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EMETERIO CUADRADO DIAZ
(Madrid)
TRES BUSTOS ffiERICOS
En nuestra campaña de excavacicnes de 1954, en la necrópolis de
El Cigarralejo, encontramos en nuestro recuadro 10-F un conjunto de
restos escultóricos, entre los que que se encontraba la pieza núm. 1 del
inventario de escultura antropomorfa del citado yacimiento, publicado
en «Trabajos de Prehistoria», del Instituto Español del mismo nombre (1).
La citada pieza consistía en un plinto plano con una moldura en S
superpuesta que servía de base a un busto humano, voluminoso, a partir de la parte inferior del pecho, cubierto con los pliegues de una
túnica o manto, sobre el que resalta la muñeca y mano derechas de un
brazo. La muñeca se cubre con la manga del traje o un conjunto de
cuatro brazaletes, y la mano, sujeta por el cuello un ave que parece ser
una paloma. El cuerpo de esta ave presenta los extremos de los dedos
de la mano izquierda, que ha desaparecido, y que ayudaba, sin duda
alguna a sujetar la paloma (lám. I, 1).
Se trata por tanto del busto de un oferente, tal vez una dama, que
presenta una paloma a la misma diosa que se veneraba en el santuario
inmediato, y que suponemos una «pothnia hyppon», de la que tantas
veces hemos hablado (2). La pieza resultaba anómala, si teníamos en
(1) E. CUADRADO DIAZ: <
(2) E. CUADRADO DIAZ: «La dioaa ibérica de loa caballos». Con¡re-lnternaclonalea de Cieoeiaa Prehiat6rlcaa y Protohiat6rica& Actas de la IV Sesi6n (Madrid, 1954). Zarqoza, 1966, p6p. 797810.
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cuenta la extendida opinión entre los investigadores del mundo ibérico, de que los escultores de esta cultura, no labraban bustos. Sin
embargo, otra pieza conocida, se había considerado como capitel de
pilar, siendo así que se trataba de un busto análogo al nuestro. Nos
referimos a la del Cabecioo del Tesoro, expuesta en el Museo Arqueol6gico de Murcia y publicada por Gratiniano Nieto (3).
La pieza murciana está constituida por un plinto plano sobre la
que se asienta un friso de ovas, y sobre él los restos de una mano derecha -perteneciente a un busto- que sujeta un ave por la parte del
buche, de forma que quedan muy claros los cuatro dedos extendidos
alrededor de la paloma mientras el pulgar la abraza por detrás. Restos
de otra mano parecen cogerla por las patas. La paloma carece de
cabeza, pero están bien talladas las alas y la cola (lám. 1. 3).
La disposición de los elementos conservados atestiguan que se
trata de un busto análogo al nuestro, y con un mismo significado de
devoto oferente. Estos dos ejemplares demuestran, que al menos en
las tribus del SE., la labra de bustos era normal.
Aún se sigue diciendo el busto de la <
de ver. Desde que se comprobó que la «Dama de Baza» se había utilizado como urna cineraria, al socavar b~o su trono un hueco que contenía las cenizas del difunto a quien pertenecía la tumba en que ñie
hallada, puede darse por seguro, que también la «Dama de Elche» se
utilizó con el mismo fin, labrándose en su espalda un hueco que debió
contener las cenizas de un difunto, aunque no se observó este interesante dato por los que encontraron esta tumba.
El aspecto del «busto» de Elche, nos hace suponer que en un principio la dama era de cuerpo entero, tal vez del tipo de la «gran dama
oferente» del Cerro de los Santos, más bien que del de una dama
sedente. El borde de la base de la pieza presenta las huellas de una
división de la escultura, tal vez realizada a cincel, pero sobre lo que no
podemos definirnos, porque no conocemos de visu la superficie del
corte (4). Las dimensiones del hueco son 18 centímetros de diámetro
por 16 de fondo. García y Bellido se inclinó por la hipótesis de Hübner,
que supone la sujeción en él, de la cabeza de una gafa para sujetar la
(3) G. NIETO GALLO: «Noticia d e las excavaciones realizadas en la necr6poli1 d el C'abecico d el
Tesoro, Verdoiay (Murcia)». Boletín de Trab~01 del Seminario d e Arte y Arqueoloc(a, tomo VI, fue.
a XXIV, Valladolid, 1939-1940, pága. 137-160.
(<&) A. GARC'IA Y BELLIDO: «La Dama de E lche y el conjunto de piezu arqueol6gicu reingresadas en Espaila en 19U». Madrid, 1943, nota de la pág. 23.
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pieza a la pared posterior. Nosotros no estimamos verosimil esta opinión y nos inclinamos por la de considerar el hueco como urna cineraria, y seguramente se labró a la vez que se cortó la figura para
aprovechar tan sólo la parte superior. Reconocemos que el espacio
disponible para colocar las cenizas es muy pequeño, pero todo
depende de la intensidad de la incineración del cadáver o de que sólo
carlos en el hueco de la figura.
También del Cigarralejo es otra pieza, igualmente un busto, con
plinto análogo al del núm. 1 del inventario, en este caso con el núm. 2,
en que la figura humana conserva el brazo izquierdo a partir del codo,
y aunque muy erosionado parece coger con la mano un objeto o animal, como el núm. l. Este trozo de busto parecía completar a aquél,
pero la fractura no permite el encaje de las dos partes, por lo que consideramos es otro ejemplar.
La pieza pertenecía a la T 130 situada en el recuadro 11-C (lám. 12).
¿En qué se emplearon estos tres bustos ibéricos? Tengamos en
cuenta que las tres esculturas se encontraron en necrópolis del SE., en
las que sobre todo en el Cigarralejo, los hallazgos escultóricos han sido
numerosos, y los consideramos como elementos de monumentos funerarios de tipo griego, denominados por Almagro-Gorbea pilaresestelas. Creemos que en los tres casos, estos bustos se colocaron sobre
un pilar con capite~ situado sobre la tumba, tal vez la dama piadosa
portadora de la ofrenda de una paloma, para comparecer ante la divinidad en la otra vida Esta divinidad pudo ser la de los caballos del
santuario inmediato u otra de tipo funerario, pues en la necrópolis del
Cigarralejo, son frecuentes palomas cerámicas encontradas dentro de
las tumbas. Parece pues, que la paloma era un ave especialmente grata
a la divinidad. Estas palomas cerámicas son en la mayoria de los casos
«askos» ibéricos con un orificio para echar un líquido y otro para la
salida de las libaciones que debían tener un carácter funerario dentro
de un complejo ritual religioso.
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TRES BUSTOS ffiERICOS
En nuestra campaña de excavacicnes de 1954, en la necrópolis de
El Cigarralejo, encontramos en nuestro recuadro 10-F un conjunto de
restos escultóricos, entre los que que se encontraba la pieza núm. 1 del
inventario de escultura antropomorfa del citado yacimiento, publicado
en «Trabajos de Prehistoria», del Instituto Español del mismo nombre (1).
La citada pieza consistía en un plinto plano con una moldura en S
superpuesta que servía de base a un busto humano, voluminoso, a partir de la parte inferior del pecho, cubierto con los pliegues de una
túnica o manto, sobre el que resalta la muñeca y mano derechas de un
brazo. La muñeca se cubre con la manga del traje o un conjunto de
cuatro brazaletes, y la mano, sujeta por el cuello un ave que parece ser
una paloma. El cuerpo de esta ave presenta los extremos de los dedos
de la mano izquierda, que ha desaparecido, y que ayudaba, sin duda
alguna a sujetar la paloma (lám. I, 1).
Se trata por tanto del busto de un oferente, tal vez una dama, que
presenta una paloma a la misma diosa que se veneraba en el santuario
inmediato, y que suponemos una «pothnia hyppon», de la que tantas
veces hemos hablado (2). La pieza resultaba anómala, si teníamos en
(1) E. CUADRADO DIAZ: <
(2) E. CUADRADO DIAZ: «La dioaa ibérica de loa caballos». Con¡re-lnternaclonalea de Cieoeiaa Prehiat6rlcaa y Protohiat6rica& Actas de la IV Sesi6n (Madrid, 1954). Zarqoza, 1966, p6p. 797810.
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cuenta la extendida opinión entre los investigadores del mundo ibérico, de que los escultores de esta cultura, no labraban bustos. Sin
embargo, otra pieza conocida, se había considerado como capitel de
pilar, siendo así que se trataba de un busto análogo al nuestro. Nos
referimos a la del Cabecioo del Tesoro, expuesta en el Museo Arqueol6gico de Murcia y publicada por Gratiniano Nieto (3).
La pieza murciana está constituida por un plinto plano sobre la
que se asienta un friso de ovas, y sobre él los restos de una mano derecha -perteneciente a un busto- que sujeta un ave por la parte del
buche, de forma que quedan muy claros los cuatro dedos extendidos
alrededor de la paloma mientras el pulgar la abraza por detrás. Restos
de otra mano parecen cogerla por las patas. La paloma carece de
cabeza, pero están bien talladas las alas y la cola (lám. 1. 3).
La disposición de los elementos conservados atestiguan que se
trata de un busto análogo al nuestro, y con un mismo significado de
devoto oferente. Estos dos ejemplares demuestran, que al menos en
las tribus del SE., la labra de bustos era normal.
Aún se sigue diciendo el busto de la <
hallada, puede darse por seguro, que también la «Dama de Elche» se
utilizó con el mismo fin, labrándose en su espalda un hueco que debió
contener las cenizas de un difunto, aunque no se observó este interesante dato por los que encontraron esta tumba.
El aspecto del «busto» de Elche, nos hace suponer que en un principio la dama era de cuerpo entero, tal vez del tipo de la «gran dama
oferente» del Cerro de los Santos, más bien que del de una dama
sedente. El borde de la base de la pieza presenta las huellas de una
división de la escultura, tal vez realizada a cincel, pero sobre lo que no
podemos definirnos, porque no conocemos de visu la superficie del
corte (4). Las dimensiones del hueco son 18 centímetros de diámetro
por 16 de fondo. García y Bellido se inclinó por la hipótesis de Hübner,
que supone la sujeción en él, de la cabeza de una gafa para sujetar la
(3) G. NIETO GALLO: «Noticia d e las excavaciones realizadas en la necr6poli1 d el C'abecico d el
Tesoro, Verdoiay (Murcia)». Boletín de Trab~01 del Seminario d e Arte y Arqueoloc(a, tomo VI, fue.
a XXIV, Valladolid, 1939-1940, pága. 137-160.
(<&) A. GARC'IA Y BELLIDO: «La Dama de E lche y el conjunto de piezu arqueol6gicu reingresadas en Espaila en 19U». Madrid, 1943, nota de la pág. 23.
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pieza a la pared posterior. Nosotros no estimamos verosimil esta opinión y nos inclinamos por la de considerar el hueco como urna cineraria, y seguramente se labró a la vez que se cortó la figura para
aprovechar tan sólo la parte superior. Reconocemos que el espacio
disponible para colocar las cenizas es muy pequeño, pero todo
depende de la intensidad de la incineración del cadáver o de que sólo
También del Cigarralejo es otra pieza, igualmente un busto, con
plinto análogo al del núm. 1 del inventario, en este caso con el núm. 2,
en que la figura humana conserva el brazo izquierdo a partir del codo,
y aunque muy erosionado parece coger con la mano un objeto o animal, como el núm. l. Este trozo de busto parecía completar a aquél,
pero la fractura no permite el encaje de las dos partes, por lo que consideramos es otro ejemplar.
La pieza pertenecía a la T 130 situada en el recuadro 11-C (lám. 12).
¿En qué se emplearon estos tres bustos ibéricos? Tengamos en
cuenta que las tres esculturas se encontraron en necrópolis del SE., en
las que sobre todo en el Cigarralejo, los hallazgos escultóricos han sido
numerosos, y los consideramos como elementos de monumentos funerarios de tipo griego, denominados por Almagro-Gorbea pilaresestelas. Creemos que en los tres casos, estos bustos se colocaron sobre
un pilar con capite~ situado sobre la tumba, tal vez la dama piadosa
portadora de la ofrenda de una paloma, para comparecer ante la divinidad en la otra vida Esta divinidad pudo ser la de los caballos del
santuario inmediato u otra de tipo funerario, pues en la necrópolis del
Cigarralejo, son frecuentes palomas cerámicas encontradas dentro de
las tumbas. Parece pues, que la paloma era un ave especialmente grata
a la divinidad. Estas palomas cerámicas son en la mayoria de los casos
«askos» ibéricos con un orificio para echar un líquido y otro para la
salida de las libaciones que debían tener un carácter funerario dentro
de un complejo ritual religioso.
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