la de haber sido utilizados en la preparación de cierto
tipo de bebidas alcohólicas, como cerveza. La fermentación de
cereales tiene múltiples ventajas, no sólo por los nutrientes que
aporta, sino también porque los alimentos fermentados adquieren mayor durabilidad. Se trata de un producto que se utiliza de
forma generalizada como elemento de cohesión social, agregando su consumo a buena parte de los grupos que la producen, siendo un elemento que refuerza la solidaridad (Haaland,
2012). El inicio de la producción de cerveza no ha podido ser
determinado. Algunos autores incluso sugieren que los primeros cereales cultivados fueron utilizados para la producción de
cerveza (Katz y Voigt, 1986), proponiéndose una elaboración
de este producto en el PPNA (Haaland, 2012; Dietrich et al.,
2012). En la península ibérica existe una referencia sobre la posible existencia de cerveza en los niveles del Neolítico medio
de la Cova de Can Sadurní (Begues, Barcelona) (Blasco et al.,
2008). No cabe duda de que, una vez conocida su existencia,
formaría parte del paquete de productos neolíticos que se expanden por el mediterráneo.
Algunos cántaros de la Cova de la Sarsa ofrecen el soporte
ideal para la fermentación de bebidas, y la Serra Mariola depara múltiples frutos silvestres ricos en azucares que con cierta
facilidad pueden ser mezclados con líquidos para su fermen199
[page-n-217]
Fig. 7.6. Contenedores con cordón de mamelones de los Grupos 14 y 15.
200
[page-n-218]
Fig. 7.7. Contenedores de los Grupos 14 y 15. Todos con decoración impresa cardial, excepto el vaso 103, impreso con gradina.
201
[page-n-219]
Fig. 7.8. Cántaros con decoración impresa cardial.
202
[page-n-220]
Fig. 7.9. Cántaros decorados: inciso-impresa (11, 95 y 305), impresa de gradina (377 y 427), impresa cardial (215), cordones impresos
(107 y 438) y de cordón de mamelones (67).
203
[page-n-221]
Fig. 7.10. Cántaros con cordones lisos.
204
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En el caso de las jarras (fig. 7.12: V.113), el número de ejemplares clasificados para la Cova de la Sarsa es menor del documentado en otros yacimientos como la Cova de l’Or. Ello puede
ser debido a las restricciones aplicadas a la hora de considerar
que un fragmento cerámico adquiere la categoría de vaso. La
elevada presencia de asas de cinta verticales con decoración impresa cardial, cuyos recuentos han sido expuestos en el capítulo
referente a fragmentos, permite plantear la existencia de un número mayor de jarras en la colección.
Los otros tipos de vaso que quedan clasificados en el grupo
de las jarras son los que poseen pico vertedor o asa pitorro. En
la Cova de la Sarsa se han documentado cinco ejemplares. En
los únicos que permiten el cálculo de su capacidad, su volumen
estimado es de entre 3,5 y 2,5 litros. Los vasos con asa pitorro
de la cercana Cova de l’Or han sido objeto de un estudio que
incluía un análisis morfotipológico y de los restos orgánicos
conservados en las paredes de algunos ejemplares (Martí et al.,
2009b), concluyéndose un uso relacionado con el consumo de
líquidos, posiblemente leche de cabra.
Formas singulares
Fig. 7.11. Ejemplos de acumulación de agua en las galerías internas
de la Cova de la Sarsa (fotografía de http://rutasyvericuetos.
blogspot.com).
tación, como se sigue documentando en la actualidad. Fueran o no destinados al almacenamiento de otro tipo de bebida
además del agua, lo cierto es que los cántaros son un tipo de
forma que se repite en la vajilla de la Cova de la Sarsa durante
el Neolítico antiguo.
Jarras y cubiletes
Los líquidos almacenados pueden ser vertidos directamente
en los recipientes de cocina, o sobre ciertas formas de servicio y consumo. Existen en la cueva ciertos recipientes clasificados dentro del Grupo 10 de la Clase C, jarras y picos
vertedores, con gran asa de cinta vertical o con asa pitorro.
Son recipientes con una capacidad máxima de unos 3,5 litros,
cuyo diseño permite el consumo directo de líquidos o el traslado a otros de menor tamaño como los cubiletes del Grupo
11. Entre estos últimos, son especialmente significativos los
que conservan base, en la mayoría de ocasiones plana (fig.
7.12: V.138, 280 ó 281), que les confiere una utilidad como
verdaderos “vasos” al uso, en su acepción como elemento
cilíndrico que sirve para beber, pues su capacidad media se
sitúa por debajo del medio litro.
Además de las cucharas de cerámica, sobre las que se ha realizado un comentario en las páginas anteriores, existen otros tipos
de vaso pertenecientes a la Clase D, que agrupamos en los grupos tipológicos denominados: microvasos, botellitas, toneletes
y vasos geminados. Son recipientes con una función difícil de
determinar a través de su tipología y pueden estar relacionados
con actividades alejadas de las propias de la alimentación. Casi
la totalidad de las botellitas presenta dos pequeñas asas anulares
en su parte frontal que permiten una sujeción a la cintura, facilitando el uso como contenedores de sustancias aplicables tales
como colorante, adherentes o incluso veneno (Martí y Juan Cabanilles, 2002). De hecho se ha constatado la presencia de restos
de colorante rojo en las paredes internas de algunos ejemplares
(fig. 7.13), planteándose su función como recipientes destinados
a contener colorante rojo.
Algunos toneletes y botellitas de la Cova de l’Or también
fueron utilizados como pequeños contenedores de pinturas
(Domingo et al., 2012). Los toneletes con decoración impresa
cardial son un tipo comentado desde mediados del siglo pasado (Fletcher, 1962). Los ejemplares de la Cova de la Sarsa (fig.
7.12: V.279 y 290) poseen una capacidad de 0,5 litros en el
caso del vaso 290 y de no más de 1,5 litros en la reconstrucción
propuesta para el vaso 279.
Los microvasos son tipos que no superan los 0,25 litros de
capacidad. Su tamaño permite plantear que pudieran formar
parte de algún tipo de vajilla infantil, o utilizarse para fines no
relacionados con el consumo de alimentos. Cabe apuntar que
uno de estos microvasos decorado con impresiones cardiales
podría ser en realidad un vaso geminado (fig. 7.13: V.360). Los
vasos geminados son un tipo poco común, con apenas cuatro
ejemplares para el Neolítico antiguo cardial valenciano. Los
únicos paralelos constatados los encontramos en contextos andaluces no cardiales, donde se han contabilizado una decena de
ejemplares, alguno de ellos impreso con gradina (Carrasco et
al., 2014). Son formas compuestas por la unión de dos pequeños vasos de idénticas proporciones y morfología. Esta unión se
realiza por su parte central, apareciendo en algunas ocasiones
separados, y en otras unidos por un agujero. Los ejemplares de
205
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Fig. 7.12. Jarra, cubiletes, microvasos, toneletes y vaso geminado.
206
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Fig. 7.13. Botellitas del Grupo 18 de la Clase D. Excepto el vaso 360, clasificado como microvaso, pudiendo ser un vaso geminado.
207
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la Cova de la Sarsa presentan singularidades. En caso de que
finalmente el vaso 360 fuera un vaso geminado, estaría configurado por dos formas individualizadas, no conectadas entre
ellas por un agujero. En el ejemplar que presenta menos dudas
(fig. 7.12: V.396), de 1,4 litros de capacidad, ambas superficies
internas están conectadas por un agujero, mezclándose los contenidos de los dos recipientes unidos. La funcionalidad a la que
están destinados sigue sin haberse podido definir, tanto en los
ejemplares del Neolítico antiguo, como en los de la Edad del
Bronce (Sesma et al., 2008).
FUNCIÓN SIMBÓLICA DE LA CERÁMICA
La vajilla de la Cova de la Sarsa cumple otro tipo de funciones
simbólicas más allá de las meramente domésticas. Todos los pasos en la elaboración de un vaso y su posterior utilización están
cargados de información simbólica. En este trabajo se entenderá como símbolo cualquier cosa (objeto, hecho, acto, cualidad,
palabra, gesto) que sirva como vehículo de una concepción que
imponga significación a la experiencia (Geertz, 1973).
Queremos centrar el discurso sobre dos aspectos vinculados
a la función simbólica de la cerámica. Por un parte, su consideración como vehículo de expresión que refleja pertenencia a una
colectividad (identidad) y, por otra, su vinculación a la práctica
religiosa. En lo que se refiere a la primera de las acepciones,
la técnica de la impresión cardial en la decoración de un vaso
cerámico se considerará como un símbolo perceptible portador
de identidad. Es perceptible tanto por los responsables de su fabricación y uso (pertenece a una cultura concreta) como por los
prehistoriadores que lo analizan, abriéndose la posibilidad de
diferenciar entidades culturales mediante la caracterización de
producciones cerámicas, de su estilo. A su vez, documentamos
diferentes modos de aplicar esta técnica en función de la región
y yacimiento que estudiemos. Estas particularidades regionales
permiten diferenciar entidades culturales más pequeñas dentro
de la Cultura Cardial del Mediterráneo occidental. Es una cuestión que retomaremos en el siguiente capítulo.
El segundo aspecto a destacar es la posibilidad de que algunos vasos cerámicos sean portadores de significados vinculados
de forma directa a la práctica religiosa. En la Cova de la Sarsa
existen cerámicas que han sido utilizadas probablemente para
facilitar el tránsito al más allá. La constatación de la existencia
de rituales funerarios es una muestra más de la importancia que
la religión adquiere durante el Neolítico, que presidiría la vida
cotidiana de las sociedades neolíticas cardiales en un grado mayor que el que se detecta del estudio de los yacimientos arqueológicos (Martí, 2006).
Una de las características que han ido incorporándose a la
definición del concepto de Neolítico es la importancia que para
estos grupos adquirió la religión, proponiéndose incluso que la
“revolución simbólica” que acompaña al modo de vida neolítico, en realidad precede a los cambios puramente productivos
(Cauvin, 2000). Las excavaciones de yacimientos ubicados en
el próximo Oriente como Göbekli Tepe (Dietrich et al., 2012)
o Nevali Çori (Hauptmann, 1999) han puesto de manifiesto la
existencia de lugares destinados a la práctica religiosa desde los
momentos más antiguos del Neolítico, representándose en sus
pilares un gran número de figuras (Schmidt, 2000) relacionadas
con la existencia de una cosmogonía definida (Lewis-Williams
208
y Pearce, 2005). A medida que el Neolítico se expande por las
costas del mediterráneo hasta llegar a la península ibérica, las
evidencias materiales de la existencia de prácticas religiosas
muestran mutaciones generación tras generación, adquiriendo
diferentes formas que se representan en gran variedad de soportes como arcillas, cerámicas o paredes de abrigos, con conocidos ejemplos en la cultura material (Gimbutas, 1982; Giannitrapani, 2002; Martí, 2006; Carrasco et al., 2006; Hernández,
2008; Skeates, 2014). Los nuevos pobladores son portadores de
un sistema de símbolos que será la base sobre la que se cimentarán formalmente las manifestaciones religiosas durante el Neolítico antiguo valenciano que, aunque adquiere particularidades,
tiene sus raíces en el mundo mediterráneo.
En el País Valenciano, el interés de la comunidad científica
por las prácticas y creencias religiosas en el Neolítico antiguo
tiene su impulso definitivo en los años 80, con motivo del descubrimiento de varios abrigos con pinturas rupestres de grandes
dimensiones, sin paralelos en otras manifestaciones artísticas en
la península ibérica, a las que sus descubridores denominaron
arte Macroesquemático (Hernández et al., 1988 y 1994). Su
estudio y publicación supuso una nueva lectura de las manifestaciones neolíticas perceptibles en el registro arqueológico,
tanto en la valoración de sus sensibilidades artísticas como en
la aceptación generalizada de la existencia de unas prácticas religiosas en la Cultura Cardial valenciana, siendo apodado por
algunos autores como arte Cardial (Fortea y Aura, 1987). Sus
evidentes paralelos con las decoraciones de algunas cerámicas
neolíticas (Martí y Hernández, 1988; Martí y Juan-Cabanilles,
2002; Martí, 2006) lo dotan de unos límites cronológicos dentro
del Neolítico antiguo, abriéndose desde ese momento un nuevo
marco interpretativo para las decoraciones impresas, entre las
que se diferencian varias modalidades, destacando la identificación de figuras antropomorfas de recorrido vertical.
Al igual que ocurre con el concepto de cultura, el de religión no goza de una definición consensuada por antropólogos
y prehistoriadores. Seguiremos la propuesta realizada por C.
Geertz (1973), aunque partiendo de un apriorístico en su aplicación: las creencias y prácticas religiosas deben tener su referente en entidades sobrenaturales, aunque su representación se
realice imitando formas humanas. Geertz considera la religión
como un sistema de símbolos que actúa para establecer estados
de ánimo o motivaciones intensas, dominantes y duraderas en
los hombres mediante la formulación de conceptos de un orden
general de existencia, y el revestimiento de estos conceptos con
un aura de objetividad tal que los estados de ánimo y las motivaciones parecen estar fundados únicamente en la realidad. Es
obvio que no podemos acercarnos al origen de estos conceptos
revestidos con un aura de objetividad, pero sí al sistema de símbolos utilizados en su representación física en soportes como la
cerámica. Éstos pueden remitir al panteón de divinidades establecidas, a episodios de su cosmogonía, al comportamiento
de miembros del grupo en ceremonias y rituales, o a cualquier
otro tipo de creencias o prácticas. Los motivos representados
en el arte Macroesquemático y en algunos de los vasos cerámicos decorados con impresiones, especialmente los motivos
antropomorfos, son la representación perceptible de algunas de
estas experiencias religiosas por los mismos que la profesan.
La significación de estas composiciones decorativas trasciende
valores de identidad basados en lo puramente estético, técnico
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y ornamental, representando aspectos concretos de sus prácticas y creencias. Además de estos recipientes, cabe también
analizar los aparecidos en contextos funerarios.
Cerámica en contextos funerarios
El primero de los ejemplares a los que cabe hacer mención es
el contenedor decorado con impresiones organizadas formando composiciones en guirnaldas (figs. 2.27 y 2.28), que fue
localizado como parte del enterramiento doble aparecido en
una grieta de la zona interna de la cueva. En última instancia,
este vaso fue depositado junto a los restos de uno de los dos
individuos inhumados (o de los dos), pudiendo contener algún
tipo de ofrenda o de alimento destinado a facilitar el tránsito
al mundo de los muertos. Hasta la fecha, sigue siendo el resto
cerámico que menos dudas ofrece sobre su aparición en un
contexto funerario, tanto en la Cova de la Sarsa como en el
Cardial valenciano.
En la Cova de la Sarsa, existe otro vaso que podría haber
formado parte de este mismo ajuar, aunque no fue localizado
en el interior de la grieta, sino en sus inmediaciones. Nos referimos al vaso 39 (fig. 7.1), hallado el mismo día que los restos
humanos de la grieta, a menos de 4 m de la misma (Asquerino,
1976). La mayoría de los fragmentos se encontraban en la rampa de acceso, entre el vestíbulo y la grieta, pudiendo restaurarse
casi en su totalidad. En conversaciones con Vicent Casanova,
quien realizó el hallazgo, siempre nos expresó la posibilidad
de que el vaso pudiera pertenecer al enterramiento doble, pues
había pasado muchas veces por el mismo lugar y nunca localizó cerámica o cualquier otro resto, con lo que no era posible
descartar que el furtivo que removió parte de los restos de la
inhumación doble hubiese encontrado el vaso 39 en su interior,
rompiéndose mientras salía por la resbaladiza y pronunciada
rampa que da acceso a la grieta. Se trata de un vaso globular
con asa de cinta horizontal y decoración impresa cardial con
una temática decorativa también en guirnaldas. Su localización
y similitud en las composiciones decorativas con el vaso 40,
puede llevarnos a plantear que perteneciera al ajuar del enterramiento doble, hipótesis que nunca se ha podido corroborar.
Representaciones humanas en las decoraciones
El progresivo aumento del número de variables contempladas
en los análisis de cerámicas neolíticas (Bernabeu et al., 2011a)
nos ha permitido realizar una ordenación de las colecciones en
función de los grupos compositivos y temáticas decorativas,
más allá de la técnica de ejecución. Son especialmente significativos los grupos compositivos figurativos, de líneas verticales,
figuras geométricas y ramiformes, así como el grupo temático
de los glifos. Además de estos, cabe destacar la presencia de
motivos meandriformes, líneas en zigzag, barras, soliformes y
ramiformes, algunos de ellos documentados en la Cova de la
Sarsa (fig. 7.14). Sobre ellos se han realizado diferentes consideraciones, catalogándose buena parte de su conjunto (Martí y
Hernández, 1988; Pérez Botí, 2002). Paradójicamente, en los
dos vasos que pueden relacionarse con rituales funerarios, no
encontramos representados motivos antropomorfos, ramiformes
o soliformes. De hecho, ninguna de las cerámicas aparecidas en
pequeñas cuevas no habitables interpretadas como lugares en
los que se realizan una o dos inhumaciones en el Neolítico anti-
guo presenta motivos antropomorfos, documentándose un único
motivo ramiforme en un fragmento recuperado en la Cova del
Frontó (Salem) (Pastor y Torres, 1969).
De entre todas las composiciones diferenciadas, nos interesa
destacar las de recorrido vertical, que ocupan la parte más visible
del vaso, y que agrupamos en dos conjuntos. Por una parte, aquellas en las que se representan de forma evidente las extremidades
superiores o inferiores (brazos y/o piernas). Por otra, una serie de
composiciones también de recorrido vertical en las que no se representan de forma clara las extremidades o aparecen en número superior a cuatro (p.e. los ramiformes), interpretadas muchas
de ellas como esquematizaciones de las anteriores (Bernabeu,
2002), de las que en la Cova de la Sarsa también existen numerosos ejemplos (fig. 7.15). Las composiciones de recorrido vertical
en las que figuran las extremidades superiores o inferiores serán
las únicas que consideremos como verdaderas representaciones
antropomorfas, incorporándose en ocasiones la esquematización
del sexo con una impresión del natis (fig. 7.16: V.139).
Uno de los vasos decorado con motivos de estas características es el número 99 (fig. 7.16 y 7.17). El grosor de sus paredes,
el tamaño de los fragmentos conocidos y el cálculo interno de su
diámetro, indican que estamos ante un gran contenedor, posiblemente del Grupo 15 o del 12, alejado de los soportes habituales
para vasos con motivos antropomorfos como son jarras, cuencos o
botellitas. Sus superficies no están bruñidas, presentando alisado,
y la técnica decorativa es la impresión cardial. Destaca la lectura
que se ha realizado de una de las dos composiciones que se pueden
distinguir, interpretada como el tronco de un árbol con su copa y
sus ramas (Martí y Juan-Cabanilles, 2002). A su lado, una nueva
figura zoomorfa o antropomorfa acompañaría la escena. Los nuevos fragmentos localizados muestran que este motivo, situado a
la izquierda de la figura más grande, es de lectura vertical, con
dos extremidades posteriores que parecen representar una figura
humana no enmarcada. La temática decorativa encaja en el grupo
figurativo o escénico, donde los motivos se insertan en el vaso de
forma aparentemente desordenada, fuera de los esquemas clásicos
de glifos enmarcados por frisos, metopas o geométricos.
La interpretación de una de las composiciones como un árbol no goza de total unanimidad. Existen otras propuestas en
las que se señala que podría tratarse de una figura antropomorfa
con los brazos extendidos (Torregrosa y Galiana, 2001). En este
caso la decoración se descompone en un motivo de morfología cuadrangular realizado con impresiones cardiales, situado
muy posiblemente bajo un elemento de prensión, similar a otros
documentados en la cavidad (fig. 7.18), del que a su vez se desprende una figura vertical que representa un motivo antropomorfo con los brazos extendidos hacia arriba. Esta propuesta
vendría reforzada por la existencia de más paralelos impresos
cardiales o de gradina con los brazos extendidos, y por la inexistencia de motivos representando árboles entre las cerámicas impresas cardiales del Neolítico antiguo. En nuestro caso, creemos
más acertada la interpretación de la figura vertical como antropomorfo y no como el tronco de un árbol.
El segundo vaso a considerar es de dimensiones más reducidas (fig. 7.16: V.300). El recipiente ha sido clasificado como una
botellita, destacando la presencia de dos pequeñas asas centrales
que permiten su transporte atado a la cintura. Aunque se encuentra
muy erosionado, se ha identificado la presencia de decoraciones
impresas de gradina en el cuello y centro del vaso, que fueron re209
[page-n-227]
Fig. 7.14. Vasos y fragmentos cerámicos con decoraciones que pueden ser interpretadas como “simbólicas” de la Cova de la Sarsa.
210
[page-n-228]
Fig. 7.15. Diferentes fragmentos que forman
el vaso 158.
Fig. 7.16. Vasos
y fragmentos
cerámicos con figuras
antropomorfas.
211
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Fig. 7.17. Vaso 99.
Fig. 7.18. Vaso 102.
llenadas con pasta roja. Entre estas últimas impresiones, se distingue una figura de recorrido vertical con brazos extendidos hacia
arriba que se ubica en el centro del espacio compositivo del vaso,
enmarcada por otras de recorrido vertical y horizontal. Aunque no
se conserva la totalidad del motivo, parece suficiente a la hora de
clasificarlo como un antropomorfo.
Otra botellita con motivos antropomorfos es uno de los ejemplares más conocidos de la Cova de la Sarsa (fig. 7.16: V.286).
Este pequeño vaso de cuerpo globular y cuello estrecho con asa
múltiple formada por un cordón horizontal y tres perforaciones,
presenta diferentes motivos realizados combinando impresiones
de gradina con otras cardiales de natis (Martí y Hernández, 1988:
62). En la base del vaso existe un motivo en cruz formado por
cuatro barras que terminan en un triangulo y cortas líneas obli212
cuas, interpretadas como antropomorfos en “Y”. En la parte central de la cruz, otras impresiones forman un motivo en estrella,
pudiendo también interpretarse como las piernas flexionadas de
cuatro antropomorfos que formarían una composición en forma
de cruz, aunque al finalizarse con dos pequeños trazos cortos que
podrían ser unos brazos extendidos, puede interpretarse también
que estamos ante una figura antropomorfa clásica, de recorrido
vertical y brazos extendidos, a la que se adosan dos figuras más
a cada lado, que podrían ser también sendas figuras humanas
en cuclillas. Hernández (2000) establece cierto tipo de analogías
entre esta composición y otra pintada en las paredes de una habitación de Çatal Hüyuk, que Mellaart (1967) interpreta como
cuatro personajes que representan los cuatro puntos cardinales,
la sucesión de las cuatro estaciones o los ciclos de la vida. Señalar la existencia de este tipo de representación en cruz, que
podría aparecer en más de un vaso de la Cova de la Sarsa, ha sido
identificada en otros soportes en niveles del Neolítico antiguo
cardial, destacando los motivos en cruz pintados sobre cantos
recuperados en la cueva de Chaves (Utrilla, 2002).
Los diferentes fragmentos pertenecientes al vaso 136 (fig.
7.16 y 7.19) no permiten la clasificación tipológica del mismo.
Su característica más singular es la presencia de un motivo antropomorfo en la parte interna de su base. En las paredes externas, conserva restos de algunas composiciones impresas cardiales que no han podido ser identificadas, con lo que la temática
decorativa de la superficie externa no puede determinarse. En la
interna se han localizado los restos de una o dos figuras antropomorfas. Puede interpretarse que se trata de una única figura
en la que, además del tronco, se representan brazos y piernas
con impresiones cardiales, destacando la existencia de otras
realizadas con natis en el final de las extremidades. Finalizar la
representación de las extremidades superiores e inferiores con
el natis, también nos lleva a plantear si los restos son parte de
una composición en forma de cruz a lo largo de toda la superficie interna del vaso, de la que únicamente se han conservado las
partes correspondientes a dos extremos, cuestión que en estos
momentos no es posible determinar.
[page-n-230]
Fig. 7.19. Vaso 136.
Esta misma problemática afecta al vaso 287 (fig. 7.3 y 7.16).
Se trata de un gran cuenco decorado mediante un instrumento
dentado, que finalmente hemos determinado como cardial por ir
acompañado de impresiones de natis, aunque la concha utilizada
sería muy pequeña, asemejándose las improntas más a una gradina que a una concha, tal y como se ha propuesto para el vaso 286.
La temática de la decoración externa ha sido clasificada como
un friso geométrico. Lo más llamativo de este vaso, es que en su
interior exhibe la representación de una figura antropomorfa, en
la que se observa la existencia de brazos y dedos, cuya reconstrucción resulta compleja. La orientación del fragmento de base
disponible, sugiere que la figura conservada se desarrollaría por
un lateral de la pared interna del vaso. Al no existir paralelos
de una única figura en un lateral de la parte interior de un vaso
impreso y, considerando la simetría con la que suelen realizarse
las decoraciones, cabe plantearse que existieran dos o tres figuras
más, similares a la representada (fig. 7.3: C y D).
Además de estos ejemplares descritos, existen otros cuya
tipología no ha podido ser definida pero en los que se advierten,
en su decoración, figuras antropomorfas. En uno de ellos, formado por dos fragmentos pertenecientes a la base de un mismo
vaso, el número 139 (fig. 7.16), se distingue la presencia de impresiones de natis resaltando el sexo. Es interesante comprobar
que en uno de los casos únicamente existe una impresión de
natis entre las piernas, mientras que en la otra las impresiones
de natis se encuentran al final de lo que serían las extremidades
inferiores. El paralelo más conocido a esta forma de terminar la
parte inferior de una figura antropomorfa lo encontramos en el
motivo frontal de la famosa jarra de la Cova de l’Or depositada
en el museo arqueológico de Alcoi (fig. 7.20: 5).
En el caso del vaso 483 (fig. 7.16), tratamos un ejemplar
publicado con anterioridad (Asquerino, 1978), que presenta
decoración con impresiones de gradina y punzón. Se trata de
un fragmento que creemos pertenece a una base plana, en el
que existe un motivo de recorrido vertical del que parten unos
trazos impresos de gradina y punzón romo, que interpretamos
como las extremidades de una figura antropomorfa. En primera instancia, podría parecer que el fragmento se orienta del revés, con los brazos hacia arriba. Tras observarlo directamente,
coincidimos con la representación que Asquerino muestra del
mismo, por lo que los trazados podrían corresponder con las extremidades inferiores. Es posible que la lectura de la decoración
del fragmento esté condicionada a la temática general del vaso,
con lo que para una mejor interpretación será necesario localizar más piezas. Es una problemática similar a la que ofrece el
vaso 406 (fig. 7.16), correspondiente a una forma hemisférica,
213
[page-n-231]
Fig. 7.20. Vasos con decoración impresa en la que se representan posibles figuras antropomorfas: (1) Penya Roja de Catamarruc, (2) Abric
de la Falguera, (3-10) Cova de l’Or.
214
[page-n-232]
posiblemente un pequeño cuenco o un cubilete, que no conserva
el labio, y cuya orientación también genera dudas en su lectura.
Su singularidad reside en que se trata del único fragmento de la
cueva, y del Neolítico valenciano, con decoración incisa-impresa, en el que se diferencia una figura antropomorfa con los brazos extendidos, sin poder descartar que sean las extremidades
inferiores las representadas.
Finalmente, comentar una posible figura antropomorfa
poco definida en un fragmento cerámico decorado con impresiones de gradina, en la que podría diferenciarse un brazo que
parte de una barra vertical (fig. 7.16: 10543). Las reducidas
dimensiones del fragmento y las dudas que ofrece en su interpretación, pudiendo interpretarse también como un motivo
ramiforme, han provocado que ni siquiera haya adquirido la
categoría de vaso diferenciado.
En su conjunto, la tipología de los vasos que poseen motivos antropomorfos, de la Cova de la Sarsa en particular y
del Neolítico valenciano en general, muestra más variedad
de la esperada (fig. 7.20). Por una parte, hemos documentado
grandes contenedores de gruesas paredes, superficies sin bruñir y cocciones mixtas y oxidantes, con motivos antropomorfos impresos cardiales que no se encuentran enmarcados por
festones, guirnaldas, ángulos, zigzagueantes o metopas, en la
propia Cova de la Sarsa (fig. 8.17: V.99) y en la Penya Roja
de Catamarruc (fig. 7.20: 1). En la decoración de este último
ejemplar de Penya Roja puede identificarse una figura antropomorfa en forma de “T”.
También se han identificado cuencos y ollas con motivos
antropomorfos en la superficie interna (fig. 8.16: V.287) y externa (fig. 7.20: 3, 8 y 9), en los que es posible cocinar, almacenar
o consumir diferentes sustancias. Son vasos de tecnología más
cuidada, realizados en ambientes reductores, con volúmenes inferiores a los anteriores. Por último, recipientes que presentan
superficies bruñidas y paredes finas con desgrasantes pequeños
y ordenados realizados en ambientes reductores, clasificados
como jarras, cubiletes y botellitas. Las jarras con antropomorfos
de la Cova de l’Or (en la Cova de la Sarsa no se han identificado), resultan útiles para el consumo de líquidos, y para su
traslado a cubiletes como el recuperado en el Abric de la Falguera (fig. 7.20: 2), en el que se representan dos motivos antropomorfos enfrentados (Molina Balaguer y García Borja, 2006).
Finalmente, señalar la existencia de botellitas que presentan un
motivo antropomorfo en su parte central (entre las asas) o en la
base, como el ejemplar de la Cova de la Sarsa que se ha comentado anteriormente. Algunas de estas botellitas presentan restos
de colorante rojo en su interior, característica que dificulta plantear que todos los vasos con motivos antropomorfos se utilizan
exclusivamente para el almacenado, preparado, servicio y consumo de un mismo alimento.
Este tipo de decoraciones antropomorfas podrían der la plasmación simbólica de parte del imaginario religioso. Su presencia en vasos de diferente tipología, con volúmenes muy variados, advierte de las diferentes funciones a las que se destinan los
recipientes. Es difícil establecer si en conjunto eran utilizados
en un mismo ritual. La aparición de este tipo de decoraciones en
vasos recuperados en diferente tipo de yacimiento apunta hacia
la posibilidad de que fueran utilizados en prácticas religiosas
de ámbito individual o familiar, pues aparecen tanto en lugares
que son ocupados de forma esporádica como en otros intensa-
mente ocupados. Ello no impide que también fueran utilizados
en rituales que congregaran al grupo, en el que todos los vasos
cumplieran una función específica y diferenciada.
El número total de fragmentos y vasos que presentan figuras antropomorfas relativiza la importancia cuantitativa de
estos motivos en la Cova de la Sarsa. Si consideramos las interpretaciones que se han realizado de la cueva como un espacio de significación social para la agregación (Bernabeu et
al., 2006; García Atiénzar, 2009) o como santuario (Hernández
et al., 2014), debería de existir un número mayor de este tipo
de recipientes. El porcentaje de aparición de este tipo de vasos
en relación al conjunto total de fragmentos es muy testimonial,
algo más representativa en los vasos, donde aún y así, no alcanza el 1% si únicamente consideramos las representaciones
antropomorfas, aumentando hasta el 4% si consideramos que
todos los glifos responden a esquematizaciones de figuras de
este tipo. En este sentido, cabe valorar el contexto de aparición
de la totalidad de vasos con representaciones antropomorfas impresas del País Valenciano. Si se considera que la presencia de
este tipo de recipientes únicamente se localiza en santuarios o
espacios de agregación social, cabría dar una explicación a su
aparición en yacimientos como el Abric de la Falguera o la Penya Roja de Catamarruc. Afirmar que estos dos yacimientos son
sendos santuarios durante el Neolítico antiguo cardial parece
algo forzado, pues son espacios interpretados como lugares de
descanso o pequeños corrales. De este modo, aunque su especial
decoración permite plantear que podrían ser utilizados en días
señalados o en algún tipo de ritual, su aparición en abrigos ocupados de forma menos intensa, advierte de la posibilidad de que
principalmente se utilizaran en ceremonias o rituales de carácter
individual o familiar. Ello explicaría su mayoritaria presencia,
que no exclusiva, en cuevas intensamente ocupadas, como la
Cova de la Sarsa y la Cova de l’Or, pudiendo ser empleados en
cualquier espacio utilizado por los grupos neolíticos, no necesariamente en santuarios o lugares de agregación. Pese a que en
Sarsa se depositan cuerpos sin vida y en su interior o inmediaciones se realizan prácticas religiosas, la interpretación realizada del análisis de vasos con motivos antropomorfos nos lleva a
plantear que la función principal de la cueva es su utilización
como hábitat permanente o estacional.
LA COVA DE LA SARSA: UN LUGAR DONDE VIVIR
Los estudios etnoarqueológicos sobre producciones cerámicas
realizadas por agricultores y ganaderos no industrializados advierten sobre una serie de condicionantes a la hora de elaborar
las vajillas. La región del África subsahariana ofrece numerosos
ejemplos de las implicaciones que tienen una alta movilidad y la
ausencia de animales de carga en este tipo de producciones (Arnold, 1985). Se ha constatado, para la mayor parte de los estudios
realizados, una diferencia en el número y los tipos cerámicos si
estos son producciones de grupos ganaderos (Cribb, 1991; Grillo, 2014) o de grupos agricultores sedentarios (Rafferty, 1985).
Por los condicionantes comentados previamente las vajillas son
más numerosas y variadas en los últimos. La elevada diversidad
formal y número total de recipientes cerámicos recuperados en la
Cova de la Sarsa es un sólido argumento a la hora de interpretar
la cavidad como un lugar utilizado a lo largo de la segunda mitad
del VI milenio cal BC por un grupo cuya estrategia económica
215
[page-n-233]
dependiera, en gran medida, de la producción cerealista. La cueva participaría en las estrategias de subsistencia del grupo, como
espacio de hábitat principal o secundario. A la gran cantidad de
cerámica encontrada, cabe sumar los numerosos restos de fauna
y malacofauna, piezas pasivas y activas de molinos, piedras pulidas o restos humanos, así como la abundante presencia de útiles
acabados o en proceso de fabricación como adornos personales,
industria ósea y material colorante, que unido a los restos de actividades de talla de sílex, permiten afirmar que en la cueva se
elaboraban buena parte de ellos.
El número mínimo de vasos, su variedad tipológica y el
gran tamaño de algunos ejemplares, no son características fácilmente vinculables a grupos que recorren largas distancias de
forma periódica. Quizás sea esta variedad, y la presencia de un
buen número de recipientes de almacenaje, lo que ha llevado
a algunos autores a plantear que la cavidad fue utilizada como
lugar de almacenamiento de excedentes para su redistribución
en ceremonias (Vicent, 1997). Es una idea que sólo cobraría
sentido en el marco de la propuesta de comunidades que presentaremos en el capítulo siguiente, pero no tanto como espacio
destinado a un único fin como almacén, sino más bien desde una
perspectiva multifuncional, en la que la cueva es utilizada con
diferentes fines por varias familias agregadas, formando parte
de un conjunto de enclaves mayor, desde los que se explota el
valle inmediato. La Cova de la Sarsa se ubica a una distancia
de unos 500 metros del llano cultivable (fig. 7.21), en un punto
en el que existe un control visual del mismo, cuestión que se
relaciona con la necesidad de vigilar las cosechas, actividad que
se realizaría desde la cueva y desde asentamientos adyacentes a
los campos. Las especies cultivadas en el Neolítico antiguo valenciano son de ciclo largo, sembrando los Zcampos durante el
otoño o inicios del invierno, y recogiendo las cosechas a inicios
del verano. El estudio de los cereales carbonizados recuperados en el interior de cuevas y asociados a contextos cardiales
(Pérez Jordà y Peña Chocarro, 2013), indica que el grano no es
Fig. 7.21. Vista de la Valleta d’Agres desde la Cova de la Sarsa.
216
tratado en primera instancia en el interior de las cavidades, a las
que llega tras un proceso de trillado, actividad que se realizaría
junto a los propios campos de cultivo. Por tanto, los habitantes
de la cueva necesitarían de un mayor número de asentamientos
para cubrir sus distintas necesidades. Un ejemplo próximo lo
encontramos en el asentamiento al aire libre de Benàmer (Muro
d’Alcoi), en el que se ha detectado la presencia de estructuras
de combustión asociadas a cerámica cardial (Torregrosa et al.,
2011), en los llanos visibles desde la Cova de l’Or. Cabe preguntarse si las cuevas intensamente ocupadas como Or o Sarsa
son un complemento de otros hábitats situados en el llano, o es
al contrario. La respuesta está en una mezcla de ambas posibilidades, pudiendo ser utilizadas con mayor intensidad en determinados periodos del año, por la razón que sea, alternando con
asentamientos en llano, o desplazándose parte del grupo a la
cavidad, ocupándose más de un lugar a la vez.
La Cova de la Sarsa se localiza en uno de los espacios naturales con más biodiversidad de todo el País Valenciano, en
la actualidad declarado parque natural. La Serra Mariola proporciona una gran cantidad de recursos naturales y, por sí sola,
es capaz de constituirse como un auténtico salvoconducto para
la subsistencia de los grupos neolíticos en periodos de malas
cosechas, permitiendo la obtención de alimentos mediante la
recolección o caza mayor y menor, así como materias primas
para la elaboración de útiles. La orientación de su boca no es
la más idónea, y cabe reconocer que el nivel de humedad de su
interior es elevado, aunque esta misma característica la dota de
ciertas ventajas a la hora de asegurarse la obtención de agua.
La parte del vestíbulo constituye un espacio suficiente para albergar de forma permanente o temporal a un grupo humano, y
cabe admitir que es muy probable que durante el Neolítico antiguo existiera una zona mucho más amplia al exterior, anexa a la
boca de entrada. En la actualidad, se observa cómo la visera se
encuentra desmantelada (fig. 7.22), existiendo grandes bloques
de roca en el exterior.
[page-n-234]
Fig. 7.22. Boca de entrada de la Cova de la Sarsa tras su cierre.
Otra razón para proponer que estamos frente a un espacio
de hábitat es que no representa el único ejemplo de cavidad intensamente ocupada durante el Neolítico antiguo. En la vecina
Cova de l’Or se ha documentado una amplia secuencia de ocupaciones a lo largo de todo el Neolítico antiguo y, al igual que en
Sarsa, es durante el horizonte cardial cuando se detecta mayor
actividad. La Cova de l’Or presenta mejores condiciones para
ser habitada, tanto por su orientación como por sus condiciones
de humedad. Su registro arqueológico es todavía más numeroso
y variado, documentándose restos de la mayoría de actividades
productivas del Neolítico antiguo. Fuera del territorio valenciano, cabe destacar como ejemplo más significativo el de la Cueva
de Chaves (Bastarás, Huesca), para la que también se ha propuesto una utilidad como espacio de hábitat. Presenta unas proporciones mucho mayores que las de la Cova de la Sarsa o la Cova de
l’Or. En su interior se han diferenciado dos espacios: uno en su
gran vestíbulo destinado a la actividad doméstica, en el que además también aparecieron restos de una inhumación (Utrilla et al.,
2008), y otro espacio interior en el que se documentaron vasares
interpretados como los restos de una zona de almacenamiento
(Castán y Baldellou, 1985).
La utilización de la Cova de la Sarsa para múltiples actividades de carácter doméstico a lo largo de varias generaciones
no es incompatible con la realización de prácticas vinculadas
a su universo religioso, cuya evidencia más visible en la cerámica son las decoraciones en las que se diferencian figuras
antropomorfas y los vasos destinados a formar parte del ajuar
funerario. De la presencia de cerámicas decoradas con motivos
antropomorfos o asimilables, no tiene por qué deducirse que
Sarsa fuera exclusivamente utilizada como santuario. Desconocemos la utilidad exacta de estas cerámicas, pero la diversidad morfológica y funcional de los lugares en los que han aparecido apunta a que podrían haber sido utilizadas en rituales
domésticos que no necesariamente congreguen a un elevado
número de personas en un espacio sacralizado, siendo lógico
proponer que también pudieran ser empleadas en festividades
religiosas o de cualquier otro tipo, celebradas en la cueva o
en otros espacios, festividades en las que podrían consumirse
productos que únicamente se cocinan o sirven en estos vasos.
Además, existen otras evidencias que permiten proponer que
en la cueva se realizaron otro tipo de prácticas religiosas. En su
interior se depositaron cuatro inhumaciones del Neolítico antiguo,
dos en el vestíbulo y otras dos en la grieta ubicada en la zona de
paso a las galerías interiores. Los restos recuperados en el vestíbulo corresponden a un perinatal y a un individuo de avanzada
edad, posiblemente senil, que además ha proporcionado la fecha
más antigua del yacimiento. Cabe suponer que los restos de estos
dos individuos se depositaron en sendas fosas, esparciéndose bien
como consecuencia de la actividad antrópica a lo largo de las ocupaciones de la cavidad, bien por la falta de método arqueológico
riguroso en las excavaciones de Ponsell. La posibilidad de que
fueran inhumados en fosa parte del estudio de los paralelos mejor
documentados, entre los que destaca la inhumación individual localizada en la Cueva de Chaves (Utrilla et al., 2008). Esta cueva,
interpretada como un espacio de hábitat, presenta múltiples restos
de actividades domésticas. En uno de estos espacios cercanos a la
boca de entrada se descubrió un enterramiento individual fechado
en 6230±45 BP (5308-5057 cal BC), depositado dentro de una
fosa, sobre la que, a su vez, se colocaron cantos rodados sobre
un posible nivel de cenizas. Además de por estar en un ámbito
doméstico, el ejemplo de Chaves resulta interesante por el escaso ajuar que se recuperó junto a la inhumación: un anillo y una
lámina de cristal de roca que ofrece dudas sobre su relación con
aquella. Los datos disponibles para el Cardial mediterráneo muestran que las ofrendas que acompañan a los enterramientos son
modestas, cuestión que permite descartar la función exclusiva de
la Cova de la Sarsa como espacio de necrópolis: tendríamos que
asociar más de 200 vasos cardiales con un adulto y un neonato,
a lo que cabría sumar el resto de hallazgos del Neolítico antiguo
recuperados en la misma cavidad.
En el caso del perinatal, desconocemos si estamos ante los
restos de una verdadera inhumación, si se depositó junto al cuerpo una ofrenda, o por qué se encontró un único neonato en la
cueva, con la elevada mortalidad infantil que se presupone a
estas poblaciones. Similares preguntas pueden aplicarse al individuo senil que, por otro lado, arroja los mismos interrogantes
que ya nos planteamos con motivo de la confirmación de la antigüedad de la inhumación doble de la grieta (García Borja et al.,
2011c): si fue depositado en la cavidad antes de ser habitada o
pasadas unas generaciones. Las dataciones AMS sobre huesos
de Ovis aries han proporcionado resultados estadísticamente indistinguibles de las inhumaciones cardiales, por lo que cabe suponer que éstas se realizan estando la cueva habitada, aunque en
el caso de las más antiguas siempre puede existir alguna duda,
pues la elevada edad del individuo, de entre 50-60 años, permite
plantear que estamos ante las primeras generaciones de neolíticos que ocupan la Cova de la Sarsa y el territorio valenciano, o
sus descendientes directos.
217
[page-n-235]
Los otros dos individuos aparecieron fuera del vestíbulo, en
una grieta ubicada en la zona de acceso a las galerías interiores.
Sigue siendo el hallazgo más relevante a la hora de proponer la
existencia de un ritual para el tránsito de la vida a la muerte en
el Neolítico antiguo cardial valenciano. Fueron localizados a la
vez que otro famoso vaso cerámico (fig. 7.1), próximos al panel
de pinturas de estilo Esquemático en el que se pintó un motivo
antropomorfo y en el que también se ha descrito el relieve de
una posible figura felina aprovechando la morfología de la roca
(fig. 7.23). La existencia de un panel con pinturas rupestres en
las inmediaciones de la grieta y de la zona de paso a las galerías interiores, donde se encuentran los pequeños lagos de agua,
indica que los habitantes de Sarsa desarrollaban actividades en
las salas internas de la cueva, fuera de las zonas iluminadas de
forma natural. La grieta en la que aparecieron los restos de dos
inhumaciones y el panel con pinturas rupestres se localizan en
la zona de acceso a espacios no vinculados al hábitat, con mayor
grado de humedad y pequeñas acumulaciones de agua. El elevado valor de este elemento para el desarrollo de la vida podría
haber desembocado en algún tipo de culto, hipótesis propuesta
para cuevas italianas de características similares a las de la Cova
de la Sarsa, como la Grotta Sacaloria Bassa (Manfredonia) (Grifoni, 2007), que también presenta estalactitas, un pequeño lago
en su interior y restos humanos. La conjunción de los elementos
descritos podría indicar la existencia de un espacio sacralizado
anexo a la zona de habitación, pues es una sala en la que no se
documentan restos de actividades domésticas.
Fig. 7.23. Ubicación de la inhumación doble, pinturas rupestres y
vaso 39, a partir del plano topográfico realizado por J.M. Segura y
J.L. Martínez en 1971.
218
EL TERRITORIO INMEDIATO: LA COMUNIDAD
NEOLÍTICA DE LA VALLETA D’AGRES
Una cueva es un espacio con unas características físicas específicas, en el caso de Sarsa capaz de proteger y albergar un grupo
de familias en un entorno rico en recursos silvestres y próximo
a los campos de cultivo. El registro arqueológico de Sarsa queda
vinculado a su utilización como espacio de hábitat a lo largo de
varias generaciones, aunque ello no implica que sea el único
asentamiento utilizado. La consideración de los restos del Neolítico antiguo aparecidos en otros yacimientos próximos lleva
a relacionar sus ocupaciones con las de otras cuevas, abrigos
y espacios al aire libre, utilizados como lugares de habitación,
para realizar alguna inhumación, como refugios, como corrales
o como santuarios, que en conjunto delimitan un territorio concreto que sería explotado por una comunidad neolítica.
Tras la Cova de la Sarsa, el yacimiento que presenta un
mayor número de restos arqueológicos del Neolítico antiguo
en la Valleta d’Agres es la Coveta Emparetà (Asquerino,
1975). Se encuentra situada en la vertiente norte de la Serra
Mariola, a media ladera del Salt de Alcoi, a unos 500 m de
la Cova de la Sarsa y a 3.000 m del municipio de Bocairent,
dentro de su término municipal. Se trata de una pequeña cueva de planta irregular, de casi 10 metros de longitud por 2,5
m de anchura, cuya techumbre declina hacia el fondo de la
misma. Presenta una amplia boca de entrada orientada al oeste, de más de siete metros de anchura y tres de altura, desde la
que se domina buena parte del valle. Al igual que la Cova de
la Sarsa, la visera presenta evidencias de desprendimiento.
Conocida en primera instancia como Caseta Molina, la Coveta Emparetà constituye la primera referencia de cerámicas
con decoración impresa cardial del País Valenciano (Visedo,
1925; Ballester, 1928). Explorada por Camil Visedo y por
Fernando Ponsell, no será objeto de una excavación sistemática hasta 1970 (Asquerino, 1975), evidenciándose diferentes
ocupaciones a lo largo de la Prehistoria reciente, una de ellas
del Neolítico antiguo. El conjunto cerámico se compone de
dos lotes sin estratigrafía, depositados en Alcoi y Bocairent,
y los restos recuperados en los sondeos realizados al exterior
y al interior de la cavidad, en los que se diferenciaron dos
niveles arqueológicos además del estrato superficial (cuadro
7.1). Entre las cerámicas inventariadas, las impresas cardiales aparecen bien representadas, junto con un buen número
de restos de sílex de filiación neolítica (cuadro 7.2), que llevó
a Asquerino a interpretar que la cavidad había sido utilizada como espacio para la talla durante el Neolítico antiguo.
La cerámica de la Coveta Emparetà (fig. 7.24) muestra una
secuencia de ocupaciones similar a la de la Cova de la Sarsa. Además de cerámica y sílex, se recuperaron varios fragmentos de molino, un machacador con evidencias de haberse
utilizado para el molturado de colorante rojo, escasa fauna y
restos de diferentes inhumaciones.
Una de las cuestiones que plantea la Coveta Emparetà es la
existencia de varios enterramientos en su parte más profunda,
que podrían pertenecer a inhumaciones del Neolítico antiguo
o del Neolítico medio. La revisión de los restos depositados
en Alcoi y Bocairent, procedentes de las excavaciones de
Asquerino y de las visitas de Visedo, ha proporcionado un número mínimo de cuatro individuos inhumados, dos adultos y
dos infantiles (García Borja et al., 2016b). Se han seleccionado
[page-n-236]
Cuadro 7.1. Técnicas decorativas esenciales documentadas en las cerámicas de la Coveta Emparetà.
Alcoi
Cardial
3
Bocairent
2
EXTERIOR
INTERIOR
Total
Sup.
N. I
N. II
Sup.
N. I
N. II
2
5
13*
4
36
2
67
Gradina
–
–
–
–
–
–
3
–
3
Inciso-impresa
–
1
–
1
–
–
1
–
3
impresa
–
–
–
–
–
–
2
–
2
Incisa
–
1
–
–
1
1
4
–
7
Esgrafiada
–
–
–
–
–
–
3
–
3
Impr. de esparto (peinada)
–
–
–
2
–
1
–
–
3
Cordón impreso
2
–
–
–
–
3
8
–
13
Cordón de mamelones
–
–
–
1
–
–
1
–
2
Cordón liso
2
1
–
11
2
11
22
2
51
Labio impreso
–
–
1
–
–
1
2
–
4
Lisa
5
–
4
5**
2**
11**
42**
Ind.
Ind.
*12 de esos fragmentos pertenecen a un mismo vaso.
**El número de fragmentos es mayor, pero no se especifica el total de atípicos lisos en la publicación de Asquerino (1975).
Cuadro 7.2. Restos de sílex de la Coveta Emparetà según Asquerino (1975).
Alcoi
Percutor
1
Bocairent
–
EXTERIOR
INTERIOR
Total
Sup.
N. I
N. II
Sup.
N. I
N. II
–
–
–
–
–
–
1
Lascas atípicas
4
1
–
43*
7
18*
2
36*
111
Láminas o frag. de láminas
–
1
–
3
–
5
12
1
22
Lasca laminar sin retoque
–
–
–
2
–
–
9
3
14
7
Restos de talla
–
–
–
–
Núcleo
–
–
–
1
Lasca retocada
–
–
–
3
Láminas con retoque
–
1
–
4
2
–
–
–
105**
4
1
1
7
4
7
4
20
4
17
2
28
Lasca laminar retocada
2
–
1
3
1
–
10
5
22
Buril
–
–
–
–
–
1
1
–
2
Raspador
–
–
1
–
–
–
2
–
3
Trapecio
–
–
–
–
–
–
2
–
2
Foliáceo apuntado
–
–
–
–
–
–
1
–
1
Perforador
–
–
–
–
–
–
1
–
1
Total
7
3
2
59
17
36
65
52
339
*Algunas de estas piezas podrían ser restos de talla.
**A esta cifra llegamos tras restar el número de piezas descritas y el número total de restos líticos analizados por Asquerino.
dos muestras de los dos individuos adultos para su datación
por AMS, que han proporcionado un marco cronológico de
los momentos plenos de la Edad del Bronce: 3204±17 BP
(MAMS-18663) y 3366±18 BP (MAMS-18664). Las dataciones radiocarbónicas obligan a descartar la consideración de la
cueva como necrópolis cardial, interpretándose los materiales
del Neolítico antiguo como los restos de ocupaciones en los
que la talla de sílex sería una de las actividades realizadas.
Además de estas dos importantes cuevas, en la Valleta
d’Agres se ha documentado la existencia de cerámicas cardiales en contextos al aire libre en la partida de Les Dotze (Pascual Beneyto, 2010) y en la Solana de Carbonell (fig. 7.25). En
ninguno de ellos se han realizado excavaciones arqueológicas,
y pueden generar dudas a la hora de relacionarlos con aldeas.
Pero parece lógico proponer la existencia de asentamientos en
el llano de la Valleta d’Agres, que podrían ubicarse en estas
219
[page-n-237]
Fig. 7.24. Cerámicas recuperadas en la Coveta Emparetà.
Fig. 7.25. Materiales arqueológicos de la Solana de Carbonell (1-23): cerámica impresa cardial (1), azuela (2), raspador (3), geométricos
(4-5), taladros (6-7), puntas de flecha (8-9), pieza con retoque plano (10), láminas (11-20) y núcleos (21-23). También se incluyen cerámicas
cardiales de la Cova dels Pilars, Cova del Moro, Cova de la Gerra y Les Dotze.
220
[page-n-238]
mismas partidas, o en otras por prospectar. La existencia de
espacios habitados en el llano inmediato quedaría relacionada
con el propio modo de vida agricultor de estos grupos. Además del necesario control de los campos cultivados frente a
depredadores naturales, existen actividades como el trillado, el
aventado o el cribado que no se han documentado en los registros arqueológicos de las cuevas habitadas (Pérez Jordà y Peña
Chocarro, 2013), que advierten de la existencia de otros espacios en los que se realizan actividades agrícolas. La existencia
de aldeas cardiales en Cataluña (Bosch Lloret et al., 2000), o
los hallazgos en el Mas d’Is (Bernabeu et al., 2003), demuestran que hay espacios de hábitat estable al aire libre, aunque
en ambos casos no se ha documentado una cueva intensamente
ocupada en sus inmediaciones.
Los otros yacimientos con cerámica cardial que se relacionan con la explotación de este valle por un grupo neolítico
son (fig. 7.26): la Cova de l’Olivaret (Ribera et al., 2012), la
Cova del Moro (Asquerino, 1979) y la Cova dels Pilars (Segura,
1985), además de la Cova de la Gerra, en la que se documentó un fragmento de cerámica cardial depositado en el Museu
Arqueològic Municipal de Bocairent “Vicent Casanova” (fig.
7.25). La existencia de restos humanos en la Cova de l’Olivaret,
la Cova del Moro o la Cova dels Pilars, deja abierta la posible
existencia de alguna inhumación del Neolítico antiguo, cuestión
que deberá ser confirmada. La Cova dels Pilars y la Cova del
Moro, podrían haber sido espacios ocupados de forma puntual
en relación con actividades no funerarias, como refugios ocasionales. La Cova de la Gerra presenta condiciones favorables
para su uso como redil, siendo un lugar que únicamente permite
ocupaciones puntuales.
Por último, cabe mencionar la catalogación de un buen número de abrigos con pinturas de estilo Esquemático en la zona.
Además de las propias de la Cova de la Sarsa, son conocidas
las pinturas del Abric del Calvari (Beltrán, 1974), el Abric del
Gegant (Ribera, 1986), la Cova del Capellà (Ribera, 1989a), el
Barranc d’Alpadull (Ribera, 1989a), el Abric del Pontet (Ribera, 1989b), la Balma de la Fabriqueta (Ribera, 1989c), el Abric
de la Creu (Ribera et al., 1998), el Abric de la Monja (Ribera et al., 1998), el Abric del Cantal de la Fos (Ribera et al.,
1998), los Abrics del Teular (Ribera et al., 2012) o el Barranc
Fig. 7.26. Yacimientos arqueológicos con cerámica impresa cardial ubicados en la Valleta d’Agres: 1. Cova de la Sarsa; 2. Coveta
Emparetà; 3. Les Dotze; 4. Cova de la Gerra; 5. Cova de l’Olivaret; 6. Solana de Carbonell; 7. Cova del Moro; 8. Cova dels Pilars.
Abrigos con motivos antropomorfos pintados de estilo Esquemático: 9. Abric del Pontet; 10. Abric de les Finestres; 11. El Calvari;
12. Abric de la Creu.
221
[page-n-239]
Fig. 7.27. Paralelos rupestres de estilo
Esquemático próximos a la Cova de la Sarsa,
según Pérez Botí (2001). Barranc d’Alpadull
(1-3); El Calvari de Bocairen (4 y 6); Abric del
Pontet (5); Abric de la Creu (7 y 8) y Balma de
la Fabriqueta (9).
del Pantanet (Ribera et al., 2012). Algunos de estos abrigos
presentan motivos antropomorfos similares a los de Sarsa (fig.
7.27), destacando su ubicación en zonas de paso.
En conjunto, la localización de estos enclaves definen un
territorio en torno a la Valleta d’Agres, limitado por la Serra
Mariola y la Serra d’Ontinyent, por cuya parte central transcurre
el río Agres. Se trata de un espacio acotado que podría haber
sido explotado por un grupo de familias durante el Neolítico
222
antiguo, utilizando diferentes asentamientos para asegurar su
supervivencia. La Cova de la Sarsa, entendida como espacio
multifuncional intensamente ocupado a lo largo de varias generaciones, sería uno de los lugares más importantes para el grupo
de personas que explotara la Valleta d’Agres. Llegados a este
punto, cabe preguntarse si este modo de ocupar y de explotar
el territorio inmediato a Sarsa se repite o representa un hecho
aislado dentro del Neolítico antiguo valenciano.
[page-n-240]
8
Cerámica e identidad.
Aportaciones al conocimiento del Neolítico valenciano
En los capítulos anteriores se ha presentado el estudio sistemático de un conjunto cerámico excepcional, el del yacimiento
de la Cova de la Sarsa. La observación de cada fragmento cerámico y su análisis, con formalización alfanumérica de atributos, ha permitido la definición de este conjunto, que vendría
caracterizado por: formas vasculares en las que el diámetro
máximo supera el diámetro de la boca; labios redondeados; bases planas y convexas, estas últimas con ejemplares próximos
a lo que serían las bases cónicas; abundancia de elementos de
prensión, destacando los cordones, las asas de cinta, las asas
anulares, los mamelones y las lengüetas; dominio entre las técnicas decorativas de impresiones cardiales e impresiones sobre
cordones (no necesariamente cardiales), aunque con destacada
presencia de otros tipos de impresiones y de incisiones; tipología dominada por cuencos, ollas, cántaros y contenedores, que
se acompaña de otras formas como cubiletes, jarras y botellitas;
vasos de tecnología cuidada realizados en ambientes mayoritariamente reductores, con superficies tratadas en las que destaca
el elevado número de cuencos y ollas con bruñido, grosor de
paredes fino o medio y desgrasantes ordenados; amplio número
de motivos y composiciones diferentes, que se organizan ocupando más de la mitad de la superficie decorativa disponible
del vaso, sobre la que se representan temáticas de los grupos
de los frisos, las bandas, los mosaicos y las metopas, aunque
son las temáticas del grupo de los apliques las más numerosas.
Como aportación importante, la caracterización de la cerámica
de Cova de la Sarsa redunda en la definición de la cerámica
del Neolítico antiguo valenciano y mediterráneo, esto es, en la
definición del “estilo cardial”.
Aparte de la documentación cerámica, otra de las aportaciones relevantes de Sarsa es su serie de dataciones por radiocarbono. Dicha serie ha resultado de gran utilidad tanto para
determinar las diferentes ocupaciones de la cueva, como para
el análisis del proceso de expansión del Neolítico en el Mediterráneo, siendo utilizada en trabajos de síntesis basados en el
tratamiento estadístico de las dataciones radiocarbónicas neolíticas más antiguas del Mediterráneo (Bernabeu et al., 2015;
Isern et al., 2017). La remoción estratigráfica de los sedimentos
de la cavidad ha resultado un problema para el establecimiento
de la secuencia de ocupación, y también a la hora de plantear
futuras actuaciones arqueológicas. Su vestíbulo sigue conservando un buen número de materiales, pero éstos se encuentran
en estratos revueltos. En la zona de la Gatera, las excavaciones
arqueológicas no pueden ser realizadas con los mínimos metodológicos que justifiquen otra actuación. Pese a ello, el estudio
de los materiales arqueológicos sigue proporcionando abundante información, no solo a partir de su observación, clasificación
e interpretación, también de la realización de analíticas de disciplinas auxiliares como la arqueometría o la paleogenética.
La consideración de todo el conjunto de restos proporciona
las conclusiones más relevantes a la hora de interpretar el yacimiento, vinculándose las ocupaciones del Neolítico antiguo
a actividades cuotidianas de grupos de agricultores y pastores.
El descubrimiento de pinturas rupestres de estilo esquemático
en su interior y la confirmación de la antigüedad de algunas
inhumaciones, permiten plantear que la cavidad estaba dividida en varios espacios destinados a diferentes usos durante el
Cardial pleno.
Para entender el por qué de estas intensas ocupaciones ha
sido necesario analizar los datos conocidos en su entorno inmediato. Sarsa puede relacionarse con más yacimientos sincrónicos. La información disponible en estos momentos permite
plantear que la ocupación de la cueva forma parte de una estrategia de explotación del territorio por parte del grupo que la
habita que va más allá del control de los terrenos inmediatos a
la cavidad, utilizando un amplio espacio que grosso modo es posible definir a partir de la orografía del valle en el que se inserta
(la Valleta d’Agres) y de la ubicación de los yacimientos del
Neolítico antiguo conocidos en la zona. Llegados a este punto,
una de las líneas de investigación abiertas consiste en tratar de
223
[page-n-241]
Fig. 8.1. Yacimientos con cerámica impresa cardial en el centro-sur valenciano. 1: Cova de la Sarsa. 2: Coveta Emparetà. 3: Cova de
la Gerra. 4: Les Dotze. 5: Solana de Carbonell. 6: Cova del Moro. 7: Cova dels Pilars. 8: Cova de l’Olivaret. 9: Cova del Barranc del
Castellet. 10: Cova Negra de Gaianes. 11: Cova de l’Or. 12: Benàmer. 13: Cova de l'Almud. 14: Cova del Frontó. 15: Penya del Comptador.
16: Les Florències. 17: Regadiuet. 18: Mas Blanc. 19: Mas del Pla. 20: Mas d'Is. 21: Mas del Cantó. 22: El Regall. 23: Abric del Salt.
24: Abric de la Falguera. 25: El Fontanal. 26: AC-147. 27: AC-157. 28: Abric de les Calderes. 29: Penya Roja de Catamarruc. 30: Cova de
l'Agüela. 31: Tossal de la Roca. 32: Cova d'en Pardo. 33: Cova de l'Àliga. 34: Abric del Barranc del Moro. 35: Cova Fosca de la Vall d'Ebo.
36: Coves de Santa Maira. 37: Cova del Somo. 38: Sa Cova de Dalt. 39: Cova de les Meravelles de Xaló. 40: Cova Bolumini. 41: Cova
Fosca d'Ondara. 42: Cova del Montgó; 43: Cova del Randero. 44: Cova de les Cendres. 45: Cova de la Solana de l'Almuixic. 46: El
Barranquet. 47: Cova de les Rates Penades. 48: Forat de l'Aire Calent. 49: Cova Negra de Marxuquera. 50: Cova de les Meravelles.
51: Cova de la Recambra. 52: Cova del Llop. 53: Cova del Parpalló. 54: Cova de les Malladetes. 55: Cova del Barranc Fondo. 56: Cara-sol
de Vernissa. 57: Covacha de la Bellota. 58: Cueva de la Araña. 59: Cova de les Dones. 60: Ceñajo de la Peñeta. 61: Cova de Pertecates.
62: Cueva de la Cocina. 63: Cova Santa. 64: Cova de Sant Martí. 65: Casa de Lara. 66: Arenal de la Virgen. Se han señalado también
los yacimientos de la Cueva Santa de Caudete (67) y la Cueva del Cabezo de los Secos (68), ubicadas en otras comunidades autónomas.
Propuesta de comunidades diferenciadas: (A) Comunidad de la Valleta d’Agres. (B) Comunidad de la cabecera del Serpis-Penàguila.
(C) Comunidad del Benicadell. (D) Comunidad de Planes-Serpis medio. (E) Comunidad del Serpis bajo-Marxuquera. (F) Comunidad de
la cabecera del Gorgos. (G) Comunidad del Gorgos bajo-Girona. (H) Comunidad del Cànyoles medio (I) Comunidad del Xúquer medio.
(J) Comunidad de la cubeta de Villena.
224
[page-n-242]
comprobar si estamos ante un patrón de explotación del territorio reconocible en el territorio cardial valenciano, o si es un caso
aislado y, a partir del establecimiento de posibles comunidades
que ocupan espacios concretos, intentar establecer analogías y
diferencias entre los conjuntos cerámicos. Para responder a esa
pregunta, se ha tratado de contextualizar la cueva y la Valleta
d’Agres con los datos conocidos para el País Valenciano, lo que
ha permitido elaborar una propuesta preliminar de modelo interpretativo para el Neolítico regional.
LA ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO CARDIAL
VALENCIANO
Existen territorios de la costa mediterránea que han generado
la información necesaria para proponer modelos que expliquen
la aparición y el desarrollo de las primeras sociedades agropecuarias. Áreas como Tesalia (Halstead, 1989 y 2011; Perlès,
2001), la costa adriática (Forenbaher y Miracle, 2005), Tavoliere (Cassano y Manfredini, 1983; Tiné, 1976 y 1983; Robb,
2007), Liguria y sureste de Francia (Guilaine et al., 2007) o Cataluña (Mestres, 1992; Bosch Lloret, 1994; Oms, 2014), ofrecen
conocidos ejemplos. En el País Valenciano los estudios sobre
Neolítico gozan de una dilatada tradición investigadora, erigiéndose en uno de los territorios que acumula mayor número de
trabajos sobre este periodo, que en su conjunto permiten elaborar propuestas explicativas para el Neolítico antiguo. Aunque
partimos del estudio de un elemento concreto, la cerámica, en la
construcción del modelo que presentamos también ha sido necesario considerar: las secuencias arqueológicas en su conjunto,
las dataciones radiocarbónicas, los estudios sobre industria lítica, piedra pulida, ornamento o hueso trabajado, y los resultados
obtenidos desde disciplinas como la carpología, antracología,
arqueología del paisaje, zooarqueología y antropología física,
entre otras. El objetivo es generar un esquema teórico preliminar que recoja de forma ordenada lo más significativo de aquello que es conocido, para facilitar su comprensión dentro de
un espacio geográfico concreto (el comprendido entre los ríos
Xúquer y Vinalopó), durante un momento acotado (el Neolítico
antiguo, circa 5600-4850 cal BC). Se trata de una propuesta de
carácter preliminar, que será necesario ampliar en el futuro con
estudios más detallados, pero de la que ya es posible presentar
una visión general.
Revisados los conjuntos cerámicos existentes de forma directa o a través de sus publicaciones, el siguiente paso ha sido
elaborar una cartografía temática que refleje la distribución
espacial de los asentamientos del Neolítico antiguo conocidos
hasta la fecha (Molina Hernández, 2003; Fairén, 2006; García
Atiénzar, 2009; Bernabeu, 2010). A falta de un mayor número de intervenciones arqueológicas que proporcionen un marco
cronológico más detallado para cada caso, se ha decidido representar únicamente aquellos que ofrecen cerámica cardial, pues
es indicativa de ocupaciones en el periodo cronológico objeto de
estudio. Se propone una clasificación preliminar de la utilidad
principal a la que se destina cada enclave, aceptando que próximas revisiones pueden hacerla variar, pues en algunos casos nos
basamos en aspectos como la cantidad de materiales recogidos,
la ubicación o el tamaño del enclave, y no en los resultados
obtenidos tras excavaciones arqueológicas. La elaboración de
esta cartografía muestra una intensa ocupación del territorio
en buena parte de lo que se conoce como Comarques Centrals
del País Valencià (fig. 8.1). La aplicación de simples criterios
de proximidad geográfica permite reconocer varias agrupaciones de yacimientos similares a la documentada en la Valleta
d’Agres, algunas situadas también en espacios geográficos bien
limitados por accidentes naturales. Además de la descrita para la
Valleta d’Agres, se han diferenciado cuatro comunidades más,
y los datos permiten proponer la existencia de otras cinco, que
deberán ser confirmadas en próximos trabajos.
La comunidad del Benicadell
Ubicada entre el margen izquierdo del río Serpis y el Benicadell,
incluye los yacimientos de la Cova de l’Or (Beniarrés), la Cova
Negra de Gaianes (Rubio y Cortell, 1983), la Cova del Frontó
(Salem) (Pastor y Torres, 1969), la Cova de l’Almud (Salem)
(Juan-Cabanilles y Cardona, 1986) y el asentamiento al aire libre de Benàmer (Muro d’Alcoi) (Torregrosa et al., 2011). Aunque la Cova del Barranc del Castellet de Carrícola (Pla, 1954)
pertenece a otra unidad geográfica vinculada al río Clariano, su
aislamiento permite proponer que pudo haber sido utilizada por
miembros de esta comunidad.
Cova de l’Or es el yacimiento de mayor importancia. Está
situado en la vertiente meridional de la Serra del Benicadell.
Presenta una gran sala alargada de 24 m de longitud por 8 m
de anchura, a la que se accede por una amplia boca (fig. 8.2).
Prospectada inicialmente en los años treinta del pasado siglo
por Rafael Pardo Ballester, es objeto de dos grandes intervenciones arqueológicas. La primera entre 1955 y 1958 bajo la
dirección de V. Pascual (el primer año junto con J. San Valero),
la segunda entre 1975 y 1985 bajo la dirección de B. Martí (el
primer año junto con V. Pascual). Estas excavaciones han proporcionado una de las secuencias estratigráficas neolíticas de
referencia en el ámbito mediterráneo (Martí et al., 1980; Martí,
1983a). Al igual que ocurre con la Cova de la Sarsa, destaca el
gran número de restos del Neolítico antiguo localizados en su
interior, interpretados también como el resultado de intensas
ocupaciones. Ha proporcionado el conjunto de cerámica impresa cardial más numeroso del mediterráneo (fig. 8.3). La fecha más antigua obtenida en Or mediante AMS sobre un resto
identificado como doméstico con un margen de error inferior a
100 años es 6475±25 BP, 5484-5376 cal BC 2σ, momento en
Fig. 8.2. Boca de entrada de la Cova de l'Or en los años 1950 (Archivo SIP).
225
[page-n-243]
Fig. 8.3. Cerámicas impresas cardiales de la Cova de l’Or.
torno al cual situamos el inicio de sus ocupaciones. También se
han identificado ocupaciones epicardiales, del Neolítico medio
y del Neolítico final.
Las cuevas de l’Almud y del Frontó son de tamaño pequeño,
no aptas para el hábitat. En su interior se han localizado algunos
fragmentos de cerámica del Neolítico antiguo asociados a restos
humanos. Se interpretan como espacios funerarios en los que
se podría haber depositado una o dos inhumaciones durante el
Neolítico antiguo. Ambas cavidades son reutilizadas con el mismo fin durante el Neolítico final o el Calcolítico, acumulando
mayor número de restos humanos.
La Cova Negra de Gaianes está situada a la izquierda del pico
del Benicadell. Desde su entrada se domina todo el valle alto del
río Serpis. De planta irregular, mide 20 m de longitud y 10 m de
anchura máxima en su zona central, con la boca orientada al sur,
de 7,5 m de anchura por 3 m de altura (Rubio y Cortell, 1983). Se
encuentra a unos 6 km de la Cova de l’Or. Por su ubicación y morfología, podría interpretarse de forma similar a la Coveta Emparetà, como enclave secundario utilizado de forma esporádica. Sin
embargo, son escasos los fragmentos cardiales localizados en ella,
a lo que cabe añadir el resultado de una datación radiocarbónica
sobre un resto humano localizado en su interior (MAMS-18662:
6048±21 BP), indicando que fue utilizada la cavidad para una inhumación, al menos, el Epicardial.
Finalmente, los restos de un asentamiento al aire libre sobre una terraza en el margen izquierdo del río Serpis, Benàmer,
muy cerca de su confluencia con el río Agres. En su Sector 1 se
localizó un área con cerámica impresa cardial (UE 1016) perteneciente a lo que se ha denominado fase Benàmer II (Torregrosa
et al., 2011). Como estructuras más significativas, presenta fosas
circulares de entre 2 y 0,9 m de diámetro y no más de 30 cm de
potencia conservada, situadas de formada ordenada y equidistantes entre sí, rellenas de piedras con evidencias de termoalteración
(fig. 8.4). Estos restos han sido interpretados como hogares o
estructuras de combustión, destinados a la cocción o transformación de los alimentos. Existen dos dataciones radiocarbónicas
de la fase Benàmer II, una sobre un agregado de polen proce226
dente de la UE 1017 (CNA-539: 6575±50 BP) y otra sobre un
caparazón de Cerastoderma sp. de la UE 1016 (Beta 268979R: 6440±50 BP), que no cumplen con los criterios que se han
establecido en este trabajo para su consideración, si bien cabe
señalar que se habían intentado obtener resultados sobre restos
de animales domésticos que, desgraciadamente, carecían del colágeno necesario. En otros sectores de este mismo yacimiento
se han identificado ocupaciones del Mesolítico y del Neolítico
medio. A estas últimas se vinculan algunos silos con cerámicas
incisas, peinadas y esgrafiadas en su relleno, situándose el inicio
de las ocupaciones en un momento anterior al 4500 cal BC, coincidiendo con nuestra primera fase del Neolítico medio.
En conjunto, forman una agrupación de yacimientos que
repiten algunas de las características definidas para la Valleta
d’Agres: un yacimiento en cueva ocupado intensamente, que
controla visualmente el valle productivo inmediato (fig. 8.5),
próximo a otras cuevas que pueden ser utilizadas como refugio
Fig. 8.4. Estructuras del Neolítico antiguo del Sector 1 de Benàmer
(Torregrosa et al., 2011)
[page-n-244]
Fig. 8.5. Vista del valle medio del Serpis desde la Cova de l’Or (fotografía J.M. Segura).
o para la inhumación, sobre un espacio reconocible capaz de
proporcionar los recursos básicos que aseguren la supervivencia del grupo. Las mismas observaciones que hemos apuntado
para la Cova de la Sarsa a la hora de abordar su funcionalidad,
pueden trasladarse a la Cova de l’Or, que presenta mejor orientación y mayores condiciones de habitabilidad.
Cualquier aproximación a las características de la cerámica
del Neolítico antiguo de esta comunidad pasa por la descripción
del conjunto de la vajilla de la Cova de l’Or. De sus rasgos principales y tendencia evolutiva (fig. 8.6) hemos avanzado algunos
aspectos en el punto referente a la secuencia arqueológica valenciana, que retomaremos en próximos apartados. El resto de
cavidades presentan escaso número de ejemplares cerámicos.
Los fragmentos cerámicos cardiales recuperados en las cuevas
de Salem son escasos (fig. 8.7), posiblemente como parte de un
ajuar de alguna inhumación. Algo similar podría plantearse para
la Cova Negra de Gaianes, con apenas tres fragmentos impresos
cardiales, uno decorado sobre el labio (fig. 8.8).
A la fase Benàmer II se asocian 220 fragmentos cerámicos a
mano, de los que 69 presentan decoración impresa cardial realizada con el borde de una concha en posición vertical sobre el
cuerpo y cordones. Se han documentado algunos apliques y asas
verticales. Únicamente un vaso puede ser clasificado tipológicamente, ofreciendo dos posibilidades, bien como olla, bien como
contenedor medio de borde saliente. En las impresiones cardiales se utiliza únicamente el borde de la concha, quedando ausentes el resto de modalidades cardiales. La tipología y algunas
composiciones formadas por motivos triangulares bajo cordones
encuentran paralelos en el nivel H-17 de la Cova de les Cendres,
estableciéndose la cronología de las ocupaciones cardiales de
Benàmer entre 5450 y 5300 cal BC.
La comunidad de la cabecera del Serpis-Penàguila
Esta concentración de yacimientos que presentan cerámicas impresas cardiales se localiza en las cuencas de los ríos Seta y
Penàguila, cuyas aguas se unen antes de verter al río Serpis a la
altura de Cocentaina, en el extremo occidental de las comarcas
de L’Alcoià y El Comtat. Se trata de un conjunto de pequeños
valles limitados por la montaña de la Serreta al noroeste, la Serrella al oeste y las primeras estribaciones de Aitana y la Carrasqueta al sur, que se encuentran atravesados por barrancos de paredes verticales formados con acción hídrica sobre las endebles
margas miocénicas (Molina Hernández, 2003).
A excepción del pequeño abrigo de la Penya del Comptador
(Alcoi), en el que se localizó un fragmento cerámico con decoración impresa cardial (Aura, 2001), los yacimientos conocidos
hasta la fecha que forman este conjunto son al aire libre (Molina Hernández, 2003): Mas del Regadiuet (Alcoi), Mas Blanc
(Penàguila), Mas del Pla (Penàguila), Mas d’Is (Penàguila),
Mas del Cantó (Penàguila) y El Regall (Alcoi).
Se ha sugerido que este conjunto de posibles aldeas podrían haber sido habitadas por un mismo grupo que, en su
estrategia de explotación del territorio, cambia de emplazamiento cada cierto tiempo (Molina Hernández, 2003), por
la necesidad de disponer de varios enclaves para asegurar
la supervivencia del grupo. Esta propuesta encajaría con las
interpretaciones realizadas para las comunidades expuestas,
aunque la escasa presencia de cavidades plantea el desarrollo
de formas particulares de adaptación a cada entorno por parte
de cada comunidad.
A excepción del Mas d’Is, en la actualidad en estudio, el
resto de enclaves presentan escasos fragmentos cerámicos impresos en su superficie. Dos han sido objeto de una intervención arqueológica, el Mas del Regadiuet (García Puchol et al.,
2008b) y el Mas d’Is (Bernabeu et al., 2003; Bernabeu et al.,
2012). Este último yacimiento ha aportado algunas novedades
al registro neolítico valenciano, de las que queremos destacar
tres: la localización de estructuras de carácter doméstico al aire
libre, también de posibles fosos monumentales y la obtención
de las dataciones radiocarbónicas sobre elemento identificado
como doméstico más antiguas del País Valenciano, que además
podrían ir acompañadas de cerámicas con técnicas decorativas
asimilables a la fase arcaica (Molina Balaguer et al., 2011).
227
[page-n-245]
Fig. 8.6. Tendencia evolutiva de las cerámicas de la Cova de l’Or en el Neolítico antiguo.
228
[page-n-246]
Fig. 8.7. Cerámicas cardiales recuperadas en la Cova del
Frontó (Pastor y Torres, 1969).
Fig. 8.8. Cerámicas cardiales de la Cova Negra de Gaianes (1-3) y de Benàmer (4-14).
229
[page-n-247]
Fig. 8.9. Estructura del Mas d’Is identificada como una cabaña
(Bernabeu et al., 2012).
Fig. 8.10. Ubicación de las cabañas y posibles fosos del Mas d’Is
(Bernabeu et al., 2012).
Las estructuras domésticas se encuentran dispersas por el
llano del yacimiento, destacando la identificación de una posible cabaña (fig. 8.9) para la que se proponen dos momentos de
ocupación dentro del Neolítico antiguo (Bernabeu et al., 2003;
Mclure, 2011). Es de morfología rectangular, de más de 10 m
de largo por 3,8 de ancho y, al menos, un extremo en forma de
ábside. Es la evidencia más sólida de la existencia de estructuras
domésticas en el Neolítico antiguo valenciano.
Otro de los hallazgos que llama poderosamente la atención
son los denominados fosos monumentales. Se interpretan como
grandes estructuras excavadas en el suelo, de 12-13 m de anchura y 4,5 metros de profundidad, cuyo recorrido no ha podido
determinarse por encontrarse cortados por barrancos (fig. 8.10),
descartándose la propuesta inicial que destacaba su carácter
concéntrico. Estos restos han sido interpretados como la construcción de una obra colectiva cuya finalidad es la de erigirse
como un centro de agregación (Bernabeu et al., 2003), realizada
en un contexto social de jerarquización puntual (Bernabeu et
al., 2006). Ante la posibilidad también apuntada de que conjuntos como el Foso 5 pudieran tener un origen natural por acción
hídrica (Díez Castillo et al., 2010), consideramos más prudente no interpretar estos hallazgos como restos artificiales hasta
la publicación de la totalidad del yacimiento. Cabe destacar la
aparición de fragmentos cerámicos pertenecientes al horizonte
arcaico y al Cardial inicial (fig. 8.11), que subrayan la antigüedad de las primeras ocupaciones en el yacimiento.
La comunidad de Planes-Serpis medio
230
Concentra un grupo heterogéneo de yacimientos arqueológicos
formado por posibles aldeas, abrigos y cuevas, que se ubican
en varios valles de transición costa-interior. No se ha localizado ningún yacimiento que destaque por su elevado número de
restos cerámicos. Integran la comunidad por la Cova d’en Pardo
(Soler y Roca, 2010; Soler et al., 2011), la Cova de l’Àliga (Vall
d’Alcalà) (García Atiénzar, 2004), la Cova de l’Agüela (Vall
d’Alcalà) (Amorós, 2012; García Borja et al., 2012a), los abrigos de la Penya Roja de Catamarruc (Asquerino, 1972), Tossal
de la Roca (Vall d’Alcalà) (Cacho et al., 1995 y 2001) y Abric
de les Calderes (Planes) (Doménech, 1990), los asentamientos
al aire libre conocidos con las siglas AC-147 y AC-157 (Bernabeu, 2010) y, probablemente, la Cova Fosca de la Vall d’Ebo
(García Borja, 2004; García Borja et al., 2012a).
La Cova d’en Pardo es el yacimiento en el que se ha realizado un mayor número de intervenciones, aunque también se
ha excavado en Penya Roja de Catamarruc y Tossal de la Roca
(fig. 8.12), ambos con un número de restos neolíticos reducido.
La Cova d’en Pardo está ubicada en la Serra de l’Albuera, en
la parte superior de La Vall de Gallinera, a través de la cual se
comunica el llano costero con la parte alta del valle del Serpis.
Entre los años 1993 y 2007 el yacimiento ha sido objeto de nuevas excavaciones bajo la dirección de Jorge A. Soler. Se ha propuesto que las primeras ocupaciones del Neolítico pertenecen
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Fig. 8.11. Cerámicas impresas (1-6) e impresas cardiales (7-16) del Mas d’Is (Molina et al., 2011).
l’Agüela, probablemente pertenecientes a contenedores del
Grupo 14; y los fragmentos cardiales y epicardiales de la Penya
Roja de Catamarruc (fig. 8.13).
La comunidad del Serpis bajo-Marxuquera
Fig. 8.12. Tossal de la Roca (fotografía G. García Atiénzar).
a la fase arcaica. Ya hemos reflexionado sobre esta cuestión en
el capítulo referido a la secuencia regional y no es necesario repetir las consideraciones al respecto. Además de estas posibles
ocupaciones arcaicas existen materiales que remiten a momentos avanzados del Neolítico antiguo cardial, que pueden fecharse también en el Epicardial, en los que la cueva debió de ser
ocupada. Al igual que ocurre con la Cova de l’Or, se identifica
un cambio en el uso de la cavidad en el Neolítico medio, pasando a ser utilizada como corral (Soler y Roca, 2008).
Aunque la Cova Fosca de la Vall d’Ebo se localiza en un valle
adyacente, su proximidad al grupo de yacimientos de Planes y la
no identificación de más yacimientos en sus alrededores permite
considerarla como parte de esta comunidad. En el sondeo que en
el año 1980 se realizó en su vestíbulo se localizó un nivel cardial
con una datación sobre Ovis aries de 6413±33 BP (cuadro 6.4),
que marca el inicio de las ocupaciones. La muestra fechada se localizó junto con un interesante fragmento cerámico que combina
impresiones cardiales con otras realizadas con un instrumento de
punta única roma que presentan un ligero arrastre (fig. 8.13: 16).
Del resto de yacimientos, destaca la presencia de cerámicas con decoración impresa cardial pivotante en la Cova de
Envolviendo el fértil llano de Marxuquera (Gandia), se sitúa
una serie de yacimientos arqueológicos en cueva con materiales del Neolítico antiguo (Aparicio et al., 1983), ocupando
un pequeño valle con espacio suficiente para la realización de
actividades agrícolas y ganaderas. Queda limitado por una serie de elevaciones naturales formadas por la Serra Falconera,
la Serra Grossa y el Mondúver, que dejan un amplio espacio
abierto al sur, hacia el cercano río Vernissa en primer término
y el Serpis en segundo.
Hasta la fecha, únicamente se han podido determinar ocupaciones neolíticas en cuevas de diferente morfología, la mayoría afectadas por la extracción de tierra por parte de agricultores. A esta comunidad pertenecen la Cova de les Rates
Penades (Ròtova), Forat de l’Aire Calent (Ròtova), la Cova
Negra de Marxuquera (Gandia), la Cova de les Meravelles
(Gandia), la Cova de la Recambra (Gandia), la Cova del Barranc del Llop (Gandia), la Cova del Parpalló (Gandia) y la
Cova de les Malladetes (Barx).
En ninguna de estas cavidades se ha recuperado una cantidad significativa de materiales comparable a la de yacimientos
como la Cova de l’Or o la Cova de la Sarsa, aunque alguna de
ellas presenta características físicas similares. Tampoco se han
localizado por el momento pequeñas cavidades con evidencias
de inhumaciones del Neolítico antiguo. Las cuevas de la Recambra, Parpalló y Malladetes debieron ser utilizadas de forma
esporádica. Su acceso es complejo y en ellas se han recuperado
escasos materiales del Neolítico antiguo (fig. 8.14). En la Cova
de les Rates Penades apareció un número mayor de restos (fig.
8.15), pero desde su boca no se ve el llano de Marxuquera, sino
el acceso a este llano por el río Vernissa. Cercana a ella se encuentra el Forat de l’Aire Calent, donde se han documentado
restos de cerámicas cardiales. Desde la entrada de esta cavidadsima no se controla el valle de forma directa. Su morfología
actual parece muy distinta de la que presentaría durante el Neo231
[page-n-249]
Fig. 8.13. Cerámica de la Cova de l’Agüela (1-10); Penya Roja de Catamarruc (11-15) y Cova Fosca de la Vall d’Ebo (16-35). Todas
cardiales excepto las 17, 31 y 35.
232
[page-n-250]
Fig. 8.16. Vista del llano de Marxuquera desde la Cova de les Meravelles.
Fig. 8.14. Cerámica cardial perteneciente a la Cova de les
Malladetes (Martí, 1978a).
lítico, modificándose la boca de entrada y el vestíbulo por el
derrumbe de la techumbre y de su visera, apareciendo los restos
arqueológicos bajo los grandes bloques desprendidos.
La Cova del Barranc del Llop tampoco goza de una visión
directa sobre el llano de Marxuquera, aunque presenta buenas
condiciones de habitabilidad con un gran vestíbulo de 33 x 22
m, así como un interesante conjunto de materiales que permiten plantear que fue ocupada de forma estacional. La Cova de
la Recambra, la Cova Negra de Marxuquera y, sobre todo, la
Cova de les Meravelles sí controlan visualmente el valle. La
Cova Negra de Marxuquera es una gran cavidad formada por
una sala única de 53 x 25 m ubicada en la vertiente oeste de
la Serra Falconera, que en cierto modo recuerda a otra gran
cavidad como es la Cova del Somo. F. Jordá localizó un estrato perteneciente al Neolítico antiguo asociado a un número
de materiales escaso, por lo que a priori esta cavidad no sería
interpretada como un lugar intensamente ocupado. Cabe señalar que es muy probable que Cova Negra fuese vaciada, como
tantas otras cuevas en la comarca de La Safor, en busca de
sedimentos óptimos para realizar plantaciones de frutales, con
lo que queda abierta cualquier posibilidad.
La Cova de les Merevalles es la que presenta mejor emplazamiento y condiciones de habitabilidad. Se encuentra en la
vertiente oeste de la Serra Falconera, a una distancia del llano
similar a la de otras cuevas de habitación de las que se ha reflexionado en apartados anteriores, con un control visual directo
sobre las zonas de cultivo (fig. 8.16). Las excavaciones realizadas han confirmado la presencia de un nivel cardial en un pequeño espacio que no había sido vaciado por agricultores.
La suma de todos los fragmentos cerámicos impresos del
Neolítico antiguo no supera el centenar, la mayoría procedentes
de la Cova de les Meravelles, la Cova del Barranc del Llop,
Rates Penades y Forat de l’Aire Calent (fig. 8.17).
Otras comunidades
Fig. 8.15. Cerámica cardial de la Cova de les Rates Penades
(Martí, 1978a).
Existe una serie de yacimientos con cerámicas cardiales cuya
ubicación permite plantear la existencia de más comunidades
neolíticas como las descritas, que deberán ser confirmadas. Son
especialmente significativos los yacimientos que se encuentran
en la cabecera y la desembocadura del río Gorgos, pues se relacionan con las primeras ocupaciones cardiales, así como los que
233
[page-n-251]
Fig. 8.17. Cerámicas de la Cova del Barranc del Llop (1-3) y del Forat de l’Aire Calent (4-6). Impresas cardiales
(1, 4 y 6), impresa de gradina (4), inciso-impresa (2) y con cordón de mamelones (5).
se sitúan en la parte central del Cànyoles, cubeta de Villena y
cauce medio del Xúquer, que podrían estar marcando la expansión desde una zona nuclear a su periferia.
La comunidad de la cabecera del Gorgos
En la parte inicial del río Gorgos se han localizado tres cuevas
en las que se ha recuperado cerámica cardial: Sa Cova de Dalt
(Tàrbena) (López Mira y Molina Mas, 1995), Coves de Santa
Maira (Aura et al., 2006) y la Cova del Somo (García Atiénzar y
Roca de Togores, 2004), las dos últimas en el término municipal
234
de Castell de Castells. Su cercana ubicación al nacimiento del
río de Gorgos y al fértil valle de Castell de Castells proporciona
un entorno óptimo para la creación de una pequeña comunidad
neolítica. A falta de un programa de prospecciones más intenso
en la zona y de un mayor número de excavaciones, Sa Cova de
Dalt parece el único enclave con cerámica cardial (fig. 8.18) que
podría considerarse como un lugar de habitación intensamente
ocupado, pues se trata de una cavidad de grandes dimensiones
(fig. 8.19). Los otros dos yacimientos son de menor tamaño.
[page-n-252]
sitados en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (en
adelante MARQ) (Soler et al., 2007), de los cuales presentamos
una propuesta de ordenación cronológica (fig. 8.20).
Esta no es la única evidencia de ocupaciones cardiales en esta
zona. En las excavaciones que se vienen realizando bajo el patrocinio del MARQ en la Cova del Randero (Pedreguer) se ha localizado algún fragmento cerámico impreso cardial. En el margen
izquierdo del río Girona se conocen dos pequeñas cavidades que
dominan el valle en las que también se ha encontrado algún fragmento cerámico impreso cardial: la Cova Bolumini (Beniarbeig)
(Guillem et al., 1992) y la Cova Fosca d’Ondara (Martí, 1978a).
Aunque se encuentran en el margen opuesto del río, es posible
relacionarlas con la existencia de una comunidad que explotaría
el valle, pues se encuentran a menos de 10 km del Montgó.
La comunidad de la cubeta del Vinalopó
Fig. 8.18. Cerámicas impresas cardiales de Sa Cova de Dalt (1-3)
y la Cova del Somo (4) (Martí, 1978a; García Atiénzar y Roca de
Togores, 2004).
Fig. 8.19. Planta de Sa Cova de Dalt según López y Hernández (1995).
La comunidad del Gorgos bajo-Girona
Entre los ríos Girona y Gorgos existe una serie de yacimientos
que permite proponer la presencia de una o de dos agrupaciones.
La Cova del Montgó (Xàbia) es la que ofrece un mayor número de restos (Soler et al., 2007). La cavidad se encuentra en la
vertiente meridional de la Serra del Montgó. Desde su amplia
boca de entrada se domina el valle por donde discurre el río
Gorgos. Conocida desde antiguo, ofrece una serie de materiales arqueológicos sin estratigrafía, donde destaca la colección
cerámica. Considerada esta colección, se han establecido paralelos de algunas de sus decoraciones impresas cardiales con
otras vinculadas a la cerámica impressa evolucionada (García
Atiénzar, 2010) de ámbitos italianos (Tiné, 2002), que podrían
estar indicando la existencia de ocupaciones en la cueva durante
el Neolítico antiguo inicial, sincrónicas a las más antiguas de
la Cova de les Cendres, la Cova de la Sarsa o la Cova de l’Or.
Recientemente se ha publicado el conjunto de materiales depo-
En la cuenca alta del río Vinalopó, junto a la población de Villena, aparecieron indicios de ocupaciones del Neolítico antiguo en
la Casa de Lara (Soler García, 1961; Fernández, 1999) y Arenal
de la Virgen (Soler García, 1965). Se trata de dos espacios al aire
libre en ambientes lacustres, en los que también se ha evidenciado la presencia de ocupaciones mesolíticas, que han sido objeto
de debate. La presencia en un mismo yacimiento de materiales
neolíticos y mesolíticos podría ser consecuencia de contactos entre poblaciones de ambas tradiciones. En la actualidad, la lectura
de los datos apunta más a reocupaciones por parte de grupos
plenamente neolíticos, que no llegan a tener contacto con los
grupos mesolíticos anteriores (Juan-Cabanilles y Martí, 2002 y
2008), que a procesos de neolitización de grupos mesolíticos.
Aunque el número final de fragmentos impresos cardiales
no es elevado, los datos existentes parecen suficientes para proponer que, en torno a los espacios lacustres de Villena, existiría
una comunidad campesina cuyo inicio se sitúa en el Neolítico
antiguo pleno o en el Epicardial antiguo. En la Casa de Lara se
ha documentado un lote cerámico entre el que se encuentran cerámicas impresas cardiales (fig. 8.21), impreso-incisas, incisas e
impresas de gradina. A estos yacimientos se vincula también la
Cueva de los Secos (Soler García, 1988), ya en la provincia de
Murcia, donde se ha localizado cerámica cardial. La Cueva Santa
de Caudete también podría haber sido utilizada por los mismos
grupos neolíticos que ocupan la cubeta de Villena. De esta última
cavidad, destaca un vaso impreso cardial (fig. 8.22) cuya técnica
de ejecución (con natis perforado), tipología (olla) y temática decorativa (metopas), encuentra sus mejores paralelos en ejemplares
de la Cova de la Sarsa. De hecho, la posición de estos yacimientos en el extremo occidental de la comarca de La Vall d’Albaida,
posibilita plantear la existencia de relaciones entre ambas comunidades, incluso que su formación pueda ser consecuencia de la
escisión de familias desde la Valleta d’Agres.
La comunidad del Cànyoles medio
Hasta el momento son dos los yacimientos localizados, la Cova
del Barranc Fondo (García Borja et al., 2015) y el Cara-sol de
Vernissa (Bernabeu et al., 2001; García Borja, 2008), ambos en el
término municipal de Xàtiva, y ambos objeto de una intervención
arqueológica en 1969 y 1970 por parte del Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia, bajo la dirección
de José Aparicio Pérez. El primero se sitúa en la cara norte de la
Serra de Vernissa. Presenta buenas condiciones de habitación y
en su exterior se ha recuperado un interesante lote de cerámicas
235
[page-n-253]
Fig. 8.20. Propuesta de ordenación cronológica de las cerámicas de la Cova del Montgó. En la parte superior se muestran las cerámicas del
Neolítico antiguo inicial-pleno y en la inferior las del Neolítico antiguo epicardial (dibujos a partir de Soler et al., 2007).
236
[page-n-254]
han contabilizado 15 inhumaciones, la mayoría pertenecientes
al Neolítico final, pero entre las que podría encontrarse algún
individuo del Neolítico antiguo. Un conocido aficionado local
entregó un fragmento cerámico decorado con impresiones cardiales al Museu de Prehistòria de València (Fletcher, 1975), indicando que lo recuperó en el interior de la cueva (figura 8.23:
34). Podría haber acompañado a alguna de las inhumaciones,
tal y como se ha expuesto para las cuevas del municipio de
Salem. Por el momento, las dataciones radiocarbónicas que
se han realizado no permiten individualizar inhumaciones del
Neolítico antiguo.
La comunidad del Xúquer medio
Fig. 8.21. Cerámicas neolíticas de la Casa de Lara (Soler García, 1961)
del Neolítico antiguo, medio y final (fig. 8.23). Sus dimensiones,
acceso y ubicación recuerdan a las de otras cuevas como Meravelles, Or o Sarsa, todas a media montaña y controlando el llano
cultivable, en este caso el fértil valle de la Costera de Ranes, entre
las poblaciones de Canals y Xàtiva, junto al río Cànyoles.
El segundo yacimiento se ubica en la parte de solana. Se
trata de una pequeña cueva a la que se accede por una estrecha
boca de entrada de menos de un metro de diámetro en la que se
Existe una pequeña concentración de yacimientos en la zona
media del río Xúquer formada por la Cova de les Dones (Millares) (fig. 8.24), la Cova de Pertecates (Tous), la Cueva de la
Cocina (Dos Aguas) y Ceñajo de la Peñeta (Millares) (García
Robles et al., 2005). Al igual que se propone para la zona de
Villena, las escasas cerámicas impresas cardiales documentadas podrían remitir al inicio del Epicardial, no coincidiendo
temporalmente los grupos neolíticos con los mesolíticos en un
mismo espacio. Se trataría de ocupaciones relacionadas con
la disgregación y expansión de familias a territorios deshabitados. La otra posibilidad que se contempla para explicar la
aparición de estas cerámicas es por un proceso de aculturación
de grupos mesolíticos. La presencia de cerámica cardial en la
conocida Cueva de la Cocina (fig. 8.25), en la que se concentra
un importante número de restos líticos del Mesolítico (Pericot, 1945; Fortea, 1971 y 1973; García Puchol, 2005), es el
argumento principal para proponer esta posible interacción. Al
igual que en la cubeta de Villena, en la actualidad estas interpretaciones han quedado matizadas (Martí et al., 2009a) y el
yacimiento está siendo objeto de una revisión por parte de un
equipo dirigido por Oreto García Puchol y Joaquim Juan Cabanilles, por lo que cabe esperar a la publicación de los nuevos
datos, aunque por el momento no ha podido constatarse la continuidad de los últimos grupos mesolíticos hasta los momentos
en los que queda atestiguada la primera presencia neolítica en
la zona (Juan Cabanilles y García Puchol, 2013).
Fig. 8.22. Vaso impreso cardial recuperado en la Cueva Santa de Caudete. Legado M.D. Asquerino al Museo Histórico de Priego de Córdoba.
237
[page-n-255]
Fig. 8.23. Cerámicas del Barranc Fondo (1-33) y Cara-sol de Vernissa (34).
Fig. 8.24. Cerámica cardial de la Cova de les Dones (Martí, 1978a).
Otros yacimientos
El más conocido es el de la Cova de les Cendres, que ha sido
objeto de un proyecto de investigación que ha permitido contextualizar los niveles del Neolítico antiguo. Los otros yaci238
Fig. 8.25. Cerámica cardial de la Cueva de la Cocina (Martí, 1978a).
mientos en los que se han documentado cerámicas impresas
cardiales son: el Abric de la Falguera (Alcoi), El Fontanal
(Onil), la Cova de Sant Martí (Agost), el Abric del Salt (Alcoi), la Cova de la Solana de l’Almuixic (Oliva), la Cueva de
[page-n-256]
la Araña (Bicorb) y la Cova Santa (La Font de la Figuera). Esta
última recuerda por sus dimensiones y emplazamiento a otras
cercanas como la del Barranc Fondo o la propia Sarsa. Entre los
materiales revisados por Mario Sanz Tormo, se ha localizado
un lote cerámico (fig. 8.26) que parece indicar que fue utilizada
a lo largo de todo el Neolítico.
Fig. 8.26. Cerámicas prehistóricas de la Cova Santa de la Font
de la Figuera.
Las excavaciones del Sector A de la Cova de les Cendres
(Teulada-Moraira), han proporcionado una amplia secuencia estratigráfica (Bernabeu y Molina, 2009). Un aspecto a destacar es
la identificación de restos que permiten plantear actividades de
procesado y consumo de pescado en su interior durante el Neolítico antiguo. Por una parte, sustenta la consideración de que los
grupos neolíticos aprovechan los recursos más cercanos del tipo
que sean, aunque su subsistencia se vincula a alimentos de origen terrestre (Salazar García, 2010 y 2012) y, por otra, incide en
la utilización de varios enclaves que ofrecen diferentes recursos
a lo largo del año por parte de un mismo grupo. No se conocen
más yacimientos próximos a la cavidad del Neolítico antiguo,
quizás desaparecidos por la intensa urbanización de la zona. Otra
posibilidad a contemplar es que fuera utilizada por grupos que
viven en el interior del territorio, lo que implica desplazamientos
estacionales de parte o la totalidad del grupo a lugares alejados.
El Abric de la Falguera se localiza en el tramo más estrecho del Barranc de les Coves, en el término municipal de Alcoi
(Alicante). Fue localizado en el año 1981, junto con una serie de
abrigos con pinturas rupestres, llevándose a cabo ese mismo año
una primera intervención que se ampliaría entre los años 1998 y
2001 (García Puchol y Aura, 2006). El desarrollo de los trabajos
arqueológicos ha permitió establecer varias ocupaciones neolíticas que arrancan en la segunda mitad del VI milenio cal BC,
vinculadas a un horizonte cardial. El abrigo no permite albergar
rebaños formados por un número elevado de cabezas, interpretándose como un pequeño espacio de corral desde los momentos
más antiguos del Neolítico. Su ubicación fuera de las agrupaciones identificadas se relaciona con el traslado esporádico de pequeños rebaños hacia espacios deshabitados, recorriendo cortas
distancias de no más de una o dos jornadas, sin llegar a practicar
la trashumancia. Otra posibilidad es que el abrigo se relacione
con una agrupación de yacimientos todavía no localizados, aunque cabe señalar que se trata de una zona bien prospectada.
Un modelo interpretativo para el
Neolítico valenciano
La distribución espacial de los enclaves con cerámica impresa
cardial conocidos hasta la fecha y las características geográficas
de los espacios en los que se concentran conjuntos de yacimientos
advierten de la existencia de más casos como el documentado
en la Valleta d’Agres tras el estudio de la Cova de la Sarsa y su
entorno inmediato. La imagen que se desprende es la de un gran
territorio organizado en espacios menores durante el Neolítico
antiguo, que son explotados por grupos diferentes, necesariamente en continuo contacto. Los individuos de cada una de estas agrupaciones de yacimientos debieron estar estructurados socialmente, aunque cabe admitir que los datos existentes son insuficientes
para establecer una propuesta firme de organización social durante el Neolítico antiguo. Por tanto, en la elaboración de un marco
conceptual operativo, son nuestros intereses epistemológicos los
que determinan el contexto de uso y definición de una serie de
categorías sociales comunes cuya definición se usa de forma habitual en el campo de la antropología (Bonte et al., 1996; Barfield,
1997). Las categorías que proponemos quedan estructuradas de
forma jerárquica del siguiente modo (fig. 8.27): individuo (persona física); familia (nuclear o extensa); grupo (varias familias);
comunidad (uno o dos grupos); cultura regional o subcultura (p.e.
Cultura Cardial valenciana); cultura supra-regional (p.e. Cultura
Cardial del Mediterráneo occidental).
El individuo representa el elemento básico. Cada uno nace
en el seno de un grupo, aprende su lengua, signos, tecnología
y costumbres, o lo que es lo mismo, adquiere su la “cultura”
del grupo los individuos grupales comparten un mismo patrón
de significados, transmitidos históricamente y materializado en
formas simbólicas, mediante el cual comunicarse, perpetuarse y desarrollar su conocimiento sobre la vida y sus actitudes
hacia ella; una serie de dispositivos simbólicos para controlar
la conducta, fuentes extrínsecas de información, es decir, unos
mismos “sistemas organizados de símbolos significativos”
(Geertz, 1973). El individuo es el responsable de la realización
de cualquiera de los ítems objeto de estudio de la arqueología,
garante de la perpetuidad de las tradiciones tecnológicas y sociales del grupo, pero a la vez capaz de introducir innovaciones.
Los individuos se agrupan en unidades domésticas que, en
nuestro caso, vinculamos a la familia en su forma elemental,
de tipo conyugal, definido por la unión socialmente reconocida
de un hombre y una mujer que viven con sus hijos. Al hablar
de familias daremos por sentado que estas unidades dominan
las técnicas agrícolas y ganaderas, lo que no impide que dediquen esfuerzos a actividades artesanales específicas. La institución familiar se manifiesta de distintas formas. Sus principales
rasgos definitorios son: la residencia común, la cooperación
económica y la reproducción. Los tipos más repetidos son la
familia nuclear y la familia extensa. Con los datos actuales no es
posible establecer qué tipo de familia era la más común durante el Neolítico antiguo valenciano. La unión de varias familias
daría como resultado la formación de un grupo. Cabe admitir
239
[page-n-257]
no superan los 12 km de diámetro. La variedad en el tipo de
yacimientos y su registro permite plantear que cada uno fue
utilizado con diferente finalidad (García Atiénzar, 2009): de
forma esporádica, estacional o continuada, como lugares de
habitación, de estabulación, como espacios rituales (culto y/o
enterramiento) o como simples refugios. Esta variedad en el
tipo de asentamientos encaja con una de las características más
definitorias del Cardial mediterráneo: su capacidad adaptativa a
diferentes tipos de territorios.
Las relaciones familiares o de parentesco legitimarían la pertenencia de un individuo a su comunidad, constituyendo el hecho de nacer en una de ellas el aspecto fundamental, adquiriendo desde ese momento los derechos y deberes establecidos por
el grupo. Los escasos datos que proporciona la genética a este
respecto pertenecen al Neolítico centroeuropeo, proponiéndose
un sistema de descendencia patrilineal y normas de residencia
patrilocales (Skoglund et al., 2014; Seguin-Orlando et al., 2014;
Szécsényi-Nagy et al., 2015; Hofmanová et al., 2016). Son especialmente significativas las interpretaciones de los resultados
que ofrecen los estudios genéticos sobre el Neolítico antiguo de
los Balcanes (Cultura Starčevo), pues la abrumadora presencia
del denominado linaje G2a entre los individuos muestreados,
indica menos diversidad entre los marcadores genéticos masculinos que los femeninos (Szécsényi-Nagy et al., 2015). Estos
datos pueden ser explicados por la práctica de actividades reproductivas polígamas o por prácticas en las que los hombres
tienden a quedarse en sus grupos sociales, opción que se adapta
al modelo que proponemos a partir de los datos arqueológicos
disponibles (Lalueza-Fox, 2017). Es este un hecho fundamental
a la hora de valorar el traslado de mujeres de una familia a otra,
o de una comunidad a otra, pues con ellas se introduce un modo
diferente de realizar o decorar las cerámicas.
Subsistencia económica
Fig. 8.27. Propuesta de jerarquización conceptual.
ciertas coincidencias en la definición de grupo y comunidad
que podrían generar confusión. Se ha decidido mantener ambos
conceptos porque es posible que una comunidad pudiese estar
formada por más de un grupo.
La comunidad se define como el conjunto de familias que
explotan un territorio concreto, del que extraen lo esencial para
asegurar su supervivencia con el fin de perpetuarla. Hemos
tomado la medición de las distancias máximas entre los yacimientos que forman cada una, señalando que estos territorios
240
Los datos disponibles muestran que las actividades encaminadas a cubrir las necesidades básicas encuentran su mejor paralelo en la propuesta de Halstead (1989 y 2011) para el Neolítico
antiguo en el Egeo. El autor plantea que un grupo estable lo
forma un número limitado de familias que combinan la agricultura intensiva en pequeños huertos, la recolección, la caza
y una ganadería integrada en el núcleo familiar, formada por
pocas cabezas. Los animales domésticos mejor representados
durante el Neolítico antiguo valenciano son cinco: oveja (Ovis
aries), cabra (Capra hircus), cerdo (Sus domesticus), buey (Bos
taurus) y perro (Canis familiaris). Entre ellos, los ovicaprinos
suponen la gran mayoría, constituyendo la base de la ganadería
neolítica. Los patrones de mortalidad para ovejas y cabras en la
Cova de l’Or (sectores J y K) indican un alto grado de sacrificio
para ejemplares de menos de tres años, con valores cercanos al
40% para los que no han cumplido el primer año de vida. Este
elevado índice de sacrificios en animales que todavía no han
alcanzado el máximo rendimiento cárnico (Bernabeu y Martí,
1992), puede ser interpretado en relación con el interés por limitar el número de cabezas de ganado, con el fin de mantener
rebaños fácilmente controlables por una familia o grupo.
Las prácticas agrícolas en el Neolítico antiguo valenciano
estarían basadas en el cultivo de pequeñas parcelas en las que se
plantan fundamentalmente cinco variedades distintas de cereales vestidos y desnudos, con dominio de los desnudos (Triticum
[page-n-258]
aestivum-durum y Hordeum vulgare var. nudum), mientras que
las formas vestidas (Hordeum vulgare subsp. vulgare, Triticum
monococcum y Triticum dicoccum) parecen tener un rol secundario. Junto a estos, y de forma paralela, se introduce el cultivo
de distintas leguminosas (Lathyrus sp., Lens culinaris, Pisum
sativum, Vicia faba y Vicia sativa), con una presencia mucho
menos relevante que la de los cereales (Pérez Jordà y Peña Chocarro, 2013). Son actividades que se relacionan con un sistema
de explotación agrario intensivo y de ciclo largo. Ello implica la
necesidad de control de los campos de cultivo, que se soluciona
con el establecimiento de pequeños enclaves junto a los mismos,
o de verdaderas aldeas. Cabe recordar que una de las características principales de las cuevas intensamente habitadas en el
Neolítico valenciano es la de poseer una visibilidad directa sobre
los llanos cultivables y los asentamientos allí establecidos.
Viabilidad demográfica
Las propias dimensiones de las cuevas que son habitadas en el
Neolítico antiguo y los datos disponibles sobre aldeas del ámbito mediterráneo y centroeuropeo muestran que estamos ante
grupos con un número limitado de componentes. Para los asentamientos del LBK se ha propuesto un modelo de expansión de
las casas que ha permitido establecer un número de viviendas
contemporáneas reducido, estableciéndose la media en cinco
unidades, con una duración de entre 25 y 30 años para cada una
(Coudart, 1998), capaces de albergar a un número de miembros
de entre 25 y 35 individuos (Bogucki y Grigyel, 1981), lo que
supone que cada asentamiento difícilmente superaría los 150200 habitantes. Es un número que se aproxima al propuesto para
el poblado de la Draga, para el que se estiman no más de 150 habitantes al inicio del Epicardial (Bosch et al., 2000). En el caso
de Favella (Tiné, 2009), vinculado al mundo de las cerámicas
impresas del sur de Italia, se ha sugerido que la población en los
momentos de mayor actividad no superaría los 70 habitantes,
para una decena de cabañas.
La existencia de redes de contacto que mantengan la comunicación entre comunidades es un requisito necesario para
asegurar su supervivencia. Considerando que un grupo de no
más de 150 individuos necesita mantener relación directa con
un mínimo de entre siete y ocho grupos más para asegurar su
supervivencia (Wobst, 1974), el modelo de comunidades que
proponemos para el Neolítico antiguo valenciano hace viable
la subsistencia del conjunto de habitantes, ofreciendo las condiciones básicas para ritmos de crecimiento estables propuestos para sociedades agrícolas preindustriales con altas tasas de
natalidad y mortalidad (Livi-Bacci, 1999). Contrariamente a lo
que podría interpretarse, no se detecta un aumento exponencial
del número de miembros que forman los grupos identificados
para el Neolítico europeo, más allá de los momentos iniciales
de colonización, para los que se propone una transición demográfica basada en el aumento de la natalidad (Bocquet-Appel y
de Miguel, 2002). Para evitar que un grupo crezca por encima
de lo que socialmente se establece, se opta por la disgregación
de una o varias familias, proceso que genera el surgimiento de
nuevas comunidades.
En conclusión, el modelo que se propone para el Neolítico
antiguo valenciano permitiría la viabilidad demográfica de los
grupos que forman las comunidades, admitiendo que el número
de individuos que se intuye para la Cultura Cardial valenciana
es limitado. Si aceptamos que durante el Neolítico antiguo pleno
y el Epicardial antiguo podrían estar conviviendo entre nueve y
doce comunidades, un simple cálculo sumatorio muestra que la
población total de la Cultura Cardial valenciana no superaría los
2.500 habitantes. A esta cifra hemos llegado considerando que
entre 6 y 10 familias formarían un grupo que habitaría un territorio concreto, una comunidad, y que cada una de estas comunidades difícilmente superarían el umbral de los 150 miembros.
El mundo funerario
La recuperación conjunta de restos humanos y elementos diagnósticos del Neolítico antiguo, principalmente cerámica impresa
cardial, en grandes cuevas intensamente ocupadas y en pequeñas
oquedades no aptas para tal fin, llevó a J. Bernabeu, L. Molina y
O. García (2001) a plantear dos posibles escenarios en los que se
realizan inhumaciones durante el Neolítico antiguo.
Por una parte, cuevas de tamaño medio y grande que también pueden ser utilizadas como espacio de hábitat como la
Coveta Emparetà (Asquerino, 1975), Sa Cova de Dalt (Sarrión,
1976; López y Molina, 1995), Forat de l’Aire Calent (Aparicio
et al., 1979; Aparicio et al., 1983), Cova dels Pilars (Segura,
1985), Cova del Somo (García Atiénzar y Roca, 2004), Cova
Negra de Gaianes (Rubio y Cortell, 1982-83), Cova Fosca de la
Vall d’Ebo (García Borja, 2005), Cova de les Cendres (Rodes et
al., 2001), Cova de l’Or (Martí et al., 1980) o Cova de la Sarsa
(De Miguel, 2008).
Por otra, una serie de pequeñas cuevas no aptas para ocupaciones estables, utilizadas como necrópolis en el Neolítico final
y Calcolítico, con presencia de escasos materiales del Neolítico
antiguo, que posibilita proponer que fueron espacios en los que
se depositó alguna inhumación durante ese horizonte. Los mejores ejemplos de yacimientos que presentan estas características son: Cara-sol de Vernissa (Bernabeu et al., 2001), Coveta
del Barranc del Castellet (Pla, 1954), Coveta del Moro (Asquerino, 1979), Cova de l’Almud (Juan-Cabanilles y Cardona,
1986) y Cova del Frontó (Pastor y Torres, 1969). En el caso de
que estas cuevas albergasen enterramientos del Neolítico antiguo, cabría esperar inhumaciones individuales, recurrentes o
no, con ajuares simples.
La revisión de las colecciones de materiales arqueológicos y
de los contextos de aparición de los restos humanos no permitía
avanzar en la definición del ritual funerario cardial. Por este motivo se realizaron una serie de dataciones radiocarbónicas sobre
huesos humanos procedentes de yacimientos con restos muebles
del Neolítico antiguo localizados entre los ríos Xúquer y Vinalopó (Cova de la Sarsa, Cova de l’Or, Cova Negra de Gaianes,
Cova del Forat de l’Aire Calent, Coveta Emparetà, Cova Fosca
de la Vall d’Ebo y Cara-sol de Vernissa), espacio geográfico ocupado por grupos humanos agrícolas y ganaderos pertenecientes a
lo que denominamos Cultura Cardial valenciana.
El resultado de las dataciones (cuadro 8.1) confirmó la existencia de inhumaciones en cuevas utilizadas como espacios de
hábitat continuado. En la Cova de l’Or se ha constatado la presencia de una mandíbula del Neolítico antiguo que puede ser
relacionada con la práctica del ritual de la inhumación. En el
interior de la Cova de la Sarsa se depositaron, al menos, cuatro
inhumaciones del Neolítico antiguo, dos en el vestíbulo y otras
dos en la grieta ubicada en la zona de paso a las galerías interiores. Lo ocurrido entre su depósito y su recuperación arqueológi241
[page-n-259]
Cuadro 8.1. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos aparecidos en cuevas con cerámica cardial.
Yacimiento
Código lab.
Descripción
Edad
Sexo
C:N
%Col.
Años BP
Cal BC 1σ Cal BC 2σ
C. Fosca Ebo
OxA-26073
Fémur
Adulto
Indet.
3,3
7,9
10060±45
9798-9458
9866-9391
Media
cal BC
9648±165
C. de l'Or
MAMS-19065
Mandíbula
Adulto
Masc.
3,2
2,3
6356±23
5359-5315
5470-5320
5340±19
C. de l'Or
MAMS-19064
Mandíbula
Adulto
Indet.
3,2
4,7
3899±20
2461-2348
2467-2301
2401±45
C. de l'Or
OxA-V-2360-19
Mandíbula
Adulto
Indet.
3,2
5,4
4418±29
3100-2940
3320-2920
3036±60
C. de l'Or
OxA-V-2360-21
Mandíbula
Adulto
Indet.
3,2
5
4381±28
3030-2920
3090-2910
2996±54
C. Negra Gaianes
MAMS-18662
Parietal
Adulto
Indet.
3,3
7,8
6048±21
4994-4196
5016-4851
4959±29
Coveta Emparetà
MAMS-18663
Cráneo
Adulto
Masc.
3,3
6,4
3204±17
1494-1452
1504-1433
1474±20
Coveta Emparetà
MAMS-18664
Cráneo
Adulto
Masc.
3,2
11,9
3366±18
1685-1635
1734-1615
1663±24
Cara-sol Vernissa
MAMS-18259
Cráneo
Adulto
Fem.
3,3
2
4727±20
3627-3384
3631-3380
3512±104
Cara-sol Vernissa
MAMS-20435
Mandíbula
Adulto?
Indet.
3,3
1,9
4657±19
3498-3372
3514-3368
3450±46
Forat Aire Calent
MAMS-18661
Fémur
Adulto
Indet.
3,2
9,1
4230±19
2894-2875
2900-2761
2884±9
ca puede ser explicado desde alternativas diversas. La datación
directa de los inhumados permite conocer su edad, pero no la
historia de lo sucedido ni durante ni después de su incorporación al depósito. En todo caso, se dispone de referencias de enterramientos individuales en fosa, como la proporcionada por
la Cueva de Chaves (Bastarás, Huesca), que ilustra un tipo de
enterramiento que podría haberse realizado en zonas de habitación de Or y de Sarsa, alteradas éstas después por procesos postdeposicionales de cualquier índole. Cerca de la boca de entrada
de Chaves se descubrió un enterramiento individual fechado en
6230±45 BP (5308-5057 Cal BC), sobre el que se colocaron
cantos rodados y se identificó un nivel de cenizas (Utrilla et al.,
2008). Se trata de una inhumación individual en fosa, localizada
en una zona de hábitat y con escaso ajuar: un anillo y una lámina
de cristal de roca, que incluso ofrece dudas sobre su relación
con la inhumación.
Las dataciones por AMS sobre cereales o animales domésticos de la Cova de l’Or (Martí, 2011), la Cova de la Sarsa o
la propia Cueva de Chaves (Baldellou, 2011), proporcionan resultados estadísticamente indistinguibles de los obtenidos sobre
los restos humanos asociados a contextos cardiales, hecho que
unido a las propias características de los hallazgos, permite proponer que las prácticas funerarias se realizaron en espacios de
uso doméstico. La datación que genera más dudas al respecto de
esta cuestión es la obtenida sobre el individuo adulto-senil (unos
50-60 años de edad) de la Cova de la Sarsa, la más antigua de
la cavidad, pudiendo asociarse a las primeras poblaciones neolíticas aquí establecidas, dejando abierta cualquier posibilidad.
Sobre el segundo escenario identificado para las prácticas
funerarias, las pequeñas cuevas en las que se deposita un número limitado de cuerpos (Bernabeu et al., 2001), las dataciones
sobre las muestras de Cara-sol de Vernissa no han servido para
demostrar estas prácticas. Sin embargo, las propias dimensiones de estas cavidades y el limitado número de piezas de ajuar
asociadas a las inhumaciones cardiales, posibilita mantener que
durante el Neolítico antiguo se realizaban inhumaciones simples o dobles en pequeñas cavidades no aptas para la habitación.
Como novedad destacable, se constata la presencia de inhumaciones del Neolítico antiguo en cuevas de tamaño medio
cercanas a yacimientos intensamente ocupados. El resultado de
la Cova Negra de Gaianes indica que en este tipo de cavidades
242
utilizadas de forma esporádica se realizaría alguna inhumación
durante el Neolítico antiguo epicardial. En realidad, era la Coveta Emparetà el yacimiento que mayores expectativas generaba (García Borja et al., 2016b). Al igual que la Cova Negra, se
encuentra en las inmediaciones de otra intensamente ocupada
como es Sarsa, recuperándose en su interior restos humanos e
industrias del Neolítico antiguo. No es posible descartar que
en Coveta Emparetà exista alguna inhumación del Neolítico
antiguo, pero desprovista de su dependencia como necrópolis
de Sarsa durante este horizonte. De hecho los resultados no
permiten proponer la utilización de cuevas como necrópolis estables a lo largo de varias generaciones. La forma de enterrar
en el horizonte cardial valenciano no incluye, por el momento,
la acumulación de cadáveres en un mismo lugar a lo largo de
varias generaciones.
Estas evidencias indican, al menos por ahora, que los contextos funerarios del Cardial valenciano se componen de un
número limitado de individuos, estando ausentes también las
inhumaciones al aire libre. Los restos documentados hasta la
fecha se han recuperado en cuevas de diferente morfología. En
los huesos no se han identificado marcas antrópicas de procesado de los cadáveres o de prácticas de canibalismo. Por lo que
respecta a los rangos de edad y al sexo de los individuos, cabe
destacar la heterogeneidad de la muestra existente, documentándose individuos masculinos y femeninos, ancianos, adultos
y jóvenes, incluso un perinatal si aceptamos que la muestra correspondiente de Sarsa pertenece a una inhumación.
La representación cartográfica de los yacimientos con evidencias de actividades funerarias entre el Xúquer y el Vinalopó, en
relación con el resto de enclaves en los que se ha recuperado cerámica cardial (figura 8.1), muestra que aldeas, cuevas intensamente ocupadas, abrigos, cuevas de ocupación esporádica y covachas
en las que podrían existir inhumaciones antiguas, se organizan a
lo largo de espacios definidos (comunidades) dentro de un marco
territorial más amplio (Cultura Cardial valenciana). La utilización
sincrónica de varios tipos de enclaves por un mismo grupo humano explica cómo las diferentes comunidades, formadas por familias en número limitado, ocupan el territorio de manera ordenada
a lo largo del Neolítico antiguo cardial. Es un modelo de ocupación y explotación del territorio en el que el registro funerario
cardial conocido se inserta de forma coherente.
[page-n-260]
Una visión mediterránea del ritual de inhumación cardial
(Zemour, 2011) ofrece la misma problemática documentada a
nivel peninsular: escasez tanto de datos como de dataciones
radiocarbónicas sobre huesos humanos, y muchas dificultades
a la hora de identificar verdaderas necrópolis, ninguna corroborada. En términos generales el ritual funerario cardial queda
definido por: el depósito de inhumaciones individuales en decúbito lateral o en posición fetal en cuevas de diferente morfología, la escasez de ajuares acompañando a las inhumaciones y
la ausencia de necrópolis.
Esta visión general se ve matizada por la detección de algunos
casos particulares. En la Plaça de la Vila de Madrid (Barcelona)
(Pou et al., 2010), se ha documentado una inhumación en fosa sin
ajuar cuya datación directa remite al Neolítico antiguo, ejemplo al
que podrían sumarse los casos de Le Moulin y Col Sainte-Anne,
ya en la costa mediterránea francesa; en la Cova de la Sarsa, un
enterramiento doble; y en cuevas como Fontbrégoua (Le BrasGoude et al., 2010) o Can Sadurní (Blasco et al., 2011), un número mayor de inhumaciones en un mismo espacio, que en el caso
de la primera ofrece variaciones por la manipulación post mortem
de los restos óseos, acción que no sabemos si afectó a los restos
analizados de la Cova Bonica (Oms et al., 2017), que a falta de
una detallada publicación de estos restos humanos y la selección
de otro tipo de muestra a fechar además de piezas dentales, podría
contener alguna inhumación del Neolítico antiguo.
Práctica y creencia
La presencia de vasos cerámicos en posibles ofrendas mortuorias
demostraría que son elementos corrientes en la práctica religiosa.
Se ha señalado la existencia de vasos con motivos decorativos que
parecen representar imágenes del universo religioso cardial, que
también podrían ser utilizados en rituales de carácter individual,
familiar o grupal. La materialización de creencias que remiten a
lo sobrenatural en cerámicas, aunque de raigambre mediterránea,
adquiere en el territorio valenciano una personalidad propia.
En el capítulo anterior se han expuesto las consideraciones
al respecto de este tipo de cerámicas y de las que se documentan
en contextos funerarios. En este apartado queremos reflexionar
sobre otra de las manifestaciones artísticas del Neolítico antiguo
valenciano que se asocia con la práctica y con la creencia religiosa, el arte rupestre de estilo Macroesquemático. Son especialmente significativos los estudios comparativos entre este estilo
pictórico (Hernández et al., 1988 y 1994) y las decoraciones cerámicas que representan figuras antropomorfas (Martí y Hernández, 1988; Martí, 2006), trabajos que han dotado de temporalidad
a estas pinturas rupestres, constituyéndose como uno de los elementos más significativos del Cardial valenciano.
Se trata de representaciones rupestres concebidas para ser
visibles, distribuidas en los pasos naturales existentes (Fairén,
2006). El arte Macroesquemático se distribuye en abrigos poco
profundos, generalmente de pequeñas dimensiones, ocupando
toda la superficie de representación disponible. Las pinturas se
realizan en el centro del abrigo o en su parte más vistosa. Figuras antropomorfas, motivos geométricos y otras representaciones se ordenan y combinan. Las figuras antropomorfas de
este arte rupestre comparten algunos rasgos comunes con las de
las cerámicas. El cuerpo se representa mediante una gran barra
vertical sin detalles anatómicos o mediante trazos gruesos para
delimitar su contorno, como la representación en círculo de la
cabeza y los brazos levantados en actitud de orante con la mano
abierta, en la que se indican los dedos, no siempre en número de
cinco. El ejemplo más conocido es el de la estación del Pla de
Petracos (Castell de Castells, Alicante) (fig. 8.28).
Fig. 8.28. Pla de Petracos. Reproducción de los calcos a partir de Hernández, Ferrer y Català (1994).
243
[page-n-261]
Hemos insertado los abrigos con este tipo de manifestaciones
en nuestra cartografía temática (fig. 8.29). A excepción de las pinturas identificadas en la Sarga (Alcoi) (Hernández y Segura, 2002),
los abrigos que presentan pinturas clasificadas dentro de este estilo
pictórico se ubican alrededor de un territorio concreto, que coincide
con el propuesto para la comunidad Planes-Serpis medio, localizándose las pinturas en zonas de entrada y salida. Su localización
plantea que la tradición pictórica macroesquemática, en su definición más común (Hernández et al., 1994), sin considerar el Arte Esquemático Antiguo (Hernández, 2008 y 2013), sea la forma perceptible de plasmar aspectos relacionados con la religión cardial por
una comunidad. Pese a que las temáticas representadas responden
a un imaginario simbólico colectivo y no a disposiciones mentales
individuales, su escasa difusión por el resto del territorio cardial
permite proponer que podría existir una relación directa entre este
tipo de manifestaciones pictóricas y una comunidad concreta, que
sería la que lo representaría en sus límites geográficos.
Esta lectura estaría relacionada con la existencia de particularidades entre las propias comunidades, en el caso de
la zona de Planes, que ocupa un espacio algo más abrupto y
montañoso, limitada por la mayor parte de las pinturas de estilo macroesquemático conocidas. Cabe recordar que parte del
territorio definido para la Valleta d’Agres se encuentra delimitado por abrigos en los que aparecen representados motivos
de estilo esquemático, muchos de ellos también en zonas de
paso. La puesta en común de la localización de los abrigos y
cuevas con pinturas rupestres de estilos vinculados al Neolítico antiguo, con la distribución espacial de los yacimientos
cardiales y epicardiales, podría ayudar a definir de forma más
precisa los territorios explotados por cada comunidad. Es una
idea que deberá ser confirmada, quedando abierta esta línea de
investigación para futuros trabajos.
El inicio del modelo de las comunidades cardiales
La identificación de yacimientos con porcentajes de cerámicas
impresas cardiales superiores al 40%, con dataciones en torno al
5500-5450 cal BC (entre los que incluimos a la Cova de la Sarsa),
advierten que los territorios en los que se conformarán las comunidades aquí presentadas son ocupados de forma temprana.
La localización de restos arqueológicos adscritos a la fase
arcaica o impressa plantea una cuestión no resuelta: qué relación existió entre el horizonte arcaico y el inicial. En el País
Valenciano la información disponible es escasa, aunque pueden
exponerse argumentos que relacionan el inicio del modelo propuesto con contextos arcaicos:
En el yacimiento del Mas d’Is se han obtenido dataciones
radiocarbónicas sobre cereales que han proporcionado fechas en
torno al 5550 cal BC en una misma estructura con cerámicas impresas cardiales de borde y natis (Bernabeu et al., 2003: Molina
Balaguer et al., 2011), y cerámicas impresas mediante el punto
y raya (Bernabeu et al., 2009a).
Fig. 8.29. Pinturas de estilo Macroesquemático (AM) en relación con los yacimientos arqueológicos con cerámica
cardial y las comunidades propuestas: (1) La Sarga (Alcoi); (2) Coves Roges (Benimassot); (3) Coves Roges A I
(Tollos); (4) Barranc de Famorca A V (Castell de Castells); (5) Barranc de Famorca A VII (Castell de Castells);
(6) Cova Alta A I (Castell de Castells); (7) Raco de Sorellets A I (Castell de Castells); (8) Petracos (Castell de
Castells); (9) Barranc de Benialí A IV (La Vall de Gallinera); (10) Barranc de l’Infern, Conjunt IV (La Vall de Laguart).
El número con el que se identifica cada yacimiento coincide con la fig. 8.1.
244
[page-n-262]
En la capa IIz de la Cova Fosca de la Vall d’Ebo, que marca
el inicio de sus ocupaciones neolíticas, se recuperó un fragmento cerámico que combina impresiones cardiales realizadas con
el borde de una concha dentada con otras de instrumento de
punta única roma en posición oblicua que incluyen arrastre, similares a las documentadas en la fase arcaica.
Los yacimientos en los que podrían existir materiales adscritos a la fase arcaica (Mas d’Is, Barranquet, Cova Fosca de la
Vall d’Ebo, incluso Cova d’en Pardo) se encuentran bien sobre
los mismos territorios en los que acabarán formándose las distintas comunidades cardiales, bien en sus inmediaciones.
En las colecciones que pueden asociarse al horizonte arcaico
siempre aparece cerámica impresa cardial.
Por contra la inexistencia de cerámicas del horizonte arcaico
en las cuevas que han ofrecido las secuencias estratigráficas de
referencia y las propias dataciones del Barranquet, con resultados estadísticamente indistinguibles de los obtenidos para las
primeras fases cardiales, condicionan aquellos planteamientos
que afirman que la fase arcaica es la sólida base sobre la que se
desarrolla el modelo de comunidades cardiales. Las diferencias
entre las vajillas de la fase arcaica y las de la fase cardial inicial
plantean un debate que transciende las fronteras de nuestra zona
de estudio. Al preguntarnos por el inicio, el desarrollo y las peculiaridades del horizonte cardial valenciano, nos estamos cuestionando el propio surgimiento del Cardial, y sus mecanismos
de expansión por las costas del mar Mediterráneo.
Sobre este aspecto han reflexionado Guilaine y Manen (2007)
con motivo de la publicación del yacimiento de Pont de RoqueHaute. Los autores se preguntan por la génesis del Cardial francoibérico y su relación con el nuevo marco de expansión del Neolítico, en el que la existencia de una fase previa, impressa, cambia
los supuestos que se habían establecido para el horizonte cardial
en el Mediterráneo occidental. En su opinión, las diferencias observadas entre el Cardial franco-ibérico y el tirrénico dificultan
considerar al cardial como un horizonte globalmente importado
desde aquella región, proponiendo tres posibles escenarios para
explicar el surgimiento del Cardial mediterráneo francés:
- Es consecuencia de un proceso autóctono en el que el contacto con los grupos mesolíticos determina su aparición.
- El mundo cardial es resultado de una segunda ola de expansión desde el núcleo tirrénico.
- Es consecuencia de una transición demográfica tras la mayor
sedentarización de los grupos, que dará paso a una nueva
cultura organizada en grandes espacios interconectados.
La posibilidad de una interacción de grupos mesolíticos
en la formación del cardial mediterráneo francés resulta difícil de defender con los datos actuales (Binder, 1987; Perrin, 2008). Por tanto, al igual que en las costas valenciana
y catalana, en la actualidad no es posible identificar grupos
mesolíticos finales que interactúen con los neolíticos, y que
de este proceso surja una cultura neolítica regional. Las únicas interacciones que podrían valorarse serían las producidas
entre grupos que conservan una cultura material típica de la
fase arcaica y otros portadores de una cultura material cardial.
Secuencias como la documentada en Arene Candide (Tinè,
1999) o los ejemplos descritos en el País Valenciano como
puede ser el de Mas d’Is, apuntan hacia la integración de una
parte, o la totalidad, de los grupos neolíticos pioneros en esta
nueva cultura mediterránea cardial, con una rápida sustitución
de las vajillas impressa por otras cardiales. En las regiones en
las que se experimenta el éxito de la colonización neolítica,
la cultura material de los grupos pioneros de la fase arcaica
relacionados con un neolítico impresso centro-meridional italiano (Guilaine y Manen, 2002) acabará siendo sustituida por
otra, cardial o impresa-almagra. En el caso del Cardial francoibérico, se ha llegado a proponer una vinculación directa con
el Neolítico cardial de la zona de la Toscana (Manen y Perrin,
2009), cuyos contactos podrían estar en el origen de este cambio en la cultura material.
La consolidación y expansión del horizonte cardial entre
circa 5700 y 5450 cal BC, será la base sobre la que se generará
una gran cultura arqueológica, organizada en subculturas (fig.
8.30), erigiéndose la técnica de la impresión cardial en el rasgo
Fig. 8.30. Gradación cronológica en la formación de las culturas neolíticas regionales generadas por la expansión de la Cultura cardial
en las costas mediterráneas.
245
[page-n-263]
estilístico portador de identidad más visible. Cabe destacar que
este fenómeno se revela en fechas tempranas, si atendemos a las
dataciones radiocarbónicas disponibles para el País Valenciano,
para Cataluña (Oms et al., 2014) o para la Provenza (Van Willigen et al., 2009). Entre Roma y Almería, los territorios en los
que se diferencia una cultura neolítica regional, se adscriben a la
Cultura Cardial mediterránea, no a la fase impressa. La implantación del Cardial se traduce en la existencia de un sistema de
gestión del territorio que, a grandes rasgos, es similar (Guilaine,
1986; Binder, 2000; García Atiénzar, 2009), con especial atención a zonas calizas con bosques cerrados e índices de pluviosidad que, en la actualidad, se sitúan en cantidades próximas a los
600 litros por metro cuadrado anuales, sobre el que fundamentará su éxito en ambientes costeros mediterráneos.
Las cuestiones que surgen de estos planteamientos son varias. La primera hace referencia a la complejidad del proceso
migratorio y a su amplitud cronológica pues, si como parece a
partir del estudio de los materiales de las secuencias en las que
puede detectarse contacto entre ambas tradiciones neolíticas, la
aparición de la cerámica cardial supone la rápida desaparición
de la impressa, cabe preguntarse si la adopción del Cardial es
consecuencia de la llegada de nuevos contingentes de población. Si esto es así, existiría un vínculo entre este nuevo flujo
migratorio y la transición demográfica que explica la consolidación y expansión de los grupos neolíticos en cada región,
generándose diferentes culturas regionales. A excepción de Andalucía, los territorios costeros para los que se plantea una transición demográfica que consolida la llegada del Neolítico son,
precisamente, los que adoptan la cultura material cardial y los
patrones adaptativos que definen la Cultura Cardial.
Otra cuestión sobre la que reflexionar en futuros trabajos es si
la consolidación del Cardial lleva implícita una forma similar de
ocupar el territorio. En el ámbito de la península ibérica, Xavier
Oms ha propuesto un modelo explicativo para el Neolítico antiguo catalán basado en el estudio de la cerámica, de las dataciones
radiocarbónicas y la distribución espacial de los yacimientos con
cerámica impresa (Oms, 2014). Se desarrolla una cultura regional vinculada al horizonte Cardial, que ocupa la actual Cataluña
y parte de Aragón, y que siguiendo la nomenclatura de este trabajo denominamos Cultura Cardial catalana. Al igual que ocurre
en el País Valenciano, en la zona nuclear es posible delimitar
territorios a partir de las agrupaciones de yacimientos fechados
entre grosso modo 5400-5100 cal BC (fig. 8.31), que recuerdan
al modelo de comunidades propuesto para el Cardial valenciano.
Se han diferenciado agrupaciones asimilables con una comunidad cardial en el Vallès, el Penedès, el Garraf y el Pla de Barcelona, a lo que cabria sumar otras posibles en la zona costera de
Girona, en el prepirineo y en la costa de Tarragona. Este modelo
presenta analogías con el propuesto para la zona valenciana, incidiendo en la posibilidad que se trate de una forma característica
de ocupar el territorio de la Cultura Cardial mediterránea.
El final del modelo de las comunidades cardiales
La evidencia arqueológica más reconocible que marca el final
de la Cultura Cardial valenciana es, precisamente, la desaparición en las secuencias de la especie cerámica que la identifica
y da nombre. Durante el tránsito del Neolítico antiguo al Neolítico medio, se documenta un progresivo descenso de las impresiones cardiales, que a inicios del V milenio cal BC dejan de
246
estar presentes, en favor de otras técnicas decorativas, como el
peinado o la combinación de impresiones e incisiones. El cambio en la forma de decorar los vasos se acompaña de otros que,
en conjunto, permiten establecer el momento en que el modelo
propuesto deja de ser reconocible.
En muchas de las cuevas que conservan estratigrafía, a partir
del Neolítico medio se detecta un cambio en su utilización. En la
Cova de l’Or los estudios carpológicos y antracológicos muestran
que, a partir de la capa 13 del cuadro K-34, existe un cambio en el
registro de especies documentadas. Entre las semillas observamos
la práctica desaparición de los cereales, que hasta ese momento
han sido siempre abundantes (Pérez Jordà, 2013), mientras que los
estudios antracológicos indican una representación mucho mayor
de aquellas especies vegetales utilizadas para la alimentación del
ganado (Badal et al., 2012). Este fenómeno también se observa en
la Cova de les Cendres (Bernabeu y Fumanal, 2009), la Cova d’en
Pardo (Soler y Roca, 2007) y en Coves de Santa Maira (Badal et
al., 2012). La explicación a la aparición de estos estratos reside
en la utilización como corral de las cuevas en momentos en los
que las cerámicas impresas cardiales y de gradina han desaparecido, coincidiendo con el horizonte de las cerámicas peinadas. La
necesidad de disponer de amplios espacios en los que guardar el
ganado también se relaciona con el aumento del número de cabezas, a las que es necesario alejar de los campos de cultivo, en
determinadas épocas del año, bien para evitar su competencia con
las plantas cultivadas, bien para buscar áreas en las que resulte
más abundante el alimento para los animales.
El registro carpológico es escaso pero, como hemos expuesto, se documenta una reducción del número de especies de cereales cultivados. En la Cova de les Cendres, desde el Nivel
H-15, los trigos vestidos no vuelven a documentarse en todo el
V milenio cal BC (Buxó, 1997). Paralelamente, se consolida el
aumento progresivo de los trigos desnudos y de la cebada desnuda, prácticamente los únicos cereales cultivados en el Neolítico medio. Este cambio se interpreta como la consecuencia
de la introducción de un modelo agrario extensivo de secano a
mediados del V milenio cal BC (Pérez Jordà, 2013).
En los estudios antracológicos, este cambio en el modelo de
explotación agropecuaria se refleja en la mayor deforestación
del medio (Badal, 2009; Badal et al., 2012). Aproximadamente
en los 500 primeros años de ocupación agrícola, correspondientes al Neolítico antiguo, existiría menor impacto sobre el medio
vegetal, pero durante el Neolítico medio y, sobre todo, el Neolítico final, la deforestación es más acusada, sustituyéndose las
formaciones vegetales que dan como resultado la expansión de
los pinares y de un matorral esclerófilo mediterráneo.
Cabe señalar que, al menos en la zona del Serpis, el cambio en el uso de las cavidades no coincide con un destacado
ascenso del número de poblados al aire libre. A partir de los
datos generados por las prospecciones, se ha establecido que
el número de yacimientos al aire libre de estos momentos posteriores no parece variar respecto a la fase anterior (fig. 8.32),
por lo que cabe plantearse si lo que aumenta es el número de
miembros de cada uno.
Una última cuestión a destacar es la relación que puede establecerse entre el propio final del modelo de las comunidades
y la detección de novedades en el ritual de inhumación a partir
del Neolítico medio. Estos cambios podrían vincularse con la
aparición de nuevas prácticas funerarias, generalizándose la uti-
[page-n-264]
Fig. 8.31. Distribución de los yacimientos arqueológicos con cerámica impresa del Neolítico antiguo en Cataluña (Oms, 2014). Grup
del Vallès lo forman: Cova del Frare, Pla de la Bruguera, Turó de Can Bellsolà, Can Filuà, Turó Gros de Can Camp, Can Feu, Can Gafa,
Can Banús, Can Soldevila IV, Can Gambús, Plaça Major de Castellar del Vallès. Grup del Baix Llobregat: Sant Pau del Camp, Plaça de
la Vila de Madrid, Cova de Can Sadurní, Cova Bonica, Abrics de Sota Penya, Cova de Can Montmany, Cova dels Dos, Cova de Can
Paloma, Cova de la Fou Muntaner, Cova de l’Or. Grup del Penedès: Guixeres de Vilobí, La Serreta, Mas d’en Boixos, Cova del Bolet,
Esquerda de les Roques del Pany, Cova de la Guineu, Cova de la Boira, Cova de Can Pasqual, Cova del Pi d’en Barba, Roca del Frare,
Cova de Valldecerves, Pedrera de Sant Jordi, Estació de Sant Pau Superior. Grup del Baix Camp: El Cavet, Mas de l’Isidre y Vilagrassa.
Fig. 8.32. Comparación entre asentamientos al aire libre y
cuevas con materiales del Neolítico antiguo y medio en los
valles del Serpis: (1) Neolítico antiguo cardial pleno, (2)
Epicardial, (3) Neolítico medio I, (4) Neolítico medio II.
247
[page-n-265]
Cuadro 8.2. Dataciones radiocarbónicas sobre huesos humanos del Neolítico medio entre los ríos Xúquer y Vinalopó
Yacimiento
Código lab.
Años BP
Cal BC 1σ
Cal BC 2σ
Media cal BC
Contexto
Bibliografía
Camí de Missena
Beta-244535
5840±40
4780-4620
4798-4584
4702±60
Individual-fosa
Soler, 2013
Cova de Sant Martí
Beta-166467
5740±40
4677-4535
4696-4491
4602±59
Múltiple?-cueva
Torregrosa y López,
2004
Cova d'en Pardo
Beta-208464
5740±40
4677-4535
4696-4491
4602±59
Individual-cueva
Soler, 2012
Tossal de les Basses
Beta-225216
5670±40
4538-4460
4611-4373
4508±38
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225223
5670±40
4538-4460
4611-4373
4508±38
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225227
5560±40
4447-4356
4462-4338
4406±37
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225222
5520±40
4444-4334
4455-4271
4389±38
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225218
5180±40
4038-3960
4218-3813
4002±32
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225224
5110±40
3966-3810
3981-3797
3893±33
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
Tossal de les Basses
Beta-225217
4710±40
3626-3378
3633-3372
3504±99
Individual-fosa
Rosser y Fuentes,
2007
lización de fosas al aire libre con estos fines. El ejemplo más
conocido lo proporciona el yacimiento del Tossal de les Basses
(Alicante), en el que se han documentado inhumaciones en fosas junto a las cabañas, siguiendo un ritual bastante homogéneo
a lo largo de todo el Neolítico medio (Rossser y Fuentes, 2007;
Rosser, 2010; Rosser y Soler, 2016).
En el Camí de Missena (La Pobla del Duc), también se ha
documentado una inhumación en fosa al aire libre cuya datación
(Beta-244535: 5840±40 BP; Soler, 2013) es sincrónica con el
248
final del modelo de comunidades cardiales. Las dataciones disponibles para el Neolítico medio (cuadro 8.2) demuestran que se
siguen practicando inhumaciones en cuevas de tamaño medio y
grande, esta vez utilizadas como rediles para los rebaños de cabras y ovejas. Cabe también mencionar los hallazgos en la Cova
de Sant Martí (Agost, Alicante), interpretada como un refugio
para ocupaciones estacionales durante la primera mitad del V
milenio cal BC (Torregrosa y López, 2004), en la que también se
documentan inhumaciones, principalmente infantiles.
[page-n-266]
9
Del fragmento y el vaso al estilo general y el contexto amplio
EL ESTILO CERÁMICO CARDIAL VALENCIANO
Desde una perspectiva general, el estilo cerámico prehistórico
se establece a partir del análisis del mayor número de rasgos
formales, métricos, técnicos y ornamentales posibles. En este
trabajo, el estilo es considerado como una totalidad, como expresión cultural materializada a través de una forma particular
de realizar objetos. No concebimos el estilo de un vaso o un
conjunto cerámico en oposición a su función o a su tecnología
(Dietler y Herbich, 1998). No es posible aproximarse al estilo
sin tener en cuenta la funcionalidad, pues ésta condiciona la
forma de realizar un objeto, resultando un rasgo estilístico en sí
mismo que puede ser estudiado y caracterizado. Como hemos
dicho, la definición estilística de un conjunto cerámico pasa por
la caracterización del mayor número de rasgos formales, métricos, técnicos y ornamentales posibles. Algo estilísticamente significativo no tiene por qué ser distintivo por sí mismo,
siendo necesaria la descripción de los aspectos generales antes
de abordar las particularidades que lo diferencian de otros. El
estilo reside en todo aquello que afecta a la elaboración de un
vaso, su tipología (forma-función), su tecnología y su decoración. Una vez caracterizado el estilo de un conjunto, en este
caso cerámico, entendemos que pueden realizarse múltiples
estudios sobre aspectos distintivos, mediante la búsqueda de
particularidades técnicas, formales, métricas u ornamentales.
Esta cuestión puede abordarse mediante estudios comparativos
entre aspectos significativos de la cultura material que puedan
ser cuantificados de algún modo para su tratamiento estadístico. Para distinguir ambos planteamientos, diferenciamos entre
el estilo general y los aspectos estilísticamente significativos
que, en este caso, sí pueden responder a categorías residuales
independientes de la función.
En el capítulo final del libro editado por Conkey y Hastorf
The uses of style in archaeology, Wiessner (1990) se pregunta
qué clase de información se puede obtener del estudio del estilo.
Su conclusión es que a través de él, el investigador puede aproximarse a los grupos sociales que forman una cultura concreta,
a sus límites y a sus posibles interacciones. De la definición del
estilo de las cerámicas prehistóricas podemos extraer información cronológica a través de la caracterización de la tipología,
tecnología o decoración de los vasos en los diferentes momentos
de las secuencias regionales. Buen ejemplo de ello lo encontramos en los trabajos realizados en el País Valenciano (Martí et al.,
1980; Martí, 1983a; Bernabeu 1989; Bernabeu y Molina, 2009;
Bernabeu et al., 2010; Bernabeu et al., 2011b), siendo en este
caso las técnicas decorativas empleadas la característica principal a la hora de proporcionar unos límites cronológicos a un
conjunto arqueológico, aunque, como veremos, también se han
tenido en cuenta variaciones tecnológicas y morfológicas.
Aproximarse a la evolución del estilo cerámico en una región requiere del estudio de amplias colecciones procedentes
de yacimientos ubicados en diferentes puntos de la geografía y
ocupados a lo largo de varias fases. En los últimos años se han
realizado varios trabajos que demuestran que se pueden obtener resultados con estas premisas (Binder, 1995; Prieto, 1999;
Manen, 2000; Bernabeu, 2002, Manen et al., 2010; Bernabeu
et al., 2011a). En la península ibérica, se propone la convivencia de diferentes estilos cerámicos en el Neolítico antiguo. De
ellos, el mejor definido es el conocido como “estilo cardial”,
documentado en gran parte de la costa occidental mediterránea,
sobre el que también se detectan variaciones entre los diferentes
territorios o culturas regionales. En una de estas regiones se ha
realizado una ordenación de buena parte del material cerámico
disponible, que nos ha permitido disponer de una visión secuencial de la organización de las decoraciones y sus estilos decorativos (Bernabeu et al., 2011c).
Otra perspectiva que ofrecen los estudios en cerámica es la
posibilidad de establecer límites territoriales entre grupos sociales o culturales y la interacción entre ellos (De Boer, 1990; Davis, 1990). Trabajos etno-arqueológicos muestran cómo, dentro
249
[page-n-267]
de una comunidad, existe un estilo instaurado que se plasma
en la cerámica de forma inconsciente. Pero, al mismo tiempo,
existen estilos menos extendidos que responden a la tradición
familiar transmitida de unas generaciones a otras (Dietler y Herbich, 1998; Maceachern, 1998). Es una afirmación que parte de
la creencia de que cada vaso está realizado por un artesano que
dota a la pieza de unas características estilísticas particulares
determinadas por su destreza y por los materiales de los que
dispone, por la función a la que será destinado cada recipiente y
por la sensibilidad artística del autor. A su vez, cada pieza refleja
un componente estilístico colectivo, que dota de significación a
la obra en un espacio y cronología concretos. Esta misma dualidad parece haberse documentado en Galicia durante la Edad
del Bronce (Prieto, 1999), existiendo un estilo ampliamente extendido y otros de carácter más local. También existen estilos
realizados con la finalidad de mostrar diferencia respecto a otro
grupo en un mismo contexto, ofreciendo pocas variaciones a lo
largo del tiempo y constatando la presencia de un grupo diferente a otro (Earle, 1990). Puesto que el estilo proyecta identidad
individual y de grupo, otra de las posibilidades que ofrece su estudio es la de detectar posibles contactos entre diferentes culturas, contactos que pueden ser fruto del intercambio o sustitución
de población, o simplemente del canje de bienes.
El estudio de la cerámica puede proporcionar información
acerca de las estructuras sociales, ideológicas o de producción
de un mismo grupo. En este punto la concepción del hecho tecnológico como hecho social (como signo o símbolo) resulta
crucial; es más, la información tecnológica y tipológica puede
desvelar comportamientos económicos tales como la especialización de la producción a escala local o regional (Hodder, 1986;
Dietler y Herbich, 1998).
Además de por la forma y la tecnología, podemos extraer
de la decoración información respecto a la finalidad para la que
fue elaborado un vaso cerámico. En este sentido, el estilo, interpretado como los significados de las normas en las practicas
estéticas-rituales, es concebido por Mann (1991) como fuente
de información para descifrar lo que él denomina poder ideológico. El análisis de los temas y motivos decorativos y de la función a la que está destinado cada vaso cerámico, puede abrir otra
vía de investigación para analizar aspectos religiosos, posiblemente mitológicos, o referentes a la estratificación de la cultura
analizada. Existen otros estilos relacionados con el poder, que
poseen un referente claro. Sobre este aspecto, Wiessner (1990)
cree posible la presencia de patrones decorativos que denoten
un cierto estatus social dentro de una comunidad que combinan
rasgos generales y particulares.
El intercambio de cerámica y su visibilidad aumentan la
probabilidad de que participen en lo que Wobst (1977) llama
“procesos de mantenimiento de las fronteras”, encontrándonos
con estilos estandarizados en un espacio no muy extenso, estilos con elevada función comunicativa y de delimitación del
territorio, que utilizan un lenguaje común. Estaríamos frente
a lo que se conoce como zonas estilísticas que, siguiendo las
pautas establecidas en este trabajo, podríamos definir como
culturas o subculturas.
La dificultad de definir qué es una cultura y el porqué de su
aparición, ha sido una de las tareas más complicadas a lo largo
de toda la historia de la investigación, existiendo un gran número de propuestas para su resolución. A ello hemos de añadir
250
la notable influencia que el relativismo cultural está adquiriendo en todos los ámbitos de estudio. Esta corriente ha puesto en
evidencia la problemática existente a la hora de definir y diferenciar una cultura concreta, hasta el punto de cuestionarse la
validez del concepto por la amplitud de su significación.
Sobre este aspecto se ha ocupado Sánchez Durá (1997)
quien, tras repasar varias definiciones de cultura, opta por dar
validez al término, puesto que éste suele ser utilizado como
una unidad deseada y necesitada por los diferentes investigadores con el fin de designar ciertas determinaciones. Cultura es
un término de límites borrosos en su aplicación, pero también
lo son otros como estilo, analítica u obra de arte. En nuestro
caso, lo consideraremos como esa unidad deseada para la ejecución de nuestro trabajo, utilizando la definición de la misma
que nos ha parecido más operativa, aceptando que son nuestros
intereses epistemológicos los que determinarán el contexto de
uso. Consideramos que la definición más apropiada de cultura
para el tipo de trabajo que estamos realizando es la que realiza
Clifford Geertz (1973).
Evidentemente, la puesta en práctica de las propuestas de
Geertz serán diferentes en nuestro caso, puesto que las divergencias existentes entre la antropología y la arqueología resultan en ocasiones insuperables. Geertz define cultura como
un sistema ordenado de significados y símbolos en el que el
hombre se conforma y se desarrolla; un patrón de significados
transmitidos históricamente y materializados en formas simbólicas, mediante las cuales los hombres se comunican, perpetúan
y desarrollan su conocimiento sobre la vida y sus actitudes hacia ella; una serie de dispositivos simbólicos para controlar la
conducta, fuentes extrínsecas de información. La cultura debe
ser comprendida como una serie de mecanismos de control auto
impuestos por el mismo grupo. Concibe al ser humano como
un animal plástico, moldeable y adaptable, que tiene gran capacidad de respuesta, tanto a estímulos externos como internos,
extremadamente generales, vagos e imprecisos. Si esta capacidad general de respuesta del hombre no estuviera gobernada por
estructuras culturales concebidas como sistemas organizados de
símbolos, la conducta de los hombres sería un puro caos.
Para Geertz el hombre es el animal que más depende de mecanismos de control no innatos para ordenar su conducta y dotar
de sentido a su experiencia. La cultura no es algo añadido o superpuesto a una conducta biológicamente predeterminada, sino que
resulta de la orientación, precisión, especificación y restricción
que el ser humano practica a través de lo que denomina “sistemas
organizados de símbolos significativos” en el seno de esas capacidades de respuesta muy generales. Uno de los aspectos que más
nos interesan es precisamente la definición que realiza Geertz de
símbolo, a saber, cualquier cosa (objeto, hecho, acto, cualidad,
palabra, gesto) que sirva como vehículo de una concepción que
imponga significación a la experiencia. Símbolo es cualquier cosa
que, desprovista de su mera factalidad o actualidad, sea utilizada para disponer significativamente los sucesos entre los que los
hombres viven, de forma que estos se orientan en la experiencia.
Los símbolos son abstracciones de la experiencia fijadas en formas perceptibles. El pensamiento humano resulta del tráfico o intercambio de esos símbolos, no siendo algo privado, sino que las
tramas culturales –la construcción, aprehensión y utilización de
las formas simbólicas– son hechos sociales y, por tanto, públicas
y observables. Al considerar las estructuras culturales como siste-
[page-n-268]
Fig. 9.1. Ejemplos de propuestas encaminadas a ilustrar la expansión del Neolítico, diferenciando culturas arqueológicas definidas a partir
de estilos cerámicos generales en Europa, según (A) P. Rowley-Conwy (2011) con años cal BP y (B) J. Guilaine (2003) con años cal BC.
mas de símbolos, o complejos de símbolos, su rasgo más relevante es constituir fuente extrínseca de información. Es en este punto
de la explicación cuando el estudio estilístico de los vasos cerámicos cobra cierto significado como fuente de información y como
vehículo de comunicación simbólica. La definición de símbolo
resulta esencial en tanto en cuanto el símbolo del particularismo
de Geertz y el signo del estructuralismo de Lévi-Strauss, para un
arqueólogo, no son más que la misma cara de una moneda, siendo
similares en su aplicación práctica a la hora de dotar de significación cultural a cada uno de los pasos de la cadena operativa en la
realización de cualquier producto.
Siguiendo al mismo autor, no existe una naturaleza humana
independiente de la cultura. Somos animales incompletos terminados por la cultura, pero no por una cultura universal, sino
por formas particulares de la misma, es decir, por la cultura de
los apaches, incas o catalanes. La arqueología debe intentar detectar los símbolos que conforman las diferentes culturas, pero
muy difícilmente podrá comprenderse el significado específico
de cada símbolo (significante) particular. El grado de diferenciación simbólica que se detecte en los estudios estilísticos resultará crucial a la hora de establecer el grado de fragmentación que
atribuiremos para cada cultura. En este sentido, la decoración
cerámica ha resultado un factor clave a la hora de identificar
culturas, si bien éstas pueden pertenecer a otras más extensas o
subdividirse en entidades menores. A partir de la caracterización
de los recipientes cerámicos podemos fragmentar el Neolítico
europeo en entidades menores (fig. 9.1). Una de ellas sería la
Cultura neolítica de las cerámicas impresas del Mediterráneo
occidental, formada por otras realidades culturales entre las que
se encuentra la Cardial, a su vez compuesta por otras entidades
regionales como la Cultura Cardial valenciana, también subdividida en comunidades, formadas por grupos.
Cabe ser cauteloso a la hora de relativizar conceptos,
porque se podría llegar a un punto en el que la unidad de
estudio fuera excesivamente pequeña e imprecisa. Al diferenciar culturas, hemos de diferenciar entidades equivalentes
en el tiempo y en el espacio. No sería ecuánime comparar
la actual cultura europea occidental con la cultura valenciana, pues no son equivalentes, englobándose una dentro de la
otra. De hecho, la cultura valenciana puede ser considerada
como subcultura enmarcada en otra más amplia. Por tanto
resulta de gran importancia definir en cada momento qué se
relativiza, el marco en que se relativiza y la radicalidad con
la que estamos relativizando. A la hora de realizar cualquier
estudio comparativo en Prehistoria, debe especificarse qué
estamos comparando, el horizonte cronológico y marco territorial. Por este motivo hemos realizado una propuesta enmarcada en un espacio y un contexto cronológico definidos,
el Neolítico antiguo valenciano (circa 5600-4850 cal BC).
Del mismo modo, al comparar estilos, deberá especificarse
si estamos comparando estilos generales, modelos básicos de
los estándares de producción o aspectos particulares de un
estilo general.
Muestra cerámica analizada
La acumulación de datos y su exposición ordenada es la que
permitirá mostrar las características estilísticas de un conjunto vascular determinado. Pero la recogida de esta información
ofrece más posibilidades, permitiéndonos analizar atributos específicos y realizar estudios comparativos. La metodología permite la detección de variaciones formales, incorporadas o añadidas, sobre un modelo ideal (estandarizado) de objeto, según
propuesta de Sackett (1990) de modelo isocrástico.
251
[page-n-269]
Por este motivo, se ha realizado un último ejercicio comparativo con una doble finalidad: por una parte, ver si es posible detectar particularidades a nivel de comunidades como
se ha planteado para el Neolítico antiguo en Cataluña (Oms,
2014); por otra, tratar de ofrecer una listado de las producciones más comunes y de los patrones decorativos que aparecen
de forma más repetida.
La comparación de las colecciones cerámicas del Neolítico
antiguo valenciano publicadas muestran posibles particularidades en las técnicas decorativas (p.e. la mayor utilización de
decoraciones con natis en Sarsa), en la tipología (escasez de botellitas en yacimientos costeros), entre las composiciones decorativas (p.e. la práctica totalidad de las composiciones del grupo
de zigzagueantes verticales que parten de una banda delimitada
y no finalizan con impresiones de natis se localizan en la Cova
de la Sarsa) o en la organización de la decoración (p.e. concentración de glifos en Or y Sarsa, y de motivos antropomorfos en
la Cova de l’Or). Pero para determinar las diferencias formales
que existen entre las vajillas de las diferentes comunidades, sería necesario un detallado estudio comparativo de las variables
contempladas en el capítulo de metodología, que excede los límites propuestos para este trabajo.
Como alternativa, a partir de un análisis de la tipología y de
la organización de la decoración, únicamente de los vasos impresos cardiales, se presenta una primera comparación entre producciones cerámicas representativas de cinco posibles comunidades
del Neolítico antiguo valenciano. Cuatro responden a conocidos
yacimientos: la Cova de la Sarsa, la Cova de l’Or, la Cova de les
Cendres y la Cova del Montgó. La quinta unidad de análisis la
forma el conjunto de restos cerámicos recuperados en varios enclaves cercanos a Marxuquera pertenecientes a la comunidad denominada Serpis Bajo-Marxuquera (Cova del Barranc del Llop,
Cova del Forat de l’Aire Calent y Cova de les Rates Penades).
La colección de Sarsa se utiliza de forma íntegra aun en los
casos en los que no ha sido posible establecer la temática decorativa, pues es la única que hemos analizado de forma íntegra y
directa. Para la Cova de l’Or, se ha considerado el conjunto cerámico depositado en el Museu Arqueològic Municipal de Alcoi
(García Borja et al., 2011b) y los vasos expuestos en las vitrinas
del Museu de Prehistoria de València, también analizados directamente. Hemos añadido los vasos ya publicados en los que es
posible establecer la tipología y temática decorativa de los sectores J y K (Martí et al., 1980; Martí, 1983; Bernabeu, 1989).
Para la Cova de les Cendres, se han utilizado los vasos recuperados en el Sector A (Bernabeu y Molina, 2009) y otros
ejemplares publicados con anterioridad (Bernabeu, 1982). De
la Cova del Montgó se contemplan los materiales depositados
en el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (Soler et al.,
2007). Finalmente, para el conjunto de Marxuquera, los materiales de la Cova del Barranc del Llop y del Forat de l’Aire
Calent (Aparicio et al., 1979 y 1983), existentes en el Museu
Arqueològic de Gandia, y los de la Cova de les Rates Penades
en el Museu de Prehistòria de València.
La muestra se compone de 354 vasos decorados con impresiones cardiales. Número suficiente para una aproximación a las
producciones más comunes y a los patrones decorativos. Sin embargo, estamos ante una muestra desigual cuando se comparan las
cinco unidades de análisis seleccionadas, concentrándose la mayoría en dos yacimientos, la Cova de l’Or y la Cova de la Sarsa.
252
Tipología
La comparación de la tipología de los vasos impresos cardiales
de las colecciones consideradas (cuadro 9.1), no ofrece grandes
diferencias en función del contexto de aparición. La Clase A
(platos, escudillas y fuentes) es testimonial, con un único ejemplar impreso cardial en la Cova de les Cendres. La Clase C es
la más numerosa, especialmente los grupos en los que quedan
clasificados los cántaros, las ollas, los cubiletes y los contenedores medios, que forman la base de la vajilla cardial del Neolítico
valenciano, junto con cuencos del Grupo 6 de la Clase B, y los
recipientes de la Clase D, sobre todo botellitas.
Cabe señalar que estos últimos grupos pertenecientes a la
Clase D se concentran en los yacimientos de la Cova de l’Or y
de la Cova de la Sarsa. El ejemplar que aparece contabilizado
en la Cova de les Cendres no procede del Sector A, habiéndose
recuperado en otro espacio de la cavidad (Bernabeu, 1982). Del
mismo modo, cabe destacar la ausencia de jarras en la misma
Cova de les Cendres. El carácter estacional de las ocupaciones
de la Cova de les Cendres o la propia localización de los sectores excavados al fondo de la cueva, podrían dar una explicación
a esta ausencia.
Otro de los aspectos que destaca de la comparación tipológica
de los conjuntos es la elevada presencia de contenedores medios
y de botellitas en la Cova de l’Or, en detrimento de cuencos y de
ollas. Se ha señalado que la muestra de este yacimiento puede
presentar porcentajes de aparición distorsionados. Un estudio de
la cerámica de la Cova de l’Or similar al que hemos realizado
para la Cova de la Sarsa, seguramente ofrecerá porcentajes diferentes a los que se exponen. Las colecciones de la Cova del
Montgó y de la comunidad de Marxuquera se han reducido considerablemente al aplicar los criterios de selección. Señalar que su
tipología descansa sobre los grupos más comunes de las Clases B
y C, como cuencos, cántaros, ollas y contenedores. La ausencia
de orzas y tinajas en estas cuevas podría ser debido a la escasa
vinculación de estas formas con la técnica de la impresión cardial,
como se ha comprobado para la Cova de la Sarsa.
La comparación tipológica de los conjuntos cerámicos más
representativos, por su cantidad de ejemplares, considerados en
este ejercicio (cuevas de la Sarsa, Or y Cendres), muestra que
existe mayor afinidad formal entre los restos cerámicos impresos cardiales clasificados de la Cova de la Sarsa y la Cova de les
Cendres. Se observa cómo los grupos pertenecientes a cuencos,
jarros, botellitas y microvasos presentan divergencias porcentuales entre los conjuntos de Sarsa y Cendres, más homogéneos,
y el de la Cova de l’Or, con diferente representación por lo que
respecta a estos grupos (fig. 9.2).
Organización de la decoración
El número total de vasos impresos cardiales al que se le ha asignado una temática decorativa esencial es de 206 (cuadro 9.2). Una
primera visión general muestra al grupo de los frisos como el más
numeroso, destacando la importancia de los frisos colgantes (4.2),
formados principalmente por guirnaldas (4.2.2), seguidos de las
series discretas de ángulos y festones (4.2.3), y por los frisos formados por ángulos. Los frisos verticales también aparecen en número elevado, especialmente en la Cova de l’Or y en la Cova de
la Sarsa, si bien en la primera asociada a cántaros, contenedores y
orzas, mientras que en la segunda a ollas y cuencos.
[page-n-270]
Cuadro 9.1. Tipología de los vasos impresos cardiales.
Clase A
Grupo 2
A.2.I
Clase B
Grupo 6
B.6.I
B.6.II
Grupo 7
B.7.II
Grupo 8
B.8.II
Clase C
Grupo 10
Cova de la Sarsa
Cova de l’Or
Cova de les Cendres
Cova del Montgó
Marxuquera
Total
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
N (%)
–
–
1 (3)
–
–
1 (0,3)
–
–
1
–
–
1 (0,3)
–
–
1
–
–
1
68 (37)
29 (24)
13 (37)
1 (17)
1 (11)
112 (32)
63 (34)
29 (24)
13 (37)
1 (17)
1 (11)
107 (30)
11
4
5
1
1
22
52
25
8
–
–
85
1 (0,6)
–
–
–
–
1 (0,3)
1
–
–
–
–
1
4 (2,2)
–
–
–
–
4 (1,1)
4
–
–
–
–
4
106 (57)
74 (62)
20 (57)
5 (83)
8 (89)
213 (60)
2 (1)
9 (7,5)
–
–
2 (22)
13 (3,7)
C.10.I
1
1
–
–
1
3
C.10.II
–
3
–
–
1
4
C.10.III
Grupo 11
1
5
–
–
–
6
9 (5)
9 (7,5)
3 (8,5)
–
1 (11)
22 (6)
C.11.I
1
4
1
–
–
6
C.11.II
6
5
2
–
1
14
C.11.III
Grupo 12
C.12.I
C.12.II
Grupo 13
1
–
–
–
–
1
30 (16)
19 (16)
5 (14)
2 (33)
3 (33)
59 (17)
24
17
3
2
–
46
6
2
2
–
2
12
44 (24)
11 (9)
7 (20)
2 (33)
–
64 (18)
C.13.I
34
5
6
2
1
48
C.13.II
–
1
–
–
–
1
C.13.III
Grupo 14
C.14.I
10
5
1
–
–
16
16 (8,7)
19 (16)
5 (14)
1 (17)
2 (22)
43 (12)
9
11
2
1
1
24
C.14.II
5
5
–
–
–
10
C.14.III
1
1
1
–
–
3
C.14.IV
1
2
1
–
1
5
C.14.V
–
–
1
–
–
1
5 (2,7)
7 (5,8)
–
–
–
12 (3,4)
–
6
–
–
–
6
Grupo 15
C.15.I
C.15.III
5
1
–
–
–
6
10 (6)
17 (14)
1 (3)
–
–
28 (8)
Grupo 16
6 (3,3)
13 (11)
1 (3)
–
–
20 (5,6)
Grupo 18
1 (0,6)
2 (1,7)
–
–
–
3 (0,8)
Grupo 19
3 (1,6)
2 (1,7)
–
–
–
5 (1,4)
Clase D
Total
D.19.III
1
1
–
–
–
2
D.19.IV
2
1
–
–
–
3
184
120
35
6
9
354
253
[page-n-271]
Fig. 9.2. Comparativa porcentual entre los vasos con decoración impresa cardial de la Cova de la Sarsa, Cova de l’Or y Cova de les
cendres a nivel tipológico y de organizacion de la decoración.
Cuadro 9.2. Organización de la decoración de los vasos cardiales, en función de su tipología y contexto de aparición.
1. Bandas
Escudillas (A.2)
2. Mosaicos
3. Glifos
4. Frisos
1.1
1.2
2.1
2.2
2.3
3.1
3.2
3.3
4.1
5. Metopas 6. Apliques 7. Escén. Total
4.2.1 4.2.2 4.2.3
4.3
5.1
5.2
6.1
6.3
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
C. Cendres
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cuencos (B.6)
2
12
–
–
1
2
5
–
3
–
7
8
8
5
–
–
–
–
53
C. Sarsa
1
7
–
–
1
2
3
–
2
–
4
3
5
4
–
–
–
–
32
C. Or
1
3
–
–
–
–
2
–
1
–
3
4
2
–
–
–
–
–
16
C. Cendres
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
1
–
–
–
–
4
C. Montgó
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cuencos (B.7)
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
C. Sarsa
Cuencos (B.8)
C. Sarsa
Jarr. y pic. (C.10)
–
1
–
–
–
2
2
1
2
–
–
1
1
–
–
–
–
1
11
C. Sarsa
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
C. Or
–
1
–
–
–
1
2
1
1
–
–
1
1
–
–
–
–
–
8
C. Cendres
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
0
Marxuquera
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Cubiletes (C.11)
1
1
1
3
–
1
–
–
1
–
2
2
1
2
–
1
–
–
16
C. Sarsa
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
2
2
–
1
–
–
–
–
6
C. Or
–
1
1
2
–
–
–
–
–
–
–
–
1
1
–
–
–
–
6
254
[page-n-272]
Cuadro 9.2.
9.2. Continuación.
Organización de la decoración de los vasos cardiales, en función de su tipología y contexto de aparición.
Cuadro
1. Bandas
2. Mosaicos
3. Glifos
4. Frisos
1.1
1.2
2.1
2.2
2.3
3.1
3.2
3.3
4.1
C. Cendres
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
Marxuquera
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
Cántaros (C.12)
2
4
–
1
–
–
–
–
4
1
C. Sarsa
1
2
–
–
–
–
–
–
–
C. Or
–
1
–
–
–
–
–
–
C. Cendres
–
–
–
1
–
–
–
–
Marxuquera
–
–
–
–
–
–
–
5. Metopas 6. Apliques 7. Escén. Total
4.2.1 4.2.2 4.2.3
4.3
5.1
5.2
6.1
6.3
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
2
3
3
2
–
–
2
1
–
23
–
2
2
–
–
–
–
1
–
8
3
1
1
1
1
–
–
–
–
–
8
–
–
–
–
1
–
–
2
–
–
4
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
C. Montgó
1
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
Ollas (C.13)
3
5
–
1
–
1
3
3
2
1
6
4
4
2
–
–
–
1
36
C. Sarsa
1
2
–
1
–
1
2
2
2
1
4
3
3
1
–
–
–
1
24
C. Or
–
2
–
–
–
–
–
1
–
–
2
–
1
–
–
–
–
–
6
C. Cendres
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
3
Marxuquera
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
C. Montgó
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
2
32
Contened. (C.14)
1
–
18
5
–
–
–
–
1
–
2
–
2
–
1
1
1
–
C. Sarsa
1
–
4
3
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
1
1
–
11
C. Or
–
–
11
1
–
–
–
–
1
–
1
–
1
–
–
–
–
–
15
C. Cendres
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
3
Marxuquera
–
–
2
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
C. Montgó
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
Orzas (C.15)
–
–
2
1
1
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
1
1
8
C. Sarsa
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
2
C. Or
–
–
2
1
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
–
–
5
C. Cendres
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
1
5
4
2
–
–
–
–
16
C. Sarsa
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
3
–
–
–
–
–
5
C. Or
–
–
–
–
–
2
2
–
–
–
1
3
–
2
–
–
–
–
10
C. Cendres
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
1
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
2
–
–
–
–
–
–
3
C. Sarsa
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
1
C. Or
–
1
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
–
–
–
–
2
1
–
–
–
–
–
–
1
–
1
1
–
1
–
–
–
–
–
5
C. Sarsa
1
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
–
–
3
C. Or
–
–
–
–
–
–
–
–
–
1
–
–
1
–
–
–
–
–
2
11
24
21
11
2
8
12
5
14
3
23
26
23
11
2
4
3
3
206
3
(1%)
206
Botellitas (D.16)
Microvasos (D.18)
Diversos (D.19)
Total
Total grupo
temático
35
(17%)
34
(17%)
25
(12%)
89
(43%)
El grupo temático de las bandas aparece representado de
forma mayoritaria en cuencos, cántaros y ollas, concentrándose en buena parte de los ejemplares en la Cova de la Sarsa,
donde este grupo temático no aparece asociado con cubiletes,
jarras o microvasos, cuyos ejemplares, escasos, se concentran
en la Cova de l’Or. La única escudilla de la Clase A identificada
(Cova de les Cendres) pertenece a este grupo temático.
13
(6%)
7
(3%)
El grupo de los mosaicos aparece documentado en todos
los conjuntos analizados, relacionado principalmente con
contenedores del Grupo 14. Destaca la elevada presencia de
este tipo de decoración asociado a motivos pivotantes en la
Cova de l’Or, donde se concentran la mayoría de los ejemplos, representándose también en dos orzas del Grupo 15.
La asociación de decoraciones impresas cardiales pivotantes
255
[page-n-273]
ocupando buena parte de la superficie de contenedores medios y grandes es una de las asociaciones más repetidas en el
territorio cardial valenciano.
La gran mayoría de los glifos diferenciados aparecen en vasos de la Cova de la Sarsa y de la Cova de l’Or, aunque no son
exclusivos de estos yacimientos. De hecho, en el conjunto de
Marxuquera se ha documentado uno representado en una olla y
otro en una jarra (fig. 8.17: 1 y 6). Como se ha comentado al reflexionar sobre las figuras impresas antropomorfas, la presencia
de glifos en las decoraciones se extiende a lo largo del territorio
cardial. Destacar su ausencia en la Cova de les Cendres, en la
que no ha podido identificarse ningún vaso impreso cardial con
esta temática.
Del mismo modo, cabe señalar la concentración de botellitas
decoradas con glifos en la Cova de l’Or. En la Cova de la Sarsa
las botellitas con esta temática están realizadas con impresiones
de gradina (también presentes en la Cova de l’Or), razón por la
que no aparecen contabilizadas en la tabla de referencia. Pero
cabe señalar que la mayoría de botellitas y microvasos clasificados se asocian a temáticas decorativas formadas por frisos.
Otra de las temáticas que aparece representada en diferentes
cuevas es la de las metopas. En este caso, el mayor número de
ejemplares se concentra en la Cova de la Sarsa, apareciendo el
resto en la Cova de les Cendres y la Cova de l’Or. En este último
yacimiento, las metopas únicamente aparecen representadas en
botellitas y cubiletes. Cabe admitir que existen decoraciones que
utilizan composiciones en metopa en vasos de la comunidad de
Marxuquera y de la Cova de l’Or, pero se encuentran enmarcando glifos, con lo que aparecen contabilizados dichos vasos dentro de este grupo temático y en el de las metopas. Las que no enmarcan glifos se documentan únicamente en la Cova de la Sarsa
y en la Cova de les Cendres (ejemplar no completo). Los escasos
ortogonales que se han identificado se asocian con contenedores
de diferente tamaño, presentes únicamente en Cendres y Or.
Los vasos con temáticas realizadas mediante cordones impresos cardiales son escasos. La mayoría de los contenedores de
gran tamaño que presentan cordones impresos durante el Neolítico antiguo presentan decoración con instrumento de punta única, no de concha dentada. Además los cordones impresos cardiales suelen acompañar a otras temáticas, como los mosaicos.
Al asignar una única temática a cada vaso, los que poseen cordones cardiales aparecen integrados en otros grupos temáticos.
Por último, aunque en este ejercicio las temáticas escénicas
quedan representadas únicamente en Sarsa, cabe señalar que
también se han identificado en vasos de la Cova de l’Or que no
ha sido posible clasificar tipológicamente (Martí y Hernández,
1988: 69), y no es posible considerar que se trata de una temática exclusiva de la Cova de la Sarsa.
En el anterior apartado se ha mostrado una comparación tipológica de los conjuntos cerámicos más representativos (cuevas de la Sarsa, Or y Cendres), demostrándose mayor afinidad
formal entre los restos cerámicos impresos cardiales clasificados de la Cova de la Sarsa y la Cova de les Cendres. El mismo
análisis comparativo, esta vez enfocado a la organización de la
decoración, muestra que son las colecciones de Sarsa y Or las
que más afinidad presentan (fig. 9.2), destacando la ausencia de
temáticas con glifos en Cendres, el considerable menor número
de frisos o la mayor presencia de bandas, metopas y apliques.
De estas comparaciones entre tipología y organización de la de256
coración en estos tres conjuntos, se intuye la presencia de singularidades en cada yacimiento, aunque también una importante
homogeneidad y la utilización de unos determinados tipos y un
abanico limitado de temáticas. Aunque cada yacimiento presenta porcentajes de aparición particulares, el ejercicio también demuestra que los tipos utilizados son similares y que la mayoría
de temáticas decorativas se repiten, no diferenciándose por el
momento características específicas definitorias y diferenciadoras claras entre la vajilla de cada uno de los yacimientos o de
cada comunidad.
Producciones más comunes del Cardial valenciano
El estudio comparativo realizado no ha desvelado marcadas
particularidades entre los conjuntos, para lo que deberá valorarse realizar otros estudios más específicos, especialmente en
lo que respecta a las colecciones de las cuevas de l’Or y de la
Sarsa. Centrándonos en estos yacimientos, es necesario retomar
una cuestión sobre la que ya se ha advertido en capítulos anteriores dedicados a mostrar la vajilla de Sarsa: las temáticas
decorativas no se asocian a un único tipo de vaso. Al contrario, tras el análisis de un conjunto amplio de vasos cardiales,
se observa que una misma temática aparece en recipientes de
diferente perfil y volumen (fig. 9.3). Es una cuestión que necesariamente deberemos retomar en futuros trabajos, pues deja
abiertas varias posibilidades a la hora de dar una explicación
a este hecho, valorando la posibilidad de relacionar temáticas
decorativas similares con vajillas pertenecientes a una misma
familia, grupo o comunidad. Por el momento, consideramos que
las dificultades en aislar particularidades a través de la tipología
y de la organización de la decoración responden a la existencia
de estándares de producción cerámica, que superan el nivel familiar o grupal, representándose una misma temática decorativa
en diferentes tipos de vasos, primando la necesidad de disponer
de una variada vajilla en la que se representan diferentes temáticas a nivel de comunidad, no tanto de familia.
Uno de los objetivos que se han alcanzado con el ejercicio
realizado en el apartado anterior es el establecimiento de una
primera propuesta de producciones cardiales más comunes
del Neolítico antiguo cardial valenciano. Uno de los criterios
aplicados para determinar que un tipo específico debe aparecer en el listado que se presenta es que se haya identificado
más de un ejemplar. Además de los ejemplares impresos cardiales, se han añadido las producciones que presentan temática decorativa esencial de cordones, aunque no sean cardiales,
pues constituye el otro gran grupo de recipientes que conforman la vajilla neolítica de la Cultura Cardial valenciana, proporcionándose una visión más completa. Se han diferenciado
las siguientes producciones como características del cardial
valenciano (figs. 9.4-9.6):
1. Cuencos y ollas.
1.1. Decorados con varias bandas que se repiten o alternan.
1.2. Decorados con metopas.
1.3. Decorados con un glifo central.
1.4. Decorados con frisos.
1.5. Decorados con guirnaldas.
2. Jarras.
2.1. Decoradas con glifo central único o reflejado en la cara
opuesta del vaso.
[page-n-274]
Fig. 9.3. Vasos de diferente tipología decorados con frisos verticales con la técnica de la impresión cardial procedentes de la Cova de l’Or.
2.2. Decorados con frisos verticales.
2.3. Decorados con bandas o con frisos horizontales.
3. Cubiletes o cuencos pequeños.
3.1. De forma cilíndrica, base plana y decorados con frisos o
bandas.
3.2. De base cónica y decorados con mosaicos.
3.3. De forma globular o esférica y con decoración en guirnaldas
o metopas.
4. Cántaros.
4.1. Decorados con frisos verticales.
4.2. Decorados con guirnaldas.
4.3. Decorados con bandas y cordones.
4.4. Con cordones impresos, cardiales o de instrumento de punta
única.
5. Contenedores y orzas.
5.1. Decorados con mosaico.
5.2. Decorados con frisos verticales, frisos colgantes (metopas)
y ortogonales.
5.3. Decorados con cordones impresos, cardiales o de instrumento de punta única.
6. Botellitas.
6.1. Decoradas con un glifo ocupando la parte central.
6.2. Decoradas con metopas.
6.3. Decoradas con frisos horizontales.
6.4. Decoradas con frisos verticales.
6.5. Decoradas con guirnaldas.
7. Formas particulares.
7.1. Vasos geminados.
7.2. Toneletes.
7.3. Microvasos.
7.4. Asas pitorro.
Patrones decorativos del cardial valenciano
Otra de las cuestiones que hemos podido abordar del ejercicio
comparativo presentado es la posibilidad de diferenciar una serie
de variables constantes en las temáticas decorativas de la cerámica
impresa cardial valenciana.
Tomando como referencia principal la temática y la orientación de la decoración, se han distinguido seis patrones decorativos distintos que también sirven para caracterizar el estilo
cerámico cardial valenciano. Estos patrones no son exclusivos,
pudiéndose combinarse entre ellos. En esta ocasión también se
han considerado los vasos que presentan cordones impresos o
lisos, aunque no posean decoración impresa cardial. Se distinguen los siguientes patrones decorativos en las decoraciones
impresas cardiales valencianas:
1. Horizontal
Vasos decorados con composiciones de recorrido horizontal,
generalmente bandas (fig. 9.7). Éstas se repiten desde la boca
del vaso, dejando entre cada una espacios reservados carentes
de decoración. Los grupos compositivos utilizados para realizar
estas decoraciones son: bandas no delimitadas y frisos simples
(A); bandas delimitadas (B); frisos simples con líneas (C); bandas complejas (E); líneas (F); festones (L) y ángulos (P).
Este patrón aparece asociado mayoritariamente a cuencos
y ollas de morfología globular, aunque también se documenta
en cántaros. En estos últimos recipientes, las composiciones de
recorrido horizontal ocupan el cuello o el tercio superior de la
superficie del vaso, combinándose en ocasiones con otras temáticas localizadas en la parte central. Se ha detectado en cubiletes, escudillas y contenedores, aunque de forma testimonial.
Se representa en vasos realizados mediante rollos de arcilla y
cocciones reductoras, de superficies bruñidas y grosor de paredes medio (0,7-0,9 cm).
257
[page-n-275]
Fig. 9.4. Producciones más comunes de la Cultura Cardial valenciana en su momento pleno (5450-5250 cal BC).
258
[page-n-276]
Fig. 9.5. Producciones más comunes de la Cultura Cardial valenciana en su momento pleno (5450-5250 cal BC).
259
[page-n-277]
Fig. 9.6. Producciones más comunes de la Cultura Cardial valenciana en su momento pleno (5450-5250 cal BC).
Su recorrido cronológico es amplio, documentándose a lo largo de todo el Neolítico antiguo cardial y epicardial, aunque en esta
última fase utilizando impresiones de gradina primero, y combinaciones de incisiones e impresiones posteriormente. Es un tipo de
decoración equiparable al “cardial zonado” (Manen, 2002).
2. Cubriente
Patrón definido por un tema decorativo principal de lectura indiferenciada, del grupo compositivo de los mosaicos
260
(fig. 9.8). El esquema más repetido es el de una banda o friso
simple cerca del labio, bajo el que se sitúa un cordón impreso;
el resto de la superficie del vaso es ocupada por una composición del grupo de los mosaicos, que surge de la traslación y/o
reflexión horizontal y vertical de un elemento (generalmente
trazo corto o curvo). El motivo principal se realiza repitiendo
impresiones aisladas de concha dentada en posición vertical, o
unidas formando motivos pivotantes o en flamme, que son las
más repetidas.
[page-n-278]
Fig. 9.7. Patrones decorativos horizontales. Cova de l’Or (1-5) y Cova de la Sarsa (6).
Fig. 9.8. Patrones decorativos cubrientes. Cova de l’Or (1-4 y 6-7) y Cova de la Sarsa (5).
261
[page-n-279]
Aunque en la mayoría de ocasiones el patrón se representa sobre contenedores del Grupo 14, también aparece en
otros del Grupo 15, y de forma puntual en cubiletes, cuencos
y ollas. Son vasos realizados en ambientes reductores o mixtos, de paredes gruesas (entre 0,8 y 1,2 cm), cuyas superficies
presentan alisado.
Estas producciones están presentes desde el Cardial
antiguo, pudiendo incluso proponerse un origen en la fase
arcaica, no asociada a motivos pivotantes, sino a trazos cortos adheridos de forma irregular. Durante el Cardial pleno y
el Epicardial, estas producciones siguen estando presentes
en la vajilla, asociadas a la técnica de la impresión cardial,
aunque documentándose también vasos con decoración incisa e impreso-incisa. En algunas ocasiones la decoración
se realiza con concha no dentada, formando motivos en rocker, que se fechan en el Neolítico antiguo inicial y pleno.
Destacar la ausencia de vasos impresos con gradina en este
patrón decorativo.
3. Vertical
Está formado por decoraciones cuyas composiciones se
orientan verticalmente, o de forma mixta. Cubren la mayor
parte del espacio decorativo del vaso. Es un patrón vinculado
a temáticas a partir de glifos o con frisos verticales. La gran
mayoría de los vasos representativos del estilo vertical del Cardial valenciano se fechan en el Neolítico antiguo pleno y en el
Epicardial inicial, momento en el que este tipo de producciones
de cuidada tecnología se decoran también utilizando gradinas.
Diferenciamos dos tipos:
3.1. Continuo. Decoraciones formadas por motivos verticales en número superior a dos, que se repiten a lo largo de buena parte del vaso o de toda su superficie (figura 8.35). Pueden
acompañarse de una o varias composiciones de recorrido horizontal en la parte superior del vaso, bajo el borde, o limitando
un espacio compositivo amplio en el que se desarrollan varios
motivos de recorrido vertical. Los grupos compositivos más
comunes representados en este patrón son las líneas y bandas
verticales (H), aunque pueden reconocerse composiciones figurativas (F), ramiformes (R) y zigzagueantes (S).
Se aplican a jarras, cántaros, ollas y cuencos. Los vasos
integrantes son de buena calidad, con paredes finas o medias,
cocciones reductoras, superficies espatuladas o bruñidas y desgrasantes de pequeño tamaño.
3.2. Aislado. Tipo representado por las decoraciones que poseen una figura de recorrido vertical ocupando un lugar central en
el espacio decorativo del vaso (figura 7.20). En ocasiones pueden
aparecer dos motivos similares o idénticos, aunque ocupando posiciones enfrentadas. Es un patrón decorativo que suele representarse combinado con otro horizontal, suspendido o geométrico.
El grupo compositivo más utilizado es el figurativo (F), pudiendo
utilizarse composiciones del grupo de los ramiformes (R), líneas y
bandas verticales (H), incluso zigzagueantes (S).
La tipología en la que se representan estas decoraciones es
variada. La mayoría de las decoraciones verticales formadas por
un glifo aislado o dos enfrentados que pueden asimilarse a figuras antropomorfas se representan en jarras o botellitas. En los
casos en los que aparece en cuencos y ollas, las composiciones
pertenecen a los grupos de las bandas verticales, ramiformes y
zigzagueantes.
262
4. Suspendido
Patrón realizado a partir de decoraciones de recorrido horizontal, formadas por una composición central de mayor tamaño, generalmente del grupo de las guirnaldas y festones,
que ocupan la mitad o más de la altura del recipiente (fig. 9.9).
Esta composición central o principal se estructura a partir de
una banda o friso simple, del que se desprenden composiciones del grupo de los festones (L), ángulos (P) y zigzagueantes
verticales (S), motivos formados a partir del elemento arco o
ángulo en traslación homotecia, cuyo tamaño supera al de la
banda, formando composiciones del grupo de las guirnaldas
(Q). También se incluyen las composiciones de morfología
cuadrangular o triangular, aisladas o seriadas, que aparecen
bajo una banda o friso. Por tanto, las temáticas que forman
frisos realizados por festones y por ángulos también forman
parte de este patrón decorativo.
Aparece en cuencos, ollas, cántaros y botellitas, con ejemplos sobre toneletes y vasos geminados. Las guirnaldas se representan en varios tipos de vasos, concentrándose los festones
y figuras geométricas en cuencos y ollas. Tecnológicamente, los
vasos con estas decoraciones presentan mayor diversidad, con
superficies alisadas, espatuladas y bruñidas, grosores de diferente tipo y cocciones reductoras y oxidantes.
Es un patrón decorativo que se documenta desde el Cardial
antiguo, con motivos que utilizan impresiones de natis para realizar frisos a partir de composiciones del grupo de los festones.
Será en el Cardial pleno y en el Epicardial antiguo cuando alcancen mayor desarrollo, desapareciendo en el Epicardial final.
5. Geométrico
Pertenecen a este patrón decorativo los vasos que presentan
temáticas formadas a partir de metopas y ortogonales. Se trata
de decoraciones que ocupan más de la mitad del espacio compositivo del vaso y que poseen composiciones de recorrido horizontal y vertical (fig. 9.10). En el caso de las composiciones del
grupo de las metopas (Y), con figuras en U invertida, mientras
que las temáticas ortogonales están formadas por intersecciones
de composiciones horizontales y verticales.
Las metopas se representan en ollas, cuencos, cubiletes y
botellitas. En las ocasiones en las que aparecen en jarras, lo
hacen enmarcando glifos aislados o enfrentados. Para encontrar composiciones de este tipo en cántaros, hay que ampliar el
abanico de técnicas decorativas, pues se realizan a partir de la
combinación de la impresión y de la incisión.
En cambio los ortogonales se asocian a contenedores, cántaros y cuencos de grandes dimensiones. La tecnología de fábrica es variada: encontramos vasos con superficies alisadas, pero
también espatuladas y bruñidas, de grosor desigual y cocciones
tanto oxidantes como reductoras. Son decoraciones, las de este
patrón, que se vinculan a momentos avanzados del Neolítico
antiguo pleno y al Epicardial, perdurando una vez desaparecida
la técnica de la impresión cardial, con la combinación de la impresión y la incisión.
6. Cordones
La estructura decorativa de este patrón se sustenta en la utilización de cordones (fig. 9.11). Se trata de un patrón decorativo representativo del Cardial, no tanto por la abundante presencia de cordones impresos con concha dentada, como por el elevado número de
cordones impresos en la vajilla del Neolítico antiguo valenciano.
[page-n-280]
Fig. 9.9. Patrones decorativos suspendidos. Cova de l’Or.
Fig. 9.10. Patrones decorativos geométricos. Cova de l’Or (1, 2 y 4) y Cova de la Sarsa (3 y 5).
263
[page-n-281]
Fig. 9.11. Patrones decorativos sobre cordones. Cova de l’Or.
Los tipos de vasos en los que aparece representado este patrón decorativo son variados. Se concentra en contenedores y
cántaros, apareciendo también en orzas y ollas. Su recorrido
cronológico es amplio. Está documentado en el Cardial inicial,
y perdura en el Neolítico medio, donde decrece su porcentaje
hasta casi desaparecer en el Neolítico final.
Los recipientes afectados son de fábrica poco cuidada, con
superficies generalmente alisadas y grosor de paredes superior
a 0,9 cm, cuyos desgrasantes presentan porcentajes desordenados. Las cocciones son reductoras y mixtas.
LA CERÁMICA DE LA COVA DE LA SARSA EN EL
CONTEXTO DEL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL
Las técnicas decorativas y su forma de organizarse en los vasos
cerámicos han sido consideradas el elemento caracterizador de
los estadios evolutivos del Neolítico, así como marcador de
los diferentes territorios “culturales” (Martí y Juan Cabanilles,
2014). En la actualidad, desde los Balcanes diferenciamos dos
grandes entidades culturales durante el Neolítico antiguo en
Europa occidental a partir de la detección de mutaciones en
la cultura material, especialmente de su cerámica: la Cultura
de las Cerámicas Impresas del Mediterráneo Occidental y la
Cultura de las Cerámicas de Bandas de Centroeuropa (LBK).
A su vez, el LBK se divide en dos grupos, Bandas del Alföld y Bandas Transdanubianas, y la Cultura de las Cerámicas Impresas del Mediterráneo Occidental en el grupo de la
Cerámica Impressa (Italia meridional y Sicilia) y en el grupo
Impreso-Cardial, que se desarrolla por la costa tirrénica centro-septentrional de Italia, costa mediterránea francesa, costa
mediterránea de la península ibérica y norte de Marruecos, diluyéndose en Andalucía y Portugal. A su vez, para el grupo
Impreso-Cardial se ha propuesto la existencia de dos grandes
264
entidades, el Cardial tirrénico y el Cardial franco-ibérico, al
que tradicionalmente se vinculan las producciones cerámicas
de la Cultura Cardial valenciana.
La decoración de la cerámica cardial del ámbito tirrénico
se caracteriza por la representación de motivos y composiciones utilizando el borde de la concha dentada (Cerastoderma glaucum) formando bandas, por lo general de tendencia
oblicua, delimitadas con impresiones cardiales, rellenadas de
trazos igualmente dentados, oblicuos u horizontales, formando metopas, triángulos con el vértice apuntando hacia abajo
y en zigzag, que tienden a cubrir la superficie entera del vaso
(Binder, 1995; Grifoni, 2001). También es frecuente la utilización de conchas no dentadas (del género Glycymeris). Las
superficies de los vasos están bruñidas. La tipología descansa
sobre formas globulares y esféricas (ollas y cuencos), con algún ejemplar de cuello desarrollado. Destacar la presencia de
decoraciones específicas bajo las grandes asas, hecho que se
repetirá a lo largo de los diferentes territorios cardiales. En
Cerdeña, pueden presentar además engobe rojo y adornos de
cordones plásticos horizontales, en ocasiones impresos con
concha dentada (Tanda, 1995 y 1998).
La técnica de la impresión cardial también constituye el eje sobre el que se ha definido el Cardial franco-ibérico (Guilaine, 1976).
Su cerámica se caracteriza por la decoración en bandas horizontales, que se alternan con otras zonas libres de decoración, razón por
la que también se ha denominado Cardial “zonado”. Se caracteriza
por la presencia de motivos repetidos de manera sistemática, realizados mediante impresiones cortas con el borde de una concha
dentada (Cerastoderma glaucum) dispuestas en bandas horizontales delimitadas y rellenas de impresiones verticales u horizontales,
chevrons o zigzag. La decoración suele agruparse formando bandas
con espacios reservados de separación. Entre las bandas decoradas
se integran los elementos de prensión o de tipo ornamental. Las de-
[page-n-282]
coraciones plásticas están representadas por cordones ortogonales
lisos, cordones horizontales digitados, ungulados o con impresiones cardiales. Los cuencos, las ollas y los cántaros son los tipos más
repetidos (Manen, 2000 y 2002; Van Willigen, 2004).
Es posible enumerar similitudes entre la cerámica descrita para el Cardial franco-ibérico y el valenciano. Se identifican
temáticas análogas a las definidas en el Cardial “zonado”, especialmente las que se engloban en los patrones decorativos horizontales; la cerámica impresa cardial alcanza porcentajes de en
torno a un 40% entre los fragmentos y vasos decorados, y se utiliza Cerastoderma glaucum de forma mayotitaria. Pero lo cierto
es que en la caracterización del Cardial valenciano encontramos
otros aspectos a nivel de técnicas decorativas, de organización
de las decoraciones y de tipología, que no encuentran acomodo
en la definición del Cardial franco-ibérico.
Las decoraciones del Cardial valenciano presentan mayor grado de complejidad, utilizando más composiciones en
la ornamentación de un mismo vaso, organizadas de forma
más diversa, combinadas o solas. Para realizar estas composiciones se constata la utilización de un mayor número de
técnicas decorativas cardiales que, en muchas ocasiones, se
combinan (destacar la aparición de impresiones cardiales dobles, de natis o las incrustaciones de pasta blanca). Tampoco
los patrones decorativos verticales, suspendidos, cubrientes
y geométricos definen a las producciones del mediterráneo
francés. Otras divergencias las encontramos en la ausencia en
la Provenza y el Languedoc de formas cerámicas presentes en
el ámbito valenciano como jarras con asas-pitorro, toneletes,
vasos geminados o cubiletes cilíndricos de fondo plano (Van
Willigen, 2004: 476). Del mismo modo, las grandes asas que
acompañan al repertorio de vasos cardiales valencianos, con
apéndices lenticulares, sobreelevadas o de orientación horizontal (García Borja et al., 2009), incluso encuentran mejores
paralelos con el Cardial tirrénico. Un ejemplo más lo encontramos en la representación de motivos decorativos figurativos en la zona del Serpis (Martí y Hernández, 1988; Martí,
2006), ausentes en el sur de Francia.
Se plantea como alternativa analizar de forma individualizada cada territorio en el que es posible detectar una cultura
regional cardial, como el curso bajo del Ródano, el Languedoc,
el Llobregat y el Serpis, a los que podrían unirse otros como
el Algarve, el Alentejo, zona entre Tánger y Tetuán, así como
los territorios que envuelven los importantes yacimientos de
Chaves y Carigüela. Los estudios deberán partir de la consideración de que las particularidades de cada cultura regional
no son suficientes para desligarlas de una entidad mayor, de
ámbito mediterráneo. La decoración cerámica con una concha
dentada en cualquiera de sus variedades (Manen y Salanova,
2010) es uno de los testimonios arqueológicos más perceptibles de la existencia de una identidad compartida, de la que
surgen otras a menor escala. Las dificultades que encontramos
a la hora de reconocer una entidad unitaria en el conjunto de
yacimientos del horizonte Impressa, por la heterogeneidad de
sus producciones (Manen, 2007), al menos en el Mediterráneo
occidental, son menos acusadas para el Cardial. Ello no implica total uniformidad a lo largo del Mediterráneo occidental,
desarrollándose formas particulares de realizar la cultura material en cada zona en la que se asienta de forma exitosa una
subcultura cardial. Será el desarrollo de estas particularidades,
lo que explique la diversidad en los conjuntos, evidenciándose
mayores diferencias entre la cultura material de territorios alejados geográficamente.
La cerámica cardial del Neolítico antiguo en Cataluña presenta similitudes con los conjuntos de la baja Provenza, en los
que predomina la impresión cardial oblicua y las composiciones son de lectura horizontal y escasa complejidad. Pero del
mismo modo, aspectos como la utilización del natis o la presencia de composiciones verticales asociadas a otras semicirculares en Cataluña señalan la existencia de particularidades
regionales (Oms, 2014).
La existencia de similitudes y diferencias entre el Cardial
del sur de Francia y el Cardial catalán es una cuestión que
se repite al comparar las colecciones catalanas y valencianas.
Las impresiones de natis y el arrastre cardial son menos frecuentes en Cataluña, donde las impresiones cardiales oblicuas
son más abundantes. Las combinaciones cardial oblicuo con
arrastre son más características del ámbito valenciano. La utilización de colorante blanco para resaltar las decoraciones es
poco significativa en Cataluña y mucho en Valencia. En Cataluña se ha identificado un mayor número de combinaciones
entre impresiones cardiales y otras de instrumento, incluso con
incisiones, combinación prácticamente ausente en el País Valenciano. En cambio la técnica de la impresión cardial doble
no se registra en Cataluña. Por lo que respecta a la tipología,
destaca la ausencia de microvasos, botellitas, vasos geminados, asas-pitorro y contenedores del Grupo 14 con decoración
cubriente en Cataluña. A nivel compositivo y de organización
de la decoración, los motivos más repetidos en Cataluña son
las bandas simples o limitadas formando patrones decorativos
de lectura horizontal no seriadas, en ocasiones acompañadas
por composiciones diferentes bajo las asas. Existen decoraciones ortogonales y buena representación de vasos con cordones, pero destaca la escasa significación de composiciones
del grupo de las guirnaldas, de las metopas y de los frisos con
festones, composiciones asociadas a patrones decorativos de
las producciones valencianas más comunes.
Más evidentes son a priori las diferencias entre los conjuntos cerámicos valencianos y los definidos para Andalucía
occidental por autores como Pellicer y Acosta (1982 y 1997),
históricamente asimilados a la Cultura de las Cuevas que Bosch
Gimpera empezara a definir en los años 20 del siglo pasado
(Bosch Gimpera, 1932 y 1954). Es una cuestión sobre la que
nos hemos ocupado recientemente (García Borja et al., 2014),
concluyendo que estas diferencias ya no pueden explicarse tanto por la sucesión cronológica de ambas tradiciones, como por
la temprana aparición de una cultura propia diferenciada. Los
trabajos realizados en la cueva de Nerja (Aura et al., 2009, 2010
y 2013) muestran conjuntos cerámicos poco afines al Cardial,
relacionados con dataciones radiocarbónicas que en el sur de
Francia, Cataluña o País Valenciano se situarían en los momentos iniciales y plenos del Neolítico antiguo cardial. La industria
lítica tallada también posee algunos rasgos característicos entre
los que destaca la obtención de láminas por presión, el tratamiento térmico sobre materias primas de calidad y el predominio de trapecios sobre segmentos (Aura et al., 2013).
La lectura crítica del número total de fragmentos impresos cardiales aparecidos en el conjunto de yacimientos de
Andalucía (Navarrete, 1976; Jiménez y Conejo, 2006; Gar265
[page-n-283]
cía Borja et al., 2014: fig. 27), relativiza el número de vasos
que presentan esta técnica decorativa fuera del círculo granadino. Si bien la representación cartográfica de los enclaves
con cerámica cardial muestra una amplia distribución de esta
técnica a lo largo de Andalucía, al estudiar las colecciones de
forma individualizada se percibe la escasa representatividad
estadística de ella, no encontrando conjuntos con porcentajes
del 40-50% de impresiones cardiales fuera de Carigüela. Es
esta una problemática tratada en diferentes ocasiones, buscando en cada caso ofrecer una caracterización aproximada y
un listado de yacimientos asimilables a la Cultura de las Cuevas, sugiriéndose desde antiguo la convivencia de ésta con
la tradición impresa cardial en el territorio andaluz (Muñoz,
1975 y 1984; Pellicer y Acosta, 1997; Gavilán, 1997; Asquerino, 2004; Gavilán y Escacena, 2009). Es posible explicar
los cambios en la cerámica andaluza de la misma forma que
se explica la aparición del cardial tirrénico y mediterráneo,
produciéndose en Andalucía una mutación en parte de la cultura material similar a la que se produce en el centro de Italia,
que en buena parte de Andalucía cristaliza con la creación de
la Cultura de las Cuevas. Pero independientemente de si el
surgimiento de la Cultura de las Cuevas es consecuencia de
una importante mutación en el estilo cerámico en fechas muy
tempranas o de la existencia de una vía de expansión neolítica meridional, bordeando la costa norteafricana (García Borja et al., 2010a y 2011a), la caracterización de los conjuntos
cerámicos y su antigüedad no permiten incluir esta tradición
dentro de la Cultura Cardial del Mediterráneo occidental
(fig. 9.12). A falta de mayores datos en la bahía de Cádiz,
la tradición cardial únicamente es reconocible en el entorno
inmediato de la Cueva de Carigüela, presentando en el Epicardial igual o mayor número de similitudes con la tradición
de cerámicas a la almagra que con la valenciana. Las dataciones radiocarbónicas de Nerja señalan un vacío ocupacional
de al menos 500 años entre las ocupaciones mesolíticas y
las primeras neolíticas. Este vacío se extiende, con los datos
actuales, a la mayor parte de Andalucía, y plantea problemas
a cualquier discurso que quiera ver en la aparición del Neolítico un proceso autóctono o el resultado de una aculturación
dilatada en el tiempo.
Pero al igual que ocurre en los territorios cardiales vecinos,
la cultura material muestra contactos entre el este de Andalucía
y el País Valenciano a través de la presencia de productos realizados con materia prima andaluza en la zona del Serpis, como
brazaletes de esquisto (Pascual Benito, 1998; Orozco, 2000); la
presencia en ambas zonas de asas-pitorro (Martí et al., 2009b);
de verdaderas almagras en la Cova de l’Or (Domingo et al.,
2007) y la Cova de la Sarsa (Asquerino et al., 1998: 71); presencia significativa de microvasos, botellitas y vasos geminados
(Carrasco et al., 2014) en ambas vajillas; presencia significativa
de los patrones decorativos cubrientes, suspendidos, geométricos y plásticos (aunque realizados con otro tipo de impresiones
y utilizando la técnica de la incisión, o la semejanza en los utensilios de siega (Gibaja et al., 2010).
En Andalucía no se encuentra el único ejemplo de yacimiento en cueva con abundante cerámica cardial en el que se
documentan contactos con otra tradición cerámica. En el norte
de la península ibérica, la Cueva de Chaves representa un caso
similar. En esta ocasión, los restos cerámicos (Ramón, 2006)
evidencian el contacto con otra zona estilística, marcada por la
utilización de la técnica decorativa del boquique (Alday, 2009;
Alday y Moral, 2011), asociada a un modelo de aldea (García
Gazólaz y Sesma, 2007), a un ritual de inhumación (García
Gazólaz, 2007; García Gazólaz y Sesma, 2007; Rojo y Kunst,
1999), a una cultura material (Rojo et al., 2008; García Gazólaz
et al., 2011; García Martínez de Lagrán et al., 2011) y a unas
especies de cereales (Stika, 2005) que, en su conjunto, son poco
afines al Cardial.
La existencia de varias tradiciones cerámicas que conviven
en un mismo territorio ha sido también propuesta para explicar
la diversidad de los conjuntos cerámicos neolíticos de Portugal
(Manen et al., 2007; Marchand y Manen, 2010). Estos autores
definen dos tipos de vajilla diferentes para el Neolítico antiguo
portugués: el estilo A, caracterizado principalmente por la pre-
Fig. 9.12. Zonas de implantación de la Cultura Cardial en relación con el Neolítico impreso andaluz con almagras y el Neolítico
impreso-boquique.
266
[page-n-284]
sencia de cerámicas con decoración impresa cardial, y el estilo
B, caracterizado por cerámicas con decoración incisa e impresa
utilizando diferentes instrumentos, con gran variedad de matrices y donde el color rojo está muy presente. Los conjuntos cerámicos vienen acompañados de una tecnología lítica en la que el
tratamiento térmico y la talla por presión resultan característicos
(Carvalho, 2010). La explicación para esta dualidad de tradiciones cerámicas y para esta industria lítica tallada se relaciona con
la existencia de una vía de expansión neolítica a través del norte
de África, portadora de este denominado estilo B (Manen et al.,
2007). Hasta que no contemos con más datos que corroboren o
refuten las hipótesis africanistas, parece aconsejable desviar el
foco de esta hipotética corriente neolítica del norte de África a
la costa malagueña, donde se documenta gran parte de la cultura material que acompaña a dicho estilo B, aunque con ciertas
peculiaridades, como el diferente componente geométrico de las
industrias líticas.
El Cardial portugués presenta una problemática similar a la
que nos encontramos para el Cardial andaluz. Un estudio detallado de todos les restos decorados con esta técnica (Guilaine
y Ferreira, 1970; Carvalho, 2008 y 2011) muestra que se trata de un conjunto poco numeroso, hasta el momento formado
por no más de cincuenta vasos, muchos de ellos como parte de
ajuares en contextos funerarios. Salvo en Galeria da Cisterna,
los porcentajes de aparición de esta técnica están lejos del 40%
entre las técnicas decorativas. Cabe también destacar la presencia de ejemplares cardiales que presentan algún tipo de baño
a la almagra, la elevada presencia de incisiones, así como la
incrustación de pasta blanca en el interior de impresiones. Entre su tipología, cuencos, ollas y cántaros están presentes, pero
también tipos particulares como las formas “en saco”. Por lo
que se refiere a la organización de la decoración, las temáticas
de lectura horizontal que se localizan en el tercio superior del
vaso son las predominantes. Las características del conjunto cerámico del Neolítico antiguo portugués y el escaso número de
ejemplares, dificultan su vinculación directa al horizonte cardial
mediterráneo, acercándose a las características enunciadas para
el Neolítico andaluz.
La propuesta de una vía de expansión del Neolítico por el
norte de África se ha planteado desde mediados del siglo XX
(San Valero, 1942 y 1946; Balout, 1955; Camps, 1974). Aunque
en los últimos años la información sobre la costa mediterránea
magrebí ha centrado nuevos proyectos de investigación, todavía
no es suficiente para poder afirmar que el Neolítico se expandió
desde el sur de Italia hasta la península ibérica. Por el momento
no es posible trazar una ruta siguiendo la serie de yacimientos
existentes entre las costas de Túnez y Orán, aunque tampoco
descartarla. Cabe señalar que en la costa marroquí existen conjuntos impresos de similares características a los presentes en
Nerja. Un ejemplo lo constituye la Fase C del yacimiento de
Mugharet es Saifiya, con decoraciones en rocker no dentado
e impresas con instrumento (Gilman, 1975). El Idrissi (2001)
también ha propuesto la presencia de diferentes estilos cerámicos en Marruecos, que podrían ser sincrónicos, unos vinculados
al mundo cardial y otros a estilos inciso-impresos con gran variedad de matrices. Es un caso que recuerda al portugués y al
andaluz. Sin embargo, para el norte de África, las publicaciones
existentes permiten establecer dos núcleos de implantación cardial en la costa del mar de Alborán. Por una parte el que se sitúa
entre Tánger y Tetuán (Gilman, 1975; Tarradell, 1958; Ramos
et al., 2008), por otra el que se localiza en torno a Ifri Oudadane (Marruecos) (Linstädter et al., 2012; Linstädter y Wagner,
2013), entre los que se incluye Zafrín (Rojo et al., 2010), e incluso Hassi Ouenzga (Linstädter, 2003 y 2008).
Los yacimientos cardiales ubicados en la costa mediterránea
y atlántica africana (El Khil, Achakar les Idoles o Tahardart), se
caracterizan por la presencia mayoritaria de la técnica de la impresión cardial entre las cerámicas decoradas (Martínez Sánchez
et al., 2017b). El motivo decorativo más repetido es la sucesión
de impresiones cardiales pivotantes o en flamme, sobre vasos de
base cónica que recuerdan a los contenedores del Grupo 14 con
decoraciones cardiales cubrientes del ámbito valenciano. Además
de estas formas, cuencos, ollas y botellitas conforman la vajilla típica. Como particularidad propia de estos conjuntos con respecto
a la zona valenciana, cabe señalar la adopción de bases cónicas
de morfología pronunciada; la elaboración de composiciones similares a las guirnaldas con el arrastre de un útil, con resultado
similar al de las acanaladuras; y la técnica decorativa conocida
como Channeled Ware, que define una de las asociaciones más
frecuentes del cardial marroquí, presente en los estratos del Neolítico antiguo de yacimientos en cueva y al aire libre (Gilman,
1975; Tarradell, 1958; El Idrissi, 2001), con escasos paralelos fuera del ámbito norteafricano. Un reciente trabajo vincula la Channeled Ware a la utilización de cauries (conchas de Cypraeidae)
para realizar las impresiones, confirmando que es en el norte de
África donde más se documenta esta técnica, aunque con algún
ejemplo en las costas mediterráneas europeas (Martínez Sánchez et al., 2017a).
Los datos existentes, y los que aportamos, inciden en la
complejidad del fenómeno de expansión cardial, siendo necesario profundizar en la relación existente entre los grupos pioneros de la fase arcaica y la aparición y consolidación del Cardial (Guilaine, 2016), así como en las propias relaciones entre
territorios neolíticos, pertenezcan a la cultura cardial o a otra
tradición cerámica sincrónica. Se evidencia cada vez más que
estamos ante grupos agrícolas y ganaderos formados por pocas
familias, que van ocupando espacios costeros desde los que
colonizan las tierras inmediatas (Martí, 2008), combinándose este tipo de desplazamientos con otros más largos (Zilhão,
1993, 1997 y 2001), dejando entre medias zonas deshabitadas.
Estos grupos son capaces de introducir cambios en el modo
de realizar su cultura material. Por lo que respecta a las decoraciones cerámicas, las mutaciones se detectan a medida que
avanza la expansión neolítica y se realizan a diferente escala.
Por una parte, cambios dentro de la propia tradición, que provocan que cada territorio tenga unas particularidades aunque
siempre dentro de unas características comunes. En el caso del
Grupo Cardial la característica común más perceptible sería
el elevado porcentaje de cerámicas impresas con una concha
dentada. Por otra parte, cambios que implican mayor ruptura
con el territorio vecino que provocan la aparición de nuevas
tradiciones cerámicas dentro de la Cultura de las cerámicas
impresas del Mediterráneo Occidental, que arqueológicamente se evidencian a partir del surgimiento del Cardial tirrénico o
del Neolítico andaluz.
La base analítica para acometer trabajos de síntesis más
generales sobre el Neolítico mediterráneo pasa por la realización de un mayor número de estudios de ámbito local y co267
[page-n-285]
Fig. 9.13. La Cova de la Sarsa en el
contexto de las culturas cerámicas
neolíticas de Europa occidental.
marcal. En el propio territorio valenciano, sería deseable continuar analizando los conjuntos cerámicos y avanzando en su
caracterización estilística. A partir de ello y de la comparación
entre conjuntos de regiones concretas, será posible proponer
modelos, evidentemente, considerando el resto de la cultura
material neolítica. Partiendo de la colección cerámica de Sarsa, se han ido proponiendo diferentes niveles de análisis en los
que puede integrarse el conjunto de cerámicas neolíticas del
País Valenciano (fig. 9.13). La contextualización de la Cova
de la Sarsa en su entorno inmediato y con el conjunto de yacimientos que conforman el Cardial valenciano nos ha permitido
trazar los primeros esbozos de un modelo interpretativo cuya
268
finalidad no es otra que ayudar a comprender el surgimiento y
desarrollo de los primeros grupos neolíticos del País Valenciano. Es necesario tratar con mayor profundidad los datos en los
que nos hemos basado, así como realizar estudios comparativos más detallados entre los propios yacimientos valencianos
y también con los del resto del Mediterráneo. Con ello será
posible detectar particularidades entre yacimientos y regiones,
pero también se reforzará la definición de la entidad cultural
mayor con la que se identifican los grupos que forman las culturas regionales del Cardial mediterráneo, cuyo signo más perceptible es, precisamente, la decoración mediante la impresión
de una concha dentada.
[page-n-286]
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[page-n-302]
Apéndice
Listado de vasos diferenciados con los valores descriptivos enumerados en el
capítulo de metodología para cada campo analítico
Abreviaturas empleadas en los cuadros
Vs
Dec. esen.
F
L
Bo
Ba
A1, A2 y A3
Dc1, Dc2, Dc3 y Dc4
Tip.
Db
Dm
H
Vol.
Tec
Tem
Fig.
Número de vaso
Técnica decorativa esencial
Forma
Labio
Borde
Base
Elemento de prensión 1, 2 y 3
Técnica decorativa específica 1, 2, 3 y 4
Tipología
Diámetro de boca
Diámetro máximo
Altura
Volumen
Grupo tecnológico
Grupo temático
Figuras en la que aparece representado el vaso
[page-n-303]
Vs
Dec. esen.
1
Cord.
impres.
F
2
2
Cardial
6
3
Lisa
4
L
Bo Ba
A1
A2 A3
Dc1
1
0
1
1
1
0
151
Incisa
6
1
2
5
Cardial
1
1
0
1
223
6
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
Dc2
Dc3
Dc4
222
311
1
Tip.
C.11.II
341
542
Db
Dm
5
8,2
18
4
21
22
4.13;
5.26
24
C.13.I.a
12
17,8
5
32
612
4.16
3.27
0
111
0
C.13.I.a
15
17,1
1
21
B.6.II.a
20
20,9
9
Cord. liso
2
1
0
1
21
C.14.II
19
22,3
10
Cord. liso
6
1
1
1
21
C.12.II.a
11
Incisoimpresa
6
1
2
12
Cardial
1
1
0
13
Cardial
2
1
0
352
411
223
311
321
311
313
322
713
14
Lisa
1
1
0
14
0
15
Gradina
2
1
0
3
37
542
16
Incisa
6
1
2
412
17
Incisa
6
1
2
18
Cardial
2
32
0
19
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
20
Cord. liso
6
1
2
1
21
Lisa
6
1
2
23
Cardial
2
1
0
24
Incisoimpresa
2
1
0
11
25
Incisa
1
1
0
1
26
Cardial
2
27
Cardial
28
Cardial
29
17
4
11
1
11
5
11
8
11
0
C.12.I.b
9
111
542
224
311
542
311
542
341
352
411
221
411
542
72
13,6
5,3
13,5
15
51
4.24;
5.31
5.18; 7.5
323
7.14
4.32
31
11
3.18;
4.34
11
313
3.20;
5.27
32
611 4.2; 7.16
6
12
62
4.10;
7.10
4
11
5.15
4.14;
5.30
4
C.13.I.a
17
20,14
14,4
5
11
423
C.13.I.a
15
20,5
14,5
5
11
422 4.18; 5.4
C.13.I.a
22,5
24,7
21,3
6
11
51
C.14.IV
26
29
7
31
22
4.11
422
5.30;
6.19
13,2
5
11
C.13.I.a
14
17,4
12,5
4
12
B.6.II.f
15,5
15,5
10,4
4
12
C.13.I.b
14
19,7
18
5
21
43
5.29
21
C.14.III.b
28
32,3
26,5
7
32
62
3.27
1
24
C.15.III.b
38
8
32
612
7.6
1
21
C.15.I
34
8
31
61
5.11
5.30;
6.19
2
111
32
Cord. liso
1
1
1
111
321
311
321
311
313
311
312
B.7.II
3.25;
4.29
20,9
311
713
17,5
10,3
19
1
34
4.25; 5.4
4.18
311
C.13.I.a
16,5
20,7
16
5
12
423
21
B.6.II.a
14
16,9
11
4
11
612 4.3; 5.9
112
311
C.13.I.b
25
29
21
7
12
41
2
111
311
313
5
11
0
111
311
312
18,5
19,5
10,7
4
21
38
Lisa
1
1
0
39
Cardial
2
1
0
286
16
10
6
0
B.6.II.a
C.12.I.b
Cord. de
mamel.
32
4.18; 5.1
21
31
2
22
151
1
6
5
34
111
Cardial
21
C.15.II
2
Cardial
20
24
1
37
B.6.I.a
21
6
36
4.29; 7.9
5
Cord. liso
0
11
15
30
1
6
C.13.I.a
111
2
8
321
0
Cardial
C.12.I.b
311
1
35
7.10
18
2
1
63
C.12.I.b
Cardial
0
32
421
111
1
8
411
0
2
26
24
0
Cord. liso
5.10
C.12.II.b
1
34
612
716
31
151
32
7
2
0
6
20,4
2
1
611
7
111
2
612
15
0
Cardial
21
21
B.6.II.a
1
33
542
4
5
D.17.III.b
1
4.29
16
0
0
11
16
1
1
7
C.14.I
542
1
2
5.13
13
1
Cardial
4.18
22
C.12.I.b
2
22
12
4
411
Cord. liso
111
612
11
18
Cord. liso
1
Fig
3.27;
4.11
B.6.I.a
312
10,1
Tem
2
C.12.I.b
7
1
Vol. Tec
0
8
3
H
3
82
1
111
321
C.12.I.b
B.6.II.f
0
41
14
311
321
713
C.14.I
18
18
16
5
12
C.13.I.a
15,1
16,3
11,7
4
11
3.22;
6.19
4.18; 5.5
5.14
422 3.23; 7.1
[page-n-304]
Vs
Dec. esen.
F
L
Bo Ba
40
Cardial
2
1
0
41
Cardial
6
0
2
42
Impresa
0
43
Lisa
6
1
44
Lisa
2
1
42
A1
A2 A3
Dc1
Dc2
141
311
321
0
311
313
Dc3
Dc4
Tip.
C.14.II
321
Db
15
Dm
16,8
17
C.12.I.b
F
2
0
C.12.I.b
8
0
0
B.6.II.a
20
B.6.II.a
C.14.II
21
C.12.II.c
24
24
B.6.II.a
18
21
28,6
5
26
21
26
17
6
11
28
30
16
6
21
23
24,4
6
22
8
22
5
21
6
21
7
32
Lisa
2
1
0
41
Peinada
2
1
0
1
47
Cord. liso
6
1
3
1
48
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
49
Lisa
2
1
0
0
C.13.I.a
20
50
Cord. de
mamel.
6
1
2
24
C.12.I.b
16
51
Cardial
2
1
0
311
B.6.II.a
15
16,7
4
22
52
Cord. liso
1
1
0
C.15.I
42
42
8
32
53
Impresa
2
1
41
3
0
54
Cord. liso
2
1
0
1
Cord. liso
3
1
0
1
56
Cord. liso
1
32
0
1
82
542
21
227
55
421
341
72
C.13.I.b
12
4.16
4.18
63
5.11
611
4.28;
5.32
5.10
21,8
17
6
31
63
15
4
22
63
21
B.6.I.f
18
18
10,6
4
31
612 4.10; 5.9
22
1
0
0
B.6.II.a
18
2
0
C.12.II.b
14
59
Cardial
2
1
0
223
1
611
14,5
1
5
11
611
20
2
0
5
7.10
12
6
1
15
5.13
611 4.34; 5.7
C.14.II
Lisa
1
16,5
21,6
4.27
5.15
C.13.II
Lisa
Cardial
4.24; 5.5
21
21
57
60
422
21
58
1
Fig
2.26;
2.27
12
45
221
Tem
11
21
46
1
0
Vol. Tec
5
33
112
H
311
311
713
5
22
5.13
7
32
5.15
F
C.14.I
26
26
11
4.18
31
5.26;
6.19
21
61
Cardial
2
1
0
0
311
542
B.6.I.a
18
18,6
9,7
4
11
4.18; 5.1
62
Cardial
2
1
0
1
223
311
C.11.II
13,5
14
10,5
4
22
4.12
63
Lisa
2
1
0
111
0
D.17.III.a
7
8,2
4
1
22
5.18
64
Lisa
1
1
0
0
B.6.I.a
12,5
12,5
8,4
3
31
5.13
65
Lisa
2
1
0
0
B.6.II.a
10
12,3
7,5
2
21
5.13
66
Lisa
1
1
0
0
B.6.I.a
22
22
10,3
5
21
67
Cord. de
mamel.
6
1
2
1
24
C.12.II.b
24
8
31
3
4
22
611
7
11
423 5.35; 7.8
68
Cord. liso
1
1
0
69
Cardial
6
1
1
70
Cord. liso
6
1
2
71
Cord. liso
1
1
0
1
21
1
311
C.14.I
14
C.12.II.b
10
1
18
21
C.15.III.b
38
38
43,5
8
31
611
1
151
21
C.11.I
14
14
13,7
4
22
611
7.12
321
522
542
72
Cord. liso
1
1
0
1
21
C.14.I
16
73
Cord. liso
6
1
1
1
21
C.12.II.a
14
1
14
16
14,8
611 4.12; 7.9
18
5.10
4.10;
5.11
5
22
611
3.27;
5.10
8
32
63
4.10;
7.10
611
74
Cord. liso
6
1
2
21
C.12.II.b
24
8
31
75
Lisa
1
1
0
0
D.18
10
10
5
1
22
5.18
76
Lisa
2
1
0
0
B.6.II.a
18
19,3
12,7
5
11
5.13
77
Lisa
7
0
2
78
Cardial
1
1
0
112
24
24
21,6
0
1
223
A.5.I.b
311
B.6.I.b
79
Lisa
2
1
0
152
0
C.13.I.b
15
80
Cord. liso
6
1
2
1
21
C.12.II.b
22
81
Cord. liso
2
1
0
112
1
21
B.6.II.a
24
82
Cord. liso
6
1
1
151
1
21
C.12.II.a
17
25
6
17,2
15
7.10
11
5.12
11
5.1; 6.17
5
12
8
32
611
5.16
6
22
612 4.10; 5.9
7
22
611
4.10
7.10
287
[page-n-305]
Vs
Dec. esen.
F
L
Bo Ba
83
Incisa
1
52
0
84
Peinada
6
1
2
85
Cord. liso
6
62
1
A1
A2 A3
51
Dc1
411
Dc2
Dc3
Dc4
Db
B.6.I.c
18
421
C.12.I.b
1
21
1
Dm
Tem
Fig
11
4.32;
5.12
15
7
31
C.15.III.a
28
8
22
63
21
B.6.II.a
20
23,5
15,3
6
22
611
0
D.18
8
8
4
1
21
30
12,5
6
32
5
22
Cord. liso
2
1
0
Lisa
1
1
0
88
Lisa
1
1
0
0
89
Cardial
6
1
1
311
8,8
Vol. Tec
21
86
18
H
4
87
421
Tip.
4.34; 5.7
4.10;
5.11
5.18
A.4.I.a
30
C.13.II.b
12
224
C.14.I
22
22
6
31
4.14
0
D.17.I
8
8
1
11
4.8; 5.18
23
C.14.I
24
24
6
31
14
4
32
7
11
4.29; 7.9
4.30; 5.6
321
542
90
Cardial
1
1
0
91
Lisa
1
1
0
9
92
Cord.
impres.
1
1
0
5
93
Peinada
2
1
0
421
F
16
94
Cord. liso
1
1
0
1
21
C.14.I
14
95
Incisoimpresa
6
1
2
0
351
C.12.I.b
10
96
Gradina
2
1
0
B.6.II.a
16
18
11
4
11
97
Cardial
1
1
0
1
C.14.I
23
23
24,3
6
31
98
Lisa
2
1
0
91
0
D.17.I
5,2
6
3,9
1
11
4.8; 5.18
99
Cardial
0
311
C.15
32
7.16;
7.17
100
Cardial
2
1
101
Cardial
6
0
102
Cardial
2
1
0
103
Gradina
6
1
2
104
Cord. liso
6
1
1
105
Cord.
impres.
2
1
0
106
Cord.
impres.
1
1
0
1
221
107
Cord.
impres.
6
1
2
1
108
Cord.
impres.
1
1
0
109
Lisa
1
1
0
110
Cord.
impres.
6
1
3
111
Impresa
2
0
31
112
Impresa
0
113
Cardial
2
1
0
114
Cardial
6
1
1
1
413
37
0
51
41
5
24
311
611
22
5.10
3.19;
5.26
5
11
313
3.20;
5.27
5
11
422
3.23
19
6
11
43
3.24;
7.18
41
60
8
22
52 4.17; 7.7
8
1
11
611
3
311
312
321
542
B.6.II.a
81
311
313
321
542
C.12.I
21,6
12
311
312
321
542
C.13.I.a
20
23
24
352
37
C.15.III.b
24
13
21,3
4.10;
7.13
152
1
21
D.16
3,5
5,6
1
5
221
C.14.II
18
21,5
6
31
611 4.11; 5.8
C.14.I
20
20
5
31
612
221
C.12.II.b
18
8
31
611 4.11; 7.9
1
221
C.14.I
26
26
5
31
611 4.11; 5.8
51
0
A.2.I.a
22
22
4
32
5.12
6
21
612
4.14;
5.32
3
31
43
4.28;
7.12
1
22
5
11
7
11
1
1
12
112
1
711
226
541
542
352
542
717
341
542
313
321
542
311
321
223
311
716
C.13.III.a
16
27,5
C.11.I
12
12
6,6
20,4
D.18
713
C.10.I.a
14,5
542
C.12.II.a
15
37
C.15
115
Cardial
116
Cord. de
mamel.
6
1
2
1
24
C.14.III.b
24
117
Cord. de
mamel.
2
1
0
1
24
C.11.II
11
118
Cord. de
mamel.
6
1
1
1
24
C.14.III.a
20
288
21
43
16,5
612
17,6
12,8
19
10
4.28
41
6.17;
7.12
4.18; 5.5
32
4.18
7
31
611
4.16;
116
3
32
611
4.16
6
31
611 4.16; 7.6
[page-n-306]
Vs
Dec. esen.
F
Dc1
Dc2
Dc3
119
Gradina
0
L
Bo Ba
37
341
542
F
11
120
Gradina
0
37
341
542
F
11
4.31
11
4.30;
7.14
121
Gradina
0
122
Impresa
0
123
Cardial
0
124
Cardial
2
1
0
125
Impresa
1
62
0
A1
A2 A3
37
41
126
Incisa
0
127
Incisa
1
1
0
128
Lisa
2
1
0
1
41
Dc4
542
0
4
Db
Dm
H
Vol. Tec
F
23
36
542
F
11
223
311
312
F
12
311
313
321
542
33
111
Tip.
Tem
314
41
C.14.II
20
21,9
19,3
6
12
C.14.I
19
19
13
5
11
21
31
23
413
C.14
423
B.6.I.a
19
19
11
5
11
0
C.11.II
11
13,2
11,6
3
12
Fig
4.31
6.17; 7.7
4.27;
5.26
5.17
129
Lisa
1
0
0
A.2.I.a
12,5
12,5
5
2
21
5.12
130
Lisa
2
1
0
9
0
D.17.I
4,2
5,2
3,2
1
22
4.8; 5.18
131
Lisa
2
1
0
111
0
D.17.III.a
9
10,1
4,8
1
22
132
Lisa
2
1
0
111
0
B.6.I.a
12
13
6,8
2
21
133
Cardial
6
1
1
81
311
C.13.III.a
20
20,8
16
5
22
134
Cardial
6
1
1
112
C.13.III.a
13,5
135
Cardial
6
1
1
0
C.12.I.a
13
136
Cardial
137
Cardial
311
321
542
311
312
321
0
311
321
542
0
311
542
138
Cardial
2
1
0
139
Cardial
0
140
Gradina
2
141
Lisa
0
142
Cardial
0
143
Cardial
6
1
1
144
Cardial
2
32
145
Cardial
2
1
42
1
81
0
35
11
4.18; 5.4
7
21
423 6.17; 7.9
11
F
11
322
542
C.11.II
311
312
412
F
112
37
542
71
0
C.13.I.a
12
12,6
10
3
22
7.16;
7.19
41
7.14
422
4.18;
5.30;
7.12
11
14
18,3
13,3
5
11
C.10.III.a
32
11
311
341
F
111
311
321
C.13.III.a
16
19,9
0
152
311
321
B.6.II.f