Sobre figuras rupestres paleolíticas de posibles caballos domesticados
Francisco Jordá Cerdá
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FRANCISCO JORDA CERDA
(Salamanca)
SOBRE FIGURAS RUPESTRES PALEOLITICAS
DE POSffiLES CABALLOS DOMESTICADOS
Hace algunos años, con la competente y eficaz ayuda de Magín
Berenguer, revisamos las importantes series de pinturas y grabados
rupestres de la cueva de El Pindal (Pimiango, Asturias) , dados a concr
cer en ~ imp<;>rtante ~bra por H. Breuij. y s~ colaborlldQ.res ~apaño
les (1). Los resultados de aquella revisión fueron importantes, ya que
logramos añadir al primitivo inventario de figuras otras catorce, entre
animales e ideomorfos {2).
Ya por aquellos tiempos, me llamó la atención la figura de un prcr
tomo de caballo, realizada con grabado de trazo múltiple y al que faltaba el resto del cuerpo a causa del desprendimiento del fragmento de
pared que lo contenía (fig. 1). Esta figura, en posición bien visible, ya
que se halla situada en sitio destacado en el gran panel central junto
con otros grabados de caballo, no es posible explicar porqué no fue
inch,ida en el inventario de Breuil.
Este protomo de caballo mira hacia la derecha y sus cabeza y cuello se encuentran inclinados y como dirigidos hacia el suelo, el cual
(1) H. ALCALOE DEL RIO, H. BREUIL y L. SIERRA: ceLes cavemea de la región cantabrique)).
M6naco, 1911, pip. 63-81 y láma. XXXIV-XLVI.
(2) F. JORDA CERDA y M BERENGUE. ALONSO: «La cueva de El Pindal en Asturias. NueR
vas aportaciooea». Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 23, Oviedo. 1964, p6p. 1-30, 6 lám&. y
un plano.
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FRANCffiCOJORDA CERDA
parece como si se hubiese intentado representar mediante una serie
de pequeños trazos, de tal modo que el caballo parece como que está
pastando, imagen realista que no dejaría de ser una novedad en el arte
paleolítico. Pero de mayor interés son dos trazos que aparecen a la
altura de la comisura de la boca del animal y que atraviesan desde el
arranque d.el hocico hasta el inicio de la papada. Dichos trazos acaban,
en el exterior del perfil, en cuatro pequeños trazos, de los que los dos
más exteriores es.tán ligeramente curvados, como las partes terminales
de una lazada.
Al realizar la copia de tal figura y su inusual detalle, quedamos sorprendidos por su semejanza a una cuerda que atase el hocico, pero no
nos atrevimos a pronunciarnos sobre el carácter del mismo y al describirlo en la relación de figuras de la cueva nos limitamos a considerarlo
como «una especie de lazada» (3).
e
) =----
({(
Fig. l .-Cabeza de caballo con posible eabe1tro, de la cueva de El Pindal (A.turlu).
(Seg{m Jordá y Berenguer.)
(3) JORDA C'E RDA y BERENGUER ALONSO: Op. cit. en la nota anterior. p6g. lii y ltim. m .
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FIGURAS RUPESTRES DE CABALLOS DOMES'IYCADOS
3
No es posible explicar las causas que motivaron que este protomo
de caballo no fuese incluido entre las figuras de Pindal, ya que parece
imposible que escapase a la perspicacia visual del gran maestro y creo
que ha de ser considerado tal hecho como un olvido o traspapelado del
calco. Digo estO; porque en otra de las cuevas recogida en la misma
publicación, en la de Hornos de la Peña (San Felices de Buelna, Cantabria) (4) se encuentra el grabado de un caballo (fig. 2), de estilo torpe y
abundante en detalles corporales, en el que en la parte superior del
hocico, cerca de la comisura de la boca, aparece grabado un doble
trazo, semej~nte al del caballo de la cueva asturiana, aunque en la parte
superior'la posible lazada ofrece solamente un pequeño trazo curvado
y vuelto hacia el interior. Dichos trazos dieron pie a que el mismo
Breuil comentara -haciendo referencia a la vieja polémica sobre la
semidomesticaci6n- que seguramente «Piette eut pris pour courroie
autour des nasseaux» (5).
Fig. 2.-Conjunto de ¡rabados de Hornos de la Peña (Cantabria), con un caballo con
posible cabestro. (Según Breuil.)
(4) ALCALDE DEL RIO, BREUIL y SIERRA: Op. cit. en la nota 1. pág. U6.
(6) ALCALDE DEL RIO. BREUIL y SIERRA: Op. cit en la nota 1. pág. 90.
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FRANCISCO ,JQRDA CERDA
Fig. 3.- Caballos contt·apuestos de Los Casa1·es (Guadalajaa·a), con línea de posible
cabestro el de la izquierda. (Según Cabl'é.)
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FIGURAS RUPESTRES DE CABALLOS DOMESTICADOS
6
A estas dos interesantes figuras que parecen dotadas de lo que
po
hay que añadir otra representación rupestre con un detalle semejante
también sobre el hocico. Se trata de una figura de caballo grabada con
inmejorable estilo en la parte de la cabeza, siendo el resto del cuerpo
de menor calidad en su ejecución, que se encuentra en la cueva de Los
Casares (Riba de Saelices, Guadalajara) (6) (fig. 3). La cabeza, como
decimos, presenta en la parte superior del hocico un gran trazo que lo
atraviesa de parte a parte sobresaliendo un poco al exterior por la
parte frontal y que parece en estrecha relación con los trazos dobles de
los dos caballos anteriores, pero en éste el trazo es único, aunque la
función parece la misma.
Todavía podemos añadir a estas figuras rupestres una interesante
obra de arte mueble, en la que es posible descubrir restos del mismo
tipo de posible cabestro. Se trata de un perfil recortado de caballo
encontrado recientemente y todavía en estudio, por lo que sólo señalaremos en una cara la presencia de dos trazos grabados muy sucintamente y que formando una ligera curva van de una parte a otra por la
zona supelior del hocico, mientras que por la otra ofrece una línea de
trazos pequeños, algo curvada, que parece señalar por dónde discurriría el posible cabestro en su parte inferior (figs. 4 y 5). Este ejemplar
de perfil recortado con cabeza de caballo procede del importante yacimiento del Abrigo de la Viña (Manzaneda, Oviedo, Asturias), todavía
en cw·so de excavación y procedente de su nivel Magdaleneniese
medio (7).
Los tres ejemplos citados de arte rupestre más los dos de arte
mueble creo que son lo suficientemente expresivos como para señalar
la existencia entre las gentes magdalenenses de un modo de sujetar los
caballos enlazándolos por la boca mediante una especie de cuerda o
cinta de cuero - como parecen señalar los dos trazos paralelos en los
ejemplares rupestres y en uno de los perfiles recortados muebles,
hecho que hay que interpretar como elemento o instrumento de tipo
práctico, y no suponerle una finalidad mág_ico-relig_iosa, que es el
cajón de sastre donde se acostumbra ·a recoger todo objeto o instrumento prehistó1ico que no sabemos definir o interpretar. Por mi parte,
como ya he apuntado, pienso que nos encontramos ante repr~senta
ciones estrechamente relacionadas con una probable domesticación
(6) J . C'ABRE AGUILO: «Las cuevas de Los ('asares y de La Hoz». Archivo Eapailol de Arte y
Arqueología, XXX. Madrid. 1934, págs. 25 y ss. y láms. V. 2 y XXIV, 3.
(i) .J. FORTEA PERE Z: «InveMigac:iones en la cuenca media del Nalón, Asturias (Espafta}. Noticia y prim~roR rt•JCultados». Zephyru11. XXXIT-XXXIll. Salamanca. 1981 , pép. li-16 y figs.. í y A.
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FRANCISCO JORDA CERDA
FJ.c.
4.-Anveno del perfil recortado de cabeza de caballo con poelble cabetJtro de
cinta o correa, de La Vi6a (.A.tarlu). (Seg6n Portea.)
FJ.c.
5.-Reveno del perfil recortado de cabeza de caballo en la que ee obeerva incJi.
cado con lfnea de punto un poáble cabeRro. Prooed•t.e de La Vl6a (IU&urlu).
(Seg6n Portea.)
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Fig. 8.-Perftl recortado de cabeza de caballo de S t. Michel d'Anady (Pyrin6es Atlantiquea) con loe elemento. de un posible cabnb:o. (Self(m E. Plette. 1906.)
Fig. 7.-.Caballo ¡rabado de la cueva de M8DOulaa (Haute Garonne) con loe elemento•
de un polible cabeltro. (Self(m Plenier.)
del caballo. Obsérvese en relación con esto que decimos que la posible
cinta de cabezo se observa solamente en representaciones de caballo,
lo que estimo que es muy significativo, ya que apuntaría a que la
domesticación del caballo pudo muy bien iniciarse dentró de los tiempos paleolíticos.
En este sentido se ha pronunciado recientemente Bahn (8), quien
ha retomado el tema de la domesticación del caballo iniciado hace
años por E. Piette (9), basándose en la original decoración de Saint
Michel d' Arudy (Pyrénées Atlantiques, Francia) (fig. 6) del que
comentaba la original decoración, en la que se aprecia la existencia de
(8) P. G. BAHN: «Lee bltone percée. Reveil d'une ~ee abandonnée». Prebi.stoire Arié¡eoi.ee
(4
(9) E . PIETI'E: «Le cbevltle et la aemi-domeeti.cat!on de• anlmaux aux tempa pl6iatocl nea».
L' ADthropologie, XVD, Parle, 1906, p6p. 28-76.
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FRANCISCO JORDA CERDA
una posible cuerda de trenzado enrollado, a la que parece hallarse
unida una «pieza» rectangular, decorada con una serie de V, de la que
surgen por el lado opuesto un haz de trazos discontinuos, que no se
unen a ningún otro elemento en el extremo opuesto, por lo que resulta
un tanto dificil asegurar su posible función. Tanto la «pieza» rectangular, como el haz de trazos forman parte de un elemento que se halla en
contacto con la cuerda o cinta de cuero que circunda el hocico. Es
posible que todo ello pueda ser interpretado como la representación
de un instrumento -arnés o cabestro- mediante el cual fuese posible
dirigir al caballo. Fue en este posible instrumento representado en el
perfil recortado de Arudy en el que se basó Piette al formular su hipótesis sobre la semidomesticación anima~ poniendo como ejemplo la
del caballo.
Con ser la pieza mueble de Arudy de un gran valor para poder identificar los distintos elementos rupestres que hemos comentado como
parte integrante del atalaje propio de un caballo domesticado o semidomesticado, todavía resulta más significativa y decisiva la representación de un arnés en un caballo grabado en la cueva de Marsoulas
(Haute Garonne, Francia) (lO) (fig. 7). Se trata de un animal del que se
ha representado la cabeza, su línea dorsal y rabo, aunque bajo éste se
observan dos trazos que podrían con dudas considerarse como representaciones de las patas posteriores. En la zona frontal de la cabeza
aparece la parte superior del hocico con el doble trazo típico, que termina al exterior con largos trazos tras la lazada o nudo. De
.los puntos .de unión del trazo ..doble.con las comisuras. surgen doa.largos tra.zos múltiples, paralelos, que terminan algo más arriba que la
fre~te y arranque de las crines. Estos dos trazos, a la altura de los ojos,
aparecen unidos por un trazo horizontal, que parece prolongarse hacia
la línea del cuello inferior con la que se confunde. La figura así formada
tienen una gran semejanza con el tipo corriente de cabestro con el que
se enjaezan los équidos actualmente. Este tipo de arnés se parece,
según Des Ormeaux (11) a los arneses para renos de los samoyedos
(fig. 8) y también guardan cierta semejanza con los utilizados para sus
caballerías por los sardos. Estos últimos podrían atestiguar la posible
utilización de los bastones perforados como formando parte del resto
(10) A. PLENIER: •L'art de la P"Otte de Maraoulu». Memorial 1 del Institut d' Arch6ologie Prébistorique, Toulouae, 1971.
L PALES y M. TASSIN DE SAINT PEREUSE: «Un chaval pretexte. R'tour du chev8tre».
Objeta et Mondes, tomo 6, fue. 2, 1963, pága. 187-209.
(11) A.-L DES ORMEAUX: «Note sur l'uaage dea batona de boia de rennes ehez les populations
primitivea de l'Europe», Revue d'Ethnologie, 7, Pana, 1889, pága. 88-51.
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del arnés o cabestro, como ya había supuesto Piette, aunque la verdadera identificación del bastón perforado paleolítico la llev6 a cabo
Pigorini (12) al establecer los posibles paralelos entre los bastones
perforados y las piezas de madera con perforaciones de los cabestros
utilizados en las caballerías de los sardos (fig. 9).
Fi¡. S.-Cabeza de reno con amN de lipo samoyedo. (Según A. L des Ormeaux.)
En apoyo de estas identificaciones cita Bahn (13), los cabestros,
que según Rudenko, usaban los antiguos escitas, cuya «psalia» parece
haber sido un atalage animal utilizado por aquellos pueblos, la cual
estaba formada por una especie de barra de freno, de hueso, muy
decorada.
Los numerosos ejemplos que hemos ido analizando a través de
estas notas y los paralelos aducidos permiten asegurar que durante los
tiempos paleolíticos es probable que el caballo fuese utilizado por el
hombre en funciones distintas de las puramente alimenticias, iniciándose la domesticación del mismo, proceso que dada, como siempre, la
«opacidad» de los documentos que poseemos hasta el momento, no
nos es posible reconstruir con cierta amplitud, aunque en el momento
(12) L. PIGORINI; <
(13) BAHN: Op. cit en la nota 8, pág. 51.
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Pi¡. 9.-Tlpo• de oabemo. antigu011 de Cerdeaa. (Selán A. L dN Onneau.)
actual no•es posible descartar la hipótesis de una domesticaci6n del
caballo dentro de los tiempos m.agdalenenses, más bien dentro de sus
etapas medias.
Este proceso de domesticaci6n lleva implícitos en sí el problema
de la captura en vivo del animal (14) y el de su utilizaci6n como animal
de carga o de monta y aunque pudo servir para ambas finalidades más
bien nos inclinamos hacia·la segunda, ya que no parece probable·que
los magdalenenses tuviesen muchas cosas que transportar, aunque la
temporaJ.!.dad de muchos de sus yacimientos hace suponer que también fuesen empleados como animales de carga.
(14) El problema de la domesticación del caballo durante loe tlempoe fiDalee del PaleoKtico Sup&rior, reeide en el modo, ~era y condicione• en que pudo efectuerae, ya que había que capturar al animal en vivo, procura11do que ae tratase de potroe pequefloa, ya que la domeeti.caci6n de loe ejemplares
viejoe ea muy ~ciL La captura pudo hacerse mediante lazo, J)Oiloilidad que parece repreeentada en
un grabado mueble con UD caballo eujeto el cuello con una poeible cuerda de Urtiap (J. M. BARANDIARAN: «El hombre prehillt6rico en elPaíe Vaaco», 1963, pác. 61 y fl¡. 20. Tambi6n pudo llevarse a
cabo acorralando a loa cabelloe dentro de un lugar propicio, limitando mediante obetáculoe que eacapaaeo. Quizú fueee una trampa muy eemejante a la de loe llamadoe choreoe, eetraehoe callejonee limitedos por ramaa a UD lado y a otro que desembocan en una foea tapada por ramaje, trampa en ueo hasta
hace poco en la re¡ión cantábrica (J. URIA RIU: «La cua de la montería durante la Edad Media en
Atturiu, León y Galicialt, Oviedo, 1967). Ea tema 61te eobre el que convendña ineiatir, aunque dea¡raciadamente no poeeemoe una informaci6n adecuada procedente de fuentea prebiat6ricu.
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SOBRE FIGURAS RUPESTRES PALEOLITICAS
DE POSffiLES CABALLOS DOMESTICADOS
Hace algunos años, con la competente y eficaz ayuda de Magín
Berenguer, revisamos las importantes series de pinturas y grabados
rupestres de la cueva de El Pindal (Pimiango, Asturias) , dados a concr
cer en ~ imp<;>rtante ~bra por H. Breuij. y s~ colaborlldQ.res ~apaño
les (1). Los resultados de aquella revisión fueron importantes, ya que
logramos añadir al primitivo inventario de figuras otras catorce, entre
animales e ideomorfos {2).
Ya por aquellos tiempos, me llamó la atención la figura de un prcr
tomo de caballo, realizada con grabado de trazo múltiple y al que faltaba el resto del cuerpo a causa del desprendimiento del fragmento de
pared que lo contenía (fig. 1). Esta figura, en posición bien visible, ya
que se halla situada en sitio destacado en el gran panel central junto
con otros grabados de caballo, no es posible explicar porqué no fue
inch,ida en el inventario de Breuil.
Este protomo de caballo mira hacia la derecha y sus cabeza y cuello se encuentran inclinados y como dirigidos hacia el suelo, el cual
(1) H. ALCALOE DEL RIO, H. BREUIL y L. SIERRA: ceLes cavemea de la región cantabrique)).
M6naco, 1911, pip. 63-81 y láma. XXXIV-XLVI.
(2) F. JORDA CERDA y M BERENGUE. ALONSO: «La cueva de El Pindal en Asturias. NueR
vas aportaciooea». Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, 23, Oviedo. 1964, p6p. 1-30, 6 lám&. y
un plano.
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parece como si se hubiese intentado representar mediante una serie
de pequeños trazos, de tal modo que el caballo parece como que está
pastando, imagen realista que no dejaría de ser una novedad en el arte
paleolítico. Pero de mayor interés son dos trazos que aparecen a la
altura de la comisura de la boca del animal y que atraviesan desde el
arranque d.el hocico hasta el inicio de la papada. Dichos trazos acaban,
en el exterior del perfil, en cuatro pequeños trazos, de los que los dos
más exteriores es.tán ligeramente curvados, como las partes terminales
de una lazada.
Al realizar la copia de tal figura y su inusual detalle, quedamos sorprendidos por su semejanza a una cuerda que atase el hocico, pero no
nos atrevimos a pronunciarnos sobre el carácter del mismo y al describirlo en la relación de figuras de la cueva nos limitamos a considerarlo
como «una especie de lazada» (3).
e
) =----
({(
Fig. l .-Cabeza de caballo con posible eabe1tro, de la cueva de El Pindal (A.turlu).
(Seg{m Jordá y Berenguer.)
(3) JORDA C'E RDA y BERENGUER ALONSO: Op. cit. en la nota anterior. p6g. lii y ltim. m .
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No es posible explicar las causas que motivaron que este protomo
de caballo no fuese incluido entre las figuras de Pindal, ya que parece
imposible que escapase a la perspicacia visual del gran maestro y creo
que ha de ser considerado tal hecho como un olvido o traspapelado del
calco. Digo estO; porque en otra de las cuevas recogida en la misma
publicación, en la de Hornos de la Peña (San Felices de Buelna, Cantabria) (4) se encuentra el grabado de un caballo (fig. 2), de estilo torpe y
abundante en detalles corporales, en el que en la parte superior del
hocico, cerca de la comisura de la boca, aparece grabado un doble
trazo, semej~nte al del caballo de la cueva asturiana, aunque en la parte
superior'la posible lazada ofrece solamente un pequeño trazo curvado
y vuelto hacia el interior. Dichos trazos dieron pie a que el mismo
Breuil comentara -haciendo referencia a la vieja polémica sobre la
semidomesticaci6n- que seguramente «Piette eut pris pour courroie
autour des nasseaux» (5).
Fig. 2.-Conjunto de ¡rabados de Hornos de la Peña (Cantabria), con un caballo con
posible cabestro. (Según Breuil.)
(4) ALCALDE DEL RIO, BREUIL y SIERRA: Op. cit. en la nota 1. pág. U6.
(6) ALCALDE DEL RIO. BREUIL y SIERRA: Op. cit en la nota 1. pág. 90.
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Fig. 3.- Caballos contt·apuestos de Los Casa1·es (Guadalajaa·a), con línea de posible
cabestro el de la izquierda. (Según Cabl'é.)
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A estas dos interesantes figuras que parecen dotadas de lo que
po
también sobre el hocico. Se trata de una figura de caballo grabada con
inmejorable estilo en la parte de la cabeza, siendo el resto del cuerpo
de menor calidad en su ejecución, que se encuentra en la cueva de Los
Casares (Riba de Saelices, Guadalajara) (6) (fig. 3). La cabeza, como
decimos, presenta en la parte superior del hocico un gran trazo que lo
atraviesa de parte a parte sobresaliendo un poco al exterior por la
parte frontal y que parece en estrecha relación con los trazos dobles de
los dos caballos anteriores, pero en éste el trazo es único, aunque la
función parece la misma.
Todavía podemos añadir a estas figuras rupestres una interesante
obra de arte mueble, en la que es posible descubrir restos del mismo
tipo de posible cabestro. Se trata de un perfil recortado de caballo
encontrado recientemente y todavía en estudio, por lo que sólo señalaremos en una cara la presencia de dos trazos grabados muy sucintamente y que formando una ligera curva van de una parte a otra por la
zona supelior del hocico, mientras que por la otra ofrece una línea de
trazos pequeños, algo curvada, que parece señalar por dónde discurriría el posible cabestro en su parte inferior (figs. 4 y 5). Este ejemplar
de perfil recortado con cabeza de caballo procede del importante yacimiento del Abrigo de la Viña (Manzaneda, Oviedo, Asturias), todavía
en cw·so de excavación y procedente de su nivel Magdaleneniese
medio (7).
Los tres ejemplos citados de arte rupestre más los dos de arte
mueble creo que son lo suficientemente expresivos como para señalar
la existencia entre las gentes magdalenenses de un modo de sujetar los
caballos enlazándolos por la boca mediante una especie de cuerda o
cinta de cuero - como parecen señalar los dos trazos paralelos en los
ejemplares rupestres y en uno de los perfiles recortados muebles,
hecho que hay que interpretar como elemento o instrumento de tipo
práctico, y no suponerle una finalidad mág_ico-relig_iosa, que es el
cajón de sastre donde se acostumbra ·a recoger todo objeto o instrumento prehistó1ico que no sabemos definir o interpretar. Por mi parte,
como ya he apuntado, pienso que nos encontramos ante repr~senta
ciones estrechamente relacionadas con una probable domesticación
(6) J . C'ABRE AGUILO: «Las cuevas de Los ('asares y de La Hoz». Archivo Eapailol de Arte y
Arqueología, XXX. Madrid. 1934, págs. 25 y ss. y láms. V. 2 y XXIV, 3.
(i) .J. FORTEA PERE Z: «InveMigac:iones en la cuenca media del Nalón, Asturias (Espafta}. Noticia y prim~roR rt•JCultados». Zephyru11. XXXIT-XXXIll. Salamanca. 1981 , pép. li-16 y figs.. í y A.
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FJ.c.
4.-Anveno del perfil recortado de cabeza de caballo con poelble cabetJtro de
cinta o correa, de La Vi6a (.A.tarlu). (Seg6n Portea.)
FJ.c.
5.-Reveno del perfil recortado de cabeza de caballo en la que ee obeerva incJi.
cado con lfnea de punto un poáble cabeRro. Prooed•t.e de La Vl6a (IU&urlu).
(Seg6n Portea.)
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Fig. 8.-Perftl recortado de cabeza de caballo de S t. Michel d'Anady (Pyrin6es Atlantiquea) con loe elemento. de un posible cabnb:o. (Self(m E. Plette. 1906.)
Fig. 7.-.Caballo ¡rabado de la cueva de M8DOulaa (Haute Garonne) con loe elemento•
de un polible cabeltro. (Self(m Plenier.)
del caballo. Obsérvese en relación con esto que decimos que la posible
cinta de cabezo se observa solamente en representaciones de caballo,
lo que estimo que es muy significativo, ya que apuntaría a que la
domesticación del caballo pudo muy bien iniciarse dentró de los tiempos paleolíticos.
En este sentido se ha pronunciado recientemente Bahn (8), quien
ha retomado el tema de la domesticación del caballo iniciado hace
años por E. Piette (9), basándose en la original decoración de Saint
Michel d' Arudy (Pyrénées Atlantiques, Francia) (fig. 6) del que
comentaba la original decoración, en la que se aprecia la existencia de
(8) P. G. BAHN: «Lee bltone percée. Reveil d'une ~ee abandonnée». Prebi.stoire Arié¡eoi.ee
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L' ADthropologie, XVD, Parle, 1906, p6p. 28-76.
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una posible cuerda de trenzado enrollado, a la que parece hallarse
unida una «pieza» rectangular, decorada con una serie de V, de la que
surgen por el lado opuesto un haz de trazos discontinuos, que no se
unen a ningún otro elemento en el extremo opuesto, por lo que resulta
un tanto dificil asegurar su posible función. Tanto la «pieza» rectangular, como el haz de trazos forman parte de un elemento que se halla en
contacto con la cuerda o cinta de cuero que circunda el hocico. Es
posible que todo ello pueda ser interpretado como la representación
de un instrumento -arnés o cabestro- mediante el cual fuese posible
dirigir al caballo. Fue en este posible instrumento representado en el
perfil recortado de Arudy en el que se basó Piette al formular su hipótesis sobre la semidomesticación anima~ poniendo como ejemplo la
del caballo.
Con ser la pieza mueble de Arudy de un gran valor para poder identificar los distintos elementos rupestres que hemos comentado como
parte integrante del atalaje propio de un caballo domesticado o semidomesticado, todavía resulta más significativa y decisiva la representación de un arnés en un caballo grabado en la cueva de Marsoulas
(Haute Garonne, Francia) (lO) (fig. 7). Se trata de un animal del que se
ha representado la cabeza, su línea dorsal y rabo, aunque bajo éste se
observan dos trazos que podrían con dudas considerarse como representaciones de las patas posteriores. En la zona frontal de la cabeza
aparece la parte superior del hocico con el doble trazo típico, que termina al exterior con largos trazos tras la lazada o nudo. De
.los puntos .de unión del trazo ..doble.con las comisuras. surgen doa.largos tra.zos múltiples, paralelos, que terminan algo más arriba que la
fre~te y arranque de las crines. Estos dos trazos, a la altura de los ojos,
aparecen unidos por un trazo horizontal, que parece prolongarse hacia
la línea del cuello inferior con la que se confunde. La figura así formada
tienen una gran semejanza con el tipo corriente de cabestro con el que
se enjaezan los équidos actualmente. Este tipo de arnés se parece,
según Des Ormeaux (11) a los arneses para renos de los samoyedos
(fig. 8) y también guardan cierta semejanza con los utilizados para sus
caballerías por los sardos. Estos últimos podrían atestiguar la posible
utilización de los bastones perforados como formando parte del resto
(10) A. PLENIER: •L'art de la P"Otte de Maraoulu». Memorial 1 del Institut d' Arch6ologie Prébistorique, Toulouae, 1971.
L PALES y M. TASSIN DE SAINT PEREUSE: «Un chaval pretexte. R'tour du chev8tre».
Objeta et Mondes, tomo 6, fue. 2, 1963, pága. 187-209.
(11) A.-L DES ORMEAUX: «Note sur l'uaage dea batona de boia de rennes ehez les populations
primitivea de l'Europe», Revue d'Ethnologie, 7, Pana, 1889, pága. 88-51.
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del arnés o cabestro, como ya había supuesto Piette, aunque la verdadera identificación del bastón perforado paleolítico la llev6 a cabo
Pigorini (12) al establecer los posibles paralelos entre los bastones
perforados y las piezas de madera con perforaciones de los cabestros
utilizados en las caballerías de los sardos (fig. 9).
Fi¡. S.-Cabeza de reno con amN de lipo samoyedo. (Según A. L des Ormeaux.)
En apoyo de estas identificaciones cita Bahn (13), los cabestros,
que según Rudenko, usaban los antiguos escitas, cuya «psalia» parece
haber sido un atalage animal utilizado por aquellos pueblos, la cual
estaba formada por una especie de barra de freno, de hueso, muy
decorada.
Los numerosos ejemplos que hemos ido analizando a través de
estas notas y los paralelos aducidos permiten asegurar que durante los
tiempos paleolíticos es probable que el caballo fuese utilizado por el
hombre en funciones distintas de las puramente alimenticias, iniciándose la domesticación del mismo, proceso que dada, como siempre, la
«opacidad» de los documentos que poseemos hasta el momento, no
nos es posible reconstruir con cierta amplitud, aunque en el momento
(12) L. PIGORINI; <
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FRANCISCO JORDA CERDA
Pi¡. 9.-Tlpo• de oabemo. antigu011 de Cerdeaa. (Selán A. L dN Onneau.)
actual no•es posible descartar la hipótesis de una domesticaci6n del
caballo dentro de los tiempos m.agdalenenses, más bien dentro de sus
etapas medias.
Este proceso de domesticaci6n lleva implícitos en sí el problema
de la captura en vivo del animal (14) y el de su utilizaci6n como animal
de carga o de monta y aunque pudo servir para ambas finalidades más
bien nos inclinamos hacia·la segunda, ya que no parece probable·que
los magdalenenses tuviesen muchas cosas que transportar, aunque la
temporaJ.!.dad de muchos de sus yacimientos hace suponer que también fuesen empleados como animales de carga.
(14) El problema de la domesticación del caballo durante loe tlempoe fiDalee del PaleoKtico Sup&rior, reeide en el modo, ~era y condicione• en que pudo efectuerae, ya que había que capturar al animal en vivo, procura11do que ae tratase de potroe pequefloa, ya que la domeeti.caci6n de loe ejemplares
viejoe ea muy ~ciL La captura pudo hacerse mediante lazo, J)Oiloilidad que parece repreeentada en
un grabado mueble con UD caballo eujeto el cuello con una poeible cuerda de Urtiap (J. M. BARANDIARAN: «El hombre prehillt6rico en elPaíe Vaaco», 1963, pác. 61 y fl¡. 20. Tambi6n pudo llevarse a
cabo acorralando a loa cabelloe dentro de un lugar propicio, limitando mediante obetáculoe que eacapaaeo. Quizú fueee una trampa muy eemejante a la de loe llamadoe choreoe, eetraehoe callejonee limitedos por ramaa a UD lado y a otro que desembocan en una foea tapada por ramaje, trampa en ueo hasta
hace poco en la re¡ión cantábrica (J. URIA RIU: «La cua de la montería durante la Edad Media en
Atturiu, León y Galicialt, Oviedo, 1967). Ea tema 61te eobre el que convendña ineiatir, aunque dea¡raciadamente no poeeemoe una informaci6n adecuada procedente de fuentea prebiat6ricu.
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