Jornades
Innovando en los discursos, avanzando en la investigación. V Jornadas Pastwomen
Begoña Soler Mayor
Paula Jardón Giner
2024
Museu de Prehistòria de València , ISBN 978-84-7795-535-1 , 194 p.
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20-21
diciembre
2022
INNOVANDO EN LOS DISCURSOS,
AVANZANDO EN LA INVESTIGACIÓN
V Jornadas Pastwomen
Innovando en
los discursos,
avanzando en
la investigación
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INNOVANDO EN LOS DISCURSOS,
AVANZANDO EN LA INVESTIGACIÓN
V JORNADAS PASTWOMEN
Begoña Soler Mayor y Paula Jardón Giner
(editoras)
Museu de Prehistòria de València
2024
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V JORNADAS PASTWOMEN
Editoras
Begoña Soler Mayor
Paula Jardón Giner
Diseño y maquetación
Vanesa Mora Casanova (tacadetinta)
Diseño de Portada
Vanesa Mora Casanova (tacadetinta)
Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España (CC BY-NC-SA 3.0).
Excepto para aquellas imágenes donde se indican la reservas de derecho.
Las publicaciones del Museu de Prehistòria de València son de libre acceso en la
URL permanente: http://www.mupreva.es/pub
ISBN edición: 978-84-7795-535-1
Depósito Legal: V-2714-2024
Impresión
Blanc i Blanc
© de los textos: las autoras
© de las fotografías e imágenes: las autoras
© de la edición: Museu de Prehistòria de València - Diputació de València
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AUTORAS
Laia Colomer, Instituto Noruego de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural
(Oslo, Noruega)
Iñaki Diéguez Uribeondo, ilustrador. IDU ilustración
Esther Espejo del Pino, Museu de Badalona
Laura Fortea Cervera, Museu de Prehistòria de València
Esther Gurri Costa, Museu de Badalona
Ana Belén Herranz Sánchez, Instituto Universitario de Investigación en Arqueología
Ibérica de la Universidad de Jaén, Universidad de Granada
Paula Jardón Giner, Universitat de València
Esther López-Montalvo, TRACES UMR5608, Centre National de la Recherche
Scientifique (CNRS) Toulouse, Francia
Esperanza Martín Hernández, ilustradora
Lourdes Prados Torreira, Universidad Autónoma de Madrid
Eva Ripollés Adelantado, Museu de Prehistòria de València
Carla Rubiera Cancelas, Universidad de Oviedo
Carmen Rueda Galán, Instituto Universitario de Investigación en Arqueología
Ibérica, Universidad de Jaén
Beatriz Sánchez Justicia, Musaraña gestión integral de museos S.L.
Begoña Soler Mayor, Museu de Prehistòria de València
V
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ÍNDICE
Presentación
1
Museos, patrimonio y educación: propuestas y herramientas
desde el feminismo
5
Museos arqueológicos inclusivos. Hay que seguir avanzando: propuestas
y herramientas desde una óptica feminista
LOURDES PRADOS TORREIRA
7
Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista. Planteamientos
metodológicos para el diagnóstico de discursos en el ámbito de la transferencia
y la difusión
ANA BELÉN HERRANZ SÁNCHEZ
17
Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
37
Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
ESTHER ESPEJO DEL PINO Y ESTHER GURRI COSTA
47
Dibujar el pasado con equilibrio: una propuesta desde la ilustración
con perspectiva de género
IÑAKI DIÉGUEZ URIBEONDO Y ESPERANZA MARTÍN HERNÁNDEZ
77
Investigación feminista en acción
87
Investigación feminista en acción
CARMEN RUEDA GALÁN
89
La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
99
Entre las palabras ajenas y las propias. ¿Qué sabemos de las esclavas
en la Roma antigua?
CARLA RUBIERA CANCELAS
137
Feminismo, ética del cuidado y patrimonio
LAIA COLOMER SOLSONA
157
Otras miradas al pasado. Una exposición virtual para descubrir
la historia olvidada
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER Y BEGOÑA SOLER
MAYOR
175
VII
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PRESENTACIÓN
Durante los días 21 y 22 de diciembre de 2022, se celebraron en el Museu de
Prehistòria de València, las V Jornadas Pastwomen. Estas jornadas se desarrollaron en el marco de la Red Temática del Ministerio de Ciencia e Innovación PASTWOMEN. Mujeres y género en las sociedades prehistóricas
y antiguas: de la investigación a la educación. Mujeres y género en las sociedades prehistóricas y antiguas: de la investigación a la educación. Como
en ediciones anteriores, estas jornadas quieren ser un altavoz para todos los
públicos de las investigaciones que tanto el colectivo de investigadoras que
integra Pastwomen como otras investigadoras invitadas, realizan sobre las
mujeres del pasado.
También es el momento para hacer una reflexión conjunta sobre el trabajo realizado por nuestro colectivo y el de generar nuevos planteamientos
de cara al futuro.
Las Jornadas se desarrollaron en dos sesiones en las que pudimos escuchar a un total de 15 investigadoras. La primera sesión Museos, patrimonio y educación: propuestas y herramientas desde el feminismo
estuvo centrada en la transferencia de conocimiento, cómo comunicar a la
ciudadanía el resultado de las investigaciones que el equipo desarrolla y que
otras investigadoras o equipos están realizando en relación con la puesta
en valor de la agencia femenina en el pasado. La segunda sesión Investigación feminista en acción aportó experiencias de investigación concretas
que comparten el interés común de dar visibilidad a las líneas de trabajo
realizadas desde una perspectiva feminista y que abarcan desde el análisis
de yacimientos concretos a propuestas de patrimonialización. A partir de
aquella reunión se decidió editar un volumen monográfico con las temáticas
más relevantes de las allí tratadas.
1
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Pastwomen es un colectivo de investigadoras de ámbitos docentes, de
investigación y museos que desde el año 2008 ha ido creciendo y en el que
compartimos el objetivo común del estudio y la representación de las mujeres del pasado. Trabajamos a través de proyectos de investigación formando
redes de trabajo y de complicidad. Tal y como nos definimos en nuestra
web nuestro objetivo es dotar de visibilidad a las líneas de investigación en
arqueología e historia que se vinculan al estudio la cultura material de las
mujeres al tiempo que pretende proporcionar recursos actualizados desde las
perspectivas feministas a todos los sectores involucrados en la divulgación
histórica. Este sitio se define, asimismo, como un proyecto colaborativo entre
investigadoras e investigadores en este ámbito mediante una estructura abierta y plurilingüe que pueda ir incorporando, gradualmente, nuevas aportaciones gráficas, textuales, técnicas y bibliográficas (www.pastwomen.net).
De esta forma, durante más de 15 años, hemos investigado y difundido
sobre la historia material de las mujeres, su representación, las tecnologías
del cuerpo, la transferencia del conocimiento, etc., hemos creado un espacio colaborativo entre investigadoras, educadoras, mediadoras y otras profesionales para promover la visibilización de las perspectivas feministas en
arqueología e historia.
Nuestro trabajo se define por el desarrollo de investigaciones que finalizan con una doble difusión, la que publicamos en revistas científicas especializadas y la que dedicamos a la transferencia de conocimientos mediante
charlas, talleres, jornadas, exposiciones, visitas comentadas y otras actividades destinadas al público no especialista. Compartir el resultado de nuestros
trabajos sobre las mujeres del pasado con la sociedad, hacerlas visibles y
protagonistas también de la historia de la humanidad, creemos firmemente
que debe servir para acabar con la discriminación que sigue presente en la
mayor parte del planeta.
En este volumen presentamos ocho capítulos que abordan temas relacionados con la difusión del patrimonio, la educación en los museos, la ilustración, el arte levantino, las mujeres romanas o la democracia y participación
patrimonial.
Coordinadoras de la edición
Begoña Soler Mayor
Paula Jardón Giner
2
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Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
3
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4
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MUSEOS, PATRIMONIO
Y EDUCACIÓN:
PROPUESTAS Y
HERRAMIENTAS
DESDE EL FEMINISMO
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Museos arqueológicos inclusivos
MUSEOS ARQUEOLÓGICOS INCLUSIVOS. HAY QUE
SEGUIR AVANZANDO: PROPUESTAS Y HERRAMIENTAS
DESDE UNA ÓPTICA FEMINISTA
Lourdes Prados Torreira
Universidad Autónoma de Madrid
lourdes.prados@uam.es
LA RENOVACIÓN DE LAS MIRADAS DESDE EL FEMINISMO
Una de las inquietudes de la arqueología durante las últimas décadas, se ha
centrado en tratar de incorporar una perspectiva feminista a los museos,
ya que se trata de instituciones culturales que deben ser concebidas como
espacios inclusivos, que fomenten la diversidad y la educación, el disfrute,
la reflexión y el intercambio de conocimientos, tal y como destaca ICOM.
Esto implica que, a partir del registro arqueológico, se deben construir narrativas basadas en los datos científicos, donde toda la sociedad pueda verse
reflejada y que promuevan la reflexión y el debate del público visitante. Que
la pluralidad de nuestra sociedad se perciba como una diversidad que ha
estado presente desde los orígenes de la humanidad, aunque la mirada científica y de la sociedad, en general, no haya mostrado interés en vislumbrarla.
De este modo, resulta ya un tema reiterativo poner de manifiesto cómo a
lo largo de la historia las narrativas, tanto de la investigación, como de los
museos, han estado marcadas por perspectivas masculinas y patriarcales,
excluyendo a menudo la contribución y la experiencia de las mujeres, pero
también la de otras posibles construcciones de género, de personas con diferentes discapacidades, de grupos de edad diversos…En definitiva, es algo
que desde el presente cotidiano podemos entender inmediatamente, simplemente con darnos cuenta de cómo se margina en la actualidad a las personas mayores. Por ejemplo, las actrices se quejan de que, al cumplir cierta
edad, la industria cinematográfica o el teatro, se olvidan de ellas, como si las
mujeres mayores fueran invisibles y ya no tuvieran peso ni protagonismo en
7
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LOURDES PRADOS TORREIRA
Figura 1. Museu de Prehistòria de
València. Foto: Begoña Soler Mayor
nuestra sociedad. Del mismo modo, a lo largo de la historia ha ocurrido algo
similar con las personas con discapacidad, o con géneros no normativos y,
por tanto, alejadas de la visión cristiana imperante. En este sentido, resulta
interesante reflexionar sobre las palabras de Alphonse Bertillon, famoso criminólogo francés del s. XIX, que ya en su tiempo afirmaba, que solo se ve lo
que se mira y solo se mira lo que se está preparado para ver.1 En este contexto,
surge la necesidad, ya no solo de denunciar esas significativas y reiteradas
ausencias de nuestros museos, sino también de explorar propuestas y herramientas que, desde el feminismo, permitan abordar las brechas de género
en la representación y comprensión del patrimonio a través de la educación
museística. Por ello, una propuesta fundamental desde el feminismo es la
reevaluación de las narrativas históricas presentadas en los museos arqueológicos. No podemos seguir ignorando argumentos científicos rigurosos y
relevantes, que claramente enriquecen los discursos expositivos de los museos y que permiten abordar temas tradicionales tratados en estas instituciones, como la caza, pero con una nueva mirada que implique, por ejemCitado por Rosa Montero en “Palabras” El País 4/02/2024
1
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Museos arqueológicos inclusivos
plo, la participación del grupo, el aprendizaje, etc. Del mismo modo, los
enfrentamientos bélicos obviamente no solo deben contemplar la existencia
de guerreros y sus armamentos, como ha ocurrido en la mayoría de los casos, sino también el impacto que puede suponer, para toda la población, el
abandono de viviendas y campos de cultivos, la hambruna y enfermedades
derivadas de estos hechos, la existencia de desplazados, etc. Pero además de
una renovada mirada a los temas tradicionales, también deben incorporarse
otros ámbitos que normalmente no se han incluido en las narraciones de los
museos arqueológicos y que son transversales a cualquier época, como las
imprescindibles actividades de mantenimiento, los cuidados, la transmisión
del conocimiento y el aprendizaje; el desarrollo de tecnologías vinculadas a
las mismas. Hay que destacar el papel de las mujeres y de la infancia en el
ámbito de las representaciones del arte rupestre, o su participación en los
rituales funerarios, en los cuidados postmortem, pero también su peso en
la producción de recursos y, en definitiva, su protagonismo como sujetos
activos dentro del grupo. Por eso hay que incidir en temas a los que no se
les ha concedido la importancia necesaria, ni en la narración, ni en la exposición de las colecciones, o con nuevos enfoques, como puede ser el caso de
la maternidad, recurrentemente asociada a la esfera divina y al culto de la
fertilidad. Si en tantos ámbitos culturales diferentes existen, por ejemplo,
imágenes de partos ¿por qué no se exponen y se comentan? La maternidad
no debe verse como algo simplemente biológico y pasivo, sino que debe
ponerse en valor todo lo que implica el parto y la crianza de una criatura, y
no solo para la mujer de forma individual, sino para la propia comunidad. O
contemplar otras construcciones de género, de sexualidad y, en definitiva, el
reconocimiento de la diversidad (Moral de Eusebio, 2014; Gutiérrez Usillos,
2017 y 2023). Por lo tanto, es necesaria una reevaluación de las narrativas
tradicionales, que permita al público conectar con un nuevo relato histórico,
por supuesto siempre a partir de una investigación arqueológica bien fundamentada, que permita incentivar la discusión y la crítica, fomentando una
narración mucho menos sesgada que el discurso tradicional, lo que redundará en una propuesta más inclusiva y atractiva para quien visite los museos.
Ese discurso histórico tiene que apoyarse en unas colecciones arqueológicas que permitan una comprensión clara de lo que se está narrando, e
ir acompañado de un lenguaje que también sea lo más inclusivo posible.
Respecto al apoyo gráfico, las imágenes arqueológicas suelen ser uno de los
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LOURDES PRADOS TORREIRA
recursos más criticados ya que, en general, difunden estereotipos de roles y
actitudes claramente androcéntricas, pero, al mismo tiempo, en los últimos
años también se están convirtiendo en un elemento muy útil para acabar,
precisamente, con esos mismos estereotipos y roles obsoletos.
HERRAMIENTAS PARA EL DIAGNÓSTICO DE GÉNERO INCLUSIVO EN
LOS MUSEOS
Por todo lo expuesto anteriormente, la investigación feminista ha sido consciente de que no solo es necesario identificar y señalar todos los sesgos androcéntricos que desde la investigación se traspasan a la narrativa de los
museos, sino también hacerlo a través de nuevas herramientas que permitan
un diagnóstico de género capaz de mostrar, de una forma clara y precisa,
dónde se encuentran las debilidades y fortalezas del museo en este campo,
para poder facilitar, de este modo, las posibles soluciones. Estas herramientas deben poderse adaptar a los diferentes museos o sitios arqueológicos
objeto de estudio, al tiempo que los resultados de su diagnóstico tienen que
ser fácilmente comprensibles.
Entre las herramientas que podemos utilizar destaca, sin duda, el llamado Test de Baeza (González Marcén; Picazo Gurina y Cacheda Pérez, 2023),
creado desde la red Pastwomen (pastwomen.net), centrado especialmente
en el análisis de las imágenes, consideradas como el vehículo más directo de
transmisión de conocimiento de la cultura material. Este test surgió de un
encuentro entre investigadoras e ilustradores e ilustradoras de arqueología
en la Universidad de Baeza (2018). Se planteó como un código de buenas
prácticas necesario para que, tanto desde el ámbito de la ilustración, como
de la investigación, se contara con recursos para incorporar la perspectiva
de género en las ilustraciones divulgativas de los museos, sitios arqueológicos, o los libros de texto de diferentes niveles educativos. Para ello, se
basaron en el llamado test de Bedchel, aparecido en una tira cómica en 1985
(Bedchel, 2008), que fue utilizado para mostrar los sesgos androcéntricos
en la industria del cine. El resultado es que el Test de Baeza se ha convertido rápidamente en una herramienta muy útil para diagnosticar, desde
una perspectiva inclusiva, las ilustraciones arqueológicas y además, como
veremos a continuación, se está adaptando para poder diagnosticar también la inclusión o exclusión de la perspectiva de género en otros ámbitos
museísticos. Este documento se basa en tres pilares: 1) Criterios generales;
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Museos arqueológicos inclusivos
2) Rúbrica, similar a las que se utilizan para evaluar en los medios educativos y 3) Decálogo, que, a través de diez sencillas preguntas, permite realizar
un diagnóstico básico acerca de los logros o desequilibrios que se observan
respecto a una visión inclusiva del género, en la institución que se analice.
Partiendo de este Test y adaptándolo, en particular, al diagnóstico de La
Ruta de Los Iberos y el Museo de Jaén, Ana Herranz nos propone, en este
mismo volumen, en su artículo: Patrimonio arqueológico con perspectiva
de género y feminista. Planteamientos metodológicos para el diagnóstico de
discursos en el ámbito de la transferencia y la difusión, un interesante trabajo aplicado a las representaciones de género de las sociedades ibéricas del
alto Guadalquivir, entre los s. VI-I an.e. Este artículo sintetiza parte de un
trabajo muy exhaustivo que constituyó su Tesis Doctoral (Herranz, 2022).
Siguiendo una línea de investigación desarrollada por diferentes investigadoras feministas en los últimos años (Rísquez y Hornos, 2000; Soler 2008;
Querol 20014 y 2017; Izquierdo; López y Prados 20014; Prados 2017; MaceiraOchoa 2017; Prados y López 20019; Bécares, 2020; De Miguel et al., 2023,
entre otras ), Herranz propone un interesante modelo de análisis de los discursos construidos sobre las sociedades del pasado, aplicable a las diferentes
instituciones que protegen el patrimonio cultural, principalmente museos
de arqueología, pero también centros de interpretación y sitios arqueológicos musealizados, con el fin de evidenciar los sesgos de género que presentan las narraciones históricas de estas instituciones. Este planteamiento
incide en varios ejes: las temáticas y enfoques tratados, así como el lugar
otorgado en el discurso y en el espacio expositivo, la selección de piezas, el
lenguaje y las representaciones gráficas del pasado. Estos diagnósticos resultan, por lo tanto, herramientas necesarias para señalar y corregir los sesgos
androcéntricos tan presentes en nuestras instituciones, en nuestros museos
o en nuestros textos didácticos al tiempo que permiten, a las propias instituciones, disponer de protocolos y herramientas de autoevaluación.
Del mismo modo, desde el proyecto de investigación VEMOS 2 proponemos visibilizar a los grupos tradicionalmente marginados por la Historia:
las mujeres, la infancia, la senectud, otros grupos étnicos, otras identidades de género, integrando de manera sistemática la investigación científica
“Reinventando los museos de arqueología y antropología. La visibilización de los grupos
marginados por la historia. Construyendo una sociedad igualitaria”
Ministerio de Ciencia e Innovación -PID2020-116732RB-l00
2
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LOURDES PRADOS TORREIRA
en la arqueología, con la divulgación del conocimiento a la sociedad. Para
ello, también nos ha resultado muy útil la utilización de una herramienta
de diagnóstico que, partiendo del Test de Baeza, nos permite su adaptación
para el análisis del discurso expositivo, las colecciones, los textos y el lenguaje, las imágenes y recursos audiovisuales, la divulgación, de museos de
arqueología y sitios arqueológicos, tanto nacionales, como internacionales.
De este modo, lo estamos aplicando tanto a grandes museos, como el MAN
o a determinadas salas del Museo Nacional de Antropología de México, pero
también a pequeños museos de sitios arqueológicos como Xochitécatl (México) (Zárate et al., 2023; Zárate, Prados y Romagnoli, 2023; Comino et al.,
en prensa).
A pesar de los avances conseguidos en los últimos años, todavía queda
mucho camino por recorrer. No solo es necesario mejorar estas herramientas, a partir de su utilización y adecuación a los diferentes museos y sitios
arqueológicos, sino que debemos ahondar igualmente en la necesidad de
sensibilizar y, en muchos casos, lograr superar la resistencia institucional
que todavía encontramos con mucha frecuencia en el desarrollo de nuestras
investigaciones, y normalizar la incorporación de los enfoques de género
en los museos, pero también en la formación de su personal. Todo ello redundará en redefinir una narrativa histórica más inclusiva, a partir de los
datos arqueológicos proporcionados por una investigación arqueológica con
perspectiva de género.
En definitiva, la finalidad de estos estudios se fundamenta en que solo
si conocemos los sesgos androcéntricos presentes en nuestros museos, en
nuestras instituciones, podremos formular estrategias que se dirijan a posibilitar nuevos contenidos, basados siempre en una rigurosa investigación
arqueológica, que sea capaz de construir nuevas narraciones, seleccionar
materiales arqueológicos más diversos y contribuir, en definitiva, a una sociedad más inclusiva y justa.
DIDÁCTICA SENSIBLE A LA DIVERSIDAD
Por su parte, la didáctica constituye también un pilar básico para la incorporación de la perspectiva de género en los diferentes museos, como ha puesto
de manifiesto la investigación en este campo, durante las últimas décadas
(Calaf et al.,. coords 2007; López et al., 2012; Prados 2021). Sobre este ámbito
inciden en su interesante artículo, en este mismo volumen, Laura Fortea
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Museos arqueológicos inclusivos
Figura 2. Material didáctico adaptado a público infantil con necesidades educativas especiales especiales. Archivo: Museu de Prehitòria de València.
y Eva Ripollés: Prehistoria sin pre-juicios. trabajando desde la didáctica en
el museo. En este trabajo las autoras plantean algunos importantes sesgos
que acompañan todavía a la didáctica en los museos. Entre otros, que, hasta
fechas muy recientes, en estas instituciones no se otorgaba a este campo de
actividades la consideración que hoy en día se merece. De tal forma, que a
la didáctica siempre se la consideraba relegada a un ámbito mucho menos
destacado que el que se le confería a la investigación o a la conservación y
exhibición de las colecciones. De hecho, solo se planteaba la didáctica, con
sus propuestas y actividades para aproximarla al público, una vez concluido
el montaje expositivo. Este hecho justificaría, en opinión de las citadas autoras, que se considerara un ámbito de trabajo destinado mayoritariamente
a las mujeres. Sin embargo, la didáctica debe concebirse como una parte
integrante del propio museo, con el fin de que el público- y ojo, no solo el
escolar e infantil- encuentre sus espacios para reflexionar y aprender. Por
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LOURDES PRADOS TORREIRA
otro lado, en su artículo destacan la importancia de realizar actividades inclusivas. De este modo, exponen algunos aspectos que forman parte de las
nuevas salas del Museo de Prehistoria de Valencia, dedicadas a las Sociedades Cazadoras-Recolectoras, especialmente los materiales diseñados para
personas con Trastorno del Espectro Autista. Creemos que este ejemplo del
Museu de Prehistòria de València es un modelo que debe servir para continuar avanzando en la inclusividad. En esta misma línea, podemos destacar
los interesantes trabajos del grupo de investigación de F.J. Gibaja, y sus esfuerzos por divulgar la prehistoria con inmigrantes y con el vecindario, en
general, en el centro de Barcelona (Gibaja et al., 2017), o con personas con
discapacidad intelectual (2019).
Los programas educativos en los museos deben ser diseñados, por tanto,
con sensibilidad para que cualquier persona pueda disfrutar de sus contenidos, independientemente de su nivel educativo o capacidades. Obviamente,
ello implica también la incorporación de perspectivas feministas en la presentación de la información. Por ello, no solo se debe revisar el contenido
de las visitas educativas, sino también fomentar la participación activa y
crítica del público en los aspectos relacionados con la visibilidad del género,
pero no como un aspecto particular y aislado que se extraiga de la visita a la
exposición, sino como parte integrante de la misma.
Desde la red Pastwomen se ha incidido en la necesidad de reflexionar
sobre las estrategias coeducativas y las metodologías didácticas más adecuadas para cada etapa escolar, con la finalidad de proporcionar representaciones sociales sobre el pasado que, lejos de los estereotipos androcéntricos
tradicionales y habituales, muestren la diversidad de las poblaciones a lo
largo de la historia. De tal forma que incluyan a los diversos grupos de género, edad, etc. y donde se representen todas las actividades necesarias para
la pervivencia de las comunidades. De este modo, se han elaborado recursos
inclusivos desde la Prehistoria hasta la Antigüedad (textos, presentación de
casos e imágenes) que pretenden acabar con los sesgos androcéntricos y
que se ponen a disposición de profesionales de la educación en abierto en la
web (www.pastwomen.net) y en la exposición (www.otrasmiradasalpasado.
pastwomen.net). (García Luque; Jardón Giner y Masriera Esquerra, 2023).
Pueden resultar materiales muy interesantes para preparar también las visitas a los museos.
En definitiva, las herramientas para el diagnóstico de género en los mu-
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Museos arqueológicos inclusivos
seos arqueológicos resultan fundamentales para abordar las brechas existentes en la representación de género en estas instituciones. Su implementación eficaz puede contribuir significativamente a la creación de espacios
más inclusivos, reflexivos y representativos de la diversidad de experiencias
de género en las narrativas históricas. Todo ello, acompañado de una didáctica sensible a la diversidad de nuestra sociedad.
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PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO CON PERSPECTIVA
DE GÉNERO Y FEMINISTA. PLANTEAMIENTOS
METODOLÓGICOS PARA EL DIAGNÓSTICO
DE DISCURSOS EN EL ÁMBITO DE LA TRANSFERENCIA
Y LA DIFUSIÓN
Ana Belén Herranz Sánchez
Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la
Universidad de Jaén. Universidad de Granada.
Programa Margarita Salas.ORCID.ORG/0000-0001-9160-3584
RESUMEN
Este artículo aborda aspectos metodológicos en la difusión del patrimonio
arqueológico desde la arqueología de género y feminista. A partir del estudio
de caso enmarcado en la transferencia social de las sociedades ibéricas del
Alto Guadalquivir (Siglos VI-I a.n.e.), se propone un método para evaluar y
renovar la corriente principal de los discursos, con un marcado sesgo androcéntrico, de las sociedades del pasado con el objetivo de generar imaginarios
y narrativas plurales y visibilizar la agencia femenina. Para ello, se propone
un sistema que integre diferentes tipos de análisis, que incorporan las diferentes variables de identidad social (sexo, construcción de género, edad,
estatus, etc.) en diferentes niveles: cultura material, cultura visual, lenguaje. Un método que puede ser normalizado y aplicado para diagnosticar los
discursos históricos presentados en museos, centros de interpretación del
patrimonio o de difusión en general, con el fin de diseñar estrategias, protocolos y medidas correctivas que provoquen una presentación más equitativa
del pasado basada en la identidad social y la agencia.
Palabras clave: Arqueología feminista; difusión del patrimonio arqueológico, museos arqueológicos, perspectiva de género
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ANA BELÉN HERRANZ SÁNCHEZ
ABSTRACT
This paper approaches methodological aspects in dissemination of archaeological heritage from gender and feminist Archaeology. Starting from the
case study framed in the social transfer of upper Guadalquivir Iberian societies (6th-1st centuries BC), a method to evaluate and renew the mainstream discourses with a marked androcentric bias of societies of the past is
proposed, with the aim of generating plural imaginaries and narratives and
making visible female agency. To this end, a system that integrates different
types of analysis is proposed, which incorporate the different variables of
social identity (sex, gender construction, age, status, etc.) at different levels:
material culture, themes, visual culture, language. A method that can be
normalized and applied to diagnose the historical discourses presented in
museums, heritage interpretation centres or dissemination in general, in
order to design strategies, protocols and corrective measures that bring on a
more equitable presentation of the past based on social identity and agency.
Keywords: feminist archaeology, heritage dissemination, archaeological
museums, gender perspective
INTRODUCCIÓN
Esta contribución se enmarca en mi periodo posdoctoral y recoge, de manera muy panorámica, los planteamientos metodológicos y algunos resultados
de mi tesis doctoral, que se inserta de manera general en el ámbito de la
Arqueología de género y feminista, y se acerca principalmente a la difusión
del patrimonio arqueológico de las sociedades iberas (siglos VI-I a.n.e.). El
objetivo principal es evaluar y mejorar las formas de transferencia del conocimiento de las sociedades del pasado desde la perspectiva de género, esto
es, cómo se nos ha contado, por ejemplo, la historia de las sociedades iberas;
si ese relato responde a la realidad objetiva de estas sociedades o sigue insistiendo en destacar como relevantes y trascendentes para la Historia solo
aquellas actividades, innovaciones y gestas que tradicionalmente han protagonizado hombres. Pero también supone un posicionamiento como investigadora, al abordar estrategias para visibilizar y poner en valor la agencia de
las mujeres, así como otros colectivos sociales desplazados del discurso histórico y conseguir, con ello, su incorporación al relato principal de la historia.
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS
Partimos de la idea básica de que la aplicación de la perspectiva de género
en la ciencia mejora, a diferentes niveles –científico, metodológico, social,
…–, la investigación, la generación de conocimiento y su transferencia a la
sociedad. Con ello, no solo se consigue crear pensamiento crítico en torno,
en este caso, a cómo se ha construido la historia; la visibilización de otras
agencias, que han sido desplazadas del relato oficial, contribuye a la mayor
rigurosidad en el estudio y difusión de las sociedades del pasado y, además,
fortalece valores alineados con los ODS y la Agenda 2030, como la igualdad,
la justicia social y la inclusión (fig. 1).
Las instituciones europeas a través de sus diferentes programas marco
(6PM y 7PM) han incidido en la necesidad de incorporar el género como
una categoría de análisis transversal, y así se recoge, por ejemplo, en el Manual El género en la investigación (VV. AA., 2011), poniendo las bases para
una ciencia más integradora y plural. De forma específica, su aplicación al
ámbito de estudio de las sociedades del pasado a través de la arqueología,
permite aproximarnos, desde la materialidad, a cómo debieron abordar las
comunidades del pasado los diferentes aspectos de sus vidas, la esfera de la
cotidianeidad, prácticas rituales, la economía, las relaciones sociales, etc.
que son marcadas o definidas por la identidad social que se construye de
manera diversa en cada sociedad.
Este texto se concibe como la proyección de una forma de trabajo, una
manera de construir o consensuar cómo abordar la transferencia del conocimiento con perspectiva de género en el campo de las humanidades y desde
el posicionamiento feminista. Se propone una serie de herramientas basadas
en la trayectoria de la investigación feminista aplicadas a la transmisión y
la comunicación de la prehistoria y protohistoria, que permitan a investigadoras/es, profesionales del ámbito de la museología, de la educación, de la
ilustración o de la divulgación de la arqueología construir relatos del pasado
desde una posición crítica y situada que potencie la visualización de la agencia de las personas, mostrando variabilidad de edades, de estatus social, de
relaciones interpersonales, relaciones de poder, etc., aspectos todos ellos
que pueden percibirse a través del registro arqueológico desde diferentes
posicionamientos teóricos.
No es objetivo de este artículo una revisión historiográfica de la arqueología de género y feminista, para ello remitimos a algunas publicaciones de
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Figura 1. Esquema del ciclo de la investigación y la transferencia del conocimiento
en Arqueología ¿qué ganamos con la inclusión de la perspectiva de género? Elaboración propia, adaptado de Herranz, 2022.
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carácter general del ámbito español que han abordado sus diferentes planteamientos (Colomer et al., 1999; González Marcén (ed.), 2000; Falcó, 2005;
Sánchez Romero (ed.), 2005; 2007; Prados y López (eds.), 2008; entre otras),
pero sí es necesario resaltar que todo este camino recorrido ha servido como
revulsivo para el ámbito científico de las Humanidades y más concretamente de la Historia y la Arqueología. Partiendo de los planteamientos teóricos desarrollados en las últimas décadas en este campo, propongo un mapa
conceptual que sirve de base para superar el androcentrismo que ha primado
tanto en la generación del conocimiento científico como en su transferencia,
hasta tiempos recientes, para poder aproximarnos de una manera integradora y sin prejuicios a las sociedades del pasado. Para ello nos centramos
en dos pilares fundamentales, el primero tiene que ver con la visibilidad de
las agencias sociales desde la interseccionalidad, tratando de incorporar e
interrelacionar todas esas variables que conforman la identidad social de
las personas, y que puedan ser percibidas a través del registro arqueológico.
El segundo tiene que ver con potenciar una cierta épica de lo cotidiano, de
modo que, si situamos en el centro de la explicación histórica cómo se ha
sustentado la vida de las personas, las denominadas actividades de mantenimiento, definidas en el ámbito de la arqueología feminista (González Marcén et al., 2008; entre otras), pasan a ser acciones relevantes en el desarrollo
histórico de las sociedades (fig. 2).
En esta línea de trabajo, se aborda un modelo de análisis de los discursos construidos sobre las sociedades del pasado aplicable a las instituciones
que custodian y transmiten el patrimonio cultural, museos de arqueología,
centros de interpretación y sitios arqueológicos musealizados, que pueda
poner de manifiesto sesgos de género en los discursos presentados en dichas
instituciones, como se ha señalado en diversas ocasiones (Porter, 1990; Rísquez y Hornos, 2000; Querol, 2005; Soler, 2008; Izquierdo et al., 2012; López
Fernández-Cao et al., 2012; Prados y López (eds.) 2017; entre otras), y cómo
se siguen revelando a través de los diferentes análisis que se vienen desarrollando desde hace varias décadas en nuestro país, que tienen como ejes
fundamentales, los sistemas de presentación y representación de las agencias sociales (Hornos y Rísquez, 2005; Querol y Hornos, 2011; 2015; González
Marcén (coord..), 2012; Vizcaíno, 2016; Bécares, 2019; 2020; Herranz et al.,
2021; entre otros); diagnósticos que han resultado fundamentales para analizar cómo se seleccionan las variables de género, las actitudes, los trabajos
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Figura 2. Esquema de cómo la arqueología de género y feminista puede contribuir
a una imagen y una explicación más completa de las sociedades. Elaboración propia
y los roles que desempeñan mujeres y hombres en la construcción del ideario del pasado, pero también cómo se reflejan aquellas personas fuera de la
normatividad social dominante. Por consiguiente, se convierten es una herramienta necesaria y válida para detectar y evidenciar los sesgos androcéntricos instalados y fuertemente resistentes en las narrativas sobre el pasado.
¿QUÉ PODEMOS EVALUAR?
Este planteamiento incide en varios ejes: las temáticas y enfoques tratados,
así como el lugar otorgado en el discurso y en el espacio expositivo, la selección de piezas, el lenguaje y las representaciones gráficas del pasado. De
modo que, esta propuesta de método se caracteriza por articular un sistema
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estructurado en diferentes niveles de análisis, entendida como una herramienta práctica que tiene como objetivo fundamental incrementar el rigor
científico en la generación de los discursos sobre el pasado a partir de la
ciencia arqueológica, teniendo en cuenta las diversas agencias sociales que
pueden actuar y los contextos de desarrollo. Se parte de un proceso de reflexión amplio desde el punto de vista de la investigación arqueológica, pero
también de las formas de pensar la transferencia social del conocimiento
generado, lo que contribuye a corregir los esquemas de desigualdad que se
arrastran desde el inicio de la disciplina.
La propuesta para revertir estas situaciones de desigualdad e infrarrepresentación de las mujeres, otras identidades de género, la infancia, etc. en las
narrativas de las sociedades de la protohistoria, presentes en las instituciones
museísticas, pasa por conseguir procesos de trabajo estandarizados de diagnóstico, para que las instituciones dispongan de protocolos y herramientas
de autoevaluación que les permitan avanzar en la presentación más igualitaria de sus colecciones y discursos, de lo que ya hay algunos ejemplos en el
ámbito museístico (López Fernández-Cao, M. y Porta, A. (eds.), 2020) (fig. 3).
La metodología de trabajo trata de determinar si la información que se
proporciona a visitantes, además de ser correcta y coherente con los datos
más técnicos de la investigación, lo sea también desde el punto de vista de
la agencia social, de modo que se muestre un conjunto social significativo
y acorde con las actividades documentadas a través del registro arqueológico. El protocolo elaborado se articula en base a distintos ítems o variables,
ordenadas en tres niveles complementarios, no jerarquizados: (1) Selección
de contenidos: temas, aspectos tratados y piezas de apoyo, (2) el análisis
icónico y (3) el análisis del lenguaje (fig. 3). De este modo, se proyecta un
análisis cuantitativo y cualitativo del que se puede desprender valoraciones relacionadas directamente con integración de la variable “género” en
la interpretación histórica. Se plantea, por tanto, un método que pueda ser
aplicable y exportable a contextos de análisis diversos. Nos centramos, aquí,
en una aproximación metodológica general.
PRIMER NIVEL DE ANÁLISIS: TEMÁTICAS, ENFOQUES, ESPACIOS Y
PIEZAS DE APOYO
El punto de partida lo constituye el diagnóstico sobre el enfoque del discurso, que tiene que ver con la propia elección de las temáticas que van
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Figura 3. Esquema general del planteamiento metodológico: Elementos sobre los
que se aplica, tres niveles de análisis principales y ejemplo de tabla para realizar un
diagnóstico general de sala. Elaboración propia
a determinar, en mayor o menor medida, la presencia de sesgos de género. ¿Cómo se estructura el discurso? ¿Qué temas ocupan mayor extensión?
¿Hay diversidad de temáticas que integran distintos aspectos de la vida y
muestran diversidad social?
Observar las temáticas a las que se recurre para explicar el pasado en las
instituciones de la memoria común, qué pautas se repiten o cómo entran las
personas en esos esquemas, permite determinar, por ejemplo, si hay unos
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temas y espacios específicos para los distintos géneros. Así, por ejemplo, para
las sociedades iberas, el espacio doméstico es el que, más frecuentemente, se
asocia a mujeres, también a infantiles y personas ancianas, cuando aparecen;
vinculadas a temáticas del ámbito familiar y el hogar, las cuales han sido
consideradas tradicionalmente fuera del ámbito tecnológico, como puede
ser la producción textil; mientras que el espacio exterior y las actividades
que requieren mayor fuerza o implican, dentro de estos parámetros tradicionales, mayor innovación y tecnología –la caza, desarrollo y uso de tecnología metalúrgica, la producción artesanal, la guerra, el comercio,…– se
asocia preferentemente a hombres; y siendo otras construcciones de género
e identitarias totalmente invisibles en ninguna temática. Esto nos lleva reflexionar sobre las causas de esas asociaciones recurrentes de temas a uno y
otro sexo, construcciones de género, etc. que tienen que ver con cómo se ha
contado la Historia, una Historia fundamentalmente política, económica y
belicista en la que lo doméstico se considera carente de interés para explicar
el desarrollo macro-histórico de las sociedades. La entrada de otras agencias
–personas fuera de la normatividad social dominante, géneros no binarios,
distintas edades, distintos estatus, razas, personas con discapacidad, etc.– es
inusual y está determinada también por la elección de temáticas específicas
que se refieran a ellas, y que persigue su visibilización de forma intencionada. Sin embargo, su incorporación de forma rigurosa al discurso, con todas
las implicaciones que conlleva, propician y favorecen a una explicación más
realista, situada y justa del pasado. Por ello, se convierte en especialmente
relevante hacer una valoración de las temáticas empleadas en los discursos,
como punto de partida para la propuesta de narrativas más amplias y complejas, también más acordes con la heterogeneidad y diversidad en el pasado.
Es importante valorar de forma cuantitativa y cualitativa las temáticas.
Este valor es observable y medible en la organización espacial de los bloques temáticos –m2 dedicados, visibilidad, ocupación de espacios centrales
o periféricos, piezas asociadas, etc. –, las reiteraciones que se producen en el
discurso, así como en el enfoque situado, el tipo de narraciones empleadas y
la construcción formal de las imágenes. Es importante evidenciar qué temáticas se asocian recurrentemente con uno u otro sexo, distintas identidades de
género, edad, etc. así como si se seleccionan temas que propicien una explicación consciente de la sociedad en su conjunto. De modo que en el análisis
será de interés listar las temáticas que se observan en el discurso y las que no.
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¿Están las actividades de mantenimiento en esa lista?
Resulta de interés visualizar de manera general cómo se articula en sala
el discurso y la información, de manera que se sintetice en tablas generales en las que los datos se traduzcan a una serie de símbolos para que, de
manera visual, se obtenga una imagen fácilmente interpretable, en base a
la categoría de género. Este sistema ayuda a visualizar de forma gráfica y
rápida si la exposición presenta grandes sesgos de género o, por el contrario, está equilibrada gracias al sistema de marcas creado. Así, se tienen en
cuenta variables diversas y complementarias, como los temas seleccionados,
la cultura material asociada, referencias textuales e imágenes identificativas.
Las tablas generales se componen de varios campos: Espacio, alusivo a la sala
y emplazamiento de la pieza y el recurso informativo; Piezas, campo en el
que se identifican las piezas que se integran en cada espacio o vitrina; Título
y Temática, para consignar el tema y contenido general donde se insertan
las piezas y el recurso informativo asociado; Referencias con indicadores de
género, donde se lista cada elemento textual e imágenes que muestran algún tipo de marcador de género y edad y que se contabilizan en la columna
final, símbolo, añadiendo la marca de género y edad correspondiente. Esta
tabla permite con un golpe de vista visualizar la cantidad de indicadores de
género y también relativos a la edad, que se pueden percibir en sala (fig. 3).
Fichas específicas de diagnóstico de cada recurso expositivo, que integran la
transcripción de textos, un análisis minucioso de las imágenes y un comentario valorativo, permiten el estudio de carácter cuantitativo y cualitativo y
ayudarán a conformar los datos de las diferentes tablas para el diagnóstico
textual y de imágenes.
SEGUNDO NIVEL DE ANÁLISIS: LAS IMÁGENES
Las imágenes se enmarcan en el sistema de comunicación que contribuye
a la representación de la realidad, de manera que para imaginarnos las sociedades del pasado se recurre, habitualmente, a recreaciones que integran
personas realizando diferentes actividades. Lo que ha ocurrido, en este caso
y hasta época muy reciente, es que en la mayoría de estas representaciones se han construido bajo una lógica patriarcal y presentista, en la que es
frecuente ver a hombres adultos haciendo las actividades consideradas importantes para la subsistencia y el desarrollo de la sociedad, en cambio las
mujeres, si aparecían, lo hacían con un carácter secundario y, fundamen-
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talmente, asociadas a la crianza y en ámbito familiar de forma esencialista,
perpetuado así roles específicos de género; quedando fuera de las representaciones otras construcciones de género.
En este nivel de análisis se han elaborado una serie de tablas, con las
que se puede cuantificar y cualificar los datos relacionados con la presencia
de agencias diversas en los discursos. Las variables que se integran en estas
tablas, surgen de los diferentes estudios mencionados más arriba, y persiguen un diagnóstico general sobre la representación icónica, analizando los
posibles sesgos en base a criterios de tipo cuantitativo y cualitativo. En este
sentido se realiza una tabla genérica en base a criterios de presencia/ausencia, para detectar sesgos de género. Se realizan tablas independientes por
cada una de las variables que se evalúan atendiendo a género masculino,
género femenino y otros géneros no normativos, a las que se le asignará un
valor numérico en función de su presencia o no en las imágenes de los recursos informativos del espacio expositivo y después se interrelacionan los
resultados. Las variables que se han contemplado son las que se enumeran a
continuación, si bien pueden incorporarse nuevas categorías a medida que
la investigación en este campo avance:
• La edad: ¿Se muestran personas de todas las edades? ¿Se desprende
una agencia social relevante de las distintas edades en las representaciones del pasado? (fig. 4).
•
El estatus social: ¿Se muestran personas acordes con diversos estatus
socio-económico-cultural? ¿Prevalece un estatus social concreto?
•
La actividad representada: ¿Qué actividades se representan? ¿Las
mujeres desarrollan actividades importantes socialmente? ¿Aparecen
personas no normativas realizando actividades?
Figura 4. Ejemplo de tabla de diagnóstico icónico referente a las variables: género
femenino y edad. Evalúa la presencia/ausencia de mujeres de distintas edades en la
exposición. Elaboración propia, a partir de Herranz, 2022.
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•
El plano ocupado: ¿Qué planos ocupan mujeres y hombres en las narrativas visuales? ¿Aparecen otros géneros representados? Observar
primeros, segundos planos, personajes completos, encuadres, detalles de partes del cuerpo, etc.
•
La actitud: ¿Participan las mujeres activamente en las escenas? ¿Interaccionan? ¿Los hombres se muestran sensibles? ¿La infancia se
muestra con agencia propia? ¿Y las personas ancianas, participan? Si
aparecen personas no normativas ¿qué actitudes presentan?
•
La salud: ¿Se representan personas enfermas o únicamente personas
sanas?, ¿se muestran los cuidados? ¿Hay personas con corporalidades
fuera de la norma? ¿Se muestran personas con alguna discapacidad o
diversidad funcional o cognitiva?
•
El vestido: ¿Se potencian estereotipos que tienen como base la representación formal del vestido y/o desnudo? ¿Se observan sexualización-erotización excesiva de las mujeres? ¿Se desprenden valores
morales en base a la riqueza o pobreza en el vestido?
•
Otras variables: expresión de emociones ¿Qué se desprende de ellas?
¿Podemos saber el estado de ánimo de las personas?
Este nivel permite profundizar en la representación de los roles sociales
y las actividades que desempeñan las distintas personas. Se observará, en
este caso, si los imaginarios sociales representados adolecen de un sesgo
androcéntrico y presentista o si se representan unas sociedades más diversas, acordes, también, a la información arqueológica. Así, se debería
partir del contexto general de desarrollo de las representaciones, con el
objetivo de evaluar posibles sesgos aprendidos y consolidados. En mi caso
de estudio, muy brevemente, las representaciones de género de las sociedades ibéricas del alto Guadalquivir en el Viaje al Tiempo de los Iberos,
se ha constatado que están fuertemente estereotipadas, representando de
forma habitual a la clase aristocrática (damas y guerreros), también fundamentalmente se muestra gente adulta, sobre todo, hombres realizando
la mayoría de las actividades en todos los espacios, mientras las mujeres
se representan más pasivas, tanto en el ámbito del hogar asociadas a las
actividades textiles, como en prácticas religiosas y funerarias. No hay presencia de otros géneros, y la representación de la infancia y la senectud
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es poco significativa (Herranz y García Luque, 2016; Herranz et al., 2021 y
Herranz, 2022).
TERCER NIVEL DE ANÁLISIS: EL LENGUAJE
El lenguaje constituye la forma en que transmitimos información y comunicamos los discursos de manera escrita u oral. El género, en este caso, es una
variable no exenta de complejidad (García Meseguer, 1994; RAE y ASALE,
2010:25, Márquez, 2013), si bien, en nuestro campo, el problema se observa
cuando se trata de conocer y comunicar cómo eran las sociedades del pasado, qué hacían las personas, cómo se relacionaban entre ellas, dado que el
uso del masculino genérico para incluir a todo el conjunto social es como
un velo opaco que impide diferenciar a las personas. La existencia misma de
un masculino genérico que no existe a la inversa es ya una clara muestra de
desigualdad de género, puesto que evidencia que la construcción de la realidad y de la propia historia, en este caso, se ha realizado desde el punto de
vista masculino, y solo cuando se quiere hablar de las mujeres es cuando se
las nombra (Querol, 2005:35-37). El lenguaje construye la realidad que nos
rodea y el imaginario colectivo, así, los hombres aparecen de forma sistemática como los referentes fundamentales para la supervivencia del grupo, de
los avances tecnológicos y líderes en las jerarquías sociales.
En este sentido se ha abordado una estrategia que tiene en cuenta varios aspectos. Por un lado, lo cuantitativo, donde se analizan los textos y
se contabilizan los términos que remiten al sexo, la construcción de género, diferentes grupos de edad, relaciones de parentesco, estatus social,
actividades desarrolladas, cargos públicos, etc… Una de las variables es la
recurrencia o repetición de palabras clave (términos sensibles al género o
que definen el género), de manera que, se contabiliza la frecuencia con la
que aparece cada término. Otra variable que se ha de tener en cuenta es la
cualitativa, cómo aparecen nombradas las personas en los discursos, por
su nombre, sexo, rol social, actividad que desempeña, en relación a otras
personas u otros géneros, etc. A este respecto contamos con algunos estudios previos (Bécares, 2019, Herranz et al., 2021, Liceras et al., 2022).
Bajo estas premisas, las tablas recogen y evalúan cómo se usa el lenguaje en sus distintas fórmulas (masculino gramatical, femenino gramatical,
masculino genérico, otras fórmulas gramaticales neutras o inclusivas) en
relación a diferentes variables temáticas, contextuales, relacionales, etc.
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que sintetizan la información de los textos de cada recurso expositivo
(para este tipo de análisis es aconsejable contar con las transcripciones de
los textos en formato editable para que se puedan contabilizar con herramientas informáticas).
A partir de los resultados de este tipo de análisis en mi tesis doctoral,
he podido constatar que el uso del masculino en los discursos históricos
cualifica y contribuye a determinar la función o el rol social, económico y
político de los hombres (guerrero, príncipe, artesano, constructor…), mientras que, por norma general, el uso del femenino no contribuye a cualificar a
las mujeres en base a su agencia, porque las mujeres aparecen normalmente
nombradas en las categorías asociadas a sexo-género, edad, estatus, filiación
parental (mujer, esposa, dama, joven, niña…), pero casi nunca se nombran
por la actividad que desempeñan. En este sentido, de forma sucinta, el análisis de frecuencias de términos sensibles al género, sobre el Viaje al Tiempo
de los Iberos, ha determinado que la palabra más usada es príncipe, los iberos o guerrero, aunque también el uso de fórmulas neutras que engloban a
conjuntos más amplios como linaje o familia, siendo los términos referidos
a las mujeres infrarrepresentados, así mujer o divinidad femenina son los
más recurrentes, términos que no permiten una aproximación a la agencia
femenina (Herranz et al., 2021; Herranz, 2022) (fig. 5).
Figura 5. Imagen gráfica de las frecuencias de terminología sensible al género (a
mayor tamaño, mayor frecuencia) resultante del análisis realizado sobre los equipamientos de la ruta Viaje al Tiempo de los Iberos. Elaboración propia, a partir de la
contabilización de cada categoría y el procesador wordle.
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¿QUÉ QUEREMOS CONSEGUIR?
El planteamiento metodológico propuesto persigue la normalización de estándares en el ámbito museístico para la elaboración de discursos más equilibrados en las exposiciones en base, fundamentalmente, a las categorías de
género y edad y atendiendo también a diferentes variables de la identidad
social desde la interseccionalidad. En este sentido, las directrices pasan por
intervenir en los diferentes niveles analizados. Establecer pautas básicas en
cuanto al lenguaje utilizado en la transmisión del conocimiento, en base a
la constatación de que el lenguaje es una de las razones de la invisibilidad
de las mujeres en la prehistoria y la perpetuación de desigualdades sociales,
cómo se ha señalado más arriba. Así, diferentes investigaciones y manuales del ámbito lingüístico promueven fórmulas para la corrección de estas
prácticas (Alario et al., 1995; Méndez y Sasiain, 2006; Guerrero Salazar, 2013;
entre otras). En este sentido, a partir del estudio realizado, propongo una
estimación de porcentajes en relación al uso de los distintos géneros gramaticales para que los discursos fueran más equilibrados. De manera genérica,
lo ideal sería que no se usara el masculino genérico, sin embargo, dado que
por el momento nuestro idioma aún arrastra ciertos usos, se podría contemplar que no superara del 10%; para hablar de la colectividad es preferible
usar una terminología sin marca de género, que puede situarse entre 3040%. Debería mantenerse paridad en las referencias a hombres y mujeres,
entorno al 30-40%, respectivamente, e incorporar terminología que integre
construcciones de género no normativas, entre 10-20%. Si bien, se trata de
estimaciones de carácter orientativo que persiguen la normalización y visibilización de la diversidad social.
Esta metodología tiene como objetivos:
1. Proporcionar unas pautas básicas en cuanto al tratamiento que deben de
tener las representaciones o reconstrucciones del pasado, partiendo, asimismo, de experiencias precedentes en este tipo de diagnósticos, como se ha
visto más arriba, para la generación de nuevos imaginarios del pasado, en
lo que venimos trabajando desde el grupo Pastwomen (González Marcén
y Sánchez Romero 2018; Rísquez, 2021). En este sentido, contamos ya con
las recientes propuestas surgidas de las distintas Jornadas Pastwomen (De
Miguel et al. (coords.), 2023), como el denominado Test de Baeza, una forma
de evaluación de los sistemas de representación en arqueología. Un sistema
que parte de unos criterios básicos (mostrar la diversidad social, ilustrar las
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tareas femeninas, documentar de forma rigurosa el contexto,…) que conduce a una rúbrica jerarquizada en distintos niveles de consecución y que
desemboca en un decálogo que, a modo de resumen, representa de manera
precisa la obtención o no de los criterios que aseguran una perspectiva de
género (González Marcén et al., 2023).
2. Consolidar unos criterios estandarizados para que los museos e instituciones relacionadas con la difusión de la arqueología cumplan criterios de
igualdad en el tratamiento de los discursos históricos, y puedan incluirlos
en los documentos prescriptivos para el uso del personal técnico, así como
para la contratación de diversos de servicios, como exposiciones, actividades
didácticas y programación cultural (Herranz, 2022).
3. Conseguir la excelencia en la presentación al público de las colecciones,
ya que trabajar desde la perspectiva de género y la interseccionalidad contribuye a enriquecer las propuestas museísticas. La incorporación de nuevos fondos museográficos, posibilita el desarrollo de otros contenidos hasta
ahora poco explorados, favoreciendo con ello la superación del sesgo androcéntrico en los museos (Cuesta, 2020; López Fernández-Cao y Fernández
Valencia, 2018).
4. Favorecer el desarrollo de actitudes no sexistas en los espacios públicos
culturales, incluidos los museos arqueológicos, como han señalado tantas
autoras (Prados y López, 2019, entre otras); incorporando, en este caso, las
prácticas coeducativas que incidan en potenciar los valores de igualdad y
corresponsabilidad en dichos espacios (García Luque, 2017; Cacheda, 2019).
VALORACIONES FINALES
La puesta a punto de esta metodología se ha confeccionado sobre el análisis de equipamientos museísticos de la provincia de Jaén asociados a las
sociedades iberas del Alto Guadalquivir (siglos VI-I a.n.e.), entre los que se
incluyen el Museo de Jaén y la ruta turístico-arqueológica el Viaje al tiempo
de los Iberos, cuyos resultados se pueden consultar en varias publicaciones
(Herranz y García-Luque, 2016; Herranz et al., 2021; Herranz, 2022) y que
por razones de espacio no se ha podido desarrollar más en el presente artículo. Sin embargo, quiero destacar que la forma de cambiar los discursos
e imaginarios del pasado es analizándolos de forma consciente en base a la
categoría de género y a la interseccionalidad, evaluando de forma sistemática todo el aparato comunicativo de las instituciones que custodian nuestro
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
legado cultural. Solo conociendo los sesgos existentes se podrán formular
estrategias orientadas a confeccionar nuevos contenidos, seleccionar otro
tipo de piezas, ocupar de forma más equilibrada y diversa el espacio museístico, construir imaginarios más rigurosos del pasado, pero también seremos
más responsables socialmente.
BIBLIOGRAFÍA
Alario, C.; Bengoechea, M.; Lledó, E. y Vargas, A. (1995): Nombra. La representación
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Bécares, L. (2019): Representaciones e identidades de género en los museos arqueológicos asturianos. Tesis Doctoral. Universidad de Oviedo.
Bécares, L. (2020): Memorias e identidades silenciadas. La legitimación del pasado
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PREHISTORIA SIN PRE-JUICIOS. TRABAJANDO
DESDE LA DIDÁCTICA EN EL MUSEO
Laura Fortea Cervera y Eva Ripollés Adelantado
Unitat de difusió, didàctica i exposicions. Museu de Prehistòria de València
RESUMEN
En este artículo presentamos algunos sesgos que acompañan a la Didáctica
en los museos. Además, mostramos algunos elementos que forman parte de
la nuevas salas del Museo de Prehistoria de Valencia, dedicadas a las sociedades cazadoras-recolectoras, especialmente los materiales diseñados para
personas con trastorno del espectro autista.
Palabras clave: Didáctica, museos, autismo, prejuicios
ABSTRACT
In this article, we present some biases that accompany Didactics in museums. Additionally, we showcase some elements that are part of the new
rooms at the Museum of Prehistory in Valencia, dedicated to Hunter-Gatherer Societies, especially the materials designed for people with Autism
Spectrum Disorder.
Keywords: Didactic, museums, autism, prejudices.
INTRODUCCIÓN
Existe un prejuicio de base que afecta a la didáctica en los museos. Hasta
hace poco tiempo la acción educativa en los museos se consideraba un añadido, casi algo ornamental. Así, una vez concluido el montaje expositivo, se
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
diseñaban propuestas y actividades para acercar los contenidos al público.
La didáctica no gozaba de la misma consideración que la investigación o la
conservación de las colecciones y, quizá por eso, era un campo de trabajo en
el que predominaban las mujeres.
A pesar de que actualmente aún pervive este prejuicio en algunos ámbitos, desde nuestra experiencia, y en la línea del concepto actual de museo, la
didáctica debe ser parte integrante de la institución. Si el museo no orienta
su trabajo para que los públicos encuentren un espacio para el aprendizaje y
la reflexión, se convierte en un almacén de objetos destinado exclusivamente a los especialistas.
A este prejuicio que arrastra la didáctica, se suman otros que afectan a
la mirada que proyectamos al pasado y a la manera en que se perciben los
públicos en el presente.
Respecto al pasado hay que asumir dos cuestiones:
• Su interpretación no es objetiva, nuestros esquemas mentales afectan
a las inferencias que extraemos a partir de los restos materiales.
•
Los datos que tenemos del pasado son parciales y, por tanto, las conclusiones también lo son. No podemos conocer con exactitud todos
los aspectos vinculados a las relaciones y la organización social de
aquellos grupos humanos.
Respecto al presente, desde la didáctica en el museo se trabaja para permitir a todo tipo de público (no únicamente escolares) conectar con lo que se
expone, de manera que puedan extraer aprendizajes significativos. El museo
debe ser un espacio “amable” para cualquier persona, donde se pueden aprender muchas cosas, tanto sobre el pasado como sobre la propia existencia.
El Museu de Prehistòria de València se ocupa, desde hace años, de crear
exposiciones y actividades que permitan al mayor número posible de visitantes acceder a los contenidos que genera la investigación, a través del
Servicio de Investigación Prehistórica (SIP).
Para ello, es fundamental establecer puentes, propiciar espacios comunes de entendimiento entre los objetos que se presentan y los públicos del
museo. La didáctica se encarga de construir esos puentes, para generar una
comunicación significativa con las diversas personas que nos visitan.
En el nuevo montaje de las salas dedicadas a las Sociedades Cazadoras y
Recolectoras, inauguradas en diciembre de 2020, no solo se ha actualizado
el discurso de contenidos y la museografía, sino que también se han incor-
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
Figura 1. Salas dedicadas a las Sociedades Cazadoras y Recolectoras, inauguradas
en 2020. Foto: Museu de Prehistòria de València.
porado recursos para integrar a un amplio espectro de visitantes.
En relación al espacio expositivo, se ha procurado que sea acogedor,
despejado y accesible, bajando la altura de las vitrinas y creando bancos
corridos que permiten el acceso a personas con necesidades especiales.
En cuanto a la organización de los contenidos, se ha seguido un recorrido cronológico (del Paleolítico medio al Paleolítico superior), distribuyendo la información a ambos lados de la zona de paso. En la parte izquierda,
se desarrollan los diversos ámbitos temáticos, con especial atención a los
yacimientos clave excavados por el SIP, y en la parte derecha, se presenta
un discurso más transversal, centrado en los cambios climáticos.
A lo largo del itinerario se ofrecen diversas vías de acceso a los contenidos:
• Textos: se ha establecido una jerarquía que va desde los textos generales de los paneles centrales, pasando por los textos temáticos presentes en los fondos de vitrina, hasta las cartelas explicativas de las
piezas. En todos ellos además de aspectos tipográficos, de extensión
y vocabulario comprensible, se ha cuidado el uso del lenguaje para
evitar sesgos de género.
•
También se ha implementado una app en diferentes idiomas, con
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
textos en audio, subtitulados y signados, que permiten el acceso a los
contenidos a personas con diferentes necesidades.
•
Ilustraciones: se ha dado especial relevancia a este apartado, con
obras de Emmanuel Roudier y Francisco Chiner. En ellas se ha procurado que aparezcan todos los miembros del grupo participando en las
diversas tareas que se realizarían durante el Paleolítico.
•
Ambientaciones: también se han incluido ambientaciones que sugieren la diversidad en la ejecución de ciertas actividades.
•
Módulos manipulativos: la manipulación es una buena vía de acceso al conocimiento que conecta con diferentes perfiles de visitantes.
Figura 2. Módulo manipulativo sobre restos vegetales que muestra cómo su estudio aporta información de los ecosistemas y los grupos humanos del pasado. Foto:
Archivo Museu de Prehitòria de València.
40
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
Además, este recurso también sirve para profundizar en algunos aspectos del discurso expositivo.
•
Se han diseñado cuatro módulos interactivos que incluyen temáticas
que no se han podido abordar en el discurso general, como el estudio
de la microfauna, de los restos vegetales, la traceología u otras cuestiones relacionadas con la tecnología lítica. En ellos se propicia la observación, el análisis, la reflexión y la expresión; estrategias cognitivas
básicas para generar aprendizajes significativos.
También se ha incorporado la manipulación en el espacio destinado a la
evolución humana donde, además, se muestra la diversidad de género tanto
en las réplicas elegidas como en las siluetas que aparecen en las cartelas.
En la sala destinada al arte del Paleolítico, se ha incluido un espacio accesible con réplicas en metacrilato de algunas plaquetas. Un recurso que
Figura 3. Portada del cuaderno para personas TEA dedicado al Paleolítico.
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
permite tratar de una manera directa aspectos como las superposiciones o
la representación del movimiento.
Siguiendo con la estrategia del museo de atender a las necesidades de
públicos diversos, hemos preparado un material especialmente destinado a
personas con trastorno del espectro autista (TEA), con la intención de que
puedan integrarse en los circuitos de visita a las salas dedicadas a las Sociedades cazadoras y recolectoras. Su versatilidad hace que también sea útil
para primeros lectores y otros aprendices visuales.
Este proyecto, en el que continuamos trabajando en la actualidad, partió
de Neus Lloret Lloret, arqueóloga y licenciada en Magisterio, que fue becaria
Figura 4. Actividad comunicativa sobre las representaciones artísticas. Cuaderno
para personas TEA dedicado al Paleolítico.
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
de la Unidad de Difusión, Didáctica y Exposiciones en el año 2018. Se trata
de una serie de guías para conocer el contenido del museo e interactuar con
las colecciones a través de actividades de tipo comunicativo, incluidas en el
cuaderno, y de otras manipulativas, que se han incorporado en las salas. El
material se ha trabajado en colaboración con ARASAAC (Portal Aragonés
de sistemas aumentativos y alternativos de comunicación), y tanto la adaptación de los pictogramas como las ilustraciones y el diseño son obra de
Vanesa Mora Casanova.
La metodología que se emplea parte del método Teacch, que basa su
estrategia en la prioridad de lo visual y en la organización clara y concisa de
las consignas de trabajo.
Disponemos de tres cuadernos, el de anticipación, cuya función es que
las personas con TEA se familiaricen con el museo y con lo que se encontraran al llegar, el primero de la serie prehistórica, sobre el Paleolítico, y el
segundo, dedicado al Neolítico.
Los protagonistas de la guía son la abeja Musa y un niño llamado Félix,
Desde el principio del proyecto tuvimos clara la existencia de Musa, la anfitriona del museo. En el caso de Félix, se eligió a un niño porque el TEA
afecta en un porcentaje mayor a los niños que a las niñas. Su nombre surgió
de una consulta que hicimos entre las personas que visitan el museo, tanto presencialmente como en nuestras redes sociales. Así pues, fueron ellas
quienes propusieron y eligieron cómo se llamaría el personaje principal.
Las guías tienen formato de cuento y el contenido se transmite a través de
pictogramas adaptados, texto de carácter narrativo e ilustraciones. Para facilitar la ubicación en la sala de la persona que realiza la visita, los cuadernos
incluyen representaciones del espacio real del museo y fotos de las vitrinas.
En las ilustraciones se ha procurado mostrar la diversidad y evitar sesgos
de género. Así, en las escenas de la vida cotidiana, las actividades de mantenimiento reflejan esa variedad y, además, todas las tareas se presentan a
un mismo nivel. También se ha procurado mostrar la colaboración entre los
diferentes miembros del grupo.
A partir de estas láminas se plantean actividades comunicativas que propician la interacción con las personas que visitan la sala.
Las actividades manipulativas se han articulado a partir de los recursos
que ya estaban incorporados en el montaje expositivo, como las réplicas de
cráneos de la sala de evolución humana, o a través de módulos específicos
43
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
Figura 5. Actividad manipulativa sobre las materias primas utilizadas en el Paleolítico. Foto: Archivo Museu de Prehistòria de València.
que, como ya hemos comentado, están basados en el método Teacch, que
es el que utilizan habitualmente las personas TEA para realizar actividades.
Se han diseñado cuatro propuestas, señalizadas en sala con el icono de
Musa y un número, 1, 2, 3 y 4, que corresponde a cada una de las actividades
manipulativas. En ellas se tratan aspectos como la evolución humana, las
materias primas que se utilizaron en el Paleolítico, la función de algunos
objetos y las representaciones artísticas.
En el desarrollo de este material ha sido fundamental el asesoramiento
de ARASAAC, tanto en el uso de los pictogramas como en el diseño de nuevos símbolos que se adaptaran a nuestras necesidades. Queremos agradecer,
especialmente, a Sergio Palao su ayuda inestimable.
También queremos destacar el trabajo y la estrecha colaboración con
Vanesa Mora, la ilustradora y diseñadora de los cuadernos, que ha sabido
recrear en imágenes tanto los espacios y el personal del museo como los
contenidos científicos a transmitir, adaptándolos a las necesidades de este
tipo de público.
Por último, quisiéramos señalar que tanto este material como todas las
publicaciones del museo se pueden descargar desde nuestra página web:
44
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
www.museuprehistòria.es
http://mupreva.org/publicaciones/divulgacion_educacion/?q=va
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LOS ENIGMAS DE CAECILIA.
UNA NIÑA PATRICIA DE BAETULO
Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa (Museu de Badalona)
RESUMEN
El Museo de Badalona lleva años trabajando para crear espacios educativos y
propuestas que permitirán profundizar en la vida cotidiana y las costumbres
de los habitantes romanos de Baetulo.
La actividad que aquí presentamos es una iniciativa con la que pretendemos familiarizar al estudiantado con la arqueología y la investigación
científica mientras analizan e interpretan los materiales encontrados en una
excavación. Eso nos llevará aconocer la vida de una joven.
Palabras clave: Storytelling, historia en femenino, Baetulo, enigmas, reto de
aprendizaje
ABSTRACT
The Badalona Museum has been working for years to create educational
proposals that will enable it to deepen the daily life and customs of the Romans who inhabited Baetulo.
The activity we are presenting here is an initiative with which we intend
to familiarise students with archaeology and scientific research while analysing and interpreting the materials found in a dig. That will lead us to know
the life of a young girl.
Keywords: Storytelling, female history, Baetulo, mystery, learning challange
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
INTRODUCCIÓN
El Museo de Badalona trabaja, hace años, en la creación de propuestas educativas que permitan profundizar en la vida cotidiana y en las costumbres de
los romanos que habitaron en Baetulo, la ciudad cuyos restos se encuentran
en el subsuelo de su edificio, en el corazón del Dalt la Vila, el barrio antiguo
de Badalona.
La actividad que aquí presentamos es una iniciativa con la que pretendemos que el alumnado se familiarice con la arqueología y con la investigación científica mientras analiza e interpreta los materiales hallados en una
excavación.
EL MUSEU DE BADALONA Y LA MUSEOLOGÍA DE LAS SENSACIONES
El Museo de Badalona es una institución pública municipal, creada en 1955
por el ayuntamiento de la ciudad, para proteger el edificio termal de la ciudad romana de Baetulo. El bagaje arqueológico del museo tiene un largo recorrido, y aunque es un museo de historia de la ciudad desempeña también
Figura 1.1. Musealización de las termas republicanas de Baetulo. Museu de Badalona. Foto: A. Guillén.
48
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Fig. 1.2
Fig. 1.3
Fig. 1.4
Figura 1.2. Espacio decumanus, zona de exposición. Museu de Badalona Foto: A.
Guillén. 1.3. Casa de los delfines, oecus. Museu de Badalona. Foto: A. Guillén. 1.4.
Casa de la hiedra. Museu de Badalona. Foto: Francesca Garcia.
49
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
las tareas de protección del patrimonio histórico de la ciudad Badalona, el
peso de la arqueología, actualmente con aproximadamente 5000 m2 de superficie visitable, ha sido siempre relevante (fig. 1.1, 1.2, 1.3, 1.4).
Actualmente en el subsuelo del edificio del museo, se pueden visitar los
restos de las Termas y del Decumanus maximus, inaugurado en 2010, uno de
los conjuntos arqueológicos de época romana más importantes de Cataluña.
También puede verse la exposición permanente que muestra sobre todo piezas de la Baetulo romana. Situados muy cerca, se pueden visitar los espacios
romanos musealizados del Jardín de Quinto Licinio (2007), la casa de los
Delfines (2008), el conducto de aguas (2008) y la casa de la Hiedra (2021).
Del 2005 al 2021, el museo de Badalona pasó de exhibir 700 m2 de la ciudad romana de Baetulo a más de 5000 m2. Detrás de esta ampliación había
un proyecto que no solo pretendía ampliar y cambiar el discurso expositivo,
sino homogeneizar los espacios arqueológicos visitables y dotarlos de una
museografía innovadora, común a todos ellos.
El nuevo proyecto apostó por una museología envolvente que permitiese al visitante tener una experiencia inmersiva en el legado de la ciudad
romana. Para ello se buscó que el visitante fuera capaz de comprender el
yacimiento con el bagaje de sus propios conocimientos, se trata de lo que
venimos llamando la museografía de las sensaciones.
Para llevarlo a cabo se pintaron las paredes modernas de los diferentes
espacios de color negro y se instaló una iluminación que dio protagonismo
a las estructuras romanas.
La iluminación se proyectó de tal manera que resaltaba los muros de las
estructuras arqueológicas y delimitaba los espacios, creando una proyección
escenográfica de los restos romanos para que de esta manera resultara más
fácil para el público la identificación y comprensión de los espacios que visitaban. A lo largo del recorrido se instalaron sensores, con lo cual las luces
se van encendiendo a medida que el público avanza, ello provoca en el visitante una sensación de descubrimiento de los restos de la ciudad a medida
que se iluminan. La iluminación también se utilizó para focalizar algunos
elementos de los ámbitos, como la decoración de un mosaico, un detalle
constructivo o un elemento de reconstrucción escenográfica (reproducción
de mobiliario y objetos) para comprender mejor su uso y su función. En zonas puntuales se utilizó la luz de color para iluminar y ayudar a comprender
mejor el uso del espacio, por ejemplo, la luz azul en la piscina del frigidarium
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
y la luz rojiza en el albeus de la piscina del caldarium y la chimenea, dos
espacios del edificio de las termas.
Relacionado con los sensores de la iluminación, también se han introducido sonidos (el agua, un carro circulando por la calle, el canto de un gallo,
el viento, etc), y voces en latín. Los sonidos son de carácter ambiental para
generar en el visitante una sensación más inmersiva.
Los atriles son de cristal, impresos de manera interna y en la parte inferior tienen luces led que permiten una buena iluminación de los textos
e imágenes, facilitando su lectura, con traducción a tres idiomas. También
son puntos de luz que iluminan el recorrido. El texto, a partir de un guion
narrativo, pone énfasis en la vida cotidiana y los quehaceres diarios de los
habitantes de Baetulo. Se complementan con imágenes de época romana
de mosaicos figurados, bajorrelieves, pinturas, … de diversos yacimientos
arqueológicos del imperio, dando al visitante una mirada historicista del
imaginario romano (fig. 2).
Al lado de estos atriles se instaló otra estructura plana donde se dispusieron objetos táctiles. Se trata de reproducciones de bajorrelieves romanos que
Figura 2. Casa de los delfines, atriles de texto y táctiles en relieve y objetos. Museu
de Badalona. Foto: A. Guillén.
51
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
ilustran algunas actividades u oficios relacionadas con la función del espacio
que se visita. También encontramos objetos cotidianos, como un estrígilo de
bronce, un ungüentario de vidrio, un pequeño altar de cerámica, … con ello
reforzamos el aprendizaje táctil de los objetos para todo tipo de público.
INTRODUCCIÓN A LA ACTIVIDAD
“Los enigmas de Caecilia. Una niña de Baetulo” es una actividad que realizamos hace 5 años con alumnado de ciclo medio y superior de primaria y
que diseñamos como un aprendizaje basado en retos (ABP) cuyo objetivo
es desarrollar la capacidad de reconstruir la historia, a partir del contenido
didáctico de la cultura material. Mediante dinámicas de trabajo individual y
colaborativo, el alumnado resolverá las incógnitas del reto que planteamos,
hasta llegar a descubrir la vida de nuestra protagonista y de su familia, así
como las costumbres del entorno social de la época.
Imaginamos la propuesta como una práctica que simula una situación
real con suficiente entidad para poder interpelar, llamar la atención de las
y los escolares a quienes va dirigida la iniciativa. Y para facilitar el camino
¿qué mejor que poner nuestro centro de interés en la infancia y en la historia vista desde los ojos de una niña? Trabajar este periodo del desarrollo
humano nos abre un mundo de posibilidades para mostrar aspectos interesantísimos de la cultura y las costumbres de la civilización romana a la par
que, entendemos, provoca la motivación del alumnado, formado por niñas
y niños de edades muy cercanas a la de Caecilia (fig. 3).
La decisión de desarrollar este proyecto surge de la necesidad de abordar
la historia con perspectiva de género después de reflexionar y tomar conciencia sobre el trato de favor que insistente e inconscientemente hemos
dado al hombre, el gran privilegiado de nuestra sociedad patriarcal. Es habitual incluir en nuestro discurso la vida de los emperadores, los logros del
gran productor de vino Marcus Porcius, la figura del dignatario Quinto Licinio, las victorias de los militares o los desmanes cometidos contra los gladiadores. El absoluto protagonismo masculino únicamente deja un pequeño
resquicio para hablar de la mujer en categoría de consorte o como esclava.
La lectura de algunos textos clásicos, el análisis de piezas arqueológicas
y el repaso de publicaciones especializadas en didáctica de la arqueología
han sido fuentes de conocimiento apasionantes que han inspirado una propuesta educativa que se ideó como un taller, pero que se convirtió, por mo-
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Figura 3. Alumnado haciendo el taller.
Museu de Badalona. Foto: Esther Espejo
del Pino.
mentos, en una maleta didáctica con 20 elementos, entre objetos y soportes
con inscripciones. Y aunque nuestra intención no era llegar a ese nivel de
concreción, la actividad se iba convirtiendo en el resultado de la motivación
por construir un personaje verosímil, cuya mirada nos permitiera conocer
algunos acontecimientos históricos vividos en primera persona que no recogen los libros de texto, que no se explican en el aula y tampoco en el museo.
Nos referimos a hechos como: el ritual de paso a la vida adulta, los elevados
índices de mortalidad infantil, el papel de las niñas en el entorno familiar,
la discriminación educativa en favor del niño, la exclusión de la mujer de las
grandes decisiones que afectaban a su futuro o la asignación de roles que la
invisibilizaban socialmente. Y es precisamente aquí (en el momento en que
construimos una alternativa basada en un storytelling creíble en el entorno
del universo femenino y, por tanto, al margen de lo tradicionalmente establecido por los discursos hegemónicos) cuando concedemos una función
social a la arqueología y la convertimos en una herramienta que convida
a reflexionar sobre los orígenes del mundo que habitamos y el porqué de
comportamientos y costumbres “que llevamos escritas en nuestro ADN”.
PROPUESTA DIDÁCTICA
Para diseñar el taller, debíamos tener en cuenta:
• La ciudad de Baetulo: marco geográfico emocionalmente cercano y
familiar para el alumnado.
•
El diseño curricular: los contenidos específicos del área de conocimiento del medio social y cultural que se detallan en el currículo de
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
Primaria según el Departamento de Educación de la Generalitat de
Catalunya, y que concretamos en los puntos siguientes:
•
La romanización en nuestro territorio.
•
Uso de fuentes documentales y materiales para obtener información que permita construir la historia, evidenciando cambios y continuidades a lo largo del tiempo, en algunos hechos
cotidianos.
•
Nociones básicas de tiempo y comprensión de la cronología.
•
Descripción de hechos cotidianos que permitan explicar aspectos de vida personal y familiar.
•
Valoración de la diversidad social, cultural y de género y fomento del respeto ante las diferencias.
•
Análisis diacrónico de algunos aspectos de vida cotidiana a lo
largo del tiempo.
•
Identificación del papel de los hombres y las mujeres en la historia.
Las competencias básicas del ámbito social en la dimensión histórica asociadas al diseño curricular que nos planteamos trabajar en esta actividad son:
• Analizar los cambios y continuidades de hechos históricos para comprender la causalidad histórica.
•
Aplicar procedimientos de investigación histórica a partir de la formulación de preguntas y el análisis de fuentes para interpretar el
pasado.
•
Interpretar el presente como resultado del pasado, para comprender
que el futuro es fruto de decisiones y acciones actuales.
•
Identificar y valorar la identidad individual y colectiva para comprender su intervención en la construcción de sujetos históricos.
Atendiendo a todo ello, establecimos los siguientes objetivos:
• Familiarizar al alumnado con la arqueología y con la investigación
científica.
•
Promover el aprendizaje sobre la civilización romana a través de la
cultura material y la experimentación “hand-on”.
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
•
Analizar e interpretar la historia con perspectiva de género para
conocer el papel de la mujer en la antigüedad.
•
Motivar el diálogo y la reflexión en torno al “somos la consecuencia
del pasado”.
RETO DE APRENDIZAJE
Buscando la conexión con el grupo -nuestro interlocutor-, presentamos un
reto a partir de un storytelling disfrazado de noticia periodística con la que
interpelamos al alumnado y lo motivamos a participar en un proyecto de
investigación. El artículo dice así:
Una de las excavaciones arqueológicas, realizadas el pasado verano en el barrio de Dalt la Vila, ha tenido como resultado el hallazgo de un pequeño baúl metálico. Junto a la magnífica caja, cuyo estado de conservación es excepcional, se ha localizado una pequeña
llave. El equipo de arqueólogos ha podido constatar, rápidamente,
que la llave servía para abrir la cerradura del cofre.
La sorpresa se ha convertido en estupefacción cuando los especialistas han descubierto que la cajita custodiaba algunos objetos y
una especie de documentos con inscripciones extrañas que parecen
códigos secretos o alfabetos antiguos encriptados. Equipos multidisciplinares de las universidades más prestigiosas trabajan ya en
la restauración y en la consolidación de los objetos y documentos
encontrados. Sin duda alguna, se trata de un hallazgo arqueológico sin precedentes que comienza a ser primera página en la prensa
especializada, y a llenar las redes sociales de los expertos en edad
antigua más importantes del mundo.
A pesar de que los especialistas en cultura romana han convenido que el baúl debió ser propiedad de un individuo de corta edad ya
que algunos de los objetos son juguetes, los expertos en epigrafía
han sido incapaces de descifrar el contenido de las inscripciones.
Los técnicos del museo han coincidido en que el alumnado que
habitualmente visita los restos de la Baetulo romana, tiene una capacidad innata para la investigación y descubrirá a ciencia cierta la
información que guardan estos tesoros. Así, han contactado con los
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
centros escolares del entorno para convidarlos a formar parte del
Consejo de Sabios que trabajará en el proyecto Enigmas de Baetulo.
El equipo de redacción de este semanario está seguro de que entre todos harán historia.
Este artículo periodístico, que simulamos haber encontrado publicado
en la revista científica Historia de National Geographic, es la carta de presentación de nuestro taller y recoge todos los aspectos del storytelling que
nos interesaba destacar:
• Plantear un problema “real” en forma de enigma: descubrimiento de
una caja misteriosa.
•
Crear expectación: ¿Podría tratarse de una cápsula del tiempo?
•
Despertar el interés: ¿Qué información nos transmiten las fuentes
primarias que hallamos dentro de la caja? ¿Nos aportan suficientes
pistas/datos para descubrir al personaje que escondió esos tesoros?
•
Empatizar (emotividad): ¿Los objetos podrían ser de una persona de
Figura 4. Alumna descifrando uno de los enigmas. Museu de Badalona.
Foto: Esther Espejo del Pino.
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corta edad?, nuestro personaje secreto, ¿podría tratarse de una niña?
¿Es posible reconstruir su biografía?
•
Convidar a vivir una experiencia inmersiva: participar en un proyecto real que contribuirá a resolver un gran enigma para el que los
expertos no encuentran solución.
RECURSOS
Los alumnos y alumnas dispondrán de:
• Un educador/a que dirige la actividad y ofrece soporte a lo largo de
toda la sesión.
•
Material arqueológico: reproducción de algunas de las piezas halladas en el baúl y de una selección de inscripciones.
•
Reproducción de las inscripciones que hay que descifrar.
Figura 5. Algunos materiales
utilizados para el taller. Museu
de Badalona. Foto: Esther Espejo del Pino.
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•
Material de consulta: diccionario de instrucciones para desencriptar
enigmas, bibliografía para construir un árbol genealógico…
•
Material de trabajo (folios, lápices, gomas, lupa, metro, regla, ...).
LAS PIEZAS DEL BAÚL DE CAECILIA
Cuando iniciamos la búsqueda de diferentes objetos arqueológicos romanos
que pudiera tener Caecilia en su caja, para que nos ayudaran a trabajar las
temáticas antes mencionadas, partimos de la base de que una buena parte de
ellas se pudieran encontrar en el Museu de Badalona.
Pero en muchos casos no tenemos objetos que lleven una inscripción para
poder descifrar los enigmas inscritos que llevaría cada objeto y que nos podría
reforzar una explicación sobre el mismo. Aunque no sea lo habitual, hay ejemplos de objetos con inscripción que corresponden muchas veces al nombre
del propietario, una dedicatoria, … que encontramos en diversos lugares del
imperio. Después de la búsqueda, casi sin darnos cuenta habíamos recogido
una veintena de objetos de procedencia geográfica amplia dentro del imperio
romano. La diferencia de materiales de las piezas ayudaría también a que los
alumnos comprendieran mejor las características con que estaban hechos los
objetos, para poder compararlos con los que usamos para esta función en la
actualidad.
De cada objeto se hizo una ficha con una foto, sus características y diferentes grados de información para el dossier de las educadoras de la actividad.
Figura 6. Ejemplo de ficha de objeto preparada
para los educadores. Museu de Badalona.
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LOS OBJETOS QUE FORMAN PARTE DEL TALLER/MALETA
DIDÁCTICA.
Objeto 1. Caja de madera y bronce,
casa del Menandro, Pompeya
(número de inventario 4274)
(Stefani, G, p. 181).
La llave. La llave con inscripción que abriría la caja, la
encontramos en el campo de legionarios de Neuss, Alemania. Se
trata de la llave del signifer, cargo militar que se encargaba de
repartir el dinero a la tropa. La
inscripción en los dos lados de
la llave dice: “Propiedad del signifer Lucius Fabius de la centuria
de Bassus Claudius”. (Reuter, M;
Schold, 2004, p.31)
La caja. En el mundo romano se
han documentado diversas cajas. Normalmente son de madera con remaches
de metal, no tienen un gran tamaño, la
mayoría sería para guardar perfumes,
cosméticos y otros objetos personales de
gran estima que es lo que planteamos en
el taller, todas ellas con cerrojo para la
llave. (Rottloff, A., 2005, p.91-93 caja de
Tomis, Rumania y p.174 caja de Budapest,
Hungría), (Stefani, G., 2003, p. 181, caja de
Pompeya)
Objeto 2. Llave de bronce del signifer
Lucius Fabius, Neuss, Alemania (Reuter,
M; Scholz, M, p. 12).
La bulla / lúnula. Era un colgante que llevaban los niños que habían nacido ciudadanos libres. El significado es “burbuja” ya que normalmente tiene
una forma redonda, que podía abrirse como una concha si era de metal o bien
podía ser un saquito de piel u otro material. En ella se guardaban amuletos
(piedras preciosas, dientes, plantas, …) que protegían al niño de cualquier mal.
Se la quitaban durante el ritual de paso a la edad adulta, que solía ser a los 16
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años, momento en que se les ponía la toga
virilis. Una de las estatuas más conocida es
la de Nerón niño llevando colgada la bulla
que se conserva en el Museo del Louvre. Conocemos diversas bullas, principalmente de
oro. La encontrada en una tumba en Ariccia,
cerca de Roma, se puede ver en el Museo Nacional Romano (Reggiani, A.M., 1990, p. 25),
también la encontrada en la Casa del Menandro en Pompeya (Stefani, G., 2003, p. 173).
En el caso de las niñas, no está tan claro
que llevaran la bulla, ellas llevaban la lúnula,
un amuleto en forma de medialuna, a veces
decorados, que se quitaban durante el ritual Objeto 3. Bulla de oro, casa de
de paso a la edad adulta cuando iban a ca- las bodas de plata, Pompeya
(Stefani, G, p.173).
sarse.
En nuestro caso la bulla seria del hermano, que murió prematuramente y que Caecilia conservaría en su caja, un hecho
que nos da pie a hablar de la mortalidad infantil en la época romana.
La tablilla de cera. Las tablillas de cera
eran la forma de comunicación, más utilizada
en el mundo romano. Se utilizaba como carta
y se sellaba para el envío, o bien era utilizada
para tomar apuntes, notas, contabilidad, etc.
La tablilla es un soporte ideal para hablar de
como aprendían a escribir los romanos y es
perfecto para equipararlas con las actuales libretas de papel. Las más conocidas son las de
Vindolanda, Hexhan, Reino Unido (Reuter,
M; Schold, 2004, p. 29), Vindonissa, actual
Windisch, Suiza (Reuter, M; Schold, 2004, p.
28) y en Pompeya, Italia del archivo de Lucius
Caecilius Iucundus. (Berry, J, 2009, p. 220)
Objeto 4. Tablillas de cera de la casa de Lucius Caecilius Iucundus en Pompeia
(Berry, J, p. 220).
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
El stylus. Era el instrumento utilizado para escribir en las tablillas de
cera. Se trataba de una pieza de metal o hueso con un extremo acabado
en punta para escribir y otro plano para borrar. En el Blooberg’s European
headquarters de Londres, se encontró un stylus de bronce inscrito por los
cuatro costados. Se ha traducido como:
“He venido de la ciudad. Os traigo un regalo de bienvenida con una punta afilada para que os acordéis de mí. Pido, si la fortuna me lo permite, que
pueda (dar) tan generosamente como el camino es largo (y) mi bolsa está
vacía” (60-50 dC).
Hay otro caso encontrado en Roffach, Alsacia, Francia, que dice “Mi arte
de amar progresará gracias al estudio”. (Reuter, M; Schold, 2004, p. 12).
Objeto 5. Stylus de bronce con inscripción, Roufach, Elsass, Alemania (Reuter, M;
Scholz, M, p. 12).
Pergamino. El papiro seguramente dejo paso al pergamino porque no resistía bien la humedad, y así, fue tomando protagonismo el pergamino hasta
llegar a la edad media. La utilización del pergamino en época romana no se
generalizó hasta el siglo II dC. y su utilización se fue generalizando seguramente, porque también tenía otras ventajas como que se podía escribir en él
Objeto 6. Pergamino. Pergamino catalán escrito en latín entre los años 815-900 dC.
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por las dos caras de la piel, y además se podía raspar o lavar y volver a utilizar.
Damos a conocer otro tipo de soporte para escribir en la época romana.
Se dará a conocer la muerte prematura del hermano pequeño de Caecilia.
Libro con etiqueta. El papiro
era un material muy utilizado para
los documentos y escritos importantes, contratos de todo tipo, del
ámbito social o económico, así
como las ediciones de todo tipo de
libros, que eran textos manuscritos
sobre este material y envuelto en
forma de rollo, sobre todo si se trataba de obras largas, sobre un eje
Objeto 7. Reproducción de un libro de
de madera con los extremos más
papiro con etiqueta.
anchos y planos, para proteger el
papiro. De uno de los extremos normalmente colgaba una etiqueta para su
identificación rápida tal como podemos ver en una pintura de Herculano
(Museo Arqueológico de Nápoles, núm. Inv. 9819) (García, L, 2005, 96-111).
Los papiros más conocidos son los de la biblioteca de la villa de los papiros
en Herculano, Italia (Berry, J, 2009, p. 42-44).
Pluma o cálamo para escribir con tinta. Para escribir
sobre papiro o pergamino los
romanos utilizaban el cálamo (una caña con una punta
rectangular y un corte central
donde quedaba retenida la
tinta) o una pluma de ave, en
cuyo cálamo o cañón, es decir,
la parte sin plumas, se hacía el
mismo proceso. Los tinteros
Objeto 8. Tinteros de bronce y calamos
para escribir con tinta (Berry, J, p. 105).
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acostumbraban a ser de cerámica, pero también podían ser de broce, más
pequeños y con tapa, para facilitar el transporte. En el museo de Badalona
conservamos algunos fragmentos de este tipo de tinteros, sobre todo las
tapas (Reggiani, A.M., 1990, p 70-71).
Placa o chapa identificativa del
perro. Placa conocida a través de los
textos e imágenes del Recuil d’Antiquités
du Comte Caylus. La inscripción dice
así “Perro que vigila el jardín de Quintus Clodius Hermogenianus Olybrius”.
Fue prefecto de la ciudad de Roma en
el año 388. Los animales domésticos
eran presentes en las casas romanas y
Objeto 9. Placa de perro.
tenemos diversas representaciones de
criaturas con sus mascotas, acompañándolos o bien jugando.
Objeto 10. Receta medicinal sobre plomo. Museu de Badalona. Foto: A. Cartagena.
Receta medicinal sobre plomo. En la casa de los Delfines de Baetulo se
encontró una plaquita de plomo con una receta médica, que dice: “Resina de
Siria para curar el hígado, doce onzas”, un objeto que nos permite hablar de
la medicina, de las enfermedades y de la mortalidad en el mundo romano,
especialmente entre las mujeres y los niños (Comas, M, 2003, p.64-65).
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Muñeca de marfil. El museo de Badalona
conserva diversas piernas de barro de un modelo de muñeca de procedencia helenística
que tiene articulados brazos y piernas. Las había también de tejido, conservadas en Egipto,
y se conocen otras muñecas de marfil o hueso
pertenecientes a las niñas de las clases acomodadas, en este caso la articulación de brazos y
piernas se da también en los codos y en las rodillas. Seguramente iban vestidas y en el caso de
la muñeca de marfil de la vía Valeria de Tivoli,
Italia, fechada en el siglo II dC, llevaba un collar
y brazaletes de oro. (Gurri, 2016, 12-13). Nosotras vamos a trabajar con una reproducción de
la muñeca de marfil de Tarragona. Cuando una
mujer romana se casaba ofrecía sus muñecas y
juguetes a la diosa Venus, como parte de los rituales de paso de las niñas a la edad adulta.
Objeto 11. Muñeca de marfil de Tarragona. Museo
Nacional Arqueológico de Tarragona.
Tabas. Las tabas son el antecedente de
los dados, y son los huesos de la zona de los
pies de los ovicaprinos. Los encontramos
frecuentemente en la ciudad de Baetulo,
tienen seis caras, pero para jugar las dos
redondeadas de los extremos no cuentan.
También existen tabas menos frecuentes
de bronce y vidrio. Puede ser un juego de
azar o de habilidad. Hay representaciones
escultóricas y sobre mármol en las que generalmente son niñas las que están jugando
a este juego (Gurri, 2016, 34-36).
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Objeto 12. Tabas. Museu de
Badalona. Foto: A. Cartagena.
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Ficha de juego. Los juegos de
mesa eran muy apreciados por los
romanos. Había tableros de juegos
tan diversos como el actual juego
de las damas, el tres en raya que
también podía jugarse con 6, 9 o
12 fichas, o una especie de parchís
(duodecima scripta) que se jugaba
con 15 fichas y dados. A veces los tableros no eran de madera, sino que
se dibujaban en el suelo de piedra
Objeto 13. Fichas de juego de vidrio, casa
de la calle, o en algunos suelos de
del Menandro, Pompeya (número de
mármol de los jardines y edificios
inventario 4254) (Stefani, G, p. 193).
públicos. En la ciudad romana de
Baetulo se han encontrado, un gran
número de fichas de juego de diferentes materiales, incluso algunas de hueso con forma de perro. Las que más
nos gustan son las de vidrio, con colores contrastados, abundan las de color
azul marino y blancas (Gurri, E, 2016, p. 42-51)
Fusayola. Estas piezas eran el contrapeso del huso, para preparar el
hilo. El arte de hilar y tejer se enseñaba a las niñas romanas ya desde corta edad. En Badalona tenemos fusayolas con decoraciones, conocemos en
Cataluña algunas con inscripciones ibéricas. Aunque son casos puntuales
también las hay con inscripciones en latín; una,
encontrada en Trier, Romenische Landesmuseum,
dice: “Tengo una hija preciosa”, otra de Autun, Lyonaise, França, dice: “Hola
preciosa” (Dondin-Payre, M., Objeto 14. Fusayolas con inscripción.
(Dondin-Payre, M, p. 27).
2012, p.27)
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Objeto 15. Crótalos, instrumento musical
de bronce, Pompeya,
(número de inventario 76943)
(De Caro, S, p. 255).
Los crótalos. Se trata de un
instrumento musical de percusión,
dos platillos de bronce, de los que
se han conservado bastantes ejemplares, presentan un agujero en el
centro donde se cogían con cordones de cuero para manejarlos. En
Italia se conservan varios instrumentos de este tipo. Están muy relacionados con el culto a Isis y Baco,
pero también servían para acompañar rítmicamente cualquier otro
instrumento (De Caro, S., 2003,
p.255). Las niñas cuando dejaban la
escuela estudiaban música y danza,
para poder amenizar las veladas de
la familia.
Objeto 16. Peine de hueso de Modestina.
Peine de hueso o marfil. El uso de peines de madera, hueso y marfil
está documentado des de épocas protohistóricas. En época romana sigue la
tradición de los peines de doble línea de púas, unas para el pelo y la otra para
sacar piojos. La parte central del peine, que normalmente está liso, puntualmente puede tener decoración o incluso inscripciones. Uno de los más
conocidos es el peine de marfil dedicado a Modestina que se encuentra en
el British Museum. Sus letras recortadas dicen “Modestina V(irtus) M(ulier)
E(ximia) E(fficiens)”, es decir, “Modestina mujer virtuosa, excelente y eficaz”. Siglos III-IV dC. Quizás perteneciente al ajuar de su tumba.
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Espejo. Si hay un objeto con que se
representa a la mujer romana es el espejo, tanto en pinturas murales como
en mosaicos de las casas (D’Ambrosio,
A., 2001, 5 y 16). Se conocen en plata
y bronce y algunos con marco de plomo. Las decoraciones también están
presentes en su parte trasera y aluden
normalmente a diosas o a figuras o
bustos femeninos. En la ciudad de Baetulo se conservan diversos fragmentos
de espejos de bronce con decoraciones
lineales por detrás y línea de agujeros
circulares en el borde (Stefani, G., 2003,
p. 105; D’Ambrosio, A., 2001, 28-29)
Objeto 17. Espejo de plata con decoración. 75 aC-25 dC. Casa del Menandro,
Pompeya, (número de inventario 145524) (Stefani, G, p. 193).
Anillo con inscripción. De la
ciudad romana de Baetulo conservamos diversos anillos de oro, plata
y bronce de diferentes tipologías.
Ciertamente las que llaman más
la atención son las alhajas en forma de serpiente, ya sean brazaletes Objeto 18. Anillo de oro con ojos de pasta
o anillos. En este caso escogimos, de vidrio, s. I dC, Oplontis. (número de
inventario 3403) (D’Ambrosio, p.59).
para el anillo de pedida una pieza
de estas características, también
muy documentadas a lo largo y ancho del imperio. (Comas, M; Taly, A; Taly,
J.L., 2009, p. 46), (D’Ambrosio, A., 2001, p.58-59).
La serpiente simbolizaba la fertilidad y ahuyentaba los malos espíritus.
Con esta pieza queríamos representar el anillo de compromiso de boda que
se entregaba a las niñas una vez se había firmado el contrato prematrimonial. Para acabar de redondear el ejemplo quisimos que tuviera una inscripción con la fecha y el nombre del acto, tal como aún se hace hoy en día.
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Existen inscripciones, en brazaletes y anillos, aunque nuevamente son casos
puntuales, como el anillo de oro grabado en griego, en el que se puede leer
“Hariknidas le dedicó [esto] a la diosa Hera de brazos blancos”.
Fíbula. Las fíbulas eran las agujas
que sujetaban y adornaban los vestidos de las mujeres romanas. Presentes
también en la ciudad de Baetulo, con
diversas tipologías y cronologías, buscamos también si algunas pudieran
haber llevado una dedicatoria. Son pocos los casos conocidos, pero podemos
Objeto 19. Fíbulas con inscripción.
(Dondin-Payre, M, p. 27).
hablar de un par de ellas, ambas del
Museo Rulin, Autun, Francia, una de
ellas dice: “Mezclate conmigo, te quiero”, la otra dice: “Venga señora compreme o amame”. (Dondin-Payre, M., 2012, p. 29).
Ungüentario de vidrio ¿Qué
medida que se acercaba el paso
del matrimonio se regalaban a
las futuras esposas algunos objetos muy personales. En este
caso, una persona cercana (una
hermana mayor, una tía, la madre, …), seguro que le habría regalado un ungüentario con un
perfume. En Baetulo tenemos
diversos tipos de ungüentarios,
tanto de vidrio como de cerámica. Junto con ellos normalmente
también encontramos varillas
de hueso y vidrio con incisiones
para aplicar el perfume sobre la
piel. (D’Ambrosio, A., 2001, 23 y
29; Stefani, G., 2003, p. 179).
hay más personal que un perfume? A
Objeto 20. Ungüentarios de vidrio, casa
del Menandro, Pompeya (número de
inventario 5040 y 4894 A) (Stefani, G,
p.179).
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Copa de vidrio. Una copa de vidrio,
un regalo que puede estar relacionada con
el momento de paso de la edad infantil a
la adulta. Conocemos la copa de Colonia
con una leyenda en latín y griego que dice:
“Bebe, que vivirás muchos años”. (DondinPayre, M., 2012, p.29).
Objeto 21. Copa de vidrio con leyenda
sobrepuesta (Dondin-Payre, M, p. 29)
METODOLOGÍA Y TEMPORALIZACIÓN
El taller plantea un aprendizaje que tiene en cuenta los siguientes aspectos metodológicos:
• Metodología significativa: tener en cuenta los conocimientos previos
del alumnado.
•
Metodología constructivista: dotar al alumnado de herramientas
para construir su propio conocimiento.
•
Metodología cooperativa: favorecer el trabajo en equipo y la convivencia -la discusión y el respeto a la diversidad de opiniones-.
Nuestra propuesta está diseñada para un máximo de 25 alumnos divididos en grupos de 3-4 niñas/niños, cada uno de los cuales tendrá un espacio
de trabajo y algunos materiales asignados.
La actividad se desarrolla a lo largo de dos horas con una dinámica de
trabajo que consta de cuatro partes:
• Diálogo previo: valoración de los conocimientos del alumnado.
•
Introducción: explicación de la actividad y de la tarea a realizar, pre-
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via lectura del artículo periodístico de National Geographic que relata el hallazgo arqueológico.
•
Experiencia manipulativa: cada grupo trabaja con diferentes materiales (fotografías de objetos que están en el laboratorio, reproducciones de piezas arqueológicas e inscripciones). Descifran los textos
encriptados, recopilan los datos que se puedan extraer, y proponen
hipótesis a partir del trocito de la historia que acaban de averiguar.
•
Puesta en común grupal de la información que acaban de obtener a
partir de desencriptar las inscripciones y observar los objetos, análisis de las diferentes hipótesis e interpretación conjunta de toda la
información recogida, sobre la biografía de nuestra protagonista,
Caecilia, y su entorno familiar.
•
Construcción de un árbol genealógico que recoge los datos personales de todos los personajes que han conocido, y repaso de los conceptos clave que nos permitirán abrir un debate empático sobre la
función/exclusión de la mujer en la sociedad romana y nuestro papel
en el siglo XXI (pensamiento crítico).
REFLEXIONES Y DESAFÍOS
La colaboración con diferentes centros educativos nos permitió realizar
algunas pruebas piloto, muy necesarias para comprobar si la propuesta era
bien recibida por parte de la comunidad educativa y si respondía a nuestras
expectativas iniciales (fig. 8).
Puesto que realizamos la experiencia con diferentes niveles educativos,
pudimos evaluar conjuntamente (docentes y equipo del museo) que, en
primer lugar, la metodología de trabajo anima al alumnado y despierta su
curiosidad en torno al mundo de la arqueología y, en segundo lugar, que
el taller es toda una aventura motivadora en tanto que permite descubrir y
reconstruir la historia de una niña de edad próxima a la de las alumnas y los
alumnos participantes.
Durante este proceso surgieron algunos retos importantes que nos condujeron a repensar el proyecto educativo y adaptarlo conceptualmente al
alumnado de ciclo medio de Primaria puesto que entre los 8 y los 10 años
todavía conceden credibilidad al hallazgo de una cápsula del tiempo cuyo
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Figura 8. Sesión de prueba piloto de la
actividad. Museu de Badalona.
Foto: Esther Espejo del Pino.
enigmático contenido no puede ser descifrado por expertos en epigrafía.
Esta adaptación vino acompañada de una necesaria simplificación del taller seleccionando una pequeña muestra de los materiales que presentamos
en el presente artículo, mejorando la fácil lectura/ fácil transcripción y teniendo muy en cuenta que el tiempo que las escuelas pueden dedicar a la
actividad, no debe exceder de las 2 horas. Y todo esto sin perder la esencia:
descubrir y reconstruir, a través del método científico, la historia de nuestra
protagonista.
Llegados a este punto nos planteamos ¿qué hacer con el conocimiento
implícito en los materiales descartados?, ¿renunciamos a una parte importante del trabajo de investigación realizado y a la posibilidad de que alumnas y alumnos de otros niveles puedan acercarse a este personaje, que nos
descubre el universo femenino? Este es el punto en el que nos encontramos
actualmente, el desafío de crear una propuesta alternativa, que podamos
implementar con grupos de ciclo superior de Primaria y primer ciclo de Secundaria.
Por otro lado, y después de realizar numerosos talleres con alumnado
de ciclo medio de Primaria, hemos constatado que aprendizaje y juego han
ido de la mano, que hemos cumplido las expectativas educativas y que la
propuesta resulta ser sostenible.
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
Es interesante destacar, en este apartado, que la creación de talleres para
una institución patrimonial como la nuestra, con pocos recursos económicos, requiere del diseño de materiales didácticos versátiles, reutilizables,
fácilmente sustituibles y especialmente asequibles y sostenibles. El equipo
humano del museo tiene experiencia y creatividad para diseñar, maquetar,
reciclar materiales en desuso o dar nuevas oportunidades a artilugios que
abandonamos, tiempo atrás, en el almacén. Esto, sumado a tener una fotocopiadora, una plastificadora, una caladora, una impresora de gran formato
o un par de martillos nos permite crear actividades sostenibles, económica
y ecológicamente hablando. Trabajamos pues en un universo de diseño de
autoprodución con cartulinas de colores, palitos de madera, alambres, cajas
de cartón, tableros de DM, fotocopias plastificadas… al que también hemos
incorporado reproducciones de piezas arqueológicas, como ya venimos explicando en estas páginas.
Y es cuando necesitamos un proveedor que observamos, desde hace unos
años, que tenemos un problema puesto que el mundo de las reproducciones
es costoso y frágil. A la dificultad, cada vez más evidente, de encontrar especialistas en la reproducción de piezas arqueológicas se suma que los materiales con que están construidas dichas piezas (barro, piel, madera, metal,
vidrio o piedra,) se deterioran y rompen fácilmente, con el uso continuado.
Y la cosa no acaba aquí, puesto que debemos sumar el hándicap que supone,
para nosotras cómo técnicas de museos, enfrentarnos a la mayor dificultad
de los últimos años: la Ley de contratos del sector público, que nace con la
voluntad de dar transparencia a la gestión del dinero público pero que se ha
convertido, desafortunadamente, en obstáculo para el desarrollo de nuestra
función creativa. Un debate que, sin duda, requeriría de un profundo análisis en otro foro, pero que no podemos obviar.
Nos encontramos ante un nuevo paradigma: hemos pasado de trabajar
simultáneamente en varios proyectos educativos, a dedicar parte importante del horario laboral a redactar pliegos e informes técnicos para los expedientes de contratación que nos permitirán comprar reproducciones arqueológicas u otros materiales para los talleres. Pero, ¿qué talleres?, si nos
hemos visto obligados a reducir ostensiblemente nuestra dedicación a inventar, experimentar, programar… propuestas educativas nuevas.
La burocratización de la administración pública nos ha hecho perder autonomía. Hasta hace unos años, la gestión del gasto económico que suponía
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
la creación de un nuevo taller era fácil y ágil. Ahora, el proceso se complica
puesto que nos vemos obligados a pasar por incontables filtros administrativos que dificultan y eternizan en el tiempo la materialización de una
nueva actividad. Y esto acaba minando nuestro proceso creativo que, puntualmente, traspasamos a empresas externas (si el presupuesto es asumible).
Empresas que nos prestarán sus servicios siempre que dediquemos nuestro
tiempo de trabajo a gestionar y formalizar su contratación.
Se nos presenta, pues, un escenario de gran desafío al que nos enfrentamos con empeño y con la convicción de que esta realidad no menoscabará nuestro amor por la tarea de continuar creando recursos didácticos que
acerquen la arqueología y el mundo romano a las niñas y niños de todos los
centros educativos.
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DIBUJAR EL PASADO CON EQUILIBRIO: UNA PROPUESTA
DESDE LA ILUSTRACIÓN CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
Iñaki Diéguez Uribeondo
Arqueólogo e ilustrador
www.idu-ilustracion.com
Esperanza Martín Hernández
Arqueóloga e ilustradora
www.dolabra.es
RESUMEN
Este artículo tiene como objetivo ser una herramienta práctica para quienes se enfrentan al desafío de crear una ilustración arqueológico-histórica
desde una perspectiva de género. La guía que proponemos está diseñada
para ser utilizada en las etapas iniciales del proceso creativo y consta de
consejos y sugerencias derivados de nuestra propia experiencia. Aplicarla
requiere un esfuerzo de reflexión previa por parte de todo el equipo involucrado en el desarrollo de la imagen, tanto desde una perspectiva artística
como científica. Su objetivo es ayudar a establecer una base sólida para la
ilustración y detectar posibles errores desde el principio. Hemos tomado
en consideración diversas sugerencias realizadas por nuestras compañeras
de la red Pastwomen durante el desarrollo del denominado Test de Baeza,
al elaborar la propuesta que presentamos. Esta propuesta se basa en nuestro criterio y experiencia como profesionales de ilustración arqueológica.
Palabras clave: Ilustración arqueológica, diversidad, representación/recreación histórica.
ABSTRACT
This article aims to provide a practical tool for those facing the challenge
of creating an archaeological-historical illustration with a gender perspective. The guide we propose is designed to be used in the initial stages of the
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
creative process and consists of tips and suggestions derived from our own
experience. Applying this tool requires a prior effort of reflection from all
the team involved in the development of the image, both from an artistic
and scientific standpoint. Its goal is to help establish a solid foundation
for the illustration and identify potential errors from the outset. We have
taken into account several suggestions made by our colleagues from the
Pastwomen network during the creation process of the so-called Baeza
Test, while crafting the proposal we are presenting. This proposal is based
on our own judgment and experience as professionals of archaeological
illustration.
Keywors: Archaeological illustration, diversity, historical recreation
SIETE CATEGORÍAS
En nuestra propuesta, partimos de siete grandes categorías (o temas) desde los que podemos formular propuestas con perspectiva de género. Varias de ellas se subdividen en subcategorías. Cada una de estas categorías
aborda problemas recurrentes en las ilustraciones que carecen de un enfoque adecuado. Estos problemas son: la falta de rigor, los enfoques tradicionales o patriarcales, la invisibilización de las mujeres, la desproporción
en el número de hombres y mujeres representados, la minusvaloración
de las mujeres, el uso de todo tipo de estereotipos, y la falta de variedad
en la representación de los personajes. A cada uno de estos problemas
corresponde una categoría, y por tanto una solución: el rigor, la novedad,
la presencia, la proporción, la importancia, la no estereotipación y la diversidad.
Este texto sigue una estructura que creemos constituye, en líneas generales, un proceso de trabajo habitual al realizar una reconstrucción
gráfica. Es importante destacar que cada artista tiene su propio proceso
creativo, que puede diferir del que se expone aquí. Sin embargo, consideramos que las categorías que vamos a mencionar deberán decidirse, si se
da el caso, por el tipo de imagen, independientemente del flujo de trabajo
elegido en cada caso. Puede seguirse este proceso de forma más concisa
en la tabla, que incluye consejos y sugerencias para todo el equipo creativo, y que es la herramienta de trabajo que proponemos utilizar.
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Dibujar el pasado con equilibrio
PROCESO DE TRABAJO: FASES
El proyecto
Cuando se recibe un encargo para realizar una ilustración, es habitual que
quien la vaya a realizar comience construyéndose una imagen mental de la
escena. Es probable que, en ese momento, ya haya decidido los elementos
y características básicas. A menudo, quien realiza el encargo puede tener
una idea bastante definida de cómo desea que sea la ilustración. Este es un
momento delicado e importante, ya que las decisiones tomadas en esta etapa inicial condicionarán en gran medida el resultado final. Existe el riesgo
de utilizar otras imágenes como modelos, las cuales pueden estar creadas
desde una perspectiva androcéntrica y resueltas de manera sesgada e incorrecta. A veces, recurrimos a ellas de forma inconsciente con el fin de encon-
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
trar una solución que nos evite construir desde cero una escena compleja y
desconocida en muchos aspectos.
Consideramos que, en este punto, puede ser interesante seguir, de manera más o menos ordenada, los pasos que proponemos en este breve artículo.
Estos pasos nos ayudarán a reflexionar sobre la concepción de nuestra ilustración y a evitar cometer errores fundamentales.
La investigación previa
Categoría 1: Rigor
El primer paso antes de comenzar a crear una ilustración es realizar una
investigación adecuada. Es fundamental familiarizarse con el período histórico y las características de las evidencias materiales de la escena que se va
a recrear. En este sentido, la información proporcionada por el equipo de
investigación es de vital importancia. Sin embargo, si el encargo proviene de
una entidad o persona que no está familiarizada con la información arqueológico-histórica y la fiabilidad de las distintas fuentes, deberemos asumir la
responsabilidad de crear la imagen sin su ayuda. Esto requerirá un mayor
esfuerzo para documentarse de la mejor manera posible. La documentación
se convierte en la base que estructura nuestras imágenes, comenzando desde
el momento del encargo y continuando a lo largo de todo el proceso. Somos
conscientes de su importancia, por lo que la situamos al inicio del trabajo, ya
que sin un conocimiento sólido de los datos no podremos plantear una ilustración de manera adecuada, ni decidir qué información deseamos transmitir
y cómo jerarquizarla.
El rigor implica documentarse utilizando fuentes fiables y respetar los datos conocidos hasta la fecha, sin contradecirlos. Dado que en la investigación
arqueológica e histórica existen muchas interrogantes para las cuales aún no
tenemos respuestas claras, es aconsejable recurrir a soluciones gráficas flexibles cuando las evidencias no sean concluyentes en una dirección u otra. La
ciencia avanza y las imágenes que creamos son esencialmente aproximaciones que están sujetas a revisión con el paso del tiempo, de manera inevitable.
La concepción de la imagen
Categoría 2: Novedad u originalidad de la imagen
Después de haber realizado la investigación en los aspectos fundamenta-
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Dibujar el pasado con equilibrio
les, nos corresponde tomar decisiones de gran importancia: ¿cómo vamos a
concebir nuestra imagen?, ¿le daremos un enfoque innovador?, ¿abordaremos temas o personas poco representados? En definitiva, ¿contribuiremos a
crear una imagen nueva y original que complemente el repertorio existente
sobre ese período histórico?, ¿queremos que el público reflexione sobre nuevos temas o conozca diferentes enfoques sobre temas conocidos?
No debemos renunciar a aportar nuestra propia visión, siempre respetando los datos. La novedad en una ilustración desempeña un papel fundamental, ya que rompe con la inercia del discurso representado y crea nuevos
referentes tanto para el público como para la profesión. Nuestra propuesta
puede servir como fuente de inspiración en diversos aspectos. Además, la
originalidad en sí misma nos ayuda a reflexionar sobre aspectos de nuestro
pasado que no habíamos tenido en cuenta o que considerábamos de poca
importancia. Es natural inspirarnos en el trabajo de otras personas, pero
debemos mantener un espíritu crítico incluso hacia quienes consideramos
referentes. Recordemos que CREAMOS imágenes, no las repetimos.
Por otro lado, somos conscientes de que si la imagen cumple con los
requisitos de las otras categorías, por sí misma será novedosa. Aplicar una
perspectiva inclusiva, no excluyente, a una ilustración es una forma de introducir novedad en el repertorio gráfico existente. Sin embargo, en este
paso nos referimos al planteamiento general o a la temática de la imagen.
Los personajes
Categorías 3 y 4: Presencia y Proporción
Continuando con el proceso, llega el momento de decidir el grado de
visibilidad que se dará a las mujeres y a los hombres en nuestra ilustración.
En primer lugar, abordamos la categoría “Presencia” en un sentido literal. Es una cuestión fundamental: ¿Serán visibles las mujeres en la imagen? Existen más ilustraciones de las que imaginamos en las que las mujeres simplemente no aparecen o no son reconocibles. Son invisibilizadas. La
pregunta inicial que debemos hacernos es si en nuestra imagen es posible
representar a ambos sexos. Si es así, es importante evitar omitir a la mujer
de manera arbitraria o inconsciente.
Luego, decidiremos en qué proporción aproximada representaremos
ambos sexos, considerando las limitaciones impuestas por la realidad que
vamos a representar, evitando forzar estas limitaciones y, al mismo tiempo,
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
sin crear un desequilibrio injustificado. Esto se refiere a la categoría “Proporción”: las mujeres representan la mitad de la humanidad, y esto es algo
que sistemáticamente se ha pasado por alto. Es común que en muchas ilustraciones se dibujen más hombres que mujeres sin motivo alguno. Esto se
debe a que en el discurso patriarcal se identifica de manera recurrente lo
masculino con lo humano, de modo que la representación de un “hombre”
se equipara a “la humanidad”. Hemos internalizado tan profundamente esta
asociación que en muchos casos no somos conscientes de lo arbitrario y
sesgado de este discurso que, por defecto, omite o subrepresenta a la mujer
en las imágenes.
En relación a esta categoría, creemos que existe una importante excepción que llamamos “desproporción intencionada”. Se trata de aquellas
imágenes en las que, de manera consciente, se representa exclusivamente a
mujeres o en las que las mujeres aparecen en una proporción mucho mayor
que los hombres, con una intención específica. Estas imágenes enfocan su
atención en la figura de la mujer y su papel en las sociedades del pasado. En
estos casos, la desproporción puede estar justificada, ya que se busca destacar nuevos temas o compensar las deficiencias en el repertorio de imágenes
existentes. En nuestra opinión, este tipo de imágenes son apropiadas, ya
que buscan equilibrar el discurso androcéntrico. En este sentido, debemos
reflexionar sobre el importante papel que desempeñamos en nuestra profesión para crear nuevos referentes.
El protagonismo y la composición
Categoría 5: Importancia
En esta fase del proceso, debemos decidir los personajes protagonistas de
nuestra imagen. Por lo general, serán quienes tengan mayor relevancia informativa y cumplan con los objetivos comunicativos básicos de la ilustración.
Es importante reflexionar sobre las razones que nos han llevado a elegirlos y
analizar cuáles de ellas o de ellos serán figuras principales. Debemos evitar
asignar el protagonismo a un sexo sobre otro sin una justificación válida.
Tradicionalmente, en las ilustraciones se ha dado a los hombres el papel
protagonista, asociando este sexo con ciertas acciones y evidencias materiales que se consideraban más relevantes, como el dominio, la organización, el
control, la producción, la fabricación, la invención, el intelecto, la fuerza, la
violencia y la guerra. Estos aspectos han sido priorizados sobre otros, mucho
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Dibujar el pasado con equilibrio
menos representados, como las actividades de mantenimiento, el cuidado
en la sociedad, las relaciones personales o la transmisión del conocimiento.
Debemos reflexionar sobre las acciones que estamos eligiendo como “importantes” para representar a una sociedad.
Cuando hablamos de “importancia”, nos referimos a dos subcategorías.
La primera es la mencionada sobre el protagonismo asignado a las personas
en función de las acciones que realizan. La segunda se refiere a los recursos
gráficos que utilizamos para resaltar a los personajes. Debemos estar atentos
para asegurarnos de que esta relevancia no esté desequilibrada de forma
intencionada, destacando a un sexo sobre otro sin una razón lógica.
En relación a esta última subcategoría, nuestra siguiente decisión será
cómo vamos a componer la imagen y cómo distribuiremos los personajes
en ella. Para ello, es necesario realizar un primer boceto que visualice estas decisiones. Determinaremos quiénes ocuparán los primeros planos (y,
por lo tanto, tendrán un mayor tamaño en la imagen) y las áreas de mayor
atención. También consideraremos cómo utilizaremos la composición para
narrar la escena y cómo resaltaremos a los personajes utilizando recursos
gráficos, como colores intensos o llamativos, áreas iluminadas, trazos más
gruesos o más detalles, entre otros.
El tratamiento de los personajes
Categorías 6 y 7: Estereotipación y diversidad
Una vez que hemos definido un primer boceto, es el momento de detallar el dibujo y tomar decisiones sobre el tratamiento que daremos a los
personajes, así como sus características específicas. En esta fase del proceso, es importante tener en cuenta dos grandes categorías: estereotipación y
diversidad. Ambas son amplias y cuentan con subcategorías, por lo que es
necesario reflexionar sobre ellas antes de continuar con nuestro dibujo.
Estereotipación:
Esta categoría se refiere al uso de clichés o soluciones tópicas en la representación de los personajes. Los estereotipos ofrecen una imagen simplista,
sesgada o reduccionista de la mujer o del hombre, y afectan de manera negativa al discurso que queremos transmitir sobre el pasado. A continuación,
podemos considerar algunas subcategorías al plantear nuestro dibujo:
Estereotipación física: se refiere a representar cuerpos, rostros y expresiones muy similares, siguiendo un modelo específico. También implica
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
proyectar cualidades físicas concretas en un sexo, como dibujar cuerpos y
rostros de personas “hermosas” o que se ajusten a un ideal estético, como
hombres musculosos o mujeres hipersexualizadas. Evitar la estereotipación
física implica desafiar los cánones físicos y las modas que pertenecen a otro
discurso, y contribuir a crear nuevos referentes para toda la sociedad.
Estereotipos de actividad: se refiere a representar de manera generalizada a los hombres como activos y a las mujeres como pasivas o realizando
menos acciones concretas. En este sentido, es importante valorar si en nuestra ilustración son principalmente los hombres quienes se muestran activos
y por qué razón. Esta cuestión ya se planteó al hablar del protagonismo.
Estereotipos de actitudes y lenguaje corporal: implica valorar si se representará a hombres y mujeres de manera diferencial, a través de posturas
erguidas, mayor movimiento, posturas dominantes o subordinadas, etc. El
lenguaje corporal puede transmitir estereotipos de género de manera clara.
Estereotipos de roles y papeles: es común atribuir a hombres y mujeres
del pasado roles similares a los que les asignaríamos en el presente, proyectando una serie de prejuicios que provienen de nuestra mentalidad patriarcal heredada. Es importante estar alerta ante esta situación y no atribuir
automáticamente roles que no están respaldados por los datos. No debemos
dar por sentado que una actividad está asociada a un sexo en particular “porque es natural” o “porque siempre ha sido así”.
Estereotipos de estructuras sociales o de parentesco: se trata de evitar
traducir directamente al presente la organización social del pasado sin una
base documental sólida. En muchas ocasiones, especialmente en épocas
prehistóricas, no conocemos en detalle cómo funcionaba la sociedad. Por lo
tanto, es preferible no recurrir a modelos demasiado concretos o cerrados,
ya que podríamos introducir presentismos y arquetipos que se acercan a un
modelo actual y simplificado de familia.
Diversidad:
La diversidad es una categoría esencial que debe tenerse en cuenta al
representar a los personajes en la ilustración. Implica considerar la representación equitativa de diferentes grupos étnicos, edades, orientaciones
sexuales, capacidades físicas y características físicas diversas. Promover la
diversidad en la representación gráfica ayuda a crear una sociedad inclusiva
y evita la segregación y la discriminación.
Es importante reflexionar sobre estos aspectos antes de finalizar el dibu-
84
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Dibujar el pasado con equilibrio
jo, asegurándonos de evitar la estereotipación y promoviendo la diversidad
en la representación de los personajes. Esto enriquecerá el mensaje que queremos transmitir y ofrecerá una visión más completa y justa de la sociedad
que estamos ilustrando.
Como ya se ha dicho, existen varias subcategorías que podemos tener en
cuenta. En relación a la diversidad física y funcional, es fundamental representar la amplia variedad de cuerpos y capacidades funcionales que existen
tanto en hombres como en mujeres. Debemos evitar perpetuar estereotipos,
reconociendo que la diversidad física y funcional es una realidad presente en
todas las sociedades. Esto implica representar a personas diversas, y reflejar
procesos y situaciones corporales habituales, como el embarazo, las heridas
o las enfermedades. Es importante basarnos en datos provenientes de disciplinas científicas como la osteoarqueología y la antropología física para
crear referentes realistas y rigurosos.
En cuanto a la diversidad de edad, es necesario visibilizar a personas
de diferentes grupos etarios, como niños, adolescentes, jóvenes y personas
mayores, y no solo personas adultas. En todas las culturas ha habido diversidad de edades, y es importante otorgarles protagonismo y valor simbólico
en la imagen. Debemos evitar centrarnos únicamente en el grupo de edad
“medio” como normativo, y representar de manera adecuada la composición
social de la cultura que estamos recreando.
La diversidad étnica y cultural es otra subcategoría importante a considerar. Si el contexto de la realidad que estamos representando lo permite o demanda, debemos considerar esta variedad. Es fundamental basarnos en datos
concretos para evitar caer en estereotipos y representaciones simplificadas.
La variedad social también es relevante. Si estamos representando diferentes grupos o clases sociales, debemos mostrar esa diversidad social de
acuerdo con los datos conocidos. Es interesante ilustrar las relaciones sociales entre grupos diferentes si son significativas para el contexto que estamos
representando.
Por último, la diversidad de orientación sexual es otro aspecto importante a tener en cuenta, y hoy día aún está muy invisibilizada en el discurso
tradicional. Es esencial visibilizar las diferentes opciones sexuales y afectivas
existentes, siempre desde un enfoque riguroso.
En resumen, al tratar los personajes en nuestra ilustración, debemos
considerar diferentess tipos de diversidad. Al hacerlo, estaremos creando
85
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
imágenes más inclusivas, realistas y representativas del pasado que queremos retratar.
Conclusiones
Seguir las pautas y consejos presentados en este artículo, puede ayudarnos a construir imágenes más equilibradas y representativas de nuestro pasado. Estas recomendaciones se aplican desde una perspectiva feminista e
inclusiva, y buscan reflejar de manera más equilibrada a toda la sociedad.
Es importante tener en cuenta que los consejos proporcionados aquí son
propuestas en construcción: abiertas, modificables y colaborativas. Esperamos que con el tiempo y las contribuciones de todas las personas interesadas, tanto a nivel conceptual como en la aplicación práctica, se puedan
mejorar y enriquecer aún más.
En última instancia, al utilizar estas pautas y reflexionar sobre cómo representamos a los personajes en nuestras imágenes, podemos contribuir a
construir un entorno visual más inclusivo y representativo, fomentando la
diversidad, la inclusión y el respeto en nuestra sociedad.
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INVESTIGACIÓN
FEMINISTA EN ACCIÓN
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NO HAY INVESTIGACIÓN FEMINISTA SIN METODOLOGÍA
FEMINISTA: ALGUNAS REFLEXIONES GENERALES
Carmen Rueda Galán
Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica
Universidad de Jaén-Red Pastwomen
Nos adentramos, en este bloque, en estudios que aluden a ámbitos diversos,
así como a enfoques heterogéneos que nos proporciona un rico marco de
contrastación y debate que es reflejo de las propias dinámicas de investigación que se desarrollan desde posicionamientos feministas. No es objetivo
de este trabajo introductorio hacer un exhaustivo análisis sobre el impacto
de la investigación feminista en disciplinas científicas como la arqueología
o la historia, tampoco abordar un recorrido sistemático por la historia de
la arqueología feminista en España. Sí nos interesa, en cambio y como base
reflexiva, poner en valor algunos rasgos que, en conjunto, contribuyen a
la definición de esta línea, sin duda uno de los ámbitos más dinámicos en
el panorama de la investigación arqueológica en la actualidad. Y es que la
arqueología feminista ha proporcionado un espacio importante de reflexión
teórica, con un marcado cariz autocrítico, también en lo que respecta la metodología y a la práctica arqueológica; ha proporcionado nuevas hipótesis
desde nuevas preguntas y está contribuyendo a generar narrativas históricas
renovadas (González Marcén, 2008; Montón Subías y Lozano Rubio, 2012:
164-165). Sin duda, desde parámetros de implicación social, la arqueología
feminista contribuye como motor de transformación, potenciando aproximaciones transversales e interdisciplinares, el desarrollo del pensamiento
científico y de crítica histórica, pero también la concienciación sobre los
valores y la utilidad del patrimonio arqueológico para, con todo ello, reforzar planteamientos y posicionamientos contra las desigualdades (González
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CARMEN RUEDA GALÁN
Marcén, 2018). Incorporar a las mujeres en sus propios procesos históricos
(de los que fueron también protagonistas), contribuye irremediablemente a
poner en el centro del análisis a las relaciones de género que son claves para
la comprensión de las sociedades del pasado, también de aspectos a nivel
identitario, prestando atención a las múltiples voces (y géneros) que nos
permiten diseñar propuestas desde perspectivas más sociales. Desde estos
planteamientos se refuerza el reconocimiento de la enorme diversidad de
las sociedades del pasado, visibilizando lo colectivo frente a la individualidad y potenciando valores sociales de diversidad, igualdad, colaboración y
sostenibilidad (Sánchez Romero, 2014).
Partimos de una trayectoria, una generalogía del pensamiento feminista
y de unas experiencias que han sido claves y que han puesto de manifiesto cómo el feminismo ha transformado las formas de pensar las categorías
de análisis en disciplinas científicas diversas (historia, antropología, biología, etc.), incorporando reflexiones críticas necesarias y rompiendo los tan
debatidos y manidos estereotipos fijados respecto a la construcción de las
narrativas del pasado, pero también respecto a los discursos que se generan
en torno a la profesión científica. Es el caso de la arqueología, que ha pasado por etapas de evidente diferenciación sexual del trabajo, observable, por
ejemplo, en la distribución y selección de temáticas en los planteamientos
de tesis doctorales o en los proyectos de investigación, que no ha hecho sino
sumar en ese constructo marcadamente diferenciador entre el trabajo de los
hombres y las mujeres en el contexto de la disciplina (Ruiz Martínez, 2008).
Un ejemplo claro es el caso de los análisis territoriales en arqueología, en los
que las mujeres han tenido más escasa implicación (contando con algunas
referentes ineludibles: por ejemplo, Orejas del Saco, 1995), aspecto que se
está cambiando favorablemente en los últimos años, pero que es necesario
reforzar a través de una mayor incorporación de investigadoras a este tipo
de estudios y a la dirección de proyectos de análisis territorial. Este manifiesto carácter masculino de las investigaciones territoriales ha marcado
formas concretas de aproximación a aspectos teóricos y metodológicos relacionados con ámbitos clave para la comprensión de las sociedades pasadas,
como la organización del territorio, la apropiación del paisaje o las agencias
que participan en las transformaciones del espacio natural. Las perspectivas
feministas están suponiendo un avance en la medida que están propiciando,
entre otras cuestiones, el tránsito de los ámbitos de estudio de las mujeres
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No hay investigación feminista sin metodología feminista
desde una escala microespacial (el espacio doméstico, urbano, acotado, privado,…) a una escala macroespacial, lo que implica un impulso sustancial
en las interpretaciones, porque conlleva situar a las mujeres en diversos y
heterogéneos planos de interacción social, reivindicando que se desenvolvieron en estos ámbitos y formaron parte activa de las estrategias de cohesión y significación social (construcción de identidades). En general, lo que
ha intentado (y está consiguiendo) la arqueología feminista ha sido ampliar
el espacio social y físico de las mujeres, reivindicando que sus actividades
transcienden y también se encontraban en el espacio público, ese territorio
y esfera de representación política y social, tradicionalmente asignada a los
hombres (Montón Subías, 2000) (fig.1).
Figura 1. Las mujeres nos estamos incorporando paulatinamente a líneas de
trabajo tradicionalmente representadas por hombres. Es el caso de la Arqueología
del Conflicto, en el que se están generando equipos en los que las mujeres van
adquiriendo un rol cada vez más activo y decisivo, también en lo que respecta a
los trabajos de campo (Rueda Galán et al., 2015; Martín Hernández, 2024). En la
imagen, trabajos en el marco del Proyecto Metauro (Fossombrone, Urbino, Italia).
Foto: Carmen Rueda Galán.
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CARMEN RUEDA GALÁN
La perspectiva feminista no se ha restringido al debate teórico, el feminismo cuestiona las preguntas, pero también las formas de aproximación,
siendo siempre consciente de la necesidad de articular metodologías de análisis y de reflexión propias, teniendo como base de aplicación un registro que
no es unívoco (ni nominal en masculino), sino que depende de las preguntas
que hacemos y, sobre todo, de las formas de mirar que aplicamos. No hay,
desde mi punto de vista, investigación feminista sin metodología feminista
(una metodología no sesgada de origen), en la medida que quien emprende
una investigacion desde estos parámetros sitúa su objeto y preguntas de
análisis desde su propia sensibilización por la problemática de las relaciones
de género y la desigualdad (Bartra, 2012). Pero no defiendo el subjetivismo
idealista, ni un nuevo esencialismo, sino potenciar los canales que nos llevan
a una nueva práctica científica, teniendo como rasgo clave la fuerte interdisciplinariedad y transversalidad (también el análisis multiescalar) en la
que se sustentan ampliamente las investigaciones feministas, fundamental
para abordar propuestas e hipótesis que son verificables. Asimismo, es importante la implicación activa en todo el proceso de investigación, desde el
establecimiento de los supuestos de análisis, la construcción de las preguntas, la selección de las técnicas y métodos orientados, la sistematización de
resultados y el establecimiento de las propuestas interpretativas, como vía
para combatir la idea, instalada durante demasiado tiempo, sobre el rol secundario de la mujer en los procesos de generación del conocimiento y combatir la discriminación en la práctica arqueológica (Cruz Berrocal, 2009: 27).
Todos estos aspectos entroncan directamente con las formas de hacer
y de trabajar en disciplinas como la arqueología, que posee aún un sesgo
individualista, cierto aire de mitificación científica y, en determinados contextos, un carácter hipercompetitivo. La arqueología feminista ha mostrado
el interés por transformar estos esquemas asumidos, poniendo de relieve,
como ya apuntaron Sandra Montón y Sandra Lozano, las evidentes disfunciones entre los valores desde los que se argumentan y movilizan los posicionamientos feministas y aquellos que rigen las realidades actuales de la
práctica profesional y académica en arqueología (Montón Subías y Lozano
Rubio, 2012: 168). Frente a esto, formas de trabajar, como las que encontramos y compartimos en contextos de investigación feminista, propician la
cooperación frente a la competitividad, la colaboración que parte de objetivos comunes y compartidos que pasan por querer dotar de visibilidad a las
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No hay investigación feminista sin metodología feminista
líneas de investigación que se vinculan al estudio de la cultura material de
las mujeres, todo ello en un marco de análisis reflexivo, además de originado desde perspectivas diversas y complementarias. Pastwomen es reflejo de
estas prácticas y de estas dinámicas que potencian la pluralidad de voces,
la reciprocidad y retroalimentación, así como el debate intergeneracional
y profundamente cooperativo y transversal (Rísquez, 2021; Rueda Galán et
al., 2021; Gonzalez Marcén et al., 2022; García Luque et al., 2023; De Miguel
Ibáñez et al., 2023).
Las contribuciones que se desarrollarán a continuación parten de proyectos distintos y de experiencias de investigación individuales y/o colectivas que confluyen en un lugar común: el interés, como eje transversal, por
dar visibilidad a esas líneas de investigación (y a sus metodologías) que se
vinculan al estudio arqueológico de las mujeres, de manera específica relacionadas con el análisis de yacimientos y fuentes histórico-arqueológicas
(iconografía, fuentes textuales) y con propuestas de difusión y patrimonialización que se analizan desde los presupuestos de la ética de los cuidados y
se generan como recursos para combatir los sesgos en los relatos históricos.
Algunas de estas experiencias se desarrollan en el marco de la Red Pastwomen, otras se incorporan desde ámbitos externos, nutriendo y enriqueciendo las miradas.
Iniciamos este recorrido con la propuesta de Esther López-Montalvo,
que nos sumerge en la iconografía femenina en el arte prehistórico levantino y lo hace partiendo de un proceso de deconstrucción de modelos fuertemente “impregnados por la concepción masculina del cuerpo de las mujeres”. Paradigmas de belleza, conceptualizados en términos ampliamente
aceptados (Venus), estatismo frente a dinamismo con clara diferenciación
sexual en las lecturas o estudios de comportamiento y función social desde
posicionamientos tradicionales son algunas de las cuestiones que la autora
aborda y debate desde un análisis y metodología no sesgada que le permite
la generación de bases para nuevas perspectivas aplicadas a este registro
arqueológico, todo ello necesariamente contextualizado en las dinámicas
territoriales leídas a escala regional y en la secuencia temporal (lectura de
procesos). Este estudio viene a contribuir a recientes interpretaciones que
sitúan en un plano protagonista el papel activo de las mujeres en actividades
de producción y mantenimiento, trasladando, consecuentemente, el clásico
cariz místico que ha acompañado a las interpretaciones de estas imágenes
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CARMEN RUEDA GALÁN
femeninas y poniendo de relieve las relaciones de género desde una necesaria lectura complementaria (Masvidal Fernández y Picazo Gurina, 2005).
Además, desde un constante esfuerzo de contextualización general, la autora realiza interesantes propuestas sobre el origen de procesos de desigualdad y transformaciones en la organización social, que tienen reflejo en cambios en el uso y en la presencia de la imagen femenina en el arte levantino.
Con el sugerente título Entre las palabras ajenas y las propias. ¿Qué sabemos de las esclavas en la Roma Antigua? Carla Rubiera Cancelas aborda el estudio de la esclavitud en esta época. La autora da voz a uno de los colectivos
más vulnerables de la Antigüedad y lo hace desde una convicción y posición
científica que la conduce a reflexionar, desde la interseccionalidad, sobre
realidades sociales muy alejadas de la imagen convencional de la Antigua
Roma. La variable de género, tal y como pone de relieve Carla, se incorpora
de manera irremediable en la construcción de un método que enfrenta el
reto de analizar a estos colectivos infravalorados e infrarrepresentados en
las fuentes escritas y epigráficas. La autora se sustenta en este tipo de registro para aplicar una metodología de gran interés que parte del estudio
de los procesos de esclavitud en época contemporánea, para poner en valor
aspectos a tener en cuenta en los escasos testimonios sobre este colectivo,
tanto a través de relatos indirectos (voces de la clase privilegiada), como
a través de otros más directos y personales. Desde estos posicionamientos
hace un esfuerzo para recuperar estas voces silenciadas que contribuyen a
aproximaciones sobre las heterogéneas realidades de la esclavitud romana.
La epigrafía funeraria es, sin duda, un referente y base de análisis. A través
de ella, la autora lee entre líneas desde perspectivas de categorización y función de la esclavitud, de los trabajos identificados a partir de la recuperación de historias disímiles, de nodrizas, de mujeres cautivas de guerra, etc.
También, desde el punto de vista relacional, recupera vínculos a través de
algunos testimonios conmovedores de madres y esposos, que ayudan a comprender la vida de estas mujeres. En definitiva, rescata nombres propios,
como Jucunda, Claudia o Cándida que nos acompañan en este fundamental
trabajo de recuperación de memorias ocultas e infravaloradas.
Las siguientes contribuciones se vinculan al ámbito de la arqueología
pública, la patrimonialización y la transferencia social desde perspectivas feministas. El primer trabajo, firmado por Laia Colomer, se centra en recientes
experiencias de memorización y patrimonialización, aportando reflexiones
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No hay investigación feminista sin metodología feminista
desde el feminismo. Parte de algunos argumentos fundamentales que nos
ayudan a situar la posición y argumentación de la autora, también sus críticas en el uso del patrimonio desde perspectivas disfrazadas de neutralidad,
pero que esconden un marcado sesgo patriarcal. Una idea es fundamental,
el patrimonio, como construcción cultural, tiene género y se incorpora, se
moldea y se explica desde posiciones predominantes, entre ellas desde el
propio discurso patriarcal. Pero Laia expone otra evidencia y es la enorme
capacidad de las narrativas patrimoniales para expresar nuestras identidades y para definir nuestras memorias colectivas. Desde estos argumentos
se hace fundamental aplicar miradas críticas y propuestas con vocación
transformadora, como las que proceden de la arqueología feminista. Dos
ejemplos ilustran estos posicionamientos teóricos, Womens Lives Matters y
experiencias memorización vinculadas a experiencias traumáticas. El primero de los casos pretende redimensionar lo feminista dentro del Black Lives
Matter, en un intento acertado por deconstruir la masculinidad patriarcal
de las narrativas y acciones enmarcadas en este movimiento, que ha obviado y olvidado su esencia feminista e interseccional. Un ejemplo de cómo el
patriarcado sigue marcando el discurso sobre lo patrimonial. El segundo
caso parte de experiencias que ponen en valor el uso del patrimonio desde
la ética del cuidado, a partir de procesos de memorialización y patrimonialización que adquieren un rol de sustento y sanación a nivel comunal y social.
Sin duda, renovaciones metodológicas que generan un interesante marco de
referencia para reflexionar sobre cómo valorizar el patrimonio.
La última aportación, presentada por Paula Jardón Giner, Beatriz Sánchez Justicia y Begoña Soler Mayor, aborda una acción enmarcada en la Red
Pastwomen. En 2022, celebrábamos los 15 años de Pastwomen, como espacio
abierto, amplio y colaborativo orientado a promover los estudios históricosarqueológicos desde perspectivas feministas. En ese contexto se articularon
distintas estrategias de valorización y difusión de la red, entre ellas la elaboración de una exposición que presentara la investigación generada a lo largo
de este camino de colaboración. Con el título Pastwomen. Otras miradas al
pasado, esta exposición virtual, que ya está disponible en abierto (https://
otrasmiradas.pastwomen.net/), tiene como objetivo principal contribuir,
con otras miradas sobre el pasado, a combatir los sesgos, ausencias y olvidos
intencionados, teniendo como base una investigación y una metodología
feminista. Las autoras nos guían a través de un recorrido panorámico por to-
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CARMEN RUEDA GALÁN
dos los ámbitos propuestos, que abordan espacios y contextos heterogéneos
que reflejan la riqueza de la acción y agencia de las mujeres del pasado. Este
es uno de los aspectos que se desprenden del recorrido planteado por ellas,
que ofrece coordenadas espaciales y contextuales a diferentes escalas (tecnologías cotidianas, espacios vividos, espacios de muerte, espacios de y para
el cuidado, …), así como a la referencia dinámica del curso de la vida y al
papel variado y cambiante que las mujeres desempeñaron en el seno de sus
sociedades. La perspectiva transversal y diacrónica es fundamental, también
la especial atención que se presta a las acciones y herramientas de divulgación. De esta manera esta contribución resalta cuestiones relacionadas con
los itinerarios educativos que, con apartados tan sugerentes como “Miradas
para aprender”, indicen en la reflexión, la pregunta y la visión crítica para situar y contextualizar el conocimiento, todo ello a partir de la generación de
contenidos lúdicos, imaginativos y atractivos que potencian la interacción.
De hecho, esta exposición destaca por un diseño que incorpora más de 300
recursos, que incluyen imágenes de piezas arqueológicas, animaciones 3D,
audiovisuales y láminas e ilustraciones, muchas de ellas generadas desde
los proyectos propios de Pastwomen. En conjunto, y como se detalla en la
propia presentación de la exposición, una propuesta de gran interés que se
convierte en una ventana abierta para conocer en profundidad a las mujeres
y a otros colectivos infravalorados e invisibilizados en el relato histórico.
Visita a la sala de Sociedades Prehistòricas. Museu de Prehistòria de València.
Foto: Begoña Soler Mayor.
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No hay investigación feminista sin metodología feminista
BIBLIOGRAFÍA
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CARMEN RUEDA GALÁN
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LA MUJER EN EL ARTE LEVANTINO: IMÁGENES
DEL PASADO, MIRADAS DEL PRESENTE
Esther López-Montalvo
TRACES UMR5608
Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) Toulouse, Francia
RESUMEN
La figura humana en el arte rupestre levantino aporta una valiosa información sobre cómo se percibían y organizaban las sociedades que producían estas pinturas. El relativo interés por la figura femenina, y la forma
en que se ha abordado su estudio, ha contribuido a crear una imagen sesgada de los roles de género y de la forma en que hombres y mujeres han sido
considerados a lo largo de la secuencia levantina.
En este artículo realizamos una lectura crítica de la historiografía y proponemos nuevos enfoques para el análisis de género en la tradición gráfica
levantina. Nuestro enfoque cuestiona el estudio aislado de la figura femenina y revela rupturas importantes en los parámetros gráficos que definen los
roles de género, que podrían ser la base de cambios significativos en la organización social.
Palabras clave: Arte Levantino, Arco Mediterráneo Peninsular, Neolítico,
Género, Horizontes estilísticos.
ABSTRACT
The human figure in Levantine rock art provides valuable information on
how the societies producing these paintings perceived and organised themselves. The relative interest in the female figure, and the way in which its
study has been approached has contributed to a biased picture of gender
roles and the way in which men and women have been considered throughout the Levantine sequence.
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
In this paper we undertake a critical reading of the historiography and
propose new approaches to the analysis of gender in the Levantine graphic
tradition. Our focus questions the isolated study of the female figure, and
reveals major ruptures in the graphic parameters that define gender roles,
which could underlie significant changes in social organisation.
Keywords: Spanish levantine rock art, iberian mediterranean basin, neolithic, gender, stylistic horizons.
INTRODUCCIÓN
El arte rupestre levantino ha suscitado múltiples debates, siendo sin duda
la discusión en torno a su marco cronológico y su atribución cultural la que
mayor número de páginas ha ocupado (Alonso y Grimal, 1994; Jordá, 1966;
Mateo, 2008; Ripoll, 1991-1992; Villaverde et al., 2012; Viñas et al., 2012, etc.).
La dificultad de obtener dataciones absolutas directamente de sus pigmentos (López-Montalvo, 2017) ha dirigido la atención a los temas representados
en sus paneles, tanto actividades como elementos distintivos de la cultura
material, en un intento de extrapolar argumentos sobre el modo de vida y
la organización socio-económica de las sociedades autoras que permitiera
situar esta tradición gráfica en el tiempo. Aunque con grandes divergencias
a la hora de situar el cursor en la línea temporal, cuya valoración queda fuera
del propósito de este trabajo, en la actualidad se admite la emergencia de
este horizonte gráfico en el marco del proceso de neolitización del arco mediterráneo peninsular (VI milenio cal. a.C). Es la atribución cultural la que
suscita mayores controversias: mientras que para unos sería una expresión
pictórica propia de los últimos cazadores-recolectores mesolíticos (Alonso y
Grimal, 1994; Mateo, 2008; Utrilla et al., 2012; Utrilla y Bea, 2015, etc.), otros
lo considerarían un nuevo modo de representación gráfica que acompañaría
la implantación y expansión de las primeras sociedades agrícolas y ganaderas en este territorio (García Atiénzar, 2011; García Puchol et al., 2004;
López-Montalvo, 2018; Martí Oliver, 2003; Martí Oliver y Juan-Cabanilles,
2002; Molina et al., 2003, Villaverde et al., 2016).
Estos desencuentros en el plano temporal contrastan con un mayor
consenso a la hora de subrayar los rasgos que definirían la singularidad
de las pinturas levantinas. Entre ellos, la irrupción de la figura humana
en los paneles, dotada de un gran dinamismo y resuelta de manera na-
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
turalista, es sin duda el principal elemento distintivo, por cuanto supone
una importante ruptura con respecto a otras tradiciones gráficas. El fuerte
componente narrativo de las escenas y el detalle con el que se diseña la
figura humana ofrecen una rica información sobre actividades sociales y
económicas, así como sobre elementos de la cultura material – armamento, vestimenta o adorno– que, por lo general, no han dejado huella en el registro arqueológico. El arte levantino, por el potencial de información que
atesora, constituye un archivo a cielo abierto de las sociedades autoras.
A lo largo de más de un siglo de investigaciones, la figura humana ha
sido objeto de especial interés, y ello por diversos motivos. En primer lugar, es importante destacar que la representación humana nos informa
sobre el modo en que el individuo se percibe, y esa percepción engloba
una dimensión social ligada a la identidad colectiva. En ciertas secuencias
regionales, como la que hemos podido caracterizar en Valltorta-Gassulla
(Castelló) (Domingo, 2006; López-Montalvo, 2007; Villaverde et al., 2002),
son significativos los cambios que se producen en la figuración humana,
con tipos atentos a la personificación a través de atributos anatómicos o
sociales, frente a otros que recrean un estereotipo estricto, lo que reforzaría la idea de colectividad frente al individuo. Dentro de esa noción de
percepción propia y de identidad social, la representación de hombres y
mujeres nos ofrece a su vez una visión interesante en torno a la construcción del género como categoría social. Además, la figuración humana
nos muestra su interacción con el medio, en este caso con una valiosa
información sobre el lugar que ocuparon ciertas especies animales en el
espectro socio-simbólico y económico de estas comunidades. Por último,
la apariencia de los individuos representados, distinguidos por vestimenta
y adorno, en ocasiones armados o asociados a otros tipos de enseres, ha
favorecido aproximaciones de tipo arqueo-etnológico, sobre las que han
construido propuestas cronológicas que han hecho oscilar el péndulo del
tiempo desde el Paleolítico (Breuil y Cabré, 1909; Obermaier y Wernert,
1919) hasta etapas avanzadas del Neolítico o incluso la Edad del Bronce
(Jordá, 1971 y 1974; Galiana, 1985).
A pesar de la importancia incontestable de la figura humana, el tratamiento que han recibido la figuración masculina y femenina a lo largo de
la historiografía ha sido desigual, lo que ha contribuido a menoscabar la
entidad de las mujeres en los paneles levantinos y a ofrecer una imagen
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
difusa de las relaciones de género en estas comunidades. En este desequilibrio han influido múltiples factores, algunos tienen que ver con los propios códigos gráficos de esta tradición pictórica, como es el hecho de que
la figura masculina prevalezca en los paneles; otros están más ligados a
una proyección de los modelos androcéntricos y presentistas, bien arraigados en el estudio de las sociedades prehistóricas (Conkey y Spector, 1984).
Teniendo en cuenta estas premisas, a lo largo de estas líneas abordaremos, en primer lugar, un breve análisis en torno al interés y al modo en que
se ha estudiado la representación femenina en el arte levantino a lo largo
de más de un siglo de investigaciones. En este primer apartado, trataremos
de contextualizar esos estudios en el marco del pensamiento social y científico en boga, de manera que sea posible comprender los diferentes sesgos
que han prevalecido a lo largo de gran parte del siglo XX y, en consecuencia, el posicionamiento crítico que emerge con las nuevas perspectivas feministas y de género en arqueología. En segundo lugar, nuestro propósito
es abrir una reflexión en torno a la representación femenina como objeto
de estudio en sí mismo. Junto con el análisis de las convenciones gráficas
que identifican a las mujeres en esta tradición pictórica, creemos necesario
reevaluar cuáles deben ser las perspectivas que deben prevalecer en un
análisis arqueo-antropológico de estas representaciones, sin olvidar que el
arte levantino, como toda manifestación gráfica, es una producción material que no puede desvincularse de su contexto de producción.
DIOSAS, DAMAS, DAMITAS, VENUS…EN DEFINITIVA, MUJERES:
DEL ARTE PREHISTÓRICO COMO RELIGIÓN A LA ARQUEOLOGÍA
FEMINISTA Y DE GÉNERO
Los primeros conjuntos con pinturas levantinas se descubren poco después
de iniciarse el siglo XX, en el marco del Regeneracionismo, dentro de un
clima de auténtica efervescencia cultural. Se asiste en esos momentos al
reconocimiento e institucionalización de la Arqueología y al nacimiento de
Instituciones y Comisiones Nacionales de Investigación (Ayarzagüena y Salas, 2018), que constituirán un gran estímulo en los trabajos de prospección,
estudio y documentación de los nuevos hallazgos. Esta sucesión constante
de descubrimientos y el clima favorable creado por las nuevas instituciones
atrajeron a su vez el interés de investigadores extranjeros, en un período
marcado a su vez por una política colonial e imperialista en Europa, que
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
también se extendería a la ciencia. Dos de esos investigadores, H. Breuil y
H. Obermaier, cuyos trabajos en España fueron financiados por el recién
creado Institut de Paléontologie Humaine de Paris (Díaz-Andreu, 2002),
influyeron de manera decidida en la perspectiva teórica de análisis y en la
propia interpretación del arte levantino (López-Montalvo, 2010).
En concreto, H. Breuil contribuyó al estudio y documentación de los primeros conjuntos levantinos, y en ellos aplicó los mismos principios teóricos
e interpretativos que en el caso del arte paleolítico: una evolución lineal en
la secuencia estilística, en la que aventuraba la noción de progreso – de lo
simple a lo complejo, de lo grotesco a lo clásico– (Moro Abadía y González
Sainz, 2006), y una visión religiosa o totémica de estas pinturas que emanaba
de la influencia que la etnología católica tuvo en sus trabajos y que, en gran
medida, comportaba un cierto desprecio hacia la capacidad intelectual de las
sociedades autoras. Casualmente, dos de los primeros conjuntos estudiados
por H. Breuil, en colaboración con J. Cabré y P. Serrano, la Roca dels Moros de Cogul (Lleida) (1909) y la Cueva de la Vieja (Alpera, Albacete) (1912),
presentaban destacadas figuras femeninas en sus paneles. Estos conjuntos
nos permiten ilustrar el tratamiento que recibe la figuración de la mujer en
los primeros trabajos sobre las pinturas levantinas, en el que claramente se
intuye la influencia de las corrientes interpretativas contemporáneas del arte
paleolítico y de la propia consideración de las estatuillas femeninas descubiertas en Francia e Italia desde finales del XIX (Bisson y White, 1996).
Lo primero que llama la atención es el uso intencionado del lenguaje.
El recurso al término “dama” en lugar de “mujer” para referirse a las representaciones femeninas de Cogul y La Vieja en estos primeros trabajos no
sorprende si lo enmarcamos en el tratamiento que la escuela francesa daba
a las estatuillas de mujeres que habían sido descubiertas en los yacimientos
de Grimaldi (Liguria), Brassempouy (Landes) o Laussel, entre otros (Bisson
y White, 1996). Estas representaciones femeninas se dividían entre “damas”
y “venus”, quedando este último término relegado a aquellas representaciones de anatomía voluptuosa e hipertrofia genital. En contra de lo que podría
suponerse, el término “venus” en este contexto nada tiene que ver con el
canon de belleza del arte clásico ni con la mitología greco-romana. Paradójicamente su uso esconde claras connotaciones racistas y colonialistas, y
debe ponerse en relación con la exhibición en París de una antigua esclava
bosquimana, Saartjie Baartman, llamada “Venus hotentote”, cuyos rasgos
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
físicos esteatopigios recordaban a las recién descubiertas estatuillas femeninas (Blanchard, 2013). La esteatopigia se consideró un marcador filogenético
y favoreció la construcción de un discurso racial sobre la naturaleza y origen
de las poblaciones paleolíticas europeas (Hurel, 2013). Los rasgos esteatopigios fueron evocados por H. Breuil en su estudio de las figuras femeninas de
la Cueva de La Vieja (1912), aunque de manera muy tímida, ya que en aquel
momento la esteatopigia asociada a las figurillas paleolíticas comenzaba a
ser fuertemente contestada desde la medicina (Regnault, 1912). Todo ello
desarmaba el argumento que elevaba a raza los rasgos físicos de poblaciones
paleolíticas plasmados en el arte mueble y que señalaba un claro parentesco
con las poblaciones hotentote y bosquimana del África austral (Piette, 1894).
La esteatopigia, curiosamente, volverá a ser evocada décadas después en los
trabajos de A. Beltrán para describir la anatomía de ciertas representaciones
femeninas (Beltrán, 1966, 1968; Beltrán et al., 2002).
El uso de “damas” o “damitas”, aunque no de manera sistemática, se perpetúa en la literatura (Porcar, 1940), incluso hasta tiempos recientes (Mesado, 1999; Alonso y Grimal, 2007; Jordán Montes, 2010, etc.). El término
“venus”, sin embargo, aparece muy tardíamente y de manera puntual para
referirse a la mujer representada en Covetes del Puntal (Valltorta, Castelló)(Viñas, 1982). Su uso en este caso tiene la clara intención de comparar
la disposición singular de la mujer del Puntal con la de las representaciones femeninas del abrigo de La Madelaine (Tursac, Francia), de cronología
magdaleniense.
La descripción de las representaciones femeninas levantinas está fuertemente impregnada de la concepción masculina del cuerpo y del comportamiento de la mujer en la sociedad occidental, algo que debe ponerse en
relación con el hecho de que la investigación sobre arte levantino, al menos hasta las últimas décadas del siglo XX, haya sido liderada por hombres
(Diaz-Andreu, 1999). La sublimación de la forma y de la “belleza” de la figura
femenina es recurrente, llegando en ocasiones a una romantización poética en las propias descripciones. Baste señalar como ejemplo la descripción
que realiza J.B. Porcar sobre la mujer del abrigo de Racó Gasparo “…bella
figura femenina de talle joven, orientada e inclinada a la derecha, en equilibrio: elegante y ceremonioso de sus voluptuosas caderas; junta reverentemente sus manos como sosteniendo un pañuelo o quizás un abanico. Peina
redonda y graciosa cabellera. (…) La ingenua dama de Ares que derrama su
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
ternura sobre cervatillo y la del viril carrerista desenfrenado que arrebata a su
amada”(Porcar, 1965, p. 12). Estas descripciones recurren a adjetivos como
“delicado”, “gracioso” o “elegante”, redundando así en una sublimación de
la femineidad estrechamente asociada a la idea de sumisión o pasividad.
Frente a esta concepción de lo femenino se opone la noción de “virilidad”,
como sinónimo de acción y valentía, evocada en muchos trabajos a la hora
de describir la figuración masculina y las actividades que el hombre desempeña en los paneles (Porcar, 1965; Mesado, 1995; Jordá, 1974). N. Mesado
describe así la escena del Cingle de Palanques (Castelló): “Junto al cazador
precedente, tras él, diminuta, veremos a su “mujer”(…). Aparece casi como un
trofeo más de tan alto personaje (…) Clara actitud de sumisión e ineficacia
ante una escena viril en la que están relegadas siempre las mujeres” (Mesado,
1995, p. 25). Esa noción de delicadeza y elegancia referida a la postura en que
se representan estas figuras se completa con una descripción de su anatomía
adornada con adjetivos, como “voluptuoso” o “prominente”, para referirse a
caderas o pechos.
Sobre el papel de la mujer en los paneles, la posición relativamente estática de muchas figuras, en ocasiones aisladas espacialmente o aparentemente desvinculadas desde el punto de vista narrativo de las actividades
desarrolladas por los hombres, fue un aspecto reiterado desde los primeros
trabajos (Breuil y Cabré, 1909; Cabré, 1915; Obermaier, 1916). Ello contribuyó
a la construcción de un discurso que, a la vez que otorgaba una dimensión
mística a la mujer profundamente ligada a su fertilidad, le desposeía de todo
valor social. En efecto, Breuil, fuertemente influido por la etnografía católica
y fascinado por la magia y el totemismo de los mal llamados pueblos primitivos, se apropió de la nueva corriente interpretativa iniciada por S. Reinach
(1903), por la que las representaciones gráficas pasaban a considerarse como
expresiones mágicas o totémicas de los grupos prehistóricos. Dentro de esta
corriente, se daba por hecho que eran hombres los autores de pinturas y
grabados, y que los rasgos sexuales exagerados favorecían la fertilidad femenina, por lo que la figuración de mujeres tenía como única función potenciar
la procreación. Es esa perspectiva la que aplica Breuil en sus trabajos sobre
las figuras femeninas de Cogul y La Vieja. Si bien las primeras las integra
en una escena de danza procreadora en torno a un hombre de sexo bien
marcado, a la manera de las prácticas chamánicas de los Bushman (Breuil y
Cabré, 1909), en el caso de las segundas se interroga si al menos una de ella
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
no sería un ídolo de una divinidad fecunda o tutelar (Breuil et al., 1912). Años
después, Cabré reformula esta interpretación y sugiere que una de las mujeres “sostiene un objeto indeterminado, que por su forma debe ser un informe
ídolo, titular, de alguna divinidad fecundadora” (Cabré, 1915, p. 198).
Esa idea incipiente de la mujer como divinidad dentro de rituales de fertilidad se incrusta con fuerza en la literatura hasta los años 2000, y ello con
independencia de la perspectiva con la que se aborda el estudio del arte
levantino o incluso de los distintos posicionamientos en torno a la edad y
raigambre cultural de estas pinturas. Así, la asociación mujer-diosa-fecundidad es recurrente en los trabajos de A. Beltrán, aunque quizás cobra mayor
fuerza en su última etapa coincidiendo con el estudio de conjuntos como
Los Chaparros o Val del Charco del Agua Amarga, ambos en la provincia de
Teruel (Beltrán, 1998; Beltrán et al., 2002). En el primero, la representación
de una de las pocas mujeres embarazadas en esta tradición gráfica, le lleva a
establecer toda una teoría sobre rituales de fecundidad, en los que las oquedades de la pared se concebirían incluso como posibles vulvas; en el caso de
la segunda, subraya su altura desusada y su valor especial como “base de la
fecundidad” (Beltrán et al., 2002, p. 202). También F.J. Jordá integra la idea
de que la presencia femenina en los paneles encarna una especie de deidad,
bien asociada a ritos agrícolas, a danzas de procreación o de protección o
a posibles tauromaquias (Jordá, 1976). La consideración de la mujer como
diosa de la fertilidad se repite insistentemente (Mateo, 2003; Soria y Payer,
1999; Jordán Montes, 2010, entre otros), incluso en aquellos trabajos en los
que se pretende una perspectiva con tintes más feministas (Olaria, 2000).
Esta interpretación de las representaciones femeninas como deidades
debe enmarcarse en la corriente conocida como “Movimiento de la Diosa
Madre” (Snyder, 2018), que aunque hunde sus raíces en la primera mitad del
siglo XX, coincidiendo con la prolífica secuencia de descubrimientos de figurillas femeninas de cronología paleolítica y neolítica, es a partir de la segunda
mitad cuando alcanza mayor envergadura a través de los trabajos de M. Gimbutas (1989) y J. Cauvin (1994), entre otros. Este movimiento ha sido contestado, en sus fundamentos teóricos y metodológicos, desde la antropología,
la sociología y la arqueología feministas (Conkey y Tringham, 1995; Cohen,
2003; Díaz-Andreu, 1999; Escoriza, 2002). Son muchos los puntos de desencuentro, pero baste señalar que ese carácter religioso atribuido a la mujer,
ligado fuertemente a su capacidad fecundadora, ha contribuido a enmascarar
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
su verdadero papel social y a relegar a un segundo plano cualquier actividad
que las mujeres pudieran ejercer más allá del alumbramiento y la crianza.
En este sentido y por lo que se refiere al arte levantino, es significativa la
lectura de las escenas en las que intervienen las mujeres como meras actividades de índole ritual, generalmente danzas, a pesar del carácter hierático
de muchas de estas figuraciones, como sería el caso ya comentado de las
mujeres de Cogul (Breuil y Cabré, 1909), de la pareja de la Cueva de la Vieja
(Alpera), que por la posición de los pies Jordá (1975) considera una danza,
de una de las figuradas en la Cova del Polvorín (Castelló), que tanto Vilaseca como Beltrán interpretan como una danzarina (Vilaseca, 1947; Beltrán,
1968), o las supuestas mujeres del Barranco del Pajarejo (Teruel), de cuya
lectura Almagro deduce una danza fálica (Almagro, 1960), idea compartida
posteriormente por varios autores (Beltrán, 1966; Ripoll, 1963).
No deja de resultar llamativo, y así ha sido señalado anteriormente por
otras investigadoras (Díaz-Andreu, 1999; Escoriza, 2006), cómo la presencia
de una figura femenina, asociada espacial y narrativamente a representaciones masculinas, puede condicionar la lectura de una escena, bien excluyendo a la mujer de dicha actividad bien proponiendo una interpretación alternativa. Este sería el caso de la lectura que propone F.J. Jordá sobre la escena
de enfrentamiento de Coves del Civil (Tírig, Castelló), en la que la presencia
de al menos una figura femenina, claramente integrada en el amplio grupo
de arqueros, impregna automáticamente un carácter sacro, concluyendo así
que se trata de “una danza guerrera realizada bajo la protección de una posible divinidad” (Jordá, 1975, p. 170). Pero también las escenas en que intervienen únicamente mujeres y en las que podría sugerirse una posible actividad
relacionada con el trabajo de la tierra, como es el caso de la documentada
en el abrigo de El Ciervo (Dos Aguas, València), se transforman en ritos y
danzas “ante una posible dea” (Jordá, 1975, p. 175). Tampoco el gran tamaño
de ciertas representaciones femeninas, como las de Val del Charco del Agua
Amarga (Teruel), de las que Cabré ya señaló que superaban en más de 10 cm
a las masculinas (Cabré, 1915), su mayor número o posición destacada en los
paneles facilitó un cambio en la orientación de un discurso centrado en un
mero carácter ritual fálico y fecundador.
El sesgo androcentrista sobrepasa los temas anteriormente evocados
para extenderse a la escasa importancia que reciben paneles como Cogul,
Polvorín (Pobla de Benifassà, Castelló), Centelles (Albocàsser, Castelló), Los
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
Grajos (Cieza, Murcia) o Gavidia (Bicorp, València), entre otros, donde la
importante concentración de representaciones femeninas ofrece una oportunidad única de indagar sobre el papel de estas mujeres y de las relaciones
que pudieron mantener entre ellas en el seno de las sociedades autoras. Resulta paradójica la lectura de estos paneles, en la que se sobredimensiona
el papel masculino dentro de la escena, incluso cuando, como es el caso
de Cogul, los hombres cobran menor relevancia tanto en número como en
el tratamiento gráfico que reciben. A pesar de ello, Cabré habla de “el protagonista” para referirse al único hombre representado en la composición
integrada por, al menos, nueve mujeres (Cabré, 1915, p. 177)., a pesar de su
menor tamaño y su posición marginal.
La perspectiva androcéntrica que ha dirigido el estudio de las sociedades
del pasado comenzó a ser cuestionada a finales de los años sesenta, coincidiendo con la pujanza de los movimientos feministas y la emergencia de
la arqueología post-procesual (Sánchez Romero, 2005), aunque los trabajos
que abrirían la senda al enfoque de género en Arqueología aparecerían décadas más tarde de la mano de la Antropología (Conkey y Spector, 1984). En
España, los primeros estudios de género en arqueología aparecerían tímidamente a finales de los ochenta (Dommasnes y Montón-Subías, 2012). En
el caso del arte levantino, no es hasta la década de los 90 cuando irrumpen
los primeros trabajos focalizados en el estudio de la representación femenina (Alonso y Grimal, 1993), paralelamente a otros que por primera vez
cuestionan el sesgo androcentrista imperante en el estudio de las escenas
levantinas desde un posicionamiento feminista (Escoriza, 1996) o de género
(Díaz-Andreu, 1999).
Los trabajos de A. Alonso y A. Grimal aportaron una compilación exhaustiva de las representaciones femeninas identificadas hasta ese momento y
redefinieron los indicios gráficos que permitían identificar a las mujeres en
el arte levantino, ya esbozados de manera sucinta por A. Beltrán en décadas
anteriores (1966). Distintos niveles de análisis sirvieron para, en primer lugar,
confrontar rasgos biológicos/sexuales con convenciones o atributos sociales
(adorno, vestimenta y objetos asociados) distintivos de las representaciones
femeninas. En una segunda fase, el análisis escénico y narrativo ahondaba en
el tipo de composiciones y en el propio papel de la mujer en los paneles. Por
último, se proponía por primera vez una tipología de la figura femenina, que
seguía los mismos criterios morfológicos aplicados a la masculina– relación
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
tronco-extremidades, modelado y proporción entre dichos ejes– (Alonso,
1993). Si bien los dos primeros niveles de análisis son relevantes y permitieron a los autores afinar los códigos gráficos propios de la representación de
mujeres, que han sido valorados o matizados posteriormente desde distintas perspectivas (Escoriza, 2002; Lillo, 2014), en nuestra opinión la aportación más interesante es su propuesta tipológica, y ello por varios motivos: en
primer lugar, contribuyó a esbozar un primer análisis de estas figuraciones
con una perspectiva territorial, lo que permitió señalar elementos comunes a
esta tradición gráfica frente a particularidades regionales. En segundo lugar y
aunque muy tímidamente y sin realizar un verdadero análisis integrado entre
los tipos masculinos y femeninos resultantes (Alonso y Grimal, 1993, 1996),
se propusieron algunas valoraciones sobre tipos o conceptos coincidentes en
la representación de hombres y mujeres, lo que sin duda creemos es clave
para indagar en la concepción del género y en las convenciones gráficas que
permiten su discriminación en esta tradición gráfica.
Sobre la compilación de representaciones femeninas realizada por Alonso y Grimal se construyeron nuevos discursos instalados en posiciones más
próximas a la sociología o la antropología que al método arqueológico, en
los que se ponía el acento en el peso de la perspectiva androcéntrica y presentista. Ello dio lugar a propuestas alternativas en la interpretación de los
paneles, en las que se trataba de dar mayor visibilidad a las mujeres, realzando las actividades de producción femenina, toda vez que se cuestionaba
la idea de “un arte de cazadores” de autoría masculina (Díaz Andreu, 1999;
Escoriza, 2002; Olaria, 2000 y 2011).
El mayor exponente de esta corriente ha sido el trabajo impulsado desde
finales de los 90 por T. Escoriza (1996, 2002 y 2006), del que pueden señalarse varias aportaciones relevantes. En primer lugar, Escoriza realizó una
revisión crítica de la historiografía que puso de relieve los distintos sesgos
que han contribuido a invisibilizar a la figura femenina. Para ello analizó el
uso intencionado del lenguaje con descripciones que contribuían a reforzar
el carácter pasivo de la mujer y la escasa relevancia de sus actividades frente
a la sublimación del hombre, protagonista de la guerra y la caza. En segundo
lugar, señaló la necesidad de repensar la representación del género en el arte
levantino a partir de un estudio sistemático que incluyera igualmente a las
figuras de sexo indeterminado o no sexuadas. Estas propuestas serían retomadas por M. Díaz-Andreu (1999), aún con una perspectiva distinta sobre
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
el relativo valor de la categoría de género en el arte levantino. Por último y
desde un posicionamiento propio del feminismo materialista, Escoriza aplicó la Teoría de la producción de la vida social en la lectura de los paneles,
destacando así aquellas actividades económicas y sociales vinculadas a las
mujeres, y apuntando desde bases del materialismo histórico una clara división sexual en las tareas en la que intuye una clara opresión hacia la mujer.
También los trabajos de C. Olaria (2000 y 2011) han perseguido dar nueva
luz a las actividades vinculadas a las mujeres, en lo que la autora califica
como tareas de “producción y reproducción”. En este caso, contrariamente
a lo expuesto por Escoriza, Olaria aboga por una división de tareas que no
conllevaría la supeditación social y económica de la mujer.
Sin duda, estos primeros trabajos fueron determinantes para plantear
nuevas lecturas de los paneles. En ellos se cuestionó el rol pasivo atribuido a
las mujeres y, enlazando con las corrientes defendidas desde hacía décadas
por la antropología americana, insistieron en que ciertas tareas económicas,
pero, sobre todo, aquellas vinculadas a los cuidados y el mantenimiento habían sido determinantes en el desarrollo de las comunidades prehistóricas
(Gero y Conkey, 1991; Gero, 1991, etc.).
El alcance de estos trabajos pioneros con perspectiva feminista y de género debe, sin embargo, valorarse conjuntamente con el modo en que se
analizan los paneles levantinos. Un elemento que condiciona el resultado de
estos estudios es la propia documentación sobre la que se sustentan sus propuestas. En muchos casos, se recurre a calcos que pertenecen a publicaciones antiguas, que bien adolecen del detalle necesario bien ofrecen escenas
fragmentadas, o a soportes fotográficos que pueden conducir a identificaciones erróneas. Por otro lado, en el estudio de los paneles prima generalmente una perspectiva descriptiva, en la que no se suele tener en cuenta
la complejidad de un palimpsesto construido a lo largo del tiempo, en el
que fases decorativas, estilos figurativos y procesos compositivos van dando
forma a un discurso narrativo cuyo sentido pudo ir mutando a lo largo del
tiempo. Algunos de estos puntos débiles se subsanan parcialmente en la
tesis doctoral de M. Lillo (2014), sobre todo por lo que respecta al uso de una
documentación más actualizada o, en determinados casos, por la observación in situ de las representaciones objeto de estudio. Su investigación, sin
embargo, mantiene una perspectiva territorial que, si bien le permite valorar
la dispersión y concentración significativa de las figuras femeninas en cier-
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
tas regiones, insiste en un análisis descontextualizado de la temporalidad de
los paneles que elude toda cuestión estilística.
Estos trabajos pioneros con perspectiva feminista o de género han tenido
un impacto relativo en las investigaciones posteriores sobre arte levantino.
Como ocurre en otros campos de la arqueología, estas perspectivas parecen
interesar únicamente a mujeres investigadoras, por lo que su calado en la
producción científica global es difícil de valorar. En los últimos años, sin embargo, han surgido planteamientos alternativos en el ámbito museográfico y
divulgativo (Cacheda Pérez, 2022), en parte favorecidos por el renovado empuje social del feminismo en nuestro país. Sin duda estas nuevas prácticas
contribuirán a afianzar un enfoque con perspectiva de género en el discurso
pedagógico dirigido hacia el gran público.
IMÁGENES DEL PASADO, MIRADAS DEL PRESENTE: NUEVAS
PERSPECTIVAS EN EL ESTUDIO DE LA FIGURACIÓN FEMENINA
EN EL ARTE LEVANTINO
Tras esta breve revisión de las distintas perspectivas con que se ha analizado
la representación femenina en el arte levantino, el principal interrogante que
emerge es si ésta puede considerarse como objeto de estudio en sí misma.
Esto es, si el análisis descontextualizado de la figura femenina, no solo del
entramado decorativo sino de la propia fase estilística en la que se inscribe,
no provoca un nuevo sesgo que impide una visión más ajustada sobre cómo
se concibe la representación del género a lo largo de esta tradición gráfica.
Por lo general, los estudios sobre la representación femenina conciben el
horizonte levantino en su globalidad, omitiendo así las variaciones significativas que se suceden a lo largo de su secuencia temporal y en las distintas
regiones que articulan su territorio. Estas variaciones, que comienzan a ser
caracterizadas a través de enfoques regionales, ponen en evidencia una evolución en el modo de concebir la figura humana que, paralelamente, puede
acompañarse de cambios en las pautas compositivas y en la propia temática
de las escenas. Teniendo en cuenta la complejidad que se deduce de las
secuencias regionales definidas hasta el momento, debemos contemplar la
posibilidad de que la expresión del género no siguiera las mismas convenciones gráficas a lo largo de toda la secuencia temporal, incluso que pudiera
integrar matices regionales. No solo el modo de concebir la identidad masculina y femenina pudo variar, sino que también los roles asociados a ambos
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
Figura 1. Mapa y localización de los conjuntos levantinos con figuras femeninas
considerados en este trabajo. 1. Covatina del Mas de Rambla (Vilafranca) ; 2. Cova
Remigia (Ares del Maestrat). 3. Cingle de la Mola Remigia (Ares del Maestrat) ; 4.
Racó Gasparo (Ares del Maestrat). 5. Abric de Centelles (Albocàsser). 6. Coves de
Ribassals o Civil (Tírig). 7. Cova Alta del Lledoner (Coves de Vinromà). 8. Covetes
del Puntal (Albocàsser) 9. Cingle del Tolls del Puntal (Albocàsser). 10. Cova dels
Rossegadors (Pobla de Benifassà). 11. Ermites I (Ulldecona). 12. La Vacada (Castellote). 13. Cingle de Palanques (Palanques). 14. Los Chaparros (Albalate del Arzobispo). 15. Val del Charco del Agua Amarga (Alcañiz). 16. Roca dels Moros (Cogul).
17. Abric del Grau del Tallat (Cornudella de Montsant) 18. Roca de les Orenetes (La
Roca del Vallés).
géneros pudieron mostrar cambios relevantes en los paneles.
La pertinencia de las nuevas lecturas arqueo-antropológicas de los paneles, desprovistas del sesgo androcentrista y presentista, queda fuera de toda
duda. Sin embargo, estas lecturas alternativas deben construirse sobre un
análisis exhaustivo que articule distintos niveles de aproximación a la expresión gráfica del género. En primer término, en la identificación de las convenciones gráficas que dirigen la representación sexual y de género deben
integrarse todo tipo de figuración humana, tanto las consideradas a priori
masculinas como las femeninas. De este modo podremos evaluar el peso de
los rasgos sexuales– sexo, altura o corpulencia– frente a los atributos de género– adornos, vestimenta o instrumentos–, estando estos últimos íntimamente vinculados a las convenciones sociales y a la propia identidad colec-
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
Figura 2. Horizontes estilísticos identificados en Valltorta-Gassulla (Castelló) e
hipotética secuencia temporal. a. Figuras masculinas paquípodas, variante proporcionada (Cova dels Cavalls. Calco según Villaverde et al., 2002) y estilizada (Abric
de Centelles. Calco según Villaverde et al., 2006). b. Figuras femeninas paquípodas,
variante proporcionada (Racó Gasparo. Calco según Porcar 1965) y estilizada (Centelles. Calco según Villaverde et al., 2006). c. Asociación figura masculina y femenina, en la que se aprecia la marcada diferencia de tamaño en favor de la primera
(Cingle de Palanques. Calco según Mesado, 1995). d. Figuras masculinas cestosomáticas (Coves de Ribassals o de El Civil. Calco según Obermaier y Wernert, 1919.
Cova Remigia. Calco según López-Montalvo). e. Figuras femeninas cestosomáticas
(Coves de Ribassals o El Civil. Calco según López-Montalvo, 2007). f. Asociación
figura masculina y femenina, en la que se aprecia la marcada diferencia de tamaño
y corpulencia en favor de la primera (Coves de Ribassals. Calco según López-Montalvo, 2007). g. Figuras masculinas nematomorfas. De izquierda a derecha : Cova
dels Cavalls (Calco según Villaverde et al., 2002) ; Cova Remigia V (Calcos según
López-Montalvo). h. Figuras masculinas lineales. De izquierda a derecha : Mas d’en
Josep (Calco según Domingo et al., 2003) ; Cova dels Cavalls (Calco según Villaverde et al., 2002) y Cova alta del Lledoner (Calco según Viñas, 1982). i. Diagrama de la
posible secuencia temporal de los distintos horizontes en función de las secuencias
de superposición entre figuras y la dinámica de adición compositiva.
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
tiva. En segundo término, conviene evaluar la integración de ambos géneros
en secuencias narrativas, de cara a identificar los distintos roles asociados a
las actividades descritas, así como las pautas compositivas y espaciales de las
que pueda derivarse un tratamiento gráfico destacado. Por último, ambos
niveles de aproximación deben quedar inscritos en la secuencia regional, es
decir, deben confrontarse a los parámetros que caracterizan cada uno de los
horizontes estilísticos definidos. Al integrar la variable temporal asociada a
la evolución formal de la figuración humana, así como una perspectiva territorial ligada a la extensión y posibles áreas de influencia de cada uno de los
horizontes estilísticos, seremos capaces de evaluar si las convenciones gráficas de género– atributos sexuales, sociales, narración y composición– han
sufrido modificaciones significativas a lo largo del tiempo y en los distintos
núcleos que delimitan el territorio gráfico levantino.
LA EXPRESIÓN GRÁFICA DEL GÉNERO EN EL NÚCLEO
VALLTORTA-GASSULLA (CASTELLÓ)
Teniendo en cuenta estas premisas, presentamos un primer análisis de los
parámetros que rigen la representación de género en los conjuntos levantinos del núcleo de Valltorta-Gassulla (Castelló), en el que en las últimas décadas distintos trabajos han permitido avanzar nuevos datos sobre la secuencia
estilística en su dimensión formal, temática y compositiva (Villaverde et al.,
2002; Domingo, 2006; Villaverde et al., 2006; López-Montalvo, 2007 y 2015).
En nuestro análisis, aunque con una resolución menor por lo que respecta
a la definición y ordenación de las secuencias, integraremos los territorios
limítrofes del sur de Catalunya y de Aragón, con los que los vínculos culturales parecen evidentes si atendemos a los tipos humanos identificados (fig. 1).
a) Horizonte Paquípodo
Por el modo de ocupación del espacio gráfico y la secuencia de superposición cromática entre figuras, el horizonte más antiguo- Paquípodo o Centelles en su adscripción regional- se corresponde con figuras de gran tamaño,
con cuerpos relativamente proporcionados, que suelen acentuar el eje de
las piernas, con un modelado exagerado de la musculatura, frente a troncos
algo más cortos que ensanchan en la zona del torso (Domingo, 2006; Villaverde et al, 2006; López-Montalvo, 2007) (fig. 2). La construcción morfológica sigue patrones similares en el caso de hombres y mujeres, incluso en la
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
Figura 3. Figuras femeninas pertenecientes al tipo Paquípodo identificadas en las
regiones septentrionales del territorio levantino. Núcleo Valltorta-Gassulla : a. Racó
Gasparo (Porcar, 1965). b. Cingle de la Mola Remigia VIII (López-Montalvo). c.
Cova Remigia V (López-Montalvo). d-f. Abric de Centelles (Villaverde et al, 2006).
g-i, k, ll. Abric de Centelles (Viñas et al., 2015). j. Covetes del Puntal (Viñas, 1982).
l. Cova Alta del Lledoner (Guillem et al., 2010). Comarcas Baix Maestrat-Els Ports :
m-ñ. Abric dels Rossegadors (Viñas et al, 2015). o. Cingle A de Palanques (Mesado,
1995). Catalunya : p-s. Roca dels Moros de Cogul (Viñas et al, 2017). t. Ermites I
(López-Montalvo). v. Roca de les Orenetes (Viñas et al., 2012). Teruel : w, z. Val del
Charco del Agua Amarga (Beltrán et al, 2002). y. Los Chaparros (Beltrán y Royo,
1997).
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elaboración de variantes formales en las que se pueden distinguir tipos con
mayor grado de estilización en la proyección del tronco y el propio modelado de las piernas. El diseño exagerado de los glúteos, que había sido uno de
los rasgos asociados a las mujeres, incluso en la argumentación de una posible esteatopigia, es una convención anatómica que, sin embargo, comparten
hombres y mujeres de este estilo.
Aunque el diseño de las figuras paquípodas es cuidadoso en los detalles,
lo que potencia una cierta personificación del individuo, no parece prestar
atención al dibujo de rasgos sexuales– el pene en el caso de los hombres y los
senos en el de las mujeres–. Ninguna de las variantes asociadas a este horizonte da cuenta del sexo masculino, mientras que en el caso de las mujeres,
tan solo alguna de las mujeres del Abric de Centelles y la de Covetes del
Puntal, de pertenecer ésta última a este tipo formal, mostrarían con claridad
los senos (fig. 3). La cabeza ofrece una perspectiva frontal o de perfil, lo que
facilita el diseño de posibles adornos, tocados o simplemente de lo que se ha
considerado una melena.
Si confrontamos las figuras paquípodas a través de los atributos materiales que le son asociados, observamos que un tipo de figuras, las consideradas
masculinas, se construyen principalmente por su asociación a una panoplia,
compuesta por arco, haz de flechas y en ocasiones una bolsa o cesto. Suelen ser figuras ostentosas, con abundantes adornos en forma de brazaletes,
tocados, melenas, adornos de cintura y jarreteras, que podrían estar asociadas al uso de un pantalón. Frente a este tipo de figuras, las consideradas
femeninas tan solo mostrarían como elemento distintivo de género el uso
de una especie de falda o polainas, que en este núcleo muestra un largo a
nivel de las rodillas. Desprovistas de todo armamento o utillaje, tan solo dos
de las figuras de Centelles (89 y 90, y con dudas la 233) transportarían una
especie de fardos a la espalda sobre los que colocarían un soporte que haría
las veces de portabebés (fig. 3e). El elenco de adornos que engalanan a las
representaciones masculinas desaparece también en este caso, a excepción
del brazalete que luce la figura de la Cova alta del Lledoner (fig. 3l), si bien su
deterioro impide una correcta identificación de su género femenino. Por lo
demás, tan solo la silueta voluminosa que dibujan las cabezas podría sugerir
algún tipo de peinado, sin ser éste un elemento exclusivo de las mujeres.
Las mujeres paquípodas se disponen de pie y en actitud aparentemente estática (fig. 3a-d, ll), sedentes con las piernas ligeramente flexionadas y
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
entreabiertas (fig. 3f-l), siendo pocas las que se representan en posición de
marcha (fig.3e). Los brazos se disponen bien relajados a ambos lados del
tronco, bien ligeramente flexionados hacia delante y, en ocasiones, descansando uno sobre otro. Si bien las figuras consideradas masculinas reproducen en ocasiones una posición de pie y poco dinámica similar a la de las
mujeres, abundan sobre todo las figuras en movimiento, bien en marcha
ligera o a plena carrera (fig. 2a).
Durante este horizonte, la figura femenina está bien presente (Tabla 1),
aunque en proporción muy inferior a la masculina. Se trata de un momento
en que se representan nutridas composiciones formadas por varias mujeres, como sería el caso del Abric de Centelles, en algunas de ellas en clara
interacción con el resto del grupo, y en las que también aparecen figuras
femeninas solitarias, pero con una posición imponente o destacada en el
panel (Racó Gasparo, Fig.3a). El conjunto de Centelles, uno de los más interesantes por la singularidad de sus escenas, presenta un fuerte deterioro
que condiciona la lectura de sus figuras. Las mujeres identificadas aparecen
en diferentes composiciones que se distribuyen en las distintas cavidades de
este imponente abrigo. El panel central parece reproducir el traslado apresurado de un nutrido grupo, en el que al menos dos mujeres transportarían
a sendos bebés y a un pequeño que correría junto a ellas (Villaverde et al,
2006; Viñas et al, 2015). No son los únicos niños que se representan en este
núcleo, también la mujer del abrigo VIII del Cingle de la Mola Remigia podría cargar a un bebé en su cadera, aunque de nuevo su mala conservación
solo ofrece una lectura parcial (fig. 3b). La concentración de mujeres en el panel V de Centelles (fig. 4), en su mayoría en posición sedente y con las piernas
ligeramente entreabiertas, ha sido interpretada como una escena de parto
(Viñas et al., 2015). El deterioro de esta parte del panel junto con el complejo
ritmo compositivo de esta escena dificulta su lectura. La postura de la mujer
239 (fig. 3f y 4), con las piernas en posición asimétrica, con una rodilla apoyada en el suelo y la otra flexionada, se corresponde con la postura que pueden
adoptar las mujeres ante un parto inesperado y rápido. La mujer 256 (fig. 3h
y 4), por el contrario, parece recurrir a una especie de arnés o cuerda a modo
de columpio, que le facilitaría una posición de cuclillas en suspensión y la
canalización de la tensión asociada a las contracciones. El uso de este tipo de
cordajes para aliviar el proceso de parto ha sido documentado en numerosas
comunidades indígenas en el pasado (Engelmann, 1882). Por último, la dis-
117
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
Tabla 1. Representaciones femeninas identificadas en las distintas regiones de
estudio. La trama gris oscura indica ausencia del criterio gráfico valorado; la trama
punteada, deterioro de la figura y, por tanto, imposibilidad de precisar el criterio
gráfico valorado. Paq: Paquípodas; Cest: Cestosomáticas.
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
posición de la mujer 245 (fig. 4), sedente y con las piernas entreabiertas y en
posición asimétrica, podría ilustrar el momento de expulsión, asistido por la
mujer 246, que parece alargar uno de sus brazos hacia las piernas de esta figura. Es posible que la mujer 251 (fig. 3d y 4) pudiera participar igualmente de
esta escena, que ilustraría un parto asistido por varias parteras. Aunque a esta
composición se le ha atribuido una dimensión ritual ligada a la fertilidad (Viñas et al., 2015), lo cierto es que la secuencia ilustra a su vez y de manera muy
detallada las distintas fases o modos y posturas durante el alumbramiento.
Figura 4. Abric de Centelles
(Albocàsser, Castelló). Panel V.
Posibles escenas o secuencia de
parto protagonizado, al menos, por las figuras femeninas
distinguidas en color rojo. Calco
modificado a partir de Viñas et
al, 2015.
Al extender nuestro análisis a los territorios septentrionales la imagen es
muy similar, tanto por lo que respecta a las convenciones gráficas que identifican a hombres y mujeres (fig. 3) como al tipo de escenas en las que estas
últimas se integran. De nuevo son las faldas, en este caso de mayor longitud,
el elemento que las distingue, siendo excepcional el diseño de adornos personales a modo de brazaletes (fig. 3o y 3p) o posibles collares (fig.3p). Tan
solo las mujeres de la Cova dels Rossegadors (Pobla de Benifassà) parecen
mostrar algún tipo de útil, que en uno de los casos podría transportar sobre
los hombros (fig. 3m) y en el otro bien podría tratarse de algún tipo de fardo
o cesto que cargarían a su espalda (fig. 3ñ). Frente al dibujo de mujeres solitarias y cuya integración en el discurso narrativo no resulta evidente (fig.3tv.), a pesar del gran tamaño y el lugar destacado que ocupan en ocasiones
(fig. 3w), resulta particularmente interesante la representación de nutridos
grupos de mujeres, como en el panel de Cogul. En este caso y aunque de
119
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
nuevo podría tratarse de una escena construida en distintas fases, el sentido
narrativo podría redundar en la idea de asociación y sociabilidad entre mujeres. La representación de mujeres que portan bebés, bien sobre sus hombros bien a la cadera, se ilustra en el conjunto de Val del Charco del Agua
Amarga (Teruel) (fig.3z), en una escena que recuerda a la representada en
Centelles, y con mayores dudas en Rossegadors, donde la mujer 46 podría
cargar un bebe con sus brazos sujetándolo en la cadera (fig.3n).
Por último, incluimos dentro de esta fase a la mujer embarazada del
Abrigo de Los Chaparros (Teruel), única que muestra con claridad el vientre
grávido propio de un embarazo avanzado (fig. 3y). Aunque esta figura se
sumaría a los temas que redundan en la maternidad, bien representados en
esta fase, su deterioro, sin embargo, nos invita a ser cautas en su valoración
estilística.
b) Horizonte Cestosomático
El horizonte Cestosomático – Civil en su variante regional– podría irrumpir
en los paneles en una fase posterior, si tenemos en cuenta las secuencias de
superposición y los patrones compositivos definidos en este núcleo (LópezMontalvo, 2007) (fig. 2). Se trata de una fase en la que las figuras mantienen un gran tamaño, pero con una pérdida de naturalismo que da lugar a
cuerpos desproporcionados con una excesiva proyección del tronco frente
a unas piernas, todavía bien modeladas, pero relativamente más cortas. Su
diseño, parco en adornos, da lugar a figuras más estereotipadas que en el
morfotipo anterior.
En el caso de este horizonte, la identificación de figuras femeninas parece limitarse al conjunto de Ribassals o Civil, donde al menos 6 mujeres (fig.
5a-g) se integrarían en una escena de componente violento (López-Montalvo, 2007, 2015 y 2018). Fuera de este conjunto, tan solo la mujer del abrigo IV
del Cingle de la Mola Remigia (fig. 5h) muestra unos parámetros corporales
que podrían encajar en este morfotipo, si bien el diseño de la cabeza escapa
a la silueta globular común a estas figuras. Por último, el panel dels Tolls
del Puntal aporta una figura femenina (Guillem et al., 2010), mal conservada, pero cuya asociación espacial y narrativa a dos grandes figuras cestosomáticas nos lleva a incluirla en nuestro recuento (Tabla 1). Por lo general,
el marcado deterioro de estas figuras y su escaso número condicionan la
lectura de las convenciones gráficas discriminantes de género y un análisis
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
Figura 5. Figuras femeninas pertenecientes al tipo Cestosomático identificadas en
las regiones septentrionales del territorio levantino. Núcleo Valltorta-Gassulla : a.
Coves del Ribassals o El Civil. Estado de conservación actual del motivo 25 (calco
según López-Montalvo). b. Calco según Obermaier y Wernert (1919) del mismo
motivo. c-g. Coves del Ribassals o Civil (calco según López-Montalvo, 2007). h.
Cingle de la Mola Remigia IV (calco según López-Montalvo). Sur de Aragón. i. La
Vacada (calco según Bea, 2016). j. Escena de enfrentamiento de la Cova de Ribassals
o El Civil (modificado a partir de Obermaier y Wernert, 1919). Localización de las
mujeres identificadas en las dos cavidades donde se desarrolla la escena.
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
comparativo detallado que permita identificar patrones recurrentes dentro
de este horizonte.
Si tomamos como ejemplo las figuras femeninas mejor conservadas, su
diseño anatómico reproduce los mismos patrones que las consideradas masculinas: desproporción a favor de una mayor longitud del tronco, que puede
variar en la anchura del trazo a la altura de la cintura; piernas y glúteos bien
modelados y cabeza de tendencia globular u ovoide. A pesar de que se trata
de un tipo formal con un diseño menos atento a los detalles, los rasgos sexuales cobran mayor protagonismo que en el tipo anterior. Así, algunas figuras masculinas incorporan el dibujo del sexo, con una posición algo forzada
sobre la pierna adelantada, a menos de que represente un estuche fálico
(fig. 2d), mientras que las femeninas indican los senos mediante dos breves
trazos (fig. 5d y f). También la marcada diferencia de tamaño y corpulencia
que se aprecia entre hombres y mujeres, a favor de los primeros, incidiría en
la voluntad de remarcar atributos biológicos distintivos (fig. 2f).
Por lo que se refiere a la disposición y actitud, todas las mujeres, a excepción de la 62b (fig. 5e) que alza sus brazos en actitud de arenga cerca
de la línea de vanguardia, se muestran de pie y en posición de reposo. La
manera de dibujarlas no difiere de la de los hombres: una pierna adelantada, que favorece la basculación de la cadera y la proyección del tronco ligeramente hacia delante; el brazo anterior adelantado, flexionado o no por
el codo, brazo atrasado igualmente flexionado y parcialmente superpuesto
al tronco. Aunque algunos hombres que ocupan la retaguardia también
se muestran en actitudes distendidas, las figuras masculinas adquieren
mayor dinamismo en sus posiciones de disparo o avance hacia el punto
en el que tiene lugar el encuentro tenso entre dos grupos (fig. 5j) (LópezMontalvo, 2015).
Al igual que los hombres, las representaciones femeninas son parcas
en adornos: cabezas desnudas, sin evidencia de cabellera, ni ningún otro
adorno corporal, a excepción de los posibles brazaletes de la mujer 25 (fig.
5a). Son contadas las figuras masculinas que portan un brazalete, mientras
que otras lucen una especie de diadema coronada por varias puntas, realizada en color rojo más claro o tinta blanca, probablemente producto de
una fase de reapropiación posterior (fig.2d). Al igual que en el horizonte
anterior, las mujeres se visten con una falda o polainas de formato y longitud similar a la de las mujeres paquípodas (fig. 5c, e-h), mientras que en el
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
caso de los hombres, la silueta de las piernas no permite apreciar ningún
tipo de vestimenta a modo de pantalón o faldellín (fig. 2d).
La figura masculina se asocia de manera sistemática al armamento, que
bien puede consistir únicamente en un arco de curvatura simple, en el caso
de algunos arqueros que parecen recrear el instante posterior al lanzamiento del proyectil, o bien acompañarse de un haz de varias flechas, que algunos
transportan en un carcaj (fig. 2d). Como ocurría en el tipo anterior, ninguna
de las figuras consideradas femeninas está armada. Sin embargo, contrariamente a las paquípodas, las mujeres cestosomáticas de El Civil portan una
especie de pequeño cesto que pende de su brazo adelantado (fig. 5a-b, d-g).
La dificultad de identificar mujeres de tipo cestosomático fuera de este panel limita ciertamente nuestros comentarios sobre el tipo de composiciones
en el que se integran y el papel que desempeñarían en las escenas representadas. Fuera del núcleo Valltorta-Gassulla tan solo nos atrevemos a integrar
a la mujer de La Vacada (Teruel) en esta fase estilística, puesto que parece
compartir los parámetros de desproporción anatómica propios de este tipo.
Por lo que se refiere al papel de las mujeres durante este horizonte estilístico, sin duda el panel de Coves del Civil ofrece un interesante contrapunto al integrar a varias mujeres en una escena con tintes violentos (LópezMontalvo, 2015 y 2018). A pesar de no estar armadas y de ocupar posiciones
de retaguardia, su implicación en la acción descrita es incuestionable. Las
interpretaciones, sin embargo, divergen: intercambio de mujeres, danzas
guerreras o posibles enfrentamientos en los que se movilizaría a toda la
comunidad, y en los que tal y como nos informa la etnología, las mujeres
podrían estar presentes en el campo de batalla para asistir a los heridos,
llevar provisiones o incluso recuperar los proyectiles lanzados por el bando
contrario (Keely, 2002).
c) Horizontes Nematomorfo y Lineal
A partir del horizonte Cestosomático asistimos a un cambio en la concepción gráfica de la figura humana y en la propia temática de las escenas, discusión que ha sido tratada en detalle en anteriores trabajos (Villaverde et
al, 2002; Domingo, 2006; López-Montalvo, 2007) (fig.2). Este cambio a nivel
formal se corresponde igualmente con la aparente desaparición de las mujeres en los paneles, al menos por lo que respecta al núcleo de Valltorta-Gassulla. Esto puede deberse bien a una voluntad de representar únicamente
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
a los hombres bien a una mutación en las convenciones gráficas de género
que nos impidan reconocer a la figura femenina.
En el horizonte Nematomorfo, en su variante regional Cingle de la Mola
Remigia, apreciamos un cambio en el diseño de la figura masculina, en el
que se insiste en la indicación del sexo, en ocasiones de manera exagerada;
otros atributos masculinos, como la barba, refuerzan la personificación de
ciertos individuos (fig. 2g). Junto a su actividad como cazadores, participan
en contiendas y episodios violentos que ilustran su papel como guerreros.
En definitiva, asistimos a una sublimación del hombre cuya representación
ya no se asocia únicamente a las convenciones sociales utilizadas en horizontes previos, como sería el armamento, sino que se refuerza en ocasiones
con la indicación del sexo. Si durante este horizonte los parámetros gráficos
para identificar el género masculino han basculado integrando los rasgos
sexuales, resulta paradójico que no identifiquemos figuras femeninas a través de una combinación semejante de caracteres sexuales y convenciones
sociales, aunque estas últimas hayan podido modificarse.
Por lo que respecta al horizonte Lineal, aunque su variabilidad formal es
notable, se trata de un morfotipo que se caracteriza por una anatomía extremadamente simplificada (fig.2h). El diseño de los rasgos sexuales masculinos resulta menos relevante que en el tipo anterior, pero la pérdida de naturalismo puede comportar ciertas dificultades a la hora de distinguir géneros,
sobre todo en el caso de figuras no sexuadas y desprovistas de armamento
o de cualquier otro atributo social. Sin duda, se necesitaría un análisis más
concienzudo de este morfotipo que permitiera identificar variantes y patrones a la hora de concebir el género durante este horizonte tan diverso.
d) Continuidad y ruptura en la expresión del género en las regiones septentrionales
Si tenemos en cuenta conjuntamente estos horizontes y su posición relativa
en la secuencia regional (fig. 2i), apreciamos convenciones gráficas de género comunes, pero también variaciones significativas a lo largo del tiempo
con importantes matices regionales.
Como se ha señalado en numerosos trabajos, el número de figuras femeninas es drásticamente menor que el de las masculinas (Tabla 1) (Alonso y
Grimal, 1993; Escoriza, 2002; etc.), y al contrario que éstas últimas no están
presentes en todos los abrigos documentados. Sin embargo, al considerar
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
globalmente la secuencia de los territorios septentrionales es notorio que la
frecuencia de representación de mujeres es desigual en las distintas fases. Es
en el horizonte Paquípodo, el que a priori inauguraría los paneles, cuando
la presencia de mujeres es más destacada, y ello tanto en número como en
distribución territorial o en relación al interés de suscitan temas propiamente femeninos, como el parto o la asociación o reunión entre mujeres. A
partir de esta primera fase el número y distribución territorial de las figuras
femeninas se reduce de manera notable, para desaparecer de los paneles en
las dos últimas fases de la secuencia.
En relación a las normas gráficas que rigen la figuración humana, el
hecho de que el dibujo de los rasgos sexuales, tanto en hombres como en
mujeres, no sea una constante, sugiere que es la construcción social de género la que prevalece, aunque con matices significativos a lo largo de la secuencia. En efecto, durante la fase paquípoda apenas se representan figuras
sexuadas: son anecdóticas las figuras masculinas que incorporan el diseño
del pene, mientras que la representación de los pechos en las femeninas es
igualmente reducida. Esa misma dinámica puede aplicarse a la fase siguiente, si bien en este caso la representación de figuras masculinas sexuadas es
más abundante, y las femeninas, a pesar de su bajo número y su gran deterioro, incorporan en varios casos los pechos. Hemos señalado anteriormente
que, más allá de los atributos sexuales, la construcción anatómica de las figuras masculinas y femeninas siguen los mismos parámetros de proporción
y modelado, pudiendo distinguir en el caso de las paquípodas las mismas
variantes en hombres y mujeres, mientras que las mujeres cestosomáticas
no adoptan en su diseño la proyección exagerada del tronco que sí apreciamos en las masculinas. Existen igualmente diferencias en cuanto al tamaño
de las figuras femeninas en ambas fases, y de estas en relación a las figuras
masculinas. Si bien las mujeres paquípodas siguen el mismo rango de tamaño que los hombres, a excepción de algunas representaciones (fig.2c), y
pueden llegar a alcanzar una talla destacada en el entramado decorativo (fig.
3w), las cestosomáticas, por el contrario, muestran un tamaño y corpulencia
marcadamente menor al de las masculinas a las que se asocian (fig. 2f).
Frente a los rasgos sexuales y anatómicos, que no parecen ser determinantes ni constantes en la identificación del género, son los atributos materiales, fundamentalmente vestimenta y adorno, los que articulan un código
social que muestra cierta continuidad a lo largo del tiempo. Las mujeres de
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
ambas fases estilísticas se identifican principalmente con una vestimenta a
modo de falda o polainas y por la ausencia de adornos personales, que tampoco permitiría establecer distinciones entre ellas. Si bien en el caso de las
paquípodas la ausencia de adornos resulta más llamativa, al confrontarlas
con ciertas figuras masculinas, en el caso de las cestosomáticas la ausencia
de adornos es coherente con una manera común de representar a hombres
y mujeres.
La ausencia de armamento asociado a las mujeres, que identificaría al
género masculino en ambas fases y que será una constante en esta tradición
gráfica, debe ponerse en relación con el hecho de que éstas no participen
activamente de la caza o de acciones defensivas. Aunque contrariamente a
los hombres, las mujeres no se asocian estrictamente a un elemento material determinado, sí que observamos ciertas diferencias entre las dos fases.
Así, mientras algunas paquípodas muestran ingenios de porteo o transporte,
las cestosomáticas de El Civil sostienen un cesto que, en este caso, estaría
íntimamente relacionado con la acción que desempeñan, sin que podamos
considerarlo como un objeto distintivo de esta fase.
Las diferencias son igualmente notables en su disposición y actitud. Si
en ambas fases encontramos mujeres dispuestas de pie, en actitud estática
o semiestática, es en la fase paquípoda cuando documentamos una mayor
variedad de posturas que, en ciertos casos, imprimen un dinamismo más
marcado en las mujeres (fig. 4). Pero quizás sea el rol que desempeñan las
mujeres en los paneles el que ofrezca una clara ruptura entre ambas fases.
En la fase paquípoda, se deduce un mayor interés por las actividades propiamente femeninas, que no quedarían reducidas únicamente al parto o al
cuidado de niños, sino también a la asociación y reunión entre mujeres.
Estos temas parecen desaparecer en la fase siguiente, y aunque de manera
puntual, se muestra una mayor implicación de las mujeres cestosomáticas
en actividades colectivas, como la resolución de conflictos, que en fases posteriores quedarán reducidas exclusivamente a la esfera masculina.
Tras estas dos fases, la desaparición de las mujeres en los paneles levantinos, al menos por lo que respecta a las regiones analizadas en este trabajo,
refuerza la ruptura que se produce en otros parámetros formales, compositivos y temáticos en fases avanzadas de la secuencia. Sin duda estas mutaciones en el plano gráfico invitan a contemplar posibles cambios, de mayor
o menor calado, en la organización de las sociedades autoras.
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
CONCLUSIÓN
El estudio de la figura humana en el arte levantino es una mina de información que nos permite abordar el modo en que las sociedades autoras se
percibían y se organizaban. El hecho de que la figura femenina y las escenas
en las que participa hayan sido leídas en clave androcentrista y presentista
ha relegado su interés a un segundo plano, ofreciendo una visión sesgada de la construcción de género que ilustran los paneles. Por otro lado,
las propuestas formuladas desde la arqueología feminista y de género han
ofrecido un contrapunto interesante al cuestionar la dimensión mística, y
por ende pasiva, atribuida a las figuras femeninas. Estos nuevos enfoques
han subrayado el papel activo de las mujeres en actividades de producción
y mantenimiento fundamentales para la colectividad, y han puesto en evidencia una neta división de tareas que traduciría una organización desigual
de género. Las propuestas en uno y otro sentido nos han llevado a cuestionarnos la pertinencia de abordar el estudio de la figura femenina de manera
aislada o descontextualizada, no solo desde el punto de vista compositivo y
narrativo, sino en cuanto a las normas gráficas que rigen la representación
humana en su dimensión biológica y de género en el curso de las distintas
fases estilísticas.
A lo largo de estas líneas hemos tratado de exponer el interés de abordar
el estudio de la construcción de género en la tradición gráfica levantina desde una perspectiva arqueo-antropológica, sustentada en el doble eje espacio-temporal definido por la secuencia estilística y su territorio de extensión
e influencia. La propuesta que hemos realizado en torno a los conjuntos
septentrionales, aunque requerirá de un análisis más concienzudo y de una
documentación renovada de aquellos paneles a los que no hemos tenido acceso directo, ha puesto en evidencia que las convenciones gráficas que permiten discriminar géneros no han sido constantes a lo largo de la secuencia,
como tampoco es similar la consideración de la figura femenina ni del papel
de las mujeres en los paneles. Los distintos parámetros que hemos analizado
proporcionan información sobre la construcción de género y sobre la propia
consideración de hombres y mujeres, lo que sin duda cabría vincular con el
modo de organización social de las comunidades autoras.
El reducido número de mujeres y su aparente exclusión de actividades
que debieron detentar un cierto reconocimiento social, como la caza mayor o la resolución de conflictos, debe ponerse en relación con las diferen-
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
cias de equipamiento entre hombres y mujeres. Si la identidad masculina
es indisociable del armamento, su uso estuvo probablemente vetado a las
mujeres, incluso en situaciones de máxima tensión como la descrita en El
Civil. Además, no es descabellado pensar, y así lo pone de manifiesto la antropología, que las competencias técnicas necesarias para fabricar y manejar
arcos, flechas o bumeranes les estuvieran igualmente censuradas (Clastres,
1966; Tabet, 2018). Estos indicios de desigualdad, que alguna corriente antropológica interpreta en términos de complementariedad de tareas en base
a diferencias biológicas, pueden ser leídos igualmente como un mecanismo
de control y sumisión hacia las mujeres (Tabet, 2018). En definitiva, estas
carencias materiales y de desarrollo tecnológico limitarían su capacidad de
aprovisionamiento, a través de la caza, y de su propia defensa, y las dejaría
al margen de cualquier reconocimiento social vinculado a esas prácticas.
Es sabido que el elenco de actividades reproducidas en los paneles es limitado y que en su selección operan factores sociales y simbólicos. El hecho
de que estas actividades queden restringidas a la esfera masculina, no solo
traduce un claro reparto de tareas sino una menor relevancia de las actividades que desempeñarían las mujeres. Solo las primeras fases, como hemos
visto, nos informan de ciertas tareas, en su mayoría relacionadas en el transporte o el porteo. Actividades consideras de escasa relevancia, son múltiples
los trabajos etnográficos que reconocen, sin embargo, el esfuerzo realizado
por las mujeres en el pesado transporte de leña, agua u otros frutos o productos vegetales; una tarea que suelen hacerse porteando al mismo tiempo
a algún miembro de la prole (Tabet, 2018), tal y como nos muestran los
paneles levantinos. Por otro lado, las agrupaciones exclusivamente femeninas que se representan en esas primeras fases bien pudieron funcionar como
soporte en la transmisión de información e intercambio de experiencias en
las diferentes etapas vitales de las mujeres, como se documenta en algunas
comunidades actuales (Mead, 2016). El embarazo y el parto no parecen revestir un gran interés, aunque las escasas escenas que los ilustran inciden en esa
noción de solidaridad y asistencia entre mujeres. Es posible que esas estructuras formadas por mujeres tuvieran una cierta consideración social al punto
de ocupar un espacio en los paneles, aunque no se perpetuara en el tiempo.
Somos conscientes de que las representaciones gráficas de las sociedades
sin escritura se proyectan a través filtro social y simbólico que les da sentido,
pero que nos es ajeno. La lectura e interpretación de las escenas levantinas,
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
así como cualquier extrapolación que hagamos sobre el modo de vida y organización social y económica de los grupos autores, estará limitada por un
código que desconocemos y por las dificultades de enmarcar esta tradición
gráfica en un contexto crono-cultural preciso. A pesar de estas limitaciones,
la imagen que nos devuelven los paneles es la de una sociedad en la que el
género modula la identidad individual y colectiva, y en la que se aprecia una
construcción social en claro desequilibrio fundamentada en status de género claramente diferenciados. El hecho de que las mujeres sean minoritarias
y que desaparezcan de los paneles en fases avanzadas no solo debe leerse en
clave simbólica, sino que puede reflejar cambios sensibles en la organización social con una reafirmación de las desigualdades ya establecidas.
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ENTRE LAS PALABRAS AJENAS Y LAS PROPIAS.
¿QUÉ SABEMOS DE LAS ESCLAVAS EN LA ROMA ANTIGUA?
Carla Rubiera Cancelas
Universidad de Oviedo
rubieracarla@uniovi.es
RESUMEN
Este texto busca acercarnos a las esclavas de la antigua Roma. Como en
otros contextos, el género femenino es plural. En este caso, el estatus legal
marca una diferencia importante que separa a estas mujeres de las demás.
Con el fin de obtener una visión general del fenómeno de la esclavitud de las
mujeres, y lo que significaba ser esclava. Un conjunto diverso de evidencias
(literarias, epigráficas y arqueológico) han seleccionadas y discutidas. Cada
una proporciona diferentes informaciones que contribuyen a completar el
“rompecabezas” de la esclavitud. femenina. Además, al combinarlos recuperamos una doble perspectiva, la del dueño y la de la esclava, aunque este
última tiene muchas limitaciones.
Palabras clave: esclavitud femenina, antigua Roma, literatura, inscripciones.
ABSTRACT
This text seeks to bring us closer to female slaves in ancient Rome. As in
other contexts, female gender is plural. In this case, legal status marks an
important difference that separates these women from others. In order to
get an overview of the phenomenon of the enslavement of women, and
what it meant to be a slave, a diverse set of evicence (literary, epigraphic
and archaeological) have selected and discussed. Each one provides different information that contributes to complete the “puzzle” of female
137
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CARLA RUBIERA CANCELAS
slavery. Moreover, by combining them, we recover a double perspective,
that of the owner and that of the slave, although the latter has many limitations.
Keywords: female slavery, ancient, Rome,literary source, epigraphic records.
INTRODUCCIÓN
El estudio de la esclavitud en Época Contemporánea, en determinados
contextos como el del Antebellum americano, nos permite acercarnos a
las autobiografías pertenecientes a esclavos y esclavas. Textos que fueron
puestos al servicio de la causa abolicionista y que hoy, transcurrido el tiem-
Figura 1. Harriet Jacobs, 1894. Imagen obtenida en Wikimedia Commons
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
po, nos brindan la oportunidad de escuchar directamente a la población
servil. Unas palabras, las propias, con las que mujeres como Harriet Jacobs
afirmaban que la esclavitud era terrible para los hombres, pero mucho más
para ellas (1992: 94). Todo su relato está impregnado de la doble subordinación femenina, teniendo muy presente la maternidad y la violencia
sexual. También aprovecha su autobiografía para realizar una petición: no
se debe juzgar a la esclava de la misma forma que a otros.
La extraordinaria riqueza de esta fuente no tiene parangón en el mundo
romano antiguo. A pesar de lo cual, este tipo de textos resultan provechosos
para quienes estudiamos la esclavitud en la Antigüedad, puesto que en no
pocas ocasiones las palabras, vivencias y realidades de las mujeres del siglo
XIX aumentan nuestra comprensión sobre la esclavitud femenina en otras
etapas históricas (Patterson, 2008). En este marco comparativo también nos
damos cuenta de la validez de la sentencia que pronuncia Frederick Douglass en uno de sus discursos ante la American Anti-Slavery Society, en 1865.
Para él la esclavitud era una serpiente que había mudado de piel a lo largo
del tiempo, pero en esencia era el mismo animal (1999: 579).
LAS PALABRAS AJENAS
Con las limitaciones de estudiar a un sujeto subalterno, la esclava, dirigimos nuestra mirada a la Roma antigua, en época imperial: lo hacemos
para escuchar su voz. Sin embargo, rápidamente nos damos cuenta de la
dificultad de esta tarea, pues las palabras de los propietarios resuenan
más fuertemente. Abundan, por ejemplo, en la literatura, definida como
masculina, elitista y esclavista (Joshel, 1992: 5). Aun así, constituye una
fuente de gran importancia, puesto que ni en Grecia ni en Roma imaginaban una vida sin esclavitud, razón por la cual está presente en los testimonios literarios. Puesto que estas palabras tienen una gran limitación,
en su lectura siempre ha de imperar la cautela y la crítica. Reproducen en
gran medida lo que señala bell hooks en el marco del black feminism en
los años ochenta: “Como sujetos, la gente tiene derecho a definir su propia realidad, a nombrar su historia. Como objetos, la realidad de uno es
definida por los otros, la identidad de uno es creada por otros, la historia
de uno solo es nombrada en la manera que define la relación de uno con
aquellos que son sujetos” (Jabardo, Velasco, 2008: 44). Esta perspectiva
nos hace reflexionar, además, sobre la información que nos falta y que po-
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CARLA RUBIERA CANCELAS
dría contribuir a que tengamos una imagen distorsionada de la esclavitud
(Fitzgerald, 2000: 118).
Por lo tanto, las palabras en la literatura reflejan la posición dominante,
la de quien tiene acceso al cuerpo esclavo, a todo lo que produce, a todo
lo que crea:
«Deja de poner tintes a tus cabellos»; ahora ya no te queda ni
un pelo que puedas teñir. […] No los arrancó la aguja ni las púas
del peine; la peinadora nunca tuvo que temer por su cuerpo. Muchas veces la peinaban ante mis ojos y nunca, quitándose la aguja,
pinchó con ella los brazos de quien la peinaba. […] ¡cuántas infames vejaciones sufrieron tus cabellos!, ¡con que paciencia se ofrecieron al hierro y al fuego para que su crencha dócil se ondulara
en rizos! […] Ahora la Germania te enviará los pelos de una cautiva
y te sentirás segura con el regalo de una nación sobre la que hemos triunfado. iOh! ¡cuántas veces te avergonzarás, cuando otro
admire tu cabellera, y dirás: «gusto yo ahora por una mercancía
comprada» (Ov. Am. 1.14, trad. Vicente Cristóbal López).
Hemos seleccionado este fragmento de Ovidio, podría haber sido otro
perteneciente a un autor distinto, porque presenta la total disposición del
cuerpo femenino servil. Menciona el cautiverio, etapa previa a la esclavitud
para muchas mujeres víctimas de los conflictos bélicos, que transformaba libertad y autonomía en subordinación y dependencia, convirtiéndolas
en accesibles y abordables, víctimas de violencias de muy diversa índole.
Como ejemplo, este pasaje recoge la práctica de arrancar el cabello para la
elaboración de pelucas (tanto femeninas como masculinas), síntoma de la
desposesión de quienes lo habían perdido todo, incluso el control sobre su
propio cuerpo. Además, las palabras de Ovidio sirven para recuperar el ámbito laboral, dado que menciona a las ornatrices, profesionales del mundo
de la belleza, uno de los trabajos femeninos más atestiguados junto con el
de nodriza (Rubiera Cancelas, 2014: 165-17).
El mantenimiento y el cuidado del cabello de las propietarias se convierte en una imagen literaria recurrente, que muestra la convivencia entre
mujeres libres y esclavas; una vida cotidiana en la que también está presente
la violencia. Ocurre así con la Plecusa que describe Marcial, a quien Lálage,
su propietaria, hiere con el espejo mientras la peina (Mart. 2.66); también
140
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
Figura 2. Reproducción de uno de los frescos provenientes de la Palestra de Herculano. Exposición SpledOri. Il lusso negli ornamenti a Ercolano. Foto: Carla Rubiera
Cancelas.
Juvenal narra la penuria de Psécade, una esclava a la que se le ha arrancado
el pelo y a la que se castiga con la correa (Juvenal 6.690). Estas palabras literarias tienen un reflejo artístico en las representaciones murales que recrean
la intimidad de los cubicula, pero también en una cultura material vinculada
a lo estético y a la cosmética, si bien no podemos afirmar que detrás de cada
uno de los objetos que conforman las colecciones museísticas se encuentre
la mano de una esclava (fig. 2).
Por lo tanto, la literatura se hace eco del trabajo femenino servil, aunque
no sólo en el ámbito urbano. Aparece así en contextos rurales, si bien siempre en menor medida que el de los varones. El hispano Columela, a quien
conocemos gracias a su tratado agronómico, escribe:
En los días lluviosos o cuando los fríos o las heladas no dejaren
a las mujeres emplearse al raso en los trabajos rústicos, las lanas
estarán preparadas y cardadas prestas a ser trabajadas y así pueda
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CARLA RUBIERA CANCELAS
ella dedicarse con más facilidad a esa tarea y no echársela a otras.
Pues nada perjudicará que su ropa, la de los aperadores y la de los
otros esclavos que tengan alguna comisión particular se haya hecho en casa, y con esto tendrá menos gravamen el padre de familia
(Col. 12. 3).
A las mujeres más fecundas que tuvieren cierto número de hijos
se les debe también dar un premio; nosotros las hemos dispensado algunas veces de trabajar, y aun les hemos dado la libertad; lo
primero a la que tenía tres hijos, y lo segundo a la que tenía más;
pues esta justicia y este cuidado del padre de familia contribuye
mucho a aumentar su patrimonio (Col. 1.8).
¿En qué insiste Columela cuándo medita sobre el mejor modo de gestionar una villa? En lo referente a las mujeres, les asigna una doble función:
reproductoras biológicas y trabajadoras; es decir, han de contribuir a asegurar nuevas generaciones serviles que constituyan el reemplazo de la mano
de obra esclava, así como a su educación y socialización (Rubiera Cancelas,
2015). Además, deben trabajar fuera de la casa siempre y cuando el tiempo
no lo impida. Este último matiz descubre parte de la mentalidad de Columela, y de los varones de su tiempo, quienes consideraban más débiles los cuerpos femeninos y, por lo tanto, menos capaces para soportar las inclemencias
climáticas (Medina Quintana, 2014: 68).
Nos movemos ahora de las palabras generales a las concretas, sin desligarnos de los espacios agrarios, pero sirviéndonos de otro tipo de fuente. Si
Columela asociaba la esclavitud femenina a la reproducción biológica y al
trabajo, la carta recogida en la tégula de Villafranca de los Barros (siglo III
d.C.), secunda estas funciones para las esclavas (Gil, 1985; Gordillo Sarguero,
2013; Mayer i Olivé, 2018). La inscripción, realizada con un instrumento punzante sobre la arcilla fresca, reproduce una epístola en la que un propietario
muestra su enfado al administrador de la finca ante el aborto de una esclava.
Este se había producido por exceso de faena, razón por la que en la misiva
se ordena castigar a la culpable, Máxima, pues había hecho trabajar hasta la
extenuación a la truncada madre. Nos encontramos ante un testimonio excepcional por su singularidad, que no sólo relata unos hechos, sino que nos
presenta a los protagonistas de los mismos: Máximo (propietario), Nigriano
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
Figura 3. Tegula de Villafranca
de los Barros. En la segunda
parte del texto, Máximo da instrucciones para realizar trabajos
de demarcación en sus tierras
mediante cipos. Imagen obtenida
en CERES. Red Digital de Colecciones de Museos de España.
(administrador), Trofimiano y Máxima (trabajadores de la finca). Sin embargo, uno de los “objetos” de la disputa, es decir, la esclava, no se nombra,
omisión que le niega individualidad y una identidad propia. En efecto, el
propietario no muestra interés por ella: su cólera responde a que acaban de
arrebatarle parte de su patrimonio, puesto que como recuerda Ulpiano, el
parto de las esclavas aumentaba la herencia (Dig. 5.3.27) (fig. 3).
Si bien nos hemos acostumbrado a escuchar las palabras de los hombres,
también disponemos de ejemplos de mujeres escritoras en Roma, aunque lo
que se ha preservado no es mucho. A Sulpicia (I a.C.), perteneciente al círculo literario de Valerio Mesala Corvino junto a otros poetas como Tibulo y
Ovidio, se le atribuye un poema funerario dedicado a una liberta, cuyo nombre servil era Pétale (Luque, 2020: 217-218). La recuerda por su intelecto, su
trabajo como lectora y también por su maternidad. En este caso, a diferencia
de lo que hemos visto hasta este momento, nos situamos en un nuevo escenario: el de la población esclava cercana a la familia propietaria, a quien se
considera una suerte de privilegiada. No obstante, siempre hemos de huir de
este tipo de afirmaciones generales en el momento de valorar la situación de
las gentes serviles. Así, en sus escritos, Plutarco recoge un pensamiento extendido: “para un hombre y una mujer era una desgracia terrible convertirse
en esclavo y tener unos amos crueles” (Mor. 166E). Es decir, la proximidad
a la familia propietaria podía convertirse en una ventaja, por ejemplo, en
términos de obtener la libertad, o en una auténtica tortura.
Hasta ahora las palabras ajenas han servido para evidenciar la subordinación, accesibilidad y vulnerabilidad como aspectos definitorios de la vida
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CARLA RUBIERA CANCELAS
de las mujeres esclavas, pero también les conceden cierta agencia, puesto
que informan sobre actos de resistencia, bien sea de tipo directo o cotidiana
(Bradley, 2015: 374). La literatura jurídica recoge ejemplos que evidencian la
insatisfacción de las esclavas, como ocurre con las mujeres que escapan de
su dueña, Umbricia, para librarse de su actitud arbitraria y violenta (Ulp.
Dig. 1. 6. 2). También aparecen como vagabundas (Ulp. Dig. 11.3.1) o fugitivas
(Ulp. Dig. 21.1.17; Iul. Dig. 30.84.10), bien sea solas o con su descendencia
(Afric. Dig. 47.2.60). En este último caso declara el jurista que esa mujer
cumple un doble delito: haberse robado así misma y a su hijo; ejemplo de
la desposesión total que se produce en el contexto servil. De igual modo, la
literatura secunda lo presentado hasta ahora, por ejemplo, en las Metamorfosis de Apuleyo la esclava Fótide únicamente piensa en marcharse ante las
agresiones de su dueña (3. 16. 7). Más allá de la acción, hemos de considerar
las opciones de estas mujeres de sobrevivir. Por comparación con momentos
posteriores, no parece que en el contexto imperial romano hubiese ciertas
garantías en el destino, ni rutas más o menos organizadas, con lo que la dependencia de la cooperación y la situación económica de cada una era muy
alta (Bradley, 2011: 372).
Finalizamos este apartado mencionando los restos arqueológicos que
atestiguan las fugas: los collares y las laminae (Thurmond, 1994: 459). Nos
encontramos ante una herramienta que servía a diversos fines: estigmatizaba a la persona junto con otro tipo de marcas y tatuajes (Kamen, 2010: 99),
facilitaba la vigilancia y actuaba como elemento disuasorio, formando parte
de las estrategias con las que se pretendía evitar los actos de resistencia. De
nuevo, tomamos palabras ajenas para saber de la vida femenina servil; en
este caso, las que se grababan en este tipo de instrumentos:
Figura 4. Collar perteneciente a la esclava de
Bulla Regia. Imagen obtenida en EpigraphikDatenbank Clauss / Slaby
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
Adultera meretrix tene quia fugivi de Bulla R(e)g(ia)
Soy una adúltera, una prostituta. Cógeme porque me he fugado de Bulla Regia.
ILS 9455, AE 1906, 0148; AE 1996, 1732; AE 1991, 1684, IV d.C., Bulla Regia
Este collar perteneciente al siglo IV d.C., y localizado en las excavaciones
que se llevan a cabo en el Templo de Apolo en Bulla Regia a principios del
siglo XX, se preservó sobre los restos de la mujer que lo portaba. Se convierte
en un ejemplo de la cultura material asociada a la servidumbre y, en este
caso, a la prostitución, con lo que permite a la arqueología de la esclavitud
en el mundo romano acceder a los sujetos serviles y a la explotación de los
mismos (Baird, 2015: 163). Así, a pesar de la dificultad de rastrear objetos y
lugares vinculados al día a día de la población esclava, una mirada alejada
de los espacios que representan el privilegio permitirá comprender la vida
material en la esclavitud (Hackworth y Joshel, 2015: 5-6).
LAS PALABRAS PROPIAS
La historiadora –o el historiador- de la esclavitud busca siempre las palabras propias en la fuente epigráfica, que con frecuencia se señala como la
línea de comunicación más directa con la población esclava (Bruun, 2016).
La información recogida en las inscripciones profundiza en aspectos menos presentes en la literatura. Las relaciones personales, el trabajo o las
prácticas religiosas se convierten en un campo que explorar gracias a los
epígrafes que abundan, principalmente, asociados a ámbitos urbanos. Y,
sobre todo, es la epigrafía funeraria la que ha permitido reflexionar sobre la
identidad o la comunidad esclava, sin que esto signifique que los epitafios
funcionen ajenos a fórmulas estereotipadas o fuera de un contexto esclavista y patriarcal.
En este sentido, no perdemos de vista la propuesta de John Edmonson,
quien concluía que únicamente tenemos constancia de dos perfiles de esclavos y esclavas: quienes eran queridos por sus dueños o los que habían
tenido la oportunidad de ahorrar para costearse un monumento funerario
(2004: 347). Quizá también debamos considerar los vínculos con otras personas, además de con la familia propietaria, como una de las casuísticas.
La subalternidad que define a la población servil limita sus posibilidades
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de ver preservada su memoria en un soporte pétreo, con lo que en realidad
trabajamos con una pequeña muestra de hombres y mujeres “afortunados”. Al menos, eso deducimos de las palabras de otros, en este caso de
Horacio:
“Tiempo atrás, a los muertos arrojados de las angostas chozas
de un compañero de servidumbre los metía en un pobre cajón
para traerlos aquí; aquí estaba la fosa común de la mísera plebe”
(Hor. Sat. 8.8-10).
Así se despedía a quienes no tenían nada, entre los cuales se encontraban las gentes serviles, a las que se arrojaba a los puticuli, espacios comunales que acogían las vidas precarias o aquellas que no merecían duelo, tomando las palabras de Judith Butler. Por todo, compartimos la propuesta
de Leonard Curchin sobre la infrarrepresentación de la población esclava
en la epigrafía (2017: 84), puesto que la vulnerabilidad social en la que
enmarcamos a mujeres y hombres serviles resulta proporcional a la posibilidad de dejar una huella individual en el espacio funerario.
Puesto que los testimonios epigráficos son expresivos en lo que corresponde al ámbito relacional, cabría entonces preguntarse qué tipo de
relaciones personales afloran en los restos preservados, así como las palabras elegidas para mostrarlas. La identidad social esclava se construye
en atención a dos modos: el categórico y el relacional. El primero refleja
la pertenencia al mismo grupo social y, por lo tanto, a una experiencia común. En las inscripciones epigráficas esta idea queda patente, por ejemplo,
cuando la onomástica de la persona fallecida se acompaña del nombre de
la propietaria o del propietario en genitivo, proyectando una imagen de
dependencia. En cuanto al modo relacional, éste refrenda los lazos, bien
sea con personas libres o esclavas. También hemos de tener en cuenta la
“identidad real”, que mezcla lo categórico y otros aspectos de la vida cotidiana como la instrucción o el trabajo (Vlassopoulos 2021: 92; 105).
Con este punto de partida, hemos seleccionado seis inscripciones que
se hacen eco de las palabras propias, y que muestran no sólo el potencial
de los restos epigráficos, sino también la variabilidad de posibilidades en
el momento de recordar a una persona. En primer lugar, dirigimos nuestra
mirada a un sencillo epígrafe aparecido en Pax Iulia y que en este caso
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
remite a las palabras con las que una madre despide a su hijo, Ruga, de
apenas diez años (D’Encarnaçao, 1984: 433-434):
Ruga Q(uinti) / Iuli Galli ser(vus) / annor(um) X / Amo[ena f(ilio) pi]
issi/mo [f(ecit) s(it) t(ibi) t(erra)] l(evis)
Ruga, esclavo de Quinto Julio Galo, de diez años. Amoena lo hizo a su
hijo piadosísimo. Que la tierra te sea leve
AE 1982, 460, I d.C., Pax Iulia
A pesar de lo sucinto del texto, nos permite recuperar una relación maternofilial, básica en el contexto servil habida cuenta de que, según el derecho clásico romano, la descendencia concebida en una relación ilegítima
sigue la condición jurídica de la madre. Además, el joven aparece vinculado
a su propietario, como una marca de identidad y dependencia. Su progenitora, Amoena, que porta un antropónimo latino habitual en Lusitania (Palermo, 2018: 32), no indica su estatus, aunque existe una alta posibilidad de
que fuese esclava. Las últimas palabras que dedica a su hijo, filio piissimo, a
pesar de responder a una fórmula estereotipada, nos devuelve una imagen
en cierta medida emocional.
A veces, los monumentos funerarios de la población esclava muestran
más riqueza que el de alguna persona libre. Ocurre esto con la estela hallada
en el año 2006, en Segóbriga, y datada en el siglo II d.C (Castillo Bargueño,
2021). En ella, una madre se despide de su hija, Jucunda, esclava de Manio
Valerio Vitulo, y para hacerlo no sólo se sirve de un extenso epitafio en forma de poesía funeraria, sino que lo acompaña de una hornacina en la que
aparece una mujer tocando una cítara. Este relieve ha dado lugar a que se
discuta sobre si Jucunda era una profesional de la música o si simplemente
se deleitaba con este instrumento en su tiempo libre. En cualquier caso, llaman la atención las palabras que le dedica su progenitora, abatida porque el
fallecimiento de su hija se produce a los dieciséis años. El poema se caracteriza por su emocionalidad y expresividad en la manifestación del dolor ante
la muerte (Rubiera Cancelas, 2021: 266). Como ocurre en tantas ocasiones,
la difunta toma la palabra para explicar los motivos de su deceso a quien se
acerque a su sepultura:
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CARLA RUBIERA CANCELAS
Figura 5. Reproducción de
la estela de Iucunda. Parque
Arqueológico de Segóbriga.
Foto: Carla Rubiera Cancelas.
Gravemente enferma a los quince años, y con un año más a
cuestas, sucumbí derrotada a mi destino. La lamentable causa de
mi muerte prematura es tal que podría turbarte el corazón, lector;
pero es preferible estar acabada ya y descansando bajo piadosa
morada a que las acometidas de la enfermedad estuvieran destrozando violentamente mi cuerpo: entonces era yo molesta para
mí misma e insoportable –no digamos– para los demás; ahora, en
cambio, estoy libre de preocupaciones enterrada bajo un ligero
césped. ¡Ay de vosotros, padres, a quienes embarga ahora la inquietud por mí! ¡Ay de ti, esposo a quien quiero más que a mí
misma, adiós para siempre! Que a mí la tierra me sea ligera, que a
vosotros las divinidades os sean favorables, y que Febo sea propicio al poeta como antes lo fue para mí (traducción de Hernández
Pérez, 2015: 192).
AE 2007, 805, II d.C. Segobriga
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
Si los testimonios epigráficos informan sobre las familias serviles, también nos permiten saber qué ocurre con esos lazos personales cuando alguno de los integrantes ha obtenido la libertad. En Mérida se ha preservado la
inscripción sepulcral de un esclavo público, Herenio, de veint1siete años. Su
madre, la dedicante, porta duo nomina, Luceya Herenia, lo que demuestra
que al fallecimiento de su hijo era una mujer libre. A pesar de la diferencia
de estatus, la relación se mantiene, si bien es cierto, el epitafio no ofrece
suficiente información sobre las condiciones en las que se desarrollaba esa
relación maternofilial:
D(is) M(anibus) s(acrum)/ Herennius / col(oniae) Emer(itensis)
ser(vus)/ annor(um) XXVII / h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) /
Lucceia Herennia / mater fec(it)
Consagrado a los dioses Manes. Herenio, esclavo de la colonia
emeritense, de veintisiete años, aquí se encuentra. Que la tierra te sea leve.
Luceya Herenia, su madre, lo hizo.
ERAE 171, finales del I-principios del siglo II d.C., Emerita Augusta
Sin embargo, no todas las esclavas tuvieron la suerte de conocer a su descendencia, puesto que también sucumbieron a uno de los de grandes males
femeninos a lo largo de la historia: la muerte durante el embarazo, el parto o
el posparto. A pesar de lo habitual de este hecho, las inscripciones funerarias
no lo recogen con tanta frecuencia como cabría esperar. De los epitafios latinos conservados, únicamente dieciocho refieren al deceso durante el alumbramiento (Edmondson 2018: 180). Por esta razón, la inscripción sepulcral
de Cándida adquiere tanta relevancia:
D(is) M(anibus) / Candidae coniugi bene me/renti ann(orum) p(lus)
m(inus) XXX qu(a)e me/cum vixit ann(os) p(lus) m(inus) VII / qu(a)e est
cruciata ut pari/ret diebus IIII et non pe/perit et est ita vita fu/ncta Iustus
conser(vus) p(osuit)
A los dioses Manes. A Cándida, mi benemérita esposa, de alrededor de
30 años, que vivió conmigo alrededor de siete años. Padeció cuatro días
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durante el parto y no llegó a dar a luz. Así murió. Justo, su compañero
esclavo, coloca esta lápida
(Traducción Robert Knapp, 2011: 191)
CIL 3, 2267, III d.C., Solin
Gracias a este ejemplo, visualizamos otro tipo de relación, en este caso
con su compañero, que es el responsable de la inscripción. El epitafio recoge
el nombre de la mujer, la edad, el tiempo que duró la relación y el motivo del
fallecimiento: debido a las complicaciones del parto. Por el detalle del texto
epigráfico sabemos que no se produce la expulsión de la criatura, con lo cual
entendemos que este monumento funerario acoge el recuerdo tanto de la madre como del feto.
También las inscripciones exponen uno de los grandes temas en el estudio
de la esclavitud femenina: el trabajo. Aunque el abanico de profesiones u oficios aparecidos en la epigrafía es amplio, lo que dificulta la tarea de seleccionar un epígrafe, finalmente nos decantamos por mostrar el trabajo de nodriza:
Aste Caesaris / n(ostri) / ser(va) vix(it) / ann(os) LV / fec(it) Silva/nus
nutri/ci b(ene) m(erenti) / h(ic) s(ita) e(st)
Aste, esclava del emperador, vivió 55 años. Lo hizo Silvano a su nodriza,
que bien lo merecía. Aquí está.
CIL 9, 226, 71-150 d. C., Uria
La inscripción acoge el recuerdo de una esclava imperial, aspecto que la
diferencia de otros sujetos serviles. Además, Silvano la define en atención
a un trabajo, lo que indica la especial relevancia de la vida laboral para la
construcción de la identidad de la fallecida (Cenerini, 2009: 143; 171). No
obstante, ignoramos si el dedicante fue cuidado por ella, o si su desempeño
laboral le acarreó algún tipo de restricción como se acuerda en los contratos
de nodrizas: obligatoriedad de alimentar en exclusiva a un bebé, limitación
en el movimiento o prohibición de mantener relaciones sexuales (Bradley,
1980; Parca, 2017). Asimismo, respecto al término nutrix cabe señalar su polisemia, puesto que puede traducirse como la que amamanta, la cuidadora
o la niñera (Bradley 1986, 202). Las nodrizas esclavas están presentes en la
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
mayor parte de las fuentes que tenemos a nuestra disposición, lo que demuestra que se trataría de un trabajo habitual que las situaba en al menos
dos escenarios muy distintos: por un lado, la esclava que se hace cargo de los
hijos e hijas de la familia, a los que cría y cuida a lo largo de toda su infancia
convirtiéndose en una persona de confianza en la edad adulta (Joshel 1986:
4); por otro, la mujer alquilada por periodos máximos de tres años, responsable de alimentar a bebés ajenos. Esta última posibilidad, presente en los
contratos de alquiler de nodrizas serviles conservados en Egipto (MasciadriMontevecchi, 1984), sirvió a investigadores como Moses Finley para insistir
en que a pesar de los ejemplos de las nodrizas con las que los propietarios
mantenían una relación casi de amistad, ese trato hacia determinadas mujeres no debía desdibujar el aprovechamiento, la explotación o dependencia
que habría definido la esclavitud como institución (Finley 1980, p. 94 y 122).
Terminamos este apartado sobre las palabras propias con una inscripción funeraria singular. A lo largo de la historia antigua de Roma se identifican diversos métodos (legales e ilegales) para conseguir nueva población
esclava como, por ejemplo, la reproducción biológica, el abandono de bebés
en las calles, el secuestro, la condena o la guerra, entre otros. En la epigrafía rastreamos más abundantemente el primero, el que se sirve del cuerpo
femenino, en tanto que el término uerna (nacido o nacida en la esclavitud)
aparece con relativa frecuencia como parte de la onomástica servil (Brunn,
2013). Otros medios no son tan visibles, ni siquiera a pesar de haber nutrido
mercados de venta de personas a lo largo y ancho del Mediterráneo, fruto de
la política expansionista de Roma: nos referimos, obviamente, a la esclavitud de guerra. Por esta razón, el siguiente epitafio, proveniente de Puteoli (s.
I d.C.), recuperado en el siglo XVIII en el barrio de Fuorigrotta, (Lacerenza,
1999: 304) alcanza tantísimo interés:
[Cl]audia Aster / [H]ierosolymitana / [ca]ptiva curam egit / [Ti(berius)]
Claudius Aug(usti) libertus / [Pro]culus(?) rogo vos fac/[ite] per leg(e)m ne
quis / [mi]hi titulum deiciat(!) cu/[ra]m agatis vixit annis / XXV
Claudia Aster, esclavizada en Jerusalén. Tiberio Claudio […]colo, liberto
imperial, se encargó. Ruego para que nadie abata la lápida contra las leyes.
Vivió 25 años.
CIL 10, 1971, I d.C., Puteoli
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La fallecida porta el nombre de Claudia Aster, liberta a su vez de un
liberto imperial. La excepcionalidad se manifiesta a consecuencia de la explicación de cómo se convierte en esclava: nos encontramos ante cautiva
de guerra, proveniente de Jerusalén. De igual modo, su onomástica Aster,
parece remitir a Ester, Esther (nombre de origen hebreo), y redunda en la relación de este testimonio con la primera guerra judeo-romana (66-73) (Noy
y Sorek, 2007: 3). Su muerte no se produce en Jerusalén, ni cerca de esta
ciudad, sino en la península itálica, a donde suponemos fue llevada tras el
conflicto. Convertida en prisionera de guerra y como parte del botín su autonomía y libertad desparecen para depender de voluntades ajenas. A partir
de ese momento, inicia una diáspora que la alejará de su familia, su patria
y de todo lo que le resultaba conocido. Nada sabemos de este proceso que
sí imaginamos gracias a otras fuentes, y que se liga a violencias de muy diverso tipo, entre ellas la sexual (Antela, 2008: 310-320), concebida como una
agresión específica sobre el cuerpo femenino en los contextos bélicos. En
cualquier caso, al trauma de convertirse en botín de guerra y a verse desplazada, hemos de sumar la adaptación a una vida en la esclavitud. Su epitafio
no esconde sus orígenes ni su periplo; su recuerdo se vincula posiblemente
a uno de los momentos más traumáticos de su existencia, sin que sepamos
explicar el porqué de la elección de esas palabras.
A MODO DE CONCLUSIÓN
¿Qué sabemos de las esclavas en la Roma antigua? Dar respuesta a esta pregunta en apenas unas páginas resulta una tarea imposible. Afortunadamente hoy, en pleno siglo XXI y tras décadas de estudios de mujeres y de género, podemos afirmar que las féminas serviles no son unas absolutas desconocidas. Constatamos su presencia en las distintas fuentes antiguas, que
sólo miradas en conjunto podrán ofrecernos una imagen lo suficientemente
comprensible como para darnos cuenta de todo lo que se nos escapa. Ocurre
esto, en parte, porque las palabras ajenas, que emanan del privilegio, del poder y del dominio, resultan mucho más sonoras. En este punto, no consideramos únicamente el grupo social, sino también género: la intersección de
los factores sociales que crean desigualdades dificulta el acceso a los sujetos
que se encuentran más alejados de la estructura dominante.
Ha de tenerse en cuenta, además, que la existencia servil femenina no
responde a una forma única. Sus experiencias vitales dependieron de la
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
familia propietaria, de su trabajo, de su entorno personal, sus relaciones o
su edad, entre otros factores. Una existencia que a nuestros ojos siempre
fluctúa entre la consideración de personas y objetos, y que construimos
con las palabras ajenas y las propias; vidas marcadas por la alienación y la
diáspora, y que hoy caracterizamos como vulneradas. En este contexto, recuperamos nombres propios, vidas concretas: madres, hijas, trabajadoras,
mujeres fugadas, esclavas fieles, explotadas sexualmente, nacidas en la esclavitud, cautivas de guerra o esclavas imperiales. Cada una de ellas, habla
por otras, por las silenciosas, las verdaderamente invisibles, las anónimas
de las que no tenemos noticia alguna.
Ninguna esclava de la Antigüedad narra de forma extensa las hazañas
de su vida, por esta razón, para cerrar este capítulo, cedemos el protagonismo a la mujer con la que iniciábamos el texto, Harriet Jacobs, que escribe
en un siglo XIX que a diferencia de la época imperial romana aspiraba a la
abolición de la servidumbre. Sus palabras describen una vida marcada por
la terrible experiencia de la esclavitud, pero también por las relaciones y
vivencias personales, convertidas en algo a lo que agarrarse para sobrevivir:
“Me ha sido doloroso volver a recordar los temibles años que pasé
en cautiverio. Los olvidaría con gusto si pudiera. No siempre que
miro hacia atrás lo hago con pena, ya que con esos tenebrosos
recuerdos vienen recuerdos tiernos de mi querida abuela, como
la luz, muchas nubes flotan sobre un oscuro y atormentado mar”
(Jacobs, 1992: 232).
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156
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FEMINISMO, ÉTICA DEL CUIDADO Y PATRIMONIO
Laia Colomer
Instituto Noruego de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural
(Oslo, Noruega)
Laia.colomer@niku.no
RESUMEN
Artículo presentación de mis trabajos recientes en temas patrimoniales y de
arqueología pública. Para ello presento dos ejemplos. El primero es un análisis que deconstruye desde el feminismo las narrativas postcoloniales del
movimiento Black Lives Matter. El segundo, usa los preceptos de la ética del
cuidado feminista para analizar procesos de memorialización y patrimonialización. Ambos casos sirven para posicionar el cuidado social en el centro
ontológico de las actividades de mantenimiento y como el eje sobre el cual
comprender y analizar el patrimonio como sustento y bienestar social, tanto
en el pasado como en el presente.
Palabras clave: cuidados, actividades de mantenimiento, memorilización,
Black Lives Matter.
ABSTRACT
This paper summarises my approach to heritage studies from a feminist
perspective. It includes two examples. The first is an analysis that deconstructs the postcolonial narratives of the Black Lives Matter movement from
a situated knowledge approach. It is a critical analysis of discourses that
neglect or silence the contributions of feminism in the postcolonial politics
of identity. In reaction to systemic racism and racial injustices, monuments
of historical figures were torn down. The arguments given called for colonialism, racism, and imperialism reasons. However, patriarchy was never mentioned as the element that precedes, sustains, and enriches them, nor was
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it debated whether we should add misogyny and toxic masculinity as part
of the symbolic representation of these historical heroes and their monuments. The second example uses the precepts of the feminist ethics of care
to analyse memorialisation processes. Traditionally, memorials are erected
to preserve the memory of an event, a person or a group of people killed in
traumatic circumstances. Instead, I propose to position these kinds of memorials as a practice of social care for those affected, both individuals and
the whole society. I draw these views on care ethics postulates, which have
a fundamentally relational vision of human beings, and where the central
value of all practice is (or should be) the care of people. Two case studies
illustrate this approach, one on COVID-19 memorialisation between 2021
and 2022; and another on memorialising followed in Norway after the terrorist attack of July 22, 2011. Altogether position social care at the ontological
centre of maintenance activities and as the axis to understand and analyse
heritage for people’s sustenance and social well-being, both in the past and
present.
Keywords: care, maintenance activities, memorialisation, Black Lives Matter.
INTRODUCCIÓN
Este artículo es una presentación resumida de dos de mis trabajos de investigación (en proceso de publicación) desde mi llegada a mediados de 2020 al
Instituto Noruego de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural (NIKU,
en sus siglas en noruego). Nuevas líneas de investigación que abordan la
práctica y el análisis del patrimonio cultural desde una perspectiva feminista. Ejemplifican para posicionar el cuidado social en el centro ontológico de
las actividades de mantenimiento (Picazo, 1997; Colomer et al., 1998; González-Marcén et al., 2007; González-Marcén et al., 2008. Ver también Montón & Lozano, 2012), el eje sobre el cual comprender y analizar el sustento,
bienestar y la reproducción social, tanto en el pasado como en el presente.
En este marco epistémico, la memorialización y la patrimonialización son
ejemplos de las muchas tantas prácticas existentes de cuidado social.
El primer de los trabajos es una relectura bajo el prisma feminista del
derribo de estatuas por parte del movimiento Black Lives Matter. Se trata de
una mirada crítica desde el conocimiento posicionado a los discursos que
descuidan o silencian las aportaciones del feminismo en la política y luchas
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
identitarias de carácter postcolonial, ya sea por parte de los movimientos
políticos populares como de las propias instituciones públicas académicas
y patrimoniales que han debido debatir cómo gestionar las acusaciones
de racismo. Como reacción de un gran número de colectivos al racismo
sistémico y la injusticia racial, se derribaron o desfiguraron monumentos
de figuras históricas relacionadas con el colonialismo, el racismo y el
imperialismo. Pero nunca se mencionó el patriarcado como el elemento
que los antecede, sustenta y enriquece, ni tampoco se debatió si debiéramos
añadir la misoginia y la masculinidad tóxica como parte de la representación
simbólica de dichos personajes históricos y sus monumentos.
El segundo ejemplo va más allá de una crítica discursiva. Se trata de una
propuesta de análisis de la patrimonialización desde la perspectiva de la
teoría feminista del cuidado. Concretamente, se trata de entender la memorialización de hechos traumáticos acontecidos y que han afectado (y aún
afectan) a la sociedad (tipo genocidios, guerras, ataques terroristas, pandemias y migraciones forzadas) como una práctica de cuidado social. Tradicionalmente, se han erigido monumentos conmemorativos para conservar la
memoria de un hecho, de una persona o de un grupo de personas fallecidas
por atrocidades. Se trata de espacios patrimoniales que no solo homenajean,
sino que comunican y enseñan conductas morales y espíritus colectivos/nacionales. Mi propuesta, en cambio, posiciona la memorialización como una
práctica de cuidado social, primero de las personas directamente afectadas
y después sus familiares y amigas, y finalmente de tota la sociedad conmocionada. Articulo este cuidado social a partir de los postulados de la ética
del cuidado, la cual tiene una visión fundamentalmente relacional de los
seres humanos, y donde el valor central de toda práctica es (o debería ser) el
cuidado de las personas.
LO PATRIMONIAL DESDE EL FEMINISMO
El patrimonio no es un elemento neutral sino un fiel reflejo de la sociedad,
y como tal una herramienta al servicio del patriarcado (Jiménez-Esquinas,
2017). Ello se manifiesta especialmente cuando entendemos que el patrimonio es una acción, la de conservar y explicar lo que valoramos relevante del
pasado para que las generaciones actuales, y las futuras, conozcan sus referentes culturales e ideológicos. Por ello se habla de “procesos de patrimonialización” más que de la existencia de un patrimonio heredado del pasado
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(Davallon, 2014; Kirshenblatt-Gimblett, 2001). Desde un punto de vista de
la política de la identidad cultural, el patrimonio se entiende como un símbolo, como una representación, e incluso como una práctica de producción
cultural centrada en el presente y que toma el pasado como recurso narrativo y justificativo. Dicha narrativa sirve para expresar (negociar y validar)
nuestras identidades culturales, nacionales, y de clase (Smith 2006).
Formulado de esta manera, el patrimonio es también la expresión de las
identidades culturales de hoy, y de las relaciones de poder que entre ellas se
establecen. Para que ello ocurra, alguien (un sujeto) toma decisiones entorno a cuáles son las memorias colectivas, las que nos definen como comunidad. De esta manera, el patrimonio se convierte así en una herramienta para
la definición, en el presente, de lo social y lo cultural. El sujeto que define y
determina las memorias colectivas tiene una identidad de género, generalmente masculina, además de blanco y heterosexual, y por lo tanto, acontece
que las memorias colectivas son “las suyas (de él/ellos)” convertidas en las
de todxs, normatizadas, naturalizadas, axiomatizadas. Es por ello que el patrimonio tiene género (Smith, 2016). Se trata de representaciones simbólicas
y narrativas del pasado llenos de sesgos de género basados en prejuicios,
creencias recibidas, compartidas irreflexivamente que apoyaban y justificaban un orden social jerárquico más allá de lo científico, lo arqueológico y lo
patrimonial (van den Dries & Kerkhof, 2018). Como acto político, los procesos de patrimonialización tienen género en la forma en que se define, se
entiende y se habla del patrimonio y, a su vez, en la forma en que reproduce
y legitima las identidades de género y los valores sociales que las sustentan. El “discurso patrimonial autorizado” contiene valores y percepciones
androcéntricos sobre la identidad de los géneros y sus relaciones de poder.
Los espacios, paisajes y monumentos que se identifican como patrimonio,
y posteriormente se conservan y preservan, son los que tienen sentido para
dicho discurso, el del patriarcado. Ello permite y asegura que el patrimonio
se convierta en el espacio símbolo para todos, y también para todas (Smith,
2016).
Más allá de analizar identidad y poder entre géneros en espacios patrimoniales y museísticos, los estudios patrimoniales pueden tener una vocación
transformadora de la sociedad. En una reflexión sobre arqueología pública y
género, González-Marcén y Sánchez-Romero (2018) refieren las esferas públicas para una arqueología feminista activista que incluya las prácticas co-
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
laborativas, la multivocalidad, y convertirse en una herramienta de empoderamiento. A ello añaden una “vocación transformadora” (González-Marcén
& Sánchez-Romero, 2018, p. 27) mediante una representación inclusiva del
pasado, una valoración de las experiencias históricas, y la incorporación del
género como una variable definitoria de la memoria colectiva y del patrimonio. Para conseguir una vocación transformadora colectiva, debemos modificar los puntos de partida y los puntos de vista (sensu Haraway, 1988), que
para los casos que aquí presentaré será entender el patrimonio del trauma
cultural, no ya como un objeto tangible o intangible, sino como una acción
mediada por las relaciones interpersonales (Hernando, 2012) para así cuidarlas, en el sentido de cubrir sus necesidades psicológicas y simbólicas básicas
después de una vivencia traumática.
WOMEN LIVES MATTER
El asesinato de George Floyd en Minneapolis en mayo del 2020 a manos de
la policía local desató movilizaciones en todo el mundo contra la violencia
racial estructural y directa aún presente en nuestras sociedades. Una de las
reacciones tuvo como objetivo monumentos y estatuas que representaban
lideres políticos, militares y culturales relacionados con pasados coloniales,
y acusados de racistas. El caso más mediático fue la estatua de Edward Colston en Bristol (Gran Bretaña), pero no es la única. A la lista de defenestrados
cabe añadir Cristóbal Colón, el rey Leopoldo II de Bélgica, Mahatma Gandhi,
Cecil Rhodes, Robert Milligan, Theodore Roosevelt, el general Robert E. Lee,
Hans Sloane, Winston Churchill, Robert Baden-Powell, por citar aquellos
nombres que resuenan fuera del mundo anglosajón.
Estos hechos han abierto un interesante debate público y académico sobre si tiene sentido retirar este tipo de patrimonio cultural que glorifica las
acciones y actitudes imperialistas occidentales, o bien debemos separar “el
hombre de la obra” y entender que racismo y supremacismo eran ideologías
propias de épocas pasadas. O simplemente, estamos eliminando (censurando) el patrimonio a razón de una ideología, aunque no por ello destruyamos
la ideología que lo sustenta. O bien, si existen soluciones menos radicales y
más educativas (Candelaria, 2020; Perhamus & Joldersma, 2020). Como reacción a la violencia en las calles, muchas instituciones patrimoniales están
finalmente revisando sus criterios curatoriales, o simplemente escondiendo
estos señoros en los almacenes museísticos por miedo a su destrucción o a
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ser señaladas como blanqueadoras del supremacismo blanco.
Mi primer argumento a este debate curatorial es que deberíamos entender estas estatuas como objectos arqueológicos patrimonializados. Es decir,
elementos patrimoniales que significaron sólo en el pasado, pues conllevan
valores y simbologías que ya no representan la sociedad actual. Son anacrónicos para la sociedad que estamos viviendo o conllevan valores que son
contrarios a los valores que queremos que nos representen hoy en nuestras
calles. Su revisión debería de hacerse, no desde la vergüenza o desde la prudencia, sino desde la responsabilidad. Evidentemente no somos responsables de los actos de nuestros ancestros, ya sean actos imperialistas, racistas
o artísticos. Pero sí que debemos reconocer que sus acciones han contribuido directamente a nuestra/su actual posición de privilegio, la cual sí puede (y debe) ser evaluada hoy desde una perspectiva de justicia restaurativa
(Burch-Brown, 2022). Los ataques violentos a las estatuas conmemorativas
coloniales deben interpretarse como una expresión de exasperación y resentimiento contra la larga y activa inactividad de las personas blancas hacia la
justicia racial. Es un dolor acumulado que estalla en protestas y disturbios, y
que ha tomado las estatuas como objetivos colaterales. Los ataques a las estatuas son un recordatorio simbólico a la reticencia de las personas blancas
a revisar críticamente los efectos aún persistentes del colonialismo en nuestras sociedades y a comprender el daño emocional que causa la inacción.
Silenciar y menospreciar las quejas, relativizar las acciones de los héroes
representados, y maximizar el daño causado a las estatuas son otra forma de
racismo estructural (Colomer, 2020) (fig.1).
Mi segundo argumento va dirigido a los criterios usados por los activistas
que enarbolaron las siglas del movimiento Black Lives Matter para derribar
o vandalizar estatuas. Me refiero al sesgo de género de sus acciones, a pesar
de los principios originales del movimiento Black Lives Matter. En el parágrafo inferior aparece un extracto del programa fundacional del movimiento
Black Lives Matter, redactado precisamente por tres mujeres, Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi. Se trata de un texto que no solo habla de
racialización y racismo, sino que también llama a considerar el patriarcado
que ha habido tradicionalmente en el movimiento de liberación de las personas negras. Por ello, pide no replicar de nuevo la exclusión de las mujeres,
las personas queer y transgénero mediante su ubicación en el centro del
movimiento y las reivindicaciones de Black Lives Matter:
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
Figura 1. Monumento a Robert E. Lee tal como estaba el 1 de julio de 2020 después
de las protestas Black Lives Matter. Autora: Mk17b. CC BY-SA 4.0, via Wikimedia
Commons.
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“Black Lives Matter es una intervención ideológica y política en un
mundo donde las vidas de las personas negras son sistemática e intencionalmente el objetivo de su desaparición. Es una afirmación
desde la humanidad de las personas negras, nuestras contribuciones a esta sociedad y nuestra resistencia frente a la opresión mortal.
(…) Los movimientos de liberación negros en este país han creado
un lugar, un espacio y liderazgo, principalmente para hombres negros heterosexuales y cisgénero, dejando a las mujeres, las personas
queer y transgénero fuera del movimiento o en un segundo plano
para hacer avanzar el trabajo con poco o sin reconocimiento. Como
red, siempre hemos reconocido la necesidad de centrar el liderazgo
de las mujeres y las personas queer y trans. Para maximizar nuestra
fuerza de movimiento y ser intencionales en no replicar prácticas
dañinas que excluyeron a tantos en movimientos por la liberación
pasados, nos comprometemos a ubicar a aquellxs en los márgenes
más cerca del centro”. Texto traducido por la autora. Original extraído de https://blacklivesmatter.com/herstory/
Mi interés en redimensionar lo feminista del movimiento Black Lives
Matter, no es tanto en resignificar las identidades de género que las sustentan, así como empoderar lo femenino en él (que también), sino en deconstruir la masculinidad patriarcal que aún subsiste en los actos violentos
realizados en su nombre. A pesar de décadas de feminismo y del programa fundacional de Black Lives Matter, los activistas que derribaron monumentos, así como aquellos que justificaron, alabaron o criticaron sus actos
públicamente (y académicamente) se olvidaron (de nuevo!?) de la esencia
feminista del movimiento Black Lives Matter. Ofendidos y violentados por
el asesinato de George Floyd, se apropiaron de aquello que les significó (a
ellos), y argumentaron sólo narrativas de superioridad y dominación racial
blanca, sin cuestionar sus privilegios patriarcales ni las herencias de masculinidad tóxica presentes tanto en las estatuas como en su ira hacia ellas (ver
también Connell & Messerschmidt, 2005 sobre el concepto de hegemonía
masculina). Sus acciones siguieron criterios androcéntricos propios del patriarcado, porqué paradójicamente la ideología y la política feminista, aunque sea una crítica estructural e interseccional, se siguen entendiendo como
un tema que sólo trata y atañe a las mujeres.
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
PATRIMONIO Y CUIDADO SOCIAL
Junto a ejercicios de deconstrucción de la masculinidad patriarcal en lo patrimonializado, abogo por una investigación que incorpore el feminismo
como variable definitoria para el análisis y la práctica de las formas de memoria colectiva y patrimonio. En mis trabajos sobre la patrimonialización
del trauma cultural, dicha variable definitoria es la ética del cuidado, explorada y adaptada a partir de los postulados de autoras como Tronto (1993,
1998, 2015), Held (2006) y Engster (2007). El cuidado de la sociedad es el
eje para entender y activar las prácticas patrimoniales, no tanto como sinónimo de conservación de los elementos tangibles e intangibles que hemos
heredado del pasado (Jones & Yarrow, 2022; Veldpaus & Szemző, 2021) o en
relación al cuidado y mantenimiento diario y cotidiano de espacios patrimoniales (Jiménez-Esquinas, 2017), sino entendido como una práctica activa
para cuidar la sociedad civil. Dicho cuidado se realiza mediante la transformación de la memoria colectiva vivida en nuevos elementos patrimoniales
de vigencia y valor para el sustento y el bienestar de la sociedad actual. Ello
toma mayor relevancia cuando dicho sustento y bienestar social debe realizarse después de sufrir colectivamente una crisis o un trauma. En este caso,
se debería memorializar, no para recordar los momentos difíciles ni para
honrar acciones heroicas, sino para cuidar a las víctimas, sus familiares y
otras personas afectadas.
En 2021, y junto a mi colega Eddie Schmitt, hicimos un extenso seguimiento de la dimensión traumática de la pandemia COVID-19 y su transformación en procesos de memorialización. Me refiero a la dimensión social
del duelo compartido (Clavandier, 2004), y de cómo formalizar dicho duelo
desde la ética del cuidado. Nuestro trabajo (Colomer & Schmitt, in press) llama a ello, a buscar nuevas formas de uso del patrimonio a estos fines desde
una ética basada en el cuidado de las relaciones interpersonales.
El trauma deja marcas metafóricas y materiales tanto en los individuos
como en la sociedad; marcas que son difíciles de soportar, de afrontar, de
expresar y, por tanto, de llorar y superar (Ford, 2009). El reconocimiento
activo del trauma, la aceptación de las raíces estructurales del trauma y el
compromiso con los procesos de superación del trauma juegan un papel integral en la recuperación social del trauma y su resiliencia (Eyerman, 2019).
La forma en que cada comunidad experimenta eventos traumáticos y expresa las emociones detrás de este trauma personal y colectivo varía mucho
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(Brady et al., 2018; Hirschberger, 2018; Mason, 2019). La unión, el sentido de
comunidad, la empatía y el cuidado interpersonal juegan un papel integral
en estos procesos. Muchos memoriales espontáneos surgieron en todo el
mundo a raíz de la COVID-19, seguidos de actos oficiales de duelo público. En el contexto académico de los estudios de la memoria, estos rituales
se entienden como procesos que surgen para satisfacer el deseo de honrar
a las víctimas de la pandemia de una manera que cristaliza un sentido de
victimización por las circunstancias de su muerte o dolor, y pretenden así
promover una narrativa colectiva de lo sucedido.
Figura 2. Ejemplo de geolocalización de monumentos conmemorativos en relación
con la COVID-19, concretamente en la ciudad de València (País Valencià, España).
Autoras: Eddie Schmitt & Laia Colomer.
A medida que la pandemia COVID-19 avanzaba sin control y las muertes se sucedían, comenzaron a surgir representaciones conmemorativas
populares entorno a las personas afectadas, enfermas y fallecidas. Dichas
conmemoraciones se convirtieron en motivo de interés nuestro académico, y por ello comenzamos a crear una base de datos con información y
representaciones mediáticas. Estos eventos colectivos tomaron la forma de
ceremonias, y monumentos, ya sea con un carácter conmemorativo hacia
familiares y los equipos sanitarios o como forma de protesta pública hacia
las autoridades. Debido a la cantidad de información recogida, las primeras
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
formas de recopilación de información de estas prácticas de duelo tomaron
pronto una forma más estructurada mediante el mapeo georreferenciado
(usando Google Earth). El mapeo nos permitió comprender los sucesos y
sus circunstancias, es decir, las categorías de eventos: espacios y monumentos conmemorativos, ceremonias y eventos conmemorativos, cementerios y
ciber-ceremonias. El análisis resultante nos permitió una reflexión sobre la
ética profesional de recopilar estas respuestas traumáticas colectivas como
forma de archivo de memoria y memorialización de un hecho que ahí acontecía (Colomer & Schmitt, en prensa; Schmitt & Colomer, 2021). Entendimos
que estas prácticas conmemorativas reflejan nuestra voluntad de cuidado
individual y colectivo para con nosotras mismos. No estamos hablando de
homenajes a aquellos que combatieron guerras contra la COVID, ni se trata
de compromisos morales guiados por el hacer lo correcto en medio de una
crisis sanitaria. Sino de cuidar bien, de cuidar a aquellas personas que cuidan
y aquellas que necesitaron ser cuidadas.
Fisher y Tronto (1990) definieron el cuidado como “una actividad de la
especie que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro ‘mundo’ para que podamos vivir en él lo mejor posible. Este
mundo incluye nuestros cuerpos, nosotras/os mismas/os y nuestro entorno,
elementos todos que buscamos entretejer en una red compleja, para el sostenimiento de la vida”. Cuidar bien incluye 4 fases (junto con sus elementos
éticos) que se entremezclan en un diálogo con aquel o aquella a quien se
cuida, respetando sus necesidades:
• Cuidar de (caring about) implica prestar atención a nuestro mundo
de tal manera que nos centremos en la continuidad, el mantenimiento y la reparación.
•
Tener cuidado de (taking care of) implica asumir la responsabilidad
de las actividades que mantienen nuestro mundo en marcha. La habilidad central involucrada es la del juicio (elegir un curso de acción
en lugar de otro). Ello implica también evaluar los recursos, así como
tener poder, es decir, comandar los recursos para poder cuidar.
•
Las tareas de cuidado (caregiving) implica el trabajo práctico (es decir, competencia) de mantenimiento y reparación.
•
El recibir cuidado (care-receiving) implica las respuestas (es decir,
responsividad) al proceso de cuidar de aquellos a quienes se dirige
el cuidado.
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Como campo académico en política moral, la ética del cuidado busca
abordar, comprender y descubrir los recursos epistemológicos diversos y
contextualmente específicos que surgen del papel central del cuidado en la
moral humana. Tiene sus raíces en una visión fundamentalmente relacional
de los seres humanos que conciben a las personas como seres mutuamente
interconectados, vulnerables e interdependientes (Held, 2006). Concibe el
cuidado como un valor central y un conjunto paradigmático de prácticas y
valores para el cuidado de las personas, informado normativamente por tres
virtudes: atención, capacidad de respuesta y respeto (Engster, 2007; Held,
2006; Tronto, 1993). Así pues, nuestro análisis sobre la patrimonialización de
los efectos (y afectos) de la COVID, la creación de actos y espacios conmemorativos no deben entenderse como deberes sociales para con las personas
afectadas, sino que deben ser contextualizados y definidos por las relaciones
humanas que desarrollamos para quienes nos rodean. Cuando se patrimonializa este trauma cultural en museos, ciber-exposiciones, o mediante espacios de memoria y monumentos, los profesionales del patrimonio deben
entender que ese proceso se debe a las comunidades afectadas. Ha de servirles a ellas, y por ello su patrimonialización debe no solo incluirlas, sino sobre
todo responder a sus necesidades para hacer frente al duelo y la pérdida
(Bounia 2020). Los trabajos curatoriales que permiten recoger y almacenar
lo tangible e intangible de las vivencias y las pérdidas durante momentos de
crisis, trágicos, traumáticos, deben ser entendidas como formas de cuidado
de y para la sociedad que las padece. No deben crearse (solo) bajo criterios
de pericia (y autoridad) profesional respondiendo a “aquello que las futuras
generaciones sabrán de lo que nos sucedió” y por ello ser custodiadas como
momentos históricos, sino como aquello que sirve a nuestra sociedad para
que se sienta mejor, hoy. El patrimonio que se crea y surge en este contexto,
se entiende como las prácticas y las relaciones que desarrollamos a nuestro
alrededor para cuidarnos mutuamente. El patrimonio pues, se transforma
también en un espacio de cuidado del mundo en base a tres virtudes: atención, receptividad y respeto (Colomer & Schmitt, en prensa).
Recientemente he aplicado esta misma perspectiva para analizar los procesos de memorialización que se han producido en Noruega en la última
década a raíz del acto terrorista del 22 de julio de 2011. En ese día, un joven
“étnico noruego” (terminología usada en Noruega para diferenciar las personas noruegas de las personas noruegas inmigrantes o con ancestros inmi-
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
grantes) puso una bomba en uno de los edificios gubernamentales en el centro de Oslo. Después se desplazó a la isla de Utøya para disparar a sangre fría
y durante una hora a jóvenes y menores de edad que participaban en unas
colonias formativas organizadas por las juventudes del Partido Socialista
noruego. El balance de víctimas se elevó a 77 personas muertas y más de 120
de heridas. Se trata del acto de terror más grande de la historia de Noruega,
y dejó el país conmocionado y desorientado. La consternación fue aún mayor cuando se supo que el perpetrador era un noruego clase media-alta de
extrema derecha enarbolando argumentos contrarios a la inmigración, las
feministas y las personas musulmanas. Desde entonces, la sociedad noruega
ha desarrollado resiliencia social utilizando diferentes herramientas políticas y profesionales. El patrimonio cultural, en particular la memorialización
del suceso y de sus víctimas, ha sido una de estas herramientas. Ha servido
para cerrar heridas al tiempo que se crea una narrativa colectiva de superación del trágico evento con la que la sociedad noruega puede reflejarse y las
futuras generaciones aprender. Todo ello puede también analizarse bajo el
prisma de la ética del cuidado.
Mi trabajo ha consistido en trazar un mapa del conjunto de prácticas y
valores activados en Noruega para pacificar el trauma generado y que desencadenó en su proceso de memorialización. He recogido las medidas tomadas, las reflexiones seguidas, los conflictos que surgieron, las diferentes
Figura 3. Dos momentos de los procesos de memorialización colectiva del ataque
terrorista de 22 julio 2011 en Noruega. A la izquierda, las rosas depositadas espontáneamente por la ciudadanía en las calles de todo el país días después del ataque. A
la derecha, el Monumento Nacional en Utøyakai, inaugurado en agosto 2022. Fotos:
VVM/NIKU (foto izquierda), Laia Colomer (foto derecha).
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interpretaciones sobre las funciones que debería tener el monumento nacional, y los valores argumentados por los diferentes agentes que participaron
en el proceso. Estos relatos, junto con la documentación administrativa y
una vasta literatura académica en torno al 22 de julio (estudios de trauma
psicosocial, seguridad y derecho, sociología de la radicalización, antropología de la ritualización, resiliencia e identidades sociales, multiculturalidad
y religión, y trabajo curatorial sobre memorialización) conforman lo que he
llamado el Modelo Trauma-Valores-Memoria (TVM), El Modelo TVM mapea las prácticas, los valores, efectos (y afectos vividos) y las relaciones interpersonales de cuidado que subyacen y que acabaron generando los momentos y monumentos conmemorativos entorno al 22 de julio: objetos, rituales,
notas y acciones espontáneas, monumentos, placas, espacios de memoria,
museos. Todos estos elementos se crean para curar el trauma creado, para
fomentar aquellos valores cívicos a fin de contrarrestar las motivaciones de
los terroristas y para nutrir a la sociedad. El Modelo tiene pues, como objetivo cambiar el enfoque dado a los procesos de memorialización del trauma
en los estudios patrimoniales para entenderlos como prácticas de cuidado
social (Colomer, n.d.).
Figura 4. El Modelo Trauma-Valores-Memoria. Elaboración propia.
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
CONCLUSIONES
El patrimonio, como constructo que explica el pasado, tiene género, de igual
manera que tiene etnia, raza, religión, capacidad funcional, y clase social. El
patriarcado aún gobierna el discurso patrimonial, incluso cuando desde la crítica postcolonial se muestra su esencia racista y supremacista. El feminismo
es una herramienta poderosa para radiografiar extensivamente la política de
identidades presente en los procesos de patrimonialización, pues disecciona
también los discursos androcéntricos y las relaciones de poder patriarcales
existentes en los movimientos y pensamientos coloniales y postcoloniales.
Más allá de analizar identidad y poder entre géneros, el patrimonio puede
anclar su práctica y análisis mediante la observación vivida y pensada desde
el feminismo.
El feminismo constituye una herramienta ontológica y epistemológica
fundamental para entender los procesos mismos de memorialización y patrimonialización del pasado en clave de presente y de relaciones interpersonales desarrollados para cuidarnos mutuamente y así sustentar la sociedad.
Por ello abogo por el uso de la ética del cuidado como marco referencial para
analizar y crear patrimonio.
AGRADECIMIENTOS
Mis más sinceros agradecimientos a las organizadoras de las jornadas, Begoña Soler i Mayor, Paula Jardón i Giner y Mireia López i Bertran por invitarme
a presentar mi trabajo, y a todo el equipo del Museu de Prehistòria de València por la buena acogida durante las jornadas. También mi agradecimiento
a todas las integrantes de la red Pastwomen por el trabajo en común, el
reconocimiento mutuo, las risas y los cuidados.
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OTRAS MIRADAS AL PASADO. UNA EXPOSICIÓN VIRTUAL
PARA DESCUBRIR LA HISTORIA OLVIDADA
Beatriz Sánchez Justicia
Musaraña gestión integral de museos S.L.
Paula Jardón Giner
Universitat de València
Begoña Soler Mayor
Museu de Prehistòria de València
RESUMEN
Esta exposición virtual ha sido desarrollada desde una perspectiva feminista
del estudio de la Prehistoria y la historia antigua, es transversal tanto cronológica como temáticamente. Su objetivo es visibilizar a las mujeres del pasado a través de la investigación arqueológica e histórica para construir un
relato más inclusivo que revierta ausencias e invisibilizaciones. Se presenta
a las mujeres del pasado sin sesgos patriarcales y androcéntricos que son
algunos de los que han ido dejando a las mujeres fuera del relato histórico.
Palabras clave: exposición virtual, perspectiva feminista, investigación arqueológica.
ABSTRACT
Chronologically and thematically transversal, this virtual exhibition has
been developed from a feminist perspective on the study of prehistory and
ancient history. Its aim is to make women of the past visible through archaeological and historical research, in order to build inclusive history and
reverse the absences and invisibilization. It presents the women of the past
without patriarchal and androcentric biases. These are some of the biases
that have excluded women from the historical narrative.
Keywords: virtual exhibition, feminist perspective, archaelogical research.
175
[page-n-185]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
INTRODUCCIÓN
El 7 de febrero de 2020 se celebró en el Museo Arqueológico Nacional la reunión constitutiva de la Red Temática del Ministerio de Ciencia e Innovación
PASTWOMEN. Mujeres y género en las sociedades prehistóricas y antiguas: de la investigación a la educación. Formaban parte de la red más
de 30 mujeres adscritas a grupos de siete universidades españolas y a los que
se hallaban vinculados tanto museos e instituciones educativas y culturales
como centros de investigación europeos.
Después de más de 15 años de trabajo en común, mediante la Red PASTWOMEN pretendíamos consolidarnos como espacio colaborativo entre investigadoras, educadoras, mediadoras y otras profesionales para promover
la visibilización de las perspectivas feministas en arqueología e historia.
Una de las primeras ideas que pusimos en marcha para dar peso a la
parte de difusión de este proyecto, fue la de realizar una exposición que
presentara al público los resultados de las investigaciones que habían ido
realizándose en todos estos años. Pensamos en una exposición itinerante
que pudiera ser accesible desde cualquier punto del estado español.
Si esto ocurría en esa primera reunión el 7 de febrero, nuestras ilusiones,
como las de todo el mundo, se vieron truncadas por la pandemia que nos
dejó en casa el 14 de marzo de ese mismo 2020. Fue, a partir de ese momento, cuando empezamos a pensar que la haríamos igualmente, pero de forma
virtual y ya, en junio de ese mismo año, nos pusimos a trabajar en ella.
Figura 1. Constitución del grupo de trabajo. Madrid. 2020. Archivo Pastwomen
176
[page-n-186]
Otras miradas al pasado
Conformamos un equipo de trabajo de nueve personas encargado de
crear un primer guion expositivo, del que surgiría el definitivo proyecto museológico y museográfico. Construimos la exposición, inicialmente, sobre la
base de que en algún momento pudiera materializarse, aunque el desarrollo
de la misma nos hizo ver que medios tan distintos necesitan de metodologías de trabajo y de representación totalmente diferentes.
Tomamos algunas decisiones iniciales muy importantes a la hora de ir
conformando el proyecto: sería una exposición transversal tanto cronológica como temáticamente. La abordaríamos desde una perspectiva feminista
del estudio de la Prehistoria y la Historia Antigua, presentando los resultados de las investigaciones que, sobre las mujeres del pasado, se habían desarrollado dentro del colectivo básicamente, siendo las personas responsables
de cada ámbito quienes decidirían los ítems relevantes a desarrollar. El ámbito cronológico se enmarca entre las sociedades cazadoras-recolectoraspescadoras de la prehistoria y el mundo romano.
Todo este trabajo colaborativo se realizó online, entre junio de 2020 y
junio de 2022, bajo la coordinación de dos de nosotras (BSM y BSJ).
EXPOSICIÓN: OTRAS MIRADAS AL PASADO
Página de inicio de Otrasmiradas.pastwomen.net/
OBJETIVOS
Como explicamos en la introducción de la exposición, el objetivo de la arqueología feminista es que los resultados de su investigación contribuyan a
generar otras miradas sobre el pasado a partir de acciones fundamentadas
177
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
en la investigación sobre los espacios y la cultura material que se vinculen
con cuestiones relevantes para las sociedades del presente. Visibilizar a las
mujeres del pasado a través de la investigación arqueológica e histórica es la
manera de revertir las ausencias y olvidos interesados. Hemos trabajado para
presentar a las mujeres del pasado sin sesgos patriarcales y androcéntricos,
que son algunos de los que han ido dejando a las mujeres fuera del relato
histórico.
Abordar los temas de una manera transversal, que permita una lectura diacrónica que ayude a entender en cada momento la aportación de las
mujeres a su colectividad, ha sido también un objetivo prioritario. Y somos
conscientes de que, en algunos períodos, los más remotos en el tiempo,
siempre no es posible obtener datos suficientes desde la investigación arqueológica. Pero también tenemos claro que esa ha sido una de las excusas más utilizadas para atribuir determinadas acciones a los hombres por el
simple hecho de serlo (Lee y Devore, 1968).
La intención última es aportar otras miradas al pasado, desde el “conocimiento situado”, tal como fue propuesto por Donna Haraway (Haraway,1995). Es la perspectiva específica de las mujeres a la hora de construir conocimiento y hacer ciencia, en nuestro caso concentrando nuestra
mirada en aspectos como la centralidad de la vida comunitaria en la historia
de la humanidad, la agencia de las mujeres y las personas invisibilizadas por
el relato histórico desde los orígenes “los nadies” en palabras del escritor
Eduardo Galeano (1940).
CONTENIDOS
Desarrollamos siete ámbitos temáticos y cada uno de ellos contendría tres
subámbitos. A partir de una ficha inicial de trabajo, común para todas, se
trabajaron los contenidos teóricos, se eligió la parte gráfica y la bibliografía,
quedando los ámbitos definidos de la siguiente manera:
Ámbito 1.- Otras miradas al pasado
En este primer ámbito se desarrollan los temas referidos tanto al feminismo como a la arqueología feminista, imprescindible para tener una historia
en la que no sólo los hombres estén presentes y, además, nos confronta a las
mujeres del presente y del pasado.
La ausencia de referentes femeninos en el pasado ha sido una constante
178
[page-n-188]
Otras miradas al pasado
No resulta casual que sean mujeres las que se hayan preocupado de investigar, visibilizar y
divulgar el papel de las mujeres
en la historia.
que, todavía hoy, hay que cuestionar. No conocemos sus aportaciones y por
tanto no se les da protagonismo. Releer el pasado con nuevas preguntas
hace que la perspectiva feminista sea indispensable para reconocer cómo ha
llegado el relato histórico hasta nuestros días y por qué se ha ignorado a la
mitad de la población.
La arqueología, como la historia, ha tendido a ocultar el valor histórico
de las condiciones y los mecanismos cotidianos que hacen posible la continuidad y el cambio en los grupos humanos, reduciendo la agencia humana a
los términos del poder masculino que rige nuestro presente. La arqueología
y la historia feministas fijan su mirada en esta dinámica fundamental de las
comunidades humanas en la que todas las personas son protagonistas.
Desde el siglo XIX, e incluso antes, ha habido mujeres dedicadas a la investigación arqueológica, pioneras que abrieron un camino para muchas otras,
pero es cierto que la presencia de las mujeres en la gestión e investigación ha
sido muy irregular hasta finales del siglo XX en que la presencia de mujeres
en todos los ámbitos relacionados con el estudio del pasado se hace evidente.
Muchas de esas mujeres trabajan desde el feminismo activo, lo que ha generado una red de investigación en arqueología feminista única en Europa.
Ámbito 2.- Las mujeres y el curso de la vida
Este ámbito nos presenta los resultados de las investigaciones referidas a
las mujeres en las diferentes etapas de su vida de una manera transversal. La
interpretación de determinados restos materiales asociados a los restos de
mujeres permite el acercamiento a actividades específicas que varían según
el contexto cronológico, espacial y la edad de las mujeres.
Cada momento vital implica relaciones sociales y espaciales diferentes.
Así es posible reconocer el aprendizaje de las criaturas a través de restos
materiales, la madurez que supone el paso a la edad adulta con rituales específicos de cada cultura, la maternidad, que deja claras huellas cuando es
179
[page-n-189]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
La vida, el crecer y envejecer, es un proceso socialmente enmarcado en distintas
etapas definidas por ritos que delimitan estas transiciones.
frustrada, o la vejez y la muerte, señalada en los enterramientos como datos
arqueológicos a interpretar.
Las transformaciones que experimentan los cuerpos maternales, aquellos que conciben, gestan, dan a luz y nutren a otros cuerpos, marcan las
experiencias vitales de las mujeres. Acontecimientos biológicos como la menarquia, la gestación, la lactancia o la menopausia definen los ciclos vitales
femeninos. Sin embargo, es el significado social y cultural que se otorga a
estas transformaciones biológicas el que modela el curso de sus vidas y sus
experiencias vitales. Estos significados varían enormemente de un contexto
social a otro y de una época histórica a otra. Por ello las vidas de las mujeres
no son uniformes.
Cada edad conlleva una relación con el grupo del que forman parte las
mujeres y acarrea diversas actividades que en cada momento de la historia tendrán características diferentes. De la dependencia natal y del primer
año de vida -de la madre, de otras mujeres o de una parte del grupo- a la
movilidad de la edad madura para evitar la endogamia o la transmisión de
información que aporta la senectud.
180
[page-n-190]
Otras miradas al pasado
Ámbito 3.- Tecnologías cotidianas
Los aspectos que subraya este ámbito son aquellos que relacionan a las
mujeres con los distintos procesos tecnológicos a lo largo del tiempo. La mirada y la interpretación androcéntrica del pasado había alejado a las mujeres
de los procesos tecnológicos, sobre todo de los considerados más complejos,
y no había reparado en las habilidades necesarias para crear las tecnologías
necesarias para el día a día.
El aprendizaje diario hizo posible el desarrollo de tecnologías
básicas para la subsistencia de
los grupos del pasado.
El conjunto de conocimientos necesarios para crear tecnologías ha sido
construido, también, por las mujeres. Sin embargo, ellas no han tenido un
reconocimiento social, menospreciando su capacidad técnica y obviando su
papel en el desarrollo de estas innovaciones.
Es difícil ver ilustraciones donde las mujeres del paleolítico tallan la piedra, la tecnología más antigua y cuando las vemos relacionadas con la cerámica siempre es cocinando, como si la tecnología aplicada al procesado de
los alimentos no tuviera unos requisitos y conocimientos técnicos asociados. Y así, aquellas habilidades técnicas asociadas en determinados períodos
claramente a las mujeres, como el tejido en época ibérica, han sido obviadas
y durante años no se ha reconocido su valiosa aportación al grupo.
Reconocer qué actividades realizan los diferentes miembros del grupo es
uno de los objetivos que persigue la investigación arqueológica; sexuar las
actividades para entender los roles y divisiones que los grupos establecen a
la hora de llevarlas a cabo.
Ámbito 4.- Toda una vida cuidando
Gracias a la pandemia podemos decir que los cuidados han salido a la luz
y ahora son protagonistas de nuestro presente. Desde este ámbito reivindicamos de manera especial todas las actividades relacionadas con el man-
181
[page-n-191]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
Las actividades
relacionadas con los
cuidados permiten la
supervivencia del grupo y
son imprescindibles para
su desarrollo.
tenimiento de la vida que, de manera evidente durante el embarazo, nacimiento y lactancia, vincula a las mujeres con ellos y desde la antropología y
el estudio de las sociedades tradicionales también relaciona a las mujeres de
manera muy especial con otros cuidados fundamentales para la supervivencia del grupo y con aquellos relacionados con la muerte.
También en el cuidado que supone la transmisión de conocimientos para
la búsqueda de recursos, como el agua, o en la gestión de la consecución de
alimentos, las mujeres debieron tener un papel al menos tan relevante como
el de sus compañeros.
Es la investigación arqueológica la que permite reconocer la vinculación
de las mujeres con los cuidados alrededor de la muerte de una manera directa en la Península ibérica a partir del siglo VI a. C. con el desarrollo de
la Cultura Ibérica. En otros entornos, como en las culturas fenicio-púnica,
griega, etrusca o romana tenemos representaciones de mujeres participando activamente en las tareas asociadas al cuidado de los difuntos (lavado,
rasurado, perfumado, y amortajado del cadáver, según culturas) y rituales
asociados (plegarias, velado del cuerpo, despedida del difunto), así como
en el mantenimiento posterior de las tumbas. Estas tareas femeninas se han
mantenido a lo largo de la historia y se mantienen hoy en núcleos rurales.
Ámbito 5.- Espacios de vida
El estudio de los lugares donde se desarrollan las actividades es, quizá,
el que más directamente relacionado con la metodología arqueológica. Los
espacios pueden explicar actividades, el lugar donde se realizan vinculan
182
[page-n-192]
Otras miradas al pasado
a determinados miembros del grupo a unas u otras. También los espacios
vacíos son indicativos, así como el territorio y la geografía, que permiten
entender los movimientos a lo largo de la vida de un grupo humano.
Los espacios cotidianos son lugares donde sucede la vida.
Ámbito 6.- Espacios de muerte
La muerte y su significado tiene un sentido diferente en cada momento
de la historia desde los orígenes. Desde los primeros enterramientos identificados de los grupos neandertales – si no, antes - hasta la complejidad de las
ceremonias en el mundo ibérico y romano, los seres humanos hemos desarrollado una serie de acciones, representaciones y lugares que se relacionan
con ese último momento de cada persona, el final de la vida.
Ejemplo de microvideo en la exposición.
183
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
Ámbito 7.- Itinerarios educativos
La realización de este ámbito diferenciado tiene como objetivo promover
la interactividad y la exploración de la exposición con algún contenido lúdico, imaginativo y reflexivo, más allá de una visita siguiendo la estructura de
la misma. Se constituye por tanto en un apartado diferente. Las decisiones
respecto a su contenido corresponden a una serie de criterios y objetivos:
• No deben volver a explicar cuestiones ya tratadas,
•
Se trata de realizar propuestas, abordar ideas y promover enfoques
que enriquezcan la visita a partir de reflexiones sobre las evidencias
que ofrece la exposición,
•
Tiene que ser un apartado apto para todos los públicos, aunque en el
caso de público infantil, con ayuda.
•
Ha de invitar a profundizar y revisitar la exposición con otras miradas
•
Ha de visibilizar a las mujeres a partir de las evidencias científicas
•
Favorecer la empatía a partir de la imaginación sensorial
•
Favorecer la identificación relacionando objetos y situaciones del pasado con el presente
•
Proponer temáticas y preguntas para revisitar los contenidos de la
exposición con un razonamiento investigador
En el primer subapartado (“Miradas para aprender”) se incide en la importancia de la mirada, de la subjetividad, del contexto, la pregunta y la
visión crítica, para construir conocimiento. Está en relación con el ámbito
1 respecto al conocimiento situado. En “La imagen del pasado” se analizan
184
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Otras miradas al pasado
algunas representaciones gráficas, se propone también un reto interactivo,
diseñado en el entorno Genially, en el que se pide identificar actividades
realizadas por mujeres a partir de las evidencias arqueológicas como medio
para mostrar el protagonismo de las mujeres, en esas y otras actividades. A
continuación, se propone ordenar en un eje cronológico representaciones
de mujeres de diferentes culturas con el doble objetivo de mostrar actividades de cuidados y su distribución temporal extensa.
El siguiente apartado “Aprender a través de la enseñanza” sirve para subrayar el papel femenino en una actividad específicamente humana, como
es la educación, de gran importancia para la reproducción de las sociedades
y en la investigación sobre los primates.
Las siguientes dos secciones inciden en la historia cotidiana para lo que
se invita a profundizar a través de los espacios y los objetos y sus representaciones. Se ha de utilizar la deducción y la imaginación para identificar
sonidos y olores de cada actividad y cultura. Se consigue así una reflexión
subsecuente sobre cambios y permanencias en la historia.
El último itinerario educativo se centra en la comparación del pasado y
el presente en cuanto a indumentarias, juegos y alimentos. En este apartado,
como en el anterior, se emplea la deducción y la imaginación y además, la
comparación.
Quisimos cerrar esta sección (“Investigar”) evidenciando las infinitas posibilidades de itinerarios para la investigación y el aprendizaje, por lo que
se hacen otras propuestas de preguntas que orienten otras búsquedas en
la exposición respecto a la vida de las mujeres, la movilidad y las relaciones
entre los grupos, la cooperación, los cuidados o el desarrollo tecnológico.
El saber sobre el pasado y las reflexiones sobre las sociedades humanas se
conciben así como elementos en construcción que nos sirven para entender
el mundo actual.
ANÁLISIS DE LOS DATOS DE AUDIENCIA
Desde junio de 2022, fecha de presentación de la exposición virtual en
el Museo Arqueológico Nacional, hemos ido realizando difusión de este recurso a través de las redes sociales de Pastwomen, principalmente en X [@
past_women] bajo el hashtag #otrasmiradaspastwomen, Instagram y Facebook. Hemos realizado publicaciones periódicas para mostrar los diferentes
contenidos de la web y su funcionamiento, siempre intentando adaptarnos
185
[page-n-195]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
a los intereses del público que nos visita.
Al cumplirse un año de la presentación de la exposición, es el momento de analizar cuál ha sido su repercusión. La web ha recibido unas 18.200
impresiones, es decir, las búsquedas de Google han arrojado 18.200 veces
nuestra página de la web al realizar cualquier consulta. Además, en esta
empresa hemos contado con el apoyo de páginas y blogs afines que nos han
recomendado y retuiteado, generando así más visibilidad. Nosotras mismas,
como red de profesionales distribuidas en diferentes lugares, también hemos contribuido a ello promocionando la página en nuestras respectivas
redes y durante nuestras intervenciones públicas en jornadas y seminarios.
Para el análisis que mostramos hemos trabajado con la herramienta Google Analytics y la herramienta para realizar informes personalizados, Looker
Studio. Con el cambio a Google Analytics 4 se ha dejado de medir en páginas
vistas y sesiones y ahora su unidad de medida es diferente y está basada en
eventos, que son las interacciones del usuario con descargas, los clics en enlaces, las reproducciones de vídeos, etc. son ejemplos de acciones que puede
analizar como eventos. Es una herramienta muy potente y muy compleja.
Para este análisis hemos entresacado los datos más sencillos para tener una
idea de la interacción que ha habido con la página en este primer año de
existencia.
En la figura 2 se muestran las impresiones totales (más de 18.000), las url
clicks, los países desde donde nos visitan y las consultas con más impresiones.
Igualmente, también aparece qué dispositivos son los más usados para
visitar la web. La mayoría de las visitas se producen desde dispositivos móviles y ordenadores de escritorio, con porcentajes similares entre ambos,
hecho reseñable que nos lleva a pensar que quienes visitan la exposición lo
hacen desde la seguridad de su ordenador personal, ya que, en general y en
otros casos, lo normal es que las consultas a través de móvil sean mucho más
mayoritarias. Sin embargo, las tabletas son los dispositivos menos utilizados
para acceder a nuestra página.
Respecto al CTR, es decir, el porcentaje de veces que los usuarios han
elegido nuestra web frente al resto de competidores en Google, nos indica
que la página ha generado interés gracias a la difusión y que los contenidos
han tenido éxito puesto que mucha gente los ha clicado.
El gráfico muestra que el CTR de la palabra clave “historia” es el más alto,
con un 10%, lo que significa que el 10% de las personas que vieron la palabra
186
[page-n-196]
Otras miradas al pasado
clave “historia” en el sitio web hicieron clic en ella. El CTR de la palabra clave
“pasado” también es relativamente alto llegando al 8%.
El gráfico también muestra que el CTR de las palabras clave varía con el
tiempo. Por ejemplo, el CTR de la palabra clave “historia” fue más alto en
enero que en febrero. Esto probablemente se deba a que el sitio web estuvo
más activo en enero y había más personas buscando palabras clave relacionadas con la historia (fig.2).
Figura 2. Páginas + vistas y búsquedas web “Otras miradas al pasado”
En cuanto a las páginas y pantallas que obtienen más visualizaciones y
consultas, la sección que más impresiones presenta es la página de inicio o
presentación, seguida del ámbito espacios de muerte y créditos, seguida de
la sección de arqueología feminista y sexo invisible, estas dos últimas incluidas en el primer ámbito “Otras miradas al pasado”.
En los 15 primeros días, tras la presentación en el MAN, se llegó a alcanzar una media de 150 vistas al día. Esa media fue disminuyendo y en los
meses consecutivos de verano (julio y agosto) tuvimos un promedio de 40
187
[page-n-197]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
vistas diarias. Sin embargo, en septiembre volvimos a aumentar la difusión
en redes sociales, lo que se refleja en los picos de la gráfica. Cabe destacar
que la información se puede analizar incluso con más detalle y ver de forma
diaria cuántos usuarios nuevos nos visitan, pero ese no es el objetivo de esta
publicación.
A partir de noviembre de 2022 hasta junio de 2023 observamos que la
media de visitas ha ido en aumento más o menos progresivo, aunque con
algunos picos. Esto coincide con dos hitos importantes: por una parte, la
presentación de la exposición virtual a los Premios Expone organizado por
la Asociación de Museólogos y Museógrafos de Andalucía y, por otra, con la
incorporación definitiva de la sección de Itinerarios educativos a la exposición virtual en el mes de junio.
En este contexto, el 1 de junio de 2023 experimentamos un pico de 615
vistas en un solo día que coincidió con la publicación de la nominación de
nuestra exposición al premio especial del público de los Premios Expone, en
los que finalmente resultamos ganadoras el 20 de junio en el marco del CM
Málaga 2023, Culture & Museums International Tech Forum.
En esta gráfica vemos que la mayoría de visitantes ha llegado al sitio
web a través tres vías principales: búsquedas orgánicas (45%), seguidos de
los enlaces de otros sitios web (20%) y a través de las redes sociales (15%).
Podemos concluir que el tráfico directo es el mayoritario, dado que ha habido muchas personas que han conocido la página tecleando directamente la
URL en el navegador (fig.3).
Figura 3. Adquisición de usuarios
188
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Otras miradas al pasado
En cuanto a los datos demográficos como el sexo y la edad de los usuarios, estos suelen ser sesgados e incompletos, ya que esta información no
suele proporcionarse por muchas de las personas que entran a la exposición.
No obstante, podemos compartir las siguientes variables: el 62% de las usuarias son de sexo femenino y el resto, 38%, masculino, siempre teniendo en
cuenta que tenemos un porcentaje elevado de personas que no han determinado su sexo. En cuanto a la edad, también hay sesgos, pero podemos ver
que el rango de edad que más nos visita es el de 35 a 54 años y el que menos
el de 18 a 24 años.(fig.4).
Figura 4. Datos demográficos: sexo y edad
Al analizar los países de origen de las visitas, queda patente que la mayoría de las visitas provienen de España y Europa, pero también recibimos
visitas de América del Sur, América del Norte e incluso Asia.
Los idiomas más utilizados para acceder al sitio web son español, inglés
y francés.
En cuanto a las ubicaciones geográficas de la península ibérica, las vistas
provienen de todas las comunidades y de Portugal, a excepción de Castilla y
189
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
León. Las regiones con mayor número de sesiones registradas son Andalucía, Valencia y Cataluña, con un número de vistas muy similar (fig.5).
Figura 5. Países e idiomas
La última variable que ha sido analizada se refiere a los intereses más
comunes que tienen quiénes visitan la exposición: son personas interesadas
por la actualidad política y el entretenimiento, seguido por los que leen noticias en general.
Estos datos los tendremos en seguimiento periódico para identificar patrones y generar conocimientos que nos ayuden en el futuro a tomar decisiones precisas a la hora de implementar posibles traducciones o nuevos
contenidos, así como para ajustar de manera concreta nuestras acciones y
estrategias según el comportamiento de las personas que nos visitan. De
esta forma, podremos adaptar y mejorar nuestra página web para ofrecer
una experiencia más enriquecedora y satisfactoria para nuestro público.
Como conclusión podemos decir que el rendimiento de la página en su
primer año de existencia es muy satisfactorio y, como colectivo feminista
nos impele a seguir comprometidas y desarrollar su contenido, traducirlo a
otras lenguas y darle visibilidad.
Nota: Los datos de estudio se han obtenido desde el 1 de junio de 2022
hasta el 1 de julio de 2023, lo que supone los primeros trece meses de vida
de la exposición.
Esta exposición no hubiera sido posible sin el trabajo de Vanesa Mora
Casanova en el apartado de diseño museográfico web, maquetación y adecuación de contenidos y Miguel Malpica Pérez en el desarrollo técnico.
190
[page-n-200]
Otras miradas al pasado
BIBLIOGRAFÍA
Galeano, Eduardo (1993): El libro de los abrazos. Los Nadies. Editorial
S.XXI. Madrid Haraway, Donna. J. (1995): Ciencia, cyborgs y mujeres. La invención de la naturaleza, Cátedra, Madrid.
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REFERENCIA
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191
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
192
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Otras miradas al pasado
Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
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20-21
diciembre
2022
INNOVANDO EN LOS DISCURSOS,
AVANZANDO EN LA INVESTIGACIÓN
V Jornadas Pastwomen
Innovando en
los discursos,
avanzando en
la investigación
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INNOVANDO EN LOS DISCURSOS,
AVANZANDO EN LA INVESTIGACIÓN
V JORNADAS PASTWOMEN
Begoña Soler Mayor y Paula Jardón Giner
(editoras)
Museu de Prehistòria de València
2024
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V JORNADAS PASTWOMEN
Editoras
Begoña Soler Mayor
Paula Jardón Giner
Diseño y maquetación
Vanesa Mora Casanova (tacadetinta)
Diseño de Portada
Vanesa Mora Casanova (tacadetinta)
Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España (CC BY-NC-SA 3.0).
Excepto para aquellas imágenes donde se indican la reservas de derecho.
Las publicaciones del Museu de Prehistòria de València son de libre acceso en la
URL permanente: http://www.mupreva.es/pub
ISBN edición: 978-84-7795-535-1
Depósito Legal: V-2714-2024
Impresión
Blanc i Blanc
© de los textos: las autoras
© de las fotografías e imágenes: las autoras
© de la edición: Museu de Prehistòria de València - Diputació de València
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AUTORAS
Laia Colomer, Instituto Noruego de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural
(Oslo, Noruega)
Iñaki Diéguez Uribeondo, ilustrador. IDU ilustración
Esther Espejo del Pino, Museu de Badalona
Laura Fortea Cervera, Museu de Prehistòria de València
Esther Gurri Costa, Museu de Badalona
Ana Belén Herranz Sánchez, Instituto Universitario de Investigación en Arqueología
Ibérica de la Universidad de Jaén, Universidad de Granada
Paula Jardón Giner, Universitat de València
Esther López-Montalvo, TRACES UMR5608, Centre National de la Recherche
Scientifique (CNRS) Toulouse, Francia
Esperanza Martín Hernández, ilustradora
Lourdes Prados Torreira, Universidad Autónoma de Madrid
Eva Ripollés Adelantado, Museu de Prehistòria de València
Carla Rubiera Cancelas, Universidad de Oviedo
Carmen Rueda Galán, Instituto Universitario de Investigación en Arqueología
Ibérica, Universidad de Jaén
Beatriz Sánchez Justicia, Musaraña gestión integral de museos S.L.
Begoña Soler Mayor, Museu de Prehistòria de València
V
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ÍNDICE
Presentación
1
Museos, patrimonio y educación: propuestas y herramientas
desde el feminismo
5
Museos arqueológicos inclusivos. Hay que seguir avanzando: propuestas
y herramientas desde una óptica feminista
LOURDES PRADOS TORREIRA
7
Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista. Planteamientos
metodológicos para el diagnóstico de discursos en el ámbito de la transferencia
y la difusión
ANA BELÉN HERRANZ SÁNCHEZ
17
Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
37
Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
ESTHER ESPEJO DEL PINO Y ESTHER GURRI COSTA
47
Dibujar el pasado con equilibrio: una propuesta desde la ilustración
con perspectiva de género
IÑAKI DIÉGUEZ URIBEONDO Y ESPERANZA MARTÍN HERNÁNDEZ
77
Investigación feminista en acción
87
Investigación feminista en acción
CARMEN RUEDA GALÁN
89
La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
99
Entre las palabras ajenas y las propias. ¿Qué sabemos de las esclavas
en la Roma antigua?
CARLA RUBIERA CANCELAS
137
Feminismo, ética del cuidado y patrimonio
LAIA COLOMER SOLSONA
157
Otras miradas al pasado. Una exposición virtual para descubrir
la historia olvidada
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER Y BEGOÑA SOLER
MAYOR
175
VII
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[page-n-10]
PRESENTACIÓN
Durante los días 21 y 22 de diciembre de 2022, se celebraron en el Museu de
Prehistòria de València, las V Jornadas Pastwomen. Estas jornadas se desarrollaron en el marco de la Red Temática del Ministerio de Ciencia e Innovación PASTWOMEN. Mujeres y género en las sociedades prehistóricas
y antiguas: de la investigación a la educación. Mujeres y género en las sociedades prehistóricas y antiguas: de la investigación a la educación. Como
en ediciones anteriores, estas jornadas quieren ser un altavoz para todos los
públicos de las investigaciones que tanto el colectivo de investigadoras que
integra Pastwomen como otras investigadoras invitadas, realizan sobre las
mujeres del pasado.
También es el momento para hacer una reflexión conjunta sobre el trabajo realizado por nuestro colectivo y el de generar nuevos planteamientos
de cara al futuro.
Las Jornadas se desarrollaron en dos sesiones en las que pudimos escuchar a un total de 15 investigadoras. La primera sesión Museos, patrimonio y educación: propuestas y herramientas desde el feminismo
estuvo centrada en la transferencia de conocimiento, cómo comunicar a la
ciudadanía el resultado de las investigaciones que el equipo desarrolla y que
otras investigadoras o equipos están realizando en relación con la puesta
en valor de la agencia femenina en el pasado. La segunda sesión Investigación feminista en acción aportó experiencias de investigación concretas
que comparten el interés común de dar visibilidad a las líneas de trabajo
realizadas desde una perspectiva feminista y que abarcan desde el análisis
de yacimientos concretos a propuestas de patrimonialización. A partir de
aquella reunión se decidió editar un volumen monográfico con las temáticas
más relevantes de las allí tratadas.
1
[page-n-11]
Pastwomen es un colectivo de investigadoras de ámbitos docentes, de
investigación y museos que desde el año 2008 ha ido creciendo y en el que
compartimos el objetivo común del estudio y la representación de las mujeres del pasado. Trabajamos a través de proyectos de investigación formando
redes de trabajo y de complicidad. Tal y como nos definimos en nuestra
web nuestro objetivo es dotar de visibilidad a las líneas de investigación en
arqueología e historia que se vinculan al estudio la cultura material de las
mujeres al tiempo que pretende proporcionar recursos actualizados desde las
perspectivas feministas a todos los sectores involucrados en la divulgación
histórica. Este sitio se define, asimismo, como un proyecto colaborativo entre
investigadoras e investigadores en este ámbito mediante una estructura abierta y plurilingüe que pueda ir incorporando, gradualmente, nuevas aportaciones gráficas, textuales, técnicas y bibliográficas (www.pastwomen.net).
De esta forma, durante más de 15 años, hemos investigado y difundido
sobre la historia material de las mujeres, su representación, las tecnologías
del cuerpo, la transferencia del conocimiento, etc., hemos creado un espacio colaborativo entre investigadoras, educadoras, mediadoras y otras profesionales para promover la visibilización de las perspectivas feministas en
arqueología e historia.
Nuestro trabajo se define por el desarrollo de investigaciones que finalizan con una doble difusión, la que publicamos en revistas científicas especializadas y la que dedicamos a la transferencia de conocimientos mediante
charlas, talleres, jornadas, exposiciones, visitas comentadas y otras actividades destinadas al público no especialista. Compartir el resultado de nuestros
trabajos sobre las mujeres del pasado con la sociedad, hacerlas visibles y
protagonistas también de la historia de la humanidad, creemos firmemente
que debe servir para acabar con la discriminación que sigue presente en la
mayor parte del planeta.
En este volumen presentamos ocho capítulos que abordan temas relacionados con la difusión del patrimonio, la educación en los museos, la ilustración, el arte levantino, las mujeres romanas o la democracia y participación
patrimonial.
Coordinadoras de la edición
Begoña Soler Mayor
Paula Jardón Giner
2
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Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
3
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4
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MUSEOS, PATRIMONIO
Y EDUCACIÓN:
PROPUESTAS Y
HERRAMIENTAS
DESDE EL FEMINISMO
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Museos arqueológicos inclusivos
MUSEOS ARQUEOLÓGICOS INCLUSIVOS. HAY QUE
SEGUIR AVANZANDO: PROPUESTAS Y HERRAMIENTAS
DESDE UNA ÓPTICA FEMINISTA
Lourdes Prados Torreira
Universidad Autónoma de Madrid
lourdes.prados@uam.es
LA RENOVACIÓN DE LAS MIRADAS DESDE EL FEMINISMO
Una de las inquietudes de la arqueología durante las últimas décadas, se ha
centrado en tratar de incorporar una perspectiva feminista a los museos,
ya que se trata de instituciones culturales que deben ser concebidas como
espacios inclusivos, que fomenten la diversidad y la educación, el disfrute,
la reflexión y el intercambio de conocimientos, tal y como destaca ICOM.
Esto implica que, a partir del registro arqueológico, se deben construir narrativas basadas en los datos científicos, donde toda la sociedad pueda verse
reflejada y que promuevan la reflexión y el debate del público visitante. Que
la pluralidad de nuestra sociedad se perciba como una diversidad que ha
estado presente desde los orígenes de la humanidad, aunque la mirada científica y de la sociedad, en general, no haya mostrado interés en vislumbrarla.
De este modo, resulta ya un tema reiterativo poner de manifiesto cómo a
lo largo de la historia las narrativas, tanto de la investigación, como de los
museos, han estado marcadas por perspectivas masculinas y patriarcales,
excluyendo a menudo la contribución y la experiencia de las mujeres, pero
también la de otras posibles construcciones de género, de personas con diferentes discapacidades, de grupos de edad diversos…En definitiva, es algo
que desde el presente cotidiano podemos entender inmediatamente, simplemente con darnos cuenta de cómo se margina en la actualidad a las personas mayores. Por ejemplo, las actrices se quejan de que, al cumplir cierta
edad, la industria cinematográfica o el teatro, se olvidan de ellas, como si las
mujeres mayores fueran invisibles y ya no tuvieran peso ni protagonismo en
7
[page-n-17]
LOURDES PRADOS TORREIRA
Figura 1. Museu de Prehistòria de
València. Foto: Begoña Soler Mayor
nuestra sociedad. Del mismo modo, a lo largo de la historia ha ocurrido algo
similar con las personas con discapacidad, o con géneros no normativos y,
por tanto, alejadas de la visión cristiana imperante. En este sentido, resulta
interesante reflexionar sobre las palabras de Alphonse Bertillon, famoso criminólogo francés del s. XIX, que ya en su tiempo afirmaba, que solo se ve lo
que se mira y solo se mira lo que se está preparado para ver.1 En este contexto,
surge la necesidad, ya no solo de denunciar esas significativas y reiteradas
ausencias de nuestros museos, sino también de explorar propuestas y herramientas que, desde el feminismo, permitan abordar las brechas de género
en la representación y comprensión del patrimonio a través de la educación
museística. Por ello, una propuesta fundamental desde el feminismo es la
reevaluación de las narrativas históricas presentadas en los museos arqueológicos. No podemos seguir ignorando argumentos científicos rigurosos y
relevantes, que claramente enriquecen los discursos expositivos de los museos y que permiten abordar temas tradicionales tratados en estas instituciones, como la caza, pero con una nueva mirada que implique, por ejemCitado por Rosa Montero en “Palabras” El País 4/02/2024
1
8
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Museos arqueológicos inclusivos
plo, la participación del grupo, el aprendizaje, etc. Del mismo modo, los
enfrentamientos bélicos obviamente no solo deben contemplar la existencia
de guerreros y sus armamentos, como ha ocurrido en la mayoría de los casos, sino también el impacto que puede suponer, para toda la población, el
abandono de viviendas y campos de cultivos, la hambruna y enfermedades
derivadas de estos hechos, la existencia de desplazados, etc. Pero además de
una renovada mirada a los temas tradicionales, también deben incorporarse
otros ámbitos que normalmente no se han incluido en las narraciones de los
museos arqueológicos y que son transversales a cualquier época, como las
imprescindibles actividades de mantenimiento, los cuidados, la transmisión
del conocimiento y el aprendizaje; el desarrollo de tecnologías vinculadas a
las mismas. Hay que destacar el papel de las mujeres y de la infancia en el
ámbito de las representaciones del arte rupestre, o su participación en los
rituales funerarios, en los cuidados postmortem, pero también su peso en
la producción de recursos y, en definitiva, su protagonismo como sujetos
activos dentro del grupo. Por eso hay que incidir en temas a los que no se
les ha concedido la importancia necesaria, ni en la narración, ni en la exposición de las colecciones, o con nuevos enfoques, como puede ser el caso de
la maternidad, recurrentemente asociada a la esfera divina y al culto de la
fertilidad. Si en tantos ámbitos culturales diferentes existen, por ejemplo,
imágenes de partos ¿por qué no se exponen y se comentan? La maternidad
no debe verse como algo simplemente biológico y pasivo, sino que debe
ponerse en valor todo lo que implica el parto y la crianza de una criatura, y
no solo para la mujer de forma individual, sino para la propia comunidad. O
contemplar otras construcciones de género, de sexualidad y, en definitiva, el
reconocimiento de la diversidad (Moral de Eusebio, 2014; Gutiérrez Usillos,
2017 y 2023). Por lo tanto, es necesaria una reevaluación de las narrativas
tradicionales, que permita al público conectar con un nuevo relato histórico,
por supuesto siempre a partir de una investigación arqueológica bien fundamentada, que permita incentivar la discusión y la crítica, fomentando una
narración mucho menos sesgada que el discurso tradicional, lo que redundará en una propuesta más inclusiva y atractiva para quien visite los museos.
Ese discurso histórico tiene que apoyarse en unas colecciones arqueológicas que permitan una comprensión clara de lo que se está narrando, e
ir acompañado de un lenguaje que también sea lo más inclusivo posible.
Respecto al apoyo gráfico, las imágenes arqueológicas suelen ser uno de los
9
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LOURDES PRADOS TORREIRA
recursos más criticados ya que, en general, difunden estereotipos de roles y
actitudes claramente androcéntricas, pero, al mismo tiempo, en los últimos
años también se están convirtiendo en un elemento muy útil para acabar,
precisamente, con esos mismos estereotipos y roles obsoletos.
HERRAMIENTAS PARA EL DIAGNÓSTICO DE GÉNERO INCLUSIVO EN
LOS MUSEOS
Por todo lo expuesto anteriormente, la investigación feminista ha sido consciente de que no solo es necesario identificar y señalar todos los sesgos androcéntricos que desde la investigación se traspasan a la narrativa de los
museos, sino también hacerlo a través de nuevas herramientas que permitan
un diagnóstico de género capaz de mostrar, de una forma clara y precisa,
dónde se encuentran las debilidades y fortalezas del museo en este campo,
para poder facilitar, de este modo, las posibles soluciones. Estas herramientas deben poderse adaptar a los diferentes museos o sitios arqueológicos
objeto de estudio, al tiempo que los resultados de su diagnóstico tienen que
ser fácilmente comprensibles.
Entre las herramientas que podemos utilizar destaca, sin duda, el llamado Test de Baeza (González Marcén; Picazo Gurina y Cacheda Pérez, 2023),
creado desde la red Pastwomen (pastwomen.net), centrado especialmente
en el análisis de las imágenes, consideradas como el vehículo más directo de
transmisión de conocimiento de la cultura material. Este test surgió de un
encuentro entre investigadoras e ilustradores e ilustradoras de arqueología
en la Universidad de Baeza (2018). Se planteó como un código de buenas
prácticas necesario para que, tanto desde el ámbito de la ilustración, como
de la investigación, se contara con recursos para incorporar la perspectiva
de género en las ilustraciones divulgativas de los museos, sitios arqueológicos, o los libros de texto de diferentes niveles educativos. Para ello, se
basaron en el llamado test de Bedchel, aparecido en una tira cómica en 1985
(Bedchel, 2008), que fue utilizado para mostrar los sesgos androcéntricos
en la industria del cine. El resultado es que el Test de Baeza se ha convertido rápidamente en una herramienta muy útil para diagnosticar, desde
una perspectiva inclusiva, las ilustraciones arqueológicas y además, como
veremos a continuación, se está adaptando para poder diagnosticar también la inclusión o exclusión de la perspectiva de género en otros ámbitos
museísticos. Este documento se basa en tres pilares: 1) Criterios generales;
10
[page-n-20]
Museos arqueológicos inclusivos
2) Rúbrica, similar a las que se utilizan para evaluar en los medios educativos y 3) Decálogo, que, a través de diez sencillas preguntas, permite realizar
un diagnóstico básico acerca de los logros o desequilibrios que se observan
respecto a una visión inclusiva del género, en la institución que se analice.
Partiendo de este Test y adaptándolo, en particular, al diagnóstico de La
Ruta de Los Iberos y el Museo de Jaén, Ana Herranz nos propone, en este
mismo volumen, en su artículo: Patrimonio arqueológico con perspectiva
de género y feminista. Planteamientos metodológicos para el diagnóstico de
discursos en el ámbito de la transferencia y la difusión, un interesante trabajo aplicado a las representaciones de género de las sociedades ibéricas del
alto Guadalquivir, entre los s. VI-I an.e. Este artículo sintetiza parte de un
trabajo muy exhaustivo que constituyó su Tesis Doctoral (Herranz, 2022).
Siguiendo una línea de investigación desarrollada por diferentes investigadoras feministas en los últimos años (Rísquez y Hornos, 2000; Soler 2008;
Querol 20014 y 2017; Izquierdo; López y Prados 20014; Prados 2017; MaceiraOchoa 2017; Prados y López 20019; Bécares, 2020; De Miguel et al., 2023,
entre otras ), Herranz propone un interesante modelo de análisis de los discursos construidos sobre las sociedades del pasado, aplicable a las diferentes
instituciones que protegen el patrimonio cultural, principalmente museos
de arqueología, pero también centros de interpretación y sitios arqueológicos musealizados, con el fin de evidenciar los sesgos de género que presentan las narraciones históricas de estas instituciones. Este planteamiento
incide en varios ejes: las temáticas y enfoques tratados, así como el lugar
otorgado en el discurso y en el espacio expositivo, la selección de piezas, el
lenguaje y las representaciones gráficas del pasado. Estos diagnósticos resultan, por lo tanto, herramientas necesarias para señalar y corregir los sesgos
androcéntricos tan presentes en nuestras instituciones, en nuestros museos
o en nuestros textos didácticos al tiempo que permiten, a las propias instituciones, disponer de protocolos y herramientas de autoevaluación.
Del mismo modo, desde el proyecto de investigación VEMOS 2 proponemos visibilizar a los grupos tradicionalmente marginados por la Historia:
las mujeres, la infancia, la senectud, otros grupos étnicos, otras identidades de género, integrando de manera sistemática la investigación científica
“Reinventando los museos de arqueología y antropología. La visibilización de los grupos
marginados por la historia. Construyendo una sociedad igualitaria”
Ministerio de Ciencia e Innovación -PID2020-116732RB-l00
2
11
[page-n-21]
LOURDES PRADOS TORREIRA
en la arqueología, con la divulgación del conocimiento a la sociedad. Para
ello, también nos ha resultado muy útil la utilización de una herramienta
de diagnóstico que, partiendo del Test de Baeza, nos permite su adaptación
para el análisis del discurso expositivo, las colecciones, los textos y el lenguaje, las imágenes y recursos audiovisuales, la divulgación, de museos de
arqueología y sitios arqueológicos, tanto nacionales, como internacionales.
De este modo, lo estamos aplicando tanto a grandes museos, como el MAN
o a determinadas salas del Museo Nacional de Antropología de México, pero
también a pequeños museos de sitios arqueológicos como Xochitécatl (México) (Zárate et al., 2023; Zárate, Prados y Romagnoli, 2023; Comino et al.,
en prensa).
A pesar de los avances conseguidos en los últimos años, todavía queda
mucho camino por recorrer. No solo es necesario mejorar estas herramientas, a partir de su utilización y adecuación a los diferentes museos y sitios
arqueológicos, sino que debemos ahondar igualmente en la necesidad de
sensibilizar y, en muchos casos, lograr superar la resistencia institucional
que todavía encontramos con mucha frecuencia en el desarrollo de nuestras
investigaciones, y normalizar la incorporación de los enfoques de género
en los museos, pero también en la formación de su personal. Todo ello redundará en redefinir una narrativa histórica más inclusiva, a partir de los
datos arqueológicos proporcionados por una investigación arqueológica con
perspectiva de género.
En definitiva, la finalidad de estos estudios se fundamenta en que solo
si conocemos los sesgos androcéntricos presentes en nuestros museos, en
nuestras instituciones, podremos formular estrategias que se dirijan a posibilitar nuevos contenidos, basados siempre en una rigurosa investigación
arqueológica, que sea capaz de construir nuevas narraciones, seleccionar
materiales arqueológicos más diversos y contribuir, en definitiva, a una sociedad más inclusiva y justa.
DIDÁCTICA SENSIBLE A LA DIVERSIDAD
Por su parte, la didáctica constituye también un pilar básico para la incorporación de la perspectiva de género en los diferentes museos, como ha puesto
de manifiesto la investigación en este campo, durante las últimas décadas
(Calaf et al.,. coords 2007; López et al., 2012; Prados 2021). Sobre este ámbito
inciden en su interesante artículo, en este mismo volumen, Laura Fortea
12
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Museos arqueológicos inclusivos
Figura 2. Material didáctico adaptado a público infantil con necesidades educativas especiales especiales. Archivo: Museu de Prehitòria de València.
y Eva Ripollés: Prehistoria sin pre-juicios. trabajando desde la didáctica en
el museo. En este trabajo las autoras plantean algunos importantes sesgos
que acompañan todavía a la didáctica en los museos. Entre otros, que, hasta
fechas muy recientes, en estas instituciones no se otorgaba a este campo de
actividades la consideración que hoy en día se merece. De tal forma, que a
la didáctica siempre se la consideraba relegada a un ámbito mucho menos
destacado que el que se le confería a la investigación o a la conservación y
exhibición de las colecciones. De hecho, solo se planteaba la didáctica, con
sus propuestas y actividades para aproximarla al público, una vez concluido
el montaje expositivo. Este hecho justificaría, en opinión de las citadas autoras, que se considerara un ámbito de trabajo destinado mayoritariamente
a las mujeres. Sin embargo, la didáctica debe concebirse como una parte
integrante del propio museo, con el fin de que el público- y ojo, no solo el
escolar e infantil- encuentre sus espacios para reflexionar y aprender. Por
13
[page-n-23]
LOURDES PRADOS TORREIRA
otro lado, en su artículo destacan la importancia de realizar actividades inclusivas. De este modo, exponen algunos aspectos que forman parte de las
nuevas salas del Museo de Prehistoria de Valencia, dedicadas a las Sociedades Cazadoras-Recolectoras, especialmente los materiales diseñados para
personas con Trastorno del Espectro Autista. Creemos que este ejemplo del
Museu de Prehistòria de València es un modelo que debe servir para continuar avanzando en la inclusividad. En esta misma línea, podemos destacar
los interesantes trabajos del grupo de investigación de F.J. Gibaja, y sus esfuerzos por divulgar la prehistoria con inmigrantes y con el vecindario, en
general, en el centro de Barcelona (Gibaja et al., 2017), o con personas con
discapacidad intelectual (2019).
Los programas educativos en los museos deben ser diseñados, por tanto,
con sensibilidad para que cualquier persona pueda disfrutar de sus contenidos, independientemente de su nivel educativo o capacidades. Obviamente,
ello implica también la incorporación de perspectivas feministas en la presentación de la información. Por ello, no solo se debe revisar el contenido
de las visitas educativas, sino también fomentar la participación activa y
crítica del público en los aspectos relacionados con la visibilidad del género,
pero no como un aspecto particular y aislado que se extraiga de la visita a la
exposición, sino como parte integrante de la misma.
Desde la red Pastwomen se ha incidido en la necesidad de reflexionar
sobre las estrategias coeducativas y las metodologías didácticas más adecuadas para cada etapa escolar, con la finalidad de proporcionar representaciones sociales sobre el pasado que, lejos de los estereotipos androcéntricos
tradicionales y habituales, muestren la diversidad de las poblaciones a lo
largo de la historia. De tal forma que incluyan a los diversos grupos de género, edad, etc. y donde se representen todas las actividades necesarias para
la pervivencia de las comunidades. De este modo, se han elaborado recursos
inclusivos desde la Prehistoria hasta la Antigüedad (textos, presentación de
casos e imágenes) que pretenden acabar con los sesgos androcéntricos y
que se ponen a disposición de profesionales de la educación en abierto en la
web (www.pastwomen.net) y en la exposición (www.otrasmiradasalpasado.
pastwomen.net). (García Luque; Jardón Giner y Masriera Esquerra, 2023).
Pueden resultar materiales muy interesantes para preparar también las visitas a los museos.
En definitiva, las herramientas para el diagnóstico de género en los mu-
14
[page-n-24]
Museos arqueológicos inclusivos
seos arqueológicos resultan fundamentales para abordar las brechas existentes en la representación de género en estas instituciones. Su implementación eficaz puede contribuir significativamente a la creación de espacios
más inclusivos, reflexivos y representativos de la diversidad de experiencias
de género en las narrativas históricas. Todo ello, acompañado de una didáctica sensible a la diversidad de nuestra sociedad.
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[page-n-25]
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PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO CON PERSPECTIVA
DE GÉNERO Y FEMINISTA. PLANTEAMIENTOS
METODOLÓGICOS PARA EL DIAGNÓSTICO
DE DISCURSOS EN EL ÁMBITO DE LA TRANSFERENCIA
Y LA DIFUSIÓN
Ana Belén Herranz Sánchez
Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica de la
Universidad de Jaén. Universidad de Granada.
Programa Margarita Salas.ORCID.ORG/0000-0001-9160-3584
RESUMEN
Este artículo aborda aspectos metodológicos en la difusión del patrimonio
arqueológico desde la arqueología de género y feminista. A partir del estudio
de caso enmarcado en la transferencia social de las sociedades ibéricas del
Alto Guadalquivir (Siglos VI-I a.n.e.), se propone un método para evaluar y
renovar la corriente principal de los discursos, con un marcado sesgo androcéntrico, de las sociedades del pasado con el objetivo de generar imaginarios
y narrativas plurales y visibilizar la agencia femenina. Para ello, se propone
un sistema que integre diferentes tipos de análisis, que incorporan las diferentes variables de identidad social (sexo, construcción de género, edad,
estatus, etc.) en diferentes niveles: cultura material, cultura visual, lenguaje. Un método que puede ser normalizado y aplicado para diagnosticar los
discursos históricos presentados en museos, centros de interpretación del
patrimonio o de difusión en general, con el fin de diseñar estrategias, protocolos y medidas correctivas que provoquen una presentación más equitativa
del pasado basada en la identidad social y la agencia.
Palabras clave: Arqueología feminista; difusión del patrimonio arqueológico, museos arqueológicos, perspectiva de género
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ANA BELÉN HERRANZ SÁNCHEZ
ABSTRACT
This paper approaches methodological aspects in dissemination of archaeological heritage from gender and feminist Archaeology. Starting from the
case study framed in the social transfer of upper Guadalquivir Iberian societies (6th-1st centuries BC), a method to evaluate and renew the mainstream discourses with a marked androcentric bias of societies of the past is
proposed, with the aim of generating plural imaginaries and narratives and
making visible female agency. To this end, a system that integrates different
types of analysis is proposed, which incorporate the different variables of
social identity (sex, gender construction, age, status, etc.) at different levels:
material culture, themes, visual culture, language. A method that can be
normalized and applied to diagnose the historical discourses presented in
museums, heritage interpretation centres or dissemination in general, in
order to design strategies, protocols and corrective measures that bring on a
more equitable presentation of the past based on social identity and agency.
Keywords: feminist archaeology, heritage dissemination, archaeological
museums, gender perspective
INTRODUCCIÓN
Esta contribución se enmarca en mi periodo posdoctoral y recoge, de manera muy panorámica, los planteamientos metodológicos y algunos resultados
de mi tesis doctoral, que se inserta de manera general en el ámbito de la
Arqueología de género y feminista, y se acerca principalmente a la difusión
del patrimonio arqueológico de las sociedades iberas (siglos VI-I a.n.e.). El
objetivo principal es evaluar y mejorar las formas de transferencia del conocimiento de las sociedades del pasado desde la perspectiva de género, esto
es, cómo se nos ha contado, por ejemplo, la historia de las sociedades iberas;
si ese relato responde a la realidad objetiva de estas sociedades o sigue insistiendo en destacar como relevantes y trascendentes para la Historia solo
aquellas actividades, innovaciones y gestas que tradicionalmente han protagonizado hombres. Pero también supone un posicionamiento como investigadora, al abordar estrategias para visibilizar y poner en valor la agencia de
las mujeres, así como otros colectivos sociales desplazados del discurso histórico y conseguir, con ello, su incorporación al relato principal de la historia.
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
PLANTEAMIENTOS TEÓRICOS
Partimos de la idea básica de que la aplicación de la perspectiva de género
en la ciencia mejora, a diferentes niveles –científico, metodológico, social,
…–, la investigación, la generación de conocimiento y su transferencia a la
sociedad. Con ello, no solo se consigue crear pensamiento crítico en torno,
en este caso, a cómo se ha construido la historia; la visibilización de otras
agencias, que han sido desplazadas del relato oficial, contribuye a la mayor
rigurosidad en el estudio y difusión de las sociedades del pasado y, además,
fortalece valores alineados con los ODS y la Agenda 2030, como la igualdad,
la justicia social y la inclusión (fig. 1).
Las instituciones europeas a través de sus diferentes programas marco
(6PM y 7PM) han incidido en la necesidad de incorporar el género como
una categoría de análisis transversal, y así se recoge, por ejemplo, en el Manual El género en la investigación (VV. AA., 2011), poniendo las bases para
una ciencia más integradora y plural. De forma específica, su aplicación al
ámbito de estudio de las sociedades del pasado a través de la arqueología,
permite aproximarnos, desde la materialidad, a cómo debieron abordar las
comunidades del pasado los diferentes aspectos de sus vidas, la esfera de la
cotidianeidad, prácticas rituales, la economía, las relaciones sociales, etc.
que son marcadas o definidas por la identidad social que se construye de
manera diversa en cada sociedad.
Este texto se concibe como la proyección de una forma de trabajo, una
manera de construir o consensuar cómo abordar la transferencia del conocimiento con perspectiva de género en el campo de las humanidades y desde
el posicionamiento feminista. Se propone una serie de herramientas basadas
en la trayectoria de la investigación feminista aplicadas a la transmisión y
la comunicación de la prehistoria y protohistoria, que permitan a investigadoras/es, profesionales del ámbito de la museología, de la educación, de la
ilustración o de la divulgación de la arqueología construir relatos del pasado
desde una posición crítica y situada que potencie la visualización de la agencia de las personas, mostrando variabilidad de edades, de estatus social, de
relaciones interpersonales, relaciones de poder, etc., aspectos todos ellos
que pueden percibirse a través del registro arqueológico desde diferentes
posicionamientos teóricos.
No es objetivo de este artículo una revisión historiográfica de la arqueología de género y feminista, para ello remitimos a algunas publicaciones de
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ANA BELÉN HERRANZ SÁNCHEZ
Figura 1. Esquema del ciclo de la investigación y la transferencia del conocimiento
en Arqueología ¿qué ganamos con la inclusión de la perspectiva de género? Elaboración propia, adaptado de Herranz, 2022.
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
carácter general del ámbito español que han abordado sus diferentes planteamientos (Colomer et al., 1999; González Marcén (ed.), 2000; Falcó, 2005;
Sánchez Romero (ed.), 2005; 2007; Prados y López (eds.), 2008; entre otras),
pero sí es necesario resaltar que todo este camino recorrido ha servido como
revulsivo para el ámbito científico de las Humanidades y más concretamente de la Historia y la Arqueología. Partiendo de los planteamientos teóricos desarrollados en las últimas décadas en este campo, propongo un mapa
conceptual que sirve de base para superar el androcentrismo que ha primado
tanto en la generación del conocimiento científico como en su transferencia,
hasta tiempos recientes, para poder aproximarnos de una manera integradora y sin prejuicios a las sociedades del pasado. Para ello nos centramos
en dos pilares fundamentales, el primero tiene que ver con la visibilidad de
las agencias sociales desde la interseccionalidad, tratando de incorporar e
interrelacionar todas esas variables que conforman la identidad social de
las personas, y que puedan ser percibidas a través del registro arqueológico.
El segundo tiene que ver con potenciar una cierta épica de lo cotidiano, de
modo que, si situamos en el centro de la explicación histórica cómo se ha
sustentado la vida de las personas, las denominadas actividades de mantenimiento, definidas en el ámbito de la arqueología feminista (González Marcén et al., 2008; entre otras), pasan a ser acciones relevantes en el desarrollo
histórico de las sociedades (fig. 2).
En esta línea de trabajo, se aborda un modelo de análisis de los discursos construidos sobre las sociedades del pasado aplicable a las instituciones
que custodian y transmiten el patrimonio cultural, museos de arqueología,
centros de interpretación y sitios arqueológicos musealizados, que pueda
poner de manifiesto sesgos de género en los discursos presentados en dichas
instituciones, como se ha señalado en diversas ocasiones (Porter, 1990; Rísquez y Hornos, 2000; Querol, 2005; Soler, 2008; Izquierdo et al., 2012; López
Fernández-Cao et al., 2012; Prados y López (eds.) 2017; entre otras), y cómo
se siguen revelando a través de los diferentes análisis que se vienen desarrollando desde hace varias décadas en nuestro país, que tienen como ejes
fundamentales, los sistemas de presentación y representación de las agencias sociales (Hornos y Rísquez, 2005; Querol y Hornos, 2011; 2015; González
Marcén (coord..), 2012; Vizcaíno, 2016; Bécares, 2019; 2020; Herranz et al.,
2021; entre otros); diagnósticos que han resultado fundamentales para analizar cómo se seleccionan las variables de género, las actitudes, los trabajos
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Figura 2. Esquema de cómo la arqueología de género y feminista puede contribuir
a una imagen y una explicación más completa de las sociedades. Elaboración propia
y los roles que desempeñan mujeres y hombres en la construcción del ideario del pasado, pero también cómo se reflejan aquellas personas fuera de la
normatividad social dominante. Por consiguiente, se convierten es una herramienta necesaria y válida para detectar y evidenciar los sesgos androcéntricos instalados y fuertemente resistentes en las narrativas sobre el pasado.
¿QUÉ PODEMOS EVALUAR?
Este planteamiento incide en varios ejes: las temáticas y enfoques tratados,
así como el lugar otorgado en el discurso y en el espacio expositivo, la selección de piezas, el lenguaje y las representaciones gráficas del pasado. De
modo que, esta propuesta de método se caracteriza por articular un sistema
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
estructurado en diferentes niveles de análisis, entendida como una herramienta práctica que tiene como objetivo fundamental incrementar el rigor
científico en la generación de los discursos sobre el pasado a partir de la
ciencia arqueológica, teniendo en cuenta las diversas agencias sociales que
pueden actuar y los contextos de desarrollo. Se parte de un proceso de reflexión amplio desde el punto de vista de la investigación arqueológica, pero
también de las formas de pensar la transferencia social del conocimiento
generado, lo que contribuye a corregir los esquemas de desigualdad que se
arrastran desde el inicio de la disciplina.
La propuesta para revertir estas situaciones de desigualdad e infrarrepresentación de las mujeres, otras identidades de género, la infancia, etc. en las
narrativas de las sociedades de la protohistoria, presentes en las instituciones
museísticas, pasa por conseguir procesos de trabajo estandarizados de diagnóstico, para que las instituciones dispongan de protocolos y herramientas
de autoevaluación que les permitan avanzar en la presentación más igualitaria de sus colecciones y discursos, de lo que ya hay algunos ejemplos en el
ámbito museístico (López Fernández-Cao, M. y Porta, A. (eds.), 2020) (fig. 3).
La metodología de trabajo trata de determinar si la información que se
proporciona a visitantes, además de ser correcta y coherente con los datos
más técnicos de la investigación, lo sea también desde el punto de vista de
la agencia social, de modo que se muestre un conjunto social significativo
y acorde con las actividades documentadas a través del registro arqueológico. El protocolo elaborado se articula en base a distintos ítems o variables,
ordenadas en tres niveles complementarios, no jerarquizados: (1) Selección
de contenidos: temas, aspectos tratados y piezas de apoyo, (2) el análisis
icónico y (3) el análisis del lenguaje (fig. 3). De este modo, se proyecta un
análisis cuantitativo y cualitativo del que se puede desprender valoraciones relacionadas directamente con integración de la variable “género” en
la interpretación histórica. Se plantea, por tanto, un método que pueda ser
aplicable y exportable a contextos de análisis diversos. Nos centramos, aquí,
en una aproximación metodológica general.
PRIMER NIVEL DE ANÁLISIS: TEMÁTICAS, ENFOQUES, ESPACIOS Y
PIEZAS DE APOYO
El punto de partida lo constituye el diagnóstico sobre el enfoque del discurso, que tiene que ver con la propia elección de las temáticas que van
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Figura 3. Esquema general del planteamiento metodológico: Elementos sobre los
que se aplica, tres niveles de análisis principales y ejemplo de tabla para realizar un
diagnóstico general de sala. Elaboración propia
a determinar, en mayor o menor medida, la presencia de sesgos de género. ¿Cómo se estructura el discurso? ¿Qué temas ocupan mayor extensión?
¿Hay diversidad de temáticas que integran distintos aspectos de la vida y
muestran diversidad social?
Observar las temáticas a las que se recurre para explicar el pasado en las
instituciones de la memoria común, qué pautas se repiten o cómo entran las
personas en esos esquemas, permite determinar, por ejemplo, si hay unos
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
temas y espacios específicos para los distintos géneros. Así, por ejemplo, para
las sociedades iberas, el espacio doméstico es el que, más frecuentemente, se
asocia a mujeres, también a infantiles y personas ancianas, cuando aparecen;
vinculadas a temáticas del ámbito familiar y el hogar, las cuales han sido
consideradas tradicionalmente fuera del ámbito tecnológico, como puede
ser la producción textil; mientras que el espacio exterior y las actividades
que requieren mayor fuerza o implican, dentro de estos parámetros tradicionales, mayor innovación y tecnología –la caza, desarrollo y uso de tecnología metalúrgica, la producción artesanal, la guerra, el comercio,…– se
asocia preferentemente a hombres; y siendo otras construcciones de género
e identitarias totalmente invisibles en ninguna temática. Esto nos lleva reflexionar sobre las causas de esas asociaciones recurrentes de temas a uno y
otro sexo, construcciones de género, etc. que tienen que ver con cómo se ha
contado la Historia, una Historia fundamentalmente política, económica y
belicista en la que lo doméstico se considera carente de interés para explicar
el desarrollo macro-histórico de las sociedades. La entrada de otras agencias
–personas fuera de la normatividad social dominante, géneros no binarios,
distintas edades, distintos estatus, razas, personas con discapacidad, etc.– es
inusual y está determinada también por la elección de temáticas específicas
que se refieran a ellas, y que persigue su visibilización de forma intencionada. Sin embargo, su incorporación de forma rigurosa al discurso, con todas
las implicaciones que conlleva, propician y favorecen a una explicación más
realista, situada y justa del pasado. Por ello, se convierte en especialmente
relevante hacer una valoración de las temáticas empleadas en los discursos,
como punto de partida para la propuesta de narrativas más amplias y complejas, también más acordes con la heterogeneidad y diversidad en el pasado.
Es importante valorar de forma cuantitativa y cualitativa las temáticas.
Este valor es observable y medible en la organización espacial de los bloques temáticos –m2 dedicados, visibilidad, ocupación de espacios centrales
o periféricos, piezas asociadas, etc. –, las reiteraciones que se producen en el
discurso, así como en el enfoque situado, el tipo de narraciones empleadas y
la construcción formal de las imágenes. Es importante evidenciar qué temáticas se asocian recurrentemente con uno u otro sexo, distintas identidades de
género, edad, etc. así como si se seleccionan temas que propicien una explicación consciente de la sociedad en su conjunto. De modo que en el análisis
será de interés listar las temáticas que se observan en el discurso y las que no.
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¿Están las actividades de mantenimiento en esa lista?
Resulta de interés visualizar de manera general cómo se articula en sala
el discurso y la información, de manera que se sintetice en tablas generales en las que los datos se traduzcan a una serie de símbolos para que, de
manera visual, se obtenga una imagen fácilmente interpretable, en base a
la categoría de género. Este sistema ayuda a visualizar de forma gráfica y
rápida si la exposición presenta grandes sesgos de género o, por el contrario, está equilibrada gracias al sistema de marcas creado. Así, se tienen en
cuenta variables diversas y complementarias, como los temas seleccionados,
la cultura material asociada, referencias textuales e imágenes identificativas.
Las tablas generales se componen de varios campos: Espacio, alusivo a la sala
y emplazamiento de la pieza y el recurso informativo; Piezas, campo en el
que se identifican las piezas que se integran en cada espacio o vitrina; Título
y Temática, para consignar el tema y contenido general donde se insertan
las piezas y el recurso informativo asociado; Referencias con indicadores de
género, donde se lista cada elemento textual e imágenes que muestran algún tipo de marcador de género y edad y que se contabilizan en la columna
final, símbolo, añadiendo la marca de género y edad correspondiente. Esta
tabla permite con un golpe de vista visualizar la cantidad de indicadores de
género y también relativos a la edad, que se pueden percibir en sala (fig. 3).
Fichas específicas de diagnóstico de cada recurso expositivo, que integran la
transcripción de textos, un análisis minucioso de las imágenes y un comentario valorativo, permiten el estudio de carácter cuantitativo y cualitativo y
ayudarán a conformar los datos de las diferentes tablas para el diagnóstico
textual y de imágenes.
SEGUNDO NIVEL DE ANÁLISIS: LAS IMÁGENES
Las imágenes se enmarcan en el sistema de comunicación que contribuye
a la representación de la realidad, de manera que para imaginarnos las sociedades del pasado se recurre, habitualmente, a recreaciones que integran
personas realizando diferentes actividades. Lo que ha ocurrido, en este caso
y hasta época muy reciente, es que en la mayoría de estas representaciones se han construido bajo una lógica patriarcal y presentista, en la que es
frecuente ver a hombres adultos haciendo las actividades consideradas importantes para la subsistencia y el desarrollo de la sociedad, en cambio las
mujeres, si aparecían, lo hacían con un carácter secundario y, fundamen-
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
talmente, asociadas a la crianza y en ámbito familiar de forma esencialista,
perpetuado así roles específicos de género; quedando fuera de las representaciones otras construcciones de género.
En este nivel de análisis se han elaborado una serie de tablas, con las
que se puede cuantificar y cualificar los datos relacionados con la presencia
de agencias diversas en los discursos. Las variables que se integran en estas
tablas, surgen de los diferentes estudios mencionados más arriba, y persiguen un diagnóstico general sobre la representación icónica, analizando los
posibles sesgos en base a criterios de tipo cuantitativo y cualitativo. En este
sentido se realiza una tabla genérica en base a criterios de presencia/ausencia, para detectar sesgos de género. Se realizan tablas independientes por
cada una de las variables que se evalúan atendiendo a género masculino,
género femenino y otros géneros no normativos, a las que se le asignará un
valor numérico en función de su presencia o no en las imágenes de los recursos informativos del espacio expositivo y después se interrelacionan los
resultados. Las variables que se han contemplado son las que se enumeran a
continuación, si bien pueden incorporarse nuevas categorías a medida que
la investigación en este campo avance:
• La edad: ¿Se muestran personas de todas las edades? ¿Se desprende
una agencia social relevante de las distintas edades en las representaciones del pasado? (fig. 4).
•
El estatus social: ¿Se muestran personas acordes con diversos estatus
socio-económico-cultural? ¿Prevalece un estatus social concreto?
•
La actividad representada: ¿Qué actividades se representan? ¿Las
mujeres desarrollan actividades importantes socialmente? ¿Aparecen
personas no normativas realizando actividades?
Figura 4. Ejemplo de tabla de diagnóstico icónico referente a las variables: género
femenino y edad. Evalúa la presencia/ausencia de mujeres de distintas edades en la
exposición. Elaboración propia, a partir de Herranz, 2022.
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•
El plano ocupado: ¿Qué planos ocupan mujeres y hombres en las narrativas visuales? ¿Aparecen otros géneros representados? Observar
primeros, segundos planos, personajes completos, encuadres, detalles de partes del cuerpo, etc.
•
La actitud: ¿Participan las mujeres activamente en las escenas? ¿Interaccionan? ¿Los hombres se muestran sensibles? ¿La infancia se
muestra con agencia propia? ¿Y las personas ancianas, participan? Si
aparecen personas no normativas ¿qué actitudes presentan?
•
La salud: ¿Se representan personas enfermas o únicamente personas
sanas?, ¿se muestran los cuidados? ¿Hay personas con corporalidades
fuera de la norma? ¿Se muestran personas con alguna discapacidad o
diversidad funcional o cognitiva?
•
El vestido: ¿Se potencian estereotipos que tienen como base la representación formal del vestido y/o desnudo? ¿Se observan sexualización-erotización excesiva de las mujeres? ¿Se desprenden valores
morales en base a la riqueza o pobreza en el vestido?
•
Otras variables: expresión de emociones ¿Qué se desprende de ellas?
¿Podemos saber el estado de ánimo de las personas?
Este nivel permite profundizar en la representación de los roles sociales
y las actividades que desempeñan las distintas personas. Se observará, en
este caso, si los imaginarios sociales representados adolecen de un sesgo
androcéntrico y presentista o si se representan unas sociedades más diversas, acordes, también, a la información arqueológica. Así, se debería
partir del contexto general de desarrollo de las representaciones, con el
objetivo de evaluar posibles sesgos aprendidos y consolidados. En mi caso
de estudio, muy brevemente, las representaciones de género de las sociedades ibéricas del alto Guadalquivir en el Viaje al Tiempo de los Iberos,
se ha constatado que están fuertemente estereotipadas, representando de
forma habitual a la clase aristocrática (damas y guerreros), también fundamentalmente se muestra gente adulta, sobre todo, hombres realizando
la mayoría de las actividades en todos los espacios, mientras las mujeres
se representan más pasivas, tanto en el ámbito del hogar asociadas a las
actividades textiles, como en prácticas religiosas y funerarias. No hay presencia de otros géneros, y la representación de la infancia y la senectud
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es poco significativa (Herranz y García Luque, 2016; Herranz et al., 2021 y
Herranz, 2022).
TERCER NIVEL DE ANÁLISIS: EL LENGUAJE
El lenguaje constituye la forma en que transmitimos información y comunicamos los discursos de manera escrita u oral. El género, en este caso, es una
variable no exenta de complejidad (García Meseguer, 1994; RAE y ASALE,
2010:25, Márquez, 2013), si bien, en nuestro campo, el problema se observa
cuando se trata de conocer y comunicar cómo eran las sociedades del pasado, qué hacían las personas, cómo se relacionaban entre ellas, dado que el
uso del masculino genérico para incluir a todo el conjunto social es como
un velo opaco que impide diferenciar a las personas. La existencia misma de
un masculino genérico que no existe a la inversa es ya una clara muestra de
desigualdad de género, puesto que evidencia que la construcción de la realidad y de la propia historia, en este caso, se ha realizado desde el punto de
vista masculino, y solo cuando se quiere hablar de las mujeres es cuando se
las nombra (Querol, 2005:35-37). El lenguaje construye la realidad que nos
rodea y el imaginario colectivo, así, los hombres aparecen de forma sistemática como los referentes fundamentales para la supervivencia del grupo, de
los avances tecnológicos y líderes en las jerarquías sociales.
En este sentido se ha abordado una estrategia que tiene en cuenta varios aspectos. Por un lado, lo cuantitativo, donde se analizan los textos y
se contabilizan los términos que remiten al sexo, la construcción de género, diferentes grupos de edad, relaciones de parentesco, estatus social,
actividades desarrolladas, cargos públicos, etc… Una de las variables es la
recurrencia o repetición de palabras clave (términos sensibles al género o
que definen el género), de manera que, se contabiliza la frecuencia con la
que aparece cada término. Otra variable que se ha de tener en cuenta es la
cualitativa, cómo aparecen nombradas las personas en los discursos, por
su nombre, sexo, rol social, actividad que desempeña, en relación a otras
personas u otros géneros, etc. A este respecto contamos con algunos estudios previos (Bécares, 2019, Herranz et al., 2021, Liceras et al., 2022).
Bajo estas premisas, las tablas recogen y evalúan cómo se usa el lenguaje en sus distintas fórmulas (masculino gramatical, femenino gramatical,
masculino genérico, otras fórmulas gramaticales neutras o inclusivas) en
relación a diferentes variables temáticas, contextuales, relacionales, etc.
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que sintetizan la información de los textos de cada recurso expositivo
(para este tipo de análisis es aconsejable contar con las transcripciones de
los textos en formato editable para que se puedan contabilizar con herramientas informáticas).
A partir de los resultados de este tipo de análisis en mi tesis doctoral,
he podido constatar que el uso del masculino en los discursos históricos
cualifica y contribuye a determinar la función o el rol social, económico y
político de los hombres (guerrero, príncipe, artesano, constructor…), mientras que, por norma general, el uso del femenino no contribuye a cualificar a
las mujeres en base a su agencia, porque las mujeres aparecen normalmente
nombradas en las categorías asociadas a sexo-género, edad, estatus, filiación
parental (mujer, esposa, dama, joven, niña…), pero casi nunca se nombran
por la actividad que desempeñan. En este sentido, de forma sucinta, el análisis de frecuencias de términos sensibles al género, sobre el Viaje al Tiempo
de los Iberos, ha determinado que la palabra más usada es príncipe, los iberos o guerrero, aunque también el uso de fórmulas neutras que engloban a
conjuntos más amplios como linaje o familia, siendo los términos referidos
a las mujeres infrarrepresentados, así mujer o divinidad femenina son los
más recurrentes, términos que no permiten una aproximación a la agencia
femenina (Herranz et al., 2021; Herranz, 2022) (fig. 5).
Figura 5. Imagen gráfica de las frecuencias de terminología sensible al género (a
mayor tamaño, mayor frecuencia) resultante del análisis realizado sobre los equipamientos de la ruta Viaje al Tiempo de los Iberos. Elaboración propia, a partir de la
contabilización de cada categoría y el procesador wordle.
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¿QUÉ QUEREMOS CONSEGUIR?
El planteamiento metodológico propuesto persigue la normalización de estándares en el ámbito museístico para la elaboración de discursos más equilibrados en las exposiciones en base, fundamentalmente, a las categorías de
género y edad y atendiendo también a diferentes variables de la identidad
social desde la interseccionalidad. En este sentido, las directrices pasan por
intervenir en los diferentes niveles analizados. Establecer pautas básicas en
cuanto al lenguaje utilizado en la transmisión del conocimiento, en base a
la constatación de que el lenguaje es una de las razones de la invisibilidad
de las mujeres en la prehistoria y la perpetuación de desigualdades sociales,
cómo se ha señalado más arriba. Así, diferentes investigaciones y manuales del ámbito lingüístico promueven fórmulas para la corrección de estas
prácticas (Alario et al., 1995; Méndez y Sasiain, 2006; Guerrero Salazar, 2013;
entre otras). En este sentido, a partir del estudio realizado, propongo una
estimación de porcentajes en relación al uso de los distintos géneros gramaticales para que los discursos fueran más equilibrados. De manera genérica,
lo ideal sería que no se usara el masculino genérico, sin embargo, dado que
por el momento nuestro idioma aún arrastra ciertos usos, se podría contemplar que no superara del 10%; para hablar de la colectividad es preferible
usar una terminología sin marca de género, que puede situarse entre 3040%. Debería mantenerse paridad en las referencias a hombres y mujeres,
entorno al 30-40%, respectivamente, e incorporar terminología que integre
construcciones de género no normativas, entre 10-20%. Si bien, se trata de
estimaciones de carácter orientativo que persiguen la normalización y visibilización de la diversidad social.
Esta metodología tiene como objetivos:
1. Proporcionar unas pautas básicas en cuanto al tratamiento que deben de
tener las representaciones o reconstrucciones del pasado, partiendo, asimismo, de experiencias precedentes en este tipo de diagnósticos, como se ha
visto más arriba, para la generación de nuevos imaginarios del pasado, en
lo que venimos trabajando desde el grupo Pastwomen (González Marcén
y Sánchez Romero 2018; Rísquez, 2021). En este sentido, contamos ya con
las recientes propuestas surgidas de las distintas Jornadas Pastwomen (De
Miguel et al. (coords.), 2023), como el denominado Test de Baeza, una forma
de evaluación de los sistemas de representación en arqueología. Un sistema
que parte de unos criterios básicos (mostrar la diversidad social, ilustrar las
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tareas femeninas, documentar de forma rigurosa el contexto,…) que conduce a una rúbrica jerarquizada en distintos niveles de consecución y que
desemboca en un decálogo que, a modo de resumen, representa de manera
precisa la obtención o no de los criterios que aseguran una perspectiva de
género (González Marcén et al., 2023).
2. Consolidar unos criterios estandarizados para que los museos e instituciones relacionadas con la difusión de la arqueología cumplan criterios de
igualdad en el tratamiento de los discursos históricos, y puedan incluirlos
en los documentos prescriptivos para el uso del personal técnico, así como
para la contratación de diversos de servicios, como exposiciones, actividades
didácticas y programación cultural (Herranz, 2022).
3. Conseguir la excelencia en la presentación al público de las colecciones,
ya que trabajar desde la perspectiva de género y la interseccionalidad contribuye a enriquecer las propuestas museísticas. La incorporación de nuevos fondos museográficos, posibilita el desarrollo de otros contenidos hasta
ahora poco explorados, favoreciendo con ello la superación del sesgo androcéntrico en los museos (Cuesta, 2020; López Fernández-Cao y Fernández
Valencia, 2018).
4. Favorecer el desarrollo de actitudes no sexistas en los espacios públicos
culturales, incluidos los museos arqueológicos, como han señalado tantas
autoras (Prados y López, 2019, entre otras); incorporando, en este caso, las
prácticas coeducativas que incidan en potenciar los valores de igualdad y
corresponsabilidad en dichos espacios (García Luque, 2017; Cacheda, 2019).
VALORACIONES FINALES
La puesta a punto de esta metodología se ha confeccionado sobre el análisis de equipamientos museísticos de la provincia de Jaén asociados a las
sociedades iberas del Alto Guadalquivir (siglos VI-I a.n.e.), entre los que se
incluyen el Museo de Jaén y la ruta turístico-arqueológica el Viaje al tiempo
de los Iberos, cuyos resultados se pueden consultar en varias publicaciones
(Herranz y García-Luque, 2016; Herranz et al., 2021; Herranz, 2022) y que
por razones de espacio no se ha podido desarrollar más en el presente artículo. Sin embargo, quiero destacar que la forma de cambiar los discursos
e imaginarios del pasado es analizándolos de forma consciente en base a la
categoría de género y a la interseccionalidad, evaluando de forma sistemática todo el aparato comunicativo de las instituciones que custodian nuestro
32
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Patrimonio arqueológico con perspectiva de género y feminista.
legado cultural. Solo conociendo los sesgos existentes se podrán formular
estrategias orientadas a confeccionar nuevos contenidos, seleccionar otro
tipo de piezas, ocupar de forma más equilibrada y diversa el espacio museístico, construir imaginarios más rigurosos del pasado, pero también seremos
más responsables socialmente.
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PREHISTORIA SIN PRE-JUICIOS. TRABAJANDO
DESDE LA DIDÁCTICA EN EL MUSEO
Laura Fortea Cervera y Eva Ripollés Adelantado
Unitat de difusió, didàctica i exposicions. Museu de Prehistòria de València
RESUMEN
En este artículo presentamos algunos sesgos que acompañan a la Didáctica
en los museos. Además, mostramos algunos elementos que forman parte de
la nuevas salas del Museo de Prehistoria de Valencia, dedicadas a las sociedades cazadoras-recolectoras, especialmente los materiales diseñados para
personas con trastorno del espectro autista.
Palabras clave: Didáctica, museos, autismo, prejuicios
ABSTRACT
In this article, we present some biases that accompany Didactics in museums. Additionally, we showcase some elements that are part of the new
rooms at the Museum of Prehistory in Valencia, dedicated to Hunter-Gatherer Societies, especially the materials designed for people with Autism
Spectrum Disorder.
Keywords: Didactic, museums, autism, prejudices.
INTRODUCCIÓN
Existe un prejuicio de base que afecta a la didáctica en los museos. Hasta
hace poco tiempo la acción educativa en los museos se consideraba un añadido, casi algo ornamental. Así, una vez concluido el montaje expositivo, se
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
diseñaban propuestas y actividades para acercar los contenidos al público.
La didáctica no gozaba de la misma consideración que la investigación o la
conservación de las colecciones y, quizá por eso, era un campo de trabajo en
el que predominaban las mujeres.
A pesar de que actualmente aún pervive este prejuicio en algunos ámbitos, desde nuestra experiencia, y en la línea del concepto actual de museo, la
didáctica debe ser parte integrante de la institución. Si el museo no orienta
su trabajo para que los públicos encuentren un espacio para el aprendizaje y
la reflexión, se convierte en un almacén de objetos destinado exclusivamente a los especialistas.
A este prejuicio que arrastra la didáctica, se suman otros que afectan a
la mirada que proyectamos al pasado y a la manera en que se perciben los
públicos en el presente.
Respecto al pasado hay que asumir dos cuestiones:
• Su interpretación no es objetiva, nuestros esquemas mentales afectan
a las inferencias que extraemos a partir de los restos materiales.
•
Los datos que tenemos del pasado son parciales y, por tanto, las conclusiones también lo son. No podemos conocer con exactitud todos
los aspectos vinculados a las relaciones y la organización social de
aquellos grupos humanos.
Respecto al presente, desde la didáctica en el museo se trabaja para permitir a todo tipo de público (no únicamente escolares) conectar con lo que se
expone, de manera que puedan extraer aprendizajes significativos. El museo
debe ser un espacio “amable” para cualquier persona, donde se pueden aprender muchas cosas, tanto sobre el pasado como sobre la propia existencia.
El Museu de Prehistòria de València se ocupa, desde hace años, de crear
exposiciones y actividades que permitan al mayor número posible de visitantes acceder a los contenidos que genera la investigación, a través del
Servicio de Investigación Prehistórica (SIP).
Para ello, es fundamental establecer puentes, propiciar espacios comunes de entendimiento entre los objetos que se presentan y los públicos del
museo. La didáctica se encarga de construir esos puentes, para generar una
comunicación significativa con las diversas personas que nos visitan.
En el nuevo montaje de las salas dedicadas a las Sociedades Cazadoras y
Recolectoras, inauguradas en diciembre de 2020, no solo se ha actualizado
el discurso de contenidos y la museografía, sino que también se han incor-
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
Figura 1. Salas dedicadas a las Sociedades Cazadoras y Recolectoras, inauguradas
en 2020. Foto: Museu de Prehistòria de València.
porado recursos para integrar a un amplio espectro de visitantes.
En relación al espacio expositivo, se ha procurado que sea acogedor,
despejado y accesible, bajando la altura de las vitrinas y creando bancos
corridos que permiten el acceso a personas con necesidades especiales.
En cuanto a la organización de los contenidos, se ha seguido un recorrido cronológico (del Paleolítico medio al Paleolítico superior), distribuyendo la información a ambos lados de la zona de paso. En la parte izquierda,
se desarrollan los diversos ámbitos temáticos, con especial atención a los
yacimientos clave excavados por el SIP, y en la parte derecha, se presenta
un discurso más transversal, centrado en los cambios climáticos.
A lo largo del itinerario se ofrecen diversas vías de acceso a los contenidos:
• Textos: se ha establecido una jerarquía que va desde los textos generales de los paneles centrales, pasando por los textos temáticos presentes en los fondos de vitrina, hasta las cartelas explicativas de las
piezas. En todos ellos además de aspectos tipográficos, de extensión
y vocabulario comprensible, se ha cuidado el uso del lenguaje para
evitar sesgos de género.
•
También se ha implementado una app en diferentes idiomas, con
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
textos en audio, subtitulados y signados, que permiten el acceso a los
contenidos a personas con diferentes necesidades.
•
Ilustraciones: se ha dado especial relevancia a este apartado, con
obras de Emmanuel Roudier y Francisco Chiner. En ellas se ha procurado que aparezcan todos los miembros del grupo participando en las
diversas tareas que se realizarían durante el Paleolítico.
•
Ambientaciones: también se han incluido ambientaciones que sugieren la diversidad en la ejecución de ciertas actividades.
•
Módulos manipulativos: la manipulación es una buena vía de acceso al conocimiento que conecta con diferentes perfiles de visitantes.
Figura 2. Módulo manipulativo sobre restos vegetales que muestra cómo su estudio aporta información de los ecosistemas y los grupos humanos del pasado. Foto:
Archivo Museu de Prehitòria de València.
40
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
Además, este recurso también sirve para profundizar en algunos aspectos del discurso expositivo.
•
Se han diseñado cuatro módulos interactivos que incluyen temáticas
que no se han podido abordar en el discurso general, como el estudio
de la microfauna, de los restos vegetales, la traceología u otras cuestiones relacionadas con la tecnología lítica. En ellos se propicia la observación, el análisis, la reflexión y la expresión; estrategias cognitivas
básicas para generar aprendizajes significativos.
También se ha incorporado la manipulación en el espacio destinado a la
evolución humana donde, además, se muestra la diversidad de género tanto
en las réplicas elegidas como en las siluetas que aparecen en las cartelas.
En la sala destinada al arte del Paleolítico, se ha incluido un espacio accesible con réplicas en metacrilato de algunas plaquetas. Un recurso que
Figura 3. Portada del cuaderno para personas TEA dedicado al Paleolítico.
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
permite tratar de una manera directa aspectos como las superposiciones o
la representación del movimiento.
Siguiendo con la estrategia del museo de atender a las necesidades de
públicos diversos, hemos preparado un material especialmente destinado a
personas con trastorno del espectro autista (TEA), con la intención de que
puedan integrarse en los circuitos de visita a las salas dedicadas a las Sociedades cazadoras y recolectoras. Su versatilidad hace que también sea útil
para primeros lectores y otros aprendices visuales.
Este proyecto, en el que continuamos trabajando en la actualidad, partió
de Neus Lloret Lloret, arqueóloga y licenciada en Magisterio, que fue becaria
Figura 4. Actividad comunicativa sobre las representaciones artísticas. Cuaderno
para personas TEA dedicado al Paleolítico.
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
de la Unidad de Difusión, Didáctica y Exposiciones en el año 2018. Se trata
de una serie de guías para conocer el contenido del museo e interactuar con
las colecciones a través de actividades de tipo comunicativo, incluidas en el
cuaderno, y de otras manipulativas, que se han incorporado en las salas. El
material se ha trabajado en colaboración con ARASAAC (Portal Aragonés
de sistemas aumentativos y alternativos de comunicación), y tanto la adaptación de los pictogramas como las ilustraciones y el diseño son obra de
Vanesa Mora Casanova.
La metodología que se emplea parte del método Teacch, que basa su
estrategia en la prioridad de lo visual y en la organización clara y concisa de
las consignas de trabajo.
Disponemos de tres cuadernos, el de anticipación, cuya función es que
las personas con TEA se familiaricen con el museo y con lo que se encontraran al llegar, el primero de la serie prehistórica, sobre el Paleolítico, y el
segundo, dedicado al Neolítico.
Los protagonistas de la guía son la abeja Musa y un niño llamado Félix,
Desde el principio del proyecto tuvimos clara la existencia de Musa, la anfitriona del museo. En el caso de Félix, se eligió a un niño porque el TEA
afecta en un porcentaje mayor a los niños que a las niñas. Su nombre surgió
de una consulta que hicimos entre las personas que visitan el museo, tanto presencialmente como en nuestras redes sociales. Así pues, fueron ellas
quienes propusieron y eligieron cómo se llamaría el personaje principal.
Las guías tienen formato de cuento y el contenido se transmite a través de
pictogramas adaptados, texto de carácter narrativo e ilustraciones. Para facilitar la ubicación en la sala de la persona que realiza la visita, los cuadernos
incluyen representaciones del espacio real del museo y fotos de las vitrinas.
En las ilustraciones se ha procurado mostrar la diversidad y evitar sesgos
de género. Así, en las escenas de la vida cotidiana, las actividades de mantenimiento reflejan esa variedad y, además, todas las tareas se presentan a
un mismo nivel. También se ha procurado mostrar la colaboración entre los
diferentes miembros del grupo.
A partir de estas láminas se plantean actividades comunicativas que propician la interacción con las personas que visitan la sala.
Las actividades manipulativas se han articulado a partir de los recursos
que ya estaban incorporados en el montaje expositivo, como las réplicas de
cráneos de la sala de evolución humana, o a través de módulos específicos
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LAURA FORTEA CERVERA Y EVA RIPOLLÉS ADELANTADO
Figura 5. Actividad manipulativa sobre las materias primas utilizadas en el Paleolítico. Foto: Archivo Museu de Prehistòria de València.
que, como ya hemos comentado, están basados en el método Teacch, que
es el que utilizan habitualmente las personas TEA para realizar actividades.
Se han diseñado cuatro propuestas, señalizadas en sala con el icono de
Musa y un número, 1, 2, 3 y 4, que corresponde a cada una de las actividades
manipulativas. En ellas se tratan aspectos como la evolución humana, las
materias primas que se utilizaron en el Paleolítico, la función de algunos
objetos y las representaciones artísticas.
En el desarrollo de este material ha sido fundamental el asesoramiento
de ARASAAC, tanto en el uso de los pictogramas como en el diseño de nuevos símbolos que se adaptaran a nuestras necesidades. Queremos agradecer,
especialmente, a Sergio Palao su ayuda inestimable.
También queremos destacar el trabajo y la estrecha colaboración con
Vanesa Mora, la ilustradora y diseñadora de los cuadernos, que ha sabido
recrear en imágenes tanto los espacios y el personal del museo como los
contenidos científicos a transmitir, adaptándolos a las necesidades de este
tipo de público.
Por último, quisiéramos señalar que tanto este material como todas las
publicaciones del museo se pueden descargar desde nuestra página web:
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Prehistoria sin pre-juicios. Trabajando desde la didáctica en el museo
www.museuprehistòria.es
http://mupreva.org/publicaciones/divulgacion_educacion/?q=va
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LOS ENIGMAS DE CAECILIA.
UNA NIÑA PATRICIA DE BAETULO
Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa (Museu de Badalona)
RESUMEN
El Museo de Badalona lleva años trabajando para crear espacios educativos y
propuestas que permitirán profundizar en la vida cotidiana y las costumbres
de los habitantes romanos de Baetulo.
La actividad que aquí presentamos es una iniciativa con la que pretendemos familiarizar al estudiantado con la arqueología y la investigación
científica mientras analizan e interpretan los materiales encontrados en una
excavación. Eso nos llevará aconocer la vida de una joven.
Palabras clave: Storytelling, historia en femenino, Baetulo, enigmas, reto de
aprendizaje
ABSTRACT
The Badalona Museum has been working for years to create educational
proposals that will enable it to deepen the daily life and customs of the Romans who inhabited Baetulo.
The activity we are presenting here is an initiative with which we intend
to familiarise students with archaeology and scientific research while analysing and interpreting the materials found in a dig. That will lead us to know
the life of a young girl.
Keywords: Storytelling, female history, Baetulo, mystery, learning challange
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
INTRODUCCIÓN
El Museo de Badalona trabaja, hace años, en la creación de propuestas educativas que permitan profundizar en la vida cotidiana y en las costumbres de
los romanos que habitaron en Baetulo, la ciudad cuyos restos se encuentran
en el subsuelo de su edificio, en el corazón del Dalt la Vila, el barrio antiguo
de Badalona.
La actividad que aquí presentamos es una iniciativa con la que pretendemos que el alumnado se familiarice con la arqueología y con la investigación científica mientras analiza e interpreta los materiales hallados en una
excavación.
EL MUSEU DE BADALONA Y LA MUSEOLOGÍA DE LAS SENSACIONES
El Museo de Badalona es una institución pública municipal, creada en 1955
por el ayuntamiento de la ciudad, para proteger el edificio termal de la ciudad romana de Baetulo. El bagaje arqueológico del museo tiene un largo recorrido, y aunque es un museo de historia de la ciudad desempeña también
Figura 1.1. Musealización de las termas republicanas de Baetulo. Museu de Badalona. Foto: A. Guillén.
48
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Fig. 1.2
Fig. 1.3
Fig. 1.4
Figura 1.2. Espacio decumanus, zona de exposición. Museu de Badalona Foto: A.
Guillén. 1.3. Casa de los delfines, oecus. Museu de Badalona. Foto: A. Guillén. 1.4.
Casa de la hiedra. Museu de Badalona. Foto: Francesca Garcia.
49
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
las tareas de protección del patrimonio histórico de la ciudad Badalona, el
peso de la arqueología, actualmente con aproximadamente 5000 m2 de superficie visitable, ha sido siempre relevante (fig. 1.1, 1.2, 1.3, 1.4).
Actualmente en el subsuelo del edificio del museo, se pueden visitar los
restos de las Termas y del Decumanus maximus, inaugurado en 2010, uno de
los conjuntos arqueológicos de época romana más importantes de Cataluña.
También puede verse la exposición permanente que muestra sobre todo piezas de la Baetulo romana. Situados muy cerca, se pueden visitar los espacios
romanos musealizados del Jardín de Quinto Licinio (2007), la casa de los
Delfines (2008), el conducto de aguas (2008) y la casa de la Hiedra (2021).
Del 2005 al 2021, el museo de Badalona pasó de exhibir 700 m2 de la ciudad romana de Baetulo a más de 5000 m2. Detrás de esta ampliación había
un proyecto que no solo pretendía ampliar y cambiar el discurso expositivo,
sino homogeneizar los espacios arqueológicos visitables y dotarlos de una
museografía innovadora, común a todos ellos.
El nuevo proyecto apostó por una museología envolvente que permitiese al visitante tener una experiencia inmersiva en el legado de la ciudad
romana. Para ello se buscó que el visitante fuera capaz de comprender el
yacimiento con el bagaje de sus propios conocimientos, se trata de lo que
venimos llamando la museografía de las sensaciones.
Para llevarlo a cabo se pintaron las paredes modernas de los diferentes
espacios de color negro y se instaló una iluminación que dio protagonismo
a las estructuras romanas.
La iluminación se proyectó de tal manera que resaltaba los muros de las
estructuras arqueológicas y delimitaba los espacios, creando una proyección
escenográfica de los restos romanos para que de esta manera resultara más
fácil para el público la identificación y comprensión de los espacios que visitaban. A lo largo del recorrido se instalaron sensores, con lo cual las luces
se van encendiendo a medida que el público avanza, ello provoca en el visitante una sensación de descubrimiento de los restos de la ciudad a medida
que se iluminan. La iluminación también se utilizó para focalizar algunos
elementos de los ámbitos, como la decoración de un mosaico, un detalle
constructivo o un elemento de reconstrucción escenográfica (reproducción
de mobiliario y objetos) para comprender mejor su uso y su función. En zonas puntuales se utilizó la luz de color para iluminar y ayudar a comprender
mejor el uso del espacio, por ejemplo, la luz azul en la piscina del frigidarium
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
y la luz rojiza en el albeus de la piscina del caldarium y la chimenea, dos
espacios del edificio de las termas.
Relacionado con los sensores de la iluminación, también se han introducido sonidos (el agua, un carro circulando por la calle, el canto de un gallo,
el viento, etc), y voces en latín. Los sonidos son de carácter ambiental para
generar en el visitante una sensación más inmersiva.
Los atriles son de cristal, impresos de manera interna y en la parte inferior tienen luces led que permiten una buena iluminación de los textos
e imágenes, facilitando su lectura, con traducción a tres idiomas. También
son puntos de luz que iluminan el recorrido. El texto, a partir de un guion
narrativo, pone énfasis en la vida cotidiana y los quehaceres diarios de los
habitantes de Baetulo. Se complementan con imágenes de época romana
de mosaicos figurados, bajorrelieves, pinturas, … de diversos yacimientos
arqueológicos del imperio, dando al visitante una mirada historicista del
imaginario romano (fig. 2).
Al lado de estos atriles se instaló otra estructura plana donde se dispusieron objetos táctiles. Se trata de reproducciones de bajorrelieves romanos que
Figura 2. Casa de los delfines, atriles de texto y táctiles en relieve y objetos. Museu
de Badalona. Foto: A. Guillén.
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
ilustran algunas actividades u oficios relacionadas con la función del espacio
que se visita. También encontramos objetos cotidianos, como un estrígilo de
bronce, un ungüentario de vidrio, un pequeño altar de cerámica, … con ello
reforzamos el aprendizaje táctil de los objetos para todo tipo de público.
INTRODUCCIÓN A LA ACTIVIDAD
“Los enigmas de Caecilia. Una niña de Baetulo” es una actividad que realizamos hace 5 años con alumnado de ciclo medio y superior de primaria y
que diseñamos como un aprendizaje basado en retos (ABP) cuyo objetivo
es desarrollar la capacidad de reconstruir la historia, a partir del contenido
didáctico de la cultura material. Mediante dinámicas de trabajo individual y
colaborativo, el alumnado resolverá las incógnitas del reto que planteamos,
hasta llegar a descubrir la vida de nuestra protagonista y de su familia, así
como las costumbres del entorno social de la época.
Imaginamos la propuesta como una práctica que simula una situación
real con suficiente entidad para poder interpelar, llamar la atención de las
y los escolares a quienes va dirigida la iniciativa. Y para facilitar el camino
¿qué mejor que poner nuestro centro de interés en la infancia y en la historia vista desde los ojos de una niña? Trabajar este periodo del desarrollo
humano nos abre un mundo de posibilidades para mostrar aspectos interesantísimos de la cultura y las costumbres de la civilización romana a la par
que, entendemos, provoca la motivación del alumnado, formado por niñas
y niños de edades muy cercanas a la de Caecilia (fig. 3).
La decisión de desarrollar este proyecto surge de la necesidad de abordar
la historia con perspectiva de género después de reflexionar y tomar conciencia sobre el trato de favor que insistente e inconscientemente hemos
dado al hombre, el gran privilegiado de nuestra sociedad patriarcal. Es habitual incluir en nuestro discurso la vida de los emperadores, los logros del
gran productor de vino Marcus Porcius, la figura del dignatario Quinto Licinio, las victorias de los militares o los desmanes cometidos contra los gladiadores. El absoluto protagonismo masculino únicamente deja un pequeño
resquicio para hablar de la mujer en categoría de consorte o como esclava.
La lectura de algunos textos clásicos, el análisis de piezas arqueológicas
y el repaso de publicaciones especializadas en didáctica de la arqueología
han sido fuentes de conocimiento apasionantes que han inspirado una propuesta educativa que se ideó como un taller, pero que se convirtió, por mo-
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Figura 3. Alumnado haciendo el taller.
Museu de Badalona. Foto: Esther Espejo
del Pino.
mentos, en una maleta didáctica con 20 elementos, entre objetos y soportes
con inscripciones. Y aunque nuestra intención no era llegar a ese nivel de
concreción, la actividad se iba convirtiendo en el resultado de la motivación
por construir un personaje verosímil, cuya mirada nos permitiera conocer
algunos acontecimientos históricos vividos en primera persona que no recogen los libros de texto, que no se explican en el aula y tampoco en el museo.
Nos referimos a hechos como: el ritual de paso a la vida adulta, los elevados
índices de mortalidad infantil, el papel de las niñas en el entorno familiar,
la discriminación educativa en favor del niño, la exclusión de la mujer de las
grandes decisiones que afectaban a su futuro o la asignación de roles que la
invisibilizaban socialmente. Y es precisamente aquí (en el momento en que
construimos una alternativa basada en un storytelling creíble en el entorno
del universo femenino y, por tanto, al margen de lo tradicionalmente establecido por los discursos hegemónicos) cuando concedemos una función
social a la arqueología y la convertimos en una herramienta que convida
a reflexionar sobre los orígenes del mundo que habitamos y el porqué de
comportamientos y costumbres “que llevamos escritas en nuestro ADN”.
PROPUESTA DIDÁCTICA
Para diseñar el taller, debíamos tener en cuenta:
• La ciudad de Baetulo: marco geográfico emocionalmente cercano y
familiar para el alumnado.
•
El diseño curricular: los contenidos específicos del área de conocimiento del medio social y cultural que se detallan en el currículo de
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
Primaria según el Departamento de Educación de la Generalitat de
Catalunya, y que concretamos en los puntos siguientes:
•
La romanización en nuestro territorio.
•
Uso de fuentes documentales y materiales para obtener información que permita construir la historia, evidenciando cambios y continuidades a lo largo del tiempo, en algunos hechos
cotidianos.
•
Nociones básicas de tiempo y comprensión de la cronología.
•
Descripción de hechos cotidianos que permitan explicar aspectos de vida personal y familiar.
•
Valoración de la diversidad social, cultural y de género y fomento del respeto ante las diferencias.
•
Análisis diacrónico de algunos aspectos de vida cotidiana a lo
largo del tiempo.
•
Identificación del papel de los hombres y las mujeres en la historia.
Las competencias básicas del ámbito social en la dimensión histórica asociadas al diseño curricular que nos planteamos trabajar en esta actividad son:
• Analizar los cambios y continuidades de hechos históricos para comprender la causalidad histórica.
•
Aplicar procedimientos de investigación histórica a partir de la formulación de preguntas y el análisis de fuentes para interpretar el
pasado.
•
Interpretar el presente como resultado del pasado, para comprender
que el futuro es fruto de decisiones y acciones actuales.
•
Identificar y valorar la identidad individual y colectiva para comprender su intervención en la construcción de sujetos históricos.
Atendiendo a todo ello, establecimos los siguientes objetivos:
• Familiarizar al alumnado con la arqueología y con la investigación
científica.
•
Promover el aprendizaje sobre la civilización romana a través de la
cultura material y la experimentación “hand-on”.
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
•
Analizar e interpretar la historia con perspectiva de género para
conocer el papel de la mujer en la antigüedad.
•
Motivar el diálogo y la reflexión en torno al “somos la consecuencia
del pasado”.
RETO DE APRENDIZAJE
Buscando la conexión con el grupo -nuestro interlocutor-, presentamos un
reto a partir de un storytelling disfrazado de noticia periodística con la que
interpelamos al alumnado y lo motivamos a participar en un proyecto de
investigación. El artículo dice así:
Una de las excavaciones arqueológicas, realizadas el pasado verano en el barrio de Dalt la Vila, ha tenido como resultado el hallazgo de un pequeño baúl metálico. Junto a la magnífica caja, cuyo estado de conservación es excepcional, se ha localizado una pequeña
llave. El equipo de arqueólogos ha podido constatar, rápidamente,
que la llave servía para abrir la cerradura del cofre.
La sorpresa se ha convertido en estupefacción cuando los especialistas han descubierto que la cajita custodiaba algunos objetos y
una especie de documentos con inscripciones extrañas que parecen
códigos secretos o alfabetos antiguos encriptados. Equipos multidisciplinares de las universidades más prestigiosas trabajan ya en
la restauración y en la consolidación de los objetos y documentos
encontrados. Sin duda alguna, se trata de un hallazgo arqueológico sin precedentes que comienza a ser primera página en la prensa
especializada, y a llenar las redes sociales de los expertos en edad
antigua más importantes del mundo.
A pesar de que los especialistas en cultura romana han convenido que el baúl debió ser propiedad de un individuo de corta edad ya
que algunos de los objetos son juguetes, los expertos en epigrafía
han sido incapaces de descifrar el contenido de las inscripciones.
Los técnicos del museo han coincidido en que el alumnado que
habitualmente visita los restos de la Baetulo romana, tiene una capacidad innata para la investigación y descubrirá a ciencia cierta la
información que guardan estos tesoros. Así, han contactado con los
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
centros escolares del entorno para convidarlos a formar parte del
Consejo de Sabios que trabajará en el proyecto Enigmas de Baetulo.
El equipo de redacción de este semanario está seguro de que entre todos harán historia.
Este artículo periodístico, que simulamos haber encontrado publicado
en la revista científica Historia de National Geographic, es la carta de presentación de nuestro taller y recoge todos los aspectos del storytelling que
nos interesaba destacar:
• Plantear un problema “real” en forma de enigma: descubrimiento de
una caja misteriosa.
•
Crear expectación: ¿Podría tratarse de una cápsula del tiempo?
•
Despertar el interés: ¿Qué información nos transmiten las fuentes
primarias que hallamos dentro de la caja? ¿Nos aportan suficientes
pistas/datos para descubrir al personaje que escondió esos tesoros?
•
Empatizar (emotividad): ¿Los objetos podrían ser de una persona de
Figura 4. Alumna descifrando uno de los enigmas. Museu de Badalona.
Foto: Esther Espejo del Pino.
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
corta edad?, nuestro personaje secreto, ¿podría tratarse de una niña?
¿Es posible reconstruir su biografía?
•
Convidar a vivir una experiencia inmersiva: participar en un proyecto real que contribuirá a resolver un gran enigma para el que los
expertos no encuentran solución.
RECURSOS
Los alumnos y alumnas dispondrán de:
• Un educador/a que dirige la actividad y ofrece soporte a lo largo de
toda la sesión.
•
Material arqueológico: reproducción de algunas de las piezas halladas en el baúl y de una selección de inscripciones.
•
Reproducción de las inscripciones que hay que descifrar.
Figura 5. Algunos materiales
utilizados para el taller. Museu
de Badalona. Foto: Esther Espejo del Pino.
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
•
Material de consulta: diccionario de instrucciones para desencriptar
enigmas, bibliografía para construir un árbol genealógico…
•
Material de trabajo (folios, lápices, gomas, lupa, metro, regla, ...).
LAS PIEZAS DEL BAÚL DE CAECILIA
Cuando iniciamos la búsqueda de diferentes objetos arqueológicos romanos
que pudiera tener Caecilia en su caja, para que nos ayudaran a trabajar las
temáticas antes mencionadas, partimos de la base de que una buena parte de
ellas se pudieran encontrar en el Museu de Badalona.
Pero en muchos casos no tenemos objetos que lleven una inscripción para
poder descifrar los enigmas inscritos que llevaría cada objeto y que nos podría
reforzar una explicación sobre el mismo. Aunque no sea lo habitual, hay ejemplos de objetos con inscripción que corresponden muchas veces al nombre
del propietario, una dedicatoria, … que encontramos en diversos lugares del
imperio. Después de la búsqueda, casi sin darnos cuenta habíamos recogido
una veintena de objetos de procedencia geográfica amplia dentro del imperio
romano. La diferencia de materiales de las piezas ayudaría también a que los
alumnos comprendieran mejor las características con que estaban hechos los
objetos, para poder compararlos con los que usamos para esta función en la
actualidad.
De cada objeto se hizo una ficha con una foto, sus características y diferentes grados de información para el dossier de las educadoras de la actividad.
Figura 6. Ejemplo de ficha de objeto preparada
para los educadores. Museu de Badalona.
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
LOS OBJETOS QUE FORMAN PARTE DEL TALLER/MALETA
DIDÁCTICA.
Objeto 1. Caja de madera y bronce,
casa del Menandro, Pompeya
(número de inventario 4274)
(Stefani, G, p. 181).
La llave. La llave con inscripción que abriría la caja, la
encontramos en el campo de legionarios de Neuss, Alemania. Se
trata de la llave del signifer, cargo militar que se encargaba de
repartir el dinero a la tropa. La
inscripción en los dos lados de
la llave dice: “Propiedad del signifer Lucius Fabius de la centuria
de Bassus Claudius”. (Reuter, M;
Schold, 2004, p.31)
La caja. En el mundo romano se
han documentado diversas cajas. Normalmente son de madera con remaches
de metal, no tienen un gran tamaño, la
mayoría sería para guardar perfumes,
cosméticos y otros objetos personales de
gran estima que es lo que planteamos en
el taller, todas ellas con cerrojo para la
llave. (Rottloff, A., 2005, p.91-93 caja de
Tomis, Rumania y p.174 caja de Budapest,
Hungría), (Stefani, G., 2003, p. 181, caja de
Pompeya)
Objeto 2. Llave de bronce del signifer
Lucius Fabius, Neuss, Alemania (Reuter,
M; Scholz, M, p. 12).
La bulla / lúnula. Era un colgante que llevaban los niños que habían nacido ciudadanos libres. El significado es “burbuja” ya que normalmente tiene
una forma redonda, que podía abrirse como una concha si era de metal o bien
podía ser un saquito de piel u otro material. En ella se guardaban amuletos
(piedras preciosas, dientes, plantas, …) que protegían al niño de cualquier mal.
Se la quitaban durante el ritual de paso a la edad adulta, que solía ser a los 16
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
años, momento en que se les ponía la toga
virilis. Una de las estatuas más conocida es
la de Nerón niño llevando colgada la bulla
que se conserva en el Museo del Louvre. Conocemos diversas bullas, principalmente de
oro. La encontrada en una tumba en Ariccia,
cerca de Roma, se puede ver en el Museo Nacional Romano (Reggiani, A.M., 1990, p. 25),
también la encontrada en la Casa del Menandro en Pompeya (Stefani, G., 2003, p. 173).
En el caso de las niñas, no está tan claro
que llevaran la bulla, ellas llevaban la lúnula,
un amuleto en forma de medialuna, a veces
decorados, que se quitaban durante el ritual Objeto 3. Bulla de oro, casa de
de paso a la edad adulta cuando iban a ca- las bodas de plata, Pompeya
(Stefani, G, p.173).
sarse.
En nuestro caso la bulla seria del hermano, que murió prematuramente y que Caecilia conservaría en su caja, un hecho
que nos da pie a hablar de la mortalidad infantil en la época romana.
La tablilla de cera. Las tablillas de cera
eran la forma de comunicación, más utilizada
en el mundo romano. Se utilizaba como carta
y se sellaba para el envío, o bien era utilizada
para tomar apuntes, notas, contabilidad, etc.
La tablilla es un soporte ideal para hablar de
como aprendían a escribir los romanos y es
perfecto para equipararlas con las actuales libretas de papel. Las más conocidas son las de
Vindolanda, Hexhan, Reino Unido (Reuter,
M; Schold, 2004, p. 29), Vindonissa, actual
Windisch, Suiza (Reuter, M; Schold, 2004, p.
28) y en Pompeya, Italia del archivo de Lucius
Caecilius Iucundus. (Berry, J, 2009, p. 220)
Objeto 4. Tablillas de cera de la casa de Lucius Caecilius Iucundus en Pompeia
(Berry, J, p. 220).
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
El stylus. Era el instrumento utilizado para escribir en las tablillas de
cera. Se trataba de una pieza de metal o hueso con un extremo acabado
en punta para escribir y otro plano para borrar. En el Blooberg’s European
headquarters de Londres, se encontró un stylus de bronce inscrito por los
cuatro costados. Se ha traducido como:
“He venido de la ciudad. Os traigo un regalo de bienvenida con una punta afilada para que os acordéis de mí. Pido, si la fortuna me lo permite, que
pueda (dar) tan generosamente como el camino es largo (y) mi bolsa está
vacía” (60-50 dC).
Hay otro caso encontrado en Roffach, Alsacia, Francia, que dice “Mi arte
de amar progresará gracias al estudio”. (Reuter, M; Schold, 2004, p. 12).
Objeto 5. Stylus de bronce con inscripción, Roufach, Elsass, Alemania (Reuter, M;
Scholz, M, p. 12).
Pergamino. El papiro seguramente dejo paso al pergamino porque no resistía bien la humedad, y así, fue tomando protagonismo el pergamino hasta
llegar a la edad media. La utilización del pergamino en época romana no se
generalizó hasta el siglo II dC. y su utilización se fue generalizando seguramente, porque también tenía otras ventajas como que se podía escribir en él
Objeto 6. Pergamino. Pergamino catalán escrito en latín entre los años 815-900 dC.
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
por las dos caras de la piel, y además se podía raspar o lavar y volver a utilizar.
Damos a conocer otro tipo de soporte para escribir en la época romana.
Se dará a conocer la muerte prematura del hermano pequeño de Caecilia.
Libro con etiqueta. El papiro
era un material muy utilizado para
los documentos y escritos importantes, contratos de todo tipo, del
ámbito social o económico, así
como las ediciones de todo tipo de
libros, que eran textos manuscritos
sobre este material y envuelto en
forma de rollo, sobre todo si se trataba de obras largas, sobre un eje
Objeto 7. Reproducción de un libro de
de madera con los extremos más
papiro con etiqueta.
anchos y planos, para proteger el
papiro. De uno de los extremos normalmente colgaba una etiqueta para su
identificación rápida tal como podemos ver en una pintura de Herculano
(Museo Arqueológico de Nápoles, núm. Inv. 9819) (García, L, 2005, 96-111).
Los papiros más conocidos son los de la biblioteca de la villa de los papiros
en Herculano, Italia (Berry, J, 2009, p. 42-44).
Pluma o cálamo para escribir con tinta. Para escribir
sobre papiro o pergamino los
romanos utilizaban el cálamo (una caña con una punta
rectangular y un corte central
donde quedaba retenida la
tinta) o una pluma de ave, en
cuyo cálamo o cañón, es decir,
la parte sin plumas, se hacía el
mismo proceso. Los tinteros
Objeto 8. Tinteros de bronce y calamos
para escribir con tinta (Berry, J, p. 105).
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
acostumbraban a ser de cerámica, pero también podían ser de broce, más
pequeños y con tapa, para facilitar el transporte. En el museo de Badalona
conservamos algunos fragmentos de este tipo de tinteros, sobre todo las
tapas (Reggiani, A.M., 1990, p 70-71).
Placa o chapa identificativa del
perro. Placa conocida a través de los
textos e imágenes del Recuil d’Antiquités
du Comte Caylus. La inscripción dice
así “Perro que vigila el jardín de Quintus Clodius Hermogenianus Olybrius”.
Fue prefecto de la ciudad de Roma en
el año 388. Los animales domésticos
eran presentes en las casas romanas y
Objeto 9. Placa de perro.
tenemos diversas representaciones de
criaturas con sus mascotas, acompañándolos o bien jugando.
Objeto 10. Receta medicinal sobre plomo. Museu de Badalona. Foto: A. Cartagena.
Receta medicinal sobre plomo. En la casa de los Delfines de Baetulo se
encontró una plaquita de plomo con una receta médica, que dice: “Resina de
Siria para curar el hígado, doce onzas”, un objeto que nos permite hablar de
la medicina, de las enfermedades y de la mortalidad en el mundo romano,
especialmente entre las mujeres y los niños (Comas, M, 2003, p.64-65).
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Muñeca de marfil. El museo de Badalona
conserva diversas piernas de barro de un modelo de muñeca de procedencia helenística
que tiene articulados brazos y piernas. Las había también de tejido, conservadas en Egipto,
y se conocen otras muñecas de marfil o hueso
pertenecientes a las niñas de las clases acomodadas, en este caso la articulación de brazos y
piernas se da también en los codos y en las rodillas. Seguramente iban vestidas y en el caso de
la muñeca de marfil de la vía Valeria de Tivoli,
Italia, fechada en el siglo II dC, llevaba un collar
y brazaletes de oro. (Gurri, 2016, 12-13). Nosotras vamos a trabajar con una reproducción de
la muñeca de marfil de Tarragona. Cuando una
mujer romana se casaba ofrecía sus muñecas y
juguetes a la diosa Venus, como parte de los rituales de paso de las niñas a la edad adulta.
Objeto 11. Muñeca de marfil de Tarragona. Museo
Nacional Arqueológico de Tarragona.
Tabas. Las tabas son el antecedente de
los dados, y son los huesos de la zona de los
pies de los ovicaprinos. Los encontramos
frecuentemente en la ciudad de Baetulo,
tienen seis caras, pero para jugar las dos
redondeadas de los extremos no cuentan.
También existen tabas menos frecuentes
de bronce y vidrio. Puede ser un juego de
azar o de habilidad. Hay representaciones
escultóricas y sobre mármol en las que generalmente son niñas las que están jugando
a este juego (Gurri, 2016, 34-36).
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Objeto 12. Tabas. Museu de
Badalona. Foto: A. Cartagena.
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Ficha de juego. Los juegos de
mesa eran muy apreciados por los
romanos. Había tableros de juegos
tan diversos como el actual juego
de las damas, el tres en raya que
también podía jugarse con 6, 9 o
12 fichas, o una especie de parchís
(duodecima scripta) que se jugaba
con 15 fichas y dados. A veces los tableros no eran de madera, sino que
se dibujaban en el suelo de piedra
Objeto 13. Fichas de juego de vidrio, casa
de la calle, o en algunos suelos de
del Menandro, Pompeya (número de
mármol de los jardines y edificios
inventario 4254) (Stefani, G, p. 193).
públicos. En la ciudad romana de
Baetulo se han encontrado, un gran
número de fichas de juego de diferentes materiales, incluso algunas de hueso con forma de perro. Las que más
nos gustan son las de vidrio, con colores contrastados, abundan las de color
azul marino y blancas (Gurri, E, 2016, p. 42-51)
Fusayola. Estas piezas eran el contrapeso del huso, para preparar el
hilo. El arte de hilar y tejer se enseñaba a las niñas romanas ya desde corta edad. En Badalona tenemos fusayolas con decoraciones, conocemos en
Cataluña algunas con inscripciones ibéricas. Aunque son casos puntuales
también las hay con inscripciones en latín; una,
encontrada en Trier, Romenische Landesmuseum,
dice: “Tengo una hija preciosa”, otra de Autun, Lyonaise, França, dice: “Hola
preciosa” (Dondin-Payre, M., Objeto 14. Fusayolas con inscripción.
(Dondin-Payre, M, p. 27).
2012, p.27)
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
Objeto 15. Crótalos, instrumento musical
de bronce, Pompeya,
(número de inventario 76943)
(De Caro, S, p. 255).
Los crótalos. Se trata de un
instrumento musical de percusión,
dos platillos de bronce, de los que
se han conservado bastantes ejemplares, presentan un agujero en el
centro donde se cogían con cordones de cuero para manejarlos. En
Italia se conservan varios instrumentos de este tipo. Están muy relacionados con el culto a Isis y Baco,
pero también servían para acompañar rítmicamente cualquier otro
instrumento (De Caro, S., 2003,
p.255). Las niñas cuando dejaban la
escuela estudiaban música y danza,
para poder amenizar las veladas de
la familia.
Objeto 16. Peine de hueso de Modestina.
Peine de hueso o marfil. El uso de peines de madera, hueso y marfil
está documentado des de épocas protohistóricas. En época romana sigue la
tradición de los peines de doble línea de púas, unas para el pelo y la otra para
sacar piojos. La parte central del peine, que normalmente está liso, puntualmente puede tener decoración o incluso inscripciones. Uno de los más
conocidos es el peine de marfil dedicado a Modestina que se encuentra en
el British Museum. Sus letras recortadas dicen “Modestina V(irtus) M(ulier)
E(ximia) E(fficiens)”, es decir, “Modestina mujer virtuosa, excelente y eficaz”. Siglos III-IV dC. Quizás perteneciente al ajuar de su tumba.
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Espejo. Si hay un objeto con que se
representa a la mujer romana es el espejo, tanto en pinturas murales como
en mosaicos de las casas (D’Ambrosio,
A., 2001, 5 y 16). Se conocen en plata
y bronce y algunos con marco de plomo. Las decoraciones también están
presentes en su parte trasera y aluden
normalmente a diosas o a figuras o
bustos femeninos. En la ciudad de Baetulo se conservan diversos fragmentos
de espejos de bronce con decoraciones
lineales por detrás y línea de agujeros
circulares en el borde (Stefani, G., 2003,
p. 105; D’Ambrosio, A., 2001, 28-29)
Objeto 17. Espejo de plata con decoración. 75 aC-25 dC. Casa del Menandro,
Pompeya, (número de inventario 145524) (Stefani, G, p. 193).
Anillo con inscripción. De la
ciudad romana de Baetulo conservamos diversos anillos de oro, plata
y bronce de diferentes tipologías.
Ciertamente las que llaman más
la atención son las alhajas en forma de serpiente, ya sean brazaletes Objeto 18. Anillo de oro con ojos de pasta
o anillos. En este caso escogimos, de vidrio, s. I dC, Oplontis. (número de
inventario 3403) (D’Ambrosio, p.59).
para el anillo de pedida una pieza
de estas características, también
muy documentadas a lo largo y ancho del imperio. (Comas, M; Taly, A; Taly,
J.L., 2009, p. 46), (D’Ambrosio, A., 2001, p.58-59).
La serpiente simbolizaba la fertilidad y ahuyentaba los malos espíritus.
Con esta pieza queríamos representar el anillo de compromiso de boda que
se entregaba a las niñas una vez se había firmado el contrato prematrimonial. Para acabar de redondear el ejemplo quisimos que tuviera una inscripción con la fecha y el nombre del acto, tal como aún se hace hoy en día.
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Existen inscripciones, en brazaletes y anillos, aunque nuevamente son casos
puntuales, como el anillo de oro grabado en griego, en el que se puede leer
“Hariknidas le dedicó [esto] a la diosa Hera de brazos blancos”.
Fíbula. Las fíbulas eran las agujas
que sujetaban y adornaban los vestidos de las mujeres romanas. Presentes
también en la ciudad de Baetulo, con
diversas tipologías y cronologías, buscamos también si algunas pudieran
haber llevado una dedicatoria. Son pocos los casos conocidos, pero podemos
Objeto 19. Fíbulas con inscripción.
(Dondin-Payre, M, p. 27).
hablar de un par de ellas, ambas del
Museo Rulin, Autun, Francia, una de
ellas dice: “Mezclate conmigo, te quiero”, la otra dice: “Venga señora compreme o amame”. (Dondin-Payre, M., 2012, p. 29).
Ungüentario de vidrio ¿Qué
medida que se acercaba el paso
del matrimonio se regalaban a
las futuras esposas algunos objetos muy personales. En este
caso, una persona cercana (una
hermana mayor, una tía, la madre, …), seguro que le habría regalado un ungüentario con un
perfume. En Baetulo tenemos
diversos tipos de ungüentarios,
tanto de vidrio como de cerámica. Junto con ellos normalmente
también encontramos varillas
de hueso y vidrio con incisiones
para aplicar el perfume sobre la
piel. (D’Ambrosio, A., 2001, 23 y
29; Stefani, G., 2003, p. 179).
hay más personal que un perfume? A
Objeto 20. Ungüentarios de vidrio, casa
del Menandro, Pompeya (número de
inventario 5040 y 4894 A) (Stefani, G,
p.179).
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Copa de vidrio. Una copa de vidrio,
un regalo que puede estar relacionada con
el momento de paso de la edad infantil a
la adulta. Conocemos la copa de Colonia
con una leyenda en latín y griego que dice:
“Bebe, que vivirás muchos años”. (DondinPayre, M., 2012, p.29).
Objeto 21. Copa de vidrio con leyenda
sobrepuesta (Dondin-Payre, M, p. 29)
METODOLOGÍA Y TEMPORALIZACIÓN
El taller plantea un aprendizaje que tiene en cuenta los siguientes aspectos metodológicos:
• Metodología significativa: tener en cuenta los conocimientos previos
del alumnado.
•
Metodología constructivista: dotar al alumnado de herramientas
para construir su propio conocimiento.
•
Metodología cooperativa: favorecer el trabajo en equipo y la convivencia -la discusión y el respeto a la diversidad de opiniones-.
Nuestra propuesta está diseñada para un máximo de 25 alumnos divididos en grupos de 3-4 niñas/niños, cada uno de los cuales tendrá un espacio
de trabajo y algunos materiales asignados.
La actividad se desarrolla a lo largo de dos horas con una dinámica de
trabajo que consta de cuatro partes:
• Diálogo previo: valoración de los conocimientos del alumnado.
•
Introducción: explicación de la actividad y de la tarea a realizar, pre-
69
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
via lectura del artículo periodístico de National Geographic que relata el hallazgo arqueológico.
•
Experiencia manipulativa: cada grupo trabaja con diferentes materiales (fotografías de objetos que están en el laboratorio, reproducciones de piezas arqueológicas e inscripciones). Descifran los textos
encriptados, recopilan los datos que se puedan extraer, y proponen
hipótesis a partir del trocito de la historia que acaban de averiguar.
•
Puesta en común grupal de la información que acaban de obtener a
partir de desencriptar las inscripciones y observar los objetos, análisis de las diferentes hipótesis e interpretación conjunta de toda la
información recogida, sobre la biografía de nuestra protagonista,
Caecilia, y su entorno familiar.
•
Construcción de un árbol genealógico que recoge los datos personales de todos los personajes que han conocido, y repaso de los conceptos clave que nos permitirán abrir un debate empático sobre la
función/exclusión de la mujer en la sociedad romana y nuestro papel
en el siglo XXI (pensamiento crítico).
REFLEXIONES Y DESAFÍOS
La colaboración con diferentes centros educativos nos permitió realizar
algunas pruebas piloto, muy necesarias para comprobar si la propuesta era
bien recibida por parte de la comunidad educativa y si respondía a nuestras
expectativas iniciales (fig. 8).
Puesto que realizamos la experiencia con diferentes niveles educativos,
pudimos evaluar conjuntamente (docentes y equipo del museo) que, en
primer lugar, la metodología de trabajo anima al alumnado y despierta su
curiosidad en torno al mundo de la arqueología y, en segundo lugar, que
el taller es toda una aventura motivadora en tanto que permite descubrir y
reconstruir la historia de una niña de edad próxima a la de las alumnas y los
alumnos participantes.
Durante este proceso surgieron algunos retos importantes que nos condujeron a repensar el proyecto educativo y adaptarlo conceptualmente al
alumnado de ciclo medio de Primaria puesto que entre los 8 y los 10 años
todavía conceden credibilidad al hallazgo de una cápsula del tiempo cuyo
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
Figura 8. Sesión de prueba piloto de la
actividad. Museu de Badalona.
Foto: Esther Espejo del Pino.
enigmático contenido no puede ser descifrado por expertos en epigrafía.
Esta adaptación vino acompañada de una necesaria simplificación del taller seleccionando una pequeña muestra de los materiales que presentamos
en el presente artículo, mejorando la fácil lectura/ fácil transcripción y teniendo muy en cuenta que el tiempo que las escuelas pueden dedicar a la
actividad, no debe exceder de las 2 horas. Y todo esto sin perder la esencia:
descubrir y reconstruir, a través del método científico, la historia de nuestra
protagonista.
Llegados a este punto nos planteamos ¿qué hacer con el conocimiento
implícito en los materiales descartados?, ¿renunciamos a una parte importante del trabajo de investigación realizado y a la posibilidad de que alumnas y alumnos de otros niveles puedan acercarse a este personaje, que nos
descubre el universo femenino? Este es el punto en el que nos encontramos
actualmente, el desafío de crear una propuesta alternativa, que podamos
implementar con grupos de ciclo superior de Primaria y primer ciclo de Secundaria.
Por otro lado, y después de realizar numerosos talleres con alumnado
de ciclo medio de Primaria, hemos constatado que aprendizaje y juego han
ido de la mano, que hemos cumplido las expectativas educativas y que la
propuesta resulta ser sostenible.
71
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Esther Espejo del Pino y Esther Gurri Costa
Es interesante destacar, en este apartado, que la creación de talleres para
una institución patrimonial como la nuestra, con pocos recursos económicos, requiere del diseño de materiales didácticos versátiles, reutilizables,
fácilmente sustituibles y especialmente asequibles y sostenibles. El equipo
humano del museo tiene experiencia y creatividad para diseñar, maquetar,
reciclar materiales en desuso o dar nuevas oportunidades a artilugios que
abandonamos, tiempo atrás, en el almacén. Esto, sumado a tener una fotocopiadora, una plastificadora, una caladora, una impresora de gran formato
o un par de martillos nos permite crear actividades sostenibles, económica
y ecológicamente hablando. Trabajamos pues en un universo de diseño de
autoprodución con cartulinas de colores, palitos de madera, alambres, cajas
de cartón, tableros de DM, fotocopias plastificadas… al que también hemos
incorporado reproducciones de piezas arqueológicas, como ya venimos explicando en estas páginas.
Y es cuando necesitamos un proveedor que observamos, desde hace unos
años, que tenemos un problema puesto que el mundo de las reproducciones
es costoso y frágil. A la dificultad, cada vez más evidente, de encontrar especialistas en la reproducción de piezas arqueológicas se suma que los materiales con que están construidas dichas piezas (barro, piel, madera, metal,
vidrio o piedra,) se deterioran y rompen fácilmente, con el uso continuado.
Y la cosa no acaba aquí, puesto que debemos sumar el hándicap que supone,
para nosotras cómo técnicas de museos, enfrentarnos a la mayor dificultad
de los últimos años: la Ley de contratos del sector público, que nace con la
voluntad de dar transparencia a la gestión del dinero público pero que se ha
convertido, desafortunadamente, en obstáculo para el desarrollo de nuestra
función creativa. Un debate que, sin duda, requeriría de un profundo análisis en otro foro, pero que no podemos obviar.
Nos encontramos ante un nuevo paradigma: hemos pasado de trabajar
simultáneamente en varios proyectos educativos, a dedicar parte importante del horario laboral a redactar pliegos e informes técnicos para los expedientes de contratación que nos permitirán comprar reproducciones arqueológicas u otros materiales para los talleres. Pero, ¿qué talleres?, si nos
hemos visto obligados a reducir ostensiblemente nuestra dedicación a inventar, experimentar, programar… propuestas educativas nuevas.
La burocratización de la administración pública nos ha hecho perder autonomía. Hasta hace unos años, la gestión del gasto económico que suponía
72
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Los enigmas de Caecilia. Una niña patrícia de Baetulo
la creación de un nuevo taller era fácil y ágil. Ahora, el proceso se complica
puesto que nos vemos obligados a pasar por incontables filtros administrativos que dificultan y eternizan en el tiempo la materialización de una
nueva actividad. Y esto acaba minando nuestro proceso creativo que, puntualmente, traspasamos a empresas externas (si el presupuesto es asumible).
Empresas que nos prestarán sus servicios siempre que dediquemos nuestro
tiempo de trabajo a gestionar y formalizar su contratación.
Se nos presenta, pues, un escenario de gran desafío al que nos enfrentamos con empeño y con la convicción de que esta realidad no menoscabará nuestro amor por la tarea de continuar creando recursos didácticos que
acerquen la arqueología y el mundo romano a las niñas y niños de todos los
centros educativos.
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DIBUJAR EL PASADO CON EQUILIBRIO: UNA PROPUESTA
DESDE LA ILUSTRACIÓN CON PERSPECTIVA DE GÉNERO
Iñaki Diéguez Uribeondo
Arqueólogo e ilustrador
www.idu-ilustracion.com
Esperanza Martín Hernández
Arqueóloga e ilustradora
www.dolabra.es
RESUMEN
Este artículo tiene como objetivo ser una herramienta práctica para quienes se enfrentan al desafío de crear una ilustración arqueológico-histórica
desde una perspectiva de género. La guía que proponemos está diseñada
para ser utilizada en las etapas iniciales del proceso creativo y consta de
consejos y sugerencias derivados de nuestra propia experiencia. Aplicarla
requiere un esfuerzo de reflexión previa por parte de todo el equipo involucrado en el desarrollo de la imagen, tanto desde una perspectiva artística
como científica. Su objetivo es ayudar a establecer una base sólida para la
ilustración y detectar posibles errores desde el principio. Hemos tomado
en consideración diversas sugerencias realizadas por nuestras compañeras
de la red Pastwomen durante el desarrollo del denominado Test de Baeza,
al elaborar la propuesta que presentamos. Esta propuesta se basa en nuestro criterio y experiencia como profesionales de ilustración arqueológica.
Palabras clave: Ilustración arqueológica, diversidad, representación/recreación histórica.
ABSTRACT
This article aims to provide a practical tool for those facing the challenge
of creating an archaeological-historical illustration with a gender perspective. The guide we propose is designed to be used in the initial stages of the
77
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
creative process and consists of tips and suggestions derived from our own
experience. Applying this tool requires a prior effort of reflection from all
the team involved in the development of the image, both from an artistic
and scientific standpoint. Its goal is to help establish a solid foundation
for the illustration and identify potential errors from the outset. We have
taken into account several suggestions made by our colleagues from the
Pastwomen network during the creation process of the so-called Baeza
Test, while crafting the proposal we are presenting. This proposal is based
on our own judgment and experience as professionals of archaeological
illustration.
Keywors: Archaeological illustration, diversity, historical recreation
SIETE CATEGORÍAS
En nuestra propuesta, partimos de siete grandes categorías (o temas) desde los que podemos formular propuestas con perspectiva de género. Varias de ellas se subdividen en subcategorías. Cada una de estas categorías
aborda problemas recurrentes en las ilustraciones que carecen de un enfoque adecuado. Estos problemas son: la falta de rigor, los enfoques tradicionales o patriarcales, la invisibilización de las mujeres, la desproporción
en el número de hombres y mujeres representados, la minusvaloración
de las mujeres, el uso de todo tipo de estereotipos, y la falta de variedad
en la representación de los personajes. A cada uno de estos problemas
corresponde una categoría, y por tanto una solución: el rigor, la novedad,
la presencia, la proporción, la importancia, la no estereotipación y la diversidad.
Este texto sigue una estructura que creemos constituye, en líneas generales, un proceso de trabajo habitual al realizar una reconstrucción
gráfica. Es importante destacar que cada artista tiene su propio proceso
creativo, que puede diferir del que se expone aquí. Sin embargo, consideramos que las categorías que vamos a mencionar deberán decidirse, si se
da el caso, por el tipo de imagen, independientemente del flujo de trabajo
elegido en cada caso. Puede seguirse este proceso de forma más concisa
en la tabla, que incluye consejos y sugerencias para todo el equipo creativo, y que es la herramienta de trabajo que proponemos utilizar.
78
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Dibujar el pasado con equilibrio
PROCESO DE TRABAJO: FASES
El proyecto
Cuando se recibe un encargo para realizar una ilustración, es habitual que
quien la vaya a realizar comience construyéndose una imagen mental de la
escena. Es probable que, en ese momento, ya haya decidido los elementos
y características básicas. A menudo, quien realiza el encargo puede tener
una idea bastante definida de cómo desea que sea la ilustración. Este es un
momento delicado e importante, ya que las decisiones tomadas en esta etapa inicial condicionarán en gran medida el resultado final. Existe el riesgo
de utilizar otras imágenes como modelos, las cuales pueden estar creadas
desde una perspectiva androcéntrica y resueltas de manera sesgada e incorrecta. A veces, recurrimos a ellas de forma inconsciente con el fin de encon-
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
trar una solución que nos evite construir desde cero una escena compleja y
desconocida en muchos aspectos.
Consideramos que, en este punto, puede ser interesante seguir, de manera más o menos ordenada, los pasos que proponemos en este breve artículo.
Estos pasos nos ayudarán a reflexionar sobre la concepción de nuestra ilustración y a evitar cometer errores fundamentales.
La investigación previa
Categoría 1: Rigor
El primer paso antes de comenzar a crear una ilustración es realizar una
investigación adecuada. Es fundamental familiarizarse con el período histórico y las características de las evidencias materiales de la escena que se va
a recrear. En este sentido, la información proporcionada por el equipo de
investigación es de vital importancia. Sin embargo, si el encargo proviene de
una entidad o persona que no está familiarizada con la información arqueológico-histórica y la fiabilidad de las distintas fuentes, deberemos asumir la
responsabilidad de crear la imagen sin su ayuda. Esto requerirá un mayor
esfuerzo para documentarse de la mejor manera posible. La documentación
se convierte en la base que estructura nuestras imágenes, comenzando desde
el momento del encargo y continuando a lo largo de todo el proceso. Somos
conscientes de su importancia, por lo que la situamos al inicio del trabajo, ya
que sin un conocimiento sólido de los datos no podremos plantear una ilustración de manera adecuada, ni decidir qué información deseamos transmitir
y cómo jerarquizarla.
El rigor implica documentarse utilizando fuentes fiables y respetar los datos conocidos hasta la fecha, sin contradecirlos. Dado que en la investigación
arqueológica e histórica existen muchas interrogantes para las cuales aún no
tenemos respuestas claras, es aconsejable recurrir a soluciones gráficas flexibles cuando las evidencias no sean concluyentes en una dirección u otra. La
ciencia avanza y las imágenes que creamos son esencialmente aproximaciones que están sujetas a revisión con el paso del tiempo, de manera inevitable.
La concepción de la imagen
Categoría 2: Novedad u originalidad de la imagen
Después de haber realizado la investigación en los aspectos fundamenta-
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Dibujar el pasado con equilibrio
les, nos corresponde tomar decisiones de gran importancia: ¿cómo vamos a
concebir nuestra imagen?, ¿le daremos un enfoque innovador?, ¿abordaremos temas o personas poco representados? En definitiva, ¿contribuiremos a
crear una imagen nueva y original que complemente el repertorio existente
sobre ese período histórico?, ¿queremos que el público reflexione sobre nuevos temas o conozca diferentes enfoques sobre temas conocidos?
No debemos renunciar a aportar nuestra propia visión, siempre respetando los datos. La novedad en una ilustración desempeña un papel fundamental, ya que rompe con la inercia del discurso representado y crea nuevos
referentes tanto para el público como para la profesión. Nuestra propuesta
puede servir como fuente de inspiración en diversos aspectos. Además, la
originalidad en sí misma nos ayuda a reflexionar sobre aspectos de nuestro
pasado que no habíamos tenido en cuenta o que considerábamos de poca
importancia. Es natural inspirarnos en el trabajo de otras personas, pero
debemos mantener un espíritu crítico incluso hacia quienes consideramos
referentes. Recordemos que CREAMOS imágenes, no las repetimos.
Por otro lado, somos conscientes de que si la imagen cumple con los
requisitos de las otras categorías, por sí misma será novedosa. Aplicar una
perspectiva inclusiva, no excluyente, a una ilustración es una forma de introducir novedad en el repertorio gráfico existente. Sin embargo, en este
paso nos referimos al planteamiento general o a la temática de la imagen.
Los personajes
Categorías 3 y 4: Presencia y Proporción
Continuando con el proceso, llega el momento de decidir el grado de
visibilidad que se dará a las mujeres y a los hombres en nuestra ilustración.
En primer lugar, abordamos la categoría “Presencia” en un sentido literal. Es una cuestión fundamental: ¿Serán visibles las mujeres en la imagen? Existen más ilustraciones de las que imaginamos en las que las mujeres simplemente no aparecen o no son reconocibles. Son invisibilizadas. La
pregunta inicial que debemos hacernos es si en nuestra imagen es posible
representar a ambos sexos. Si es así, es importante evitar omitir a la mujer
de manera arbitraria o inconsciente.
Luego, decidiremos en qué proporción aproximada representaremos
ambos sexos, considerando las limitaciones impuestas por la realidad que
vamos a representar, evitando forzar estas limitaciones y, al mismo tiempo,
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
sin crear un desequilibrio injustificado. Esto se refiere a la categoría “Proporción”: las mujeres representan la mitad de la humanidad, y esto es algo
que sistemáticamente se ha pasado por alto. Es común que en muchas ilustraciones se dibujen más hombres que mujeres sin motivo alguno. Esto se
debe a que en el discurso patriarcal se identifica de manera recurrente lo
masculino con lo humano, de modo que la representación de un “hombre”
se equipara a “la humanidad”. Hemos internalizado tan profundamente esta
asociación que en muchos casos no somos conscientes de lo arbitrario y
sesgado de este discurso que, por defecto, omite o subrepresenta a la mujer
en las imágenes.
En relación a esta categoría, creemos que existe una importante excepción que llamamos “desproporción intencionada”. Se trata de aquellas
imágenes en las que, de manera consciente, se representa exclusivamente a
mujeres o en las que las mujeres aparecen en una proporción mucho mayor
que los hombres, con una intención específica. Estas imágenes enfocan su
atención en la figura de la mujer y su papel en las sociedades del pasado. En
estos casos, la desproporción puede estar justificada, ya que se busca destacar nuevos temas o compensar las deficiencias en el repertorio de imágenes
existentes. En nuestra opinión, este tipo de imágenes son apropiadas, ya
que buscan equilibrar el discurso androcéntrico. En este sentido, debemos
reflexionar sobre el importante papel que desempeñamos en nuestra profesión para crear nuevos referentes.
El protagonismo y la composición
Categoría 5: Importancia
En esta fase del proceso, debemos decidir los personajes protagonistas de
nuestra imagen. Por lo general, serán quienes tengan mayor relevancia informativa y cumplan con los objetivos comunicativos básicos de la ilustración.
Es importante reflexionar sobre las razones que nos han llevado a elegirlos y
analizar cuáles de ellas o de ellos serán figuras principales. Debemos evitar
asignar el protagonismo a un sexo sobre otro sin una justificación válida.
Tradicionalmente, en las ilustraciones se ha dado a los hombres el papel
protagonista, asociando este sexo con ciertas acciones y evidencias materiales que se consideraban más relevantes, como el dominio, la organización, el
control, la producción, la fabricación, la invención, el intelecto, la fuerza, la
violencia y la guerra. Estos aspectos han sido priorizados sobre otros, mucho
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Dibujar el pasado con equilibrio
menos representados, como las actividades de mantenimiento, el cuidado
en la sociedad, las relaciones personales o la transmisión del conocimiento.
Debemos reflexionar sobre las acciones que estamos eligiendo como “importantes” para representar a una sociedad.
Cuando hablamos de “importancia”, nos referimos a dos subcategorías.
La primera es la mencionada sobre el protagonismo asignado a las personas
en función de las acciones que realizan. La segunda se refiere a los recursos
gráficos que utilizamos para resaltar a los personajes. Debemos estar atentos
para asegurarnos de que esta relevancia no esté desequilibrada de forma
intencionada, destacando a un sexo sobre otro sin una razón lógica.
En relación a esta última subcategoría, nuestra siguiente decisión será
cómo vamos a componer la imagen y cómo distribuiremos los personajes
en ella. Para ello, es necesario realizar un primer boceto que visualice estas decisiones. Determinaremos quiénes ocuparán los primeros planos (y,
por lo tanto, tendrán un mayor tamaño en la imagen) y las áreas de mayor
atención. También consideraremos cómo utilizaremos la composición para
narrar la escena y cómo resaltaremos a los personajes utilizando recursos
gráficos, como colores intensos o llamativos, áreas iluminadas, trazos más
gruesos o más detalles, entre otros.
El tratamiento de los personajes
Categorías 6 y 7: Estereotipación y diversidad
Una vez que hemos definido un primer boceto, es el momento de detallar el dibujo y tomar decisiones sobre el tratamiento que daremos a los
personajes, así como sus características específicas. En esta fase del proceso, es importante tener en cuenta dos grandes categorías: estereotipación y
diversidad. Ambas son amplias y cuentan con subcategorías, por lo que es
necesario reflexionar sobre ellas antes de continuar con nuestro dibujo.
Estereotipación:
Esta categoría se refiere al uso de clichés o soluciones tópicas en la representación de los personajes. Los estereotipos ofrecen una imagen simplista,
sesgada o reduccionista de la mujer o del hombre, y afectan de manera negativa al discurso que queremos transmitir sobre el pasado. A continuación,
podemos considerar algunas subcategorías al plantear nuestro dibujo:
Estereotipación física: se refiere a representar cuerpos, rostros y expresiones muy similares, siguiendo un modelo específico. También implica
83
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
proyectar cualidades físicas concretas en un sexo, como dibujar cuerpos y
rostros de personas “hermosas” o que se ajusten a un ideal estético, como
hombres musculosos o mujeres hipersexualizadas. Evitar la estereotipación
física implica desafiar los cánones físicos y las modas que pertenecen a otro
discurso, y contribuir a crear nuevos referentes para toda la sociedad.
Estereotipos de actividad: se refiere a representar de manera generalizada a los hombres como activos y a las mujeres como pasivas o realizando
menos acciones concretas. En este sentido, es importante valorar si en nuestra ilustración son principalmente los hombres quienes se muestran activos
y por qué razón. Esta cuestión ya se planteó al hablar del protagonismo.
Estereotipos de actitudes y lenguaje corporal: implica valorar si se representará a hombres y mujeres de manera diferencial, a través de posturas
erguidas, mayor movimiento, posturas dominantes o subordinadas, etc. El
lenguaje corporal puede transmitir estereotipos de género de manera clara.
Estereotipos de roles y papeles: es común atribuir a hombres y mujeres
del pasado roles similares a los que les asignaríamos en el presente, proyectando una serie de prejuicios que provienen de nuestra mentalidad patriarcal heredada. Es importante estar alerta ante esta situación y no atribuir
automáticamente roles que no están respaldados por los datos. No debemos
dar por sentado que una actividad está asociada a un sexo en particular “porque es natural” o “porque siempre ha sido así”.
Estereotipos de estructuras sociales o de parentesco: se trata de evitar
traducir directamente al presente la organización social del pasado sin una
base documental sólida. En muchas ocasiones, especialmente en épocas
prehistóricas, no conocemos en detalle cómo funcionaba la sociedad. Por lo
tanto, es preferible no recurrir a modelos demasiado concretos o cerrados,
ya que podríamos introducir presentismos y arquetipos que se acercan a un
modelo actual y simplificado de familia.
Diversidad:
La diversidad es una categoría esencial que debe tenerse en cuenta al
representar a los personajes en la ilustración. Implica considerar la representación equitativa de diferentes grupos étnicos, edades, orientaciones
sexuales, capacidades físicas y características físicas diversas. Promover la
diversidad en la representación gráfica ayuda a crear una sociedad inclusiva
y evita la segregación y la discriminación.
Es importante reflexionar sobre estos aspectos antes de finalizar el dibu-
84
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Dibujar el pasado con equilibrio
jo, asegurándonos de evitar la estereotipación y promoviendo la diversidad
en la representación de los personajes. Esto enriquecerá el mensaje que queremos transmitir y ofrecerá una visión más completa y justa de la sociedad
que estamos ilustrando.
Como ya se ha dicho, existen varias subcategorías que podemos tener en
cuenta. En relación a la diversidad física y funcional, es fundamental representar la amplia variedad de cuerpos y capacidades funcionales que existen
tanto en hombres como en mujeres. Debemos evitar perpetuar estereotipos,
reconociendo que la diversidad física y funcional es una realidad presente en
todas las sociedades. Esto implica representar a personas diversas, y reflejar
procesos y situaciones corporales habituales, como el embarazo, las heridas
o las enfermedades. Es importante basarnos en datos provenientes de disciplinas científicas como la osteoarqueología y la antropología física para
crear referentes realistas y rigurosos.
En cuanto a la diversidad de edad, es necesario visibilizar a personas
de diferentes grupos etarios, como niños, adolescentes, jóvenes y personas
mayores, y no solo personas adultas. En todas las culturas ha habido diversidad de edades, y es importante otorgarles protagonismo y valor simbólico
en la imagen. Debemos evitar centrarnos únicamente en el grupo de edad
“medio” como normativo, y representar de manera adecuada la composición
social de la cultura que estamos recreando.
La diversidad étnica y cultural es otra subcategoría importante a considerar. Si el contexto de la realidad que estamos representando lo permite o demanda, debemos considerar esta variedad. Es fundamental basarnos en datos
concretos para evitar caer en estereotipos y representaciones simplificadas.
La variedad social también es relevante. Si estamos representando diferentes grupos o clases sociales, debemos mostrar esa diversidad social de
acuerdo con los datos conocidos. Es interesante ilustrar las relaciones sociales entre grupos diferentes si son significativas para el contexto que estamos
representando.
Por último, la diversidad de orientación sexual es otro aspecto importante a tener en cuenta, y hoy día aún está muy invisibilizada en el discurso
tradicional. Es esencial visibilizar las diferentes opciones sexuales y afectivas
existentes, siempre desde un enfoque riguroso.
En resumen, al tratar los personajes en nuestra ilustración, debemos
considerar diferentess tipos de diversidad. Al hacerlo, estaremos creando
85
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Iñaki Diéguez Uribeondo y Esperanza Martín Hernández
imágenes más inclusivas, realistas y representativas del pasado que queremos retratar.
Conclusiones
Seguir las pautas y consejos presentados en este artículo, puede ayudarnos a construir imágenes más equilibradas y representativas de nuestro pasado. Estas recomendaciones se aplican desde una perspectiva feminista e
inclusiva, y buscan reflejar de manera más equilibrada a toda la sociedad.
Es importante tener en cuenta que los consejos proporcionados aquí son
propuestas en construcción: abiertas, modificables y colaborativas. Esperamos que con el tiempo y las contribuciones de todas las personas interesadas, tanto a nivel conceptual como en la aplicación práctica, se puedan
mejorar y enriquecer aún más.
En última instancia, al utilizar estas pautas y reflexionar sobre cómo representamos a los personajes en nuestras imágenes, podemos contribuir a
construir un entorno visual más inclusivo y representativo, fomentando la
diversidad, la inclusión y el respeto en nuestra sociedad.
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INVESTIGACIÓN
FEMINISTA EN ACCIÓN
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NO HAY INVESTIGACIÓN FEMINISTA SIN METODOLOGÍA
FEMINISTA: ALGUNAS REFLEXIONES GENERALES
Carmen Rueda Galán
Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica
Universidad de Jaén-Red Pastwomen
Nos adentramos, en este bloque, en estudios que aluden a ámbitos diversos,
así como a enfoques heterogéneos que nos proporciona un rico marco de
contrastación y debate que es reflejo de las propias dinámicas de investigación que se desarrollan desde posicionamientos feministas. No es objetivo
de este trabajo introductorio hacer un exhaustivo análisis sobre el impacto
de la investigación feminista en disciplinas científicas como la arqueología
o la historia, tampoco abordar un recorrido sistemático por la historia de
la arqueología feminista en España. Sí nos interesa, en cambio y como base
reflexiva, poner en valor algunos rasgos que, en conjunto, contribuyen a
la definición de esta línea, sin duda uno de los ámbitos más dinámicos en
el panorama de la investigación arqueológica en la actualidad. Y es que la
arqueología feminista ha proporcionado un espacio importante de reflexión
teórica, con un marcado cariz autocrítico, también en lo que respecta la metodología y a la práctica arqueológica; ha proporcionado nuevas hipótesis
desde nuevas preguntas y está contribuyendo a generar narrativas históricas
renovadas (González Marcén, 2008; Montón Subías y Lozano Rubio, 2012:
164-165). Sin duda, desde parámetros de implicación social, la arqueología
feminista contribuye como motor de transformación, potenciando aproximaciones transversales e interdisciplinares, el desarrollo del pensamiento
científico y de crítica histórica, pero también la concienciación sobre los
valores y la utilidad del patrimonio arqueológico para, con todo ello, reforzar planteamientos y posicionamientos contra las desigualdades (González
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CARMEN RUEDA GALÁN
Marcén, 2018). Incorporar a las mujeres en sus propios procesos históricos
(de los que fueron también protagonistas), contribuye irremediablemente a
poner en el centro del análisis a las relaciones de género que son claves para
la comprensión de las sociedades del pasado, también de aspectos a nivel
identitario, prestando atención a las múltiples voces (y géneros) que nos
permiten diseñar propuestas desde perspectivas más sociales. Desde estos
planteamientos se refuerza el reconocimiento de la enorme diversidad de
las sociedades del pasado, visibilizando lo colectivo frente a la individualidad y potenciando valores sociales de diversidad, igualdad, colaboración y
sostenibilidad (Sánchez Romero, 2014).
Partimos de una trayectoria, una generalogía del pensamiento feminista
y de unas experiencias que han sido claves y que han puesto de manifiesto cómo el feminismo ha transformado las formas de pensar las categorías
de análisis en disciplinas científicas diversas (historia, antropología, biología, etc.), incorporando reflexiones críticas necesarias y rompiendo los tan
debatidos y manidos estereotipos fijados respecto a la construcción de las
narrativas del pasado, pero también respecto a los discursos que se generan
en torno a la profesión científica. Es el caso de la arqueología, que ha pasado por etapas de evidente diferenciación sexual del trabajo, observable, por
ejemplo, en la distribución y selección de temáticas en los planteamientos
de tesis doctorales o en los proyectos de investigación, que no ha hecho sino
sumar en ese constructo marcadamente diferenciador entre el trabajo de los
hombres y las mujeres en el contexto de la disciplina (Ruiz Martínez, 2008).
Un ejemplo claro es el caso de los análisis territoriales en arqueología, en los
que las mujeres han tenido más escasa implicación (contando con algunas
referentes ineludibles: por ejemplo, Orejas del Saco, 1995), aspecto que se
está cambiando favorablemente en los últimos años, pero que es necesario
reforzar a través de una mayor incorporación de investigadoras a este tipo
de estudios y a la dirección de proyectos de análisis territorial. Este manifiesto carácter masculino de las investigaciones territoriales ha marcado
formas concretas de aproximación a aspectos teóricos y metodológicos relacionados con ámbitos clave para la comprensión de las sociedades pasadas,
como la organización del territorio, la apropiación del paisaje o las agencias
que participan en las transformaciones del espacio natural. Las perspectivas
feministas están suponiendo un avance en la medida que están propiciando,
entre otras cuestiones, el tránsito de los ámbitos de estudio de las mujeres
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No hay investigación feminista sin metodología feminista
desde una escala microespacial (el espacio doméstico, urbano, acotado, privado,…) a una escala macroespacial, lo que implica un impulso sustancial
en las interpretaciones, porque conlleva situar a las mujeres en diversos y
heterogéneos planos de interacción social, reivindicando que se desenvolvieron en estos ámbitos y formaron parte activa de las estrategias de cohesión y significación social (construcción de identidades). En general, lo que
ha intentado (y está consiguiendo) la arqueología feminista ha sido ampliar
el espacio social y físico de las mujeres, reivindicando que sus actividades
transcienden y también se encontraban en el espacio público, ese territorio
y esfera de representación política y social, tradicionalmente asignada a los
hombres (Montón Subías, 2000) (fig.1).
Figura 1. Las mujeres nos estamos incorporando paulatinamente a líneas de
trabajo tradicionalmente representadas por hombres. Es el caso de la Arqueología
del Conflicto, en el que se están generando equipos en los que las mujeres van
adquiriendo un rol cada vez más activo y decisivo, también en lo que respecta a
los trabajos de campo (Rueda Galán et al., 2015; Martín Hernández, 2024). En la
imagen, trabajos en el marco del Proyecto Metauro (Fossombrone, Urbino, Italia).
Foto: Carmen Rueda Galán.
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CARMEN RUEDA GALÁN
La perspectiva feminista no se ha restringido al debate teórico, el feminismo cuestiona las preguntas, pero también las formas de aproximación,
siendo siempre consciente de la necesidad de articular metodologías de análisis y de reflexión propias, teniendo como base de aplicación un registro que
no es unívoco (ni nominal en masculino), sino que depende de las preguntas
que hacemos y, sobre todo, de las formas de mirar que aplicamos. No hay,
desde mi punto de vista, investigación feminista sin metodología feminista
(una metodología no sesgada de origen), en la medida que quien emprende
una investigacion desde estos parámetros sitúa su objeto y preguntas de
análisis desde su propia sensibilización por la problemática de las relaciones
de género y la desigualdad (Bartra, 2012). Pero no defiendo el subjetivismo
idealista, ni un nuevo esencialismo, sino potenciar los canales que nos llevan
a una nueva práctica científica, teniendo como rasgo clave la fuerte interdisciplinariedad y transversalidad (también el análisis multiescalar) en la
que se sustentan ampliamente las investigaciones feministas, fundamental
para abordar propuestas e hipótesis que son verificables. Asimismo, es importante la implicación activa en todo el proceso de investigación, desde el
establecimiento de los supuestos de análisis, la construcción de las preguntas, la selección de las técnicas y métodos orientados, la sistematización de
resultados y el establecimiento de las propuestas interpretativas, como vía
para combatir la idea, instalada durante demasiado tiempo, sobre el rol secundario de la mujer en los procesos de generación del conocimiento y combatir la discriminación en la práctica arqueológica (Cruz Berrocal, 2009: 27).
Todos estos aspectos entroncan directamente con las formas de hacer
y de trabajar en disciplinas como la arqueología, que posee aún un sesgo
individualista, cierto aire de mitificación científica y, en determinados contextos, un carácter hipercompetitivo. La arqueología feminista ha mostrado
el interés por transformar estos esquemas asumidos, poniendo de relieve,
como ya apuntaron Sandra Montón y Sandra Lozano, las evidentes disfunciones entre los valores desde los que se argumentan y movilizan los posicionamientos feministas y aquellos que rigen las realidades actuales de la
práctica profesional y académica en arqueología (Montón Subías y Lozano
Rubio, 2012: 168). Frente a esto, formas de trabajar, como las que encontramos y compartimos en contextos de investigación feminista, propician la
cooperación frente a la competitividad, la colaboración que parte de objetivos comunes y compartidos que pasan por querer dotar de visibilidad a las
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No hay investigación feminista sin metodología feminista
líneas de investigación que se vinculan al estudio de la cultura material de
las mujeres, todo ello en un marco de análisis reflexivo, además de originado desde perspectivas diversas y complementarias. Pastwomen es reflejo de
estas prácticas y de estas dinámicas que potencian la pluralidad de voces,
la reciprocidad y retroalimentación, así como el debate intergeneracional
y profundamente cooperativo y transversal (Rísquez, 2021; Rueda Galán et
al., 2021; Gonzalez Marcén et al., 2022; García Luque et al., 2023; De Miguel
Ibáñez et al., 2023).
Las contribuciones que se desarrollarán a continuación parten de proyectos distintos y de experiencias de investigación individuales y/o colectivas que confluyen en un lugar común: el interés, como eje transversal, por
dar visibilidad a esas líneas de investigación (y a sus metodologías) que se
vinculan al estudio arqueológico de las mujeres, de manera específica relacionadas con el análisis de yacimientos y fuentes histórico-arqueológicas
(iconografía, fuentes textuales) y con propuestas de difusión y patrimonialización que se analizan desde los presupuestos de la ética de los cuidados y
se generan como recursos para combatir los sesgos en los relatos históricos.
Algunas de estas experiencias se desarrollan en el marco de la Red Pastwomen, otras se incorporan desde ámbitos externos, nutriendo y enriqueciendo las miradas.
Iniciamos este recorrido con la propuesta de Esther López-Montalvo,
que nos sumerge en la iconografía femenina en el arte prehistórico levantino y lo hace partiendo de un proceso de deconstrucción de modelos fuertemente “impregnados por la concepción masculina del cuerpo de las mujeres”. Paradigmas de belleza, conceptualizados en términos ampliamente
aceptados (Venus), estatismo frente a dinamismo con clara diferenciación
sexual en las lecturas o estudios de comportamiento y función social desde
posicionamientos tradicionales son algunas de las cuestiones que la autora
aborda y debate desde un análisis y metodología no sesgada que le permite
la generación de bases para nuevas perspectivas aplicadas a este registro
arqueológico, todo ello necesariamente contextualizado en las dinámicas
territoriales leídas a escala regional y en la secuencia temporal (lectura de
procesos). Este estudio viene a contribuir a recientes interpretaciones que
sitúan en un plano protagonista el papel activo de las mujeres en actividades
de producción y mantenimiento, trasladando, consecuentemente, el clásico
cariz místico que ha acompañado a las interpretaciones de estas imágenes
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CARMEN RUEDA GALÁN
femeninas y poniendo de relieve las relaciones de género desde una necesaria lectura complementaria (Masvidal Fernández y Picazo Gurina, 2005).
Además, desde un constante esfuerzo de contextualización general, la autora realiza interesantes propuestas sobre el origen de procesos de desigualdad y transformaciones en la organización social, que tienen reflejo en cambios en el uso y en la presencia de la imagen femenina en el arte levantino.
Con el sugerente título Entre las palabras ajenas y las propias. ¿Qué sabemos de las esclavas en la Roma Antigua? Carla Rubiera Cancelas aborda el estudio de la esclavitud en esta época. La autora da voz a uno de los colectivos
más vulnerables de la Antigüedad y lo hace desde una convicción y posición
científica que la conduce a reflexionar, desde la interseccionalidad, sobre
realidades sociales muy alejadas de la imagen convencional de la Antigua
Roma. La variable de género, tal y como pone de relieve Carla, se incorpora
de manera irremediable en la construcción de un método que enfrenta el
reto de analizar a estos colectivos infravalorados e infrarrepresentados en
las fuentes escritas y epigráficas. La autora se sustenta en este tipo de registro para aplicar una metodología de gran interés que parte del estudio
de los procesos de esclavitud en época contemporánea, para poner en valor
aspectos a tener en cuenta en los escasos testimonios sobre este colectivo,
tanto a través de relatos indirectos (voces de la clase privilegiada), como
a través de otros más directos y personales. Desde estos posicionamientos
hace un esfuerzo para recuperar estas voces silenciadas que contribuyen a
aproximaciones sobre las heterogéneas realidades de la esclavitud romana.
La epigrafía funeraria es, sin duda, un referente y base de análisis. A través
de ella, la autora lee entre líneas desde perspectivas de categorización y función de la esclavitud, de los trabajos identificados a partir de la recuperación de historias disímiles, de nodrizas, de mujeres cautivas de guerra, etc.
También, desde el punto de vista relacional, recupera vínculos a través de
algunos testimonios conmovedores de madres y esposos, que ayudan a comprender la vida de estas mujeres. En definitiva, rescata nombres propios,
como Jucunda, Claudia o Cándida que nos acompañan en este fundamental
trabajo de recuperación de memorias ocultas e infravaloradas.
Las siguientes contribuciones se vinculan al ámbito de la arqueología
pública, la patrimonialización y la transferencia social desde perspectivas feministas. El primer trabajo, firmado por Laia Colomer, se centra en recientes
experiencias de memorización y patrimonialización, aportando reflexiones
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desde el feminismo. Parte de algunos argumentos fundamentales que nos
ayudan a situar la posición y argumentación de la autora, también sus críticas en el uso del patrimonio desde perspectivas disfrazadas de neutralidad,
pero que esconden un marcado sesgo patriarcal. Una idea es fundamental,
el patrimonio, como construcción cultural, tiene género y se incorpora, se
moldea y se explica desde posiciones predominantes, entre ellas desde el
propio discurso patriarcal. Pero Laia expone otra evidencia y es la enorme
capacidad de las narrativas patrimoniales para expresar nuestras identidades y para definir nuestras memorias colectivas. Desde estos argumentos
se hace fundamental aplicar miradas críticas y propuestas con vocación
transformadora, como las que proceden de la arqueología feminista. Dos
ejemplos ilustran estos posicionamientos teóricos, Womens Lives Matters y
experiencias memorización vinculadas a experiencias traumáticas. El primero de los casos pretende redimensionar lo feminista dentro del Black Lives
Matter, en un intento acertado por deconstruir la masculinidad patriarcal
de las narrativas y acciones enmarcadas en este movimiento, que ha obviado y olvidado su esencia feminista e interseccional. Un ejemplo de cómo el
patriarcado sigue marcando el discurso sobre lo patrimonial. El segundo
caso parte de experiencias que ponen en valor el uso del patrimonio desde
la ética del cuidado, a partir de procesos de memorialización y patrimonialización que adquieren un rol de sustento y sanación a nivel comunal y social.
Sin duda, renovaciones metodológicas que generan un interesante marco de
referencia para reflexionar sobre cómo valorizar el patrimonio.
La última aportación, presentada por Paula Jardón Giner, Beatriz Sánchez Justicia y Begoña Soler Mayor, aborda una acción enmarcada en la Red
Pastwomen. En 2022, celebrábamos los 15 años de Pastwomen, como espacio
abierto, amplio y colaborativo orientado a promover los estudios históricosarqueológicos desde perspectivas feministas. En ese contexto se articularon
distintas estrategias de valorización y difusión de la red, entre ellas la elaboración de una exposición que presentara la investigación generada a lo largo
de este camino de colaboración. Con el título Pastwomen. Otras miradas al
pasado, esta exposición virtual, que ya está disponible en abierto (https://
otrasmiradas.pastwomen.net/), tiene como objetivo principal contribuir,
con otras miradas sobre el pasado, a combatir los sesgos, ausencias y olvidos
intencionados, teniendo como base una investigación y una metodología
feminista. Las autoras nos guían a través de un recorrido panorámico por to-
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CARMEN RUEDA GALÁN
dos los ámbitos propuestos, que abordan espacios y contextos heterogéneos
que reflejan la riqueza de la acción y agencia de las mujeres del pasado. Este
es uno de los aspectos que se desprenden del recorrido planteado por ellas,
que ofrece coordenadas espaciales y contextuales a diferentes escalas (tecnologías cotidianas, espacios vividos, espacios de muerte, espacios de y para
el cuidado, …), así como a la referencia dinámica del curso de la vida y al
papel variado y cambiante que las mujeres desempeñaron en el seno de sus
sociedades. La perspectiva transversal y diacrónica es fundamental, también
la especial atención que se presta a las acciones y herramientas de divulgación. De esta manera esta contribución resalta cuestiones relacionadas con
los itinerarios educativos que, con apartados tan sugerentes como “Miradas
para aprender”, indicen en la reflexión, la pregunta y la visión crítica para situar y contextualizar el conocimiento, todo ello a partir de la generación de
contenidos lúdicos, imaginativos y atractivos que potencian la interacción.
De hecho, esta exposición destaca por un diseño que incorpora más de 300
recursos, que incluyen imágenes de piezas arqueológicas, animaciones 3D,
audiovisuales y láminas e ilustraciones, muchas de ellas generadas desde
los proyectos propios de Pastwomen. En conjunto, y como se detalla en la
propia presentación de la exposición, una propuesta de gran interés que se
convierte en una ventana abierta para conocer en profundidad a las mujeres
y a otros colectivos infravalorados e invisibilizados en el relato histórico.
Visita a la sala de Sociedades Prehistòricas. Museu de Prehistòria de València.
Foto: Begoña Soler Mayor.
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No hay investigación feminista sin metodología feminista
BIBLIOGRAFÍA
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CARMEN RUEDA GALÁN
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LA MUJER EN EL ARTE LEVANTINO: IMÁGENES
DEL PASADO, MIRADAS DEL PRESENTE
Esther López-Montalvo
TRACES UMR5608
Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) Toulouse, Francia
RESUMEN
La figura humana en el arte rupestre levantino aporta una valiosa información sobre cómo se percibían y organizaban las sociedades que producían estas pinturas. El relativo interés por la figura femenina, y la forma
en que se ha abordado su estudio, ha contribuido a crear una imagen sesgada de los roles de género y de la forma en que hombres y mujeres han sido
considerados a lo largo de la secuencia levantina.
En este artículo realizamos una lectura crítica de la historiografía y proponemos nuevos enfoques para el análisis de género en la tradición gráfica
levantina. Nuestro enfoque cuestiona el estudio aislado de la figura femenina y revela rupturas importantes en los parámetros gráficos que definen los
roles de género, que podrían ser la base de cambios significativos en la organización social.
Palabras clave: Arte Levantino, Arco Mediterráneo Peninsular, Neolítico,
Género, Horizontes estilísticos.
ABSTRACT
The human figure in Levantine rock art provides valuable information on
how the societies producing these paintings perceived and organised themselves. The relative interest in the female figure, and the way in which its
study has been approached has contributed to a biased picture of gender
roles and the way in which men and women have been considered throughout the Levantine sequence.
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
In this paper we undertake a critical reading of the historiography and
propose new approaches to the analysis of gender in the Levantine graphic
tradition. Our focus questions the isolated study of the female figure, and
reveals major ruptures in the graphic parameters that define gender roles,
which could underlie significant changes in social organisation.
Keywords: Spanish levantine rock art, iberian mediterranean basin, neolithic, gender, stylistic horizons.
INTRODUCCIÓN
El arte rupestre levantino ha suscitado múltiples debates, siendo sin duda
la discusión en torno a su marco cronológico y su atribución cultural la que
mayor número de páginas ha ocupado (Alonso y Grimal, 1994; Jordá, 1966;
Mateo, 2008; Ripoll, 1991-1992; Villaverde et al., 2012; Viñas et al., 2012, etc.).
La dificultad de obtener dataciones absolutas directamente de sus pigmentos (López-Montalvo, 2017) ha dirigido la atención a los temas representados
en sus paneles, tanto actividades como elementos distintivos de la cultura
material, en un intento de extrapolar argumentos sobre el modo de vida y
la organización socio-económica de las sociedades autoras que permitiera
situar esta tradición gráfica en el tiempo. Aunque con grandes divergencias
a la hora de situar el cursor en la línea temporal, cuya valoración queda fuera
del propósito de este trabajo, en la actualidad se admite la emergencia de
este horizonte gráfico en el marco del proceso de neolitización del arco mediterráneo peninsular (VI milenio cal. a.C). Es la atribución cultural la que
suscita mayores controversias: mientras que para unos sería una expresión
pictórica propia de los últimos cazadores-recolectores mesolíticos (Alonso y
Grimal, 1994; Mateo, 2008; Utrilla et al., 2012; Utrilla y Bea, 2015, etc.), otros
lo considerarían un nuevo modo de representación gráfica que acompañaría
la implantación y expansión de las primeras sociedades agrícolas y ganaderas en este territorio (García Atiénzar, 2011; García Puchol et al., 2004;
López-Montalvo, 2018; Martí Oliver, 2003; Martí Oliver y Juan-Cabanilles,
2002; Molina et al., 2003, Villaverde et al., 2016).
Estos desencuentros en el plano temporal contrastan con un mayor
consenso a la hora de subrayar los rasgos que definirían la singularidad
de las pinturas levantinas. Entre ellos, la irrupción de la figura humana
en los paneles, dotada de un gran dinamismo y resuelta de manera na-
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
turalista, es sin duda el principal elemento distintivo, por cuanto supone
una importante ruptura con respecto a otras tradiciones gráficas. El fuerte
componente narrativo de las escenas y el detalle con el que se diseña la
figura humana ofrecen una rica información sobre actividades sociales y
económicas, así como sobre elementos de la cultura material – armamento, vestimenta o adorno– que, por lo general, no han dejado huella en el registro arqueológico. El arte levantino, por el potencial de información que
atesora, constituye un archivo a cielo abierto de las sociedades autoras.
A lo largo de más de un siglo de investigaciones, la figura humana ha
sido objeto de especial interés, y ello por diversos motivos. En primer lugar, es importante destacar que la representación humana nos informa
sobre el modo en que el individuo se percibe, y esa percepción engloba
una dimensión social ligada a la identidad colectiva. En ciertas secuencias
regionales, como la que hemos podido caracterizar en Valltorta-Gassulla
(Castelló) (Domingo, 2006; López-Montalvo, 2007; Villaverde et al., 2002),
son significativos los cambios que se producen en la figuración humana,
con tipos atentos a la personificación a través de atributos anatómicos o
sociales, frente a otros que recrean un estereotipo estricto, lo que reforzaría la idea de colectividad frente al individuo. Dentro de esa noción de
percepción propia y de identidad social, la representación de hombres y
mujeres nos ofrece a su vez una visión interesante en torno a la construcción del género como categoría social. Además, la figuración humana
nos muestra su interacción con el medio, en este caso con una valiosa
información sobre el lugar que ocuparon ciertas especies animales en el
espectro socio-simbólico y económico de estas comunidades. Por último,
la apariencia de los individuos representados, distinguidos por vestimenta
y adorno, en ocasiones armados o asociados a otros tipos de enseres, ha
favorecido aproximaciones de tipo arqueo-etnológico, sobre las que han
construido propuestas cronológicas que han hecho oscilar el péndulo del
tiempo desde el Paleolítico (Breuil y Cabré, 1909; Obermaier y Wernert,
1919) hasta etapas avanzadas del Neolítico o incluso la Edad del Bronce
(Jordá, 1971 y 1974; Galiana, 1985).
A pesar de la importancia incontestable de la figura humana, el tratamiento que han recibido la figuración masculina y femenina a lo largo de
la historiografía ha sido desigual, lo que ha contribuido a menoscabar la
entidad de las mujeres en los paneles levantinos y a ofrecer una imagen
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
difusa de las relaciones de género en estas comunidades. En este desequilibrio han influido múltiples factores, algunos tienen que ver con los propios códigos gráficos de esta tradición pictórica, como es el hecho de que
la figura masculina prevalezca en los paneles; otros están más ligados a
una proyección de los modelos androcéntricos y presentistas, bien arraigados en el estudio de las sociedades prehistóricas (Conkey y Spector, 1984).
Teniendo en cuenta estas premisas, a lo largo de estas líneas abordaremos, en primer lugar, un breve análisis en torno al interés y al modo en que
se ha estudiado la representación femenina en el arte levantino a lo largo
de más de un siglo de investigaciones. En este primer apartado, trataremos
de contextualizar esos estudios en el marco del pensamiento social y científico en boga, de manera que sea posible comprender los diferentes sesgos
que han prevalecido a lo largo de gran parte del siglo XX y, en consecuencia, el posicionamiento crítico que emerge con las nuevas perspectivas feministas y de género en arqueología. En segundo lugar, nuestro propósito
es abrir una reflexión en torno a la representación femenina como objeto
de estudio en sí mismo. Junto con el análisis de las convenciones gráficas
que identifican a las mujeres en esta tradición pictórica, creemos necesario
reevaluar cuáles deben ser las perspectivas que deben prevalecer en un
análisis arqueo-antropológico de estas representaciones, sin olvidar que el
arte levantino, como toda manifestación gráfica, es una producción material que no puede desvincularse de su contexto de producción.
DIOSAS, DAMAS, DAMITAS, VENUS…EN DEFINITIVA, MUJERES:
DEL ARTE PREHISTÓRICO COMO RELIGIÓN A LA ARQUEOLOGÍA
FEMINISTA Y DE GÉNERO
Los primeros conjuntos con pinturas levantinas se descubren poco después
de iniciarse el siglo XX, en el marco del Regeneracionismo, dentro de un
clima de auténtica efervescencia cultural. Se asiste en esos momentos al
reconocimiento e institucionalización de la Arqueología y al nacimiento de
Instituciones y Comisiones Nacionales de Investigación (Ayarzagüena y Salas, 2018), que constituirán un gran estímulo en los trabajos de prospección,
estudio y documentación de los nuevos hallazgos. Esta sucesión constante
de descubrimientos y el clima favorable creado por las nuevas instituciones
atrajeron a su vez el interés de investigadores extranjeros, en un período
marcado a su vez por una política colonial e imperialista en Europa, que
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
también se extendería a la ciencia. Dos de esos investigadores, H. Breuil y
H. Obermaier, cuyos trabajos en España fueron financiados por el recién
creado Institut de Paléontologie Humaine de Paris (Díaz-Andreu, 2002),
influyeron de manera decidida en la perspectiva teórica de análisis y en la
propia interpretación del arte levantino (López-Montalvo, 2010).
En concreto, H. Breuil contribuyó al estudio y documentación de los primeros conjuntos levantinos, y en ellos aplicó los mismos principios teóricos
e interpretativos que en el caso del arte paleolítico: una evolución lineal en
la secuencia estilística, en la que aventuraba la noción de progreso – de lo
simple a lo complejo, de lo grotesco a lo clásico– (Moro Abadía y González
Sainz, 2006), y una visión religiosa o totémica de estas pinturas que emanaba
de la influencia que la etnología católica tuvo en sus trabajos y que, en gran
medida, comportaba un cierto desprecio hacia la capacidad intelectual de las
sociedades autoras. Casualmente, dos de los primeros conjuntos estudiados
por H. Breuil, en colaboración con J. Cabré y P. Serrano, la Roca dels Moros de Cogul (Lleida) (1909) y la Cueva de la Vieja (Alpera, Albacete) (1912),
presentaban destacadas figuras femeninas en sus paneles. Estos conjuntos
nos permiten ilustrar el tratamiento que recibe la figuración de la mujer en
los primeros trabajos sobre las pinturas levantinas, en el que claramente se
intuye la influencia de las corrientes interpretativas contemporáneas del arte
paleolítico y de la propia consideración de las estatuillas femeninas descubiertas en Francia e Italia desde finales del XIX (Bisson y White, 1996).
Lo primero que llama la atención es el uso intencionado del lenguaje.
El recurso al término “dama” en lugar de “mujer” para referirse a las representaciones femeninas de Cogul y La Vieja en estos primeros trabajos no
sorprende si lo enmarcamos en el tratamiento que la escuela francesa daba
a las estatuillas de mujeres que habían sido descubiertas en los yacimientos
de Grimaldi (Liguria), Brassempouy (Landes) o Laussel, entre otros (Bisson
y White, 1996). Estas representaciones femeninas se dividían entre “damas”
y “venus”, quedando este último término relegado a aquellas representaciones de anatomía voluptuosa e hipertrofia genital. En contra de lo que podría
suponerse, el término “venus” en este contexto nada tiene que ver con el
canon de belleza del arte clásico ni con la mitología greco-romana. Paradójicamente su uso esconde claras connotaciones racistas y colonialistas, y
debe ponerse en relación con la exhibición en París de una antigua esclava
bosquimana, Saartjie Baartman, llamada “Venus hotentote”, cuyos rasgos
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
físicos esteatopigios recordaban a las recién descubiertas estatuillas femeninas (Blanchard, 2013). La esteatopigia se consideró un marcador filogenético
y favoreció la construcción de un discurso racial sobre la naturaleza y origen
de las poblaciones paleolíticas europeas (Hurel, 2013). Los rasgos esteatopigios fueron evocados por H. Breuil en su estudio de las figuras femeninas de
la Cueva de La Vieja (1912), aunque de manera muy tímida, ya que en aquel
momento la esteatopigia asociada a las figurillas paleolíticas comenzaba a
ser fuertemente contestada desde la medicina (Regnault, 1912). Todo ello
desarmaba el argumento que elevaba a raza los rasgos físicos de poblaciones
paleolíticas plasmados en el arte mueble y que señalaba un claro parentesco
con las poblaciones hotentote y bosquimana del África austral (Piette, 1894).
La esteatopigia, curiosamente, volverá a ser evocada décadas después en los
trabajos de A. Beltrán para describir la anatomía de ciertas representaciones
femeninas (Beltrán, 1966, 1968; Beltrán et al., 2002).
El uso de “damas” o “damitas”, aunque no de manera sistemática, se perpetúa en la literatura (Porcar, 1940), incluso hasta tiempos recientes (Mesado, 1999; Alonso y Grimal, 2007; Jordán Montes, 2010, etc.). El término
“venus”, sin embargo, aparece muy tardíamente y de manera puntual para
referirse a la mujer representada en Covetes del Puntal (Valltorta, Castelló)(Viñas, 1982). Su uso en este caso tiene la clara intención de comparar
la disposición singular de la mujer del Puntal con la de las representaciones femeninas del abrigo de La Madelaine (Tursac, Francia), de cronología
magdaleniense.
La descripción de las representaciones femeninas levantinas está fuertemente impregnada de la concepción masculina del cuerpo y del comportamiento de la mujer en la sociedad occidental, algo que debe ponerse en
relación con el hecho de que la investigación sobre arte levantino, al menos hasta las últimas décadas del siglo XX, haya sido liderada por hombres
(Diaz-Andreu, 1999). La sublimación de la forma y de la “belleza” de la figura
femenina es recurrente, llegando en ocasiones a una romantización poética en las propias descripciones. Baste señalar como ejemplo la descripción
que realiza J.B. Porcar sobre la mujer del abrigo de Racó Gasparo “…bella
figura femenina de talle joven, orientada e inclinada a la derecha, en equilibrio: elegante y ceremonioso de sus voluptuosas caderas; junta reverentemente sus manos como sosteniendo un pañuelo o quizás un abanico. Peina
redonda y graciosa cabellera. (…) La ingenua dama de Ares que derrama su
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
ternura sobre cervatillo y la del viril carrerista desenfrenado que arrebata a su
amada”(Porcar, 1965, p. 12). Estas descripciones recurren a adjetivos como
“delicado”, “gracioso” o “elegante”, redundando así en una sublimación de
la femineidad estrechamente asociada a la idea de sumisión o pasividad.
Frente a esta concepción de lo femenino se opone la noción de “virilidad”,
como sinónimo de acción y valentía, evocada en muchos trabajos a la hora
de describir la figuración masculina y las actividades que el hombre desempeña en los paneles (Porcar, 1965; Mesado, 1995; Jordá, 1974). N. Mesado
describe así la escena del Cingle de Palanques (Castelló): “Junto al cazador
precedente, tras él, diminuta, veremos a su “mujer”(…). Aparece casi como un
trofeo más de tan alto personaje (…) Clara actitud de sumisión e ineficacia
ante una escena viril en la que están relegadas siempre las mujeres” (Mesado,
1995, p. 25). Esa noción de delicadeza y elegancia referida a la postura en que
se representan estas figuras se completa con una descripción de su anatomía
adornada con adjetivos, como “voluptuoso” o “prominente”, para referirse a
caderas o pechos.
Sobre el papel de la mujer en los paneles, la posición relativamente estática de muchas figuras, en ocasiones aisladas espacialmente o aparentemente desvinculadas desde el punto de vista narrativo de las actividades
desarrolladas por los hombres, fue un aspecto reiterado desde los primeros
trabajos (Breuil y Cabré, 1909; Cabré, 1915; Obermaier, 1916). Ello contribuyó
a la construcción de un discurso que, a la vez que otorgaba una dimensión
mística a la mujer profundamente ligada a su fertilidad, le desposeía de todo
valor social. En efecto, Breuil, fuertemente influido por la etnografía católica
y fascinado por la magia y el totemismo de los mal llamados pueblos primitivos, se apropió de la nueva corriente interpretativa iniciada por S. Reinach
(1903), por la que las representaciones gráficas pasaban a considerarse como
expresiones mágicas o totémicas de los grupos prehistóricos. Dentro de esta
corriente, se daba por hecho que eran hombres los autores de pinturas y
grabados, y que los rasgos sexuales exagerados favorecían la fertilidad femenina, por lo que la figuración de mujeres tenía como única función potenciar
la procreación. Es esa perspectiva la que aplica Breuil en sus trabajos sobre
las figuras femeninas de Cogul y La Vieja. Si bien las primeras las integra
en una escena de danza procreadora en torno a un hombre de sexo bien
marcado, a la manera de las prácticas chamánicas de los Bushman (Breuil y
Cabré, 1909), en el caso de las segundas se interroga si al menos una de ella
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
no sería un ídolo de una divinidad fecunda o tutelar (Breuil et al., 1912). Años
después, Cabré reformula esta interpretación y sugiere que una de las mujeres “sostiene un objeto indeterminado, que por su forma debe ser un informe
ídolo, titular, de alguna divinidad fecundadora” (Cabré, 1915, p. 198).
Esa idea incipiente de la mujer como divinidad dentro de rituales de fertilidad se incrusta con fuerza en la literatura hasta los años 2000, y ello con
independencia de la perspectiva con la que se aborda el estudio del arte
levantino o incluso de los distintos posicionamientos en torno a la edad y
raigambre cultural de estas pinturas. Así, la asociación mujer-diosa-fecundidad es recurrente en los trabajos de A. Beltrán, aunque quizás cobra mayor
fuerza en su última etapa coincidiendo con el estudio de conjuntos como
Los Chaparros o Val del Charco del Agua Amarga, ambos en la provincia de
Teruel (Beltrán, 1998; Beltrán et al., 2002). En el primero, la representación
de una de las pocas mujeres embarazadas en esta tradición gráfica, le lleva a
establecer toda una teoría sobre rituales de fecundidad, en los que las oquedades de la pared se concebirían incluso como posibles vulvas; en el caso de
la segunda, subraya su altura desusada y su valor especial como “base de la
fecundidad” (Beltrán et al., 2002, p. 202). También F.J. Jordá integra la idea
de que la presencia femenina en los paneles encarna una especie de deidad,
bien asociada a ritos agrícolas, a danzas de procreación o de protección o
a posibles tauromaquias (Jordá, 1976). La consideración de la mujer como
diosa de la fertilidad se repite insistentemente (Mateo, 2003; Soria y Payer,
1999; Jordán Montes, 2010, entre otros), incluso en aquellos trabajos en los
que se pretende una perspectiva con tintes más feministas (Olaria, 2000).
Esta interpretación de las representaciones femeninas como deidades
debe enmarcarse en la corriente conocida como “Movimiento de la Diosa
Madre” (Snyder, 2018), que aunque hunde sus raíces en la primera mitad del
siglo XX, coincidiendo con la prolífica secuencia de descubrimientos de figurillas femeninas de cronología paleolítica y neolítica, es a partir de la segunda
mitad cuando alcanza mayor envergadura a través de los trabajos de M. Gimbutas (1989) y J. Cauvin (1994), entre otros. Este movimiento ha sido contestado, en sus fundamentos teóricos y metodológicos, desde la antropología,
la sociología y la arqueología feministas (Conkey y Tringham, 1995; Cohen,
2003; Díaz-Andreu, 1999; Escoriza, 2002). Son muchos los puntos de desencuentro, pero baste señalar que ese carácter religioso atribuido a la mujer,
ligado fuertemente a su capacidad fecundadora, ha contribuido a enmascarar
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
su verdadero papel social y a relegar a un segundo plano cualquier actividad
que las mujeres pudieran ejercer más allá del alumbramiento y la crianza.
En este sentido y por lo que se refiere al arte levantino, es significativa la
lectura de las escenas en las que intervienen las mujeres como meras actividades de índole ritual, generalmente danzas, a pesar del carácter hierático
de muchas de estas figuraciones, como sería el caso ya comentado de las
mujeres de Cogul (Breuil y Cabré, 1909), de la pareja de la Cueva de la Vieja
(Alpera), que por la posición de los pies Jordá (1975) considera una danza,
de una de las figuradas en la Cova del Polvorín (Castelló), que tanto Vilaseca como Beltrán interpretan como una danzarina (Vilaseca, 1947; Beltrán,
1968), o las supuestas mujeres del Barranco del Pajarejo (Teruel), de cuya
lectura Almagro deduce una danza fálica (Almagro, 1960), idea compartida
posteriormente por varios autores (Beltrán, 1966; Ripoll, 1963).
No deja de resultar llamativo, y así ha sido señalado anteriormente por
otras investigadoras (Díaz-Andreu, 1999; Escoriza, 2006), cómo la presencia
de una figura femenina, asociada espacial y narrativamente a representaciones masculinas, puede condicionar la lectura de una escena, bien excluyendo a la mujer de dicha actividad bien proponiendo una interpretación alternativa. Este sería el caso de la lectura que propone F.J. Jordá sobre la escena
de enfrentamiento de Coves del Civil (Tírig, Castelló), en la que la presencia
de al menos una figura femenina, claramente integrada en el amplio grupo
de arqueros, impregna automáticamente un carácter sacro, concluyendo así
que se trata de “una danza guerrera realizada bajo la protección de una posible divinidad” (Jordá, 1975, p. 170). Pero también las escenas en que intervienen únicamente mujeres y en las que podría sugerirse una posible actividad
relacionada con el trabajo de la tierra, como es el caso de la documentada
en el abrigo de El Ciervo (Dos Aguas, València), se transforman en ritos y
danzas “ante una posible dea” (Jordá, 1975, p. 175). Tampoco el gran tamaño
de ciertas representaciones femeninas, como las de Val del Charco del Agua
Amarga (Teruel), de las que Cabré ya señaló que superaban en más de 10 cm
a las masculinas (Cabré, 1915), su mayor número o posición destacada en los
paneles facilitó un cambio en la orientación de un discurso centrado en un
mero carácter ritual fálico y fecundador.
El sesgo androcentrista sobrepasa los temas anteriormente evocados
para extenderse a la escasa importancia que reciben paneles como Cogul,
Polvorín (Pobla de Benifassà, Castelló), Centelles (Albocàsser, Castelló), Los
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
Grajos (Cieza, Murcia) o Gavidia (Bicorp, València), entre otros, donde la
importante concentración de representaciones femeninas ofrece una oportunidad única de indagar sobre el papel de estas mujeres y de las relaciones
que pudieron mantener entre ellas en el seno de las sociedades autoras. Resulta paradójica la lectura de estos paneles, en la que se sobredimensiona
el papel masculino dentro de la escena, incluso cuando, como es el caso
de Cogul, los hombres cobran menor relevancia tanto en número como en
el tratamiento gráfico que reciben. A pesar de ello, Cabré habla de “el protagonista” para referirse al único hombre representado en la composición
integrada por, al menos, nueve mujeres (Cabré, 1915, p. 177)., a pesar de su
menor tamaño y su posición marginal.
La perspectiva androcéntrica que ha dirigido el estudio de las sociedades
del pasado comenzó a ser cuestionada a finales de los años sesenta, coincidiendo con la pujanza de los movimientos feministas y la emergencia de
la arqueología post-procesual (Sánchez Romero, 2005), aunque los trabajos
que abrirían la senda al enfoque de género en Arqueología aparecerían décadas más tarde de la mano de la Antropología (Conkey y Spector, 1984). En
España, los primeros estudios de género en arqueología aparecerían tímidamente a finales de los ochenta (Dommasnes y Montón-Subías, 2012). En
el caso del arte levantino, no es hasta la década de los 90 cuando irrumpen
los primeros trabajos focalizados en el estudio de la representación femenina (Alonso y Grimal, 1993), paralelamente a otros que por primera vez
cuestionan el sesgo androcentrista imperante en el estudio de las escenas
levantinas desde un posicionamiento feminista (Escoriza, 1996) o de género
(Díaz-Andreu, 1999).
Los trabajos de A. Alonso y A. Grimal aportaron una compilación exhaustiva de las representaciones femeninas identificadas hasta ese momento y
redefinieron los indicios gráficos que permitían identificar a las mujeres en
el arte levantino, ya esbozados de manera sucinta por A. Beltrán en décadas
anteriores (1966). Distintos niveles de análisis sirvieron para, en primer lugar,
confrontar rasgos biológicos/sexuales con convenciones o atributos sociales
(adorno, vestimenta y objetos asociados) distintivos de las representaciones
femeninas. En una segunda fase, el análisis escénico y narrativo ahondaba en
el tipo de composiciones y en el propio papel de la mujer en los paneles. Por
último, se proponía por primera vez una tipología de la figura femenina, que
seguía los mismos criterios morfológicos aplicados a la masculina– relación
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
tronco-extremidades, modelado y proporción entre dichos ejes– (Alonso,
1993). Si bien los dos primeros niveles de análisis son relevantes y permitieron a los autores afinar los códigos gráficos propios de la representación de
mujeres, que han sido valorados o matizados posteriormente desde distintas perspectivas (Escoriza, 2002; Lillo, 2014), en nuestra opinión la aportación más interesante es su propuesta tipológica, y ello por varios motivos: en
primer lugar, contribuyó a esbozar un primer análisis de estas figuraciones
con una perspectiva territorial, lo que permitió señalar elementos comunes a
esta tradición gráfica frente a particularidades regionales. En segundo lugar y
aunque muy tímidamente y sin realizar un verdadero análisis integrado entre
los tipos masculinos y femeninos resultantes (Alonso y Grimal, 1993, 1996),
se propusieron algunas valoraciones sobre tipos o conceptos coincidentes en
la representación de hombres y mujeres, lo que sin duda creemos es clave
para indagar en la concepción del género y en las convenciones gráficas que
permiten su discriminación en esta tradición gráfica.
Sobre la compilación de representaciones femeninas realizada por Alonso y Grimal se construyeron nuevos discursos instalados en posiciones más
próximas a la sociología o la antropología que al método arqueológico, en
los que se ponía el acento en el peso de la perspectiva androcéntrica y presentista. Ello dio lugar a propuestas alternativas en la interpretación de los
paneles, en las que se trataba de dar mayor visibilidad a las mujeres, realzando las actividades de producción femenina, toda vez que se cuestionaba
la idea de “un arte de cazadores” de autoría masculina (Díaz Andreu, 1999;
Escoriza, 2002; Olaria, 2000 y 2011).
El mayor exponente de esta corriente ha sido el trabajo impulsado desde
finales de los 90 por T. Escoriza (1996, 2002 y 2006), del que pueden señalarse varias aportaciones relevantes. En primer lugar, Escoriza realizó una
revisión crítica de la historiografía que puso de relieve los distintos sesgos
que han contribuido a invisibilizar a la figura femenina. Para ello analizó el
uso intencionado del lenguaje con descripciones que contribuían a reforzar
el carácter pasivo de la mujer y la escasa relevancia de sus actividades frente
a la sublimación del hombre, protagonista de la guerra y la caza. En segundo
lugar, señaló la necesidad de repensar la representación del género en el arte
levantino a partir de un estudio sistemático que incluyera igualmente a las
figuras de sexo indeterminado o no sexuadas. Estas propuestas serían retomadas por M. Díaz-Andreu (1999), aún con una perspectiva distinta sobre
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
el relativo valor de la categoría de género en el arte levantino. Por último y
desde un posicionamiento propio del feminismo materialista, Escoriza aplicó la Teoría de la producción de la vida social en la lectura de los paneles,
destacando así aquellas actividades económicas y sociales vinculadas a las
mujeres, y apuntando desde bases del materialismo histórico una clara división sexual en las tareas en la que intuye una clara opresión hacia la mujer.
También los trabajos de C. Olaria (2000 y 2011) han perseguido dar nueva
luz a las actividades vinculadas a las mujeres, en lo que la autora califica
como tareas de “producción y reproducción”. En este caso, contrariamente
a lo expuesto por Escoriza, Olaria aboga por una división de tareas que no
conllevaría la supeditación social y económica de la mujer.
Sin duda, estos primeros trabajos fueron determinantes para plantear
nuevas lecturas de los paneles. En ellos se cuestionó el rol pasivo atribuido a
las mujeres y, enlazando con las corrientes defendidas desde hacía décadas
por la antropología americana, insistieron en que ciertas tareas económicas,
pero, sobre todo, aquellas vinculadas a los cuidados y el mantenimiento habían sido determinantes en el desarrollo de las comunidades prehistóricas
(Gero y Conkey, 1991; Gero, 1991, etc.).
El alcance de estos trabajos pioneros con perspectiva feminista y de género debe, sin embargo, valorarse conjuntamente con el modo en que se
analizan los paneles levantinos. Un elemento que condiciona el resultado de
estos estudios es la propia documentación sobre la que se sustentan sus propuestas. En muchos casos, se recurre a calcos que pertenecen a publicaciones antiguas, que bien adolecen del detalle necesario bien ofrecen escenas
fragmentadas, o a soportes fotográficos que pueden conducir a identificaciones erróneas. Por otro lado, en el estudio de los paneles prima generalmente una perspectiva descriptiva, en la que no se suele tener en cuenta
la complejidad de un palimpsesto construido a lo largo del tiempo, en el
que fases decorativas, estilos figurativos y procesos compositivos van dando
forma a un discurso narrativo cuyo sentido pudo ir mutando a lo largo del
tiempo. Algunos de estos puntos débiles se subsanan parcialmente en la
tesis doctoral de M. Lillo (2014), sobre todo por lo que respecta al uso de una
documentación más actualizada o, en determinados casos, por la observación in situ de las representaciones objeto de estudio. Su investigación, sin
embargo, mantiene una perspectiva territorial que, si bien le permite valorar
la dispersión y concentración significativa de las figuras femeninas en cier-
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
tas regiones, insiste en un análisis descontextualizado de la temporalidad de
los paneles que elude toda cuestión estilística.
Estos trabajos pioneros con perspectiva feminista o de género han tenido
un impacto relativo en las investigaciones posteriores sobre arte levantino.
Como ocurre en otros campos de la arqueología, estas perspectivas parecen
interesar únicamente a mujeres investigadoras, por lo que su calado en la
producción científica global es difícil de valorar. En los últimos años, sin embargo, han surgido planteamientos alternativos en el ámbito museográfico y
divulgativo (Cacheda Pérez, 2022), en parte favorecidos por el renovado empuje social del feminismo en nuestro país. Sin duda estas nuevas prácticas
contribuirán a afianzar un enfoque con perspectiva de género en el discurso
pedagógico dirigido hacia el gran público.
IMÁGENES DEL PASADO, MIRADAS DEL PRESENTE: NUEVAS
PERSPECTIVAS EN EL ESTUDIO DE LA FIGURACIÓN FEMENINA
EN EL ARTE LEVANTINO
Tras esta breve revisión de las distintas perspectivas con que se ha analizado
la representación femenina en el arte levantino, el principal interrogante que
emerge es si ésta puede considerarse como objeto de estudio en sí misma.
Esto es, si el análisis descontextualizado de la figura femenina, no solo del
entramado decorativo sino de la propia fase estilística en la que se inscribe,
no provoca un nuevo sesgo que impide una visión más ajustada sobre cómo
se concibe la representación del género a lo largo de esta tradición gráfica.
Por lo general, los estudios sobre la representación femenina conciben el
horizonte levantino en su globalidad, omitiendo así las variaciones significativas que se suceden a lo largo de su secuencia temporal y en las distintas
regiones que articulan su territorio. Estas variaciones, que comienzan a ser
caracterizadas a través de enfoques regionales, ponen en evidencia una evolución en el modo de concebir la figura humana que, paralelamente, puede
acompañarse de cambios en las pautas compositivas y en la propia temática
de las escenas. Teniendo en cuenta la complejidad que se deduce de las
secuencias regionales definidas hasta el momento, debemos contemplar la
posibilidad de que la expresión del género no siguiera las mismas convenciones gráficas a lo largo de toda la secuencia temporal, incluso que pudiera
integrar matices regionales. No solo el modo de concebir la identidad masculina y femenina pudo variar, sino que también los roles asociados a ambos
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
Figura 1. Mapa y localización de los conjuntos levantinos con figuras femeninas
considerados en este trabajo. 1. Covatina del Mas de Rambla (Vilafranca) ; 2. Cova
Remigia (Ares del Maestrat). 3. Cingle de la Mola Remigia (Ares del Maestrat) ; 4.
Racó Gasparo (Ares del Maestrat). 5. Abric de Centelles (Albocàsser). 6. Coves de
Ribassals o Civil (Tírig). 7. Cova Alta del Lledoner (Coves de Vinromà). 8. Covetes
del Puntal (Albocàsser) 9. Cingle del Tolls del Puntal (Albocàsser). 10. Cova dels
Rossegadors (Pobla de Benifassà). 11. Ermites I (Ulldecona). 12. La Vacada (Castellote). 13. Cingle de Palanques (Palanques). 14. Los Chaparros (Albalate del Arzobispo). 15. Val del Charco del Agua Amarga (Alcañiz). 16. Roca dels Moros (Cogul).
17. Abric del Grau del Tallat (Cornudella de Montsant) 18. Roca de les Orenetes (La
Roca del Vallés).
géneros pudieron mostrar cambios relevantes en los paneles.
La pertinencia de las nuevas lecturas arqueo-antropológicas de los paneles, desprovistas del sesgo androcentrista y presentista, queda fuera de toda
duda. Sin embargo, estas lecturas alternativas deben construirse sobre un
análisis exhaustivo que articule distintos niveles de aproximación a la expresión gráfica del género. En primer término, en la identificación de las convenciones gráficas que dirigen la representación sexual y de género deben
integrarse todo tipo de figuración humana, tanto las consideradas a priori
masculinas como las femeninas. De este modo podremos evaluar el peso de
los rasgos sexuales– sexo, altura o corpulencia– frente a los atributos de género– adornos, vestimenta o instrumentos–, estando estos últimos íntimamente vinculados a las convenciones sociales y a la propia identidad colec-
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Figura 2. Horizontes estilísticos identificados en Valltorta-Gassulla (Castelló) e
hipotética secuencia temporal. a. Figuras masculinas paquípodas, variante proporcionada (Cova dels Cavalls. Calco según Villaverde et al., 2002) y estilizada (Abric
de Centelles. Calco según Villaverde et al., 2006). b. Figuras femeninas paquípodas,
variante proporcionada (Racó Gasparo. Calco según Porcar 1965) y estilizada (Centelles. Calco según Villaverde et al., 2006). c. Asociación figura masculina y femenina, en la que se aprecia la marcada diferencia de tamaño en favor de la primera
(Cingle de Palanques. Calco según Mesado, 1995). d. Figuras masculinas cestosomáticas (Coves de Ribassals o de El Civil. Calco según Obermaier y Wernert, 1919.
Cova Remigia. Calco según López-Montalvo). e. Figuras femeninas cestosomáticas
(Coves de Ribassals o El Civil. Calco según López-Montalvo, 2007). f. Asociación
figura masculina y femenina, en la que se aprecia la marcada diferencia de tamaño
y corpulencia en favor de la primera (Coves de Ribassals. Calco según López-Montalvo, 2007). g. Figuras masculinas nematomorfas. De izquierda a derecha : Cova
dels Cavalls (Calco según Villaverde et al., 2002) ; Cova Remigia V (Calcos según
López-Montalvo). h. Figuras masculinas lineales. De izquierda a derecha : Mas d’en
Josep (Calco según Domingo et al., 2003) ; Cova dels Cavalls (Calco según Villaverde et al., 2002) y Cova alta del Lledoner (Calco según Viñas, 1982). i. Diagrama de la
posible secuencia temporal de los distintos horizontes en función de las secuencias
de superposición entre figuras y la dinámica de adición compositiva.
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
tiva. En segundo término, conviene evaluar la integración de ambos géneros
en secuencias narrativas, de cara a identificar los distintos roles asociados a
las actividades descritas, así como las pautas compositivas y espaciales de las
que pueda derivarse un tratamiento gráfico destacado. Por último, ambos
niveles de aproximación deben quedar inscritos en la secuencia regional, es
decir, deben confrontarse a los parámetros que caracterizan cada uno de los
horizontes estilísticos definidos. Al integrar la variable temporal asociada a
la evolución formal de la figuración humana, así como una perspectiva territorial ligada a la extensión y posibles áreas de influencia de cada uno de los
horizontes estilísticos, seremos capaces de evaluar si las convenciones gráficas de género– atributos sexuales, sociales, narración y composición– han
sufrido modificaciones significativas a lo largo del tiempo y en los distintos
núcleos que delimitan el territorio gráfico levantino.
LA EXPRESIÓN GRÁFICA DEL GÉNERO EN EL NÚCLEO
VALLTORTA-GASSULLA (CASTELLÓ)
Teniendo en cuenta estas premisas, presentamos un primer análisis de los
parámetros que rigen la representación de género en los conjuntos levantinos del núcleo de Valltorta-Gassulla (Castelló), en el que en las últimas décadas distintos trabajos han permitido avanzar nuevos datos sobre la secuencia
estilística en su dimensión formal, temática y compositiva (Villaverde et al.,
2002; Domingo, 2006; Villaverde et al., 2006; López-Montalvo, 2007 y 2015).
En nuestro análisis, aunque con una resolución menor por lo que respecta
a la definición y ordenación de las secuencias, integraremos los territorios
limítrofes del sur de Catalunya y de Aragón, con los que los vínculos culturales parecen evidentes si atendemos a los tipos humanos identificados (fig. 1).
a) Horizonte Paquípodo
Por el modo de ocupación del espacio gráfico y la secuencia de superposición cromática entre figuras, el horizonte más antiguo- Paquípodo o Centelles en su adscripción regional- se corresponde con figuras de gran tamaño,
con cuerpos relativamente proporcionados, que suelen acentuar el eje de
las piernas, con un modelado exagerado de la musculatura, frente a troncos
algo más cortos que ensanchan en la zona del torso (Domingo, 2006; Villaverde et al, 2006; López-Montalvo, 2007) (fig. 2). La construcción morfológica sigue patrones similares en el caso de hombres y mujeres, incluso en la
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
Figura 3. Figuras femeninas pertenecientes al tipo Paquípodo identificadas en las
regiones septentrionales del territorio levantino. Núcleo Valltorta-Gassulla : a. Racó
Gasparo (Porcar, 1965). b. Cingle de la Mola Remigia VIII (López-Montalvo). c.
Cova Remigia V (López-Montalvo). d-f. Abric de Centelles (Villaverde et al, 2006).
g-i, k, ll. Abric de Centelles (Viñas et al., 2015). j. Covetes del Puntal (Viñas, 1982).
l. Cova Alta del Lledoner (Guillem et al., 2010). Comarcas Baix Maestrat-Els Ports :
m-ñ. Abric dels Rossegadors (Viñas et al, 2015). o. Cingle A de Palanques (Mesado,
1995). Catalunya : p-s. Roca dels Moros de Cogul (Viñas et al, 2017). t. Ermites I
(López-Montalvo). v. Roca de les Orenetes (Viñas et al., 2012). Teruel : w, z. Val del
Charco del Agua Amarga (Beltrán et al, 2002). y. Los Chaparros (Beltrán y Royo,
1997).
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
elaboración de variantes formales en las que se pueden distinguir tipos con
mayor grado de estilización en la proyección del tronco y el propio modelado de las piernas. El diseño exagerado de los glúteos, que había sido uno de
los rasgos asociados a las mujeres, incluso en la argumentación de una posible esteatopigia, es una convención anatómica que, sin embargo, comparten
hombres y mujeres de este estilo.
Aunque el diseño de las figuras paquípodas es cuidadoso en los detalles,
lo que potencia una cierta personificación del individuo, no parece prestar
atención al dibujo de rasgos sexuales– el pene en el caso de los hombres y los
senos en el de las mujeres–. Ninguna de las variantes asociadas a este horizonte da cuenta del sexo masculino, mientras que en el caso de las mujeres,
tan solo alguna de las mujeres del Abric de Centelles y la de Covetes del
Puntal, de pertenecer ésta última a este tipo formal, mostrarían con claridad
los senos (fig. 3). La cabeza ofrece una perspectiva frontal o de perfil, lo que
facilita el diseño de posibles adornos, tocados o simplemente de lo que se ha
considerado una melena.
Si confrontamos las figuras paquípodas a través de los atributos materiales que le son asociados, observamos que un tipo de figuras, las consideradas
masculinas, se construyen principalmente por su asociación a una panoplia,
compuesta por arco, haz de flechas y en ocasiones una bolsa o cesto. Suelen ser figuras ostentosas, con abundantes adornos en forma de brazaletes,
tocados, melenas, adornos de cintura y jarreteras, que podrían estar asociadas al uso de un pantalón. Frente a este tipo de figuras, las consideradas
femeninas tan solo mostrarían como elemento distintivo de género el uso
de una especie de falda o polainas, que en este núcleo muestra un largo a
nivel de las rodillas. Desprovistas de todo armamento o utillaje, tan solo dos
de las figuras de Centelles (89 y 90, y con dudas la 233) transportarían una
especie de fardos a la espalda sobre los que colocarían un soporte que haría
las veces de portabebés (fig. 3e). El elenco de adornos que engalanan a las
representaciones masculinas desaparece también en este caso, a excepción
del brazalete que luce la figura de la Cova alta del Lledoner (fig. 3l), si bien su
deterioro impide una correcta identificación de su género femenino. Por lo
demás, tan solo la silueta voluminosa que dibujan las cabezas podría sugerir
algún tipo de peinado, sin ser éste un elemento exclusivo de las mujeres.
Las mujeres paquípodas se disponen de pie y en actitud aparentemente estática (fig. 3a-d, ll), sedentes con las piernas ligeramente flexionadas y
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
entreabiertas (fig. 3f-l), siendo pocas las que se representan en posición de
marcha (fig.3e). Los brazos se disponen bien relajados a ambos lados del
tronco, bien ligeramente flexionados hacia delante y, en ocasiones, descansando uno sobre otro. Si bien las figuras consideradas masculinas reproducen en ocasiones una posición de pie y poco dinámica similar a la de las
mujeres, abundan sobre todo las figuras en movimiento, bien en marcha
ligera o a plena carrera (fig. 2a).
Durante este horizonte, la figura femenina está bien presente (Tabla 1),
aunque en proporción muy inferior a la masculina. Se trata de un momento
en que se representan nutridas composiciones formadas por varias mujeres, como sería el caso del Abric de Centelles, en algunas de ellas en clara
interacción con el resto del grupo, y en las que también aparecen figuras
femeninas solitarias, pero con una posición imponente o destacada en el
panel (Racó Gasparo, Fig.3a). El conjunto de Centelles, uno de los más interesantes por la singularidad de sus escenas, presenta un fuerte deterioro
que condiciona la lectura de sus figuras. Las mujeres identificadas aparecen
en diferentes composiciones que se distribuyen en las distintas cavidades de
este imponente abrigo. El panel central parece reproducir el traslado apresurado de un nutrido grupo, en el que al menos dos mujeres transportarían
a sendos bebés y a un pequeño que correría junto a ellas (Villaverde et al,
2006; Viñas et al, 2015). No son los únicos niños que se representan en este
núcleo, también la mujer del abrigo VIII del Cingle de la Mola Remigia podría cargar a un bebé en su cadera, aunque de nuevo su mala conservación
solo ofrece una lectura parcial (fig. 3b). La concentración de mujeres en el panel V de Centelles (fig. 4), en su mayoría en posición sedente y con las piernas
ligeramente entreabiertas, ha sido interpretada como una escena de parto
(Viñas et al., 2015). El deterioro de esta parte del panel junto con el complejo
ritmo compositivo de esta escena dificulta su lectura. La postura de la mujer
239 (fig. 3f y 4), con las piernas en posición asimétrica, con una rodilla apoyada en el suelo y la otra flexionada, se corresponde con la postura que pueden
adoptar las mujeres ante un parto inesperado y rápido. La mujer 256 (fig. 3h
y 4), por el contrario, parece recurrir a una especie de arnés o cuerda a modo
de columpio, que le facilitaría una posición de cuclillas en suspensión y la
canalización de la tensión asociada a las contracciones. El uso de este tipo de
cordajes para aliviar el proceso de parto ha sido documentado en numerosas
comunidades indígenas en el pasado (Engelmann, 1882). Por último, la dis-
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
Tabla 1. Representaciones femeninas identificadas en las distintas regiones de
estudio. La trama gris oscura indica ausencia del criterio gráfico valorado; la trama
punteada, deterioro de la figura y, por tanto, imposibilidad de precisar el criterio
gráfico valorado. Paq: Paquípodas; Cest: Cestosomáticas.
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
posición de la mujer 245 (fig. 4), sedente y con las piernas entreabiertas y en
posición asimétrica, podría ilustrar el momento de expulsión, asistido por la
mujer 246, que parece alargar uno de sus brazos hacia las piernas de esta figura. Es posible que la mujer 251 (fig. 3d y 4) pudiera participar igualmente de
esta escena, que ilustraría un parto asistido por varias parteras. Aunque a esta
composición se le ha atribuido una dimensión ritual ligada a la fertilidad (Viñas et al., 2015), lo cierto es que la secuencia ilustra a su vez y de manera muy
detallada las distintas fases o modos y posturas durante el alumbramiento.
Figura 4. Abric de Centelles
(Albocàsser, Castelló). Panel V.
Posibles escenas o secuencia de
parto protagonizado, al menos, por las figuras femeninas
distinguidas en color rojo. Calco
modificado a partir de Viñas et
al, 2015.
Al extender nuestro análisis a los territorios septentrionales la imagen es
muy similar, tanto por lo que respecta a las convenciones gráficas que identifican a hombres y mujeres (fig. 3) como al tipo de escenas en las que estas
últimas se integran. De nuevo son las faldas, en este caso de mayor longitud,
el elemento que las distingue, siendo excepcional el diseño de adornos personales a modo de brazaletes (fig. 3o y 3p) o posibles collares (fig.3p). Tan
solo las mujeres de la Cova dels Rossegadors (Pobla de Benifassà) parecen
mostrar algún tipo de útil, que en uno de los casos podría transportar sobre
los hombros (fig. 3m) y en el otro bien podría tratarse de algún tipo de fardo
o cesto que cargarían a su espalda (fig. 3ñ). Frente al dibujo de mujeres solitarias y cuya integración en el discurso narrativo no resulta evidente (fig.3tv.), a pesar del gran tamaño y el lugar destacado que ocupan en ocasiones
(fig. 3w), resulta particularmente interesante la representación de nutridos
grupos de mujeres, como en el panel de Cogul. En este caso y aunque de
119
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
nuevo podría tratarse de una escena construida en distintas fases, el sentido
narrativo podría redundar en la idea de asociación y sociabilidad entre mujeres. La representación de mujeres que portan bebés, bien sobre sus hombros bien a la cadera, se ilustra en el conjunto de Val del Charco del Agua
Amarga (Teruel) (fig.3z), en una escena que recuerda a la representada en
Centelles, y con mayores dudas en Rossegadors, donde la mujer 46 podría
cargar un bebe con sus brazos sujetándolo en la cadera (fig.3n).
Por último, incluimos dentro de esta fase a la mujer embarazada del
Abrigo de Los Chaparros (Teruel), única que muestra con claridad el vientre
grávido propio de un embarazo avanzado (fig. 3y). Aunque esta figura se
sumaría a los temas que redundan en la maternidad, bien representados en
esta fase, su deterioro, sin embargo, nos invita a ser cautas en su valoración
estilística.
b) Horizonte Cestosomático
El horizonte Cestosomático – Civil en su variante regional– podría irrumpir
en los paneles en una fase posterior, si tenemos en cuenta las secuencias de
superposición y los patrones compositivos definidos en este núcleo (LópezMontalvo, 2007) (fig. 2). Se trata de una fase en la que las figuras mantienen un gran tamaño, pero con una pérdida de naturalismo que da lugar a
cuerpos desproporcionados con una excesiva proyección del tronco frente
a unas piernas, todavía bien modeladas, pero relativamente más cortas. Su
diseño, parco en adornos, da lugar a figuras más estereotipadas que en el
morfotipo anterior.
En el caso de este horizonte, la identificación de figuras femeninas parece limitarse al conjunto de Ribassals o Civil, donde al menos 6 mujeres (fig.
5a-g) se integrarían en una escena de componente violento (López-Montalvo, 2007, 2015 y 2018). Fuera de este conjunto, tan solo la mujer del abrigo IV
del Cingle de la Mola Remigia (fig. 5h) muestra unos parámetros corporales
que podrían encajar en este morfotipo, si bien el diseño de la cabeza escapa
a la silueta globular común a estas figuras. Por último, el panel dels Tolls
del Puntal aporta una figura femenina (Guillem et al., 2010), mal conservada, pero cuya asociación espacial y narrativa a dos grandes figuras cestosomáticas nos lleva a incluirla en nuestro recuento (Tabla 1). Por lo general,
el marcado deterioro de estas figuras y su escaso número condicionan la
lectura de las convenciones gráficas discriminantes de género y un análisis
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
Figura 5. Figuras femeninas pertenecientes al tipo Cestosomático identificadas en
las regiones septentrionales del territorio levantino. Núcleo Valltorta-Gassulla : a.
Coves del Ribassals o El Civil. Estado de conservación actual del motivo 25 (calco
según López-Montalvo). b. Calco según Obermaier y Wernert (1919) del mismo
motivo. c-g. Coves del Ribassals o Civil (calco según López-Montalvo, 2007). h.
Cingle de la Mola Remigia IV (calco según López-Montalvo). Sur de Aragón. i. La
Vacada (calco según Bea, 2016). j. Escena de enfrentamiento de la Cova de Ribassals
o El Civil (modificado a partir de Obermaier y Wernert, 1919). Localización de las
mujeres identificadas en las dos cavidades donde se desarrolla la escena.
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
comparativo detallado que permita identificar patrones recurrentes dentro
de este horizonte.
Si tomamos como ejemplo las figuras femeninas mejor conservadas, su
diseño anatómico reproduce los mismos patrones que las consideradas masculinas: desproporción a favor de una mayor longitud del tronco, que puede
variar en la anchura del trazo a la altura de la cintura; piernas y glúteos bien
modelados y cabeza de tendencia globular u ovoide. A pesar de que se trata
de un tipo formal con un diseño menos atento a los detalles, los rasgos sexuales cobran mayor protagonismo que en el tipo anterior. Así, algunas figuras masculinas incorporan el dibujo del sexo, con una posición algo forzada
sobre la pierna adelantada, a menos de que represente un estuche fálico
(fig. 2d), mientras que las femeninas indican los senos mediante dos breves
trazos (fig. 5d y f). También la marcada diferencia de tamaño y corpulencia
que se aprecia entre hombres y mujeres, a favor de los primeros, incidiría en
la voluntad de remarcar atributos biológicos distintivos (fig. 2f).
Por lo que se refiere a la disposición y actitud, todas las mujeres, a excepción de la 62b (fig. 5e) que alza sus brazos en actitud de arenga cerca
de la línea de vanguardia, se muestran de pie y en posición de reposo. La
manera de dibujarlas no difiere de la de los hombres: una pierna adelantada, que favorece la basculación de la cadera y la proyección del tronco ligeramente hacia delante; el brazo anterior adelantado, flexionado o no por
el codo, brazo atrasado igualmente flexionado y parcialmente superpuesto
al tronco. Aunque algunos hombres que ocupan la retaguardia también
se muestran en actitudes distendidas, las figuras masculinas adquieren
mayor dinamismo en sus posiciones de disparo o avance hacia el punto
en el que tiene lugar el encuentro tenso entre dos grupos (fig. 5j) (LópezMontalvo, 2015).
Al igual que los hombres, las representaciones femeninas son parcas
en adornos: cabezas desnudas, sin evidencia de cabellera, ni ningún otro
adorno corporal, a excepción de los posibles brazaletes de la mujer 25 (fig.
5a). Son contadas las figuras masculinas que portan un brazalete, mientras
que otras lucen una especie de diadema coronada por varias puntas, realizada en color rojo más claro o tinta blanca, probablemente producto de
una fase de reapropiación posterior (fig.2d). Al igual que en el horizonte
anterior, las mujeres se visten con una falda o polainas de formato y longitud similar a la de las mujeres paquípodas (fig. 5c, e-h), mientras que en el
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
caso de los hombres, la silueta de las piernas no permite apreciar ningún
tipo de vestimenta a modo de pantalón o faldellín (fig. 2d).
La figura masculina se asocia de manera sistemática al armamento, que
bien puede consistir únicamente en un arco de curvatura simple, en el caso
de algunos arqueros que parecen recrear el instante posterior al lanzamiento del proyectil, o bien acompañarse de un haz de varias flechas, que algunos
transportan en un carcaj (fig. 2d). Como ocurría en el tipo anterior, ninguna
de las figuras consideradas femeninas está armada. Sin embargo, contrariamente a las paquípodas, las mujeres cestosomáticas de El Civil portan una
especie de pequeño cesto que pende de su brazo adelantado (fig. 5a-b, d-g).
La dificultad de identificar mujeres de tipo cestosomático fuera de este panel limita ciertamente nuestros comentarios sobre el tipo de composiciones
en el que se integran y el papel que desempeñarían en las escenas representadas. Fuera del núcleo Valltorta-Gassulla tan solo nos atrevemos a integrar
a la mujer de La Vacada (Teruel) en esta fase estilística, puesto que parece
compartir los parámetros de desproporción anatómica propios de este tipo.
Por lo que se refiere al papel de las mujeres durante este horizonte estilístico, sin duda el panel de Coves del Civil ofrece un interesante contrapunto al integrar a varias mujeres en una escena con tintes violentos (LópezMontalvo, 2015 y 2018). A pesar de no estar armadas y de ocupar posiciones
de retaguardia, su implicación en la acción descrita es incuestionable. Las
interpretaciones, sin embargo, divergen: intercambio de mujeres, danzas
guerreras o posibles enfrentamientos en los que se movilizaría a toda la
comunidad, y en los que tal y como nos informa la etnología, las mujeres
podrían estar presentes en el campo de batalla para asistir a los heridos,
llevar provisiones o incluso recuperar los proyectiles lanzados por el bando
contrario (Keely, 2002).
c) Horizontes Nematomorfo y Lineal
A partir del horizonte Cestosomático asistimos a un cambio en la concepción gráfica de la figura humana y en la propia temática de las escenas, discusión que ha sido tratada en detalle en anteriores trabajos (Villaverde et
al, 2002; Domingo, 2006; López-Montalvo, 2007) (fig.2). Este cambio a nivel
formal se corresponde igualmente con la aparente desaparición de las mujeres en los paneles, al menos por lo que respecta al núcleo de Valltorta-Gassulla. Esto puede deberse bien a una voluntad de representar únicamente
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
a los hombres bien a una mutación en las convenciones gráficas de género
que nos impidan reconocer a la figura femenina.
En el horizonte Nematomorfo, en su variante regional Cingle de la Mola
Remigia, apreciamos un cambio en el diseño de la figura masculina, en el
que se insiste en la indicación del sexo, en ocasiones de manera exagerada;
otros atributos masculinos, como la barba, refuerzan la personificación de
ciertos individuos (fig. 2g). Junto a su actividad como cazadores, participan
en contiendas y episodios violentos que ilustran su papel como guerreros.
En definitiva, asistimos a una sublimación del hombre cuya representación
ya no se asocia únicamente a las convenciones sociales utilizadas en horizontes previos, como sería el armamento, sino que se refuerza en ocasiones
con la indicación del sexo. Si durante este horizonte los parámetros gráficos
para identificar el género masculino han basculado integrando los rasgos
sexuales, resulta paradójico que no identifiquemos figuras femeninas a través de una combinación semejante de caracteres sexuales y convenciones
sociales, aunque estas últimas hayan podido modificarse.
Por lo que respecta al horizonte Lineal, aunque su variabilidad formal es
notable, se trata de un morfotipo que se caracteriza por una anatomía extremadamente simplificada (fig.2h). El diseño de los rasgos sexuales masculinos resulta menos relevante que en el tipo anterior, pero la pérdida de naturalismo puede comportar ciertas dificultades a la hora de distinguir géneros,
sobre todo en el caso de figuras no sexuadas y desprovistas de armamento
o de cualquier otro atributo social. Sin duda, se necesitaría un análisis más
concienzudo de este morfotipo que permitiera identificar variantes y patrones a la hora de concebir el género durante este horizonte tan diverso.
d) Continuidad y ruptura en la expresión del género en las regiones septentrionales
Si tenemos en cuenta conjuntamente estos horizontes y su posición relativa
en la secuencia regional (fig. 2i), apreciamos convenciones gráficas de género comunes, pero también variaciones significativas a lo largo del tiempo
con importantes matices regionales.
Como se ha señalado en numerosos trabajos, el número de figuras femeninas es drásticamente menor que el de las masculinas (Tabla 1) (Alonso y
Grimal, 1993; Escoriza, 2002; etc.), y al contrario que éstas últimas no están
presentes en todos los abrigos documentados. Sin embargo, al considerar
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
globalmente la secuencia de los territorios septentrionales es notorio que la
frecuencia de representación de mujeres es desigual en las distintas fases. Es
en el horizonte Paquípodo, el que a priori inauguraría los paneles, cuando
la presencia de mujeres es más destacada, y ello tanto en número como en
distribución territorial o en relación al interés de suscitan temas propiamente femeninos, como el parto o la asociación o reunión entre mujeres. A
partir de esta primera fase el número y distribución territorial de las figuras
femeninas se reduce de manera notable, para desaparecer de los paneles en
las dos últimas fases de la secuencia.
En relación a las normas gráficas que rigen la figuración humana, el
hecho de que el dibujo de los rasgos sexuales, tanto en hombres como en
mujeres, no sea una constante, sugiere que es la construcción social de género la que prevalece, aunque con matices significativos a lo largo de la secuencia. En efecto, durante la fase paquípoda apenas se representan figuras
sexuadas: son anecdóticas las figuras masculinas que incorporan el diseño
del pene, mientras que la representación de los pechos en las femeninas es
igualmente reducida. Esa misma dinámica puede aplicarse a la fase siguiente, si bien en este caso la representación de figuras masculinas sexuadas es
más abundante, y las femeninas, a pesar de su bajo número y su gran deterioro, incorporan en varios casos los pechos. Hemos señalado anteriormente
que, más allá de los atributos sexuales, la construcción anatómica de las figuras masculinas y femeninas siguen los mismos parámetros de proporción
y modelado, pudiendo distinguir en el caso de las paquípodas las mismas
variantes en hombres y mujeres, mientras que las mujeres cestosomáticas
no adoptan en su diseño la proyección exagerada del tronco que sí apreciamos en las masculinas. Existen igualmente diferencias en cuanto al tamaño
de las figuras femeninas en ambas fases, y de estas en relación a las figuras
masculinas. Si bien las mujeres paquípodas siguen el mismo rango de tamaño que los hombres, a excepción de algunas representaciones (fig.2c), y
pueden llegar a alcanzar una talla destacada en el entramado decorativo (fig.
3w), las cestosomáticas, por el contrario, muestran un tamaño y corpulencia
marcadamente menor al de las masculinas a las que se asocian (fig. 2f).
Frente a los rasgos sexuales y anatómicos, que no parecen ser determinantes ni constantes en la identificación del género, son los atributos materiales, fundamentalmente vestimenta y adorno, los que articulan un código
social que muestra cierta continuidad a lo largo del tiempo. Las mujeres de
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
ambas fases estilísticas se identifican principalmente con una vestimenta a
modo de falda o polainas y por la ausencia de adornos personales, que tampoco permitiría establecer distinciones entre ellas. Si bien en el caso de las
paquípodas la ausencia de adornos resulta más llamativa, al confrontarlas
con ciertas figuras masculinas, en el caso de las cestosomáticas la ausencia
de adornos es coherente con una manera común de representar a hombres
y mujeres.
La ausencia de armamento asociado a las mujeres, que identificaría al
género masculino en ambas fases y que será una constante en esta tradición
gráfica, debe ponerse en relación con el hecho de que éstas no participen
activamente de la caza o de acciones defensivas. Aunque contrariamente a
los hombres, las mujeres no se asocian estrictamente a un elemento material determinado, sí que observamos ciertas diferencias entre las dos fases.
Así, mientras algunas paquípodas muestran ingenios de porteo o transporte,
las cestosomáticas de El Civil sostienen un cesto que, en este caso, estaría
íntimamente relacionado con la acción que desempeñan, sin que podamos
considerarlo como un objeto distintivo de esta fase.
Las diferencias son igualmente notables en su disposición y actitud. Si
en ambas fases encontramos mujeres dispuestas de pie, en actitud estática
o semiestática, es en la fase paquípoda cuando documentamos una mayor
variedad de posturas que, en ciertos casos, imprimen un dinamismo más
marcado en las mujeres (fig. 4). Pero quizás sea el rol que desempeñan las
mujeres en los paneles el que ofrezca una clara ruptura entre ambas fases.
En la fase paquípoda, se deduce un mayor interés por las actividades propiamente femeninas, que no quedarían reducidas únicamente al parto o al
cuidado de niños, sino también a la asociación y reunión entre mujeres.
Estos temas parecen desaparecer en la fase siguiente, y aunque de manera
puntual, se muestra una mayor implicación de las mujeres cestosomáticas
en actividades colectivas, como la resolución de conflictos, que en fases posteriores quedarán reducidas exclusivamente a la esfera masculina.
Tras estas dos fases, la desaparición de las mujeres en los paneles levantinos, al menos por lo que respecta a las regiones analizadas en este trabajo,
refuerza la ruptura que se produce en otros parámetros formales, compositivos y temáticos en fases avanzadas de la secuencia. Sin duda estas mutaciones en el plano gráfico invitan a contemplar posibles cambios, de mayor
o menor calado, en la organización de las sociedades autoras.
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
CONCLUSIÓN
El estudio de la figura humana en el arte levantino es una mina de información que nos permite abordar el modo en que las sociedades autoras se
percibían y se organizaban. El hecho de que la figura femenina y las escenas
en las que participa hayan sido leídas en clave androcentrista y presentista
ha relegado su interés a un segundo plano, ofreciendo una visión sesgada de la construcción de género que ilustran los paneles. Por otro lado,
las propuestas formuladas desde la arqueología feminista y de género han
ofrecido un contrapunto interesante al cuestionar la dimensión mística, y
por ende pasiva, atribuida a las figuras femeninas. Estos nuevos enfoques
han subrayado el papel activo de las mujeres en actividades de producción
y mantenimiento fundamentales para la colectividad, y han puesto en evidencia una neta división de tareas que traduciría una organización desigual
de género. Las propuestas en uno y otro sentido nos han llevado a cuestionarnos la pertinencia de abordar el estudio de la figura femenina de manera
aislada o descontextualizada, no solo desde el punto de vista compositivo y
narrativo, sino en cuanto a las normas gráficas que rigen la representación
humana en su dimensión biológica y de género en el curso de las distintas
fases estilísticas.
A lo largo de estas líneas hemos tratado de exponer el interés de abordar
el estudio de la construcción de género en la tradición gráfica levantina desde una perspectiva arqueo-antropológica, sustentada en el doble eje espacio-temporal definido por la secuencia estilística y su territorio de extensión
e influencia. La propuesta que hemos realizado en torno a los conjuntos
septentrionales, aunque requerirá de un análisis más concienzudo y de una
documentación renovada de aquellos paneles a los que no hemos tenido acceso directo, ha puesto en evidencia que las convenciones gráficas que permiten discriminar géneros no han sido constantes a lo largo de la secuencia,
como tampoco es similar la consideración de la figura femenina ni del papel
de las mujeres en los paneles. Los distintos parámetros que hemos analizado
proporcionan información sobre la construcción de género y sobre la propia
consideración de hombres y mujeres, lo que sin duda cabría vincular con el
modo de organización social de las comunidades autoras.
El reducido número de mujeres y su aparente exclusión de actividades
que debieron detentar un cierto reconocimiento social, como la caza mayor o la resolución de conflictos, debe ponerse en relación con las diferen-
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ESTHER LÓPEZ-MONTALVO
cias de equipamiento entre hombres y mujeres. Si la identidad masculina
es indisociable del armamento, su uso estuvo probablemente vetado a las
mujeres, incluso en situaciones de máxima tensión como la descrita en El
Civil. Además, no es descabellado pensar, y así lo pone de manifiesto la antropología, que las competencias técnicas necesarias para fabricar y manejar
arcos, flechas o bumeranes les estuvieran igualmente censuradas (Clastres,
1966; Tabet, 2018). Estos indicios de desigualdad, que alguna corriente antropológica interpreta en términos de complementariedad de tareas en base
a diferencias biológicas, pueden ser leídos igualmente como un mecanismo
de control y sumisión hacia las mujeres (Tabet, 2018). En definitiva, estas
carencias materiales y de desarrollo tecnológico limitarían su capacidad de
aprovisionamiento, a través de la caza, y de su propia defensa, y las dejaría
al margen de cualquier reconocimiento social vinculado a esas prácticas.
Es sabido que el elenco de actividades reproducidas en los paneles es limitado y que en su selección operan factores sociales y simbólicos. El hecho
de que estas actividades queden restringidas a la esfera masculina, no solo
traduce un claro reparto de tareas sino una menor relevancia de las actividades que desempeñarían las mujeres. Solo las primeras fases, como hemos
visto, nos informan de ciertas tareas, en su mayoría relacionadas en el transporte o el porteo. Actividades consideras de escasa relevancia, son múltiples
los trabajos etnográficos que reconocen, sin embargo, el esfuerzo realizado
por las mujeres en el pesado transporte de leña, agua u otros frutos o productos vegetales; una tarea que suelen hacerse porteando al mismo tiempo
a algún miembro de la prole (Tabet, 2018), tal y como nos muestran los
paneles levantinos. Por otro lado, las agrupaciones exclusivamente femeninas que se representan en esas primeras fases bien pudieron funcionar como
soporte en la transmisión de información e intercambio de experiencias en
las diferentes etapas vitales de las mujeres, como se documenta en algunas
comunidades actuales (Mead, 2016). El embarazo y el parto no parecen revestir un gran interés, aunque las escasas escenas que los ilustran inciden en esa
noción de solidaridad y asistencia entre mujeres. Es posible que esas estructuras formadas por mujeres tuvieran una cierta consideración social al punto
de ocupar un espacio en los paneles, aunque no se perpetuara en el tiempo.
Somos conscientes de que las representaciones gráficas de las sociedades
sin escritura se proyectan a través filtro social y simbólico que les da sentido,
pero que nos es ajeno. La lectura e interpretación de las escenas levantinas,
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La mujer en el arte levantino: imágenes del pasado, miradas del presente
así como cualquier extrapolación que hagamos sobre el modo de vida y organización social y económica de los grupos autores, estará limitada por un
código que desconocemos y por las dificultades de enmarcar esta tradición
gráfica en un contexto crono-cultural preciso. A pesar de estas limitaciones,
la imagen que nos devuelven los paneles es la de una sociedad en la que el
género modula la identidad individual y colectiva, y en la que se aprecia una
construcción social en claro desequilibrio fundamentada en status de género claramente diferenciados. El hecho de que las mujeres sean minoritarias
y que desaparezcan de los paneles en fases avanzadas no solo debe leerse en
clave simbólica, sino que puede reflejar cambios sensibles en la organización social con una reafirmación de las desigualdades ya establecidas.
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ENTRE LAS PALABRAS AJENAS Y LAS PROPIAS.
¿QUÉ SABEMOS DE LAS ESCLAVAS EN LA ROMA ANTIGUA?
Carla Rubiera Cancelas
Universidad de Oviedo
rubieracarla@uniovi.es
RESUMEN
Este texto busca acercarnos a las esclavas de la antigua Roma. Como en
otros contextos, el género femenino es plural. En este caso, el estatus legal
marca una diferencia importante que separa a estas mujeres de las demás.
Con el fin de obtener una visión general del fenómeno de la esclavitud de las
mujeres, y lo que significaba ser esclava. Un conjunto diverso de evidencias
(literarias, epigráficas y arqueológico) han seleccionadas y discutidas. Cada
una proporciona diferentes informaciones que contribuyen a completar el
“rompecabezas” de la esclavitud. femenina. Además, al combinarlos recuperamos una doble perspectiva, la del dueño y la de la esclava, aunque este
última tiene muchas limitaciones.
Palabras clave: esclavitud femenina, antigua Roma, literatura, inscripciones.
ABSTRACT
This text seeks to bring us closer to female slaves in ancient Rome. As in
other contexts, female gender is plural. In this case, legal status marks an
important difference that separates these women from others. In order to
get an overview of the phenomenon of the enslavement of women, and
what it meant to be a slave, a diverse set of evicence (literary, epigraphic
and archaeological) have selected and discussed. Each one provides different information that contributes to complete the “puzzle” of female
137
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CARLA RUBIERA CANCELAS
slavery. Moreover, by combining them, we recover a double perspective,
that of the owner and that of the slave, although the latter has many limitations.
Keywords: female slavery, ancient, Rome,literary source, epigraphic records.
INTRODUCCIÓN
El estudio de la esclavitud en Época Contemporánea, en determinados
contextos como el del Antebellum americano, nos permite acercarnos a
las autobiografías pertenecientes a esclavos y esclavas. Textos que fueron
puestos al servicio de la causa abolicionista y que hoy, transcurrido el tiem-
Figura 1. Harriet Jacobs, 1894. Imagen obtenida en Wikimedia Commons
138
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
po, nos brindan la oportunidad de escuchar directamente a la población
servil. Unas palabras, las propias, con las que mujeres como Harriet Jacobs
afirmaban que la esclavitud era terrible para los hombres, pero mucho más
para ellas (1992: 94). Todo su relato está impregnado de la doble subordinación femenina, teniendo muy presente la maternidad y la violencia
sexual. También aprovecha su autobiografía para realizar una petición: no
se debe juzgar a la esclava de la misma forma que a otros.
La extraordinaria riqueza de esta fuente no tiene parangón en el mundo
romano antiguo. A pesar de lo cual, este tipo de textos resultan provechosos
para quienes estudiamos la esclavitud en la Antigüedad, puesto que en no
pocas ocasiones las palabras, vivencias y realidades de las mujeres del siglo
XIX aumentan nuestra comprensión sobre la esclavitud femenina en otras
etapas históricas (Patterson, 2008). En este marco comparativo también nos
damos cuenta de la validez de la sentencia que pronuncia Frederick Douglass en uno de sus discursos ante la American Anti-Slavery Society, en 1865.
Para él la esclavitud era una serpiente que había mudado de piel a lo largo
del tiempo, pero en esencia era el mismo animal (1999: 579).
LAS PALABRAS AJENAS
Con las limitaciones de estudiar a un sujeto subalterno, la esclava, dirigimos nuestra mirada a la Roma antigua, en época imperial: lo hacemos
para escuchar su voz. Sin embargo, rápidamente nos damos cuenta de la
dificultad de esta tarea, pues las palabras de los propietarios resuenan
más fuertemente. Abundan, por ejemplo, en la literatura, definida como
masculina, elitista y esclavista (Joshel, 1992: 5). Aun así, constituye una
fuente de gran importancia, puesto que ni en Grecia ni en Roma imaginaban una vida sin esclavitud, razón por la cual está presente en los testimonios literarios. Puesto que estas palabras tienen una gran limitación,
en su lectura siempre ha de imperar la cautela y la crítica. Reproducen en
gran medida lo que señala bell hooks en el marco del black feminism en
los años ochenta: “Como sujetos, la gente tiene derecho a definir su propia realidad, a nombrar su historia. Como objetos, la realidad de uno es
definida por los otros, la identidad de uno es creada por otros, la historia
de uno solo es nombrada en la manera que define la relación de uno con
aquellos que son sujetos” (Jabardo, Velasco, 2008: 44). Esta perspectiva
nos hace reflexionar, además, sobre la información que nos falta y que po-
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CARLA RUBIERA CANCELAS
dría contribuir a que tengamos una imagen distorsionada de la esclavitud
(Fitzgerald, 2000: 118).
Por lo tanto, las palabras en la literatura reflejan la posición dominante,
la de quien tiene acceso al cuerpo esclavo, a todo lo que produce, a todo
lo que crea:
«Deja de poner tintes a tus cabellos»; ahora ya no te queda ni
un pelo que puedas teñir. […] No los arrancó la aguja ni las púas
del peine; la peinadora nunca tuvo que temer por su cuerpo. Muchas veces la peinaban ante mis ojos y nunca, quitándose la aguja,
pinchó con ella los brazos de quien la peinaba. […] ¡cuántas infames vejaciones sufrieron tus cabellos!, ¡con que paciencia se ofrecieron al hierro y al fuego para que su crencha dócil se ondulara
en rizos! […] Ahora la Germania te enviará los pelos de una cautiva
y te sentirás segura con el regalo de una nación sobre la que hemos triunfado. iOh! ¡cuántas veces te avergonzarás, cuando otro
admire tu cabellera, y dirás: «gusto yo ahora por una mercancía
comprada» (Ov. Am. 1.14, trad. Vicente Cristóbal López).
Hemos seleccionado este fragmento de Ovidio, podría haber sido otro
perteneciente a un autor distinto, porque presenta la total disposición del
cuerpo femenino servil. Menciona el cautiverio, etapa previa a la esclavitud
para muchas mujeres víctimas de los conflictos bélicos, que transformaba libertad y autonomía en subordinación y dependencia, convirtiéndolas
en accesibles y abordables, víctimas de violencias de muy diversa índole.
Como ejemplo, este pasaje recoge la práctica de arrancar el cabello para la
elaboración de pelucas (tanto femeninas como masculinas), síntoma de la
desposesión de quienes lo habían perdido todo, incluso el control sobre su
propio cuerpo. Además, las palabras de Ovidio sirven para recuperar el ámbito laboral, dado que menciona a las ornatrices, profesionales del mundo
de la belleza, uno de los trabajos femeninos más atestiguados junto con el
de nodriza (Rubiera Cancelas, 2014: 165-17).
El mantenimiento y el cuidado del cabello de las propietarias se convierte en una imagen literaria recurrente, que muestra la convivencia entre
mujeres libres y esclavas; una vida cotidiana en la que también está presente
la violencia. Ocurre así con la Plecusa que describe Marcial, a quien Lálage,
su propietaria, hiere con el espejo mientras la peina (Mart. 2.66); también
140
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
Figura 2. Reproducción de uno de los frescos provenientes de la Palestra de Herculano. Exposición SpledOri. Il lusso negli ornamenti a Ercolano. Foto: Carla Rubiera
Cancelas.
Juvenal narra la penuria de Psécade, una esclava a la que se le ha arrancado
el pelo y a la que se castiga con la correa (Juvenal 6.690). Estas palabras literarias tienen un reflejo artístico en las representaciones murales que recrean
la intimidad de los cubicula, pero también en una cultura material vinculada
a lo estético y a la cosmética, si bien no podemos afirmar que detrás de cada
uno de los objetos que conforman las colecciones museísticas se encuentre
la mano de una esclava (fig. 2).
Por lo tanto, la literatura se hace eco del trabajo femenino servil, aunque
no sólo en el ámbito urbano. Aparece así en contextos rurales, si bien siempre en menor medida que el de los varones. El hispano Columela, a quien
conocemos gracias a su tratado agronómico, escribe:
En los días lluviosos o cuando los fríos o las heladas no dejaren
a las mujeres emplearse al raso en los trabajos rústicos, las lanas
estarán preparadas y cardadas prestas a ser trabajadas y así pueda
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CARLA RUBIERA CANCELAS
ella dedicarse con más facilidad a esa tarea y no echársela a otras.
Pues nada perjudicará que su ropa, la de los aperadores y la de los
otros esclavos que tengan alguna comisión particular se haya hecho en casa, y con esto tendrá menos gravamen el padre de familia
(Col. 12. 3).
A las mujeres más fecundas que tuvieren cierto número de hijos
se les debe también dar un premio; nosotros las hemos dispensado algunas veces de trabajar, y aun les hemos dado la libertad; lo
primero a la que tenía tres hijos, y lo segundo a la que tenía más;
pues esta justicia y este cuidado del padre de familia contribuye
mucho a aumentar su patrimonio (Col. 1.8).
¿En qué insiste Columela cuándo medita sobre el mejor modo de gestionar una villa? En lo referente a las mujeres, les asigna una doble función:
reproductoras biológicas y trabajadoras; es decir, han de contribuir a asegurar nuevas generaciones serviles que constituyan el reemplazo de la mano
de obra esclava, así como a su educación y socialización (Rubiera Cancelas,
2015). Además, deben trabajar fuera de la casa siempre y cuando el tiempo
no lo impida. Este último matiz descubre parte de la mentalidad de Columela, y de los varones de su tiempo, quienes consideraban más débiles los cuerpos femeninos y, por lo tanto, menos capaces para soportar las inclemencias
climáticas (Medina Quintana, 2014: 68).
Nos movemos ahora de las palabras generales a las concretas, sin desligarnos de los espacios agrarios, pero sirviéndonos de otro tipo de fuente. Si
Columela asociaba la esclavitud femenina a la reproducción biológica y al
trabajo, la carta recogida en la tégula de Villafranca de los Barros (siglo III
d.C.), secunda estas funciones para las esclavas (Gil, 1985; Gordillo Sarguero,
2013; Mayer i Olivé, 2018). La inscripción, realizada con un instrumento punzante sobre la arcilla fresca, reproduce una epístola en la que un propietario
muestra su enfado al administrador de la finca ante el aborto de una esclava.
Este se había producido por exceso de faena, razón por la que en la misiva
se ordena castigar a la culpable, Máxima, pues había hecho trabajar hasta la
extenuación a la truncada madre. Nos encontramos ante un testimonio excepcional por su singularidad, que no sólo relata unos hechos, sino que nos
presenta a los protagonistas de los mismos: Máximo (propietario), Nigriano
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
Figura 3. Tegula de Villafranca
de los Barros. En la segunda
parte del texto, Máximo da instrucciones para realizar trabajos
de demarcación en sus tierras
mediante cipos. Imagen obtenida
en CERES. Red Digital de Colecciones de Museos de España.
(administrador), Trofimiano y Máxima (trabajadores de la finca). Sin embargo, uno de los “objetos” de la disputa, es decir, la esclava, no se nombra,
omisión que le niega individualidad y una identidad propia. En efecto, el
propietario no muestra interés por ella: su cólera responde a que acaban de
arrebatarle parte de su patrimonio, puesto que como recuerda Ulpiano, el
parto de las esclavas aumentaba la herencia (Dig. 5.3.27) (fig. 3).
Si bien nos hemos acostumbrado a escuchar las palabras de los hombres,
también disponemos de ejemplos de mujeres escritoras en Roma, aunque lo
que se ha preservado no es mucho. A Sulpicia (I a.C.), perteneciente al círculo literario de Valerio Mesala Corvino junto a otros poetas como Tibulo y
Ovidio, se le atribuye un poema funerario dedicado a una liberta, cuyo nombre servil era Pétale (Luque, 2020: 217-218). La recuerda por su intelecto, su
trabajo como lectora y también por su maternidad. En este caso, a diferencia
de lo que hemos visto hasta este momento, nos situamos en un nuevo escenario: el de la población esclava cercana a la familia propietaria, a quien se
considera una suerte de privilegiada. No obstante, siempre hemos de huir de
este tipo de afirmaciones generales en el momento de valorar la situación de
las gentes serviles. Así, en sus escritos, Plutarco recoge un pensamiento extendido: “para un hombre y una mujer era una desgracia terrible convertirse
en esclavo y tener unos amos crueles” (Mor. 166E). Es decir, la proximidad
a la familia propietaria podía convertirse en una ventaja, por ejemplo, en
términos de obtener la libertad, o en una auténtica tortura.
Hasta ahora las palabras ajenas han servido para evidenciar la subordinación, accesibilidad y vulnerabilidad como aspectos definitorios de la vida
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CARLA RUBIERA CANCELAS
de las mujeres esclavas, pero también les conceden cierta agencia, puesto
que informan sobre actos de resistencia, bien sea de tipo directo o cotidiana
(Bradley, 2015: 374). La literatura jurídica recoge ejemplos que evidencian la
insatisfacción de las esclavas, como ocurre con las mujeres que escapan de
su dueña, Umbricia, para librarse de su actitud arbitraria y violenta (Ulp.
Dig. 1. 6. 2). También aparecen como vagabundas (Ulp. Dig. 11.3.1) o fugitivas
(Ulp. Dig. 21.1.17; Iul. Dig. 30.84.10), bien sea solas o con su descendencia
(Afric. Dig. 47.2.60). En este último caso declara el jurista que esa mujer
cumple un doble delito: haberse robado así misma y a su hijo; ejemplo de
la desposesión total que se produce en el contexto servil. De igual modo, la
literatura secunda lo presentado hasta ahora, por ejemplo, en las Metamorfosis de Apuleyo la esclava Fótide únicamente piensa en marcharse ante las
agresiones de su dueña (3. 16. 7). Más allá de la acción, hemos de considerar
las opciones de estas mujeres de sobrevivir. Por comparación con momentos
posteriores, no parece que en el contexto imperial romano hubiese ciertas
garantías en el destino, ni rutas más o menos organizadas, con lo que la dependencia de la cooperación y la situación económica de cada una era muy
alta (Bradley, 2011: 372).
Finalizamos este apartado mencionando los restos arqueológicos que
atestiguan las fugas: los collares y las laminae (Thurmond, 1994: 459). Nos
encontramos ante una herramienta que servía a diversos fines: estigmatizaba a la persona junto con otro tipo de marcas y tatuajes (Kamen, 2010: 99),
facilitaba la vigilancia y actuaba como elemento disuasorio, formando parte
de las estrategias con las que se pretendía evitar los actos de resistencia. De
nuevo, tomamos palabras ajenas para saber de la vida femenina servil; en
este caso, las que se grababan en este tipo de instrumentos:
Figura 4. Collar perteneciente a la esclava de
Bulla Regia. Imagen obtenida en EpigraphikDatenbank Clauss / Slaby
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
Adultera meretrix tene quia fugivi de Bulla R(e)g(ia)
Soy una adúltera, una prostituta. Cógeme porque me he fugado de Bulla Regia.
ILS 9455, AE 1906, 0148; AE 1996, 1732; AE 1991, 1684, IV d.C., Bulla Regia
Este collar perteneciente al siglo IV d.C., y localizado en las excavaciones
que se llevan a cabo en el Templo de Apolo en Bulla Regia a principios del
siglo XX, se preservó sobre los restos de la mujer que lo portaba. Se convierte
en un ejemplo de la cultura material asociada a la servidumbre y, en este
caso, a la prostitución, con lo que permite a la arqueología de la esclavitud
en el mundo romano acceder a los sujetos serviles y a la explotación de los
mismos (Baird, 2015: 163). Así, a pesar de la dificultad de rastrear objetos y
lugares vinculados al día a día de la población esclava, una mirada alejada
de los espacios que representan el privilegio permitirá comprender la vida
material en la esclavitud (Hackworth y Joshel, 2015: 5-6).
LAS PALABRAS PROPIAS
La historiadora –o el historiador- de la esclavitud busca siempre las palabras propias en la fuente epigráfica, que con frecuencia se señala como la
línea de comunicación más directa con la población esclava (Bruun, 2016).
La información recogida en las inscripciones profundiza en aspectos menos presentes en la literatura. Las relaciones personales, el trabajo o las
prácticas religiosas se convierten en un campo que explorar gracias a los
epígrafes que abundan, principalmente, asociados a ámbitos urbanos. Y,
sobre todo, es la epigrafía funeraria la que ha permitido reflexionar sobre la
identidad o la comunidad esclava, sin que esto signifique que los epitafios
funcionen ajenos a fórmulas estereotipadas o fuera de un contexto esclavista y patriarcal.
En este sentido, no perdemos de vista la propuesta de John Edmonson,
quien concluía que únicamente tenemos constancia de dos perfiles de esclavos y esclavas: quienes eran queridos por sus dueños o los que habían
tenido la oportunidad de ahorrar para costearse un monumento funerario
(2004: 347). Quizá también debamos considerar los vínculos con otras personas, además de con la familia propietaria, como una de las casuísticas.
La subalternidad que define a la población servil limita sus posibilidades
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de ver preservada su memoria en un soporte pétreo, con lo que en realidad
trabajamos con una pequeña muestra de hombres y mujeres “afortunados”. Al menos, eso deducimos de las palabras de otros, en este caso de
Horacio:
“Tiempo atrás, a los muertos arrojados de las angostas chozas
de un compañero de servidumbre los metía en un pobre cajón
para traerlos aquí; aquí estaba la fosa común de la mísera plebe”
(Hor. Sat. 8.8-10).
Así se despedía a quienes no tenían nada, entre los cuales se encontraban las gentes serviles, a las que se arrojaba a los puticuli, espacios comunales que acogían las vidas precarias o aquellas que no merecían duelo, tomando las palabras de Judith Butler. Por todo, compartimos la propuesta
de Leonard Curchin sobre la infrarrepresentación de la población esclava
en la epigrafía (2017: 84), puesto que la vulnerabilidad social en la que
enmarcamos a mujeres y hombres serviles resulta proporcional a la posibilidad de dejar una huella individual en el espacio funerario.
Puesto que los testimonios epigráficos son expresivos en lo que corresponde al ámbito relacional, cabría entonces preguntarse qué tipo de
relaciones personales afloran en los restos preservados, así como las palabras elegidas para mostrarlas. La identidad social esclava se construye
en atención a dos modos: el categórico y el relacional. El primero refleja
la pertenencia al mismo grupo social y, por lo tanto, a una experiencia común. En las inscripciones epigráficas esta idea queda patente, por ejemplo,
cuando la onomástica de la persona fallecida se acompaña del nombre de
la propietaria o del propietario en genitivo, proyectando una imagen de
dependencia. En cuanto al modo relacional, éste refrenda los lazos, bien
sea con personas libres o esclavas. También hemos de tener en cuenta la
“identidad real”, que mezcla lo categórico y otros aspectos de la vida cotidiana como la instrucción o el trabajo (Vlassopoulos 2021: 92; 105).
Con este punto de partida, hemos seleccionado seis inscripciones que
se hacen eco de las palabras propias, y que muestran no sólo el potencial
de los restos epigráficos, sino también la variabilidad de posibilidades en
el momento de recordar a una persona. En primer lugar, dirigimos nuestra
mirada a un sencillo epígrafe aparecido en Pax Iulia y que en este caso
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
remite a las palabras con las que una madre despide a su hijo, Ruga, de
apenas diez años (D’Encarnaçao, 1984: 433-434):
Ruga Q(uinti) / Iuli Galli ser(vus) / annor(um) X / Amo[ena f(ilio) pi]
issi/mo [f(ecit) s(it) t(ibi) t(erra)] l(evis)
Ruga, esclavo de Quinto Julio Galo, de diez años. Amoena lo hizo a su
hijo piadosísimo. Que la tierra te sea leve
AE 1982, 460, I d.C., Pax Iulia
A pesar de lo sucinto del texto, nos permite recuperar una relación maternofilial, básica en el contexto servil habida cuenta de que, según el derecho clásico romano, la descendencia concebida en una relación ilegítima
sigue la condición jurídica de la madre. Además, el joven aparece vinculado
a su propietario, como una marca de identidad y dependencia. Su progenitora, Amoena, que porta un antropónimo latino habitual en Lusitania (Palermo, 2018: 32), no indica su estatus, aunque existe una alta posibilidad de
que fuese esclava. Las últimas palabras que dedica a su hijo, filio piissimo, a
pesar de responder a una fórmula estereotipada, nos devuelve una imagen
en cierta medida emocional.
A veces, los monumentos funerarios de la población esclava muestran
más riqueza que el de alguna persona libre. Ocurre esto con la estela hallada
en el año 2006, en Segóbriga, y datada en el siglo II d.C (Castillo Bargueño,
2021). En ella, una madre se despide de su hija, Jucunda, esclava de Manio
Valerio Vitulo, y para hacerlo no sólo se sirve de un extenso epitafio en forma de poesía funeraria, sino que lo acompaña de una hornacina en la que
aparece una mujer tocando una cítara. Este relieve ha dado lugar a que se
discuta sobre si Jucunda era una profesional de la música o si simplemente
se deleitaba con este instrumento en su tiempo libre. En cualquier caso, llaman la atención las palabras que le dedica su progenitora, abatida porque el
fallecimiento de su hija se produce a los dieciséis años. El poema se caracteriza por su emocionalidad y expresividad en la manifestación del dolor ante
la muerte (Rubiera Cancelas, 2021: 266). Como ocurre en tantas ocasiones,
la difunta toma la palabra para explicar los motivos de su deceso a quien se
acerque a su sepultura:
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Figura 5. Reproducción de
la estela de Iucunda. Parque
Arqueológico de Segóbriga.
Foto: Carla Rubiera Cancelas.
Gravemente enferma a los quince años, y con un año más a
cuestas, sucumbí derrotada a mi destino. La lamentable causa de
mi muerte prematura es tal que podría turbarte el corazón, lector;
pero es preferible estar acabada ya y descansando bajo piadosa
morada a que las acometidas de la enfermedad estuvieran destrozando violentamente mi cuerpo: entonces era yo molesta para
mí misma e insoportable –no digamos– para los demás; ahora, en
cambio, estoy libre de preocupaciones enterrada bajo un ligero
césped. ¡Ay de vosotros, padres, a quienes embarga ahora la inquietud por mí! ¡Ay de ti, esposo a quien quiero más que a mí
misma, adiós para siempre! Que a mí la tierra me sea ligera, que a
vosotros las divinidades os sean favorables, y que Febo sea propicio al poeta como antes lo fue para mí (traducción de Hernández
Pérez, 2015: 192).
AE 2007, 805, II d.C. Segobriga
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Si los testimonios epigráficos informan sobre las familias serviles, también nos permiten saber qué ocurre con esos lazos personales cuando alguno de los integrantes ha obtenido la libertad. En Mérida se ha preservado la
inscripción sepulcral de un esclavo público, Herenio, de veint1siete años. Su
madre, la dedicante, porta duo nomina, Luceya Herenia, lo que demuestra
que al fallecimiento de su hijo era una mujer libre. A pesar de la diferencia
de estatus, la relación se mantiene, si bien es cierto, el epitafio no ofrece
suficiente información sobre las condiciones en las que se desarrollaba esa
relación maternofilial:
D(is) M(anibus) s(acrum)/ Herennius / col(oniae) Emer(itensis)
ser(vus)/ annor(um) XXVII / h(ic) s(itus) e(st) s(it) t(ibi) t(erra) l(evis) /
Lucceia Herennia / mater fec(it)
Consagrado a los dioses Manes. Herenio, esclavo de la colonia
emeritense, de veintisiete años, aquí se encuentra. Que la tierra te sea leve.
Luceya Herenia, su madre, lo hizo.
ERAE 171, finales del I-principios del siglo II d.C., Emerita Augusta
Sin embargo, no todas las esclavas tuvieron la suerte de conocer a su descendencia, puesto que también sucumbieron a uno de los de grandes males
femeninos a lo largo de la historia: la muerte durante el embarazo, el parto o
el posparto. A pesar de lo habitual de este hecho, las inscripciones funerarias
no lo recogen con tanta frecuencia como cabría esperar. De los epitafios latinos conservados, únicamente dieciocho refieren al deceso durante el alumbramiento (Edmondson 2018: 180). Por esta razón, la inscripción sepulcral
de Cándida adquiere tanta relevancia:
D(is) M(anibus) / Candidae coniugi bene me/renti ann(orum) p(lus)
m(inus) XXX qu(a)e me/cum vixit ann(os) p(lus) m(inus) VII / qu(a)e est
cruciata ut pari/ret diebus IIII et non pe/perit et est ita vita fu/ncta Iustus
conser(vus) p(osuit)
A los dioses Manes. A Cándida, mi benemérita esposa, de alrededor de
30 años, que vivió conmigo alrededor de siete años. Padeció cuatro días
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durante el parto y no llegó a dar a luz. Así murió. Justo, su compañero
esclavo, coloca esta lápida
(Traducción Robert Knapp, 2011: 191)
CIL 3, 2267, III d.C., Solin
Gracias a este ejemplo, visualizamos otro tipo de relación, en este caso
con su compañero, que es el responsable de la inscripción. El epitafio recoge
el nombre de la mujer, la edad, el tiempo que duró la relación y el motivo del
fallecimiento: debido a las complicaciones del parto. Por el detalle del texto
epigráfico sabemos que no se produce la expulsión de la criatura, con lo cual
entendemos que este monumento funerario acoge el recuerdo tanto de la madre como del feto.
También las inscripciones exponen uno de los grandes temas en el estudio
de la esclavitud femenina: el trabajo. Aunque el abanico de profesiones u oficios aparecidos en la epigrafía es amplio, lo que dificulta la tarea de seleccionar un epígrafe, finalmente nos decantamos por mostrar el trabajo de nodriza:
Aste Caesaris / n(ostri) / ser(va) vix(it) / ann(os) LV / fec(it) Silva/nus
nutri/ci b(ene) m(erenti) / h(ic) s(ita) e(st)
Aste, esclava del emperador, vivió 55 años. Lo hizo Silvano a su nodriza,
que bien lo merecía. Aquí está.
CIL 9, 226, 71-150 d. C., Uria
La inscripción acoge el recuerdo de una esclava imperial, aspecto que la
diferencia de otros sujetos serviles. Además, Silvano la define en atención
a un trabajo, lo que indica la especial relevancia de la vida laboral para la
construcción de la identidad de la fallecida (Cenerini, 2009: 143; 171). No
obstante, ignoramos si el dedicante fue cuidado por ella, o si su desempeño
laboral le acarreó algún tipo de restricción como se acuerda en los contratos
de nodrizas: obligatoriedad de alimentar en exclusiva a un bebé, limitación
en el movimiento o prohibición de mantener relaciones sexuales (Bradley,
1980; Parca, 2017). Asimismo, respecto al término nutrix cabe señalar su polisemia, puesto que puede traducirse como la que amamanta, la cuidadora
o la niñera (Bradley 1986, 202). Las nodrizas esclavas están presentes en la
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mayor parte de las fuentes que tenemos a nuestra disposición, lo que demuestra que se trataría de un trabajo habitual que las situaba en al menos
dos escenarios muy distintos: por un lado, la esclava que se hace cargo de los
hijos e hijas de la familia, a los que cría y cuida a lo largo de toda su infancia
convirtiéndose en una persona de confianza en la edad adulta (Joshel 1986:
4); por otro, la mujer alquilada por periodos máximos de tres años, responsable de alimentar a bebés ajenos. Esta última posibilidad, presente en los
contratos de alquiler de nodrizas serviles conservados en Egipto (MasciadriMontevecchi, 1984), sirvió a investigadores como Moses Finley para insistir
en que a pesar de los ejemplos de las nodrizas con las que los propietarios
mantenían una relación casi de amistad, ese trato hacia determinadas mujeres no debía desdibujar el aprovechamiento, la explotación o dependencia
que habría definido la esclavitud como institución (Finley 1980, p. 94 y 122).
Terminamos este apartado sobre las palabras propias con una inscripción funeraria singular. A lo largo de la historia antigua de Roma se identifican diversos métodos (legales e ilegales) para conseguir nueva población
esclava como, por ejemplo, la reproducción biológica, el abandono de bebés
en las calles, el secuestro, la condena o la guerra, entre otros. En la epigrafía rastreamos más abundantemente el primero, el que se sirve del cuerpo
femenino, en tanto que el término uerna (nacido o nacida en la esclavitud)
aparece con relativa frecuencia como parte de la onomástica servil (Brunn,
2013). Otros medios no son tan visibles, ni siquiera a pesar de haber nutrido
mercados de venta de personas a lo largo y ancho del Mediterráneo, fruto de
la política expansionista de Roma: nos referimos, obviamente, a la esclavitud de guerra. Por esta razón, el siguiente epitafio, proveniente de Puteoli (s.
I d.C.), recuperado en el siglo XVIII en el barrio de Fuorigrotta, (Lacerenza,
1999: 304) alcanza tantísimo interés:
[Cl]audia Aster / [H]ierosolymitana / [ca]ptiva curam egit / [Ti(berius)]
Claudius Aug(usti) libertus / [Pro]culus(?) rogo vos fac/[ite] per leg(e)m ne
quis / [mi]hi titulum deiciat(!) cu/[ra]m agatis vixit annis / XXV
Claudia Aster, esclavizada en Jerusalén. Tiberio Claudio […]colo, liberto
imperial, se encargó. Ruego para que nadie abata la lápida contra las leyes.
Vivió 25 años.
CIL 10, 1971, I d.C., Puteoli
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La fallecida porta el nombre de Claudia Aster, liberta a su vez de un
liberto imperial. La excepcionalidad se manifiesta a consecuencia de la explicación de cómo se convierte en esclava: nos encontramos ante cautiva
de guerra, proveniente de Jerusalén. De igual modo, su onomástica Aster,
parece remitir a Ester, Esther (nombre de origen hebreo), y redunda en la relación de este testimonio con la primera guerra judeo-romana (66-73) (Noy
y Sorek, 2007: 3). Su muerte no se produce en Jerusalén, ni cerca de esta
ciudad, sino en la península itálica, a donde suponemos fue llevada tras el
conflicto. Convertida en prisionera de guerra y como parte del botín su autonomía y libertad desparecen para depender de voluntades ajenas. A partir
de ese momento, inicia una diáspora que la alejará de su familia, su patria
y de todo lo que le resultaba conocido. Nada sabemos de este proceso que
sí imaginamos gracias a otras fuentes, y que se liga a violencias de muy diverso tipo, entre ellas la sexual (Antela, 2008: 310-320), concebida como una
agresión específica sobre el cuerpo femenino en los contextos bélicos. En
cualquier caso, al trauma de convertirse en botín de guerra y a verse desplazada, hemos de sumar la adaptación a una vida en la esclavitud. Su epitafio
no esconde sus orígenes ni su periplo; su recuerdo se vincula posiblemente
a uno de los momentos más traumáticos de su existencia, sin que sepamos
explicar el porqué de la elección de esas palabras.
A MODO DE CONCLUSIÓN
¿Qué sabemos de las esclavas en la Roma antigua? Dar respuesta a esta pregunta en apenas unas páginas resulta una tarea imposible. Afortunadamente hoy, en pleno siglo XXI y tras décadas de estudios de mujeres y de género, podemos afirmar que las féminas serviles no son unas absolutas desconocidas. Constatamos su presencia en las distintas fuentes antiguas, que
sólo miradas en conjunto podrán ofrecernos una imagen lo suficientemente
comprensible como para darnos cuenta de todo lo que se nos escapa. Ocurre
esto, en parte, porque las palabras ajenas, que emanan del privilegio, del poder y del dominio, resultan mucho más sonoras. En este punto, no consideramos únicamente el grupo social, sino también género: la intersección de
los factores sociales que crean desigualdades dificulta el acceso a los sujetos
que se encuentran más alejados de la estructura dominante.
Ha de tenerse en cuenta, además, que la existencia servil femenina no
responde a una forma única. Sus experiencias vitales dependieron de la
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¿Qué sabemos de las esclavas en la roma antigua?
familia propietaria, de su trabajo, de su entorno personal, sus relaciones o
su edad, entre otros factores. Una existencia que a nuestros ojos siempre
fluctúa entre la consideración de personas y objetos, y que construimos
con las palabras ajenas y las propias; vidas marcadas por la alienación y la
diáspora, y que hoy caracterizamos como vulneradas. En este contexto, recuperamos nombres propios, vidas concretas: madres, hijas, trabajadoras,
mujeres fugadas, esclavas fieles, explotadas sexualmente, nacidas en la esclavitud, cautivas de guerra o esclavas imperiales. Cada una de ellas, habla
por otras, por las silenciosas, las verdaderamente invisibles, las anónimas
de las que no tenemos noticia alguna.
Ninguna esclava de la Antigüedad narra de forma extensa las hazañas
de su vida, por esta razón, para cerrar este capítulo, cedemos el protagonismo a la mujer con la que iniciábamos el texto, Harriet Jacobs, que escribe
en un siglo XIX que a diferencia de la época imperial romana aspiraba a la
abolición de la servidumbre. Sus palabras describen una vida marcada por
la terrible experiencia de la esclavitud, pero también por las relaciones y
vivencias personales, convertidas en algo a lo que agarrarse para sobrevivir:
“Me ha sido doloroso volver a recordar los temibles años que pasé
en cautiverio. Los olvidaría con gusto si pudiera. No siempre que
miro hacia atrás lo hago con pena, ya que con esos tenebrosos
recuerdos vienen recuerdos tiernos de mi querida abuela, como
la luz, muchas nubes flotan sobre un oscuro y atormentado mar”
(Jacobs, 1992: 232).
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FEMINISMO, ÉTICA DEL CUIDADO Y PATRIMONIO
Laia Colomer
Instituto Noruego de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural
(Oslo, Noruega)
Laia.colomer@niku.no
RESUMEN
Artículo presentación de mis trabajos recientes en temas patrimoniales y de
arqueología pública. Para ello presento dos ejemplos. El primero es un análisis que deconstruye desde el feminismo las narrativas postcoloniales del
movimiento Black Lives Matter. El segundo, usa los preceptos de la ética del
cuidado feminista para analizar procesos de memorialización y patrimonialización. Ambos casos sirven para posicionar el cuidado social en el centro
ontológico de las actividades de mantenimiento y como el eje sobre el cual
comprender y analizar el patrimonio como sustento y bienestar social, tanto
en el pasado como en el presente.
Palabras clave: cuidados, actividades de mantenimiento, memorilización,
Black Lives Matter.
ABSTRACT
This paper summarises my approach to heritage studies from a feminist
perspective. It includes two examples. The first is an analysis that deconstructs the postcolonial narratives of the Black Lives Matter movement from
a situated knowledge approach. It is a critical analysis of discourses that
neglect or silence the contributions of feminism in the postcolonial politics
of identity. In reaction to systemic racism and racial injustices, monuments
of historical figures were torn down. The arguments given called for colonialism, racism, and imperialism reasons. However, patriarchy was never mentioned as the element that precedes, sustains, and enriches them, nor was
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it debated whether we should add misogyny and toxic masculinity as part
of the symbolic representation of these historical heroes and their monuments. The second example uses the precepts of the feminist ethics of care
to analyse memorialisation processes. Traditionally, memorials are erected
to preserve the memory of an event, a person or a group of people killed in
traumatic circumstances. Instead, I propose to position these kinds of memorials as a practice of social care for those affected, both individuals and
the whole society. I draw these views on care ethics postulates, which have
a fundamentally relational vision of human beings, and where the central
value of all practice is (or should be) the care of people. Two case studies
illustrate this approach, one on COVID-19 memorialisation between 2021
and 2022; and another on memorialising followed in Norway after the terrorist attack of July 22, 2011. Altogether position social care at the ontological
centre of maintenance activities and as the axis to understand and analyse
heritage for people’s sustenance and social well-being, both in the past and
present.
Keywords: care, maintenance activities, memorialisation, Black Lives Matter.
INTRODUCCIÓN
Este artículo es una presentación resumida de dos de mis trabajos de investigación (en proceso de publicación) desde mi llegada a mediados de 2020 al
Instituto Noruego de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural (NIKU,
en sus siglas en noruego). Nuevas líneas de investigación que abordan la
práctica y el análisis del patrimonio cultural desde una perspectiva feminista. Ejemplifican para posicionar el cuidado social en el centro ontológico de
las actividades de mantenimiento (Picazo, 1997; Colomer et al., 1998; González-Marcén et al., 2007; González-Marcén et al., 2008. Ver también Montón & Lozano, 2012), el eje sobre el cual comprender y analizar el sustento,
bienestar y la reproducción social, tanto en el pasado como en el presente.
En este marco epistémico, la memorialización y la patrimonialización son
ejemplos de las muchas tantas prácticas existentes de cuidado social.
El primer de los trabajos es una relectura bajo el prisma feminista del
derribo de estatuas por parte del movimiento Black Lives Matter. Se trata de
una mirada crítica desde el conocimiento posicionado a los discursos que
descuidan o silencian las aportaciones del feminismo en la política y luchas
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
identitarias de carácter postcolonial, ya sea por parte de los movimientos
políticos populares como de las propias instituciones públicas académicas
y patrimoniales que han debido debatir cómo gestionar las acusaciones
de racismo. Como reacción de un gran número de colectivos al racismo
sistémico y la injusticia racial, se derribaron o desfiguraron monumentos
de figuras históricas relacionadas con el colonialismo, el racismo y el
imperialismo. Pero nunca se mencionó el patriarcado como el elemento
que los antecede, sustenta y enriquece, ni tampoco se debatió si debiéramos
añadir la misoginia y la masculinidad tóxica como parte de la representación
simbólica de dichos personajes históricos y sus monumentos.
El segundo ejemplo va más allá de una crítica discursiva. Se trata de una
propuesta de análisis de la patrimonialización desde la perspectiva de la
teoría feminista del cuidado. Concretamente, se trata de entender la memorialización de hechos traumáticos acontecidos y que han afectado (y aún
afectan) a la sociedad (tipo genocidios, guerras, ataques terroristas, pandemias y migraciones forzadas) como una práctica de cuidado social. Tradicionalmente, se han erigido monumentos conmemorativos para conservar la
memoria de un hecho, de una persona o de un grupo de personas fallecidas
por atrocidades. Se trata de espacios patrimoniales que no solo homenajean,
sino que comunican y enseñan conductas morales y espíritus colectivos/nacionales. Mi propuesta, en cambio, posiciona la memorialización como una
práctica de cuidado social, primero de las personas directamente afectadas
y después sus familiares y amigas, y finalmente de tota la sociedad conmocionada. Articulo este cuidado social a partir de los postulados de la ética
del cuidado, la cual tiene una visión fundamentalmente relacional de los
seres humanos, y donde el valor central de toda práctica es (o debería ser) el
cuidado de las personas.
LO PATRIMONIAL DESDE EL FEMINISMO
El patrimonio no es un elemento neutral sino un fiel reflejo de la sociedad,
y como tal una herramienta al servicio del patriarcado (Jiménez-Esquinas,
2017). Ello se manifiesta especialmente cuando entendemos que el patrimonio es una acción, la de conservar y explicar lo que valoramos relevante del
pasado para que las generaciones actuales, y las futuras, conozcan sus referentes culturales e ideológicos. Por ello se habla de “procesos de patrimonialización” más que de la existencia de un patrimonio heredado del pasado
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(Davallon, 2014; Kirshenblatt-Gimblett, 2001). Desde un punto de vista de
la política de la identidad cultural, el patrimonio se entiende como un símbolo, como una representación, e incluso como una práctica de producción
cultural centrada en el presente y que toma el pasado como recurso narrativo y justificativo. Dicha narrativa sirve para expresar (negociar y validar)
nuestras identidades culturales, nacionales, y de clase (Smith 2006).
Formulado de esta manera, el patrimonio es también la expresión de las
identidades culturales de hoy, y de las relaciones de poder que entre ellas se
establecen. Para que ello ocurra, alguien (un sujeto) toma decisiones entorno a cuáles son las memorias colectivas, las que nos definen como comunidad. De esta manera, el patrimonio se convierte así en una herramienta para
la definición, en el presente, de lo social y lo cultural. El sujeto que define y
determina las memorias colectivas tiene una identidad de género, generalmente masculina, además de blanco y heterosexual, y por lo tanto, acontece
que las memorias colectivas son “las suyas (de él/ellos)” convertidas en las
de todxs, normatizadas, naturalizadas, axiomatizadas. Es por ello que el patrimonio tiene género (Smith, 2016). Se trata de representaciones simbólicas
y narrativas del pasado llenos de sesgos de género basados en prejuicios,
creencias recibidas, compartidas irreflexivamente que apoyaban y justificaban un orden social jerárquico más allá de lo científico, lo arqueológico y lo
patrimonial (van den Dries & Kerkhof, 2018). Como acto político, los procesos de patrimonialización tienen género en la forma en que se define, se
entiende y se habla del patrimonio y, a su vez, en la forma en que reproduce
y legitima las identidades de género y los valores sociales que las sustentan. El “discurso patrimonial autorizado” contiene valores y percepciones
androcéntricos sobre la identidad de los géneros y sus relaciones de poder.
Los espacios, paisajes y monumentos que se identifican como patrimonio,
y posteriormente se conservan y preservan, son los que tienen sentido para
dicho discurso, el del patriarcado. Ello permite y asegura que el patrimonio
se convierta en el espacio símbolo para todos, y también para todas (Smith,
2016).
Más allá de analizar identidad y poder entre géneros en espacios patrimoniales y museísticos, los estudios patrimoniales pueden tener una vocación
transformadora de la sociedad. En una reflexión sobre arqueología pública y
género, González-Marcén y Sánchez-Romero (2018) refieren las esferas públicas para una arqueología feminista activista que incluya las prácticas co-
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
laborativas, la multivocalidad, y convertirse en una herramienta de empoderamiento. A ello añaden una “vocación transformadora” (González-Marcén
& Sánchez-Romero, 2018, p. 27) mediante una representación inclusiva del
pasado, una valoración de las experiencias históricas, y la incorporación del
género como una variable definitoria de la memoria colectiva y del patrimonio. Para conseguir una vocación transformadora colectiva, debemos modificar los puntos de partida y los puntos de vista (sensu Haraway, 1988), que
para los casos que aquí presentaré será entender el patrimonio del trauma
cultural, no ya como un objeto tangible o intangible, sino como una acción
mediada por las relaciones interpersonales (Hernando, 2012) para así cuidarlas, en el sentido de cubrir sus necesidades psicológicas y simbólicas básicas
después de una vivencia traumática.
WOMEN LIVES MATTER
El asesinato de George Floyd en Minneapolis en mayo del 2020 a manos de
la policía local desató movilizaciones en todo el mundo contra la violencia
racial estructural y directa aún presente en nuestras sociedades. Una de las
reacciones tuvo como objetivo monumentos y estatuas que representaban
lideres políticos, militares y culturales relacionados con pasados coloniales,
y acusados de racistas. El caso más mediático fue la estatua de Edward Colston en Bristol (Gran Bretaña), pero no es la única. A la lista de defenestrados
cabe añadir Cristóbal Colón, el rey Leopoldo II de Bélgica, Mahatma Gandhi,
Cecil Rhodes, Robert Milligan, Theodore Roosevelt, el general Robert E. Lee,
Hans Sloane, Winston Churchill, Robert Baden-Powell, por citar aquellos
nombres que resuenan fuera del mundo anglosajón.
Estos hechos han abierto un interesante debate público y académico sobre si tiene sentido retirar este tipo de patrimonio cultural que glorifica las
acciones y actitudes imperialistas occidentales, o bien debemos separar “el
hombre de la obra” y entender que racismo y supremacismo eran ideologías
propias de épocas pasadas. O simplemente, estamos eliminando (censurando) el patrimonio a razón de una ideología, aunque no por ello destruyamos
la ideología que lo sustenta. O bien, si existen soluciones menos radicales y
más educativas (Candelaria, 2020; Perhamus & Joldersma, 2020). Como reacción a la violencia en las calles, muchas instituciones patrimoniales están
finalmente revisando sus criterios curatoriales, o simplemente escondiendo
estos señoros en los almacenes museísticos por miedo a su destrucción o a
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LAIA COLOMER
ser señaladas como blanqueadoras del supremacismo blanco.
Mi primer argumento a este debate curatorial es que deberíamos entender estas estatuas como objectos arqueológicos patrimonializados. Es decir,
elementos patrimoniales que significaron sólo en el pasado, pues conllevan
valores y simbologías que ya no representan la sociedad actual. Son anacrónicos para la sociedad que estamos viviendo o conllevan valores que son
contrarios a los valores que queremos que nos representen hoy en nuestras
calles. Su revisión debería de hacerse, no desde la vergüenza o desde la prudencia, sino desde la responsabilidad. Evidentemente no somos responsables de los actos de nuestros ancestros, ya sean actos imperialistas, racistas
o artísticos. Pero sí que debemos reconocer que sus acciones han contribuido directamente a nuestra/su actual posición de privilegio, la cual sí puede (y debe) ser evaluada hoy desde una perspectiva de justicia restaurativa
(Burch-Brown, 2022). Los ataques violentos a las estatuas conmemorativas
coloniales deben interpretarse como una expresión de exasperación y resentimiento contra la larga y activa inactividad de las personas blancas hacia la
justicia racial. Es un dolor acumulado que estalla en protestas y disturbios, y
que ha tomado las estatuas como objetivos colaterales. Los ataques a las estatuas son un recordatorio simbólico a la reticencia de las personas blancas
a revisar críticamente los efectos aún persistentes del colonialismo en nuestras sociedades y a comprender el daño emocional que causa la inacción.
Silenciar y menospreciar las quejas, relativizar las acciones de los héroes
representados, y maximizar el daño causado a las estatuas son otra forma de
racismo estructural (Colomer, 2020) (fig.1).
Mi segundo argumento va dirigido a los criterios usados por los activistas
que enarbolaron las siglas del movimiento Black Lives Matter para derribar
o vandalizar estatuas. Me refiero al sesgo de género de sus acciones, a pesar
de los principios originales del movimiento Black Lives Matter. En el parágrafo inferior aparece un extracto del programa fundacional del movimiento
Black Lives Matter, redactado precisamente por tres mujeres, Patrisse Cullors, Alicia Garza y Opal Tometi. Se trata de un texto que no solo habla de
racialización y racismo, sino que también llama a considerar el patriarcado
que ha habido tradicionalmente en el movimiento de liberación de las personas negras. Por ello, pide no replicar de nuevo la exclusión de las mujeres,
las personas queer y transgénero mediante su ubicación en el centro del
movimiento y las reivindicaciones de Black Lives Matter:
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
Figura 1. Monumento a Robert E. Lee tal como estaba el 1 de julio de 2020 después
de las protestas Black Lives Matter. Autora: Mk17b. CC BY-SA 4.0, via Wikimedia
Commons.
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“Black Lives Matter es una intervención ideológica y política en un
mundo donde las vidas de las personas negras son sistemática e intencionalmente el objetivo de su desaparición. Es una afirmación
desde la humanidad de las personas negras, nuestras contribuciones a esta sociedad y nuestra resistencia frente a la opresión mortal.
(…) Los movimientos de liberación negros en este país han creado
un lugar, un espacio y liderazgo, principalmente para hombres negros heterosexuales y cisgénero, dejando a las mujeres, las personas
queer y transgénero fuera del movimiento o en un segundo plano
para hacer avanzar el trabajo con poco o sin reconocimiento. Como
red, siempre hemos reconocido la necesidad de centrar el liderazgo
de las mujeres y las personas queer y trans. Para maximizar nuestra
fuerza de movimiento y ser intencionales en no replicar prácticas
dañinas que excluyeron a tantos en movimientos por la liberación
pasados, nos comprometemos a ubicar a aquellxs en los márgenes
más cerca del centro”. Texto traducido por la autora. Original extraído de https://blacklivesmatter.com/herstory/
Mi interés en redimensionar lo feminista del movimiento Black Lives
Matter, no es tanto en resignificar las identidades de género que las sustentan, así como empoderar lo femenino en él (que también), sino en deconstruir la masculinidad patriarcal que aún subsiste en los actos violentos
realizados en su nombre. A pesar de décadas de feminismo y del programa fundacional de Black Lives Matter, los activistas que derribaron monumentos, así como aquellos que justificaron, alabaron o criticaron sus actos
públicamente (y académicamente) se olvidaron (de nuevo!?) de la esencia
feminista del movimiento Black Lives Matter. Ofendidos y violentados por
el asesinato de George Floyd, se apropiaron de aquello que les significó (a
ellos), y argumentaron sólo narrativas de superioridad y dominación racial
blanca, sin cuestionar sus privilegios patriarcales ni las herencias de masculinidad tóxica presentes tanto en las estatuas como en su ira hacia ellas (ver
también Connell & Messerschmidt, 2005 sobre el concepto de hegemonía
masculina). Sus acciones siguieron criterios androcéntricos propios del patriarcado, porqué paradójicamente la ideología y la política feminista, aunque sea una crítica estructural e interseccional, se siguen entendiendo como
un tema que sólo trata y atañe a las mujeres.
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
PATRIMONIO Y CUIDADO SOCIAL
Junto a ejercicios de deconstrucción de la masculinidad patriarcal en lo patrimonializado, abogo por una investigación que incorpore el feminismo
como variable definitoria para el análisis y la práctica de las formas de memoria colectiva y patrimonio. En mis trabajos sobre la patrimonialización
del trauma cultural, dicha variable definitoria es la ética del cuidado, explorada y adaptada a partir de los postulados de autoras como Tronto (1993,
1998, 2015), Held (2006) y Engster (2007). El cuidado de la sociedad es el
eje para entender y activar las prácticas patrimoniales, no tanto como sinónimo de conservación de los elementos tangibles e intangibles que hemos
heredado del pasado (Jones & Yarrow, 2022; Veldpaus & Szemző, 2021) o en
relación al cuidado y mantenimiento diario y cotidiano de espacios patrimoniales (Jiménez-Esquinas, 2017), sino entendido como una práctica activa
para cuidar la sociedad civil. Dicho cuidado se realiza mediante la transformación de la memoria colectiva vivida en nuevos elementos patrimoniales
de vigencia y valor para el sustento y el bienestar de la sociedad actual. Ello
toma mayor relevancia cuando dicho sustento y bienestar social debe realizarse después de sufrir colectivamente una crisis o un trauma. En este caso,
se debería memorializar, no para recordar los momentos difíciles ni para
honrar acciones heroicas, sino para cuidar a las víctimas, sus familiares y
otras personas afectadas.
En 2021, y junto a mi colega Eddie Schmitt, hicimos un extenso seguimiento de la dimensión traumática de la pandemia COVID-19 y su transformación en procesos de memorialización. Me refiero a la dimensión social
del duelo compartido (Clavandier, 2004), y de cómo formalizar dicho duelo
desde la ética del cuidado. Nuestro trabajo (Colomer & Schmitt, in press) llama a ello, a buscar nuevas formas de uso del patrimonio a estos fines desde
una ética basada en el cuidado de las relaciones interpersonales.
El trauma deja marcas metafóricas y materiales tanto en los individuos
como en la sociedad; marcas que son difíciles de soportar, de afrontar, de
expresar y, por tanto, de llorar y superar (Ford, 2009). El reconocimiento
activo del trauma, la aceptación de las raíces estructurales del trauma y el
compromiso con los procesos de superación del trauma juegan un papel integral en la recuperación social del trauma y su resiliencia (Eyerman, 2019).
La forma en que cada comunidad experimenta eventos traumáticos y expresa las emociones detrás de este trauma personal y colectivo varía mucho
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(Brady et al., 2018; Hirschberger, 2018; Mason, 2019). La unión, el sentido de
comunidad, la empatía y el cuidado interpersonal juegan un papel integral
en estos procesos. Muchos memoriales espontáneos surgieron en todo el
mundo a raíz de la COVID-19, seguidos de actos oficiales de duelo público. En el contexto académico de los estudios de la memoria, estos rituales
se entienden como procesos que surgen para satisfacer el deseo de honrar
a las víctimas de la pandemia de una manera que cristaliza un sentido de
victimización por las circunstancias de su muerte o dolor, y pretenden así
promover una narrativa colectiva de lo sucedido.
Figura 2. Ejemplo de geolocalización de monumentos conmemorativos en relación
con la COVID-19, concretamente en la ciudad de València (País Valencià, España).
Autoras: Eddie Schmitt & Laia Colomer.
A medida que la pandemia COVID-19 avanzaba sin control y las muertes se sucedían, comenzaron a surgir representaciones conmemorativas
populares entorno a las personas afectadas, enfermas y fallecidas. Dichas
conmemoraciones se convirtieron en motivo de interés nuestro académico, y por ello comenzamos a crear una base de datos con información y
representaciones mediáticas. Estos eventos colectivos tomaron la forma de
ceremonias, y monumentos, ya sea con un carácter conmemorativo hacia
familiares y los equipos sanitarios o como forma de protesta pública hacia
las autoridades. Debido a la cantidad de información recogida, las primeras
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
formas de recopilación de información de estas prácticas de duelo tomaron
pronto una forma más estructurada mediante el mapeo georreferenciado
(usando Google Earth). El mapeo nos permitió comprender los sucesos y
sus circunstancias, es decir, las categorías de eventos: espacios y monumentos conmemorativos, ceremonias y eventos conmemorativos, cementerios y
ciber-ceremonias. El análisis resultante nos permitió una reflexión sobre la
ética profesional de recopilar estas respuestas traumáticas colectivas como
forma de archivo de memoria y memorialización de un hecho que ahí acontecía (Colomer & Schmitt, en prensa; Schmitt & Colomer, 2021). Entendimos
que estas prácticas conmemorativas reflejan nuestra voluntad de cuidado
individual y colectivo para con nosotras mismos. No estamos hablando de
homenajes a aquellos que combatieron guerras contra la COVID, ni se trata
de compromisos morales guiados por el hacer lo correcto en medio de una
crisis sanitaria. Sino de cuidar bien, de cuidar a aquellas personas que cuidan
y aquellas que necesitaron ser cuidadas.
Fisher y Tronto (1990) definieron el cuidado como “una actividad de la
especie que incluye todo lo que hacemos para mantener, continuar y reparar nuestro ‘mundo’ para que podamos vivir en él lo mejor posible. Este
mundo incluye nuestros cuerpos, nosotras/os mismas/os y nuestro entorno,
elementos todos que buscamos entretejer en una red compleja, para el sostenimiento de la vida”. Cuidar bien incluye 4 fases (junto con sus elementos
éticos) que se entremezclan en un diálogo con aquel o aquella a quien se
cuida, respetando sus necesidades:
• Cuidar de (caring about) implica prestar atención a nuestro mundo
de tal manera que nos centremos en la continuidad, el mantenimiento y la reparación.
•
Tener cuidado de (taking care of) implica asumir la responsabilidad
de las actividades que mantienen nuestro mundo en marcha. La habilidad central involucrada es la del juicio (elegir un curso de acción
en lugar de otro). Ello implica también evaluar los recursos, así como
tener poder, es decir, comandar los recursos para poder cuidar.
•
Las tareas de cuidado (caregiving) implica el trabajo práctico (es decir, competencia) de mantenimiento y reparación.
•
El recibir cuidado (care-receiving) implica las respuestas (es decir,
responsividad) al proceso de cuidar de aquellos a quienes se dirige
el cuidado.
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LAIA COLOMER
Como campo académico en política moral, la ética del cuidado busca
abordar, comprender y descubrir los recursos epistemológicos diversos y
contextualmente específicos que surgen del papel central del cuidado en la
moral humana. Tiene sus raíces en una visión fundamentalmente relacional
de los seres humanos que conciben a las personas como seres mutuamente
interconectados, vulnerables e interdependientes (Held, 2006). Concibe el
cuidado como un valor central y un conjunto paradigmático de prácticas y
valores para el cuidado de las personas, informado normativamente por tres
virtudes: atención, capacidad de respuesta y respeto (Engster, 2007; Held,
2006; Tronto, 1993). Así pues, nuestro análisis sobre la patrimonialización de
los efectos (y afectos) de la COVID, la creación de actos y espacios conmemorativos no deben entenderse como deberes sociales para con las personas
afectadas, sino que deben ser contextualizados y definidos por las relaciones
humanas que desarrollamos para quienes nos rodean. Cuando se patrimonializa este trauma cultural en museos, ciber-exposiciones, o mediante espacios de memoria y monumentos, los profesionales del patrimonio deben
entender que ese proceso se debe a las comunidades afectadas. Ha de servirles a ellas, y por ello su patrimonialización debe no solo incluirlas, sino sobre
todo responder a sus necesidades para hacer frente al duelo y la pérdida
(Bounia 2020). Los trabajos curatoriales que permiten recoger y almacenar
lo tangible e intangible de las vivencias y las pérdidas durante momentos de
crisis, trágicos, traumáticos, deben ser entendidas como formas de cuidado
de y para la sociedad que las padece. No deben crearse (solo) bajo criterios
de pericia (y autoridad) profesional respondiendo a “aquello que las futuras
generaciones sabrán de lo que nos sucedió” y por ello ser custodiadas como
momentos históricos, sino como aquello que sirve a nuestra sociedad para
que se sienta mejor, hoy. El patrimonio que se crea y surge en este contexto,
se entiende como las prácticas y las relaciones que desarrollamos a nuestro
alrededor para cuidarnos mutuamente. El patrimonio pues, se transforma
también en un espacio de cuidado del mundo en base a tres virtudes: atención, receptividad y respeto (Colomer & Schmitt, en prensa).
Recientemente he aplicado esta misma perspectiva para analizar los procesos de memorialización que se han producido en Noruega en la última
década a raíz del acto terrorista del 22 de julio de 2011. En ese día, un joven
“étnico noruego” (terminología usada en Noruega para diferenciar las personas noruegas de las personas noruegas inmigrantes o con ancestros inmi-
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Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
grantes) puso una bomba en uno de los edificios gubernamentales en el centro de Oslo. Después se desplazó a la isla de Utøya para disparar a sangre fría
y durante una hora a jóvenes y menores de edad que participaban en unas
colonias formativas organizadas por las juventudes del Partido Socialista
noruego. El balance de víctimas se elevó a 77 personas muertas y más de 120
de heridas. Se trata del acto de terror más grande de la historia de Noruega,
y dejó el país conmocionado y desorientado. La consternación fue aún mayor cuando se supo que el perpetrador era un noruego clase media-alta de
extrema derecha enarbolando argumentos contrarios a la inmigración, las
feministas y las personas musulmanas. Desde entonces, la sociedad noruega
ha desarrollado resiliencia social utilizando diferentes herramientas políticas y profesionales. El patrimonio cultural, en particular la memorialización
del suceso y de sus víctimas, ha sido una de estas herramientas. Ha servido
para cerrar heridas al tiempo que se crea una narrativa colectiva de superación del trágico evento con la que la sociedad noruega puede reflejarse y las
futuras generaciones aprender. Todo ello puede también analizarse bajo el
prisma de la ética del cuidado.
Mi trabajo ha consistido en trazar un mapa del conjunto de prácticas y
valores activados en Noruega para pacificar el trauma generado y que desencadenó en su proceso de memorialización. He recogido las medidas tomadas, las reflexiones seguidas, los conflictos que surgieron, las diferentes
Figura 3. Dos momentos de los procesos de memorialización colectiva del ataque
terrorista de 22 julio 2011 en Noruega. A la izquierda, las rosas depositadas espontáneamente por la ciudadanía en las calles de todo el país días después del ataque. A
la derecha, el Monumento Nacional en Utøyakai, inaugurado en agosto 2022. Fotos:
VVM/NIKU (foto izquierda), Laia Colomer (foto derecha).
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interpretaciones sobre las funciones que debería tener el monumento nacional, y los valores argumentados por los diferentes agentes que participaron
en el proceso. Estos relatos, junto con la documentación administrativa y
una vasta literatura académica en torno al 22 de julio (estudios de trauma
psicosocial, seguridad y derecho, sociología de la radicalización, antropología de la ritualización, resiliencia e identidades sociales, multiculturalidad
y religión, y trabajo curatorial sobre memorialización) conforman lo que he
llamado el Modelo Trauma-Valores-Memoria (TVM), El Modelo TVM mapea las prácticas, los valores, efectos (y afectos vividos) y las relaciones interpersonales de cuidado que subyacen y que acabaron generando los momentos y monumentos conmemorativos entorno al 22 de julio: objetos, rituales,
notas y acciones espontáneas, monumentos, placas, espacios de memoria,
museos. Todos estos elementos se crean para curar el trauma creado, para
fomentar aquellos valores cívicos a fin de contrarrestar las motivaciones de
los terroristas y para nutrir a la sociedad. El Modelo tiene pues, como objetivo cambiar el enfoque dado a los procesos de memorialización del trauma
en los estudios patrimoniales para entenderlos como prácticas de cuidado
social (Colomer, n.d.).
Figura 4. El Modelo Trauma-Valores-Memoria. Elaboración propia.
170
[page-n-180]
Feminismo, ética del cuidado y patrimonio.
CONCLUSIONES
El patrimonio, como constructo que explica el pasado, tiene género, de igual
manera que tiene etnia, raza, religión, capacidad funcional, y clase social. El
patriarcado aún gobierna el discurso patrimonial, incluso cuando desde la crítica postcolonial se muestra su esencia racista y supremacista. El feminismo
es una herramienta poderosa para radiografiar extensivamente la política de
identidades presente en los procesos de patrimonialización, pues disecciona
también los discursos androcéntricos y las relaciones de poder patriarcales
existentes en los movimientos y pensamientos coloniales y postcoloniales.
Más allá de analizar identidad y poder entre géneros, el patrimonio puede
anclar su práctica y análisis mediante la observación vivida y pensada desde
el feminismo.
El feminismo constituye una herramienta ontológica y epistemológica
fundamental para entender los procesos mismos de memorialización y patrimonialización del pasado en clave de presente y de relaciones interpersonales desarrollados para cuidarnos mutuamente y así sustentar la sociedad.
Por ello abogo por el uso de la ética del cuidado como marco referencial para
analizar y crear patrimonio.
AGRADECIMIENTOS
Mis más sinceros agradecimientos a las organizadoras de las jornadas, Begoña Soler i Mayor, Paula Jardón i Giner y Mireia López i Bertran por invitarme
a presentar mi trabajo, y a todo el equipo del Museu de Prehistòria de València por la buena acogida durante las jornadas. También mi agradecimiento
a todas las integrantes de la red Pastwomen por el trabajo en común, el
reconocimiento mutuo, las risas y los cuidados.
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174
[page-n-184]
OTRAS MIRADAS AL PASADO. UNA EXPOSICIÓN VIRTUAL
PARA DESCUBRIR LA HISTORIA OLVIDADA
Beatriz Sánchez Justicia
Musaraña gestión integral de museos S.L.
Paula Jardón Giner
Universitat de València
Begoña Soler Mayor
Museu de Prehistòria de València
RESUMEN
Esta exposición virtual ha sido desarrollada desde una perspectiva feminista
del estudio de la Prehistoria y la historia antigua, es transversal tanto cronológica como temáticamente. Su objetivo es visibilizar a las mujeres del pasado a través de la investigación arqueológica e histórica para construir un
relato más inclusivo que revierta ausencias e invisibilizaciones. Se presenta
a las mujeres del pasado sin sesgos patriarcales y androcéntricos que son
algunos de los que han ido dejando a las mujeres fuera del relato histórico.
Palabras clave: exposición virtual, perspectiva feminista, investigación arqueológica.
ABSTRACT
Chronologically and thematically transversal, this virtual exhibition has
been developed from a feminist perspective on the study of prehistory and
ancient history. Its aim is to make women of the past visible through archaeological and historical research, in order to build inclusive history and
reverse the absences and invisibilization. It presents the women of the past
without patriarchal and androcentric biases. These are some of the biases
that have excluded women from the historical narrative.
Keywords: virtual exhibition, feminist perspective, archaelogical research.
175
[page-n-185]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
INTRODUCCIÓN
El 7 de febrero de 2020 se celebró en el Museo Arqueológico Nacional la reunión constitutiva de la Red Temática del Ministerio de Ciencia e Innovación
PASTWOMEN. Mujeres y género en las sociedades prehistóricas y antiguas: de la investigación a la educación. Formaban parte de la red más
de 30 mujeres adscritas a grupos de siete universidades españolas y a los que
se hallaban vinculados tanto museos e instituciones educativas y culturales
como centros de investigación europeos.
Después de más de 15 años de trabajo en común, mediante la Red PASTWOMEN pretendíamos consolidarnos como espacio colaborativo entre investigadoras, educadoras, mediadoras y otras profesionales para promover
la visibilización de las perspectivas feministas en arqueología e historia.
Una de las primeras ideas que pusimos en marcha para dar peso a la
parte de difusión de este proyecto, fue la de realizar una exposición que
presentara al público los resultados de las investigaciones que habían ido
realizándose en todos estos años. Pensamos en una exposición itinerante
que pudiera ser accesible desde cualquier punto del estado español.
Si esto ocurría en esa primera reunión el 7 de febrero, nuestras ilusiones,
como las de todo el mundo, se vieron truncadas por la pandemia que nos
dejó en casa el 14 de marzo de ese mismo 2020. Fue, a partir de ese momento, cuando empezamos a pensar que la haríamos igualmente, pero de forma
virtual y ya, en junio de ese mismo año, nos pusimos a trabajar en ella.
Figura 1. Constitución del grupo de trabajo. Madrid. 2020. Archivo Pastwomen
176
[page-n-186]
Otras miradas al pasado
Conformamos un equipo de trabajo de nueve personas encargado de
crear un primer guion expositivo, del que surgiría el definitivo proyecto museológico y museográfico. Construimos la exposición, inicialmente, sobre la
base de que en algún momento pudiera materializarse, aunque el desarrollo
de la misma nos hizo ver que medios tan distintos necesitan de metodologías de trabajo y de representación totalmente diferentes.
Tomamos algunas decisiones iniciales muy importantes a la hora de ir
conformando el proyecto: sería una exposición transversal tanto cronológica como temáticamente. La abordaríamos desde una perspectiva feminista
del estudio de la Prehistoria y la Historia Antigua, presentando los resultados de las investigaciones que, sobre las mujeres del pasado, se habían desarrollado dentro del colectivo básicamente, siendo las personas responsables
de cada ámbito quienes decidirían los ítems relevantes a desarrollar. El ámbito cronológico se enmarca entre las sociedades cazadoras-recolectoraspescadoras de la prehistoria y el mundo romano.
Todo este trabajo colaborativo se realizó online, entre junio de 2020 y
junio de 2022, bajo la coordinación de dos de nosotras (BSM y BSJ).
EXPOSICIÓN: OTRAS MIRADAS AL PASADO
Página de inicio de Otrasmiradas.pastwomen.net/
OBJETIVOS
Como explicamos en la introducción de la exposición, el objetivo de la arqueología feminista es que los resultados de su investigación contribuyan a
generar otras miradas sobre el pasado a partir de acciones fundamentadas
177
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
en la investigación sobre los espacios y la cultura material que se vinculen
con cuestiones relevantes para las sociedades del presente. Visibilizar a las
mujeres del pasado a través de la investigación arqueológica e histórica es la
manera de revertir las ausencias y olvidos interesados. Hemos trabajado para
presentar a las mujeres del pasado sin sesgos patriarcales y androcéntricos,
que son algunos de los que han ido dejando a las mujeres fuera del relato
histórico.
Abordar los temas de una manera transversal, que permita una lectura diacrónica que ayude a entender en cada momento la aportación de las
mujeres a su colectividad, ha sido también un objetivo prioritario. Y somos
conscientes de que, en algunos períodos, los más remotos en el tiempo,
siempre no es posible obtener datos suficientes desde la investigación arqueológica. Pero también tenemos claro que esa ha sido una de las excusas más utilizadas para atribuir determinadas acciones a los hombres por el
simple hecho de serlo (Lee y Devore, 1968).
La intención última es aportar otras miradas al pasado, desde el “conocimiento situado”, tal como fue propuesto por Donna Haraway (Haraway,1995). Es la perspectiva específica de las mujeres a la hora de construir conocimiento y hacer ciencia, en nuestro caso concentrando nuestra
mirada en aspectos como la centralidad de la vida comunitaria en la historia
de la humanidad, la agencia de las mujeres y las personas invisibilizadas por
el relato histórico desde los orígenes “los nadies” en palabras del escritor
Eduardo Galeano (1940).
CONTENIDOS
Desarrollamos siete ámbitos temáticos y cada uno de ellos contendría tres
subámbitos. A partir de una ficha inicial de trabajo, común para todas, se
trabajaron los contenidos teóricos, se eligió la parte gráfica y la bibliografía,
quedando los ámbitos definidos de la siguiente manera:
Ámbito 1.- Otras miradas al pasado
En este primer ámbito se desarrollan los temas referidos tanto al feminismo como a la arqueología feminista, imprescindible para tener una historia
en la que no sólo los hombres estén presentes y, además, nos confronta a las
mujeres del presente y del pasado.
La ausencia de referentes femeninos en el pasado ha sido una constante
178
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Otras miradas al pasado
No resulta casual que sean mujeres las que se hayan preocupado de investigar, visibilizar y
divulgar el papel de las mujeres
en la historia.
que, todavía hoy, hay que cuestionar. No conocemos sus aportaciones y por
tanto no se les da protagonismo. Releer el pasado con nuevas preguntas
hace que la perspectiva feminista sea indispensable para reconocer cómo ha
llegado el relato histórico hasta nuestros días y por qué se ha ignorado a la
mitad de la población.
La arqueología, como la historia, ha tendido a ocultar el valor histórico
de las condiciones y los mecanismos cotidianos que hacen posible la continuidad y el cambio en los grupos humanos, reduciendo la agencia humana a
los términos del poder masculino que rige nuestro presente. La arqueología
y la historia feministas fijan su mirada en esta dinámica fundamental de las
comunidades humanas en la que todas las personas son protagonistas.
Desde el siglo XIX, e incluso antes, ha habido mujeres dedicadas a la investigación arqueológica, pioneras que abrieron un camino para muchas otras,
pero es cierto que la presencia de las mujeres en la gestión e investigación ha
sido muy irregular hasta finales del siglo XX en que la presencia de mujeres
en todos los ámbitos relacionados con el estudio del pasado se hace evidente.
Muchas de esas mujeres trabajan desde el feminismo activo, lo que ha generado una red de investigación en arqueología feminista única en Europa.
Ámbito 2.- Las mujeres y el curso de la vida
Este ámbito nos presenta los resultados de las investigaciones referidas a
las mujeres en las diferentes etapas de su vida de una manera transversal. La
interpretación de determinados restos materiales asociados a los restos de
mujeres permite el acercamiento a actividades específicas que varían según
el contexto cronológico, espacial y la edad de las mujeres.
Cada momento vital implica relaciones sociales y espaciales diferentes.
Así es posible reconocer el aprendizaje de las criaturas a través de restos
materiales, la madurez que supone el paso a la edad adulta con rituales específicos de cada cultura, la maternidad, que deja claras huellas cuando es
179
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
La vida, el crecer y envejecer, es un proceso socialmente enmarcado en distintas
etapas definidas por ritos que delimitan estas transiciones.
frustrada, o la vejez y la muerte, señalada en los enterramientos como datos
arqueológicos a interpretar.
Las transformaciones que experimentan los cuerpos maternales, aquellos que conciben, gestan, dan a luz y nutren a otros cuerpos, marcan las
experiencias vitales de las mujeres. Acontecimientos biológicos como la menarquia, la gestación, la lactancia o la menopausia definen los ciclos vitales
femeninos. Sin embargo, es el significado social y cultural que se otorga a
estas transformaciones biológicas el que modela el curso de sus vidas y sus
experiencias vitales. Estos significados varían enormemente de un contexto
social a otro y de una época histórica a otra. Por ello las vidas de las mujeres
no son uniformes.
Cada edad conlleva una relación con el grupo del que forman parte las
mujeres y acarrea diversas actividades que en cada momento de la historia tendrán características diferentes. De la dependencia natal y del primer
año de vida -de la madre, de otras mujeres o de una parte del grupo- a la
movilidad de la edad madura para evitar la endogamia o la transmisión de
información que aporta la senectud.
180
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Otras miradas al pasado
Ámbito 3.- Tecnologías cotidianas
Los aspectos que subraya este ámbito son aquellos que relacionan a las
mujeres con los distintos procesos tecnológicos a lo largo del tiempo. La mirada y la interpretación androcéntrica del pasado había alejado a las mujeres
de los procesos tecnológicos, sobre todo de los considerados más complejos,
y no había reparado en las habilidades necesarias para crear las tecnologías
necesarias para el día a día.
El aprendizaje diario hizo posible el desarrollo de tecnologías
básicas para la subsistencia de
los grupos del pasado.
El conjunto de conocimientos necesarios para crear tecnologías ha sido
construido, también, por las mujeres. Sin embargo, ellas no han tenido un
reconocimiento social, menospreciando su capacidad técnica y obviando su
papel en el desarrollo de estas innovaciones.
Es difícil ver ilustraciones donde las mujeres del paleolítico tallan la piedra, la tecnología más antigua y cuando las vemos relacionadas con la cerámica siempre es cocinando, como si la tecnología aplicada al procesado de
los alimentos no tuviera unos requisitos y conocimientos técnicos asociados. Y así, aquellas habilidades técnicas asociadas en determinados períodos
claramente a las mujeres, como el tejido en época ibérica, han sido obviadas
y durante años no se ha reconocido su valiosa aportación al grupo.
Reconocer qué actividades realizan los diferentes miembros del grupo es
uno de los objetivos que persigue la investigación arqueológica; sexuar las
actividades para entender los roles y divisiones que los grupos establecen a
la hora de llevarlas a cabo.
Ámbito 4.- Toda una vida cuidando
Gracias a la pandemia podemos decir que los cuidados han salido a la luz
y ahora son protagonistas de nuestro presente. Desde este ámbito reivindicamos de manera especial todas las actividades relacionadas con el man-
181
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
Las actividades
relacionadas con los
cuidados permiten la
supervivencia del grupo y
son imprescindibles para
su desarrollo.
tenimiento de la vida que, de manera evidente durante el embarazo, nacimiento y lactancia, vincula a las mujeres con ellos y desde la antropología y
el estudio de las sociedades tradicionales también relaciona a las mujeres de
manera muy especial con otros cuidados fundamentales para la supervivencia del grupo y con aquellos relacionados con la muerte.
También en el cuidado que supone la transmisión de conocimientos para
la búsqueda de recursos, como el agua, o en la gestión de la consecución de
alimentos, las mujeres debieron tener un papel al menos tan relevante como
el de sus compañeros.
Es la investigación arqueológica la que permite reconocer la vinculación
de las mujeres con los cuidados alrededor de la muerte de una manera directa en la Península ibérica a partir del siglo VI a. C. con el desarrollo de
la Cultura Ibérica. En otros entornos, como en las culturas fenicio-púnica,
griega, etrusca o romana tenemos representaciones de mujeres participando activamente en las tareas asociadas al cuidado de los difuntos (lavado,
rasurado, perfumado, y amortajado del cadáver, según culturas) y rituales
asociados (plegarias, velado del cuerpo, despedida del difunto), así como
en el mantenimiento posterior de las tumbas. Estas tareas femeninas se han
mantenido a lo largo de la historia y se mantienen hoy en núcleos rurales.
Ámbito 5.- Espacios de vida
El estudio de los lugares donde se desarrollan las actividades es, quizá,
el que más directamente relacionado con la metodología arqueológica. Los
espacios pueden explicar actividades, el lugar donde se realizan vinculan
182
[page-n-192]
Otras miradas al pasado
a determinados miembros del grupo a unas u otras. También los espacios
vacíos son indicativos, así como el territorio y la geografía, que permiten
entender los movimientos a lo largo de la vida de un grupo humano.
Los espacios cotidianos son lugares donde sucede la vida.
Ámbito 6.- Espacios de muerte
La muerte y su significado tiene un sentido diferente en cada momento
de la historia desde los orígenes. Desde los primeros enterramientos identificados de los grupos neandertales – si no, antes - hasta la complejidad de las
ceremonias en el mundo ibérico y romano, los seres humanos hemos desarrollado una serie de acciones, representaciones y lugares que se relacionan
con ese último momento de cada persona, el final de la vida.
Ejemplo de microvideo en la exposición.
183
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
Ámbito 7.- Itinerarios educativos
La realización de este ámbito diferenciado tiene como objetivo promover
la interactividad y la exploración de la exposición con algún contenido lúdico, imaginativo y reflexivo, más allá de una visita siguiendo la estructura de
la misma. Se constituye por tanto en un apartado diferente. Las decisiones
respecto a su contenido corresponden a una serie de criterios y objetivos:
• No deben volver a explicar cuestiones ya tratadas,
•
Se trata de realizar propuestas, abordar ideas y promover enfoques
que enriquezcan la visita a partir de reflexiones sobre las evidencias
que ofrece la exposición,
•
Tiene que ser un apartado apto para todos los públicos, aunque en el
caso de público infantil, con ayuda.
•
Ha de invitar a profundizar y revisitar la exposición con otras miradas
•
Ha de visibilizar a las mujeres a partir de las evidencias científicas
•
Favorecer la empatía a partir de la imaginación sensorial
•
Favorecer la identificación relacionando objetos y situaciones del pasado con el presente
•
Proponer temáticas y preguntas para revisitar los contenidos de la
exposición con un razonamiento investigador
En el primer subapartado (“Miradas para aprender”) se incide en la importancia de la mirada, de la subjetividad, del contexto, la pregunta y la
visión crítica, para construir conocimiento. Está en relación con el ámbito
1 respecto al conocimiento situado. En “La imagen del pasado” se analizan
184
[page-n-194]
Otras miradas al pasado
algunas representaciones gráficas, se propone también un reto interactivo,
diseñado en el entorno Genially, en el que se pide identificar actividades
realizadas por mujeres a partir de las evidencias arqueológicas como medio
para mostrar el protagonismo de las mujeres, en esas y otras actividades. A
continuación, se propone ordenar en un eje cronológico representaciones
de mujeres de diferentes culturas con el doble objetivo de mostrar actividades de cuidados y su distribución temporal extensa.
El siguiente apartado “Aprender a través de la enseñanza” sirve para subrayar el papel femenino en una actividad específicamente humana, como
es la educación, de gran importancia para la reproducción de las sociedades
y en la investigación sobre los primates.
Las siguientes dos secciones inciden en la historia cotidiana para lo que
se invita a profundizar a través de los espacios y los objetos y sus representaciones. Se ha de utilizar la deducción y la imaginación para identificar
sonidos y olores de cada actividad y cultura. Se consigue así una reflexión
subsecuente sobre cambios y permanencias en la historia.
El último itinerario educativo se centra en la comparación del pasado y
el presente en cuanto a indumentarias, juegos y alimentos. En este apartado,
como en el anterior, se emplea la deducción y la imaginación y además, la
comparación.
Quisimos cerrar esta sección (“Investigar”) evidenciando las infinitas posibilidades de itinerarios para la investigación y el aprendizaje, por lo que
se hacen otras propuestas de preguntas que orienten otras búsquedas en
la exposición respecto a la vida de las mujeres, la movilidad y las relaciones
entre los grupos, la cooperación, los cuidados o el desarrollo tecnológico.
El saber sobre el pasado y las reflexiones sobre las sociedades humanas se
conciben así como elementos en construcción que nos sirven para entender
el mundo actual.
ANÁLISIS DE LOS DATOS DE AUDIENCIA
Desde junio de 2022, fecha de presentación de la exposición virtual en
el Museo Arqueológico Nacional, hemos ido realizando difusión de este recurso a través de las redes sociales de Pastwomen, principalmente en X [@
past_women] bajo el hashtag #otrasmiradaspastwomen, Instagram y Facebook. Hemos realizado publicaciones periódicas para mostrar los diferentes
contenidos de la web y su funcionamiento, siempre intentando adaptarnos
185
[page-n-195]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
a los intereses del público que nos visita.
Al cumplirse un año de la presentación de la exposición, es el momento de analizar cuál ha sido su repercusión. La web ha recibido unas 18.200
impresiones, es decir, las búsquedas de Google han arrojado 18.200 veces
nuestra página de la web al realizar cualquier consulta. Además, en esta
empresa hemos contado con el apoyo de páginas y blogs afines que nos han
recomendado y retuiteado, generando así más visibilidad. Nosotras mismas,
como red de profesionales distribuidas en diferentes lugares, también hemos contribuido a ello promocionando la página en nuestras respectivas
redes y durante nuestras intervenciones públicas en jornadas y seminarios.
Para el análisis que mostramos hemos trabajado con la herramienta Google Analytics y la herramienta para realizar informes personalizados, Looker
Studio. Con el cambio a Google Analytics 4 se ha dejado de medir en páginas
vistas y sesiones y ahora su unidad de medida es diferente y está basada en
eventos, que son las interacciones del usuario con descargas, los clics en enlaces, las reproducciones de vídeos, etc. son ejemplos de acciones que puede
analizar como eventos. Es una herramienta muy potente y muy compleja.
Para este análisis hemos entresacado los datos más sencillos para tener una
idea de la interacción que ha habido con la página en este primer año de
existencia.
En la figura 2 se muestran las impresiones totales (más de 18.000), las url
clicks, los países desde donde nos visitan y las consultas con más impresiones.
Igualmente, también aparece qué dispositivos son los más usados para
visitar la web. La mayoría de las visitas se producen desde dispositivos móviles y ordenadores de escritorio, con porcentajes similares entre ambos,
hecho reseñable que nos lleva a pensar que quienes visitan la exposición lo
hacen desde la seguridad de su ordenador personal, ya que, en general y en
otros casos, lo normal es que las consultas a través de móvil sean mucho más
mayoritarias. Sin embargo, las tabletas son los dispositivos menos utilizados
para acceder a nuestra página.
Respecto al CTR, es decir, el porcentaje de veces que los usuarios han
elegido nuestra web frente al resto de competidores en Google, nos indica
que la página ha generado interés gracias a la difusión y que los contenidos
han tenido éxito puesto que mucha gente los ha clicado.
El gráfico muestra que el CTR de la palabra clave “historia” es el más alto,
con un 10%, lo que significa que el 10% de las personas que vieron la palabra
186
[page-n-196]
Otras miradas al pasado
clave “historia” en el sitio web hicieron clic en ella. El CTR de la palabra clave
“pasado” también es relativamente alto llegando al 8%.
El gráfico también muestra que el CTR de las palabras clave varía con el
tiempo. Por ejemplo, el CTR de la palabra clave “historia” fue más alto en
enero que en febrero. Esto probablemente se deba a que el sitio web estuvo
más activo en enero y había más personas buscando palabras clave relacionadas con la historia (fig.2).
Figura 2. Páginas + vistas y búsquedas web “Otras miradas al pasado”
En cuanto a las páginas y pantallas que obtienen más visualizaciones y
consultas, la sección que más impresiones presenta es la página de inicio o
presentación, seguida del ámbito espacios de muerte y créditos, seguida de
la sección de arqueología feminista y sexo invisible, estas dos últimas incluidas en el primer ámbito “Otras miradas al pasado”.
En los 15 primeros días, tras la presentación en el MAN, se llegó a alcanzar una media de 150 vistas al día. Esa media fue disminuyendo y en los
meses consecutivos de verano (julio y agosto) tuvimos un promedio de 40
187
[page-n-197]
BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
vistas diarias. Sin embargo, en septiembre volvimos a aumentar la difusión
en redes sociales, lo que se refleja en los picos de la gráfica. Cabe destacar
que la información se puede analizar incluso con más detalle y ver de forma
diaria cuántos usuarios nuevos nos visitan, pero ese no es el objetivo de esta
publicación.
A partir de noviembre de 2022 hasta junio de 2023 observamos que la
media de visitas ha ido en aumento más o menos progresivo, aunque con
algunos picos. Esto coincide con dos hitos importantes: por una parte, la
presentación de la exposición virtual a los Premios Expone organizado por
la Asociación de Museólogos y Museógrafos de Andalucía y, por otra, con la
incorporación definitiva de la sección de Itinerarios educativos a la exposición virtual en el mes de junio.
En este contexto, el 1 de junio de 2023 experimentamos un pico de 615
vistas en un solo día que coincidió con la publicación de la nominación de
nuestra exposición al premio especial del público de los Premios Expone, en
los que finalmente resultamos ganadoras el 20 de junio en el marco del CM
Málaga 2023, Culture & Museums International Tech Forum.
En esta gráfica vemos que la mayoría de visitantes ha llegado al sitio
web a través tres vías principales: búsquedas orgánicas (45%), seguidos de
los enlaces de otros sitios web (20%) y a través de las redes sociales (15%).
Podemos concluir que el tráfico directo es el mayoritario, dado que ha habido muchas personas que han conocido la página tecleando directamente la
URL en el navegador (fig.3).
Figura 3. Adquisición de usuarios
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Otras miradas al pasado
En cuanto a los datos demográficos como el sexo y la edad de los usuarios, estos suelen ser sesgados e incompletos, ya que esta información no
suele proporcionarse por muchas de las personas que entran a la exposición.
No obstante, podemos compartir las siguientes variables: el 62% de las usuarias son de sexo femenino y el resto, 38%, masculino, siempre teniendo en
cuenta que tenemos un porcentaje elevado de personas que no han determinado su sexo. En cuanto a la edad, también hay sesgos, pero podemos ver
que el rango de edad que más nos visita es el de 35 a 54 años y el que menos
el de 18 a 24 años.(fig.4).
Figura 4. Datos demográficos: sexo y edad
Al analizar los países de origen de las visitas, queda patente que la mayoría de las visitas provienen de España y Europa, pero también recibimos
visitas de América del Sur, América del Norte e incluso Asia.
Los idiomas más utilizados para acceder al sitio web son español, inglés
y francés.
En cuanto a las ubicaciones geográficas de la península ibérica, las vistas
provienen de todas las comunidades y de Portugal, a excepción de Castilla y
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
León. Las regiones con mayor número de sesiones registradas son Andalucía, Valencia y Cataluña, con un número de vistas muy similar (fig.5).
Figura 5. Países e idiomas
La última variable que ha sido analizada se refiere a los intereses más
comunes que tienen quiénes visitan la exposición: son personas interesadas
por la actualidad política y el entretenimiento, seguido por los que leen noticias en general.
Estos datos los tendremos en seguimiento periódico para identificar patrones y generar conocimientos que nos ayuden en el futuro a tomar decisiones precisas a la hora de implementar posibles traducciones o nuevos
contenidos, así como para ajustar de manera concreta nuestras acciones y
estrategias según el comportamiento de las personas que nos visitan. De
esta forma, podremos adaptar y mejorar nuestra página web para ofrecer
una experiencia más enriquecedora y satisfactoria para nuestro público.
Como conclusión podemos decir que el rendimiento de la página en su
primer año de existencia es muy satisfactorio y, como colectivo feminista
nos impele a seguir comprometidas y desarrollar su contenido, traducirlo a
otras lenguas y darle visibilidad.
Nota: Los datos de estudio se han obtenido desde el 1 de junio de 2022
hasta el 1 de julio de 2023, lo que supone los primeros trece meses de vida
de la exposición.
Esta exposición no hubiera sido posible sin el trabajo de Vanesa Mora
Casanova en el apartado de diseño museográfico web, maquetación y adecuación de contenidos y Miguel Malpica Pérez en el desarrollo técnico.
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Otras miradas al pasado
BIBLIOGRAFÍA
Galeano, Eduardo (1993): El libro de los abrazos. Los Nadies. Editorial
S.XXI. Madrid Haraway, Donna. J. (1995): Ciencia, cyborgs y mujeres. La invención de la naturaleza, Cátedra, Madrid.
Lee, Richard B.; Devore, Yrven (1968): Man the hunter: The First Intensive
Survey of a Single, Crucial Stage of Human Development- Man’s Once Universal Hunting Way of Life. Editorial Aldine.
REFERENCIA
https://otrasmiradas.pastwomen.net
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BEATRIZ SÁNCHEZ JUSTICIA, PAULA JARDÓN GINER, BEGOÑA SOLER MAYOR
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Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
Foto: Archivo Pastwomen.
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