
El pilar-estela de las "Damitas de Mogente" (Corral de Saus, Mogente, Valencia)
Martín Almagro Gorbea
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MARTIN ALMAGRO-GORBEA
(Madrid)
EL PILAR-ESTELA DE LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
(CORRAL DE SAUS, MOGENTE, VALENCIA)*
La destacada personalidad de Domingo Fletcher en la investigación de la Cultura Ibérica y la amistad con que siempre nos ha honrado
nos obliga a sumarnos gustosos a su merecido homenaje. Para ello nos
ha parecido adecuado abordar el análisis de un monumento funerario
ibérico de singular interés hallado en la rica necrópolis de Corral de
Saus durante los largos y fecundos años en que dirigió el Servicio de
Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia (1).
El tema, al que ya hemos hecho alguna referencia por su interés,
entra de lleno en nuestras investigaciones actuales pero su elección
aquí radica en que este monumento ha sido descubierto y valorado
gracias a la ejemplar actividad desarrollada personalmente y desde la
institución dirigida por el homenajeado.
El estudio más pormenorizado que aquí vamos a llevar·a cabo sólo
pretende enriquecer la discusión sobre este singular monumento contribuyendo así al mejor conocimiento de la Cultura Ibérica como nuestra más afectuosa y sincera aportación a este homenaje.
M Queremoa a¡radecer a Joaé Aparicio 1aa importantes noti.claa aobre lu excavacionea del yacimiento, de ¡¡ran utilidad para este trablijo. E ate estudio no ae hubiera podido llevar ac:abo ain el permiao
y apoyoa recibidoa de Domingo Fletcher y Enrique Pla como directorea del Museo de Prehiatoria de
Valencia; conste nuestro concreto apoadecimiento.
(1) D. FLETCHER VALLS y E. PLA BALLESTE.R: 4aa eaculturu en piedra de " El C'.orral de
Saua" (Mo¡ente)», Bellaa Artes 7•, ai\o V, n6Jn. 36, Madrid. 197•, páp. 38-89.
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2
M. ALMAGRO.GORBEA
INTRODUCCION
La importante necrópolis de Corral de Saus se halla situada en el
estratégico corredor de Montesa que une la llanura litoral valenciana a
la altura de J átiva, la antigua Saitabi, con la zona del Valle del Guadalquivir a través de las tierras altas del Sureste de la Meseta siguiendo la
antigua vía de comunicación que podemos denominar como «Vía
Heracleia» (2).
Esta necrópolis, situada al pie de la ladera de la Sierra de Enguera
cuyas estribaciones cierran al Norte el «Corredor de Montesa», se
debe relacionar con el próximo poblado ibérico de <
amplia superficie aún no ha sido explorada (3).
El interés del yacimiento lo resalta la tipología y la riqueza de sus
tumbas. Aunque en buena parte expoliadas, presentaban la estructura
tumular cuadrada, de piedra o de adobe, que en algunos casos alcanzaban más de 3 metros de lado (4) pudiéndose considerar entre las deno-
D. FLETCHER VAU.S: «Muaeo de Prehistoria de la Dipataci6n ProYincial de Valencia»,
PubUcaclonee d el Círculo de Bellu Artea, Valencia, 1974, p6¡e. 163-166.
D. FLETCHER VAU.S y E . PLA BALLESTER: «Reatoe eaéult6ricoe de la necr6poli.a ibérica
de Coll'll de Saua (Mopnte, Valencia~t, Reviata de la Univenidad C'.ompluteDH, XXVI, nám. 109
(Hom~e a Garáa Bellido, ID), Madrid, 1977, p6p. 66~2.
E. PLA BALLESTER: «Excavacionee en la necrópo1i.a iMrica del C'.orral de Saua (Mogente,
Valencia)•, Note l.nfonnativa con motivo del Cincuenta anlvenario de la fundación del S. l . P.,
Valencia 1977.
E. PLA BALLESTER: «La necrópoli.a ibérica de "El Corral de Saua", Mogente (Valencia). 2.•
campetla, 1973», Noticiario Arqueo16gico Hiepánico, Prebl.toria, 6, Madrid, 1976, p6p. 386-391.
J. APARICIO PEREZ: «Necrópolis ib'"ca del Corral de Saua, Mogente (Valencia>•, en
Mogente, Pl'Ofl'IIIDA Oficial de Fiestas. Mogente, 1976.
J. APARICIO PEREZ: «Las raíces de Mogente. Prehistoria y Protohistoria.», Serie Arqueológica n6m. 2, Departamento de Historia Antigua. Univereidad de Valencia. Valencia, 1977, p'gs.
21-30.
(2) Sobra esta vía. M. ALMAGRO GORBEA: «Pozo Moro. El monumento orlentalizante, su contexto IOdo-cultural y eua paraleloa en la arquitectura funeraria ibérica», Madrlder Mitteilungen, 24,
1983, Mainz am Rhein, 1984, p6g 182.
J. G. MOROTE BARBERA: t
Spartarla. Una aproximación a eu Ntudlo», Saguntum. Papelee del Laboratorio de Arqueología de
Valencia, U, 1979, Valencia, 1980, P4 162 y a.
(8) APARICIO PEREZ, Op, cit. en la nota 1, en &timo lugar, p'p 30-31.
J. MONTESINOS MARTINEZ: «Arqueologia ib~rica ala comarca de la C'oetera (a mod.e d'ln·
troduccl6 ezploratoria)•, en La Butida de lea Alcuaes. 60 anivenari declarió Monument HiatbricArtátic Nacional (1931-1981), Moixent. 1982, pq. 78.
(4) Vid, supra notu 1 y 3. Loe tipos C' y D de Aparicio (Op. cit. en la nota 1, en &timo lugar, p6g
22),108 coneid.eramoe como tumbu de túmulo normal de adobe. El Ay el B, equivalen al mismo tipo de
«túmulo principeec:o».
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LAS «DAMITAB DE MOGENTE»
8
minadas sepulturas «tumulares principescas» (5), y siendo en todo
caso perfectamente parangonables a la tipología de las necrópolis ibérica.s del Sureste {6).
Pero el rasgo tal vez más caracterls1ico es la aparición de un amplio
conjunto de restos arquitectónicos y escultóricos {7}. Estos superan la
veintena de fragmentos y algunos alcanzan indudable calidad por lo
que constituyen el conjunto más septentrional y uno de los más importantes conocidos hasta ahora de arquitectura funeraria ibérica {8}. Por
último conviene destacar cómo todos estos restos de monumentos
aparecían reutilizados, después de destruidos, en tumbas fechadas a
partir del siglo IV a. C. si bien la necrópolis parece haber perdurado
hasta el siglo l. a. C. (9).
Entre los hallazgos de esta necrópolis descubierta a partir de 1971
{10}, destaca una sepultura cuadrangular de las denominadas de «tipo
principesco» cuyo ajuar es difícil reconstruir por haber sido violada.
Medía 3' 42 metros de lado y estaba conservada hasta 68 centímetros
de altura, estando formada por 3 escalones construidos por sillares
claramente reutilizados de monumentos anteriormente desaparecidos
{11). Por el lugar de aparición y por su tipología debemos considerar
que todos estos restos arquitectOnicos y escultóricos pertenecieron a
uno o varios monumentos funerarios ibéricos.
Entre estos sillares de monumentos arquitectónicos, seguramente
funerarios por su lugar de aparición, destacan por su interés dos decorados con sendas figuras femeninas que por su calidad escultórica y su
(6) M. ALMAGRO GORBEA: «El "~e" de 1aa necr6polla ib6rlcu y .u intarpretaci6o IOciocult.ural», Rivúta di Studi Li¡url, XLVI, 197S. Omag¡io NIDo Lamboilla. n, Bordi¡bera, 1988, pqa.
203-20•.
M. ALMAGRO GORBEA: «Arquitectura y Sociedad en la Cultura lbéri~, en Architectura et
eocieU de 1' archarame 1!'80 l fin de la Républlque romaine. Actea du colloque de Rom.e (2-• d6cembre
1980), ~ollection de l'itcole Frm~aiee de Rome, n6m. 66, Roma, 1983, p6g. 393.
M. ALMAGRO GORBEA: t
M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, p6g. 276.
(6) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cita. en la nota 6 .
(7) Vid Op. cite, en 1aa notae 1 y 3. eepecialmente FLETCHER VALL8 y PLA BALLESTER,
«Reatos eiiCUlt6rlcoa... ».
(8) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cite, an la nota 6 .
(9) APARICIO PEREZ: Op. cita. en la nota 1, en eepeclal la
P4 30 de la mencionada en
último tuaar.
(10) Op. cita. an la DOta 1 y «La labor del Semclo de lnvNtJpcl6n Prehllt6rica y eu Muaeo en el
puado aflo 1973», Valenc:ia, 1976, p6p. 109-111¡ «La labor del Servicio de ... afio 197•», Valenc:ia,
1976, p6p. 119-121¡ «La labor del Servicio de ... af1o 1976», Valencla, 1976, p6p. •a-.9; «La labor del
Servicio de ... afto 1976» Valencia 1977, p6p. 79 y80¡ «LalabordeJServiclode ... af1o 1977», Velencia,
1978, páp. 26-27, y «La labor del Servicio de ... afio 1979», Valencia, 1980, pép 106 y 107.
(11) APARICIO PEREZ: Op. cit. en último lugar de la nota 1, pág. 22.
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gracia fueron denominadas las «Damitas de Mogente». Estos dos
sillares, que hemos denominado Corral de Saus 1 a y 1 b, pronto fueron objeto de estudio preferentemente por su mayor interés (12).
En esta ocasión pretendemos profundizar en su significado tipológico y cultural y discutir su posible reconstrucción. Por ello se relacionan con otros restos arquitectónicos hallados en el yacimiento, a fin de
lograr una visión de conjunto que permita una mejor comprensión del
monumento originario, de .su signüicado y del de toda la necrópolis.
Corral de Saus 1 a - 1 b - 1 c. -Fragmentos de una nacela de gola
decorada con {jguras femeninas (fig. 1).
Hallados reutilizados en el gran túmulo escalonado junto con otros
numerosos restos arquitectónicos y escultóricos.
Dimensiones:
a:
Fragmento
Altura, 36 centímetros; longitud, 64 centímetros;
grosor, 57 centímetros.
Fragmento b: Altura, 26 centímetros; longitud, 60 centímetros;
grosor 4 7 centímetros.
Fragmento e: Altura, 11 centímetros; longitud, 25 centímetros;
grosor, 18 centímetros.
Los fragmentos a y b se conservan en el Museo de Prehistoria de
Valencia. El fragmento e se conserva en el Museo Histórico-Artístico
de Mogente (13).
Descripción: Estos fragmentos de piedra arenisca calcárea corresponden a una gola de filete liso y con la nacela ocupada en cada lado
por una figura femenina en muy alto relieve. Estas figuras ofrecen
larga túnica de manga corta, cuello redondo y se adornan con largas
trenzas longitudinales acabadas en sendas anillas, collar circular, con
(12) FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1, segundo lugar, p6p. 164.·166.
FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. en le nota 1, en primer lugar.
PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 (La necr6polla ib6rica... ), p6ge. 738-734..
J. M.• BLAZQUEZ MARTINEZ: «Lu raícea clúicu de le Cultura lb6ricL Estado de le
cueeti6n. Ultimas aportaciones», Archivo Eapaflol de Arqueolopa, 62, Madrid, 1979, p6g. 168,
-m
.
M. ALMAGRO GORBEA: «Pilaree-estelu ibéricoa», Home~e al profesor Mart1n Almagro'
Buch, m, pip. s-9.
(13) J . APARICIO PEREZ: «Guía breve de la Baatida de lee Alc111e1 y del Muaeo HiatóricoArt1etico de Mogenta (Valencia)», Valencia, 1978, p6gL 8·9.
·
Eate fragmento noe atrevemos a identificarlo como del miemo eiller por lu caractañtticu de
tlno acabado, por coneerver parta de la cara del aguJero central y por ofrecer un 6ngulo tri6drico que
e61o ee puede interpretar como el 8lr8Ilque desde le baee de una arieta con doe carae curvu de la
nacela. No bemoa podido comprobar ei la rotura ~ le de a1¡unoe de loe eilleree 1 a y 1 b coneerva.
doa en Valencia.
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LAS «DAMITAS DE MOGENTE•
6
colgante central en el sillar 1 b y brazalete en el antebrazo de 6 espiras
en el sillar 1 a. Las figuras aparecen longitudinalmente dispuestas con
el brazo izquierdo a lo largo del cuerpo, mientras que el derecho se
levanta caái en cruz para pasar por debajo de las piernas de la figura
situada en la cata próxima. En cada mano sostienen un objeto redondeado, con un botón central cuya interpretación más verosímil es la de
una granada. Los cinturones y las trenzas ofrecen policromía en color
rojo y otros lugares conservan restOs de color amarillo (14). Las superficies vistas están finalmente pulimentadas.
Las carafJ superiores de los fragmentos ofrecen claras líneas incisas que se pueden interpretar como marcas de trazado para el asiento
de los sillares superiores. La cara inferior no se conserva en ninguno de
los fragmentos con figuras pero sí en ·el fragmento e que parece corresponder a un ángulo de la misma.
El interior ofrece restos de una perforación vertical de forma cilíndrica que ocupa el centro aproximado de la pieza y que al parecer la
atravesaba de parte a parte. Su superficie está simplemente abujardada lo que supone una cierta tosquedad en la realización ya que
corresponde a una parte .n o vista. Las dimensiones de las piezas, la
correspondencia de las líneas de trazado y la falta de junturas hacen
suponer que los tres fragmentos pertenecen a un único sillar lo que
explica perfectamente la ausencia en ellos de mortajas para grapas.
Estudw e interpretación
La interpretación de esta pieza como gola parece evidente (15) lo
que permitiría rectificar la interpretación como base de un elemento
piramidal apuntada previamente (16).
Dicha interpretación previa no aprecia la curvatura de la nacela
sino que al considerar que las caras eran simplemente oblicuas respecto a la superficie horizontal de la base, dedujeron una disposición
troncopiramidal de las mismas. Sin embargo, en dicha reconstrucción
. sí se ha planteado acertadamente la disposición teórica de las figuras,
enlazando los brazos derechos cruzados-por debajo de las piernas de
la figura adyacente y acercándose la mano a la del brazo izquierdo ten-
(14) FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. en la DOta 1 («Reatoe eeeult6rico&.. ~t).
PLA BALLESTER: Op. cit. en la DOta 1 («La necrópolia ... »), ~¡. 784.
(16) M. ALMAGRO GQRBEA: Op. cit. en la DOta 12.
M. ALMAGRO GORBEA: «El monumento de Alooy. Aportaci6n preliminar ala arquitectura
funerario iWric:a», Trab.Aloa de Prehistoria, 39, Madrid, 1982, ~ 188.
(16) FLETCHER V:ÁLLS y PLA BALLESTER: Op. cita, en la DOta l .
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dido a lo largo del cuerpo. Esta disposición queda además demostrada
por su similitud con la de los monumentos de Coimbra del Barranco
Ancho (17) y El Prado (18), en Jumilla. También la estructura de la
gola del monumento de Alooy, que ofrece igualmente figUras femeninas en la nacela, viene a confirmar esta interpretación (19).
La disposición de las figuras permiten deducir la longitud total de
cada lado que debió ser muy aproximada a los 100 centímetros, tal vez
en tomo a los 97'5 cen1ímetros ó 104, lo que equivaldría 15 ó 16 veces
la altura del filete.
Dada la disposición simétrica en todos los lados, la anchura sería
igual a la longitud, resultando una planta cuadrada, lo que pudiera ser
la norma en estos monumentos.
Una confmnación indirecta de las dimensiones y disposición de
esta pieza se deduce de las líneas de trazado de la cara superior del
fragmento a: dos de ellas aparecen a 48'5 centímetros de la arista del
lado adyacente. Si suponemos que las líneas a 50'5 y 48'5 centímetros
marcarían aproximadamente el centro de la pieza, en especial la de
50' 5 centímetros que continúa en el fragmento b; ·la longitud resultante oscila entre 97 y 101 centímetros, lo que se adecúa perfectamente con las dimensiones que se deducen de lá reconstrucción de las
figuras de la nacela, teniendo en cuenta su disposición.
La altura de la gola no se conoce con exactitud por no haber
podido encajar el fragmento e con la cara inferior de los fragmentos a y
b; la única probabilidad es deducirla de la longitud de la nacela, de su
vuelo y de la altura del filete de 6'5 centímetros de desarrollo. La
altura del filete, en las golas ibéricas conocidas (20), varía entre 1/5 y
1/3 de la nacela, lo que supondría en este caso entre 19'5 y 32'5 centímetros de altura para la nacela. Como el fragmento a tiene 24'5 centímetros de altura conservada de la nacela, podemos considerar su
altura entre dicha medida y 32'5 centímetros como máximo. La longitud de la gola poco sirve para deducir dimensiones pues el vuelo de las
nacelas ibéricas conocidas varía entre 1/1 y 1/18 de la longitud de la
base de la gola y la altura de la naceiS entre 1/2 y U12 de la misma. La
relación entre altura de nacela y welo no es conocido con exactitud, ya
(17) A. M.• Mtmoz AMILIBIA: «Cipo funerario ibérico de Coimbra del Berrancbo Ancho», El •
Picacho, 4, Jumilla, 1981, páp. 7-8.
•
·
A. M.• Mtmoz AMILIBIA: «Cipo funerario ibérico decorado con eeculturu», Actu d.e l XVI
C'.ongre10 Nacional de Arqueología (Murcia-C'.arta¡ena, 1982), Z&raJOza, 1988, páp. 741·760.
(18) P . A. LILLO CARPIO: «La estela ibérica hallada en El Prado», El Picacho, Jumilla, 1983,
p6p. 12·· 13.
(19) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit, en la nota 15.
(20) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit, en la nota 2, p6p.. 248·249.
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LA8 ~AMn'AS DE MOGENTE•
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Fig. 1.- SiiJ.u de gola decorado con ftguru femeninu
que falta la base de la gola, la verticalidad de la nacela en la parte inferior pero muy próximo al original, que por tanto podemos considerar
entre más de 24'6 y de ningún modo más de 30 centímetros pudiéndose considerar los 26 centímetros como cifra muy cercana a la original, ya que coincide con 4 veces la altura del filete. La proporción entre
la altura y el vuelo de la nacela en las golas ibéricas conocidas varía
entre 1/ 1 y 1/ 2 del vuelo, salvo en el caso de Pozo Moro que ofrece una
altura de más de 4 veces el vuelo. Como la altura no puede ser inferior
a los 24'5 centímetros conservados, la proporción de 1/1 parace aproximarse bastante a la original y se confirmarla por la verticalidad de la
nacela en el extremo inferior de la parte conservada. Con estas proporciones el radio de la nacela sería aproximadamente igual a su altura, lo
que parece lógico y confirma indirectamente las dimensiones calculadas. En resumen, una altura próxima a los 26 centímetros de altura de
la nacela que equivaldría a 32'5 centímetros de altura de la gola sin el
baquetón, que por las razones que se indican más.adelante, pudiera
ser el sillar CS-2 que se describe a continuación, cuya altura es de 20
cm. = 3 veces la altura del filete.
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M. ALMAGRO.GORBEA
Por lo tanto las dimensiones teóricas de este sillar de gola serían:
longitud 97'5 a 104 cm.; id. base= ca. 97'5-(vuelo nacelas= 2 x 26
cm.) =ca. 52 cm.; altura =ca. 32'5 cm. (altura filete = 6'5 cm. +
altura nacela ca. 26 cm.).
Corral de Saus 2. - Fragment,Q de baquetón de gola decorado con doble
fila de ovas (fig. 2).
Hallado formando una de las esquinas del gran túmulo escalonado (21).
Dimensiones: Altura, 20 centímetros; longitud, 56 centímetros;
grosor, 31 centímetros.
Se conserva en el Museo de Prehistoria de Valencia.
Descripción: Fragmento de sillar de esquina de piedra arenisca calcárea decorado con doble fila de ovas separadas por un ancho filete
vertical. Las ovas superiores están invertidas y ofrecen ranura central
y moldura exterior entre dos acanaladuras dejando entre ellas unas
flechas triangulares, una de las cuales ocupa la arista de esquina. Las
ovas inferiores son semicirculares, globulosas y también delimitadas
por moldura entre acanaladuras que las separan de flechas estrechas.
La parte vista está cuidadosamente pulida.
La cara superior, bien alisada pero con huellas de escoplo, ofrece
claras líneas de trazado para la colocación de los sillares superpuestos.
Una, al borde de los lados, corre a 11 centímetros de éste y en el lado
menor se trazó mal y se rectificó exactamente. Otra línea perpendicular al lado mayor, corresponde aproximadamente al eje del sillar. El
centro del sillar ofrece un a_gujero circular de unos 16 centímetros de
diánietro. La cara inferior ofrece un abujardado fino pero se hallá muy
mal conservada: No hay señales de cara interior pues toda esta moldura debió labrarse en un sillar de una sola pieza.
Análisis e interpretación: La reconstrucción de esta pieza se puede
abordar gradas a la calidad y regularidad de su decoración, a la existencia de· líneas de trazado y a la cavidad centraL
La cavidad central tiene su centro entre 30 y 36 centímetros de los
bordes conservados, lo que daría una anchura total entre 60 y 70 centímetros. Las líneas de trazado aparecen unas a 11 centímetros de los
bordes, y otra, perpendicular al lado mayor, a 36'6 centímetros del
mismo, lo que supondría l.ma longitud total de 67 centímetros si se
(21) FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 (l
p6g. 68.
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LAS t
9
consideraba como situada en el eje del sillar, como aproximadamente
ocurre en la nacela Corral de Saus l.
Sin embargo, la decoración ofrece un ritmo regular de ovas de 12
centímetros de largo arriba y 9 centímetros abajo coincidiendo los ejes
de la 3.• superior y de la 4.• inferior, lo que permite considerar este
punto como centro de simetría del lado de la pieza y recontruir simétricamente el resto de dicho lado, lo que da una inedida de longitud total
de 72 cent~etros, con seis ovas arriba y ocho abajo.
Dicha reconstrucción permite calcular la anchura de la gola
situada sobre el baquetón, ya que coincidiría con las líneas de trazado
situadas a 11 centímetros de cada borde, lo que supone 72- (2 x 11)
=50 cm. Esta medida coincide prácticamente con el ancho de la base
de la nacela decorada con figuras femeninas de Corral de Saus 1 a y
1 b, ca. 52 cm., lo que permite suponer la correspondencia de ambas
piezas al mismo monumento, pues la altura de esta pieza, 20 centímetros, equivaldria a 1:5 de la longitud de la nacela.
Esta reconstrucción permite calcular una longitud total de ca. 72
cm. = 11 palmos de ca. 6'5 cm. La altura es de 20 cm. =ca. 3 palmos y
la base del baquetón podría calcularse en torno a los 67 centímetros,
esto es , ca. 10 palmos, aunque el mal estado de conservación de la
cara inferior impide precisar esta medida.
Reconstrucción delTTWnumento: El análisis realizado de estos dos sillares de Corral de Saus permite interpretarlos respectivamente uno,
como una nacela con su filete, y el otro, como el correspondiente
baquetón pertenecientes a una misma gola de un monumento cuyas
características y reconstrucción pueden, por tanto, llegar a ser precisadas con bastante aproximación (fig. 3).
Esta gola tendría una longitud total de ca. 97'5 cm., que sería igual
a su anchura por ser de forma cuadrada; la altura sería igual a la del
sillardelfileteylanacela (ca. 32'5 cm.) más la del baquetón(= 20 cms.), lo
que eupone ca. 52'5 cm, aproximadamente igual a la base de la nacela.
Por último, la longitud y anchura de la base sería en tomo a ca.
67 cm.
Las dimensiones de esta gola evidencian que corresponde a un
pilar-estela (22), monumentos funerarios de pequeña dimensión, y no
a un monumento torriforme (23). Las medidas conservadas parecen
(22) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12.
(28) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, p6p. 229-230.
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Flg. 2.- Baquetón decorado con ovu del pilar-estela de laa Damltu de Mocente
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LAS 4d>AMITAS DE MOGENTE»
11
indicar que su trazado refleja la existencia de proporciones entre las
diversas partes, basadas en una unidad de medida que podría considerarse un palmo de ca. 6' 6 cm.
Las proporciones así calculadas, aunque sólo lo puedan ser de
fonna aproximada, serían:
Altura filete
1 palmo =
6'5 cm.
4 palmos= 26 cm.
Altura nacela
Altura baquetón
3 palmos= 20 cm.
Altura total
8 palmos= 52'5 cm.
Longitud total 15 palmos= 97'5 cm.
(o mejor 16 = 104 cm.)
Vuelo nacela
4 palmos= 26 cm.
Longitud base nacela
8 palmos= 52 cm.
Longitud base baquetón 10 palmos= 67 cm.
Es de destacar las proporciones que parecen observarse. El filete
= 1/4 de la nacela = 1/8 altura = 1/12 de la longitud total. Los vuelos
de la nacela = base nacela = altura total = 1/2 lóngitud total. La base
del baquetón= 2/3 de la longitud total, etc. También la medida de un
palmo de 6' 5 centímetros puede relacionarse con la de otros monumentos ibéricos, confirmando la existencia, lógica por otrá parte, de
medidas y proporciones en su construcción (24).
También es característico el agujero cilíndrico interior que ofrecen
ambos sillares y que conocemQs igualmente en otros restos de monumentos de Corral de Saus (25), Coimbra del Barranco Ancho (26), El
Prado (27), El Cigarralejo (28) y Coy (29). Su funcionalidad parece
clara pues estaría destinado a pasar un gran pernio o pivote, segura-
(24) Sobre eatoa upectoa metrol6gicoa en la arquitectura lb6rica, ALMAGRO GORBEA, Op. cit,
en la nota 16, p6g. 176 y ALMAGRO GORBEA, Op. cit, en la nota 2, p6g. 211.
Mú concretemente, M. ALMAGRO GORBEA: «El pllar-eatela lb6rico de Cay (Murcia) »,
HomeiiiQe a Samuel de loa Santos, Albacete, en prensa, y M. ALMAGRO GORBEA y R. RAMOS
FERNANDEZ: «El pilar-estela de Monforte del Cid (Alicante)», Lucentum, 4, Alicante, en
preJliL
(26) Vid. supra nota 1, aunque este importante detalle técnico e interpretativo no aiempre 18 ha
aeftalado. Aé, aparece en tres de loa ail.larea conaervadoa in Bitu en el yacimiento por eetar reutilisadoe
formando parte del túmulo, lo que evidencia que 18 tzoata de partea de pllarea de ettoe
monumento..
·
(26) M~OZ AMILIBIA: Op. cita. en la nota 17.
(27) LILLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
(28) E. CUADRADO DIAZ: «Reatoe monumentalea funerarioa de El Ci¡arralejo», Tra~oa de
Prehittoria, 41, Madrid, 1984, pq. 266, fig. 2. lám. v. 1 yfig. 1-10.
(29) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 24, en Pl'8l1IL
-209-
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12
M. ALMAGRO-GORB.EA
mente de madera, reforzada en todo caso con yeso (30), que aseguraría
la estabilidad de los diversos sillares que formab~ estos complejos
monumentos. Otro elemento, también muchas veces inobservado, son
las líneas de trazado que permiten conocer la disposició~ de los -sillares superpuestos y su retranqueo sobre los inferiores {31).
Con todos estos datos parece posible proceder a la reconstrucción
hipotétiéa del monumento.
La gola estaría fo:rmada por el sillar del filete y la nacela sobrepuesto al sillar del baquetón, siguiendo las líneas del trazado de éste.
La gola se debió rematar con una escultura zoomorfa, como conocemos por otros monumentos similares, no existiendo plena seguridad
en la identificación del animal correspondiente.
El monumento de Coimbra del Barranco Ancho, el más próximo a
est.e de Corral de Saus, ofrecía al parecer un toro (32), y aunque restos
escultóricos de uno de estos animales han aparecido en Corral de Saus
{33), parecería más lógico suponer'que fuera una bella figura de sirena
{34) por la proximidad estilística que ofrece con las figuras femeninas
de la gola. Sus restos han aparecido reutilizados en un túmulo próximo
(36) lo que no contradice el que éste fuera el animal que rematase
el monwn~nto.
Este animal estáría dispuesto sobre un pedestal que iría sobre la
gola, como evidencian las líneas de tr.azado situadas en la cara superior
de la misma. Si las líneas perpendiculares señalan, como es lógico, las
(30) El empleo de yeao, seguramente completamentando piezaa de madera para la unión de aillaree, estA documentado en Pozo Moro (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit, en la nota 2, p6,¡. 209), en el
Cerro de loe Santoa (materialin6dito en elMuaeo Arqueológico Nacional), Coimbra de Bll'1'1U1co Ancho
~OZ AMILIBIA, Op. cit. en la nota 17, en eegundo lugar, P'P· 7 48-7 46) y en La Alcudia de Elche
(material coneervado en el Mueeo de La Alcudia).
(81) Eau; detalle Ucnico, ya aeftalado en Pozo Moro (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota
2, p,g. 191), lo tanemoe documentado•en otro& muchoe monumentoaib6ricoe deede Corral de Saua a
Baza, evidenciando que ae trata de una técnica muy generalizada en la Arquitectura lb6rica (Op. cit.
antaa, pqa. 210-211.
(32) ~OZ AMILIBIA: Op. cit. en la nota 17, en segundo lugar, p!g. 742.
T. CHAPA BRUNET: <
(SS) PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 («La necr6polia ibérica... »), p'g. 783.
(84) FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. e.n la nota 1 («Lea eacultwu... »),
~~- 89.
FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1 («Museo de... »), p,g. 168.
FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1 («Reatos eacult6ricoa... ••), p6p. 69-60, fig. 4.
PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 («La necr6polia. .. »), p!g. 783, fl¡. 3.
APARICIO PEREZ: Op. cit. en la nota 1, en 6lt!mo lugar, P4 28, 16m. 9.
CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 32, P4 86.
.
(86) FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1 (4
PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 («La necr6polla... »), p6p. 732·733.
-210-
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LAS «DAMITAs DE MOGENTE»
13
dimensiones de los sillares que lo formaban, estos sillares serían al
menos cuatro y probablemente seis, si existía simetría axial en su
disposición.
Por debajo del baqüetón estaría el pilar proP.iamente dicho. Su
anchura, a ju;agar por la de la base del baquetón, sería de 67 centímetros pero su altura total no es posible calcularla con tanta certeza, aunque en todo cas~ debió ser la suficiente para que las figuras de la
nacela se pudieran ver desde abajo· sin dificultad. Esta disposición de
las «dam.itas» que se corresponde a su teórica situación de remate de
estos pilare~stela (36), parece mejor que la de suponerse colocadas
para ser:vistas ·desde arriba como base de monumento. Esta última
hipótesis ·se.ha· eonjeturado en la reconstrucción previamente dada
para éste (37) y para .algún otro de estos monumentos como el de
Coimbra del Barranco Ancho (38) o el de El Prado (39), pero esta solución resulta en todo caso menos fundamentada y en contradicción con
la.forma de gola de la moldura, bien documentada en la Cultura Ibérica ~O) y utilizada con figuras femeninas en el monumento torriforme
de AiaOy. (.4sl.}.así como por la existencia de líneas de trazado que lógicameGüli~p~eden corresponder a la cara superior.
El monumento de El Prado conserva, al parecer, el pilar originario,
roto ells_qPfijge~zos, con una altura total superior a lqs 225 centímetr~s (42J.~t·~m~sf.a altura tal vez sea excesiva para el de Corral de
~! Elu&w!\
· s.
.r.~ '<;lad uno Q~ ~~tos pilares magníficamente decorado con escenas en
f.e·~ye, sólounae·unos 90 centímetros (43), lo que aproxima esta pieza
a Ó~p~ sillaréSl de Corral de Saus de estructura y dimensiones semejantes, y cuya funcionalidad debió ser idéntica a la del cipo de Coimbra como confirma incluso la decoración escultórica de algún caso (44)
y la_frecuente, casi regular existencia de las perforaciones circulares en
(86)
(37)
(38)
(39)
(40)
M. ALMAGRO GORBE A: Op. cit. en la nota 12, p6g. 14.
FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cita. en la nota l .
MUÑOZ AMILIBIA: Op. cita. en la nota 17.
LILLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, pága. 248-249.
M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16, p6ga. 188-189.
(41) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16, p6ga. 163-164, figa. 1 y 2.
(42) LIIJ.O CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
(43) MUÑOZ AMILIBIA: Op. cit. en la nota 17, en segundo lugar, pág. 743, da una altura de 90
cms. aunque segón nuestru medidas personales tiene 93'6 cma.
(44) Como la pieza prácticamente in'dif4 conservada in situ que d enominados CoJTal de Saut17, o
como el pilar decorado con una figura d e caballo (APARICIO PEREZ, Op. cit. en la nota .1, en 6ltimo
lugar, p6g. 23, 16m. 6) muy próximo por tanto en este detalle al de Coimbra del Barranco Ancho y otro
fragmento de pilar con relieve de un guerrero del Museo de Mogente.
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M. ALMAGRO-GORBEA
el centro de sus c~s superior e inferior para los pel'Dios de sujeción
(45). Salvo que se suponga que estos pilares fueran compuestos de dos
o más piezas o tambores ensamblados entre sí ocupando la parte decorada tal vez la parte superior, a modo de friso como ocurre en algunos
paralelos mediterráneos (46).
Por ello, la altura d~l sillar del pilar se puede conjeturar en tomo a
los 160 a 200 centímetros. Con estos datos cabría incluso atribuir a
este monumento uno de los sillares dejados «in situ» en el yacimiento,
pues sus dimensiones coinciden aproximadamente con las de la gola
que aquí estudiamos (47). En todo caso, aunque no existe certeza en
esta atribución, sí que es evidente 18 utilidad de dicho sillar para la
reconstrucción museística de este importante monumento.
Más incierto queda el problema de la. base del monumento. En
varias ocasiones hemos conjeturado una base escalonada (48). Esta
hipótesis estaría avalada por la precedente tradición de la base escalonada de Pozo Moro (49) y por la existencia de monumentos tumuliformes cuadrados escalonados en ·el mundo ibérico del Sureste (50) y en
sus paralelos en el ámbito griego (51). Además tanto en Corral de Saus
(46) Vid. aupra, notas 26 a 29.
(46) C'.omo en loa pilaiea licios o en algunaa estelu griegu arcaicas que ofrecen decorada a6lo la
parte auperior: C. DELTOUR-LEVIE: «Lea piliera fun4irairea de Lycle», Louvain, ·1982, tlp. 92, 139,
1«, etc., y G. M. A. RICBTER: .a'he Archaic Gravaatone. ot Atiea», London, 1981, fl¡. 68.
(47) Vid. eupra, nota«. Se trata de una bue de 100 cma. de ancho, pricticament:e id4intlca a la
anchura de la gola, con una parte centnl eacalonada de 76 cma. que ae podría considerar la bue del
pilar ya que an la parte superior pudo alCIJliiU' loa 67 cma. te6ricoe que tiene la baae del baquetón con
una dJtmlnución aproximada de un palmo en IU altura. Lo bemoe aenomlnado Corral de Saua 18.
(48) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12, P4 14.
M. ALMAGRO GORBJ!iA: Op. cita. en la nota 6.
.
M. ALMAGRO GORBEA y M.• L. CRUZ PEREZ: «Loa monumento& funerarios ibmcoa de
Loa Nieto• (Murcia)», Sa¡untum. Papelea del Laboratorio de. Arqueología de Valencia, 16. Valencia,
1981, p.p. 137-148, figa. 6 y 6.
(49) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, p6p. 191-192.
(60) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cita. en la nota 6.
E. CUADRADO DIAZ: «Las tumbas tumularea de Laa Corte», MlacelGea Arqueológica.
XXV aniveraario de loa Cureoe Internacionales de Prehletoria y Arqueología en Ampuriaa (1947-1971),
1, Barcelona, 1974, p6ge. 261·262.
M. ALMAGRO GORBEA: «LLa-campoe de tíunuloe de Pajaronclllo (Cuenca). Aportación al
estudio de loa t6muloa de la Península IWrica•, Excavacionea Arqueol6¡icu en Eapafta. 83, Madrid,
1973, p6p. 112 y 122.
E . CUADRADO DIAZ: «Tumbas de adobe en El Cigarralejo•, Actas del XVI Congreeo
·
Nacional de Arqueología (Murcia-Cartagena, 1982), Z~goza, 1983, p6p. 719·723.
(61) D. D. KURTZ y L. BOARDMAN: «Greek Burlal Cuttoma•, London, 1971, fip. 20, 22 d.
24 a, 86 b, etc.
W. RIEZLER: «Weiaagrundige Attiache Lekytenlt, MOIScben, 1914, lAma. 16-26, etc.
J. D. B.E AZLEY: «Attic Whit:e Lekytobt, London, 1938.
-212-
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LAS ICDAMITAS DE MOGENTE»
16
(52) como en Coimbra del BaiTanco Ancho (53) parece que en la reutilización de elementos arquitectónicos en dicho tipo de túmulos, existe
la manifiesta intención de imitar las formas de los monumentos en piedra, al menos en lo referente a las formas escalonadas.
En todo caso, también se puede valorar un sillar escalonado «in
situ» en Corral de Saus (54) que debe interpretarse como la mitad de
la base escalonada sobre lo que se apoyaría uno de estos pilares-estela
ibéricos, pues conserva en el centro un encaje de sección cuadrada
para incrustar el pernio de sujeción del pilar sobreestante. Esta pieza
de gran interés, se puede además comparar con la estructura conservada en algunas sepulturas tumulares cuadradas de la necrópolis
ibero-helénica de Las Corts, en Ampurias (55), en cuyo centro parece
observarse el mismo tipo de enc~e preparado para asegurar la sustentación de la estela que sin duda alguna los remataba, lo que supone
una importante paralelo funcional y una prueba de las interrelaciones
que también en este campo de las estructuras funerarias se observa
entre la Cultura Ibérica y el mundo griego colonial.
En resumen, la reconstrucción total del monumento que se propone como resultado del análisis de los elementos conservados y de la
reconstrucción teórica de los que faltan basándose en los paralelos
conocidos permite asegurar que se trataba de un pilar cuadrado, apoyado sobre una base escalonada y rematado por una rica gola sobre la
que iría dispuesto sobre un pedestal el animal que coronaba el monumento. Aunque la. dimensiones de este pilar-estela son relativamente
s
modestos en comparación con otros monumentos torriformes ibéricos,
el análisis general de sus componentes evidencia la clara sensación de
haberse logrado la monumentalidad intencionadamente buscada por
esos monumentos, resaltada además por los elementos ideológicos y
estilísticos que ofrecía, e incluso, por la forma y el tamaño muy adecuados a la impresión que se intentaba suséitar, como confmnan las
(62) PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 («La necr6poli& ..»), fi¡. l.
APARICIO PEREZ: Op. c.it. en la nota 1, en (Utlmo lupr, üm. 2..
(68) MWOZ AMILIBIA: Op. cite. en la nota 17.
(64) Vid. supra nota 47. Estaba reutilizado en el lado Oe1te del túmulo funerario. Provilionalmente lo hemos denominado como Cona! de Saue 18.
(66) M. ALMAGRO BASCH: «la necr6polie de AmplllÍU», 1, Barcelona. 1968, pq. 266,
fig. 217.
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18
M. ALMAGRO.GORBEA
dimensiones teóricas calculadas que se indican a continuación (fig. 3):
Altura del animal de remate con su pedestal
ca. 50-100 cm.
Gola
52 cm.
Pilar
ca. 150-200 cm.
Base escalonada
ca. 50 cm.
Altura total
ca. 300-400 cm.
Paralelos, estilo y cronología
El monumento funerario de las «Damitas de Mogente» se debe
considerar un ejemplo representativo de los pilares estela-ibéricos por
sus dimensiones y por su forma y elementos constituyentes.
Dentro del creciente número de pilares-estela ibéricos actualmente idenfiticados, las características de su gola, decorada con las
figuras denominadas «Damitas de Mogente», permite incluirlo en un
reducido grupo de pilares-estela caracterizado por tener figuras en la
gola. Este grupo lo consideraríamos un nuevo tipo de pilar-estela ibérico que denominaríamos tipo «Corral de Saus» por ser este ejemplar
el que actualmente se puede considerar como el primero identificado
de la serie. De este modo quedan resaltadas sus características tipológicas que permiten su diferenciación de otros tipos ya definidos como
los de «Coy» o «Monforte del Cid» (56), por señalar aquellos actualmente mejor conocidos.
Los pilares-estela de tipo «Corral de Saus» que hasta ahora han
podido ser identificados son los siguientes:
Corral de Saus: 1 ejemplar, aquí estudiado.
Coimbra del Barranco Ancho: 1 ejemplar (57).
El Prado: 1 ejemplar (58).
El Cigarralejo: 2 ejemplares o más, muy fragmentados (59).
Cabecico del Tesoro: 1 ejemplar, representado por un fragmento
muy incompleto (60).
(56) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2. p'p. 258·267.
ALMAGRO GORBEA: Op. cita. en laa notaa 12, 14, 48, etc.
ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 24, en prenea.
ALMAGRO GORBEA y RAMOS PERNANDEZ: Op. cit. en la nota 24, en prenea.
(li7) ~oz AMILIBIA: Op. cita. en la nota 17.
(58) LILLO CARPIO: Op. cit. en la oota 18.
(59) CUADRADO DIAZ: Op. cit. en la nota 28, páp. 263·264, fra¡mentoe 1 a li. Se¡J6n observación pereonal, oorreepcmden a un mfnimo de doe monumentoe a juqar por la diferente moldura di loe
filetea de 8 y 10 c:ma. de altura. Acradecemoa a Emeterio Cuadredo la botpitalidad y ayuda dadaa para
el anüiala de eltoa fra¡mantoa.
(60) G. NIETO GALLO: «La necrópolis hilpmica del Cabec:ico del Teeoro, Verdolay (Marcia),.,
Actaa de m Congreso Arqueol6gico del Sudeste Espeflol (Murcia, 1947), Zarqoq. 1948, P4 179,
lám. 133.
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LAS «DAMlTAS DE MOGBNTib
17
De estos pilares-estela, el de Coimbra del Barranco Ancho ofrece
las golas decoradas con figuras masculinas, al parecer yacentes, lo que
hizo suponer que la posición de este sillar correspondía a un plinto
más que a un remate en gola de un pilar-estela (61), pero su semejanza
en estructura y disposición con los monumentos de tipo «Corral de
Saus» obligan a suponer que todos ellos, según se deduce de las mejor
conservadas, eran de una tipología muy similar. Por este motivo se
pueden interpretar los fragmentos, muy mal conservados, hallados en
la necrópolis de El Cigarralejo y Cabecico del Tesoro, cuya identificación con este tipo de pilar-estela parece suficientemente segura. Con
ello se precisa una dispersión de estos pilares-estela muy concentrada
en el triángulo de Mula-Murcia-Jumilla con el ejemplar extremo de
Corral de Saus en el Corredor de Montesa que permite suponer una
dispersión originaria algo mayor. Este reducido grupo de pilaresestela tipo «Corral de Saus» es seguro, por tanto, que se ampliará en el
futuro con nuevos hallazgos, lo que permitiría explicar mejor el origen
de la gola del monumento toniforme de Alcoy (62), decorado igualmente con figuras femeninas en la gola, evidentemente inspiradas en
la de estos pilares-estela para las que constituye el más próximo paralelo y un indicio de su mayor difusión.
Estas golas decoradas con figuras en alto relieve resultan un elemento muy peculiar y que por ahora debe considerarse plenamente
ibérico. La gola resulta un elemento característico de la arquitectura
ibérica cada vez mejor documentado (63) y cuyo origen egipcio (64) a
través del mundo fenicio está suficientemente demostrado (65). Pero
la decoración de la gola con figuras humanas es una característica de
las golas ibéricas que plantea cierta dificultad para la explicación de
sus orígenes pues no se conocen ejemplos fuera del ámbito
ibérico.
Ya se ha señalado (66) cómo este elemento recuerda la organización del dintel del templo de Prinias (67), decorado con figuras feme{61) M~OZ AMlLIBIA: Op. cit. en la DOta 17, segunda, pág. 742.
{62) M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16.
{63) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 6, en segundo lugar, páp. 408-410.
M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la DOta 16, páp. 188-190.
M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, págs. 248-268.
{64) G. JEQUIER: «Manuel d'Archéologie Egyptienne, L Lea 6~menta del'architecture», Paria,
1924, p6¡. 74.
J. VANDIER: l\Manuel d'Archéologie Egyptienne, n, 2», Paria, 1964.
{66) P. WAGNER: I
{66) M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la DOta 15, P4 261 y a.
{67) L PERNIER: «Templi an:haici aulla Patala de Prinlu». Ann. Scuola ArcbeoL di Atana, 1,
1914, pi¡. 19 y fic. 46.
- 215-
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M. ALMAGRO.GORBEA
18
ninas contrapuestas en disposición longitudinal, semejante por tanto a
los de las golas ibéricas. El claro carácter orientalizante de este templo
griego tan arcáico hace pensar en que sigue prototipos de la arquitec"
tura oriental, tal vez vigas de madera esculpidas que decoraran los
techos, dinteles de puertas y tal vez las golas dispuestas sobre éstas.
Lo que sí se documenta en la arquitectura fenicia es la existencia de
golas y dinteles decorados con urei {68) y discos alados (69), siguiendo
la tradición egipcia {70) que influyó en este punto, también en la aqu8"
ménida (71) y púnica {72).
Por tanto, a través de la arquitectura fenicia pudo llegar esta idea a
la arquitectura ibérica que la utilizó y desarrolló con personalidad p~
pia, de forma paralela a los influjos que la arquitectura fenicia ejerció,
durante e1 Periódo Orientalizante, en la arquitectura arcaica griega
y etrusca.
En es~ sentido también conviene tener pres-ente como en la
Arquitectura etrusca del Periódo Orientalizante, al configurarse ésta
en el siglo
a. C. adoptando elementos técnicos como las cubiertas
de teiTacota, asimila en su decoración una tradición de frisos decorati"
vos con figuras dispuestas bajo una moldura de sima con lengüetas
(73) cuyo perfil transparenta su procedencia de las golas con baquetón
de la arquitectura oriental, probablemente fenicia. Estas simas con
perfil de gola de teiTacota, en su desarrollo ulterior, llegan a ofrecer
figuras en alto relieve como sucede en algunos tímpanos de templos
(7 4), y en algún caso, como en Arezzo, ya en el siglo V a. C., las figuras
ocupan la gola (7 6) convirtiéndose de hecho en elementos decorativos
de la misma {76).
vn
(68) E . RENAN: t
WAGNER, Op. cit. en la nota 66, lAme. 16, 17, 3, 86, 88, 1, etc.
(69) WAGNER: Op. cit. en la nota 66, láma. 2, 6, 10, 16, 17, etc.
(70) Vid. Op. cita. en la nota
N . DE. G. DAVIES: «'The Rock Tomba ot El Amama», n, 190., lám. 32 y otraa.
(71) D. STRONACH: «Paaegardae», Oxford, 1978.
(72) A. LEZINE: «Architec:ture PuniCJ.Ut!», Tunia, 1962, pág. 38 y a.
(73) F . RAKOB: «Numidiache Kllñiparchitelrtur in Nordalrlka». H . G. HORN y C. B. RÚGER
London, 1921.
A. ANDREN: «OaaeJVUioni sulle terracotte architettoniche etru.eco-italicbe», Op. Rom. vm,
1, Lund. 1971.
.
(7• ) A. MINTO: «Problami lUDa decorazione coroplutica nell'architettura del templo etruaco»,
Studi Etruachi, 27, Firenze, 1963, pág. 9 y a., fi¡a. 23-31.
A. BOETHIUS y J . B. W ARDS.PERKINS: «Etruacan end Romen Alclútetture», Harmouwortb, 1970, flg.
(76) G. MAETZKE: «Terracotte architettoniche ecoperte ad Arezzo», Boll d'Arte,
1949,
pág. 261.
(76) R. BIANCln BANDINELLI: «Etroechi e itallci prima del dominio di Roma», Roma, 1973,
fig. 266.
6•.
2•.
a•.
-216 -
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LAS «DAMITAB DE MOGENTE,.
19
Por ello esta tendencia a las golas decoradas con figuras humanas
puede evidenciar un desarrollo o en todo caso una idea de la arquitectura orientalizante arraigada en el Mediterráneo Occidental, que perduro en la Península Ibérica y tal vez en Etruria, aquí en todo caso
asimilada a los frisos de terracota corridos, pero que no se documenta
en el ámbito estrictamente púnico {77), al menos en la época helenística bien documentada por los monumentos númidas (78), tal vez por
haber desaparecido pronto o por no haberse llegado a utilizar.
También es muy peculiar la disposición del baquet6n que se caracteriza por las ovas invertidas con ranura central y por la superposición
de dos filas de ovas. Las ovas invertidas con ranura central no son
excepcionales en la arquitectura ibérica (79). Este mismo tipo de ovas,
también invertidas, pero más toscas, aparece en el sillar Corral de
Saus 7 (80), interpretable como resto de otro baquet6n semejante del
mismo taller pero de factura mucho más descuidada por ser una imitación de la pieza aquí estudiada. Ovas con ranura central pero en disposición normal son las que presenta el filete de la gola del pilar-estela de
Monforte del Cid cuya calidad evidencia que se trata de un mQnumento con claros influjos helénicos (81).
La fila de ovas inferior, en posición normal, es bastante más frecuente pues se conoce en Corral de Saus 6 (82), Monforte del Cid
(83), Alcudia 10 (84) y El Molar (85) a los que se podría añadir otros
casos en que este elemento decorativo se asocia a contarlos (86) por
lo que resulta ya algo diferente de este caso y más próximo a la arquitectura jonia de la que razonablemente se ha considerado derivada
(77) LEZINE: Op. cit. en la nota 72.
(78) F. RAKOB: «Numidiache KOnigaarchitektur in Nordatrika». H. G. HORN y C. B. RÜGER
(Ed.) «Die Numlder», Bonn, 1979. p6ga. 119-171.
(79) Podemos aeflalar loa caaoa de Alcudia 7 (M ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2, páJ.
262); Cabecloo del Tesoro (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. antea,lám. 84 b); El Ciprralejo (CUA·
DRADO DIAZ, Op. cit. en la nota 28, lám. 27 4, 6); etc.
(80) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, pág. 268, nota 486.
FLETCHER VALL8 y PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 2, («Reatos eacult6riooa... »),
pág. 68, ti¡. 6.
(81) M. ALMAGRO GORBEA y RAMOS FERNANDEZ: Op. cit. en la nota 24.
(82) APARICIO PEREZ: Op. cit. en la nota 1, en 61timo lugar, pág. 23.
(83) Vid. supra, nota 81.
(84) Conservado en el Muaeo de L. Alcudia, lo oollSideramoa pricticamente in6dito. M. ALMA·
GRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2, pág. 255.
(86) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, pág. 266.
.omo en Loa Nietos (M. ALMAGRO GORBEAy CRUZ PEREZ, Op. cit. en la nota 48, flga. S
(86) C
y 4) o en eliJano de la C.onaolacl6n (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. an la nota 2, páJ. 252).
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M. ALMAGRO-GORBEA
(87). Incluso en algún caso las ovas se decoran con elementos pseudovegetales (88) siguiendo un claro estímulo del gusto ibérico.
La disposición de la doble fila de ovas sí que es singular pues sólo
se conoce un paralelo en la arquitectura ibérica, es el monumento de
El Prado (89), de Jumilla, de características tipológicas y estilísticas
muy próximas al de Corral de Saus. Este hecho permite pensar que
puede tratarse de la iberización de una decoración arquitectónica de
gusto barroquizante cuyo orígen parece rastrearse en ciertas bases
decoradas neohititas (90) cuya temática ofrece un desarrollo ocasional
en el ámbito griego arcaico del Asia Menor (91) de donde acabaron
pasando a los cimacios clásicos (92).
Muy interesante es el análisis del orígen de esta moldura de ovas
del monumento. En primer lugar, este detalle evidencia cómo Corral
de Saus constituye una réplica del monumento de El Prado, dada la
igual función e idéntico esquema decorativo de ambos y la mejor calidad que ofrece El Prado. Esta dependencia estilística de Corral de
Saus respecto a El Prado plantearía, por tanto, el problema de una
posible posterioridad teórica.
La concepción del pilar con ovas en su parte superior, como ofrece
con toda seguridad El Prado, hace pensar en los pilares de algunas
estelas áticas de tipo 1 e rematadas por lengüetas de concepción muy
próxima a las ovas de estos elementos (93). Estas estelas, fechadas
hacia el tercer cuarto del siglo VI a. C., evidencian cómo el prototipo
orientalizante de estas estelas (94) comienza a ofecer una elaboración
plenamente griega caracterizada por voluta. y lengüetas que sustitus
yen la gola puramente orientalizante de los tipos 1 a y 1 b, correspondientes a la primera mitad del siglo VI a. C. (95).
(87) A. GARCIA BELLIDO: «Arte lb6rico» en «Hlatoria de Eapa11a11 diri¡ida por R. MENEN·
DEZ PIDAL, I. S, Madrid, 1964, p6p. 437-438.
(88) Como en Alcudia 1 y 2 (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2, p6g. 260, fig. 12, 16111.
34 a) o Cabecico del Teaoro 2 (ALMAGRO GORBEA, Op. cit. antea, P4 267).
(89) LtLLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
(90) E . AKURGAL: «Orient et Occident», Paria, 1969, J)Ac. 80 y a. y fip. S0-46.
(91) B. WESENBERG: «Kapitelle und BIIHJl)t (Beiheftte Bonner Jhr. 82), Duaeeldorf, 1971,
16m. 1626.
A. AKURGAL: 41, Anlwa, 1988, páp. 79-99 y fip. 68-88.
(92) L. T. SHOE: «Promea of Greek Mouldinp», Cembrid(e, Ma81. 1986.
G. GRUBEN: «Naxoa und Paros l>t, AA. 1982, P4 174 y a. fip. 18, 27, 30, etc.
G. GRUBEN: 4
(93) RICHTER, Op. cit. en la nota 46, núma. 87, 42 y 44, tira. 108 y 128.
(94) RICHTER: Op. cit. en la nota 46, p6g. 27.
(96) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12, páp. 16 y a.
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LAS «llAMITAS DE MOGENTE•
21
Otro elemento característico es la superposición de fr&Iijas de
ovas. Una fila de ovas infrapuestas a un cimacio jónico con ovas invertidas ofrece Corral de Saus; El Prado, a esos dos elementos, se infrapone un contarlo y otra fila de ovas que aparecen labrados en la parte
superior del pilar.
Esta superposición de molduras decorativas es característica de la
arquitectura jonia, donde se aplica para adornar cornisas de edificios
monumentales, siendo particularmente evidente en los capiteles de
antas jónicos (96) y en alguna otra ocasión (97) y cuyos prototipos se
forman a lo largo del siglo VI a. C. (98) si bien la composición citada de
los ejemplares ibéricos no permiten una comparación concreta con
ninguna escuela ni ejemplar determinado.
Más significativa parece ser la asociación de las ovas partidas cuyo
perfil y estructura tan próximo queda al origen del cimacio lésbico. En
estos destaca el detalle, relativamente poco frecuente, de la ranura
central en lugar del resalte que suele ser más característico (99). Este
detalle se conoce en el ámbito de la arquitectura eolio-focense (lOO)
de donde debió llegar a la Sicilia Oriental (101) donde también aparece debiéndose explicar su origen como un claro influjo focense
(102).
En Sicilia, la evolución de estos elementos ofrece una tendencia a
pasar el astrágalo de la parte superior a la inferior de las hojas tras la
época arcáica, (103) y en cuanto a la forma de éstas se tiende a formas
cada vez más sinuosas y con el elemento intermedio más desarrollado,
lo que hace suponer que los ejemplares ibéricos derivan de un tipo
todavía arcáico. Este hecho y su forma estrechamente asociada a la de
la ova jónica, no permite pensar que esta moldura ibérica proceda
(96) SHOE, oot. cit. en la nota 92, págs.. 174-175, !Ama. 6 y 7.
P. COUPELy P. DEMARGNE: «Fouillea de Xantoe, m. Le Monument dee N6ridea. L' Al'Chitecture», Parle, 1969, p6ga. 111 y a.
(97) GRUBEN: Op. cit. en la nota 92.
(98) WESENBARG: Op. cit. en la nota 91.
AKURGAL: Op. cit. en la nota 91.
(99) C. WEIKERT: «Du leebieche Kymatíon», Leipzi(, 1918.
J. GAUZERT: ccZur Entwiclung leabiacher Kyinalionfonnen», Jd. I, 98, 1988, P4 123 y a.
(lOO) J... KJELLBERG: «Die architektoniachen Terrakoten. Lariaa am Hermoe Illt, Stockholm,
1940. }j'IDI. 60 y 68.
R. MARTIN: «L'Architecture arcbal'que de Tuoa et l'Anatolle11. MQan¡ee Manee1. I,
Ankara. 1974, págs.. 466 y • .
(101) G. VALLETyF. VILLARD: «Mepl'81Jyblaea4. LetempleduiV u. Paria, 1966, ~ 66
y ..
92 y 9 • .
(102) MARTIN: Op. cit. en la nota 100, P4 .Sl.
(103) E. LANGLOTZ: «Die Junat der Westgriechea», Milnchen. 1963, pq. 87, IAm. 129.
ama.
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22
M. ALMAGRO-GORBBA
directamente de los paralelos arcaicos magnogrecos y menos de los
posteriores que perduran hasta época de Hieron 11 pues éstos ofrecen
una clara línea evolutiva diferente {104).
Por ello cabe suponer como más lógico la derivación de este elemento ibérico de tradición arcaica vinculada lógicamente al ámbito
eolio-jónico que representa Focea y que en estos elementos ofrecerla
uno de los testimonios de su influjo en el ámbito arquitectónico paralelo al ya bien documentado y aceptado en el ámbito escultórico (105).
Estos influjos ya documentados en el Mediterráneo Occidental en
Massalia y Sicilia (106), se ven ahora atestiguados y demostrados en la
arquitectura monumental funeraria ibérica. Su cronología, por tanto,
podría colocarse en relación con el memento de máxima expansión del
influjo focense en Occidente a partir de mediados del siglo VI a. C.
{107), si bien este elemento creó tradición y perduró en el ámbito ibérico hasta fechas mucho más avanzadas siguiendo sus propias
partes evolutivas.
Mayor interés si cabe presenta el análisis estilístico de las figuras
de este monumento.
Las figuras de las «Damitas de Mogente» dentro de su gran personalidad y de su original disposición, se pueden relacionar por su estilo
con algunas de las piezas más notables del Arte Ibérico. En primer
lugar, hay que señalar su semejanza fonnal y del tocado con una
cabeza procedente de la necrópolis de El Cigarralejo (108) que por
ser, al parecer, exenta, no parece corresponda ala gola de uno de estos
monumentos de tipo «Corral de Saus», pero que ofrece un estilo aún
más vivo y directo. Más difícil es la comparación con otros fragmentos
de figuras femeninas de gola, como las de el Cigarialejo, El Prado o
Cabecico del Tesoro (109), por desgracia todas muy incompletas para
examinarlas en conjunto, si bien destacan detalles iconográficos, como
las manos alargadas a lo largo del cuerpo y sujetando símbolos funera-
(104) VALLET y VILLARD: Op. cit. en la nota 101, p6ga. 68-67.
(106) E . LANGLOTZ: «Die lrulturelle und kün.stlerfache Hellenlaierung der Küaten dea Mittelmeerea durch die Stadt Phokaia,., KOln, 1986.
MARIN: Op. cit. en la nota 100, p6g. 461.
(108) LANGLOTZ: Op. cit. nota anterior.
VALLET y VILLARD: Op. cit. en la nota 101.
(107) M. ALMAGRO GORBEA: «Le "colonizaci6o" focenee en la Pen!naula IWrlca. Estado
actual de la cueati6P, PU'-Paa. 104-107, 1982, P4 482 y a.
(108) CUADRADO DIAZ: Op. cit. en la nota 28, l6.m. 17, 1-8.
(109) CUADRADO DIAZ: Op. cit. en la nota 28, l6ma. 14 y lli.
LILLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
NIETO GALLO: Op. cit. en la nota 80, l6.m. 183.
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LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
23
rios como palomas o granadas, las largas trenzas colgantes circulares,
cinturones, etc., que evidencian su correspondencia a un mismo
esquema iconográfico (110). Entre otras esculturas en piedra ibérica.s,
se aproxima a las figuras de esfinge arcaicas, como las de Haches
(111), que ofrece ciertas semejanzas por su peinado de dos trenzas,
sus rasgos arcaicos, y la cierta tosquedad en el tratado de las pupilas.
Las esfinges de Agost son ya de superior calidad (112). Lo mismo cabe
decir respecto a la cabeza de Koré o esfinge procedente de Alicante
(113) cuyas ondas del pelo pueden ser un eco de los grandes rizos de
estas figuras, pero cuyo estilo es mucho más fino, indicando un taller
de mejor calidad y más evolucionado.
Dentro de este marco estilístico, la falta de otras esculturas humanas en piedra directamente comparables a estas figuras de Corral de
Saus, puede suplirse por una serie de exvotos ibéricos de bronce que
tanto desde el punto de vista del vestido y del tocado como del estilístico denotan una estrecha relación, hasta ahora nunca seftalada (114).
Esta serie de exvotos de bronce fue considerada «subdedálica» por
Nicolini (115), denominación que se debe considerar con gran prudencia para no crear equívocos. Se caracteriza por figuras de hombres y
mujeres de aspecto muy arcaico. Las figuras femeninas llevan túnica
larga, que sólo deja ver los pies, con un fuerte y ancho cinturón, un
señalado escote rectangular, y mangas cortas y ofrecen los cabellos
recogidos en dos largas y gruesas trenzas. A las coincidencias señaladas se pueden añadir otros detalles como la concepción frontal de las
figuras, el duro tratamiento de los rasgos faciales, las cortas mangas,
los cinturones muy marcados, los rizos u ondulaciones del pelo sobre
la frente e, incluso, los extremos abultados de las trenzas que recuerdan los anillos que aparecen en Corral de Saus, etc., (116). Por ello la
(110) M. ALMAGRO GORBEA: «Plafúderaa en la iconografla ib6rica», Hom~e a 86enz de
BUl'WI¡a, Badajoz, 1982, p6p. 27• y a.
(111) T. CHAPA BRUNET: «La eaftnge en la pláetica ib6rica.», Trab~oe de Prebietorioa, 87,
Madrid, 1980, p6g, 818 y Jám, 6.
(112) T. CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota anterior, pág. SU y 1ám. S, 1 y 2.
(118) A. GARCIA BELLIDO: «Una cabeza íb6rica, arcaica. del eatllo de las korai attlcaa», Archivo
Eepaftol de Arte y Arqueolo¡ía, XI, Madrid, 1985, p6gs. 165-178.
A. BLANCO FRELJE.mO: «Die Kla.asiacben Würzeln der iberilchen Kunet», Madrider Mit.teO
u.n¡en, 1, Heidelberg, 1960, 1)6¡. 112 y Jám, 21.
E. LLOBREGAT CONESA: «C.onteatania ibérica», Alicante, 1972, p6¡. H6 y 1ám. • •
(11•) G. NICOLINI: «Broncee íb6ricoe», Barcelona. 1977, p6ga. •s y • 7.
F. ALVAREZ OSSORIO: «Catálogo de loa exvotos de bronce íb6ric:oe del MUHO Arqueológico Nacional», Madrid, 19.1, 1ám& 1, 2-6 y 2, 1-2.
(116) G. NICOLINI: «Quelquee aepecta du probJ.eme des origiDee de la toreutique iberique»,
Ampuriu, as-•o. Barcelona. 1978, p6p. • 78-180.
(116) Op. cita. en la nota 1U.
NICOLINI: Op. cit. en la nota 115, tip. 18 y 19.
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LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
26
aparente relación de las figuras de Corral de Saus con esta serie de
exvotos ibéricos parece un dato importante para su orígen y
cronología.
La citada serie de exvotos de bronce ha sido considerada por
Nacolini como de influjo dedálico y fechada en la primera mitad del
siglo VI a. C. (117). Aunque no parece aceptaole una relación con la
escultura dedálica, sí que es evidente que dichos exvotos ofrecen elementos estilísticos evidentemente anteriores a los exvotos ibéricos
con influjos más evolucionados de la plástica arcaica greco-oriental
(118) cuya fecha se debe situar hacia la segunda mitad del siglo VI a.
C. avanzado. En consecuencia, este tipo de exvotos paralelizable con
Corral de Saus debió originarse en fecha anterior, en tomo a la mitad
de dicho siglo, tal vez en relación con los primeros influjos artísticos
griegos que se extienden desde las costas de la Península Ibérica (119)
y anteriores a la aparición de las primeras figuras de exvotos con dia-·
dema (120) que suponen una primera introducción de la moda de vestir jonia que caracterizan los exvotos del arcaísmo rmal (121), si bien
estas figuras aún mantienen detalles más antiguos como el ancho y
marcado cinturón orientalizante, por lo que no se deben fechar lejos
de mediados del siglo VI a. C.
De este modo la evolución estilística parece confirmarse en la de la
moda de vestir (122). La indumentaria de las <
es claramente diferente de la habitual de las damas ibéricas de la
región contestana (123), bien documentada a partir del segundo
cuarto del siglo V. a. C. en que se debe colocar la Dama de Elche (124)
(117) NICOLINI: Op. cit. en la nota 115, pég, 480.
(118) E. KUKAHN: «Unu relaciones especiales entre el arte oriental grieeo y el Occidente», Simpoeio Internecional de Coloniucionea (Barcelona, 1971), Barcelona, 1974, páp. 121 y a.
E. KUKAHN: «Zur FrObpbue der Iberiachen Bromen», Madrider Mittenun¡en, 8, Heidelberg, 1967, pége. 162 y a.
(119) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 107, pége. 488 y a.
(120) NICOLINI: Op. cit. en la nota 115, pég. 481, fi.g. 24.
(121) ALVAREZ OSSORIO: Op. cit. en la nota U,, Uma. 8, 4; 5, 1-6; 6, H y 8.
KUKAHN: Op. cit. en la nota 118, pág. 65, fig. 26 c..
NICOLINI: Op. cit. en la nota 116, péga. 480 y 481, fip. U y 26.
(122) Vid. eupra. nota 118.
(128) Sobre este intereADte upecto de la Cultura Ib6rica, S. HENNING: dA vitement, la colffure et la parure dee etatuee f6menines ib6riquea en pierre 6 l'age du fev>, Ll~ge, 1971 (texto
xerocopiado).
BANDERA ROMERO, M.• L.: «El atuendo femenino iWrico, I» Habia, 8, Sevilla, 1977,
p6p. 268-297.
BANDERA ROMERO, M.• L.: «El atuendo femenino iWrico, JI», Habia, 9, Sevilla, 1978,
p6ga. 401-440.
LLOBREGAT C'ONESA: Op. cit. en la nota 113, p6g. 200.
(12• ) E . KUKAHN: 4
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26
M. ALMAGRO-GORBEA
y cuyos precedentes se deben considerar algunos exvotos ibéricos
fechables a partir de finales del siglo VI a. C (125). Esta diferencia sólo
puede explicarse por su anterioridad como confirma el destacado
papel del cinturón ancho y señalado (126) o el detalle del colgante circular que ofrece la figura del fragmento menor (127), o incluso el peinado de gruesos rizos y largas trenzas, características del alto
arcaismo griego (128).
En este mismo sentido, los fuertes plegados de los paños que ofrecen estas esculturas de Corral de Saus frente a sus paralelos de bronce
no debe extrañar, pues pueden explicarse por el mayor tamaño de la
escultura y, en todo caso, ofrecen una rigidez y simetría que contrasta
con el tratamiento de los paños del arcaísmo final que incluso perdura
en las estilizaciones de aspecto arcaizante tan características de la
escultura ibérica posterior.
·
El orígen del estilo de estas figuras no es fácil de precisar. Ofrecen
una mezcla de elementos orientalizantes, como el cinturón y los colgantes circulares, con otros de sabor griego arcaico, como el peinado,
los pliegues de la túnica o el tratamiento de los rasgos de la cara. Por
ello tal vez lo más prudente sería considerarlas como reflejo de los
influjos de la plástica greco-oriental anterior al arcaismo final cuyos
reflejos, bien atestiguados en otras obras de bronce y piedra· del Arte
Ibérico, no parecen apreciarse en el modelo de estas figuras, que debe
en consecuencia ser anterior.
Esta hipótesis convendría perfectamente a la asociación de las
«Damitas de Mogente» a un elemento tan orientalizante como la gola,
asociación extraña en la plástica griega y que se explicaría por ser una
creación ibérica que debió alcanzar gran éxito, como evidencia que
hayan llegado hasta hoy un número relativamente elevado de pilaresestela de tipo Corral de Saus, esto es, con figuras en la gola, alcanzando su influjo a monumentos torriformes posteriores, como el de
Alcoy, último eco de esta creación.
(126) E . KUKAHN: Op. cit.' en la nota 118, en ae11Jndo lu¡ar.
(126) J. M.• BLAZQUEZ MARTINEZ: t
al profeaor Martín Almagro, U, Madrid, 1983, p6ge. 411-420.
Para su difuai6n en la Iberia orientalizente, M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2,
p6p. 223 y 224. y
A. GONZALEZ PRATS: «Estudio arqueológico del poblamiento enti¡uo de la Sierra de Crevlll.ente», Alicente, 1983, p6ga. 173 y e.
(127) J. M.• BLAZQUEZ MARTINEZ: «Tarteaeoa y loe ori¡ene1 de la colonisacl6n fenicia en
Occidente», 2.• ed., Salamanca, 1976, lAma. UV, LXXXIX, B; CXXV-CXXVII, etc.
A. GONZALEZ PRATS: «El teaorillo de tipo orientalizante de la Sierra de Crevillente»,
Ampuriaa, 38-40, Barcelona, 1978, pág. 366 y fip. 3 y 6.
(128) Vid aupra. notaa 111, 114 y 116.
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LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
27
Esta hipótesis permitiría, desde el punto de vista estilístico, considerar a estas piezas como una genuina representación de una etapa
inicial del Arte Ibérico caracterizada por un fuerte sincretismo de elementos orientales de orígen fenicio y los primeros influjos plásticos
greco-orientales, estructurados con plena madurez y perfecto desarrollo de la actividad creadora ibérica.
Dentro de esta hipótesis de trabajo es obligado replantear la cronología de esta pieza. La inexistencia de elementos del arcaismo
reciente obligan a una fecha teóricamente anterior al final del siglo VI
a. C. Los plegados que se advierten en el vestido de las figuras pudieran ser el resultado de las mayores posibilidades que ofrece la escultura en piedra sobre los exvotos de bronce que constituyen sus más
próximos paralelos o, incluso, se podrían interpretar como un influjo
inicial del arcaísmo final. Pero en uno y otro caso, parece que los argumentos existentes para fechar la creación de esculturas obliga a
situarla antes del último cuarto del s!glo VI a. C., tal vez hacia el
segundo tercio del mismo por fijar una cronología, aunque esta sea a
modo de hipótesis que sólo futuros hallazgos y nuevos estudios permitirán precisar.
Esta precisión cronológica exige ser contestada con los también
inciertos datos que se puede obtener para los restantes monumentos
que forman este tipo de pilar-estela.
En El Cigarralejo y Cabecico del Tesoro, sólo se puede valorar el
contexto de reutilización de las piezas en tumbas del siglo IV a. C., lo
que constituye sólo un término ante quem insuficientemente preciso.
El monumento de Coimbra del Barranco Ancho, a parte de sus
contextos arqueológicos que corresponde a una fecha semejante,
ofrece figuras de guerrero que aunque muy mutiladas, se caracterizan
por su calzón corto, camisa ajustada y ancho y señalado cinturón. Esta
moda de vestir se inicia en el Período Orientalizante, como evidencia
Pozo Moro (129), y perdura entre los exvotos ibéricos de bronce que a
menudo ofrecen características semajantes (130), pudiéndose fechar
desde el siglo VI a. C. y a lo largo del V a. C. hasta desaparecer tal vez ya
en el IV a. C. (131).
El monumento de Coimbra de Barranco Ancho estuvo rematado,
tal vez, por una figura de toro en pie con los pliegues del cuello bien
señalados por líneas paralelas y un buen tratamiento plástico de los
volúmenes característicos que ofrecen otros toros ibéricos {132) como
(129) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, Um. 23, etc.
(130) ALVAREZ OSSORIO: Op. cit. en la nota 114, 1áma. SS y a.
(131) NICOLINI: Op. cit. en la nota 114, págs. 50. 88, 96, 98, 100, etc.
(132) T . CHAPA BRUNET: 4
dad Complutense, 2 vola. Madrid, 1980.
-225-
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28
M. ALMAGRO-GORBEA
el toro de Monforte del Cid que refleja un claro influjo de la plástica
zoomorfa griega del Arcaismo Final fechable en tomo al 500 a. C.
(133}. Por ello, la cronología de este monumento, no parece que en
principio se deba rebajar más allá del siglo V. a. C. y aún se deberla
precisar en la segunda mitad del siglo IV a. C. si al mismo monumento
correspondiese el pilar o cipo con figuras (134}, lo que no tiene que
darse por demostrado.
El monumento de El Prado ofrece cuatro figuras femeninas de
mayor movimiento que las de Corral de Saus. Una de ellas ofrece además una túnica con pliegues verticales semejante a la de una de las
figuras del monumento de Alcoy (135} y otra el ancho cinturón reforzado con una cinta externa que vemos en los guerreros del heroon de
Obulco (136) y en un exvoto de Despeñaperros (137} de estilo muy
próximo al citado conjunto escultórico, fechable como él hacia el
segundo cuarto del siglo V. a. C.
El movimiento de las figuras de El Prado, con las piernas bien
diferencidas y el cuerpo curvado podría ir bien en la cronología citada,
aunque su mal estado de conservación no permite mayor precisión
estilística. En todo caso, es necesario mantener la reserva que supone
la mejor calidad escultórica de El Prado y tal vez de El Cigarralejo respecto a Corral de Saus, dato especialmente evidente en los baquetones de ovas y que hace muy delicada la labor de comparación y
seriación de todos los monumentos de este tipo, pues el mayor
arcaismo aparente de Corral de Saus podría explicarse mejor como
obra de un artesano de taller periférico o de menor pericia escultórica,
en todo caso derivada del prototipo de El Prado, tal vez ya dentro del
siglo V. a. C.
A una fecha posterior, de pleno siglo IV a. C., se debe atribuir el
monumento de Alcoy (138). En este caso ya no se trata de la gola de un
pilar-estela sino de una sepultura torriforme, pero su interés estriba en
evidenciar la ulterior evolución de este elemento decorativo que
podría considerarse como la última derivación del prototipo
arcaico orientalizante.
(133) M ALMAGRO GORBEA y-RAMOS FERNANDEZ: Op. cit. en la nota 2•.
(13') R. OLMOS ROMERA: «El entorno p6ntico y la PeDÚIIula Ib6rica», Archeolog{a. 1986,
en prensa.
(136) M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16, f!p. 1 a 3.
(136) J. GONZALEZ NAVARRETE y A. BLANCO FREIJEffiO: «Lea eeculturaa de Pon:una
(Ja6n)», en A. GARCIA BELLIDO: «Arta Ibérico en Eapat¡a», Madrid, 1980, p6p. 73-78.
(137) ALVAREZ OSSORIO: Op. cit. en la nota 11,, n6m. 2377.
NICOLINI: Op. cit. en la nota 131, pi(L 168 y 169.
(138) M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16.
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LAS «DAMITAB DE MOGENTB»
29
Un origen y cronología no alejada de la propuesta pero de pleno
siglo VI a. C. se debe atribuir a la figura de sirena (139), si bien la pertenencia de esta escultura al monumento no sea del todo seguro. Ya
Fletcher (140) apuntó acertadamente la rareza de esta representación
mitológica en la Península Ibérica y su carácter exótico en el ámbito
ibérico. Al paralelo de bronce de Rafal del Toro, en Menorca (141),
hay que añadir otra pieza de bronce procedente de las Necrópolis de
Ampurias (142) y varias representaciones vasculares (143) que indican que estas figuras mitológicas, fechables dentro de mundo arcaico
de pleno siglo VI a. C., eran conocidas por los iberos, tal vez desde el
periodo orientalizante.
La sirena de Corral de Saus ofrece un tratamiento volumétrico de
las formas y una estilización del plumaje así como la factura de los
detalles que recuerda particularmente a productos de claro influjo
greco-arcaicos. La anterioridad de la sirena de Corral de Saus a las
esfinges de Agost (144} fechables hacia fines del siglo VI a. C., aparece
evidente, así como a otras figuras aún posteriores, como las del Llano
de la Consolación o Villacarrillo (145) lo que confirmaría una cronología no posterior a mediados del siglo VI a. C. para esta figura.
En esa fecha posterior, tal vez los monumentos funerarios ibéricos
tenderían a sustituir las sirenas por la esfinge, animal que parece
hacerse más habitual en el mundo griego arcaico probablemente con
parecida función y significado ideológico, de animal apotropaico,
defensor de la sepultura y conductor de los muertos (146). Así esta
preferencia por la esfinge podría interpretarse como una prueba más
de la creciente helenización cultural, esto es, de la creciente personalidad de la cultura ibérica a los modos y cambios ideológicos en el
ámbito colonial.
Más problemática, por último, es la atribución a este monumento
de las «Damitas de Mogente» de una bella cabeza decorada con un
alto polos o corona que pudiera ser una cabeza de esfmge (147) y que
(189) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 182, pág. 961 y a.
CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 82, país, 228 y e.
(140) FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota l.
(141) A. GARCIA BELLIDO: «Hiapania Graeca», Barcelona, 1948, 1tm. 29.
(142) KUKAHN: Op. cit. an la nota 118, en primer lu¡ar, pip. 128 y 124.
(143) M. ALMAGRO BASCH: «Ampuriaa», Barcelona, 1961, fig. 56.
G. TRIAS DE ARRIBAS: «Cerámicas griegu d.e la Pe11Ín8ula IWrica», Valencia, 1968,
lAma. 1, 1,; 23; 41, 2; 47, 1; etc.
(144) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 111, P4 329.
(146) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 111, P4 380.
(146) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 82, pa#a. 221 y e.
(147) APARICIO PEREZ: Op. cit. en la nota 1, en 6ltimo lugar, lAma. 10 y 12.
-227-
[page-n-228]
80
M. ALMAGRO-GORBBA
ha sido relacionada con esta sirena (148} e incluso se ha utilizado
para las reconstrucciones de este monumento (149}. Las dificultades
de esta atribución son en parte iconográficas, ya que no es frecuente la
existencia de polos en las sirenas (150), y estilísticas, pues parece más
detallista que las figuras de las «damitas» y de tratamiento más anguloso que el cuerpo de sirena citado. Sin embargo ninguno de estos
motivos es suficiente para su exclusión, quedando únicamente su posible pertenencia al monumento mucho más incierta.
CONCLUSIONES
El monumento de las «Damitas de Mogente», procedente de la
necrópolis de Corral de Saus, constituye sin duda alguna uno de los
restos arquitectónicos más importantes proporcionado por ese rico
yacimiento.
Su análisis pormenorizado permite su reconstrucción como un rico
pilar-estela ibérico por lo que supone una importante aportación al
conocimiento actual de la arquitectura funeraria ibérica dados los elementos técnicos, metrológicos, estilísticos e iconográficos que ofrece.
Especialmente permite identificar una serie de pilares-estela que
hemos denominado «tipo Corral de Saus» caracterizados por ofrecer
la nacela decorada con figuras y que se extendió desde Murcia hasta el
Corredor de Montesa aunque aún es prematuro interpretar si se trata
de obras de un mismo taller o, más probablemente, de un modelo imitado y difundido por su éxito iconográfico y suntuario.
El análisis de sus elementos estilísticos e iconográficos parece
indicar que se trata de una creación ibérica explicable por unos intlÚjos estilísticos greco-orientales sobre un substrato aún próximo al
ambiente orientalizante. La determinación de su cronología plantea
evidente dificultades. La hipótesis más lógica sería la de que representa una de las más antiguas creaciones de la etapa inicial del Arte
Ibérico, caracterizada por el sincretismo de elementos orientalizantes
revitalizados por la introducción de la plástica greco-oriental que
debería fecharse hacia mediados del siglo VI a. C. pero la lograda
aceptación del tipo de monumento y su evidente continuidad dificulta
la asignación de una fecha precisa a este monumento en concreto.
(U 8) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 82, pá¡. 283.
(149) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, fig. 16.
ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12, fig. l.
(150) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 32, pág. 288, aunque puede conaiderarae como polos
el arranque de la palmeta de la figura de sirena procedente d e E aparta (W. LAMB: «Excavations at
Sparta», A. B. S. A. 28, 1927, lám. 9, 11, y KUKAHN, Op. cit. en la nota 118, fig. 11 c.
-228-
[page-n-229]
MARTIN ALMAGRO-GORBEA
(Madrid)
EL PILAR-ESTELA DE LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
(CORRAL DE SAUS, MOGENTE, VALENCIA)*
La destacada personalidad de Domingo Fletcher en la investigación de la Cultura Ibérica y la amistad con que siempre nos ha honrado
nos obliga a sumarnos gustosos a su merecido homenaje. Para ello nos
ha parecido adecuado abordar el análisis de un monumento funerario
ibérico de singular interés hallado en la rica necrópolis de Corral de
Saus durante los largos y fecundos años en que dirigió el Servicio de
Investigación Prehistórica de la Diputación de Valencia (1).
El tema, al que ya hemos hecho alguna referencia por su interés,
entra de lleno en nuestras investigaciones actuales pero su elección
aquí radica en que este monumento ha sido descubierto y valorado
gracias a la ejemplar actividad desarrollada personalmente y desde la
institución dirigida por el homenajeado.
El estudio más pormenorizado que aquí vamos a llevar·a cabo sólo
pretende enriquecer la discusión sobre este singular monumento contribuyendo así al mejor conocimiento de la Cultura Ibérica como nuestra más afectuosa y sincera aportación a este homenaje.
M Queremoa a¡radecer a Joaé Aparicio 1aa importantes noti.claa aobre lu excavacionea del yacimiento, de ¡¡ran utilidad para este trablijo. E ate estudio no ae hubiera podido llevar ac:abo ain el permiao
y apoyoa recibidoa de Domingo Fletcher y Enrique Pla como directorea del Museo de Prehiatoria de
Valencia; conste nuestro concreto apoadecimiento.
(1) D. FLETCHER VALLS y E. PLA BALLESTE.R: 4aa eaculturu en piedra de " El C'.orral de
Saua" (Mo¡ente)», Bellaa Artes 7•, ai\o V, n6Jn. 36, Madrid. 197•, páp. 38-89.
-199-
[page-n-200]
2
M. ALMAGRO.GORBEA
INTRODUCCION
La importante necrópolis de Corral de Saus se halla situada en el
estratégico corredor de Montesa que une la llanura litoral valenciana a
la altura de J átiva, la antigua Saitabi, con la zona del Valle del Guadalquivir a través de las tierras altas del Sureste de la Meseta siguiendo la
antigua vía de comunicación que podemos denominar como «Vía
Heracleia» (2).
Esta necrópolis, situada al pie de la ladera de la Sierra de Enguera
cuyas estribaciones cierran al Norte el «Corredor de Montesa», se
debe relacionar con el próximo poblado ibérico de <
El interés del yacimiento lo resalta la tipología y la riqueza de sus
tumbas. Aunque en buena parte expoliadas, presentaban la estructura
tumular cuadrada, de piedra o de adobe, que en algunos casos alcanzaban más de 3 metros de lado (4) pudiéndose considerar entre las deno-
D. FLETCHER VAU.S: «Muaeo de Prehistoria de la Dipataci6n ProYincial de Valencia»,
PubUcaclonee d el Círculo de Bellu Artea, Valencia, 1974, p6¡e. 163-166.
D. FLETCHER VAU.S y E . PLA BALLESTER: «Reatoe eaéult6ricoe de la necr6poli.a ibérica
de Coll'll de Saua (Mopnte, Valencia~t, Reviata de la Univenidad C'.ompluteDH, XXVI, nám. 109
(Hom~e a Garáa Bellido, ID), Madrid, 1977, p6p. 66~2.
E. PLA BALLESTER: «Excavacionee en la necrópo1i.a iMrica del C'.orral de Saua (Mogente,
Valencia)•, Note l.nfonnativa con motivo del Cincuenta anlvenario de la fundación del S. l . P.,
Valencia 1977.
E. PLA BALLESTER: «La necrópoli.a ibérica de "El Corral de Saua", Mogente (Valencia). 2.•
campetla, 1973», Noticiario Arqueo16gico Hiepánico, Prebl.toria, 6, Madrid, 1976, p6p. 386-391.
J. APARICIO PEREZ: «Necrópolis ib'"ca del Corral de Saua, Mogente (Valencia>•, en
Mogente, Pl'Ofl'IIIDA Oficial de Fiestas. Mogente, 1976.
J. APARICIO PEREZ: «Las raíces de Mogente. Prehistoria y Protohistoria.», Serie Arqueológica n6m. 2, Departamento de Historia Antigua. Univereidad de Valencia. Valencia, 1977, p'gs.
21-30.
(2) Sobra esta vía. M. ALMAGRO GORBEA: «Pozo Moro. El monumento orlentalizante, su contexto IOdo-cultural y eua paraleloa en la arquitectura funeraria ibérica», Madrlder Mitteilungen, 24,
1983, Mainz am Rhein, 1984, p6g 182.
J. G. MOROTE BARBERA: t
Valencia, U, 1979, Valencia, 1980, P4 162 y a.
(8) APARICIO PEREZ, Op, cit. en la nota 1, en &timo lugar, p'p 30-31.
J. MONTESINOS MARTINEZ: «Arqueologia ib~rica ala comarca de la C'oetera (a mod.e d'ln·
troduccl6 ezploratoria)•, en La Butida de lea Alcuaes. 60 anivenari declarió Monument HiatbricArtátic Nacional (1931-1981), Moixent. 1982, pq. 78.
(4) Vid, supra notu 1 y 3. Loe tipos C' y D de Aparicio (Op. cit. en la nota 1, en &timo lugar, p6g
22),108 coneid.eramoe como tumbu de túmulo normal de adobe. El Ay el B, equivalen al mismo tipo de
«túmulo principeec:o».
-200-
[page-n-201]
LAS «DAMITAB DE MOGENTE»
8
minadas sepulturas «tumulares principescas» (5), y siendo en todo
caso perfectamente parangonables a la tipología de las necrópolis ibérica.s del Sureste {6).
Pero el rasgo tal vez más caracterls1ico es la aparición de un amplio
conjunto de restos arquitectónicos y escultóricos {7}. Estos superan la
veintena de fragmentos y algunos alcanzan indudable calidad por lo
que constituyen el conjunto más septentrional y uno de los más importantes conocidos hasta ahora de arquitectura funeraria ibérica {8}. Por
último conviene destacar cómo todos estos restos de monumentos
aparecían reutilizados, después de destruidos, en tumbas fechadas a
partir del siglo IV a. C. si bien la necrópolis parece haber perdurado
hasta el siglo l. a. C. (9).
Entre los hallazgos de esta necrópolis descubierta a partir de 1971
{10}, destaca una sepultura cuadrangular de las denominadas de «tipo
principesco» cuyo ajuar es difícil reconstruir por haber sido violada.
Medía 3' 42 metros de lado y estaba conservada hasta 68 centímetros
de altura, estando formada por 3 escalones construidos por sillares
claramente reutilizados de monumentos anteriormente desaparecidos
{11). Por el lugar de aparición y por su tipología debemos considerar
que todos estos restos arquitectOnicos y escultóricos pertenecieron a
uno o varios monumentos funerarios ibéricos.
Entre estos sillares de monumentos arquitectónicos, seguramente
funerarios por su lugar de aparición, destacan por su interés dos decorados con sendas figuras femeninas que por su calidad escultórica y su
(6) M. ALMAGRO GORBEA: «El "~e" de 1aa necr6polla ib6rlcu y .u intarpretaci6o IOciocult.ural», Rivúta di Studi Li¡url, XLVI, 197S. Omag¡io NIDo Lamboilla. n, Bordi¡bera, 1988, pqa.
203-20•.
M. ALMAGRO GORBEA: «Arquitectura y Sociedad en la Cultura lbéri~, en Architectura et
eocieU de 1' archarame 1!'80 l fin de la Républlque romaine. Actea du colloque de Rom.e (2-• d6cembre
1980), ~ollection de l'itcole Frm~aiee de Rome, n6m. 66, Roma, 1983, p6g. 393.
M. ALMAGRO GORBEA: t
(6) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cita. en la nota 6 .
(7) Vid Op. cite, en 1aa notae 1 y 3. eepecialmente FLETCHER VALL8 y PLA BALLESTER,
«Reatos eiiCUlt6rlcoa... ».
(8) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cite, an la nota 6 .
(9) APARICIO PEREZ: Op. cita. en la nota 1, en eepeclal la
P4 30 de la mencionada en
último tuaar.
(10) Op. cita. an la DOta 1 y «La labor del Semclo de lnvNtJpcl6n Prehllt6rica y eu Muaeo en el
puado aflo 1973», Valenc:ia, 1976, p6p. 109-111¡ «La labor del Servicio de ... afio 197•», Valenc:ia,
1976, p6p. 119-121¡ «La labor del Servicio de ... af1o 1976», Valencla, 1976, p6p. •a-.9; «La labor del
Servicio de ... afto 1976» Valencia 1977, p6p. 79 y80¡ «LalabordeJServiclode ... af1o 1977», Velencia,
1978, páp. 26-27, y «La labor del Servicio de ... afio 1979», Valencia, 1980, pép 106 y 107.
(11) APARICIO PEREZ: Op. cit. en último lugar de la nota 1, pág. 22.
-201-
[page-n-202]
M. ALMAGRO-GORBEA
gracia fueron denominadas las «Damitas de Mogente». Estos dos
sillares, que hemos denominado Corral de Saus 1 a y 1 b, pronto fueron objeto de estudio preferentemente por su mayor interés (12).
En esta ocasión pretendemos profundizar en su significado tipológico y cultural y discutir su posible reconstrucción. Por ello se relacionan con otros restos arquitectónicos hallados en el yacimiento, a fin de
lograr una visión de conjunto que permita una mejor comprensión del
monumento originario, de .su signüicado y del de toda la necrópolis.
Corral de Saus 1 a - 1 b - 1 c. -Fragmentos de una nacela de gola
decorada con {jguras femeninas (fig. 1).
Hallados reutilizados en el gran túmulo escalonado junto con otros
numerosos restos arquitectónicos y escultóricos.
Dimensiones:
a:
Fragmento
Altura, 36 centímetros; longitud, 64 centímetros;
grosor, 57 centímetros.
Fragmento b: Altura, 26 centímetros; longitud, 60 centímetros;
grosor 4 7 centímetros.
Fragmento e: Altura, 11 centímetros; longitud, 25 centímetros;
grosor, 18 centímetros.
Los fragmentos a y b se conservan en el Museo de Prehistoria de
Valencia. El fragmento e se conserva en el Museo Histórico-Artístico
de Mogente (13).
Descripción: Estos fragmentos de piedra arenisca calcárea corresponden a una gola de filete liso y con la nacela ocupada en cada lado
por una figura femenina en muy alto relieve. Estas figuras ofrecen
larga túnica de manga corta, cuello redondo y se adornan con largas
trenzas longitudinales acabadas en sendas anillas, collar circular, con
(12) FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1, segundo lugar, p6p. 164.·166.
FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. en le nota 1, en primer lugar.
PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 (La necr6polla ib6rica... ), p6ge. 738-734..
J. M.• BLAZQUEZ MARTINEZ: «Lu raícea clúicu de le Cultura lb6ricL Estado de le
cueeti6n. Ultimas aportaciones», Archivo Eapaflol de Arqueolopa, 62, Madrid, 1979, p6g. 168,
-m
.
M. ALMAGRO GORBEA: «Pilaree-estelu ibéricoa», Home~e al profesor Mart1n Almagro'
Buch, m, pip. s-9.
(13) J . APARICIO PEREZ: «Guía breve de la Baatida de lee Alc111e1 y del Muaeo HiatóricoArt1etico de Mogenta (Valencia)», Valencia, 1978, p6gL 8·9.
·
Eate fragmento noe atrevemos a identificarlo como del miemo eiller por lu caractañtticu de
tlno acabado, por coneerver parta de la cara del aguJero central y por ofrecer un 6ngulo tri6drico que
e61o ee puede interpretar como el 8lr8Ilque desde le baee de una arieta con doe carae curvu de la
nacela. No bemoa podido comprobar ei la rotura ~ le de a1¡unoe de loe eilleree 1 a y 1 b coneerva.
doa en Valencia.
-202-
[page-n-203]
LAS «DAMITAS DE MOGENTE•
6
colgante central en el sillar 1 b y brazalete en el antebrazo de 6 espiras
en el sillar 1 a. Las figuras aparecen longitudinalmente dispuestas con
el brazo izquierdo a lo largo del cuerpo, mientras que el derecho se
levanta caái en cruz para pasar por debajo de las piernas de la figura
situada en la cata próxima. En cada mano sostienen un objeto redondeado, con un botón central cuya interpretación más verosímil es la de
una granada. Los cinturones y las trenzas ofrecen policromía en color
rojo y otros lugares conservan restOs de color amarillo (14). Las superficies vistas están finalmente pulimentadas.
Las carafJ superiores de los fragmentos ofrecen claras líneas incisas que se pueden interpretar como marcas de trazado para el asiento
de los sillares superiores. La cara inferior no se conserva en ninguno de
los fragmentos con figuras pero sí en ·el fragmento e que parece corresponder a un ángulo de la misma.
El interior ofrece restos de una perforación vertical de forma cilíndrica que ocupa el centro aproximado de la pieza y que al parecer la
atravesaba de parte a parte. Su superficie está simplemente abujardada lo que supone una cierta tosquedad en la realización ya que
corresponde a una parte .n o vista. Las dimensiones de las piezas, la
correspondencia de las líneas de trazado y la falta de junturas hacen
suponer que los tres fragmentos pertenecen a un único sillar lo que
explica perfectamente la ausencia en ellos de mortajas para grapas.
Estudw e interpretación
La interpretación de esta pieza como gola parece evidente (15) lo
que permitiría rectificar la interpretación como base de un elemento
piramidal apuntada previamente (16).
Dicha interpretación previa no aprecia la curvatura de la nacela
sino que al considerar que las caras eran simplemente oblicuas respecto a la superficie horizontal de la base, dedujeron una disposición
troncopiramidal de las mismas. Sin embargo, en dicha reconstrucción
. sí se ha planteado acertadamente la disposición teórica de las figuras,
enlazando los brazos derechos cruzados-por debajo de las piernas de
la figura adyacente y acercándose la mano a la del brazo izquierdo ten-
(14) FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. en la DOta 1 («Reatoe eeeult6rico&.. ~t).
PLA BALLESTER: Op. cit. en la DOta 1 («La necrópolia ... »), ~¡. 784.
(16) M. ALMAGRO GQRBEA: Op. cit. en la DOta 12.
M. ALMAGRO GORBEA: «El monumento de Alooy. Aportaci6n preliminar ala arquitectura
funerario iWric:a», Trab.Aloa de Prehistoria, 39, Madrid, 1982, ~ 188.
(16) FLETCHER V:ÁLLS y PLA BALLESTER: Op. cita, en la DOta l .
-203-
[page-n-204]
6
M. ALMAGRO-GORBBA
dido a lo largo del cuerpo. Esta disposición queda además demostrada
por su similitud con la de los monumentos de Coimbra del Barranco
Ancho (17) y El Prado (18), en Jumilla. También la estructura de la
gola del monumento de Alooy, que ofrece igualmente figUras femeninas en la nacela, viene a confirmar esta interpretación (19).
La disposición de las figuras permiten deducir la longitud total de
cada lado que debió ser muy aproximada a los 100 centímetros, tal vez
en tomo a los 97'5 cen1ímetros ó 104, lo que equivaldría 15 ó 16 veces
la altura del filete.
Dada la disposición simétrica en todos los lados, la anchura sería
igual a la longitud, resultando una planta cuadrada, lo que pudiera ser
la norma en estos monumentos.
Una confmnación indirecta de las dimensiones y disposición de
esta pieza se deduce de las líneas de trazado de la cara superior del
fragmento a: dos de ellas aparecen a 48'5 centímetros de la arista del
lado adyacente. Si suponemos que las líneas a 50'5 y 48'5 centímetros
marcarían aproximadamente el centro de la pieza, en especial la de
50' 5 centímetros que continúa en el fragmento b; ·la longitud resultante oscila entre 97 y 101 centímetros, lo que se adecúa perfectamente con las dimensiones que se deducen de lá reconstrucción de las
figuras de la nacela, teniendo en cuenta su disposición.
La altura de la gola no se conoce con exactitud por no haber
podido encajar el fragmento e con la cara inferior de los fragmentos a y
b; la única probabilidad es deducirla de la longitud de la nacela, de su
vuelo y de la altura del filete de 6'5 centímetros de desarrollo. La
altura del filete, en las golas ibéricas conocidas (20), varía entre 1/5 y
1/3 de la nacela, lo que supondría en este caso entre 19'5 y 32'5 centímetros de altura para la nacela. Como el fragmento a tiene 24'5 centímetros de altura conservada de la nacela, podemos considerar su
altura entre dicha medida y 32'5 centímetros como máximo. La longitud de la gola poco sirve para deducir dimensiones pues el vuelo de las
nacelas ibéricas conocidas varía entre 1/1 y 1/18 de la longitud de la
base de la gola y la altura de la naceiS entre 1/2 y U12 de la misma. La
relación entre altura de nacela y welo no es conocido con exactitud, ya
(17) A. M.• Mtmoz AMILIBIA: «Cipo funerario ibérico de Coimbra del Berrancbo Ancho», El •
Picacho, 4, Jumilla, 1981, páp. 7-8.
•
·
A. M.• Mtmoz AMILIBIA: «Cipo funerario ibérico decorado con eeculturu», Actu d.e l XVI
C'.ongre10 Nacional de Arqueología (Murcia-C'.arta¡ena, 1982), Z&raJOza, 1988, páp. 741·760.
(18) P . A. LILLO CARPIO: «La estela ibérica hallada en El Prado», El Picacho, Jumilla, 1983,
p6p. 12·· 13.
(19) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit, en la nota 15.
(20) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit, en la nota 2, p6p.. 248·249.
-204-
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LA8 ~AMn'AS DE MOGENTE•
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Fig. 1.- SiiJ.u de gola decorado con ftguru femeninu
que falta la base de la gola, la verticalidad de la nacela en la parte inferior pero muy próximo al original, que por tanto podemos considerar
entre más de 24'6 y de ningún modo más de 30 centímetros pudiéndose considerar los 26 centímetros como cifra muy cercana a la original, ya que coincide con 4 veces la altura del filete. La proporción entre
la altura y el vuelo de la nacela en las golas ibéricas conocidas varía
entre 1/ 1 y 1/ 2 del vuelo, salvo en el caso de Pozo Moro que ofrece una
altura de más de 4 veces el vuelo. Como la altura no puede ser inferior
a los 24'5 centímetros conservados, la proporción de 1/1 parace aproximarse bastante a la original y se confirmarla por la verticalidad de la
nacela en el extremo inferior de la parte conservada. Con estas proporciones el radio de la nacela sería aproximadamente igual a su altura, lo
que parece lógico y confirma indirectamente las dimensiones calculadas. En resumen, una altura próxima a los 26 centímetros de altura de
la nacela que equivaldría a 32'5 centímetros de altura de la gola sin el
baquetón, que por las razones que se indican más.adelante, pudiera
ser el sillar CS-2 que se describe a continuación, cuya altura es de 20
cm. = 3 veces la altura del filete.
-205-
[page-n-206]
8
M. ALMAGRO.GORBEA
Por lo tanto las dimensiones teóricas de este sillar de gola serían:
longitud 97'5 a 104 cm.; id. base= ca. 97'5-(vuelo nacelas= 2 x 26
cm.) =ca. 52 cm.; altura =ca. 32'5 cm. (altura filete = 6'5 cm. +
altura nacela ca. 26 cm.).
Corral de Saus 2. - Fragment,Q de baquetón de gola decorado con doble
fila de ovas (fig. 2).
Hallado formando una de las esquinas del gran túmulo escalonado (21).
Dimensiones: Altura, 20 centímetros; longitud, 56 centímetros;
grosor, 31 centímetros.
Se conserva en el Museo de Prehistoria de Valencia.
Descripción: Fragmento de sillar de esquina de piedra arenisca calcárea decorado con doble fila de ovas separadas por un ancho filete
vertical. Las ovas superiores están invertidas y ofrecen ranura central
y moldura exterior entre dos acanaladuras dejando entre ellas unas
flechas triangulares, una de las cuales ocupa la arista de esquina. Las
ovas inferiores son semicirculares, globulosas y también delimitadas
por moldura entre acanaladuras que las separan de flechas estrechas.
La parte vista está cuidadosamente pulida.
La cara superior, bien alisada pero con huellas de escoplo, ofrece
claras líneas de trazado para la colocación de los sillares superpuestos.
Una, al borde de los lados, corre a 11 centímetros de éste y en el lado
menor se trazó mal y se rectificó exactamente. Otra línea perpendicular al lado mayor, corresponde aproximadamente al eje del sillar. El
centro del sillar ofrece un a_gujero circular de unos 16 centímetros de
diánietro. La cara inferior ofrece un abujardado fino pero se hallá muy
mal conservada: No hay señales de cara interior pues toda esta moldura debió labrarse en un sillar de una sola pieza.
Análisis e interpretación: La reconstrucción de esta pieza se puede
abordar gradas a la calidad y regularidad de su decoración, a la existencia de· líneas de trazado y a la cavidad centraL
La cavidad central tiene su centro entre 30 y 36 centímetros de los
bordes conservados, lo que daría una anchura total entre 60 y 70 centímetros. Las líneas de trazado aparecen unas a 11 centímetros de los
bordes, y otra, perpendicular al lado mayor, a 36'6 centímetros del
mismo, lo que supondría l.ma longitud total de 67 centímetros si se
(21) FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 (l
-206-
[page-n-207]
LAS t
9
consideraba como situada en el eje del sillar, como aproximadamente
ocurre en la nacela Corral de Saus l.
Sin embargo, la decoración ofrece un ritmo regular de ovas de 12
centímetros de largo arriba y 9 centímetros abajo coincidiendo los ejes
de la 3.• superior y de la 4.• inferior, lo que permite considerar este
punto como centro de simetría del lado de la pieza y recontruir simétricamente el resto de dicho lado, lo que da una inedida de longitud total
de 72 cent~etros, con seis ovas arriba y ocho abajo.
Dicha reconstrucción permite calcular la anchura de la gola
situada sobre el baquetón, ya que coincidiría con las líneas de trazado
situadas a 11 centímetros de cada borde, lo que supone 72- (2 x 11)
=50 cm. Esta medida coincide prácticamente con el ancho de la base
de la nacela decorada con figuras femeninas de Corral de Saus 1 a y
1 b, ca. 52 cm., lo que permite suponer la correspondencia de ambas
piezas al mismo monumento, pues la altura de esta pieza, 20 centímetros, equivaldria a 1:5 de la longitud de la nacela.
Esta reconstrucción permite calcular una longitud total de ca. 72
cm. = 11 palmos de ca. 6'5 cm. La altura es de 20 cm. =ca. 3 palmos y
la base del baquetón podría calcularse en torno a los 67 centímetros,
esto es , ca. 10 palmos, aunque el mal estado de conservación de la
cara inferior impide precisar esta medida.
Reconstrucción delTTWnumento: El análisis realizado de estos dos sillares de Corral de Saus permite interpretarlos respectivamente uno,
como una nacela con su filete, y el otro, como el correspondiente
baquetón pertenecientes a una misma gola de un monumento cuyas
características y reconstrucción pueden, por tanto, llegar a ser precisadas con bastante aproximación (fig. 3).
Esta gola tendría una longitud total de ca. 97'5 cm., que sería igual
a su anchura por ser de forma cuadrada; la altura sería igual a la del
sillardelfileteylanacela (ca. 32'5 cm.) más la del baquetón(= 20 cms.), lo
que eupone ca. 52'5 cm, aproximadamente igual a la base de la nacela.
Por último, la longitud y anchura de la base sería en tomo a ca.
67 cm.
Las dimensiones de esta gola evidencian que corresponde a un
pilar-estela (22), monumentos funerarios de pequeña dimensión, y no
a un monumento torriforme (23). Las medidas conservadas parecen
(22) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12.
(28) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, p6p. 229-230.
-207-
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Flg. 2.- Baquetón decorado con ovu del pilar-estela de laa Damltu de Mocente
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LAS 4d>AMITAS DE MOGENTE»
11
indicar que su trazado refleja la existencia de proporciones entre las
diversas partes, basadas en una unidad de medida que podría considerarse un palmo de ca. 6' 6 cm.
Las proporciones así calculadas, aunque sólo lo puedan ser de
fonna aproximada, serían:
Altura filete
1 palmo =
6'5 cm.
4 palmos= 26 cm.
Altura nacela
Altura baquetón
3 palmos= 20 cm.
Altura total
8 palmos= 52'5 cm.
Longitud total 15 palmos= 97'5 cm.
(o mejor 16 = 104 cm.)
Vuelo nacela
4 palmos= 26 cm.
Longitud base nacela
8 palmos= 52 cm.
Longitud base baquetón 10 palmos= 67 cm.
Es de destacar las proporciones que parecen observarse. El filete
= 1/4 de la nacela = 1/8 altura = 1/12 de la longitud total. Los vuelos
de la nacela = base nacela = altura total = 1/2 lóngitud total. La base
del baquetón= 2/3 de la longitud total, etc. También la medida de un
palmo de 6' 5 centímetros puede relacionarse con la de otros monumentos ibéricos, confirmando la existencia, lógica por otrá parte, de
medidas y proporciones en su construcción (24).
También es característico el agujero cilíndrico interior que ofrecen
ambos sillares y que conocemQs igualmente en otros restos de monumentos de Corral de Saus (25), Coimbra del Barranco Ancho (26), El
Prado (27), El Cigarralejo (28) y Coy (29). Su funcionalidad parece
clara pues estaría destinado a pasar un gran pernio o pivote, segura-
(24) Sobre eatoa upectoa metrol6gicoa en la arquitectura lb6rica, ALMAGRO GORBEA, Op. cit,
en la nota 16, p6g. 176 y ALMAGRO GORBEA, Op. cit, en la nota 2, p6g. 211.
Mú concretemente, M. ALMAGRO GORBEA: «El pllar-eatela lb6rico de Cay (Murcia) »,
HomeiiiQe a Samuel de loa Santos, Albacete, en prensa, y M. ALMAGRO GORBEA y R. RAMOS
FERNANDEZ: «El pilar-estela de Monforte del Cid (Alicante)», Lucentum, 4, Alicante, en
preJliL
(26) Vid. supra nota 1, aunque este importante detalle técnico e interpretativo no aiempre 18 ha
aeftalado. Aé, aparece en tres de loa ail.larea conaervadoa in Bitu en el yacimiento por eetar reutilisadoe
formando parte del túmulo, lo que evidencia que 18 tzoata de partea de pllarea de ettoe
monumento..
·
(26) M~OZ AMILIBIA: Op. cita. en la nota 17.
(27) LILLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
(28) E. CUADRADO DIAZ: «Reatoe monumentalea funerarioa de El Ci¡arralejo», Tra~oa de
Prehittoria, 41, Madrid, 1984, pq. 266, fig. 2. lám. v. 1 yfig. 1-10.
(29) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 24, en Pl'8l1IL
-209-
[page-n-210]
12
M. ALMAGRO-GORB.EA
mente de madera, reforzada en todo caso con yeso (30), que aseguraría
la estabilidad de los diversos sillares que formab~ estos complejos
monumentos. Otro elemento, también muchas veces inobservado, son
las líneas de trazado que permiten conocer la disposició~ de los -sillares superpuestos y su retranqueo sobre los inferiores {31).
Con todos estos datos parece posible proceder a la reconstrucción
hipotétiéa del monumento.
La gola estaría fo:rmada por el sillar del filete y la nacela sobrepuesto al sillar del baquetón, siguiendo las líneas del trazado de éste.
La gola se debió rematar con una escultura zoomorfa, como conocemos por otros monumentos similares, no existiendo plena seguridad
en la identificación del animal correspondiente.
El monumento de Coimbra del Barranco Ancho, el más próximo a
est.e de Corral de Saus, ofrecía al parecer un toro (32), y aunque restos
escultóricos de uno de estos animales han aparecido en Corral de Saus
{33), parecería más lógico suponer'que fuera una bella figura de sirena
{34) por la proximidad estilística que ofrece con las figuras femeninas
de la gola. Sus restos han aparecido reutilizados en un túmulo próximo
(36) lo que no contradice el que éste fuera el animal que rematase
el monwn~nto.
Este animal estáría dispuesto sobre un pedestal que iría sobre la
gola, como evidencian las líneas de tr.azado situadas en la cara superior
de la misma. Si las líneas perpendiculares señalan, como es lógico, las
(30) El empleo de yeao, seguramente completamentando piezaa de madera para la unión de aillaree, estA documentado en Pozo Moro (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit, en la nota 2, p6,¡. 209), en el
Cerro de loe Santoa (materialin6dito en elMuaeo Arqueológico Nacional), Coimbra de Bll'1'1U1co Ancho
~OZ AMILIBIA, Op. cit. en la nota 17, en eegundo lugar, P'P· 7 48-7 46) y en La Alcudia de Elche
(material coneervado en el Mueeo de La Alcudia).
(81) Eau; detalle Ucnico, ya aeftalado en Pozo Moro (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota
2, p,g. 191), lo tanemoe documentado•en otro& muchoe monumentoaib6ricoe deede Corral de Saua a
Baza, evidenciando que ae trata de una técnica muy generalizada en la Arquitectura lb6rica (Op. cit.
antaa, pqa. 210-211.
(32) ~OZ AMILIBIA: Op. cit. en la nota 17, en segundo lugar, p!g. 742.
T. CHAPA BRUNET: <
(84) FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cit. e.n la nota 1 («Lea eacultwu... »),
~~- 89.
FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1 («Museo de... »), p,g. 168.
FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1 («Reatos eacult6ricoa... ••), p6p. 69-60, fig. 4.
PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 («La necr6polia. .. »), p!g. 783, fl¡. 3.
APARICIO PEREZ: Op. cit. en la nota 1, en 6lt!mo lugar, P4 28, 16m. 9.
CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 32, P4 86.
.
(86) FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota 1 (4
-210-
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LAS «DAMITAs DE MOGENTE»
13
dimensiones de los sillares que lo formaban, estos sillares serían al
menos cuatro y probablemente seis, si existía simetría axial en su
disposición.
Por debajo del baqüetón estaría el pilar proP.iamente dicho. Su
anchura, a ju;agar por la de la base del baquetón, sería de 67 centímetros pero su altura total no es posible calcularla con tanta certeza, aunque en todo cas~ debió ser la suficiente para que las figuras de la
nacela se pudieran ver desde abajo· sin dificultad. Esta disposición de
las «dam.itas» que se corresponde a su teórica situación de remate de
estos pilare~stela (36), parece mejor que la de suponerse colocadas
para ser:vistas ·desde arriba como base de monumento. Esta última
hipótesis ·se.ha· eonjeturado en la reconstrucción previamente dada
para éste (37) y para .algún otro de estos monumentos como el de
Coimbra del Barranco Ancho (38) o el de El Prado (39), pero esta solución resulta en todo caso menos fundamentada y en contradicción con
la.forma de gola de la moldura, bien documentada en la Cultura Ibérica ~O) y utilizada con figuras femeninas en el monumento torriforme
de AiaOy. (.4sl.}.así como por la existencia de líneas de trazado que lógicameGüli~p~eden corresponder a la cara superior.
El monumento de El Prado conserva, al parecer, el pilar originario,
roto ells_qPfijge~zos, con una altura total superior a lqs 225 centímetr~s (42J.~t·~m~sf.a altura tal vez sea excesiva para el de Corral de
~! Elu&w!\
.r.~ '<;lad uno Q~ ~~tos pilares magníficamente decorado con escenas en
f.e·~ye, sólounae·unos 90 centímetros (43), lo que aproxima esta pieza
a Ó~p~ sillaréSl de Corral de Saus de estructura y dimensiones semejantes, y cuya funcionalidad debió ser idéntica a la del cipo de Coimbra como confirma incluso la decoración escultórica de algún caso (44)
y la_frecuente, casi regular existencia de las perforaciones circulares en
(86)
(37)
(38)
(39)
(40)
M. ALMAGRO GORBE A: Op. cit. en la nota 12, p6g. 14.
FLETCHER VALLS y PLA BALLESTER: Op. cita. en la nota l .
MUÑOZ AMILIBIA: Op. cita. en la nota 17.
LILLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, pága. 248-249.
M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16, p6ga. 188-189.
(41) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16, p6ga. 163-164, figa. 1 y 2.
(42) LIIJ.O CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
(43) MUÑOZ AMILIBIA: Op. cit. en la nota 17, en segundo lugar, pág. 743, da una altura de 90
cms. aunque segón nuestru medidas personales tiene 93'6 cma.
(44) Como la pieza prácticamente in'dif4 conservada in situ que d enominados CoJTal de Saut17, o
como el pilar decorado con una figura d e caballo (APARICIO PEREZ, Op. cit. en la nota .1, en 6ltimo
lugar, p6g. 23, 16m. 6) muy próximo por tanto en este detalle al de Coimbra del Barranco Ancho y otro
fragmento de pilar con relieve de un guerrero del Museo de Mogente.
-211-
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M. ALMAGRO-GORBEA
el centro de sus c~s superior e inferior para los pel'Dios de sujeción
(45). Salvo que se suponga que estos pilares fueran compuestos de dos
o más piezas o tambores ensamblados entre sí ocupando la parte decorada tal vez la parte superior, a modo de friso como ocurre en algunos
paralelos mediterráneos (46).
Por ello, la altura d~l sillar del pilar se puede conjeturar en tomo a
los 160 a 200 centímetros. Con estos datos cabría incluso atribuir a
este monumento uno de los sillares dejados «in situ» en el yacimiento,
pues sus dimensiones coinciden aproximadamente con las de la gola
que aquí estudiamos (47). En todo caso, aunque no existe certeza en
esta atribución, sí que es evidente 18 utilidad de dicho sillar para la
reconstrucción museística de este importante monumento.
Más incierto queda el problema de la. base del monumento. En
varias ocasiones hemos conjeturado una base escalonada (48). Esta
hipótesis estaría avalada por la precedente tradición de la base escalonada de Pozo Moro (49) y por la existencia de monumentos tumuliformes cuadrados escalonados en ·el mundo ibérico del Sureste (50) y en
sus paralelos en el ámbito griego (51). Además tanto en Corral de Saus
(46) Vid. aupra, notas 26 a 29.
(46) C'.omo en loa pilaiea licios o en algunaa estelu griegu arcaicas que ofrecen decorada a6lo la
parte auperior: C. DELTOUR-LEVIE: «Lea piliera fun4irairea de Lycle», Louvain, ·1982, tlp. 92, 139,
1«, etc., y G. M. A. RICBTER: .a'he Archaic Gravaatone. ot Atiea», London, 1981, fl¡. 68.
(47) Vid. eupra, nota«. Se trata de una bue de 100 cma. de ancho, pricticament:e id4intlca a la
anchura de la gola, con una parte centnl eacalonada de 76 cma. que ae podría considerar la bue del
pilar ya que an la parte superior pudo alCIJliiU' loa 67 cma. te6ricoe que tiene la baae del baquetón con
una dJtmlnución aproximada de un palmo en IU altura. Lo bemoe aenomlnado Corral de Saua 18.
(48) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12, P4 14.
M. ALMAGRO GORBJ!iA: Op. cita. en la nota 6.
.
M. ALMAGRO GORBEA y M.• L. CRUZ PEREZ: «Loa monumento& funerarios ibmcoa de
Loa Nieto• (Murcia)», Sa¡untum. Papelea del Laboratorio de. Arqueología de Valencia, 16. Valencia,
1981, p.p. 137-148, figa. 6 y 6.
(49) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, p6p. 191-192.
(60) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cita. en la nota 6.
E. CUADRADO DIAZ: «Las tumbas tumularea de Laa Corte», MlacelGea Arqueológica.
XXV aniveraario de loa Cureoe Internacionales de Prehletoria y Arqueología en Ampuriaa (1947-1971),
1, Barcelona, 1974, p6ge. 261·262.
M. ALMAGRO GORBEA: «LLa-campoe de tíunuloe de Pajaronclllo (Cuenca). Aportación al
estudio de loa t6muloa de la Península IWrica•, Excavacionea Arqueol6¡icu en Eapafta. 83, Madrid,
1973, p6p. 112 y 122.
E . CUADRADO DIAZ: «Tumbas de adobe en El Cigarralejo•, Actas del XVI Congreeo
·
Nacional de Arqueología (Murcia-Cartagena, 1982), Z~goza, 1983, p6p. 719·723.
(61) D. D. KURTZ y L. BOARDMAN: «Greek Burlal Cuttoma•, London, 1971, fip. 20, 22 d.
24 a, 86 b, etc.
W. RIEZLER: «Weiaagrundige Attiache Lekytenlt, MOIScben, 1914, lAma. 16-26, etc.
J. D. B.E AZLEY: «Attic Whit:e Lekytobt, London, 1938.
-212-
[page-n-213]
LAS ICDAMITAS DE MOGENTE»
16
(52) como en Coimbra del BaiTanco Ancho (53) parece que en la reutilización de elementos arquitectónicos en dicho tipo de túmulos, existe
la manifiesta intención de imitar las formas de los monumentos en piedra, al menos en lo referente a las formas escalonadas.
En todo caso, también se puede valorar un sillar escalonado «in
situ» en Corral de Saus (54) que debe interpretarse como la mitad de
la base escalonada sobre lo que se apoyaría uno de estos pilares-estela
ibéricos, pues conserva en el centro un encaje de sección cuadrada
para incrustar el pernio de sujeción del pilar sobreestante. Esta pieza
de gran interés, se puede además comparar con la estructura conservada en algunas sepulturas tumulares cuadradas de la necrópolis
ibero-helénica de Las Corts, en Ampurias (55), en cuyo centro parece
observarse el mismo tipo de enc~e preparado para asegurar la sustentación de la estela que sin duda alguna los remataba, lo que supone
una importante paralelo funcional y una prueba de las interrelaciones
que también en este campo de las estructuras funerarias se observa
entre la Cultura Ibérica y el mundo griego colonial.
En resumen, la reconstrucción total del monumento que se propone como resultado del análisis de los elementos conservados y de la
reconstrucción teórica de los que faltan basándose en los paralelos
conocidos permite asegurar que se trataba de un pilar cuadrado, apoyado sobre una base escalonada y rematado por una rica gola sobre la
que iría dispuesto sobre un pedestal el animal que coronaba el monumento. Aunque la. dimensiones de este pilar-estela son relativamente
s
modestos en comparación con otros monumentos torriformes ibéricos,
el análisis general de sus componentes evidencia la clara sensación de
haberse logrado la monumentalidad intencionadamente buscada por
esos monumentos, resaltada además por los elementos ideológicos y
estilísticos que ofrecía, e incluso, por la forma y el tamaño muy adecuados a la impresión que se intentaba suséitar, como confmnan las
(62) PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 1 («La necr6poli& ..»), fi¡. l.
APARICIO PEREZ: Op. c.it. en la nota 1, en (Utlmo lupr, üm. 2..
(68) MWOZ AMILIBIA: Op. cite. en la nota 17.
(64) Vid. supra nota 47. Estaba reutilizado en el lado Oe1te del túmulo funerario. Provilionalmente lo hemos denominado como Cona! de Saue 18.
(66) M. ALMAGRO BASCH: «la necr6polie de AmplllÍU», 1, Barcelona. 1968, pq. 266,
fig. 217.
-213-
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18
M. ALMAGRO.GORBEA
dimensiones teóricas calculadas que se indican a continuación (fig. 3):
Altura del animal de remate con su pedestal
ca. 50-100 cm.
Gola
52 cm.
Pilar
ca. 150-200 cm.
Base escalonada
ca. 50 cm.
Altura total
ca. 300-400 cm.
Paralelos, estilo y cronología
El monumento funerario de las «Damitas de Mogente» se debe
considerar un ejemplo representativo de los pilares estela-ibéricos por
sus dimensiones y por su forma y elementos constituyentes.
Dentro del creciente número de pilares-estela ibéricos actualmente idenfiticados, las características de su gola, decorada con las
figuras denominadas «Damitas de Mogente», permite incluirlo en un
reducido grupo de pilares-estela caracterizado por tener figuras en la
gola. Este grupo lo consideraríamos un nuevo tipo de pilar-estela ibérico que denominaríamos tipo «Corral de Saus» por ser este ejemplar
el que actualmente se puede considerar como el primero identificado
de la serie. De este modo quedan resaltadas sus características tipológicas que permiten su diferenciación de otros tipos ya definidos como
los de «Coy» o «Monforte del Cid» (56), por señalar aquellos actualmente mejor conocidos.
Los pilares-estela de tipo «Corral de Saus» que hasta ahora han
podido ser identificados son los siguientes:
Corral de Saus: 1 ejemplar, aquí estudiado.
Coimbra del Barranco Ancho: 1 ejemplar (57).
El Prado: 1 ejemplar (58).
El Cigarralejo: 2 ejemplares o más, muy fragmentados (59).
Cabecico del Tesoro: 1 ejemplar, representado por un fragmento
muy incompleto (60).
(56) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2. p'p. 258·267.
ALMAGRO GORBEA: Op. cita. en laa notaa 12, 14, 48, etc.
ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 24, en prenea.
ALMAGRO GORBEA y RAMOS PERNANDEZ: Op. cit. en la nota 24, en prenea.
(li7) ~oz AMILIBIA: Op. cita. en la nota 17.
(58) LILLO CARPIO: Op. cit. en la oota 18.
(59) CUADRADO DIAZ: Op. cit. en la nota 28, páp. 263·264, fra¡mentoe 1 a li. Se¡J6n observación pereonal, oorreepcmden a un mfnimo de doe monumentoe a juqar por la diferente moldura di loe
filetea de 8 y 10 c:ma. de altura. Acradecemoa a Emeterio Cuadredo la botpitalidad y ayuda dadaa para
el anüiala de eltoa fra¡mantoa.
(60) G. NIETO GALLO: «La necrópolis hilpmica del Cabec:ico del Teeoro, Verdolay (Marcia),.,
Actaa de m Congreso Arqueol6gico del Sudeste Espeflol (Murcia, 1947), Zarqoq. 1948, P4 179,
lám. 133.
-214-
[page-n-215]
LAS «DAMlTAS DE MOGBNTib
17
De estos pilares-estela, el de Coimbra del Barranco Ancho ofrece
las golas decoradas con figuras masculinas, al parecer yacentes, lo que
hizo suponer que la posición de este sillar correspondía a un plinto
más que a un remate en gola de un pilar-estela (61), pero su semejanza
en estructura y disposición con los monumentos de tipo «Corral de
Saus» obligan a suponer que todos ellos, según se deduce de las mejor
conservadas, eran de una tipología muy similar. Por este motivo se
pueden interpretar los fragmentos, muy mal conservados, hallados en
la necrópolis de El Cigarralejo y Cabecico del Tesoro, cuya identificación con este tipo de pilar-estela parece suficientemente segura. Con
ello se precisa una dispersión de estos pilares-estela muy concentrada
en el triángulo de Mula-Murcia-Jumilla con el ejemplar extremo de
Corral de Saus en el Corredor de Montesa que permite suponer una
dispersión originaria algo mayor. Este reducido grupo de pilaresestela tipo «Corral de Saus» es seguro, por tanto, que se ampliará en el
futuro con nuevos hallazgos, lo que permitiría explicar mejor el origen
de la gola del monumento toniforme de Alcoy (62), decorado igualmente con figuras femeninas en la gola, evidentemente inspiradas en
la de estos pilares-estela para las que constituye el más próximo paralelo y un indicio de su mayor difusión.
Estas golas decoradas con figuras en alto relieve resultan un elemento muy peculiar y que por ahora debe considerarse plenamente
ibérico. La gola resulta un elemento característico de la arquitectura
ibérica cada vez mejor documentado (63) y cuyo origen egipcio (64) a
través del mundo fenicio está suficientemente demostrado (65). Pero
la decoración de la gola con figuras humanas es una característica de
las golas ibéricas que plantea cierta dificultad para la explicación de
sus orígenes pues no se conocen ejemplos fuera del ámbito
ibérico.
Ya se ha señalado (66) cómo este elemento recuerda la organización del dintel del templo de Prinias (67), decorado con figuras feme{61) M~OZ AMlLIBIA: Op. cit. en la DOta 17, segunda, pág. 742.
{62) M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16.
{63) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 6, en segundo lugar, páp. 408-410.
M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la DOta 16, páp. 188-190.
M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, págs. 248-268.
{64) G. JEQUIER: «Manuel d'Archéologie Egyptienne, L Lea 6~menta del'architecture», Paria,
1924, p6¡. 74.
J. VANDIER: l\Manuel d'Archéologie Egyptienne, n, 2», Paria, 1964.
{66) P. WAGNER: I
{67) L PERNIER: «Templi an:haici aulla Patala de Prinlu». Ann. Scuola ArcbeoL di Atana, 1,
1914, pi¡. 19 y fic. 46.
- 215-
[page-n-216]
M. ALMAGRO.GORBEA
18
ninas contrapuestas en disposición longitudinal, semejante por tanto a
los de las golas ibéricas. El claro carácter orientalizante de este templo
griego tan arcáico hace pensar en que sigue prototipos de la arquitec"
tura oriental, tal vez vigas de madera esculpidas que decoraran los
techos, dinteles de puertas y tal vez las golas dispuestas sobre éstas.
Lo que sí se documenta en la arquitectura fenicia es la existencia de
golas y dinteles decorados con urei {68) y discos alados (69), siguiendo
la tradición egipcia {70) que influyó en este punto, también en la aqu8"
ménida (71) y púnica {72).
Por tanto, a través de la arquitectura fenicia pudo llegar esta idea a
la arquitectura ibérica que la utilizó y desarrolló con personalidad p~
pia, de forma paralela a los influjos que la arquitectura fenicia ejerció,
durante e1 Periódo Orientalizante, en la arquitectura arcaica griega
y etrusca.
En es~ sentido también conviene tener pres-ente como en la
Arquitectura etrusca del Periódo Orientalizante, al configurarse ésta
en el siglo
a. C. adoptando elementos técnicos como las cubiertas
de teiTacota, asimila en su decoración una tradición de frisos decorati"
vos con figuras dispuestas bajo una moldura de sima con lengüetas
(73) cuyo perfil transparenta su procedencia de las golas con baquetón
de la arquitectura oriental, probablemente fenicia. Estas simas con
perfil de gola de teiTacota, en su desarrollo ulterior, llegan a ofrecer
figuras en alto relieve como sucede en algunos tímpanos de templos
(7 4), y en algún caso, como en Arezzo, ya en el siglo V a. C., las figuras
ocupan la gola (7 6) convirtiéndose de hecho en elementos decorativos
de la misma {76).
vn
(68) E . RENAN: t
(69) WAGNER: Op. cit. en la nota 66, láma. 2, 6, 10, 16, 17, etc.
(70) Vid. Op. cita. en la nota
N . DE. G. DAVIES: «'The Rock Tomba ot El Amama», n, 190., lám. 32 y otraa.
(71) D. STRONACH: «Paaegardae», Oxford, 1978.
(72) A. LEZINE: «Architec:ture PuniCJ.Ut!», Tunia, 1962, pág. 38 y a.
(73) F . RAKOB: «Numidiache Kllñiparchitelrtur in Nordalrlka». H . G. HORN y C. B. RÚGER
London, 1921.
A. ANDREN: «OaaeJVUioni sulle terracotte architettoniche etru.eco-italicbe», Op. Rom. vm,
1, Lund. 1971.
.
(7• ) A. MINTO: «Problami lUDa decorazione coroplutica nell'architettura del templo etruaco»,
Studi Etruachi, 27, Firenze, 1963, pág. 9 y a., fi¡a. 23-31.
A. BOETHIUS y J . B. W ARDS.PERKINS: «Etruacan end Romen Alclútetture», Harmouwortb, 1970, flg.
(76) G. MAETZKE: «Terracotte architettoniche ecoperte ad Arezzo», Boll d'Arte,
1949,
pág. 261.
(76) R. BIANCln BANDINELLI: «Etroechi e itallci prima del dominio di Roma», Roma, 1973,
fig. 266.
6•.
2•.
a•.
-216 -
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LAS «DAMITAB DE MOGENTE,.
19
Por ello esta tendencia a las golas decoradas con figuras humanas
puede evidenciar un desarrollo o en todo caso una idea de la arquitectura orientalizante arraigada en el Mediterráneo Occidental, que perduro en la Península Ibérica y tal vez en Etruria, aquí en todo caso
asimilada a los frisos de terracota corridos, pero que no se documenta
en el ámbito estrictamente púnico {77), al menos en la época helenística bien documentada por los monumentos númidas (78), tal vez por
haber desaparecido pronto o por no haberse llegado a utilizar.
También es muy peculiar la disposición del baquet6n que se caracteriza por las ovas invertidas con ranura central y por la superposición
de dos filas de ovas. Las ovas invertidas con ranura central no son
excepcionales en la arquitectura ibérica (79). Este mismo tipo de ovas,
también invertidas, pero más toscas, aparece en el sillar Corral de
Saus 7 (80), interpretable como resto de otro baquet6n semejante del
mismo taller pero de factura mucho más descuidada por ser una imitación de la pieza aquí estudiada. Ovas con ranura central pero en disposición normal son las que presenta el filete de la gola del pilar-estela de
Monforte del Cid cuya calidad evidencia que se trata de un mQnumento con claros influjos helénicos (81).
La fila de ovas inferior, en posición normal, es bastante más frecuente pues se conoce en Corral de Saus 6 (82), Monforte del Cid
(83), Alcudia 10 (84) y El Molar (85) a los que se podría añadir otros
casos en que este elemento decorativo se asocia a contarlos (86) por
lo que resulta ya algo diferente de este caso y más próximo a la arquitectura jonia de la que razonablemente se ha considerado derivada
(77) LEZINE: Op. cit. en la nota 72.
(78) F. RAKOB: «Numidiache KOnigaarchitektur in Nordatrika». H. G. HORN y C. B. RÜGER
(Ed.) «Die Numlder», Bonn, 1979. p6ga. 119-171.
(79) Podemos aeflalar loa caaoa de Alcudia 7 (M ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2, páJ.
262); Cabecloo del Tesoro (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. antea,lám. 84 b); El Ciprralejo (CUA·
DRADO DIAZ, Op. cit. en la nota 28, lám. 27 4, 6); etc.
(80) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, pág. 268, nota 486.
FLETCHER VALL8 y PLA BALLESTER: Op. cit. en la nota 2, («Reatos eacult6riooa... »),
pág. 68, ti¡. 6.
(81) M. ALMAGRO GORBEA y RAMOS FERNANDEZ: Op. cit. en la nota 24.
(82) APARICIO PEREZ: Op. cit. en la nota 1, en 61timo lugar, pág. 23.
(83) Vid. supra, nota 81.
(84) Conservado en el Muaeo de L. Alcudia, lo oollSideramoa pricticamente in6dito. M. ALMA·
GRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2, pág. 255.
(86) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, pág. 266.
.omo en Loa Nietos (M. ALMAGRO GORBEAy CRUZ PEREZ, Op. cit. en la nota 48, flga. S
(86) C
y 4) o en eliJano de la C.onaolacl6n (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. an la nota 2, páJ. 252).
-217-
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20
M. ALMAGRO-GORBEA
(87). Incluso en algún caso las ovas se decoran con elementos pseudovegetales (88) siguiendo un claro estímulo del gusto ibérico.
La disposición de la doble fila de ovas sí que es singular pues sólo
se conoce un paralelo en la arquitectura ibérica, es el monumento de
El Prado (89), de Jumilla, de características tipológicas y estilísticas
muy próximas al de Corral de Saus. Este hecho permite pensar que
puede tratarse de la iberización de una decoración arquitectónica de
gusto barroquizante cuyo orígen parece rastrearse en ciertas bases
decoradas neohititas (90) cuya temática ofrece un desarrollo ocasional
en el ámbito griego arcaico del Asia Menor (91) de donde acabaron
pasando a los cimacios clásicos (92).
Muy interesante es el análisis del orígen de esta moldura de ovas
del monumento. En primer lugar, este detalle evidencia cómo Corral
de Saus constituye una réplica del monumento de El Prado, dada la
igual función e idéntico esquema decorativo de ambos y la mejor calidad que ofrece El Prado. Esta dependencia estilística de Corral de
Saus respecto a El Prado plantearía, por tanto, el problema de una
posible posterioridad teórica.
La concepción del pilar con ovas en su parte superior, como ofrece
con toda seguridad El Prado, hace pensar en los pilares de algunas
estelas áticas de tipo 1 e rematadas por lengüetas de concepción muy
próxima a las ovas de estos elementos (93). Estas estelas, fechadas
hacia el tercer cuarto del siglo VI a. C., evidencian cómo el prototipo
orientalizante de estas estelas (94) comienza a ofecer una elaboración
plenamente griega caracterizada por voluta. y lengüetas que sustitus
yen la gola puramente orientalizante de los tipos 1 a y 1 b, correspondientes a la primera mitad del siglo VI a. C. (95).
(87) A. GARCIA BELLIDO: «Arte lb6rico» en «Hlatoria de Eapa11a11 diri¡ida por R. MENEN·
DEZ PIDAL, I. S, Madrid, 1964, p6p. 437-438.
(88) Como en Alcudia 1 y 2 (M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2, p6g. 260, fig. 12, 16111.
34 a) o Cabecico del Teaoro 2 (ALMAGRO GORBEA, Op. cit. antea, P4 267).
(89) LtLLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
(90) E . AKURGAL: «Orient et Occident», Paria, 1969, J)Ac. 80 y a. y fip. S0-46.
(91) B. WESENBERG: «Kapitelle und BIIHJl)t (Beiheftte Bonner Jhr. 82), Duaeeldorf, 1971,
16m. 1626.
A. AKURGAL: 4
(92) L. T. SHOE: «Promea of Greek Mouldinp», Cembrid(e, Ma81. 1986.
G. GRUBEN: «Naxoa und Paros l>t, AA. 1982, P4 174 y a. fip. 18, 27, 30, etc.
G. GRUBEN: 4
(94) RICHTER: Op. cit. en la nota 46, p6g. 27.
(96) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12, páp. 16 y a.
- 218-
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LAS «llAMITAS DE MOGENTE•
21
Otro elemento característico es la superposición de fr&Iijas de
ovas. Una fila de ovas infrapuestas a un cimacio jónico con ovas invertidas ofrece Corral de Saus; El Prado, a esos dos elementos, se infrapone un contarlo y otra fila de ovas que aparecen labrados en la parte
superior del pilar.
Esta superposición de molduras decorativas es característica de la
arquitectura jonia, donde se aplica para adornar cornisas de edificios
monumentales, siendo particularmente evidente en los capiteles de
antas jónicos (96) y en alguna otra ocasión (97) y cuyos prototipos se
forman a lo largo del siglo VI a. C. (98) si bien la composición citada de
los ejemplares ibéricos no permiten una comparación concreta con
ninguna escuela ni ejemplar determinado.
Más significativa parece ser la asociación de las ovas partidas cuyo
perfil y estructura tan próximo queda al origen del cimacio lésbico. En
estos destaca el detalle, relativamente poco frecuente, de la ranura
central en lugar del resalte que suele ser más característico (99). Este
detalle se conoce en el ámbito de la arquitectura eolio-focense (lOO)
de donde debió llegar a la Sicilia Oriental (101) donde también aparece debiéndose explicar su origen como un claro influjo focense
(102).
En Sicilia, la evolución de estos elementos ofrece una tendencia a
pasar el astrágalo de la parte superior a la inferior de las hojas tras la
época arcáica, (103) y en cuanto a la forma de éstas se tiende a formas
cada vez más sinuosas y con el elemento intermedio más desarrollado,
lo que hace suponer que los ejemplares ibéricos derivan de un tipo
todavía arcáico. Este hecho y su forma estrechamente asociada a la de
la ova jónica, no permite pensar que esta moldura ibérica proceda
(96) SHOE, oot. cit. en la nota 92, págs.. 174-175, !Ama. 6 y 7.
P. COUPELy P. DEMARGNE: «Fouillea de Xantoe, m. Le Monument dee N6ridea. L' Al'Chitecture», Parle, 1969, p6ga. 111 y a.
(97) GRUBEN: Op. cit. en la nota 92.
(98) WESENBARG: Op. cit. en la nota 91.
AKURGAL: Op. cit. en la nota 91.
(99) C. WEIKERT: «Du leebieche Kymatíon», Leipzi(, 1918.
J. GAUZERT: ccZur Entwiclung leabiacher Kyinalionfonnen», Jd. I, 98, 1988, P4 123 y a.
(lOO) J... KJELLBERG: «Die architektoniachen Terrakoten. Lariaa am Hermoe Illt, Stockholm,
1940. }j'IDI. 60 y 68.
R. MARTIN: «L'Architecture arcbal'que de Tuoa et l'Anatolle11. MQan¡ee Manee1. I,
Ankara. 1974, págs.. 466 y • .
(101) G. VALLETyF. VILLARD: «Mepl'81Jyblaea4. LetempleduiV u. Paria, 1966, ~ 66
y ..
92 y 9 • .
(102) MARTIN: Op. cit. en la nota 100, P4 .Sl.
(103) E. LANGLOTZ: «Die Junat der Westgriechea», Milnchen. 1963, pq. 87, IAm. 129.
ama.
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22
M. ALMAGRO-GORBBA
directamente de los paralelos arcaicos magnogrecos y menos de los
posteriores que perduran hasta época de Hieron 11 pues éstos ofrecen
una clara línea evolutiva diferente {104).
Por ello cabe suponer como más lógico la derivación de este elemento ibérico de tradición arcaica vinculada lógicamente al ámbito
eolio-jónico que representa Focea y que en estos elementos ofrecerla
uno de los testimonios de su influjo en el ámbito arquitectónico paralelo al ya bien documentado y aceptado en el ámbito escultórico (105).
Estos influjos ya documentados en el Mediterráneo Occidental en
Massalia y Sicilia (106), se ven ahora atestiguados y demostrados en la
arquitectura monumental funeraria ibérica. Su cronología, por tanto,
podría colocarse en relación con el memento de máxima expansión del
influjo focense en Occidente a partir de mediados del siglo VI a. C.
{107), si bien este elemento creó tradición y perduró en el ámbito ibérico hasta fechas mucho más avanzadas siguiendo sus propias
partes evolutivas.
Mayor interés si cabe presenta el análisis estilístico de las figuras
de este monumento.
Las figuras de las «Damitas de Mogente» dentro de su gran personalidad y de su original disposición, se pueden relacionar por su estilo
con algunas de las piezas más notables del Arte Ibérico. En primer
lugar, hay que señalar su semejanza fonnal y del tocado con una
cabeza procedente de la necrópolis de El Cigarralejo (108) que por
ser, al parecer, exenta, no parece corresponda ala gola de uno de estos
monumentos de tipo «Corral de Saus», pero que ofrece un estilo aún
más vivo y directo. Más difícil es la comparación con otros fragmentos
de figuras femeninas de gola, como las de el Cigarialejo, El Prado o
Cabecico del Tesoro (109), por desgracia todas muy incompletas para
examinarlas en conjunto, si bien destacan detalles iconográficos, como
las manos alargadas a lo largo del cuerpo y sujetando símbolos funera-
(104) VALLET y VILLARD: Op. cit. en la nota 101, p6ga. 68-67.
(106) E . LANGLOTZ: «Die lrulturelle und kün.stlerfache Hellenlaierung der Küaten dea Mittelmeerea durch die Stadt Phokaia,., KOln, 1986.
MARIN: Op. cit. en la nota 100, p6g. 461.
(108) LANGLOTZ: Op. cit. nota anterior.
VALLET y VILLARD: Op. cit. en la nota 101.
(107) M. ALMAGRO GORBEA: «Le "colonizaci6o" focenee en la Pen!naula IWrlca. Estado
actual de la cueati6P, PU'-Paa. 104-107, 1982, P4 482 y a.
(108) CUADRADO DIAZ: Op. cit. en la nota 28, l6.m. 17, 1-8.
(109) CUADRADO DIAZ: Op. cit. en la nota 28, l6ma. 14 y lli.
LILLO CARPIO: Op. cit. en la nota 18.
NIETO GALLO: Op. cit. en la nota 80, l6.m. 183.
-220-
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LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
23
rios como palomas o granadas, las largas trenzas colgantes circulares,
cinturones, etc., que evidencian su correspondencia a un mismo
esquema iconográfico (110). Entre otras esculturas en piedra ibérica.s,
se aproxima a las figuras de esfinge arcaicas, como las de Haches
(111), que ofrece ciertas semejanzas por su peinado de dos trenzas,
sus rasgos arcaicos, y la cierta tosquedad en el tratado de las pupilas.
Las esfinges de Agost son ya de superior calidad (112). Lo mismo cabe
decir respecto a la cabeza de Koré o esfinge procedente de Alicante
(113) cuyas ondas del pelo pueden ser un eco de los grandes rizos de
estas figuras, pero cuyo estilo es mucho más fino, indicando un taller
de mejor calidad y más evolucionado.
Dentro de este marco estilístico, la falta de otras esculturas humanas en piedra directamente comparables a estas figuras de Corral de
Saus, puede suplirse por una serie de exvotos ibéricos de bronce que
tanto desde el punto de vista del vestido y del tocado como del estilístico denotan una estrecha relación, hasta ahora nunca seftalada (114).
Esta serie de exvotos de bronce fue considerada «subdedálica» por
Nicolini (115), denominación que se debe considerar con gran prudencia para no crear equívocos. Se caracteriza por figuras de hombres y
mujeres de aspecto muy arcaico. Las figuras femeninas llevan túnica
larga, que sólo deja ver los pies, con un fuerte y ancho cinturón, un
señalado escote rectangular, y mangas cortas y ofrecen los cabellos
recogidos en dos largas y gruesas trenzas. A las coincidencias señaladas se pueden añadir otros detalles como la concepción frontal de las
figuras, el duro tratamiento de los rasgos faciales, las cortas mangas,
los cinturones muy marcados, los rizos u ondulaciones del pelo sobre
la frente e, incluso, los extremos abultados de las trenzas que recuerdan los anillos que aparecen en Corral de Saus, etc., (116). Por ello la
(110) M. ALMAGRO GORBEA: «Plafúderaa en la iconografla ib6rica», Hom~e a 86enz de
BUl'WI¡a, Badajoz, 1982, p6p. 27• y a.
(111) T. CHAPA BRUNET: «La eaftnge en la pláetica ib6rica.», Trab~oe de Prebietorioa, 87,
Madrid, 1980, p6g, 818 y Jám, 6.
(112) T. CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota anterior, pág. SU y 1ám. S, 1 y 2.
(118) A. GARCIA BELLIDO: «Una cabeza íb6rica, arcaica. del eatllo de las korai attlcaa», Archivo
Eepaftol de Arte y Arqueolo¡ía, XI, Madrid, 1985, p6gs. 165-178.
A. BLANCO FRELJE.mO: «Die Kla.asiacben Würzeln der iberilchen Kunet», Madrider Mit.teO
u.n¡en, 1, Heidelberg, 1960, 1)6¡. 112 y Jám, 21.
E. LLOBREGAT CONESA: «C.onteatania ibérica», Alicante, 1972, p6¡. H6 y 1ám. • •
(11•) G. NICOLINI: «Broncee íb6ricoe», Barcelona. 1977, p6ga. •s y • 7.
F. ALVAREZ OSSORIO: «Catálogo de loa exvotos de bronce íb6ric:oe del MUHO Arqueológico Nacional», Madrid, 19.1, 1ám& 1, 2-6 y 2, 1-2.
(116) G. NICOLINI: «Quelquee aepecta du probJ.eme des origiDee de la toreutique iberique»,
Ampuriu, as-•o. Barcelona. 1978, p6p. • 78-180.
(116) Op. cita. en la nota 1U.
NICOLINI: Op. cit. en la nota 115, tip. 18 y 19.
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LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
26
aparente relación de las figuras de Corral de Saus con esta serie de
exvotos ibéricos parece un dato importante para su orígen y
cronología.
La citada serie de exvotos de bronce ha sido considerada por
Nacolini como de influjo dedálico y fechada en la primera mitad del
siglo VI a. C. (117). Aunque no parece aceptaole una relación con la
escultura dedálica, sí que es evidente que dichos exvotos ofrecen elementos estilísticos evidentemente anteriores a los exvotos ibéricos
con influjos más evolucionados de la plástica arcaica greco-oriental
(118) cuya fecha se debe situar hacia la segunda mitad del siglo VI a.
C. avanzado. En consecuencia, este tipo de exvotos paralelizable con
Corral de Saus debió originarse en fecha anterior, en tomo a la mitad
de dicho siglo, tal vez en relación con los primeros influjos artísticos
griegos que se extienden desde las costas de la Península Ibérica (119)
y anteriores a la aparición de las primeras figuras de exvotos con dia-·
dema (120) que suponen una primera introducción de la moda de vestir jonia que caracterizan los exvotos del arcaísmo rmal (121), si bien
estas figuras aún mantienen detalles más antiguos como el ancho y
marcado cinturón orientalizante, por lo que no se deben fechar lejos
de mediados del siglo VI a. C.
De este modo la evolución estilística parece confirmarse en la de la
es claramente diferente de la habitual de las damas ibéricas de la
región contestana (123), bien documentada a partir del segundo
cuarto del siglo V. a. C. en que se debe colocar la Dama de Elche (124)
(117) NICOLINI: Op. cit. en la nota 115, pég, 480.
(118) E. KUKAHN: «Unu relaciones especiales entre el arte oriental grieeo y el Occidente», Simpoeio Internecional de Coloniucionea (Barcelona, 1971), Barcelona, 1974, páp. 121 y a.
E. KUKAHN: «Zur FrObpbue der Iberiachen Bromen», Madrider Mittenun¡en, 8, Heidelberg, 1967, pége. 162 y a.
(119) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 107, pége. 488 y a.
(120) NICOLINI: Op. cit. en la nota 115, pég. 481, fi.g. 24.
(121) ALVAREZ OSSORIO: Op. cit. en la nota U,, Uma. 8, 4; 5, 1-6; 6, H y 8.
KUKAHN: Op. cit. en la nota 118, pág. 65, fig. 26 c..
NICOLINI: Op. cit. en la nota 116, péga. 480 y 481, fip. U y 26.
(122) Vid. eupra. nota 118.
(128) Sobre este intereADte upecto de la Cultura Ib6rica, S. HENNING: dA vitement, la colffure et la parure dee etatuee f6menines ib6riquea en pierre 6 l'age du fev>, Ll~ge, 1971 (texto
xerocopiado).
BANDERA ROMERO, M.• L.: «El atuendo femenino iWrico, I» Habia, 8, Sevilla, 1977,
p6p. 268-297.
BANDERA ROMERO, M.• L.: «El atuendo femenino iWrico, JI», Habia, 9, Sevilla, 1978,
p6ga. 401-440.
LLOBREGAT C'ONESA: Op. cit. en la nota 113, p6g. 200.
(12• ) E . KUKAHN: 4
- 223-
[page-n-224]
26
M. ALMAGRO-GORBEA
y cuyos precedentes se deben considerar algunos exvotos ibéricos
fechables a partir de finales del siglo VI a. C (125). Esta diferencia sólo
puede explicarse por su anterioridad como confirma el destacado
papel del cinturón ancho y señalado (126) o el detalle del colgante circular que ofrece la figura del fragmento menor (127), o incluso el peinado de gruesos rizos y largas trenzas, características del alto
arcaismo griego (128).
En este mismo sentido, los fuertes plegados de los paños que ofrecen estas esculturas de Corral de Saus frente a sus paralelos de bronce
no debe extrañar, pues pueden explicarse por el mayor tamaño de la
escultura y, en todo caso, ofrecen una rigidez y simetría que contrasta
con el tratamiento de los paños del arcaísmo final que incluso perdura
en las estilizaciones de aspecto arcaizante tan características de la
escultura ibérica posterior.
·
El orígen del estilo de estas figuras no es fácil de precisar. Ofrecen
una mezcla de elementos orientalizantes, como el cinturón y los colgantes circulares, con otros de sabor griego arcaico, como el peinado,
los pliegues de la túnica o el tratamiento de los rasgos de la cara. Por
ello tal vez lo más prudente sería considerarlas como reflejo de los
influjos de la plástica greco-oriental anterior al arcaismo final cuyos
reflejos, bien atestiguados en otras obras de bronce y piedra· del Arte
Ibérico, no parecen apreciarse en el modelo de estas figuras, que debe
en consecuencia ser anterior.
Esta hipótesis convendría perfectamente a la asociación de las
«Damitas de Mogente» a un elemento tan orientalizante como la gola,
asociación extraña en la plástica griega y que se explicaría por ser una
creación ibérica que debió alcanzar gran éxito, como evidencia que
hayan llegado hasta hoy un número relativamente elevado de pilaresestela de tipo Corral de Saus, esto es, con figuras en la gola, alcanzando su influjo a monumentos torriformes posteriores, como el de
Alcoy, último eco de esta creación.
(126) E . KUKAHN: Op. cit.' en la nota 118, en ae11Jndo lu¡ar.
(126) J. M.• BLAZQUEZ MARTINEZ: t
Para su difuai6n en la Iberia orientalizente, M. ALMAGRO GORBEA, Op. cit. en la nota 2,
p6p. 223 y 224. y
A. GONZALEZ PRATS: «Estudio arqueológico del poblamiento enti¡uo de la Sierra de Crevlll.ente», Alicente, 1983, p6ga. 173 y e.
(127) J. M.• BLAZQUEZ MARTINEZ: «Tarteaeoa y loe ori¡ene1 de la colonisacl6n fenicia en
Occidente», 2.• ed., Salamanca, 1976, lAma. UV, LXXXIX, B; CXXV-CXXVII, etc.
A. GONZALEZ PRATS: «El teaorillo de tipo orientalizante de la Sierra de Crevillente»,
Ampuriaa, 38-40, Barcelona, 1978, pág. 366 y fip. 3 y 6.
(128) Vid aupra. notaa 111, 114 y 116.
-224-
[page-n-225]
LAS «DAMITAS DE MOGENTE»
27
Esta hipótesis permitiría, desde el punto de vista estilístico, considerar a estas piezas como una genuina representación de una etapa
inicial del Arte Ibérico caracterizada por un fuerte sincretismo de elementos orientales de orígen fenicio y los primeros influjos plásticos
greco-orientales, estructurados con plena madurez y perfecto desarrollo de la actividad creadora ibérica.
Dentro de esta hipótesis de trabajo es obligado replantear la cronología de esta pieza. La inexistencia de elementos del arcaismo
reciente obligan a una fecha teóricamente anterior al final del siglo VI
a. C. Los plegados que se advierten en el vestido de las figuras pudieran ser el resultado de las mayores posibilidades que ofrece la escultura en piedra sobre los exvotos de bronce que constituyen sus más
próximos paralelos o, incluso, se podrían interpretar como un influjo
inicial del arcaísmo final. Pero en uno y otro caso, parece que los argumentos existentes para fechar la creación de esculturas obliga a
situarla antes del último cuarto del s!glo VI a. C., tal vez hacia el
segundo tercio del mismo por fijar una cronología, aunque esta sea a
modo de hipótesis que sólo futuros hallazgos y nuevos estudios permitirán precisar.
Esta precisión cronológica exige ser contestada con los también
inciertos datos que se puede obtener para los restantes monumentos
que forman este tipo de pilar-estela.
En El Cigarralejo y Cabecico del Tesoro, sólo se puede valorar el
contexto de reutilización de las piezas en tumbas del siglo IV a. C., lo
que constituye sólo un término ante quem insuficientemente preciso.
El monumento de Coimbra del Barranco Ancho, a parte de sus
contextos arqueológicos que corresponde a una fecha semejante,
ofrece figuras de guerrero que aunque muy mutiladas, se caracterizan
por su calzón corto, camisa ajustada y ancho y señalado cinturón. Esta
moda de vestir se inicia en el Período Orientalizante, como evidencia
Pozo Moro (129), y perdura entre los exvotos ibéricos de bronce que a
menudo ofrecen características semajantes (130), pudiéndose fechar
desde el siglo VI a. C. y a lo largo del V a. C. hasta desaparecer tal vez ya
en el IV a. C. (131).
El monumento de Coimbra de Barranco Ancho estuvo rematado,
tal vez, por una figura de toro en pie con los pliegues del cuello bien
señalados por líneas paralelas y un buen tratamiento plástico de los
volúmenes característicos que ofrecen otros toros ibéricos {132) como
(129) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, Um. 23, etc.
(130) ALVAREZ OSSORIO: Op. cit. en la nota 114, 1áma. SS y a.
(131) NICOLINI: Op. cit. en la nota 114, págs. 50. 88, 96, 98, 100, etc.
(132) T . CHAPA BRUNET: 4
-225-
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28
M. ALMAGRO-GORBEA
el toro de Monforte del Cid que refleja un claro influjo de la plástica
zoomorfa griega del Arcaismo Final fechable en tomo al 500 a. C.
(133}. Por ello, la cronología de este monumento, no parece que en
principio se deba rebajar más allá del siglo V. a. C. y aún se deberla
precisar en la segunda mitad del siglo IV a. C. si al mismo monumento
correspondiese el pilar o cipo con figuras (134}, lo que no tiene que
darse por demostrado.
El monumento de El Prado ofrece cuatro figuras femeninas de
mayor movimiento que las de Corral de Saus. Una de ellas ofrece además una túnica con pliegues verticales semejante a la de una de las
figuras del monumento de Alcoy (135} y otra el ancho cinturón reforzado con una cinta externa que vemos en los guerreros del heroon de
Obulco (136) y en un exvoto de Despeñaperros (137} de estilo muy
próximo al citado conjunto escultórico, fechable como él hacia el
segundo cuarto del siglo V. a. C.
El movimiento de las figuras de El Prado, con las piernas bien
diferencidas y el cuerpo curvado podría ir bien en la cronología citada,
aunque su mal estado de conservación no permite mayor precisión
estilística. En todo caso, es necesario mantener la reserva que supone
la mejor calidad escultórica de El Prado y tal vez de El Cigarralejo respecto a Corral de Saus, dato especialmente evidente en los baquetones de ovas y que hace muy delicada la labor de comparación y
seriación de todos los monumentos de este tipo, pues el mayor
arcaismo aparente de Corral de Saus podría explicarse mejor como
obra de un artesano de taller periférico o de menor pericia escultórica,
en todo caso derivada del prototipo de El Prado, tal vez ya dentro del
siglo V. a. C.
A una fecha posterior, de pleno siglo IV a. C., se debe atribuir el
monumento de Alcoy (138). En este caso ya no se trata de la gola de un
pilar-estela sino de una sepultura torriforme, pero su interés estriba en
evidenciar la ulterior evolución de este elemento decorativo que
podría considerarse como la última derivación del prototipo
arcaico orientalizante.
(133) M ALMAGRO GORBEA y-RAMOS FERNANDEZ: Op. cit. en la nota 2•.
(13') R. OLMOS ROMERA: «El entorno p6ntico y la PeDÚIIula Ib6rica», Archeolog{a. 1986,
en prensa.
(136) M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16, f!p. 1 a 3.
(136) J. GONZALEZ NAVARRETE y A. BLANCO FREIJEffiO: «Lea eeculturaa de Pon:una
(Ja6n)», en A. GARCIA BELLIDO: «Arta Ibérico en Eapat¡a», Madrid, 1980, p6p. 73-78.
(137) ALVAREZ OSSORIO: Op. cit. en la nota 11,, n6m. 2377.
NICOLINI: Op. cit. en la nota 131, pi(L 168 y 169.
(138) M ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 16.
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LAS «DAMITAB DE MOGENTB»
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Un origen y cronología no alejada de la propuesta pero de pleno
siglo VI a. C. se debe atribuir a la figura de sirena (139), si bien la pertenencia de esta escultura al monumento no sea del todo seguro. Ya
Fletcher (140) apuntó acertadamente la rareza de esta representación
mitológica en la Península Ibérica y su carácter exótico en el ámbito
ibérico. Al paralelo de bronce de Rafal del Toro, en Menorca (141),
hay que añadir otra pieza de bronce procedente de las Necrópolis de
Ampurias (142) y varias representaciones vasculares (143) que indican que estas figuras mitológicas, fechables dentro de mundo arcaico
de pleno siglo VI a. C., eran conocidas por los iberos, tal vez desde el
periodo orientalizante.
La sirena de Corral de Saus ofrece un tratamiento volumétrico de
las formas y una estilización del plumaje así como la factura de los
detalles que recuerda particularmente a productos de claro influjo
greco-arcaicos. La anterioridad de la sirena de Corral de Saus a las
esfinges de Agost (144} fechables hacia fines del siglo VI a. C., aparece
evidente, así como a otras figuras aún posteriores, como las del Llano
de la Consolación o Villacarrillo (145) lo que confirmaría una cronología no posterior a mediados del siglo VI a. C. para esta figura.
En esa fecha posterior, tal vez los monumentos funerarios ibéricos
tenderían a sustituir las sirenas por la esfinge, animal que parece
hacerse más habitual en el mundo griego arcaico probablemente con
parecida función y significado ideológico, de animal apotropaico,
defensor de la sepultura y conductor de los muertos (146). Así esta
preferencia por la esfinge podría interpretarse como una prueba más
de la creciente helenización cultural, esto es, de la creciente personalidad de la cultura ibérica a los modos y cambios ideológicos en el
ámbito colonial.
Más problemática, por último, es la atribución a este monumento
de las «Damitas de Mogente» de una bella cabeza decorada con un
alto polos o corona que pudiera ser una cabeza de esfmge (147) y que
(189) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 182, pág. 961 y a.
CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 82, país, 228 y e.
(140) FLETCHER VALLS: Op. cit. en la nota l.
(141) A. GARCIA BELLIDO: «Hiapania Graeca», Barcelona, 1948, 1tm. 29.
(142) KUKAHN: Op. cit. an la nota 118, en primer lu¡ar, pip. 128 y 124.
(143) M. ALMAGRO BASCH: «Ampuriaa», Barcelona, 1961, fig. 56.
G. TRIAS DE ARRIBAS: «Cerámicas griegu d.e la Pe11Ín8ula IWrica», Valencia, 1968,
lAma. 1, 1,; 23; 41, 2; 47, 1; etc.
(144) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 111, P4 329.
(146) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 111, P4 380.
(146) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 82, pa#a. 221 y e.
(147) APARICIO PEREZ: Op. cit. en la nota 1, en 6ltimo lugar, lAma. 10 y 12.
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M. ALMAGRO-GORBBA
ha sido relacionada con esta sirena (148} e incluso se ha utilizado
para las reconstrucciones de este monumento (149}. Las dificultades
de esta atribución son en parte iconográficas, ya que no es frecuente la
existencia de polos en las sirenas (150), y estilísticas, pues parece más
detallista que las figuras de las «damitas» y de tratamiento más anguloso que el cuerpo de sirena citado. Sin embargo ninguno de estos
motivos es suficiente para su exclusión, quedando únicamente su posible pertenencia al monumento mucho más incierta.
CONCLUSIONES
El monumento de las «Damitas de Mogente», procedente de la
necrópolis de Corral de Saus, constituye sin duda alguna uno de los
restos arquitectónicos más importantes proporcionado por ese rico
yacimiento.
Su análisis pormenorizado permite su reconstrucción como un rico
pilar-estela ibérico por lo que supone una importante aportación al
conocimiento actual de la arquitectura funeraria ibérica dados los elementos técnicos, metrológicos, estilísticos e iconográficos que ofrece.
Especialmente permite identificar una serie de pilares-estela que
hemos denominado «tipo Corral de Saus» caracterizados por ofrecer
la nacela decorada con figuras y que se extendió desde Murcia hasta el
Corredor de Montesa aunque aún es prematuro interpretar si se trata
de obras de un mismo taller o, más probablemente, de un modelo imitado y difundido por su éxito iconográfico y suntuario.
El análisis de sus elementos estilísticos e iconográficos parece
indicar que se trata de una creación ibérica explicable por unos intlÚjos estilísticos greco-orientales sobre un substrato aún próximo al
ambiente orientalizante. La determinación de su cronología plantea
evidente dificultades. La hipótesis más lógica sería la de que representa una de las más antiguas creaciones de la etapa inicial del Arte
Ibérico, caracterizada por el sincretismo de elementos orientalizantes
revitalizados por la introducción de la plástica greco-oriental que
debería fecharse hacia mediados del siglo VI a. C. pero la lograda
aceptación del tipo de monumento y su evidente continuidad dificulta
la asignación de una fecha precisa a este monumento en concreto.
(U 8) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 82, pá¡. 283.
(149) M. ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 2, fig. 16.
ALMAGRO GORBEA: Op. cit. en la nota 12, fig. l.
(150) CHAPA BRUNET: Op. cit. en la nota 32, pág. 288, aunque puede conaiderarae como polos
el arranque de la palmeta de la figura de sirena procedente d e E aparta (W. LAMB: «Excavations at
Sparta», A. B. S. A. 28, 1927, lám. 9, 11, y KUKAHN, Op. cit. en la nota 118, fig. 11 c.
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