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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXIX, Valencia, 2012, p. 157-186
Norberto MESADO OLIVER a
Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
RESUMEN: En el presente artículo se listan cuantos petroglifos hojiformes hemos encontrado, reflexionando
sobre su función, significado y cronología dado que, recientemente, algunos investigadores los vinculan a la
obtención del aceite de enebro para una farmacopea rural que habría alcanzado el siglo XX.
PALABRAS CLAVE: Petroglifo, inscultura, hojiforme, esoterismo, Hierro I.
Über die blattförmigen Einschriften
ZUSAMMENFASSUNG: In diesem Artikel werden alle aufgefundenen blattförmigen Petroglyphen aufgelistet,
über deren Funktion, Bedeutung und Chonologie reflektiert wird, da manche Wissenschaftler sie neuerdings mit
der Gervinnung von Wacholderöl für das ländliche Arzneiwissen in Verbindung bringen, die das 20.Jahrhundert
erreicht habe.
SCHLÜSSELWÖRTER: Petroglyph, Steineingravierung, blattförmig, Esoterik, Eisenzeit I.
a Avda. Llombai, s/n (junto a Instituto); 12530 Burriana (Castellón).
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N. Mesado Oliver
En la investigación arqueológica hay temas que, sin duda, parecen una discriminación y
si alguien se ocupa de ellos es considerado con cierta prevención, como si se tratase de
algo poco serio [...]. Uno de ellos es la cuestión de las insculturas, sobre todo cuando éstas
presentan su forma más elemental de simples cúpulas o cazoletas excavadas en la piedra.
Pascual Guasch (1988: 445)
Últimamente han sido cuestionados aquellos grabados que denominamos, por su parecido con la estructura
de una hoja, hojiformes; o en el caso de tener abierta la parte superior del supuesto limbo, ramiformes; o
corniformes cuando se asemejan más a las defensas de los cérvidos. Manifestación rupestre que venimos
ubicando su nacimiento, salvo casos, en la Prehistoria. Conjunto de esculpidos (para nosotros y otros muchos)
de carácter arcano, cuyo uso pudo haber alcanzado la Alta Edad Media. Gusi, Barrachina y Aguilella (2010:
257-278) aseguran que estos grabados (que denominan “ramiformes” pese al gran parecido, cuando tiene
su perímetro o “limbo” cerrado, con las hojas vegetales) sirvieron para la destilación del aceite de enebro:
“Los testimonios orales de personas ligadas al mundo rural que testimonian su uso como hornos para la
obtención de aceite de enebro, así lo aconsejan” (ibíd.: 267). Hecho de la etnología pastoril que, a la par,
avalan Guillem Calatayud y Martínez Valle: “...los motivos grabados que presentan una estructura similar [a
la de los hojiformes] y se han considerado como prehistóricos deberán ser revisados...”, puesto que igualmente
los relacionarán con aquella destilación vegetal (Guillem Calatayud y Martínez Valle, 2009).1 Aunque ya
insistimos en estos motivos (Mesado et al., 2008: 201-205), volvemos con ellos dado el número de los
últimamente hallados, puesto que aunándolos podemos discernir con una mayor objetividad, o cuanto menos
acercarnos a su significado y función.
Jordán Montes, al referirse a la inscultura nº 9 del Tolmo de Minateda, anota: “...el dibujo arboriforme,
el que consideramos en su día como prensa nº 9, ha podido pasar por varias fases. En efecto, si durante la
prehistoria pudo haber sido labrado como auténtico petroglifo, con la ocupación del cerro del Tolmo por parte
de los íberos y más tarde por los romanos y visigodos, el extraño dibujo, descontextualizado en el espacio e
incomprensible para los nuevos pobladores, pudo reconvertirse en una útil prensa...” (Jordán, 2001: 13).
Veamos, por ello, un breve inventario de los “hojiformes” hallados en el septentrión castellonense, con
alguna incursión en el Bajo Aragón más cercano; así como otras insculturas estudiadas recientemente por los
investigadores precitados. Tras este pequeño corpus, afianzaremos, más si cabe, aquella opinión que venimos
defendiendo; si bien, compartimos lo anotado por Montes: que algunos de tales grabados, descontextualizados
con el devenir del tiempo, hayan sido utilizados con otros fines; pero, en su conjunto, de haber sido plataformas
para destilar el enebro sus basamentos perimetrales habrían amontonado, con toda seguridad, carbón; y, todos
ellos, sobre las planacaras de las rocas y alrededor de los grabados habrían presentado, cuanto menos, signos
evidentes de las hogueras (termoclastos por combustión) para aquella exudación o destilación vegetal.
COMPENDIO
La relación de hojiformes, con su bibliografía, es la siguiente: I/II.- Penyagolosa. III.- La Estrella. IV.- Loma
del Cañuelo. V.- Torre de la Casalta. VI/VII.- Mas de Montón. VIII.- Garabaya. IX.- La Cogonda (conjunto
este, I a IX, publicado por Mesado y Viciano, 1994). IX bis.- La Cogonda (Mesado y Rufino, 2009; Mesado
et al., 2010). X.- La Beltrana (Mesado y Rufino, 2007, 2009; Mesado et al., 2008). XI/XII.- El Sérvol.
XIII.- Barranco del Volante (publicados los tres últimos por Mesado, Rivero y Ramos, 2009 y Mesado et al.,
2010). XIV.- Barranco de las Salinas (Mesado y Rufino, 2009; Mesado et al., 2010). XV.- Las Casicas. XVI/
XVIII.- Fuente de la Hoya. XIX/XXII.- Partida del Plano (publicados los ocho últimos por Gusi, Barrachina
y Aguilella, 2010). XXIII.- Villar de Tejas de Xelva y “La roca de l’oli de ginebre” (Guillem Calatayud y
Martínez Valle, 2009).
1 Damos las gracias a ambos amigos por habernos prestado tal estudio con anterioridad a su publicación en la revista Saguntum-PLAV,
n.º 41.
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I/II. Penyagolosa
Término del municipio de Vistabella (l’Alcalatén). Sus dos unidades, sobre areniscas e inmediatas (las
plataformas que los contienen distan 90 cm), se ubican al pie del denudado pico de Penyagolosa (1.814
m.s.n.m.), y en el linde superior del bosque de pinos, a unos 150 m del Mas de la Cambreta.
Plataforma I (fig. 1): Es la más oriental. El eje máximo de la arenisca que lo comporta, con dirección N-S,
alcanza los 2,10 m y su anchura 1,15 m. El campo grabado, con igual eje, tiene una altura de 61 cm por 45 de
ancho, y el canalillo de drenaje, que vierte en el extremo N de la roca, mide 40 cm.
Plataforma II (fig. 2): Su eje N-S alcanza los 3,10 m, siendo la anchura de la arenisca de 1,00 m. El
grabado, semejante al de la plataforma I (aunque con más divisiones en su campo rediforme por ensanche
posterior), mide de alto 1,09 m y de ancho 52 cm. Drena también por su costado N.
III. La Estrella
Término del municipio de Mosqueruela, Teruel, contiguo al castellonense de Vistabella. A 3 km del ermitorio
y caserío de La Estrella.2 Aguas arriba y junto al propio cauce del Riu Sec, daremos con la “Cueva del Monj”.
Se trata de una estirada balma repleta de grabados de dilatada cronología, alguno de ellos a varios metros de
altura, que fue refugio eremítico. Si ascendemos, tras rebasar la Plataforma I (con una constelación estelar), y
alcanzamos la carena de la loma, a unos 120 m de elevación sobre la cañada, entre los límites de las masadas
de la Cueva del Rubio y de la Cuesta, encontraremos el hojiforme más enigmático, y a su vez expresivo, de
este conjunto de insculturas en hoja, ahora ubicado sobre una arenisca a ras del suelo (fig. 3).
Sobre esta planacara, que apenas sobresale por el SE 35 cm del suelo, y junto a su linde NE (desprecia,
pues, como hacen la mayoría de los hojiformes la centralización de estas superficies), daremos con esta
inscultura de contorno circular. Su ancho alcanza los 165 cm, presentando en su centro una ligera cubeta
natural (gnamma) de unos 40 cm de diámetro, a la cual vierten, por su costado N, tres canalillos incisos que
presentan ramificaciones crecientes en V. De este seno central parte el canalillo que, a la vez, recoge nuevos
surcos angulados vertiendo por el SSE (“pecíolo” de la hoja) por una regata de apenas 15 cm de curso. La
novedad, puesto que no la poseen el resto de las rocas insculturadas, estriba en los dos circulillos que en
su campo presenta el hojiforme cerca del nacimiento del pecíolo, el menor con un diámetro de 13 cm y su
contiguo de 17 cm, ambos surcados por los desagües de drenaje.
IV. Loma del Cañuelo
En término del municipio de Zucaina (Alt Millars) y junto a la pista de la masía del Cañuelo, a su NO y tras
un recorrido de unos 300 m advertiremos otra inscultura en hoja (fig. 4).
Sobre una plataforma muy baja, de 11,30 m de longitud, tendremos en su extremo SO un petroglifoide
casi circular, que mide 120 cm del alto por 106 de ancho. En su campo, tres canales que se inician con sendas
pocetas circulares (cuyos diámetros miden 17, 18 y 22 cm), van a unirse en la base de la hoja derramando por
un apéndice de 15 cm de recorrido. El eje mayor del grabado discurre de E a O.
V. Torre de la Casalta
Se encuentra a 3 km de Zucaina (Alt Millars), por la carretera de Cortes, cerca de la masía de Chirivilla y a los
pies del monte Torre de la Casalta.
2 Se trata de un menudo caserío cuya bella plazoleta conserva en sus fachadas trampantojos de arquitecturas, cortinajes y querubes,
que debería por el Patrimonio Cultural de Aragón ser tenida en cuenta dado que uno de los imafrontes de las casas que la conforman
ha sido “despellejado” para dejar visto el pedregal que lo conforma. Una irrespetuosa moda que, por doquier, está dañando nuestro
Patrimonio.
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Fig. 1. Vistabella. Penyagolosa,
plataforma I.
Fig. 4. Zucaina. Loma del Cañuelo.
Fig. 7. Zucaina. Mas de Montón,
plataforma II.
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Fig. 2. Vistabella. Penyagolosa,
plataforma II.
Fig. 5. Zucaina. Torre de la Casalta,
plataforma I.
Fig. 8. Manzanera. Hojiforme
en el monte Garabaya.
Fig. 3. Mosqueruela. La Estrella,
plataforma II.
Fig. 6. Zucaina. Mas de Montón,
plataforma I.
Fig. 9. Cirat. Petroglifo
de La Cogonda.
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Sobre otra arenisca, daremos con un hojiforme elipsoidal (fig. 5), de 98 cm de alto por 86 de ancho, cuyo
campo está drenado por 6 surcos en V cuyos vértices vierten en el canal central (nervio medio en las hojas)
desembocando, por una regata (el pecíolo) de 20 cm, en el perímetro S de la planacara.
VI/VII. Mas de Montón
Desde Zucaina tomaremos ahora la pista del Mas de Montón, que alcanzaremos tras un recorrido de 5 km.
Plataforma I (fig. 6): A 50 m al N de la masía, en el interior de un bosquecillo de carrascas y pinos, sobre
arenisca, tendremos otro hojiforme de tendencia circular cuyo campo está surcado, de E a O, por tres canales
irregulares. Los dos centrales, más anchos, son casi paralelos; y el tercero, junto al extremo derecho del campo
o limbo de la hoja, oblicuo. Mide 90 cm de ancho por 1,00 m de altura total. Drena en su lado E por un surco
de 10 cm.
Plataforma II (fig. 7): A unos 200 m al NO de la masía, en el interior de un bosque de pinos, sobre una
arenisca que alcanza los 2,50 m de longitud, existe otro hojiforme (ahora muy erosionado) en forma de hojuela
de culantrillo de pozo. Apenas se advierten en su campo, por la degradación, los canales de derrame. Su ancho
máximo es de 1,40 m y su altura total de 1,00 m. Drena por un surco de 12 cm en la cara S de la roca.
VIII. Garabaya
Se trata de un monte que por el lado NO delimita la población turolense de Manzanera.3 Este grabado, casi
circular, está sobre la propia carena del monte (fig. 8 y lám. I), utilizando una plataforma caliza de unos 40 cm
de grosor que presenta, como todo el crestón, una inclinación de 18º posiblemente debida a los movimientos
Alpinos, grabado circular que se encuentra a unos 60 m de la cota máxima del cerro, de 996 m.s.n.m. Su
diámetro horizontal es de 80 cm, y el vertical de 87 cm. El canal de drenaje (una vez más, simple continuación
del eje o nervio central) tiene un recorrido de 25 cm, por lo que la altura total del hojiforme alcanza 1,12 m.
El costado N de la inscultura casi roza el extremo o canto natural de la caliza. En su campo, dos sencillas
incisiones simétricas, oblicuas, con nacimiento en el perímetro del grabado, convergen en el centro del
canalillo de drenaje de la hoja. Vierte en el linde S de la caliza.
Lám I. Manzanera (Teruel). Ubicación del hojiforme en el monte Garabaya.
3 Como simple curiosidad advertimos que, en vascuence, la palabra gara significa “somos”, y garaia indica: primacía, alto, supremo;
e igualmente “granero”. También ibaia es “río”. Garaibaia pudiera traducirse, pues, por “río alto”. Junto a Manzanera discurre el río
(de Manzanera y Albentosa) que vierte en las cercanías de Sarrión, Teruel, en el Mijares o Millars; entrando en tierras castellonenses
(comarca del Alto Mijares) por el Caserío de La Monzona. Gara también denomina a determinadas raíces de algunas plantas (Gentileza
de Sara Zufiaurre Niño).
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IX. La Cogonda
Topónimo de una gran cavidad perteneciente al término de Cirat (Alt Millars), que colinda con el camino arriero
de La Jara Macil, el cual bordea el arroyo de la Cueva-Honda. Tras alcanzar por este vial la asolada masía
de la Cueva-Honda, tendremos a 36 m la boca de la caverna, de formación tectónica y recorrido laberíntico.
La gran sala de su entrada fue usada para la estabulación del ganado procedente, por lo general, del Bajo
Aragón durante las trashumancias. Es en ella, en su costado izquierdo y sobre un gran bloque desprendido
de la bóveda, en donde encontramos este grabado que, aunque lo incluimos por su misma función primaria
dentro de los “hojiformes”, tiene la particularidad (como ocurre con otros dos de esta misma comarca del Alto
Mijares) de quedar abierto por el extremo opuesto al del canal de vertido (fig. 9). Por ello su forma se acerca
más a la de los “ramiformes”, y en este caso concreto al de la cornamenta de los cérvidos o “corniformes”.
La roca caliza (su planacara) mide de eje (NO-SE) 3,00 m, siendo la altura máxima de 95 cm. En ella, y
en su costado S (vuelve a despreciar, pues, el centro) hallaremos esta inscultura, una de las más perfectas que
conocemos pues los capaces surcos o canales, pese a la dureza de la piedra, fueron erosionados con abrasivos
para su lisura. El ancho del grabado llega a los 86 cm y su altura a los 82 cm, siendo el recorrido del canal de
drenaje (el cual derrama en la cara O del la caliza) de 46 cm, lo que dará al grabado una altura total de 128
cm. La roca, ya esculpida, fue alterada o dislocada por el desplome de otra, por lo que se encuentra rota en
tres pedazos que cambiaron la inclinación del sector insculturado, produciendo la desunión o rotura de las
puntas superiores del ramiforme (o candiles si pensamos en las defensas de los cérvidos). Como los grabados
precedentes, no presenta signos de termoclastos por fuego ni el techo de la caverna (en este punto bajo)
hollines propios de las hogueras. La arqueología de la cavidad destaca por sus cerámicas pertenecientes al
Hierro I.
X. La Beltrana
Se halla en término de Vistabella del Maestrat (comarca de l’Alcalatén), cerca del santuario de Sant Joan (pies
de Penyagolosa) en un paraje denominado popularmente La Beltrana. Se trata de una litoarenisca en cuya
planacara aparece insculturado un hojiforme/periforme centrado por una simple regata que, de S a N, continúa
por el pecíolo de drenaje hasta alcanzar el borde de la roca, el cual rasa con el humus de la vallada (fig. 10).
Su ancho es de 96 cm, mientras que la altura del campo (eje N-S) llega a los 105 cm y el canal o limbo del
hojiforme a los 45 cm. Tampoco presenta indicios de haber comportado fuego.
Como todos los que venimos reseñando, las superficies de las rocas, mayormente areniscas suavemente
cóncavas, presentan una señalada inclinación que favorece el derrame o drenaje a cualquier líquido que se
vierta o recoja en la superficie esculturada.
XI/XII. El Sérvol (Cérvol / Cervol)
Se trata de un monte del término de Santa Magdalena de Polpís (el Baix Maestrat), cuya base, por su costado
S, vierte el barranco de la Rambla del Mas. Aquí existen dos grabados hojiformes en una cota de 266 m, sobre
la carena del propio Sérvol, con monte bajo, que asciende a la cumbre que alcanza los 292 m.s.n.m. De nuevo,
sobre plataformas calizas muy bajas y con una separación de 4 m tendremos las insculturas que denominamos
“A” y “B”.
Hojiforme A (fig. 11): Se halla sobre una laja caliza de unos 15 cm de grosor, la cual presenta un buzamiento
de 10º (el propio de la estratificación de la montaña) hacia el S. La planacara tiene un eje máximo (E-O) de
2,60 m. El grabado se hizo hacia el costado O a 20 cm de su borde; a 68 del perfil derecho de la losa; y a sólo 11
cm de su flanco N. Tiene una anchura de 80 cm, alcanzando los 110 cm de altura total. Difiere de los estudiados
en que el campo (el supuesto limbo de la hoja) no lo surcan nervios angulados, sino que está conformado por
el aditamento de varios circuloides globosos (claras rectificaciones) que lo iban agrandando hasta llegar a
alcanzar los 80 cm, anchura de una mayoría de estas insculturas. Con el ensanche mayor, y en su lado derecho,
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se llegó a rozar un bache de erosión, por lo que en su base tuvo que labrarse un canalillo para reconducir el
líquido hacia la cupulilla o vaso receptor, cuyo diámetro es de 12 cm y su profundidad de 5 cm, indicándonos
la escasa cantidad de líquido que se podía recoger: unos 323 centímetros cúbicos; aunque seguro que la precisa
para una práctica que creemos ritual. Su eje central, una vez más, señala el N., por lo que drena por el S.
Hojiforme B (fig. 12): Laja caliza, a la izquierda de la anterior, de unos 20 cm de potencia. Posee hacia
su centro otro hojiforme, orientado igualmente al N, ahora sin concavidad natural alguna. Su sencillez es
extrema, ya que grabado el perímetro, casi circular y de nuevo alcanzando los 80 cm de diámetro, se le hizo
dos regatillos en “V”, cortada en su mitad por el canal o nervio central de la hoja. El canalillo de derrame o
drenaje llega a los 32 cm, vertiendo en otra cubeta ubicada en el S (que, como la precedente, delata en sus
paredes un repicado blanquecino, compacto) a sólo 5 cm del costado de la planacara caliza, alcanzando un
diámetro de 15 cm y una profundidad de 5 cm. Su contenido sería, pues, de unos 400 centímetros cúbicos.
Salvo esta poceta, el resto del grabado es idéntico al del lejano monte turolense de Garabaya.
XIII. Barranco del Volante
Depresión del término de Peníscola. Sobre el propio lecho calizo del arroyo, cerca de la torre vigía del siglo XVI
denominada “Badúm”, a pocos metros del Mediterráneo (por ello su cota es de 20 m.s.n.m.), encontraremos
este menudo petroglifo, el primero de los hallados en nuestra geografía (fig. 13). Lo fue en el año 1968 por V.
Giner (†) y publicado en 1996. Su perímetro es circular, con un diámetro de sólo 35 cm, cortado por un regato
central que vierte en un estirado pecíolo de 51 cm que, a su vez, lo hace en una labrada cubeta de 10 x 13 cm
de embocadura, y 5 de profundidad. La inscultura aparece orientada al O, al igual que el curso del barranco
en este punto. La forma de volante (de coche) pudo haber dado nombre al barranco, por lo que siendo un
topónimo castellano no lo creemos antiguo.
XIV. Barranco de las Salinas
Este “ramiforme”, próximo al de la Cogonda, pero en una cota mucho más baja, también en término de Cirat,
vuelve a encontrarse en el mismo cauce del barranco, ahora sobre una gran roca de rodeno triásico desprendida
de la margen derecha del elevado acantilado, producto de un acusado meandro erosivo (fig. 14). Rambla que
lleva agua durante todos los días del año, desembocando, junto a Cirat, en el Millars. En tiempos pasados era
salobre, por lo que existían salinas, claro origen del topónimo.
La planacara de la roca que lo comporta es de forma cuadrada. Su eje E-O mide 3,00 m y el N-S, 2,40
m. Toda ella aparece muy erosionada, mayormente por el efecto del drenaje del propio río. El eje central del
esculpido lleva la dirección N y mide 1,20 m de alto por 0,90 de ancho, derramando en su extremo S por un
surco de 30 cm. Los canales internos (a modo de rediformes), por la erosión hídrica y exfoliaciones propias de
las superficies de estas areniscas expuestas a la intemperie, apenas se pueden advertir en el costado SO de la
inscultura. El surco perimetral de su flanco E dista del margen de la roca 30 cm. Como todos los anteriormente
citados, no presenta signo alguno de haber comportado hogueras.
Tras el precedente inventario de los “hojiformes” divulgados hasta 2009, han sido dados a conocer por el
Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas de la Diputación de Castellón un conjunto de otros
ocho, descubiertos en la comarca del Alt Millars. Sus “calcos” se reducen a simples líneas, no presentando
orientación magnética (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010). Del mismo modo, y al publicarse un grupo de
8 “cazoletas” con sus canalillos que las alimentan, producto de las prospecciones sistemáticas coordinadas
desde el Instituto de Arte Rupestre en el curso del Barranc de la Valltorta, Tírig, se señala (en dibujo y sin otro
comentario) otro hojiforme encontrado en la pedanía valenciana de Villar de Tejas de Chelva, en La Hoyuela,
comarca de Els Serrans (Guillem Calatayud y Martínez Valle, 2009). Son los siguientes:
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Fig. 10. Vistabella. Hojiforme de
La Beltrana.
Fig. 11. Santa Magdalena. El Cervol,
plataforma I.
Fig. 12. Santa Magdalena. El Cervol,
plataforma II.
Fig. 13. Peníscola. Barranco del
Volante (Según V. Giner).
Fig. 14. Cirat. Barranco Salado.
Fig. 15. Villahermosa del Río. Las
Casicas, soporte 1 (según Gusi et al.).
Fig. 16. Cortes de Arenoso. Fuente la
Hoya, soporte 2 (según Gusi et al.).
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Fig. 17. Cortes de Arenoso.
Fuente la Hoya, soporte 3
(según Gusi et al.).
Fig. 18. Cortes de Arenoso.
Fuente la Hoya, soporte 4
(según Gusi et al.).
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XV. Las Casicas (Villahermosa del Río)
Soporte 1 (fig. 15): Ramiforme “de forma elíptica, con un canal principal al que van a parar otros tres
canalillos. El canal principal termina en el borde de la piedra en un canalillo mucho más profundo que el resto
del trazado... Está inscrito en una roca aislada de arenisca de aspecto rectangular e inclinada hacia el lado en
el que se sitúa el canalillo final... Medidas: 2,30 x 1,85 metros”.4
XVI/XVIII. Fuente de la Hoya (Cortes de Arenoso)
Soporte 2 (fig. 16): Esculpido muy degradado. “Representa una figura ‘ramiforme’ groseramente elíptica, pues
solo conserva visible uno de los lados. Como la anterior, presenta varios canalículos internos de sección en
‘U’... que confluyen en un extremo de la roca donde se encuentra un canal-vertedor... Medidas: 1,20 x 0,85
metros de ancho conservado”.5
Soporte 3 (fig. 17): “Representa un ‘ramiforme’ de forma circular dividido en dos por un canal central a
cuyos lados salen varios canalículos que cubren toda la superficie rocosa... Este soporte se encuentra rodeado
parcialmente por los restos de un murete de piedra en seco, cuya altura conservada actualmente es de 25/30
centímetros... Medidas: 1,65 x 1,45 metros”.6
Soporte 4 (fig. 18): “Representa un ‘ramiforme’ de forma circular con tres canales internos que confluyen
en un punto desde el que salen un canal para el desagüe hasta el borde del grabado, junto al limite del soporte...
Medidas: 2,00 x 1,35 metros”.7
XIX/XXII. Partida del Plano (Cortes de Arenoso)
“Los soportes 5 y 6 se encuentran grabados en una misma losa, cuya longitud alcanza algo más de los seis
metros de longitud” (sic).
Soporte 5 (fig. 19): “Sólo se conservan con claridad dos surcos que delimitan el círculo y el central que se
intuye... Su interior se encuentra intensamente requemado y desconchado por efecto del calor, conservando
en el círculo exterior los restos del basamento de las paredes de barro del horno, con un espesor de nueve
centímetros. Medidas 0,84 x 0,94 metros”.8
Soporte 6 (fig. 20): “Representa una figura ‘ramiforme’ elíptica. Posee un canal central en el que confluyen
diversos canalículos, destacando el grabado de la zona superior que presenta un mayor número de canalillos
que en otros casos. Medidas: 1,00 x 1,37 metros”.9
Soporte 7 (fig. 21): “Su forma [un claro hojiforme] es elíptica y presenta un canal central en donde confluyen
tres canalillos por cada lado. El canal central se prolonga por la parte frontal de la roca más de medio metro
hasta su base. La superficie se halla enrojecida por fuego. Medidas: 14,90 x 0,94 metros”.10
Soporte 8 (fig. 22): “Realizado sobre un soporte rocoso de fuerte inclinación. Tiene forma elíptica muy
marcada en la que se observa el canal central en donde confluyen dos canalículos laterales, uno por cada lado.
Medidas: 1,61 x 0,90 metros”.11
4
5
6
7
8
9
10
11
Medidas que se corresponden con la planacara de la roca.
Medidas que no encajan con las del “calco”.
Medidas que se aproximan a las de la planacara de la roca.
Se corresponderían con las de la planacara de la roca.
Según el “calco” estas medidas se corresponderían con la planacara.
Medidas que parecen responder a la planacara de la roca.
Desconocemos, de no ser una errata, a qué medidas responden.
Según el calco, la altura del grabado alcanza los 2 m, siendo correcta la anchura dada.
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Fig. 19. Cortes de Arenoso. Partida del Plano,
soporte 5 (según Gusi et al.).
Fig. 21. Cortes de Arenoso.
Partida del Plano, soporte 7
(según Gusi et al.).
Fig. 20. Cortes de Arenoso. Partida del
Plano, soporte 6 (según Gusi et al.).
Fig. 22. Cortes de Arenoso.
Partida del Plano, soporte 8
(según Gusi et al.).
Fig. 23 A. Albocàsser. “La roca de l’oli
de ginebre” (según P.M. Guillem y R.
Martínez). B. Hojiforme de La Hoyuela
(según P.M. Guillem y R. Martínez).
XXIII. Villar de Tejas de Chelva (La Hoyuela, Valencia)
Como ya apuntamos, este hojiforme ha sido dado a conocer a través de un simple esquema (fig. 23, B),
vinculándolo al grabado que existe enfrente de la Cova de l’Aigua, en el fondo del Barranc de la Valltorta
(fig. 23, A), que los autores, en pie de foto, denominan: La roca de l’oli de ginebre, y ambos (sin orientación
magnética) al conjunto de insculturas (pocetas con canalillos) encontradas por Lluís Coll (guía del Museu de
la Valltorta) sobre la plataforma calcárea o roquedal que conforma la margen izquierda del propio barranco,
entre la Cova dels Cavalls y el Mas Nou de Porcar (Tírig), en la partida de Els Carrasquissos: “...ocupando una
distancia en línea recta que no supera los 400 m.” (Guillem Calatayud y Martínez Valle, 2009).
Se trata de un grupo de 8 rocas –plataformas– en cuyas balsillas desembocan (salvo la nº 6) varios surcos,
indicando, con claridad, que recogen el agua de lluvia caída en sus planacaras para llenar tales cavidades,
cuyo destino (al ser de escaso diámetro) tendría una función cinegética (caza de aves) ya que en sus cercanías
existen paramentos de piedras: “En el contexto inmediato de las rocas grabadas se conserva una serie de
construcciones en piedra en seco... ‘barracas’...” de tamaño muy reducido, caso de las rocas nº 1 y 5; o
muretes, caso de la nº 2, “...con una pequeña ventana en su parte central”. Construcciones, se dice, para la
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captura del mochuelo, aves empleadas como reclamo para abatir otros pájaros (por lo regular tordos) en
los populares paranys. Otro muro de piedra en seco hay junto a la roca nº 3; y junto a la 4 tres montones
de piedras, siendo llana la superior, construcciones que se relacionan con las saleras para los ovicápridos:
“Todas estas construcciones articulan un pequeño cosmos modelado por la actividad ganadera tradicional en
el que quedan inmersos los grabados de Els Carrasquissos” (ibíd.). La roca nº 5, cuando fue encontrada, aún
tenía cobijando su alberquilla una loseta para la conservación del agua almacenada. Según nos comentó su
descubridor, se trataría de menudas albercas labradas con escaso cuidado (sus periferias son muy irregulares,
hecho que no va a ocurrir en los auténticos petroglifos), con el sólo objeto de atraer a los pájaros para ser
abatidos, posiblemente con redes o enfilats. Pero de cuanto se publica conviene destacar, enfrente de la Cova
de l’Aigua y junto a unos bancales y cabaña con una noria (conjunto muy degradado en la actualidad), a escasa
cota del lecho del barranco: “...otro paralelo etnológico a considerar. Sobre una plataforma caliza aparece una
cazoleta acompañada de una canaleta y dos laterales a ambos lados. Esta cazoleta en su perímetro exterior
presenta alteraciones de rubefacción provocadas por el fuego... El uso de este tipo de cazoletas con canalillos
está relacionado con la elaboración del aceite de enebro”. Detallándose tal proceder: “En el interior de la
cazoleta se depositaban trozos de madera de enebro, estos se cubrían con un recipiente cerámico que a su vez
era cubierto de barro. Posteriormente se prendía una hoguera para conseguir que de la madera del interior
de la cazoleta se desprendiera el aceite, el cual era recogido en un recipiente después de recorrer la cazoleta
central (comunicación de Francisca Porcar). Este procedimiento de obtención de aceite de enebro recorre
prácticamente todo el territorio valenciano”. Hecho que valoran al encontrar, en la comarca de Els Serrans, el
hojiforme de Villar de Tejas de Chelva.
Nuevamente, pues, vemos en su magisterio a la catinense Francisca Porcar. Por ello, el día 17 de
noviembre de 2010, conjuntamente con Pepe Viciano y su esposa Amelia Cervera (amigos de siempre por
cumbres, masadas, cuevas y barrancos) alcanzábamos Tírig, para, de nuevo, entrevistarnos con la Sra. Porcar
y comentar, por segunda vez, este petroglifo existente cerca de su masía (“la de Porcar”); pero en el lado
opuesto del barranco y por ello en término de Albocàsser. La Sra. Porcar volvía a repetirnos que ella nunca
había visto obtener dicho aceite; pero que tampoco sus padres. Tradición oral que “podría” proceder, dijo,
de sus abuelos o bisabuelos puesto que no lo sabía con certeza. Roca grabada (entre la Cova del Lledoner y
la de l’Aigua) que conocía por haberla visto de joven, puesto que habiendo nacido en tal masía, ahora suya,
recorría con frecuencia sus aledaños. A petición nuestra, volvió a relatarnos su funcionamiento según, pues,
aquella tradición familiar ya lejana: Tenía que llenarse una olla con fragmentos de madera de enebro.12 Puesta
a continuación boca abajo sobre la cazoleta labrada en la roca (por la escala gráfica publicada, su diámetro
alcanza un máximo de tan sólo 30 cm) era recubierta de una capa de barro, haciéndose sobre ella una hoguera.
Entonces, por el canalillo de drenaje (de unos 65 cm de recorrido) avenaba el líquido oleaginoso proveniente
de la destilación o exudación del enebro, que era recogido y usado tanto en personas (contra el dolor de muelas,
en uso externo) como en animales (rozaduras, enfermedades de la piel, cortes, etc.), por lo regular caballerías.
Como se advierte por el dibujo publicado, no se trata de un “hojiforme” aunque su fin, en origen, pudiera
ser el mismo. En el gráfico queda marcada (zona perimetral grisácea) la rubefacción propia del fuego, que
en ningún caso invade la poceta receptora como ocurre en los hojiformes de Fuente la Hoya y Partida del
Plano, en la comarca del Alt Millars (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010). Sería, pues, el único ejemplo
de esta tipología (incluyéndolo, a priori, entre los hojiformes) que presenta una rubefacción lógica para la
obtención de tal aceite, según el procedimiento transmitido por los antepasados de la Sra. Porcar. Pero hay
algo que no terminamos de entender (usando la lógica) ya que entonces de nada sirven aquellos 4 canalillos
que no vierten en la poceta, sino en el canal de drenaje o pecíolo, señalados, los dos inferiores (según dibujo)
por la combustión de la leña. ¿Cabría pensar que en origen no tenía este destino, habiendo en él un segundo
uso al igual que pudo pasar con aquellos dos del Alto Mijares? ¿Son en su inicio, todos ellos, prehistóricos; o
posteriores como sugieren Gusi, Barrachina y Aguilella, e igualmente Guillem Calatayud y Martínez Valle?
12 La Sra. Porcar, con su descripción, igualmente daba a la olla o perol el nombre de cassola, como a la poceta labrada en la roca el de
cassoleta. Creemos que a esta sinonimia se debe la descripción del procedimiento para la obtención del aceite que detallan Guillem
Calatayud y Martínez Valle.
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Comentario
Ninguno de los hojiformes que veníamos estudiando presenta señal alguna de rubefacción por hoguera.
Ahora lo hacen (además del ubicado en el Barranc de la Valltorta) los del Soporte 5 y 7 de la partida del
Plano, en término de Cortes de Arenoso, cuyas siluetas, en dos de ellos (Soporte 1 de las Casicas, y 2 de
Fuente de la Hoya) no cierran sus ramas extremas por lo que su parecido se acerca más a un “ramiforme”,
hecho que ocurre, como glosamos, con el existente en el interior de la Cogonda, dentro de la misma comarca
del Alt Millars.
Pese a que tan sólo presentan alterado su campo (el del propio grabado) por efecto del fuego, los dos
mentados, Gusi, Barrachina y Aguilella los consideran, en su totalidad: “hornos” para la obtención del aceite
de enebro para “...una farmacopea rural intemporal”. ¿Para qué, pues, sirvieron aquella mayoría que no
muestran rubefacción alguna?
¿Cómo se obtenía, de facto, este aceite? Tras mucho buscar, el investigador y amigo de Vilafranca (Alt
Maestrat) Joan Barreda Tena, daba con dos pastores, ya jubilados, que llevaron a término, multitud de veces
(no lo saben, pues, por tradición ni familiar ni popular) la destilación del enebro rojo, para su propio uso. Se
trata de Álvaro Barreda Badal y de Enrique Pitarch Barreda. El primero nació y vive en una masía del “Coll
d’Ivol”, lugar señalado en los lindes de la carta puebla del Riu de les Truytes / Pobla de Bellestar o de Sant
Miquel (con posteridad Vilafranca), donada por D. Blasco de Alagón a Marco de Villarluengo y a García
Navarro en 1239, citándose como “coll d’Ayut” (Gamundí, 1994: 356). E. Pitarch es de Mosqueruela, por
donde pastorea, y durante el verano sigue residiendo en el pintoresco Barri del Maset, de Vilafranca. Ambos
coinciden al reseñar el modo (casero o de corral) de proveerse de aceite de enebro, salvo que E. P. permuta la
olla por un cántaro.
Recipientes: Un puchero (o cántaro), una cazuela (o la base de un cántaro) y arcilla.
Modo para la destilación del enebro (fig. 24): “De la planta, que conviene que sea muy joven, aprovecharemos
el tronco y las raíces (conviene llevarse a cabo en primavera cuando estas tienen más savia). Trocearemos los
tronquillos en rodajas de unos dos o tres centímetros hasta colmar la panza del recipiente. Las raíces, envueltas
y presionadas, se colocarán en la boca de la vasija sirviéndonos de filtro y soporte para cuando volteemos el
contenedor sobre la cazuela.
Instalaremos la cazuela en un hoyo excavado en la tierra e invertido el puchero sellaremos las bocas de
ambos vasos con la arcilla, con el objeto de que el aceite no se mezcle con las impurezas de la combustión.
Seguidamente, cubriremos con leña y ramas ambas cerámicas, prendiendo fuego durante todo el día. Al
siguiente procederemos a separar ambos recipientes tras haber barrido bien carbones y cenizas. Tendremos ya
el aceite en el vaso receptor (cazuela o base de cántaro) y en el puchero los restos carbonizados del enebro,
sostenidos por aquel tapón de raíces, ahora igualmente carbonizadas. El líquido así obtenido era utilizado
para afecciones del cuero cabelludo; y el carbón, molido y mezclado con aceite de oliva, era usado contra
las garrapatas y rozaduras producidas por los aparejos y monturas de los caballos, siendo un remedio muy
eficaz”.13
Advertimos, pues, aunque con mayor detalle, un acercamiento a lo narrado por Francisca Porcar. También
en el artículo de Gusi, Barrachina y Aguilella veremos (publicado como “hipótesis”) algo semejante (fig. 25),
exceptuando el contener aquella plataforma (el denominado “Soporte 5”) un hojiforme de perímetro casi
circular (lo denominan “Horno tipo I usado en Cortes de Arenoso”), “...requemado y desconchado por efecto
del calor, y conservando en el círculo exterior los restos del basamento de las paredes de barro del horno...”,
que tal vez pueda tratarse del nacimiento de aquella cubrición que cuenta F. Porcar. Ello les lleva a suponer
que la leña que cubre los recipientes está (en el dibujo que presentan) recubierta por una capa de barro a modo
de una pequeña carbonera, cuya combustión (caso de funcionar) sería, dicen, de dos días. Pero si tenemos
en cuenta que un cántaro grande no rebasa los 50 cm de altura, la pira de leña pudo rondar –como mucho– el
metro, y puesto que señalan que estaba precintada por una cubierta arcillosa, su alimentación era imposible
para una combustión tan prolongada. El hecho que en la intemperie y sobre la roca del “Soporte 5” perdure
13 Texto remitido por Joan Barreda Tena.
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Fig. 24. Modo de la destilación del enebro
(según J. Barreda Tena).
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Fig. 25. Modo hipotético (“Horno tipo I”) para
la destilación del enebro (según Gusi et al.).
un círculo de tierra, asegura, creemos (a no ser que se encuentre requemada, cosa que no se señala), una
cronología muy reciente, y puesto que toda la superficie grabada aparece materialmente descompuesta por
la rubefacción (para lo cual la temperatura debió de ser muy elevada, prolongada en el tiempo y repetitiva),
nos confirma que sobre ella no pudo deslizarse líquido alguno y de contener enebro este habría quedado
reducido a cenizas, por cuanto el que denominan “horno tipo II”, nuevamente con la leña revestida por
una cubierta de arcilla, es del todo inviable para la obtención de este aceite (fig. 26). De haberse empleado
por pastores (lo más probable), pudo tratarse de un simple horno abovedado para la cocción del pan, sin
importarles grabado alguno, hornos caseros (lám. II) que aún perduran en el Rif marroquí: “Sobre una base
más o menos elevada, para hornear con comodidad, lo montan modelando arcilla rica en desgrasante, por lo
general chamota o arenas pizarrosas, dándole una forma hemisférica con una boca lo suficientemente grande
y un agujero en posición cenital a modo de chimenea...” (Wagner et al., 2008: 320); pero dada su ubicación
(soportes 5 y 7) en espolones escoltando estratégicamente ambas riberas del valle por donde discurre el
barranco del Rebollar, en la partida del Plano de Cortes de Arenoso (lám. III, y Gusi, Barrachina y Aguilella,
2010: lám. III), nos inclinamos a que sobre tales petroglifos, grabados de antiguo, se llevaron a cabo (por su
Fig. 26. Modo hipotético (“Horno tipo II”) para
la destilación del enebro (según Gusi et al.).
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Lám. II. Horno popular en el Rif marroquí
(según J. Wagner y M.J. Matos).
Lám. III. Cortes de Arenoso. Emplazamiento
de los soportes 5, 6 y 7 (según Gusi et al.).
visibilidad en un paisaje dominado por la silueta cónica del Cabezo de las Tres Cruces) hogueras al modo de
las almenaras históricas para la señalización de caminos o de peligros (idea, como luego veremos, admitida
por J. Montes); o simplemente fogatas rituales, como seguían realizándose hasta bien avanzado el siglo XX
en determinados lugares montanos la noche de San Juan.
Se dice que la información la recibieron de un masovero de Cortes de Arenoso (A. Jarque), así como
de una vecina de Tírig (F. Porcar), dado que en el Museo de la Valltorta, junto al cercano pueblo, figura un
panel con aquellos grabados: hondas balsillas, aquí rectangulares, intercomunicadas y drenadas por fuertes y
largos canales que cruzan otras concavidades. Abigarradas insculturas contiguas a los neolíticos monumentos
funerarios ubicados en la Vega del Moll de Morella (Mesado y Andrés, 1999: 103), gráficos que al ser vistos
por la Sra. Porcar les comentó a los directores del museo (D. Rafael Martínez, primer director; y D. Guillermo
Morote, el actual), que aquellas insculturas, recordando la que tiene cerca de su masía (que en poco se le
parecen), fueron hechas (según aquella tradición de sus antepasados) para la destilación del enebro. Directivos
que divulgaron esta idea. Pero entonces, ¿qué destino tenían los múltiples canales intercomunicados (lám. IV),
naciendo de balsillas rectangulares, solas o igualmente intercomunicadas, contiguas a aquellos enterramientos
dolménicos cuya cronología radiocarbónica alcanza los 4670 BP (UBAR-520)?
De semejantes cavidades o “cúpulas” con regueros, se ha escrito: “...se conocen cubiertas de dolmen con
cúpulas, a menudo unidas por acanaladuras formando complicados conjuntos, en Palestina, donde además y
en evidente conexión con los megalitos se hallan piedras cubiertas de cúpulas (Stekelis, 1960-61: 49-128)... Si
su situación en el tiempo resulta incierta, más incierto aún es su significado o su finalidad. No obstante, de su
simple observación se desprende su relación con algún elemento líquido y de su situación: dólmenes, tumbas,
alguna relación con la muerte...” (Pascual Guasch, 1988: 449). Recordándonos, este investigador, a Sófocles
en su Electra, el cual menciona “el ‘agua que purifica’ como ofrenda a una tumba, la de Agamenón... como un
rito en su memoria” (ibíd.: 451).
Pascual Guasch, estudia aquellas cúpulas encontradas en la vertiente Sur del Montnegre, sobre roca
granítica, “...que con sus 758 m. es el punto de mayor altitud de la Sierra Litoral Catalana o Sierra de la
Marina”, cavidades cuyos diámetros oscilan entre los 8 y los 20 cm, recordando que Abelanet “las considera
de la época del Bronce”, ofreciéndonos la hipótesis que su distribución (una cúpula mayor rodeada por otras
menores) recuerda (según Abelanet, en forma simbólica) aquella de los Kernos, vasos que “han aparecido en
un área que prácticamente comprende todo el Mediterráneo”. En España los tendremos, anota, en Cabezo de
Monleón (Caspe), Cortes de Navarra y Ampurias, “siempre en niveles pre-ibéricos o hallstáticos” (Pascual
Guasch, 1988: 450). Y sigue: “Según Ateneo de Naucratis, en los pequeños recipientes se depositaban
ofrendas de miel, aceite, vino, leche, trigo, cebada etc. Y en la cavidad central un pastel de frutas. Unas
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Lám. IV. Morella. Petroglifos junto a las
sepulturas dolménicas de la Vega del Moll.
muchachas se lo ponían en la cabeza y tomaban parte en una procesión en honor de Demeter, en el Santuario
de Eleusis” (ibíd.: 450).
Por ello, como venimos insistiendo, estas insculturas del septentrión castellonense y tierras turolenses
anexas, en origen, las relacionamos con un esoterismo ancestral que pudo prolongarse en el tiempo: de fines
del Neolítico (las de la Vega del Moll) hasta la Alta Edad Media,14 teniendo su posible auge en el Hierro I como
parecen documentar aquellos yacimientos arqueológicos más próximos, caso de La Cogonda y La Serradeta.
Para los investigadores que las creen relacionadas con la destilación del enebro, les recordaríamos las
siguientes preguntas: ¿Por qué en su gran mayoría, repetimos, no presentan signo alguno de termoclastos ni
ennegrecimiento o enrojecimiento por cremación? ¿Por qué existen varias de ellas en la carena de elevadas,
solitarias y a veces peladas cumbres, dominando extensos paisajes, como aquellos del monte Garabaya, el
Cervol, o Penyagolosa; o en el interior de cavernas sin signo alguno de rubefacciones ni hollines, ni en la
piedra basal grabada, ni en su techo, caso del ramiforme existente en la Cogonda; o en cauces de corrientes
de agua, como los hojiformes ubicados en los barrancos de las Salinas, del Volante, o de la Valltorta, si
por cualquier lugar montano existen miles de cómodas rocas para realizar algo tan ordinario (desprovisto
de cualquier ritual o culto) como la destilación del enebro, si es que se llevaba a cabo sobre ellas tras ser
grabados sus hojiformes/ramiformes, algunos de gran parecido como ocurre con el de Garabaya15 o con el de
la plataforma II del Cervol, ambos tan apartados geográficamente? ¿Por qué cuando hay parejas –grabados
contiguos– sus esculpidos difieren?
Ya comentamos aquel valor sacro de las cumbres que alcanzan en el paisaje una destacada personalidad
(por singular, en Grecia, el monte Olimpo), cimas en las que se manifestaba la divinidad a los elegidos,
llegándoles a ordenar el sacrificio humano (Mesado, Rivero y Ramos, 2009: 146-149; Mesado et al., 2010:
265-268). ¿Pudiéramos cotejar esos petroglifos con nuestras encumbradas y solitarias ermitas rupestres? ¿Son
éstas su perduración religiosa?
Los hojiformes del Cervol (conjuntamente con el del Barranco del Volante) son importantes porque sus
pocetas nos dan la escasa y exacta cantidad de líquido que se precisaba para el ritual a practicar: alrededor
14 Recordemos que en el concilio de Braga, en el año 572, fue prohibido llevar a cabo sobre determinadas piedras al aire libre cualquier
culto de adoración y sacrificio, puesto que la litolatría “está en la base de las religiones más arcaicas y tiene una sobrevivencia
extraordinaria”. Prohibición que se renovará en el de Toledo del año 693 (FHA XVI, 364 sig.) (Pascual Guasch, 1988: 452).
15 Este grabado del monte Garabaya, sobre caliza, además de encontrarse en la propia carena del cerro, casi en su cota máxima (lám. I),
presenta una inclinación debida a los movimientos del Terciario que llega a alcanzar los 19º, un plano excesivo para apilar sobre él
un recipiente (cántaro u olla) si pensamos en la destilación del enebro; pero óptimo si pensamos en el sacrificio o degüello de algún
ser vivo, con fines cultuales.
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de unos 30 centilitros. Cavidades o cupuliformes que serían mucho mayores (recordemos las del Tolmo de
Minateda) si su fin hubiese sido el de almacenar el prensado de la uva (el mosto) o de la oliva (el aceite);
o servir para la destilación del enebro; o, simplemente, almacenar agua para beber; y con toda seguridad
ni se habrían buscado cauces de ríos (Barranco de las Salinas, del Volante, de la Valltorta), ni cavernas (La
Cogonda); ni menos elevadas cumbres cubiertas de nieve durante el invierno (caso de la cima de Penyagolosa,
y muchas veces la de Garabaya, junto al Javalambre).
La mayoría de los hojiformes (un buen número de similares dimensiones y curiosamente derramando
por su costado S), el líquido que pudieran producir no debería superar, pues, el retenido en las cubetas del
Cervol/Volante: una escasa cantidad, insuficiente para el consumo humano (si pensamos en aceite, vino o,
simplemente, para calmar la sed) tras el arduo trabajo de su labrado, subida del producto, prensado o destilado
si pensamos que en tales puntos se produjo el líquido preciso para un consumo regular. Una ardua faena (que
llegaría hasta la extenuación) si una extracción tan vulgar –la del enebro– tenía que llevarse a cabo en aquellos
solitarios y pingorotudos parajes, caso de Garabaya, Penyagolosa o el Cervol, entre otros.
COLOFÓN: LOS HOJIFORMES,
¿INSCULTURAS PREHISTÓRICAS O HISTÓRICO-CONTEMPORÁNEAS?
Entre los años 1941 y 1945 era excavado en Monf orte del Cid (Vinalopó Mitjà, Alicante) un monumento
megalítico que sería publicado en 1946 (Fletcher, 1946: 165-190). “Desmontado posteriormente por Miquel
Tarradell y Alejandro Ramos Folqués, con destino al museo de Elche, se le atribuyó una fecha romana al
conjunto” (Llobregat, 1973: 187). Yacimiento, este, que ya recogíamos al publicar el corpus de cuantos
petroglifoides castellonenses habíamos detectado (Mesado y Viciano, 1994: 241). D. Fletcher, en una
primera visita al monumento de Monforte, lo creería: “una construcción megalítica de tipo baleárico. Tras la
primera campaña de excavaciones, su planta podría recordarnos la de algunos enterramientos ibéricos, como
por ejemplo el de “Els Espleters” (Salsadella), también en la comarca levantina; sin embargo, su técnica
constructiva aleja nuestro monumento del castellonense, mientras muestra algunas semejanzas extraordinarias
con las construcciones baleáricas” (Fletcher, 1946: 185-186).
La construcción de Monforte se encontraba ahondada en la margen izquierda del río Vinalopó, a unos
8 m del cauce, abierta en el talud natural de su ribera. Presentaba en fachada (el imafronte) una alineación
de piedras hincadas a modo de columnas, algunas con varios tambores, alcanzando una altura de 1,00 m.
Pilastras que eran el sostén de otras lajas puestas como arquitrabe, la mayor con una longitud de 1,81 m. Tras
este hastial, en su mitad, corría un muro vertical compuesto por dos losas insculturadas, de 1,00 m de altura
por 0,60 m de anchas y un grosor de 0,30 m, comportando grabados hojiformes; y una tercera roca, ahora
simplemente redondeada. Muro que partía un interior, de planta cuadrada, en dos habitáculos cuya altura era
de 2 m y la profundidad de 2,65 m. Conjunto, en origen, techado por otras losas que sustentaban un grueso
nivel de piedras y tierra, el propio de la ribera del Vinalopó.
Veamos cómo Fletcher describe, puesto que ambas insculturas se parecen y con seguridad tuvieron la
misma función en su origen, la losa que denomina “A” (fig. 27, derecha): “El grabado tiene forma elíptica, con
el eje vertical que, arrancando de la periferia del óvalo, llega al borde inferior de la losa. En la parte media de
la línea central se originan dos surcos, simétricos, que por ambos lados llegan a la línea exterior, y un tercer
surco, muy tenue (tanto que la fotografía no lo acusa, aunque en el dibujo se ha exagerado para testimoniar
su existencia), que, partiendo igualmente de la zona central, llega a la elipse; simétrico a este surco hay otro,
fuertemente inciso que desde la línea circundante se dirige a la de dispersión, a la que no llega por terminar
en un ensanchamiento irregular. Hemos de hacer notar que el punto central o punto de irradiación de líneas
es la parte más cóncava de la losa, lo que descarta la posibilidad de que su eje vertical, que llega en ancha
acanaladura hasta el borde, fuera un desagüe” (Fletcher, 1945: 177).
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
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Fig. 27. Monforte. “El Secano”,
losas con grabados hojiformes
(según F. Jordá y D. Fletcher).
Observamos, pues, un claro hojiforme sobre una piedra (prácticamente mueble) rectangular, que presentaba
rota su punta inferior izquierda.16 Su planacara es (como la de la mayoría de los hojiformes) cóncava, por ello
Fletcher comenta que no se trataría de un “desagüe”; pero al desconocerse los petroglifoides in situ que se
vienen hoy estudiando (los hojiformes y ramiformes, igualmente el resto), desconocía que tales plataformas,
en origen y en servicio, se encuentran inclinadas hacia el lado que desembocan los canales centrales, sus
verdaderos drenajes o desagües. Es importante destacar que tal losa insculturada, cuando se hizo el monumento
de Monforte, era ya reciclada (anterior), pues además de estar hincada verticalmente en el suelo de aquel muro
divisorio, ocultaba en él parte de su base: aquella que presenta el canal de derrame, hecho que evidencia que
su primer destino no fue el de servir de pared mediera en aquellos dos edículos. Igualmente sería interesante
el conocer si ambos grabados fueron recortados de estratos geológicamente in situ, o fueron dispuestos sobre
losas sueltas, ya meteorizadas, para ser trasportadas, detalle que un examen en el grosor de sus perímetros
pudiera darnos respuesta.17 Igualmente importaría conocer su primera ubicación, aunque no la creemos lejana.
Durante la excavación se constataron unos niveles arqueológicos revueltos: Los campos que entorna
el monumento “abundan en cerámicas ibéricas fragmentadísimas, mezcladas a otros restos cerámicos
campanienses y ‘sigillata’”. El mismo material, igualmente entremezclado, se encontraba en el interior de los
edículos, “clara muestra de que han sido acarreados por las avenidas [del Vinalopó]. Todo ello es bien poco
para poderlo relacionar directamente con la edificación” (Fletcher, 1945: 179). Puesto que nada parecido
habíase encontrado en el País Valenciano (ni entonces ni ahora), se anota que “la construcción debe de
considerarse como cosa preibérica” (ibíd.: 183), por ello se avalaba que: “La identidad, la técnica constructiva
de las edificaciones baleáricas y alicantinas es tal que incita a postularles un mismo origen”, viendo claros
paralelos con las edificaciones megalíticas de Benimaymut (Alayor), Els Antigons (Salines de Santanyi), Son
Saura Nou (Ciudadela), Torre d’En Gaumes (Alayor), etc. Influencias y paralelismos mediterráneos que ya
señalábamos para las cuevas rupestres insulares de Cales Coves y Cala Morell (Ciudatella), y las valencianas
de Les Casetes dels Moros de Bocairent, entre otros elementos culturales y cultuales (Mesado, 1999: 56 y lám.
V). Fletcher, continúa sugiriendo que: “La identidad en la técnica constructiva de las edificaciones baleáricas
y alicantinas es tal, que incita a postularles un mismo origen”, aportando, además, la tribu de los gymnetes
junto al río Alebus, “identificado con el Vinalopó... y frente a estos gymnetes peninsulares se encuentra en las
Baleares otro núcleo de población con el mismo nombre”. Y añade: “el parentesco étnico debe, pues, admitirse
como hace Martín Almagro, para quien la Cultura de El Argar se extiende por el Mediterráneo, y a gentes de
esta cultura se debe el establecimiento de la primera colonización de las Baleares, que parece no tuvieron
16 Cuyo detalle hemos suprimido en el dibujo atribuido a F. Jordá, por hacer el efecto de otro canal inciso.
17 En tal sentido, contactábamos con D. Rafael Ramos Fernández, Director del Museo Arqueológico de Elche, quien en carta de
Diciembre de 2010 comenta que ambas losas fueron trasladadas a los depósitos municipales en 2005 al no figurar en la exposición
permanente del museo, reformado y ampliado en 2006. Y añade: Ambas losas se encuentran en el fondo del almacén, entre otros
materiales, necesitaría no solo de disponer de una grúa sino vaciar la estancia y no dispongo de medios.
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población humana en época anterior”. Por ello se pregunta: “si la cultura megalítica baleárica fue influida
por la sarda y los nuraghes y talayots provienen de focos culturales mediterráneos... por lo que Monforte del
Cid sería una proyección de la cultura de los talayots a la costa peninsular”. Por cuanto llega a preguntarse:
“si la construcción alicantina es el reflejo de un fenómeno cultural propio de la cuenca del Mediterráneo, que
tiene sus manifestaciones conocidas en el N. de África, Malta, Cerdeña, Baleares, etc., y ahora en la propia
Península” (Fletcher, 1945: 188-190). Familiaridad cultural (y étnica) que igualmente hicimos notar para los
talayots y ciertas torres de la cultura del Bronce, puesto que el Mediterráneo (queramos o no) fue un “difusor”
permanente de Culturas (Mesado, 1999: 51-57).
Pero, ¿por qué cuando se desmonta el monumento de Monforte se apunta que es romano? Creemos que
esta opinión, vertida por Tarradell y Ramos Folqués, deriva de aquella otra de Breuil y Lantier, puesto que al
excavar, en similar fecha, el yacimiento prerromano de El Tolmo de Minateda, encuentran sobre la propia roca
basal del poblado otras insculturas en principio similares, las cuales dicen ser (no sin razón): soleras de prensas
de aceite (Breuil y Lantier, 1946: lám. VII). Pero existen otros grabados en el Tolmo que son auténticos
hojiformes, por lo que anotamos que: “tanto los de Monforte como los de Minateda18 pueden englobarse en
el mundo esotérico de los del septentrión valenciano” (Mesado y Viciano, 1994: 243). Tal vez los primeros,
por su valor enigmático (de no tratarse de “prensas”), pudieron pasar a formar parte en el monumento de la
partida de El Secà, cuyo destino habría que incluirlo, igualmente, dentro de las creencias anímicas de aquella
prehistoria, siendo un lugar de culto que pudo tener relación con el Vinalopó. ¿Pudo custodiar aquel fabuloso
tesoro que, aguas abajo, encontraría J. M.ª Soler en la Rambla del Panadero? Pero hoy, tras los estudios de
Jordán Montes y Selva Iniesta incidiendo en las insculturas de El Tolmo de Minateda, hay que hacer claras
distinciones y separar las auténticas prensas de los auténticos petroglifos (Jordán y Selva, 1986: 99-119).
El caso del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete)
Se trata de una gran ciudad rupestre, ibero-romana en su máxima eclosión poblacional, junto al arroyo
de Torraba, en el valle de Minateda-Agramón, cuya zona industrial se expande alrededor de la acrópolis,
colindando con sus cingles y despeñaderos (ibíd.: 99-119). Se han detectado en ella, al aire libre y sin otro tipo
de exploración o desescombro, sobre areniscas miocénicas, hasta una docena de prensas, alguna de las cuales,
como la nº 9 (fig. 28), guardan firmes paralelos con los petroglifos hojiformes. Sobre el tolmo se registran
también materiales de otras culturas, motivo por el cual ambos investigadores se preguntan “en qué momento
hemos de situar el origen y funcionamiento de las prensas, silos y hornos” del despoblado. Tales grabados (las
“prensas”) suelen ubicarse sobre poyos de roca, siendo de forma circular, oval, rectanguloide y cuadrangular;
y sus diámetros no exceden del metro. La prensa nº 2, por ejemplo, de silueta oval, sus diámetros miden 95 x
75 cm, teniendo el campo dividido por un canal central al que por ambos lados vierten dos surcos angulados,
regata central que termina fuera de la roca, motivo por el que guarda una estrecha relación formal con los ya
comentados petroglifoides de Garabaya, el Cervol (plataforma “B”) y barranco del Volante. Singular, también,
es la prensa nº 3 (fig. 29), a sólo 10 m del farallón, formada por una corona de 135 cm de diámetro mayor
por otro de 90 cm. De ella parte un desagüe y canal principal hacia el S que va a desembocar en un depósito
rectangular, abierto en la roca, cuyas medidas alcanzan los 235 cm de longitud, siendo la anchura entre 105 y
90 cm, mientras su profundidad rebasa los 45 cm puesto que el fondo se encuentra cubierto de derrubios no
retirados. Su capacidad, sin vaciar el lecho, sería de 1.031 litros. Tal depósito, al igual que ocurre con otros del
poblado, tiene su perímetro bucal rebajado en ángulo para encastar una tapadera o cubierta. Prensa y depósito
quedan unidos por un acanalado el cual continúa hasta el límite de la plataforma o peana que comporta este
conjunto manufacturero. La prensa nº 12, su depósito rectangular mide 380 cm de longitud, 100 de ancho y
una “profundidad desconocida por acumulación de materiales, con un rebaje para cubierta” (ibíd.: 110). Si le
damos, por ejemplo, un mínimo de 50 cm de profundidad podría almacenar unos 1.900 litros de aceite, o de
18 Hemos de hacer constar que las reiteradas investigaciones de Jordán Montés sobre esta temática insculturada en tierras albaceteñas
(prensas-arboriformes-hojiformes-árboles de la vida), nos lleva a avalar su visión sobre destinos plurales en el tiempo para un similar
grabado.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Fig. 28. Hellín. El Tolmo de Minateda,
“prensa 9” (según J.F. Jordán y A. Selva).
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Fig. 29. Hellín. El Tolmo de Minateda, “prensa 3”(según J.F. Jordán
y A. Selva).
mosto. Anotándose que “el material prospectado en torno a las prensas, corresponde a las labores descritas:
asas de ánforas, librillos, dolios, ollas, rocas industriales...” (ibíd.: 111). Los grabados circuloides que agrupan
grandes depósitos, aseguran, pues, un complejo industrial y comercial de almazaras o lagares, vinculándose
a esa zona perimetral del poblado prerromano; o de la tardoantigüedad, puesto que el Tolmo fue “...poblado
del Bronce en sus orígenes, ciudadela ibérica, municipio romano desde la época de Augusto, emplazamiento
militar y residencia episcopal en la etapa visigoda y reducto de población islámica hasta mediados del siglo
IX” (Jordán Montés, 2001: 7).
El caso de La Seña (Villar del Arzobispo, Valencia)
En el pobladito de La Seña, una simple mota (tell) colindando con la carretera que une las localidades de
Casinos y Llíria (en el Camp de Túria), fueron encontradas, cuando roturaron el campo en el año 1985, dos
piedras de arenisca que presentan sendos grabados a modo de paletas elípticas, apuntadas, con derrame vertedor
(fig. 30), portando en sus centros otras acanaladuras: una en forma de tridente (la pieza es rectangular y mide
66 x 34 x 27 cm), mientras que la segunda, con canalillo central, repite la forma externa, almendrada, y ésta la
de la propia losa (mide 57 x 25 cm, aunque presenta en su lado izquierdo basal una prolongación que la hace
llegar a los 44 cm). Ambas piezas, en particular la segunda (lám. V), conserva en sus costados claras muescas
para ser encastada entre soportes verticales y poderle dar estabilidad a la hora del prensado.19 En un sondeo
arqueológico (Bonet, 1988: 253-257) se “excavó una habitación con una balsa para decantación del aceite, que
hemos interpretado como almazara”,20 motivo por el cual ambas piedras se las supuso soleras para el prensado
de las aceitunas, huesos que fueron encontrados en el interior de la balsa de decantación, certificando tal uso
(Bonet y Guérin, 1995). Se trata, pues, de piezas mueble también denominadas “aras de prensado” (Pérez
Jordà, 2000: 56), cuyo tamaño apenas rebasaría la mitad de aquellas del monumento de Monforte, que poco
tienen que ver (cuanto menos las de La Seña) con los petroglifos que venimos inventariando.
Otra piedra con un grabado hojiforme procede de la colección de Federico Campos, en Cuenca, que sería
copiada por I. Sarrión Montañana en 1973 (fig. 30 bis). Procedía de los alrededores del Castillejo, Carboneras,
y sus medidas son de unos 40 x 100 cm. Quedaría, pues, dentro de aquellas prensas, muebles, de La Seña y,
tal vez, de Monforte cuyas medidas son parejas.
19 Tenemos el convencimiento de que los olivos se popularizaron con la colonización fenicia, puesto que en la base del horno III de
Vinarragell (2ª Campaña, 1968) se dio con un nivel formado por abundantes huesos carbonizados de aceitunas (Mesado, 1974: lám. 42).
20 Agradecimiento a H. Bonet, en correo electrónico de 25-I-11.
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N. Mesado Oliver
Fig. 30. La Seña, prensas de aceite (según H. Bonet).
Fig. 30 bis. Inscultura procedente de El Castillejo,
Cuenca (según I. Sarrión).
Tanto en el Tolmo como en la Seña, el aceite, al no encontrarse los potentes contrapesos de piedra usados
por los romanos, pudo extraerse con artilugios de palanca manual, o de viga (Pérez Jordà, 2000: fig. 15, nº 2);
o bien, como aún perdura en el Rif (lám. VI): “Recogidas las aceitunas en su punto de madurez, se calientan,
entre 7 u 8 kilos, en el horno del pan, ‘farran’ o ‘forna’, a no muy alta temperatura para eliminar su humedad.
Posteriormente se machacan todas ellas en un mortero de piedra, llamado ‘audi’. Después de bien machacado,
se coloca la pasta así obtenida en un librillo ‘sahfa’, calentándola ligeramente sobre un brasero, ‘mechmar’, al
mismo tiempo que se amasa, mezclada previamente con un poco de agua hasta obtener una pasta ligera. Con
esta pasta se rellenan unas esteras circulares en forma de boina hechas de palma, llamadas ‘chamia’. Estas
se colocan unas sobre otras y todas sobre la almácera,21 ‘rajaa’, y encima de todas un grueso taco de madera,
‘jachba’, de forma circular y de un diámetro similar a las esteras. Sobre todo el conjunto se coloca una pesada
piedra lo suficientemente grande para prensar las esteras y su contenido sin dañar la almazara de terracota. El
aceite escurrido se recoge por el vertedor” (Wagner et al., 2008: 328).
Pero también es curioso que nada parecido a aquellas almazaras de decantación de la Seña y el Tolmo
hayamos encontrado en los poblados ibéricos castellonenses, que no parecen distinguir ni su área industrial
ni artesanal; aunque los asentamientos post-romanos no se registran en tales acrópolis. Jordán Montes, anota,
no sin razón, “que ambas interpretaciones, petroglifos y prensas, no sean excluyentes entre sí por imperiosa
necesidad. Es decir que durante el Eneolítico se trazara una composición con carácter mágico y religioso, y
que siglos después o milenios más tarde, en algún momento del mundo ibérico, romano o tardoantiguo, se
reutilizaran tan sugestivas formas para facilitar el prensado de las olivas o de las uvas, y obtener los preciados
jugos” (Jordán, 2001: 7). Pero, como ya comentamos, igualmente señala la identidad de la prensa nº 9 con
aquellas publicadas por nosotros (Garabaya, Cervol y barranco del Volante); así como el hecho de no poseer
en su alrededor depósito alguno. Con posterioridad, y en el mismo yacimiento, da con otro hojiforme cuyo
diámetro es de 75 cm (advirtamos que una mayoría de los hojiformes rondan los 80 cm de ancho), supuesta
prensa que señalará con el nº 16 (ibíd.: 11). Aparece insculturada delimitando con el borde de la plataforma
rocosa del poblado, de nuevo sin balsa o depósito receptor, y al dominar amplios parajes sugiere que pudieran
ser: “...jalones instalados en posibles rutas trashumantes o de caza; o bien son señales y mensajes que delatan
la presencia de recursos naturales para el uso de ciertas comunidades humanas” (ibíd.). Idea que nace de la
ubicación (en otros lugares ocurre lo mismo) en imponentes farallones y elevadas cotas de amplia visualidad.
21 Especie de cazuela plana con los bordes alzados y ligeramente exvasados, con una señalada piquera para el vertido del aceite. Las
esteras para el prensado son los esportines. Se confeccionaban muchas en el pueblo de Artana (Plana Baixa), que allí denominan
espartins por emplearse únicamente el esparto para su confección.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Lám. V. La Seña. La prensa menor con la indicación de las
muescas de sujeción (fotografía de I. Sarrión).
177
Lám. VI. El Rif, Marruecos. Prensa de aceite (según J.
Wagner y M.J. Matos).
En este sentido (aunque basarse en una fotografía siempre es expuesto por la falsa perspectiva que pueda
conllevar), el hojiforme de base alterada por termoclastos que Gusi, Barrachina y Aguilella publican al dar la
imagen de los contiguos “soportes” 5 y 622 (lám. III), se advierte que se encuentran ubicados en el extremo
(a modo de proa) de un espolón proyectado hacia el centro de la partida del Plano, en término de Cortes de
Arenoso, lugares ilógicos (por peligrosos y solitarios) para llevar a término tareas habituales, como era la de
la destilación del aceite de enebro, destino que pregonan para la pluralidad de los ramiformes/hojiformes/
arboriformes que se vienen descubriendo (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010: lám. III, 2). Este dominio
visual sobre la campiña, en soledades majestuosas, lo venimos aduciendo desde un primer momento para el
acercamiento a un esoterismo mágico, inherente a toda cultura, como lo demuestra que tanto emperadores,
reyes, como altos patriarcas de la Iglesia Romana creyesen en él.23
De cuanto antecede, podemos extraer ciertas conclusiones que pudieran cambiar conforme vaya
aumentando el número de estos grabados, puesto que pequeñas variaciones (como aquellas del Cervol) pueden
ampliar nuestra visión global, y su significado o uso.
En la geografía explorada, conteniendo insculturas rupestres, se demarcan con cierta precisión estilos
diferentes que cercan áreas territoriales propias. Es el caso de los hojiformes del término de Santa Magdalena
de Polpís, con la novedad de hallarse sobre plataformas calcáreas muy bajas, prácticamente a ras de suelo, que
22 Advirtamos la cercanía de algunas parejas de grabados hojiformes, separación que apenas rebasa el metro.
23 Es el caso, por sólo dar un ejemplo, del Santo Papa León III, quien mandó (entre otras muchas oraciones) al Emperador Carlomagno
el “Exorcismo del fuego en que deben quemarse los perfumes”: “Póngase el fuego en una cazuela de barro nuevo, o en una olla que no
haya servido y díganse las siguientes palabras: Yo te exorcizo, criatura fuego, por el que ha hecho y creado todas las cosas, a fin de que
los fantasmas que pudieren dañarme se alejen de aquí. Agios, + Noxio, + Agaroth, + Aphonidos, + Urab, + Lamakron, + Phomdon, +
Tetragrámaton” (Enchiridion Leonis Papae. Oraciones misteriosas enviadas por el Papa León como un raro presente al emperador
Carlo Magno. Según copia de la edición hecha en Roma el año MDCCXXXX – La Neotipia. Rambla de Cataluña, 116. Barcelona,
1932).
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N. Mesado Oliver
a su vez comportan, caso único, las pocetas receptoras que son semiesféricas y que apenas pueden almacenar,
como se ha comentado, unos 30 cl, con seguridad el líquido que se precisaba para el ritual a practicar, pues de
lo contrarío habrían sido mayores. Tan escasa cantidad, asegura que tampoco sirvieron como albercas (cocons)
para recoger agua de lluvia para el consumo ganadero; tampoco humano. Este líquido, pues, tenía que ser algo
valioso (“sagrado”) o, cuanto menos, empleado en algún rito o creencia esotérica o brujeril, tal vez de muerte
(recordemos los plurales grabados junto a los enterramientos neolíticos de la morellana Vega del Moll); o de
curación y salvación, como el de aquellas pilas de inmersión (bañeras) orladas de cruciformes y pocetas en Los
Cerradicos de la Masía de Casagranja, en Cantavieja (Mesado y Viciano, 1994: 254, fig. 2).
Otra área geográfica sería la del Alt Millars, la cual combina los hojiformes con los ramiformes, cuyos
diámetros horizontales rondan de nuevo los 80 cm. En esta zona advertiremos alterados por el fuego el campo
grabado (la propia inscultura) en dos hojiformes: los Soportes 5 y 7. Curiosamente el primero, en la partida del
Plano, como vimos, aparece cercado por el nacimiento o arranque de una posible bóveda de barro.
De los ocho ramiformes/hojiformes dados a conocer en este territorio del Alt Millars, sólo las plataformas
6 y 7 conservan una estructura claramente hojiforme, ya que en el resto los canalillos internos no derraman
en uno central que termine sobre el arranque del canal vertedor (el supuesto pecíolo de la hoja), sino que lo
hacen individualmente en un punto bajo del interior del campo grabado (salvo el soporte 7), dado que aparecen
exentas de ese nervio medio que recorre y caracteriza a la mayoría de estas insculturas en otras áreas.
Curiosos son los esculpidos de la Loma del Cañuelo (Zucaina) cuyo hojiforme muestra en su interior tres
canalillos que parten de diminutos hoyos circulares, regatos que convergen sobre el nacimiento del canal de
drenaje; inscultura contigua a un marcado halteriforme. Formas, estas últimas, que, si no lo son para un ritual
esotérico, para nada parecen servir dentro de una etnología rural cotidiana; o aquellos dos del Mas de Montón,
del mismo término municipal, en especial el que semeja una hojuela de culantrillo. A la postre, y dentro de una
interpretación etnoarqueológica para una farmacopea rural intemporal, ninguna tiene esa gran plataforma de
Penya Calba, en término de Culla (Alt Maestrat), con regatos que alcanzan los 11 m de recorrido, colindando
con pocetas, canales menores, una “paleta” (de 61 cm de alta), y ese curioso esculpido que naciendo de un
hondo hoyuelo desciende serpenteando para luego virar y remontar la cola hasta cerca de su nacimiento
(Mesado y Viciano, 1994: 211 y fig. 8; Mesado et al., 2008: 207, fig. 18).
Después, estarían aquellos ejemplares que quedan desperdigados (perdidos) por una amplia orografía
rupestre, aunque se tendrían que llevar a cabo prospecciones más minuciosas. Sus soledades cimeras
impresionan al ubicarse en carenas de elevados montes con un dilatado dominio de aquellos valles, que los
aproxima, más si cabe, a un culto ritual muy primitivo. En tal sentido, el hojiforme de la Estrella con sus dos
circulillos internos cortados por aquellos pequeños canales que drenan la hoja y vierten en el regato-pecíolo
fuera de la planacara, sería el más interesante. Fue interpretado (teniendo en cuenta que este pequeño grupo
de grabados queda cerca de la ermita de la patrona de Mosqueruela: LA VIRGEN DE LA ESTRELLA),
como la representación de un menudo cosmos (ibíd: 205, fig. 7, nº 4). Plataforma contigua a esa gran roca
(auténtica “mesa sacra”) de 4 m de alta, comportando un peldañeo de siete huellas para alcanzar su cima,
con un canal de 5 m de recorrido y 12 cúpulas o cubetas cuyos diámetros no rebasan los 6 cm (Mesado et
al., 2008: 206, fig. 16 y 17). Si a ello añadimos la más clara constelación estelar, insculturada, que hemos
encontrado (la de Leo); y que la tradición oral de los habitantes de Mosqueruela ubica en este punto la
aparición de la Virgen María a unos pastores, tendríamos en este conjunto rupestre un hecho que avala,
desde el más lejano pasado (aquel de los petroglifos): un paraje esotérico-mariano que, con su fuerza sacra,
alcanza nuestros días (Mesado y Viciano, 1994: 204, fig. 7, nº 3; Mesado et al., 2008: 201). Hecho que
igualmente podemos comprobar en la piedra-menhir de Vilafamés (conocida como de Santana), actualmente
en el Museo del Vino de esta población de la Plana Alta (fig. 31). Pese al repetido encalado anual ocultando
sus grabados (por ello eran desconocidos), venía recibiendo culto (se oraba por tradición ante ella) al paso
de la romería al santuario montano de San Miguel. Tras una limpieza para ser blanqueada de nuevo, se le
advirtieron dos zonas insculturadas (motivo de su traslado al museo): la inferior, con fuertes oculados incisos
(que habremos de datar en el Eneolítico); la superior, tras el rebaje y alisado de la piedra, con un fino grabado
comportando la representación de un Eccehomo que, en algún tiempo, pudo interpretarse como una imagen
de Santa Anna (Mesado y Viciano, 1994: 220 y fig. 9, nº 1).
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Fig. 31. Vilafamés. Menhir con
oculados del Eneolítico; y su
“cristianización”: Eccehomo y
cruciformes (según N. Mesado).
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Lám. VII. Villahermosa del Río. Las Casicas, Soporte 1
(foto Fondo Diputación Provincial Castellón).
También hemos de llamar la atención que en aquellos petroglifos ubicados sobre rocas de mediana altura
(el de la Cogonda es ejemplar) cuyas amplias planacaras alcanzan el pecho del observador, sus insculturas no
se encuentran centrando las plataformas como sería lo normal si hubiesen servido para realizar, por ejemplo, la
destilación del enebro, puesto que habría que darles a los artilugios (cántaros y hogueras) una firme estabilidad
para aquella destilación; sin embargo, observamos en una gran mayoría que algún tramo lateral de los perímetros
esculpidos aparecen ubicados a escasos centímetros de los lindes o esquinas de las rocas que los comportan,
indicando que estos estrechos sectores que circunvalan los grabados eran despreciados, pues nada cabía ya en
ellos, hecho que igualmente podremos comprobar en los de Penyagolosa II, La Estrella II, Loma del Cañuelo,
Mas de Montón VI y VII, Garabaya, y Cervol I. Este detalle (el de la descentralización o desplazamiento) lo
habremos de relacionar con el “celebrante” o persona que usaba tales soportes esculturados (repetimos que
auténticas mesas sacras), puesto que con ello el manejo de cuanto se superponía a los esculpidos (el ente a
sacrificar o a actuar sobre él) era más cómodo para el ritual a ejecutar. Un buen ejemplo lo tendremos en el que
Gusi, Barrachina y Aguilella denominan “Soporte 1 de las Casicas”, dado que el regato perimetral del costado
derecho (lám. VII), su tramo más alto, casi alcanza el linde de la plataforma, por lo que no puede llevarse
a cabo el modo de destilación que se propone (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010: 259). Por tal motivo, en
dicho “calco”, la cara lateral de la piedra (¡aquella vertical!) se dibuja y sombrea como si se tratase de una
capaz superficie horizontal (fig. 15). Lo mismo ocurre con la plataforma del “Soporte nº 2”; mientras que la del
“Soporte 3” se puntea, hipotéticamente, para su ensanche, puesto que el grabado, en franja superior y lateral,
casi roza el perímetro de la cara superior de la roca. A la par, el “Soporte 5”, en su perímetro superior, alcanza
el canto de la piedra. Ocurriéndole lo mismo al “Soporte 6”.24
Otro hecho, cuanto menos curioso, es que solamente en los grabados hojiformes se constatan “parejas”
prácticamente colindantes. Ocurre en los de Penyagolosa, Mas de Montón, el Cervol... y en los de la partida
24 Igualmente, al petroglifo del interior de la Cogonda se le permuta el topónimo dado que es anormal la destilación que proponen
dentro de una cueva, y ahora aparece como “Mas de la Cogonda”. También se le cambian los topónimos a los que denominamos “de
Penyagolosa”, pues ahora pasan a denominarse de “La Masadeta” (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010: 261).
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N. Mesado Oliver
del Plano, uno de los cuales (como vimos el Soporte 5) aparece –en su interior– fuertemente atacado por la
rubefacción, cosa que no lo está su contiguo, el 6º; y todos los hojiformes-pareja son diferentes, exceptuando
los inmediatos a la cumbre del Penyagolosa, aunque sólo difieren en el número de compartimientos (el
rediforme) de su tramado interno. Un hecho que, indudablemente, tenía un significado o una función desigual
según los casos, puesto que si servían para lo mismo (un vulgar y rutinario trabajo desprovisto de todo rito),
lo lógico era grabarles un sencillo, efectivo y similar dibujo.
Curiosas son también las rectificaciones que se llevaron a término al ensancharlos o agrandarlos, como
ocurre con los de la plataforma II de Penyagolosa; o con el I del Cervol, hecho que habría que relacionarlo
con el tamaño del ente a ofrendar o a actuar sobre él con una mayor efectividad. Así, mientras la mayoría
ronda una anchura de 80 cm (aunque los hay mayores como el de La Estrella) el del barranco del Volante sólo
alcanza 35 cm. Y tanto él como los del Cervol, sus pocetas receptoras podían retener pocos centilitros (vimos
que alrededor de 30), aunque siempre ignoraremos esta cantidad en aquellos cuyos canales de drenaje finalizan
fuera de sus planacaras; pero si sus perímetros grabados son parejos, parejo sería el liquido a recoger. Y si tal
recogida, como es lógico, está en función de la longitud, anchura y profundad (capacidad) de los canales de
salida, habría que recordar, por excepcional, aquel peñedo sacro cuya altura rebasa los 5 m en el yacimiento de
“Los Cerradicos de la Masía de Casagranja”, en el término de Cantavieja, con su peldañeo de seis oquedades
o huellas para alcanzar una planacara de 7,10 m x 3,60 m en la que se ahondó una balsa de 2,20 x 3,50 m,
conteniendo en su interior otras dos con canalillos receptores la menor (por ello un trasunto de los propios
hojiformes), de 38 x 27 cm, conjunto que drena hacia el NW por un regato de unos 9 cm de ancho por 15 de
profundidad, con una longitud de 3,50 m (fig. 32). Derrame en cuyo final la anchura del regajo se agranda (lám.
VIII). Las proporciones de este peñedo, como las de sus rebajes o excavaciones practicadas, aseguran, junto
con el resto de insculturas lindantes, un lugar paradigmático dentro de los campos con petroglifos conocidos,
y su mesa sacra tuvo que conllevar una cantidad de ritos –opinamos que sacrificiales– importantes. Tampoco
olvidemos que junto a esta roca figuran las insculturas del “conjunto 3”: un marcado cuchillo (lám. IX) junto
a una depresión (de nuevo) en forma de haltera, con su canal de vaciado. ¿Cuál fue el significado o función
de estos enigmáticos grabados que igualmente los encontramos junto a los hojiformes? Pero lo más curioso es
que en la cara vertical de esta plataforma existen dos acanaladuras semicirculares (Mesado et al., 2010: 252
y fig. 12). Si insertamos en ellas ambos brazos (lo repetimos una vez más por su marcado valor persuasivo)
estando arrodillados, e inclinamos la cabeza reposándola sobre el banco, el filo de la cuchilla pasa por nuestro
cuello.25 Hecho que, unido al gran antropomorfo cruciforme del “Conjunto 2” (con sus antebrazos caídos y
Fig. 32. Cantavieja, Teruel. Los Cerradicos
de la Masía de Casagranja. Conjunto 1.
25 Puesto que este cuchillo de jifero posee la punta de su filo revertida, ello –cuando se le encuentren paralelos arqueológicos– pudiera
darnos una cronología más firme para el conjunto de la estación insculturada.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Lám. VIII. Cantavieja. Los Cerradicos de la Masía de
Casagranja. Detalle del canal de drenaje de su gran peñedo.
181
Lám. IX. Cantavieja. Los Cerradicos de la Masía de
Casagranja. Detalle del cuchillo del conjunto 6.
una altura de 117 cm); la pila o bañera labrada (con una medida de 2,86 cm de longitud por una anchura de
1,10 cm y una profundidad de, cuanto menos, 60 cm dado que conserva en su fondo tierra y piedras), la cual
posee otros simbolismos incisos (pocetas con canalillos y un halteriforme en los bordes, así como cruciformes
en su cara lateral en donde hubo otra pila semejante pues se percibe bien su arranque); conjuntamente con el
antropomorfo ramiforme del “Conjunto 4”, convierten a esta estación bajoaragonesa en un importantísimo
e innegable centro cultual, en el que no es descabellado pensar, repetimos, en ritos de curación (bañeras de
inmersión) y de muerte (antropomorfos, cruciformes y cuchillo del Conjunto 2). Rituales (cuanto menos en
sus inicios prehistóricos) que quedarían encumbrados y ofrendados, tal vez a deidades cósmicas, en esa gran y
elevada mesa sacra que es el “Conjunto 1” (Mesado y Viciano, 1994: 253). Otro tanto pudo acoger el “Peñedo
II” del yacimiento de la Serradeta (Vistabella), con sus crípticos esculpidos alrededor de su capaz pila (ibíd.:
194; Mesado et al., 2008: fig. 10).
En el amplio espacio cronológico que hemos dado a esta manifestación rupestre al aire libre (del Neolítico
a la Edad Media) se hace indiscutible la cronología de aquellos dos hojiformes insertos en el monumento de
Monforte del Cid, que, para D. Fletcher, serían coetáneos de aquellas construcciones talayóticas de las Baleares,
y que no podrían descender, cuanto menos, de las fechas señaladas por las cerámicas ibero-romanas de su
contexto arqueológico, indicándonos una datación, para los grabados, prehistórica. Tampoco puede negarse
que, como aquellos de la Seña (puesto que se trata de los únicos cuatro que podrían clasificarse de “muebles”),
hayan podido servir como basamentos pasivos de prensas de aceite; igualmente el del Castillejo, en Cuenca.
Pero podemos asegurar, si es que fueron aras de prensa, que nada tienen que ver con aquellos grabados in situ
ubicados en la intemperie: en elevadas cumbres, en lechos de barrancos, o en cuevas, cuyas características y
ambientes venimos reiterando. El solo hecho de no poseer en sus alrededores restos de combustión (cenizas y
carbón), asegura que no fueron empleados en la destilación del aceite de enebro.
ADDENDA I
El día 19 de marzo de 2011, el grupo de Castellón “per la Recerca de la Memòria Històrica” organizaba
una excursión por varias masías de Puertomingalvo (Teruel), en el límite con el término castellonense de
Vistabella. Fue al pasar por el Mas de Fuertes, entre el de Cotanda y el del Sapo, donde sería hallada otra
inscultura hojiforme. Terrenos montanos enclavados a poniente de la Sierra de la Batalla, que llega a los 1.508
m.s.n.m. en su “tossal” homónimo, colindante con el de Montsó que alcanza los 1.374 m. Ambos, ya, dentro
de la provincia de Castellón.
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Fig. 33. Puertomingalbo (Teruel). Hojiforme del
Mas de Fuertes.
Lám. X. Puertomingalbo, Teruel. Hojiforme contiguo
al Mas de Fuertes.
La inscultura se encuentra ubicada a un centenar de metros al N de la masía, sobre un calvero ligeramente
elevado, de litoareniscas grises del Trías, en donde da comienzo un bosque con robles, carrascas, pinos y algún
enebro, cubierta vegetal que declina hacia el barranco del Mas de Fuertes. La roca que lo comporta (fig. 33
y lám. X) sobresale del humus, en su centro (la carena o lomo) 30 cm, alcanzando los 25 cm de altura en el
extremo NNO, y sólo tiene 10 cm por el del E. Su eje máximo (E-O) alcanza los 3,95 m. El grabado se hizo en
el costado S de la roca, a 30 cm del borde (romo y en caída en toda la arenisca) despreciando, una vez más, el
centrado de la piedra, y utilizando una pendiente de unos 15º. Inscultura semejante a la de La Beltrana, dado
que es de silueta obovada, de 95 cm de altura por 71 cm de ancha, cuya regata central (única en su campo), con
dirección SSE, derrama por una prolongación, el supuesto pecíolo, de 20 cm. La altura total del hojiforme será,
pues, de 115 cm, y el arco de su perímetro superior alcanza la carena de la plataforma. Los surcos tienen una
anchura entre 2 y 3 cm y una profundidad máxima de 2 cm, llegando a los 2,50 cm en el corto canal de derrame.
La superficie de la roca aparece atacada por viejos líquenes y musgos que invaden y colmatan el propio grabado,
por lo que no se aprecia el labrado (picado) de los surcos, asegurándonos que son muchos los años transcurridos
que no se ha llevado a cabo, sobre la inscultura, función alguna. Desconocemos el entorno arqueológico.
Como todas las reseñadas por nosotros, no presenta disgregación granular por termoclastia, ni
ennegrecimiento por ignición. Son sus coordenadas GPS (Datum European 53): 30T0720922 / 4461490,
estando a 1.296 m.s.n.m.
Otro hojiforme detectamos (aunque de momento no encontramos) en término de Villahermosa del Río (Alto
Mijares), utilizando algo bien sencillo: enseñando una fotografía de la inscultura precedente a unos ancianos de
la localidad. Fue Ramón Tomás Gargallo quien nos dijo que en terrenos de la masía de su propiedad, denominada
el Montudillo, existía otro grabado similar. Se encontraba, dijo, entre los lindes de su propiedad y los de la masía
del Rebollo, perteneciente a su hermano Pedro. Aprovechando la ocasión, le preguntamos si sabía para que fue
hecho. Una vez más, escuchábamos: que para llevar a cabo la destilación del enebro; y una vez más apuntaba
que él no lo había visto, pero que lo sabía por haberlo oído.26 Días después, el 20 de Mayo, acompañado por
26 La insistencia popular en el uso de tales insculturas para la obtención del aceite de enebro (Mesado y Viciano, 1994: 258; Mesado
et al., 2008: 196), recogida tanto por los pastores como por los masoveros (que curiosamente todos lo saben por haberlo oído, pero
nunca visto), puede derivar de aquella “filosofía” innata que poseen las personas cuyas vidas trascurren en soledades montanas,
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
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Lám. XI. Villahermosa del Río. Hojiforme masías Montudillo / Rebollo (foto J. Ramos).
José Luis Viciano, Juan Ramos, y mi hermano Gerardo, volvíamos a Villahermosa para entrevistarnos de nuevo
con Ramón Tomás para que nos diera una mayor información del lugar de la ubicación del grabado. Pese a su
avanzada edad quiso acompañarnos, cosa que le fue prohibida por la familia dada la grave enfermedad que
padecía. Con nuevas referencias orales, buscamos infructuosamente entre ambas masías pues pese a existir
areniscas junto a ellas el grabado, según el entrevistado, se alcanzaba ascendiendo por un empinado y casi
perdido sendero repleto de monte bajo. Todo fue inútil. Ya no pudimos tener, de momento, otros puntos de
localización pues Ramón Tomás Gargallo fallecía al día siguiente. Volvía J.L. Viciano y J. Ramos el día 1 de
junio examinando minuciosamente la dura pendiente por la que antaño iba el sendero que creían el óptimo, sin
resultado alguno; sólo recogieron, ya en el pueblo, la noticia de aquel óbito. Descanse en Paz.
Pero el día 12 del mes de agosto, Juan Ramos volvía a Villahermosa pues había contactado con Paco
Guillamón (dueño del “Bar Lapsus”) para que conectase con Pedro Tomás, hermano del fallecido y amo
de aquella masía del Rebollo. Acompañado por ambos, llegaban fácilmente al sendero no alcanzado con
anterioridad, y a escasos metros de la mentada delimitación vecinal, sobre el lomo o carena del monte,
dominando un vasto paisaje (aunque oculto hoy por la vegetación) estaba la roca con el hojiforme buscado
(lám. XI).
Se trata de una dura arenisca grisácea cuya superficie, de 1,20 m de amplitud, presenta una inclinación
de 20º, aprovechada, como en todos los hojiformes descritos, para el drenaje del propio grabado que, dentro
de los hojiformes vistos, es el más sencillo puesto que sólo lo forma el perímetro del limbo, con una anchura
de 50 cm y una altura de 80 cm, alcanzando el canalillo de derrame 15 cm. Incisión de 3 cm de anchura
por 1,5 cm de profundidad, que –cosa curiosa– sigue en la vertical de la roca, cuya altura llega a los 40 cm.
Inscultura desplazada hacia el costado SE, distando 12 cm; mientras que por el lado opuesto, y al socaire
pues hemos observado que tienen explicación (para ellos siempre lógica) para cuanto encuentran y desconocen. Recordemos, por
paradigmático, que las hachas prehistóricas de piedra pulida las hacen derivar o nacer de la caída de los rayos, pues aseguran que van
en sus puntas, por ello su forma almendrada y su brillo. Piezas que luego solían ocultar debajo de las tejas de sus masías, pues creían
que con ello estaban al resguardo de tales fenómenos atmosféricos, según información del amigo J. Andrés Bosch. D. Miguel de
Unamuno, en el año 1916, escribe: “Los pastores y las gentes de campo creen que esas hachas de sílice que se recogen para guardarlas
en nuestros museos como objetos prehistóricos son piedras que caen con el rayo” (M. de U., “El hacha mística”. Cuentos completos.
Edición de Oscar Carrascosa. Herederos de M. de U., 2001, pág. 315).
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de una protuberancia de la piedra, la distancia es de 20 cm, espacios muy estrechos para sostener cualquier
estructura. Su campo, en esta ocasión sin concavidad natural alguna, aparece exento de cualquier grabado;
tampoco presenta signos de haber comportado hogueras.27 Su eje vertical muestra una inclinación de 320º;
siendo la ubicación GPS: 30T0723687 / 4454430; h. 1.127 m.
ADDENDA II
Pese al interés puesto en hallar paralelos arqueológicos a la cuchilla con la punta revertida, del yacimiento
de Casagranja (Cantavieja, Teruel), no lo hemos conseguido; sin embargo, en la colección etnológica del
amigo Inocencio Sarrión Montañana, existe una pieza prácticamente igual. Fue adquirida en el dominguero
mercadillo del rastro de Valencia, ignorándose su procedencia y contexto; aunque parece innegable que se
trata de un cuchillo de carnicero (fig. 34).
Fig. 34. Cuchillo en la colección de I. Sarrión Montañana.
Es de hierro y en el extremo del mango, de 11 cm de longitud, presenta un taladro cuadrangular para ser
colgado. Mientras el filo curvilíneo es cortante, el lomo (cuyo grosor alcanza los 9 mm) presenta hacia el
centro una zona roma producida por el percutido, que también ostenta el extremo del mango, indicándonos que
cuando el matarife daba con hueso se valía de la percusión –con un mazo o martillo– para cortarlo o romperlo.
Su punta revertida, afilada en todo su perfil, sería usada para el desollado. Mide 36 cm de longitud, alcanzando
su peso los 750 g.
ADDENDA III
Juan Ramos, buen conocedor de los pueblos y gentes de la Tinença de Benifassà por poseer propiedades en
ella, encontraba en el pueblo de Fredes, en agosto de 2011, a Vicente Adall. Expastor que le comentó que
había conocido en aquella extensa zona, funcionando, unos 10 hornos para la destilación (el llama exudación)
de la madera de enebro, hornos que dejaban de funcionar entre 1948 y 1950; acompañándole a dos de ellos
que habían sido recientemente restaurados por la escuela de F.P. de la Sénia (Tarragona), denominados de
Refalgarí y del Mas del Peraire.
El primero se encuentra cercano a la pista de su mismo nombre, que lleva al refugio de la Font Ferrera.
Situación por el GPS: 31T0263754 / 4513037; h. 1.095 m. Su aspecto externo es el de un montículo cónico
27 Habiendo realizado sondeos junto a rocas con hojiformes, podemos asegurar que no existe ni carbón ni ceniza, lo que avala que sobre
estos grabados no pudo producirse destilación alguna. Otro hecho, cuanto menos curioso, es que derramando con cuidado agua para
no colmar el canal de salida, esta no puede recogerse en un recipiente cerámico; aunque pudo emplearse alguna cañucela, a modo
de piquera, sujeta al derrame o salida del hojiforme. Igualmente pudo dejarse perder si fueron piedras de sacrificio; pero habremos
de recordar, siempre, aquellas menudas pocetas de retención en los hojiformes del Cervol y del barranco del Volante; al igual que el
curioso canalillo vertical en este grabado del Montudillo/Rebollo.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Lám. XII. Horno para la obtención del aceite de enebro
en Refalgarí, la Sénia, Tarragona (foto J. Ramos).
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Lám. XIII. Horno para la obtención del aceite de enebro en el
mas del Peraire, la Sénia, Tarragona (foto J. Ramos).
de unos 4 m de elevación, dado que fue fabricado sobre un suelo llano. Daba comienzo construyéndose un
basamento de rocas, con la superficie superior ligeramente inclinada, la cual se embarraba y endurecía (para su
impermeabilización) con fuego y alquitrán, tras lo cual se remontaba con rocas una cámara o chimenea circular
con un diámetro interno de 1,50 m (lám. XII), hasta alcanzar los algo más de 3 m que, para su consolidación,
se la apeaba o circundaba de tierra cuyo diámetro basal podía alcanzar los 10 m. En la caída de aquella base de
arcilla se colocaba una teja, y en su extremo un cántaro para la recogida del aceite de enebro, tronquillos que,
en mazos, se apilaban en la mitad inferior del horno, colocando luego varias lajas de piedra (el precinto) sobre
las cuales se terminaba de llenar el conducto con leña para su combustión, la cual era regulada por una losa que
centraba el tiro o chimenea del horno, de falsa bóveda. Tras varios días de funcionamiento y enfrío, retirado el
recipiente conteniendo el aceite, la cumbrera era abierta y vaciado el horno para su posterior uso. V. Adall cuenta
que este óleo se usaba para combatir la sarna (ronya) de los animales; aunque también para sacar fragmentadas,
con una simple gota, las muelas careadas de las personas, como ya sabíamos por anteriores consultas.
La otra modalidad de emplazamiento era valerse de un acusado desnivel del terreno ya que solamente
su perímetro externo tenía que consolidarse, esta vez con rocas, y su cumbrera hacíase en forma de cabaña,
con puerta que era tabicada tras el colmatado y encendido de la cámara. Es el caso del horno, igualmente
restaurado, del Mas del Peraire (lám. XIII), cuya situación, según el GPS, es 31T0262917 / 4511404; h. 1.103
m. También sirvieron, cuenta, para sacar alquitrán de la madera de encina o de carrasca.
Tras ambas visitas J. Ramos le mostraba a V. Adall varios gráficos con hojiformes, comentándole este
que ya le habían enseñado otros, hacía un par de años, aquellos dibujos, grabados que también buscaban,
diciéndoles que sobre tales rocas era imposible aquella destilación; formas que nunca había visto por la
Tinença, y que creía más cercanas a antiguos rituales mágicos.
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXIX, Valencia, 2012, p. 157-186
Norberto MESADO OLIVER a
Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
RESUMEN: En el presente artículo se listan cuantos petroglifos hojiformes hemos encontrado, reflexionando
sobre su función, significado y cronología dado que, recientemente, algunos investigadores los vinculan a la
obtención del aceite de enebro para una farmacopea rural que habría alcanzado el siglo XX.
PALABRAS CLAVE: Petroglifo, inscultura, hojiforme, esoterismo, Hierro I.
Über die blattförmigen Einschriften
ZUSAMMENFASSUNG: In diesem Artikel werden alle aufgefundenen blattförmigen Petroglyphen aufgelistet,
über deren Funktion, Bedeutung und Chonologie reflektiert wird, da manche Wissenschaftler sie neuerdings mit
der Gervinnung von Wacholderöl für das ländliche Arzneiwissen in Verbindung bringen, die das 20.Jahrhundert
erreicht habe.
SCHLÜSSELWÖRTER: Petroglyph, Steineingravierung, blattförmig, Esoterik, Eisenzeit I.
a Avda. Llombai, s/n (junto a Instituto); 12530 Burriana (Castellón).
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N. Mesado Oliver
En la investigación arqueológica hay temas que, sin duda, parecen una discriminación y
si alguien se ocupa de ellos es considerado con cierta prevención, como si se tratase de
algo poco serio [...]. Uno de ellos es la cuestión de las insculturas, sobre todo cuando éstas
presentan su forma más elemental de simples cúpulas o cazoletas excavadas en la piedra.
Pascual Guasch (1988: 445)
Últimamente han sido cuestionados aquellos grabados que denominamos, por su parecido con la estructura
de una hoja, hojiformes; o en el caso de tener abierta la parte superior del supuesto limbo, ramiformes; o
corniformes cuando se asemejan más a las defensas de los cérvidos. Manifestación rupestre que venimos
ubicando su nacimiento, salvo casos, en la Prehistoria. Conjunto de esculpidos (para nosotros y otros muchos)
de carácter arcano, cuyo uso pudo haber alcanzado la Alta Edad Media. Gusi, Barrachina y Aguilella (2010:
257-278) aseguran que estos grabados (que denominan “ramiformes” pese al gran parecido, cuando tiene
su perímetro o “limbo” cerrado, con las hojas vegetales) sirvieron para la destilación del aceite de enebro:
“Los testimonios orales de personas ligadas al mundo rural que testimonian su uso como hornos para la
obtención de aceite de enebro, así lo aconsejan” (ibíd.: 267). Hecho de la etnología pastoril que, a la par,
avalan Guillem Calatayud y Martínez Valle: “...los motivos grabados que presentan una estructura similar [a
la de los hojiformes] y se han considerado como prehistóricos deberán ser revisados...”, puesto que igualmente
los relacionarán con aquella destilación vegetal (Guillem Calatayud y Martínez Valle, 2009).1 Aunque ya
insistimos en estos motivos (Mesado et al., 2008: 201-205), volvemos con ellos dado el número de los
últimamente hallados, puesto que aunándolos podemos discernir con una mayor objetividad, o cuanto menos
acercarnos a su significado y función.
Jordán Montes, al referirse a la inscultura nº 9 del Tolmo de Minateda, anota: “...el dibujo arboriforme,
el que consideramos en su día como prensa nº 9, ha podido pasar por varias fases. En efecto, si durante la
prehistoria pudo haber sido labrado como auténtico petroglifo, con la ocupación del cerro del Tolmo por parte
de los íberos y más tarde por los romanos y visigodos, el extraño dibujo, descontextualizado en el espacio e
incomprensible para los nuevos pobladores, pudo reconvertirse en una útil prensa...” (Jordán, 2001: 13).
Veamos, por ello, un breve inventario de los “hojiformes” hallados en el septentrión castellonense, con
alguna incursión en el Bajo Aragón más cercano; así como otras insculturas estudiadas recientemente por los
investigadores precitados. Tras este pequeño corpus, afianzaremos, más si cabe, aquella opinión que venimos
defendiendo; si bien, compartimos lo anotado por Montes: que algunos de tales grabados, descontextualizados
con el devenir del tiempo, hayan sido utilizados con otros fines; pero, en su conjunto, de haber sido plataformas
para destilar el enebro sus basamentos perimetrales habrían amontonado, con toda seguridad, carbón; y, todos
ellos, sobre las planacaras de las rocas y alrededor de los grabados habrían presentado, cuanto menos, signos
evidentes de las hogueras (termoclastos por combustión) para aquella exudación o destilación vegetal.
COMPENDIO
La relación de hojiformes, con su bibliografía, es la siguiente: I/II.- Penyagolosa. III.- La Estrella. IV.- Loma
del Cañuelo. V.- Torre de la Casalta. VI/VII.- Mas de Montón. VIII.- Garabaya. IX.- La Cogonda (conjunto
este, I a IX, publicado por Mesado y Viciano, 1994). IX bis.- La Cogonda (Mesado y Rufino, 2009; Mesado
et al., 2010). X.- La Beltrana (Mesado y Rufino, 2007, 2009; Mesado et al., 2008). XI/XII.- El Sérvol.
XIII.- Barranco del Volante (publicados los tres últimos por Mesado, Rivero y Ramos, 2009 y Mesado et al.,
2010). XIV.- Barranco de las Salinas (Mesado y Rufino, 2009; Mesado et al., 2010). XV.- Las Casicas. XVI/
XVIII.- Fuente de la Hoya. XIX/XXII.- Partida del Plano (publicados los ocho últimos por Gusi, Barrachina
y Aguilella, 2010). XXIII.- Villar de Tejas de Xelva y “La roca de l’oli de ginebre” (Guillem Calatayud y
Martínez Valle, 2009).
1 Damos las gracias a ambos amigos por habernos prestado tal estudio con anterioridad a su publicación en la revista Saguntum-PLAV,
n.º 41.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
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I/II. Penyagolosa
Término del municipio de Vistabella (l’Alcalatén). Sus dos unidades, sobre areniscas e inmediatas (las
plataformas que los contienen distan 90 cm), se ubican al pie del denudado pico de Penyagolosa (1.814
m.s.n.m.), y en el linde superior del bosque de pinos, a unos 150 m del Mas de la Cambreta.
Plataforma I (fig. 1): Es la más oriental. El eje máximo de la arenisca que lo comporta, con dirección N-S,
alcanza los 2,10 m y su anchura 1,15 m. El campo grabado, con igual eje, tiene una altura de 61 cm por 45 de
ancho, y el canalillo de drenaje, que vierte en el extremo N de la roca, mide 40 cm.
Plataforma II (fig. 2): Su eje N-S alcanza los 3,10 m, siendo la anchura de la arenisca de 1,00 m. El
grabado, semejante al de la plataforma I (aunque con más divisiones en su campo rediforme por ensanche
posterior), mide de alto 1,09 m y de ancho 52 cm. Drena también por su costado N.
III. La Estrella
Término del municipio de Mosqueruela, Teruel, contiguo al castellonense de Vistabella. A 3 km del ermitorio
y caserío de La Estrella.2 Aguas arriba y junto al propio cauce del Riu Sec, daremos con la “Cueva del Monj”.
Se trata de una estirada balma repleta de grabados de dilatada cronología, alguno de ellos a varios metros de
altura, que fue refugio eremítico. Si ascendemos, tras rebasar la Plataforma I (con una constelación estelar), y
alcanzamos la carena de la loma, a unos 120 m de elevación sobre la cañada, entre los límites de las masadas
de la Cueva del Rubio y de la Cuesta, encontraremos el hojiforme más enigmático, y a su vez expresivo, de
este conjunto de insculturas en hoja, ahora ubicado sobre una arenisca a ras del suelo (fig. 3).
Sobre esta planacara, que apenas sobresale por el SE 35 cm del suelo, y junto a su linde NE (desprecia,
pues, como hacen la mayoría de los hojiformes la centralización de estas superficies), daremos con esta
inscultura de contorno circular. Su ancho alcanza los 165 cm, presentando en su centro una ligera cubeta
natural (gnamma) de unos 40 cm de diámetro, a la cual vierten, por su costado N, tres canalillos incisos que
presentan ramificaciones crecientes en V. De este seno central parte el canalillo que, a la vez, recoge nuevos
surcos angulados vertiendo por el SSE (“pecíolo” de la hoja) por una regata de apenas 15 cm de curso. La
novedad, puesto que no la poseen el resto de las rocas insculturadas, estriba en los dos circulillos que en
su campo presenta el hojiforme cerca del nacimiento del pecíolo, el menor con un diámetro de 13 cm y su
contiguo de 17 cm, ambos surcados por los desagües de drenaje.
IV. Loma del Cañuelo
En término del municipio de Zucaina (Alt Millars) y junto a la pista de la masía del Cañuelo, a su NO y tras
un recorrido de unos 300 m advertiremos otra inscultura en hoja (fig. 4).
Sobre una plataforma muy baja, de 11,30 m de longitud, tendremos en su extremo SO un petroglifoide
casi circular, que mide 120 cm del alto por 106 de ancho. En su campo, tres canales que se inician con sendas
pocetas circulares (cuyos diámetros miden 17, 18 y 22 cm), van a unirse en la base de la hoja derramando por
un apéndice de 15 cm de recorrido. El eje mayor del grabado discurre de E a O.
V. Torre de la Casalta
Se encuentra a 3 km de Zucaina (Alt Millars), por la carretera de Cortes, cerca de la masía de Chirivilla y a los
pies del monte Torre de la Casalta.
2 Se trata de un menudo caserío cuya bella plazoleta conserva en sus fachadas trampantojos de arquitecturas, cortinajes y querubes,
que debería por el Patrimonio Cultural de Aragón ser tenida en cuenta dado que uno de los imafrontes de las casas que la conforman
ha sido “despellejado” para dejar visto el pedregal que lo conforma. Una irrespetuosa moda que, por doquier, está dañando nuestro
Patrimonio.
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Fig. 1. Vistabella. Penyagolosa,
plataforma I.
Fig. 4. Zucaina. Loma del Cañuelo.
Fig. 7. Zucaina. Mas de Montón,
plataforma II.
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Fig. 2. Vistabella. Penyagolosa,
plataforma II.
Fig. 5. Zucaina. Torre de la Casalta,
plataforma I.
Fig. 8. Manzanera. Hojiforme
en el monte Garabaya.
Fig. 3. Mosqueruela. La Estrella,
plataforma II.
Fig. 6. Zucaina. Mas de Montón,
plataforma I.
Fig. 9. Cirat. Petroglifo
de La Cogonda.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
161
Sobre otra arenisca, daremos con un hojiforme elipsoidal (fig. 5), de 98 cm de alto por 86 de ancho, cuyo
campo está drenado por 6 surcos en V cuyos vértices vierten en el canal central (nervio medio en las hojas)
desembocando, por una regata (el pecíolo) de 20 cm, en el perímetro S de la planacara.
VI/VII. Mas de Montón
Desde Zucaina tomaremos ahora la pista del Mas de Montón, que alcanzaremos tras un recorrido de 5 km.
Plataforma I (fig. 6): A 50 m al N de la masía, en el interior de un bosquecillo de carrascas y pinos, sobre
arenisca, tendremos otro hojiforme de tendencia circular cuyo campo está surcado, de E a O, por tres canales
irregulares. Los dos centrales, más anchos, son casi paralelos; y el tercero, junto al extremo derecho del campo
o limbo de la hoja, oblicuo. Mide 90 cm de ancho por 1,00 m de altura total. Drena en su lado E por un surco
de 10 cm.
Plataforma II (fig. 7): A unos 200 m al NO de la masía, en el interior de un bosque de pinos, sobre una
arenisca que alcanza los 2,50 m de longitud, existe otro hojiforme (ahora muy erosionado) en forma de hojuela
de culantrillo de pozo. Apenas se advierten en su campo, por la degradación, los canales de derrame. Su ancho
máximo es de 1,40 m y su altura total de 1,00 m. Drena por un surco de 12 cm en la cara S de la roca.
VIII. Garabaya
Se trata de un monte que por el lado NO delimita la población turolense de Manzanera.3 Este grabado, casi
circular, está sobre la propia carena del monte (fig. 8 y lám. I), utilizando una plataforma caliza de unos 40 cm
de grosor que presenta, como todo el crestón, una inclinación de 18º posiblemente debida a los movimientos
Alpinos, grabado circular que se encuentra a unos 60 m de la cota máxima del cerro, de 996 m.s.n.m. Su
diámetro horizontal es de 80 cm, y el vertical de 87 cm. El canal de drenaje (una vez más, simple continuación
del eje o nervio central) tiene un recorrido de 25 cm, por lo que la altura total del hojiforme alcanza 1,12 m.
El costado N de la inscultura casi roza el extremo o canto natural de la caliza. En su campo, dos sencillas
incisiones simétricas, oblicuas, con nacimiento en el perímetro del grabado, convergen en el centro del
canalillo de drenaje de la hoja. Vierte en el linde S de la caliza.
Lám I. Manzanera (Teruel). Ubicación del hojiforme en el monte Garabaya.
3 Como simple curiosidad advertimos que, en vascuence, la palabra gara significa “somos”, y garaia indica: primacía, alto, supremo;
e igualmente “granero”. También ibaia es “río”. Garaibaia pudiera traducirse, pues, por “río alto”. Junto a Manzanera discurre el río
(de Manzanera y Albentosa) que vierte en las cercanías de Sarrión, Teruel, en el Mijares o Millars; entrando en tierras castellonenses
(comarca del Alto Mijares) por el Caserío de La Monzona. Gara también denomina a determinadas raíces de algunas plantas (Gentileza
de Sara Zufiaurre Niño).
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IX. La Cogonda
Topónimo de una gran cavidad perteneciente al término de Cirat (Alt Millars), que colinda con el camino arriero
de La Jara Macil, el cual bordea el arroyo de la Cueva-Honda. Tras alcanzar por este vial la asolada masía
de la Cueva-Honda, tendremos a 36 m la boca de la caverna, de formación tectónica y recorrido laberíntico.
La gran sala de su entrada fue usada para la estabulación del ganado procedente, por lo general, del Bajo
Aragón durante las trashumancias. Es en ella, en su costado izquierdo y sobre un gran bloque desprendido
de la bóveda, en donde encontramos este grabado que, aunque lo incluimos por su misma función primaria
dentro de los “hojiformes”, tiene la particularidad (como ocurre con otros dos de esta misma comarca del Alto
Mijares) de quedar abierto por el extremo opuesto al del canal de vertido (fig. 9). Por ello su forma se acerca
más a la de los “ramiformes”, y en este caso concreto al de la cornamenta de los cérvidos o “corniformes”.
La roca caliza (su planacara) mide de eje (NO-SE) 3,00 m, siendo la altura máxima de 95 cm. En ella, y
en su costado S (vuelve a despreciar, pues, el centro) hallaremos esta inscultura, una de las más perfectas que
conocemos pues los capaces surcos o canales, pese a la dureza de la piedra, fueron erosionados con abrasivos
para su lisura. El ancho del grabado llega a los 86 cm y su altura a los 82 cm, siendo el recorrido del canal de
drenaje (el cual derrama en la cara O del la caliza) de 46 cm, lo que dará al grabado una altura total de 128
cm. La roca, ya esculpida, fue alterada o dislocada por el desplome de otra, por lo que se encuentra rota en
tres pedazos que cambiaron la inclinación del sector insculturado, produciendo la desunión o rotura de las
puntas superiores del ramiforme (o candiles si pensamos en las defensas de los cérvidos). Como los grabados
precedentes, no presenta signos de termoclastos por fuego ni el techo de la caverna (en este punto bajo)
hollines propios de las hogueras. La arqueología de la cavidad destaca por sus cerámicas pertenecientes al
Hierro I.
X. La Beltrana
Se halla en término de Vistabella del Maestrat (comarca de l’Alcalatén), cerca del santuario de Sant Joan (pies
de Penyagolosa) en un paraje denominado popularmente La Beltrana. Se trata de una litoarenisca en cuya
planacara aparece insculturado un hojiforme/periforme centrado por una simple regata que, de S a N, continúa
por el pecíolo de drenaje hasta alcanzar el borde de la roca, el cual rasa con el humus de la vallada (fig. 10).
Su ancho es de 96 cm, mientras que la altura del campo (eje N-S) llega a los 105 cm y el canal o limbo del
hojiforme a los 45 cm. Tampoco presenta indicios de haber comportado fuego.
Como todos los que venimos reseñando, las superficies de las rocas, mayormente areniscas suavemente
cóncavas, presentan una señalada inclinación que favorece el derrame o drenaje a cualquier líquido que se
vierta o recoja en la superficie esculturada.
XI/XII. El Sérvol (Cérvol / Cervol)
Se trata de un monte del término de Santa Magdalena de Polpís (el Baix Maestrat), cuya base, por su costado
S, vierte el barranco de la Rambla del Mas. Aquí existen dos grabados hojiformes en una cota de 266 m, sobre
la carena del propio Sérvol, con monte bajo, que asciende a la cumbre que alcanza los 292 m.s.n.m. De nuevo,
sobre plataformas calizas muy bajas y con una separación de 4 m tendremos las insculturas que denominamos
“A” y “B”.
Hojiforme A (fig. 11): Se halla sobre una laja caliza de unos 15 cm de grosor, la cual presenta un buzamiento
de 10º (el propio de la estratificación de la montaña) hacia el S. La planacara tiene un eje máximo (E-O) de
2,60 m. El grabado se hizo hacia el costado O a 20 cm de su borde; a 68 del perfil derecho de la losa; y a sólo 11
cm de su flanco N. Tiene una anchura de 80 cm, alcanzando los 110 cm de altura total. Difiere de los estudiados
en que el campo (el supuesto limbo de la hoja) no lo surcan nervios angulados, sino que está conformado por
el aditamento de varios circuloides globosos (claras rectificaciones) que lo iban agrandando hasta llegar a
alcanzar los 80 cm, anchura de una mayoría de estas insculturas. Con el ensanche mayor, y en su lado derecho,
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
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se llegó a rozar un bache de erosión, por lo que en su base tuvo que labrarse un canalillo para reconducir el
líquido hacia la cupulilla o vaso receptor, cuyo diámetro es de 12 cm y su profundidad de 5 cm, indicándonos
la escasa cantidad de líquido que se podía recoger: unos 323 centímetros cúbicos; aunque seguro que la precisa
para una práctica que creemos ritual. Su eje central, una vez más, señala el N., por lo que drena por el S.
Hojiforme B (fig. 12): Laja caliza, a la izquierda de la anterior, de unos 20 cm de potencia. Posee hacia
su centro otro hojiforme, orientado igualmente al N, ahora sin concavidad natural alguna. Su sencillez es
extrema, ya que grabado el perímetro, casi circular y de nuevo alcanzando los 80 cm de diámetro, se le hizo
dos regatillos en “V”, cortada en su mitad por el canal o nervio central de la hoja. El canalillo de derrame o
drenaje llega a los 32 cm, vertiendo en otra cubeta ubicada en el S (que, como la precedente, delata en sus
paredes un repicado blanquecino, compacto) a sólo 5 cm del costado de la planacara caliza, alcanzando un
diámetro de 15 cm y una profundidad de 5 cm. Su contenido sería, pues, de unos 400 centímetros cúbicos.
Salvo esta poceta, el resto del grabado es idéntico al del lejano monte turolense de Garabaya.
XIII. Barranco del Volante
Depresión del término de Peníscola. Sobre el propio lecho calizo del arroyo, cerca de la torre vigía del siglo XVI
denominada “Badúm”, a pocos metros del Mediterráneo (por ello su cota es de 20 m.s.n.m.), encontraremos
este menudo petroglifo, el primero de los hallados en nuestra geografía (fig. 13). Lo fue en el año 1968 por V.
Giner (†) y publicado en 1996. Su perímetro es circular, con un diámetro de sólo 35 cm, cortado por un regato
central que vierte en un estirado pecíolo de 51 cm que, a su vez, lo hace en una labrada cubeta de 10 x 13 cm
de embocadura, y 5 de profundidad. La inscultura aparece orientada al O, al igual que el curso del barranco
en este punto. La forma de volante (de coche) pudo haber dado nombre al barranco, por lo que siendo un
topónimo castellano no lo creemos antiguo.
XIV. Barranco de las Salinas
Este “ramiforme”, próximo al de la Cogonda, pero en una cota mucho más baja, también en término de Cirat,
vuelve a encontrarse en el mismo cauce del barranco, ahora sobre una gran roca de rodeno triásico desprendida
de la margen derecha del elevado acantilado, producto de un acusado meandro erosivo (fig. 14). Rambla que
lleva agua durante todos los días del año, desembocando, junto a Cirat, en el Millars. En tiempos pasados era
salobre, por lo que existían salinas, claro origen del topónimo.
La planacara de la roca que lo comporta es de forma cuadrada. Su eje E-O mide 3,00 m y el N-S, 2,40
m. Toda ella aparece muy erosionada, mayormente por el efecto del drenaje del propio río. El eje central del
esculpido lleva la dirección N y mide 1,20 m de alto por 0,90 de ancho, derramando en su extremo S por un
surco de 30 cm. Los canales internos (a modo de rediformes), por la erosión hídrica y exfoliaciones propias de
las superficies de estas areniscas expuestas a la intemperie, apenas se pueden advertir en el costado SO de la
inscultura. El surco perimetral de su flanco E dista del margen de la roca 30 cm. Como todos los anteriormente
citados, no presenta signo alguno de haber comportado hogueras.
Tras el precedente inventario de los “hojiformes” divulgados hasta 2009, han sido dados a conocer por el
Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas de la Diputación de Castellón un conjunto de otros
ocho, descubiertos en la comarca del Alt Millars. Sus “calcos” se reducen a simples líneas, no presentando
orientación magnética (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010). Del mismo modo, y al publicarse un grupo de
8 “cazoletas” con sus canalillos que las alimentan, producto de las prospecciones sistemáticas coordinadas
desde el Instituto de Arte Rupestre en el curso del Barranc de la Valltorta, Tírig, se señala (en dibujo y sin otro
comentario) otro hojiforme encontrado en la pedanía valenciana de Villar de Tejas de Chelva, en La Hoyuela,
comarca de Els Serrans (Guillem Calatayud y Martínez Valle, 2009). Son los siguientes:
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Fig. 10. Vistabella. Hojiforme de
La Beltrana.
Fig. 11. Santa Magdalena. El Cervol,
plataforma I.
Fig. 12. Santa Magdalena. El Cervol,
plataforma II.
Fig. 13. Peníscola. Barranco del
Volante (Según V. Giner).
Fig. 14. Cirat. Barranco Salado.
Fig. 15. Villahermosa del Río. Las
Casicas, soporte 1 (según Gusi et al.).
Fig. 16. Cortes de Arenoso. Fuente la
Hoya, soporte 2 (según Gusi et al.).
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Fig. 17. Cortes de Arenoso.
Fuente la Hoya, soporte 3
(según Gusi et al.).
Fig. 18. Cortes de Arenoso.
Fuente la Hoya, soporte 4
(según Gusi et al.).
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XV. Las Casicas (Villahermosa del Río)
Soporte 1 (fig. 15): Ramiforme “de forma elíptica, con un canal principal al que van a parar otros tres
canalillos. El canal principal termina en el borde de la piedra en un canalillo mucho más profundo que el resto
del trazado... Está inscrito en una roca aislada de arenisca de aspecto rectangular e inclinada hacia el lado en
el que se sitúa el canalillo final... Medidas: 2,30 x 1,85 metros”.4
XVI/XVIII. Fuente de la Hoya (Cortes de Arenoso)
Soporte 2 (fig. 16): Esculpido muy degradado. “Representa una figura ‘ramiforme’ groseramente elíptica, pues
solo conserva visible uno de los lados. Como la anterior, presenta varios canalículos internos de sección en
‘U’... que confluyen en un extremo de la roca donde se encuentra un canal-vertedor... Medidas: 1,20 x 0,85
metros de ancho conservado”.5
Soporte 3 (fig. 17): “Representa un ‘ramiforme’ de forma circular dividido en dos por un canal central a
cuyos lados salen varios canalículos que cubren toda la superficie rocosa... Este soporte se encuentra rodeado
parcialmente por los restos de un murete de piedra en seco, cuya altura conservada actualmente es de 25/30
centímetros... Medidas: 1,65 x 1,45 metros”.6
Soporte 4 (fig. 18): “Representa un ‘ramiforme’ de forma circular con tres canales internos que confluyen
en un punto desde el que salen un canal para el desagüe hasta el borde del grabado, junto al limite del soporte...
Medidas: 2,00 x 1,35 metros”.7
XIX/XXII. Partida del Plano (Cortes de Arenoso)
“Los soportes 5 y 6 se encuentran grabados en una misma losa, cuya longitud alcanza algo más de los seis
metros de longitud” (sic).
Soporte 5 (fig. 19): “Sólo se conservan con claridad dos surcos que delimitan el círculo y el central que se
intuye... Su interior se encuentra intensamente requemado y desconchado por efecto del calor, conservando
en el círculo exterior los restos del basamento de las paredes de barro del horno, con un espesor de nueve
centímetros. Medidas 0,84 x 0,94 metros”.8
Soporte 6 (fig. 20): “Representa una figura ‘ramiforme’ elíptica. Posee un canal central en el que confluyen
diversos canalículos, destacando el grabado de la zona superior que presenta un mayor número de canalillos
que en otros casos. Medidas: 1,00 x 1,37 metros”.9
Soporte 7 (fig. 21): “Su forma [un claro hojiforme] es elíptica y presenta un canal central en donde confluyen
tres canalillos por cada lado. El canal central se prolonga por la parte frontal de la roca más de medio metro
hasta su base. La superficie se halla enrojecida por fuego. Medidas: 14,90 x 0,94 metros”.10
Soporte 8 (fig. 22): “Realizado sobre un soporte rocoso de fuerte inclinación. Tiene forma elíptica muy
marcada en la que se observa el canal central en donde confluyen dos canalículos laterales, uno por cada lado.
Medidas: 1,61 x 0,90 metros”.11
4
5
6
7
8
9
10
11
Medidas que se corresponden con la planacara de la roca.
Medidas que no encajan con las del “calco”.
Medidas que se aproximan a las de la planacara de la roca.
Se corresponderían con las de la planacara de la roca.
Según el “calco” estas medidas se corresponderían con la planacara.
Medidas que parecen responder a la planacara de la roca.
Desconocemos, de no ser una errata, a qué medidas responden.
Según el calco, la altura del grabado alcanza los 2 m, siendo correcta la anchura dada.
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Fig. 19. Cortes de Arenoso. Partida del Plano,
soporte 5 (según Gusi et al.).
Fig. 21. Cortes de Arenoso.
Partida del Plano, soporte 7
(según Gusi et al.).
Fig. 20. Cortes de Arenoso. Partida del
Plano, soporte 6 (según Gusi et al.).
Fig. 22. Cortes de Arenoso.
Partida del Plano, soporte 8
(según Gusi et al.).
Fig. 23 A. Albocàsser. “La roca de l’oli
de ginebre” (según P.M. Guillem y R.
Martínez). B. Hojiforme de La Hoyuela
(según P.M. Guillem y R. Martínez).
XXIII. Villar de Tejas de Chelva (La Hoyuela, Valencia)
Como ya apuntamos, este hojiforme ha sido dado a conocer a través de un simple esquema (fig. 23, B),
vinculándolo al grabado que existe enfrente de la Cova de l’Aigua, en el fondo del Barranc de la Valltorta
(fig. 23, A), que los autores, en pie de foto, denominan: La roca de l’oli de ginebre, y ambos (sin orientación
magnética) al conjunto de insculturas (pocetas con canalillos) encontradas por Lluís Coll (guía del Museu de
la Valltorta) sobre la plataforma calcárea o roquedal que conforma la margen izquierda del propio barranco,
entre la Cova dels Cavalls y el Mas Nou de Porcar (Tírig), en la partida de Els Carrasquissos: “...ocupando una
distancia en línea recta que no supera los 400 m.” (Guillem Calatayud y Martínez Valle, 2009).
Se trata de un grupo de 8 rocas –plataformas– en cuyas balsillas desembocan (salvo la nº 6) varios surcos,
indicando, con claridad, que recogen el agua de lluvia caída en sus planacaras para llenar tales cavidades,
cuyo destino (al ser de escaso diámetro) tendría una función cinegética (caza de aves) ya que en sus cercanías
existen paramentos de piedras: “En el contexto inmediato de las rocas grabadas se conserva una serie de
construcciones en piedra en seco... ‘barracas’...” de tamaño muy reducido, caso de las rocas nº 1 y 5; o
muretes, caso de la nº 2, “...con una pequeña ventana en su parte central”. Construcciones, se dice, para la
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captura del mochuelo, aves empleadas como reclamo para abatir otros pájaros (por lo regular tordos) en
los populares paranys. Otro muro de piedra en seco hay junto a la roca nº 3; y junto a la 4 tres montones
de piedras, siendo llana la superior, construcciones que se relacionan con las saleras para los ovicápridos:
“Todas estas construcciones articulan un pequeño cosmos modelado por la actividad ganadera tradicional en
el que quedan inmersos los grabados de Els Carrasquissos” (ibíd.). La roca nº 5, cuando fue encontrada, aún
tenía cobijando su alberquilla una loseta para la conservación del agua almacenada. Según nos comentó su
descubridor, se trataría de menudas albercas labradas con escaso cuidado (sus periferias son muy irregulares,
hecho que no va a ocurrir en los auténticos petroglifos), con el sólo objeto de atraer a los pájaros para ser
abatidos, posiblemente con redes o enfilats. Pero de cuanto se publica conviene destacar, enfrente de la Cova
de l’Aigua y junto a unos bancales y cabaña con una noria (conjunto muy degradado en la actualidad), a escasa
cota del lecho del barranco: “...otro paralelo etnológico a considerar. Sobre una plataforma caliza aparece una
cazoleta acompañada de una canaleta y dos laterales a ambos lados. Esta cazoleta en su perímetro exterior
presenta alteraciones de rubefacción provocadas por el fuego... El uso de este tipo de cazoletas con canalillos
está relacionado con la elaboración del aceite de enebro”. Detallándose tal proceder: “En el interior de la
cazoleta se depositaban trozos de madera de enebro, estos se cubrían con un recipiente cerámico que a su vez
era cubierto de barro. Posteriormente se prendía una hoguera para conseguir que de la madera del interior
de la cazoleta se desprendiera el aceite, el cual era recogido en un recipiente después de recorrer la cazoleta
central (comunicación de Francisca Porcar). Este procedimiento de obtención de aceite de enebro recorre
prácticamente todo el territorio valenciano”. Hecho que valoran al encontrar, en la comarca de Els Serrans, el
hojiforme de Villar de Tejas de Chelva.
Nuevamente, pues, vemos en su magisterio a la catinense Francisca Porcar. Por ello, el día 17 de
noviembre de 2010, conjuntamente con Pepe Viciano y su esposa Amelia Cervera (amigos de siempre por
cumbres, masadas, cuevas y barrancos) alcanzábamos Tírig, para, de nuevo, entrevistarnos con la Sra. Porcar
y comentar, por segunda vez, este petroglifo existente cerca de su masía (“la de Porcar”); pero en el lado
opuesto del barranco y por ello en término de Albocàsser. La Sra. Porcar volvía a repetirnos que ella nunca
había visto obtener dicho aceite; pero que tampoco sus padres. Tradición oral que “podría” proceder, dijo,
de sus abuelos o bisabuelos puesto que no lo sabía con certeza. Roca grabada (entre la Cova del Lledoner y
la de l’Aigua) que conocía por haberla visto de joven, puesto que habiendo nacido en tal masía, ahora suya,
recorría con frecuencia sus aledaños. A petición nuestra, volvió a relatarnos su funcionamiento según, pues,
aquella tradición familiar ya lejana: Tenía que llenarse una olla con fragmentos de madera de enebro.12 Puesta
a continuación boca abajo sobre la cazoleta labrada en la roca (por la escala gráfica publicada, su diámetro
alcanza un máximo de tan sólo 30 cm) era recubierta de una capa de barro, haciéndose sobre ella una hoguera.
Entonces, por el canalillo de drenaje (de unos 65 cm de recorrido) avenaba el líquido oleaginoso proveniente
de la destilación o exudación del enebro, que era recogido y usado tanto en personas (contra el dolor de muelas,
en uso externo) como en animales (rozaduras, enfermedades de la piel, cortes, etc.), por lo regular caballerías.
Como se advierte por el dibujo publicado, no se trata de un “hojiforme” aunque su fin, en origen, pudiera
ser el mismo. En el gráfico queda marcada (zona perimetral grisácea) la rubefacción propia del fuego, que
en ningún caso invade la poceta receptora como ocurre en los hojiformes de Fuente la Hoya y Partida del
Plano, en la comarca del Alt Millars (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010). Sería, pues, el único ejemplo
de esta tipología (incluyéndolo, a priori, entre los hojiformes) que presenta una rubefacción lógica para la
obtención de tal aceite, según el procedimiento transmitido por los antepasados de la Sra. Porcar. Pero hay
algo que no terminamos de entender (usando la lógica) ya que entonces de nada sirven aquellos 4 canalillos
que no vierten en la poceta, sino en el canal de drenaje o pecíolo, señalados, los dos inferiores (según dibujo)
por la combustión de la leña. ¿Cabría pensar que en origen no tenía este destino, habiendo en él un segundo
uso al igual que pudo pasar con aquellos dos del Alto Mijares? ¿Son en su inicio, todos ellos, prehistóricos; o
posteriores como sugieren Gusi, Barrachina y Aguilella, e igualmente Guillem Calatayud y Martínez Valle?
12 La Sra. Porcar, con su descripción, igualmente daba a la olla o perol el nombre de cassola, como a la poceta labrada en la roca el de
cassoleta. Creemos que a esta sinonimia se debe la descripción del procedimiento para la obtención del aceite que detallan Guillem
Calatayud y Martínez Valle.
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Comentario
Ninguno de los hojiformes que veníamos estudiando presenta señal alguna de rubefacción por hoguera.
Ahora lo hacen (además del ubicado en el Barranc de la Valltorta) los del Soporte 5 y 7 de la partida del
Plano, en término de Cortes de Arenoso, cuyas siluetas, en dos de ellos (Soporte 1 de las Casicas, y 2 de
Fuente de la Hoya) no cierran sus ramas extremas por lo que su parecido se acerca más a un “ramiforme”,
hecho que ocurre, como glosamos, con el existente en el interior de la Cogonda, dentro de la misma comarca
del Alt Millars.
Pese a que tan sólo presentan alterado su campo (el del propio grabado) por efecto del fuego, los dos
mentados, Gusi, Barrachina y Aguilella los consideran, en su totalidad: “hornos” para la obtención del aceite
de enebro para “...una farmacopea rural intemporal”. ¿Para qué, pues, sirvieron aquella mayoría que no
muestran rubefacción alguna?
¿Cómo se obtenía, de facto, este aceite? Tras mucho buscar, el investigador y amigo de Vilafranca (Alt
Maestrat) Joan Barreda Tena, daba con dos pastores, ya jubilados, que llevaron a término, multitud de veces
(no lo saben, pues, por tradición ni familiar ni popular) la destilación del enebro rojo, para su propio uso. Se
trata de Álvaro Barreda Badal y de Enrique Pitarch Barreda. El primero nació y vive en una masía del “Coll
d’Ivol”, lugar señalado en los lindes de la carta puebla del Riu de les Truytes / Pobla de Bellestar o de Sant
Miquel (con posteridad Vilafranca), donada por D. Blasco de Alagón a Marco de Villarluengo y a García
Navarro en 1239, citándose como “coll d’Ayut” (Gamundí, 1994: 356). E. Pitarch es de Mosqueruela, por
donde pastorea, y durante el verano sigue residiendo en el pintoresco Barri del Maset, de Vilafranca. Ambos
coinciden al reseñar el modo (casero o de corral) de proveerse de aceite de enebro, salvo que E. P. permuta la
olla por un cántaro.
Recipientes: Un puchero (o cántaro), una cazuela (o la base de un cántaro) y arcilla.
Modo para la destilación del enebro (fig. 24): “De la planta, que conviene que sea muy joven, aprovecharemos
el tronco y las raíces (conviene llevarse a cabo en primavera cuando estas tienen más savia). Trocearemos los
tronquillos en rodajas de unos dos o tres centímetros hasta colmar la panza del recipiente. Las raíces, envueltas
y presionadas, se colocarán en la boca de la vasija sirviéndonos de filtro y soporte para cuando volteemos el
contenedor sobre la cazuela.
Instalaremos la cazuela en un hoyo excavado en la tierra e invertido el puchero sellaremos las bocas de
ambos vasos con la arcilla, con el objeto de que el aceite no se mezcle con las impurezas de la combustión.
Seguidamente, cubriremos con leña y ramas ambas cerámicas, prendiendo fuego durante todo el día. Al
siguiente procederemos a separar ambos recipientes tras haber barrido bien carbones y cenizas. Tendremos ya
el aceite en el vaso receptor (cazuela o base de cántaro) y en el puchero los restos carbonizados del enebro,
sostenidos por aquel tapón de raíces, ahora igualmente carbonizadas. El líquido así obtenido era utilizado
para afecciones del cuero cabelludo; y el carbón, molido y mezclado con aceite de oliva, era usado contra
las garrapatas y rozaduras producidas por los aparejos y monturas de los caballos, siendo un remedio muy
eficaz”.13
Advertimos, pues, aunque con mayor detalle, un acercamiento a lo narrado por Francisca Porcar. También
en el artículo de Gusi, Barrachina y Aguilella veremos (publicado como “hipótesis”) algo semejante (fig. 25),
exceptuando el contener aquella plataforma (el denominado “Soporte 5”) un hojiforme de perímetro casi
circular (lo denominan “Horno tipo I usado en Cortes de Arenoso”), “...requemado y desconchado por efecto
del calor, y conservando en el círculo exterior los restos del basamento de las paredes de barro del horno...”,
que tal vez pueda tratarse del nacimiento de aquella cubrición que cuenta F. Porcar. Ello les lleva a suponer
que la leña que cubre los recipientes está (en el dibujo que presentan) recubierta por una capa de barro a modo
de una pequeña carbonera, cuya combustión (caso de funcionar) sería, dicen, de dos días. Pero si tenemos
en cuenta que un cántaro grande no rebasa los 50 cm de altura, la pira de leña pudo rondar –como mucho– el
metro, y puesto que señalan que estaba precintada por una cubierta arcillosa, su alimentación era imposible
para una combustión tan prolongada. El hecho que en la intemperie y sobre la roca del “Soporte 5” perdure
13 Texto remitido por Joan Barreda Tena.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Fig. 24. Modo de la destilación del enebro
(según J. Barreda Tena).
169
Fig. 25. Modo hipotético (“Horno tipo I”) para
la destilación del enebro (según Gusi et al.).
un círculo de tierra, asegura, creemos (a no ser que se encuentre requemada, cosa que no se señala), una
cronología muy reciente, y puesto que toda la superficie grabada aparece materialmente descompuesta por
la rubefacción (para lo cual la temperatura debió de ser muy elevada, prolongada en el tiempo y repetitiva),
nos confirma que sobre ella no pudo deslizarse líquido alguno y de contener enebro este habría quedado
reducido a cenizas, por cuanto el que denominan “horno tipo II”, nuevamente con la leña revestida por
una cubierta de arcilla, es del todo inviable para la obtención de este aceite (fig. 26). De haberse empleado
por pastores (lo más probable), pudo tratarse de un simple horno abovedado para la cocción del pan, sin
importarles grabado alguno, hornos caseros (lám. II) que aún perduran en el Rif marroquí: “Sobre una base
más o menos elevada, para hornear con comodidad, lo montan modelando arcilla rica en desgrasante, por lo
general chamota o arenas pizarrosas, dándole una forma hemisférica con una boca lo suficientemente grande
y un agujero en posición cenital a modo de chimenea...” (Wagner et al., 2008: 320); pero dada su ubicación
(soportes 5 y 7) en espolones escoltando estratégicamente ambas riberas del valle por donde discurre el
barranco del Rebollar, en la partida del Plano de Cortes de Arenoso (lám. III, y Gusi, Barrachina y Aguilella,
2010: lám. III), nos inclinamos a que sobre tales petroglifos, grabados de antiguo, se llevaron a cabo (por su
Fig. 26. Modo hipotético (“Horno tipo II”) para
la destilación del enebro (según Gusi et al.).
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N. Mesado Oliver
Lám. II. Horno popular en el Rif marroquí
(según J. Wagner y M.J. Matos).
Lám. III. Cortes de Arenoso. Emplazamiento
de los soportes 5, 6 y 7 (según Gusi et al.).
visibilidad en un paisaje dominado por la silueta cónica del Cabezo de las Tres Cruces) hogueras al modo de
las almenaras históricas para la señalización de caminos o de peligros (idea, como luego veremos, admitida
por J. Montes); o simplemente fogatas rituales, como seguían realizándose hasta bien avanzado el siglo XX
en determinados lugares montanos la noche de San Juan.
Se dice que la información la recibieron de un masovero de Cortes de Arenoso (A. Jarque), así como
de una vecina de Tírig (F. Porcar), dado que en el Museo de la Valltorta, junto al cercano pueblo, figura un
panel con aquellos grabados: hondas balsillas, aquí rectangulares, intercomunicadas y drenadas por fuertes y
largos canales que cruzan otras concavidades. Abigarradas insculturas contiguas a los neolíticos monumentos
funerarios ubicados en la Vega del Moll de Morella (Mesado y Andrés, 1999: 103), gráficos que al ser vistos
por la Sra. Porcar les comentó a los directores del museo (D. Rafael Martínez, primer director; y D. Guillermo
Morote, el actual), que aquellas insculturas, recordando la que tiene cerca de su masía (que en poco se le
parecen), fueron hechas (según aquella tradición de sus antepasados) para la destilación del enebro. Directivos
que divulgaron esta idea. Pero entonces, ¿qué destino tenían los múltiples canales intercomunicados (lám. IV),
naciendo de balsillas rectangulares, solas o igualmente intercomunicadas, contiguas a aquellos enterramientos
dolménicos cuya cronología radiocarbónica alcanza los 4670 BP (UBAR-520)?
De semejantes cavidades o “cúpulas” con regueros, se ha escrito: “...se conocen cubiertas de dolmen con
cúpulas, a menudo unidas por acanaladuras formando complicados conjuntos, en Palestina, donde además y
en evidente conexión con los megalitos se hallan piedras cubiertas de cúpulas (Stekelis, 1960-61: 49-128)... Si
su situación en el tiempo resulta incierta, más incierto aún es su significado o su finalidad. No obstante, de su
simple observación se desprende su relación con algún elemento líquido y de su situación: dólmenes, tumbas,
alguna relación con la muerte...” (Pascual Guasch, 1988: 449). Recordándonos, este investigador, a Sófocles
en su Electra, el cual menciona “el ‘agua que purifica’ como ofrenda a una tumba, la de Agamenón... como un
rito en su memoria” (ibíd.: 451).
Pascual Guasch, estudia aquellas cúpulas encontradas en la vertiente Sur del Montnegre, sobre roca
granítica, “...que con sus 758 m. es el punto de mayor altitud de la Sierra Litoral Catalana o Sierra de la
Marina”, cavidades cuyos diámetros oscilan entre los 8 y los 20 cm, recordando que Abelanet “las considera
de la época del Bronce”, ofreciéndonos la hipótesis que su distribución (una cúpula mayor rodeada por otras
menores) recuerda (según Abelanet, en forma simbólica) aquella de los Kernos, vasos que “han aparecido en
un área que prácticamente comprende todo el Mediterráneo”. En España los tendremos, anota, en Cabezo de
Monleón (Caspe), Cortes de Navarra y Ampurias, “siempre en niveles pre-ibéricos o hallstáticos” (Pascual
Guasch, 1988: 450). Y sigue: “Según Ateneo de Naucratis, en los pequeños recipientes se depositaban
ofrendas de miel, aceite, vino, leche, trigo, cebada etc. Y en la cavidad central un pastel de frutas. Unas
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
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Lám. IV. Morella. Petroglifos junto a las
sepulturas dolménicas de la Vega del Moll.
muchachas se lo ponían en la cabeza y tomaban parte en una procesión en honor de Demeter, en el Santuario
de Eleusis” (ibíd.: 450).
Por ello, como venimos insistiendo, estas insculturas del septentrión castellonense y tierras turolenses
anexas, en origen, las relacionamos con un esoterismo ancestral que pudo prolongarse en el tiempo: de fines
del Neolítico (las de la Vega del Moll) hasta la Alta Edad Media,14 teniendo su posible auge en el Hierro I como
parecen documentar aquellos yacimientos arqueológicos más próximos, caso de La Cogonda y La Serradeta.
Para los investigadores que las creen relacionadas con la destilación del enebro, les recordaríamos las
siguientes preguntas: ¿Por qué en su gran mayoría, repetimos, no presentan signo alguno de termoclastos ni
ennegrecimiento o enrojecimiento por cremación? ¿Por qué existen varias de ellas en la carena de elevadas,
solitarias y a veces peladas cumbres, dominando extensos paisajes, como aquellos del monte Garabaya, el
Cervol, o Penyagolosa; o en el interior de cavernas sin signo alguno de rubefacciones ni hollines, ni en la
piedra basal grabada, ni en su techo, caso del ramiforme existente en la Cogonda; o en cauces de corrientes
de agua, como los hojiformes ubicados en los barrancos de las Salinas, del Volante, o de la Valltorta, si
por cualquier lugar montano existen miles de cómodas rocas para realizar algo tan ordinario (desprovisto
de cualquier ritual o culto) como la destilación del enebro, si es que se llevaba a cabo sobre ellas tras ser
grabados sus hojiformes/ramiformes, algunos de gran parecido como ocurre con el de Garabaya15 o con el de
la plataforma II del Cervol, ambos tan apartados geográficamente? ¿Por qué cuando hay parejas –grabados
contiguos– sus esculpidos difieren?
Ya comentamos aquel valor sacro de las cumbres que alcanzan en el paisaje una destacada personalidad
(por singular, en Grecia, el monte Olimpo), cimas en las que se manifestaba la divinidad a los elegidos,
llegándoles a ordenar el sacrificio humano (Mesado, Rivero y Ramos, 2009: 146-149; Mesado et al., 2010:
265-268). ¿Pudiéramos cotejar esos petroglifos con nuestras encumbradas y solitarias ermitas rupestres? ¿Son
éstas su perduración religiosa?
Los hojiformes del Cervol (conjuntamente con el del Barranco del Volante) son importantes porque sus
pocetas nos dan la escasa y exacta cantidad de líquido que se precisaba para el ritual a practicar: alrededor
14 Recordemos que en el concilio de Braga, en el año 572, fue prohibido llevar a cabo sobre determinadas piedras al aire libre cualquier
culto de adoración y sacrificio, puesto que la litolatría “está en la base de las religiones más arcaicas y tiene una sobrevivencia
extraordinaria”. Prohibición que se renovará en el de Toledo del año 693 (FHA XVI, 364 sig.) (Pascual Guasch, 1988: 452).
15 Este grabado del monte Garabaya, sobre caliza, además de encontrarse en la propia carena del cerro, casi en su cota máxima (lám. I),
presenta una inclinación debida a los movimientos del Terciario que llega a alcanzar los 19º, un plano excesivo para apilar sobre él
un recipiente (cántaro u olla) si pensamos en la destilación del enebro; pero óptimo si pensamos en el sacrificio o degüello de algún
ser vivo, con fines cultuales.
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de unos 30 centilitros. Cavidades o cupuliformes que serían mucho mayores (recordemos las del Tolmo de
Minateda) si su fin hubiese sido el de almacenar el prensado de la uva (el mosto) o de la oliva (el aceite);
o servir para la destilación del enebro; o, simplemente, almacenar agua para beber; y con toda seguridad
ni se habrían buscado cauces de ríos (Barranco de las Salinas, del Volante, de la Valltorta), ni cavernas (La
Cogonda); ni menos elevadas cumbres cubiertas de nieve durante el invierno (caso de la cima de Penyagolosa,
y muchas veces la de Garabaya, junto al Javalambre).
La mayoría de los hojiformes (un buen número de similares dimensiones y curiosamente derramando
por su costado S), el líquido que pudieran producir no debería superar, pues, el retenido en las cubetas del
Cervol/Volante: una escasa cantidad, insuficiente para el consumo humano (si pensamos en aceite, vino o,
simplemente, para calmar la sed) tras el arduo trabajo de su labrado, subida del producto, prensado o destilado
si pensamos que en tales puntos se produjo el líquido preciso para un consumo regular. Una ardua faena (que
llegaría hasta la extenuación) si una extracción tan vulgar –la del enebro– tenía que llevarse a cabo en aquellos
solitarios y pingorotudos parajes, caso de Garabaya, Penyagolosa o el Cervol, entre otros.
COLOFÓN: LOS HOJIFORMES,
¿INSCULTURAS PREHISTÓRICAS O HISTÓRICO-CONTEMPORÁNEAS?
Entre los años 1941 y 1945 era excavado en Monf orte del Cid (Vinalopó Mitjà, Alicante) un monumento
megalítico que sería publicado en 1946 (Fletcher, 1946: 165-190). “Desmontado posteriormente por Miquel
Tarradell y Alejandro Ramos Folqués, con destino al museo de Elche, se le atribuyó una fecha romana al
conjunto” (Llobregat, 1973: 187). Yacimiento, este, que ya recogíamos al publicar el corpus de cuantos
petroglifoides castellonenses habíamos detectado (Mesado y Viciano, 1994: 241). D. Fletcher, en una
primera visita al monumento de Monforte, lo creería: “una construcción megalítica de tipo baleárico. Tras la
primera campaña de excavaciones, su planta podría recordarnos la de algunos enterramientos ibéricos, como
por ejemplo el de “Els Espleters” (Salsadella), también en la comarca levantina; sin embargo, su técnica
constructiva aleja nuestro monumento del castellonense, mientras muestra algunas semejanzas extraordinarias
con las construcciones baleáricas” (Fletcher, 1946: 185-186).
La construcción de Monforte se encontraba ahondada en la margen izquierda del río Vinalopó, a unos
8 m del cauce, abierta en el talud natural de su ribera. Presentaba en fachada (el imafronte) una alineación
de piedras hincadas a modo de columnas, algunas con varios tambores, alcanzando una altura de 1,00 m.
Pilastras que eran el sostén de otras lajas puestas como arquitrabe, la mayor con una longitud de 1,81 m. Tras
este hastial, en su mitad, corría un muro vertical compuesto por dos losas insculturadas, de 1,00 m de altura
por 0,60 m de anchas y un grosor de 0,30 m, comportando grabados hojiformes; y una tercera roca, ahora
simplemente redondeada. Muro que partía un interior, de planta cuadrada, en dos habitáculos cuya altura era
de 2 m y la profundidad de 2,65 m. Conjunto, en origen, techado por otras losas que sustentaban un grueso
nivel de piedras y tierra, el propio de la ribera del Vinalopó.
Veamos cómo Fletcher describe, puesto que ambas insculturas se parecen y con seguridad tuvieron la
misma función en su origen, la losa que denomina “A” (fig. 27, derecha): “El grabado tiene forma elíptica, con
el eje vertical que, arrancando de la periferia del óvalo, llega al borde inferior de la losa. En la parte media de
la línea central se originan dos surcos, simétricos, que por ambos lados llegan a la línea exterior, y un tercer
surco, muy tenue (tanto que la fotografía no lo acusa, aunque en el dibujo se ha exagerado para testimoniar
su existencia), que, partiendo igualmente de la zona central, llega a la elipse; simétrico a este surco hay otro,
fuertemente inciso que desde la línea circundante se dirige a la de dispersión, a la que no llega por terminar
en un ensanchamiento irregular. Hemos de hacer notar que el punto central o punto de irradiación de líneas
es la parte más cóncava de la losa, lo que descarta la posibilidad de que su eje vertical, que llega en ancha
acanaladura hasta el borde, fuera un desagüe” (Fletcher, 1945: 177).
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
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Fig. 27. Monforte. “El Secano”,
losas con grabados hojiformes
(según F. Jordá y D. Fletcher).
Observamos, pues, un claro hojiforme sobre una piedra (prácticamente mueble) rectangular, que presentaba
rota su punta inferior izquierda.16 Su planacara es (como la de la mayoría de los hojiformes) cóncava, por ello
Fletcher comenta que no se trataría de un “desagüe”; pero al desconocerse los petroglifoides in situ que se
vienen hoy estudiando (los hojiformes y ramiformes, igualmente el resto), desconocía que tales plataformas,
en origen y en servicio, se encuentran inclinadas hacia el lado que desembocan los canales centrales, sus
verdaderos drenajes o desagües. Es importante destacar que tal losa insculturada, cuando se hizo el monumento
de Monforte, era ya reciclada (anterior), pues además de estar hincada verticalmente en el suelo de aquel muro
divisorio, ocultaba en él parte de su base: aquella que presenta el canal de derrame, hecho que evidencia que
su primer destino no fue el de servir de pared mediera en aquellos dos edículos. Igualmente sería interesante
el conocer si ambos grabados fueron recortados de estratos geológicamente in situ, o fueron dispuestos sobre
losas sueltas, ya meteorizadas, para ser trasportadas, detalle que un examen en el grosor de sus perímetros
pudiera darnos respuesta.17 Igualmente importaría conocer su primera ubicación, aunque no la creemos lejana.
Durante la excavación se constataron unos niveles arqueológicos revueltos: Los campos que entorna
el monumento “abundan en cerámicas ibéricas fragmentadísimas, mezcladas a otros restos cerámicos
campanienses y ‘sigillata’”. El mismo material, igualmente entremezclado, se encontraba en el interior de los
edículos, “clara muestra de que han sido acarreados por las avenidas [del Vinalopó]. Todo ello es bien poco
para poderlo relacionar directamente con la edificación” (Fletcher, 1945: 179). Puesto que nada parecido
habíase encontrado en el País Valenciano (ni entonces ni ahora), se anota que “la construcción debe de
considerarse como cosa preibérica” (ibíd.: 183), por ello se avalaba que: “La identidad, la técnica constructiva
de las edificaciones baleáricas y alicantinas es tal que incita a postularles un mismo origen”, viendo claros
paralelos con las edificaciones megalíticas de Benimaymut (Alayor), Els Antigons (Salines de Santanyi), Son
Saura Nou (Ciudadela), Torre d’En Gaumes (Alayor), etc. Influencias y paralelismos mediterráneos que ya
señalábamos para las cuevas rupestres insulares de Cales Coves y Cala Morell (Ciudatella), y las valencianas
de Les Casetes dels Moros de Bocairent, entre otros elementos culturales y cultuales (Mesado, 1999: 56 y lám.
V). Fletcher, continúa sugiriendo que: “La identidad en la técnica constructiva de las edificaciones baleáricas
y alicantinas es tal, que incita a postularles un mismo origen”, aportando, además, la tribu de los gymnetes
junto al río Alebus, “identificado con el Vinalopó... y frente a estos gymnetes peninsulares se encuentra en las
Baleares otro núcleo de población con el mismo nombre”. Y añade: “el parentesco étnico debe, pues, admitirse
como hace Martín Almagro, para quien la Cultura de El Argar se extiende por el Mediterráneo, y a gentes de
esta cultura se debe el establecimiento de la primera colonización de las Baleares, que parece no tuvieron
16 Cuyo detalle hemos suprimido en el dibujo atribuido a F. Jordá, por hacer el efecto de otro canal inciso.
17 En tal sentido, contactábamos con D. Rafael Ramos Fernández, Director del Museo Arqueológico de Elche, quien en carta de
Diciembre de 2010 comenta que ambas losas fueron trasladadas a los depósitos municipales en 2005 al no figurar en la exposición
permanente del museo, reformado y ampliado en 2006. Y añade: Ambas losas se encuentran en el fondo del almacén, entre otros
materiales, necesitaría no solo de disponer de una grúa sino vaciar la estancia y no dispongo de medios.
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población humana en época anterior”. Por ello se pregunta: “si la cultura megalítica baleárica fue influida
por la sarda y los nuraghes y talayots provienen de focos culturales mediterráneos... por lo que Monforte del
Cid sería una proyección de la cultura de los talayots a la costa peninsular”. Por cuanto llega a preguntarse:
“si la construcción alicantina es el reflejo de un fenómeno cultural propio de la cuenca del Mediterráneo, que
tiene sus manifestaciones conocidas en el N. de África, Malta, Cerdeña, Baleares, etc., y ahora en la propia
Península” (Fletcher, 1945: 188-190). Familiaridad cultural (y étnica) que igualmente hicimos notar para los
talayots y ciertas torres de la cultura del Bronce, puesto que el Mediterráneo (queramos o no) fue un “difusor”
permanente de Culturas (Mesado, 1999: 51-57).
Pero, ¿por qué cuando se desmonta el monumento de Monforte se apunta que es romano? Creemos que
esta opinión, vertida por Tarradell y Ramos Folqués, deriva de aquella otra de Breuil y Lantier, puesto que al
excavar, en similar fecha, el yacimiento prerromano de El Tolmo de Minateda, encuentran sobre la propia roca
basal del poblado otras insculturas en principio similares, las cuales dicen ser (no sin razón): soleras de prensas
de aceite (Breuil y Lantier, 1946: lám. VII). Pero existen otros grabados en el Tolmo que son auténticos
hojiformes, por lo que anotamos que: “tanto los de Monforte como los de Minateda18 pueden englobarse en
el mundo esotérico de los del septentrión valenciano” (Mesado y Viciano, 1994: 243). Tal vez los primeros,
por su valor enigmático (de no tratarse de “prensas”), pudieron pasar a formar parte en el monumento de la
partida de El Secà, cuyo destino habría que incluirlo, igualmente, dentro de las creencias anímicas de aquella
prehistoria, siendo un lugar de culto que pudo tener relación con el Vinalopó. ¿Pudo custodiar aquel fabuloso
tesoro que, aguas abajo, encontraría J. M.ª Soler en la Rambla del Panadero? Pero hoy, tras los estudios de
Jordán Montes y Selva Iniesta incidiendo en las insculturas de El Tolmo de Minateda, hay que hacer claras
distinciones y separar las auténticas prensas de los auténticos petroglifos (Jordán y Selva, 1986: 99-119).
El caso del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete)
Se trata de una gran ciudad rupestre, ibero-romana en su máxima eclosión poblacional, junto al arroyo
de Torraba, en el valle de Minateda-Agramón, cuya zona industrial se expande alrededor de la acrópolis,
colindando con sus cingles y despeñaderos (ibíd.: 99-119). Se han detectado en ella, al aire libre y sin otro tipo
de exploración o desescombro, sobre areniscas miocénicas, hasta una docena de prensas, alguna de las cuales,
como la nº 9 (fig. 28), guardan firmes paralelos con los petroglifos hojiformes. Sobre el tolmo se registran
también materiales de otras culturas, motivo por el cual ambos investigadores se preguntan “en qué momento
hemos de situar el origen y funcionamiento de las prensas, silos y hornos” del despoblado. Tales grabados (las
“prensas”) suelen ubicarse sobre poyos de roca, siendo de forma circular, oval, rectanguloide y cuadrangular;
y sus diámetros no exceden del metro. La prensa nº 2, por ejemplo, de silueta oval, sus diámetros miden 95 x
75 cm, teniendo el campo dividido por un canal central al que por ambos lados vierten dos surcos angulados,
regata central que termina fuera de la roca, motivo por el que guarda una estrecha relación formal con los ya
comentados petroglifoides de Garabaya, el Cervol (plataforma “B”) y barranco del Volante. Singular, también,
es la prensa nº 3 (fig. 29), a sólo 10 m del farallón, formada por una corona de 135 cm de diámetro mayor
por otro de 90 cm. De ella parte un desagüe y canal principal hacia el S que va a desembocar en un depósito
rectangular, abierto en la roca, cuyas medidas alcanzan los 235 cm de longitud, siendo la anchura entre 105 y
90 cm, mientras su profundidad rebasa los 45 cm puesto que el fondo se encuentra cubierto de derrubios no
retirados. Su capacidad, sin vaciar el lecho, sería de 1.031 litros. Tal depósito, al igual que ocurre con otros del
poblado, tiene su perímetro bucal rebajado en ángulo para encastar una tapadera o cubierta. Prensa y depósito
quedan unidos por un acanalado el cual continúa hasta el límite de la plataforma o peana que comporta este
conjunto manufacturero. La prensa nº 12, su depósito rectangular mide 380 cm de longitud, 100 de ancho y
una “profundidad desconocida por acumulación de materiales, con un rebaje para cubierta” (ibíd.: 110). Si le
damos, por ejemplo, un mínimo de 50 cm de profundidad podría almacenar unos 1.900 litros de aceite, o de
18 Hemos de hacer constar que las reiteradas investigaciones de Jordán Montés sobre esta temática insculturada en tierras albaceteñas
(prensas-arboriformes-hojiformes-árboles de la vida), nos lleva a avalar su visión sobre destinos plurales en el tiempo para un similar
grabado.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Fig. 28. Hellín. El Tolmo de Minateda,
“prensa 9” (según J.F. Jordán y A. Selva).
175
Fig. 29. Hellín. El Tolmo de Minateda, “prensa 3”(según J.F. Jordán
y A. Selva).
mosto. Anotándose que “el material prospectado en torno a las prensas, corresponde a las labores descritas:
asas de ánforas, librillos, dolios, ollas, rocas industriales...” (ibíd.: 111). Los grabados circuloides que agrupan
grandes depósitos, aseguran, pues, un complejo industrial y comercial de almazaras o lagares, vinculándose
a esa zona perimetral del poblado prerromano; o de la tardoantigüedad, puesto que el Tolmo fue “...poblado
del Bronce en sus orígenes, ciudadela ibérica, municipio romano desde la época de Augusto, emplazamiento
militar y residencia episcopal en la etapa visigoda y reducto de población islámica hasta mediados del siglo
IX” (Jordán Montés, 2001: 7).
El caso de La Seña (Villar del Arzobispo, Valencia)
En el pobladito de La Seña, una simple mota (tell) colindando con la carretera que une las localidades de
Casinos y Llíria (en el Camp de Túria), fueron encontradas, cuando roturaron el campo en el año 1985, dos
piedras de arenisca que presentan sendos grabados a modo de paletas elípticas, apuntadas, con derrame vertedor
(fig. 30), portando en sus centros otras acanaladuras: una en forma de tridente (la pieza es rectangular y mide
66 x 34 x 27 cm), mientras que la segunda, con canalillo central, repite la forma externa, almendrada, y ésta la
de la propia losa (mide 57 x 25 cm, aunque presenta en su lado izquierdo basal una prolongación que la hace
llegar a los 44 cm). Ambas piezas, en particular la segunda (lám. V), conserva en sus costados claras muescas
para ser encastada entre soportes verticales y poderle dar estabilidad a la hora del prensado.19 En un sondeo
arqueológico (Bonet, 1988: 253-257) se “excavó una habitación con una balsa para decantación del aceite, que
hemos interpretado como almazara”,20 motivo por el cual ambas piedras se las supuso soleras para el prensado
de las aceitunas, huesos que fueron encontrados en el interior de la balsa de decantación, certificando tal uso
(Bonet y Guérin, 1995). Se trata, pues, de piezas mueble también denominadas “aras de prensado” (Pérez
Jordà, 2000: 56), cuyo tamaño apenas rebasaría la mitad de aquellas del monumento de Monforte, que poco
tienen que ver (cuanto menos las de La Seña) con los petroglifos que venimos inventariando.
Otra piedra con un grabado hojiforme procede de la colección de Federico Campos, en Cuenca, que sería
copiada por I. Sarrión Montañana en 1973 (fig. 30 bis). Procedía de los alrededores del Castillejo, Carboneras,
y sus medidas son de unos 40 x 100 cm. Quedaría, pues, dentro de aquellas prensas, muebles, de La Seña y,
tal vez, de Monforte cuyas medidas son parejas.
19 Tenemos el convencimiento de que los olivos se popularizaron con la colonización fenicia, puesto que en la base del horno III de
Vinarragell (2ª Campaña, 1968) se dio con un nivel formado por abundantes huesos carbonizados de aceitunas (Mesado, 1974: lám. 42).
20 Agradecimiento a H. Bonet, en correo electrónico de 25-I-11.
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Fig. 30. La Seña, prensas de aceite (según H. Bonet).
Fig. 30 bis. Inscultura procedente de El Castillejo,
Cuenca (según I. Sarrión).
Tanto en el Tolmo como en la Seña, el aceite, al no encontrarse los potentes contrapesos de piedra usados
por los romanos, pudo extraerse con artilugios de palanca manual, o de viga (Pérez Jordà, 2000: fig. 15, nº 2);
o bien, como aún perdura en el Rif (lám. VI): “Recogidas las aceitunas en su punto de madurez, se calientan,
entre 7 u 8 kilos, en el horno del pan, ‘farran’ o ‘forna’, a no muy alta temperatura para eliminar su humedad.
Posteriormente se machacan todas ellas en un mortero de piedra, llamado ‘audi’. Después de bien machacado,
se coloca la pasta así obtenida en un librillo ‘sahfa’, calentándola ligeramente sobre un brasero, ‘mechmar’, al
mismo tiempo que se amasa, mezclada previamente con un poco de agua hasta obtener una pasta ligera. Con
esta pasta se rellenan unas esteras circulares en forma de boina hechas de palma, llamadas ‘chamia’. Estas
se colocan unas sobre otras y todas sobre la almácera,21 ‘rajaa’, y encima de todas un grueso taco de madera,
‘jachba’, de forma circular y de un diámetro similar a las esteras. Sobre todo el conjunto se coloca una pesada
piedra lo suficientemente grande para prensar las esteras y su contenido sin dañar la almazara de terracota. El
aceite escurrido se recoge por el vertedor” (Wagner et al., 2008: 328).
Pero también es curioso que nada parecido a aquellas almazaras de decantación de la Seña y el Tolmo
hayamos encontrado en los poblados ibéricos castellonenses, que no parecen distinguir ni su área industrial
ni artesanal; aunque los asentamientos post-romanos no se registran en tales acrópolis. Jordán Montes, anota,
no sin razón, “que ambas interpretaciones, petroglifos y prensas, no sean excluyentes entre sí por imperiosa
necesidad. Es decir que durante el Eneolítico se trazara una composición con carácter mágico y religioso, y
que siglos después o milenios más tarde, en algún momento del mundo ibérico, romano o tardoantiguo, se
reutilizaran tan sugestivas formas para facilitar el prensado de las olivas o de las uvas, y obtener los preciados
jugos” (Jordán, 2001: 7). Pero, como ya comentamos, igualmente señala la identidad de la prensa nº 9 con
aquellas publicadas por nosotros (Garabaya, Cervol y barranco del Volante); así como el hecho de no poseer
en su alrededor depósito alguno. Con posterioridad, y en el mismo yacimiento, da con otro hojiforme cuyo
diámetro es de 75 cm (advirtamos que una mayoría de los hojiformes rondan los 80 cm de ancho), supuesta
prensa que señalará con el nº 16 (ibíd.: 11). Aparece insculturada delimitando con el borde de la plataforma
rocosa del poblado, de nuevo sin balsa o depósito receptor, y al dominar amplios parajes sugiere que pudieran
ser: “...jalones instalados en posibles rutas trashumantes o de caza; o bien son señales y mensajes que delatan
la presencia de recursos naturales para el uso de ciertas comunidades humanas” (ibíd.). Idea que nace de la
ubicación (en otros lugares ocurre lo mismo) en imponentes farallones y elevadas cotas de amplia visualidad.
21 Especie de cazuela plana con los bordes alzados y ligeramente exvasados, con una señalada piquera para el vertido del aceite. Las
esteras para el prensado son los esportines. Se confeccionaban muchas en el pueblo de Artana (Plana Baixa), que allí denominan
espartins por emplearse únicamente el esparto para su confección.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Lám. V. La Seña. La prensa menor con la indicación de las
muescas de sujeción (fotografía de I. Sarrión).
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Lám. VI. El Rif, Marruecos. Prensa de aceite (según J.
Wagner y M.J. Matos).
En este sentido (aunque basarse en una fotografía siempre es expuesto por la falsa perspectiva que pueda
conllevar), el hojiforme de base alterada por termoclastos que Gusi, Barrachina y Aguilella publican al dar la
imagen de los contiguos “soportes” 5 y 622 (lám. III), se advierte que se encuentran ubicados en el extremo
(a modo de proa) de un espolón proyectado hacia el centro de la partida del Plano, en término de Cortes de
Arenoso, lugares ilógicos (por peligrosos y solitarios) para llevar a término tareas habituales, como era la de
la destilación del aceite de enebro, destino que pregonan para la pluralidad de los ramiformes/hojiformes/
arboriformes que se vienen descubriendo (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010: lám. III, 2). Este dominio
visual sobre la campiña, en soledades majestuosas, lo venimos aduciendo desde un primer momento para el
acercamiento a un esoterismo mágico, inherente a toda cultura, como lo demuestra que tanto emperadores,
reyes, como altos patriarcas de la Iglesia Romana creyesen en él.23
De cuanto antecede, podemos extraer ciertas conclusiones que pudieran cambiar conforme vaya
aumentando el número de estos grabados, puesto que pequeñas variaciones (como aquellas del Cervol) pueden
ampliar nuestra visión global, y su significado o uso.
En la geografía explorada, conteniendo insculturas rupestres, se demarcan con cierta precisión estilos
diferentes que cercan áreas territoriales propias. Es el caso de los hojiformes del término de Santa Magdalena
de Polpís, con la novedad de hallarse sobre plataformas calcáreas muy bajas, prácticamente a ras de suelo, que
22 Advirtamos la cercanía de algunas parejas de grabados hojiformes, separación que apenas rebasa el metro.
23 Es el caso, por sólo dar un ejemplo, del Santo Papa León III, quien mandó (entre otras muchas oraciones) al Emperador Carlomagno
el “Exorcismo del fuego en que deben quemarse los perfumes”: “Póngase el fuego en una cazuela de barro nuevo, o en una olla que no
haya servido y díganse las siguientes palabras: Yo te exorcizo, criatura fuego, por el que ha hecho y creado todas las cosas, a fin de que
los fantasmas que pudieren dañarme se alejen de aquí. Agios, + Noxio, + Agaroth, + Aphonidos, + Urab, + Lamakron, + Phomdon, +
Tetragrámaton” (Enchiridion Leonis Papae. Oraciones misteriosas enviadas por el Papa León como un raro presente al emperador
Carlo Magno. Según copia de la edición hecha en Roma el año MDCCXXXX – La Neotipia. Rambla de Cataluña, 116. Barcelona,
1932).
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a su vez comportan, caso único, las pocetas receptoras que son semiesféricas y que apenas pueden almacenar,
como se ha comentado, unos 30 cl, con seguridad el líquido que se precisaba para el ritual a practicar, pues de
lo contrarío habrían sido mayores. Tan escasa cantidad, asegura que tampoco sirvieron como albercas (cocons)
para recoger agua de lluvia para el consumo ganadero; tampoco humano. Este líquido, pues, tenía que ser algo
valioso (“sagrado”) o, cuanto menos, empleado en algún rito o creencia esotérica o brujeril, tal vez de muerte
(recordemos los plurales grabados junto a los enterramientos neolíticos de la morellana Vega del Moll); o de
curación y salvación, como el de aquellas pilas de inmersión (bañeras) orladas de cruciformes y pocetas en Los
Cerradicos de la Masía de Casagranja, en Cantavieja (Mesado y Viciano, 1994: 254, fig. 2).
Otra área geográfica sería la del Alt Millars, la cual combina los hojiformes con los ramiformes, cuyos
diámetros horizontales rondan de nuevo los 80 cm. En esta zona advertiremos alterados por el fuego el campo
grabado (la propia inscultura) en dos hojiformes: los Soportes 5 y 7. Curiosamente el primero, en la partida del
Plano, como vimos, aparece cercado por el nacimiento o arranque de una posible bóveda de barro.
De los ocho ramiformes/hojiformes dados a conocer en este territorio del Alt Millars, sólo las plataformas
6 y 7 conservan una estructura claramente hojiforme, ya que en el resto los canalillos internos no derraman
en uno central que termine sobre el arranque del canal vertedor (el supuesto pecíolo de la hoja), sino que lo
hacen individualmente en un punto bajo del interior del campo grabado (salvo el soporte 7), dado que aparecen
exentas de ese nervio medio que recorre y caracteriza a la mayoría de estas insculturas en otras áreas.
Curiosos son los esculpidos de la Loma del Cañuelo (Zucaina) cuyo hojiforme muestra en su interior tres
canalillos que parten de diminutos hoyos circulares, regatos que convergen sobre el nacimiento del canal de
drenaje; inscultura contigua a un marcado halteriforme. Formas, estas últimas, que, si no lo son para un ritual
esotérico, para nada parecen servir dentro de una etnología rural cotidiana; o aquellos dos del Mas de Montón,
del mismo término municipal, en especial el que semeja una hojuela de culantrillo. A la postre, y dentro de una
interpretación etnoarqueológica para una farmacopea rural intemporal, ninguna tiene esa gran plataforma de
Penya Calba, en término de Culla (Alt Maestrat), con regatos que alcanzan los 11 m de recorrido, colindando
con pocetas, canales menores, una “paleta” (de 61 cm de alta), y ese curioso esculpido que naciendo de un
hondo hoyuelo desciende serpenteando para luego virar y remontar la cola hasta cerca de su nacimiento
(Mesado y Viciano, 1994: 211 y fig. 8; Mesado et al., 2008: 207, fig. 18).
Después, estarían aquellos ejemplares que quedan desperdigados (perdidos) por una amplia orografía
rupestre, aunque se tendrían que llevar a cabo prospecciones más minuciosas. Sus soledades cimeras
impresionan al ubicarse en carenas de elevados montes con un dilatado dominio de aquellos valles, que los
aproxima, más si cabe, a un culto ritual muy primitivo. En tal sentido, el hojiforme de la Estrella con sus dos
circulillos internos cortados por aquellos pequeños canales que drenan la hoja y vierten en el regato-pecíolo
fuera de la planacara, sería el más interesante. Fue interpretado (teniendo en cuenta que este pequeño grupo
de grabados queda cerca de la ermita de la patrona de Mosqueruela: LA VIRGEN DE LA ESTRELLA),
como la representación de un menudo cosmos (ibíd: 205, fig. 7, nº 4). Plataforma contigua a esa gran roca
(auténtica “mesa sacra”) de 4 m de alta, comportando un peldañeo de siete huellas para alcanzar su cima,
con un canal de 5 m de recorrido y 12 cúpulas o cubetas cuyos diámetros no rebasan los 6 cm (Mesado et
al., 2008: 206, fig. 16 y 17). Si a ello añadimos la más clara constelación estelar, insculturada, que hemos
encontrado (la de Leo); y que la tradición oral de los habitantes de Mosqueruela ubica en este punto la
aparición de la Virgen María a unos pastores, tendríamos en este conjunto rupestre un hecho que avala,
desde el más lejano pasado (aquel de los petroglifos): un paraje esotérico-mariano que, con su fuerza sacra,
alcanza nuestros días (Mesado y Viciano, 1994: 204, fig. 7, nº 3; Mesado et al., 2008: 201). Hecho que
igualmente podemos comprobar en la piedra-menhir de Vilafamés (conocida como de Santana), actualmente
en el Museo del Vino de esta población de la Plana Alta (fig. 31). Pese al repetido encalado anual ocultando
sus grabados (por ello eran desconocidos), venía recibiendo culto (se oraba por tradición ante ella) al paso
de la romería al santuario montano de San Miguel. Tras una limpieza para ser blanqueada de nuevo, se le
advirtieron dos zonas insculturadas (motivo de su traslado al museo): la inferior, con fuertes oculados incisos
(que habremos de datar en el Eneolítico); la superior, tras el rebaje y alisado de la piedra, con un fino grabado
comportando la representación de un Eccehomo que, en algún tiempo, pudo interpretarse como una imagen
de Santa Anna (Mesado y Viciano, 1994: 220 y fig. 9, nº 1).
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Fig. 31. Vilafamés. Menhir con
oculados del Eneolítico; y su
“cristianización”: Eccehomo y
cruciformes (según N. Mesado).
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Lám. VII. Villahermosa del Río. Las Casicas, Soporte 1
(foto Fondo Diputación Provincial Castellón).
También hemos de llamar la atención que en aquellos petroglifos ubicados sobre rocas de mediana altura
(el de la Cogonda es ejemplar) cuyas amplias planacaras alcanzan el pecho del observador, sus insculturas no
se encuentran centrando las plataformas como sería lo normal si hubiesen servido para realizar, por ejemplo, la
destilación del enebro, puesto que habría que darles a los artilugios (cántaros y hogueras) una firme estabilidad
para aquella destilación; sin embargo, observamos en una gran mayoría que algún tramo lateral de los perímetros
esculpidos aparecen ubicados a escasos centímetros de los lindes o esquinas de las rocas que los comportan,
indicando que estos estrechos sectores que circunvalan los grabados eran despreciados, pues nada cabía ya en
ellos, hecho que igualmente podremos comprobar en los de Penyagolosa II, La Estrella II, Loma del Cañuelo,
Mas de Montón VI y VII, Garabaya, y Cervol I. Este detalle (el de la descentralización o desplazamiento) lo
habremos de relacionar con el “celebrante” o persona que usaba tales soportes esculturados (repetimos que
auténticas mesas sacras), puesto que con ello el manejo de cuanto se superponía a los esculpidos (el ente a
sacrificar o a actuar sobre él) era más cómodo para el ritual a ejecutar. Un buen ejemplo lo tendremos en el que
Gusi, Barrachina y Aguilella denominan “Soporte 1 de las Casicas”, dado que el regato perimetral del costado
derecho (lám. VII), su tramo más alto, casi alcanza el linde de la plataforma, por lo que no puede llevarse
a cabo el modo de destilación que se propone (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010: 259). Por tal motivo, en
dicho “calco”, la cara lateral de la piedra (¡aquella vertical!) se dibuja y sombrea como si se tratase de una
capaz superficie horizontal (fig. 15). Lo mismo ocurre con la plataforma del “Soporte nº 2”; mientras que la del
“Soporte 3” se puntea, hipotéticamente, para su ensanche, puesto que el grabado, en franja superior y lateral,
casi roza el perímetro de la cara superior de la roca. A la par, el “Soporte 5”, en su perímetro superior, alcanza
el canto de la piedra. Ocurriéndole lo mismo al “Soporte 6”.24
Otro hecho, cuanto menos curioso, es que solamente en los grabados hojiformes se constatan “parejas”
prácticamente colindantes. Ocurre en los de Penyagolosa, Mas de Montón, el Cervol... y en los de la partida
24 Igualmente, al petroglifo del interior de la Cogonda se le permuta el topónimo dado que es anormal la destilación que proponen
dentro de una cueva, y ahora aparece como “Mas de la Cogonda”. También se le cambian los topónimos a los que denominamos “de
Penyagolosa”, pues ahora pasan a denominarse de “La Masadeta” (Gusi, Barrachina y Aguilella, 2010: 261).
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del Plano, uno de los cuales (como vimos el Soporte 5) aparece –en su interior– fuertemente atacado por la
rubefacción, cosa que no lo está su contiguo, el 6º; y todos los hojiformes-pareja son diferentes, exceptuando
los inmediatos a la cumbre del Penyagolosa, aunque sólo difieren en el número de compartimientos (el
rediforme) de su tramado interno. Un hecho que, indudablemente, tenía un significado o una función desigual
según los casos, puesto que si servían para lo mismo (un vulgar y rutinario trabajo desprovisto de todo rito),
lo lógico era grabarles un sencillo, efectivo y similar dibujo.
Curiosas son también las rectificaciones que se llevaron a término al ensancharlos o agrandarlos, como
ocurre con los de la plataforma II de Penyagolosa; o con el I del Cervol, hecho que habría que relacionarlo
con el tamaño del ente a ofrendar o a actuar sobre él con una mayor efectividad. Así, mientras la mayoría
ronda una anchura de 80 cm (aunque los hay mayores como el de La Estrella) el del barranco del Volante sólo
alcanza 35 cm. Y tanto él como los del Cervol, sus pocetas receptoras podían retener pocos centilitros (vimos
que alrededor de 30), aunque siempre ignoraremos esta cantidad en aquellos cuyos canales de drenaje finalizan
fuera de sus planacaras; pero si sus perímetros grabados son parejos, parejo sería el liquido a recoger. Y si tal
recogida, como es lógico, está en función de la longitud, anchura y profundad (capacidad) de los canales de
salida, habría que recordar, por excepcional, aquel peñedo sacro cuya altura rebasa los 5 m en el yacimiento de
“Los Cerradicos de la Masía de Casagranja”, en el término de Cantavieja, con su peldañeo de seis oquedades
o huellas para alcanzar una planacara de 7,10 m x 3,60 m en la que se ahondó una balsa de 2,20 x 3,50 m,
conteniendo en su interior otras dos con canalillos receptores la menor (por ello un trasunto de los propios
hojiformes), de 38 x 27 cm, conjunto que drena hacia el NW por un regato de unos 9 cm de ancho por 15 de
profundidad, con una longitud de 3,50 m (fig. 32). Derrame en cuyo final la anchura del regajo se agranda (lám.
VIII). Las proporciones de este peñedo, como las de sus rebajes o excavaciones practicadas, aseguran, junto
con el resto de insculturas lindantes, un lugar paradigmático dentro de los campos con petroglifos conocidos,
y su mesa sacra tuvo que conllevar una cantidad de ritos –opinamos que sacrificiales– importantes. Tampoco
olvidemos que junto a esta roca figuran las insculturas del “conjunto 3”: un marcado cuchillo (lám. IX) junto
a una depresión (de nuevo) en forma de haltera, con su canal de vaciado. ¿Cuál fue el significado o función
de estos enigmáticos grabados que igualmente los encontramos junto a los hojiformes? Pero lo más curioso es
que en la cara vertical de esta plataforma existen dos acanaladuras semicirculares (Mesado et al., 2010: 252
y fig. 12). Si insertamos en ellas ambos brazos (lo repetimos una vez más por su marcado valor persuasivo)
estando arrodillados, e inclinamos la cabeza reposándola sobre el banco, el filo de la cuchilla pasa por nuestro
cuello.25 Hecho que, unido al gran antropomorfo cruciforme del “Conjunto 2” (con sus antebrazos caídos y
Fig. 32. Cantavieja, Teruel. Los Cerradicos
de la Masía de Casagranja. Conjunto 1.
25 Puesto que este cuchillo de jifero posee la punta de su filo revertida, ello –cuando se le encuentren paralelos arqueológicos– pudiera
darnos una cronología más firme para el conjunto de la estación insculturada.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Lám. VIII. Cantavieja. Los Cerradicos de la Masía de
Casagranja. Detalle del canal de drenaje de su gran peñedo.
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Lám. IX. Cantavieja. Los Cerradicos de la Masía de
Casagranja. Detalle del cuchillo del conjunto 6.
una altura de 117 cm); la pila o bañera labrada (con una medida de 2,86 cm de longitud por una anchura de
1,10 cm y una profundidad de, cuanto menos, 60 cm dado que conserva en su fondo tierra y piedras), la cual
posee otros simbolismos incisos (pocetas con canalillos y un halteriforme en los bordes, así como cruciformes
en su cara lateral en donde hubo otra pila semejante pues se percibe bien su arranque); conjuntamente con el
antropomorfo ramiforme del “Conjunto 4”, convierten a esta estación bajoaragonesa en un importantísimo
e innegable centro cultual, en el que no es descabellado pensar, repetimos, en ritos de curación (bañeras de
inmersión) y de muerte (antropomorfos, cruciformes y cuchillo del Conjunto 2). Rituales (cuanto menos en
sus inicios prehistóricos) que quedarían encumbrados y ofrendados, tal vez a deidades cósmicas, en esa gran y
elevada mesa sacra que es el “Conjunto 1” (Mesado y Viciano, 1994: 253). Otro tanto pudo acoger el “Peñedo
II” del yacimiento de la Serradeta (Vistabella), con sus crípticos esculpidos alrededor de su capaz pila (ibíd.:
194; Mesado et al., 2008: fig. 10).
En el amplio espacio cronológico que hemos dado a esta manifestación rupestre al aire libre (del Neolítico
a la Edad Media) se hace indiscutible la cronología de aquellos dos hojiformes insertos en el monumento de
Monforte del Cid, que, para D. Fletcher, serían coetáneos de aquellas construcciones talayóticas de las Baleares,
y que no podrían descender, cuanto menos, de las fechas señaladas por las cerámicas ibero-romanas de su
contexto arqueológico, indicándonos una datación, para los grabados, prehistórica. Tampoco puede negarse
que, como aquellos de la Seña (puesto que se trata de los únicos cuatro que podrían clasificarse de “muebles”),
hayan podido servir como basamentos pasivos de prensas de aceite; igualmente el del Castillejo, en Cuenca.
Pero podemos asegurar, si es que fueron aras de prensa, que nada tienen que ver con aquellos grabados in situ
ubicados en la intemperie: en elevadas cumbres, en lechos de barrancos, o en cuevas, cuyas características y
ambientes venimos reiterando. El solo hecho de no poseer en sus alrededores restos de combustión (cenizas y
carbón), asegura que no fueron empleados en la destilación del aceite de enebro.
ADDENDA I
El día 19 de marzo de 2011, el grupo de Castellón “per la Recerca de la Memòria Històrica” organizaba
una excursión por varias masías de Puertomingalvo (Teruel), en el límite con el término castellonense de
Vistabella. Fue al pasar por el Mas de Fuertes, entre el de Cotanda y el del Sapo, donde sería hallada otra
inscultura hojiforme. Terrenos montanos enclavados a poniente de la Sierra de la Batalla, que llega a los 1.508
m.s.n.m. en su “tossal” homónimo, colindante con el de Montsó que alcanza los 1.374 m. Ambos, ya, dentro
de la provincia de Castellón.
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Fig. 33. Puertomingalbo (Teruel). Hojiforme del
Mas de Fuertes.
Lám. X. Puertomingalbo, Teruel. Hojiforme contiguo
al Mas de Fuertes.
La inscultura se encuentra ubicada a un centenar de metros al N de la masía, sobre un calvero ligeramente
elevado, de litoareniscas grises del Trías, en donde da comienzo un bosque con robles, carrascas, pinos y algún
enebro, cubierta vegetal que declina hacia el barranco del Mas de Fuertes. La roca que lo comporta (fig. 33
y lám. X) sobresale del humus, en su centro (la carena o lomo) 30 cm, alcanzando los 25 cm de altura en el
extremo NNO, y sólo tiene 10 cm por el del E. Su eje máximo (E-O) alcanza los 3,95 m. El grabado se hizo en
el costado S de la roca, a 30 cm del borde (romo y en caída en toda la arenisca) despreciando, una vez más, el
centrado de la piedra, y utilizando una pendiente de unos 15º. Inscultura semejante a la de La Beltrana, dado
que es de silueta obovada, de 95 cm de altura por 71 cm de ancha, cuya regata central (única en su campo), con
dirección SSE, derrama por una prolongación, el supuesto pecíolo, de 20 cm. La altura total del hojiforme será,
pues, de 115 cm, y el arco de su perímetro superior alcanza la carena de la plataforma. Los surcos tienen una
anchura entre 2 y 3 cm y una profundidad máxima de 2 cm, llegando a los 2,50 cm en el corto canal de derrame.
La superficie de la roca aparece atacada por viejos líquenes y musgos que invaden y colmatan el propio grabado,
por lo que no se aprecia el labrado (picado) de los surcos, asegurándonos que son muchos los años transcurridos
que no se ha llevado a cabo, sobre la inscultura, función alguna. Desconocemos el entorno arqueológico.
Como todas las reseñadas por nosotros, no presenta disgregación granular por termoclastia, ni
ennegrecimiento por ignición. Son sus coordenadas GPS (Datum European 53): 30T0720922 / 4461490,
estando a 1.296 m.s.n.m.
Otro hojiforme detectamos (aunque de momento no encontramos) en término de Villahermosa del Río (Alto
Mijares), utilizando algo bien sencillo: enseñando una fotografía de la inscultura precedente a unos ancianos de
la localidad. Fue Ramón Tomás Gargallo quien nos dijo que en terrenos de la masía de su propiedad, denominada
el Montudillo, existía otro grabado similar. Se encontraba, dijo, entre los lindes de su propiedad y los de la masía
del Rebollo, perteneciente a su hermano Pedro. Aprovechando la ocasión, le preguntamos si sabía para que fue
hecho. Una vez más, escuchábamos: que para llevar a cabo la destilación del enebro; y una vez más apuntaba
que él no lo había visto, pero que lo sabía por haberlo oído.26 Días después, el 20 de Mayo, acompañado por
26 La insistencia popular en el uso de tales insculturas para la obtención del aceite de enebro (Mesado y Viciano, 1994: 258; Mesado
et al., 2008: 196), recogida tanto por los pastores como por los masoveros (que curiosamente todos lo saben por haberlo oído, pero
nunca visto), puede derivar de aquella “filosofía” innata que poseen las personas cuyas vidas trascurren en soledades montanas,
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
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Lám. XI. Villahermosa del Río. Hojiforme masías Montudillo / Rebollo (foto J. Ramos).
José Luis Viciano, Juan Ramos, y mi hermano Gerardo, volvíamos a Villahermosa para entrevistarnos de nuevo
con Ramón Tomás para que nos diera una mayor información del lugar de la ubicación del grabado. Pese a su
avanzada edad quiso acompañarnos, cosa que le fue prohibida por la familia dada la grave enfermedad que
padecía. Con nuevas referencias orales, buscamos infructuosamente entre ambas masías pues pese a existir
areniscas junto a ellas el grabado, según el entrevistado, se alcanzaba ascendiendo por un empinado y casi
perdido sendero repleto de monte bajo. Todo fue inútil. Ya no pudimos tener, de momento, otros puntos de
localización pues Ramón Tomás Gargallo fallecía al día siguiente. Volvía J.L. Viciano y J. Ramos el día 1 de
junio examinando minuciosamente la dura pendiente por la que antaño iba el sendero que creían el óptimo, sin
resultado alguno; sólo recogieron, ya en el pueblo, la noticia de aquel óbito. Descanse en Paz.
Pero el día 12 del mes de agosto, Juan Ramos volvía a Villahermosa pues había contactado con Paco
Guillamón (dueño del “Bar Lapsus”) para que conectase con Pedro Tomás, hermano del fallecido y amo
de aquella masía del Rebollo. Acompañado por ambos, llegaban fácilmente al sendero no alcanzado con
anterioridad, y a escasos metros de la mentada delimitación vecinal, sobre el lomo o carena del monte,
dominando un vasto paisaje (aunque oculto hoy por la vegetación) estaba la roca con el hojiforme buscado
(lám. XI).
Se trata de una dura arenisca grisácea cuya superficie, de 1,20 m de amplitud, presenta una inclinación
de 20º, aprovechada, como en todos los hojiformes descritos, para el drenaje del propio grabado que, dentro
de los hojiformes vistos, es el más sencillo puesto que sólo lo forma el perímetro del limbo, con una anchura
de 50 cm y una altura de 80 cm, alcanzando el canalillo de derrame 15 cm. Incisión de 3 cm de anchura
por 1,5 cm de profundidad, que –cosa curiosa– sigue en la vertical de la roca, cuya altura llega a los 40 cm.
Inscultura desplazada hacia el costado SE, distando 12 cm; mientras que por el lado opuesto, y al socaire
pues hemos observado que tienen explicación (para ellos siempre lógica) para cuanto encuentran y desconocen. Recordemos, por
paradigmático, que las hachas prehistóricas de piedra pulida las hacen derivar o nacer de la caída de los rayos, pues aseguran que van
en sus puntas, por ello su forma almendrada y su brillo. Piezas que luego solían ocultar debajo de las tejas de sus masías, pues creían
que con ello estaban al resguardo de tales fenómenos atmosféricos, según información del amigo J. Andrés Bosch. D. Miguel de
Unamuno, en el año 1916, escribe: “Los pastores y las gentes de campo creen que esas hachas de sílice que se recogen para guardarlas
en nuestros museos como objetos prehistóricos son piedras que caen con el rayo” (M. de U., “El hacha mística”. Cuentos completos.
Edición de Oscar Carrascosa. Herederos de M. de U., 2001, pág. 315).
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de una protuberancia de la piedra, la distancia es de 20 cm, espacios muy estrechos para sostener cualquier
estructura. Su campo, en esta ocasión sin concavidad natural alguna, aparece exento de cualquier grabado;
tampoco presenta signos de haber comportado hogueras.27 Su eje vertical muestra una inclinación de 320º;
siendo la ubicación GPS: 30T0723687 / 4454430; h. 1.127 m.
ADDENDA II
Pese al interés puesto en hallar paralelos arqueológicos a la cuchilla con la punta revertida, del yacimiento
de Casagranja (Cantavieja, Teruel), no lo hemos conseguido; sin embargo, en la colección etnológica del
amigo Inocencio Sarrión Montañana, existe una pieza prácticamente igual. Fue adquirida en el dominguero
mercadillo del rastro de Valencia, ignorándose su procedencia y contexto; aunque parece innegable que se
trata de un cuchillo de carnicero (fig. 34).
Fig. 34. Cuchillo en la colección de I. Sarrión Montañana.
Es de hierro y en el extremo del mango, de 11 cm de longitud, presenta un taladro cuadrangular para ser
colgado. Mientras el filo curvilíneo es cortante, el lomo (cuyo grosor alcanza los 9 mm) presenta hacia el
centro una zona roma producida por el percutido, que también ostenta el extremo del mango, indicándonos que
cuando el matarife daba con hueso se valía de la percusión –con un mazo o martillo– para cortarlo o romperlo.
Su punta revertida, afilada en todo su perfil, sería usada para el desollado. Mide 36 cm de longitud, alcanzando
su peso los 750 g.
ADDENDA III
Juan Ramos, buen conocedor de los pueblos y gentes de la Tinença de Benifassà por poseer propiedades en
ella, encontraba en el pueblo de Fredes, en agosto de 2011, a Vicente Adall. Expastor que le comentó que
había conocido en aquella extensa zona, funcionando, unos 10 hornos para la destilación (el llama exudación)
de la madera de enebro, hornos que dejaban de funcionar entre 1948 y 1950; acompañándole a dos de ellos
que habían sido recientemente restaurados por la escuela de F.P. de la Sénia (Tarragona), denominados de
Refalgarí y del Mas del Peraire.
El primero se encuentra cercano a la pista de su mismo nombre, que lleva al refugio de la Font Ferrera.
Situación por el GPS: 31T0263754 / 4513037; h. 1.095 m. Su aspecto externo es el de un montículo cónico
27 Habiendo realizado sondeos junto a rocas con hojiformes, podemos asegurar que no existe ni carbón ni ceniza, lo que avala que sobre
estos grabados no pudo producirse destilación alguna. Otro hecho, cuanto menos curioso, es que derramando con cuidado agua para
no colmar el canal de salida, esta no puede recogerse en un recipiente cerámico; aunque pudo emplearse alguna cañucela, a modo
de piquera, sujeta al derrame o salida del hojiforme. Igualmente pudo dejarse perder si fueron piedras de sacrificio; pero habremos
de recordar, siempre, aquellas menudas pocetas de retención en los hojiformes del Cervol y del barranco del Volante; al igual que el
curioso canalillo vertical en este grabado del Montudillo/Rebollo.
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Insistiendo sobre los hojiformes insculturados
Lám. XII. Horno para la obtención del aceite de enebro
en Refalgarí, la Sénia, Tarragona (foto J. Ramos).
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Lám. XIII. Horno para la obtención del aceite de enebro en el
mas del Peraire, la Sénia, Tarragona (foto J. Ramos).
de unos 4 m de elevación, dado que fue fabricado sobre un suelo llano. Daba comienzo construyéndose un
basamento de rocas, con la superficie superior ligeramente inclinada, la cual se embarraba y endurecía (para su
impermeabilización) con fuego y alquitrán, tras lo cual se remontaba con rocas una cámara o chimenea circular
con un diámetro interno de 1,50 m (lám. XII), hasta alcanzar los algo más de 3 m que, para su consolidación,
se la apeaba o circundaba de tierra cuyo diámetro basal podía alcanzar los 10 m. En la caída de aquella base de
arcilla se colocaba una teja, y en su extremo un cántaro para la recogida del aceite de enebro, tronquillos que,
en mazos, se apilaban en la mitad inferior del horno, colocando luego varias lajas de piedra (el precinto) sobre
las cuales se terminaba de llenar el conducto con leña para su combustión, la cual era regulada por una losa que
centraba el tiro o chimenea del horno, de falsa bóveda. Tras varios días de funcionamiento y enfrío, retirado el
recipiente conteniendo el aceite, la cumbrera era abierta y vaciado el horno para su posterior uso. V. Adall cuenta
que este óleo se usaba para combatir la sarna (ronya) de los animales; aunque también para sacar fragmentadas,
con una simple gota, las muelas careadas de las personas, como ya sabíamos por anteriores consultas.
La otra modalidad de emplazamiento era valerse de un acusado desnivel del terreno ya que solamente
su perímetro externo tenía que consolidarse, esta vez con rocas, y su cumbrera hacíase en forma de cabaña,
con puerta que era tabicada tras el colmatado y encendido de la cámara. Es el caso del horno, igualmente
restaurado, del Mas del Peraire (lám. XIII), cuya situación, según el GPS, es 31T0262917 / 4511404; h. 1.103
m. También sirvieron, cuenta, para sacar alquitrán de la madera de encina o de carrasca.
Tras ambas visitas J. Ramos le mostraba a V. Adall varios gráficos con hojiformes, comentándole este
que ya le habían enseñado otros, hacía un par de años, aquellos dibujos, grabados que también buscaban,
diciéndoles que sobre tales rocas era imposible aquella destilación; formas que nunca había visto por la
Tinença, y que creía más cercanas a antiguos rituales mágicos.
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