
El País Valenciano entre el final del Neolítico y la Edad del Bronce
Joan Bernabeu Aubán
Immaculada Guitart Perarnau
Josep Lluís Pascual Benito
[page-n-159]
ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVID (Valencia, 1988)
J. BERNABEU, I. GUITART Y J. Ll. PASCUAL
(Valencia)
EL PAIS VALENCIANO ENTRE· EL FINAL DEL NEOLITICO
Y LA EDAD DEL BRONCE
No hace mucho, en el marco del coloquio que sobre el Eneolítico Valenciano se
realizó en Alcoy, uno de nosotros (1) proponía la revisión del concepto de Eneolítico
en su aplicación tradicional al caso concreto del País Valenciano; se consideraba
entonces que los rasgos definidores que, en su día, Pla (2) utilizara para la caracterización del período como una entidad cultural diferenciada del Neolítico, habían perdido
parte de su significado al aparecer también en contextos claramente neolíticos; así, las
puntas de flecha, los enterramientos colectivos en cuevas naturales y la generalización del hábitat en poblados, generalmente situados en las tierras bajas -los tres
rasgos básicos en la definición-, comenzaban a constatarse ya con anterioridad, al
menos desde fines del IV milenio a.C. Este hecho, por otra parte, venía a relacionar
nuestra secuencia con un fenómeno más general visible en el Mediterráneo Occidental, donde estos rasgos, como veremos más adelante, están presentes ya en las diferentes culturas del Neolítico Medio o Final, según las nomenclaturas.
Aunque pueda extrañar a primera vista, la presencia del metal y menos aún de la
metalurgia, no podía desempP.ñar, ni antes ni ahora, un papel esencial en la definición
de este período; y ello por una simple razón: en los contextos propios de la segunda
mitad del III milenio a.C., el metal es muy escaso y la metalurgia aún inexistente.
Fue en base a estas circunstancias que se propuso considerar al Eneolítico en el
País Valenciano, no tanto como una cultura diferenciada, sino como una suerte de
período evolutivo dentro de las culturas finales del Neolítico, si bien con la particula-
(1) J. BERNABEU: «El Eneolftico Valenciano: ¿Horizonte cultural o cronológico?>>. Actea del coloquio de Alcoi. Instituto Juan Gil·Albert.
Alicante. 1986, págs. 3 y as.
.
(2) E. PLA: •La covacha de Ribera (Cullera, Valencia)>>. Archivo de Prehistoria Levantina. VII. Valencia, 19118, págs. 23 y u.
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J. BERNABEU, l. GUITART Y J. LL. PASCUAL
Fig. l.-Yacimientos citados en el texto:
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8: Puntal sobre Rambla Castellarda (Lliria).
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8: Atareó (Bélgida).
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9: Cova de la Solana d'Almuixic (Oliva).
10: Cova de l'Or (Beniarrés).
11: Cova d'En Pardo (Planes).
12: Turballos (Muro).
13: Marges Alts (Muro).
14: Niuet (1'Alqueria d'Asnar).
15: Benataire-Pequis (Cocentaina-Muro).
16: L' Alcúdia (Cocentaina).
17: Les Jovades (Cocentaina).
18: Abric de l'Escurrupenia (Cocentaina).
19: Les Trilles (Cocentaina).
20: Les Llometes (Alcoi).
21: Cova de la Pastora (Alcoi).
22: Cova Ampla del Montgó (Xa\bia).
23: Cova de les Cendres (Teulada).
24: Cova de la Barsella (Torre de les Massanes).
25: Casa de Lara (Villena).
26: Arenal de la Virgen (Villena).
27: El Peñón de la Zorra (Villena).
28: La Macolla (Villena).
29: El Promontori (Elx).
30: Les Moreres (Crevillent).
31: El Rincón (Redován).
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
3
ridad de que, a partir de las influencias llegadas desde los grandes focos metalúrgicos
peninsulares -sobre todo desde el SE-, ese viejo fondo cultural Neolítico irá paulatinamente transformándose hasta desembocar, dentro de lo que se ha denominado
Horizonte Campaniforme de Transición (HCT), en formas próximas al Bronce Valenciano.
El presente trabajo pretende retomar de nuevo esta problemática en el punto en
que puede tratarse desde la perspectiva de los recientes aportes de la investigación.
1. LA SECUENCIA CULTURAL
El desarrollo de la investigación en los últimos años ha venido a modificar, en su
concepción misma, la secuencia cultural neolítica admitida para el País Valenciano, y
basada en la clásica sucesión tripartita de Neolítico Antiguo, Medio y Final.
Aunque en ningún momento se explicitaba convenientemente, implícitamente podía suponerse que estas tres etapas conformaban otras tantas culturas neolíticas
diferenciadas; esta suposición, sin embargo, es esencialmente incorrecta. En efecto, en
un reciente trabajo, uno de nosotros (3), partiendo de los presupuestos metodológicos
expresados por Clarke (4), ha mostrado como en realidad, los cambios visibles en la
cultura material -muchas veces reducidos a variaciones en las decoraciones cerámicas- tan sólo permiten definir dos culturas neolíticas diferenciadas, no constituyendo, en el resto de los casos, más que simples etapas dentro de la evolución de éstas:
l. El Neolítico 1 (ca. 5.0000-3.400 a.C.), relacionado con el grupo cultural de la
cerámica impresa mediterránea y que abarcaría lo que, con anterioridad, se agrupaba
bajo las denominaciones de Neolítico Antiguo y Medio.
2. El Neolítico 11 (ca. 3.400-2.500), relacionado con el grupo de culturas que antaño
formaron parte del llamado Neolítico Occidental; agruparía a los anteriores Neolítico
Final 1 y IT. En nuestra opinión el conjunto del Eneolítico en el País Valenciano debe
considerarse como una etapa en la evolución de esta cultura neolítica donde sus
etapas finales -el denominado HCT- conformarían un período de transición entre
ésta y el Bronce Valenciano, lo que intentaremos mostrar en las páginas que siguen.
La sucesión entre estas dos culturas es visible, en el País Valenciano, a través de
las estratigrafías logradas en la Cava de l'Or y, sobre todo, de la Cava de les Cendres.
En este último yacimiento las excavaciones aún en curso han exhumado un total de
más de 20 niveles de ocupación agrupados en 10 fases. De éstas, las fases Cendres VII y
VI corresponden a los momentos de transición entre el Neolítico I y IT. A juzgar por los
restos recuperados, mayoritariamente cerámicos, el cambio entre una y otra cultura
parece realizarse mediante una transformación gradual-a lo largo de cinco niveles
(8) J. BERNABEU: «La tradición cultural de laa cerimicaa impresaa en la Zona Oriental de la Perúnsula Ibérica». Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia (en prensa).
(4) D. L. CLARKE: ~Arqueolo¡fa Analftica». EcL Ballaterra. Barcelona, 1984.
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Fig. 4.-Material cerámico procedente de Casa de Lara (Villena) (1, 2). Cova del Balunet (Cocentaina) (3), y
La Macona (Villena) (4, S).
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EL F1NAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
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de ocupación-, reduciéndose paulatinamente las formas y decoraciones típicas del
Neolítico de cerámicas impresas y desarrollándose, paralelamente, las características
propias del Neolítico 11.
Aparte de "'~+os, existe un buen número de yacimientos y niveles relacionables con
el Neolítico 11 y, al menos en parte, anteriores a la aparición del metal: la fase 1 de la
Ereta del Pedregal (5), La Macolla (6), Les Jovades y la fase 11 de la Cova d'En Pardo
(7), entre los mejor conocidos.
En base a todos ellos se propuso la subdivisión del Neolítico 11 en dos horizontes
culturales:
- Un Neolítico 11 A, representado por la fase V de Cendres, la fase m de Or y la
fase 11 d'En Pardo. Este horizonte, paralelizable con el Chasense en el S. de Francia y,
quizás, con un momento antiguo de los sepulcros de fosa (8), estaría caracterizado por
el desarrollo de la decoración esgrafiada, así como por ciertos tipos cerámicos exclusivos o más abundantes en este momento (platos de ala plana, vasos con cuello y panza
elipsoidal, etc.). Aunque no poseemos ninguna datación, podemos atribuir a este
horizonte una duración en paralelo con el chasense francés, es decir, una cronología
entre el 3.400 y el 2.800 a.C., aproximadamente.
Esta larga duración del período se comprueba con claridad en la secuencia de la
Cova de les Cendres, donde se ha constatado la presencia de un mínimo de tres niveles
de ocupación pertenecientes al mismo.
- Neolítico ll B, representado por la fase IV de la Cova de les Cendres, el nivel 1
de la Ereta del Pedregal y el poblado de la Macolla, sus principales características
serían:
l. La desaparición, o la drástica reducción, de la decoración esgrafiada.
2. La aparición y/o desarrollo de las decoraciones realizadas mediante triángulos
incisos rellenos de impresiones de punzón - tema repetitivo en buena parte de los
contextos del sur peninsular en momentos finales del Neolítico (fig. 4).
3. La aparición y desarrollo de las fuentes de diversa tipología (figs. 2 y 3).
4. La disminución, o desaparición, de los clásicos platos de ala plana.
Por otra parte, si consideramos globalmente a este Neolítico 11, sus características
definidoras, y que lo diferencian del Neolítico 1 son:
l. La drástica reducción de las cerámicas decoradas, que del 70-80% en contextos
del Neolítico 1, pasan ahora a ocupar un máximo del 10-15% de la totalidad de los
recipientes.
(5) E. PLA, B. MARTI Y J. BERNABEU: «La Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) y los inicios de la Edad del Bronce». XVI Conp-eso
Nacional de Arqueologia (Murcia.Cartagena. 1982). Zaragou, 1983, p6p. 239 y ss.
(6) J. M. SOLER: «El Eneolftico en Villena (Alicante)>•. Dpto. de Hiatoria Antigua. Universidad de Valencia, Serie Arqueo16gica, 7.
Valencia, 19tll.
(7) J . Ll. PASCUAL: «Lea Jovadas (Cocentaina). Notes pera l'estudi del poblament eneolftic a la conca del riu Alcoi». En «El Eneolftico en
el Pafs ValencianO». Aetaa del coloqnio de Alcoy. Instituto Juan Gil-Albert. Alicante, 1986, p6gs. 7S y BB.
BERNABEU: Op. cit. en la nota S.
(8) J. BERNABEU: «La evoluci6n del Neolítico en el Pafs ValencianO». Reviata dellnatltuto de Estudios Alicantinos. nWn. 87. Alicante,
1982, págs. 86 y as.
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J. BERNABEU, l. GUITART Y J. LL. PASCUAL
2. Un considerable aumento de los recipientes planos (platos, fuentes, escudillas,
cazuelas), que de porcentajes siempre inferiores al 10% durante el Neolítico 1, pasan
ahora a ocupar entre el 30 y el 40%.
3. Un mayor peso específico de las formas carenadas y con hombro, prácticamente
ausentes con anterioridad.
4. Un desarrollo en la producción de cerámicas finas (grosor de paredes <6.5 mm.),
que de porcentajes situados en torno al 20% durante el Neolítico 1, pasan a situarse
entre el 40 y 50%.
5. Las asas, de notable desarrollo tipológico con anterioridad, pierden ahora importancia, siendo en gran medida sustituidas como elementos de prehensión por los
mamelones, en ocasiones perforados, y las lengüetas.
6. Un espectacular desarrollo del retoque plano, junto con la aparición de las
puntas de flecha bifaciales y la utilización de las placas de sílex tabular.
7. Una significativa reducción de la tipología ósea tradicional, que prácticamente
se reduce a los punzones, pasadores y espátulas, desarrollándose, sin embargo, los
adornos realizados sobre hueso.
8. El desarrollo del hábitat en poblados situados en las tierras llanas, con estructuras generalmente excavadas en el subsuelo (silos, fosos, etc.), y sin aparentes preocupaciones defensivas.
9. La utilización de las cuevas naturales como sepulcros colectivos.
Ciertamente, con estas características -y, sobre todo, si añadimos las correspondientes al Neolítico IIB- cabrían cómodamente los conjuntos propios del Eneolítico
valenciano, tanto el pre-campaniforme como el campaniforme, como veremos más
adelante. Sería justamente esta unidad éulturalla responsable de la dificultad que, en
ocasiones, presentan determinados yacimientos en su reducción al Neolítico o al
Eneolítico, de no ser por la aparición del metal, siempre escaso, o de alguno de los
objetos de clara cronología calcolítica. En resumidas cuentas, lo que parece desprenderse de esta situación es que nos encontramos ante una serie de conjuntos arqueológicos de cronología diversa, pero pertenecientes todos ellos a la misma cultura, el
Neolítico TI.
Para comprobar este supuesto hemos elaborado el cuadro de la figura 5, donde se
presentan los valores porcentuales que para diversas variables cerámicas poseen los
conjuntos arqueológicos situados entre el final del Neolítico 1 y el Bronce Valenciano.
Asimismo, y a título comparativo, se han incluido también los porcentajes correspondientes a estas mismas variables pero referidas a conjuntos del Bronce Valenciano
--Serra Grossa (9), Muntanya Assolada (10), Cabeco Navarro (11)- y del Neolítico 1
-Cova de l'Or y Cova de les Cendres (12).
(9) E. A. LLOBREGAT: «El poblado de la cultura del Bronce Valenciano de la Serra Grosaa, Alicante». Papeles del Laboratorio de
Arqueología de Valencia, núm. 6. Valencia, 1969, págs. 31 y 1111.
(10) B. MARTI: «La Muntenya Aaaolada (Alzira, Valencia)». Lucentum U. Alicante, 1983, págs. 43 y 1111.
(11) R. ENGUIX: «Cab~o Navarro o Cabe~o deis Alforins de Onteniente. Poblado de la cultura dal Bronce Valenciano». Papeles dal
Laboratorio de Arqueología de Valencia, núm. 10. Valencia, 1970, págs. 63 y 1111.
(12) BERNABEU: Op. cit. en la nota 3.
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
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Aparte las técnicas decorativas, se han tabulado también los valores de:
- Cerámicas finas (grosor de paredes no superior a 6.5 mm.).
- Los apartados A, B, C, D e IC, se refieren a variables tipológicas. Así, la clase A
está constituida por todos aquellos recipientes planos o muy planos (con un Indice de
Profundidad -IP- inferior a 46); la clase B recoge a los recipientes situados entre 46
y 70; la clase C a todos aquellos cuyo IP supere el valor 70, y la clase D a los
microvasos o aquellas formas para las que no tiene sentido la aplicación del IP
(cucharones, tapaderas, etc.). Finalmente, el IC se refiere al índice de formas carenadas y con hombro en relación al conjunto de la industria.
Con estos datos hemos pretendido verificar, mediante la realización de un análisis
«cluster», hasta qué punto era posible mantener, con los datos actualmente disponibles, la hipótesis propuesta, es decir, que el conjunto de la secuencia cultural del País
Valenciano entre el Neolítico y la Edad del Bronce se agrupa en torno a dos grandes
culturas, que hemos denominado Neolítico 1 y 11. Los resultados, contenidos en la
figura 6, permiten mantener en buena medida este supuesto. En efecto, en el dendrograma resultante pueden distinguirse con claridad tres grupos:
- El formado por los conjuntos correspondientes al Neolítico l.
- El formado por el conjunto correspondiente al Bronce Valenciano.
- Y el formado por los conjuntos antes atribuidos por nosotros al Neolítico 11, que
incluiría a los conjuntos:
l. NITA, formado por los niveles Cendres V, Or 111 y En Pardo 11 (Bernabeu, e.p.).
2. Ereta 1, formado por los materiales del nivel 1 de este yacimiento, más los de las
fases IV de Cendres y 11 de Or, cronológicamente relacionables con éste.
3. Los materiales del poblado de la Macolla (13).
4. Ereta 11.
5. HCT, formado por los materiales de Ereta m, los niveles campaniformes de
Cendres (fases m y 11) y los materiales procedentes de los poblados campaniformes de
Bélgida (14).
Si a ello añadimos que el comportamiento de las industrias lítica y ósea dentro de
este último grupo es también homogéneo en sus grandes líneas, convendremos en que
los datos actuales permiten suponer, con bastante fiabilidad, la hipótesis inicialmente
propuesta.
Evidentemente, existen vañaciones en la cultura material de los yacimientos de
este último grupo. Variaciones que afectan a la mayor o menor presencia de determinados tipos o decoraciones cerámicas, de elementos de adorno e incluso de ciertos
tipos líticos (dientes de hoz), y que no siempre estamos en condiciones de establecer
con la necesaria fiabilidad. Con todo, en base a algunas de estas variaciones, así como
a las secuencias estratigráficas logradas en los yacimientos de Or, Cendres y Ereta del
(13) l. GUITART: «Neolítico y Eneolítico en el Alto Vinalopó». Tesis de Licenciatura. Universidad de Valencia. Valencia, 1987 (inédita).
(14) J . BERNABEU: «El Vaso Campanironne en el Pafs ValencianO». Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica de
Valencia, 80. Valencia, 1984.
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HCT
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
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Ereta I
NIIA
Ffg. 6.-Resultados del análisis cluster correspondientes a los casos
y variables de la ng. S.
-169-
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12
J . BERNABEU, l. GUITART Y J. LL. PASCUAL
Pedregal, puede proponerse una secuencia cultural para este Neolítico 11 que consideraremos válida en sus grandes líneas. La cronología señalada debe considerarse
oriéntativa, habida cuenta de que carecemos de fechaciones absolutas para estos
períodos.
l. Neolítico IIA. Horizonte de las cerámicas esgrafiadas (ca. 3.400-2.800 BC), cuyas
características hemos descrito ya con anterioridad.
2. Neolítico liB. Horizonte pre-campaniforme, que incluiría tanto al llamado Eneolítico Inicial o pre-campaniforme (15), como al denominado Neolítico Final de cerámicas
lisas o Neolítico Final 11 (16), es decir el período comprendido entre el final del
Neolítico IIA y la aparición del fenómeno campaniforme. En base a las estratigrañas
observadas en la Ereta del Pedregal (17) y en la Cova de les Cendres (18), podría
mantenerse una subdivisión de este horizonte en dos fases:
* IIB1, o fase Ereta 1 (ca. 2.800-2.500 BC), momento representado, entre otros, por
las fases 1 de la Ereta del Pedregal, el nivel H6 de la Cova de les Cendres, y el poblado
de la Macolla, Villena.
* IIB2, o fase Ereta 11 (ca. 2.500-2.200/100 BC), momento representado por la fase 11
de la Ereta del Pedregal, y el nivel H5 de Cendres.
La definición de estas fases se encuentra, sin embargo, lejos de estar bien establecida en lo que a la cultura material se refiere. Ello hace en ocasiones diñcilla reducción
de determinados conjuntos -sobre todo los procedentes de los poblados- a uno u otro
período.
Un fenómeno similar ocurre también con las necrópolis, sobre todo si tenemos en
cuenta que algunos de los ornamentos considerados típicos del Eneolítico, bien pudieran aparecer con anterioridad; es el caso, por ejemplo, de los clásicos objetos acanalados, presentes en algunas necrópolis que como Cova d'En Pardo, Cova de la Solana
d' Almuixich (19) o el abrigo de l'Escurrupenia (20) aparecen asociados a materiales
diñcilmente encuadrables en el Eneolítico (Ereta 11).
A este respecto conviene señalar, además, que carecemos todavía de suficiente
información con respecto a las necrópolis del Neolítico 11 en su conjunto, y, en
especial, de la fase Ereta 1; en otras palabras, que resulta dificil determinar, hoy por
hoy, qué conjunto de ornamentos -elementos típicos de las necrópolis- están presentes ya con anterioridad a la fase Ereta 11. Así, tal vez debieran incluirse en este período
los primeros colgantes acanalados, las cuentas y colgantes de piedra verde y los
colgantes ovalados fabricados sobre concha.
En resumidas cuentas, las características materiales de una y otra fase resultan,
hoy por hoy, diñciles de establecer y, a juzgar por los datos disponibles, resultan más
(16) E. A. LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para al estudio del Neolftico al Hierro en la Región Valenciana>>. Papeles del Laboratorio de
Arqaeologfa. núm 11. Valencia, 1976, p4p. 119 y sa.
(16) BERNABEU: Op. cit. en la nota 8.
(17) PLA et alié Op. cit. en la nota li.
(18) BERNABEU: Op. cit. en la nota 3.
(19) J . APARICIO et alii: «Carta Arqueológica de la Satoroo. lnatituto de Eatudios Alfonso el Viejo. Gandfa, 1983.
(20) J . LI. PASCUAL: «La vall alta i mitjana del riu Alcoi del Neolítica Edat del BronJe>t. Teait de Licenciatura. Universidad de Valencia.
Valencia, 1986 (intldita).
-170-
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
13
significativos los paralelismos entre ambas que sus diferencias. La presencia del metal
no puede utilizarse en este caso ya que, con anterioridad al campaniforme, éste es muy
escaso y, frecuentemente, no se documenta fuera de algunas escasas necrópolis (21).
Tampoco los adornos considerados más típicos de la fase Ereta 11 (ídolos oculados,
cuentas y colgantes de ámbar, etc.) ya que, fuera de las necrópolis su presencia es más
bien escasa. En nuestra opinión, tan sólo la profundización en el estudio de los
poblados de llanura, muchos de los cuales parecen incluirse en este horizonte, permitirá en un futuro abordar con una base más sólida este problema. En consecuencia,
parece más aconsejable intentar una descripción de las características materiales de
este horizonte en su conjunto, indicando su evolución cuando sea posible.
- Entre las decoraciones cerámicas, están presentes ~n este momento las incisas y
las impresas de punzón, que suelen aparecer combinadas formando los clásicos motivos de triángulos incisos rellenos de impresiones (fig. 4). Es posible que, al menos
algunas decoraciones incisas, perduren durante la fase Ereta 11, pero no disponemos de
datos suficientes para corroborar este extremo. Un fenómeno similar ocurre con las
cerámicas pintadas, cuyo reciente hallazgo en el yacimiento de Niuet, parece confirmar su presencia, al menos durante la fase Ereta l.
- Las cerámicas peinadas están presentes en ambos momentos, si bien es posible
que sus porcentajes relativos sufran variaciones entre las dos fases consideradas.
- En lo que se refiere a la tipología cerámica, la característica de este período es,
sin duda, el desarrollo de las fuentes. Entre éstas, quizás la de borde engrosado, por sus
paralelos con el S. peninsular, deban considerarse propias de la fase Ereta 11; en el
resto de los casos no existen, hoy por hoy, datos suficientes para establecer la
cronología relativa de estos tipos.
- La industria lítica no parece sufrir variaciones apreciables entre los dos períodos considerados. De todos modos, habrá que esperar a que se publiquen las extensas
series de la Ereta del Pedregal antes de poder pronunciarse definitivamente en este
sentido.
- El conjunto de los adornos, realizados en hueso, piedra, concha u otras materias, es beneficiario de un considerable desarrollo tipológico: agujas y colgantes de los
más diversos tipos; botones; cuentas; ídolos planos y oculados, etc. Desgraciadamente,
no siempre estamos en condiciones de precisar su cronología, excepto los casos más
claros que, como los ídolos oculados, parecen ser exclusivos de la fase Ereta 11,
pudiendo perdurar durante el Horizonte Campaniforme.
En conclusión, el conjunto de estas características parece suficiente para seguir
manteniendo la interpretación propuesta por uno de nosotros (22) no hace mucho: que
las innovaciones que se produjeron en nuestras tierras coincidiendo con la aparición
de la metalurgia -y que no siempre estamos en condiciones de precisar- no afectaron
sustancialmente a la estructura cultural sobre la que actúan, limitándose a difundir
la
(21) J. V. LERMA: •>. Archivo de Prehistoria Levantina, XVI. Velencia, 1981, págs. 129 y oa.
(22) BERNABEU: Op. cit. en la nota 14.
-171-
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14
J. BERNABEU, 1 GUITART Y J. LL. PASCUAL
algunos artefactos, casi todos ellos relacionados con el mundo funerario (cuentas de
glóbulos, ídolos de hueso, materias primas exóticas, como el ámbar, etc.), mientras que
el grueso de la cultura material, así como los patrones de habitación y enterramiento,
atienden todavía a tradiciones claramente Neolíticas. No debemos olvidar que tanto
los clásicos poblados de llanura con estructuras excavadas, como las necrópolis
colectivas, son fenómenos claramente documentados con anterioridad a la aparición
del metal (vide más adelante, puntos II y ID).
Es en este contexto donde ha de valorarse la presencia, en el S. del País Valenciano, de un poblado calcolítico pre-campaniforme que rompe el modelo de poblamiento
de las tierras bajas característico de nuestras tierras, acercándose, por contra, al
patrón más característico de la Cultura de Los Millares; nos referimos al poblado de
altura fortificado de Les Moreres, que presenta una doble línea de paramento defensivo con bastiones (23). Ello plantea la posibilidad de conferir un matiz diferencial a las
comarcas más meridionales del País Valenciano - las situadas entre el Segura y el
Vinalopó- que, no lo olvidemos, mostrarán una indudable presencia argárica durante
la Edad del Bronce.
Esta impresión de continuidad entre las fases Ereta 1 y n, subrayada en otras
ocasiones, se refuerza si consideramos dos fenómenos a nuestro entender esenciales:
l. La ausencia del fenómeno megalítico en nuestras tierras, hecho suficientemente
resaltado en la bibliografia y explicado en función de la fuerte tradición neolítica local (24).
2. La ausencia de actividades metalúrgicas y, en general, la escasa entidad del
instrumental metálico presente entre nosotros, al menos hasta el HCT; en efecto, es un
hecho resaltado por la investigación, no sólo la ausencia de actividades metalúrgicas,
sino también la escasa variedad y cantidad del instrumental metálico anterior al HCT
en el conjunto del País Valenciano. Además, los escasos punzones -y, tal vez, algún
cincel- anteriores a este período casi siempre van asociados a los conjuntos funerarios. De esta consideración tan sólo escapa el conjunto procedente del poblado de Les
Moreres (25), donde, además, se constata la presencia de la metalurgia en un momento
pre-campaniforme; pero, como veremos más adelante, este yacimiento constituye una
excepción en el conjunto del modelo del poblamiento presente en el País Valenciano
durante este momento.
3. NeoUtico IIC. Horizonte Campaniforme de Transici6n (HCT), es decir, desde la
aparición de las primeras especies campaniformes hasta los inicios del Bronce Valenciano (ca. 2.200/100-1.700 BC).
En efecto, aun cuando la estructura de la industria cerámica sea esencialmente la
misma, durante el HCT se producen una serie de cambios que afectan tanto a la
(23) A. GONZALEZ PRATS: «El poblado calcolftico de Les Moreras, en la sierra de Crevillente, Alicante». En «El Eneolftico an el Pafs
Valenciano». Actas del coloquio de Alcoy, l118tituto Juan Gil-Albert. Alicante, 1986, págs. 89 y ...
(24) A. M. MU~OZ: «El EneoUtico en el Pafs Valenciano y Murcilll>. En «Arqueologla en el Pale Valenciano: panorema y parapectivae».
Anuo, reviste Lucentum. Alicante, 1985, págs. 85 y u.
(26) GONZALEZ PRATS: Oo. citen la nota 23.
- 172-
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
16
cultura material, como a los patrones de habitación y, en menor medida, de enterramiento.
- La aparición y el desarrollo de la cerámica campaniforme, así como de los
objetos que comúnmente se le asocian: puñales de lengüeta, puntas de Palmela,
brazaletes de arquero y botones de perforación en «v».
- La aparición de la metalurgia claramente documentada a través de las escorias
de fundición halladas en Ereta 111.
- Documentación de los primeros cambios en el modelo de asentamiento: 1)
aparición de los poblados de altura, generalmente amurallados (el Rincón, el Peñón de
la Zorra, Puntal sobre la Rambla Castellarda); y 2) construcción de recintos amurallados en los antiguos poblados de llanura (Ereta III).
- La reducción notable, quizás como consecuencia del impacto del metal, de la
industria lítica presente con anterioridad. Las puntas de flecha y los dientes de hoz, tal
vez presentes ya durante la fase anterior, se convierten en los tipos más abundantes
del período.
- Entre la cerámica común, los cambios son más difíciles de detectar, pero cabe
señalar la aparición de las fuentes con hombro y de las ollas y orzas con cuello curvo
marcado y borde saliente.
En suma, un conjunto de transformaciones que, en buena medida, anuncian ya las
características que serán propias del Bronce Valenciano: aparición del concepto de
poblado amurallado, generalmente situado sobre cerros más o menos elevados; presencia de dientes de hoz, metalurgia desarrollada, formas con cuello marcado y borde
saliente, cuencos carenados, etc. Junto a todo ello sigue constatándose una pervivencia de elementos Neolíticos: poblados de llanura con silos (yacimientos de Bélgida,
Vil.la Filomena, les Trilles, etc.); necrópolis colectivas (Cova deis Gats, Sima de la
Pedrera) en cuevas naturales y, en la industria cerámica, una estructura aún similar a
la del conjunto del Neolítico 11, y diferente de la presente durante la Edad de~ Bronce,
como hemos visto anteriormente.
Queda por resolver la problemática cuestión de la separación en dos fases del
fenómeno campaniforme, la más antigua de las cuales estaría dominada por los estilos
más antiguos (marítimo y puntillado-geométrico). La comprobación de su existencia
entre nosotros puede ser importante, por cuanto que paralelamente a la introducción
de los primeros campaniformes cabría situar una mayor intensidad de los cambios
culturales. Baste recordar, a este respecto, que allí donde ha podido documentarsefase IV de Montefrío (26), Arenero de Miguel Ruiz (27)-, esta fase ve aparecer, junto
al campaniforme, una serie de elementos que serán característicos del campaniforme
avanzado.
(26) A. ARRIBAS Y F. MOUNA: «Nuevas aportaciones al inicio de la metalurgia en la Penlnsula Ibérica. El poblado de los Castillejos de
Montefrio (Granada)>•. En <
(27) G. DELIBES Y L. MUNICIO: <
1981, págs. 65 y SS.
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6
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
17
Aunque los trabajos actualmente en curso en la Cova de les Cendres (28) parecen
indicar la presencia de una etapa campaniforme antigua en el País Valenciano, los
datos son aún fragmentarios, por lo que, a la espera de lo que pueda aportar la futura
investigación en este sentido, hemos preferido agrupar todo el fenómeno campaniforme dentro de un mismo momento, el HCT, momento en el cual los cambios introducidos irán transformando el viejo fondo cultural Neolítico hacia formas cercanas al
Bronce Valenciano.
En conclusión, podría decirse que los resultados de la investigación reciente,
aunque con evidentes lagunas, permiten mantener la hipótesis de que el Eneolítico,
lejos de ser una cultura diferenciada en las comarcas centro-meridionales del País
Valenciano, debe considerarse como una etapa en la evolución de lo que hemos
denominado Neolítico II; lo que, en otras palabras, viene a significar que el hecho de la
aparición del metal se realiza, en nuestras tierras, dentro de un contexto claramente
Neolítico al que, al menos al principio, no llega a modificar sustancialmente.
11. HAB1TAT Y ECONOM1A
Aunque la aparición de los poblados situados en las tierras bajas se remonta a los
orígenes mismos del Neolítico, en claro paralelismo con lo que sucede en el resto del
Mediterráneo Occidental, no cabe duda que su expansión y desarrollo serán una de las
características definitorias de nuestro Neolítico 11.
Conocemos la existencia de poblados en prácticamente todas las comarcas centromeridionales valencianas, siendo especialmente abundantes en las cuencas altas y
medias de los ríos Albaida, Alcoi (Serpis) y Vinalopó. El escaso número de estos
poblados excavados (Ereta del Pedregal, Les Jovades y El Promontori), así como
algunos sondeos practicados y los materiales recogidos en prospecciones superficiales,
permiten suponer una cronología para los mismos situada entre finales del N milenio
a.C. y el HCT.
En su mayor parte se encuentran situados en las tierras bajas, bien sobre terrazas
más o menos elevadas, frecuentemente en interfluvios, bien en las inmediaciones de
tierras pantanosas. En bastantes casos se han podido documentar diferentes tipos de
estructuras de hábitat generalmente excavadas en el subsuelo margoso, muy compacto
y escasamente permeable.
- Los Silos: estructuras de planta circular y sección generalmente troncocónica
con la boca más estrecha que la base. Sus medidas máximas no sobrepasan los 2 m. de
diámetro en la base, por 1'5 m. de altura (fig. 7,4).
- Las Fosas circulares (fig. 7,5) o rectangulares (fig. 7,1), de sección troncocónica
invertida y con una profundidad generalmente inferior a 1 m.
(28) E. VENTO: «Campaniforme inciso y campaniforme impreso en la Cova de leo Cendres (Teulada. Alacant)». En «El Eneolftico en el Pals
Valenciano». Actas del coloquio de Alcoy. Instituto Juan Gil-Albert. Alicante. 1986. Dágs. 119 y ss.
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J. BERNABEU, L GUITART Y J. LL. PASCUAL
- Los Fosos: estructuras con planta de tendencia curvilínea y sección en V o en
U, cuyas dimensiones varían entre los 2 m. de profundidad y 1 a 6 m. de anchura (fig. 7,6).
- Un caso especial es la estructura 129 de Jovades, también con planta circular de
. 3m. de diámetro en la boca que pronto se estrecha para formar un pozo de paredes
verticales que alcanzan los 2'5 m. de profundidad, con un pequeño escalón en la base
(fig. 7,3).
Generalmente, este tipo de estructuras, a excepción de los fosos, suelen aparecer
formando concentraciones más o menos numerosas en los yacimientos, como ocurre en
el caso de Les Jovades (fig. 8). La variedad morfológica de estas estructuras parece
indicar, en principio, una variedad funcional que, por el momento, resulta dificil de
precisar. Por otro lado, parece claro que el calificativo «fondos de cabaña», con el que
ocasionalmente aparecen en la bibliografía, debe considerarse erróneo en la mayoría
de los casos.
- Otras estructuras con diámetros superiores a los 2 m. y escasa profundidad
podrían ser consideradas como fondos de cabaña, como la documentada en el estrato C
de El Promontori (Elx), que poseía un pavimento de arcilla quemada de 3 cm. de
espesor y en sus laterales pellas de barro alisado por una parte y con improntas de
ramajes por la otra (29).
La ausencia de excavaciones sis. emáticas en estos poblados impide conocer la
t
funcionalidad de estas estructuras, así como la forma de las estructuras aéreas. Este
tipo de poblados poseen claros paralelos en el conjunto del Mediterráneo que remontan a las primeras fases con cerámicas impresas (30), estando también presentes en la
. Península, tanto en momentos cronológicos comparables con nuestro Neolítico ll,
como anteriores (31).
Para un momento avanzado de esta cultura, durante la fase Ereta ll, se documenta
en el poblado epónimo una peculiar técnica constructiva consistente en la delimitación de las caras de los muros mediante lajas verticales, rellenando el interior de
piedras y tierra.
Excepto en el caso, ya comentado, de Les Moreres, la presencia de recintos
amurallados sólo se documenta entre nosotros a partir del HCT, período para el cual
parece producirse una diversificación en el tipo de hábitat, encontrándose,
- poblados de altura amurallados (Peñón de la Zorra, Puntal de la Rambla
Castellarda),
- poblados situados en las tierras bajas que continúan el modelo tradicional antes
descrito,
·
- poblados también de llanura que, habitados desde fases anteriores, se rodean
ahora de recintos amurallados. Este es el caso de la Ereta del Pedregal, donde, en su
(29) R. RAMOS: ~Nuevu aportaciones para el conocimiento del Eneolítico». Revista del Instituto de Eatudioa Alicantinoa, núm. 82.
Alicante, 1981, pá¡1. 79 y se.
(30) M. CJPOLLINI:o. Oripni, XL Roma, 1977-82, páp. 103 y u.
(31) PASCUAL: Op. cit. en la note 20.
-176-
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
19
fase III, asistimos a la construcción de un grueso muro realizado delimitando sus caras
mediante varias alineaciones regulares de piedra en seco, rellenas de piedra y tierras
en su interior, técnica habitual en el Bronce Valenciano.
Un hecho destacable de estos poblados situados en las tierras bajas es su gran
tamaño y su concentración, como puede observarse perfectamente en el valle medio
del río Alcoi, zona en la que venimos realizando un proyecto de prospección que ha
puesto de relieve la existencia de una gran densidad en este tipo de asentamientos (fig. 8).
Algunos de ellos, como es el caso de Les Jovades o de Benataire-Pequis, alcanzan una
extensión superior a las 10 ha. sin que sea posible, por el momento, determinar si toda
el área del poblado fue ocupada a un tiempo o si tal concentración es el resultado de
ocupaciones sucesivas.
Este aumento en la densidad y en el tamaño de los poblados podría considerarse el
reflejo de un paralelo aumento demográfico, lo que traería como consecuencia la
intensificación del sistema económico neolítico instalado aquí desde el V milenio a.C.
En este sentido, debe señalarse que los análisis sedimentológicos y palinológicos
muestran una fuerte alteración del medio, probablemente por causas antrópicas. Así,
en Ereta del Pedregal, la primera instalación humana representa una· drástica disminución de los pólenes arbóreos, mientras que los propios sedimentos señalan una
activa deforestación (32), con el aumento de pólenes de «cerealia» y otros considerados
acompañantes de los cultivos (33).
Es en este contexto que cabría plantearse la posibilidad de la introducción del
arado primitivo, la utilización de los animales como fuerza de trabajo y la diversificación de la producción agrícola, con el inicio de algunos cultivos de leguminosas. Así,
Martí (34) supone que hacia mediados del tercer milenio, o quizás antes, pudo introducirse el uso de un arado primitivo de madera con reja vertical y sin pie, capaz de
superar fácilmente los obstáculos naturales que hacen poco rentable su uso (raíces y
troncos no consumidos, grandes piedras) sin antes haber realizado una considerable
inversión de trabajo en la preparación de los campos. Por otro lado, los recientes
análisis antracológicos realizados en la Cova de les Cendres (35) muestran un brusco
aumento en la utilización de las leguminosas correspondientes a los niveles del m.
milenio a.C., lo que permite considerar la posibilidad de esa diversificación agrícola a
que antes aludíamos.
Con todo, la cuestión de los cambios en la tecnología agrícola y/o en la diversificación de cultivos, no puede resolverse de modo satisfactorio con la información actualmente disponible. Habrá que esperar a que terminen los trabajos de investigación
(32) P. FUMANAL: ccSedimentologfa y clima en el Pala Valenciano. Las cuevaa habitadas en el cuaternario recienta». Trabajoa Vario. del
Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 83. Valencia, 1986.
(33) J. MENENDEZ AMOR Y F. FLORSCHUTZ: ccReeultado del análisis polínico de una aerie de mueatraa de turba recogidas en la Ereta del
Pedregal (Navarr4&. Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, IX. Valencia, 1961, páp. 97 y ss.
(84) B. MARTI: «El nacimiento de la agricultura en el Pafs Valenciano. Del Neolftico a la Edad del Bronce». Universidad de Valencia.
Valencia, 1983.
(311) E. BADAL: «Eetudio de la relación hombre-medio ambiente durante la Prehistoria Reciente: el caao de la Cova de lea Cendres>•.
Diputación Provincial de Valencia. Valencia, 1987 (in6dito).
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.J. BERNABEU. l. GUITART Y J . LL. PASCUAL
Fig. S.-Distribución de los poblados del Nll en el valle medio del río Alcoi:
12: Turballos.
18: Marges Alta.
14: Ninet
15: Benataire-Pequís.
18: L'Alcúdia.
17: Les Jovades.
19: Les Trilles.
• Yacimientos no citados en el texto.
-1 78 -
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
21
actualmente en curso, donde se hace imprescindible la presencia de un mayor peso
específico de los poblados, para retomar de nuevo estos problemas con una más sólida
base documental.
111. LAS NECROPOL1S
El tipo de enterramiento más común durante todo este período en el País Valenciano es el enterramiento colectivo o múltiple efectuado en el interior de cuevas naturales. Tradicionalmente, la cronología de estas necrópolis se ha situado siempre entre el
Eneolítico y la Edad del Bronce y, aunque este es el caso en numerosas ocasiones,
existen en la actualidad suficientes indicios como para mantener una mayor antigüedad del rito.
La adopción del ritual de enterramiento múltiple en la Península Ibérica parece
claro ya en horizontes Neolíticos, como ocurre en la Cultura de Almería, donde
coexiste con inhumaciones individuales o dobles (36), o en el Sur de Francia, donde el
reciente descubrimiento de la Caune de Belesta (Pirineos Orientales), con un enterramiento colectivo primario de 20 individuos y un ajuar exclusivamente formado por
cerámicas tipo Montboló y con una fecha C-14 de 5.640 ± 120, eleva la cronología de
este enterramiento a mediados del IV milenio a.C., coincidiendo con el fenómeno de
renovación cultural que dará lugar al chasense francés y con el que, en su origen, se
encuentra relacionado nuestro Neolítico 11.
Las cavidades naturales utilizadas como necrópolis en nuestras tierras son variadas: desde cuevas de mediadas dimensiones, hasta covachos, simas, grietas o pequeños
abrigos, siendo generalmente alto el número de inhumados depositados en cada una de
ellas.
A pesar de que se conocen ya más de un centenar de estas cuevas, en muy pocos
casos ha podido estudiarse la disposición de esqueletos y ajuares, al encontrarse éstos
frecuentemente removidos bien por causas naturales, bien por la anterior profanación
o reutilización continuada de estos enterramientos, lo cual terminaría comportando la
redistribución de los mismos.
En cuanto a la forma en que fueron depositados los mismos, Martí (37) ha distinguido cuatro casos:
- Enterramientos secundarios. Es el más frecuente. Los restos humanos aparecen
formando paquetes o montones de cráneos y huesos largos. Esta disposición pudo
deberse bien a la descarnación previa de los cadáveres fuera de la necrópolis, con la
posterior recogida selectiva de algunos huesos y sus ajuares; bien a la retirada de
algunos huesos tras una deposición primaria para dejar espacio a sucesivas inhumaciones.
(36) P. ACOSTA Y R. CRUZ AUI'ION: «Loe enterramiento~~ de laa fases iniciale& en la cultura de AlnierfP. Habie, núm. 12. Sevilla, 1981,
pága. Z'/6 y as.
(37) B. MARTI:
~La
Cova Santa (Vallada, Valencia)». Arebivo de Prehistoria Levantina, XVL Valencia, 1981, pága. 1.69 y as.
-179-
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J. BERNABEU, l. GUITART Y J. LL. PASCUAL
- Enterramientos primarios. En escasas ocasiones (Les Llometes, La Barsella) los
restos han sido hallados en posición decúbito supina o decúbito lateral, y flexionados.
- En otras ocasiones, el depósito funerario no responde a ningún cuidado, habiéndose vertido los restos humanos desde la boca de la cavidad (Sima de la Pedrera).
- El caso del . enterramiento de Cálig (Castellón) es del todo peculiar: un pozo
artificial de 3 m. de profundidad con un ensanchamiento en el fondo, en el que se
encontraron los resto de 20 individuos con varias puntas de flecha de sílex y una
azuela de piedra pulida.
Junto a los enterramientos colectivos, también constatamos la presencia de los
enterramientos individuales o dobles efectuados en silos o fosas del interior de los
poblados. Así sucede, por ejemplo, en el yacimiento de 1' Atareó, donde el «silo D»
contenía en la base dos hiladas de piedra formando un semicírculo en cuyo interior se
encontraba un cráneo y varios huesos largos (38). Enterramientos similares han sido
encontrados también en el asentamiento campaniforme de Vil.la Filomena.
Este enterramiento efectuado en fosas dentro de los poblados, que aquí sólo hemos
podido documentar relacionado con la etapa campaniforme, posee amplios paralelos
anteriores, tanto peninsulares como extrapeninsulares. De confirmarse en nuestras
tierras un sincronismo entre este tipo de enterramientos y los sepulcros colectivos -lo
que parece cierto, al menos durante· el HCT- nos encontraríamos por primera vez
ante un tratamiento diferencial en lo que al ritual funerario se refiere, lo que no
dejaría de tener sus consecuencias a la hora de valorar la evolución social de los
grupos humanos.
Finalmente, y casi a título anecdótico, por lo infrecuente, debemos señalar otras
prácticas relacionadas con el ritual funerario, algunas de difícil valoración: la presencia de algunos restos humanQB afectados por la acción del fuego; la manipulación de
algunas piezas dentarias post-mortem (39), y la presencia, constatada por primera vez
en las excavaciones de la Cova Santa de Valiada, de fauna asociada con los enterramientos e interpretada como los restos de ofrendas funerarias.
(38) M. JORNET: t61a. 91 y ...
(89) B. CLOQUELL: '~
AntropolotJÍa Biológica. Barcelona, 118ptiembre, 11186.
-180-
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ARCHIVO DE PREHISTORIA LEVANTINA
Vol. XVID (Valencia, 1988)
J. BERNABEU, I. GUITART Y J. Ll. PASCUAL
(Valencia)
EL PAIS VALENCIANO ENTRE· EL FINAL DEL NEOLITICO
Y LA EDAD DEL BRONCE
No hace mucho, en el marco del coloquio que sobre el Eneolítico Valenciano se
realizó en Alcoy, uno de nosotros (1) proponía la revisión del concepto de Eneolítico
en su aplicación tradicional al caso concreto del País Valenciano; se consideraba
entonces que los rasgos definidores que, en su día, Pla (2) utilizara para la caracterización del período como una entidad cultural diferenciada del Neolítico, habían perdido
parte de su significado al aparecer también en contextos claramente neolíticos; así, las
puntas de flecha, los enterramientos colectivos en cuevas naturales y la generalización del hábitat en poblados, generalmente situados en las tierras bajas -los tres
rasgos básicos en la definición-, comenzaban a constatarse ya con anterioridad, al
menos desde fines del IV milenio a.C. Este hecho, por otra parte, venía a relacionar
nuestra secuencia con un fenómeno más general visible en el Mediterráneo Occidental, donde estos rasgos, como veremos más adelante, están presentes ya en las diferentes culturas del Neolítico Medio o Final, según las nomenclaturas.
Aunque pueda extrañar a primera vista, la presencia del metal y menos aún de la
metalurgia, no podía desempP.ñar, ni antes ni ahora, un papel esencial en la definición
de este período; y ello por una simple razón: en los contextos propios de la segunda
mitad del III milenio a.C., el metal es muy escaso y la metalurgia aún inexistente.
Fue en base a estas circunstancias que se propuso considerar al Eneolítico en el
País Valenciano, no tanto como una cultura diferenciada, sino como una suerte de
período evolutivo dentro de las culturas finales del Neolítico, si bien con la particula-
(1) J. BERNABEU: «El Eneolftico Valenciano: ¿Horizonte cultural o cronológico?>>. Actea del coloquio de Alcoi. Instituto Juan Gil·Albert.
Alicante. 1986, págs. 3 y as.
.
(2) E. PLA: •La covacha de Ribera (Cullera, Valencia)>>. Archivo de Prehistoria Levantina. VII. Valencia, 19118, págs. 23 y u.
-159-
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2
J. BERNABEU, l. GUITART Y J. LL. PASCUAL
Fig. l.-Yacimientos citados en el texto:
1: Ca\lig.
2: Vil.la Filomena (Vila-Real).
8: Puntal sobre Rambla Castellarda (Lliria).
,
/''-~---
4: Sima de la Pedrera (Polinya\ de la Ri..,t
bera).
5: Cova deis Gats (Alzira).
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6: Ereta del Pedre¡al (Navarrés). :
7: Cova Santa (Vallada).
\
8: Atareó (Bélgida).
'~q.,
9: Cova de la Solana d'Almuixic (Oliva).
10: Cova de l'Or (Beniarrés).
11: Cova d'En Pardo (Planes).
12: Turballos (Muro).
13: Marges Alts (Muro).
14: Niuet (1'Alqueria d'Asnar).
15: Benataire-Pequis (Cocentaina-Muro).
16: L' Alcúdia (Cocentaina).
17: Les Jovades (Cocentaina).
18: Abric de l'Escurrupenia (Cocentaina).
19: Les Trilles (Cocentaina).
20: Les Llometes (Alcoi).
21: Cova de la Pastora (Alcoi).
22: Cova Ampla del Montgó (Xa\bia).
23: Cova de les Cendres (Teulada).
24: Cova de la Barsella (Torre de les Massanes).
25: Casa de Lara (Villena).
26: Arenal de la Virgen (Villena).
27: El Peñón de la Zorra (Villena).
28: La Macolla (Villena).
29: El Promontori (Elx).
30: Les Moreres (Crevillent).
31: El Rincón (Redován).
N
+
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EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
3
ridad de que, a partir de las influencias llegadas desde los grandes focos metalúrgicos
peninsulares -sobre todo desde el SE-, ese viejo fondo cultural Neolítico irá paulatinamente transformándose hasta desembocar, dentro de lo que se ha denominado
Horizonte Campaniforme de Transición (HCT), en formas próximas al Bronce Valenciano.
El presente trabajo pretende retomar de nuevo esta problemática en el punto en
que puede tratarse desde la perspectiva de los recientes aportes de la investigación.
1. LA SECUENCIA CULTURAL
El desarrollo de la investigación en los últimos años ha venido a modificar, en su
concepción misma, la secuencia cultural neolítica admitida para el País Valenciano, y
basada en la clásica sucesión tripartita de Neolítico Antiguo, Medio y Final.
Aunque en ningún momento se explicitaba convenientemente, implícitamente podía suponerse que estas tres etapas conformaban otras tantas culturas neolíticas
diferenciadas; esta suposición, sin embargo, es esencialmente incorrecta. En efecto, en
un reciente trabajo, uno de nosotros (3), partiendo de los presupuestos metodológicos
expresados por Clarke (4), ha mostrado como en realidad, los cambios visibles en la
cultura material -muchas veces reducidos a variaciones en las decoraciones cerámicas- tan sólo permiten definir dos culturas neolíticas diferenciadas, no constituyendo, en el resto de los casos, más que simples etapas dentro de la evolución de éstas:
l. El Neolítico 1 (ca. 5.0000-3.400 a.C.), relacionado con el grupo cultural de la
cerámica impresa mediterránea y que abarcaría lo que, con anterioridad, se agrupaba
bajo las denominaciones de Neolítico Antiguo y Medio.
2. El Neolítico 11 (ca. 3.400-2.500), relacionado con el grupo de culturas que antaño
formaron parte del llamado Neolítico Occidental; agruparía a los anteriores Neolítico
Final 1 y IT. En nuestra opinión el conjunto del Eneolítico en el País Valenciano debe
considerarse como una etapa en la evolución de esta cultura neolítica donde sus
etapas finales -el denominado HCT- conformarían un período de transición entre
ésta y el Bronce Valenciano, lo que intentaremos mostrar en las páginas que siguen.
La sucesión entre estas dos culturas es visible, en el País Valenciano, a través de
las estratigrafías logradas en la Cava de l'Or y, sobre todo, de la Cava de les Cendres.
En este último yacimiento las excavaciones aún en curso han exhumado un total de
más de 20 niveles de ocupación agrupados en 10 fases. De éstas, las fases Cendres VII y
VI corresponden a los momentos de transición entre el Neolítico I y IT. A juzgar por los
restos recuperados, mayoritariamente cerámicos, el cambio entre una y otra cultura
parece realizarse mediante una transformación gradual-a lo largo de cinco niveles
(8) J. BERNABEU: «La tradición cultural de laa cerimicaa impresaa en la Zona Oriental de la Perúnsula Ibérica». Trabajos Varios del
Servicio de Investigación Prehistórica. Valencia (en prensa).
(4) D. L. CLARKE: ~Arqueolo¡fa Analftica». EcL Ballaterra. Barcelona, 1984.
-161-
[page-n-162]
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5
EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
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Fig. 4.-Material cerámico procedente de Casa de Lara (Villena) (1, 2). Cova del Balunet (Cocentaina) (3), y
La Macona (Villena) (4, S).
[page-n-165]
EL F1NAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
7
de ocupación-, reduciéndose paulatinamente las formas y decoraciones típicas del
Neolítico de cerámicas impresas y desarrollándose, paralelamente, las características
propias del Neolítico 11.
Aparte de "'~+os, existe un buen número de yacimientos y niveles relacionables con
el Neolítico 11 y, al menos en parte, anteriores a la aparición del metal: la fase 1 de la
Ereta del Pedregal (5), La Macolla (6), Les Jovades y la fase 11 de la Cova d'En Pardo
(7), entre los mejor conocidos.
En base a todos ellos se propuso la subdivisión del Neolítico 11 en dos horizontes
culturales:
- Un Neolítico 11 A, representado por la fase V de Cendres, la fase m de Or y la
fase 11 d'En Pardo. Este horizonte, paralelizable con el Chasense en el S. de Francia y,
quizás, con un momento antiguo de los sepulcros de fosa (8), estaría caracterizado por
el desarrollo de la decoración esgrafiada, así como por ciertos tipos cerámicos exclusivos o más abundantes en este momento (platos de ala plana, vasos con cuello y panza
elipsoidal, etc.). Aunque no poseemos ninguna datación, podemos atribuir a este
horizonte una duración en paralelo con el chasense francés, es decir, una cronología
entre el 3.400 y el 2.800 a.C., aproximadamente.
Esta larga duración del período se comprueba con claridad en la secuencia de la
Cova de les Cendres, donde se ha constatado la presencia de un mínimo de tres niveles
de ocupación pertenecientes al mismo.
- Neolítico ll B, representado por la fase IV de la Cova de les Cendres, el nivel 1
de la Ereta del Pedregal y el poblado de la Macolla, sus principales características
serían:
l. La desaparición, o la drástica reducción, de la decoración esgrafiada.
2. La aparición y/o desarrollo de las decoraciones realizadas mediante triángulos
incisos rellenos de impresiones de punzón - tema repetitivo en buena parte de los
contextos del sur peninsular en momentos finales del Neolítico (fig. 4).
3. La aparición y desarrollo de las fuentes de diversa tipología (figs. 2 y 3).
4. La disminución, o desaparición, de los clásicos platos de ala plana.
Por otra parte, si consideramos globalmente a este Neolítico 11, sus características
definidoras, y que lo diferencian del Neolítico 1 son:
l. La drástica reducción de las cerámicas decoradas, que del 70-80% en contextos
del Neolítico 1, pasan ahora a ocupar un máximo del 10-15% de la totalidad de los
recipientes.
(5) E. PLA, B. MARTI Y J. BERNABEU: «La Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) y los inicios de la Edad del Bronce». XVI Conp-eso
Nacional de Arqueologia (Murcia.Cartagena. 1982). Zaragou, 1983, p6p. 239 y ss.
(6) J. M. SOLER: «El Eneolftico en Villena (Alicante)>•. Dpto. de Hiatoria Antigua. Universidad de Valencia, Serie Arqueo16gica, 7.
Valencia, 19tll.
(7) J . Ll. PASCUAL: «Lea Jovadas (Cocentaina). Notes pera l'estudi del poblament eneolftic a la conca del riu Alcoi». En «El Eneolftico en
el Pafs ValencianO». Aetaa del coloqnio de Alcoy. Instituto Juan Gil-Albert. Alicante, 1986, p6gs. 7S y BB.
BERNABEU: Op. cit. en la nota S.
(8) J. BERNABEU: «La evoluci6n del Neolítico en el Pafs ValencianO». Reviata dellnatltuto de Estudios Alicantinos. nWn. 87. Alicante,
1982, págs. 86 y as.
-166-
[page-n-166]
8
J. BERNABEU, l. GUITART Y J. LL. PASCUAL
2. Un considerable aumento de los recipientes planos (platos, fuentes, escudillas,
cazuelas), que de porcentajes siempre inferiores al 10% durante el Neolítico 1, pasan
ahora a ocupar entre el 30 y el 40%.
3. Un mayor peso específico de las formas carenadas y con hombro, prácticamente
ausentes con anterioridad.
4. Un desarrollo en la producción de cerámicas finas (grosor de paredes <6.5 mm.),
que de porcentajes situados en torno al 20% durante el Neolítico 1, pasan a situarse
entre el 40 y 50%.
5. Las asas, de notable desarrollo tipológico con anterioridad, pierden ahora importancia, siendo en gran medida sustituidas como elementos de prehensión por los
mamelones, en ocasiones perforados, y las lengüetas.
6. Un espectacular desarrollo del retoque plano, junto con la aparición de las
puntas de flecha bifaciales y la utilización de las placas de sílex tabular.
7. Una significativa reducción de la tipología ósea tradicional, que prácticamente
se reduce a los punzones, pasadores y espátulas, desarrollándose, sin embargo, los
adornos realizados sobre hueso.
8. El desarrollo del hábitat en poblados situados en las tierras llanas, con estructuras generalmente excavadas en el subsuelo (silos, fosos, etc.), y sin aparentes preocupaciones defensivas.
9. La utilización de las cuevas naturales como sepulcros colectivos.
Ciertamente, con estas características -y, sobre todo, si añadimos las correspondientes al Neolítico IIB- cabrían cómodamente los conjuntos propios del Eneolítico
valenciano, tanto el pre-campaniforme como el campaniforme, como veremos más
adelante. Sería justamente esta unidad éulturalla responsable de la dificultad que, en
ocasiones, presentan determinados yacimientos en su reducción al Neolítico o al
Eneolítico, de no ser por la aparición del metal, siempre escaso, o de alguno de los
objetos de clara cronología calcolítica. En resumidas cuentas, lo que parece desprenderse de esta situación es que nos encontramos ante una serie de conjuntos arqueológicos de cronología diversa, pero pertenecientes todos ellos a la misma cultura, el
Neolítico TI.
Para comprobar este supuesto hemos elaborado el cuadro de la figura 5, donde se
presentan los valores porcentuales que para diversas variables cerámicas poseen los
conjuntos arqueológicos situados entre el final del Neolítico 1 y el Bronce Valenciano.
Asimismo, y a título comparativo, se han incluido también los porcentajes correspondientes a estas mismas variables pero referidas a conjuntos del Bronce Valenciano
--Serra Grossa (9), Muntanya Assolada (10), Cabeco Navarro (11)- y del Neolítico 1
-Cova de l'Or y Cova de les Cendres (12).
(9) E. A. LLOBREGAT: «El poblado de la cultura del Bronce Valenciano de la Serra Grosaa, Alicante». Papeles del Laboratorio de
Arqueología de Valencia, núm. 6. Valencia, 1969, págs. 31 y 1111.
(10) B. MARTI: «La Muntenya Aaaolada (Alzira, Valencia)». Lucentum U. Alicante, 1983, págs. 43 y 1111.
(11) R. ENGUIX: «Cab~o Navarro o Cabe~o deis Alforins de Onteniente. Poblado de la cultura dal Bronce Valenciano». Papeles dal
Laboratorio de Arqueología de Valencia, núm. 10. Valencia, 1970, págs. 63 y 1111.
(12) BERNABEU: Op. cit. en la nota 3.
-166-
[page-n-167]
EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
9
Aparte las técnicas decorativas, se han tabulado también los valores de:
- Cerámicas finas (grosor de paredes no superior a 6.5 mm.).
- Los apartados A, B, C, D e IC, se refieren a variables tipológicas. Así, la clase A
está constituida por todos aquellos recipientes planos o muy planos (con un Indice de
Profundidad -IP- inferior a 46); la clase B recoge a los recipientes situados entre 46
y 70; la clase C a todos aquellos cuyo IP supere el valor 70, y la clase D a los
microvasos o aquellas formas para las que no tiene sentido la aplicación del IP
(cucharones, tapaderas, etc.). Finalmente, el IC se refiere al índice de formas carenadas y con hombro en relación al conjunto de la industria.
Con estos datos hemos pretendido verificar, mediante la realización de un análisis
«cluster», hasta qué punto era posible mantener, con los datos actualmente disponibles, la hipótesis propuesta, es decir, que el conjunto de la secuencia cultural del País
Valenciano entre el Neolítico y la Edad del Bronce se agrupa en torno a dos grandes
culturas, que hemos denominado Neolítico 1 y 11. Los resultados, contenidos en la
figura 6, permiten mantener en buena medida este supuesto. En efecto, en el dendrograma resultante pueden distinguirse con claridad tres grupos:
- El formado por los conjuntos correspondientes al Neolítico l.
- El formado por el conjunto correspondiente al Bronce Valenciano.
- Y el formado por los conjuntos antes atribuidos por nosotros al Neolítico 11, que
incluiría a los conjuntos:
l. NITA, formado por los niveles Cendres V, Or 111 y En Pardo 11 (Bernabeu, e.p.).
2. Ereta 1, formado por los materiales del nivel 1 de este yacimiento, más los de las
fases IV de Cendres y 11 de Or, cronológicamente relacionables con éste.
3. Los materiales del poblado de la Macolla (13).
4. Ereta 11.
5. HCT, formado por los materiales de Ereta m, los niveles campaniformes de
Cendres (fases m y 11) y los materiales procedentes de los poblados campaniformes de
Bélgida (14).
Si a ello añadimos que el comportamiento de las industrias lítica y ósea dentro de
este último grupo es también homogéneo en sus grandes líneas, convendremos en que
los datos actuales permiten suponer, con bastante fiabilidad, la hipótesis inicialmente
propuesta.
Evidentemente, existen vañaciones en la cultura material de los yacimientos de
este último grupo. Variaciones que afectan a la mayor o menor presencia de determinados tipos o decoraciones cerámicas, de elementos de adorno e incluso de ciertos
tipos líticos (dientes de hoz), y que no siempre estamos en condiciones de establecer
con la necesaria fiabilidad. Con todo, en base a algunas de estas variaciones, así como
a las secuencias estratigráficas logradas en los yacimientos de Or, Cendres y Ereta del
(13) l. GUITART: «Neolítico y Eneolítico en el Alto Vinalopó». Tesis de Licenciatura. Universidad de Valencia. Valencia, 1987 (inédita).
(14) J . BERNABEU: «El Vaso Campanironne en el Pafs ValencianO». Trabajos Varios del Servicio de Investigación Prehistórica de
Valencia, 80. Valencia, 1984.
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7,27
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15,79
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HCT
Bronce
16
7,01
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F'ag. S.-Cuadro comparativo de las Industrias c:erúlkas valencianas entre el Neolitlc:o y la Edad del Bronce.
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[page-n-169]
EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
11
DISTANCIA 1-r PEARSON/AGRUPAMIENTO CENTROIDE
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Bronce
NIB/C
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NIA
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HCT
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Ereta I
NIIA
Ffg. 6.-Resultados del análisis cluster correspondientes a los casos
y variables de la ng. S.
-169-
[page-n-170]
12
J . BERNABEU, l. GUITART Y J. LL. PASCUAL
Pedregal, puede proponerse una secuencia cultural para este Neolítico 11 que consideraremos válida en sus grandes líneas. La cronología señalada debe considerarse
oriéntativa, habida cuenta de que carecemos de fechaciones absolutas para estos
períodos.
l. Neolítico IIA. Horizonte de las cerámicas esgrafiadas (ca. 3.400-2.800 BC), cuyas
características hemos descrito ya con anterioridad.
2. Neolítico liB. Horizonte pre-campaniforme, que incluiría tanto al llamado Eneolítico Inicial o pre-campaniforme (15), como al denominado Neolítico Final de cerámicas
lisas o Neolítico Final 11 (16), es decir el período comprendido entre el final del
Neolítico IIA y la aparición del fenómeno campaniforme. En base a las estratigrañas
observadas en la Ereta del Pedregal (17) y en la Cova de les Cendres (18), podría
mantenerse una subdivisión de este horizonte en dos fases:
* IIB1, o fase Ereta 1 (ca. 2.800-2.500 BC), momento representado, entre otros, por
las fases 1 de la Ereta del Pedregal, el nivel H6 de la Cova de les Cendres, y el poblado
de la Macolla, Villena.
* IIB2, o fase Ereta 11 (ca. 2.500-2.200/100 BC), momento representado por la fase 11
de la Ereta del Pedregal, y el nivel H5 de Cendres.
La definición de estas fases se encuentra, sin embargo, lejos de estar bien establecida en lo que a la cultura material se refiere. Ello hace en ocasiones diñcilla reducción
de determinados conjuntos -sobre todo los procedentes de los poblados- a uno u otro
período.
Un fenómeno similar ocurre también con las necrópolis, sobre todo si tenemos en
cuenta que algunos de los ornamentos considerados típicos del Eneolítico, bien pudieran aparecer con anterioridad; es el caso, por ejemplo, de los clásicos objetos acanalados, presentes en algunas necrópolis que como Cova d'En Pardo, Cova de la Solana
d' Almuixich (19) o el abrigo de l'Escurrupenia (20) aparecen asociados a materiales
diñcilmente encuadrables en el Eneolítico (Ereta 11).
A este respecto conviene señalar, además, que carecemos todavía de suficiente
información con respecto a las necrópolis del Neolítico 11 en su conjunto, y, en
especial, de la fase Ereta 1; en otras palabras, que resulta dificil determinar, hoy por
hoy, qué conjunto de ornamentos -elementos típicos de las necrópolis- están presentes ya con anterioridad a la fase Ereta 11. Así, tal vez debieran incluirse en este período
los primeros colgantes acanalados, las cuentas y colgantes de piedra verde y los
colgantes ovalados fabricados sobre concha.
En resumidas cuentas, las características materiales de una y otra fase resultan,
hoy por hoy, diñciles de establecer y, a juzgar por los datos disponibles, resultan más
(16) E. A. LLOBREGAT: «Nuevos enfoques para al estudio del Neolftico al Hierro en la Región Valenciana>>. Papeles del Laboratorio de
Arqaeologfa. núm 11. Valencia, 1976, p4p. 119 y sa.
(16) BERNABEU: Op. cit. en la nota 8.
(17) PLA et alié Op. cit. en la nota li.
(18) BERNABEU: Op. cit. en la nota 3.
(19) J . APARICIO et alii: «Carta Arqueológica de la Satoroo. lnatituto de Eatudios Alfonso el Viejo. Gandfa, 1983.
(20) J . LI. PASCUAL: «La vall alta i mitjana del riu Alcoi del Neolítica Edat del BronJe>t. Teait de Licenciatura. Universidad de Valencia.
Valencia, 1986 (intldita).
-170-
[page-n-171]
EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
13
significativos los paralelismos entre ambas que sus diferencias. La presencia del metal
no puede utilizarse en este caso ya que, con anterioridad al campaniforme, éste es muy
escaso y, frecuentemente, no se documenta fuera de algunas escasas necrópolis (21).
Tampoco los adornos considerados más típicos de la fase Ereta 11 (ídolos oculados,
cuentas y colgantes de ámbar, etc.) ya que, fuera de las necrópolis su presencia es más
bien escasa. En nuestra opinión, tan sólo la profundización en el estudio de los
poblados de llanura, muchos de los cuales parecen incluirse en este horizonte, permitirá en un futuro abordar con una base más sólida este problema. En consecuencia,
parece más aconsejable intentar una descripción de las características materiales de
este horizonte en su conjunto, indicando su evolución cuando sea posible.
- Entre las decoraciones cerámicas, están presentes ~n este momento las incisas y
las impresas de punzón, que suelen aparecer combinadas formando los clásicos motivos de triángulos incisos rellenos de impresiones (fig. 4). Es posible que, al menos
algunas decoraciones incisas, perduren durante la fase Ereta 11, pero no disponemos de
datos suficientes para corroborar este extremo. Un fenómeno similar ocurre con las
cerámicas pintadas, cuyo reciente hallazgo en el yacimiento de Niuet, parece confirmar su presencia, al menos durante la fase Ereta l.
- Las cerámicas peinadas están presentes en ambos momentos, si bien es posible
que sus porcentajes relativos sufran variaciones entre las dos fases consideradas.
- En lo que se refiere a la tipología cerámica, la característica de este período es,
sin duda, el desarrollo de las fuentes. Entre éstas, quizás la de borde engrosado, por sus
paralelos con el S. peninsular, deban considerarse propias de la fase Ereta 11; en el
resto de los casos no existen, hoy por hoy, datos suficientes para establecer la
cronología relativa de estos tipos.
- La industria lítica no parece sufrir variaciones apreciables entre los dos períodos considerados. De todos modos, habrá que esperar a que se publiquen las extensas
series de la Ereta del Pedregal antes de poder pronunciarse definitivamente en este
sentido.
- El conjunto de los adornos, realizados en hueso, piedra, concha u otras materias, es beneficiario de un considerable desarrollo tipológico: agujas y colgantes de los
más diversos tipos; botones; cuentas; ídolos planos y oculados, etc. Desgraciadamente,
no siempre estamos en condiciones de precisar su cronología, excepto los casos más
claros que, como los ídolos oculados, parecen ser exclusivos de la fase Ereta 11,
pudiendo perdurar durante el Horizonte Campaniforme.
En conclusión, el conjunto de estas características parece suficiente para seguir
manteniendo la interpretación propuesta por uno de nosotros (22) no hace mucho: que
las innovaciones que se produjeron en nuestras tierras coincidiendo con la aparición
de la metalurgia -y que no siempre estamos en condiciones de precisar- no afectaron
sustancialmente a la estructura cultural sobre la que actúan, limitándose a difundir
la
(21) J. V. LERMA: •
(22) BERNABEU: Op. cit. en la nota 14.
-171-
[page-n-172]
14
J. BERNABEU, 1 GUITART Y J. LL. PASCUAL
algunos artefactos, casi todos ellos relacionados con el mundo funerario (cuentas de
glóbulos, ídolos de hueso, materias primas exóticas, como el ámbar, etc.), mientras que
el grueso de la cultura material, así como los patrones de habitación y enterramiento,
atienden todavía a tradiciones claramente Neolíticas. No debemos olvidar que tanto
los clásicos poblados de llanura con estructuras excavadas, como las necrópolis
colectivas, son fenómenos claramente documentados con anterioridad a la aparición
del metal (vide más adelante, puntos II y ID).
Es en este contexto donde ha de valorarse la presencia, en el S. del País Valenciano, de un poblado calcolítico pre-campaniforme que rompe el modelo de poblamiento
de las tierras bajas característico de nuestras tierras, acercándose, por contra, al
patrón más característico de la Cultura de Los Millares; nos referimos al poblado de
altura fortificado de Les Moreres, que presenta una doble línea de paramento defensivo con bastiones (23). Ello plantea la posibilidad de conferir un matiz diferencial a las
comarcas más meridionales del País Valenciano - las situadas entre el Segura y el
Vinalopó- que, no lo olvidemos, mostrarán una indudable presencia argárica durante
la Edad del Bronce.
Esta impresión de continuidad entre las fases Ereta 1 y n, subrayada en otras
ocasiones, se refuerza si consideramos dos fenómenos a nuestro entender esenciales:
l. La ausencia del fenómeno megalítico en nuestras tierras, hecho suficientemente
resaltado en la bibliografia y explicado en función de la fuerte tradición neolítica local (24).
2. La ausencia de actividades metalúrgicas y, en general, la escasa entidad del
instrumental metálico presente entre nosotros, al menos hasta el HCT; en efecto, es un
hecho resaltado por la investigación, no sólo la ausencia de actividades metalúrgicas,
sino también la escasa variedad y cantidad del instrumental metálico anterior al HCT
en el conjunto del País Valenciano. Además, los escasos punzones -y, tal vez, algún
cincel- anteriores a este período casi siempre van asociados a los conjuntos funerarios. De esta consideración tan sólo escapa el conjunto procedente del poblado de Les
Moreres (25), donde, además, se constata la presencia de la metalurgia en un momento
pre-campaniforme; pero, como veremos más adelante, este yacimiento constituye una
excepción en el conjunto del modelo del poblamiento presente en el País Valenciano
durante este momento.
3. NeoUtico IIC. Horizonte Campaniforme de Transici6n (HCT), es decir, desde la
aparición de las primeras especies campaniformes hasta los inicios del Bronce Valenciano (ca. 2.200/100-1.700 BC).
En efecto, aun cuando la estructura de la industria cerámica sea esencialmente la
misma, durante el HCT se producen una serie de cambios que afectan tanto a la
(23) A. GONZALEZ PRATS: «El poblado calcolftico de Les Moreras, en la sierra de Crevillente, Alicante». En «El Eneolftico an el Pafs
Valenciano». Actas del coloquio de Alcoy, l118tituto Juan Gil-Albert. Alicante, 1986, págs. 89 y ...
(24) A. M. MU~OZ: «El EneoUtico en el Pafs Valenciano y Murcilll>. En «Arqueologla en el Pale Valenciano: panorema y parapectivae».
Anuo, reviste Lucentum. Alicante, 1985, págs. 85 y u.
(26) GONZALEZ PRATS: Oo. citen la nota 23.
- 172-
[page-n-173]
EL FINAL DEL NEOLITICO Y LA EDAD DEL BRONCE
16
cultura material, como a los patrones de habitación y, en menor medida, de enterramiento.
- La aparición y el desarrollo de la cerámica campaniforme, así como de los
objetos que comúnmente se le asocian: puñales de lengüeta, puntas de Palmela,
brazaletes de arquero y botones de perforación en «v».
- La aparición de la metalurgia claramente documentada a través de las escorias
de fundición halladas en Ereta 111.
- Documentación de los primeros cambios en el modelo de asentamiento: 1)
aparición de los poblados de altura, generalmente amurallados (el Rincón, el Peñón de
la Zorra, Puntal sobre la Rambla Castellarda); y 2) construcción de recintos amurallados en los antiguos poblados de llanura (Ereta III).
- La reducción notable, quizás como consecuencia del impacto del metal, de la
industria lítica presente con anterioridad. Las puntas de flecha y los dientes de hoz, tal
vez presentes ya durante la fase anterior, se convierten en los tipos más abundantes
del período.
- Entre la cerámica común, los cambios son más difíciles de detectar, pero cabe
señalar la aparición de las fuentes con hombro y de las ollas y orzas con cuello curvo
marcado y borde saliente.
En suma, un conjunto de transformaciones que, en buena medida, anuncian ya las
características que serán propias del Bronce Valenciano: aparición del concepto de
poblado amurallado, generalmente situado sobre cerros más o menos elevados; presencia de dientes de hoz, metalurgia desarrollada, formas con cuello marcado y borde
saliente, cuencos carenados, etc. Junto a todo ello sigue constatándose una pervivencia de elementos Neolíticos: poblados de llanura con silos (yacimientos de Bélgida,
Vil.la Filomena, les Trilles, etc.); necrópolis colectivas (Cova deis Gats, Sima de la
Pedrera) en cuevas naturales y, en la industria cerámica, una estructura aún similar a
la del conjunto del Neolítico 11, y diferente de la presente durante la Edad de~ Bronce,
como hemos visto anteriormente.
Queda por resolver la problemática cuestión de la separación en dos fases del
fenómeno campaniforme, la más antigua de las cuales estaría dominada por los estilos
más antiguos (marítimo y puntillado-geométrico). La comprobación de su existencia
entre nosotros puede ser importante, por cuanto que paralelamente a la introducción
de los primeros campaniformes cabría situar una mayor intensidad de los cambios
culturales. Baste recordar, a este respecto, que allí donde ha podido documentarsefase IV de Montefrío (26), Arenero de Miguel Ruiz (27)-, esta fase ve aparecer, junto
al campaniforme, una serie de elementos que serán característicos del campaniforme
avanzado.
(26) A. ARRIBAS Y F. MOUNA: «Nuevas aportaciones al inicio de la metalurgia en la Penlnsula Ibérica. El poblado de los Castillejos de
Montefrio (Granada)>•. En <
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Aunque los trabajos actualmente en curso en la Cova de les Cendres (28) parecen
indicar la presencia de una etapa campaniforme antigua en el País Valenciano, los
datos son aún fragmentarios, por lo que, a la espera de lo que pueda aportar la futura
investigación en este sentido, hemos preferido agrupar todo el fenómeno campaniforme dentro de un mismo momento, el HCT, momento en el cual los cambios introducidos irán transformando el viejo fondo cultural Neolítico hacia formas cercanas al
Bronce Valenciano.
En conclusión, podría decirse que los resultados de la investigación reciente,
aunque con evidentes lagunas, permiten mantener la hipótesis de que el Eneolítico,
lejos de ser una cultura diferenciada en las comarcas centro-meridionales del País
Valenciano, debe considerarse como una etapa en la evolución de lo que hemos
denominado Neolítico II; lo que, en otras palabras, viene a significar que el hecho de la
aparición del metal se realiza, en nuestras tierras, dentro de un contexto claramente
Neolítico al que, al menos al principio, no llega a modificar sustancialmente.
11. HAB1TAT Y ECONOM1A
Aunque la aparición de los poblados situados en las tierras bajas se remonta a los
orígenes mismos del Neolítico, en claro paralelismo con lo que sucede en el resto del
Mediterráneo Occidental, no cabe duda que su expansión y desarrollo serán una de las
características definitorias de nuestro Neolítico 11.
Conocemos la existencia de poblados en prácticamente todas las comarcas centromeridionales valencianas, siendo especialmente abundantes en las cuencas altas y
medias de los ríos Albaida, Alcoi (Serpis) y Vinalopó. El escaso número de estos
poblados excavados (Ereta del Pedregal, Les Jovades y El Promontori), así como
algunos sondeos practicados y los materiales recogidos en prospecciones superficiales,
permiten suponer una cronología para los mismos situada entre finales del N milenio
a.C. y el HCT.
En su mayor parte se encuentran situados en las tierras bajas, bien sobre terrazas
más o menos elevadas, frecuentemente en interfluvios, bien en las inmediaciones de
tierras pantanosas. En bastantes casos se han podido documentar diferentes tipos de
estructuras de hábitat generalmente excavadas en el subsuelo margoso, muy compacto
y escasamente permeable.
- Los Silos: estructuras de planta circular y sección generalmente troncocónica
con la boca más estrecha que la base. Sus medidas máximas no sobrepasan los 2 m. de
diámetro en la base, por 1'5 m. de altura (fig. 7,4).
- Las Fosas circulares (fig. 7,5) o rectangulares (fig. 7,1), de sección troncocónica
invertida y con una profundidad generalmente inferior a 1 m.
(28) E. VENTO: «Campaniforme inciso y campaniforme impreso en la Cova de leo Cendres (Teulada. Alacant)». En «El Eneolftico en el Pals
Valenciano». Actas del coloquio de Alcoy. Instituto Juan Gil-Albert. Alicante. 1986. Dágs. 119 y ss.
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- Los Fosos: estructuras con planta de tendencia curvilínea y sección en V o en
U, cuyas dimensiones varían entre los 2 m. de profundidad y 1 a 6 m. de anchura (fig. 7,6).
- Un caso especial es la estructura 129 de Jovades, también con planta circular de
. 3m. de diámetro en la boca que pronto se estrecha para formar un pozo de paredes
verticales que alcanzan los 2'5 m. de profundidad, con un pequeño escalón en la base
(fig. 7,3).
Generalmente, este tipo de estructuras, a excepción de los fosos, suelen aparecer
formando concentraciones más o menos numerosas en los yacimientos, como ocurre en
el caso de Les Jovades (fig. 8). La variedad morfológica de estas estructuras parece
indicar, en principio, una variedad funcional que, por el momento, resulta dificil de
precisar. Por otro lado, parece claro que el calificativo «fondos de cabaña», con el que
ocasionalmente aparecen en la bibliografía, debe considerarse erróneo en la mayoría
de los casos.
- Otras estructuras con diámetros superiores a los 2 m. y escasa profundidad
podrían ser consideradas como fondos de cabaña, como la documentada en el estrato C
de El Promontori (Elx), que poseía un pavimento de arcilla quemada de 3 cm. de
espesor y en sus laterales pellas de barro alisado por una parte y con improntas de
ramajes por la otra (29).
La ausencia de excavaciones sis. emáticas en estos poblados impide conocer la
t
funcionalidad de estas estructuras, así como la forma de las estructuras aéreas. Este
tipo de poblados poseen claros paralelos en el conjunto del Mediterráneo que remontan a las primeras fases con cerámicas impresas (30), estando también presentes en la
. Península, tanto en momentos cronológicos comparables con nuestro Neolítico ll,
como anteriores (31).
Para un momento avanzado de esta cultura, durante la fase Ereta ll, se documenta
en el poblado epónimo una peculiar técnica constructiva consistente en la delimitación de las caras de los muros mediante lajas verticales, rellenando el interior de
piedras y tierra.
Excepto en el caso, ya comentado, de Les Moreres, la presencia de recintos
amurallados sólo se documenta entre nosotros a partir del HCT, período para el cual
parece producirse una diversificación en el tipo de hábitat, encontrándose,
- poblados de altura amurallados (Peñón de la Zorra, Puntal de la Rambla
Castellarda),
- poblados situados en las tierras bajas que continúan el modelo tradicional antes
descrito,
·
- poblados también de llanura que, habitados desde fases anteriores, se rodean
ahora de recintos amurallados. Este es el caso de la Ereta del Pedregal, donde, en su
(29) R. RAMOS: ~Nuevu aportaciones para el conocimiento del Eneolítico». Revista del Instituto de Eatudioa Alicantinoa, núm. 82.
Alicante, 1981, pá¡1. 79 y se.
(30) M. CJPOLLINI:
(31) PASCUAL: Op. cit. en la note 20.
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fase III, asistimos a la construcción de un grueso muro realizado delimitando sus caras
mediante varias alineaciones regulares de piedra en seco, rellenas de piedra y tierras
en su interior, técnica habitual en el Bronce Valenciano.
Un hecho destacable de estos poblados situados en las tierras bajas es su gran
tamaño y su concentración, como puede observarse perfectamente en el valle medio
del río Alcoi, zona en la que venimos realizando un proyecto de prospección que ha
puesto de relieve la existencia de una gran densidad en este tipo de asentamientos (fig. 8).
Algunos de ellos, como es el caso de Les Jovades o de Benataire-Pequis, alcanzan una
extensión superior a las 10 ha. sin que sea posible, por el momento, determinar si toda
el área del poblado fue ocupada a un tiempo o si tal concentración es el resultado de
ocupaciones sucesivas.
Este aumento en la densidad y en el tamaño de los poblados podría considerarse el
reflejo de un paralelo aumento demográfico, lo que traería como consecuencia la
intensificación del sistema económico neolítico instalado aquí desde el V milenio a.C.
En este sentido, debe señalarse que los análisis sedimentológicos y palinológicos
muestran una fuerte alteración del medio, probablemente por causas antrópicas. Así,
en Ereta del Pedregal, la primera instalación humana representa una· drástica disminución de los pólenes arbóreos, mientras que los propios sedimentos señalan una
activa deforestación (32), con el aumento de pólenes de «cerealia» y otros considerados
acompañantes de los cultivos (33).
Es en este contexto que cabría plantearse la posibilidad de la introducción del
arado primitivo, la utilización de los animales como fuerza de trabajo y la diversificación de la producción agrícola, con el inicio de algunos cultivos de leguminosas. Así,
Martí (34) supone que hacia mediados del tercer milenio, o quizás antes, pudo introducirse el uso de un arado primitivo de madera con reja vertical y sin pie, capaz de
superar fácilmente los obstáculos naturales que hacen poco rentable su uso (raíces y
troncos no consumidos, grandes piedras) sin antes haber realizado una considerable
inversión de trabajo en la preparación de los campos. Por otro lado, los recientes
análisis antracológicos realizados en la Cova de les Cendres (35) muestran un brusco
aumento en la utilización de las leguminosas correspondientes a los niveles del m.
milenio a.C., lo que permite considerar la posibilidad de esa diversificación agrícola a
que antes aludíamos.
Con todo, la cuestión de los cambios en la tecnología agrícola y/o en la diversificación de cultivos, no puede resolverse de modo satisfactorio con la información actualmente disponible. Habrá que esperar a que terminen los trabajos de investigación
(32) P. FUMANAL: ccSedimentologfa y clima en el Pala Valenciano. Las cuevaa habitadas en el cuaternario recienta». Trabajoa Vario. del
Servicio de Investigación Prehistórica, núm. 83. Valencia, 1986.
(33) J. MENENDEZ AMOR Y F. FLORSCHUTZ: ccReeultado del análisis polínico de una aerie de mueatraa de turba recogidas en la Ereta del
Pedregal (Navarr4&. Valencia)». Archivo de Prehistoria Levantina, IX. Valencia, 1961, páp. 97 y ss.
(84) B. MARTI: «El nacimiento de la agricultura en el Pafs Valenciano. Del Neolftico a la Edad del Bronce». Universidad de Valencia.
Valencia, 1983.
(311) E. BADAL: «Eetudio de la relación hombre-medio ambiente durante la Prehistoria Reciente: el caao de la Cova de lea Cendres>•.
Diputación Provincial de Valencia. Valencia, 1987 (in6dito).
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Fig. S.-Distribución de los poblados del Nll en el valle medio del río Alcoi:
12: Turballos.
18: Marges Alta.
14: Ninet
15: Benataire-Pequís.
18: L'Alcúdia.
17: Les Jovades.
19: Les Trilles.
• Yacimientos no citados en el texto.
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actualmente en curso, donde se hace imprescindible la presencia de un mayor peso
específico de los poblados, para retomar de nuevo estos problemas con una más sólida
base documental.
111. LAS NECROPOL1S
El tipo de enterramiento más común durante todo este período en el País Valenciano es el enterramiento colectivo o múltiple efectuado en el interior de cuevas naturales. Tradicionalmente, la cronología de estas necrópolis se ha situado siempre entre el
Eneolítico y la Edad del Bronce y, aunque este es el caso en numerosas ocasiones,
existen en la actualidad suficientes indicios como para mantener una mayor antigüedad del rito.
La adopción del ritual de enterramiento múltiple en la Península Ibérica parece
claro ya en horizontes Neolíticos, como ocurre en la Cultura de Almería, donde
coexiste con inhumaciones individuales o dobles (36), o en el Sur de Francia, donde el
reciente descubrimiento de la Caune de Belesta (Pirineos Orientales), con un enterramiento colectivo primario de 20 individuos y un ajuar exclusivamente formado por
cerámicas tipo Montboló y con una fecha C-14 de 5.640 ± 120, eleva la cronología de
este enterramiento a mediados del IV milenio a.C., coincidiendo con el fenómeno de
renovación cultural que dará lugar al chasense francés y con el que, en su origen, se
encuentra relacionado nuestro Neolítico 11.
Las cavidades naturales utilizadas como necrópolis en nuestras tierras son variadas: desde cuevas de mediadas dimensiones, hasta covachos, simas, grietas o pequeños
abrigos, siendo generalmente alto el número de inhumados depositados en cada una de
ellas.
A pesar de que se conocen ya más de un centenar de estas cuevas, en muy pocos
casos ha podido estudiarse la disposición de esqueletos y ajuares, al encontrarse éstos
frecuentemente removidos bien por causas naturales, bien por la anterior profanación
o reutilización continuada de estos enterramientos, lo cual terminaría comportando la
redistribución de los mismos.
En cuanto a la forma en que fueron depositados los mismos, Martí (37) ha distinguido cuatro casos:
- Enterramientos secundarios. Es el más frecuente. Los restos humanos aparecen
formando paquetes o montones de cráneos y huesos largos. Esta disposición pudo
deberse bien a la descarnación previa de los cadáveres fuera de la necrópolis, con la
posterior recogida selectiva de algunos huesos y sus ajuares; bien a la retirada de
algunos huesos tras una deposición primaria para dejar espacio a sucesivas inhumaciones.
(36) P. ACOSTA Y R. CRUZ AUI'ION: «Loe enterramiento~~ de laa fases iniciale& en la cultura de AlnierfP. Habie, núm. 12. Sevilla, 1981,
pága. Z'/6 y as.
(37) B. MARTI:
~La
Cova Santa (Vallada, Valencia)». Arebivo de Prehistoria Levantina, XVL Valencia, 1981, pága. 1.69 y as.
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- Enterramientos primarios. En escasas ocasiones (Les Llometes, La Barsella) los
restos han sido hallados en posición decúbito supina o decúbito lateral, y flexionados.
- En otras ocasiones, el depósito funerario no responde a ningún cuidado, habiéndose vertido los restos humanos desde la boca de la cavidad (Sima de la Pedrera).
- El caso del . enterramiento de Cálig (Castellón) es del todo peculiar: un pozo
artificial de 3 m. de profundidad con un ensanchamiento en el fondo, en el que se
encontraron los resto de 20 individuos con varias puntas de flecha de sílex y una
azuela de piedra pulida.
Junto a los enterramientos colectivos, también constatamos la presencia de los
enterramientos individuales o dobles efectuados en silos o fosas del interior de los
poblados. Así sucede, por ejemplo, en el yacimiento de 1' Atareó, donde el «silo D»
contenía en la base dos hiladas de piedra formando un semicírculo en cuyo interior se
encontraba un cráneo y varios huesos largos (38). Enterramientos similares han sido
encontrados también en el asentamiento campaniforme de Vil.la Filomena.
Este enterramiento efectuado en fosas dentro de los poblados, que aquí sólo hemos
podido documentar relacionado con la etapa campaniforme, posee amplios paralelos
anteriores, tanto peninsulares como extrapeninsulares. De confirmarse en nuestras
tierras un sincronismo entre este tipo de enterramientos y los sepulcros colectivos -lo
que parece cierto, al menos durante· el HCT- nos encontraríamos por primera vez
ante un tratamiento diferencial en lo que al ritual funerario se refiere, lo que no
dejaría de tener sus consecuencias a la hora de valorar la evolución social de los
grupos humanos.
Finalmente, y casi a título anecdótico, por lo infrecuente, debemos señalar otras
prácticas relacionadas con el ritual funerario, algunas de difícil valoración: la presencia de algunos restos humanQB afectados por la acción del fuego; la manipulación de
algunas piezas dentarias post-mortem (39), y la presencia, constatada por primera vez
en las excavaciones de la Cova Santa de Valiada, de fauna asociada con los enterramientos e interpretada como los restos de ofrendas funerarias.
(38) M. JORNET: t
(89) B. CLOQUELL: '~
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