La Statera de la Colección Federico Motos
Rosa Albiach Descals
Rafael Pérez Mínguez
2006
[page-n-1]
La Statera de la Colección Federico Motos
Rosa Albiach Descals y Rafael Pérez Mínguez
Servicio de Investigación Prehistórica
La primera pieza relevante de época romana que ingresó en los
fondos del Museo de Prehistoria fue la statera de la colección Motos,
razón por la cual se le dedica especial atención en este trabajo,
Arqueología en blanco y negro, donde se rememoran los orígenes del
Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) y del Museo de Prehistoria
de la Diputación de Valencia en su devenir desde el año 1927 hasta
1950.
Esta balanza fue ofrecida al SIP por parte de Don Federico de
Motos Fernández, propietario de la misma, junto a un conjunto de
materiales que había conseguido en algunos yacimientos de Vélez
Blanco (Almería), donde nació y ejerció de farmacéutico (Lentisco,
1990: 35), ya que en aquellos años era lícito tener en propiedad los restos que se hallaban durante las excavaciones, que previamente habían
sido autorizadas por la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades.
El relato de sus trabajos fue publicado en su único libro La Edad
Neolítica en Vélez Blanco donde narró, entre otras, las actuaciones en el
cerro de las Canteras y en Cueva Ambrosio.
El dictamen del director del Servicio Don Isidro Ballester
Tormo sobre la conveniencia de adquirir dicha colección fue aceptado por la Comisión Provincial Permanente de Valencia, que acordó su compra en enero de 1930 por la cantidad de 1.500 pesetas
(Ballester, 1930a: 15). Los materiales llegaron a Valencia el 19 de
mayo del mismo año tras ser debidamente inventariados y embalados desde Vélez Blanco por el subdirector del Museo, Lluís Pericot,
y por el capataz reconstructor Salvador Espí (Alcácer, 1972: 6). Este
lote sólo era una parte de la totalidad de la colección que también
fue vendida a Museos de Madrid, el de Ciencias Naturales y el
Antropológico Nacional, del que pasó en 1942 al Museo
Arqueológico Nacional (Alcácer, 1972: 9).
135
[page-n-2]
Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Carta de Federico Motos
dirigida a Isidro Ballester
donde amplía el número
de objetos en venta de su
colección, ofreciendo
además «una romana
de cobre».
El SIP realizó el inventario de éstos materiales, 485 unidades, cuya
procedencia era Puerto Lumbreras (Murcia) y Vélez Blanco, aunque sin
ubicación clara, excepto los ajuares funerarios del Cerro de la Tejera y del
Cerro de las Canteras. El margen cronológico abarcaba desde la
Prehistoria hasta la Época Romana, constando de industria lítica tallada
con 270 piezas entre puntas de flecha, lascas y nódulos; 41 hachas, 4 plaquetas, 1 afilador, 2 fragmentos de molde de aguja y 3 bolas de piedra;
23 vasos enteros de cerámica hecha a mano y 14 fragmentos; 5 puñales
de bronce, además de 4 hachas, 8 anillos, 1 brazalete en espiral, 1 varilla
y 1 anzuelo; 17 punzones de hueso y 9 fragmentos; 15 conchas, además
de 31 perforadas; 6 cuentas de collar y 21 dientes perforados, 1 estátera
136
[page-n-3]
La Statera de la Colección Federico Motos
de bronce, 2 fósiles, 1 alisador y, finalmente, 6 fragmentos de huesos
humanos tanto de cráneo como mandíbula, diente y extremidades.
El conjunto de objetos, incluida la statera, estuvo expuesto desde
su ingreso en el Museo de Prehistoria de Valencia y su evolución expositiva pasó de las Salas Doradas del entresuelo del Torreón Viejo del
Palau de la Generalitat (Fletcher y Pla, 1977: 12) al Palau de Jaudenes,
antiguo edificio de la Batlia, donde se mostraban entre las salas IV y VI.
El conjunto de piezas era poco conocido y estaba falto de una publicación en la que se dieran a conocer en su totalidad (Alcácer, 1972: 10),
siendo la statera estudiada a finales de los años 50 (Santandreu, 1959),
con una completa descripción y estudio comparativo, estableciéndose su
cronología en época imperial.
La balanza, libra en latín y también trutina, tenía una variante
que llevaba platos y se llamaba balanza romana o statera, proveniente de state/res que era una antigua moneda de cálculo. Podía tener ganchos en suspensión en lugar de platos, como la pieza que nos ocupa, y
éstos servían para sujetar la mercancía a pesar. En cuanto a su metrología, en su varilla había una gradación que se indicaba en libras con
las cifras de I a X, que también podía ser de I a VII u VIII, con puntos
intermedios para los decimales, las decenas con X y las medias con V,
y el contrapeso solía constar de pesas de metal y piedra (Daremberg y
Saglio, 1918: 1225 y 1228).
La statera de Vélez Blanco es de bronce y tiene una varilla o scapus de sección cuadrada que se conserva incompleta, con solo 9,3 cm
de longitud, porque le falta la parte graduada donde estaban las cifras
y el contrapeso o aequipodium. La sujeción la tiene en la parte central con un gancho para asirla en suspensión, y de uno de sus extremos penden dos cadenas con sendos ganchos en sus extremos finales,
aunque originariamente habría tres. Éstos servían para coger la mercancía a pesar que, a diferencia de la balanza de platos, permitía una
mayor capacidad. Los dos ganchos son iguales y también las cadenas,
de 16 y 17 cm, hechas con eslabones en forma de ocho, que se unen
al scapus mediante una pequeña barra doblada en su centro. En su
otro extremo hay otro gancho sujeto directamente a la varilla, sin
cadena.
Respecto al lugar donde apareció poseemos una breve referencia en
el catálogo de la colección Motos, realizado por José Alcácer en los años
70, donde la describe como «Estátera romana. Esta interesante pieza fue
hallada en uno de los cerritos próximos a Vélez Blanco, sin que nos haya
sido posible encontrar más referencias sobre la misma... Inv. C.M.
483...» (Alcácer, 1972: 36).
137
[page-n-4]
Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Retrato de Federico
de Motos Fernández.
Vélez Blanco (Almería),
1865-1931.
[Revista Velezana núm. 9,
p. 35, 1990]
Statera de bronce de la
colección Federico Motos.
1958.
[Casa Grollo. Pasta.
SIP 3.605]
Conocer su contexto estratigráfico es una de las cuestiones más
importantes al realizar su estudio porque éste inserta al objeto en un espacio y en un momento histórico que da sentido a su existencia, completando así cuestiones sobre su uso, comercio y entidad del lugar en la época.
Los yacimientos cercanos a la localidad de Vélez Blanco, que están situados en un cerro y que pertenecen a época romana se conocen por las
recientes prospecciones sistemáticas realizadas en Los Vélez por los profesores de la Universidad de Granada Francisco Muñoz y Cándida Martínez,
que han puesto de manifiesto «... la relevancia de los asentamientos romanos con resultados positivos en el término de Velez Blanco: Macián, Las
Canteras, Leria, Alfahuara, Los Valencianos, Las Almohallas, etc...»
(www.velezrubio.org/Museo_Comarcal_Velezano.htm). Estamos a la
espera de su publicación para saber si alguno se puede ajustar, por su
ubicación, características y materiales, a un enclave asociado al comercio, como pudo plantearse con una pieza hallada en un pecio de las costas valencianas (Aranegui, 1989: 264 y 1991: 107).
La colección Motos fue una de las que ingresó inicialmente en el Museo
junto a otros dos lotes pertenecientes a la de Cazurro de Empúries y Pérez
Cabrero de Eivissa, que contenían objetos púnicos, ibéricos, griegos y romanos. Se adquirieron con la intención de completar fondos interesantes y de
difícil obtención por otros medios, porque lo habitual era incrementarlos
mediante las excavaciones que realizaba el Servicio (Ballester 1930a: 15).
Resulta oportuno resaltar el valor que I. Ballester dio a la obtención de material preclásico y clásico, en aquellos incipientes años en que el Museo estaba
gestándose y nutriéndose de los objetos que formarían sus colecciones, y que
138
[page-n-5]
La Statera de la Colección Federico Motos
han resultado ser una buena base para las colecciones de referencia y la exhibición de éstas culturas mediterráneas.
La arqueología romana, en aquel momento, se desarrollaba en localidades valencianas como Sagunt, Dénia, El Forcall, Elx y Valencia, algunas
de las cuales ya desarrollaban una tradición desde el siglo anterior. Aunque
el Servicio y su Museo centraron sus objetivos en la Prehistoria (De Pedro
y Juan Cabanilles, 2003: 20), no por ello dejaron de atender a propuestas
puntuales de intervención en yacimientos romanos y al ingreso en sus fondos de donaciones y hallazgos casuales que fueron llegando desde el mismo
año de su fundación procedentes de diversos municipios valencianos.
La primera excavación de época romana del SIP se hizo en la ciudad
de Valencia en 1945, en el subsuelo del Museo, y estuvo motivada por las
obras de ampliación en el Palau de la Generalitat (Ballester, 1949a: 7).
Suscitó un interés general ante la posibilidad de hallar restos del primitivo
asentamiento, que entonces se creía de origen ibérico, y su estudio fue
publicado por el Servicio (Gómez Serrano, 1945). Desde el año 1948 en
que se creó un Servicio de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM)
en Valencia, éste atendió los asuntos de arqueología en la ciudad.
Vista general de
la excavación en el Palau
de la Generalitat (Valencia).
Imagen publicada en
el APL II. 1945.
139
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
A ésta intervención del SIP le siguió otra, entre 1946 y 1947, en la
cueva de la Torre del Mal Paso en Castellnovo (Castelló) donde afloraron restos históricos con anterioridad a los prehistóricos, aunque el
hallazgo en superficie de piezas romanas en cuevas, y asociadas a un
uso esporádico, ya se había documentado en las excavaciones de la
Cova del Parpalló (Gandia) en 1929-30 y la Cueva de la Cocina (Dos
Aguas) en 1945, y posteriormente se haría en la Cova Negra (Gandia)
en 1949 y la Cova de la Pastora (Alcoi) en 1950. La actividad romana
y visigoda del Museo aumentó en sus prospecciones a partir de las
décadas siguientes, al mismo tiempo que se realizaron varias excavaciones arqueológicas.
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La Statera de la Colección Federico Motos
Rosa Albiach Descals y Rafael Pérez Mínguez
Servicio de Investigación Prehistórica
La primera pieza relevante de época romana que ingresó en los
fondos del Museo de Prehistoria fue la statera de la colección Motos,
razón por la cual se le dedica especial atención en este trabajo,
Arqueología en blanco y negro, donde se rememoran los orígenes del
Servicio de Investigación Prehistórica (SIP) y del Museo de Prehistoria
de la Diputación de Valencia en su devenir desde el año 1927 hasta
1950.
Esta balanza fue ofrecida al SIP por parte de Don Federico de
Motos Fernández, propietario de la misma, junto a un conjunto de
materiales que había conseguido en algunos yacimientos de Vélez
Blanco (Almería), donde nació y ejerció de farmacéutico (Lentisco,
1990: 35), ya que en aquellos años era lícito tener en propiedad los restos que se hallaban durante las excavaciones, que previamente habían
sido autorizadas por la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades.
El relato de sus trabajos fue publicado en su único libro La Edad
Neolítica en Vélez Blanco donde narró, entre otras, las actuaciones en el
cerro de las Canteras y en Cueva Ambrosio.
El dictamen del director del Servicio Don Isidro Ballester
Tormo sobre la conveniencia de adquirir dicha colección fue aceptado por la Comisión Provincial Permanente de Valencia, que acordó su compra en enero de 1930 por la cantidad de 1.500 pesetas
(Ballester, 1930a: 15). Los materiales llegaron a Valencia el 19 de
mayo del mismo año tras ser debidamente inventariados y embalados desde Vélez Blanco por el subdirector del Museo, Lluís Pericot,
y por el capataz reconstructor Salvador Espí (Alcácer, 1972: 6). Este
lote sólo era una parte de la totalidad de la colección que también
fue vendida a Museos de Madrid, el de Ciencias Naturales y el
Antropológico Nacional, del que pasó en 1942 al Museo
Arqueológico Nacional (Alcácer, 1972: 9).
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Carta de Federico Motos
dirigida a Isidro Ballester
donde amplía el número
de objetos en venta de su
colección, ofreciendo
además «una romana
de cobre».
El SIP realizó el inventario de éstos materiales, 485 unidades, cuya
procedencia era Puerto Lumbreras (Murcia) y Vélez Blanco, aunque sin
ubicación clara, excepto los ajuares funerarios del Cerro de la Tejera y del
Cerro de las Canteras. El margen cronológico abarcaba desde la
Prehistoria hasta la Época Romana, constando de industria lítica tallada
con 270 piezas entre puntas de flecha, lascas y nódulos; 41 hachas, 4 plaquetas, 1 afilador, 2 fragmentos de molde de aguja y 3 bolas de piedra;
23 vasos enteros de cerámica hecha a mano y 14 fragmentos; 5 puñales
de bronce, además de 4 hachas, 8 anillos, 1 brazalete en espiral, 1 varilla
y 1 anzuelo; 17 punzones de hueso y 9 fragmentos; 15 conchas, además
de 31 perforadas; 6 cuentas de collar y 21 dientes perforados, 1 estátera
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La Statera de la Colección Federico Motos
de bronce, 2 fósiles, 1 alisador y, finalmente, 6 fragmentos de huesos
humanos tanto de cráneo como mandíbula, diente y extremidades.
El conjunto de objetos, incluida la statera, estuvo expuesto desde
su ingreso en el Museo de Prehistoria de Valencia y su evolución expositiva pasó de las Salas Doradas del entresuelo del Torreón Viejo del
Palau de la Generalitat (Fletcher y Pla, 1977: 12) al Palau de Jaudenes,
antiguo edificio de la Batlia, donde se mostraban entre las salas IV y VI.
El conjunto de piezas era poco conocido y estaba falto de una publicación en la que se dieran a conocer en su totalidad (Alcácer, 1972: 10),
siendo la statera estudiada a finales de los años 50 (Santandreu, 1959),
con una completa descripción y estudio comparativo, estableciéndose su
cronología en época imperial.
La balanza, libra en latín y también trutina, tenía una variante
que llevaba platos y se llamaba balanza romana o statera, proveniente de state/res que era una antigua moneda de cálculo. Podía tener ganchos en suspensión en lugar de platos, como la pieza que nos ocupa, y
éstos servían para sujetar la mercancía a pesar. En cuanto a su metrología, en su varilla había una gradación que se indicaba en libras con
las cifras de I a X, que también podía ser de I a VII u VIII, con puntos
intermedios para los decimales, las decenas con X y las medias con V,
y el contrapeso solía constar de pesas de metal y piedra (Daremberg y
Saglio, 1918: 1225 y 1228).
La statera de Vélez Blanco es de bronce y tiene una varilla o scapus de sección cuadrada que se conserva incompleta, con solo 9,3 cm
de longitud, porque le falta la parte graduada donde estaban las cifras
y el contrapeso o aequipodium. La sujeción la tiene en la parte central con un gancho para asirla en suspensión, y de uno de sus extremos penden dos cadenas con sendos ganchos en sus extremos finales,
aunque originariamente habría tres. Éstos servían para coger la mercancía a pesar que, a diferencia de la balanza de platos, permitía una
mayor capacidad. Los dos ganchos son iguales y también las cadenas,
de 16 y 17 cm, hechas con eslabones en forma de ocho, que se unen
al scapus mediante una pequeña barra doblada en su centro. En su
otro extremo hay otro gancho sujeto directamente a la varilla, sin
cadena.
Respecto al lugar donde apareció poseemos una breve referencia en
el catálogo de la colección Motos, realizado por José Alcácer en los años
70, donde la describe como «Estátera romana. Esta interesante pieza fue
hallada en uno de los cerritos próximos a Vélez Blanco, sin que nos haya
sido posible encontrar más referencias sobre la misma... Inv. C.M.
483...» (Alcácer, 1972: 36).
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
Retrato de Federico
de Motos Fernández.
Vélez Blanco (Almería),
1865-1931.
[Revista Velezana núm. 9,
p. 35, 1990]
Statera de bronce de la
colección Federico Motos.
1958.
[Casa Grollo. Pasta.
SIP 3.605]
Conocer su contexto estratigráfico es una de las cuestiones más
importantes al realizar su estudio porque éste inserta al objeto en un espacio y en un momento histórico que da sentido a su existencia, completando así cuestiones sobre su uso, comercio y entidad del lugar en la época.
Los yacimientos cercanos a la localidad de Vélez Blanco, que están situados en un cerro y que pertenecen a época romana se conocen por las
recientes prospecciones sistemáticas realizadas en Los Vélez por los profesores de la Universidad de Granada Francisco Muñoz y Cándida Martínez,
que han puesto de manifiesto «... la relevancia de los asentamientos romanos con resultados positivos en el término de Velez Blanco: Macián, Las
Canteras, Leria, Alfahuara, Los Valencianos, Las Almohallas, etc...»
(www.velezrubio.org/Museo_Comarcal_Velezano.htm). Estamos a la
espera de su publicación para saber si alguno se puede ajustar, por su
ubicación, características y materiales, a un enclave asociado al comercio, como pudo plantearse con una pieza hallada en un pecio de las costas valencianas (Aranegui, 1989: 264 y 1991: 107).
La colección Motos fue una de las que ingresó inicialmente en el Museo
junto a otros dos lotes pertenecientes a la de Cazurro de Empúries y Pérez
Cabrero de Eivissa, que contenían objetos púnicos, ibéricos, griegos y romanos. Se adquirieron con la intención de completar fondos interesantes y de
difícil obtención por otros medios, porque lo habitual era incrementarlos
mediante las excavaciones que realizaba el Servicio (Ballester 1930a: 15).
Resulta oportuno resaltar el valor que I. Ballester dio a la obtención de material preclásico y clásico, en aquellos incipientes años en que el Museo estaba
gestándose y nutriéndose de los objetos que formarían sus colecciones, y que
138
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La Statera de la Colección Federico Motos
han resultado ser una buena base para las colecciones de referencia y la exhibición de éstas culturas mediterráneas.
La arqueología romana, en aquel momento, se desarrollaba en localidades valencianas como Sagunt, Dénia, El Forcall, Elx y Valencia, algunas
de las cuales ya desarrollaban una tradición desde el siglo anterior. Aunque
el Servicio y su Museo centraron sus objetivos en la Prehistoria (De Pedro
y Juan Cabanilles, 2003: 20), no por ello dejaron de atender a propuestas
puntuales de intervención en yacimientos romanos y al ingreso en sus fondos de donaciones y hallazgos casuales que fueron llegando desde el mismo
año de su fundación procedentes de diversos municipios valencianos.
La primera excavación de época romana del SIP se hizo en la ciudad
de Valencia en 1945, en el subsuelo del Museo, y estuvo motivada por las
obras de ampliación en el Palau de la Generalitat (Ballester, 1949a: 7).
Suscitó un interés general ante la posibilidad de hallar restos del primitivo
asentamiento, que entonces se creía de origen ibérico, y su estudio fue
publicado por el Servicio (Gómez Serrano, 1945). Desde el año 1948 en
que se creó un Servicio de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM)
en Valencia, éste atendió los asuntos de arqueología en la ciudad.
Vista general de
la excavación en el Palau
de la Generalitat (Valencia).
Imagen publicada en
el APL II. 1945.
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Arqueología en blanco y negro. La labor del SIP: 1927-1950
A ésta intervención del SIP le siguió otra, entre 1946 y 1947, en la
cueva de la Torre del Mal Paso en Castellnovo (Castelló) donde afloraron restos históricos con anterioridad a los prehistóricos, aunque el
hallazgo en superficie de piezas romanas en cuevas, y asociadas a un
uso esporádico, ya se había documentado en las excavaciones de la
Cova del Parpalló (Gandia) en 1929-30 y la Cueva de la Cocina (Dos
Aguas) en 1945, y posteriormente se haría en la Cova Negra (Gandia)
en 1949 y la Cova de la Pastora (Alcoi) en 1950. La actividad romana
y visigoda del Museo aumentó en sus prospecciones a partir de las
décadas siguientes, al mismo tiempo que se realizaron varias excavaciones arqueológicas.
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