Evidencias de traumatismos craneales en la población cristiana de Gandía (Valencia)
Francisco José Puchalt Fortea
I. Fortea Beneyto
[page-n-383]
Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXX, Valencia, 2014, p. 383-390
Francisco José PUCHALT FORTEA a e Isabel COLLADO BENEYTO b
Evidencias de traumatismos craneales
en la población cristiana de Gandía (Valencia)
RESUMEN: Se estudia un fragmento óseo procedente de la fosa común de la Iglesia de Santa María,
de la ciudad de Gandía, datado entre los siglos XV y XVII. El fragmento pertenece a un hueso frontal
que muestra dos fracturas adyacentes con hundimiento. Una de ellas afecta al techo del seno frontal. Se
aprecia superposición de los bordes de los fragmentos y sus características demuestran la existencia de
supervivencia y evidencian un orden secuencial de las dos fracturas.
PALABRAS CLAVE: cráneo, hueso frontal, fractura, seno frontal.
Evidences of cranial traumatism in the christian population
of Gandía (Valencia, Spain)
ABSTRACT: We have studied an osseus fragment from the common grave of the church Santa María, of
Gandía (Valencia, Spain), that was dated between XV and XVII centuries. The fragment belongs to a frontal
bone that shows in its right portion two adjacent fractures with collapse. One of them affects to the roof
of the frontal sinus. There are superposition of the fragments borders and their characteristics prove the
existence of survival and evidence a sequential order of the two fractures.
KEY WORDS: cranium, frontal bone, fracture, frontal sinus.
a
b
Servei Valencià de Salut. P.A.C. Massamagrell.
francisco.puchalt@uv.es
Servei Valencià de Salut.
icobe@alumni.uv.es
Recibido: 15/01/2014. Aceptado: 06/05/2014.
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F. J. Puchalt Fortea e I. Collado Beneyto
1. INTRODUCCIÓN
Se lamentaba el poeta: “De todos aquellos que llegaron a la puerta de la oscuridad y pasaron al
otro lado, ninguno volvió para decirnos el camino que hay que recorrer para encontrarla”. Esto es
intrínsecamente cierto, es un camino personal, propio de cada uno, con sus aciertos y errores. Pero a
lo largo de ese camino se van dejando huellas que permiten deducir no la dirección, pero sí como ha
sido este viaje.
Los restos esqueléticos y las huellas de traumatismos y enfermedades que sobre ellos encontramos
nos permiten una reconstrucción de cómo ha sido la existencia que sus poseedores en vida han llevado.
Poseedores que han sido los auténticos protagonistas de la Historia pues no son citados por ella pero sí la
han llevado a cabo viviendo y sufriendo, riendo y muriendo, en definitiva protagonizándola. Un cuidadoso
estudio aplicando los rigurosos métodos anatómicos y paleopatológicos así lo permite.
La pieza cuyo estudio se expone a continuación es una pieza esquelética proveniente del fossar de la
Iglesia de Santa María, en la ciudad de Gandía. Los restos y objetos acompañantes indicaron a los servicios
de arqueología que la datación de los mismos abarca desde el siglo XV al XVII de nuestra era.
2. MATERIAL Y MÉTODOS DE ESTUDIO
Para el estudio se usaron herramientas de medición de precisión con el cuidado adecuado a la fragilidad
de la pieza y al tamaño de los accidentes medibles (Olivier, 1960; Demoulin, 1986). Se utilizó también
un aparato de fotografía digital con capacidad de macrofotografía, para la documentación gráfica. La
metodología seguida es la clásica dentro de los estudios de restos esqueléticos:
- Determinación del sitio del hallazgo y tipo de enterramiento (Brothwell, 1987).
- Diagnóstico de especie, a partir de las características morfológicas y de textura de la pieza ósea a estudio,
para discriminar entre hueso animal y hueso humano (Miquel Feucht, 2000).
- Identificación de la pieza de acuerdo con las características morfológicas, con ayuda de atlas y guías
anatómicas de precisión (Testut y Latarjet, 1971; White, 2000).
- Mediciones de la pieza y de las alteraciones observadas, efectuadas con calibre de precisión (Brothwell,
1987).
- Documentación gráfica de la pieza por todos sus lados, usando una cámara digital de fotografía tanto para
la toma de imágenes generales como de los detalles a tener en cuenta.
- Descripción de las alteraciones observadas.
- Diagnóstico de las lesiones. Para el estudio y posible diagnóstico de las huellas de enfermar y traumatismos
varios se usaron las guías y libros más relevantes sobre paleopatología existentes, después de un buen estudio
anatómico, y básico, de la pieza objeto de interés (Steinbock, 1976; Campillo, 1977, 2000; Brothwell, 1987;
Thillaud, 1996; Aufderheide y Rodríguez-Martín, 1998).
3. RESULTADOS
Como se ha indicado, la pieza objeto de estudio proviene de la fosa-osario de la Iglesia de Santa María de
Gandía, de un enterramiento, por tanto, secundario. Las características de lisura y consistencia ponen de
relieve que es una pieza esquelética humana correspondiente a un sujeto de edad adulta.
La morfología revela que es un fragmento de hueso frontal, de forma cuadrada, más estrecho por su lado
izquierdo que por el derecho, formado por un tercio del hemifrontal izquierdo y la mitad del hemifrontal
derecho. Su borde anterior abarca la raíz del hueso frontal, poniendo al descubierto, por deterioro, la cavidad
del seno frontal derecho, permitiendo ver su interior. Sus dimensiones son:
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Evidencias de traumatismos craneales en la población cristiana de Gandía
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- 84 mm por su parte posterior.
- 66 mm por su parte anterior.
- 75 mm por su parte derecha.
- 78 mm por su parte izquierda.
4. HALLAZGOS PATOLÓGICOS
La superficie interna de la pieza ósea estudiada, llamada vítrea o tabla interna, es una superficie lisa, sin
más irregularidades ni relieves que las debidas a las inserciones de las menínges o cubiertas cerebrales en
forma de cresta longitudinal sagital y oquedad a mitad altura, correspondiendo a la que deja un corpúsculo
de Paccioni, proceso nada patológico (fig. 1).
La superficie externa, también llamada tabla externa (fig. 2), presenta una serie de hendiduras en la parte
derecha ósea anterior (parte derecha de la frente). En una proyección más aumentada se puede apreciar,
primeramente, un escalón relativamente grande, con trayecto de rotura en forma de fisura y a modo de
borde longitudinal, con hundimiento de la capa externa del hueso frontal a la izquierda de esa línea (según
vemos la imagen a la derecha nuestra), sin correspondencia alguna en la cara interna o capa vítrea. Este
hundimiento es de hasta 1,2 mm de desnivel en su porción más profunda (fig. 3) con respecto al hueso
normal de alrededor.
El reborde o fisura mide 18 mm de longitud. Es de borde engrosado, no cortante, cerrándose la unión
de los dos lados de la fisura con más tejido óseo y formándose también un reborde de hueso grueso sobre
el lado de la fisura más elevado correspondiente a la porción ósea menos hundida. No hay correspondencia
alguna con fisuras o hundimientos en la capa cerebral, interna o vítrea, del hueso frontal estudiado.
En la cavidad del seno frontal derecho se observa una fisura del techo del seno que se corresponde con
la porción final de la línea de fractura craneal acabada de describir (fig. 4).
Visto de frente el orificio de la cavidad sinusal, se aprecia como un escalón consecuencia de la
superposición del fragmento de hueso más hundido con el contiguo (fig. 5), coincidente con la fisura que se
veía en el techo de la cavidad del seno frontal.
Fig. 1. Pieza craneal vista por su cara interna, o cara
endocraneal.
Fig. 2. Pieza craneal vista por su cara externa. En la
porción inferior izquierda de la fotografía se observan
las líneas de fractura.
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Fig. 3. Línea, o fisura, de fractura vertical.
Fig. 4. Fisura del techo del seno frontal derecho. La flecha
indica el trazo.
Hay otra porción de la tabla externa hundida, sin correspondencia con alteraciones de la capa cerebral,
interna o capa vítrea de la pieza. Está enmarcada por dos líneas de rotura horizontales que no dejan ver
nada de la capa esponjosa del hueso. El borde superior, en forma de fisura –arriba descrita–, alcanza el
reborde longitudinal del hundimiento más grande a mitad trayecto, rompiéndolo pero sin continuidad al
otro lado. Es de 9 mm de longitud y no tiene un canto vivo o afilado. No se ve hueso esponjoso en su
fondo (fig. 6, arriba).
La fisura inferior, también horizontal, es de un tamaño más pequeño, de escasos 7 mm y, al igual que la
anterior, no tiene canto vivo ni deja ver el hueso esponjoso a través de ella (fig. 6, porción inferior).
Este segundo hundimiento, enmarcado por estas dos fisuras horizontales, es de tan sólo 0,7 mm en su
parte más honda con respecto a la superficie de hueso normal circundante. Como en el anterior hundimiento,
no hay correspondencia con fisuras ni hundimientos en la cara cerebral, interna o capa vítrea, del hueso
frontal que se estudia.
Fig. 5. Encabalgamiento de las dos porciones óseas que
forman la fisura del seno y la línea de fractura en forma
de hendidura o fisura vertical. Indicado por la flecha.
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Fig. 6. Hendiduras o líneas de fractura, superior e inferior,
horizontales.
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Evidencias de traumatismos craneales en la población cristiana de Gandía
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El diagnóstico, por tanto: 1) dos hundimientos de la tabla externa tan solo de la parte derecha del hueso
frontal y tres fracturas-fisuras, a consecuencia de estos hundimientos, de la capa externa ósea; 2) fractura
del techo del seno frontal derecho por el hundimiento de la tabla externa y encabalgamiento de su borde
con la porción de hueso circundante.
Respecto a la causa, por el tamaño, la falta de comunicación y la integridad ósea de la parte craneal
del frontal, cara interna o vítrea, se puede asegurar que las lesiones fueron ocasionadas por contusiones,
afectando una de ellas al techo de la cavidad del seno frontal.
5. DISCUSIÓN
El hueso craneal es un hueso plano, cuya sorprendente resistencia le viene dada por su estructura: entre
dos capas finas de hueso compacto existe una capa de hueso trabecular esponjoso, a manera de estructura
reticular de panal de abejas usada en la construcción de puertas. Pesa poco y es muy resistente, amortiguando
mucho los traumatismos disipando su fuerza. En su parte anterior están inmersas las cavidades de los senos
frontales, a expensas de este hueso esponjoso, como muestran los libros de anatomía (Testut y Latarjet,
1971; White, 200). En el caso analizado no hay duda de este amortiguamiento, estando la lámina ósea vítrea
subyacente íntegra en los dos puntos de lesión.
No son fáciles de ver estas fracturas pues en un fragmento óseo las fisuras provocadas por el
hundimiento pueden se achacadas en un primer momento a deterioro post mortem. El hundimiento, por
otra parte, no es bien visible si no se fija el investigador mucho, después de pasar el dedo por encima y
notar que hay un desnivel.
Según lo visto, hay pocas dudas sobre el diagnóstico original acerca de esta pieza una vez localizados
los defectos. El individuo cuyo hueso frontal se estudia sufrió en vida dos traumatismos contiguos craneales
en forma de fractura-hundimiento de la tabla o capa externa craneal, con fracturas en forma de fisuras, como
consecuencia del hundimiento de la capa externa. Por esto mismo, se puede calificar los traumatismos que
las originaron como contusiones craneales relativamente leves, al no quedar afectado el interior de la caja
craneal (la capa interna subyacente está íntegra).
Las contusiones fueron hechas en vida y hubo supervivencia. Esto se pone de manifiesto por la ausencia
de astillamiento, el reborde engrosado de las fisuras y el no haber tejido esponjoso al descubierto en ninguna
de ellas. Estos detalles son característicos de una cicatrización ósea con sus procesos de reabsorción y
neoformación de hueso que exigen su tiempo, indicando que hubo supervivencia después de ocurridos los
traumatismos (Lacroix, 1972; Steinbock, 1976).
Un caso claro de fisuración y hundimiento, si bien parece un poco más pequeño que los aquí
mostrados, lo ofrece la lesión A del cráneo de la Cova de les Llometes, de Alcoy, estudiado por
Campillo (1977, 2000).
La morfología de las fisuras indica una secuencia temporal a la hora de producirse estos traumatismos.
La fisura horizontal superior, la fractura de la tabla externa, corta a la fisura longitudinal más grande pero no
continúa al otro lado, poniendo de relieve que la superficie más grande, la que tiene la fisura longitudinal,
más profunda, ya estaba hundida cuando se produjo el hundimiento enmarcado por esa fisura horizontal
superior y la horizontal inferior mas pequeña.
El techo de la cavidad del seno frontal ha sufrido, como consecuencia del primer traumatismo, el que
originó la fisura longitudinal, una fractura de su techo, habiendo una correspondencia entre el trazo final de
la fisura longitudinal externa y el trazo en forma de grieta longitudinal del techo del seno frontal (fig. 5).
En ningún caso se pone la cavidad sinusal en comunicación con la caja cerebral, tampoco hay fractura de
la capa ósea interna, o tabla interna.
El hundimiento representado por la fisura vertical (fig. 3), se solapa con la porción del hueso contiguo,
menos hundido (fig. 4).
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No puede confundirse estas depresiones con las fracturas craneales llamadas fracturas en pelota de
celuloide, ya que no hay abombamiento de la capa interna de la bóveda craneal y el aspecto externo no
parece, ni de lejos, de depresión de tipo esférico (Campillo, 2000).
6. CONCLUSIONES
Se estudia un fragmento de hueso humano procedente de la fosa-osario (enterramiento secundario) de la
Iglesia de Santa María de Gandía, identificado como una porción del hueso frontal. Comporta tres fisuras,
o roturas, correspondientes a dos hundimientos de la capa externa de la bóveda craneal, de las que la
fisura longitudinal, y hundimiento respectivo, es la primera en realizarse, trayendo como consecuencia un
encabalgamiento de las dos porciones óseas; y otra fisura en techo sinusal derecho, correspondiente con el
trayecto final de la primera fisura-rotura.
El proceso ocurrió en vida del individuo, habiendo supervivencia, reflejada por la remodelación de los
cantos vivos y ausencia de estructuras óseas esponjosas al descubierto. Al no estar afectada la capa craneal,
vítrea o interna, la lesión se atribuye a dos contusiones craneales cuya secuencia se puede establecer, siendo
la enmarcada por las dos fisuras horizontales la segunda en producirse.
BIBLIOGRAFÍA
AUFDERHEIDE, C. y RODRÍGUEZ-MARTÍN, C. (1998): The Cambridge Encyclopedia of Human Paleopathology.
Cambridge University Press, Cambridge, 478 p.
BROTHWELL, D. R. (1987): Desenterrando huesos. Fondo de Cultura Económica, Madrid, 284 p.
CAMPILLO, D. (1978): Paleopatología del cráneo en Cataluña, Valencia y Baleares. Montblanc-Martín,
Barcelona, 630 p.
CAMPILLO, D. (2000): Introducción a la Paleopatología. Bellaterra, Barcelona, 591 p.
DASTUGUE, J. y GERVAIS, V. (1992): Paléopathologie du squelette humaine. Boubée, París, 253 p.
DEMOULIN, F. (1986): “Techniques anthropologiques”. En D. Ferembach, C. Susanne y M. Chamla (eds.): L’Homme,
son évolution, sa diversité. Doin, París, p. 17-43.
LACROIX, M. (1972): Étude médico-légale des pertes de substance de la voûte du crâne. Masson, Lyon, 124 p.
MIQUEL FEUCHT, M. J. (2000): “Identificación genérica y de especie”. En J. D. Villalaín y F. J. Puchalt (dirs.):
Identificación antropológica policial y forense. Tirant Lo Blanch, Valencia, p. 99-111.
OLIVIER, G. (1960): Pratique Anthropologique. Vigot, París, 291 p.
ORTNER, D. J. y PUTSCHAR, W. (1985): Identification of Paleopathological Conditions in Human Skeletal Remains.
Smithsonian Institution Press, Washington.
STEINBOCK, R. T. (1976): Paleopathological diagnosis and interpretation. Ch. C. Thomas, Springfield, Illinois, 423 p.
TESTUT, L. y LATARJET, A. (1971): Tratado de Anatomía Humana. Tomo 1. Salvat, Barcelona, 1198 p.
THILLAUD, P. L. (1996): Paléopathologie Humaine. Sceaux, Kronos, 238 p.
WHITE, T. D. (2000): Human Osteology. Academic Press, San Diego, 2ª ed., 561 p.
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Evidencias de traumatismos craneales
en la población cristiana de Gandía (Valencia)
RESUMEN: Se estudia un fragmento óseo procedente de la fosa común de la Iglesia de Santa María,
de la ciudad de Gandía, datado entre los siglos XV y XVII. El fragmento pertenece a un hueso frontal
que muestra dos fracturas adyacentes con hundimiento. Una de ellas afecta al techo del seno frontal. Se
aprecia superposición de los bordes de los fragmentos y sus características demuestran la existencia de
supervivencia y evidencian un orden secuencial de las dos fracturas.
PALABRAS CLAVE: cráneo, hueso frontal, fractura, seno frontal.
Evidences of cranial traumatism in the christian population
of Gandía (Valencia, Spain)
ABSTRACT: We have studied an osseus fragment from the common grave of the church Santa María, of
Gandía (Valencia, Spain), that was dated between XV and XVII centuries. The fragment belongs to a frontal
bone that shows in its right portion two adjacent fractures with collapse. One of them affects to the roof
of the frontal sinus. There are superposition of the fragments borders and their characteristics prove the
existence of survival and evidence a sequential order of the two fractures.
KEY WORDS: cranium, frontal bone, fracture, frontal sinus.
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b
Servei Valencià de Salut. P.A.C. Massamagrell.
francisco.puchalt@uv.es
Servei Valencià de Salut.
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Recibido: 15/01/2014. Aceptado: 06/05/2014.
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1. INTRODUCCIÓN
Se lamentaba el poeta: “De todos aquellos que llegaron a la puerta de la oscuridad y pasaron al
otro lado, ninguno volvió para decirnos el camino que hay que recorrer para encontrarla”. Esto es
intrínsecamente cierto, es un camino personal, propio de cada uno, con sus aciertos y errores. Pero a
lo largo de ese camino se van dejando huellas que permiten deducir no la dirección, pero sí como ha
sido este viaje.
Los restos esqueléticos y las huellas de traumatismos y enfermedades que sobre ellos encontramos
nos permiten una reconstrucción de cómo ha sido la existencia que sus poseedores en vida han llevado.
Poseedores que han sido los auténticos protagonistas de la Historia pues no son citados por ella pero sí la
han llevado a cabo viviendo y sufriendo, riendo y muriendo, en definitiva protagonizándola. Un cuidadoso
estudio aplicando los rigurosos métodos anatómicos y paleopatológicos así lo permite.
La pieza cuyo estudio se expone a continuación es una pieza esquelética proveniente del fossar de la
Iglesia de Santa María, en la ciudad de Gandía. Los restos y objetos acompañantes indicaron a los servicios
de arqueología que la datación de los mismos abarca desde el siglo XV al XVII de nuestra era.
2. MATERIAL Y MÉTODOS DE ESTUDIO
Para el estudio se usaron herramientas de medición de precisión con el cuidado adecuado a la fragilidad
de la pieza y al tamaño de los accidentes medibles (Olivier, 1960; Demoulin, 1986). Se utilizó también
un aparato de fotografía digital con capacidad de macrofotografía, para la documentación gráfica. La
metodología seguida es la clásica dentro de los estudios de restos esqueléticos:
- Determinación del sitio del hallazgo y tipo de enterramiento (Brothwell, 1987).
- Diagnóstico de especie, a partir de las características morfológicas y de textura de la pieza ósea a estudio,
para discriminar entre hueso animal y hueso humano (Miquel Feucht, 2000).
- Identificación de la pieza de acuerdo con las características morfológicas, con ayuda de atlas y guías
anatómicas de precisión (Testut y Latarjet, 1971; White, 2000).
- Mediciones de la pieza y de las alteraciones observadas, efectuadas con calibre de precisión (Brothwell,
1987).
- Documentación gráfica de la pieza por todos sus lados, usando una cámara digital de fotografía tanto para
la toma de imágenes generales como de los detalles a tener en cuenta.
- Descripción de las alteraciones observadas.
- Diagnóstico de las lesiones. Para el estudio y posible diagnóstico de las huellas de enfermar y traumatismos
varios se usaron las guías y libros más relevantes sobre paleopatología existentes, después de un buen estudio
anatómico, y básico, de la pieza objeto de interés (Steinbock, 1976; Campillo, 1977, 2000; Brothwell, 1987;
Thillaud, 1996; Aufderheide y Rodríguez-Martín, 1998).
3. RESULTADOS
Como se ha indicado, la pieza objeto de estudio proviene de la fosa-osario de la Iglesia de Santa María de
Gandía, de un enterramiento, por tanto, secundario. Las características de lisura y consistencia ponen de
relieve que es una pieza esquelética humana correspondiente a un sujeto de edad adulta.
La morfología revela que es un fragmento de hueso frontal, de forma cuadrada, más estrecho por su lado
izquierdo que por el derecho, formado por un tercio del hemifrontal izquierdo y la mitad del hemifrontal
derecho. Su borde anterior abarca la raíz del hueso frontal, poniendo al descubierto, por deterioro, la cavidad
del seno frontal derecho, permitiendo ver su interior. Sus dimensiones son:
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- 84 mm por su parte posterior.
- 66 mm por su parte anterior.
- 75 mm por su parte derecha.
- 78 mm por su parte izquierda.
4. HALLAZGOS PATOLÓGICOS
La superficie interna de la pieza ósea estudiada, llamada vítrea o tabla interna, es una superficie lisa, sin
más irregularidades ni relieves que las debidas a las inserciones de las menínges o cubiertas cerebrales en
forma de cresta longitudinal sagital y oquedad a mitad altura, correspondiendo a la que deja un corpúsculo
de Paccioni, proceso nada patológico (fig. 1).
La superficie externa, también llamada tabla externa (fig. 2), presenta una serie de hendiduras en la parte
derecha ósea anterior (parte derecha de la frente). En una proyección más aumentada se puede apreciar,
primeramente, un escalón relativamente grande, con trayecto de rotura en forma de fisura y a modo de
borde longitudinal, con hundimiento de la capa externa del hueso frontal a la izquierda de esa línea (según
vemos la imagen a la derecha nuestra), sin correspondencia alguna en la cara interna o capa vítrea. Este
hundimiento es de hasta 1,2 mm de desnivel en su porción más profunda (fig. 3) con respecto al hueso
normal de alrededor.
El reborde o fisura mide 18 mm de longitud. Es de borde engrosado, no cortante, cerrándose la unión
de los dos lados de la fisura con más tejido óseo y formándose también un reborde de hueso grueso sobre
el lado de la fisura más elevado correspondiente a la porción ósea menos hundida. No hay correspondencia
alguna con fisuras o hundimientos en la capa cerebral, interna o vítrea, del hueso frontal estudiado.
En la cavidad del seno frontal derecho se observa una fisura del techo del seno que se corresponde con
la porción final de la línea de fractura craneal acabada de describir (fig. 4).
Visto de frente el orificio de la cavidad sinusal, se aprecia como un escalón consecuencia de la
superposición del fragmento de hueso más hundido con el contiguo (fig. 5), coincidente con la fisura que se
veía en el techo de la cavidad del seno frontal.
Fig. 1. Pieza craneal vista por su cara interna, o cara
endocraneal.
Fig. 2. Pieza craneal vista por su cara externa. En la
porción inferior izquierda de la fotografía se observan
las líneas de fractura.
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Fig. 3. Línea, o fisura, de fractura vertical.
Fig. 4. Fisura del techo del seno frontal derecho. La flecha
indica el trazo.
Hay otra porción de la tabla externa hundida, sin correspondencia con alteraciones de la capa cerebral,
interna o capa vítrea de la pieza. Está enmarcada por dos líneas de rotura horizontales que no dejan ver
nada de la capa esponjosa del hueso. El borde superior, en forma de fisura –arriba descrita–, alcanza el
reborde longitudinal del hundimiento más grande a mitad trayecto, rompiéndolo pero sin continuidad al
otro lado. Es de 9 mm de longitud y no tiene un canto vivo o afilado. No se ve hueso esponjoso en su
fondo (fig. 6, arriba).
La fisura inferior, también horizontal, es de un tamaño más pequeño, de escasos 7 mm y, al igual que la
anterior, no tiene canto vivo ni deja ver el hueso esponjoso a través de ella (fig. 6, porción inferior).
Este segundo hundimiento, enmarcado por estas dos fisuras horizontales, es de tan sólo 0,7 mm en su
parte más honda con respecto a la superficie de hueso normal circundante. Como en el anterior hundimiento,
no hay correspondencia con fisuras ni hundimientos en la cara cerebral, interna o capa vítrea, del hueso
frontal que se estudia.
Fig. 5. Encabalgamiento de las dos porciones óseas que
forman la fisura del seno y la línea de fractura en forma
de hendidura o fisura vertical. Indicado por la flecha.
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Fig. 6. Hendiduras o líneas de fractura, superior e inferior,
horizontales.
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El diagnóstico, por tanto: 1) dos hundimientos de la tabla externa tan solo de la parte derecha del hueso
frontal y tres fracturas-fisuras, a consecuencia de estos hundimientos, de la capa externa ósea; 2) fractura
del techo del seno frontal derecho por el hundimiento de la tabla externa y encabalgamiento de su borde
con la porción de hueso circundante.
Respecto a la causa, por el tamaño, la falta de comunicación y la integridad ósea de la parte craneal
del frontal, cara interna o vítrea, se puede asegurar que las lesiones fueron ocasionadas por contusiones,
afectando una de ellas al techo de la cavidad del seno frontal.
5. DISCUSIÓN
El hueso craneal es un hueso plano, cuya sorprendente resistencia le viene dada por su estructura: entre
dos capas finas de hueso compacto existe una capa de hueso trabecular esponjoso, a manera de estructura
reticular de panal de abejas usada en la construcción de puertas. Pesa poco y es muy resistente, amortiguando
mucho los traumatismos disipando su fuerza. En su parte anterior están inmersas las cavidades de los senos
frontales, a expensas de este hueso esponjoso, como muestran los libros de anatomía (Testut y Latarjet,
1971; White, 200). En el caso analizado no hay duda de este amortiguamiento, estando la lámina ósea vítrea
subyacente íntegra en los dos puntos de lesión.
No son fáciles de ver estas fracturas pues en un fragmento óseo las fisuras provocadas por el
hundimiento pueden se achacadas en un primer momento a deterioro post mortem. El hundimiento, por
otra parte, no es bien visible si no se fija el investigador mucho, después de pasar el dedo por encima y
notar que hay un desnivel.
Según lo visto, hay pocas dudas sobre el diagnóstico original acerca de esta pieza una vez localizados
los defectos. El individuo cuyo hueso frontal se estudia sufrió en vida dos traumatismos contiguos craneales
en forma de fractura-hundimiento de la tabla o capa externa craneal, con fracturas en forma de fisuras, como
consecuencia del hundimiento de la capa externa. Por esto mismo, se puede calificar los traumatismos que
las originaron como contusiones craneales relativamente leves, al no quedar afectado el interior de la caja
craneal (la capa interna subyacente está íntegra).
Las contusiones fueron hechas en vida y hubo supervivencia. Esto se pone de manifiesto por la ausencia
de astillamiento, el reborde engrosado de las fisuras y el no haber tejido esponjoso al descubierto en ninguna
de ellas. Estos detalles son característicos de una cicatrización ósea con sus procesos de reabsorción y
neoformación de hueso que exigen su tiempo, indicando que hubo supervivencia después de ocurridos los
traumatismos (Lacroix, 1972; Steinbock, 1976).
Un caso claro de fisuración y hundimiento, si bien parece un poco más pequeño que los aquí
mostrados, lo ofrece la lesión A del cráneo de la Cova de les Llometes, de Alcoy, estudiado por
Campillo (1977, 2000).
La morfología de las fisuras indica una secuencia temporal a la hora de producirse estos traumatismos.
La fisura horizontal superior, la fractura de la tabla externa, corta a la fisura longitudinal más grande pero no
continúa al otro lado, poniendo de relieve que la superficie más grande, la que tiene la fisura longitudinal,
más profunda, ya estaba hundida cuando se produjo el hundimiento enmarcado por esa fisura horizontal
superior y la horizontal inferior mas pequeña.
El techo de la cavidad del seno frontal ha sufrido, como consecuencia del primer traumatismo, el que
originó la fisura longitudinal, una fractura de su techo, habiendo una correspondencia entre el trazo final de
la fisura longitudinal externa y el trazo en forma de grieta longitudinal del techo del seno frontal (fig. 5).
En ningún caso se pone la cavidad sinusal en comunicación con la caja cerebral, tampoco hay fractura de
la capa ósea interna, o tabla interna.
El hundimiento representado por la fisura vertical (fig. 3), se solapa con la porción del hueso contiguo,
menos hundido (fig. 4).
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No puede confundirse estas depresiones con las fracturas craneales llamadas fracturas en pelota de
celuloide, ya que no hay abombamiento de la capa interna de la bóveda craneal y el aspecto externo no
parece, ni de lejos, de depresión de tipo esférico (Campillo, 2000).
6. CONCLUSIONES
Se estudia un fragmento de hueso humano procedente de la fosa-osario (enterramiento secundario) de la
Iglesia de Santa María de Gandía, identificado como una porción del hueso frontal. Comporta tres fisuras,
o roturas, correspondientes a dos hundimientos de la capa externa de la bóveda craneal, de las que la
fisura longitudinal, y hundimiento respectivo, es la primera en realizarse, trayendo como consecuencia un
encabalgamiento de las dos porciones óseas; y otra fisura en techo sinusal derecho, correspondiente con el
trayecto final de la primera fisura-rotura.
El proceso ocurrió en vida del individuo, habiendo supervivencia, reflejada por la remodelación de los
cantos vivos y ausencia de estructuras óseas esponjosas al descubierto. Al no estar afectada la capa craneal,
vítrea o interna, la lesión se atribuye a dos contusiones craneales cuya secuencia se puede establecer, siendo
la enmarcada por las dos fisuras horizontales la segunda en producirse.
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APL XXX, 2014
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