Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados.
Josep Lluís Pascual Benito
2016
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Del neolític a l’edat del bronze en el Mediterrani occidental.
Estudis en homenatge a Bernat Martí Oliver.
TV SIP 119, València, 2016, p. 147-158.
Unas técnicas muy neolíticas:
ranurado y abrasión para la elaboración de punzones
a partir de metapodios de ungulados
Josep Lluís Pascual Benito
resumen
Los punzones elaborados a partir de la mitad longitudinal de metapodios de cápridos y cérvidos que conservan parte de la
epífisis como base son un tipo que posee una vigencia cronológica amplia y una gran distribución geográfica, documentándose
en casi todos los yacimientos peninsulares desde el inicio de la economía de producción hasta la Edad del Bronce, en
ocasiones en gran cantidad. En este trabajo se analizan los diversos procedimientos técnicos utilizados para la bipartición de
los metapodios y los posteriores pasos seguidos para la fabricación de este tipo de punzones, tomando como base las piezas
técnicas documentadas en los yacimientos neolíticos y calcolíticos del País Valenciano y Andalucía, y los datos obtenidos a
partir de los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos.
p a l a b r a s c l a v e : Neolítico,
Calcolítico, País Valenciano, Andalucía, punzones, metapodios.
abstract
Really Neolithic techniques: grooving and abrasion for the production of awls from metapodial bones of ungulates. Awls made
from longitudinal halves of caprine and cervids metapodial bones that preserve part of their epiphysis constitute a type of tool
having a broad chronology and wide geographical distribution. In fact, they are recorded in a number of settlements of the
Iberian Peninsula from the Neolithic period up to the Bronze Age. In this work we analyse the technological sequence for the
partition of metapodial bones and the subsequent steps carried out in the production of this type of awls. We take into account
objects recovered from Neolithic and Chalcolithic sites from the Valencian country and Andalusia.
keywords:
Neolithic, Chalcolithic, Valencian country, Andalusia, awls, metapodial bones.
En el registro arqueológico es un hecho bien documentado que a
la introducción de la economía de producción se asocia una cultura material nueva entre la que la industria ósea tiene un papel
destacado. Las primeras comunidades neolíticas fabricaron toda
una serie de implementos en materia dura animal que carecía de
precedentes entre los últimos grupos de cazadores-recolectores.
El listado de novedades resulta amplio y variado, destacando
nuevos útiles como las cucharas o las gradinas, o elementos de
adorno como los anillos.
Como suele ocurrir en las industrias óseas prehistóricas,
también durante el Neolítico el grupo de utensilios más numeroso pertenece a la familia de los apuntados. Dentro de ellos
existe un tipo que se documenta en casi todos los yacimientos,
en ocasiones en gran cantidad, el de los punzones elaborados a
partir de la mitad longitudinal de metapodios de ungulados, generalmente de talla pequeña. Sin embargo, a pesar de su importancia numérica, las evidencias sobre su fabricación son escasas
en el registro arqueológico.
En este artículo trataremos de los diversos procedimientos
técnicos utilizados para la fabricación de este tipo de punzones
en base a las piezas técnicas documentadas en los yacimien-
tos de la península Ibérica y a los datos obtenidos a partir de
los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos
analizados con anterioridad (Pascual Benito, 1988).
Con este trabajo queremos homenajear a Bernat Martí, maestro de los que nos dedicamos a la investigación de la Prehistoria
reciente y un autor referente para el Neolítico del Mediterráneo
occidental. Respecto al tema que nos ocupa, señalar que B. Martí, en el análisis del hueso trabajado de los sectores J de la Cova
de l’Or (Martí et al., 1980), nos ofrece interesantes observaciones sobre este tipo de punzones que van más allá de la muestra
analizada. Ya en el inventario de materiales las descripciones que
utiliza son rigurosas, señalando las partes del hueso utilizadas y,
en ocasiones, la especie, además de acompañarlas con ilustraciones que muestran dos o tres caras de los punzones, aspectos poco
habituales en el momento del estudio. En el análisis posterior,
entre otros aspectos, señala que “durante el Neolítico antiguo la
mayor parte de los punzones se fabrican sobre metapodios de
ovicápridos cortados longitudinalmente y presentan una fina
punta de sección circular” (ibíd.: 139), indica su perduración
a lo largo de todo el Neolítico –aunque son menos abundantes
conforme este avanza– y durante el Eneolítico, cuando son más
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numerosos los punzones de tibia de conejo y los de metapodio
de ovicáprido con la caña entera y la punta biselada, poniendo
como ejemplo la Ereta del Pedregal. También hace observaciones sobre la funcionalidad de estos elementos considerando que
los “finos punzones sobre la mitad de metapodio de ovicáprido
debieron ser agujas para el cabello” (ibíd.).
1. LAS MATRICES SOBRE METAPODIO EN LA
PENÍNSULA IBÉRICA
Los metapodios con evidencias de ser matrices para la confección de punzones son escasos en el registro arqueológico
holoceno. En la península Ibérica, hasta la fecha, solo se han
documentado en dos zonas. Por una parte en el País Valenciano, donde contamos con once ejemplares procedentes de cinco
yacimientos (fig. 1), la mayor parte de los cuales ya fueron
estudiados en un trabajo anterior (Pascual Benito, 1998: 106107) y que, junto con los nuevos hallazgos, han podido ser
analizados directamente con mayor detalle, correspondiendo
seis al Neolítico antiguo y cinco al Neolítico final. Por otra
parte en Andalucía, donde el rastreo bibliográfico ha permitido
encontrar diez piezas documentadas en ocho yacimientos, cuyos datos hemos extraído de las, a veces, escuetas descripciones y de las ilustraciones de las publicaciones donde se presentan (fig. 2), dos de ellas corresponden al Neolítico antiguo, una
al Neolítico medio, una al Neolítico tardío, una al Neolítico
final, una al Calcolítico precampaniforme y cuatro a contexto
indeterminado.
Dado lo exiguo de la muestra, a continuación se describen
cada una de las matrices de punzones indicando su procedencia,
la clasificación taxonómica en los casos analizados directamente1 o en los que se indica cuando fueron publicados, las señales
antrópicas que presentan, su adscripción cronocultural y sus dimensiones en milímetros (longitud, anchura máxima y espesor
máximo).
Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries con restos de ocre en la
epífisis distal. K-35 capa 28. Inicio del Neolítico antiguo.
151x26x18 mm (fig. 1: 1).
- Metatarso derecho de Ovis aries con profundos surcos por
incisión longitudinal que recorren la totalidad de las caras dorsal y plantar. H-4 capa 6. Neolítico antiguo (Vento, 1985: fig.
13: 1). 156x23x11mm (fig. 1: 2).
- Metapodio con fina incisión longitudinal en la cara dorsal,
fragmentado en la epífisis distal. K-35 capa 23. Neolítico antiguo. 118x22x15 mm (fig. 1: 3).
Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
- Mitad longitudinal de metacarpo derecho de Ovis aries hendido por sendas incisiones longitudinales en las caras dorsal y
palmar. Ambos bordes presentan largas estrías longitudinales,
finas y paralelas. Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (fig. 1: 4).
1 Agradecemos a Alfred Sanchis la ayuda facilitada en esta tarea.
148
- Metacarpo derecho de Ovis aries con dos facetas de abrasión
en la cara dorsal y una en la palmar. En ambas la dirección
de la abrasión es oblicua con respeto al eje longitudinal de la
pieza. Neolítico antiguo. 131x23x11,5 mm (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 2) (fig. 1: 5).
- Metacarpo derecho de Capra sp. con amplias facetas de abrasión en las caras dorsal y palmar. La dirección de la abrasión
es oblicua y transversal al eje longitudinal de la pieza. Fragmentado en la diáfisis a la altura del inicio de la epífisis distal.
Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (Pascual Benito, 1998:
fig. III.98: 1) (fig. 1: 6).
Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries que en la cara palmar
de la diáfisis presenta un surco longitudinal que es doble
en el tercio proximal por desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Fragmentado en dos trozos a la altura del
tercio distal. Sector B capa 3. Neolítico final. 140x23x15
mm (fig. 1: 7).
Niuet (l’Alqueria d’Asnar, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries que en su cara palmar presenta un surco longitudinal irregular formado por dos incisiones más profundas y abundantes incisiones oblicuas que parten del mismo, producto del desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Foso A, estrato II, D capa 4. Neolítico final.
125x23x16 mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 13; 1998: fig.
III.98: 3) (fig. 1: 8).
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries con la epífisis distal
desprendida en cuyas caras dorsal y palmar presenta surcos
longitudinales. En la cara dorsal el surco está formado por
una única incisión recta, mientras que en la palmar se observan múltiples incisiones longitudinales aplicadas en ambos
sentidos a las que se suman abundantes incisiones oblicuas
menos profundas que parten del surco central producidas
por el desvío del útil lítico con el que se efectuó la incisión.
Foso A, estrato II, H-5 capa 21. Neolítico final. 120x25x16
mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 14; 1998: fig. III.98: 4)
(fig. 1: 9).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino fragmentado
en ambos extremos con restos de una incisión longitudinal
profunda y otras oblicuas de menor profundidad producto del
desvío del útil de corte en el borde mejor conservado. Foso A,
estrato IV. Neolítico final. 199x10,5x6 mm (Pascual Benito,
1994: fig. 5-1: 15; 1998: fig. III.98: 5).
Fuente Flores (Requena, Valencia)
- “Fragmento proximal de metacarpo derecho de Cervus
elaphus con profunda incisión central” (Juan-Cabanilles y
Martínez Valle, 1989: 201). Conserva parte de la epífisis
proximal. La incisión longitudinal se realiza aprovechando el canal del surcus medularis de la cara dorsal que tras
la operación presenta sección en V, observándose en ambas
partes abundantes incisiones longitudinales, finas y paralelas. Neolítico final. M-52432. 58x30x14,5 mm (fig. 1: 10).
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 1. 1-3: Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante). 4-6: Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia). 7: Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia). 8-9:
Niuet (l’Alqueria d’Asnar, Alicante). 10: Fuente Flores (Requena, Valencia).
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Cueva del Toro (Antequera, Málaga)
- Metatarso de Ovis aries con dos profundas acanaladuras longitudinales en la caras dorsal y palmar producidas por incisión
que han eliminado la totalidad del espesor del hueso diafisario
en gran parte de su recorrido. Procede de la Fase IV atribuida
al Neolítico antiguo. 114,6x23x10,4 (Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: Lám. 1:1;
foto: don Hilario) (fig. 2: 1).
El Malagón (Cúllar-Baza, Granada)
- “Metatarso de Ovis aries, virtualmente completo a excepción
de una pequeña fractura reciente en uno de sus lados junto a la
epífisis proximal. El hueso presenta una profunda incisión en
cada una de sus caras lo que sugiere que estaba siendo utilizado para la fabricación de objetos, muy probablemente punzones. Tales incisiones recorren la pieza en toda su longitud, y
probablemente fueron realizados con una pieza de sílex, bien
una sierra, un perforador, etc. Los bordes de dichas cisuras son
simétricos y regulares”. Procede de la cabaña F atribuida al
Calcolítico precampaniforme (Salvatierra, 1982: 129, fig. 7:
2a) (fig. 2: 2).
Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino hendido. Sin
referencia estratigráfica. Pieza depositada en el Museo de
Córdoba en 1967 por el Grupo de Espeleología de Córdoba.
Atribuido al Neolítico medio, ca. 3800-3500 a.C. 130x12x6
mm (CER.es) (fig. 2: 3).
- Metapodio de caprino “seccionado parcialmente en sentido
longitudinal en ambas caras, además de haberse adelgazado
por frotación, como indican las señales que muestra en su superficie”. Procede de rebuscas clandestinas. 127x22,9x14,6
mm (Gavilán, 1987: 444, fig. 204: 31) (fig. 2: 4).
Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba)
- Metapodio de caprino con la epífisis distal desprendida que
“muestra en una de sus caras evidentes señales de abrasión”,
acción que, según el dibujo publicado, ha producido una faceta
plana y eliminado el hueso diafisario en su mitad proximal.
Procede de rebuscas superficiales. 127x21,9x11,4 mm (Gavilán, 1989: 243, fig. 130: 188) (fig. 2: 5).
Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino con una cara totalmente plana repleta de trazos oblicuos producto de una abrasión intensa que
ha hecho desaparecer la pared ósea del extremo proximal,
mientras en el distal “se habían empezado a alisar las dos
partes de la articulación; el resto de la pieza no presenta señales de trabajo” (Salvatierra, 1980: 67; 1982: 62). Procede
del estrato VIII del corte G, atribuido por su excavador al
Bronce I inicial (Pellicer, 1964: 36, fig. 13: 5) y, posteriormente, al Neolítico tardío (Salvatierra, 1980: 67, fig. 2: 5).
132x20x17 mm (fig. 2: 6).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino que “conserva
ambas epífisis y con huellas indudables de haber sido cortado
en ambos laterales”. Procede de estratos del Neolítico antiguo
150
(Salvatierra, 1980: 44, fig. 1: 2). Por la morfología de la epífisis proximal que se observa en la publicación debe tratarse de
un metatarso. 139,8x18x9 mm (fig. 2: 7).
Cueva de la Ventana (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino “trabajado por abrasión en sus dos
caras laterales hasta obtener una lámina muy fina. Conserva
toda la anchura de la epífisis distal, habiendo sido empezada
a eliminar la proximal. Pudo obtenerse un punzón de longitud
extraordinaria o incluso dos. El medio de fabricación viene a
significar una variación y un perfeccionamiento del sistema
de abrasión frontal, con posibilidades de unirlo al de abrasión
doble” (Salvatierra, 1980: 53, fig. 6: 9). “El trabajo fue realizado mediante abrasión intensa, habiéndose eliminado prácticamente el canal medular, presentando una cara plana, mientras
la otra, exterior, presenta los bordes redondeados”. 148x8,4
mm (Salvatierra, 1982: 75, fig. 3: 1) (fig. 2: 8).
Polideportivo de Martos (Jaén)
- “Mitad longitudinal de metapodio, posiblemente de cérvido”, clasificado como “resto de manufactura”, que conserva
parte de la epífisis proximal. Se encuentra “seccionado longitudinalmente por cortes practicados en ambas caras facilitándose la escisión por el surco natural del soporte. Una de
las caras conserva las estrías de los deslizamientos laterales, e
involuntarios, del útil al iniciarse la operación”. El yacimiento
se data entre fines del IV e inicios del III milenio a.C. (Mérida,
1991-92: 127, fig. 3: 10) (fig. 2: 9).
Los Castillejos (Montefrío, Granada)
- Mitad longitudinal de metapodio de Cervus elaphus. Según
el dibujo publicado la cara interior se encuentra totalmente alisada, solo marcando ligeramente el canal medular cerca de las
epífisis. En la publicación no se indica ninguna referencia estratigráfica de la pieza (Salvatierra, 1982: 231, fig. 6.1) (fig. 2: 10).
Como se observa en la tabla 1, en la península Ibérica, aunque
existe un buen número de casos que carecen de una determinación anatómica precisa, se constata en las matrices una preferencia por los metacarpos de Ovis aries. Si bien en los punzones
acabados de algunos yacimientos como la Cova Fosca (Ares)
son los metatarsos los que dominan (Gutiérrez et al., 2014), al
igual que sucede en otras regiones extrapeninsulares como el
mediodía francés, hecho que se ha explicado por la naturaleza
del metatarso respecto al metacarpo: más largo, redondo y fino,
y con el surco anatómico más profundo, por lo que se dejaría
serrar con mayor facilidad (Choi, 1999: 70).
Tabla 1. Materia prima de las matrices de punzones de la península
Ibérica.
Metapodio
Metatarso
Metacarpo
3
6
1
Ovis aries
Capra sp.
Caprino
Cervus elaphus
7
2
1
Total
9
4
Total
1
9
1
8
3
8
21
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 2. 1: Cueva del Toro (Antequera, Málaga) (dibujo: Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: lám. 1:1.
Fotografía: don Hilario). 2: El Malagón (Cúllar-Baza, Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 7: 2). 3-4: Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
(CER.es. Fotografía: Valme Rodríguez Escudero; Gavilán, 1987: fig. 204: 31). 5: Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba) (Gavilán,
1987: fig. 130: 188). 6-7: Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada) (Salvatierra, 1980: fig. 1: 2 y 2: 5). 8: Cueva de la Ventana (Píñar,
Granada) (Salvarierra, 1980: 53, fig. 6: 9). 9: Polideportivo de Martos (Jaén) (Mérida, 1991-92: fig. 3: 10). 10: Los Castillejos (Montefrío,
Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 6.1).
Respecto a la especie mayoritaria, Ovis aries, encuentra su
explicación en su mayor presencia entre los restos de fauna, por
tanto en su mayor disponibilidad. Así ocurre por ejemplo en la
fauna de la Cova de l’Or, donde los restos de ovicaprinos suponen el 56,2% del total y, entre los que se ha podido discriminar
la especie, el 87,6% corresponden a ovejas (Pérez Ripoll, 1980).
Si atendemos a los punzones acabados, encontramos resultados similares. El estudio de un conjunto de 188 piezas de
hueso trabajado de las excavaciones antiguas de la Cova de
l’Or concluía que, del total, el 22% correspondía a huesos de
Capra/Ovis y el 23,7% de Ovis aries, y que los metapodios
eran los huesos del esqueleto más empleados para la confec151
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ción de punzones, ya que comprendían el 70% del total de
utensilios de cabra/oveja y el 42% del total de las especies
(Pérez Ripoll, 1980: 250-51).
Posteriormente, el análisis de 411 punzones sobre metapodio hendido procedentes de yacimientos neolíticos valencianos reveló un amplio predominio de los metapodios de
rumiantes de pequeña talla sobre los de gran talla, el 92,2 %
pertenecían a ovicaprinos, entre los que se identificaron Ovis
aries, Capra hircus y, en algún caso, Capreolus capreolus, y
el 6,2% a ungulados de gran talla, de los que el 3,4% eran de
Cervus elaphus, el 0,5% de Equus sp. y el 2,4% de gran mamífero indeterminado, mientras que el 1,5% correspondía a
indeterminados. Los metapodios de ovicaprinos eran seleccionados mayoritariamente entre individuos de más de tres años
de edad con el fin de que la polea articular de la epífisis distal
del hueso se encontrara ya soldada, cosa que sucedía en el
86,5% de los casos (Pascual Benito, 1998).
En cuanto a las dimensiones de estas matrices (tabla 2) se
corresponden a las medidas anatómicas de los metapodios. Únicamente en un par de ejemplares el espesor varía a lo largo de
todo el hueso, siendo menor que en estado natural al haber sido
adelgazados por abrasión.
Tabla 2. Dimensiones en milímetros de las matrices de punzones de
yacimientos valencianos.
Máxima
Mínima
Media
156
120
134,4
Ancho distal
26
8,5
20,3
Espesor distal
16
4,5
12,4
Ancho medial
16
11
12,5
Espesor medial
11
5,5
9,8
Ancho proximal
25
10,5
20,9
Espesor proximal
15
6
12,1
Longitud total
2. LA FABRICACIÓN DE PUNZONES A PARTIR DE
METAPODIOS
2.1. El seccionado longitudinal de los metapodios
La abrasión, el ranurado longitudinal, la mezcla de ambas técnicas o la percusión se aplican sobre huesos largos, generalmente metapodios, con el objeto de dividirlos en dos mitades
simétricas que permiten la obtención de dos o cuatro útiles.
La efectividad de estas técnicas ha sido constatada mediante las diversas reconstrucciones experimentales realizadas
por varios investigadores, sobre todo a partir de metapodios
de pequeños rumiantes, caprinos sobre todo (Poplin, 1974;
Camps-Fabrer y d’Anna, 1977; Murray, 1979) y también sobre metapodios de grandes rumiantes, ciervo (Mihail y Provenzano, 2014) o caballo (Choyke y Tóth, 2013).
La observación de las huellas que presentan los metapodios
anteriormente descritos muestran que se emplearon diversos
procedimientos técnicos para el seccionado longitudinal de los
mismos, los cuales en ocasiones coexistieron en el mismo yacimiento, y que pasamos a describir a continuación.
152
2.1.1. Ranurado longitudinal
Consiste en practicar una incisión longitudinal sobre una o las
dos caras de los metapodios –dorsal y palmar– con un instrumento de piedra tallada mediante repetidas incisiones que producen un amplio surco, aprovechando el canal medular anatómico (surcus medularis) de estos huesos.
Resultado de esta operación es una profunda ranura longitudinal o surco de sección en V que recorre todo el hueso hasta
ambas epífisis, la cual muestra en sus caras múltiples estrías paralelas, finas y poco profundas orientadas longitudinalmente. En
algunas ocasiones se pueden observar a los lados del surco, incisiones paralelas o ligeramente inclinadas con respecto al canal
medular, y otras más desviadas o líneas de fuga que se producen
al salir el instrumento lítico del surco principal (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 3-5).
El procedimiento de ranurado longitudinal se constata en
once de los casos analizados, pudiéndose localizar sobre una
o sobre las dos facetas del metapodio: siete en las caras dorsal
y palmar (Or, Sarsa, Niuet, Carigüela, Toro, Inocentes y Malagón), tres sólo en la cara dorsal (Or, Niuet, Fuente Flores) o uno
sólo en la cara palmar (Ereta).
Cuatro de los ejemplares analizados son mitades longitudinales del metapodio que, en ambos bordes, muestran restos de
una de las facetas de la ranura longitudinal (Sarsa, Niuet, Carigüela e Inocentes).
La separación definitiva de las dos mitades longitudinales
de los metapodios se consigue cuando el surco del ranurado ha
alcanzado la profundidad adecuada. Dos técnicas pueden ser
empleadas: la flexión y la percusión indirecta con la ayuda de
un instrumento biselado (¿cinceles de hueso?) colocado en el
caso de ranurado longitudinal a la altura del canal interóseo distal, práctica que, en algunos casos ha quedado reflejada en una
muesca presente en los bordes del fuste cerca de la epífisis, visible aún en algunos punzones acabados, como se puede observar
en piezas de Or y Sarsa (fig. 4: 1, 11 y 12). Una vez separadas
las dos mitades, cada uno de los bordes que se situaban por debajo del surco muestran una superficie irregular que contrasta
con la de la faceta del corte mucho más suave y repleta finas
trazas longitudinales y paralelas (fig. 4: 2 y 3).
2.1.2. Abrasión
Consiste en el adelgazamiento de la superficie dorsal y/o palmar
del metapodio mediante abrasión. Se efectúa frotando el metapodio sobre una superficie lisa de piedra abrasiva, acción que produce en el hueso una faceta plana repleta de abundantes estrías paralelas, cuyo espesor varía en función del grano abrasivo empleado.
En las piezas estudiadas la abrasión afecta a las dos caras,
dorsal y palmar, en tres ocasiones (2 en Sarsa, Ventana) o a una
sola cara en dos casos (Carigüela y Murcielaguina).
Se constatan al menos dos métodos de abrasión en función
del tamaño de la superficie en que se aplica: sobre la totalidad
de la superficie o sobre parte de la misma. En el primer caso
se encuentran dos piezas de Sarsa con las facetas abrasionadas
planas, una presenta una amplia faceta alisada en cada cara mediante abrasión transversal, las cuales son paralelas entre sí (fig.
1: 6), y la otra tiene dos estrechas facetas alisadas en la cara dorsal que dejan una arista central y otra en la cara palmar, separada
por el canal medular (fig. 1: 5).
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
sidad en el tercio proximal. El resultado es el adelgazamiento
de la epífisis proximal hasta el punto que ha provocado sendas
perforaciones, mientras que la epífisis distal se ha conservado
completa (fig. 2: 4).
La otra pieza donde se combinan la abrasión y el ranurado
es un punzón del silo 6 de Niuet, el cual presenta abrasión total
sobre una faceta, dejando la superficie plana, y dos profundas
incisiones longitudinales en el centro de la diáfisis de la faceta
opuesta, por lo que posiblemente estaba preparado para proceder a la bipartición del metapodio antes de decidir dejarlo entero
(Pascual Benito, 1994: Fig 5.1: 6).
2.1.4. Percusión indirecta
Fig. 3. Punzón sobre metapodio de Cervus elaphus. Cova de l’Or.
Una variante de este procedimiento la encontramos en un
metapodio de Ventana, el cual presenta un tipo de abrasión peculiar. Se efectuó abrasión por ambas caras con diferente intensidad. En una de ellas afectó a la zona medio proximal del
hueso, mientras que en la otra afectó a la totalidad, habiendo
eliminado en un extremo la mitad transversal de los cóndilos
de la epífisis distal mientras que en el otro se conserva una
pequeña porción de la epífisis proximal, quedando la diáfisis
de sección plana en gran parte de su recorrido (fig. 2: 8). “La
ausencia de productos acabados que hayan podido ser obtenidos con esta peculiar técnica impide conocer el resultado de la
operación, si bien podría haberse destinado para confeccionar
un alfiler o varilla con una cabeza formada por la epífisis distal seccionada” (Salvatierra, 1980: 53). En Or existe un punzón sobre metapodio de ciervo que conserva la epífisis distal y
que fue fabricado mediante la abrasión de un solo lateral pero
afectando suavemente los cóndilos articulares (Pascual Benito,
1998: fig. III.17: 1) (fig. 3) y que, a diferencia del caso andaluz, resulta una pieza de gran robustez. En este caso, como en
otros constatados sobre metapodio de ovicaprino, la abrasión
se efectúa con una orientación oblicua respecto al hueso y no se
busca la bipartición del mismo, sino la fabricación de un único
punzón que tiene como base la epífisis distal completa aunque
afectada por abrasión en una cara.
2.1.3. Ranurado longitudinal más abrasión
En un par de ocasiones se constata el empleo de un procedimiento que combina dos técnicas, con ranurado longitudinal y
abrasión en la misma pieza. Un metapodio de Inocentes presenta sendas ranuras longitudinales en las caras dorsal y palmar de
la diáfisis que han afectado en su totalidad al espesor del hueso
diafisario en su parte central. Con posterioridad se efectuó una
abrasión en ambas caras. En una cara la abrasión es regular en
toda la diáfisis, mientras que la cara opuesta muestra más inten-
Existe además otro procedimiento más sencillo que no requiere
la preparación previa del metapodio para conseguir la preforma
de un punzón que conserve en su base la media diáfisis distal,
de la que no hemos encontrado matrices y que resulta difícil
observarlo en los punzones acabados toda vez que los posteriores pasos han borrado las trazas de esta operación. Se trata
de la obtención de un fragmento longitudinal de la parte distal
de metapodio por medio de percusión indirecta con la ayuda de
un cincel o cuña. En las reconstrucciones experimentales se ha
efectuado de dos maneras. Por una parte con el hueso en posición vertical, golpeando sobre la hendidura natural que presenta
la epífisis distal entre los dos cóndilos. Por otra, con el hueso en
posición horizontal, percutiendo sobre la parte distal de la diáfisis (Camps-Fabrer y d’Anna, 1977: figs. 2 y 3; Stordeur-Yedit,
1999). En ambos casos se obtiene una preforma más corta que
con los procedimientos de ranurado o abrasión.
2.2. El facetado de los punzones
Resulta difícil averiguar, en la mayor parte de los casos, el
procedimiento técnico utilizado para la obtención de un metapodio hendido, toda vez que por lo general las posteriores operaciones de regularización de la pieza han borrado las señales
que permiten reconocerlos. Solo en contadas ocasiones se han
conservado señales que evidencian el modo de obtención. Así,
en algunos punzones realizados mediante ranurado aún visibles los restos de las incisiones longitudinales (fig. 4: 4-6, 8
y 9) o las incisiones de fuga (fig. 4: 12), mientras que en los
obtenidos mediante abrasión, los bordes de algunos punzones
presentan una o las dos caras laterales de los cóndilos regularizados por abrasión (fig. 5).
Sea cual fuere la técnica utilizada, una vez obtenida la
mitad longitudinal del metapodio se observan diversos pasos
para la elaboración de las piezas acabadas, según se deduce
del análisis de cuatro centenares de punzones procedentes de
yacimientos valencianos desde el Neolítico antiguo a la Edad
del Bronce (Pascual Benito, 1998) y de las reconstrucciones
experimentales citadas.
Paso 1. Tras la bipartición longitudinal del metapodio, cada
una de las dos mitades pudo fragmentarse transversalmente a una
altura determinada, en función de la longitud buscada para los
punzones. Si se buscaba un punzón largo de cada mitad, una de
las epífisis era eliminada por percusión o flexión, consiguiendo de
ella un único punzón (fig. 4: 1), mientras que si se querían punzones más cortos, se fracturaba por la zona medial de la diáfisis,
con lo que se podían confeccionar dos punzones de cada mitad.
153
[page-n-8]
J. L. Pascual Benito
Fig. 4. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de caprino obtenidos por ranurado longitudinal. Cova de la Sarsa: 1, 6-8, 11,
14 y 18. Cova de l’Or: 2-5, 9, 10, 12, 13, 15-17.
154
[page-n-9]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 5. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de
caprino obtenidos por abrasión. Cova de la Sarsa: 1 y 4. Cova de
l’Or: 2, 3, 5 y 6.
En los punzones localizados en yacimientos valencianos, se
constata la preferencia de conservar la media epífisis distal, un
86,8% del total de los mismos, de los cuales un 86,5% poseen
la media polea articular entera y un 13,5% presentan la polea
articular desprendida (fig. 4: 16 y 17), mientras en el 13,2% de
los casos es la epífisis proximal la conservada (fig. 4: 18).
Paso 2. Regularización de los bordes de la fractura y confección de la punta mediante raspado con útil de sílex y con
abrasión. Generalmente esta operación se realiza sobre toda la
superficie interior del hueso, excepto en algunos ejemplares en
los que quedan restos del inicio de la otra polea articular. Se produce mediante abrasión unifacial que, en muchos casos, elimina
los restos del canal medular. La punta se obtiene de la misma
forma pero modificando la inclinación de plano de abrasión en
todo el perímetro distal. En un par punzones (uno de Or y otro
de Cendres) se observan incisiones transversales en los bordes
producidas por el filo de un útil de piedra tallada, para ayudar a
su adelgazamiento (fig. 4: 7).
El extremo distal apuntado, generalmente se presenta con
los bordes rectilíneos que convergen progresivamente hasta
formar una punta afilada (93,4%), si bien existen además algunas puntas con forma destacada (3,6%), ojival (1,5%), biselada
(1%) y roma (0,5%).
Por su parte, la zona medial o fuste presenta los bordes paralelos (66,6%), convergentes (27,7%) y bicóncavos (5,7%). Según el grado de elaboración del fuste, el 54,6% de los punzones
tienen el canal medular presente, de sección cóncavo-convexa
marcada, mientras en el 45,4% el canal medular fue alisado, presentando diversas secciones: cóncavo-convexa suave (24,8%),
plano-convexa (6,8%), oval (7%), plana (3,9%), rectangular
(1,9%), plano-cóncava (0,5%) o circular (0,5%).
Paso 3. En algunos punzones se observa la regularización
de la media epífisis conservada. Si bien en la mayor parte de
los casos (76,2%) se conserva en su estado natural, algunos
de ellos (el 4,4%) presentan además un abultamiento parte de
la otra polea articular (fig. 4: 1, 11-13), en el 23,8% de punzones la epífisis se encuentra alisada. De los punzones con la
epífisis modificada, en el 69,6% el alisado se efectúa generalmente sobre los bordes laterales de la polea articular por
medio de dos facetas planas, testigo de la técnica empleada
para el tratamiento del metapodio fue la abrasión (fig. 5). En
el resto se produce una importante transformación y la abrasión afecta también a las otras partes del cóndilo, dando lugar a diferentes secciones: rectangular (16,5%), oval (6,3%),
trapezoidal (3,8%) o plana (3,8%), y a diversas morfologías
de la base: recta (71,4%), convexa (20%), ojival (2,9%) y
hendida (5,7%).
Paso 4. En tres punzones se observan algunas particularidades, consistentes en acanaladuras en la zona distal o proximal.
Un ejemplar de Or presenta una acanaladura transversal perimetral a escasa distancia de la punta (fig. 4: 9), un fragmento
distal de Sarsa conserva cuatro profundas incisiones transversales cortas en un borde del extremo distal y un ejemplar de Ereta
presenta una marcada acanaladura perimetral entre la epífisis y
el inicio de la diáfisis.
Paso 5. La última operación es el pulido total en la mayor
parte de los ejemplares, para lo cual se emplearía una muela
durmiente de arenisca de grano fino. Este tipo de abrasión produce una superficie alisada muy uniforme que, observada a gran
aumento, se encuentra cubierta de multitud grupos de microestrías muy juntas y paralelas, de profundidad y anchura semejante que se entrecruzan entre sí.
3. PECULIARIDADES REGIONALES Y CRONOLOGÍA
Los punzones fabricados a partir de metapodios hendidos tienen amplia vigencia cronológica y gran distribución geográfica.
Constituyen un tipo que, realizado sobre metapodios de mamíferos salvajes, aparece de forma esporádica desde el Paleolítico
superior y que, sobre metapodios de ovicaprinos, es un objeto
corriente en prácticamente todas las regiones europeas a partir
155
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J. L. Pascual Benito
de la domesticación de estos animales, desarrollándose durante
el Neolítico y perdurando en algunos lugares hasta época romana (Camps-Fabrer et al., 1990a).
En el País Valenciano este tipo de punzones se documentan tanto en contextos de habitación como funerarios desde el
inicio del Neolítico hasta el inicio de la Edad del Bronce (Pascual Benito, 1998). Son cuantitativamente importantes en las
industrias óseas del Neolítico antiguo, momento en el que se
encuentran presentes en prácticamente todos los yacimientos,
alcanzando por lo general los porcentajes más altos del utillaje
óseo, un 39,30% como media, aunque en algunos yacimientos
como Cova de la Sarsa alcanzan el 50,8%, descendiendo al
32,4% en el Neolítico medio. Constituye un tipo muy variado
en cuanto a dimensiones, grado de elaboración y señales de
uso, por lo que engloba elementos de pueden haber tenido una
funcionalidad muy diversa. Más de las dos terceras partes de
estos punzones coinciden en su morfometría y cuidado acabado final, por lo que pueden haberse utilizado también para funciones ajenas a las de un útil apuntado, como la de servir como
alfileres para el cabello o como elemento de sujeción, teniendo
en cuenta el lustre que aún conservan algunos ejemplares en
su parte medial.
Durante el Neolítico final, si bien los punzones realizados
sobre metapodio hendido siguen teniendo una presencia generalizada en algunos yacimientos y se encuentran bien representados, 5,6% en contexto de hábitat y 16,5% en enterramientos
del total de la industria ósea, serán los punzones sobre tibia de
lepórido los que dominen el conjunto, representando la tercera
parte del utillaje óseo. Los punzones sobre metapodio alisado de
ovicaprino de mayor longitud corresponden a contextos funerarios de este horizonte, así como el empleo de metapodio hendido de cérvido en sendos ejemplares de las cuevas de Pastora y
Llometes (Pascual Benito, 1998: fig. III.21).
A partir del Calcolítico campaniforme el descenso de los
punzones sobre metapodio hendido de ovicaprino se hace más
patente, suponiendo tan solo el 5% del total de la industria ósea
y desapareciendo en contextos funerarios. Pasan a ocupar el tercer lugar entre los punzones, dominando ahora los realizados
sobre diáfisis indeterminadas hendidas, seguidos de los totalmente facetados.
Durante la Edad del Bronce desaparecen estos punzones
y solo se documentan de forma anecdótica en escasos yacimientos y siempre en un número muy reducido de ejemplares
(López Padilla, 2011: 367).
Un comportamiento similar al del territorio valenciano se
observa en Andalucía oriental. Así, en la provincia de Granada,
los punzones sobre metapodio hendido son totalmente mayoritarios durante el Neolítico, descendiendo su producción en
época precampaniforme para desaparecer durante las fases del
Campaniforme y Bronce pleno (Salvatierra, 1982: 233). Igual
ocurre con los punzones sobre metapodio de ovicaprino obtenidos mediante la abrasión de una de sus caras que afecta a la epífisis distal, la cual se conserva completa pero abrasionada. Este
tipo de punzones son menos frecuentes que los anteriores como
se observa en la cuenca de Vera (Maicas, 2007: 139), salvo en
algunos conjuntos como el de la cueva de Carigüela de Píñar,
donde se encuentran estratificados en los niveles pertenecientes
al Neolítico medio, tardío y final (Salvatierra, 1980), o en el
Polideportivo de Martos, donde se seleccionan para ello los me156
tacarpos y representan casi la mitad del total de los metapodios
trabajados, siendo el soporte de industria ósea más abundante
(Mérida, 1991-92).
En Catalunya, durante el Neolítico antiguo existe gran variedad de punzones realizados a partir de metapodios de grandes y
pequeños rumiantes que conservan la epífisis distal o proximal,
con empleo de las técnicas de ranurado y de abrasión para su bipartición y ejemplares muy estandarizados de fuste fino y sección
rectangular, como se observa en el poblado de La Draga (Banyoles) (Rueda, 2000; Legrand-Pineau, 2011). Durante el Neolítico
medio, en contextos funerarios de la Cultura de los Sepulcros de
Fosa, son extraordinariamente abundantes los punzones de gran
tamaño obtenidos a partir de mitades longitudinales de metapodios de ovicaprinos y cérvidos mediante ranurado y que generalmente conservan la epífisis distal, existiendo algunas zonas como
la comarca de Solsona donde más abundan, en especial los que
superan una longitud de 190 mm fabricados a partir de metapodios de ciervo, clasificados como “puñales” y considerados como
característicos de esta cultura (Muñoz, 1965: 283). Así mismo son
los punzones más numerosos localizados en contextos no funerarios, como sucede en la minas de Gavà (Estrada, Borrell y Nadal,
2009). En el Valle del Ebro este tipo de punzones, denominados
allí de base articular, se constatan a partir del Neolítico antiguo en
el Prepirineo aragonés, pero es durante el Neolítico medio y final
cuando son más frecuentes, realizados generalmente en metapodios de ovicaprinos (Rodanés, 1987: 189).
En contextos extrapeninsulares los punzones realizados mediante la técnica de ranurado longitudinal son los que mayor
extensión geográfica y cronológica poseen, siendo comunes
en prácticamente todas las regiones europeas (Camps-Fabrer,
1990a), mientras que los confeccionados mediante abrasión son
más esporádicos y se documentan básicamente durante el Neolítico (Camps-Fabrer, 1990b). Para estos últimos se ha distinguido el uso de tres métodos de fabricación distintivos en los que
se emplea la abrasión. El más extendido es el de solo abrasión,
ampliamente difundido durante el Neolítico antiguo en Bulgaria,
Grecia, Europa continental y Cerdeña, estando presente también
en periodos neolíticos posteriores (culturas de Cortaillod en Suiza, Lagozza en Italia, Chassey en Francia y Calcolítico en Bulgaria). De menor extensión geográfica y cronológica son los otros
dos procedimientos técnicos, considerados como adaptaciones
locales, una con aserrado primero y posterior abrasión, utilizada
sobre todo en el Neolítico final de Bulgaria y sur de Europa occidental (Chassey), y otra en la que el orden se invierte con abrasión
primero y posterior aserrado, un método específico de la esfera
Cortaillod (Sidéra, 2005: 85, fig. 7).
En el Rubané de la Cuenca de París y en la Alta Alsacia la
presencia de punzones sobre metapodio “a flancs plats” –terminologia empleada por I. Sidéra (2008) para los punzones fabricados por abrasión–, de brazaletes de Glycymeris y de conchas
Columbella rustica perforadas se ha interpretado como producto de relaciones con el Cardial mediterráneo a partir del 5100
A.C. (Sidéra, 2010).
Como ocurre en algunos yacimientos valencianos, existen
lugares donde los metapodios de pequeños rumiantes alcanzan
notables proporciones dentro de la industria ósea, como por
ejemplo en los niveles del Neolítico antiguo del yacimiento búlgaro de Kovacevo, donde suponen el 25% de los útiles apuntados (Sidéra, 1998: 222).
[page-n-11]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
En definitiva, los punzones fabricados a partir de la bipartición de metapodios de pequeños rumiantes se encuentran presentes en todas las regiones mediterráneas, desde el Próximo
Oriente hasta la península Ibérica desde los inicios de la economía de producción, perdurando hasta la Edad del Bronce, momento en que se constatan en escasos lugares. Podemos concluir
por tanto que este tipo de punzones constituyen un elemento
material característico de la industria ósea neolítica que, al contrario de otros productos óseos como las cucharas y los anillos,
se confeccionan en todos los lugares de forma similar, perdurando más de tres milenios sin que se produzcan cambios notables
en los procedimientos técnicos de fábrica.
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Unas técnicas muy neolíticas:
ranurado y abrasión para la elaboración de punzones
a partir de metapodios de ungulados
Josep Lluís Pascual Benito
resumen
Los punzones elaborados a partir de la mitad longitudinal de metapodios de cápridos y cérvidos que conservan parte de la
epífisis como base son un tipo que posee una vigencia cronológica amplia y una gran distribución geográfica, documentándose
en casi todos los yacimientos peninsulares desde el inicio de la economía de producción hasta la Edad del Bronce, en
ocasiones en gran cantidad. En este trabajo se analizan los diversos procedimientos técnicos utilizados para la bipartición de
los metapodios y los posteriores pasos seguidos para la fabricación de este tipo de punzones, tomando como base las piezas
técnicas documentadas en los yacimientos neolíticos y calcolíticos del País Valenciano y Andalucía, y los datos obtenidos a
partir de los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos.
p a l a b r a s c l a v e : Neolítico,
Calcolítico, País Valenciano, Andalucía, punzones, metapodios.
abstract
Really Neolithic techniques: grooving and abrasion for the production of awls from metapodial bones of ungulates. Awls made
from longitudinal halves of caprine and cervids metapodial bones that preserve part of their epiphysis constitute a type of tool
having a broad chronology and wide geographical distribution. In fact, they are recorded in a number of settlements of the
Iberian Peninsula from the Neolithic period up to the Bronze Age. In this work we analyse the technological sequence for the
partition of metapodial bones and the subsequent steps carried out in the production of this type of awls. We take into account
objects recovered from Neolithic and Chalcolithic sites from the Valencian country and Andalusia.
keywords:
Neolithic, Chalcolithic, Valencian country, Andalusia, awls, metapodial bones.
En el registro arqueológico es un hecho bien documentado que a
la introducción de la economía de producción se asocia una cultura material nueva entre la que la industria ósea tiene un papel
destacado. Las primeras comunidades neolíticas fabricaron toda
una serie de implementos en materia dura animal que carecía de
precedentes entre los últimos grupos de cazadores-recolectores.
El listado de novedades resulta amplio y variado, destacando
nuevos útiles como las cucharas o las gradinas, o elementos de
adorno como los anillos.
Como suele ocurrir en las industrias óseas prehistóricas,
también durante el Neolítico el grupo de utensilios más numeroso pertenece a la familia de los apuntados. Dentro de ellos
existe un tipo que se documenta en casi todos los yacimientos,
en ocasiones en gran cantidad, el de los punzones elaborados a
partir de la mitad longitudinal de metapodios de ungulados, generalmente de talla pequeña. Sin embargo, a pesar de su importancia numérica, las evidencias sobre su fabricación son escasas
en el registro arqueológico.
En este artículo trataremos de los diversos procedimientos
técnicos utilizados para la fabricación de este tipo de punzones
en base a las piezas técnicas documentadas en los yacimien-
tos de la península Ibérica y a los datos obtenidos a partir de
los punzones acabados procedentes de yacimientos valencianos
analizados con anterioridad (Pascual Benito, 1988).
Con este trabajo queremos homenajear a Bernat Martí, maestro de los que nos dedicamos a la investigación de la Prehistoria
reciente y un autor referente para el Neolítico del Mediterráneo
occidental. Respecto al tema que nos ocupa, señalar que B. Martí, en el análisis del hueso trabajado de los sectores J de la Cova
de l’Or (Martí et al., 1980), nos ofrece interesantes observaciones sobre este tipo de punzones que van más allá de la muestra
analizada. Ya en el inventario de materiales las descripciones que
utiliza son rigurosas, señalando las partes del hueso utilizadas y,
en ocasiones, la especie, además de acompañarlas con ilustraciones que muestran dos o tres caras de los punzones, aspectos poco
habituales en el momento del estudio. En el análisis posterior,
entre otros aspectos, señala que “durante el Neolítico antiguo la
mayor parte de los punzones se fabrican sobre metapodios de
ovicápridos cortados longitudinalmente y presentan una fina
punta de sección circular” (ibíd.: 139), indica su perduración
a lo largo de todo el Neolítico –aunque son menos abundantes
conforme este avanza– y durante el Eneolítico, cuando son más
147
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J. L. Pascual Benito
numerosos los punzones de tibia de conejo y los de metapodio
de ovicáprido con la caña entera y la punta biselada, poniendo
como ejemplo la Ereta del Pedregal. También hace observaciones sobre la funcionalidad de estos elementos considerando que
los “finos punzones sobre la mitad de metapodio de ovicáprido
debieron ser agujas para el cabello” (ibíd.).
1. LAS MATRICES SOBRE METAPODIO EN LA
PENÍNSULA IBÉRICA
Los metapodios con evidencias de ser matrices para la confección de punzones son escasos en el registro arqueológico
holoceno. En la península Ibérica, hasta la fecha, solo se han
documentado en dos zonas. Por una parte en el País Valenciano, donde contamos con once ejemplares procedentes de cinco
yacimientos (fig. 1), la mayor parte de los cuales ya fueron
estudiados en un trabajo anterior (Pascual Benito, 1998: 106107) y que, junto con los nuevos hallazgos, han podido ser
analizados directamente con mayor detalle, correspondiendo
seis al Neolítico antiguo y cinco al Neolítico final. Por otra
parte en Andalucía, donde el rastreo bibliográfico ha permitido
encontrar diez piezas documentadas en ocho yacimientos, cuyos datos hemos extraído de las, a veces, escuetas descripciones y de las ilustraciones de las publicaciones donde se presentan (fig. 2), dos de ellas corresponden al Neolítico antiguo, una
al Neolítico medio, una al Neolítico tardío, una al Neolítico
final, una al Calcolítico precampaniforme y cuatro a contexto
indeterminado.
Dado lo exiguo de la muestra, a continuación se describen
cada una de las matrices de punzones indicando su procedencia,
la clasificación taxonómica en los casos analizados directamente1 o en los que se indica cuando fueron publicados, las señales
antrópicas que presentan, su adscripción cronocultural y sus dimensiones en milímetros (longitud, anchura máxima y espesor
máximo).
Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries con restos de ocre en la
epífisis distal. K-35 capa 28. Inicio del Neolítico antiguo.
151x26x18 mm (fig. 1: 1).
- Metatarso derecho de Ovis aries con profundos surcos por
incisión longitudinal que recorren la totalidad de las caras dorsal y plantar. H-4 capa 6. Neolítico antiguo (Vento, 1985: fig.
13: 1). 156x23x11mm (fig. 1: 2).
- Metapodio con fina incisión longitudinal en la cara dorsal,
fragmentado en la epífisis distal. K-35 capa 23. Neolítico antiguo. 118x22x15 mm (fig. 1: 3).
Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
- Mitad longitudinal de metacarpo derecho de Ovis aries hendido por sendas incisiones longitudinales en las caras dorsal y
palmar. Ambos bordes presentan largas estrías longitudinales,
finas y paralelas. Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (fig. 1: 4).
1 Agradecemos a Alfred Sanchis la ayuda facilitada en esta tarea.
148
- Metacarpo derecho de Ovis aries con dos facetas de abrasión
en la cara dorsal y una en la palmar. En ambas la dirección
de la abrasión es oblicua con respeto al eje longitudinal de la
pieza. Neolítico antiguo. 131x23x11,5 mm (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 2) (fig. 1: 5).
- Metacarpo derecho de Capra sp. con amplias facetas de abrasión en las caras dorsal y palmar. La dirección de la abrasión
es oblicua y transversal al eje longitudinal de la pieza. Fragmentado en la diáfisis a la altura del inicio de la epífisis distal.
Neolítico antiguo. 116x26x10,5 mm (Pascual Benito, 1998:
fig. III.98: 1) (fig. 1: 6).
Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia)
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries que en la cara palmar
de la diáfisis presenta un surco longitudinal que es doble
en el tercio proximal por desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Fragmentado en dos trozos a la altura del
tercio distal. Sector B capa 3. Neolítico final. 140x23x15
mm (fig. 1: 7).
Niuet (l’Alqueria d’Asnar, Alicante)
- Metacarpo derecho de Ovis aries que en su cara palmar presenta un surco longitudinal irregular formado por dos incisiones más profundas y abundantes incisiones oblicuas que parten del mismo, producto del desvío de útil lítico con el que se
realizó la incisión. Foso A, estrato II, D capa 4. Neolítico final.
125x23x16 mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 13; 1998: fig.
III.98: 3) (fig. 1: 8).
- Metacarpo izquierdo de Ovis aries con la epífisis distal
desprendida en cuyas caras dorsal y palmar presenta surcos
longitudinales. En la cara dorsal el surco está formado por
una única incisión recta, mientras que en la palmar se observan múltiples incisiones longitudinales aplicadas en ambos
sentidos a las que se suman abundantes incisiones oblicuas
menos profundas que parten del surco central producidas
por el desvío del útil lítico con el que se efectuó la incisión.
Foso A, estrato II, H-5 capa 21. Neolítico final. 120x25x16
mm (Pascual Benito, 1994: fig. 5-1: 14; 1998: fig. III.98: 4)
(fig. 1: 9).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino fragmentado
en ambos extremos con restos de una incisión longitudinal
profunda y otras oblicuas de menor profundidad producto del
desvío del útil de corte en el borde mejor conservado. Foso A,
estrato IV. Neolítico final. 199x10,5x6 mm (Pascual Benito,
1994: fig. 5-1: 15; 1998: fig. III.98: 5).
Fuente Flores (Requena, Valencia)
- “Fragmento proximal de metacarpo derecho de Cervus
elaphus con profunda incisión central” (Juan-Cabanilles y
Martínez Valle, 1989: 201). Conserva parte de la epífisis
proximal. La incisión longitudinal se realiza aprovechando el canal del surcus medularis de la cara dorsal que tras
la operación presenta sección en V, observándose en ambas
partes abundantes incisiones longitudinales, finas y paralelas. Neolítico final. M-52432. 58x30x14,5 mm (fig. 1: 10).
[page-n-3]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 1. 1-3: Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante). 4-6: Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia). 7: Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia). 8-9:
Niuet (l’Alqueria d’Asnar, Alicante). 10: Fuente Flores (Requena, Valencia).
149
[page-n-4]
J. L. Pascual Benito
Cueva del Toro (Antequera, Málaga)
- Metatarso de Ovis aries con dos profundas acanaladuras longitudinales en la caras dorsal y palmar producidas por incisión
que han eliminado la totalidad del espesor del hueso diafisario
en gran parte de su recorrido. Procede de la Fase IV atribuida
al Neolítico antiguo. 114,6x23x10,4 (Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: Lám. 1:1;
foto: don Hilario) (fig. 2: 1).
El Malagón (Cúllar-Baza, Granada)
- “Metatarso de Ovis aries, virtualmente completo a excepción
de una pequeña fractura reciente en uno de sus lados junto a la
epífisis proximal. El hueso presenta una profunda incisión en
cada una de sus caras lo que sugiere que estaba siendo utilizado para la fabricación de objetos, muy probablemente punzones. Tales incisiones recorren la pieza en toda su longitud, y
probablemente fueron realizados con una pieza de sílex, bien
una sierra, un perforador, etc. Los bordes de dichas cisuras son
simétricos y regulares”. Procede de la cabaña F atribuida al
Calcolítico precampaniforme (Salvatierra, 1982: 129, fig. 7:
2a) (fig. 2: 2).
Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino hendido. Sin
referencia estratigráfica. Pieza depositada en el Museo de
Córdoba en 1967 por el Grupo de Espeleología de Córdoba.
Atribuido al Neolítico medio, ca. 3800-3500 a.C. 130x12x6
mm (CER.es) (fig. 2: 3).
- Metapodio de caprino “seccionado parcialmente en sentido
longitudinal en ambas caras, además de haberse adelgazado
por frotación, como indican las señales que muestra en su superficie”. Procede de rebuscas clandestinas. 127x22,9x14,6
mm (Gavilán, 1987: 444, fig. 204: 31) (fig. 2: 4).
Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba)
- Metapodio de caprino con la epífisis distal desprendida que
“muestra en una de sus caras evidentes señales de abrasión”,
acción que, según el dibujo publicado, ha producido una faceta
plana y eliminado el hueso diafisario en su mitad proximal.
Procede de rebuscas superficiales. 127x21,9x11,4 mm (Gavilán, 1989: 243, fig. 130: 188) (fig. 2: 5).
Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino con una cara totalmente plana repleta de trazos oblicuos producto de una abrasión intensa que
ha hecho desaparecer la pared ósea del extremo proximal,
mientras en el distal “se habían empezado a alisar las dos
partes de la articulación; el resto de la pieza no presenta señales de trabajo” (Salvatierra, 1980: 67; 1982: 62). Procede
del estrato VIII del corte G, atribuido por su excavador al
Bronce I inicial (Pellicer, 1964: 36, fig. 13: 5) y, posteriormente, al Neolítico tardío (Salvatierra, 1980: 67, fig. 2: 5).
132x20x17 mm (fig. 2: 6).
- Mitad longitudinal de metapodio de caprino que “conserva
ambas epífisis y con huellas indudables de haber sido cortado
en ambos laterales”. Procede de estratos del Neolítico antiguo
150
(Salvatierra, 1980: 44, fig. 1: 2). Por la morfología de la epífisis proximal que se observa en la publicación debe tratarse de
un metatarso. 139,8x18x9 mm (fig. 2: 7).
Cueva de la Ventana (Píñar, Granada)
- Metapodio de caprino “trabajado por abrasión en sus dos
caras laterales hasta obtener una lámina muy fina. Conserva
toda la anchura de la epífisis distal, habiendo sido empezada
a eliminar la proximal. Pudo obtenerse un punzón de longitud
extraordinaria o incluso dos. El medio de fabricación viene a
significar una variación y un perfeccionamiento del sistema
de abrasión frontal, con posibilidades de unirlo al de abrasión
doble” (Salvatierra, 1980: 53, fig. 6: 9). “El trabajo fue realizado mediante abrasión intensa, habiéndose eliminado prácticamente el canal medular, presentando una cara plana, mientras
la otra, exterior, presenta los bordes redondeados”. 148x8,4
mm (Salvatierra, 1982: 75, fig. 3: 1) (fig. 2: 8).
Polideportivo de Martos (Jaén)
- “Mitad longitudinal de metapodio, posiblemente de cérvido”, clasificado como “resto de manufactura”, que conserva
parte de la epífisis proximal. Se encuentra “seccionado longitudinalmente por cortes practicados en ambas caras facilitándose la escisión por el surco natural del soporte. Una de
las caras conserva las estrías de los deslizamientos laterales, e
involuntarios, del útil al iniciarse la operación”. El yacimiento
se data entre fines del IV e inicios del III milenio a.C. (Mérida,
1991-92: 127, fig. 3: 10) (fig. 2: 9).
Los Castillejos (Montefrío, Granada)
- Mitad longitudinal de metapodio de Cervus elaphus. Según
el dibujo publicado la cara interior se encuentra totalmente alisada, solo marcando ligeramente el canal medular cerca de las
epífisis. En la publicación no se indica ninguna referencia estratigráfica de la pieza (Salvatierra, 1982: 231, fig. 6.1) (fig. 2: 10).
Como se observa en la tabla 1, en la península Ibérica, aunque
existe un buen número de casos que carecen de una determinación anatómica precisa, se constata en las matrices una preferencia por los metacarpos de Ovis aries. Si bien en los punzones
acabados de algunos yacimientos como la Cova Fosca (Ares)
son los metatarsos los que dominan (Gutiérrez et al., 2014), al
igual que sucede en otras regiones extrapeninsulares como el
mediodía francés, hecho que se ha explicado por la naturaleza
del metatarso respecto al metacarpo: más largo, redondo y fino,
y con el surco anatómico más profundo, por lo que se dejaría
serrar con mayor facilidad (Choi, 1999: 70).
Tabla 1. Materia prima de las matrices de punzones de la península
Ibérica.
Metapodio
Metatarso
Metacarpo
3
6
1
Ovis aries
Capra sp.
Caprino
Cervus elaphus
7
2
1
Total
9
4
Total
1
9
1
8
3
8
21
[page-n-5]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 2. 1: Cueva del Toro (Antequera, Málaga) (dibujo: Martín, Cámalich y González, 2004: fig. 98: 5; Cámalich y Martín, 2013: lám. 1:1.
Fotografía: don Hilario). 2: El Malagón (Cúllar-Baza, Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 7: 2). 3-4: Cueva de los Inocentes (Priego, Córdoba)
(CER.es. Fotografía: Valme Rodríguez Escudero; Gavilán, 1987: fig. 204: 31). 5: Cueva de la Murcielaguina (Priego, Córdoba) (Gavilán,
1987: fig. 130: 188). 6-7: Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada) (Salvatierra, 1980: fig. 1: 2 y 2: 5). 8: Cueva de la Ventana (Píñar,
Granada) (Salvarierra, 1980: 53, fig. 6: 9). 9: Polideportivo de Martos (Jaén) (Mérida, 1991-92: fig. 3: 10). 10: Los Castillejos (Montefrío,
Granada) (Salvatierra, 1982: fig. 6.1).
Respecto a la especie mayoritaria, Ovis aries, encuentra su
explicación en su mayor presencia entre los restos de fauna, por
tanto en su mayor disponibilidad. Así ocurre por ejemplo en la
fauna de la Cova de l’Or, donde los restos de ovicaprinos suponen el 56,2% del total y, entre los que se ha podido discriminar
la especie, el 87,6% corresponden a ovejas (Pérez Ripoll, 1980).
Si atendemos a los punzones acabados, encontramos resultados similares. El estudio de un conjunto de 188 piezas de
hueso trabajado de las excavaciones antiguas de la Cova de
l’Or concluía que, del total, el 22% correspondía a huesos de
Capra/Ovis y el 23,7% de Ovis aries, y que los metapodios
eran los huesos del esqueleto más empleados para la confec151
[page-n-6]
J. L. Pascual Benito
ción de punzones, ya que comprendían el 70% del total de
utensilios de cabra/oveja y el 42% del total de las especies
(Pérez Ripoll, 1980: 250-51).
Posteriormente, el análisis de 411 punzones sobre metapodio hendido procedentes de yacimientos neolíticos valencianos reveló un amplio predominio de los metapodios de
rumiantes de pequeña talla sobre los de gran talla, el 92,2 %
pertenecían a ovicaprinos, entre los que se identificaron Ovis
aries, Capra hircus y, en algún caso, Capreolus capreolus, y
el 6,2% a ungulados de gran talla, de los que el 3,4% eran de
Cervus elaphus, el 0,5% de Equus sp. y el 2,4% de gran mamífero indeterminado, mientras que el 1,5% correspondía a
indeterminados. Los metapodios de ovicaprinos eran seleccionados mayoritariamente entre individuos de más de tres años
de edad con el fin de que la polea articular de la epífisis distal
del hueso se encontrara ya soldada, cosa que sucedía en el
86,5% de los casos (Pascual Benito, 1998).
En cuanto a las dimensiones de estas matrices (tabla 2) se
corresponden a las medidas anatómicas de los metapodios. Únicamente en un par de ejemplares el espesor varía a lo largo de
todo el hueso, siendo menor que en estado natural al haber sido
adelgazados por abrasión.
Tabla 2. Dimensiones en milímetros de las matrices de punzones de
yacimientos valencianos.
Máxima
Mínima
Media
156
120
134,4
Ancho distal
26
8,5
20,3
Espesor distal
16
4,5
12,4
Ancho medial
16
11
12,5
Espesor medial
11
5,5
9,8
Ancho proximal
25
10,5
20,9
Espesor proximal
15
6
12,1
Longitud total
2. LA FABRICACIÓN DE PUNZONES A PARTIR DE
METAPODIOS
2.1. El seccionado longitudinal de los metapodios
La abrasión, el ranurado longitudinal, la mezcla de ambas técnicas o la percusión se aplican sobre huesos largos, generalmente metapodios, con el objeto de dividirlos en dos mitades
simétricas que permiten la obtención de dos o cuatro útiles.
La efectividad de estas técnicas ha sido constatada mediante las diversas reconstrucciones experimentales realizadas
por varios investigadores, sobre todo a partir de metapodios
de pequeños rumiantes, caprinos sobre todo (Poplin, 1974;
Camps-Fabrer y d’Anna, 1977; Murray, 1979) y también sobre metapodios de grandes rumiantes, ciervo (Mihail y Provenzano, 2014) o caballo (Choyke y Tóth, 2013).
La observación de las huellas que presentan los metapodios
anteriormente descritos muestran que se emplearon diversos
procedimientos técnicos para el seccionado longitudinal de los
mismos, los cuales en ocasiones coexistieron en el mismo yacimiento, y que pasamos a describir a continuación.
152
2.1.1. Ranurado longitudinal
Consiste en practicar una incisión longitudinal sobre una o las
dos caras de los metapodios –dorsal y palmar– con un instrumento de piedra tallada mediante repetidas incisiones que producen un amplio surco, aprovechando el canal medular anatómico (surcus medularis) de estos huesos.
Resultado de esta operación es una profunda ranura longitudinal o surco de sección en V que recorre todo el hueso hasta
ambas epífisis, la cual muestra en sus caras múltiples estrías paralelas, finas y poco profundas orientadas longitudinalmente. En
algunas ocasiones se pueden observar a los lados del surco, incisiones paralelas o ligeramente inclinadas con respecto al canal
medular, y otras más desviadas o líneas de fuga que se producen
al salir el instrumento lítico del surco principal (Pascual Benito,
1998: fig. III.98: 3-5).
El procedimiento de ranurado longitudinal se constata en
once de los casos analizados, pudiéndose localizar sobre una
o sobre las dos facetas del metapodio: siete en las caras dorsal
y palmar (Or, Sarsa, Niuet, Carigüela, Toro, Inocentes y Malagón), tres sólo en la cara dorsal (Or, Niuet, Fuente Flores) o uno
sólo en la cara palmar (Ereta).
Cuatro de los ejemplares analizados son mitades longitudinales del metapodio que, en ambos bordes, muestran restos de
una de las facetas de la ranura longitudinal (Sarsa, Niuet, Carigüela e Inocentes).
La separación definitiva de las dos mitades longitudinales
de los metapodios se consigue cuando el surco del ranurado ha
alcanzado la profundidad adecuada. Dos técnicas pueden ser
empleadas: la flexión y la percusión indirecta con la ayuda de
un instrumento biselado (¿cinceles de hueso?) colocado en el
caso de ranurado longitudinal a la altura del canal interóseo distal, práctica que, en algunos casos ha quedado reflejada en una
muesca presente en los bordes del fuste cerca de la epífisis, visible aún en algunos punzones acabados, como se puede observar
en piezas de Or y Sarsa (fig. 4: 1, 11 y 12). Una vez separadas
las dos mitades, cada uno de los bordes que se situaban por debajo del surco muestran una superficie irregular que contrasta
con la de la faceta del corte mucho más suave y repleta finas
trazas longitudinales y paralelas (fig. 4: 2 y 3).
2.1.2. Abrasión
Consiste en el adelgazamiento de la superficie dorsal y/o palmar
del metapodio mediante abrasión. Se efectúa frotando el metapodio sobre una superficie lisa de piedra abrasiva, acción que produce en el hueso una faceta plana repleta de abundantes estrías paralelas, cuyo espesor varía en función del grano abrasivo empleado.
En las piezas estudiadas la abrasión afecta a las dos caras,
dorsal y palmar, en tres ocasiones (2 en Sarsa, Ventana) o a una
sola cara en dos casos (Carigüela y Murcielaguina).
Se constatan al menos dos métodos de abrasión en función
del tamaño de la superficie en que se aplica: sobre la totalidad
de la superficie o sobre parte de la misma. En el primer caso
se encuentran dos piezas de Sarsa con las facetas abrasionadas
planas, una presenta una amplia faceta alisada en cada cara mediante abrasión transversal, las cuales son paralelas entre sí (fig.
1: 6), y la otra tiene dos estrechas facetas alisadas en la cara dorsal que dejan una arista central y otra en la cara palmar, separada
por el canal medular (fig. 1: 5).
[page-n-7]
Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
sidad en el tercio proximal. El resultado es el adelgazamiento
de la epífisis proximal hasta el punto que ha provocado sendas
perforaciones, mientras que la epífisis distal se ha conservado
completa (fig. 2: 4).
La otra pieza donde se combinan la abrasión y el ranurado
es un punzón del silo 6 de Niuet, el cual presenta abrasión total
sobre una faceta, dejando la superficie plana, y dos profundas
incisiones longitudinales en el centro de la diáfisis de la faceta
opuesta, por lo que posiblemente estaba preparado para proceder a la bipartición del metapodio antes de decidir dejarlo entero
(Pascual Benito, 1994: Fig 5.1: 6).
2.1.4. Percusión indirecta
Fig. 3. Punzón sobre metapodio de Cervus elaphus. Cova de l’Or.
Una variante de este procedimiento la encontramos en un
metapodio de Ventana, el cual presenta un tipo de abrasión peculiar. Se efectuó abrasión por ambas caras con diferente intensidad. En una de ellas afectó a la zona medio proximal del
hueso, mientras que en la otra afectó a la totalidad, habiendo
eliminado en un extremo la mitad transversal de los cóndilos
de la epífisis distal mientras que en el otro se conserva una
pequeña porción de la epífisis proximal, quedando la diáfisis
de sección plana en gran parte de su recorrido (fig. 2: 8). “La
ausencia de productos acabados que hayan podido ser obtenidos con esta peculiar técnica impide conocer el resultado de la
operación, si bien podría haberse destinado para confeccionar
un alfiler o varilla con una cabeza formada por la epífisis distal seccionada” (Salvatierra, 1980: 53). En Or existe un punzón sobre metapodio de ciervo que conserva la epífisis distal y
que fue fabricado mediante la abrasión de un solo lateral pero
afectando suavemente los cóndilos articulares (Pascual Benito,
1998: fig. III.17: 1) (fig. 3) y que, a diferencia del caso andaluz, resulta una pieza de gran robustez. En este caso, como en
otros constatados sobre metapodio de ovicaprino, la abrasión
se efectúa con una orientación oblicua respecto al hueso y no se
busca la bipartición del mismo, sino la fabricación de un único
punzón que tiene como base la epífisis distal completa aunque
afectada por abrasión en una cara.
2.1.3. Ranurado longitudinal más abrasión
En un par de ocasiones se constata el empleo de un procedimiento que combina dos técnicas, con ranurado longitudinal y
abrasión en la misma pieza. Un metapodio de Inocentes presenta sendas ranuras longitudinales en las caras dorsal y palmar de
la diáfisis que han afectado en su totalidad al espesor del hueso
diafisario en su parte central. Con posterioridad se efectuó una
abrasión en ambas caras. En una cara la abrasión es regular en
toda la diáfisis, mientras que la cara opuesta muestra más inten-
Existe además otro procedimiento más sencillo que no requiere
la preparación previa del metapodio para conseguir la preforma
de un punzón que conserve en su base la media diáfisis distal,
de la que no hemos encontrado matrices y que resulta difícil
observarlo en los punzones acabados toda vez que los posteriores pasos han borrado las trazas de esta operación. Se trata
de la obtención de un fragmento longitudinal de la parte distal
de metapodio por medio de percusión indirecta con la ayuda de
un cincel o cuña. En las reconstrucciones experimentales se ha
efectuado de dos maneras. Por una parte con el hueso en posición vertical, golpeando sobre la hendidura natural que presenta
la epífisis distal entre los dos cóndilos. Por otra, con el hueso en
posición horizontal, percutiendo sobre la parte distal de la diáfisis (Camps-Fabrer y d’Anna, 1977: figs. 2 y 3; Stordeur-Yedit,
1999). En ambos casos se obtiene una preforma más corta que
con los procedimientos de ranurado o abrasión.
2.2. El facetado de los punzones
Resulta difícil averiguar, en la mayor parte de los casos, el
procedimiento técnico utilizado para la obtención de un metapodio hendido, toda vez que por lo general las posteriores operaciones de regularización de la pieza han borrado las señales
que permiten reconocerlos. Solo en contadas ocasiones se han
conservado señales que evidencian el modo de obtención. Así,
en algunos punzones realizados mediante ranurado aún visibles los restos de las incisiones longitudinales (fig. 4: 4-6, 8
y 9) o las incisiones de fuga (fig. 4: 12), mientras que en los
obtenidos mediante abrasión, los bordes de algunos punzones
presentan una o las dos caras laterales de los cóndilos regularizados por abrasión (fig. 5).
Sea cual fuere la técnica utilizada, una vez obtenida la
mitad longitudinal del metapodio se observan diversos pasos
para la elaboración de las piezas acabadas, según se deduce
del análisis de cuatro centenares de punzones procedentes de
yacimientos valencianos desde el Neolítico antiguo a la Edad
del Bronce (Pascual Benito, 1998) y de las reconstrucciones
experimentales citadas.
Paso 1. Tras la bipartición longitudinal del metapodio, cada
una de las dos mitades pudo fragmentarse transversalmente a una
altura determinada, en función de la longitud buscada para los
punzones. Si se buscaba un punzón largo de cada mitad, una de
las epífisis era eliminada por percusión o flexión, consiguiendo de
ella un único punzón (fig. 4: 1), mientras que si se querían punzones más cortos, se fracturaba por la zona medial de la diáfisis,
con lo que se podían confeccionar dos punzones de cada mitad.
153
[page-n-8]
J. L. Pascual Benito
Fig. 4. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de caprino obtenidos por ranurado longitudinal. Cova de la Sarsa: 1, 6-8, 11,
14 y 18. Cova de l’Or: 2-5, 9, 10, 12, 13, 15-17.
154
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
Fig. 5. Punzones sobre mitades longitudinales de metapodio de
caprino obtenidos por abrasión. Cova de la Sarsa: 1 y 4. Cova de
l’Or: 2, 3, 5 y 6.
En los punzones localizados en yacimientos valencianos, se
constata la preferencia de conservar la media epífisis distal, un
86,8% del total de los mismos, de los cuales un 86,5% poseen
la media polea articular entera y un 13,5% presentan la polea
articular desprendida (fig. 4: 16 y 17), mientras en el 13,2% de
los casos es la epífisis proximal la conservada (fig. 4: 18).
Paso 2. Regularización de los bordes de la fractura y confección de la punta mediante raspado con útil de sílex y con
abrasión. Generalmente esta operación se realiza sobre toda la
superficie interior del hueso, excepto en algunos ejemplares en
los que quedan restos del inicio de la otra polea articular. Se produce mediante abrasión unifacial que, en muchos casos, elimina
los restos del canal medular. La punta se obtiene de la misma
forma pero modificando la inclinación de plano de abrasión en
todo el perímetro distal. En un par punzones (uno de Or y otro
de Cendres) se observan incisiones transversales en los bordes
producidas por el filo de un útil de piedra tallada, para ayudar a
su adelgazamiento (fig. 4: 7).
El extremo distal apuntado, generalmente se presenta con
los bordes rectilíneos que convergen progresivamente hasta
formar una punta afilada (93,4%), si bien existen además algunas puntas con forma destacada (3,6%), ojival (1,5%), biselada
(1%) y roma (0,5%).
Por su parte, la zona medial o fuste presenta los bordes paralelos (66,6%), convergentes (27,7%) y bicóncavos (5,7%). Según el grado de elaboración del fuste, el 54,6% de los punzones
tienen el canal medular presente, de sección cóncavo-convexa
marcada, mientras en el 45,4% el canal medular fue alisado, presentando diversas secciones: cóncavo-convexa suave (24,8%),
plano-convexa (6,8%), oval (7%), plana (3,9%), rectangular
(1,9%), plano-cóncava (0,5%) o circular (0,5%).
Paso 3. En algunos punzones se observa la regularización
de la media epífisis conservada. Si bien en la mayor parte de
los casos (76,2%) se conserva en su estado natural, algunos
de ellos (el 4,4%) presentan además un abultamiento parte de
la otra polea articular (fig. 4: 1, 11-13), en el 23,8% de punzones la epífisis se encuentra alisada. De los punzones con la
epífisis modificada, en el 69,6% el alisado se efectúa generalmente sobre los bordes laterales de la polea articular por
medio de dos facetas planas, testigo de la técnica empleada
para el tratamiento del metapodio fue la abrasión (fig. 5). En
el resto se produce una importante transformación y la abrasión afecta también a las otras partes del cóndilo, dando lugar a diferentes secciones: rectangular (16,5%), oval (6,3%),
trapezoidal (3,8%) o plana (3,8%), y a diversas morfologías
de la base: recta (71,4%), convexa (20%), ojival (2,9%) y
hendida (5,7%).
Paso 4. En tres punzones se observan algunas particularidades, consistentes en acanaladuras en la zona distal o proximal.
Un ejemplar de Or presenta una acanaladura transversal perimetral a escasa distancia de la punta (fig. 4: 9), un fragmento
distal de Sarsa conserva cuatro profundas incisiones transversales cortas en un borde del extremo distal y un ejemplar de Ereta
presenta una marcada acanaladura perimetral entre la epífisis y
el inicio de la diáfisis.
Paso 5. La última operación es el pulido total en la mayor
parte de los ejemplares, para lo cual se emplearía una muela
durmiente de arenisca de grano fino. Este tipo de abrasión produce una superficie alisada muy uniforme que, observada a gran
aumento, se encuentra cubierta de multitud grupos de microestrías muy juntas y paralelas, de profundidad y anchura semejante que se entrecruzan entre sí.
3. PECULIARIDADES REGIONALES Y CRONOLOGÍA
Los punzones fabricados a partir de metapodios hendidos tienen amplia vigencia cronológica y gran distribución geográfica.
Constituyen un tipo que, realizado sobre metapodios de mamíferos salvajes, aparece de forma esporádica desde el Paleolítico
superior y que, sobre metapodios de ovicaprinos, es un objeto
corriente en prácticamente todas las regiones europeas a partir
155
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J. L. Pascual Benito
de la domesticación de estos animales, desarrollándose durante
el Neolítico y perdurando en algunos lugares hasta época romana (Camps-Fabrer et al., 1990a).
En el País Valenciano este tipo de punzones se documentan tanto en contextos de habitación como funerarios desde el
inicio del Neolítico hasta el inicio de la Edad del Bronce (Pascual Benito, 1998). Son cuantitativamente importantes en las
industrias óseas del Neolítico antiguo, momento en el que se
encuentran presentes en prácticamente todos los yacimientos,
alcanzando por lo general los porcentajes más altos del utillaje
óseo, un 39,30% como media, aunque en algunos yacimientos
como Cova de la Sarsa alcanzan el 50,8%, descendiendo al
32,4% en el Neolítico medio. Constituye un tipo muy variado
en cuanto a dimensiones, grado de elaboración y señales de
uso, por lo que engloba elementos de pueden haber tenido una
funcionalidad muy diversa. Más de las dos terceras partes de
estos punzones coinciden en su morfometría y cuidado acabado final, por lo que pueden haberse utilizado también para funciones ajenas a las de un útil apuntado, como la de servir como
alfileres para el cabello o como elemento de sujeción, teniendo
en cuenta el lustre que aún conservan algunos ejemplares en
su parte medial.
Durante el Neolítico final, si bien los punzones realizados
sobre metapodio hendido siguen teniendo una presencia generalizada en algunos yacimientos y se encuentran bien representados, 5,6% en contexto de hábitat y 16,5% en enterramientos
del total de la industria ósea, serán los punzones sobre tibia de
lepórido los que dominen el conjunto, representando la tercera
parte del utillaje óseo. Los punzones sobre metapodio alisado de
ovicaprino de mayor longitud corresponden a contextos funerarios de este horizonte, así como el empleo de metapodio hendido de cérvido en sendos ejemplares de las cuevas de Pastora y
Llometes (Pascual Benito, 1998: fig. III.21).
A partir del Calcolítico campaniforme el descenso de los
punzones sobre metapodio hendido de ovicaprino se hace más
patente, suponiendo tan solo el 5% del total de la industria ósea
y desapareciendo en contextos funerarios. Pasan a ocupar el tercer lugar entre los punzones, dominando ahora los realizados
sobre diáfisis indeterminadas hendidas, seguidos de los totalmente facetados.
Durante la Edad del Bronce desaparecen estos punzones
y solo se documentan de forma anecdótica en escasos yacimientos y siempre en un número muy reducido de ejemplares
(López Padilla, 2011: 367).
Un comportamiento similar al del territorio valenciano se
observa en Andalucía oriental. Así, en la provincia de Granada,
los punzones sobre metapodio hendido son totalmente mayoritarios durante el Neolítico, descendiendo su producción en
época precampaniforme para desaparecer durante las fases del
Campaniforme y Bronce pleno (Salvatierra, 1982: 233). Igual
ocurre con los punzones sobre metapodio de ovicaprino obtenidos mediante la abrasión de una de sus caras que afecta a la epífisis distal, la cual se conserva completa pero abrasionada. Este
tipo de punzones son menos frecuentes que los anteriores como
se observa en la cuenca de Vera (Maicas, 2007: 139), salvo en
algunos conjuntos como el de la cueva de Carigüela de Píñar,
donde se encuentran estratificados en los niveles pertenecientes
al Neolítico medio, tardío y final (Salvatierra, 1980), o en el
Polideportivo de Martos, donde se seleccionan para ello los me156
tacarpos y representan casi la mitad del total de los metapodios
trabajados, siendo el soporte de industria ósea más abundante
(Mérida, 1991-92).
En Catalunya, durante el Neolítico antiguo existe gran variedad de punzones realizados a partir de metapodios de grandes y
pequeños rumiantes que conservan la epífisis distal o proximal,
con empleo de las técnicas de ranurado y de abrasión para su bipartición y ejemplares muy estandarizados de fuste fino y sección
rectangular, como se observa en el poblado de La Draga (Banyoles) (Rueda, 2000; Legrand-Pineau, 2011). Durante el Neolítico
medio, en contextos funerarios de la Cultura de los Sepulcros de
Fosa, son extraordinariamente abundantes los punzones de gran
tamaño obtenidos a partir de mitades longitudinales de metapodios de ovicaprinos y cérvidos mediante ranurado y que generalmente conservan la epífisis distal, existiendo algunas zonas como
la comarca de Solsona donde más abundan, en especial los que
superan una longitud de 190 mm fabricados a partir de metapodios de ciervo, clasificados como “puñales” y considerados como
característicos de esta cultura (Muñoz, 1965: 283). Así mismo son
los punzones más numerosos localizados en contextos no funerarios, como sucede en la minas de Gavà (Estrada, Borrell y Nadal,
2009). En el Valle del Ebro este tipo de punzones, denominados
allí de base articular, se constatan a partir del Neolítico antiguo en
el Prepirineo aragonés, pero es durante el Neolítico medio y final
cuando son más frecuentes, realizados generalmente en metapodios de ovicaprinos (Rodanés, 1987: 189).
En contextos extrapeninsulares los punzones realizados mediante la técnica de ranurado longitudinal son los que mayor
extensión geográfica y cronológica poseen, siendo comunes
en prácticamente todas las regiones europeas (Camps-Fabrer,
1990a), mientras que los confeccionados mediante abrasión son
más esporádicos y se documentan básicamente durante el Neolítico (Camps-Fabrer, 1990b). Para estos últimos se ha distinguido el uso de tres métodos de fabricación distintivos en los que
se emplea la abrasión. El más extendido es el de solo abrasión,
ampliamente difundido durante el Neolítico antiguo en Bulgaria,
Grecia, Europa continental y Cerdeña, estando presente también
en periodos neolíticos posteriores (culturas de Cortaillod en Suiza, Lagozza en Italia, Chassey en Francia y Calcolítico en Bulgaria). De menor extensión geográfica y cronológica son los otros
dos procedimientos técnicos, considerados como adaptaciones
locales, una con aserrado primero y posterior abrasión, utilizada
sobre todo en el Neolítico final de Bulgaria y sur de Europa occidental (Chassey), y otra en la que el orden se invierte con abrasión
primero y posterior aserrado, un método específico de la esfera
Cortaillod (Sidéra, 2005: 85, fig. 7).
En el Rubané de la Cuenca de París y en la Alta Alsacia la
presencia de punzones sobre metapodio “a flancs plats” –terminologia empleada por I. Sidéra (2008) para los punzones fabricados por abrasión–, de brazaletes de Glycymeris y de conchas
Columbella rustica perforadas se ha interpretado como producto de relaciones con el Cardial mediterráneo a partir del 5100
A.C. (Sidéra, 2010).
Como ocurre en algunos yacimientos valencianos, existen
lugares donde los metapodios de pequeños rumiantes alcanzan
notables proporciones dentro de la industria ósea, como por
ejemplo en los niveles del Neolítico antiguo del yacimiento búlgaro de Kovacevo, donde suponen el 25% de los útiles apuntados (Sidéra, 1998: 222).
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Unas técnicas muy neolíticas: ranurado y abrasión para la elaboración de punzones a partir de metapodios de ungulados
En definitiva, los punzones fabricados a partir de la bipartición de metapodios de pequeños rumiantes se encuentran presentes en todas las regiones mediterráneas, desde el Próximo
Oriente hasta la península Ibérica desde los inicios de la economía de producción, perdurando hasta la Edad del Bronce, momento en que se constatan en escasos lugares. Podemos concluir
por tanto que este tipo de punzones constituyen un elemento
material característico de la industria ósea neolítica que, al contrario de otros productos óseos como las cucharas y los anillos,
se confeccionan en todos los lugares de forma similar, perdurando más de tres milenios sin que se produzcan cambios notables
en los procedimientos técnicos de fábrica.
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