Primeros estudios en torno a la fauna musteriense de la Cova Negra de Xàtiva
Alfred Sanchis Serra
Inocencio Sarrión Montañana
2006
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Primeros estudios en torno a la fauna musteriense
de la Cova Negra de Xàtiva
Alfred Sanchis Serra e Inocencio Sarrión Montañana
Servicio de Investigación Prehistórica
Los diversos proyectos de excavación llevados a cabo en el yacimiento Musteriense de la Cova Negra de Xàtiva por parte del Servicio
de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia proporcionaron un importante conjunto de restos de fauna. El primer trabajo
arqueozoológico que trata en profundidad estos materiales se lo debemos a Manuel Pérez Ripoll, que estudió los mamíferos de las campañas
de los años 50 dirigidas por Francisco Jordá Cerdá (Pérez Ripoll, 1977).
En la década de los 80 del siglo XX Valentín Villaverde Bonilla retoma
las excavaciones en la cueva de manera sistemática; la fauna obtenida en
las nuevas campañas, junto a la de los años 50, sirve de base para la realización de las tesis doctorales de Pere Guillem Calatayud y Rafael
Martínez Valle, y la publicación de numerosos artículos y monografías.
Pero en este artículo nos vamos a centrar en la fauna procedente de
las cuatro campañas de excavación practicadas por Gonzalo Viñes
Masip, colaborador del SIP, antes de la guerra civil (1928, 1929, 1931 y
1933), estando Isidro Ballester al frente de la institución. Después de la
primera de ellas su excavador publica un trabajo donde define el depósito como Musteriense, diferenciando cinco niveles, en los que abundan
los instrumentos tallados y los despojos de fauna, entre los que aparecen
—en el nivel inferior— dientes de caballo y ciervo, así como algún resto
de elefante y rinoceronte (Viñes, 1928; Ballester, 1929 y 1930a). La atribución de los restos de fauna se debe a Hugo Obermaier, sacerdote
como G. Viñes, que visita el yacimiento en las dos primeras décadas del
siglo XX. Imaginamos que la relación entre ambos fue estrecha ya que la
Diputación tenía previsto pensionar a G. Viñes para viajar a Madrid y
ampliar sus estudios sobre Prehistoria junto a H. Obermaier, lo que no
fue posible a causa del alzamiento militar de 1936 y el asesinato de G.
Viñes en diciembre de ese mismo año (Ballester, 1942b). La Cova Negra
era un yacimiento que comenzaba a ser reconocido por los especialistas
pues en 1929 se celebran en Barcelona el IV Congreso Internacional de
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Arqueología y el XII Congreso de la Asociación Española para el
Progreso de las Ciencias, en los que respectivamente G. Viñes y Lluís
Pericot leen ponencias donde se describen los materiales y el depósito
que se ha comenzado a excavar (Ballester, 1930a). Como consecuencia
se realizan intercambios de piezas de la Cova Negra con el Museo
Nacional de Prehistoria de Francia (Ballester, 1931). En 1942 el SIP
publica el número 6 de sus Trabajos Varios donde se transcriben parte
de las notas de excavación recogidas por G. Viñes en las campañas de
1931 y 1933, y en alguna de sus columnas publicadas en el periódico
local El Obrero Setabense (Viñes, 1933). De nuevo se cita la aparición
de restos de caballo y ciervo, a los que se añaden otros de cápridos, bóvidos y alguno de «fiera», mencionando también la presencia de algunos
huesos labrados y otros pintados de rojo1 (Viñes, 1942). Una segunda
edición de este mismo trabajo incluye además un artículo de F. Jordá,
valorando la importancia del yacimiento y haciendo hincapié en los huesos trabajados (metápodos laterales de équidos) que habían aparecido
en las excavaciones practicadas (Jordá, 1947).
Además de las estimaciones por parte de G. Viñes, basadas en las
de H. Obermaier, la primera catalogación de materiales osteológicos de
la Cova Negra no se lleva a cabo hasta 1937-1938, a raíz de la presencia en Valencia del geólogo y paleontólogo castellonense José Royo
Gómez, trabajo que no se publicará hasta años más tarde (Royo, 1942),
con resultados que serán presentados también en el V Congreso del
INQUA y que confirmaban el potencial del yacimiento (Fletcher, 1957).
Más de 100 restos óseos, entre los que se encontraba el fragmento derecho de parietal humano, fueron catalogados a nivel genérico o específico conformando la siguiente columna: Equus caballus, Equus sp,
Rhinoceros merckii, Rhinoceros sp, Sus scrofa, Sus sp, Cervus elaphus,
Cervus sp, Capra sp, Ovis aries, Bos sp, Canis sp, Felix pardus, Elephas
iolensis, Lepus sp, Microtus aff. arvalis meridianus, Homo, Ave,
Testudo sp y Melanopsis tricarinata.
Resulta importante realizar un breve repaso a la biografía de Royo
Gómez lo que puede explicar el interés de un geólogo y paleontólogo por
una disciplina como la Prehistoria: J. Royo nace en Castellón en 1895,
cursa la licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid
que, por aquel entonces, se llevaba a cabo en el Museo Nacional de
Ciencias Naturales, donde desde muy joven desarrolla sobre todo actividades de tipo docente. Allí conoce a Vicente Sos Baynat, también castellonense, siendo ambos discípulos de Eduardo Hernández Pacheco. En 1914
Royo es presentado por E. Hernández Pacheco como miembro de la Real
Sociedad Española de Historia Natural. A partir de 1917, y por oposición,
toma posesión del cargo de colector en el museo, con la tarea de recoger
ejemplares y aumentar las colecciones y para formar otras que se enviaban
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Primeros estudios en torno a la fauna musteriense de la Cova Negra de Xàtiva
Gonzalo Viñes en el
interior de la Cova
del Parpalló (Gandia).
1930
a los centros de enseñanza españoles que las solicitaban. En 1921 se doctora con una tesis sobre el Mioceno Continental Ibérico y su fauna malacológica. Al año siguiente aprueba una plaza de profesor encargado de los
cursos prácticos de Mineralogía y Geología, donde dedicará siete clases a
la enseñanza de la Estratigrafía y de la Paleontología y, a partir de 1930,
de la Prehistoria. En 1926 se celebra en Madrid el XIV Congreso
Internacional de Geología, por lo que se realizan trabajos de ordenación e
instalación de las colecciones de Paleontología y Mineralogía en un nuevo
local dentro del Museo, iniciando J. Royo su faceta museística (Diéguez,
2004). Siempre que tuvo la ocasión de ser pensionado (1924, 1925 y
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
1927), Royo realizó viajes a museos europeos de Historia Natural
(Zurich, Lyon, Bruselas, París, Grenoble, Ginebra, Munich, Sttutgart,
Frankfurt, Marburg, Göttingen, Hannover, Buckeburg, Londres,
Cambridge, Oxford, Burdeos, Toulouse, Boulogne-sur-Mer, Le Havre y
Cen) donde no sólo estudió las colecciones y la forma de exposición de los
fósiles, sino también el funcionamiento interno de estas instituciones.
Fruto de estos viajes, recoge una importante colección de más de 3.000
ejemplares (Diéguez, 2004). El traslado del Museo de Ciencias Naturales
a los Altos del Hipódromo en 1928 supone el inicio de su faceta museográfica. En 1930 es nombrado responsable de la sección de Paleontología,
centrándose en la recuperación, inventario y catalogación de los fósiles, así
como en su exposición en una sala especial de Paleontología (Aguirre,
2004; Michavila, 2004). En 1934 J. Royo lleva a cabo el proyecto de
exposición de las colecciones paleontológicas donde se ponen de manifiesto las influencias de sus viajes por Europa (Diéguez, 2004). La actividad
científica es compaginada en parte con su actuación política. Tanto él
como V. Sos Baynat militan en el republicanismo de izquierdas. J. Royo es
elegido diputado por Castellón en 1931 y nombrado Director General de
Minas y Combustibles en 1936.
En junio de 1937 los bombardeos sobre Madrid afectan a las salas
del Museo Nacional de Ciencias Naturales, por lo que se decide el traslado a Valencia de algunos investigadores, del instrumental científico y
de parte del material del museo, junto con el Museo Antropológico y el
Jardín Botánico, instalándose las tres instituciones (ya como Instituto
Nacional de Ciencias Naturales) en el Hospital de los Sacerdotes Pobres
Instalación del
laboratorio del Museo
Nacional de Ciencias
Naturales en Valencia.
Al fondo de laimagen se
encuentra José Royo y en
primer término Gabriel
Martín. 1937-1938.
Publicada en Homenaje
a José Royo Gómez.
1895-1961 (2004).
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Primeros estudios en torno a la fauna musteriense de la Cova Negra de Xàtiva
o del Milagro situado en la calle Trinquete de Caballeros (Diéguez,
2004). Ese mismo año J. Royo realiza un viaje a la URSS junto a V. Sos
Baynat, Gabriel Martín Cardoso y Rafael Candel representando a la
República Española en el XVII Congreso Geológico Internacional.
Durante su estancia en Valencia visita la Cova Negra de Xàtiva y
muestra interés por el estudio de la fauna recuperada en las excavaciones
realizadas por G. Viñes. Los materiales se encontraban depositados en el
Museo de Prehistoria, ubicado en el actual Palau de la Generalitat y se
trasladan al Instituto Nacional de Ciencias Naturales. J. Royo se encargó del conjunto de la Cova Negra, mientras que V. Sos Baynat (también
en Valencia) hace lo propio con los restos de la Cova del Parpalló. Los
huesos fueron limpiados, se estudiaron e incluso se realizaron moldes de
los principales. En sesión de la Real Sociedad Española de Historia
Natural celebrada en Valencia el 4 de mayo de 1938, J. Royo comunica
que «ha obtenido placas de Testudo en la Cueva Negra de Játiva, restos
de vertebrados y trozos de cráneo humano» (Perejón, 2004). En 1938
publica otro artículo en el que describe un molar de elefante de la Cova
Negra como perteneciente a la forma enana Elephas iolensis (Royo,
1938) que H. Obermaier había atribuido a Elephas antiquus. Años más
tarde, la tesis doctoral de Emiliano Aguirre sirve para demostrar que se
trata de un molar decidual (D4) de Paleoloxodon antiquus (Pérez Ripoll,
1977). Los materiales estudiados no fueron devueltos al SIP hasta después de la guerra; con fecha de 9 de junio de 1939, Luis Monreal Tejada,
Alférez Jefe del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional de
la Zona de Levante y futuro Catedrático de Historia del Arte, envía una
carta a I. Ballester comunicándole que en el Hospital de los Sacerdotes
pobres se encuentra depositado material osteológico perteneciente al servicio. El agregado Manuel Vidal es el encargado de recoger el material,
ordenarlo y exponerlo en una instalación provisional. Según I. Ballester
los estudios originales realizados por J. Royo y V. Sos se depositaron en
el Servicio (Ballester, 1942c). Como se mencionó antes, los estudios fueron publicados en 1942, pero debido al «carácter socialista de ambos
autores», la dirección del SIP se vio obligada antes a solicitar la conformidad de la Comisión de Enseñanza, Cultura y Bellas Artes de la
Diputación Provincial, que en documento del 26 de febrero la autorizaba (Ballester, 1942a).
En 1939, y perdida la guerra para el gobierno republicano, Royo
se traslada a Barcelona donde junto a su familia inicia el camino del
exilio a Francia. En los primeros meses se afinca en Toulouse pero
pronto toma un barco desde el puerto de Le Havre rumbo a Colombia
donde llega en abril de ese mismo año. Si J. Royo ha de marcharse de
España por sus ideas y responsabilidades públicas, su amigo V. Sos
Baynat sufre un exilio interior en Extremadura donde trabaja como
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Documento del Servicio
de Defensa del Patrimonio
Artístico Nacional que
informa de la existencia
de material del SIP y
del Museo de Ciencias
Naturales en el Hospital
de Sacerdotes Pobres
del Milagro. 1939.
Documento de la
Diputación de Valencia que
autoriza la publicación
de los trabajos de José
geólogo para una empresa privada, perdiendo su puesto de catedrático
de instituto que no recuperará hasta su jubilación. Además de la relación de respeto y amistad que les acompañó durante la época de trabajo en Madrid en el Museo de Ciencias Naturales, desde la salida de J.
Royo de España se inicia entre ambos una relación epistolar que durará hasta su muerte. Los dos científicos pertenecieron al último grupo de
geólogos vinculados a la Institución Libre de Enseñanza (Ontañon,
2004). La figura de J. Royo se enmarca en la corriente universitaria iniciada por Juan Vilanova y Piera y representada a principios del siglo XX
por E. Hernández Pacheco y la expansión de la Escuela Madrileña. La
Paleontología que Royo desarrolló en España fue la descriptiva y la
estratigráfica (Truyols, 2004). Su formación de naturalista le permitió
tratar todas las facetas de la Geología, abordando incluso disciplinas
como la Prehistoria.
Royo y Vicente Sos. 1942.
En Colombia, y más tarde en Venezuela, J. Royo desempeñó funciones como geólogo, compaginando estos cargos con el de director de
diversos museos geológicos y profesor en otras tantas universidades,
pudiendo plasmar todo lo aprendido en España (Martínez Gorroño,
2004). Falleció en Caracas en 1961 sin poder regresar a España.
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Primeros estudios en torno a la fauna musteriense de la Cova Negra de Xàtiva
En 1995 se cumplieron 100 años del nacimiento de J. Royo y por
ello diversas instituciones rindieron un merecido homenaje a figura tan
importante de la Geología y Paleontología española de la primera
mitad del siglo XX. Se prepararon dos exposiciones, una en Madrid y
otra en Castellón, y se publicó un libro (VV.AA., 2004) del cual hemos
obtenido mucha de la información utilizada en este trabajo. Otros centros como la Comisión de Historia de la Geología de España también
tuvieron en cuenta esta efeméride (VV.AA., 1995).
El estudio llevado a cabo por Royo no sólo significó la primera
catalogación seria de materiales faunísticos procedentes de la Cova
Negra, sino también un antes y un después por lo que se refiere a la
exposición de estos restos en las salas del Museo de Prehistoria de
Valencia. Antes de la estancia de J. Royo en Valencia, G. Viñes había
estudiado sólo los materiales arqueológicos, y de los paleontológicos se
expusieron aquellos más importantes y de clasificación fácil (básicamente molares). A partir de su catalogación, la fauna de la Cova Negra crece
desde el punto de vista expositivo (Ballester, 1932a; 1942c).
Sirvan estas páginas como homenaje del SIP a Gonzalo Viñes
Masip y a José Royo Gómez, víctimas de una guerra que privó a nuestro país de dos intelectuales de primer orden.
1
Las manchas rojas presentes en algunos huesos corresponden a la acción de los óxidos de
hierro.
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Primeros estudios en torno a la fauna musteriense
de la Cova Negra de Xàtiva
Alfred Sanchis Serra e Inocencio Sarrión Montañana
Servicio de Investigación Prehistórica
Los diversos proyectos de excavación llevados a cabo en el yacimiento Musteriense de la Cova Negra de Xàtiva por parte del Servicio
de Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia proporcionaron un importante conjunto de restos de fauna. El primer trabajo
arqueozoológico que trata en profundidad estos materiales se lo debemos a Manuel Pérez Ripoll, que estudió los mamíferos de las campañas
de los años 50 dirigidas por Francisco Jordá Cerdá (Pérez Ripoll, 1977).
En la década de los 80 del siglo XX Valentín Villaverde Bonilla retoma
las excavaciones en la cueva de manera sistemática; la fauna obtenida en
las nuevas campañas, junto a la de los años 50, sirve de base para la realización de las tesis doctorales de Pere Guillem Calatayud y Rafael
Martínez Valle, y la publicación de numerosos artículos y monografías.
Pero en este artículo nos vamos a centrar en la fauna procedente de
las cuatro campañas de excavación practicadas por Gonzalo Viñes
Masip, colaborador del SIP, antes de la guerra civil (1928, 1929, 1931 y
1933), estando Isidro Ballester al frente de la institución. Después de la
primera de ellas su excavador publica un trabajo donde define el depósito como Musteriense, diferenciando cinco niveles, en los que abundan
los instrumentos tallados y los despojos de fauna, entre los que aparecen
—en el nivel inferior— dientes de caballo y ciervo, así como algún resto
de elefante y rinoceronte (Viñes, 1928; Ballester, 1929 y 1930a). La atribución de los restos de fauna se debe a Hugo Obermaier, sacerdote
como G. Viñes, que visita el yacimiento en las dos primeras décadas del
siglo XX. Imaginamos que la relación entre ambos fue estrecha ya que la
Diputación tenía previsto pensionar a G. Viñes para viajar a Madrid y
ampliar sus estudios sobre Prehistoria junto a H. Obermaier, lo que no
fue posible a causa del alzamiento militar de 1936 y el asesinato de G.
Viñes en diciembre de ese mismo año (Ballester, 1942b). La Cova Negra
era un yacimiento que comenzaba a ser reconocido por los especialistas
pues en 1929 se celebran en Barcelona el IV Congreso Internacional de
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Arqueología y el XII Congreso de la Asociación Española para el
Progreso de las Ciencias, en los que respectivamente G. Viñes y Lluís
Pericot leen ponencias donde se describen los materiales y el depósito
que se ha comenzado a excavar (Ballester, 1930a). Como consecuencia
se realizan intercambios de piezas de la Cova Negra con el Museo
Nacional de Prehistoria de Francia (Ballester, 1931). En 1942 el SIP
publica el número 6 de sus Trabajos Varios donde se transcriben parte
de las notas de excavación recogidas por G. Viñes en las campañas de
1931 y 1933, y en alguna de sus columnas publicadas en el periódico
local El Obrero Setabense (Viñes, 1933). De nuevo se cita la aparición
de restos de caballo y ciervo, a los que se añaden otros de cápridos, bóvidos y alguno de «fiera», mencionando también la presencia de algunos
huesos labrados y otros pintados de rojo1 (Viñes, 1942). Una segunda
edición de este mismo trabajo incluye además un artículo de F. Jordá,
valorando la importancia del yacimiento y haciendo hincapié en los huesos trabajados (metápodos laterales de équidos) que habían aparecido
en las excavaciones practicadas (Jordá, 1947).
Además de las estimaciones por parte de G. Viñes, basadas en las
de H. Obermaier, la primera catalogación de materiales osteológicos de
la Cova Negra no se lleva a cabo hasta 1937-1938, a raíz de la presencia en Valencia del geólogo y paleontólogo castellonense José Royo
Gómez, trabajo que no se publicará hasta años más tarde (Royo, 1942),
con resultados que serán presentados también en el V Congreso del
INQUA y que confirmaban el potencial del yacimiento (Fletcher, 1957).
Más de 100 restos óseos, entre los que se encontraba el fragmento derecho de parietal humano, fueron catalogados a nivel genérico o específico conformando la siguiente columna: Equus caballus, Equus sp,
Rhinoceros merckii, Rhinoceros sp, Sus scrofa, Sus sp, Cervus elaphus,
Cervus sp, Capra sp, Ovis aries, Bos sp, Canis sp, Felix pardus, Elephas
iolensis, Lepus sp, Microtus aff. arvalis meridianus, Homo, Ave,
Testudo sp y Melanopsis tricarinata.
Resulta importante realizar un breve repaso a la biografía de Royo
Gómez lo que puede explicar el interés de un geólogo y paleontólogo por
una disciplina como la Prehistoria: J. Royo nace en Castellón en 1895,
cursa la licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad de Madrid
que, por aquel entonces, se llevaba a cabo en el Museo Nacional de
Ciencias Naturales, donde desde muy joven desarrolla sobre todo actividades de tipo docente. Allí conoce a Vicente Sos Baynat, también castellonense, siendo ambos discípulos de Eduardo Hernández Pacheco. En 1914
Royo es presentado por E. Hernández Pacheco como miembro de la Real
Sociedad Española de Historia Natural. A partir de 1917, y por oposición,
toma posesión del cargo de colector en el museo, con la tarea de recoger
ejemplares y aumentar las colecciones y para formar otras que se enviaban
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Primeros estudios en torno a la fauna musteriense de la Cova Negra de Xàtiva
Gonzalo Viñes en el
interior de la Cova
del Parpalló (Gandia).
1930
a los centros de enseñanza españoles que las solicitaban. En 1921 se doctora con una tesis sobre el Mioceno Continental Ibérico y su fauna malacológica. Al año siguiente aprueba una plaza de profesor encargado de los
cursos prácticos de Mineralogía y Geología, donde dedicará siete clases a
la enseñanza de la Estratigrafía y de la Paleontología y, a partir de 1930,
de la Prehistoria. En 1926 se celebra en Madrid el XIV Congreso
Internacional de Geología, por lo que se realizan trabajos de ordenación e
instalación de las colecciones de Paleontología y Mineralogía en un nuevo
local dentro del Museo, iniciando J. Royo su faceta museística (Diéguez,
2004). Siempre que tuvo la ocasión de ser pensionado (1924, 1925 y
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
1927), Royo realizó viajes a museos europeos de Historia Natural
(Zurich, Lyon, Bruselas, París, Grenoble, Ginebra, Munich, Sttutgart,
Frankfurt, Marburg, Göttingen, Hannover, Buckeburg, Londres,
Cambridge, Oxford, Burdeos, Toulouse, Boulogne-sur-Mer, Le Havre y
Cen) donde no sólo estudió las colecciones y la forma de exposición de los
fósiles, sino también el funcionamiento interno de estas instituciones.
Fruto de estos viajes, recoge una importante colección de más de 3.000
ejemplares (Diéguez, 2004). El traslado del Museo de Ciencias Naturales
a los Altos del Hipódromo en 1928 supone el inicio de su faceta museográfica. En 1930 es nombrado responsable de la sección de Paleontología,
centrándose en la recuperación, inventario y catalogación de los fósiles, así
como en su exposición en una sala especial de Paleontología (Aguirre,
2004; Michavila, 2004). En 1934 J. Royo lleva a cabo el proyecto de
exposición de las colecciones paleontológicas donde se ponen de manifiesto las influencias de sus viajes por Europa (Diéguez, 2004). La actividad
científica es compaginada en parte con su actuación política. Tanto él
como V. Sos Baynat militan en el republicanismo de izquierdas. J. Royo es
elegido diputado por Castellón en 1931 y nombrado Director General de
Minas y Combustibles en 1936.
En junio de 1937 los bombardeos sobre Madrid afectan a las salas
del Museo Nacional de Ciencias Naturales, por lo que se decide el traslado a Valencia de algunos investigadores, del instrumental científico y
de parte del material del museo, junto con el Museo Antropológico y el
Jardín Botánico, instalándose las tres instituciones (ya como Instituto
Nacional de Ciencias Naturales) en el Hospital de los Sacerdotes Pobres
Instalación del
laboratorio del Museo
Nacional de Ciencias
Naturales en Valencia.
Al fondo de laimagen se
encuentra José Royo y en
primer término Gabriel
Martín. 1937-1938.
Publicada en Homenaje
a José Royo Gómez.
1895-1961 (2004).
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Primeros estudios en torno a la fauna musteriense de la Cova Negra de Xàtiva
o del Milagro situado en la calle Trinquete de Caballeros (Diéguez,
2004). Ese mismo año J. Royo realiza un viaje a la URSS junto a V. Sos
Baynat, Gabriel Martín Cardoso y Rafael Candel representando a la
República Española en el XVII Congreso Geológico Internacional.
Durante su estancia en Valencia visita la Cova Negra de Xàtiva y
muestra interés por el estudio de la fauna recuperada en las excavaciones
realizadas por G. Viñes. Los materiales se encontraban depositados en el
Museo de Prehistoria, ubicado en el actual Palau de la Generalitat y se
trasladan al Instituto Nacional de Ciencias Naturales. J. Royo se encargó del conjunto de la Cova Negra, mientras que V. Sos Baynat (también
en Valencia) hace lo propio con los restos de la Cova del Parpalló. Los
huesos fueron limpiados, se estudiaron e incluso se realizaron moldes de
los principales. En sesión de la Real Sociedad Española de Historia
Natural celebrada en Valencia el 4 de mayo de 1938, J. Royo comunica
que «ha obtenido placas de Testudo en la Cueva Negra de Játiva, restos
de vertebrados y trozos de cráneo humano» (Perejón, 2004). En 1938
publica otro artículo en el que describe un molar de elefante de la Cova
Negra como perteneciente a la forma enana Elephas iolensis (Royo,
1938) que H. Obermaier había atribuido a Elephas antiquus. Años más
tarde, la tesis doctoral de Emiliano Aguirre sirve para demostrar que se
trata de un molar decidual (D4) de Paleoloxodon antiquus (Pérez Ripoll,
1977). Los materiales estudiados no fueron devueltos al SIP hasta después de la guerra; con fecha de 9 de junio de 1939, Luis Monreal Tejada,
Alférez Jefe del Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional de
la Zona de Levante y futuro Catedrático de Historia del Arte, envía una
carta a I. Ballester comunicándole que en el Hospital de los Sacerdotes
pobres se encuentra depositado material osteológico perteneciente al servicio. El agregado Manuel Vidal es el encargado de recoger el material,
ordenarlo y exponerlo en una instalación provisional. Según I. Ballester
los estudios originales realizados por J. Royo y V. Sos se depositaron en
el Servicio (Ballester, 1942c). Como se mencionó antes, los estudios fueron publicados en 1942, pero debido al «carácter socialista de ambos
autores», la dirección del SIP se vio obligada antes a solicitar la conformidad de la Comisión de Enseñanza, Cultura y Bellas Artes de la
Diputación Provincial, que en documento del 26 de febrero la autorizaba (Ballester, 1942a).
En 1939, y perdida la guerra para el gobierno republicano, Royo
se traslada a Barcelona donde junto a su familia inicia el camino del
exilio a Francia. En los primeros meses se afinca en Toulouse pero
pronto toma un barco desde el puerto de Le Havre rumbo a Colombia
donde llega en abril de ese mismo año. Si J. Royo ha de marcharse de
España por sus ideas y responsabilidades públicas, su amigo V. Sos
Baynat sufre un exilio interior en Extremadura donde trabaja como
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Documento del Servicio
de Defensa del Patrimonio
Artístico Nacional que
informa de la existencia
de material del SIP y
del Museo de Ciencias
Naturales en el Hospital
de Sacerdotes Pobres
del Milagro. 1939.
Documento de la
Diputación de Valencia que
autoriza la publicación
de los trabajos de José
geólogo para una empresa privada, perdiendo su puesto de catedrático
de instituto que no recuperará hasta su jubilación. Además de la relación de respeto y amistad que les acompañó durante la época de trabajo en Madrid en el Museo de Ciencias Naturales, desde la salida de J.
Royo de España se inicia entre ambos una relación epistolar que durará hasta su muerte. Los dos científicos pertenecieron al último grupo de
geólogos vinculados a la Institución Libre de Enseñanza (Ontañon,
2004). La figura de J. Royo se enmarca en la corriente universitaria iniciada por Juan Vilanova y Piera y representada a principios del siglo XX
por E. Hernández Pacheco y la expansión de la Escuela Madrileña. La
Paleontología que Royo desarrolló en España fue la descriptiva y la
estratigráfica (Truyols, 2004). Su formación de naturalista le permitió
tratar todas las facetas de la Geología, abordando incluso disciplinas
como la Prehistoria.
Royo y Vicente Sos. 1942.
En Colombia, y más tarde en Venezuela, J. Royo desempeñó funciones como geólogo, compaginando estos cargos con el de director de
diversos museos geológicos y profesor en otras tantas universidades,
pudiendo plasmar todo lo aprendido en España (Martínez Gorroño,
2004). Falleció en Caracas en 1961 sin poder regresar a España.
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En 1995 se cumplieron 100 años del nacimiento de J. Royo y por
ello diversas instituciones rindieron un merecido homenaje a figura tan
importante de la Geología y Paleontología española de la primera
mitad del siglo XX. Se prepararon dos exposiciones, una en Madrid y
otra en Castellón, y se publicó un libro (VV.AA., 2004) del cual hemos
obtenido mucha de la información utilizada en este trabajo. Otros centros como la Comisión de Historia de la Geología de España también
tuvieron en cuenta esta efeméride (VV.AA., 1995).
El estudio llevado a cabo por Royo no sólo significó la primera
catalogación seria de materiales faunísticos procedentes de la Cova
Negra, sino también un antes y un después por lo que se refiere a la
exposición de estos restos en las salas del Museo de Prehistoria de
Valencia. Antes de la estancia de J. Royo en Valencia, G. Viñes había
estudiado sólo los materiales arqueológicos, y de los paleontológicos se
expusieron aquellos más importantes y de clasificación fácil (básicamente molares). A partir de su catalogación, la fauna de la Cova Negra crece
desde el punto de vista expositivo (Ballester, 1932a; 1942c).
Sirvan estas páginas como homenaje del SIP a Gonzalo Viñes
Masip y a José Royo Gómez, víctimas de una guerra que privó a nuestro país de dos intelectuales de primer orden.
1
Las manchas rojas presentes en algunos huesos corresponden a la acción de los óxidos de
hierro.
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