La ocupación del territorio desde el Paleolítico medio hasta la Edad del Bronce en el área oriental de las comarcas de L’Alcoià y El Comtat (Alicante)
F. J. Molina Hernández
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXV (Valencia, 2004)
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FRANCISCO JAVIER MOLINA HERNÁNDEZ*
LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO DESDE EL PALEOLÍTICO
MEDIO HASTA LA EDAD DEL BRONCE EN EL ÁREA ORIENTAL
DE LAS COMARCAS DE L’ALCOIÀ Y EL COMTAT (ALICANTE)
RESUMEN: En este artículo presentamos nuevas aportaciones referentes a la ocupación de
un territorio situado en la parte oriental de las comarcas de l’Alcoià y el Comtat (Alicante), desde
las primeras evidencias de ocupación durante el Paleolítico Medio hasta la Edad del Bronce.
Ofrecemos una perspectiva dinámica en la que los recursos naturales del territorio estudiado, las
características de los yacimientos y sus conjuntos materiales nos permiten plantear modelos de
poblamiento diferentes en cada período. Los datos que ofrecemos provienen de la prospección
sistemática del área de estudio, del análisis de los yacimientos y de la interpretación de los datos.
El objetivo planteado ha sido el ofrecer hipótesis sobre las estrategias de ocupación, cuando nos
ha sido posible.
PALABRAS CLAVE: Ocupación del territorio, Paleolítico medio, Neolítico, Edad del Bronce,
comarcas de l’Alcoià y el Comtat (Alicante).
ABSTRACT: Settlement in the oriental part of l’Alcoià and Comtat (Alicante) area from
Middle Paleolithic until the Bronze Age. In this article, we present new data about the settlement
in the oriental part of the l’Alcoià and Comtat (Alicante) area, from the first occupation evidences
during the Middle Paleolithic until the Bronze Age. The natural resources of the territory, the
characteristics of the sites and their material allow us to establish different models of occupation
in every period. The data that we offer come from the survey project carried out in this area, the
* C/ Luis Braille, nº 17, 4º d. • 03802 Alcoi (Alicante) • Correo: lm.molina@ono.com
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analysis of sites and the interpretation of the data. The outlined objective has been offering
hypothesis about the occupation strategies, when it has been possible.
KEY WORDS: Settlement, Paleolithic, Neolithic, Bronze Age, l’Alcoià and El Comtat
(Alicante) area.
1. INTRODUCCIÓN
Las comarcas de l’Alcoià y el Comtat han sido consideradas desde hace décadas como
un territorio rico en restos arqueológicos, y por tanto idóneo para explicar los procesos culturales de las sociedades prehistóricas y protohistóricas. Esta afirmación puede realizarse en
gran parte gracias a una arraigada tradición investigadora que se inicia con fuerza a finales
del siglo XIX, llegando hasta la actualidad con el desarrollo de importantes proyectos de
investigación y trabajos referidos a diferentes períodos culturales. A este respecto cabe destacar el proyecto que desde 1987 lleva desarrollando la Universidad de Valencia, junto con
la Universidad de Arizona, en las comarcas señaladas y las de la Marina Alta y Baixa
(Barton et al., 1999, 1992; Bernabeu et al., 1999). En el área que este artículo comprende,
llevaron a término una prospección sistemática de los valles prelitorales ubicados en las
comarcas centromeridionales valencianas de l’Alcoià y El Comtat, junto con la excavación,
hasta la actualidad, del yacimiento del Mas d’Is (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002).
A parte de este proyecto de gran envergadura, recientemente se han realizado diferentes trabajos, en la Universidad de Alicante, de gran relevancia por el importante caudal de
información que aportan y la diversidad temática que abordan. Estos trabajos se refieren al
conocimiento del hábitat y territorio durante el Neolítico en las comarcas centromeridionales valencianas (García, 2003),1 y a las relaciones entre hábitat al aire libre y los yacimientos de Arte rupestre (Fairén, 2002).
Asimismo, los nuevos datos que se aportan en este artículo forman parte de la Memoria
de Licenciatura2 realizada bajo la dirección del Dr. Francisco Javier Jover Maestre, leída en
el mes de junio del 2003 en la Universidad de Alicante. Esta investigación se ha basado en
la prospección sistemática de un territorio geográfico delimitado, situado en el área oriental
de las comarcas de l’Alcoià y el Comtat, y del estudio e interpretación de cada yacimiento.
De esta forma no nos hemos limitado a dar a conocer nuevos asentamientos, sino a interpretar los datos obtenidos, elaborando hipótesis sobre el modelo de ocupación y explotación
1. García Atienzar, G. (2003): Hábitat y territorio en las sociedades cardiales de las comarcas centromeridionales
valencianas. Universidad de Alicante. Memoria de licenciatura.
2. Molina Hernández, F. J. (2003): El poblamiento en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila. Universidad de
Alicante. Memoria de Licenciatura.
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del territorio en los diferentes períodos culturales. Las hipótesis que aquí se exponen deberán ser refutadas, corregidas o aceptadas por otros datos provenientes de excavaciones o
estudios sedimentológicos y geomorfológicos, tarea desarrollada en la zona por M.C.
Barton y J. Bernabeu.
Por último quisiera enfatizar la validez de la técnica de prospección como método no sólo
válido para descubrir nuevos yacimientos o determinar sus características físicas, sino también
para poder extraer información que nos ayude a comprender la génesis del yacimiento o el
interés por ocupar determinadas zonas. Estos datos los hemos relacionado con la Historia
Natural de la comarca, ya que en gran medida son las características del medio las que obligan al Ser Humano a su adaptación determinando en muchos casos las estrategias a utilizar.
De esta forma es como hemos podido observar la existencia de características comunes a la
hora de establecerse en el territorio entre yacimientos de un mismo período. Manejando todos
los datos –arqueológicos, físicos y datos geológicos obtenidos del estudio superficial de los
asentamientos y de su entorno– hemos formulado hipótesis sobre modelos de ocupación y
explotación del territorio que en las siguientes líneas se expondrán de forma diacrónica.
2. DELIMITACIÓN GEOGRÁFICA Y CARACTERÍSTICAS
GEOMORFOLÓGICAS DE LA ZONA DE ESTUDIO
La zona en la que se han llevado a término los trabajos de prospección comprende las
cuencas de los ríos Seta y Penàguila, además de las estribaciones montañosas cercanas que
vierten sus aguas hacia esta red hidrológica, abarcando un total de 150 Km2 de superficie.
Este territorio, localizado al norte de la Provincia de Alicante, pertenece en conjunto a una
unidad geográfica mayor que comprende la parte occidental de las Comarcas de l’Alcoià y
el Comtat (fig. 1). Particularmente se caracteriza por la existencia de pequeños valles cuyos
ríos confluyen en la depresión llamada Foia d’Alcoi, originada a causa de una falla transversal por la que discurre el río principal conocido como Alcoi o Serpis, eje de las actuales
comarcas de l’Alcoià y el Comtat.
En el territorio estudiado se alternan de norte a sur alineaciones anticlinales y sinclinales, con una orientación general suroeste-nordeste y una longitud destacable como corresponden a las formaciones Prebéticas (Nebot et al., 1993: 27). Las formaciones arcillosas
compuestas por margas burdigalienses (tap) comprenden el sustrato predominante en los
valles, sobre el que se depositan sedimentos cuaternarios. Las elevaciones montañosas son
todas de época cenozoica, no sobrepasando la cota de los 1500 m s.n.m., y un desnivel en
torno a los 500-600 m con respecto al valle.
El valle más extenso de este territorio se denomina la Vall de Seta, del que tan sólo se
ha estudiado la parte oeste. Más hacia el sur se ubica la Vall de Frainos o Penàguila, for—93—
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Fig. 1.- Indicación de la zona prospectada en el marco de la cuenca del Riu Serpis (Comarcas de l’Alcoià y el Comtat, Alicante).
mada por una gran cubeta en la que desaguan numerosos barrancos. Por último la Vall de
Travadell, situado al sudeste de la Vall de Seta, siendo el de menores dimensiones.
La red hidrográfica está constituida por dos ríos principales, el río Seta y el río Penàguila,
cuyas aguas confluyen antes de verterse en el río Serpis a la altura de Cocentaina. Su morfología se caracteriza por un trazado muy tortuoso y por desniveles muy acusados, del orden de los
100 m, debido a una importante actividad erosiva. Son muy cuantiosas las barranqueras que
desde las zonas altas descienden hacia el valle, vertiendo sus aguas en ellos y desarrollando profundos barrancos de paredes verticales excavados en las endebles margas miocénicas.
3. LAS PRIMERAS EVIDENCIAS DE POBLAMIENTO: EL PALEOLÍTICO
MEDIO
Las primeras evidencias de poblamiento en la zona estudiada se remontan al Paleolítico
Medio, rechazándose como han señalado algunos autores (Fernández, 1994) que estos conjuntos industriales provenientes de áreas lacustres, terrazas fluviales y glacis en la partida
de Els Dubots (Benifallim-Penàguila-Benilloba), junto a otras numerosas zonas de Les Valls
d’Alcoi, puedan datarse en las primeras fases paleolíticas, como indicó en su momento el P.
Belda y L. Pericot (1945).
Corresponden más bien a industrias clasificables en momentos avanzados del
Paleolítico Medio, con abundancia de los productos de talla –núcleos discoides y levallois,
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restos de lascas y otros productos de talla– sobre los útiles que escasean en su conjunto. Es
difícil poderles otorgar una cronología precisa, pero por comparación con otros yacimientos regionales cercanos, se pueden situar en momentos avanzados del período Würm II o
Würm III (Fernández, 1994; Faus, 1988).
3.1. Ocupaciones al aire libre durante el Paleolítico Medio
Los resultados obtenidos en las prospecciones llevadas a cabo apoyan lo anteriormente
dicho, datándose con claridad la primera ocupación de la zona estudiada a partir de las últimas fases del Paleolítico Medio. Esto cuadra con los datos de los vecinos valles de Alcoi y
Cocentaina, donde existen abundantes yacimientos clasificables en este momento –El Salt,
Abric del Pastor, Polop, Penelles y Cova Beneito–. Los trabajos de campo desarrollados en
las cuencas de los ríos Seta y Penàguila dieron como resultado el hallazgo de cuatro nuevos
yacimientos, todos ellos situados al aire libre (fig. 2).
Fig. 2.- Indicación de los afloramientos de sílex y de los yacimientos del Paleolítico medio: 1.- Morro de Mirabou. 2.- Alt de
la Capella. 3.- Barranc de la Font de Dalt. 4.- Casetes de Sena.
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A unos 2 Km del yacimiento de Penella –Cocentaina– (Faus, 1988) hemos documentado
un yacimiento con las mismas características que el mencionado, al que hemos denominado
Morro de Mirabou –Benilloba–. Se encuentra ocupando parte de un glacis que se extiende
por la falda nordeste de la sierra de La Serreta, hasta los terrenos del Mas de la Condomina.
Justo en esta zona es donde se observa la máxima concentración de sílex, apareciendo cierta
proporción de útiles retocados, entre los que cabe destacar raederas simples. El grueso del conjunto lítico recuperado está compuesto por productos de talla. Las características geológicas
del entorno, rico en depósitos de ladera con abundancia de sílex y las características de la
industria, nos lleva a interpretarlo como una zona de aprovisionamiento de sílex.
El segundo yacimiento, que por sus características se considera como el de más relevancia, se sitúa en el margen izquierdo del Barranc de la Capella, al que hemos denominado como Alt de la Capella (Barciela y Molina, 2002), término de Benifallim. En la actualidad ocupa una zona de ladera baja en el piedemonte del inicio de la sierra de Els Plans,
atravesado por dos cauces. Durante el Paleolítico Medio estos cauces no se habrían formado, existiendo una orografía mucho menos accidentada. Los sedimentos observados en el
yacimiento y en los cortes de los barrancos hacen pensar en la existencia de una antigua área
lagunar o fluvial en las cercanías del asentamiento. El nivel potencialmente arqueológico
está formado por un sedimento terroso de color gris o negro, y pasadas de cantos de mediano tamaño. Este nivel de potencia variable pero que no parece sobrepasar el metro de espesor, descansa directamente sobre las margas miocénicas. Esta zona queda a cierta altura con
respecto al valle, situándose a 700 m s.n.m., por lo que ofrece un buen campo visual y control de la caza.
Los productos líticos son en su mayor parte útiles, destacando la abundancia de raederas, lascas retocadas de tipo levallois y núcleos del mismo tipo. Tanto las características
industriales como las diferencias geológicas de este yacimiento con respecto al anterior,
apuntan a que se trate de una zona de hábitat al aire libre.
El tercer yacimiento también se diferencia de los otros dos. Se encuentra ubicado en un
estrecho barranco en el inicio de la sierra de la Lloma Redona –Millena–, en la base de un
farallón rocoso que les serviría de protección, y al que se le ha denominado como Barranc
de la Font de Dalt. A los pies de esta formación rocosa se ha documentado un antiguo relleno que se depositó ocupando una extensa grieta a modo de abrigo. Este relleno contiene
fragmentos de fauna quemada, lascas de diverso tamaño destacando la presencia de microlascas procedentes de retoques o reavivados de filos.
Por último señalar que en las proximidades del Barranc del Pont, cercano a les Casetes
de Sena fueron recogidas algunas lascas deshidratadas entre las que destaca una raedera
lateral. La adscripción cronológica al Paleolítico Medio de las lascas de sílex procedentes
de las Casetes de Sena –Penàguila– ofrece algunas reservas por lo escueto, aunque significativo, del conjunto lítico recuperado.
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3.2. La explotación del sílex y la diferente funcionalidad de los yacimientos durante el
Paleolítico Medio
Los yacimientos documentados, como puede observarse, presentan características muy
diferentes, lo que nos está indicando una génesis o función diferente de cada yacimiento.
Comprender la formación de éstos es capital para poder interpretar las pautas de ocupación
y explotación del entorno. Estudiando la ubicación y las características de los productos líticos recuperados, podemos establecer la orientación funcional de cada uno. El yacimiento de
Morro de Mirabou –Benilloba– presenta las características típicas de las estaciones relacionadas con zonas de talla al aire libre como el de Penella (Faus, 1988) y La Coca (Fernández,
1998), en el que se ha identificado una producción óptima preferente de series operativas
levallois centrípetas que tienen su reflejo en los asentamientos de hábitat ubicados normalmente en abrigos o cuevas –El Salt, Beneito, Cueva del Cochino–. Estos yacimientos aparecen siempre vinculados a afloramientos ricos en materia prima –en este caso sílex–, en los
que abunda en un tanto por ciento muy elevado los restos de talla sobre los útiles, siendo
frecuente los núcleos de los que se obtienen los productos corticales y se abandonan en diferentes fases de explotación.
Lo indicado anteriormente puede aplicarse al yacimiento de Casetes de Sena –Penàguila–.
Los escasos productos líticos recuperados, aparecieron sobre unos depósitos de ladera cuaternarios, entre fragmentos de nódulos de sílex autóctono y tierras anaranjadas. Por tanto es posible que nos encontremos ante otra área de explotación de sílex aprovechando los afloramientos naturales del valle.
Las características del Alt de la Capella –Benifallim– y de la industria recuperada son
muy diferentes al resto de asentamientos del Paleolítico Medio al aire libre documentados
en nuestras comarcas. No se encuentra relacionado con ninguna zona de aprovisionamiento de sílex, pues no existen en la cercanía afloramientos ni glacis cuaternarios susceptibles
de ser explotados. Asimismo las características de la industria y su excelente estado de conservación, apuntan también hacia la singularidad del Alt de la Capella, respondiendo a las
pautas de un asentamiento de hábitat al aire libre poco alterado, y no a una zona de taller.
Se tienen pocos ejemplos de este tipo de yacimientos, aunque sigue la misma estrategia de
ocupación del territorio típica del Paleolítico Medio: a baja altura sobre las tierras circundantes y en los corredores naturales (Fernández y Villaverde, 2001: 158-163). La proximidad a la cuenca del Serpis de esta parte del valle de Benifallim facilitaría las comunicaciones hacia las zonas más costeras. Otros elementos puntuales indican que la zona tuvo que
contar con importantes recursos naturales, entre los que cabe destacar la abundancia de
agua. Durante el Paleolítico Medio la red hidrográfica aún no había comenzado a formarse
(Bernabeu et al., 1999), por lo que el valle funcionaba como una gran cubeta endorreica. En
las zonas más deprimidas tuvieron que existir multitud de pequeñas lagunas o humedales
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cuya formación se vio favorecida por el relleno margoso del valle e inicio de las laderas ocurrido durante la transgresión burdigaliense (I.G.M.E., 1978). En las prospecciones se han
descubierto vestigios de estas zonas encharcadas, que por lo visto tuvieron que ser pequeñas y de corta duración, ya que no han dejado aportes sedimentarios relevantes. Los productos líticos del Alt de la Capella aparecen vinculados a tierras de color negro muy finas y
escasas piedras en ocasiones interestratificadas en niveles que pudieron pertenecer a las
zonas húmedas más deprimidas, según indican los estudios de sedimentología en zonas
lagunares (Meléndez y Fuster, 1991: 139).
Desde el punto de vista de las estrategias de ocupación del territorio y funcionalidad, el
yacimiento del Barranc de la Font de Dalt –Millena–, puede relacionarse con varias actividades. Los restos de fauna quemada y la abundancia de restos de talla con respecto a los útiles hacen pensar en un uso esporádico del lugar posiblemente para descarnar o consumir las
presas. Esta afirmación es una mera hipótesis derivada de los restos recuperados en la prospección. Sin duda se necesitaría un conjunto material mucho más amplio para poder inferir
el uso real del asentamiento.
La riqueza de nódulos silíceos de las rocas maastrichtienses que forman el barranco,
pudo ser otra de las funciones del asentamiento o de los recursos explotados. Como se
observa en la figura 2, a escasa distancia hacia el sudoeste, existe un yacimiento de sílex
natural que ocupa la falda de la Serreta de Baix o de Gorga. La prospección de esta zona de
la Serreta de Baix proporcionó algunas piezas de sílex retocadas, destacando un denticulado y algunas lascas. Aunque estas piezas no se pueden adscribir a un período determinado,
sí es probable su posible explotación a partir del Paleolítico Medio, pues los fragmentos de
sílex detectados en el Barranc de la Font de Dalt parecen tener las mismas características
que los hallados en la Serreta de Baix.
Con los datos expuestos podemos concluir que puede observarse la existencia de una
adaptación al medio y a los recursos existentes en él, lo que queda reflejado en los yacimientos localizados. De esta forma podemos identificar zonas de explotación de materia
prima –principalmente sílex–, yacimientos de hábitat al aire libre posiblemente relacionados con ambientes lagunares y el control de las manadas, y por último hábitats en abrigos
que podemos relacionar con el consumo y explotación de otros tipos de recursos de montaña como la recolección de frutos silvestres.
Estos tres tipos de yacimientos pudieron estar relacionados entre sí, al ser los mismos
habitantes quienes los ocupaban dependiendo del recurso que necesitasen. En el mapa de la
figura 2 se observa la cercanía entre las áreas de aprovisionamiento de materia prima y los
yacimientos de hábitat localizados. El estudio realizado por J. Fernández en el yacimiento
al aire libre de La Coca –Aspe–, ha permitido conocer cómo se produce la transferencia de
productos líticos desde la zona de explotación hacia los lugares de hábitat, a los que parece
llegar un porcentaje bajo de núcleos y alto de soportes no corticales (lascas levallois), y
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sobre todo corticales –lascas y raspadores corticales–. Esto hace pensar en un transporte a
corta distancia, con alta transferencia de materia prima de buena calidad para someterla a
sucesivas explotaciones posteriores (Fernández, 1998: 9-44; Fernández y Villaverde, 2001:
158). Los estudios realizados demuestran que el aprovisionamiento de materia lítica durante el Paleolítico Medio se produce en áreas inferiores a los 10 kilómetros, y generalmente
entre 2,5 y 5 kilómetros (Fernández y Villaverde, 2001: 157). Por tanto parece lógico que la
industria lítica del Alt de la Capella y Barranc de la Font de Dalt, pueda proceder de las
fuentes de materia prima señaladas en el mapa por ser las más cercanas.
La comparación de la industria recuperada en el Morro de Mirabou con la del Alt de la
Capella, por ser éstas las más ricas y mejor conservadas, muestra la gran diferencia existente entre ellas. El origen de esta divergencia procede, sin duda, de la diferente orientación
funcional de cada uno de estos yacimientos. Por un lado la industria recuperada en el Morro
de Mirabou presenta las características típicas de las zonas de taller, como ya se ha indicado, donde los productos de tercer orden de extracción y retocados están muy mal representados, al contrario de lo que ocurre en el Alt de la Capella, donde abundan los productos de
tercer orden y los útiles, destacando las lascas levallois y las raederas, algunas de ellas con
soportes primarios o corticales para ser sucesivamente reavivadas.
Asimismo, el estudio de las características morfotécnicas de la industria existente en el
Morro de Mirabou, y sobre todo en el Alt de la Capella, permite una primera aproximación
a la clasificación de estas industrias. En el Alt de la Capella destaca el predominio de la técnica levallois, con un tanto por ciento elevado de raspadores con abundancia de los simples
convexos y los transversales. Estas características concuerdan con las industrias del
Paracharetiense, desarrolladas en las últimas fases del Würm II o inicios del Würm III, y
que se han detectado en los conjuntos industriales de los niveles superiores de Cova Negra,
así como en Petxina, Cochino, Fuentes, Pastor y El Salt (Galván, 1992: 78).
Las dataciones aportadas por estos yacimientos se encuadran en el estadio isotópico 3,
que engloba el tránsito del Würm II/III y el Würm III, desarrollado entre el 55.000 y el
26.000 a.C.
4. LA LLEGADA DE LOS PRIMEROS GRUPOS PRODUCTORES.
EL NEOLÍTICO I
Siguiendo la sistematización elaborada por J. Bernabeu a partir del estudio de la estratigrafía de la Cova de l’Or y la Cova de les Cendres (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1988:
131-166; Bernabeu, 1989; Bernabeu y Martí, 1992), el Neolítico I abarca desde la primera
mitad del VIII milenio A.P. hasta la primera mitad del VII milenio cal. A.P. Las transformaciones que se producen con el desarrollo de este nuevo período conllevan grandes cambios en todos los aspectos, afectando al modelo de poblamiento de los valles estudiados.
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De las etapas precedentes, Paleolítico Superior y Epipaleolítico-Mesolítico, no se tienen evidencias de una ocupación importante en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila,
aunque sí se ha documentado en valles paralelos. Dentro del Paleolítico Superior destaca
por su cercanía la Cova Beneito, situada entre el Comtat y la Vall d’Agres, con industrias
Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Solutreogravetiense (Iturbe, 1986: 71-73; Iturbe et
al., 1993: 81-83). En los momentos finales del paleolítico y epipaleolítico se ocupó les
Coves de Santa Maira (Castell de Castells), donde se han identificado industrias del
Magdaleniense superior y Epipaleolítico sauveterroide (Aura et al., 2000: 75-84). En el
yacimiento de La Falguera (Alcoi) se ha localizado industria epipaleolítica de tipo geométrico (Aura, 1984: 153).
La localización de estaciones del Paleolítico Superior y Epipaleolíotico-Mesolítico al
aire libre es extremadamente complicada por la complejidad que conlleva el detectar estas
industrias mediante prospección superficial. Sin embargo, en La Torre de les Maçanes el
Padre Belda encontró industria del Complejo microlaminar al aire libre en El Freginal de la
Font Major (Soler et al., 1993: 21).
Tomando los datos proporcionados por la prospección estadísticamente, y suponiendo
que no exista ninguna variante que los distorsione, la ocupación durante el final del
Paleolítico Medio fue más importante que durante el Paleolítico Superior y Epipaleolítico;
sobre todo si tenemos en cuenta que la erosión ha afectado menos a los yacimientos más
recientes. Esto hace pensar que las dificultades en localizar industrias del Paleolítico
Superior y Epipaleolítico-Mesolítico se deban, a parte de la limitación que ofrece la prospección superficial, a que pudo existir una ocupación residual o poco intensa durante este
período en la parte oriental de las comarcas de l’Alcoià y el Comtat. A este respecto es de
destacar que el poblamiento epipaleolítico-mesolítico en el ámbito valenciano encuentra el
límite sur en el cauce del río Serpis y la cabecera del Vinalopó, extendiéndose hacia el sur
un importante vacío poblacional hasta llegar a la Alta Andalucía (Juan Cabanilles y Martí,
2002: 56). Las cuencas de los ríos Seta y Penàguila se encuentran justo en el límite del territorio ocupado por los epipaleolíticos-mesolíticos, que hacia el 8000 A.P. retroceden hacia el
interior de nuestras comarcas (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002: 172). Estos datos se deben
tener en cuenta a la hora de explicar los núcleos territoriales del neolítico cardial antiguo.
4.1. Yacimientos documentados durante el Neolítico I
En las siguientes líneas se exponen los datos esenciales de los asentamientos del
Neolítico I conocidos desde antiguo o como resultado de las prospecciones dirigidas por J.
Bernabeu, remitiendo a la bibliografía existente. Seguidamente ofrecemos la información de
los nuevos yacimientos documentados como resultado de la prospección desarrollada por
nosotros. En este artículo vamos a ofrecer una somera descripción de los nuevos asentamientos, ya que han sido ampliamente descritos recientemente (Molina, e.p.).
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Hasta la fecha la investigación ha centrado su interés especialmente en el asentamiento del Mas d’Is –Penàguila–. Este yacimiento (fig. 3) se localiza a 590-550 m s.n.m., con
una extensión total próxima a las 10 ha y una amplia cronología desde el Neolítico IA hasta
la Edad del Bronce (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002). Siguiendo a los autores citados, en
las excavaciones actualmente en curso se han localizado estructuras pertenecientes a 3 cabañas datadas, por la presencia de cerámicas cardiales, en el Neolítico IA y Neolítico IB.
También han sido detectados varios fosos con una amplia cronología que abarca desde el
Neolítico IB/C hasta el campaniforme o Edad del Bronce.
Este excepcional asentamiento, junto a los yacimientos de Casa de Lara –Villena–, el
Arenal de la Virgen –Villena– y partida de Lèdua –Novelda– constituían hasta hace poco las
principales evidencias de poblados en llano correspondientes a los primeros momentos
Neolíticos (Martí, 1998).
Las recientes prospecciones realizadas en el valle de Penàguila-Benifallim dirigidas por
J. Bernabeu detectaron otros asentamientos en las cercanías del Mas d’Is. Entre éstos se
encuentra el denominado Mas del Pla ubicado a 660 m s.n.m. Se indica la presencia de fragmentos de brazaletes de piedra, cerámicas incisas e impresas no cardiales, láminas y raspadores (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1989). La superficie estimada por nosotros es inferior a
200 m2. La secuencia cronológica se encuadra desde el Neolítico IB o C hasta el NIIB.
Otro de los asentamientos localizados por el equipo dirigido por J. Bernabeu es el denominado Bancals de Satorre. Se localiza a 700 m s.n.m., abarcando una superficie estimada
inferior a 1 ha. Se menciona la existencia de geométricos, núcleos de extracción laminar,
láminas con lustre, muescas y cerámicas inciso-impresas no cardiales y peinadas (Bernabeu,
Guitart y Pascual, 1989). Cronológicamente puede ubicarse en el NIB.
Por último mencionar el yacimiento del Mas Blanc y Mas de Cantó. El primero se localiza a 610 m s.n.m., abarcando una superficie inferior a 0,3 ha. Las prospecciones dirigidas
por J. Bernabeu documentaron la presencia de cerámica impresa cardial, incisa y peinada.3
Cronológicamente puede ubicarse en el Neolítico IB y IC. El segundo se sitúa a 560 m
s.n.m., abarcando una superficie indeterminada. Entre los materiales arqueológicos se indica la presencia de cerámicas incisas junto a formas propias del Neolítico II –fuentes de base
plana y labio engrosado, carenas...–, datándolo en el Neolítico IIB. En las recientes prospecciones realizadas por nosotros se ha recogido un fragmento de cerámica impresa, por lo
que tuvo que existir un horizonte cronológico anterior perteneciente al Neolítico I.
Los nuevos yacimientos pertenecientes al Neolítico I localizados por nosotros en el
territorio en estudio son los que a continuación se detallan (fig. 3):
Mas de Don Simón: Yacimiento al aire libre situado a 620 m s.n.m., abarcando una
superficie estimada cercana a las 0,45 ha. Entre los materiales recuperados destaca la pre-
3. Información consultada en las fichas de la Conselleria. Dirección General de Patrimonio Artístico.
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Fig. 3.- Yacimientos del Neolítico I en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila e indicación de las tierras de mayor capacidad
agrícola: 1.- Mas d’Is (Penàguila). 2.- Mas de Cantó (Penàguila). 3.- Mas Blanc (Penàguila). 4.- Bancals de Satorre
(Benifallim). 5.- Mas del Pla (Penàguila). 6.- Mas de l’Espioqueta (Penàguila). 7.- El Pla (Penàguila). 8.- Mas de Don Simón
(Penàguila). 9.- Mas de la Gitana (Penàguila). 10.- Barranc de l’Amagat (Penàguila). 11.- Mas del Regadiuet (Alcoi). 12.- Les
Florències (Alcoi). 13.- Tamargut (Quatretondeta).
sencia de cerámicas impresas no cardiales, cordones con ungulaciones, brazaletes sobre
caliza blanca, trapecios, láminas retocadas y elementos de hoz y de molienda. Cronológicamente lo hemos clasificado dentro del Neolítico IB.
El Pla: Hábitat al aire libre ubicado a 600 m s.n.m., estimándose una superficie superior a 0,15 ha. Se constata la presencia de cerámicas impresa cardiales, incisas, peinadas,
cordones y pequeños mamelones. Entre los productos de talla destacan los elementos de
hoz, muescas y láminas retocadas o sin retocar y fragmentos de hachas pulidas.
Cronológicamente lo hemos adscrito al Neolítico IB o IC.
Les Florències: Hábitat al aire libre ubicado a 810 m s.n.m., con una superficie estimada inferior a las 0,24 ha. Entre el conjunto material recuperado destaca la presencia de
cerámica impresa cardial y no cardial, incisas, peinadas y cordones. Entre los productos líti—102—
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LA OCUPACIÓN PREHISTÓRICA EN LAS COMARCAS DE L’ALCOIÀ Y EL COMTAT
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cos destaca la presencia de elementos de hoz, láminas, laminitas, rocas abrasivas y molinos.
Entre los elementos de adorno cabe señalar la presencia de un brazalete realizado sobre roca
metamórfica. Se estima un encuadre cronológico del Neolítico IB o IC.
Mas de la Gitana: Hábitat al aire libre situado a 620 m s.n.m., con una superficie estimada no superior a 0,2 ha. Entre los materiales recuperados destaca la presencia de cerámica incisa, láminas de sílex con muescas y fragmentos de hachas pulidas. La cronología estimada es en torno al Neolítico IB o IC.
Mas de l’Espioqueta: Hábitat al aire libre ubicado a 660 m s.n.m., abarcando una
superficie estimada inferior a 100 m2. Entre el material arqueológico recuperado se documentan cerámicas con decoración plástica. Cronológicamente lo ubicamos en el horizonte
del Neolítico IB o IC.
Barranc de l’Amagat: Hábitat al aire libre ubicado a 640 m s.n.m., abarcando una
superficie estimada inferior a 500 m2. Entre el material recuperado destaca la presencia de
cerámicas peinadas, lascas con muescas y elementos de hoz. Cronológicamente se ubica en
el Neolítico IC.
Tamargut: Hábitat al aire libre situado a 565 m s.n.m., abarcando una superficie estimada superior a 0,1 ha. Entre los materiales recuperados destaca la presencia de cerámicas
peinadas, láminas con muescas, núcleos de extracción laminar y elementos de hoz. Se estima un horizonte cronológico perteneciente al Neolítico IC.
Mas del Regadiuet: Hábitat al aire libre ubicado a 750 m s.n.m. y una superficie estimada superior a 0,1 ha. Destaca la presencia de la cerámica peinada. Cronológicamente lo
situamos en el Neolítico IC.
4.2. Hipótesis sobre el modelo de ocupación y explotación del territorio
Para abordar esta cuestión es necesario tener en cuenta las características y organización social de los primeros grupos humanos del Neolítico I y los sistemas de explotación
agrícola propuestos hasta el momento.
Se ha señalado que los primeros colonos neolíticos se distribuirían en pequeños grupos
de tipo segmentario y carácter igualitario, en los cuales existe la tendencia a la fisión del
grupo y la formación de otros nuevos (Bernabeu y Pascual, 1998). Estos grupos subsistirían
minimizando los riesgos en la agricultura (Bernabeu, 1996). Para ello se instalarían en los
suelos altamente productivos, que conservasen bien la humedad y que permitiesen obtener
más cantidad de productos agrícolas mediante un esfuerzo acorde con el número de personas que integrasen el grupo, y con una tecnología que aún no permitía incrementar el rendimiento de la tierra.
El modelo de agricultura que se ha señalado para el período Neolítico en el territorio
valenciano tiene como principal método para la preparación de la tierra el sistema de rozas,
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
en el que mediante el uso del fuego se consigue el clareo de amplias zonas y el abono de las
mismas de forma periódica (Clarck, 1945; Martí, 1992; Bernabeu y Martí, 1992). El hallazgo de leguminosas en algunos asentamientos de estos momentos plantea la posibilidad de
que las primeras comunidades campesinas practicaran el cultivo alterno de cereales y leguminosas mediante un régimen de barbecho, evitando de esta forma el agotamiento temprano de las tierras y consiguiendo una mayor productividad (Sanahuja, Micó y Castro, 1997;
Buxó, 1997).
Sin embargo el sistema de rozas ha sido muy criticado debido a la falta de datos objetivos (Jarman et al., 1982; Buxó, 1997). Los estudios realizados en la Cova de les Cendres
muestran que durante el Neolítico se produce una deforestación continua sin ciclos de regeneración alternante (Badal et al., 1991), como cabría esperar en el sistema de rozas. Por otro
lado tampoco existen pruebas que señalen el desarrollo de un sistema agrícola estable, ya
que los yacimientos presentan cortos períodos de ocupación como se observa en los asentamientos de Plansallosa, La Draga o los documentados en las cuencas de los ríos Seta y
Penàguila, a excepción posiblemente del Mas d’Is. Una solución a este problema la han
expuesto J. Bernabeu, E. Aura y E. Badal (1993: 266), señalando la posibilidad de una agricultura tanto de carácter itinerante como estable.
Con los datos obtenidos en los nuevos asentamientos del Neolítico I documentados en
la zona de estudio puede apuntarse, a modo de hipótesis, un modelo de ocupación y explotación del territorio para el Neolítico I en las cuencas estudiadas que intente soslayar el problema existente entre la movilidad de los grupos humanos y el desarrollo de prácticas agrícolas de carácter itinerante sin el uso del fuego como técnica de explotación del medio.
La fertilidad de la tierra y la existencia de recursos hídricos parecen ser los dos principales parámetros que definen las zonas óptimas en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila
durante el Neolítico I, tanto para el asentamiento como para la explotación agrícola, hecho
también constatable en otras zonas de la Península Ibérica.
Según los estudios realizados (Fumanal, 1986), en el VIII milenio A.P. una densa cobertura vegetal cubría todo el valle. La actual red hidrográfica no se habría formado, existiendo pequeños cursos fluviales o canales conectando humedales o pequeñas lagunas y cuyo
desarrollo fue favorecido por el carácter endorreico de la cubeta y el período climático
Atlántico de elevada humedad.
Frente al modelo de rozas, proponemos el empleo de otra estrategia alternativa al clareo del bosque mediante el fuego, basándonos en las características de los lugares donde se
ubican los asentamientos del Neolítico I documentados en las cuencas estudiadas. Para
detectar y explotar las tierras altamente productivas en las cuencas de los ríos Seta y
Penàguila, la pauta más lógica que pudieron emplear y que parece constatarse en el registro
arqueológico, tuvo que ser el aprovechamiento de los humedales de escasa profundidad,
fácilmente drenables o de carácter estacional.
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LA OCUPACIÓN PREHISTÓRICA EN LAS COMARCAS DE L’ALCOIÀ Y EL COMTAT
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La puesta en cultivo de estas zonas se realizaría de forma sencilla mediante el control
de la humedad del terreno por medio del desvío de las fuentes naturales de agua o la creación de pequeños canales, obteniendo tierras de gran fertilidad. Esto permitiría un notable
ahorro de esfuerzo, ya que el sistema de rozas exige, tras una quema controlada, la tala y el
acondicionamiento de la superficie para el cultivo, sin tener un conocimiento previo de las
propiedades del suelo para su puesta en explotación. El sistema agrícola de estos primeros
grupos de carácter itinerante no se basaría por tanto en la quema incontrolada de bosques,
sino más bien en el aprovechamiento mediante su acondicionamiento de zonas húmedas y
semilagunares. De esta forma se obtendrían suelos blandos aptos para el cultivo con la técnica empleada en estos momentos –el palo cavador o laya–, y tierras de gran potencialidad
agrícola que posiblemente fuesen fertilizadas anualmente o en determinados períodos al
dejar que volviesen a ser ocupadas por el agua.
Las evidencias arqueológicas, en este territorio, que apuntan hacia la explotación de
pequeñas áreas encharcadas o humedales, como estrategia de ocupación y explotación del
territorio, en las primeras fases del Neolítico son:
- Presencia de lignito y gasterópodos dulceacuícolas –Melanopsis sp.– en las tierras
oscuras de gran aporte orgánico que señalan la existencia de un medio húmedo de reducidas
dimensiones, ya que no existen aportes de sedimentos de gran potencia. El origen de estas
tierras negras sobre las que se localizan todos los asentamientos del Neolítico I en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila puede tener su origen en la putrefacción del nivel vegetal de
la superficie una vez que las aguas se retiraron, como ha señalado R. Buxó (1997: 158) para
el yacimiento de La Draga –Banyoles, Girona–.
- Los yacimientos se encuentran ocupando zonas deprimidas del terreno, lo que apunta
a que estuviesen encharcadas en épocas más húmedas. Este hecho se constata claramente en
cuatro yacimientos, estando el resto muy transformados por las labores agrícolas como para
evidenciar esta característica. Estos yacimientos son el Mas de Don Simón, Les Florències,
Mas del Regadiuet y Mas de Cantó.
La documentación durante el Neolítico I de hábitats en zonas húmedas se ha producido sin lugar a dudas en Cataluña (Alcalde et al., 1992: 336; Buxó, 1997: 157). Los yacimientos de La Draga perteneciente al contexto cardial –5000-4200 a.C.– y Plansallosa
–Tortellà, Girona– perteneciente al epicardial –3900-3600 a.C.–, son dos ejemplos de ello
ya que el primero ocupa un área lacustre y el segundo una antigua terraza fluvial. Los estudios de semillas de estos yacimientos señalan el cultivo preferente de cereales junto a posibles leguminosas, dato que se corrobora en los estudios carpológicos realizados en la Cova
de les Cendres –Teulada, Alicante– y que puede servir de indicador de los primeros productos que pudieron cultivarse en la zona de estudio. En este yacimiento se documentan seis
taxones de cereales –el trigo desnudo, la cebada desnuda, la escanda menor, la cebada ves—105—
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
tida y la escaña–, cinco de leguminosas –la lenteja, el guisante, el haba, el yero y la guija–,
junto a la recolección de especies silvestres como las bellotas y olivas de acebuche (Buxó,
1997: 151-154).
Por tanto, el modelo de ocupación y explotación del territorio en las cuencas de los ríos
Seta y Penàguila durante el Neolítico I lo relacionamos directamente con los recursos hídricos existente en estos momentos, que debido a las características geomorfológicas de la
cubeta pudieron servir de marcadores o señalizadores de las tierras más aptas para la práctica del cultivo. La antigua cuenca endorreica que formaban estos valles ha evolucionado,
produciéndose un fuerte encajamiento de los cursos fluviales y desapareciendo los estancamientos de agua, ofreciendo así un panorama muy diferente al existente en las primeras
fases del Neolítico (Fumanal y Ferrer, 1992; Bernabeu et al., 1999).
Teniendo los datos anteriores en cuenta y observándose la figura 3, puede apreciarse la
existencia de una dinámica o evolución en el proceso de ocupación de los valles estudiados
desde su horizonte más antiguo –NIA– hasta el más reciente –NIC–:
NIA (7600-7100 Cal. A.P): Aparece el asentamiento del Mas d’Is cuya fase más antigua es de estos momentos, según las excavaciones dirigidas por J. Bernabeu. En el yacimiento se han documentado dos cabañas superpuestas, la superior de tendencia rectangular
y forma absidal en uno de sus extremos (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002). Se puede interpretar, con los datos actuales, como la zona nuclear donde en un momento temprano dentro
del Neolítico I se asienta un grupo humano con plena economía productora. A partir de este
grupo se irá expandiendo el poblamiento de acorde con las características de las sociedades
de tipo segmentario.
NIB (7100-6850 Cal. A.P.): Parece intensificarse el poblamiento alrededor del Mas d’Is
–partidas de Les Puntes y Els Dubots–, apareciendo un total de 8 nuevos asentamientos en
un radio de 3,5 km, lo que apunta hacia la posible existencia de varios grupos de gran movilidad en un territorio aproximado de 17 km2. Las relaciones entre estos grupos son difíciles
de establecer, pudiendo tratarse, incluso, de un mismo grupo que explota diversas zonas de
forma simultánea o según sus necesidades. Las diversas actividades que parecen desarrollarse en estos asentamientos y la larga perduración del Mas d’Is, señalan un posible carácter estable en el territorio a lo largo del tiempo. No obstante los yacimientos pudieron ser
ocupados de forma estacional, ya que sus pequeñas dimensiones y la situación en diferentes nichos ecológicos, principalmente en el fondo del valle y en ladera, apunta hacia la
movilidad de estos grupos para explotar principalmente las tierras de mayor potencialidad
agrícola. El reducido tamaño de los asentamientos –100 m2 a 0,45 ha–, podría indicar que
se trata de grupos de pequeñas dimensiones.
La distancia entre los asentamientos oscila de 0,5 km, los más cercanos, a 3 km, los
más alejados, siendo la media 1,07 km. Se observan diferencias en la distribución de los
asentamientos, ya que en el fondo del valle –donde las tierras fértiles son más abundantes
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LA OCUPACIÓN PREHISTÓRICA EN LAS COMARCAS DE L’ALCOIÀ Y EL COMTAT
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y de mayor calidad– la distancia de los asentamientos es muy estable, alrededor de 0,5 km.
En cambio, los asentamientos más alejados, alrededor de unos 2 km, se ubican en la ladera o en la zona alta del valle donde las tierras potencialmente agrícolas son menos abundantes.
NIC (6850-6500 Cal. A.P.): Parecen perdurar muchos de los asentamientos de la fase
anterior, manteniéndose el principal foco de poblamiento en los alrededores del Mas d’Is.
Todo parece indicar que se sigue utilizando la misma estrategia de ocupación y explotación
del territorio estudiado. Pero empiezan a apreciarse cambios, observándose una expansión
del poblamiento fuera de la zona nuclear del Mas d’Is y una mayor diversidad en el patrón
de asentamiento. En este sentido resulta significativa la aparición de un asentamiento,
explotando tierras fértiles en el curso del río Seta, a una distancia de 7 km en línea recta
desde el Mas d’Is, así como la consolidación del poblamiento en zonas de ladera alejadas
de las tierras fértiles del valle, indicando una posible diversificación en la explotación de los
recursos. Los datos referidos a esta etapa hay que manejarlos con suma prudencia pues el
conocimiento de la cultura material es escaso, encontrándonos posiblemente en un horizonte transicional en el que empiezan a producirse cambios que anuncian las características del
Neolítico II (Bernabeu y Martí, 1992: 220).
5. EL AFIANZAMIENTO DE LA ECONOMÍA PRODUCTORA. EL NEOLÍTICO II
Siguiendo la sistematización elaborada por J. Bernabeu, el Neolítico II abarca el período cronológico comprendido entre mediados del VII milenio A.P. y los tres primeros cuartos del III milenio A.P. calibrado (Bernabeu y Martí, 1992: 221-222). La secuencia cultural
de este período se estructura, como en el Neolítico I, en torno a tres grandes horizontes, el
Neolítico IIA u horizonte de las cerámicas esgrafiadas, el Neolítico IIB y el Neolítico IIC u
Horizonte Campaniforme de Transición. Estos horizontes son susceptibles a su vez de dividirse en fases (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1989), las cuales son muy difíciles de determinar a partir de conjuntos materiales provenientes de prospecciones superficiales.
En líneas generales el poblamiento durante este período experimentará una expansión,
produciéndose la asimilación del modo de vida campesino por el sustrato de población de tradición epipaleolítica, a partir del NIIA (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1989: 110). El territorio
estará ocupado de forma estructurada basada en el modelo de “poblado abierto”, en el que
abundan las estructuras excavadas en el suelo, como los silos, fosas y fosos. Un claro ejemplo
de este tipo de poblamiento, que se desarrolla totalmente a partir del Neolítico IIB, lo encontramos en el curso alto del Serpis, destacando los yacimientos de Niuet –l’Alqueria d’Asnar–
y Les Jovades –Cocentaina–. En éste último se han constatado más de un centenar de silos y
fosas distribuidas por una extensión superior a las 10 ha (Pascual, 1986). En Niuet se han
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
documentado diversas estructuras, entre las que cabe destacar parte de una vivienda semiarrasada de tendencia oval o absidal, hogares, fosos y silos (Bernabeu et al., 1994).
5.1. La ocupación del territorio durante el Neolítico II en las cuencas de los ríos Seta
y Penàguila
Debido al elevado número de asentamientos localizados nos es imposible realizar un
tratamiento detenido yacimiento por yacimiento, por lo que se abordará de una forma más
general haciendo especial referencia a aquellos datos que entendemos de mayor relevancia
para el tema que nos ocupa.
Los yacimientos conocidos pertenecientes a esta secuencia cultural en el territorio estudiado son bastante abundantes, sobre todo los que clasificamos como pertenecientes a la
fase del Neolítico IIB. En la bibliografía aparecen referencias a restos arqueológicos de
estos momentos en el Mas d’Is (Ballester, 1945), en la Penya Roja de Quatretondeta
(Pericot, 1928) y en la zona de Les Puntes donde el Padre Belda llevó a cabo repetidas prospecciones. Recientemente, como ya se ha comentado, el conocimiento de la ocupación del
valle durante este período experimentó un considerable avance tras las prospecciones realizadas por el equipo de investigación dirigido por J. Bernabeu. El corpus de yacimientos
conocidos pertenecientes a los distintos horizontes del Neolítico II ascendió, de esta forma,
hasta un total de 21, estando presentes todas las fases del Neolítico II.
A este importante volumen de asentamientos, de los cuales sólo ha sido excavado el
Mas d’Is, ha de sumársele, tras la labor de prospección sistemática llevada a término por
nosotros, un total de 35 nuevos yacimientos. Por lo que el total de yacimientos conocidos
suman 56, siendo en ocasiones dificultoso establecer los límites, tanto cronológicos como
geográficos, de algunos de ellos.
En la figura 4 se representa la ubicación geográfica de todos los yacimientos conocidos
de este período. Las escasas diferencias materiales entre el Neolítico IIA y IIB, aconsejan
tratar estas dos fases conjuntamente. La presencia de elementos característicos del Neolítico
IIA, como la cerámica esgrafiada, se ha documentado sólo en el yacimiento del Barranc de
la Torresena, junto al ya conocido Mas d’Is. Otros elementos cerámicos parecen indicar que
algunos yacimientos se inician en el Neolítico IIA, como la presencia de cerámica peinada
o incisa en proporciones bajas detectada en Horts de Marrà, Barranc del Cormellar, Mas del
Pla, Mas Blanc, El Puntarró, Camí de l’Espioca, El Maset y Camí de la Condomina. En la
mayoría de los yacimientos los fragmentos de cerámica incisa son tan escasos que se pueden encuadrar de igual modo en el Campaniforme –caso del Mas la Pastora–, por lo que la
presencia de esta decoración no la hemos tenido en cuenta a la hora de clasificar cronológicamente los yacimientos, a no ser que aportase información precisa. Para el resto de yaci—108—
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Fig. 4.- Yacimientos del Neolítico II en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila e indicación de las tierras de mayor capacidad agrícola: 1.- Penya Roja. 2.- Mas d’Is. 3.-Mas Blanc. 4.- Mas del Pla. 5.- Carrascalet. 6.- Les Puntes 2 (AC40). 7.- Les
Puntes 3 (AC41). 8.-Les Puntes 4 (AC36). 9.- La Capella (AC86/AC45). 10.- Les Puntes 9 (AC39). 11.- Mas de Cantó (AC88).
12.- Mas de Barrachina o Mas Nou (AC13). 13.- Benilloba (AC6). 14.- La Perla (AC35). 15.- Les Solanetes (AC8). 16.Gorga (AC70). 17.- Les Puntes 6 (AC43). 18.- Camí de la Condomina (AC89). 19.- Cruce de Benifallim (AC9). 20.- Mas del
Moreral (AC53). 21.- Vessant del Castell de Travadell (AC80). 22.- Baquerises. 23.- Barranc de la Torresena. 24.- Barranc
del Cormellar. 25.- Barranc del Rontonar. 26.- Camí del Realenc. 27.- El Freginal. 28.- El Maset. 29.- El Portell. 30.- El
Puntarró. 31.- Penyes del Salt de Benilloba. 32.- El Sobirà. 33.- Els Pardalets. 34.- Horts de Marrà. 35.- La Creu. 36.L’Espioca. 37.- La Pedrera. 38.- La Solana. 39.- La Sort. 40.- Las Nieves. 41.- Lloma de la Devesa. 42.- Mas la Pastora. 43.Mas de les Cremaes. 44.- Mas de Quintín. 45.- Mas dels Capellans. 46.- Molino de Llorens. 47.- Saleres. 48.- La Teuleria.
49.- Barranc de Cendra. 50.- Camí de l’Espioca. 51.- Els Freginals. 52.- La Llobera. 53.- Marcet. 54.- Els Planets. 55.Rodacanters. 56.- Les Torretes.
mientos se propone su adscripción a la fase del Neolítico IIB según las evidencias materiales recuperadas. La adscripción a este horizonte sigue criterios de tipo cerámico, basados en
la ausencia o índices bajos de decoraciones o tratamientos superficiales como el peinado,
junto a la presencia de labios engrosados y fuentes planas.
La adscripción cronológica de los yacimientos pertenecientes al H.C.T. (fig. 4) resulta
bastante segura al contar con la aparición en estos momentos de la cerámica con decoración
incisa de estilo campaniforme, documentada en diversos asentamientos como Saleres, El
Portell o Mas del Moreral –AC53–.
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5.2. De la explotación “concentrada” a la “dispersa”
En el mapa de la figura 4 se observa la estrecha relación entre la ubicación de los diferentes yacimientos con respecto a la calidad de la tierra, dato que apunta a una clara economía productora basada e la explotación de las tierras con alto contenido en materia vegetal
y próxima a los cauces fluviales.
En la actualidad muchos de los yacimientos localizados aparecen sobre suelos bastante
degradados, habiendo desaparecido en ocasiones gran parte del mismo por el encajamiento
y profundización de los cursos fluviales, favoreciendo en muchas ocasiones el fraccionamiento de los yacimientos en diversos puntos.
Es frecuente documentar zonas con índices bajos de concentración de restos arqueológicos, ocupando amplias extensiones cercanas a ejes fluviales –Mas dels Capellans, Els
Pardalets, Mas de les Cremaes, Barranc del Rontonar...–, sobre tierras pertenecientes a la
Clase B (Gumizzio y Matarredona, 1983).
En cuanto a las estructuras documentadas se ha observado, desde fotografía aérea, una
posible construcción de grandes dimensiones de forma circular en el yacimiento de Els
Freginals, aunque sólo se menciona a modo de hipótesis. A esta posible estructura se le
suman otras más evidentes como los silos localizados en el yacimiento de Las Nieves o en
Benilloba y, también con precaución, la posible presencia de fosos en el yacimiento de
L’Espioca, Horts de Marrà o Barranc de la Torresena. En éstos se han detectado “estructuras” en forma de “u” abierta, rellenas de sedimentos con elevada concentración de materia
vegetal y que contienen productos líticos y cerámicas a mano lisa.
También es frecuente el hallazgo de materiales descontextualizados en suelos de elevada potencialidad agrícola, como hachas pulidas, láminas de sílex o molinos, cuya adscripción cronológica es difícil de precisar, aunque la amplia explotación a la que se ve sometida toda la cuenca de los ríos Seta y Penàguila durante el Neolítico II apunta hacia este posible Horizonte cronológico como el más probable.
Como ocurría durante el Neolítico I, existen yacimientos localizados en el contacto de
las laderas con el piedemonte, como La Sort, Lloma de la Devesa, AC 9, e incluso algunos
ocupando laderas altas como el localizado en la sierra de Els Plans –Barranc del Rontonar–.
Su ubicación parece indicar la explotación de otros recursos diferentes a los agrícolas, o tal
vez complementados con éste, como parecen apuntar algunos yacimientos situados en zonas
altas pero ocupando tierras fértiles, entre los que cabe destacar el Barranc del Rontonar.
Aparte de la explotación agrícola, estos asentamientos debieron aprovechar los amplios
recursos existentes en las laderas y montañas, principalmente la caza, los pastos, la madera
o los frutos silvestres. El mejor ejemplo de este tipo es el denominado Lloma de la Devesa.
Se sitúa ocupando la ladera norte de la sierra de Els Plans, documentándose en las cotas más
elevadas puntas de flecha que indican una posible actividad cinegética. Más difícil de inter—110—
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pretar es el yacimiento de La Penya Roja (Quatretondeta), donde se localizó un conjunto de
brazaletes de pectúnculo a los pies de un cortado de la sierra de La Serrella. Lo que sí indica es algún tipo de interés por visitar estas zonas agrestes, que puede ser de tipo simbólico
–rituales–, o de tipo económico –depósito realizado por un pastor–.
Los restos arqueológicos de los diferentes yacimientos documentados ofrecen una distribución sobre el territorio que se puede calificar como uniforme, de bajo porcentaje y
extensa. La primera porque el conjunto material presenta una gran uniformidad tipológica,
orientada hacia actividades relacionadas principalmente con la explotación agrícola. De
bajo porcentaje porque es excepcional encontrar concentraciones de materiales, siendo la
norma localizar escasos vestigios materiales. Y uniforme porque estas zonas de bajo contenido en restos arqueológicos se extienden en grandes áreas, en ocasiones alcanzando extensiones indeterminadas, próximas a las 4 ha.
En líneas generales se observa un aumento del número de asentamientos y de su tamaño que permite deducir la existencia de un incremento en la presión demográfica sobre este
territorio. La intensidad de la ocupación tiende a homogeneizarse en todo el valle y laderas
con recursos apropiados –tierras fértiles, agua, caza, materias primas...–. En el Neolítico IC,
como se apuntó en el apartado anterior, se inicia un posible aumento en la ocupación, hecho
que se manifiesta en el yacimiento de Tamargut, desligado de la zona de Les Puntes donde
se concentra la población durante el Neolítico IA y IB. Durante el Neolítico II el proceso de
expansión del poblamiento en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila se intensifica. La zona
de Les Puntes, donde se localizan los yacimientos más importantes de este momento –Mas
d’Is y El Maset–, sigue siendo una zona densamente poblada, aunque ahora el índice de ocupación del territorio parece más uniforme, localizándose materiales de esta época en todo el
recorrido de los cursos fluviales. La figura 4 muestran un poblamiento que tiende a la uniformidad de la ocupación en los valles prospectados, explicándose la mayor concentración
de yacimientos del Neolítico II en la zona de Les Puntes por causas derivadas de las intensivas prospecciones que se han realizado en la zona y al menor índice de erosión de esta parte
del valle. Asimismo se documentan otros focos de poblamiento importante en las cercanías,
aumentando la ocupación de las tierras más altas del valle, e incluso las partes altas de las
laderas –Lloma de la Devesa, Barranc del Rontonar, Les Florències…–. A su vez se observa
cómo en las tierras ubicadas al norte de Benilloba, cercanas a la confluencia de los dos principales ríos, se produce otro foco importante de poblamiento durante el Neolítico II –Mas
dels Capellans, Las Nieves, Rodacantes, Penyes del Salt de Benilloba, Benilloba…–, que
parece constatar un poblamiento mucho menos concentrado en Les Puntes y que ahora ocupa
de forma bastante uniforme todas las tierras bajas y laderas del valle, constatado por el gran
número de restos arqueológicos detectados pertenecientes a este momento.
La cerámica es común a la mayoría de los yacimientos, pero siempre en proporciones
muy bajas, exceptuando Vaquerises, El Maset, L’Espioca, Las Nieves, Lloma de la Devesa,
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Mas de les Cremaes y Benilloba. La piedra tallada y pulida no presenta oscilaciones tan
importantes, estando por lo general bien representada en todos ellos. La explicación de la
variación de la cantidad de cerámica puede deberse a diferentes cuestiones, pudiendo responder a una diferenciación entre las zonas de hábitat y las zonas de cultivo, a las que
corresponden la mayor parte de los yacimientos documentados.
Por tanto, según el registro arqueológico, se pueden diferenciar dos tipos de yacimientos
durante el Neolítico II. Por un lado las zonas de hábitat las cuales parecen ubicarse en los alrededores de las tierras explotadas y con densidades de materiales arqueológicos apreciables;
como ocurre en La Lloma de la Devesa o El Maset. Estos asentamientos no ocupan las mejores tierras existentes, sino que aprovechan una zona alomada próxima a un curso fluvial,
explotando las tierras fértiles de las zonas llanas inmediatas en las que se han localizado restos materiales en baja proporción, entre los que destacan los elementos de hoz. Por el contrario, en las zonas de hábitat los restos materiales recuperados son muy abundantes y variados,
destacando los molinos y elevadas concentraciones de cerámicas y otros productos líticos.
Otras posibles zonas de hábitat vendrían determinadas por estructuras de tipo silo o foso, como
las documentadas en los asentamientos de Las Nieves, Benilloba o L’Espioca.
El segundo tipo de yacimiento vendría determinado por aquellas zonas, como ya se ha
indicado, caracterizadas por una baja concentración en materiales arqueológicos que ocupan áreas extensas de gran capacidad agrícola. En estas zonas es relativamente frecuente el
hallazgo de elementos de hoz como ocurre en los yacimientos de La Sort, Horts de Marrà,
Mas dels Capellans o Camí de la Condomina. El registro arqueológico y la morfología de
estos yacimientos sí son compatibles con el desarrollo de la técnica de rozas.
No es fácil poder determinar qué tipo de sociedad podría corresponderse con el modelo de poblamiento señalado, compuesto por yacimientos con carácter de hábitat más o
menos estable junto a otros que corresponden a zonas de actividad agrícola principalmente.
Ciertas evidencias, como el gran número de zonas que en un momento u otro dentro del
período cronológico del Neolítico II estuvieron sometidas a cultivo, señalan una fuerte presión antrópica sobre el territorio. Tal vez esta visión esté algo distorsionada por el amplio
lapso de tiempo que corresponde a este período. Un dato sí es revelador: la inexistencia de
asentamientos de hábitat que a priori parezcan estables a lo largo del tiempo, y que por tanto
apunta hacia una sociedad formada por pequeños grupos humanos de gran movilidad en
torno a un territorio determinado.
Durante el H.C.T. parece constatarse de forma clara una gran transformación en el
modelo de poblamiento, aunque las dificultades que en muchos casos plantea el encuadre
cronológico de algunos yacimientos a este Horizonte pueden distorsionar la realidad.
En líneas generales se aprecia una tendencia a la concentración de los grupos humanos
en determinadas zonas del valle, lo que se constata en la existencia de tan sólo 5 asentamientos, cuya distribución y localización geográfica guarda relación al observarse una cier—112—
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ta equidistancia entre ellos (fig. 4). A esto se le une un interés por ocupar áreas con cierto
valor estratégico, bien en laderas de montañas o zonas elevadas con respecto al llano circundante, bien en lugares de fácil defensa ocupando meandros de los cauces o su confluencia. Con el desarrollo del H.C.T., aquellas familias que iban desplazándose sobre el territorio se fijan al mismo (Jover, 1999), estableciéndose en una zona concreta y ofreciendo una
visión más real de la verdadera densidad de población.
6. LA ESTRATEGIA EN LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO DURANTE LA
EDAD DEL BRONCE
Con la Edad del Bronce se inicia el desarrollo de los asentamientos estables produciéndose un nuevo tipo de poblamiento caracterizado por pequeños poblados en altura, amurallados, casas de planta variable y zócalos de piedra (Hernández, 1985). Sigue usándose la tradición anterior de la inhumación colectiva en cavidades o grietas naturales situadas en las
cercanías de los poblados. La Edad del Bronce es sinónimo de plena ocupación del territorio, teniendo evidencias de poblamiento en todas las zonas con capacidad suficiente como
para ser sometida a una intensa explotación agropecuaria. Dentro del vasto territorio que
ocupa el “Bronce Valenciano”, existen zonas mejor conocidas que otras debido a las desiguales prospecciones, destacando dentro del territorio mejor conocido, el Vinalopó y la
cabecera y curso del río Serpis, donde se enmarca el territorio que aquí nos ocupa.
La Edad del Bronce se extiende cronológicamente entre finales del V milenio A.P. hasta
mediados del III milenio A.P., según las dataciones realizadas en diferentes yacimientos
como Terlinques, Serra Grossa, Mas del Corral, Barranco Tuerto, Cabezo Redondo, CatíForadà y Penya Negra (Hernández, 2002: 208; Jover, 1999: 84). La datación radiocarbónica más cercana a la zona prospectada es la realizada en el yacimiento del Bronce Pleno de
Mas del Corral, ofreciendo la cronología más antigua que se posee para el inicio de esta cultura en la cuenca alta del río Serpis, alrededor del 1820 a.C.
6.1. Yacimientos documentados de la Edad del Bronce
Las primeras excavaciones arqueológicas realizadas en l’Alcoià y el Comtat se llevaron a cabo hacia 1920 en los yacimientos de la Mola Alta de Serelles, Ull del Moro y Mas
de Menente, dados a conocer por C. Visedo (Martí, 2002: 130). En las cuencas de los ríos
Penàguila y Seta, este período no es tan bien conocido como en la parte oriental de la comarca. Los primeros hallazgos en esta zona adscribibles con cierta seguridad a estos momentos
son realizados por C. Visedo (1959), tratándose en su gran mayoría de restos aislados, no
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documentándose estructuras claras ni cuevas de enterramiento. Así se cita la existencia de
productos líticos y cerámicas a mano del Bronce en el Castell de Penàguila, en el Calvari
de Penàguila, en el Mas d’Is y en el poblado ibérico de Pitxòcol. A estos hallazgos se le
suman otros aparecidos por las laderas o valles de la zona prospectada, aunque su atribución cronológica es muy dudosa debido a lo escueto del material recuperado.
Actualmente se conocen otros yacimientos de esta época ubicados en las cercanías del
Barranc de Frainos o Tossals d’Aitana (Hernández, Ferrer y Català, 2000 y 1998; Ferrer,
2002), y un yacimiento en el fondo del valle perteneciente al Bronce Final denominado El
Molí, localizado por los miembros del Centre d’Estudis Contestans y posteriormente estudiado por J. L. Pascual (1986).
Fig. 5.- Ubicación de los yacimientos pertenecientes a la Edad del Bronce en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila: 1.Castell de Benifallim. 2.- Castell de Penàguila. 3.- Calvario de Penàguila. 4.- El Maset. 5.- Altet del Regadiuet. 6.- Cova del
Mas de Jaume. 7.- Camí de la Condomina. 8.- Penyes del Salt de Benilloba. 9.- El Molí. 10.- El Pitxòcol. 11.- Ull del Moro.
12.- Tossals d’Aitana (Barranc de Frainos). 13.- Mas d’Is.
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Tras la prospección realizada, a éstos hay que sumarle un total de 6 nuevos, con lo que
se computan un total de 12 yacimientos pertenecientes a la Edad del Bronce. En el mapa de
la figura 5 se aprecia una concentración alrededor del curso y afluentes del río Penàguila,
sobre todo ocupando la margen izquierda, laderas o cerros ubicados en la zona más montañosa, a diferente altura con respecto al llano. En la Vall de Seta y Travadell se observa una
ocupación del territorio semejante, aunque con un menor número de yacimientos documentados, posiblemente debido al menor grado de prospección de la zona y a niveles de erosión
superiores a los existentes en los valles de Penàguila.
6.2. Hipótesis sobre el modelo de ocupación del territorio
Para el estudio del poblamiento en la Edad del Bronce en el territorio prospectado es
necesario acudir a recientes estudios sobre el tema que pueden indicar una pauta a seguir.
Las zonas mejor conocidas y que pueden ofrecer una visión más completa en este aspecto
es la cubeta de Villena, que aunque algo alejada resulta muy interesante debido a que ha sido
sometida a recientes prospecciones sistemáticas (Jover, López y López, 1995; Jover y
López, 1999); la zona de la Vall d’Albaida (Ribera y Pascual, 1998) y la zona de Polop y
Foia d’Alcoi-Cocentaina.
En la cubeta de Villena se identifica un patrón de asentamiento durante el Bronce Pleno
–2300-1600/1550 cal BC–, caracterizado por unidades de asentamiento de diferente tamaño
siguiendo el estudio de F. Jover y J. López (1999). Los de mayor extensión tienen una dedicación agropecuaria, ubicándose en cerros o crestas montañosas, entre 20-70 m de desnivel con
respecto al llano, y situados equidistantemente, próximos tanto a los corredores naturales como
a las zonas con tierras potencialmente más fértiles. Otras unidades de asentamiento de pequeño tamaño se sitúan en torno a los anteriores, con la misma dedicación de tipo agropecuaria,
que colonizan nuevas tierras debido a un aumento demográfico. El tercer grupo lo constituyen
aquellos asentamientos de reducidas dimensiones ubicados en relieves montañosos de desarrollo vertical considerable y situados en la periferia de la cubeta. Se encuentran alejados de las
tierras aptas para el cultivo y cursos de agua, con una gran visibilidad, y a los que se les otorga
una funcionalidad eminentemente de control del territorio y vigilancia en determinados
momentos.
En el Bronce Tardío se reduce el número de yacimientos, concentrándose la población,
como ocurre en el Cabezo Redondo y Tabayá (Hernández, 1997; Jover y López, 1999).
Este modelo de ocupación del espacio parece semejante al existente en las comarcas de
l’Alcoià, el Comtat y la Vall d’Albaida, donde tuvo que existir un territorio ocupado por varias
comunidades campesinas de carácter familiar extenso que abarcarían la cabecera y curso del
río Serpis, incluyéndose por su proximidad las cuencas de los ríos Seta y Penàguila. Siguiendo
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los estudios realizados en el curso alto del Riu Serpis por F. Jover (1998) y G. Pérez (2000),
el poblamiento se caracterizaría por asentamientos ubicados en las estribaciones montañosas
que delimitan los diferentes valles, y en cerros próximos a los cursos fluviales y ramblas. Se
observan grandes diferencias en la situación de los yacimiento y en la accesibilidad a los recursos inmediatos. Un primer grupo estaría formado por los yacimientos ubicados en torno a los
1000 m de altura, y a más de 200 m de desnivel con respecto a las zonas llanas, ofreciendo
una cuenca visual muy amplia y con un entorno inmediato de nula capacidad agrícola. En la
zona de Alcoi estos yacimientos serían la Mola Alta de Serelles, L’Alt de l’Aviació y Les
Penyetes (Jover, 1998: 113; Pérez, 2000: 104). En la zona prospectada también se localizan
yacimientos con estas características, como Tossals d’Aitana o Barranc de Frainos (Jover,
1998: 113), El Castell de Penàguila, El Pitxòcol y La Serreta.
Por otro lado se documentan núcleos ubicados a escasos metros –entre 70 y 170 m– con
respecto a las tierras aptas para el cultivo y a los recursos hídricos, encontrándose normalmente en elevaciones o lomas y ofreciendo una cuenca visual limitada. Entre estos yacimientos puede citarse el Mas del Corral (Trelis, 1992) y El Pla (Jover, 1998). En las cuencas de los ríos Penàguila y Seta estos yacimientos estarían representados probablemente por
el Castell de Benifallim, Altet del Regadiuet, Calvari de Penàguila y Camí de la Condomina.
Un tercer grupo estaría formado por las cuevas, con carácter de hábitat secundario
(Martí, 1983) o carácter funerario. En la zona de Alcoi se ejemplifican ambos tipos de ocupación de las cuevas, siendo La Falguera y Abric de l’Abellar ejemplos del primer caso, y
Sotarroni ejemplo del segundo caso (Pérez, 2000). Para la zona prospectada sólo se cuenta
con los abrigos ocupados en els Tossals d’Aitana y en el Abric del Mas de Jaume, sin saber
con precisión el uso que pudieron tener.
La información que se posee para la cuenca de los ríos Seta y Penàguila en la Edad del
Bronce es menor que en los valles próximos que atraviesa el curso alto y medio del Serpis.
En la zona prospectada no ha sido excavado ningún asentamiento de la Edad del Bronce y
tampoco se conocen estructuras conservadas. No se tiene información sobre las dimensiones de los yacimientos localizados, debido en muchos casos a la construcción en fases posteriores de asentamientos de época ibérica o medieval, como ocurre en los yacimientos de
Pitxòcol, Castell de Benifallim y Castell de Penàguila; o bien a la intensa roturación de las
laderas y el llano. Pese a lo expuesto, pueden identificarse diferentes grupos de unidades de
ocupación repartidos por el territorio y una evolución en las estrategias utilizadas para la
ocupación y explotación del territorio. El encuadre cronológico de los yacimientos presenta grandes dificultades debido a lo poco representativo de los conjuntos materiales recuperados en las prospecciones. Se ha podido identificar un grupo de asentamientos pertenecientes al Bronce Final, proponiendo para el resto su adscripción cronológica en el Bronce
Pleno-Tardío, debido a la ausencia de elementos del Bronce Final y al entender que todos
ellos responden a una misma estrategia de ocupación del territorio.
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Durante el Bronce Pleno-Tardío existiría una compleja ocupación del territorio evidenciada por dos tipos o unidades de asentamiento diferentes. Como se ha señalado arriba, el Castell de Penàguila, Els Tossals d’Aitana, La Serreta y el Pitxòcol presentan las
características de los asentamientos tipo atalaya. Según las excavaciones realizadas en el
yacimiento de Barranco Tuerto (Jover y López, 1999) se identifican como lugares de control del territorio, apareciendo en las zonas montañosas periféricas, controlando las vías de
acceso y manteniendo una cierta equidistancia entre las mismas unidades de ocupación. En
el Castell de Penàguila y en El Pitxòcol se menciona el hallazgo de cerámicas a mano y
productos líticos en la cumbre. El primero se sitúa a casi 200 m de altura con respecto a
las zonas de ladera que pudieron ser sometidas a cultivo, y a una distancia bastante considerable, no habiendo tierras aptas para la explotación agrícola en las proximidades. El
lugar está muy bien protegido, existiendo un impresionante cortado al sur y una elevada
pendiente hacia el norte. Las condiciones geográficas que presenta el Pitxòcol son semejantes. Se ubica a unos 100-150 m de altura sobre las laderas actualmente roturadas y a
unos 250 m de altura sobre el llano, no existiendo zonas de cultivo aptas en las inmediaciones del asentamiento. Las condiciones defensivas del lugar son muy buenas, presentando pendientes muy pronunciadas por todas sus vertientes. El caso de Tossals d’Aitana es
más difícil de asegurar debido a la existencia de recursos hídricos cercanos –Barranc de
Frainos–, aunque se encuentran ubicados a considerable distancia con respecto al llano,
presentando un dominio visual excelente desde la cercana cumbre del Morro Carrascal. Un
cuarto punto pudo situarse en la cumbre de La Serreta, como evidencian hallazgos de
fragmentos de hachas y azuelas en la ladera sudoeste en las prospecciones realizadas, y
láminas de sílex según informa C. Visedo, documentándose con seguridad ocupación
durante el Brone Final (Simón, 1995).
Observando la figura 5 puede apreciarse su disposición claramente periférica con respecto a las cuencas hidrográficas, ocupando alturas alrededor de los 1000 m con amplia visibilidad hacia el valle donde se sitúan los principales recursos agropecuarios. Se aprecia cierto interés por la ubicación de este tipo de asentamientos repartidos de forma equidistante en
el territorio, oscilando las distancias que los separan entre 5 y 8 km, al igual que ocurre en
la cubeta de Villena. El control visual de la cuenca de los ríos Penàguila y Seta es completa, existiendo alta intervisibilidad entre las atalayas.
Desde La Serreta y El Castell de Penàguila se tiene alcance visual sobre todas las atalayas. Desde Pitxòcol se ve La Serreta y El Castell de Penàguila, y desde Els Tossals d’Aitana
se ve El Castell de Penàguila y La Serreta. Además del control visual sobre toda la cuenca mencionada, se infiere una intencionalidad por buscar aquellos puntos más idóneos para el control
de las principales vías naturales de comunicación. De esta manera, desde La Serreta se controlaría de forma excepcional las principales vías de paso, que bien por el curso del río Seta o
por la falda norte de Els Plans, comunicarían esta zona con la Vall d’Alcoi y Cocentaina. Els
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Tossals d’Aitana realizarían un control de dos vías de comunicación diferentes, en esta ocasión
secundarias. Una de ellas se dirigiría, salvando el Port de Tudons, hacia la vertiente sur de la
Aitana, buscando posiblemente las zonas costeras situadas cerca de Villajoyosa. La otra iría por
la falda sur de La Serrella, siguiendo el cauce del río Algar. El mismo control pudo ejercer el
Pitxòcol sobre la vía de comunicación que desde la cabecera del río Seta se dirige hacia la Vall
d’Alcalà, Vall d’Ebo y Vall de Laguart. El Castell de Penàguila no parece ejercer ningún tipo
de control especial sobre vías principales o secundarias de acceso, aunque su ubicación centrípeta con respecto al resto de atalayas y al valle, puede ser razón suficiente como para suponerle una gran importancia en el control del territorio.
Una segunda unidad de asentamiento estaría formado por aquellos yacimientos que se
encuentran ocupando las laderas o cumbres de cerros muy próximos a recursos agropecuarios
e hídricos, representados en la figura 5 con los números del 5 al 9. En líneas generales ocupan
zonas sin grandes defensas naturales pero sí buscando un cierto dominio visual del entorno
inmediato, ocupando ligeras elevaciones situadas en el valle –cerros o lomas–, como se observa en todos los yacimientos de esta segunda unidad de asentamiento. No podemos ofrecer
datos en cuanto a extensión de estos asentamientos debido a la falta de existencia de excavaciones, a las roturaciones que han afectado de forma grave a algunos yacimientos como Camí
de la Condomina, a efectos erosivos especialmente en el Altet del Regadiuet, o a reocupaciones posteriores caso del Castell de Benifallim. Lo único que se puede apuntar al respecto es
que parece tratarse de pequeños poblados, tal vez formados por un escaso número de cabañas,
sin llegar a las dimensiones de los poblados del mismo tipo documentados en las cuencas vecinas de Alcoi y Cocentaina. La disposición en el territorio de estos yacimientos parece responder sólo a causas de explotación del mismo, por lo que tienen una clara vocación agrícola, buscando las tierras aptas para la explotación de cultivos de carácter extensivo de secano ya propuesto para otras áreas, por ejemplo la cubeta de Villena (Jover y López, 1999). Así lo demostraría el hallazgo de dientes de hoces, cerámicas de almacenamiento y molinos detectados en
algunos de estos yacimientos, caso de camí de la Condomina o Castell de Benifallim.
La disposición de estos asentamientos es un tanto aleatoria, no guardando un patrón de
equidistancias tan evidente como en las atalayas, sino que posiblemente esté más relacionada con otros parámetros como el nivel demográfico o el rendimiento de las tierras, recursos hídricos y forestales.
En resumen se documenta durante el Bronce Pleno-Tardío un tipo de poblamiento
muy parecido al resto de la comarca de l’Alcoià y El Comtat, caracterizado por un sistema doble de control y explotación del medio. La principal diferencia que se observa, comparando el poblamiento en las cuencas de los ríos Penàguila y Seta con respecto al resto
del curso alto y medio del río Serpis, es en el tamaño de los asentamientos, siendo los primeros de menores dimensiones y llegando a nosotros altamente transformados. También
se aprecia una menor densidad de asentamientos con respecto a la vertiente de la sierra
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Mariola que mira al cauce del Serpis y el curso medio de este río, donde parece concentrase el grueso de la población en estos momentos. Sin embargo, puede apuntarse que los
valles de Penàguila y Seta mantenían un número de población no despreciable durante el
Bronce Pleno-Tardío.
La posible razón de que esta zona no experimente una ocupación tan densa como la
atestiguada en la cabecera y curso del Serpis puede deberse a diversas cuestiones, entre las
que se cree puede jugar un papel importante la ubicación algo secundaria de la Vall de Seta
y Penàguila con respecto a las principales vías de comunicación hacia la costa; que cobran
máxima importancia en estos momentos debido al progresivo aumento de la aridez, el desarrollo del comercio marítimo y el creciente interés por las zonas lagunares.
El río Vinalopó actuaría como el principal corredor entre la costa mediterránea y el interior meseteño a través de los pasos de Almansa y Caudete (Ruiz-Gálvez, 2002: 142).
l’Alcoià y el Comtat sería un corredor transversal que conectaría la comarca de Agres con
el Alto Vinalopó, quedando por tanto las cuencas de los ríos Seta y Penàguila en una posición secundaria siendo un valle “cerrado” hacia el este.
En el Bronce Final parece producirse un cambio importante en el patrón de asentamiento, que conducirá progresivamente a la ocupación de las zonas llanas. Así, se documentan en las cuencas prospectadas 5 yacimientos ubicados en zonas llanas con gran potencialidad agrícola e importantes recursos hídricos, que presentan conjuntos materiales característicos del Bronce Final I. Estos yacimientos se caracterizan por su escaso tamaño y la
reocupación de antiguas zonas explotadas durante el Neolítico II, como se observa en el
yacimiento de El Maset y en Les Penyes del Salt.
Sin embargo sigue documentándose la ocupación de zonas altas, como lo muestra el
hallazgo en La Serreta de fragmentos de láminas de sílex, hachas y azuelas pulidas y fragmentos de molinos, junto a un hacha de apéndices laterales que se encontró en el sector G,
departamento 5, durante las excavaciones dirigidas por M. Tarradell y estudiada recientemente por J. L. Simón (1995: 178), englobándola dentro de la metalurgia del Bronce Final
(entre el 1100 y el 700 a.C.).
6.2. Los recursos explotados y la evolución del poblamiento en la edad del Bronce
En el presente apartado se pretende establecer la relación existente entre los diferentes
yacimientos documentados y los recursos inmediatos que pudieron ser explotados. En la
figura 5 se puede apreciar la disposición de todos los yacimientos de la Edad del Bronce con
respecto a los cursos fluviales y a las tierras de mayor capacidad agrícola.
Se observa claramente la gran distancia entre las atalayas y las tierras de buena calidad
constatadas en la actualidad, disponiéndose entre ellos tierras de menor calidad y con pen—119—
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dientes muy elevadas, actualmente roturadas mediante abancalamientos. Queda por tanto
bastante claro el escaso interés de estos asentamientos por la actividad agrícola. El Abric del
Mas de Jaume y los abrigos de Tossals d’Aitana pueden interpretarse como lugares de hábitat secundario, denominándoseles en la bibliografía como cuevas refugio o redil (Martí y
Bernabeu, 1992). También se ha señalado que algunas de estas cuevas pueden ser el precedente más inmediato de las cuevas santuario ibéricas, ya que en muchas ocasiones aparecen
restos de ambas culturas (Hernández, 1985: 106)
Los asentamientos ubicados en cerros o laderas cerca del llano están próximos a tierras
con elevada potencialidad agrícola, no encontrándose ninguno sobre éstas. La distancia a
este recurso suele ser inferior a los 500 m, no superando nunca el kilómetro de distancia. Es
evidente la existencia de una estrecha relación entre este recurso y los asentamientos, los
cuales también se encuentran cerca de los cursos fluviales, ocupando, tanto la cabecera de
los ríos próxima a las laderas, como zonas centrales del valle.
En el Bronce Final, siguiendo el modelo ya descrito, se ocupa de nuevo el llano, apareciendo los yacimientos sobre las tierras potencialmente agrícolas al igual que ocurría en
fases anteriores –Neolítico o H.C.T.–. Este modelo que empieza a desarrollarse en estos
momentos preludia los profundos cambios que darán lugar a la Cultura Ibérica.
7. CONCLUSIONES
La explotación durante el Paleolítico Medio de diferentes recursos naturales –sílex,
control manadas/recursos fluviales y recursos de montaña– puede inferirse en la actualidad
mediante el estudio de las características de los yacimientos documentados y de sus conjuntos industriales. De esta forma se han podido identificar lugares de explotación de sílex
o talleres, zonas de hábitat al aire libre o campamentos cercanos a zonas lagunares y con
buen control visual sobre el valle; y por último abrigos en zonas de montaña que pueden
relacionarse con la explotación de recursos vinculados a este medio –caza o recolección–.
Los datos obtenidos durante las labores de prospección, referentes a los asentamientos
pertenecientes a los primeros grupos humanos de economía productora, nos ha conducido a
plantear un modelo de ocupación/explotación en el que las zonas húmedas pudieron funcionar como vertebradoras del poblamiento. Las ventajas que pudo ofrecer este sistema a los primeros campesinos, en un período de densa cobertura vegetal en el que detectar las tierras aptas
para el cultivo era un gran problema, fueron varias. Entre éstas se encuentra el poder explotar
tierras de gran potencialidad agrícola con un coste de trabajo y tiempo mínimo, tan solo modificando o controlando los pequeños cursos de agua que nutrían a las zonas húmedas.
Las grandes diferencias que pueden establecerse entre los yacimientos de la fase anterior con el Neolítico II, apuntan hacia una transformación sustancial. Los argumentos que
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aportamos para justificar la frase anterior se apoyan en un cambio radical tanto en la ubicación geográfica de los asentamientos como de su morfología. Estos pasan a ocupar amplias
zonas siempre cercanas a cursos fluviales que hacia VI milenio A.P. empezaban a formarse
en el territorio estudiado, y siempre sobre las tierras de mejor calidad para la agricultura.
Los materiales arqueológicos suelen aparecer ampliamente diseminados, abundando en
gran medida los útiles líticos.
De los datos obtenidos para el período del Neolítico II, podemos interpretar transformaciones que afectan tanto al modelo de asentamiento como al de explotación. Con respecto al primero apuntar que frente a la nuclearización de los asentamientos durante las
primeras fases del Neolítico Antiguo, ahora el poblamiento se expande ocupando ambas
cuencas.
Una de las bases fundamentales en la que apoyamos el por qué de los cambios en el
registro arqueológico que empieza a constatarse a finales del Neolítico I, es el desarrollo de
una nueva técnica en la explotación agrícola del territorio: el sistema de rozas. Según los
datos expuestos parece que es en estos momentos cuando comienza a producirse un tipo de
cultivo extensivo en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila, ocupando amplias zonas de
terreno clareadas mediante el uso del fuego. Con el empleo de esta técnica podría percibirse directamente la calidad de los suelos, a la vez que se producía el aumento de su fertilidad por el aporte de materia orgánica. A todo esto debe sumarse un posible aumento demográfico y transformaciones de tipo climático que favorecieron la desecación de las zonas
húmedas y la roturación de amplios espacios.
Otra gran transformación parece constatarse de forma clara durante el Horizonte
Campaniforme de Transición. En estos momentos se inicia una tendencia encaminada a la concentración del poblamiento en determinadas zonas del valle, lo que se constata en la existencia
tan sólo de 5 asentamientos localizados, cuya distribución y localización geográfica apunta
hacia el desarrollo de un interés estratégico por el control del territorio y los recursos.
Este proceso culminará en la Edad del Bronce, donde planteamos un modelo de poblamiento semejante al existente en áreas vecinas como la cuenca alta del Riu Serpis o la cubeta de Villena. De esta forma hemos podido identificar asentamientos tipo atalaya, otros ocupando cerros o lomas cercanos al valle y por último se constata el uso de los abrigos y cuevas como hábitats de carácter secundario.
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XXV (Valencia, 2004)
1
FRANCISCO JAVIER MOLINA HERNÁNDEZ*
LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO DESDE EL PALEOLÍTICO
MEDIO HASTA LA EDAD DEL BRONCE EN EL ÁREA ORIENTAL
DE LAS COMARCAS DE L’ALCOIÀ Y EL COMTAT (ALICANTE)
RESUMEN: En este artículo presentamos nuevas aportaciones referentes a la ocupación de
un territorio situado en la parte oriental de las comarcas de l’Alcoià y el Comtat (Alicante), desde
las primeras evidencias de ocupación durante el Paleolítico Medio hasta la Edad del Bronce.
Ofrecemos una perspectiva dinámica en la que los recursos naturales del territorio estudiado, las
características de los yacimientos y sus conjuntos materiales nos permiten plantear modelos de
poblamiento diferentes en cada período. Los datos que ofrecemos provienen de la prospección
sistemática del área de estudio, del análisis de los yacimientos y de la interpretación de los datos.
El objetivo planteado ha sido el ofrecer hipótesis sobre las estrategias de ocupación, cuando nos
ha sido posible.
PALABRAS CLAVE: Ocupación del territorio, Paleolítico medio, Neolítico, Edad del Bronce,
comarcas de l’Alcoià y el Comtat (Alicante).
ABSTRACT: Settlement in the oriental part of l’Alcoià and Comtat (Alicante) area from
Middle Paleolithic until the Bronze Age. In this article, we present new data about the settlement
in the oriental part of the l’Alcoià and Comtat (Alicante) area, from the first occupation evidences
during the Middle Paleolithic until the Bronze Age. The natural resources of the territory, the
characteristics of the sites and their material allow us to establish different models of occupation
in every period. The data that we offer come from the survey project carried out in this area, the
* C/ Luis Braille, nº 17, 4º d. • 03802 Alcoi (Alicante) • Correo: lm.molina@ono.com
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analysis of sites and the interpretation of the data. The outlined objective has been offering
hypothesis about the occupation strategies, when it has been possible.
KEY WORDS: Settlement, Paleolithic, Neolithic, Bronze Age, l’Alcoià and El Comtat
(Alicante) area.
1. INTRODUCCIÓN
Las comarcas de l’Alcoià y el Comtat han sido consideradas desde hace décadas como
un territorio rico en restos arqueológicos, y por tanto idóneo para explicar los procesos culturales de las sociedades prehistóricas y protohistóricas. Esta afirmación puede realizarse en
gran parte gracias a una arraigada tradición investigadora que se inicia con fuerza a finales
del siglo XIX, llegando hasta la actualidad con el desarrollo de importantes proyectos de
investigación y trabajos referidos a diferentes períodos culturales. A este respecto cabe destacar el proyecto que desde 1987 lleva desarrollando la Universidad de Valencia, junto con
la Universidad de Arizona, en las comarcas señaladas y las de la Marina Alta y Baixa
(Barton et al., 1999, 1992; Bernabeu et al., 1999). En el área que este artículo comprende,
llevaron a término una prospección sistemática de los valles prelitorales ubicados en las
comarcas centromeridionales valencianas de l’Alcoià y El Comtat, junto con la excavación,
hasta la actualidad, del yacimiento del Mas d’Is (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002).
A parte de este proyecto de gran envergadura, recientemente se han realizado diferentes trabajos, en la Universidad de Alicante, de gran relevancia por el importante caudal de
información que aportan y la diversidad temática que abordan. Estos trabajos se refieren al
conocimiento del hábitat y territorio durante el Neolítico en las comarcas centromeridionales valencianas (García, 2003),1 y a las relaciones entre hábitat al aire libre y los yacimientos de Arte rupestre (Fairén, 2002).
Asimismo, los nuevos datos que se aportan en este artículo forman parte de la Memoria
de Licenciatura2 realizada bajo la dirección del Dr. Francisco Javier Jover Maestre, leída en
el mes de junio del 2003 en la Universidad de Alicante. Esta investigación se ha basado en
la prospección sistemática de un territorio geográfico delimitado, situado en el área oriental
de las comarcas de l’Alcoià y el Comtat, y del estudio e interpretación de cada yacimiento.
De esta forma no nos hemos limitado a dar a conocer nuevos asentamientos, sino a interpretar los datos obtenidos, elaborando hipótesis sobre el modelo de ocupación y explotación
1. García Atienzar, G. (2003): Hábitat y territorio en las sociedades cardiales de las comarcas centromeridionales
valencianas. Universidad de Alicante. Memoria de licenciatura.
2. Molina Hernández, F. J. (2003): El poblamiento en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila. Universidad de
Alicante. Memoria de Licenciatura.
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3
del territorio en los diferentes períodos culturales. Las hipótesis que aquí se exponen deberán ser refutadas, corregidas o aceptadas por otros datos provenientes de excavaciones o
estudios sedimentológicos y geomorfológicos, tarea desarrollada en la zona por M.C.
Barton y J. Bernabeu.
Por último quisiera enfatizar la validez de la técnica de prospección como método no sólo
válido para descubrir nuevos yacimientos o determinar sus características físicas, sino también
para poder extraer información que nos ayude a comprender la génesis del yacimiento o el
interés por ocupar determinadas zonas. Estos datos los hemos relacionado con la Historia
Natural de la comarca, ya que en gran medida son las características del medio las que obligan al Ser Humano a su adaptación determinando en muchos casos las estrategias a utilizar.
De esta forma es como hemos podido observar la existencia de características comunes a la
hora de establecerse en el territorio entre yacimientos de un mismo período. Manejando todos
los datos –arqueológicos, físicos y datos geológicos obtenidos del estudio superficial de los
asentamientos y de su entorno– hemos formulado hipótesis sobre modelos de ocupación y
explotación del territorio que en las siguientes líneas se expondrán de forma diacrónica.
2. DELIMITACIÓN GEOGRÁFICA Y CARACTERÍSTICAS
GEOMORFOLÓGICAS DE LA ZONA DE ESTUDIO
La zona en la que se han llevado a término los trabajos de prospección comprende las
cuencas de los ríos Seta y Penàguila, además de las estribaciones montañosas cercanas que
vierten sus aguas hacia esta red hidrológica, abarcando un total de 150 Km2 de superficie.
Este territorio, localizado al norte de la Provincia de Alicante, pertenece en conjunto a una
unidad geográfica mayor que comprende la parte occidental de las Comarcas de l’Alcoià y
el Comtat (fig. 1). Particularmente se caracteriza por la existencia de pequeños valles cuyos
ríos confluyen en la depresión llamada Foia d’Alcoi, originada a causa de una falla transversal por la que discurre el río principal conocido como Alcoi o Serpis, eje de las actuales
comarcas de l’Alcoià y el Comtat.
En el territorio estudiado se alternan de norte a sur alineaciones anticlinales y sinclinales, con una orientación general suroeste-nordeste y una longitud destacable como corresponden a las formaciones Prebéticas (Nebot et al., 1993: 27). Las formaciones arcillosas
compuestas por margas burdigalienses (tap) comprenden el sustrato predominante en los
valles, sobre el que se depositan sedimentos cuaternarios. Las elevaciones montañosas son
todas de época cenozoica, no sobrepasando la cota de los 1500 m s.n.m., y un desnivel en
torno a los 500-600 m con respecto al valle.
El valle más extenso de este territorio se denomina la Vall de Seta, del que tan sólo se
ha estudiado la parte oeste. Más hacia el sur se ubica la Vall de Frainos o Penàguila, for—93—
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Fig. 1.- Indicación de la zona prospectada en el marco de la cuenca del Riu Serpis (Comarcas de l’Alcoià y el Comtat, Alicante).
mada por una gran cubeta en la que desaguan numerosos barrancos. Por último la Vall de
Travadell, situado al sudeste de la Vall de Seta, siendo el de menores dimensiones.
La red hidrográfica está constituida por dos ríos principales, el río Seta y el río Penàguila,
cuyas aguas confluyen antes de verterse en el río Serpis a la altura de Cocentaina. Su morfología se caracteriza por un trazado muy tortuoso y por desniveles muy acusados, del orden de los
100 m, debido a una importante actividad erosiva. Son muy cuantiosas las barranqueras que
desde las zonas altas descienden hacia el valle, vertiendo sus aguas en ellos y desarrollando profundos barrancos de paredes verticales excavados en las endebles margas miocénicas.
3. LAS PRIMERAS EVIDENCIAS DE POBLAMIENTO: EL PALEOLÍTICO
MEDIO
Las primeras evidencias de poblamiento en la zona estudiada se remontan al Paleolítico
Medio, rechazándose como han señalado algunos autores (Fernández, 1994) que estos conjuntos industriales provenientes de áreas lacustres, terrazas fluviales y glacis en la partida
de Els Dubots (Benifallim-Penàguila-Benilloba), junto a otras numerosas zonas de Les Valls
d’Alcoi, puedan datarse en las primeras fases paleolíticas, como indicó en su momento el P.
Belda y L. Pericot (1945).
Corresponden más bien a industrias clasificables en momentos avanzados del
Paleolítico Medio, con abundancia de los productos de talla –núcleos discoides y levallois,
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restos de lascas y otros productos de talla– sobre los útiles que escasean en su conjunto. Es
difícil poderles otorgar una cronología precisa, pero por comparación con otros yacimientos regionales cercanos, se pueden situar en momentos avanzados del período Würm II o
Würm III (Fernández, 1994; Faus, 1988).
3.1. Ocupaciones al aire libre durante el Paleolítico Medio
Los resultados obtenidos en las prospecciones llevadas a cabo apoyan lo anteriormente
dicho, datándose con claridad la primera ocupación de la zona estudiada a partir de las últimas fases del Paleolítico Medio. Esto cuadra con los datos de los vecinos valles de Alcoi y
Cocentaina, donde existen abundantes yacimientos clasificables en este momento –El Salt,
Abric del Pastor, Polop, Penelles y Cova Beneito–. Los trabajos de campo desarrollados en
las cuencas de los ríos Seta y Penàguila dieron como resultado el hallazgo de cuatro nuevos
yacimientos, todos ellos situados al aire libre (fig. 2).
Fig. 2.- Indicación de los afloramientos de sílex y de los yacimientos del Paleolítico medio: 1.- Morro de Mirabou. 2.- Alt de
la Capella. 3.- Barranc de la Font de Dalt. 4.- Casetes de Sena.
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A unos 2 Km del yacimiento de Penella –Cocentaina– (Faus, 1988) hemos documentado
un yacimiento con las mismas características que el mencionado, al que hemos denominado
Morro de Mirabou –Benilloba–. Se encuentra ocupando parte de un glacis que se extiende
por la falda nordeste de la sierra de La Serreta, hasta los terrenos del Mas de la Condomina.
Justo en esta zona es donde se observa la máxima concentración de sílex, apareciendo cierta
proporción de útiles retocados, entre los que cabe destacar raederas simples. El grueso del conjunto lítico recuperado está compuesto por productos de talla. Las características geológicas
del entorno, rico en depósitos de ladera con abundancia de sílex y las características de la
industria, nos lleva a interpretarlo como una zona de aprovisionamiento de sílex.
El segundo yacimiento, que por sus características se considera como el de más relevancia, se sitúa en el margen izquierdo del Barranc de la Capella, al que hemos denominado como Alt de la Capella (Barciela y Molina, 2002), término de Benifallim. En la actualidad ocupa una zona de ladera baja en el piedemonte del inicio de la sierra de Els Plans,
atravesado por dos cauces. Durante el Paleolítico Medio estos cauces no se habrían formado, existiendo una orografía mucho menos accidentada. Los sedimentos observados en el
yacimiento y en los cortes de los barrancos hacen pensar en la existencia de una antigua área
lagunar o fluvial en las cercanías del asentamiento. El nivel potencialmente arqueológico
está formado por un sedimento terroso de color gris o negro, y pasadas de cantos de mediano tamaño. Este nivel de potencia variable pero que no parece sobrepasar el metro de espesor, descansa directamente sobre las margas miocénicas. Esta zona queda a cierta altura con
respecto al valle, situándose a 700 m s.n.m., por lo que ofrece un buen campo visual y control de la caza.
Los productos líticos son en su mayor parte útiles, destacando la abundancia de raederas, lascas retocadas de tipo levallois y núcleos del mismo tipo. Tanto las características
industriales como las diferencias geológicas de este yacimiento con respecto al anterior,
apuntan a que se trate de una zona de hábitat al aire libre.
El tercer yacimiento también se diferencia de los otros dos. Se encuentra ubicado en un
estrecho barranco en el inicio de la sierra de la Lloma Redona –Millena–, en la base de un
farallón rocoso que les serviría de protección, y al que se le ha denominado como Barranc
de la Font de Dalt. A los pies de esta formación rocosa se ha documentado un antiguo relleno que se depositó ocupando una extensa grieta a modo de abrigo. Este relleno contiene
fragmentos de fauna quemada, lascas de diverso tamaño destacando la presencia de microlascas procedentes de retoques o reavivados de filos.
Por último señalar que en las proximidades del Barranc del Pont, cercano a les Casetes
de Sena fueron recogidas algunas lascas deshidratadas entre las que destaca una raedera
lateral. La adscripción cronológica al Paleolítico Medio de las lascas de sílex procedentes
de las Casetes de Sena –Penàguila– ofrece algunas reservas por lo escueto, aunque significativo, del conjunto lítico recuperado.
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3.2. La explotación del sílex y la diferente funcionalidad de los yacimientos durante el
Paleolítico Medio
Los yacimientos documentados, como puede observarse, presentan características muy
diferentes, lo que nos está indicando una génesis o función diferente de cada yacimiento.
Comprender la formación de éstos es capital para poder interpretar las pautas de ocupación
y explotación del entorno. Estudiando la ubicación y las características de los productos líticos recuperados, podemos establecer la orientación funcional de cada uno. El yacimiento de
Morro de Mirabou –Benilloba– presenta las características típicas de las estaciones relacionadas con zonas de talla al aire libre como el de Penella (Faus, 1988) y La Coca (Fernández,
1998), en el que se ha identificado una producción óptima preferente de series operativas
levallois centrípetas que tienen su reflejo en los asentamientos de hábitat ubicados normalmente en abrigos o cuevas –El Salt, Beneito, Cueva del Cochino–. Estos yacimientos aparecen siempre vinculados a afloramientos ricos en materia prima –en este caso sílex–, en los
que abunda en un tanto por ciento muy elevado los restos de talla sobre los útiles, siendo
frecuente los núcleos de los que se obtienen los productos corticales y se abandonan en diferentes fases de explotación.
Lo indicado anteriormente puede aplicarse al yacimiento de Casetes de Sena –Penàguila–.
Los escasos productos líticos recuperados, aparecieron sobre unos depósitos de ladera cuaternarios, entre fragmentos de nódulos de sílex autóctono y tierras anaranjadas. Por tanto es posible que nos encontremos ante otra área de explotación de sílex aprovechando los afloramientos naturales del valle.
Las características del Alt de la Capella –Benifallim– y de la industria recuperada son
muy diferentes al resto de asentamientos del Paleolítico Medio al aire libre documentados
en nuestras comarcas. No se encuentra relacionado con ninguna zona de aprovisionamiento de sílex, pues no existen en la cercanía afloramientos ni glacis cuaternarios susceptibles
de ser explotados. Asimismo las características de la industria y su excelente estado de conservación, apuntan también hacia la singularidad del Alt de la Capella, respondiendo a las
pautas de un asentamiento de hábitat al aire libre poco alterado, y no a una zona de taller.
Se tienen pocos ejemplos de este tipo de yacimientos, aunque sigue la misma estrategia de
ocupación del territorio típica del Paleolítico Medio: a baja altura sobre las tierras circundantes y en los corredores naturales (Fernández y Villaverde, 2001: 158-163). La proximidad a la cuenca del Serpis de esta parte del valle de Benifallim facilitaría las comunicaciones hacia las zonas más costeras. Otros elementos puntuales indican que la zona tuvo que
contar con importantes recursos naturales, entre los que cabe destacar la abundancia de
agua. Durante el Paleolítico Medio la red hidrográfica aún no había comenzado a formarse
(Bernabeu et al., 1999), por lo que el valle funcionaba como una gran cubeta endorreica. En
las zonas más deprimidas tuvieron que existir multitud de pequeñas lagunas o humedales
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cuya formación se vio favorecida por el relleno margoso del valle e inicio de las laderas ocurrido durante la transgresión burdigaliense (I.G.M.E., 1978). En las prospecciones se han
descubierto vestigios de estas zonas encharcadas, que por lo visto tuvieron que ser pequeñas y de corta duración, ya que no han dejado aportes sedimentarios relevantes. Los productos líticos del Alt de la Capella aparecen vinculados a tierras de color negro muy finas y
escasas piedras en ocasiones interestratificadas en niveles que pudieron pertenecer a las
zonas húmedas más deprimidas, según indican los estudios de sedimentología en zonas
lagunares (Meléndez y Fuster, 1991: 139).
Desde el punto de vista de las estrategias de ocupación del territorio y funcionalidad, el
yacimiento del Barranc de la Font de Dalt –Millena–, puede relacionarse con varias actividades. Los restos de fauna quemada y la abundancia de restos de talla con respecto a los útiles hacen pensar en un uso esporádico del lugar posiblemente para descarnar o consumir las
presas. Esta afirmación es una mera hipótesis derivada de los restos recuperados en la prospección. Sin duda se necesitaría un conjunto material mucho más amplio para poder inferir
el uso real del asentamiento.
La riqueza de nódulos silíceos de las rocas maastrichtienses que forman el barranco,
pudo ser otra de las funciones del asentamiento o de los recursos explotados. Como se
observa en la figura 2, a escasa distancia hacia el sudoeste, existe un yacimiento de sílex
natural que ocupa la falda de la Serreta de Baix o de Gorga. La prospección de esta zona de
la Serreta de Baix proporcionó algunas piezas de sílex retocadas, destacando un denticulado y algunas lascas. Aunque estas piezas no se pueden adscribir a un período determinado,
sí es probable su posible explotación a partir del Paleolítico Medio, pues los fragmentos de
sílex detectados en el Barranc de la Font de Dalt parecen tener las mismas características
que los hallados en la Serreta de Baix.
Con los datos expuestos podemos concluir que puede observarse la existencia de una
adaptación al medio y a los recursos existentes en él, lo que queda reflejado en los yacimientos localizados. De esta forma podemos identificar zonas de explotación de materia
prima –principalmente sílex–, yacimientos de hábitat al aire libre posiblemente relacionados con ambientes lagunares y el control de las manadas, y por último hábitats en abrigos
que podemos relacionar con el consumo y explotación de otros tipos de recursos de montaña como la recolección de frutos silvestres.
Estos tres tipos de yacimientos pudieron estar relacionados entre sí, al ser los mismos
habitantes quienes los ocupaban dependiendo del recurso que necesitasen. En el mapa de la
figura 2 se observa la cercanía entre las áreas de aprovisionamiento de materia prima y los
yacimientos de hábitat localizados. El estudio realizado por J. Fernández en el yacimiento
al aire libre de La Coca –Aspe–, ha permitido conocer cómo se produce la transferencia de
productos líticos desde la zona de explotación hacia los lugares de hábitat, a los que parece
llegar un porcentaje bajo de núcleos y alto de soportes no corticales (lascas levallois), y
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LA OCUPACIÓN PREHISTÓRICA EN LAS COMARCAS DE L’ALCOIÀ Y EL COMTAT
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sobre todo corticales –lascas y raspadores corticales–. Esto hace pensar en un transporte a
corta distancia, con alta transferencia de materia prima de buena calidad para someterla a
sucesivas explotaciones posteriores (Fernández, 1998: 9-44; Fernández y Villaverde, 2001:
158). Los estudios realizados demuestran que el aprovisionamiento de materia lítica durante el Paleolítico Medio se produce en áreas inferiores a los 10 kilómetros, y generalmente
entre 2,5 y 5 kilómetros (Fernández y Villaverde, 2001: 157). Por tanto parece lógico que la
industria lítica del Alt de la Capella y Barranc de la Font de Dalt, pueda proceder de las
fuentes de materia prima señaladas en el mapa por ser las más cercanas.
La comparación de la industria recuperada en el Morro de Mirabou con la del Alt de la
Capella, por ser éstas las más ricas y mejor conservadas, muestra la gran diferencia existente entre ellas. El origen de esta divergencia procede, sin duda, de la diferente orientación
funcional de cada uno de estos yacimientos. Por un lado la industria recuperada en el Morro
de Mirabou presenta las características típicas de las zonas de taller, como ya se ha indicado, donde los productos de tercer orden de extracción y retocados están muy mal representados, al contrario de lo que ocurre en el Alt de la Capella, donde abundan los productos de
tercer orden y los útiles, destacando las lascas levallois y las raederas, algunas de ellas con
soportes primarios o corticales para ser sucesivamente reavivadas.
Asimismo, el estudio de las características morfotécnicas de la industria existente en el
Morro de Mirabou, y sobre todo en el Alt de la Capella, permite una primera aproximación
a la clasificación de estas industrias. En el Alt de la Capella destaca el predominio de la técnica levallois, con un tanto por ciento elevado de raspadores con abundancia de los simples
convexos y los transversales. Estas características concuerdan con las industrias del
Paracharetiense, desarrolladas en las últimas fases del Würm II o inicios del Würm III, y
que se han detectado en los conjuntos industriales de los niveles superiores de Cova Negra,
así como en Petxina, Cochino, Fuentes, Pastor y El Salt (Galván, 1992: 78).
Las dataciones aportadas por estos yacimientos se encuadran en el estadio isotópico 3,
que engloba el tránsito del Würm II/III y el Würm III, desarrollado entre el 55.000 y el
26.000 a.C.
4. LA LLEGADA DE LOS PRIMEROS GRUPOS PRODUCTORES.
EL NEOLÍTICO I
Siguiendo la sistematización elaborada por J. Bernabeu a partir del estudio de la estratigrafía de la Cova de l’Or y la Cova de les Cendres (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1988:
131-166; Bernabeu, 1989; Bernabeu y Martí, 1992), el Neolítico I abarca desde la primera
mitad del VIII milenio A.P. hasta la primera mitad del VII milenio cal. A.P. Las transformaciones que se producen con el desarrollo de este nuevo período conllevan grandes cambios en todos los aspectos, afectando al modelo de poblamiento de los valles estudiados.
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
De las etapas precedentes, Paleolítico Superior y Epipaleolítico-Mesolítico, no se tienen evidencias de una ocupación importante en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila,
aunque sí se ha documentado en valles paralelos. Dentro del Paleolítico Superior destaca
por su cercanía la Cova Beneito, situada entre el Comtat y la Vall d’Agres, con industrias
Auriñaciense, Gravetiense, Solutrense y Solutreogravetiense (Iturbe, 1986: 71-73; Iturbe et
al., 1993: 81-83). En los momentos finales del paleolítico y epipaleolítico se ocupó les
Coves de Santa Maira (Castell de Castells), donde se han identificado industrias del
Magdaleniense superior y Epipaleolítico sauveterroide (Aura et al., 2000: 75-84). En el
yacimiento de La Falguera (Alcoi) se ha localizado industria epipaleolítica de tipo geométrico (Aura, 1984: 153).
La localización de estaciones del Paleolítico Superior y Epipaleolíotico-Mesolítico al
aire libre es extremadamente complicada por la complejidad que conlleva el detectar estas
industrias mediante prospección superficial. Sin embargo, en La Torre de les Maçanes el
Padre Belda encontró industria del Complejo microlaminar al aire libre en El Freginal de la
Font Major (Soler et al., 1993: 21).
Tomando los datos proporcionados por la prospección estadísticamente, y suponiendo
que no exista ninguna variante que los distorsione, la ocupación durante el final del
Paleolítico Medio fue más importante que durante el Paleolítico Superior y Epipaleolítico;
sobre todo si tenemos en cuenta que la erosión ha afectado menos a los yacimientos más
recientes. Esto hace pensar que las dificultades en localizar industrias del Paleolítico
Superior y Epipaleolítico-Mesolítico se deban, a parte de la limitación que ofrece la prospección superficial, a que pudo existir una ocupación residual o poco intensa durante este
período en la parte oriental de las comarcas de l’Alcoià y el Comtat. A este respecto es de
destacar que el poblamiento epipaleolítico-mesolítico en el ámbito valenciano encuentra el
límite sur en el cauce del río Serpis y la cabecera del Vinalopó, extendiéndose hacia el sur
un importante vacío poblacional hasta llegar a la Alta Andalucía (Juan Cabanilles y Martí,
2002: 56). Las cuencas de los ríos Seta y Penàguila se encuentran justo en el límite del territorio ocupado por los epipaleolíticos-mesolíticos, que hacia el 8000 A.P. retroceden hacia el
interior de nuestras comarcas (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002: 172). Estos datos se deben
tener en cuenta a la hora de explicar los núcleos territoriales del neolítico cardial antiguo.
4.1. Yacimientos documentados durante el Neolítico I
En las siguientes líneas se exponen los datos esenciales de los asentamientos del
Neolítico I conocidos desde antiguo o como resultado de las prospecciones dirigidas por J.
Bernabeu, remitiendo a la bibliografía existente. Seguidamente ofrecemos la información de
los nuevos yacimientos documentados como resultado de la prospección desarrollada por
nosotros. En este artículo vamos a ofrecer una somera descripción de los nuevos asentamientos, ya que han sido ampliamente descritos recientemente (Molina, e.p.).
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LA OCUPACIÓN PREHISTÓRICA EN LAS COMARCAS DE L’ALCOIÀ Y EL COMTAT
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Hasta la fecha la investigación ha centrado su interés especialmente en el asentamiento del Mas d’Is –Penàguila–. Este yacimiento (fig. 3) se localiza a 590-550 m s.n.m., con
una extensión total próxima a las 10 ha y una amplia cronología desde el Neolítico IA hasta
la Edad del Bronce (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002). Siguiendo a los autores citados, en
las excavaciones actualmente en curso se han localizado estructuras pertenecientes a 3 cabañas datadas, por la presencia de cerámicas cardiales, en el Neolítico IA y Neolítico IB.
También han sido detectados varios fosos con una amplia cronología que abarca desde el
Neolítico IB/C hasta el campaniforme o Edad del Bronce.
Este excepcional asentamiento, junto a los yacimientos de Casa de Lara –Villena–, el
Arenal de la Virgen –Villena– y partida de Lèdua –Novelda– constituían hasta hace poco las
principales evidencias de poblados en llano correspondientes a los primeros momentos
Neolíticos (Martí, 1998).
Las recientes prospecciones realizadas en el valle de Penàguila-Benifallim dirigidas por
J. Bernabeu detectaron otros asentamientos en las cercanías del Mas d’Is. Entre éstos se
encuentra el denominado Mas del Pla ubicado a 660 m s.n.m. Se indica la presencia de fragmentos de brazaletes de piedra, cerámicas incisas e impresas no cardiales, láminas y raspadores (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1989). La superficie estimada por nosotros es inferior a
200 m2. La secuencia cronológica se encuadra desde el Neolítico IB o C hasta el NIIB.
Otro de los asentamientos localizados por el equipo dirigido por J. Bernabeu es el denominado Bancals de Satorre. Se localiza a 700 m s.n.m., abarcando una superficie estimada
inferior a 1 ha. Se menciona la existencia de geométricos, núcleos de extracción laminar,
láminas con lustre, muescas y cerámicas inciso-impresas no cardiales y peinadas (Bernabeu,
Guitart y Pascual, 1989). Cronológicamente puede ubicarse en el NIB.
Por último mencionar el yacimiento del Mas Blanc y Mas de Cantó. El primero se localiza a 610 m s.n.m., abarcando una superficie inferior a 0,3 ha. Las prospecciones dirigidas
por J. Bernabeu documentaron la presencia de cerámica impresa cardial, incisa y peinada.3
Cronológicamente puede ubicarse en el Neolítico IB y IC. El segundo se sitúa a 560 m
s.n.m., abarcando una superficie indeterminada. Entre los materiales arqueológicos se indica la presencia de cerámicas incisas junto a formas propias del Neolítico II –fuentes de base
plana y labio engrosado, carenas...–, datándolo en el Neolítico IIB. En las recientes prospecciones realizadas por nosotros se ha recogido un fragmento de cerámica impresa, por lo
que tuvo que existir un horizonte cronológico anterior perteneciente al Neolítico I.
Los nuevos yacimientos pertenecientes al Neolítico I localizados por nosotros en el
territorio en estudio son los que a continuación se detallan (fig. 3):
Mas de Don Simón: Yacimiento al aire libre situado a 620 m s.n.m., abarcando una
superficie estimada cercana a las 0,45 ha. Entre los materiales recuperados destaca la pre-
3. Información consultada en las fichas de la Conselleria. Dirección General de Patrimonio Artístico.
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
Fig. 3.- Yacimientos del Neolítico I en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila e indicación de las tierras de mayor capacidad
agrícola: 1.- Mas d’Is (Penàguila). 2.- Mas de Cantó (Penàguila). 3.- Mas Blanc (Penàguila). 4.- Bancals de Satorre
(Benifallim). 5.- Mas del Pla (Penàguila). 6.- Mas de l’Espioqueta (Penàguila). 7.- El Pla (Penàguila). 8.- Mas de Don Simón
(Penàguila). 9.- Mas de la Gitana (Penàguila). 10.- Barranc de l’Amagat (Penàguila). 11.- Mas del Regadiuet (Alcoi). 12.- Les
Florències (Alcoi). 13.- Tamargut (Quatretondeta).
sencia de cerámicas impresas no cardiales, cordones con ungulaciones, brazaletes sobre
caliza blanca, trapecios, láminas retocadas y elementos de hoz y de molienda. Cronológicamente lo hemos clasificado dentro del Neolítico IB.
El Pla: Hábitat al aire libre ubicado a 600 m s.n.m., estimándose una superficie superior a 0,15 ha. Se constata la presencia de cerámicas impresa cardiales, incisas, peinadas,
cordones y pequeños mamelones. Entre los productos de talla destacan los elementos de
hoz, muescas y láminas retocadas o sin retocar y fragmentos de hachas pulidas.
Cronológicamente lo hemos adscrito al Neolítico IB o IC.
Les Florències: Hábitat al aire libre ubicado a 810 m s.n.m., con una superficie estimada inferior a las 0,24 ha. Entre el conjunto material recuperado destaca la presencia de
cerámica impresa cardial y no cardial, incisas, peinadas y cordones. Entre los productos líti—102—
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cos destaca la presencia de elementos de hoz, láminas, laminitas, rocas abrasivas y molinos.
Entre los elementos de adorno cabe señalar la presencia de un brazalete realizado sobre roca
metamórfica. Se estima un encuadre cronológico del Neolítico IB o IC.
Mas de la Gitana: Hábitat al aire libre situado a 620 m s.n.m., con una superficie estimada no superior a 0,2 ha. Entre los materiales recuperados destaca la presencia de cerámica incisa, láminas de sílex con muescas y fragmentos de hachas pulidas. La cronología estimada es en torno al Neolítico IB o IC.
Mas de l’Espioqueta: Hábitat al aire libre ubicado a 660 m s.n.m., abarcando una
superficie estimada inferior a 100 m2. Entre el material arqueológico recuperado se documentan cerámicas con decoración plástica. Cronológicamente lo ubicamos en el horizonte
del Neolítico IB o IC.
Barranc de l’Amagat: Hábitat al aire libre ubicado a 640 m s.n.m., abarcando una
superficie estimada inferior a 500 m2. Entre el material recuperado destaca la presencia de
cerámicas peinadas, lascas con muescas y elementos de hoz. Cronológicamente se ubica en
el Neolítico IC.
Tamargut: Hábitat al aire libre situado a 565 m s.n.m., abarcando una superficie estimada superior a 0,1 ha. Entre los materiales recuperados destaca la presencia de cerámicas
peinadas, láminas con muescas, núcleos de extracción laminar y elementos de hoz. Se estima un horizonte cronológico perteneciente al Neolítico IC.
Mas del Regadiuet: Hábitat al aire libre ubicado a 750 m s.n.m. y una superficie estimada superior a 0,1 ha. Destaca la presencia de la cerámica peinada. Cronológicamente lo
situamos en el Neolítico IC.
4.2. Hipótesis sobre el modelo de ocupación y explotación del territorio
Para abordar esta cuestión es necesario tener en cuenta las características y organización social de los primeros grupos humanos del Neolítico I y los sistemas de explotación
agrícola propuestos hasta el momento.
Se ha señalado que los primeros colonos neolíticos se distribuirían en pequeños grupos
de tipo segmentario y carácter igualitario, en los cuales existe la tendencia a la fisión del
grupo y la formación de otros nuevos (Bernabeu y Pascual, 1998). Estos grupos subsistirían
minimizando los riesgos en la agricultura (Bernabeu, 1996). Para ello se instalarían en los
suelos altamente productivos, que conservasen bien la humedad y que permitiesen obtener
más cantidad de productos agrícolas mediante un esfuerzo acorde con el número de personas que integrasen el grupo, y con una tecnología que aún no permitía incrementar el rendimiento de la tierra.
El modelo de agricultura que se ha señalado para el período Neolítico en el territorio
valenciano tiene como principal método para la preparación de la tierra el sistema de rozas,
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
en el que mediante el uso del fuego se consigue el clareo de amplias zonas y el abono de las
mismas de forma periódica (Clarck, 1945; Martí, 1992; Bernabeu y Martí, 1992). El hallazgo de leguminosas en algunos asentamientos de estos momentos plantea la posibilidad de
que las primeras comunidades campesinas practicaran el cultivo alterno de cereales y leguminosas mediante un régimen de barbecho, evitando de esta forma el agotamiento temprano de las tierras y consiguiendo una mayor productividad (Sanahuja, Micó y Castro, 1997;
Buxó, 1997).
Sin embargo el sistema de rozas ha sido muy criticado debido a la falta de datos objetivos (Jarman et al., 1982; Buxó, 1997). Los estudios realizados en la Cova de les Cendres
muestran que durante el Neolítico se produce una deforestación continua sin ciclos de regeneración alternante (Badal et al., 1991), como cabría esperar en el sistema de rozas. Por otro
lado tampoco existen pruebas que señalen el desarrollo de un sistema agrícola estable, ya
que los yacimientos presentan cortos períodos de ocupación como se observa en los asentamientos de Plansallosa, La Draga o los documentados en las cuencas de los ríos Seta y
Penàguila, a excepción posiblemente del Mas d’Is. Una solución a este problema la han
expuesto J. Bernabeu, E. Aura y E. Badal (1993: 266), señalando la posibilidad de una agricultura tanto de carácter itinerante como estable.
Con los datos obtenidos en los nuevos asentamientos del Neolítico I documentados en
la zona de estudio puede apuntarse, a modo de hipótesis, un modelo de ocupación y explotación del territorio para el Neolítico I en las cuencas estudiadas que intente soslayar el problema existente entre la movilidad de los grupos humanos y el desarrollo de prácticas agrícolas de carácter itinerante sin el uso del fuego como técnica de explotación del medio.
La fertilidad de la tierra y la existencia de recursos hídricos parecen ser los dos principales parámetros que definen las zonas óptimas en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila
durante el Neolítico I, tanto para el asentamiento como para la explotación agrícola, hecho
también constatable en otras zonas de la Península Ibérica.
Según los estudios realizados (Fumanal, 1986), en el VIII milenio A.P. una densa cobertura vegetal cubría todo el valle. La actual red hidrográfica no se habría formado, existiendo pequeños cursos fluviales o canales conectando humedales o pequeñas lagunas y cuyo
desarrollo fue favorecido por el carácter endorreico de la cubeta y el período climático
Atlántico de elevada humedad.
Frente al modelo de rozas, proponemos el empleo de otra estrategia alternativa al clareo del bosque mediante el fuego, basándonos en las características de los lugares donde se
ubican los asentamientos del Neolítico I documentados en las cuencas estudiadas. Para
detectar y explotar las tierras altamente productivas en las cuencas de los ríos Seta y
Penàguila, la pauta más lógica que pudieron emplear y que parece constatarse en el registro
arqueológico, tuvo que ser el aprovechamiento de los humedales de escasa profundidad,
fácilmente drenables o de carácter estacional.
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La puesta en cultivo de estas zonas se realizaría de forma sencilla mediante el control
de la humedad del terreno por medio del desvío de las fuentes naturales de agua o la creación de pequeños canales, obteniendo tierras de gran fertilidad. Esto permitiría un notable
ahorro de esfuerzo, ya que el sistema de rozas exige, tras una quema controlada, la tala y el
acondicionamiento de la superficie para el cultivo, sin tener un conocimiento previo de las
propiedades del suelo para su puesta en explotación. El sistema agrícola de estos primeros
grupos de carácter itinerante no se basaría por tanto en la quema incontrolada de bosques,
sino más bien en el aprovechamiento mediante su acondicionamiento de zonas húmedas y
semilagunares. De esta forma se obtendrían suelos blandos aptos para el cultivo con la técnica empleada en estos momentos –el palo cavador o laya–, y tierras de gran potencialidad
agrícola que posiblemente fuesen fertilizadas anualmente o en determinados períodos al
dejar que volviesen a ser ocupadas por el agua.
Las evidencias arqueológicas, en este territorio, que apuntan hacia la explotación de
pequeñas áreas encharcadas o humedales, como estrategia de ocupación y explotación del
territorio, en las primeras fases del Neolítico son:
- Presencia de lignito y gasterópodos dulceacuícolas –Melanopsis sp.– en las tierras
oscuras de gran aporte orgánico que señalan la existencia de un medio húmedo de reducidas
dimensiones, ya que no existen aportes de sedimentos de gran potencia. El origen de estas
tierras negras sobre las que se localizan todos los asentamientos del Neolítico I en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila puede tener su origen en la putrefacción del nivel vegetal de
la superficie una vez que las aguas se retiraron, como ha señalado R. Buxó (1997: 158) para
el yacimiento de La Draga –Banyoles, Girona–.
- Los yacimientos se encuentran ocupando zonas deprimidas del terreno, lo que apunta
a que estuviesen encharcadas en épocas más húmedas. Este hecho se constata claramente en
cuatro yacimientos, estando el resto muy transformados por las labores agrícolas como para
evidenciar esta característica. Estos yacimientos son el Mas de Don Simón, Les Florències,
Mas del Regadiuet y Mas de Cantó.
La documentación durante el Neolítico I de hábitats en zonas húmedas se ha producido sin lugar a dudas en Cataluña (Alcalde et al., 1992: 336; Buxó, 1997: 157). Los yacimientos de La Draga perteneciente al contexto cardial –5000-4200 a.C.– y Plansallosa
–Tortellà, Girona– perteneciente al epicardial –3900-3600 a.C.–, son dos ejemplos de ello
ya que el primero ocupa un área lacustre y el segundo una antigua terraza fluvial. Los estudios de semillas de estos yacimientos señalan el cultivo preferente de cereales junto a posibles leguminosas, dato que se corrobora en los estudios carpológicos realizados en la Cova
de les Cendres –Teulada, Alicante– y que puede servir de indicador de los primeros productos que pudieron cultivarse en la zona de estudio. En este yacimiento se documentan seis
taxones de cereales –el trigo desnudo, la cebada desnuda, la escanda menor, la cebada ves—105—
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
tida y la escaña–, cinco de leguminosas –la lenteja, el guisante, el haba, el yero y la guija–,
junto a la recolección de especies silvestres como las bellotas y olivas de acebuche (Buxó,
1997: 151-154).
Por tanto, el modelo de ocupación y explotación del territorio en las cuencas de los ríos
Seta y Penàguila durante el Neolítico I lo relacionamos directamente con los recursos hídricos existente en estos momentos, que debido a las características geomorfológicas de la
cubeta pudieron servir de marcadores o señalizadores de las tierras más aptas para la práctica del cultivo. La antigua cuenca endorreica que formaban estos valles ha evolucionado,
produciéndose un fuerte encajamiento de los cursos fluviales y desapareciendo los estancamientos de agua, ofreciendo así un panorama muy diferente al existente en las primeras
fases del Neolítico (Fumanal y Ferrer, 1992; Bernabeu et al., 1999).
Teniendo los datos anteriores en cuenta y observándose la figura 3, puede apreciarse la
existencia de una dinámica o evolución en el proceso de ocupación de los valles estudiados
desde su horizonte más antiguo –NIA– hasta el más reciente –NIC–:
NIA (7600-7100 Cal. A.P): Aparece el asentamiento del Mas d’Is cuya fase más antigua es de estos momentos, según las excavaciones dirigidas por J. Bernabeu. En el yacimiento se han documentado dos cabañas superpuestas, la superior de tendencia rectangular
y forma absidal en uno de sus extremos (Bernabeu, Orozco y Díez, 2002). Se puede interpretar, con los datos actuales, como la zona nuclear donde en un momento temprano dentro
del Neolítico I se asienta un grupo humano con plena economía productora. A partir de este
grupo se irá expandiendo el poblamiento de acorde con las características de las sociedades
de tipo segmentario.
NIB (7100-6850 Cal. A.P.): Parece intensificarse el poblamiento alrededor del Mas d’Is
–partidas de Les Puntes y Els Dubots–, apareciendo un total de 8 nuevos asentamientos en
un radio de 3,5 km, lo que apunta hacia la posible existencia de varios grupos de gran movilidad en un territorio aproximado de 17 km2. Las relaciones entre estos grupos son difíciles
de establecer, pudiendo tratarse, incluso, de un mismo grupo que explota diversas zonas de
forma simultánea o según sus necesidades. Las diversas actividades que parecen desarrollarse en estos asentamientos y la larga perduración del Mas d’Is, señalan un posible carácter estable en el territorio a lo largo del tiempo. No obstante los yacimientos pudieron ser
ocupados de forma estacional, ya que sus pequeñas dimensiones y la situación en diferentes nichos ecológicos, principalmente en el fondo del valle y en ladera, apunta hacia la
movilidad de estos grupos para explotar principalmente las tierras de mayor potencialidad
agrícola. El reducido tamaño de los asentamientos –100 m2 a 0,45 ha–, podría indicar que
se trata de grupos de pequeñas dimensiones.
La distancia entre los asentamientos oscila de 0,5 km, los más cercanos, a 3 km, los
más alejados, siendo la media 1,07 km. Se observan diferencias en la distribución de los
asentamientos, ya que en el fondo del valle –donde las tierras fértiles son más abundantes
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y de mayor calidad– la distancia de los asentamientos es muy estable, alrededor de 0,5 km.
En cambio, los asentamientos más alejados, alrededor de unos 2 km, se ubican en la ladera o en la zona alta del valle donde las tierras potencialmente agrícolas son menos abundantes.
NIC (6850-6500 Cal. A.P.): Parecen perdurar muchos de los asentamientos de la fase
anterior, manteniéndose el principal foco de poblamiento en los alrededores del Mas d’Is.
Todo parece indicar que se sigue utilizando la misma estrategia de ocupación y explotación
del territorio estudiado. Pero empiezan a apreciarse cambios, observándose una expansión
del poblamiento fuera de la zona nuclear del Mas d’Is y una mayor diversidad en el patrón
de asentamiento. En este sentido resulta significativa la aparición de un asentamiento,
explotando tierras fértiles en el curso del río Seta, a una distancia de 7 km en línea recta
desde el Mas d’Is, así como la consolidación del poblamiento en zonas de ladera alejadas
de las tierras fértiles del valle, indicando una posible diversificación en la explotación de los
recursos. Los datos referidos a esta etapa hay que manejarlos con suma prudencia pues el
conocimiento de la cultura material es escaso, encontrándonos posiblemente en un horizonte transicional en el que empiezan a producirse cambios que anuncian las características del
Neolítico II (Bernabeu y Martí, 1992: 220).
5. EL AFIANZAMIENTO DE LA ECONOMÍA PRODUCTORA. EL NEOLÍTICO II
Siguiendo la sistematización elaborada por J. Bernabeu, el Neolítico II abarca el período cronológico comprendido entre mediados del VII milenio A.P. y los tres primeros cuartos del III milenio A.P. calibrado (Bernabeu y Martí, 1992: 221-222). La secuencia cultural
de este período se estructura, como en el Neolítico I, en torno a tres grandes horizontes, el
Neolítico IIA u horizonte de las cerámicas esgrafiadas, el Neolítico IIB y el Neolítico IIC u
Horizonte Campaniforme de Transición. Estos horizontes son susceptibles a su vez de dividirse en fases (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1989), las cuales son muy difíciles de determinar a partir de conjuntos materiales provenientes de prospecciones superficiales.
En líneas generales el poblamiento durante este período experimentará una expansión,
produciéndose la asimilación del modo de vida campesino por el sustrato de población de tradición epipaleolítica, a partir del NIIA (Bernabeu, Guitart y Pascual, 1989: 110). El territorio
estará ocupado de forma estructurada basada en el modelo de “poblado abierto”, en el que
abundan las estructuras excavadas en el suelo, como los silos, fosas y fosos. Un claro ejemplo
de este tipo de poblamiento, que se desarrolla totalmente a partir del Neolítico IIB, lo encontramos en el curso alto del Serpis, destacando los yacimientos de Niuet –l’Alqueria d’Asnar–
y Les Jovades –Cocentaina–. En éste último se han constatado más de un centenar de silos y
fosas distribuidas por una extensión superior a las 10 ha (Pascual, 1986). En Niuet se han
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
documentado diversas estructuras, entre las que cabe destacar parte de una vivienda semiarrasada de tendencia oval o absidal, hogares, fosos y silos (Bernabeu et al., 1994).
5.1. La ocupación del territorio durante el Neolítico II en las cuencas de los ríos Seta
y Penàguila
Debido al elevado número de asentamientos localizados nos es imposible realizar un
tratamiento detenido yacimiento por yacimiento, por lo que se abordará de una forma más
general haciendo especial referencia a aquellos datos que entendemos de mayor relevancia
para el tema que nos ocupa.
Los yacimientos conocidos pertenecientes a esta secuencia cultural en el territorio estudiado son bastante abundantes, sobre todo los que clasificamos como pertenecientes a la
fase del Neolítico IIB. En la bibliografía aparecen referencias a restos arqueológicos de
estos momentos en el Mas d’Is (Ballester, 1945), en la Penya Roja de Quatretondeta
(Pericot, 1928) y en la zona de Les Puntes donde el Padre Belda llevó a cabo repetidas prospecciones. Recientemente, como ya se ha comentado, el conocimiento de la ocupación del
valle durante este período experimentó un considerable avance tras las prospecciones realizadas por el equipo de investigación dirigido por J. Bernabeu. El corpus de yacimientos
conocidos pertenecientes a los distintos horizontes del Neolítico II ascendió, de esta forma,
hasta un total de 21, estando presentes todas las fases del Neolítico II.
A este importante volumen de asentamientos, de los cuales sólo ha sido excavado el
Mas d’Is, ha de sumársele, tras la labor de prospección sistemática llevada a término por
nosotros, un total de 35 nuevos yacimientos. Por lo que el total de yacimientos conocidos
suman 56, siendo en ocasiones dificultoso establecer los límites, tanto cronológicos como
geográficos, de algunos de ellos.
En la figura 4 se representa la ubicación geográfica de todos los yacimientos conocidos
de este período. Las escasas diferencias materiales entre el Neolítico IIA y IIB, aconsejan
tratar estas dos fases conjuntamente. La presencia de elementos característicos del Neolítico
IIA, como la cerámica esgrafiada, se ha documentado sólo en el yacimiento del Barranc de
la Torresena, junto al ya conocido Mas d’Is. Otros elementos cerámicos parecen indicar que
algunos yacimientos se inician en el Neolítico IIA, como la presencia de cerámica peinada
o incisa en proporciones bajas detectada en Horts de Marrà, Barranc del Cormellar, Mas del
Pla, Mas Blanc, El Puntarró, Camí de l’Espioca, El Maset y Camí de la Condomina. En la
mayoría de los yacimientos los fragmentos de cerámica incisa son tan escasos que se pueden encuadrar de igual modo en el Campaniforme –caso del Mas la Pastora–, por lo que la
presencia de esta decoración no la hemos tenido en cuenta a la hora de clasificar cronológicamente los yacimientos, a no ser que aportase información precisa. Para el resto de yaci—108—
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Fig. 4.- Yacimientos del Neolítico II en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila e indicación de las tierras de mayor capacidad agrícola: 1.- Penya Roja. 2.- Mas d’Is. 3.-Mas Blanc. 4.- Mas del Pla. 5.- Carrascalet. 6.- Les Puntes 2 (AC40). 7.- Les
Puntes 3 (AC41). 8.-Les Puntes 4 (AC36). 9.- La Capella (AC86/AC45). 10.- Les Puntes 9 (AC39). 11.- Mas de Cantó (AC88).
12.- Mas de Barrachina o Mas Nou (AC13). 13.- Benilloba (AC6). 14.- La Perla (AC35). 15.- Les Solanetes (AC8). 16.Gorga (AC70). 17.- Les Puntes 6 (AC43). 18.- Camí de la Condomina (AC89). 19.- Cruce de Benifallim (AC9). 20.- Mas del
Moreral (AC53). 21.- Vessant del Castell de Travadell (AC80). 22.- Baquerises. 23.- Barranc de la Torresena. 24.- Barranc
del Cormellar. 25.- Barranc del Rontonar. 26.- Camí del Realenc. 27.- El Freginal. 28.- El Maset. 29.- El Portell. 30.- El
Puntarró. 31.- Penyes del Salt de Benilloba. 32.- El Sobirà. 33.- Els Pardalets. 34.- Horts de Marrà. 35.- La Creu. 36.L’Espioca. 37.- La Pedrera. 38.- La Solana. 39.- La Sort. 40.- Las Nieves. 41.- Lloma de la Devesa. 42.- Mas la Pastora. 43.Mas de les Cremaes. 44.- Mas de Quintín. 45.- Mas dels Capellans. 46.- Molino de Llorens. 47.- Saleres. 48.- La Teuleria.
49.- Barranc de Cendra. 50.- Camí de l’Espioca. 51.- Els Freginals. 52.- La Llobera. 53.- Marcet. 54.- Els Planets. 55.Rodacanters. 56.- Les Torretes.
mientos se propone su adscripción a la fase del Neolítico IIB según las evidencias materiales recuperadas. La adscripción a este horizonte sigue criterios de tipo cerámico, basados en
la ausencia o índices bajos de decoraciones o tratamientos superficiales como el peinado,
junto a la presencia de labios engrosados y fuentes planas.
La adscripción cronológica de los yacimientos pertenecientes al H.C.T. (fig. 4) resulta
bastante segura al contar con la aparición en estos momentos de la cerámica con decoración
incisa de estilo campaniforme, documentada en diversos asentamientos como Saleres, El
Portell o Mas del Moreral –AC53–.
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
5.2. De la explotación “concentrada” a la “dispersa”
En el mapa de la figura 4 se observa la estrecha relación entre la ubicación de los diferentes yacimientos con respecto a la calidad de la tierra, dato que apunta a una clara economía productora basada e la explotación de las tierras con alto contenido en materia vegetal
y próxima a los cauces fluviales.
En la actualidad muchos de los yacimientos localizados aparecen sobre suelos bastante
degradados, habiendo desaparecido en ocasiones gran parte del mismo por el encajamiento
y profundización de los cursos fluviales, favoreciendo en muchas ocasiones el fraccionamiento de los yacimientos en diversos puntos.
Es frecuente documentar zonas con índices bajos de concentración de restos arqueológicos, ocupando amplias extensiones cercanas a ejes fluviales –Mas dels Capellans, Els
Pardalets, Mas de les Cremaes, Barranc del Rontonar...–, sobre tierras pertenecientes a la
Clase B (Gumizzio y Matarredona, 1983).
En cuanto a las estructuras documentadas se ha observado, desde fotografía aérea, una
posible construcción de grandes dimensiones de forma circular en el yacimiento de Els
Freginals, aunque sólo se menciona a modo de hipótesis. A esta posible estructura se le
suman otras más evidentes como los silos localizados en el yacimiento de Las Nieves o en
Benilloba y, también con precaución, la posible presencia de fosos en el yacimiento de
L’Espioca, Horts de Marrà o Barranc de la Torresena. En éstos se han detectado “estructuras” en forma de “u” abierta, rellenas de sedimentos con elevada concentración de materia
vegetal y que contienen productos líticos y cerámicas a mano lisa.
También es frecuente el hallazgo de materiales descontextualizados en suelos de elevada potencialidad agrícola, como hachas pulidas, láminas de sílex o molinos, cuya adscripción cronológica es difícil de precisar, aunque la amplia explotación a la que se ve sometida toda la cuenca de los ríos Seta y Penàguila durante el Neolítico II apunta hacia este posible Horizonte cronológico como el más probable.
Como ocurría durante el Neolítico I, existen yacimientos localizados en el contacto de
las laderas con el piedemonte, como La Sort, Lloma de la Devesa, AC 9, e incluso algunos
ocupando laderas altas como el localizado en la sierra de Els Plans –Barranc del Rontonar–.
Su ubicación parece indicar la explotación de otros recursos diferentes a los agrícolas, o tal
vez complementados con éste, como parecen apuntar algunos yacimientos situados en zonas
altas pero ocupando tierras fértiles, entre los que cabe destacar el Barranc del Rontonar.
Aparte de la explotación agrícola, estos asentamientos debieron aprovechar los amplios
recursos existentes en las laderas y montañas, principalmente la caza, los pastos, la madera
o los frutos silvestres. El mejor ejemplo de este tipo es el denominado Lloma de la Devesa.
Se sitúa ocupando la ladera norte de la sierra de Els Plans, documentándose en las cotas más
elevadas puntas de flecha que indican una posible actividad cinegética. Más difícil de inter—110—
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pretar es el yacimiento de La Penya Roja (Quatretondeta), donde se localizó un conjunto de
brazaletes de pectúnculo a los pies de un cortado de la sierra de La Serrella. Lo que sí indica es algún tipo de interés por visitar estas zonas agrestes, que puede ser de tipo simbólico
–rituales–, o de tipo económico –depósito realizado por un pastor–.
Los restos arqueológicos de los diferentes yacimientos documentados ofrecen una distribución sobre el territorio que se puede calificar como uniforme, de bajo porcentaje y
extensa. La primera porque el conjunto material presenta una gran uniformidad tipológica,
orientada hacia actividades relacionadas principalmente con la explotación agrícola. De
bajo porcentaje porque es excepcional encontrar concentraciones de materiales, siendo la
norma localizar escasos vestigios materiales. Y uniforme porque estas zonas de bajo contenido en restos arqueológicos se extienden en grandes áreas, en ocasiones alcanzando extensiones indeterminadas, próximas a las 4 ha.
En líneas generales se observa un aumento del número de asentamientos y de su tamaño que permite deducir la existencia de un incremento en la presión demográfica sobre este
territorio. La intensidad de la ocupación tiende a homogeneizarse en todo el valle y laderas
con recursos apropiados –tierras fértiles, agua, caza, materias primas...–. En el Neolítico IC,
como se apuntó en el apartado anterior, se inicia un posible aumento en la ocupación, hecho
que se manifiesta en el yacimiento de Tamargut, desligado de la zona de Les Puntes donde
se concentra la población durante el Neolítico IA y IB. Durante el Neolítico II el proceso de
expansión del poblamiento en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila se intensifica. La zona
de Les Puntes, donde se localizan los yacimientos más importantes de este momento –Mas
d’Is y El Maset–, sigue siendo una zona densamente poblada, aunque ahora el índice de ocupación del territorio parece más uniforme, localizándose materiales de esta época en todo el
recorrido de los cursos fluviales. La figura 4 muestran un poblamiento que tiende a la uniformidad de la ocupación en los valles prospectados, explicándose la mayor concentración
de yacimientos del Neolítico II en la zona de Les Puntes por causas derivadas de las intensivas prospecciones que se han realizado en la zona y al menor índice de erosión de esta parte
del valle. Asimismo se documentan otros focos de poblamiento importante en las cercanías,
aumentando la ocupación de las tierras más altas del valle, e incluso las partes altas de las
laderas –Lloma de la Devesa, Barranc del Rontonar, Les Florències…–. A su vez se observa
cómo en las tierras ubicadas al norte de Benilloba, cercanas a la confluencia de los dos principales ríos, se produce otro foco importante de poblamiento durante el Neolítico II –Mas
dels Capellans, Las Nieves, Rodacantes, Penyes del Salt de Benilloba, Benilloba…–, que
parece constatar un poblamiento mucho menos concentrado en Les Puntes y que ahora ocupa
de forma bastante uniforme todas las tierras bajas y laderas del valle, constatado por el gran
número de restos arqueológicos detectados pertenecientes a este momento.
La cerámica es común a la mayoría de los yacimientos, pero siempre en proporciones
muy bajas, exceptuando Vaquerises, El Maset, L’Espioca, Las Nieves, Lloma de la Devesa,
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F. J. MOLINA HERNÁNDEZ
Mas de les Cremaes y Benilloba. La piedra tallada y pulida no presenta oscilaciones tan
importantes, estando por lo general bien representada en todos ellos. La explicación de la
variación de la cantidad de cerámica puede deberse a diferentes cuestiones, pudiendo responder a una diferenciación entre las zonas de hábitat y las zonas de cultivo, a las que
corresponden la mayor parte de los yacimientos documentados.
Por tanto, según el registro arqueológico, se pueden diferenciar dos tipos de yacimientos
durante el Neolítico II. Por un lado las zonas de hábitat las cuales parecen ubicarse en los alrededores de las tierras explotadas y con densidades de materiales arqueológicos apreciables;
como ocurre en La Lloma de la Devesa o El Maset. Estos asentamientos no ocupan las mejores tierras existentes, sino que aprovechan una zona alomada próxima a un curso fluvial,
explotando las tierras fértiles de las zonas llanas inmediatas en las que se han localizado restos materiales en baja proporción, entre los que destacan los elementos de hoz. Por el contrario, en las zonas de hábitat los restos materiales recuperados son muy abundantes y variados,
destacando los molinos y elevadas concentraciones de cerámicas y otros productos líticos.
Otras posibles zonas de hábitat vendrían determinadas por estructuras de tipo silo o foso, como
las documentadas en los asentamientos de Las Nieves, Benilloba o L’Espioca.
El segundo tipo de yacimiento vendría determinado por aquellas zonas, como ya se ha
indicado, caracterizadas por una baja concentración en materiales arqueológicos que ocupan áreas extensas de gran capacidad agrícola. En estas zonas es relativamente frecuente el
hallazgo de elementos de hoz como ocurre en los yacimientos de La Sort, Horts de Marrà,
Mas dels Capellans o Camí de la Condomina. El registro arqueológico y la morfología de
estos yacimientos sí son compatibles con el desarrollo de la técnica de rozas.
No es fácil poder determinar qué tipo de sociedad podría corresponderse con el modelo de poblamiento señalado, compuesto por yacimientos con carácter de hábitat más o
menos estable junto a otros que corresponden a zonas de actividad agrícola principalmente.
Ciertas evidencias, como el gran número de zonas que en un momento u otro dentro del
período cronológico del Neolítico II estuvieron sometidas a cultivo, señalan una fuerte presión antrópica sobre el territorio. Tal vez esta visión esté algo distorsionada por el amplio
lapso de tiempo que corresponde a este período. Un dato sí es revelador: la inexistencia de
asentamientos de hábitat que a priori parezcan estables a lo largo del tiempo, y que por tanto
apunta hacia una sociedad formada por pequeños grupos humanos de gran movilidad en
torno a un territorio determinado.
Durante el H.C.T. parece constatarse de forma clara una gran transformación en el
modelo de poblamiento, aunque las dificultades que en muchos casos plantea el encuadre
cronológico de algunos yacimientos a este Horizonte pueden distorsionar la realidad.
En líneas generales se aprecia una tendencia a la concentración de los grupos humanos
en determinadas zonas del valle, lo que se constata en la existencia de tan sólo 5 asentamientos, cuya distribución y localización geográfica guarda relación al observarse una cier—112—
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ta equidistancia entre ellos (fig. 4). A esto se le une un interés por ocupar áreas con cierto
valor estratégico, bien en laderas de montañas o zonas elevadas con respecto al llano circundante, bien en lugares de fácil defensa ocupando meandros de los cauces o su confluencia. Con el desarrollo del H.C.T., aquellas familias que iban desplazándose sobre el territorio se fijan al mismo (Jover, 1999), estableciéndose en una zona concreta y ofreciendo una
visión más real de la verdadera densidad de población.
6. LA ESTRATEGIA EN LA OCUPACIÓN DEL TERRITORIO DURANTE LA
EDAD DEL BRONCE
Con la Edad del Bronce se inicia el desarrollo de los asentamientos estables produciéndose un nuevo tipo de poblamiento caracterizado por pequeños poblados en altura, amurallados, casas de planta variable y zócalos de piedra (Hernández, 1985). Sigue usándose la tradición anterior de la inhumación colectiva en cavidades o grietas naturales situadas en las
cercanías de los poblados. La Edad del Bronce es sinónimo de plena ocupación del territorio, teniendo evidencias de poblamiento en todas las zonas con capacidad suficiente como
para ser sometida a una intensa explotación agropecuaria. Dentro del vasto territorio que
ocupa el “Bronce Valenciano”, existen zonas mejor conocidas que otras debido a las desiguales prospecciones, destacando dentro del territorio mejor conocido, el Vinalopó y la
cabecera y curso del río Serpis, donde se enmarca el territorio que aquí nos ocupa.
La Edad del Bronce se extiende cronológicamente entre finales del V milenio A.P. hasta
mediados del III milenio A.P., según las dataciones realizadas en diferentes yacimientos
como Terlinques, Serra Grossa, Mas del Corral, Barranco Tuerto, Cabezo Redondo, CatíForadà y Penya Negra (Hernández, 2002: 208; Jover, 1999: 84). La datación radiocarbónica más cercana a la zona prospectada es la realizada en el yacimiento del Bronce Pleno de
Mas del Corral, ofreciendo la cronología más antigua que se posee para el inicio de esta cultura en la cuenca alta del río Serpis, alrededor del 1820 a.C.
6.1. Yacimientos documentados de la Edad del Bronce
Las primeras excavaciones arqueológicas realizadas en l’Alcoià y el Comtat se llevaron a cabo hacia 1920 en los yacimientos de la Mola Alta de Serelles, Ull del Moro y Mas
de Menente, dados a conocer por C. Visedo (Martí, 2002: 130). En las cuencas de los ríos
Penàguila y Seta, este período no es tan bien conocido como en la parte oriental de la comarca. Los primeros hallazgos en esta zona adscribibles con cierta seguridad a estos momentos
son realizados por C. Visedo (1959), tratándose en su gran mayoría de restos aislados, no
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documentándose estructuras claras ni cuevas de enterramiento. Así se cita la existencia de
productos líticos y cerámicas a mano del Bronce en el Castell de Penàguila, en el Calvari
de Penàguila, en el Mas d’Is y en el poblado ibérico de Pitxòcol. A estos hallazgos se le
suman otros aparecidos por las laderas o valles de la zona prospectada, aunque su atribución cronológica es muy dudosa debido a lo escueto del material recuperado.
Actualmente se conocen otros yacimientos de esta época ubicados en las cercanías del
Barranc de Frainos o Tossals d’Aitana (Hernández, Ferrer y Català, 2000 y 1998; Ferrer,
2002), y un yacimiento en el fondo del valle perteneciente al Bronce Final denominado El
Molí, localizado por los miembros del Centre d’Estudis Contestans y posteriormente estudiado por J. L. Pascual (1986).
Fig. 5.- Ubicación de los yacimientos pertenecientes a la Edad del Bronce en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila: 1.Castell de Benifallim. 2.- Castell de Penàguila. 3.- Calvario de Penàguila. 4.- El Maset. 5.- Altet del Regadiuet. 6.- Cova del
Mas de Jaume. 7.- Camí de la Condomina. 8.- Penyes del Salt de Benilloba. 9.- El Molí. 10.- El Pitxòcol. 11.- Ull del Moro.
12.- Tossals d’Aitana (Barranc de Frainos). 13.- Mas d’Is.
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Tras la prospección realizada, a éstos hay que sumarle un total de 6 nuevos, con lo que
se computan un total de 12 yacimientos pertenecientes a la Edad del Bronce. En el mapa de
la figura 5 se aprecia una concentración alrededor del curso y afluentes del río Penàguila,
sobre todo ocupando la margen izquierda, laderas o cerros ubicados en la zona más montañosa, a diferente altura con respecto al llano. En la Vall de Seta y Travadell se observa una
ocupación del territorio semejante, aunque con un menor número de yacimientos documentados, posiblemente debido al menor grado de prospección de la zona y a niveles de erosión
superiores a los existentes en los valles de Penàguila.
6.2. Hipótesis sobre el modelo de ocupación del territorio
Para el estudio del poblamiento en la Edad del Bronce en el territorio prospectado es
necesario acudir a recientes estudios sobre el tema que pueden indicar una pauta a seguir.
Las zonas mejor conocidas y que pueden ofrecer una visión más completa en este aspecto
es la cubeta de Villena, que aunque algo alejada resulta muy interesante debido a que ha sido
sometida a recientes prospecciones sistemáticas (Jover, López y López, 1995; Jover y
López, 1999); la zona de la Vall d’Albaida (Ribera y Pascual, 1998) y la zona de Polop y
Foia d’Alcoi-Cocentaina.
En la cubeta de Villena se identifica un patrón de asentamiento durante el Bronce Pleno
–2300-1600/1550 cal BC–, caracterizado por unidades de asentamiento de diferente tamaño
siguiendo el estudio de F. Jover y J. López (1999). Los de mayor extensión tienen una dedicación agropecuaria, ubicándose en cerros o crestas montañosas, entre 20-70 m de desnivel con
respecto al llano, y situados equidistantemente, próximos tanto a los corredores naturales como
a las zonas con tierras potencialmente más fértiles. Otras unidades de asentamiento de pequeño tamaño se sitúan en torno a los anteriores, con la misma dedicación de tipo agropecuaria,
que colonizan nuevas tierras debido a un aumento demográfico. El tercer grupo lo constituyen
aquellos asentamientos de reducidas dimensiones ubicados en relieves montañosos de desarrollo vertical considerable y situados en la periferia de la cubeta. Se encuentran alejados de las
tierras aptas para el cultivo y cursos de agua, con una gran visibilidad, y a los que se les otorga
una funcionalidad eminentemente de control del territorio y vigilancia en determinados
momentos.
En el Bronce Tardío se reduce el número de yacimientos, concentrándose la población,
como ocurre en el Cabezo Redondo y Tabayá (Hernández, 1997; Jover y López, 1999).
Este modelo de ocupación del espacio parece semejante al existente en las comarcas de
l’Alcoià, el Comtat y la Vall d’Albaida, donde tuvo que existir un territorio ocupado por varias
comunidades campesinas de carácter familiar extenso que abarcarían la cabecera y curso del
río Serpis, incluyéndose por su proximidad las cuencas de los ríos Seta y Penàguila. Siguiendo
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los estudios realizados en el curso alto del Riu Serpis por F. Jover (1998) y G. Pérez (2000),
el poblamiento se caracterizaría por asentamientos ubicados en las estribaciones montañosas
que delimitan los diferentes valles, y en cerros próximos a los cursos fluviales y ramblas. Se
observan grandes diferencias en la situación de los yacimiento y en la accesibilidad a los recursos inmediatos. Un primer grupo estaría formado por los yacimientos ubicados en torno a los
1000 m de altura, y a más de 200 m de desnivel con respecto a las zonas llanas, ofreciendo
una cuenca visual muy amplia y con un entorno inmediato de nula capacidad agrícola. En la
zona de Alcoi estos yacimientos serían la Mola Alta de Serelles, L’Alt de l’Aviació y Les
Penyetes (Jover, 1998: 113; Pérez, 2000: 104). En la zona prospectada también se localizan
yacimientos con estas características, como Tossals d’Aitana o Barranc de Frainos (Jover,
1998: 113), El Castell de Penàguila, El Pitxòcol y La Serreta.
Por otro lado se documentan núcleos ubicados a escasos metros –entre 70 y 170 m– con
respecto a las tierras aptas para el cultivo y a los recursos hídricos, encontrándose normalmente en elevaciones o lomas y ofreciendo una cuenca visual limitada. Entre estos yacimientos puede citarse el Mas del Corral (Trelis, 1992) y El Pla (Jover, 1998). En las cuencas de los ríos Penàguila y Seta estos yacimientos estarían representados probablemente por
el Castell de Benifallim, Altet del Regadiuet, Calvari de Penàguila y Camí de la Condomina.
Un tercer grupo estaría formado por las cuevas, con carácter de hábitat secundario
(Martí, 1983) o carácter funerario. En la zona de Alcoi se ejemplifican ambos tipos de ocupación de las cuevas, siendo La Falguera y Abric de l’Abellar ejemplos del primer caso, y
Sotarroni ejemplo del segundo caso (Pérez, 2000). Para la zona prospectada sólo se cuenta
con los abrigos ocupados en els Tossals d’Aitana y en el Abric del Mas de Jaume, sin saber
con precisión el uso que pudieron tener.
La información que se posee para la cuenca de los ríos Seta y Penàguila en la Edad del
Bronce es menor que en los valles próximos que atraviesa el curso alto y medio del Serpis.
En la zona prospectada no ha sido excavado ningún asentamiento de la Edad del Bronce y
tampoco se conocen estructuras conservadas. No se tiene información sobre las dimensiones de los yacimientos localizados, debido en muchos casos a la construcción en fases posteriores de asentamientos de época ibérica o medieval, como ocurre en los yacimientos de
Pitxòcol, Castell de Benifallim y Castell de Penàguila; o bien a la intensa roturación de las
laderas y el llano. Pese a lo expuesto, pueden identificarse diferentes grupos de unidades de
ocupación repartidos por el territorio y una evolución en las estrategias utilizadas para la
ocupación y explotación del territorio. El encuadre cronológico de los yacimientos presenta grandes dificultades debido a lo poco representativo de los conjuntos materiales recuperados en las prospecciones. Se ha podido identificar un grupo de asentamientos pertenecientes al Bronce Final, proponiendo para el resto su adscripción cronológica en el Bronce
Pleno-Tardío, debido a la ausencia de elementos del Bronce Final y al entender que todos
ellos responden a una misma estrategia de ocupación del territorio.
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Durante el Bronce Pleno-Tardío existiría una compleja ocupación del territorio evidenciada por dos tipos o unidades de asentamiento diferentes. Como se ha señalado arriba, el Castell de Penàguila, Els Tossals d’Aitana, La Serreta y el Pitxòcol presentan las
características de los asentamientos tipo atalaya. Según las excavaciones realizadas en el
yacimiento de Barranco Tuerto (Jover y López, 1999) se identifican como lugares de control del territorio, apareciendo en las zonas montañosas periféricas, controlando las vías de
acceso y manteniendo una cierta equidistancia entre las mismas unidades de ocupación. En
el Castell de Penàguila y en El Pitxòcol se menciona el hallazgo de cerámicas a mano y
productos líticos en la cumbre. El primero se sitúa a casi 200 m de altura con respecto a
las zonas de ladera que pudieron ser sometidas a cultivo, y a una distancia bastante considerable, no habiendo tierras aptas para la explotación agrícola en las proximidades. El
lugar está muy bien protegido, existiendo un impresionante cortado al sur y una elevada
pendiente hacia el norte. Las condiciones geográficas que presenta el Pitxòcol son semejantes. Se ubica a unos 100-150 m de altura sobre las laderas actualmente roturadas y a
unos 250 m de altura sobre el llano, no existiendo zonas de cultivo aptas en las inmediaciones del asentamiento. Las condiciones defensivas del lugar son muy buenas, presentando pendientes muy pronunciadas por todas sus vertientes. El caso de Tossals d’Aitana es
más difícil de asegurar debido a la existencia de recursos hídricos cercanos –Barranc de
Frainos–, aunque se encuentran ubicados a considerable distancia con respecto al llano,
presentando un dominio visual excelente desde la cercana cumbre del Morro Carrascal. Un
cuarto punto pudo situarse en la cumbre de La Serreta, como evidencian hallazgos de
fragmentos de hachas y azuelas en la ladera sudoeste en las prospecciones realizadas, y
láminas de sílex según informa C. Visedo, documentándose con seguridad ocupación
durante el Brone Final (Simón, 1995).
Observando la figura 5 puede apreciarse su disposición claramente periférica con respecto a las cuencas hidrográficas, ocupando alturas alrededor de los 1000 m con amplia visibilidad hacia el valle donde se sitúan los principales recursos agropecuarios. Se aprecia cierto interés por la ubicación de este tipo de asentamientos repartidos de forma equidistante en
el territorio, oscilando las distancias que los separan entre 5 y 8 km, al igual que ocurre en
la cubeta de Villena. El control visual de la cuenca de los ríos Penàguila y Seta es completa, existiendo alta intervisibilidad entre las atalayas.
Desde La Serreta y El Castell de Penàguila se tiene alcance visual sobre todas las atalayas. Desde Pitxòcol se ve La Serreta y El Castell de Penàguila, y desde Els Tossals d’Aitana
se ve El Castell de Penàguila y La Serreta. Además del control visual sobre toda la cuenca mencionada, se infiere una intencionalidad por buscar aquellos puntos más idóneos para el control
de las principales vías naturales de comunicación. De esta manera, desde La Serreta se controlaría de forma excepcional las principales vías de paso, que bien por el curso del río Seta o
por la falda norte de Els Plans, comunicarían esta zona con la Vall d’Alcoi y Cocentaina. Els
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Tossals d’Aitana realizarían un control de dos vías de comunicación diferentes, en esta ocasión
secundarias. Una de ellas se dirigiría, salvando el Port de Tudons, hacia la vertiente sur de la
Aitana, buscando posiblemente las zonas costeras situadas cerca de Villajoyosa. La otra iría por
la falda sur de La Serrella, siguiendo el cauce del río Algar. El mismo control pudo ejercer el
Pitxòcol sobre la vía de comunicación que desde la cabecera del río Seta se dirige hacia la Vall
d’Alcalà, Vall d’Ebo y Vall de Laguart. El Castell de Penàguila no parece ejercer ningún tipo
de control especial sobre vías principales o secundarias de acceso, aunque su ubicación centrípeta con respecto al resto de atalayas y al valle, puede ser razón suficiente como para suponerle una gran importancia en el control del territorio.
Una segunda unidad de asentamiento estaría formado por aquellos yacimientos que se
encuentran ocupando las laderas o cumbres de cerros muy próximos a recursos agropecuarios
e hídricos, representados en la figura 5 con los números del 5 al 9. En líneas generales ocupan
zonas sin grandes defensas naturales pero sí buscando un cierto dominio visual del entorno
inmediato, ocupando ligeras elevaciones situadas en el valle –cerros o lomas–, como se observa en todos los yacimientos de esta segunda unidad de asentamiento. No podemos ofrecer
datos en cuanto a extensión de estos asentamientos debido a la falta de existencia de excavaciones, a las roturaciones que han afectado de forma grave a algunos yacimientos como Camí
de la Condomina, a efectos erosivos especialmente en el Altet del Regadiuet, o a reocupaciones posteriores caso del Castell de Benifallim. Lo único que se puede apuntar al respecto es
que parece tratarse de pequeños poblados, tal vez formados por un escaso número de cabañas,
sin llegar a las dimensiones de los poblados del mismo tipo documentados en las cuencas vecinas de Alcoi y Cocentaina. La disposición en el territorio de estos yacimientos parece responder sólo a causas de explotación del mismo, por lo que tienen una clara vocación agrícola, buscando las tierras aptas para la explotación de cultivos de carácter extensivo de secano ya propuesto para otras áreas, por ejemplo la cubeta de Villena (Jover y López, 1999). Así lo demostraría el hallazgo de dientes de hoces, cerámicas de almacenamiento y molinos detectados en
algunos de estos yacimientos, caso de camí de la Condomina o Castell de Benifallim.
La disposición de estos asentamientos es un tanto aleatoria, no guardando un patrón de
equidistancias tan evidente como en las atalayas, sino que posiblemente esté más relacionada con otros parámetros como el nivel demográfico o el rendimiento de las tierras, recursos hídricos y forestales.
En resumen se documenta durante el Bronce Pleno-Tardío un tipo de poblamiento
muy parecido al resto de la comarca de l’Alcoià y El Comtat, caracterizado por un sistema doble de control y explotación del medio. La principal diferencia que se observa, comparando el poblamiento en las cuencas de los ríos Penàguila y Seta con respecto al resto
del curso alto y medio del río Serpis, es en el tamaño de los asentamientos, siendo los primeros de menores dimensiones y llegando a nosotros altamente transformados. También
se aprecia una menor densidad de asentamientos con respecto a la vertiente de la sierra
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Mariola que mira al cauce del Serpis y el curso medio de este río, donde parece concentrase el grueso de la población en estos momentos. Sin embargo, puede apuntarse que los
valles de Penàguila y Seta mantenían un número de población no despreciable durante el
Bronce Pleno-Tardío.
La posible razón de que esta zona no experimente una ocupación tan densa como la
atestiguada en la cabecera y curso del Serpis puede deberse a diversas cuestiones, entre las
que se cree puede jugar un papel importante la ubicación algo secundaria de la Vall de Seta
y Penàguila con respecto a las principales vías de comunicación hacia la costa; que cobran
máxima importancia en estos momentos debido al progresivo aumento de la aridez, el desarrollo del comercio marítimo y el creciente interés por las zonas lagunares.
El río Vinalopó actuaría como el principal corredor entre la costa mediterránea y el interior meseteño a través de los pasos de Almansa y Caudete (Ruiz-Gálvez, 2002: 142).
l’Alcoià y el Comtat sería un corredor transversal que conectaría la comarca de Agres con
el Alto Vinalopó, quedando por tanto las cuencas de los ríos Seta y Penàguila en una posición secundaria siendo un valle “cerrado” hacia el este.
En el Bronce Final parece producirse un cambio importante en el patrón de asentamiento, que conducirá progresivamente a la ocupación de las zonas llanas. Así, se documentan en las cuencas prospectadas 5 yacimientos ubicados en zonas llanas con gran potencialidad agrícola e importantes recursos hídricos, que presentan conjuntos materiales característicos del Bronce Final I. Estos yacimientos se caracterizan por su escaso tamaño y la
reocupación de antiguas zonas explotadas durante el Neolítico II, como se observa en el
yacimiento de El Maset y en Les Penyes del Salt.
Sin embargo sigue documentándose la ocupación de zonas altas, como lo muestra el
hallazgo en La Serreta de fragmentos de láminas de sílex, hachas y azuelas pulidas y fragmentos de molinos, junto a un hacha de apéndices laterales que se encontró en el sector G,
departamento 5, durante las excavaciones dirigidas por M. Tarradell y estudiada recientemente por J. L. Simón (1995: 178), englobándola dentro de la metalurgia del Bronce Final
(entre el 1100 y el 700 a.C.).
6.2. Los recursos explotados y la evolución del poblamiento en la edad del Bronce
En el presente apartado se pretende establecer la relación existente entre los diferentes
yacimientos documentados y los recursos inmediatos que pudieron ser explotados. En la
figura 5 se puede apreciar la disposición de todos los yacimientos de la Edad del Bronce con
respecto a los cursos fluviales y a las tierras de mayor capacidad agrícola.
Se observa claramente la gran distancia entre las atalayas y las tierras de buena calidad
constatadas en la actualidad, disponiéndose entre ellos tierras de menor calidad y con pen—119—
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dientes muy elevadas, actualmente roturadas mediante abancalamientos. Queda por tanto
bastante claro el escaso interés de estos asentamientos por la actividad agrícola. El Abric del
Mas de Jaume y los abrigos de Tossals d’Aitana pueden interpretarse como lugares de hábitat secundario, denominándoseles en la bibliografía como cuevas refugio o redil (Martí y
Bernabeu, 1992). También se ha señalado que algunas de estas cuevas pueden ser el precedente más inmediato de las cuevas santuario ibéricas, ya que en muchas ocasiones aparecen
restos de ambas culturas (Hernández, 1985: 106)
Los asentamientos ubicados en cerros o laderas cerca del llano están próximos a tierras
con elevada potencialidad agrícola, no encontrándose ninguno sobre éstas. La distancia a
este recurso suele ser inferior a los 500 m, no superando nunca el kilómetro de distancia. Es
evidente la existencia de una estrecha relación entre este recurso y los asentamientos, los
cuales también se encuentran cerca de los cursos fluviales, ocupando, tanto la cabecera de
los ríos próxima a las laderas, como zonas centrales del valle.
En el Bronce Final, siguiendo el modelo ya descrito, se ocupa de nuevo el llano, apareciendo los yacimientos sobre las tierras potencialmente agrícolas al igual que ocurría en
fases anteriores –Neolítico o H.C.T.–. Este modelo que empieza a desarrollarse en estos
momentos preludia los profundos cambios que darán lugar a la Cultura Ibérica.
7. CONCLUSIONES
La explotación durante el Paleolítico Medio de diferentes recursos naturales –sílex,
control manadas/recursos fluviales y recursos de montaña– puede inferirse en la actualidad
mediante el estudio de las características de los yacimientos documentados y de sus conjuntos industriales. De esta forma se han podido identificar lugares de explotación de sílex
o talleres, zonas de hábitat al aire libre o campamentos cercanos a zonas lagunares y con
buen control visual sobre el valle; y por último abrigos en zonas de montaña que pueden
relacionarse con la explotación de recursos vinculados a este medio –caza o recolección–.
Los datos obtenidos durante las labores de prospección, referentes a los asentamientos
pertenecientes a los primeros grupos humanos de economía productora, nos ha conducido a
plantear un modelo de ocupación/explotación en el que las zonas húmedas pudieron funcionar como vertebradoras del poblamiento. Las ventajas que pudo ofrecer este sistema a los primeros campesinos, en un período de densa cobertura vegetal en el que detectar las tierras aptas
para el cultivo era un gran problema, fueron varias. Entre éstas se encuentra el poder explotar
tierras de gran potencialidad agrícola con un coste de trabajo y tiempo mínimo, tan solo modificando o controlando los pequeños cursos de agua que nutrían a las zonas húmedas.
Las grandes diferencias que pueden establecerse entre los yacimientos de la fase anterior con el Neolítico II, apuntan hacia una transformación sustancial. Los argumentos que
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aportamos para justificar la frase anterior se apoyan en un cambio radical tanto en la ubicación geográfica de los asentamientos como de su morfología. Estos pasan a ocupar amplias
zonas siempre cercanas a cursos fluviales que hacia VI milenio A.P. empezaban a formarse
en el territorio estudiado, y siempre sobre las tierras de mejor calidad para la agricultura.
Los materiales arqueológicos suelen aparecer ampliamente diseminados, abundando en
gran medida los útiles líticos.
De los datos obtenidos para el período del Neolítico II, podemos interpretar transformaciones que afectan tanto al modelo de asentamiento como al de explotación. Con respecto al primero apuntar que frente a la nuclearización de los asentamientos durante las
primeras fases del Neolítico Antiguo, ahora el poblamiento se expande ocupando ambas
cuencas.
Una de las bases fundamentales en la que apoyamos el por qué de los cambios en el
registro arqueológico que empieza a constatarse a finales del Neolítico I, es el desarrollo de
una nueva técnica en la explotación agrícola del territorio: el sistema de rozas. Según los
datos expuestos parece que es en estos momentos cuando comienza a producirse un tipo de
cultivo extensivo en las cuencas de los ríos Seta y Penàguila, ocupando amplias zonas de
terreno clareadas mediante el uso del fuego. Con el empleo de esta técnica podría percibirse directamente la calidad de los suelos, a la vez que se producía el aumento de su fertilidad por el aporte de materia orgánica. A todo esto debe sumarse un posible aumento demográfico y transformaciones de tipo climático que favorecieron la desecación de las zonas
húmedas y la roturación de amplios espacios.
Otra gran transformación parece constatarse de forma clara durante el Horizonte
Campaniforme de Transición. En estos momentos se inicia una tendencia encaminada a la concentración del poblamiento en determinadas zonas del valle, lo que se constata en la existencia
tan sólo de 5 asentamientos localizados, cuya distribución y localización geográfica apunta
hacia el desarrollo de un interés estratégico por el control del territorio y los recursos.
Este proceso culminará en la Edad del Bronce, donde planteamos un modelo de poblamiento semejante al existente en áreas vecinas como la cuenca alta del Riu Serpis o la cubeta de Villena. De esta forma hemos podido identificar asentamientos tipo atalaya, otros ocupando cerros o lomas cercanos al valle y por último se constata el uso de los abrigos y cuevas como hábitats de carácter secundario.
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