
La fase "pre-levantina" en el arte prehistórico español
Antonio Beltrán Martínez
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ANTONIO BELTRAN
(Zaragoza)
LA FASE «PRE-LEVANTINA» EN EL ARTE
PREIDSTORICO ESPAÑOL
Recientes descubrimientos en el arte rupestre post-paleolítico en
España permiten llegar a la conclusión de que en una etapa anterior a
la del comienzo del llamado «arte levantino» existió una fase artística
cuyas características no están suficientemente aclaradas, pero que se
manifiesta con seguridad a través de datos objetivos que deben ser
valorados. Este planteamiento es el que nos proponemos hacer en este
breve estudio que queremos dedicar, como cordial y afectuoso homenaje, al amigo y compañero, director muchos y fructíferos años del
Servicio de Investigación Prehistórica, de Valencia, Domingo Fletcher
Valls. Parece el tema adecuado, porque la citada fase «pre-levantina»
si no exclusiva de Valencia sí que resulta característica de una zona
que engloba las sierras que, desde Bicorp y Cocentaina, van hasta el
norte de la provincia de Murcia y de la zona aledafta de Albacete, configurando, hipotéticamente, una zona con peculiares notas en la evolución de los principios generales del «arte levantino».
Dentro del sistema'tradicional de ordenación del arte prehistórico
español se ha tenido, durante mucho tiempo, por inamovible, que las
pinturas parietales del magdaleniense final agotaban un «ciclo» tras el
que se abría un vacío que no volvía a llenarse de modo regular hasta la
aparición, en España, de un arte entre el naturalismo y el impresionismo exclusivo de la zona de serranías interiores vecinas del litoral
mediterráneo, que, a su vez, terminaba dejando paso al «arte esquemático» de la Edad del Bronce, en este caso sin solución de continui-81-
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dad, con lo que se completaba una te6rica secuencia artística que
arrancaba del naturalismo paleolítico, seguía, tras un «hiatus», con el
naturalismo impresionista mesoneolítico y acababa con el esquematismo del E neolítico-bronce. Aún se añadía una primera etapa de
«abstracción» a principios del Paleolítico Superior, se sugería (Breuil,
Obermaier, Bosch Gimpera) una datación paleolítica para el más antiguo arte «levantino» y, dentro de las teorías evolucionistas históricoculturales, se aceptaba que el arte «levantino» en un proceso de
estilización y degeneración se transformaba en el arte esquemático
cuya vigencia podía asegurarse hasta la intervención de las corrientes
clásicas a través de las colonizaciones orientales.
Este esquema es falso, al menos en su planteamiento generaL En
primer lugar cada vez son má.s numerosos los hallazgos de arte epipaleolítico no «levantino» y más clara la evidencia de que no existe un
arte «levantino» monolítico y único, tanto en sus principios como en
sus finales, fuera de los territorios y emplazamientos habituales como
el hallazgo de pinturas junto al mar (La Higuera de la Isla Plana de
Cartagena, las Arañas del Carabasí, de Santa Pola, la J oquera, de
Borriol) e incluso rompiendo la constante de pinturas en covachos o
abrigos exteriores para aparecer en cuevas relativamente profundas
(cuevas de Las Conchas, el Humo y Las Palomas de la Peña Rubia de
Cehegín, la citada de Santa Pola y Sant Esteve de Les Gralles, Lérida)
y la posibilidad de evolución estilística en círculos cerrados y la adopción de distintas líneas de transformación en época más antigua de lo
supuesto, como han mostrado con· seguridad las cuevas itaHanas del
sur de Italia, en Otranto, especialmente, Porto Badisco, cerrada en el
Eneolítico y con fechas que alcanzan el IV milenio.
Volviendo al arte «levantino», en nuestra síntesis de 1968 exponíamos que su fase más antigua podía alcanzar fechas absolutas de
hacia el 6.000, en las que una comunidad de cazadores de serranía,
pintaría (y por excepción grabaría) en paredes al aire libre o escasamente protegidas, escenas con figuras de gran tamaño y extraños puntos de contacto con el arte paleolítico, estáticas o escasamente
movidas, en tintas planas fuertemente perfiladas, con «perspectiva
torcida» de cuernos, astas y pezuñas, con color rojo muy patinado y
embebido Em la roca y predilección por la representación de toros y
con participación relativamente escasa de la figura humana; ésta
muestra una tendencia clara a la estilización frente al naturalismo de
los animales repitiendo un elemento conceptual que ya se produjo en
el arte paleolítico. Respecto de los colores, el rojo claro y un rojo
vinoso o carminado correspondían a las figuras más antiguas a las que
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FASE «PRB-LEVANTIN.Alt
S
asimilábamos las figuras blancas de las mismas características de la
Sierra de Albarracín.
En 1968 emitíamos la hipótesis de que hubiese una «fase» antigua
o naturalista, de tradición auriñaco-perigordiense, contemporánea del
Epipaleolítico (6000-3500) con apogeo antes del 5000. Coincide con
la fase a) naturalista, de Ripoll y sus períodos 1 (toros de Albarracín, a
los que habría que añadir el de la Araña y lo$ de Minateda y del Cingle
y el ciervo de Val del Charco) y 2 (ciervos de Calapatá). Es muy posible
que en esta fase, como pasa en el arte paleolítico, hubiera que incluir
signos geométricos y figuras de aire esquemático, como hemos visto en
las superposiciones de la Sarga, la Araña y Cantos de la Visera, donde
hallamos la superposición «ciervo-toro sobre ave». En 1982 nos confirmábamos en los principios generales expuestos, independientemente de la influencia que pueden tener en la cronología los discutidos
descubrimientos de Verdelpino (Cuenca) con dataciones absolutas a
partir del6000 con cerámicas lisas y con fechas del3200 al2680 con
cerámicas decoradas en los niveles superiores. Con todas las reservas
hay que tener en cuenta la fecha del 5220 en el barranco de los Grajos
de Cieza y las de la cerámica cardial del tipo de la Coveta de L'Or (ésto
sin contar con los márgenes de corrección de la 'cronología que
puede llevarla hasta el 5470) y la cierva grabada de este yacimiento de
hacia el4000. Corregíamos así una fase I de simples pinturas geométricas y lineares contemporáneas de las plaquetas de Cocina ll que
podría hacerse llegar hasta el5000 o antes, quedando una fase antigua
o naturalista epipaleolítica o mesolítica, datable entre el 6000 y el
3500 (1) a la que habría que añadir los hallazgos de Cocentaina y la
larga muestra de ejemplos del arte aziliense o de su época.
El asombro que producía el que el arte Paleolítico se agotase con
la cumbre alcanzada en el Magadaleniense final y fuese continuado
sólo a través de las toscas pinturas de los cantos azilienses que, además, se presentaban como un fenómeno muy localizado en el Ariege y
en el yacimiento epónimo, se producía ante un aparente vacío que
sucesivos hallazgos aislados han ido llenando y que, relacionados
entre sí, muestran una continuidad cultural muy digna de ser tenida en
(1) • BELTRAN MARTINEZ: «Arte rupestre levantino», Monografías Arqueol6gicu, IV. Zaragoza, 1968.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Arte rupestre levantino (Adicionea 1968-1978,., Caeaarau¡usta,
47-48, pqa. 6-48. Zara¡oza, 1979.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Da cacciatori ad allevatori: L'arte rupestre del Levante apa¡nuolo». Milano, 1980. E dición eapat\ola de 1982 con breves adiciones y francesa de 1984 repitiendo la
original italiana.
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cuenta; así por ejemplo los cantos azilienses de Asturias o de Margaleí, las plaquetas grabadas con temas geométricos de La Cocina, el
canto del abrigo de Graves (fig. 1), de Léobard y las figuras en rojo
claro que ya Breuil había datado en el aziliense en la cueva de Niaux
(2). Además las plaquetas grabadas del abrigo Murat, de Rocamadour,
con caballos (fig. 2), fechad& en elaziliense antiguo por Lorblanchet y
la de La Borie del Rey, del departamento de Lot et Garonne (fig. 3),
encontrada en .un estrato del Dryas m, sin restos de reno y, sin duda,
post-magdaleniense, que perpetúan un estilo paleolítico deben hacer
reflexionar sobre la poca validez de la teoría del «hiatus» postpaleolítico (3). Estas circunstancias vuelven a plantear la importancia
Fi¡. 1.-Léobard, abrigo de Graves. Canto grabado azillenee. (De la revlata
Gallia.)
(2) A. BELTRAN MARTINEZ, R. GAILLI y R. ROBERT: «La Cueva de NiaUX», Monograflaa
Arqueo1
6glcaa, XVI. Zaragoza, 1973.
H. BREUIL: «La Caveme de Niaux. Com,P16menta ~ditea aur aa d6coration>~. PréhiatoireS¡Ml6olo¡ie Ari4geoiaea (Bulletin de la SocUt6 Prihiatorique de l'Ari~ge), vn. Toulouae, 1958, p4ga.
11·35.
J. CLOTI'ES, en «L'art des cavemea». Paría, 1984, pág. 421.
(8) «Gallia Préhlatorique», 26, Fase. 2, Paría, 1982, «lnformation)), de J . CLOTTES, pág. 487,
excavaciones de M. Lorblanchet en el Abrí Murat de Rocamadour, con un nivel azllienae con plaquetas
grabada• y guijuroa con aeñalea de ocre. Las excavaciones de L6obud, con guijatTOI uno con truoa
geom6tricoa grabadoa y otro con manchea de ocre,aon obra de M. Garric. Fínalmente, para la Borie del
Rey, v4ue laa excavaclonea de L. Coulongea, de 1968, en d,e P.Uolithique de l'A¡enaia». Paría,1981:
en la capa poat.magclalenienae sin reno de Dryas m.
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Pie· 2.-Bocamadour, abrigo Mura&. Canto grabado procedente de UD Dlvel uilleDM.
(Se¡(m Lorblanchet.)
de la plaqueta grabada de Sant Gregori de Falset y otorgan mucho
valor a la noticia que dio Pericot y ha subrayado Fortea sobre figuras ni
esquemáticas ni levantinas de la cueva .d e La Cocina.
Queda así una época intermedia entre el arte Paleolítico y el
«levantino», naturalmente donde este último arte existe, aunque difícilmente se podrá encontrar en las manifestaciones que hasta ahora
conocemos los orígenes formales del naturalismo «levantino», si bien
puede asegurarse que las tendencias del arte naturalista paleolítico
persisten en algunas de las formas epipaleolíticas, mientras que otras
adoptan una clara tendencia geométrica y esquematizante. En el
estado actual de nuestros conocimientos es imposible afirmar que la
fusión de ambas origine el arte «levantino» en una comarca del sur de
Valencia y el norte de Murcia aunque en ella se localicen concretamente estos nuevos descubrimientos. Otra cosa es plantearse qué ocurre con este «arte intermedio» fuera de la zona «levantina» donde
podría extinguirse para no volver a reaparecer hasta el «esquematismo» de la Edad del Bronce.
El descubrimiento de la cueva de la Moleta de Cartagena, en la
Sierra del Montsiá, venía a introducir una posibilidad de conjunción
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entre el arte paleolítico y levantino, sin perjuicio de que, aun admitiendo que el bóvido y las figuras humanas correspondiesen a cada uno
de los períodos, hubiesen sido pintados en el mismo momento y·pudieran significar el punto de sutura de las dos tendencias. Cuando apareció este conjunto resultaba anómala la presencia de una pintura
paleolítica en la desembocadura del Ebro, pero los continuos hallazgos fuera del núcleo cantábrico eliminan cualquier suspicacia y el
recientemente descubierto grabado de la Tavema, en el Priorato
mismo lo ratifica.
La aproximación geográfica en otros lugares o no existe más que
de un modo relativo (Nerpio y el Niño, Casares-La Hoz y Albarracín) o,
si se produce, no existe la menor relación, como entre la Fuente del
Trucho y Arpán en el mismo barranco de Villacantal (Huesca). Nos
referimos a que la distancia entre las cuevas paleolíticas de Guadalajara y los abrigos de Albarracín no sólo es muy grande, sino que ademá.s supone la travesía de una dificil comarca, lo mismo que en las más
próximas entre sí de la provincia de Albacete, dado que la comarca de
Nerpio, aun en nuestros días, es de difícil acceso en muchos meses del
año. No conocemos aún los grabados paleolíticos de la Cova Fosca de
La Vall d'Ebo, o cerca del conjunto de Cocentaina: aquéllos descubiertos en 1983, pero inéditos contienen cabras, ciervo, caballo y signos y una cabra (o quizá un caballo) pintado en rojo del estilo IV de
Leroi-Gourhan. En la comarca están los más de 125 abrigos con arte
teóricamente «esquemático» tanto en la Vall de Gallinera como en el
Pla de Petracos con algunas figuras «levantinas».
Quizá la mayor contigüidad habría que buscarla entre las plaquetas pintadas y grabadas del Parpalló y las escasas de yacimientos próximos y los frisos levantinos de la comarca, acentuando que
precisamente en una amplia zona del sur de la provincia de Valencia y
el norte de Murcia es donde encontraremos, en mayor número, manifestaciones que hemos de suponer anteriores a los estilos clásicos
«levantinos». A ello hay que añadir los datos de la Cocina, Cova de
L'Or e incluso el canto del Filador de Margalef (4).
Por otra parte los signos, trazos y líneas y otros indefinidos se asimilaban a las figuras de arte mayor a que acompañaban, como es el
caso del paleolítico y así lo hicimos notar en nuestro trabajo de Caesaraugusta (5) mientras que cuando se hallaban de modo autónomo se
(4) J . FORTEA PEREZ: ~ paleolítico del Medit.errmeo e•pa¡tobt, Trab~os de Prehittoria,
36. Madrid, 1978, p6p. 99-149.
(5) A. BELTRAN MARTINEZ: «El p.roblema de la cronolo¡{a del arte rupestre esquemático
eapal'lol», CaHataugu.ata, 39·40. Zaragoza, 1975-76, p6p. 5-18.
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FASE «PRE-LEVANTINAlo
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incluían sistemáticamente en el «arte esquemático» e invariablemente
en la Edad del Bronce, tanto más avanzada cuanto más progresaban
los signos hacia esquemas complejos. Ya veremos que el descubrimiento de la cueva de Porto Badisco ha hecho cambiar todas estas
ideas, al cerrarse en el Eneolítico y dar una importante data «ante
quem» para muchos de los signos negro-castaños del interior.
La simplificación levantino-esquemático fue resuelta por Breuil en
sus obras monumentales de modo muy simplista; ya no había incluido
ni un solo abrigo levantino en su obra de conjunto sobre el arte paleolítico (6), a pesar de mantener aún la cronología paleolítica y en su obra
sobre el arte esquemático incluyó figuras que nada tenían que ver con
tal estilo, para las que, en muchos casos, convendría la mención de
«levantinas» y que debieron ser catalogadas como «subnaturalistas» o
«subesquemáticas» como hizo Bosch Gimpera.
Cuando estudiamos en 1973 18 cueva de la Sarga caímos en la
cuenta de que ciervos naturalistas, relativamente antiguos dentro del
arte levantino, con el cuerpo perfilado y relleno con líneas sensiblemente paralelas, con técnica análoga a la que encontramos en muchos
abrigos de la zona de Bicorp y en Alpera, que nos parece una simplificación de las más viejas tintas planas (Gasulla, Remigia, Val del
Charco, Calapatá, Albarracín), quedan claramente superpuestos a trazos geométricos de diversas formas, color rojo muy patinado de matiz
diferente, sin que, en lo que se conserva, formasen figuras concretas.
Era evidente que estábamos ante una fase «esquemática» o «geométrica» anterior al naturalismo levantino sin poder avanzar fechas absolutas. No obstante, no nos atrevimos entonces a datar dentro de ese
conjunto, anterior a lo levantino, la gran figura .espiraliforme que no
tenía pinturas levantinas sobre ella ni contiguas, pero sí extraños
«antropomorfos» que respetando las ideas vigentes aceptamos que
pudieran corresponder a una fase esquemática de la Edad del Bronce
y que los descubrimientos de Cocentaina penniten asociar al conjunto
«prelevantino» (7).
No obstante, hicimos una revisión sobre el terreno de diversos
abrigos donde tales superposiciones pudieran observarse con facilidad y las comprobamos en Cantos de la Visera, con un toro muy antiguo, de tinta plana sobre la «zancuda» de aspecto esquemático, en la
Araña, donde las astas de un ciervo cortan líneas en zigzag, paralelas, y
(6) H. BREUIL: ~
Montignac, 1962.
(7) A. BELTRAN MARTINEZ~ «Las pinturas n¡peatna prem.tóricu de La Sarp (Alcoy), El Salt
(Pen6gulla)yElC'alvari(Bocairente)li, Seriede~VariosdelSemc.iodelnveatipci6nPrem.t6-
rica, n11m. 47. Valencia, 1974.
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8
ANI'ONIO BBLTRAN
mm
30
20
tO
5
P.l.'li.!REHT
o
Fi¡. S.-Plaqueta grabada poatmagdalenlenae, del abrlco La Borie del Rey. (Cortesfa
de J. Clottes.)
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pensamos que podía haber muchos más ejemplos a investigart sobre
todo porque el hecho comprobado de repintados de figuras o de modificación de éstas (toros en ciervos de la Vieja de Alpera y de Cantos de
la Viserat ciervos en toros del prado de las Olivanas de Tormón, ciervos en cabras del Prado de Azoguet en Aldeaquemada) o bien el toro
blanco de Ceja de Piezarrodilla repintado en negro o los toros del
Prado de las Olivanas inicialmente en rojo y vueltos a pintar en negro
que no nos permiten establecer etapas claras por estilos y colores
puesto que los repintados o imitaciones repiten servilmente el modelo
que recubren.
Insistió sobre el temat acertadamentet J . Forteat subrayando nuestros planteamientos de La Sarga y La Araña (8) y precisando más
nuestras referencias a Cantos de la Viserat partiendo de las observaciones de Cabrét según las cuales en la parte izquierda del abrigo la
figura más antigua es un toro de color rojo amarillento que fue repintado en su tercera fase en un color rojo muy oscurot aunque sin
cubrirlo totalmente y transformándolo en ciervo con la adición de unas
astast lo mismo que habíamos observado en la cueva de la Viejat en
Alpera Yt en proceso contrariot en los ciervos convertidos en toros del
Prado de las Olivanast en Tormón. Tres ciervos pequeñost retocados
también en la citada tercera faset serían originalmente de la primera y
un reticulado existente entre las patas del toro convertido en ciervo y
parcialmente bajo su vientret incluso anterior a la fase rojoamarillenta; uno de los ciervos pequeños se superpone también a la
retícula y al gran torot en la misma format a la zancuda o ave de trazado
esquemático.
Supusimos que una fase plena del arte levantino conocería la conversión de los toros en ciervos o su repintadot entre el 3500 y 2000t
contemporáneamente al Neolítico de las llanuras litorales o quizá después del4000 (9). Fortea concluye que las pinturas más antiguas de La
(8) J. FORTEA PEREZ: <
(avance sobre las pinturas rupestres de La Cocina)», L Aniveraario de la Fundación del Laboratorio de
Arqueolo¡ía, 1924· 1974, Papelea del Laboratorio de Arqueolo¡ía de Valencia, 11. Valencia, 1976,
pág. 196.
J. FORTEA PEREZ: «Algunas aportaciones a loa problemas del arte levantino11, Zeph,yrua,
XXVI. Salamanca, 1974, p"•· 226·227.
J . FORTEA PEREZ: «El arte parietal epipaleolítico del6.• al6.• milenio y su sustitución por el
arte levantino», Coloquio XIX del XI Congrea International dea S cien ces Prihiatoriquea et Protohistoriques. Niza, 1976, ~. 121.
(9) A. BELTRAN MARTINEZ: «Algunos problemas que plantean 1aa superpoli.cionea de pintu·
ras en el arte rupestre levantino», Crónica del XI Congreso Nacional de Arqueología (M'rida, 1969).
Zaragoza, 1970, p,g, 234.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Algunas cuestiones sobre las pinturas de las cuevae de la Anula
(Bicorp, Valencia)», Papelea del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 10. Valencia, 1970, pág. 12.
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Sarga, covacho ll de la Araña y Cantos de la Visera serían «unos signos
abstractos pertenecientes a un horizonte artístico que querríamos llamar arte lineal-geométrico... ». La comparación con el arte epipaleolítico del complejo geométrico, según la terminología de Fortea, resulta
evidente y así lo manifestamos ya en 1968, y lo explica él según la
siguiente ordenación relativa: «Cocina ll estaba integrada de abajo
arriba por los niveles 10 al6. Pero las plaquetas sólo aparecían en la
capa 6, que estadísticamente representaba una vuelta a la ocupación
intensiva de la cueva... sin ninguna solución de continuidad se pasaba
de la capa 6 a la 5 que inauguraba el horizonte industrial de Cocina m.
Lo más importante es que ahora aparecían tres fragmentos de cerámica cardial, que, por su posición estratigráfica, correspondían al inicio de Cocina m. Así pues, la cronología de las plaquetas es
inmediatamente precardial.» La fecha del cardial de Coveta de l'Or
(4670±160 y 4315±75 B. C.) podria autorizar, como Fortea afirma, una
fecha del5000 como «gozne entre los dos conceptos artísticos» (10).
Para terminar con los datos proporcionados por la cueva de la
Cocina, hay que subrayar los aducidos por Pericot en relación con
unas figuras naturalistas, pintadas en la pared sur, conjunto verdaderamente pobre según comprobó Fortea al calcarlo, del que escribe
«pero lo que sí podemos afirmar taxativamente es que su arte no es ni
levantino ni esquemático; lo forman unas pocas líneas paralelas,
quebradas, en espiga y vagamente trapezoidales, de color rojo claro,
una mancha del mismo color lamentablemente casi cubierta por la
suciedad del estrato que. la tapó... y un pequeño trazo triangular de
color rojo oscuro amoratado», que serían cubiertas durante la época
de la ocupación cerámica de la cueva, es decir, en el período Cocina ll
de Fortea (11).
(10) J. FORTEA PEREZ: «Loa complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolítico mediterráneo espaflob>, Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología, 4. Salamanca, 1973.
(1 1) L . PERIC'OT GARCIA: «La cueva de La Cocina (Dos Aguas), nota preliminar•>, Archivo de
Prehistoria Lavantina, n, 1946, Valencia, 1946, p'&J. 54, 68 y 69. Dice: «Por último hemos de refe.rirnos a loa vestigios de figuras, al perecer de animal una de ellaa, en rojo, pintadas en la pared Sur de la
Cll8VL La pátina y el humo que han cubierto eatoe muros latarales impiden eu uacta apreciación. La
altura a que ee encuentran lae coloca al nivel del brazo de un eupueeto artista. cuando el suelo de la
cueva ee encontraba en la segunda etapa d e lae tres que hemos 8ellalado en el yacimiento.» La importancia de estos vesti¡ioa pletóricos no pudo puar inadvertida a Pericot, quien, más adelante, decía:
«En primer lu¡ar sentemos la afirmación de que ea Imposible desligar las pinturas del abrigo llamado
Cinto de la Ventana, de las gentes que habitaron la cueva. Aquel cinto, con sua escasas pinturas de loa
dos tipos, naturalista y esquemático, ae encuentra en el extremo sin salida, por terminar en precipicio,
del barranco en que a unos doa o trescientos metros se abre la cueva de La Cocina. Quienes pintaron
aquellaa figuras habitaron la cueva.>>
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FASE liPRE-LEVANTINA>t
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Cuanto se ha dicho ha quedado corroborado por los hallazgos de la
región de Cocentaina entre las sierras de Aitana, Mariola y Benicadell
(Alicante), publicados en una mínima parte y sin el estudio de conjunto que seguramente servirá para establecer una hipótesis general,
al menos en lo que se refiere a la comarca del sur de Valencia y el norte
de Murcia, de transición del arte paleolítico (subrayando lo ya dicho
sobre la pintura y grabados de la cueva Fosca de Vall de Ebo) y el
«levantino», que aparece en diversos lugares de Pla de Petracos (C'astell de Castells) con un ciervo de pequeño tamaño y Vall Gallinera, en
donde, al parecer, hay una superposición de las figuras del estilo no
levantino bajo otras levantinas. Lo que conocemos, especialmente en
Pla de Petracos, corresponde a representaciones no estrictamente
geométricas como las plaquetas o pinturas de la Cocina, sino a grandes
formas humanas, que alcanzan hasta más de un metro de altura, con
cabezas radiadas, cuerpos fantásticos y estilizaciones antropomórficas, aparte de trazos cuya significación ignoramos, todo ello en color
rojo y con ausencia, al parecer, de figuras animales (12). Las opiniones
de Mauro Hernández y el Centro de Estudios Contestanos que llevan
estas figuras hasta el V milenio sitúan el conjunto en esta etapa postmagdaleniense y pre-levantina que venimos postulando, aunque será
necesario esperar a la publicación de los ciento veinticinco abrigos que
se anuncia han sido descubiertos para establecer conclusiones definitivas: será conveniente no calificar estas pinturas de «esquemáticas»
por lo menos sin definir lo que quiere decir este término, tal como hace
Mauro Hernández al llamarlo «macro-esquemático»···Por otra parte·la
«.¿Pero a cuél de las fases induatñales de la cueva conesponden las pinturas del cinto'!
Acuciante enigma que no nos ea dado resolver todavía. Por loa indicios que poseemos (placa con vesti·
gios de pinturas) diríamos que las pinturas naturalistas van desde nuestro nivel inferior al medio, y las
esquemáticas podrían atribuirse al superior. Esto hallarla confll'tllacl6n decisiva si se logTa Interpretar
loa vestigios de figuras rojas en la pared meridional de la cueva, que por su altura debieron pintarse
cuando el suelo de la caverna te hallaba a 1'60-1'80 metros del nivel moderno, o sea, en el nivel ll Inicial
o
finaL»
(12) M.• D. ASQUERINO FERNANDEZ y C'ENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: •
estación con pinturas rupestres en Benirrama (Vall de Gallinera, Alicante)», Altamira Symposium.
Madrid, 1980, págs. 427-«8.
M. S. HERNANDEZ PE~Z y CENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: teAJte esq uemático
en el Pala Valenciano. Reclentea aportaciones», Zepbyrua, XXXVI. Salamanca, 1983, pága. 63-75.
M. S. HERNANDEZ PEREZ y C'ENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: ccConaideraciones
sobre un nuevo tipo de arte rupestre prehistórico», Ars Praebiatorica, J. Barcelona, 1982, págs. 179197.
M. S. HERNANDEZ PEREZ y CENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: «Vocbericht über
die Erforachung der FelabUdkunat In der proviru: Alicante», Madrider Mitteilungen, 24, 1983, Mainz,
1984, págs. 32- 46.
m
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atribución que Aparicio (13) hace de algunas de estas figuras a la etapa
entre el 3000 y el1500 por comparación de algunas de las figuras
antropomórfas con los ídolos oculados necesitará de más detenido
estudio cuando conozcamos la totalidad de los conjuntos.
Puede, no obstante, insistirse en que, junto al grupo de figuras claramente humanas, los motivos geométricos son meandros o serpentiformes de desarrollo vertical, con bifurcaciones de dedos en los
extremos o en pequeños círculos, además de otros signos menos claros
(14).
Por otra parte los abrigos de la región de Bicorp han proporcionado varios ejemplos de zig-zags o temas lineales-geométricos combinados con las figuras «levantinas», aunque no siempre exista una
superposición como la apreciada en la cueva de La Sarga; así en el
abrigo de los Gineses los zig-zags bordean una figura femenina, mientras que la Balsa de Calicanto este mismo tipo de trazos simples están
bajo figuras levantinas o junto a un ciervo semejante al de la Sarga (15)
(fig. 4).
Los datos aportados parecían dibujar una «región» para este arte
entre lo lineal-geométrico y lo «macro-esquemático», para usar términos de Fortea y Hernández, entre el sur de Valencia y el norte de Murcia, pero Vicente Baldellou me comunica el reciente descubrimiento,
aún inédito, en el abrigo de Labarta (Huesca) en el que un ciervo naturalista en negro se superpone a signos geométricos de color rojo claro.
No conocemos aún suficientemente el arte prehistórico de esta
comarca que hace algunos años apenas presentaba algunos restos
esquemáticos y que hoy cuenta con gran número de estaciones desde
el Paleolítico a la Edad del Bronce y una evolución estilística que cada
vez parece más clara y que no puede separarse del resto de la zona
oriental de la Península respondiendo a los mismos estímulos culturales (16).
(13) J . APARICIO PEREZ: «El primer arte valenciano, nuevos ballazgoa (1981))), Archivo de Arte
Valenciano, LXll. Valencia, 1981, págs. 106 y 107.
(U) Los abrigoa citados por Mauro HenW!dez y sus colaboradores del C'entze d'Eatudia C'ontea·
tana aon loa del Barrene d e Malafi, entze el Pla de Petzecoe, Rac6 de Sorelleta y Tolloa, Barrene de
Beniali, ('oves Rojea de Benimasaot, Barrene de l'Infern de Fleix y Famorca. En «El Paíe11 (26-ll-86),
se anuncia la posible pubUcaci6n de co~unto por la Diputación alicantina.
(15) J. APARICIO PEREZ: «Yacimientos e investigaciones arqueol6gicu en la comarca eD¡Uerinalt, Enguera, ailo XIX, n6m. 19. Enguera, 1976.
J. APARICIO PEREZ: «Nuevas pinturas rupeatzee en la provincia de Valencia», Crónica del
XV Congreso Nacional de Arqueología (Lugo, 1977). Zaragoza, 1979, páge. SS9-408.
L. DAMS: «Lea peinturea rupeatzes du Levant eapagnol». Parla, 1984, pág. UO y " ·
(16) V. BALLDELLOU: •
Encuentro de Home~e. Zaragoza, 1984, págs. 13S·lS9.
-92-
[page-n-94]
PASE d'RE-LBV~
18
Flc· 4.- Baba de Calicanto (Bicorp). Superpoaioionea de ftcuru levutlnu eobre trazo. lhleale.ceométricoa. (Sep Aparicio.)
-93-
[page-n-95]
ANTONIO BELTRAN
Es muy difícil establecer conclusiones con suficiente validez científica para esta etapa intermedia entre el arte Paleolítico y el Levantino que, en cualquier caso, no tendrán más seguridad que la
correspondiente a hipótesis de trabajo que ya enunciábamos hace casi
veinte años y que van completándose, con no pocas alteraciones sobre
lo que parecía inamovible, a través de los descubrimientos recientes y
la revisión de lo conocido y admitido rutinariamente como inmutable.
Dejando aparte el conjunto del río Vero, en Huesca, cuyo alejamiento
del núcleo de Bicorp, Alcoy, Cocentaina, Yecla e incluso Alpera y Nerpio no puede explicarse fácilmente, pero que responde a una evidente
comunidad de estímulos y bases culturales, sería necesario volver
sobre la fase post-magdaleniense, epipaleolítica y conectada con los
inicios del arte levantino examinando las pinturas y grabados sobre
plaqueta que se datan en estratos azilienses en Francia y sus posibles
paralelos en Cataluña y Levante, como vemos en el canto pintado epipaleolítico de la cueva del Filador de Margalef, con barras rojas (17),
los grabados y pinturas del Parpalló que no son ya un caso excepcional
si se tiene en cuenta el conjunto de más de una decena de plaquetas
procedentes de la cueva de la Roca, cerca de Gandía y el grabado de la
cueva de la Tavema, también de Margalef, en el Montsant, aparte de
la plaqueta de Les Mallaetes (18). Los grabados de l'Or y deSanGregario, aparte de las plaquetas grabadas y los signos parietales de la
Cocina, complementarían esta agrupación que podría mostrarnos
entre el6000 y el 5000 la constitución de una fase intermedia en la que
habría que situar como antecedente el gran conjunto de Cocentaina y
los signos geométricos de la comarca ya citada y que irían seguidos de
V. BALLDELLOU: «El arte esquemático y au re. aci6n con el levantino en la cuenca alta del
l
Vero (Huesca)», Actas del Coloquio Internacional sobre Arte Esquemático de la Peníntula Ibérica
(Salamanca, 1982), en Zepb,yrus, XXXVI. Salamanca, 1983, págs. 113-115.
V. BALLDELLOU, A. PAINAUD y M. J. CALVO: <
Cueva Palomera (Alqulzar, Huesca)». Actas del Coloquio Internacional sobre Arte EAquemático de la
Pe!Únaula Ibérica (Salamanca, 1982), en Zephyrus, XXXVI. Salamanca, 1983, págs. 117-122.
V. BALLDELLOU, A. PAINAUD y M. J. CALVO: «Las pinturas esquemáticas del Toza! de
Mallata (Asque-Colungo, Hueaca)». Actas del Coloquio Internacional sobre Arte Esquemático de la
Pe!ÚnaUla Ibérica (Salamanca, 1982), en Zepb,yrus, XXXVI, Salamanca. 1983, págs. 123-129.
V. BALLDELLOU, A. PAINAUD y M. J. CALVO: «Los abrigos pintados esquemáticos de
Quizana, cueva Palomera y Toza! de Mallata» , B~o Aragón. Prehistoria, IV, C'aspe·Zaragoza. 1982,
págs. 27-60.
A. BELTRAN MARTINEZ y V. BALLDELLOU: «Avance al estudio de las cuevas pintadas
del Barranco de Villacantal». Altamira Symposium. Madrid. 1981, págs. 131-140.
(17) (J .) (M.•) F(ULLOLA) P(ERICOT) en «Arqueologfa en C'atalunya, datos para una sfnte11is»,
Barcelona, 1983, pág. 30.
(18) J . APARICIO PEREZ, V. MESEGUER FOLC'H y F . RUBIO GOMIS: «El primer a t1e valen·
ciano, ll. El arte rupestre levantino». Valencia, 1982.
J . APARICIO PEREZ y J. SAN V ALERO APARISI: ••El primer arte valencilmo. (.El arte
parpallonés11. Valencia, 1983.
- 94 -
[page-n-96]
FASE «PRE-LEVANTJNAlt
16
las grandes figuras rojo-amarillentas de Cantos de la Visera, que permitirían la comparación con los demás animales naturalistas, estáticos
y en tintas planas del arte levantino.
Sin duda habrá que valorar los factores de evolución local y los
hechos aparentemente anómalos, como el conjunto de la provincia de
Huesca o la aparición de conjuntos como los de Cehegín y Mazarrón
con notables coincidencias en las figuras humanas con Porto Badisco,
que plantearán muchos problemas, también, en la fase final del arte
levantino, subnaturalista o subesquemática y ~n la diferente situación
de las zonas con arte levantino o sin él a la hora de establecer la aparición del «arte esquemático» del Eneolítico.
Addenda
Entre las fechas de redacción del presente artículo y la de corrección de pruebas se han producido algunas novedades importantes que
no alteran en esencia lo ya expuesto, pero que comprueban o matizan
las afirmaciones propuestas.
En primer lugar la ampliación ge9gráfica del área de superposiciones de arte levantino sobre pinturas geométricas, lo que quitarla
fuerza a la idea de que se tratase de un fenómeno esencialmente de la
zona del sur de Valencia y norte de Murcia, sin descuidar la consideración especial que merece el conjunto peculiar de Cocentaina. Nos referimos al .hallazgo en Los Chaparros de Albálate del Arzobispo (Teruel)
(fig. 5) de dos arqueros cazando un jabalí cortando este conjunto signos
esquemáticos en color rojo más claro, formados pór líneás verticales
paralelas, zig-zags y otras del mismo estilo (todo ello inédito); y creemos que lo mismo puede existir en La Valltorta, en la cueva del Civil y
en la Cova Gran del Puntal (i9).
Por otra parte, a las fechas indicadas hay que añadir las obtenidas
por Francesc Gusi (20) en la Cova Fosca de la Valltorta, con dataciones epipaleolíticas entre el 7510±160 y 6930±200 y Carmen Olaria
está preparando la publicación de otros resultados que son congruentes con los nombrados.
·
Algunos de los datos citados como inéditos comunicados por los
autores han sido publicados ya (21).
(19) A. BELTRAN MARTINEZ:
(20) F. GUSI JENER: «Prehiatoria del barranco de la Valltorta», en «La Valltorta», dírigida porR.
~AS VALLVERDU, Barcelona, 1982, p6g. 70.
(21) V. BALDELLOU MARTINEZ, A. PAINAUD y M. J. CALVO: «Dos nuevos covachoa con
-96-
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16
ANTONIO BBLTRAN
J
1
Fig. 5.- Loa Chaparros (Albalate del Arzoblapo). Superpollic16n de una cua de jabalf
sobre temas ceomlltrl~ «prelevantlnos».
pinturas naturallatu en el Vero• , en Eatudiol en honor de Dr. Antonio Beltrin, Zarqou, 1986, P4
123 (superpos!clonea de Labarta).
J. M.• FULLOLAPERICOTyR. YmAS VALLVERDU: «Elprimergrabadoparletalnatmaliata en c:neva de Catelutla: La cova de la Taverna (M.arplef del Montü, Taml(OIIa)», Caeaaraupta.
61-62, Zarqou, 1985, P4 67.
M. MARTINEZ ANDRES: «Lu pinturu rupeatlea de la c:neva de la HI¡uer~, lila Plana,
Cartl¡ena>, Caeearau¡u.ata, 61-62, ZaraJOS&, 1985, ~~. 79.
>
Una pueata al día de las cueatiooea generales en A. BELTRAN MARTINBZ: «Nuevoa horizontes en la inveaticaci6n del arta prehistórico. Cueatlonea ceneralea y eatado de la c:neati6n», en Caeaarau.ruata. 61-62, Zaracou, 1985, pág. 26.
- 96-
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ANTONIO BELTRAN
(Zaragoza)
LA FASE «PRE-LEVANTINA» EN EL ARTE
PREIDSTORICO ESPAÑOL
Recientes descubrimientos en el arte rupestre post-paleolítico en
España permiten llegar a la conclusión de que en una etapa anterior a
la del comienzo del llamado «arte levantino» existió una fase artística
cuyas características no están suficientemente aclaradas, pero que se
manifiesta con seguridad a través de datos objetivos que deben ser
valorados. Este planteamiento es el que nos proponemos hacer en este
breve estudio que queremos dedicar, como cordial y afectuoso homenaje, al amigo y compañero, director muchos y fructíferos años del
Servicio de Investigación Prehistórica, de Valencia, Domingo Fletcher
Valls. Parece el tema adecuado, porque la citada fase «pre-levantina»
si no exclusiva de Valencia sí que resulta característica de una zona
que engloba las sierras que, desde Bicorp y Cocentaina, van hasta el
norte de la provincia de Murcia y de la zona aledafta de Albacete, configurando, hipotéticamente, una zona con peculiares notas en la evolución de los principios generales del «arte levantino».
Dentro del sistema'tradicional de ordenación del arte prehistórico
español se ha tenido, durante mucho tiempo, por inamovible, que las
pinturas parietales del magdaleniense final agotaban un «ciclo» tras el
que se abría un vacío que no volvía a llenarse de modo regular hasta la
aparición, en España, de un arte entre el naturalismo y el impresionismo exclusivo de la zona de serranías interiores vecinas del litoral
mediterráneo, que, a su vez, terminaba dejando paso al «arte esquemático» de la Edad del Bronce, en este caso sin solución de continui-81-
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2
ANTONIO BELTRAN
dad, con lo que se completaba una te6rica secuencia artística que
arrancaba del naturalismo paleolítico, seguía, tras un «hiatus», con el
naturalismo impresionista mesoneolítico y acababa con el esquematismo del E neolítico-bronce. Aún se añadía una primera etapa de
«abstracción» a principios del Paleolítico Superior, se sugería (Breuil,
Obermaier, Bosch Gimpera) una datación paleolítica para el más antiguo arte «levantino» y, dentro de las teorías evolucionistas históricoculturales, se aceptaba que el arte «levantino» en un proceso de
estilización y degeneración se transformaba en el arte esquemático
cuya vigencia podía asegurarse hasta la intervención de las corrientes
clásicas a través de las colonizaciones orientales.
Este esquema es falso, al menos en su planteamiento generaL En
primer lugar cada vez son má.s numerosos los hallazgos de arte epipaleolítico no «levantino» y más clara la evidencia de que no existe un
arte «levantino» monolítico y único, tanto en sus principios como en
sus finales, fuera de los territorios y emplazamientos habituales como
el hallazgo de pinturas junto al mar (La Higuera de la Isla Plana de
Cartagena, las Arañas del Carabasí, de Santa Pola, la J oquera, de
Borriol) e incluso rompiendo la constante de pinturas en covachos o
abrigos exteriores para aparecer en cuevas relativamente profundas
(cuevas de Las Conchas, el Humo y Las Palomas de la Peña Rubia de
Cehegín, la citada de Santa Pola y Sant Esteve de Les Gralles, Lérida)
y la posibilidad de evolución estilística en círculos cerrados y la adopción de distintas líneas de transformación en época más antigua de lo
supuesto, como han mostrado con· seguridad las cuevas itaHanas del
sur de Italia, en Otranto, especialmente, Porto Badisco, cerrada en el
Eneolítico y con fechas que alcanzan el IV milenio.
Volviendo al arte «levantino», en nuestra síntesis de 1968 exponíamos que su fase más antigua podía alcanzar fechas absolutas de
hacia el 6.000, en las que una comunidad de cazadores de serranía,
pintaría (y por excepción grabaría) en paredes al aire libre o escasamente protegidas, escenas con figuras de gran tamaño y extraños puntos de contacto con el arte paleolítico, estáticas o escasamente
movidas, en tintas planas fuertemente perfiladas, con «perspectiva
torcida» de cuernos, astas y pezuñas, con color rojo muy patinado y
embebido Em la roca y predilección por la representación de toros y
con participación relativamente escasa de la figura humana; ésta
muestra una tendencia clara a la estilización frente al naturalismo de
los animales repitiendo un elemento conceptual que ya se produjo en
el arte paleolítico. Respecto de los colores, el rojo claro y un rojo
vinoso o carminado correspondían a las figuras más antiguas a las que
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FASE «PRB-LEVANTIN.Alt
S
asimilábamos las figuras blancas de las mismas características de la
Sierra de Albarracín.
En 1968 emitíamos la hipótesis de que hubiese una «fase» antigua
o naturalista, de tradición auriñaco-perigordiense, contemporánea del
Epipaleolítico (6000-3500) con apogeo antes del 5000. Coincide con
la fase a) naturalista, de Ripoll y sus períodos 1 (toros de Albarracín, a
los que habría que añadir el de la Araña y lo$ de Minateda y del Cingle
y el ciervo de Val del Charco) y 2 (ciervos de Calapatá). Es muy posible
que en esta fase, como pasa en el arte paleolítico, hubiera que incluir
signos geométricos y figuras de aire esquemático, como hemos visto en
las superposiciones de la Sarga, la Araña y Cantos de la Visera, donde
hallamos la superposición «ciervo-toro sobre ave». En 1982 nos confirmábamos en los principios generales expuestos, independientemente de la influencia que pueden tener en la cronología los discutidos
descubrimientos de Verdelpino (Cuenca) con dataciones absolutas a
partir del6000 con cerámicas lisas y con fechas del3200 al2680 con
cerámicas decoradas en los niveles superiores. Con todas las reservas
hay que tener en cuenta la fecha del 5220 en el barranco de los Grajos
de Cieza y las de la cerámica cardial del tipo de la Coveta de L'Or (ésto
sin contar con los márgenes de corrección de la 'cronología que
puede llevarla hasta el 5470) y la cierva grabada de este yacimiento de
hacia el4000. Corregíamos así una fase I de simples pinturas geométricas y lineares contemporáneas de las plaquetas de Cocina ll que
podría hacerse llegar hasta el5000 o antes, quedando una fase antigua
o naturalista epipaleolítica o mesolítica, datable entre el 6000 y el
3500 (1) a la que habría que añadir los hallazgos de Cocentaina y la
larga muestra de ejemplos del arte aziliense o de su época.
El asombro que producía el que el arte Paleolítico se agotase con
la cumbre alcanzada en el Magadaleniense final y fuese continuado
sólo a través de las toscas pinturas de los cantos azilienses que, además, se presentaban como un fenómeno muy localizado en el Ariege y
en el yacimiento epónimo, se producía ante un aparente vacío que
sucesivos hallazgos aislados han ido llenando y que, relacionados
entre sí, muestran una continuidad cultural muy digna de ser tenida en
(1) • BELTRAN MARTINEZ: «Arte rupestre levantino», Monografías Arqueol6gicu, IV. Zaragoza, 1968.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Arte rupestre levantino (Adicionea 1968-1978,., Caeaarau¡usta,
47-48, pqa. 6-48. Zara¡oza, 1979.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Da cacciatori ad allevatori: L'arte rupestre del Levante apa¡nuolo». Milano, 1980. E dición eapat\ola de 1982 con breves adiciones y francesa de 1984 repitiendo la
original italiana.
-83-
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ANTONIO BELTRAN
cuenta; así por ejemplo los cantos azilienses de Asturias o de Margaleí, las plaquetas grabadas con temas geométricos de La Cocina, el
canto del abrigo de Graves (fig. 1), de Léobard y las figuras en rojo
claro que ya Breuil había datado en el aziliense en la cueva de Niaux
(2). Además las plaquetas grabadas del abrigo Murat, de Rocamadour,
con caballos (fig. 2), fechad& en elaziliense antiguo por Lorblanchet y
la de La Borie del Rey, del departamento de Lot et Garonne (fig. 3),
encontrada en .un estrato del Dryas m, sin restos de reno y, sin duda,
post-magdaleniense, que perpetúan un estilo paleolítico deben hacer
reflexionar sobre la poca validez de la teoría del «hiatus» postpaleolítico (3). Estas circunstancias vuelven a plantear la importancia
Fi¡. 1.-Léobard, abrigo de Graves. Canto grabado azillenee. (De la revlata
Gallia.)
(2) A. BELTRAN MARTINEZ, R. GAILLI y R. ROBERT: «La Cueva de NiaUX», Monograflaa
Arqueo1
6glcaa, XVI. Zaragoza, 1973.
H. BREUIL: «La Caveme de Niaux. Com,P16menta ~ditea aur aa d6coration>~. PréhiatoireS¡Ml6olo¡ie Ari4geoiaea (Bulletin de la SocUt6 Prihiatorique de l'Ari~ge), vn. Toulouae, 1958, p4ga.
11·35.
J. CLOTI'ES, en «L'art des cavemea». Paría, 1984, pág. 421.
(8) «Gallia Préhlatorique», 26, Fase. 2, Paría, 1982, «lnformation)), de J . CLOTTES, pág. 487,
excavaciones de M. Lorblanchet en el Abrí Murat de Rocamadour, con un nivel azllienae con plaquetas
grabada• y guijuroa con aeñalea de ocre. Las excavaciones de L6obud, con guijatTOI uno con truoa
geom6tricoa grabadoa y otro con manchea de ocre,aon obra de M. Garric. Fínalmente, para la Borie del
Rey, v4ue laa excavaclonea de L. Coulongea, de 1968, en d,e P.Uolithique de l'A¡enaia». Paría,1981:
en la capa poat.magclalenienae sin reno de Dryas m.
-84-
[page-n-86]
6
Pie· 2.-Bocamadour, abrigo Mura&. Canto grabado procedente de UD Dlvel uilleDM.
(Se¡(m Lorblanchet.)
de la plaqueta grabada de Sant Gregori de Falset y otorgan mucho
valor a la noticia que dio Pericot y ha subrayado Fortea sobre figuras ni
esquemáticas ni levantinas de la cueva .d e La Cocina.
Queda así una época intermedia entre el arte Paleolítico y el
«levantino», naturalmente donde este último arte existe, aunque difícilmente se podrá encontrar en las manifestaciones que hasta ahora
conocemos los orígenes formales del naturalismo «levantino», si bien
puede asegurarse que las tendencias del arte naturalista paleolítico
persisten en algunas de las formas epipaleolíticas, mientras que otras
adoptan una clara tendencia geométrica y esquematizante. En el
estado actual de nuestros conocimientos es imposible afirmar que la
fusión de ambas origine el arte «levantino» en una comarca del sur de
Valencia y el norte de Murcia aunque en ella se localicen concretamente estos nuevos descubrimientos. Otra cosa es plantearse qué ocurre con este «arte intermedio» fuera de la zona «levantina» donde
podría extinguirse para no volver a reaparecer hasta el «esquematismo» de la Edad del Bronce.
El descubrimiento de la cueva de la Moleta de Cartagena, en la
Sierra del Montsiá, venía a introducir una posibilidad de conjunción
-85-
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6
ANTONIO BELTRAN
entre el arte paleolítico y levantino, sin perjuicio de que, aun admitiendo que el bóvido y las figuras humanas correspondiesen a cada uno
de los períodos, hubiesen sido pintados en el mismo momento y·pudieran significar el punto de sutura de las dos tendencias. Cuando apareció este conjunto resultaba anómala la presencia de una pintura
paleolítica en la desembocadura del Ebro, pero los continuos hallazgos fuera del núcleo cantábrico eliminan cualquier suspicacia y el
recientemente descubierto grabado de la Tavema, en el Priorato
mismo lo ratifica.
La aproximación geográfica en otros lugares o no existe más que
de un modo relativo (Nerpio y el Niño, Casares-La Hoz y Albarracín) o,
si se produce, no existe la menor relación, como entre la Fuente del
Trucho y Arpán en el mismo barranco de Villacantal (Huesca). Nos
referimos a que la distancia entre las cuevas paleolíticas de Guadalajara y los abrigos de Albarracín no sólo es muy grande, sino que ademá.s supone la travesía de una dificil comarca, lo mismo que en las más
próximas entre sí de la provincia de Albacete, dado que la comarca de
Nerpio, aun en nuestros días, es de difícil acceso en muchos meses del
año. No conocemos aún los grabados paleolíticos de la Cova Fosca de
La Vall d'Ebo, o cerca del conjunto de Cocentaina: aquéllos descubiertos en 1983, pero inéditos contienen cabras, ciervo, caballo y signos y una cabra (o quizá un caballo) pintado en rojo del estilo IV de
Leroi-Gourhan. En la comarca están los más de 125 abrigos con arte
teóricamente «esquemático» tanto en la Vall de Gallinera como en el
Pla de Petracos con algunas figuras «levantinas».
Quizá la mayor contigüidad habría que buscarla entre las plaquetas pintadas y grabadas del Parpalló y las escasas de yacimientos próximos y los frisos levantinos de la comarca, acentuando que
precisamente en una amplia zona del sur de la provincia de Valencia y
el norte de Murcia es donde encontraremos, en mayor número, manifestaciones que hemos de suponer anteriores a los estilos clásicos
«levantinos». A ello hay que añadir los datos de la Cocina, Cova de
L'Or e incluso el canto del Filador de Margalef (4).
Por otra parte los signos, trazos y líneas y otros indefinidos se asimilaban a las figuras de arte mayor a que acompañaban, como es el
caso del paleolítico y así lo hicimos notar en nuestro trabajo de Caesaraugusta (5) mientras que cuando se hallaban de modo autónomo se
(4) J . FORTEA PEREZ: ~ paleolítico del Medit.errmeo e•pa¡tobt, Trab~os de Prehittoria,
36. Madrid, 1978, p6p. 99-149.
(5) A. BELTRAN MARTINEZ: «El p.roblema de la cronolo¡{a del arte rupestre esquemático
eapal'lol», CaHataugu.ata, 39·40. Zaragoza, 1975-76, p6p. 5-18.
-86-
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FASE «PRE-LEVANTINAlo
7
incluían sistemáticamente en el «arte esquemático» e invariablemente
en la Edad del Bronce, tanto más avanzada cuanto más progresaban
los signos hacia esquemas complejos. Ya veremos que el descubrimiento de la cueva de Porto Badisco ha hecho cambiar todas estas
ideas, al cerrarse en el Eneolítico y dar una importante data «ante
quem» para muchos de los signos negro-castaños del interior.
La simplificación levantino-esquemático fue resuelta por Breuil en
sus obras monumentales de modo muy simplista; ya no había incluido
ni un solo abrigo levantino en su obra de conjunto sobre el arte paleolítico (6), a pesar de mantener aún la cronología paleolítica y en su obra
sobre el arte esquemático incluyó figuras que nada tenían que ver con
tal estilo, para las que, en muchos casos, convendría la mención de
«levantinas» y que debieron ser catalogadas como «subnaturalistas» o
«subesquemáticas» como hizo Bosch Gimpera.
Cuando estudiamos en 1973 18 cueva de la Sarga caímos en la
cuenta de que ciervos naturalistas, relativamente antiguos dentro del
arte levantino, con el cuerpo perfilado y relleno con líneas sensiblemente paralelas, con técnica análoga a la que encontramos en muchos
abrigos de la zona de Bicorp y en Alpera, que nos parece una simplificación de las más viejas tintas planas (Gasulla, Remigia, Val del
Charco, Calapatá, Albarracín), quedan claramente superpuestos a trazos geométricos de diversas formas, color rojo muy patinado de matiz
diferente, sin que, en lo que se conserva, formasen figuras concretas.
Era evidente que estábamos ante una fase «esquemática» o «geométrica» anterior al naturalismo levantino sin poder avanzar fechas absolutas. No obstante, no nos atrevimos entonces a datar dentro de ese
conjunto, anterior a lo levantino, la gran figura .espiraliforme que no
tenía pinturas levantinas sobre ella ni contiguas, pero sí extraños
«antropomorfos» que respetando las ideas vigentes aceptamos que
pudieran corresponder a una fase esquemática de la Edad del Bronce
y que los descubrimientos de Cocentaina penniten asociar al conjunto
«prelevantino» (7).
No obstante, hicimos una revisión sobre el terreno de diversos
abrigos donde tales superposiciones pudieran observarse con facilidad y las comprobamos en Cantos de la Visera, con un toro muy antiguo, de tinta plana sobre la «zancuda» de aspecto esquemático, en la
Araña, donde las astas de un ciervo cortan líneas en zigzag, paralelas, y
(6) H. BREUIL: ~
(7) A. BELTRAN MARTINEZ~ «Las pinturas n¡peatna prem.tóricu de La Sarp (Alcoy), El Salt
(Pen6gulla)yElC'alvari(Bocairente)li, Seriede~VariosdelSemc.iodelnveatipci6nPrem.t6-
rica, n11m. 47. Valencia, 1974.
-87-
[page-n-89]
8
ANI'ONIO BBLTRAN
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20
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P.l.'li.!REHT
o
Fi¡. S.-Plaqueta grabada poatmagdalenlenae, del abrlco La Borie del Rey. (Cortesfa
de J. Clottes.)
-88-
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9
pensamos que podía haber muchos más ejemplos a investigart sobre
todo porque el hecho comprobado de repintados de figuras o de modificación de éstas (toros en ciervos de la Vieja de Alpera y de Cantos de
la Viserat ciervos en toros del prado de las Olivanas de Tormón, ciervos en cabras del Prado de Azoguet en Aldeaquemada) o bien el toro
blanco de Ceja de Piezarrodilla repintado en negro o los toros del
Prado de las Olivanas inicialmente en rojo y vueltos a pintar en negro
que no nos permiten establecer etapas claras por estilos y colores
puesto que los repintados o imitaciones repiten servilmente el modelo
que recubren.
Insistió sobre el temat acertadamentet J . Forteat subrayando nuestros planteamientos de La Sarga y La Araña (8) y precisando más
nuestras referencias a Cantos de la Viserat partiendo de las observaciones de Cabrét según las cuales en la parte izquierda del abrigo la
figura más antigua es un toro de color rojo amarillento que fue repintado en su tercera fase en un color rojo muy oscurot aunque sin
cubrirlo totalmente y transformándolo en ciervo con la adición de unas
astast lo mismo que habíamos observado en la cueva de la Viejat en
Alpera Yt en proceso contrariot en los ciervos convertidos en toros del
Prado de las Olivanast en Tormón. Tres ciervos pequeñost retocados
también en la citada tercera faset serían originalmente de la primera y
un reticulado existente entre las patas del toro convertido en ciervo y
parcialmente bajo su vientret incluso anterior a la fase rojoamarillenta; uno de los ciervos pequeños se superpone también a la
retícula y al gran torot en la misma format a la zancuda o ave de trazado
esquemático.
Supusimos que una fase plena del arte levantino conocería la conversión de los toros en ciervos o su repintadot entre el 3500 y 2000t
contemporáneamente al Neolítico de las llanuras litorales o quizá después del4000 (9). Fortea concluye que las pinturas más antiguas de La
(8) J. FORTEA PEREZ: <
Arqueolo¡ía, 1924· 1974, Papelea del Laboratorio de Arqueolo¡ía de Valencia, 11. Valencia, 1976,
pág. 196.
J. FORTEA PEREZ: «Algunas aportaciones a loa problemas del arte levantino11, Zeph,yrua,
XXVI. Salamanca, 1974, p"•· 226·227.
J . FORTEA PEREZ: «El arte parietal epipaleolítico del6.• al6.• milenio y su sustitución por el
arte levantino», Coloquio XIX del XI Congrea International dea S cien ces Prihiatoriquea et Protohistoriques. Niza, 1976, ~. 121.
(9) A. BELTRAN MARTINEZ: «Algunos problemas que plantean 1aa superpoli.cionea de pintu·
ras en el arte rupestre levantino», Crónica del XI Congreso Nacional de Arqueología (M'rida, 1969).
Zaragoza, 1970, p,g, 234.
A. BELTRAN MARTINEZ: «Algunas cuestiones sobre las pinturas de las cuevae de la Anula
(Bicorp, Valencia)», Papelea del Laboratorio de Arqueología de Valencia, 10. Valencia, 1970, pág. 12.
-S9-
[page-n-91]
10
ANTONIO BELTRAN
Sarga, covacho ll de la Araña y Cantos de la Visera serían «unos signos
abstractos pertenecientes a un horizonte artístico que querríamos llamar arte lineal-geométrico... ». La comparación con el arte epipaleolítico del complejo geométrico, según la terminología de Fortea, resulta
evidente y así lo manifestamos ya en 1968, y lo explica él según la
siguiente ordenación relativa: «Cocina ll estaba integrada de abajo
arriba por los niveles 10 al6. Pero las plaquetas sólo aparecían en la
capa 6, que estadísticamente representaba una vuelta a la ocupación
intensiva de la cueva... sin ninguna solución de continuidad se pasaba
de la capa 6 a la 5 que inauguraba el horizonte industrial de Cocina m.
Lo más importante es que ahora aparecían tres fragmentos de cerámica cardial, que, por su posición estratigráfica, correspondían al inicio de Cocina m. Así pues, la cronología de las plaquetas es
inmediatamente precardial.» La fecha del cardial de Coveta de l'Or
(4670±160 y 4315±75 B. C.) podria autorizar, como Fortea afirma, una
fecha del5000 como «gozne entre los dos conceptos artísticos» (10).
Para terminar con los datos proporcionados por la cueva de la
Cocina, hay que subrayar los aducidos por Pericot en relación con
unas figuras naturalistas, pintadas en la pared sur, conjunto verdaderamente pobre según comprobó Fortea al calcarlo, del que escribe
«pero lo que sí podemos afirmar taxativamente es que su arte no es ni
levantino ni esquemático; lo forman unas pocas líneas paralelas,
quebradas, en espiga y vagamente trapezoidales, de color rojo claro,
una mancha del mismo color lamentablemente casi cubierta por la
suciedad del estrato que. la tapó... y un pequeño trazo triangular de
color rojo oscuro amoratado», que serían cubiertas durante la época
de la ocupación cerámica de la cueva, es decir, en el período Cocina ll
de Fortea (11).
(10) J. FORTEA PEREZ: «Loa complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolítico mediterráneo espaflob>, Memorias del Seminario de Prehistoria y Arqueología, 4. Salamanca, 1973.
(1 1) L . PERIC'OT GARCIA: «La cueva de La Cocina (Dos Aguas), nota preliminar•>, Archivo de
Prehistoria Lavantina, n, 1946, Valencia, 1946, p'&J. 54, 68 y 69. Dice: «Por último hemos de refe.rirnos a loa vestigios de figuras, al perecer de animal una de ellaa, en rojo, pintadas en la pared Sur de la
Cll8VL La pátina y el humo que han cubierto eatoe muros latarales impiden eu uacta apreciación. La
altura a que ee encuentran lae coloca al nivel del brazo de un eupueeto artista. cuando el suelo de la
cueva ee encontraba en la segunda etapa d e lae tres que hemos 8ellalado en el yacimiento.» La importancia de estos vesti¡ioa pletóricos no pudo puar inadvertida a Pericot, quien, más adelante, decía:
«En primer lu¡ar sentemos la afirmación de que ea Imposible desligar las pinturas del abrigo llamado
Cinto de la Ventana, de las gentes que habitaron la cueva. Aquel cinto, con sua escasas pinturas de loa
dos tipos, naturalista y esquemático, ae encuentra en el extremo sin salida, por terminar en precipicio,
del barranco en que a unos doa o trescientos metros se abre la cueva de La Cocina. Quienes pintaron
aquellaa figuras habitaron la cueva.>>
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FASE liPRE-LEVANTINA>t
11
Cuanto se ha dicho ha quedado corroborado por los hallazgos de la
región de Cocentaina entre las sierras de Aitana, Mariola y Benicadell
(Alicante), publicados en una mínima parte y sin el estudio de conjunto que seguramente servirá para establecer una hipótesis general,
al menos en lo que se refiere a la comarca del sur de Valencia y el norte
de Murcia, de transición del arte paleolítico (subrayando lo ya dicho
sobre la pintura y grabados de la cueva Fosca de Vall de Ebo) y el
«levantino», que aparece en diversos lugares de Pla de Petracos (C'astell de Castells) con un ciervo de pequeño tamaño y Vall Gallinera, en
donde, al parecer, hay una superposición de las figuras del estilo no
levantino bajo otras levantinas. Lo que conocemos, especialmente en
Pla de Petracos, corresponde a representaciones no estrictamente
geométricas como las plaquetas o pinturas de la Cocina, sino a grandes
formas humanas, que alcanzan hasta más de un metro de altura, con
cabezas radiadas, cuerpos fantásticos y estilizaciones antropomórficas, aparte de trazos cuya significación ignoramos, todo ello en color
rojo y con ausencia, al parecer, de figuras animales (12). Las opiniones
de Mauro Hernández y el Centro de Estudios Contestanos que llevan
estas figuras hasta el V milenio sitúan el conjunto en esta etapa postmagdaleniense y pre-levantina que venimos postulando, aunque será
necesario esperar a la publicación de los ciento veinticinco abrigos que
se anuncia han sido descubiertos para establecer conclusiones definitivas: será conveniente no calificar estas pinturas de «esquemáticas»
por lo menos sin definir lo que quiere decir este término, tal como hace
Mauro Hernández al llamarlo «macro-esquemático»···Por otra parte·la
«.¿Pero a cuél de las fases induatñales de la cueva conesponden las pinturas del cinto'!
Acuciante enigma que no nos ea dado resolver todavía. Por loa indicios que poseemos (placa con vesti·
gios de pinturas) diríamos que las pinturas naturalistas van desde nuestro nivel inferior al medio, y las
esquemáticas podrían atribuirse al superior. Esto hallarla confll'tllacl6n decisiva si se logTa Interpretar
loa vestigios de figuras rojas en la pared meridional de la cueva, que por su altura debieron pintarse
cuando el suelo de la caverna te hallaba a 1'60-1'80 metros del nivel moderno, o sea, en el nivel ll Inicial
o
finaL»
(12) M.• D. ASQUERINO FERNANDEZ y C'ENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: •
Madrid, 1980, págs. 427-«8.
M. S. HERNANDEZ PE~Z y CENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: teAJte esq uemático
en el Pala Valenciano. Reclentea aportaciones», Zepbyrua, XXXVI. Salamanca, 1983, pága. 63-75.
M. S. HERNANDEZ PEREZ y C'ENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: ccConaideraciones
sobre un nuevo tipo de arte rupestre prehistórico», Ars Praebiatorica, J. Barcelona, 1982, págs. 179197.
M. S. HERNANDEZ PEREZ y CENTRE D'ESTUDIS CONTESTANS: «Vocbericht über
die Erforachung der FelabUdkunat In der proviru: Alicante», Madrider Mitteilungen, 24, 1983, Mainz,
1984, págs. 32- 46.
m
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atribución que Aparicio (13) hace de algunas de estas figuras a la etapa
entre el 3000 y el1500 por comparación de algunas de las figuras
antropomórfas con los ídolos oculados necesitará de más detenido
estudio cuando conozcamos la totalidad de los conjuntos.
Puede, no obstante, insistirse en que, junto al grupo de figuras claramente humanas, los motivos geométricos son meandros o serpentiformes de desarrollo vertical, con bifurcaciones de dedos en los
extremos o en pequeños círculos, además de otros signos menos claros
(14).
Por otra parte los abrigos de la región de Bicorp han proporcionado varios ejemplos de zig-zags o temas lineales-geométricos combinados con las figuras «levantinas», aunque no siempre exista una
superposición como la apreciada en la cueva de La Sarga; así en el
abrigo de los Gineses los zig-zags bordean una figura femenina, mientras que la Balsa de Calicanto este mismo tipo de trazos simples están
bajo figuras levantinas o junto a un ciervo semejante al de la Sarga (15)
(fig. 4).
Los datos aportados parecían dibujar una «región» para este arte
entre lo lineal-geométrico y lo «macro-esquemático», para usar términos de Fortea y Hernández, entre el sur de Valencia y el norte de Murcia, pero Vicente Baldellou me comunica el reciente descubrimiento,
aún inédito, en el abrigo de Labarta (Huesca) en el que un ciervo naturalista en negro se superpone a signos geométricos de color rojo claro.
No conocemos aún suficientemente el arte prehistórico de esta
comarca que hace algunos años apenas presentaba algunos restos
esquemáticos y que hoy cuenta con gran número de estaciones desde
el Paleolítico a la Edad del Bronce y una evolución estilística que cada
vez parece más clara y que no puede separarse del resto de la zona
oriental de la Península respondiendo a los mismos estímulos culturales (16).
(13) J . APARICIO PEREZ: «El primer arte valenciano, nuevos ballazgoa (1981))), Archivo de Arte
Valenciano, LXll. Valencia, 1981, págs. 106 y 107.
(U) Los abrigoa citados por Mauro HenW!dez y sus colaboradores del C'entze d'Eatudia C'ontea·
tana aon loa del Barrene d e Malafi, entze el Pla de Petzecoe, Rac6 de Sorelleta y Tolloa, Barrene de
Beniali, ('oves Rojea de Benimasaot, Barrene de l'Infern de Fleix y Famorca. En «El Paíe11 (26-ll-86),
se anuncia la posible pubUcaci6n de co~unto por la Diputación alicantina.
(15) J. APARICIO PEREZ: «Yacimientos e investigaciones arqueol6gicu en la comarca eD¡Uerinalt, Enguera, ailo XIX, n6m. 19. Enguera, 1976.
J. APARICIO PEREZ: «Nuevas pinturas rupeatzee en la provincia de Valencia», Crónica del
XV Congreso Nacional de Arqueología (Lugo, 1977). Zaragoza, 1979, páge. SS9-408.
L. DAMS: «Lea peinturea rupeatzes du Levant eapagnol». Parla, 1984, pág. UO y " ·
(16) V. BALLDELLOU: •
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PASE d'RE-LBV~
18
Flc· 4.- Baba de Calicanto (Bicorp). Superpoaioionea de ftcuru levutlnu eobre trazo. lhleale.ceométricoa. (Sep Aparicio.)
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Es muy difícil establecer conclusiones con suficiente validez científica para esta etapa intermedia entre el arte Paleolítico y el Levantino que, en cualquier caso, no tendrán más seguridad que la
correspondiente a hipótesis de trabajo que ya enunciábamos hace casi
veinte años y que van completándose, con no pocas alteraciones sobre
lo que parecía inamovible, a través de los descubrimientos recientes y
la revisión de lo conocido y admitido rutinariamente como inmutable.
Dejando aparte el conjunto del río Vero, en Huesca, cuyo alejamiento
del núcleo de Bicorp, Alcoy, Cocentaina, Yecla e incluso Alpera y Nerpio no puede explicarse fácilmente, pero que responde a una evidente
comunidad de estímulos y bases culturales, sería necesario volver
sobre la fase post-magdaleniense, epipaleolítica y conectada con los
inicios del arte levantino examinando las pinturas y grabados sobre
plaqueta que se datan en estratos azilienses en Francia y sus posibles
paralelos en Cataluña y Levante, como vemos en el canto pintado epipaleolítico de la cueva del Filador de Margalef, con barras rojas (17),
los grabados y pinturas del Parpalló que no son ya un caso excepcional
si se tiene en cuenta el conjunto de más de una decena de plaquetas
procedentes de la cueva de la Roca, cerca de Gandía y el grabado de la
cueva de la Tavema, también de Margalef, en el Montsant, aparte de
la plaqueta de Les Mallaetes (18). Los grabados de l'Or y deSanGregario, aparte de las plaquetas grabadas y los signos parietales de la
Cocina, complementarían esta agrupación que podría mostrarnos
entre el6000 y el 5000 la constitución de una fase intermedia en la que
habría que situar como antecedente el gran conjunto de Cocentaina y
los signos geométricos de la comarca ya citada y que irían seguidos de
V. BALLDELLOU: «El arte esquemático y au re. aci6n con el levantino en la cuenca alta del
l
Vero (Huesca)», Actas del Coloquio Internacional sobre Arte Esquemático de la Peníntula Ibérica
(Salamanca, 1982), en Zepb,yrus, XXXVI. Salamanca, 1983, págs. 113-115.
V. BALLDELLOU, A. PAINAUD y M. J. CALVO: <
Pe!Únaula Ibérica (Salamanca, 1982), en Zephyrus, XXXVI. Salamanca, 1983, págs. 117-122.
V. BALLDELLOU, A. PAINAUD y M. J. CALVO: «Las pinturas esquemáticas del Toza! de
Mallata (Asque-Colungo, Hueaca)». Actas del Coloquio Internacional sobre Arte Esquemático de la
Pe!ÚnaUla Ibérica (Salamanca, 1982), en Zepb,yrus, XXXVI, Salamanca. 1983, págs. 123-129.
V. BALLDELLOU, A. PAINAUD y M. J. CALVO: «Los abrigos pintados esquemáticos de
Quizana, cueva Palomera y Toza! de Mallata» , B~o Aragón. Prehistoria, IV, C'aspe·Zaragoza. 1982,
págs. 27-60.
A. BELTRAN MARTINEZ y V. BALLDELLOU: «Avance al estudio de las cuevas pintadas
del Barranco de Villacantal». Altamira Symposium. Madrid. 1981, págs. 131-140.
(17) (J .) (M.•) F(ULLOLA) P(ERICOT) en «Arqueologfa en C'atalunya, datos para una sfnte11is»,
Barcelona, 1983, pág. 30.
(18) J . APARICIO PEREZ, V. MESEGUER FOLC'H y F . RUBIO GOMIS: «El primer a t1e valen·
ciano, ll. El arte rupestre levantino». Valencia, 1982.
J . APARICIO PEREZ y J. SAN V ALERO APARISI: ••El primer arte valencilmo. (.El arte
parpallonés11. Valencia, 1983.
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las grandes figuras rojo-amarillentas de Cantos de la Visera, que permitirían la comparación con los demás animales naturalistas, estáticos
y en tintas planas del arte levantino.
Sin duda habrá que valorar los factores de evolución local y los
hechos aparentemente anómalos, como el conjunto de la provincia de
Huesca o la aparición de conjuntos como los de Cehegín y Mazarrón
con notables coincidencias en las figuras humanas con Porto Badisco,
que plantearán muchos problemas, también, en la fase final del arte
levantino, subnaturalista o subesquemática y ~n la diferente situación
de las zonas con arte levantino o sin él a la hora de establecer la aparición del «arte esquemático» del Eneolítico.
Addenda
Entre las fechas de redacción del presente artículo y la de corrección de pruebas se han producido algunas novedades importantes que
no alteran en esencia lo ya expuesto, pero que comprueban o matizan
las afirmaciones propuestas.
En primer lugar la ampliación ge9gráfica del área de superposiciones de arte levantino sobre pinturas geométricas, lo que quitarla
fuerza a la idea de que se tratase de un fenómeno esencialmente de la
zona del sur de Valencia y norte de Murcia, sin descuidar la consideración especial que merece el conjunto peculiar de Cocentaina. Nos referimos al .hallazgo en Los Chaparros de Albálate del Arzobispo (Teruel)
(fig. 5) de dos arqueros cazando un jabalí cortando este conjunto signos
esquemáticos en color rojo más claro, formados pór líneás verticales
paralelas, zig-zags y otras del mismo estilo (todo ello inédito); y creemos que lo mismo puede existir en La Valltorta, en la cueva del Civil y
en la Cova Gran del Puntal (i9).
Por otra parte, a las fechas indicadas hay que añadir las obtenidas
por Francesc Gusi (20) en la Cova Fosca de la Valltorta, con dataciones epipaleolíticas entre el 7510±160 y 6930±200 y Carmen Olaria
está preparando la publicación de otros resultados que son congruentes con los nombrados.
·
Algunos de los datos citados como inéditos comunicados por los
autores han sido publicados ya (21).
(19) A. BELTRAN MARTINEZ:
~AS VALLVERDU, Barcelona, 1982, p6g. 70.
(21) V. BALDELLOU MARTINEZ, A. PAINAUD y M. J. CALVO: «Dos nuevos covachoa con
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J
1
Fig. 5.- Loa Chaparros (Albalate del Arzoblapo). Superpollic16n de una cua de jabalf
sobre temas ceomlltrl~ «prelevantlnos».
pinturas naturallatu en el Vero• , en Eatudiol en honor de Dr. Antonio Beltrin, Zarqou, 1986, P4
123 (superpos!clonea de Labarta).
J. M.• FULLOLAPERICOTyR. YmAS VALLVERDU: «Elprimergrabadoparletalnatmaliata en c:neva de Catelutla: La cova de la Taverna (M.arplef del Montü, Taml(OIIa)», Caeaaraupta.
61-62, Zarqou, 1985, P4 67.
M. MARTINEZ ANDRES: «Lu pinturu rupeatlea de la c:neva de la HI¡uer~, lila Plana,
Cartl¡ena>, Caeearau¡u.ata, 61-62, ZaraJOS&, 1985, ~~. 79.
>
Una pueata al día de las cueatiooea generales en A. BELTRAN MARTINBZ: «Nuevoa horizontes en la inveaticaci6n del arta prehistórico. Cueatlonea ceneralea y eatado de la c:neati6n», en Caeaarau.ruata. 61-62, Zaracou, 1985, pág. 26.
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