Un plomo escrito y un jinete de bronce. Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida de les Alcusses
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
2006
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida
de les Alcusses
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
Servicio de Investigación Prehistórica
Los museos arqueológicos exhiben un mundo material, muestran
objetos a los que otorgamos belleza o importancia, y expresan la relación circular, dinámica, entre éstos y los sujetos que los recuperan y les
dan significado. En estas líneas se examina el modo en que se perciben
y presentan dos piezas halladas en las primeras excavaciones en la
Bastida de les Alcusses (1928-1931): una inscripción en una plancha de
plomo y un bronce que representa un guerrero a caballo. Basarse en los
objetos no implica estar limitado por éstos, pues sus significados, su presentación y representación cambian —o se matizan— según el contexto
académico e institucional del SIP y de sus miembros.
La excavación es el punto de partida. Las páginas de los diarios suelen ofrecer información estratigráfica, croquis, dibujos y datos diversos del
transcurso de las campañas, pero, en ocasiones, transmiten emociones y
sensaciones pasando de la mera descripción de los restos a la narrativa:
«Al limpiar Pepe Guerrero la tierra sobre [una muela de molino] asoma
una lámina arrollada de plomo. La forma nos intriga [...] La tierra sobre
que se asienta levanta unos 15 cts sobre el suelo y con las precauciones del
caso la vamos rebajando hasta sacar el plomo que, contra lo que creíamos
es algo estrecho. Inmediatamente y con verdadera emoción vemos que está
lleno de letras ibericas a renglones separados por rayas horizontales formando espacios» (subrayado en el original).
Así describe Isidro Ballester el momento del hallazgo de una lámina
de plomo escrita, el 28 de julio de 1928, en el diario de la primera campaña de excavaciones. Para los que hemos excavado allí, leer estas líneas
lleva a imaginarse arriba en la loma, en el departamento T —ese era el
nombre dado en un principio al recinto, el departamento 48—, cuando
el capataz Pepe Guerrero limpió el plomo con su navaja siguiendo órdenes del propio I. Ballester. Sabemos incluso la hora del hallazgo, las doce
y media de la mañana, anotada en el margen izquierdo del diario y con
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
doble subrayado («12 ½»). Sin duda el momento debió ser especial. Ese
día, el último, habían subido tarde a excavar porque la tarde anterior
hubo una tempestad de aire que había retrasado la labor diaria de inventario, vendaval que incluso, explican, se llevaría por delante una de las
dos tiendas de campo. Y al día siguiente, limpieza de muros por la mañana y recogida por la tarde: las tiendas y las sillas se quedan en el Mas de
Palmi (cat. 12-13), donde dormían, y las carretillas y otros materiales en
el Mas de Bas con evaluación de daños de las herramientas; eso sí, la
cesta de viandas se la lleva I. Ballester.
Lámina de plomo
en el momento de su
hallazgo. 1928.
[Casa Grollo. Placa de
vidrio. SIP 1.888]
Volvamos al plomo. Su hallazgo era excepcional porque, en primer
lugar, podía ofrecer nuevos datos sobre el alfabeto ibérico, exponente de
las manifestaciones culturales ibéricas valencianas, pues en 1928 sólo se
conocían los plomos escritos del Pujol de Gasset (Castellón), la Serreta
(Alcoi-Cocentaina-Penàguila), la Covalta (Albaida-Agres) y unos fragmentos del Cabezo de Mariola (Alfafara-Bocairent) (Ballester, 1929:
18). En una crónica de La Semana Gráfica dos semanas después, el 18
de agosto, I. Ballester ponderaba el hallazgo comparándolo con la plancha escrita de la Serreta —«la reina hasta ahora» decía— que, sin
embargo, era más corta en tamaño y sin tanta «riqueza de caracteres».
En segundo lugar el plomo había sido hallado con una referencia estratigráfica precisa (cat. 4), como escribe I. Ballester en el diario: «la alegría ha sido general y la suerte y fortuna no para: pues se ha presentado
el plomo en condiciones de tiempo y situación tales que ha permitido al
sospecharlo por su forma arrollada, tomar toda clase de medidas y datos
gráficos, que harán de este plomo el único documento de tal clase al que
acompañen datos precisos de su situación. Tomamos otra fotografía de
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida de les Alcusses
modo que se vea la forma como está plegada la lámina». Sin embargo,
quedará el interés de la pieza como documento únicamente epigráfico
como se desprende de las posteriores publicaciones1 en las que el contexto doméstico del hallazgo es, en el mejor de los casos, una noticia curiosa para ilustrar la ocultación del plomo ante el asalto violento que sufrió
el poblado ibérico.
La referencia a «la suerte y fortuna» es muy significativa para el
devenir del SIP en los años siguientes. No sólo en las noticias periodísticas del mes siguiente —la semejanza con otros textos de I. Ballester hacen
pensar que fueron redactadas o dictadas por él mismo— sino que también
Lluís Pericot aludiría a ella al rememorar, años más tarde, las circunstancias previas a la excavación: «El futuro del servicio se jugaba a la carta de
la suerte que la excavación nos deparase [...] A los primeros golpes de azadón nos dimos cuenta de que La Bastida de Mogente pagaría con creces
los esfuerzos que costase [...] La campaña culminó con los hallazgos de
joyas y sobre todo, con la del famoso plomo escrito» (Pericot, 1952: 12
y 13). De este modo, la excavación en la «nueva Pompeya», como titulaba La Semana Gráfica, se presentaba como un acierto y un éxito en el
marco del ambicioso plan de trabajo. Por ello el SIP encontraba en la
plancha de plomo escrito no sólo mera satisfacción arqueológica sino una
justificación de la fuerte apuesta realizada —se invirtieron 12.000 pesetas— en la búsqueda de las raíces culturales propias (no olvidemos que el
servicio se crea a semejanza de otros en Cataluña, Galicia o País Vasco)
como gustaba destacar a la corriente regionalista.
Anverso y reverso de
la lámina de plomo escrita
de la Bastida de les Alcusses
(Moixent). 1928.
[Casa Grollo. Placa
de vidrio. SIP 3.162
y SIP 4.177]
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Ahora bien, las notas entre las páginas culturales de los periódicos
locales serían sólo necesarias argucias publicitarias del I. Ballester político si no constara también el eco del magnífico hallazgo en foros científicos. En el primer número del Archivo de Prehistoria Levantina (APL), I.
Ballester y L. Pericot publican una extensa reseña de la campaña de 1928
y reiteran la inquietud documental y metodológica: «es la única pieza de
esta clase cuyo descubrimiento se documenta tan completamente»
(Ballester y Pericot, 1928: 192). El plomo ya desplegado —no faltan en
el diario las lógicas preocupaciones por su posible rotura— es protagonista de las dos primeras láminas que ilustran el catálogo de materiales
(láminas VIII y IX) lo que es significativo de la importancia que le otorgan. Además, antes, dos participaciones en sendos congresos contribuyen a publicitar el trabajo realizado. En mayo de 1929 L. Pericot presenta los trabajos en la Bastida, entre otros yacimientos excavados por el
SIP, en el XII Congreso de la Asociación Española para el progreso de las
Ciencias, en Barcelona. En septiembre de ese mismo año el Servicio es
invitado al IV Congreso Internacional de Arqueología, celebrado también en Barcelona con motivo de la Exposición Internacional. Aunque no
se presentó ninguna comunicación sobre la Bastida, se expuso el plomo
escrito2 en la Sala V (Civilización Ibérica) de la sección «España
Primitiva» del Museo del Palacio Nacional de la Exposición que pretendía ser «una verdadera síntesis de la evolución histórica de la cultura
española en sus múltiples aspectos [ilustrando] cuanto puede estudiarse,
en el estado actual de la investigación» (Bosch, 1929). Impactan los
resultados, sobre todo de la Cova del Parpalló, y en la sesión de clausura del Congreso las felicitaciones llegan por parte de la comunidad científica de vanguardia. Estos saludos y parabienes son recogidos con detalle y convenientemente ponderados en diversas notas de la prensa local y
en la memoria del museo de ese año, con la voluntad de legitimar, desde
la propia institución, sus actividades. Nicolau Primitiu Gómez Serrano
escribió impresiones del congreso en Las Provincias y señalaba que «la
representación levantina ha sido la más numerosa de todas, española y
extranjera, en cuanto a individuos y en cuanto a trabajos» con un evidente tono panegírico.
Son momentos de gloria y la lámina de plomo nos permite evaluar
esta proyección y el interés foráneo por las excavaciones del SIP. Lo ilustra
también la visita a Valencia de Manuel Gómez Moreno, a la sazón
Director General de Bellas Artes y muy vinculado a la Institución Libre de
Enseñanza, para examinar algunos materiales ya vistos en Barcelona y que
incluso elevará una petición escrita pidiendo detalles sobre el curso de las
investigaciones (Ballester, 1932: 28). En este contexto de colaboración
fructífera sería invitado a realizar un estudio epigráfico del plomo (citado
por Ballester y Pericot, 1928: 191) aparecido en 1962, e incluso el mismo
Adolf Schulten estuvo también interesado ya que en la Labor del SIP de
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida de les Alcusses
Página del diario de
excavación de la Bastida de
les Alcusses (Moixent),
que recoge la aparición del
Guerrer de Moixent. 1931.
1933 se acusa el recibo de un trabajo para el APL aunque renunciaba a
publicarlo hasta que M. Gómez Moreno no lo hiciera, según indica L.
Pericot a I. Ballester en carta personal el 13 de junio de 1933 (Archivo SIP).
El caso del bronce que representa un jinete es diferente. El descubrimiento del Guerrer el 21 de julio de 1931 no causó tanto impacto como el
plomo escrito según se desprende de su tratamiento en el diario de ese año.
La figura es, obviamente, descrita con detalle, se dice qué obrero la halla, se
señala en el croquis general el lugar exacto y se aportan medidas y precisiones: «cinco minutos antes de dejar el trabajo para la comida, el obrero
Vicente Espí desenterró una bellísima escultura de bronce representada por
un guerrero a caballo», añadiendo un aire narrativo y juicios de valor al
señalar «el sello arrogante del guerrero» o que «la cabeza del caballo es de
una expresión grotesca». La Bastida ya había dado muestras durante las tres
campañas anteriores de su riqueza en materiales, y el Guerrer no destaca
especialmente en un diario escrito y dibujado cada vez con más prisas —esa
campaña es intensísima, llegan a trabajar 25 obreros y vacían alrededor de
100 departamentos. Otros objetos reciben el mismo tratamiento analítico
que el Guerrer como sucede con un bronce representando un buey con parte
del yugo descubierto por Joaquin Quilis o una cadenita de oro hallada por
Vicente Sanjuán, ilustrando La Labor del SIP de 1931 (Ballester, 1932: láminas V y VI). No obstante, la misma tarde del 21 de julio Mariano Jornet
envía una carta a I. Ballester comunicándole el hallazgo —«vale la pena de
que le ponga las letras», señala— y adjuntando un dibujo a tamaño natural,
como se hacía regularmente cuando I. Ballester se ausentaba del trabajo de
campo (correspondencia personal de I. Ballester, Archivo SIP).
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Figura de bronce conocida
como Guerrer de Moixent.
1931.
[Casa Grollo. Placa de
vidrio. SIP 1.326]
La resonancia en la comunidad científica no fue igual a la del plomo,
y sin embargo la pieza se ha convertido en uno de los iconos del museo y
un elemento identitario del municipio de Moixent. El impacto inicial no es
comparable al plomo porque, ante todo, las circunstancias institucionales
no son las mismas. Si durante el periodo entre 1928 y 1931 se recogían alabanzas a la gestión e investigaciones emprendidas y se difundía la labor en
foros científicos, en 1932 el SIP sufría una reducción de dos tercios de su
asignación presupuestaria que acabaría minando no sólo la intensidad de
los trabajos sino también su divulgación, afectando a la excavación en la
Bastida, a pesar de que el yacimiento hubiera sido declarado Monumento
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida de les Alcusses
Histórico-Artístico en 19313; y, de hecho, el segundo volumen del anuario
APL no sería publicado hasta 1945, dieciséis años después del primero.
El bronce se publicó por primera vez en La Labor del SIP de 1931
(Ballester, 1932: lámina V, 2), se recogió poco después en la Historia de
España dirigida por L. Pericot (Pericot, 1934: 405), y en 1954 fue objeto de un estudio más detallado (Kukahn, 1954). Sólo en la segunda
mitad de la década de los 70 el Guerrer adquiere relevancia iconográfica vinculándose, no casualmente, a las celebraciones del 50 aniversario
del SIP en 1977. De hecho, el Guerrer ocupa la portada del folleto explicativo del Museo editado ese mismo año, como precursor del logotipo
que hoy conocemos. Además, la Bastida es el único de aquellos yacimientos pioneros que se visita de manera oficial y el Ayuntamiento de
Moixent aprovecha la ocasión para erigir una copia de la pieza a escala
20:1 en Valencia, similar a otra existente entonces en Moixent. Así, se
crea e institucionaliza una seña de identidad que vincula al Cap i Casal
con el pasado ibérico representado por el Guerrer. Esta asociación entre
objeto y representación, entre icono e identidad, la encontramos también en Moixent, donde sorprende la abundancia de establecimientos y
asociaciones vecinales llamadas «el Guerrer» y no «la Bastida de les
Alcusses».
Pero me he alejado demasiado del marco temporal que pretende esta
retrospectiva de modo que acabaré con una anécdota que da cuenta de la
relevancia de la Bastida en el contexto local de aquellos años y es un ejemplo de los usos institucionalizados de la Historia. El presidente de la
Diputación abrió una sesión de la Comisión Provincial permanente con el
sonido de una campanita de bronce hallada en el departamento 2 de la
Bastida el 7 de julio de 1931 evidenciando la “necesidad” de ponderar el
remoto pasado «dando al mismo tiempo gloria a su “Presente”» (Ballester,
1932: 6). Y destaco “necesidad” porque en este acto simpático se vislumbra
la implicación de los estudios de la Antigüedad, en este caso abanderados
por el SIP, en la construcción de una identidad propia. Destacar la personalidad —regional, eso sí— en la trayectoria histórica debía ser cometido del
museo y, no en vano, a partir del recorte presupuestario de 1932 algunas
voces exigirán, en la prensa local, mayor atención y dotación económica a
una institución que garantizara la digna conservación del pasado para dar
solidez a un Estatuto Regional Valenciano que entonces se reclamaba.
1
Además de las tres obras monográficas dedicadas al plomo (Beltrán, 1954 y 1962; Fletcher,
1982) hay numerosas referencias entre las que destacan: Ballester y Pericot, 1928; Pericot,
1934: 406; Serra Ràfols, 1936: 333 y ss.; Fletcher, 1953 y Gómez Moreno, 1962.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
2
Otras piezas de la Bastida en la exposición son una cacha de espada o puñal, una pieza de
hueso, dos pendientes de oro y una placa de cinturón de bronce. Son pocas comparadas
con las 277 que también viajan de la colección particular de I. Ballester de la Covalta.
3
La estrecha relación entre I. Ballester y Elías Tormo, natural de Albaida, miembro del
partido conservador y ministro de Instrucción Pública en 1930, tuvo que favorecer esta
declaración.
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida
de les Alcusses
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
Servicio de Investigación Prehistórica
Los museos arqueológicos exhiben un mundo material, muestran
objetos a los que otorgamos belleza o importancia, y expresan la relación circular, dinámica, entre éstos y los sujetos que los recuperan y les
dan significado. En estas líneas se examina el modo en que se perciben
y presentan dos piezas halladas en las primeras excavaciones en la
Bastida de les Alcusses (1928-1931): una inscripción en una plancha de
plomo y un bronce que representa un guerrero a caballo. Basarse en los
objetos no implica estar limitado por éstos, pues sus significados, su presentación y representación cambian —o se matizan— según el contexto
académico e institucional del SIP y de sus miembros.
La excavación es el punto de partida. Las páginas de los diarios suelen ofrecer información estratigráfica, croquis, dibujos y datos diversos del
transcurso de las campañas, pero, en ocasiones, transmiten emociones y
sensaciones pasando de la mera descripción de los restos a la narrativa:
«Al limpiar Pepe Guerrero la tierra sobre [una muela de molino] asoma
una lámina arrollada de plomo. La forma nos intriga [...] La tierra sobre
que se asienta levanta unos 15 cts sobre el suelo y con las precauciones del
caso la vamos rebajando hasta sacar el plomo que, contra lo que creíamos
es algo estrecho. Inmediatamente y con verdadera emoción vemos que está
lleno de letras ibericas a renglones separados por rayas horizontales formando espacios» (subrayado en el original).
Así describe Isidro Ballester el momento del hallazgo de una lámina
de plomo escrita, el 28 de julio de 1928, en el diario de la primera campaña de excavaciones. Para los que hemos excavado allí, leer estas líneas
lleva a imaginarse arriba en la loma, en el departamento T —ese era el
nombre dado en un principio al recinto, el departamento 48—, cuando
el capataz Pepe Guerrero limpió el plomo con su navaja siguiendo órdenes del propio I. Ballester. Sabemos incluso la hora del hallazgo, las doce
y media de la mañana, anotada en el margen izquierdo del diario y con
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
doble subrayado («12 ½»). Sin duda el momento debió ser especial. Ese
día, el último, habían subido tarde a excavar porque la tarde anterior
hubo una tempestad de aire que había retrasado la labor diaria de inventario, vendaval que incluso, explican, se llevaría por delante una de las
dos tiendas de campo. Y al día siguiente, limpieza de muros por la mañana y recogida por la tarde: las tiendas y las sillas se quedan en el Mas de
Palmi (cat. 12-13), donde dormían, y las carretillas y otros materiales en
el Mas de Bas con evaluación de daños de las herramientas; eso sí, la
cesta de viandas se la lleva I. Ballester.
Lámina de plomo
en el momento de su
hallazgo. 1928.
[Casa Grollo. Placa de
vidrio. SIP 1.888]
Volvamos al plomo. Su hallazgo era excepcional porque, en primer
lugar, podía ofrecer nuevos datos sobre el alfabeto ibérico, exponente de
las manifestaciones culturales ibéricas valencianas, pues en 1928 sólo se
conocían los plomos escritos del Pujol de Gasset (Castellón), la Serreta
(Alcoi-Cocentaina-Penàguila), la Covalta (Albaida-Agres) y unos fragmentos del Cabezo de Mariola (Alfafara-Bocairent) (Ballester, 1929:
18). En una crónica de La Semana Gráfica dos semanas después, el 18
de agosto, I. Ballester ponderaba el hallazgo comparándolo con la plancha escrita de la Serreta —«la reina hasta ahora» decía— que, sin
embargo, era más corta en tamaño y sin tanta «riqueza de caracteres».
En segundo lugar el plomo había sido hallado con una referencia estratigráfica precisa (cat. 4), como escribe I. Ballester en el diario: «la alegría ha sido general y la suerte y fortuna no para: pues se ha presentado
el plomo en condiciones de tiempo y situación tales que ha permitido al
sospecharlo por su forma arrollada, tomar toda clase de medidas y datos
gráficos, que harán de este plomo el único documento de tal clase al que
acompañen datos precisos de su situación. Tomamos otra fotografía de
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida de les Alcusses
modo que se vea la forma como está plegada la lámina». Sin embargo,
quedará el interés de la pieza como documento únicamente epigráfico
como se desprende de las posteriores publicaciones1 en las que el contexto doméstico del hallazgo es, en el mejor de los casos, una noticia curiosa para ilustrar la ocultación del plomo ante el asalto violento que sufrió
el poblado ibérico.
La referencia a «la suerte y fortuna» es muy significativa para el
devenir del SIP en los años siguientes. No sólo en las noticias periodísticas del mes siguiente —la semejanza con otros textos de I. Ballester hacen
pensar que fueron redactadas o dictadas por él mismo— sino que también
Lluís Pericot aludiría a ella al rememorar, años más tarde, las circunstancias previas a la excavación: «El futuro del servicio se jugaba a la carta de
la suerte que la excavación nos deparase [...] A los primeros golpes de azadón nos dimos cuenta de que La Bastida de Mogente pagaría con creces
los esfuerzos que costase [...] La campaña culminó con los hallazgos de
joyas y sobre todo, con la del famoso plomo escrito» (Pericot, 1952: 12
y 13). De este modo, la excavación en la «nueva Pompeya», como titulaba La Semana Gráfica, se presentaba como un acierto y un éxito en el
marco del ambicioso plan de trabajo. Por ello el SIP encontraba en la
plancha de plomo escrito no sólo mera satisfacción arqueológica sino una
justificación de la fuerte apuesta realizada —se invirtieron 12.000 pesetas— en la búsqueda de las raíces culturales propias (no olvidemos que el
servicio se crea a semejanza de otros en Cataluña, Galicia o País Vasco)
como gustaba destacar a la corriente regionalista.
Anverso y reverso de
la lámina de plomo escrita
de la Bastida de les Alcusses
(Moixent). 1928.
[Casa Grollo. Placa
de vidrio. SIP 3.162
y SIP 4.177]
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Ahora bien, las notas entre las páginas culturales de los periódicos
locales serían sólo necesarias argucias publicitarias del I. Ballester político si no constara también el eco del magnífico hallazgo en foros científicos. En el primer número del Archivo de Prehistoria Levantina (APL), I.
Ballester y L. Pericot publican una extensa reseña de la campaña de 1928
y reiteran la inquietud documental y metodológica: «es la única pieza de
esta clase cuyo descubrimiento se documenta tan completamente»
(Ballester y Pericot, 1928: 192). El plomo ya desplegado —no faltan en
el diario las lógicas preocupaciones por su posible rotura— es protagonista de las dos primeras láminas que ilustran el catálogo de materiales
(láminas VIII y IX) lo que es significativo de la importancia que le otorgan. Además, antes, dos participaciones en sendos congresos contribuyen a publicitar el trabajo realizado. En mayo de 1929 L. Pericot presenta los trabajos en la Bastida, entre otros yacimientos excavados por el
SIP, en el XII Congreso de la Asociación Española para el progreso de las
Ciencias, en Barcelona. En septiembre de ese mismo año el Servicio es
invitado al IV Congreso Internacional de Arqueología, celebrado también en Barcelona con motivo de la Exposición Internacional. Aunque no
se presentó ninguna comunicación sobre la Bastida, se expuso el plomo
escrito2 en la Sala V (Civilización Ibérica) de la sección «España
Primitiva» del Museo del Palacio Nacional de la Exposición que pretendía ser «una verdadera síntesis de la evolución histórica de la cultura
española en sus múltiples aspectos [ilustrando] cuanto puede estudiarse,
en el estado actual de la investigación» (Bosch, 1929). Impactan los
resultados, sobre todo de la Cova del Parpalló, y en la sesión de clausura del Congreso las felicitaciones llegan por parte de la comunidad científica de vanguardia. Estos saludos y parabienes son recogidos con detalle y convenientemente ponderados en diversas notas de la prensa local y
en la memoria del museo de ese año, con la voluntad de legitimar, desde
la propia institución, sus actividades. Nicolau Primitiu Gómez Serrano
escribió impresiones del congreso en Las Provincias y señalaba que «la
representación levantina ha sido la más numerosa de todas, española y
extranjera, en cuanto a individuos y en cuanto a trabajos» con un evidente tono panegírico.
Son momentos de gloria y la lámina de plomo nos permite evaluar
esta proyección y el interés foráneo por las excavaciones del SIP. Lo ilustra
también la visita a Valencia de Manuel Gómez Moreno, a la sazón
Director General de Bellas Artes y muy vinculado a la Institución Libre de
Enseñanza, para examinar algunos materiales ya vistos en Barcelona y que
incluso elevará una petición escrita pidiendo detalles sobre el curso de las
investigaciones (Ballester, 1932: 28). En este contexto de colaboración
fructífera sería invitado a realizar un estudio epigráfico del plomo (citado
por Ballester y Pericot, 1928: 191) aparecido en 1962, e incluso el mismo
Adolf Schulten estuvo también interesado ya que en la Labor del SIP de
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida de les Alcusses
Página del diario de
excavación de la Bastida de
les Alcusses (Moixent),
que recoge la aparición del
Guerrer de Moixent. 1931.
1933 se acusa el recibo de un trabajo para el APL aunque renunciaba a
publicarlo hasta que M. Gómez Moreno no lo hiciera, según indica L.
Pericot a I. Ballester en carta personal el 13 de junio de 1933 (Archivo SIP).
El caso del bronce que representa un jinete es diferente. El descubrimiento del Guerrer el 21 de julio de 1931 no causó tanto impacto como el
plomo escrito según se desprende de su tratamiento en el diario de ese año.
La figura es, obviamente, descrita con detalle, se dice qué obrero la halla, se
señala en el croquis general el lugar exacto y se aportan medidas y precisiones: «cinco minutos antes de dejar el trabajo para la comida, el obrero
Vicente Espí desenterró una bellísima escultura de bronce representada por
un guerrero a caballo», añadiendo un aire narrativo y juicios de valor al
señalar «el sello arrogante del guerrero» o que «la cabeza del caballo es de
una expresión grotesca». La Bastida ya había dado muestras durante las tres
campañas anteriores de su riqueza en materiales, y el Guerrer no destaca
especialmente en un diario escrito y dibujado cada vez con más prisas —esa
campaña es intensísima, llegan a trabajar 25 obreros y vacían alrededor de
100 departamentos. Otros objetos reciben el mismo tratamiento analítico
que el Guerrer como sucede con un bronce representando un buey con parte
del yugo descubierto por Joaquin Quilis o una cadenita de oro hallada por
Vicente Sanjuán, ilustrando La Labor del SIP de 1931 (Ballester, 1932: láminas V y VI). No obstante, la misma tarde del 21 de julio Mariano Jornet
envía una carta a I. Ballester comunicándole el hallazgo —«vale la pena de
que le ponga las letras», señala— y adjuntando un dibujo a tamaño natural,
como se hacía regularmente cuando I. Ballester se ausentaba del trabajo de
campo (correspondencia personal de I. Ballester, Archivo SIP).
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Figura de bronce conocida
como Guerrer de Moixent.
1931.
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vidrio. SIP 1.326]
La resonancia en la comunidad científica no fue igual a la del plomo,
y sin embargo la pieza se ha convertido en uno de los iconos del museo y
un elemento identitario del municipio de Moixent. El impacto inicial no es
comparable al plomo porque, ante todo, las circunstancias institucionales
no son las mismas. Si durante el periodo entre 1928 y 1931 se recogían alabanzas a la gestión e investigaciones emprendidas y se difundía la labor en
foros científicos, en 1932 el SIP sufría una reducción de dos tercios de su
asignación presupuestaria que acabaría minando no sólo la intensidad de
los trabajos sino también su divulgación, afectando a la excavación en la
Bastida, a pesar de que el yacimiento hubiera sido declarado Monumento
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Un plomo escrito y un jinete de bronce.
Percepciones y usos de dos piezas de la Bastida de les Alcusses
Histórico-Artístico en 19313; y, de hecho, el segundo volumen del anuario
APL no sería publicado hasta 1945, dieciséis años después del primero.
El bronce se publicó por primera vez en La Labor del SIP de 1931
(Ballester, 1932: lámina V, 2), se recogió poco después en la Historia de
España dirigida por L. Pericot (Pericot, 1934: 405), y en 1954 fue objeto de un estudio más detallado (Kukahn, 1954). Sólo en la segunda
mitad de la década de los 70 el Guerrer adquiere relevancia iconográfica vinculándose, no casualmente, a las celebraciones del 50 aniversario
del SIP en 1977. De hecho, el Guerrer ocupa la portada del folleto explicativo del Museo editado ese mismo año, como precursor del logotipo
que hoy conocemos. Además, la Bastida es el único de aquellos yacimientos pioneros que se visita de manera oficial y el Ayuntamiento de
Moixent aprovecha la ocasión para erigir una copia de la pieza a escala
20:1 en Valencia, similar a otra existente entonces en Moixent. Así, se
crea e institucionaliza una seña de identidad que vincula al Cap i Casal
con el pasado ibérico representado por el Guerrer. Esta asociación entre
objeto y representación, entre icono e identidad, la encontramos también en Moixent, donde sorprende la abundancia de establecimientos y
asociaciones vecinales llamadas «el Guerrer» y no «la Bastida de les
Alcusses».
Pero me he alejado demasiado del marco temporal que pretende esta
retrospectiva de modo que acabaré con una anécdota que da cuenta de la
relevancia de la Bastida en el contexto local de aquellos años y es un ejemplo de los usos institucionalizados de la Historia. El presidente de la
Diputación abrió una sesión de la Comisión Provincial permanente con el
sonido de una campanita de bronce hallada en el departamento 2 de la
Bastida el 7 de julio de 1931 evidenciando la “necesidad” de ponderar el
remoto pasado «dando al mismo tiempo gloria a su “Presente”» (Ballester,
1932: 6). Y destaco “necesidad” porque en este acto simpático se vislumbra
la implicación de los estudios de la Antigüedad, en este caso abanderados
por el SIP, en la construcción de una identidad propia. Destacar la personalidad —regional, eso sí— en la trayectoria histórica debía ser cometido del
museo y, no en vano, a partir del recorte presupuestario de 1932 algunas
voces exigirán, en la prensa local, mayor atención y dotación económica a
una institución que garantizara la digna conservación del pasado para dar
solidez a un Estatuto Regional Valenciano que entonces se reclamaba.
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Además de las tres obras monográficas dedicadas al plomo (Beltrán, 1954 y 1962; Fletcher,
1982) hay numerosas referencias entre las que destacan: Ballester y Pericot, 1928; Pericot,
1934: 406; Serra Ràfols, 1936: 333 y ss.; Fletcher, 1953 y Gómez Moreno, 1962.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
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Otras piezas de la Bastida en la exposición son una cacha de espada o puñal, una pieza de
hueso, dos pendientes de oro y una placa de cinturón de bronce. Son pocas comparadas
con las 277 que también viajan de la colección particular de I. Ballester de la Covalta.
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La estrecha relación entre I. Ballester y Elías Tormo, natural de Albaida, miembro del
partido conservador y ministro de Instrucción Pública en 1930, tuvo que favorecer esta
declaración.
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