
Serie de Trabajos Varios 131
Las ánforas de Valentia romana republicana
Guillermo Pascual Berlanga
2024
Museu de Prehistòria de València , ISBN 978-84-7795-495-8 , 272 p.
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SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 131
Las ánforas de Valentia
romana republicana
Guillermo Pascual Berlanga
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2024
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 131
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con publicaciones dedicadas a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias o
disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología, Paleolingüística,
Epigrafía, Numismática, etc.), a fin de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museu de Prehistòria de València.
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ISBN: 978-84-7795-495-8
eISSN: 1989-540
Depósito legal: V-4336-2024
Diseño y maquetación: Ausiàs Poquet
Imprime: Gráficas Papallona
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A mis padres,
a Colegui, porque sin ella nada sería bonito,
a Jordi, a Pandora,
y a todos los de corazón humilde y alma noble.
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Prólogo
En la actualidad, la ciudad de Valencia es un gran centro logístico y comercial. Pero también cuenta
con buenas conexiones terrestres con el interior. Tanto, que ha llegado a denominarse, para algunos, el
Puerto de Madrid. Un vivo debate actual es el de la relación entre la ciudad y su puerto, ambos en constante expansión.
Frente a esta bien conocida actualidad, apenas se conoce que esta vocación de centro comercial y
logístico viene de antiguo. De muy antiguo. Tan antiguo que se remonta a la misma fundación de la urbe.
Al año 138 a.C., si seguimos a Tito Livio o, lo que es lo mismo, a mediados del siglo II a.C. si “sólo” nos
guiamos por los numerosos contextos arqueológicos fundacionales que se han excavado, y estudiado, en
el subsuelo de Valencia gracias a la labor, en su día, de la Sección de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM) del Ayuntamiento de Valencia.
Para alguien como uno de nosotros (ARL), que ya hace más de 30 años defendió su Tesis Doctoral sobre la fundación de Valencia, publicada poco después en esta misma institución provincial,
haber participado en la codirección de otra obra doctoral también dedicada a los orígenes de la ciudad de Valencia, no deja de producir un auténtico “orgullo y satisfacción” compartido plenamente por
mi colega gaditano. En este caso, vistos sus resultados, se ha puesto de manifiesto la idoneidad de
la temática elegida, totalmente acorde con la experiencia y los conocimientos del doctorando, que le
han permitido poner de manifiesto lo que fue la intensa trayectoria comercial de la primera ciudad de
Valentia, nacida como Colonia Latina poblada por itálicos licenciados del ejército, que, desde el primer momento, aprovecharon y desarrollaron las ventajosas condiciones de su estratégica ubicación y
sus enormes posibilidades de conexión. En esta situación, no hay que sorprenderse porque algunos de
los hallazgos más importantes de Valencia en las últimas décadas se relacionen directamente con la
actividad económica, caso del gran horreum de época republicana de las excavaciones de l’Almoina,
el de época del Imperio identificado en la plaza de Cisneros, cerca del río, o el puerto fluvial localizado
por detrás de las Puertas de Serrans. Estos dos últimos formaron parte de un auténtico barrio portuario
que ocupaba la parte norte de la ciudad romana.
Las numerosas ánforas estudiadas aquí, pues, son el mejor reflejo de esta intensa actividad comercial.
Que lejos queda ya, cuarenta años, más o menos, el primer monográfico dedicado a las ánforas romanas
de Valentia, de Asunción Fernández, que recopiló los hallazgos, sin apenas contexto, que hasta entonces
se conocían. El presente trabajo, por el contrario, se basa en un gran dossier de materiales procedentes de
las excavaciones estratigráficas y en extensión, que se desarrollaron a partir de la década de los ochenta
del pasado siglo XX. Por calidad y cantidad destacarían las piezas de l’Almoina, fruto de varias campañas (1985-2005). Nos encontramos, pues, no sólo ante un catálogo de materiales, bien detallado y
preciso, sino que estos se presentan dentro de sus contextos y ordenados dentro de las diferentes fases
en las que se ha organizado la corta, no más de 63 años, pero intensa vida de la urbe republicana, desde
su fundación a su destrucción a manos de Pompeyo en el 75 a.C., acontecimiento bien confirmado y
registrado por la arqueología.
Gracias a esta seriación, que, con buen criterio, se ha prolongado hasta los inicios del Imperio, ha
sido posible exponer los hallazgos coetáneos dentro de márgenes temporales relativamente cortos, lo
que permite conocer las vicisitudes de las dinámicas comerciales a lo largo del periodo estudiado y hacer
propuestas interpretativas de todo tipo. En esta línea, la existencia de contextos bien fechados y el mismo
hecho de la corta vida de la ciudad también han permitido hacer propuestas de índole general sobre el
estudio de las ánforas, lo que, desde ya mismo, convierte esta obra en un referente para el estudio de las
dinámicas comerciales del final del periodo helenístico en el Mediterráneo Occidental.
Tras esta contextualización general, que es la que justifica el porqué de la Tesis Doctoral defendida
en Cádiz en el año 2021, cuyo resultado decantado y mejorado recoge esta monografía, conviene aportar algunas pinceladas del autor, Guillermo Pascual Berlanga. Él encarna esa generación de hoy sólidos
y esforzados investigadores seniors que han sido testigos, en carne propia, de la dificultad de encontrar
un puesto fijo en la universidad española en los años ochenta y noventa del siglo pasado: una pléyade
VII
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de lúcidos y entusiastas arqueólogos que tuvieron que dedicar sus energías a la por entonces emergente
Arqueología Preventiva, en España y en Europa, que ha sido el refugio de muchos intelectuales, como
es el caso que nos ocupa. Con un cursus honorum muy nutrido, brillante e internacional, en su etapa de
madurez decidió, como profesional liberal, hacer su Tesis Doctoral, un noble deseo propio de quienes
deciden contribuir a la ciencia con mayúsculas y quitarse de soslayo la “espinita” que la vida cotidiana
no les había permitido, durante décadas. Para ello se acercó a la Universidad de Cádiz, pensamos, por,
sobre todo, dos motivos: la existencia de un Programa de Doctorado especializado en Historia y Arqueología Marítimas, que ya cuenta con cierta solera; pero básicamente por las fluidas relaciones académicas,
científicas y personales que han unido a los dos codirectores, firmantes de estas páginas, desde hace más
de dos décadas, y que se han traducido en una transferencia por goteo, pero contínua, de intercambio de
investigadores, estancias conjuntas, excavaciones compartidas -en Pompeya sobre todo-, exposiciones,
saberes, congresos y publicaciones mutuas -como los dos volúmenes de las Cerámicas Hispanorromanas, ya clásicos-. Como decía Ortega y Gasset, todos somos fruto de nuestras circunstancias propias y
de las que nos rodean.
Guillermo Pascual ha realizado una Tesis Doctoral de las que consideramos “de madurez”, en las
cuales el doctorando está plenamente consagrado como investigador ab initio, sabe lo que quiere,
tiene sus objetivos claros y solo necesita de un acompañamiento académico, que es lo que básicamente
hemos hecho nosotros, muy satisfechos por su implicación y savoir faire durante la fase de ejecución
y ahora, con la reformulación de los contenidos en un trienio para generar la monografía que tiene el
lector ante sus ojos. También le felicitamos por haber hecho caso a “doña experiencia” y haber sabido
plasmar todos los resultados obtenidos sobre la Historia Económica de Valentia en un libro, que es, al
final, lo que restará para el futuro, y que no todos los investigadores consiguen ultimar. Como premio
postdoctoral, el Dr. Pascual consiguió un contrato de excelencia Margarita Salas en la Universidad de
Cádiz, que ha disfrutado entre 2022 y 2024, lo que le ha permitido disfrutar de la calma, serenidad y
sosiego suficientes para realizar este trabajo y muchos otros, especialmente en Grecia, que verán la
luz en los próximos meses.
La anforología, esta vertiente de la llamada Arqueología de la Producción que tiene cada vez más
adeptos por su notable productividad y por la posibilidad de hacer Historia Económica gana con este nuevo
libro un ensayo sólido y sesudo sobre las zonas de procedencia de los alimentos envasados en ánforas que
aprovisionaron a los primeros veteranos en la época de la deductio de la colonia; y a sus herederos y a los
de ellos, permitiendo ahora su comparación con otras ciudades “antiguas” de la Hispania romana como
Emporiae, Tarraco, Carthago Spartaria, Carteia, Gadir/Gades y otros enclaves urbanos privilegiados
del Mediterráneo Occidental, hasta inicios del llamado Alto Imperio. Sellos, tituli picti, disquisiciones
tipológicas, reflexiones arqueométricas sobre la procedencia y la problemática económica y comercial
que de todo ello se deriva, desde el Egeo a Lisboa, pasando por Cartago y por la bulliciosa Roma, es lo
que el lector avezado encontrará aquí, con muchas sugerencias, ideas y propuestas a verificar en el futuro,
en un ejemplo magistral de ceramología moderna y conectada con la sociedad objeto de estudio, en este
caso polifacetada: al menos helenística, ibérica, romana y tardopúnica.
En Cádiz y Valencia, a inicios de septiembre de 2024
Darío Bernal-Casasola
Catedrático de Arqueología
Universidad de Cádiz
Albert Ribera i Lacomba
Investigador adscrito
Institut Català d’Arqueologia Clàssica
VIII
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Agradecimientos
El primer lugar, mi reconocimiento y gratitud es para Darío Bernal Casasola y Albert Ribera i Lacomba
quienes definitivamente me animaron a escribir este trabajo, me dirigieron y depositaron su confianza
en mí para llevarlo a cabo.
En segundo lugar, quisiera reconocer y agradecer a todos aquellos profesores que terminaron siendo
no sólo colegas, también amigos, toda la motivación y enseñanzas que me han aportado durante tantos
años y sin las que jamás me hubiera atrevido a platear una investigación como esta: José Pérez Ballerster,
Carmen Aranegui, Pere Pau Ripollés, José Luis Jiménez, Consuelo Mata, Carlos Gómez, Ferrán Arasa,
Joan Berrnabeu, Emili Aura, Valentín Villaverde, Ernestina Badal, Elena Grau, Teresa Orozco, Milagros
Gil Mascarell, Jose Luis Peña y Vicenç Rosselló.
En tercer lugar, a todos los que me han enseñado a llevar una intervención arqueológica y a desarrollarme en lo profesional: Vicent Escrivá, Miquel Rosselló, Matías Calvo, Carmen Marín, Rosa Albiach,
Asunción Fernández, Ignacio Pascual, Paloma Chiner, Fanette Laubenheimer y, muy especialmente, a
Juan Pinedo, Daniel Alonso, Inma Arellano.
En cuarto lugar, a quienes, de alguna manera desde que empecé, hace ya 30 años, ayudaron a desarrollar mi actividad profesional e investigadora: Paloma Cabrera, Mari Ángeles Pérez Bonet, Carmen
Berrocal, Bernat Martí y Helena Bonet.
También, a quienes me dieron buenos consejos que siempre, desde entonces, he tenido presente:
Manuel Martín Bueno, Xavier Prieto y Xavier Aquilué.
Al Ayuntamiento de Valencia por permitirme el acceso a los materiales y, principalmente, al cuerpo
técnico del SIAM: Vicent Lerma i Alegría, paciente con mis peticiones y siempre dispuesto a proporcionar nuevos datos e ideas; a Pepa Pascual por su amabilidad y trato, a Merce sin cuyo conocimiento de
los archivos del SIAM hubiera resultado imposible acceder a buena parte de la información que hemos
utilizado y ¡cómo no! al grupo de restauradoras, sin cuyas risas y charlas hubieran sido aburridamente
insoportables las horas de laboratorio, especialmente a Raquel Santamaría.
A los que han colaborado en resolver muchas de las dudas que se me fueron planteando a medida que
desarrollaba el trabajo: Esperanza Huguet, Enrique García, Antonio Sáez, Horacio González.
Mi agradecimiento y reconocimiento al Museu de Prehistòria y al equipo de edición del S.I.P., especialmente
a Jaime Vives-Ferrándiz, por el exhaustivo trabajo llevado a cabo y por sus siempre acertadas sugerencias.
A Charo Cebrián, Nacho Hortelano, Manuel Gozalbes y Pablo García Borja.
IX
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Índice
PRÓLOGO
AGRADECIMIENTOS
VII
IX
1. INTRODUCCIÓN
1
2. EL MARCO GEOGRÁFICO Y CONTEXTO HISTÓRICO PREVIO
A LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
3
2.1. Delimitación del área de estudio
3
2.2. Los ríos y la Albufera
3
2.3. La línea de costa y los puertos antiguos
6
2.4. Calzadas y caminos
8
2.5. Entidades “urbanas” preexistentes y Valentia
8
2.6. Conclusiones
3. CONTEXTUALIZACIÓN DE LAS ÁNFORAS ESTUDIADAS
3.1. Las fases republicanas de la ciudad de Valentia
4. EVOLUCIÓN Y ESTADO DE LA CUESTIÓN SOBRE LOS ESTUDIOS DE ÁNFORAS
10
11
11
17
4.1. Aspectos generales
17
4.2. Las ánforas del mundo ibérico
20
4.3. Las ánforas egeas
22
4.4. Las ánforas de tradición púnica
25
4.5. Las ánforas itálicas
27
4.6. Las ánforas ovoides sudhispánicas
34
4.7. Otras ánforas de los siglos II-I a.C.
36
4.8. Los contenidos de las ánforas
36
4.9. Tendencias actuales en los estudios de las ánforas
38
5. RECOPILACIÓN DE DATOS Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO
41
5.1. Procedencia de los materiales arqueológicos
41
5.2. La recopilación de datos
41
XI
[page-n-13]
5.3. Metodología de estudio
44
5.4. Las excavaciones con niveles republicanos
46
5.5. Lenguaje tipológico utilizado
46
6. ANÁLISIS DE LOS MATERIALES
6.1. L’Almoina
47
6.2. Les Corts Valencianes
85
6.3. Calle l’Herba
102
6.4. Calle Roque Chabás
110
6.5. Calle Sabaters-Cisneros
127
6.6. Ánforas de otras intervenciones arqueológicas
145
7. EVALUACIÓN DE LOS DATOS Y DISCUSIÓN
149
7.1. El conjunto de los fragmentos no diagnosticables. Aspectos generales
149
7.2. El conjunto de los elementos diagnosticables. Aspectos generales
152
7.3. El conjunto de los materiales
155
7.4. Análisis del NMI estimado
156
7.5. Las ánforas de la Valentia romana republicana en sus contextos cronológicos
164
8. CONCLUSIONES
181
ANEXO I. EPIGRAFÍA DE LAS ÁNFORAS ROMANAS REPUBLICANAS DE VALENTIA
189
AI.1. Corpus de los sellos en latín
190
AI.2. Corpus de los sellos en griego
192
AI.3. Corpus de los tituli picti
193
AI.4. Corpus de las marcas y grafitos
194
ANEXO II. CORPUS DE LAS PASTAS DE LAS ÁNFORAS REPUBLICANAS DE VALENTIA
195
AII.1. Estudio macroscópico
195
AII.2. Caracterización macroscópica de las diferentes pastas cerámicas
196
BIBLIOGRAFÍA
XII
47
237
[page-n-14]
1
Introducción
La Valentia de la cual trata este volumen se fundó ex novo en la
Hispania Citerior, en el 138 a.C., probablemente como una colonia latina (Pena Gimeno 1988; 2002; Ribera i Lacomba 1998;
2006; 2008; 2014a, 61 y 2017a, 46). Los guerreros pelignos de
la Italia central debieron jugar un papel significativo en la fundación (Ribera i Lacomba 2021). Con ella se introdujo un nuevo
elemento urbano eminentemente romano en el territorio de los
edetanos, una de las tribus ibéricas que poblaban la península
ibérica cuando se desencadenó la segunda Guerra Púnica. Esta
nueva ciudad se concibe como un centro romano de control organizativo, cívico y militar de la región. Por tanto, su creación
obedece a un motivo estratégico militar. Desde un principio se
la dotó de todas las instituciones civiles, políticas y económicas
necesarias para el funcionamiento de una ciudad romana que
principalmente estaba poblada por gentes venidas de Italia. El
nombre escogido para la nueva ciudad (Valentia) no ofrece lugar
a dudas sobre su origen latino. Sin embargo, después de 63 años
fue arrasada por Pompeyo Magno durante el transcurso de las
Guerras Sertorianas y no volvería a florecer al menos hasta bien
avanzada la época Augustea. Así pues, hablaremos de una urbs
nacida de Roma, creada por y para la República romana en su
expansionismo hacia el Imperio (fig. 1.1).
Trataremos un aspecto muy particular de la ciudad: las ánforas. A través de su análisis abordaremos los intercambios y las
relaciones comerciales que tuvieron lugar durante el primer siglo
y medio su existencia. Por tanto, la cronología que abarca el
marco de estudio se encuadra entre el 138 a.C. y los años del
principado de Augusto, aunque estos últimos se han considerado superficialmente, sólo con el fin de atisbar los cambios que
pudieran apreciarse en los flujos de ánforas en la ciudad entre el
período romano republicano, objeto esencial de la investigación,
y el sistema socio-político que llegaría tras la República.
Con un hilo conductor deductivo, de lo general a lo particular, el trabajo se divide en tres grandes apartados y dos anexos.
Una primera parte está enfocada a la contextualización geográfica e histórica de los momentos previos a la fundación de la
ciudad. Es decir, a los antecedentes, las necesidades y las condiciones que, en buena medida, determinaron su creación. Para
ello no solamente hemos recurrido a las evidencias arqueológicas y a los estudios paleogeográficos más recientes, también a
las fuentes clásicas que, de alguna manera, nos remiten a episodios históricos y descripciones paisajísticas de aquel período
relacionadas con el objeto de nuestra investigación. Asimismo,
planteamos los problemas arqueológicos que surgen al iniciar
cualquier investigación sobre Valencia y cuáles son las fases en
que hemos dividido el período que estudiamos y por qué.
A través de un repaso y puesta al día del estado de la cuestión
sobre los tipos que hemos encontrado representados en la Valentia
romana republicana, la segunda parte está dedicada a la historia
económica, con las ánforas como eje narrativo. En ella abordamos
desde los aspectos más generales de estos contenedores hasta las
tendencias actuales en su investigación.
El tercero de los apartados se inicia con una introducción a la
metodología de estudio empleada y se analizan las ánforas procedentes de las excavaciones de la ciudad de Valencia en donde los
niveles romanos republicanos han sido mejor y más ampliamente
documentados. Desde los aspectos más generales proporcionados por los 29.898 elementos recopilados, hemos desgranado por
fases el conjunto de los materiales hasta concretarlo en las 1.322
piezas que representan el Número Mínimo de Individuos (NMI)
y suponen el nódulo empírico de análisis del estudio.
Por otro lado, con este trabajo, por primera vez se ha realizado un corpus que reunía toda la epigrafía y grafitos sobre las
ánforas de este período recuperadas en la ciudad de Valentia
(Pascual Berlanga 2023; Anexo I). En total se recopilaron 22
sellos con epigrafía latina (LS-0 a LS-21), siete con epigrafía
griega (GS-0 a GS-6), ocho tituli picti (T-0 a T-7) y 11 marcas
y grafitos (MG-0 a MG-10).
1
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las ánforas de valentia romana republicana
Figura 1.1. Localización de la ciudad de Valencia.
Asimismo, la inexistencia de una base de datos sobre las
distintas pastas de las ánforas presentes en la Valentia romana
republicana que nos sirviera de referencia condicionó el que una
de nuestras prioridades fuera precisamente confeccionarla. De
este modo, se tomaron muestras de las pastas de las ánforas en
2
todos los conjuntos estratigráficos analizados para, a posteriori,
ordenarlas de manera que permitieran llegar a conclusiones
sobre su origen. Así pues, también nos ha sido posible elaborar un primer corpus general sobre el que posteriormente
sea posible desarrollar estudios y análisis arqueométricos más
específicos (Anexo II).
Finalmente, hay que señalar que antes de este trabajo no se
había realizado ninguno que englobara particularmente el conjunto de las ánforas del período romano republicano de ninguna
ciudad de Hispania. En este sentido, nuestra investigación resulta
novedosa y muy específica. Dos hitos históricos excelentemente
representados en la secuencia arqueológica: la fundación de la
ciudad en el 138 a.C. y su destrucción en el 75 a.C.; así como una
buena metodología empleada en las excavaciones que estudiamos
a lo largo del trabajo, sirven para ubicar en contextos cronológicos
muy bien acotados la mayor parte del material que presentamos,
lo cual también ha contribuido a definir mejor la incidencia de
determinadas producciones en la dinámica comercial.
Con todo ello, creemos haber cumplido con nuestro principal objetivo, el cual no ha sido otro que estudiar el conjunto de
las ánforas descubiertas en las intervenciones arqueológicas más
significativas con niveles romanos republicanos de la ciudad
de Valencia para ofrecer una visión más completa y renovada,
desde el punto de vista arqueológico y socioeconómico, que
pueda servir como paradigma a otras ciudades romanas occidentales de la época.
[page-n-16]
2
El marco geográfico y contexto histórico
previo a la fundación de Valentia
2.1. DELIMITACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO
El área geográfica que analizamos se encuentra delimitada al
norte por el río Palancia y la ciudad de Sagunto ubicada en su
tramo final en las estribaciones más orientales de la sierra Calderona. Al suroeste por el yacimiento ibero-romano de La Carència,
localizado sobre la muntanya del Portell que constituye una de
las últimas derivaciones del sistema Ibérico más próximas a la
costa. Al sur por el río Júcar y la ciudad de Cullera, asentada a los
pies de la serra de les Raboses, la cual es el último monte de ese
sistema antes de llegar al mar. Al este queda limitada por la mar.
Toda esta zona comprende un amplio territorio que se conoce
como l’Horta de València. Por tanto, comprende el área costera
central del golfo de Valencia que supone una gran planicie o
llanura litoral entre el mar Mediterráneo al este y las primeras
estribaciones, de escasa altitud, del sistema Ibérico al noroeste,
oeste y sudoeste. El río Turia lo atraviesa dividiéndolo en dos
zonas: una al sur y otra al norte que establecen un primer factor
para individualizar el territorio que estudiamos (fig. 2.1).
Partiendo de la base de que la elección del lugar para el
asentamiento de la ciudad no fue aleatoria, sino que obedeció a
factores que atendían a las posibilidades ofrecidas por el medio
para cubrir una necesidad concreta de carácter social y estratégico
de Roma en la península ibérica, la descripción de las características físicas podrá ayudarnos a comprender el porqué del enclave
escogido para su fundación.
2.2. LOS RÍOS Y LA ALBUFERA
De norte a sur, los tres ríos que marcan la red fluvial principal en
el área de estudio son: el Palancia, el Turia y el Júcar. Todos ellos
tienen un régimen mediterráneo de aportaciones, con períodos
secos en verano y crecimiento de sus caudales en otoño. Asimismo, existe una serie de barrancos y afluentes que, desde el
punto de vista histórico, tienen relevancia puesto que sus valles
supusieron vías de comunicación entre la costa y las zonas de
interior. De norte a sur, los más significativos son: el barranc del
Carraixet, el barranc del Poyo o de Torrent y el río Magro, que es
un afluente del Júcar. El otro elemento hidrográfico fundamental
del territorio es la Albufera (fig. 2.2).
2.2.1 el palancia
Es un río de corto recorrido (85 km). Nace en la sierra del Toro,
en Castellón, y desemboca entre los términos municipales de
Sagunto y Canet. Actualmente, debido al uso de sus aguas para
regadío, el cauce llega seco a su tramo final. Entre las desembocaduras de los ríos Ebro y Júcar, el Palancia constituye la mejor
vía natural de penetración hacia el interior y llegó a conectar con
el valle medio del Ebro (Járrega 1996, 21; Arasa 1996: 37-54).
2.2.2. el barranc del carraixet
Nace en Gátova y su desembocadura se ha puesto en relación
con el fondeadero del Cabañal-Malvarrosa. Se ha planteado que
sirviera de vía de comunicación natural entre la costa y las tierras
del interior y como lugar de entrada de productos importados al
menos desde la segunda mitad del siglo VI a.C. (Pérez Ballester
2015: 33). Su cauce es amplio y generalmente está seco. En su
tramo final existen varios ullals o manantiales que permiten una
presencia constante de agua dulce y también lo pudieron convertir
en un buen punto de aguada.
2.2.3. el río turia
Tiene una longitud de 280 km. Su régimen natural presenta
aguas altas de enero a junio, mientras que de julio a diciembre
se produce su menor caudal y su cuenca baja se puede llegar a
3
[page-n-17]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 2.2. Red fluvial del área de estudio.
Figura 2.1. Área geográfica de estudio.
secar en períodos de fuertes sequías (Carmona y Grau 2009).
Los distintos barrancos que desembocan en él no contribuyen a
la escorrentía media. Sin embargo, sus aportaciones suelen ser
causantes de las crecidas capaces de originar devastadores desbordamientos recogidos por las fuentes desde, al menos, el año
1321 (Almela y Vives 1957; Teixidor 1895) y que también han
sido bien documentados desde época fundacional hasta la actualidad en las excavaciones arqueológicas de la ciudad (Carmona
González 1991a; 1990a).
Por otra parte, el río fue navegable en su tramo bajo hasta la
Edad Media. En el siglo XII, el geógrafo al-Idrisi nos habla de
la reducida navegabilidad de los ríos valencianos, así como de
su uso para bajar maderas desde las montañas (Arcinega 2011:
101). En el siglo XIV Eiximenis todavía describió al Turia como
un río naval. Así pues, al menos desde época islámica, una de
las actividades económicas para las que el río era empleado fue
bajar maderas desde Santa Cruz de Moya (Cuenca) y la Serranía
valenciana hasta la ciudad (Arcinega 2011); una actividad que
quizás también pudieron desarrollar los romanos.
A partir de las actuaciones arqueológicas en la ciudad se
podría interpretar que desde el siglo X-XI comenzó a producirse
un progresivo proceso de arramblamiento (Carmona 1991b).
Durante el transcurso de la Baja Edad Media la pérdida de caudales por el regadío y la sobrecarga sedimentaria cambiaron su
morfología e impidieron definitivamente su navegabilidad. Desde
un punto de vista estrictamente arqueológico, los procesos de
colmatación del cauce del río en el entorno más inmediato a la
ciudad se iniciaron a partir del siglo XV con la reconstrucción
del puente de la Trinidad en 1401 y, posteriormente, con la del de
4
Serranos en 1518. Las excavaciones llevadas a cabo en este tramo
del río muestran un cauce sin cerámicas anteriores al siglo XV, lo
cual parece indicar que hasta aquel momento hubo continuidad
en un flujo lo suficientemente fuerte como para arrastrar consigo
los desperdicios urbanos que pudieran ir a parar al río (Serrano,
López, Rubio y Pascual 2012; Pascual Berlanga y Máñez 2005).
Debido a los procesos sedimentarios y a la fuerte urbanización, es imposible distinguir en el paisaje actual las trazas de lo
que debió ser la morfología de esta terraza ni marcar el recorrido
del río en la Antigüedad. Desde principios del siglo XX (Rodrigo
Pertegás 1922; Nebot 1902) se ha hablado de que había una
difluencia de su cauce situada al sur de la ciudad antigua que se
mantuvo, directa o indirectamente, presente en la bibliografía
(Carmona 1990b; Rosselló 1980; Tarradell 1962; Almela y Vives
1957). Un levantamiento fotogramétrico realizado en la década
de los 80, junto a los trabajos arqueológicos y geoarqueológicos
realizados en la ciudad, han puesto nítidamente de manifiesto
el trazado de una vaguada (fig. 2.3) que, por la zona del actual
mercat Central, discurría hacia la plaça de l’Ajuntament y, aguas
abajo, confluía con el Turia (Carmona 2009). Esa vaguada ha sido
interpretada como un cauce funcional del río (durante las avenidas) que estuvo activo en época romana e islámica (Carmona
2002). Por entonces y hasta la segunda mitad del siglo XIV, la
desembocadura se encontraba situada algo más al sur que en la
actualidad, a la altura de Pinedo (Ruiz y Carmona 2005)
El Turia supone una ruta natural de acceso desde la Meseta
hacia las costas del levante peninsular y viceversa que ha
sido bien atestiguada en época tardoantigua (Vallejo 1993;
Olmo 1991).
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el marco geográfico y contexto histórico previo a la fundación de valentia
Ripollés 1982: 412). El valle del río Magro no solamente se considera la ruta principal de comunicación entre los asentamientos
de La Carència (Kili) y Kelin, sino también una zona de transición y frontera entre los territorios de ambos (Quixal 2012) y,
por tanto, también una de las primordiales vías de comunicación
entre el golfo de Valencia y el interior.
2.2.6. el río júcar
Desde el punto de vista físico es el más importante de cuantos
nos atañen. Su margen izquierda marca el límite sur del territorio que nos ocupa y también de lo que entendemos por Edetania
(Plinio NH., III, 20). Posteriormente, se fijó como la divisoria de
los conventos jurídicos Tarraconense y Cartaginense (Plinio NH.,
III 24-25). Tiene una longitud de 498 km desde su nacimiento
en los Montes Universales hasta la desembocadura en Cullera.
Al igual que el resto de los cursos fluviales comentados, está
sometido a fuertes períodos de sequía y desbordamientos que
son especialmente perniciosos con los temporales de lluvia (Peris
Albentosa 2005). Sin embargo, la desembocadura del Júcar y su
entorno costero fue un lugar clave de comunicación y comercio
al menos desde el Bronce Final (Pérez Ballester 2013) hasta la
refundación de Valentia a partir de época augustea, cuando el
centro de poder socioeconómico se desplazó hacia esta nueva
ciudad (Ribera i Lacomba 2008).
2.2.7. otros aspectos de la red fluvial
Figura 2.3. Restitución hipotética del entorno fluvial de la
Valentia republicana a partir de Ribera i Lacomba, Grau y Marín
(2002, 35).
2.2.4. el barranc del poyo o de torrent
Es el resultado de la confluencia de varias ramblas. Nace en
la sierra de Buñol y desemboca en la Albufera, a la altura del
actual puerto lagunar de Catarroja. Su cuenca endorreica se
encuentra entre la de los ríos Turia y Júcar. Supone una vía de
comunicación natural desde la Albufera hacia las tierras del
interior cuyo uso podríamos remontar hasta el siglo VI a.C.
(Pérez Ballester 2015: 35).
2.2.5. el río magro
En realidad, es un afluente del Júcar. Nace en la sierra de Mira,
presenta una longitud de 130 km y tiene un escaso e irregular
caudal de carácter torrencial. Aunque las características de la geografía que atraviesa lo invalidan como una vía natural de comunicación homogénea, se ha puesto de manifiesto que el Magro
fue una de las entradas naturales óptimas en época ibérica desde
el litoral hacia el interior (Albiach 2013; Albiach, Ledo, Mata y
Requena 2007; Medard 1998), en cuya cabecera se encontraba
la ciudad ibérica de Kelin, donde ha quedado constatada una
importante actividad comercial desde el siglo VI a.C. hasta su
decadencia a partir de las Guerras Sertorianas (Mata 1991: 195;
Además, y no menos importante desde el punto de vista paisajístico y medioambiental, toda la llanura central del golfo de
Valencia está surcada por una red de paleocanales que hoy solamente son apreciables por la alineación que adoptan las parcelas
de cultivo y por pequeños barrancos o barranquets los cuales,
desde las lomas calcáreas que la bordean por el oeste, desembocan en ella. La funcionalidad natural de estos barranquets y
sus consecuencias en el paisaje se constata en las crónicas de la
ciudad y en las descripciones geográficas del entorno realizadas
por eruditos valencianos de principios del siglo XX. A modo de
ejemplo ilustrativo, Gómez Serrano describe la red de drenaje
del marjal situado al sur de Moncada:
En torno a la hoya que se forma entre la loma donde está
asentado Rocafort y las lomas de Campolivar y la Ermita
Nova (en la parte alta de los términos de Godella, Rocafort y
Massarojos) nacen algunos barranquitos: l’Horteta, el Vell o
de la Covatella, el Nou y el dels Gentils o dels Frares. Todos
ellos vienen a desembocar, en las fuertes barrancadas, entre
Rocafort y Godella, formando con el Palmar de Massarojos
una gran laguna (de la que todavía queda el recuerdo histórico y el nombre de Marjales) y, desbordando por el sur de
Borbotó y del Alter, se dirigen por la Alquería Honda y el
llano de Sant Bernat al Rahal para salir al río.
(Gómez Serrano 1932: 10-11.
Traducción propia del valenciano)
Este tipo de marjales o lagunas más o menos estacionales,
debió ser una constante en el paisaje hidrográfico del entorno de
la primera ciudad.
5
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las ánforas de valentia romana republicana
Finalmente, cabe señalar que asociado a cada una de las
redes fluviales del territorio que estudiamos hay conectado uno
o más enclaves que tuvieron trascendencia histórica en la época
de la fundación de la ciudad. Sagunto en el Palancia, Llíria en
el Carraixet (aunque en absoluta decadencia), la propia Valentia
en el Turia, La Carència y Kelin en el Magro y Sucro en el Júcar.
2.2.8. la albufera
La Albufera de Valencia comenzó a formarse entre el 5500 y
el 4800 a.C. durante el máximo de transgresión holocena (De
Santiesteban, Marco-Barra y Miracle 2009). La superficie que
originalmente ocupaba aquella paleolaguna inicial era de unos
60 km de longitud, desde Sagunto hasta Gandía, y de 10 km
de ancho (Pérez Ballester 2015: 27; Carmona y Pérez Ballester
2011: fig. 1). Entre los siglos VII y V a.C., los aportes de los ríos
y barrancos que hemos visto contribuyeron a fragmentarla de
manera rotunda.
Evocaciones elegíacas de poetas y descripciones o referencias
de cronistas sobre la Albufera, hay desde época medieval (Alba
y Vasileva 2017: 226). A partir de la conquista de Jaime I hasta
el siglo XIX siempre, o casi siempre, la Albufera formó parte del
patrimonio real, y la archivística sobre la legislación y regulación
de sus actividades es muy abundante (Rosselló 1995: 102-107;
Momblanch 1960). En general, desde el punto de vista que nos
interesa, se hace referencia la extraordinaria diversidad de recursos
piscícolas, cinegéticos y botánicos que albergaba (fig. 2.4). La sal
también pudo ser uno de los recursos explotados por los romanos.
La primera referencia a las salinas que hubo en de la Dehesa del
Saler se remontan al año 1250 (Rosselló 1987).
Los aterramientos, las transformaciones agrarias, especialmente a partir del siglo XVIII, y urbanas e industriales desde el
XIX, han sido uno de los principales agentes que han contribuido
a reducir la extensión del lago hasta los 24 km2 que hoy conocemos como la Albufera de Valencia, cuya profundidad media
actual es de 1 m. Probablemente, estas circunstancias también
hayan contribuido a ocultar buena parte de la riqueza arqueológica del lago y su entorno. La antigua gola natural del lago se
ubicaba cerca del Mareny de Barraquetes (Sanchís Ibor 2010).
Desde el punto de vista de la navegación y del comercio, esta
gran ensenada abierta al mar, protegida de los temporales por las
barreras litorales en proceso de formación y con amplios valles que
permitían el contacto con las zonas del interior, tuvo que significar
un hito importante para los comerciantes que navegaban las costas
orientales de la península ibérica durante aquel período y también,
junto a los posibles fondeaderos identificados frente al barranc del
Carraixet y la playa de la Malvarrosa (Pérez Ballester 2015; Pérez
Ballester, Carmona, Ribera y Pascual 2010), pude explicar la presencia de cerámicas griegas y etruscas en los yacimientos ibéricos
de la parte central del golfo de Valencia y los ubicados en los cursos
altos de sus ríos.
Los estudios geomorfológicos demuestran que el sistema
actual de restinga es posterior al 6600 BP y que éste se desarrolló de norte a sur a partir de la desembocadura del río Turia. El
período transcurrido entre el 2500 a.C. y el 1200 d.C. corresponde
a la tercera fase de formación de la restinga que actualmente
separa la Albufera del mar. El proceso más reciente, el que la
individualizó y aisló definitivamente, no se inició hasta época
histórica a partir del año 1200 d.C. y la formación de esta unidad de playa tuvo un rápido crecimiento desde entonces (De
Santiesteban, Marco-Barba y Miracle 2009) que ahora parece
verse mermado debido a las instalaciones portuarias de Valencia.
2.3. LA LÍNEA DE COSTA Y LOS PUERTOS ANTIGUOS
Valencia se localiza en el extremo occidental del Mediterráneo
por lo que la mar como vía de comunicación y transporte fue un
factor determinante a la hora de crear la ciudad. En el momento
de la fundación, la línea de costa se encontraba a 3000 pasos
(Plinio, NH., III, 20) al este de la ubicación escogida para ello;
muy próxima a la mar (4,5 km) y conectada a ella a través del
propio cauce del río que por entonces todavía era navegable y
probablemente también a través de la Albufera.
La constante circulación de mercancías por el gofo de Valencia desde tiempos protohistóricos es un hecho confirmado por los
hallazgos subacuáticos (Fernández Izquierdo, Gómez y Ribera 1988;
Ribera i Lacomba y Fernández 1985; Fernández Izquierdo 1984).
Varias zonas submarinas de concentración de materiales se han interpretado como los fondeaderos que ya hemos mencionado. El área de
la Malvarrosa está a unas dos millas de la playa a una profundidad de
35-40 m. La de El Saler, localizado frente a la Albufera, solamente
presenta materiales a partir de época romana republicana coincidiendo con el momento fundacional de la ciudad (Ribera i Lacomba
1993: 268; Ribera i Lacomba y Fernández 1985).
Figura 2.4. Dibujo de A. van de Wyngaerde (1563) de la Albufera de Valencia desde un punto de vista elevado e imaginario, https://incubator.
wikimedia.org/wiki/Wp/na/Anton_van_den_Wyngaerde#/media/File:L’Albufera_de_Val%C3%A8ncia,_1563,_Anton_van_den_Wyngaerde.jpg.
6
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el marco geográfico y contexto histórico previo a la fundación de valentia
Se ha propuesto que en esos fondeaderos las mercancías
pudieran trasvasarse a naves más pequeñas que las llevarían
a tierra firme o que remontarían el río hasta la nueva colonia
(Fernández Izquierdo 1984), aunque no se tiene constancia
fehaciente de cómo y dónde se intercambiaban los productos
que llegaban por vía marítima a Valentia en época republicana. Sabemos que la ciudad imperial tuvo un puerto fluvial
(Burriel, Ribera y Serrano 2004: 134) que pudo haber sido
reformado en época antonina (Ribera i Lacomba 2007: 36),
pero no conocemos nada concreto del que pudo albergar la
ciudad republicana, la cual sí dispuso, desde el principio, de
un amplio horreum bien documentado (Ribera i Lacomba
2011; 2002).
El tramo de costa que nos ocupa en este estudio (Sagunto-Cullera) es abierta, baja y arenosa, sin más puerto natural que la
propia Albufera ni más acantilados, de escasa envergadura, que
los del cabo de Cullera. Los materiales que constituyen sus playas
son cuaternarios, normalmente holocenos, y forman restingas que
cierran albuferas o marjales (Pardo Pascual y Rosselló 1991: 15).
Inmediatamente al sur del del río Palancia encontramos
marjales que se extendían hasta la misma Valencia. Desde la
desembocadura del Turia hasta el cabo de Cullera, la costa está
modelada por el oleaje, el viento y el transporte longitudinal
de sedimentos (Pardo Pascual y Rosselló 1991) y la línea costera es una restinga formada exclusivamente por aportes del río
Turia (Sanjaume Saumell 1985) la cual, en época romana republicana, todavía estaba inmersa en el proceso de cerramiento
que no culminaría hasta después de 1200 d.C. (De Santiesteban,
Marco-Barba y Miracle 2009).
Estrabón ya nos advierte de que esta costa era “pobre en
puertos” (III, 4, 8). En el tramo que nos ocupa, la información
a este respecto es reducida y sólo conocemos parcialmente las
antiguas instalaciones portuarias de Arse-Saguntum. Sin embargo,
no cabe duda de que en el período que analizamos al menos hubo
dos más. Una en Valentia, puesto que no se entiende una ciudad
costera de la Antigüedad sin un puerto al que pudieran arribar las
embarcaciones, y probablemente otra en Cullera que las fuentes
tardías nos han transmitido como el portus Sucrone (Ravennate
V3, 342, 15; Ravennate 304, 7), aunque poco se sabe y tampoco
se tienen datos objetivos que lo demuestren.
En el Grau Vell y el Alter del Colomer, los trabajos subacuáticos han puesto de manifiesto un espigón-embarcadero al sur
de la desembocadura del Palancia (De Juan 2003; 2002; Giner
2002). Allí se han constatado las estructuras portuarias de la antigua Arse-Saguntum fechadas en entre el 300 y el 225 a.C. Entre
los materiales asociados a esta cronología, las importaciones de
Ibiza y del norte de África son singularmente significativas junto
a otras magno-griegas o sicilianas entre un predominio de lo ibérico, donde los kalathoi y colmenas aparecen por primera vez
en las dependencias de almacenaje (Aranegui 2004: 80). Estas
estructuras corresponden al primer muelle en piedra, de unos 35
m de longitud (Aranegui, De Juan y Fernández 2004: 80), que
pudo ampliar el acceso a un fondeadero interior ubicado en el
marjal y al cual se podría acceder a través de una comunicación
natural entre la laguna y la mar (De Juan 2002: fig. 5), aunque
posteriores investigaciones geomorfológicas parecen desmentir
esta posibilidad (Aranegui, Ruiz y Carmona 2005: 162).
Para el conjunto de Trencatimons, localizado algo más al
norte, se ha propuesto que su construcción se llevó a término entre
los siglos III-II a.C. coincidiendo con la urbanización oriental de
la cima del Castillo de Sagunto (Aranegui, De Juan y Fernández
2004: 81) y en relación con la incorporación de la ciudad a los
circuitos comerciales itálicos, con el proceso de conquista romana
de la península ibérica y el consecuente aumento de la arribada
de naves comerciales de mayor tonelaje y calado del que podían
soportar las infraestructuras portuarias más antiguas ubicadas
en el Colomer (De Juan 2002: 124-125). De confirmar esta cronología, El Grau Vell constituiría un testimonio excepcional de
uno de los primeros portus, junto al de Tarraco, eminentemente
romanos para el suministro de los ejércitos en los sentidos náutico (Servio, ad Aeneid. II, 23) y económico (Rougé 1978: 70-71;
Rougé 1966: 117-119) latinos del término. Es un muelle de unos
130 m de longitud por 10 de ancho capaz de albergar hasta cuatro
naves onerarias que además está vinculado a una torre (Aranegui
2004: 81). Las importaciones asociadas son ahora mayoritariamente itálicas, aunque las de tradición púnica (de Túnez, Cádiz
e Ibiza) siguen estando presentes. Estos conjuntos de materiales,
junto a los documentados en el Castillo de Sagunto, indicarían
una mayor relación de la ciudad con el tráfico marítimo.
En estos trabajos también se puso de manifiesto que en este
tramo la línea de costa ha sufrido un retroceso de unos 20 m (De
Juan 2002: fig. 2).
Sobre el puerto que pudiera tener Valentia en época republicana conocemos bien poco. Un vertedero de la época de la
fundación descubierto en las excavaciones de la calle Barón de
Petrés con 50 ánforas itálicas y 25 púnicas, que no incluimos en
este trabajo por encontrarse fuera del antiguo núcleo republicano,
se ha relacionado, por su proximidad al río, con los deshechos
de las descargas de mercancías que debieron llegar a la ciudad
por vía fluvial (Marín y Ribera 2002: 296). En este sentido, cabe
suponer que algún tipo de instalaciones fluviales-portuarias podría
encontrarse en sus inmediaciones.
En el cauce del Turia, también se revelaron algunos hallazgos
de época romana republicana, aunque descontextualizados. En
1934 y 1935, al noroeste de la ciudad romana, se encontraron varias
monedas de cronología republicana y un cuello de ánfora Dressel 1 asociados a unos muros de piedra cubiertos por un potente
nivel de arenas (Sentandreu 1966: 178, 182). Sin embargo, la más
antigua evidencia significativa de las actuaciones humanas sobre
el cauce del río se constató en las excavaciones de la Calle Conde
Trenor 13-14, donde se descubrieron restos de estructuras claramente identificadas como una pequeña instalación portuaria/fluvial
del siglo II d.C. (Burriel, Ribera y Serrano 2004).
Por otra parte, las características de las playas frente a la ciudad de Valencia no son precisamente idóneas para albergar un
puerto ya que presentan una costa abierta, baja, sedimentaria y
arenosa que requiere de una potente infraestructura para acondicionar un buen lugar de atraque. Sabemos que en época romana
hubo una pequeña ensenada ubicada en la margen norte de la
desembocadura del río que quizás, como ocurriría desde época
medieval en adelante, pudo albergar en sus alrededores algún tipo
de estructura portuaria (un muelle o embarcadero). En 1283 un
privilegio de Pedro III de Aragón menciona al puerto del Grao de
Valencia (González Antón 1975: 140, 38). El geógrafo y marino
otomano Pîri Reis (1465-1553) haría hincapié en la presencia de
arenales y nos indica que los barcos anclaban a dos millas de la
7
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las ánforas de valentia romana republicana
costa. Hasta el siglo XVIII siempre hubo intentos por acondicionar una zona portuaria mediante la construcción de embarcaderos
y muelles que, sin embargo, nunca terminaron de consolidarse
(Del Moral 1991; Guiral 1989; Pons, Díaz y Serna 1986; Ferrer
Navarro 1974-77) y no fue hasta 1889 cuando se culminó la construcción definitiva de un verdadero puerto marítimo.
Así pues, tanto las referencias históricas desde época medieval
como los hallazgos arqueológicos apuntan a que tradicionalmente
las naves fondeaban frente a la costa de la ciudad donde siempre, o casi siempre, también hubo un muelle. Al menos hasta
que el río dejó de ser navegable a partir de la Baja Edad Media,
embarcaciones capaces de remontarlo arribarían hasta la misma
ciudad. Probablemente, este sería el mecanismo que la Valentia
republicana utilizó para sus abastecimientos y exportaciones por
vía marítima; con zonas de fondeo en torno a la desembocadura
del río que, por entonces, estaba localizada más al sur y también
conectaba con la Albufera (Ruiz y Carmona 2005).
Portus Sucrone es la acepción tardía que nos ha llegado de
unas instalaciones portuarias ubicadas en Cullera relacionadas
con la ciudad de Sucro, a la que algunos autores han propuesto
localizar en l’Alter de la Vint-i-huitena, en Albalat de la Ribera
(Aranegui 2015a: 21; Pérez Ballester 2015: 39-40; Ribera i
Lacomba 1998). Sucro aparece mencionada en Plinio (NH., III,
20); Estrabón (III, 6); Vasos de Vicarello, Itinerario Antonino
(400, 4); Livio (XXVIII, 2, 5 y Perioca 91); Plutarco (Sert. 19 y
Pomp. 19) y el río Sucro por Sallustio (Epist. Pompei 5); Livio
(XVIII, 24, 5); Floro (II, 10, 7); Silo (III, 372); Estrabón (III,
4, 6) y Ptolomeo (II, 6, 4). Pero, aunque debió haber un puerto
marítimo-fluvial en la zona de la desembocadura del Júcar, no
tenemos ninguna evidencia material al respecto. Tanto la crónica
de Ramón Muntaner como las descripciones de Pîri Reis hablan
del puerto de Cullera ubicado en el interior de la Albufera y coinciden en la dificultad de llegar a él con grandes embarcaciones
debido a la imposibilidad de navegación a través del lago (Martín y Diarte 2014).
2.4. CALZADAS Y CAMINOS
Otro elemento de singular importancia para comprender por qué
se escogió el lugar en que se fundó la ciudad es su localización
en un punto estratégico en la red de comunicaciones terrestres.
En este sentido, todo el golfo de Valencia se encontraba atravesado de norte a sur por la antigua via Heraclea, que fue el
eje vertebrador prerromano de la fachada mediterránea de la
península ibérica (Ribera i Lacomba 2008; Knapp 1986). Poco
sabemos de aquella red de caminos. La investigación se ha
centrado fundamentalmente en el estudio de esta vía durante la
época romana imperial. Es decir, en el trazado de la via Augusta
(Pérez Ballester y Arasa 2010; Arasa 2006; Arasa y Rosselló
1995; Rosselló 1992; Llobregat 1983; Morote 1979, Tarradell
1973). Lo que conocemos es que la ciudad se ubicó en el paso
de un río y que indudablemente debió ejercer un control sobre
el eje viario preexistente.
Las excavaciones realizadas en la calle Ruaya de Valencia,
al norte del cauce del río, han puesto de manifiesto evidencias
de actividades anteriores a la fundación (Albelda Borrás 2015)
que pudieran corresponder a un lugar de cierto carácter sacro del
siglo IV-III a.C. (Albelda Borrás 2019; Ribera i Lacomba 2017a)
cuyos materiales, no obstante, indican que en torno a los inicios
8
del siglo II a.C., quizás en relación con las consecuencias de las
actividades militares durante la II Guerra Púnica en Iberia, dejó
de ser frecuentado. En la calle Sagunto, y fechado a inicios del
siglo II a.C., se descubrió un tramo de esta vía cuya dirección,
más hacia el oeste del lugar donde se ubicaría Valentia, parece
haber sido rectificada tras la fundación para dirigirla hacia ella
(Ribera i Lacomba 2014a). Otros descubrimientos de esta cronología en torno a la calle Sagunto (Ruiz y Salavert 2012; Ripollés
2005b; Pascual Berlanga 1997) se pueden interpretar, bien como
el resultado de su localización junto a la vía y, por tanto, como
la consecuencia de un tránsito desde antiguo, o bien como elementos que apoyen la hipótesis de que si alguna vez existió un
asentamiento de relativa importancia anterior a los romanos en
Valencia o su entorno quizás haya que buscarlo en esa zona del
margen norte del río.
En cualquier caso, la fundación de la ciudad debió suponer el inicio de una reestructuración, no sólo de la antigua vía
sino de toda la red viaria del entorno y de las comunicaciones
con el interior, como parece demostrar el hecho de que en una
ciudad tan alejada de la costa como Kelin haya un gran número
de moneda acuñada en Valentia (Ripollés 1988). Esta reorganización o acondicionamiento se hace además imprescindible si
tenemos en cuenta que durante la segunda mitad del siglo II a.C.
la presencia romana en la península ibérica se fundamenta en la
conquista de nuevos territorios y una de las finalidades principales de las vías en ese contexto no es otra que facilitarla (Coareli
1988; Wiseman 1970).
2.5. ENTIDADES “URBANAS” PREEXISTENTES Y
VALENTIA
Fue precisamente en el territorio que estudiamos donde se originó
el casus belli de la II Guerra Púnica a raíz de la toma de Arse por
los cartagineses. Poco tiempo después del inicio del conflicto, la
ciudad fue reconquistada por Publio Cornelio Escipión y toda el
área pasó a estar sometida al control de los ejércitos romanos. Las
fuentes son exiguas respecto al período post bélico en la región.
En torno al 206 a.C., el territorio que nos ocupa parece estar totalmente pacificado bajo el dominio romano. Únicamente el motín
de los soldados apostados en Sucro, hastiados por la inactividad,
implicó correrías que supusieron la primera de las actuaciones
crueles y reprobables con respecto a los indígenas peninsulares
de las que se tiene constancia por las fuentes (Livio XXVIII,
24); crueldades cuyo cúmulo desembocaría más tarde en el alzamiento de Viriato, la guerra que se desató y, como consecuencia
o vinculada a su desenlace, la fundación de Valentia. Aparte de
la mención de algunas incursiones de celtíberos y lusitanos, no
será precisamente hasta la Guerra Setoriana cuando las fuentes
vuelvan a hablar del área que analizamos.
Desde el punto de vista arqueológico hay yacimientos que
muestran niveles de destrucción fechados en el paso del siglo
III al II a.C. y que sin duda deben estar relacionados, de alguna
manera, con las actividades bélicas de aquellos momentos o los
inmediatamente posteriores: el Puntal dels Llops, la Monravana,
La Seña (Bonet 1995; 1988), el Tossal de Sant Miquel (Bonet
1995; Bonet y Mata 1982) o el Castellet de Bernabé (Guérin
1989) son buena prueba de ello.
[page-n-22]
el marco geográfico y contexto histórico previo a la fundación de valentia
Los centros urbanos más significativos durante este período
de los que tenemos constancia arqueológica fueron Arse-Saguntum, el Tossal de Sant Miquel, Kelin, La Carència y, naturalmente,
desde su fundación, también Valentia.
Arse-Saguntum fue la ciudad de más trascendencia histórica y a la que las fuentes hacen mayor referencia. Tal y como
parece desprenderse de la circulación monetaria (Ripollés y Llorens 2002: 323) y de los hallazgos cerámicos del Grau Vell, con
su puerto y localización junto a la via Heraclea, floreció como un
foco articulador del territorio y del comercio con los principales
centros coloniales de Occidente. Hasta la guerra contra Cartago
mantuvo una estrecha relación comercial no sólo con los griegos
de occidente sino también con las colonias púnicas occidentales.
Después de la contienda se impusieron definitivamente los productos itálicos entre sus importaciones (Aranegui 2015b: 94).
Tras expulsar a los cartagineses de la ciudad, en torno al 212 a.C.,
ésta se reorganizó (Jacob 1989) y, al parecer, tal y como sugieren
algunas inscripciones de época augustea, (Beltrán Llorís 1980: n.
36-37) en ello tuvo mucho que ver el propio P. Cornelio Escipión.
Debido a sus condiciones de fortificación, ubicación estratégica
y conexión marina, fue el centro organizativo de control y de
operaciones militares en esta zona de la costa levantina durante
la II Guerra Púnica y hasta la fundación de Valentia.
Durante todo el período romano republicano Sagunto fue
una civitas foederata que no se convertiría en municipio hasta
el principado de Augusto (Pena Gimeno 1984). Las murallas
del siglo IV a.C. encerraban una superficie de unas 8 o 10 ha
(Aranegui 2015b: 95; Martí Bonafé 1998: 116 y 122) y durante
el período ibérico, como ciudad poderosa e independiente, debió
desempeñar el papel de emporio comercial de los edetanos en
el sentido geográfico del término. Fue la primera ciudad ibérica
en acuñar moneda (Ripollés y Llorens 2002). Tras la II Guerra
Púnica se inició un proceso de monumentalización del Castell
y de revitalización de su puerto (Aranegui 1995) que ponen de
manifiesto la importancia que tuvo la ciudad durante todo el
período republicano. Sin embargo, tratar de establecer comparaciones entre Arse-Saguntum y Valentia republicanas o medir
el grado de significación económica de cada una durante esta
etapa resulta hoy día muy complejo debido a la disparidad de
conocimientos que tenemos de ambas, aunque, por su historia
política, las funciones administrativas y los órganos de poder
parecen situar a Valentia por delante de la vieja ciudad ibérica
(Aranegui 2002: 254).
Si bien no cabe ninguna duda sobre la continuidad de Sagunto
tras la II Guerra Púnica, el Tossal de Sant Miquel (Llíria) ofrece
incertidumbres al respecto. Se trata del segundo gran asentamiento prerromano en importancia y se podría asociar a Edeta,
aunque este es un topónimo que las fuentes latinas no emplearían hasta la época Imperial. Se fortificó en el último cuarto del
siglo III a.C. y debía contar con una superficie de entre 10 y 15
ha (Aranegui, Mata y Pérez Ballester 1997: 16-17). Al igual que
varios de los establecimientos ubicados en su área de influencia, ha conservado niveles de destrucción que, en principio, se
asociaron a las Guerras Sertorianas (Tarradell 1961; Ballester et
alii 1954), pero trabajos posteriores situaron a inicios del siglo
II a.C. (Bonet 1995; Ribera i Lacomba 1993: 145; Bonet et alii
1981). Para cuando se fundó Valentia, la importancia del Tossal de Sant Miquel tuvo que ser muy reducida, pues se detecta
un nivel de destrucción y abandono fechado durante o en los
momentos posteriores a la II Guerra Púnica (Bonet y Mata 2002:
234), ya en el contexto de pacificación catoniana y la paulatina
la imposición de un nuevo orden administrativo. Por otra parte,
finalizada la contienda, en todo el territorio adscrito antes de la
guerra a su área de influencia se obró un cambio significativo en el
modelo territorial acorde con los nuevos modelos de organización
política y económica romanos (Bernabeu, Bonet y Mata 1987).
En este sentido, seguramente la ciudad de Valentia se instalaría
sobre el territorio de Edeta. Así pues, el desenlace del conflicto
tuvo como consecuencia la desaparición o, cuanto menos, mengua del Tossal de Sant Miquel como entidad urbana, estratégica
y política, al menos hasta después del cambio de era.
Por su parte, Kelin-Los Villares se encuentra muy al interior y
alejado de los principales centros edetanos, en los límites entre los
iberos y los pueblos del interior. Con unas 10 ha, fue uno de los
establecimientos ibéricos más importantes del siglo II y la primera
mitad del I a.C. También sufrió una destrucción fechada a finales
del siglo III a.C. Sin embargo, como ocurrió con Arse-Saguntum,
el poblado sobrevivió a aquel episodio y se incorporó a los nuevos
mercados itálicos, tal y como parece poner de manifiesto el aprovisionamiento de moneda de Roma en los momentos posteriores
a la II Guerra Púnica y más tarde, entre el 133 y el 77 a.C., de
Arse y de Valentia (Ribera i Lacomba 1993: 150), que implican
relaciones comerciales con la nueva colonia que estudiamos y
dan fe de la continuidad e incluso de un cierto auge de la ciudad
durante el siglo II a.C. (Quixal 2019). Las Guerras Sertorianas
marcarían el final del asentamiento (Ripollés 1982: 404-412) en
cuanto a su importancia geopolítica y probablemente también a
su propia existencia.
La Carència puede ser considerado como otro de los principales asentamientos del área edetana dadas sus dimensiones (más
de 8 ha) y la larga perduración. Se encuentra localizado junto al
río Magro, en un lugar estratégico entre la Edetania y la Contestania. Se propuso su asimilación a la Tyris de Avieno, aunque
actualmente se lo identifica con la ceca de Kili (Albiach 2013).
Tras la II Guerra Púnica, este oppidum tuvo la mayor extensión
y se inició el mayor período de actividad comercial de toda su
existencia. El 81% de las monedas descubiertas en La Carència
se encuadran entre el 195 y el 72 a.C. y son de cecas muy diversas, entre ellas las de Arse-Saguntum, Kelin y Valentia. Después
de la Guerra Sertoriana sólo se ocupó la zona más elevada y fortificada del asentamiento y así perduró desde entonces hasta, al
menos, el siglo V d.C. (Albiach 2013: 309, 312).
Finalmente, Valentia es la ciudad a que dedicamos este
estudio y todo nuestro relato se centrará en ella. Conquistada
Hispania y acabada la III y definitiva Guerra Púnica; ocho años
después de la destrucción de Cartago y uno después de las Guerras Lusitanas contra Viriato, se fundó Valentia en el 138 a.C.,
probablemente como una colonia latina (Ribera i Lacomba 2017a:
46; 2014a: 61; Pena Gimeno 2002 y 1988).
Sus murallas debieron abarcar una superficie en torno a 10
o 12 ha (Ribera i Lacomba 2002: 300 y 304); un tamaño muy
similar al de los dos centros de poder político y económico edetanos como el Tossal de Sant Miquel. En este sentido, y dada la
alteración en los patrones de asentamiento detectada (Bernabeu,
Bonet y Mata 1981), parece evidente que uno de los papeles de
Valentia fue el de llenar el vacío en el poder territorial, probablemente ejercido hasta inicios del siglo II a.C. por el Tossal de
Sant Miquel, con el fin de reorganizar el territorio.
9
[page-n-23]
las ánforas de valentia romana republicana
2.6. CONCLUSIONES
Con toda la complejidad que supone este asunto, lo cierto es que
en las últimas décadas ha sido posible esbozar una idea bastante
aproximada de cómo fue el entorno paisajístico inmediato en el
momento de la fundación de Valentia.
Para el siglo III a.C., los estudios geomorfológicos (Carmona
y Ruiz 2003) han evidenciado una Albufera que ocupaba una
superficie de aproximadamente 250 km2 separada de la mar por
una restinga de unos 27 km de longitud y conectada con ella solamente a través de dos amplias bocanas: una situada en la Punta,
entre Nazaret y Pinedo donde desembocaba el río Turia, y la otra
entre el Perelló y Marenys.
El cauce navegable del Turia debía seguir en el litoral el
trazado de la Punta d’En Silvestre hacia el sector de Pinedo y
conectar con la Albufera, donde existirían otros puertos lagunares
como el que actualmente se encuentra en Catarroja. El recorrido
del río era más largo y el perfil longitudinal de menor gradiente.
Ambas características explican la posibilidad de la navegación
fluvial, siempre de embarcaciones de pequeño calado, hasta los
puertos de la ciudad romana imperial e islámica (altomedieval).
Valentia se cimentó en una zona de inundación, en el punto
más elevado de una pequeña elevación aterrazada, isla o promontorio (Ribera i Lacomba 2017a; 1998: 415) que se había
formado hacia el 11,000 BP en la margen derecha de un río Turia
(Carmona, Dupré y Solé 1990) que por entonces presentaba
numerosos brazos y canales y cuya desembocadura se encontraba a 4,5 km de la ciudad. Las primeras evidencias antrópicas
se encuentran dispuestas sobre potentes niveles areno-limosos de
color amarillo y sedimentación natural (Carmona 1990a: 150), en
arcillas limosas de tonos marrón anaranjado (Ribera i Lacomba
1993: 254-55). Tanto los estudios geomorfológicos como sedimentológicos, arqueológicos e historiográfico-interpretativos
parecen confirmar que esta pequeña elevación estaba encajada
entre el curso del Turia al norte y un canal aluvial secundario que
transcurría algo más al sur de donde se erigió.
Valentia también se estableció próxima a la Albufera, un dilatado lago que incluso pudo llegar a su perímetro urbano (Ribera
i Lacomba, Grau y Marín 2002). Pese a la falta de evidencias
arqueológicas, consecuencia seguramente de la fuerte sedimentación, la Albufera debió jugar un papel muy significativo en la
Valentia romana; no sólo como vía de comunicación sino también como hito de los barcos que transitaban las costas y como
fuente de recursos.
La abundancia de agua fue un factor importante que tuvo que
determinar los primeros trabajos de saneamiento y bonificación
del área fundacional, labores a las que, por otra parte, los romanos estaban habituados en la propia Italia (Ribera i Lacomba y
Jiménez 2014: 145; Traina 1988). Esta profusión de agua también
quedó plasmada en la ciudad republicana con el desarrollo de al
menos una zona sacra relacionada con la emanación de agua que
probablemente estuvo bajo la advocación de Asclepios (Albiach,
Espí y Ribera 2009; Ribera i Lacomba 2009: 47).
Se fundó en un lugar favorable a las comunicaciones esteoeste entre la costa y el interior, junto a la via Heraclea, que desde
antiguo era una vía clave de comunicación terrestre, y junto a una
inmensa laguna de la que poco sabemos, aunque debió suponer
un elemento trascendente en múltiples aspectos. Además, Valentia
se ubicó en el lugar central de un territorio muy propicio para las
10
Figura 2.5. Reconstrucción hipotética de la línea de costa y del
entorno geográfico en el siglo II a.C. generada a partir de los datos
que conocemos.
actividades agropecuarias ocupado desde antiguo por oppida ibéricos de los que dependían otros asentamientos de menor tamaño
que lo explotaban. Tras la II Guerra Púnica se inició un proceso de
reestructuración territorial de la zona en el que la fundación de la
ciudad fue la consecuencia y el eje sobre el que se consolidaría una
vez conquistada Hispania (fig. 2.5). Finalmente, no se puede descartar que en las inmediaciones de la nueva ciudad también hubiera
un asentamiento prerromano (Ribera i Lacomba 1998: 303-4, 307).
Todos y cada uno de los factores geográficos que hemos
visto: su ubicación junto a una vía de comunicación terrestre; en el final de un valle de penetración hacia las tierras del
interior; en un lugar intermedio entre Tarraco y Carthago
Nova que, por entonces, todavía eran los dos únicos centros
urbanos romanos de la Citerior; la abundancia de agua; las
posibilidades de conectividad marítima, etc. contribuyeron a
su fundación.
Por otra parte, dadas las características de las costas que nos
atañen, no parece que los suministros e importaciones por vía
marítima se debieran a una navegación directa de altura entre
el puerto de origen y los de Saguntum, Valentia y Sucro, sino a
una de gran cabotaje en la que los puertos de Tarraco, Ebusus y
Carthago Nova debieron jugar un papel relevante.
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3
Contextualización de las ánforas estudiadas
3.1. LAS FASES REPUBLICANAS DE LA CIUDAD
DE VALENTIA
Aunque los años exactos para establecer fases de este período
pueden pueden ser cuestionables por cuanto hipotéticos, sobre
todo después del 75 a.C., lo cierto es que la secuencia estratigráfica, las estructuras y los materiales asociados descubiertos
en las excavaciones más significativas de la ciudad con niveles
republicanos, permiten plantear una evolución basada en fechas
más o menos ajustadas. Dos de ellas son claves y no ofrecen
dudas: la fundación en el 138 a.C. y la destrucción durante las
Guerras Sertorianas en el 75 a.C. Ambos acontecimientos están
mencionados en las fuentes históricas y han sido confirmados
por la arqueología. Entre estos dos años podemos establecer las
fases en base a los hallazgos arqueológicos. Después del 75 la
división es más figurada por cuanto las evidencias arqueológicas
son menos claras y abundantes.
Así pues, a partir de los descubrimientos arqueológicos,
y teniendo en cuenta las fechas clave mencionadas, se han
establecido 6 fases teóricas en la evolución de la ciudad que
abarcan desde su fundación hasta el cambio de era y que
actualmente siguen estando plenamente vigentes para organizar cualquier estudio sobre la Valencia romana republicana
(Ribera i Lacomba 2017b; 1998). Como hemos indicado, después del 75 a.C. y hasta bien entrada la época Imperial, las
evidencias arqueológicas son muy pobres y escasas, lo cual
no deja de ser representativo de la situación valentina tras
la guerra. Por ello, a partir del 75 a.C. hemos subdividido el
período en dos fases. Una engloba lo que resta de época republicana hasta el advenimiento del principado de Augusto y la
otra incluye su reinado.
Con todo, fundamentándonos en las fases ya establecidas
por A. Ribera i Lacomba, en las relaciones estratigráficas de los
niveles arqueológicos que las componen, y en acontecimientos
históricos concretos, los 152 primeros años de la historia de la
ciudad podríamos distribuirlos cronológicamente del siguiente
modo (tabla 3.1):
3.1.1. las fases fundacionales
3.1.1.1. La fundación (138 a.C.)
Iunius Brutus cos. in Hispania is qui sub Viriatho militaverant
agros et oppidum dedit, quod vocatum est Valentia.
(Periocha 55, 4).
El primer gran problema histórico que planteó la ciudad de Valencia fue el de su propia fundación. El resumen que durante el
siglo IV d.C. se realizó del libro LV de Livio, aunque arroja
luces importantes en cuanto a la fecha y protagonistas, no dejó
de envolver el hecho de la fundación en una cierta nube de confusión. Nos falta todo el desarrollo que T. Livio hubiera podido
hacer sobre este episodio.
Por sí sólo, el texto no es claro y para entenderlo debemos recurrir a un estudio multidisciplinar. La fecha es lo único que parece
evidente ya que Décimo Junio Bruto Galaico fue cónsul, junto con
P. Cornelio Escipión Nasica Serapión, en el 138 a.C. Sin embargo,
la Periocha no despeja la duda de quiénes fueron los colonos; de
hecho, no menciona colonos. Tampoco dice nada concreto sobre la
categoría jurídica de la nueva ciudad (Valentia) ni sobre su ubicación. Además, I. Brutus no se encontraba en Hispania sino en Roma,
donde acudieron los asesinos de Viriato para reclamar una recompensa que los propios Bruto y Escipion denegaron (Oxy. Per., 55),
por lo que la fundación debió hacerse bajo su consulado, pero no
por él personalmente (Barreda 1998: 331; Ribera i Lacomba 1998).
Así, por una parte, tenemos la Periocha con toda la problemática y las discusiones y páginas de artículos que ha producido
sobre la fecha de la fundación y el origen de los primeros
11
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las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 3.1. Fases cronológicas en que hemos dividido el período romano republicano de Valentia (Pascual Berlanga 2023, tabla 1).
Fase
Criterios de datación
Cronología
1 | Fundacional.
- Fuentes clásicas: Livio, Periocha 55, 4.
138 a.C.
- Estratigráficos: primeros niveles de asentamiento en Valencia (tiendas de
campaña, depósitos rituales, fosas, nivelaciones).
137-135 a.C.
- Barniz negro: dominio de la Campaniense A (Lamb. 27, 31 y 36) y
presencia de Cales Antigua.
- Paredes Finas: Mayet I y, fundamentalmente, II.
- Lucernas: barnizadas y sin barnizar (Ricci D, E; Lattes I).
- Cerámica común: itálicas de cocina, jarritas emporitanas y ollas autóctonas.
2 | Consolidación urbana y
monumentalización.
- Estratigráficos: posición respecto a niveles fundacionales y las primeras
construcciones estables y/o edificios públicos.
134-110 a.C.
- Barniz negro: Campaniense A abundante. Incremento de cerámicas calenas entre las que destaca la forma Lamb. 1.
109-95 a.C.
- Cerámica común: irrupción de vajilla en rojo pompeyano. Mayor diversidad de comunes itálicas. Aumento de cerámicas de cocina de tradición
púnica.
3 | Edificios públicos y vida urbana.
- Estratigráficos: posición respecto a fase anterior y al nivel de destrucción 94-76 a.C.
del 75 a.C.
- Barniz negro: Campaniense A abundante. Predominio de calenas medias,
sobre todo de la forma Lamb. 5. Presencia de barniz negro siracusano.
- Paredes finas: Mayet II.
- Cerámica común: rojo pompeyano sigue presente.
4 | Destrucción por Pompeyo.
- Fuentes clásicas: Sallustio, Hist. 2, 97, 6; Plutarco, Pomp. 18, 3.
75 a.C.
- Estratigráficos: nivel de arrasamiento.
- Barniz negro: predominio de calenas tardías (Lamb. 1, 2, 3, 5, 6 y 8a).
Presencia barniz negro siciliano.
- Otras barnizadas: presencia de sigillata oriental (muy escasa).
- Paredes finas: Mayet I, II y III.
- Lucernas: Ricci C, E y G, Dressel 2, Agora 44D.
- Cerámica común: predominio de producciones campanas. Momento de
mayor abundancia de cerámicas ibéricas (kalathoi tardíos).
5 | Etapa de abandono.
- Estratigráficas: posición respecto al nivel del 75 a.C. Falta de evidencias
arqueológicas de una ocupación urbana real.
74-27 a.C.
- Barniz negro: presencia de Calenas tardías (Lamb 1 y 5).
- Cerámica común: ánforas Dressel 2/4, Tarraconense 1, Pascual 1, Ovoide 1 y 4.
6 | Reocupación. ¿Una nueva ciudad?
- Estratigráficos: posición respecto a las dos fases anteriores. Depósitos
rituales. Aprovechamiento de edificios preexistentes.
- Terra sigillata: aretinas fechadas entre el 5 a.C. y el 5 d.C.
- Cerámica común: ánforas Dressel 2/4, Oberaden 74, Dressel 7, 8, 7/11,
12, Haltern 70.
- Arquitectónicos: elementos decorativos propios de época Augustea.
12
26 a.C.-14 d.C.
[page-n-26]
contextualización de las ánforas estudiadas
habitantes (Pena Gimeno 1984 y 2002; Dolç 1980; Galsterer
1971; Fletcher Valls 1963; Pla Ballester 1962), y por otra, las
evidencias proporcionadas por la propia toponimia de la ciudad
(Knapp 1977: 126); con un significado militar (Valor) en consonancia con los nombres dados a otras fundaciones coloniales de
la segunda mitad del siglo II a.C. como Palma, Pollentia, y con
algunas del mismo nombre como Vibo Valentia (Liv. XXXIV, 53,
1-2; Liv. XXXV, 40, 5-6) y otras algo más tardías. También tenemos los datos proporcionados por la filología (Barreda 1998) y los
axiomas materiales aportados por la numismática (Ripollés 1988:
17-21; Pena Gimeno 1986: 161-164) y la arqueología urbana
(Ribera i Lacomba y Marín 2003), que decantan la traducción
en un sentido muy claro en cuanto al origen de los fundadores,
los cuales debieron ser colonos del ejército romano, probablemente itálicos de las tropas auxiliares (Ribera i Lacomba 2009
y 2008). En este sentido, la necrópolis descubierta en la calle
Quart con Cañete (García Prósper 2015; García Prósper y Guérin
2002), única área cementerial que conocemos del siglo II a.C.
en Valencia y cuya cronología inicial se ubica en el momento
inmediatamente posterior a la fundación, es también el único
cementerio claramente itálico de la península ibérica (Ribera i
Lacomba 2009: 62) y en el que además hay tumbas de tipología
y rituales de enterramiento idénticos a los de los pelignos, un
pueblo de la Italia central (Ribera i Lacomba 2021: 281).
Por otro lado, hoy por hoy las fuentes epigráficas valentinas
de época republicana son inexistentes (Arasa 2012: 282). En
cuanto a la categoría jurídica de la nueva ciudad no hay ninguna
evidencia, pero podría tratarse de una colonia de derecho latino y
es esta la probabilidad que se acepta como más certera (Ribera i
Lacomba 2014a: 61 y 2014b: 172; Pena Gimeno 1988). La creación de colonias de derecho latino fue el método usado por los
romanos en Italia para asegurar su avance territorial entre el 334
a.C., con la fundación de Cales, y el 181 a.C., con la de Aquileia
(Pena Gimeno 2002: 275) y, según Laffi (2002: 25), aunque en
la Italia del siglo II a.C. ya no fue el modelo predominante, sí
tuvo, al menos en la península ibérica, un último “resurgir” con
la atípica fundación de Carteia en el 171 a.C., primera de las
colonias latinas que se estableció fuera de Italia. Por otra parte,
tanto la situación geoestratégica de Valentia como el papel militar y el origen itálico de los fundadores también indican que
ese podría haber sido su status (Ribera i Lacomba 2003; Pena
Gimeno 1988).
La fundación de la ciudad de Valentia fue una de las consecuencias de la liquidación del conflicto contra Viriato. En este
sentido, los tres personajes romanos que más significación tuvieron en la guerra fueron Q. Fabius Maximus Ameilianus (Apiano,
Iberia, 65), hijo de L. Emilio Paulo y dado en adopción a la Gens
Fabia Maxima; Q. Fabius Maximus Seruilianus (Apiano, Iberia,
67-69) hijo de Cn. Servilio Cepion, dado también en adopción a
la gens Fabia M., quien firmó un tratado de paz por el que quienes estaban bajo la autoridad de Viriato serían propietarios de la
tierra que tenían (Pena Gimeno 1994: 336); y Q. Seruilius Caepio
(Apiano, Iberia, 70, 74-75), quien finalizó la guerra promoviendo
el asesinato de Viriato y probablemente, tal y como se ha sugerido, no tuvo nada que ver ni con la organización posterior ni con
el licenciamiento de unos ejércitos que esencialmente servían
bajo la autoridad de los Fabii. Ello podría indicar que el cónsul
del año siguiente (Junio Bruto) asumiera las competencias en la
liquidación definitiva del conflicto (Pena Gimeno 2002: 269).
En cuanto al registro arqueológico de los materiales cerámicos de la fundación de Valentia, resulta importante señalar que
son consecuencia de una actividad rápida y concentrada en el
tiempo (Marín 2002; Marín y Ribera 2002). Estos niveles son el
producto del primer asentamiento romano, el cual estaría formado
por tiendas de campaña de planta circular con un poste central
(Ribera i Lacomba 2014b: 158). Por tanto, la arqueología de los
momentos iniciales de la ciudad muestra una primera instalación
temporal donde, en fosas rituales, basureros y rellenos de nivelación, se han recuperado los pertrechos que los colonos llevaban
consigo cuando iniciaron el proceso de creación de la ciudad y,
como era habitual, el aprovisionamiento de los integrantes de
una nueva colonia durante los primeros años estaba a cargo del
Estado Romano (Laffi 1983).
La primera tarea importante, tras los preliminares de escoger
la ubicación y realizar los rituales correspondientes, era la creación del recinto defensivo y la organización del espacio (Somella
1988; Santoro 1985). Este es el contexto en el que se encuadran
los descubrimientos de esta fase.
A nivel general, podemos dividir los hallazgos relacionados
con la fundación de Valentia en dos grandes grupos: los que tienen un carácter ritual (Ribera i Lacomba 2010a), y los que son
consecuencia de las actividades diarias como fosas, basureros,
hogueras, nivelaciones, etc. (Ribera i Lacomba 2014a y 2014b).
La cerámica fina de barniz negro es el principal fósil director
para fechar este momento. La mayor parte procede de los talleres
napolitanos (Campaniense A. Formas mayoritarias Lamb. 27, 31
y 36). El barniz negro etrusco, la variante antigua de Cales y otras
producciones muy minoritarias completan el conjunto (Ribera i
Lacomba y Marín 2003). Los vasos de paredes finas itálicos de
las formas Mayet I y II también se encuentran presentes, sobre
todo los de la forma II. Respecto a las lucernas, aparecen las
formas Ricci D y E y las Lattes I, tanto barnizadas como sin barnizar (Ribera i Lacomba 2017b: 519-20). En cuanto a la cerámica
común hay un claro predominio de itálicas de cocina (campano-etruscas), aunque también existen ollas autóctonas y jarritas
emporitanas. Las cerámicas ibéricas son mayoritarias entre las
que no van al fuego, aunque siempre en porcentajes menores que
las importadas (Huguet 2021; Ribera i Lacomba 2017b). Por otra
parte, la presencia, aunque muy minoritaria frente a lo latino, de
grafitos escritos tanto en griego como en ibérico sobre cerámicas
procedentes de los niveles de fundación (De Hoz, Díaz y Ribera
2013) podrían indicar una fluida interacción entre colonos itálicos, verdaderos protagonistas de fundación, e indígenas edetanos.
Los materiales de la fase fundacional (Ribera i Lacomba
2013b) forman un conjunto comparable a los cargamentos de
los pecios de Punta Scaleta, Giannutri (Firmati 1992; Lamboglia
1964) e Illa Pedrosa (Ribera i Lacomba 2001: 300; Sanmartí y
Principal 1998).
3.1.1.2. Los primeros años (137-135 a.C.)
Aunque muchas veces resulta difícil separar unos de otros, hemos
establecido esta acotación temporal para diferenciar sus niveles de
los que claramente son estrictamente fundacionales. Corresponden al momento de la primera organización espacial. Se trata de
conjuntos que se encuentran por encima de las primeras tiendas
y por debajo de las primeras estructuras de carácter más estable
(Ribera i Lacomba 2017b). Por tanto, desde un punto de vista
13
[page-n-27]
las ánforas de valentia romana republicana
estratigráfico, es posible diferenciarlos. En este sentido, es importante señalar que los materiales arqueológicos en ellos recuperados no se distinguen de los del 138 a.C. Alguna de las fosas
rituales de carácter privado y público relacionadas con el viario y
los edificios públicos de la ciudad (Ribera i Lacomba 2010a: 272281) también podemos incluirlas en estas fechas. Asimismo, en
las excavaciones de Sabaters-Cisneros (Serrano 2000a), fue descubierto un edificio que se ha identificado como una posible área
sacra de probable filiación indígena o itálica (Ribera i Lacomba
2014a: 78) que pudo haber sido frecuentada incluso antes de la
fundación y que perduró hasta su destrucción en el 75 a.C. junto
a la mayor parte de la ciudad (Ribera i Lacomba 2017a: 63, 65).
romanas. Por otra parte, también se aprecia un considerable
aumento de las cerámicas de cocina de tradición púnica, sobre
todo de cazuelas. Las cerámicas ibéricas continúan siendo abundantes (Huguet 2021).
Aunque se trata de un período sin referentes claros en cuanto
a pecios (Ribera i Lacomba 2013b), los que mejor podrían representarlo son los de Grand Bassin (Solier 1981a y 1981b), Sant
Jordi (Colls 1987; Cerdá 1980), La Cavalière (Charlin, Gassend
y Lequement 1978), Roche Fouras (Long 1985; Joncheray y
Rochier 1976) y Grand Congloué 2 (Long 1987; Benoit 1961).
3.1.2. consolidación urbana y monumentalización
Englobamos las evidencias que tenemos hasta ahora de la plasmación urbana de los elementos monumentales más significativos
que son propios a toda ciudad romana de la época.
Del foro republicano no sabemos más que estaría en el mismo
lugar en que se construyó el imperial de época Julio-Claudia y
Flavia. Al este del foro, ocupando media ínsula, se edificaron unas
termas de planta rectangular a las que, en su lado oeste, se adosaban unas tabernae que completaban la ínsula y se han interpretado
como oficinas públicas de función comercial o administrativa que
debieron estar abiertas al foro (Marín y Ribera 2010: 11; Marín
y Ribera 2000a). Al norte de las termas, separado por una calle
reconocida como el decumanus maximus, se descubrió un gran
horreum público con variadas posibilidades de almacenaje en
función de las necesidades (militares, comerciales, aprovisionamiento urbano, depósito de cereales procedentes de los impuestos
a los indígenas, etc.) que debió construirse en torno al 100 a.C.
(Ribera i Lacomba 2011). Al este de las termas, en la otra acera
del cardo máximo, se ha identificado un gran edificio de carácter
sacro relacionado con emanaciones de agua que probablemente
estuvo dedicado a Asclepios (Ribera i Lacomba 2017a; Albiach,
Espí y Ribera 2009). También, en las excavaciones de la calle
Roque Chabás aparecieron los restos de un edificio construido
sobre una de las fosas rituales fundacionales que se ha interpretado como un posible lugar de culto relacionado con Bellona
(Ribera i Lacomba 2017a: 59-61).
Los conjuntos de materiales son mucho más fragmentados
y escasos que en las fases anteriores ya que son la consecuencia
del uso y de las actividades cotidianas de la vida en la ciudad.
En cuanto a los contextos cerámicos, en el barniz negro, la cerámica campaniense A sigue siendo abundante, aunque se observa
un predominio de las calenas medias, sobre todo de platos de la
forma Lamb. 5 y también se constata la presencia de barniz negro
siracusano (Ribera i Lacomba 2017b: 529). Entre las paredes
finas, aunque son raras, sólo se encuentra la forma Mayet II, y
respecto a la cerámica de cocina, el rojo pompeyano sigue estando
presente (Marín y Matamoros 1994).
Los pecios de Escombreras 2 y 4 (Alonso y Pinedo 2008), el
de Albenga y el Gran Congloué 2 constituyen una buena representación de las cerámicas que circulaban por el Mediterráneo
durante esta fase (Ribera i Lacomba 2013b).
3.1.2.1. Primera actividad urbana de la ciudad (134-110 a.C.)
En l’Almoina se constataron una serie de fosas, niveles y estructuras que estratigráficamente estaban por encima de los niveles
fundacionales anteriores. Son pequeñas reparaciones de suelos,
alineaciones de piedras, muros de mampostería que delimitaban
pequeñas estancias con suelos de cal interpretadas como modestas
viviendas iniciales algo más sólidas que las de la fase propiamente
fundacional. Se trata, por tanto, de elementos que parecen reflejar
la progresiva plasmación urbana de carácter persistente en que se
convirtió la ciudad, y algunos de ellos perduraron durante todo el
período republicano hasta la destrucción del 75 a.C.
Los materiales procedentes de los campamentos romanos del
sitio de Numancia serían un buen referente para esta época. En
Valentia sigue siendo mayoritario el barniz negro de Nápoles,
y subsisten las calenas antiguas, aunque se detecta la probable
aparición de las medias y hay un descenso en el barniz negro
etrusco (Ribera i Lacomba 2017b: 533; Marín y Ribera 2000b).
3.1.2.2. Actividad urbana y monumentalización (109-95 a.C.)
En las excavaciones de les Corts se descubrieron una serie de
estructuras constructivas que han sido consideradas como las
más antiguas verdaderas viviendas domésticas republicanas
conocidas hasta el momento (Marín y Matamoros 1994; Marín,
Matamoros y Ribera 1991) y que, a juzgar por los materiales
asociados a su construcción, debieron erigirse entre finales del
siglo II e inicios del I a.C. También, en el paso del siglo II al
I a.C. se han observado varias remodelaciones o reparaciones
de elementos correspondientes a la fase anterior que forman
un conjunto bastante homogéneo de los momentos previos a
la monumentalización de la ciudad. Asimismo, incluimos los
niveles de preparación de los edificios públicos que estuvieron
en pie hasta el 75 a.C.
En esta fase se observa cierto grado mayor de diversidad
en cuanto al registro material. Aunque el barniz negro napolitano sigue siendo porcentualmente muy superior, las cerámicas
calenas comienzan a aumentar su proporción, y entre ellas destaca la aparición de la forma 1, que se convertirá en uno de los
fósiles directores de la primera mitad del siglo I a.C. Asimismo,
parece haber una disminución del barniz negro etrusco (Ribera
i Lacomba 1993: 722, 726 y 730). En cuanto a las cerámicas
de cocina itálicas, se detecta la irrupción de las formas en rojo
pompeyano y hay una mayor diversidad de cerámicas comunes
14
3.1.3. edificios públicos y vida urbana (94-75 a.c.)
3.1.4. destrucción por pompeyo (75 a.c.)
Sabemos por las fuentes literarias que Valentia, ciudad pro-sertoriana, fue uno de los escenarios de las luchas entre los optimates liderados por Pompeyo a partir del 76 a.C. y las últimas
[page-n-28]
contextualización de las ánforas estudiadas
resistencias de los populares bajo el mando de Sertorio en Hispania. El desenlace de la denominada batalla del Turia (Sallustio, Hist. II, 54), entre los generales de Sertorio, Perpenna y C.
Herennius, contra el propio Pompeyo, supuso la total destrucción
de la ciudad (Sallustio, Hist. II, 97,6) y la aniquilación de diez
mil hombres (Plutarco, Pomp. 18, 3).
Fundamentalmente en l’Almoina, pero también en otros puntos como Sabaters-Cisneros (Serrano 2000b), la C/ el Salvador
(Ripollés 2005a) o les Corts Valencianes (Marín, Matamoros y
Ribera 1991), se ha detectado el nivel que corresponde a aquella
destrucción acaecida en el 75 a.C. A esta fecha se ha llegado gracias
a la combinación de la información proporcionada por las fuentes
y por la arqueología (Ribera i Lacomba 2014c; Alapont, Calvo y
Ribera 2010; Ribera i Lacomba y Calvo 1995), y supone uno de
los excepcionales casos de confirmación por métodos arqueológicos de acontecimientos históricos referidos en los escritos de
la antigüedad. Como consecuencia de la propia formación de los
niveles que componen esta fase, los materiales que proporciona
son abundantes, poco fragmentados y representativos de las cerámicas que se utilizaban y circulaban por la ciudad de Valentia en
la década de las Guerras Sertorianas (82-72 a.C.).
En cuanto al barniz negro hay un claro predominio de las
calenas tardías, sobre todo de los platos de la forma Lamb. 1 y
5, cuencos de la 8a y, en menor proporción, copas (Lamb. 2),
tinteros (Lamb. 3) y platos con ala (Lamb. 6). También hay una
mínima presencia de barniz negro procedente de Sicilia oriental.
Entre las cerámicas barnizadas aparece como novedad la sigillata
oriental, aunque ésta se encuentra igualmente representada de
manera mínima. En paredes finas encontramos las formas Mayet
I y II y, por primera vez, también la forma III. Las lucernas son
de tipologías variadas, tanto barnizadas como sin barnizar, y las
formas predominantes son la Ricci C y la Dressel 2, aunque también hay otras como las Ricci E y G o las Ágora 44D. Por lo que
a la cerámica de cocina y mesa se refiere, hay un predominio de
las producciones campanas entre las que también hay cazuelas y
fuentes en rojo pompeyano, aunque en escasa proporción. Si bien
es minoritaria, la cerámica ibérica de mesa, doméstica y de almacenaje, sigue siendo relativamente abundante y es el momento en
que con mayor abundancia la encontramos en Valentia, destacando
entre ellas los cálatos más tardíos del repertorio ibérico.
El naufragio más representativo del período de las Guerras
Sertorianas es el de Spargi en Cerdeña, aunque en principio el
hundimiento se dató entre el 120 y el 100 a.C. (Lamboglia 1961)
y una revisión posterior lo ubicó en torno al 100 a.C. (Pallarés
1983), la presencia de losanges ha llevado a plantear su cronología entre el 90 y el 70 a.C. (Ribera i Lacomba 2013b). Otros
pecios como el de Sant Andrea B, Elba (Zecchini 1982), Cap
Roux 1 (Joncheray 1974) y 2 (Charlin, Gassend y Lequement
1978: 23) o Cap Dramont A (Ribera i Lacomba 2013b), también
son distintivos de esta época.
3.1.5. etapa de abandono (74-27 a.c.)
Tras la batalla, parece que la ciudad fue abandonada durante un
largo período de tiempo; hasta los inicios del siglo I d.C. (Ribera
i Lacomba 2014c: 69). Esta idea se sustenta en la poca entidad
de los niveles arqueológicos y la falta de construcciones y de
enterramientos que hay en la secuencia que abarca entre el año
75 a.C. y la época augustea (Ribera i Lacomba 2013c).
Aunque no cabe duda de que tras el paso de Pompeyo por
Valentia se produjo una ruptura en su evolución y no vuelven a
aparecer signos claros de cierto dinamismo hasta el cambio de
era, no parece que la ciudad simplemente fuera abandonada sin
más. Los cadáveres de soldados mutilados, descubiertos bajo
las cenizas y escombros en las calles y plazas sin haber recibido
sepultura o simplemente desalojados tras la destrucción, dan idea
del nivel de ruina a que fue sometida esta ciudad en el conflicto
y del estado casi fantasmagórico que debió tener, al menos hasta
el desenlace de la Guerra en el 72 a.C.
Hay indicios que nos llevan a pensar que probablemente,
entre el año 72 y el cambio de era, hubo cierto grado de actividad
que pudiera ser mayor del que se supone, aunque de una actividad
que desde luego no fue urbana. Cabe, pues, preguntarse cómo
se suplió la falta de poder dejada por Valentia. En este sentido,
una ciudad como Sagunto quizás pudo reemplazar el vacío en la
administración y control.
Algunos de los síntomas que implican cierta actividad ya se
han tenido en cuenta. En el interior del horreum se constató una
ocupación eventual (Ribera i Lacomba y Escrivá 2015: 247).
Por otra parte, no parece que algunos edificios singulares fueran
destruidos por Pompeyo. El santuario atribuido a Asclepios fue
respetado (Ribera i Lacomba 2017a: 57), o, si se dio cuenta de él,
posteriormente debió rehabilitarse, ya que allí no se han encontrado restos del nivel de destrucción que sí aparecen unos metros
más al oeste de su ubicación. Enfrente, sobre las ruinas de las termas, se instaló un pequeño taller de cerámica de paredes finas que
se ha relacionado con la continuidad de la actividad del santuario
y que también sirve como argumento para evaluar el estado de
abandono en que se encontraba la ciudad (Ribera 2010b: 262).
Se ha planteado que muy cerca, al igual que en Fregellae tras su
destrucción en el 125 a.C., pudiera haber una mansio que también
explicaría la continuidad del santuario en relación con el tránsito
de la antigua via Heraclea (Ribera i Lacomba y Jiménez 2012:
91; Ribera i Lacomba 2010b: 262).
Por otra parte, hay una serie de rellenos y fosas que estratigráfica y cronológicamente se encuadran entre la destrucción y
los primeros signos algo más sólidos de reocupación de la fase
siguiente. No son muchos, quizás no sean más que basureros,
algunos relacionados con el uso de la vía, pero, aunque muy
escasa, la presencia de ánforas LC 67/Ovoide 1 (70 a.C. ~ 20/30
d.C.), Ovoide 4 (80/70 ~ 15 a.C.), Tarraconense 1 (50 a.C. ~ 1
d.C.) Pascual 1 (50 a.C. ~ 1 d.C.), cuyas cronologías se enmarcan en este período, y de los sellos Mevi (35-30 a.C.) y Evnvs
(50-10 a.C.), parecen indicar que también continuaron llegando
productos foráneos. En cuanto a los materiales asociados a los
rellenos que conformarían esta fase se encuentran las formas
Lamb. 1 y 5 de barniz negro, probablemente en calena tardía,
paredes finas, fragmentos de dolia (que también implican una
voluntad de permanencia), cerámica común y pondera (Ribera
i Lacomba 2010b: 277).
Si, como sugiere Pena Gimeno (2002: 277), en el doble ordo
decurionum valentino los ueteres fueron los descendientes de
la Valentia republicana, no parece lógico pensar que la ciudad
simplemente dejó de existir durante más de medio siglo. Pero
¿qué descendientes pudieron tener los habitantes de una Valentia
totalmente arrasada e inexistente al menos hasta época augustea? En este sentido, se ha planteado la pervivencia en el área
valentina del nomen Sertorius y de otros, muy escasos o únicos,
15
[page-n-29]
las ánforas de valentia romana republicana
como probable testimonio de la supervivencia en el territorio de
algunas familias de la Valentia anterior al 75 a.C. que quizás, en
época imperial, retornaran a la nueva ciudad para constituir el
ordo decurionum ueterum (Pena Gimeno 2002: 278), aunque si
así fuera, estaríamos hablando de personas que vivieron casi cien
años después de la destrucción de la ciudad y que, por tanto, no
tendrían una vinculación directa con la misma.
A principios de la época imperial Plinio el Viejo, basándose
en fuentes augusteas, nos informa que Valentia ya era una Colonia
(Plin. NH., III, 20). El texto y una inscripción desaparecida, pero
leída y reconstruida por Mommsen y relacionada con L. Afranius (CIL I2 752 = CIL IX 5275), dieron pie a plantear que tras
la destrucción se pudiera haber creado una colonia Pompeyana
al menos desde el 60 a.C.; el año en que fue cónsul L. Afranio.
Hay autores que han incidido en la idea de que la ciudad continuó existiendo sin descartar la posibilidad colonial (Corell 1997),
otros apuntan a la posibilidad de que siguiera siendo habitada
(Pena Gimeno 2002: 278) y otros siguen defendiendo la hipótesis
de una colonia post sertoriana apoyada en la lex Plotia agraria,
cuyo objetivo podría ser la concesión de tierras a los veteranos
de Pompeyo y de un Metelo; en la imposibilidad de que la inscripción pueda referirse a otra Valentia; en las fuertes relaciones
de Afranio con la Citerior y en otros indicios tales como la mención a Valentia en los Vasos de Vicarello (Amela Valverde 2011:
13-15 y 26-27). Sin embargo, hoy por hoy, la evidencia arqueológica, pone de manifiesto que la ciudad había dejado de existir
y que los escasos signos de actividad con que contamos parecen
estar más relacionados con el discurrir de la via Heraclea y la
dinámica de los santuarios que subsistieron a la guerra que con
cualquier otra cosa.
Los pecios representativos de este período son el de la Madrague de Giens, fechado entre el 60-50 a.C. (Tchernia, Pomey y
Hesnard 1978); Titan, entre el 75-65 a.C. (Giannfrotta y Pomey
1980; Tailliez 1961); Fos 1 (Giacobbi-Lequement 1987); Ile Planie (Lequement y Liou 1976); Nau Perduda (Foerster y Pascual
16
1970); San Ferreol, fechado inicialmente entre el 40-20 a.C. (Mas
1985) pero más recientemente situado entre el 60 y el 40 a.C.
(Ribera i Lacomba 1993: 745); Pudrimel, de mediados del siglo
I a.C. (Pascual Berlanga 1998) y Punta de Algas (Mas 1971).
3.1.6. reocupación ¿surgimiento de una nueva ciudad?
(26 a.c.-14 d.c.)
Planteamos el interrogante del enunciado porque los conocimientos que tenemos actualmente no dan pie a afirmar con rotundidad
cuándo podemos hablar verdaderamente de creación de una nueva
ciudad. En realidad, no es objeto de este trabajo profundizar en
un estudio sobre las ánforas de esta etapa. Sólo hemos recogido
los hallazgos más significativos de la misma para ilustrar las
diferencias que hubo en cuanto a la circulación de ánforas entre
el período republicano valentino, que es lo que nos interesa, y lo
que sucedió después.
A partir de época augustea se aprecia en el registro arqueológico una actividad mucho más dinámica que en la fase anterior.
Sin embargo, todavía está lejos de una verdadera diligencia
urbana que sólo es apreciable con seguridad a partir de la segunda
mitad del siglo I d.C. Al igual que en la fase anterior, encontramos
ocupaciones esporádicas, irregulares y dispersas que no parecen
afectar al entramado urbano de lo que pudiera quedar de la Valentia republicana en aquellos momentos. No obstante, a medida que
avanza la investigación y se realizan nuevos descubrimientos y
se desarrollan estudios, la época augustea va adquiriendo más
entidad, no sólo en cuanto a materiales, algunos de ellos procedentes de depósitos rituales, sino también en lo que se refiere a
estructuras que parecen aprovechar algunos de los viejos edificios; a la posibilidad de que existiera un foro (Ribera i Lacomba
y Jiménez 2004: 21), a la constatación de elementos decorativos
arquitectónicos propios de la época de Augusto (Escrivá 2006;
Jiménez 2006) y a la documentación de algún enterramiento que
podría corresponder a este período (Ribera i Lacomba 2010b).
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4
Evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
4.1. ASPECTOS GENERALES
Las primeras referencias bibliográficas significativas sobre las
ánforas corresponden a los estudios epigráficos de finales del siglo
XIX llevados a cabo por Heinrich Dressel en Castro Pretorio y el
Monte Testaccio en Roma. Sin embargo, aquellos análisis estaban
relacionados con las marcas que había sobre ellas y no con los
contenedores en sí mismos (Dressel 1899; 1879 y 1878). No fue
hasta mucho tiempo después, con el desarrollo de la arqueología
como ciencia histórica, los avances en la investigación sobre la
economía en la Antigüedad y el desarrollo de las actividades subacuáticas y de la arqueología urbana, de urgencia y comercial a
partir de la década de los años 70 del siglo XX, cuando las ánforas
comenzaron a ser consideradas una fuente capaz de proporcionar
datos de carácter cronológico, económico, histórico y social para
la reconstrucción de la Historia. Desde entonces empezaron a ser
analizadas de manera cada vez más especializada.
A partir de los años 90 del siglo XX, con la generalización
de los ordenadores personales y el avance de las nuevas tecnologías, los estudios de ánforas tomaron un nuevo impulso
y los artículos específicos se multiplicaron exponencialmente,
mostrando la complejidad de la clase cerámica a la que nos
enfrentamos y dando a conocer la verdadera dimensión y potencial que tienen para aproximarnos a la historia económica del
mundo antiguo.
4.1.1. las ánforas como elemento para la historia de
las relaciones comerciales.
Abundar sobre la importancia que las ánforas tienen como uno
de los escasos elementos materiales del tráfico de mercancías alimenticias a lo largo y ancho del Mediterráneo en la Antigüedad no
es, por obvio, algo en lo que vayamos a redundar. La complejidad
del mundo sobre el cual ofrecen información queda patente en la
variedad de tipos; su importancia, en la extraordinaria cantidad
de contenedores que se fabricaron en diversas áreas geográficas
y durante tantos siglos.
En el período que tratamos, las ánforas fueron tan comunes que
formaron parte de la vida cotidiana de cualquier contemporáneo.
No hay yacimiento arqueológico, por diversa que sea su naturaleza, en el que no aparezca este tipo de cerámicas. Incluso, desde
la zona de la Campania, llegaron a exportarse a lugares tan remotos
como la India (Tchernia 1986: 152-153). Abastecieron a los ejércitos en las guerras más importantes de la Antigüedad y estuvieron
presentes en la concepción y diseño de las ciudades. Las necesidades de su transporte seguro también contribuyeron a mejorar
el conocimiento geográfico del Mediterráneo y más allá. Puertos, promontorios, escollos, puntos de aguada, lugares peligrosos
para la navegación, etc. estuvieron presentes en los pensamientos
y conversaciones de los miles de hombres que dedicaron su vida
o parte de ella a manipularlas y transportarlas.
En realidad, un ánfora no es más que un recipiente cerámico
diseñado para el transporte de mercancías, fundamentalmente
alimenticias, pero también podían acarrear otros productos. Sin
embargo, las connotaciones comerciales, económicas, históricas, culturales e incluso geográficas que llevan impresas en sus
formas y en sus arcillas van mucho más allá puesto que, entre
otras cosas, acompañaron en sus expansionismos a las diferentes
civilizaciones y culturas que las produjeron (Pascual Berlanga
y González Cesteros 2018). Por tanto, para el historiador actual
se convierten en un material clave a la hora de analizar toda esa
multitud de aspectos. Con las ánforas no solamente viajaban los
productos que transportaban como consecuencia de la actividad
mercantil, también lo hacían ideas, costumbres e innovaciones
que se intercambiaban junto a ellas en los lugares de destino: en
los puertos. Así pues, las ánforas, entendidas como un elemento
material del comercio antiguo que ha llegado hasta nosotros, pueden considerarse uno de los factores que auspiciaron los cambios
17
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las ánforas de valentia romana republicana
culturales producidos en el Mediterráneo occidental durante los
siglos II y I a.C. De este modo, representan un testigo clave de
las relaciones entre diferentes pueblos, sobre todo cuando somos
capaces de adscribir un tipo de ánfora a una cultura y lugar de
producción determinados y ese mismo tipo lo encontramos en
diferentes y alejadas localizaciones geográficas.
En general, y de una manera un tanto sucinta que no deja de
estar avalada tanto por la arqueología como por las fuentes literarias, podemos decir que esencialmente, los productos transportados
por las ánforas durante el último siglo y medio de la República
romana fueron: el vino, los alimentos derivados del pescado y el
aceite. Otros de vital importancia para el Estado como el grano
también se transportaban por vía marítima, pero parece que pudo
haberlo hecho mayoritariamente en sacos, en toneles, o a granel a
bordo de los barcos (Salido Domínguez 2013).
En cuanto a los vinos en circulación por el Mediterráneo occidental procedían básicamente de la Italia tirrena y adriática; del
Egeo (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013) y, en menor
medida, de lugares de origen púnico como Ibiza (Ramon Torres
1981a). Por su parte, los alimentos derivados del pescado partían
fundamentalmente en cargamentos desde áreas de influencia púnica
como Sicilia (Botte 2009), Túnez (Bonifay 2004; Ramon Torres
1995; Van der Werff 1986) y el área del estrecho de Gibraltar (Sáez
Romero 2008a; Lagostena, Bernal-Casasola y Arévalo 2007; García Vargas y Bernal-Casasola 2000). Asimismo, el aceite procedía
mayoritariamente de las áreas de influencia púnica (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2008) y también brindisina (Pascual
Berlanga y Ribera i Lacomba 2013). Cada uno de estos alimentos
se distribuyó envasado en ánforas fabricadas en talleres ubicados en
las mismas zonas que los producían. No obstante, nunca debemos
olvidar que además de ellos, igualmente pudieron transportar un
sinfín de otros alimentos como coles, higos, miel, vinagre, carne,
etc. y otras mercancías como minerales, mirra, resina, brea, pigmentos, etc. (Panagou 2016; Bernal-Casasola 2004) que, asimismo,
se podían obtener de las áreas donde se fabricaban.
4.1.2. definición de ánfora
El Diccionario de la Lengua Española (DLE) de la Real Academia
Española (RAE), en su edición del tricentenario, define “ánfora”
en su primera acepción como un cántaro alto y estrecho, de cuello largo, con dos asas, terminado en punta, y muy usado por los
antiguos griegos y romanos. Evidentemente, la pretensión de la
RAE no es más que la de plasmar una definición de aquello que,
en general, el público entiende cuando escucha este vocablo. Ni
mucho menos, demandamos modificar un sólo punto ese enunciado. Sin embargo, como especialistas en la materia, enseguida
nos damos cuenta de que, además de haber sido muy usadas por
griegos y romanos, el resto de la enunciación poco tiene que ver
con la realidad material que llega hasta nuestros días.
Desde luego, las ánforas no fueron lo que hoy se entiende
por cántaros, los cuales están claramente diferenciados en el imaginario de las personas y, naturalmente, también en el lenguaje
arqueológico. No todas fueron altas y estrechas. Las hubo bajas
y panzudas; bajas y estrechas; altas y rechonchas. Tampoco todas
tuvieron largos cuellos. De hecho, algunas ni tan siquiera lo tuvieron. Hay excepciones que sólo presentan un asa; muchas tuvieron
bases planas y otras las tuvieron umbilicadas. Así pues, el primer aspecto que hemos abordado ha sido el de la definición de
18
ánfora, considerándola como una clase de material arqueológico
que utilizamos para aproximarnos al conocimiento de la historia
socioeconómica, de las rutas comerciales y del tráfico de alimentos en la Antigüedad.
En el lenguaje arqueológico podríamos definir a las ánforas como recipientes cerámicos utilizados en la Antigüedad, que
estuvieron diseñados y fabricados de manera estandarizada para
contener y transportar una determinada cantidad de producto, fundamentalmente alimenticio. En general, están formadas por una
base o pivote de muy diversas formas y tamaños. De él arranca
un cuerpo, que puede terminar o no en un hombro marcado o
carena, al cual, en la mayor parte de las formas tipológicas, se le
une un cuello más o menos largo que se encuentra rematado por
un borde o labio. Efectivamente, estos recipientes se caracterizan
por presentar dos asas que tienen secciones diversas en función
de la tipología, aunque algunas excepciones, como determinadas producciones minorasiáticas de época imperial, presentan
una sola asa y también son consideradas como ánforas por la
ciencia arqueológica.
El origen del término se remonta la palabra griega ἀμφορεύς,
cuyo significado es que se puede portar por uno u otro lado. Las
encontramos representadas en tablillas micénicas del segundo
milenio como ideograma del alfabeto “Lineal B” junto al silabograma “a” (fig. 4.1) y con el tiempo terminó indicando una
medida de capacidad (Grace 1961) del mundo griego (Finkielsztejn 2006; Wallace 2004; Docter 1988-90).
Homero ya habla de las ánforas, tanto en la Iliada, donde
aparecen como elementos del ajuar funerario de Patroclo (Iliada,
23, 170-171), como en la Odissea, donde son usadas por Telémaco para aprovisionar de vino a la nave que debía llevarlo en
su marcha desde Ítaca hacia Pilos y Esparta en busca de noticias
de su padre (Odisea, 2, 289/290).
Más tarde, en época helenística, en la zona de la Magna Grecia y Sicilia, las unidades de medida de los volúmenes se basaban
en el Χουζ (3,24 litros) y sus múltiplos (Van der Mersch 1994:
112), mientras en el mundo romano lo hicieron en los sextarii (0,54 litros) y sus múltiplos, entre los que se encontraba el
amphora o quadrantal que equivalía a 48 sextarii (26,26 litros).
La capacidad de las primeras ánforas romanas, las Grecoitálicas antiguas del siglo III a.C., correspondía a la medida de un
Figura 4.1. Representación de un ánfora con el silabograma “a”
(Vallance 2015).
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evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
amphora. Otras medidas romanas eran la urna, cuyo valor era
el de media amphora (24 sextarii) y, como máxima expresión,
el culleus, equivalente a 960 sextarii o 20 amphorae (De Sena
2005: 136-137).
El ideal de una tipología de ánforas es que para cada forma
reconocida se reflejen tres variables fundamentales: la cronología, el lugar de manufactura y el producto que envasaron. Sin
embargo, no siempre es posible que las tres se puedan identificar en los fragmentos que estudiamos. Además, debido a sus
características, las ánforas fueron sucesivamente reutilizadas
(Slane 2004) para almacenar y transportar otros productos; en
infraestructuras urbanas (Uroz Sáez y Uroz Rodríguez 2008:
62); en la construcción de muros, como en Cartago y los horrea
del Testaccio (Sebastiani y Serlorenzi 2011); como sistema de
drenaje de áreas pantanosas del Véneto (Pesavento 1998), en
los Cargaderos de San Fernando (Bernal-Casasola et alii 2005)
o Zaragoza (Antico 2011); para convertirse en féretros (Keay
1984) o incluso, tal y como queda atestiguado, para hacer
desaparecer los cadáveres de los romanos asesinados por los
Beocios en el 196 a.C. en los alrededores del lago Copaide
(Livio, XXXIII, 29).
Asimismo, existen otra serie de planteamientos que hay que
tener en cuenta ya que muchos de los tipos se produjeron en
talleres y en áreas de producción de alimentos diferentes y distantes, lo que podría indicar que una misma forma tipológica
no necesariamente estuviera dedicada a transportar un producto
determinado. Por otra parte, las “imitaciones” también fueron
muy abundantes (Hesnard 1986), de modo que muchas veces
resulta complicado asociar automáticamente algunos tipos a su
contenido o procedencia.
De pocas piezas han sido analizados sus contenidos. Normalmente, cuando se ha llevado a cabo un estudio de estas
características las ánforas eran de procedencia subacuática,
aunque, como ya hemos señalado, el hecho de que un ánfora
determinada transportara un producto concreto no quiere decir
que todas las ánforas de esa misma tipología tuvieran también que
acarrear la misma mercancía. Además de los residuos de vino ya
conocidos (Formenti 1991 y 1989; Formenti, Hesnard y Tchernia
1978) y restos de pescado (Van Neer, Ervynck y Monsieur 2010;
Bernal-Casasola, Arévalo, Lorenzo y Aguilera 2003), también
se ha constatado el transporte de carnes sazonadas (ovicápridos,
buey, cerdo, conejo) y de otros artículos como frutas, aceitunas
o ramas de olivo (Bernal-Casasola 2004; Tresserras y Matamala
2004). Esto último podría tener un significado trascendental y
estar en relación con el transporte de injertos de determinadas
especies con una finalidad claramente comercial a largo plazo y
unas consecuencias que irían mucho más allá de la simple valoración económica pues afectarían, no sólo al paisaje, sino también
a la adaptación de las personas a su realidad agro-paisajística.
Incluso, hubo ánforas especializadas en el transporte de minerales como el alumbre de Lípari (Borgard 2005). La última década
ha sido especialmente prolífica en cuanto a análisis y estudios
de contenidos y recientemente se han publicado las actas de un
congreso específico donde se recogen las últimas novedades e
investigaciones al respecto (Bernal-Casasola, Bonifay, Pecci y
Leitch 2021).
Su poco compleja y rápida fabricación, el escaso coste que
su producción generaba, sobre todo teniendo en cuenta que nos
encontramos ante unas sociedades de tipo esclavista, así como
las características de resistencia y manejabilidad, hicieron de
ellas el contenedor por excelencia para el transporte marítimo
de determinados alimentos.
Todas estas circunstancias, sumadas al desarrollo del comercio, originaron su éxito, dispersión y distribución. Es por ello
que las ánforas se convierten en el material por excelencia de
la ciencia arqueológica para aproximarnos al estudio del gran
comercio que se desencadenó en los momentos finales de la República Romana.
Cuáles son los tipos de ánfora que llegaron a Valentia durante
este período, de dónde procedían, en qué porcentaje y circunstancias lo hicieron y cuáles fueron sus rutas de aprovisionamiento,
han sido los aspectos que hemos dilucidado para averiguar cómo,
de qué lugares y con qué productos se abastecía la ciudad de
Valentia en sus comienzos con el fin de contribuir a conformar
una visión más completa de los inicios de Historia de la ciudad.
4.1.3. estado de la cuestión sobre las ánforas y los
estudios de la valentia romana republicana
Los estudios realizados específicamente sobre ánforas referidos
a la Valentia republicana no han sido muy numerosos. En ellos
se han abordado cuestiones particulares relativas a tipologías
concretas encontradas en la ciudad (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2002), a hallazgos descontextualizados (Fernández
Izquierdo, Gómez y Ribera 1988; Ribera i Lacomba y Fernández
1985; Fernández Izquierdo 1984), a episodios concretos (Ribera
i Lacomba y Pascual Berlanga 2015) o a aspectos generalistas
sobre el comercio de vino (Ribera i Lacomba 2013a), pero nunca
se había hecho un estudio de conjunto como el que presentamos.
Así pues, sobre este aspecto hay poco más que decir, aparte de
que fue precisamente esa escasez la motivación principal por la
que decidimos abordar este trabajo.
Desde el punto de vista biofísico, el golfo de Valencia está
bien estudiado (Carmona y Ruiz 2006, 2004 y 2003; Ruiz y
Carmona 2005; Carmona 2002). Esto supone una ventaja que
contribuirá a encajar mejor los resultados de nuestros análisis
en su ambiente paisajístico, en el cual se encuentra la respuesta
a buena parte de los por qué Valentia nació y tuvo el desarrollo inicial que tuvo. Asimismo, también se han llevado a cabo
diversos estudios sobre el impacto que supuso el surgimiento de
la ciudad en el paisaje (Ribera i Lacomba, Grau y Marín 2002)
y su evolución (Ortega, Orengo y Palet 2015).
Sin duda, los trabajos que más han contribuido a poner
de relieve la Valentia republicana en el marco de las investigaciones sobre el mundo romano han sido los del Dr. Albert
Ribera i Lacomba quien, continuadamente desde los años
ochenta del siglo XX (Ribera i Lacomba 1987; 1983) y tras
la defensa en 1993 y posterior publicación de su tesis (1998),
ha venido proporcionando estudios sobre la fundación (Ribera
i Lacomba 2015; 2014a, 2009; 2008), destrucción en época
sertoriana (Ribera i Lacomba 2014c; 2013c; Ribera i Lacomba
y Calvo 1995), urbanismo (Ribera i Lacomba 2002) y contextos arqueológicos valentinos republicanos (Ribera i Lacomba
2017b y 2014b; Ribera i Lacomba y Marín 2003). Por otra
parte, han habido aportaciones de otros autores a la problemática de este período (Burriel, Ribera y Serrano 2004; Serrano
2000a; 2000b), incluyendo campos de estudio como los
numismáticos (Ripollés 2005a; 2002; 1988), el de los rituales
19
[page-n-33]
las ánforas de valentia romana republicana
fundacionales (Ribera i Lacomba 2010a) y funerarios (García
Prósper 2015), las áreas sacras (Ribera i Lacomba 2017a), la
evolución urbana de la ciudad (Ribera i Lacomba y Jiménez
2014; 2012; 2004); o incluso antropológicos de los primeros
pobladores (Alapont 2002). Por otra parte, las investigaciones
de E. Huguet (2021) sobre la cerámica común de la Valencia
romana (s. II a.C.-III d.C.), recoge algunas de las excavaciones
que nosotros hemos estudiado y ha sido de gran ayuda para
comprender los contextos en los que se encontraban nuestras
ánforas. Todos estos trabajos fueron configurando lo que hoy
día sabemos de la primera Valentia.
Otros aspectos más generales sobre el comercio y distribución de productos foráneos en las costas del área que nos ocupa
se han venido realizando desde la década de los años noventa
del siglo pasado hasta la actualidad (Pérez Ballester 2004; Aranegui 1996). Asimismo, existen otros artículos sobre los puertos,
fondeaderos y paisaje de las costas valencianas en época romana
(Pérez Ballester, Carmona, Ribera y Pascual 2010; Aranegui,
Ruiz y Carmona 2005), sobre la organización del territorio en
los momentos previos a la conquista (Bonet y Vives-Ferrándiz
2003; Arasa 2003; Bonet y Mata 2002 y 2001) o los problemas
históricos referidos a la fundación y el status de la ciudad (Pena
Gimeno 2002).
Igualmente, contamos con una serie de monografías que
resultan fundamentales para iniciarse en el estudio de la Valentia republicana. La más reciente, publicada en 2015 bajo la
supervisión científica de la profesora C. Aranegui se titula “El
Sucronensis sinus en época ibérica.” Se trata de una edición
extra de la revista Sagvntvm (P.L.A.V., 17) donde se abordaron los
resultados de las investigaciones relativas al entorno y el hábitat
inmediatamente anterior a la fundación de Valentia. Los artículos que recoge abarcan la zona que hemos analizado en nuestro
estudio. Asimismo, la última parte está dedicada a examinar el
impacto que tuvo la acción de Roma sobre la articulación de
este territorio.
En 2002, bajo la coordinación científica de A. Ribera i
Lacomba y de J.L. Jiménez Salvador, salió a la luz la obra publicada por el Ayuntamiento de Valencia “Valencia y las primeras
ciudades de Hispania.” El libro se encuentra dividido en diferentes capítulos (Modelos italianos en el período republicano;
Precedentes urbanos en la Hispania prerromana; Las primeras
fundaciones romanas de Hispania; El entorno valenciano; y La
primera Valencia). En ellos se recogen una serie de artículos que
también analizan buena parte de los temas que trataremos y que
significaron en su momento una puesta al día de todo cuanto
sabíamos de la Valentia romana republicana, principalmente sobre
su fundación (Marín 2002). Por tanto, ha sido un sólido punto de
inicio para comenzar a abordar nuestro estudio.
Sin embargo, el primer primer trabajo científico que recogió
toda la información sobre las excavaciones arqueológicas en la
ciudad de Valencia con niveles y estructuras romanas republicanas conocidos hasta la fecha de su publicación en 1998, fue la
tesis doctoral de A. Ribera i Lacomba (1993). Sin duda, aquel
trabajo supuso el punto de partida para cualquier estudio relacionado con este tema y ha sido el impulsor de todos los que
posteriormente se han realizado.
Con todo, podemos decir que si bien hay una relativa abundancia de investigaciones referidas a la Valentia republicana;
a su entorno paisajístico y los cambios en él producidos, y a
20
otros múltiples aspectos, lo cierto es que no existe ninguno concerniente al conjunto de las ánforas que durante aquel período
abastecieron a la ciudad.
4.2. LAS ÁNFORAS DEL MUNDO IBÉRICO
En general, las ánforas llamadas ibéricas no han sido objeto
de tantos estudios y publicaciones como el resto de los contenedores que estudiaremos. Aparte de unas primeras aproximaciones, realizadas por Pellicer (1978) a partir de los materiales
encontrados en el cerro Macareno para las producciones turdetanas del Guadalquivir y, después de los trabajos de Ribera i
Lacomba (1982) sobre las “ánforas prerromanas valencianas”;
de Florido (1985 y 1984) y de Muñoz (1987) referidos a las
ánforas “sudibéricas” o “iberopúnicas”, una de las tipologías
que mayor repercusión ha tenido se desprendió del trabajo de
Mata y Bonet (1992). En aquel ensayo sobre la tipología de la
cerámica ibérica, las ánforas se incluyen en el Grupo I de la
Clase A o “Cerámica Fina” y se definen como recipientes profundos, de una longitud mayor a 40 cm, cerrados, con dos asas
de sección circular y sin un pie que permita su estabilidad, a no
ser con la ayuda de soportes o hincadas en el suelo. Inmediatamente después, hubo un intento por establecer una tipología
común que pudiera englobar a todas las ánforas ibéricas (Castañer, Py, Sanmartí y Tremoleda 1993), aunque, por genérico,
el resultado no fue todo lo exitoso que pretendía.
Sin embargo, tras aquellas primeras aproximaciones no hubo
una continuidad de estudios concretos referidos a ellas, ni en
cuanto a tipología ni en cuanto a distribución. Probablemente,
la falta de una tradición investigadora específica y sus propias
características tecno-morfológicas hayan contribuido a ello. La
delgadez, homogeneidad y dureza de sus paredes, así como la
escasa variabilidad y significación cronológica de sus bordes,
hacen difícil identificarlas entre el resto de las producciones de
cerámica común ibérica encontrada en cualquier yacimiento. Por
otra parte, como sucede con casi todas las ánforas, también debemos tener en cuenta que no parece que hubiera hornos dedicados
exclusivamente su fabricación, sino que éstas se cocían junto a
otras formas cerámicas.
En el año 2000 se hicieron interesantes investigaciones para
averiguar su contenido y se constató que en la zona del nordeste peninsular la cerveza, entre otros, debió de ser uno de
los productos principales que algunas contuvieron (Tresserras
2000). En las últimas décadas, se ha dado un nuevo y enriquecedor impulso a su conocimiento incorporando nuevas técnicas
de análisis arqueométrico y sentando las bases para una renovada lectura de la información que estas producciones pueden
proporcionar.
Quienes más se dedicaron a su estudio, apuntan a que la
mayor parte de sus tipos fueron más usados para el almacenaje
que para el transporte (Mata, Pérez, Iborra y Grau 1997). Su
tamaño, muchas veces excesivamente grande, las buenas cocciones que implican una dureza y, por tanto, fragilidad de sus
paredes, el propio diseño y disposición de las asas, no parece
que las convirtieran en buenos contenedores para el transporte,
y mucho menos para el transporte marítimo. Además, la tesis de
Tsantini apunta a una multiplicidad de producciones, al menos
en las distintas áreas estudiadas del este y nordeste peninsular, lo
cual dificulta todavía mucho más cualquier análisis sobre ellas.
[page-n-34]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
En este sentido, parece que cada territorio, y dentro de ellos cada
área, se encargó de producir sus propias ánforas (Tsantini 2007),
lo que no deja de hablarnos de un modo de organización social
interdependiente pero muy autosuficiente.
El trabajo más reciente es de 2008 (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008) y resultó ser una excelente puesta al día de las ánforas
ibéricas. En este artículo se propuso una síntesis tipológica basada
en los parámetros cronológicos y geográficos conocidos hasta
entonces (fig. 4.2).
A pesar de todo, el período que tratamos sigue siendo un
absoluto desconocido en lo que se refiere a la producción y distribución de ánforas ibéricas. Se conocen muy pocas piezas que
claramente podamos ubicar entre los siglos II y I a.C., aunque,
precisamente, algunas de ellas proceden de los niveles fundacionales de Valentia (Ribera i Lacomba y Marín 2003; Ribera i
Lacomba 2000; 1998).
Al menos en la Maralaga (Sinarcas), en el entorno de Kelin,
había un alfar donde se fabricaron ánforas de tipo ibérico (Lozano
2006) que ha dado pie a una nueva forma tipológica: la I-9 (fig.
4.2, I-9), la cual será el tipo edetano predominante en los contextos de los siglos II y I a.C. (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008:
fig. 8, 5-6). También, en los alrededores de Kelin, se descubrieron
nuevas alfarerías que enriquecieron el panorama de su producción
(Martínez Valle et alii 2001; Martínez Valle y Castellano 2000;
Duarte et alii 2000; Martínez Valle y Castellano 1997). Igualmente, en uno de los pocos yacimientos ibéricos excavados de
esta cronología, el Tossal de la Cala en Benidorm, se ha podido
documentar su existencia (Ribera i Lacomba 1982). Por otra
parte, se han encontrado en Iesso y Molins del Rey en Cataluña
(Sanmartí, Bruguera y Miñarro 2004), en contextos fechados en
torno al año el 100 a.C., y también se descubrieron en Mallorca
en niveles relacionados con la fundación de Pollentia a mediados del siglo I a.C., aunque en este caso se consideran materiales
residuales de fases anteriores (Guerrero y Quintana 2000).
En cuanto a los intercambios y el transporte de algunos de
estos tipos, que es lo que más interesa para este trabajo, se ha
puesto de manifiesto un comercio intra-regional (Mata et alii
2000), supra-regional (Tsantini 2007: 327-329; Tsantini, Buxeda
y Gurt 2005) y también marítimo (López Seguí 2000). Han
sido descubiertas en pecios como el de Binisafuller (Guerrero
y Quintana 2000) en Menorca, o el de la punta de Les Salines
en Gerona (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008: 624) y, junto a
otras ánforas punico-ebusitanas, en lugares más remotos como
Cerdeña (Bartoloni 1988). En este sentido, fuera de la península ibérica, su presencia parece muy focalizada en Mallorca
y Menorca. A pesar de los escasos ejemplos con los que contamos, la constante aparición de ánforas ibéricas en contextos
con predominios claros de producciones púnico-ebusitanas han
llevado a plantear que su tráfico marítimo debió estar supeditado
o controlado por ebusitanos.
Dentro del territorio que podríamos asignar a lo que los
romanos percibieron como regio Edetania de la realidad indígena, y pese a la complejidad para establecer sus límites (Grau
Mira 2005; Mata 2001; Arasa 2001; Uroz Sáez 1983), sabemos
Figura 4.2. Tipología de las ánforas ibéricas
valencianas (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008).
21
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las ánforas de valentia romana republicana
Figura 4.3. Lugares prerromanos productores de cerámica y oppida
ibéricos más importantes en el territorio de la regio Edetana.
de algunos alfares en los que se fabricaron ánforas ibéricas
(fig. 4.3). En el interior de la provincia de Valencia, en Casillas del Cura (la Venta del Moro, Requena-Utiel) se estudiaron
varios hornos en cuyas cámaras de combustión aparecieron
fragmentos con defectos de cocción (Tsantini 2007; Martínez
Valle y Castellano 1997). Mucho más distante respecto al lugar
en que se fundaría Valentia, en Alcalá del Júcar (Albacete), en
los niveles superficiales de un horno, se recuperaron numerosos fragmentos de ánforas ibéricas (Tsantini 2007; Broncano
y Coll 1998), aunque en este caso resulta difícil la asociación
horno-ánforas.
En el entorno más inmediato de la zona fundacional existieron otros centros prerromanos productores de cerámica
como los del Pla de Piquer y los hornos de la Riera en Alfara
d’Algimia, los del Molí de Pintes o el taller del Plantet en el
área saguntina (Aranegui 2004; Aranegui y Martí 1995), si
bien no ha sido posible comprobar que también en ellos se
fabricaran ánforas.
4.3. LAS ÁNFORAS EGEAS
En primer lugar, hay que señalar que las ánforas egeas no suelen ser abundantes en los registros arqueológicos de los siglos
II y I a.C. del Mediterráneo occidental. Esto resulta relevante
puesto que ha podido condicionar un cierto desconocimiento de
sus tipologías y fábricas entre los investigadores de esta parte del
Mediterráneo quienes, probablemente en muchas ocasiones, las
hemos hecho desaparecer de los análisis o incorporado al grupo
de producciones indeterminadas. En general, solamente cuando
aparecen sellos o determinadas formas fáciles de identificar a
simple vista, estas ánforas han sido reconocidas y tomadas en
consideración como tales. En los últimos años se han realizado
22
algunos trabajos que ponen énfasis en la presencia de este tipo de
producciones en la península Ibérica (Pascual Berlanga y Pérez
Ballester 2017; Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013; Pérez
Ballester 2012; Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2004).
Además de los trabajos de Finkielsztejn (2004); de páginas web
consolidadas como FACEM o la del Centre d’Études Alexandrines; de los congresos de la LRCW o los de la IARotHP, en los
últimos años hemos de sumar tanto la movilidad de los investigadores como el desarrollo de las redes sociales y los diversos
grupos creados alrededor de las ánforas en general (Facebook:
Amphorae) y griegas en particular (Facebook: Greek amphorae
and their stamps) como impulsores de un mejor conocimiento,
al menos en esta parte del Mediterráneo, de sus pastas, sellos,
tipologías y cronología.
Una de las cuestiones que contribuyen a la complejidad de
su estudio es que cada ciudad con intereses comerciales fabricó
las suyas, lo cual supone una proliferación de tipos y de subtipos
extraordinaria. Además, muchas veces, algunas ciudades imitaron las producciones de otras vecinas (Empereur y Hesnard
1987; Hesnard, 1986). Por otra parte, resulta complicado diferenciar a simple vista las distintas fábricas, incluso utilizando lupas
de aumento. En este sentido, el descubrimiento de talleres y la
caracterización de las arcillas mediante técnicas arqueométricas
y, a nivel más utilitario, la publicación de imágenes de las pastas
acompañadas del dibujo de los tipos, sin duda habrá de contribuir
a su mejor tipificación.
La producción de ánforas en el Egeo se remonta a época
arcaica. Durante el período clásico alcanzaron una gran difusión
a partir de poleis como Atenas o de las islas de Tasos (Empereur
y Garlan 1986), Quíos o Lesbos. Sin embargo, el estallido de su
producción y difusión parece situarse en los albores del siglo III
a.C. ya que, desde entonces, sus productos, fundamentalmente
el vino, empezaron a llegar a todo el Mediterráneo (Pascual Berlanga y González Cesteros 2018). Las ciudades del Dodecaneso
y la costa del Asia Menor, con Rodas, Cos y Cnidos como puntas
de lanza, fueron los principales centros productores y exportadores, aunque, de manera minoritaria, también hubo una constante
difusión de ánforas de otros lugares como Quíos y Lesbos que
probablemente se debiera a la calidad y elevado precio de sus
productos (Tchernia 1986: 102).
Entre los hallazgos que encontramos en los yacimientos occidentales, los tipos más comunes suelen ser de Cnidos, de Quíos, de Cos
y, sobre todo, de la potencia comercial más importante del Mediterráneo oriental durante casi todo este período: Rodas.
Las ánforas de Cnidos (fig. 4.4, 1), en la península de Datça,
muy abundantes en Atenas (Grace 1985), no son comunes en
occidente, donde suelen aparecer de manera muy minoritaria
asociadas a otras rodias, de Cos y Quíos en algunos pecios de
mediados y finales del siglo II a. C. como los de Grand Congloué
1 (Benoit 1961; Long 1987) o Lazareto (Fernández-Miranda,
Belén, Cerdá y De Nicolás 1977) y de finales del siglo I a.C.
como en Sant Jordi A (Colls 1987), cuyos cargamentos principales estaban compuestos, no obstante, por ánforas itálicas. Las
ánforas de Cnidos presentan una evolución tipológica característica que mantiene un particular pivote anillado hasta bien entrado
el período romano. Generalmente, durante el siglo II a.C. las
asas estaban marcadas con sellos en los que aparecen nombres
de magistrados y símbolos ciudadanos que hacen referencia a
Cnidos, facilitando así su identificación.
[page-n-36]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
Las de Quíos son también muy minoritarias en occidente. Iniciaron su producción en el siglo VII a.C. y continuaron sin interrupción
hasta el siglo I a.C., lo cual da buena fe de que sus vinos fueron largamente demandados. Las formas helenísticas de borde redondeado
al exterior, cuello largo y fino, asas de sección ovalada, o circular en
las más recientes, cuerpo triangular y pie macizo y puntiagudo son
las que llegaron hasta nuestras costas (fig. 4.4, 2). Comenzaron a
fabricarse a inicios del siglo IV (Monsieur 1990: 237-238), pero se
produjeron sin modificar sustancialmente la tipología hasta el siglo
I a.C., quizás como marca de calidad y confianza de sus comerciantes en la buena calidad del vino que transportaban (Şenol 2007). A
partir del primer cuarto del siglo II, tras la paz de Apamea en el 188
a.C. y las ventajas que de ella obtuvo la isla (Liv. XXXVIII, 39),
debió producirse el momento de mayor volumen de producción y es
cuando comenzamos a documentarlas en Occidente. Desde entonces,
presentan bordes más estrechos, cuellos alargados, asas carenadas
y de sección circular, y pivotes macizos y puntiagudos. A inicios
del siglo II a.C. empezaron a presentar sellos en los que se alude
a nombres privados (Lawall 1999) que podrían hacer referencia al
productor del vino o del ánfora.
También se fabricaron ánforas con la misma morfología en
áreas próximas del continente. En Foça, en Focea, se han descubierto talleres de ánforas del tipo o al estilo de las de Quíos
que estuvieron en circulación durante el siglo II a.C. y sus
pastas y características han sido bien definidas (Okan, Atila y
Akyol 2015).
La alianza de la isla con el rey del Ponto, Mitridates VI,
frente a los romanos, seguramente como consecuencia del
aumento de comerciantes romanos reclamando o acaparando
los recursos financieros de la isla tras la guerra contra Antíoco
III (Lagos 1998: 36-38), y las consecuencias y medidas impuestas por Roma tras la victoria debieron provocar una decadencia
en sus exportaciones.
Por lo que a las producciones de Cos se refiere, se constatan
a partir de inicios del siglo III a.C. (fig. 4.4, 3). Desde entonces,
se caracterizaron por presentar unas asas dobles que, junto a
su forma, las hacen fácilmente distinguibles a simple vista del
resto de los tipos que transitaban el Mediterráneo. Sin embargo,
esta tipología no solamente se fabricó en Cos. Ya desde el siglo
II a.C. su producción ha quedado constatada en Creta (Eiring,
Boileau y Whitbread 2002), la costa de Caria, y las propias Cnidos y Rodas (Monsieur y De Paepe 2002; Empereur y Hesnard
1987: 23; Hesnard 1986). En comparación con las otras ánforas
egeas que hemos visto y, desde luego con las rodias, su sellado es
mucho menos común y cuando lo presentan suelen ser nombres
que probablemente hagan referencia al propietario o encargado
del taller que las fabricó. En el Mediterráneo occidental comienzan a documentarse en pecios de inicios del siglo II a.C. como
en Sanguinaires A donde, en un cargamento principal de Grecoitálicas, aparecen en pequeña proporción junto a un elevado
número de ánforas rodias (Long 2004), o en el de Lazareto, en
muy pequeña proporción junto a una carga también de Grecoitálicas (Fernández-Miranda et alii 1977). Sin embargo, sin dejar
de ser minoritarias, su presencia fue mucho más común a partir
de inicios del siglo I a.C.
En el sur de Italia se imitaron profusamente desde la segunda
mitad del siglo I a.C. dando lugar a una nueva forma, la Dressel
2/4, que a su vez será copiada en otros lugares del Mediterráneo central y oriental como Túnez o Egipto (Pascual Berlanga
y González Cesteros 2018), pero sobre todo en el Mediterráneo occidental, en Galia e Hispania, pasando a convertirse en
las ánforas por excelencia para el transporte de vino de época
augustea en adelante.
Sin duda, las ánforas rodias son las que más profusamente
llegaron hasta las costas del Mediterráneo occidental durante el
período que tratamos (fig. 4.4, 4). La abundantísima epigrafía
que ofrecen a través de sus sellos abarca desde finales del siglo
IV hasta el I a.C. y se ha ordenado en VI períodos que hoy día
proporcionan una información de primer orden desde el punto
de vista cronológico. El trabajo de sistematización de los sellos
y la reconstrucción del listado de magistrados rodios fue iniciado
en la década de los 50 por V. Grace (1953) y, tras muchos años
de recopilación de datos y estudios, hoy día es posible conocer
con bastante exactitud la ordenación temporal de los magistrados
epónimos que se mencionan en ellos (Finkielsztejn 2004; 2001).
Podríamos plantear la hipótesis de que las importaciones de
ánforas rodias llegaron a Hispania en tres fases asociadas a episodios históricos que debieron condicionar el volumen de su tráfico
hacia occidente.
Una primera etapa se iniciaría a fines del siglo III y duraría hasta mediados del siglo II a.C. La alianza de Rodas con
Roma durante la II Guerra Macedónica y posteriormente contra Antíoco y las consecuencias derivadas de la paz de Apamea
(188 a.C.) beneficiaron los intereses de la isla. Se ampliaron sus
territorios a la Licia y buena parte de la Caria (Liv. XXXVII,
56) y se consolidaron sus influencias comerciales en el Mar
Negro, hacia el Mediterráneo central, y de allí al occidental, y
renovó y reforzó los lazos comerciales con Alejandría (Piganiol
1974: 252-260; Rostóvtzeff 1971: 850-860). Es en este período
cuando las ánforas rodias comenzaron a estar presentes en todo
el Mediterráneo.
Una segunda fase se iniciaría a mediados del siglo II y abarcaría hasta mediados del I a.C. En el 166 a.C., la ambigüedad
que los rodios mostraron al final de la guerra contra Perseo de
Macedonia fue aprovechada por los romanos para arrebatarles el
control del tráfico marítimo de oriente con la estratégica creación
del puerto franco de Delos. Además, los rodios también fueron
desposeídos de Licia y Caria, en las que habían invertido grandes
sumas de dinero (Pol. XXX, 31, 4). Solamente siete años después de aquella estratégica medida, Rodas se lamentaba de que
sus ingresos por aranceles habían bajado de un millón a 150.000
dracmas (Pol. XXX, 31, 10-12). Sin embargo, las exportaciones
de sus ánforas hacia el Mediterráneo central y occidental no cesaron (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013), aunque, muy
probablemente, éstas ya llegaban a los mercados occidentales
junto a otras ánforas del área egea por mediación de la actividad
de los intermediarios itálicos establecidos en Delos. Esta fase
coincide, además de con la destrucción de Cartago y de Corinto
y las consecuencias económicas derivadas de ambos hechos; con
el momento de la fundación de la ciudad de Valentia y, también,
con el de su destrucción, sólo 63 años después, durante las Guerras Sertorianas en el 75 a.C.
La tercera fase propuesta se iniciaría a mediados del siglo
I a.C. con Roma enfrascada en las inevitables guerras civiles
surgidas por el control del poder del Imperio obtenido tras las
conquistas y el desarrollo de una política de alianzas basada en
su superioridad militar y “cívica”. Tras la anexión de Egipto
en el 30 y la instauración del principado de Augusto en el 27
23
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las ánforas de valentia romana republicana
a.C. comenzó un período de estabilidad (Pax Romana) que no
se vería interrumpido hasta la muerte de Nerón en el 68 d.C. A
partir de mediados del siglo I a.C., y sobre todo durante el principado de Augusto, las ánforas orientales que mayoritariamente
se documentan en occidente son las de Cos. El auge de estas
importaciones podría estar relacionado con la alianza de los de
Cos con Roma a partir del 85 a.C., cuando se incorporaron a
la provincia de Asia como ciudad o estado libre, lo cual pudo
conllevar algún tipo de privilegio fiscal o económico relativo
a sus exportaciones.
En general, a partir de Augusto, se advierte un mayor número
de ánforas orientales en el Mediterráneo central y occidental,
tanto rodias como de Cos y de otros focos egeos, no solamente
en los grandes centros urbanos como Roma, Ostia o Lugdunum
(Desbat y Picon 1986; Panella 1986), sino también en otros de
menor envergadura como Eporedia (Gabucci y Quiri 2008) o,
más al occidente, en Mallorca (Cerdá 1999: figs., 44b-c, 45a,
47c-e), Ampurias (Aquilué, Castanyer, Santos y Tremoleda 2008:
11-13 y 20), Tarragona (Ruiz de Arbulo, Mar, Roca y Díaz Avellaneda 2010) o Valencia (Albiach et alii 1998).
En figura 4.4 se encuentran representados los principales tipos de
ánforas egeas documentados en occidente durante los siglos II y I a.C.
En cuanto a las ánforas fabricadas en las colonias griegas del
Mediterráneo occidental (fig. 4.4, 5-6) citaremos las últimas producciones de Massalia (Formas 5 y 6) que se manufacturaron entre
el 275 y el 125-100 a.C., momento a partir del cual ya no es posible
atribuir ningún ánfora a esta producción fácil de identificar por sus
abundantes y característicos desgrasantes micáceos. Las manufacturas de las colonias de Italia y Sicilia, las Grecoitálicas y los tipos
de la zona apula que derivan de sus predecesoras Magno-grecas
de los tipos IV, V y VI (fig. 4.4, 6) las comentaremos más adelante
por cuanto, generalmente, suelen estudiarse de manera ya diferenciada como ánforas romanas (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba
2013; Olcese 2010; 2011-12; Van der Mersch 1986).
Figura 4.4. (1-4) Ánforas egeas más
comunes en el Mediterráneo occidental
durante los siglos II y I a.C. (5-6).
Ánforas de las colonias griegas del
Mediterráneo occidental y central (s.
IV/III-II a.C.). (1) Ánforas de Cnidos,
(Cigar-shaped) Variante II-G (Monakhov
1999: fig. 7), último tercio del siglo III, s.
II y, probablemente, hasta mediados del I
a.C. (2) Evolución de las ánforas de Quíos
durante el período helenístico (Monakhov
2003: 243-Tav. 13), s. III-I a.C. (3)
Ánforas de Cos s. II-I a.C.; (a) 200-100
a.C. (Empereur y Hesnard 1987: fig. 19),
(b) 100-50 a.C. (Empereur y Hesnard
1987: fig. 20), (c) s. I a.C. (Tchernia 1969:
fig. 8). (4) Ánforas rodias s. III- I a.C.; (ab) 275-70 a.C. (Sciallano y Sibella 1991:
89), (c) 125-25 a.C. (Empereur y Hesnard
1987: fig. 14). (5) Ánforas Masaliotas
(Bertucchi 1990), (a) Forma 5 (300-125
a.C.), (b) Forma 6, (250-150 a.C.). (6)
Ánforas Magnogrecas tipo MGS III (Van
der Mersh 1994).
24
[page-n-38]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
4.4. LAS ÁNFORAS DE TRADICIÓN PÚNICA
Los primeros estudios sobre ánforas púnicas se realizaron a inicios
del siglo XX. La primera tabla general que incluyó algunas de ellas
fue la de la cerámica de la necrópolis cartaginesa de Ard el-Khéraïb (Merlin y Drappier 1909). Posteriormente, P. Cintas (1950)
realizó un gran volumen recopilatorio de cerámicas púnicas donde
incluyó específicamente las ánforas. Para algunos tipos concretos,
como las llamadas Cintas 268, 295 o 310, todavía se sigue usando
la numeración empleada por aquel investigador. Sin embargo, su
tipología no era propiamente arqueológica y contiene errores que
distorsionan la forma original de las formas representadas. Aun
así, fue una de las tipologías de ánforas fenicio-púnicas que más
se utilizó durante el siglo XX.
Un año después, José M.ª Mañá (1951) publicaba la primera
tipología de ánforas púnicas propiamente dicha. La compuso
a partir de materiales hispanos y todavía hoy sigue siendo
empleada, sobre todo a nivel oral. Al contrario que Cintas, cada
uno de los tipos identificados por Mañá atendía a criterios formales todavía vigentes (fig. 4.5). Desde entonces las ánforas
púnicas se clasificaban de dos maneras. Por una parte, quienes
centraban su trabajo en Mediterráneo central utilizarían mayoritariamente la tabla de Cintas y, por otra, quienes concentraban
sus estudios en el Mediterráneo occidental usarían preferentemente la de Mañá.
En 1965 Vuillemont clasificó las ánforas fenicio-púnicas
de Orán. Para ello, los tipos descubiertos se etiquetaron con
la inicial del yacimiento seguida de un número. La forma R-1
(islote de Rachgoun, Tipo 1) es la que más ha trascendido en la
bibliografía. Además, en su sistematización también se incorporaron por primera vez una serie de nuevos contenedores de
gran importancia en el área del estrecho de Gibraltar (falaisse
Mingeonet 4 o M4) y subdividió el tipo Mañá C2 en tres subtipos (C2a, C2b y C2c).
Poco después, Ponsich (1968) dio a conocer las excavaciones
de las alfarerías de Kuass en Marruecos, donde numeró cuatro
tipos de ánfora púnica fabricados allí (Ponsich I, II, III y IV). De
esta manera, por primera vez, pudo darse un nexo de las variables tipo-alfar.
En el sur de Francia, se establecieron puntualizaciones
a la tipología de Mañá (Solier 1972), cuya mayor repercusión fue la diferenciación del tipo Mañá D en dos formas
con variantes (D1a-D1b y D2) y se creó el tipo D-E como
un ánfora intermedia entre los tipos D y E, aunque, en realidad, éste se corresponde con un ánfora que es originaria
del Estrecho.
En 1974 se actualizó la tipología de Mañá (Pascual
Guasch 1974). Por otra parte, en Cartago (Riley 1976) se
identificaron los tipos “Early Amphora” (EA I: T-4215;
II: C2/T-7421 y T-7422, III: B/T-7711) y “Miscelaneous
Amphora” (ME: D/T-6121). Algo después, en Málaga, se
definieron las ánforas fenicias Trayamar I (R1) y II (Schubart
y Maass 1976). A partir de las excavaciones en Uzita, Van
der Werff (1977-78) estableció tres formas: 1 (C-2); 2 (C-1)
y 3 (B) asignando el origen de la forma 2 a la Bizacena y la
3 a la Tripolitania occidental.
El panorama progresó mucho con el estudio de las ánforas
púnicas de Ibiza (Ramon Torres 1981a), que estableció 3 grandes clases de ánforas ibicencas: PE-1 (formas 11 a 18); PE-2
(formas 21 a 26) o producciones ebusitanas que imitan formas
helenísticas, y PE-3 (forma 31) o imitaciones de formas púnicas
no ebusitanas.
Figura 4.5. Tipología de Mañá (1951) y sus equivalencias en otras nomenclaturas.
25
[page-n-39]
las ánforas de valentia romana republicana
Este estudio se amplió con versiones insulares de ánforas fenicio-occidentales (PE-10) y otras imitaciones de época imperial
romana como la PE-41. Un ánfora PE se ubica tipológica y cronológicamente y es una producción fácil de identificar visualmente.
A partir de los hallazgos de Ibiza, Ramon Torres (1981b)
también publicó una revisión de las ánforas fenicio-púnicas en su
conjunto. Se definieron dos áreas de producciones que asimilaban
tipos concretos, el Mediterráneo Central y Occidental, y Atlántico. Surgieron nuevas formas, reflejadas en la bibliografía como
la C1/2 (Merlín Drappier 13) y se subdividió el grupo C2 en las
formas C2a (del Mediterráneo central) y C2b (del Mediterráneo
occidental, en torno a la zona gaditana). Desde este momento
se empezó a emplear también el término Mañá-Pascual A4 para
una forma del sur de la península ibérica y se asimiló la Mañá D
a una producción tunecina.
Simultáneamente se añadieron dos nuevos tipos, ambos gaditanos, a la tabla de Mañá: las ánforas púnicas F-1 (la MPA4) y
la Ribera G/T-8.2.1.1, (Ribera i Lacomba 1982). Igualmente, se
estableció un nuevo tipo sudhisánico, el de los Campamentos
Numantinos o CCNN (Sanmartí 1985b) que ofrecía una cronología muy determinada.
En Cerdeña se aislaron los tipos sardos, conocidos como Bartoloni B, C, E, I, K (Bartoloni 1988 y 1985) y en 1986 se fijó la
cronología, lugares de producción y contenido de las Mañá C
(Guerrero 1986).
Todas estas investigaciones se refundieron en la obra fundamental de las ánforas púnicas de J. Ramon Torres (1995). Aunque
difícil de memorizar, hoy día sigue siendo la mejor forma de catalogar y estudiar estos tipos de envases, pues recoge casi todas las
formas que se conocen y se les otorga un sentido cronológico,
evolutivo y de procedencia, además de que unifica la terminología (Docter 1999). Es esta la clasificación que hemos escogido
para inventariar las producciones de tradición púnica presentes
en Valentia.
La tipología propuesta por Ramon Torres se fundamenta
en dos criterios discriminatorios para realizar sus agrupaciones: A) Presencia o ausencia de un elemento determinado y
B) Combinación de perfiles geométricos definidos mediante
operaciones matemáticas. A partir de estos elementos se crean
Series (S) que pueden contener Grupos (G), Subgrupos (SG)
y finalmente Tipos (T) concretos. Se trata, por tanto, de una
especie de árbol genealógico de las ánforas que va de lo general a lo concreto.
Con todo se identificaron 15 Series y 132 tipos que incluían
todos los estudios sobre ánforas fenicio-púnicas del Mediterráneo Central y Occidental hasta el momento de su elaboración
y que podía ser ampliado a medida que la investigación fuera
avanzando.
Hasta aquel momento, se usaban las formas de Cintas o las
de Mañá, que creaban confusión por cuanto los tipos, variantes
y modos de referirse a ellos se iban ampliando. Así, para reseñar
a un mismo tipo de ánfora se usaba un sin fin de nomenclaturas, como por ejemplo ocurría con la Mañá C2, que también era
conocida como Bartoloni H3, Ben Younes 2, Cintas 312, Lancel
313, Merlín-Drappier 11, Molina- Huertas 9, Muñoz D4, Pascual
C, Van der Weff 1, etc.
Posteriormente, García Vargas (1998) propuso una nueva
seriación para las producciones específicas de la bahía de Cádiz,
la cual se ha actualizado por la gran cantidad de hallazgos de
26
nuevos centros de producción en esta zona (García Vargas,
Almeida y González 2011; Sáez Romero 2010; 2008a; 2008b;
2005). También se ha hecho hincapié en las producciones tardo-republicanas del valle del Guadalquivir y la zona turdetana
(García Vargas 2012), poniéndose de manifiesto una gran variedad de imitaciones sudhispánicas de los tipos grecorromanos y
la complejidad de las ánforas a que nos enfrentamos y donde,
al igual que sucedía en el Egeo, parece evidenciarse que cada
ciudad importante debió tener una producción propia basada
en la koiné tipológica de Ramon.
Por otra parte, en los últimos años, se ha insistido en algunos tipos de tradición púnica que comenzaron a fabricarse
precisamente en este período y no quedaron recogidos en la
tipología de Ramon Torres. Así, encontramos las ánforas denominadas Africanas Antiguas (fig. 4.6, 1), (Contino y Capelli
2019; Capelli y Contino 2013; Pascual Berlanga y Ribera i
Lacomba 2002) que son consideradas como una forma evolucionada, a partir de modelos grecorromanos, de la Mañá
C1b de Guerrero (1986) en su variante de finales del siglo III
(T-7211) y de inicios del II a.C. (T-7411). Se conocen talleres
que las fabricaron en Útica (Ben Jerbania y Capelli 2017) y
análisis recientes sugieren que también pudieron hacerse en
Malta y en la zona occidental de Sicilia (Contino et alii 2019).
Se trata de ánforas olearias que, con seguridad, transportaron
el afamado aceite de la región tunecina y su difusión debió
estar ligada a la fiscalidad romana del África tras la destrucción de Cartago, pues suele aparecer en contextos militares y
Figura 4.6. (1) Africana Antigua del pecio Jaumegarde B (Benoit
1960: fig. 11). (2) Ánfora Púnica Tardía Siciliana APTS 2 de
Pompeya (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2014: fig. 2, 2).
[page-n-40]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
urbanos claramente romanos desde mediados del siglo II a.C.
hasta época augustea (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba
2002; 2008).
Por otra parte, encontramos unas singulares ánforas definidas como tubulares (Finkielsztejn 2000, 141) que pudieron haber
sido fabricadas en la Sicilia occidental (Purpura 1986) (fig. 4.6,
2). Hoy se las considera ánforas de origen siciliano, de los siglos
II-I a.C. y resultan escasas en los registros arqueológicos, pero,
al mismo tiempo, se encuentran difundidas de un extremo al otro
del Mediterráneo y se les se ha propuesto una evolución crono-tipológica (APTS 1, 2 y 3) provisional (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2014; Botte 2012).
En general, las ánforas de tradición púnica no suelen
presentar sellos u otro tipo de información impresa. Las que
mayor índice de sellado o estampillado presentan son las
de la zona de Túnez, principalmente las de Cartago, donde,
desde finales del siglo V/mediados del IV hasta mediados de
II a.C., parece que fueron algo más frecuentes, mientras que
en el Mediterráneo occidental se empiezan a encontrar en
contextos a partir de finales del siglo III a.C. Para el período
que nos interesa (ss. II-I a.C.), los principales tipos de ánfora
que, en ocasiones, presentan sellos o estampillas son las
Mañá C2 (T-7.4.2.1 y T-7.4.3.1) del área entorno a Cartago.
A partir del siglo II a.C. se produjo una helenización de las
grafías púnicas (ΜΑΓΩΝ, ΑΡΙΣ), seguramente condicionada
por las nuevas circunstancias económicas, sociales y políticas derivadas de la II y III Guerras Púnicas y, a finales del
siglo II y durante la primera mitad del I a.C., se produjo en
la Bizacena la última generación de ánforas estampilladas
que corresponden al Grupo 7500 (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013: 284).
Generalmente, estas estampillas muestran símbolos ideográficos que no hacen referencia a lugares ni a cronología. Los más
frecuentes son representaciones de Tanit, fauna, motivos florales,
caballo y palma u objetos como jarros y cráteras. En las producciones del área del estrecho, además de motivos típicamente
helenísticos (palmetas, rosetas, etc.) también suele aparecer un
personaje masculino (¿Hércules-Melkart gaditano?) realizando
actividades relacionadas con la pesca, su transporte y envasado,
que aluden al contenido de las ánforas (Sáez Romero 2011;
2008a; 2007). Asimismo, en algunas ocasiones se han descubierto sellos con letras referidas a nombres propios que se han
venido relacionando con el productor o negociador y no con el
alfarero, aunque, en realidad, se trata de un tema poco conocido
abierto a interpretaciones diferentes.
Por lo que se refiere a los grafitos, tanto ante como post
cocción, son muy pocos los publicados y suelen ser signos,
algunos de ellos de grafía púnica y otros de difícil interpretación. Tampoco los tituli picti son abundantes entre las ánforas
de tradición púnica conocidas. Los que se tiene constancia, se
reducen a letras o signos que no aportan información relevante.
Solamente se conoce uno (CIL XV, 4730), sobre una T-7.4.3.3:
hal(ex)/ coc(tiva) o so(ciorum) que relaciona el ánfora con las
salazones sudhispánicas.
En general, se han establecido cinco grandes áreas en las
que se manufacturaron las ánforas púnicas y de tradición púnica
(fig. 4.7):
1. El Mediterráneo Central, que abarca las zonas de Cartago-Túnez, Malta, Sicilia occidental y Cerdeña.
Figura 4.7. Áreas de producción de las ánforas púnicas y de
tradición púnica.
2. Ibiza.
3. Círculo del Estrecho, donde se incluyen las producciones de la bahía de Cádiz, fachada Atlántica y norte de
Marruecos.
4. Costa malagueña y granadina. Se ha querido ver en esta
zona una microrregión productiva, aunque, en el estado actual
de la investigación, quizás no tenga suficiente entidad para considerarla como tal y debamos incluirlas en resto de producciones
del círculo del Estrecho.
5. Sudeste de la península ibérica.
Finalmente, todas las ánforas de tradición púnica que
abarcan el período comprendido en este estudio fueron más
o menos comunes en el Mediterráneo central y las costas
orientales de la península ibérica. Además, parece que su
comercialización aumentó durante estos momentos (Ramon
Torres 2008), si bien, tras la II Guerra Púnica, las redes de
comercio por las que se distribuyeron debieron estar plenamente ya integradas en la trama comercial desarrollada por
Roma en las provincias occidentales.
4.5. ÁNFORAS ITÁLICAS
La primera tipología fue desarrollada por Dressel. Esta clasificación surgió como consecuencia de sus trabajos referidos a
las inscripciones encontradas sobre las ánforas descubiertas en
Roma. Por lo tanto, se trata de una tabla clasificatoria que atendió
a los intereses de un estudio epigráfico cuyo fin era contextualizar
las inscripciones descubiertas (Zevi 1966). Sin embargo, aquella
tabla trascendió para convertirse en la referencia más importante
de todos los estudios posteriores dedicados a ánforas romanas
(fig. 4.8). Algo similar ocurrió con la clasificación de las ánforas
de Pompeya (Schöne y Mau 1909; Schöne 1871), creada a partir de las necesidades que por entonces se tenía de desarrollar el
CIL (Panella 1976), pero su uso en la bibliografía sobre ánforas
ha sido mucho menor que la de Dressel.
27
[page-n-41]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 4.8. Tabla de las ánforas romanas
incluida por Dressel en su trabajo (CIL XV, 2).
Desde finales del siglo XIX y durante toda la primera mitad
del siglo XX, los estudios dedicados a las ánforas romanas
fueron novedosos y abundantes. Ello generó una terminología
tipológica que fundamentalmente hacía referencia tanto a Dressel como a Schöne-Mau o también al lugar del cual procedían
las ánforas citadas en cada trabajo en cuestión, y cuyos ejemplos más significativos los encontramos en Pompeya, Haltern
u Oberaden.
No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial
cuando verdaderamente comenzaron a aparecer estudios de
ánforas romanas centrados en la época republicana (Benoit
1957; Lamboglia 1955). Sin duda, las excavaciones de los primeros grandes pecios (Grand Congloué, Albenga, Giannutri,
Spargi, etc.) tuvieron mucho que ver en ello por cuanto todos
aquellos barcos se hundieron en aquel período. Desde entonces, la bibliografía específica de ánforas se ha desarrollado
tanto a nivel general (Caravale y Toffoletti 2008; Sciallano
y Sibella 1991; Peacock y Williams 1986; Joncheray 1976;
28
Callender 1965; Grace 1961) como concreto (García Vargas y
Bernal-Casasola 2000; Marangou 1995; Laubenheimer 1990;
Beltrán Llorís 1970).
4.5.1. las ánforas itálicas republicanas. los inicios de
su producción
En la península italiana, el inicio de la producción de ánforas podemos establecerlo en Etruria en el siglo VIII a.C. Estas ánforas
tuvieron una larga perduración hasta el siglo III a.C. y se considera que fueron concebidas fundamentalmente para el transporte
de vino (Morel 1981), aunque también pudieron hacerlo con otros
productos (Py 1993a). Suelen ser frecuentes en la Galia meridional
y en las costas del nordeste de la península ibérica (Martín 1991;
Py 1985; Morel 2006) e incluso llegaron a las costas valencianas
(Fernández Izquierdo, Gómez y Ribera 1988). Sin embargo, los
precedentes más cercanos a las ánforas romanas republicanas fueron las denominadas Magno-Grecas-Sicilianas (MGS).
[page-n-42]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
Si bien debió haber muchos más, únicamente se conocen
algunos centros productores en Locri (Barra Bagnasco 1989) y
Medma, en Calabria; en la región de Basilicata, en Metaponto.
También en Sicilia (Van der Mersh 1986 y 1994), sobre todo los
de la fase más reciente de su producción que se sitúa en los siglos
IV-III a.C., aunque en Himera, la ciudad griega más occidental
del norte de la isla, se han identificado producciones de ánforas
griegas occidentales desde la segunda mitad del siglo VI a.C.
(Bechtold 2020; Bechtold, Vassallo, Ferlito 2019). Su fabricación,
también se ha documentado y estudiado en mayor profundidad
en la Campania y el entorno de Nápoles (Olcese 2010).
Averiguar en qué momento y porqué se pasa de las MGS a
las Grecoitálicas, que son las primeras ánforas a las que podemos
considerar propiamente romanas, resulta complejo. Sin embargo,
como veremos más adelante, el origen podríamos atribuirlo al
proceso de colonización de la península italiana por parte de
Roma y, en aquella tónica, el mayor apogeo de su producción se
produjo a partir de la conquista de Sicilia en la I Guerra Púnica y
las consecuencias que de ella se derivaron. Asimismo, hay también un acontecimiento que podríamos relacionar directamente
con este cambio de paradigma en la fabricación de ánforas: la
batalla de Cannas en 216 a.C.
Las ciudades magnogrecas que hemos mencionado y otras
muchas, así como Capua, capital de la Campania, o las propias
Siracusa y Agrigento en Sicilia, abrazaron, por diversos motivos,
el bando cartaginés tras la derrota de los romanos en tan legendario acontecimiento (Livio, XXII, 61).
Locri y, probablemente también, Medma, puesto que igualmente fue colonia de los locros, estableció alianza con Aníbal
en 215 a.C. tras darse cuenta de que toda su población estaba en
manos de los cartagineses y de sus aliados brucios (Livio, XXIV,
1), Metaponto, junto a los turios, lo hizo en 212 a.C. después de
la toma de Tarento por los cartagineses (Livio XXV, 15). Asimismo, aunque la mayor parte de la zona campana permaneció
fiel a Roma, Capua, que durante el siglo III a.C. había ido incrementando su importancia, se alió a con Aníbal en 216 a.C. (Livio
XXIII, 10). Lo mismo hizo Siracusa en 215 a.C. bajo el reinado
de Jerónimo (Livio XXIV, 6,) y de los generales que le sucedieron tras su temprano asesinato, así como Agrigento y Heraclea
después de ser conquistadas por el general cartaginés Himilcón
(Livio XXIV, 35)
En 212 a.C. los cartagineses evacuaron definitivamente Sicilia
(Livio XXV, 28) y los romanos reconquistaron Siracusa (Livio
XXV, 31) y, algo más tarde, Agrigento en la última batalla que
Marcelo libró en Sicilia (Livio XXV, 41). En 211 a.C. los romanos también tomaron Capua (Livio XXVI, 14). En 207, después
de la batalla de Metauro, Metaponto fue evacuada por sus ciudadanos y recuperada por Roma (Livio XXVII, 51). Dos años
más tarde, Escipión, antes de partir a África en persecución de
Aníbal, recuperaría Locri (Livio XXIX, 8).
De este modo, con la definitiva salida de los cartagineses,
tanto de Sicilia como de la península italiana, todas las antiguas
colonias griegas que de alguna manera fueron sus aliadas y que
hasta entonces habían fabricado ánforas MGS, sufrieron las consecuencias de la derrota. Además de los saqueos, las ejecuciones
y el resto de las acciones usuales tras la ocupación de una ciudad enemiga en la Antigüedad (y también en la actualidad), se
tomaron otras medidas que resultan de interés para nuestro tema.
Por una parte, la casi desaparición de los antiguos ciudadanos
y, por otra, la confiscación de bienes y tierras en beneficio del
ager publicus romano. El caso por antonomasia es el de Capua
con la que Roma estaba especialmente enfurecida debido a las
graves consecuencias que para el desarrollo de la guerra supuso
la defección en favor de Cartago de una ciudad tan importante
(Livio XXVI, 16).
Así pues, tras la derrota de los cartagineses, nada volvió a ser
como antes en Italia, y mucho menos en su mitad sur y Sicilia.
Donde antes las ciudades actuaban como “pequeños estados” en
beneficio propio, tras la guerra pasaron a convertirse en poblaciones sumisas a la voluntad y las necesidades de Roma. Donde
antes había ciudades independientes ahora sólo había Roma. En
los momentos iniciales de la producción de ánforas romanas, las
diversas creaciones ya no estuvieron, pues, enfocadas a satisfacer
las necesidades comerciales de cada una de las ciudades que las
manufacturaban sino las de Roma.
Por otra parte, una de las principales preocupaciones de cualquier Estado con sus tropas en campaña es, sin duda, la de su
aprovisionamiento. Más allá de la apropiación de las reservas de
grano de los territorios por los que pasaban o en los que se establecían los ejércitos (frumentationes) y de la adquisición sobre
el terreno de otras fuentes de aprovisionamiento, resulta indudable la necesidad de un avituallamiento regular, constante y
organizado. Por tanto, uno de los objetivos de la producción de
aquellas primeras ánforas genuinamente romanas debió estar destinado al aprovisionamiento de los ejércitos que Roma ya tenía
distribuidos por todo el Mediterráneo y también al de la propia
ciudad. Así pues, podemos decir que uno de los grandes impulsores del gran comercio que se desarrollaría en los siglos II y I
a.C. fue el suministro de los ejércitos romanos en campaña. En
este sentido, conviene recordar que un ejército de aquella época
estaba formado por más personas, y no solamente soldados, que
cualquiera de las ciudades o aglomeraciones urbanas del Mediterráneo occidental por las que pasaba.
Paralelamente a esa gran producción y distribución enfocadas al ejército se produjo el aumento de la propia demanda
interna, sobre todo de Roma (Manacorda 1989) y, por otra, el
de una clientela exterior cada vez más numerosa y diversificada
compuesta no solamente por los colonos, soldados, contratistas, comerciantes, desplazados, etc., sino también por elementos
indígenas sumidos en un proceso de romanización irrevocable y
cada vez más evidente.
Los principales centros donde se fabricaron las ánforas itálicas republicanas se localizaron en la costa toscana, en el litoral
del sur del Lacio y norte de la Campania, y en la fachada marítima adriática (Tchernia 1986).
Uno de los fenómenos que discurrieron en paralelo a la
romanización fue el del aumento de la demanda de vino (Panella 2011). Las ánforas que conocemos como Grecoitálicas son
la evidencia arqueológica más significativa del inicio del gran
desarrollo de la viticultura en Italia durante y después de la II
Guerra Púnica.
4.5.2. las ánforas grecoitálicas
El primero en llamarlas así fue F. Benoit (1956; 1954), aunque
más tarde también hablaría de ellas como “Republicaine I” (1961;
1957: 250-56) al referirse al cargamento de Grand Congloué (1)
(Long 1987; Benoit 1961). El apelativo Grecoitálica es un modo
29
[page-n-43]
las ánforas de valentia romana republicana
acertado de indicar que se trata de un tipo de ánforas de clara filiación griega, pero de fabricación esencialmente itálica (Manacorda
1986). Se encuentran, por tanto, en una posición de transición
entre las ánforas griegas y las romanas (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013). En los mismos años N. Lamboglia también las
incluyó en su tipología de ánforas romanas republicanas con el
número 4 (Lamboglia 1955: 264). Son ánforas a las que se las
considera concebidas para el transporte de vino, aunque recientes investigaciones también proponen incluir entre los alimentos
que transportaron productos derivados del pescado (Malfitana,
Bernal-Casasola, Mazzaglia y Díaz 2020). La mayor parte de los
centros productores que las fabricaron están localizados en zonas
que esencialmente fueron y son vinícolas y, en algunos pecios,
se encuentran asociadas a los primeros cargamentos de barniz
negro exportado desde Nápoles, de manera que esas producciones concretas debieron transportar el vino de Campania, incluido
el de la isla de Ischia (Olcese 2010).
Se conocen alfares que las fabricaron en Naxos, Gela/Agrigento, Temesa/Nocera, Terinse, en Sicilia y también en Calabria
y Metaponto (Van der Mersch 1994) y el área del Adriático
(Cipriano y Mazzocchin 2017; Carré, Monsieur y Pesavento
2014; Stoppioni 2013) que parecen corresponder a las variantes
más antiguas y que directamente están relacionadas con las MGS
V y VI. Algunos autores también han propuesto que se fabricaran
en la zona ilírica adriática (Zupančič, Horvat y Dobnikar 1998),
aunque esto no ha podido ser demostrado con rotundidad.
Sin embargo, donde mayor número de centros productores se
han descubierto es en la Campania septentrional (Sinuesa-Mondragone, ager falernus), aunque también hay numerosos alfares
como los de Astura, Minturno, Fondi o Formia en el Lacio Meridional (Tchernia, 1986). Más recientemente, se puso de manifiesto
la excepcional importancia de los alfares que las fabricaron en
Ischia (Olcese 2010; 2005/6). Asimismo, este tipo se desarrolló
en varias oficinas de la Etruria costera como las del ager Cosanus (Will 1982), en Albinia (Vitali 2007; Vitali, Laubenheimer
y Benquet 2007) y el ager Pisanus y el Volaterranus (Menchelli
et alii 2007: 142-143).
Probablemente, también se elaboraron en los alfares de los
puertos de Graviscae y de Pyrgi (Castrum Novum). En ambos
lugares se fundaron colonias de ciudadanos. En Pyrgi (264 a.C.)
y en Gravisca en 181 a.C. (Livio 40, 29). Casi con toda seguridad, igualmente se produjeron en otras zonas de Campania (Van
der Mersh 1994), como parece deducirse de algunos ejemplos
encontrados en las casas del Cinghiale, dei Fiori y delle forme di
Creta en Pompeya (D’Ambrosio y De Caro 1989; Scotti 1984:
273-275) o los sellos TR·LOISIO descubiertos en Sagunto (Aranegui 1995) y otros puntos del Mediterráneo central y occidental
con pastas propias de aquella región (De la Cruz Córdoba y Martín Camino 2013).
En la vertiente adriática de la península italiana se han evidenciado talleres en los que se hicieron ánforas Grecoitálicas
desde mediados del siglo III, en Cattolica (Stoppioni 2008), y
hasta mediados del II a.C. tal y como parece desprenderse de los
descubrimientos en la necrópolis de Adria (Toniolo 2000: 137171; Tonolio 1998). Asimismo, es posible que se fabricasen en
Spina (Desantis 1991-1992) y Aquileia, donde más tarde también
se manufacturarían ánforas del tipo Lamboglia 2 (Horvat 1997).
Algunas de estas Grecoitálicas del Adriático también llegarían a
Valentia (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013: fig. 23)
30
La costa oriental adriática se ha propuesto además como
área de producción, aunque no se dispone de pruebas evidentes y esta suposición se fundamenta en la gran abundancia de
hallazgos en los centros griegos de Issa/Vis (Croacia), Epidamnos/Dyrrachium y Apollonia, en Albania (Lahi 2008) y en los
numerosos pecios de la costa Dálmata con cargamentos en los
que también están presentes (Cambi 1989). En este sentido,
mientras no haya pruebas contundentes de su manufactura,
debemos ser cautos a la hora de atribuir la producción de
Grecoitálicas a aquella parte del Adriático (Carré, Monsieur
y Pesavento 2014). Lo que sí parece más factible es que se
fabricaran Grecoitálicas en diversos puntos del litoral adriático
italiano medio y septentrional, una zona a la que las fuentes
atribuyen una abundante producción de vino (Varrón 1, 2, 6-7)
y que cuenta con las tempranas colonias de Castrum Novum
(289 a.C.), Sena Gallica (283 a.C.), Ariminium en 268 (Livio,
Per. 11, 5) y de Aquileia algo más tarde, en 181 a.C., entre
otras (Livio XXXIX, 55). Un área, por tanto, sometida a un
complejo proceso de colonización y expansión agraria desde
un momento muy temprano bien expuesto por Bandelli (2005).
En la zona apula, también con tradición vitícola y olivarera/
olearia referida en las fuentes (Horacio, Odas 2. 6) y donde,
ya en el 243 a.C. se creó la colonia latina de Brundisium, que
se convertiría en el gran puerto hacia oriente, es muy probable que también se manufacturaran ánforas Grecoitálicas. En
cualquier caso, queda patente que la producción de ánforas
adriáticas inspiradas en modelos grecoitálicos tuvo que ser
una realidad a la que debemos prestar mayor atención. Las
formas 16-18 de Adria (Toniolo 2000; 1998) podrían dar una
idea de las formas transicionales a las Lamboglia 2, aunque
el estado actual de la investigación no permite establecer claramente ese paso; probablemente porque cada una pertenece
a modelos económicos y socioculturales diferentes (Cipriano
y Mazzochin 2017).
Las formas Grecoitálicas también se fabricaron en el ámbito
púnico del Mediterráneo occidental, y lo hicieron precisamente en
aquellos centros donde la vinculación con Roma fue más intensa.
En Cádiz sería a partir de la segunda mitad del siglo III a.C. (Sáez
Romero y Díaz Rodríguez 2007; Bustamante y Martín-Arroyo
2004) y durante el siglo II a.C., especialmente en su primera
mitad. Precisamente, tras la deditio de Gadir, más allá de si estableció inmediatamente un foedus en 206 a.C. por el que pasó a
convertirse en civitas foederata o lo hizo un poco antes o después (López Castro 1991), lo cierto es que desde aquel momento
la ciudad quedó bajo la protección de Roma (Livio XXXII, 2),
supeditando, por tanto, el control de la ciudad y de sus relaciones exteriores a ésta. En 171 a.C. se creó la colonia de Carteia
(Livio XLIII, 3) en la bahía de Algeciras, donde algunos autores
ya apuntaron la posibilidad de que el inicio de la fabricación de
ánforas pudiera tener que ver precisamente con el traslado de
alfareros itálicos (gens Sextia) a la ciudad (Bernal-Casasola Arévalo, Lorenzo y Aguilera 2003).
Por otra parte, en Ibiza, a partir del primer cuarto del siglo II
a.C., también se elaboraron Grecoitálicas o ánforas inspiradas en
ellas. La forma ebusitana para designarlas es la PE-24 (Ramon
Torres 1981a). Al igual que ocurre con Gades, la fecha exacta
del foedus con Roma por el que pasó a convertirse en civitas foederata no está clara (García Riaza 2002). Algunos autores han
apuntado la posibilidad de que, dado el extraordinario crecimiento
[page-n-44]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
urbano, el desarrollo del ámbito rural, el del comercio exterior
y el inicio de la circulación de monedas ebusitanas fuera de la
isla a partir de la primera mitad del siglo II a.C., Ebusus pudiera
haber llevado a cabo una deditio en un momento ubicado entre
el desenlace de la batalla de Zama (202 a.C.) y el 195 a.C. (Costa
y Fernández 1997: 428-429) que permitió a la ciudad mantener
un extraordinario desarrollo.
Por lo que conocemos hasta ahora, en el nordeste peninsular,
su producción, junto a Dressel 1, se inició en un momento posterior; en los últimos decenios del siglo II a.C. pero también en
centros productores relacionados con núcleos itálicos tardo-republicanos como Tarraco o Cabrera de Mar (López Mullor y Martín
2010; López Mullor 2008). Igualmente, parece que llegaron a
fabricarse en Marsella (Py 1978: 19 fig. 3).
El sellado de las ánforas Grecoitálicas fue ocasional y, por
lo general, en los sellos se hace referencia a un nombre, que en
las más antiguas podía estar escrito en griego y que a partir del
siglo II a.C. aparecerá siempre en latín. También pueden presentar monogramas y símbolos.
Así pues, existieron multiplicidad de áreas en las que se fabricaron las ánforas Grecoitálicas, lo cual conlleva a que, asimismo,
presenten una notable variedad de pastas que todavía hoy, muchas
veces, plantea problemas de identificación (Thierrin-Michael
2003; Thierrin-Michael y Maza 2002). Por tanto, el apelativo
Grecoitálica es genérico y engloba tamaños, perfiles (Manacorda
1986) y áreas de producción muy diversas relacionadas por una
tendencia formal que se dio entre los siglos IV y II a.C.
Sin embargo, lo que resulta obvio es el hecho de que las ánforas Grecoitálicas y su evolución están asociadas a los procesos
de colonización llevados a cabo tanto dentro como fuera de Italia
entre los siglos IV y la primera mitad del II a.C. De este modo,
cabe plantearse la hipótesis de que las ánforas Grecoitálicas puedan ser las ánforas de las colonias romanas republicanas y uno
de los testigos materiales de sus relaciones con el exterior y, por
tanto, también con Roma.
Excepto Carteia, todas las colonias hispanas anteriores a César
son de derecho latino. En este sentido, en cuanto a las producciones
occidentales y otorgando mayor importancia a la forma, la cultura y
a las gentes que las fabricaron que al lugar de su fabricación, estas
ánforas, a las cuales muchas veces llamamos imitaciones, quizás
no sean más que contenedores que también fueron fabricados por
contingentes itálicos dentro esa misma tónica colonizadora, lo cual,
siendo así, despejaría muchas dudas sobre su funcionalidad, autoría
Figura 4.9. Variantes de las ánforas Grecoitálicas (Will 1982).
y mercado, que, por otra parte, están íntimamente relacionados con
las necesidades puntuales de Roma y que, en este período, fueron
básicamente militares, colonizadoras y comerciales.
No hay una unanimidad a la hora de establecer una tipología
para las ánforas Grecoitálicas (Empereur y Hesnard 1987; Bats
1986; Manacorda 1986). Se trata de un tema pendiente que ni los
estudios de Cibecchini (2005/6) ni los de Olcese (2005/6; 2004)
consiguieron consensuar. Así pues, entre los investigadores resulta
útil y habitual referirse a ellas o diferenciar entre Grecoitálicas
antiguas y Grecoitálicas recientes en función de los contextos. No
obstante, a partir de los estudios de Will (1982) se establecieron
cinco variantes (Wa-e) que suelen ser las más habituales a la hora
de clasificar a esta familia de ánforas (fig. 4.9).
W-a. Se corresponde con las denominadas Grecoitálicas antiguas o MGS V. Tienen su origen en Sicilia y probablemente
también en la Magna Grecia. Su cronología se sitúa entre el 350
y el 250 a.C. (Py 1993b).
W-b. Equivale al tipo 4 de Lamboglia (1955) y probablemente
a la MGS VI. También se fabricaron en Sicilia y la Magna Grecia
entre el 250 y el 200 a.C.
W-c. Es el equivalente a los tipos de Grand Congloué I
(Long 1987) y asimilable al tipo 4 de Lamboglia. Fueron fabricadas en la Campania y su cronología se establece entre el 225
y el 175 a.C.
W-d. Corresponde al tipo grecoitálico tardío más frecuente y
se fabricó en la Campania y, probablemente, también en la Italia
central y en las costas italianas del Adriático. Su cronología se
establece entre el 200 y el 150 a.C.
W-e. Se la considera la forma más tardía y precedente de
las Dressel 1, con las que suele confundirse. Se fabricaron en
Campania, Italia central, costas italianas del Adriático, Hispania y, probablemente, también en Marsella. Su cronología se
sitúa entre el 175 y el 100 a.C. y son el tipo que se encuentra
representado en Valentia.
4.5.3. las ánforas dressel 1
Un problema familiar a la hora de realizar estudios sobre ánforas
romanas republicanas es la diferenciación entre las Grecoitálicas más
recientes y las primeras Dressel 1A, sobre todo cuando únicamente
contamos con fragmentos del borde, que por otra parte suele ser
lo más habitual. A partir de la relación entre las medidas del borde
(altura total/anchura máxima) se propuso que un valor inferior a 2,9
se reservara para las Grecoitálicas y uno superior a las Dressel 1A
(Tchernia 1986: 309), pero no llegó a ser un sistema válido ya que
muchos de los bordes que podríamos considerar grecoitálicos se
encuentran en cuerpos que claramente debemos relacionar con las
Dressel 1 y viceversa. Hoy por hoy, la clasificación de estos bordes
depende más de las apreciaciones de quien los estudia que de cualquier otra característica mesurable. Unas valoraciones tan sutiles
como el grosor de las paredes, el grado de compactación de la pasta
o el acabado general de la pieza; estimaciones que, sin embargo, no
dejan de estar solamente avaladas por el instinto que otorga la experiencia. En este sentido, ante las dudas que se nos han planteado con
determinados bordes, asas, pivotes y fragmentos de cuerpo en los
materiales de Valentia, hemos optado por denominar a este grupo
como ”Grecoitálica/Dressel 1” y, dado que, como veremos, estas
ánforas se encuentran en los niveles fundacionales de la ciudad, las
ubicamos cronológicamente entre el 140 y el 130 a.C.
31
[page-n-45]
las ánforas de valentia romana republicana
4.5.3.2. Dressel 1B
Son sensiblemente más grandes y se caracterizan por presentar un borde más alto y vertical que los de las Dressel 1A y,
al igual que ellas, sus bordes también presentan variedad de
tamaños y detalles (Py 1993c). A partir de un titulus pictus
consular descubierto en Burriac, Cabrera de Mar, en Barcelona, se ha propuesto que surgieron al final del siglo II a.C.
(Miró 1986: 202, fig. 3) y fueron muy abundantes durante
todo el siglo I a.C.
4.5.3.3. Dressel 1C
Figura 4.10. Diferentes variantes de las ánforas Dressel 1.
Como su nombre indica, las ánforas llamadas Dressel 1
corresponden a la forma 1 de la clasificación establecida por
Dressel en 1899 y su cronología se sitúa entre la segunda mitad
del siglo II y finales del I a.C. Son las ánforas romanas republicanas por excelencia y las que protagonizaron el gran comercio
del vino durante el período tardorrepublicano, convirtiéndose
en uno de los principales materiales arqueológicos guía de ese
período en Mediterráneo occidental, aunque también se encuentran diseminadas por el Mediterráneo oriental.
El volumen de su producción no es comparable con ningún
otro tipo precedente (Tchernia 1983), ni siquiera de con el de
las ánforas Dressel 20 hispanas de época imperial o las LRA
1 tardoantiguas. La masiva producción de esta forma implicó,
además, una extraordinaria multitud de talleres dispersos por la
Italia tirrena (Vitali, Laubenheimer y Benquet 2007; Vitali 2007;
Hesnard et alii, 1989; Hesnard y Lemoine 1981) y también jónica
(Corrado 2009). Asimismo, se fabricaron fuera de Italia en talleres tanto del nordeste de Hispania (López Mullor 2008; Carreté,
Keay y Millet 1995) como del sur, en Gades, Carteia o Baelo
(Bernal-Casasola, Arévalo, Lorenzo y Aguilera 2003; García Vargas 1998: 71-4; Fernández Cacho 1995).
El inicio de su producción parece situarse en el tercer cuarto
del siglo II a.C. en los talleres tirrénicos que fabricaban las formas
Grecoitálicas más recientes. De hecho, las Dressel 1 se consideran
la culminación de la evolución formal de las ánforas Grecoitálicas.
Las diferentes variantes del tipo (A, B y C) quedaron establecidas
por Lamboglia (1955) y son las que nosotros hemos utilizado para
clasificar los materiales de Valentia puesto que continúan siendo
perfectamente válidas y es la manera en que habitualmente se clasifican (fig. 4.10). Posteriormente, Benoit (1957) haría coincidir la
variante A de Lamboglia con las que él denominó Republicaines
IIIA, y la B con las Republicaines IIIB.
Son más altas y estilizadas que las Dressel 1B. Como en las otras
Dressel 1, también se encuentran variaciones en sus bordes que
pueden llegar a ser de gran longitud, en las asas, muchas veces
con trayectorias acorazonadas, y en su aspecto general. Hicieron
su aparición en los mercados hacia finales del siglo II y aparecen
en contextos que abarcan todo el siglo I a.C.
4.5.4. las ánforas lamboglia 2
Paralelamente a la fabricación, casi en exclusiva, de las ánforas
Dressel 1 en los talleres tirrenos, las alfarerías de la zona adriática
italiana, donde antes también se hacían Grecoitálicas, comenzaron
a producir nuevas formas a partir de la segunda mitad del siglo
II a.C. (Cipriano y Carré 1989; Palazzo 1989).
Se trata de un tipo de ánforas que no está plasmado en la tabla
tipológica de Dressel. Los bordes que presentan son muy similares
a los de las Dressel 1A, triangulares o en cinta y, al igual que ellas,
existe variedad en cuanto sus detalles y medidas. En un principio se
les asignó un origen en la Apulia, región que siempre se ha vinculado a la producción de aceite, por lo que, unido a su aspecto más
o menos redondeado u ovoidal, también se pensó en ellas como
contenedores para el transporte de aceite (fig. 4.11). Sin embargo,
todos los talleres conocidos en los que se fabricaron se encuentran
al norte de Apulia (Cipriano y Carré 1989), entre el Piceno e Istria
incluyendo Aquileia (Menchelli y Ciuccarelli 2009; Buora, Carré,
Tiussi y Ventura 2008; Carré y Pesavento 2003; Cipriano y Carré
1989; Carré 1985). Posteriormente, en ellos también se fabricarán
las Dressel 6, a las cuales se las puede considerar una evolución
de esta forma. En algunos talleres de Pescara, Città de S. Angello, en el Piceno central, se ha podido constatar una continuidad
productiva entre las Grecoitálicas, las Lamboglia 2 y las Dressel
4.5.3.1. Dressel 1A
Son muy similares a las Grecoitálicas W-e. Unas y otras pueden
llegar a confundirse. Tanto en el aspecto general de la forma
como en los bordes, presentan multitud de variaciones que las
convierten en un grupo muy amplio en el que cabrían todas
ellas (Py 1993c). A rasgos generales, su cronología se sitúa
entre el 130 a.C. (Tchernia 1986) con perduración hasta época
cesariana o augustea.
32
Figura 4.11. Ánforas Lamboglia 2 a partir de Sciallano y Sibella 1991.
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evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
6 (Staffa 2003: fig. 3). Por otra parte, el análisis del contenido de
un ánfora Lamboglia 2 del pecio de la Madrague de Giens mostró
que aquella contuvo vino (Formenti, Hesnard y Tchernia 1978).
Así pues, actualmente hay una mayor tendencia a considerarlas
ánforas vinarias (Cipriano y Mazzocchin 2017a; Cipriano y Mazzocchin 2017b, 18). Recientemente, la aparición en Pompeya de
un ánfora de esta tipología con pastas propias de la Campania y
aparentes defectos de cocción ha vuelto a poner sobre la mesa la
hipótesis planteada por Hesnard (1998) de que la forma también
hubiera podido fabricarse en los alrededores de aquella ciudad.
Fuera de Italia, algunos autores han propuesto que en Hispania
se pudieron copiar en el valle del Guadalquivir (García Vargas,
Almeida y González 2011), en el mediodía hispano (Mateo Corredor 2014: 76) y la zona central catalana (López Mullor y Martín
2010), aunque estas apreciaciones se fundamentan en materiales
muy fragmentados que resultan dudosos.
Comenzaron a fabricarse hacia el último cuarto del siglo II
a.C., pero fundamentalmente son ánforas propias del siglo I a.C.
que pudieron prolongar su existencia hasta el primer cuarto del
siglo I d.C. (Py 1993c).
Generalmente, tienen sellos, sobre todo en el labio, aunque
también se encuentran en la parte superior del cuello o en una de
sus asas. Sus pastas son muy características y fáciles de identificar. Por lo general, son de color claro, crema o rosado y contienen
granos de color granate (chamotas) e inclusiones negras brillantes
(Cabella 2008; Menchelli et alii 2008).
4.5.5. las ánforas de brindisi
La familia de ánforas brindisinas tampoco quedó plasmada en
la tabla de Dressel. El término aparece por primera vez recogido a partir de los trabajos de Tchernia y, sobre todo, de Panella (1973: 494-496). Desde entonces su valoración, definición
y conocimiento, se ha ido modificando hasta poder hablar, hoy
día, de un grupo de ánforas bien determinado. Algunos de sus
tipos se dedicaron al transporte del vino y otros al de aceite. Por
su semejanza, se ha apuntado la posibilidad de que las formas
olearias brindisinas estén emparentadas con las de la última
fase productiva de ánforas Corintias A de Corfú (Manacorda y
Pallecchi 2012) y que sean predecesoras de las ánforas Dressel 6 de la cuenca centro-norte adriática e incluso la base de
los prototipos hispanos que desembocaron en las Dressel 20
(Manacorda 2019).
Se trata también de ánforas con un cuerpo de tendencia
ovoidal. Los bordes del tipo más antiguo podrían llegar a confundirse con las Grecoitálicas más recientes (W-e), aunque, en
conjunto, la forma es algo diferente. El resto de los tipos reconocidos no presentan problemas de identificación y, excepto
dos de las formas (Apani I y VIII que son de sección ovalada)
el resto tienen asas de sección circular (fig. 4.12).
Como su nombre indica, son ánforas que se fabricaron
en torno a la ciudad portuaria de Brundisium, donde se han
encontrado varias zonas alfareras que las manufacturaron.
Otro de los aspectos que las caracterizan es la presencia muy
habitual de sellos en las asas. Los talleres de mayor significación productora son el de Apani (Palazzo 2013) y el de
Giancola (Manacorda y Pallecchi 2012; Manacorda 2001).
Los primeros han proporcionado seis formas bien definidas
por ejemplares completos (I, II, III, IV, V y VII), y otras dos
Figura 4.12. Clasificación de las ánforas de Brindisi a partir del
trabajo de Palazzo (2013) con indicación de la producción: aniniana
sin sombrear y vehiliana sombreada en gris.
(VI y VIII), conocidas sólo a partir de los tercios superiores
de las ánforas que los representan (Manacorda 2019; Palazzo
2013; Cabella 2008).
Asimismo, también del centro productor de Apani, se han
podido agrupar las formas que van asociadas a dos grupos de
sellos: de Aninius o aninianas (tipos I, II, V, VII y VIII) y el de
Vehilius o vehilianas (tipos III, IV y VI) (Palazzo 2013), aunque
no se puede descartar la posibilidad que esas mismas formas o
similares igualmente se fabricaran en los talleres de otros domini
productores.
La inauguración de las producciones de Apani se sitúa a
partir de la segunda mitad del siglo II a.C., poco antes del inicio de su último cuarto, y se ha planteado que pudiera estar
relacionada con la deportación a Italia de esclavos ceramistas
griegos tras la destrucción de Corinto en 146 a.C. (Finkielsztejn 2002: 139). La que podríamos considerar como una de las
piezas más antiguas conocidas procede precisamente Valentia
y la estudiaremos en este trabajo. En esta primera fase de la
producción, los sellos que hacen referencia a los nombres de los
esclavos suelen aparecer en grafía griega o en griega y latina,
y muy pocos lo hacen sólo en latina. Incluso los que presentan el nombre del dominus (C. Aninius) usan el doble alfabeto.
Por el contrario, los sellos de finales del siglo II e inicios del I
a.C., los de Vehilius y sus esclavos, utilizaron siempre el latín.
Desde este momento y hasta el último cuarto del siglo I a.C.
las ánforas republicanas brindisinas comenzaron a llegar a los
mercados tanto italianos como ultramarinos. Durante las guerras
33
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las ánforas de valentia romana republicana
4.5.5.2. Giancola 2/Apani I
Se la considera un ánfora vinaria. Podríamos decir que se trata
de una forma intermedia entre las Grecoitálicas W-e y las Lamboglia 2. Presenta un borde en cinta de sección triangular, cuello
troncocónico, asas de sección ovalada y cuerpo fusiforme de tendencia ovoidal terminado en un pivote macizo y cilíndrico con
indicación del pie. Su cronología se ubica en el último cuarto
del siglo II a.C.
4.5.5.3. Giancola 3/Apani II
Ánfora considerada olearia. Presenta un borde con pequeños
resaltes, cuello cilíndrico, asas de sección circular y cuerpo
ovoide terminado en pivote macizo acabado en botón. Cronológicamente se ubica a finales del siglo II a.C.
4.5.5.4. Giancola 4/Apani IV
Figura 4.13. Clasificación de las ánforas de Giancola a partir
del trabajo de Manacorda (2019). Correspondencia con las
producciones de Apani.
civiles parece que se abandonó la producción y sólo a partir
del inicio de época augustea se volvería a retomar, aunque ya
con un nuevo repertorio morfológico que se ubica dentro de
una dinámica comercial que poco tiene que ver con el mundo
romano republicano.
Las ánforas brindisinas republicanas de Giancola son el
resultado de la explotación agrícola intensiva dentro de un gran
fundus gestionado por “esclavos de Visellio” cuya onomástica es
oriental. Sin embargo, el uso del griego en los sellos es minoritario (Manacorda y Pallecchi 2012). Para este centro productor
también se ha establecido una clasificación de las ánforas que
manufacturó (Giancola 1, 2, 3, 4, 5, 6), aunque la mayor parte
de las formas son las mismas que se cocieron en los hornos
de Apani. De este taller es característico el grupo de sellos del
dominus Visellio y se ha podido determinar que su estampado
se articuló en tres fases productivas (Sila-Cesariana, Augustea y Julio-Claudia) relacionadas con tres grupos de esclavos
(Manacorda 2019).
A partir de las producciones de los talleres de Apani, de Marmorelle y de Giancola, las distintas formas se han articulado
de manera que, superpuestas, podríamos resumir del siguiente
modo (fig. 4.13):
4.5.5.1. Giancola 1/Apani VII
Por el momento se la considera un ánfora olearia. Borde en cinta,
de cuello corto, con asas de sección circular y cuerpo ovoide acabado en pivote macizo. Se le atribuye una cronología del último
cuarto del siglo II a.C.
34
Ánfora probablemente olearia. El borde presenta molduras, cuello
troncocónico, asas de sección circular y cuerpo más o menos
globular terminado en un pivote en botón. Se la considera como
una de las formas clásicas de la producción brindisina: finales
del siglo II-primer cuarto del siglo I a.C.
4.5.5.5. Giancola 5/Apani V
Probablemente olearia. Boca ligeramente abierta con borde
de sección semicircular, cuello corto, asas de sección circular y cuerpo ovoide terminado en un pivote en botón. También fue una de las formas más difundidas y características
de la fase clásica brindisina. Fines del siglo II primer cuarto
del siglo I a.C.
4.5.5.6. Giancola 6/Apani III y VI
Se interpreta como olearia. Borde redondeado, cuello bajo, asas
de sección circular y cuerpo ovoide acabado en pivote cilíndrico
y macizo. Se asocia a la última fase de la producción brindisina
a mediados del siglo I a.C.
4.5.5.7. Apani VIII
No se dispone de ninguna pieza entera de referencia. Sin
embargo, se apunta la posibilidad de que fueran ánforas de
pequeñas dimensiones, quizás con fondo plano (Palazzo 2013).
Sus asas son de sección ovalada y se engloban dentro de la fase
productiva aniniana.
4.6. LAS ÁNFORAS OVOIDES SUDHISPÁNICAS
Tal y como su nombre indica se trata de un tipo de ánforas cuya
característica más común es la tendencia ovoide de su cuerpo.
Son una familia que no siempre ha estado bien identificada
como tal y muchas veces ha pasado desapercibida de los inventarios. A partir del año 2000 numerosos trabajos comenzaron
a hacer hincapié en ellas (García Vargas, González y Almeida
2019; González Cesteros, García Vargas y Almeida 2018; Miró
i Canals 2016; García Vargas, Almeida y González 2011; García
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evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
Vargas 2010; Almeida 2008; Fabião 2001) como una interpretación surgida, o tendencia inspirada en el segundo tercio del
siglo I a.C. a partir de modelos africanos (Africanas Antiguas)
e italianos de la costa adriática (de los talleres de Giancola
y Apani fundamentalmente) que ya venían circulando por el
Mediterráneo desde aproximadamente un siglo antes (Manacorda 2019; Contino y Capelli 2019).
Las ovoides del sur de Hispania se han dividido en 9 tipos
(fig. 4.14) (García Vargas, González y Almeida 2019):
4.6.1. ovoide 1
Normalmente se la conoce como Lomba do Canho 67, LC 67 o
Class 67. Es fácilmente reconocible porque bajo el borde presenta una moldura y ha sido la más estudiada desde su identificación en la literatura como una forma específica (Molina Vidal
1995; Fabião 1989). Se admite que derivan de las producciones
adriáticas del Piceno, Apulia y los talleres de Apani (Apani II,
III y IV). Fueron fabricadas en el Valle del Guadalquivir, en las
bahías de Cádiz y Algeciras, en las costas malagueñas y en el
norte de África. Debido a la variedad de zonas productoras se
ha propuesto llamar Ovoides 1 únicamente a las que se manufacturaron en valle del Guadalquivir y mantener LC67 para el
resto de las ánforas sudhisánicas de esta forma hasta una mejor
definición de las tipologías locales (García Vargas, González y
Almeida 2019: 110). En Cádiz, donde han sido bien estudiadas
en el taller alfarero de Verinsur (Bernal-Casasola, Díaz, Lavado-Florido y García 2019) se las conoce como Ovoide 1 Gadirita
y ésta debería ser la tónica de adjetivación a medida que la investigación vaya ubicando en la geografía cada una de las distintas
producciones, no sólo para la forma 1 sino para todas las demás.
Actualmente su cronología se enmarca entre finales del primer
tercio del siglo I a.C. hasta las últimas décadas de éste (Mateo
Corredor y Molina 2019; García Vargas, Almeida y González
2011: 212; Molina Vidal 2001). Estudios arqueométricos han
relacionado el tipo con el transporte del vino (Bernal-Casasola,
Pecci y Sáez 2019).
4.6.2. ovoide 2
Se diferenciaron tras los estudios de Almeida (2008: 83-84) en
Scallabis. Se ha propuesto que pudieran derivar de los tipos
Baldacci 1A y C o del grupo Giancola 5/Apani Va (García
Vargas, González y Almeida 2019: 112). En función de los
conocimientos actuales, debieron comenzar a producirse hacia
mediados de la segunda mitad del siglo I a.C. y, aunque no
está claro cuándo dejaron de fabricarse, al menos circularon
durante el tercer cuarto del siglo I a.C. (García Vargas, González y Almeida 2011).
4.6.3. ovoide 3
También fue definida a partir de los hallazgos, escasos y fragmentarios, de Scallabis. Gracias a ellos, se ha podido establecer
que las ánforas de Grand Congloué 3 clasificadas como Dressel
10 (Liou 2001: 1002, pl. J, n.º 5) realmente corresponden a este
tipo y se ha restituido la forma completa (Quillon y Luaces 2019:
400, fig. 6; García Vargas, González y Almeida 2019: 113). Circularon durante la segunda mitad del siglo I a.C.
4.6.4. ovoide 4
Podrían confundirse, y de hecho se han confundido, con las Haltern 70 augusteas o con una variedad más pequeña de las mismas (García Vargas, Almeida y González 2016a). Sin embargo,
han sido claramente reconocidas como una producción tardo-republicana del Guadalquivir que probablemente está inspirada
en modelos adriáticos como las Apani VII y que comenzaron a
fabricarse al menos en el segundo cuarto del siglo I a.C., puesto
que aparece una pieza en el cargamento de Madrague de Giens
(Tchernia 1990: 296), donde fue clasificada como Haltern 70.
Debieron dejar de manufacturarse hacia el 30-20 a.C. coincidiendo con el inicio de las Haltern 70 (García Vargas, González
y Almeida 2019: 114-116).
4.6.5. ovoide 5
Se conocen pocas piezas enteras asociadas claramente a este
tipo. Alguna de los pecios de Illes Formigues I y Cala Bona
1 (Martín Menéndez 2008), de Ceuta (González Cesteros,
Almeida y Garcia Vargas 2016b; Garcia Vargas, Almeida y González 2011: 227, fig. 20; Bernal-Casasola 2007) y de Mesas
do Castelinho, donde una de ellas se publicó como Ovoide 1
(Fabião 2001: 682, fig. 1,2). No hay muchos fragmentos identificados como Ovoide 5 (García Vargas, González y Almeida
2019: 120), pero la mayor parte presentan fábricas propias del
valle del Guadalquivir. En función de los hallazgos identificados
hasta ahora se plantea que el momento de máxima expansión
pudo situarse entre los años 50 y 25 a.C. y pudieron estar fabricándose hasta finales del siglo I a.C. Análisis arqueométricos
recientes las han asociado al transporte de vino (Bernal-Casasola, Pecci y Sáez 2019).
4.6.6. ovoide 6
Se las considera ánforas olearias. Presentan muchas similitudes
formales con las Ovoides apulas, especialmente con las de la
segunda fase de los talleres brindisinos (Giancola 6/Apani III y
IV), las cuales son consideradas como las fuentes de inspiración
para la creación de esta forma. No está claro cuándo iniciaron
su producción, aunque a partir de los hallazgos y de los modelos
itálicos se ha planteado que pudiera iniciarse en el segundo cuarto
del siglo I a.C. en relación con el abastecimiento de los ejércitos
que había en Hispania y que perdurarían hasta las últimas décadas
del siglo I a.C. (García Vargas, González y Almeida 2019: 127).
4.6.7. ovoide 7
También se la conoce como Oberaden 83 porque fue incorporada a la tipología a partir de las tablas cerámicas resultantes de
las excavaciones alemanas en el campamento militar de Oberaden, donde se le dio el número 83 (Loeschcke 1942). Está relacionada con el transporte de aceite de oliva y se la considera,
al igual que la Ovoide 6 y la Haltern 71, predecesora de la ya
estandarizada Dressel 20 (González Cesteros et alii 2022). El
inicio de su producción se ha relacionado con la instalación de
los primeros campamentos en el Rin y su abastecimiento, hacia
el 20 a.C. (García Vargas, Almeida y González 2011: 237-38).
Sin embargo, la Ovoide 7, es ya un ánfora más propia del siglo I
35
[page-n-49]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 4.14. Propuesta de la tipología
de las ánforas ovoides del Guadalquivir
a partir de García Vargas, González y
Almeida (2019: fig. 22).
d.C. En este sentido, se ha propuesto mantener la apelación Oberaden 83 para las primeras producciones destinadas a Oberaden
en las dos últimas décadas del siglo I a.C. (González Cesteros y
Almeida 2017). Por otra parte, es considerada como la primera
ánfora Bética para la exportación masiva de aceite y debió estar
en circulación durante todo el siglo I d.C. (García Vargas, González y Almeida 2019: 130).
4.6.8. ovoide 8
Esta forma se ha definido sólo a partir de fragmentos procedentes rellenos fechados entre el 50 y el 25 a.C. en las excavaciones
del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla (García Vargas 2012: 190), por lo que hasta el momento no hay demasiada
información.
4.6.9. ovoide 9
También ha sido concretada a partir de algunos tercios superiores
recuperados en las mismas excavaciones que, sin embargo, se
pueden adscribir un tipo individualizado de ánfora. Lo fragmentario de las piezas incluidas en este grupo impide realizar muchas
precisiones, aunque se han resaltado sus similitudes con la forma
apula Apani VII (García Vargas, González y Almeida 2019: 131).
4.7. OTRAS ÁNFORAS DE LOS SIGLOS II-I A.C.
También debemos hacer referencia a otras ánforas que por diferentes motivos no suelen ser identificadas en los yacimientos.
Los trabajos que desde hace aproximadamente una década se
están llevando a cabo en Tamuda (Bernal-Casasola et alii 2019:
36
nota 7) han permitido plantear la existencia en la zona de una
serie de producciones con singularidades tipológicas y de sus
pastas cerámicas. Estos investigadores han propuesto una clasificación que permite individualizar estas ánforas, a las que han
llamado mauritanas occidentales (Tipos I, II, III y IV ordenados
según el modelo de modernidad creciente). Debieron ser fabricadas en la región de Tetuán o en otras áreas afines cercanas
y junto a las ánforas Ovoide 1 mauritanas (también conocidas
como Sala 1), parecen conformar una microrregión productiva
cuyas exportaciones también deberían observarse en diferentes
centros de consumo. En este sentido, las mencionamos porque,
como más adelante veremos, alguna de ellas pudo haber llegado
a Valentia, lo cual supondría la primera vez que se documentan
fuera de su área de producción.
Además del panorama general que hemos tratado de ofrecer
sobre los tipos más habituales que encontramos en los yacimientos del Mediterráneo occidental en el período que tratamos,
también se manufacturaron ánforas en otros lugares de la cuenca
mediterránea como Egipto y las costas de Siria y Judea, u otros
más remotos como el Mar Negro. Sin embargo, no parece que
estas ánforas llegaran hasta nuestras costas y, desde luego, en
función de lo que sabemos hasta el momento, no llegaron a la
Valentia republicana. Se ubican dentro de una dinámica comercial más centrada en el Asia Menor y oriente. Por todo ello las
hemos obviado en este trabajo.
4.8. LOS CONTENIDOS DE LAS ÁNFORAS
En cuanto a las mercancías que transportaron, siempre ha habido
un debate no exento de polémica que ha sido abordado por
algunos autores (Bernal-Casasola 2004). Sin embargo, todavía
[page-n-50]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
existe una notable falta de estudios y publicaciones al respecto,
sobre todo para la época romano-republicana cuando la comercialización de la tríada mediterránea (vino, aceite y trigo) y las
salazones de pescado fue mucho más que evidente y estuvo
asociada a determinados tipos de ánfora. Más allá de cuestiones obvias bien conocidas tanto por las fuentes como por la
arqueología, como el transporte del vino campano en las ánforas Dressel 1, el de salazones en las ánforas de tradición púnica
fabricadas en las zonas conserveras de la bahía y entorno de
Cádiz o del aceite en las Africanas Antiguas, lo cierto es que
la cuestión resulta mucho más compleja de lo que pueda parecer. Si, como hemos visto, las ánforas se concibieron fundamentalmente para el transporte de alimentos, ¿qué motivo hay
para que un ánfora fabricada en determinada región no pudiera
transportar cualquiera de los productos derivados de la explotación agroalimentaria de la misma, como ocurre, por ejemplo,
en el fundus de Giancola en Brindisi? ¿Acaso las alfarerías de
Dressel 1 campanas solamente fabricaban ánforas para los vinicultores? Y, si buena parte de las ánforas romanas republicanas
estuvieron destinadas al avituallamiento de soldados, ¿cuáles
eran las necesidades alimenticias de éstos? Unas preguntas así
abren un amplio abanico de posibilidades, planteamientos e
hipótesis de trabajo que podremos encauzar teniendo en cuenta
varios aspectos.
Uno de los más importantes es el lugar en el que un ánfora
fue fabricada y qué tipo de bienes primarios se procesaban
allí. Las fabricadas en una determinada zona probablemente
fueron creadas para transportar los productos, y no sólo uno,
de esa región, más allá de que alguno fuera, por así decirlo,
su mercancía estrella. Al igual que los espacios entre las ánforas estibadas en las bodegas de los barcos se utilizaron para
exportar otros bienes de una misma región, como es el caso del
barniz negro del golfo de Nápoles (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013: 220), pensamos que también las ánforas de
una zona esencialmente vinícola como la campana pudieron
transportar otras mercancías además del vino. En este caso,
el aceite de una región de la que las fuentes nos dicen que,
además de los apreciados vinos como el Cécubo y el Falerno
conocidos, en ningún otro lugar donde hay olivas se produce
más aceite (Plinio, N.H., III, 60, 10) y cuyos campos estaban
destinados al beneficio de la República (Suetonio, De vitis
Caesarum, Divus Iulius XIX, 20, 3). En este sentido, una
revisión de las fuentes enfocada a buscar qué dicen sobre la
producción de alimentos en diferentes regiones podrá ayudarnos a dilucidar los productos que sus ánforas pudieron
transportar como mercancías principales, pero también secundarias o de menor transcendencia.
Otra variable a considerar es la propia morfología del ánfora
que estudiamos. Generalmente, partimos del presupuesto teórico,
aceptado por la mayor parte de los investigadores, de que los tipos
están asociados a productos específicos, existiendo, por tanto,
una relación inequívoca entre la forma del contenedor, el lugar
de procedencia y la clase de producto que esa determinada forma
transportó. Una relación que, por otra parte, los antiguos trabajadores de los puertos debieron tener perfectamente asimilada,
y que encuentra un paradigma en las ánforas T-9.1.1.1 (CCNN)
para las salazones gaditanas (García Vargas 1998), las cuales, no
obstante, también pudieron transportar carnes sazonadas (Bernal-Casasola 2004: 331).
Algunos trabajos (Étienne y Mayet 1994; Fabião y Guerra 1993, 998.), así como la proliferación de lo que en ciencia
arqueológica denominamos “imitaciones” (Sáez Romero y Díaz
Rodríguez 2007; Desbat y Picon 1989; Becker et alii 1986)
parecen confirmar que efectivamente este binomio se dio en la
Antigüedad. La constatación de tituli picti alusivos al transporte
de vino sobre ánforas del tipo Beltrán IIB (Liou 1987) que, a
priori, tanto por restos faunísticos como por otros tituli picti (Liou
y Rodríguez Almeida 2000; Laubenheimer, Martínez-Maganto y
Hilairet 1993) entendemos que fueron concebidas para el transporte de derivados del pescado, parece indicar que algunos tipos
pudieron no estar destinados al transporte de un único producto y
se ha hablado de una posible bivalencia o doble funcionalidad (en
este caso transporte de vino-pescado) para determinados materiales que no invalidan el presupuesto teórico anterior y que más
bien supondrían una excepción a la regla (Bernal-Casasola 2004:
327). Asimismo, el estudio de García Vargas (1998), en el que se
incluyen las inscripciones sobre ánforas béticas recogidas en el
CIL, ya ponía de manifiesto que un mismo tipo podía transportar
diferentes productos y salsas de pescado.
La tercera de las posibilidades es que las ánforas, independientemente de su tipología, fueran utilizadas para envasar
cualquier producto alimenticio. Aunque hasta los últimos años la
tendencia general ha sido la de rechazar este supuesto, aduciendo
entre otros motivos a que la estandarización de las producciones
de determinadas zonas geográficas no tendría sentido (Bernal-Casasola 2004: 327), lo cierto es que a medida que se realizan
análisis científicos de los contenidos parece cobrar más fuerza
la idea de que éstas, al margen de su tipología, transportaron una
gran variedad de productos que sólo puede estar relacionada, bien
con la reutilización de las ánforas, o bien con la propia idiosincrasia de las mismas como simple contenedor y que algunos autores
ya comenzaron a plantear a finales de los 80 para las ánforas
bizantinas LR 1 y 2 (Steckner 1989). Esto vendría a apoyar la
hipótesis de que, aunque una tipología concreta, como las Dressel
1 producidas la Campania en el siglo II-I a.C. estuviera concebida para el transporte de un producto principal, en este caso el
vino, ello no impediría que esas mismas ánforas pudieran, también, transportar en origen otros productos de menor relevancia
económica para la región que las fabricó.
Sin embargo, el aspecto que con mayor base puede ayudarnos a comprender el contenido de las ánforas es el análisis por
métodos científicos de sus contenidos. Todas las posibilidades
de transporte en ánforas de tan diversos productos podrán ser
confirmadas o descartadas por la ciencia arqueológica a través
de los nuevos, y cada vez más constantes, estudios específicos
sobre sus contenidos. En este sentido, se han realizado análisis a partir de los residuos de materia orgánica, sobre todo de
ánforas recuperadas en yacimientos subacuáticos, en los que se
demuestra que además de los bienes que tradicionalmente se
asocian a determinados tipos, éstos también acarrearon otros.
Así, en el puerto de Olbia (Cerdeña) se descubrió un conjunto
del siglo II o inicios del I a.C. formado por varias T-4.2.2.4,
T-5.2.1.2, T-5.2.2.2, T-9.2.1.1 y Dressel 1 A, B y C y, entre algunas de las ánforas de tradición púnica mencionadas, se encontró
que unas contenían avellanas, otras piñas, carne ovina, cerdo e
incluso buey (Bernal-Casasola 2004; Ramon Torres 1995). En
la Madrague de Giens aparecieron aceitunas y ramas de olivo
en un ánfora T-7.5.2.2 (Tresserras y Matamala 2004). Todo esto
37
[page-n-51]
las ánforas de valentia romana republicana
no viene sino a redundar en la idea que planteábamos al principio de esta introducción y es que además de transportar las
mercancías para las que fue concebida en origen, un ánfora no
deja de ser un excelente contenedor que podía acarrear cualquier
tipo de alimento u otras mercancías.
Sin olvidar que se trata de materia orgánica perecedera y que
no siempre llega hasta nuestros días, la presencia o ausencia de
pez visible, resina o cualquier otro aislante con que se recubrían
las paredes internas de las ánforas no implica necesariamente que
contuvieran un producto u otro. De hecho, estudios sobre los contenidos parecen desvelar que todas debieron tener algún tipo de
revestimiento interno impermeabilizante (Garnier, Silvino y Bernal-Casasola 2011). En el mundo fenicio-púnico son escasos los
ejemplos de recipientes cuyas impermeabilizaciones hayan llegado hasta nuestros días de una manera obvia a simple vista. Un
ejemplo son las ánforas T-7.4.3.3 (Mañá C2) de Cap Negret, las
cuales, a pesar de la presencia de pez en sus paredes internas, se
asociaron al transporte de salazones por un titulus pictus encontrado en un ejemplar de Castro Pretorio interpretado como hal(lex)
coc(tiva) o hal(lex) soc(iorum) (CIL, XV, 4730; Guerrero 1986).
Tradicionalmente se relacionaba la presencia de pez en las ánforas
con el transporte de vino o incluso de los derivados del pescado
y su ausencia a otros productos como el aceite. Hoy en día sigue
siendo un problema complejo y delicado sujeto a interpretaciones
(reutilización de las ánforas; que aquellas con pez visible y trazas
de aceite transportaran algún producto no alimenticio, etc.), pero
lo cierto es que también se ha comprobado la presencia de resinas/pez en ánforas claramente olearias, en las que, además, se ha
evidenciado que, efectivamente, contuvieron aceite vegetal y que
no fueron reutilizadas (Pecci y Cau 2010).
En resumen, hasta la actualidad, el contenido de las diferentes
ánforas romanas republicanas ha venido determinándose fundamentalmente en función de su morfología, del área en que se fabricaron
y de los productos primarios que allí tuvieron mayor desarrollo
en base a nuestro conocimiento histórico trasmitido a través de
las fuentes, y empírico, a través de la arqueología. Sin embargo,
cuando la química u otras ciencias auxiliares de la arqueología han
probado la posibilidad de que un mismo tipo pudiera transportar
variedad de contenidos, esto se ha refutado como excepciones.
Sin duda, la aplicación de análisis arqueométricos al estudio de las
ánforas, cada vez más numerosos, aunque todavía muy costosos,
contribuirá a despejar muchas de las dudas que actualmente nos
asaltan a la hora de plantearnos esta problemática.
4.9. TENDENCIAS ACTUALES EN LOS ESTUDIOS
SOBRE ÁNFORAS
La proliferación de estudios dedicados a las ánforas en general y a
las romanas en particular desde el último cuarto del siglo XX, ha
desembocado en la edición de numerosas publicaciones que son
de obligada referencia para cualquier análisis. En este sentido, el
grupo de investigación CEIPAC (Remesal 2008) de la Universidad de Barcelona viene publicando periódicamente desde 1993 la
serie Instrumenta. Se trata de una publicación enfocada a la producción y comercio de alimentos en el mundo romano para analizar los aspectos sociales y políticos que ello conlleva. Aunque
abarca todo tipo de cerámicas, destacan los estudios relacionados
con los sellos e inscripciones sobre las ánforas y son accesibles a
través de su página web (ceipac.ub.edu). Precisamente el número
38
52 de esta serie aborda el comercio de las ánforas y las relaciones
mercantiles de la Hispania Ulterior en el período que tratamos y
también altoimperial (Mateo Corredor 2016).
Además, existen otros proyectos como Amphora Project de la
Universidad de Southampton que se concentran más en cuestiones
tipológicas y tratan de hacer accesible a todos los investigadores
la información tipológica, de fábrica y bibliográfica de las ánforas
conocidas con la finalidad de poder llevar a cabo una aproximación preliminar a las formas que estudiamos.
Actualmente, también contamos en la red con un completo
catálogo de las ánforas romanas hispanas editado por el Instituto
Catalán de Arqueología Clásica y el Ministerio de Economía y
Competitividad (amphorae.icac.cat) que ofrece una visión consensuada y de conjunto de estas producciones. En internet hay
otras páginas que hacen hincapié en aspectos más específicos
como los sellos en la del Centre Alexandrin d’Études des Amphores (www.amphoralex.org) (Hesnard 2004; Panella 2004) o en
la identificación de las distintas fábricas producidas en el Mediterráneo central como FACEM (www.facem.at).
También han sido relevantes algunas revistas como Archaeonautica o el International Journal of Nautical Archaeology
dedicadas a la arqueología subacuática, o las publicaciones de
las actas de los Congresos Internacionales de Arqueología Submarina de Albenga (1958), Barcelona (1961) y Cartagena (1985,
2013), las monografías del Centro de Arqueología Subacuática de
Cataluña o las actas de las Jornadas de Arqueología Subacuática
de la Universidad de Valencia (1997; 2003 y 2008).
Las ánforas romanas del periodo republicano, sin embargo,
siguen siendo minoritarias en todas estas recopilaciones.
El desarrollo de la ciencia y las nuevas tecnologías ha permitido avanzar en aspectos muy específicos que dan pie a una
caracterización de las ánforas mediante técnicas arqueométricas.
La aplicación de diversos análisis por Difracción de Rayos X;
Espectroscopía de Absorción Atómica o Microscopía Óptica de
Polarización tienen la finalidad de determinar los lugares de fabricación a través de la identificación de los elementos minerales,
petrográficos y fisio-químicos de las arcillas con que se fabricaron las ánforas analizadas y su dispersión. El empleo de estas
técnicas, procedentes de ciencias ajenas a la arqueología, pero
aplicadas a ella, ha dado lugar a varias publicaciones específicas
como Mediterranean Archaeology and Archeometry o Avances
en Arqueometría y a la realización, desde la SPaC, de congresos
periódicos sobre arqueometría aplicada al patrimonio cultural,
los cuales parecen haber marcado una tendencia en los estudios
relacionados con estos contenedores.
Como hemos procurado plasmar más arriba, el contenido de
las ánforas siempre ha sido y será un tema de debate no exento de
problemática. Hoy día, gracias a la química orgánica es posible
la aplicación de técnicas analíticas sobre los residuos orgánicos
dejados por los contenidos de las ánforas que se analizan para
averiguar cuáles fueron. Estos estudios no son nuevos. Su inicio
podemos situarlo a finales de los años 70 (Condamin y Formenti
1978; Condamin et alii 1976) aunque será en los ochenta cuando
verdaderamente comenzarían a proliferar. Sin embargo, son análisis que resultan costosos desde el punto de vista económico y
solamente pueden desarrollarse dentro de proyectos de investigación con financiación específica para ello. Estos estudios
que parecen ir confirmando una obviedad y es que las ánforas,
después de transportar el producto original para el que fueron
[page-n-52]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
fabricadas, se utilizaron para transportar y almacenar todo tipo
de alimentos y de otros bienes que no necesariamente lo fueron,
además de plantear nuevos problemas y retos asociados a las
interpretaciones de la existencia de resinas en las paredes internas de las ánforas (Pecci y Cau 2010).
En 2013 se desarrolló en Conimbriga el Congreso Internacional Ânforas Lusitanas. Producção e comercio. La publicación
de sus actas (Vaz Pinto, Almeida y Martin 2016) supuso una
extraordinaria puesta al día sobre la fabricación, distribución,
arqueometría, contenidos y cuantificación de este tipo de contenedores que, hasta entonces, muchas veces, pasaban desapercibidas
como tales en los registros arqueológicos.
En octubre de 2015, en honor de D. Miguel Beltrán Lloris, se
desarrolló en Cádiz la Internacional Active Conference: Roman
Amphora Contents. Su objetivo fue reflexionar sobre los contenidos de las ánforas, el origen de estos y cómo, a través del
comercio, las distintas provincias o regiones productoras estuvieron relacionadas. Supuso una puesta al día de los problemas
metodológicos relacionados con este tipo de análisis y de los
criterios historico-arqueológicos y arqueométricos que debemos tomar en consideración para afrontarlos (Bernal-Casasola,
Bonifay, Pecci y Leitch 2021). También en 2015, en Sevilla-San
Fernando, tuvo lugar el International Work-shop titulado A family
business… The ovoid amphorae in the Central and Western Mediterranean. Between the last two centuries of the Republic and
the early days of the Roman Empire, (García Vargas, Almeida y
González 2019). Dio visibilidad y supuso una puesta al día del
conjunto de las ánforas denominadas Ovoides estableciendo un
marco conceptual unitario en el que poder estudiarlas.
Aunque no ha sido publicado todavía, en 2016 tuvo lugar en
Lezuza, Albacete, el Congreso Internacional Cultura Material Romana
en la Hispania Republicana. Contextos privilegiados y Estado de la
Cuestión. Además de dar a conocer numerosos contextos militares,
en él se realizaron aportaciones significativas en cuanto a los pecios
republicanos, las ánforas brindisinas, las Africanas Antiguas o la presencia de ánforas griegas en la península ibérica.
Por otra parte, en octubre de 2017, auspiciado por Instituto
Austríaco de Arqueología, la Escuela Danesa de Atenas y la Universidad de Stanford, se llevó a cabo un simposium en el que
participaron buena parte de los actuales especialistas en ánforas
para debatir sobre la producción en masa y la estandarización de
las ánforas romanas y bizantinas (Regional Convergences: mass
production and the development of Roman and Byzantine amphora
standardization). En relación con estos dos temas se abrieron
numerosas expectativas que, sin duda, están marcando los últimos estudios (González Cesteros y Leidwanger 2023).
Más recientemente, tras veinte años desde que se organizara
una primera reunión internacional para hablar sobre la economía
comercial y las ánforas béticas (García Vargas y Bernal-Casasola 2000), en diciembre de 2018, desde la Universidad de
Sevilla, se organizó el segundo Congreso Internacional Ex Baetica Amphorae, con el objetivo de recoger las novedades, tanto
en las regiones productoras como en los lugares de recepción y
consumo así como los nuevos descubrimientos de cargamentos
de estas piezas y, en fin, una puesta al día de todas las cuestiones
relacionadas con este tipo de ánforas.
Finalmente, en 2019 la International Association for
Research on Pottery of the Hellenistic Period E.V. (IARPotHP), celebró en Atenas la 4th Conference: Manufactures and
Markets: the contributions of Hellenistic Pottery to Economies
Large and Small, donde hubo interesantes aportaciones referidas
a las ánforas de este período: a las presentes en algunos yacimientos epirotas (Gravani y Drosou 2022; Pascual Berlanga y
Pliakou 2022) o a los últimos datos sobre las ánforas Dressel
1A y 1B fabricadas en Cosa (Romeo, Contino, D’Alessandro
y Panariti 2022).
En junio de 2021, se celebró en Sevilla del 5º Congreso
organizado por la IARPotHP bajo el título De este a oeste y
viceversa: sociedades, economías y cerámicas en el mundo
helenístico que aún no ha sido publicado pero cuyas aportaciones marcarán un nuevo hito en los estudios sobre las ánforas
de este período.
39
[page-n-53]
[page-n-54]
5
Recopilación de datos y metodología de estudio
5.1. PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES
ARQUEOLÓGICOS
La naturaleza de las actuaciones arqueológicas en Valencia está sujeta a múltiples factores que no siempre permiten
que las excavaciones puedan llegar hasta los niveles que nos
interesan para esta investigación. Sin embargo, en los últimos cuarenta años, el elevado número de intervenciones ha
hecho posible recuperar una importante cantidad de elementos estructurales y materiales correspondientes a este período.
Entre ellos las ánforas. Así pues, para obtener los materiales
con los que desarrollar el trabajo se hizo una revisión de los
informes de las excavaciones realizadas en la ciudad que presentaban niveles romano-republicanos y se escogieron aquellas que mayores y mejores resultados podían ofrecernos para
nuestro propósito.
La mayor parte de los elementos que incluimos en este estudio fueron extraídos de muy diversos contextos: fundacionales,
vertederos, nivelaciones del terreno, niveles de destrucción o
lugares de habitación y algunos ofrecen datos muy concretos
que han ayudado a ubicar en momentos cronológicamente bien
establecidos las distintas ánforas identificadas.
Las excavaciones que nos han proporcionado los materiales son las que se llevaron a cabo en: l’Almoina, les Corts,
calle l’Herba, calle Roque Chabás n.º 6 y las de la calle
Sabaters-Cisneros. Todas ellas se ubican dentro de lo que
se considera que fue el perímetro amurallado de la Valentia
Republicana. L’Almoina y el calle l’Herba se encuentran
muy próximas a lo que debió ser el foro, mientras que las
otras están localizadas en el sector norte de la antigua ciudad
(fig. 5.1). De cada una de estas intervenciones se seleccionaron las Unidades Estratigráficas que cronológicamente se
ubican en el período que nos atañe y que están plasmadas
en la tabla 5.1.
5.2. LA RECOPILACIÓN DE DATOS
El estudio se planteó individualizado para cada fragmento o pieza
atendiendo a su contexto (UE) y características físicas (pastas,
engobes, estado de fragmentación, etc.), tipológicas y cronológicas. Para recopilar estos datos se diseñaron fichas de campo en
las que fuera posible plasmar la información proporcionada por
los materiales de una manera rápida y efectiva durante el proceso
de inventario en los almacenes del SIAM, donde se encuentran
depositados (calle dels Traginers s/n, Polígono Vara de Quart,
Valencia). Al mismo tiempo, se realizaron los dibujos y fotografías de aquellos fragmentos y piezas que considerábamos significativos y se tomaron muestras de las pastas que presentaban.
Las fichas se compusieron con varios campos:
El primero recoge el acrónimo o nombre de excavación de
donde se recuperó el fragmento o pieza inventariada (ACR.).
El segundo hace referencia a la Unidad Estratigráfica en la que
estaba incluido (UE). El campo producción (Prod.) se estableció
para indicar el área de fabricación de los materiales (Campania,
Adriático, Norte África, etc.). El denominado “Tipo” está indicado para identificar la tipología a la que se adscribe cada uno
de ellos. Un campo recoge aquellas piezas que presentaban el
perfil completo o estaban completas (P.c.); otro, exclusivamente
bordes completos y fragmentos de bordes (Bor.), de manera que
éstos pudieran ser individualizados y diferenciados del resto de
fragmentos. Por otra parte, se establecieron dos espacios en los
que incorporar todos aquellos fragmentos que no eran bordes,
pero cuyas características aportan datos significativos de carácter
tipológico. En ellos se plasmaron, por una parte, todas las asas y
fragmentos de cuello con arranques de asas (Asa) y, por otra, las
bases o pivotes (Piv.). Asimismo, a fin de obtener una representación numérica, no sólo de los fragmentos diagnosticables sino
41
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las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 5.1. Excavaciones y las correspondientes unidades estratigráficas de procedencia de los materiales estudiados.
EXCAVACION
ACRÓNIMO
AÑO
UNIDADES ESTRATIGRÁFICAS
l’Almoina
2ALM
1987
1750, 1751, 1752, 1753, 1762, 1763, 1765, 1768, 1775, 1787, 1790, 1796, 1920,
1920b, 1921, 1942, 1945, 1948, 1955, 1958, 1959, 1960, 1961, 1962, 1963, 1965,
1966, 1968, 1970, 1972, 1973, 1975, 1976, 1979, 2810, 2793, 2823, 2827, 2829,
2831, 2832, 2834, 2835, 2838, 2842, 2844, 2845, 2847, 2850, 2852, 2862, 2863,
2866, 2869, 2877, 2878, 2880, 2881, 2885. (Total UUEE: 59)
l’Almoina
3ALM
1988
1945, 2893, 2898, 2902, 2904, 2906, 2907, 2913, 2915, 2917, 2924, 2925,
2926, 2927, 2929, 2932, 2933, 2935, 2938, 2950, 2952, 2956, 2958, 2960,
2964. (Total UUEE: 25)
l’Almoina
4ALM
1990
3213, 3215, 4413, 4417, 4420, 4428, 4431, 4432, 4437, 4448, 4455, 4456, 4462,
4510, 4561, 4562. (Total UUEE: 16)
l’Almoina
5ALM
1991
20004, 20017, 20019, 20020, 20024, 20025, 20028, 20031, 20032, 20043, 20054,
20055, 20059, 20061, 20062, 20063, 20065, 50166, 50167, 50174, 50175, 50179.
(Total UUEE: 22)
l’Almoina
6ALM
1991-1992
6621, 6731. (Total UUEE: 2)
l’Almoina
8ALM
1997
4443, 4543, 4544, 4594, 4595, 4604, 4619, 4620, 4655, 4656, 4665, 4666, 4667,
4669, 4671, 4672, 4674, 4675, 4676, 4678, 4681, 4682, 4683, 4685, 4686, 4688,
4689, 4690, 4691, 4693, 4699, 5028, 5956, 5961, 5965, 5967, 5968, 5969, 5973,
5974, 5976, 5977, 5979, 5980, 5983, 5984, 5988, 5990, 5991, 5993, 5997, 5998,
10358, 10428, 10438, 10445, 10446, 10447, 10448, 10453, 10454, 10455, 10456,
10457, 10459, 10460, 10463, 10464, 10472, 10476, 10478, 10487, 10488, 10490,
10507, 10521, 10525, 10527, 10530, 10531, 10534, 10535, 10536, 10537, 10539,
10541, 10549, 10567, 10576, 10583, 10589, 50183, 50185, 50193, 50199, 50200,
50204, 50205, 60507, 60508, 60580, 60582, 60583, 60584, 60598, 60599, 60601,
60602, 60603, 60604, 60606. (Total UUEE: 111)
l’Almoina
9ALM
1998
3232, 4676, 4702, 5958, 5965, 5968, 6209, 50208, 60606, 60607, 60608, 60609,
60610, 60612. (Total UUEE: 14)
l’Almoina
10ALM
1999
3263, 3264, 3266, 3277, 3288, 3291, 4433, 4658, 4726, 4729, 7435, 7437, 7446,
7454, 10146, 20229, 20230, 20231, 20233, 20235, 20238, 20242, 20245, 20248,
20251, 20257, 20258, 20259, 20260, 20275, 20276, 20278, 20279, 50220, 50222,
50226, 50227, 50229, 50230, 50240, 50246, 50286, 60508, 60576, 60577, 60578,
60579, 60580, 60581, 60584, 60597, 60600, 60604, 60633, 60645, 60646, 60649,
60650, 60652, 60653, 60655, 60663, 60666, 60667, 60671, 60672, 60674, 60675,
60676, 60678, 60688, 60690, 60723, 60749, 60750, 60752, 60761, 60763, 60785,
60793, 60795, 60796, 60797, 60799, 60802, 60803, 60805, 60806, 60810, 60820,
60973. (Total UUEE: 91)
l’Almoina
11ALM
2002
3264, 3266, 3308, 3310, 3312, 3317, 3326, 3327, 3328, 4804, 7484, 7486, 7611,
7681, 7683, 7686, 7693, 7701, 7703, 7706, 7708, 7709, 7711, 10826, 10882,
10944, 10945, 10946, 10967, 10971, 10974, 10990, 10992, 10993, 10998, 11121,
11133, 11135, 11136, 11151, 11153, 11157, 11159, 11190, 11196, 20302, 20304,
60822, 60845, 60846, 60847, 60849, 60938, 60947, 60949, 60950, 60951, 60952,
60953, 60956, 60957, 60963, 60967, 60969, 60972, 60980, 60991, 60995, 60996,
60999, 61143, 61201, 61282, 61284, 61353, 61355, 61372, 61383, 61387, 61389,
61396, 61397, 61398, 61400, 61632, 61636, 61661, 61662, 61665, 61677, 61678,
61681, 61796, 61826, 61829, 61884, 61890, 61894. (Total UUEE: 98)
l’Almoina
12ALM
2004-2005
3265, 3340, 3347, 4848, 4851, 4837, 7709, 7712, 7718, 7720, 7721, 7727,
7729, 7733, 7735, 7745, 7746, 7754, 7740, 7748, 7762, 7770, 7771, 7774,
7776, 7787, 7809, 11232, 11246, 11247, 11253, 11261, 11262, 11264, 11265,
11266, 11279, 11280, 11282, 11283, 11284, 11286, 20330, 20331, 20332,
20333, 20348, 20352, 61899, 61900, 61901, 61902, 61903, 61904, 61905,
61906, 61912, 61914, 61918, 61920, 61922, 61923, 61924, 61925, 61932,
61933, 61934, 61935, 61937, 61938, 61939, 61943, 61945, 61946, 61948,
61964, 61966, 61967, 61997, 62002, 62005, 62006, 62011, 62058, 62072,
62073, 62074, 62075, 62081, 62084. (Total UUEE: 90)
42
[page-n-56]
recopilación de datos y metodología de estudio
Tabla 5.1. Continuación.
EXCAVACION
ACRÓNIMO
AÑO
UNIDADES ESTRATIGRÁFICAS
C/ l’Herba
1CHERBA
1988
1039, 1040, 1048, 1049, 1054, 1058, 1060, 1061, 1062, 1067. (Total UUEE: 10)
C/ Sabaters-Cisneros
2/3SABCIS
1988
2037, 2037, 2340, 2499, 2572, 2573, 2611, 2826, 2832, 2849, 2855, 2857, 2581,
2864, 2871, 2873, 2915, 2943, 2944, 2945, 2955, 2960, 2961, 2963, 2966, 2967,
2984, 2985, 2988, 2992, 2996, 2997, 2998, 3039, 3041, 3046, 3047, 3134, 3174,
3185, 3191, 3197, 3198, 3199, 3201, 3204, 3207, 3209, 3210, 3211, 3212, 3213,
3214, 3215, 3225, 3242, 3244. (Total UUEE: 57)
C/ Roque Chabás 4ROC000
1994
2285, 2318, 2325, 2326, 2329, 2335, 2345, 2347, 2351, 2353, 2357, 2359,
2361, 2362, 2368, 2369, 2372, 2373, 2374, 2379, 2385, 2390, 2393, 2403,
2405, 2407, 2408, 2410, 2414, 2424, 2427, 2428, 2435, 2436, 2452, 2470,
2479. (Total UUEE: 37)
Les Corts
1986-1989
1416, 1472, 1478, 1481, 1486, 1487, 1488, 1492, 1493, 1498, 1499, 1500, 1501,
1502, 1508, 1509, 1515, 1516, 1518, 1519, 1520, 1521, 1529, 1534, 1536, 1541,
1768, 2751, 2772, 2776, 2777, 2787, 2807, 2808, 2809, 2810, 2811, 2812, 2813,
2814, 2817, 2818, 2819, 2820, 2822, 2824, 2825, 2827, 2829, 2834, 2838, 2839,
2841, 2842, 2844, 2846, 2847, 2848, 2850, 2851, 2855, 2858, 2859, 2860, 2862,
2865, 2866, 2867, 2869, 2871, 2872, 2875, 2877, 3009, 3012, 3014, 3017, 3022,
3023, 3025, 3033, 3034, 3040, 3041, 3042, 3043, 3045, 3048, 3049, 3050, 3052,
(Total UUEE: 91)
CORTS
Figura 5.1. Ubicación en la ciudad de Valencia de las excavaciones
de donde proceden los materiales arqueológicos analizados: (1)
L’Almoina; (2) calle l’Herba; (3) calle Roque Chabás; (4) Les
Corts; (5) calle Sabaters-Cisneros.
de todo el conjunto de materiales, se creó un campo en el que
contabilizar toda la cantidad de fragmentos de cuellos y cuerpos
de ánfora (S.f.). Si la pieza fue dibujada se indicó en el campo
“Dibujo”, con el número de UE a la que pertenece el fragmento
seguido de un número correlativo a partir del 1. Finalmente, se
creó un espacio destinado a observaciones (diámetros, engobes,
marcas, etc.), en el que también se incluía si se había tomado
muestra de la pieza y si presentaba algún tipo de marca y las
referencias asignadas a ellas (Observ.), y otro (Crono.) en el que
se apuntaba la cronología de la UE (tabla 5.2).
Para recopilar la epigrafía se creó una ficha específica (fig.
5.2). En ella, se contemplaban todos los elementos comunes al
resto de materiales y se concretaban los detalles de cada inscripción de manera individualizada. Así, cada uno de los sellos,
tituli picti o simples marcas, tienen un identificador específico
(Referencia epígrafe) representado por las iniciales EP seguidas
de un número correlativo a partir del 1 (EP-1, EP-2, etc.). Si los
epígrafes ya estaban catalogados en el museo con un identificador,
también lo recogemos señalándolo entre paréntesis.
Con el fin de averiguar las áreas de producción en las que se
fabricaron las distintas ánforas presentes en el estudio, se estableció una ficha que recogiera esta variable a partir de las muestras
tomadas de las piezas, fragmentos diagnosticables y no diagnosticables, para posteriormente poder hacer una descripción
precisa de cada una de ellas (fig. 5.3). De este modo, a cada uno
de los grupos de referencia macroscópica se le otorgó un identificador indicado por las iniciales NM (Número de Manufactura)
seguidas de una letra correlativa alfabéticamente (NM-A, NM-B,
Tabla 5.2. Modelo de ficha de campo utilizado para el inventario de materiales.
ACR.
UE
PROD.
3ALM
2938 Oriental
TIPO
Rodia
P.C.
BOR.
PIV.
ASA
1
S.F.
DIBUJO
OBSERV.
CRONO.
2938-7
Muestra: 3ALM-12 Ref. Epigráfica:
S-(7); SIAM: 0560
138 a.C.
43
[page-n-57]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 5.2. Ejemplo de ficha de campo para hallazgos epigráficos y
marcas sobre las ánforas.
Figura 5.3. Ejemplo de ficha de campo para identificación de los
distintos grupos de referencia macroscópica presentes en el registro.
etc.). Asimismo, si se observaban diferencias en la textura, compactación, número o grosor de los desgrasantes de una misma
producción, se le añadió un número a la letra correspondiente
(NM-A1, NM-A2, NM-B1, etc.).
En cuanto a lo que al estudio de las distintas pastas se
refiere, solamente se ha llevado a cabo un análisis macroscópico de las mismas. No ha sido una prioridad de nuestro trabajo
realizar análisis mineralo-petrográficos puesto que el interés del
trabajo se centra en las áreas de producción de los alimentos que
contuvieron y no en los talleres específicos que las fabricaron.
En este sentido, desde un principio, nuestro mayor énfasis se
ha puesto en la identificación visual de las distintas producciones y la obtención de muestras de cada una de ellas con el
fin de establecer un corpus de las pastas presentes en la Valentia republicana que, en trabajos e investigaciones posteriores,
adecuadamente financiados para ello, pueda permitir realizar
estudios arqueométricos.
Por último, en la ficha concebida para recoger las piezas
enteras se recogieron los siguientes datos: la procedencia o excavación; la UE en la que se encontraba; lugar de depósito; el
número de inventario; la tipología correspondiente a la pieza; si
se encuentra o no restaurada; el estado de fragmentación (muy
fragmentada o poco fragmentada); el diámetro referido al diámetro de boca, estableciéndolo siempre a partir del punto más alto de
la misma; los diámetros y alturas máximas externas e internas de
la pieza; La capacidad, medida siempre desde el punto más bajo
de la pared interna hasta el inicio interno del cuello de la pieza;
una descripción en la que se recogen los aspectos generales, si
lleva o no engobe, revestimiento interno, el color de la pasta y los
desgrasantes; el número de manufactura que le hemos atribuido
y a qué muestra corresponde; si lleva sello o marcas y, sí es así,
qué referencia le hemos dado; el dibujo y la o las fotografías de
la pieza. A cada una de ellas se las señaló con la inicial P seguida
de un número correlativo a partir del 1. Así pues, la “pieza uno”
se identificó como P-1 y de este modo sucesivamente con cada
una (P-2, P-3, etc.).
44
5.3. METODOLOGÍA DE ESTUDIO
Hasta este trabajo, el mayor conjunto analizado de ánforas de
Valentia también incorporaba las del período imperial. En aquel
análisis se incluyeron 160 bordes, 198 asas y 40 pivotes procedentes de la ciudad y 196 bordes de su entorno marítimo (Molina
Vidal 1997: 53-57).
[page-n-58]
recopilación de datos y metodología de estudio
En esta investigación hemos estudiado un total de 29.897
fragmentos de los que un 92,29% (27.605) corresponden a fragmentos de pared o elementos no diagnosticables y sólo 8 ánforas
estaban completas. El resto, 2.283, son elementos diagnosticables
(bordes, asas y pivotes). Esta investigación no sólo representa el
análisis del mayor conjunto de ánforas de Valentia sino también
el de cualquier otra ciudad de la Hispania romana republicana
(tabla 5.3).
El estudio de los materiales se ha desarrollado desde los
aspectos de contabilización más generalistas o globales hasta la
concreción de un Número Mínimo de Individuos (NMI) establecido teniendo en cuenta los fragmentos diagnosticables y las
diferentes propuestas recogidas en el congreso que se celebró en
Glux-en-Glenne en 1998 en cuanto a protocolos de cuantificación
(Arcelin y Tuffreau-Libre 1998). Durante el proceso de inventario,
los fragmentos de bordes procedentes de una misma excavación
que correspondían a una misma pieza se contabilizaron como uno
sólo, de manera que en el cómputo global obtuviéramos el número
total de ánforas representado por sus bordes. De este modo, cada
borde registrado implica un ánfora distinta. Igualmente, los fragmentos de una misma asa se contabilizaron como una sola y todas
se inventariaron teniendo en cuenta tanto la pasta como, en la
medida de lo posible, su tipología, de manera que cada dos asas
de una misma pasta y tipología personifican en nuestro análisis
un ánfora diferente. Por su parte, cada uno de los pivotes implica,
a priori, un ánfora distinta. Así pues, la consideración fundamental para establecer el NMI han sido los bordes. De esta manera,
siempre que el número de bordes de una misma tipología y pasta
fuera mayor que el de pivotes o asas de las mismas características
(las asas divididas por dos y, cuando el conjunto es impar, redondeando al número más bajo), el NMI quedaría determinado por
la cantidad de bordes presentes y tanto las asas como los pivotes
del conjunto quedaban asimilados en el número mínimo de piezas estimado en función de la cantidad de bordes. En el caso de
que hubiera más pivotes que bordes de una misma pasta y tipología, el NMI quedaría establecido por el sumatorio de los pivotes
sin tener en cuenta el número de bordes. Por ejemplo, si en una
misma excavación contabilizamos dos bordes de Dressel 1A de
pasta campana y tres pivotes de Dressel 1A de la misma pasta, el
NMI resultante es de 3 ánforas Dressel 1A campanas, de manera
que los dos bordes quedarían asimilados a dos de los tres pivotes.
La misma lógica aplicamos cuando el conjunto de las asas (dividido por dos) es superior al de los bordes o pivotes o al de los
bordes y pivotes. Por ejemplo, si contabilizamos seis asas de una
misma pasta y tipología (tres ánforas) y un borde y dos pivotes, el
NMI resultante serían las 3 ánforas representadas por las seis asas.
Tabla 5.3. Número total de fragmentos estudiados en función de la
parte del ánfora a que pertenecen (NMI: 1322).
Fragmentos
Completas
Bordes
%
8
0,02
932
3,12
Asas
909
3,06
Pivotes
443
1,48
Sin forma
27.605
92,29
Total
29.897
El cómputo total ha proporcionado un NMI de 1.322 ánforas,
las cuales suponen un ejemplo lo suficientemente significativo
de la circulación de estos envases durante el período que pretendíamos analizar. A ellas hay que añadir otros 12 individuos
procedentes de otras excavaciones que también se han incorporado, pero únicamente al estudio epigráfico.
Aunque la muestra está compuesta por un amplio repertorio de fragmentos de pared, hemos desechado el método de
PFR (peso de fragmentos) para su cuantificación por cuanto los
elementos diagnosticables (bordes, asas y pivotes) son suficientes como para desarrollar un estudio minucioso como el que
pretendíamos. En este sentido, la incorporación de los fragmentos de cuerpo a los cálculos cuantificativos generales no iba a
aportar novedades, sino más bien a distorsionar los resultados,
puesto que la identificación tipológica de las ánforas a las que
pertenecen resulta mucho más dudosa y el número de indeterminados, en cuanto a tipología, podía dispararse no siendo
representativo de la realidad. En cualquier caso, siempre que
fue posible también se les asignaron las formas tipológicas a
las que pertenecían y así están recogidos en la base de datos
con la que hemos trabajado.
Dado que tras el inventario de los materiales se obtuvo una
buena representación de los fragmentos diagnosticables y que
éstos son capaces de aportar la suficiente información crono-tipológica para llegar a conclusiones, hemos preferido estudiarlos
distintamente de los que no lo eran. De este modo, además,
podríamos observar de manera comparativa los resultados de
ambos estudios por separado y comprobar hasta qué punto, en
las grandes colecciones de ánforas, los fragmentos de pared pueden llegar a distorsionar unos resultados o si, por el contrario, su
consideración en la cuantificación puede enriquecer las conclusiones. Esta cuestión era una duda que a nivel personal siempre
me había planteado al enfrentarme a los inventarios de ánforas
y que me propuse responder con este trabajo.
Para el estudio y clasificación, los fragmentos no diagnosticables, las asas y los pivotes se contabilizaron agrupando los
correspondientes a cada UE en función de las similitudes que
presentaban respecto a sus fábricas y obteniendo las muestras
con las que hemos elaborado parte del corpus del Anexo II.
Por su parte, se individualizaron todos los bordes, excepto los
fragmentos que correspondían a una misma pieza, los cuales se
contabilizaron como uno sólo. Asimismo, también se obtuvieron muestras de las diferentes pastas que ofrecía cada conjunto
para completar dicho corpus asignando tipologías concretas a
las distintas pastas.
En las tablas resultantes de nuestro inventario presentamos
todos los elementos diagnosticables de manera diferenciada y
cuantificable: Tipología; Área de Fabricación o Procedencia; Tipo
de Fragmento; Número total de Fragmentos y Número Mínimo de
Individuos estimados (las paredes por separado, como ya hemos
apuntado). De este modo, a la hora de abordar nuestro conjunto
de materiales y los datos de las intervenciones que los sacaron a
la luz nos hemos adaptado a las recomendaciones para la formulación, ordenación, presentación y publicación del Protocolo de
Cuantificación de Cerámicas Arqueológicas de Sevilla (PRCS/14;
Adroher et alii 2016).
Aunque para cada una de las excavaciones hemos llevado
a cabo la cuantificación de sus ánforas, el análisis final de los
resultados se ha hecho del conjunto, ya que consideramos a
45
[page-n-59]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 5.4. Número total de fragmentos analizados en cada una de las excavaciones estudiadas.
L’ALMOINA
L’HERBA
R. CHABÁS
4
2
0
1
1
0
8
0,02
Bordes
513
115
12
149
136
7
932
3,11
Asas
626
92
17
69
103
2
909
3,04
Pivotes
317
35
5
26
58
2
443
1,48
Sin forma
20.042
3487
256
2219
1600
1
27.605
92,33
Total
21.502
3731
290
2464
1898
12
29.897
71,92
12,47
0,97
8,24
6,34
0,03
Completas
%
LES CORTS
Valentia como un único yacimiento arqueológico y no cada
intervención como un ente independiente. Las ánforas que
hemos estudiado proceden de varios sectores que se encuentran dentro del hipotético perímetro amurallado de la ciudad
republicana.
5.4. LAS EXCAVACIONES CON NIVELES
REPUBLICANOS
Se escogieron aquellas excavaciones que resultaban más relevantes para ofrecer una visión global sobre las ánforas de la
Valentia romana republicana por la metodología empleada en su
ejecución, la secuencia estratigráfica obtenida, el contexto, o la
significación de los hallazgos.
Los fragmentos de ánforas proceden de las siguientes excavaciones: l’Almoina, Les Corts Valencianes, Calle l’Herba, Calle
Roque Chabás n.º 6 y Calle Sabaters-Cisneros. Se han incluido al
análisis las piezas con sello o con tituli picti procedentes de otras
excavaciones (Plaza de la Virgen, Plaza de la Reina, Tenerías y
Palacio del Marqués de Caro) y un hallazgo descontextualizado
de El Saler (tabla 5.4).
La mayor parte de las Unidades Estratigráficas (UUEE)
corresponden a rellenos de nivelación, de preparación o de amortización. También hay algunas que formaban los rellenos de fosas,
de zanjas de cimentación de estructuras o de pequeños basureros. Sin embargo, la naturaleza de las UUEE no se ha tenido
en cuenta a la hora de realizar los cómputos. Cada una de ellas
está perfectamente ubicada en una determinada fase cronológica de las que hemos establecido para nuestro estudio, por lo
que la consideración que hemos valorado, teniendo presente que
este tipo de niveles fundamentalmente se forman con elementos
ya desechados que pueden corresponder a fases precedentes, ha
sido meramente cronológica. Las características concretas de los
niveles de donde proceden las piezas no fueron, en nuestro caso,
una variable que pudiera aportar datos encaminados a llegar a
nuestro objetivo.
Por otra parte, en todas las excavaciones se ha diferenciado
el estudio de los fragmentos de pared de los del resto. Hemos
empleado el método dialéctico que parte de lo más generalista o
abstracto para llegar a los aspectos más concretos posibles. En
primer lugar, hemos realizado el estudio de los fragmentos no
diagnosticables porque los resultados nos proporcionarían una
idea general del conjunto de las ánforas de cada fase en cada
excavación que posteriormente podría ser matizada o corregida
por las concreciones tipológicas y cuantitativas proporcionada
46
SAB-CIS
OTROS
TOTAL
%
por el análisis de los fragmentos diagnosticables. De esta
manera, a nivel interpretativo, nos resultaría más fácil unificar los resultados de ambos estudios ya que, en nuestra lógica,
lo genérico podría ser corregido por lo concreto y no al revés.
Asimismo, de haber realizado un único análisis que englobara
todos los materiales (diagnosticables y no diagnosticables), los
resultados se hubieran visto distorsionados por la gran cantidad
de fragmentos de pared sin una adscripción tipológica.
5.5. LENGUAJE TIPOLÓGICO UTILIZADO
La clasificación de los materiales arqueológicos se ha hecho usando
las seriaciones clásicas para cada producción y solamente hemos
renombrado aquellas piezas que no pudimos adscribir a una tipología concreta. Asimismo, debido a la enorme cantidad de fragmentos
recopilados, hemos descartado hacer descripciones generalistas
sobre la morfología y los pequeños detalles que no aportan datos
a considerar de carácter tipológico, cronológico o del área de producción y que, por tanto, no resultaban decisivos para el estudio.
Para las ánforas de tradición púnica se ha empleado la sistematización propuesta por Joan Ramon Torres (1995). En el caso de algún
tipo que no se encuentra reflejado en su estudio, hemos recurrido a los
artículos más recientes referidos a esa forma concreta para otorgar una
nomenclatura al fragmento en cuestión.
En cuanto a la clasificación de las ánforas ibéricas, se ha
tenido en cuenta la tipología propuesta por Mata y Bonet (1992),
si bien, básicamente, el conjunto de las que tenemos puede asignarse al grupo I-9 de Ribera i Lacomba y Tsantini (2008).
Para la familia de las ánforas grecoitálicas hemos apoyado nuestra
clasificación en las orientaciones subrayadas por Will (1982) y en las
categorías establecidas por Dressel dentro de su tipo 1 para sus formas más evolucionadas (A, B y C). A partir de mediados del siglo II
a.C., los talleres de producción de la zona adriática, que hasta entonces
habían estado fabricando ánforas de tipología grecoitálica, comenzaron a fabricar una serie de formas nuevas que pueden individualizarse
(Cipriano y Mazzocchin 2017; Manacorda y Pallecchi 2012; Palazzo
2013; Manacorda 2001). Las fabricadas al norte del Piceno las hemos
clasificado usando la nomenclatura derivada de los estudios de N.
Lamboglia (1955) y para las producciones de la ciudad portuaria de
Brindisi y sus alrededores, las de los talleres de Apani y Giancola,
hemos empleado un resumen de las tipologías derivadas de los estudios de Palazzo (2013), Cabella (2008) y Manacorda (2019). Para las
ánforas ovoides se han utilizado las últimas apreciaciones tipológicas
propuestas por García Vargas, González y Almeida (2019: fig. 22).
[page-n-60]
6
Análisis de los materiales
6.1. L’ALMOINA
Sin duda, las excavaciones realizadas en el solar de la antigua
Almoina de Valencia son las que, desde un punto de vista sistemático, mejores resultados han ofrecido para observar toda la secuencia
arqueológica de la ciudad de Valencia, y más concretamente la que
corresponde a la época republicana. Además, son también las que
mayor bibliografía han generado, no solamente respecto al período
del cual nos ocupamos sino a toda la etapa romana y tardo-antigua
de la ciudad (Escrivá, Ribera y Viroque 2010).
Estas excavaciones se realizaron en el solar dejado por el edifico que albergaba la antigua institución benéfica de l’Almoina. Es
un espacio de unos 2.500 m2 donde se encuentra el cruce entre el
decumanus maximus y el cardo maximus. Se localiza en el sector
de la ciudad situado inmediatamente al sudeste del foro imperial
y, probablemente, también del republicano (Ribera i Lacomba
2002). En él se descubrieron los restos de algunos de los edificios
públicos más significativos de la ciudad republicana tales como
parte de un gran horreum monumental construido hacia el 100
a.C. (Ribera i Lacomba 2011), una de las termas republicanas
mejor conservadas de la península ibérica (Marín y Ribera 2010
y 2000a), y un área sacra relacionada con las emanaciones de
agua (Ribera i Lacomba 2017a; Albiach, Espí y Ribera 2009).
Las excavaciones se iniciaron en el año 1985 y se prolongaron
hasta el año 2005 de manera más o menos continuada. A lo largo
de aquellos veinte años, varios equipos se han ido sucediendo en
el desarrollo de las 13 campañas de excavaciones, pero la labor
sistemática y unificadora impulsada por su director, A. Ribera,
permitió que actualmente esté a disposición de los investigadores
una enorme cantidad de información y materiales arqueológicos
perfectamente contextualizados, ordenados y de fácil accesibilidad en las instalaciones del SIAM. El acrónimo que identifica
estas intervenciones es ALM precedido por el número de campaña
(1ALM, 2ALM, 3ALM hasta 13ALM).
Los niveles republicanos de las cuatro primeras campañas
de excavaciones, así como los materiales recuperados en ellas
(1-4ALM) ya fueron estudiadas (Ribera i Lacomba 1993). No
obstante, hemos revisado y vuelto a inventariar las UUEE que
resultaban más significativas de 2ALM, 3ALM y 4 ALM. Por otra
parte, excluimos la sexta y la séptima campañas (6-7ALM) porque
no se trabajó sobre niveles romanos republicanos, y también la
decimotercera (13ALM), que correspondió a actuaciones muy puntuales y tampoco aportaron información relevante para nuestro
análisis. Así pues, se han revisado las ánforas que fueron recuperadas durante las campañas 2ALM, 3ALM, 4ALM, 5ALM, 8ALM,
9ALM, 10ALM, 11ALM y 12ALM.
En total se han inventariado 21.517 fragmentos procedentes
de l’Almoina, lo cual supone el 71,93% del material estudiado
en este trabajo. De ellos el 93,14% correspondían a elementos
no diagnosticables y se estima un NMI de 783 ánforas (a este
NMI se ha llegado tras la cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas
siguientes) (tabla 6.1.1).
6.1.1. estudio de los elementos no diagnosticables
Con el fin de no perder la información recopilada durante el
inventario hemos analizado de modo independiente los fragmentos de pared; por áreas de producción y, en la medida de lo
posible, tratando de reflejar la tipología a que pertenecen (tabla
6.1.2). De este modo, los resultados proporcionados podrían ser
valorados y comparados con los que proporcionara el estudio
de los elementos que sí presentaban características tipológicas
más evidentes.
A rasgos generales, podemos observar que las ánforas fabricadas en áreas de tradición latina o grecolatina fueron siempre
mayoritarias frente a las que se hicieron en lugares de tradición
púnica. Asimismo, hubo una progresión ascendente en cuanto
47
[page-n-61]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.1 Número total de fragmentos procedentes de las
excavaciones de l’Almoina (NMI estimado: 783).
Fragmentos
%
4
0,01
Borde
513
2,38
Asa
626
2,91
Pivote
317
1,47
Sin forma
20.042
93,2
TOTAL
21.502
Completa
Tabla 6.1.2. Fragmentos de pared procedentes de las excavaciones de l’Almoina. Distribución por zonas de producción y cronología.
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
138 a.C. 137-135
98
Dressel 1
134-110
109-95
94-76
75
74-27 26-14 d.C.
394
417
593
443
583
227
85
385
525
318
268
17
TOTAL
%
2755
183
1781
Indeterminada
320
149
216
822
42
481
96
39
2165
Total
418
628
1018
1940
803
1332
340
222
6701
33,43
TIRRENO INDET.
Grecoit/Dr.1 indet.
30
30
Dressel 1. indet.
Total
30
39
145
184
39
145
214
1,06
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Grecoitálica
68
5
3
1
46
Brindisina
72
51
6
123
2
8
Adriática indet.
88
123
667
758
914
1723
173
139
4585
139
Total
93
123
719
881
916
1799
176
140
4847
1
14
18
33
19
2
4
91
Norte África indet.
18
52
19
257
16
48
1
27
438
Total
18
53
33
275
49
67
3
31
529
22
2
58
1
22
9
4
60
79
22
2
58
7
22
9
4
60
184
Ebusitana indet.
220
69
215
407
73
153
42
51
1230
Total
220
69
215
407
73
153
42
51
1230
Indeterminadas
54
36
207
350
52
185
80
26
990
Total
54
36
207
350
52
185
80
26
990
24,18
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
2,63
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
Total
6
105
0,91
IBIZA
6,13
TRAD. PÚNICA
4,93
CITERIOR
A-1.2.4
52
34
86
Total
52
34
86
48
0,42
[page-n-62]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.2. Continuación.
EGEO
138 a.C. 137-135
134-110
109-95
Rodia
94-76
75
74-27 26-14 d.C.
1
Indeterminada
1
Total
1
TOTAL
%
1
1
7
6
1
15
7
6
1
16
0,07
INDETERMINADAS
Indeterminadas
514
409
505
1974
244
903
336
360
5245
Total
514
409
505
1974
244
903
336
360
5245
1340
1320
2785
5835
2205
4651
981
925
20.042
TOTALES
al número de importaciones de ánforas desde la fundación de la
ciudad hasta su destrucción en el 75 a.C., con un bache producido
entre los años 94-76 a.C., que podría deberse a las características de los propios niveles de donde proceden los materiales
ya que corresponden a la vida diaria de una ciudad plenamente
establecida poco propicia a la formación de grandes rellenos de
nivelación, preparación o basureros (tabla 6.1.3 y fig. 6.1.1).
26,17
Así pues, a nivel general, durante todo el período que estudiamos, el 58,67% de los fragmentos de pared procedía de Italia. De
ellos, el 33,43 % llegaron a Valentia desde talleres ubicados en la
zona de la Campania, siendo muy escasos los que proceden de otros
talleres tirrenos que no hemos sido capaces de identificar (1,06%).
También hay una representación muy substancial (24,18%) de las
producciones adriáticas, sobre todo teniendo en cuenta que éstas
Tabla 6.1.3. L’Almoina. Número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones culturales a
que pertenecen.
Latina
Púnica
511
314
137-135
751
134-110
1767
109-95
2821
1039
94-76
1758
196
75
3319
414
516
129
138 a.C.
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Indígena
Egeo
Indeterminadas
TOTAL
1
514
1340
160
409
1320
513
505
2785
1
1974
5835
7
244
2205
6
903
4651
336
981
9
362
168
34
1
360
925
11.805
2933
43
16
5245
20.042
55,3
14,63
0,21
0,07
Figura 6.1.1. L’Almoina. Representación gráfica del número
total de fragmentos de pared
relacionados con la cronología
de las UUEE y las tradiciones
culturales a que pertenecen.
49
[page-n-63]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.2. Distribución de los fragmentos de pared de l’Almoina en función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
estuvieron más enfocadas hacia los mercados del Mediterráneo
oriental. Fueron especialmente significativas en la fase de las Guerras Sertorianas, momento en el que, en función del número de
fragmentos de pared, superarían a las tirrenas.
Le seguirían en importancia el grupo de las ánforas ebusitanas,
las cuales representan 6,13% de las importaciones y parecen otorgar
a la isla de Ibiza un papel clave en el desarrollo tanto de la fundación
como de la posterior vida económica valentina, siendo su presencia
constante durante todo el período; principalmente en los momentos
fundacionales y de consolidación de la ciudad, pero también en las
fases que abarcan la guerra civil.
Las importaciones norteafricanas, entre las que quizás también
haya ánforas de Sicilia occidental, representarían solamente el 2,63%,
aunque probablemente ello se deba a que buena parte de los fragmentos hayan sido incorporados al grupo de ánforas de “Tradición Púnica
Indeterminada (TPI)” (4,93%), el cual recoge ánforas fabricadas tanto
en el círculo del Estrecho de Gibraltar y el norte de África como quizás,
también, en Sicilia occidental. En cualquier caso, los fragmentos no
diagnosticables apuntan a que el momento de mayores importaciones
claramente norteafricanas se produciría en el paso del siglo II al I a.C.
Por su parte, las ánforas de la provincia Ulterior, que básicamente se
reducen a las del Círculo del Estrecho, constantes a lo largo de todas las
fases, son muy escasas (0,91%). No obstante, al igual que ocurre con las
norteafricanas, hemos de tener en cuenta que muchos de los fragmentos
incorporados al grupo de TPI podrían corresponder a ánforas sudhispánicas. La mayor parte de los fragmentos de pared identificados como tales
corresponden a ánforas del tipo T-9.1.1.1 (Campamentos Numantinos) y
fueron significativas en los momentos fundacionales, de consolidación
de la ciudad y en la fase previa a la destrucción.
Las producciones de la Citerior, donde también se recogen las
ánforas ibéricas de tradición indígena, sólo aparecen reflejadas a
partir del 75 a.C. e igualmente suponen, con un 0,42%, un grupo
muy reducido.
Respecto a las egeas, aunque las hubo de manera continua
durante todo el período, son las minoritarias y solamente representan el 0,07%. Aunque parezca insignificante, si aceptamos que estas
ánforas están destinadas a las élites más helenizadas y pudientes
de occidente, este dato resultaría revelador del escaso número de
personas de estas características que una ciudad como Valentia
pudo albergar (fig. 6.1.2).
6.1.1.1. Las fases fundacionales (138-135 a.C.)
Los niveles que corresponden propiamente a la fundación de la ciudad en el año 138 a.C. aportan una valiosa información que puede
servir como paradigma del avituallamiento que acompañaba a los
colonos dispuestos a fundar una nueva ciudad en el segundo tercio
del siglo II a.C. y por tanto de las fundaciones romanas occidentales en este período. Los fragmentos de pared, por sí mismos, ya
apuntan claramente hacia cuáles fueron los principales lugares de
abastecimiento, lo cual es significativo si tenemos en cuenta que
en esta fase el propio Estado Romano debió jugar un papel fundamental (Laffi 1983: 2002) y, seguramente, también la gens Fabia
Maxima, bajo cuyas órdenes estaba la mayor parte de los ejércitos
licenciados tras la guerra (Pena Gimeno 2002: 269).
A estos momentos pertenecen un total de 2.660 fragmentos
(tabla 6.1.4). Hemos sido capaces de asignar una zona de producción a 1.737 de ellos (65,3%).
Tabla 6.1.4. L’Almoina (138-135 a.C.). Número de fragmentos de pared de las fases fundacionales y áreas de procedencia. Los porcentajes
están referidos al número total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
2660
Frags.
1046
216
71
90
24
289
1
1737
923
%
60,21
12,43
4,08
5,18
1,38
16,63
0,05
65,3
34,69
50
[page-n-64]
análisis de los materiales
Fig. 6.1.3. L’Almoina (138-135 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos no diagnosticables.
Los dominantes entre los identificados, con un 60,21%, claramente proceden de talleres ubicados en la zona vesubiana de
la bahía de Nápoles. Por su parte, las importaciones de la Italia
adriática representan el 12,43%.
Respecto a las ánforas fabricadas en las zonas de tradición
púnica, las que con seguridad proceden de las costas tunecinas
son el 4,08%, mientras que las de la Ulterior solamente están
representadas en un 1,38% y las indeterminadas suman el 5,18%.
Dentro de este grupo son significativas las ebusitanas con un
16,63%. Las egeas solamente suman el 0,05%, un valor cuya
insignificancia, como hemos visto, podría llevar implícitas importantes conclusiones desde el punto de vista social (fig.6.1.3).
6.1.1.2. Consolidación urbana y monumentalización
(134-95 a.C.)
A esta fase corresponden 8.620 fragmentos de los que 2.479
(28,75%) se han considerado indeterminados (tabla 6.1.5).
Los valores que observamos muestran una pauta muy similar
a la anterior, con un aumento proporcional considerable de las
ánforas de origen adriático (el 26,05% de los fragmentos de procedencia identificada), que equivalen a algo más de la mitad de
Figura 6.1.4. L’Almoina (134-95 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos no diagnosticables de la fase de consolidación urbana
de la ciudad.
las que llegaron del área de la Campania. Asimismo, aunque en
representaciones muy escasas (0,48%), también se documentan
ánforas de otros talleres tirrenos que no hemos sido capaces de
identificar (fig. 6.1.4).
6.1.1.3. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
En esta fase, cuando la ciudad ya estaba plenamente constituida
y la vida debía desarrollarse conforme a los cánones de cualquier
ciudad romana republicana, los fragmentos de pared de l’Almoina ofrecen una variación significativa. En total hay 2.205. De
ellos, al 88,93% se le ha podido asignar un área de producción
y solamente un 10,15% ha permanecido como indeterminado
(tabla 6.1.6).
Durante este período, las importaciones italianas también son
absolutamente dominantes, todas ellas suman el 89,48% de los
fragmentos no diagnosticables cuya procedencia ha sido identificada. Sin embargo, a diferencia de las fases anteriores, las ánforas
de las costas adriáticas (46,71%) superarían en casi 4 puntos a las
de las costas tirrenas, donde las de la Campania suman un 40,79% y
las de otros puntos no identificados el 1,98%. En cuanto al resto de
las importaciones, las del norte de África y otras zonas de tradición
Tabla 6.1.5. L’Almoina (134-95 a.C.). Número de fragmentos no diagnosticables de la fase de consolidación urbana. Los porcentajes están
referidos al número total de trozos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
8620
Frags.
2958
1600
30
308
557
65
622
1
6141
2479
%
48,16
26,05
0,48
5
9,07
1,05
10,12
0,01
71,24
28,75
Tabla 6.1.6. L’Almoina (94-76 a.C.). Número de fragmentos de pared de la fase de vida urbana. Los porcentajes están referidos al número
total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático Tirreno indet.
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
2205
803
916
39
49
52
22
73
7
1961
244
40,79
46,71
1,98
2,49
2,65
1,12
3,72
0,35
88,93
10,15
51
[page-n-65]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.5. L’Almoina (94-76 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos no diagnosticables de la fase de vida urbana.
Figura 6.1.6. L´Almoina (75 a.C.) Áreas de procedencia de los
fragmentos de pared del momento de la destrucción.
púnica parecen disminuir su importancia y mantienen unos porcentajes bajos y muy similares, entre los que el mayor sigue siendo el
de las ebusitanas (3,72%). Las egeas, por su parte, conservarían su
escasa pero significativa presencia (0,35%) (fig. 6.1.5).
ibéricas de tradición indígena, aunque en proporciones muy bajas
(1,38%). Las importaciones de ánforas del resto de áreas de producción identificadas mantienen su presencia en porcentajes muy
reducidos.
6.1.1.4. Destrucción del año 75 a.C.
6.1.1.5. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
De aquel episodio se han contabilizado un total de 4.651 fragmentos de pared. De ellos, ha sido posible asignar un lugar de
procedencia al 80,04% (tabla 6.1.7).
La gráfica de las áreas de procedencia que se nos muestra es
prácticamente idéntica a la de los años previos a la batalla que
ocasionó el arrasamiento de la ciudad (fig. 6.1.6). La principal
diferencia radica en que se ha ampliado a aproximadamente el
doble el número de fragmentos recuperados, lo cual puede explicarse por las propias características de los niveles de destrucción
y posterior abandono del lugar, o a un incremento del avituallamiento de la ciudad durante el conflicto.
Las de procedencia adriática (48,11%) aumentarían en 8,49
puntos su proporción respecto a las de la bahía de Nápoles
(35,62%) y otros lugares de las costas tirrenas no identificados
(4%). Asimismo, por primera vez, entre los elementos no diagnosticables aparecen representados algunos fragmentos de ánforas
Tras la destrucción de Valentia se inició una época que, desde
el punto de vista de los hallazgos arqueológicos, es muy
pobre en todos los sentidos. Esto también se ve reflejado en
el número de fragmentos de pared (981), fundamentalmente
atribuibles a esta fase por su posición estratigráfica. Equivalen
aproximadamente a un quinto de los fragmentos de ánforas
de la destrucción y a un tercio de los de fase la previa (9476 a.C.). De ellos se ha podido atribuir una procedencia al
65,74% (tabla 6.1.8).
Los de la bahía de Nápoles (52,71%) superan ahora a los
adriáticos (27,28%). Ambos grupos presentan proporciones similares a las de los momentos fundacionales y de consolidación
urbana previa al paso del siglo II al I a.C. Los fragmentos de
pared egeos no quedan reflejados en esta fase, lo que también
se podría interpretar como un elemento indicativo del estado en
que quedó la ciudad tras la guerra (fig. 6.1.7).
Tabla 6.1.7. L’Almoina (75 a.C.). Número de fragmentos de pared del momento de la destrucción. Los porcentajes están referidos al
número total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África Púnica
Ulterior
Indígena
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
4651
Frags.
1332
1799
145
67
185
9
52
153
6
3739
903
%
35,62
48,11
3,87
1,79
4,94
0,23
1,38
4,1
0,16
80,4
19,42
Tabla 6.1.8. L’Almoina (74-27 a.C.). Número de fragmentos de pared del momento de la fase de abandono. Los porcentajes están referidos
al número total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
52
Adriático
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Subtotal
Indet.
Total
981
340
176
3
80
4
42
645
336
52,71
27,28
0,46
12,4
0,62
6,51
65,74
34,25
[page-n-66]
análisis de los materiales
Figura 6.1.7. L’Almoina (74-27 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos de pared de la fase de abandono.
Figura 6.1.8. L’Almoina. Áreas de procedencia de los fragmentos
de pared de la fase augustea (26-14 a.C.).
6.1.1.6. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
Tal y como ya hemos indicado, los hallazgos en Valencia atribuibles a esta fase también son escasos, irregulares y esporádicos. Sin
embargo, resultan interesantes puesto que representan el inicio de
una nueva era, no sólo a nivel cronológico sino también político, que
debería verse reflejada en la circulación de mercancías.
El número total de fragmentos de pared contabilizados
asciende a 854 y hemos podido asignar un origen al 61,35% de
ellos (tabla 6.1.9).
Las ánforas italianas continúan siendo mayoritarias. La proporción
entre las de la zona de la Campania (39,88%) y la adriática (25,19%)
se mantiene muy similar a la fase anterior. La diferencia más visible
con las fases anteriores es que aumentan proporcionalmente las ánforas
de otras zonas productoras, como el norte de África (5,91%), las de
la Ulterior (7,63%), que ahora pasará a denominarse Bética, y las de
tradición púnica indeterminada (4,96%). Como novedad, se aprecia un
volumen similar de fragmentos de ánfora de la Citerior-Tarraconensis (6,48%), si bien todos los fragmentos identificados corresponden
a ánforas ibéricas o de tradición indígena. Los fragmentos ebusitanos
mantienen su constancia con un 9,73%, y vuelven a aparecer en escaso
porcentaje los del Egeo (0,2%). (fig. 6.1.8).
6.1.1.7. Valoración de los elementos no diagnosticables de l’Almoina
Los fragmentos no diagnosticables de l’Almoina mostrarían tres
etapas muy claras en la evolución de las importaciones de ánforas (fig. 6.1.9).
Figura 6.1.9. L’Almoina (138 a.C.-14 d.C.) Diferentes etapas en función de las tendencias en las importaciones
de ánforas de Valencia a partir de los fragmentos de pared.
Tabla 6.1.9. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos de pared de la fase augustea. Los porcentajes están referidos al número
total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
N. África
Púnica
Ulterior
Citerior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
854
209
132
31
26
40
34
51
1
524
330
39,88
25,19
5,91
4,96
7,63
6,48
9,73
0,2
61,35
38,64
53
[page-n-67]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.10. L’Almoina. Etapa 1 (138-95 a.C.) en función de los
fragmentos de pared.
Figura 6-1.11. L’Almoina. Etapa 2 (94-75 a.C.) en función de los
fragmentos de pared.
Fundamentalmente, estas etapas vienen determinadas por las
proporciones representadas entre las producciones de la Campania y las de las costas adriáticas, así como por la cantidad de
fragmentos inventariados. Son las siguientes:
Etapa 1. (138-95 a.C.). Recoge la tendencia en importación de
ánforas desde el año de la fundación de la ciudad hasta su constitución como tal (tabla 6.1.10-fig. 6.1.10). En ella, las procedentes
de la Campania serían muy mayoritarias y llegarían acompañadas
por una proporción significativa de ánforas adriáticas. Otros lugares
tirrenos aparecen representados de manera meramente testimonial. De las zonas de tradición púnica, los fragmentos de origen
ebusitano son los mayoritarios, situándose incluso por encima de
los que llegaron de las costas del norte de África y del Círculo del
Estrecho, aunque como ya hemos advertido, dentro del grupo de
tradición púnica indeterminada hay fragmentos de ambos lugares.
En cualquier caso, la suma de todos los fragmentos de tradición
púnica indeterminada, norteafricanos y del Círculo del Estrecho,
ofrecen un total ligeramente superior al de las ebusitanas (1.115 y
911 fragmentos respectivamente). Entre los de pared, las producciones ibéricas no aparecen representadas, aunque sus fragmentos
probablemente se incluyen dentro del grupo de los indeterminados.
Las ánforas egeas, por su parte, estuvieron presentes en muy bajos
porcentajes durante toda la etapa.
Etapa 2. (94-75 a.C.). Atendiendo al número de elementos
no diagnosticables, el período en que la ciudad comenzó su
desarrollo hasta que fue destruida por Pompeyo parece estar
caracterizado por una mayor presencia de productos adriáticos
respecto a los campanos (tabla 6.1.11-fig. 6.1.11). Asimismo,
durante esta etapa habría un incremento de otras producciones tirrenas no campanas. Las importaciones de ánforas de las
zonas productoras de tradición púnica parecen perder importancia respecto a la etapa anterior y nuevamente, entre ellas, las de
origen ebusitano serían las dominantes, aunque en proporciones muy similares a las del norte de África. Los fragmentos de
ánforas ibéricas aparecen ahora representados en porcentajes
muy bajos, similares a los del Círculo del Estrecho. Las egeas
siguen estando presentes.
Etapa 3. (74 a-C-14 d.C.). Esta etapa, que recoge el período
posterior a la destrucción y todo el reinado de Augusto, se
caracteriza por la escasez de materiales. Además, debemos
tener en cuenta que si la ciudad como tal no existía muchos de
estos materiales pueden ser residuales. Sin embargo, a rasgos
generales, durante todo este período se mostraría una tendencia
en las importaciones de ánforas muy similar a la de la Etapa
1 (Tabla 6.1.12-fig. 6.1.12). Las ánforas de la Campania vuelven a ser mayoritarias respecto a las adriáticas. Las de otros
lugares italianos parecen haber desaparecido de la muestra.
Las de las áreas de tradición púnica también aumentan porcentualmente su presencia, manteniendo unos valores muy
similares a los de la Etapa 1. Por su parte, las ibéricas o de
tradición indígena parecen alcanzar los valores más significativos desde la fundación de la ciudad. Las egeas se mantienen,
Tabla 6.1.10. L’Almoina. Etapa 1 (138-95 a.C.) en función de los fragmentos de pared.
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
Frags.
Nápoles Adriático
4004
1816
Tirreno indet. N. África
30
379
Púnica Ulterior
647
89
911
2
7878
3402
11.280
%
50,82
23,05
0,38
5
8,21
1,12
11,56
0,02
69,84
30,15
Tabla 6.1.11. L’Almoina. Etapa 2 (94-75 a.C.) en función de los fragmentos de pared.
Nápoles Adriático
Tirreno indet. N. África
Púnica Ulterior Indígena
Ibiza
Egeo
Subtotal Indet. Total
Frags.
2135
2715
184
116
237
31
52
226
13
5709
1147 6856
%
37,39
47,55
3,22
2,02
4,15
0,54
0,91
3,95
0,22
83,29
16,7
54
[page-n-68]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.12. L’Almoina. Etapa 3 (74 a.C.-14 d.C.) en función de los fragmentos de pared.
Nápoles
Frags.
%
Adriático N. África
Púnica
Ulterior
Citerior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
1835
549
308
34
106
44
34
93
1
1169
666
46,96
26,34
2,9
9,06
3,76
2,9
7,95
0,08
63,7
36,29
Figura 6.1.12. L’Almoina. Etapa 3 (74 a.C.-14 d.C.) en función de
los fragmentos de pared.
aunque en esta etapa conviene matizar que únicamente están
presentes gracias a un único fragmento recuperado en niveles
de época augustea.
Las ebusitanas serían las producciones no italianas dominantes con una presencia proporcional constante en todas las etapas.
6.1.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.1.2.1. Las fases fundacionales (138-135 a.C.)
A estas fases corresponden un total de 173 fragmentos diagnosticables. Hemos sido capaces de asignar una zona de
producción a 156 de ellos (90,17%). En función del número
de fragmentos, al igual que con los de pared, hay un claro
predominio de ánforas vesubianas (47,97% del total de las
ánforas de este período). Por lo que respecta a las adriáticas, suponen el 10,98%; mucho menos de la mitad que las
campanas. Las ánforas del norte de África suman 20 fragmentos; un 11,56% del total (algo menos de medio punto por
encima de las adriáticas). De la Ulterior, fundamentalmente
de la bahía de Cádiz, procede un 6,35% de los fragmentos.
Los de Ibiza suman el 5,2%, mientras los de tradición indígena solamente alcanzan el 1,7%. Por su parte, el número
de elementos diagnosticables de procedencia egea se sitúa
en el 1,15% y el de los de procedencia indeterminada suman
el 9,82% (tabla 6.1.13).
El NMI estimado para esta fase es de 90 ánforas, las cuales
se distribuyen, en función del área de procedencia y de su tipología, como vemos en la tabla 6.1.14.
Las vesubianas son rotundamente mayoritarias (38,88%).
Algo más de un tercio de ellas, al menos quince, son ánforas
que tipológicamente se encuentran entre las Grecoitálicas y
las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.1.13). Otras diez, podrían
entrar dentro del grupo de las Dressel 1A, aunque con reservas
para alguna de ellas, (fig. 6.1.13: 12ALM-61912-1; 11ALM61662-1; 8ALM-4699-2; 5ALM-20024-3; 5ALM-20062-1;
2ALM-1921-5; 2ALM-2885-5 y 2ALM-1959-6). De otras
zonas de la Italia tirrena, con un 4,44%, proceden cinco piezas de tipología Grecoitálica (fig. 6.1.13: 10ALM-60690-33,
Anexo II: A-18; 3ALM-2938-06, Anexo II: A-26), si bien no
hemos sabido proponer un origen más específico para ellos (fig.
6.1.13: 10ALM-60690-33 y 3ALM-2938-06). En cuanto a las
de naturaleza adriática (8,88%), los únicos tipos representados son el Grecoitálico, con al menos dos bordes (fig. 6.1.13:
3ALM-2938-03 y 8ALM-10463-1) y el Brindisino, con una
pieza segura representada por un asa.
De las norteafricanas, que son el segundo grupo en importancia con un 17,77% en función del NMI, al menos ocho, son
del tipo T-7.4.2.1 (fig. 6.1.14: 11ALM-7706-1; 5ALM-20065-1;
3ALM-2935-15, Anexo II: C-3; 2ALM-2885-6 y 3ALM2938-11); seis corresponden a Africanas Antiguas (fig. 6.1.14:
2ALM-1968-11; 2ALM-1920-18; 12ALM-61295-5; 2ALM1962-3; 10ALM-60690-35 y 3ALM-2893-13). Solamente una
podría ser asignada a la forma T-7.7.1.1, y ello debido fundamentalmente a la cronología del nivel en que se encuentra (138
a.C.). Sin embargo, lo excesivamente grueso del borde sugiere
que pudiera estar emparentada con las ánforas Africanas Antiguas (fig. 6.1.14: 9ALM-2935-17, Anexo II: C-4). Hay también
un cuerpo norteafricano que hemos mantenido como de tipología indeterminada, aunque quizás corresponda a una T-7.3.2.1
(fig. 6.1.14: 12ALM-61945-1). Todas las ánforas de la Ulterior
corresponden a la forma T-9.1.1.1 (fig. 6.1.14: Ulterior).
En cuanto a las importaciones ebusitanas, al menos hay
siete piezas, que representan el 7,77% de las ánforas de este
período. La mayor parte son de la forma T-8.1.3.2 (fig. 6.1.15:
Tabla 6.1.13. L’Almoina (138 a.C.-135 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables de las fases fundacionales. Los porcentajes están
referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Frags.
%
Tirreno
indet.
Latinas N. África Púnica Ulterior Ibiza
indet.
Indígena Egeo Subtotal
Indet. Total
83
19
5
1
20
3
11
9
3
2
156
17
47,97
10,98
2,89
0,57
11,56
1,7
6,35
5,2
1,7
1,5
90,17
9,82
173
55
[page-n-69]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.14. L’Almoina (138-135 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables de la fase fundacional.
Número Mínimo de Individuos estimado.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
Total
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Brindisina
Adriático indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.7.1.1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-9.1.1.1
TOTAL
NMI
IBIZA
PE-23
T-8.1.3.2
TOTAL
NMI
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
TOTAL
NMI
INDETERMINADAS
Grecoitálica
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
56
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
10
15
10
35
2
32
1
13
10
15
10
34
14
13
60
10
83
35
4
4
4
1
5
1
1
1
1
1
9
11
2
5
7
4
1
14
19
15
2
1
2
4
1
6
11
1
2
20
11
11
1
1
1
1
2
7
9
3
3
1
1
2
2
3
4
2
13
15
1
1
2
1
3
17
21
80
67
26
173
3,33
1
1
1
7,77
3
3
1
1
12,22
2
5
7
3
3
17,77
11
11
2
5
7
8,88
6
8
1
1
16
11
11
4,44
2
1
5
8
6
8
1
38,88
4
0
4
1
%
1,11
1
1
3
5
90
5,55
[page-n-70]
análisis de los materiales
Fig. 6.1.13. L’Almoina (138-135
a.C.). Ánforas italianas.
3ALM-2935-18; 3ALM-2960-18; 2ALM-1968-10 y 3ALM2935-01), las otras corresponden a la forma PE-23 (fig. 6.1.15:
2ALM-1920-19). Las de tradición indígena del tipo A.1.2.4
(Ribera i Lacomba y Tsantini 2008: Ia) están representadas como
mínimo por tres ejemplares que suman el 3,33% de los materiales (fig. 6.1.15: 8ALM-10536-1, más próxima a una tinaja y
10ALM-60690-41). Las egeas al menos están personificadas por
un ánfora de tipo Rodio que supone el 1,11% de las importaciones de ánforas de esta fase (fig. 6.1.15: 3ALM-2938-7, Anexo
II: F-2). El grupo de las indeterminadas lo integran un mínimo
de cinco ánforas (5,55%). Una de ellas podría tener que ver con
las Grecoitálicas (fig. 6.1.15: 2ALM-1979-1); otra (fig. 6.1.15:
8ALM-10472-2) podría estar relacionada con producciones
gaditanas (García Vargas y Sáez 2019: fig. 16, A-2) y las restantes nos resultan desconocidas, tanto desde el punto de vista
de la procedencia como tipológico (fig. 6.1.15: 3ALM-2893-12
y 12ALM-61925-01, Anexo II: H-24), (figs. 6.1.16 y 6.1.17).
6.1.2.2. Consolidación urbana y monumentalización (134-95 a.C.)
De esta cronología hay un total de 504 fragmentos de los que ha
sido posible identificar el área de procedencia al 87,69%. (tabla
6.1.15). Más de la mitad, el 51,8%, llegaron a Valentia desde
los talleres ubicados en la zona de la Campania, mientras que
aproximadamente un quinto, el 25,33%, procedieron de la costa
adriática italiana. Respecto a estas dos, otras producciones itálicas
son muy minoritarias; sólo hay dos representados que suman el
0,45 % del total. A diferencia de la fase anterior, los fragmentos
del norte de África representan un porcentaje muy por debajo que
el de las adriáticas (7,91%). Tanto los de la Ulterior como los
ebusitanos mantienen una relativa importancia (4,75% y 3,16%
respectivamente). Asimismo, las ánforas de tradición púnica indeterminada, que recoge producciones del norte de África y sur de la
península ibérica, suman el 2,48% de todos los fragmentos diagnosticables. Los de tradición indígena mantienen una presencia
57
[page-n-71]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.14. L’Almoina (138135 a.C.). Ánforas norteafricanas
y púnico-gaditanas.
Figura 6.1.15. L’Almoina (138-135
a.C.). Ánforas ebusitanas, ibéricas,
egeas y de producción indeterminada.
58
[page-n-72]
análisis de los materiales
Figura 6.1.16. L’Almoina (138-135 a.C.). Áreas de procedencia de
los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.17. L’Almoina (138-135 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
similar a la de la fase fundacional (1,58%). Los egeos mantuvieron su escasa presencia con un 0,9% y los indeterminados llegan
en este caso hasta el 12,3% de los fragmentos.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.1.16.
El NMI estimado es de 246 y queda reflejado en la tabla
6.1.17, la cual es un resumen de las dos fases englobadas en este
período (134-110 y 109-95 a.C.).
Las ánforas vesubianas siguen siendo claramente dominantes
(41,76%). Las Grecoitálicas continúan estando muy presentes con
al menos diez y seis piezas (fig. 6.1.18). Aunque todavía hay un
elevado número de tipos que se encuadran en el grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1, con un mínimo de 35 ánforas (fig. 6.1.19),
las Dressel 1A (fig. 6.1.20) son ahora las mayoritarias (cuarenta y
cinco, si bien algunas todavía podrían incluirse en el de las Grecoitálicas/Dressel 1) y aparecen, de manera muy minoritaria, los
subtipos B (con un ejemplar: fig. 6.1.20: 2ALM-2831-6) y C con
dos (fig. 6.1.20: 2ALM-2852-31). Otras ánforas de procedencia
itálica son prácticamente inexistentes (0,4%).
Las ánforas de las costas adriáticas italianas muestran un ascenso
considerable respecto a las fases fundacionales y llegan a representar,
con un 20,48%, casi la mitad de las campanas. Las más representadas
son las Grecoitálicas, con un mínimo de doce ánforas, una de ellas
entera (fig. 6.1.21: 10ALM-50246-3; 10ALM-60663-3; 11ALM3326-2; 2ALM-2845-01) y las Lamboglia 2, con un mínimo de
quince ejemplares (fig. 6.1.21: 3ALM-2926-9; 11ALM-10495-2;
11ALM-60949-1). Las Brindisinas suman un mínimo de cuatro y
las de los talleres de Apani, Apani I (1 ejemplar: fig. 6.1.21:10ALM3263-3) y Apani II (dos ejemplares: fig. 6.1.21: 2ALM-2852-32;
3ALM-2898-02), aparecen por primera vez en el registro.
Las importaciones del norte de África representan un 12,04%
y muestran una gran variedad de tipos. Entre ellas son claramente
dominantes las Africanas Antiguas, con un NMI de once ejemplares
(fig. 6.1.22). También hemos clasificado como Africana Antigua el
borde 12ALM-7735-3, aunque quizás podría estar más emparentado
con otras ánforas de tipo ovoide. Hay uno que hemos inventariado
como T-7.2.1.1 (fig. 6.1.22: 11ALM-60957-1). Un borde podría
adscribirse a la forma T-7.3.2.1 (fig. 6.1.22: 2ALM-2852-33) y
otro podría corresponder a la T-7.3.2.2 (fig. 6.1.22: 2ALM-285246). Dentro de la familia de las T-7, las más numerosas son las
T-7.4.2.1 con un mínimo de cuatro (fig. 6.1.22: 10ALM-502461; 12ALM-7745-1, Anexo II: C-15; 10ALM-3263-01, Anexo II:
C-10 y 12ALM-7771-1, aunque las dos últimas son más difíciles
de adscribir al tipo). Hay también una pieza T-7.4.2.2 (fig. 6.1.22:
8ALM-4685-1). Otro de los bordes pudiera pertenecer a un ánfora
de tipo ovoide norteafricana, quizás mauritana (fig. 6.1.22: 3ALM2904-38). Hay un ánfora que hemos clasificado como T-7.4.3.1
porque su pasta nos resultaba claramente norteafricana (fig. 6.1.22:
3ALM-2904-35), aunque las características morfológicas podrían
Tabla 6.1.15. L’Almoina (134-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables de la fase de consolidación urbana y monumentalización.
Los porcentajes están referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Tirreno
indet.
Latinas
indet.
N. África
Púnica Ulterior
Ibiza Indígena
Egeo Subtotal Indet. Total
Frags.
229
112
2
7
35
11
21
14
7
4
442
62
%
51,8
25,33
0,45
1,58
7,91
2,48
4,75
3,16
1,58
0,9
87,69
12,3
504
59
[page-n-73]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.16. L’Almoina (134-110 a.C. y 109-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
134-110 a.C.
Borde
Asa
Pivote
109-95 a.C.
Comp.
Total
Borde
Asa
Pivote
Comp.
Total
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
11
6
3
Grecoit./Dr. 1
14
27
8
1
20
5
50
16
Dressel 1
Dressel 1A
1
6
7
47
5
13
6
2
21
31
Dressel 1B
1
Dressel 1C
2
Indet.
Total
24
38
39
13
1
91
55
11
5
5
1
48
1
1
3
21
7
62
20
28
1
138
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
2
TOTAL
1
1
2
ADRIÁTICO
Grecoitálica
9
Lamboglia 2
4
Brindisina
Apani I
1
2
1
2
1
10
2
6
11
1
2
3
1
2
2
1
30
6
27
7
40
50
22
31
9
62
7
3
12
2
5
1
Apani II
3
Apani VII
Dressel 6
Adriática indet.
TOTAL
2
18
10
16
21
12
1
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
4
4
T-7.2.1.1
1
1
10
T-7.3.2.1
1
1
T-7.3.2.2
1
1
T-7.4.1.1
2
2
2
2
1
1
3
3
T-7.4.2.1
2
2
T-7.4.2.2
1
1
1
1
T-4.4.3.1
T-4.4.3.2. Sím
T-7.4.4.1
Ovoide Mau?
1
Norte África indet.
TOTAL
1
1
1
3
1
4
9
1
10
21
4
25
4
4
1
9
10
4
1
10
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
1
TOTAL
5
1
10
10
1
1
1
11
IBIZA
PE-23
1
1
PE-24
1
1
1
T-8.1.3.2
4
6
3
2
Ebusitana indet.
TOTAL
60
6
2
8
4
1
3
1
1
2
1
1
6
[page-n-74]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.16. Continuación.
134-110 a.C.
Borde
Asa
A-1.2.4
3
TOTAL
3
Pivote
109-95 a.C.
Comp.
Total
Borde
Asa
Pivote
Comp.
Total
2
5
2
2
2
5
2
2
1
1
CITERIOR
EGEO
Rodia
Cos
1
Knidos
TOTAL
1
1
1
1
2
1
1
2
3
INDETERMINADAS
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1
1
Dressel 1A
4
1
2
Trad. púnica
2
2
1
3
9
16
32
5
53
12
21
39
8
68
189
133
143
38
Indeterminadas
4
5
TOTAL
4
7
1
82
74
31
TOTALES
2
2
7
1
8
1
315
Tabla 6.1.17. L’Almoina (134-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables de la fase de consolidación
urbana y monumentalización. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Grecoitálica
16
6
4
Grecoit./Dr. 1
30
51
15
Complet.
Total
NMI
26
16
97
31
5
2
69
45
1
1
3
2
28
7
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
44
Dressel 1B
1
Dressel 1C
2
1
21
7
93
101
33
Indet.
Total
1
5
17
7
1
2
229
NMI
104
41,76
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
2
Total
1
1
2
NMI
1
1
0,4
ADRIÁTICO
Grecoitálica
11
Lamboglia 2
1
15
3
Brindisina
1
3
Apani I
1
Apani II
2
1
Adriática indet.
8
45
17
38
52
21
Total
NMI
4
1
12
12
18
15
8
4
1
1
3
2
70
17
112
51
20,48
61
[page-n-75]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.17. Continuación.
Borde
Asa
11
3
Pivote
Complet.
Total
NMI
%
NORTE ÁFRICA
14
11
T-7.2.1.1
Africana Antigua
1
1
1
T-7.3.2.1
1
1
1
T-7.3.2.2
1
1
1
T-7.4.1.1
2
2
2
T-7.4.2.1
4
4
4
T-7.4.2.2
1
1
1
T-7.4.3.1
1
1
1
T-7.4.3.2. Sím
1
1
1
T-7.4.4.1
3
3
3
Ovoide Mau.
1
1
1
Norte Áfr. indet.
3
2
5
3
27
5
35
Total
NMI
30
12,04
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Indet.
TOTAL
14
4
1
1
15
5
1
1
19
14
2
1
21
NMI
15
6,02
IBIZA
PE-23
1
PE-24
2
T-8.1.3.2
7
Indet.
TOTAL
10
1
1
2
2
2
9
7
1
1
2
1
1
3
14
NMI
11
4,41
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
5
2
7
TOTAL
5
2
7
NMI
5
5
2
EGEO
Rodia
Cos
1
Knidos
TOTAL
1
1
1
1
1
2
1
1
1
1
3
4
NMI
3
1,2
INDETERMINADA
Grecoit/Dr.1
2
Dressel 1
1
Dressel 1A
2
Trad. púnica
2
4
2
1
1
2
2
9
2
11
4
20
Indeterminadas
20
37
5
62
TOTAL
25
46
9
80
NMI
TOTALES
NMI
62
29
215
217
69
3
504
249
11,64
[page-n-76]
análisis de los materiales
Figura 6.1.18. L’Almoina
(134-95 a.C.). Ánforas
Grecoitálicas de la bahía
de Nápoles.
Figura 6.1.19. L’Almoina
(134-95 a.C.). Ánforas
Grecoitálicas/Dressel 1
de la bahía de Nápoles.
63
[page-n-77]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.20. L’Almoina (134-95
a.C.). Ánforas Dressel 1A, 1B y
1C de la bahía de Nápoles.
corresponder más a una T-7.4.3.3 púnico-gaditana. Por otra parte, hay
una que hemos clasificado como T-7.4.3.2 similis, quizás mauritana
(fig. 6.22: 10ALM-50240-1) y, al menos, también hay dos ánforas
que podrían adscribirse al tipo T-7.4.4.1 (fig. 6.1.22: 2ALM-2831-12
y 3ALM-2902-12). Existe un borde cuya forma podría relacionarse
con una mauritana occidental III de influencia itálica (Bernal et alii,
2019) y dos que hemos propuesto como T-7.4.1.1, aunque dada la
cronología de los niveles a que pertenecen quizás pudieran estar más
emparentadas con ánforas de tipo ovoide (fig. 6.1.22: 2ALM-285236 y 3ALM-2907-7).
La posibilidad de que haya ánforas mauritanas occidentales es una cuestión que resulta interesante y significativa desde
el punto de vista de la investigación ya que, de confirmarse su
64
origen, sería la primera vez que estas ánforas se documentan fuera
de su zona productora. Sin duda será uno de los aspectos que en
el futuro deberemos abordar mediante la aplicación de análisis
arqueométricos comparativos.
Las de la Ulterior constituyen el 6,02% y están representadas por un mínimo de 14 ánforas T-9.1.1.1. (fig. 6.1.23) y
una indeterminada cuya morfología semeja a una producción
púnico-ebusitana, pero cuya pasta apunta claramente al sur
de Hispania y quizás pudiera estar vinculada con ánforas de
tipo ovoide (fig. 6.1.23 11ALM-60938-2, Anexo II: D-12).
Resulta llamativa la ausencia de ánforas gaditanas del tipo
T-7.4.3.3, las cuales, ya desde el último tercio del siglo II a.C.,
se fabricaron masivamente en los talleres gaditanos y suelen
[page-n-78]
análisis de los materiales
Figura 6.1.21. L’Almoina (13495 a.C.) Ánforas Grecoitálicas,
Lamboglia 2 y brindisinas.
Figura 6.1.22. L’Almoina (13495 a.C.). Ánforas norteafricanas.
65
[page-n-79]
las ánforas de valentia romana republicana
encontrarse en diversos puertos del Mediterráneo centro-occidental en estas cronologías (Montero-Fernández et alii 2004:
421 y 424). Las de Ibiza mantienen un valor similar, aunque
algo por debajo, con un 4,41% de las ánforas de este período y
un mínimo de once piezas, la mayor parte de las cuales (siete)
corresponden a la forma T-8.1.3.2 (fig. 6.1.23: 2ALM-2877-8;
2ALM-2852-25; 11ALM-20304-6 y 12ALM-20348-5), también hay una PE-23 (fig. 6.1.23: 12ALM-61906-21) y dos
PE-24 (fig. 6.1.23: 8ALM-60603-1 y 3ALM-2902-11). Los
cinco ejemplares de tradición indígena suponen el 2%. Dos
los hemos clasificado como tipo A-1.2 sin mayor especificación, aunque lo más probable es que se trate de tinajas del tipo
Iduratin (fig. 6.1.23: 3ALM-2094-3 y 3ALM-2904-4) y tres
como A-1.2.4 (fig. 6.1.23: 10ALM-50240-6; 10ALM-60578-4
y 10ALM-50246-20, Anexo II: G-1).
Las ánforas egeas, dentro de su escasa representación (1,2%)
muestran variedad de tipos: una Rodia (fig. 6.1.23: 12ALM61974-1), una de Cos (2ALM-2810-16) y una tercera de Cnidos
(fig. 6.1.23: 11ALM-61890-1, Anexo II: F-1).
Finalmente, las de procedencia indeterminada suman el
11,64% de las ánforas de l’Almoina durante este período, aunque
para algunas hemos podido establecer el tipo. Hay dos que encajan en las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.1.24: 2ALM-2902-13 y
5ALM-20019-A, Anexo II: H-26). Otros dos bordes y dos pivotes podrían incluirse en la forma genérica Dressel 1 (fig. 6.1.24:
2ALM-2852-35; 2ALM-2831-7; 5ALM-20019 B y C). También hay una Dressel 1A (fig. 6.1.24: 5ALM-20019-14). Otras
cuatro pudieran estar relacionadas con ánforas de tipo ovoide
(fig. 6.1.24: 3ALM-2904-39; 2ALM-2866-15; 2ALM-2866-01
y 2ALM-2810-21). Asimismo, hemos incluido un borde indeterminado, quizás adriático (fig. 6.1.24: 10ALM-3264-4, Anexo
II: H-25) y dos bordes que podrían pertenecer a la misma familia que hemos visto para 2ALM-2852-36 y 3ALM-2907-7 (fig.
6.1.24: 11ALM-7611-3 y 11ALM-3328-1, Anexo II: H-23). Por
último, un borde con arranque de asas que, sin embargo, podría
corresponder a un ánfora mauritana occidental III (fig. 6.1.24:
11ALM-7611-2), (figs. 6.1.25 y 6.1.26).
6.1.2.3. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
En esta fase, en la cual la ciudad está plenamente establecida y la
vida en ella se desarrollaba como en cualquier otra ciudad romana
de provincias, el registro de las ánforas aporta una visión de las
actividades comerciales, de las rutas de abastecimiento y el día
a día de las ánforas en la ciudad. En total se han contabilizado
164 fragmentos y ha sido posible asignar un área de producción
al 97,56% de ellos. En función del número total de fragmentos,
parece que las ánforas de origen adriático fueron porcentualmente
superiores a las campanas (42,5% y 39,37% respectivamente).
Sin embargo, como veremos al establecer el NMI, esto no debió
Figura 6.1.23. L’Almoina (13495 a.C.). Ánforas sudhispánicas,
ebusitanas, ibéricas de tradición
índigena y egeas.
66
[page-n-80]
análisis de los materiales
Figura 6.1.24. L’Almoina (134-95 a.C.).
Ánforas de origen indeterminado.
Figura 6.1.25. L’Almoina (134-95 a.C.). Áreas de procedencia de
los fragmentos diagnosticables.
ser así. A este conjunto mayoritario de ánforas de origen italiano,
le sigue el grupo de las norteafricanas, con un 6,87% de los fragmentos a los que ha sido posible asignar una procedencia. Los de
la Ulterior están representados en un 4,37%; los ebusitanos en
un 3,75% y los egeos en un 1,87%. Por su parte, los fragmentos
de procedencia indeterminada solamente constituyen el 2,43%
(tabla 6.1.18).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.1.19.
El NMI estimado para esta fase es de 62 ánforas. La mayor
parte, un 41,93%, son de origen campano y el tipo más representado es el Dressel 1A, con un mínimo de trece ejemplares
Figura 6.1.26. L’Almoina (134-95 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
67
[page-n-81]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.18. L’Almoina (94-76 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
Grecoit./Dr. 1
2
23
9
34
7
Dressel 1
3
7
4
14
4
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1A
13
13
13
Dressel 1B
1
1
1
1
1
Indet.
Total
1
19
31
13
63
NMI
26
41,93
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
Lamboglia 2
5
Brindisina
1
Adriática indet.
Total
1
1
1
1
7
5
1
1
4
43
12
59
8
11
44
13
68
NMI
15
24,19
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
6
T-7.4.2.1
1
Total
7
3
1
10
6
1
1
3
1
11
NMI
7
11,29
ULTERIOR
T-7.4.3.2
1
1
1
T-7.4.3.3
2
2
2
T-9.1.1.1
3
1
4
3
TOTAL
6
1
7
NMI
6
9,67
IBIZA
T-8.1.3.2
2
T-8.1.3.3
1
Ebusitana indet.
TOTAL
1
2
2
3
1
2
2
2
1
2
1
6
NMI
4
6,45
EGEO
Rodia
1
2
3
TOTAL
1
2
3
NMI
1
1
1,61
INDETERMINADA
Dressel 1
1
Trad. púnica
1
1
1
1
1
1
Indeterminadas
3
1
4
TOTAL
4
2
6
NMI
TOTALES
NMI
68
3
46
88
30
164
62
4,83
[page-n-82]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.19. L’Almoina (94-76 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
Grecoit./Dr. 1
2
23
9
34
7
Dressel 1
3
7
4
14
4
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1A
13
13
13
Dressel 1B
1
1
1
1
1
Indet.
Total
1
19
31
13
63
NMI
26
41,93
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
Lamboglia 2
5
Brindisina
1
Adriática indet.
Total
1
1
1
1
7
5
1
1
4
43
12
59
8
11
44
13
68
NMI
15
24,19
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
6
T-7.4.2.1
1
Total
7
3
1
10
6
1
1
3
1
11
NMI
7
11,29
ULTERIOR
T-7.4.3.2
1
1
1
T-7.4.3.3
2
2
2
T-9.1.1.1
3
1
4
3
TOTAL
6
1
7
NMI
6
9,67
IBIZA
T-8.1.3.2
2
T-8.1.3.3
1
Ebusitana indet.
TOTAL
1
2
2
3
1
2
2
2
1
2
1
6
NMI
4
6,45
EGEO
Rodia
1
2
3
TOTAL
1
2
3
NMI
1
1
1,61
INDETERMINADA
Dressel 1
1
Trad. púnica
1
1
1
1
1
1
Indeterminadas
3
1
4
TOTAL
4
2
6
NMI
TOTALES
NMI
3
46
88
30
4,83
164
62
69
[page-n-83]
las ánforas de valentia romana republicana
fabricadas en la bahía de Nápoles vuelven a ser mayoritarias con
un 46,2%. No obstante, en esta trascendental fecha, las adriáticas parecen incrementarse exponencialmente. Prácticamente,
con un 42,06%, se encuentran en los mismos porcentajes que las
campanas. Los fragmentos de pared ya indicaban este aumento
considerable, incluso se situaban por encima de las napolitanas.
Hay también otros fragmentos procedentes de la zona tirrena no
campana que suponen el 2,75%. Las importaciones no itálicas
muestran un descenso considerable. Las norteafricanas y otras
de tradición púnica indeterminada suman un 3,89%, mientras
que las ebusitanas se quedan en el 1,14% y las sudhispánicas
descienden hasta el 0,45%. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena vuelven a estar presentes en el registro, aunque también con un porcentaje muy reducido (0,91%); el mismo que
las egeas (tabla 6.1.20).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para este año se pueden observar en la tabla 6.1.21.
El NMI estimado es de 289 piezas. A diferencia de lo que
mostraban los fragmentos de pared, en función del NMI, las
adriáticas nunca llegaron a ser las ánforas mayoritarias en
Valentia. Las producidas en la bahía de Nápoles representan
el 47,75% frente a un 37,37% de las adriáticas. El tipo más
representado entre las de origen campano es el Dressel 1 (genérico), ya que la mayor parte de los fragmentos corresponden a
asas y pivotes difíciles de asignar a un subtipo concreto (fig.
6.1.31: 11ALM-10967-1 y 11ALM-3312-19). Sólo uno de los
pivotes lo hemos establecido como Grecoitálico (fig. 6.1.31:
11ALM-3312-10). En cuanto a los bordes, la mayoría corresponden a los tipos Dressel 1A con un mínimo de quince piezas
(fig. 6.1.31: 11ALM-3312-11; 8ALM-5968-; 4ALM-458217 y 8ALM-5974-4) y 1B con al menos once (fig. 6.1.31:
11ALM-11196-1; 8ALM-5974-5 y 9ALM-5968-5). También
hay una considerable representación de las Dressel 1C, con un
mínimo de diez de estas ánforas (fig. 6.1.31: 11ALM-331212; 2ALM-1752-3; 11ALM-11159-1; 9ALM-60606-3, 5 4;
9ALM-50208-2 y 11ALM-11196-2). Otras producciones tirrenas, fundamentalmente del tipo Dressel 1/1A representan el
2,42% (fig. 6.1.31: 8ALM-5974-2; 9ALM-50208-3, Anexo II:
A-15 y 8ALM-5968-01b).
(fig. 6.1.27). A estas le siguen las de procedencia adriática, que
suponen el 24,19%. Entre ellas, las ánforas Lamboglia 2 son las
mayoritarias con al menos cinco piezas (fig. 6.1.27: 10ALM60576-1; 10ALM-60797-2 y 5ALM-20017-B25). Hay también
cuatro bordes de pasta adriática a los que no hemos asignado una
forma determinada. Dos de ellos quizás sean ánforas del área
brindisina (fig. 6.1.27: 10ALM-60600-1 y 5ALM-20017-1). Por
otra parte, aunque en los fragmentos de pared hay atestiguadas
otras ánforas de origen tirreno, los que analizamos en este apartado no han reportado ninguno.
Las ánforas llegadas del norte de África están representadas en un 11,29%. A excepción de una T-7.4.2.1, el resto (seis)
son Africanas Antiguas (fig. 6.1.28: 5ALM-20017-6, 7, 14, 15;
5ALM-20017-B13; 10ALM-607973-3, Anexo II: C-1).
Las sudhispánicas, con un 9,67%, presentan un porcentaje ligeramente por debajo de las norteafricanas y una mayor variedad de
tipos; una T-7.4.3.2 (fig. 6.1.28: 10ALM-60671-1) y dos T-7.4.3.3
(fig. 6.1.28: 10ALM-7435-1, Anexo II: D-1 y 10ALM-10146-2),
aunque las T-9.1.1.1 (fig. 6.1.28: 5ALM-20031-1 y 2) siguen siendo
las más representadas entre estas importaciones (tres).
Al igual que ocurría con los fragmentos de pared, tampoco
los niveles arqueológicos correspondientes a esta fase han reportado ánforas ibéricas de tradición indígena. Las ánforas de Ibiza
continúan manteniendo una presencia moderada que se sitúa en
el 6,45% de las importaciones y están representadas por las formas T-8.1.3.2 y T-8.1.3.3.
Las egeas suponen el 1,61% y solamente encontramos un
mínimo de un ánfora rodia (fig. 6.1.28: 5ALM20017-B18). Por
su parte, el grupo indeterminado representa el 4,83%.
En cuanto al lugar de procedencia, la gráfica que se nos
muestra es muy similar a la del período anterior con un ligero
aumento de las producciones adriáticas respecto a las tirrenas
(fig. 6.1.29 y 6.1.30).
6.1.2.4. Destrucción del año 75 a.C.
Se han contabilizado 458 fragmentos diagnosticables de los
que ha sido posible asignar un área de producción al 94,97%
de ellos. En función del número total de fragmentos, las ánforas
Tabla 6.1.20. L’Almoina (75 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les
ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático Tirreno Latinas N. África
indet.
indet.
Púnica Ulterior
Ibiza
Trad. Egeo
indígena
Subtotal
Indet.
Total
458
Frags.
201
183
12
7
11
6
2
5
4
4
435
23
%
46,2
42,06
2,75
1,6
2,52
1,37
0,45
1,14
0,91
0,91
94,97
5,02
Tabla 6.1.21. L’Almoina (75 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
70
Borde
Asa
Pivote
1
15
11
10
45
1
92
5
Comp.
Total
NMI
1
138
15
11
15
1
91
15
11
10
%
[page-n-84]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.21. Continuación.
Indet.
Total
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1A
Dressel 1
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2 sím.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ulterior indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
TOTAL
NMI
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
NMI
EGEO
Cos
Indet.
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 1C
Serie 7
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
Borde
37
2
1
3
1
31
1
2
35
4
2
1
7
1
1
Asa
20
70
Pivote
1
94
Comp.
1
8
8
1
11
5
59
70
73
78
2
2
2
1
5
1
138
47,75
1
2
9
12
1
2
4
1
1
2
1
4
5
4
4
3
%
6
3
1
1
11
1
1
1
1
3
NMI
10
1
47
1
2
132
183
1
1
1
3
4
Total
21
201
1
1
1
7
1
31
1
2
73
108
8
2
4
3
1
2
5
1
2
4
1
1
2
1
98
180
179
1
458
0,69
1
3
3
1
4
4
18
22
2,76
1
1
4
4
11
37,37
4
2
1
1
4
4
2
5
1
5
23
36
2,42
4
4
14
1,38
1,38
1,38
4,84
289
71
[page-n-85]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.27. L’Almoina (94-76
a.C.). Ánforas italianas.
Figura 6.1.28. L’Almoina (9476 a.C.). Ánforas norteafricanas,
sudhispánicas, ebusitanas y egeas.
72
[page-n-86]
análisis de los materiales
Figura 6.1.29. L’Almoina (94-76 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.30. L’Almoina (94-76 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
Figura 6.1.31. L’Almoina. Ánforas
vesubianas y otras tirrenas.
73
[page-n-87]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.32. L’Almoina (75 a.C.).
Ánforas adriáticas.
Figura 6.1.33. L’Almoina (75
a.C.). Ánforas norteafricanas,
sudhispánicas, ebusitanas, egeas y
de procedencia indeterminada.
74
[page-n-88]
análisis de los materiales
Entre las adriáticas, el ánfora más representada es la Lamboglia
2 (cuarenta y siete, fig. 6.1.32), aunque también aparecen otros tipos
del área apula como dos Apani II (fig. 6.1.32: 9ALM-5968-13, Anexo
II: B-11 y 11ALM-10967-4) y una Brindisina (fig. 6.1.32: 9ALM5968-02). Durante este momento se produjo un incremento porcentual
importante de estas importaciones en relación con las campanas.
Las del norte de África muestran un descenso considerable y solamente llegan a representar el 2,76% de las
importaciones. Las Africanas Antiguas siguen siendo, con
un mínimo de seis, las más presentes (fig. 6.1.33: 9ALM60606-2; 10ALM-60667-2; 9ALM-50208-1, Anexo II: C-9;
y 11ALM-10993-1), aunque también hay otros tipos como
dos T-7.4.2.1 (fig. 6.1.33: 11ALM-3310-01) y un pivote que
hemos clasificado como T-7.4.3.1, si bien podría corresponder
a una T-7.4.2.1. Asimismo, hay un borde de difícil adscripción que hemos clasificado como T-7.4.3.2. similis, quizás
mauritano (fig. 6.1.33: 8ALM-4595-8), muy parecido a otro
que ya vimos en el período que englobaba los años 134-95
a.C. (10ALM-50240-1).
Las sudhispánicas también ven considerablemente reducida su presencia. Sólo representan el 0,69%. Desaparecen las
ánforas T-9.1.1.1 y únicamente está personificada la T-7.4.3.3
con un ejemplar (fig. 6.1.33: 9ALM-50208-7, Anexo II: D-11).
La ausencia de T-9.1.1.1 es normal en estas cronologías, sin
embargo, vuelve a resultar anómalo que no haya una representación más elevada de las T-7.4.3.3, las cuales, en torno a estas
fechas, vivieron su momento más álgido de distribución. Quizás, la reducida presencia de ánforas gaditanas en la Valentia
del 75 a.C. tenga que ver con el propio desarrollo de los acontecimientos bélicos.
Por su parte, las de Ibiza mantienen una presencia escasa del
1,38% y el ánfora más numerosa es la T-8.1.3.3, con un mínimo
de cuatro piezas (fig. 6.1.33: 8ALM-4669-1; 12ALM-11261-2,
Anexo II: E-1 y 9ALM-5968-4) frente a una única pieza asimilable al tipo T-8.1.3.2. (fig. 6.1.33: 9ALM-5968-3).
Las ánforas ibéricas, tras su ausencia en el período anterior, vuelven a estar presentes en el mismo porcentaje que
las ebusitanas. Las egeas también suponen el 1,38%, aunque
ahora las ánforas que encontramos no son las Rodias sino
las de Cos (fig. 6.1.33: 10ALM-60973-2, Anexo II: F-7 y
10ALM-60973-3, Anexo II: F-8) y otra de tipo indeterminado (fig. 6.1.33: 10ALM-60973-4, Anexo II: F-9). Por su
parte, las de procedencia indeterminada suman el 4,84% (fig.
6.1.33: 9ALM-5968-15 y 10ALM-60973-1). Entre ellas hay
al menos cuatro Dressel 1C (fig. 6.1.33: 11ALM-11190-1
y 12ALM-11261-1). También hay dos Dressel 1A; una de
ellas completa que hemos incluido en este grupo porque no
pudimos acceder a comprobar su fábrica, aunque tiene todo
el aspecto de ser vesubiana (fig. 6.1.33: 8ALM-4656-2) y, al
menos, también hay una de la Serie 7 de Joan Ramon (Mañá
C2) muy fragmentada (figs. 6.1.34 y 6.1.35).
Figura 6.1.34 L’Almoina (75 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.35. L’Almoina (75 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
75
[page-n-89]
las ánforas de valentia romana republicana
6.1.2.5. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
El número total de fragmentos diagnosticables para esta fase asciende
a 87. De ellos se ha establecido el lugar de procedencia al 77,01%.
La mayor parte sigue siendo del área campana, un 44,77% frente a
un 34,32% arribadas desde las costas adriáticas. También hay una
escasa representación (1,49%) de otras ánforas italianas. Las del
norte de África y el sur de Hispania mantienen una presencia baja
(4,47% y 2,98%), aunque hay otras de tradición púnica y procedencia
indeterminada que llegan al 8,95%. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena y las producciones de tradición latina de la Citerior suman
en ambos casos el 1,49% de los fragmentos. Las indeterminadas, por
su parte, alcanzan el 29,88% de los mismos (tabla 6.1.22).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.1.23.
El NMI estimado para esta fase asciende solamente a 47. Las del
área vesubiana representan el 29,78% con dominio de las Dressel 1A
(fig. 6.1.36: 4ALM-4432-01; 11ALM-3308-3 y 8ALM-4674-03) seguidas de las 1B (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-4, Anexo II: A-1). Igualmente,
hay una ligera representación de ánforas Grecoitálicas y Grecoitálicas/
Dressel 1 que podrían dar pie a interpretar a muchas de las ánforas de
estos niveles como residuales de las fases precedentes. Hay también un
ánfora Grecoitálica italiana a la que no hemos sabido asignar un área
más concreta que la tirrena y que supone el 2,12% de los individuos
estimados. (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-1, Anexo II: A-16).
Las ánforas adriáticas representan el 29,78%; la misma proporción que las campanas. Prácticamente, a excepción de un borde
muy fragmentado que hemos considerado como indeterminado y
tres pivotes a los que hemos preferido no asignar tipología, todas
ellas (once) corresponden a ánforas del tipo Lamboglia 2 (fig. 6.1.36:
9ALM-4676-01, 2 y 56, Anexo II: B-2; 9ALM-4702-1; 10ALM60820-1, Anexo II: B-10; 8ALM4676-1 y 3 y 8ALM-4676-2, la cual
también podría corresponder a un ánfora Apani I).
Las del norte de África son el 4,25% con dominio de las
Africanas Antiguas (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-3 y 4ALM-44174). Hay una indeterminada que también parece formar parte de
la familia de las ánforas ovoides (fig. 6.1.36: 8ALM-4676-4).
Las del sur de Hispania representan el mismo porcentaje
que las norteafricanas y están representados los tipos T-7.4.3.3
(fig. 6.1.36: 8ALM-10460-1) y, como novedad, se incorporan al
registro las Ovoides 4 (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-5, Anexo II: D-4).
Las de Ibiza desaparecen de la muestra. Entre las producidas en
la Citerior (4,25%), las ibéricas de tradición indígena mantienen
su presencia con un ejemplar y se incorporan otras fabricadas en
el nordeste peninsular de clara tradición latina como las Pascual
1, representadas también por una única pieza.
Por su parte, las egeas no quedan reflejadas y las de origen
incierto (dοce) son el 25,53% de los individuos estimados, aunque
al menos dos de ellas son Dressel 1A (fig. 6.1.36: 2ALM-1763-1,
Anexo II: H-13 y 8ALM-4674-02, Anexo II: H-4) y tres serían
de tradición púnica (figs. 6.1.37 y 6.1.38).
Tabla 6.1.23. L’Almoina (74-27 a.C.). Áreas de producción y
tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
BAHÍA DE
NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Indet.
Total
NMI
TIRRENO
INDET.
Grecoitálica
Total
NMI
Adriática
Lamboglia 2
Adriática indet.
Total
NMI
NORTE AFRICA
Africana Antigua
Norte África
Indet.
Total
NMI
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ovoide 4
Total
NMI
CITERIOR
Pascual 1
A-1.2.4
Total
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Trad. púnica
Indeterminadas
Total
NMI
Borde
1
2
4
2
11
Asa
Pivote
1
8
1
3
5
15
3
6
Total
NMI
1
1
13
5
2
8
30
1
1
3
4
2
3
1
1
1
11
1
12
8
8
1
1
3
3
1
2
14 29,78
1
1
1
11
12
23
11
3
1
2
1
1
1
3
2
1
1
2
1
1
1
1
2
1
1
2
1
1
2
6
18
26
2
3
7
7
7
6
11
17
37
41
9
87
2,12
14 29,78
1
1
2
2
TOTAL
NMI
1
%
2
2
4,25
4,25
4,25
12 25,53
47
Tabla 6.1.22. L’Almoina (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Frags.
%
76
Tirreno indet.
N. África
Púnica
Ulterior
Citerior
Indígena
Subtotal
Indet.
Total
87
30
23
1
3
6
2
1
1
67
26
44,77
34,32
1,49
4,47
8,95
2,98
1,49
1,49
77,01
29,88
[page-n-90]
análisis de los materiales
Figura 6.1.36. L’Almoina (74-27 a.C.).
Ánforas de los niveles de abandono.
Figura 6.1.37. L’Almoina (74-27 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.38. L’Almoina (74-27 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
77
[page-n-91]
las ánforas de valentia romana republicana
6.1.2.6. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
No se han analizado todas las UUEE que hay documentadas en
l’Almoina de esta cronología. La mayor parte de sus conjuntos
augusteos ya han sido publicados y analizados (Ribera i Lacomba
2010a y 2010b). Sin embargo, hemos reflejado algunos de los
más significativos a fin de tener una visión comparativa con la
etapa propiamente republicana.
En total se han contabilizado 74 fragmentos diagnosticables pertenecientes a la fase augustea de Valentia (tabla 6.1.24). De ellos ha sido
posible asignar un origen al 91,89%. A diferencia de lo que ocurría en
todas las fases anteriores, en este período, el número de fragmentos
de las ánforas adriáticas representan el mismo porcentaje que las del
área campana (30,88%). Otras ánforas de tradición latina y origen
indeterminado representan el 7,35% del total. Las sudhispánicas son,
en esta ocasión, muy superiores a las del norte de África (13,23%
frente al 5,88%). Vuelven a aparecer las ebusitanas con un 5,88% y
las ibéricas de tradición indígena y egeas sólo suponen el 1,47% en
ambos casos. Las indeterminadas suman el 8,1% de los fragmentos.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.1.25.
Para esta fase, el NMI estimado asciende a 46 ánforas. Las
producidas en el área de la bahía de Nápoles son el 19,56%
(un porcentaje igual al de las sudhispánicas). Aunque la mayor
parte corresponde a fragmentos campanos de asas y pivotes que
hemos preferido clasificar como Dressel 1 sin asignar subtipo,
las más significativas son las Dressel 1A con un mínimo de cinco
ejemplares (fig. 6.1.39: 10ALM-4737-1 y 2; 8ALM-10487-1).
Asimismo, hay un asa de Dressel 1C y un borde que hemos clasificado como “Lamboglia 2 campana” (Hesnard 1998), aunque
también se podría contabilizar como una Dressel 1A (fig. 6.1.39:
8ALM-60507-1).
Por su parte, las ánforas adriáticas son las más numerosas del
conjunto y representan el 26,08% del NMI. Aunque hay ánforas de tipología Grecoitálica (fig. 6.1.39: 10ALM-7437-4), las
más representadas son las de la familia de las Lamboglia 2 (fig.
6.1.39: 8ALM-5993-1; 10ALM-7437-5; 8ALM-10428-1; 8ALM50193-02). También aparecen otras formas como la Apani VII
(fig. 6.1.39: 2ALM-1765-3), la Dressel 6 (fig. 6.1.39: 9ALM3232-1) y algunas que no hemos sabido clasificar (dos).
Las ánforas del norte de África (8,69%) pertenecen mayoritariamente a la familia de las Africanas Antiguas (fig. 6.1.39:
10ALM-7437-3; 8ALM-5993-3 y 8ALM-50193-03). Las del sur
de Hispania, que en la fase anterior estaban ausentes, sufren un
aumento muy significativo en cuanto a su presencia en la ciudad,
llegando a representar el 19,56% del NMI y volviendo a situarse
en valores similares a los de las fases fundacionales e iniciales, las
cuales fueron el momento de su mayor peso en las importaciones de
ánforas durante el período republicano. Además, este aumento, vino
acompañado de una significativa variedad de tipos. Han quedado
representadas las T-9.1.1.1 (fig. 6.1.39: 10ALM-7437-6, sin duda
residual); T-7.4.3.3 (fig. 6.1.39: 9ALM-3232-2 y 2ALM-1765-1,
Anexo II: D-3); Ovoide 1 (fig. 6.1.39: 8ALM-50193-1; 10ALM7446-1); Ovoide 4 (fig. 6.1.39: 2ALM-1765-2, Anexo II: D-13
y 2ALM-1965-8); Ovoide 9 (fig. 6.1.39: 10ALM-7446-2) y una
indeterminada. Las ánforas ebusitanas suponen el 4,34% y las ibéricas de tradición indígena suman el 2,17% con un ejemplar del
tipo A-1.2.4. (Ia). Las egeas están representadas por una LRA 3
de Éfeso, la cual también implica el 2,17% del NMI. Por último,
las de origen indeterminado suman el 17,39%. Entre ellas hay tres
Dressel 1A y una Dressel 2/4 (fig. 6.1.39: 8ALM-60658-1). También hay una de tradición púnica de la serie 7 (figs. 6.1.40 y 6.1.41).
6.1.2.7. L’Almoina. Valoración de los fragmentos diagnosticables
En total se han inventariado 1.460 fragmentos correspondientes
a bordes (513), asas (626) y pivotes (317). Además, el número
total de estos elementos incluye 4 ánforas completas. Como
hemos visto a lo largo del desarrollo del estudio de los elementos diagnosticables, el sumatorio del NMI de cada fase ofrece un
resultado de 783 piezas (tabla 6.1.26).
Dada la naturaleza de los fragmentos analizados en este apartado, su asignación tipológica ha resultado mucho más categórica,
si bien, la importante cantidad de pivotes y asas a la que hemos
preferido no asignar tipología hace que el porcentaje total de
fragmentos diagnosticables y tipología indeterminada resulte significativo. Sin embargo, puesto que sí se ha reconocido el lugar
de procedencia en la mayor parte de ellos y conocemos las tipologías representadas de esos lugares, podemos pensar que las asas
y pivotes de tipo indeterminado deberían distribuirse proporcionalmente con los bordes de la misma procedencia a los que se
les ha asignado un tipo (tabla 6.1.27).
A rasgos generales, entre las ánforas de la bahía de Nápoles, que suponen el 41,63% del NMI, las Grecoitálicas tardías
(We) las encontramos fundamentalmente en el período que
abarca desde la fundación hasta la consolidación de la ciudad
en el cambio de siglo y representan el 3,57% del total. Hasta
época augustea destaca la elevada proporción de ánforas que
se encuentran a caballo entre las Grecoitálicas y las Dressel 1A
(19,91%), las cuales han quedado recogidas en la tabla como
Grecoit./Dr. 1 (6,89%) y Dressel 1 (13,02%). Las que claramente
pueden clasificarse como Dressel 1A representan el 11,74% del
NMI y aparecen mayormente representadas en el período que la
ciudad ya está plenamente constituida (109-75 a.C.). Por su parte
las Dressel 1B (1,91%) y 1C (1,66%) tienen valores similares
y minoritarios solamente a partir del paso del siglo II al I a.C.,
pero básicamente en el momento de la destrucción. Dentro de
estas producciones resulta interesante un ánfora procedente de
los niveles augusteos, que se parece a la forma Lamboglia 2 por
cuanto tipológicamente es muy similar a ella y para la que hay
paralelos (Hesnard 1998).
Tabla 6.1.24. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los
que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático Latinas indet.
Frags.
%
78
N. África
Púnica
Ulterior Ibiza
Indígena
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
74
21
21
5
4
2
9
4
1
1
68
6
30,88
30,88
7,35
5,88
2,94
13,23
5,88
1,47
1,47
91,89
8,1
[page-n-92]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.25. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
Lamboglia 2
Total
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Apani VII
Dressel 6
Adriática indet.
Total
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
N. África indet.
Total
NMI
BÉTICA-LUSITANIA
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ovoide 1
Ovoide 4
Ovoide 9
Dressel 12
Total
NMI
IBIZA
Ebusitana indet.
Total
NMI
CITERIOR/TARRACONENSIS
A-1.2.4
Total
NMI
EGEO
LRA 3
Total
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 2/4
Serie 7
Indeterminadas
Total
NMI
TOTALES
NMI
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
1
5
11
2
14
5
1
1
21
2
5
1
1
1
1
7
12
2
9
2
6
1
1
1
11
8
8
2
2
2
6
1
1
11
21
3
3
1
4
1
1
2
1
2
2
1
1
9
3
3
4
4
1
1
1
1
1
4
1
1
1
6
9
4
1
2
6
13
34
5
2,17
3
1
1
3
8
35
2,17
1
1
3
4,34
1
1
1
1
19,56
2
2
1
1
8,69
2
1
2
2
1
1
9
1
1
26,08
3
1
4
2
1
2
2
1
1
9
19,56
2
6
1
1
2
12
3
%
17,39
74
46
79
[page-n-93]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.39. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Ánforas de los niveles augusteos.
Otras ánforas de la costa tirrena no vesubiana han quedado representadas en un 1,78%. Estas importaciones tuvieron
mayor significación tanto en la fundación como en la destrucción. Corresponden a los tipos Grecoitálica; Grecoitálica/
Dressel 1 y Dressel 1A.
En cuanto a las ánforas de procedencia adriática, suponen
el 25,79% del conjunto. Una cantidad por debajo de las de
origen campano. Las de tipología Grecoitálica son el 2,29%
y fueron principalmente importantes en los momentos de consolidación urbana, aunque aparecen de manera residual hasta
el inicio de época augustea. La mayor parte de la tipología
de procedencia adriática corresponde a la forma Lamboglia 2
(7,91%). Comenzaron a aparecer ya de manera significativa
una vez establecida la ciudad y fueron singularmente importantes en el momento de su destrucción. Las otras formas, de
los talleres brindisinos de Apani-Giancola, son muy escasas;
a penas suman el 0,75% y se concentran en los momentos
del paso del siglo II al I a.C. El número de indeterminadas es
elevado (13,79%) por cuanto la mayoría de los fragmentos
incluidos en este grupo correspondían a pivotes y asas a las
80
que resultaba difícil asignar una tipología concreta, aunque
viendo los tipos representados es lógico pensar que se distribuyan proporcionalmente a los mismos.
Las ánforas del norte de África representan el 8,42% del NMI.
La mayor parte, con un 3,95%, son Africanas Antiguas, las cuales aparecen de manera constante desde la fundación hasta época
augustea, siendo especialmente importantes en las fases de consolidación y monumentalización urbana. Las T-7.4.2.1, con un
1,91%, son el siguiente grupo en importancia procedente del norte
de África. Estuvieron muy presentes en la fundación y mantuvieron
una presencia constante hasta la destrucción de la ciudad.
Las ánforas de la provincia Ulterior, básicamente procedentes
del Círculo del Estrecho, y particularmente de la bahía de Cádiz,
supondrían el 7,42% de las importaciones valentinas. La mayoría
son del tipo T-9.1.1.1 (3,57%) y estuvieron presentes de manera
continua desde la fundación hasta la destrucción de la ciudad.
Fueron significativas en los momentos fundacionales, pero especialmente en la fase que abarca el cambio de siglo. Aunque también
están representadas en la fase de vida urbana, no aparecen en los
niveles de destrucción. En los posteriores al 75 a.C. desaparecen
[page-n-94]
análisis de los materiales
Figura 6.1.40. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de procedencia
de los fragmentos diagnosticables.
los tipos mencionados y están representadas, de manera muy reducida, ánforas de las formas T-7.4.3.2 con un único ejemplar en los
niveles de destrucción (0,12%); T-7.4.3.3 (0,76%) y las del valle
del Guadalquivir, Ovoides 1 (0,12%), Ovoides 4 (1,66%) y Ovoides 9 (0,12%) ya en época augustea.
Las ebusitanas muestran un valor inferior a las de la Ulterior
(3,57%), aunque fueron constantes desde la fundación hasta la
destrucción. El tipo más representado, con 19 fragmentos, es el
T-8.1.3.2. (1,91%). En los momentos fundacionales aparece junto
a PE-23. La mayor concentración de ánforas púnico-ebusitanas
se produciría en la fase de consolidación urbana (134-110 a.C.)
y continuarían llegando hasta el 75 a.C. Durante la fase de abandono no están representadas y en la augustea vuelven a estarlo en
valores similares a los del momento de la destrucción.
Las ánforas de la provincia Citerior, donde se ubica Valentia, son, junto a las egeas, las más minoritarias y representan el
1,91% del NMI. La mayor parte de las recogidas en este epígrafe
corresponden a ánforas ibéricas de tradición indígena del tipo
A.1.2.4 (1,78%), que probablemente fueron fabricadas en los
talleres más próximos a la ciudad y pudieran estar relacionadas
con su abastecimiento por parte del territorio. Al igual que ocurría con los fragmentos de pared, las ánforas ibéricas también
son especialmente significativas en los niveles de destrucción.
Por otra parte, solamente en las etapas de abandono y augustea
aparece representado, con un 0,12%, el tipo Pascual 1 con un
único ejemplar que da fe de importaciones del nordeste peninsular sólo después del 75 a.C.
Las egeas son las minoritarias con un 1,27%. Su significación
ya la hemos comentado al hablar de los fragmentos de pared. Aparecen de manera constante desde la fundación hasta la destrucción
Figura 6.1.41. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
de la ciudad. Las más representadas son las Rodias desde la fundación hasta la Guerra Sertoriana y sólo a partir del momento en
que la ciudad ya está plenamente establecida aparecen otras, de
Cos y de Cnidos, en el registro.
Finalmente, en cuanto a las ánforas indeterminadas
suman el 8,56%. La mayor parte de estos fragmentos corresponde a asas y pivotes, y ese es el motivo principal por el
que permanecen dentro de este grupo. Sin embargo, cabe
suponer que la mayoría corresponden de manera proporcional a las formas tipológicas identificadas en cada una
de las diferentes fases.
Tal y como ya ponían de manifiesto los fragmentos de pared,
las ánforas de tradición latina o grecolatina representan el volumen principal de las importaciones de ánforas de la ciudad
Tabla 6.1.26. L’Almoina. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 783).
2ALM
Completas
3ALM
4ALM
5ALM
8ALM
9ALM 10ALM
11ALM
12ALM
TOTAL
%
3
0
0
0
1
0
0
0
0
4
0,27
Bordes
85
61
8
40
89
47
83
73
27
513
35,13
Asas
93
34
27
66
113
58
104
96
35
626
42,87
Pivotes
30
6
1
20
25
72
29
124
10
317
21,71
TOTAL
211
101
36
126
228
177
216
293
72
1460
81
[page-n-95]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.27. L’Almoina. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción, tipología
y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
138 a.C. 137-135 134-110
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
“Lamboglia 2”
Indet.
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
Dressel 1A
Dressel 1
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Dressel 6
Apani I
Apani II
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.2.1.1
T-7.3.2.1
T-7.3.2.2
T-7.4.1.1
T-7.4.2.1
T-7.4.2.2
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2. sím.
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Ovoide mauritana
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-7.4.3.2
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ovoide 1
Ovoide 4
Ovoide 9
Dressel 12
Ulterior indet.
TOTAL
82
8
28
5
32
20
50
3
7
21
39
44
3
1
1
91
109-95 94-76
6
47
5
48
1
3
28
138
1
2
2
2
10
6
3
1
2
12
5
74-27
1
1
1
13
5
2
34
14
13
1
1
138
15
11
15
63
21
201
8
30
1
1
2
9
12
1
2
4
75
1
7
1
1
47
1
26 a.C.-14 d.C.
14
5
1
1
11
21
2
6
1
1
3
2
4
6
10
13
30
50
40
62
59
68
132
183
12
23
1
11
21
5
1
4
1
10
10
6
2
3
1
1
2
2
1
3
1
3
1
4
6
3
2
1
1
1
1
1
3
1
2
14
7
2
6
4
1
10
9
1
4
25
11
10
1
2
4
11
1
1
1
7
4
1
10
1
11
7
1
2
2
2
1
2
2
1
1
9
Total
NMI
% NMI
41
192
184
117
15
20
1
57
627
28
54
102
92
15
13
1
21
326
3,57
6,89
13,02
11,74
1,91
1,66
0,12
2,68
41,63
6
1
4
9
20
6
1
3
4
14
0,76
0,12
0,38
0,51
1,78
20
89
11
1
1
5
1
298
426
18
62
7
1
1
4
1
108
202
2,29
7,91
0,89
0,12
0,12
0,51
0,12
13,79
25,79
41
1
1
1
2
17
1
2
2
3
1
1
11
84
31
1
1
1
2
15
1
2
2
3
1
1
5
66
3,95
0,12
0,12
0,12
0,25
1,91
0,12
0,25
0,25
0,38
0,12
0,12
0,63
8,42
1
6
35
2
3
1
1
3
52
1
6
29
2
13
1
1
2
55
0,12
0,76
3,69
0,25
1,66
0,12
0,12
0,25
7,02
[page-n-96]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.27. Continuación.
138 a.C. 137-135 134-110
IBIZA
PE-23
PE-24
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
CITERIOR
Pascual 1
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
Monoansata
Oriental indet.
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
Dressel 2/4
Serie 7
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
2
4
3
1
1
6
6
3
8
1
1
2
2
5
5
1
1
1
109-95 94-76
1
3
2
6
2
2
2
2
2
6
0
75
74-27
26 a.C.-14 d.C.
Total
NMI
% NMI
4
4
3
2
19
6
8
38
3
2
15
4
4
28
0,38
0,25
1,91
0,51
0,51
3,57
1
1
1
16
17
1
14
15
0,12
1,78
1,91
6
5
1
1
1
14
3
4
1
1
1
10
0,38
0,51
0,12
0,12
0,12
1,27
1
2
1
9
5
1
2
9
37
67
0,12
0,25
0,12
1,14
0,63
0,12
0,25
1,14
4,72
8,56
1
4
5
0
4
4
1
1
2
3
2
1
3
1
1
1
1
3
3
1
4
0
1
1
1
2
2
5
6
18
26
6
13
1
4
1
9
7
1
3
26
130
182
87
74
1.460
4
1
3
3
7
14
14
3
9
12
8
53
68
1
4
6
1
5
23
36
85
88
189
315
164
458
(tabla 6.1.28). La gráfica resultante a partir de los lugares de
procedencia de los fragmentos diagnosticables es prácticamente
igual a la de los de pared. Existe una progresión ascendente en
las importaciones itálicas con el mismo descenso en la fase de
vida urbana, quizás achacable a la naturaleza de los niveles de
donde proceden. Igualmente, la evolución de las ánforas de
tradición púnica es prácticamente la misma que observábamos
con los fragmentos de pared (fig. 6.1.42).
Por otra parte, el número total de fragmentos diagnosticables
también descubre un cuadro y una gráfica muy similares a como
lo hacían los de pared en cuanto a las áreas de producción (tabla
6.1.29 y fig. 6.1.43). En este caso, las ánforas italianas suman un
porcentaje mayor: el 74,79% de las importaciones durante todo el
período republicano. De ellos, el 42,94% arribaron desde talleres
ubicados en la zona de la Campania. Las de otros talleres tirrenos
suman el 1,36%. Las producciones adriáticas están representadas
con un valor por debajo de las campanas (29,12%). A diferencia
de lo que mostraban los fragmentos de pared, nunca llegaron a
2
4
1
2
783
ser mayoritarias, aunque en el período que engloba las Guerras
Sertorianas, las importaciones adriáticas se igualarían a las de la
Campania. En cualquier caso, resulta significativo que durante
este episodio las ánforas adriáticas llegarían a la ciudad, al menos,
en la misma cantidad que las vesubianas.
El siguiente grupo en importancia es el de las producciones
de tradición púnica que suponen el 14,10% de las importaciones.
A diferencia de lo que parecían mostrar los fragmentos de pared,
los bordes norteafricanos sugieren que estas ánforas estuvieron
representadas aproximadamente en una proporción equivalente
al doble de las ebusitanas (5,75% y 2,6% respectivamente). Las
ánforas norteafricanas fueron singularmente importantes en las
primeras fases de la ciudad hasta el paso del siglo II al I a.C.,
momento a partir del cual comenzaron a decrecer. Por su parte,
las del Círculo del Estrecho también son constantes a lo largo de
todas las fases y presentan una proporción algo por encima de las
ebusitanas (3,56%), siendo también significativas en los momentos fundacionales y hasta el cambio de siglo. Las de tradición
83
[page-n-97]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.28. L’Almoina. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones culturales
a que pertenecen.
Grecolatina
50
58
143
207
132
403
57
43
1093
74,86
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
Total tradición
%
Púnica
30
13
31
50
25
24
11
23
207
14,17
Indígena
1
2
5
2
0
4
1
1
16
1,09
Egeo
1
1
1
3
3
4
0
1
14
0,95
Indet.
3
14
9
53
4
23
18
6
130
8,9
Total fase
85
88
189
315
164
458
87
74
1460
Figura 6.1.42. L’Almoina (138 a.C.-14 d.C.). Tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos diagnosticables.
Tabla 6.1.29. L’Almoina (138 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción de los fragmentos diagnosticables.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
Trad. latina ind.
Norte África
Trad. pún. ind.
Ulterior
Ibiza
Citerior
Trad. indígena
Egeo
Indeterminada
TOTAL
%
84
138 a.C.
39
4
6
1
14
3
7
6
0
1
1
3
85
5,82
137-135
44
1
13
0
6
0
4
3
0
2
1
14
88
6,02
134-110
91
2
50
0
10
3
10
8
0
5
1
9
189
12,94
109-95
138
0
62
7
25
8
11
6
0
2
3
53
315
21,57
94-76
63
0
68
1
11
1
7
6
0
0
3
4
164
11,23
75
201
12
183
7
11
6
2
5
0
4
4
23
458
31,36
74-27 26-14 d.C.
30
21
1
0
23
21
2
5
3
4
6
2
2
9
0
4
1
0
1
1
0
1
18
6
87
74
5,95
5,06
TOTAL
627
20
426
23
84
29
52
38
1
16
14
130
1460
%
42,94
1,36
29,17
1,57
5,75
1,98
3,56
2,6
0,06
1,09
0,95
8,9
[page-n-98]
análisis de los materiales
Figura 6.1.43. L’Almoina (138 a.C. 14 d.C.). Representación gráfica de las áreas de producción de los fragmentos diagnosticables.
latina de la Citerior solamente aparecen reflejadas después del 75
a.C. y en un porcentaje absolutamente insignificante (0,06%). Las
ibéricas de tradición indígena son constantes a lo largo de toda la
etapa republicana en proporciones reducidas (1,09%), pero fueron importantes especialmente en el momento de la destrucción.
Respecto a las egeas, los fragmentos diagnosticables representan el 0,95% del total y expresan lo mismo que ya apuntaban los
fragmentos de cuerpo.
6.2. LES CORTS VALENCIANES
Figura 6.1.44. Figura comparativa en la que se pueden observar
las diferencias entre los resultados ofrecidos por el estudio de los
fragmentos diagnosticables (A) y el de los no diagnosticables (B) en
cuanto a las áreas de producción de las ánforas de las excavaciones
de l’Almoina. Se han eliminado las áreas de producción menos
representativas para facilitar la visualización de las gráficas
(indeterminadas, Italia tirrena indeterminada, egea, Citerior,
tradición púnica indeterminada, tradición indígena).
Las excavaciones se realizaron entre 1986 y 1989. Ocuparon
una extensión de 565 m2 por lo que se convierten, después
de las de la plaza de l’Almoina, en las de mayor extensión
donde se ha podido documentar la secuencia republicana. Los
resultados de las excavaciones fueron publicados (López,
Marín, Martínez y Matamoros 1994), pero no se llevó a
cabo un estudio en profundidad del conjunto de las ánforas
republicanas. Por otra parte, de los primeros momentos del
establecimiento romano, el de las tiendas del 138 a.C., no
hay evidencias. Sin embargo, sí hubo descubrimientos que
han sido relacionados con rituales privados de carácter propiciatorio de los primeros pobladores o como ofrendas a los
numina (Huguet y Ribera 2015: 223-231; Ribera i Lacomba
2010a: 279). Las evidencias de la destrucción de la ciudad
durante las Guerras Sertorianas también fueron muy significativas en estas excavaciones con indicios de un incendio que
amortizaba las construcciones de la fase republicana (Ribera
i Lacomba 2014c: 69). Los niveles augusteos de estas excavaciones no han sido tomados en consideración para nuestro
estudio. El acrónimo que identifica a estas intervenciones
es 1-4COV000.
En total se han inventariado 3.730 fragmentos, lo cual supone
el 12,47% del material estudiado en este trabajo. De ellos el
93,48% correspondían a pedazos de cuerpo o de cuello y se
85
[page-n-99]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.1. Les Corts. Número total de
fragmentos (NMI: 159).
Completa
Borde
Asa
Pivote
Pared
TOTAL
Fragmentos
2
115
92
35
3487
3730
%
0,05
3,05
2,46
0.93
93,48
estima un NMI de 159 ánforas (a este NMI se ha llegado tras la
cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas siguientes) (tabla 6.2.1).
6.2.1. estudio de los elementos no diagnosticables
Hemos realizado el mismo proceso de análisis descrito para l’Almoina, aunque eliminando de la tabla la adscripción tipológica de
los fragmentos de pared ya que, como hemos visto, nada aporta a
un conjunto tan amplio como el que barajamos. Los resultados de
tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos de pared
quedan reflejadps en la tabla 6.2.2.
Al igual que en l’Almoina, observamos como las importaciones de las áreas de tradición grecolatina son siempre mayoritarias
llegando a sumar el 36,39% de las identificadas. Las de tradición
púnica las acompañan desde los momentos iniciales hasta el final
del período que estudiamos, con mayor presencia en la fase inicial
y en el 75 a.C., pero, en general, en una proporción constante aproximadamente equivalente a algo menos de la mitad que las itálicas.
En total suman el 15,74% de los fragmentos no diagnosticables.
Las excavaciones de Les Corts también nos muestran un ascenso
importante de las ánforas ibéricas de tradición indígena en el 75
a.C., que en total representan el 2,69% (fig. 6.2.1).
Para los fragmentos de pared tampoco vamos a realizar un
análisis minucioso por fases ya que los resultados se pueden condensar y extrapolar a partir de la tabla 6.2.3.
El número de fragmentos de pared indeterminados ha resultado
muy amplio. Casi la mitad, el 45,16%, pertenecen a este grupo y se
concentran mayoritariamente en los niveles de destrucción del 75 a.C.
En cualquier caso, en cuanto a las áreas de producción identificadas, el
Figura 6.2.1. Les Corts. Representación gráfica del número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y
las tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 6.2.2. Les Corts. Número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones culturales a
que pertenecen.
Grecolatina
Púnica
Indígena
Indet.
TOTAL
68
50
2
31
151
134-110
145
51
2
119
317
109-95
403
139
17
218
777
94-76
254
103
1
335
693
75
261
152
72
569
1054
74-27
138
54
303
495
3487
137-135 a.C.
TOTAL
1269
549
94
1575
%
36,39
15,74
2,69
45,16
86
[page-n-100]
análisis de los materiales
Tabla 6.2.3. Les Corts. Distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
N. África
Ulterior
Ibiza
Citerior
Indet.
TOTAL
137-135 a.C.
64
2
2
45
134-110
142
109-95
398
3
49
5
112
94-76
230
9
15
82
5
2
31
151
2
2
119
317
27
17
218
777
21
1
335
693
75
248
13
130
6
16
72
569
1054
74-27
115
22
1
35
TOTAL
1197
33
39
453
6
90
94
1575
3487
19
303
495
%
34,32
0,94
1,11
12,99
0,17
2,58
2,69
45,16
Figura 6.2.2. Les Corts. Representación gráfica de la distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas de
producción identificadas.
dominio de las campanas es evidente (34,32%) y, a diferencia de lo que
se apreciaba en los fragmentos de pared de las excavaciones de l’Almoina, las fabricadas en las costas adriáticas apenas tienen significación
entre los de Les Corts (1,11%). Por el contrario, los del norte de África,
son aquí el segundo grupo en importancia (12,99%) y fueron constantes
durante todo el período estudiado. Los llegados desde Ibiza, lo hicieron
en mucha menor proporción, similar a las ibéricas o de tradición indígena (2,58% y 2,69% respectivamente), pero en los dos casos fueron
también constantes desde el inicio. Por su parte, los procedentes de la
Ulterior sólo aparecen representados en el 75 a.C. y suman únicamente
el 0,17%. Las ánforas egeas no están representadas (fig. 6.2.2).
Tabla 6.2.4. Les Corts (137-135 a.C.). Áreas de producción y
tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
Asa Total NMI % NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
2
Total
2
2
NMI
1
1
33,33
TIRRENO INDET.
6.2.2. análisis de los elementos diagnosticables
Grecoitálica
1
1
6.2.2.1. Las fases fundacionales (137-135 a.C.)
TOTAL
1
1
NMI
Corresponde un número muy reducido de fragmentos diagnosticables. En total se han inventariado cinco (un borde y cuarto asas)
y a todos hemos sido capaces de asignar una zona de producción.
Por sí solos no aportan demasiado, su importancia radicará en el
sumatorio del conjunto de las ánforas de las fases fundacionales de
Valentia. El NMI de individuos estimados es de tres ánforas: una
Greoitálica/Dressel 1 campana; el borde de una Grecoitálica procedente de Italia y, al menos, una Africana Antigua (tabla 6.2.4.).
NORTE ÁFRICA
1
Africana Antigua
2
2
TOTAL
2
2
NMI
TOTALES
NMI
1
1
1
1
4
33,33
33,33
5
3
87
[page-n-101]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.5. Les Corts (134-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables de la fase de consolidación urbana y monumentalización. Los
porcentajes están referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ibiza
Indígena
Subtotal
Indet.
Total
Frags.
34
3
1
8
1
3
50
23
73
%
68
6
2
16
2
6
68,48
31,5
6.2.2.2. Consolidación urbana y monumentalización
(134-95 a.C.)
De este período hay 73 fragmentos y se ha reconocido el área de
procedencia al 68,48% de los mismos (tabla 6.2.5). De ellos, el
68% llegaron a Valentia desde la zona de la Campania, mientras
que solamente un 6% procede de la costa adriática italiana. Un
único fragmento, que supone el 2%, representa a otras producciones de Italia.
Los del norte de África, al igual que apreciábamos en
l’Almoina, se encuentran muy por debajo que las de Italia
(16%), aunque resultan sustanciales ya que son el segundo
grupo en importancia. Las ánforas de la Ulterior no están
representadas entre los fragmentos diagnosticables y las ebusitanas lo están discretamente por un 2%. Los fragmentos
de tradición indígena suponen el 6%. Los egeos no aparecen
en la muestra y los indeterminados llegan al 31,5% de todos
los fragmentos.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.2.6.
El NMI estimado para este período es de 41 ánforas y queda
reflejado en la tabla 6.2.7, la cual es un resumen de las dos fases
englobadas en este período (134-110 y 109-95 a.C.).
Con algo más de la mitad del NMI estimado (53,65%), las
ánforas vesubianas son claramente dominantes. A diferencia de
l’Almoina, las Grecoitálicas vesubianas sólo están representadas
por una pieza recuperada en los niveles fechados en el 134-110
a.C. (fig. 6.2.3: CORTS-3048-4). El mayor número de fragmentos corresponde a asas y pivotes que hemos inventariado
como Dressel 1 genéricas. En cuanto a los bordes campanos, la
mayoría (diez) pertenecen al tipo Dressel 1A (fig. 6.2.3: CORTS1529-1; CORTS-3048-5) y sólo un asa podría asignarse al tipo
Dressel 1C. De otros lugares de la Italia tirrena es el borde de un
ánfora Grecoitálica (fig. 6.2.3: CORTS-1519-1). Por otra parte,
en consonancia con lo que apuntaban los fragmentos de pared,
las ánforas adriáticas sólo están representadas por tres bordes de
tipología diferente (7,31%): uno grecoitálico con titulus pictus
(fig. 6.2.3: CORTS-3014-1), otro correspondiente a una Lamboglia 2 y un tercero de un ánfora asignada al tipo Apani I (fig.
6.2.3: CORTS-1518-6).
Las ánforas del norte de África representan el 14,63% y
los bordes recuperados corresponden a Africanas Antiguas
(fig. 6.2.3: CORTS-3048-4; CORTS-1519-2 y CORTS-30141, Anexo II: B-21). Las ebusitanas son minoritarias, con un
2,43% representado por el borde de una T-8.1.3.2 y las ibéricas
de tradición indígena son el 7,31% con un mínimo de tres ejemplares. Las indeterminadas suman el 12,19% (figs. 6.2.4 y 6.2.5).
Figura 6.2.3. Les Corts (134-95 a.C.).
Ánforas italianas y norteafricanas.
88
[page-n-102]
análisis de los materiales
Tabla 6.2.6. Les Corts (134-110 a.C. y 109-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
134-110 a.C.
Borde
Asa Pivote
109-95 a.C.
Total
NMI
1
1
11
6
%
Borde
Asa Pivote
Total
NMI
10
3
5
5
1
1
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
1
Dressel 1
10
1
Dressel 1A
5
5
5
Dressel 1B
1
1
1
8
5
Dressel 1C
TOTAL
2
1
7
10
1
18
NMI
5
13
9
2
16
65
9 42,85
TIRRENO INDET
Grecoitálica
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,76
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
1
1
1
1
NMI
1
1
1
1
1
2
2
1
Apani I
TOTAL
1
1
5
2
9,52
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
2
NMI
3
3
2
3
3
1
2
1
3
2
1
6
10
4 19,04
IBIZA
T-8.1.3.2
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
5
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2
2
2
2
5
2
2
9,52
INDETERMINADA
Indeterminadas
2
5
5
12
TOTAL
2
5
5
12
NMI
TOTALES
NMI
2
15
7
3
11
3
11
2
13
8
35
10
13
20
8
3
19
6
3 14,28
38
21
89
[page-n-103]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.7. Les Corts (134-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Borde
Asa
Pivote
1
Dressel 1
18
3
Total
NMI
1
1
21
9
Dressel 1A
10
10
10
Dressel 1B
1
1
1
1
1
Dressel 1C
TOTAL
1
12
19
3
% NMI
34
NMI
22
53,65
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2,43
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
1
1
Lamboglia 2
1
1
1
Apani I
1
1
1
TOTAL
3
3
NMI
3
7,31
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
4
Norte Áfr. indet.
TOTAL
4
4
4
2
3
1
4
3
1
8
NMI
6
14,63
IBIZA
T-8.1.3.2
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2,43
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
3
8
3
14
TOTAL
3
8
3
14
NMI
3
3
7,31
INDETERMINADA
Indeterminadas
2
5
5
12
TOTAL
2
5
5
12
NMI
TOTALES
NMI
90
5
5
26
35
12
73
41
12,19
[page-n-104]
análisis de los materiales
Figura 6.2.4. Les Corts (134-95 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
6.2.2.3. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
Se han contabilizado 59 fragmentos y ha sido posible asignar un
área de producción al 76,27% de ellos. A diferencia de lo que el
número total de fragmentos nos presentaba en l’Almoina, donde
porcentualmente las adriáticas llegaban a superar a las campanas,
en Les Corts son las de procedencia campana las mayoritarias
con un 66,66% frente a un 11,11% de fragmentos diagnosticables adriáticos.
Las producciones del norte de África, las ebusitanas e
ibéricas están presentes en un 6,66% cada una de ellas. Por
su parte, las de origen indeterminado constituyen el 23,72%
(tabla 6.2.8).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.2.9.
El NMI estimado es de 39 ánforas. Más de la mitad, un
53,84%, son de origen campano y el tipo más representado es
el Dressel 1A, con un mínimo de doce ejemplares (fig. 6.2.6:
CORTS-2822-10; CORTS-2822-9; CORTS-2829-3), aunque al
menos también hay 3 ánforas Dressel 1B (fig. 6.2.6: CORTS1486-3) y una Dressel 1C (fig. 6.2.6: CORTS-3034-1). A estas,
le siguen las de procedencia adriática, que suponen el 10,25%.
Entre ellas, las Lamboglia 2 con un mínimo de dos piezas,
son las mayoritarias (fig. 6.2.6: CORTS-2820-1). Hay también un ánfora brindisina y una Apani III con sello (fig. 6.2.6:
CORTS-2822-1).
Por lo menos existen dos ánforas del norte de África que
representan el 5,12%: un asa indeterminada y una T-7.5.1.1 (fig.
6.2.6: CORTS-1468-2). Las ebusitanas suman un porcentaje
mayor al de las norteafricanas (7,69%). Se trata de tres bordes,
Figura 6.2.5. Les Corts (134-95 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
cada uno de los cuales pertenece a un tipo distinto: T-8.1.3.1
(fig. 6.2.6: CORTS-1468-4); T-8.1.3.2 y T-8.1.3.3. (fig. 6.2.6:
CORTS-2827-3). Las ibéricas son minoritarias, con un único
ejemplar (2,56%).
Ni las llegadas desde el sur de Hispania ni las egeas están
presentes, y las indeterminadas sumarían un mínimo de siete
(17,94%), dos de las cuales son bordes (fig. 6.2.6: CORTS-2829-8
y CORTS-3043-1, no obstante, esta última podría ser de un ánfora
ovoide).
En cuanto al lugar de procedencia, se muestra el claro predominio de las ánforas campanas respecto a las de cualquier
otra procedencia, así como una proporción equivalente entre las
adriáticas y las ebusitanas (fig. 6.2.7 y 6.2.8).
6.2.2.4. Destrucción del año 75 a.C.
Se han contabilizado 64 y ha sido posible asignar un área de producción al 73,43% de ellos. En función del número total de fragmentos,
las ánforas fabricadas en la bahía de Nápoles tornan a ser absolutamente mayoritarias con un 63,28% de los fragmentos diagnosticables
a los que ha sido posible asignar un área de procedencia. Muy al
contrario de lo se nos mostraba en l’Almoina, Les Corts ofrecen un
porcentaje minoritario de ánforas fabricadas en las costas adriáticas
(4,25%), menor incluso que las norteafricanas (8,51%).
Tabla 6.2.8. Les Corts (94-76 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les
ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ibiza
Indígena
Subtotal
Indet.
Total
59
30
5
1
3
3
3
45
14
66,66
11,11
2,22
6,66
6,66
6,66
76,27
23,72
91
[page-n-105]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.9. Les Corts (94-76 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoit./Dr. 1
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Brindisina
Apani III
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
T-7.5.1.1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
TOTAL
NMI
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
NMI
Asa
Pivote
Total
NMI
1
2
8
12
5
2
30
1
1
3
12
3
1
1
12
3
1
17
1
7
1
1
2
1
11
2
% NMI
21
1
1
1
1
53,84
1
1
2
1
1
1
3
2
3
1
1
5
2,56
2
1
1
4
1
1
2
3
2
2
1
10,25
1
1
2
1
1
1
3
1
1
1
3
5,12
1
1
1
3
1
1
2
2
3
3
7,69
1
1
2
2
10
10
2
2
14
14
2,56
7
7
TOTALES
NMI
26
29
w
4
17,94
59
39
Tabla 6.2.10. Les Corts (75 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les ha
sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático N. África
Frags.
%
92
Ulterior
Ibiza
Indígena
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
64
30
2
4
2
2
6
1
47
17
63,82
4,25
8,51
4,25
4,25
12,76
2,12
73,43
26,56
[page-n-106]
análisis de los materiales
Figura 6.2.6 : Les Corts (94-76 a.C.). Conjunto de las ánforas.
Figura 6.2.7. Les Corts (94-76 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Las sudhispánicas y ebusitanas también están representadas
con un 4,25% y, a diferencia de lo reflejado en l’Almoina, las
ánforas ibéricas de tradición indígena serían el segundo grupo
en importancia y las minoritarias serían las egeas con un 2,12%.
(tabla 6.2.10).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para este año se pueden observar en la tabla 6.2.11.
El NMI estimado es de 44 ánforas. Las de Italia son abrumadoramente mayoritarias. Las fabricadas en la bahía de Nápoles
son más de la mitad y representan el 52,27% de todo el conjunto,
mientras que sólo un 4,54% llegaron desde las costas adriáticas.
Entre las del área Campana, las más numerosas son las Dressel
1C, con un mínimo de 7 piezas (fig. 6.2.9: CORTS-2844-1, 2;
CORTS-3042-1 y CORTS-3049-3) frente a cuatro Grecoitálicas/
Dressel 1 (fig. 6.2.9: CORTS-3009-2 y CORTS-2858-2), cuatro
Dressel 1A y cinco Dressel 1B. De la zona adriática hay un borde
que pertenece a una Apani II (fig. 6.2.9: CORTS-3025-1) y un
pivote de la forma Lamboglia 2. No se han identificado otras
producciones italianas.
Figura 6.2.8. Les Corts (94-76 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
Del norte de África, solamente hay un mínimo de dos ánforas
indeterminadas que suponen el 4,54%. Entre las sudhispánicas contamos con al menos una T-7.4.3.3 y otra de tipología
indeterminada, la cual pudiera formar parte de la familia de las
ovoides (fig. 6.2.9: CORTS-3042-2). Igualmente, ambas suman
el 4,54%. De la isla de Ibiza hay dos bordes; uno fragmentado
correspondiente a una PE-24 y otro de la forma T-8.1.3.2 (fig.
6.2.9: CORTS-2844-5 y CORTS-3049-1). Las ibéricas de tradición indígena son el segundo grupo en importancia, con al menos
6 de ellas y una representación del 13,63%. Por último, hay un
93
[page-n-107]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.11. Les Corts (75 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Total
NMI
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Apani II
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Indeterminadas
TOTAL
NMI
IBIZA
PE-24
T-8.1.3.2
TOTAL
NMI
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
TOTAL
NMI
EGEO
Cos
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
NMI
Asa
Pivote
Completa
4
4
5
7
20
5
1
1
1
6
2
4
Total
NMI
4
6
5
5
10
30
4
3
4
5
7
23
1
1
1
1
1
2
1
1
1
2
2
4
4
1
1
2
1
1
2
6
6
1
1
11
11
2
2
17
17
37
18
9
2,27
6
6
TOTALES
NMI
13,63
1
1
4
4
4,54
6
6
1
1
4,54
1
1
2
6
6
4,54
1
1
2
1
1
2
4,54
2
2
1
1
2
52,27
1
1
2
1
1
% NMI
13,63
64
44
Tabla 6.2.12. Les Corts (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les
ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
94
Tirreno indet.
Adriático
N. África
Ulterior
Citerior
Subtotal
Indet.
Total
42
18
3
3
6
4
3
37
5
48,64
8,1
8,1
16,21
10,81
8,1
88,09
11,9
[page-n-108]
análisis de los materiales
Figura 6.2.9. Les Corts (75 a.C.). Tipologías de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.2.10. Les Corts. Conjunto de las ánforas por áreas de
producción.
Figura 6.2.11. Les Corts (75 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
ánfora de Cos que representa el 2,27%. (fig. 6.2.9: CORTS3009-1) y la proporción de indeterminadas se sitúa, también, en
el 13,63% (figs. 6.2.10 y 6.2.11).
adriáticas; el mismo porcentaje que el de otras zonas de la
Italia tirrena. Las del norte de África están representadas en
un 16,21% del total de los fragmentos identificados y las
procedentes de la Ulterior muestran un ascenso considerable,
llegando a situarse en el 10,81%. No hay representación de
ánforas ibéricas. Sin embargo, otras producidas en la Citerior
y de clara influencia romana alcanzan el 8,1%. Las ebusitanas y las egeas no están presentes y las indeterminadas
suman el 11,9% del total de los fragmentos diagnosticables
(tabla 6.2.12).
6.2.2.5. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
El número total de fragmentos diagnosticables es de 42. De
ellos se ha establecido el lugar de procedencia al 88,09%.
La mayor parte sigue siendo del área de la bahía de Nápoles: un 48,64% frente a un 8,1% arribadas desde las costas
95
[page-n-109]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.13. Les Corts (74-27 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
1
1
1
Completa
Total
NMI
1
3
1
5
6
5
3
6
3
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
3
Dressel 1B
2
2
2
Dressel 1C
1
1
1
TOTAL
7
2
9
18
NMI
12
37,5
TIRRENO INDET.
Dressel 1
2
1
3
TOTAL
2
1
3
NMI
2
2
6,25
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
3
3
TOTAL
3
3
NMI
3
3
9,37
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
1
1
T-7.4.2.1
3
3
3
T-7.5.1.1
1
1
1
Norte Áfr. indet.
1
1
1
TOTAL
6
6
NMI
6
18,75
ULTERIOR
Ovoide 1
3
3
3
Ovoide 4
1
1
1
TOTAL
4
4
NMI
4
12,5
CITERIOR
Tarraconense 1
1
Pascual 1
TOTAL
1
1
2
2
1
1
1
2
3
NMI
3
9,37
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
4
5
TOTAL
1
4
5
NMI
TOTALES
NMI
96
2
2
24
7
9
2
42
32
6,25
[page-n-110]
análisis de los materiales
Figura 6.2.12. Les Corts (74-27 a.C.). Conjunto de las ánforas por áreas de producción.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.2.13.
El NMI estimado de ánforas asciende a 32. Las del área
vesubiana representan el 37,5%, con dominio de las Dressel 1
genéricas y de las Dressel 1A (fig. 6.2.12: CORTS-2834-2) seguidas de las 1B (fig. 6.2.12: CORTS-1478-1). También hay una
ligera representación de ánforas Grecoitálicas (tres) que, como
ocurría en l’Almoina, podrían dar pie a interpretar a muchas de
las ánforas de estos niveles como residuales de las fases precedentes. También existen dos ánforas Dressel 1 italianas a las que
no hemos sabido asignar un área más concreta que la tirrena y
que suponen el 6,25% de los individuos estimados.
Las ánforas adriáticas representan el 9,37%. Al contrario de
lo que observábamos en l’Almoina, se trata de un porcentaje muy
por debajo de las campanas. Los tres bordes adriáticos recogidos
corresponden a la forma Lamboglia 2 (fig. 6.2.12: CORTS-15002; CORTS-1492-1 y CORTS-3022-1, este último con sello).
Las del norte de África son el segundo grupo en importancia con una representación del 18,75% y cierta variedad
en los tipos. Hay una Africana Antigua, tres T-7.4.2.1 y
una T-7.5.1.1 (fig. 6.2.12: CORTS-1492-2). Las del sur
de Hispania suponen el 12,5% y están presentes los tipos
Ovoide 1, con tres ejemplares (fig. 6.2.12: CORTS-2834-3;
CORTS-2841-4), y Ovoide 4, con uno (fig. 6.2.12: CORTS2841-3). Al igual que en los niveles de esta cronología de
l’Almoina, las ánforas de Ibiza desaparecen de la muestra. Tampoco se han documentado ibéricas de tradición
indígena.
De tradición latina fabricadas en la Citerior (9,37%) hay al
menos dos ánforas Tarraconense 1, una de ellas completa y una
Pascual 1 casi entera y con sello (fig. 6.2.12: CORTS-2841-2,
CORTS-2841-1). Por su parte, las egeas no quedan reflejadas y
las de origen incierto (dos) representan el 6,25% de los individuos estimados (figs. 6.2.13 y 6.2.14).
97
[page-n-111]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.2.13. Les Corts (74-27 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
6.2.2.6. Les Corts. Valoración de los fragmentos diagnosticables
En total se han inventariado 243 fragmentos correspondientes a
bordes (114), asas (92) y pivotes (35). Además, el número total
también incluye 2 ánforas completas. El sumatorio del NMI de
cada fase ofrece un resultado de 159 piezas (tabla 6.2.14).
Las ánforas de la bahía de Nápoles suponen el 49,05% del NMI
(setenta y ocho piezas). Entre ellas, las de tipología Grecoitálica
tardía (We) son escasas (2,51%) y se concentran fundamentalmente
en los niveles del 74-27 a.C., por lo que seguramente corresponden a elementos residuales de fases anteriores. Las ánforas que
se encuentran a caballo entre las Greco-itálicas y las Dressel 1A
suponen el 3,77%, mientras que las que hemos clasificado como
Dressel 1 genéricas son el 11,32% y están presentes en todos los
niveles a partir del 134 a.C. hasta el inicio de la época augustea,
pero con mayor concentración entre el 134 y el 95 a.C. Las Dressel 1A son el tipo mayoritario; representan el 18,23% del NMI y
mayormente aparecen en el período que la ciudad ya está plenamente constituida (94-76 a.C.). Por su parte las Dressel 1B (6,91%)
y 1C (6,28%) ofrecen valores prácticamente idénticos y también
se concentran en los niveles entre el 94 y el 76 a.C., pero especialmente en los del 75 a.C., tal y como ya se apuntaba en l’Almoina.
Otras ánforas de la costa tirrena (Grecoitálica; Greco-itálica/Dressel 1 y Dressel 1A) han quedado representadas de manera escasa
(3,14%) y tuvieron su mayor significación tanto en la fundación
como en la destrucción.
En cuanto a las adriáticas, únicamente suponen el 7,54% del
conjunto (un mínimo de 12 piezas) frente al 25,79% que reflejan las ánforas de l’Almoina. Hay una Grecoitálica (0,62%) en
Figura 6.2.14. Les Corts (74-27 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
los niveles del paso del siglo II al I a.C. Sin embargo, la mayor
parte corresponde a la forma Lamboglia 2 con un mínimo de siete
piezas (4,40%). Las otras formas adriáticas; Brindisinas, Apani
I, II y III están representadas por al menos una pieza de cada
tipo (0,62% respectivamente) siendo, por tanto, muy minoritarias
desde el 109 a.C. hasta el momento de la destrucción.
Las ánforas del norte de África representan el 11,32%, con al
menos dieciocho piezas. La mayor parte, un 4,4% del NMI total, son
Africanas Antiguas. Además de una recuperada en los niveles posteriores al 75 a.C., el resto fueron halladas en los del cambio del siglo
II al I a.C. y anteriores. Las T-7.4.2.1, con un 1,88%, son el siguiente
grupo norteafricano en representación, aunque en esta intervención
todas ellas (tres) proceden de niveles posteriores a la destrucción, por
lo que probablemente sean residuales. También hay dos T-7.5.1.1; una
en los mismos niveles y otra de los que se sitúan entre el 94 y el 76 a.C.
Tabla 6.2.14. Les Corts. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 159).
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
Completas
74-27
Total frags.
%
2
2
0,82
Bordes
1
13
13
26
37
24
114
46,91
Asas
4
15
19
29
18
7
92
37,86
7
6
4
9
9
35
14,4
5
35
38
59
64
42
243
Pivotes
TOTAL
98
[page-n-112]
análisis de los materiales
Las ánforas de la provincia Ulterior son el 3,77% del conjunto (un mínimo de seis). En las excavaciones de Les Corts no
encontramos ánforas sudhispánicas antes del 75 a.C. De los niveles de esa cronología procede una T-7.4.3.3 (0,62%). El resto se
halló en los fechados tras la destrucción y, fundamentalmente,
corresponden al tipo Ovoide 1 (tres piezas que suman el 1,88%).
También hay una Ovoide 4 (0,62%).
El grupo de las ebusitanas muestra un valor idéntico al de la
Ulterior (3,77%). El tipo más habitual (tres piezas) vuelve a ser
el T-8.1.3.2 (1,88%), que aparece desde el 134 a.C. hasta la destrucción de la ciudad. Los otros tipos ebusitanos presentes (PE-24,
T-8.1.31 y T-8.1.3.3 con un ejemplar cada uno) los encontramos
sólo en los niveles del siglo I a.C. hasta la destrucción del 75 a.C.
Durante la fase de abandono no aparecen.
Las ánforas de ibéricas representan el 6,28% del NMI, una
proporción considerablemente más elevada de lo que mostraba
l’Almoina. Básicamente, se concentran en los niveles del 75 a.C.
Por otra parte, en los fechados entre el 75 a.C. y el inicio del principado de Augusto, hay al menos tres ánforas de la Citerior que
suman el 1,87% (una Pascual 1 y dos Tarraconense 1).
Las egeas (0,62%) son las minoritarias con un único ejemplar de
Cos recuperado en el nivel de destrucción del 75 a.C. Finalmente, las
ánforas indeterminadas suman el 12,57% (tabla 6.2.15).
En esta ocasión, también las ánforas de tradición latina o grecolatina representan el volumen principal de las importaciones de la ciudad
(57,61%) y la relación respecto a los de tradición púnica (12,75%) y
egea (0,41%) es muy similar a los resultados obtenidos de las excavaciones del solar de l’Almoina (tabla 6.2.16 y fig. 6.2.15).
Figura 6.2.15. Les Corts (137-27 a.C.). Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la
cronología de las UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Figura 6.2.16. Les Corts (137-27 a.C.). Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología
y las áreas de producción identificadas.
99
[page-n-113]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.15. Les Corts. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción, tipología
y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
137-135 a.C.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani I
Apani II
Apani III
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.5.1.1
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ovoide 1
Ovoide 4
Ulterior indet.
TOTAL
IBIZA
PE-24
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
TOTAL
CITERIOR
Pascual 1
Tarraconense 1
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
100
134-110
109-95
1
2
11
5
1
2
18
1
10
5
1
16
94-76
75
1
2
7
12
5
3
30
4
6
5
4
11
30
74-27
Total
NMI
% NMI
3
6
6
2
1
18
5
8
40
33
12
16
114
4
6
18
29
11
10
78
2,51
3,77
11,32
18,23
6,91
6,28
49,05
3
3
2
4
6
2
3
5
1,25
1,88
3,14
1
7
1
1
1
1
12
0,62
4,4
0,62
0,62
0,62
0,62
7,54
1
1
1
1
1
1
1
3
1
2
3
1
8
1
1
1
1
13
4
4
1
3
1
1
6
7
3
2
11
23
7
3
2
6
18
4,4
1,88
1,25
3,77
11,32
1
3
1
1
6
1
3
1
1
6
0,62
1,88
0,62
0,62
3,77
1
1
3
1
6
1
1
3
1
6
0,62
0,62
1,88
0,62
3,77
1
2
12
15
1
2
10
13
0,62
1,25
6,28
8,17
1
1
1
1
0,62
0,62
20
20
12,57
12,57
1
3
1
1
1
2
2
1
3
2
1
2
3
6
1
5
1
2
3
1
3
1
1
2
4
1
1
1
1
3
1
1
1
2
1
2
1
1
2
2
3
3
6
6
3
1
1
5
12
12
11
11
14
14
17
17
5
5
59
59
35
38
59
64
42
243
159
[page-n-114]
análisis de los materiales
Tabla 6.2.16. Les Corts (137-27 a.C.). Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y
tradiciones culturales a que pertenecen.
Latina
3
19
19
36
32
31
140
57,61
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Total trad.
%
Púnica
2
3
6
6
8
6
31
12,75
Indígena
Egeo
Indet.
1
2
3
6
1
12
4,93
1
0,41
12
11
14
17
5
59
24,27
Total fase
5
35
38
59
64
42
243
Tabla 6.2.17. Les Corts (137-27 a.C.). Distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología y las áreas
de producción identificadas.
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
74-27
TOTAL
%
Nápoles
2
18
16
30
30
18
114
46,91
Tirreno indet.
1
1
1
3
6
2,46
Adriático
1
2
5
2
3
13
5,34
N. África
2
2
6
3
4
6
23
9,46
Figura 6.2.17. Figura comparativa en la que se pueden observar
las diferencias entre los resultados ofrecidos por el estudio de los
fragmentos diagnosticables (A) y el de los no diagnosticables (B) en
cuanto a las áreas de producción de las ánforas de las excavaciones
de Les Corts. Se han eliminado las áreas de producción menos
representativas para facilitar la visualización de las gráficas
(Italia tirrena indeterminada, egea, Citerior, tradición púnica
indeterminada, tradición indígena).
Ulterior
2
4
6
2,46
Ibiza
Citerior
1
1
2
3
6
3
15
6,17
3
2
6
2,46
Egeo
Indet.
1
12
11
14
17
5
59
24,27
1
0,41
Total
5
35
38
59
64
42
243
Por otra parte, en cuanto a las áreas de producción, el
número total de los fragmentos diagnosticables genera una
gráfica muy similar a la que lo hacían los que no la tenían
(tabla 6.2.17. y fig. 6.2.16). Las italianas suman el 54,71%
de las importaciones de ánforas durante todo el período analizado. De ellas, la mayor parte arribaron del área de la bahía
de Nápoles (46,91%). Las de otros talleres italianos vuelven
a ser minoritarias (2,46%). A diferencia de lo que habíamos
observado con los materiales de las excavaciones de l’Almoina, las ánforas adriáticas son escasamente representativas
en Les Corts (5,34%). Se sitúan incluso por debajo de las llegadas desde el norte de África (9,46%) y sólo las superan en
el período que abarca entre el 94 y el 76 a.C.
Tanto las ebusitanas como las procedentes del sur de Hispania son igualmente escasas (2,46% respectivamente). Las
de Ibiza tienen una presencia más o menos constante desde el
134-110 a.C. hasta el 75 a.C. y en los niveles posteriores a esta
fecha no se encuentran presentes. Las de la Ulterior, por el contrario, aparecen en el 75 a.C. y en los niveles del 74 al 27 a.C.
Las ánforas de la Citerior suman el 6,27% de las importaciones.
Las ibéricas son constantes en el registro desde el 134-110 a.C.
hasta el 75 a.C. y las que encontramos en los niveles posteriores
corresponden a ánforas eminentemente romanas fabricadas en
esta provincia (Tarraconense 1 y Pascual 1). Las egeas solamente están presentes con un ejemplar de Cos en los niveles
de destrucción del 75 a.C. Por su parte, el conjunto de las de
origen indeterminado suma el 24,27%.
101
[page-n-115]
las ánforas de valentia romana republicana
6.3. CALLE L’HERBA
La intervención se llevó a cabo en el año 1988 (Guérin 1990;
1988). En total se removió una superficie de 28 m2 y fue una excavación de salvamento. Las actuaciones propiamente arqueológicas
se iniciaron cuando buena parte de la secuencia estratigráfica ya
había sido destruida sin una adecuada supervisión. Sin embargo,
los trabajos sistemáticos que se pudieron llegar a realizar ofrecieron información importante sobre el nivel fundacional y los
primeros años de la evolución de la ciudad y su consolidación
como tal, aunque no aportaron datos significativos del período
comprendido entre el cambio del siglo II al I a.C. Los niveles
de destrucción sertorianos descubiertos en otras áreas de la ciudad tampoco fueron identificados. Por el contrario, sí ofreció
hallazgos significativos de la fase posterior a la destrucción o de
“anulación de las estructuras,” los cuales fueron fechados por
los excavadores en el “siglo I avanzado”. Por tanto, esta actuación ofrece una visión parcial de los primeros años de la ciudad
y del período de abandono posterior a la guerra. No se recuperó
una ingente cantidad de materiales, no obstante, las excavaciones de la calle l’Herba suponen un referente significativo para la
Valentia republicana.
Tabla 6.3.1. Calle l’Herba. Número total de fragmentos
(NMI: 22).
Fragmentos
Completa
6.3.1. estudio de los elementos no diagnosticables
A partir de las zonas de tradición cultural observamos como en los
niveles fundacionales, las importaciones procedentes de las áreas
de tradición grecolatina y las de tradición púnica se encuentran en
una proporción similar, ofreciendo unos resultados muy parecidos
a los que arrojaban los fragmentos de pared de l’Almoina. Hasta
el cambio de siglo, el porcentaje de las importaciones llegadas de
las áreas de tradición cultural púnica parece reducirse respecto
a la grecolatinas. Tras el hueco en la información comprendido
entre el 100 y el 75 a.C., la proporción entre unas y otras vuelve a
ser muy similar a lo que anticipaban los resultados de l’Almoina
durante el período de abandono. Las ánforas de tradición indígena
sólo están presentes en esta última fase, y las egeas no lo están
en ningún momento (tabla 6.3.2 y fig. 6.3.1).
Tabla 6.3.2. Calle l’Herba. Número total de fragmentos de pared
relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones
culturales a que pertenecen.
%
0
Borde
12
Asa
17
5,86
5
1,68
Pared
256
88,27
TOTAL
290
Pivote
En total se han inventariado 290 fragmentos de ánforas procedentes de las excavaciones en el calle l’Herba, lo cual solamente
supone el 0,97% del material estudiado en este trabajo. De ellos
el 88,27% correspondían a fragmentos de cuerpo o de cuello
y se estima un Número Mínimo de Individuos de 22 ánforas
(tabla 6.3.1).
4,13
138 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
74-27
TOTAL
%
Grecolatina
24
19
6
Púnica
22
3
Indígena
47
96
37,5
19
44
17,18
1
1
0,39
Indet. TOTAL
19
65
22
6
5
5
0
91
158
115
256
44,29
Figura 6.3.1. Calle l’Herba. Representación gráfica del número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE
y las tradiciones culturales a que pertenecen.
102
[page-n-116]
análisis de los materiales
Tabla 6.3.3. Calle l’Herba. Distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
Bahía Nápoles
Italia tirrena
Adriática
Norte África
Ulterior
Ibiza
Trad. indígena
Indet
TOTAL
138 a.C.
11
137-110
7
109-95
3
13
21
12
3
1
1
2
19
65
22
94-76
75
74-27
38
4
5
11
8
1
91
158
5
5
6
TOTAL
59
4
33
32
1
11
1
115
256
%
23,04
1,56
12,89
12,5
0,39
4,29
0,39
44,92
Figura 6.3.2. Calle l’Herba. Representación gráfica de la distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas
de producción identificadas.
En relación con las áreas de producción, tampoco vamos a
realizar un análisis minucioso por fases ya que los resultados se
pueden condensar y extrapolar a partir de la tabla 6.3.3 y de la
gráfica resultante (fig. 6.3.2).
A nivel general, en cuanto a las áreas de producción identificadas, el dominio de las campanas es evidente (23,04%)
frente a las adriáticas (12,89%) y otras zonas italianas (1,56%).
Esto es así debido a los hallazgos en los niveles de abandono.
Desde los iniciales hasta los del cambio del siglo II al I a.C.,
los elementos no diagnosticables de esta excavación ofrecen
una proporción muy similar a la que se nos mostraba en l’Almoina. Incluso apuntan a que, en este período, las ánforas de
procedencia adriática fueron más numerosas que las de la zona
de la Campania.
El conjunto de las del norte de África, donde probablemente
también se incorporan producciones de Sicilia occidental, son el
siguiente grupo en importancia con un 12,5%, siendo las mayoritarias en los niveles del 138 a.C. Las ebusitanas quedan reflejadas
en los momentos iniciales en una proporción moderada y en la
fase posterior a la destrucción están representadas con un valor
relativamente alto. Las de la Ulterior son las menos numerosas,
con un único fragmento en los niveles del 137-110 a.C. y las
ánforas egeas no están representadas.
6.3.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.3.2.1. Año fundacional (138 a.C.)
A los niveles de aquel año corresponden un total de 12
fragmentos. Hemos sido capaces de asignar una zona de
producción a 11 de ellos (91,66%). Solamente hay representadas tres áreas de producción: la bahía de Nápoles con
un ejemplar (9,09%); la zona adriática italiana, también con
una única pieza; y las producciones norteafricanas/Sicilia
occidental que suponen el 81,81% de los fragmentos diagnosticables recuperados en el nivel fundacional localizado
en la calle d l’Herba (tabla 6.3.4). Hay también un ánfora de
procedencia desconocida.
Tabla 6.3.4. Calle l’Herba (138 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables relacionados con sus áreas de producción. Los porcentajes
están referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
N. África
Tot. identif.
Indet.
Total
12
1
1
9
11
1
9,09
9,09
81,81
91,66
8,33
103
[page-n-117]
las ánforas de valentia romana republicana
El NMI estimado para esta fecha es de 6 ánforas, las cuales
se distribuyen, en función del área de procedencia y de su tipología, como vemos en la tabla 6.3.5.
Los fragmentos de pared ya apuntaban a una considerable
importancia en el nivel fundacional de las ánforas procedentes
de lugares de tradición púnica que, porcentualmente, era equiparable a las llegadas de Italia. Sin embargo, los fragmentos
diagnosticables muestran un predominio absoluto de las ánforas del norte de África/Sicilia occidental sobre cualquier otra
(fig. 6.3.4: HIERBA1-1060-1 a 5). Los fragmentos italianos
(campanos y adriáticos) se reducen a dos asas y un borde de
ánfora grecoitálica que hemos catalogado como de procedencia
indeterminada, aunque tanto por tipología como por cronología,
probablemente procedan de Italia (fig. 6.3.3 y fig. 6.3.4: HIERBA1-1060-CH-39, Anexo II: H-16).
6.3.2.2. Consolidación urbana, monumentalización y vida
urbana (137-76 a.C.)
Debido a la escasez de materiales, recogemos el único fragmento
diagnosticable que se ha recuperado entre los niveles posteriores a
los del 138 a.C. y la destrucción de la ciudad. Se trata de un borde
de Africana Antigua que fue descubierto en un nivel datado entre
el 134 y el 110 a.C. (tabla 6.3.6 y fig. 6.3.4: HIERBA1-1058-1,
Anexo II: C-23). Del resto de fases hasta la destrucción solamente
contamos con los fragmentos de pared comentados más arriba.
6.3.2.3. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
Durante el proceso de excavación se identificó una fase fechada
en un momento avanzado de la primera mitad siglo I a.C., la cual
fue definida como de “anulación de las estructuras republicanas”
(Guérin 1988).
Se han identificado 21 fragmentos diagnosticables. De ellos
hemos establecido el lugar de procedencia a catorce (66,66%).
La mayor parte procede del área de la bahía de Nápoles; un
35,71% frente a un 28,57% arribadas desde las costas adriáticas.
Tabla 6.3.5. Calle l´Herba (138 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
Total
NMI
ADRIÁTICO
Adriática indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Grecoitálica
Indeterminadas
TOTAL
NMI
Asa
Pivote
1
1
3
4
2
1
Total
NMI
1
1
1
1
1
1
9
9
3
1
1
1
TOTALES
NMI
4
6
2
12
1
1
3
1
%
16,66
16,66
50
16,66
6
Tabla 6.3.6. Calle l’Herba (137-110 a.C.). Áreas de producción y
tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
Total
NMI
1
1
%
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
TOTAL
1
NMI
TOTALES
NMI
104
1
1
1
1
100
Figura 6.3.3. Calle l’Herba (138 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
[page-n-118]
análisis de los materiales
Figura 6.3.4. Calle l’Herba (138-110 a.C.). Conjunto de las ánforas.
De otras zonas tirrenas no campanas de la península italiana hay
un fragmento que supone el 7,14% de los que se ha podido establecer una zona de producción. Hay dos fragmentos del norte de
África (14,28%). Las llegadas de la Ulterior muestran una pieza
(7,14%) y las de la Citerior están igualmente representadas por
un ánfora ibérica. Las ebusitanas y las egeas no están presentes
y las siete indeterminadas suman el 33,33% del total de los fragmentos diagnosticables (tabla 6.3.7).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.3.8.
El NMI estimado asciende a 15. Procedentes del área vesubiana hay cinco fragmentos (fig. 6.3.5: HIERBA1-1040-3;
HIERBA1-1054-1 y 30, Anexo II: A-9) que implican un NMI
de dos piezas (13,33%). Hay también un ánfora Dressel 1 italiana
a la que no hemos sabido asignar un área más concreta que la
tirrena y que supone el 6,66% de los individuos estimados (fig.
6.3.5: HIERBA1-1048-1, Anexo II: H-15).
En este caso, las ánforas adriáticas son las mayoritarias
y representan el 20%. Hay dos bordes que corresponden a la
forma Lamboglia 2 (fig. 6.3.5: HIERBA1-1040-1, Anexo II: B-5;
HIERBA 1-1054-2) y un asa a la que no hemos asignado tipo
(fig. 6.3.5: HIERBA1-1048-2).
Las del norte de África presentan el mismo porcentaje que
las vesubianas (13,33%). Hay una Africana Antigua (fig. 6.3.5:
HIERBA 1-1061-5, Anexo II: C-22) y un asa que hemos clasificado como de tipología indeterminada. Las del sur de Hispania
están representadas por una única pieza que supone el 6,66% (fig.
6.3.5: HIERBA1-1061-6, Anexo II: D-14). La hemos clasificado
como una Ovoide 4 tanto por la pasta como por la cronología del nivel a que pertenece y por la ausencia de imitaciones
sudhispánicas de Dressel 1A entre las ánforas de la Valentia republicana, aunque no descartamos pudiera tratarse de una de estas
imitaciones.
Al igual que en los niveles de esta cronología tanto de l’Almoina como de Les Corts, las ánforas de Ibiza desaparecen de la
muestra. Sin embargo, sí se ha documentado un ánfora ibérica (fig.
6.3.5: HIERBA1-1061-4) aunque, por el contrario, no hay otras
que procedan del norte de la Citerior. Las egeas tampoco quedan
reflejadas. Las de origen incierto forman el mayor conjunto con
el 33,33% de los individuos estimados. La mayoría son asas (fig.
6.3.5: HIERBA1-1054-4, 7 y 9 y HIERBA1-1040-2, cuya pasta
probablemente sea de la Sicilia occidental, Anexo II: C-14), aunque
también contamos con un borde de Grecoitálica y otro de Dressel
1C (fig. 6.3.5: HIERBA1-1054-6), (figs. 6.3.6 y 6.3.7).
6.3.2.4. Calle l’Herba. Valoración de los fragmentos
diagnosticables
En total se han inventariado 34 fragmentos correspondientes a
bordes (12), asas (18) y pivotes (4). El sumatorio del NMI de
cada fase ofrece un resultado de 22 piezas (tablas 6.3.9 y 6.3.10).
Atendiendo al NMI, las ánforas de la bahía de Nápoles no son
las mayoritarias en este caso, suponen el 13,63% (tres piezas) y
están representadas las Grecoitálicas/Dressel 1 exclusivamente.
Tabla 6.3.7. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Tirreno indet.
Frags.
%
Adriático
N. África
Ulterior
Citerior
Subtotal
Indet.
Total
21
5
1
4
2
1
1
14
7
35,71
7,14
28,57
14,28
7,14
7,14
66,66
33,33
105
[page-n-119]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.3.8. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos
estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
2
1
1
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1
2
1
3
Total
4
1
5
NMI
2
13,33
TIRRENO INDET.
Dressel 1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
6,66
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
2
Adriática indet.
TOTAL
2
1
3
2
1
1
1
2
4
NMI
3
20
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
2
NMI
2
13,33
ULTERIOR
Ovoide 4
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
6,66
CITERIOR (trad. indígena)
A-1.2
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
6,66
INDETERMINADA
Grecoitálica
1
1
1
Dressel 1C
1
1
1
3
Indeterminadas
TOTAL
2
4
1
5
4
1
7
NMI
TOTALES
NMI
106
5
7
12
2
21
15
33,33
[page-n-120]
análisis de los materiales
Figura 6.3.5:. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Ánforas de los niveles de abandono.
Figura 6.3.6. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Distribución del número
total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología y
las áreas de producción identificadas.
Las adriáticas ofrecen un porcentaje mayor (18,18%). Entre ellas,
solamente hemos identificado la forma Lamboglia 2 en los niveles
posteriores a la destrucción. Por otra parte, un único fragmento,
que también fue recuperado en los niveles de abandono y supone
el 4,54%, representa al resto de ánforas italianas.
Las del norte de África/Sicilia occidental son el porcentaje
más elevado de las ánforas de la calle de l´Herba (27,27%) con
al menos seis piezas que fundamentalmente corresponden a la
forma Africana Antigua (22,72% del NMI) y básicamente se concentran en los niveles iniciales de la ciudad.
Las ánforas de la provincia Ulterior solamente están representadas por una Ovoide 4 (4,54%) de los niveles post-sertorianos.
Las ibéricas de la Citerior presentan igualmente un único ejemplar (4,54%) recuperado en los mismos niveles.
Los contenedores ebusitanos y egeos no aparecen en la muestra y los de procedencia indeterminada suman el 27,27% del
NMI, entre ellos hay una Grecoitálica y una Dressel 1C (4,54%
respectivamente).
Figura 6.3.7. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Representación gráfica
del número total de fragmentos diagnosticables en función de la
cronología y las áreas de producción identificadas.
A nivel general, también, en esta ocasión, las ánforas de
tradición latina o grecolatina son el mayor volumen de las importaciones de ánforas de la ciudad (41,17%), aunque los materiales
de la calle de l´Herba exponen que la relación respecto a los de
tradición púnica es muy similar (38,23%). En el nivel fundacional, las procedentes de los lugares de tradición púnica serían
absolutamente mayoritarias (tabla 6.3.11 y fig. 6.3.8).
107
[page-n-121]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.3.9. Calle l’Herba. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 22).
138 a.C.
137-135
134-110
109-75 74-27 Total frags.
%
Completas
Bordes
4
Asas
Pivotes
TOTAL
12
1
7
12
35,29
6
12
18
52,94
2
2
4
11,76
21
34
1
Tabla 6.3.10. Calle l’Herba. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción,
tipología y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Total
NMI
% NMI
2
3
2
9,09
3
3
1
4,54
5
6
3
13,63
Dressel 1
1
1
1
4,54
TOTAL
1
1
1
4,54
3
3
2
9,09
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
1
Dressel 1
TOTAL
1
TIRRENO INDET.
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Adriática indet.
1
1
2
2
9,09
TOTAL
1
4
5
4
18,18
1
11
5
22,72
1
1
1
4,54
2
12
6
27,27
Ovoide 4
1
1
1
4,54
TOTAL
1
1
1
4,54
A-1.2
1
1
1
4,54
TOTAL
1
1
1
4,54
Grecoitálica
1
1
1
4,54
Dressel 1C
1
1
1
4,54
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
9
1
Norte África indet.
TOTAL
9
1
ULTERIOR
CITERIOR
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
5
6
4
18,18
TOTAL
1
7
8
6
27,27
21
34
TOTALES
NMI
108
12
1
22
[page-n-122]
análisis de los materiales
Tabla 6.3.11. Calle l’Herba. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones
culturales a que pertenecen.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Total trad.
%
Latina
2
Púnica
9
Indígena
Egeo
Indeterminadas
1
1
12
14
41,17
3
13
38,23
TOTAL
12
1
1
1
2,94
5
6
17,64
21
34
Figura 6.3.8. Calle l’Herba. Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las
UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Figura 6.3.9. Calle l’Herba. Representación gráfica de la distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de la
cronología y las áreas de producción identificadas.
Las ánforas italianas suman el 35,25% de las importaciones
durante todo el período analizado (tabla 6.3.12 y fig. 6.3.9). De
ellas, la mayor parte arribaron del área de la bahía de Nápoles
(17,64%). Las de otros talleres tirrenos vuelven a ser minoritarias
(2,91%). A diferencia de lo que habíamos observado en los materiales procedentes de las excavaciones de Les Corts, las ánforas
adriáticas tienen aquí una importante representación, situándose
en un porcentaje muy similar al de las vesubianas (14,7%).
Por su parte, las del norte de África/Sicilia occidental
suman el mismo porcentaje que el conjunto de las llegadas
de Italia (35,29%), convirtiéndose en el grupo mayoritario
de las importaciones recuperadas en estas excavaciones.
Tanto las ánforas de la Ulterior como las de la Citerior son
muy minoritarias (2,91% respectivamente). Finalmente, el
conjunto de las ánforas de procedencia indeterminada suma
el 23,52%.
109
[page-n-123]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.3.12. Calle l’Herba. Distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología y las áreas de
producción identificadas.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
TOTAL
%
B. Nápoles
1
Adriático
1
Tirr. Ind.
N. África
9
Ulterior
Trad. indígena
Indet.
1
Total
12
1
5
6
17,64
4
5
14,7
1
1
2,91
2
12
35,29
1
1
1
2,91
1
1
1,91
7
8
23,52
21
34
6.4. CALLE ROQUE CHABÁS
6.4.1. estudio de los elementos no diagnosticables
Se llevaron a cabo cuatro campañas de excavaciones. Las dos primeras entre 1991 y 1992. Sin embargo, sólo en las dos últimas
aparecieron niveles y estructuras republicanas. Una se hizo en 1993
(Soriano, Ruiz y Martínez 1993) y la otra en 1994, (Soriano, Ruiz,
Martínez y López 1995). Se descubrieron dos fases muy significativas de la época republicana. Por una parte, encontramos niveles
y deposiciones correspondientes a los momentos fundacionales de
la ciudad, en particular una fosa votiva que probablemente es consecuencia de un banquete ritual (Ribera i Lacomba 2017a y b) Por
otra, inmediatamente encima, aparecen las primeras evidencias de
edificaciones sólidas correspondientes a una primera planificación
urbana y su evolución hasta el 76 a.C. Así pues, los niveles ubicados
entre estos momentos fundacionales y la destrucción han podido ser
agrupados en fases, por lo que el estudio de los materiales lo realizamos atendiendo a cada una de ellas. No hay signos evidentes de la
destrucción de la Guerra Sertoriana y la secuencia da un salto hasta
época augustea cuando la zona volvió a ser ocupada.
De estas excavaciones, hemos seleccionado para nuestro
estudio las dos últimas campañas ya que resultaron ser la más
significativas en cuanto a resultados y en ellas se recogía toda la
secuencia republicana conservada en el solar. Los acrónimos con
que se identifican estas actuaciones son 3ROC000 y 4ROC000.
En total se han inventariado 2464 fragmentos, lo cual supone
el 8,24% del material estudiado en este trabajo. De ellos el
90,05% correspondían a fragmentos de cuerpo o de cuello y se
estima un N.M.I. de 174 ánforas (a este NMI se ha llegado tras la
cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas siguientes), (tabla 6.4.1).
En la tabla 6.4.2 y en la figura 6.4.1 se puede obtener una visión
general de las tradiciones cuñturales a que èrtenecen las importaciones.(tabla 6.4.2 y fig. 6.4.1):
Nuevamente, las importaciones desde de las áreas de tradición latina son mayoritarias llegando a sumar el 65,34% de los
fragmentos de pared, mientras que las de tradición púnica suponen el 26,27% y fueron ligeramente superiores en los momentos
más próximos a la fundación. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena no alcanzan el 1% y las indeterminadas representan el
8,2% de la muestra obtenida en estas las excavaciones.
En cuanto a las áreas de producción identificadas, los resultados
por fases cronológicas de pueden observar en la tabla 6.4.3. Hemos
añadido un apartado (Tradición púnica indeterminada) que recoge
producciones tanto del norte de África, como de la zona del estrecho de Gibraltar y, probablemente también, de Sicilia occidental.
Tabla 6.4.1. Calle Roque Chabás. Número total de
fragmentos (NMI: 174).
Fragmentos
Completa
Borde
Asa
%
1
0,04
149
6,47
69
2,8
Pivote
26
1,05
Pared
2219
90,05
TOTAL
2464
Tabla 6.4.2. Calle Roque Chabás. Número de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE a que pertenecen y a los
lugares de producción.
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
110
Grecolatina
Púnica
217
661
64
404
240
221
48
50
104
1450
65,34
24
583
26,27
Indígena
Indet.
TOTAL
1
51
56
11
47
508
940
123
502
1
4
0,18
17
182
8,2
146
2219
2
[page-n-124]
análisis de los materiales
Figura 6.4.1. Calle Roque Chabás.
Representación gráfica del número de
fragmentos de pared relacionados con la
cronología de las UUEE a que pertenecen y
a los lugares de producción.
En lo relativo a las áreas de producción, el dominio de las campanas es evidente y suponen más de la mitad de todos los fragmentos
(53,8%). Las fabricadas en las costas adriáticas alcanzan el 11,22%
y se sitúan como el segundo grupo en importancia, no superando en
ningún momento a las de Campania. Por su parte, las de otras áreas
de producción italianas solamente son el 0,18%.
Los fragmentos procedentes del norte de África representan el
9,41% y llegaron a ser superiores a las adriáticas en los momentos
fundacionales. Las llegadas desde Ibiza representan el 5,85% y fueron
constantes durante todo el período, aunque parecen mostrar mayor significación en los momentos de consolidación urbana (134-110 a.C.).
Por su parte, los de la Ulterior, que suman el 1,08%, sólo parecen
tener importancia en los momentos más próximos a la fundación. Las
de tradición indígena están muy poco representadas (1,08%) y no las
encontramos ni en los niveles fundacionales ni en los del cambio de
siglo. Las ánforas egeas aparecen en los fundacionales y augusteos,
siendo las más minoritarias de todas y sumando un total de 0,13%. Los
de procedencia indeterminada suman el 8,2% (fig. 6.4.2).
Figura 6.4.2. Calle Roque Chabás. Fragmentos de pared. Representación gráfica de la distribución por zonas de producción y cronología.
Tabla 6.4.3. Calle Roque Chabás. Fragmentos de pared. Distribución por zonas de producción y cronología.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
N. África
Ulterior
Ibiza
Trad. indíg.
Trad. púnica
Egeo
Indet.
TOTAL
137-135 a.C.
149
1
66
94
10
21
115
1
51
508
134-110
525
136
72
8
71
2
70
56
940
109-95
48
3
13
19
94-76
381
75-27 26-13 d.C.
91
15
23
11
3
16
1
20
11
13
3
8
1
11
123
47
502
14
2
17
146
TOTAL
1194
4
249
209
24
130
4
220
3
182
2219
%
53,8
0,18
11,22
9,41
1,08
5,85
0,18
9,91
0,13
8,2
111
[page-n-125]
las ánforas de valentia romana republicana
6.4.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.4.2.1. Las fases fundacionales (137-135 a.C.)
Correspondientes a estos momentos hay un total de 33 fragmentos
diagnosticables. De ellos ha sido posible identificar el origen a 31
(93,93%) y sólo dos han permanecido en el grupo de indeterminados (tabla 6.4.4). La mayor parte, el 41,93%, fueron fabricados
en la zona de la bahía de Nápoles; un 9,67% en las costas adriáticas italianas y sólo un 3,22% proceden de otras áreas italianas.
Las llegadas desde el norte de África suman un 38,7%, aunque debemos tener en cuenta que probablemente algunas de
las ánforas representadas pudieron hacerlo desde la Sicilia de
tradición púnica. Un único fragmento, que supone el 3,22%,
representa a las producciones de la Ulterior e, igualmente, sólo
un fragmento procede del Mediterráneo oriental.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.4.5.
El NMI estimado para esta fase asciende a 23. A diferencia
de lo que mostraba el número de fragmentos de pared, en función del NMI de los que sí la tienen, las ánforas procedentes del
área vesubiana no son las más representadas. Suman el 26,08%
frente a un 43,47% de las que llegaron del norte de África/Sicilia occidental.
Las vesubianas son el 37,5%, con dominio de las Grecoitálicas/Dressel 1A (fig. 6.4.3: 4ROC000-2479-29, 31 y 32) seguidas
de las Grecoitálicas (fig. 6.4.3: 4ROC000-2470-1 y 4ROC0002479-28). También hay un ánfora que hemos clasificado como
Dressel 1A dada la cronología y el hecho de que su pasta fuera
claramente campana (fig. 6.4.3: 4ROC000-2470-11), aunque
mantenemos reservas sobre la tipología pues morfológicamente
resulta anómala entre este tipo de producciones.
Procedentes de las costas adriáticas únicamente hay tres fragmentos diagnosticables que implican el 13,04%. Uno de ellos
es el borde de un ánfora Grecoitálica, otro corresponde al de
una Apani I (fig. 6.4.3: 4ROC000-2479-43) y un tercer fragmento es un asa de tipología indeterminada. De otros lugares
de la península italiana sólo hay un borde de ánfora Grecoitálica que representa el 4,34% (fig. fig. 6.4.3: 4ROC000-2479-30,
Anexo II: A-23).
Como ya hemos indicado las norteafricanas, entre las que probablemente también se incluyen ánforas sicilianas, son el grupo de
mayor importancia con una representación del 43,47%. La mayor
parte son Africanas Antiguas (siete) (fig. 6.4.3: 4ROC000-247936; 4ROC000-2479-37, Anexo II: C-16 y 4ROC000-2479-38 a
41, Anexo II: C-7 y 4ROC000-2470-13), también hay un borde
del tipo T-7.4.2.1 (fig. 6.4.3: 4ROC000-2410-1, Anexo II: C-5)
y tres asas y un pivote que hemos mantenido como de tipología
indeterminada.
Por su parte, las del sur de Hispania están muy escasamente
representadas por una única pieza del tipo T-9.1.1.1 (fig. 6.4.3:
4ROC000-2410-2) que supone el 4,34% del conjunto. El mismo
porcentaje presentan las ánforas egeas con un fragmento de asa
Rodia (fig. 6.4.3: 4ROC-2749-42). Finalmente, las de origen
incierto (fig. 6.4.3: 4ROC000-2414-1, Anexo II: H-22) representan, asimismo, el 4,34% de los individuos estimados (figs.
6.4.4 y 6.4.5).
Figura 6.4.3. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Ánforas procedentes de los niveles fundacionales.
112
[page-n-126]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.4. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total
de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ulterior
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
13
3
1
12
1
1
31
2
33
41,93
9,67
3,22
38,7
3,22
3,22
93,93
6,06
Tabla 6.4.5. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo
de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
2
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1A
1
TOTAL
5
5
5
3
3
2
2
10
3
1
1
13
NMI
6
26,08
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,34
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
1
1
Apani I
1
1
1
1
1
1
1
3
Adriát. indet.
TOTAL
2
NMI
3
13,04
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
7
T-7.4.2.1
1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
8
7
7
1
1
3
1
4
2
3
1
12
NMI
10
43,47
ULTERIOR
T-9.1.1.1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,34
EGEO
Rodia
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,34
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
1
2
TOTAL
1
1
2
NMI
TOTALES
NMI
1
1
18
11
4
4,34
33
23
113
[page-n-127]
las ánforas de valentia romana republicana
6.4.2.2. Consolidación urbana (134-110 a.C.)
Figura 6.4.4. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
6.4.5. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
En los niveles fechados en esta cronología hay un total de 123
fragmentos diagnosticables (tabla 6.4.6). A 115 les ha sido posible
asignar un área de fabricación (93,49%) y sólo un 6,5% ha permanecido en el grupo de origen indeterminado. La mayor parte
de los fragmentos cuyo origen se ha establecido se fabricaron en
la bahía de Nápoles (56,52%). Los adriáticos suponen el segundo
grupo en representatividad (13,91%) y un 6,08% arribaron desde
otros puntos de Italia no concretados.
Las del norte de África, y probablemente también de Sicilia, presentan el mismo porcentaje que las adriáticas, mientras
que las ebusitanas sólo son el 1,73%. En estos niveles, las ánforas procedentes de la Ulterior cobran una relativa importancia,
situándose en el 4,34% y las egeos tienen una presencia significativa del 3,47%.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.4.7.
El NMI estimado es de 76 ánforas. La mayor parte (treinta
y una), el 40,78% del NMI, fueron fabricados en la zona de la
bahía de Nápoles. Veintitrés de ellas las hemos adscrito al grupo
de las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.4.6: 4ROC000-2407-10;
4ROC000-2407-17 a 19; 4ROC000-2436-1 y 6). Otras dos, son
de tipología claramente Grecoitálica (fig. 6.4.6: 4ROC000-240720 y 21, Anexo II: A-2). También hay cinco Dressel 1A (fig. 6.4.6:
4ROC000-2373-4) y un ánfora clasificada como Dressel 1B (fig.
6.4.6: 4ROC000-2428-1).
De otras zonas tirrenas de la península italiana procede un
9,21% de las ánforas. La mayoría (cinco) son Grecoitálicas (fig.
6.4.6: 4ROC000-2390-3, Anexo II: A-29; 4ROC000-2403-1,
Anexo II: A-22; 4ROC000-2407-22, Anexo II: A-20; 4ROC0002436-2 y 4ROC000-2335-3, Anexo II: A-21) y dos podrían
incluirse en el grupo de las Dressel 1A (fig. 6.4.6: 4ROC0002407-7 y 4ROC000-2390-1, Anexo II: A-28).
De las costas adriáticas italianas se han identificado al menos
diez piezas (el 13,15% del NMI). La mayoría de los bordes inventariados son de Grecoitálicas (fig. 6.4.6: 3ROC000-1549-0347,
Anexo II: B-18; 4ROC000-2373-1 y 3), aunque también hay uno
que podemos atribuir a la forma Apani II (fig. 6.4.6: 4ROC0002373-2, Anexo II: B-7) y una que puede identificarse como
Lamboglia 2 (fig. 6.4.6: 4ROC000-2390-2). El resto son asas y
pivotes a los que no hemos asignado tipo.
Del norte de África proceden quince ánforas (19,73%), aunque probablemente alguna de ellas fuera fabricada en Sicilia.
Hay variedad de tipos. Las más representadas, con al menos
seis piezas, son las Africanas Antiguas (fig. 6.4.7: 4ROC0002335-1; 4ROC000-2390-4 y 5, Anexo II: D-6; 4ROC000-2407-4;
4ROC000-2407-12, Anexo II: C-18 y ROC000-2347-1, Anexo
II: C-19). Les sigue en representación el tipo T-7.4.2.1 con
un mínimo de cuatro ánforas (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-3;
Tabla 6.4.6. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total
de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
114
Adriático
Tirreno Indet
N. África
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
123
65
16
7
16
5
2
4
115
8
56,52
13,91
6,08
13,91
4,34
1,73
3,47
93,49
6,5
[page-n-128]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.7. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
Dressel 1B
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Apani II
Adriát. indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Grecohelenística
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-9.1.1.1
¿Ovoide?
TOTAL
NMI
IBIZA
T-8.1.3.2
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
Cos
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Trad. pún. indet.
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
2
22
5
1
30
Asa
Pivote
Completa
26
8
1
26
8
1
Total
NMI
2
57
5
1
65
2
23
5
1
31
5
2
7
5
2
7
6
1
5
5
5
1
1
9
16
4
5
1
7
4
2
1
1
1
16
1
1
4
1
5
1
2
2
3
1
4
2
3
1
2
3
1
2
5
8
1
1
2
39
16
1
3,94
1
1
2
4
67
2,63
2
1
3
1
5,26
2
2
3
1
4
19,73
3
1
4
2
2
13,15
6
4
2
1
1
1
15
3
1
4
9,21
4
1
1
4
10
6
4
2
1
1
1
15
40,78
5
2
7
4
1
1
% NMI
5,26
123
76
115
[page-n-129]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.4.6. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Ánforas italianas.
4ROC000-2407-13, Anexo II: C-2; 4ROC000-2436-4 y
4ROC000-2369-1). Además, hay dos T-7.4.3.1 (fig. 6.4.7:
4ROC000-2407-6, Anexo II: C-12 y 4ROC000-2407-14, Anexo
II: C-13), una T-7.4.4.1 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2436-5, Anexo II:
C-6) y una T-7.7.1.1 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-2). Asimismo,
existe un ánfora de tipología grecohelenística cuya pasta es similar a algunas producciones de la Sicilia occidental y que también
hemos incluido en este apartado (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-23,
Anexo II: C-17).
Las ánforas de Ibiza representan el 2,63% y solamente se ha
reconocido el tipo T-8.1.3.2 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2740-1, Anexo
II: E-2). Las sudhispánicas son el 5,26%. La mayor parte de ellas
son T-9.1.1.1 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-9 y 15; 4ROC000-2436-3
y 4ROC000-2335-2). Además, también hay un ánfora de tipología incierta pero cuya pasta procede claramente del valle del
Guadalquivir. Quizás pueda corresponder a algún tipo de ánfora
ovoide, aunque por cronología sería más adecuado incluirla entre
las Dressel 1A sudhispánicas (fig. 6.4.7: 4ROC000-2390-5, (Anexo
II: D-6). Las egeas están representadas al menos por tres piezas
(3,94%). Dos corresponden a ánforas Rodias (fig. 6.4.7: 3ROC0001591-3) y la otra a una de Cos (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-16,
Anexo II: F-10).
116
Por otra parte, las de origen indeterminado representan el 5,26%.
De las cuatro que como mínimo hay, dos las hemos mantenido
como de tipología indeterminada (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-8 y
4ROC000-2428-3), otra podría corresponder a una Dressel 1A, aunque no sin dudas (fig. 6.4.7: 4ROC000-2428-2), (figs. 6.4.8 y 6.4.9)
6.4.2.3. Período de monumentalización urbana (109-95 a.C.)
Hay un total de 24 fragmentos diagnosticables y a todos ellos
les ha sido posible asignar un área de fabricación. El grueso del
material procede de Italia (87,93%). De ellas, el 62,5% fueron
manufacturadas en la zona de la bahía de Nápoles, el 20,83%
procede de las costas adriáticas italianas y sólo 4,16% es de origen incierto, pero italiano.
En cuanto a las llegadas del norte de África suponen el 8,33%
de las formas identificadas. No se han documentado ebusitanas,
sudhispánicas o ibéricas de tradición indígena. Sin embargo, sí
hay una representación de las egeas, que equivale al 4,16% de
las formas contabilizadas (tabla 6.4.8).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.4.9.
[page-n-130]
análisis de los materiales
Figura 6.4.7. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Ánforas africanas, de Ibiza, sudhispánicas, egeas y de procedencia indeterminada.
Figura 6.4.8 Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
El NMI establecido es de 22 ánforas. Las fabricadas en la
zona de la bahía de Nápoles dominan sobre el resto de las producciones, llegando a sumar más de la mitad del NMI (59,09%).
Aunque una de ellas, con titulus pictus, la hemos incorporado al
grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1 por lo abierto del borde (fig.
6.4.10: 3ROC000-1580-3), la mayor parte son del tipo Dressel
1A (once) y también hay una Dressel 1B.
Las adriáticas, con un 22,72%, son menos de la mitad que las
vesubianas y la mayoría (cuatro) son Apani I. Finalmente, hay
un único ejemplar que representa, con el 4,54%, a otras áreas de
producción italianas que no hemos sido capaces de establecer
(fig. 6.4.10: 4ROC000-2345-1).
El grupo de las ánforas norteafricanas es bajo en comparación con otras intervenciones (9,09%). Solamente están reflejadas
las Africanas Antiguas (fig. 6.4.10: 4ROC000-2345-2, Anexo II:
C-21). Finalmente, hay un sello rodio en representación de las
ánforas egeas que supone el 4,54% (fig. 6.4.10: 3ROC000-161241), (figs. 6.4.11 y 6.4.12).
117
[page-n-131]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.4.10. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Ánforas italianas,
norteafricanas y egeas.
Tabla 6.4.9. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Áreas de producción
y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
Figura 6.4.9 Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
Borde Asa Total NMI % NMI
1
1
1
Dressel 1A
Dressel 1B
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Apani I
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
TOTAL
NMI
11
1
13
11
3
15
11
1
TOTALES
NMI
21
2
2
13
1
1
1
1
1
4
5
1
4
5
2
2
2
2
1
1
1
2
1
1
3
59,09
1
1
4,54
1
4
5
2
1
24
22,72
9,09
4,54
22
Tabla 6.4.8. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
118
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
24
15
5
1
2
1
24
0
62,5
20,83
4,16
8,33
4,16
100
0
[page-n-132]
análisis de los materiales
Figura 6.4.11. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
6.4.2.4. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
Figura 6.4.12. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
En total se han contabilizado 39 fragmentos diagnosticables
correspondientes a esta cronología. Se ha establecido el origen
al 82,05% y solamente siete, el 17,94%, ha permanecido en el
grupo de las de procedencia incierta. El grueso de las que se
ha establecido el origen llegó de Italia (96,87%). Entre ellas,
la mayor parte de los fragmentos son de la zona de la bahía de
Nápoles (78,12%) mientras que los del adriático representan el
12,5% y los de otros lugares de Italia suman el 6,25%. Solamente
una pieza sudhispánica representa el 3,12% restante del conjunto
(tabla 6.4.10).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado los niveles que conforman lo que sabemos de este
período se pueden observar en la tabla 6.4.11.
Como hemos indicado anteriormente, los niveles de destrucción del 75 a.C. no fueron específicamente identificados en
la memoria de las excavaciones. Probablemente, alguno de los
materiales que incluimos en este apartado corresponda a rellenos
que tengan que ver con aquel episodio.
Se ha estimado un NMI de 33 ánforas. La mayor parte se
fabricaron en la bahía de Nápoles (57,57%). Dos de ellas tienen
rasgos que permiten incluirlas en el grupo de las Grecoitálicas
(fig. 6.4.13: 4ROC000-2374-2), aunque la mayoría (diez) se adscribe al grupo de las Dressel 1A (fig. 6.4.13: 4ROC000-2359-7 y
11, Anexo II: A-8, 4ROC000-2427-1). También hay una Dressel
1B y tres bordes del tipo Dressel 1C (fig. 6.4.13: 4ROC0002359-1 y 4, 4ROC000-2318-1).
Cuatro fragmentos adriáticos suponen el 12,12% del
NMI. Uno pertenece a un borde de ánfora Grecoitálica (fig.
6.4.13: 4ROC000-2359-8, Anexo II: B-6), otros dos a ánforas del tipo Lamboglia 2; uno de ellos con sello (fig. 6.4.13:
4ROC000-2318-2 y 4, Anexo II: B-8), y el cuarto a un sello
sobre el asa de un ánfora Apani II (fig. 6.4.13: 4ROC0002318-3, Anexo II: B-3). De otras zonas italianas existen dos
bordes de Dressel 1C que representan el 6,06% del NMI (fig.
6.4.13: 4ROC000-2359-3, Anexo II: A-19 y 4ROC000-23595, Anexo II: A-31).
No se ha identificado ningún fragmento diagnosticable del
norte de África, de Ibiza, de la Citerior o del Egeo. Únicamente,
un fragmento de borde T-9.1.1.1 es de la Ulterior y supone el
3,03%.
El grupo de origen indeterminado suma el 21,21%. Entre
ellas hay dos Dressel 1A (fig. 6.4.13: 4ROC000-2359-6 y
4ROC000-2359-9, Anexo II: H-27), tres Dressel 1C (fig.
6.4.13: 4ROC000-2359-2; 4ROC000-2359-12, Anexo II: H-3
y 4ROC000-2359-13, Anexo II: H-2) y otras dos de tipología
incierta (fig. 6.4.13: 4ROC000-2359-10 y 4ROC000-2374-1,
Anexo II: H-5), (figs. 6.4.14 y 6.4.15).
Tabla 6.4.10. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
Tirreno indet.
Ulterior
Subtotal
Indet.
Total
39
25
4
2
1
32
7
78,12
12,5
6,25
3,12
82,05
17,94
119
[page-n-133]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.4.11. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
1
3
2
7
7
3
1
11
10
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
2
Dressel 1
Dressel 1A
10
Dressel 1B
1
1
1
Dressel 1C
3
3
3
TOTAL
16
8
1
25
NMI
19
57,57
TIRRENO INDET.
Dressel 1C
2
2
TOTAL
2
2
NMI
2
2
6,06
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
1
1
Lamboglia 2
2
2
2
1
1
1
1
4
Apani II
TOTAL
3
NMI
4
12,12
ULTERIOR
T-9.1.1.1
1
1
TOTAL
NMI
1
1
1
1
3,03
INDETERMINADA
Dressel 1A
2
2
2
Dressel 1C
3
3
3
Indeterminadas
2
2
2
TOTAL
7
7
NMI
TOTALES
NMI
120
7
29
9
1
39
33
21,21
[page-n-134]
análisis de los materiales
Figura 6.4.13. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Ánforas italianas y de origen indeterminado.
6.4.2.5. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
Se han contabilizado 26 fragmentos diagnosticables. A veintidós les ha sido posible asignar un origen (84,61%) y sólo
cuatro han permanecido en el grupo de origen indeterminado
(15,38%).
Entre los identificados, la mayor parte (40,09%) procede
de las costas adriáticas italianas; un 31,81% es de origen campano, y únicamente un 4,54% fue fabricado en otros lugares
de Italia. Por otra parte, hay una representación significativa
de las ánforas sudhispánicas (13,63%). Las de la Citerior-Tarraconensis, así como las de Ibiza no aparecen en la muestra
y dos fragmentos diagnosticables representan a las egeas con
un 9,09% de las importaciones cuyo origen ha sido establecido (tabla 6.4.12).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado en los niveles de este período se pueden observar en
la tabla 6.4.13.
El NMI estimado es de 20 ánforas. De entre ellas, las que
proceden del área de la bahía de Nápoles suman el 25% y hay
representadas dos ánforas del tipo Dressel 1A y otras dos del
Dressel 1C (fig. 6.4.16: 2285-3 y 5).
En este caso, las arribadas de las costas adriáticas son las mayoritarias
con una representación del 35% distribuido entre cuatro bordes de ánforas Lamboglia 2 (fig. 6.4.16: 4ROC000-2285-1 y 4, 4ROC000-2326-1)
Figura 6.4.14. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
121
[page-n-135]
las ánforas de valentia romana republicana
y tres pivotes que hemos mantenido como de tipología indeterminada.
De otros lugares de Italia solamente hay un borde de Dressel 1B (fig.
6.4.16: 4ROC000-2285-6, Anexo II: A-27) que representa el 5%.
Las ánforas sudhispánicas suponen el 10%. Al menos hay una
T-7.4.3.3 (fig. 6.4.16: 4ROC000-2326-2 y 3, Anexo II: D-5) y una
Ovoide 1 de aspecto muy singular por cuanto presenta el borde
recto y pudiera corresponder a una variante del tipo (fig. 6.4.16:
4ROC000-2285-8). Por su parte, las egeas tienen el mismo porcentaje de representación y se han identificado un ánfora de Cos (fig.
6.4.16: 4ROC000-2285-9, Anexo II: F-11) y un borde que pudiera
pertenecer, bien a un ánfora de Chíos o bien de Cnidos IIG (fig.
6.4.16: ROC000-2285-7, Anexo II: F-6).
Finalmente, las ánforas de origen indeterminado constituyen el 15% del NMI. Entre ellas hay un asa de Dressel 2/4 y dos
bordes que no hemos reconocido (fig. 6.4.16: 4ROC000-23264, Anexo II: H-10 y 4ROC000-2285-2, Anexo II: H-6), (figs.
6.4.17 y 6.4.18).
6.4.2.6. Calle Roque Chabás. Valoración de los elementos
diagnosticables
Figura 6.4.15. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
En total se han inventariado 245 fragmentos correspondientes a bordes (149), asas (69) y pivotes (26). El sumatorio del NMI de cada
fase ofrece un resultado de 174 piezas (tablas 6.4.14 y 6.4.15).
Atendiendo al NMI, las ánforas de la bahía de Nápoles son
las mayoritarias y suponen el 42,52% (setenta y cuatro piezas).
Buena parte se encuadran en el grupo de transición entre las
Grecoitálicas y las Dressel 1 (con un NMI de veintisiete piezas que representan el 15,51%, y se encuentran en los niveles
entre el 137 y el 110 a.C.). Las ánforas Dressel 1A son el tipo
mayoritario con el 16,66% del NMI y están concentradas entre
el 109 y el 76 a.C. También hay una ligera presencia de los tipos
Dressel 1B (1,72%) y Dressel 1C (2,87%) visible solamente a
partir del 110 a.C.
Figura 6.4.16. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Ánforas italianas, sudhispánicas, egeas y de procedencia indeterminada.
122
[page-n-136]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.12. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número
total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
Bética
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
7
9
1
3
2
22
4
26
31,81
40,9
4,54
13,63
9,09
84,61
15,38
Frags.
%
Tabla 6.4.13. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo
de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
2
1
3
1
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
2
2
2
Dressel 1C
2
2
2
TOTAL
4
2
1
7
NMI
5
25
TIRRENO INDET.
Dressel 1B
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
5
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
4
Adriát. indet.
TOTAL
4
4
4
3
2
3
5
2
3
9
NMI
7
35
BÉTICA
T-7.4.3.3
1
Ovoide 1
1
TOTAL
2
1
1
2
1
1
1
3
NMI
2
10
EGEO
Chíos/Cnidos II G
1
Cos
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
2
NMI
2
10
INDETERMINADA
Dressel 2/4
1
1
1
2
Indeterminadas
2
1
3
TOTAL
2
2
4
NMI
TOTALES
NMI
3
14
7
5
15
26
20
123
[page-n-137]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.4.17. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.4.18. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Tipologías de
los fragmentos diagnosticables.
El conjunto de las adriáticas representa un 16,66% del
NMI. Entre ellas, las Grecoitálicas, con un mínimo de seis
individuos fundamentalmente recuperados de los niveles del
137-110 a.C., suman el 3,44%. El grupo mayoritario (ocho
piezas) está formado por ánforas Lamboglia 2 (4,49%) visibles
a partir del 134-110 a.C., pero sobre todo en época augustea. También se documentan las formas Apani I y II (2,87%
y 1,14% respectivamente), las cuales se encuentran entre el
137 y el 76 a.C.
Las de otros lugares de Italia tienen una representación del
6,89%. Están en los niveles fechados entre el 137 y el 76 a.C., y el
tipo más representado con seis ejemplares (3,44%) es el Grecoitálico en los niveles datados entre el 137 y el 110 a.C.
Las ánforas del norte de África representan el 15,51% del
NMI con al menos veintisiete piezas. Todas ellas se concentran en los niveles fechados entre el 137 y el 109 a.C. En su
mayoría son de la forma Africana Antigua (8,62% del NMI),
aunque existe una variedad importante de tipos entre los que
el T-7.4.2.1 es el más significativo con cinco piezas (2,87%)
situadas entre el 137 y el 110 a.C. Las otras tipologías representadas (T-7.4.3.1; T-7.4.4.1 y T-7.7.1.1) sólo aparecen en
los niveles del 134-110 a.C. con dos ejemplares la primera
(1,14%) y uno las otras dos (0,57% cada una de ellas). Por
otra parte, en este grupo también hemos incluido un ánfora de
tipología grecohelenística (0,57%) cuya pasta es claramente
norteafricana o de la Sicilia occidental y fue igualmente descubierta en los niveles del 134-110 a.C.
Las ánforas de la provincia Ulterior son el 4,59%. El tipo
más representado, con al menos cinco piezas, es el T-9.1.1.1
(2,87%), la mayor parte recuperadas en los niveles del 134110 a.C. Hay también un ánfora procedente de estos niveles
cuya tipología podría corresponder a un tipo de ánfora “ovoide
precoz” del Guadalquivir (0,57%). En época augustea encontramos al menos un ánfora T-7.4.3.3 (0,57%) y una Ovoide 1
(0,57%) procedentes de la Baetica.
Tal y como ya apuntaban los fragmentos de pared, las ánforas ebusitanas no son significativas entre los materiales de Roque
Chabás. En total se han contabilizado dos piezas T-8.1.3.2 que
suponen un 1,14% del NMI y ambas se recuperaron de los niveles del 134-110 a.C.
Las egeas, siendo las minoritarias, tienen no obstante una
representación significativa del 4,02%. Al menos hay cuatro
ánforas Rodias en los niveles fechados entre el 137-95 a.C.
que significan el 2,29% del NMI. Asimismo, hay un mínimo
de dos ánforas de Cos (1,14%). Una de ellas procede de los
niveles del 134-110 a.C. y la otra de los de época augustea,
de donde también se recuperó un ánfora cuya tipología podría
corresponder bien a un ánfora de Chíos o bien a una Cnidia
IIG (0,57%).
Tabla 6.4.14. Calle Roque Chabás. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 174).
138 a.C.
Completas
Bordes
Asas
Pivotes
TOTAL
124
137-135
18
11
4
33
134-110
1
67
39
16
123
109-95
94-76
21
3
29
9
1
39
24
75-27
26-14 d.C
14
7
5
26
Total frags.
1
149
69
26
245
%
0,4
60,81
28,16
10,61
[page-n-138]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.15. Calle Roque Chabás. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción,
tipología y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./ Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Apani I
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Grecohelenística
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR/BÉTICA
T-9.1.1.1
T-7.4.3.3
¿Ovoide?
Ovoide 1
TOTAL
IBIZA
T-8.1.3.2
TOTAL
EGEO
Rodia
Chíos/Cnidos IIG
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 1C
Dressel 2/4
Trad. pún. indet.
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
2
10
2
57
1
1
5
1
11
3
13
65
15
1
5
2
1
1
7
1
5
1
1
1
3
7
1
1
9
16
1
1
4
5
2
4
12
7
4
2
1
1
1
16
2
1
4
94-76
7
11
1
3
25
3
2
2
7
1
2
2
1
1
2
4
1
4
1
5
26-14 d.C.
3
1
1
75-27
1
5
9
2
1
3
2
2
1
3
1
1
1
4
1
1
2
2
2
5
8
33
123
1
1
2
2
3
24
Total
NMI
% NMI
7
68
10
30
5
5
125
6
27
4
29
3
5
74
3,44
15,51
2,29
16,66
1,72
2,87
42,52
6
3
1
2
12
6
3
1
2
12
3,44
1,72
0,57
1,14
6,89
7
8
5
2
15
37
6
8
5
2
8
29
3,44
4,59
2,87
1,14
4,59
16,66
16
5
2
1
1
1
4
30
15
5
2
1
1
1
2
27
8,62
2,87
1,14
0,57
0,57
0,57
1,14
15,51
6
2
1
1
10
5
1
1
1
8
2,87
0,57
0,57
0,57
4,59
2
2
2
2
1,14
1,14
5
1
2
8
4
1
2
7
2,29
0,57
1,14
4,02
3
3
1
1
7
15
1,72
1,72
0,57
0,57
4,02
8,62
2
7
3
4
3
3
1
2
12
21
39
26
245
1
174
125
[page-n-139]
las ánforas de valentia romana republicana
Las de procedencia indeterminada suman el 8,62% del NMI,
entre ellas hay tres Dressel 1A, otras tres Dressel 1C (1,72% respectivamente), una Dressel 2/4 (0,57%), una de tradición púnica
(0,57%) y siete indeterminadas (4,02%).
A nivel general, según el registro de los fragmentos diagnosticables de Roque Chabás, observamos que las ánforas de
tradición latina o grecolatina representan el mayor volumen
de las importaciones de ánforas de la ciudad (71,02%) frente
a las fabricadas en lugares de tradición púnica (17,41%) y las
egeas (3,26%). Según estas intervenciones, en los niveles más
cercanos a la fundación (137-135 a.C.), la relación entre las
importaciones de zonas de influencia cultural grecolatina y
púnica es mucho más estrecha y prácticamente fueron equiparables (tabla 6.4.16 y fig. 6.4.19).
Las ánforas italianas suman el 70,01% de las importaciones
durante todo el período republicano. De ellas, la mayoría se fabricaron en área de la bahía de Nápoles (50,02%). El porcentaje de las
manufacturadas en las costas adriáticas italianas es muy similar al
que apuntaban las excavaciones de Les Corts y se sitúa en el 15,1%,
mientras que las fabricadas en otros lugares de Italia vuelven a ser,
entre las italianas, las minoritarias con un 4,89%.
Por su parte, las ánforas procedentes del norte de África/
Sicilia occidental suman un 12,24%, una proporción muy por
debajo de lo que se muestra en otras intervenciones estudiadas
como las de la calle de l’Herba. Asimismo, las ebusitanas apenas
están presentes, y sólo antes del cambio de siglo, con un 0,81%
de los fragmentos.
Las de la Ulterior tampoco son muy significativas desde el
punto de vista cuantitativo (4,08%). Fueron importantes sobre todo
antes del cambio de siglo y en el período augusteo. Las de la Citerior e ibéricas de tradición indígena no aparecen en la muestra y las
egeas, con un 3,26% de los fragmentos diagnosticables, suponen
un porcentaje algo más importante que en las otras excavaciones
estudiadas y fueron especialmente relevantes antes del 100 a.C. Por
su parte, el conjunto de las ánforas de procedencia indeterminada
suma el 8,57%. (tabla 6.4.1.7 y fig. 6.4.20).
Figura 6.4.19. Calle Roque Chabás. Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología
de las UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 6.4.16. Calle Roque Chabás. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones
culturales a que pertenecen.
Latina
Púnica
137-135
17
134-110
88
109-95
94-76
Indígena
Egeo
Indet.
Total fase
13
1
2
33
23
4
8
123
21
2
1
31
1
17
3
138 a.C.
24
7
39
4
26
245
75-27
26-14 d.C.
Total tradición
%
126
2
174
42
8
21
71,02
17,41
3,26
8,57
[page-n-140]
análisis de los materiales
Tanto los fragmentos no diagnosticables como los que sí lo son
ofrecen gráficas muy similares en cuanto a las áreas de fabricación
de las ánforas. La mayor diferencia se encuentra en la relación entre
las adriáticas y las norteafricanas en la fase que abarca del 134 al 110
a.C. Si bien los fragmentos de pared indicaban que aquellas fueron
superiores, los elementos diagnosticables parecen equiparar las ánforas
llegadas del norte de África a las de las costas adriáticas (fig. 6.4.21).
6.5. CALLE SABATERS-CISNEROS
Las excavaciones se llevaron a cabo durante 1998 en un solar
ubicado entre la calle Sabaters n.º 9 y la Plaza del Cardenal Cisneros n.º 6; en la zona noroeste de la ciudad republicana (Serrano
2000a; 2000b y 1998). Se trata de una de las escasas actuaciones
en las que también se llegó hasta los niveles arqueológicamente
estériles de la ciudad de Valencia en una superficie de 777 m2. Esta
circunstancia permitió observar la secuencia de época republicana.
El acrónimo con el que se identificó la intervención es 2SABCIS.
Los restos más antiguos corresponden a una gran fosa interpretada por sus excavadores como una cantera de arcilla para
la construcción de las tapias de las primeras construcciones de
la zona. Por su parte, las evidencias constructivas más antiguas
documentadas fueron interpretadas como áreas de hábitat efímeras o provisionales relacionadas con barracones de los primeros
pobladores de la ciudad (Serrano 2000b: 81). Sin embargo, más
recientemente todo el conjunto se ha reinterpretado como un
área sacra, cuyo origen probablemente fuera indígena (Ribera i
Lacomba 2014a: 78), que perduró hasta su destrucción producida
durante las Guerras Sertorianas. Las ánforas de los niveles de destrucción ya fueron estudiadas en un artículo específico (Ribera i
Lacomba y Pascual Berlanga 2015) y algunos de los niveles republicanos se incluyeron en el estudio sobre la cerámica común de
la ciudad romana de Valentia realizado por la Dr. Huguet (2021).
En total se han inventariado 1.898 fragmentos de ánforas
procedentes de las excavaciones de Sabaters-Cisneros, lo cual
supone el 6,34% del material estudiado en este trabajo. De ellos
Figura 6.4.20. Calle Roque Chabás. Representación gráfica de la distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función
de la cronología y las áreas de producción identificadas.
Tabla 6.4.17. Calle Roque Chabás. Distribución del número total de fragmentos diagnosticables de las excavaciones de Roque Chabás en
función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
Nápoles
Tirreno indet.
Adriático
N. África
Ulterior
13
1
3
12
1
5
Ibiza
Egeo
Indet.
Total
1
2
33
4
8
123
138 a.C.
137-135
134-110
65
7
16
16
109-95
15
1
5
2
94-76
25
2
4
1
7
1
9
3
2
1
24
7
39
4
26
245
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
2
125
12
37
30
10
2
8
21
50,02
4,89
15,1
12,24
4,08
0,81
3,26
8,57
127
[page-n-141]
las ánforas de valentia romana republicana
el 84,29% correspondían a fragmentos de cuerpo o de cuello y se
estima un NMI de 184 ánforas (a este NMI se ha llegado tras la
cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas siguientes), (tabla 6.5.1).
6.5.1. estudio de los elementos no diagnosticables
A nivel general, en función de las tradiciones culturales a que
pertenecen las importaciones de ánforas, los resultados quedan
reflejados en la tabla 6.5.2 y en la figura 6.5.1.
Las importaciones procedentes de las áreas de tradición grecolatina son abrumadoramente mayoritarias, llegando a sumar el
75,55% de los fragmentos de pared, mientras que las de tradición
púnica solamente suman el 16,17%, no siendo mayoritarias en
ninguna de las fases registradas. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena únicamente son el 0,06% y las indeterminadas representan el 8,25% de la muestra obtenida.
En cuanto a las áreas de producción identificadas, los resultados por fases cronológicas se pueden observar en la tabla 6.5.3.
Hay una relación muy similar a la proporcionada por las excavaciones en la calle Roque Chabás. El dominio de las de la bahía de
Nápoles es evidente y suponen más de la mitad de todos los fragmentos (59,5%). Las fabricadas en las costas adriáticas, representan
el 12,18%, y tampoco superan en ningún momento a las de Campania. Las de otras áreas de producción italianas son insignificantes y
Tabla 6.5.1. Sabaters-Cisneros. Número total de
fragmentos (NMI: 184).
Completa
Figura 6.4.21. Figura comparativa en la que se pueden observar
las diferencias entre los resultados ofrecidos por el estudio de los
fragmentos diagnosticables (A) y el de los no diagnosticables (B) en
cuanto a las áreas de producción de las ánforas de las excavaciones
del Calle Roque Chabás.. Se han eliminado las áreas de producción
menos representativas para facilitar la visualización de las gráficas.
Fragmentos
%
1
0,05
Borde
136
7,16
Asa
103
5,42
Pivote
58
3,05
Pared
1600
84,29
Total
1898
Tabla 6.5.2. Sabaters-Cisneros. Número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones
culturales a que pertenecen.
Grecolatina
Púnica
137-135 a.C.
157
134-95
Indígena
Indet.
TOTAL
29
13
199
464
118
56
638
68
4
3
76
74-27
323
76
32
431
26-14 d.C.
197
31
28
256
TOTAL
1209
258
1
132
1600
%
75,62
16,06
0,06
8,25
94-76
75
128
1
[page-n-142]
análisis de los materiales
sólo implican un 0,06% de los fragmentos de pared identificados.
Los que llegaron del norte de África, representan prácticamente
el mismo porcentaje que lo hacían en Roque Chabás; un 9,06%,
aunque, a diferencia de aquella excavación, en ésta aparecen en
un número ligeramente superior a los adriáticos en el período de
abandono. Los procedentes de Ibiza representan el 5,43% (prácticamente el mismo porcentaje que en Roque Chabás), y también
aparecen de manera constante durante todo el período republicano
del solar. Los de la Ulterior, que suman el 1,62%, y los de tradición indígena, representado por un fragmento en los niveles de
destrucción del 75 a.C. con un 0,06%, son casi inexistentes. Las
ánforas egeas tienen una representación más significativa que en
las otras excavaciones (3,81%), aunque debemos considerar que la
mayor parte de los fragmentos (veinticinco) proceden de los niveles posteriores a la destrucción. En cuanto a los niveles anteriores
al 75 a.C. su presencia es singularmente significativa en las fases
de consolidación urbana (134-95 a.C.). Los fragmentos de procedencia indeterminada suman el 8,25% (fig. 6.5.2).
6.5.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.5.2.1. Las fases fundacionales (137-135 a.C.)
Hay un total de 49 fragmentos diagnosticables. Se ha identificado el origen a 48 de ellos (97,95%) y uno ha permanecido en
el grupo de indeterminados (tabla 6.5.4). La mayoría, el 81,25%,
son de la zona de la bahía de Nápoles; un 8,33% de las costas
adriáticas italianas y un 4,16% proceden de otras áreas de Italia.
Las arribadas del norte de África no están representadas y tres
fragmentos, que suponen el 6,25% lo hicieron desde la Ulterior.
Tampoco se han documentado producciones ebusitanas, de tradición indígena o egea.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.5.
El NMI estimado es de 31. La tabla de esta fase es muy diferente a la que se nos ofrecía en Roque Chabás, donde las ánforas
de origen norteafricano eran dominantes. En Sabaters-Cisneros,
éstas no aparecen. Las originarias del área de la bahía de Nápoles
son rotundamente mayoritarias con un 67,74% de la muestra. La
mayor parte de los tipos identificados corresponden al Dressel
1A (fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-112), aunque también hay algunas
que podrían incluirse en el grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1
(fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-111). Las adriáticas ofrecen un valor
similar al que lo hacían en Roque Chabás, un 12,9%. Entre ellas,
la forma más representada (dos) es la Grecoitálica (fig. 6.5.3:
2SABCIS-2849-115 y 2SABCIS-2963-1, Anexo II: B-12). También hay un borde de Apani I (fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-114).
Las de otros lugares de Italia suman el 6,48% y solamente está
representado el conjunto de las Grecoitálicas/Dressel 1A (fig.
6.5.3: 2SABCIS-2961-1 y 2, Anexo II: A-10).
Como ya hemos indicado, entre los fragmentos diagnosticables no se han registrado las del norte de África, aunque entre
los no diagnosticables de esta cronología sí hay al menos catorce
fragmentos.
Tres ánforas del tipo T-9.1.1.1 personifican, con un 9,67%,
a las producciones sudhispánicas. Las ebusitanas, las ibéricas
de tradición indígena y las egeas tampoco están presentes entre
las formas, y en el grupo de indeterminadas (3,32%) incluimos
el borde, cuello y arranque de asas de un ánfora cuya tipología
nos es desconocida (fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-117), (figs. 6.5.4
y 6.5.5).
6.5.2.2. Consolidación urbana y monumentalización (134-95 a.C.)
En esta intervención no fue posible especificar con mayor exactitud la cronología de los materiales que se encontraban entre
los niveles de las fases fundacionales y los de destrucción del
75 a.C.. Por ello recogemos en este epígrafe todas las Unidades
Estratigráficas ubicadas entre una y otra cronologías. Se han
Figura 6.5.1. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica del número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las
UUEE y las tradiciones culturales a que pertenecen.
129
[page-n-143]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.5.3. Sabaters-Cisneros. Fragmentos de pared. Distribución por zonas de producción y cronología.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
N. África
Ulterior
Ibiza
Trad. indígena
Trad. púnica
Egeo
Indet.
TOTAL
137-135 a.C.
117
134-95
347
38
14
2
13
108
87
6
25
2
13
199
9
56
638
94-76
75
60
1
5
3
1
1
2
3
76
74-27
281
26-14
147
17
27
17
32
27
14
17
25
32
431
23
28
256
TOTAL
952
1
195
145
26
87
1
%
59,5
0,06
12,18
9,06
1,62
5,43
0,06
61
132
1600
3,81
8,25
Tabla 6.5.4. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
Nápoles
39
81,25
Adriático
4
8,33
Tirreno indet.
2
4,16
Ulterior
3
6,25
Subtotal
48
97,95
Indet.
1
2,04
Total
49
Tabla 6.5.5. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
2
4
2
Dressel 1
8
11
19
11
Dressel 1A
8
8
16
8
TOTAL
10
8
21
39
NMI
21
67,74
TIRRENO INDET.
Grecoit./Dr. 1
2
2
2
TOTAL
2
2
NMI
2
6,45
ADRIÁTICO
Grecoitálica
2
2
2
Apani I
1
1
1
Adriática indet.
1
1
1
TOTAL
3
1
4
NMI
4
12,9
ULTERIOR
T-9.1.1.1
3
3
3
TOTAL
3
NMI
3
3
9,67
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
3,22
TOTALES
NMI
130
16
8
25
49
31
[page-n-144]
análisis de los materiales
Figura 6.5.2. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica de los fragmentos de pared. Distribución por zonas de producción y cronología.
Figura 6.5.3. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Ánforas procedentes de los niveles fundacionales.
Figura 6.5.4. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Áreas de procedencia de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.5. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
131
[page-n-145]
las ánforas de valentia romana republicana
y 2SABCIS-3046-5), tres Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.5.6:
2SABCIS-2871-2) y la mayor parte (un mínimo de veintiséis) pertenecen al grupo de las Dressel 1A (fig. 6.5.6: 2SABCIS-2340-1;
2SABCIS-2992-2 y 3; 2SABCIS-3047-2, Anexo II: A-5; 2SABCIS-3213-3; 2SABCIS-3046-3 y 4).
De las costas adriáticas italianas hay un mínimo de siete
piezas (el 11,11% del NMI). Entre ellas hay una Grecoitálica
(fig. 6.5.6: 2SABCIS-3046-2) y tres bordes que hemos clasificado como Apani I (fig. 6.5.6: 2SABCIS-2992-1, Anexo II:
B-23; 2SABCIS-2871-1, Anexo II: B-24 y 2SABCIS-3204-1).
Procedentes de otros lugares italianos se ha establecido un
NMI de seis ánforas (9,52%). La mayor parte (tres) se adscriben al grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.5.6:
2SABCIS-2960-1, Anexo II: A-17, 2SABCIS-3047-3, Anexo
II: A-13 y 2SABCIS-3210-1, Anexo II: A-32), también hay
dos Dressel 1A (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3242-1, Anexo II: A-30,
2SABCIS-2871-3, Anexo II: A-24) y una Grecoitálica (fig.
6.5.6: 2SABCIS-3207-1).
contabilizado un total de 109 fragmentos diagnosticables y al
94,49% de ellos le ha sido posible asignar un área de fabricación (tabla 6.5.6).
La mayor parte, el 64,07%, proceden del área de la bahía
de Nápoles, mientras que los adriáticos, el segundo grupo en
importancia, suponen el 20,38%. En este caso, los de otras zonas
italianas representan el 5,82%.
Del norte de África hay una representación del 2,91%. Las
ebusitanas solamente suponen un 0,97%; lo mismo que las
ibéricas de tradición indígena y que las egeas. Por su parte, el
porcentaje de las sudhispánicas se sitúa en el 3,88% de los fragmentos diagnosticables cuyo origen se ha establecido.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.7.
El NMI estimado es de 63 ánforas. De ellas el 60,31% se
fabricaron en la bahía de Nápoles, de donde proceden dos ánforas Grecoitálicas (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3047-1, Anexo II: A-4
Figura 6.5.6. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.).
Conjunto de las ánforas.
Tabla 6.5.6. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Frags.
%
132
Tirreno indet. N. África
Ibiza
Ulterior
Citerior
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
109
66
21
6
3
1
4
1
1
103
6
64,07
20,38
5,82
2,91
0,97
3,88
0,97
0,97
94,49
5,5
[page-n-146]
análisis de los materiales
Las ánforas del norte de África suponen un porcentaje reducido del 3,17% y sólo se ha identificado una Africana Antigua
(fig. 6.5.6: 2SABCIS-2499-1) y, al menos, otra de tipología
indeterminada.
Las ánforas de la Ulterior representan el 6,34% y sólo está
presente, con cuatro bordes, el tipo T-9.1.1.1 (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3213-2, Anexo II: D-8; 2SABCIS-2992-4, Anexo II: D-9
y 2SABCIS-2864-1, Anexo II: D-10). Por otra parte, hay dos
asas: una de un ánfora ebusitana y otra de una ibérica de tradición indígena que respectivamente suponen el 1,58% del NMI.
Igualmente, encontramos un ánfora de Cos que también equivale al 1,44% (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3215-1, Anexo II: F-14). Las
tres indeterminadas, dos bordes y un pivote (fig. 6.5.6: 2SABCIS-2499-4, Anexo II: H-8; 2SABCIS-3213-1, Anexo II: H-7
y 2SABCIS-3046-1, Anexo II: H-20), suponen el 4,76% de las
estimadas para este período (figs. 6.5.7 y 6.5.8).
6.5.2.3. Destrucción del año 75 a.C.
Por el contrario, los niveles de destrucción sí fueron bien definidos durante las excavaciones y junto a los de l’Almoina son una
excelente referencia para estudiar una gran variedad de aspectos.
Como ya hemos indicado al inicio de este subapartado, el conjunto
de las ánforas fue analizado y publicado. Así pues, recogemos y
actualizamos en este trabajo los resultados de aquel estudio.
En total se han inventariado 59 fragmentos diagnosticables
y ha sido posible asignar un origen al 94,91% de los mismos
(tabla 6.5.8).
Al igual que viene siendo habitual, las ánforas procedentes de
Italia son rotundamente mayoritarias llegando a sumar el 87,49%
de todos los fragmentos a los que se les ha asignado un origen.
Entre ellas, las de la zona de la bahía de Nápoles son mayoritarias
Figura 6.5.7. Sabaters Cisneros (134-95 a.C.). Áreas de procedencia
de los fragmentos diagnosticables.
(53,57%), aunque también hay una sustancial representación de las
adriáticas (30,35%). Nuevamente, aquellas que personifican a otros
lugares italianos tienen una escasa representación que se sitúa en
el 3,57%. En cuanto a las ánforas fabricadas en áreas de tradición
cultural púnica, las del norte de África representan el 5,35% y las
ebusitanas solamente el 1,78%. Las sudhispánicas, muy escasamente representadas por los fragmentos de pared, no se encuentran
entre las formas registradas, de la misma manera que tampoco lo
están las ánforas ibéricas de tradición indígena. Por su parte, los
tres fragmentos diagnosticables de ánforas egeas suman el 5,35%.
Figura 6.5.8. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.). Tipologías de los fragmentos diagnosticables.
133
[page-n-147]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.5.7. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Brindisina
Lamboglia 2
Apani I
Adriática indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
Ebusitana indet.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-9.1.1.1
TOTAL
NMI
CITERIOR
Ibérica indet.
TOTAL
NMI
EGEO
Cos
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
134
Asa
Pivote
Total
NMI
5
4
9
2
3
19
42
66
2
3
7
26
2
3
26
31
14
12
26
38
1
3
2
6
1
3
2
6
3
1
5
2
2
1
10
14
1
2
1
2
3
3
12
21
1
1
1
1
1
1
2
3
1
1
4
4
1
1
1
1
3
3
1
1
6
6
46
13
1,58
3
3
50
1,58
1
1
2
2
6,34
1
1
1
1
1,58
4
4
1
1
3,17
1
1
4
4
11,11
1
1
2
1
1
9,52
1
1
1
3
1
7
1
60,31
1
3
2
6
1
% NMI
109
63
4,76
[page-n-148]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.8. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
30
17
2
3
1
3
56
3
59
53,57
30,35
3,57
5,35
1,78
5,35
94,91
5,08
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.9.
En función del NMI estimado, las ánforas producidas en la
zona de la bahía de Nápoles representan el 50%. La mayor parte
son Dressel 1A (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2857-3, Anexo II: A-6;
2SABCIS-2857-4; 2SABCIS-2572-3 y 4, 2SABCIS-2826-1),
aunque, al menos, hay dos que todavía se encuentran entre las
Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2826-2 y 2SABCIS-2572-3a, Anexo II: A-7). También está atestiguado el grupo
de las Dressel 1B, con, al menos, cinco piezas (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2611-3 y 4; 2SABCIS-2572-1 y 2SABCIS-2857-2), y el
de las Dressel 1C, con un mínimo de dos (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2572-2 y 9).
Las ánforas adriáticas suponen el 26,19% del NMI. La
mayor parte (cuatro) son del tipo Lamboglia 2 (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2611-1, Anexo II: B-14; 2SABCIS-2572-5; 2SABCIS-2572-6,
Anexo II: B-16 y 2SABCIS-2572-7). En el estudio que hemos
mencionado también se incluía como Lamboglia 2 la pieza 2SABCIS-2611-2 (fig. 6.5.9). Sin embargo, dada la similitud de su pasta
(Anexo II: B-15) con la de una que claramente se fabricó en los
talleres de Apani (Anexo II: B-3), hemos preferido clasificarla
como Apani VII. De la misma manera, el ánfora 2SABCIS-2955-1
(fig. 6.5.9), con el mismo tipo de fábrica y dada la forma del borde,
se ha adscrito a la forma Apani II. También presentes, aunque en
menor número, hay una Grecoitálica (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2572a),
al menos otras dos Brindisinas (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2857-6) y dos
indeterminadas (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2572-1a).
Figura 6.5.9. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Ánforas italianas.
135
[page-n-149]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.5.9. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Completa
Total
NMI
1
3
2
2
11
4
1
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1
9
Dressel 1A
8
9
8
Dressel 1B
5
5
5
Dressel 1C
2
2
2
TOTAL
17
9
4
30
NMI
21
50
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
2
TOTAL
1
1
2
NMI
1
1
2,38
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
Brindisina
1
Lamboglia 2
4
Apani II
1
Apani VII
1
Adriática indet.
TOTAL
8
1
1
4
5
2
1
5
4
1
1
1
1
2
2
1
3
7
1
16
NMI
11
26,19
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
2
1
3
TOTAL
2
1
3
NMI
2
2
4,76
IBIZA
T-8.1.3.3
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2,38
EGEO
Rodia
2
2
1
Cos
1
1
1
TOTAL
3
3
NMI
2
4,76
INDETERMINADA
Grecoit./Dr 1
1
1
1
Dressel 1A
1
1
1
Dressel 1B
1
1
1
Indeterminadas
1
1
1
TOTAL
4
4
NMI
TOTALES
NMI
136
4
32
19
7
1
59
42
9,52
[page-n-150]
análisis de los materiales
Figura 6.5.10. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Ánforas Africanas,
ebusitanas, egeas e indeterminadas.
Figura 6.5.12. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.11. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Áreas de procedencia de
los fragmentos diagnosticables.
Del resto de Italia únicamente hay dos fragmentos: un borde
y un pivote, que suman un 2,38% del NMI. Ambos corresponden
a la forma Dressel 1A (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2611-7, Anexo II:
A-25 y 2SABCIS-2857-1).
Las ánforas del norte de África, con tres fragmentos diagnosticables, tienen una representación del 4,76% y solamente se ha
identificado el tipo Africana Antigua (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2573-1
y 2, Anexo II: C-8; y 2SABCIS-2826-4). Por su parte, una única
pieza entera de la forma T-8.1.3.3 representa, con el 2,38%, a las
importaciones de ánforas ebusitanas (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2832-1).
Del Egeo hay al menos dos piezas; una Rodia (Anexo II: F-12) y
otra de Cos (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2572-4a). Finalmente, entre las
de procedencia indeterminada, contamos con un borde fragmentado
que hemos inventariado como Grecoitálica/Dressel 1, un borde de
Dressel 1A (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2611-6, Anexo II: H-1), otro de
Dressel 1B (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2611-5, Anexo II: H-17) y un
cuarto cuya tipología no hemos sabido establecer (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2581-1, Anexo II: H-9), (figs. 6.5.11 y 6.5.12).
137
[page-n-151]
las ánforas de valentia romana republicana
6.5.2.4. La etapa de abandono (74-27 a.C.)
El número total de fragmentos diagnosticables inventariados
asciende a 53 (tabla 6.5.10). A cuarenta y nueve se les ha asignado un origen (92,45%). Entre ellos, los procedentes de Italia
son mayoritarios y suman el 93,86%, que se divide entre los
que se fabricaron de la zona de la bahía de Nápoles, la mayor
parte con un 67,34%, los que se hicieron en las costas adriáticas
(24,48%) y los de otros lugares de Italia (2,04%). Al contrario de lo que mostraban los fragmentos no diagnosticables, no
hay representación de ánforas norteafricanas, ebusitanas, sudhispánicas o ibéricas de tradición indígena. Sin embargo, de la
Citerior-Tarraconensis encontramos un 2,04% y las egeas tienen
una presencia del 4,08%.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.11.
El NMI estimado para esta excavación arroja un porcentaje muy similar respecto a las ánforas de la bahía de Nápoles
(37,93%) y las de las costas adriáticas (34,48%). Entre las primeras, el único tipo documentado, con al menos nueve piezas,
es el grupo de las Dressel 1A (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2945-0996).
Entre las adriáticas, las Lamboglia 2 son las mayoritarias, con
un mínimo de nueve ejemplares (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2945-9
y 0998; 2SABCIS-2943-8, Anexo II: B-17 y 2SABCIS-2037-1,
Anexo II: B-1), aunque también encontramos dos fragmentos,
un borde y un pivote, que, al menos, implican una pieza del tipo
Apani II (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2037-2 y 6). Respecto a otros
lugares de Italia, sólo hay un borde de Dressel 1A (fig. 6.5.13:
2SABCIS-2037-3).
El norte de la Citerior-Tarraconensis aparece representado en un 3,44% por una pieza del tipo Pascual 1 (fig. 6.5.13:
2SABCIS-2945-12). Respecto a las egeas, encontramos un
asa de Cos y otra de un ánfora Rodia que suman el 6,89% del
NMI estimado para estos niveles. Entre las ánforas de origen
incierto hay una Grecoitálica/Dressel 1 (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2037-6, Anexo II: H-19), una Dressel 1B (fig. 6.5.13:
2SABCIS-2945-10), otra que debe incluirse entre las Ovoides
(fig. 6.5.13: 2SABCIS-3197-1), aunque desconocemos el origen de su fábrica (Anexo II: H-11) y, finalmente, un borde de
tipología indeterminada (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2037-4, Anexo
II: H-18), (figs. 6.5.14 y 6.5.15).
Figura 6.5.13. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Ánforas de los niveles de abandono.
Tabla 6.5.10. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
138
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
Citerior
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
33
12
1
1
2
49
4
53
67,34
24,48
2,04
2,04
4,08
92,45
7,54
[page-n-152]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.11. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. en Sabaters-Cisneros.
Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
5
1
6
2
9
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
9
13
5
27
TOTAL
9
18
6
33
NMI
11
37,93
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
TOTAL
NMI
1
1
1
1
3,44
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
8
Apani II
1
Adriática indet.
TOTAL
1
1
1
9
2
1
9
8
2
1
1
1
12
NMI
10
34,48
CITERIOR
Pascual 1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
3,44
EGEO
Rodia
1
1
1
Cos
1
1
1
TOTAL
2
2
NMI
2
6,89
INDETERMINADA
Grecoit./Dr. 1
1
1
1
Dressel 1B
1
1
1
1
1
1
1
Ovoide
1
Indeterminadas
1
TOTAL
3
1
4
NMI
TOTALES
NMI
4
23
23
7
13,79
53
29
139
[page-n-153]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.5.14. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.) Áreas de procedencia
de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.15. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
6.5.2.5. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
Fueron inventariados 28 fragmentos diagnosticables (tabla
6.5.12). Solamente a dos (7,14%) no les fue posible asignar
un origen. Se observa una mayor diversidad respecto a la fase
anterior en cuanto al origen de las ánforas. La mayoría sigue
procediendo de Italia: un 61,52% de la zona de la bahía de Nápoles, sólo un 3,57% de las costas adriáticas y el 7,69% lo hicieron
desde otros lugares italianos.
Las ánforas ebusitanas vuelven a estar presentes entre los
fragmentos diagnosticables (3,57%). El mismo porcentaje muestran las ánforas Béticas y se aprecia un incremento de las egeas
que llegarían al 11,53%. En este sentido, debemos tener presente
que varios contextos augusteos conocidos en Valentia corresponden a depósitos rituales probablemente relacionadas con una
refundación de la ciudad (Ribera i Lacomba 2017a y 2010b) y en
los que quizás estos vinos orientales, de mayor calidad, pudieran
jugar un papel más destacado que otros más habituales.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.13.
El NMI estimado es de 19 piezas. La mayoría (ocho), el
42,1%, son Dressel 1A vesubianas (fig. 6.5.16: 2SABCIS-2988-4,
Anexo II: A-11). De las costas adriáticas, sólo se ha inventariado
el borde de un ánfora Apani I (fig. 6.5.16: 2SABCIS-3134-2,
Anexo II: B-13) que significaría el 5,26%. De otras zonas italianas hemos documentado dos fragmentos diagnosticables que
corresponden a una Grecoitálica/Dressel 1 y a una Dressel 1A
y juntas representan el 10,52% del número estimado de piezas.
Las producciones norteafricanas están igualmente presentes
en un 10,52% y, al menos, una de ellas corresponde a la forma
T-7.4.2.1 (fig. 6.5.16: 2SABCIS-2988-2, Anexo II: C-11). Un
pivote ebusitano representa a estos envases con un 5,26%; el
mismo porcentaje que ofrecen las producciones de la Bética presentes a través del borde de un ánfora de tipología indeterminada
(fig. 6.5.16: 2SABCIS-2966-2, Anexo II: D-15).
Las egeas muestran un incremento que llega a situarse en el
15,78%, lo cual supone el mayor índice de estas ánforas de todos
los conjuntos que hemos estudiado y cuya probable explicación
ha sido comentada más arriba (fig. 6.5.16: 2SABCIS-3185-1,
Anexo II: F-5; 2SABCIS-2967-1 y 2SABCIS-2988-3, Anexo II:
F-4). Solamente un ánfora Dressel 2/4 (5,26%) conforma el grupo
de las de origen indeterminado (fig. 6.5.16: 2SABCIS-3134-3
y 3a, Anexo II: H-21 y Anexo II: H-12), (figs. 6.5.17 y 6.5.18).
6.5.2.6. Sabaters-Cisneros. Valoración de los fragmentos
diagnosticables
En las excavaciones de Sabaters-Cisneros se han inventariado
un total de 298 fragmentos correspondientes a bordes (136), asas
(52) y pivotes (58). Además, se recuperó un ánfora ebusitana
completa. El sumatorio del NMI de cada fase ofrece un resultado
de 184 piezas (tablas 6.5.14 y 6.5.15).
Como ha sido lo habitual en las demás excavaciones que
hemos estudiado, atendiendo al NMI, las ánforas de la bahía de
Nápoles son categóricamente mayoritarias y se sitúan en el 53,8%
con un mínimo de noventa y nueve piezas. Solamente hay dos
Tabla 6.5.12. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total
de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
140
Adriático
Tirreno Indet
N. África
Ibiza
Bética
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
28
16
1
2
2
1
1
3
26
2
61,53
3,57
7,69
7,69
3,57
3,57
11,53
92,85
7,14
[page-n-154]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.13. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
6
6
3
2
5
5
5
3
13
16
2
6
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Apani I
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
T-7.4.2.1
Norte África indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
Ebusitana indet.
TOTAL
NMI
BÉTICA
Indeterminada
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Dessel 2/4
TOTAL
NMI
% NMI
8
1
1
2
1
1
2
42,1
1
1
2
1
1
1
1
10,52
1
1
1
1
1
2
1
1
1
5,26
1
1
2
1
1
1
1
10,52
1
1
1
1
1
1
5,26
1
1
3
3
3
3
5,26
3
3
1
1
1
1
2
2
15,78
1
1
TOTALES
NMI
15
7
6
5,26
28
19
Tabla 6.5.14. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 184).
138 a.C.
137-135
134-95
16
50
8
46
Completas
Bordes
Asas
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
Total frags.
1
0,33
32
23
15
136
45,63
19
23
7
103
34,56
19,46
1
Pivotes
25
13
7
7
6
58
TOTAL
49
109
59
53
28
298
%
141
[page-n-155]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.5.18. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Tipologías de
los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.16. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Ánforas
italianas, norteafricanas, hispanas, egeas e indeterminadas.
Figura 6.5.17. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
Grecoitálicas, ambas recuperadas en los niveles de consolidación
urbana (1,08%) y un porcentaje relativamente bajo de Grecoitálicas/Dressel 1 (3,80%), las cuales se documentan sólo hasta el
75 a.C. A otras veintiséis piezas campanas (fundamentalmente
asas y pivotes), el 14,13% del NMI, no ha sido posible asignar un
grupo más específico que el de las Dressel 1 y las encontramos
distribuidas por todas las fases identificadas en las excavaciones,
aunque, mayoritariamente, también se concentran entre el 137 y
el 95 a.C. Las ánforas del tipo Dressel 1A son las más habituales
con el 30,97% del NMI (cincuenta y siete) e, igualmente, están
concentradas entre el 137 y el 95 a.C., si bien, aparecen de manera
significativa en los niveles posteriores a la destrucción. También
142
hay ligera representación de los tipos Dressel 1B (2,71%) y Dressel 1C (1,08%), los cuales únicamente se han descubierto en los
niveles del 75 a.C.
Las ánforas de las costas italianas del Adriático representan
el 17,93%; un valor muy similar al que proporcionaban los datos
de Roque Chabás, donde sumaban el 16,66%. Las Grecoitálicas,
con un mínimo de cuatro piezas suponen un 2,17% y se encuentran desde los momentos más próximos a la fundación hasta el 75
a.C. Asimismo, a partir del cambio de siglo aproximadamente,
encontramos una representación de ánforas brindisinas (1,63%),
las cuales, no obstante, se concentran principalmente en los niveles
de destrucción. Por su parte, el tipo Apani I, con al menos cinco
piezas y una representación del 2,72%, sólo se encontró en los
niveles fechados entre el 110 y el 95 a.C. y, residualmente, con un
ejemplar, en los augusteos. Pero el ánfora adriática más habitual es
la Lamboglia 2. Hay un mínimo de trece piezas (7,06%), las cuales
comienzan a aparecer en el registro de Sabaters-Cisneros a partir
del último cuarto del siglo II a.C., pero son singularmente importantes en los niveles sertorianos, donde se han contabilizado cinco
fragmentos, y también en los de abandono (74-27 a.C.), con nueve
fragmentos que, obviamente, también están relacionados directa
o indirectamente con la destrucción. Asimismo, en los niveles del
75 a.C. y los inmediatamente posteriores encontramos los tipos
Apani II (un mínimo de dos piezas que suman el 1,08%) y Apani
VII (una pieza que implica el 0,54%).
Las procedentes de otros lugares de Italia representan, con al
menos doce piezas, un 6,52%; prácticamente la misma representación que en el registro de Roque Chabás (6,89%). Principalmente,
se encuentran en los niveles fechados entre el 137 y el 75 a.C.,
sobre todo en los de consolidación urbana (134-95 a.C.). El
[page-n-156]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.15. Sabaters-Cisneros. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción,
tipología y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./ Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit./ Dr. 1
Dressel 1A
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Brindisina
Lamboglia 2
Apani I
Apani II
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
Norte África indet.
TOTAL
IBIZA
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Dressel 12
TOTAL
CITERIOR
Pascual 1
Ibérica indet.
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Grecoit./Dr.1
Dressel 1A
Dressel 1B
Ovoide
Dressel 2/4
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
138 a.C. 137-135 134-95
4
19
16
2
3
19
42
39
66
2
2
2
1
3
2
6
94-76
75
3
11
9
5
2
30
2
2
1
1
2
3
3
1
4
12
21
1
1
3
16
1
3
2
3
3
1
1
3
4
3
4
1
5
5
26-14 d.C.
% NMI
2
7
26
57
5
2
99
1,08
3,8
14,13
30,97
2,71
1,08
53,8
3
13
33
16
1
1
1
1
2
1
6
6
13
1
6
5
12
0,54
3,26
2,71
6,52
1
4
7
17
5
3
1
17
54
4
3
13
5
2
1
5
33
2,17
1,63
7,06
2,72
1,08
0,54
2,71
17,93
1
1
2
4
1
3
8
3
1
2
6
1,63
0,54
1,08
3,26
1
1
1
2
3
1
2
3
0,54
1,08
1,63
1
1
7
1
8
7
1
8
3,8
0,54
4,34
1
1
2
1
1
2
0,54
0,54
1,08
6
3
9
5
3
8
2,71
1,63
4,34
2
1
1
1
2
1
2
9
17
1
1
1
2
1
1
6
13
0,54
0,54
0,54
1,08
0,54
0,54
3,26
7,06
28
298
9
2
1
12
1
1
1
1
1
1
NMI
6
27
1
2
1
3
Total frags.
2
10
58
107
5
2
184
1
1
1
1
1
74-27
1
1
2
3
3
1
1
1
1
1
6
6
1
4
1
4
49
109
59
53
2
184
143
[page-n-157]
las ánforas de valentia romana republicana
tipo más representado, con seis ejemplares (3,26%), es el de las
Grecoitálicas/Dressel 1, aunque también hay, al menos, una Grecoitálica (0,54%) y otras cinco Dressel 1A (2,71%).
Las ánforas del norte de África son singularmente poco representativas en estas excavaciones. Solamente suponen el 3,26% del
NMI, con un total de ocho fragmentos y, al menos, seis piezas. La
mayor parte son Africanas Antiguas (1,63%) halladas en los niveles
del cambio del siglo II al I a.C., pero sobre todo en los del 75 a.C.
Por su parte, en los niveles augusteos hay una T-7.4.2.1.
Tampoco las ánforas ebusitanas son significativas. Hay
un mínimo de dos piezas (1,63%). Una de ellas es un ánfora
completa del tipo T-8.1.3.3 que procede de los niveles de destrucción (0,54%) y la otra un fragmento de tipología indeterminada
documentado en los niveles augusteos. De la misma manera, las
ánforas de la Citerior-Tarraconensis tienen una plasmación muy
escasa del 1,08% sólo personificada por un ánfora ibérica descubierta en los niveles del 134-95 a.C. y por otra del tipo Pascual 1
recuperada de los niveles de abandono (74-27 a.C.).
Las de la provincia Ulterior ofrecen prácticamente el mismo
porcentaje que veíamos en Roque Chabás (4,34%). Igualmente, el
tipo más representado, con al menos siete piezas, es el T-9.1.1.1
(3,8%), todas ellas encontradas en los niveles del 134-110 a.C.
Hay también un ánfora Bética indeterminada de los niveles de
época augustea (0,54%).
Las egeas tienen una representación del 4,34%; prácticamente
la misma que en Roque Chabás. Al menos hay cinco ánforas Rodias
(2,71%). Dos fragmentos se hallaron en los niveles del 75 a.C., uno
en los de abandono y otros tres en los augusteos. Asimismo, hay
un mínimo de tres ánforas de Cos (1,63%). Una de ellas procede
de los niveles de consolidación urbana, otra de los de destrucción
y una tercera de los de la fase de abandono.
Las de origen indeterminado suman un total de diecisiete fragmentos y un mínimo de trece ánforas (7,06%). La mayoría proceden
de los niveles de destrucción y abandono. Las tipologías identificadas
dentro de este grupo son: una Grecoitálica; una Grecoitálica/Dressel
1; una Dressel 1A; una Dressel 1B; una Ovoide; y una Dressel 2/4,
la cual se recuperó en los niveles augusteos. Además, hay al menos
nueve (3,26%) cuya tipología no ha sido posible determinar.
A nivel general, atendiendo al número de fragmentos, estas
excavaciones también muestran que las ánforas de tradición latina o
grecolatina representan el mayor volumen de las importaciones de
ánforas de la ciudad, las cuales llegan a sumar un total del 84,56%
frente a las fabricadas en lugares de tradición púnica (6,37%) o las
egeas (3,02%). Las ibéricas de tradición indígena son insignificantes con un 0,33%. A diferencia de las otras excavaciones revisadas,
en esta ocasión, no hay ninguna fase en que las ánforas fabricadas
en las áreas de tradición grecolatina y púnica pudieran llegar a ser
equiparables (tabla 6.5.16 y fig. 6.5.19).
Figura 6.5.19. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología
de las UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 6.5.16. Sabaters-Cisneros. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones
culturales a que pertenecen.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
Total tradición
%
144
Latina
Púnica
Indígena
Egeo
Indet.
Total fase
45
93
3
8
1
1
1
6
49
109
48
47
19
252
84,56
4
1
0,33
3
2
3
9
3,02
4
4
2
17
5,7
59
53
28
298
4
19
6,37
[page-n-158]
análisis de los materiales
Respecto a las ánforas italianas, en general, los resultados
son similares a los proporcionados por Roque Chabás. En total
suman el 84,22% de las importaciones de ánforas durante todo
el período analizado. De ellas, la mayoría se fabricaron en área
de la bahía de Nápoles (61,74%). Las que tienen su origen en las
costas adriáticas italianas se sitúan en un 18,12% y las producidas
en otros lugares de Italia vuelven a ser las menos representadas
con un 4,36%.
A diferencia de lo que ocurre en las otras excavaciones revisadas, las ánforas procedentes del norte de África/Sicilia occidental
son muy escasas entre los materiales de Sabaters-Cisneros. El
número total de fragmentos solamente suma un 2,68%; el mismo
porcentaje que las llegadas desde el sur de Hispania. Asimismo,
las ebusitanas sólo representan el 1% de las importaciones. Las
de la Citerior e ibéricas de tradición indígena son prácticamente
inexistentes con un 0,67%. Solamente están representadas las
ibéricas de tradición indígena en el período de consolidación
urbana y, ya en época augustea, las ánforas de tradición plenamente romana del nordeste peninsular. Las egeas aparecen en
todas las fases documentadas con una tendencia más o menos
constante que, en total, representa el 3,02% de las ánforas importadas durante el período estudiado. Por su parte, el conjunto de
las ánforas de procedencia indeterminada suma el 5,7% (tabla
6.5.17 y fig. 6.5.20).
6.6. ÁNFORAS DE OTRAS INTERVENCIONES
ARQUEOLÓGICAS
Finalmente, hemos sumado al análisis las ánforas republicanas
descubiertas en otras intervenciones arqueológicas o consecuencia de hallazgos casuales que presentaban marcas, sellos o tituli
picti para incorporarlas al corpus epigráfico del Anexo I (tabla
6.6.1 y fig. 6.6.1).
Además, mencionamos tres ánforas que no hemos incluido
en los cómputos analíticos, pero resultan ilustrativas. Proceden de la fase republicana de la necrópolis descubierta en
la calle Quart-Cañete (García Prósper 2015), la cual supone
el único caso de un cementerio claramente itálico en Hispania (Ribera i Lacomba 2008: 189). Por tanto, también es sin
duda una de las actuaciones más significativas en que se han
encontrado restos romanos republicanos en Valentia. Algunas
de las tumbas se han asociado a los propios fundadores y los
rituales relacionados con ellas han contribuido a confirmar
de modo más fehaciente el origen itálico de aquellos (Ribera
i Lacomba 2021 y 2009: 62-65). Las ánforas descubiertas en
los enterramientos, en una trinchera votiva y otros niveles de
la necrópolis, merecen un estudio diferenciado y en profundidad que, sin embargo, veinte años después de finalizadas las
excavaciones, todavía no se ha realizado.
Figura 6.5.20. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica de la distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de
la cronología y las áreas de producción identificadas.
Tabla 6.5.17. Sabaters-Cisneros. Distribución del número total de fragmentos en función de la cronología y las áreas de producción
identificadas.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Nápoles
Tirreno indet.
Adriático
N. África
Ibiza
Ulterior
Citerior
Egeo
Indet.
Total
39
66
2
6
4
21
3
1
3
4
1
1
1
6
49
109
30
33
16
184
61,74
2
1
2
13
4,36
16
12
1
54
18,12
3
1
3
2
3
9
3,02
4
4
2
17
5,7
59
53
28
298
1
2
8
2,68
1
3
1
1
8
2,68
2
0,67
145
[page-n-159]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.6.1. Otras ánforas que han sido incorporadas al estudio epigráfico.
Producción
Tipología
Adriática
Lamboglia 2
El Saler
150-50 a.C.
1
1
1
Adriática
Lamboglia 2
El Saler
150-50 a.C.
1
1
1
Adriática
Lamboglia 2
Tenerías
26 a.C-13 d.C.
1
1
1
Campania
Grecoitálica
Pl. Reina
134-110 a.C.
1
1
1
Campania
Grecoitálica
Pl. Virgen
94-76 a.C.
1
1
Italia tirrena
Dressel 1B
Pl. Reina
150-50 a.C.
1
1
1
Italia tirrena
Grecoitálica
Pl. Reina
134-110 a.C.
1
1
1
Norte África
Afticana Antigua
Pl. Virgen
138-75 a.C.
1
1
Norte África
Indet.
Pl. Reina
94-76 a.C.
1
1
Ulterior
T-9.1.1.1
Pal. M. de Caro
138-110 a.C.
1
1
Egeo
Rodia
Pl. Virgen
134-110 a.C.
1
1
Indet.
Grecoitálica
Pl. Virgen
26-14 d.C.
1
1
1
2
12
12
TOTALES
Lugar del hallazgo
Cronología
Pared
Borde Asa Pivote Total NMI
1
1
1
1
1
1
7
Figura 6.6.1. Ánforas procedentes de otras actuaciones con epigrafía o marcas.
146
2
[page-n-160]
análisis de los materiales
Figura 6.6.2. Ánfora brindisina. Necrópolis republicana de la calle
Quart-Cañete.
Figura 6.6.3. Ánfora Grecoitálica (1) y Grecoitálica/Dressel 1 (2).
Necrópolis republicana de la calle Quart-Cañete.
Las traemos a colación porque además de estar enteras, lo
cual como hemos visto es algo poco común en Valentia, son
muy significativas. La primera se asocia a un contexto ritual: un
loculus del s. I a.C. (García Prósper 2015: Cremación n.º 120).
Se trata de un ánfora brindisina que podríamos asociar al tipo
Giancola 1-Apani VII del último cuarto del siglo II a.C. (fig.
6.6.2) y señala que, desde los momentos iniciales de la vida de
la ciudad, las importaciones de ánforas de la vertiente adriática
italiana estuvieron muy presentes y, en este caso, también que el
aceite brindisino pudo igualmente estarlo en los ritos funerarios.
Las otras dos proceden de la misma necrópolis y resultan
reveladoras desde el punto de vista tipológico. Una de ellas (fig.
6.6.3: 1) es una Grecoitálica tardía, su borde no ofrece dudas
y su pasta es adriática muy similar a las muestras B-20 y 21
del Anexo II. Procede de un hipogeo de la etapa fundacional
(Tumba n.º 24). A la otra, cuya pasta parece tirrena, la clasificaríamos como Grecoitálica/Dressel 1, aunque desde el punto
de vista morfológico sea prácticamente igual a la anterior, su
borde podría perfectamente corresponder a una Dressel 1A y
sería algo así como el labio de una Dressel 1A en el cuerpo de
una Grecoitálica tardía (fig. 6.6.3: 2), viniendo a representar
lo complejo que resulta diferenciar unas de otras y estableciendo un paradigma del momento cronológico en que comenzó
a producirse el paso de un tipo al otro. También se descubrió
en el ajuar de un hipogeo que se ha fechado en el siglo II a.C.
(Tumba n.º 18).
147
[page-n-161]
[page-n-162]
7
Evaluación de los datos y discusión
En el capítulo anterior hemos podido observar cómo, aunque cada
una de las excavaciones revisadas ofrece una tendencia similar, en
algunos aspectos concretos los datos son diferentes e incluso contradictorios. Esta circunstancia pone de manifiesto que para estudiar las
ánforas de un yacimiento como Valentia en el período republicano
es preciso realizar un análisis de varias intervenciones; cuantas más
mejor. En este sentido, conviene recordar algo que no debe ser olvidado por evidente que parezca: lo evidenciado en la excavación de
un solar no tiene por qué representar la realidad de unos materiales
en un período o fase determinados de la historia de cualquier urbe
de la Antigüedad. Incluso si solamente nos centramos en fechas tan
concretas y extraordinariamente acotadas como ocurre en la Valentia
del 138 y del 75 a.C., los resultados de las distintas intervenciones
se nos han mostrado desiguales.
Por otra parte, la mayor parte de los fragmentos estudiados
procede de las excavaciones de l’Almoina, así que la tendencia
general de las conclusiones se verá condicionada por los materiales recuperados en ellas, pero matizadas y redefinidas por aquellos
que también aportaron las otras actuaciones arqueológicas que
hemos incorporado al análisis.
En nuestro estudio hemos examinado los elementos no
diagnosticables separadamente de los que sí lo eran. Así pues,
también vamos a dividir este capítulo evaluando ambos conjuntos
por separado para compararlos y después hacer una valoración
general por fases a partir de NMI estimado, que es lo que verdaderamente ofrecerá una visión más aproximada a la realidad
de la circulación de ánforas en la Valentia romana republicana.
7.1. EL CONJUNTO DE LOS FRAGMENTOS NO
DIAGNOSTICABLES. ASPECTOS GENERALES
Hemos eliminado de las gráficas las barras que representan los
fragmentos de origen indeterminado con la finalidad de que la
visión y comprensión sean más eficaces.
Entre los de tradición púnica se incluyen los del norte de
África, probablemente Sicilia occidental, todo el sur de Hispania
e Ibiza. Por su parte, los de ánforas ibéricas se han individualizado
bajo el epígrafe de Tradición Indígena con el fin de observar el
impacto que estos contenedores pudieran tener en el desarrollo
del abastecimiento y las actividades comerciales de la ciudad.
7.1.1. tradiciones culturales
Por lo que a las tradiciones culturales se refiere, observamos que
la tendencia en todas las excavaciones es hacia una notabilísima
superioridad de los fragmentos procedentes de áreas de tradición cultural grecolatina, los cuales se reducen básicamente a la
península italiana, frente a aquellos que llegaron desde lugares
con una tradición cultural púnica o desde el Mediterráneo oriental que, aun formando parte de la tradición grecolatina, también
hemos individualizado.
Sin embargo, si sólo atendemos, bien por separado o bien
en su conjunto, a los datos obtenidos de las excavaciones de
la calle l’Herba, les Corts y Roque Chabás, podríamos llegar
a la conclusión de que, en el momento de la fundación y los
años inmediatamente posteriores (138-135 a.C.), las ánforas
procedentes de las tradiciones grecolatina y púnica llegaron
a Valentia en proporciones muy similares. Incluso podríamos aventurar la posibilidad de que las importadas desde las
áreas de influencia púnica fueran cuantitativamente mayores
en aquellos momentos. Para ese mismo período, tanto l’Almoina como Sabaters-Cisneros reflejan un equilibrio bien
distinto en el que las de tradición grecolatina claramente
son superiores.
Algo similar ocurre con los fragmentos no diagnosticables del 75 a.C. en aquellas intervenciones donde se han
podido documentar los niveles relacionados con la destrucción de la ciudad. L’Almoina y Sabaters-Cisneros muestran
149
[page-n-163]
las ánforas de valentia romana republicana
representan algo menos de un tercio de los latinos (15,81% del
total) y las indígenas y egeas son tan minoritarias que en ningún caso alcanzan el 1% (0,67% y 0,35% respectivamente). En
cualquier caso, debemos considerar que respecto a los no diagnosticables el porcentaje de indeterminados es alto, situándose
en el 26,2% del total de los fragmentos.
En la gráfica que proporciona el sumatorio de todos los
fragmentos por cronología y tradición cultural (fig. 7.1.1) se
observa cómo, efectivamente, la diferencia entre los latinos
y púnicos en el momento de la fundación no fue demasiado
importante y prácticamente ambos grupos llegarían por igual,
con una ligera mayoría de los latinos frente a los púnicos. Posteriormente, esta proporción varía claramente en favor de los
primeros, los cuales llegarían a un ritmo equivalente a algo más
del doble que los segundos. Proporción que también se mantendría en época Augustea.
Por otra parte, las ánforas ibéricas, excepto en el 138 a.C.,
están presentes en todos los períodos, aunque en unos porcentajes
muy bajos que únicamente parecen tener cierta relevancia en el
momento de la destrucción. De la misma manera, los egeos aparecen de manera constante, pero también muy reducida, desde la
misma fundación hasta época augustea, cuando parecen ofrecer
una mayor significación.
una proporción absolutamente mayoritaria de las grecolatinas frente a las de tradición púnica y, sin embargo, las
excavaciones de les Corts parecen matizar esa apreciación,
pues la diferencia entre unas y otras es considerablemente
más reducida.
Las de tradición indígena se encuentran recogidas en todas
las intervenciones de manera intermitente y siempre suponen un grupo minoritario. Sin embargo, proporcionalmente,
las excavaciones de les Corts arrojan un número mayor de
fragmentos que, en los niveles del 75 a.C., parecen cobrar
especial relevancia.
Finalmente, nada podríamos decir de las importaciones egeas
de no ser por las excavaciones de l’Almoina; única excavación
donde, aunque en cadencia muy escasa, los fragmentos no diagnosticables se encuentran, no obstante, durante todo el período
analizado.
En cuanto a las tradiciones culturales, el conjunto de todos los
fragmentos de pared incorporados a esta tesis ofrece la tabla 7.1.1.
En total se han inventariado 27.605 fragmentos de pared. En
conjunto, se observa que durante todo el período analizado son
los fragmentos de tradición latina o grecolatina los que acaparan
el mayor volumen de las importaciones de la ciudad llegando a
sumar el 56,95% de todos, mientras que los de tradición púnica
Figura 7.1.1. Gráfica general por cronología de los fragmentos no diagnosticables y las tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 7.1.1. Número total de fragmentos no diagnosticables estudiados. Cronología y tradición cultural a que pertenecen.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Trad. latina
535
1209
6322
2416
3603
999
638
15.722
56,95
Trad. púnica
336
482
2129
349
570
278
223
4367
15,81
2
21
2
125
1
35
186
0,67
3
10
7
8
25
43
97
0,35
26,2
Trad. indígena
Trad. egea
Indet.
TOTAL
150
1
533
504
2940
631
1475
762
388
7233
1405
2200
11.422
3405
5781
2065
1327
27.605
[page-n-164]
evaluación de los datos y discusión
7.1.2. áreas de procedencia
Respecto a las áreas de fabricación de los fragmentos no diagnosticables ocurre algo similar. Los resultados son incluso más contradictorios si comparamos los de las distintas excavaciones entre
sí. En este sentido, atendiendo a los datos proporcionados por las
excavaciones de l’Almoina, observamos como entre las ánforas
italianas, las originarias de la bahía de Nápoles, en progresión
ascendente desde la fundación y siempre acompañadas por otras
adriáticas, son mayoritarias hasta el momento en que la ciudad
está plenamente consolidada. Desde entonces, y en el año de la
destrucción, las adriáticas serían mayoritarias. Las llegadas desde
el norte de África no parecen cobrar relevancia en ninguna de las
fases, excepto en el período que comprende el cambio de siglo,
cuando se muestra un ligero aumento. Las Ebusitanas, por su parte,
aparecen de manera constante en todas las fases en proporciones
más o menos similares, con un ligero repunte también entre el 109
y 95 a.C. Las otras producciones mantienen los escasos niveles que
ya hemos visto y comentado.
Por el contrario, en las excavaciones de Les Corts, las ánforas
adriáticas apenas son significativas en ninguna de las fases que se
han identificado. En cambio, las del norte de África son las que
parecen acompañar a las campanas en una proporción menor a la
mitad de éstas. Las ebusitanas mantienen su discreta pero constante
presencia y las ibéricas de tradición indígena se vuelven a mostrar
significativas en el momento de la destrucción.
En las excavaciones de la calle l’Herba, se observa un panorama completamente distinto a los anteriores. En el año de la
fundación la relación entre las ánforas itálicas es de una ligera
superioridad de las adriáticas frente a las de la zona vesubiana.
Esa tendencia parece mantenerse hasta el cambio de siglo,
cuando la proporción entre ambas se equiparó. De estas excavaciones no hay datos que se puedan ubicar entre el 95 y el 75
a.C., pero en los niveles que se encuentran inmediatamente
por encima de la destrucción, la relación entre unas y otras se
invierte y las del área napolitana son abrumadoramente mayoritarias. Por otra parte, las del norte de África se muestran aquí
como las ánforas dominantes durante la fundación, aunque
luego parecen desaparecer del registro hasta reaparecer en los
niveles post-sertorianos en una proporción superior a las adriáticas, pero muy inferior a las campanas.
Los resultados de Roque Chabás y Sabaters-Cisneros ofrecen gráficas similares donde las ánforas campanas son siempre
dominantes y en ningún momento se ven sobrepasadas por las
adriáticas. Las dos representan una presencia moderada de ánforas
norteafricanas y, especialmente en Roque Chabás, las ebusitanas
tendrían especial relevancia hasta la destrucción.
A nivel general, la tabla de las áreas de producción de los
fragmentos de pared estudiados (tabla 7.1.2) revelaría que las
ánforas procedentes de Italia suponen el 56,93% de las importaciones de ánforas de la ciudad durante todo el período analizado.
Las de la zona de la bahía de Nápoles representarían un 36,59%
de las importaciones. Las adriáticas, aunque inferiores y, al
contrario de lo que a priori podríamos pensar, serían significativamente importantes, llegando a alcanzar el 19,42%, que es algo
más de la mitad de lo que supusieron las vesubianas. Las producciones norteafricanas representarían el 4,95%, una cifra que se
sitúa por debajo de las ebusitanas (5,6%), aunque hemos de tener
presente que, muy probablemente, el grupo de las de tradición
púnica indeterminada incorpore fragmentos de esta procedencia
y también del sur de Hispania, la cual está escasamente representada con un 0,87%.
La gráfica que se desprende plasma que las ánforas procedentes
del área vesubiana fueron superiores respecto a las adriáticas desde
la fundación hasta el año 75 a.C. Momento en que las producciones
adriáticas las superarían ligeramente (fig. 7.1.2).
Por otra parte, se observa que, en los momentos más próximos
a la fundación, las ánforas norteafricanas llegarían aproximadamente en las mismas cantidades que las adriáticas, con un
repunte en torno al cambio de siglo y una presencia escasa, pero
constante, hasta el final del período estudiado. Las ánforas ebusitanas, efectivamente, indican que debieron ser importantes en los
momentos fundacionales. También, en torno al cambio de siglo,
parece haber un repunte que incluso supera a las norteafricanas.
Su presencia sería escasa, aunque constante hasta el final. Lo
mismo parecen mostrar las ánforas procedentes de la Ulterior
y las ibéricas de tradición indígena: en muy escasos porcentajes están presentes desde la fundación, pero su exigua presencia
resulta constante a lo largo de todas las fases. En el primer caso su
importancia podría haber sido mayor en los niveles anteriores y en
torno al cambio de siglo. Las ibéricas, por su parte, nuevamente
parecen tener su mayor peso en el episodio de la destrucción.
Tabla 7.1.2. Áreas de fabricación del conjunto de los fragmentos de pared por cronología y tradición cultural a que pertenecen.
B. Nápoles
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
429
965
4421
1414
1640
774
3
33
48
146
26
241
1868
954
1817
199
Italia tirrena
Adriático
106
74-27 26-14 d.C.
460
178
TOTAL
%
10.103
36,59
256
0,92
5363
19,42
N. África
39
206
647
142
200
76
58
1368
4,95
Trad. pún.
54
151
642
72
185
80
26
1210
4,38
Ulterior
22
15
79
25
16
21
63
241
0,87
221
110
761
110
169
101
76
1548
5,6
2
21
2
125
1
35
186
0,67
Egeo
1
3
10
7
8
25
43
97
0,35
Indet.
533
504
2940
631
1475
762
388
7233
26,2
1405
2200
11.422
3405
5781
2065
1327
27.605
Ibiza
Trad. indíg.
TOTAL
151
[page-n-165]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 7.1.2. Gráfica general de las áreas de producción del conjunto de los fragmentos no diagnosticables por fases cronológicas.
Las ánforas de la Citerior, entendiendo por éstas solamente a
las propiamente romanas producidas en esta provincia, ni siquiera
aparecen representadas por los fragmentos no diagnosticables en
ninguna de las excavaciones. Cuando lo han hecho, en l’Almoina,
los fragmentos inventariados como tales correspondían a ánforas
ibéricas, por lo que también los hemos sumado a éstas.
Por su parte, las ánforas egeas mantienen una presencia minoritaria pero constante desde la fundación hasta el final.
7.2. EL CONJUNTO DE LOS ELEMENTOS
DIAGNOSTICABLES. ASPECTOS GENERALES
Para centrar los resultados definitivos de este análisis únicamente
tendremos en cuenta el NMI establecido para cada una de las
fases en que hemos divido el período estudiado.
7.2.1. tradiciones culturales
Las gráficas resultantes del análisis de los fragmentos diagnosticables ofrecían una información similar a la que ya apuntaban
los no diagnosticables.
A nivel general, las excavaciones de l’Almoina, Les Corts,
Roque Chabás y Sabaters-Cisneros muestran, no obstante,
mayor moderación en la presencia de ánforas fabricadas en
lugares de tradición cultural púnica respecto a las de tradición grecolatina de lo que hacían los fragmentos de pared. Sin
embargo, en la calle l’Herba, las púnicas se tornan claramente
dominantes en los niveles de la fundación y en momentos más
cercanos a la misma. Por su parte, las ánforas egeas, que sólo
estaban presentes entre los no diagnosticables de l’Almoina,
aparecen representadas en todas las excavaciones excepto en
la calle l’Herba (donde, por otra parte, los materiales son muy
escasos) y, en según qué fase, como veremos más adelante,
incluso serían equiparables a las llegadas desde lugares de tradición púnica. Las ánforas ibéricas de tradición indígena también
concurren en todas las excavaciones excepto en Roque Chabás,
donde, sin embargo, los no diagnosticables sí las representaban
y, por el contrario, son significativamente más numerosas en
las intervenciones de les Corts.
El conjunto de las excavaciones ofrece la tabla 7.2.1. En total
se han inventariado 2.280 fragmentos diagnosticables (más los 11
de otras excavaciones que no aparecerán en el cómputo del NMI).
Respecto a los fragmentos de pared, los resultados obtenidos son
similares, aunque matizados, sobre todo en lo que respecta a las
ánforas de tradición púnica en relación con las de tradición latina
o grecolatina. En este sentido, el conjunto de las formas indica una
mayor importancia de las latinas, las cuales, a lo largo de todo el
período estudiado, llegaron a suponer el 73,37% de las importaciones frente a un 13,68% de aquellas que procedían de lugares de
tradición cultural púnica. Porcentualmente, también suben tanto las
producciones de tradición indígena como las egeas, aunque manteniendo sus escasos valores (1,31% y 1,4% respectivamente). Las
Tabla 7.2.1. Tabla general de las tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos diagnosticables del conjunto de las
excavaciones estudiadas.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Trad. latina
52
123
250
340
199
483
Trad. púnica
39
31
58
66
32
36
1
2
5
4
2
7
Trad. indígena
26-14 d.C.
TOTAL
%
147
79
1673
73,37
20
30
312
13,68
8
1
30
1,31
Trad. egea
1
2
5
5
3
8
2
6
32
1,4
Indet
4
17
29
70
25
44
32
12
233
10,21
97
175
347
485
261
578
209
128
2280
TOTALES
152
[page-n-166]
evaluación de los datos y discusión
Figura 7.2.1. Gráfica general de las tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos diagnosticables de las excavaciones estudiadas.
ibéricas siguen mostrándose especialmente importantes, dentro de
su escasa relevancia, en el episodio de la destrucción y en los niveles
de abandono, algunos de los cuales probablemente también estén en
relación con tal hecho. Las egeas, por su parte, parecen mantener
una relevancia similar a lo largo de todo el período, con mayor significación también en el 75 a.C. y ya en época augustea. Finalmente,
las ánforas indeterminadas suman un 10,21%.
Por tanto, la gráfica que se desprende (fig. 7.2.1) es muy
similar a la que ofrecía la del conjunto de los fragmentos no
diagnosticables. El único momento en que las ánforas fabricadas
en lugares de tradición púnica tuvieron una relevancia proporcional, aunque ligeramente más baja, a las itálicas sería en la
fundación de la ciudad.
7.2.2. áreas de procedencia
Respecto a los lugares de fabricación de las ánforas, los fragmentos diagnosticables de cada una de las excavaciones muestran
gráficas similares a lo que lo hacían los no diagnosticables, pero
con algunas matizaciones que nos servirán para perfilar la realidad de aquello que pudieron ser las importaciones de ánforas en
la Valentia del período que analizamos.
Cada excavación ofrece una gráfica distinta y, por tanto, las
interpretaciones que se desprenderían de un estudio individualizado también nos llevarían a conclusiones diferentes.
En aquellas donde los niveles fundacionales (138 a.C.) han sido
perfectamente aislados (l’Almoina y calle l’Herba, si bien hay que
tener en cuenta la diferencia numérica de los hallazgos entre una y
otra y que ambas se encuentran alrededor del foro), los fragmentos
diagnosticables parecen mostrar dos realidades que parecen opuestas.
Mientras en l´Almoina la relación entre las importaciones vesubianas y adriáticas se decanta claramente hacia un predominio de las
primeras, en la calle l’Herba parece que ambas llegaron en proporciones equiparables. Por otra parte, l’Almoina también muestra una
variedad en las importaciones que no se observa en la calle l’Herba
donde, por otra parte, las ánforas norteafricanas parecen ser rotundamente dominantes respecto a las italianas.
Otra de las fechas importantes, el 75 a.C., también conduce
a interpretaciones distintas en función de la excavación a la que
acudamos para obtener datos. En l’Almoina, y también en la calle
l’Herba, las importaciones italianas del área vesubiana y adriática
son prácticamente proporcionales, con una ligera superioridad
de las primeras. Sin embargo, en les Corts y Roque Chabás, los
materiales apuntan a una superioridad muy considerable de las
vesubianas. Por el contrario, Sabaters-Cisneros parece indicar
que las adriáticas llegarían en una proporción equiparable a la
mitad de las de la zona de la Bahía de Nápoles.
La tabla que unifica los resultados de todas las excavaciones en
cuanto a los fragmentos diagnosticables (tabla 7.2.2) muestra que, a
nivel general, durante todo el período analizado, las italianas fueron
el 73,05% de las importaciones de ánforas de la ciudad; muy lejos del
56,93% que reflejaban los fragmentos no diagnosticables. Entre ellas,
el 46,31% se fabricaron en la zona de la Bahía de Nápoles, un 23,46%
llegaron desde las costas adriáticas y sólo un 3,28% desde otros lugares
de Italia que, según se desprende del estudio de las pastas (Anexo II),
podrían proceder mayoritariamente del sur de la península.
Las importaciones del norte de África se situarían en el 6,88%,
dos puntos por encima de lo que mostraban los fragmentos de pared.
Por su parte, las ebusitanas, con un 2,14% reducirían su importancia
en aproximadamente tres puntos y medio, mientras que las procedentes del sur de Hispania, con un 3,37%, lo acrecentarían respecto a
los fragmentos no diagnosticables en dos puntos y medio. Tanto las
ánforas ibéricas como las egeas también aumentarían ligeramente
sus porcentajes en medio y un punto respectivamente.
La gráfica que se desprende del número de los fragmentos
diagnosticables muestra que, en los momentos fundacionales, las
ánforas vesubianas fueron claramente dominantes, aunque llegaron acompañadas de otras fabricadas en las costas adriáticas,
si bien éstas, realmente, representarían menos de la mitad de las
de la bahía napolitana. De otros lugares italianos arribarían en
mucha menor proporción (fig. 7.2.2).
El siguiente grupo en importancia durante los primeros años de
la ciudad fue el de las ánforas norteafricanas, las cuales arribarían en
cantidades superiores a las adriáticas. Las del sur de Hispania y las
153
[page-n-167]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.2.2. Tabla general de las áreas de producción del conjunto de los fragmentos diagnosticables por fases cronológicas.
B. Nápoles
Adriático
Italia tirrena
Trad. latina indet.
Norte África
Trad. pún. indet.
Ulterior
Ibiza
Citerior
Trad. indígena
Egeo
Indeterminada
TOTAL
%
138 a.C.
40
7
4
1
23
3
7
6
0
1
1
4
97
4,25
137-135
98
20
5
0
20
0
8
3
0
2
2
17
175
7,67
134-110
174
67
9
0
29
3
15
11
0
6
5
29
348
15,26
109-95
235
90
8
7
36
8
15
7
0
5
5
70
486
21,31
94-76
118
77
3
1
14
1
8
9
0
3
3
25
262
11,49
75
261
201
14
7
18
6
4
8
0
10
8
44
581
25,48
74-27
86
42
6
2
11
6
7
0
5
2
2
34
203
8,9
26-14 d.C.
44
31
3
5
6
2
13
5
0
1
6
12
128
5,61
TOTAL
1056
535
52
23
157
29
77
49
5
30
32
235
2280
%
46,31
23,46
2,28
1
6,88
1,27
3,37
2,14
0,21
1,31
1,4
10,3
Figura 7.2.2. Gráfica general de las áreas de producción del conjunto de los fragmentos diagnosticables por fases cronológicas.
ebusitanas lo harían en proporciones significativas y muy similares,
con un ligero predominio de las primeras. Finalmente, las ibéricas y
las egeas tendrían una escasa relevancia a nivel cuantitativo.
En los períodos de consolidación urbana (134-95 a.C.) se produciría un aumento exponencial de las importaciones de ánforas
italianas, fundamentalmente vesubianas y adriáticas y, entre ellas,
éstas últimas supusieron algo menos de la mitad que las primeras.
También se observa como las de otros lugares italianos son siempre
muy minoritarias entre las italianas, aunque aparece el grupo de tradición latina, cuyo origen no ha sido posible determinar, pero que por
cronología y, como más adelante veremos, también por tipología, es
muy probable que se fabricaran igualmente en Italia.
Las norteafricanas sufren un ligero aumento proporcional,
aunque en ningún momento llegaron a equipararse a las adriáticas y su presencia equivaldría, más o menos, a la mitad de éstas.
En menores porcentajes, las ebusitanas y de la Ulterior tuvieron
una presencia similar, algo superiores las del sur de Hispania. Las
ibéricas de tradición indígena y las egeas tendrían una presencia
muy similar y minoritaria.
154
Durante la fase de actividad urbana (94-76 a.C.), la gráfica
que desprenden los fragmentos diagnosticables es muy similar a
la precedente. Se observa un aumento de las adriáticas respecto a
las vesubianas y una mayor equiparación entre las ánforas ebusitanas y las del sur de Hispania. Las norteafricanas parecen reducir
su importancia y las ebusitanas superarían a las sudhispánicas,
mientras que las ibéricas y egeas se mantienen en las mismas
escasas proporciones.
Durante el asedio y destrucción de la ciudad (año 75 a.C.),
las ánforas vesubianas fueron efectivamente superiores a las
del adriático, aunque como ya apuntaba la gráfica anterior, las
importaciones de estas últimas sufrieron un aumento proporcional muy considerable. Las de otras zonas de Italia siguieron
siendo minoritarias entre las ánforas italianas. Las norteafricanas confirman una pérdida de importancia y las ebusitanas
siguen siendo ligeramente superiores a las de la Ulterior. Por
su parte, las ibéricas de tradición indígena y las egeas muestran un ligero ascenso y llegarían a situarse por encima de las
ebusitanas y sudhispánicas.
[page-n-168]
evaluación de los datos y discusión
El período de abandono (74-27 a.C.), donde como ya hemos
indicado es posible que incorporen rellenos residuales relacionados con la destrucción, dibuja un gráfico muy similar al anterior.
La relación entre el conjunto de las ánforas italianas vuelve a
situarse como en las fases de consolidación urbana. Las norteafricanas mantienen una discreta presencia y las de la Ulterior
se mantienen. La novedad radica en que las ánforas ebusitanas
dejarían de estar plasmadas y en que aparece representado por
primera vez, aunque de manera muy escasa, el grupo de la Citerior, entendiendo por éste al que recoge las ánforas de influencia
ya claramente romana que fueron fabricadas en esa provincia.
Las indígenas y egeas vuelven a los mismos valores insignificantes desde el punto de vista cuantitativo que mantuvieron hasta
el año 75 a.C.
El período augusteo refleja una realidad muy similar, con
la salvedad de que ahora, las ánforas ebusitanas vuelven a estar
presentes entre las formas y las de la Ulterior y egeas incrementan su importancia porcentual. Las del nordeste peninsular, sin
embargo, ya no vuelven a estar representadas.
7.3. EL CONJUNTO DE LOS MATERIALES
La gran cantidad de fragmentos de pared, la mayor parte de los
cuales procede de los rellenos de nivelación y preparación para la
construcción de estructuras urbanas y, por tanto, con un grado de
fragmentación sujeto a múltiples variables, hubiera condicionado
notablemente los resultados de un estudio convencional en el que
solamente se hubiera tenido en cuenta el conjunto de materiales proporcionado por las excavaciones como un único ente interpretativo.
De haberlo desarrollado así, los resultados obtenidos se muestran
en las tablas 7.3.1 y 7.3.2, y en las gráficas de tradiciones culturales
(fig. 7.3.1) y áreas de producción (fig. 7.3.2) que de ellas se desprenden, las cuales, como veremos, tampoco reflejan la realidad de los
resultados finales obtenidos en este trabajo.
Al nivel más general de todos, es decir al de las tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos, las gráficas finales de cada
uno de los análisis (diagnosticables y no diagnosticables) y la de un
estudio de conjunto no sufren modificaciones significativas. Todas
presentan más o menos mismos resultados, aunque las matizaciones
en cuanto a la importancia de las ánforas ibéricas y las importaciones
egeas que pudieron establecerse con el análisis de las formas habrían
quedado difuminadas en un único estudio de conjunto. Además, dado
que en las excavaciones de Sabaters-Cisneros ha sido imposible
subdividir el período que abarcan las fases de consolidación urbana
(134-110 a.C. y 109-95 a.C.) hubiéramos perdido un eslabón en la
evolución general de las importaciones de ánforas.
Asimismo, a medida que tratamos de perfilar más los conjuntos, si solamente hubiéramos analizado los materiales desde un
punto de vista genérico, en el que se incluyeran todos los fragmentos, tanto los no diagnosticables como los que sí lo son, el resultado
final en cuanto a las áreas de fabricación de las ánforas se hubiese
alejado mucho más de la realidad que podemos desenmascarar
Figura 7.3.1. Tradiciones culturales a que pertenecen las ánforas. Gráfica resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
Tabla 7.3.1. Tradiciones culturales a que pertenecen las ánforas. Tabla resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Trad. latina
587
1332
6912
2615
4086
1140
721
17.393
58,19
Trad. púnica
375
513
2253
381
606
302
249
4679
15,65
1
4
32
5
135
3
36
216
0,72
Trad. indígena
Trad. oriental
2
5
20
10
16
27
49
129
0,43
537
521
3039
656
1519
796
400
7468
24,98
TOTALES
1502
2375
12.256
3667
6362
2268
1455
29.885
%
5,02
7,94
41,01
12,27
21,28
7,58
4,86
Indeterminada
155
[page-n-169]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.3.2. Áreas de procedencia de las ánforas. Tabla resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
B. Nápoles
469
1063
4830
1532
1901
860
Adriático
113
261
2025
1031
2018
241
Italia tirrena
4
8
50
51
160
Trad. latina indet.
1
0
7
1
7
Norte África
62
226
712
156
Trad. pún. indet.
57
151
653
73
Ulterior
29
23
109
Ibiza
74-27 26-14 d.C.
TOTAL
%
504
11.159
37,33
209
5898
19,73
32
3
308
1,03
2
5
23
0,07
218
87
64
1525
5,1
191
86
28
1239
4,14
33
20
28
76
318
1,06
227
113
779
119
177
101
81
1597
5,34
Citerior
0
0
0
0
0
5
0
5
0,01
Trad. indígena
1
4
32
5
135
3
36
216
0,72
Egeo
2
5
20
10
16
27
49
129
0,04
24,98
Indeterminada
537
521
3039
656
1519
796
400
7468
TOTAL
1502
2375
12.256
3667
6362
2268
1455
29.885
%
5,02
7,94
41,01
12,27
21,28
7,58
4,86
Figura 7.3.2. Áreas de procedencia de las ánforas. Gráfica resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
de las evidencias arqueológicas. Los resultados finales se verían
enormemente influenciados por la gran cantidad de fragmentos
no diagnosticables y, en episodios concretos como el del 75 a.C.,
podría dar lugar a interpretaciones algo diferentes a lo que un
análisis más minucioso nos ha llevado. Prácticamente toda la significación de las ánforas que no son itálicas habría sido distinta a
lo que realmente hemos podido llegar a deducir. Además, al igual
que con las tradiciones culturales, se nos hubieran planteado los
mismos problemas para las áreas de fabricación de las ánforas en
las fases de consolidación urbana.
Todo esto nos lleva a considerar que, para realizar un análisis de grandes colecciones de fragmentos de ánforas como el
que hemos llevado a cabo, los no diagnosticables podrían ser
perfectamente descartados de los cómputos. Al fin y al cabo,
la mayor parte corresponden a las piezas que sí vendrán definidas por los fragmentos diagnosticables. Por otra parte, el grado
de fragmentación en niveles de relleno obedece a tantos y tan
subjetivos factores (desde la dureza de la propia pasta hasta las
156
necesidades de compactación del relleno en que se encuentran)
que, en realidad, podrían acabar por distorsionar la realidad que
andamos buscando.
7.4. ANÁLISIS DEL NMI ESTIMADO
7.4.1. panorama general de las ánforas de la valentia
romana republicana
Si en grandes colecciones de fragmentos de ánforas procedentes de un
mismo yacimiento aquello que realmente termina definiendo al conjunto
son los que presentan forma, lo que nos queda por hacer para perfilar el
nuestro es analizar el NMI estimado para cada una de las excavaciones
y fases en que hemos fundamentado nuestra investigación.
En total se ha considerado un mínimo de 1.322 piezas. Desde
el punto de vista tipológico (tabla 7.4.1 y fig. 7.4.1), el dominio de
la forma Dressel 1 es absoluto. El subtipo tipo más numeroso es el
1A, con una representación cuatro veces superior al de las Dressel
[page-n-170]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.4.1. Tabla general de la tipología de las ánforas de época romana republicana en la ciudad de Valentia en función del NMI estimado
(138 a.C.-14 d.C.).
138 a.C. 137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
6
7
14
7
10
1
2
47
3,55
Grecoit./Dr. 1
8
13
37
21
1
6
2
88
6,65
11
6
12
10
98
11
5
153
11,57
3
16
24
73
35
27
16
13
207
15,65
2
2
5
21
4
3
4
19
1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
“Lamboglia 2”
Indeterminada
TOTAL
7
1
10
3
17
47
83
125
66
182
39
1
4
14
4
2
2
34
2,57
3
30
2,26
1
1
0,07
21
1,58
22
581
43,94
2
29
2,19
10
98
7,41
11
0,83
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
6
13
9
36
Brindisina
1
2
3
2
3
Apani I
2
1
8
1
2
1
4
Apani II
Apani III
24
1
12
0,9
9
0,68
1
0,07
1
2
0,15
1
1
0,07
1
1
Apani VII
1
Dressel 6
Adriática indet.
3
5
14
8
8
75
5
5
123
9,3
TOTAL
4
12
38
38
23
121
30
20
286
21,63
3
3
5
2
1
1
15
1,13
7
0,52
4
3
3
1
ITÁLICAS INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
2
3
1
Dressel 1
Dressel 1A
3
3
1
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
7
0,52
1
11
0,83
1
1
0,07
2
0,15
2
3
5
8
8
3
8
5
3
43
3,25
8
9
12
13
6
6
3
3
60
4,53
1
0,07
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.2.1.1
1
T-7.3.2.1
1
1
0,07
T-7.3.2.2
1
1
0,07
T-7.4.1.1
2
2
0,15
24
1,18
1
0,07
T-7.4.2.1
5
4
6
T-7.4.2.2
1
T-7.4.3.1
2
T-7.4.3.2. sim.
1
T-7.4.4.1
1
2
1
2
1
1
1
4
0,3
1
2
0,15
1
T-7.7.1.1
3
3
T-7.5.1.1
1
1
Ovoide mauritana
1
Grecohelenística
1
Norte África indet.
TOTAL
1
13
4
0,3
2
0,15
2
0,15
1
0,07
1
0,07
3
1
5
1
2
3
2
17
1,28
17
27
29
9
12
10
6
123
9,3
157
[page-n-171]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.4.1. Continuación.
138 a.C. 137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
2
1
3
TOTAL
%
1
0,07
8
0,6
ULTERIOR
T-7.4.3.2.
1
T-7.4.3.3
2
T-9.1.1.1
1
41
3,09
Ovoide 1
7
8
7
14
4
3
2
5
0,37
Ovoide 4
3
2
5
0,37
2
2
0,15
2
6
0,45
12
68
5,14
3
0,22
3
0,22
3
0,22
Ovoide 9
Ulterior indet.
TOTAL
2
7
8
9
2
14
7
4
7
IBIZA
PE-23
2
1
PE-24
1
1
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
3
3
2
7
3
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
1
5
2
9
2
2
19
1,43
1
4
5
0,37
3
6
0,45
3
39
2,95
2
1
6
7
7
CITERIOR
Tarraconense
2
2
0,15
Pascual 1
3
3
0,22
A-1.2.4
1
2
4
5
1
10
2
1
26
1,96
TOTAL
1
2
4
5
1
10
7
1
31
2,34
1
1
3
1
1
1
1
3
12
0,9
1
2
5
1
1
10
0,75
1
2
0,15
1
1
0,07
1
0,07
6
26
1,96
1
5
0,37
1
1
2
0,15
3
2
1
5
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
1
LRA 3
Oriental indet.
TOTAL
1
1
1
4
4
1
7
2
INDETERMINADA
Grecoitálica
2
2
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
1
1
1
2
2
Dressel 1B
Dressel 1C
3
2
0,15
13
0,98
1
2
0,15
1
9
0,68
3
3
0,22
1
2
0,15
1
0,07
Dressel 2/4
Serie 7
1
Ovoide
3
1
Trad. púnica
1
2
3
1
2
3
12
0,9
Indeterminadas
2
3
8
22
10
11
13
5
74
5,79
TOTAL
5
3
11
30
17
24
23
12
125
9,45
56
97
193
259
134
375
123
85
1322
4,23
7,33
14,59
19,59
10,13
28,36
9,3
6,42
TOTALES
%
158
[page-n-172]
evaluación de los datos y discusión
Figura 7.4.1. Significación cuantitativa de los distintos tipos identificados.
1B o al de las Dressel 1C, las cuales tienen una presencia muy
similar. Le siguen los grupos de las Grecoitálicas y Grecoitálicas
de transición. Ambos duplican a las Dressel 1B y C, pero, por separado, no llegan a representar la mitad de lo que fueron las Dressel
1A. A una misma escala que las Grecoitálicas se sitúan las ánforas Lamboglia 2 y, ya algo menos de medio punto por debajo, las
Africanas Antiguas. En importancia numérica siguen las T-9.1.1.1,
que aproximadamente presentan el mismo valor cuantitativo que
las Dressel 1B y C. Las ánforas ibéricas (A-1.2.4) y las T-7.4.2.1,
con una misma presencia, serían los siguientes grupos tipológicos
en cuanto a la cantidad y estarían seguidos por las T-8.1.3.2. El
resto de las tipologías tiene una menor incidencia. Entre las ánforas
egeas destacan las Rodias y las de Cos, con valores muy similares
a las brindisinas, Apani III y a las T-7.4.3.3.
porcentaje supusieron las llegadas desde el Mediterráneo oriental. Finalmente, con un 5,59%, las ánforas de tradición cultural
indeterminada no resultan significativas para distorsionar esta
primera conclusión (tabla 7.4.2).
La abrumadora mayoría de ánforas de tradición latina se ve
reflejada en la gráfica de la figura 7.4.2, la cual nos indica que,
principalmente, la ciudad de Valentia se abasteció de ánforas
7.4.1.1. Tradiciones culturales
Durante todo el período que analizamos, observamos que las
ánforas producidas en lugares de tradición cultural latina, fundamentalmente Italia, pues con seguridad sólo cinco de ellas se
fabricaron en la Citerior-Tarraconensis (Pascual 1 y Tarraconense), representan el 71,93% de las importaciones frente a un
18,53% que llegaron a Valentia desde lugares de tradición cultural púnica. A nivel general, las ánforas ibéricas de tradición indígena no fueron importantes en la ciudad y únicamente llegaron
a alcanzar el 1,96% de las que hubo en circulación. El mismo
Figura 7.4.2. Representación gráfica de las áreas de tradición cultural
a que se adscriben las ánforas de Valentia (138 a.C.- 14 d.C.).
Tabla 7.4.2. Porcentajes de las tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
Trad. latina
Frags.
%
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet
TOTAL
1322
951
245
26
26
74
71,93
18,53
1,96
1,96
5,59
159
[page-n-173]
las ánforas de valentia romana republicana
italianas y de los productos que ellas contuvieran. Algo menos de
un tercio de los contenedores llegaron desde regiones que habían
estado bajo la influencia púnica (norte de África, sur de Hispania
y la isla de Ibiza, fundamentalmente) y sólo una pequeña parte
del conjunto está compuesta por ánforas ibéricas y egeas en una
proporción equitativa.
7.4.1.2. Áreas de producción
Si analizamos la tabla 7.4.1 y la gráfica de las áreas de producción
y tipologías por procedencia de las ánforas (fig. 7.4.3 y 7.4.4), lo
primero que observamos es que las fabricadas en la zona de la
bahía de Nápoles son las mayoritarias con el 43,94%, del conjunto. Son seguidas en importancia por las adriáticas (21,63%);
las africanas (9,3%); las sudhispánicas (5,14%); las de otras zonas
italianas (3,25%); las ebusitanas (2,95%) y, finalmente, por las
ibéricas y egeas, las cuales suponen un mismo porcentaje del
1,96% respectivamente.
Entre las italianas (un total de al menos 910 ánforas que
suman las vesubianas, las adriáticas y las de otras zonas de la
península), las ánforas vinarias de la zona de la bahía de Nápoles
(Grecoitálicas, Grecoitálicas de transición y Dressel 1 en todas
sus variantes, pero sobre todo las Dressel 1A) son mayoritarias,
llegando a representar el 63% de todas ellas.
El siguiente grupo en importancia es de las adriáticas, las
cuales representaron el 21,63% de las importaciones de ánforas
a la ciudad republicana. Muchos de los fragmentos corresponden
a pivotes y asas, por lo que, en cuanto a tipología, el número de
indeterminados es relativamente alto (123 de un total de 286),
aunque probablemente todos, o la mayor parte de ellos, deban
corresponder a los tipos que sí han sido identificados. Entre ellas,
el ánfora más significativa en Valentia es la vinaria Lamboglia
2, con al menos 98 piezas (7,41% de todas las ánforas). Las
encontramos a partir del cambio de siglo II al I a.C. y fueron especialmente importantes en el episodio de la destrucción. Por otra
parte, también destaca el dato que nos proporcionan las Grecoitálicas adriáticas (al menos 29 piezas; un 2,19%). Se concentran en
los momentos fundacionales y de consolidación urbana, poniendo
de manifiesto que desde un principio la ciudad también se abasteció de productos procedentes de la vertiente adriática de Italia.
Figura 7.4.3. Gráfica general. Áreas de producción de las ánforas de
Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
160
Figura 7.4.4. Tipologías y áreas de producción de las ánforas de
Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
[page-n-174]
evaluación de los datos y discusión
Otro conjunto de ánforas adriáticas viene dado por los tipos
fabricados en el área brindisina. Todos ellos (Brindisinas, Apani
I, II, III y VII) suman un total de al menos 35 piezas, las cuales
se concentran fundamentalmente entre el cambio de siglo y el
momento de la destrucción. Las ánforas vinarias de esta región
(Apani I-Giancola 2) suman al menos doce piezas (6,45% de
todas las adriáticas), mientras que las olearias (Brindisinas, Apani
II-Giancola 1, Apani III-Giancola 6 y Apani VII) son el doble (un
mínimo de 24 piezas que suponen el 8,39%).
Aunque desconocemos la tipología del 43% de todas las ánforas adriáticas de Valentia, algunos datos significativos pueden
ser inferidos de nuestros resultados. En este sentido, podemos
deducir que la mayor parte de las importaciones procedentes
de esta zona corresponde a ánforas vinarias (un mínimo de 139
ánforas que representan el 48,60% de las producciones adriáticas
documentadas en la ciudad), mientras que las olearias suponen
el 8,04%; una cifra muy inferior, pero, probablemente, no exenta
de significación socioeconómica.
En definitiva, podemos establecer que las relaciones de
Valentia con los productos del Adriático fue constante y significativa desde la fundación de la ciudad y durante todo el período
republicano.
Las ánforas llegadas desde otras áreas de la península italiana
solamente representan un 3,25% del conjunto. Un porcentaje reducido. Todas ellas son vinarias. La mayor parte son de la forma
Grecoitálica (al menos 15) y se encuentran concentradas en las
fases fundacionales y de consolidación urbana. El tipo Dressel 1A,
encarnado al menos por 11 piezas, es el segundo en importancia.
La escasa representación de este grupo de ánforas parece poner de
manifiesto que dentro del gran comercio ultramarino de ánforas
dominado por los productos campanos, otras regiones veían una
posibilidad de dar salida a sus excedentes hacia las nuevas ciudades
occidentales. El estudio macroscópico de sus pastas parece indicar
que la mayor parte también procedía del sur de Italia.
Las del norte de África, donde seguramente se incluyen algunas
fabricadas en Sicilia occidental, representan el 9,3% del conjunto de
las ánforas. Resulta indudable el dominio absoluto del aceite importado en las Africanas Antiguas. Estas ánforas son la tercera tipología en
representatividad, con un valor del 4,53% respecto al total de las estudiadas. Casi la mitad de los contenedores norteafricanos (60 de 123;
un 48,63% de los mismos) corresponden a esta forma, la cual aparece
de manera constante desde la fundación de la ciudad, con picos en los
momentos de consolidación (134-95 a.C.), hasta el final del período
analizado. En comparación con el aceite italiano, representado sólo
por las ánforas del área brindisina, el norte de África fue, sin duda, el
principal abastecedor de este producto a la ciudad.
El otro tipo significativo del norte de África es el T-7.4.2.1
(Mañá C2) con 24 piezas que representan el 19,51% de todas las
norteafricanas y el 1,18% del total de ánforas estudiadas. Otras
variantes de Mañá C también están presentes, aunque con menos
individuos, entre 1 y cuatro ejemplares por tipo. Así, de los tipos
T-7.2.1.1, T-7.3.2.1 y T-7.3.2.2 sólo se ha constatado un ejemplar
de cada uno (0,07% del conjunto de ánforas y 0,81% de las africanas respectivamente), de los tipos T-7.4.1.1, T-7.4.3.2 similis,
T-7.5.1.1 y T-7.7.1.1 se han identificado dos ánforas de cada uno
(0,15% del conjunto y 1,62% de las norteafricanas respectivamente) y de las formas T-7.4.3.1 y T-7.4.4.1 cuatro de cada una
(0,3% del total y 3,25% del conjunto de las norteafricanas respectivamente). En general a todas ellas se las ha considerado como
ánforas destinadas al transporte de salazones, aunque recientes análisis de residuos orgánicos apuntan a que algunos tipos
(T-7.3.2.2) transportaron vino o sus derivados (Pecci y Giorgi
2019: 159-160). Excepto las T-7.4.2.1, que se encuentran en todas
las fases estudiadas, sobre todo en las fundacionales y de consolidación urbana, el resto se concentra básicamente entre el cambio
de siglo II al I a.C. y la destrucción de la ciudad.
Además, el grupo de las norteafricanas incorporamos un ánfora
Ovoide mauritana en niveles de inicios del siglo I a.C. Se trata de
una forma que hasta ahora no había sido documentada fuera de
su área de fabricación y por ello, en el futuro, será preciso que
realicemos estudios arqueométricos de su pasta que nos permitan
verificarlo. También hay un ánfora descubierta en niveles de finales
del siglo II a.C., de morfología grecohelenística y, por tanto, muy
alejada de los modelos púnicos, pero cuya pasta (Anexo II: C-17)
ubicaría su fabricación en la zona occidental siciliana y, en este
sentido, en un ámbito de tradición cultural púnica, de donde, por
otra parte, probablemente también llegaron algunas de las ánforas
Africanas Antiguas descubiertas en la ciudad.
Solamente un 5,4% de las ánforas importadas procedía del sur de
Hispania; de la provincia Ulterior. El tipo más común es el T-7.9.1.1
(CCNN), del que se han contabilizado hasta un mínimo de 40 piezas
que suponen el 3,02% de todas las ánforas y el 58,82% de las sudhispánicas. Se encuentran desde los momentos fundacionales hasta el 75
a.C., aunque, sin embargo, en los niveles de destrucción no aparecen
documentadas. Son ánforas que transportaron salsamenta (García
Vargas 1998) o también carnes sazonadas (Bernal-Casasola 2004)
y están muy relacionadas con el aprovisionamiento de los ejércitos
romanos (Sáez Romero 2008a; Sanmartí 1985a y 1985b). La mayor
parte de las que se encuentran en Valentia fueron manufacturadas en
los talleres alfareros de la bahía de Cádiz.
Los otros tipos de la Ulterior apenas tuvieron trascendencia
entre las importaciones de ánforas. Las de salazón T-7.4.3.3 son
el segundo grupo en cuanto a cantidad de piezas identificadas (8
piezas que suponen el 0,6% del total y el 11,76% de las sudhispánicas). Están presentes desde el momento en que la ciudad se
encuentra plenamente consolidada hasta el final del período que
estudiamos. El tipo T-7.4.3.2 sólo está representado por una pieza
descubierta en los niveles del 94-76 a.C.
Tras la destrucción del 75 a.C. cobran importancia en los
niveles de abandono y augusteos diversos subtipos de ánforas
ovoides fabricadas en el valle del Guadalquivir. Sobre todo las
Ovoides 1 y 4, ambas encarnadas en cinco ejemplares cada una
(0,37% del conjunto de todas las ánforas y 7,35% de las sudhispánicas respectivamente), aunque quizás, como indica el estudio
de las pastas del Anexo II, al menos una de las Ovoide 4, hallada
en un contexto augusteo, pudiera proceder de la bahía de Cádiz
(muestra 2ALM-17, Anexo II: D-13).
Otro lugar significativo en el abastecimiento de Valentia fue
la isla de Ibiza. Excepto en el período de abandono, sus ánforas
también están presentes en todas las fases. En total se han identificado al menos 39 fabricadas allí y suponen el 2,95% de todas
las ánforas estudiadas. Fueron especialmente significativas en
los momentos fundacionales y de consolidación urbana, aunque
constantes hasta la destrucción. El tipo más representado es el
T-8.1.3.2, con, al menos, 19 ejemplares (48,71% de las ebusitanas). Las otras formas son menos representativas. Hay tres
P-23 (7,69% de las ebusitanas) en los niveles fundacionales y
de consolidación urbana; tres P-24 en los niveles que abarcan
161
[page-n-175]
las ánforas de valentia romana republicana
desde el cambio de siglo hasta el 75 a.C.; tres T-8.1.3.1 en los
de vida urbana y cinco T-8.1.3.3, que resultan significativas
porque son el tipo ebusitano mayoritario que había en la ciudad
cuando fue arrasada.
La presencia constante de estas ánforas desde la fundación hasta la destrucción podría resultar importante ya que
parece ofrecernos una pauta en cuanto a las rutas marítimas
que abastecieron a la ciudad. En este sentido, su moderada,
pero, insistimos, constante documentación, podrían convertir a
Ibiza en la última escala de las redes hispanas de cabotaje antes
de arribar a Valentia.
De la Hispania Citerior no hay a penas representación. La
mayor parte de las que incluimos en este epígrafe, en realidad,
corresponden a ánforas ibéricas (A-1.2.4) que muy probablemente
se fabricaron en el área de influencia territorial de la Valencia
romana republicana y que, por tanto, de alguna manera sirvieron
para abastecer a la ciudad con productos indígenas del entorno.
En cualquier caso, tampoco son muy significativas. Se ha reconocido un mínimo de 26 de estas ánforas que representan el
1,96% del NMI total. Fueron especialmente importantes en el
momento de la destrucción, lo cual no deja de ser revelador por
cuanto refleja un abastecimiento por parte del territorio a la ciudad durante el conflicto.
En cuanto a la importación de formas típicamente romanas
procedentes del nordeste peninsular, queda puesta de manifiesto por la presencia, en los niveles de abandono, de al menos
3 ánforas Pascual 1 y 2 Tarraconenses. Una cantidad insignificante; ambas suman el 0,5% del total de las ánforas estudiadas
en este trabajo. Sin embargo, resultan relativamente importantes por dos razones: la primera es que el escasísimo número de
estas importaciones, típicas de la segunda mitad del siglo I a.C.,
sirve para incidir en que tras la destrucción de la ciudad, Valentia debió quedar prácticamente abandonada. Desde el punto de
vista arqueológico, estas ánforas, sumadas a lo que conocemos
de la ciudad entre el año 75 a.C. y el advenimiento del principado
de Augusto, no permiten plantear que en aquel período Valentia
hubiera continuado siendo un centro urbano de relativa importancia. La segunda es que, a pesar de ello, bien como consecuencia
del paso de la via Heraclea por el solar o de las actividades religiosas que perduraron, la ciudad continuó, de alguna manera,
estando presente en las rutas de distribución de los nuevos tipos
de ánfora que comenzaban a surgir. Aunque debemos insistir en
que estas cinco ánforas son los únicos testimonios de las ánforas
específicamente contemporáneas a estas fechas.
Las ánforas egeas también son relativamente escasas. Se han
identificado al menos veintiséis, las cuales representan el 1,96% del
conjunto. Las más numerosas son las Rodias (12), que mantuvieron
una presencia constante desde la fundación de la ciudad hasta el final
del período analizado. Fueron importantes en los momentos fundacionales e inmediatamente posteriores y también en época augustea,
seguramente por los motivos que ya hemos argüido. Las ánforas de
Cos también resultan reveladoras (10). Aunque se encuentran a partir del cambio de siglo y tras la destrucción, fueron singularmente
importantes en el 75 a.C., en cuyos niveles se han constatado hasta
cinco ejemplares. Las otras ánforas, también egeas, son dos de Cnidos; una hallada en niveles fechados entre el 110 y el 95 a.C. y otra
en los augusteos. Asimismo, hay un ánfora vinaria monoansata de
Éfeso (LRA 3), aunque identificada solamente por su pivote, que
también fue descubierta en niveles augusteos.
162
Finalmente, el grupo de las ánforas de procedencia indeterminada está formado por un mínimo de 125 piezas que representan
el 9,45% del NMI estimado en nuestro estudio. Los tipos más significativos dentro de este grupo son las Dressel 1A y 1C con trece
y nueve ejemplares respectivamente. Las 1A se distribuyen entre
los momentos de consolidación urbana y hasta el final del período
y las 1C fueron particularmente importantes cuando la ciudad ya
estaba plenamente constituida y en el momento de la destrucción.
También destaca la presencia, en los niveles augusteos, de ánforas del tipo Dressel 2/4 como paradigma de los nuevos talleres
que comenzaban a trabajar y de las formas que circulaban todavía
junto a muchos de los viejos tipos republicanos. Entre el resto de
las tipologías presentes podríamos destacar a las dos Grecoitálicas localizadas en los niveles del 138 a.C. por cuanto también son
testimonio de la arribada al lugar escogido para la fundación de productos procedentes de otras áreas, seguramente italianas, más allá
de las conocidas. Por último, las ánforas de tradición púnica y origen indeterminado no aportan cambios a los resultados obtenidos y
todas ellas han de incluirse entre las norteafricanas y sudhispánicas.
7.4.1.3. Valoración del conjunto
Las ánforas Grecoitálicas (3,55% del total del conjunto) y Grecoitálicas de transición (6,65%) del área vesubiana suman al menos
135 piezas. Sin embargo, el tipo Dressel 1A vesubiano es el
mayoritario de todo el conjunto con un mínimo de 207 piezas
que significan el 15,65% de todas las ánforas identificadas. Las
formas Dressel 1B y C de esa región están mucho menos representadas y en proporciones similares (34 y 30 piezas que suponen
el 2,57% y el 2,26% del conjunto respectivamente).
Los resultados también reflejan un dato revelador respecto a
las ánforas de origen adriático que no había podido ser bien ponderado debido a la falta de estudios de conjuntos cuantificados en
los que estos contenedores hubieran sido incorporados. En este
sentido, las ánforas procedentes de la vertiente adriática italiana
representaron un 21,63% de las importaciones de ánforas de la
Valentia republicana; aproximadamente la mitad de lo que fueron
las campanas (286 ánforas que se traducen en el 31,42% de las
importaciones italianas durante todo el período analizado). Por
tanto, se trata de una cantidad significativa.
A partir de los análisis de algunos conjuntos de ánforas de
Delos (Will 1997; Desy 1989) y Alejandría, sabemos que el
principal mercado de las ánforas brindisinas fue el Mediterráneo oriental (Nonnis 2001: 472). Según los referidos estudios de
Will en Delos, el 11% de las ánforas de origen itálico estudiadas
eran brindisinas. En Valentia, el porcentaje de ánforas fabricadas en el área estrictamente brindisina alcanza el 3,84% de las
italianas (un mínimo de 35 ánforas sobre 910 y representan el
12,23% del conjunto de las 286 adriáticas). Este casi 4% también pone de manifiesto la enorme diferencia cuantitativa entre
el volumen de comercialización hacia occidente de las ánforas
adriáticas respecto al de oriente.
Por otra parte, aunque el Mediterráneo oriental constituyó
el principal receptor de vino adriático en la época romana republicana, sobre todo en Atenas y en Delos, donde las ánforas
Lamboglia 2 suponen el 43% de las ánforas italianas (Will 1997:
125), lo cierto es que al Mediterráneo occidental también llegaron
y, aunque en proporciones más reducidas, tuvieron igualmente
una significación económica e histórica.
[page-n-176]
evaluación de los datos y discusión
Las exportaciones de Lamboglia 2 hacia el oeste son minoritarias respecto a lo que fueron las ánforas de la vertiente
tirrénica (Panella 1998: 549-50; Tchernia 1986: 68-69). Sin
embargo, la presencia de ánforas adriáticas en la Citerior se
había ido evidenciando más significativa de lo que a priori
se podía pensar, sobre todo en torno a Carthago Nova y el
tramo de costa entre este puerto y el cabo de la Nao (Molina
Vidal 1999; 1997: 203-228). Como demuestra este estudio, el
límite del área de mayor influencia de las ánforas adriáticas
en la península ibérica podríamos ampliarlo, al menos, hasta
el golfo de Valencia.
La mayor parte de las ánforas adriáticas de la ciudad
corresponden al tipo Lamboglia 2 (un mínimo de 98 que
representan el 34,26% de estas importaciones) y, unidas a las
grecoitálicas (con un mínimo de 29, el 10,13% de las importaciones adriáticas), dan fe, junto a las vinarias de la zona apula,
de la verdadera repercusión del vino adriático en la Valentia
republicana, cuyas ánforas de transporte llegaron a representar
un 18,21% de las ánforas italianas para el transporte de vino
llegadas a la ciudad.
En cuanto a los contenidos que con las ánforas de la zona
brindisina arribaron a Valentia, en función de las tipologías y
los productos que a ellas se asocian, podemos decir que el aceite
(65,71% con un mínimo de 23 ánforas de los tipos brindisinos;
Giancola 1, Apani II y VII; Giancola 6, Apani III) parece cobrar
mayor importancia frente al vino (34,28% con un mínimo de 12
ánforas Giancola 2, Apani I).
En Hispania, las ánforas brindisinas son más abundantes en torno a Carthago Nova, probablemente el puerto más
importante receptor de estos envases en el Mediterráneo
occidental. También resultan significativas en el nordeste
peninsular, donde otras ciudades de eminente carácter militar y portuario como Tarraco (Díaz García 2013) y Ampurias
(Tremoleda y Castañer 2013) se han manifestado importadoras
de estos envases entre finales del siglo II a.C. y mediados del
I a.C. Por tanto, Valentia, con su carácter militar y portuario,
también se reafirma como lugar receptor de ánforas apulas y
punto desde donde se redistribuirían hacia otras zonas costeras y del interior.
La menor presencia de estas ánforas en comparación con
las vinarias tirrénicas contemporáneas (Grecoitálicas y Dressel
1) también ha puesto de manifiesto una menor demanda de los
productos adriáticos en el Mediterráneo occidental (Díaz García
2013; Guitart, Pera y Carreras 1998; Ribera i Lacomba 1995).
En este sentido, su presencia en Hispania se ha relacionado con
una petición por parte de las élites civiles y militares que intervinieron en la organización de las nuevas provincias de Hispania
incorporadas al Imperio tras la II Guerra Púnica (Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016). Asimismo, han sido utilizadas para
rastrear los movimientos del ejército romano y se ha demostrado
una distribución distinta respecto a las Dressel 1 y las Lamboglia
2 (Palazzo 2013; Lougthon 2003: 190-91).
De un total de 83 ánforas a las que se atribuye el transporte
de aceite, 60 procedían del norte de África (72,28%) y 23 arribaron desde la zona brindisina (27,71%). La menor presencia
en Valentia del aceite italiano frente al norteafricano podría
interpretarse también en esa misma dirección. Mientras que el
aceite del norte de África; el de las nuevas conquistas, estaría
enfocado al abastecimiento de la soldadesca y las necesidades
básicas de la ciudad, las élites civiles y del ejército podrían
tener preferencia por aceite italiano (Carreras, Martín, Pera y
Rodrigo 2016: 117), de mayor “latinidad,” o bien podría ser
destinado a otros aspectos, quizás de carácter ritual. En este
sentido el ánfora brindisina Giancola 1/Apani VII que hemos
mencionado en un contexto funerario de las excavaciones de
la calle Cañete podría ser un ejemplo.
Algunos autores han relacionado la arribada de ánforas adriáticas
a la vertiente mediterránea de la península ibérica con la alineación
hacia los mercados orientales, a través de intermediarios adriáticos,
de las relaciones económicas derivadas de las necesidades de esclavos en ciudades como Carthago Nova (Pérez Ballester y Pascual
Berlanga 2004). La relativamente abundante presencia de ánforas
adriáticas en los yacimientos costeros situados entre el cabo de la
Nao y Carthago Nova, especialmente en los primeros decenios del s.
I a.C., han llevado a plantear que el puerto de esta gran ciudad fuera
un punto terminal de las grandes rutas comerciales transmediterráneas a partir del que se articulaban redes de cabotaje y redistribución
(Molina Vidal 1997).
Ciertamente, los únicos pecios conocidos cuyas cargas principales estuvieron formadas por ánforas adriáticas, los encontramos
precisamente en torno a Carthago Nova. Por una parte, está el de
Punta de Algas (Pinedo 1996: 64-65; Mas 1971). Por otra, el de
Escombreras 2 (90-80 a.C.), con un cargamento de Lamboglia 2,
Apani V y VII, Dressel 1A, B y C, Barniz negro de Cales en su
facies media, lingotes de plomo y diversos Kalathoi fragmentados
(Alonso y Pinedo 2008). La presencia tanto de lingotes de plomo
como de kalathoi parece indicarnos que muy probablemente, el
barco fue cargado en Carthago Nova y, en este sentido, no deja
de ser una opción coherente el que las ánforas que transportaba
también hubieran sido allí incorporadas a la carga. Otro pecio
frente al Mar Menor es el de San Ferreol (40-20 a.C.), con cargamento de Dressel 1B asociadas a Lamboglia 2 (Ribera i Lacomba
2013b; Mas 1985). En Mallorca encontramos Lamboglia 2 en
el pecio de la colonia Sant Jordi A de inicios del siglo I a.C.,
sin embargo, allí se encuentran junto a una mayor presencia de
Dressel 1 (A, B y C), un ánfora de Cos y otra de Cnidos (Colls
1987). En las costas catalanas, el de Sa Nau Perduda, (Foerster
y Pascual 1970), donde parece que las Lamboglia 2 también
pudieron constituir la principal mercancía.
Probablemente, tanto Valentia como Saguntum republicanas deberían incluirse en esas rutas de redistribución y cabotaje que parecen
tener su punto de origen en Carthago Nova y, quizás también, en las de
Tarraco (sede de la administración romana de la provincia de Hispania
Citerior), siendo éstos los dos puertos principales de la fachada levantina de la península ibérica. Las dos ánforas adriáticas que incluimos
en nuestro estudio (ambas Lamboglia 2) descubiertas bajo el mar en
el Saler, frente a la Albufera de Valencia, nos sirven para testimoniar
la circulación de estos envases por las costas valentinas.
El estudio de Molina Vidal (1997) sobre la dinámica comercial
entre Italia e Hispania Citerior, ponía de manifiesto que la relación
entre las Lamboglia 2 y las Dressel 1 en los yacimientos costeros
localizados entre el Cabo de la Nao y Carthago Nova es del orden
del 50% y que, a medida que nos dirigíamos hacia el norte, esta
relación se veía incrementada en favor de las Dressel 1. Nuestro estudio pone de manifiesto que, a lo largo de todo el período
investigado, la relación entre las ánforas campanas y adriáticas en
Valentia indica que éstas fueron aproximadamente la mitad que
las primeras (fig. 7.4.5).
163
[page-n-177]
las ánforas de valentia romana republicana
7.5. LAS ÁNFORAS DE LA VALENTIA ROMANA
REPUBLICANA EN SUS CONTEXTOS CRONOLÓGICOS
7.5.1. las fases fundacionales (138-135 a.c.)
Figura 7.4.5. Relación entre las ánforas campanas y adriáticas de
Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
Las ánforas sudhispánicas representaron el 5,14% de las
importaciones de la ciudad y fueron especialmente importantes
en los momentos más próximos a la fundación de la ciudad y de
consolidación urbana. El tipo más representado es precisamente
el T-9.1.1.1 fabricado en la bahía de Cádiz y su presencia en estos
niveles, fundamentalmente, debemos relacionarla con un abastecimiento por parte de Roma a los nuevos colonos. En los niveles
de vida urbana apenas tienen representación y en los de destrucción son prácticamente inexistentes. Solamente después del 75
a.C., volverán a tener cierta relevancia, aunque desde entonces
las zonas productoras de ánforas del valle del Guadalquivir sustituirán a las importaciones gaditanas.
Las ánforas ebusitanas tuvieron un desarrollo muy similar al de las
sudhispánicas y ambas parecen estar directamente relacionadas con
el que tuvieron las del norte de África. Representan el 2,95% de las
importaciones de ánforas de la ciudad entre el 138 a.C. y el 14 d.C. Al
igual que las sudhispánicas, su mayor relevancia se manifiesta en los
momentos fundacionales y, sobre todo, en los de consolidación urbana.
Están presentes en los niveles de destrucción de manera moderada y
no volveremos a encontrarlas hasta época augustea.
Las ánforas ibéricas fueron una constante en la ciudad durante
todo el período. Sin embargo, su presencia siempre fue minoritaria (1,96%). El momento de mayor concentración de estos
envases se daría en el contexto de las guerras sertorianas, probablemente en relación con las necesidades de abastecimiento de
la ciudad. Procedentes del nordeste peninsular, solamente hemos
documentado ánforas en los niveles posteriores a la destrucción y
sólo supondrían un 0,37%. Las egeas representan el mismo porcentaje que las ebusitanas (1,96%). Estuvieron siempre presentes
desde la fundación, aunque tuvieron mayor relevancia en las fases
de consolidación urbana, momento en el que, además, llegó todo
el repertorio tipológico de las ánforas egeas documentadas en la
Valentia republicana (Rodas, Cnidos y Cos).
Las ánforas de procedencia indeterminada, con una representatividad del 9,45%, no distorsionarían estas primeras
consideraciones.
A nivel de las tradiciones culturales (tabla 7.5.1 y fig. 7.5.1),
observamos que la mayoría proceden de zonas de tradición
latina. Las que llegaron desde lugares que habían estado bajo
la influencia púnica representan algo más de la mitad que aquellas. Las ánforas ibéricas parecen jugar un papel muy poco
destacado en estos primeros momentos de la ciudad. De ello
cabe deducir que el abastecimiento por parte del territorio de
productos envasados en ánforas apenas tuvo significación y
que los fundadores vieron sus necesidades principales satisfechas por mediación de los productos que venían importados
por vía marítima a través del propio Estado. Las ánforas egeas
también son minoritarias.
Respecto a las áreas de procedencia, la fase fundacional
muestra un claro predominio de ánforas del área vesubiana (fig.
7.5.2). El segundo grupo en importancia es el de las llegadas
desde el norte de África, que suponen algo menos de la mitad de
lo que fueron las campanas y no deja de ser un elemento significativo para tener en cuenta. Las ánforas adriáticas y sudhispánicas
llegaron en valores similares muy por debajo de las campanas.
Cada uno de los grupos supone la mitad de lo que lo hicieron las
norteafricanas y, a su vez, las importadas desde otros puntos de
Italia y de Ibiza representan, cada una, la mitad de aquellas. Las
ánforas ibéricas y egeas son las más minoritarias.
En cuanto a las tipologías documentadas y la importancia
porcentual de cada uno de los tipos pueden observarse en la
tabla 7.5.2.
La mayor parte de las ánforas de los niveles fundacionales de Valentia, un 41,83%, fueron fabricadas en el entorno
de la bahía de Nápoles. Todas ellas son vinarias (fig. 7.5.3).
El tipo predominante es el de las Grecoitálicas de transición
Figura 7.5.1. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que pertenecen las ánforas de los niveles fundacionales.
Tabla 7.5.1. NMI de las fases fundacionales y tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas.
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet.
TOTAL
153
NMI
90
53
3
2
5
%
58,82
34,64
1,96
1,3
3,26
164
[page-n-178]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.2. Tabla de los tipos por áreas de producción y porcentaje
de representatividad en los niveles fundacionales.
NMI
%
BAHÍA NÁPOLES
Grecoitálica
13
8,49
Grecoit./Dr. 1
21
13,72
Dressel 1
11
7,18
Dressel 1A
19
12,41
TOTAL
64
41,83
Grecoitálica
5
3,26
Brindisina
1
0,65
Apani I
2
1,3
Adriática indet.
8
5,22
16
10,45
Grecoitálica
6
3,92
Grecoit/Dr.1
2
1,3
TOTAL
8
5,22
17
11,11
T-7.4.2.1
9
5,88
T-7.7.1.1
1
0,65
ADRIÁTICO
Figura 7.5.2. Áreas de producción de las ánforas de los niveles
fundacionales.
TOTAL
TIRRENO INDET.
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
Norte África indet.
3
1,96
30
19,6
T-9.1.1.1
15
9,8
TOTAL
15
9,8
PE-23
2
1,3
T-8.1.3.2
5
3,26
TOTAL
7
4,57
A-1.2.4
3
1,96
TOTAL
3
1,96
Rodia
2
1,3
TOTAL
2
1,3
Grecoitálica
2
1,3
Trad. púnica
1
0,65
Indeterminadas
5
3,26
TOTAL
8
5,22
TOTAL
ULTERIOR
IBIZA
CITERIOR
Figura 7.5.3. Áreas de producción y tipología de las ánforas de los
niveles fundacionales.
(Grecoitálica/Dressel 1) vesubianas (13,72%), seguidas de las
Dressel 1A (12,41%) de la misma fábrica. Las de tipología
Grecoitálica tardía también fueron, todavía, significativas, aunque en menor medida que las Dressel 1A: el nuevo tipo que
comenzaba a surgir en estas fechas y se convertiría en uno de
los fósiles directores de del último período de la República
Romana. Probablemente, alguna de las ánforas que hemos clasificado como Dressel 1A, también podrían ser incluidas entre
EGEO
INDETERMINADA
TOTALES
153
165
[page-n-179]
las ánforas de valentia romana republicana
las Grecoitálicas/Dressel 1. Sin embargo, el aspecto general
de las piezas y la morfología de los bordes nos han inclinado
más por esta opción.
Como ya hemos indicado, las adriáticas también están presentes en los niveles de fundación con una representación del
10,45%, aunque, debido a la composición del conjunto, las de
tipología indeterminada representan la mayor parte. Entre las
identificadas, la mayoría son vinarias Grecoitálicas seguidas de
las, también vinarias, Apani I. Junto a ellas destaca la presencia
de aceite apulo, el cual, aunque está escasamente representado por
las ánforas brindisinas, podría proporcionar un dato significativo
que quizás podría otorgar a este producto un valor socioeconómico en los momentos fundacionales similar al del vino griego
y que ya hemos comentado más arriba.
De otros lugares de Italia, la representación de ánforas es
menor. Todas se incluyen en los tipos Grecoitálica y Grecoitálica de transición.
Las ánforas del norte de África, donde es posible que también
haya producciones de Sicilia, son el segundo grupo en jerarquía
cuantitativa (19,6%). Representan algo menos que la mitad de las de
la bahía de Nápoles y el doble que las adriáticas. El tipo más importante es el de las olearias Africanas Antiguas, cuyo valor numérico
es casi igual al de las Dressel 1A (17 y 19 ánforas respectivamente).
Estas ánforas, podrían ser consideradas como las primeras formas
Ovoides del Mediterráneo central y occidental. Aunque se ha apuntado que su origen pudo estar en el desarrollo de la forma púnica
Mañá C1b en su variante de finales del siglo III a.C. (T-7.2.1.1;
Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2002: 311, fig. 10), lo cierto
es que parecen derivar de modelos arraigados en una tradición grecolatina que poco tiene que ver con el mundo púnico. El hecho de
que derive de modelos grecolatinos; que comiencen a testimoniarse
hacia mediados del siglo II a.C. y sean cada vez más habituales
en los registros de su segunda mitad en el Mediterráneo central y
occidental, nos hace sospechar que quizás sea una forma creada
ad hoc o asignada por los romanos tras la destrucción de Cartago
para el abastecimiento de aceite, a través de imposiciones fiscales,
fundamentalmente destinado a sus ejércitos. En cualquier caso, el
aceite se convierte, por tanto, en el principal producto norteafricano
importado en ánforas por la nueva ciudad que comenzaba a establecerse. En este sentido, estas ánforas cobran especial relevancia por
cuanto, tal y como ya se ha apuntado (Pascual Berlanga y Ribera
y Lacomba 2008) parecen incluirse como envases de aprovisionamiento de annonae militaria.
El siguiente grupo de ánforas africanas en cuanto al NMI es el
formado por las T-7.4.2.1 (Mañá C2a) con un total de nueve ejemplares. Son ánforas típicamente púnicas que iniciaron su andadura
hacia finales del siglo III a.C. y, aunque en principio se propusiera el
cese de su producción tras el arrasamiento de Cartago (Ramon Torres
1995: 209-211), lo cierto es que también se han documentado en cronologías posteriores (Mateo Corredor 2014; Arruda y Sousa 2013) y,
concretamente, su presencia, más que moderada en los niveles fundacionales de Valentia, no puede ser debida a elementos residuales de
conjuntos anteriores por razones obvias. Se atribuyen al transporte de
derivados de pescado, aunque también se ha propuesto que pudieran
transportar vino (Ramon Torres 1995: 265; Guerrero 1986: 168). En
cualquier caso, ponen de manifiesto la continuidad en la producción
y exportación de envases típicamente púnicos que, en función de las
relaciones observadas en Valentia, permiten plantear la hipótesis de
que vendrían acompañando a unos cargamentos principales formados
166
por aceite para el aprovisionamiento de los ejércitos y de las nuevas
colonias occidentales. Un único ejemplar de la forma T-7.7.1.1. podría
inscribirse en esta misma tendencia.
Dentro de la nueva provincia de Hispania Ulterior, la bahía
de Cádiz también jugó un papel importante en la fundación de
Valentia. Sus contenedores representan el 9,8% de las importaciones de ánforas en este período. Desde el 206 a.C., Gadir
ya está integrada en la red comercial de los romanos, así que
buena parte de sus actividades comerciales también pasaron a
formar parte de los intereses económicos y políticos de Roma.
Las únicas ánforas que nos llegan de la Ulterior son las T-9.1.1.1
gadiritas o de su entorno (un mínimo de 14 piezas). Se trata de
ánforas salsero-sazoneras que alcanzaron todos los rincones
del Mediterráneo centro-occidental (Sáez Romero 2008a: 501),
aunque sobre todo se encuentran en la península ibérica, fundamentalmente en el sur peninsular, pero también en zonas del
interior, fachada atlántica y mediterránea. Pero lo que queremos resaltar, al hilo de lo que ya apuntaba Sáez (supra), es que
están muy estrechamente relacionadas con contextos militares
(Sanmartí 1985a y1985b) y el abastecimiento de los ejércitos
romanos, por lo que en este sentido, las de Valentia, no hacen
sino reforzar la idea de que en el último tercio del siglo II a.C.,
su producción pudo también estar enfocada a cubrir parte de
las necesidades de los ejércitos, de manera que, al menos en el
caso de Valencia, más allá de otros intereses particulares ajenos,
también, como las Africanas Antiguas, debieron estar incluidas
dentro de las redes de distribución del propio Estado Romano y
de los esfuerzos militares que en esos momentos desarrollaba
en la península ibérica.
Las ebusitanas representan un 4,57% de las ánforas de esta
fase. En total suman siete. Dos de ellas son PE-23 y las cinco restantes T-8.1.3.2.; tipo este último cuyo origen podríamos remontar
a finales del siglo III a.C. en función de los hallazgos de Baria
(Martínez Hahnmüller 2012: 134) y tuvo un período de vida que
abarcó hasta el último cuarto del II a.C. (Mateo Corredor 2014:
p. 64). Se considera que ambas estaban destinadas al transporte
de vino (Ramon Torres 1995; 2008). Excepto en la fase de abandono, donde no las hemos documentado, la presencia en Valencia
de estas ánforas, que como veremos fue moderada pero constante
a lo largo de todo el período estudiado, parece indicarnos que la
isla de Ibiza jugó un papel singular, probablemente como puerto
de escala en las grandes rutas de abastecimiento que partirían
desde el norte de África y sudeste de la península ibérica antes
de arribar a Valencia o más al norte. En la Tarraco de inicios del
último tercio del siglo II a.C. representan, por detrás del itálico,
el segundo grupo de ánforas en importancia numérica (13,8%;
Díaz García 2016a: 167). Con todo, bajo nuestro punto de vista,
las ánforas de Ibiza en Valencia pudieron jugar un papel similar al que hemos propuesto para las importaciones italianas no
campanas o brindisinas. Es decir, una oportunidad de introducir
en los mercados algunos de los productos elaborados en la isla
aprovechando su posición estratégica dentro del gran comercio
ocasionado como consecuencia de las conquistas en África y de
los movimientos de Roma en Hispania.
Las ibéricas no desempeñaron un papel importante en la fundación de la ciudad. Únicamente representan el 1,95% de las ánforas.
Este dato podría resultar demostrativo de una autosuficiencia por
parte de los fundadores que, obviamente, estaría en relación con
la obligación del Estado de abastecer a las nuevas fundaciones.
[page-n-180]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.3. NMI de las fases de consolidación urbana y tradiciones a que se adscriben las ánforas.
Trad. latina
NMI
%
Trad. púnica
Trad. indígena
Trad. egea
Indet.
TOTAL
452
306
99
9
8
30
67,69
21,9
1,99
1,76
6,63
El vino llegado con el siguiente grupo de ánforas minoritarias,
las egeas, representadas solamente por dos ánforas Rodias (1,3%),
además de ser de calidad y/o prestigio (Suárez Piñeiro 2005: 45)
pudo tener un carácter simbólico. La presencia de ánforas rodias
en la península ibérica parece obedecer a una demanda netamente urbana (Tremoleda y Santos 2013: 88), aunque también
se encuentran de manera escasa en contextos de campamentos
militares romanos del último tercio del siglo II a.C. como el de
Valdetorres (Heras y Bustamante 2007). A través de los negotiatores itálicos establecidos en Delos, estas ánforas arribarían a
Puteoli, desde donde se redistribuirían hacia los mercados occidentales junto a productos itálicos y adriáticos.
Las ánforas de origen indeterminado suponen el 5,22% del
conjunto. Dos de ellas son Grecoitálicas y, tanto por tipología
como por la cronología de los niveles, podríamos pensar que fueron fabricadas en Italia, aunque hemos preferido mantenerlas en
este grupo. Otra es de tradición púnica, pero no estamos seguros
de su área de producción. Del resto (cinco) no hemos podido
inferir nada determinante.
Este período, en el que la ciudad comienza a ser una realidad y
va construyéndose hasta estar provista de todos los elementos
necesarios de una urbe romana de su tiempo, nos muestra un
panorama muy similar al de la fundación, aunque con diferencias
que podrían ser significativas (tabla 7.5.3).
En función de las tradiciones culturales se observa un descenso en las importaciones de las áreas que hasta poco antes
habían estado bajo la influencia púnica en relación con las de las
zonas latinas (fig. 7.5.4). En este sentido, las púnicas sufren un
descenso que viene a representar aproximadamente la mitad de
lo que significaron respecto a las latinas en los momentos fundacionales. Por otra parte, tanto las ánforas ibéricas como las egeas
continúan siendo minoritarias en la misma relación que lo fueron
durante la fundación.
En cuanto a las áreas de producción, la menor presencia
de ánforas procedentes de las áreas púnicas se traduce en un
descenso de las importaciones norteafricanas. Si durante la
fase fundacional éstas eran superiores a las adriáticas, una vez
establecida la ciudad, su volumen en relación con ellas resulta
inferior. En el mismo sentido, las ánforas procedentes del sur de
Hispania y de Ibiza también ven mermado proporcionalmente
su número, lo cual refuerza la idea de que todas ellas podrían
canalizar su tráfico a través de una misma ruta comercial. Ibéricas y egeas mantienen los mismos estándares que en la fase
fundacional (fig. 7.5.5).
Los tipos y valores porcentuales de las ánforas de este período
pueden observarse en la tabla 7.5.4 y en la figura 7.5.6.
Las ánforas del área de la bahía de Nápoles alcanzan el
46,01% de las de esta fase. Ello supone un aumento de casi
cinco puntos (4,18) en el volumen de importaciones de ánforas
procedentes de esta zona. El grupo formado por las Grecoitálicas y Grecoitálicas de transición, mayoritario en la fase
precedente, muestra un descenso considerable en favor de
las Dressel 1, especialmente de las Dressel 1A, que son la
forma evolucionada de aquellas y ahora suponen el 21,46% de
todas las importaciones frente al 12,21% anterior. Asimismo,
en proporciones muy escasas, comienzan a documentarse los
subtipos Dressel 1B y C. Por su parte, las ánforas adriáticas
también aumentan el volumen. Suponen un 16,81% frente
al 10,45% de la fase fundacional. A las formas que ya se
documentaban entonces hay que sumar la olearia Apani II
y las ánforas vinarias Lamboglia 2, las cuales, dentro de las
Figura 7.5.4. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que pertenecen las ánforas de los niveles de consolidación urbana.
Figura 7.5.5. Áreas de procedencia de las ánforas de Valentia (13495 a.C.).
7.5.2. las fases de consolidación urbana (134-95 a.c.)
167
[page-n-181]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.4. Tabla de los tipos por áreas de producción y porcentaje de representatividad (134-95 a.C.).
NMI
BAHÍA NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Indeterminada
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani I
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
Dressel 1A
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.2.1.1
T-7.3.2.1
T-7.3.2.2
T-7.4.1.1
T-7.4.2.1
T-7.4.2.2
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2. sím.
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Ovoide mauritana
Grecohelenística
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
TOTAL
IBIZA
PE-23
PE-24
T-8.1.3.2
Ebusitana indet.
TOTAL
168
21
58
18
97
4
3
7
208
%
4,64
12,83
3,98
21,46
0,88
0,66
1,54
46,01
18
19
5
9
3
22
76
3,98
4,2
1,19
1,99
0,66
4,86
16,81
7
3
6
16
1,54
0,66
1,32
3,53
25
1
1
1
2
8
1
3
1
4
1
1
1
6
56
5,53
0,22
0,22
0,22
0,44
1,76
0,22
0,66
0,22
0,88
0,22
0,22
0,22
1,32
12,38
21
2
23
4,64
0,44
5,08
1
2
10
2
15
0,22
0,44
2,21
0,44
3,31
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
%
9
9
1,99
1,99
4
3
1
8
0,88
0,66
0,22
1,76
2
1
3
5
30
41
0,44
0,22
0,66
1,1
6,63
9,07
452
adriáticas, irrumpen con fuerza, ligeramente por encima de
las Grecoitálicas, a las que terminarán sobrepasando para el
transporte de los vinos adriáticos.
De otras zonas italianas el porcentaje se mantiene muy bajo
(3,53%). Entre ellas, el tipo predominante sigue siendo el de las
Grecoitálicas/Grecoitálicas de transición, aunque su forma evolucionada, la Dressel 1A, también comienza a hacerse visible en
otros puntos más allá del área vesubiana.
Si bien, como hemos visto, las importaciones africanas
sufren un descenso respecto a la fase anterior, también es
cierto que durante este período se produce una multiplicidad
de los tipos norteafricanos llegados a la ciudad. Las ánforas
más significativas siguen siendo, con diferencia, las Africanas
Antiguas, lo que nos permite intuir que el aprovisionamiento
de aceite seguía procediendo fundamentalmente de África. En
una proporción similar a la que veíamos durante la fundación
respecto a las Africanas Antiguas, la forma T-7.4.2.1 continúa
como el segundo tipo más importado. Entre el resto de las formas tipológicas que arribaron destacamos dos. En primer lugar,
una Ovoide mauritana, porque hasta ahora no se había identificado ningún ejemplar fuera de su área de producción. En
segundo lugar, un ánfora de clara filiación grecohelenística que,
sin embargo, parece haber sido fabricada en talleres de ámbito
púnico y nos habla del proceso de aculturación, junto a las Africanas Antiguas, que se estaba produciendo en esos ámbitos tras
la destrucción de Cartago en el 145 a.C.
Las ánforas sudhispánicas representan el 5,08% del total
(veintitrés piezas), por lo que sufren un descenso porcentual
respecto a la fase anterior. El único tipo representado continúa
siendo el de las T-9.1.1.1, las cuales llegaron en cantidades
similares a las Africanas Antiguas. En este sentido, cabe
plantearse si durante todo este período de construcción de la
ciudad, el propio Estado Romano continuaba abasteciendo a
los colonos con estos productos básicos (aceite y salazones)
[page-n-182]
evaluación de los datos y discusión
porque de ser así, probablemente, también el vino arribado
desde Campania debería incluirse en las redes de ese abastecimiento estatal.
Por su parte, las ánforas ebusitanas representan el 3,31%.
En la misma tónica que las norteafricanas y sudhispánicas, aunque siempre situadas por debajo de ellas en cuanto a volumen,
también sufren un ligero descenso porcentual respecto a la fase
anterior que parece poner de manifiesto que los tres grupos de
ánforas (norteafricanas, gadiritas y ebusitanas) pudieron estar
inmersos en un mismo circuito comercial que, en cierta manera,
veía ligeramente reducida su importancia en el abastecimiento
de Valentia frente a Italia. La forma predominante es T-8.1.3.2
con al menos diez piezas, aunque también hay una PE-23 y una
PE 24. Todas ellas son vinarias.
Las ánforas ibéricas se mantienen en el mismo porcentaje
que en la fase anterior, quizás reflejando esa autosuficiencia
basada en Roma de que hablábamos respecto a los nuevos
ciudadanos.
Las egeas (1,76%), prácticamente se mantienen como en
la fase fundacional; aunque aumentan muy ligeramente su
importancia y, además, se multiplican los tipos. Ya no llegan
exclusivamente ánforas Rodias, que son las mayoritarias, sino
también de Cnidos y especialmente de Cos debido, sin duda,
a las actividades de los negotiatores itálicos en los mercados
de Oriente.
Las ánforas indeterminadas suponen el 9,07% de las de este
período y entre ellas hay Grecoitálicas, Dressel 1 y otras de filiación púnica.
7.5.3. la ciudad y la destrucción (94-75 a.c.)
Esta fase engloba todo el período de vida de la ciudad plenamente constituida hasta su destrucción en el 75 a.C. Por una
parte, analizaremos la fase en su conjunto, pero dado que los
niveles de destrucción, en sí mismos, son una fuente excepcional
para averiguar qué ánforas había en esa fecha concreta, también
haremos un análisis diferenciado de esos niveles, que ya fueron,
parcialmente, dados a conocer (Ribera i Lacomba 2014c; Ribera
i Lacomba y Pascual Berlanga 2015).
7.5.3.1. Visión de conjunto
Figura 7.5.6. Áreas de producción y tipología de las ánforas de los
niveles de consolidación urbana.
En cuanto a las tradiciones culturales, se observa un cambio drástico en relación con las fases anteriores (tabla 7.5.5).
En este período, las ánforas llegadas de lugares tradición
latina alcanzan el 82,31% frente al 67,69% de la fase anterior y
el 58,82% de la fundacional. Este aumento espectacular se produce en detrimento de las importaciones de ánforas de lugares que
habían estado bajo una influencia cultural púnica. Mientras que,
en los momentos fundacionales, las púnicas suponían el 34,64%
de las importaciones y durante las fases de consolidación urbana
representaban el 21,9%, ahora, cuando la ciudad ya está plenamente constituida, caen hasta el 9,82%. Las ibéricas de tradición
indígena ven aumentada muy ligeramente su importancia y las
egeas se mantienen en valores casi idénticos a como lo hacían
en las fases precedentes (fig. 7.5.7).
Tabla 7.5.5. Tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de Valentia (94-75 a.C.).
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
NMI
419
50
11
8
%
82,31
9,82
2,16
1,57
Indet.
21
4,12
TOTAL
509
169
[page-n-183]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.6. Continuación.
Figura 7.5.7. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de Valentia (94-75 a.C.).
Tabla 7.5.6. Tabla de los tipos por áreas de producción y porcentaje
de representatividad (94-75 a.C.).
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Indeterminada
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani II
Apani III
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2. sím.
T-7.5.1.1
Norte África indet.
TOTAL
170
NMI
%
11
7
108
62
26
23
11
248
2,16
1,37
21,21
12,18
5,1
4,51
2,16
48,72
1
1
4
3
2
11
0,19
0,19
0,78
0,58
0,39
2,16
4
45
5
5
1
1
83
144
0,78
8,84
0,98
0,98
0,19
0,19
16,3
28,29
12
3
1
1
1
3
21
2,35
0,58
0,19
0,19
0,19
0,58
4,12
ULTERIOR
T-7.4.3.2.
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
TOTAL
IBIZA
PE-24
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Oriental indet.
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Mañá C2
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
%
1
4
4
2
11
0,19
0,78
0,78
0,39
2,16
1
3
4
5
1
14
0,19
0,58
0,78
0,98
0,19
2,75
11
11
2,16
2,16
2
5
1
8
0,39
0,98
0,19
1,57
1
1
5
1
8
1
3
21
41
0,19
0,19
0,98
0,19
1,57
0,19
0,58
4,12
8,05
509
Respecto a las áreas de producción este cambio se traduce en
un aumento significativo de las importaciones adriáticas respecto
a las campanas. El resto de las áreas de producción están representadas más o menos con un mismo volumen de importaciones,
las cuales pasan a ser minoritarias respecto al gran comercio con
Italia. Entre ellas, las del norte de África siguen siendo mayoritarias, aunque muy ligeramente respecto a las sudhispánicas,
ebusitanas, indígenas y egeas (fig. 7.5.8).
Las tipologías representadas en esta fase, así como su importancia porcentual pueden observarse en la tabla 7.5.6.
Las ánforas fabricadas en la zona de la bahía de Nápoles son
las mayoritarias con un 48,72% de las importaciones. Aunque
todavía se documentan ánforas Grecoitálicas y Grecoitálicas de
transición, ya son muy minoritarias con respecto al conjunto de
las Dressel 1 y, probablemente, algunas de ellas sean residuales.
[page-n-184]
evaluación de los datos y discusión
Figura 7.5.8. Áreas de procedencia de las ánforas de Valentia (9475 a.C.).
El tipo mayoritario es el Dressel 1A, con al menos 62 piezas y
una representatividad del 12,18% del conjunto de las ánforas de
este período. Además, cobran importancia las formas Dressel 1B
y 1C en valores muy similares entre ellas y cercanos a la mitad
de lo que fueron las Dressel 1A.
El significativo aumento de las ánforas adriáticas (28,29%)
se debe fundamentalmente a las importaciones de contenedores
Lamboglia 2, los cuales llegan a alcanzar el 8,4% de las ánforas
de esta fase. Siguen encontrándose formas Grecoitálicas adriáticas, aunque de manera menos representativa. Por otra parte,
la importancia que parecen cobrar los productos adriáticos en
Valentia, también se ve reforzada por la ampliación de los tipos
llegados desde allí. En este sentido, además de las Brindisinas
y Apani II, también encontramos las formas Apani III y VII, si
bien las Apani I, que fueron relativamente importantes en la fase
anterior, no han sido identificadas en esta.
Las producciones de otras zonas de Italia ven aún más reducida su importancia hasta el 2,16%. Entre ellas están representadas
las Dressel 1A y C, así como otras más minoritarias adscritas al
grupo Grecoitálico que, igualmente, podrían ser residuales.
Una de las cuestiones que llama la atención es la drástica
caída de las importaciones del norte de África. En esta fase suponen el 4,12%. Un porcentaje muy alejado del que mostraban las
fases precedentes (19,6% en las fundacionales y un desplome de
15,48 puntos; y un 12,38% en las de consolidación urbana con
una caída de 8,26%). El tipo que claramente continúa dominando
es de las Africanas Antiguas, el cual, con al menos doce ejemplares, representa el 2,35% de las ánforas de este período. Excepto
las T-7.4.2.1, de las que se han identificado al menos tres piezas
y que también suele ser la forma cartaginesa más habitual en la
Ulterior durante el siglo II a.C. (Mateo Corredor 2014: 470),
el resto de los tipos documentados (7.4.3.1, 7.5.1.1 y un ánfora
similar a la 7.4.3.2 hispana que hemos denominado similis) sólo
presentan un ejemplar cada uno.
En cuanto a las sudhispánicas, como ya hemos adelantado,
también ven reducida su presencia proporcional en relación con
las campanas o adriáticas. En esta fase, solamente representan el
2,16% frente al 9,8% de la fundacional y al 5,08% de la fase anterior (una caída de 7,72 y 2,92 puntos respectivamente). Además
de las cuatro T-9.1.1.1 (0,78% del total), aparecen otras formas
inspiradas en producciones cartaginesas como las T-7.4.3.3 (otras
cuatro piezas). Hay también una T-7.4.3.2.
La misma tendencia la baja se observa con las ánforas de
Ibiza. Durante esta fase representan un porcentaje muy similar al
de las sudhispánicas; el 2,75%. Hay mayor variedad en cuanto a
tipología. La forma más numerosa, con al menos cinco piezas, es
la T-8.1.3.3 (PE 18). En las fases precedentes no se había constatado este tipo, considerado como el que sustituyó, hacia finales
del siglo II a.C., al T-8.1.3.2 (PE 17), el cual sí se encuentra desde
los momentos fundacionales y también está atestiguado en esta
fase por, al menos, cuatro piezas. Asimismo, con un mínimo de
tres ánforas, hay una representación significativa de las T-8.1.3.1
(PE 16), sobre todo si tenemos en cuenta que a éstas se las considera más propias de los momentos transicionales entre el siglo
III y el II a.C. (Ramon Torres 1995) y que tampoco habíamos
documentado en las fases anteriores. Asimismo, hay una imitación PE 24 de las formas grecoitálicas.
Las ánforas ibéricas, por el contrario, muestran un ascenso
apreciable respecto al resto de las ánforas. En el conjunto de
este período suponen el 2,16%; un porcentaje muy similar al
que alcanzan tanto las sudhispánicas como las ebusitanas. Sin
embargo, como veremos, casi todas ellas (diez de las once registradas) fueron recuperadas de los niveles de destrucción del 75
a.C., lo cual no deja de ser representativo del episodio que tuvo
lugar en esa fecha.
Las importaciones egeas, con el 1,57%, se mantienen aproximadamente en los mismos niveles que hemos visto en las fases
precedentes, si bien, al igual que las ibéricas, la mayor parte fueron descubiertas en los niveles de destrucción. Entre ellas, las
ánforas de Cos son las más numerosas (cinco) que ven elevada
su importancia en detrimento de las Rodias (dos).
Las ánforas de origen indeterminado son el 8,05% del conjunto. Entre ellas, encontramos desde Grecoitálicas de transición
hasta los tres subtipos de Dressel 1, especialmente del 1C (al
menos ocho) y 1A (al menos cinco), así como algunas piezas
púnicas a las que no hemos sabido asignar un origen concreto:
una Mañá C2 (Serie 7 de Ramon Torres) y otras tres de tipología
indeterminada (fig. 7.5.9).
7.5.3.2. Las ánforas del nivel de destrucción
Aunque, como ya hemos indicado, el conjunto de las ánforas
del nivel de destrucción de Sabaters-Cisneros ya fue publicado
(Ribera i Lacomba y Pascual Berlanga 2015), en este trabajo
hemos podido ampliar la visión que de aquel episodio podían
ofrecernos y, dado que los niveles del 75 a.C. de Valentia son
como una fotografía excepcional de aquel año, merece la pena
volver sobre ello y enriquecer aquellas conclusiones con los nuevos datos que hemos recopilado.
En cuanto a las tradiciones culturales y áreas de producción
de las ánforas presentes en estos niveles poco hay que añadir a
lo dicho en los párrafos anteriores (tabla 7.5.7).
El descenso en las importaciones procedentes de las áreas de
tradición púnica se hace algo más evidente en el 75 a.C. (6,93%)
que cuando analizamos todo el período en su conjunto (9,82%),
mientras que las de tradición latina aumentan ligeramente su
importancia llegando al 85,6% frente al 82,31% que representan
durante toda la fase (fig. 7.5.10).
Asimismo, se aprecia un ligero aumento de las ánforas adriáticas respecto a las campanas e, igualmente, de las ibéricas de
tradición indígena en relación con el resto de las ánforas y las
171
[page-n-185]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 7.5.10. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de los niveles de destrucción de Valentia.
Figura 7.5.11. Áreas de producción de las ánforas de los niveles de
destrucción de Valentia.
Figura 7.5.9. Áreas de producción y tipología de las ánforas (94-75 a.C.).
fases anteriores (fig. 7.5.11). Destacamos también el drástico
descenso de las importaciones norteafricanas, ebusitanas y, sobre
todo, sudhispánicas. Las egeas se mantienen en los mismos estándares que en las fases precedentes.
Las tipologías y la importancia porcentual que cada una representa quedan reflejadas en la tabla 7.5.8.
Las ánforas fabricadas en torno a la bahía de Nápoles tienen un
valor muy similar al de las fases precedentes que se sitúa en torno a
la mitad de las importaciones de la ciudad. En los niveles del 75 a.C.,
suponen el 48,53% de las ánforas. A nivel tipológico, observamos
como el grupo de las Grecoitálicas y Grecoitálicas de transición han
pasado a ser totalmente residuales y las dos juntas no llegan a sumar
1,32% de las ánforas. El conjunto de las Dressel 1 es el que ahora
acapara la inmensa mayoría de las ánforas campanas. Entre ellas el
más numeroso es el de las Dressel 1A, con un mínimo de veintisiete
piezas (7,2% del total de las ánforas) seguido muy de cerca por las
Dressel 1B y las 1C (veintiuna y diecinueve piezas respectivamente).
Sin embargo, lo más destacable es el aumento que se produce en el
volumen de ánforas fabricadas en las costas adriáticas italianas. Si
el incremento de sus importaciones desde la fundación, donde representaban un 10,45%, ya era manifiesto en la fase de consolidación
urbana, cuando su presencia se situaba en el 16,81%, durante esta
fase ven doblada su representatividad alcanzando el 28,29% del
conjunto y el 32,26% en los niveles de destrucción. Aunque las de
tipología indeterminada son muchas debido a los fragmentos que
definen a las piezas (asas y, fundamentalmente, pivotes), podemos
Tabla 7.5.7. Tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de los niveles de destrucción de Valentia.
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
NMI
321
26
10
7
%
85,6
6,93
2,66
1,86
172
Indet.
11
2,93
TOTAL
375
[page-n-186]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.8. Tabla general de los tipos y representación porcentual de las ánforas de los niveles de destrucción de Valentia.
NMI
%
NMI
%
INDETERMINADA
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
1
0,26
Grecoit./Dr. 1
1
0,26
Grecoit./Dr. 1
6
1,6
Dressel 1A
3
0,8
Dressel 1
98
26,13
Dressel 1B
1
0,26
Dressel 1A
27
7,2
Dressel 1C
5
1,33
Dressel 1B
21
5,6
Mañá C2
1
0,26
Dressel 1C
19
5,06
Trad. púnica
2
0,53
Indeterminada
10
2,66
Indeterminadas
11
2,93
182
48,53
TOTAL
24
6,4
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
1
0,26
Dressel 1
4
1,06
Dressel 1A
3
0,8
TOTAL
8
2,13
Grecoitálica
2
0,53
Lamboglia 2
36
9,6
ADRIÁTICO
Brindisina
3
0,8
Apani II
4
1,06
Apani VII
1
0,26
Adriática indet.
TOTAL
75
20
121
32,26
6
1,6
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
2
0,53
T-7.4.3.1
1
0,26
T-7.4.3.2. sím.
1
0,26
Norte África indet.
TOTAL
2
0,53
12
3,2
2
0,53
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ulterior indet.
2
0,53
TOTAL
4
1,06
PE-24
1
0,26
T-8.1.3.2
2
0,53
T-8.1.3.3
4
1,06
TOTAL
7
1,86
A-1.2.4
10
2,66
TOTAL
10
2,66
1
0,26
1,33
IBIZA
CITERIOR
EGEO
Rodia
Cos
5
Oriental indet.
1
0,26
TOTAL
7
1,86
TOTALES
375
considerar que éstas se deben distribuir proporcionalmente a los
tipos identificados. En cualquier caso, a partir de lo que con seguridad sabemos, la forma más común entre las adriáticas del 75 a.C.
en Valentia es la Lamboglia 2. Se han llegado a contabilizar hasta un
mínimo de treinta y seis de ellas, lo que las convierte, con el 9,6%
de las ánforas, en el tipo identificado más numeroso en el momento
de la destrucción. Los otros tipos reconocidos, Grecoitálicas (dos),
Brindisinas (3), Apani II (4) y VII (1) son muy minoritarios respecto
a las Lamboglia 2.
Por otra parte, las llegadas desde otros lugares de Italia son muy poco significativas y sólo llegan a alcanzar el
2,13% del total de las importaciones de ánforas. Una cifra
que se sitúa incluso por debajo de lo que veíamos en las
fases precedentes.
Las del norte de África también reducen considerablemente su
importancia pasando del 12,38% de la fase anterior al 4,12% en el
conjunto de ésta y sólo al 3,2% en los niveles del 75 a.C. El tipo
que sigue predominando en ellos es de las Africanas Antiguas, con
un mínimo de seis piezas (1,6% de todas las ánforas). Las otras
formas documentadas son la T-7.4.2.1, T-7.4.3.1 (Mañá C2a). No
obstante, su presencia en los niveles sertorianos de Valentia resulta
significativa ya que ponen de manifiesto la continuidad en su producción y distribución más allá del 145 a.C. (Ramón Torres 1995:
209-211), algo que, por otra parte, ya había sido apuntado tras
los estudios realizados en algunos talleres tunecinos (Ben Jerbania 2013) y otros yacimientos peninsulares como Monte Molião,
donde las encontraron en niveles del último cuarto del siglo II a.C.
(Arruda y Sousa 2013: 118). Hay también un ánfora que hemos
clasificado como T-7.4.3.2 similis por cuanto se trata del tipo al
que consideramos más se asemeja, aunque su pasta es claramente
norteafricana y no sudhispánica.
Sin embargo, con el 1,06%, las ánforas de la Ulterior son las
menos representadas de todas con un mínimo de dos ejemplares
de la forma salazonera T-7.4.3.3 (Bernal-Casasola, Arévalo y Sáez
2007). Las T-9.1.1.1, presentes desde la fundación hasta el cambio
de siglo como las ánforas sudhispánicas mayoritarias en Valentia,
prácticamente desaparecen del registro arqueológico. En el conjunto
de la fase se ha documentado un mínimo de cuatro de estas piezas,
pero ninguna de ellas se encontraba en los niveles de destrucción.
Quizás, el drástico descenso de las importaciones sudhispánicas de la
ciudad, que como hemos visto podrían estar vinculadas al recorrido
173
[page-n-187]
las ánforas de valentia romana republicana
del aceite norteafricano, podría tener su explicación en el proconsulado de Quinto Cecilio Metelo en la Ulterior desde el 79 a.C. y
en su política militar y de desgaste en el conflicto contra Sertorio,
aunque esto es algo que no vamos a entrar a valorar y únicamente
planteamos como hipótesis de estudios posteriores.
En la misma tónica, observamos un descenso en las producciones ebusitanas que en estos niveles descienden hasta el 1,86%, con
representación de los tipos PE 24 (una), T-8.1.3.2 (dos) y T-8.1.3.3
(el más numeroso con un mínimo de cuatro piezas). Molina Vidal
(1997: 194) plantea la posibilidad de que su presencia durante el siglo
II a.C. en las costas mediterráneas españolas se deba a que el vino
ebusitano no representaba una competencia real al itálico. Mateo
Corredor (2014: 465) apunta a que por entonces Roma todavía no
tenía la capacidad de abastecer a todos los mercados occidentales
bajo su control. Sin embargo, en conexión con la propuesta que
hemos planteado respecto a que la presencia de ánforas ebusitanas
en Valentia pudiera ser la consecuencia de que la isla fuera el último
puerto de escala en las grandes redes comerciales marítimas del
centro-sur del Mediterráneo hacia el litoral centro norte del levante
peninsular, su descenso estaría también relacionado con la merma de
los intercambios norteafricanos y sudhispánicos que hemos observado. En este sentido, si analizamos a nivel general el aumento o
descenso de las importaciones ibicencas en la Valentia republicana,
observaremos que su fluctuación también está directamente relacionada con la mayor o menor importancia de la presencia de ánforas
norteafricanas y sudhispánicas.
Otro aspecto destacable de los niveles del 75 a.C. de Valencia
es el apreciable aumento proporcional de las ánforas ibéricas. En
total se han identificado un mínimo de diez que suponen el 2,66%
de las recuperadas de aquel episodio. Siguen siendo muy escasas,
aunque este incremento, junto a la presencia frecuente en estos niveles de otros contenedores que no hemos incluido en nuestro estudio
(tinajas del tipo Indutratin; Ribera i Lacomba y Pascual Berlanga
2015: 746), nos indican que el aprovisionamiento de la ciudad con
productos del entorno durante el conflicto debió ser importante, o,
al menos, mucho más que cuando no había conflicto.
Las ánforas egeas se mantienen en un porcentaje también
minoritario del 1,86% muy similar al de las fases precedentes. Sin embargo, entre las ánforas llegadas del Egeo destacan
ahora las de Cos con un mínimo de cinco piezas frente a una
única Rodia.
Las de origen indeterminado representan el 6,4% del conjunto. Entre ellas las formas más comunes que encontramos son
todas las variantes de Dressel 1, sobre todo las 1C. (fig. 7.5.12).
7.5.4. la etapa de abandono (74-27 a.c.)
Como ya hemos adelantado a lo largo de todo este trabajo, los niveles
que pueden asignarse a esta cronología son escasos y, en ocasiones,
difíciles de adscribir a ella. Seguramente, muchos son consecuencia
de remociones o actuaciones esporádicas que tuvieron lugar en la
zona durante los años posteriores a la destrucción de la ciudad por
Pompeyo y, en este sentido, buena parte de los materiales podrían
ser asimilados a los niveles del 75 a.C. Sin embargo, su posición
estratigráfica permite diferenciarlos. Lo más significativo es que en
ellos no hay apenas elementos que fueran exclusivamente contemporáneos a las fechas que abarca esta etapa y, desde luego, no hay
constancia de la construcción de ninguna estructura con una mínima
envergadura que permita hablar de un resurgimiento de la ciudad,
174
Figura 7.5.12. Áreas de producción y tipología de las ánforas de los
niveles de destrucción de Valentia.
al menos, hasta época augustea; cuando el registro arqueológico
comienza a mostrar síntomas de una débil reocupación que, con
los datos que actualmente disponemos, ni mucho menos podemos
considerar urbana (Ribera i Lacomba 2013c: 151 y ss.). Las ánforas recuperadas en este paquete estratigráfico son pocas (123) y nos
conducen hacia esa misma conclusión. Desde el punto de vista de las
tradiciones culturales, los datos muestran un panorama más parecido
al que ofrecían los de las fases de consolidación urbana (134-195
a-C) que al de la que abarca los momentos de vida urbana hasta su
destrucción (tabla 7.5.9). En este sentido, un aumento considerable
de las ánforas de tradición púnica configura una imagen gráfica prácticamente idéntica a la de aquella etapa (fig. 7.5.13).
[page-n-188]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.9. NMI de la etapa de abandono (74-27 a.C.) y tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas.
Trad. latina
NMI
%
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet.
TOTAL
123
85
21
2
2
13
69,1
17,03
1,62
1,62
10,56
Sin embargo, atendiendo a las áreas de producción, comprobamos como la relación entre las ánforas campanas y adriáticas
es mucho más parecida a lo que se nos ofrecía en los niveles
de destrucción, si bien, el aumento de ánforas norteafricanas
y sudhispánicas respecto al 75 a.C. es igualmente notorio.
Resulta significativo que las ánforas ebusitanas desaparezcan
del registro, lo cual pondría de manifiesto un descenso de las
actividades comerciales que se desarrollaban hasta la destrucción (fig. 7.5.14).
La tabla de los valores porcentuales por tipos y áreas de producción se puede observar en la tabla de la tabla 7.5.10.
Como vemos, las ánforas de la zona de la bahía de Nápoles
reducen su importancia porcentual hasta un 31,7% frente al 48,72
de la fase anterior. Los tipos que se encuentran son los mismos.
Dominan las Dressel 1A (con un mínimo de diez y seis ejemplares y el 13% del total de las ánforas de este período), si bien, el
porcentaje de Dressel 1B (cuatro) y C (una) es mucho menor de
lo que apuntaba la fase precedente.
Aunque también descienden porcentualmente las ánforas
adriáticas, éstas lo hacen en menor medida, de manera que,
en relación con las campanas su importancia también resulta
mayor. Suponen el 24,39% de las importaciones de ánforas
reflejadas en estos niveles. Además de una Apani II, el único
tipo identificado es el de las ánforas Lamboglia 2, las cuales
llegan a sumar un mínimo de veinticuatro piezas (19,51%
del total de las ánforas) y superan ampliamente a cualquiera
de los subtipos de Dressel 1 campanos, reafirmando la idea
de la relevante importancia que para Valentia supusieron
las transacciones con productos adriáticos hacia finales del
primer cuarto del siglo I a.C. y, sobre todo, durante el conflicto sertoriano.
Las llegadas de otros lugares italianos también ven incrementada su importancia porcentual en aproximadamente dos puntos
respecto a la fase anterior hasta situarse en el 4,06% (la más
Figura 7.5.13. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de Valentia (74-27 a.C.).
alta de este grupo en cualquiera de las fases estudiadas). Hay un
ánfora Grecoitálica, evidentemente residual, y otras cuatro que
se engloban dentro del grupo de las Dressel 1.
Las del norte de África representan el 8,13%, cuatro puntos
por encima de lo que reflejaba la fase anterior y cinco respecto a
los niveles del 75 a.C., si bien, las ánforas representadas siguen
siendo fundamentalmente las Africanas Antiguas (tres) y las
T-7.4.2.1 (tres). Además, hay una T-7.5.1.1; tipo que también
aparecía como minoritario en el período de vida urbana.
De la misma manera proporcional, se observa un aumento
de las ánforas procedentes del sur de Hispania, aunque los centros productores donde se fabricaron ya no son los del entorno
de la bahía de Cádiz sino del valle del Guadalquivir. En total
representan el 5,69%, lo cual también implicaría un aumento
de tres puntos respecto a la fase anterior y de cuatro en relación
con los niveles de destrucción. Las T-7.9.1.1 ya no están presentes entre la tipología documentada. Aparece una T-7.4.3.3,
que era la única forma de la Ulterior representada en los niveles del 75 a.C. y, por primera vez, aparecen los tipos Ovoide 1
y Ovoide 4, con al menos tres ejemplares cada uno (2,43% del
total de las ánforas respectivamente). Se trata de ánforas que
comenzaron a fabricarse a partir de finales del primer tercio del
siglo I a.C. hasta las últimas décadas del siglo I a.C. (Mateo
Corredor y Molina 2019). Por tanto, son ánforas que, cronológicamente, se enmarcan en el período que abarca el abandono
de la ciudad y que, de alguna manera, indican que en el solar de
la ciudad todavía se realizaban algunas diligencias que requerían de intercambios comerciales. Sin embargo, desde el punto
de vista cuantitativo y, debido a la falta de estructuras sólidas
a que asociarlas, siguen estando lejos de indicar una actividad
que pudiéramos considerar urbana.
En un mismo sentido, se incluyen las también escasas
ánforas arribadas desde el noreste de la península ibérica. Por
primera vez, en el registro se documentan ánforas llegadas del
arco noroccidental del Mediterráneo. Hay, al menos dos ánforas
Tarraconenses (1,62% del total de las ánforas del período) y tres
Pascual 1 (2,43%). Juntas representan el 4,05% de las importaciones de ánforas representadas en estos niveles. Todas ellas
Figura 7.5.14. Áreas de producción de las ánforas de Valentia (74-27 a.C.).
175
[page-n-189]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.10. Tabla general de los tipos y representación porcentual
de las ánforas de Valentia (74-27 a.C.).
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Indeterminada
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
TOTAL
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.5.1.1
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ovoide 1
Ovoide 4
TOTAL
CITERIOR
Tarraconense
Pascual 1
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Ovoide
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
176
NMI
%
2
2
11
16
4
1
3
39
1,62
1,62
8,94
13
3,25
0,81
2,43
31,7
1
3
1
5
0,81
2,43
0,81
4,06
24
1
5
30
19,51
0,81
4,06
24,39
3
3
1
3
10
2,43
2,43
0,81
2,43
8,13
1
3
3
7
0,81
2,43
2,43
5,69
2
3
2
7
1,62
2,43
1,62
5,69
1
1
2
0,81
0,81
1,62
1
1
2
1
1
1
3
13
23
0,81
0,81
1,62
0,81
0,81
0,81
2,43
10,56
18,69
123
son vinarias que irrumpieron con relativa fuerza en los mercados
occidentales durante este período. Por otro lado, también se han
inventariado dos ánforas ibéricas de tradición indígena (1,62%).
En cuanto a las ánforas egeas solamente se ha registrado una
Rodia y otra de Cos que suponen el 1,62% del conjunto de las
ánforas de este período.
Las de origen indeterminado aumentan considerablemente
su valor respecto a todas las fases precedentes (18,69%). En
general, se trata de ánforas de la familia de las Dressel 1, sobre
todo de la 1A, pero también hay algunas ánforas púnicas de tipo
indeterminado a las que tampoco hemos sabido otorgar un origen
y un número significativo de piezas a las que no hemos sabido
asignar tipología (fig. 7.5.15).
7.5.5. la etapa augustea (26 a.C.-14 d.c.)
La fase que abarca el principado de Augusto solamente ha sido
tomada en consideración para poder realizar una comparación
entre la dinámica propiamente republicana y el período que se
Figura 7.5.15. Áreas de producción y tipología de las ánforas (74-27 a.C.).
[page-n-190]
evaluación de los datos y discusión
inicia con el advenimiento de Augusto al poder. En este sentido,
la recopilación de datos no ha sido tan exhaustiva y únicamente
hemos tenido en cuenta algunos de los niveles más significativos de las excavaciones de l’Almoina, Roque Chabás y Sabaters-Cisneros. El volumen de ánforas recopiladas en este estudio
es incluso inferior al de la fase anterior. En total se ha establecido
un NMI de 85 piezas (tabla 7.5.11).
Bajo el prisma de las tradiciones culturales a que se adscriben, se puede apreciar un aumento considerable de las de
tradición púnica respecto a las fases de vida urbana (94-75
a.C.) y de abandono (74-27 a.C.), situándose en valores muy
similares a como se encontraban en el período de consolidación urbana (134-95 a.C.). La mayor parte, el 60% procedía
de lugares de tradición latina mientras que el 25,88% lo hacía
de áreas que estuvieron bajo influencia púnica. Las ánforas de
tradición indígena son muy minoritarias y solamente alcanzan
el 1,17%, mientras que las egeas ven acrecentado el porcentaje hasta alcanzar el 7,05%: aproximadamente seis puntos por
encima de lo que representaban en cualquiera de las fases precedentes (fig. 7.5.16).
Por lo que respecta a las áreas de producción, también
observamos algunos cambios significativos (fig. 7.5.17). En
este sentido, la tendencia de las ánforas adriáticas a equipararse
con las campanas llega, en esta época, a su punto más extremo
y, prácticamente, el volumen de importaciones de uno y otro
lugar son iguales. Las del área vesubiana representan el 25,88%
y las adriáticas se sitúan muy cerca de ellas con el 23,52%. Las
ánforas de otros lugares de Italia continúan siendo muy minoritarias. Por otra parte, las importaciones del norte de África se
mantienen en los mismos niveles moderados que veíamos en
la fase anterior y se produce un aumento muy considerable de
las llegadas desde la Bética y, de nuevo, las ebusitanas están
presentes en el registro en unos niveles muy similares a como
lo hacían desde la fundación hasta la destrucción de la ciudad.
De la Citerior/Tarraconensis no hay representación y, en ese
apartado, solamente incluimos un ánfora ibérica de tradición
indígena. Las egeas, como ya adelantábamos, también incrementan considerablemente su presencia.
La tabla tipológica y la representación porcentual de cada
tipo puede observarse en la tabla 7.5.12.
Entre las de la bahía de Nápoles, que siguen siendo las
mayoritarias con un 25,88%, las Grecoitálicas han desaparecido
definitivamente del registro arqueológico. Ahora, solamente
encontramos los tipos 1A y 1C y, entre ellos, el mayoritario
continúa siendo el primero (15,29% del total de las ánforas del
período). Hemos incluido también un ánfora de pasta claramente
pompeyana cuya tipología parece asemejarse mucho a las Lamboglia 2. En este sentido, la fabricación de esta forma en el área
vesubiana fue ya demostrada (Hesnard 1998). Sin embargo,
resulta anecdótica, en nada modifica los resultados que ofrecen
las ánforas de esta fase, y también pudiéramos haberla incluido
entre las Dressel 1.
Como ya hemos apuntado, las adriáticas se sitúan en un
porcentaje muy similar al de las vesubianas. Desde allí parece
que todavía siguieron llegando ánforas con bordes de tipología
Grecoitálica (dos), aunque lo más probable es que se trate de
elementos residuales. Las más representadas vuelven a ser las
Lamboglia 2, las cuales alcanzan un porcentaje del 11,76%
del total de la fase con al menos diez piezas y se sitúan en
una relación, respecto a las campanas, muy similar a lo que
reflejaban los niveles de destrucción. Hay también una Apani
I y una Apani VII; formas que ya habíamos encontrado en
fases anteriores. Como novedad en el registro, topamos con
al menos una que ya se enmarca en del grupo de las Dressel 6;
tipo derivado de las Lamboglia 2 que comenzó a producirse a
partir del último tercio del siglo I a.C. en varios talleres desde
el Piceno hasta Istria (Mazzocchin 2009; Bezeczky 2005;
Cipriano y Carré 1989).
Figura 7.5.16. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de Valentia (26 a.C.-14 d.C.).
Figura 7.5.17. Áreas de producción de las ánforas de Valentia
(26 a.C.-14 d.C.).
Tabla 7.5.11. Tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de Valentia (26 a.C.-14 d.C.).
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet.
TOTAL
NMI
51
22
1
6
5
85
%
60
25,88
1,17
7,05
5,88
177
[page-n-191]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.12. Tabla general de los tipos y representación porcentual
de las ánforas de Valentia (26 a.C.-14 d.C.).
NMI
%
5
13
3
1
22
5,88
15,29
3,52
1,17
25,88
1
1
1
3
1,17
1,17
1,17
3,52
2
10
1
1
1
5
20
2,35
11,76
1,17
1,17
1,17
5,88
23,52
3
1
2
6
3,52
1,17
2,35
7,05
3
1
2
2
1
3
12
3,52
1,17
2,35
2,35
1,17
3,52
14,11
3
3
3,52
3,52
1
1
1,17
1,17
3
1
1
1
6
3,52
1,17
1,17
1,17
7,05
3
3
1
5
12
3,52
3,52
1,17
5,88
14,11
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
“Lamboglia 2”
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoit/Dr.1
Dressel 1A
Dressel 1B
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Dressel 6
Apani I
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
Norte África indet.
TOTAL
BÉTICA
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ovoide 1
Ovoide 4
Ovoide 9
Dressel 12
TOTAL
IBIZA
Ebusitana indet.
TOTAL
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
Monoansata
TOTAL
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 2/4
Mañá C2
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
85
178
Las ánforas llegadas desde otros lugares de Italia se mantienen como importaciones minoritarias que desde el principio
adquirió la ciudad y se sitúan en el 3,52%, con representación de
los tipos Grecoitálica de transición, seguramente residual, Dressel
1A y Dressel 1B (una de cada uno).
Del norte de África, las ánforas mayoritarias siguen siendo
las Africanas Antiguas (tres) que suponen el 3,52% del total de
las recopiladas para este período y también hay, al menos, una
T-7.4.2.1 (1,17%).
El cambio más significativo respecto a las fases anteriores se
produce con las ánforas del sur de Hispania, llegando a alcanzar
en esta fase el 14,11% de las importaciones. Es la cifra más alta
que obtienen en todo el período analizado en este estudio y que se
sitúa cuatro puntos por encima de lo que representaban en los niveles fundacionales, cuando resultaron especialmente significativas.
Asimismo, asistimos a una variedad de tipos que tampoco se había
producido con anterioridad. Aunque hay una T-7.9.1.1, la T-7.4.3.3,
Figura 7.5.18. Áreas de producción y tipología de las ánforas de
época augustea.
[page-n-192]
evaluación de los datos y discusión
la cual era la única sudhispánica de los niveles de destrucción, es
la mayoritaria en esta fase. Se ha identificado un mínimo de tres
de estos contenedores fabricados en la bahía de Cádiz que suponen el 3,52% de todo el conjunto de ánforas. Las Ovoide 1 y 4, ya
documentadas en la fase de abandono, también están presentes en
estos niveles con un mínimo de dos ejemplares por tipo (2,35%
respectivamente). A ellas, se suma al menos una Ovoide 9 que
también fue fabricada en el valle del Guadalquivir. Por otra parte,
hay un ánfora con labio apuntado que hemos clasificado de tipología indeterminada y que pudo haber sido fabricada en las costas
malacitanas (Anexo II, D-15). Con todo, el panorama que se nos
muestra no deja de reflejar, dentro de la escasa relevancia de lo que
pudo ser Valentia en época augustea, la importancia que, a partir
de estos momentos, comenzarán a tener las producciones Béticas
dentro de los circuitos comerciales del Mediterráneo.
Aunque no ha sido posible identificar ningún tipo concreto, las ánforas ebusitanas vuelven a estar presentes entre las
importaciones tras su desaparición en los niveles de abandono.
Representan el 3,52%; un valor escaso, pero similar al de los
momentos fundacionales y de consolidación urbana.
La Tarraconensis, por su parte, no aporta ánforas al conjunto
de los niveles que hemos recopilado para este estudio, aunque
sabemos que en el relleno de carácter ritual enmarcado en esta
cronología (5 a.C.-5 d.C. o 1 a.C.-10 d.C.) de un pozo, se han
inventariado ánforas vinarias tarraconenses de los tipos Dressel
2/4 y Oberaden 74 que representaban el 25% del conjunto de las
ánforas allí descubiertas y la segunda zona productora después
de la Bética (Ribera i Lacomba 2010b: 266-276; Álvarez et alii
2003; Albiach et alii 1998: 149-151). Por nuestra parte, exclusivamente hemos compilado un ánfora.
En esta fase, las egeas adquieren el valor más alto de todo el
período analizado. Representan el 7,05% del total de las ánforas.
La mayor parte son Rodias (tres), pero también hay una de Cos,
una de Knidos y una LRA 3 de Éfeso.
Entre las de origen indeterminado destacan por igual las Dressel 1A y las Dressel 2/4 que, en cierta medida, también reflejan
la diversidad y el auge de nuevos centros productores de ánforas
que a partir del tercer tercio del siglo I a.C., y especialmente ya
en época augustea, comenzarían a surgir en todo el Mediterráneo (fig. 7.5.18).
179
[page-n-193]
[page-n-194]
8
Conclusiones
Muchas veces, obcecados por la obtención de datos y la perfecta
estandarización e identificación de las diversas formas y de sus características morfo-tecnológicas, olvidamos que tanto las tablas tipológicas como los estudios que hemos realizado no se refieren más
que a una clase de material arqueológico llegado a nosotros desde
la antigüedad. Las ánforas desempeñaron su papel en un amplio
contexto. De nada sirve el conocimiento de las tipologías, y nada
aporta, si no se es capaz de ubicarlas más allá de su cronología. Es
decir, en su contexto histórico y, en el caso específico de las ánforas,
también en su ambiente y circunstancias comerciales. La finalidad
de los estudios de estos singulares contenedores no puede ser otra
que la de aproximarnos a un mayor conocimiento de la Historia y,
en este sentido, hacen falta nuevas reflexiones al estilo de las de
Tchernia (1983 y, sobre todo 1986) y obras ambiciosas capaces de
entrelazar la desmesurada, y muchas veces reiterada, abundancia de
datos obtenidos de las ánforas con la propia Historia.
Las ánforas que hemos estudiado no son más que un pequeño
elemento en el engranaje económico, geográfico, político y social
repasado sucintamente en los capítulos iniciales y, por tanto, un
reflejo de éste. Con ellas, hemos pretendido aproximarnos al
papel que jugó Valentia en el mundo de las relaciones comerciales, desde su fundación hasta el advenimiento del principado de
Augusto. Esta ciudad, como yacimiento arqueológico del período
que estudiamos, resulta un lugar excepcional por cuanto proporciona dos fechas muy concretas en las que circunscribir buena
parte de los hallazgos: el 138 y el 75 a.C. Por tanto, es capaz de
ofrecernos una instantánea de las ánforas que había en ella en
esos dos episodios concretos (su fundación y destrucción), brindando una información precisa y proporcionando datos sobre
múltiples aspectos de la circulación general de las ánforas y de
determinados tipos en particular.
Nos hemos quedado lejos de llegar a conclusiones taxativas o
inamovibles sobre las ánforas de la Valentia romana republicana.
La incorporación de nuevos datos y estudios proporcionados
por los resultados de otras excavaciones, así como de análisis
físico-químicos, contribuirán a definir mejor la importancia y
significación de los distintos grupos de ánforas que estuvieron
presentes en la ciudad. Sin embargo, nuestro examen ha recogido
una cantidad lo suficientemente importante, tanto de excavaciones con niveles republicanos como de los materiales que han
aportado, para poder ofrecer un panorama general que debe aproximarse bastante a la realidad material de estos contenedores en
la ciudad.
Por obvio que resulte, lo primero que debemos considerar es
que la llegada de ánforas a Valentia es la consecuencia lógica de
la llegada de los romanos.
La primera constancia de la presencia del ejército romano
en el territorio que nos ocupa se remonta a en torno al año 206
a.C., en el contexto del final de la segunda Guerra Púnica en la
península ibérica. Entre esa fecha y la fundación de Valentia en
el 138 a.C., la arqueología ha detectado una serie de destrucciones en poblados, atalayas, caseríos e incluso en asentamientos
de carácter urbano como el Tossal de Sant Miquel, que ponen de
manifiesto una auténtica ruptura de la estructuración territorial
imperante hasta entonces y en la que, probablemente, los romanos
tuvieron mucho que ver. Asimismo, otros enclaves como Arse, La
Carència y Saiti, este último ya fuera del territorio edetano, aunque en una posición fronteriza, continuaron su trayectoria tras la
guerra. En el caso de Arse: con toda seguridad. En el de los otros,
quizás, debido a una posición favorable a los romanos durante el
conflicto y las posteriores revueltas aplacadas por Catón.
La fundación de Valentia se obró en los momentos inmediatamente anteriores a la caída de Numancia en el 133 a.C.
Tras aquel acontecimiento fundamental, Apiano de Alejandría
nos relata que los romanos, según la costumbre, enviaron a diez
senadores a las nuevas posesiones de Iberia para cimentar la paz
entre los pueblos que se habían sometido por voluntad o por
fuerza (Apiano, 99). Así pues, en un territorio, que probablemente
181
[page-n-195]
las ánforas de valentia romana republicana
a ojos del Senado ya se encontraba aplacado, la ciudad se fundó
en la provincia hispana de la Citerior. Las evidencias históricas,
numismáticas, onomásticas, prosopográficas y arqueológicas; el
nombre de Valentia, a diferencia de otras como Brutobriga o
Carteia, se insertan plenamente en la tradición toponímica de
las colonias latinas del sur de Italia y el Piceno. De este modo,
Valentia debe considerarse una fundación ex novo, quizás con el
rango de colonia ciuium Latinorum, creada para milites romanos
itálicos, probablemente de los ejércitos de los Fabii. Fue destruida
en el 75 a.C. por Pompeyo y no obtendría el rango de colonia
Romanorum hasta época de Augusto.
Como todas las colonias latinas en sus inicios está fuera de
toda duda que la elección del emplazamiento para fundar la nueva
ciudad obedeció a razones estratégicas y militares. Sin embargo,
mientras que en la II Guerra Púnica y los dos primeros tercios
del siglo II a.C., Sagunto debió ejercer como el núcleo y base de
aprovisionamiento de los ejércitos durante la conquista, Valentia
surgiría, poco antes de la finalización de las guerras Celtibero-lusitanas, como el epicentro de la romanización del golfo de
Valencia hasta las fronteras con el mundo indígena del interior.
Un centro urbano estable con proyección e interacciones en el
entorno más allá de las actuaciones bélicas. Así pues, la fundación
de la ciudad, también debemos entenderla como un elemento de
romanización, en el que las ánforas no dejaron de desempeñar su
papel por cuanto junto a ellas llegaron los modos y costumbres
alimenticias latinas que rápidamente se extenderían por su área
de influencia. En este sentido, con su creación, Valentia también
adquiere la categoría de un enclave comercial romano a través del
cual se introdujeron, en la parte central del oriente de Hispania,
todo tipo de mercancías que, esencialmente, ya estaban bajo los
intereses económicos de los romanos y de los que, las ánforas,
serán el mejor de los testigos que nos ha llegado.
La ciudad se impuso en una localización alejada de otras
ciudades o colonias romanas que por entonces ya había en la
península ibérica. Aproximadamente, se encuentra a medio
camino entre Tarraco y Carthago Nova. Las tres, junto a Ebusus, Palma y Pollentia (estas dos últimas fundadas algo después
que Valentia tras la conquista de la isla por Quintus Caecillius
Metellus en 123 a.C.), conforman un triángulo estratégico de
control de las rutas del litoral levantino de Hispania, con posibilidades de intercomunicación vía marítima en escasas jornadas
de navegación debido a la poca distancia y a las corrientes y los
vientos que resultan favorables para ello.
Podemos asumir dos modelos de intercambio comercial o de
comercio vía marítima en el tramo de costa entre el río Palancia
y el Júcar. Por una parte, un modelo portuario. Es decir, aquel en
que las operaciones de intercambio se hacen al abrigo y uso de
infraestructuras construidas a tal efecto. Por otra, un modelo al
que denominamos de fondeo y mediante el cual, desde una nave
oneraria, se transfieren las mercancías a otras de menor calado y
tonelaje arribadas al punto de fondeo desde los enclaves costeros
(Nieto Prieto 1997).
Objetivamente, el único puerto marítimo documentado es el
de Arse-Saguntum, por lo que hasta que no se produzcan nuevos
hallazgos que evidencien lo contrario, resulta el paradigma de
modelo portuario republicano de las costas que nos interesan.
Se trata, por tanto, de un puerto principal donde se descargaban
mercancías para ser redistribuidas y del que partían productos al
menos desde el siglo VI a.C., pero reforzado en los momentos
182
previos a la II Guerra Púnica con la construcción del muelle de
la gola de Colomer y ampliado, de manera muy sólida y significativa con una torre y un gran espigón, probablemente, al inicio
de la presencia romana en la península ibérica.
Evidentemente, la Valentia republicana también debió contar
con un puerto en condiciones, aunque, como ocurre con buena
parte de las ciudades, poco sabemos de él. Nada podemos decir
más allá de aventurar que si hubo uno marítimo, éste debió localizarse en las proximidades de la desembocadura del río Turia, la
cual, por entonces, se encontraba en La Punta; una cresta aluvial
de escasa pendiente que facilitaba la navegabilidad del río hasta
la ciudad. Es posible que incluso estuviera en la Albufera. Pero,
hoy por hoy, las dos opciones no dejan de ser meras hipótesis de
trabajo. Lo que sí es cierto es que hacia finales del siglo II a.C.,
la ciudad ya contaba con un amplio horreum donde almacenar las
mercancías y que, al menos desde el siglo II d.C., contó con un
puerto fluvial, por lo que no es descabellado pensar en la posibilidad de que también hubiera infraestructuras similares durante
el período que hemos analizado.
Dadas las características de la costa; la falta de evidencias arqueológicas portuarias; y la cantidad de cepos, ánforas
y concentraciones de materiales en los fondos marinos frente a
la ciudad y a la Albufera, parece que el modelo de transacciones comerciales basado en fondeaderos en mar abierto pudo ser
importante. Sin embargo, no debemos olvidar que la corroboración de fondeaderos en mar abierto resulta complicada, por
cuanto las concentraciones de fragmentos cerámicos en los fondos
marinos pueden deberse a múltiples causas, como la orografía
del fondo o las corrientes, y no solamente al fondeo habitual de
barcos en un determinado lugar.
A partir del último decenio del siglo III a.C. se comienza a
documentar en todo el Mediterráneo occidental un fenómeno que
se convertirá en la tónica general hasta el final de la República:
la masiva presencia de ánforas italianas en los mercados. En
este sentido, hay un episodio durante el transcurso de la II Guerra púnica que fue fundamental para obrar este cambio. Se trata
de la rendición de Capua en 211 a.C. y de las consecuencias que
se derivaron. Así, solucionada buena parte de los problemas en
Italia, Roma estuvo en disposición de ampliar el escenario de la
guerra también a Hispania.
No es casualidad que en 211 a.C. la capital de la Campania
se rindiera a los romanos (Livio XXVI, 14); que inmediatamente
después, su territorio pasara a ser propiedad del Estado romano
(Livio XXVI, 16) y hubiera venta de tierras en 210 y 199 a.C.
(Livio XXVII, 3; XXXII, 7) mientras éste se reservaba la mayor
parte de las mismas para su cesión a arrendatarios (Livio XXXII,
7: arrendamiento de los derechos de aduana de Capua y Pozzuoli
en 198 a.C.); que en 210 a.C. Escipión partiera desde Tarraco
hacia Carthago Nova (Livio XXVI, 41) con la seguridad de un
buen aprovisionamiento de sus tropas; que a partir de entonces, la presencia masiva de productos campanos en la península
ibérica sea una realidad irrefutable y que, en muy poco tiempo,
Capua volviera a convertirse en la urbs maxima opulentissimaque
italiae (Livio VII, 31) que siempre había sido. Es posible que
las derrotas romanas antes de 210 a.C. se debieran, entre otras
cuestiones, también a la falta de abastecimiento y dificultad de
contacto con la metrópolis. Pero después de Capua todo cambió
y lo hizo, entre otros motivos, porque según podemos desprender de las fuentes fue el Estado quien, bien directamente o bien
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conclusiones
a través de arrendatarios, se hizo con el control y distribución
de buena parte de los productos primarios de las regiones más
fértiles de Italia con la intención estratégica de abastecer a los
ejércitos en campaña.
El final del período romano republicano en Hispania está
marcado por las constantes guerras y conflictos. Por tanto, uno
de los aspectos más importantes para entender el gran comercio
romano de mercancías entre finales del siglo III a.C. y el inicio
del principado de Augusto en la península ibérica fue la necesidad de establecer las garantías de un adecuado aprovisionamiento
del ejército
Así pues, durante los siglos II y I a.C., el gran movimiento
de ánforas hacia la península ibérica tuvo uno de sus pilares en
el aprovisionamiento, tanto de los ejércitos romanos como de los
colonos. Fueron los movimientos de tropas y las necesidades de
su suministro los que verdaderamente generaron una producción
y transporte intensivos de estos recipientes y el desarrollo de su
comercio una consecuencia, algo que, por otra parte, ya apuntaron
Sanmartí y Principal (1998: 178). En este sentido, no podemos
olvidar que, durante aquel período, cualquiera de los ejércitos en
campaña arrastraba a muchísimas más personas que habitantes
pudiera tener cualquier ciudad del Mediterráneo occidental. En una
aproximación cuantitativa se ha calculado que, sólo en vino puro,
para una legión de 4.200 efectivos de infantería, serían necesarios
413.910 litros al año, o lo que es lo mismo, 16.556 ánforas de una
capacidad de 25 litros (Valdés Matías 2017: 274).
Es, en este ambiente de marcado carácter militar, donde debemos ubicar las ánforas de los niveles de fundación de Valentia.
En el aprovisionamiento de los colonos durante los primeros años
por parte del Senado.
Si el avituallamiento relacionado con la fundación debía estar
a cargo del Senado, de quien, en su conjunto, dependía la logística
del ejército, las ánforas de estos niveles no pueden ser entendidas como el resultado de unas transacciones comerciales entre
compradores privados motivados por una demanda y proveedores que la facilitan, sino como parte de los recursos aportados
por Roma para la fundación de la ciudad. De esta manera, buena
parte debieron llegar al mismo tiempo que lo hicieran los soldados licenciados (Tabla 8.1).
El 57,5% de las ánforas relacionadas con la fundación y
los años inmediatamente siguientes (138-135 a.C.) procedía de
Italia. Entre ellas hay un claro predominio de ánforas vinarias
Tabla 8.1. Origen de las ánforas de los niveles fundacionales
(138-135 a.C.).
Origen
Bahía de Nápoles
Tierreno indet.
%
41,83
5,22
Adriático
10,45
Norte África
19,60
Ulterior
8,80
Ibiza
4,57
Trad. indígena
1,96
Egeo
1,30
Indeterminado
5,22
procedentes de la Campania. En cuanto a las formas, todavía hay
una presencia significativa de Grecoitálicas, pero la mayor parte
se adscriben al grupo de Grecoitálicas de Transición (Grecoitálica/Dressel 1). Por otra parte, aunque en los niveles que hemos
analizado no había ninguna completa y, por tanto, resulta difícil
asignar con seguridad algunos de los bordes a la forma Dressel
1A, lo cierto es que muchos de ellos ya se podrían contabilizar
como tales. En este sentido, aunque no ha sido objeto de esta tesis
hacer un estudio tipológico en profundidad, la ciudad de Valentia
se convierte en un yacimiento singular donde observar el paso
de las últimas Grecoitálicas a las Dressel 1A.
Además del vino campano, uno de los aspectos destacables
de las ánforas italianas es la significativa presencia de ánforas
adriáticas desde la misma fundación. Su representatividad pone
de manifiesto que, desde un principio, los intereses comerciales de
la fachada adriática de Italia también estuvieron enfocados hacia
los nuevos mercados occidentales. La mayor parte de las que
arribaron a Valentia fueron vinarias Grecoitálicas. Sin embargo,
hay representación, aunque muy baja, de ánforas olearias brindisinas, alguna de ellas en contextos de rituales funerarios. En este
sentido, quizás, al igual que el vino griego, pudo estar reservado
a las élites ciudadanas (Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016)
o a ceremonias de carácter litúrgico que otorgarían a ese aceite
adriático un aspecto simbólico de lo latino que, probablemente,
no tuvo el norteafricano; producido en unos territorios bárbaros
recién conquistados que, como veremos, se convertirían en los
grandes proveedores de aceite, entre otros productos, de la ciudad republicana.
De otras zonas de la península italiana también llegaron ánforas, aunque a mucha menor escala. Éstas podrían interpretarse
como el intento de otras áreas, más allá de la campana, de introducirse en los nuevos mercados que la conquista de Hispania
proporcionaba. Si bien se ha indicado que, probablemente, algunas lo hicieron desde la Etruria litoral (Ribera i Lacomba 2017b:
520), nosotros no hemos sido capaces de asignar un área concreta
de Italia a las pastas que nuestros ejemplares presentaban y el
estudio macroscópico de las pastas (Anexo II) parece indicar que
los centros productores del sur de Italia pudieron tener mayor
relevancia en Valentia que los del noroeste.
Otro de los aspectos más significativos de los niveles fundacionales viene proporcionado por el grupo de las ánforas
que se importaron desde áreas de tradición cultural púnica. Las
ánforas norteafricanas tunecinas son, después de las de la bahía
de Nápoles, el segundo grupo reconocido en importancia. El
19,6% de las ánforas que llegaron con los primeros colonos procedían de allí. El tipo absolutamente dominante, con el 56,66%
de todas ellas, es el de las ánforas olearias Africanas Antiguas.
Le siguen las salazoneras T-7.4.2.1 (30%) y el 7.7.1.1 (3%).
En sí mismo es un dato muy relevante, pues lo que pone de
manifiesto es que, tras la III Guerra púnica, el norte de África
pasaría a jugar un papel destacado en el abastecimiento de los
ejércitos romanos que había en Hispania (Ribera i Lacomba y
Pascual Berlanga 2022). De este modo, se otorgaría a las antiguas ciudades enemigas norteafricanas (y también aliadas en
según qué circunstancias) un papel crucial, no sólo dentro de las
estructuras comerciales y la economía del Mediterráneo (Capelli
y Contino 2013), que ya desde la fundación de Cartago tuvo y
mantuvo, sino también desde el punto de vista estratégico-militar por cuanto sirvieron como centros de suministro de los
183
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las ánforas de valentia romana republicana
ejércitos. Así pues, como siempre fue y será, los grandes centros
de poder económico y productores de materias primas definitivamente conquistados tras el 145 a.C.; y, en consecuencia,
las grandes ciudades púnicas productoras de ánforas, parecen
enfocar una parte importante de sus esfuerzos comerciales (probablemente, en buena medida, a través de tributos fiscales) al
servicio de los ejércitos que las conquistaron y que continuaban
en un proceso de conquista y afianzamiento de nuevos territorios en la península ibérica.
No tan significativo como el norteafricano fue el flujo de
ánforas fabricadas en otras zonas de tradición púnica. Las del sur
de Hispania suponen el 9,8% de las de la fundación. Todas llegaron desde la bahía de Cádiz; una zona integrada en las redes de
comercio romano desde el 206 a.C., y son del tipo T-9.1.1.1 (anteriormente denominado CCNN), las cuales también estuvieron
fuertemente ligadas al avituallamiento de los ejércitos romanos
(Sanmartí 1985b; Sáez Romero 2008a). De Ibiza llegaron ánforas en menor proporción (4,57%) y todas ellas son consideradas
vinarias. Sin embargo, otorgan a la isla una prerrogativa importante en el abastecimiento de los colonos.
La escasa representatividad de las ánforas ibéricas de tradición indígena (1,96%) quizás esté en relación con la propia
autosuficiencia de los fundadores, o a que los productos obtenidos
del entorno no requirieran de estos contenedores.
Finalmente, el vino de las egeas, con el 1,3% de representatividad, estaría destinado a las élites más helenizadas y quizás
serían redistribuidas desde Puteoli hacia occidente junto a los
grandes cargamentos de ánforas itálicas.
En general, las ánforas de la fundación ofrecen un panorama
similar, aunque distinto, al de los inicios del último tercio del
siglo II a.C. en Tarraco (Díaz García 2016b), donde las salazoneras norteafricanas y las ebusitanas parecieron jugar un papel
más destacado del que lo hicieron en Valentia. Además, las adriáticas no desempeñarían en Tarraco un cometido tan importante
como en Valentia. Asimismo, hay paralelismos con Olisipo, una
ciudad cuya fundación también parece estar vinculada a D. Junio
Bruto (Pimenta 2014), sobre todo en cuanto a la vajilla fina, pero
con algunas diferencias lógicas debido a la mayor presencia de
ánforas béticas y ausencia de ebusitanas en la ciudad atlántica
(Ribera i Lacomba 2017b). Por otra parte, nuestros niveles fundacionales, son muy parecidos a los de los campamentos militares
romanos que asediarían Numancia unos años después, tanto en
vajilla (Sanmartí y Principal 1997) como en ánforas (Ribera i
Lacomba y Marín 2003). Por su parte, los pecios cuyos cargamentos y cronología más se aproximan a los contextos fundacionales
valentinos son los de Punta Scaletta y el de Illa Pedrosa (Ribera
i Lacomba 2013b).
El panorama que se nos muestra entre el 135 y el 92 a.C.
es prácticamente igual al de la fase fundacional (tabla 8.2). Sin
embargo, se producen una serie de matizaciones cuyo significado resulta difícil de interpretar. Probablemente pudieran tener
relación con una mayor autonomía de los ciudadanos y sus
preferencias, con un aumento poblacional (mujeres, esclavos,
indígenas, comerciantes, etc.) u otros factores.
Aunque las relaciones proporcionales entre las distintas áreas
de fabricación italianas no variarían demasiado, a nivel general,
las ánforas manufacturadas en Italia aumentan en 8,8 puntos su
presencia porcentual respecto a la fase anterior. Entre ellas, las
de la bahía de Nápoles siguen siendo las dominantes con un
184
Tabla 8.2. Origen de las ánforas de los niveles de consolidación
urbana (134-95 a.C.).
Origen
Bahía de Nápoles
Tierreno indet.
%
46,01
3,53
Adriático
16,81
Norte África
12,38
Ulterior
5,08
Ibiza
3,31
Trad. indígena
1,99
Egeo
1,76
Indeterminado
9,07
incremento de 4,18 puntos. Las Grecoitálicas y Grecoitálicas/
Dressel 1 todavía fueron importantes, pero las Dressel 1A ya
suponían el tipo más numeroso con diferencia. Además, también
hicieron su aparición las Dressel 1B y 1C, aunque en cantidades
todavía muy escasas.
Mayor todavía es el aumento porcentual de las importaciones
de ánforas adriáticas que se situaría en 6,36 puntos por encima de
las del nivel de fundación. De manera casi pareja, los tipos más
representados son las Grecoitálicas y las Lamboglia 2, con ligerísima superioridad de estas últimas. También aparecen ánforas
brindisinas en bajos porcentajes, y los tipos Apani II, III y VII,
igualmente, en discretas cantidades.
Por el contrario, las de otras zonas de Italia tirrena disminuirían su importancia en 1,69 puntos respecto a la fase anterior.
Entre ellas las Dressel 1A y C serán las más significativas.
El aumento de las importaciones de ánforas italianas tiene su
contrapartida en una disminución porcentual y proporcional de
las llegadas desde las áreas de tradición púnica. Las del norte de
África sufrirían un descenso de 7,22 puntos respecto a las de la
fundación y además se produjo una gran diversificación de los
tipos importados, aunque las Africanas Antiguas continuarían
siendo claramente las dominantes entre ellas.
En paralelo, se observa un descenso en la importación de
ánforas, tanto del sur de Hispania (-4,72 puntos porcentuales)
como de Ibiza (-1,26 puntos) que pensamos debe estar en consonancia o conectado con el de las norteafricanas. En este sentido,
unas y otras, junto a las norteafricanas, parecen formar parte de
una misma red de distribución comercial organizada en torno a
la exportación del aceite norteafricano para los ejércitos y nuevas
conquistas de Roma en Hispania.
Por su parte, las ibéricas mantendrían su presencia en los
mismos porcentajes que durante los momentos fundacionales.
Las egeas aumentarían ligeramente su representatividad y además de vinos de Rodas habría una mayor diversificación con la
incorporación de los de Cnidos y de Cos.
Por una parte, la diversificación de tipos en general y la mayor
arribada de productos adriáticos, podría estar hablándonos de una
mayor demanda de carácter particular o privada sobre determinados productos que no se producía en la fase anterior. Por otra,
la significativa persistencia de las Africanas Antiguas y de las
T-9.1.1.1, podría seguir apuntando hacia las necesidades de avituallamiento de los ejércitos en campaña. Algo que no podemos
[page-n-198]
conclusiones
descartar en una ciudad como Valentia, la cual, una vez establecida en el territorio, también debió desempeñar el papel de
cuartel de invierno (Ribera i Lacomba 2003: 383).
Los aproximadamente veinticinco años que la ciudad estuvo
plenamente constituida (100/95-75 a.C.), con todos los elementos
de cualquier urbe romana de la época, muestran la consagración
y consolidación de los cambios que se atisbaban en la fase precedente respecto a la de fundación. Todas las tendencias que
observábamos en la fase anterior se acentúan de manera considerable (tabla 8.3).
Tabla 8.3. Origen de las ánforas de los niveles urbanos y de
destrucción (94-75 a.C.).
Origen
Bahía de Nápoles
Tierreno indet.
Adriático
%
48,72
2,16
28,29
Norte África
4,12
Ulterior
2,16
Ibiza
2,75
Trad. indígena
2,16
Egeo
1,57
Indeterminado
8,05
Las ánforas italianas siguieron siendo, con diferencia, las más
numerosas. Las campanas aumentarían su presencia porcentual en
2,71 puntos respecto a la fase anterior. Sin embargo, lo más revelador es el espectacular ascenso de las importaciones adriáticas,
que se situaría en 11,48 puntos por encima de la representación
porcentual de los momentos de consolidación urbana y otorgarían al mundo adriático un rol destacado en las importaciones de
ánforas de Valentia que nos obliga a replantearnos, en la línea
de Molina Vidal (1999) y Mateo Corredor (2014) el papel de
sus productos en el abastecimiento de los mercados occidentales
(Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016) o, cuanto menos, en los
de la mitad sur de la península ibérica. Asimismo, es destacable
que su momento de mayor representación se dará durante el conflicto sertoriano. En los niveles del 75 a.C. Llegarán a representar
el 32,26 de todas las ánforas de la destrucción; sólo 16,27 puntos
por debajo de las de la bahía de Nápoles.
Otras ánforas fabricadas en la Italia tirrena verían reducidas
sus importaciones en 1,37 puntos respecto a la fase anterior y su
representatividad se situaría en el 2,16%.
Paralelamente al ascenso generalizado de las ánforas italianas
se produciría un brusco descenso de las importaciones de ánforas
procedentes de las áreas de tradición cultural púnica. Durante el
transcurso de aquellos años, las ánforas del norte de África pasarían a representar el 4,12%, lo cual supondría una caída de 8,26
puntos respecto a la fase anterior y de 15,48 en comparación con
la fundacional, aunque, entre ellas, el tipo claramente dominante
continuaría siendo el de las Africanas Antiguas.
Igualmente, las ánforas llegadas desde el sur de Hispania
soportarían un descenso muy considerable. En esta fase, encarnan
solamente el 2,16% de las importaciones de ánforas, por lo que
su importancia relativa también se vería reducida, en este caso,
en 2,92 puntos respecto a la fase anterior y en 7,64 en relación
con la fundacional. Por otra parte, se produciría una diversificación de los tipos. Las ánforas T-9.1.1.1 ya no vendrían solas sino
acompañadas por otras formas (T-7.4.3.2 y T-7.4.3.3) también
fabricadas en la bahía de Cádiz.
El mismo cambio se obraría respecto a las ebusitanas, aunque con mucha menor incidencia en su importancia relativa.
Representan el 2,75%, lo que implica un descenso de 0,56 puntos respecto a las fases de consolidación urbana y de 1,82 en
relación con las de la fundación.
En los niveles estrictamente de destrucción, esta reducción
de productos norteafricanos, sudhispánicos y ebusitanos sería
todavía más enérgica. Las africanas solamente representarían el
3,2% de las ánforas, las del sur de Hispania el 1,06% y las de
Ibiza el 1,86%
Por el contrario, aunque de manera muy escasa, las ánforas
ibéricas verían ampliada su importancia. Se trata de la fase en que
llegaron a ser más numerosas alcanzando el 2,16% de las ánforas
de la ciudad, lo que implicaría un aumento de 0,17 puntos respecto a la fase anterior y de 0,20 a la fundacional. Sin embargo,
este aumento es debido a una concentración de estos envases en
los niveles de destrucción y no puede estar más que relacionado
con el avituallamiento de la ciudad, a través del territorio circundante, en previsión de las batallas que pudieran producirse
durante el conflicto sertoriano.
Las ánforas egeas se mantendrían aproximadamente en los
mismos porcentajes que en las fases precedentes (1,57%) y estarían destinadas a las élites militares y civiles más helenizadas
de la ciudad.
Aunque desde un punto de vista muy optimista, los datos
aportados por las ánforas de los niveles ubicados en una posición estratigráfica post quem 75 a.C. pudieran ser tomados en
consideración por quienes proponen el restablecimiento de la
ciudad en época de César, lo cierto es que objetivamente sigue
siendo un conjunto débil que, además, no está asociado a estructuras sólidas de hábitat de ningún tipo. La tipología de la mayor
parte de las ánforas identificadas en los niveles que abarcan este
período también es compatible con los momentos previos a la
destrucción de la ciudad. Solamente cinco ánforas son achacables
a esta cronología, lo que da idea del grado de desolación en que
se encontraba el lugar y reforzaría el argumento del abandono
de la urbe tras la guerra.
Lo único que podemos afirmar es que, entre la destrucción de la ciudad y el advenimiento del principado de Augusto,
llegaron al solar de Valentia, de manera muy escasa, ánforas
propias de esos momentos (Tarraconense, Pascual 1 y Ovoides
1 y 4) que hoy sólo podemos relacionar con el discurrir de la
vía Heraclea y la probable persistencia de actividades de tipo
religioso. No olvidemos que si, como se ha apuntado (Ribera
i Lacomba 2017a), pudieron subsistir actividades relacionadas
con el culto a Asclepios, también debió haber una intensa actividad en torno ellas. Por lo demás, las relaciones entre las áreas
de producción y la importancia relativa de cada una de ellas es
muy similar a la del período anterior, si bien, en estos niveles,
no hemos documentado ningún ánfora ebusitana, las Africanas
Antiguas son muy escasas y entre las pocas del sur de Hispania
ya no hay T-9.1.1.1 alguna y en su lugar encontramos ánforas
ovoides del Guadalquivir y quizás también alguna de la bahía
de Cádiz (tabla 8.4).
185
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las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 8.4. Origen de las ánforas de los niveles de abandono (74-27 a.C.).
Origen
%
Bahía de Nápoles
31,7
Tierreno indet.
4,06
Adriático
Norte África
Ulterior
Ibiza
24,39
8,13
5,6
0
Citerior
5,05
Trad. indígena
1,62
Egeo
1,62
A modo de valoración final, el aspecto más visible que nos
reportan las ánforas de Valentia es una clara vinculación y dependencia, durante todo el período republicano, de los productos
importados en ánforas procedentes de Italia, lo cual no debe
extrañarnos tratándose de una fundación de soldados veteranos
itálicos que llegaron con hábitos culturales y alimenticios propios a un entorno que, por entonces, todavía tenía poco que ver
con sus costumbres y sobre todo en los inicios de la ciudad porque el Estado, a través de la Annona, debía garantizar no sólo
la vestimenta y el salarium sino también la alimentación de las
tropas (Muñiz 1978).
Así pues, desde su nacimiento, a través de Roma, la ciudad
se vio inmersa dentro de los principales circuitos comerciales
del Mediterráneo.
Además de la importancia del vino campano y sus implicaciones que no vamos a reiterar pues han sido ampliamente
comentadas y analizadas por la bibliografía, la demostrada significación que las ánforas adriáticas tuvieron en Valentia aportan
nueva luz a una cuestión que no ha sido valorada en su justa
medida por falta de análisis y publicaciones específicas y que
todavía dista mucho de ser comprendida en su totalidad. Molina
(1999) ya advertía de la necesidad de redimensionar el papel que
los envases adriáticos desempeñaron en los mercados occidentales. Desde entonces, se ha avanzado en el conocimiento de esta
cuestión con la edición de artículos que recogen dispersiones,
cuantificaciones, epigrafía y otros aspectos relacionados con ellos
(Van Limbergen 2018; Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016;
Ribera i Lacomba y Pascual Berlanga 2015; Mateo Corredor
2014; Alonso y Pinedo 2008; Nonnis 2001). Los nuevos datos
aportados por Valentia, donde durante todo el período republicano supusieron el 21,63% de las ánforas importadas; en una
proporción más o menos equivalente a la mitad de las campanas
(43,94%), ayudarán a entender mejor la importancia de Hispania
en el desarrollo de las exportaciones de la Italia adriática hacia
occidente. No cabe duda de que el progreso de la guerra civil
(82-72 a.C.) en Hispania tuvo consecuencias favorables para la
exportación de productos adriáticos hacia estos territorios. Los
niveles de destrucción de Valentia son un buen ejemplo de ello. Se
ha apuntado la hipótesis de que, parcialmente, la comercialización
de vino adriático en Lamboglia 2 durante aquellas fechas, pudiera
estar relacionada con el propio Pompeyo Magno (Mateo Corredor
2014: 525). Sin embargo, el hecho de que, precisamente, en una
ciudad como Valentia, las importaciones de ánforas adriáticas
186
Lamboglia 2 alcanzaran su mayor apogeo en el momento álgido
de los enfrentamientos puede matizar esta idea. En cualquier caso,
resulta un tema sugerente que merece un estudio en profundidad.
La menor presencia de ánforas adriáticas y la práctica ausencia
de pecios con cargamentos principales de las mismas en el arco
noroccidental del Mediterráneo, nos llevan a plantear la hipótesis
de que la mayor parte de estas ánforas pudieran haberse distribuido
hacia occidente incorporándose, preferentemente, a las antiguas redes
comerciales púnicas del centro y sur del Mediterráneo, con destino
principal a Carthago Nova y, quizás también, a Gadir debido a su
condición de gran puerto comercial situado en el extremo más occidental del Mediterráneo, lugares desde donde se redistribuirían hacia
otros destinos de la mitad sur de Hispania.
La importación de ánforas fabricadas en otras zonas italianas, más allá de la Campania y la vertiente adriática, nunca fue
significativa en Valentia. En este sentido, las apreciaciones que
hemos podido obtener del estudio de sus fábricas, parecen indicar una mayor importancia de las áreas de producción del sur
de Italia que de la zona etrusco-lacial. Es un aspecto que deberá
ser perfilado con mayor atención a través de análisis mucho más
precisos de las pastas que proporcionan el grupo de las ánforas
italianas de procedencia indeterminada. Sin embargo, estas valoraciones, junto a lo que conocemos de la dispersión de ánforas
como las de la Toscana, vendrían a apoyar la hipótesis de que los
suministros italianos a la ciudad de Valentia debieron incorporarse a las antiguas rutas comerciales púnicas ahora bajo control
de Roma. Las distribuciones conocidas de ánforas fabricadas en
lugares como Albinia (Benquet 2017: fig. 5.3.7) o de los sellos
Sextius (Domínguez-Arranz, Vallejo y Ruiz 2003: fig. 5; MacCann et alii 1987: 179) indican una clara comercialización de
estos envases hacia el arco noroccidental del Mediterráneo y en
concreto hacia la Galia, siendo prácticamente inexistentes al sur
del cabo de Creus. Este hecho, en contraposición con lo que las
adriáticas parecen mostrar, podría poner de manifiesto dos rutas
comerciales para distribuir las ánforas italianas hacia el occidente.
Una abarcaría preferentemente las producciones etrusco-laciales
y recorrería todo el arco noroccidental del Mediterráneo y otra,
preferentemente, distribuiría las producciones adriáticas y suditálicas aprovechando las antiguas rutas comerciales que habían
estado controladas por los cartagineses hasta el 146 a.C. Cuando
Escipion, desde Tarraco, bajó por la costa acompañado de una
flota que aprovisionaba al ejército, Roma no tenía el control de
las rutas comerciales al sur del Ebro. Valencia parece poner de
manifiesto que, tras el arrasamiento de Cartago, los romanos definitivamente las asimilaron a sus propias redes de distribución de
mercancías.
Otro aspecto que reforzaría esta hipótesis viene dado por las
importaciones procedentes de los lugares que habían estado bajo
el área de influencia púnica hasta la destrucción de Cartago. La
importante presencia en Valentia de ánforas Africanas Antiguas
llegadas del Norte de África y, probablemente también, de Sicilia occidental, sobre todo en los momentos iniciales claramente
relacionados con el abastecimiento por parte del Senado a los
fundadores de la ciudad, así como la cronología del inicio de
la forma en fechas próximas al 146 a.C. (si no inmediatamente
posteriores) y cuyo período de expansión y circulación coincide
con el proceso de culminación de las conquistas que desembocarán en el Imperio recibido por Augusto, nos lleva a plantear la
hipótesis de que, fundamentalmente, este tipo pudo haber sido
[page-n-200]
conclusiones
creado o impuesto por Roma a propósito del aprovisionamiento
de sus ejércitos en campaña y distribuido directamente desde
el norte de Túnez. En este sentido, las Africanas Antiguas, con
sus características de filiación claramente grecolatina y la distribución que conocemos a lo largo y ancho del Mediterráneo, no
serían una evolución de formas púnicas ni tendrían nada que ver
con el comercio púnico, sino que supondrían un nuevo envase
que habría surgido como consecuencia de la caída de Cartago y
de las tasas impositivas derivadas de aquel acontecimiento. Sin
embargo, el conocimiento de estos contenedores todavía es se
encuentra en un estado relativamente embrionario. Faltan pecios
con cargamentos principales. Hasta ahora, las ánforas Africanas
Antiguas solamente se han encontrado asociadas a cargamentos
itálicos donde, cuando aparecen, lo hacen en muy pequeñas proporciones (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2002 y 2008;
Mateo Corredor 2012).
En cualquier caso, las ánforas Africanas Antiguas son el
envase comercial procedente de las áreas de tradición púnica
más representativo en Valentia y también el que más implicaciones históricas objetivas representa (aprovisionamiento de aceite
a nuevos colonos). Su mayor o menor presencia en la ciudad va
pareja a la mayor o menor presencia del resto de importaciones
de ánforas de tradición púnica.
Los otros dos grandes centros de suministros a la ciudad
fueron Gades y Ebusus, pero cualquiera de los tipos exportados
desde ellos hacia Valentia siempre fueron muy inferiores a las
Africanas Antiguas. En este sentido, parece obvio que el pilar
sobre el que se articulaba el comercio de estos lugares hacia
Valentia fue el aceite del norte de África y, en torno a él se modularían el resto de las mercancías manufacturadas en ellos hacia
Valentia. Así, según esta hipótesis, pudo haber una ruta que partiría de Cartago en dirección a Gades, desde donde otras de las
ánforas relacionadas directamente con el abastecimiento militar
llegarían a Valentia (T-9.1.1.1), de allí a Carthago Nova, que también parece mostrarse como el gran receptor de ánforas adriáticas
en el Mediterráneo occidental; a Ibiza y, desde la isla, finalmente,
a Valentia u otros destinos del mar Balear. Quizás todas ellas
llegaran a través de una misma ruta o quizás cada tipo tuvo su
propia red de distribución, pero lo que parece incuestionable es
que todas ellas, o la mayor parte, debieron llegar a través de rutas
marinas que nada tuvieron que ver con las del arco noroccidental
del Mediterráneo.
Respecto a las ánforas ibéricas y egeas no hay más que apuntar a lo ya señalado, por lo que no vamos a reiterarnos.
Por otra parte, la recopilación de la epigrafía conocida hasta
el momento resulta la primera página de un corpus que habrá de
verse incrementado con la incorporación, no sólo de nuevos descubrimientos de cronología republicana, sino también del resto de
epigrafía sobre ánforas de todo el período romano y tardoantiguo
de la ciudad. En este sentido, el estudio epigráfico, ha reportado datos que pueden ayudar a perfilar mejor la cronología de
los sellos rodios de la variante Agathokles III, cuya cronología,
actualmente, está establecida entre 168-166 a.C. La presencia de
uno de estos sellos en los niveles de consolidación urbana de una
ciudad fundada ex novo en el 138 a.C. parece indicar que quizás,
aquella, deba ser revisada (Pascual Berlanga 2023).
Asimismo, con la creación de un primer corpus de las pastas
cerámicas de las ánforas de Valentia republicana, se ha dado el
primer paso en su caracterización y por tanto, también en la identificación de los lugares de fabricación a que se adscriben buena
parte de las que arribaron a la ciudad durante este período. Al
mismo tiempo, hemos relacionado tipologías y pastas con cronologías muy precisas. Todo ello no dejará de ser un elemento
comparativo útil que podrá servir de base a la hora de acometer
futuros inventarios y contribuirá a realizar mejores y más precisas aproximaciones a las áreas de producción que aprovisionaron
a la ciudad y su importancia relativa, no solamente respecto a
Valencia, sino también en el contexto general del comercio de
ánforas en el Mediterráneo a finales de la República Romana. En
este sentido, una de las líneas de investigación sobre las ánforas
republicanas de la ciudad habrá de estar basada, sin duda, en la
arqueometría.
Finalmente, Los excepcionales datos histórico-arqueológicos
relacionados con Valentia, que permiten referenciar los hallazgos
a dos fechas concretas, han permitido diferenciar en subperíodos
la historia de la ciudad republicana y, por tanto, también analizar sus ánforas desde esa perspectiva. Esto no es extrapolable a
otras ciudades hispanas de fundación antigua por la ausencia de
estudios similares al que hemos realizado. De este modo, nuestro trabajo es el primero que analiza en detalle la secuencia de
las ánforas republicanas de una ciudad hispana, cuyo modelo de
funcionamiento deberá ser contrastado en el futuro con el de otras
fundaciones similares como Carteia, Corduba, Olisipo, Italica,
Gracchurris, Palma o Pollentia.
187
[page-n-201]
[page-n-202]
Anexo I
Epigrafía de las ánforas romanas republicanas de Valentia
Con el fin de realizar un corpus completo de la epigrafía sobre
las ánforas republicanas de Valentia, además de las Unidades
Estratigráficas revisadas para realizar este trabajo, se han incluido
en el catálogo otros restos epigráficos de cronología tardorrepublicana que proceden de otras excavaciones antiguas, de hallazgos descontextualizados, submarinos o de niveles de cronología
imperial donde se encontraban como elementos residuales o formando parte de rellenos. Un completo artículo que aborda en
profundidad cada uno de los sellos y marcas recogidos ha sido
recientemente publicado (Pascual Berlanga 2023). Sin embargo,
con la finalidad de que en una misma obra pueda estar reunida
y disponible toda la información que hasta el momento tenemos
sobre las ánforas romanas republicanas de la ciudad, añadimos
este anexo haciendo únicamente referencia a los epígrafes de
manera resumida en tablas recopilatorias y sus correspondientes
referencias gráficas.
Tanto los sellos como los tituli picti han sido ordenados
alfabéticamente a partir de la primera letra que se encontraba
representada en cada uno de ellos. A cada uno se le ha otorgado
un número de referencia mediante el identificativo “LS” para los
sellos en laín, “GS” para los que están en griego y “T” para los
tituli seguidos de un número correlativo a partir del 0. Así pues,
los sellos van precedidos de las letras LS o GS (Latin/Greek
stamp) seguida del número correspondiente en función de su posición alfabética en el corpus (LS-0, LS-1/GS-0, GS-1 etc.). Para
los tituli picti se ha establecido el mismo procedimiento, pero
los números van precedidos de la inicial T (T-0, T-1, etc.). De la
misma manera, los números de referencia para marcas, grafitos o
estampillas se indican con las iniciales MG seguidas del número
que corresponda (MG-0, MG-1, etc.). Por otra parte, mucha de
esta epigrafía se encuentra catalogada como piezas “museables”
en los almacenes del SIAM (Sección de Investigaciones Arqueológicas Municipales del Ayuntamiento de Valencia). En ese caso
también incluimos el número de inventario que tienen asignado
en su base de datos precedido de las iniciales del SIAM. A los
sellos, marcas o estampillas marcados con asterisco (*) no hemos
tenido acceso directo. En cuanto a las pastas, el número indicado
entre paréntesis indica que la pasta de la pieza es de las mismas
características macroscópicas que la muestra de referencia del
Anexo II.
Los signos empleados para la transcripción y lectura de la
epigrafía son los que se reflejan en la tabla I.1
Tabla I.1. Signos diacríticos empleados en la transcripción de la epigrafía
de las ánforas. Criterios fundamentados en Krummrey y Panciera 1980,
en Velázquez Soriano 2018: p. XIII y en Mongardi 2018: 159.
/
Cambio de línea
[---?]
Laguna incierta de letras.
[---]
Letras que faltan y no se pueden restituir.
[ABC]
Letras perdidas que se pueden restituir.
A(BC)
Abreviatura resuelta y forma vulgar normalizada.
A(BC?)
Desarrollo incierto de una abreviatura.
ÂÊT
Letras conectadas o con ligadura.
ẠḄC̣
Letras parcialmente conservadas.
189
[page-n-203]
las ánforas de valentia romana republicana
AI.1. CORPUS DE LOS SELLOS EN LATÍN
Tabla I.2. Cuadro resumen de los sellos en latín en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia.
Nº Ref.
Sello
Excavación y UE
Origen
Tipología
Contexto
Bibliografía
LS-(0)
A[---]*
C/ Tenerías 10
Italia adriática
Lamb. 2
Augusteo
Ribera i Lacomba 1993:
645.
Márquez y Molina 2005:
nº 93.
CEIPAC: 23641.
LS-(1)
[A]·CAESELI·A·[- 12ALM
SIAM: 1506 F·Q·]
61901-1
Apulia
Apani II
109-95 a.C.
Inédito.
LS-(2)
[---]A Ḍ[---]
1ROC000
161
Bahía de Nápoles Grec./Dr. 1 134-110 a.C. Márquez y Molina 2005:
nº 42.
CEIPAC: 21609.
LS-(3)
SIAM: 267
ALIX[---]
5ALM
20017-25
Italia adriática
Lamb. 2
94-76 a.C.
Márquez y Molina 2005:
nº 1.
CEIPAC: 21567.
LS-(4)
SIAM: 563
[Â?]NTIO[---?]*
Pl. Virgen
PV 59-14
-
Grecoit.
94-76 a.C.
Fernández Izquierdo 1984:
fig. 24.
Márquez y Molina 2005:
nº 3.
CEIPAC: 9833.
LS-(5)
APELLA[---?]
4ROC000
2318-3
Apulia
Apani II
94-76 a.C.
Inédito.
LS-(6)
APOL*
Pl. Reina
Estrato VIB
562, 566, 568
-
Dr. 1B
100-75 a.C.
Fernández Izquierdo 1984:
nº 173.
Ribera i Lacomba 1993:
375.
Márquez y Molina 2005:
nº 21.
CEIPAC: 9830.
LS-(7)
APOLL[LONI]
SIAM: 0325 D[A]*
CORTS
2822
Apulia
Apani III
94-76 a.C.
López et al. 1994: fig. 3, 2.
Ribera i Lacomba 1993:
305.
Márquez y Molina 2005:
nº 50.
CEIPAC: 21620.
LS-(8)
[---?]A T̂ D?[---?]
SIAM: 0347
3ROC000
1549
Italia adriática
Grecoit.
134-110 a.C. Márquez y Molina 2005:
nº 43.
CEIPAC: 21610.
LS-(9)
SIP: 34
ATTAL*
El Saler
Italia adriática
Lamb. 2
-
Fernández, Castelló y Graullera 1998: nº 34, fig. 6.
Márquez y Molina 2005:
nº 73.
CEIPAC: 23602.
LS-(10)
BA[---]
4ROC000
2285-4
Italia adriática
Lamb. 2
Augusteo
Inédito.
LS-(11)
COS[---]
4ROC000
2318-1
Italia adriática
Lamb. 2
94-76 a.C.
Inédito.
LS-(12)
E[---]*
3ALM
2938
-
Grecoit.
138 a.C.
Márquez y Molina 2005:
nº 6.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 238.
CEIPAC: 21571.
190
[page-n-204]
anexo i
Tabla I.2. Continuación.
Nº Ref.
Sello
Excavación y UE
Origen
Tipología
Contexto
Bibliografía
LS-(13)
EVNVS
SIAM: 0998
2SABCIS
2945
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Inédito.
LS-(14)
MEVI*
SIAM: 0301
CORTS
2841
Hispania Cit/Tarr. Pascual 1
74-27 a.C.
López et al. 1994: fig. 87.
Márquez y Molina 2005:
nº 143.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: p. 238.
CEIPAC: 23913.
LS-(15)
[---] O [---]
SIAM: 0996
2SABCIS
2945-11
Bahía de Nápoles Dr. 1A
Augusteo
Huguet 2021: fig. IV.72.
LS-(16)
PHILIPVS
SIAM: 1235
10ALM
60820-1
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Inédito.
LS-(17)
RANI*
SIAM: 0005
El Saler
Italia adriática
Lamb. 2
-
Martín y Saludes 1966: fig.
12.
Beltrán Llorís 1970: nº 415.
Fernández Izquierdo 1984:
nº 214.
Ribera i Lacomba 1993:
676.
Márquez y Molina 2005:
nº 104.
CEIPAC: 19625.
LS-(18)
SABDI
SIAM: 0997
2SABCIS
2943
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Huguet 2021: fig. IV.72.
LS-(19)
TPVPO
SIAM: 0691
2SABCIS
2915
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Márquez y Molina 2005:
nº 118.
CEIPAC: 23762.
LS-(20)
ṬREBA
SIAM: 0326
CORTS
3022
Italia adriática
Lamb. 2
75 a.C.
López et al. 1994: lám. 94.
Márquez y Molina 2005: nº
119e.
CEIPAC: 23768.
LS-(21)
9ALM
Italia adriática
Lamb. 2
75 a.C.
Inédito.
[---]RA
Figura I.1. Sellos latinos.
191
[page-n-205]
las ánforas de valentia romana republicana
AI.2. CORPUS DE LOS SELLOS EN GRIEGO
Tabla I.3. Cuadro resumen de los sellos en griego en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia. (Lic./Dod. = LiciaDodecaneso).
Nº Ref.
Sello
Excavación y UE Origen
Tipología Contexto
GS-(0)
SIAM 1507
ΑΓΑΘΟΚΛEYΣ
12ALM
61974
Lic./Dod.
Rodia
134-110 a.C. Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 240.
GS-(1)
ΑΓΑΘΩΝ*
SIAM: 0334
3ROC000
1612-14
Lic./Dod.
Rodia
109-95 a.C.
Márquez y Molina 2005: nº 388.
Tremoleda y Santos 2013: nº 74.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 239.
Huguet 2021: fig. IV.46.
GS-(2)
SIAM:
1484
Ε[ΠΙ] ΕΥΚΡΑΤΕ
ΚΝΙΔΙ
ΑΡΙΣΤΟΚΛΕΥΣ
11ALM
61890-1
Cnidos
Cnidia
IIG
109-95 a.C.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 239.
GS-(3)
SIAM: 60
ΕΠΙ ΛΑΦΕΙ
ΔΕΥΣ
ΑΓΡΙΑΝΙΟΥ
Pl. Virgen
1959-1960
Lic./Dod.
Rodia
134-110 a.C. Fernández Izquierdo 1984: nº
195.
Pérez Ballester 1987: 150.
Ribera i Lacomba 1993: 557.
Márquez y Molina 2005: nº 389.
Tremoleda y Santos 2013: nº 71.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 238.
Ribera i Lacomba 2011: fig. 9.
GS-(4)
Ε[ΠΙ] [---?]ΤΩ
3ALM
SIAM: 0560 [---?]Σ ΥΑ[ΚΙΝΘΙ]Ω[Υ] 2938-7
Lic./Dod.
Rodia
138 a.C.
GS-(5)
[Δ]ΙΟΚΛΕ[ΙΑ]Σ
SIAM: 0333
3ROC000
1591-3
Lic./Dod.
Rodia
134-110 a.C. Márquez y Molina 2005: nº 387.
Tremoleda y Santos 2013: nº 73.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 239.
GS-(6)
[---]
SIAM: 0686 ΤΟΥ
ΠΑΝΑΜΟΥ*
2SABCIS
3194
Lic./Dod.
Rodia
-
Figura I.2. Sellos griegos.
192
Bibliografía
Inédito.
Márquez y Molina 2005: nº 397.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 240.
Tremoleda y Santos 2013: nº 72.
[page-n-206]
anexo i
AI.3. CORPUS DE LOS TITULI PICTI
Tabla I.4. Cuadro resumen de los tituli picti en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia.
Nº Ref.
Tituli
Excavación y UE
Origen
T-(0)
SIAM: 0332
M̂ ÂL
VII
Tipología
3ROC000
1580-3
Bahía de Nápoles Grec./Dr. 1 138-95 a.C.
Márquez y Molina 2005: nº 420.
Huguet 2021: fig. IV.51.
T-(1)
SIAM: 0109
[---]FAB·L·[---]
2ALM
2733-2
-
Grec./Dr. 1 109-95 a.C.
Márquez y Molina 2005: nº 446.
T-(2)
[---]Ḥ?[---]
2SABCIS
2966-1
-
Indet.
Augusteo
Inédito.
T-(3)
IV̂ M[---?]
12ALM
7787-1
Bahía de Nápoles Dr. 1A
137-135
a.C.
Inédito.
T-(4)
SIAM: 0120
LIII
Ṃ? Ḷ? Ṿ? Ḍ? CO
ALM
1768
-
Dr. 1A
109-95 a.C.
Ribera i Lacomba 2017b: fig.
21.
T-(5)
SIAM: 0322
M·L·L·C[---?]P
CORTS
1768
Italia adriática
Grecoit.
109-95 a.C.
López et al. 1994: lám 34, 1.
Pérez Ballester 1995: fig. 5.
Márquez y Molina 2005: nº 421.
Rigato y Mongardi 2016: nº 8.
T-(6)
R[---]
2SABCIS
2988-1
Bahía de Nápoles Grec./Dr. 1 Augusteo
Inédito.
T-(7)
SIAM: 0499
S·[---?]
Pl. Reina
CVb
Italia tirrena
Ribera i Lacomba 1993: 620.
Márquez y Molina 2005: nº 416.
Grecoit.
Contexto
134-110
a.C.
Bibliografía
Figura I.3. Tituli picti.
193
[page-n-207]
las ánforas de valentia romana republicana
AI.4. CORPUS DE LAS MARCAS Y GRAFITOS
Tabla I.5. Cuadro resumen de las marcas y grafitos y estampillas en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia.
Nº Ref.
Marca/grafito
Excavación y UE
Origen
Tipología
Contexto
Bibliografía
MG-(0)
[---]C̣Ạ[---]
[---]Ọ[---]
4ROC000
2407-5
Italia adriática
Grec./Dr. 1
134-110 a.C.
Inédito.
MG-(1)
[---?]C̣Ẹ?
2SABCIS
2499-2
Italia adriática
Grec./Dr. 1
134-95 a.C.
Inédito.
MG-(2)
[---]SSI
4ROC000
2407-11
Italia adriática
Grec./Dr. 1
134-110 a.C.
Inédito.
MG-(3)
11ALM
3326-1
Norte Túnez
Africana Antigua 134-110 a.C.
Pascual Berlanga y
Ribera i Lacomba 2002:
figs. 8-9.
MG-(4)
Pl. Virgen
Vc
Norte Túnez
Africana Antigua 138-75 a.C.
Inédito.
MG-(5)
4ROC000
2410-3
Norte Túnez
Serie 7
Mañá C2
137-135 a.C.
Inédito.
MG-(6)
2SABCIS
2572-4a
Cos
Cos
75 a.C.
Inédito.
MG-(7)
4ROC000
2347-1
Círculo del Estrecho
Africana Antigua 134-110 a.C.
Inédito.
MG-(8)
CORTS
2829-1
-
Dr. 1
94-76 a.C.
Inédito.
MG-(9)
Pl. Virgen
PV-73-1
-
Indet.
-
Palacio Marqués
de Caro
Bahía de Cádiz
T-9.1.1.1
138-110 a.C.
Fernández Izquierdo
1984: nº 196.
CEIPAC: 9835.
Sáez Romero y Máñez
2009: 14.
MG-(10)
*
Figura I.4. Marcas y grafitos.
194
[page-n-208]
Anexo II
Corpus de las pastas de las ánforas republicanas de Valentia
AII.1. ESTUDIO MACROSCÓPICO
En el estado actual de los estudios sobre ánforas resulta imprescindible apoyar cualquier análisis con los datos obtenidos a través
de las observaciones sobre las características ceramológicas de las
mismas. Estas observaciones pueden ofrecer un índice a tener en
cuenta para delimitar con mayor exactitud el lugar de fabricación
de las piezas que estudiamos, aunque no hemos de olvidar que no
siempre se puede ser concluyente a la hora de asociar una pasta
a un área de producción concreta. En este sentido, todavía queda
mucho camino por recorrer y, sin duda, es un campo de la investigación que ofrece amplias posibilidades de desarrollo.
Los estudios mineralógico-petrográficos y físico-químicos
de las diferentes pastas de las ánforas estudiadas los hemos
dejado para el futuro. Éstos requieren de análisis complejos
y especializados (Peacock y Williams 1986) que son caros y
deben ser desarrollados juntamente con arqueómetras. Por otra
parte, el interés de nuestro estudio se encuentra centrado en las
áreas de producción de los alimentos que contuvieron las ánforas que hemos estudiado y no en los talleres específicos que las
fabricaron. En este sentido, desde un principio, la prioridad fue
la identificación visual de las distintas producciones y la obtención de muestras de cada una de ellas para establecer un primer
corpus de las pastas presentes en la Valentia romana republicana
que, en trabajos e investigaciones posteriores, pudiera permitir
realizar aquellos análisis a partir de una sólida base de estudio
previo. Así pues, para determinar o aproximarnos al lugar de
procedencia, además de tener en cuenta su tipología, hemos
recurrido a la observación directa de las características macroscópicas de las pastas que, por otra parte, consideramos la más
útil para enfrentarnos a grandes colecciones de materiales, y la
más efectiva para reconocer las producciones en el día a día
de los trabajos de campo. Para ello, en ocasiones, también nos
hemos servido de la ayuda de una lupa de 8’5 aumentos.
De esta manera, todas las muestras recogidas durante la fase
de inventario se reorganizaron asignando un código a cada una
que permitiera individualizarlas dentro de su contexto. Este
código se compone del acrónimo de la excavación de procedencia seguido de un número correlativo. Por ejemplo, la primera
pasta reconocida entre las ánforas de la 5ª campaña de excavaciones en la plaza de l’Almoina quedó recogida como 5ALM-1
y así sucesivamente con el resto de las que identificábamos en
esa campaña.
El siguiente paso fue agruparlas en función de las similitudes
que albergaban entre ellas, de modo que pudiéramos establecer
grupos capaces de englobar ánforas de unas mismas características en cuanto a la composición de sus pastas desde el punto de
vista macroscópico. Para establecer los grupos también se tuvo en
cuenta la adscripción tipológica del ánfora de donde fue obtenida
la muestra. Se asignaron letras mayúsculas correlativas desde la
A y, en el caso de que en un mismo grupo observáramos variaciones que pudieran resultar significativas a priori, se le añadía
un número correlativo a la mayúscula desde el 1, de modo que el
Grupo A pudiera estar formado por pastas de unas mismas características generales, pero con algunas variaciones en cuanto a
compactación, porosidad, composición, etc. (Grupo A-1, 2, 3…).
Para su clasificación obedecimos a la descripción de los
siguientes criterios:
Superficie. Si tiene o no engobe y el color.
Color de la pasta. Puesto que una misma ánfora puede
presentar gamas de color diferentes en función de múltiples
circunstancias como su sometimiento al fuego, al agua salada,
al contacto con materia orgánica, a la mejor o peor cocción
de una zona u otra de la pieza, etc., hemos atendido a valores puramente descriptivos de su aspecto general en cuanto
al color.
Tacto. Donde se indica la dureza, porosidad y sensación al
tacto de la pasta (rugoso, arenoso, áspero, harinoso, etc.)
195
[page-n-209]
las ánforas de valentia romana republicana
Inclusiones. Entendidas como desgrasantes. En este apartado
únicamente asignamos asociaciones petrológicas en el caso de
estar totalmente seguros de ellas ya que de otra manera cometeríamos errores de clasificación. Los valores que tenemos en cuenta
son: 1) El color; 2) Las dimensiones: muy finas (<0’5 mm); finas
(0’5-1mm); pequeñas (entre 1 y 2 mm); medianas (entre 2 y 3mm)
o grandes (>3mm); y 3) y la cantidad orientativa de su presencia:
(escasos, abundantes o muy abundantes).
Vacuolas. Si presenta o no vacuolas, la cantidad y dimensiones atendiendo a los mismos valores que con las inclusiones.
Tipos. Tipos de ánfora en los que se ha documentado.
Paralelos. Bibliografía en la que se recogen descripciones del
mismo tipo de pasta o visualmente muy similares y asignaciones
a sus lugares de fabricación.
Origen propuesto. Ordenadas así todas las pastas, con el fin
de otorgar un lugar de procedencia a cada uno de los grupos y
subgrupos, se procedió a compararlos con las referencias proporcionadas tanto por la bibliografía como por las diferentes páginas
web especializadas en este tipo de estudios; desde el clásico de la
Universidad de Southampton “Fabric Catalogue” (http://archaeologydataservice.ac.uk), hasta las páginas como FACEM http://
facem.at/project/about.php, el catálogo de ánforas hispanas disponible en Amphorae ex Hispania http://amphorae.icac.cat, o el
de R. Tomber y J. Dore (1998) http://romanpotterystudy.org.uk/
nrfrc/base.
Muestra de referencia: nombre dado a la muestra guía de cada
pasta identificada; Tipología: referida a la pieza de la que se ha
tomado la muestra; Cronología del Contexto: donde se indica la
datación del nivel arqueológico de donde procede el ánfora a la
cual se tomó la muestra.
Figura. Lugar en este libro donde se encuentra el dibujo de
la pieza de la que se tomó la muestra.
Con todo, hemos identificado 8 grupos de pastas y sus variantes predominantes en el registro. La ordenación que proponemos
atribuye un origen geográfico a cada una de ellas que está basado,
desde el punto de vista macroscópico, en los paralelismos de sus
características con otras pastas a las que otras investigaciones
han asignado un origen y en las tipologías de donde se extrajeron las muestras. De la A hasta la G están ordenadas en función
del mayor número de representación en el registro, de manera
que las englobadas en el grupo A son las mayoritarias y las que
lo están en el G son las minoritarias. El grupo H probablemente
está sobredimensionado, pero en él se recogen las pastas a las
que no hemos sabido asignar un origen (tabla II.1):
Tabla II.1. Grupos de pastas identificados en las ánforas de la
Valentia republicana.
GRUPO
A
B
C
D
E
F
G
H
196
ÁMBITO O ÁREA DE PRODUCCIÓN
Italia tirrena
Italia adriática
Norte de Áfica y Sicilia occidental
Provincia Ulterior/Bética
Ibiza
Egeo (Cnidos/Chios- Dodecaneso/Licia)
Provincia Citerior/Tarraconensis
Origen indeterminado
AII.2. CARACTERIZACIÓN MACROSCÓPICA DE LAS
DIFERENTES PASTAS CERÁMICAS
AII.2.1. GRUPO A: ITALIA TIRRÉNICA
Se trata de pastas de colores que pueden oscilar entre el granate,
el naranja, diversos tonos de marrón o incluso el beige. Son duras,
aunque el grado de porosidad es variable; desde las muy porosas de aspecto muy granuloso, hasta otras muy compactas y sin
porosidades. Son de textura rugosa y granular.
A-1
Superficie: Algunas presentan engobes densos de color blanco o
blanco amarillento, otras están simplemente aguadas o directamente no tienen nada.
Color de la pasta: Marrón rojizo claro, aunque también ha sido
común encontrar otros como el granate, el marrón claro o el beige.
Tacto: Es dura, muy porosa, de textura granular y fractura
irregular.
Inclusiones: Muy finas, finas y pequeñas muy abundantes. Destaca por la abundancia de inclusiones negras (augitas) y granos
de basalto. También hay, de manera menos frecuente, carbonatos cálcico y pseudomórfico, feldespato, foraminíferas, cuarzos,
micas y otras escasas, pequeñas y de color amarillo y gris de
tamaño fino o muy fino.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica, Dressel 1A, B y C.
Paralelos: [112] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
321); Grupo 1 UA (A) (Mateo Corredor 2015); Fabrics 1, 2
(Williams 1994:); Fabric 3 y 5 (Peacock y Williams 1986); fabric
2 (Peacock 1971); FACEM BNAP-A-11.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles, Región de Pompeya,
Campania.
Muestra de referencia: 9ALM-8.
Tipología: Dressel 1B.
Cronología del contexto: 74-27 a. C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-4.
[page-n-210]
anexo ii
A-2
menos abundantes de color gris y granate de tamaño fino. Parcialmente vitrificado.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Fabrics 1, 2 (Williams 1994); Class 3 y 5 (Peacock y
Williams 1986); FACEM SAL-REG-C-5. En Éfeso esta pasta
también se ha documentado en un ánfora Dressel 2/4 (Bezeczky
2008: 88, nº 03; Bezeczky 2013: 347, nº 323).
Origen propuesto: Probablemente Bahía de Nápoles-Salerno.
Campania.
Superficie: No presentan engobe, en ocasiones están simplemente
aguadas con una pátina marrón claro.
Muestra de referencia: 5ALM-2.
Color de la pasta: Marrón claro, marrón anaranjado.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Figura: 6.1.18: 5ALM-50166-1.
Tipología: Grecoitálica.
Inclusiones: Muy finas y finas abundantes, aunque de
manera menos profusa que en A-1. Destaca por la presencia de inclusiones negras (augitas). También hay carbonatos cálcico y pseudomórfico, feldespatos, foraminíferas,
cuarzos micas y otras abundantes muy finas de color gris
y granate.
A-4
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálicas, Dressel 1.
Paralelos: [104] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
321); Grupo 1 UA (B) (Mateo Corredor 2015); Fabrics 1, 2
(Williams 1994); Class 3 y 5 (Peacock y Williams 1986); fabric
2 (Peacock 1971); FACEM SURR-A-1.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles, Región de Sorrento,
Campania.
Superficie: No presenta engobe ni aguada.
Muestra de referencia: RCHA-79.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Grecoitálica.
Inclusiones: Muy finas, finas y esporádicamente pequeñas.
Destaca por las inclusiones negras (augitas), más dispersas
que en A-3, grises muy finas y finas, y micas muy finas. También hay cuarzos muy finos y finos y otras de color granate
que esporádicamente superan el milímetro. Parcialmente
vitrificada.
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2407-21.
A-3
Color de la pasta: Crema-verdoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Bezeczky 2013: 347, n º 324; Similar a Bezeczky 2008:
88, nº 11. FACEM: BNAP-10.
Origen propuesto: Probablemente Bahía de Nápoles-Salerno. Campania. Sin embargo, a nivel tipológico, el escalón en la parte superior del borde recuerda a producciones
de Lípari.
Superficie: No presenta engobe ni aguada.
Color de la pasta: Marrón claro, beige.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy finas, finas, pequeñas y medianas. Destaca por
las inclusiones negras (augitas) de todos los tamaños mencionados y micas muy finas. También hay cuarzos, micas y otras
Muestra de referencia: SAB-44.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3047-1.
197
[page-n-211]
las ánforas de valentia romana republicana
A-5
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2857-3.
A-7
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy finas, finas y esporádicamente pequeñas. Presenta
abundantes puntos negros y grises muy finos y finos. También otras
muy finas y finas de color marrón anaranjado, micas muy finas y
otras escasas de tamaño pequeño y aspecto ferruginoso.
Superficie: Aguada de color grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: BNAP-A-10.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Partículas de color negro
y marrón rojizo. Se observan micas muy finas y la presencia
de foraminíferas. En la matriz hay líneas grisáceas de aspecto
arenoso.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles-Salerno, Campania.
Vacuolas: No presenta.
Muestra de referencia: SAB-43.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Tipología: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a FACEM: BNAP-A-10.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles-Salerno, Campania.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3047-2.
Muestra de referencia: SAB-61.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica, Dressel 1A.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
A-6
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2572-3a.
A-8
Superficie: Marrón rosado.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finos. Partículas de
color blanco, gris y negro (augitas) muy finas. Otras de color
marrón anaranjado más escasas. Se observan micas muy finas.
Superficie: Suelen presentar aguadas con una pátina marrón claro
o directamente no tienen nada.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tipos: Dressel 1A.
Tacto: Es dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Paralelos: FACEM: BNAP-A-10.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas,
medianas y esporádicamente grandes. Destaca por las concreciones oscuras con apariencia de óxido de hierro y chamotas de arcilla de color marrón. Ambas varían de tamaño
entre pequeñas, medianas y, más esporádicamente, grandes.
Análisis realizados en una pasta visualmente muy similar
Origen propuesto: Bahía de Nápoles.
Muestra de referencia: SAB-86.
Tipología: Dressel 1A.
198
[page-n-212]
anexo ii
(Bezeczky 2008: 88, nº 14) han determinado que en su composición hay: moscovita, mica, cuarzos, esquistos, plagioclasa, feldespato, granos de carbonatos, foraminíferas, rocas
cristalinas indeterminadas, otros grises y fragmentos de rocas
volcánicas.
A-10
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Paralelos: Similar a: FACEM: PAE-A-1 a 4; PAE-C-2. Encontramos pastas muy similares sobre todo en las cerámicas comunes de la región de Paestum (Grassner y Trapichler 2011,
PAE-C-2).
Origen propuesto: Italia central, posiblemente Región de
Paestum-Velia.
Superficie: Color marrón claro.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Dressel 1A.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de colores blanco,
marrón y gris. Hay otras, más escasas, de color amarillo pálido.
Se observan micas y cuarzos.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Vacuolas: No presenta.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-11.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1; Dressel 1A.
Muestra de referencia: RCHA-22.
Paralelos: Similar a producciones del Sur de Italia (FACEM: CAL-A).
A-9
Origen propuesto: Sur de Italia (Calabria).
Muestra de referencia: SAB-10.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.5.3: 2SABCIS-2961-1 y 2.
A-11
Superficie: Presenta aguada con una pátina marrón claro.
Color de la pasta: Naranja
Tacto: Es dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas. Destaca por
las concreciones oscuras de óxido de hierro pequeñas. También
hay carbonato cálcico, cuarzos blancos, y otras abundantes de
color gris, negro y tamaño fino.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Paralelos: [162?] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
326). También encontramos pastas muy similares sobre todo en
las cerámicas comunes de la región de Paestum (Grassner y Trapichler 2011, PAE-C-2).
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de colores blanco,
gris, marrón y algunas de color amarillo pálido. Se aprecian micas
cuarzos y foraminíferas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Muestra de referencia: CH-30.
Paralelos: Similar a producciones del Sur de Italia (FACEM:
CAL-A, también se asemeja a algunas producciones jónico-adriáticas (FACEM: JON-ADR-A).
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1A.
Origen propuesto: Sur de Italia.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Muestra de referencia: SAB-20.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1054-1 y 30.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles, Campania.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2988-4.
199
[page-n-213]
las ánforas de valentia romana republicana
A-12
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-42.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3047-3.
A-14
Superficie: Engobe color beige amarillento.
Color de la pasta: Marrón claro grisáceo.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos, finos y pequeños. Abundantes puntos muy finos y brillantes, también hay otros de color
marrón gris y, mucho más escasos, de color negro. Asimismo,
presenta pequeñas manchas grises y chamotas. Eventualmente
aparecen nódulos circulares de aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a algunas producciones del sur de Italia
(FACEM: CAL-A-10).
Origen propuesto: Sur de Italia (Calabria).
Muestra de referencia: 10ALM-13.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.20: 10ALM-3264-01.
A-13
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas. Abundantes partículas de
color gris y blanco, marrón anaranjado y otras más escasas de color
negro y marrón oscuro y aspecto ferruginoso. Micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a producciones de Velia/Laconia (FACEM:
VEL-A-3; NW-LUC-A-2).
Origen propuesto: Únicamente con análisis macroscópico no es
posible identificar un origen concreto, por similitud: Italia tirrénica (quizás Lucania).
Muestra de referencia: 3ALM-5.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.13: 3ALM-2938-01.
A-15
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finos y ocasionalmente
pequeños. Partículas de color marrón rojizo y aspecto ferruginoso,
gris y amarillo. Se observan micas muy finas, cuarzos y la presencia de foraminíferas. Algunas inclusiones calizas pueden llegar a
pequeñas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: [233]? (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 321).
200
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro/salmón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
[page-n-214]
anexo ii
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
de color gris y otros blancos muy finos. También hay micas muy
finas y pequeñas chamotas de color anaranjado. Presenta escasos
puntos negros muy finos que pudieran corresponder a augitas y
otros pequeños redondeados y de aspecto ferruginoso.
A-17
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: [172] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
326). Muy similar a algunas producciones de cerámica común
de la región de Salerno (FACEM: SAL-REG-C-5).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: 9ALM-15.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.31: 9ALM-50208-3.
A-16
Superficie: Engobe beige claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas
y medianas. Partículas muy finas y finas de color, blanco,
marrón y gris, otras, más escasas, de color negro. Se aprecian
micas muy finas y cuarzos finos y muy finos. Presenta manchas de color beige claro y aspecto arenoso que son pequeñas
y medianas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Paralelos: Visualmente es similar a LS-42 (Olcese y Coletti 2016:
224).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-11.
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2960-1.
Inclusiones: Muy abundantes. Son muy finas, finas y esporádicamente pequeñas y medianas. Presenta abundantes puntos negros
de tamaño muy fino, fino y esporádicamente pequeños. También
hay puntos grises y granates muy abundantes muy finos y finos,
otros blancos del mismo tamaño que corresponden a fragmentos
de foraminíferas y otros más escasos de color amarillo, pequeños y medianos.
A-18
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Paralelos: Similar a [137] (Toniolio, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 324).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: 9ALM-10.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1A.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-1.
Superficie: Aguada de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas
muy finas y finas de color marrón oscuro, gris y amarillo. Se
aprecian micas muy finas. Presenta abundantes manchas de
color amarillo pálido y gris amarillento que pueden llegar a
ser pequeñas.
Vacuolas: No presenta.
201
[page-n-215]
las ánforas de valentia romana republicana
Tipos: Grecoitálica.
A-20
Paralelos: Visualmente es similar a NFR10-35 (Olcese y Coletti
2016: 229)
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: 10ALM-7.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.1.13: 10ALM-60690-33.
A-19
Superficie: Presentaba ligera aguada.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy finas y finas abundantes. Abundantes puntos
de color negro, granate, blanco y gris, así como micas y cuarzos
escasos de tamaño muy fino. Esporádicamente otros blancos de
tamaño fino.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Paralelos: Visualmente es similar a [217]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 330) y a NFR10-62 (Olcese y Coletti
2016: 226).
Color de la pasta: Marrón anaranjada.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Muestra de referencia: RCHA-80.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color marrón, gris y amarillento. Hay puntos
negros de aspecto ferruginoso, cuarzos transparentes, micas y
fragmentos de foraminíferas. También presenta chamotas medianas de color granate y se observan manchas de color amarillento
dispersas por la matriz.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2407-22.
A-21
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Dressel 1C.
Paralelos: Visualmente también es similar a NFR10-35 (Olcese
y Coletti 2016: 229).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-2.
Tipología: Dressel 1C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Superficie: Engobe color beige.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-3.
Color de la pasta: Marrón claro con el núcleo anaranjado.
Tacto: Dura, compacta de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color blanco, gris y marrón. También hay
micas muy finas; cuarzos finos y pequeños más escasos; y algunas manchas negras finas. Más ocasionalmente hay inclusiones
pequeñas de aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a [162]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 326).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
202
[page-n-216]
anexo ii
Muestra de referencia: RCHA-41.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2335-3.
A-22
más escasos y tamaños variables entre pequeños, medianos y
ocasionalmente grandes.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a [097]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 326)
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-47.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2479-30.
A-24
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro-anaranjado.
Tacto: Dura, compacta de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y ocasionalmente grandes. Abundancia de puntos de color marrón ocre,
gris y fragmentos blancos de foraminíferas o carbonato cálcico
y escasas micas. Manchas de color amarillo verdoso pequeñas e
inclusiones escasas, redondeadas y de aspecto ferruginoso.
Superficie: Beige amarillento.
Vacuolas: No presenta.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tipos: Grecoitálica.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Paralelos: Visualmente es similar a CB-53 (Olcese y Coletti 2016)
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y medianas.
Partículas de color blanco, gris y marrón muy finas. Se observan micas muy finas. Nódulos oscuros de aspecto ferruginoso
finos y pequeños y manchas beige amarillentas que pueden ser
pequeñas y medianas.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-49.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2403-1.
A-23
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a [162]-P y a [139]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 326 y 324).
Origen propuesto: Italia tirrénica.
Muestra de referencia: SAB-32.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2871-3.
Superficie: Beige amarillento.
Color de la pasta: Marrón claro-rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y, más
ocasionalmente, medianas. Abundantes puntos de color gris, cuarzos y fragmentos de foraminíferas muy finos. Micas también muy
finas y escasas. Puntos de color granate y aspecto ferruginoso
203
[page-n-217]
las ánforas de valentia romana republicana
A-25
Muestra de referencia: 3ALM-6.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.13: 3ALM-2938-06.
A-27
Superficie: Engobe marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
pequeñas. Partículas de color blanco, gris muy finas. Otras de
color marrón oscuro y aspecto ferruginoso que pueden llegar
a ser finas. Se observan micas muy finas y cuarzos que pueden
llegar a pequeños. La matriz presenta inclusiones alargadas de
color marrón claro.
Vacuolas: No presenta.
Superficie: Color marrón verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Paralelos: Similar a [133]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 324).
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas. Abundantes partículas
de color blanco, marrón, gris; otras, más escasas, de color negro.
Sólo algunas manchas de color blanco y gris son finas. Se observan micas y cuarzos muy finos.
Origen propuesto: Italia tirrénica.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Muestra de referencia: SAB-65.
Tipos: Dressel 1B.
Tipología: Dressel 1.
Paralelos: Similar a [162]-P y [189]-A (Toniolo, Sáez, Tomasella
y Bustamante 2019: 326 y 327).
Tipos: Dressel 1.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2611-7.
A-26
Origen propuesto: Italia tirrénica.
Muestra de referencia: RCHA-83.
Tipología: Dressel 1B.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2285-6.
A-28
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro amarillento.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes partículas de color marrón oscuro y aspecto ferruginoso que pueden
llegar a ser finas. Manchas de color marrón y gris muy finas. Se
aprecian micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Visualmente también es muy similar a las muestras
NFR10-31, 34 y 35 (Olcese y Coletti 2016: 228-29).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
204
Superficie: Aguada amarillo grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas muy finas y finas de color marrón anaranjado, gris, blanco y
amarillo. Se aprecian micas muy finas. Hay otras finas más escasas de color ocre y aspecto ferruginoso. También hay partículas
que semejan lascas calizas que pueden llegar a ser pequeñas.
[page-n-218]
anexo ii
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Visualmente también es muy similar a las muestras
NFR10-31, 34 y 35 (Olcese y Coletti 2016: 228-29).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-17.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2390-1.
A-29
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Partículas de
color blanco, gris y marrón y amarillo, algunas de color marrón
oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a [149]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante
2019: 326 y 323). Tambien a P12-19 (Olcese y Coletti 2016: 227).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-57.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2871-3.
A-31
Superficie: Engobe color hueso.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y, ocasionalmente
pequeñas. Abundantes partículas de color gris, blanco, marrón y
otras, muy escasas, de color negro. Sólo algunas manchas de color
blanco y gris son finas. Se observan micas y cuarzos muy finos.
Superficie: Engobe marfil.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Paralelos: Similar a CB-50 (Olcese y Coletti 2016: 226).
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos de
color marrón, naranja, blanco y gris. En menor medida, también
hay negros. Se observan micas muy finas y cuarzos. Contiene
foraminíferas y chamotas que pueden llegar a ser finas.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Vacuolas: No presenta.
Muestra de referencia: RCHA-36.
Tipos: Dressel 1C.
Tipología: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a CB-50 (Olcese y Coletti 2016: 226).
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2390-3.
Muestra de referencia: RCHA-3.
Tipos: Grecoitálica.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Dressel 1C.
A-30
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-5.
Superficie: Aguada marrón claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
205
[page-n-219]
las ánforas de valentia romana republicana
A-32
Inclusiones: Escasas. Finas, pequeñas, medianas y grandes. Se
caracteriza por la presencia abundante de granos de chamota de
color granate que van desde tamaños pequeños hasta grandes y
de otras, grises y blancas, de tamaño pequeño.
Vacuolas: Son habituales. Medianas y grandes.
Tipos: Grecoitálica, Lamboglia 2.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Paralelos: UA 12-13 (B) (Mateo Corredor 2015); Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013, 253; Cabella 2008; Cipriano y
Carré 1989, 81. Para detalles mineralógicos y arqueométricos
Menchelli et alii. 2008 y Mange y Bezeczky 2007: group I.
Color de la pasta: Marrón claro.
Origen propuesto: Adriático, desde Istria al Piceno meridional.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Muestra de referencia: SAB-35.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Abundantes
puntos de color gris y marrón anaranjado, también hay otros
de color marrón oscuro y fragmentos de foraminíferas escasos.
Micas muy finas y, ocasionalmente, manchas marrones finas de
aspecto ferruginoso.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2037-1.
Vacuolas: No presenta.
B-2
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a P12-19 (Olcese y Coletti 2016: 227).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-8.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3210-1.
AII.2.2. GRUPO B: ITALIA ADRIÁTICA
Por lo general son de colores claros o pálidos; amarillo o amarillo
verdoso, aunque también las hay de color marrón claro, rosadas
y beige. Suelen ser pastas duras, aunque en ocasiones no lo son
tanto. La fractura es irregular y, según el grado de dureza, presentan un tacto rugoso las más duras, o más harinoso en el caso
de las menos duras. Entre las inclusiones, destacan chamotas
de color rojo, nódulos de aspecto ferruginoso, micas y cuarzos.
B-1
Superficie: No suelen presentar engobes o aguadas.
Color de la pasta: Marfil, pálido.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura iregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas, ocasionalmente grandes.
Se caracteriza por la escasez de desgrasantes apreciables. En ocasiones presenta puntos grandes de color marrón anaranjado. Hay
puntos negros de tamaño muy fino y fino, cuarzos escasos y muy
finos y otros puntos muy finos de color marrón, gris y anaranjados.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2
Paralelos: UA 10? (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Atendiendo a la tipología: costa adriática
italiana.
Muestra de referencia: 9ALM-12.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-56.
Superficie: No suelen presentar engobes o aguadas.
Color de la pasta: Amarillo-crema, beige, marrón claro y rosado.
Tacto: En general es dura, compacta, de textura áspera, en ocasiones harinosa, y fractura regular.
206
[page-n-220]
anexo ii
B-3
B-5
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado. También las hay
marrón claro verdoso y amarillento.
Superficie: No presenta engobe ni aguada.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Color de la pasta: Beige amarillento.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Se caracteriza por la
escasez de desgrasantes apreciables. Puntos de color marrón anaranjado, gris y blancos y algunas micas muy finas.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica, Apani II, Brindisina.
Paralelos: Similar a UA 20 (Mateo Corredor 2015). FACEM:
ION-ADR-A-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: RCHA-27.
Tipología: Apani II.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2318-3.
B-4
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos de color marrón, gris y naranja. Escasos cuarzos muy finos.
Manchas o chamotas más ocasionales de color marrón oscuro y
aspecto ferruginoso.
Vacuolas: Algunas, muy pequeñas y escasas.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a [168] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante
2019: 326); UA 10 (Mateo Corredor 2015); FACEM: ION-ADR-A-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: CH-7.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1040-1.
B-6
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundan manchas
de color gris y marrón claro finas. También hay puntos muy finos
de mica y cuarzo.
Vacuolas: Abundan, aunque son pequeñas.
Superficie: No presenta engobe.
Color de la pasta: Beige verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Muestra de referencia: 12ALM-11.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y ocasionalmente grandes. Abundantes puntos de color marrón muy finos,
también los hay grises y blancos, aunque en menor proporción.
Micas y cuarzos muy finos y escasos. Abundantes puntos finos de
aspecto ferruginoso y chamotas de color naranja finas y pequeñas
de manera más esporádica.
Tipología: Apani II.
Vacuolas: No presenta.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Tipos: Apani II.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-2.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Figura: I.1: LS-(1).
207
[page-n-221]
las ánforas de valentia romana republicana
Paralelos: Similar a [213] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 329); FACEM: ION-ADR-A-8
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1A.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
muy finos de color marrón anaranjado y gris y, más esporádicamente, marrón oscuro. Abundantes puntos brillantes o micas
muy finas. Escasos puntos finos de color marrón anaranjado y
manchas grises del mismo tamaño.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Vacuolas: No presenta.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-8.
Tipos: Lamboglia 2; Apani I.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Muestra de referencia: RCHA-19.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
B-7
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: RCHA-28.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2318-4.
B-9
Superficie: Color crema.
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y grandes.
Abundantes puntos muy finos de color marrón, naranja y blanco.
Abundantes puntos brillantes o micas muy finas. Escasos puntos
finos de color marrón oscuro y aspecto ferruginoso y chamotas
pequeñas y grandes más escasas.
Vacuolas: No presenta.
Superficie: Aguada marrón grisáceo.
Color de la pasta: Marrón claro rosado.
Tipos: Apani II.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: RCHA-53.
Tipología: Apani II.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2373-2.
B-8
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Puntos muy finos de color
marrón, blanco y gris. Se observan micas muy finas. Más esporádicamente hay puntos finos de color marrón oscuro y aspecto
ferruginoso y otros blancos del mismo tamaño.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a Bezeczy 2013: 77, nº 310; FACEM:
ION-ADR-A-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Sur de Iliria (Apolonia) y/o
costa apula.
Muestra de referencia: 8ALM-1.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.32: 8ALM-4655-1.
Superficie: Color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro rosado hacia la pared interna y
amarillo verdoso hacia la externa.
208
[page-n-222]
anexo ii
B-10
Superficie: Aguada marrón grisáceo.
Color de la pasta: Marrón grisáceo.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Puntos de color marrón
oscuro, y marrón anaranjado. En menor medida también hay
blancos. Se observan micas muy finas y otros minerales brillantes bastante frecuentes.
Vacuolas: No presenta.
B-12
Superficie: Color beige claro.
Color de la pasta: Beige claro
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente pequeñas. Partículas muy finas de color marrón, gris y más esporádicamente
blanco. Se observan micas muy finas. De manera escasa, hay
partículas de color marrón rojizo y aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-2
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático Central.
Muestra de referencia: 10ALM-24.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.1.36: 10ALM-60820-1.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: SAB-14.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.5.3: 2SABCIS-2963-1.
B-13
B-11
Superficie: Beige grisáceo.
Color de la pasta: Beige.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Superficie: Color beige claro.
Color de la pasta: Beige claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos de
color marrón, naranja, y gris. En menor medida, también hay blancos que pueden llegar a ser finos. Se observan micas muy finas.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas de
color gris y marrón, algunas de aspecto ferruginoso. Se observan micas muy finas. La matriz presenta líneas de color marrón
y aspecto arcilloso que pueden llegar a medianas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2.
Tipos: Apani I.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-5-6.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-9.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: 9ALM-7.
Muestra de referencia: SAB-29.
Tipología: Lamboglia 2.
Tipología: Apani I.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Cronología del contexto: 26 a.C-14 d.C.
Figura: 6.1.32: 9ALM-5968-13.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3134-2.
209
[page-n-223]
las ánforas de valentia romana republicana
B-14
Muestra de referencia: SAB-64.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2611-2.
B-16
Superficie: Color beige.
Color de la pasta: Beige
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color marrón y algunas, mucho más escasas, de color
gris. Se observan micas y cuarzos muy finos relativamente
abundantes. Algunas de las manchas marrones pueden llegar a ser finas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a UA 12-13 (Mateo Corredor 2015); FACEM:
ION-ADR-A-5-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: SAB-64.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2611-1.
B-15
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color marrón grisáceo y gris, algunas, mucho más escasas, de
color marrón oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas
y cuarzos muy finos. Algunas de las manchas marrones pueden
llegar a ser finas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Lamboglia 2/Apani VII.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. (Brindisi).
Muestra de referencia: SAB-87.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2572-6.
B-17
Superficie: Marrón beige.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas de
color marrón grisáceo y gris, algunas, mucho más escasas, de
color marrón oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas
y cuarzos muy finos. Algunas de las manchas marrones pueden
llegar a ser finas.
Superficie: Amarillo verdoso.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tipos: Lamboglia 2.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-7. Muy similar a
muestra B-3.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de color marrón,
blanco y otras, muy escasas, de color gris. Se observan micas
muy finas.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia.
210
[page-n-224]
anexo ii
Vacuolas: Abundantes y pequeñas.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-4.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático central.
Muestra de referencia: SAB-92.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2943-8.
B-18
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Puntos de color blanco, gris y
marrón. Se observan micas muy finas. Algunos nódulos muy finos
y finos de color marrón oscuro y aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático central.
Muestra de referencia: SAB-94.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: I.1: LS-(19).
B-20
Superficie: Aguada blanquecina.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Partículas de color marrón
naranja y otras muy escasas de color gris. Se observan micas
muy finas.
Superficie: Amarillo verdoso
Color de la pasta: Salmón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y algunas
manchas de color granete grandes y otras amarillas. Presenta
puntos de color granate, grises, micas muy finas y fragmentos
muy finos de foraminíferas.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático central.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Muestra de referencia: RCHA-96.
Tipos: Grecoitálica.
Tipología: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-7/8.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Figura: 6.4.6: 3ROC000-1549-0347.
Muestra de referencia: RCHA-18.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Tipología: Grecoitálica.
B-19
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Figura: I.4: MG-(0).
B-21
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Superficie: Engobe de color beige.
211
[page-n-225]
las ánforas de valentia romana republicana
Color de la pasta: Marrón rosado.
B-23
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundan puntos de color marrón oscuro y otros, más escasos, de color
gris y amarillo. Presenta micas, fragmentos de foraminíferas y
otros más esporádicos de tamaño fino y pequeño y aspecto ferruginoso. Además, hay manchas amarillas intercaladas en la matriz.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-7.
Superficie: Engobe color beige.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Color de la pasta: Marrón anaranjado/salmón.
Muestra de referencia: CORTS-1.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Grecoitálica.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos de color blanco, gris y marrón muy finos y muy abundantes. También hay escasos puntos micáceos. Foraminíferas muy
abundantes. Manchas finas y pequeñas de color naranja y granate que, en ocasiones, tienen aspecto ferruginoso y son también
abundantes.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.2.3: CORTS-3014-1.
B-22
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Apani I.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-7 (Sample M-93/8).
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: SAB-21.
Tipología: Apani I.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2992-1.
Color de la pasta: Marrón claro.
B-24
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y ocasionalmente medianas. Abundantes puntos de color marrón, gris y
amarillento, fragmentos de foraminíferas y escasas micas muy
finas y finas. Chamotas o manchas de color naranja finas y pequeñas. Ocasionalmente, manchas de aspecto ferruginoso grandes.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Superficie: Beige.
Muestra de referencia: RCHA-71.
Color de la pasta: Beige.
Tipología: Grecoitálica.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de color gris
y marrón oscuro. Muy ocasionalmente las blancas pueden ser
pequeñas. Se aprecian micas cuarzos y foraminíferas.
Figura: I.4: MG-(2).
Vacuolas: No presenta
Tipos: Apani I
Paralelos: Similar a FACEM: JON-ADR-A.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
212
[page-n-226]
anexo ii
Muestra de referencia: SAB-34.
Tipología: Apani I.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2871-1.
AII.2.3. GRUPO C: NORTE DE ÁFRICA Y SICILIA
OCCIDENTAL
Suelen ser pastas de color rojo ladrillo, aunque ocasionalmente
pueden aparecer amarillas o amarillas verdosas consecuencia del
uso de agua salada en el proceso de manufactura. Las superficies
externas suelen tener un engobe. Son duras o muy duras, de textura rugosa y fractura irregular. La matriz es compacta y contiene
abundantes cuarzos entre 0,1 y 0,9 mm, aunque ocasionalmente
también pueden presentar alguno de mayor diámetro, hasta 3,0
mm, también se aprecian algunas inclusiones dispersas de mineral de hierro y mica plateada muy fina. El área de producción de
este grupo se encuentra en el Mediterráneo central de tradición
púnica: la Costa tunecina (Peacock, Bejaoui y Ben Lazreg 1990)
y Sicilia occidental.
C-1
Origen propuesto: Norte de Túnez, Cartago. Se pueden confundir
con producciones de Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: 10ALM-1.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Figura: 6.1.28: 10ALM-607973-3.
C-2
Superficie: Engobe o aguada de color naranja claro.
Color de la pasta: Marrón-rojo anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Abundantes partículas de cuarzo redondeadas, opacas, muy finas y finas, aunque
ocasionalmente pueden presentar alguno de mayor tamaño; puntos de carbonato cálcico muy finos y poco abundantes. En ocasiones, se observan microfósiles calcáreos y piedras calizas muy
finas. Inclusiones dispersas muy finas de mineral de hierro y mica.
Vacuolas: Escasas. Pequeñas y medianas.
Tipos: T-7.4.2.1, T-7.4.3.3, Africana Antigua.
Superficie: Engobes densos de color amarillo.
Color de la pasta: Rojo ladrillo, aunque hay variaciones que van
del gris al gris marronáceo. En ocasiones presenta dos bandas de
color, normalmente rojo desde la pared exterior hacia el interior
y grisáceo desde la mitad del grosor de la pared hacia la pared
interna.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos y finos. Se caracteriza
por la presencia muy abundante de puntos blancos o amarillentos muy finos y finos, y otros de color gris y blancos abundantes. Contiene cuarzos redondeados y piedras calizas muy finas
en proporciones similares, aunque, ocasionalmente, también
pueden presentar alguno mediano. También hay foraminíferas
y algunas inclusiones, poco abundantes, negras de mineral de
hierro muy finas.
Paralelos: Class 33 (Peacock y Williams 1986); Similar a
FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Región de Cartago.
Muestra de referencia: 10ALM-21.
Tipología: T-7.4.3.3.
Cronología del contexto: 100-75 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-13.
C-3
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.2.1, T-7.7.1.1, Africana Antigua.
Paralelos: Contino et alii 2019: fig. 9,1; UA 23 (Mateo Corredor 2015); Ben Jerbania 2013; NAF AM-1 (Bechtold, Gassner y
Trapichler 2012); Class 33 (Peacock y Williams 1986); FACEM:
CAR-REG-A-6.
Superficie: Engobe de color crema.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
213
[page-n-227]
las ánforas de valentia romana republicana
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos, finos y ocasionalmente grandes. Se caracteriza por la presencia muy abundante
de puntos de color anaranjado y gris muy finos y otros de color
granate muy finos y finos, así como alguno de color gris oscuro
mucho menos abundantes. Contiene micas muy finas y cuarzos. Ocasionalmente hay inclusiones grandes de color granate
y aspecto ferruginoso.
C-5
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.2.1.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Origen propuesto: Norte de África, probablemente Útica.
Superficie: Engobe o aguada de color marrón claro.
Muestra de referencia: 3ALM-9.
Color de la pasta: Marrón rojizo.
Tipología: T-7.4.2.1.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
pequeñas. Puntos grises y blancos muy finos, manchas amarillas de tamaño fino y esporádicamente otras de color granate. Se
observan cuarzos redondeados muy finos y finos.
Figura: 6.1.14: 3ALM-2935-15.
C-4
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.2.1; T-7.4.3.1; Africana Antigua.
Paralelos: Similar a [291] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 334); Similar a FACEM: CAR-REG-A-2.
Origen propuesto: Región de Cartago.
Muestra de referencia: RCHA-64.
Tipología: T-7.4.2.1.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2410-1.
Color de la pasta: Marrón muy claro.
C-6
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos de color
gris, anaranjados y amarillos muy finos y abundantes. Micas
y cuarzos muy finas, escasas inclusiones blancas redondeadas
y manchas de color marrón anaranjado escasas, finas y ocasionalmente pequeñas. Hay líneas de color amarillo pálido o
verdoso en la matriz.
Vacuolas: Escasas.
Tipos: T-7.7.1.1.
Paralelos: [252, 269] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante
2019: 332, 333); Similar a FACEM: UTI-A-2.
Origen propuesto: Mediterráneo Central Púnico.
Muestra de referencia: 3ALM-10.
Tipología: T-7.7.1.1.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.14: 9ALM-2935-17.
Superficie: Aguada de color marrón.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
muy finos de color marrón claro, gris y blanco. Micas y cuarzos
muy finos. Más escasamente, presenta manchas finas de color
marrón rojizo y grises y, en las vacuolas hay elementos redondeados de color gris finos que parecen haber sido los causantes
de las mismas.
Vacuolas: Comunes, pequeñas y estrechas.
Tipos: T-7.4.4.1.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
214
[page-n-228]
anexo ii
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Muestra de referencia: RCHA-93.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
grandes. Abundantes puntos blancos y de color naranja claro
muy finos. Presenta micas muy finas. Muy abundantes cuarzos
redondeados y manchas de color crema de tamaño muy fino y
fino. Ocasionalmente, presenta chamotas arcillosas y piedras de
tamaños mediano y grande.
Tipología: T-7.4.4.1.
Cronología del contexto: 130-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2436-5.
C-7
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FCACEM: UTI-A/CAR-REG-A.
Color de la pasta: Marrón salmón.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez. (Se llevó a cabo un análisis petrográfico de un ánfora de las mismas características tipológicas hallada en el yacimiento de la Médiathèque, en Narbona, en
un contexto datado entre el 75 y el 60 a.C. Sus resultados apuntaban
con seguridad a la zona de Leptis Magna (Benquet y Capelli 2017:
fig. 4, 20, tabl. 6 y fig. 6, n.º 20). Sin embargo, el estudio no aporta
una macrofotografía de la muestra, por lo que no tenemos elementos gráficos comparativos y sólo apuntamos la posibilidad de que
nuestras piezas también pudieran haber sido producidas en esta zona.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Muestra de referencia: SAB-82.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color marrón, grises y amarillos muy finos.
Cuarzos y micas muy finos abundantes. Se aprecia algún fragmento de foraminífera y hay cuarzos redondeados de tamaño fino
y ocasionalmente pequeños. La matriz presenta bandas de color
amarillo pálido y marrón anaranjado.
Tipología: Africana Antigua.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2573-2.
C-9
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: FACEM: CAR-REG-A/UTI-A.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Muestra de referencia: RCHA-42.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 138-130 a.C.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2479-40 y 41.
C-8
Superficie: Engobe de color amarillo.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas. Abundantes puntos blancos, grises y marrones muy finos. Micas muy finas. Abundantes cuarzos redondeados y manchas de color amarillo muy
finos que, ocasionalmente pueden ser finos.
Vacuolas: Escasas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A/CAR-REG-A.
Superficie: Engobe blanco amarillento.
Color de la pasta: Amoratada. También las hay con el núcleo
gris y de color naranja hacia las paredes, o con la mitad del grosor hacia la pared externa de color gris y naranja hacia la mitad
interna.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Muestra de referencia: 9ALM-14.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 9ALM-50208-1.
215
[page-n-229]
las ánforas de valentia romana republicana
C-10
Muestra de referencia: SAB-18.
Tipología: T-7.4.2.1.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2988-2.
C-12
Superficie: Engobe beige grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas, finas y pequeñas. Gran abundancia de puntos de color amarillo y otros más escasos de color
blanco muy finos, se observan micas dispersas muy finas. Manchas ferruginosas de color oscuro finas e inclusiones irregulares
de otras pequeñas.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Vacuolas: No presenta.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipos: T-4.4.2.1.; Africana Antigua.
Muestra de referencia: 10ALM-12.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente,
pequeñas. Puntos marrones y grises muy finos y finos. Presencia de micas muy finas. Escasas foraminíferas. Cuarzos redondeados de tamaño muy fino y fino y algunas manchas amarillas
de tamaño pequeño.
Tipología: T-7.4.2.1.
Vacuolas: No presenta.
Cronología del contexto: 135-110 a.C.
Tipos: T-7.4.3.1.
Figura: 6.1.22: 10ALM-3263-01.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
C-11
Muestra de referencia: RCHA-29.
Tipología: T-7.4.3.1.
Cronología del contexto: 134-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-6.
C-13
Superficie: Engobe marrón grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y más esporádicamente, pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color marrón,
gris y blanco. Presencia de micas y cuarzos muy finos. Ocasionalmente, hay chamotas pequeñas de color granate.
Superficie: Engobe de color crema.
Vacuolas: No presenta.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tipos: T-7.4.2.1.; Africana Antigua.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Abundantes puntos
de color marrón, negro, gris y blanco muy finos. Se observan
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
216
[page-n-230]
anexo ii
micas muy finas. Presencia de foraminíferas. Cuarzos redondeados y manchas blancas o amarillentas finas.
C-15
Vacuolas: No presenta.
Tipos: T-7.4.3.1.
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Muestra de referencia: RCHA-74.
Tipología: T-7.4.3.1.
Cronología del contexto: 134-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-14.
C-14
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y ocasionalmente finos. Presencia muy abundante de puntos de color marrón oscuro y marrón
anaranjado. También hay otros, mucho más escasos, de color gris.
Se observan micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: T-7.4.2.1.
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos y finos. Se caracteriza por la presencia muy abundante de puntos blancos, grises
y, más ocasionalmente, amarillos muy finos. Contiene cuarzos
redondeados. También hay foraminíferas y algunas inclusiones,
poco abundantes, de color marrón y aspecto ferruginoso y otras
de color naranja.
Muestra de referencia: 12ALM-8.
Tipología: T-7.4.2.1.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.1.22: 12ALM-7745-1.
C-16
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: LIL-A-1.
Origen propuesto: Sicilia occidental.
Muestra de referencia: RCHA-74.
Tipología: Indeterminada (Africana Antigua).
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1040-2.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Presencia muy abundante de puntos de color marrón oscuro, marrón anaranjado,
blanco y gris. Se observan micas muy finas y escasas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: MOT-A; LIL-A; PAL-A-SOL-A.
Origen propuesto: Norte África-Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: RCHA-7.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 137-135 a. C..
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2479-37.
217
[page-n-231]
las ánforas de valentia romana republicana
C-17
Origen propuesto: Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: RCHA-72.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 130-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-12.
C-19
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Morado claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y esporádicamente finas.
Gran abundancia de puntos muy finos y finos de color amarillo-amarillo verdoso y otros, más escasos, grises y marrones.
Presenta foraminíferas y cuarzos redondeados muy finos. Se aprecian micas muy finas y escasas. Eventualmente, hay chamotas
finas de color anaranjado. En la pasta hay intercaladas manchas
lineales de color amarillo verdoso.
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Amarillo verdoso.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipos: Greco helenística.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas, medianas
y grandes. Abundantes puntos muy finos y finos de color blanco
y amarillo pálido. Se observan cuarzos del mismo tamaño. Presencia de partículas irregulares, angulosas, de tamaño mediano
y grande, de color ocre y aspecto ferruginoso.
Paralelos: Similar a FACEM: MOT-A; LIL-A; PAL-A-SOL-A.
Origen propuesto: Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: RCHA-81.
Tipología: Grecohelenística.
Cronología del contexto: 130-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-23.
C-18
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: CdE-A-4.
Origen propuesto: Norte de África/Círculo del Estrecho.
Muestra de referencia: RCHA-25.
Tipología: Ovoide.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: ROC000-2347-1.
C-20
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas. Gran abundancia de
puntos muy finos de color amarillo-amarillo verdoso y otros
más escasos grises y marrones. Presenta foraminíferas y cuarzos
redondeados muy finos. Se aprecian micas muy finas y escasas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: FACEM: MOT-A; LIL-A; PAL-A-SOL-A.
218
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas muy finas de color amarillo, gris y marrón claro. Se aprecian
[page-n-232]
anexo ii
micas muy finas y escasas. Presenta algunas chamotas de tamaño
pequeño y algunas de las manchas amarillas también pueden
alcanzar este tamaño.
C-22
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Indeterminada.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2?
Origen propuesto: Tradición Púnica.
Muestra de referencia: PLREI-1.
Tipología: Indeterminada ¿Africana Antigua?
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.6.1: Plaza de la Reina T-(9).
C-21
Superficie: Naranja.
Color de la pasta: Naranja.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
pequeñas. Partículas de color gris, marrón oscuro, marrón claro
y otras blancas. Se observan micas muy finas y cuarzos redondeados muy finos y finos abundantes. Presenta manchas más
escasas de color granate y aspecto ferruginoso que pueden llegar a ser pequeñas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Norte África. Túnez.
Superficie: Aguada amarillo verdoso.
Muestra de referencia: CH-501.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tipología: Africana Antigua.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente finas. Pasta
muy depurada. Puntos muy finos de color marrón y aspecto ferruginoso y otros de color gris. Se observan micas y cuarzos muy
finos. Muy ocasionalmente, hay partículas blancas de tamaño
pequeño.
Figura: 6.3.5: HIERBA 1-1061-5.
C-23
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a [254, 292, 302] (Toniolo, Sáez, Tomasella
y Bustamante 2019: 332, 334, 335).
Origen propuesto: Mediterráneo central púnico.
Muestra de referencia: RCHA-33.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.4.10: 4ROC000-2345-2.
Superficie: Naranja.
Color de la pasta: Naranja.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y, ocasionalmente
pequeñas. Partículas de color gris, marrón oscuro, marrón claro
y otras blancas. Se observan micas muy finas y cuarzos redondeados muy finos y finos abundantes. Presenta manchas más
escasas de color granate y aspecto ferruginoso que pueden llegar
a ser medianas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
219
[page-n-233]
las ánforas de valentia romana republicana
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
D-2
Origen propuesto: Norte África. Túnez.
Muestra de referencia: CH-503.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.3.4: HIERBA1-1058-1.
AII.2.4. GRUPO D: PROVINCIA ULTERIOR/BÉTICA
Se caracterizan por presentar colores claros que van desde el amarillo pálido al marrón claro y al marrón anaranjado. Son duras, de
textura rugosa y áspera y fractura irregular. La matriz es compacta
y contiene cuarzos, feldespatos, inclusiones calcáres, nódulos de
mineral de hierro, mica plateada y algunas foraminíferas, aunque escasas. El área de producción de este grupo se encuentra
en la Hispania Ulterior, sobre todo en torno a la Bahía de Cádiz
y el valle del Guadalquivir, aunque no descartamos que alguna
de las manufacturas identificadas pudiera fabricarse en las costas marroquíes.
D-1
Superficie: Engobe de color amarillo pálido.
Color de la pasta: Salmón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Pasta muy depurada con
abundancia de puntos blancos y amarillos muy finos. Algunas
manchas muy finas de color marrón y otras ferruginosas escasas
de tamaño fino.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: T-9.1.1.1.
Paralelos: Similar a [361] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 338); UA 17-18 (C) (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Bahía de Cádiz.
Muestra de referencia: 10ALM-3.
Tipología: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 137-135 a. C.
Figura: 6.1.14: 10ALM-60690-36.
D-3
Superficie: Marrón anaranjado, marrón claro amarillento y blanquecino. Engobes ocasionales de color crema.
Color de la pasta: Colores claros.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular
y escamosa.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos. Pasta muy depurada con
presencia abundante de pequeños puntos de color marrón y grises
muy finos. Se aprecian micas y cuarzos muy finos.
Vacuolas: Escasas; pequeñas y medianas.
Tipos: T-7.4.3.3.; T-9.1.1.0.
Paralelos: UA 17-18 (D) (Mateo Corredor 2015); Ponsich 1988;
Peacock 1974.
Origen propuesto: Bahía de Cádiz.
Muestra de referencia: 10ALM-20.
Tipología: T-7.4.3.3.
Cronología del contexto: 94-76 a. C.
Figura: 6.1.28: 10ALM-7435-1.
Superficie: No presenta engobe ni aguada. Color amarillo.
Color de la pasta: Amarillo pálido.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color gris. Abundantes partículas de color
gris finas y pequeñas y otras, más escasas, del mismo tamaño y
de color blanco. Escasas manchas más oscuras de aspecto ferruginoso y finas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.3.3.
Paralelos: Similar a FACEM: CdE-A-2.
Origen propuesto: Círculo del Estrecho. Bahía de Cádiz.
220
[page-n-234]
anexo ii
Muestra de referencia: 2ALM-5.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Se aprecian puntos muy finos de color marrón y gris. Más esporádicamente también micas muy finas. Abundancia de partículas de color marrón
rojizo, grises y blancas. Cuarzos de tamaño fino.
Figura: 6.1.39: 2ALM-1765-1.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipología: T-7.4.3.3.
Tipos: T-7.4.3.3.
D-4
Paralelos: Similar a UA 9 (A) (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Sur de Hispania. Bahía de Cádiz.
Muestra de referencia: RCHA-15.
Tipología: T-7.4.3.3.
Cronología del contexto: 26 a.C-14 d.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2326-3.
D-6
Superficie: Aguada de color claro.
Color de la pasta: Marrón verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas.
Abundantes inclusiones de tamaño muy fino y fino de color gris,
marrón y, más ocasionalmente, negras y marrones. Se aprecian
micas muy finas y cuarzos finos.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Ovoide 1; Ovoide 4.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Paralelos: Similar a UA 9 (B) (Mateo Corredor 2015); FACEM:
CdE-A-1-2.
Color de la pasta: Marrón claro
Origen propuesto: Bajo Guadalquivir/Desembocadura
Guadalquivir.
Muestra de referencia: 9ALM-9.
Tipología: Ovoide 4.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-5.
D-5
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos, finos y pequeños. Puntos negros, grises, marrones muy finos y abundantes. Se observan
foraminíferas escasas y cuarzos. Manchas dispersas de color ocre,
aspecto ferruginoso y tamaño fino y pequeño.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Ovoide/¿Dressel 1?
Paralelos: Similar a UA 9 (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Valle del Guadalquivir.
Muestra de referencia: RCHA-66.
Tipología: Ovoide. Borde poco común, más próximo a las Africanas Antiguas o a las Dressel 1 del Guadalquivir. Podría corresponder a un prototipo o variación de las Ovoides Ulteriores.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2390-5.
Superficie: Aguada de color claro.
Color de la pasta: Bizcochada. Naranja claro hacia la pared
interna y crema hacia la externa.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
221
[page-n-235]
las ánforas de valentia romana republicana
D-7
Tipología: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3213-2.
D-9
Superficie: Verde amarillento.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos y
abundantes de color blanco/amarillo pálido. Se aprecian micas
muy finas y también algunas foraminíferas. Otros algo más gruesos de color marrón y gris. Cuarzos redondeados de tamaño fino.
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Vacuolas: No presenta.
Tacto: Dura, compacta, de textura arenosa y fractura regular.
Tipos: T-9.1.1.1.
Origen propuesto: Ulterior, no gadirita.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos
de color amarillo muy finos, finos y muy abundantes. Hay manchas de color gris y naranja escasas y tamaño fino. Abundantes
puntos negros de tamaño fino y pequeño de aspecto ferruginoso.
Muestra de referencia: RCHA-75.
Vacuolas: No presenta.
Tipología: T-9.1.1.1.
Tipos: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Paralelos: Similar a UA 17/18 (B) (Mateo Corredor 2015);
FACEM: CdE-A-5.
Paralelos: Similar a UA 17-18 (Mateo Corredor 2015).
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2470-15.
D-8
Color de la pasta: Verde amarillento.
Origen propuesto: Círculo del Estrecho, Ulterior, no gadirita.
Muestra de referencia: SAB-24.
Tipología: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2992-4.
D-10
Superficie: Engobe claro.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color blanco, gris y marrón muy finos y finos.
Se observan micas muy finas, Se caracteriza por la presencia de
puntos negros brillantes y cuarzos redondeados finos y pequeños.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: T-9.1.1.1.
Paralelos: Similar a UA 9 (C) (Mateo Corredor 2015); FACEM:
CdE-A-4.
Origen propuesto: Círculo del Estrecho/Bajo Guadalquivir.
Muestra de referencia: SAB-1.
222
Superficie: Engobe crema.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura arenosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes, muy finas y ocasionalmente finas. Pasta
muy depurada. Abundantes puntos muy finos de color marrón,
blanco y gris. Ocasionalmente, alguno de estos puntos tiene un
tamaño fino. Se observan micas muy finas.
[page-n-236]
anexo ii
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Origen propuesto: Ulterior, bahía de Cádiz.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y ocasionalmente finas.
Abundantes puntos muy finos de color marrón oscuro, marrón
anaranjado y gris. Algunos, escasos, de color amarillo pálido. Se
observan micas muy finas. Ocasionalmente, hay partículas finas
oscuras y aspecto ferruginoso.
Muestra de referencia: SAB-88.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipología: T-9.1.1.1.
Tipos: Indeterminado.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Paralelos: Similar a UA 9 (Mateo Corredor 2015); Similar a
FACEM: CdE-A-1.
Tipos: T-9.1.1.1.
Paralelos: Similar a UA 17/18 (A) (Mateo Corredor 2015).
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2864-1.
D-11
Origen propuesto: Ulterior, valle del Guadalquivir.
Muestra de referencia: 11ALM-5.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.23 11ALM-60938-2.
D-13
Superficie: Aguada amarillo verdoso.
Color de la pasta: Amarillo verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Abundantes puntos de color
gris. Más esporádicamente también hay otros de color marrón
claro y blanco. Se aprecian micas muy finas.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Superficie: Marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Paralelos: Similar a UA 21 (Mateo Corredor 2015).
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas de color gris, marrón oscuro, marrón claro y otras blancas.
Se observan y cuarzos finos y pequeños abundantes.
Origen propuesto: Ulterior, bahía de Cádiz.
Vacuolas: No presenta.
Muestra de referencia: 9ALM-27.
Tipos: Ovoide 4.
Tipología: T-7.4.3.3.
Paralelos: Similar a UA 9 (Mateo Corredor 2015).
Cronología del contexto: 75 a.C.
Origen propuesto: Ulterior, valle del Guadalquivir.
Figura: 6.1.33: 9ALM-50208-7.
Muestra de referencia: 2ALM-17.
Tipos: T-7.4.3.3.
Tipología: Ovoide 4.
D-12
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.1.39: 2ALM-1765-2.
Superficie: Color marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
223
[page-n-237]
las ánforas de valentia romana republicana
D-14
AII.2.5. GRUPO E: IBIZA
Engloba a las producciones ebusitanas. Se han establecido dos
subgrupos de pastas (Pascual y Ribera 2013, 275). Son pastas de
color marrón claro o marrón anaranjado, porosas, de tacto harinoso. En general, ambos presentan desgrasantes muy finos y, en
ocasiones, pequeños, los cuales corresponden a caliza gris, cuarzos y calcitas microscópicos, partículas de cal, foraminíferas y
otros de color amarillo y rojizo que están en la propia naturaleza
de la arcilla empleada, no siendo, pues, desgrasantes añadidos.
Superficie: Marrón verdoso.
E-1
Color de la pasta: Marrón verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas
de color gris, marrón oscuro, marrón claro y otras más escasas
de color marrón rojizo. Se observan cuarzos finos y pequeños.
Vacuolas: Escasas muy pequeñas.
Tipos: Ovoide 4.
Paralelos: Similar a UA 21 (Mateo Corredor 2015).
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Origen propuesto: Ulterior, bahía de Cádiz.
Color de la pasta: Marrón anaranjado, marrón claro.
Muestra de referencia: CH-502.
Tacto: En función del grado de cocción pueden ser más o menos
duras. Son porosas, de textura harinosa y fractura regular.
Tipología: Ovoide 4.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1061-6.
D-15
Inclusiones: Escasos. Muy finas y ocasionalmente finas e incluso
pequeñas. Puntos blancos y amarillo pálido muy finos. Otros,
más esporádicos, de color marrón anaranjado que ocasionalmente
pueden ser finos.
Vacuolas: Pequeñas y medianas.
Tipos: PE 17, 24, 23; T.8.1.3.2; T.8.1.3.3.
Paralelos: [345] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
337); UA 8 (Mateo Corredor 2015); (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013: 275, Subgrupo 2).
Origen propuesto: Ibiza.
Superficie: Aguada marrón claro.
Color de la pasta: Aguada marrón claro.
Tacto: Rugoso.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas
de color gris, marrón oscuro, marrón claro y otras más escasas
de color amarillento. Se observan cuarzos finos y pequeños, así
como puntos de aspecto ferruginoso pequeños.
Muestra de referencia: 12ALM-5.
Tipología: T-8.1.3.3.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 12ALM-11261-2.
E-2
Vacuolas: No presenta.
Tipos: ¿Dressel 12?
Paralelos: ¿Similar a UA 21? (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: ¿Sudeste español?
Muestra de referencia: SAB-13.
Tipología: ¿Dressel 12?
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Color de la pasta: Marrón anaranjado, marrón claro.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2966-2.
Tacto: En función del grado de cocción pueden ser más o menos
duras. Son porosas, de textura harinosa y fractura regular.
224
[page-n-238]
anexo ii
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente finas e incluso
pequeñas. Puntos blancos y amarillo pálido muy finos. Otros,
más esporádicos, de color marrón anaranjado que ocasionalmente
pueden ser finos.
F-2
Vacuolas: Pequeñas y medianas.
Tipos: T.8.1.3.2.
Paralelos: [345] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
337); UA 8 (Mateo Corredor 2015); Subgrupo 2 (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013: 275).
Origen propuesto: Ibiza.
Muestra de referencia: RCHA-51.
Tipología: T-8.1.3.2.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2740-1.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Rosado claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Pasta muy depurada, con manchas de color amarillento. Se observan pequeños puntos de color
marrón rojizo muy finos y otros finos de color blanco escasos.
Vacuolas: No presenta.
AII.2.6. GRUPO F: EGEO
Suelen ser pastas de color rosado o naranja muy claro. Son duras,
compactas, de tacto arenoso o áspero y de fractura irregular y
normalmente presentan inclusiones muy finas de color anaranjado o rojo y otras blancas. El área de producción de este grupo
se encuentra en el Mediterráneo oriental, fundamentalmente de
las islas del Dodecneso, pero también de Cnidos.
F-1
Tipos: Rodia.
Paralelos: Similar a [031 a 054] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 315-16); Similar a Class 9 (Peacock
y Williams 1986); FACEM: EAST-AEG-A-2; Fabric Rhodian 2 (Atlas de fichas de ánforas de la Universidad de Southampton: https://archaeologydataservice.ac.uk/archives/view/
amphora_ahrb_2005/).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: 3ALM-12.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.15: 3ALM-2938-7.
F-3
Superficie: Engobe o aguada de color anaranjado pálido.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos de color
marrón y marrón rojizo muy abundantes y muy finos. También
hay otros de color blanco y amarillo muy finos y escasos. Partículas de color negro azulado muy finas y ocasionalmente finas
y abundantes.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Superficie: No presenta engobe.
Tipos: Cnidia IIG.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Paralelos: Similar a [066] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 318); Similar a FACEM: EAST-AEG-A-2;
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Tipología: Cnidia IIG.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos
blancos muy finos y finos muy abundantes. Presenta manchas de
color amarillo verdoso también muy finas y finas, aunque escasas. Partículas más dispersas de color marrón oscuro y aspecto
ferruginoso muy finas, finas y ocasionalmente pequeñas.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Origen propuesto: Por tipología: Cnidos.
Muestra de referencia: 11ALM-6.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-16.
225
[page-n-239]
las ánforas de valentia romana republicana
Tipos: Rodia.
F-5
Paralelos: Similar a Class 9 (Peacock y Williams 1986); similar
a FACEM: EAST-AEG-A-3; Fabric Rhodian 1 (Atlas de fichas
de ánforas de la Universidad de Southampton).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: PV-2.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.6.1: Plaza de la Virgen SG-(16).
F-4
Superficie: Engobe blanco anaranjado.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura arenosa y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Pasta muy depurada. Abundantes puntos de color gris anaranjado y otros brillantes muy finos.
También hay partículas de color marrón, marrón anaranjado y
blanco de un tamaño algo mayor.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Rodia.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Paralelos: Similar a [057] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 317).
Color de la pasta: Rosado grisáceo.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Muestra de referencia: SAB-25.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Pasta muy depurada.
Puntos grises y amarillos muy finos y finos muy abundantes.
Partículas dispersas de color marrón rojizo y otras más escasas
de color gris oscuro muy finas y ocasionalmente pequeñas.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3185-1.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Rodia.
F-6
Paralelos; Similar a [041] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 316); Similar a Class 9 (Peacock y Williams 1986);
Similar a FACEM: EAST-AEG-A-2; Fabric Rhodian 2 (Atlas de
fichas de ánforas de la Universidad de Southampton).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: SAB-15.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 26 a.C-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2988-3.
Superficie: Color marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color marrón (ferruginosos), naranja y
amarillo pálido. Se observan micas muy finas. Abundantes cuarzos redondeados de tamaño fino y ocasionalmente pequeño.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Cnidia/Chios.
Paralelos: Similar a Class 9 (Peacock y Williams 1986); FACEM:
EAST-AEG-A-2; Fabric Rhodian 2 (Atlas de fichas de ánforas
de la Universidad de Southampton).
226
[page-n-240]
anexo ii
Origen propuesto: Por tipología: Cnidos/Chios.
Tipología: Cnidia/Chios.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
de color marrón, gris y amarillo pálido más escasos. Se aprecian
cuarzos y micas muy finas. Ocasionalmente hay partículas finas
de color marfil y otras marrones y naranjas.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Vacuolas: No presenta.
Figura: 6.4.16: ROC000-2285-7.
Tipos: Cos.
Muestra de referencia: RCHA-87.
Paralelos: No hemos encontrado.
F-7
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: 10ALM-17.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 10ALM-60973-3.
F-9
Superficie: Engobe color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color marrón y gris muy finos y, en menor medida,
finos. Se aprecian micas muy finas. Ocasionalmente, hay partículas finas y pequeñas de color blanco y otras de aspecto ferruginoso. La matriz presenta manchas de color amarillo verdoso.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Cos.
Paralelos: Similar a [041] (A) (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 316); similar a FACEM: EAST-AEG-A-3.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: 10ALM-16.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 10ALM-60973-2.
F-8
Superficie: Color rosado.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente pequeñas.
Abundantes puntos muy finos brillantes entre los que se observan micas y cuarzos. También hay otros mucho más escasos de
color gris. Ocasionalmente, presenta chamotas pequeñas de color
ocre y manchas blancas calizas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminada (¿Rodia?).
Paralelos: Similar a [057] (P)? (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 317).
Origen propuesto: Egeo.
Muestra de referencia: 10ALM-18.
Tipología: Indeterminada (¿Rodia?).
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 10ALM-60973-4.
Superficie: Restos de un engobe blanco amarillento.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
227
[page-n-241]
las ánforas de valentia romana republicana
F-10
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2285-9.
F-12
Superficie: Color beige.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Abundantes puntos de color
gris, blanco y marrón. También hay micas muy finas. Esporádicamente hay pequeñas chamotas de color marrón algo más gruesas.
Vacuolas: Frecuentes y pequeñas.
Tipos: Cos.
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología y cronología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: RCHA-76.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-16.
F-11
Superficie: Aguada marrón rosado.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Pasta depurada. Puntos de color
marrón, marrón oscuro, gris y blanco. Se aprecian micas muy
finas y también presenta algunas manchas de color amarillo pálido
algo más gruesas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Rodia.
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: SAB-68.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2826-3.
F-13
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
de color gris, amarillo pálido y marrón anaranjado y oscuro muy
finos. También hay micas muy finas. Menos abundantes son manchas de color amarillo pálido y gris de tamaño fino.
Superficie: Engobe color hueso.
Vacuolas: No presenta.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y ocasionalmente finas. Puntos de color blanco y gris abundantes y muy finos. Hay otros
mucho más escasos del mismo tamaño de color marrón oscuro y
negro. Se aprecian micas muy finas. Ocasionalmente, hay manchas de color marrón y finas.
Tipos: Cos.
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: RCHA-86.
Tipología: Cos.
228
Color de la pasta: Marrón rosado-grisáceo.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Rodia.
Paralelos: No hemos identificado.
[page-n-242]
anexo ii
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: 2ALM-11.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.1.15: 2ALM-1966-B.
F-14
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas muy finas y finas
de color blanco y gris. También hay algunos puntos muy finos
de color gris y marrón anaranjado. Se aprecian micas muy finas.
Vacuolas: Algunas grandes.
Tipos: Ibérica, A-I.1.2; Ribera y Tsantini Ia (Enguera).
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología: Hispania Citerior.
Muestra de referencia: 10ALM-23.
Tipología: Ibérica A-I.1.2/Ribera y Tsantini Ia (Enguera).
Cronología del contexto: 135-100 a.C.
Figura: fig. 6.1.23: 10ALM-50246-20.
AII.2.8. GRUPO H: ORIGEN INDETERMINADO
Superficie: Marrón oscuro anaranjado.
Color de la pasta: Marrón oscuro anaranjado.
Se trata de un grupo heterogéneo en el que se incluyen todas aquellas fábricas para las que no hemos encontrado paralelos claros,
presentaban dudas o simplemente desconocíamos por completo.
H-1
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color blanco y algunas, mucho más escasas, de color marrón
oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas muy finas y
cuarzos que pueden llegar a finos e incluso pequeños.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Cos.
Paralelos: Similar a [021] (P) (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 315).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: SAB-55.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 110-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3215-1.
AII.2.7. GRUPO G: PROVINCIA CITERIOR/
TARRACONENSIS
G-1
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color amarillo, gris y marrón, algunas de aspecto ferruginoso. Presenta foraminíderas y cuarzos redondeados muy finos.
Se aprecian micas muy finas y escasas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica.
Muestra de referencia: SAB-90.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2611-6.
Superficie: Marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
229
[page-n-243]
las ánforas de valentia romana republicana
H-2
H-4
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Superficie: Aguada marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos
muy finos de color marrón oscuro, blanco y granate. También hay
cuarzos finos y micas muy finas y abundantes chamotas finas y,
en ocasiones, pequeñas.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos de
color marrón oscuro, marrón anaranjado, blanco y gris. En menor
medida, también hay blancos. Se observan micas muy finas y otros
puntos brillantes. Abundantes partículas de color gris muy finas y
finas y otras del mismo tamaño de color ocre y aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1C.
Muestra de referencia: RCHA-24.
Tipología: Dressel 1C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-13.
Tipos: Dressel 1A.
Muestra de referencia: 8ALM-9.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 75-27 a. C.
Figura: 6.1.36: 8ALM-4674-02.
H-3
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Abundantes
puntos muy finos de color blanco, gris, marrón y naranja. También se aprecian foraminíferas y micas muy finas. Manchas o
chamotas más escasas de color marrón anaranjado y granate, de
tamaño fino, en ocasiones, aspecto ferruginoso.
H-5
Superficie: Aguada marrón claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos
de color blanco. En menor medida, también hay otros de color
marrón oscuro. Se observan micas muy finas. Contiene chamotas finas.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1C.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: RCHA-23.
Muestra de referencia: RCHA-56.
Tipología: Dressel 1C.
Tipología: Indeterminado.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-12.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2374-1.
230
[page-n-244]
anexo ii
H-6
H-8
Superficie: Color beige pálido.
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Beige rosado.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color blanco, gris y ocre. Se observan micas muy finas relativamente abundantes. Escasas partículas finas de color ocre y
aspecto ferruginoso.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color gris y marrón, algunas de aspecto ferruginoso, blanco
y, más ocasionalmente, amarillas. Se observan micas muy finas
y cuarzos que pueden llegar a finos.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminada.
Tipos: Indeterminada.
Muestra de referencia: RCHA-82.
Muestra de referencia: SAB-54.
Tipología: Indeterminada.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 26 a.C.-13 d.C.
Cronología del contexto: 110-95 a.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2285-2.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2499-4.
H-9
H-7
Superficie: Color marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas, finas y ocasionalmente pequeñas. Partículas muy finas de color blanco, gris marrón oscuro y
anaranjado. Se observan micas muy finas. Más esprádicamente
contiene partículas de color blanco finas y otras de color ocre que
pueden llegar a pequeñas.
Superficie: Marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color gris y marrón claro, algunas de aspecto ferruginoso. Se
observan micas muy finas y cuarzos que pueden llegar a finos,
así como nódulos arcillosos del mismo tamaño.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminada.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-3.
Muestra de referencia: SAB-56.
Tipología: Indeterminada. Debido al cuello y el modo en que
parece unirse al cuerpo podría ser algún tipo de ánfora ovoide.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3213-1.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2581-1.
231
[page-n-245]
las ánforas de valentia romana republicana
H-10
H-12
Superficie: No presenta aguada ni engobe. Color beige claro.
Color de la pasta: Beige claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente pequeñas. Puntos muy finos de color marrón y gris. Se aprecian micas
muy finas. Abundantes partículas marrones, grises y otras más escasas de color blanco y de tamaño fino y ocasionalmente pequeño.
Vacuolas: Frecuentes y pequeñas.
Tipos: Indeterminada.
Muestra de referencia: RCHA-16.
Tipología: Quizás de las llamadas “collo ad imbuto”, aunque el
borde sería demasiado abierto para ello.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Pasta depurada. Puntos de
color blanco y gris muy esparcidos. Se aprecian micas muy finas.
Ocasionalmente, hay manchas de color marrón y amarillo finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 2/4 (¿Cos?).
Muestra de referencia: SAB-27.
Tipología: Dressel 2/4 (¿Cos?).
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3134-3a.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2326-4.
H-13
H-11
Superficie: Marrón claro
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado.
Superficie: Beige verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Color de la pasta: Marrón claro rosado.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas. Puntos de
color gris y anaranjados. Presenta foraminíferas, cuarzo y puntos
grises de tamaño fino.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de color marrón
oscuro, marrón anaranjado, blancas y otras de color gris. Contiene foraminíferas. Se observan micas relativamente abundantes
y cuarzos redondeados muy finos.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-6.
Tipología: ¿Ovoide?
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-3197-1.
232
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Muestra de referencia: 2ALM-7.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.1.36: 2ALM-1763-1.
[page-n-246]
anexo ii
H-14
H-16
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, textura rugosa y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Muy abundantes
puntos grises, marrones y blancos muy finos. Abundantes cuarzos redondeados muy finos y algunas manchas negras de tamaño
muy fino y fino. Manchas marrones finas abundantes. Se aprecian
micas doradas muy finas.
Inclusiones: Muy Abundantes. Muy finos, finos y pequeños.
Abundantes puntos muy finos de color gris, blanco y amarillentos. Puntos grises y marromes más escasos y muy fino/fino. Esporádicamente alguno de aspecto ferruginoso muy fino y algunas
manchas de color granate de tamaño fino y pequeño.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Tipos: Grecoitálica.
Muestra de referencia: 2ALM-10.
Muestra de referencia: CH-39.
Tipología: Indeterminado.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: Sin dibujo.
Figura: 6.3.4: HIERBA1-1060-CH-39.
H-15
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón rojizo.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y
medianas. Abundantes puntos muy finos y finos de color blanco
y otros más escasos amarillentos (aspecto calizo). Más esporádicamente puntos muy finos de aspecto ferruginoso y cuarzos
redondeados. De manera más escasa presenta manchas de color
marrón rojizo pequeñas y medianas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Muestra de referencia: CH-13.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
H-17
Superficie: Engobe marronáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Puntos muy finos y abundantes de
color marrón pálido y blanco. Otros, también muy abundantes, de
color blanco, angulosos y de tamaños fino, pequeño y mediano. Se
observan cuarzos redondeados y otras manchas marrones y aspecto
ferruginoso más escasas. Se aprecian micas muy finas y escasas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1B
Muestra de referencia: SAB-89.
Tipología: Dressel 1B.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2611-5.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1048-1.
233
[page-n-247]
las ánforas de valentia romana republicana
H-18
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Puntos muy finos de
color marrón grisáceo. Cuarzos redondeados menos abundantes y
muy finos. Esporádicamente manchas de color granate de tamaño
fino y manchas y líneas amarillentas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-41.
Tipología: Indeterminado.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2037-4.
H-19
H-20
Superficie: Engobe marrón claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas. Abundantes puntos
muy finos, blancos y amarillo pálido. Puntos finos y angulosos
de color blanco y marrón. Más esporádicamente de color granate
y otros oscuros, redondeados y aspecto ferruginoso. Se observan
micas muy finas abundantes.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-45.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3046-1.
H-21
Superficie: Engobe de color marrón claro.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura ápera y fractura irregular.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos
de color marrón, naranja, gris y blanco. Más esporádicamente,
hay manchas de color amarillo pálido finas. Se observan algunos
puntos muy finos brillandes que podrían ser micas.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos y,
espoádicamente, finos, angulosos y de color marrón. Más ocasionalmente, hay cuarzos redondeados de tamaño fino. Se observan
micas muy finas y escasas.
Muestra de referencia: SAB-39.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Tipos: Dressel 2/4.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Muestra de referencia: SAB-28.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2037-6.
Tipología: Dressel 2/4.
Vacuolas: Escasas y muy pequeñas.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3134-3.
234
[page-n-248]
anexo ii
H-22
H-24
Superficie: Color amarillo verdoso. Sin engobe o aguada.
Superficie: Engobe marrón claro/verdoso.
Color de la pasta: Marrón.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de terxtura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas. Puntos muy finos
y muy abundantes de color amarillo. Manchas de color amarillo, blanco y gris muy finas y finas. Agún cuarzo redondeado
y esporádicamente puntos de color marrón grisáceo y aspecto
ferruginoso.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos grises, marrones y blancos. Nódulos de
color marrón oscuro y grises angulosos, de tamaño fino. Cuarzos
redondeados y angulosos de tamaño fino y pequeño. Algunas
manchas de aspecto ferruginoso y tamaño pequeño.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: RCHA-68.
Muestra de referencia: 12ALM-1.
Tipología: Indeterminada.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 138-135 a.C.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2414-1.
Figura: 6.1.15: 12ALM-61925-01.
H-23
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y grandes. Abundantes puntos de color marrón muy finos. Gran adundancia de cuarzos redondeados y angulosos y tamaño muy fino y fino.
Manchas de color granate y tamaño muy fino, fino y pequeño. Ocasionalmente, manchas de color amarillo pálido y tamaño grande.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: 11ALM-3.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.24: 11ALM-3328-1.
H-25
Superficie: Engobe verde amarillento.
Color de la pasta: Marrón claro con manchas anaranjadas.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Abundantes
puntos de color marrón y naranja muy finos y algunos finos, otros
blancos más escasos. Puntos oscuros muy finos y algunos finos
y vitrificados. Líneas amarillas y de color marrón anaranjado. Se
aprecian micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: 10ALM-14.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.24: 10ALM-3264-4.
235
[page-n-249]
las ánforas de valentia romana republicana
H-26
H-27
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rojizo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Puntos blancos
muy finos y abundantes. Puntos blancos y angulosos muy abundantes y tamaño muy fino y fino. Cuarzos redondeados escasos
y finos. Manchas oscuras más eporádicas, finas. Se observan
micas muy finas.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy
abundantes y muy finos de color gris, blanco, naranja y marrón.
Cuarzos y micas muy finos y abundantes. Presenta manchas de
color marrón oscuro finas y de aspecto ferruginoso. Hay otras
más escasas y finas de color amarillo pálido.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica/Dresssel 1.
Tipos: Dressel 1A.
Muestra de referencia: 5ALM-4.
Muestra de referencia: RCHA-20.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.1.24: 5ALM-20019-A.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-9.
236
[page-n-250]
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[page-n-2]
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[page-n-4]
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 131
Las ánforas de Valentia
romana republicana
Guillermo Pascual Berlanga
DIPUTACIÓN DE VALENCIA
2024
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DIPUTACIÓN DE VALENCIA
SERVICIO DE INVESTIGACIÓN PREHISTÓRICA
DEL MUSEO DE PREHISTORIA DE VALENCIA
S E R I E D E T R A B A J O S VA R I O S
Núm. 131
La Serie de Trabajos Varios del SIP se intercambia con publicaciones dedicadas a la Prehistoria, Arqueología en general y ciencias o
disciplinas relacionadas (Antropología cultural o Etnología, Antropología física o Paleoantropología, Paleontología, Paleolingüística,
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A mis padres,
a Colegui, porque sin ella nada sería bonito,
a Jordi, a Pandora,
y a todos los de corazón humilde y alma noble.
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Prólogo
En la actualidad, la ciudad de Valencia es un gran centro logístico y comercial. Pero también cuenta
con buenas conexiones terrestres con el interior. Tanto, que ha llegado a denominarse, para algunos, el
Puerto de Madrid. Un vivo debate actual es el de la relación entre la ciudad y su puerto, ambos en constante expansión.
Frente a esta bien conocida actualidad, apenas se conoce que esta vocación de centro comercial y
logístico viene de antiguo. De muy antiguo. Tan antiguo que se remonta a la misma fundación de la urbe.
Al año 138 a.C., si seguimos a Tito Livio o, lo que es lo mismo, a mediados del siglo II a.C. si “sólo” nos
guiamos por los numerosos contextos arqueológicos fundacionales que se han excavado, y estudiado, en
el subsuelo de Valencia gracias a la labor, en su día, de la Sección de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM) del Ayuntamiento de Valencia.
Para alguien como uno de nosotros (ARL), que ya hace más de 30 años defendió su Tesis Doctoral sobre la fundación de Valencia, publicada poco después en esta misma institución provincial,
haber participado en la codirección de otra obra doctoral también dedicada a los orígenes de la ciudad de Valencia, no deja de producir un auténtico “orgullo y satisfacción” compartido plenamente por
mi colega gaditano. En este caso, vistos sus resultados, se ha puesto de manifiesto la idoneidad de
la temática elegida, totalmente acorde con la experiencia y los conocimientos del doctorando, que le
han permitido poner de manifiesto lo que fue la intensa trayectoria comercial de la primera ciudad de
Valentia, nacida como Colonia Latina poblada por itálicos licenciados del ejército, que, desde el primer momento, aprovecharon y desarrollaron las ventajosas condiciones de su estratégica ubicación y
sus enormes posibilidades de conexión. En esta situación, no hay que sorprenderse porque algunos de
los hallazgos más importantes de Valencia en las últimas décadas se relacionen directamente con la
actividad económica, caso del gran horreum de época republicana de las excavaciones de l’Almoina,
el de época del Imperio identificado en la plaza de Cisneros, cerca del río, o el puerto fluvial localizado
por detrás de las Puertas de Serrans. Estos dos últimos formaron parte de un auténtico barrio portuario
que ocupaba la parte norte de la ciudad romana.
Las numerosas ánforas estudiadas aquí, pues, son el mejor reflejo de esta intensa actividad comercial.
Que lejos queda ya, cuarenta años, más o menos, el primer monográfico dedicado a las ánforas romanas
de Valentia, de Asunción Fernández, que recopiló los hallazgos, sin apenas contexto, que hasta entonces
se conocían. El presente trabajo, por el contrario, se basa en un gran dossier de materiales procedentes de
las excavaciones estratigráficas y en extensión, que se desarrollaron a partir de la década de los ochenta
del pasado siglo XX. Por calidad y cantidad destacarían las piezas de l’Almoina, fruto de varias campañas (1985-2005). Nos encontramos, pues, no sólo ante un catálogo de materiales, bien detallado y
preciso, sino que estos se presentan dentro de sus contextos y ordenados dentro de las diferentes fases
en las que se ha organizado la corta, no más de 63 años, pero intensa vida de la urbe republicana, desde
su fundación a su destrucción a manos de Pompeyo en el 75 a.C., acontecimiento bien confirmado y
registrado por la arqueología.
Gracias a esta seriación, que, con buen criterio, se ha prolongado hasta los inicios del Imperio, ha
sido posible exponer los hallazgos coetáneos dentro de márgenes temporales relativamente cortos, lo
que permite conocer las vicisitudes de las dinámicas comerciales a lo largo del periodo estudiado y hacer
propuestas interpretativas de todo tipo. En esta línea, la existencia de contextos bien fechados y el mismo
hecho de la corta vida de la ciudad también han permitido hacer propuestas de índole general sobre el
estudio de las ánforas, lo que, desde ya mismo, convierte esta obra en un referente para el estudio de las
dinámicas comerciales del final del periodo helenístico en el Mediterráneo Occidental.
Tras esta contextualización general, que es la que justifica el porqué de la Tesis Doctoral defendida
en Cádiz en el año 2021, cuyo resultado decantado y mejorado recoge esta monografía, conviene aportar algunas pinceladas del autor, Guillermo Pascual Berlanga. Él encarna esa generación de hoy sólidos
y esforzados investigadores seniors que han sido testigos, en carne propia, de la dificultad de encontrar
un puesto fijo en la universidad española en los años ochenta y noventa del siglo pasado: una pléyade
VII
[page-n-9]
de lúcidos y entusiastas arqueólogos que tuvieron que dedicar sus energías a la por entonces emergente
Arqueología Preventiva, en España y en Europa, que ha sido el refugio de muchos intelectuales, como
es el caso que nos ocupa. Con un cursus honorum muy nutrido, brillante e internacional, en su etapa de
madurez decidió, como profesional liberal, hacer su Tesis Doctoral, un noble deseo propio de quienes
deciden contribuir a la ciencia con mayúsculas y quitarse de soslayo la “espinita” que la vida cotidiana
no les había permitido, durante décadas. Para ello se acercó a la Universidad de Cádiz, pensamos, por,
sobre todo, dos motivos: la existencia de un Programa de Doctorado especializado en Historia y Arqueología Marítimas, que ya cuenta con cierta solera; pero básicamente por las fluidas relaciones académicas,
científicas y personales que han unido a los dos codirectores, firmantes de estas páginas, desde hace más
de dos décadas, y que se han traducido en una transferencia por goteo, pero contínua, de intercambio de
investigadores, estancias conjuntas, excavaciones compartidas -en Pompeya sobre todo-, exposiciones,
saberes, congresos y publicaciones mutuas -como los dos volúmenes de las Cerámicas Hispanorromanas, ya clásicos-. Como decía Ortega y Gasset, todos somos fruto de nuestras circunstancias propias y
de las que nos rodean.
Guillermo Pascual ha realizado una Tesis Doctoral de las que consideramos “de madurez”, en las
cuales el doctorando está plenamente consagrado como investigador ab initio, sabe lo que quiere,
tiene sus objetivos claros y solo necesita de un acompañamiento académico, que es lo que básicamente
hemos hecho nosotros, muy satisfechos por su implicación y savoir faire durante la fase de ejecución
y ahora, con la reformulación de los contenidos en un trienio para generar la monografía que tiene el
lector ante sus ojos. También le felicitamos por haber hecho caso a “doña experiencia” y haber sabido
plasmar todos los resultados obtenidos sobre la Historia Económica de Valentia en un libro, que es, al
final, lo que restará para el futuro, y que no todos los investigadores consiguen ultimar. Como premio
postdoctoral, el Dr. Pascual consiguió un contrato de excelencia Margarita Salas en la Universidad de
Cádiz, que ha disfrutado entre 2022 y 2024, lo que le ha permitido disfrutar de la calma, serenidad y
sosiego suficientes para realizar este trabajo y muchos otros, especialmente en Grecia, que verán la
luz en los próximos meses.
La anforología, esta vertiente de la llamada Arqueología de la Producción que tiene cada vez más
adeptos por su notable productividad y por la posibilidad de hacer Historia Económica gana con este nuevo
libro un ensayo sólido y sesudo sobre las zonas de procedencia de los alimentos envasados en ánforas que
aprovisionaron a los primeros veteranos en la época de la deductio de la colonia; y a sus herederos y a los
de ellos, permitiendo ahora su comparación con otras ciudades “antiguas” de la Hispania romana como
Emporiae, Tarraco, Carthago Spartaria, Carteia, Gadir/Gades y otros enclaves urbanos privilegiados
del Mediterráneo Occidental, hasta inicios del llamado Alto Imperio. Sellos, tituli picti, disquisiciones
tipológicas, reflexiones arqueométricas sobre la procedencia y la problemática económica y comercial
que de todo ello se deriva, desde el Egeo a Lisboa, pasando por Cartago y por la bulliciosa Roma, es lo
que el lector avezado encontrará aquí, con muchas sugerencias, ideas y propuestas a verificar en el futuro,
en un ejemplo magistral de ceramología moderna y conectada con la sociedad objeto de estudio, en este
caso polifacetada: al menos helenística, ibérica, romana y tardopúnica.
En Cádiz y Valencia, a inicios de septiembre de 2024
Darío Bernal-Casasola
Catedrático de Arqueología
Universidad de Cádiz
Albert Ribera i Lacomba
Investigador adscrito
Institut Català d’Arqueologia Clàssica
VIII
[page-n-10]
Agradecimientos
El primer lugar, mi reconocimiento y gratitud es para Darío Bernal Casasola y Albert Ribera i Lacomba
quienes definitivamente me animaron a escribir este trabajo, me dirigieron y depositaron su confianza
en mí para llevarlo a cabo.
En segundo lugar, quisiera reconocer y agradecer a todos aquellos profesores que terminaron siendo
no sólo colegas, también amigos, toda la motivación y enseñanzas que me han aportado durante tantos
años y sin las que jamás me hubiera atrevido a platear una investigación como esta: José Pérez Ballerster,
Carmen Aranegui, Pere Pau Ripollés, José Luis Jiménez, Consuelo Mata, Carlos Gómez, Ferrán Arasa,
Joan Berrnabeu, Emili Aura, Valentín Villaverde, Ernestina Badal, Elena Grau, Teresa Orozco, Milagros
Gil Mascarell, Jose Luis Peña y Vicenç Rosselló.
En tercer lugar, a todos los que me han enseñado a llevar una intervención arqueológica y a desarrollarme en lo profesional: Vicent Escrivá, Miquel Rosselló, Matías Calvo, Carmen Marín, Rosa Albiach,
Asunción Fernández, Ignacio Pascual, Paloma Chiner, Fanette Laubenheimer y, muy especialmente, a
Juan Pinedo, Daniel Alonso, Inma Arellano.
En cuarto lugar, a quienes, de alguna manera desde que empecé, hace ya 30 años, ayudaron a desarrollar mi actividad profesional e investigadora: Paloma Cabrera, Mari Ángeles Pérez Bonet, Carmen
Berrocal, Bernat Martí y Helena Bonet.
También, a quienes me dieron buenos consejos que siempre, desde entonces, he tenido presente:
Manuel Martín Bueno, Xavier Prieto y Xavier Aquilué.
Al Ayuntamiento de Valencia por permitirme el acceso a los materiales y, principalmente, al cuerpo
técnico del SIAM: Vicent Lerma i Alegría, paciente con mis peticiones y siempre dispuesto a proporcionar nuevos datos e ideas; a Pepa Pascual por su amabilidad y trato, a Merce sin cuyo conocimiento de
los archivos del SIAM hubiera resultado imposible acceder a buena parte de la información que hemos
utilizado y ¡cómo no! al grupo de restauradoras, sin cuyas risas y charlas hubieran sido aburridamente
insoportables las horas de laboratorio, especialmente a Raquel Santamaría.
A los que han colaborado en resolver muchas de las dudas que se me fueron planteando a medida que
desarrollaba el trabajo: Esperanza Huguet, Enrique García, Antonio Sáez, Horacio González.
Mi agradecimiento y reconocimiento al Museu de Prehistòria y al equipo de edición del S.I.P., especialmente
a Jaime Vives-Ferrándiz, por el exhaustivo trabajo llevado a cabo y por sus siempre acertadas sugerencias.
A Charo Cebrián, Nacho Hortelano, Manuel Gozalbes y Pablo García Borja.
IX
[page-n-11]
[page-n-12]
Índice
PRÓLOGO
AGRADECIMIENTOS
VII
IX
1. INTRODUCCIÓN
1
2. EL MARCO GEOGRÁFICO Y CONTEXTO HISTÓRICO PREVIO
A LA FUNDACIÓN DE VALENTIA
3
2.1. Delimitación del área de estudio
3
2.2. Los ríos y la Albufera
3
2.3. La línea de costa y los puertos antiguos
6
2.4. Calzadas y caminos
8
2.5. Entidades “urbanas” preexistentes y Valentia
8
2.6. Conclusiones
3. CONTEXTUALIZACIÓN DE LAS ÁNFORAS ESTUDIADAS
3.1. Las fases republicanas de la ciudad de Valentia
4. EVOLUCIÓN Y ESTADO DE LA CUESTIÓN SOBRE LOS ESTUDIOS DE ÁNFORAS
10
11
11
17
4.1. Aspectos generales
17
4.2. Las ánforas del mundo ibérico
20
4.3. Las ánforas egeas
22
4.4. Las ánforas de tradición púnica
25
4.5. Las ánforas itálicas
27
4.6. Las ánforas ovoides sudhispánicas
34
4.7. Otras ánforas de los siglos II-I a.C.
36
4.8. Los contenidos de las ánforas
36
4.9. Tendencias actuales en los estudios de las ánforas
38
5. RECOPILACIÓN DE DATOS Y METODOLOGÍA DE ESTUDIO
41
5.1. Procedencia de los materiales arqueológicos
41
5.2. La recopilación de datos
41
XI
[page-n-13]
5.3. Metodología de estudio
44
5.4. Las excavaciones con niveles republicanos
46
5.5. Lenguaje tipológico utilizado
46
6. ANÁLISIS DE LOS MATERIALES
6.1. L’Almoina
47
6.2. Les Corts Valencianes
85
6.3. Calle l’Herba
102
6.4. Calle Roque Chabás
110
6.5. Calle Sabaters-Cisneros
127
6.6. Ánforas de otras intervenciones arqueológicas
145
7. EVALUACIÓN DE LOS DATOS Y DISCUSIÓN
149
7.1. El conjunto de los fragmentos no diagnosticables. Aspectos generales
149
7.2. El conjunto de los elementos diagnosticables. Aspectos generales
152
7.3. El conjunto de los materiales
155
7.4. Análisis del NMI estimado
156
7.5. Las ánforas de la Valentia romana republicana en sus contextos cronológicos
164
8. CONCLUSIONES
181
ANEXO I. EPIGRAFÍA DE LAS ÁNFORAS ROMANAS REPUBLICANAS DE VALENTIA
189
AI.1. Corpus de los sellos en latín
190
AI.2. Corpus de los sellos en griego
192
AI.3. Corpus de los tituli picti
193
AI.4. Corpus de las marcas y grafitos
194
ANEXO II. CORPUS DE LAS PASTAS DE LAS ÁNFORAS REPUBLICANAS DE VALENTIA
195
AII.1. Estudio macroscópico
195
AII.2. Caracterización macroscópica de las diferentes pastas cerámicas
196
BIBLIOGRAFÍA
XII
47
237
[page-n-14]
1
Introducción
La Valentia de la cual trata este volumen se fundó ex novo en la
Hispania Citerior, en el 138 a.C., probablemente como una colonia latina (Pena Gimeno 1988; 2002; Ribera i Lacomba 1998;
2006; 2008; 2014a, 61 y 2017a, 46). Los guerreros pelignos de
la Italia central debieron jugar un papel significativo en la fundación (Ribera i Lacomba 2021). Con ella se introdujo un nuevo
elemento urbano eminentemente romano en el territorio de los
edetanos, una de las tribus ibéricas que poblaban la península
ibérica cuando se desencadenó la segunda Guerra Púnica. Esta
nueva ciudad se concibe como un centro romano de control organizativo, cívico y militar de la región. Por tanto, su creación
obedece a un motivo estratégico militar. Desde un principio se
la dotó de todas las instituciones civiles, políticas y económicas
necesarias para el funcionamiento de una ciudad romana que
principalmente estaba poblada por gentes venidas de Italia. El
nombre escogido para la nueva ciudad (Valentia) no ofrece lugar
a dudas sobre su origen latino. Sin embargo, después de 63 años
fue arrasada por Pompeyo Magno durante el transcurso de las
Guerras Sertorianas y no volvería a florecer al menos hasta bien
avanzada la época Augustea. Así pues, hablaremos de una urbs
nacida de Roma, creada por y para la República romana en su
expansionismo hacia el Imperio (fig. 1.1).
Trataremos un aspecto muy particular de la ciudad: las ánforas. A través de su análisis abordaremos los intercambios y las
relaciones comerciales que tuvieron lugar durante el primer siglo
y medio su existencia. Por tanto, la cronología que abarca el
marco de estudio se encuadra entre el 138 a.C. y los años del
principado de Augusto, aunque estos últimos se han considerado superficialmente, sólo con el fin de atisbar los cambios que
pudieran apreciarse en los flujos de ánforas en la ciudad entre el
período romano republicano, objeto esencial de la investigación,
y el sistema socio-político que llegaría tras la República.
Con un hilo conductor deductivo, de lo general a lo particular, el trabajo se divide en tres grandes apartados y dos anexos.
Una primera parte está enfocada a la contextualización geográfica e histórica de los momentos previos a la fundación de la
ciudad. Es decir, a los antecedentes, las necesidades y las condiciones que, en buena medida, determinaron su creación. Para
ello no solamente hemos recurrido a las evidencias arqueológicas y a los estudios paleogeográficos más recientes, también a
las fuentes clásicas que, de alguna manera, nos remiten a episodios históricos y descripciones paisajísticas de aquel período
relacionadas con el objeto de nuestra investigación. Asimismo,
planteamos los problemas arqueológicos que surgen al iniciar
cualquier investigación sobre Valencia y cuáles son las fases en
que hemos dividido el período que estudiamos y por qué.
A través de un repaso y puesta al día del estado de la cuestión
sobre los tipos que hemos encontrado representados en la Valentia
romana republicana, la segunda parte está dedicada a la historia
económica, con las ánforas como eje narrativo. En ella abordamos
desde los aspectos más generales de estos contenedores hasta las
tendencias actuales en su investigación.
El tercero de los apartados se inicia con una introducción a la
metodología de estudio empleada y se analizan las ánforas procedentes de las excavaciones de la ciudad de Valencia en donde los
niveles romanos republicanos han sido mejor y más ampliamente
documentados. Desde los aspectos más generales proporcionados por los 29.898 elementos recopilados, hemos desgranado por
fases el conjunto de los materiales hasta concretarlo en las 1.322
piezas que representan el Número Mínimo de Individuos (NMI)
y suponen el nódulo empírico de análisis del estudio.
Por otro lado, con este trabajo, por primera vez se ha realizado un corpus que reunía toda la epigrafía y grafitos sobre las
ánforas de este período recuperadas en la ciudad de Valentia
(Pascual Berlanga 2023; Anexo I). En total se recopilaron 22
sellos con epigrafía latina (LS-0 a LS-21), siete con epigrafía
griega (GS-0 a GS-6), ocho tituli picti (T-0 a T-7) y 11 marcas
y grafitos (MG-0 a MG-10).
1
[page-n-15]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 1.1. Localización de la ciudad de Valencia.
Asimismo, la inexistencia de una base de datos sobre las
distintas pastas de las ánforas presentes en la Valentia romana
republicana que nos sirviera de referencia condicionó el que una
de nuestras prioridades fuera precisamente confeccionarla. De
este modo, se tomaron muestras de las pastas de las ánforas en
2
todos los conjuntos estratigráficos analizados para, a posteriori,
ordenarlas de manera que permitieran llegar a conclusiones
sobre su origen. Así pues, también nos ha sido posible elaborar un primer corpus general sobre el que posteriormente
sea posible desarrollar estudios y análisis arqueométricos más
específicos (Anexo II).
Finalmente, hay que señalar que antes de este trabajo no se
había realizado ninguno que englobara particularmente el conjunto de las ánforas del período romano republicano de ninguna
ciudad de Hispania. En este sentido, nuestra investigación resulta
novedosa y muy específica. Dos hitos históricos excelentemente
representados en la secuencia arqueológica: la fundación de la
ciudad en el 138 a.C. y su destrucción en el 75 a.C.; así como una
buena metodología empleada en las excavaciones que estudiamos
a lo largo del trabajo, sirven para ubicar en contextos cronológicos
muy bien acotados la mayor parte del material que presentamos,
lo cual también ha contribuido a definir mejor la incidencia de
determinadas producciones en la dinámica comercial.
Con todo ello, creemos haber cumplido con nuestro principal objetivo, el cual no ha sido otro que estudiar el conjunto de
las ánforas descubiertas en las intervenciones arqueológicas más
significativas con niveles romanos republicanos de la ciudad
de Valencia para ofrecer una visión más completa y renovada,
desde el punto de vista arqueológico y socioeconómico, que
pueda servir como paradigma a otras ciudades romanas occidentales de la época.
[page-n-16]
2
El marco geográfico y contexto histórico
previo a la fundación de Valentia
2.1. DELIMITACIÓN DEL ÁREA DE ESTUDIO
El área geográfica que analizamos se encuentra delimitada al
norte por el río Palancia y la ciudad de Sagunto ubicada en su
tramo final en las estribaciones más orientales de la sierra Calderona. Al suroeste por el yacimiento ibero-romano de La Carència,
localizado sobre la muntanya del Portell que constituye una de
las últimas derivaciones del sistema Ibérico más próximas a la
costa. Al sur por el río Júcar y la ciudad de Cullera, asentada a los
pies de la serra de les Raboses, la cual es el último monte de ese
sistema antes de llegar al mar. Al este queda limitada por la mar.
Toda esta zona comprende un amplio territorio que se conoce
como l’Horta de València. Por tanto, comprende el área costera
central del golfo de Valencia que supone una gran planicie o
llanura litoral entre el mar Mediterráneo al este y las primeras
estribaciones, de escasa altitud, del sistema Ibérico al noroeste,
oeste y sudoeste. El río Turia lo atraviesa dividiéndolo en dos
zonas: una al sur y otra al norte que establecen un primer factor
para individualizar el territorio que estudiamos (fig. 2.1).
Partiendo de la base de que la elección del lugar para el
asentamiento de la ciudad no fue aleatoria, sino que obedeció a
factores que atendían a las posibilidades ofrecidas por el medio
para cubrir una necesidad concreta de carácter social y estratégico
de Roma en la península ibérica, la descripción de las características físicas podrá ayudarnos a comprender el porqué del enclave
escogido para su fundación.
2.2. LOS RÍOS Y LA ALBUFERA
De norte a sur, los tres ríos que marcan la red fluvial principal en
el área de estudio son: el Palancia, el Turia y el Júcar. Todos ellos
tienen un régimen mediterráneo de aportaciones, con períodos
secos en verano y crecimiento de sus caudales en otoño. Asimismo, existe una serie de barrancos y afluentes que, desde el
punto de vista histórico, tienen relevancia puesto que sus valles
supusieron vías de comunicación entre la costa y las zonas de
interior. De norte a sur, los más significativos son: el barranc del
Carraixet, el barranc del Poyo o de Torrent y el río Magro, que es
un afluente del Júcar. El otro elemento hidrográfico fundamental
del territorio es la Albufera (fig. 2.2).
2.2.1 el palancia
Es un río de corto recorrido (85 km). Nace en la sierra del Toro,
en Castellón, y desemboca entre los términos municipales de
Sagunto y Canet. Actualmente, debido al uso de sus aguas para
regadío, el cauce llega seco a su tramo final. Entre las desembocaduras de los ríos Ebro y Júcar, el Palancia constituye la mejor
vía natural de penetración hacia el interior y llegó a conectar con
el valle medio del Ebro (Járrega 1996, 21; Arasa 1996: 37-54).
2.2.2. el barranc del carraixet
Nace en Gátova y su desembocadura se ha puesto en relación
con el fondeadero del Cabañal-Malvarrosa. Se ha planteado que
sirviera de vía de comunicación natural entre la costa y las tierras
del interior y como lugar de entrada de productos importados al
menos desde la segunda mitad del siglo VI a.C. (Pérez Ballester
2015: 33). Su cauce es amplio y generalmente está seco. En su
tramo final existen varios ullals o manantiales que permiten una
presencia constante de agua dulce y también lo pudieron convertir
en un buen punto de aguada.
2.2.3. el río turia
Tiene una longitud de 280 km. Su régimen natural presenta
aguas altas de enero a junio, mientras que de julio a diciembre
se produce su menor caudal y su cuenca baja se puede llegar a
3
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las ánforas de valentia romana republicana
Figura 2.2. Red fluvial del área de estudio.
Figura 2.1. Área geográfica de estudio.
secar en períodos de fuertes sequías (Carmona y Grau 2009).
Los distintos barrancos que desembocan en él no contribuyen a
la escorrentía media. Sin embargo, sus aportaciones suelen ser
causantes de las crecidas capaces de originar devastadores desbordamientos recogidos por las fuentes desde, al menos, el año
1321 (Almela y Vives 1957; Teixidor 1895) y que también han
sido bien documentados desde época fundacional hasta la actualidad en las excavaciones arqueológicas de la ciudad (Carmona
González 1991a; 1990a).
Por otra parte, el río fue navegable en su tramo bajo hasta la
Edad Media. En el siglo XII, el geógrafo al-Idrisi nos habla de
la reducida navegabilidad de los ríos valencianos, así como de
su uso para bajar maderas desde las montañas (Arcinega 2011:
101). En el siglo XIV Eiximenis todavía describió al Turia como
un río naval. Así pues, al menos desde época islámica, una de
las actividades económicas para las que el río era empleado fue
bajar maderas desde Santa Cruz de Moya (Cuenca) y la Serranía
valenciana hasta la ciudad (Arcinega 2011); una actividad que
quizás también pudieron desarrollar los romanos.
A partir de las actuaciones arqueológicas en la ciudad se
podría interpretar que desde el siglo X-XI comenzó a producirse
un progresivo proceso de arramblamiento (Carmona 1991b).
Durante el transcurso de la Baja Edad Media la pérdida de caudales por el regadío y la sobrecarga sedimentaria cambiaron su
morfología e impidieron definitivamente su navegabilidad. Desde
un punto de vista estrictamente arqueológico, los procesos de
colmatación del cauce del río en el entorno más inmediato a la
ciudad se iniciaron a partir del siglo XV con la reconstrucción
del puente de la Trinidad en 1401 y, posteriormente, con la del de
4
Serranos en 1518. Las excavaciones llevadas a cabo en este tramo
del río muestran un cauce sin cerámicas anteriores al siglo XV, lo
cual parece indicar que hasta aquel momento hubo continuidad
en un flujo lo suficientemente fuerte como para arrastrar consigo
los desperdicios urbanos que pudieran ir a parar al río (Serrano,
López, Rubio y Pascual 2012; Pascual Berlanga y Máñez 2005).
Debido a los procesos sedimentarios y a la fuerte urbanización, es imposible distinguir en el paisaje actual las trazas de lo
que debió ser la morfología de esta terraza ni marcar el recorrido
del río en la Antigüedad. Desde principios del siglo XX (Rodrigo
Pertegás 1922; Nebot 1902) se ha hablado de que había una
difluencia de su cauce situada al sur de la ciudad antigua que se
mantuvo, directa o indirectamente, presente en la bibliografía
(Carmona 1990b; Rosselló 1980; Tarradell 1962; Almela y Vives
1957). Un levantamiento fotogramétrico realizado en la década
de los 80, junto a los trabajos arqueológicos y geoarqueológicos
realizados en la ciudad, han puesto nítidamente de manifiesto
el trazado de una vaguada (fig. 2.3) que, por la zona del actual
mercat Central, discurría hacia la plaça de l’Ajuntament y, aguas
abajo, confluía con el Turia (Carmona 2009). Esa vaguada ha sido
interpretada como un cauce funcional del río (durante las avenidas) que estuvo activo en época romana e islámica (Carmona
2002). Por entonces y hasta la segunda mitad del siglo XIV, la
desembocadura se encontraba situada algo más al sur que en la
actualidad, a la altura de Pinedo (Ruiz y Carmona 2005)
El Turia supone una ruta natural de acceso desde la Meseta
hacia las costas del levante peninsular y viceversa que ha
sido bien atestiguada en época tardoantigua (Vallejo 1993;
Olmo 1991).
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el marco geográfico y contexto histórico previo a la fundación de valentia
Ripollés 1982: 412). El valle del río Magro no solamente se considera la ruta principal de comunicación entre los asentamientos
de La Carència (Kili) y Kelin, sino también una zona de transición y frontera entre los territorios de ambos (Quixal 2012) y,
por tanto, también una de las primordiales vías de comunicación
entre el golfo de Valencia y el interior.
2.2.6. el río júcar
Desde el punto de vista físico es el más importante de cuantos
nos atañen. Su margen izquierda marca el límite sur del territorio que nos ocupa y también de lo que entendemos por Edetania
(Plinio NH., III, 20). Posteriormente, se fijó como la divisoria de
los conventos jurídicos Tarraconense y Cartaginense (Plinio NH.,
III 24-25). Tiene una longitud de 498 km desde su nacimiento
en los Montes Universales hasta la desembocadura en Cullera.
Al igual que el resto de los cursos fluviales comentados, está
sometido a fuertes períodos de sequía y desbordamientos que
son especialmente perniciosos con los temporales de lluvia (Peris
Albentosa 2005). Sin embargo, la desembocadura del Júcar y su
entorno costero fue un lugar clave de comunicación y comercio
al menos desde el Bronce Final (Pérez Ballester 2013) hasta la
refundación de Valentia a partir de época augustea, cuando el
centro de poder socioeconómico se desplazó hacia esta nueva
ciudad (Ribera i Lacomba 2008).
2.2.7. otros aspectos de la red fluvial
Figura 2.3. Restitución hipotética del entorno fluvial de la
Valentia republicana a partir de Ribera i Lacomba, Grau y Marín
(2002, 35).
2.2.4. el barranc del poyo o de torrent
Es el resultado de la confluencia de varias ramblas. Nace en
la sierra de Buñol y desemboca en la Albufera, a la altura del
actual puerto lagunar de Catarroja. Su cuenca endorreica se
encuentra entre la de los ríos Turia y Júcar. Supone una vía de
comunicación natural desde la Albufera hacia las tierras del
interior cuyo uso podríamos remontar hasta el siglo VI a.C.
(Pérez Ballester 2015: 35).
2.2.5. el río magro
En realidad, es un afluente del Júcar. Nace en la sierra de Mira,
presenta una longitud de 130 km y tiene un escaso e irregular
caudal de carácter torrencial. Aunque las características de la geografía que atraviesa lo invalidan como una vía natural de comunicación homogénea, se ha puesto de manifiesto que el Magro
fue una de las entradas naturales óptimas en época ibérica desde
el litoral hacia el interior (Albiach 2013; Albiach, Ledo, Mata y
Requena 2007; Medard 1998), en cuya cabecera se encontraba
la ciudad ibérica de Kelin, donde ha quedado constatada una
importante actividad comercial desde el siglo VI a.C. hasta su
decadencia a partir de las Guerras Sertorianas (Mata 1991: 195;
Además, y no menos importante desde el punto de vista paisajístico y medioambiental, toda la llanura central del golfo de
Valencia está surcada por una red de paleocanales que hoy solamente son apreciables por la alineación que adoptan las parcelas
de cultivo y por pequeños barrancos o barranquets los cuales,
desde las lomas calcáreas que la bordean por el oeste, desembocan en ella. La funcionalidad natural de estos barranquets y
sus consecuencias en el paisaje se constata en las crónicas de la
ciudad y en las descripciones geográficas del entorno realizadas
por eruditos valencianos de principios del siglo XX. A modo de
ejemplo ilustrativo, Gómez Serrano describe la red de drenaje
del marjal situado al sur de Moncada:
En torno a la hoya que se forma entre la loma donde está
asentado Rocafort y las lomas de Campolivar y la Ermita
Nova (en la parte alta de los términos de Godella, Rocafort y
Massarojos) nacen algunos barranquitos: l’Horteta, el Vell o
de la Covatella, el Nou y el dels Gentils o dels Frares. Todos
ellos vienen a desembocar, en las fuertes barrancadas, entre
Rocafort y Godella, formando con el Palmar de Massarojos
una gran laguna (de la que todavía queda el recuerdo histórico y el nombre de Marjales) y, desbordando por el sur de
Borbotó y del Alter, se dirigen por la Alquería Honda y el
llano de Sant Bernat al Rahal para salir al río.
(Gómez Serrano 1932: 10-11.
Traducción propia del valenciano)
Este tipo de marjales o lagunas más o menos estacionales,
debió ser una constante en el paisaje hidrográfico del entorno de
la primera ciudad.
5
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las ánforas de valentia romana republicana
Finalmente, cabe señalar que asociado a cada una de las
redes fluviales del territorio que estudiamos hay conectado uno
o más enclaves que tuvieron trascendencia histórica en la época
de la fundación de la ciudad. Sagunto en el Palancia, Llíria en
el Carraixet (aunque en absoluta decadencia), la propia Valentia
en el Turia, La Carència y Kelin en el Magro y Sucro en el Júcar.
2.2.8. la albufera
La Albufera de Valencia comenzó a formarse entre el 5500 y
el 4800 a.C. durante el máximo de transgresión holocena (De
Santiesteban, Marco-Barra y Miracle 2009). La superficie que
originalmente ocupaba aquella paleolaguna inicial era de unos
60 km de longitud, desde Sagunto hasta Gandía, y de 10 km
de ancho (Pérez Ballester 2015: 27; Carmona y Pérez Ballester
2011: fig. 1). Entre los siglos VII y V a.C., los aportes de los ríos
y barrancos que hemos visto contribuyeron a fragmentarla de
manera rotunda.
Evocaciones elegíacas de poetas y descripciones o referencias
de cronistas sobre la Albufera, hay desde época medieval (Alba
y Vasileva 2017: 226). A partir de la conquista de Jaime I hasta
el siglo XIX siempre, o casi siempre, la Albufera formó parte del
patrimonio real, y la archivística sobre la legislación y regulación
de sus actividades es muy abundante (Rosselló 1995: 102-107;
Momblanch 1960). En general, desde el punto de vista que nos
interesa, se hace referencia la extraordinaria diversidad de recursos
piscícolas, cinegéticos y botánicos que albergaba (fig. 2.4). La sal
también pudo ser uno de los recursos explotados por los romanos.
La primera referencia a las salinas que hubo en de la Dehesa del
Saler se remontan al año 1250 (Rosselló 1987).
Los aterramientos, las transformaciones agrarias, especialmente a partir del siglo XVIII, y urbanas e industriales desde el
XIX, han sido uno de los principales agentes que han contribuido
a reducir la extensión del lago hasta los 24 km2 que hoy conocemos como la Albufera de Valencia, cuya profundidad media
actual es de 1 m. Probablemente, estas circunstancias también
hayan contribuido a ocultar buena parte de la riqueza arqueológica del lago y su entorno. La antigua gola natural del lago se
ubicaba cerca del Mareny de Barraquetes (Sanchís Ibor 2010).
Desde el punto de vista de la navegación y del comercio, esta
gran ensenada abierta al mar, protegida de los temporales por las
barreras litorales en proceso de formación y con amplios valles que
permitían el contacto con las zonas del interior, tuvo que significar
un hito importante para los comerciantes que navegaban las costas
orientales de la península ibérica durante aquel período y también,
junto a los posibles fondeaderos identificados frente al barranc del
Carraixet y la playa de la Malvarrosa (Pérez Ballester 2015; Pérez
Ballester, Carmona, Ribera y Pascual 2010), pude explicar la presencia de cerámicas griegas y etruscas en los yacimientos ibéricos
de la parte central del golfo de Valencia y los ubicados en los cursos
altos de sus ríos.
Los estudios geomorfológicos demuestran que el sistema
actual de restinga es posterior al 6600 BP y que éste se desarrolló de norte a sur a partir de la desembocadura del río Turia. El
período transcurrido entre el 2500 a.C. y el 1200 d.C. corresponde
a la tercera fase de formación de la restinga que actualmente
separa la Albufera del mar. El proceso más reciente, el que la
individualizó y aisló definitivamente, no se inició hasta época
histórica a partir del año 1200 d.C. y la formación de esta unidad de playa tuvo un rápido crecimiento desde entonces (De
Santiesteban, Marco-Barba y Miracle 2009) que ahora parece
verse mermado debido a las instalaciones portuarias de Valencia.
2.3. LA LÍNEA DE COSTA Y LOS PUERTOS ANTIGUOS
Valencia se localiza en el extremo occidental del Mediterráneo
por lo que la mar como vía de comunicación y transporte fue un
factor determinante a la hora de crear la ciudad. En el momento
de la fundación, la línea de costa se encontraba a 3000 pasos
(Plinio, NH., III, 20) al este de la ubicación escogida para ello;
muy próxima a la mar (4,5 km) y conectada a ella a través del
propio cauce del río que por entonces todavía era navegable y
probablemente también a través de la Albufera.
La constante circulación de mercancías por el gofo de Valencia desde tiempos protohistóricos es un hecho confirmado por los
hallazgos subacuáticos (Fernández Izquierdo, Gómez y Ribera 1988;
Ribera i Lacomba y Fernández 1985; Fernández Izquierdo 1984).
Varias zonas submarinas de concentración de materiales se han interpretado como los fondeaderos que ya hemos mencionado. El área de
la Malvarrosa está a unas dos millas de la playa a una profundidad de
35-40 m. La de El Saler, localizado frente a la Albufera, solamente
presenta materiales a partir de época romana republicana coincidiendo con el momento fundacional de la ciudad (Ribera i Lacomba
1993: 268; Ribera i Lacomba y Fernández 1985).
Figura 2.4. Dibujo de A. van de Wyngaerde (1563) de la Albufera de Valencia desde un punto de vista elevado e imaginario, https://incubator.
wikimedia.org/wiki/Wp/na/Anton_van_den_Wyngaerde#/media/File:L’Albufera_de_Val%C3%A8ncia,_1563,_Anton_van_den_Wyngaerde.jpg.
6
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el marco geográfico y contexto histórico previo a la fundación de valentia
Se ha propuesto que en esos fondeaderos las mercancías
pudieran trasvasarse a naves más pequeñas que las llevarían
a tierra firme o que remontarían el río hasta la nueva colonia
(Fernández Izquierdo 1984), aunque no se tiene constancia
fehaciente de cómo y dónde se intercambiaban los productos
que llegaban por vía marítima a Valentia en época republicana. Sabemos que la ciudad imperial tuvo un puerto fluvial
(Burriel, Ribera y Serrano 2004: 134) que pudo haber sido
reformado en época antonina (Ribera i Lacomba 2007: 36),
pero no conocemos nada concreto del que pudo albergar la
ciudad republicana, la cual sí dispuso, desde el principio, de
un amplio horreum bien documentado (Ribera i Lacomba
2011; 2002).
El tramo de costa que nos ocupa en este estudio (Sagunto-Cullera) es abierta, baja y arenosa, sin más puerto natural que la
propia Albufera ni más acantilados, de escasa envergadura, que
los del cabo de Cullera. Los materiales que constituyen sus playas
son cuaternarios, normalmente holocenos, y forman restingas que
cierran albuferas o marjales (Pardo Pascual y Rosselló 1991: 15).
Inmediatamente al sur del del río Palancia encontramos
marjales que se extendían hasta la misma Valencia. Desde la
desembocadura del Turia hasta el cabo de Cullera, la costa está
modelada por el oleaje, el viento y el transporte longitudinal
de sedimentos (Pardo Pascual y Rosselló 1991) y la línea costera es una restinga formada exclusivamente por aportes del río
Turia (Sanjaume Saumell 1985) la cual, en época romana republicana, todavía estaba inmersa en el proceso de cerramiento
que no culminaría hasta después de 1200 d.C. (De Santiesteban,
Marco-Barba y Miracle 2009).
Estrabón ya nos advierte de que esta costa era “pobre en
puertos” (III, 4, 8). En el tramo que nos ocupa, la información
a este respecto es reducida y sólo conocemos parcialmente las
antiguas instalaciones portuarias de Arse-Saguntum. Sin embargo,
no cabe duda de que en el período que analizamos al menos hubo
dos más. Una en Valentia, puesto que no se entiende una ciudad
costera de la Antigüedad sin un puerto al que pudieran arribar las
embarcaciones, y probablemente otra en Cullera que las fuentes
tardías nos han transmitido como el portus Sucrone (Ravennate
V3, 342, 15; Ravennate 304, 7), aunque poco se sabe y tampoco
se tienen datos objetivos que lo demuestren.
En el Grau Vell y el Alter del Colomer, los trabajos subacuáticos han puesto de manifiesto un espigón-embarcadero al sur
de la desembocadura del Palancia (De Juan 2003; 2002; Giner
2002). Allí se han constatado las estructuras portuarias de la antigua Arse-Saguntum fechadas en entre el 300 y el 225 a.C. Entre
los materiales asociados a esta cronología, las importaciones de
Ibiza y del norte de África son singularmente significativas junto
a otras magno-griegas o sicilianas entre un predominio de lo ibérico, donde los kalathoi y colmenas aparecen por primera vez
en las dependencias de almacenaje (Aranegui 2004: 80). Estas
estructuras corresponden al primer muelle en piedra, de unos 35
m de longitud (Aranegui, De Juan y Fernández 2004: 80), que
pudo ampliar el acceso a un fondeadero interior ubicado en el
marjal y al cual se podría acceder a través de una comunicación
natural entre la laguna y la mar (De Juan 2002: fig. 5), aunque
posteriores investigaciones geomorfológicas parecen desmentir
esta posibilidad (Aranegui, Ruiz y Carmona 2005: 162).
Para el conjunto de Trencatimons, localizado algo más al
norte, se ha propuesto que su construcción se llevó a término entre
los siglos III-II a.C. coincidiendo con la urbanización oriental de
la cima del Castillo de Sagunto (Aranegui, De Juan y Fernández
2004: 81) y en relación con la incorporación de la ciudad a los
circuitos comerciales itálicos, con el proceso de conquista romana
de la península ibérica y el consecuente aumento de la arribada
de naves comerciales de mayor tonelaje y calado del que podían
soportar las infraestructuras portuarias más antiguas ubicadas
en el Colomer (De Juan 2002: 124-125). De confirmar esta cronología, El Grau Vell constituiría un testimonio excepcional de
uno de los primeros portus, junto al de Tarraco, eminentemente
romanos para el suministro de los ejércitos en los sentidos náutico (Servio, ad Aeneid. II, 23) y económico (Rougé 1978: 70-71;
Rougé 1966: 117-119) latinos del término. Es un muelle de unos
130 m de longitud por 10 de ancho capaz de albergar hasta cuatro
naves onerarias que además está vinculado a una torre (Aranegui
2004: 81). Las importaciones asociadas son ahora mayoritariamente itálicas, aunque las de tradición púnica (de Túnez, Cádiz
e Ibiza) siguen estando presentes. Estos conjuntos de materiales,
junto a los documentados en el Castillo de Sagunto, indicarían
una mayor relación de la ciudad con el tráfico marítimo.
En estos trabajos también se puso de manifiesto que en este
tramo la línea de costa ha sufrido un retroceso de unos 20 m (De
Juan 2002: fig. 2).
Sobre el puerto que pudiera tener Valentia en época republicana conocemos bien poco. Un vertedero de la época de la
fundación descubierto en las excavaciones de la calle Barón de
Petrés con 50 ánforas itálicas y 25 púnicas, que no incluimos en
este trabajo por encontrarse fuera del antiguo núcleo republicano,
se ha relacionado, por su proximidad al río, con los deshechos
de las descargas de mercancías que debieron llegar a la ciudad
por vía fluvial (Marín y Ribera 2002: 296). En este sentido, cabe
suponer que algún tipo de instalaciones fluviales-portuarias podría
encontrarse en sus inmediaciones.
En el cauce del Turia, también se revelaron algunos hallazgos
de época romana republicana, aunque descontextualizados. En
1934 y 1935, al noroeste de la ciudad romana, se encontraron varias
monedas de cronología republicana y un cuello de ánfora Dressel 1 asociados a unos muros de piedra cubiertos por un potente
nivel de arenas (Sentandreu 1966: 178, 182). Sin embargo, la más
antigua evidencia significativa de las actuaciones humanas sobre
el cauce del río se constató en las excavaciones de la Calle Conde
Trenor 13-14, donde se descubrieron restos de estructuras claramente identificadas como una pequeña instalación portuaria/fluvial
del siglo II d.C. (Burriel, Ribera y Serrano 2004).
Por otra parte, las características de las playas frente a la ciudad de Valencia no son precisamente idóneas para albergar un
puerto ya que presentan una costa abierta, baja, sedimentaria y
arenosa que requiere de una potente infraestructura para acondicionar un buen lugar de atraque. Sabemos que en época romana
hubo una pequeña ensenada ubicada en la margen norte de la
desembocadura del río que quizás, como ocurriría desde época
medieval en adelante, pudo albergar en sus alrededores algún tipo
de estructura portuaria (un muelle o embarcadero). En 1283 un
privilegio de Pedro III de Aragón menciona al puerto del Grao de
Valencia (González Antón 1975: 140, 38). El geógrafo y marino
otomano Pîri Reis (1465-1553) haría hincapié en la presencia de
arenales y nos indica que los barcos anclaban a dos millas de la
7
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las ánforas de valentia romana republicana
costa. Hasta el siglo XVIII siempre hubo intentos por acondicionar una zona portuaria mediante la construcción de embarcaderos
y muelles que, sin embargo, nunca terminaron de consolidarse
(Del Moral 1991; Guiral 1989; Pons, Díaz y Serna 1986; Ferrer
Navarro 1974-77) y no fue hasta 1889 cuando se culminó la construcción definitiva de un verdadero puerto marítimo.
Así pues, tanto las referencias históricas desde época medieval
como los hallazgos arqueológicos apuntan a que tradicionalmente
las naves fondeaban frente a la costa de la ciudad donde siempre, o casi siempre, también hubo un muelle. Al menos hasta
que el río dejó de ser navegable a partir de la Baja Edad Media,
embarcaciones capaces de remontarlo arribarían hasta la misma
ciudad. Probablemente, este sería el mecanismo que la Valentia
republicana utilizó para sus abastecimientos y exportaciones por
vía marítima; con zonas de fondeo en torno a la desembocadura
del río que, por entonces, estaba localizada más al sur y también
conectaba con la Albufera (Ruiz y Carmona 2005).
Portus Sucrone es la acepción tardía que nos ha llegado de
unas instalaciones portuarias ubicadas en Cullera relacionadas
con la ciudad de Sucro, a la que algunos autores han propuesto
localizar en l’Alter de la Vint-i-huitena, en Albalat de la Ribera
(Aranegui 2015a: 21; Pérez Ballester 2015: 39-40; Ribera i
Lacomba 1998). Sucro aparece mencionada en Plinio (NH., III,
20); Estrabón (III, 6); Vasos de Vicarello, Itinerario Antonino
(400, 4); Livio (XXVIII, 2, 5 y Perioca 91); Plutarco (Sert. 19 y
Pomp. 19) y el río Sucro por Sallustio (Epist. Pompei 5); Livio
(XVIII, 24, 5); Floro (II, 10, 7); Silo (III, 372); Estrabón (III,
4, 6) y Ptolomeo (II, 6, 4). Pero, aunque debió haber un puerto
marítimo-fluvial en la zona de la desembocadura del Júcar, no
tenemos ninguna evidencia material al respecto. Tanto la crónica
de Ramón Muntaner como las descripciones de Pîri Reis hablan
del puerto de Cullera ubicado en el interior de la Albufera y coinciden en la dificultad de llegar a él con grandes embarcaciones
debido a la imposibilidad de navegación a través del lago (Martín y Diarte 2014).
2.4. CALZADAS Y CAMINOS
Otro elemento de singular importancia para comprender por qué
se escogió el lugar en que se fundó la ciudad es su localización
en un punto estratégico en la red de comunicaciones terrestres.
En este sentido, todo el golfo de Valencia se encontraba atravesado de norte a sur por la antigua via Heraclea, que fue el
eje vertebrador prerromano de la fachada mediterránea de la
península ibérica (Ribera i Lacomba 2008; Knapp 1986). Poco
sabemos de aquella red de caminos. La investigación se ha
centrado fundamentalmente en el estudio de esta vía durante la
época romana imperial. Es decir, en el trazado de la via Augusta
(Pérez Ballester y Arasa 2010; Arasa 2006; Arasa y Rosselló
1995; Rosselló 1992; Llobregat 1983; Morote 1979, Tarradell
1973). Lo que conocemos es que la ciudad se ubicó en el paso
de un río y que indudablemente debió ejercer un control sobre
el eje viario preexistente.
Las excavaciones realizadas en la calle Ruaya de Valencia,
al norte del cauce del río, han puesto de manifiesto evidencias
de actividades anteriores a la fundación (Albelda Borrás 2015)
que pudieran corresponder a un lugar de cierto carácter sacro del
siglo IV-III a.C. (Albelda Borrás 2019; Ribera i Lacomba 2017a)
cuyos materiales, no obstante, indican que en torno a los inicios
8
del siglo II a.C., quizás en relación con las consecuencias de las
actividades militares durante la II Guerra Púnica en Iberia, dejó
de ser frecuentado. En la calle Sagunto, y fechado a inicios del
siglo II a.C., se descubrió un tramo de esta vía cuya dirección,
más hacia el oeste del lugar donde se ubicaría Valentia, parece
haber sido rectificada tras la fundación para dirigirla hacia ella
(Ribera i Lacomba 2014a). Otros descubrimientos de esta cronología en torno a la calle Sagunto (Ruiz y Salavert 2012; Ripollés
2005b; Pascual Berlanga 1997) se pueden interpretar, bien como
el resultado de su localización junto a la vía y, por tanto, como
la consecuencia de un tránsito desde antiguo, o bien como elementos que apoyen la hipótesis de que si alguna vez existió un
asentamiento de relativa importancia anterior a los romanos en
Valencia o su entorno quizás haya que buscarlo en esa zona del
margen norte del río.
En cualquier caso, la fundación de la ciudad debió suponer el inicio de una reestructuración, no sólo de la antigua vía
sino de toda la red viaria del entorno y de las comunicaciones
con el interior, como parece demostrar el hecho de que en una
ciudad tan alejada de la costa como Kelin haya un gran número
de moneda acuñada en Valentia (Ripollés 1988). Esta reorganización o acondicionamiento se hace además imprescindible si
tenemos en cuenta que durante la segunda mitad del siglo II a.C.
la presencia romana en la península ibérica se fundamenta en la
conquista de nuevos territorios y una de las finalidades principales de las vías en ese contexto no es otra que facilitarla (Coareli
1988; Wiseman 1970).
2.5. ENTIDADES “URBANAS” PREEXISTENTES Y
VALENTIA
Fue precisamente en el territorio que estudiamos donde se originó
el casus belli de la II Guerra Púnica a raíz de la toma de Arse por
los cartagineses. Poco tiempo después del inicio del conflicto, la
ciudad fue reconquistada por Publio Cornelio Escipión y toda el
área pasó a estar sometida al control de los ejércitos romanos. Las
fuentes son exiguas respecto al período post bélico en la región.
En torno al 206 a.C., el territorio que nos ocupa parece estar totalmente pacificado bajo el dominio romano. Únicamente el motín
de los soldados apostados en Sucro, hastiados por la inactividad,
implicó correrías que supusieron la primera de las actuaciones
crueles y reprobables con respecto a los indígenas peninsulares
de las que se tiene constancia por las fuentes (Livio XXVIII,
24); crueldades cuyo cúmulo desembocaría más tarde en el alzamiento de Viriato, la guerra que se desató y, como consecuencia
o vinculada a su desenlace, la fundación de Valentia. Aparte de
la mención de algunas incursiones de celtíberos y lusitanos, no
será precisamente hasta la Guerra Setoriana cuando las fuentes
vuelvan a hablar del área que analizamos.
Desde el punto de vista arqueológico hay yacimientos que
muestran niveles de destrucción fechados en el paso del siglo
III al II a.C. y que sin duda deben estar relacionados, de alguna
manera, con las actividades bélicas de aquellos momentos o los
inmediatamente posteriores: el Puntal dels Llops, la Monravana,
La Seña (Bonet 1995; 1988), el Tossal de Sant Miquel (Bonet
1995; Bonet y Mata 1982) o el Castellet de Bernabé (Guérin
1989) son buena prueba de ello.
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el marco geográfico y contexto histórico previo a la fundación de valentia
Los centros urbanos más significativos durante este período
de los que tenemos constancia arqueológica fueron Arse-Saguntum, el Tossal de Sant Miquel, Kelin, La Carència y, naturalmente,
desde su fundación, también Valentia.
Arse-Saguntum fue la ciudad de más trascendencia histórica y a la que las fuentes hacen mayor referencia. Tal y como
parece desprenderse de la circulación monetaria (Ripollés y Llorens 2002: 323) y de los hallazgos cerámicos del Grau Vell, con
su puerto y localización junto a la via Heraclea, floreció como un
foco articulador del territorio y del comercio con los principales
centros coloniales de Occidente. Hasta la guerra contra Cartago
mantuvo una estrecha relación comercial no sólo con los griegos
de occidente sino también con las colonias púnicas occidentales.
Después de la contienda se impusieron definitivamente los productos itálicos entre sus importaciones (Aranegui 2015b: 94).
Tras expulsar a los cartagineses de la ciudad, en torno al 212 a.C.,
ésta se reorganizó (Jacob 1989) y, al parecer, tal y como sugieren
algunas inscripciones de época augustea, (Beltrán Llorís 1980: n.
36-37) en ello tuvo mucho que ver el propio P. Cornelio Escipión.
Debido a sus condiciones de fortificación, ubicación estratégica
y conexión marina, fue el centro organizativo de control y de
operaciones militares en esta zona de la costa levantina durante
la II Guerra Púnica y hasta la fundación de Valentia.
Durante todo el período romano republicano Sagunto fue
una civitas foederata que no se convertiría en municipio hasta
el principado de Augusto (Pena Gimeno 1984). Las murallas
del siglo IV a.C. encerraban una superficie de unas 8 o 10 ha
(Aranegui 2015b: 95; Martí Bonafé 1998: 116 y 122) y durante
el período ibérico, como ciudad poderosa e independiente, debió
desempeñar el papel de emporio comercial de los edetanos en
el sentido geográfico del término. Fue la primera ciudad ibérica
en acuñar moneda (Ripollés y Llorens 2002). Tras la II Guerra
Púnica se inició un proceso de monumentalización del Castell
y de revitalización de su puerto (Aranegui 1995) que ponen de
manifiesto la importancia que tuvo la ciudad durante todo el
período republicano. Sin embargo, tratar de establecer comparaciones entre Arse-Saguntum y Valentia republicanas o medir
el grado de significación económica de cada una durante esta
etapa resulta hoy día muy complejo debido a la disparidad de
conocimientos que tenemos de ambas, aunque, por su historia
política, las funciones administrativas y los órganos de poder
parecen situar a Valentia por delante de la vieja ciudad ibérica
(Aranegui 2002: 254).
Si bien no cabe ninguna duda sobre la continuidad de Sagunto
tras la II Guerra Púnica, el Tossal de Sant Miquel (Llíria) ofrece
incertidumbres al respecto. Se trata del segundo gran asentamiento prerromano en importancia y se podría asociar a Edeta,
aunque este es un topónimo que las fuentes latinas no emplearían hasta la época Imperial. Se fortificó en el último cuarto del
siglo III a.C. y debía contar con una superficie de entre 10 y 15
ha (Aranegui, Mata y Pérez Ballester 1997: 16-17). Al igual que
varios de los establecimientos ubicados en su área de influencia, ha conservado niveles de destrucción que, en principio, se
asociaron a las Guerras Sertorianas (Tarradell 1961; Ballester et
alii 1954), pero trabajos posteriores situaron a inicios del siglo
II a.C. (Bonet 1995; Ribera i Lacomba 1993: 145; Bonet et alii
1981). Para cuando se fundó Valentia, la importancia del Tossal de Sant Miquel tuvo que ser muy reducida, pues se detecta
un nivel de destrucción y abandono fechado durante o en los
momentos posteriores a la II Guerra Púnica (Bonet y Mata 2002:
234), ya en el contexto de pacificación catoniana y la paulatina
la imposición de un nuevo orden administrativo. Por otra parte,
finalizada la contienda, en todo el territorio adscrito antes de la
guerra a su área de influencia se obró un cambio significativo en el
modelo territorial acorde con los nuevos modelos de organización
política y económica romanos (Bernabeu, Bonet y Mata 1987).
En este sentido, seguramente la ciudad de Valentia se instalaría
sobre el territorio de Edeta. Así pues, el desenlace del conflicto
tuvo como consecuencia la desaparición o, cuanto menos, mengua del Tossal de Sant Miquel como entidad urbana, estratégica
y política, al menos hasta después del cambio de era.
Por su parte, Kelin-Los Villares se encuentra muy al interior y
alejado de los principales centros edetanos, en los límites entre los
iberos y los pueblos del interior. Con unas 10 ha, fue uno de los
establecimientos ibéricos más importantes del siglo II y la primera
mitad del I a.C. También sufrió una destrucción fechada a finales
del siglo III a.C. Sin embargo, como ocurrió con Arse-Saguntum,
el poblado sobrevivió a aquel episodio y se incorporó a los nuevos
mercados itálicos, tal y como parece poner de manifiesto el aprovisionamiento de moneda de Roma en los momentos posteriores
a la II Guerra Púnica y más tarde, entre el 133 y el 77 a.C., de
Arse y de Valentia (Ribera i Lacomba 1993: 150), que implican
relaciones comerciales con la nueva colonia que estudiamos y
dan fe de la continuidad e incluso de un cierto auge de la ciudad
durante el siglo II a.C. (Quixal 2019). Las Guerras Sertorianas
marcarían el final del asentamiento (Ripollés 1982: 404-412) en
cuanto a su importancia geopolítica y probablemente también a
su propia existencia.
La Carència puede ser considerado como otro de los principales asentamientos del área edetana dadas sus dimensiones (más
de 8 ha) y la larga perduración. Se encuentra localizado junto al
río Magro, en un lugar estratégico entre la Edetania y la Contestania. Se propuso su asimilación a la Tyris de Avieno, aunque
actualmente se lo identifica con la ceca de Kili (Albiach 2013).
Tras la II Guerra Púnica, este oppidum tuvo la mayor extensión
y se inició el mayor período de actividad comercial de toda su
existencia. El 81% de las monedas descubiertas en La Carència
se encuadran entre el 195 y el 72 a.C. y son de cecas muy diversas, entre ellas las de Arse-Saguntum, Kelin y Valentia. Después
de la Guerra Sertoriana sólo se ocupó la zona más elevada y fortificada del asentamiento y así perduró desde entonces hasta, al
menos, el siglo V d.C. (Albiach 2013: 309, 312).
Finalmente, Valentia es la ciudad a que dedicamos este
estudio y todo nuestro relato se centrará en ella. Conquistada
Hispania y acabada la III y definitiva Guerra Púnica; ocho años
después de la destrucción de Cartago y uno después de las Guerras Lusitanas contra Viriato, se fundó Valentia en el 138 a.C.,
probablemente como una colonia latina (Ribera i Lacomba 2017a:
46; 2014a: 61; Pena Gimeno 2002 y 1988).
Sus murallas debieron abarcar una superficie en torno a 10
o 12 ha (Ribera i Lacomba 2002: 300 y 304); un tamaño muy
similar al de los dos centros de poder político y económico edetanos como el Tossal de Sant Miquel. En este sentido, y dada la
alteración en los patrones de asentamiento detectada (Bernabeu,
Bonet y Mata 1981), parece evidente que uno de los papeles de
Valentia fue el de llenar el vacío en el poder territorial, probablemente ejercido hasta inicios del siglo II a.C. por el Tossal de
Sant Miquel, con el fin de reorganizar el territorio.
9
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las ánforas de valentia romana republicana
2.6. CONCLUSIONES
Con toda la complejidad que supone este asunto, lo cierto es que
en las últimas décadas ha sido posible esbozar una idea bastante
aproximada de cómo fue el entorno paisajístico inmediato en el
momento de la fundación de Valentia.
Para el siglo III a.C., los estudios geomorfológicos (Carmona
y Ruiz 2003) han evidenciado una Albufera que ocupaba una
superficie de aproximadamente 250 km2 separada de la mar por
una restinga de unos 27 km de longitud y conectada con ella solamente a través de dos amplias bocanas: una situada en la Punta,
entre Nazaret y Pinedo donde desembocaba el río Turia, y la otra
entre el Perelló y Marenys.
El cauce navegable del Turia debía seguir en el litoral el
trazado de la Punta d’En Silvestre hacia el sector de Pinedo y
conectar con la Albufera, donde existirían otros puertos lagunares
como el que actualmente se encuentra en Catarroja. El recorrido
del río era más largo y el perfil longitudinal de menor gradiente.
Ambas características explican la posibilidad de la navegación
fluvial, siempre de embarcaciones de pequeño calado, hasta los
puertos de la ciudad romana imperial e islámica (altomedieval).
Valentia se cimentó en una zona de inundación, en el punto
más elevado de una pequeña elevación aterrazada, isla o promontorio (Ribera i Lacomba 2017a; 1998: 415) que se había
formado hacia el 11,000 BP en la margen derecha de un río Turia
(Carmona, Dupré y Solé 1990) que por entonces presentaba
numerosos brazos y canales y cuya desembocadura se encontraba a 4,5 km de la ciudad. Las primeras evidencias antrópicas
se encuentran dispuestas sobre potentes niveles areno-limosos de
color amarillo y sedimentación natural (Carmona 1990a: 150), en
arcillas limosas de tonos marrón anaranjado (Ribera i Lacomba
1993: 254-55). Tanto los estudios geomorfológicos como sedimentológicos, arqueológicos e historiográfico-interpretativos
parecen confirmar que esta pequeña elevación estaba encajada
entre el curso del Turia al norte y un canal aluvial secundario que
transcurría algo más al sur de donde se erigió.
Valentia también se estableció próxima a la Albufera, un dilatado lago que incluso pudo llegar a su perímetro urbano (Ribera
i Lacomba, Grau y Marín 2002). Pese a la falta de evidencias
arqueológicas, consecuencia seguramente de la fuerte sedimentación, la Albufera debió jugar un papel muy significativo en la
Valentia romana; no sólo como vía de comunicación sino también como hito de los barcos que transitaban las costas y como
fuente de recursos.
La abundancia de agua fue un factor importante que tuvo que
determinar los primeros trabajos de saneamiento y bonificación
del área fundacional, labores a las que, por otra parte, los romanos estaban habituados en la propia Italia (Ribera i Lacomba y
Jiménez 2014: 145; Traina 1988). Esta profusión de agua también
quedó plasmada en la ciudad republicana con el desarrollo de al
menos una zona sacra relacionada con la emanación de agua que
probablemente estuvo bajo la advocación de Asclepios (Albiach,
Espí y Ribera 2009; Ribera i Lacomba 2009: 47).
Se fundó en un lugar favorable a las comunicaciones esteoeste entre la costa y el interior, junto a la via Heraclea, que desde
antiguo era una vía clave de comunicación terrestre, y junto a una
inmensa laguna de la que poco sabemos, aunque debió suponer
un elemento trascendente en múltiples aspectos. Además, Valentia
se ubicó en el lugar central de un territorio muy propicio para las
10
Figura 2.5. Reconstrucción hipotética de la línea de costa y del
entorno geográfico en el siglo II a.C. generada a partir de los datos
que conocemos.
actividades agropecuarias ocupado desde antiguo por oppida ibéricos de los que dependían otros asentamientos de menor tamaño
que lo explotaban. Tras la II Guerra Púnica se inició un proceso de
reestructuración territorial de la zona en el que la fundación de la
ciudad fue la consecuencia y el eje sobre el que se consolidaría una
vez conquistada Hispania (fig. 2.5). Finalmente, no se puede descartar que en las inmediaciones de la nueva ciudad también hubiera
un asentamiento prerromano (Ribera i Lacomba 1998: 303-4, 307).
Todos y cada uno de los factores geográficos que hemos
visto: su ubicación junto a una vía de comunicación terrestre; en el final de un valle de penetración hacia las tierras del
interior; en un lugar intermedio entre Tarraco y Carthago
Nova que, por entonces, todavía eran los dos únicos centros
urbanos romanos de la Citerior; la abundancia de agua; las
posibilidades de conectividad marítima, etc. contribuyeron a
su fundación.
Por otra parte, dadas las características de las costas que nos
atañen, no parece que los suministros e importaciones por vía
marítima se debieran a una navegación directa de altura entre
el puerto de origen y los de Saguntum, Valentia y Sucro, sino a
una de gran cabotaje en la que los puertos de Tarraco, Ebusus y
Carthago Nova debieron jugar un papel relevante.
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3
Contextualización de las ánforas estudiadas
3.1. LAS FASES REPUBLICANAS DE LA CIUDAD
DE VALENTIA
Aunque los años exactos para establecer fases de este período
pueden pueden ser cuestionables por cuanto hipotéticos, sobre
todo después del 75 a.C., lo cierto es que la secuencia estratigráfica, las estructuras y los materiales asociados descubiertos
en las excavaciones más significativas de la ciudad con niveles
republicanos, permiten plantear una evolución basada en fechas
más o menos ajustadas. Dos de ellas son claves y no ofrecen
dudas: la fundación en el 138 a.C. y la destrucción durante las
Guerras Sertorianas en el 75 a.C. Ambos acontecimientos están
mencionados en las fuentes históricas y han sido confirmados
por la arqueología. Entre estos dos años podemos establecer las
fases en base a los hallazgos arqueológicos. Después del 75 la
división es más figurada por cuanto las evidencias arqueológicas
son menos claras y abundantes.
Así pues, a partir de los descubrimientos arqueológicos,
y teniendo en cuenta las fechas clave mencionadas, se han
establecido 6 fases teóricas en la evolución de la ciudad que
abarcan desde su fundación hasta el cambio de era y que
actualmente siguen estando plenamente vigentes para organizar cualquier estudio sobre la Valencia romana republicana
(Ribera i Lacomba 2017b; 1998). Como hemos indicado, después del 75 a.C. y hasta bien entrada la época Imperial, las
evidencias arqueológicas son muy pobres y escasas, lo cual
no deja de ser representativo de la situación valentina tras
la guerra. Por ello, a partir del 75 a.C. hemos subdividido el
período en dos fases. Una engloba lo que resta de época republicana hasta el advenimiento del principado de Augusto y la
otra incluye su reinado.
Con todo, fundamentándonos en las fases ya establecidas
por A. Ribera i Lacomba, en las relaciones estratigráficas de los
niveles arqueológicos que las componen, y en acontecimientos
históricos concretos, los 152 primeros años de la historia de la
ciudad podríamos distribuirlos cronológicamente del siguiente
modo (tabla 3.1):
3.1.1. las fases fundacionales
3.1.1.1. La fundación (138 a.C.)
Iunius Brutus cos. in Hispania is qui sub Viriatho militaverant
agros et oppidum dedit, quod vocatum est Valentia.
(Periocha 55, 4).
El primer gran problema histórico que planteó la ciudad de Valencia fue el de su propia fundación. El resumen que durante el
siglo IV d.C. se realizó del libro LV de Livio, aunque arroja
luces importantes en cuanto a la fecha y protagonistas, no dejó
de envolver el hecho de la fundación en una cierta nube de confusión. Nos falta todo el desarrollo que T. Livio hubiera podido
hacer sobre este episodio.
Por sí sólo, el texto no es claro y para entenderlo debemos recurrir a un estudio multidisciplinar. La fecha es lo único que parece
evidente ya que Décimo Junio Bruto Galaico fue cónsul, junto con
P. Cornelio Escipión Nasica Serapión, en el 138 a.C. Sin embargo,
la Periocha no despeja la duda de quiénes fueron los colonos; de
hecho, no menciona colonos. Tampoco dice nada concreto sobre la
categoría jurídica de la nueva ciudad (Valentia) ni sobre su ubicación. Además, I. Brutus no se encontraba en Hispania sino en Roma,
donde acudieron los asesinos de Viriato para reclamar una recompensa que los propios Bruto y Escipion denegaron (Oxy. Per., 55),
por lo que la fundación debió hacerse bajo su consulado, pero no
por él personalmente (Barreda 1998: 331; Ribera i Lacomba 1998).
Así, por una parte, tenemos la Periocha con toda la problemática y las discusiones y páginas de artículos que ha producido
sobre la fecha de la fundación y el origen de los primeros
11
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las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 3.1. Fases cronológicas en que hemos dividido el período romano republicano de Valentia (Pascual Berlanga 2023, tabla 1).
Fase
Criterios de datación
Cronología
1 | Fundacional.
- Fuentes clásicas: Livio, Periocha 55, 4.
138 a.C.
- Estratigráficos: primeros niveles de asentamiento en Valencia (tiendas de
campaña, depósitos rituales, fosas, nivelaciones).
137-135 a.C.
- Barniz negro: dominio de la Campaniense A (Lamb. 27, 31 y 36) y
presencia de Cales Antigua.
- Paredes Finas: Mayet I y, fundamentalmente, II.
- Lucernas: barnizadas y sin barnizar (Ricci D, E; Lattes I).
- Cerámica común: itálicas de cocina, jarritas emporitanas y ollas autóctonas.
2 | Consolidación urbana y
monumentalización.
- Estratigráficos: posición respecto a niveles fundacionales y las primeras
construcciones estables y/o edificios públicos.
134-110 a.C.
- Barniz negro: Campaniense A abundante. Incremento de cerámicas calenas entre las que destaca la forma Lamb. 1.
109-95 a.C.
- Cerámica común: irrupción de vajilla en rojo pompeyano. Mayor diversidad de comunes itálicas. Aumento de cerámicas de cocina de tradición
púnica.
3 | Edificios públicos y vida urbana.
- Estratigráficos: posición respecto a fase anterior y al nivel de destrucción 94-76 a.C.
del 75 a.C.
- Barniz negro: Campaniense A abundante. Predominio de calenas medias,
sobre todo de la forma Lamb. 5. Presencia de barniz negro siracusano.
- Paredes finas: Mayet II.
- Cerámica común: rojo pompeyano sigue presente.
4 | Destrucción por Pompeyo.
- Fuentes clásicas: Sallustio, Hist. 2, 97, 6; Plutarco, Pomp. 18, 3.
75 a.C.
- Estratigráficos: nivel de arrasamiento.
- Barniz negro: predominio de calenas tardías (Lamb. 1, 2, 3, 5, 6 y 8a).
Presencia barniz negro siciliano.
- Otras barnizadas: presencia de sigillata oriental (muy escasa).
- Paredes finas: Mayet I, II y III.
- Lucernas: Ricci C, E y G, Dressel 2, Agora 44D.
- Cerámica común: predominio de producciones campanas. Momento de
mayor abundancia de cerámicas ibéricas (kalathoi tardíos).
5 | Etapa de abandono.
- Estratigráficas: posición respecto al nivel del 75 a.C. Falta de evidencias
arqueológicas de una ocupación urbana real.
74-27 a.C.
- Barniz negro: presencia de Calenas tardías (Lamb 1 y 5).
- Cerámica común: ánforas Dressel 2/4, Tarraconense 1, Pascual 1, Ovoide 1 y 4.
6 | Reocupación. ¿Una nueva ciudad?
- Estratigráficos: posición respecto a las dos fases anteriores. Depósitos
rituales. Aprovechamiento de edificios preexistentes.
- Terra sigillata: aretinas fechadas entre el 5 a.C. y el 5 d.C.
- Cerámica común: ánforas Dressel 2/4, Oberaden 74, Dressel 7, 8, 7/11,
12, Haltern 70.
- Arquitectónicos: elementos decorativos propios de época Augustea.
12
26 a.C.-14 d.C.
[page-n-26]
contextualización de las ánforas estudiadas
habitantes (Pena Gimeno 1984 y 2002; Dolç 1980; Galsterer
1971; Fletcher Valls 1963; Pla Ballester 1962), y por otra, las
evidencias proporcionadas por la propia toponimia de la ciudad
(Knapp 1977: 126); con un significado militar (Valor) en consonancia con los nombres dados a otras fundaciones coloniales de
la segunda mitad del siglo II a.C. como Palma, Pollentia, y con
algunas del mismo nombre como Vibo Valentia (Liv. XXXIV, 53,
1-2; Liv. XXXV, 40, 5-6) y otras algo más tardías. También tenemos los datos proporcionados por la filología (Barreda 1998) y los
axiomas materiales aportados por la numismática (Ripollés 1988:
17-21; Pena Gimeno 1986: 161-164) y la arqueología urbana
(Ribera i Lacomba y Marín 2003), que decantan la traducción
en un sentido muy claro en cuanto al origen de los fundadores,
los cuales debieron ser colonos del ejército romano, probablemente itálicos de las tropas auxiliares (Ribera i Lacomba 2009
y 2008). En este sentido, la necrópolis descubierta en la calle
Quart con Cañete (García Prósper 2015; García Prósper y Guérin
2002), única área cementerial que conocemos del siglo II a.C.
en Valencia y cuya cronología inicial se ubica en el momento
inmediatamente posterior a la fundación, es también el único
cementerio claramente itálico de la península ibérica (Ribera i
Lacomba 2009: 62) y en el que además hay tumbas de tipología
y rituales de enterramiento idénticos a los de los pelignos, un
pueblo de la Italia central (Ribera i Lacomba 2021: 281).
Por otro lado, hoy por hoy las fuentes epigráficas valentinas
de época republicana son inexistentes (Arasa 2012: 282). En
cuanto a la categoría jurídica de la nueva ciudad no hay ninguna
evidencia, pero podría tratarse de una colonia de derecho latino y
es esta la probabilidad que se acepta como más certera (Ribera i
Lacomba 2014a: 61 y 2014b: 172; Pena Gimeno 1988). La creación de colonias de derecho latino fue el método usado por los
romanos en Italia para asegurar su avance territorial entre el 334
a.C., con la fundación de Cales, y el 181 a.C., con la de Aquileia
(Pena Gimeno 2002: 275) y, según Laffi (2002: 25), aunque en
la Italia del siglo II a.C. ya no fue el modelo predominante, sí
tuvo, al menos en la península ibérica, un último “resurgir” con
la atípica fundación de Carteia en el 171 a.C., primera de las
colonias latinas que se estableció fuera de Italia. Por otra parte,
tanto la situación geoestratégica de Valentia como el papel militar y el origen itálico de los fundadores también indican que
ese podría haber sido su status (Ribera i Lacomba 2003; Pena
Gimeno 1988).
La fundación de la ciudad de Valentia fue una de las consecuencias de la liquidación del conflicto contra Viriato. En este
sentido, los tres personajes romanos que más significación tuvieron en la guerra fueron Q. Fabius Maximus Ameilianus (Apiano,
Iberia, 65), hijo de L. Emilio Paulo y dado en adopción a la Gens
Fabia Maxima; Q. Fabius Maximus Seruilianus (Apiano, Iberia,
67-69) hijo de Cn. Servilio Cepion, dado también en adopción a
la gens Fabia M., quien firmó un tratado de paz por el que quienes estaban bajo la autoridad de Viriato serían propietarios de la
tierra que tenían (Pena Gimeno 1994: 336); y Q. Seruilius Caepio
(Apiano, Iberia, 70, 74-75), quien finalizó la guerra promoviendo
el asesinato de Viriato y probablemente, tal y como se ha sugerido, no tuvo nada que ver ni con la organización posterior ni con
el licenciamiento de unos ejércitos que esencialmente servían
bajo la autoridad de los Fabii. Ello podría indicar que el cónsul
del año siguiente (Junio Bruto) asumiera las competencias en la
liquidación definitiva del conflicto (Pena Gimeno 2002: 269).
En cuanto al registro arqueológico de los materiales cerámicos de la fundación de Valentia, resulta importante señalar que
son consecuencia de una actividad rápida y concentrada en el
tiempo (Marín 2002; Marín y Ribera 2002). Estos niveles son el
producto del primer asentamiento romano, el cual estaría formado
por tiendas de campaña de planta circular con un poste central
(Ribera i Lacomba 2014b: 158). Por tanto, la arqueología de los
momentos iniciales de la ciudad muestra una primera instalación
temporal donde, en fosas rituales, basureros y rellenos de nivelación, se han recuperado los pertrechos que los colonos llevaban
consigo cuando iniciaron el proceso de creación de la ciudad y,
como era habitual, el aprovisionamiento de los integrantes de
una nueva colonia durante los primeros años estaba a cargo del
Estado Romano (Laffi 1983).
La primera tarea importante, tras los preliminares de escoger
la ubicación y realizar los rituales correspondientes, era la creación del recinto defensivo y la organización del espacio (Somella
1988; Santoro 1985). Este es el contexto en el que se encuadran
los descubrimientos de esta fase.
A nivel general, podemos dividir los hallazgos relacionados
con la fundación de Valentia en dos grandes grupos: los que tienen un carácter ritual (Ribera i Lacomba 2010a), y los que son
consecuencia de las actividades diarias como fosas, basureros,
hogueras, nivelaciones, etc. (Ribera i Lacomba 2014a y 2014b).
La cerámica fina de barniz negro es el principal fósil director
para fechar este momento. La mayor parte procede de los talleres
napolitanos (Campaniense A. Formas mayoritarias Lamb. 27, 31
y 36). El barniz negro etrusco, la variante antigua de Cales y otras
producciones muy minoritarias completan el conjunto (Ribera i
Lacomba y Marín 2003). Los vasos de paredes finas itálicos de
las formas Mayet I y II también se encuentran presentes, sobre
todo los de la forma II. Respecto a las lucernas, aparecen las
formas Ricci D y E y las Lattes I, tanto barnizadas como sin barnizar (Ribera i Lacomba 2017b: 519-20). En cuanto a la cerámica
común hay un claro predominio de itálicas de cocina (campano-etruscas), aunque también existen ollas autóctonas y jarritas
emporitanas. Las cerámicas ibéricas son mayoritarias entre las
que no van al fuego, aunque siempre en porcentajes menores que
las importadas (Huguet 2021; Ribera i Lacomba 2017b). Por otra
parte, la presencia, aunque muy minoritaria frente a lo latino, de
grafitos escritos tanto en griego como en ibérico sobre cerámicas
procedentes de los niveles de fundación (De Hoz, Díaz y Ribera
2013) podrían indicar una fluida interacción entre colonos itálicos, verdaderos protagonistas de fundación, e indígenas edetanos.
Los materiales de la fase fundacional (Ribera i Lacomba
2013b) forman un conjunto comparable a los cargamentos de
los pecios de Punta Scaleta, Giannutri (Firmati 1992; Lamboglia
1964) e Illa Pedrosa (Ribera i Lacomba 2001: 300; Sanmartí y
Principal 1998).
3.1.1.2. Los primeros años (137-135 a.C.)
Aunque muchas veces resulta difícil separar unos de otros, hemos
establecido esta acotación temporal para diferenciar sus niveles de
los que claramente son estrictamente fundacionales. Corresponden al momento de la primera organización espacial. Se trata de
conjuntos que se encuentran por encima de las primeras tiendas
y por debajo de las primeras estructuras de carácter más estable
(Ribera i Lacomba 2017b). Por tanto, desde un punto de vista
13
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las ánforas de valentia romana republicana
estratigráfico, es posible diferenciarlos. En este sentido, es importante señalar que los materiales arqueológicos en ellos recuperados no se distinguen de los del 138 a.C. Alguna de las fosas
rituales de carácter privado y público relacionadas con el viario y
los edificios públicos de la ciudad (Ribera i Lacomba 2010a: 272281) también podemos incluirlas en estas fechas. Asimismo, en
las excavaciones de Sabaters-Cisneros (Serrano 2000a), fue descubierto un edificio que se ha identificado como una posible área
sacra de probable filiación indígena o itálica (Ribera i Lacomba
2014a: 78) que pudo haber sido frecuentada incluso antes de la
fundación y que perduró hasta su destrucción en el 75 a.C. junto
a la mayor parte de la ciudad (Ribera i Lacomba 2017a: 63, 65).
romanas. Por otra parte, también se aprecia un considerable
aumento de las cerámicas de cocina de tradición púnica, sobre
todo de cazuelas. Las cerámicas ibéricas continúan siendo abundantes (Huguet 2021).
Aunque se trata de un período sin referentes claros en cuanto
a pecios (Ribera i Lacomba 2013b), los que mejor podrían representarlo son los de Grand Bassin (Solier 1981a y 1981b), Sant
Jordi (Colls 1987; Cerdá 1980), La Cavalière (Charlin, Gassend
y Lequement 1978), Roche Fouras (Long 1985; Joncheray y
Rochier 1976) y Grand Congloué 2 (Long 1987; Benoit 1961).
3.1.2. consolidación urbana y monumentalización
Englobamos las evidencias que tenemos hasta ahora de la plasmación urbana de los elementos monumentales más significativos
que son propios a toda ciudad romana de la época.
Del foro republicano no sabemos más que estaría en el mismo
lugar en que se construyó el imperial de época Julio-Claudia y
Flavia. Al este del foro, ocupando media ínsula, se edificaron unas
termas de planta rectangular a las que, en su lado oeste, se adosaban unas tabernae que completaban la ínsula y se han interpretado
como oficinas públicas de función comercial o administrativa que
debieron estar abiertas al foro (Marín y Ribera 2010: 11; Marín
y Ribera 2000a). Al norte de las termas, separado por una calle
reconocida como el decumanus maximus, se descubrió un gran
horreum público con variadas posibilidades de almacenaje en
función de las necesidades (militares, comerciales, aprovisionamiento urbano, depósito de cereales procedentes de los impuestos
a los indígenas, etc.) que debió construirse en torno al 100 a.C.
(Ribera i Lacomba 2011). Al este de las termas, en la otra acera
del cardo máximo, se ha identificado un gran edificio de carácter
sacro relacionado con emanaciones de agua que probablemente
estuvo dedicado a Asclepios (Ribera i Lacomba 2017a; Albiach,
Espí y Ribera 2009). También, en las excavaciones de la calle
Roque Chabás aparecieron los restos de un edificio construido
sobre una de las fosas rituales fundacionales que se ha interpretado como un posible lugar de culto relacionado con Bellona
(Ribera i Lacomba 2017a: 59-61).
Los conjuntos de materiales son mucho más fragmentados
y escasos que en las fases anteriores ya que son la consecuencia
del uso y de las actividades cotidianas de la vida en la ciudad.
En cuanto a los contextos cerámicos, en el barniz negro, la cerámica campaniense A sigue siendo abundante, aunque se observa
un predominio de las calenas medias, sobre todo de platos de la
forma Lamb. 5 y también se constata la presencia de barniz negro
siracusano (Ribera i Lacomba 2017b: 529). Entre las paredes
finas, aunque son raras, sólo se encuentra la forma Mayet II, y
respecto a la cerámica de cocina, el rojo pompeyano sigue estando
presente (Marín y Matamoros 1994).
Los pecios de Escombreras 2 y 4 (Alonso y Pinedo 2008), el
de Albenga y el Gran Congloué 2 constituyen una buena representación de las cerámicas que circulaban por el Mediterráneo
durante esta fase (Ribera i Lacomba 2013b).
3.1.2.1. Primera actividad urbana de la ciudad (134-110 a.C.)
En l’Almoina se constataron una serie de fosas, niveles y estructuras que estratigráficamente estaban por encima de los niveles
fundacionales anteriores. Son pequeñas reparaciones de suelos,
alineaciones de piedras, muros de mampostería que delimitaban
pequeñas estancias con suelos de cal interpretadas como modestas
viviendas iniciales algo más sólidas que las de la fase propiamente
fundacional. Se trata, por tanto, de elementos que parecen reflejar
la progresiva plasmación urbana de carácter persistente en que se
convirtió la ciudad, y algunos de ellos perduraron durante todo el
período republicano hasta la destrucción del 75 a.C.
Los materiales procedentes de los campamentos romanos del
sitio de Numancia serían un buen referente para esta época. En
Valentia sigue siendo mayoritario el barniz negro de Nápoles,
y subsisten las calenas antiguas, aunque se detecta la probable
aparición de las medias y hay un descenso en el barniz negro
etrusco (Ribera i Lacomba 2017b: 533; Marín y Ribera 2000b).
3.1.2.2. Actividad urbana y monumentalización (109-95 a.C.)
En las excavaciones de les Corts se descubrieron una serie de
estructuras constructivas que han sido consideradas como las
más antiguas verdaderas viviendas domésticas republicanas
conocidas hasta el momento (Marín y Matamoros 1994; Marín,
Matamoros y Ribera 1991) y que, a juzgar por los materiales
asociados a su construcción, debieron erigirse entre finales del
siglo II e inicios del I a.C. También, en el paso del siglo II al
I a.C. se han observado varias remodelaciones o reparaciones
de elementos correspondientes a la fase anterior que forman
un conjunto bastante homogéneo de los momentos previos a
la monumentalización de la ciudad. Asimismo, incluimos los
niveles de preparación de los edificios públicos que estuvieron
en pie hasta el 75 a.C.
En esta fase se observa cierto grado mayor de diversidad
en cuanto al registro material. Aunque el barniz negro napolitano sigue siendo porcentualmente muy superior, las cerámicas
calenas comienzan a aumentar su proporción, y entre ellas destaca la aparición de la forma 1, que se convertirá en uno de los
fósiles directores de la primera mitad del siglo I a.C. Asimismo,
parece haber una disminución del barniz negro etrusco (Ribera
i Lacomba 1993: 722, 726 y 730). En cuanto a las cerámicas
de cocina itálicas, se detecta la irrupción de las formas en rojo
pompeyano y hay una mayor diversidad de cerámicas comunes
14
3.1.3. edificios públicos y vida urbana (94-75 a.c.)
3.1.4. destrucción por pompeyo (75 a.c.)
Sabemos por las fuentes literarias que Valentia, ciudad pro-sertoriana, fue uno de los escenarios de las luchas entre los optimates liderados por Pompeyo a partir del 76 a.C. y las últimas
[page-n-28]
contextualización de las ánforas estudiadas
resistencias de los populares bajo el mando de Sertorio en Hispania. El desenlace de la denominada batalla del Turia (Sallustio, Hist. II, 54), entre los generales de Sertorio, Perpenna y C.
Herennius, contra el propio Pompeyo, supuso la total destrucción
de la ciudad (Sallustio, Hist. II, 97,6) y la aniquilación de diez
mil hombres (Plutarco, Pomp. 18, 3).
Fundamentalmente en l’Almoina, pero también en otros puntos como Sabaters-Cisneros (Serrano 2000b), la C/ el Salvador
(Ripollés 2005a) o les Corts Valencianes (Marín, Matamoros y
Ribera 1991), se ha detectado el nivel que corresponde a aquella
destrucción acaecida en el 75 a.C. A esta fecha se ha llegado gracias
a la combinación de la información proporcionada por las fuentes
y por la arqueología (Ribera i Lacomba 2014c; Alapont, Calvo y
Ribera 2010; Ribera i Lacomba y Calvo 1995), y supone uno de
los excepcionales casos de confirmación por métodos arqueológicos de acontecimientos históricos referidos en los escritos de
la antigüedad. Como consecuencia de la propia formación de los
niveles que componen esta fase, los materiales que proporciona
son abundantes, poco fragmentados y representativos de las cerámicas que se utilizaban y circulaban por la ciudad de Valentia en
la década de las Guerras Sertorianas (82-72 a.C.).
En cuanto al barniz negro hay un claro predominio de las
calenas tardías, sobre todo de los platos de la forma Lamb. 1 y
5, cuencos de la 8a y, en menor proporción, copas (Lamb. 2),
tinteros (Lamb. 3) y platos con ala (Lamb. 6). También hay una
mínima presencia de barniz negro procedente de Sicilia oriental.
Entre las cerámicas barnizadas aparece como novedad la sigillata
oriental, aunque ésta se encuentra igualmente representada de
manera mínima. En paredes finas encontramos las formas Mayet
I y II y, por primera vez, también la forma III. Las lucernas son
de tipologías variadas, tanto barnizadas como sin barnizar, y las
formas predominantes son la Ricci C y la Dressel 2, aunque también hay otras como las Ricci E y G o las Ágora 44D. Por lo que
a la cerámica de cocina y mesa se refiere, hay un predominio de
las producciones campanas entre las que también hay cazuelas y
fuentes en rojo pompeyano, aunque en escasa proporción. Si bien
es minoritaria, la cerámica ibérica de mesa, doméstica y de almacenaje, sigue siendo relativamente abundante y es el momento en
que con mayor abundancia la encontramos en Valentia, destacando
entre ellas los cálatos más tardíos del repertorio ibérico.
El naufragio más representativo del período de las Guerras
Sertorianas es el de Spargi en Cerdeña, aunque en principio el
hundimiento se dató entre el 120 y el 100 a.C. (Lamboglia 1961)
y una revisión posterior lo ubicó en torno al 100 a.C. (Pallarés
1983), la presencia de losanges ha llevado a plantear su cronología entre el 90 y el 70 a.C. (Ribera i Lacomba 2013b). Otros
pecios como el de Sant Andrea B, Elba (Zecchini 1982), Cap
Roux 1 (Joncheray 1974) y 2 (Charlin, Gassend y Lequement
1978: 23) o Cap Dramont A (Ribera i Lacomba 2013b), también
son distintivos de esta época.
3.1.5. etapa de abandono (74-27 a.c.)
Tras la batalla, parece que la ciudad fue abandonada durante un
largo período de tiempo; hasta los inicios del siglo I d.C. (Ribera
i Lacomba 2014c: 69). Esta idea se sustenta en la poca entidad
de los niveles arqueológicos y la falta de construcciones y de
enterramientos que hay en la secuencia que abarca entre el año
75 a.C. y la época augustea (Ribera i Lacomba 2013c).
Aunque no cabe duda de que tras el paso de Pompeyo por
Valentia se produjo una ruptura en su evolución y no vuelven a
aparecer signos claros de cierto dinamismo hasta el cambio de
era, no parece que la ciudad simplemente fuera abandonada sin
más. Los cadáveres de soldados mutilados, descubiertos bajo
las cenizas y escombros en las calles y plazas sin haber recibido
sepultura o simplemente desalojados tras la destrucción, dan idea
del nivel de ruina a que fue sometida esta ciudad en el conflicto
y del estado casi fantasmagórico que debió tener, al menos hasta
el desenlace de la Guerra en el 72 a.C.
Hay indicios que nos llevan a pensar que probablemente,
entre el año 72 y el cambio de era, hubo cierto grado de actividad
que pudiera ser mayor del que se supone, aunque de una actividad
que desde luego no fue urbana. Cabe, pues, preguntarse cómo
se suplió la falta de poder dejada por Valentia. En este sentido,
una ciudad como Sagunto quizás pudo reemplazar el vacío en la
administración y control.
Algunos de los síntomas que implican cierta actividad ya se
han tenido en cuenta. En el interior del horreum se constató una
ocupación eventual (Ribera i Lacomba y Escrivá 2015: 247).
Por otra parte, no parece que algunos edificios singulares fueran
destruidos por Pompeyo. El santuario atribuido a Asclepios fue
respetado (Ribera i Lacomba 2017a: 57), o, si se dio cuenta de él,
posteriormente debió rehabilitarse, ya que allí no se han encontrado restos del nivel de destrucción que sí aparecen unos metros
más al oeste de su ubicación. Enfrente, sobre las ruinas de las termas, se instaló un pequeño taller de cerámica de paredes finas que
se ha relacionado con la continuidad de la actividad del santuario
y que también sirve como argumento para evaluar el estado de
abandono en que se encontraba la ciudad (Ribera 2010b: 262).
Se ha planteado que muy cerca, al igual que en Fregellae tras su
destrucción en el 125 a.C., pudiera haber una mansio que también
explicaría la continuidad del santuario en relación con el tránsito
de la antigua via Heraclea (Ribera i Lacomba y Jiménez 2012:
91; Ribera i Lacomba 2010b: 262).
Por otra parte, hay una serie de rellenos y fosas que estratigráfica y cronológicamente se encuadran entre la destrucción y
los primeros signos algo más sólidos de reocupación de la fase
siguiente. No son muchos, quizás no sean más que basureros,
algunos relacionados con el uso de la vía, pero, aunque muy
escasa, la presencia de ánforas LC 67/Ovoide 1 (70 a.C. ~ 20/30
d.C.), Ovoide 4 (80/70 ~ 15 a.C.), Tarraconense 1 (50 a.C. ~ 1
d.C.) Pascual 1 (50 a.C. ~ 1 d.C.), cuyas cronologías se enmarcan en este período, y de los sellos Mevi (35-30 a.C.) y Evnvs
(50-10 a.C.), parecen indicar que también continuaron llegando
productos foráneos. En cuanto a los materiales asociados a los
rellenos que conformarían esta fase se encuentran las formas
Lamb. 1 y 5 de barniz negro, probablemente en calena tardía,
paredes finas, fragmentos de dolia (que también implican una
voluntad de permanencia), cerámica común y pondera (Ribera
i Lacomba 2010b: 277).
Si, como sugiere Pena Gimeno (2002: 277), en el doble ordo
decurionum valentino los ueteres fueron los descendientes de
la Valentia republicana, no parece lógico pensar que la ciudad
simplemente dejó de existir durante más de medio siglo. Pero
¿qué descendientes pudieron tener los habitantes de una Valentia
totalmente arrasada e inexistente al menos hasta época augustea? En este sentido, se ha planteado la pervivencia en el área
valentina del nomen Sertorius y de otros, muy escasos o únicos,
15
[page-n-29]
las ánforas de valentia romana republicana
como probable testimonio de la supervivencia en el territorio de
algunas familias de la Valentia anterior al 75 a.C. que quizás, en
época imperial, retornaran a la nueva ciudad para constituir el
ordo decurionum ueterum (Pena Gimeno 2002: 278), aunque si
así fuera, estaríamos hablando de personas que vivieron casi cien
años después de la destrucción de la ciudad y que, por tanto, no
tendrían una vinculación directa con la misma.
A principios de la época imperial Plinio el Viejo, basándose
en fuentes augusteas, nos informa que Valentia ya era una Colonia
(Plin. NH., III, 20). El texto y una inscripción desaparecida, pero
leída y reconstruida por Mommsen y relacionada con L. Afranius (CIL I2 752 = CIL IX 5275), dieron pie a plantear que tras
la destrucción se pudiera haber creado una colonia Pompeyana
al menos desde el 60 a.C.; el año en que fue cónsul L. Afranio.
Hay autores que han incidido en la idea de que la ciudad continuó existiendo sin descartar la posibilidad colonial (Corell 1997),
otros apuntan a la posibilidad de que siguiera siendo habitada
(Pena Gimeno 2002: 278) y otros siguen defendiendo la hipótesis
de una colonia post sertoriana apoyada en la lex Plotia agraria,
cuyo objetivo podría ser la concesión de tierras a los veteranos
de Pompeyo y de un Metelo; en la imposibilidad de que la inscripción pueda referirse a otra Valentia; en las fuertes relaciones
de Afranio con la Citerior y en otros indicios tales como la mención a Valentia en los Vasos de Vicarello (Amela Valverde 2011:
13-15 y 26-27). Sin embargo, hoy por hoy, la evidencia arqueológica, pone de manifiesto que la ciudad había dejado de existir
y que los escasos signos de actividad con que contamos parecen
estar más relacionados con el discurrir de la via Heraclea y la
dinámica de los santuarios que subsistieron a la guerra que con
cualquier otra cosa.
Los pecios representativos de este período son el de la Madrague de Giens, fechado entre el 60-50 a.C. (Tchernia, Pomey y
Hesnard 1978); Titan, entre el 75-65 a.C. (Giannfrotta y Pomey
1980; Tailliez 1961); Fos 1 (Giacobbi-Lequement 1987); Ile Planie (Lequement y Liou 1976); Nau Perduda (Foerster y Pascual
16
1970); San Ferreol, fechado inicialmente entre el 40-20 a.C. (Mas
1985) pero más recientemente situado entre el 60 y el 40 a.C.
(Ribera i Lacomba 1993: 745); Pudrimel, de mediados del siglo
I a.C. (Pascual Berlanga 1998) y Punta de Algas (Mas 1971).
3.1.6. reocupación ¿surgimiento de una nueva ciudad?
(26 a.c.-14 d.c.)
Planteamos el interrogante del enunciado porque los conocimientos que tenemos actualmente no dan pie a afirmar con rotundidad
cuándo podemos hablar verdaderamente de creación de una nueva
ciudad. En realidad, no es objeto de este trabajo profundizar en
un estudio sobre las ánforas de esta etapa. Sólo hemos recogido
los hallazgos más significativos de la misma para ilustrar las
diferencias que hubo en cuanto a la circulación de ánforas entre
el período republicano valentino, que es lo que nos interesa, y lo
que sucedió después.
A partir de época augustea se aprecia en el registro arqueológico una actividad mucho más dinámica que en la fase anterior.
Sin embargo, todavía está lejos de una verdadera diligencia
urbana que sólo es apreciable con seguridad a partir de la segunda
mitad del siglo I d.C. Al igual que en la fase anterior, encontramos
ocupaciones esporádicas, irregulares y dispersas que no parecen
afectar al entramado urbano de lo que pudiera quedar de la Valentia republicana en aquellos momentos. No obstante, a medida que
avanza la investigación y se realizan nuevos descubrimientos y
se desarrollan estudios, la época augustea va adquiriendo más
entidad, no sólo en cuanto a materiales, algunos de ellos procedentes de depósitos rituales, sino también en lo que se refiere a
estructuras que parecen aprovechar algunos de los viejos edificios; a la posibilidad de que existiera un foro (Ribera i Lacomba
y Jiménez 2004: 21), a la constatación de elementos decorativos
arquitectónicos propios de la época de Augusto (Escrivá 2006;
Jiménez 2006) y a la documentación de algún enterramiento que
podría corresponder a este período (Ribera i Lacomba 2010b).
[page-n-30]
4
Evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
4.1. ASPECTOS GENERALES
Las primeras referencias bibliográficas significativas sobre las
ánforas corresponden a los estudios epigráficos de finales del siglo
XIX llevados a cabo por Heinrich Dressel en Castro Pretorio y el
Monte Testaccio en Roma. Sin embargo, aquellos análisis estaban
relacionados con las marcas que había sobre ellas y no con los
contenedores en sí mismos (Dressel 1899; 1879 y 1878). No fue
hasta mucho tiempo después, con el desarrollo de la arqueología
como ciencia histórica, los avances en la investigación sobre la
economía en la Antigüedad y el desarrollo de las actividades subacuáticas y de la arqueología urbana, de urgencia y comercial a
partir de la década de los años 70 del siglo XX, cuando las ánforas
comenzaron a ser consideradas una fuente capaz de proporcionar
datos de carácter cronológico, económico, histórico y social para
la reconstrucción de la Historia. Desde entonces empezaron a ser
analizadas de manera cada vez más especializada.
A partir de los años 90 del siglo XX, con la generalización
de los ordenadores personales y el avance de las nuevas tecnologías, los estudios de ánforas tomaron un nuevo impulso
y los artículos específicos se multiplicaron exponencialmente,
mostrando la complejidad de la clase cerámica a la que nos
enfrentamos y dando a conocer la verdadera dimensión y potencial que tienen para aproximarnos a la historia económica del
mundo antiguo.
4.1.1. las ánforas como elemento para la historia de
las relaciones comerciales.
Abundar sobre la importancia que las ánforas tienen como uno
de los escasos elementos materiales del tráfico de mercancías alimenticias a lo largo y ancho del Mediterráneo en la Antigüedad no
es, por obvio, algo en lo que vayamos a redundar. La complejidad
del mundo sobre el cual ofrecen información queda patente en la
variedad de tipos; su importancia, en la extraordinaria cantidad
de contenedores que se fabricaron en diversas áreas geográficas
y durante tantos siglos.
En el período que tratamos, las ánforas fueron tan comunes que
formaron parte de la vida cotidiana de cualquier contemporáneo.
No hay yacimiento arqueológico, por diversa que sea su naturaleza, en el que no aparezca este tipo de cerámicas. Incluso, desde
la zona de la Campania, llegaron a exportarse a lugares tan remotos
como la India (Tchernia 1986: 152-153). Abastecieron a los ejércitos en las guerras más importantes de la Antigüedad y estuvieron
presentes en la concepción y diseño de las ciudades. Las necesidades de su transporte seguro también contribuyeron a mejorar
el conocimiento geográfico del Mediterráneo y más allá. Puertos, promontorios, escollos, puntos de aguada, lugares peligrosos
para la navegación, etc. estuvieron presentes en los pensamientos
y conversaciones de los miles de hombres que dedicaron su vida
o parte de ella a manipularlas y transportarlas.
En realidad, un ánfora no es más que un recipiente cerámico
diseñado para el transporte de mercancías, fundamentalmente
alimenticias, pero también podían acarrear otros productos. Sin
embargo, las connotaciones comerciales, económicas, históricas, culturales e incluso geográficas que llevan impresas en sus
formas y en sus arcillas van mucho más allá puesto que, entre
otras cosas, acompañaron en sus expansionismos a las diferentes
civilizaciones y culturas que las produjeron (Pascual Berlanga
y González Cesteros 2018). Por tanto, para el historiador actual
se convierten en un material clave a la hora de analizar toda esa
multitud de aspectos. Con las ánforas no solamente viajaban los
productos que transportaban como consecuencia de la actividad
mercantil, también lo hacían ideas, costumbres e innovaciones
que se intercambiaban junto a ellas en los lugares de destino: en
los puertos. Así pues, las ánforas, entendidas como un elemento
material del comercio antiguo que ha llegado hasta nosotros, pueden considerarse uno de los factores que auspiciaron los cambios
17
[page-n-31]
las ánforas de valentia romana republicana
culturales producidos en el Mediterráneo occidental durante los
siglos II y I a.C. De este modo, representan un testigo clave de
las relaciones entre diferentes pueblos, sobre todo cuando somos
capaces de adscribir un tipo de ánfora a una cultura y lugar de
producción determinados y ese mismo tipo lo encontramos en
diferentes y alejadas localizaciones geográficas.
En general, y de una manera un tanto sucinta que no deja de
estar avalada tanto por la arqueología como por las fuentes literarias, podemos decir que esencialmente, los productos transportados
por las ánforas durante el último siglo y medio de la República
romana fueron: el vino, los alimentos derivados del pescado y el
aceite. Otros de vital importancia para el Estado como el grano
también se transportaban por vía marítima, pero parece que pudo
haberlo hecho mayoritariamente en sacos, en toneles, o a granel a
bordo de los barcos (Salido Domínguez 2013).
En cuanto a los vinos en circulación por el Mediterráneo occidental procedían básicamente de la Italia tirrena y adriática; del
Egeo (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013) y, en menor
medida, de lugares de origen púnico como Ibiza (Ramon Torres
1981a). Por su parte, los alimentos derivados del pescado partían
fundamentalmente en cargamentos desde áreas de influencia púnica
como Sicilia (Botte 2009), Túnez (Bonifay 2004; Ramon Torres
1995; Van der Werff 1986) y el área del estrecho de Gibraltar (Sáez
Romero 2008a; Lagostena, Bernal-Casasola y Arévalo 2007; García Vargas y Bernal-Casasola 2000). Asimismo, el aceite procedía
mayoritariamente de las áreas de influencia púnica (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2008) y también brindisina (Pascual
Berlanga y Ribera i Lacomba 2013). Cada uno de estos alimentos
se distribuyó envasado en ánforas fabricadas en talleres ubicados en
las mismas zonas que los producían. No obstante, nunca debemos
olvidar que además de ellos, igualmente pudieron transportar un
sinfín de otros alimentos como coles, higos, miel, vinagre, carne,
etc. y otras mercancías como minerales, mirra, resina, brea, pigmentos, etc. (Panagou 2016; Bernal-Casasola 2004) que, asimismo,
se podían obtener de las áreas donde se fabricaban.
4.1.2. definición de ánfora
El Diccionario de la Lengua Española (DLE) de la Real Academia
Española (RAE), en su edición del tricentenario, define “ánfora”
en su primera acepción como un cántaro alto y estrecho, de cuello largo, con dos asas, terminado en punta, y muy usado por los
antiguos griegos y romanos. Evidentemente, la pretensión de la
RAE no es más que la de plasmar una definición de aquello que,
en general, el público entiende cuando escucha este vocablo. Ni
mucho menos, demandamos modificar un sólo punto ese enunciado. Sin embargo, como especialistas en la materia, enseguida
nos damos cuenta de que, además de haber sido muy usadas por
griegos y romanos, el resto de la enunciación poco tiene que ver
con la realidad material que llega hasta nuestros días.
Desde luego, las ánforas no fueron lo que hoy se entiende
por cántaros, los cuales están claramente diferenciados en el imaginario de las personas y, naturalmente, también en el lenguaje
arqueológico. No todas fueron altas y estrechas. Las hubo bajas
y panzudas; bajas y estrechas; altas y rechonchas. Tampoco todas
tuvieron largos cuellos. De hecho, algunas ni tan siquiera lo tuvieron. Hay excepciones que sólo presentan un asa; muchas tuvieron
bases planas y otras las tuvieron umbilicadas. Así pues, el primer aspecto que hemos abordado ha sido el de la definición de
18
ánfora, considerándola como una clase de material arqueológico
que utilizamos para aproximarnos al conocimiento de la historia
socioeconómica, de las rutas comerciales y del tráfico de alimentos en la Antigüedad.
En el lenguaje arqueológico podríamos definir a las ánforas como recipientes cerámicos utilizados en la Antigüedad, que
estuvieron diseñados y fabricados de manera estandarizada para
contener y transportar una determinada cantidad de producto, fundamentalmente alimenticio. En general, están formadas por una
base o pivote de muy diversas formas y tamaños. De él arranca
un cuerpo, que puede terminar o no en un hombro marcado o
carena, al cual, en la mayor parte de las formas tipológicas, se le
une un cuello más o menos largo que se encuentra rematado por
un borde o labio. Efectivamente, estos recipientes se caracterizan
por presentar dos asas que tienen secciones diversas en función
de la tipología, aunque algunas excepciones, como determinadas producciones minorasiáticas de época imperial, presentan
una sola asa y también son consideradas como ánforas por la
ciencia arqueológica.
El origen del término se remonta la palabra griega ἀμφορεύς,
cuyo significado es que se puede portar por uno u otro lado. Las
encontramos representadas en tablillas micénicas del segundo
milenio como ideograma del alfabeto “Lineal B” junto al silabograma “a” (fig. 4.1) y con el tiempo terminó indicando una
medida de capacidad (Grace 1961) del mundo griego (Finkielsztejn 2006; Wallace 2004; Docter 1988-90).
Homero ya habla de las ánforas, tanto en la Iliada, donde
aparecen como elementos del ajuar funerario de Patroclo (Iliada,
23, 170-171), como en la Odissea, donde son usadas por Telémaco para aprovisionar de vino a la nave que debía llevarlo en
su marcha desde Ítaca hacia Pilos y Esparta en busca de noticias
de su padre (Odisea, 2, 289/290).
Más tarde, en época helenística, en la zona de la Magna Grecia y Sicilia, las unidades de medida de los volúmenes se basaban
en el Χουζ (3,24 litros) y sus múltiplos (Van der Mersch 1994:
112), mientras en el mundo romano lo hicieron en los sextarii (0,54 litros) y sus múltiplos, entre los que se encontraba el
amphora o quadrantal que equivalía a 48 sextarii (26,26 litros).
La capacidad de las primeras ánforas romanas, las Grecoitálicas antiguas del siglo III a.C., correspondía a la medida de un
Figura 4.1. Representación de un ánfora con el silabograma “a”
(Vallance 2015).
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evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
amphora. Otras medidas romanas eran la urna, cuyo valor era
el de media amphora (24 sextarii) y, como máxima expresión,
el culleus, equivalente a 960 sextarii o 20 amphorae (De Sena
2005: 136-137).
El ideal de una tipología de ánforas es que para cada forma
reconocida se reflejen tres variables fundamentales: la cronología, el lugar de manufactura y el producto que envasaron. Sin
embargo, no siempre es posible que las tres se puedan identificar en los fragmentos que estudiamos. Además, debido a sus
características, las ánforas fueron sucesivamente reutilizadas
(Slane 2004) para almacenar y transportar otros productos; en
infraestructuras urbanas (Uroz Sáez y Uroz Rodríguez 2008:
62); en la construcción de muros, como en Cartago y los horrea
del Testaccio (Sebastiani y Serlorenzi 2011); como sistema de
drenaje de áreas pantanosas del Véneto (Pesavento 1998), en
los Cargaderos de San Fernando (Bernal-Casasola et alii 2005)
o Zaragoza (Antico 2011); para convertirse en féretros (Keay
1984) o incluso, tal y como queda atestiguado, para hacer
desaparecer los cadáveres de los romanos asesinados por los
Beocios en el 196 a.C. en los alrededores del lago Copaide
(Livio, XXXIII, 29).
Asimismo, existen otra serie de planteamientos que hay que
tener en cuenta ya que muchos de los tipos se produjeron en
talleres y en áreas de producción de alimentos diferentes y distantes, lo que podría indicar que una misma forma tipológica
no necesariamente estuviera dedicada a transportar un producto
determinado. Por otra parte, las “imitaciones” también fueron
muy abundantes (Hesnard 1986), de modo que muchas veces
resulta complicado asociar automáticamente algunos tipos a su
contenido o procedencia.
De pocas piezas han sido analizados sus contenidos. Normalmente, cuando se ha llevado a cabo un estudio de estas
características las ánforas eran de procedencia subacuática,
aunque, como ya hemos señalado, el hecho de que un ánfora
determinada transportara un producto concreto no quiere decir
que todas las ánforas de esa misma tipología tuvieran también que
acarrear la misma mercancía. Además de los residuos de vino ya
conocidos (Formenti 1991 y 1989; Formenti, Hesnard y Tchernia
1978) y restos de pescado (Van Neer, Ervynck y Monsieur 2010;
Bernal-Casasola, Arévalo, Lorenzo y Aguilera 2003), también
se ha constatado el transporte de carnes sazonadas (ovicápridos,
buey, cerdo, conejo) y de otros artículos como frutas, aceitunas
o ramas de olivo (Bernal-Casasola 2004; Tresserras y Matamala
2004). Esto último podría tener un significado trascendental y
estar en relación con el transporte de injertos de determinadas
especies con una finalidad claramente comercial a largo plazo y
unas consecuencias que irían mucho más allá de la simple valoración económica pues afectarían, no sólo al paisaje, sino también
a la adaptación de las personas a su realidad agro-paisajística.
Incluso, hubo ánforas especializadas en el transporte de minerales como el alumbre de Lípari (Borgard 2005). La última década
ha sido especialmente prolífica en cuanto a análisis y estudios
de contenidos y recientemente se han publicado las actas de un
congreso específico donde se recogen las últimas novedades e
investigaciones al respecto (Bernal-Casasola, Bonifay, Pecci y
Leitch 2021).
Su poco compleja y rápida fabricación, el escaso coste que
su producción generaba, sobre todo teniendo en cuenta que nos
encontramos ante unas sociedades de tipo esclavista, así como
las características de resistencia y manejabilidad, hicieron de
ellas el contenedor por excelencia para el transporte marítimo
de determinados alimentos.
Todas estas circunstancias, sumadas al desarrollo del comercio, originaron su éxito, dispersión y distribución. Es por ello
que las ánforas se convierten en el material por excelencia de
la ciencia arqueológica para aproximarnos al estudio del gran
comercio que se desencadenó en los momentos finales de la República Romana.
Cuáles son los tipos de ánfora que llegaron a Valentia durante
este período, de dónde procedían, en qué porcentaje y circunstancias lo hicieron y cuáles fueron sus rutas de aprovisionamiento,
han sido los aspectos que hemos dilucidado para averiguar cómo,
de qué lugares y con qué productos se abastecía la ciudad de
Valentia en sus comienzos con el fin de contribuir a conformar
una visión más completa de los inicios de Historia de la ciudad.
4.1.3. estado de la cuestión sobre las ánforas y los
estudios de la valentia romana republicana
Los estudios realizados específicamente sobre ánforas referidos
a la Valentia republicana no han sido muy numerosos. En ellos
se han abordado cuestiones particulares relativas a tipologías
concretas encontradas en la ciudad (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2002), a hallazgos descontextualizados (Fernández
Izquierdo, Gómez y Ribera 1988; Ribera i Lacomba y Fernández
1985; Fernández Izquierdo 1984), a episodios concretos (Ribera
i Lacomba y Pascual Berlanga 2015) o a aspectos generalistas
sobre el comercio de vino (Ribera i Lacomba 2013a), pero nunca
se había hecho un estudio de conjunto como el que presentamos.
Así pues, sobre este aspecto hay poco más que decir, aparte de
que fue precisamente esa escasez la motivación principal por la
que decidimos abordar este trabajo.
Desde el punto de vista biofísico, el golfo de Valencia está
bien estudiado (Carmona y Ruiz 2006, 2004 y 2003; Ruiz y
Carmona 2005; Carmona 2002). Esto supone una ventaja que
contribuirá a encajar mejor los resultados de nuestros análisis
en su ambiente paisajístico, en el cual se encuentra la respuesta
a buena parte de los por qué Valentia nació y tuvo el desarrollo inicial que tuvo. Asimismo, también se han llevado a cabo
diversos estudios sobre el impacto que supuso el surgimiento de
la ciudad en el paisaje (Ribera i Lacomba, Grau y Marín 2002)
y su evolución (Ortega, Orengo y Palet 2015).
Sin duda, los trabajos que más han contribuido a poner
de relieve la Valentia republicana en el marco de las investigaciones sobre el mundo romano han sido los del Dr. Albert
Ribera i Lacomba quien, continuadamente desde los años
ochenta del siglo XX (Ribera i Lacomba 1987; 1983) y tras
la defensa en 1993 y posterior publicación de su tesis (1998),
ha venido proporcionando estudios sobre la fundación (Ribera
i Lacomba 2015; 2014a, 2009; 2008), destrucción en época
sertoriana (Ribera i Lacomba 2014c; 2013c; Ribera i Lacomba
y Calvo 1995), urbanismo (Ribera i Lacomba 2002) y contextos arqueológicos valentinos republicanos (Ribera i Lacomba
2017b y 2014b; Ribera i Lacomba y Marín 2003). Por otra
parte, han habido aportaciones de otros autores a la problemática de este período (Burriel, Ribera y Serrano 2004; Serrano
2000a; 2000b), incluyendo campos de estudio como los
numismáticos (Ripollés 2005a; 2002; 1988), el de los rituales
19
[page-n-33]
las ánforas de valentia romana republicana
fundacionales (Ribera i Lacomba 2010a) y funerarios (García
Prósper 2015), las áreas sacras (Ribera i Lacomba 2017a), la
evolución urbana de la ciudad (Ribera i Lacomba y Jiménez
2014; 2012; 2004); o incluso antropológicos de los primeros
pobladores (Alapont 2002). Por otra parte, las investigaciones
de E. Huguet (2021) sobre la cerámica común de la Valencia
romana (s. II a.C.-III d.C.), recoge algunas de las excavaciones
que nosotros hemos estudiado y ha sido de gran ayuda para
comprender los contextos en los que se encontraban nuestras
ánforas. Todos estos trabajos fueron configurando lo que hoy
día sabemos de la primera Valentia.
Otros aspectos más generales sobre el comercio y distribución de productos foráneos en las costas del área que nos ocupa
se han venido realizando desde la década de los años noventa
del siglo pasado hasta la actualidad (Pérez Ballester 2004; Aranegui 1996). Asimismo, existen otros artículos sobre los puertos,
fondeaderos y paisaje de las costas valencianas en época romana
(Pérez Ballester, Carmona, Ribera y Pascual 2010; Aranegui,
Ruiz y Carmona 2005), sobre la organización del territorio en
los momentos previos a la conquista (Bonet y Vives-Ferrándiz
2003; Arasa 2003; Bonet y Mata 2002 y 2001) o los problemas
históricos referidos a la fundación y el status de la ciudad (Pena
Gimeno 2002).
Igualmente, contamos con una serie de monografías que
resultan fundamentales para iniciarse en el estudio de la Valentia republicana. La más reciente, publicada en 2015 bajo la
supervisión científica de la profesora C. Aranegui se titula “El
Sucronensis sinus en época ibérica.” Se trata de una edición
extra de la revista Sagvntvm (P.L.A.V., 17) donde se abordaron los
resultados de las investigaciones relativas al entorno y el hábitat
inmediatamente anterior a la fundación de Valentia. Los artículos que recoge abarcan la zona que hemos analizado en nuestro
estudio. Asimismo, la última parte está dedicada a examinar el
impacto que tuvo la acción de Roma sobre la articulación de
este territorio.
En 2002, bajo la coordinación científica de A. Ribera i
Lacomba y de J.L. Jiménez Salvador, salió a la luz la obra publicada por el Ayuntamiento de Valencia “Valencia y las primeras
ciudades de Hispania.” El libro se encuentra dividido en diferentes capítulos (Modelos italianos en el período republicano;
Precedentes urbanos en la Hispania prerromana; Las primeras
fundaciones romanas de Hispania; El entorno valenciano; y La
primera Valencia). En ellos se recogen una serie de artículos que
también analizan buena parte de los temas que trataremos y que
significaron en su momento una puesta al día de todo cuanto
sabíamos de la Valentia romana republicana, principalmente sobre
su fundación (Marín 2002). Por tanto, ha sido un sólido punto de
inicio para comenzar a abordar nuestro estudio.
Sin embargo, el primer primer trabajo científico que recogió
toda la información sobre las excavaciones arqueológicas en la
ciudad de Valencia con niveles y estructuras romanas republicanas conocidos hasta la fecha de su publicación en 1998, fue la
tesis doctoral de A. Ribera i Lacomba (1993). Sin duda, aquel
trabajo supuso el punto de partida para cualquier estudio relacionado con este tema y ha sido el impulsor de todos los que
posteriormente se han realizado.
Con todo, podemos decir que si bien hay una relativa abundancia de investigaciones referidas a la Valentia republicana;
a su entorno paisajístico y los cambios en él producidos, y a
20
otros múltiples aspectos, lo cierto es que no existe ninguno concerniente al conjunto de las ánforas que durante aquel período
abastecieron a la ciudad.
4.2. LAS ÁNFORAS DEL MUNDO IBÉRICO
En general, las ánforas llamadas ibéricas no han sido objeto
de tantos estudios y publicaciones como el resto de los contenedores que estudiaremos. Aparte de unas primeras aproximaciones, realizadas por Pellicer (1978) a partir de los materiales
encontrados en el cerro Macareno para las producciones turdetanas del Guadalquivir y, después de los trabajos de Ribera i
Lacomba (1982) sobre las “ánforas prerromanas valencianas”;
de Florido (1985 y 1984) y de Muñoz (1987) referidos a las
ánforas “sudibéricas” o “iberopúnicas”, una de las tipologías
que mayor repercusión ha tenido se desprendió del trabajo de
Mata y Bonet (1992). En aquel ensayo sobre la tipología de la
cerámica ibérica, las ánforas se incluyen en el Grupo I de la
Clase A o “Cerámica Fina” y se definen como recipientes profundos, de una longitud mayor a 40 cm, cerrados, con dos asas
de sección circular y sin un pie que permita su estabilidad, a no
ser con la ayuda de soportes o hincadas en el suelo. Inmediatamente después, hubo un intento por establecer una tipología
común que pudiera englobar a todas las ánforas ibéricas (Castañer, Py, Sanmartí y Tremoleda 1993), aunque, por genérico,
el resultado no fue todo lo exitoso que pretendía.
Sin embargo, tras aquellas primeras aproximaciones no hubo
una continuidad de estudios concretos referidos a ellas, ni en
cuanto a tipología ni en cuanto a distribución. Probablemente,
la falta de una tradición investigadora específica y sus propias
características tecno-morfológicas hayan contribuido a ello. La
delgadez, homogeneidad y dureza de sus paredes, así como la
escasa variabilidad y significación cronológica de sus bordes,
hacen difícil identificarlas entre el resto de las producciones de
cerámica común ibérica encontrada en cualquier yacimiento. Por
otra parte, como sucede con casi todas las ánforas, también debemos tener en cuenta que no parece que hubiera hornos dedicados
exclusivamente su fabricación, sino que éstas se cocían junto a
otras formas cerámicas.
En el año 2000 se hicieron interesantes investigaciones para
averiguar su contenido y se constató que en la zona del nordeste peninsular la cerveza, entre otros, debió de ser uno de
los productos principales que algunas contuvieron (Tresserras
2000). En las últimas décadas, se ha dado un nuevo y enriquecedor impulso a su conocimiento incorporando nuevas técnicas
de análisis arqueométrico y sentando las bases para una renovada lectura de la información que estas producciones pueden
proporcionar.
Quienes más se dedicaron a su estudio, apuntan a que la
mayor parte de sus tipos fueron más usados para el almacenaje
que para el transporte (Mata, Pérez, Iborra y Grau 1997). Su
tamaño, muchas veces excesivamente grande, las buenas cocciones que implican una dureza y, por tanto, fragilidad de sus
paredes, el propio diseño y disposición de las asas, no parece
que las convirtieran en buenos contenedores para el transporte,
y mucho menos para el transporte marítimo. Además, la tesis de
Tsantini apunta a una multiplicidad de producciones, al menos
en las distintas áreas estudiadas del este y nordeste peninsular, lo
cual dificulta todavía mucho más cualquier análisis sobre ellas.
[page-n-34]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
En este sentido, parece que cada territorio, y dentro de ellos cada
área, se encargó de producir sus propias ánforas (Tsantini 2007),
lo que no deja de hablarnos de un modo de organización social
interdependiente pero muy autosuficiente.
El trabajo más reciente es de 2008 (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008) y resultó ser una excelente puesta al día de las ánforas
ibéricas. En este artículo se propuso una síntesis tipológica basada
en los parámetros cronológicos y geográficos conocidos hasta
entonces (fig. 4.2).
A pesar de todo, el período que tratamos sigue siendo un
absoluto desconocido en lo que se refiere a la producción y distribución de ánforas ibéricas. Se conocen muy pocas piezas que
claramente podamos ubicar entre los siglos II y I a.C., aunque,
precisamente, algunas de ellas proceden de los niveles fundacionales de Valentia (Ribera i Lacomba y Marín 2003; Ribera i
Lacomba 2000; 1998).
Al menos en la Maralaga (Sinarcas), en el entorno de Kelin,
había un alfar donde se fabricaron ánforas de tipo ibérico (Lozano
2006) que ha dado pie a una nueva forma tipológica: la I-9 (fig.
4.2, I-9), la cual será el tipo edetano predominante en los contextos de los siglos II y I a.C. (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008:
fig. 8, 5-6). También, en los alrededores de Kelin, se descubrieron
nuevas alfarerías que enriquecieron el panorama de su producción
(Martínez Valle et alii 2001; Martínez Valle y Castellano 2000;
Duarte et alii 2000; Martínez Valle y Castellano 1997). Igualmente, en uno de los pocos yacimientos ibéricos excavados de
esta cronología, el Tossal de la Cala en Benidorm, se ha podido
documentar su existencia (Ribera i Lacomba 1982). Por otra
parte, se han encontrado en Iesso y Molins del Rey en Cataluña
(Sanmartí, Bruguera y Miñarro 2004), en contextos fechados en
torno al año el 100 a.C., y también se descubrieron en Mallorca
en niveles relacionados con la fundación de Pollentia a mediados del siglo I a.C., aunque en este caso se consideran materiales
residuales de fases anteriores (Guerrero y Quintana 2000).
En cuanto a los intercambios y el transporte de algunos de
estos tipos, que es lo que más interesa para este trabajo, se ha
puesto de manifiesto un comercio intra-regional (Mata et alii
2000), supra-regional (Tsantini 2007: 327-329; Tsantini, Buxeda
y Gurt 2005) y también marítimo (López Seguí 2000). Han
sido descubiertas en pecios como el de Binisafuller (Guerrero
y Quintana 2000) en Menorca, o el de la punta de Les Salines
en Gerona (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008: 624) y, junto a
otras ánforas punico-ebusitanas, en lugares más remotos como
Cerdeña (Bartoloni 1988). En este sentido, fuera de la península ibérica, su presencia parece muy focalizada en Mallorca
y Menorca. A pesar de los escasos ejemplos con los que contamos, la constante aparición de ánforas ibéricas en contextos
con predominios claros de producciones púnico-ebusitanas han
llevado a plantear que su tráfico marítimo debió estar supeditado
o controlado por ebusitanos.
Dentro del territorio que podríamos asignar a lo que los
romanos percibieron como regio Edetania de la realidad indígena, y pese a la complejidad para establecer sus límites (Grau
Mira 2005; Mata 2001; Arasa 2001; Uroz Sáez 1983), sabemos
Figura 4.2. Tipología de las ánforas ibéricas
valencianas (Ribera i Lacomba y Tsantini 2008).
21
[page-n-35]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 4.3. Lugares prerromanos productores de cerámica y oppida
ibéricos más importantes en el territorio de la regio Edetana.
de algunos alfares en los que se fabricaron ánforas ibéricas
(fig. 4.3). En el interior de la provincia de Valencia, en Casillas del Cura (la Venta del Moro, Requena-Utiel) se estudiaron
varios hornos en cuyas cámaras de combustión aparecieron
fragmentos con defectos de cocción (Tsantini 2007; Martínez
Valle y Castellano 1997). Mucho más distante respecto al lugar
en que se fundaría Valentia, en Alcalá del Júcar (Albacete), en
los niveles superficiales de un horno, se recuperaron numerosos fragmentos de ánforas ibéricas (Tsantini 2007; Broncano
y Coll 1998), aunque en este caso resulta difícil la asociación
horno-ánforas.
En el entorno más inmediato de la zona fundacional existieron otros centros prerromanos productores de cerámica
como los del Pla de Piquer y los hornos de la Riera en Alfara
d’Algimia, los del Molí de Pintes o el taller del Plantet en el
área saguntina (Aranegui 2004; Aranegui y Martí 1995), si
bien no ha sido posible comprobar que también en ellos se
fabricaran ánforas.
4.3. LAS ÁNFORAS EGEAS
En primer lugar, hay que señalar que las ánforas egeas no suelen ser abundantes en los registros arqueológicos de los siglos
II y I a.C. del Mediterráneo occidental. Esto resulta relevante
puesto que ha podido condicionar un cierto desconocimiento de
sus tipologías y fábricas entre los investigadores de esta parte del
Mediterráneo quienes, probablemente en muchas ocasiones, las
hemos hecho desaparecer de los análisis o incorporado al grupo
de producciones indeterminadas. En general, solamente cuando
aparecen sellos o determinadas formas fáciles de identificar a
simple vista, estas ánforas han sido reconocidas y tomadas en
consideración como tales. En los últimos años se han realizado
22
algunos trabajos que ponen énfasis en la presencia de este tipo de
producciones en la península Ibérica (Pascual Berlanga y Pérez
Ballester 2017; Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013; Pérez
Ballester 2012; Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2004).
Además de los trabajos de Finkielsztejn (2004); de páginas web
consolidadas como FACEM o la del Centre d’Études Alexandrines; de los congresos de la LRCW o los de la IARotHP, en los
últimos años hemos de sumar tanto la movilidad de los investigadores como el desarrollo de las redes sociales y los diversos
grupos creados alrededor de las ánforas en general (Facebook:
Amphorae) y griegas en particular (Facebook: Greek amphorae
and their stamps) como impulsores de un mejor conocimiento,
al menos en esta parte del Mediterráneo, de sus pastas, sellos,
tipologías y cronología.
Una de las cuestiones que contribuyen a la complejidad de
su estudio es que cada ciudad con intereses comerciales fabricó
las suyas, lo cual supone una proliferación de tipos y de subtipos
extraordinaria. Además, muchas veces, algunas ciudades imitaron las producciones de otras vecinas (Empereur y Hesnard
1987; Hesnard, 1986). Por otra parte, resulta complicado diferenciar a simple vista las distintas fábricas, incluso utilizando lupas
de aumento. En este sentido, el descubrimiento de talleres y la
caracterización de las arcillas mediante técnicas arqueométricas
y, a nivel más utilitario, la publicación de imágenes de las pastas
acompañadas del dibujo de los tipos, sin duda habrá de contribuir
a su mejor tipificación.
La producción de ánforas en el Egeo se remonta a época
arcaica. Durante el período clásico alcanzaron una gran difusión
a partir de poleis como Atenas o de las islas de Tasos (Empereur
y Garlan 1986), Quíos o Lesbos. Sin embargo, el estallido de su
producción y difusión parece situarse en los albores del siglo III
a.C. ya que, desde entonces, sus productos, fundamentalmente
el vino, empezaron a llegar a todo el Mediterráneo (Pascual Berlanga y González Cesteros 2018). Las ciudades del Dodecaneso
y la costa del Asia Menor, con Rodas, Cos y Cnidos como puntas
de lanza, fueron los principales centros productores y exportadores, aunque, de manera minoritaria, también hubo una constante
difusión de ánforas de otros lugares como Quíos y Lesbos que
probablemente se debiera a la calidad y elevado precio de sus
productos (Tchernia 1986: 102).
Entre los hallazgos que encontramos en los yacimientos occidentales, los tipos más comunes suelen ser de Cnidos, de Quíos, de Cos
y, sobre todo, de la potencia comercial más importante del Mediterráneo oriental durante casi todo este período: Rodas.
Las ánforas de Cnidos (fig. 4.4, 1), en la península de Datça,
muy abundantes en Atenas (Grace 1985), no son comunes en
occidente, donde suelen aparecer de manera muy minoritaria
asociadas a otras rodias, de Cos y Quíos en algunos pecios de
mediados y finales del siglo II a. C. como los de Grand Congloué
1 (Benoit 1961; Long 1987) o Lazareto (Fernández-Miranda,
Belén, Cerdá y De Nicolás 1977) y de finales del siglo I a.C.
como en Sant Jordi A (Colls 1987), cuyos cargamentos principales estaban compuestos, no obstante, por ánforas itálicas. Las
ánforas de Cnidos presentan una evolución tipológica característica que mantiene un particular pivote anillado hasta bien entrado
el período romano. Generalmente, durante el siglo II a.C. las
asas estaban marcadas con sellos en los que aparecen nombres
de magistrados y símbolos ciudadanos que hacen referencia a
Cnidos, facilitando así su identificación.
[page-n-36]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
Las de Quíos son también muy minoritarias en occidente. Iniciaron su producción en el siglo VII a.C. y continuaron sin interrupción
hasta el siglo I a.C., lo cual da buena fe de que sus vinos fueron largamente demandados. Las formas helenísticas de borde redondeado
al exterior, cuello largo y fino, asas de sección ovalada, o circular en
las más recientes, cuerpo triangular y pie macizo y puntiagudo son
las que llegaron hasta nuestras costas (fig. 4.4, 2). Comenzaron a
fabricarse a inicios del siglo IV (Monsieur 1990: 237-238), pero se
produjeron sin modificar sustancialmente la tipología hasta el siglo
I a.C., quizás como marca de calidad y confianza de sus comerciantes en la buena calidad del vino que transportaban (Şenol 2007). A
partir del primer cuarto del siglo II, tras la paz de Apamea en el 188
a.C. y las ventajas que de ella obtuvo la isla (Liv. XXXVIII, 39),
debió producirse el momento de mayor volumen de producción y es
cuando comenzamos a documentarlas en Occidente. Desde entonces,
presentan bordes más estrechos, cuellos alargados, asas carenadas
y de sección circular, y pivotes macizos y puntiagudos. A inicios
del siglo II a.C. empezaron a presentar sellos en los que se alude
a nombres privados (Lawall 1999) que podrían hacer referencia al
productor del vino o del ánfora.
También se fabricaron ánforas con la misma morfología en
áreas próximas del continente. En Foça, en Focea, se han descubierto talleres de ánforas del tipo o al estilo de las de Quíos
que estuvieron en circulación durante el siglo II a.C. y sus
pastas y características han sido bien definidas (Okan, Atila y
Akyol 2015).
La alianza de la isla con el rey del Ponto, Mitridates VI,
frente a los romanos, seguramente como consecuencia del
aumento de comerciantes romanos reclamando o acaparando
los recursos financieros de la isla tras la guerra contra Antíoco
III (Lagos 1998: 36-38), y las consecuencias y medidas impuestas por Roma tras la victoria debieron provocar una decadencia
en sus exportaciones.
Por lo que a las producciones de Cos se refiere, se constatan
a partir de inicios del siglo III a.C. (fig. 4.4, 3). Desde entonces,
se caracterizaron por presentar unas asas dobles que, junto a
su forma, las hacen fácilmente distinguibles a simple vista del
resto de los tipos que transitaban el Mediterráneo. Sin embargo,
esta tipología no solamente se fabricó en Cos. Ya desde el siglo
II a.C. su producción ha quedado constatada en Creta (Eiring,
Boileau y Whitbread 2002), la costa de Caria, y las propias Cnidos y Rodas (Monsieur y De Paepe 2002; Empereur y Hesnard
1987: 23; Hesnard 1986). En comparación con las otras ánforas
egeas que hemos visto y, desde luego con las rodias, su sellado es
mucho menos común y cuando lo presentan suelen ser nombres
que probablemente hagan referencia al propietario o encargado
del taller que las fabricó. En el Mediterráneo occidental comienzan a documentarse en pecios de inicios del siglo II a.C. como
en Sanguinaires A donde, en un cargamento principal de Grecoitálicas, aparecen en pequeña proporción junto a un elevado
número de ánforas rodias (Long 2004), o en el de Lazareto, en
muy pequeña proporción junto a una carga también de Grecoitálicas (Fernández-Miranda et alii 1977). Sin embargo, sin dejar
de ser minoritarias, su presencia fue mucho más común a partir
de inicios del siglo I a.C.
En el sur de Italia se imitaron profusamente desde la segunda
mitad del siglo I a.C. dando lugar a una nueva forma, la Dressel
2/4, que a su vez será copiada en otros lugares del Mediterráneo central y oriental como Túnez o Egipto (Pascual Berlanga
y González Cesteros 2018), pero sobre todo en el Mediterráneo occidental, en Galia e Hispania, pasando a convertirse en
las ánforas por excelencia para el transporte de vino de época
augustea en adelante.
Sin duda, las ánforas rodias son las que más profusamente
llegaron hasta las costas del Mediterráneo occidental durante el
período que tratamos (fig. 4.4, 4). La abundantísima epigrafía
que ofrecen a través de sus sellos abarca desde finales del siglo
IV hasta el I a.C. y se ha ordenado en VI períodos que hoy día
proporcionan una información de primer orden desde el punto
de vista cronológico. El trabajo de sistematización de los sellos
y la reconstrucción del listado de magistrados rodios fue iniciado
en la década de los 50 por V. Grace (1953) y, tras muchos años
de recopilación de datos y estudios, hoy día es posible conocer
con bastante exactitud la ordenación temporal de los magistrados
epónimos que se mencionan en ellos (Finkielsztejn 2004; 2001).
Podríamos plantear la hipótesis de que las importaciones de
ánforas rodias llegaron a Hispania en tres fases asociadas a episodios históricos que debieron condicionar el volumen de su tráfico
hacia occidente.
Una primera etapa se iniciaría a fines del siglo III y duraría hasta mediados del siglo II a.C. La alianza de Rodas con
Roma durante la II Guerra Macedónica y posteriormente contra Antíoco y las consecuencias derivadas de la paz de Apamea
(188 a.C.) beneficiaron los intereses de la isla. Se ampliaron sus
territorios a la Licia y buena parte de la Caria (Liv. XXXVII,
56) y se consolidaron sus influencias comerciales en el Mar
Negro, hacia el Mediterráneo central, y de allí al occidental, y
renovó y reforzó los lazos comerciales con Alejandría (Piganiol
1974: 252-260; Rostóvtzeff 1971: 850-860). Es en este período
cuando las ánforas rodias comenzaron a estar presentes en todo
el Mediterráneo.
Una segunda fase se iniciaría a mediados del siglo II y abarcaría hasta mediados del I a.C. En el 166 a.C., la ambigüedad
que los rodios mostraron al final de la guerra contra Perseo de
Macedonia fue aprovechada por los romanos para arrebatarles el
control del tráfico marítimo de oriente con la estratégica creación
del puerto franco de Delos. Además, los rodios también fueron
desposeídos de Licia y Caria, en las que habían invertido grandes
sumas de dinero (Pol. XXX, 31, 4). Solamente siete años después de aquella estratégica medida, Rodas se lamentaba de que
sus ingresos por aranceles habían bajado de un millón a 150.000
dracmas (Pol. XXX, 31, 10-12). Sin embargo, las exportaciones
de sus ánforas hacia el Mediterráneo central y occidental no cesaron (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013), aunque, muy
probablemente, éstas ya llegaban a los mercados occidentales
junto a otras ánforas del área egea por mediación de la actividad
de los intermediarios itálicos establecidos en Delos. Esta fase
coincide, además de con la destrucción de Cartago y de Corinto
y las consecuencias económicas derivadas de ambos hechos; con
el momento de la fundación de la ciudad de Valentia y, también,
con el de su destrucción, sólo 63 años después, durante las Guerras Sertorianas en el 75 a.C.
La tercera fase propuesta se iniciaría a mediados del siglo
I a.C. con Roma enfrascada en las inevitables guerras civiles
surgidas por el control del poder del Imperio obtenido tras las
conquistas y el desarrollo de una política de alianzas basada en
su superioridad militar y “cívica”. Tras la anexión de Egipto
en el 30 y la instauración del principado de Augusto en el 27
23
[page-n-37]
las ánforas de valentia romana republicana
a.C. comenzó un período de estabilidad (Pax Romana) que no
se vería interrumpido hasta la muerte de Nerón en el 68 d.C. A
partir de mediados del siglo I a.C., y sobre todo durante el principado de Augusto, las ánforas orientales que mayoritariamente
se documentan en occidente son las de Cos. El auge de estas
importaciones podría estar relacionado con la alianza de los de
Cos con Roma a partir del 85 a.C., cuando se incorporaron a
la provincia de Asia como ciudad o estado libre, lo cual pudo
conllevar algún tipo de privilegio fiscal o económico relativo
a sus exportaciones.
En general, a partir de Augusto, se advierte un mayor número
de ánforas orientales en el Mediterráneo central y occidental,
tanto rodias como de Cos y de otros focos egeos, no solamente
en los grandes centros urbanos como Roma, Ostia o Lugdunum
(Desbat y Picon 1986; Panella 1986), sino también en otros de
menor envergadura como Eporedia (Gabucci y Quiri 2008) o,
más al occidente, en Mallorca (Cerdá 1999: figs., 44b-c, 45a,
47c-e), Ampurias (Aquilué, Castanyer, Santos y Tremoleda 2008:
11-13 y 20), Tarragona (Ruiz de Arbulo, Mar, Roca y Díaz Avellaneda 2010) o Valencia (Albiach et alii 1998).
En figura 4.4 se encuentran representados los principales tipos de
ánforas egeas documentados en occidente durante los siglos II y I a.C.
En cuanto a las ánforas fabricadas en las colonias griegas del
Mediterráneo occidental (fig. 4.4, 5-6) citaremos las últimas producciones de Massalia (Formas 5 y 6) que se manufacturaron entre
el 275 y el 125-100 a.C., momento a partir del cual ya no es posible
atribuir ningún ánfora a esta producción fácil de identificar por sus
abundantes y característicos desgrasantes micáceos. Las manufacturas de las colonias de Italia y Sicilia, las Grecoitálicas y los tipos
de la zona apula que derivan de sus predecesoras Magno-grecas
de los tipos IV, V y VI (fig. 4.4, 6) las comentaremos más adelante
por cuanto, generalmente, suelen estudiarse de manera ya diferenciada como ánforas romanas (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba
2013; Olcese 2010; 2011-12; Van der Mersch 1986).
Figura 4.4. (1-4) Ánforas egeas más
comunes en el Mediterráneo occidental
durante los siglos II y I a.C. (5-6).
Ánforas de las colonias griegas del
Mediterráneo occidental y central (s.
IV/III-II a.C.). (1) Ánforas de Cnidos,
(Cigar-shaped) Variante II-G (Monakhov
1999: fig. 7), último tercio del siglo III, s.
II y, probablemente, hasta mediados del I
a.C. (2) Evolución de las ánforas de Quíos
durante el período helenístico (Monakhov
2003: 243-Tav. 13), s. III-I a.C. (3)
Ánforas de Cos s. II-I a.C.; (a) 200-100
a.C. (Empereur y Hesnard 1987: fig. 19),
(b) 100-50 a.C. (Empereur y Hesnard
1987: fig. 20), (c) s. I a.C. (Tchernia 1969:
fig. 8). (4) Ánforas rodias s. III- I a.C.; (ab) 275-70 a.C. (Sciallano y Sibella 1991:
89), (c) 125-25 a.C. (Empereur y Hesnard
1987: fig. 14). (5) Ánforas Masaliotas
(Bertucchi 1990), (a) Forma 5 (300-125
a.C.), (b) Forma 6, (250-150 a.C.). (6)
Ánforas Magnogrecas tipo MGS III (Van
der Mersh 1994).
24
[page-n-38]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
4.4. LAS ÁNFORAS DE TRADICIÓN PÚNICA
Los primeros estudios sobre ánforas púnicas se realizaron a inicios
del siglo XX. La primera tabla general que incluyó algunas de ellas
fue la de la cerámica de la necrópolis cartaginesa de Ard el-Khéraïb (Merlin y Drappier 1909). Posteriormente, P. Cintas (1950)
realizó un gran volumen recopilatorio de cerámicas púnicas donde
incluyó específicamente las ánforas. Para algunos tipos concretos,
como las llamadas Cintas 268, 295 o 310, todavía se sigue usando
la numeración empleada por aquel investigador. Sin embargo, su
tipología no era propiamente arqueológica y contiene errores que
distorsionan la forma original de las formas representadas. Aun
así, fue una de las tipologías de ánforas fenicio-púnicas que más
se utilizó durante el siglo XX.
Un año después, José M.ª Mañá (1951) publicaba la primera
tipología de ánforas púnicas propiamente dicha. La compuso
a partir de materiales hispanos y todavía hoy sigue siendo
empleada, sobre todo a nivel oral. Al contrario que Cintas, cada
uno de los tipos identificados por Mañá atendía a criterios formales todavía vigentes (fig. 4.5). Desde entonces las ánforas
púnicas se clasificaban de dos maneras. Por una parte, quienes
centraban su trabajo en Mediterráneo central utilizarían mayoritariamente la tabla de Cintas y, por otra, quienes concentraban
sus estudios en el Mediterráneo occidental usarían preferentemente la de Mañá.
En 1965 Vuillemont clasificó las ánforas fenicio-púnicas
de Orán. Para ello, los tipos descubiertos se etiquetaron con
la inicial del yacimiento seguida de un número. La forma R-1
(islote de Rachgoun, Tipo 1) es la que más ha trascendido en la
bibliografía. Además, en su sistematización también se incorporaron por primera vez una serie de nuevos contenedores de
gran importancia en el área del estrecho de Gibraltar (falaisse
Mingeonet 4 o M4) y subdividió el tipo Mañá C2 en tres subtipos (C2a, C2b y C2c).
Poco después, Ponsich (1968) dio a conocer las excavaciones
de las alfarerías de Kuass en Marruecos, donde numeró cuatro
tipos de ánfora púnica fabricados allí (Ponsich I, II, III y IV). De
esta manera, por primera vez, pudo darse un nexo de las variables tipo-alfar.
En el sur de Francia, se establecieron puntualizaciones
a la tipología de Mañá (Solier 1972), cuya mayor repercusión fue la diferenciación del tipo Mañá D en dos formas
con variantes (D1a-D1b y D2) y se creó el tipo D-E como
un ánfora intermedia entre los tipos D y E, aunque, en realidad, éste se corresponde con un ánfora que es originaria
del Estrecho.
En 1974 se actualizó la tipología de Mañá (Pascual
Guasch 1974). Por otra parte, en Cartago (Riley 1976) se
identificaron los tipos “Early Amphora” (EA I: T-4215;
II: C2/T-7421 y T-7422, III: B/T-7711) y “Miscelaneous
Amphora” (ME: D/T-6121). Algo después, en Málaga, se
definieron las ánforas fenicias Trayamar I (R1) y II (Schubart
y Maass 1976). A partir de las excavaciones en Uzita, Van
der Werff (1977-78) estableció tres formas: 1 (C-2); 2 (C-1)
y 3 (B) asignando el origen de la forma 2 a la Bizacena y la
3 a la Tripolitania occidental.
El panorama progresó mucho con el estudio de las ánforas
púnicas de Ibiza (Ramon Torres 1981a), que estableció 3 grandes clases de ánforas ibicencas: PE-1 (formas 11 a 18); PE-2
(formas 21 a 26) o producciones ebusitanas que imitan formas
helenísticas, y PE-3 (forma 31) o imitaciones de formas púnicas
no ebusitanas.
Figura 4.5. Tipología de Mañá (1951) y sus equivalencias en otras nomenclaturas.
25
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las ánforas de valentia romana republicana
Este estudio se amplió con versiones insulares de ánforas fenicio-occidentales (PE-10) y otras imitaciones de época imperial
romana como la PE-41. Un ánfora PE se ubica tipológica y cronológicamente y es una producción fácil de identificar visualmente.
A partir de los hallazgos de Ibiza, Ramon Torres (1981b)
también publicó una revisión de las ánforas fenicio-púnicas en su
conjunto. Se definieron dos áreas de producciones que asimilaban
tipos concretos, el Mediterráneo Central y Occidental, y Atlántico. Surgieron nuevas formas, reflejadas en la bibliografía como
la C1/2 (Merlín Drappier 13) y se subdividió el grupo C2 en las
formas C2a (del Mediterráneo central) y C2b (del Mediterráneo
occidental, en torno a la zona gaditana). Desde este momento
se empezó a emplear también el término Mañá-Pascual A4 para
una forma del sur de la península ibérica y se asimiló la Mañá D
a una producción tunecina.
Simultáneamente se añadieron dos nuevos tipos, ambos gaditanos, a la tabla de Mañá: las ánforas púnicas F-1 (la MPA4) y
la Ribera G/T-8.2.1.1, (Ribera i Lacomba 1982). Igualmente, se
estableció un nuevo tipo sudhisánico, el de los Campamentos
Numantinos o CCNN (Sanmartí 1985b) que ofrecía una cronología muy determinada.
En Cerdeña se aislaron los tipos sardos, conocidos como Bartoloni B, C, E, I, K (Bartoloni 1988 y 1985) y en 1986 se fijó la
cronología, lugares de producción y contenido de las Mañá C
(Guerrero 1986).
Todas estas investigaciones se refundieron en la obra fundamental de las ánforas púnicas de J. Ramon Torres (1995). Aunque
difícil de memorizar, hoy día sigue siendo la mejor forma de catalogar y estudiar estos tipos de envases, pues recoge casi todas las
formas que se conocen y se les otorga un sentido cronológico,
evolutivo y de procedencia, además de que unifica la terminología (Docter 1999). Es esta la clasificación que hemos escogido
para inventariar las producciones de tradición púnica presentes
en Valentia.
La tipología propuesta por Ramon Torres se fundamenta
en dos criterios discriminatorios para realizar sus agrupaciones: A) Presencia o ausencia de un elemento determinado y
B) Combinación de perfiles geométricos definidos mediante
operaciones matemáticas. A partir de estos elementos se crean
Series (S) que pueden contener Grupos (G), Subgrupos (SG)
y finalmente Tipos (T) concretos. Se trata, por tanto, de una
especie de árbol genealógico de las ánforas que va de lo general a lo concreto.
Con todo se identificaron 15 Series y 132 tipos que incluían
todos los estudios sobre ánforas fenicio-púnicas del Mediterráneo Central y Occidental hasta el momento de su elaboración
y que podía ser ampliado a medida que la investigación fuera
avanzando.
Hasta aquel momento, se usaban las formas de Cintas o las
de Mañá, que creaban confusión por cuanto los tipos, variantes
y modos de referirse a ellos se iban ampliando. Así, para reseñar
a un mismo tipo de ánfora se usaba un sin fin de nomenclaturas, como por ejemplo ocurría con la Mañá C2, que también era
conocida como Bartoloni H3, Ben Younes 2, Cintas 312, Lancel
313, Merlín-Drappier 11, Molina- Huertas 9, Muñoz D4, Pascual
C, Van der Weff 1, etc.
Posteriormente, García Vargas (1998) propuso una nueva
seriación para las producciones específicas de la bahía de Cádiz,
la cual se ha actualizado por la gran cantidad de hallazgos de
26
nuevos centros de producción en esta zona (García Vargas,
Almeida y González 2011; Sáez Romero 2010; 2008a; 2008b;
2005). También se ha hecho hincapié en las producciones tardo-republicanas del valle del Guadalquivir y la zona turdetana
(García Vargas 2012), poniéndose de manifiesto una gran variedad de imitaciones sudhispánicas de los tipos grecorromanos y
la complejidad de las ánforas a que nos enfrentamos y donde,
al igual que sucedía en el Egeo, parece evidenciarse que cada
ciudad importante debió tener una producción propia basada
en la koiné tipológica de Ramon.
Por otra parte, en los últimos años, se ha insistido en algunos tipos de tradición púnica que comenzaron a fabricarse
precisamente en este período y no quedaron recogidos en la
tipología de Ramon Torres. Así, encontramos las ánforas denominadas Africanas Antiguas (fig. 4.6, 1), (Contino y Capelli
2019; Capelli y Contino 2013; Pascual Berlanga y Ribera i
Lacomba 2002) que son consideradas como una forma evolucionada, a partir de modelos grecorromanos, de la Mañá
C1b de Guerrero (1986) en su variante de finales del siglo III
(T-7211) y de inicios del II a.C. (T-7411). Se conocen talleres
que las fabricaron en Útica (Ben Jerbania y Capelli 2017) y
análisis recientes sugieren que también pudieron hacerse en
Malta y en la zona occidental de Sicilia (Contino et alii 2019).
Se trata de ánforas olearias que, con seguridad, transportaron
el afamado aceite de la región tunecina y su difusión debió
estar ligada a la fiscalidad romana del África tras la destrucción de Cartago, pues suele aparecer en contextos militares y
Figura 4.6. (1) Africana Antigua del pecio Jaumegarde B (Benoit
1960: fig. 11). (2) Ánfora Púnica Tardía Siciliana APTS 2 de
Pompeya (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2014: fig. 2, 2).
[page-n-40]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
urbanos claramente romanos desde mediados del siglo II a.C.
hasta época augustea (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba
2002; 2008).
Por otra parte, encontramos unas singulares ánforas definidas como tubulares (Finkielsztejn 2000, 141) que pudieron haber
sido fabricadas en la Sicilia occidental (Purpura 1986) (fig. 4.6,
2). Hoy se las considera ánforas de origen siciliano, de los siglos
II-I a.C. y resultan escasas en los registros arqueológicos, pero,
al mismo tiempo, se encuentran difundidas de un extremo al otro
del Mediterráneo y se les se ha propuesto una evolución crono-tipológica (APTS 1, 2 y 3) provisional (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2014; Botte 2012).
En general, las ánforas de tradición púnica no suelen
presentar sellos u otro tipo de información impresa. Las que
mayor índice de sellado o estampillado presentan son las
de la zona de Túnez, principalmente las de Cartago, donde,
desde finales del siglo V/mediados del IV hasta mediados de
II a.C., parece que fueron algo más frecuentes, mientras que
en el Mediterráneo occidental se empiezan a encontrar en
contextos a partir de finales del siglo III a.C. Para el período
que nos interesa (ss. II-I a.C.), los principales tipos de ánfora
que, en ocasiones, presentan sellos o estampillas son las
Mañá C2 (T-7.4.2.1 y T-7.4.3.1) del área entorno a Cartago.
A partir del siglo II a.C. se produjo una helenización de las
grafías púnicas (ΜΑΓΩΝ, ΑΡΙΣ), seguramente condicionada
por las nuevas circunstancias económicas, sociales y políticas derivadas de la II y III Guerras Púnicas y, a finales del
siglo II y durante la primera mitad del I a.C., se produjo en
la Bizacena la última generación de ánforas estampilladas
que corresponden al Grupo 7500 (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013: 284).
Generalmente, estas estampillas muestran símbolos ideográficos que no hacen referencia a lugares ni a cronología. Los más
frecuentes son representaciones de Tanit, fauna, motivos florales,
caballo y palma u objetos como jarros y cráteras. En las producciones del área del estrecho, además de motivos típicamente
helenísticos (palmetas, rosetas, etc.) también suele aparecer un
personaje masculino (¿Hércules-Melkart gaditano?) realizando
actividades relacionadas con la pesca, su transporte y envasado,
que aluden al contenido de las ánforas (Sáez Romero 2011;
2008a; 2007). Asimismo, en algunas ocasiones se han descubierto sellos con letras referidas a nombres propios que se han
venido relacionando con el productor o negociador y no con el
alfarero, aunque, en realidad, se trata de un tema poco conocido
abierto a interpretaciones diferentes.
Por lo que se refiere a los grafitos, tanto ante como post
cocción, son muy pocos los publicados y suelen ser signos,
algunos de ellos de grafía púnica y otros de difícil interpretación. Tampoco los tituli picti son abundantes entre las ánforas
de tradición púnica conocidas. Los que se tiene constancia, se
reducen a letras o signos que no aportan información relevante.
Solamente se conoce uno (CIL XV, 4730), sobre una T-7.4.3.3:
hal(ex)/ coc(tiva) o so(ciorum) que relaciona el ánfora con las
salazones sudhispánicas.
En general, se han establecido cinco grandes áreas en las
que se manufacturaron las ánforas púnicas y de tradición púnica
(fig. 4.7):
1. El Mediterráneo Central, que abarca las zonas de Cartago-Túnez, Malta, Sicilia occidental y Cerdeña.
Figura 4.7. Áreas de producción de las ánforas púnicas y de
tradición púnica.
2. Ibiza.
3. Círculo del Estrecho, donde se incluyen las producciones de la bahía de Cádiz, fachada Atlántica y norte de
Marruecos.
4. Costa malagueña y granadina. Se ha querido ver en esta
zona una microrregión productiva, aunque, en el estado actual
de la investigación, quizás no tenga suficiente entidad para considerarla como tal y debamos incluirlas en resto de producciones
del círculo del Estrecho.
5. Sudeste de la península ibérica.
Finalmente, todas las ánforas de tradición púnica que
abarcan el período comprendido en este estudio fueron más
o menos comunes en el Mediterráneo central y las costas
orientales de la península ibérica. Además, parece que su
comercialización aumentó durante estos momentos (Ramon
Torres 2008), si bien, tras la II Guerra Púnica, las redes de
comercio por las que se distribuyeron debieron estar plenamente ya integradas en la trama comercial desarrollada por
Roma en las provincias occidentales.
4.5. ÁNFORAS ITÁLICAS
La primera tipología fue desarrollada por Dressel. Esta clasificación surgió como consecuencia de sus trabajos referidos a
las inscripciones encontradas sobre las ánforas descubiertas en
Roma. Por lo tanto, se trata de una tabla clasificatoria que atendió
a los intereses de un estudio epigráfico cuyo fin era contextualizar
las inscripciones descubiertas (Zevi 1966). Sin embargo, aquella
tabla trascendió para convertirse en la referencia más importante
de todos los estudios posteriores dedicados a ánforas romanas
(fig. 4.8). Algo similar ocurrió con la clasificación de las ánforas
de Pompeya (Schöne y Mau 1909; Schöne 1871), creada a partir de las necesidades que por entonces se tenía de desarrollar el
CIL (Panella 1976), pero su uso en la bibliografía sobre ánforas
ha sido mucho menor que la de Dressel.
27
[page-n-41]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 4.8. Tabla de las ánforas romanas
incluida por Dressel en su trabajo (CIL XV, 2).
Desde finales del siglo XIX y durante toda la primera mitad
del siglo XX, los estudios dedicados a las ánforas romanas
fueron novedosos y abundantes. Ello generó una terminología
tipológica que fundamentalmente hacía referencia tanto a Dressel como a Schöne-Mau o también al lugar del cual procedían
las ánforas citadas en cada trabajo en cuestión, y cuyos ejemplos más significativos los encontramos en Pompeya, Haltern
u Oberaden.
No fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial
cuando verdaderamente comenzaron a aparecer estudios de
ánforas romanas centrados en la época republicana (Benoit
1957; Lamboglia 1955). Sin duda, las excavaciones de los primeros grandes pecios (Grand Congloué, Albenga, Giannutri,
Spargi, etc.) tuvieron mucho que ver en ello por cuanto todos
aquellos barcos se hundieron en aquel período. Desde entonces, la bibliografía específica de ánforas se ha desarrollado
tanto a nivel general (Caravale y Toffoletti 2008; Sciallano
y Sibella 1991; Peacock y Williams 1986; Joncheray 1976;
28
Callender 1965; Grace 1961) como concreto (García Vargas y
Bernal-Casasola 2000; Marangou 1995; Laubenheimer 1990;
Beltrán Llorís 1970).
4.5.1. las ánforas itálicas republicanas. los inicios de
su producción
En la península italiana, el inicio de la producción de ánforas podemos establecerlo en Etruria en el siglo VIII a.C. Estas ánforas
tuvieron una larga perduración hasta el siglo III a.C. y se considera que fueron concebidas fundamentalmente para el transporte
de vino (Morel 1981), aunque también pudieron hacerlo con otros
productos (Py 1993a). Suelen ser frecuentes en la Galia meridional
y en las costas del nordeste de la península ibérica (Martín 1991;
Py 1985; Morel 2006) e incluso llegaron a las costas valencianas
(Fernández Izquierdo, Gómez y Ribera 1988). Sin embargo, los
precedentes más cercanos a las ánforas romanas republicanas fueron las denominadas Magno-Grecas-Sicilianas (MGS).
[page-n-42]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
Si bien debió haber muchos más, únicamente se conocen
algunos centros productores en Locri (Barra Bagnasco 1989) y
Medma, en Calabria; en la región de Basilicata, en Metaponto.
También en Sicilia (Van der Mersh 1986 y 1994), sobre todo los
de la fase más reciente de su producción que se sitúa en los siglos
IV-III a.C., aunque en Himera, la ciudad griega más occidental
del norte de la isla, se han identificado producciones de ánforas
griegas occidentales desde la segunda mitad del siglo VI a.C.
(Bechtold 2020; Bechtold, Vassallo, Ferlito 2019). Su fabricación,
también se ha documentado y estudiado en mayor profundidad
en la Campania y el entorno de Nápoles (Olcese 2010).
Averiguar en qué momento y porqué se pasa de las MGS a
las Grecoitálicas, que son las primeras ánforas a las que podemos
considerar propiamente romanas, resulta complejo. Sin embargo,
como veremos más adelante, el origen podríamos atribuirlo al
proceso de colonización de la península italiana por parte de
Roma y, en aquella tónica, el mayor apogeo de su producción se
produjo a partir de la conquista de Sicilia en la I Guerra Púnica y
las consecuencias que de ella se derivaron. Asimismo, hay también un acontecimiento que podríamos relacionar directamente
con este cambio de paradigma en la fabricación de ánforas: la
batalla de Cannas en 216 a.C.
Las ciudades magnogrecas que hemos mencionado y otras
muchas, así como Capua, capital de la Campania, o las propias
Siracusa y Agrigento en Sicilia, abrazaron, por diversos motivos,
el bando cartaginés tras la derrota de los romanos en tan legendario acontecimiento (Livio, XXII, 61).
Locri y, probablemente también, Medma, puesto que igualmente fue colonia de los locros, estableció alianza con Aníbal
en 215 a.C. tras darse cuenta de que toda su población estaba en
manos de los cartagineses y de sus aliados brucios (Livio, XXIV,
1), Metaponto, junto a los turios, lo hizo en 212 a.C. después de
la toma de Tarento por los cartagineses (Livio XXV, 15). Asimismo, aunque la mayor parte de la zona campana permaneció
fiel a Roma, Capua, que durante el siglo III a.C. había ido incrementando su importancia, se alió a con Aníbal en 216 a.C. (Livio
XXIII, 10). Lo mismo hizo Siracusa en 215 a.C. bajo el reinado
de Jerónimo (Livio XXIV, 6,) y de los generales que le sucedieron tras su temprano asesinato, así como Agrigento y Heraclea
después de ser conquistadas por el general cartaginés Himilcón
(Livio XXIV, 35)
En 212 a.C. los cartagineses evacuaron definitivamente Sicilia
(Livio XXV, 28) y los romanos reconquistaron Siracusa (Livio
XXV, 31) y, algo más tarde, Agrigento en la última batalla que
Marcelo libró en Sicilia (Livio XXV, 41). En 211 a.C. los romanos también tomaron Capua (Livio XXVI, 14). En 207, después
de la batalla de Metauro, Metaponto fue evacuada por sus ciudadanos y recuperada por Roma (Livio XXVII, 51). Dos años
más tarde, Escipión, antes de partir a África en persecución de
Aníbal, recuperaría Locri (Livio XXIX, 8).
De este modo, con la definitiva salida de los cartagineses,
tanto de Sicilia como de la península italiana, todas las antiguas
colonias griegas que de alguna manera fueron sus aliadas y que
hasta entonces habían fabricado ánforas MGS, sufrieron las consecuencias de la derrota. Además de los saqueos, las ejecuciones
y el resto de las acciones usuales tras la ocupación de una ciudad enemiga en la Antigüedad (y también en la actualidad), se
tomaron otras medidas que resultan de interés para nuestro tema.
Por una parte, la casi desaparición de los antiguos ciudadanos
y, por otra, la confiscación de bienes y tierras en beneficio del
ager publicus romano. El caso por antonomasia es el de Capua
con la que Roma estaba especialmente enfurecida debido a las
graves consecuencias que para el desarrollo de la guerra supuso
la defección en favor de Cartago de una ciudad tan importante
(Livio XXVI, 16).
Así pues, tras la derrota de los cartagineses, nada volvió a ser
como antes en Italia, y mucho menos en su mitad sur y Sicilia.
Donde antes las ciudades actuaban como “pequeños estados” en
beneficio propio, tras la guerra pasaron a convertirse en poblaciones sumisas a la voluntad y las necesidades de Roma. Donde
antes había ciudades independientes ahora sólo había Roma. En
los momentos iniciales de la producción de ánforas romanas, las
diversas creaciones ya no estuvieron, pues, enfocadas a satisfacer
las necesidades comerciales de cada una de las ciudades que las
manufacturaban sino las de Roma.
Por otra parte, una de las principales preocupaciones de cualquier Estado con sus tropas en campaña es, sin duda, la de su
aprovisionamiento. Más allá de la apropiación de las reservas de
grano de los territorios por los que pasaban o en los que se establecían los ejércitos (frumentationes) y de la adquisición sobre
el terreno de otras fuentes de aprovisionamiento, resulta indudable la necesidad de un avituallamiento regular, constante y
organizado. Por tanto, uno de los objetivos de la producción de
aquellas primeras ánforas genuinamente romanas debió estar destinado al aprovisionamiento de los ejércitos que Roma ya tenía
distribuidos por todo el Mediterráneo y también al de la propia
ciudad. Así pues, podemos decir que uno de los grandes impulsores del gran comercio que se desarrollaría en los siglos II y I
a.C. fue el suministro de los ejércitos romanos en campaña. En
este sentido, conviene recordar que un ejército de aquella época
estaba formado por más personas, y no solamente soldados, que
cualquiera de las ciudades o aglomeraciones urbanas del Mediterráneo occidental por las que pasaba.
Paralelamente a esa gran producción y distribución enfocadas al ejército se produjo el aumento de la propia demanda
interna, sobre todo de Roma (Manacorda 1989) y, por otra, el
de una clientela exterior cada vez más numerosa y diversificada
compuesta no solamente por los colonos, soldados, contratistas, comerciantes, desplazados, etc., sino también por elementos
indígenas sumidos en un proceso de romanización irrevocable y
cada vez más evidente.
Los principales centros donde se fabricaron las ánforas itálicas republicanas se localizaron en la costa toscana, en el litoral
del sur del Lacio y norte de la Campania, y en la fachada marítima adriática (Tchernia 1986).
Uno de los fenómenos que discurrieron en paralelo a la
romanización fue el del aumento de la demanda de vino (Panella 2011). Las ánforas que conocemos como Grecoitálicas son
la evidencia arqueológica más significativa del inicio del gran
desarrollo de la viticultura en Italia durante y después de la II
Guerra Púnica.
4.5.2. las ánforas grecoitálicas
El primero en llamarlas así fue F. Benoit (1956; 1954), aunque
más tarde también hablaría de ellas como “Republicaine I” (1961;
1957: 250-56) al referirse al cargamento de Grand Congloué (1)
(Long 1987; Benoit 1961). El apelativo Grecoitálica es un modo
29
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las ánforas de valentia romana republicana
acertado de indicar que se trata de un tipo de ánforas de clara filiación griega, pero de fabricación esencialmente itálica (Manacorda
1986). Se encuentran, por tanto, en una posición de transición
entre las ánforas griegas y las romanas (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013). En los mismos años N. Lamboglia también las
incluyó en su tipología de ánforas romanas republicanas con el
número 4 (Lamboglia 1955: 264). Son ánforas a las que se las
considera concebidas para el transporte de vino, aunque recientes investigaciones también proponen incluir entre los alimentos
que transportaron productos derivados del pescado (Malfitana,
Bernal-Casasola, Mazzaglia y Díaz 2020). La mayor parte de los
centros productores que las fabricaron están localizados en zonas
que esencialmente fueron y son vinícolas y, en algunos pecios,
se encuentran asociadas a los primeros cargamentos de barniz
negro exportado desde Nápoles, de manera que esas producciones concretas debieron transportar el vino de Campania, incluido
el de la isla de Ischia (Olcese 2010).
Se conocen alfares que las fabricaron en Naxos, Gela/Agrigento, Temesa/Nocera, Terinse, en Sicilia y también en Calabria
y Metaponto (Van der Mersch 1994) y el área del Adriático
(Cipriano y Mazzocchin 2017; Carré, Monsieur y Pesavento
2014; Stoppioni 2013) que parecen corresponder a las variantes
más antiguas y que directamente están relacionadas con las MGS
V y VI. Algunos autores también han propuesto que se fabricaran
en la zona ilírica adriática (Zupančič, Horvat y Dobnikar 1998),
aunque esto no ha podido ser demostrado con rotundidad.
Sin embargo, donde mayor número de centros productores se
han descubierto es en la Campania septentrional (Sinuesa-Mondragone, ager falernus), aunque también hay numerosos alfares
como los de Astura, Minturno, Fondi o Formia en el Lacio Meridional (Tchernia, 1986). Más recientemente, se puso de manifiesto
la excepcional importancia de los alfares que las fabricaron en
Ischia (Olcese 2010; 2005/6). Asimismo, este tipo se desarrolló
en varias oficinas de la Etruria costera como las del ager Cosanus (Will 1982), en Albinia (Vitali 2007; Vitali, Laubenheimer
y Benquet 2007) y el ager Pisanus y el Volaterranus (Menchelli
et alii 2007: 142-143).
Probablemente, también se elaboraron en los alfares de los
puertos de Graviscae y de Pyrgi (Castrum Novum). En ambos
lugares se fundaron colonias de ciudadanos. En Pyrgi (264 a.C.)
y en Gravisca en 181 a.C. (Livio 40, 29). Casi con toda seguridad, igualmente se produjeron en otras zonas de Campania (Van
der Mersh 1994), como parece deducirse de algunos ejemplos
encontrados en las casas del Cinghiale, dei Fiori y delle forme di
Creta en Pompeya (D’Ambrosio y De Caro 1989; Scotti 1984:
273-275) o los sellos TR·LOISIO descubiertos en Sagunto (Aranegui 1995) y otros puntos del Mediterráneo central y occidental
con pastas propias de aquella región (De la Cruz Córdoba y Martín Camino 2013).
En la vertiente adriática de la península italiana se han evidenciado talleres en los que se hicieron ánforas Grecoitálicas
desde mediados del siglo III, en Cattolica (Stoppioni 2008), y
hasta mediados del II a.C. tal y como parece desprenderse de los
descubrimientos en la necrópolis de Adria (Toniolo 2000: 137171; Tonolio 1998). Asimismo, es posible que se fabricasen en
Spina (Desantis 1991-1992) y Aquileia, donde más tarde también
se manufacturarían ánforas del tipo Lamboglia 2 (Horvat 1997).
Algunas de estas Grecoitálicas del Adriático también llegarían a
Valentia (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013: fig. 23)
30
La costa oriental adriática se ha propuesto además como
área de producción, aunque no se dispone de pruebas evidentes y esta suposición se fundamenta en la gran abundancia de
hallazgos en los centros griegos de Issa/Vis (Croacia), Epidamnos/Dyrrachium y Apollonia, en Albania (Lahi 2008) y en los
numerosos pecios de la costa Dálmata con cargamentos en los
que también están presentes (Cambi 1989). En este sentido,
mientras no haya pruebas contundentes de su manufactura,
debemos ser cautos a la hora de atribuir la producción de
Grecoitálicas a aquella parte del Adriático (Carré, Monsieur
y Pesavento 2014). Lo que sí parece más factible es que se
fabricaran Grecoitálicas en diversos puntos del litoral adriático
italiano medio y septentrional, una zona a la que las fuentes
atribuyen una abundante producción de vino (Varrón 1, 2, 6-7)
y que cuenta con las tempranas colonias de Castrum Novum
(289 a.C.), Sena Gallica (283 a.C.), Ariminium en 268 (Livio,
Per. 11, 5) y de Aquileia algo más tarde, en 181 a.C., entre
otras (Livio XXXIX, 55). Un área, por tanto, sometida a un
complejo proceso de colonización y expansión agraria desde
un momento muy temprano bien expuesto por Bandelli (2005).
En la zona apula, también con tradición vitícola y olivarera/
olearia referida en las fuentes (Horacio, Odas 2. 6) y donde,
ya en el 243 a.C. se creó la colonia latina de Brundisium, que
se convertiría en el gran puerto hacia oriente, es muy probable que también se manufacturaran ánforas Grecoitálicas. En
cualquier caso, queda patente que la producción de ánforas
adriáticas inspiradas en modelos grecoitálicos tuvo que ser
una realidad a la que debemos prestar mayor atención. Las
formas 16-18 de Adria (Toniolo 2000; 1998) podrían dar una
idea de las formas transicionales a las Lamboglia 2, aunque
el estado actual de la investigación no permite establecer claramente ese paso; probablemente porque cada una pertenece
a modelos económicos y socioculturales diferentes (Cipriano
y Mazzochin 2017).
Las formas Grecoitálicas también se fabricaron en el ámbito
púnico del Mediterráneo occidental, y lo hicieron precisamente en
aquellos centros donde la vinculación con Roma fue más intensa.
En Cádiz sería a partir de la segunda mitad del siglo III a.C. (Sáez
Romero y Díaz Rodríguez 2007; Bustamante y Martín-Arroyo
2004) y durante el siglo II a.C., especialmente en su primera
mitad. Precisamente, tras la deditio de Gadir, más allá de si estableció inmediatamente un foedus en 206 a.C. por el que pasó a
convertirse en civitas foederata o lo hizo un poco antes o después (López Castro 1991), lo cierto es que desde aquel momento
la ciudad quedó bajo la protección de Roma (Livio XXXII, 2),
supeditando, por tanto, el control de la ciudad y de sus relaciones exteriores a ésta. En 171 a.C. se creó la colonia de Carteia
(Livio XLIII, 3) en la bahía de Algeciras, donde algunos autores
ya apuntaron la posibilidad de que el inicio de la fabricación de
ánforas pudiera tener que ver precisamente con el traslado de
alfareros itálicos (gens Sextia) a la ciudad (Bernal-Casasola Arévalo, Lorenzo y Aguilera 2003).
Por otra parte, en Ibiza, a partir del primer cuarto del siglo II
a.C., también se elaboraron Grecoitálicas o ánforas inspiradas en
ellas. La forma ebusitana para designarlas es la PE-24 (Ramon
Torres 1981a). Al igual que ocurre con Gades, la fecha exacta
del foedus con Roma por el que pasó a convertirse en civitas foederata no está clara (García Riaza 2002). Algunos autores han
apuntado la posibilidad de que, dado el extraordinario crecimiento
[page-n-44]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
urbano, el desarrollo del ámbito rural, el del comercio exterior
y el inicio de la circulación de monedas ebusitanas fuera de la
isla a partir de la primera mitad del siglo II a.C., Ebusus pudiera
haber llevado a cabo una deditio en un momento ubicado entre
el desenlace de la batalla de Zama (202 a.C.) y el 195 a.C. (Costa
y Fernández 1997: 428-429) que permitió a la ciudad mantener
un extraordinario desarrollo.
Por lo que conocemos hasta ahora, en el nordeste peninsular,
su producción, junto a Dressel 1, se inició en un momento posterior; en los últimos decenios del siglo II a.C. pero también en
centros productores relacionados con núcleos itálicos tardo-republicanos como Tarraco o Cabrera de Mar (López Mullor y Martín
2010; López Mullor 2008). Igualmente, parece que llegaron a
fabricarse en Marsella (Py 1978: 19 fig. 3).
El sellado de las ánforas Grecoitálicas fue ocasional y, por
lo general, en los sellos se hace referencia a un nombre, que en
las más antiguas podía estar escrito en griego y que a partir del
siglo II a.C. aparecerá siempre en latín. También pueden presentar monogramas y símbolos.
Así pues, existieron multiplicidad de áreas en las que se fabricaron las ánforas Grecoitálicas, lo cual conlleva a que, asimismo,
presenten una notable variedad de pastas que todavía hoy, muchas
veces, plantea problemas de identificación (Thierrin-Michael
2003; Thierrin-Michael y Maza 2002). Por tanto, el apelativo
Grecoitálica es genérico y engloba tamaños, perfiles (Manacorda
1986) y áreas de producción muy diversas relacionadas por una
tendencia formal que se dio entre los siglos IV y II a.C.
Sin embargo, lo que resulta obvio es el hecho de que las ánforas Grecoitálicas y su evolución están asociadas a los procesos
de colonización llevados a cabo tanto dentro como fuera de Italia
entre los siglos IV y la primera mitad del II a.C. De este modo,
cabe plantearse la hipótesis de que las ánforas Grecoitálicas puedan ser las ánforas de las colonias romanas republicanas y uno
de los testigos materiales de sus relaciones con el exterior y, por
tanto, también con Roma.
Excepto Carteia, todas las colonias hispanas anteriores a César
son de derecho latino. En este sentido, en cuanto a las producciones
occidentales y otorgando mayor importancia a la forma, la cultura y
a las gentes que las fabricaron que al lugar de su fabricación, estas
ánforas, a las cuales muchas veces llamamos imitaciones, quizás
no sean más que contenedores que también fueron fabricados por
contingentes itálicos dentro esa misma tónica colonizadora, lo cual,
siendo así, despejaría muchas dudas sobre su funcionalidad, autoría
Figura 4.9. Variantes de las ánforas Grecoitálicas (Will 1982).
y mercado, que, por otra parte, están íntimamente relacionados con
las necesidades puntuales de Roma y que, en este período, fueron
básicamente militares, colonizadoras y comerciales.
No hay una unanimidad a la hora de establecer una tipología
para las ánforas Grecoitálicas (Empereur y Hesnard 1987; Bats
1986; Manacorda 1986). Se trata de un tema pendiente que ni los
estudios de Cibecchini (2005/6) ni los de Olcese (2005/6; 2004)
consiguieron consensuar. Así pues, entre los investigadores resulta
útil y habitual referirse a ellas o diferenciar entre Grecoitálicas
antiguas y Grecoitálicas recientes en función de los contextos. No
obstante, a partir de los estudios de Will (1982) se establecieron
cinco variantes (Wa-e) que suelen ser las más habituales a la hora
de clasificar a esta familia de ánforas (fig. 4.9).
W-a. Se corresponde con las denominadas Grecoitálicas antiguas o MGS V. Tienen su origen en Sicilia y probablemente
también en la Magna Grecia. Su cronología se sitúa entre el 350
y el 250 a.C. (Py 1993b).
W-b. Equivale al tipo 4 de Lamboglia (1955) y probablemente
a la MGS VI. También se fabricaron en Sicilia y la Magna Grecia
entre el 250 y el 200 a.C.
W-c. Es el equivalente a los tipos de Grand Congloué I
(Long 1987) y asimilable al tipo 4 de Lamboglia. Fueron fabricadas en la Campania y su cronología se establece entre el 225
y el 175 a.C.
W-d. Corresponde al tipo grecoitálico tardío más frecuente y
se fabricó en la Campania y, probablemente, también en la Italia
central y en las costas italianas del Adriático. Su cronología se
establece entre el 200 y el 150 a.C.
W-e. Se la considera la forma más tardía y precedente de
las Dressel 1, con las que suele confundirse. Se fabricaron en
Campania, Italia central, costas italianas del Adriático, Hispania y, probablemente, también en Marsella. Su cronología se
sitúa entre el 175 y el 100 a.C. y son el tipo que se encuentra
representado en Valentia.
4.5.3. las ánforas dressel 1
Un problema familiar a la hora de realizar estudios sobre ánforas
romanas republicanas es la diferenciación entre las Grecoitálicas más
recientes y las primeras Dressel 1A, sobre todo cuando únicamente
contamos con fragmentos del borde, que por otra parte suele ser
lo más habitual. A partir de la relación entre las medidas del borde
(altura total/anchura máxima) se propuso que un valor inferior a 2,9
se reservara para las Grecoitálicas y uno superior a las Dressel 1A
(Tchernia 1986: 309), pero no llegó a ser un sistema válido ya que
muchos de los bordes que podríamos considerar grecoitálicos se
encuentran en cuerpos que claramente debemos relacionar con las
Dressel 1 y viceversa. Hoy por hoy, la clasificación de estos bordes
depende más de las apreciaciones de quien los estudia que de cualquier otra característica mesurable. Unas valoraciones tan sutiles
como el grosor de las paredes, el grado de compactación de la pasta
o el acabado general de la pieza; estimaciones que, sin embargo, no
dejan de estar solamente avaladas por el instinto que otorga la experiencia. En este sentido, ante las dudas que se nos han planteado con
determinados bordes, asas, pivotes y fragmentos de cuerpo en los
materiales de Valentia, hemos optado por denominar a este grupo
como ”Grecoitálica/Dressel 1” y, dado que, como veremos, estas
ánforas se encuentran en los niveles fundacionales de la ciudad, las
ubicamos cronológicamente entre el 140 y el 130 a.C.
31
[page-n-45]
las ánforas de valentia romana republicana
4.5.3.2. Dressel 1B
Son sensiblemente más grandes y se caracterizan por presentar un borde más alto y vertical que los de las Dressel 1A y,
al igual que ellas, sus bordes también presentan variedad de
tamaños y detalles (Py 1993c). A partir de un titulus pictus
consular descubierto en Burriac, Cabrera de Mar, en Barcelona, se ha propuesto que surgieron al final del siglo II a.C.
(Miró 1986: 202, fig. 3) y fueron muy abundantes durante
todo el siglo I a.C.
4.5.3.3. Dressel 1C
Figura 4.10. Diferentes variantes de las ánforas Dressel 1.
Como su nombre indica, las ánforas llamadas Dressel 1
corresponden a la forma 1 de la clasificación establecida por
Dressel en 1899 y su cronología se sitúa entre la segunda mitad
del siglo II y finales del I a.C. Son las ánforas romanas republicanas por excelencia y las que protagonizaron el gran comercio
del vino durante el período tardorrepublicano, convirtiéndose
en uno de los principales materiales arqueológicos guía de ese
período en Mediterráneo occidental, aunque también se encuentran diseminadas por el Mediterráneo oriental.
El volumen de su producción no es comparable con ningún
otro tipo precedente (Tchernia 1983), ni siquiera de con el de
las ánforas Dressel 20 hispanas de época imperial o las LRA
1 tardoantiguas. La masiva producción de esta forma implicó,
además, una extraordinaria multitud de talleres dispersos por la
Italia tirrena (Vitali, Laubenheimer y Benquet 2007; Vitali 2007;
Hesnard et alii, 1989; Hesnard y Lemoine 1981) y también jónica
(Corrado 2009). Asimismo, se fabricaron fuera de Italia en talleres tanto del nordeste de Hispania (López Mullor 2008; Carreté,
Keay y Millet 1995) como del sur, en Gades, Carteia o Baelo
(Bernal-Casasola, Arévalo, Lorenzo y Aguilera 2003; García Vargas 1998: 71-4; Fernández Cacho 1995).
El inicio de su producción parece situarse en el tercer cuarto
del siglo II a.C. en los talleres tirrénicos que fabricaban las formas
Grecoitálicas más recientes. De hecho, las Dressel 1 se consideran
la culminación de la evolución formal de las ánforas Grecoitálicas.
Las diferentes variantes del tipo (A, B y C) quedaron establecidas
por Lamboglia (1955) y son las que nosotros hemos utilizado para
clasificar los materiales de Valentia puesto que continúan siendo
perfectamente válidas y es la manera en que habitualmente se clasifican (fig. 4.10). Posteriormente, Benoit (1957) haría coincidir la
variante A de Lamboglia con las que él denominó Republicaines
IIIA, y la B con las Republicaines IIIB.
Son más altas y estilizadas que las Dressel 1B. Como en las otras
Dressel 1, también se encuentran variaciones en sus bordes que
pueden llegar a ser de gran longitud, en las asas, muchas veces
con trayectorias acorazonadas, y en su aspecto general. Hicieron
su aparición en los mercados hacia finales del siglo II y aparecen
en contextos que abarcan todo el siglo I a.C.
4.5.4. las ánforas lamboglia 2
Paralelamente a la fabricación, casi en exclusiva, de las ánforas
Dressel 1 en los talleres tirrenos, las alfarerías de la zona adriática
italiana, donde antes también se hacían Grecoitálicas, comenzaron
a producir nuevas formas a partir de la segunda mitad del siglo
II a.C. (Cipriano y Carré 1989; Palazzo 1989).
Se trata de un tipo de ánforas que no está plasmado en la tabla
tipológica de Dressel. Los bordes que presentan son muy similares
a los de las Dressel 1A, triangulares o en cinta y, al igual que ellas,
existe variedad en cuanto sus detalles y medidas. En un principio se
les asignó un origen en la Apulia, región que siempre se ha vinculado a la producción de aceite, por lo que, unido a su aspecto más
o menos redondeado u ovoidal, también se pensó en ellas como
contenedores para el transporte de aceite (fig. 4.11). Sin embargo,
todos los talleres conocidos en los que se fabricaron se encuentran
al norte de Apulia (Cipriano y Carré 1989), entre el Piceno e Istria
incluyendo Aquileia (Menchelli y Ciuccarelli 2009; Buora, Carré,
Tiussi y Ventura 2008; Carré y Pesavento 2003; Cipriano y Carré
1989; Carré 1985). Posteriormente, en ellos también se fabricarán
las Dressel 6, a las cuales se las puede considerar una evolución
de esta forma. En algunos talleres de Pescara, Città de S. Angello, en el Piceno central, se ha podido constatar una continuidad
productiva entre las Grecoitálicas, las Lamboglia 2 y las Dressel
4.5.3.1. Dressel 1A
Son muy similares a las Grecoitálicas W-e. Unas y otras pueden
llegar a confundirse. Tanto en el aspecto general de la forma
como en los bordes, presentan multitud de variaciones que las
convierten en un grupo muy amplio en el que cabrían todas
ellas (Py 1993c). A rasgos generales, su cronología se sitúa
entre el 130 a.C. (Tchernia 1986) con perduración hasta época
cesariana o augustea.
32
Figura 4.11. Ánforas Lamboglia 2 a partir de Sciallano y Sibella 1991.
[page-n-46]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
6 (Staffa 2003: fig. 3). Por otra parte, el análisis del contenido de
un ánfora Lamboglia 2 del pecio de la Madrague de Giens mostró
que aquella contuvo vino (Formenti, Hesnard y Tchernia 1978).
Así pues, actualmente hay una mayor tendencia a considerarlas
ánforas vinarias (Cipriano y Mazzocchin 2017a; Cipriano y Mazzocchin 2017b, 18). Recientemente, la aparición en Pompeya de
un ánfora de esta tipología con pastas propias de la Campania y
aparentes defectos de cocción ha vuelto a poner sobre la mesa la
hipótesis planteada por Hesnard (1998) de que la forma también
hubiera podido fabricarse en los alrededores de aquella ciudad.
Fuera de Italia, algunos autores han propuesto que en Hispania
se pudieron copiar en el valle del Guadalquivir (García Vargas,
Almeida y González 2011), en el mediodía hispano (Mateo Corredor 2014: 76) y la zona central catalana (López Mullor y Martín
2010), aunque estas apreciaciones se fundamentan en materiales
muy fragmentados que resultan dudosos.
Comenzaron a fabricarse hacia el último cuarto del siglo II
a.C., pero fundamentalmente son ánforas propias del siglo I a.C.
que pudieron prolongar su existencia hasta el primer cuarto del
siglo I d.C. (Py 1993c).
Generalmente, tienen sellos, sobre todo en el labio, aunque
también se encuentran en la parte superior del cuello o en una de
sus asas. Sus pastas son muy características y fáciles de identificar. Por lo general, son de color claro, crema o rosado y contienen
granos de color granate (chamotas) e inclusiones negras brillantes
(Cabella 2008; Menchelli et alii 2008).
4.5.5. las ánforas de brindisi
La familia de ánforas brindisinas tampoco quedó plasmada en
la tabla de Dressel. El término aparece por primera vez recogido a partir de los trabajos de Tchernia y, sobre todo, de Panella (1973: 494-496). Desde entonces su valoración, definición
y conocimiento, se ha ido modificando hasta poder hablar, hoy
día, de un grupo de ánforas bien determinado. Algunos de sus
tipos se dedicaron al transporte del vino y otros al de aceite. Por
su semejanza, se ha apuntado la posibilidad de que las formas
olearias brindisinas estén emparentadas con las de la última
fase productiva de ánforas Corintias A de Corfú (Manacorda y
Pallecchi 2012) y que sean predecesoras de las ánforas Dressel 6 de la cuenca centro-norte adriática e incluso la base de
los prototipos hispanos que desembocaron en las Dressel 20
(Manacorda 2019).
Se trata también de ánforas con un cuerpo de tendencia
ovoidal. Los bordes del tipo más antiguo podrían llegar a confundirse con las Grecoitálicas más recientes (W-e), aunque, en
conjunto, la forma es algo diferente. El resto de los tipos reconocidos no presentan problemas de identificación y, excepto
dos de las formas (Apani I y VIII que son de sección ovalada)
el resto tienen asas de sección circular (fig. 4.12).
Como su nombre indica, son ánforas que se fabricaron
en torno a la ciudad portuaria de Brundisium, donde se han
encontrado varias zonas alfareras que las manufacturaron.
Otro de los aspectos que las caracterizan es la presencia muy
habitual de sellos en las asas. Los talleres de mayor significación productora son el de Apani (Palazzo 2013) y el de
Giancola (Manacorda y Pallecchi 2012; Manacorda 2001).
Los primeros han proporcionado seis formas bien definidas
por ejemplares completos (I, II, III, IV, V y VII), y otras dos
Figura 4.12. Clasificación de las ánforas de Brindisi a partir del
trabajo de Palazzo (2013) con indicación de la producción: aniniana
sin sombrear y vehiliana sombreada en gris.
(VI y VIII), conocidas sólo a partir de los tercios superiores
de las ánforas que los representan (Manacorda 2019; Palazzo
2013; Cabella 2008).
Asimismo, también del centro productor de Apani, se han
podido agrupar las formas que van asociadas a dos grupos de
sellos: de Aninius o aninianas (tipos I, II, V, VII y VIII) y el de
Vehilius o vehilianas (tipos III, IV y VI) (Palazzo 2013), aunque
no se puede descartar la posibilidad que esas mismas formas o
similares igualmente se fabricaran en los talleres de otros domini
productores.
La inauguración de las producciones de Apani se sitúa a
partir de la segunda mitad del siglo II a.C., poco antes del inicio de su último cuarto, y se ha planteado que pudiera estar
relacionada con la deportación a Italia de esclavos ceramistas
griegos tras la destrucción de Corinto en 146 a.C. (Finkielsztejn 2002: 139). La que podríamos considerar como una de las
piezas más antiguas conocidas procede precisamente Valentia
y la estudiaremos en este trabajo. En esta primera fase de la
producción, los sellos que hacen referencia a los nombres de los
esclavos suelen aparecer en grafía griega o en griega y latina,
y muy pocos lo hacen sólo en latina. Incluso los que presentan el nombre del dominus (C. Aninius) usan el doble alfabeto.
Por el contrario, los sellos de finales del siglo II e inicios del I
a.C., los de Vehilius y sus esclavos, utilizaron siempre el latín.
Desde este momento y hasta el último cuarto del siglo I a.C.
las ánforas republicanas brindisinas comenzaron a llegar a los
mercados tanto italianos como ultramarinos. Durante las guerras
33
[page-n-47]
las ánforas de valentia romana republicana
4.5.5.2. Giancola 2/Apani I
Se la considera un ánfora vinaria. Podríamos decir que se trata
de una forma intermedia entre las Grecoitálicas W-e y las Lamboglia 2. Presenta un borde en cinta de sección triangular, cuello
troncocónico, asas de sección ovalada y cuerpo fusiforme de tendencia ovoidal terminado en un pivote macizo y cilíndrico con
indicación del pie. Su cronología se ubica en el último cuarto
del siglo II a.C.
4.5.5.3. Giancola 3/Apani II
Ánfora considerada olearia. Presenta un borde con pequeños
resaltes, cuello cilíndrico, asas de sección circular y cuerpo
ovoide terminado en pivote macizo acabado en botón. Cronológicamente se ubica a finales del siglo II a.C.
4.5.5.4. Giancola 4/Apani IV
Figura 4.13. Clasificación de las ánforas de Giancola a partir
del trabajo de Manacorda (2019). Correspondencia con las
producciones de Apani.
civiles parece que se abandonó la producción y sólo a partir
del inicio de época augustea se volvería a retomar, aunque ya
con un nuevo repertorio morfológico que se ubica dentro de
una dinámica comercial que poco tiene que ver con el mundo
romano republicano.
Las ánforas brindisinas republicanas de Giancola son el
resultado de la explotación agrícola intensiva dentro de un gran
fundus gestionado por “esclavos de Visellio” cuya onomástica es
oriental. Sin embargo, el uso del griego en los sellos es minoritario (Manacorda y Pallecchi 2012). Para este centro productor
también se ha establecido una clasificación de las ánforas que
manufacturó (Giancola 1, 2, 3, 4, 5, 6), aunque la mayor parte
de las formas son las mismas que se cocieron en los hornos
de Apani. De este taller es característico el grupo de sellos del
dominus Visellio y se ha podido determinar que su estampado
se articuló en tres fases productivas (Sila-Cesariana, Augustea y Julio-Claudia) relacionadas con tres grupos de esclavos
(Manacorda 2019).
A partir de las producciones de los talleres de Apani, de Marmorelle y de Giancola, las distintas formas se han articulado
de manera que, superpuestas, podríamos resumir del siguiente
modo (fig. 4.13):
4.5.5.1. Giancola 1/Apani VII
Por el momento se la considera un ánfora olearia. Borde en cinta,
de cuello corto, con asas de sección circular y cuerpo ovoide acabado en pivote macizo. Se le atribuye una cronología del último
cuarto del siglo II a.C.
34
Ánfora probablemente olearia. El borde presenta molduras, cuello
troncocónico, asas de sección circular y cuerpo más o menos
globular terminado en un pivote en botón. Se la considera como
una de las formas clásicas de la producción brindisina: finales
del siglo II-primer cuarto del siglo I a.C.
4.5.5.5. Giancola 5/Apani V
Probablemente olearia. Boca ligeramente abierta con borde
de sección semicircular, cuello corto, asas de sección circular y cuerpo ovoide terminado en un pivote en botón. También fue una de las formas más difundidas y características
de la fase clásica brindisina. Fines del siglo II primer cuarto
del siglo I a.C.
4.5.5.6. Giancola 6/Apani III y VI
Se interpreta como olearia. Borde redondeado, cuello bajo, asas
de sección circular y cuerpo ovoide acabado en pivote cilíndrico
y macizo. Se asocia a la última fase de la producción brindisina
a mediados del siglo I a.C.
4.5.5.7. Apani VIII
No se dispone de ninguna pieza entera de referencia. Sin
embargo, se apunta la posibilidad de que fueran ánforas de
pequeñas dimensiones, quizás con fondo plano (Palazzo 2013).
Sus asas son de sección ovalada y se engloban dentro de la fase
productiva aniniana.
4.6. LAS ÁNFORAS OVOIDES SUDHISPÁNICAS
Tal y como su nombre indica se trata de un tipo de ánforas cuya
característica más común es la tendencia ovoide de su cuerpo.
Son una familia que no siempre ha estado bien identificada
como tal y muchas veces ha pasado desapercibida de los inventarios. A partir del año 2000 numerosos trabajos comenzaron
a hacer hincapié en ellas (García Vargas, González y Almeida
2019; González Cesteros, García Vargas y Almeida 2018; Miró
i Canals 2016; García Vargas, Almeida y González 2011; García
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evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
Vargas 2010; Almeida 2008; Fabião 2001) como una interpretación surgida, o tendencia inspirada en el segundo tercio del
siglo I a.C. a partir de modelos africanos (Africanas Antiguas)
e italianos de la costa adriática (de los talleres de Giancola
y Apani fundamentalmente) que ya venían circulando por el
Mediterráneo desde aproximadamente un siglo antes (Manacorda 2019; Contino y Capelli 2019).
Las ovoides del sur de Hispania se han dividido en 9 tipos
(fig. 4.14) (García Vargas, González y Almeida 2019):
4.6.1. ovoide 1
Normalmente se la conoce como Lomba do Canho 67, LC 67 o
Class 67. Es fácilmente reconocible porque bajo el borde presenta una moldura y ha sido la más estudiada desde su identificación en la literatura como una forma específica (Molina Vidal
1995; Fabião 1989). Se admite que derivan de las producciones
adriáticas del Piceno, Apulia y los talleres de Apani (Apani II,
III y IV). Fueron fabricadas en el Valle del Guadalquivir, en las
bahías de Cádiz y Algeciras, en las costas malagueñas y en el
norte de África. Debido a la variedad de zonas productoras se
ha propuesto llamar Ovoides 1 únicamente a las que se manufacturaron en valle del Guadalquivir y mantener LC67 para el
resto de las ánforas sudhisánicas de esta forma hasta una mejor
definición de las tipologías locales (García Vargas, González y
Almeida 2019: 110). En Cádiz, donde han sido bien estudiadas
en el taller alfarero de Verinsur (Bernal-Casasola, Díaz, Lavado-Florido y García 2019) se las conoce como Ovoide 1 Gadirita
y ésta debería ser la tónica de adjetivación a medida que la investigación vaya ubicando en la geografía cada una de las distintas
producciones, no sólo para la forma 1 sino para todas las demás.
Actualmente su cronología se enmarca entre finales del primer
tercio del siglo I a.C. hasta las últimas décadas de éste (Mateo
Corredor y Molina 2019; García Vargas, Almeida y González
2011: 212; Molina Vidal 2001). Estudios arqueométricos han
relacionado el tipo con el transporte del vino (Bernal-Casasola,
Pecci y Sáez 2019).
4.6.2. ovoide 2
Se diferenciaron tras los estudios de Almeida (2008: 83-84) en
Scallabis. Se ha propuesto que pudieran derivar de los tipos
Baldacci 1A y C o del grupo Giancola 5/Apani Va (García
Vargas, González y Almeida 2019: 112). En función de los
conocimientos actuales, debieron comenzar a producirse hacia
mediados de la segunda mitad del siglo I a.C. y, aunque no
está claro cuándo dejaron de fabricarse, al menos circularon
durante el tercer cuarto del siglo I a.C. (García Vargas, González y Almeida 2011).
4.6.3. ovoide 3
También fue definida a partir de los hallazgos, escasos y fragmentarios, de Scallabis. Gracias a ellos, se ha podido establecer
que las ánforas de Grand Congloué 3 clasificadas como Dressel
10 (Liou 2001: 1002, pl. J, n.º 5) realmente corresponden a este
tipo y se ha restituido la forma completa (Quillon y Luaces 2019:
400, fig. 6; García Vargas, González y Almeida 2019: 113). Circularon durante la segunda mitad del siglo I a.C.
4.6.4. ovoide 4
Podrían confundirse, y de hecho se han confundido, con las Haltern 70 augusteas o con una variedad más pequeña de las mismas (García Vargas, Almeida y González 2016a). Sin embargo,
han sido claramente reconocidas como una producción tardo-republicana del Guadalquivir que probablemente está inspirada
en modelos adriáticos como las Apani VII y que comenzaron a
fabricarse al menos en el segundo cuarto del siglo I a.C., puesto
que aparece una pieza en el cargamento de Madrague de Giens
(Tchernia 1990: 296), donde fue clasificada como Haltern 70.
Debieron dejar de manufacturarse hacia el 30-20 a.C. coincidiendo con el inicio de las Haltern 70 (García Vargas, González
y Almeida 2019: 114-116).
4.6.5. ovoide 5
Se conocen pocas piezas enteras asociadas claramente a este
tipo. Alguna de los pecios de Illes Formigues I y Cala Bona
1 (Martín Menéndez 2008), de Ceuta (González Cesteros,
Almeida y Garcia Vargas 2016b; Garcia Vargas, Almeida y González 2011: 227, fig. 20; Bernal-Casasola 2007) y de Mesas
do Castelinho, donde una de ellas se publicó como Ovoide 1
(Fabião 2001: 682, fig. 1,2). No hay muchos fragmentos identificados como Ovoide 5 (García Vargas, González y Almeida
2019: 120), pero la mayor parte presentan fábricas propias del
valle del Guadalquivir. En función de los hallazgos identificados
hasta ahora se plantea que el momento de máxima expansión
pudo situarse entre los años 50 y 25 a.C. y pudieron estar fabricándose hasta finales del siglo I a.C. Análisis arqueométricos
recientes las han asociado al transporte de vino (Bernal-Casasola, Pecci y Sáez 2019).
4.6.6. ovoide 6
Se las considera ánforas olearias. Presentan muchas similitudes
formales con las Ovoides apulas, especialmente con las de la
segunda fase de los talleres brindisinos (Giancola 6/Apani III y
IV), las cuales son consideradas como las fuentes de inspiración
para la creación de esta forma. No está claro cuándo iniciaron
su producción, aunque a partir de los hallazgos y de los modelos
itálicos se ha planteado que pudiera iniciarse en el segundo cuarto
del siglo I a.C. en relación con el abastecimiento de los ejércitos
que había en Hispania y que perdurarían hasta las últimas décadas
del siglo I a.C. (García Vargas, González y Almeida 2019: 127).
4.6.7. ovoide 7
También se la conoce como Oberaden 83 porque fue incorporada a la tipología a partir de las tablas cerámicas resultantes de
las excavaciones alemanas en el campamento militar de Oberaden, donde se le dio el número 83 (Loeschcke 1942). Está relacionada con el transporte de aceite de oliva y se la considera,
al igual que la Ovoide 6 y la Haltern 71, predecesora de la ya
estandarizada Dressel 20 (González Cesteros et alii 2022). El
inicio de su producción se ha relacionado con la instalación de
los primeros campamentos en el Rin y su abastecimiento, hacia
el 20 a.C. (García Vargas, Almeida y González 2011: 237-38).
Sin embargo, la Ovoide 7, es ya un ánfora más propia del siglo I
35
[page-n-49]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 4.14. Propuesta de la tipología
de las ánforas ovoides del Guadalquivir
a partir de García Vargas, González y
Almeida (2019: fig. 22).
d.C. En este sentido, se ha propuesto mantener la apelación Oberaden 83 para las primeras producciones destinadas a Oberaden
en las dos últimas décadas del siglo I a.C. (González Cesteros y
Almeida 2017). Por otra parte, es considerada como la primera
ánfora Bética para la exportación masiva de aceite y debió estar
en circulación durante todo el siglo I d.C. (García Vargas, González y Almeida 2019: 130).
4.6.8. ovoide 8
Esta forma se ha definido sólo a partir de fragmentos procedentes rellenos fechados entre el 50 y el 25 a.C. en las excavaciones
del Patio de Banderas del Real Alcázar de Sevilla (García Vargas 2012: 190), por lo que hasta el momento no hay demasiada
información.
4.6.9. ovoide 9
También ha sido concretada a partir de algunos tercios superiores
recuperados en las mismas excavaciones que, sin embargo, se
pueden adscribir un tipo individualizado de ánfora. Lo fragmentario de las piezas incluidas en este grupo impide realizar muchas
precisiones, aunque se han resaltado sus similitudes con la forma
apula Apani VII (García Vargas, González y Almeida 2019: 131).
4.7. OTRAS ÁNFORAS DE LOS SIGLOS II-I A.C.
También debemos hacer referencia a otras ánforas que por diferentes motivos no suelen ser identificadas en los yacimientos.
Los trabajos que desde hace aproximadamente una década se
están llevando a cabo en Tamuda (Bernal-Casasola et alii 2019:
36
nota 7) han permitido plantear la existencia en la zona de una
serie de producciones con singularidades tipológicas y de sus
pastas cerámicas. Estos investigadores han propuesto una clasificación que permite individualizar estas ánforas, a las que han
llamado mauritanas occidentales (Tipos I, II, III y IV ordenados
según el modelo de modernidad creciente). Debieron ser fabricadas en la región de Tetuán o en otras áreas afines cercanas
y junto a las ánforas Ovoide 1 mauritanas (también conocidas
como Sala 1), parecen conformar una microrregión productiva
cuyas exportaciones también deberían observarse en diferentes
centros de consumo. En este sentido, las mencionamos porque,
como más adelante veremos, alguna de ellas pudo haber llegado
a Valentia, lo cual supondría la primera vez que se documentan
fuera de su área de producción.
Además del panorama general que hemos tratado de ofrecer
sobre los tipos más habituales que encontramos en los yacimientos del Mediterráneo occidental en el período que tratamos,
también se manufacturaron ánforas en otros lugares de la cuenca
mediterránea como Egipto y las costas de Siria y Judea, u otros
más remotos como el Mar Negro. Sin embargo, no parece que
estas ánforas llegaran hasta nuestras costas y, desde luego, en
función de lo que sabemos hasta el momento, no llegaron a la
Valentia republicana. Se ubican dentro de una dinámica comercial más centrada en el Asia Menor y oriente. Por todo ello las
hemos obviado en este trabajo.
4.8. LOS CONTENIDOS DE LAS ÁNFORAS
En cuanto a las mercancías que transportaron, siempre ha habido
un debate no exento de polémica que ha sido abordado por
algunos autores (Bernal-Casasola 2004). Sin embargo, todavía
[page-n-50]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
existe una notable falta de estudios y publicaciones al respecto,
sobre todo para la época romano-republicana cuando la comercialización de la tríada mediterránea (vino, aceite y trigo) y las
salazones de pescado fue mucho más que evidente y estuvo
asociada a determinados tipos de ánfora. Más allá de cuestiones obvias bien conocidas tanto por las fuentes como por la
arqueología, como el transporte del vino campano en las ánforas Dressel 1, el de salazones en las ánforas de tradición púnica
fabricadas en las zonas conserveras de la bahía y entorno de
Cádiz o del aceite en las Africanas Antiguas, lo cierto es que
la cuestión resulta mucho más compleja de lo que pueda parecer. Si, como hemos visto, las ánforas se concibieron fundamentalmente para el transporte de alimentos, ¿qué motivo hay
para que un ánfora fabricada en determinada región no pudiera
transportar cualquiera de los productos derivados de la explotación agroalimentaria de la misma, como ocurre, por ejemplo,
en el fundus de Giancola en Brindisi? ¿Acaso las alfarerías de
Dressel 1 campanas solamente fabricaban ánforas para los vinicultores? Y, si buena parte de las ánforas romanas republicanas
estuvieron destinadas al avituallamiento de soldados, ¿cuáles
eran las necesidades alimenticias de éstos? Unas preguntas así
abren un amplio abanico de posibilidades, planteamientos e
hipótesis de trabajo que podremos encauzar teniendo en cuenta
varios aspectos.
Uno de los más importantes es el lugar en el que un ánfora
fue fabricada y qué tipo de bienes primarios se procesaban
allí. Las fabricadas en una determinada zona probablemente
fueron creadas para transportar los productos, y no sólo uno,
de esa región, más allá de que alguno fuera, por así decirlo,
su mercancía estrella. Al igual que los espacios entre las ánforas estibadas en las bodegas de los barcos se utilizaron para
exportar otros bienes de una misma región, como es el caso del
barniz negro del golfo de Nápoles (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013: 220), pensamos que también las ánforas de
una zona esencialmente vinícola como la campana pudieron
transportar otras mercancías además del vino. En este caso,
el aceite de una región de la que las fuentes nos dicen que,
además de los apreciados vinos como el Cécubo y el Falerno
conocidos, en ningún otro lugar donde hay olivas se produce
más aceite (Plinio, N.H., III, 60, 10) y cuyos campos estaban
destinados al beneficio de la República (Suetonio, De vitis
Caesarum, Divus Iulius XIX, 20, 3). En este sentido, una
revisión de las fuentes enfocada a buscar qué dicen sobre la
producción de alimentos en diferentes regiones podrá ayudarnos a dilucidar los productos que sus ánforas pudieron
transportar como mercancías principales, pero también secundarias o de menor transcendencia.
Otra variable a considerar es la propia morfología del ánfora
que estudiamos. Generalmente, partimos del presupuesto teórico,
aceptado por la mayor parte de los investigadores, de que los tipos
están asociados a productos específicos, existiendo, por tanto,
una relación inequívoca entre la forma del contenedor, el lugar
de procedencia y la clase de producto que esa determinada forma
transportó. Una relación que, por otra parte, los antiguos trabajadores de los puertos debieron tener perfectamente asimilada,
y que encuentra un paradigma en las ánforas T-9.1.1.1 (CCNN)
para las salazones gaditanas (García Vargas 1998), las cuales, no
obstante, también pudieron transportar carnes sazonadas (Bernal-Casasola 2004: 331).
Algunos trabajos (Étienne y Mayet 1994; Fabião y Guerra 1993, 998.), así como la proliferación de lo que en ciencia
arqueológica denominamos “imitaciones” (Sáez Romero y Díaz
Rodríguez 2007; Desbat y Picon 1989; Becker et alii 1986)
parecen confirmar que efectivamente este binomio se dio en la
Antigüedad. La constatación de tituli picti alusivos al transporte
de vino sobre ánforas del tipo Beltrán IIB (Liou 1987) que, a
priori, tanto por restos faunísticos como por otros tituli picti (Liou
y Rodríguez Almeida 2000; Laubenheimer, Martínez-Maganto y
Hilairet 1993) entendemos que fueron concebidas para el transporte de derivados del pescado, parece indicar que algunos tipos
pudieron no estar destinados al transporte de un único producto y
se ha hablado de una posible bivalencia o doble funcionalidad (en
este caso transporte de vino-pescado) para determinados materiales que no invalidan el presupuesto teórico anterior y que más
bien supondrían una excepción a la regla (Bernal-Casasola 2004:
327). Asimismo, el estudio de García Vargas (1998), en el que se
incluyen las inscripciones sobre ánforas béticas recogidas en el
CIL, ya ponía de manifiesto que un mismo tipo podía transportar
diferentes productos y salsas de pescado.
La tercera de las posibilidades es que las ánforas, independientemente de su tipología, fueran utilizadas para envasar
cualquier producto alimenticio. Aunque hasta los últimos años la
tendencia general ha sido la de rechazar este supuesto, aduciendo
entre otros motivos a que la estandarización de las producciones
de determinadas zonas geográficas no tendría sentido (Bernal-Casasola 2004: 327), lo cierto es que a medida que se realizan
análisis científicos de los contenidos parece cobrar más fuerza
la idea de que éstas, al margen de su tipología, transportaron una
gran variedad de productos que sólo puede estar relacionada, bien
con la reutilización de las ánforas, o bien con la propia idiosincrasia de las mismas como simple contenedor y que algunos autores
ya comenzaron a plantear a finales de los 80 para las ánforas
bizantinas LR 1 y 2 (Steckner 1989). Esto vendría a apoyar la
hipótesis de que, aunque una tipología concreta, como las Dressel
1 producidas la Campania en el siglo II-I a.C. estuviera concebida para el transporte de un producto principal, en este caso el
vino, ello no impediría que esas mismas ánforas pudieran, también, transportar en origen otros productos de menor relevancia
económica para la región que las fabricó.
Sin embargo, el aspecto que con mayor base puede ayudarnos a comprender el contenido de las ánforas es el análisis por
métodos científicos de sus contenidos. Todas las posibilidades
de transporte en ánforas de tan diversos productos podrán ser
confirmadas o descartadas por la ciencia arqueológica a través
de los nuevos, y cada vez más constantes, estudios específicos
sobre sus contenidos. En este sentido, se han realizado análisis a partir de los residuos de materia orgánica, sobre todo de
ánforas recuperadas en yacimientos subacuáticos, en los que se
demuestra que además de los bienes que tradicionalmente se
asocian a determinados tipos, éstos también acarrearon otros.
Así, en el puerto de Olbia (Cerdeña) se descubrió un conjunto
del siglo II o inicios del I a.C. formado por varias T-4.2.2.4,
T-5.2.1.2, T-5.2.2.2, T-9.2.1.1 y Dressel 1 A, B y C y, entre algunas de las ánforas de tradición púnica mencionadas, se encontró
que unas contenían avellanas, otras piñas, carne ovina, cerdo e
incluso buey (Bernal-Casasola 2004; Ramon Torres 1995). En
la Madrague de Giens aparecieron aceitunas y ramas de olivo
en un ánfora T-7.5.2.2 (Tresserras y Matamala 2004). Todo esto
37
[page-n-51]
las ánforas de valentia romana republicana
no viene sino a redundar en la idea que planteábamos al principio de esta introducción y es que además de transportar las
mercancías para las que fue concebida en origen, un ánfora no
deja de ser un excelente contenedor que podía acarrear cualquier
tipo de alimento u otras mercancías.
Sin olvidar que se trata de materia orgánica perecedera y que
no siempre llega hasta nuestros días, la presencia o ausencia de
pez visible, resina o cualquier otro aislante con que se recubrían
las paredes internas de las ánforas no implica necesariamente que
contuvieran un producto u otro. De hecho, estudios sobre los contenidos parecen desvelar que todas debieron tener algún tipo de
revestimiento interno impermeabilizante (Garnier, Silvino y Bernal-Casasola 2011). En el mundo fenicio-púnico son escasos los
ejemplos de recipientes cuyas impermeabilizaciones hayan llegado hasta nuestros días de una manera obvia a simple vista. Un
ejemplo son las ánforas T-7.4.3.3 (Mañá C2) de Cap Negret, las
cuales, a pesar de la presencia de pez en sus paredes internas, se
asociaron al transporte de salazones por un titulus pictus encontrado en un ejemplar de Castro Pretorio interpretado como hal(lex)
coc(tiva) o hal(lex) soc(iorum) (CIL, XV, 4730; Guerrero 1986).
Tradicionalmente se relacionaba la presencia de pez en las ánforas
con el transporte de vino o incluso de los derivados del pescado
y su ausencia a otros productos como el aceite. Hoy en día sigue
siendo un problema complejo y delicado sujeto a interpretaciones
(reutilización de las ánforas; que aquellas con pez visible y trazas
de aceite transportaran algún producto no alimenticio, etc.), pero
lo cierto es que también se ha comprobado la presencia de resinas/pez en ánforas claramente olearias, en las que, además, se ha
evidenciado que, efectivamente, contuvieron aceite vegetal y que
no fueron reutilizadas (Pecci y Cau 2010).
En resumen, hasta la actualidad, el contenido de las diferentes
ánforas romanas republicanas ha venido determinándose fundamentalmente en función de su morfología, del área en que se fabricaron
y de los productos primarios que allí tuvieron mayor desarrollo
en base a nuestro conocimiento histórico trasmitido a través de
las fuentes, y empírico, a través de la arqueología. Sin embargo,
cuando la química u otras ciencias auxiliares de la arqueología han
probado la posibilidad de que un mismo tipo pudiera transportar
variedad de contenidos, esto se ha refutado como excepciones.
Sin duda, la aplicación de análisis arqueométricos al estudio de las
ánforas, cada vez más numerosos, aunque todavía muy costosos,
contribuirá a despejar muchas de las dudas que actualmente nos
asaltan a la hora de plantearnos esta problemática.
4.9. TENDENCIAS ACTUALES EN LOS ESTUDIOS
SOBRE ÁNFORAS
La proliferación de estudios dedicados a las ánforas en general y a
las romanas en particular desde el último cuarto del siglo XX, ha
desembocado en la edición de numerosas publicaciones que son
de obligada referencia para cualquier análisis. En este sentido, el
grupo de investigación CEIPAC (Remesal 2008) de la Universidad de Barcelona viene publicando periódicamente desde 1993 la
serie Instrumenta. Se trata de una publicación enfocada a la producción y comercio de alimentos en el mundo romano para analizar los aspectos sociales y políticos que ello conlleva. Aunque
abarca todo tipo de cerámicas, destacan los estudios relacionados
con los sellos e inscripciones sobre las ánforas y son accesibles a
través de su página web (ceipac.ub.edu). Precisamente el número
38
52 de esta serie aborda el comercio de las ánforas y las relaciones
mercantiles de la Hispania Ulterior en el período que tratamos y
también altoimperial (Mateo Corredor 2016).
Además, existen otros proyectos como Amphora Project de la
Universidad de Southampton que se concentran más en cuestiones
tipológicas y tratan de hacer accesible a todos los investigadores
la información tipológica, de fábrica y bibliográfica de las ánforas
conocidas con la finalidad de poder llevar a cabo una aproximación preliminar a las formas que estudiamos.
Actualmente, también contamos en la red con un completo
catálogo de las ánforas romanas hispanas editado por el Instituto
Catalán de Arqueología Clásica y el Ministerio de Economía y
Competitividad (amphorae.icac.cat) que ofrece una visión consensuada y de conjunto de estas producciones. En internet hay
otras páginas que hacen hincapié en aspectos más específicos
como los sellos en la del Centre Alexandrin d’Études des Amphores (www.amphoralex.org) (Hesnard 2004; Panella 2004) o en
la identificación de las distintas fábricas producidas en el Mediterráneo central como FACEM (www.facem.at).
También han sido relevantes algunas revistas como Archaeonautica o el International Journal of Nautical Archaeology
dedicadas a la arqueología subacuática, o las publicaciones de
las actas de los Congresos Internacionales de Arqueología Submarina de Albenga (1958), Barcelona (1961) y Cartagena (1985,
2013), las monografías del Centro de Arqueología Subacuática de
Cataluña o las actas de las Jornadas de Arqueología Subacuática
de la Universidad de Valencia (1997; 2003 y 2008).
Las ánforas romanas del periodo republicano, sin embargo,
siguen siendo minoritarias en todas estas recopilaciones.
El desarrollo de la ciencia y las nuevas tecnologías ha permitido avanzar en aspectos muy específicos que dan pie a una
caracterización de las ánforas mediante técnicas arqueométricas.
La aplicación de diversos análisis por Difracción de Rayos X;
Espectroscopía de Absorción Atómica o Microscopía Óptica de
Polarización tienen la finalidad de determinar los lugares de fabricación a través de la identificación de los elementos minerales,
petrográficos y fisio-químicos de las arcillas con que se fabricaron las ánforas analizadas y su dispersión. El empleo de estas
técnicas, procedentes de ciencias ajenas a la arqueología, pero
aplicadas a ella, ha dado lugar a varias publicaciones específicas
como Mediterranean Archaeology and Archeometry o Avances
en Arqueometría y a la realización, desde la SPaC, de congresos
periódicos sobre arqueometría aplicada al patrimonio cultural,
los cuales parecen haber marcado una tendencia en los estudios
relacionados con estos contenedores.
Como hemos procurado plasmar más arriba, el contenido de
las ánforas siempre ha sido y será un tema de debate no exento de
problemática. Hoy día, gracias a la química orgánica es posible
la aplicación de técnicas analíticas sobre los residuos orgánicos
dejados por los contenidos de las ánforas que se analizan para
averiguar cuáles fueron. Estos estudios no son nuevos. Su inicio
podemos situarlo a finales de los años 70 (Condamin y Formenti
1978; Condamin et alii 1976) aunque será en los ochenta cuando
verdaderamente comenzarían a proliferar. Sin embargo, son análisis que resultan costosos desde el punto de vista económico y
solamente pueden desarrollarse dentro de proyectos de investigación con financiación específica para ello. Estos estudios
que parecen ir confirmando una obviedad y es que las ánforas,
después de transportar el producto original para el que fueron
[page-n-52]
evolución y estado de la cuestión sobre los estudios de ánforas
fabricadas, se utilizaron para transportar y almacenar todo tipo
de alimentos y de otros bienes que no necesariamente lo fueron,
además de plantear nuevos problemas y retos asociados a las
interpretaciones de la existencia de resinas en las paredes internas de las ánforas (Pecci y Cau 2010).
En 2013 se desarrolló en Conimbriga el Congreso Internacional Ânforas Lusitanas. Producção e comercio. La publicación
de sus actas (Vaz Pinto, Almeida y Martin 2016) supuso una
extraordinaria puesta al día sobre la fabricación, distribución,
arqueometría, contenidos y cuantificación de este tipo de contenedores que, hasta entonces, muchas veces, pasaban desapercibidas
como tales en los registros arqueológicos.
En octubre de 2015, en honor de D. Miguel Beltrán Lloris, se
desarrolló en Cádiz la Internacional Active Conference: Roman
Amphora Contents. Su objetivo fue reflexionar sobre los contenidos de las ánforas, el origen de estos y cómo, a través del
comercio, las distintas provincias o regiones productoras estuvieron relacionadas. Supuso una puesta al día de los problemas
metodológicos relacionados con este tipo de análisis y de los
criterios historico-arqueológicos y arqueométricos que debemos tomar en consideración para afrontarlos (Bernal-Casasola,
Bonifay, Pecci y Leitch 2021). También en 2015, en Sevilla-San
Fernando, tuvo lugar el International Work-shop titulado A family
business… The ovoid amphorae in the Central and Western Mediterranean. Between the last two centuries of the Republic and
the early days of the Roman Empire, (García Vargas, Almeida y
González 2019). Dio visibilidad y supuso una puesta al día del
conjunto de las ánforas denominadas Ovoides estableciendo un
marco conceptual unitario en el que poder estudiarlas.
Aunque no ha sido publicado todavía, en 2016 tuvo lugar en
Lezuza, Albacete, el Congreso Internacional Cultura Material Romana
en la Hispania Republicana. Contextos privilegiados y Estado de la
Cuestión. Además de dar a conocer numerosos contextos militares,
en él se realizaron aportaciones significativas en cuanto a los pecios
republicanos, las ánforas brindisinas, las Africanas Antiguas o la presencia de ánforas griegas en la península ibérica.
Por otra parte, en octubre de 2017, auspiciado por Instituto
Austríaco de Arqueología, la Escuela Danesa de Atenas y la Universidad de Stanford, se llevó a cabo un simposium en el que
participaron buena parte de los actuales especialistas en ánforas
para debatir sobre la producción en masa y la estandarización de
las ánforas romanas y bizantinas (Regional Convergences: mass
production and the development of Roman and Byzantine amphora
standardization). En relación con estos dos temas se abrieron
numerosas expectativas que, sin duda, están marcando los últimos estudios (González Cesteros y Leidwanger 2023).
Más recientemente, tras veinte años desde que se organizara
una primera reunión internacional para hablar sobre la economía
comercial y las ánforas béticas (García Vargas y Bernal-Casasola 2000), en diciembre de 2018, desde la Universidad de
Sevilla, se organizó el segundo Congreso Internacional Ex Baetica Amphorae, con el objetivo de recoger las novedades, tanto
en las regiones productoras como en los lugares de recepción y
consumo así como los nuevos descubrimientos de cargamentos
de estas piezas y, en fin, una puesta al día de todas las cuestiones
relacionadas con este tipo de ánforas.
Finalmente, en 2019 la International Association for
Research on Pottery of the Hellenistic Period E.V. (IARPotHP), celebró en Atenas la 4th Conference: Manufactures and
Markets: the contributions of Hellenistic Pottery to Economies
Large and Small, donde hubo interesantes aportaciones referidas
a las ánforas de este período: a las presentes en algunos yacimientos epirotas (Gravani y Drosou 2022; Pascual Berlanga y
Pliakou 2022) o a los últimos datos sobre las ánforas Dressel
1A y 1B fabricadas en Cosa (Romeo, Contino, D’Alessandro
y Panariti 2022).
En junio de 2021, se celebró en Sevilla del 5º Congreso
organizado por la IARPotHP bajo el título De este a oeste y
viceversa: sociedades, economías y cerámicas en el mundo
helenístico que aún no ha sido publicado pero cuyas aportaciones marcarán un nuevo hito en los estudios sobre las ánforas
de este período.
39
[page-n-53]
[page-n-54]
5
Recopilación de datos y metodología de estudio
5.1. PROCEDENCIA DE LOS MATERIALES
ARQUEOLÓGICOS
La naturaleza de las actuaciones arqueológicas en Valencia está sujeta a múltiples factores que no siempre permiten
que las excavaciones puedan llegar hasta los niveles que nos
interesan para esta investigación. Sin embargo, en los últimos cuarenta años, el elevado número de intervenciones ha
hecho posible recuperar una importante cantidad de elementos estructurales y materiales correspondientes a este período.
Entre ellos las ánforas. Así pues, para obtener los materiales
con los que desarrollar el trabajo se hizo una revisión de los
informes de las excavaciones realizadas en la ciudad que presentaban niveles romano-republicanos y se escogieron aquellas que mayores y mejores resultados podían ofrecernos para
nuestro propósito.
La mayor parte de los elementos que incluimos en este estudio fueron extraídos de muy diversos contextos: fundacionales,
vertederos, nivelaciones del terreno, niveles de destrucción o
lugares de habitación y algunos ofrecen datos muy concretos
que han ayudado a ubicar en momentos cronológicamente bien
establecidos las distintas ánforas identificadas.
Las excavaciones que nos han proporcionado los materiales son las que se llevaron a cabo en: l’Almoina, les Corts,
calle l’Herba, calle Roque Chabás n.º 6 y las de la calle
Sabaters-Cisneros. Todas ellas se ubican dentro de lo que
se considera que fue el perímetro amurallado de la Valentia
Republicana. L’Almoina y el calle l’Herba se encuentran
muy próximas a lo que debió ser el foro, mientras que las
otras están localizadas en el sector norte de la antigua ciudad
(fig. 5.1). De cada una de estas intervenciones se seleccionaron las Unidades Estratigráficas que cronológicamente se
ubican en el período que nos atañe y que están plasmadas
en la tabla 5.1.
5.2. LA RECOPILACIÓN DE DATOS
El estudio se planteó individualizado para cada fragmento o pieza
atendiendo a su contexto (UE) y características físicas (pastas,
engobes, estado de fragmentación, etc.), tipológicas y cronológicas. Para recopilar estos datos se diseñaron fichas de campo en
las que fuera posible plasmar la información proporcionada por
los materiales de una manera rápida y efectiva durante el proceso
de inventario en los almacenes del SIAM, donde se encuentran
depositados (calle dels Traginers s/n, Polígono Vara de Quart,
Valencia). Al mismo tiempo, se realizaron los dibujos y fotografías de aquellos fragmentos y piezas que considerábamos significativos y se tomaron muestras de las pastas que presentaban.
Las fichas se compusieron con varios campos:
El primero recoge el acrónimo o nombre de excavación de
donde se recuperó el fragmento o pieza inventariada (ACR.).
El segundo hace referencia a la Unidad Estratigráfica en la que
estaba incluido (UE). El campo producción (Prod.) se estableció
para indicar el área de fabricación de los materiales (Campania,
Adriático, Norte África, etc.). El denominado “Tipo” está indicado para identificar la tipología a la que se adscribe cada uno
de ellos. Un campo recoge aquellas piezas que presentaban el
perfil completo o estaban completas (P.c.); otro, exclusivamente
bordes completos y fragmentos de bordes (Bor.), de manera que
éstos pudieran ser individualizados y diferenciados del resto de
fragmentos. Por otra parte, se establecieron dos espacios en los
que incorporar todos aquellos fragmentos que no eran bordes,
pero cuyas características aportan datos significativos de carácter
tipológico. En ellos se plasmaron, por una parte, todas las asas y
fragmentos de cuello con arranques de asas (Asa) y, por otra, las
bases o pivotes (Piv.). Asimismo, a fin de obtener una representación numérica, no sólo de los fragmentos diagnosticables sino
41
[page-n-55]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 5.1. Excavaciones y las correspondientes unidades estratigráficas de procedencia de los materiales estudiados.
EXCAVACION
ACRÓNIMO
AÑO
UNIDADES ESTRATIGRÁFICAS
l’Almoina
2ALM
1987
1750, 1751, 1752, 1753, 1762, 1763, 1765, 1768, 1775, 1787, 1790, 1796, 1920,
1920b, 1921, 1942, 1945, 1948, 1955, 1958, 1959, 1960, 1961, 1962, 1963, 1965,
1966, 1968, 1970, 1972, 1973, 1975, 1976, 1979, 2810, 2793, 2823, 2827, 2829,
2831, 2832, 2834, 2835, 2838, 2842, 2844, 2845, 2847, 2850, 2852, 2862, 2863,
2866, 2869, 2877, 2878, 2880, 2881, 2885. (Total UUEE: 59)
l’Almoina
3ALM
1988
1945, 2893, 2898, 2902, 2904, 2906, 2907, 2913, 2915, 2917, 2924, 2925,
2926, 2927, 2929, 2932, 2933, 2935, 2938, 2950, 2952, 2956, 2958, 2960,
2964. (Total UUEE: 25)
l’Almoina
4ALM
1990
3213, 3215, 4413, 4417, 4420, 4428, 4431, 4432, 4437, 4448, 4455, 4456, 4462,
4510, 4561, 4562. (Total UUEE: 16)
l’Almoina
5ALM
1991
20004, 20017, 20019, 20020, 20024, 20025, 20028, 20031, 20032, 20043, 20054,
20055, 20059, 20061, 20062, 20063, 20065, 50166, 50167, 50174, 50175, 50179.
(Total UUEE: 22)
l’Almoina
6ALM
1991-1992
6621, 6731. (Total UUEE: 2)
l’Almoina
8ALM
1997
4443, 4543, 4544, 4594, 4595, 4604, 4619, 4620, 4655, 4656, 4665, 4666, 4667,
4669, 4671, 4672, 4674, 4675, 4676, 4678, 4681, 4682, 4683, 4685, 4686, 4688,
4689, 4690, 4691, 4693, 4699, 5028, 5956, 5961, 5965, 5967, 5968, 5969, 5973,
5974, 5976, 5977, 5979, 5980, 5983, 5984, 5988, 5990, 5991, 5993, 5997, 5998,
10358, 10428, 10438, 10445, 10446, 10447, 10448, 10453, 10454, 10455, 10456,
10457, 10459, 10460, 10463, 10464, 10472, 10476, 10478, 10487, 10488, 10490,
10507, 10521, 10525, 10527, 10530, 10531, 10534, 10535, 10536, 10537, 10539,
10541, 10549, 10567, 10576, 10583, 10589, 50183, 50185, 50193, 50199, 50200,
50204, 50205, 60507, 60508, 60580, 60582, 60583, 60584, 60598, 60599, 60601,
60602, 60603, 60604, 60606. (Total UUEE: 111)
l’Almoina
9ALM
1998
3232, 4676, 4702, 5958, 5965, 5968, 6209, 50208, 60606, 60607, 60608, 60609,
60610, 60612. (Total UUEE: 14)
l’Almoina
10ALM
1999
3263, 3264, 3266, 3277, 3288, 3291, 4433, 4658, 4726, 4729, 7435, 7437, 7446,
7454, 10146, 20229, 20230, 20231, 20233, 20235, 20238, 20242, 20245, 20248,
20251, 20257, 20258, 20259, 20260, 20275, 20276, 20278, 20279, 50220, 50222,
50226, 50227, 50229, 50230, 50240, 50246, 50286, 60508, 60576, 60577, 60578,
60579, 60580, 60581, 60584, 60597, 60600, 60604, 60633, 60645, 60646, 60649,
60650, 60652, 60653, 60655, 60663, 60666, 60667, 60671, 60672, 60674, 60675,
60676, 60678, 60688, 60690, 60723, 60749, 60750, 60752, 60761, 60763, 60785,
60793, 60795, 60796, 60797, 60799, 60802, 60803, 60805, 60806, 60810, 60820,
60973. (Total UUEE: 91)
l’Almoina
11ALM
2002
3264, 3266, 3308, 3310, 3312, 3317, 3326, 3327, 3328, 4804, 7484, 7486, 7611,
7681, 7683, 7686, 7693, 7701, 7703, 7706, 7708, 7709, 7711, 10826, 10882,
10944, 10945, 10946, 10967, 10971, 10974, 10990, 10992, 10993, 10998, 11121,
11133, 11135, 11136, 11151, 11153, 11157, 11159, 11190, 11196, 20302, 20304,
60822, 60845, 60846, 60847, 60849, 60938, 60947, 60949, 60950, 60951, 60952,
60953, 60956, 60957, 60963, 60967, 60969, 60972, 60980, 60991, 60995, 60996,
60999, 61143, 61201, 61282, 61284, 61353, 61355, 61372, 61383, 61387, 61389,
61396, 61397, 61398, 61400, 61632, 61636, 61661, 61662, 61665, 61677, 61678,
61681, 61796, 61826, 61829, 61884, 61890, 61894. (Total UUEE: 98)
l’Almoina
12ALM
2004-2005
3265, 3340, 3347, 4848, 4851, 4837, 7709, 7712, 7718, 7720, 7721, 7727,
7729, 7733, 7735, 7745, 7746, 7754, 7740, 7748, 7762, 7770, 7771, 7774,
7776, 7787, 7809, 11232, 11246, 11247, 11253, 11261, 11262, 11264, 11265,
11266, 11279, 11280, 11282, 11283, 11284, 11286, 20330, 20331, 20332,
20333, 20348, 20352, 61899, 61900, 61901, 61902, 61903, 61904, 61905,
61906, 61912, 61914, 61918, 61920, 61922, 61923, 61924, 61925, 61932,
61933, 61934, 61935, 61937, 61938, 61939, 61943, 61945, 61946, 61948,
61964, 61966, 61967, 61997, 62002, 62005, 62006, 62011, 62058, 62072,
62073, 62074, 62075, 62081, 62084. (Total UUEE: 90)
42
[page-n-56]
recopilación de datos y metodología de estudio
Tabla 5.1. Continuación.
EXCAVACION
ACRÓNIMO
AÑO
UNIDADES ESTRATIGRÁFICAS
C/ l’Herba
1CHERBA
1988
1039, 1040, 1048, 1049, 1054, 1058, 1060, 1061, 1062, 1067. (Total UUEE: 10)
C/ Sabaters-Cisneros
2/3SABCIS
1988
2037, 2037, 2340, 2499, 2572, 2573, 2611, 2826, 2832, 2849, 2855, 2857, 2581,
2864, 2871, 2873, 2915, 2943, 2944, 2945, 2955, 2960, 2961, 2963, 2966, 2967,
2984, 2985, 2988, 2992, 2996, 2997, 2998, 3039, 3041, 3046, 3047, 3134, 3174,
3185, 3191, 3197, 3198, 3199, 3201, 3204, 3207, 3209, 3210, 3211, 3212, 3213,
3214, 3215, 3225, 3242, 3244. (Total UUEE: 57)
C/ Roque Chabás 4ROC000
1994
2285, 2318, 2325, 2326, 2329, 2335, 2345, 2347, 2351, 2353, 2357, 2359,
2361, 2362, 2368, 2369, 2372, 2373, 2374, 2379, 2385, 2390, 2393, 2403,
2405, 2407, 2408, 2410, 2414, 2424, 2427, 2428, 2435, 2436, 2452, 2470,
2479. (Total UUEE: 37)
Les Corts
1986-1989
1416, 1472, 1478, 1481, 1486, 1487, 1488, 1492, 1493, 1498, 1499, 1500, 1501,
1502, 1508, 1509, 1515, 1516, 1518, 1519, 1520, 1521, 1529, 1534, 1536, 1541,
1768, 2751, 2772, 2776, 2777, 2787, 2807, 2808, 2809, 2810, 2811, 2812, 2813,
2814, 2817, 2818, 2819, 2820, 2822, 2824, 2825, 2827, 2829, 2834, 2838, 2839,
2841, 2842, 2844, 2846, 2847, 2848, 2850, 2851, 2855, 2858, 2859, 2860, 2862,
2865, 2866, 2867, 2869, 2871, 2872, 2875, 2877, 3009, 3012, 3014, 3017, 3022,
3023, 3025, 3033, 3034, 3040, 3041, 3042, 3043, 3045, 3048, 3049, 3050, 3052,
(Total UUEE: 91)
CORTS
Figura 5.1. Ubicación en la ciudad de Valencia de las excavaciones
de donde proceden los materiales arqueológicos analizados: (1)
L’Almoina; (2) calle l’Herba; (3) calle Roque Chabás; (4) Les
Corts; (5) calle Sabaters-Cisneros.
de todo el conjunto de materiales, se creó un campo en el que
contabilizar toda la cantidad de fragmentos de cuellos y cuerpos
de ánfora (S.f.). Si la pieza fue dibujada se indicó en el campo
“Dibujo”, con el número de UE a la que pertenece el fragmento
seguido de un número correlativo a partir del 1. Finalmente, se
creó un espacio destinado a observaciones (diámetros, engobes,
marcas, etc.), en el que también se incluía si se había tomado
muestra de la pieza y si presentaba algún tipo de marca y las
referencias asignadas a ellas (Observ.), y otro (Crono.) en el que
se apuntaba la cronología de la UE (tabla 5.2).
Para recopilar la epigrafía se creó una ficha específica (fig.
5.2). En ella, se contemplaban todos los elementos comunes al
resto de materiales y se concretaban los detalles de cada inscripción de manera individualizada. Así, cada uno de los sellos,
tituli picti o simples marcas, tienen un identificador específico
(Referencia epígrafe) representado por las iniciales EP seguidas
de un número correlativo a partir del 1 (EP-1, EP-2, etc.). Si los
epígrafes ya estaban catalogados en el museo con un identificador,
también lo recogemos señalándolo entre paréntesis.
Con el fin de averiguar las áreas de producción en las que se
fabricaron las distintas ánforas presentes en el estudio, se estableció una ficha que recogiera esta variable a partir de las muestras
tomadas de las piezas, fragmentos diagnosticables y no diagnosticables, para posteriormente poder hacer una descripción
precisa de cada una de ellas (fig. 5.3). De este modo, a cada uno
de los grupos de referencia macroscópica se le otorgó un identificador indicado por las iniciales NM (Número de Manufactura)
seguidas de una letra correlativa alfabéticamente (NM-A, NM-B,
Tabla 5.2. Modelo de ficha de campo utilizado para el inventario de materiales.
ACR.
UE
PROD.
3ALM
2938 Oriental
TIPO
Rodia
P.C.
BOR.
PIV.
ASA
1
S.F.
DIBUJO
OBSERV.
CRONO.
2938-7
Muestra: 3ALM-12 Ref. Epigráfica:
S-(7); SIAM: 0560
138 a.C.
43
[page-n-57]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 5.2. Ejemplo de ficha de campo para hallazgos epigráficos y
marcas sobre las ánforas.
Figura 5.3. Ejemplo de ficha de campo para identificación de los
distintos grupos de referencia macroscópica presentes en el registro.
etc.). Asimismo, si se observaban diferencias en la textura, compactación, número o grosor de los desgrasantes de una misma
producción, se le añadió un número a la letra correspondiente
(NM-A1, NM-A2, NM-B1, etc.).
En cuanto a lo que al estudio de las distintas pastas se
refiere, solamente se ha llevado a cabo un análisis macroscópico de las mismas. No ha sido una prioridad de nuestro trabajo
realizar análisis mineralo-petrográficos puesto que el interés del
trabajo se centra en las áreas de producción de los alimentos que
contuvieron y no en los talleres específicos que las fabricaron.
En este sentido, desde un principio, nuestro mayor énfasis se
ha puesto en la identificación visual de las distintas producciones y la obtención de muestras de cada una de ellas con el
fin de establecer un corpus de las pastas presentes en la Valentia republicana que, en trabajos e investigaciones posteriores,
adecuadamente financiados para ello, pueda permitir realizar
estudios arqueométricos.
Por último, en la ficha concebida para recoger las piezas
enteras se recogieron los siguientes datos: la procedencia o excavación; la UE en la que se encontraba; lugar de depósito; el
número de inventario; la tipología correspondiente a la pieza; si
se encuentra o no restaurada; el estado de fragmentación (muy
fragmentada o poco fragmentada); el diámetro referido al diámetro de boca, estableciéndolo siempre a partir del punto más alto de
la misma; los diámetros y alturas máximas externas e internas de
la pieza; La capacidad, medida siempre desde el punto más bajo
de la pared interna hasta el inicio interno del cuello de la pieza;
una descripción en la que se recogen los aspectos generales, si
lleva o no engobe, revestimiento interno, el color de la pasta y los
desgrasantes; el número de manufactura que le hemos atribuido
y a qué muestra corresponde; si lleva sello o marcas y, sí es así,
qué referencia le hemos dado; el dibujo y la o las fotografías de
la pieza. A cada una de ellas se las señaló con la inicial P seguida
de un número correlativo a partir del 1. Así pues, la “pieza uno”
se identificó como P-1 y de este modo sucesivamente con cada
una (P-2, P-3, etc.).
44
5.3. METODOLOGÍA DE ESTUDIO
Hasta este trabajo, el mayor conjunto analizado de ánforas de
Valentia también incorporaba las del período imperial. En aquel
análisis se incluyeron 160 bordes, 198 asas y 40 pivotes procedentes de la ciudad y 196 bordes de su entorno marítimo (Molina
Vidal 1997: 53-57).
[page-n-58]
recopilación de datos y metodología de estudio
En esta investigación hemos estudiado un total de 29.897
fragmentos de los que un 92,29% (27.605) corresponden a fragmentos de pared o elementos no diagnosticables y sólo 8 ánforas
estaban completas. El resto, 2.283, son elementos diagnosticables
(bordes, asas y pivotes). Esta investigación no sólo representa el
análisis del mayor conjunto de ánforas de Valentia sino también
el de cualquier otra ciudad de la Hispania romana republicana
(tabla 5.3).
El estudio de los materiales se ha desarrollado desde los
aspectos de contabilización más generalistas o globales hasta la
concreción de un Número Mínimo de Individuos (NMI) establecido teniendo en cuenta los fragmentos diagnosticables y las
diferentes propuestas recogidas en el congreso que se celebró en
Glux-en-Glenne en 1998 en cuanto a protocolos de cuantificación
(Arcelin y Tuffreau-Libre 1998). Durante el proceso de inventario,
los fragmentos de bordes procedentes de una misma excavación
que correspondían a una misma pieza se contabilizaron como uno
sólo, de manera que en el cómputo global obtuviéramos el número
total de ánforas representado por sus bordes. De este modo, cada
borde registrado implica un ánfora distinta. Igualmente, los fragmentos de una misma asa se contabilizaron como una sola y todas
se inventariaron teniendo en cuenta tanto la pasta como, en la
medida de lo posible, su tipología, de manera que cada dos asas
de una misma pasta y tipología personifican en nuestro análisis
un ánfora diferente. Por su parte, cada uno de los pivotes implica,
a priori, un ánfora distinta. Así pues, la consideración fundamental para establecer el NMI han sido los bordes. De esta manera,
siempre que el número de bordes de una misma tipología y pasta
fuera mayor que el de pivotes o asas de las mismas características
(las asas divididas por dos y, cuando el conjunto es impar, redondeando al número más bajo), el NMI quedaría determinado por
la cantidad de bordes presentes y tanto las asas como los pivotes
del conjunto quedaban asimilados en el número mínimo de piezas estimado en función de la cantidad de bordes. En el caso de
que hubiera más pivotes que bordes de una misma pasta y tipología, el NMI quedaría establecido por el sumatorio de los pivotes
sin tener en cuenta el número de bordes. Por ejemplo, si en una
misma excavación contabilizamos dos bordes de Dressel 1A de
pasta campana y tres pivotes de Dressel 1A de la misma pasta, el
NMI resultante es de 3 ánforas Dressel 1A campanas, de manera
que los dos bordes quedarían asimilados a dos de los tres pivotes.
La misma lógica aplicamos cuando el conjunto de las asas (dividido por dos) es superior al de los bordes o pivotes o al de los
bordes y pivotes. Por ejemplo, si contabilizamos seis asas de una
misma pasta y tipología (tres ánforas) y un borde y dos pivotes, el
NMI resultante serían las 3 ánforas representadas por las seis asas.
Tabla 5.3. Número total de fragmentos estudiados en función de la
parte del ánfora a que pertenecen (NMI: 1322).
Fragmentos
Completas
Bordes
%
8
0,02
932
3,12
Asas
909
3,06
Pivotes
443
1,48
Sin forma
27.605
92,29
Total
29.897
El cómputo total ha proporcionado un NMI de 1.322 ánforas,
las cuales suponen un ejemplo lo suficientemente significativo
de la circulación de estos envases durante el período que pretendíamos analizar. A ellas hay que añadir otros 12 individuos
procedentes de otras excavaciones que también se han incorporado, pero únicamente al estudio epigráfico.
Aunque la muestra está compuesta por un amplio repertorio de fragmentos de pared, hemos desechado el método de
PFR (peso de fragmentos) para su cuantificación por cuanto los
elementos diagnosticables (bordes, asas y pivotes) son suficientes como para desarrollar un estudio minucioso como el que
pretendíamos. En este sentido, la incorporación de los fragmentos de cuerpo a los cálculos cuantificativos generales no iba a
aportar novedades, sino más bien a distorsionar los resultados,
puesto que la identificación tipológica de las ánforas a las que
pertenecen resulta mucho más dudosa y el número de indeterminados, en cuanto a tipología, podía dispararse no siendo
representativo de la realidad. En cualquier caso, siempre que
fue posible también se les asignaron las formas tipológicas a
las que pertenecían y así están recogidos en la base de datos
con la que hemos trabajado.
Dado que tras el inventario de los materiales se obtuvo una
buena representación de los fragmentos diagnosticables y que
éstos son capaces de aportar la suficiente información crono-tipológica para llegar a conclusiones, hemos preferido estudiarlos
distintamente de los que no lo eran. De este modo, además,
podríamos observar de manera comparativa los resultados de
ambos estudios por separado y comprobar hasta qué punto, en
las grandes colecciones de ánforas, los fragmentos de pared pueden llegar a distorsionar unos resultados o si, por el contrario, su
consideración en la cuantificación puede enriquecer las conclusiones. Esta cuestión era una duda que a nivel personal siempre
me había planteado al enfrentarme a los inventarios de ánforas
y que me propuse responder con este trabajo.
Para el estudio y clasificación, los fragmentos no diagnosticables, las asas y los pivotes se contabilizaron agrupando los
correspondientes a cada UE en función de las similitudes que
presentaban respecto a sus fábricas y obteniendo las muestras
con las que hemos elaborado parte del corpus del Anexo II.
Por su parte, se individualizaron todos los bordes, excepto los
fragmentos que correspondían a una misma pieza, los cuales se
contabilizaron como uno sólo. Asimismo, también se obtuvieron muestras de las diferentes pastas que ofrecía cada conjunto
para completar dicho corpus asignando tipologías concretas a
las distintas pastas.
En las tablas resultantes de nuestro inventario presentamos
todos los elementos diagnosticables de manera diferenciada y
cuantificable: Tipología; Área de Fabricación o Procedencia; Tipo
de Fragmento; Número total de Fragmentos y Número Mínimo de
Individuos estimados (las paredes por separado, como ya hemos
apuntado). De este modo, a la hora de abordar nuestro conjunto
de materiales y los datos de las intervenciones que los sacaron a
la luz nos hemos adaptado a las recomendaciones para la formulación, ordenación, presentación y publicación del Protocolo de
Cuantificación de Cerámicas Arqueológicas de Sevilla (PRCS/14;
Adroher et alii 2016).
Aunque para cada una de las excavaciones hemos llevado
a cabo la cuantificación de sus ánforas, el análisis final de los
resultados se ha hecho del conjunto, ya que consideramos a
45
[page-n-59]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 5.4. Número total de fragmentos analizados en cada una de las excavaciones estudiadas.
L’ALMOINA
L’HERBA
R. CHABÁS
4
2
0
1
1
0
8
0,02
Bordes
513
115
12
149
136
7
932
3,11
Asas
626
92
17
69
103
2
909
3,04
Pivotes
317
35
5
26
58
2
443
1,48
Sin forma
20.042
3487
256
2219
1600
1
27.605
92,33
Total
21.502
3731
290
2464
1898
12
29.897
71,92
12,47
0,97
8,24
6,34
0,03
Completas
%
LES CORTS
Valentia como un único yacimiento arqueológico y no cada
intervención como un ente independiente. Las ánforas que
hemos estudiado proceden de varios sectores que se encuentran dentro del hipotético perímetro amurallado de la ciudad
republicana.
5.4. LAS EXCAVACIONES CON NIVELES
REPUBLICANOS
Se escogieron aquellas excavaciones que resultaban más relevantes para ofrecer una visión global sobre las ánforas de la
Valentia romana republicana por la metodología empleada en su
ejecución, la secuencia estratigráfica obtenida, el contexto, o la
significación de los hallazgos.
Los fragmentos de ánforas proceden de las siguientes excavaciones: l’Almoina, Les Corts Valencianes, Calle l’Herba, Calle
Roque Chabás n.º 6 y Calle Sabaters-Cisneros. Se han incluido al
análisis las piezas con sello o con tituli picti procedentes de otras
excavaciones (Plaza de la Virgen, Plaza de la Reina, Tenerías y
Palacio del Marqués de Caro) y un hallazgo descontextualizado
de El Saler (tabla 5.4).
La mayor parte de las Unidades Estratigráficas (UUEE)
corresponden a rellenos de nivelación, de preparación o de amortización. También hay algunas que formaban los rellenos de fosas,
de zanjas de cimentación de estructuras o de pequeños basureros. Sin embargo, la naturaleza de las UUEE no se ha tenido
en cuenta a la hora de realizar los cómputos. Cada una de ellas
está perfectamente ubicada en una determinada fase cronológica de las que hemos establecido para nuestro estudio, por lo
que la consideración que hemos valorado, teniendo presente que
este tipo de niveles fundamentalmente se forman con elementos
ya desechados que pueden corresponder a fases precedentes, ha
sido meramente cronológica. Las características concretas de los
niveles de donde proceden las piezas no fueron, en nuestro caso,
una variable que pudiera aportar datos encaminados a llegar a
nuestro objetivo.
Por otra parte, en todas las excavaciones se ha diferenciado
el estudio de los fragmentos de pared de los del resto. Hemos
empleado el método dialéctico que parte de lo más generalista o
abstracto para llegar a los aspectos más concretos posibles. En
primer lugar, hemos realizado el estudio de los fragmentos no
diagnosticables porque los resultados nos proporcionarían una
idea general del conjunto de las ánforas de cada fase en cada
excavación que posteriormente podría ser matizada o corregida
por las concreciones tipológicas y cuantitativas proporcionada
46
SAB-CIS
OTROS
TOTAL
%
por el análisis de los fragmentos diagnosticables. De esta
manera, a nivel interpretativo, nos resultaría más fácil unificar los resultados de ambos estudios ya que, en nuestra lógica,
lo genérico podría ser corregido por lo concreto y no al revés.
Asimismo, de haber realizado un único análisis que englobara
todos los materiales (diagnosticables y no diagnosticables), los
resultados se hubieran visto distorsionados por la gran cantidad
de fragmentos de pared sin una adscripción tipológica.
5.5. LENGUAJE TIPOLÓGICO UTILIZADO
La clasificación de los materiales arqueológicos se ha hecho usando
las seriaciones clásicas para cada producción y solamente hemos
renombrado aquellas piezas que no pudimos adscribir a una tipología concreta. Asimismo, debido a la enorme cantidad de fragmentos
recopilados, hemos descartado hacer descripciones generalistas
sobre la morfología y los pequeños detalles que no aportan datos
a considerar de carácter tipológico, cronológico o del área de producción y que, por tanto, no resultaban decisivos para el estudio.
Para las ánforas de tradición púnica se ha empleado la sistematización propuesta por Joan Ramon Torres (1995). En el caso de algún
tipo que no se encuentra reflejado en su estudio, hemos recurrido a los
artículos más recientes referidos a esa forma concreta para otorgar una
nomenclatura al fragmento en cuestión.
En cuanto a la clasificación de las ánforas ibéricas, se ha
tenido en cuenta la tipología propuesta por Mata y Bonet (1992),
si bien, básicamente, el conjunto de las que tenemos puede asignarse al grupo I-9 de Ribera i Lacomba y Tsantini (2008).
Para la familia de las ánforas grecoitálicas hemos apoyado nuestra
clasificación en las orientaciones subrayadas por Will (1982) y en las
categorías establecidas por Dressel dentro de su tipo 1 para sus formas más evolucionadas (A, B y C). A partir de mediados del siglo II
a.C., los talleres de producción de la zona adriática, que hasta entonces
habían estado fabricando ánforas de tipología grecoitálica, comenzaron a fabricar una serie de formas nuevas que pueden individualizarse
(Cipriano y Mazzocchin 2017; Manacorda y Pallecchi 2012; Palazzo
2013; Manacorda 2001). Las fabricadas al norte del Piceno las hemos
clasificado usando la nomenclatura derivada de los estudios de N.
Lamboglia (1955) y para las producciones de la ciudad portuaria de
Brindisi y sus alrededores, las de los talleres de Apani y Giancola,
hemos empleado un resumen de las tipologías derivadas de los estudios de Palazzo (2013), Cabella (2008) y Manacorda (2019). Para las
ánforas ovoides se han utilizado las últimas apreciaciones tipológicas
propuestas por García Vargas, González y Almeida (2019: fig. 22).
[page-n-60]
6
Análisis de los materiales
6.1. L’ALMOINA
Sin duda, las excavaciones realizadas en el solar de la antigua
Almoina de Valencia son las que, desde un punto de vista sistemático, mejores resultados han ofrecido para observar toda la secuencia
arqueológica de la ciudad de Valencia, y más concretamente la que
corresponde a la época republicana. Además, son también las que
mayor bibliografía han generado, no solamente respecto al período
del cual nos ocupamos sino a toda la etapa romana y tardo-antigua
de la ciudad (Escrivá, Ribera y Viroque 2010).
Estas excavaciones se realizaron en el solar dejado por el edifico que albergaba la antigua institución benéfica de l’Almoina. Es
un espacio de unos 2.500 m2 donde se encuentra el cruce entre el
decumanus maximus y el cardo maximus. Se localiza en el sector
de la ciudad situado inmediatamente al sudeste del foro imperial
y, probablemente, también del republicano (Ribera i Lacomba
2002). En él se descubrieron los restos de algunos de los edificios
públicos más significativos de la ciudad republicana tales como
parte de un gran horreum monumental construido hacia el 100
a.C. (Ribera i Lacomba 2011), una de las termas republicanas
mejor conservadas de la península ibérica (Marín y Ribera 2010
y 2000a), y un área sacra relacionada con las emanaciones de
agua (Ribera i Lacomba 2017a; Albiach, Espí y Ribera 2009).
Las excavaciones se iniciaron en el año 1985 y se prolongaron
hasta el año 2005 de manera más o menos continuada. A lo largo
de aquellos veinte años, varios equipos se han ido sucediendo en
el desarrollo de las 13 campañas de excavaciones, pero la labor
sistemática y unificadora impulsada por su director, A. Ribera,
permitió que actualmente esté a disposición de los investigadores
una enorme cantidad de información y materiales arqueológicos
perfectamente contextualizados, ordenados y de fácil accesibilidad en las instalaciones del SIAM. El acrónimo que identifica
estas intervenciones es ALM precedido por el número de campaña
(1ALM, 2ALM, 3ALM hasta 13ALM).
Los niveles republicanos de las cuatro primeras campañas
de excavaciones, así como los materiales recuperados en ellas
(1-4ALM) ya fueron estudiadas (Ribera i Lacomba 1993). No
obstante, hemos revisado y vuelto a inventariar las UUEE que
resultaban más significativas de 2ALM, 3ALM y 4 ALM. Por otra
parte, excluimos la sexta y la séptima campañas (6-7ALM) porque
no se trabajó sobre niveles romanos republicanos, y también la
decimotercera (13ALM), que correspondió a actuaciones muy puntuales y tampoco aportaron información relevante para nuestro
análisis. Así pues, se han revisado las ánforas que fueron recuperadas durante las campañas 2ALM, 3ALM, 4ALM, 5ALM, 8ALM,
9ALM, 10ALM, 11ALM y 12ALM.
En total se han inventariado 21.517 fragmentos procedentes
de l’Almoina, lo cual supone el 71,93% del material estudiado
en este trabajo. De ellos el 93,14% correspondían a elementos
no diagnosticables y se estima un NMI de 783 ánforas (a este
NMI se ha llegado tras la cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas
siguientes) (tabla 6.1.1).
6.1.1. estudio de los elementos no diagnosticables
Con el fin de no perder la información recopilada durante el
inventario hemos analizado de modo independiente los fragmentos de pared; por áreas de producción y, en la medida de lo
posible, tratando de reflejar la tipología a que pertenecen (tabla
6.1.2). De este modo, los resultados proporcionados podrían ser
valorados y comparados con los que proporcionara el estudio
de los elementos que sí presentaban características tipológicas
más evidentes.
A rasgos generales, podemos observar que las ánforas fabricadas en áreas de tradición latina o grecolatina fueron siempre
mayoritarias frente a las que se hicieron en lugares de tradición
púnica. Asimismo, hubo una progresión ascendente en cuanto
47
[page-n-61]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.1 Número total de fragmentos procedentes de las
excavaciones de l’Almoina (NMI estimado: 783).
Fragmentos
%
4
0,01
Borde
513
2,38
Asa
626
2,91
Pivote
317
1,47
Sin forma
20.042
93,2
TOTAL
21.502
Completa
Tabla 6.1.2. Fragmentos de pared procedentes de las excavaciones de l’Almoina. Distribución por zonas de producción y cronología.
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
138 a.C. 137-135
98
Dressel 1
134-110
109-95
94-76
75
74-27 26-14 d.C.
394
417
593
443
583
227
85
385
525
318
268
17
TOTAL
%
2755
183
1781
Indeterminada
320
149
216
822
42
481
96
39
2165
Total
418
628
1018
1940
803
1332
340
222
6701
33,43
TIRRENO INDET.
Grecoit/Dr.1 indet.
30
30
Dressel 1. indet.
Total
30
39
145
184
39
145
214
1,06
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Grecoitálica
68
5
3
1
46
Brindisina
72
51
6
123
2
8
Adriática indet.
88
123
667
758
914
1723
173
139
4585
139
Total
93
123
719
881
916
1799
176
140
4847
1
14
18
33
19
2
4
91
Norte África indet.
18
52
19
257
16
48
1
27
438
Total
18
53
33
275
49
67
3
31
529
22
2
58
1
22
9
4
60
79
22
2
58
7
22
9
4
60
184
Ebusitana indet.
220
69
215
407
73
153
42
51
1230
Total
220
69
215
407
73
153
42
51
1230
Indeterminadas
54
36
207
350
52
185
80
26
990
Total
54
36
207
350
52
185
80
26
990
24,18
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
2,63
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
Total
6
105
0,91
IBIZA
6,13
TRAD. PÚNICA
4,93
CITERIOR
A-1.2.4
52
34
86
Total
52
34
86
48
0,42
[page-n-62]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.2. Continuación.
EGEO
138 a.C. 137-135
134-110
109-95
Rodia
94-76
75
74-27 26-14 d.C.
1
Indeterminada
1
Total
1
TOTAL
%
1
1
7
6
1
15
7
6
1
16
0,07
INDETERMINADAS
Indeterminadas
514
409
505
1974
244
903
336
360
5245
Total
514
409
505
1974
244
903
336
360
5245
1340
1320
2785
5835
2205
4651
981
925
20.042
TOTALES
al número de importaciones de ánforas desde la fundación de la
ciudad hasta su destrucción en el 75 a.C., con un bache producido
entre los años 94-76 a.C., que podría deberse a las características de los propios niveles de donde proceden los materiales
ya que corresponden a la vida diaria de una ciudad plenamente
establecida poco propicia a la formación de grandes rellenos de
nivelación, preparación o basureros (tabla 6.1.3 y fig. 6.1.1).
26,17
Así pues, a nivel general, durante todo el período que estudiamos, el 58,67% de los fragmentos de pared procedía de Italia. De
ellos, el 33,43 % llegaron a Valentia desde talleres ubicados en la
zona de la Campania, siendo muy escasos los que proceden de otros
talleres tirrenos que no hemos sido capaces de identificar (1,06%).
También hay una representación muy substancial (24,18%) de las
producciones adriáticas, sobre todo teniendo en cuenta que éstas
Tabla 6.1.3. L’Almoina. Número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones culturales a
que pertenecen.
Latina
Púnica
511
314
137-135
751
134-110
1767
109-95
2821
1039
94-76
1758
196
75
3319
414
516
129
138 a.C.
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Indígena
Egeo
Indeterminadas
TOTAL
1
514
1340
160
409
1320
513
505
2785
1
1974
5835
7
244
2205
6
903
4651
336
981
9
362
168
34
1
360
925
11.805
2933
43
16
5245
20.042
55,3
14,63
0,21
0,07
Figura 6.1.1. L’Almoina. Representación gráfica del número
total de fragmentos de pared
relacionados con la cronología
de las UUEE y las tradiciones
culturales a que pertenecen.
49
[page-n-63]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.2. Distribución de los fragmentos de pared de l’Almoina en función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
estuvieron más enfocadas hacia los mercados del Mediterráneo
oriental. Fueron especialmente significativas en la fase de las Guerras Sertorianas, momento en el que, en función del número de
fragmentos de pared, superarían a las tirrenas.
Le seguirían en importancia el grupo de las ánforas ebusitanas,
las cuales representan 6,13% de las importaciones y parecen otorgar
a la isla de Ibiza un papel clave en el desarrollo tanto de la fundación
como de la posterior vida económica valentina, siendo su presencia
constante durante todo el período; principalmente en los momentos
fundacionales y de consolidación de la ciudad, pero también en las
fases que abarcan la guerra civil.
Las importaciones norteafricanas, entre las que quizás también
haya ánforas de Sicilia occidental, representarían solamente el 2,63%,
aunque probablemente ello se deba a que buena parte de los fragmentos hayan sido incorporados al grupo de ánforas de “Tradición Púnica
Indeterminada (TPI)” (4,93%), el cual recoge ánforas fabricadas tanto
en el círculo del Estrecho de Gibraltar y el norte de África como quizás,
también, en Sicilia occidental. En cualquier caso, los fragmentos no
diagnosticables apuntan a que el momento de mayores importaciones
claramente norteafricanas se produciría en el paso del siglo II al I a.C.
Por su parte, las ánforas de la provincia Ulterior, que básicamente se
reducen a las del Círculo del Estrecho, constantes a lo largo de todas las
fases, son muy escasas (0,91%). No obstante, al igual que ocurre con las
norteafricanas, hemos de tener en cuenta que muchos de los fragmentos
incorporados al grupo de TPI podrían corresponder a ánforas sudhispánicas. La mayor parte de los fragmentos de pared identificados como tales
corresponden a ánforas del tipo T-9.1.1.1 (Campamentos Numantinos) y
fueron significativas en los momentos fundacionales, de consolidación
de la ciudad y en la fase previa a la destrucción.
Las producciones de la Citerior, donde también se recogen las
ánforas ibéricas de tradición indígena, sólo aparecen reflejadas a
partir del 75 a.C. e igualmente suponen, con un 0,42%, un grupo
muy reducido.
Respecto a las egeas, aunque las hubo de manera continua
durante todo el período, son las minoritarias y solamente representan el 0,07%. Aunque parezca insignificante, si aceptamos que estas
ánforas están destinadas a las élites más helenizadas y pudientes
de occidente, este dato resultaría revelador del escaso número de
personas de estas características que una ciudad como Valentia
pudo albergar (fig. 6.1.2).
6.1.1.1. Las fases fundacionales (138-135 a.C.)
Los niveles que corresponden propiamente a la fundación de la ciudad en el año 138 a.C. aportan una valiosa información que puede
servir como paradigma del avituallamiento que acompañaba a los
colonos dispuestos a fundar una nueva ciudad en el segundo tercio
del siglo II a.C. y por tanto de las fundaciones romanas occidentales en este período. Los fragmentos de pared, por sí mismos, ya
apuntan claramente hacia cuáles fueron los principales lugares de
abastecimiento, lo cual es significativo si tenemos en cuenta que
en esta fase el propio Estado Romano debió jugar un papel fundamental (Laffi 1983: 2002) y, seguramente, también la gens Fabia
Maxima, bajo cuyas órdenes estaba la mayor parte de los ejércitos
licenciados tras la guerra (Pena Gimeno 2002: 269).
A estos momentos pertenecen un total de 2.660 fragmentos
(tabla 6.1.4). Hemos sido capaces de asignar una zona de producción a 1.737 de ellos (65,3%).
Tabla 6.1.4. L’Almoina (138-135 a.C.). Número de fragmentos de pared de las fases fundacionales y áreas de procedencia. Los porcentajes
están referidos al número total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
2660
Frags.
1046
216
71
90
24
289
1
1737
923
%
60,21
12,43
4,08
5,18
1,38
16,63
0,05
65,3
34,69
50
[page-n-64]
análisis de los materiales
Fig. 6.1.3. L’Almoina (138-135 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos no diagnosticables.
Los dominantes entre los identificados, con un 60,21%, claramente proceden de talleres ubicados en la zona vesubiana de
la bahía de Nápoles. Por su parte, las importaciones de la Italia
adriática representan el 12,43%.
Respecto a las ánforas fabricadas en las zonas de tradición
púnica, las que con seguridad proceden de las costas tunecinas
son el 4,08%, mientras que las de la Ulterior solamente están
representadas en un 1,38% y las indeterminadas suman el 5,18%.
Dentro de este grupo son significativas las ebusitanas con un
16,63%. Las egeas solamente suman el 0,05%, un valor cuya
insignificancia, como hemos visto, podría llevar implícitas importantes conclusiones desde el punto de vista social (fig.6.1.3).
6.1.1.2. Consolidación urbana y monumentalización
(134-95 a.C.)
A esta fase corresponden 8.620 fragmentos de los que 2.479
(28,75%) se han considerado indeterminados (tabla 6.1.5).
Los valores que observamos muestran una pauta muy similar
a la anterior, con un aumento proporcional considerable de las
ánforas de origen adriático (el 26,05% de los fragmentos de procedencia identificada), que equivalen a algo más de la mitad de
Figura 6.1.4. L’Almoina (134-95 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos no diagnosticables de la fase de consolidación urbana
de la ciudad.
las que llegaron del área de la Campania. Asimismo, aunque en
representaciones muy escasas (0,48%), también se documentan
ánforas de otros talleres tirrenos que no hemos sido capaces de
identificar (fig. 6.1.4).
6.1.1.3. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
En esta fase, cuando la ciudad ya estaba plenamente constituida
y la vida debía desarrollarse conforme a los cánones de cualquier
ciudad romana republicana, los fragmentos de pared de l’Almoina ofrecen una variación significativa. En total hay 2.205. De
ellos, al 88,93% se le ha podido asignar un área de producción
y solamente un 10,15% ha permanecido como indeterminado
(tabla 6.1.6).
Durante este período, las importaciones italianas también son
absolutamente dominantes, todas ellas suman el 89,48% de los
fragmentos no diagnosticables cuya procedencia ha sido identificada. Sin embargo, a diferencia de las fases anteriores, las ánforas
de las costas adriáticas (46,71%) superarían en casi 4 puntos a las
de las costas tirrenas, donde las de la Campania suman un 40,79% y
las de otros puntos no identificados el 1,98%. En cuanto al resto de
las importaciones, las del norte de África y otras zonas de tradición
Tabla 6.1.5. L’Almoina (134-95 a.C.). Número de fragmentos no diagnosticables de la fase de consolidación urbana. Los porcentajes están
referidos al número total de trozos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
8620
Frags.
2958
1600
30
308
557
65
622
1
6141
2479
%
48,16
26,05
0,48
5
9,07
1,05
10,12
0,01
71,24
28,75
Tabla 6.1.6. L’Almoina (94-76 a.C.). Número de fragmentos de pared de la fase de vida urbana. Los porcentajes están referidos al número
total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático Tirreno indet.
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
2205
803
916
39
49
52
22
73
7
1961
244
40,79
46,71
1,98
2,49
2,65
1,12
3,72
0,35
88,93
10,15
51
[page-n-65]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.5. L’Almoina (94-76 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos no diagnosticables de la fase de vida urbana.
Figura 6.1.6. L´Almoina (75 a.C.) Áreas de procedencia de los
fragmentos de pared del momento de la destrucción.
púnica parecen disminuir su importancia y mantienen unos porcentajes bajos y muy similares, entre los que el mayor sigue siendo el
de las ebusitanas (3,72%). Las egeas, por su parte, conservarían su
escasa pero significativa presencia (0,35%) (fig. 6.1.5).
ibéricas de tradición indígena, aunque en proporciones muy bajas
(1,38%). Las importaciones de ánforas del resto de áreas de producción identificadas mantienen su presencia en porcentajes muy
reducidos.
6.1.1.4. Destrucción del año 75 a.C.
6.1.1.5. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
De aquel episodio se han contabilizado un total de 4.651 fragmentos de pared. De ellos, ha sido posible asignar un lugar de
procedencia al 80,04% (tabla 6.1.7).
La gráfica de las áreas de procedencia que se nos muestra es
prácticamente idéntica a la de los años previos a la batalla que
ocasionó el arrasamiento de la ciudad (fig. 6.1.6). La principal
diferencia radica en que se ha ampliado a aproximadamente el
doble el número de fragmentos recuperados, lo cual puede explicarse por las propias características de los niveles de destrucción
y posterior abandono del lugar, o a un incremento del avituallamiento de la ciudad durante el conflicto.
Las de procedencia adriática (48,11%) aumentarían en 8,49
puntos su proporción respecto a las de la bahía de Nápoles
(35,62%) y otros lugares de las costas tirrenas no identificados
(4%). Asimismo, por primera vez, entre los elementos no diagnosticables aparecen representados algunos fragmentos de ánforas
Tras la destrucción de Valentia se inició una época que, desde
el punto de vista de los hallazgos arqueológicos, es muy
pobre en todos los sentidos. Esto también se ve reflejado en
el número de fragmentos de pared (981), fundamentalmente
atribuibles a esta fase por su posición estratigráfica. Equivalen
aproximadamente a un quinto de los fragmentos de ánforas
de la destrucción y a un tercio de los de fase la previa (9476 a.C.). De ellos se ha podido atribuir una procedencia al
65,74% (tabla 6.1.8).
Los de la bahía de Nápoles (52,71%) superan ahora a los
adriáticos (27,28%). Ambos grupos presentan proporciones similares a las de los momentos fundacionales y de consolidación
urbana previa al paso del siglo II al I a.C. Los fragmentos de
pared egeos no quedan reflejados en esta fase, lo que también
se podría interpretar como un elemento indicativo del estado en
que quedó la ciudad tras la guerra (fig. 6.1.7).
Tabla 6.1.7. L’Almoina (75 a.C.). Número de fragmentos de pared del momento de la destrucción. Los porcentajes están referidos al
número total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África Púnica
Ulterior
Indígena
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
4651
Frags.
1332
1799
145
67
185
9
52
153
6
3739
903
%
35,62
48,11
3,87
1,79
4,94
0,23
1,38
4,1
0,16
80,4
19,42
Tabla 6.1.8. L’Almoina (74-27 a.C.). Número de fragmentos de pared del momento de la fase de abandono. Los porcentajes están referidos
al número total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
52
Adriático
N. África
Púnica
Ulterior
Ibiza
Subtotal
Indet.
Total
981
340
176
3
80
4
42
645
336
52,71
27,28
0,46
12,4
0,62
6,51
65,74
34,25
[page-n-66]
análisis de los materiales
Figura 6.1.7. L’Almoina (74-27 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos de pared de la fase de abandono.
Figura 6.1.8. L’Almoina. Áreas de procedencia de los fragmentos
de pared de la fase augustea (26-14 a.C.).
6.1.1.6. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
Tal y como ya hemos indicado, los hallazgos en Valencia atribuibles a esta fase también son escasos, irregulares y esporádicos. Sin
embargo, resultan interesantes puesto que representan el inicio de
una nueva era, no sólo a nivel cronológico sino también político, que
debería verse reflejada en la circulación de mercancías.
El número total de fragmentos de pared contabilizados
asciende a 854 y hemos podido asignar un origen al 61,35% de
ellos (tabla 6.1.9).
Las ánforas italianas continúan siendo mayoritarias. La proporción
entre las de la zona de la Campania (39,88%) y la adriática (25,19%)
se mantiene muy similar a la fase anterior. La diferencia más visible
con las fases anteriores es que aumentan proporcionalmente las ánforas
de otras zonas productoras, como el norte de África (5,91%), las de
la Ulterior (7,63%), que ahora pasará a denominarse Bética, y las de
tradición púnica indeterminada (4,96%). Como novedad, se aprecia un
volumen similar de fragmentos de ánfora de la Citerior-Tarraconensis (6,48%), si bien todos los fragmentos identificados corresponden
a ánforas ibéricas o de tradición indígena. Los fragmentos ebusitanos
mantienen su constancia con un 9,73%, y vuelven a aparecer en escaso
porcentaje los del Egeo (0,2%). (fig. 6.1.8).
6.1.1.7. Valoración de los elementos no diagnosticables de l’Almoina
Los fragmentos no diagnosticables de l’Almoina mostrarían tres
etapas muy claras en la evolución de las importaciones de ánforas (fig. 6.1.9).
Figura 6.1.9. L’Almoina (138 a.C.-14 d.C.) Diferentes etapas en función de las tendencias en las importaciones
de ánforas de Valencia a partir de los fragmentos de pared.
Tabla 6.1.9. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos de pared de la fase augustea. Los porcentajes están referidos al número
total de fragmentos a los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
N. África
Púnica
Ulterior
Citerior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
854
209
132
31
26
40
34
51
1
524
330
39,88
25,19
5,91
4,96
7,63
6,48
9,73
0,2
61,35
38,64
53
[page-n-67]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.10. L’Almoina. Etapa 1 (138-95 a.C.) en función de los
fragmentos de pared.
Figura 6-1.11. L’Almoina. Etapa 2 (94-75 a.C.) en función de los
fragmentos de pared.
Fundamentalmente, estas etapas vienen determinadas por las
proporciones representadas entre las producciones de la Campania y las de las costas adriáticas, así como por la cantidad de
fragmentos inventariados. Son las siguientes:
Etapa 1. (138-95 a.C.). Recoge la tendencia en importación de
ánforas desde el año de la fundación de la ciudad hasta su constitución como tal (tabla 6.1.10-fig. 6.1.10). En ella, las procedentes
de la Campania serían muy mayoritarias y llegarían acompañadas
por una proporción significativa de ánforas adriáticas. Otros lugares
tirrenos aparecen representados de manera meramente testimonial. De las zonas de tradición púnica, los fragmentos de origen
ebusitano son los mayoritarios, situándose incluso por encima de
los que llegaron de las costas del norte de África y del Círculo del
Estrecho, aunque como ya hemos advertido, dentro del grupo de
tradición púnica indeterminada hay fragmentos de ambos lugares.
En cualquier caso, la suma de todos los fragmentos de tradición
púnica indeterminada, norteafricanos y del Círculo del Estrecho,
ofrecen un total ligeramente superior al de las ebusitanas (1.115 y
911 fragmentos respectivamente). Entre los de pared, las producciones ibéricas no aparecen representadas, aunque sus fragmentos
probablemente se incluyen dentro del grupo de los indeterminados.
Las ánforas egeas, por su parte, estuvieron presentes en muy bajos
porcentajes durante toda la etapa.
Etapa 2. (94-75 a.C.). Atendiendo al número de elementos
no diagnosticables, el período en que la ciudad comenzó su
desarrollo hasta que fue destruida por Pompeyo parece estar
caracterizado por una mayor presencia de productos adriáticos
respecto a los campanos (tabla 6.1.11-fig. 6.1.11). Asimismo,
durante esta etapa habría un incremento de otras producciones tirrenas no campanas. Las importaciones de ánforas de las
zonas productoras de tradición púnica parecen perder importancia respecto a la etapa anterior y nuevamente, entre ellas, las de
origen ebusitano serían las dominantes, aunque en proporciones muy similares a las del norte de África. Los fragmentos de
ánforas ibéricas aparecen ahora representados en porcentajes
muy bajos, similares a los del Círculo del Estrecho. Las egeas
siguen estando presentes.
Etapa 3. (74 a-C-14 d.C.). Esta etapa, que recoge el período
posterior a la destrucción y todo el reinado de Augusto, se
caracteriza por la escasez de materiales. Además, debemos
tener en cuenta que si la ciudad como tal no existía muchos de
estos materiales pueden ser residuales. Sin embargo, a rasgos
generales, durante todo este período se mostraría una tendencia
en las importaciones de ánforas muy similar a la de la Etapa
1 (Tabla 6.1.12-fig. 6.1.12). Las ánforas de la Campania vuelven a ser mayoritarias respecto a las adriáticas. Las de otros
lugares italianos parecen haber desaparecido de la muestra.
Las de las áreas de tradición púnica también aumentan porcentualmente su presencia, manteniendo unos valores muy
similares a los de la Etapa 1. Por su parte, las ibéricas o de
tradición indígena parecen alcanzar los valores más significativos desde la fundación de la ciudad. Las egeas se mantienen,
Tabla 6.1.10. L’Almoina. Etapa 1 (138-95 a.C.) en función de los fragmentos de pared.
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
Frags.
Nápoles Adriático
4004
1816
Tirreno indet. N. África
30
379
Púnica Ulterior
647
89
911
2
7878
3402
11.280
%
50,82
23,05
0,38
5
8,21
1,12
11,56
0,02
69,84
30,15
Tabla 6.1.11. L’Almoina. Etapa 2 (94-75 a.C.) en función de los fragmentos de pared.
Nápoles Adriático
Tirreno indet. N. África
Púnica Ulterior Indígena
Ibiza
Egeo
Subtotal Indet. Total
Frags.
2135
2715
184
116
237
31
52
226
13
5709
1147 6856
%
37,39
47,55
3,22
2,02
4,15
0,54
0,91
3,95
0,22
83,29
16,7
54
[page-n-68]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.12. L’Almoina. Etapa 3 (74 a.C.-14 d.C.) en función de los fragmentos de pared.
Nápoles
Frags.
%
Adriático N. África
Púnica
Ulterior
Citerior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
1835
549
308
34
106
44
34
93
1
1169
666
46,96
26,34
2,9
9,06
3,76
2,9
7,95
0,08
63,7
36,29
Figura 6.1.12. L’Almoina. Etapa 3 (74 a.C.-14 d.C.) en función de
los fragmentos de pared.
aunque en esta etapa conviene matizar que únicamente están
presentes gracias a un único fragmento recuperado en niveles
de época augustea.
Las ebusitanas serían las producciones no italianas dominantes con una presencia proporcional constante en todas las etapas.
6.1.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.1.2.1. Las fases fundacionales (138-135 a.C.)
A estas fases corresponden un total de 173 fragmentos diagnosticables. Hemos sido capaces de asignar una zona de
producción a 156 de ellos (90,17%). En función del número
de fragmentos, al igual que con los de pared, hay un claro
predominio de ánforas vesubianas (47,97% del total de las
ánforas de este período). Por lo que respecta a las adriáticas, suponen el 10,98%; mucho menos de la mitad que las
campanas. Las ánforas del norte de África suman 20 fragmentos; un 11,56% del total (algo menos de medio punto por
encima de las adriáticas). De la Ulterior, fundamentalmente
de la bahía de Cádiz, procede un 6,35% de los fragmentos.
Los de Ibiza suman el 5,2%, mientras los de tradición indígena solamente alcanzan el 1,7%. Por su parte, el número
de elementos diagnosticables de procedencia egea se sitúa
en el 1,15% y el de los de procedencia indeterminada suman
el 9,82% (tabla 6.1.13).
El NMI estimado para esta fase es de 90 ánforas, las cuales
se distribuyen, en función del área de procedencia y de su tipología, como vemos en la tabla 6.1.14.
Las vesubianas son rotundamente mayoritarias (38,88%).
Algo más de un tercio de ellas, al menos quince, son ánforas
que tipológicamente se encuentran entre las Grecoitálicas y
las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.1.13). Otras diez, podrían
entrar dentro del grupo de las Dressel 1A, aunque con reservas
para alguna de ellas, (fig. 6.1.13: 12ALM-61912-1; 11ALM61662-1; 8ALM-4699-2; 5ALM-20024-3; 5ALM-20062-1;
2ALM-1921-5; 2ALM-2885-5 y 2ALM-1959-6). De otras
zonas de la Italia tirrena, con un 4,44%, proceden cinco piezas de tipología Grecoitálica (fig. 6.1.13: 10ALM-60690-33,
Anexo II: A-18; 3ALM-2938-06, Anexo II: A-26), si bien no
hemos sabido proponer un origen más específico para ellos (fig.
6.1.13: 10ALM-60690-33 y 3ALM-2938-06). En cuanto a las
de naturaleza adriática (8,88%), los únicos tipos representados son el Grecoitálico, con al menos dos bordes (fig. 6.1.13:
3ALM-2938-03 y 8ALM-10463-1) y el Brindisino, con una
pieza segura representada por un asa.
De las norteafricanas, que son el segundo grupo en importancia con un 17,77% en función del NMI, al menos ocho, son
del tipo T-7.4.2.1 (fig. 6.1.14: 11ALM-7706-1; 5ALM-20065-1;
3ALM-2935-15, Anexo II: C-3; 2ALM-2885-6 y 3ALM2938-11); seis corresponden a Africanas Antiguas (fig. 6.1.14:
2ALM-1968-11; 2ALM-1920-18; 12ALM-61295-5; 2ALM1962-3; 10ALM-60690-35 y 3ALM-2893-13). Solamente una
podría ser asignada a la forma T-7.7.1.1, y ello debido fundamentalmente a la cronología del nivel en que se encuentra (138
a.C.). Sin embargo, lo excesivamente grueso del borde sugiere
que pudiera estar emparentada con las ánforas Africanas Antiguas (fig. 6.1.14: 9ALM-2935-17, Anexo II: C-4). Hay también
un cuerpo norteafricano que hemos mantenido como de tipología indeterminada, aunque quizás corresponda a una T-7.3.2.1
(fig. 6.1.14: 12ALM-61945-1). Todas las ánforas de la Ulterior
corresponden a la forma T-9.1.1.1 (fig. 6.1.14: Ulterior).
En cuanto a las importaciones ebusitanas, al menos hay
siete piezas, que representan el 7,77% de las ánforas de este
período. La mayor parte son de la forma T-8.1.3.2 (fig. 6.1.15:
Tabla 6.1.13. L’Almoina (138 a.C.-135 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables de las fases fundacionales. Los porcentajes están
referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Frags.
%
Tirreno
indet.
Latinas N. África Púnica Ulterior Ibiza
indet.
Indígena Egeo Subtotal
Indet. Total
83
19
5
1
20
3
11
9
3
2
156
17
47,97
10,98
2,89
0,57
11,56
1,7
6,35
5,2
1,7
1,5
90,17
9,82
173
55
[page-n-69]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.14. L’Almoina (138-135 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables de la fase fundacional.
Número Mínimo de Individuos estimado.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
Total
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Brindisina
Adriático indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.7.1.1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-9.1.1.1
TOTAL
NMI
IBIZA
PE-23
T-8.1.3.2
TOTAL
NMI
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
TOTAL
NMI
INDETERMINADAS
Grecoitálica
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
56
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
10
15
10
35
2
32
1
13
10
15
10
34
14
13
60
10
83
35
4
4
4
1
5
1
1
1
1
1
9
11
2
5
7
4
1
14
19
15
2
1
2
4
1
6
11
1
2
20
11
11
1
1
1
1
2
7
9
3
3
1
1
2
2
3
4
2
13
15
1
1
2
1
3
17
21
80
67
26
173
3,33
1
1
1
7,77
3
3
1
1
12,22
2
5
7
3
3
17,77
11
11
2
5
7
8,88
6
8
1
1
16
11
11
4,44
2
1
5
8
6
8
1
38,88
4
0
4
1
%
1,11
1
1
3
5
90
5,55
[page-n-70]
análisis de los materiales
Fig. 6.1.13. L’Almoina (138-135
a.C.). Ánforas italianas.
3ALM-2935-18; 3ALM-2960-18; 2ALM-1968-10 y 3ALM2935-01), las otras corresponden a la forma PE-23 (fig. 6.1.15:
2ALM-1920-19). Las de tradición indígena del tipo A.1.2.4
(Ribera i Lacomba y Tsantini 2008: Ia) están representadas como
mínimo por tres ejemplares que suman el 3,33% de los materiales (fig. 6.1.15: 8ALM-10536-1, más próxima a una tinaja y
10ALM-60690-41). Las egeas al menos están personificadas por
un ánfora de tipo Rodio que supone el 1,11% de las importaciones de ánforas de esta fase (fig. 6.1.15: 3ALM-2938-7, Anexo
II: F-2). El grupo de las indeterminadas lo integran un mínimo
de cinco ánforas (5,55%). Una de ellas podría tener que ver con
las Grecoitálicas (fig. 6.1.15: 2ALM-1979-1); otra (fig. 6.1.15:
8ALM-10472-2) podría estar relacionada con producciones
gaditanas (García Vargas y Sáez 2019: fig. 16, A-2) y las restantes nos resultan desconocidas, tanto desde el punto de vista
de la procedencia como tipológico (fig. 6.1.15: 3ALM-2893-12
y 12ALM-61925-01, Anexo II: H-24), (figs. 6.1.16 y 6.1.17).
6.1.2.2. Consolidación urbana y monumentalización (134-95 a.C.)
De esta cronología hay un total de 504 fragmentos de los que ha
sido posible identificar el área de procedencia al 87,69%. (tabla
6.1.15). Más de la mitad, el 51,8%, llegaron a Valentia desde
los talleres ubicados en la zona de la Campania, mientras que
aproximadamente un quinto, el 25,33%, procedieron de la costa
adriática italiana. Respecto a estas dos, otras producciones itálicas
son muy minoritarias; sólo hay dos representados que suman el
0,45 % del total. A diferencia de la fase anterior, los fragmentos
del norte de África representan un porcentaje muy por debajo que
el de las adriáticas (7,91%). Tanto los de la Ulterior como los
ebusitanos mantienen una relativa importancia (4,75% y 3,16%
respectivamente). Asimismo, las ánforas de tradición púnica indeterminada, que recoge producciones del norte de África y sur de la
península ibérica, suman el 2,48% de todos los fragmentos diagnosticables. Los de tradición indígena mantienen una presencia
57
[page-n-71]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.14. L’Almoina (138135 a.C.). Ánforas norteafricanas
y púnico-gaditanas.
Figura 6.1.15. L’Almoina (138-135
a.C.). Ánforas ebusitanas, ibéricas,
egeas y de producción indeterminada.
58
[page-n-72]
análisis de los materiales
Figura 6.1.16. L’Almoina (138-135 a.C.). Áreas de procedencia de
los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.17. L’Almoina (138-135 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
similar a la de la fase fundacional (1,58%). Los egeos mantuvieron su escasa presencia con un 0,9% y los indeterminados llegan
en este caso hasta el 12,3% de los fragmentos.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.1.16.
El NMI estimado es de 246 y queda reflejado en la tabla
6.1.17, la cual es un resumen de las dos fases englobadas en este
período (134-110 y 109-95 a.C.).
Las ánforas vesubianas siguen siendo claramente dominantes
(41,76%). Las Grecoitálicas continúan estando muy presentes con
al menos diez y seis piezas (fig. 6.1.18). Aunque todavía hay un
elevado número de tipos que se encuadran en el grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1, con un mínimo de 35 ánforas (fig. 6.1.19),
las Dressel 1A (fig. 6.1.20) son ahora las mayoritarias (cuarenta y
cinco, si bien algunas todavía podrían incluirse en el de las Grecoitálicas/Dressel 1) y aparecen, de manera muy minoritaria, los
subtipos B (con un ejemplar: fig. 6.1.20: 2ALM-2831-6) y C con
dos (fig. 6.1.20: 2ALM-2852-31). Otras ánforas de procedencia
itálica son prácticamente inexistentes (0,4%).
Las ánforas de las costas adriáticas italianas muestran un ascenso
considerable respecto a las fases fundacionales y llegan a representar,
con un 20,48%, casi la mitad de las campanas. Las más representadas
son las Grecoitálicas, con un mínimo de doce ánforas, una de ellas
entera (fig. 6.1.21: 10ALM-50246-3; 10ALM-60663-3; 11ALM3326-2; 2ALM-2845-01) y las Lamboglia 2, con un mínimo de
quince ejemplares (fig. 6.1.21: 3ALM-2926-9; 11ALM-10495-2;
11ALM-60949-1). Las Brindisinas suman un mínimo de cuatro y
las de los talleres de Apani, Apani I (1 ejemplar: fig. 6.1.21:10ALM3263-3) y Apani II (dos ejemplares: fig. 6.1.21: 2ALM-2852-32;
3ALM-2898-02), aparecen por primera vez en el registro.
Las importaciones del norte de África representan un 12,04%
y muestran una gran variedad de tipos. Entre ellas son claramente
dominantes las Africanas Antiguas, con un NMI de once ejemplares
(fig. 6.1.22). También hemos clasificado como Africana Antigua el
borde 12ALM-7735-3, aunque quizás podría estar más emparentado
con otras ánforas de tipo ovoide. Hay uno que hemos inventariado
como T-7.2.1.1 (fig. 6.1.22: 11ALM-60957-1). Un borde podría
adscribirse a la forma T-7.3.2.1 (fig. 6.1.22: 2ALM-2852-33) y
otro podría corresponder a la T-7.3.2.2 (fig. 6.1.22: 2ALM-285246). Dentro de la familia de las T-7, las más numerosas son las
T-7.4.2.1 con un mínimo de cuatro (fig. 6.1.22: 10ALM-502461; 12ALM-7745-1, Anexo II: C-15; 10ALM-3263-01, Anexo II:
C-10 y 12ALM-7771-1, aunque las dos últimas son más difíciles
de adscribir al tipo). Hay también una pieza T-7.4.2.2 (fig. 6.1.22:
8ALM-4685-1). Otro de los bordes pudiera pertenecer a un ánfora
de tipo ovoide norteafricana, quizás mauritana (fig. 6.1.22: 3ALM2904-38). Hay un ánfora que hemos clasificado como T-7.4.3.1
porque su pasta nos resultaba claramente norteafricana (fig. 6.1.22:
3ALM-2904-35), aunque las características morfológicas podrían
Tabla 6.1.15. L’Almoina (134-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables de la fase de consolidación urbana y monumentalización.
Los porcentajes están referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Tirreno
indet.
Latinas
indet.
N. África
Púnica Ulterior
Ibiza Indígena
Egeo Subtotal Indet. Total
Frags.
229
112
2
7
35
11
21
14
7
4
442
62
%
51,8
25,33
0,45
1,58
7,91
2,48
4,75
3,16
1,58
0,9
87,69
12,3
504
59
[page-n-73]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.16. L’Almoina (134-110 a.C. y 109-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
134-110 a.C.
Borde
Asa
Pivote
109-95 a.C.
Comp.
Total
Borde
Asa
Pivote
Comp.
Total
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
11
6
3
Grecoit./Dr. 1
14
27
8
1
20
5
50
16
Dressel 1
Dressel 1A
1
6
7
47
5
13
6
2
21
31
Dressel 1B
1
Dressel 1C
2
Indet.
Total
24
38
39
13
1
91
55
11
5
5
1
48
1
1
3
21
7
62
20
28
1
138
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
2
TOTAL
1
1
2
ADRIÁTICO
Grecoitálica
9
Lamboglia 2
4
Brindisina
Apani I
1
2
1
2
1
10
2
6
11
1
2
3
1
2
2
1
30
6
27
7
40
50
22
31
9
62
7
3
12
2
5
1
Apani II
3
Apani VII
Dressel 6
Adriática indet.
TOTAL
2
18
10
16
21
12
1
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
4
4
T-7.2.1.1
1
1
10
T-7.3.2.1
1
1
T-7.3.2.2
1
1
T-7.4.1.1
2
2
2
2
1
1
3
3
T-7.4.2.1
2
2
T-7.4.2.2
1
1
1
1
T-4.4.3.1
T-4.4.3.2. Sím
T-7.4.4.1
Ovoide Mau?
1
Norte África indet.
TOTAL
1
1
1
3
1
4
9
1
10
21
4
25
4
4
1
9
10
4
1
10
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
1
TOTAL
5
1
10
10
1
1
1
11
IBIZA
PE-23
1
1
PE-24
1
1
1
T-8.1.3.2
4
6
3
2
Ebusitana indet.
TOTAL
60
6
2
8
4
1
3
1
1
2
1
1
6
[page-n-74]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.16. Continuación.
134-110 a.C.
Borde
Asa
A-1.2.4
3
TOTAL
3
Pivote
109-95 a.C.
Comp.
Total
Borde
Asa
Pivote
Comp.
Total
2
5
2
2
2
5
2
2
1
1
CITERIOR
EGEO
Rodia
Cos
1
Knidos
TOTAL
1
1
1
1
2
1
1
2
3
INDETERMINADAS
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1
1
Dressel 1A
4
1
2
Trad. púnica
2
2
1
3
9
16
32
5
53
12
21
39
8
68
189
133
143
38
Indeterminadas
4
5
TOTAL
4
7
1
82
74
31
TOTALES
2
2
7
1
8
1
315
Tabla 6.1.17. L’Almoina (134-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables de la fase de consolidación
urbana y monumentalización. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Grecoitálica
16
6
4
Grecoit./Dr. 1
30
51
15
Complet.
Total
NMI
26
16
97
31
5
2
69
45
1
1
3
2
28
7
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
44
Dressel 1B
1
Dressel 1C
2
1
21
7
93
101
33
Indet.
Total
1
5
17
7
1
2
229
NMI
104
41,76
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
2
Total
1
1
2
NMI
1
1
0,4
ADRIÁTICO
Grecoitálica
11
Lamboglia 2
1
15
3
Brindisina
1
3
Apani I
1
Apani II
2
1
Adriática indet.
8
45
17
38
52
21
Total
NMI
4
1
12
12
18
15
8
4
1
1
3
2
70
17
112
51
20,48
61
[page-n-75]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.17. Continuación.
Borde
Asa
11
3
Pivote
Complet.
Total
NMI
%
NORTE ÁFRICA
14
11
T-7.2.1.1
Africana Antigua
1
1
1
T-7.3.2.1
1
1
1
T-7.3.2.2
1
1
1
T-7.4.1.1
2
2
2
T-7.4.2.1
4
4
4
T-7.4.2.2
1
1
1
T-7.4.3.1
1
1
1
T-7.4.3.2. Sím
1
1
1
T-7.4.4.1
3
3
3
Ovoide Mau.
1
1
1
Norte Áfr. indet.
3
2
5
3
27
5
35
Total
NMI
30
12,04
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Indet.
TOTAL
14
4
1
1
15
5
1
1
19
14
2
1
21
NMI
15
6,02
IBIZA
PE-23
1
PE-24
2
T-8.1.3.2
7
Indet.
TOTAL
10
1
1
2
2
2
9
7
1
1
2
1
1
3
14
NMI
11
4,41
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
5
2
7
TOTAL
5
2
7
NMI
5
5
2
EGEO
Rodia
Cos
1
Knidos
TOTAL
1
1
1
1
1
2
1
1
1
1
3
4
NMI
3
1,2
INDETERMINADA
Grecoit/Dr.1
2
Dressel 1
1
Dressel 1A
2
Trad. púnica
2
4
2
1
1
2
2
9
2
11
4
20
Indeterminadas
20
37
5
62
TOTAL
25
46
9
80
NMI
TOTALES
NMI
62
29
215
217
69
3
504
249
11,64
[page-n-76]
análisis de los materiales
Figura 6.1.18. L’Almoina
(134-95 a.C.). Ánforas
Grecoitálicas de la bahía
de Nápoles.
Figura 6.1.19. L’Almoina
(134-95 a.C.). Ánforas
Grecoitálicas/Dressel 1
de la bahía de Nápoles.
63
[page-n-77]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.20. L’Almoina (134-95
a.C.). Ánforas Dressel 1A, 1B y
1C de la bahía de Nápoles.
corresponder más a una T-7.4.3.3 púnico-gaditana. Por otra parte, hay
una que hemos clasificado como T-7.4.3.2 similis, quizás mauritana
(fig. 6.22: 10ALM-50240-1) y, al menos, también hay dos ánforas
que podrían adscribirse al tipo T-7.4.4.1 (fig. 6.1.22: 2ALM-2831-12
y 3ALM-2902-12). Existe un borde cuya forma podría relacionarse
con una mauritana occidental III de influencia itálica (Bernal et alii,
2019) y dos que hemos propuesto como T-7.4.1.1, aunque dada la
cronología de los niveles a que pertenecen quizás pudieran estar más
emparentadas con ánforas de tipo ovoide (fig. 6.1.22: 2ALM-285236 y 3ALM-2907-7).
La posibilidad de que haya ánforas mauritanas occidentales es una cuestión que resulta interesante y significativa desde
el punto de vista de la investigación ya que, de confirmarse su
64
origen, sería la primera vez que estas ánforas se documentan fuera
de su zona productora. Sin duda será uno de los aspectos que en
el futuro deberemos abordar mediante la aplicación de análisis
arqueométricos comparativos.
Las de la Ulterior constituyen el 6,02% y están representadas por un mínimo de 14 ánforas T-9.1.1.1. (fig. 6.1.23) y
una indeterminada cuya morfología semeja a una producción
púnico-ebusitana, pero cuya pasta apunta claramente al sur
de Hispania y quizás pudiera estar vinculada con ánforas de
tipo ovoide (fig. 6.1.23 11ALM-60938-2, Anexo II: D-12).
Resulta llamativa la ausencia de ánforas gaditanas del tipo
T-7.4.3.3, las cuales, ya desde el último tercio del siglo II a.C.,
se fabricaron masivamente en los talleres gaditanos y suelen
[page-n-78]
análisis de los materiales
Figura 6.1.21. L’Almoina (13495 a.C.) Ánforas Grecoitálicas,
Lamboglia 2 y brindisinas.
Figura 6.1.22. L’Almoina (13495 a.C.). Ánforas norteafricanas.
65
[page-n-79]
las ánforas de valentia romana republicana
encontrarse en diversos puertos del Mediterráneo centro-occidental en estas cronologías (Montero-Fernández et alii 2004:
421 y 424). Las de Ibiza mantienen un valor similar, aunque
algo por debajo, con un 4,41% de las ánforas de este período y
un mínimo de once piezas, la mayor parte de las cuales (siete)
corresponden a la forma T-8.1.3.2 (fig. 6.1.23: 2ALM-2877-8;
2ALM-2852-25; 11ALM-20304-6 y 12ALM-20348-5), también hay una PE-23 (fig. 6.1.23: 12ALM-61906-21) y dos
PE-24 (fig. 6.1.23: 8ALM-60603-1 y 3ALM-2902-11). Los
cinco ejemplares de tradición indígena suponen el 2%. Dos
los hemos clasificado como tipo A-1.2 sin mayor especificación, aunque lo más probable es que se trate de tinajas del tipo
Iduratin (fig. 6.1.23: 3ALM-2094-3 y 3ALM-2904-4) y tres
como A-1.2.4 (fig. 6.1.23: 10ALM-50240-6; 10ALM-60578-4
y 10ALM-50246-20, Anexo II: G-1).
Las ánforas egeas, dentro de su escasa representación (1,2%)
muestran variedad de tipos: una Rodia (fig. 6.1.23: 12ALM61974-1), una de Cos (2ALM-2810-16) y una tercera de Cnidos
(fig. 6.1.23: 11ALM-61890-1, Anexo II: F-1).
Finalmente, las de procedencia indeterminada suman el
11,64% de las ánforas de l’Almoina durante este período, aunque
para algunas hemos podido establecer el tipo. Hay dos que encajan en las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.1.24: 2ALM-2902-13 y
5ALM-20019-A, Anexo II: H-26). Otros dos bordes y dos pivotes podrían incluirse en la forma genérica Dressel 1 (fig. 6.1.24:
2ALM-2852-35; 2ALM-2831-7; 5ALM-20019 B y C). También hay una Dressel 1A (fig. 6.1.24: 5ALM-20019-14). Otras
cuatro pudieran estar relacionadas con ánforas de tipo ovoide
(fig. 6.1.24: 3ALM-2904-39; 2ALM-2866-15; 2ALM-2866-01
y 2ALM-2810-21). Asimismo, hemos incluido un borde indeterminado, quizás adriático (fig. 6.1.24: 10ALM-3264-4, Anexo
II: H-25) y dos bordes que podrían pertenecer a la misma familia que hemos visto para 2ALM-2852-36 y 3ALM-2907-7 (fig.
6.1.24: 11ALM-7611-3 y 11ALM-3328-1, Anexo II: H-23). Por
último, un borde con arranque de asas que, sin embargo, podría
corresponder a un ánfora mauritana occidental III (fig. 6.1.24:
11ALM-7611-2), (figs. 6.1.25 y 6.1.26).
6.1.2.3. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
En esta fase, en la cual la ciudad está plenamente establecida y la
vida en ella se desarrollaba como en cualquier otra ciudad romana
de provincias, el registro de las ánforas aporta una visión de las
actividades comerciales, de las rutas de abastecimiento y el día
a día de las ánforas en la ciudad. En total se han contabilizado
164 fragmentos y ha sido posible asignar un área de producción
al 97,56% de ellos. En función del número total de fragmentos,
parece que las ánforas de origen adriático fueron porcentualmente
superiores a las campanas (42,5% y 39,37% respectivamente).
Sin embargo, como veremos al establecer el NMI, esto no debió
Figura 6.1.23. L’Almoina (13495 a.C.). Ánforas sudhispánicas,
ebusitanas, ibéricas de tradición
índigena y egeas.
66
[page-n-80]
análisis de los materiales
Figura 6.1.24. L’Almoina (134-95 a.C.).
Ánforas de origen indeterminado.
Figura 6.1.25. L’Almoina (134-95 a.C.). Áreas de procedencia de
los fragmentos diagnosticables.
ser así. A este conjunto mayoritario de ánforas de origen italiano,
le sigue el grupo de las norteafricanas, con un 6,87% de los fragmentos a los que ha sido posible asignar una procedencia. Los de
la Ulterior están representados en un 4,37%; los ebusitanos en
un 3,75% y los egeos en un 1,87%. Por su parte, los fragmentos
de procedencia indeterminada solamente constituyen el 2,43%
(tabla 6.1.18).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.1.19.
El NMI estimado para esta fase es de 62 ánforas. La mayor
parte, un 41,93%, son de origen campano y el tipo más representado es el Dressel 1A, con un mínimo de trece ejemplares
Figura 6.1.26. L’Almoina (134-95 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
67
[page-n-81]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.18. L’Almoina (94-76 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
Grecoit./Dr. 1
2
23
9
34
7
Dressel 1
3
7
4
14
4
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1A
13
13
13
Dressel 1B
1
1
1
1
1
Indet.
Total
1
19
31
13
63
NMI
26
41,93
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
Lamboglia 2
5
Brindisina
1
Adriática indet.
Total
1
1
1
1
7
5
1
1
4
43
12
59
8
11
44
13
68
NMI
15
24,19
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
6
T-7.4.2.1
1
Total
7
3
1
10
6
1
1
3
1
11
NMI
7
11,29
ULTERIOR
T-7.4.3.2
1
1
1
T-7.4.3.3
2
2
2
T-9.1.1.1
3
1
4
3
TOTAL
6
1
7
NMI
6
9,67
IBIZA
T-8.1.3.2
2
T-8.1.3.3
1
Ebusitana indet.
TOTAL
1
2
2
3
1
2
2
2
1
2
1
6
NMI
4
6,45
EGEO
Rodia
1
2
3
TOTAL
1
2
3
NMI
1
1
1,61
INDETERMINADA
Dressel 1
1
Trad. púnica
1
1
1
1
1
1
Indeterminadas
3
1
4
TOTAL
4
2
6
NMI
TOTALES
NMI
68
3
46
88
30
164
62
4,83
[page-n-82]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.19. L’Almoina (94-76 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
Grecoit./Dr. 1
2
23
9
34
7
Dressel 1
3
7
4
14
4
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1A
13
13
13
Dressel 1B
1
1
1
1
1
Indet.
Total
1
19
31
13
63
NMI
26
41,93
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
Lamboglia 2
5
Brindisina
1
Adriática indet.
Total
1
1
1
1
7
5
1
1
4
43
12
59
8
11
44
13
68
NMI
15
24,19
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
6
T-7.4.2.1
1
Total
7
3
1
10
6
1
1
3
1
11
NMI
7
11,29
ULTERIOR
T-7.4.3.2
1
1
1
T-7.4.3.3
2
2
2
T-9.1.1.1
3
1
4
3
TOTAL
6
1
7
NMI
6
9,67
IBIZA
T-8.1.3.2
2
T-8.1.3.3
1
Ebusitana indet.
TOTAL
1
2
2
3
1
2
2
2
1
2
1
6
NMI
4
6,45
EGEO
Rodia
1
2
3
TOTAL
1
2
3
NMI
1
1
1,61
INDETERMINADA
Dressel 1
1
Trad. púnica
1
1
1
1
1
1
Indeterminadas
3
1
4
TOTAL
4
2
6
NMI
TOTALES
NMI
3
46
88
30
4,83
164
62
69
[page-n-83]
las ánforas de valentia romana republicana
fabricadas en la bahía de Nápoles vuelven a ser mayoritarias con
un 46,2%. No obstante, en esta trascendental fecha, las adriáticas parecen incrementarse exponencialmente. Prácticamente,
con un 42,06%, se encuentran en los mismos porcentajes que las
campanas. Los fragmentos de pared ya indicaban este aumento
considerable, incluso se situaban por encima de las napolitanas.
Hay también otros fragmentos procedentes de la zona tirrena no
campana que suponen el 2,75%. Las importaciones no itálicas
muestran un descenso considerable. Las norteafricanas y otras
de tradición púnica indeterminada suman un 3,89%, mientras
que las ebusitanas se quedan en el 1,14% y las sudhispánicas
descienden hasta el 0,45%. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena vuelven a estar presentes en el registro, aunque también con un porcentaje muy reducido (0,91%); el mismo que
las egeas (tabla 6.1.20).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para este año se pueden observar en la tabla 6.1.21.
El NMI estimado es de 289 piezas. A diferencia de lo que
mostraban los fragmentos de pared, en función del NMI, las
adriáticas nunca llegaron a ser las ánforas mayoritarias en
Valentia. Las producidas en la bahía de Nápoles representan
el 47,75% frente a un 37,37% de las adriáticas. El tipo más
representado entre las de origen campano es el Dressel 1 (genérico), ya que la mayor parte de los fragmentos corresponden a
asas y pivotes difíciles de asignar a un subtipo concreto (fig.
6.1.31: 11ALM-10967-1 y 11ALM-3312-19). Sólo uno de los
pivotes lo hemos establecido como Grecoitálico (fig. 6.1.31:
11ALM-3312-10). En cuanto a los bordes, la mayoría corresponden a los tipos Dressel 1A con un mínimo de quince piezas
(fig. 6.1.31: 11ALM-3312-11; 8ALM-5968-; 4ALM-458217 y 8ALM-5974-4) y 1B con al menos once (fig. 6.1.31:
11ALM-11196-1; 8ALM-5974-5 y 9ALM-5968-5). También
hay una considerable representación de las Dressel 1C, con un
mínimo de diez de estas ánforas (fig. 6.1.31: 11ALM-331212; 2ALM-1752-3; 11ALM-11159-1; 9ALM-60606-3, 5 4;
9ALM-50208-2 y 11ALM-11196-2). Otras producciones tirrenas, fundamentalmente del tipo Dressel 1/1A representan el
2,42% (fig. 6.1.31: 8ALM-5974-2; 9ALM-50208-3, Anexo II:
A-15 y 8ALM-5968-01b).
(fig. 6.1.27). A estas le siguen las de procedencia adriática, que
suponen el 24,19%. Entre ellas, las ánforas Lamboglia 2 son las
mayoritarias con al menos cinco piezas (fig. 6.1.27: 10ALM60576-1; 10ALM-60797-2 y 5ALM-20017-B25). Hay también
cuatro bordes de pasta adriática a los que no hemos asignado una
forma determinada. Dos de ellos quizás sean ánforas del área
brindisina (fig. 6.1.27: 10ALM-60600-1 y 5ALM-20017-1). Por
otra parte, aunque en los fragmentos de pared hay atestiguadas
otras ánforas de origen tirreno, los que analizamos en este apartado no han reportado ninguno.
Las ánforas llegadas del norte de África están representadas en un 11,29%. A excepción de una T-7.4.2.1, el resto (seis)
son Africanas Antiguas (fig. 6.1.28: 5ALM-20017-6, 7, 14, 15;
5ALM-20017-B13; 10ALM-607973-3, Anexo II: C-1).
Las sudhispánicas, con un 9,67%, presentan un porcentaje ligeramente por debajo de las norteafricanas y una mayor variedad de
tipos; una T-7.4.3.2 (fig. 6.1.28: 10ALM-60671-1) y dos T-7.4.3.3
(fig. 6.1.28: 10ALM-7435-1, Anexo II: D-1 y 10ALM-10146-2),
aunque las T-9.1.1.1 (fig. 6.1.28: 5ALM-20031-1 y 2) siguen siendo
las más representadas entre estas importaciones (tres).
Al igual que ocurría con los fragmentos de pared, tampoco
los niveles arqueológicos correspondientes a esta fase han reportado ánforas ibéricas de tradición indígena. Las ánforas de Ibiza
continúan manteniendo una presencia moderada que se sitúa en
el 6,45% de las importaciones y están representadas por las formas T-8.1.3.2 y T-8.1.3.3.
Las egeas suponen el 1,61% y solamente encontramos un
mínimo de un ánfora rodia (fig. 6.1.28: 5ALM20017-B18). Por
su parte, el grupo indeterminado representa el 4,83%.
En cuanto al lugar de procedencia, la gráfica que se nos
muestra es muy similar a la del período anterior con un ligero
aumento de las producciones adriáticas respecto a las tirrenas
(fig. 6.1.29 y 6.1.30).
6.1.2.4. Destrucción del año 75 a.C.
Se han contabilizado 458 fragmentos diagnosticables de los
que ha sido posible asignar un área de producción al 94,97%
de ellos. En función del número total de fragmentos, las ánforas
Tabla 6.1.20. L’Almoina (75 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les
ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático Tirreno Latinas N. África
indet.
indet.
Púnica Ulterior
Ibiza
Trad. Egeo
indígena
Subtotal
Indet.
Total
458
Frags.
201
183
12
7
11
6
2
5
4
4
435
23
%
46,2
42,06
2,75
1,6
2,52
1,37
0,45
1,14
0,91
0,91
94,97
5,02
Tabla 6.1.21. L’Almoina (75 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
70
Borde
Asa
Pivote
1
15
11
10
45
1
92
5
Comp.
Total
NMI
1
138
15
11
15
1
91
15
11
10
%
[page-n-84]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.21. Continuación.
Indet.
Total
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1A
Dressel 1
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2 sím.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ulterior indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
TOTAL
NMI
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
NMI
EGEO
Cos
Indet.
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 1C
Serie 7
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
Borde
37
2
1
3
1
31
1
2
35
4
2
1
7
1
1
Asa
20
70
Pivote
1
94
Comp.
1
8
8
1
11
5
59
70
73
78
2
2
2
1
5
1
138
47,75
1
2
9
12
1
2
4
1
1
2
1
4
5
4
4
3
%
6
3
1
1
11
1
1
1
1
3
NMI
10
1
47
1
2
132
183
1
1
1
3
4
Total
21
201
1
1
1
7
1
31
1
2
73
108
8
2
4
3
1
2
5
1
2
4
1
1
2
1
98
180
179
1
458
0,69
1
3
3
1
4
4
18
22
2,76
1
1
4
4
11
37,37
4
2
1
1
4
4
2
5
1
5
23
36
2,42
4
4
14
1,38
1,38
1,38
4,84
289
71
[page-n-85]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.27. L’Almoina (94-76
a.C.). Ánforas italianas.
Figura 6.1.28. L’Almoina (9476 a.C.). Ánforas norteafricanas,
sudhispánicas, ebusitanas y egeas.
72
[page-n-86]
análisis de los materiales
Figura 6.1.29. L’Almoina (94-76 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.30. L’Almoina (94-76 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
Figura 6.1.31. L’Almoina. Ánforas
vesubianas y otras tirrenas.
73
[page-n-87]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.32. L’Almoina (75 a.C.).
Ánforas adriáticas.
Figura 6.1.33. L’Almoina (75
a.C.). Ánforas norteafricanas,
sudhispánicas, ebusitanas, egeas y
de procedencia indeterminada.
74
[page-n-88]
análisis de los materiales
Entre las adriáticas, el ánfora más representada es la Lamboglia
2 (cuarenta y siete, fig. 6.1.32), aunque también aparecen otros tipos
del área apula como dos Apani II (fig. 6.1.32: 9ALM-5968-13, Anexo
II: B-11 y 11ALM-10967-4) y una Brindisina (fig. 6.1.32: 9ALM5968-02). Durante este momento se produjo un incremento porcentual
importante de estas importaciones en relación con las campanas.
Las del norte de África muestran un descenso considerable y solamente llegan a representar el 2,76% de las
importaciones. Las Africanas Antiguas siguen siendo, con
un mínimo de seis, las más presentes (fig. 6.1.33: 9ALM60606-2; 10ALM-60667-2; 9ALM-50208-1, Anexo II: C-9;
y 11ALM-10993-1), aunque también hay otros tipos como
dos T-7.4.2.1 (fig. 6.1.33: 11ALM-3310-01) y un pivote que
hemos clasificado como T-7.4.3.1, si bien podría corresponder
a una T-7.4.2.1. Asimismo, hay un borde de difícil adscripción que hemos clasificado como T-7.4.3.2. similis, quizás
mauritano (fig. 6.1.33: 8ALM-4595-8), muy parecido a otro
que ya vimos en el período que englobaba los años 134-95
a.C. (10ALM-50240-1).
Las sudhispánicas también ven considerablemente reducida su presencia. Sólo representan el 0,69%. Desaparecen las
ánforas T-9.1.1.1 y únicamente está personificada la T-7.4.3.3
con un ejemplar (fig. 6.1.33: 9ALM-50208-7, Anexo II: D-11).
La ausencia de T-9.1.1.1 es normal en estas cronologías, sin
embargo, vuelve a resultar anómalo que no haya una representación más elevada de las T-7.4.3.3, las cuales, en torno a estas
fechas, vivieron su momento más álgido de distribución. Quizás, la reducida presencia de ánforas gaditanas en la Valentia
del 75 a.C. tenga que ver con el propio desarrollo de los acontecimientos bélicos.
Por su parte, las de Ibiza mantienen una presencia escasa del
1,38% y el ánfora más numerosa es la T-8.1.3.3, con un mínimo
de cuatro piezas (fig. 6.1.33: 8ALM-4669-1; 12ALM-11261-2,
Anexo II: E-1 y 9ALM-5968-4) frente a una única pieza asimilable al tipo T-8.1.3.2. (fig. 6.1.33: 9ALM-5968-3).
Las ánforas ibéricas, tras su ausencia en el período anterior, vuelven a estar presentes en el mismo porcentaje que
las ebusitanas. Las egeas también suponen el 1,38%, aunque
ahora las ánforas que encontramos no son las Rodias sino
las de Cos (fig. 6.1.33: 10ALM-60973-2, Anexo II: F-7 y
10ALM-60973-3, Anexo II: F-8) y otra de tipo indeterminado (fig. 6.1.33: 10ALM-60973-4, Anexo II: F-9). Por su
parte, las de procedencia indeterminada suman el 4,84% (fig.
6.1.33: 9ALM-5968-15 y 10ALM-60973-1). Entre ellas hay
al menos cuatro Dressel 1C (fig. 6.1.33: 11ALM-11190-1
y 12ALM-11261-1). También hay dos Dressel 1A; una de
ellas completa que hemos incluido en este grupo porque no
pudimos acceder a comprobar su fábrica, aunque tiene todo
el aspecto de ser vesubiana (fig. 6.1.33: 8ALM-4656-2) y, al
menos, también hay una de la Serie 7 de Joan Ramon (Mañá
C2) muy fragmentada (figs. 6.1.34 y 6.1.35).
Figura 6.1.34 L’Almoina (75 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.35. L’Almoina (75 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
75
[page-n-89]
las ánforas de valentia romana republicana
6.1.2.5. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
El número total de fragmentos diagnosticables para esta fase asciende
a 87. De ellos se ha establecido el lugar de procedencia al 77,01%.
La mayor parte sigue siendo del área campana, un 44,77% frente a
un 34,32% arribadas desde las costas adriáticas. También hay una
escasa representación (1,49%) de otras ánforas italianas. Las del
norte de África y el sur de Hispania mantienen una presencia baja
(4,47% y 2,98%), aunque hay otras de tradición púnica y procedencia
indeterminada que llegan al 8,95%. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena y las producciones de tradición latina de la Citerior suman
en ambos casos el 1,49% de los fragmentos. Las indeterminadas, por
su parte, alcanzan el 29,88% de los mismos (tabla 6.1.22).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.1.23.
El NMI estimado para esta fase asciende solamente a 47. Las del
área vesubiana representan el 29,78% con dominio de las Dressel 1A
(fig. 6.1.36: 4ALM-4432-01; 11ALM-3308-3 y 8ALM-4674-03) seguidas de las 1B (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-4, Anexo II: A-1). Igualmente,
hay una ligera representación de ánforas Grecoitálicas y Grecoitálicas/
Dressel 1 que podrían dar pie a interpretar a muchas de las ánforas de
estos niveles como residuales de las fases precedentes. Hay también un
ánfora Grecoitálica italiana a la que no hemos sabido asignar un área
más concreta que la tirrena y que supone el 2,12% de los individuos
estimados. (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-1, Anexo II: A-16).
Las ánforas adriáticas representan el 29,78%; la misma proporción que las campanas. Prácticamente, a excepción de un borde
muy fragmentado que hemos considerado como indeterminado y
tres pivotes a los que hemos preferido no asignar tipología, todas
ellas (once) corresponden a ánforas del tipo Lamboglia 2 (fig. 6.1.36:
9ALM-4676-01, 2 y 56, Anexo II: B-2; 9ALM-4702-1; 10ALM60820-1, Anexo II: B-10; 8ALM4676-1 y 3 y 8ALM-4676-2, la cual
también podría corresponder a un ánfora Apani I).
Las del norte de África son el 4,25% con dominio de las
Africanas Antiguas (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-3 y 4ALM-44174). Hay una indeterminada que también parece formar parte de
la familia de las ánforas ovoides (fig. 6.1.36: 8ALM-4676-4).
Las del sur de Hispania representan el mismo porcentaje
que las norteafricanas y están representados los tipos T-7.4.3.3
(fig. 6.1.36: 8ALM-10460-1) y, como novedad, se incorporan al
registro las Ovoides 4 (fig. 6.1.36: 9ALM-4676-5, Anexo II: D-4).
Las de Ibiza desaparecen de la muestra. Entre las producidas en
la Citerior (4,25%), las ibéricas de tradición indígena mantienen
su presencia con un ejemplar y se incorporan otras fabricadas en
el nordeste peninsular de clara tradición latina como las Pascual
1, representadas también por una única pieza.
Por su parte, las egeas no quedan reflejadas y las de origen
incierto (dοce) son el 25,53% de los individuos estimados, aunque
al menos dos de ellas son Dressel 1A (fig. 6.1.36: 2ALM-1763-1,
Anexo II: H-13 y 8ALM-4674-02, Anexo II: H-4) y tres serían
de tradición púnica (figs. 6.1.37 y 6.1.38).
Tabla 6.1.23. L’Almoina (74-27 a.C.). Áreas de producción y
tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
BAHÍA DE
NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Indet.
Total
NMI
TIRRENO
INDET.
Grecoitálica
Total
NMI
Adriática
Lamboglia 2
Adriática indet.
Total
NMI
NORTE AFRICA
Africana Antigua
Norte África
Indet.
Total
NMI
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ovoide 4
Total
NMI
CITERIOR
Pascual 1
A-1.2.4
Total
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Trad. púnica
Indeterminadas
Total
NMI
Borde
1
2
4
2
11
Asa
Pivote
1
8
1
3
5
15
3
6
Total
NMI
1
1
13
5
2
8
30
1
1
3
4
2
3
1
1
1
11
1
12
8
8
1
1
3
3
1
2
14 29,78
1
1
1
11
12
23
11
3
1
2
1
1
1
3
2
1
1
2
1
1
1
1
2
1
1
2
1
1
2
6
18
26
2
3
7
7
7
6
11
17
37
41
9
87
2,12
14 29,78
1
1
2
2
TOTAL
NMI
1
%
2
2
4,25
4,25
4,25
12 25,53
47
Tabla 6.1.22. L’Almoina (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Frags.
%
76
Tirreno indet.
N. África
Púnica
Ulterior
Citerior
Indígena
Subtotal
Indet.
Total
87
30
23
1
3
6
2
1
1
67
26
44,77
34,32
1,49
4,47
8,95
2,98
1,49
1,49
77,01
29,88
[page-n-90]
análisis de los materiales
Figura 6.1.36. L’Almoina (74-27 a.C.).
Ánforas de los niveles de abandono.
Figura 6.1.37. L’Almoina (74-27 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.1.38. L’Almoina (74-27 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
77
[page-n-91]
las ánforas de valentia romana republicana
6.1.2.6. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
No se han analizado todas las UUEE que hay documentadas en
l’Almoina de esta cronología. La mayor parte de sus conjuntos
augusteos ya han sido publicados y analizados (Ribera i Lacomba
2010a y 2010b). Sin embargo, hemos reflejado algunos de los
más significativos a fin de tener una visión comparativa con la
etapa propiamente republicana.
En total se han contabilizado 74 fragmentos diagnosticables pertenecientes a la fase augustea de Valentia (tabla 6.1.24). De ellos ha sido
posible asignar un origen al 91,89%. A diferencia de lo que ocurría en
todas las fases anteriores, en este período, el número de fragmentos
de las ánforas adriáticas representan el mismo porcentaje que las del
área campana (30,88%). Otras ánforas de tradición latina y origen
indeterminado representan el 7,35% del total. Las sudhispánicas son,
en esta ocasión, muy superiores a las del norte de África (13,23%
frente al 5,88%). Vuelven a aparecer las ebusitanas con un 5,88% y
las ibéricas de tradición indígena y egeas sólo suponen el 1,47% en
ambos casos. Las indeterminadas suman el 8,1% de los fragmentos.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.1.25.
Para esta fase, el NMI estimado asciende a 46 ánforas. Las
producidas en el área de la bahía de Nápoles son el 19,56%
(un porcentaje igual al de las sudhispánicas). Aunque la mayor
parte corresponde a fragmentos campanos de asas y pivotes que
hemos preferido clasificar como Dressel 1 sin asignar subtipo,
las más significativas son las Dressel 1A con un mínimo de cinco
ejemplares (fig. 6.1.39: 10ALM-4737-1 y 2; 8ALM-10487-1).
Asimismo, hay un asa de Dressel 1C y un borde que hemos clasificado como “Lamboglia 2 campana” (Hesnard 1998), aunque
también se podría contabilizar como una Dressel 1A (fig. 6.1.39:
8ALM-60507-1).
Por su parte, las ánforas adriáticas son las más numerosas del
conjunto y representan el 26,08% del NMI. Aunque hay ánforas de tipología Grecoitálica (fig. 6.1.39: 10ALM-7437-4), las
más representadas son las de la familia de las Lamboglia 2 (fig.
6.1.39: 8ALM-5993-1; 10ALM-7437-5; 8ALM-10428-1; 8ALM50193-02). También aparecen otras formas como la Apani VII
(fig. 6.1.39: 2ALM-1765-3), la Dressel 6 (fig. 6.1.39: 9ALM3232-1) y algunas que no hemos sabido clasificar (dos).
Las ánforas del norte de África (8,69%) pertenecen mayoritariamente a la familia de las Africanas Antiguas (fig. 6.1.39:
10ALM-7437-3; 8ALM-5993-3 y 8ALM-50193-03). Las del sur
de Hispania, que en la fase anterior estaban ausentes, sufren un
aumento muy significativo en cuanto a su presencia en la ciudad,
llegando a representar el 19,56% del NMI y volviendo a situarse
en valores similares a los de las fases fundacionales e iniciales, las
cuales fueron el momento de su mayor peso en las importaciones de
ánforas durante el período republicano. Además, este aumento, vino
acompañado de una significativa variedad de tipos. Han quedado
representadas las T-9.1.1.1 (fig. 6.1.39: 10ALM-7437-6, sin duda
residual); T-7.4.3.3 (fig. 6.1.39: 9ALM-3232-2 y 2ALM-1765-1,
Anexo II: D-3); Ovoide 1 (fig. 6.1.39: 8ALM-50193-1; 10ALM7446-1); Ovoide 4 (fig. 6.1.39: 2ALM-1765-2, Anexo II: D-13
y 2ALM-1965-8); Ovoide 9 (fig. 6.1.39: 10ALM-7446-2) y una
indeterminada. Las ánforas ebusitanas suponen el 4,34% y las ibéricas de tradición indígena suman el 2,17% con un ejemplar del
tipo A-1.2.4. (Ia). Las egeas están representadas por una LRA 3
de Éfeso, la cual también implica el 2,17% del NMI. Por último,
las de origen indeterminado suman el 17,39%. Entre ellas hay tres
Dressel 1A y una Dressel 2/4 (fig. 6.1.39: 8ALM-60658-1). También hay una de tradición púnica de la serie 7 (figs. 6.1.40 y 6.1.41).
6.1.2.7. L’Almoina. Valoración de los fragmentos diagnosticables
En total se han inventariado 1.460 fragmentos correspondientes
a bordes (513), asas (626) y pivotes (317). Además, el número
total de estos elementos incluye 4 ánforas completas. Como
hemos visto a lo largo del desarrollo del estudio de los elementos diagnosticables, el sumatorio del NMI de cada fase ofrece un
resultado de 783 piezas (tabla 6.1.26).
Dada la naturaleza de los fragmentos analizados en este apartado, su asignación tipológica ha resultado mucho más categórica,
si bien, la importante cantidad de pivotes y asas a la que hemos
preferido no asignar tipología hace que el porcentaje total de
fragmentos diagnosticables y tipología indeterminada resulte significativo. Sin embargo, puesto que sí se ha reconocido el lugar
de procedencia en la mayor parte de ellos y conocemos las tipologías representadas de esos lugares, podemos pensar que las asas
y pivotes de tipo indeterminado deberían distribuirse proporcionalmente con los bordes de la misma procedencia a los que se
les ha asignado un tipo (tabla 6.1.27).
A rasgos generales, entre las ánforas de la bahía de Nápoles, que suponen el 41,63% del NMI, las Grecoitálicas tardías
(We) las encontramos fundamentalmente en el período que
abarca desde la fundación hasta la consolidación de la ciudad
en el cambio de siglo y representan el 3,57% del total. Hasta
época augustea destaca la elevada proporción de ánforas que
se encuentran a caballo entre las Grecoitálicas y las Dressel 1A
(19,91%), las cuales han quedado recogidas en la tabla como
Grecoit./Dr. 1 (6,89%) y Dressel 1 (13,02%). Las que claramente
pueden clasificarse como Dressel 1A representan el 11,74% del
NMI y aparecen mayormente representadas en el período que la
ciudad ya está plenamente constituida (109-75 a.C.). Por su parte
las Dressel 1B (1,91%) y 1C (1,66%) tienen valores similares
y minoritarios solamente a partir del paso del siglo II al I a.C.,
pero básicamente en el momento de la destrucción. Dentro de
estas producciones resulta interesante un ánfora procedente de
los niveles augusteos, que se parece a la forma Lamboglia 2 por
cuanto tipológicamente es muy similar a ella y para la que hay
paralelos (Hesnard 1998).
Tabla 6.1.24. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los
que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático Latinas indet.
Frags.
%
78
N. África
Púnica
Ulterior Ibiza
Indígena
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
74
21
21
5
4
2
9
4
1
1
68
6
30,88
30,88
7,35
5,88
2,94
13,23
5,88
1,47
1,47
91,89
8,1
[page-n-92]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.25. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Estimación del NMI.
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
Lamboglia 2
Total
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Apani VII
Dressel 6
Adriática indet.
Total
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
N. África indet.
Total
NMI
BÉTICA-LUSITANIA
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ovoide 1
Ovoide 4
Ovoide 9
Dressel 12
Total
NMI
IBIZA
Ebusitana indet.
Total
NMI
CITERIOR/TARRACONENSIS
A-1.2.4
Total
NMI
EGEO
LRA 3
Total
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 2/4
Serie 7
Indeterminadas
Total
NMI
TOTALES
NMI
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
1
5
11
2
14
5
1
1
21
2
5
1
1
1
1
7
12
2
9
2
6
1
1
1
11
8
8
2
2
2
6
1
1
11
21
3
3
1
4
1
1
2
1
2
2
1
1
9
3
3
4
4
1
1
1
1
1
4
1
1
1
6
9
4
1
2
6
13
34
5
2,17
3
1
1
3
8
35
2,17
1
1
3
4,34
1
1
1
1
19,56
2
2
1
1
8,69
2
1
2
2
1
1
9
1
1
26,08
3
1
4
2
1
2
2
1
1
9
19,56
2
6
1
1
2
12
3
%
17,39
74
46
79
[page-n-93]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.1.39. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Ánforas de los niveles augusteos.
Otras ánforas de la costa tirrena no vesubiana han quedado representadas en un 1,78%. Estas importaciones tuvieron
mayor significación tanto en la fundación como en la destrucción. Corresponden a los tipos Grecoitálica; Grecoitálica/
Dressel 1 y Dressel 1A.
En cuanto a las ánforas de procedencia adriática, suponen
el 25,79% del conjunto. Una cantidad por debajo de las de
origen campano. Las de tipología Grecoitálica son el 2,29%
y fueron principalmente importantes en los momentos de consolidación urbana, aunque aparecen de manera residual hasta
el inicio de época augustea. La mayor parte de la tipología
de procedencia adriática corresponde a la forma Lamboglia 2
(7,91%). Comenzaron a aparecer ya de manera significativa
una vez establecida la ciudad y fueron singularmente importantes en el momento de su destrucción. Las otras formas, de
los talleres brindisinos de Apani-Giancola, son muy escasas;
a penas suman el 0,75% y se concentran en los momentos
del paso del siglo II al I a.C. El número de indeterminadas es
elevado (13,79%) por cuanto la mayoría de los fragmentos
incluidos en este grupo correspondían a pivotes y asas a las
80
que resultaba difícil asignar una tipología concreta, aunque
viendo los tipos representados es lógico pensar que se distribuyan proporcionalmente a los mismos.
Las ánforas del norte de África representan el 8,42% del NMI.
La mayor parte, con un 3,95%, son Africanas Antiguas, las cuales aparecen de manera constante desde la fundación hasta época
augustea, siendo especialmente importantes en las fases de consolidación y monumentalización urbana. Las T-7.4.2.1, con un
1,91%, son el siguiente grupo en importancia procedente del norte
de África. Estuvieron muy presentes en la fundación y mantuvieron
una presencia constante hasta la destrucción de la ciudad.
Las ánforas de la provincia Ulterior, básicamente procedentes
del Círculo del Estrecho, y particularmente de la bahía de Cádiz,
supondrían el 7,42% de las importaciones valentinas. La mayoría
son del tipo T-9.1.1.1 (3,57%) y estuvieron presentes de manera
continua desde la fundación hasta la destrucción de la ciudad.
Fueron significativas en los momentos fundacionales, pero especialmente en la fase que abarca el cambio de siglo. Aunque también
están representadas en la fase de vida urbana, no aparecen en los
niveles de destrucción. En los posteriores al 75 a.C. desaparecen
[page-n-94]
análisis de los materiales
Figura 6.1.40. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de procedencia
de los fragmentos diagnosticables.
los tipos mencionados y están representadas, de manera muy reducida, ánforas de las formas T-7.4.3.2 con un único ejemplar en los
niveles de destrucción (0,12%); T-7.4.3.3 (0,76%) y las del valle
del Guadalquivir, Ovoides 1 (0,12%), Ovoides 4 (1,66%) y Ovoides 9 (0,12%) ya en época augustea.
Las ebusitanas muestran un valor inferior a las de la Ulterior
(3,57%), aunque fueron constantes desde la fundación hasta la
destrucción. El tipo más representado, con 19 fragmentos, es el
T-8.1.3.2. (1,91%). En los momentos fundacionales aparece junto
a PE-23. La mayor concentración de ánforas púnico-ebusitanas
se produciría en la fase de consolidación urbana (134-110 a.C.)
y continuarían llegando hasta el 75 a.C. Durante la fase de abandono no están representadas y en la augustea vuelven a estarlo en
valores similares a los del momento de la destrucción.
Las ánforas de la provincia Citerior, donde se ubica Valentia, son, junto a las egeas, las más minoritarias y representan el
1,91% del NMI. La mayor parte de las recogidas en este epígrafe
corresponden a ánforas ibéricas de tradición indígena del tipo
A.1.2.4 (1,78%), que probablemente fueron fabricadas en los
talleres más próximos a la ciudad y pudieran estar relacionadas
con su abastecimiento por parte del territorio. Al igual que ocurría con los fragmentos de pared, las ánforas ibéricas también
son especialmente significativas en los niveles de destrucción.
Por otra parte, solamente en las etapas de abandono y augustea
aparece representado, con un 0,12%, el tipo Pascual 1 con un
único ejemplar que da fe de importaciones del nordeste peninsular sólo después del 75 a.C.
Las egeas son las minoritarias con un 1,27%. Su significación
ya la hemos comentado al hablar de los fragmentos de pared. Aparecen de manera constante desde la fundación hasta la destrucción
Figura 6.1.41. L’Almoina (26 a.C.-14 d.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
de la ciudad. Las más representadas son las Rodias desde la fundación hasta la Guerra Sertoriana y sólo a partir del momento en
que la ciudad ya está plenamente establecida aparecen otras, de
Cos y de Cnidos, en el registro.
Finalmente, en cuanto a las ánforas indeterminadas
suman el 8,56%. La mayor parte de estos fragmentos corresponde a asas y pivotes, y ese es el motivo principal por el
que permanecen dentro de este grupo. Sin embargo, cabe
suponer que la mayoría corresponden de manera proporcional a las formas tipológicas identificadas en cada una
de las diferentes fases.
Tal y como ya ponían de manifiesto los fragmentos de pared,
las ánforas de tradición latina o grecolatina representan el volumen principal de las importaciones de ánforas de la ciudad
Tabla 6.1.26. L’Almoina. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 783).
2ALM
Completas
3ALM
4ALM
5ALM
8ALM
9ALM 10ALM
11ALM
12ALM
TOTAL
%
3
0
0
0
1
0
0
0
0
4
0,27
Bordes
85
61
8
40
89
47
83
73
27
513
35,13
Asas
93
34
27
66
113
58
104
96
35
626
42,87
Pivotes
30
6
1
20
25
72
29
124
10
317
21,71
TOTAL
211
101
36
126
228
177
216
293
72
1460
81
[page-n-95]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.27. L’Almoina. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción, tipología
y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
138 a.C. 137-135 134-110
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
“Lamboglia 2”
Indet.
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
Dressel 1A
Dressel 1
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Dressel 6
Apani I
Apani II
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.2.1.1
T-7.3.2.1
T-7.3.2.2
T-7.4.1.1
T-7.4.2.1
T-7.4.2.2
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2. sím.
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Ovoide mauritana
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-7.4.3.2
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ovoide 1
Ovoide 4
Ovoide 9
Dressel 12
Ulterior indet.
TOTAL
82
8
28
5
32
20
50
3
7
21
39
44
3
1
1
91
109-95 94-76
6
47
5
48
1
3
28
138
1
2
2
2
10
6
3
1
2
12
5
74-27
1
1
1
13
5
2
34
14
13
1
1
138
15
11
15
63
21
201
8
30
1
1
2
9
12
1
2
4
75
1
7
1
1
47
1
26 a.C.-14 d.C.
14
5
1
1
11
21
2
6
1
1
3
2
4
6
10
13
30
50
40
62
59
68
132
183
12
23
1
11
21
5
1
4
1
10
10
6
2
3
1
1
2
2
1
3
1
3
1
4
6
3
2
1
1
1
1
1
3
1
2
14
7
2
6
4
1
10
9
1
4
25
11
10
1
2
4
11
1
1
1
7
4
1
10
1
11
7
1
2
2
2
1
2
2
1
1
9
Total
NMI
% NMI
41
192
184
117
15
20
1
57
627
28
54
102
92
15
13
1
21
326
3,57
6,89
13,02
11,74
1,91
1,66
0,12
2,68
41,63
6
1
4
9
20
6
1
3
4
14
0,76
0,12
0,38
0,51
1,78
20
89
11
1
1
5
1
298
426
18
62
7
1
1
4
1
108
202
2,29
7,91
0,89
0,12
0,12
0,51
0,12
13,79
25,79
41
1
1
1
2
17
1
2
2
3
1
1
11
84
31
1
1
1
2
15
1
2
2
3
1
1
5
66
3,95
0,12
0,12
0,12
0,25
1,91
0,12
0,25
0,25
0,38
0,12
0,12
0,63
8,42
1
6
35
2
3
1
1
3
52
1
6
29
2
13
1
1
2
55
0,12
0,76
3,69
0,25
1,66
0,12
0,12
0,25
7,02
[page-n-96]
análisis de los materiales
Tabla 6.1.27. Continuación.
138 a.C. 137-135 134-110
IBIZA
PE-23
PE-24
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
CITERIOR
Pascual 1
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
Monoansata
Oriental indet.
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
Dressel 2/4
Serie 7
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
2
4
3
1
1
6
6
3
8
1
1
2
2
5
5
1
1
1
109-95 94-76
1
3
2
6
2
2
2
2
2
6
0
75
74-27
26 a.C.-14 d.C.
Total
NMI
% NMI
4
4
3
2
19
6
8
38
3
2
15
4
4
28
0,38
0,25
1,91
0,51
0,51
3,57
1
1
1
16
17
1
14
15
0,12
1,78
1,91
6
5
1
1
1
14
3
4
1
1
1
10
0,38
0,51
0,12
0,12
0,12
1,27
1
2
1
9
5
1
2
9
37
67
0,12
0,25
0,12
1,14
0,63
0,12
0,25
1,14
4,72
8,56
1
4
5
0
4
4
1
1
2
3
2
1
3
1
1
1
1
3
3
1
4
0
1
1
1
2
2
5
6
18
26
6
13
1
4
1
9
7
1
3
26
130
182
87
74
1.460
4
1
3
3
7
14
14
3
9
12
8
53
68
1
4
6
1
5
23
36
85
88
189
315
164
458
(tabla 6.1.28). La gráfica resultante a partir de los lugares de
procedencia de los fragmentos diagnosticables es prácticamente
igual a la de los de pared. Existe una progresión ascendente en
las importaciones itálicas con el mismo descenso en la fase de
vida urbana, quizás achacable a la naturaleza de los niveles de
donde proceden. Igualmente, la evolución de las ánforas de
tradición púnica es prácticamente la misma que observábamos
con los fragmentos de pared (fig. 6.1.42).
Por otra parte, el número total de fragmentos diagnosticables
también descubre un cuadro y una gráfica muy similares a como
lo hacían los de pared en cuanto a las áreas de producción (tabla
6.1.29 y fig. 6.1.43). En este caso, las ánforas italianas suman un
porcentaje mayor: el 74,79% de las importaciones durante todo el
período republicano. De ellos, el 42,94% arribaron desde talleres
ubicados en la zona de la Campania. Las de otros talleres tirrenos
suman el 1,36%. Las producciones adriáticas están representadas
con un valor por debajo de las campanas (29,12%). A diferencia
de lo que mostraban los fragmentos de pared, nunca llegaron a
2
4
1
2
783
ser mayoritarias, aunque en el período que engloba las Guerras
Sertorianas, las importaciones adriáticas se igualarían a las de la
Campania. En cualquier caso, resulta significativo que durante
este episodio las ánforas adriáticas llegarían a la ciudad, al menos,
en la misma cantidad que las vesubianas.
El siguiente grupo en importancia es el de las producciones
de tradición púnica que suponen el 14,10% de las importaciones.
A diferencia de lo que parecían mostrar los fragmentos de pared,
los bordes norteafricanos sugieren que estas ánforas estuvieron
representadas aproximadamente en una proporción equivalente
al doble de las ebusitanas (5,75% y 2,6% respectivamente). Las
ánforas norteafricanas fueron singularmente importantes en las
primeras fases de la ciudad hasta el paso del siglo II al I a.C.,
momento a partir del cual comenzaron a decrecer. Por su parte,
las del Círculo del Estrecho también son constantes a lo largo de
todas las fases y presentan una proporción algo por encima de las
ebusitanas (3,56%), siendo también significativas en los momentos fundacionales y hasta el cambio de siglo. Las de tradición
83
[page-n-97]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.1.28. L’Almoina. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones culturales
a que pertenecen.
Grecolatina
50
58
143
207
132
403
57
43
1093
74,86
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
Total tradición
%
Púnica
30
13
31
50
25
24
11
23
207
14,17
Indígena
1
2
5
2
0
4
1
1
16
1,09
Egeo
1
1
1
3
3
4
0
1
14
0,95
Indet.
3
14
9
53
4
23
18
6
130
8,9
Total fase
85
88
189
315
164
458
87
74
1460
Figura 6.1.42. L’Almoina (138 a.C.-14 d.C.). Tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos diagnosticables.
Tabla 6.1.29. L’Almoina (138 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción de los fragmentos diagnosticables.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
Trad. latina ind.
Norte África
Trad. pún. ind.
Ulterior
Ibiza
Citerior
Trad. indígena
Egeo
Indeterminada
TOTAL
%
84
138 a.C.
39
4
6
1
14
3
7
6
0
1
1
3
85
5,82
137-135
44
1
13
0
6
0
4
3
0
2
1
14
88
6,02
134-110
91
2
50
0
10
3
10
8
0
5
1
9
189
12,94
109-95
138
0
62
7
25
8
11
6
0
2
3
53
315
21,57
94-76
63
0
68
1
11
1
7
6
0
0
3
4
164
11,23
75
201
12
183
7
11
6
2
5
0
4
4
23
458
31,36
74-27 26-14 d.C.
30
21
1
0
23
21
2
5
3
4
6
2
2
9
0
4
1
0
1
1
0
1
18
6
87
74
5,95
5,06
TOTAL
627
20
426
23
84
29
52
38
1
16
14
130
1460
%
42,94
1,36
29,17
1,57
5,75
1,98
3,56
2,6
0,06
1,09
0,95
8,9
[page-n-98]
análisis de los materiales
Figura 6.1.43. L’Almoina (138 a.C. 14 d.C.). Representación gráfica de las áreas de producción de los fragmentos diagnosticables.
latina de la Citerior solamente aparecen reflejadas después del 75
a.C. y en un porcentaje absolutamente insignificante (0,06%). Las
ibéricas de tradición indígena son constantes a lo largo de toda la
etapa republicana en proporciones reducidas (1,09%), pero fueron importantes especialmente en el momento de la destrucción.
Respecto a las egeas, los fragmentos diagnosticables representan el 0,95% del total y expresan lo mismo que ya apuntaban los
fragmentos de cuerpo.
6.2. LES CORTS VALENCIANES
Figura 6.1.44. Figura comparativa en la que se pueden observar
las diferencias entre los resultados ofrecidos por el estudio de los
fragmentos diagnosticables (A) y el de los no diagnosticables (B) en
cuanto a las áreas de producción de las ánforas de las excavaciones
de l’Almoina. Se han eliminado las áreas de producción menos
representativas para facilitar la visualización de las gráficas
(indeterminadas, Italia tirrena indeterminada, egea, Citerior,
tradición púnica indeterminada, tradición indígena).
Las excavaciones se realizaron entre 1986 y 1989. Ocuparon
una extensión de 565 m2 por lo que se convierten, después
de las de la plaza de l’Almoina, en las de mayor extensión
donde se ha podido documentar la secuencia republicana. Los
resultados de las excavaciones fueron publicados (López,
Marín, Martínez y Matamoros 1994), pero no se llevó a
cabo un estudio en profundidad del conjunto de las ánforas
republicanas. Por otra parte, de los primeros momentos del
establecimiento romano, el de las tiendas del 138 a.C., no
hay evidencias. Sin embargo, sí hubo descubrimientos que
han sido relacionados con rituales privados de carácter propiciatorio de los primeros pobladores o como ofrendas a los
numina (Huguet y Ribera 2015: 223-231; Ribera i Lacomba
2010a: 279). Las evidencias de la destrucción de la ciudad
durante las Guerras Sertorianas también fueron muy significativas en estas excavaciones con indicios de un incendio que
amortizaba las construcciones de la fase republicana (Ribera
i Lacomba 2014c: 69). Los niveles augusteos de estas excavaciones no han sido tomados en consideración para nuestro
estudio. El acrónimo que identifica a estas intervenciones
es 1-4COV000.
En total se han inventariado 3.730 fragmentos, lo cual supone
el 12,47% del material estudiado en este trabajo. De ellos el
93,48% correspondían a pedazos de cuerpo o de cuello y se
85
[page-n-99]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.1. Les Corts. Número total de
fragmentos (NMI: 159).
Completa
Borde
Asa
Pivote
Pared
TOTAL
Fragmentos
2
115
92
35
3487
3730
%
0,05
3,05
2,46
0.93
93,48
estima un NMI de 159 ánforas (a este NMI se ha llegado tras la
cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas siguientes) (tabla 6.2.1).
6.2.1. estudio de los elementos no diagnosticables
Hemos realizado el mismo proceso de análisis descrito para l’Almoina, aunque eliminando de la tabla la adscripción tipológica de
los fragmentos de pared ya que, como hemos visto, nada aporta a
un conjunto tan amplio como el que barajamos. Los resultados de
tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos de pared
quedan reflejadps en la tabla 6.2.2.
Al igual que en l’Almoina, observamos como las importaciones de las áreas de tradición grecolatina son siempre mayoritarias
llegando a sumar el 36,39% de las identificadas. Las de tradición
púnica las acompañan desde los momentos iniciales hasta el final
del período que estudiamos, con mayor presencia en la fase inicial
y en el 75 a.C., pero, en general, en una proporción constante aproximadamente equivalente a algo menos de la mitad que las itálicas.
En total suman el 15,74% de los fragmentos no diagnosticables.
Las excavaciones de Les Corts también nos muestran un ascenso
importante de las ánforas ibéricas de tradición indígena en el 75
a.C., que en total representan el 2,69% (fig. 6.2.1).
Para los fragmentos de pared tampoco vamos a realizar un
análisis minucioso por fases ya que los resultados se pueden condensar y extrapolar a partir de la tabla 6.2.3.
El número de fragmentos de pared indeterminados ha resultado
muy amplio. Casi la mitad, el 45,16%, pertenecen a este grupo y se
concentran mayoritariamente en los niveles de destrucción del 75 a.C.
En cualquier caso, en cuanto a las áreas de producción identificadas, el
Figura 6.2.1. Les Corts. Representación gráfica del número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y
las tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 6.2.2. Les Corts. Número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones culturales a
que pertenecen.
Grecolatina
Púnica
Indígena
Indet.
TOTAL
68
50
2
31
151
134-110
145
51
2
119
317
109-95
403
139
17
218
777
94-76
254
103
1
335
693
75
261
152
72
569
1054
74-27
138
54
303
495
3487
137-135 a.C.
TOTAL
1269
549
94
1575
%
36,39
15,74
2,69
45,16
86
[page-n-100]
análisis de los materiales
Tabla 6.2.3. Les Corts. Distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
N. África
Ulterior
Ibiza
Citerior
Indet.
TOTAL
137-135 a.C.
64
2
2
45
134-110
142
109-95
398
3
49
5
112
94-76
230
9
15
82
5
2
31
151
2
2
119
317
27
17
218
777
21
1
335
693
75
248
13
130
6
16
72
569
1054
74-27
115
22
1
35
TOTAL
1197
33
39
453
6
90
94
1575
3487
19
303
495
%
34,32
0,94
1,11
12,99
0,17
2,58
2,69
45,16
Figura 6.2.2. Les Corts. Representación gráfica de la distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas de
producción identificadas.
dominio de las campanas es evidente (34,32%) y, a diferencia de lo que
se apreciaba en los fragmentos de pared de las excavaciones de l’Almoina, las fabricadas en las costas adriáticas apenas tienen significación
entre los de Les Corts (1,11%). Por el contrario, los del norte de África,
son aquí el segundo grupo en importancia (12,99%) y fueron constantes
durante todo el período estudiado. Los llegados desde Ibiza, lo hicieron
en mucha menor proporción, similar a las ibéricas o de tradición indígena (2,58% y 2,69% respectivamente), pero en los dos casos fueron
también constantes desde el inicio. Por su parte, los procedentes de la
Ulterior sólo aparecen representados en el 75 a.C. y suman únicamente
el 0,17%. Las ánforas egeas no están representadas (fig. 6.2.2).
Tabla 6.2.4. Les Corts (137-135 a.C.). Áreas de producción y
tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
Asa Total NMI % NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
2
Total
2
2
NMI
1
1
33,33
TIRRENO INDET.
6.2.2. análisis de los elementos diagnosticables
Grecoitálica
1
1
6.2.2.1. Las fases fundacionales (137-135 a.C.)
TOTAL
1
1
NMI
Corresponde un número muy reducido de fragmentos diagnosticables. En total se han inventariado cinco (un borde y cuarto asas)
y a todos hemos sido capaces de asignar una zona de producción.
Por sí solos no aportan demasiado, su importancia radicará en el
sumatorio del conjunto de las ánforas de las fases fundacionales de
Valentia. El NMI de individuos estimados es de tres ánforas: una
Greoitálica/Dressel 1 campana; el borde de una Grecoitálica procedente de Italia y, al menos, una Africana Antigua (tabla 6.2.4.).
NORTE ÁFRICA
1
Africana Antigua
2
2
TOTAL
2
2
NMI
TOTALES
NMI
1
1
1
1
4
33,33
33,33
5
3
87
[page-n-101]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.5. Les Corts (134-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables de la fase de consolidación urbana y monumentalización. Los
porcentajes están referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ibiza
Indígena
Subtotal
Indet.
Total
Frags.
34
3
1
8
1
3
50
23
73
%
68
6
2
16
2
6
68,48
31,5
6.2.2.2. Consolidación urbana y monumentalización
(134-95 a.C.)
De este período hay 73 fragmentos y se ha reconocido el área de
procedencia al 68,48% de los mismos (tabla 6.2.5). De ellos, el
68% llegaron a Valentia desde la zona de la Campania, mientras
que solamente un 6% procede de la costa adriática italiana. Un
único fragmento, que supone el 2%, representa a otras producciones de Italia.
Los del norte de África, al igual que apreciábamos en
l’Almoina, se encuentran muy por debajo que las de Italia
(16%), aunque resultan sustanciales ya que son el segundo
grupo en importancia. Las ánforas de la Ulterior no están
representadas entre los fragmentos diagnosticables y las ebusitanas lo están discretamente por un 2%. Los fragmentos
de tradición indígena suponen el 6%. Los egeos no aparecen
en la muestra y los indeterminados llegan al 31,5% de todos
los fragmentos.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.2.6.
El NMI estimado para este período es de 41 ánforas y queda
reflejado en la tabla 6.2.7, la cual es un resumen de las dos fases
englobadas en este período (134-110 y 109-95 a.C.).
Con algo más de la mitad del NMI estimado (53,65%), las
ánforas vesubianas son claramente dominantes. A diferencia de
l’Almoina, las Grecoitálicas vesubianas sólo están representadas
por una pieza recuperada en los niveles fechados en el 134-110
a.C. (fig. 6.2.3: CORTS-3048-4). El mayor número de fragmentos corresponde a asas y pivotes que hemos inventariado
como Dressel 1 genéricas. En cuanto a los bordes campanos, la
mayoría (diez) pertenecen al tipo Dressel 1A (fig. 6.2.3: CORTS1529-1; CORTS-3048-5) y sólo un asa podría asignarse al tipo
Dressel 1C. De otros lugares de la Italia tirrena es el borde de un
ánfora Grecoitálica (fig. 6.2.3: CORTS-1519-1). Por otra parte,
en consonancia con lo que apuntaban los fragmentos de pared,
las ánforas adriáticas sólo están representadas por tres bordes de
tipología diferente (7,31%): uno grecoitálico con titulus pictus
(fig. 6.2.3: CORTS-3014-1), otro correspondiente a una Lamboglia 2 y un tercero de un ánfora asignada al tipo Apani I (fig.
6.2.3: CORTS-1518-6).
Las ánforas del norte de África representan el 14,63% y
los bordes recuperados corresponden a Africanas Antiguas
(fig. 6.2.3: CORTS-3048-4; CORTS-1519-2 y CORTS-30141, Anexo II: B-21). Las ebusitanas son minoritarias, con un
2,43% representado por el borde de una T-8.1.3.2 y las ibéricas
de tradición indígena son el 7,31% con un mínimo de tres ejemplares. Las indeterminadas suman el 12,19% (figs. 6.2.4 y 6.2.5).
Figura 6.2.3. Les Corts (134-95 a.C.).
Ánforas italianas y norteafricanas.
88
[page-n-102]
análisis de los materiales
Tabla 6.2.6. Les Corts (134-110 a.C. y 109-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
134-110 a.C.
Borde
Asa Pivote
109-95 a.C.
Total
NMI
1
1
11
6
%
Borde
Asa Pivote
Total
NMI
10
3
5
5
1
1
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
1
Dressel 1
10
1
Dressel 1A
5
5
5
Dressel 1B
1
1
1
8
5
Dressel 1C
TOTAL
2
1
7
10
1
18
NMI
5
13
9
2
16
65
9 42,85
TIRRENO INDET
Grecoitálica
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,76
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
1
1
1
1
NMI
1
1
1
1
1
2
2
1
Apani I
TOTAL
1
1
5
2
9,52
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
2
NMI
3
3
2
3
3
1
2
1
3
2
1
6
10
4 19,04
IBIZA
T-8.1.3.2
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
5
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2
2
2
2
5
2
2
9,52
INDETERMINADA
Indeterminadas
2
5
5
12
TOTAL
2
5
5
12
NMI
TOTALES
NMI
2
15
7
3
11
3
11
2
13
8
35
10
13
20
8
3
19
6
3 14,28
38
21
89
[page-n-103]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.7. Les Corts (134-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Borde
Asa
Pivote
1
Dressel 1
18
3
Total
NMI
1
1
21
9
Dressel 1A
10
10
10
Dressel 1B
1
1
1
1
1
Dressel 1C
TOTAL
1
12
19
3
% NMI
34
NMI
22
53,65
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2,43
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
1
1
Lamboglia 2
1
1
1
Apani I
1
1
1
TOTAL
3
3
NMI
3
7,31
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
4
Norte Áfr. indet.
TOTAL
4
4
4
2
3
1
4
3
1
8
NMI
6
14,63
IBIZA
T-8.1.3.2
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2,43
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
3
8
3
14
TOTAL
3
8
3
14
NMI
3
3
7,31
INDETERMINADA
Indeterminadas
2
5
5
12
TOTAL
2
5
5
12
NMI
TOTALES
NMI
90
5
5
26
35
12
73
41
12,19
[page-n-104]
análisis de los materiales
Figura 6.2.4. Les Corts (134-95 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
6.2.2.3. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
Se han contabilizado 59 fragmentos y ha sido posible asignar un
área de producción al 76,27% de ellos. A diferencia de lo que el
número total de fragmentos nos presentaba en l’Almoina, donde
porcentualmente las adriáticas llegaban a superar a las campanas,
en Les Corts son las de procedencia campana las mayoritarias
con un 66,66% frente a un 11,11% de fragmentos diagnosticables adriáticos.
Las producciones del norte de África, las ebusitanas e
ibéricas están presentes en un 6,66% cada una de ellas. Por
su parte, las de origen indeterminado constituyen el 23,72%
(tabla 6.2.8).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.2.9.
El NMI estimado es de 39 ánforas. Más de la mitad, un
53,84%, son de origen campano y el tipo más representado es
el Dressel 1A, con un mínimo de doce ejemplares (fig. 6.2.6:
CORTS-2822-10; CORTS-2822-9; CORTS-2829-3), aunque al
menos también hay 3 ánforas Dressel 1B (fig. 6.2.6: CORTS1486-3) y una Dressel 1C (fig. 6.2.6: CORTS-3034-1). A estas,
le siguen las de procedencia adriática, que suponen el 10,25%.
Entre ellas, las Lamboglia 2 con un mínimo de dos piezas,
son las mayoritarias (fig. 6.2.6: CORTS-2820-1). Hay también un ánfora brindisina y una Apani III con sello (fig. 6.2.6:
CORTS-2822-1).
Por lo menos existen dos ánforas del norte de África que
representan el 5,12%: un asa indeterminada y una T-7.5.1.1 (fig.
6.2.6: CORTS-1468-2). Las ebusitanas suman un porcentaje
mayor al de las norteafricanas (7,69%). Se trata de tres bordes,
Figura 6.2.5. Les Corts (134-95 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
cada uno de los cuales pertenece a un tipo distinto: T-8.1.3.1
(fig. 6.2.6: CORTS-1468-4); T-8.1.3.2 y T-8.1.3.3. (fig. 6.2.6:
CORTS-2827-3). Las ibéricas son minoritarias, con un único
ejemplar (2,56%).
Ni las llegadas desde el sur de Hispania ni las egeas están
presentes, y las indeterminadas sumarían un mínimo de siete
(17,94%), dos de las cuales son bordes (fig. 6.2.6: CORTS-2829-8
y CORTS-3043-1, no obstante, esta última podría ser de un ánfora
ovoide).
En cuanto al lugar de procedencia, se muestra el claro predominio de las ánforas campanas respecto a las de cualquier
otra procedencia, así como una proporción equivalente entre las
adriáticas y las ebusitanas (fig. 6.2.7 y 6.2.8).
6.2.2.4. Destrucción del año 75 a.C.
Se han contabilizado 64 y ha sido posible asignar un área de producción al 73,43% de ellos. En función del número total de fragmentos,
las ánforas fabricadas en la bahía de Nápoles tornan a ser absolutamente mayoritarias con un 63,28% de los fragmentos diagnosticables
a los que ha sido posible asignar un área de procedencia. Muy al
contrario de lo se nos mostraba en l’Almoina, Les Corts ofrecen un
porcentaje minoritario de ánforas fabricadas en las costas adriáticas
(4,25%), menor incluso que las norteafricanas (8,51%).
Tabla 6.2.8. Les Corts (94-76 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les
ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ibiza
Indígena
Subtotal
Indet.
Total
59
30
5
1
3
3
3
45
14
66,66
11,11
2,22
6,66
6,66
6,66
76,27
23,72
91
[page-n-105]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.9. Les Corts (94-76 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoit./Dr. 1
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Brindisina
Apani III
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
T-7.5.1.1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
TOTAL
NMI
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
NMI
Asa
Pivote
Total
NMI
1
2
8
12
5
2
30
1
1
3
12
3
1
1
12
3
1
17
1
7
1
1
2
1
11
2
% NMI
21
1
1
1
1
53,84
1
1
2
1
1
1
3
2
3
1
1
5
2,56
2
1
1
4
1
1
2
3
2
2
1
10,25
1
1
2
1
1
1
3
1
1
1
3
5,12
1
1
1
3
1
1
2
2
3
3
7,69
1
1
2
2
10
10
2
2
14
14
2,56
7
7
TOTALES
NMI
26
29
w
4
17,94
59
39
Tabla 6.2.10. Les Corts (75 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les ha
sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático N. África
Frags.
%
92
Ulterior
Ibiza
Indígena
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
64
30
2
4
2
2
6
1
47
17
63,82
4,25
8,51
4,25
4,25
12,76
2,12
73,43
26,56
[page-n-106]
análisis de los materiales
Figura 6.2.6 : Les Corts (94-76 a.C.). Conjunto de las ánforas.
Figura 6.2.7. Les Corts (94-76 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
Las sudhispánicas y ebusitanas también están representadas
con un 4,25% y, a diferencia de lo reflejado en l’Almoina, las
ánforas ibéricas de tradición indígena serían el segundo grupo
en importancia y las minoritarias serían las egeas con un 2,12%.
(tabla 6.2.10).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para este año se pueden observar en la tabla 6.2.11.
El NMI estimado es de 44 ánforas. Las de Italia son abrumadoramente mayoritarias. Las fabricadas en la bahía de Nápoles
son más de la mitad y representan el 52,27% de todo el conjunto,
mientras que sólo un 4,54% llegaron desde las costas adriáticas.
Entre las del área Campana, las más numerosas son las Dressel
1C, con un mínimo de 7 piezas (fig. 6.2.9: CORTS-2844-1, 2;
CORTS-3042-1 y CORTS-3049-3) frente a cuatro Grecoitálicas/
Dressel 1 (fig. 6.2.9: CORTS-3009-2 y CORTS-2858-2), cuatro
Dressel 1A y cinco Dressel 1B. De la zona adriática hay un borde
que pertenece a una Apani II (fig. 6.2.9: CORTS-3025-1) y un
pivote de la forma Lamboglia 2. No se han identificado otras
producciones italianas.
Figura 6.2.8. Les Corts (94-76 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
Del norte de África, solamente hay un mínimo de dos ánforas
indeterminadas que suponen el 4,54%. Entre las sudhispánicas contamos con al menos una T-7.4.3.3 y otra de tipología
indeterminada, la cual pudiera formar parte de la familia de las
ovoides (fig. 6.2.9: CORTS-3042-2). Igualmente, ambas suman
el 4,54%. De la isla de Ibiza hay dos bordes; uno fragmentado
correspondiente a una PE-24 y otro de la forma T-8.1.3.2 (fig.
6.2.9: CORTS-2844-5 y CORTS-3049-1). Las ibéricas de tradición indígena son el segundo grupo en importancia, con al menos
6 de ellas y una representación del 13,63%. Por último, hay un
93
[page-n-107]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.11. Les Corts (75 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Total
NMI
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Apani II
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Indeterminadas
TOTAL
NMI
IBIZA
PE-24
T-8.1.3.2
TOTAL
NMI
TRAD. INDÍGENA
A-1.2.4
TOTAL
NMI
EGEO
Cos
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
NMI
Asa
Pivote
Completa
4
4
5
7
20
5
1
1
1
6
2
4
Total
NMI
4
6
5
5
10
30
4
3
4
5
7
23
1
1
1
1
1
2
1
1
1
2
2
4
4
1
1
2
1
1
2
6
6
1
1
11
11
2
2
17
17
37
18
9
2,27
6
6
TOTALES
NMI
13,63
1
1
4
4
4,54
6
6
1
1
4,54
1
1
2
6
6
4,54
1
1
2
1
1
2
4,54
2
2
1
1
2
52,27
1
1
2
1
1
% NMI
13,63
64
44
Tabla 6.2.12. Les Corts (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que les
ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
94
Tirreno indet.
Adriático
N. África
Ulterior
Citerior
Subtotal
Indet.
Total
42
18
3
3
6
4
3
37
5
48,64
8,1
8,1
16,21
10,81
8,1
88,09
11,9
[page-n-108]
análisis de los materiales
Figura 6.2.9. Les Corts (75 a.C.). Tipologías de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.2.10. Les Corts. Conjunto de las ánforas por áreas de
producción.
Figura 6.2.11. Les Corts (75 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
ánfora de Cos que representa el 2,27%. (fig. 6.2.9: CORTS3009-1) y la proporción de indeterminadas se sitúa, también, en
el 13,63% (figs. 6.2.10 y 6.2.11).
adriáticas; el mismo porcentaje que el de otras zonas de la
Italia tirrena. Las del norte de África están representadas en
un 16,21% del total de los fragmentos identificados y las
procedentes de la Ulterior muestran un ascenso considerable,
llegando a situarse en el 10,81%. No hay representación de
ánforas ibéricas. Sin embargo, otras producidas en la Citerior
y de clara influencia romana alcanzan el 8,1%. Las ebusitanas y las egeas no están presentes y las indeterminadas
suman el 11,9% del total de los fragmentos diagnosticables
(tabla 6.2.12).
6.2.2.5. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
El número total de fragmentos diagnosticables es de 42. De
ellos se ha establecido el lugar de procedencia al 88,09%.
La mayor parte sigue siendo del área de la bahía de Nápoles: un 48,64% frente a un 8,1% arribadas desde las costas
95
[page-n-109]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.13. Les Corts (74-27 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
1
1
1
Completa
Total
NMI
1
3
1
5
6
5
3
6
3
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
3
Dressel 1B
2
2
2
Dressel 1C
1
1
1
TOTAL
7
2
9
18
NMI
12
37,5
TIRRENO INDET.
Dressel 1
2
1
3
TOTAL
2
1
3
NMI
2
2
6,25
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
3
3
TOTAL
3
3
NMI
3
3
9,37
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
1
1
T-7.4.2.1
3
3
3
T-7.5.1.1
1
1
1
Norte Áfr. indet.
1
1
1
TOTAL
6
6
NMI
6
18,75
ULTERIOR
Ovoide 1
3
3
3
Ovoide 4
1
1
1
TOTAL
4
4
NMI
4
12,5
CITERIOR
Tarraconense 1
1
Pascual 1
TOTAL
1
1
2
2
1
1
1
2
3
NMI
3
9,37
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
4
5
TOTAL
1
4
5
NMI
TOTALES
NMI
96
2
2
24
7
9
2
42
32
6,25
[page-n-110]
análisis de los materiales
Figura 6.2.12. Les Corts (74-27 a.C.). Conjunto de las ánforas por áreas de producción.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.2.13.
El NMI estimado de ánforas asciende a 32. Las del área
vesubiana representan el 37,5%, con dominio de las Dressel 1
genéricas y de las Dressel 1A (fig. 6.2.12: CORTS-2834-2) seguidas de las 1B (fig. 6.2.12: CORTS-1478-1). También hay una
ligera representación de ánforas Grecoitálicas (tres) que, como
ocurría en l’Almoina, podrían dar pie a interpretar a muchas de
las ánforas de estos niveles como residuales de las fases precedentes. También existen dos ánforas Dressel 1 italianas a las que
no hemos sabido asignar un área más concreta que la tirrena y
que suponen el 6,25% de los individuos estimados.
Las ánforas adriáticas representan el 9,37%. Al contrario de
lo que observábamos en l’Almoina, se trata de un porcentaje muy
por debajo de las campanas. Los tres bordes adriáticos recogidos
corresponden a la forma Lamboglia 2 (fig. 6.2.12: CORTS-15002; CORTS-1492-1 y CORTS-3022-1, este último con sello).
Las del norte de África son el segundo grupo en importancia con una representación del 18,75% y cierta variedad
en los tipos. Hay una Africana Antigua, tres T-7.4.2.1 y
una T-7.5.1.1 (fig. 6.2.12: CORTS-1492-2). Las del sur
de Hispania suponen el 12,5% y están presentes los tipos
Ovoide 1, con tres ejemplares (fig. 6.2.12: CORTS-2834-3;
CORTS-2841-4), y Ovoide 4, con uno (fig. 6.2.12: CORTS2841-3). Al igual que en los niveles de esta cronología de
l’Almoina, las ánforas de Ibiza desaparecen de la muestra. Tampoco se han documentado ibéricas de tradición
indígena.
De tradición latina fabricadas en la Citerior (9,37%) hay al
menos dos ánforas Tarraconense 1, una de ellas completa y una
Pascual 1 casi entera y con sello (fig. 6.2.12: CORTS-2841-2,
CORTS-2841-1). Por su parte, las egeas no quedan reflejadas y
las de origen incierto (dos) representan el 6,25% de los individuos estimados (figs. 6.2.13 y 6.2.14).
97
[page-n-111]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.2.13. Les Corts (74-27 a.C.). Áreas de procedencia de los
fragmentos diagnosticables.
6.2.2.6. Les Corts. Valoración de los fragmentos diagnosticables
En total se han inventariado 243 fragmentos correspondientes a
bordes (114), asas (92) y pivotes (35). Además, el número total
también incluye 2 ánforas completas. El sumatorio del NMI de
cada fase ofrece un resultado de 159 piezas (tabla 6.2.14).
Las ánforas de la bahía de Nápoles suponen el 49,05% del NMI
(setenta y ocho piezas). Entre ellas, las de tipología Grecoitálica
tardía (We) son escasas (2,51%) y se concentran fundamentalmente
en los niveles del 74-27 a.C., por lo que seguramente corresponden a elementos residuales de fases anteriores. Las ánforas que
se encuentran a caballo entre las Greco-itálicas y las Dressel 1A
suponen el 3,77%, mientras que las que hemos clasificado como
Dressel 1 genéricas son el 11,32% y están presentes en todos los
niveles a partir del 134 a.C. hasta el inicio de la época augustea,
pero con mayor concentración entre el 134 y el 95 a.C. Las Dressel 1A son el tipo mayoritario; representan el 18,23% del NMI y
mayormente aparecen en el período que la ciudad ya está plenamente constituida (94-76 a.C.). Por su parte las Dressel 1B (6,91%)
y 1C (6,28%) ofrecen valores prácticamente idénticos y también
se concentran en los niveles entre el 94 y el 76 a.C., pero especialmente en los del 75 a.C., tal y como ya se apuntaba en l’Almoina.
Otras ánforas de la costa tirrena (Grecoitálica; Greco-itálica/Dressel 1 y Dressel 1A) han quedado representadas de manera escasa
(3,14%) y tuvieron su mayor significación tanto en la fundación
como en la destrucción.
En cuanto a las adriáticas, únicamente suponen el 7,54% del
conjunto (un mínimo de 12 piezas) frente al 25,79% que reflejan las ánforas de l’Almoina. Hay una Grecoitálica (0,62%) en
Figura 6.2.14. Les Corts (74-27 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
los niveles del paso del siglo II al I a.C. Sin embargo, la mayor
parte corresponde a la forma Lamboglia 2 con un mínimo de siete
piezas (4,40%). Las otras formas adriáticas; Brindisinas, Apani
I, II y III están representadas por al menos una pieza de cada
tipo (0,62% respectivamente) siendo, por tanto, muy minoritarias
desde el 109 a.C. hasta el momento de la destrucción.
Las ánforas del norte de África representan el 11,32%, con al
menos dieciocho piezas. La mayor parte, un 4,4% del NMI total, son
Africanas Antiguas. Además de una recuperada en los niveles posteriores al 75 a.C., el resto fueron halladas en los del cambio del siglo
II al I a.C. y anteriores. Las T-7.4.2.1, con un 1,88%, son el siguiente
grupo norteafricano en representación, aunque en esta intervención
todas ellas (tres) proceden de niveles posteriores a la destrucción, por
lo que probablemente sean residuales. También hay dos T-7.5.1.1; una
en los mismos niveles y otra de los que se sitúan entre el 94 y el 76 a.C.
Tabla 6.2.14. Les Corts. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 159).
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
Completas
74-27
Total frags.
%
2
2
0,82
Bordes
1
13
13
26
37
24
114
46,91
Asas
4
15
19
29
18
7
92
37,86
7
6
4
9
9
35
14,4
5
35
38
59
64
42
243
Pivotes
TOTAL
98
[page-n-112]
análisis de los materiales
Las ánforas de la provincia Ulterior son el 3,77% del conjunto (un mínimo de seis). En las excavaciones de Les Corts no
encontramos ánforas sudhispánicas antes del 75 a.C. De los niveles de esa cronología procede una T-7.4.3.3 (0,62%). El resto se
halló en los fechados tras la destrucción y, fundamentalmente,
corresponden al tipo Ovoide 1 (tres piezas que suman el 1,88%).
También hay una Ovoide 4 (0,62%).
El grupo de las ebusitanas muestra un valor idéntico al de la
Ulterior (3,77%). El tipo más habitual (tres piezas) vuelve a ser
el T-8.1.3.2 (1,88%), que aparece desde el 134 a.C. hasta la destrucción de la ciudad. Los otros tipos ebusitanos presentes (PE-24,
T-8.1.31 y T-8.1.3.3 con un ejemplar cada uno) los encontramos
sólo en los niveles del siglo I a.C. hasta la destrucción del 75 a.C.
Durante la fase de abandono no aparecen.
Las ánforas de ibéricas representan el 6,28% del NMI, una
proporción considerablemente más elevada de lo que mostraba
l’Almoina. Básicamente, se concentran en los niveles del 75 a.C.
Por otra parte, en los fechados entre el 75 a.C. y el inicio del principado de Augusto, hay al menos tres ánforas de la Citerior que
suman el 1,87% (una Pascual 1 y dos Tarraconense 1).
Las egeas (0,62%) son las minoritarias con un único ejemplar de
Cos recuperado en el nivel de destrucción del 75 a.C. Finalmente, las
ánforas indeterminadas suman el 12,57% (tabla 6.2.15).
En esta ocasión, también las ánforas de tradición latina o grecolatina representan el volumen principal de las importaciones de la ciudad
(57,61%) y la relación respecto a los de tradición púnica (12,75%) y
egea (0,41%) es muy similar a los resultados obtenidos de las excavaciones del solar de l’Almoina (tabla 6.2.16 y fig. 6.2.15).
Figura 6.2.15. Les Corts (137-27 a.C.). Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la
cronología de las UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Figura 6.2.16. Les Corts (137-27 a.C.). Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología
y las áreas de producción identificadas.
99
[page-n-113]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.2.15. Les Corts. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción, tipología
y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
137-135 a.C.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani I
Apani II
Apani III
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.5.1.1
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ovoide 1
Ovoide 4
Ulterior indet.
TOTAL
IBIZA
PE-24
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
TOTAL
CITERIOR
Pascual 1
Tarraconense 1
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
100
134-110
109-95
1
2
11
5
1
2
18
1
10
5
1
16
94-76
75
1
2
7
12
5
3
30
4
6
5
4
11
30
74-27
Total
NMI
% NMI
3
6
6
2
1
18
5
8
40
33
12
16
114
4
6
18
29
11
10
78
2,51
3,77
11,32
18,23
6,91
6,28
49,05
3
3
2
4
6
2
3
5
1,25
1,88
3,14
1
7
1
1
1
1
12
0,62
4,4
0,62
0,62
0,62
0,62
7,54
1
1
1
1
1
1
1
3
1
2
3
1
8
1
1
1
1
13
4
4
1
3
1
1
6
7
3
2
11
23
7
3
2
6
18
4,4
1,88
1,25
3,77
11,32
1
3
1
1
6
1
3
1
1
6
0,62
1,88
0,62
0,62
3,77
1
1
3
1
6
1
1
3
1
6
0,62
0,62
1,88
0,62
3,77
1
2
12
15
1
2
10
13
0,62
1,25
6,28
8,17
1
1
1
1
0,62
0,62
20
20
12,57
12,57
1
3
1
1
1
2
2
1
3
2
1
2
3
6
1
5
1
2
3
1
3
1
1
2
4
1
1
1
1
3
1
1
1
2
1
2
1
1
2
2
3
3
6
6
3
1
1
5
12
12
11
11
14
14
17
17
5
5
59
59
35
38
59
64
42
243
159
[page-n-114]
análisis de los materiales
Tabla 6.2.16. Les Corts (137-27 a.C.). Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y
tradiciones culturales a que pertenecen.
Latina
3
19
19
36
32
31
140
57,61
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Total trad.
%
Púnica
2
3
6
6
8
6
31
12,75
Indígena
Egeo
Indet.
1
2
3
6
1
12
4,93
1
0,41
12
11
14
17
5
59
24,27
Total fase
5
35
38
59
64
42
243
Tabla 6.2.17. Les Corts (137-27 a.C.). Distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología y las áreas
de producción identificadas.
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
74-27
TOTAL
%
Nápoles
2
18
16
30
30
18
114
46,91
Tirreno indet.
1
1
1
3
6
2,46
Adriático
1
2
5
2
3
13
5,34
N. África
2
2
6
3
4
6
23
9,46
Figura 6.2.17. Figura comparativa en la que se pueden observar
las diferencias entre los resultados ofrecidos por el estudio de los
fragmentos diagnosticables (A) y el de los no diagnosticables (B) en
cuanto a las áreas de producción de las ánforas de las excavaciones
de Les Corts. Se han eliminado las áreas de producción menos
representativas para facilitar la visualización de las gráficas
(Italia tirrena indeterminada, egea, Citerior, tradición púnica
indeterminada, tradición indígena).
Ulterior
2
4
6
2,46
Ibiza
Citerior
1
1
2
3
6
3
15
6,17
3
2
6
2,46
Egeo
Indet.
1
12
11
14
17
5
59
24,27
1
0,41
Total
5
35
38
59
64
42
243
Por otra parte, en cuanto a las áreas de producción, el
número total de los fragmentos diagnosticables genera una
gráfica muy similar a la que lo hacían los que no la tenían
(tabla 6.2.17. y fig. 6.2.16). Las italianas suman el 54,71%
de las importaciones de ánforas durante todo el período analizado. De ellas, la mayor parte arribaron del área de la bahía
de Nápoles (46,91%). Las de otros talleres italianos vuelven
a ser minoritarias (2,46%). A diferencia de lo que habíamos
observado con los materiales de las excavaciones de l’Almoina, las ánforas adriáticas son escasamente representativas
en Les Corts (5,34%). Se sitúan incluso por debajo de las llegadas desde el norte de África (9,46%) y sólo las superan en
el período que abarca entre el 94 y el 76 a.C.
Tanto las ebusitanas como las procedentes del sur de Hispania son igualmente escasas (2,46% respectivamente). Las
de Ibiza tienen una presencia más o menos constante desde el
134-110 a.C. hasta el 75 a.C. y en los niveles posteriores a esta
fecha no se encuentran presentes. Las de la Ulterior, por el contrario, aparecen en el 75 a.C. y en los niveles del 74 al 27 a.C.
Las ánforas de la Citerior suman el 6,27% de las importaciones.
Las ibéricas son constantes en el registro desde el 134-110 a.C.
hasta el 75 a.C. y las que encontramos en los niveles posteriores
corresponden a ánforas eminentemente romanas fabricadas en
esta provincia (Tarraconense 1 y Pascual 1). Las egeas solamente están presentes con un ejemplar de Cos en los niveles
de destrucción del 75 a.C. Por su parte, el conjunto de las de
origen indeterminado suma el 24,27%.
101
[page-n-115]
las ánforas de valentia romana republicana
6.3. CALLE L’HERBA
La intervención se llevó a cabo en el año 1988 (Guérin 1990;
1988). En total se removió una superficie de 28 m2 y fue una excavación de salvamento. Las actuaciones propiamente arqueológicas
se iniciaron cuando buena parte de la secuencia estratigráfica ya
había sido destruida sin una adecuada supervisión. Sin embargo,
los trabajos sistemáticos que se pudieron llegar a realizar ofrecieron información importante sobre el nivel fundacional y los
primeros años de la evolución de la ciudad y su consolidación
como tal, aunque no aportaron datos significativos del período
comprendido entre el cambio del siglo II al I a.C. Los niveles
de destrucción sertorianos descubiertos en otras áreas de la ciudad tampoco fueron identificados. Por el contrario, sí ofreció
hallazgos significativos de la fase posterior a la destrucción o de
“anulación de las estructuras,” los cuales fueron fechados por
los excavadores en el “siglo I avanzado”. Por tanto, esta actuación ofrece una visión parcial de los primeros años de la ciudad
y del período de abandono posterior a la guerra. No se recuperó
una ingente cantidad de materiales, no obstante, las excavaciones de la calle l’Herba suponen un referente significativo para la
Valentia republicana.
Tabla 6.3.1. Calle l’Herba. Número total de fragmentos
(NMI: 22).
Fragmentos
Completa
6.3.1. estudio de los elementos no diagnosticables
A partir de las zonas de tradición cultural observamos como en los
niveles fundacionales, las importaciones procedentes de las áreas
de tradición grecolatina y las de tradición púnica se encuentran en
una proporción similar, ofreciendo unos resultados muy parecidos
a los que arrojaban los fragmentos de pared de l’Almoina. Hasta
el cambio de siglo, el porcentaje de las importaciones llegadas de
las áreas de tradición cultural púnica parece reducirse respecto
a la grecolatinas. Tras el hueco en la información comprendido
entre el 100 y el 75 a.C., la proporción entre unas y otras vuelve a
ser muy similar a lo que anticipaban los resultados de l’Almoina
durante el período de abandono. Las ánforas de tradición indígena
sólo están presentes en esta última fase, y las egeas no lo están
en ningún momento (tabla 6.3.2 y fig. 6.3.1).
Tabla 6.3.2. Calle l’Herba. Número total de fragmentos de pared
relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones
culturales a que pertenecen.
%
0
Borde
12
Asa
17
5,86
5
1,68
Pared
256
88,27
TOTAL
290
Pivote
En total se han inventariado 290 fragmentos de ánforas procedentes de las excavaciones en el calle l’Herba, lo cual solamente
supone el 0,97% del material estudiado en este trabajo. De ellos
el 88,27% correspondían a fragmentos de cuerpo o de cuello
y se estima un Número Mínimo de Individuos de 22 ánforas
(tabla 6.3.1).
4,13
138 a.C.
134-110
109-95
94-76
75
74-27
TOTAL
%
Grecolatina
24
19
6
Púnica
22
3
Indígena
47
96
37,5
19
44
17,18
1
1
0,39
Indet. TOTAL
19
65
22
6
5
5
0
91
158
115
256
44,29
Figura 6.3.1. Calle l’Herba. Representación gráfica del número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE
y las tradiciones culturales a que pertenecen.
102
[page-n-116]
análisis de los materiales
Tabla 6.3.3. Calle l’Herba. Distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
Bahía Nápoles
Italia tirrena
Adriática
Norte África
Ulterior
Ibiza
Trad. indígena
Indet
TOTAL
138 a.C.
11
137-110
7
109-95
3
13
21
12
3
1
1
2
19
65
22
94-76
75
74-27
38
4
5
11
8
1
91
158
5
5
6
TOTAL
59
4
33
32
1
11
1
115
256
%
23,04
1,56
12,89
12,5
0,39
4,29
0,39
44,92
Figura 6.3.2. Calle l’Herba. Representación gráfica de la distribución de los fragmentos de pared en función de la cronología y las áreas
de producción identificadas.
En relación con las áreas de producción, tampoco vamos a
realizar un análisis minucioso por fases ya que los resultados se
pueden condensar y extrapolar a partir de la tabla 6.3.3 y de la
gráfica resultante (fig. 6.3.2).
A nivel general, en cuanto a las áreas de producción identificadas, el dominio de las campanas es evidente (23,04%)
frente a las adriáticas (12,89%) y otras zonas italianas (1,56%).
Esto es así debido a los hallazgos en los niveles de abandono.
Desde los iniciales hasta los del cambio del siglo II al I a.C.,
los elementos no diagnosticables de esta excavación ofrecen
una proporción muy similar a la que se nos mostraba en l’Almoina. Incluso apuntan a que, en este período, las ánforas de
procedencia adriática fueron más numerosas que las de la zona
de la Campania.
El conjunto de las del norte de África, donde probablemente
también se incorporan producciones de Sicilia occidental, son el
siguiente grupo en importancia con un 12,5%, siendo las mayoritarias en los niveles del 138 a.C. Las ebusitanas quedan reflejadas
en los momentos iniciales en una proporción moderada y en la
fase posterior a la destrucción están representadas con un valor
relativamente alto. Las de la Ulterior son las menos numerosas,
con un único fragmento en los niveles del 137-110 a.C. y las
ánforas egeas no están representadas.
6.3.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.3.2.1. Año fundacional (138 a.C.)
A los niveles de aquel año corresponden un total de 12
fragmentos. Hemos sido capaces de asignar una zona de
producción a 11 de ellos (91,66%). Solamente hay representadas tres áreas de producción: la bahía de Nápoles con
un ejemplar (9,09%); la zona adriática italiana, también con
una única pieza; y las producciones norteafricanas/Sicilia
occidental que suponen el 81,81% de los fragmentos diagnosticables recuperados en el nivel fundacional localizado
en la calle d l’Herba (tabla 6.3.4). Hay también un ánfora de
procedencia desconocida.
Tabla 6.3.4. Calle l’Herba (138 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables relacionados con sus áreas de producción. Los porcentajes
están referidos al número total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
N. África
Tot. identif.
Indet.
Total
12
1
1
9
11
1
9,09
9,09
81,81
91,66
8,33
103
[page-n-117]
las ánforas de valentia romana republicana
El NMI estimado para esta fecha es de 6 ánforas, las cuales
se distribuyen, en función del área de procedencia y de su tipología, como vemos en la tabla 6.3.5.
Los fragmentos de pared ya apuntaban a una considerable
importancia en el nivel fundacional de las ánforas procedentes
de lugares de tradición púnica que, porcentualmente, era equiparable a las llegadas de Italia. Sin embargo, los fragmentos
diagnosticables muestran un predominio absoluto de las ánforas del norte de África/Sicilia occidental sobre cualquier otra
(fig. 6.3.4: HIERBA1-1060-1 a 5). Los fragmentos italianos
(campanos y adriáticos) se reducen a dos asas y un borde de
ánfora grecoitálica que hemos catalogado como de procedencia
indeterminada, aunque tanto por tipología como por cronología,
probablemente procedan de Italia (fig. 6.3.3 y fig. 6.3.4: HIERBA1-1060-CH-39, Anexo II: H-16).
6.3.2.2. Consolidación urbana, monumentalización y vida
urbana (137-76 a.C.)
Debido a la escasez de materiales, recogemos el único fragmento
diagnosticable que se ha recuperado entre los niveles posteriores a
los del 138 a.C. y la destrucción de la ciudad. Se trata de un borde
de Africana Antigua que fue descubierto en un nivel datado entre
el 134 y el 110 a.C. (tabla 6.3.6 y fig. 6.3.4: HIERBA1-1058-1,
Anexo II: C-23). Del resto de fases hasta la destrucción solamente
contamos con los fragmentos de pared comentados más arriba.
6.3.2.3. Etapa de abandono (74-27 a.C.)
Durante el proceso de excavación se identificó una fase fechada
en un momento avanzado de la primera mitad siglo I a.C., la cual
fue definida como de “anulación de las estructuras republicanas”
(Guérin 1988).
Se han identificado 21 fragmentos diagnosticables. De ellos
hemos establecido el lugar de procedencia a catorce (66,66%).
La mayor parte procede del área de la bahía de Nápoles; un
35,71% frente a un 28,57% arribadas desde las costas adriáticas.
Tabla 6.3.5. Calle l´Herba (138 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
Total
NMI
ADRIÁTICO
Adriática indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Grecoitálica
Indeterminadas
TOTAL
NMI
Asa
Pivote
1
1
3
4
2
1
Total
NMI
1
1
1
1
1
1
9
9
3
1
1
1
TOTALES
NMI
4
6
2
12
1
1
3
1
%
16,66
16,66
50
16,66
6
Tabla 6.3.6. Calle l’Herba (137-110 a.C.). Áreas de producción y
tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
Total
NMI
1
1
%
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
TOTAL
1
NMI
TOTALES
NMI
104
1
1
1
1
100
Figura 6.3.3. Calle l’Herba (138 a.C.). Tipologías de los fragmentos
diagnosticables.
[page-n-118]
análisis de los materiales
Figura 6.3.4. Calle l’Herba (138-110 a.C.). Conjunto de las ánforas.
De otras zonas tirrenas no campanas de la península italiana hay
un fragmento que supone el 7,14% de los que se ha podido establecer una zona de producción. Hay dos fragmentos del norte de
África (14,28%). Las llegadas de la Ulterior muestran una pieza
(7,14%) y las de la Citerior están igualmente representadas por
un ánfora ibérica. Las ebusitanas y las egeas no están presentes
y las siete indeterminadas suman el 33,33% del total de los fragmentos diagnosticables (tabla 6.3.7).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado para esta fase se pueden observar en la tabla 6.3.8.
El NMI estimado asciende a 15. Procedentes del área vesubiana hay cinco fragmentos (fig. 6.3.5: HIERBA1-1040-3;
HIERBA1-1054-1 y 30, Anexo II: A-9) que implican un NMI
de dos piezas (13,33%). Hay también un ánfora Dressel 1 italiana
a la que no hemos sabido asignar un área más concreta que la
tirrena y que supone el 6,66% de los individuos estimados (fig.
6.3.5: HIERBA1-1048-1, Anexo II: H-15).
En este caso, las ánforas adriáticas son las mayoritarias
y representan el 20%. Hay dos bordes que corresponden a la
forma Lamboglia 2 (fig. 6.3.5: HIERBA1-1040-1, Anexo II: B-5;
HIERBA 1-1054-2) y un asa a la que no hemos asignado tipo
(fig. 6.3.5: HIERBA1-1048-2).
Las del norte de África presentan el mismo porcentaje que
las vesubianas (13,33%). Hay una Africana Antigua (fig. 6.3.5:
HIERBA 1-1061-5, Anexo II: C-22) y un asa que hemos clasificado como de tipología indeterminada. Las del sur de Hispania
están representadas por una única pieza que supone el 6,66% (fig.
6.3.5: HIERBA1-1061-6, Anexo II: D-14). La hemos clasificado
como una Ovoide 4 tanto por la pasta como por la cronología del nivel a que pertenece y por la ausencia de imitaciones
sudhispánicas de Dressel 1A entre las ánforas de la Valentia republicana, aunque no descartamos pudiera tratarse de una de estas
imitaciones.
Al igual que en los niveles de esta cronología tanto de l’Almoina como de Les Corts, las ánforas de Ibiza desaparecen de la
muestra. Sin embargo, sí se ha documentado un ánfora ibérica (fig.
6.3.5: HIERBA1-1061-4) aunque, por el contrario, no hay otras
que procedan del norte de la Citerior. Las egeas tampoco quedan
reflejadas. Las de origen incierto forman el mayor conjunto con
el 33,33% de los individuos estimados. La mayoría son asas (fig.
6.3.5: HIERBA1-1054-4, 7 y 9 y HIERBA1-1040-2, cuya pasta
probablemente sea de la Sicilia occidental, Anexo II: C-14), aunque
también contamos con un borde de Grecoitálica y otro de Dressel
1C (fig. 6.3.5: HIERBA1-1054-6), (figs. 6.3.6 y 6.3.7).
6.3.2.4. Calle l’Herba. Valoración de los fragmentos
diagnosticables
En total se han inventariado 34 fragmentos correspondientes a
bordes (12), asas (18) y pivotes (4). El sumatorio del NMI de
cada fase ofrece un resultado de 22 piezas (tablas 6.3.9 y 6.3.10).
Atendiendo al NMI, las ánforas de la bahía de Nápoles no son
las mayoritarias en este caso, suponen el 13,63% (tres piezas) y
están representadas las Grecoitálicas/Dressel 1 exclusivamente.
Tabla 6.3.7. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Tirreno indet.
Frags.
%
Adriático
N. África
Ulterior
Citerior
Subtotal
Indet.
Total
21
5
1
4
2
1
1
14
7
35,71
7,14
28,57
14,28
7,14
7,14
66,66
33,33
105
[page-n-119]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.3.8. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos
estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
2
1
1
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1
2
1
3
Total
4
1
5
NMI
2
13,33
TIRRENO INDET.
Dressel 1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
6,66
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
2
Adriática indet.
TOTAL
2
1
3
2
1
1
1
2
4
NMI
3
20
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
2
NMI
2
13,33
ULTERIOR
Ovoide 4
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
6,66
CITERIOR (trad. indígena)
A-1.2
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
6,66
INDETERMINADA
Grecoitálica
1
1
1
Dressel 1C
1
1
1
3
Indeterminadas
TOTAL
2
4
1
5
4
1
7
NMI
TOTALES
NMI
106
5
7
12
2
21
15
33,33
[page-n-120]
análisis de los materiales
Figura 6.3.5:. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Ánforas de los niveles de abandono.
Figura 6.3.6. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Distribución del número
total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología y
las áreas de producción identificadas.
Las adriáticas ofrecen un porcentaje mayor (18,18%). Entre ellas,
solamente hemos identificado la forma Lamboglia 2 en los niveles
posteriores a la destrucción. Por otra parte, un único fragmento,
que también fue recuperado en los niveles de abandono y supone
el 4,54%, representa al resto de ánforas italianas.
Las del norte de África/Sicilia occidental son el porcentaje
más elevado de las ánforas de la calle de l´Herba (27,27%) con
al menos seis piezas que fundamentalmente corresponden a la
forma Africana Antigua (22,72% del NMI) y básicamente se concentran en los niveles iniciales de la ciudad.
Las ánforas de la provincia Ulterior solamente están representadas por una Ovoide 4 (4,54%) de los niveles post-sertorianos.
Las ibéricas de la Citerior presentan igualmente un único ejemplar (4,54%) recuperado en los mismos niveles.
Los contenedores ebusitanos y egeos no aparecen en la muestra y los de procedencia indeterminada suman el 27,27% del
NMI, entre ellos hay una Grecoitálica y una Dressel 1C (4,54%
respectivamente).
Figura 6.3.7. Calle l’Herba (74-27 a.C.). Representación gráfica
del número total de fragmentos diagnosticables en función de la
cronología y las áreas de producción identificadas.
A nivel general, también, en esta ocasión, las ánforas de
tradición latina o grecolatina son el mayor volumen de las importaciones de ánforas de la ciudad (41,17%), aunque los materiales
de la calle de l´Herba exponen que la relación respecto a los de
tradición púnica es muy similar (38,23%). En el nivel fundacional, las procedentes de los lugares de tradición púnica serían
absolutamente mayoritarias (tabla 6.3.11 y fig. 6.3.8).
107
[page-n-121]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.3.9. Calle l’Herba. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 22).
138 a.C.
137-135
134-110
109-75 74-27 Total frags.
%
Completas
Bordes
4
Asas
Pivotes
TOTAL
12
1
7
12
35,29
6
12
18
52,94
2
2
4
11,76
21
34
1
Tabla 6.3.10. Calle l’Herba. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción,
tipología y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Total
NMI
% NMI
2
3
2
9,09
3
3
1
4,54
5
6
3
13,63
Dressel 1
1
1
1
4,54
TOTAL
1
1
1
4,54
3
3
2
9,09
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
1
Dressel 1
TOTAL
1
TIRRENO INDET.
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Adriática indet.
1
1
2
2
9,09
TOTAL
1
4
5
4
18,18
1
11
5
22,72
1
1
1
4,54
2
12
6
27,27
Ovoide 4
1
1
1
4,54
TOTAL
1
1
1
4,54
A-1.2
1
1
1
4,54
TOTAL
1
1
1
4,54
Grecoitálica
1
1
1
4,54
Dressel 1C
1
1
1
4,54
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
9
1
Norte África indet.
TOTAL
9
1
ULTERIOR
CITERIOR
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
5
6
4
18,18
TOTAL
1
7
8
6
27,27
21
34
TOTALES
NMI
108
12
1
22
[page-n-122]
análisis de los materiales
Tabla 6.3.11. Calle l’Herba. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones
culturales a que pertenecen.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Total trad.
%
Latina
2
Púnica
9
Indígena
Egeo
Indeterminadas
1
1
12
14
41,17
3
13
38,23
TOTAL
12
1
1
1
2,94
5
6
17,64
21
34
Figura 6.3.8. Calle l’Herba. Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las
UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Figura 6.3.9. Calle l’Herba. Representación gráfica de la distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de la
cronología y las áreas de producción identificadas.
Las ánforas italianas suman el 35,25% de las importaciones
durante todo el período analizado (tabla 6.3.12 y fig. 6.3.9). De
ellas, la mayor parte arribaron del área de la bahía de Nápoles
(17,64%). Las de otros talleres tirrenos vuelven a ser minoritarias
(2,91%). A diferencia de lo que habíamos observado en los materiales procedentes de las excavaciones de Les Corts, las ánforas
adriáticas tienen aquí una importante representación, situándose
en un porcentaje muy similar al de las vesubianas (14,7%).
Por su parte, las del norte de África/Sicilia occidental
suman el mismo porcentaje que el conjunto de las llegadas
de Italia (35,29%), convirtiéndose en el grupo mayoritario
de las importaciones recuperadas en estas excavaciones.
Tanto las ánforas de la Ulterior como las de la Citerior son
muy minoritarias (2,91% respectivamente). Finalmente, el
conjunto de las ánforas de procedencia indeterminada suma
el 23,52%.
109
[page-n-123]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.3.12. Calle l’Herba. Distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de la cronología y las áreas de
producción identificadas.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
TOTAL
%
B. Nápoles
1
Adriático
1
Tirr. Ind.
N. África
9
Ulterior
Trad. indígena
Indet.
1
Total
12
1
5
6
17,64
4
5
14,7
1
1
2,91
2
12
35,29
1
1
1
2,91
1
1
1,91
7
8
23,52
21
34
6.4. CALLE ROQUE CHABÁS
6.4.1. estudio de los elementos no diagnosticables
Se llevaron a cabo cuatro campañas de excavaciones. Las dos primeras entre 1991 y 1992. Sin embargo, sólo en las dos últimas
aparecieron niveles y estructuras republicanas. Una se hizo en 1993
(Soriano, Ruiz y Martínez 1993) y la otra en 1994, (Soriano, Ruiz,
Martínez y López 1995). Se descubrieron dos fases muy significativas de la época republicana. Por una parte, encontramos niveles
y deposiciones correspondientes a los momentos fundacionales de
la ciudad, en particular una fosa votiva que probablemente es consecuencia de un banquete ritual (Ribera i Lacomba 2017a y b) Por
otra, inmediatamente encima, aparecen las primeras evidencias de
edificaciones sólidas correspondientes a una primera planificación
urbana y su evolución hasta el 76 a.C. Así pues, los niveles ubicados
entre estos momentos fundacionales y la destrucción han podido ser
agrupados en fases, por lo que el estudio de los materiales lo realizamos atendiendo a cada una de ellas. No hay signos evidentes de la
destrucción de la Guerra Sertoriana y la secuencia da un salto hasta
época augustea cuando la zona volvió a ser ocupada.
De estas excavaciones, hemos seleccionado para nuestro
estudio las dos últimas campañas ya que resultaron ser la más
significativas en cuanto a resultados y en ellas se recogía toda la
secuencia republicana conservada en el solar. Los acrónimos con
que se identifican estas actuaciones son 3ROC000 y 4ROC000.
En total se han inventariado 2464 fragmentos, lo cual supone
el 8,24% del material estudiado en este trabajo. De ellos el
90,05% correspondían a fragmentos de cuerpo o de cuello y se
estima un N.M.I. de 174 ánforas (a este NMI se ha llegado tras la
cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas siguientes), (tabla 6.4.1).
En la tabla 6.4.2 y en la figura 6.4.1 se puede obtener una visión
general de las tradiciones cuñturales a que èrtenecen las importaciones.(tabla 6.4.2 y fig. 6.4.1):
Nuevamente, las importaciones desde de las áreas de tradición latina son mayoritarias llegando a sumar el 65,34% de los
fragmentos de pared, mientras que las de tradición púnica suponen el 26,27% y fueron ligeramente superiores en los momentos
más próximos a la fundación. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena no alcanzan el 1% y las indeterminadas representan el
8,2% de la muestra obtenida en estas las excavaciones.
En cuanto a las áreas de producción identificadas, los resultados
por fases cronológicas de pueden observar en la tabla 6.4.3. Hemos
añadido un apartado (Tradición púnica indeterminada) que recoge
producciones tanto del norte de África, como de la zona del estrecho de Gibraltar y, probablemente también, de Sicilia occidental.
Tabla 6.4.1. Calle Roque Chabás. Número total de
fragmentos (NMI: 174).
Fragmentos
Completa
Borde
Asa
%
1
0,04
149
6,47
69
2,8
Pivote
26
1,05
Pared
2219
90,05
TOTAL
2464
Tabla 6.4.2. Calle Roque Chabás. Número de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE a que pertenecen y a los
lugares de producción.
137-135 a.C.
134-110
109-95
94-76
75-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
110
Grecolatina
Púnica
217
661
64
404
240
221
48
50
104
1450
65,34
24
583
26,27
Indígena
Indet.
TOTAL
1
51
56
11
47
508
940
123
502
1
4
0,18
17
182
8,2
146
2219
2
[page-n-124]
análisis de los materiales
Figura 6.4.1. Calle Roque Chabás.
Representación gráfica del número de
fragmentos de pared relacionados con la
cronología de las UUEE a que pertenecen y
a los lugares de producción.
En lo relativo a las áreas de producción, el dominio de las campanas es evidente y suponen más de la mitad de todos los fragmentos
(53,8%). Las fabricadas en las costas adriáticas alcanzan el 11,22%
y se sitúan como el segundo grupo en importancia, no superando en
ningún momento a las de Campania. Por su parte, las de otras áreas
de producción italianas solamente son el 0,18%.
Los fragmentos procedentes del norte de África representan el
9,41% y llegaron a ser superiores a las adriáticas en los momentos
fundacionales. Las llegadas desde Ibiza representan el 5,85% y fueron
constantes durante todo el período, aunque parecen mostrar mayor significación en los momentos de consolidación urbana (134-110 a.C.).
Por su parte, los de la Ulterior, que suman el 1,08%, sólo parecen
tener importancia en los momentos más próximos a la fundación. Las
de tradición indígena están muy poco representadas (1,08%) y no las
encontramos ni en los niveles fundacionales ni en los del cambio de
siglo. Las ánforas egeas aparecen en los fundacionales y augusteos,
siendo las más minoritarias de todas y sumando un total de 0,13%. Los
de procedencia indeterminada suman el 8,2% (fig. 6.4.2).
Figura 6.4.2. Calle Roque Chabás. Fragmentos de pared. Representación gráfica de la distribución por zonas de producción y cronología.
Tabla 6.4.3. Calle Roque Chabás. Fragmentos de pared. Distribución por zonas de producción y cronología.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
N. África
Ulterior
Ibiza
Trad. indíg.
Trad. púnica
Egeo
Indet.
TOTAL
137-135 a.C.
149
1
66
94
10
21
115
1
51
508
134-110
525
136
72
8
71
2
70
56
940
109-95
48
3
13
19
94-76
381
75-27 26-13 d.C.
91
15
23
11
3
16
1
20
11
13
3
8
1
11
123
47
502
14
2
17
146
TOTAL
1194
4
249
209
24
130
4
220
3
182
2219
%
53,8
0,18
11,22
9,41
1,08
5,85
0,18
9,91
0,13
8,2
111
[page-n-125]
las ánforas de valentia romana republicana
6.4.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.4.2.1. Las fases fundacionales (137-135 a.C.)
Correspondientes a estos momentos hay un total de 33 fragmentos
diagnosticables. De ellos ha sido posible identificar el origen a 31
(93,93%) y sólo dos han permanecido en el grupo de indeterminados (tabla 6.4.4). La mayor parte, el 41,93%, fueron fabricados
en la zona de la bahía de Nápoles; un 9,67% en las costas adriáticas italianas y sólo un 3,22% proceden de otras áreas italianas.
Las llegadas desde el norte de África suman un 38,7%, aunque debemos tener en cuenta que probablemente algunas de
las ánforas representadas pudieron hacerlo desde la Sicilia de
tradición púnica. Un único fragmento, que supone el 3,22%,
representa a las producciones de la Ulterior e, igualmente, sólo
un fragmento procede del Mediterráneo oriental.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.4.5.
El NMI estimado para esta fase asciende a 23. A diferencia
de lo que mostraba el número de fragmentos de pared, en función del NMI de los que sí la tienen, las ánforas procedentes del
área vesubiana no son las más representadas. Suman el 26,08%
frente a un 43,47% de las que llegaron del norte de África/Sicilia occidental.
Las vesubianas son el 37,5%, con dominio de las Grecoitálicas/Dressel 1A (fig. 6.4.3: 4ROC000-2479-29, 31 y 32) seguidas
de las Grecoitálicas (fig. 6.4.3: 4ROC000-2470-1 y 4ROC0002479-28). También hay un ánfora que hemos clasificado como
Dressel 1A dada la cronología y el hecho de que su pasta fuera
claramente campana (fig. 6.4.3: 4ROC000-2470-11), aunque
mantenemos reservas sobre la tipología pues morfológicamente
resulta anómala entre este tipo de producciones.
Procedentes de las costas adriáticas únicamente hay tres fragmentos diagnosticables que implican el 13,04%. Uno de ellos
es el borde de un ánfora Grecoitálica, otro corresponde al de
una Apani I (fig. 6.4.3: 4ROC000-2479-43) y un tercer fragmento es un asa de tipología indeterminada. De otros lugares
de la península italiana sólo hay un borde de ánfora Grecoitálica que representa el 4,34% (fig. fig. 6.4.3: 4ROC000-2479-30,
Anexo II: A-23).
Como ya hemos indicado las norteafricanas, entre las que probablemente también se incluyen ánforas sicilianas, son el grupo de
mayor importancia con una representación del 43,47%. La mayor
parte son Africanas Antiguas (siete) (fig. 6.4.3: 4ROC000-247936; 4ROC000-2479-37, Anexo II: C-16 y 4ROC000-2479-38 a
41, Anexo II: C-7 y 4ROC000-2470-13), también hay un borde
del tipo T-7.4.2.1 (fig. 6.4.3: 4ROC000-2410-1, Anexo II: C-5)
y tres asas y un pivote que hemos mantenido como de tipología
indeterminada.
Por su parte, las del sur de Hispania están muy escasamente
representadas por una única pieza del tipo T-9.1.1.1 (fig. 6.4.3:
4ROC000-2410-2) que supone el 4,34% del conjunto. El mismo
porcentaje presentan las ánforas egeas con un fragmento de asa
Rodia (fig. 6.4.3: 4ROC-2749-42). Finalmente, las de origen
incierto (fig. 6.4.3: 4ROC000-2414-1, Anexo II: H-22) representan, asimismo, el 4,34% de los individuos estimados (figs.
6.4.4 y 6.4.5).
Figura 6.4.3. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Ánforas procedentes de los niveles fundacionales.
112
[page-n-126]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.4. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total
de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ulterior
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
13
3
1
12
1
1
31
2
33
41,93
9,67
3,22
38,7
3,22
3,22
93,93
6,06
Tabla 6.4.5. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo
de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
2
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1A
1
TOTAL
5
5
5
3
3
2
2
10
3
1
1
13
NMI
6
26,08
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,34
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
1
1
Apani I
1
1
1
1
1
1
1
3
Adriát. indet.
TOTAL
2
NMI
3
13,04
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
7
T-7.4.2.1
1
Norte Áfr. indet.
TOTAL
8
7
7
1
1
3
1
4
2
3
1
12
NMI
10
43,47
ULTERIOR
T-9.1.1.1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,34
EGEO
Rodia
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
4,34
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
1
2
TOTAL
1
1
2
NMI
TOTALES
NMI
1
1
18
11
4
4,34
33
23
113
[page-n-127]
las ánforas de valentia romana republicana
6.4.2.2. Consolidación urbana (134-110 a.C.)
Figura 6.4.4. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
6.4.5. Calle Roque Chabás (137-135 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
En los niveles fechados en esta cronología hay un total de 123
fragmentos diagnosticables (tabla 6.4.6). A 115 les ha sido posible
asignar un área de fabricación (93,49%) y sólo un 6,5% ha permanecido en el grupo de origen indeterminado. La mayor parte
de los fragmentos cuyo origen se ha establecido se fabricaron en
la bahía de Nápoles (56,52%). Los adriáticos suponen el segundo
grupo en representatividad (13,91%) y un 6,08% arribaron desde
otros puntos de Italia no concretados.
Las del norte de África, y probablemente también de Sicilia, presentan el mismo porcentaje que las adriáticas, mientras
que las ebusitanas sólo son el 1,73%. En estos niveles, las ánforas procedentes de la Ulterior cobran una relativa importancia,
situándose en el 4,34% y las egeos tienen una presencia significativa del 3,47%.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.4.7.
El NMI estimado es de 76 ánforas. La mayor parte (treinta
y una), el 40,78% del NMI, fueron fabricados en la zona de la
bahía de Nápoles. Veintitrés de ellas las hemos adscrito al grupo
de las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.4.6: 4ROC000-2407-10;
4ROC000-2407-17 a 19; 4ROC000-2436-1 y 6). Otras dos, son
de tipología claramente Grecoitálica (fig. 6.4.6: 4ROC000-240720 y 21, Anexo II: A-2). También hay cinco Dressel 1A (fig. 6.4.6:
4ROC000-2373-4) y un ánfora clasificada como Dressel 1B (fig.
6.4.6: 4ROC000-2428-1).
De otras zonas tirrenas de la península italiana procede un
9,21% de las ánforas. La mayoría (cinco) son Grecoitálicas (fig.
6.4.6: 4ROC000-2390-3, Anexo II: A-29; 4ROC000-2403-1,
Anexo II: A-22; 4ROC000-2407-22, Anexo II: A-20; 4ROC0002436-2 y 4ROC000-2335-3, Anexo II: A-21) y dos podrían
incluirse en el grupo de las Dressel 1A (fig. 6.4.6: 4ROC0002407-7 y 4ROC000-2390-1, Anexo II: A-28).
De las costas adriáticas italianas se han identificado al menos
diez piezas (el 13,15% del NMI). La mayoría de los bordes inventariados son de Grecoitálicas (fig. 6.4.6: 3ROC000-1549-0347,
Anexo II: B-18; 4ROC000-2373-1 y 3), aunque también hay uno
que podemos atribuir a la forma Apani II (fig. 6.4.6: 4ROC0002373-2, Anexo II: B-7) y una que puede identificarse como
Lamboglia 2 (fig. 6.4.6: 4ROC000-2390-2). El resto son asas y
pivotes a los que no hemos asignado tipo.
Del norte de África proceden quince ánforas (19,73%), aunque probablemente alguna de ellas fuera fabricada en Sicilia.
Hay variedad de tipos. Las más representadas, con al menos
seis piezas, son las Africanas Antiguas (fig. 6.4.7: 4ROC0002335-1; 4ROC000-2390-4 y 5, Anexo II: D-6; 4ROC000-2407-4;
4ROC000-2407-12, Anexo II: C-18 y ROC000-2347-1, Anexo
II: C-19). Les sigue en representación el tipo T-7.4.2.1 con
un mínimo de cuatro ánforas (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-3;
Tabla 6.4.6. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total
de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
114
Adriático
Tirreno Indet
N. África
Ulterior
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
123
65
16
7
16
5
2
4
115
8
56,52
13,91
6,08
13,91
4,34
1,73
3,47
93,49
6,5
[page-n-128]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.7. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
Dressel 1B
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Apani II
Adriát. indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Grecohelenística
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-9.1.1.1
¿Ovoide?
TOTAL
NMI
IBIZA
T-8.1.3.2
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
Cos
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Dressel 1A
Trad. pún. indet.
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
2
22
5
1
30
Asa
Pivote
Completa
26
8
1
26
8
1
Total
NMI
2
57
5
1
65
2
23
5
1
31
5
2
7
5
2
7
6
1
5
5
5
1
1
9
16
4
5
1
7
4
2
1
1
1
16
1
1
4
1
5
1
2
2
3
1
4
2
3
1
2
3
1
2
5
8
1
1
2
39
16
1
3,94
1
1
2
4
67
2,63
2
1
3
1
5,26
2
2
3
1
4
19,73
3
1
4
2
2
13,15
6
4
2
1
1
1
15
3
1
4
9,21
4
1
1
4
10
6
4
2
1
1
1
15
40,78
5
2
7
4
1
1
% NMI
5,26
123
76
115
[page-n-129]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.4.6. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Ánforas italianas.
4ROC000-2407-13, Anexo II: C-2; 4ROC000-2436-4 y
4ROC000-2369-1). Además, hay dos T-7.4.3.1 (fig. 6.4.7:
4ROC000-2407-6, Anexo II: C-12 y 4ROC000-2407-14, Anexo
II: C-13), una T-7.4.4.1 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2436-5, Anexo II:
C-6) y una T-7.7.1.1 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-2). Asimismo,
existe un ánfora de tipología grecohelenística cuya pasta es similar a algunas producciones de la Sicilia occidental y que también
hemos incluido en este apartado (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-23,
Anexo II: C-17).
Las ánforas de Ibiza representan el 2,63% y solamente se ha
reconocido el tipo T-8.1.3.2 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2740-1, Anexo
II: E-2). Las sudhispánicas son el 5,26%. La mayor parte de ellas
son T-9.1.1.1 (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-9 y 15; 4ROC000-2436-3
y 4ROC000-2335-2). Además, también hay un ánfora de tipología incierta pero cuya pasta procede claramente del valle del
Guadalquivir. Quizás pueda corresponder a algún tipo de ánfora
ovoide, aunque por cronología sería más adecuado incluirla entre
las Dressel 1A sudhispánicas (fig. 6.4.7: 4ROC000-2390-5, (Anexo
II: D-6). Las egeas están representadas al menos por tres piezas
(3,94%). Dos corresponden a ánforas Rodias (fig. 6.4.7: 3ROC0001591-3) y la otra a una de Cos (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-16,
Anexo II: F-10).
116
Por otra parte, las de origen indeterminado representan el 5,26%.
De las cuatro que como mínimo hay, dos las hemos mantenido
como de tipología indeterminada (fig. 6.4.7: 4ROC000-2407-8 y
4ROC000-2428-3), otra podría corresponder a una Dressel 1A, aunque no sin dudas (fig. 6.4.7: 4ROC000-2428-2), (figs. 6.4.8 y 6.4.9)
6.4.2.3. Período de monumentalización urbana (109-95 a.C.)
Hay un total de 24 fragmentos diagnosticables y a todos ellos
les ha sido posible asignar un área de fabricación. El grueso del
material procede de Italia (87,93%). De ellas, el 62,5% fueron
manufacturadas en la zona de la bahía de Nápoles, el 20,83%
procede de las costas adriáticas italianas y sólo 4,16% es de origen incierto, pero italiano.
En cuanto a las llegadas del norte de África suponen el 8,33%
de las formas identificadas. No se han documentado ebusitanas,
sudhispánicas o ibéricas de tradición indígena. Sin embargo, sí
hay una representación de las egeas, que equivale al 4,16% de
las formas contabilizadas (tabla 6.4.8).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.4.9.
[page-n-130]
análisis de los materiales
Figura 6.4.7. Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Ánforas africanas, de Ibiza, sudhispánicas, egeas y de procedencia indeterminada.
Figura 6.4.8 Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
El NMI establecido es de 22 ánforas. Las fabricadas en la
zona de la bahía de Nápoles dominan sobre el resto de las producciones, llegando a sumar más de la mitad del NMI (59,09%).
Aunque una de ellas, con titulus pictus, la hemos incorporado al
grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1 por lo abierto del borde (fig.
6.4.10: 3ROC000-1580-3), la mayor parte son del tipo Dressel
1A (once) y también hay una Dressel 1B.
Las adriáticas, con un 22,72%, son menos de la mitad que las
vesubianas y la mayoría (cuatro) son Apani I. Finalmente, hay
un único ejemplar que representa, con el 4,54%, a otras áreas de
producción italianas que no hemos sido capaces de establecer
(fig. 6.4.10: 4ROC000-2345-1).
El grupo de las ánforas norteafricanas es bajo en comparación con otras intervenciones (9,09%). Solamente están reflejadas
las Africanas Antiguas (fig. 6.4.10: 4ROC000-2345-2, Anexo II:
C-21). Finalmente, hay un sello rodio en representación de las
ánforas egeas que supone el 4,54% (fig. 6.4.10: 3ROC000-161241), (figs. 6.4.11 y 6.4.12).
117
[page-n-131]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.4.10. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Ánforas italianas,
norteafricanas y egeas.
Tabla 6.4.9. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Áreas de producción
y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
Figura 6.4.9 Calle Roque Chabás (134-110 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
Borde Asa Total NMI % NMI
1
1
1
Dressel 1A
Dressel 1B
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Apani I
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
TOTAL
NMI
11
1
13
11
3
15
11
1
TOTALES
NMI
21
2
2
13
1
1
1
1
1
4
5
1
4
5
2
2
2
2
1
1
1
2
1
1
3
59,09
1
1
4,54
1
4
5
2
1
24
22,72
9,09
4,54
22
Tabla 6.4.8. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
118
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
24
15
5
1
2
1
24
0
62,5
20,83
4,16
8,33
4,16
100
0
[page-n-132]
análisis de los materiales
Figura 6.4.11. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
6.4.2.4. Edificios públicos y vida urbana (94-76 a.C.)
Figura 6.4.12. Calle Roque Chabás (109-95 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
En total se han contabilizado 39 fragmentos diagnosticables
correspondientes a esta cronología. Se ha establecido el origen
al 82,05% y solamente siete, el 17,94%, ha permanecido en el
grupo de las de procedencia incierta. El grueso de las que se
ha establecido el origen llegó de Italia (96,87%). Entre ellas,
la mayor parte de los fragmentos son de la zona de la bahía de
Nápoles (78,12%) mientras que los del adriático representan el
12,5% y los de otros lugares de Italia suman el 6,25%. Solamente
una pieza sudhispánica representa el 3,12% restante del conjunto
(tabla 6.4.10).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado los niveles que conforman lo que sabemos de este
período se pueden observar en la tabla 6.4.11.
Como hemos indicado anteriormente, los niveles de destrucción del 75 a.C. no fueron específicamente identificados en
la memoria de las excavaciones. Probablemente, alguno de los
materiales que incluimos en este apartado corresponda a rellenos
que tengan que ver con aquel episodio.
Se ha estimado un NMI de 33 ánforas. La mayor parte se
fabricaron en la bahía de Nápoles (57,57%). Dos de ellas tienen
rasgos que permiten incluirlas en el grupo de las Grecoitálicas
(fig. 6.4.13: 4ROC000-2374-2), aunque la mayoría (diez) se adscribe al grupo de las Dressel 1A (fig. 6.4.13: 4ROC000-2359-7 y
11, Anexo II: A-8, 4ROC000-2427-1). También hay una Dressel
1B y tres bordes del tipo Dressel 1C (fig. 6.4.13: 4ROC0002359-1 y 4, 4ROC000-2318-1).
Cuatro fragmentos adriáticos suponen el 12,12% del
NMI. Uno pertenece a un borde de ánfora Grecoitálica (fig.
6.4.13: 4ROC000-2359-8, Anexo II: B-6), otros dos a ánforas del tipo Lamboglia 2; uno de ellos con sello (fig. 6.4.13:
4ROC000-2318-2 y 4, Anexo II: B-8), y el cuarto a un sello
sobre el asa de un ánfora Apani II (fig. 6.4.13: 4ROC0002318-3, Anexo II: B-3). De otras zonas italianas existen dos
bordes de Dressel 1C que representan el 6,06% del NMI (fig.
6.4.13: 4ROC000-2359-3, Anexo II: A-19 y 4ROC000-23595, Anexo II: A-31).
No se ha identificado ningún fragmento diagnosticable del
norte de África, de Ibiza, de la Citerior o del Egeo. Únicamente,
un fragmento de borde T-9.1.1.1 es de la Ulterior y supone el
3,03%.
El grupo de origen indeterminado suma el 21,21%. Entre
ellas hay dos Dressel 1A (fig. 6.4.13: 4ROC000-2359-6 y
4ROC000-2359-9, Anexo II: H-27), tres Dressel 1C (fig.
6.4.13: 4ROC000-2359-2; 4ROC000-2359-12, Anexo II: H-3
y 4ROC000-2359-13, Anexo II: H-2) y otras dos de tipología
incierta (fig. 6.4.13: 4ROC000-2359-10 y 4ROC000-2374-1,
Anexo II: H-5), (figs. 6.4.14 y 6.4.15).
Tabla 6.4.10. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
Adriático
Tirreno indet.
Ulterior
Subtotal
Indet.
Total
39
25
4
2
1
32
7
78,12
12,5
6,25
3,12
82,05
17,94
119
[page-n-133]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.4.11. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
1
3
2
7
7
3
1
11
10
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
2
Dressel 1
Dressel 1A
10
Dressel 1B
1
1
1
Dressel 1C
3
3
3
TOTAL
16
8
1
25
NMI
19
57,57
TIRRENO INDET.
Dressel 1C
2
2
TOTAL
2
2
NMI
2
2
6,06
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
1
1
Lamboglia 2
2
2
2
1
1
1
1
4
Apani II
TOTAL
3
NMI
4
12,12
ULTERIOR
T-9.1.1.1
1
1
TOTAL
NMI
1
1
1
1
3,03
INDETERMINADA
Dressel 1A
2
2
2
Dressel 1C
3
3
3
Indeterminadas
2
2
2
TOTAL
7
7
NMI
TOTALES
NMI
120
7
29
9
1
39
33
21,21
[page-n-134]
análisis de los materiales
Figura 6.4.13. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Ánforas italianas y de origen indeterminado.
6.4.2.5. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
Se han contabilizado 26 fragmentos diagnosticables. A veintidós les ha sido posible asignar un origen (84,61%) y sólo
cuatro han permanecido en el grupo de origen indeterminado
(15,38%).
Entre los identificados, la mayor parte (40,09%) procede
de las costas adriáticas italianas; un 31,81% es de origen campano, y únicamente un 4,54% fue fabricado en otros lugares
de Italia. Por otra parte, hay una representación significativa
de las ánforas sudhispánicas (13,63%). Las de la Citerior-Tarraconensis, así como las de Ibiza no aparecen en la muestra
y dos fragmentos diagnosticables representan a las egeas con
un 9,09% de las importaciones cuyo origen ha sido establecido (tabla 6.4.12).
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
estimado en los niveles de este período se pueden observar en
la tabla 6.4.13.
El NMI estimado es de 20 ánforas. De entre ellas, las que
proceden del área de la bahía de Nápoles suman el 25% y hay
representadas dos ánforas del tipo Dressel 1A y otras dos del
Dressel 1C (fig. 6.4.16: 2285-3 y 5).
En este caso, las arribadas de las costas adriáticas son las mayoritarias
con una representación del 35% distribuido entre cuatro bordes de ánforas Lamboglia 2 (fig. 6.4.16: 4ROC000-2285-1 y 4, 4ROC000-2326-1)
Figura 6.4.14. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
121
[page-n-135]
las ánforas de valentia romana republicana
y tres pivotes que hemos mantenido como de tipología indeterminada.
De otros lugares de Italia solamente hay un borde de Dressel 1B (fig.
6.4.16: 4ROC000-2285-6, Anexo II: A-27) que representa el 5%.
Las ánforas sudhispánicas suponen el 10%. Al menos hay una
T-7.4.3.3 (fig. 6.4.16: 4ROC000-2326-2 y 3, Anexo II: D-5) y una
Ovoide 1 de aspecto muy singular por cuanto presenta el borde
recto y pudiera corresponder a una variante del tipo (fig. 6.4.16:
4ROC000-2285-8). Por su parte, las egeas tienen el mismo porcentaje de representación y se han identificado un ánfora de Cos (fig.
6.4.16: 4ROC000-2285-9, Anexo II: F-11) y un borde que pudiera
pertenecer, bien a un ánfora de Chíos o bien de Cnidos IIG (fig.
6.4.16: ROC000-2285-7, Anexo II: F-6).
Finalmente, las ánforas de origen indeterminado constituyen el 15% del NMI. Entre ellas hay un asa de Dressel 2/4 y dos
bordes que no hemos reconocido (fig. 6.4.16: 4ROC000-23264, Anexo II: H-10 y 4ROC000-2285-2, Anexo II: H-6), (figs.
6.4.17 y 6.4.18).
6.4.2.6. Calle Roque Chabás. Valoración de los elementos
diagnosticables
Figura 6.4.15. Calle Roque Chabás (94-76 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
En total se han inventariado 245 fragmentos correspondientes a bordes (149), asas (69) y pivotes (26). El sumatorio del NMI de cada
fase ofrece un resultado de 174 piezas (tablas 6.4.14 y 6.4.15).
Atendiendo al NMI, las ánforas de la bahía de Nápoles son
las mayoritarias y suponen el 42,52% (setenta y cuatro piezas).
Buena parte se encuadran en el grupo de transición entre las
Grecoitálicas y las Dressel 1 (con un NMI de veintisiete piezas que representan el 15,51%, y se encuentran en los niveles
entre el 137 y el 110 a.C.). Las ánforas Dressel 1A son el tipo
mayoritario con el 16,66% del NMI y están concentradas entre
el 109 y el 76 a.C. También hay una ligera presencia de los tipos
Dressel 1B (1,72%) y Dressel 1C (2,87%) visible solamente a
partir del 110 a.C.
Figura 6.4.16. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Ánforas italianas, sudhispánicas, egeas y de procedencia indeterminada.
122
[page-n-136]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.12. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número
total de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
Bética
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
7
9
1
3
2
22
4
26
31,81
40,9
4,54
13,63
9,09
84,61
15,38
Frags.
%
Tabla 6.4.13. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo
de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
2
1
3
1
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
2
2
2
Dressel 1C
2
2
2
TOTAL
4
2
1
7
NMI
5
25
TIRRENO INDET.
Dressel 1B
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
5
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
4
Adriát. indet.
TOTAL
4
4
4
3
2
3
5
2
3
9
NMI
7
35
BÉTICA
T-7.4.3.3
1
Ovoide 1
1
TOTAL
2
1
1
2
1
1
1
3
NMI
2
10
EGEO
Chíos/Cnidos II G
1
Cos
TOTAL
1
1
1
1
1
1
1
2
NMI
2
10
INDETERMINADA
Dressel 2/4
1
1
1
2
Indeterminadas
2
1
3
TOTAL
2
2
4
NMI
TOTALES
NMI
3
14
7
5
15
26
20
123
[page-n-137]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.4.17. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.4.18. Calle Roque Chabás (26 a.C.-14 d.C.). Tipologías de
los fragmentos diagnosticables.
El conjunto de las adriáticas representa un 16,66% del
NMI. Entre ellas, las Grecoitálicas, con un mínimo de seis
individuos fundamentalmente recuperados de los niveles del
137-110 a.C., suman el 3,44%. El grupo mayoritario (ocho
piezas) está formado por ánforas Lamboglia 2 (4,49%) visibles
a partir del 134-110 a.C., pero sobre todo en época augustea. También se documentan las formas Apani I y II (2,87%
y 1,14% respectivamente), las cuales se encuentran entre el
137 y el 76 a.C.
Las de otros lugares de Italia tienen una representación del
6,89%. Están en los niveles fechados entre el 137 y el 76 a.C., y el
tipo más representado con seis ejemplares (3,44%) es el Grecoitálico en los niveles datados entre el 137 y el 110 a.C.
Las ánforas del norte de África representan el 15,51% del
NMI con al menos veintisiete piezas. Todas ellas se concentran en los niveles fechados entre el 137 y el 109 a.C. En su
mayoría son de la forma Africana Antigua (8,62% del NMI),
aunque existe una variedad importante de tipos entre los que
el T-7.4.2.1 es el más significativo con cinco piezas (2,87%)
situadas entre el 137 y el 110 a.C. Las otras tipologías representadas (T-7.4.3.1; T-7.4.4.1 y T-7.7.1.1) sólo aparecen en
los niveles del 134-110 a.C. con dos ejemplares la primera
(1,14%) y uno las otras dos (0,57% cada una de ellas). Por
otra parte, en este grupo también hemos incluido un ánfora de
tipología grecohelenística (0,57%) cuya pasta es claramente
norteafricana o de la Sicilia occidental y fue igualmente descubierta en los niveles del 134-110 a.C.
Las ánforas de la provincia Ulterior son el 4,59%. El tipo
más representado, con al menos cinco piezas, es el T-9.1.1.1
(2,87%), la mayor parte recuperadas en los niveles del 134110 a.C. Hay también un ánfora procedente de estos niveles
cuya tipología podría corresponder a un tipo de ánfora “ovoide
precoz” del Guadalquivir (0,57%). En época augustea encontramos al menos un ánfora T-7.4.3.3 (0,57%) y una Ovoide 1
(0,57%) procedentes de la Baetica.
Tal y como ya apuntaban los fragmentos de pared, las ánforas ebusitanas no son significativas entre los materiales de Roque
Chabás. En total se han contabilizado dos piezas T-8.1.3.2 que
suponen un 1,14% del NMI y ambas se recuperaron de los niveles del 134-110 a.C.
Las egeas, siendo las minoritarias, tienen no obstante una
representación significativa del 4,02%. Al menos hay cuatro
ánforas Rodias en los niveles fechados entre el 137-95 a.C.
que significan el 2,29% del NMI. Asimismo, hay un mínimo
de dos ánforas de Cos (1,14%). Una de ellas procede de los
niveles del 134-110 a.C. y la otra de los de época augustea,
de donde también se recuperó un ánfora cuya tipología podría
corresponder bien a un ánfora de Chíos o bien a una Cnidia
IIG (0,57%).
Tabla 6.4.14. Calle Roque Chabás. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 174).
138 a.C.
Completas
Bordes
Asas
Pivotes
TOTAL
124
137-135
18
11
4
33
134-110
1
67
39
16
123
109-95
94-76
21
3
29
9
1
39
24
75-27
26-14 d.C
14
7
5
26
Total frags.
1
149
69
26
245
%
0,4
60,81
28,16
10,61
[page-n-138]
análisis de los materiales
Tabla 6.4.15. Calle Roque Chabás. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción,
tipología y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./ Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Apani I
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Grecohelenística
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR/BÉTICA
T-9.1.1.1
T-7.4.3.3
¿Ovoide?
Ovoide 1
TOTAL
IBIZA
T-8.1.3.2
TOTAL
EGEO
Rodia
Chíos/Cnidos IIG
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 1C
Dressel 2/4
Trad. pún. indet.
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
2
10
2
57
1
1
5
1
11
3
13
65
15
1
5
2
1
1
7
1
5
1
1
1
3
7
1
1
9
16
1
1
4
5
2
4
12
7
4
2
1
1
1
16
2
1
4
94-76
7
11
1
3
25
3
2
2
7
1
2
2
1
1
2
4
1
4
1
5
26-14 d.C.
3
1
1
75-27
1
5
9
2
1
3
2
2
1
3
1
1
1
4
1
1
2
2
2
5
8
33
123
1
1
2
2
3
24
Total
NMI
% NMI
7
68
10
30
5
5
125
6
27
4
29
3
5
74
3,44
15,51
2,29
16,66
1,72
2,87
42,52
6
3
1
2
12
6
3
1
2
12
3,44
1,72
0,57
1,14
6,89
7
8
5
2
15
37
6
8
5
2
8
29
3,44
4,59
2,87
1,14
4,59
16,66
16
5
2
1
1
1
4
30
15
5
2
1
1
1
2
27
8,62
2,87
1,14
0,57
0,57
0,57
1,14
15,51
6
2
1
1
10
5
1
1
1
8
2,87
0,57
0,57
0,57
4,59
2
2
2
2
1,14
1,14
5
1
2
8
4
1
2
7
2,29
0,57
1,14
4,02
3
3
1
1
7
15
1,72
1,72
0,57
0,57
4,02
8,62
2
7
3
4
3
3
1
2
12
21
39
26
245
1
174
125
[page-n-139]
las ánforas de valentia romana republicana
Las de procedencia indeterminada suman el 8,62% del NMI,
entre ellas hay tres Dressel 1A, otras tres Dressel 1C (1,72% respectivamente), una Dressel 2/4 (0,57%), una de tradición púnica
(0,57%) y siete indeterminadas (4,02%).
A nivel general, según el registro de los fragmentos diagnosticables de Roque Chabás, observamos que las ánforas de
tradición latina o grecolatina representan el mayor volumen
de las importaciones de ánforas de la ciudad (71,02%) frente
a las fabricadas en lugares de tradición púnica (17,41%) y las
egeas (3,26%). Según estas intervenciones, en los niveles más
cercanos a la fundación (137-135 a.C.), la relación entre las
importaciones de zonas de influencia cultural grecolatina y
púnica es mucho más estrecha y prácticamente fueron equiparables (tabla 6.4.16 y fig. 6.4.19).
Las ánforas italianas suman el 70,01% de las importaciones
durante todo el período republicano. De ellas, la mayoría se fabricaron en área de la bahía de Nápoles (50,02%). El porcentaje de las
manufacturadas en las costas adriáticas italianas es muy similar al
que apuntaban las excavaciones de Les Corts y se sitúa en el 15,1%,
mientras que las fabricadas en otros lugares de Italia vuelven a ser,
entre las italianas, las minoritarias con un 4,89%.
Por su parte, las ánforas procedentes del norte de África/
Sicilia occidental suman un 12,24%, una proporción muy por
debajo de lo que se muestra en otras intervenciones estudiadas
como las de la calle de l’Herba. Asimismo, las ebusitanas apenas
están presentes, y sólo antes del cambio de siglo, con un 0,81%
de los fragmentos.
Las de la Ulterior tampoco son muy significativas desde el
punto de vista cuantitativo (4,08%). Fueron importantes sobre todo
antes del cambio de siglo y en el período augusteo. Las de la Citerior e ibéricas de tradición indígena no aparecen en la muestra y las
egeas, con un 3,26% de los fragmentos diagnosticables, suponen
un porcentaje algo más importante que en las otras excavaciones
estudiadas y fueron especialmente relevantes antes del 100 a.C. Por
su parte, el conjunto de las ánforas de procedencia indeterminada
suma el 8,57%. (tabla 6.4.1.7 y fig. 6.4.20).
Figura 6.4.19. Calle Roque Chabás. Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología
de las UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 6.4.16. Calle Roque Chabás. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones
culturales a que pertenecen.
Latina
Púnica
137-135
17
134-110
88
109-95
94-76
Indígena
Egeo
Indet.
Total fase
13
1
2
33
23
4
8
123
21
2
1
31
1
17
3
138 a.C.
24
7
39
4
26
245
75-27
26-14 d.C.
Total tradición
%
126
2
174
42
8
21
71,02
17,41
3,26
8,57
[page-n-140]
análisis de los materiales
Tanto los fragmentos no diagnosticables como los que sí lo son
ofrecen gráficas muy similares en cuanto a las áreas de fabricación
de las ánforas. La mayor diferencia se encuentra en la relación entre
las adriáticas y las norteafricanas en la fase que abarca del 134 al 110
a.C. Si bien los fragmentos de pared indicaban que aquellas fueron
superiores, los elementos diagnosticables parecen equiparar las ánforas
llegadas del norte de África a las de las costas adriáticas (fig. 6.4.21).
6.5. CALLE SABATERS-CISNEROS
Las excavaciones se llevaron a cabo durante 1998 en un solar
ubicado entre la calle Sabaters n.º 9 y la Plaza del Cardenal Cisneros n.º 6; en la zona noroeste de la ciudad republicana (Serrano
2000a; 2000b y 1998). Se trata de una de las escasas actuaciones
en las que también se llegó hasta los niveles arqueológicamente
estériles de la ciudad de Valencia en una superficie de 777 m2. Esta
circunstancia permitió observar la secuencia de época republicana.
El acrónimo con el que se identificó la intervención es 2SABCIS.
Los restos más antiguos corresponden a una gran fosa interpretada por sus excavadores como una cantera de arcilla para
la construcción de las tapias de las primeras construcciones de
la zona. Por su parte, las evidencias constructivas más antiguas
documentadas fueron interpretadas como áreas de hábitat efímeras o provisionales relacionadas con barracones de los primeros
pobladores de la ciudad (Serrano 2000b: 81). Sin embargo, más
recientemente todo el conjunto se ha reinterpretado como un
área sacra, cuyo origen probablemente fuera indígena (Ribera i
Lacomba 2014a: 78), que perduró hasta su destrucción producida
durante las Guerras Sertorianas. Las ánforas de los niveles de destrucción ya fueron estudiadas en un artículo específico (Ribera i
Lacomba y Pascual Berlanga 2015) y algunos de los niveles republicanos se incluyeron en el estudio sobre la cerámica común de
la ciudad romana de Valentia realizado por la Dr. Huguet (2021).
En total se han inventariado 1.898 fragmentos de ánforas
procedentes de las excavaciones de Sabaters-Cisneros, lo cual
supone el 6,34% del material estudiado en este trabajo. De ellos
Figura 6.4.20. Calle Roque Chabás. Representación gráfica de la distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función
de la cronología y las áreas de producción identificadas.
Tabla 6.4.17. Calle Roque Chabás. Distribución del número total de fragmentos diagnosticables de las excavaciones de Roque Chabás en
función de la cronología y las áreas de producción identificadas.
Nápoles
Tirreno indet.
Adriático
N. África
Ulterior
13
1
3
12
1
5
Ibiza
Egeo
Indet.
Total
1
2
33
4
8
123
138 a.C.
137-135
134-110
65
7
16
16
109-95
15
1
5
2
94-76
25
2
4
1
7
1
9
3
2
1
24
7
39
4
26
245
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
2
125
12
37
30
10
2
8
21
50,02
4,89
15,1
12,24
4,08
0,81
3,26
8,57
127
[page-n-141]
las ánforas de valentia romana republicana
el 84,29% correspondían a fragmentos de cuerpo o de cuello y se
estima un NMI de 184 ánforas (a este NMI se ha llegado tras la
cuantificación por fases de los fragmentos diagnosticables recuperados que analizaremos en las páginas siguientes), (tabla 6.5.1).
6.5.1. estudio de los elementos no diagnosticables
A nivel general, en función de las tradiciones culturales a que
pertenecen las importaciones de ánforas, los resultados quedan
reflejados en la tabla 6.5.2 y en la figura 6.5.1.
Las importaciones procedentes de las áreas de tradición grecolatina son abrumadoramente mayoritarias, llegando a sumar el
75,55% de los fragmentos de pared, mientras que las de tradición
púnica solamente suman el 16,17%, no siendo mayoritarias en
ninguna de las fases registradas. Las ánforas ibéricas de tradición
indígena únicamente son el 0,06% y las indeterminadas representan el 8,25% de la muestra obtenida.
En cuanto a las áreas de producción identificadas, los resultados por fases cronológicas se pueden observar en la tabla 6.5.3.
Hay una relación muy similar a la proporcionada por las excavaciones en la calle Roque Chabás. El dominio de las de la bahía de
Nápoles es evidente y suponen más de la mitad de todos los fragmentos (59,5%). Las fabricadas en las costas adriáticas, representan
el 12,18%, y tampoco superan en ningún momento a las de Campania. Las de otras áreas de producción italianas son insignificantes y
Tabla 6.5.1. Sabaters-Cisneros. Número total de
fragmentos (NMI: 184).
Completa
Figura 6.4.21. Figura comparativa en la que se pueden observar
las diferencias entre los resultados ofrecidos por el estudio de los
fragmentos diagnosticables (A) y el de los no diagnosticables (B) en
cuanto a las áreas de producción de las ánforas de las excavaciones
del Calle Roque Chabás.. Se han eliminado las áreas de producción
menos representativas para facilitar la visualización de las gráficas.
Fragmentos
%
1
0,05
Borde
136
7,16
Asa
103
5,42
Pivote
58
3,05
Pared
1600
84,29
Total
1898
Tabla 6.5.2. Sabaters-Cisneros. Número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las UUEE y las tradiciones
culturales a que pertenecen.
Grecolatina
Púnica
137-135 a.C.
157
134-95
Indígena
Indet.
TOTAL
29
13
199
464
118
56
638
68
4
3
76
74-27
323
76
32
431
26-14 d.C.
197
31
28
256
TOTAL
1209
258
1
132
1600
%
75,62
16,06
0,06
8,25
94-76
75
128
1
[page-n-142]
análisis de los materiales
sólo implican un 0,06% de los fragmentos de pared identificados.
Los que llegaron del norte de África, representan prácticamente
el mismo porcentaje que lo hacían en Roque Chabás; un 9,06%,
aunque, a diferencia de aquella excavación, en ésta aparecen en
un número ligeramente superior a los adriáticos en el período de
abandono. Los procedentes de Ibiza representan el 5,43% (prácticamente el mismo porcentaje que en Roque Chabás), y también
aparecen de manera constante durante todo el período republicano
del solar. Los de la Ulterior, que suman el 1,62%, y los de tradición indígena, representado por un fragmento en los niveles de
destrucción del 75 a.C. con un 0,06%, son casi inexistentes. Las
ánforas egeas tienen una representación más significativa que en
las otras excavaciones (3,81%), aunque debemos considerar que la
mayor parte de los fragmentos (veinticinco) proceden de los niveles posteriores a la destrucción. En cuanto a los niveles anteriores
al 75 a.C. su presencia es singularmente significativa en las fases
de consolidación urbana (134-95 a.C.). Los fragmentos de procedencia indeterminada suman el 8,25% (fig. 6.5.2).
6.5.2. análisis de los elementos diagnosticables
6.5.2.1. Las fases fundacionales (137-135 a.C.)
Hay un total de 49 fragmentos diagnosticables. Se ha identificado el origen a 48 de ellos (97,95%) y uno ha permanecido en
el grupo de indeterminados (tabla 6.5.4). La mayoría, el 81,25%,
son de la zona de la bahía de Nápoles; un 8,33% de las costas
adriáticas italianas y un 4,16% proceden de otras áreas de Italia.
Las arribadas del norte de África no están representadas y tres
fragmentos, que suponen el 6,25% lo hicieron desde la Ulterior.
Tampoco se han documentado producciones ebusitanas, de tradición indígena o egea.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.5.
El NMI estimado es de 31. La tabla de esta fase es muy diferente a la que se nos ofrecía en Roque Chabás, donde las ánforas
de origen norteafricano eran dominantes. En Sabaters-Cisneros,
éstas no aparecen. Las originarias del área de la bahía de Nápoles
son rotundamente mayoritarias con un 67,74% de la muestra. La
mayor parte de los tipos identificados corresponden al Dressel
1A (fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-112), aunque también hay algunas
que podrían incluirse en el grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1
(fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-111). Las adriáticas ofrecen un valor
similar al que lo hacían en Roque Chabás, un 12,9%. Entre ellas,
la forma más representada (dos) es la Grecoitálica (fig. 6.5.3:
2SABCIS-2849-115 y 2SABCIS-2963-1, Anexo II: B-12). También hay un borde de Apani I (fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-114).
Las de otros lugares de Italia suman el 6,48% y solamente está
representado el conjunto de las Grecoitálicas/Dressel 1A (fig.
6.5.3: 2SABCIS-2961-1 y 2, Anexo II: A-10).
Como ya hemos indicado, entre los fragmentos diagnosticables no se han registrado las del norte de África, aunque entre
los no diagnosticables de esta cronología sí hay al menos catorce
fragmentos.
Tres ánforas del tipo T-9.1.1.1 personifican, con un 9,67%,
a las producciones sudhispánicas. Las ebusitanas, las ibéricas
de tradición indígena y las egeas tampoco están presentes entre
las formas, y en el grupo de indeterminadas (3,32%) incluimos
el borde, cuello y arranque de asas de un ánfora cuya tipología
nos es desconocida (fig. 6.5.3: 2SABCIS-2849-117), (figs. 6.5.4
y 6.5.5).
6.5.2.2. Consolidación urbana y monumentalización (134-95 a.C.)
En esta intervención no fue posible especificar con mayor exactitud la cronología de los materiales que se encontraban entre
los niveles de las fases fundacionales y los de destrucción del
75 a.C.. Por ello recogemos en este epígrafe todas las Unidades
Estratigráficas ubicadas entre una y otra cronologías. Se han
Figura 6.5.1. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica del número total de fragmentos de pared relacionados con la cronología de las
UUEE y las tradiciones culturales a que pertenecen.
129
[page-n-143]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.5.3. Sabaters-Cisneros. Fragmentos de pared. Distribución por zonas de producción y cronología.
B. Nápoles
Italia tirrena
Adriático
N. África
Ulterior
Ibiza
Trad. indígena
Trad. púnica
Egeo
Indet.
TOTAL
137-135 a.C.
117
134-95
347
38
14
2
13
108
87
6
25
2
13
199
9
56
638
94-76
75
60
1
5
3
1
1
2
3
76
74-27
281
26-14
147
17
27
17
32
27
14
17
25
32
431
23
28
256
TOTAL
952
1
195
145
26
87
1
%
59,5
0,06
12,18
9,06
1,62
5,43
0,06
61
132
1600
3,81
8,25
Tabla 6.5.4. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
Nápoles
39
81,25
Adriático
4
8,33
Tirreno indet.
2
4,16
Ulterior
3
6,25
Subtotal
48
97,95
Indet.
1
2,04
Total
49
Tabla 6.5.5. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
2
4
2
Dressel 1
8
11
19
11
Dressel 1A
8
8
16
8
TOTAL
10
8
21
39
NMI
21
67,74
TIRRENO INDET.
Grecoit./Dr. 1
2
2
2
TOTAL
2
2
NMI
2
6,45
ADRIÁTICO
Grecoitálica
2
2
2
Apani I
1
1
1
Adriática indet.
1
1
1
TOTAL
3
1
4
NMI
4
12,9
ULTERIOR
T-9.1.1.1
3
3
3
TOTAL
3
NMI
3
3
9,67
INDETERMINADA
Indeterminadas
1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
3,22
TOTALES
NMI
130
16
8
25
49
31
[page-n-144]
análisis de los materiales
Figura 6.5.2. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica de los fragmentos de pared. Distribución por zonas de producción y cronología.
Figura 6.5.3. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Ánforas procedentes de los niveles fundacionales.
Figura 6.5.4. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Áreas de procedencia de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.5. Sabaters-Cisneros (137-135 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
131
[page-n-145]
las ánforas de valentia romana republicana
y 2SABCIS-3046-5), tres Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.5.6:
2SABCIS-2871-2) y la mayor parte (un mínimo de veintiséis) pertenecen al grupo de las Dressel 1A (fig. 6.5.6: 2SABCIS-2340-1;
2SABCIS-2992-2 y 3; 2SABCIS-3047-2, Anexo II: A-5; 2SABCIS-3213-3; 2SABCIS-3046-3 y 4).
De las costas adriáticas italianas hay un mínimo de siete
piezas (el 11,11% del NMI). Entre ellas hay una Grecoitálica
(fig. 6.5.6: 2SABCIS-3046-2) y tres bordes que hemos clasificado como Apani I (fig. 6.5.6: 2SABCIS-2992-1, Anexo II:
B-23; 2SABCIS-2871-1, Anexo II: B-24 y 2SABCIS-3204-1).
Procedentes de otros lugares italianos se ha establecido un
NMI de seis ánforas (9,52%). La mayor parte (tres) se adscriben al grupo de las Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.5.6:
2SABCIS-2960-1, Anexo II: A-17, 2SABCIS-3047-3, Anexo
II: A-13 y 2SABCIS-3210-1, Anexo II: A-32), también hay
dos Dressel 1A (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3242-1, Anexo II: A-30,
2SABCIS-2871-3, Anexo II: A-24) y una Grecoitálica (fig.
6.5.6: 2SABCIS-3207-1).
contabilizado un total de 109 fragmentos diagnosticables y al
94,49% de ellos le ha sido posible asignar un área de fabricación (tabla 6.5.6).
La mayor parte, el 64,07%, proceden del área de la bahía
de Nápoles, mientras que los adriáticos, el segundo grupo en
importancia, suponen el 20,38%. En este caso, los de otras zonas
italianas representan el 5,82%.
Del norte de África hay una representación del 2,91%. Las
ebusitanas solamente suponen un 0,97%; lo mismo que las
ibéricas de tradición indígena y que las egeas. Por su parte, el
porcentaje de las sudhispánicas se sitúa en el 3,88% de los fragmentos diagnosticables cuyo origen se ha establecido.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.7.
El NMI estimado es de 63 ánforas. De ellas el 60,31% se
fabricaron en la bahía de Nápoles, de donde proceden dos ánforas Grecoitálicas (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3047-1, Anexo II: A-4
Figura 6.5.6. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.).
Conjunto de las ánforas.
Tabla 6.5.6. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles Adriático
Frags.
%
132
Tirreno indet. N. África
Ibiza
Ulterior
Citerior
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
109
66
21
6
3
1
4
1
1
103
6
64,07
20,38
5,82
2,91
0,97
3,88
0,97
0,97
94,49
5,5
[page-n-146]
análisis de los materiales
Las ánforas del norte de África suponen un porcentaje reducido del 3,17% y sólo se ha identificado una Africana Antigua
(fig. 6.5.6: 2SABCIS-2499-1) y, al menos, otra de tipología
indeterminada.
Las ánforas de la Ulterior representan el 6,34% y sólo está
presente, con cuatro bordes, el tipo T-9.1.1.1 (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3213-2, Anexo II: D-8; 2SABCIS-2992-4, Anexo II: D-9
y 2SABCIS-2864-1, Anexo II: D-10). Por otra parte, hay dos
asas: una de un ánfora ebusitana y otra de una ibérica de tradición indígena que respectivamente suponen el 1,58% del NMI.
Igualmente, encontramos un ánfora de Cos que también equivale al 1,44% (fig. 6.5.6: 2SABCIS-3215-1, Anexo II: F-14). Las
tres indeterminadas, dos bordes y un pivote (fig. 6.5.6: 2SABCIS-2499-4, Anexo II: H-8; 2SABCIS-3213-1, Anexo II: H-7
y 2SABCIS-3046-1, Anexo II: H-20), suponen el 4,76% de las
estimadas para este período (figs. 6.5.7 y 6.5.8).
6.5.2.3. Destrucción del año 75 a.C.
Por el contrario, los niveles de destrucción sí fueron bien definidos durante las excavaciones y junto a los de l’Almoina son una
excelente referencia para estudiar una gran variedad de aspectos.
Como ya hemos indicado al inicio de este subapartado, el conjunto
de las ánforas fue analizado y publicado. Así pues, recogemos y
actualizamos en este trabajo los resultados de aquel estudio.
En total se han inventariado 59 fragmentos diagnosticables
y ha sido posible asignar un origen al 94,91% de los mismos
(tabla 6.5.8).
Al igual que viene siendo habitual, las ánforas procedentes de
Italia son rotundamente mayoritarias llegando a sumar el 87,49%
de todos los fragmentos a los que se les ha asignado un origen.
Entre ellas, las de la zona de la bahía de Nápoles son mayoritarias
Figura 6.5.7. Sabaters Cisneros (134-95 a.C.). Áreas de procedencia
de los fragmentos diagnosticables.
(53,57%), aunque también hay una sustancial representación de las
adriáticas (30,35%). Nuevamente, aquellas que personifican a otros
lugares italianos tienen una escasa representación que se sitúa en
el 3,57%. En cuanto a las ánforas fabricadas en áreas de tradición
cultural púnica, las del norte de África representan el 5,35% y las
ebusitanas solamente el 1,78%. Las sudhispánicas, muy escasamente representadas por los fragmentos de pared, no se encuentran
entre las formas registradas, de la misma manera que tampoco lo
están las ánforas ibéricas de tradición indígena. Por su parte, los
tres fragmentos diagnosticables de ánforas egeas suman el 5,35%.
Figura 6.5.8. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.). Tipologías de los fragmentos diagnosticables.
133
[page-n-147]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.5.7. Sabaters-Cisneros (134-95 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de
Individuos estimado.
Borde
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Brindisina
Lamboglia 2
Apani I
Adriática indet.
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
Norte Áfr. indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
Ebusitana indet.
TOTAL
NMI
ULTERIOR
T-9.1.1.1
TOTAL
NMI
CITERIOR
Ibérica indet.
TOTAL
NMI
EGEO
Cos
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Indeterminadas
TOTAL
NMI
TOTALES
NMI
134
Asa
Pivote
Total
NMI
5
4
9
2
3
19
42
66
2
3
7
26
2
3
26
31
14
12
26
38
1
3
2
6
1
3
2
6
3
1
5
2
2
1
10
14
1
2
1
2
3
3
12
21
1
1
1
1
1
1
2
3
1
1
4
4
1
1
1
1
3
3
1
1
6
6
46
13
1,58
3
3
50
1,58
1
1
2
2
6,34
1
1
1
1
1,58
4
4
1
1
3,17
1
1
4
4
11,11
1
1
2
1
1
9,52
1
1
1
3
1
7
1
60,31
1
3
2
6
1
% NMI
109
63
4,76
[page-n-148]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.8. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de los que
les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
N. África
Ibiza
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
30
17
2
3
1
3
56
3
59
53,57
30,35
3,57
5,35
1,78
5,35
94,91
5,08
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.9.
En función del NMI estimado, las ánforas producidas en la
zona de la bahía de Nápoles representan el 50%. La mayor parte
son Dressel 1A (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2857-3, Anexo II: A-6;
2SABCIS-2857-4; 2SABCIS-2572-3 y 4, 2SABCIS-2826-1),
aunque, al menos, hay dos que todavía se encuentran entre las
Grecoitálicas/Dressel 1 (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2826-2 y 2SABCIS-2572-3a, Anexo II: A-7). También está atestiguado el grupo
de las Dressel 1B, con, al menos, cinco piezas (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2611-3 y 4; 2SABCIS-2572-1 y 2SABCIS-2857-2), y el
de las Dressel 1C, con un mínimo de dos (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2572-2 y 9).
Las ánforas adriáticas suponen el 26,19% del NMI. La
mayor parte (cuatro) son del tipo Lamboglia 2 (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2611-1, Anexo II: B-14; 2SABCIS-2572-5; 2SABCIS-2572-6,
Anexo II: B-16 y 2SABCIS-2572-7). En el estudio que hemos
mencionado también se incluía como Lamboglia 2 la pieza 2SABCIS-2611-2 (fig. 6.5.9). Sin embargo, dada la similitud de su pasta
(Anexo II: B-15) con la de una que claramente se fabricó en los
talleres de Apani (Anexo II: B-3), hemos preferido clasificarla
como Apani VII. De la misma manera, el ánfora 2SABCIS-2955-1
(fig. 6.5.9), con el mismo tipo de fábrica y dada la forma del borde,
se ha adscrito a la forma Apani II. También presentes, aunque en
menor número, hay una Grecoitálica (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2572a),
al menos otras dos Brindisinas (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2857-6) y dos
indeterminadas (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2572-1a).
Figura 6.5.9. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Ánforas italianas.
135
[page-n-149]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.5.9. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Completa
Total
NMI
1
3
2
2
11
4
1
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoit./Dr. 1
2
Dressel 1
9
Dressel 1A
8
9
8
Dressel 1B
5
5
5
Dressel 1C
2
2
2
TOTAL
17
9
4
30
NMI
21
50
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
2
TOTAL
1
1
2
NMI
1
1
2,38
ADRIÁTICO
Grecoitálica
1
Brindisina
1
Lamboglia 2
4
Apani II
1
Apani VII
1
Adriática indet.
TOTAL
8
1
1
4
5
2
1
5
4
1
1
1
1
2
2
1
3
7
1
16
NMI
11
26,19
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
2
1
3
TOTAL
2
1
3
NMI
2
2
4,76
IBIZA
T-8.1.3.3
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
2,38
EGEO
Rodia
2
2
1
Cos
1
1
1
TOTAL
3
3
NMI
2
4,76
INDETERMINADA
Grecoit./Dr 1
1
1
1
Dressel 1A
1
1
1
Dressel 1B
1
1
1
Indeterminadas
1
1
1
TOTAL
4
4
NMI
TOTALES
NMI
136
4
32
19
7
1
59
42
9,52
[page-n-150]
análisis de los materiales
Figura 6.5.10. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Ánforas Africanas,
ebusitanas, egeas e indeterminadas.
Figura 6.5.12. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.11. Sabaters-Cisneros (75 a.C.). Áreas de procedencia de
los fragmentos diagnosticables.
Del resto de Italia únicamente hay dos fragmentos: un borde
y un pivote, que suman un 2,38% del NMI. Ambos corresponden
a la forma Dressel 1A (fig. 6.5.9: 2SABCIS-2611-7, Anexo II:
A-25 y 2SABCIS-2857-1).
Las ánforas del norte de África, con tres fragmentos diagnosticables, tienen una representación del 4,76% y solamente se ha
identificado el tipo Africana Antigua (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2573-1
y 2, Anexo II: C-8; y 2SABCIS-2826-4). Por su parte, una única
pieza entera de la forma T-8.1.3.3 representa, con el 2,38%, a las
importaciones de ánforas ebusitanas (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2832-1).
Del Egeo hay al menos dos piezas; una Rodia (Anexo II: F-12) y
otra de Cos (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2572-4a). Finalmente, entre las
de procedencia indeterminada, contamos con un borde fragmentado
que hemos inventariado como Grecoitálica/Dressel 1, un borde de
Dressel 1A (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2611-6, Anexo II: H-1), otro de
Dressel 1B (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2611-5, Anexo II: H-17) y un
cuarto cuya tipología no hemos sabido establecer (fig. 6.5.10: 2SABCIS-2581-1, Anexo II: H-9), (figs. 6.5.11 y 6.5.12).
137
[page-n-151]
las ánforas de valentia romana republicana
6.5.2.4. La etapa de abandono (74-27 a.C.)
El número total de fragmentos diagnosticables inventariados
asciende a 53 (tabla 6.5.10). A cuarenta y nueve se les ha asignado un origen (92,45%). Entre ellos, los procedentes de Italia
son mayoritarios y suman el 93,86%, que se divide entre los
que se fabricaron de la zona de la bahía de Nápoles, la mayor
parte con un 67,34%, los que se hicieron en las costas adriáticas
(24,48%) y los de otros lugares de Italia (2,04%). Al contrario de lo que mostraban los fragmentos no diagnosticables, no
hay representación de ánforas norteafricanas, ebusitanas, sudhispánicas o ibéricas de tradición indígena. Sin embargo, de la
Citerior-Tarraconensis encontramos un 2,04% y las egeas tienen
una presencia del 4,08%.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.11.
El NMI estimado para esta excavación arroja un porcentaje muy similar respecto a las ánforas de la bahía de Nápoles
(37,93%) y las de las costas adriáticas (34,48%). Entre las primeras, el único tipo documentado, con al menos nueve piezas,
es el grupo de las Dressel 1A (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2945-0996).
Entre las adriáticas, las Lamboglia 2 son las mayoritarias, con
un mínimo de nueve ejemplares (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2945-9
y 0998; 2SABCIS-2943-8, Anexo II: B-17 y 2SABCIS-2037-1,
Anexo II: B-1), aunque también encontramos dos fragmentos,
un borde y un pivote, que, al menos, implican una pieza del tipo
Apani II (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2037-2 y 6). Respecto a otros
lugares de Italia, sólo hay un borde de Dressel 1A (fig. 6.5.13:
2SABCIS-2037-3).
El norte de la Citerior-Tarraconensis aparece representado en un 3,44% por una pieza del tipo Pascual 1 (fig. 6.5.13:
2SABCIS-2945-12). Respecto a las egeas, encontramos un
asa de Cos y otra de un ánfora Rodia que suman el 6,89% del
NMI estimado para estos niveles. Entre las ánforas de origen
incierto hay una Grecoitálica/Dressel 1 (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2037-6, Anexo II: H-19), una Dressel 1B (fig. 6.5.13:
2SABCIS-2945-10), otra que debe incluirse entre las Ovoides
(fig. 6.5.13: 2SABCIS-3197-1), aunque desconocemos el origen de su fábrica (Anexo II: H-11) y, finalmente, un borde de
tipología indeterminada (fig. 6.5.13: 2SABCIS-2037-4, Anexo
II: H-18), (figs. 6.5.14 y 6.5.15).
Figura 6.5.13. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Ánforas de los niveles de abandono.
Tabla 6.5.10. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total de
los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Frags.
%
138
Nápoles
Adriático
Tirreno indet.
Citerior
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
33
12
1
1
2
49
4
53
67,34
24,48
2,04
2,04
4,08
92,45
7,54
[page-n-152]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.11. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables. en Sabaters-Cisneros.
Número Mínimo de Individuos estimado.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
5
1
6
2
9
% NMI
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
9
13
5
27
TOTAL
9
18
6
33
NMI
11
37,93
TIRRENO INDET.
Dressel 1A
1
1
TOTAL
NMI
1
1
1
1
3,44
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
8
Apani II
1
Adriática indet.
TOTAL
1
1
1
9
2
1
9
8
2
1
1
1
12
NMI
10
34,48
CITERIOR
Pascual 1
1
1
TOTAL
1
1
NMI
1
1
3,44
EGEO
Rodia
1
1
1
Cos
1
1
1
TOTAL
2
2
NMI
2
6,89
INDETERMINADA
Grecoit./Dr. 1
1
1
1
Dressel 1B
1
1
1
1
1
1
1
Ovoide
1
Indeterminadas
1
TOTAL
3
1
4
NMI
TOTALES
NMI
4
23
23
7
13,79
53
29
139
[page-n-153]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.5.14. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.) Áreas de procedencia
de los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.15. Sabaters-Cisneros (74-27 a.C.). Tipologías de los
fragmentos diagnosticables.
6.5.2.5. Etapa augustea (26 a.C.-14 d.C.)
Fueron inventariados 28 fragmentos diagnosticables (tabla
6.5.12). Solamente a dos (7,14%) no les fue posible asignar
un origen. Se observa una mayor diversidad respecto a la fase
anterior en cuanto al origen de las ánforas. La mayoría sigue
procediendo de Italia: un 61,52% de la zona de la bahía de Nápoles, sólo un 3,57% de las costas adriáticas y el 7,69% lo hicieron
desde otros lugares italianos.
Las ánforas ebusitanas vuelven a estar presentes entre los
fragmentos diagnosticables (3,57%). El mismo porcentaje muestran las ánforas Béticas y se aprecia un incremento de las egeas
que llegarían al 11,53%. En este sentido, debemos tener presente
que varios contextos augusteos conocidos en Valentia corresponden a depósitos rituales probablemente relacionadas con una
refundación de la ciudad (Ribera i Lacomba 2017a y 2010b) y en
los que quizás estos vinos orientales, de mayor calidad, pudieran
jugar un papel más destacado que otros más habituales.
Las tipologías, áreas de producción, tipo de fragmento y NMI
representado en las fases que conforman este período se pueden
observar en la tabla 6.5.13.
El NMI estimado es de 19 piezas. La mayoría (ocho), el
42,1%, son Dressel 1A vesubianas (fig. 6.5.16: 2SABCIS-2988-4,
Anexo II: A-11). De las costas adriáticas, sólo se ha inventariado
el borde de un ánfora Apani I (fig. 6.5.16: 2SABCIS-3134-2,
Anexo II: B-13) que significaría el 5,26%. De otras zonas italianas hemos documentado dos fragmentos diagnosticables que
corresponden a una Grecoitálica/Dressel 1 y a una Dressel 1A
y juntas representan el 10,52% del número estimado de piezas.
Las producciones norteafricanas están igualmente presentes
en un 10,52% y, al menos, una de ellas corresponde a la forma
T-7.4.2.1 (fig. 6.5.16: 2SABCIS-2988-2, Anexo II: C-11). Un
pivote ebusitano representa a estos envases con un 5,26%; el
mismo porcentaje que ofrecen las producciones de la Bética presentes a través del borde de un ánfora de tipología indeterminada
(fig. 6.5.16: 2SABCIS-2966-2, Anexo II: D-15).
Las egeas muestran un incremento que llega a situarse en el
15,78%, lo cual supone el mayor índice de estas ánforas de todos
los conjuntos que hemos estudiado y cuya probable explicación
ha sido comentada más arriba (fig. 6.5.16: 2SABCIS-3185-1,
Anexo II: F-5; 2SABCIS-2967-1 y 2SABCIS-2988-3, Anexo II:
F-4). Solamente un ánfora Dressel 2/4 (5,26%) conforma el grupo
de las de origen indeterminado (fig. 6.5.16: 2SABCIS-3134-3
y 3a, Anexo II: H-21 y Anexo II: H-12), (figs. 6.5.17 y 6.5.18).
6.5.2.6. Sabaters-Cisneros. Valoración de los fragmentos
diagnosticables
En las excavaciones de Sabaters-Cisneros se han inventariado
un total de 298 fragmentos correspondientes a bordes (136), asas
(52) y pivotes (58). Además, se recuperó un ánfora ebusitana
completa. El sumatorio del NMI de cada fase ofrece un resultado
de 184 piezas (tablas 6.5.14 y 6.5.15).
Como ha sido lo habitual en las demás excavaciones que
hemos estudiado, atendiendo al NMI, las ánforas de la bahía de
Nápoles son categóricamente mayoritarias y se sitúan en el 53,8%
con un mínimo de noventa y nueve piezas. Solamente hay dos
Tabla 6.5.12. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Número de fragmentos diagnosticables. Los porcentajes están referidos al número total
de los que les ha sido posible asignar un área de procedencia.
Nápoles
Frags.
%
140
Adriático
Tirreno Indet
N. África
Ibiza
Bética
Egeo
Subtotal
Indet.
Total
28
16
1
2
2
1
1
3
26
2
61,53
3,57
7,69
7,69
3,57
3,57
11,53
92,85
7,14
[page-n-154]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.13. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de producción y tipología de los fragmentos diagnosticables.
Borde
Asa
Pivote
Total
NMI
6
6
3
2
5
5
5
3
13
16
2
6
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
TIRRENO INDET.
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
TOTAL
NMI
ADRIÁTICO
Apani I
TOTAL
NMI
NORTE ÁFRICA
T-7.4.2.1
Norte África indet.
TOTAL
NMI
IBIZA
Ebusitana indet.
TOTAL
NMI
BÉTICA
Indeterminada
TOTAL
NMI
EGEO
Rodia
TOTAL
NMI
INDETERMINADA
Dessel 2/4
TOTAL
NMI
% NMI
8
1
1
2
1
1
2
42,1
1
1
2
1
1
1
1
10,52
1
1
1
1
1
2
1
1
1
5,26
1
1
2
1
1
1
1
10,52
1
1
1
1
1
1
5,26
1
1
3
3
3
3
5,26
3
3
1
1
1
1
2
2
15,78
1
1
TOTALES
NMI
15
7
6
5,26
28
19
Tabla 6.5.14. Número total de fragmentos diagnosticables (NMI: 184).
138 a.C.
137-135
134-95
16
50
8
46
Completas
Bordes
Asas
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
Total frags.
1
0,33
32
23
15
136
45,63
19
23
7
103
34,56
19,46
1
Pivotes
25
13
7
7
6
58
TOTAL
49
109
59
53
28
298
%
141
[page-n-155]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 6.5.18. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Tipologías de
los fragmentos diagnosticables.
Figura 6.5.16. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Ánforas
italianas, norteafricanas, hispanas, egeas e indeterminadas.
Figura 6.5.17. Sabaters-Cisneros (26 a.C.-14 d.C.). Áreas de
procedencia de los fragmentos diagnosticables.
Grecoitálicas, ambas recuperadas en los niveles de consolidación
urbana (1,08%) y un porcentaje relativamente bajo de Grecoitálicas/Dressel 1 (3,80%), las cuales se documentan sólo hasta el
75 a.C. A otras veintiséis piezas campanas (fundamentalmente
asas y pivotes), el 14,13% del NMI, no ha sido posible asignar un
grupo más específico que el de las Dressel 1 y las encontramos
distribuidas por todas las fases identificadas en las excavaciones,
aunque, mayoritariamente, también se concentran entre el 137 y
el 95 a.C. Las ánforas del tipo Dressel 1A son las más habituales
con el 30,97% del NMI (cincuenta y siete) e, igualmente, están
concentradas entre el 137 y el 95 a.C., si bien, aparecen de manera
significativa en los niveles posteriores a la destrucción. También
142
hay ligera representación de los tipos Dressel 1B (2,71%) y Dressel 1C (1,08%), los cuales únicamente se han descubierto en los
niveles del 75 a.C.
Las ánforas de las costas italianas del Adriático representan
el 17,93%; un valor muy similar al que proporcionaban los datos
de Roque Chabás, donde sumaban el 16,66%. Las Grecoitálicas,
con un mínimo de cuatro piezas suponen un 2,17% y se encuentran desde los momentos más próximos a la fundación hasta el 75
a.C. Asimismo, a partir del cambio de siglo aproximadamente,
encontramos una representación de ánforas brindisinas (1,63%),
las cuales, no obstante, se concentran principalmente en los niveles
de destrucción. Por su parte, el tipo Apani I, con al menos cinco
piezas y una representación del 2,72%, sólo se encontró en los
niveles fechados entre el 110 y el 95 a.C. y, residualmente, con un
ejemplar, en los augusteos. Pero el ánfora adriática más habitual es
la Lamboglia 2. Hay un mínimo de trece piezas (7,06%), las cuales
comienzan a aparecer en el registro de Sabaters-Cisneros a partir
del último cuarto del siglo II a.C., pero son singularmente importantes en los niveles sertorianos, donde se han contabilizado cinco
fragmentos, y también en los de abandono (74-27 a.C.), con nueve
fragmentos que, obviamente, también están relacionados directa
o indirectamente con la destrucción. Asimismo, en los niveles del
75 a.C. y los inmediatamente posteriores encontramos los tipos
Apani II (un mínimo de dos piezas que suman el 1,08%) y Apani
VII (una pieza que implica el 0,54%).
Las procedentes de otros lugares de Italia representan, con al
menos doce piezas, un 6,52%; prácticamente la misma representación que en el registro de Roque Chabás (6,89%). Principalmente,
se encuentran en los niveles fechados entre el 137 y el 75 a.C.,
sobre todo en los de consolidación urbana (134-95 a.C.). El
[page-n-156]
análisis de los materiales
Tabla 6.5.15. Sabaters-Cisneros. Tabla general de los fragmentos diagnosticables y NMI estimado. Distribución por zonas de producción,
tipología y cronología. Los porcentajes están referidos al NMI.
BAHIA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./ Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit./ Dr. 1
Dressel 1A
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Brindisina
Lamboglia 2
Apani I
Apani II
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
Norte África indet.
TOTAL
IBIZA
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Dressel 12
TOTAL
CITERIOR
Pascual 1
Ibérica indet.
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Grecoit./Dr.1
Dressel 1A
Dressel 1B
Ovoide
Dressel 2/4
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
138 a.C. 137-135 134-95
4
19
16
2
3
19
42
39
66
2
2
2
1
3
2
6
94-76
75
3
11
9
5
2
30
2
2
1
1
2
3
3
1
4
12
21
1
1
3
16
1
3
2
3
3
1
1
3
4
3
4
1
5
5
26-14 d.C.
% NMI
2
7
26
57
5
2
99
1,08
3,8
14,13
30,97
2,71
1,08
53,8
3
13
33
16
1
1
1
1
2
1
6
6
13
1
6
5
12
0,54
3,26
2,71
6,52
1
4
7
17
5
3
1
17
54
4
3
13
5
2
1
5
33
2,17
1,63
7,06
2,72
1,08
0,54
2,71
17,93
1
1
2
4
1
3
8
3
1
2
6
1,63
0,54
1,08
3,26
1
1
1
2
3
1
2
3
0,54
1,08
1,63
1
1
7
1
8
7
1
8
3,8
0,54
4,34
1
1
2
1
1
2
0,54
0,54
1,08
6
3
9
5
3
8
2,71
1,63
4,34
2
1
1
1
2
1
2
9
17
1
1
1
2
1
1
6
13
0,54
0,54
0,54
1,08
0,54
0,54
3,26
7,06
28
298
9
2
1
12
1
1
1
1
1
1
NMI
6
27
1
2
1
3
Total frags.
2
10
58
107
5
2
184
1
1
1
1
1
74-27
1
1
2
3
3
1
1
1
1
1
6
6
1
4
1
4
49
109
59
53
2
184
143
[page-n-157]
las ánforas de valentia romana republicana
tipo más representado, con seis ejemplares (3,26%), es el de las
Grecoitálicas/Dressel 1, aunque también hay, al menos, una Grecoitálica (0,54%) y otras cinco Dressel 1A (2,71%).
Las ánforas del norte de África son singularmente poco representativas en estas excavaciones. Solamente suponen el 3,26% del
NMI, con un total de ocho fragmentos y, al menos, seis piezas. La
mayor parte son Africanas Antiguas (1,63%) halladas en los niveles
del cambio del siglo II al I a.C., pero sobre todo en los del 75 a.C.
Por su parte, en los niveles augusteos hay una T-7.4.2.1.
Tampoco las ánforas ebusitanas son significativas. Hay
un mínimo de dos piezas (1,63%). Una de ellas es un ánfora
completa del tipo T-8.1.3.3 que procede de los niveles de destrucción (0,54%) y la otra un fragmento de tipología indeterminada
documentado en los niveles augusteos. De la misma manera, las
ánforas de la Citerior-Tarraconensis tienen una plasmación muy
escasa del 1,08% sólo personificada por un ánfora ibérica descubierta en los niveles del 134-95 a.C. y por otra del tipo Pascual 1
recuperada de los niveles de abandono (74-27 a.C.).
Las de la provincia Ulterior ofrecen prácticamente el mismo
porcentaje que veíamos en Roque Chabás (4,34%). Igualmente, el
tipo más representado, con al menos siete piezas, es el T-9.1.1.1
(3,8%), todas ellas encontradas en los niveles del 134-110 a.C.
Hay también un ánfora Bética indeterminada de los niveles de
época augustea (0,54%).
Las egeas tienen una representación del 4,34%; prácticamente
la misma que en Roque Chabás. Al menos hay cinco ánforas Rodias
(2,71%). Dos fragmentos se hallaron en los niveles del 75 a.C., uno
en los de abandono y otros tres en los augusteos. Asimismo, hay
un mínimo de tres ánforas de Cos (1,63%). Una de ellas procede
de los niveles de consolidación urbana, otra de los de destrucción
y una tercera de los de la fase de abandono.
Las de origen indeterminado suman un total de diecisiete fragmentos y un mínimo de trece ánforas (7,06%). La mayoría proceden
de los niveles de destrucción y abandono. Las tipologías identificadas
dentro de este grupo son: una Grecoitálica; una Grecoitálica/Dressel
1; una Dressel 1A; una Dressel 1B; una Ovoide; y una Dressel 2/4,
la cual se recuperó en los niveles augusteos. Además, hay al menos
nueve (3,26%) cuya tipología no ha sido posible determinar.
A nivel general, atendiendo al número de fragmentos, estas
excavaciones también muestran que las ánforas de tradición latina o
grecolatina representan el mayor volumen de las importaciones de
ánforas de la ciudad, las cuales llegan a sumar un total del 84,56%
frente a las fabricadas en lugares de tradición púnica (6,37%) o las
egeas (3,02%). Las ibéricas de tradición indígena son insignificantes con un 0,33%. A diferencia de las otras excavaciones revisadas,
en esta ocasión, no hay ninguna fase en que las ánforas fabricadas
en las áreas de tradición grecolatina y púnica pudieran llegar a ser
equiparables (tabla 6.5.16 y fig. 6.5.19).
Figura 6.5.19. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica del número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología
de las UUEE y tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 6.5.16. Sabaters-Cisneros. Número total de fragmentos diagnosticables relacionados con la cronología de las UUEE y tradiciones
culturales a que pertenecen.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
Total tradición
%
144
Latina
Púnica
Indígena
Egeo
Indet.
Total fase
45
93
3
8
1
1
1
6
49
109
48
47
19
252
84,56
4
1
0,33
3
2
3
9
3,02
4
4
2
17
5,7
59
53
28
298
4
19
6,37
[page-n-158]
análisis de los materiales
Respecto a las ánforas italianas, en general, los resultados
son similares a los proporcionados por Roque Chabás. En total
suman el 84,22% de las importaciones de ánforas durante todo
el período analizado. De ellas, la mayoría se fabricaron en área
de la bahía de Nápoles (61,74%). Las que tienen su origen en las
costas adriáticas italianas se sitúan en un 18,12% y las producidas
en otros lugares de Italia vuelven a ser las menos representadas
con un 4,36%.
A diferencia de lo que ocurre en las otras excavaciones revisadas, las ánforas procedentes del norte de África/Sicilia occidental
son muy escasas entre los materiales de Sabaters-Cisneros. El
número total de fragmentos solamente suma un 2,68%; el mismo
porcentaje que las llegadas desde el sur de Hispania. Asimismo,
las ebusitanas sólo representan el 1% de las importaciones. Las
de la Citerior e ibéricas de tradición indígena son prácticamente
inexistentes con un 0,67%. Solamente están representadas las
ibéricas de tradición indígena en el período de consolidación
urbana y, ya en época augustea, las ánforas de tradición plenamente romana del nordeste peninsular. Las egeas aparecen en
todas las fases documentadas con una tendencia más o menos
constante que, en total, representa el 3,02% de las ánforas importadas durante el período estudiado. Por su parte, el conjunto de
las ánforas de procedencia indeterminada suma el 5,7% (tabla
6.5.17 y fig. 6.5.20).
6.6. ÁNFORAS DE OTRAS INTERVENCIONES
ARQUEOLÓGICAS
Finalmente, hemos sumado al análisis las ánforas republicanas
descubiertas en otras intervenciones arqueológicas o consecuencia de hallazgos casuales que presentaban marcas, sellos o tituli
picti para incorporarlas al corpus epigráfico del Anexo I (tabla
6.6.1 y fig. 6.6.1).
Además, mencionamos tres ánforas que no hemos incluido
en los cómputos analíticos, pero resultan ilustrativas. Proceden de la fase republicana de la necrópolis descubierta en
la calle Quart-Cañete (García Prósper 2015), la cual supone
el único caso de un cementerio claramente itálico en Hispania (Ribera i Lacomba 2008: 189). Por tanto, también es sin
duda una de las actuaciones más significativas en que se han
encontrado restos romanos republicanos en Valentia. Algunas
de las tumbas se han asociado a los propios fundadores y los
rituales relacionados con ellas han contribuido a confirmar
de modo más fehaciente el origen itálico de aquellos (Ribera
i Lacomba 2021 y 2009: 62-65). Las ánforas descubiertas en
los enterramientos, en una trinchera votiva y otros niveles de
la necrópolis, merecen un estudio diferenciado y en profundidad que, sin embargo, veinte años después de finalizadas las
excavaciones, todavía no se ha realizado.
Figura 6.5.20. Sabaters-Cisneros. Representación gráfica de la distribución del número total de fragmentos diagnosticables en función de
la cronología y las áreas de producción identificadas.
Tabla 6.5.17. Sabaters-Cisneros. Distribución del número total de fragmentos en función de la cronología y las áreas de producción
identificadas.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Nápoles
Tirreno indet.
Adriático
N. África
Ibiza
Ulterior
Citerior
Egeo
Indet.
Total
39
66
2
6
4
21
3
1
3
4
1
1
1
6
49
109
30
33
16
184
61,74
2
1
2
13
4,36
16
12
1
54
18,12
3
1
3
2
3
9
3,02
4
4
2
17
5,7
59
53
28
298
1
2
8
2,68
1
3
1
1
8
2,68
2
0,67
145
[page-n-159]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 6.6.1. Otras ánforas que han sido incorporadas al estudio epigráfico.
Producción
Tipología
Adriática
Lamboglia 2
El Saler
150-50 a.C.
1
1
1
Adriática
Lamboglia 2
El Saler
150-50 a.C.
1
1
1
Adriática
Lamboglia 2
Tenerías
26 a.C-13 d.C.
1
1
1
Campania
Grecoitálica
Pl. Reina
134-110 a.C.
1
1
1
Campania
Grecoitálica
Pl. Virgen
94-76 a.C.
1
1
Italia tirrena
Dressel 1B
Pl. Reina
150-50 a.C.
1
1
1
Italia tirrena
Grecoitálica
Pl. Reina
134-110 a.C.
1
1
1
Norte África
Afticana Antigua
Pl. Virgen
138-75 a.C.
1
1
Norte África
Indet.
Pl. Reina
94-76 a.C.
1
1
Ulterior
T-9.1.1.1
Pal. M. de Caro
138-110 a.C.
1
1
Egeo
Rodia
Pl. Virgen
134-110 a.C.
1
1
Indet.
Grecoitálica
Pl. Virgen
26-14 d.C.
1
1
1
2
12
12
TOTALES
Lugar del hallazgo
Cronología
Pared
Borde Asa Pivote Total NMI
1
1
1
1
1
1
7
Figura 6.6.1. Ánforas procedentes de otras actuaciones con epigrafía o marcas.
146
2
[page-n-160]
análisis de los materiales
Figura 6.6.2. Ánfora brindisina. Necrópolis republicana de la calle
Quart-Cañete.
Figura 6.6.3. Ánfora Grecoitálica (1) y Grecoitálica/Dressel 1 (2).
Necrópolis republicana de la calle Quart-Cañete.
Las traemos a colación porque además de estar enteras, lo
cual como hemos visto es algo poco común en Valentia, son
muy significativas. La primera se asocia a un contexto ritual: un
loculus del s. I a.C. (García Prósper 2015: Cremación n.º 120).
Se trata de un ánfora brindisina que podríamos asociar al tipo
Giancola 1-Apani VII del último cuarto del siglo II a.C. (fig.
6.6.2) y señala que, desde los momentos iniciales de la vida de
la ciudad, las importaciones de ánforas de la vertiente adriática
italiana estuvieron muy presentes y, en este caso, también que el
aceite brindisino pudo igualmente estarlo en los ritos funerarios.
Las otras dos proceden de la misma necrópolis y resultan
reveladoras desde el punto de vista tipológico. Una de ellas (fig.
6.6.3: 1) es una Grecoitálica tardía, su borde no ofrece dudas
y su pasta es adriática muy similar a las muestras B-20 y 21
del Anexo II. Procede de un hipogeo de la etapa fundacional
(Tumba n.º 24). A la otra, cuya pasta parece tirrena, la clasificaríamos como Grecoitálica/Dressel 1, aunque desde el punto
de vista morfológico sea prácticamente igual a la anterior, su
borde podría perfectamente corresponder a una Dressel 1A y
sería algo así como el labio de una Dressel 1A en el cuerpo de
una Grecoitálica tardía (fig. 6.6.3: 2), viniendo a representar
lo complejo que resulta diferenciar unas de otras y estableciendo un paradigma del momento cronológico en que comenzó
a producirse el paso de un tipo al otro. También se descubrió
en el ajuar de un hipogeo que se ha fechado en el siglo II a.C.
(Tumba n.º 18).
147
[page-n-161]
[page-n-162]
7
Evaluación de los datos y discusión
En el capítulo anterior hemos podido observar cómo, aunque cada
una de las excavaciones revisadas ofrece una tendencia similar, en
algunos aspectos concretos los datos son diferentes e incluso contradictorios. Esta circunstancia pone de manifiesto que para estudiar las
ánforas de un yacimiento como Valentia en el período republicano
es preciso realizar un análisis de varias intervenciones; cuantas más
mejor. En este sentido, conviene recordar algo que no debe ser olvidado por evidente que parezca: lo evidenciado en la excavación de
un solar no tiene por qué representar la realidad de unos materiales
en un período o fase determinados de la historia de cualquier urbe
de la Antigüedad. Incluso si solamente nos centramos en fechas tan
concretas y extraordinariamente acotadas como ocurre en la Valentia
del 138 y del 75 a.C., los resultados de las distintas intervenciones
se nos han mostrado desiguales.
Por otra parte, la mayor parte de los fragmentos estudiados
procede de las excavaciones de l’Almoina, así que la tendencia
general de las conclusiones se verá condicionada por los materiales recuperados en ellas, pero matizadas y redefinidas por aquellos
que también aportaron las otras actuaciones arqueológicas que
hemos incorporado al análisis.
En nuestro estudio hemos examinado los elementos no
diagnosticables separadamente de los que sí lo eran. Así pues,
también vamos a dividir este capítulo evaluando ambos conjuntos
por separado para compararlos y después hacer una valoración
general por fases a partir de NMI estimado, que es lo que verdaderamente ofrecerá una visión más aproximada a la realidad
de la circulación de ánforas en la Valentia romana republicana.
7.1. EL CONJUNTO DE LOS FRAGMENTOS NO
DIAGNOSTICABLES. ASPECTOS GENERALES
Hemos eliminado de las gráficas las barras que representan los
fragmentos de origen indeterminado con la finalidad de que la
visión y comprensión sean más eficaces.
Entre los de tradición púnica se incluyen los del norte de
África, probablemente Sicilia occidental, todo el sur de Hispania
e Ibiza. Por su parte, los de ánforas ibéricas se han individualizado
bajo el epígrafe de Tradición Indígena con el fin de observar el
impacto que estos contenedores pudieran tener en el desarrollo
del abastecimiento y las actividades comerciales de la ciudad.
7.1.1. tradiciones culturales
Por lo que a las tradiciones culturales se refiere, observamos que
la tendencia en todas las excavaciones es hacia una notabilísima
superioridad de los fragmentos procedentes de áreas de tradición cultural grecolatina, los cuales se reducen básicamente a la
península italiana, frente a aquellos que llegaron desde lugares
con una tradición cultural púnica o desde el Mediterráneo oriental que, aun formando parte de la tradición grecolatina, también
hemos individualizado.
Sin embargo, si sólo atendemos, bien por separado o bien
en su conjunto, a los datos obtenidos de las excavaciones de
la calle l’Herba, les Corts y Roque Chabás, podríamos llegar
a la conclusión de que, en el momento de la fundación y los
años inmediatamente posteriores (138-135 a.C.), las ánforas
procedentes de las tradiciones grecolatina y púnica llegaron
a Valentia en proporciones muy similares. Incluso podríamos aventurar la posibilidad de que las importadas desde las
áreas de influencia púnica fueran cuantitativamente mayores
en aquellos momentos. Para ese mismo período, tanto l’Almoina como Sabaters-Cisneros reflejan un equilibrio bien
distinto en el que las de tradición grecolatina claramente
son superiores.
Algo similar ocurre con los fragmentos no diagnosticables del 75 a.C. en aquellas intervenciones donde se han
podido documentar los niveles relacionados con la destrucción de la ciudad. L’Almoina y Sabaters-Cisneros muestran
149
[page-n-163]
las ánforas de valentia romana republicana
representan algo menos de un tercio de los latinos (15,81% del
total) y las indígenas y egeas son tan minoritarias que en ningún caso alcanzan el 1% (0,67% y 0,35% respectivamente). En
cualquier caso, debemos considerar que respecto a los no diagnosticables el porcentaje de indeterminados es alto, situándose
en el 26,2% del total de los fragmentos.
En la gráfica que proporciona el sumatorio de todos los
fragmentos por cronología y tradición cultural (fig. 7.1.1) se
observa cómo, efectivamente, la diferencia entre los latinos
y púnicos en el momento de la fundación no fue demasiado
importante y prácticamente ambos grupos llegarían por igual,
con una ligera mayoría de los latinos frente a los púnicos. Posteriormente, esta proporción varía claramente en favor de los
primeros, los cuales llegarían a un ritmo equivalente a algo más
del doble que los segundos. Proporción que también se mantendría en época Augustea.
Por otra parte, las ánforas ibéricas, excepto en el 138 a.C.,
están presentes en todos los períodos, aunque en unos porcentajes
muy bajos que únicamente parecen tener cierta relevancia en el
momento de la destrucción. De la misma manera, los egeos aparecen de manera constante, pero también muy reducida, desde la
misma fundación hasta época augustea, cuando parecen ofrecer
una mayor significación.
una proporción absolutamente mayoritaria de las grecolatinas frente a las de tradición púnica y, sin embargo, las
excavaciones de les Corts parecen matizar esa apreciación,
pues la diferencia entre unas y otras es considerablemente
más reducida.
Las de tradición indígena se encuentran recogidas en todas
las intervenciones de manera intermitente y siempre suponen un grupo minoritario. Sin embargo, proporcionalmente,
las excavaciones de les Corts arrojan un número mayor de
fragmentos que, en los niveles del 75 a.C., parecen cobrar
especial relevancia.
Finalmente, nada podríamos decir de las importaciones egeas
de no ser por las excavaciones de l’Almoina; única excavación
donde, aunque en cadencia muy escasa, los fragmentos no diagnosticables se encuentran, no obstante, durante todo el período
analizado.
En cuanto a las tradiciones culturales, el conjunto de todos los
fragmentos de pared incorporados a esta tesis ofrece la tabla 7.1.1.
En total se han inventariado 27.605 fragmentos de pared. En
conjunto, se observa que durante todo el período analizado son
los fragmentos de tradición latina o grecolatina los que acaparan
el mayor volumen de las importaciones de la ciudad llegando a
sumar el 56,95% de todos, mientras que los de tradición púnica
Figura 7.1.1. Gráfica general por cronología de los fragmentos no diagnosticables y las tradiciones culturales a que pertenecen.
Tabla 7.1.1. Número total de fragmentos no diagnosticables estudiados. Cronología y tradición cultural a que pertenecen.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Trad. latina
535
1209
6322
2416
3603
999
638
15.722
56,95
Trad. púnica
336
482
2129
349
570
278
223
4367
15,81
2
21
2
125
1
35
186
0,67
3
10
7
8
25
43
97
0,35
26,2
Trad. indígena
Trad. egea
Indet.
TOTAL
150
1
533
504
2940
631
1475
762
388
7233
1405
2200
11.422
3405
5781
2065
1327
27.605
[page-n-164]
evaluación de los datos y discusión
7.1.2. áreas de procedencia
Respecto a las áreas de fabricación de los fragmentos no diagnosticables ocurre algo similar. Los resultados son incluso más contradictorios si comparamos los de las distintas excavaciones entre
sí. En este sentido, atendiendo a los datos proporcionados por las
excavaciones de l’Almoina, observamos como entre las ánforas
italianas, las originarias de la bahía de Nápoles, en progresión
ascendente desde la fundación y siempre acompañadas por otras
adriáticas, son mayoritarias hasta el momento en que la ciudad
está plenamente consolidada. Desde entonces, y en el año de la
destrucción, las adriáticas serían mayoritarias. Las llegadas desde
el norte de África no parecen cobrar relevancia en ninguna de las
fases, excepto en el período que comprende el cambio de siglo,
cuando se muestra un ligero aumento. Las Ebusitanas, por su parte,
aparecen de manera constante en todas las fases en proporciones
más o menos similares, con un ligero repunte también entre el 109
y 95 a.C. Las otras producciones mantienen los escasos niveles que
ya hemos visto y comentado.
Por el contrario, en las excavaciones de Les Corts, las ánforas
adriáticas apenas son significativas en ninguna de las fases que se
han identificado. En cambio, las del norte de África son las que
parecen acompañar a las campanas en una proporción menor a la
mitad de éstas. Las ebusitanas mantienen su discreta pero constante
presencia y las ibéricas de tradición indígena se vuelven a mostrar
significativas en el momento de la destrucción.
En las excavaciones de la calle l’Herba, se observa un panorama completamente distinto a los anteriores. En el año de la
fundación la relación entre las ánforas itálicas es de una ligera
superioridad de las adriáticas frente a las de la zona vesubiana.
Esa tendencia parece mantenerse hasta el cambio de siglo,
cuando la proporción entre ambas se equiparó. De estas excavaciones no hay datos que se puedan ubicar entre el 95 y el 75
a.C., pero en los niveles que se encuentran inmediatamente
por encima de la destrucción, la relación entre unas y otras se
invierte y las del área napolitana son abrumadoramente mayoritarias. Por otra parte, las del norte de África se muestran aquí
como las ánforas dominantes durante la fundación, aunque
luego parecen desaparecer del registro hasta reaparecer en los
niveles post-sertorianos en una proporción superior a las adriáticas, pero muy inferior a las campanas.
Los resultados de Roque Chabás y Sabaters-Cisneros ofrecen gráficas similares donde las ánforas campanas son siempre
dominantes y en ningún momento se ven sobrepasadas por las
adriáticas. Las dos representan una presencia moderada de ánforas
norteafricanas y, especialmente en Roque Chabás, las ebusitanas
tendrían especial relevancia hasta la destrucción.
A nivel general, la tabla de las áreas de producción de los
fragmentos de pared estudiados (tabla 7.1.2) revelaría que las
ánforas procedentes de Italia suponen el 56,93% de las importaciones de ánforas de la ciudad durante todo el período analizado.
Las de la zona de la bahía de Nápoles representarían un 36,59%
de las importaciones. Las adriáticas, aunque inferiores y, al
contrario de lo que a priori podríamos pensar, serían significativamente importantes, llegando a alcanzar el 19,42%, que es algo
más de la mitad de lo que supusieron las vesubianas. Las producciones norteafricanas representarían el 4,95%, una cifra que se
sitúa por debajo de las ebusitanas (5,6%), aunque hemos de tener
presente que, muy probablemente, el grupo de las de tradición
púnica indeterminada incorpore fragmentos de esta procedencia
y también del sur de Hispania, la cual está escasamente representada con un 0,87%.
La gráfica que se desprende plasma que las ánforas procedentes
del área vesubiana fueron superiores respecto a las adriáticas desde
la fundación hasta el año 75 a.C. Momento en que las producciones
adriáticas las superarían ligeramente (fig. 7.1.2).
Por otra parte, se observa que, en los momentos más próximos
a la fundación, las ánforas norteafricanas llegarían aproximadamente en las mismas cantidades que las adriáticas, con un
repunte en torno al cambio de siglo y una presencia escasa, pero
constante, hasta el final del período estudiado. Las ánforas ebusitanas, efectivamente, indican que debieron ser importantes en los
momentos fundacionales. También, en torno al cambio de siglo,
parece haber un repunte que incluso supera a las norteafricanas.
Su presencia sería escasa, aunque constante hasta el final. Lo
mismo parecen mostrar las ánforas procedentes de la Ulterior
y las ibéricas de tradición indígena: en muy escasos porcentajes están presentes desde la fundación, pero su exigua presencia
resulta constante a lo largo de todas las fases. En el primer caso su
importancia podría haber sido mayor en los niveles anteriores y en
torno al cambio de siglo. Las ibéricas, por su parte, nuevamente
parecen tener su mayor peso en el episodio de la destrucción.
Tabla 7.1.2. Áreas de fabricación del conjunto de los fragmentos de pared por cronología y tradición cultural a que pertenecen.
B. Nápoles
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
429
965
4421
1414
1640
774
3
33
48
146
26
241
1868
954
1817
199
Italia tirrena
Adriático
106
74-27 26-14 d.C.
460
178
TOTAL
%
10.103
36,59
256
0,92
5363
19,42
N. África
39
206
647
142
200
76
58
1368
4,95
Trad. pún.
54
151
642
72
185
80
26
1210
4,38
Ulterior
22
15
79
25
16
21
63
241
0,87
221
110
761
110
169
101
76
1548
5,6
2
21
2
125
1
35
186
0,67
Egeo
1
3
10
7
8
25
43
97
0,35
Indet.
533
504
2940
631
1475
762
388
7233
26,2
1405
2200
11.422
3405
5781
2065
1327
27.605
Ibiza
Trad. indíg.
TOTAL
151
[page-n-165]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 7.1.2. Gráfica general de las áreas de producción del conjunto de los fragmentos no diagnosticables por fases cronológicas.
Las ánforas de la Citerior, entendiendo por éstas solamente a
las propiamente romanas producidas en esta provincia, ni siquiera
aparecen representadas por los fragmentos no diagnosticables en
ninguna de las excavaciones. Cuando lo han hecho, en l’Almoina,
los fragmentos inventariados como tales correspondían a ánforas
ibéricas, por lo que también los hemos sumado a éstas.
Por su parte, las ánforas egeas mantienen una presencia minoritaria pero constante desde la fundación hasta el final.
7.2. EL CONJUNTO DE LOS ELEMENTOS
DIAGNOSTICABLES. ASPECTOS GENERALES
Para centrar los resultados definitivos de este análisis únicamente
tendremos en cuenta el NMI establecido para cada una de las
fases en que hemos divido el período estudiado.
7.2.1. tradiciones culturales
Las gráficas resultantes del análisis de los fragmentos diagnosticables ofrecían una información similar a la que ya apuntaban
los no diagnosticables.
A nivel general, las excavaciones de l’Almoina, Les Corts,
Roque Chabás y Sabaters-Cisneros muestran, no obstante,
mayor moderación en la presencia de ánforas fabricadas en
lugares de tradición cultural púnica respecto a las de tradición grecolatina de lo que hacían los fragmentos de pared. Sin
embargo, en la calle l’Herba, las púnicas se tornan claramente
dominantes en los niveles de la fundación y en momentos más
cercanos a la misma. Por su parte, las ánforas egeas, que sólo
estaban presentes entre los no diagnosticables de l’Almoina,
aparecen representadas en todas las excavaciones excepto en
la calle l’Herba (donde, por otra parte, los materiales son muy
escasos) y, en según qué fase, como veremos más adelante,
incluso serían equiparables a las llegadas desde lugares de tradición púnica. Las ánforas ibéricas de tradición indígena también
concurren en todas las excavaciones excepto en Roque Chabás,
donde, sin embargo, los no diagnosticables sí las representaban
y, por el contrario, son significativamente más numerosas en
las intervenciones de les Corts.
El conjunto de las excavaciones ofrece la tabla 7.2.1. En total
se han inventariado 2.280 fragmentos diagnosticables (más los 11
de otras excavaciones que no aparecerán en el cómputo del NMI).
Respecto a los fragmentos de pared, los resultados obtenidos son
similares, aunque matizados, sobre todo en lo que respecta a las
ánforas de tradición púnica en relación con las de tradición latina
o grecolatina. En este sentido, el conjunto de las formas indica una
mayor importancia de las latinas, las cuales, a lo largo de todo el
período estudiado, llegaron a suponer el 73,37% de las importaciones frente a un 13,68% de aquellas que procedían de lugares de
tradición cultural púnica. Porcentualmente, también suben tanto las
producciones de tradición indígena como las egeas, aunque manteniendo sus escasos valores (1,31% y 1,4% respectivamente). Las
Tabla 7.2.1. Tabla general de las tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos diagnosticables del conjunto de las
excavaciones estudiadas.
138 a.C.
137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
Trad. latina
52
123
250
340
199
483
Trad. púnica
39
31
58
66
32
36
1
2
5
4
2
7
Trad. indígena
26-14 d.C.
TOTAL
%
147
79
1673
73,37
20
30
312
13,68
8
1
30
1,31
Trad. egea
1
2
5
5
3
8
2
6
32
1,4
Indet
4
17
29
70
25
44
32
12
233
10,21
97
175
347
485
261
578
209
128
2280
TOTALES
152
[page-n-166]
evaluación de los datos y discusión
Figura 7.2.1. Gráfica general de las tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos diagnosticables de las excavaciones estudiadas.
ibéricas siguen mostrándose especialmente importantes, dentro de
su escasa relevancia, en el episodio de la destrucción y en los niveles
de abandono, algunos de los cuales probablemente también estén en
relación con tal hecho. Las egeas, por su parte, parecen mantener
una relevancia similar a lo largo de todo el período, con mayor significación también en el 75 a.C. y ya en época augustea. Finalmente,
las ánforas indeterminadas suman un 10,21%.
Por tanto, la gráfica que se desprende (fig. 7.2.1) es muy
similar a la que ofrecía la del conjunto de los fragmentos no
diagnosticables. El único momento en que las ánforas fabricadas
en lugares de tradición púnica tuvieron una relevancia proporcional, aunque ligeramente más baja, a las itálicas sería en la
fundación de la ciudad.
7.2.2. áreas de procedencia
Respecto a los lugares de fabricación de las ánforas, los fragmentos diagnosticables de cada una de las excavaciones muestran
gráficas similares a lo que lo hacían los no diagnosticables, pero
con algunas matizaciones que nos servirán para perfilar la realidad de aquello que pudieron ser las importaciones de ánforas en
la Valentia del período que analizamos.
Cada excavación ofrece una gráfica distinta y, por tanto, las
interpretaciones que se desprenderían de un estudio individualizado también nos llevarían a conclusiones diferentes.
En aquellas donde los niveles fundacionales (138 a.C.) han sido
perfectamente aislados (l’Almoina y calle l’Herba, si bien hay que
tener en cuenta la diferencia numérica de los hallazgos entre una y
otra y que ambas se encuentran alrededor del foro), los fragmentos
diagnosticables parecen mostrar dos realidades que parecen opuestas.
Mientras en l´Almoina la relación entre las importaciones vesubianas y adriáticas se decanta claramente hacia un predominio de las
primeras, en la calle l’Herba parece que ambas llegaron en proporciones equiparables. Por otra parte, l’Almoina también muestra una
variedad en las importaciones que no se observa en la calle l’Herba
donde, por otra parte, las ánforas norteafricanas parecen ser rotundamente dominantes respecto a las italianas.
Otra de las fechas importantes, el 75 a.C., también conduce
a interpretaciones distintas en función de la excavación a la que
acudamos para obtener datos. En l’Almoina, y también en la calle
l’Herba, las importaciones italianas del área vesubiana y adriática
son prácticamente proporcionales, con una ligera superioridad
de las primeras. Sin embargo, en les Corts y Roque Chabás, los
materiales apuntan a una superioridad muy considerable de las
vesubianas. Por el contrario, Sabaters-Cisneros parece indicar
que las adriáticas llegarían en una proporción equiparable a la
mitad de las de la zona de la Bahía de Nápoles.
La tabla que unifica los resultados de todas las excavaciones en
cuanto a los fragmentos diagnosticables (tabla 7.2.2) muestra que, a
nivel general, durante todo el período analizado, las italianas fueron
el 73,05% de las importaciones de ánforas de la ciudad; muy lejos del
56,93% que reflejaban los fragmentos no diagnosticables. Entre ellas,
el 46,31% se fabricaron en la zona de la Bahía de Nápoles, un 23,46%
llegaron desde las costas adriáticas y sólo un 3,28% desde otros lugares
de Italia que, según se desprende del estudio de las pastas (Anexo II),
podrían proceder mayoritariamente del sur de la península.
Las importaciones del norte de África se situarían en el 6,88%,
dos puntos por encima de lo que mostraban los fragmentos de pared.
Por su parte, las ebusitanas, con un 2,14% reducirían su importancia
en aproximadamente tres puntos y medio, mientras que las procedentes del sur de Hispania, con un 3,37%, lo acrecentarían respecto a
los fragmentos no diagnosticables en dos puntos y medio. Tanto las
ánforas ibéricas como las egeas también aumentarían ligeramente
sus porcentajes en medio y un punto respectivamente.
La gráfica que se desprende del número de los fragmentos
diagnosticables muestra que, en los momentos fundacionales, las
ánforas vesubianas fueron claramente dominantes, aunque llegaron acompañadas de otras fabricadas en las costas adriáticas,
si bien éstas, realmente, representarían menos de la mitad de las
de la bahía napolitana. De otros lugares italianos arribarían en
mucha menor proporción (fig. 7.2.2).
El siguiente grupo en importancia durante los primeros años de
la ciudad fue el de las ánforas norteafricanas, las cuales arribarían en
cantidades superiores a las adriáticas. Las del sur de Hispania y las
153
[page-n-167]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.2.2. Tabla general de las áreas de producción del conjunto de los fragmentos diagnosticables por fases cronológicas.
B. Nápoles
Adriático
Italia tirrena
Trad. latina indet.
Norte África
Trad. pún. indet.
Ulterior
Ibiza
Citerior
Trad. indígena
Egeo
Indeterminada
TOTAL
%
138 a.C.
40
7
4
1
23
3
7
6
0
1
1
4
97
4,25
137-135
98
20
5
0
20
0
8
3
0
2
2
17
175
7,67
134-110
174
67
9
0
29
3
15
11
0
6
5
29
348
15,26
109-95
235
90
8
7
36
8
15
7
0
5
5
70
486
21,31
94-76
118
77
3
1
14
1
8
9
0
3
3
25
262
11,49
75
261
201
14
7
18
6
4
8
0
10
8
44
581
25,48
74-27
86
42
6
2
11
6
7
0
5
2
2
34
203
8,9
26-14 d.C.
44
31
3
5
6
2
13
5
0
1
6
12
128
5,61
TOTAL
1056
535
52
23
157
29
77
49
5
30
32
235
2280
%
46,31
23,46
2,28
1
6,88
1,27
3,37
2,14
0,21
1,31
1,4
10,3
Figura 7.2.2. Gráfica general de las áreas de producción del conjunto de los fragmentos diagnosticables por fases cronológicas.
ebusitanas lo harían en proporciones significativas y muy similares,
con un ligero predominio de las primeras. Finalmente, las ibéricas y
las egeas tendrían una escasa relevancia a nivel cuantitativo.
En los períodos de consolidación urbana (134-95 a.C.) se produciría un aumento exponencial de las importaciones de ánforas
italianas, fundamentalmente vesubianas y adriáticas y, entre ellas,
éstas últimas supusieron algo menos de la mitad que las primeras.
También se observa como las de otros lugares italianos son siempre
muy minoritarias entre las italianas, aunque aparece el grupo de tradición latina, cuyo origen no ha sido posible determinar, pero que por
cronología y, como más adelante veremos, también por tipología, es
muy probable que se fabricaran igualmente en Italia.
Las norteafricanas sufren un ligero aumento proporcional,
aunque en ningún momento llegaron a equipararse a las adriáticas y su presencia equivaldría, más o menos, a la mitad de éstas.
En menores porcentajes, las ebusitanas y de la Ulterior tuvieron
una presencia similar, algo superiores las del sur de Hispania. Las
ibéricas de tradición indígena y las egeas tendrían una presencia
muy similar y minoritaria.
154
Durante la fase de actividad urbana (94-76 a.C.), la gráfica
que desprenden los fragmentos diagnosticables es muy similar a
la precedente. Se observa un aumento de las adriáticas respecto a
las vesubianas y una mayor equiparación entre las ánforas ebusitanas y las del sur de Hispania. Las norteafricanas parecen reducir
su importancia y las ebusitanas superarían a las sudhispánicas,
mientras que las ibéricas y egeas se mantienen en las mismas
escasas proporciones.
Durante el asedio y destrucción de la ciudad (año 75 a.C.),
las ánforas vesubianas fueron efectivamente superiores a las
del adriático, aunque como ya apuntaba la gráfica anterior, las
importaciones de estas últimas sufrieron un aumento proporcional muy considerable. Las de otras zonas de Italia siguieron
siendo minoritarias entre las ánforas italianas. Las norteafricanas confirman una pérdida de importancia y las ebusitanas
siguen siendo ligeramente superiores a las de la Ulterior. Por
su parte, las ibéricas de tradición indígena y las egeas muestran un ligero ascenso y llegarían a situarse por encima de las
ebusitanas y sudhispánicas.
[page-n-168]
evaluación de los datos y discusión
El período de abandono (74-27 a.C.), donde como ya hemos
indicado es posible que incorporen rellenos residuales relacionados con la destrucción, dibuja un gráfico muy similar al anterior.
La relación entre el conjunto de las ánforas italianas vuelve a
situarse como en las fases de consolidación urbana. Las norteafricanas mantienen una discreta presencia y las de la Ulterior
se mantienen. La novedad radica en que las ánforas ebusitanas
dejarían de estar plasmadas y en que aparece representado por
primera vez, aunque de manera muy escasa, el grupo de la Citerior, entendiendo por éste al que recoge las ánforas de influencia
ya claramente romana que fueron fabricadas en esa provincia.
Las indígenas y egeas vuelven a los mismos valores insignificantes desde el punto de vista cuantitativo que mantuvieron hasta
el año 75 a.C.
El período augusteo refleja una realidad muy similar, con
la salvedad de que ahora, las ánforas ebusitanas vuelven a estar
presentes entre las formas y las de la Ulterior y egeas incrementan su importancia porcentual. Las del nordeste peninsular, sin
embargo, ya no vuelven a estar representadas.
7.3. EL CONJUNTO DE LOS MATERIALES
La gran cantidad de fragmentos de pared, la mayor parte de los
cuales procede de los rellenos de nivelación y preparación para la
construcción de estructuras urbanas y, por tanto, con un grado de
fragmentación sujeto a múltiples variables, hubiera condicionado
notablemente los resultados de un estudio convencional en el que
solamente se hubiera tenido en cuenta el conjunto de materiales proporcionado por las excavaciones como un único ente interpretativo.
De haberlo desarrollado así, los resultados obtenidos se muestran
en las tablas 7.3.1 y 7.3.2, y en las gráficas de tradiciones culturales
(fig. 7.3.1) y áreas de producción (fig. 7.3.2) que de ellas se desprenden, las cuales, como veremos, tampoco reflejan la realidad de los
resultados finales obtenidos en este trabajo.
Al nivel más general de todos, es decir al de las tradiciones culturales a que pertenecen los fragmentos, las gráficas finales de cada
uno de los análisis (diagnosticables y no diagnosticables) y la de un
estudio de conjunto no sufren modificaciones significativas. Todas
presentan más o menos mismos resultados, aunque las matizaciones
en cuanto a la importancia de las ánforas ibéricas y las importaciones
egeas que pudieron establecerse con el análisis de las formas habrían
quedado difuminadas en un único estudio de conjunto. Además, dado
que en las excavaciones de Sabaters-Cisneros ha sido imposible
subdividir el período que abarcan las fases de consolidación urbana
(134-110 a.C. y 109-95 a.C.) hubiéramos perdido un eslabón en la
evolución general de las importaciones de ánforas.
Asimismo, a medida que tratamos de perfilar más los conjuntos, si solamente hubiéramos analizado los materiales desde un
punto de vista genérico, en el que se incluyeran todos los fragmentos, tanto los no diagnosticables como los que sí lo son, el resultado
final en cuanto a las áreas de fabricación de las ánforas se hubiese
alejado mucho más de la realidad que podemos desenmascarar
Figura 7.3.1. Tradiciones culturales a que pertenecen las ánforas. Gráfica resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
Tabla 7.3.1. Tradiciones culturales a que pertenecen las ánforas. Tabla resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
Trad. latina
587
1332
6912
2615
4086
1140
721
17.393
58,19
Trad. púnica
375
513
2253
381
606
302
249
4679
15,65
1
4
32
5
135
3
36
216
0,72
Trad. indígena
Trad. oriental
2
5
20
10
16
27
49
129
0,43
537
521
3039
656
1519
796
400
7468
24,98
TOTALES
1502
2375
12.256
3667
6362
2268
1455
29.885
%
5,02
7,94
41,01
12,27
21,28
7,58
4,86
Indeterminada
155
[page-n-169]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.3.2. Áreas de procedencia de las ánforas. Tabla resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
138 a.C.
137-135
134-95
94-76
75
B. Nápoles
469
1063
4830
1532
1901
860
Adriático
113
261
2025
1031
2018
241
Italia tirrena
4
8
50
51
160
Trad. latina indet.
1
0
7
1
7
Norte África
62
226
712
156
Trad. pún. indet.
57
151
653
73
Ulterior
29
23
109
Ibiza
74-27 26-14 d.C.
TOTAL
%
504
11.159
37,33
209
5898
19,73
32
3
308
1,03
2
5
23
0,07
218
87
64
1525
5,1
191
86
28
1239
4,14
33
20
28
76
318
1,06
227
113
779
119
177
101
81
1597
5,34
Citerior
0
0
0
0
0
5
0
5
0,01
Trad. indígena
1
4
32
5
135
3
36
216
0,72
Egeo
2
5
20
10
16
27
49
129
0,04
24,98
Indeterminada
537
521
3039
656
1519
796
400
7468
TOTAL
1502
2375
12.256
3667
6362
2268
1455
29.885
%
5,02
7,94
41,01
12,27
21,28
7,58
4,86
Figura 7.3.2. Áreas de procedencia de las ánforas. Gráfica resultante del estudio de todos los materiales en su conjunto.
de las evidencias arqueológicas. Los resultados finales se verían
enormemente influenciados por la gran cantidad de fragmentos
no diagnosticables y, en episodios concretos como el del 75 a.C.,
podría dar lugar a interpretaciones algo diferentes a lo que un
análisis más minucioso nos ha llevado. Prácticamente toda la significación de las ánforas que no son itálicas habría sido distinta a
lo que realmente hemos podido llegar a deducir. Además, al igual
que con las tradiciones culturales, se nos hubieran planteado los
mismos problemas para las áreas de fabricación de las ánforas en
las fases de consolidación urbana.
Todo esto nos lleva a considerar que, para realizar un análisis de grandes colecciones de fragmentos de ánforas como el
que hemos llevado a cabo, los no diagnosticables podrían ser
perfectamente descartados de los cómputos. Al fin y al cabo,
la mayor parte corresponden a las piezas que sí vendrán definidas por los fragmentos diagnosticables. Por otra parte, el grado
de fragmentación en niveles de relleno obedece a tantos y tan
subjetivos factores (desde la dureza de la propia pasta hasta las
156
necesidades de compactación del relleno en que se encuentran)
que, en realidad, podrían acabar por distorsionar la realidad que
andamos buscando.
7.4. ANÁLISIS DEL NMI ESTIMADO
7.4.1. panorama general de las ánforas de la valentia
romana republicana
Si en grandes colecciones de fragmentos de ánforas procedentes de un
mismo yacimiento aquello que realmente termina definiendo al conjunto
son los que presentan forma, lo que nos queda por hacer para perfilar el
nuestro es analizar el NMI estimado para cada una de las excavaciones
y fases en que hemos fundamentado nuestra investigación.
En total se ha considerado un mínimo de 1.322 piezas. Desde
el punto de vista tipológico (tabla 7.4.1 y fig. 7.4.1), el dominio de
la forma Dressel 1 es absoluto. El subtipo tipo más numeroso es el
1A, con una representación cuatro veces superior al de las Dressel
[page-n-170]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.4.1. Tabla general de la tipología de las ánforas de época romana republicana en la ciudad de Valentia en función del NMI estimado
(138 a.C.-14 d.C.).
138 a.C. 137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
TOTAL
%
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
6
7
14
7
10
1
2
47
3,55
Grecoit./Dr. 1
8
13
37
21
1
6
2
88
6,65
11
6
12
10
98
11
5
153
11,57
3
16
24
73
35
27
16
13
207
15,65
2
2
5
21
4
3
4
19
1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
“Lamboglia 2”
Indeterminada
TOTAL
7
1
10
3
17
47
83
125
66
182
39
1
4
14
4
2
2
34
2,57
3
30
2,26
1
1
0,07
21
1,58
22
581
43,94
2
29
2,19
10
98
7,41
11
0,83
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
6
13
9
36
Brindisina
1
2
3
2
3
Apani I
2
1
8
1
2
1
4
Apani II
Apani III
24
1
12
0,9
9
0,68
1
0,07
1
2
0,15
1
1
0,07
1
1
Apani VII
1
Dressel 6
Adriática indet.
3
5
14
8
8
75
5
5
123
9,3
TOTAL
4
12
38
38
23
121
30
20
286
21,63
3
3
5
2
1
1
15
1,13
7
0,52
4
3
3
1
ITÁLICAS INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
2
3
1
Dressel 1
Dressel 1A
3
3
1
Dressel 1B
Dressel 1C
TOTAL
7
0,52
1
11
0,83
1
1
0,07
2
0,15
2
3
5
8
8
3
8
5
3
43
3,25
8
9
12
13
6
6
3
3
60
4,53
1
0,07
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.2.1.1
1
T-7.3.2.1
1
1
0,07
T-7.3.2.2
1
1
0,07
T-7.4.1.1
2
2
0,15
24
1,18
1
0,07
T-7.4.2.1
5
4
6
T-7.4.2.2
1
T-7.4.3.1
2
T-7.4.3.2. sim.
1
T-7.4.4.1
1
2
1
2
1
1
1
4
0,3
1
2
0,15
1
T-7.7.1.1
3
3
T-7.5.1.1
1
1
Ovoide mauritana
1
Grecohelenística
1
Norte África indet.
TOTAL
1
13
4
0,3
2
0,15
2
0,15
1
0,07
1
0,07
3
1
5
1
2
3
2
17
1,28
17
27
29
9
12
10
6
123
9,3
157
[page-n-171]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.4.1. Continuación.
138 a.C. 137-135
134-110
109-95
94-76
75
74-27
26-14 d.C.
2
1
3
TOTAL
%
1
0,07
8
0,6
ULTERIOR
T-7.4.3.2.
1
T-7.4.3.3
2
T-9.1.1.1
1
41
3,09
Ovoide 1
7
8
7
14
4
3
2
5
0,37
Ovoide 4
3
2
5
0,37
2
2
0,15
2
6
0,45
12
68
5,14
3
0,22
3
0,22
3
0,22
Ovoide 9
Ulterior indet.
TOTAL
2
7
8
9
2
14
7
4
7
IBIZA
PE-23
2
1
PE-24
1
1
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
3
3
2
7
3
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
1
5
2
9
2
2
19
1,43
1
4
5
0,37
3
6
0,45
3
39
2,95
2
1
6
7
7
CITERIOR
Tarraconense
2
2
0,15
Pascual 1
3
3
0,22
A-1.2.4
1
2
4
5
1
10
2
1
26
1,96
TOTAL
1
2
4
5
1
10
7
1
31
2,34
1
1
3
1
1
1
1
3
12
0,9
1
2
5
1
1
10
0,75
1
2
0,15
1
1
0,07
1
0,07
6
26
1,96
1
5
0,37
1
1
2
0,15
3
2
1
5
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
1
LRA 3
Oriental indet.
TOTAL
1
1
1
4
4
1
7
2
INDETERMINADA
Grecoitálica
2
2
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
1
1
1
2
2
Dressel 1B
Dressel 1C
3
2
0,15
13
0,98
1
2
0,15
1
9
0,68
3
3
0,22
1
2
0,15
1
0,07
Dressel 2/4
Serie 7
1
Ovoide
3
1
Trad. púnica
1
2
3
1
2
3
12
0,9
Indeterminadas
2
3
8
22
10
11
13
5
74
5,79
TOTAL
5
3
11
30
17
24
23
12
125
9,45
56
97
193
259
134
375
123
85
1322
4,23
7,33
14,59
19,59
10,13
28,36
9,3
6,42
TOTALES
%
158
[page-n-172]
evaluación de los datos y discusión
Figura 7.4.1. Significación cuantitativa de los distintos tipos identificados.
1B o al de las Dressel 1C, las cuales tienen una presencia muy
similar. Le siguen los grupos de las Grecoitálicas y Grecoitálicas
de transición. Ambos duplican a las Dressel 1B y C, pero, por separado, no llegan a representar la mitad de lo que fueron las Dressel
1A. A una misma escala que las Grecoitálicas se sitúan las ánforas Lamboglia 2 y, ya algo menos de medio punto por debajo, las
Africanas Antiguas. En importancia numérica siguen las T-9.1.1.1,
que aproximadamente presentan el mismo valor cuantitativo que
las Dressel 1B y C. Las ánforas ibéricas (A-1.2.4) y las T-7.4.2.1,
con una misma presencia, serían los siguientes grupos tipológicos
en cuanto a la cantidad y estarían seguidos por las T-8.1.3.2. El
resto de las tipologías tiene una menor incidencia. Entre las ánforas
egeas destacan las Rodias y las de Cos, con valores muy similares
a las brindisinas, Apani III y a las T-7.4.3.3.
porcentaje supusieron las llegadas desde el Mediterráneo oriental. Finalmente, con un 5,59%, las ánforas de tradición cultural
indeterminada no resultan significativas para distorsionar esta
primera conclusión (tabla 7.4.2).
La abrumadora mayoría de ánforas de tradición latina se ve
reflejada en la gráfica de la figura 7.4.2, la cual nos indica que,
principalmente, la ciudad de Valentia se abasteció de ánforas
7.4.1.1. Tradiciones culturales
Durante todo el período que analizamos, observamos que las
ánforas producidas en lugares de tradición cultural latina, fundamentalmente Italia, pues con seguridad sólo cinco de ellas se
fabricaron en la Citerior-Tarraconensis (Pascual 1 y Tarraconense), representan el 71,93% de las importaciones frente a un
18,53% que llegaron a Valentia desde lugares de tradición cultural púnica. A nivel general, las ánforas ibéricas de tradición indígena no fueron importantes en la ciudad y únicamente llegaron
a alcanzar el 1,96% de las que hubo en circulación. El mismo
Figura 7.4.2. Representación gráfica de las áreas de tradición cultural
a que se adscriben las ánforas de Valentia (138 a.C.- 14 d.C.).
Tabla 7.4.2. Porcentajes de las tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
Trad. latina
Frags.
%
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet
TOTAL
1322
951
245
26
26
74
71,93
18,53
1,96
1,96
5,59
159
[page-n-173]
las ánforas de valentia romana republicana
italianas y de los productos que ellas contuvieran. Algo menos de
un tercio de los contenedores llegaron desde regiones que habían
estado bajo la influencia púnica (norte de África, sur de Hispania
y la isla de Ibiza, fundamentalmente) y sólo una pequeña parte
del conjunto está compuesta por ánforas ibéricas y egeas en una
proporción equitativa.
7.4.1.2. Áreas de producción
Si analizamos la tabla 7.4.1 y la gráfica de las áreas de producción
y tipologías por procedencia de las ánforas (fig. 7.4.3 y 7.4.4), lo
primero que observamos es que las fabricadas en la zona de la
bahía de Nápoles son las mayoritarias con el 43,94%, del conjunto. Son seguidas en importancia por las adriáticas (21,63%);
las africanas (9,3%); las sudhispánicas (5,14%); las de otras zonas
italianas (3,25%); las ebusitanas (2,95%) y, finalmente, por las
ibéricas y egeas, las cuales suponen un mismo porcentaje del
1,96% respectivamente.
Entre las italianas (un total de al menos 910 ánforas que
suman las vesubianas, las adriáticas y las de otras zonas de la
península), las ánforas vinarias de la zona de la bahía de Nápoles
(Grecoitálicas, Grecoitálicas de transición y Dressel 1 en todas
sus variantes, pero sobre todo las Dressel 1A) son mayoritarias,
llegando a representar el 63% de todas ellas.
El siguiente grupo en importancia es de las adriáticas, las
cuales representaron el 21,63% de las importaciones de ánforas
a la ciudad republicana. Muchos de los fragmentos corresponden
a pivotes y asas, por lo que, en cuanto a tipología, el número de
indeterminados es relativamente alto (123 de un total de 286),
aunque probablemente todos, o la mayor parte de ellos, deban
corresponder a los tipos que sí han sido identificados. Entre ellas,
el ánfora más significativa en Valentia es la vinaria Lamboglia
2, con al menos 98 piezas (7,41% de todas las ánforas). Las
encontramos a partir del cambio de siglo II al I a.C. y fueron especialmente importantes en el episodio de la destrucción. Por otra
parte, también destaca el dato que nos proporcionan las Grecoitálicas adriáticas (al menos 29 piezas; un 2,19%). Se concentran en
los momentos fundacionales y de consolidación urbana, poniendo
de manifiesto que desde un principio la ciudad también se abasteció de productos procedentes de la vertiente adriática de Italia.
Figura 7.4.3. Gráfica general. Áreas de producción de las ánforas de
Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
160
Figura 7.4.4. Tipologías y áreas de producción de las ánforas de
Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
[page-n-174]
evaluación de los datos y discusión
Otro conjunto de ánforas adriáticas viene dado por los tipos
fabricados en el área brindisina. Todos ellos (Brindisinas, Apani
I, II, III y VII) suman un total de al menos 35 piezas, las cuales
se concentran fundamentalmente entre el cambio de siglo y el
momento de la destrucción. Las ánforas vinarias de esta región
(Apani I-Giancola 2) suman al menos doce piezas (6,45% de
todas las adriáticas), mientras que las olearias (Brindisinas, Apani
II-Giancola 1, Apani III-Giancola 6 y Apani VII) son el doble (un
mínimo de 24 piezas que suponen el 8,39%).
Aunque desconocemos la tipología del 43% de todas las ánforas adriáticas de Valentia, algunos datos significativos pueden
ser inferidos de nuestros resultados. En este sentido, podemos
deducir que la mayor parte de las importaciones procedentes
de esta zona corresponde a ánforas vinarias (un mínimo de 139
ánforas que representan el 48,60% de las producciones adriáticas
documentadas en la ciudad), mientras que las olearias suponen
el 8,04%; una cifra muy inferior, pero, probablemente, no exenta
de significación socioeconómica.
En definitiva, podemos establecer que las relaciones de
Valentia con los productos del Adriático fue constante y significativa desde la fundación de la ciudad y durante todo el período
republicano.
Las ánforas llegadas desde otras áreas de la península italiana
solamente representan un 3,25% del conjunto. Un porcentaje reducido. Todas ellas son vinarias. La mayor parte son de la forma
Grecoitálica (al menos 15) y se encuentran concentradas en las
fases fundacionales y de consolidación urbana. El tipo Dressel 1A,
encarnado al menos por 11 piezas, es el segundo en importancia.
La escasa representación de este grupo de ánforas parece poner de
manifiesto que dentro del gran comercio ultramarino de ánforas
dominado por los productos campanos, otras regiones veían una
posibilidad de dar salida a sus excedentes hacia las nuevas ciudades
occidentales. El estudio macroscópico de sus pastas parece indicar
que la mayor parte también procedía del sur de Italia.
Las del norte de África, donde seguramente se incluyen algunas
fabricadas en Sicilia occidental, representan el 9,3% del conjunto de
las ánforas. Resulta indudable el dominio absoluto del aceite importado en las Africanas Antiguas. Estas ánforas son la tercera tipología en
representatividad, con un valor del 4,53% respecto al total de las estudiadas. Casi la mitad de los contenedores norteafricanos (60 de 123;
un 48,63% de los mismos) corresponden a esta forma, la cual aparece
de manera constante desde la fundación de la ciudad, con picos en los
momentos de consolidación (134-95 a.C.), hasta el final del período
analizado. En comparación con el aceite italiano, representado sólo
por las ánforas del área brindisina, el norte de África fue, sin duda, el
principal abastecedor de este producto a la ciudad.
El otro tipo significativo del norte de África es el T-7.4.2.1
(Mañá C2) con 24 piezas que representan el 19,51% de todas las
norteafricanas y el 1,18% del total de ánforas estudiadas. Otras
variantes de Mañá C también están presentes, aunque con menos
individuos, entre 1 y cuatro ejemplares por tipo. Así, de los tipos
T-7.2.1.1, T-7.3.2.1 y T-7.3.2.2 sólo se ha constatado un ejemplar
de cada uno (0,07% del conjunto de ánforas y 0,81% de las africanas respectivamente), de los tipos T-7.4.1.1, T-7.4.3.2 similis,
T-7.5.1.1 y T-7.7.1.1 se han identificado dos ánforas de cada uno
(0,15% del conjunto y 1,62% de las norteafricanas respectivamente) y de las formas T-7.4.3.1 y T-7.4.4.1 cuatro de cada una
(0,3% del total y 3,25% del conjunto de las norteafricanas respectivamente). En general a todas ellas se las ha considerado como
ánforas destinadas al transporte de salazones, aunque recientes análisis de residuos orgánicos apuntan a que algunos tipos
(T-7.3.2.2) transportaron vino o sus derivados (Pecci y Giorgi
2019: 159-160). Excepto las T-7.4.2.1, que se encuentran en todas
las fases estudiadas, sobre todo en las fundacionales y de consolidación urbana, el resto se concentra básicamente entre el cambio
de siglo II al I a.C. y la destrucción de la ciudad.
Además, el grupo de las norteafricanas incorporamos un ánfora
Ovoide mauritana en niveles de inicios del siglo I a.C. Se trata de
una forma que hasta ahora no había sido documentada fuera de
su área de fabricación y por ello, en el futuro, será preciso que
realicemos estudios arqueométricos de su pasta que nos permitan
verificarlo. También hay un ánfora descubierta en niveles de finales
del siglo II a.C., de morfología grecohelenística y, por tanto, muy
alejada de los modelos púnicos, pero cuya pasta (Anexo II: C-17)
ubicaría su fabricación en la zona occidental siciliana y, en este
sentido, en un ámbito de tradición cultural púnica, de donde, por
otra parte, probablemente también llegaron algunas de las ánforas
Africanas Antiguas descubiertas en la ciudad.
Solamente un 5,4% de las ánforas importadas procedía del sur de
Hispania; de la provincia Ulterior. El tipo más común es el T-7.9.1.1
(CCNN), del que se han contabilizado hasta un mínimo de 40 piezas
que suponen el 3,02% de todas las ánforas y el 58,82% de las sudhispánicas. Se encuentran desde los momentos fundacionales hasta el 75
a.C., aunque, sin embargo, en los niveles de destrucción no aparecen
documentadas. Son ánforas que transportaron salsamenta (García
Vargas 1998) o también carnes sazonadas (Bernal-Casasola 2004)
y están muy relacionadas con el aprovisionamiento de los ejércitos
romanos (Sáez Romero 2008a; Sanmartí 1985a y 1985b). La mayor
parte de las que se encuentran en Valentia fueron manufacturadas en
los talleres alfareros de la bahía de Cádiz.
Los otros tipos de la Ulterior apenas tuvieron trascendencia
entre las importaciones de ánforas. Las de salazón T-7.4.3.3 son
el segundo grupo en cuanto a cantidad de piezas identificadas (8
piezas que suponen el 0,6% del total y el 11,76% de las sudhispánicas). Están presentes desde el momento en que la ciudad se
encuentra plenamente consolidada hasta el final del período que
estudiamos. El tipo T-7.4.3.2 sólo está representado por una pieza
descubierta en los niveles del 94-76 a.C.
Tras la destrucción del 75 a.C. cobran importancia en los
niveles de abandono y augusteos diversos subtipos de ánforas
ovoides fabricadas en el valle del Guadalquivir. Sobre todo las
Ovoides 1 y 4, ambas encarnadas en cinco ejemplares cada una
(0,37% del conjunto de todas las ánforas y 7,35% de las sudhispánicas respectivamente), aunque quizás, como indica el estudio
de las pastas del Anexo II, al menos una de las Ovoide 4, hallada
en un contexto augusteo, pudiera proceder de la bahía de Cádiz
(muestra 2ALM-17, Anexo II: D-13).
Otro lugar significativo en el abastecimiento de Valentia fue
la isla de Ibiza. Excepto en el período de abandono, sus ánforas
también están presentes en todas las fases. En total se han identificado al menos 39 fabricadas allí y suponen el 2,95% de todas
las ánforas estudiadas. Fueron especialmente significativas en
los momentos fundacionales y de consolidación urbana, aunque
constantes hasta la destrucción. El tipo más representado es el
T-8.1.3.2, con, al menos, 19 ejemplares (48,71% de las ebusitanas). Las otras formas son menos representativas. Hay tres
P-23 (7,69% de las ebusitanas) en los niveles fundacionales y
de consolidación urbana; tres P-24 en los niveles que abarcan
161
[page-n-175]
las ánforas de valentia romana republicana
desde el cambio de siglo hasta el 75 a.C.; tres T-8.1.3.1 en los
de vida urbana y cinco T-8.1.3.3, que resultan significativas
porque son el tipo ebusitano mayoritario que había en la ciudad
cuando fue arrasada.
La presencia constante de estas ánforas desde la fundación hasta la destrucción podría resultar importante ya que
parece ofrecernos una pauta en cuanto a las rutas marítimas
que abastecieron a la ciudad. En este sentido, su moderada,
pero, insistimos, constante documentación, podrían convertir a
Ibiza en la última escala de las redes hispanas de cabotaje antes
de arribar a Valentia.
De la Hispania Citerior no hay a penas representación. La
mayor parte de las que incluimos en este epígrafe, en realidad,
corresponden a ánforas ibéricas (A-1.2.4) que muy probablemente
se fabricaron en el área de influencia territorial de la Valencia
romana republicana y que, por tanto, de alguna manera sirvieron
para abastecer a la ciudad con productos indígenas del entorno.
En cualquier caso, tampoco son muy significativas. Se ha reconocido un mínimo de 26 de estas ánforas que representan el
1,96% del NMI total. Fueron especialmente importantes en el
momento de la destrucción, lo cual no deja de ser revelador por
cuanto refleja un abastecimiento por parte del territorio a la ciudad durante el conflicto.
En cuanto a la importación de formas típicamente romanas
procedentes del nordeste peninsular, queda puesta de manifiesto por la presencia, en los niveles de abandono, de al menos
3 ánforas Pascual 1 y 2 Tarraconenses. Una cantidad insignificante; ambas suman el 0,5% del total de las ánforas estudiadas
en este trabajo. Sin embargo, resultan relativamente importantes por dos razones: la primera es que el escasísimo número de
estas importaciones, típicas de la segunda mitad del siglo I a.C.,
sirve para incidir en que tras la destrucción de la ciudad, Valentia debió quedar prácticamente abandonada. Desde el punto de
vista arqueológico, estas ánforas, sumadas a lo que conocemos
de la ciudad entre el año 75 a.C. y el advenimiento del principado
de Augusto, no permiten plantear que en aquel período Valentia
hubiera continuado siendo un centro urbano de relativa importancia. La segunda es que, a pesar de ello, bien como consecuencia
del paso de la via Heraclea por el solar o de las actividades religiosas que perduraron, la ciudad continuó, de alguna manera,
estando presente en las rutas de distribución de los nuevos tipos
de ánfora que comenzaban a surgir. Aunque debemos insistir en
que estas cinco ánforas son los únicos testimonios de las ánforas
específicamente contemporáneas a estas fechas.
Las ánforas egeas también son relativamente escasas. Se han
identificado al menos veintiséis, las cuales representan el 1,96% del
conjunto. Las más numerosas son las Rodias (12), que mantuvieron
una presencia constante desde la fundación de la ciudad hasta el final
del período analizado. Fueron importantes en los momentos fundacionales e inmediatamente posteriores y también en época augustea,
seguramente por los motivos que ya hemos argüido. Las ánforas de
Cos también resultan reveladoras (10). Aunque se encuentran a partir del cambio de siglo y tras la destrucción, fueron singularmente
importantes en el 75 a.C., en cuyos niveles se han constatado hasta
cinco ejemplares. Las otras ánforas, también egeas, son dos de Cnidos; una hallada en niveles fechados entre el 110 y el 95 a.C. y otra
en los augusteos. Asimismo, hay un ánfora vinaria monoansata de
Éfeso (LRA 3), aunque identificada solamente por su pivote, que
también fue descubierta en niveles augusteos.
162
Finalmente, el grupo de las ánforas de procedencia indeterminada está formado por un mínimo de 125 piezas que representan
el 9,45% del NMI estimado en nuestro estudio. Los tipos más significativos dentro de este grupo son las Dressel 1A y 1C con trece
y nueve ejemplares respectivamente. Las 1A se distribuyen entre
los momentos de consolidación urbana y hasta el final del período
y las 1C fueron particularmente importantes cuando la ciudad ya
estaba plenamente constituida y en el momento de la destrucción.
También destaca la presencia, en los niveles augusteos, de ánforas del tipo Dressel 2/4 como paradigma de los nuevos talleres
que comenzaban a trabajar y de las formas que circulaban todavía
junto a muchos de los viejos tipos republicanos. Entre el resto de
las tipologías presentes podríamos destacar a las dos Grecoitálicas localizadas en los niveles del 138 a.C. por cuanto también son
testimonio de la arribada al lugar escogido para la fundación de productos procedentes de otras áreas, seguramente italianas, más allá
de las conocidas. Por último, las ánforas de tradición púnica y origen indeterminado no aportan cambios a los resultados obtenidos y
todas ellas han de incluirse entre las norteafricanas y sudhispánicas.
7.4.1.3. Valoración del conjunto
Las ánforas Grecoitálicas (3,55% del total del conjunto) y Grecoitálicas de transición (6,65%) del área vesubiana suman al menos
135 piezas. Sin embargo, el tipo Dressel 1A vesubiano es el
mayoritario de todo el conjunto con un mínimo de 207 piezas
que significan el 15,65% de todas las ánforas identificadas. Las
formas Dressel 1B y C de esa región están mucho menos representadas y en proporciones similares (34 y 30 piezas que suponen
el 2,57% y el 2,26% del conjunto respectivamente).
Los resultados también reflejan un dato revelador respecto a
las ánforas de origen adriático que no había podido ser bien ponderado debido a la falta de estudios de conjuntos cuantificados en
los que estos contenedores hubieran sido incorporados. En este
sentido, las ánforas procedentes de la vertiente adriática italiana
representaron un 21,63% de las importaciones de ánforas de la
Valentia republicana; aproximadamente la mitad de lo que fueron
las campanas (286 ánforas que se traducen en el 31,42% de las
importaciones italianas durante todo el período analizado). Por
tanto, se trata de una cantidad significativa.
A partir de los análisis de algunos conjuntos de ánforas de
Delos (Will 1997; Desy 1989) y Alejandría, sabemos que el
principal mercado de las ánforas brindisinas fue el Mediterráneo oriental (Nonnis 2001: 472). Según los referidos estudios de
Will en Delos, el 11% de las ánforas de origen itálico estudiadas
eran brindisinas. En Valentia, el porcentaje de ánforas fabricadas en el área estrictamente brindisina alcanza el 3,84% de las
italianas (un mínimo de 35 ánforas sobre 910 y representan el
12,23% del conjunto de las 286 adriáticas). Este casi 4% también pone de manifiesto la enorme diferencia cuantitativa entre
el volumen de comercialización hacia occidente de las ánforas
adriáticas respecto al de oriente.
Por otra parte, aunque el Mediterráneo oriental constituyó
el principal receptor de vino adriático en la época romana republicana, sobre todo en Atenas y en Delos, donde las ánforas
Lamboglia 2 suponen el 43% de las ánforas italianas (Will 1997:
125), lo cierto es que al Mediterráneo occidental también llegaron
y, aunque en proporciones más reducidas, tuvieron igualmente
una significación económica e histórica.
[page-n-176]
evaluación de los datos y discusión
Las exportaciones de Lamboglia 2 hacia el oeste son minoritarias respecto a lo que fueron las ánforas de la vertiente
tirrénica (Panella 1998: 549-50; Tchernia 1986: 68-69). Sin
embargo, la presencia de ánforas adriáticas en la Citerior se
había ido evidenciando más significativa de lo que a priori
se podía pensar, sobre todo en torno a Carthago Nova y el
tramo de costa entre este puerto y el cabo de la Nao (Molina
Vidal 1999; 1997: 203-228). Como demuestra este estudio, el
límite del área de mayor influencia de las ánforas adriáticas
en la península ibérica podríamos ampliarlo, al menos, hasta
el golfo de Valencia.
La mayor parte de las ánforas adriáticas de la ciudad
corresponden al tipo Lamboglia 2 (un mínimo de 98 que
representan el 34,26% de estas importaciones) y, unidas a las
grecoitálicas (con un mínimo de 29, el 10,13% de las importaciones adriáticas), dan fe, junto a las vinarias de la zona apula,
de la verdadera repercusión del vino adriático en la Valentia
republicana, cuyas ánforas de transporte llegaron a representar
un 18,21% de las ánforas italianas para el transporte de vino
llegadas a la ciudad.
En cuanto a los contenidos que con las ánforas de la zona
brindisina arribaron a Valentia, en función de las tipologías y
los productos que a ellas se asocian, podemos decir que el aceite
(65,71% con un mínimo de 23 ánforas de los tipos brindisinos;
Giancola 1, Apani II y VII; Giancola 6, Apani III) parece cobrar
mayor importancia frente al vino (34,28% con un mínimo de 12
ánforas Giancola 2, Apani I).
En Hispania, las ánforas brindisinas son más abundantes en torno a Carthago Nova, probablemente el puerto más
importante receptor de estos envases en el Mediterráneo
occidental. También resultan significativas en el nordeste
peninsular, donde otras ciudades de eminente carácter militar y portuario como Tarraco (Díaz García 2013) y Ampurias
(Tremoleda y Castañer 2013) se han manifestado importadoras
de estos envases entre finales del siglo II a.C. y mediados del
I a.C. Por tanto, Valentia, con su carácter militar y portuario,
también se reafirma como lugar receptor de ánforas apulas y
punto desde donde se redistribuirían hacia otras zonas costeras y del interior.
La menor presencia de estas ánforas en comparación con
las vinarias tirrénicas contemporáneas (Grecoitálicas y Dressel
1) también ha puesto de manifiesto una menor demanda de los
productos adriáticos en el Mediterráneo occidental (Díaz García
2013; Guitart, Pera y Carreras 1998; Ribera i Lacomba 1995).
En este sentido, su presencia en Hispania se ha relacionado con
una petición por parte de las élites civiles y militares que intervinieron en la organización de las nuevas provincias de Hispania
incorporadas al Imperio tras la II Guerra Púnica (Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016). Asimismo, han sido utilizadas para
rastrear los movimientos del ejército romano y se ha demostrado
una distribución distinta respecto a las Dressel 1 y las Lamboglia
2 (Palazzo 2013; Lougthon 2003: 190-91).
De un total de 83 ánforas a las que se atribuye el transporte
de aceite, 60 procedían del norte de África (72,28%) y 23 arribaron desde la zona brindisina (27,71%). La menor presencia
en Valentia del aceite italiano frente al norteafricano podría
interpretarse también en esa misma dirección. Mientras que el
aceite del norte de África; el de las nuevas conquistas, estaría
enfocado al abastecimiento de la soldadesca y las necesidades
básicas de la ciudad, las élites civiles y del ejército podrían
tener preferencia por aceite italiano (Carreras, Martín, Pera y
Rodrigo 2016: 117), de mayor “latinidad,” o bien podría ser
destinado a otros aspectos, quizás de carácter ritual. En este
sentido el ánfora brindisina Giancola 1/Apani VII que hemos
mencionado en un contexto funerario de las excavaciones de
la calle Cañete podría ser un ejemplo.
Algunos autores han relacionado la arribada de ánforas adriáticas
a la vertiente mediterránea de la península ibérica con la alineación
hacia los mercados orientales, a través de intermediarios adriáticos,
de las relaciones económicas derivadas de las necesidades de esclavos en ciudades como Carthago Nova (Pérez Ballester y Pascual
Berlanga 2004). La relativamente abundante presencia de ánforas
adriáticas en los yacimientos costeros situados entre el cabo de la
Nao y Carthago Nova, especialmente en los primeros decenios del s.
I a.C., han llevado a plantear que el puerto de esta gran ciudad fuera
un punto terminal de las grandes rutas comerciales transmediterráneas a partir del que se articulaban redes de cabotaje y redistribución
(Molina Vidal 1997).
Ciertamente, los únicos pecios conocidos cuyas cargas principales estuvieron formadas por ánforas adriáticas, los encontramos
precisamente en torno a Carthago Nova. Por una parte, está el de
Punta de Algas (Pinedo 1996: 64-65; Mas 1971). Por otra, el de
Escombreras 2 (90-80 a.C.), con un cargamento de Lamboglia 2,
Apani V y VII, Dressel 1A, B y C, Barniz negro de Cales en su
facies media, lingotes de plomo y diversos Kalathoi fragmentados
(Alonso y Pinedo 2008). La presencia tanto de lingotes de plomo
como de kalathoi parece indicarnos que muy probablemente, el
barco fue cargado en Carthago Nova y, en este sentido, no deja
de ser una opción coherente el que las ánforas que transportaba
también hubieran sido allí incorporadas a la carga. Otro pecio
frente al Mar Menor es el de San Ferreol (40-20 a.C.), con cargamento de Dressel 1B asociadas a Lamboglia 2 (Ribera i Lacomba
2013b; Mas 1985). En Mallorca encontramos Lamboglia 2 en
el pecio de la colonia Sant Jordi A de inicios del siglo I a.C.,
sin embargo, allí se encuentran junto a una mayor presencia de
Dressel 1 (A, B y C), un ánfora de Cos y otra de Cnidos (Colls
1987). En las costas catalanas, el de Sa Nau Perduda, (Foerster
y Pascual 1970), donde parece que las Lamboglia 2 también
pudieron constituir la principal mercancía.
Probablemente, tanto Valentia como Saguntum republicanas deberían incluirse en esas rutas de redistribución y cabotaje que parecen
tener su punto de origen en Carthago Nova y, quizás también, en las de
Tarraco (sede de la administración romana de la provincia de Hispania
Citerior), siendo éstos los dos puertos principales de la fachada levantina de la península ibérica. Las dos ánforas adriáticas que incluimos
en nuestro estudio (ambas Lamboglia 2) descubiertas bajo el mar en
el Saler, frente a la Albufera de Valencia, nos sirven para testimoniar
la circulación de estos envases por las costas valentinas.
El estudio de Molina Vidal (1997) sobre la dinámica comercial
entre Italia e Hispania Citerior, ponía de manifiesto que la relación
entre las Lamboglia 2 y las Dressel 1 en los yacimientos costeros
localizados entre el Cabo de la Nao y Carthago Nova es del orden
del 50% y que, a medida que nos dirigíamos hacia el norte, esta
relación se veía incrementada en favor de las Dressel 1. Nuestro estudio pone de manifiesto que, a lo largo de todo el período
investigado, la relación entre las ánforas campanas y adriáticas en
Valentia indica que éstas fueron aproximadamente la mitad que
las primeras (fig. 7.4.5).
163
[page-n-177]
las ánforas de valentia romana republicana
7.5. LAS ÁNFORAS DE LA VALENTIA ROMANA
REPUBLICANA EN SUS CONTEXTOS CRONOLÓGICOS
7.5.1. las fases fundacionales (138-135 a.c.)
Figura 7.4.5. Relación entre las ánforas campanas y adriáticas de
Valentia (138 a.C.-14 d.C.).
Las ánforas sudhispánicas representaron el 5,14% de las
importaciones de la ciudad y fueron especialmente importantes
en los momentos más próximos a la fundación de la ciudad y de
consolidación urbana. El tipo más representado es precisamente
el T-9.1.1.1 fabricado en la bahía de Cádiz y su presencia en estos
niveles, fundamentalmente, debemos relacionarla con un abastecimiento por parte de Roma a los nuevos colonos. En los niveles
de vida urbana apenas tienen representación y en los de destrucción son prácticamente inexistentes. Solamente después del 75
a.C., volverán a tener cierta relevancia, aunque desde entonces
las zonas productoras de ánforas del valle del Guadalquivir sustituirán a las importaciones gaditanas.
Las ánforas ebusitanas tuvieron un desarrollo muy similar al de las
sudhispánicas y ambas parecen estar directamente relacionadas con
el que tuvieron las del norte de África. Representan el 2,95% de las
importaciones de ánforas de la ciudad entre el 138 a.C. y el 14 d.C. Al
igual que las sudhispánicas, su mayor relevancia se manifiesta en los
momentos fundacionales y, sobre todo, en los de consolidación urbana.
Están presentes en los niveles de destrucción de manera moderada y
no volveremos a encontrarlas hasta época augustea.
Las ánforas ibéricas fueron una constante en la ciudad durante
todo el período. Sin embargo, su presencia siempre fue minoritaria (1,96%). El momento de mayor concentración de estos
envases se daría en el contexto de las guerras sertorianas, probablemente en relación con las necesidades de abastecimiento de
la ciudad. Procedentes del nordeste peninsular, solamente hemos
documentado ánforas en los niveles posteriores a la destrucción y
sólo supondrían un 0,37%. Las egeas representan el mismo porcentaje que las ebusitanas (1,96%). Estuvieron siempre presentes
desde la fundación, aunque tuvieron mayor relevancia en las fases
de consolidación urbana, momento en el que, además, llegó todo
el repertorio tipológico de las ánforas egeas documentadas en la
Valentia republicana (Rodas, Cnidos y Cos).
Las ánforas de procedencia indeterminada, con una representatividad del 9,45%, no distorsionarían estas primeras
consideraciones.
A nivel de las tradiciones culturales (tabla 7.5.1 y fig. 7.5.1),
observamos que la mayoría proceden de zonas de tradición
latina. Las que llegaron desde lugares que habían estado bajo
la influencia púnica representan algo más de la mitad que aquellas. Las ánforas ibéricas parecen jugar un papel muy poco
destacado en estos primeros momentos de la ciudad. De ello
cabe deducir que el abastecimiento por parte del territorio de
productos envasados en ánforas apenas tuvo significación y
que los fundadores vieron sus necesidades principales satisfechas por mediación de los productos que venían importados
por vía marítima a través del propio Estado. Las ánforas egeas
también son minoritarias.
Respecto a las áreas de procedencia, la fase fundacional
muestra un claro predominio de ánforas del área vesubiana (fig.
7.5.2). El segundo grupo en importancia es el de las llegadas
desde el norte de África, que suponen algo menos de la mitad de
lo que fueron las campanas y no deja de ser un elemento significativo para tener en cuenta. Las ánforas adriáticas y sudhispánicas
llegaron en valores similares muy por debajo de las campanas.
Cada uno de los grupos supone la mitad de lo que lo hicieron las
norteafricanas y, a su vez, las importadas desde otros puntos de
Italia y de Ibiza representan, cada una, la mitad de aquellas. Las
ánforas ibéricas y egeas son las más minoritarias.
En cuanto a las tipologías documentadas y la importancia
porcentual de cada uno de los tipos pueden observarse en la
tabla 7.5.2.
La mayor parte de las ánforas de los niveles fundacionales de Valentia, un 41,83%, fueron fabricadas en el entorno
de la bahía de Nápoles. Todas ellas son vinarias (fig. 7.5.3).
El tipo predominante es el de las Grecoitálicas de transición
Figura 7.5.1. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que pertenecen las ánforas de los niveles fundacionales.
Tabla 7.5.1. NMI de las fases fundacionales y tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas.
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet.
TOTAL
153
NMI
90
53
3
2
5
%
58,82
34,64
1,96
1,3
3,26
164
[page-n-178]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.2. Tabla de los tipos por áreas de producción y porcentaje
de representatividad en los niveles fundacionales.
NMI
%
BAHÍA NÁPOLES
Grecoitálica
13
8,49
Grecoit./Dr. 1
21
13,72
Dressel 1
11
7,18
Dressel 1A
19
12,41
TOTAL
64
41,83
Grecoitálica
5
3,26
Brindisina
1
0,65
Apani I
2
1,3
Adriática indet.
8
5,22
16
10,45
Grecoitálica
6
3,92
Grecoit/Dr.1
2
1,3
TOTAL
8
5,22
17
11,11
T-7.4.2.1
9
5,88
T-7.7.1.1
1
0,65
ADRIÁTICO
Figura 7.5.2. Áreas de producción de las ánforas de los niveles
fundacionales.
TOTAL
TIRRENO INDET.
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
Norte África indet.
3
1,96
30
19,6
T-9.1.1.1
15
9,8
TOTAL
15
9,8
PE-23
2
1,3
T-8.1.3.2
5
3,26
TOTAL
7
4,57
A-1.2.4
3
1,96
TOTAL
3
1,96
Rodia
2
1,3
TOTAL
2
1,3
Grecoitálica
2
1,3
Trad. púnica
1
0,65
Indeterminadas
5
3,26
TOTAL
8
5,22
TOTAL
ULTERIOR
IBIZA
CITERIOR
Figura 7.5.3. Áreas de producción y tipología de las ánforas de los
niveles fundacionales.
(Grecoitálica/Dressel 1) vesubianas (13,72%), seguidas de las
Dressel 1A (12,41%) de la misma fábrica. Las de tipología
Grecoitálica tardía también fueron, todavía, significativas, aunque en menor medida que las Dressel 1A: el nuevo tipo que
comenzaba a surgir en estas fechas y se convertiría en uno de
los fósiles directores de del último período de la República
Romana. Probablemente, alguna de las ánforas que hemos clasificado como Dressel 1A, también podrían ser incluidas entre
EGEO
INDETERMINADA
TOTALES
153
165
[page-n-179]
las ánforas de valentia romana republicana
las Grecoitálicas/Dressel 1. Sin embargo, el aspecto general
de las piezas y la morfología de los bordes nos han inclinado
más por esta opción.
Como ya hemos indicado, las adriáticas también están presentes en los niveles de fundación con una representación del
10,45%, aunque, debido a la composición del conjunto, las de
tipología indeterminada representan la mayor parte. Entre las
identificadas, la mayoría son vinarias Grecoitálicas seguidas de
las, también vinarias, Apani I. Junto a ellas destaca la presencia
de aceite apulo, el cual, aunque está escasamente representado por
las ánforas brindisinas, podría proporcionar un dato significativo
que quizás podría otorgar a este producto un valor socioeconómico en los momentos fundacionales similar al del vino griego
y que ya hemos comentado más arriba.
De otros lugares de Italia, la representación de ánforas es
menor. Todas se incluyen en los tipos Grecoitálica y Grecoitálica de transición.
Las ánforas del norte de África, donde es posible que también
haya producciones de Sicilia, son el segundo grupo en jerarquía
cuantitativa (19,6%). Representan algo menos que la mitad de las de
la bahía de Nápoles y el doble que las adriáticas. El tipo más importante es el de las olearias Africanas Antiguas, cuyo valor numérico
es casi igual al de las Dressel 1A (17 y 19 ánforas respectivamente).
Estas ánforas, podrían ser consideradas como las primeras formas
Ovoides del Mediterráneo central y occidental. Aunque se ha apuntado que su origen pudo estar en el desarrollo de la forma púnica
Mañá C1b en su variante de finales del siglo III a.C. (T-7.2.1.1;
Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2002: 311, fig. 10), lo cierto
es que parecen derivar de modelos arraigados en una tradición grecolatina que poco tiene que ver con el mundo púnico. El hecho de
que derive de modelos grecolatinos; que comiencen a testimoniarse
hacia mediados del siglo II a.C. y sean cada vez más habituales
en los registros de su segunda mitad en el Mediterráneo central y
occidental, nos hace sospechar que quizás sea una forma creada
ad hoc o asignada por los romanos tras la destrucción de Cartago
para el abastecimiento de aceite, a través de imposiciones fiscales,
fundamentalmente destinado a sus ejércitos. En cualquier caso, el
aceite se convierte, por tanto, en el principal producto norteafricano
importado en ánforas por la nueva ciudad que comenzaba a establecerse. En este sentido, estas ánforas cobran especial relevancia por
cuanto, tal y como ya se ha apuntado (Pascual Berlanga y Ribera
y Lacomba 2008) parecen incluirse como envases de aprovisionamiento de annonae militaria.
El siguiente grupo de ánforas africanas en cuanto al NMI es el
formado por las T-7.4.2.1 (Mañá C2a) con un total de nueve ejemplares. Son ánforas típicamente púnicas que iniciaron su andadura
hacia finales del siglo III a.C. y, aunque en principio se propusiera el
cese de su producción tras el arrasamiento de Cartago (Ramon Torres
1995: 209-211), lo cierto es que también se han documentado en cronologías posteriores (Mateo Corredor 2014; Arruda y Sousa 2013) y,
concretamente, su presencia, más que moderada en los niveles fundacionales de Valentia, no puede ser debida a elementos residuales de
conjuntos anteriores por razones obvias. Se atribuyen al transporte de
derivados de pescado, aunque también se ha propuesto que pudieran
transportar vino (Ramon Torres 1995: 265; Guerrero 1986: 168). En
cualquier caso, ponen de manifiesto la continuidad en la producción
y exportación de envases típicamente púnicos que, en función de las
relaciones observadas en Valentia, permiten plantear la hipótesis de
que vendrían acompañando a unos cargamentos principales formados
166
por aceite para el aprovisionamiento de los ejércitos y de las nuevas
colonias occidentales. Un único ejemplar de la forma T-7.7.1.1. podría
inscribirse en esta misma tendencia.
Dentro de la nueva provincia de Hispania Ulterior, la bahía
de Cádiz también jugó un papel importante en la fundación de
Valentia. Sus contenedores representan el 9,8% de las importaciones de ánforas en este período. Desde el 206 a.C., Gadir
ya está integrada en la red comercial de los romanos, así que
buena parte de sus actividades comerciales también pasaron a
formar parte de los intereses económicos y políticos de Roma.
Las únicas ánforas que nos llegan de la Ulterior son las T-9.1.1.1
gadiritas o de su entorno (un mínimo de 14 piezas). Se trata de
ánforas salsero-sazoneras que alcanzaron todos los rincones
del Mediterráneo centro-occidental (Sáez Romero 2008a: 501),
aunque sobre todo se encuentran en la península ibérica, fundamentalmente en el sur peninsular, pero también en zonas del
interior, fachada atlántica y mediterránea. Pero lo que queremos resaltar, al hilo de lo que ya apuntaba Sáez (supra), es que
están muy estrechamente relacionadas con contextos militares
(Sanmartí 1985a y1985b) y el abastecimiento de los ejércitos
romanos, por lo que en este sentido, las de Valentia, no hacen
sino reforzar la idea de que en el último tercio del siglo II a.C.,
su producción pudo también estar enfocada a cubrir parte de
las necesidades de los ejércitos, de manera que, al menos en el
caso de Valencia, más allá de otros intereses particulares ajenos,
también, como las Africanas Antiguas, debieron estar incluidas
dentro de las redes de distribución del propio Estado Romano y
de los esfuerzos militares que en esos momentos desarrollaba
en la península ibérica.
Las ebusitanas representan un 4,57% de las ánforas de esta
fase. En total suman siete. Dos de ellas son PE-23 y las cinco restantes T-8.1.3.2.; tipo este último cuyo origen podríamos remontar
a finales del siglo III a.C. en función de los hallazgos de Baria
(Martínez Hahnmüller 2012: 134) y tuvo un período de vida que
abarcó hasta el último cuarto del II a.C. (Mateo Corredor 2014:
p. 64). Se considera que ambas estaban destinadas al transporte
de vino (Ramon Torres 1995; 2008). Excepto en la fase de abandono, donde no las hemos documentado, la presencia en Valencia
de estas ánforas, que como veremos fue moderada pero constante
a lo largo de todo el período estudiado, parece indicarnos que la
isla de Ibiza jugó un papel singular, probablemente como puerto
de escala en las grandes rutas de abastecimiento que partirían
desde el norte de África y sudeste de la península ibérica antes
de arribar a Valencia o más al norte. En la Tarraco de inicios del
último tercio del siglo II a.C. representan, por detrás del itálico,
el segundo grupo de ánforas en importancia numérica (13,8%;
Díaz García 2016a: 167). Con todo, bajo nuestro punto de vista,
las ánforas de Ibiza en Valencia pudieron jugar un papel similar al que hemos propuesto para las importaciones italianas no
campanas o brindisinas. Es decir, una oportunidad de introducir
en los mercados algunos de los productos elaborados en la isla
aprovechando su posición estratégica dentro del gran comercio
ocasionado como consecuencia de las conquistas en África y de
los movimientos de Roma en Hispania.
Las ibéricas no desempeñaron un papel importante en la fundación de la ciudad. Únicamente representan el 1,95% de las ánforas.
Este dato podría resultar demostrativo de una autosuficiencia por
parte de los fundadores que, obviamente, estaría en relación con
la obligación del Estado de abastecer a las nuevas fundaciones.
[page-n-180]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.3. NMI de las fases de consolidación urbana y tradiciones a que se adscriben las ánforas.
Trad. latina
NMI
%
Trad. púnica
Trad. indígena
Trad. egea
Indet.
TOTAL
452
306
99
9
8
30
67,69
21,9
1,99
1,76
6,63
El vino llegado con el siguiente grupo de ánforas minoritarias,
las egeas, representadas solamente por dos ánforas Rodias (1,3%),
además de ser de calidad y/o prestigio (Suárez Piñeiro 2005: 45)
pudo tener un carácter simbólico. La presencia de ánforas rodias
en la península ibérica parece obedecer a una demanda netamente urbana (Tremoleda y Santos 2013: 88), aunque también
se encuentran de manera escasa en contextos de campamentos
militares romanos del último tercio del siglo II a.C. como el de
Valdetorres (Heras y Bustamante 2007). A través de los negotiatores itálicos establecidos en Delos, estas ánforas arribarían a
Puteoli, desde donde se redistribuirían hacia los mercados occidentales junto a productos itálicos y adriáticos.
Las ánforas de origen indeterminado suponen el 5,22% del
conjunto. Dos de ellas son Grecoitálicas y, tanto por tipología
como por la cronología de los niveles, podríamos pensar que fueron fabricadas en Italia, aunque hemos preferido mantenerlas en
este grupo. Otra es de tradición púnica, pero no estamos seguros
de su área de producción. Del resto (cinco) no hemos podido
inferir nada determinante.
Este período, en el que la ciudad comienza a ser una realidad y
va construyéndose hasta estar provista de todos los elementos
necesarios de una urbe romana de su tiempo, nos muestra un
panorama muy similar al de la fundación, aunque con diferencias
que podrían ser significativas (tabla 7.5.3).
En función de las tradiciones culturales se observa un descenso en las importaciones de las áreas que hasta poco antes
habían estado bajo la influencia púnica en relación con las de las
zonas latinas (fig. 7.5.4). En este sentido, las púnicas sufren un
descenso que viene a representar aproximadamente la mitad de
lo que significaron respecto a las latinas en los momentos fundacionales. Por otra parte, tanto las ánforas ibéricas como las egeas
continúan siendo minoritarias en la misma relación que lo fueron
durante la fundación.
En cuanto a las áreas de producción, la menor presencia
de ánforas procedentes de las áreas púnicas se traduce en un
descenso de las importaciones norteafricanas. Si durante la
fase fundacional éstas eran superiores a las adriáticas, una vez
establecida la ciudad, su volumen en relación con ellas resulta
inferior. En el mismo sentido, las ánforas procedentes del sur de
Hispania y de Ibiza también ven mermado proporcionalmente
su número, lo cual refuerza la idea de que todas ellas podrían
canalizar su tráfico a través de una misma ruta comercial. Ibéricas y egeas mantienen los mismos estándares que en la fase
fundacional (fig. 7.5.5).
Los tipos y valores porcentuales de las ánforas de este período
pueden observarse en la tabla 7.5.4 y en la figura 7.5.6.
Las ánforas del área de la bahía de Nápoles alcanzan el
46,01% de las de esta fase. Ello supone un aumento de casi
cinco puntos (4,18) en el volumen de importaciones de ánforas
procedentes de esta zona. El grupo formado por las Grecoitálicas y Grecoitálicas de transición, mayoritario en la fase
precedente, muestra un descenso considerable en favor de
las Dressel 1, especialmente de las Dressel 1A, que son la
forma evolucionada de aquellas y ahora suponen el 21,46% de
todas las importaciones frente al 12,21% anterior. Asimismo,
en proporciones muy escasas, comienzan a documentarse los
subtipos Dressel 1B y C. Por su parte, las ánforas adriáticas
también aumentan el volumen. Suponen un 16,81% frente
al 10,45% de la fase fundacional. A las formas que ya se
documentaban entonces hay que sumar la olearia Apani II
y las ánforas vinarias Lamboglia 2, las cuales, dentro de las
Figura 7.5.4. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que pertenecen las ánforas de los niveles de consolidación urbana.
Figura 7.5.5. Áreas de procedencia de las ánforas de Valentia (13495 a.C.).
7.5.2. las fases de consolidación urbana (134-95 a.c.)
167
[page-n-181]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.4. Tabla de los tipos por áreas de producción y porcentaje de representatividad (134-95 a.C.).
NMI
BAHÍA NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Indeterminada
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani I
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
Dressel 1A
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.2.1.1
T-7.3.2.1
T-7.3.2.2
T-7.4.1.1
T-7.4.2.1
T-7.4.2.2
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2. sím.
T-7.4.4.1
T-7.7.1.1
Ovoide mauritana
Grecohelenística
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
TOTAL
IBIZA
PE-23
PE-24
T-8.1.3.2
Ebusitana indet.
TOTAL
168
21
58
18
97
4
3
7
208
%
4,64
12,83
3,98
21,46
0,88
0,66
1,54
46,01
18
19
5
9
3
22
76
3,98
4,2
1,19
1,99
0,66
4,86
16,81
7
3
6
16
1,54
0,66
1,32
3,53
25
1
1
1
2
8
1
3
1
4
1
1
1
6
56
5,53
0,22
0,22
0,22
0,44
1,76
0,22
0,66
0,22
0,88
0,22
0,22
0,22
1,32
12,38
21
2
23
4,64
0,44
5,08
1
2
10
2
15
0,22
0,44
2,21
0,44
3,31
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
%
9
9
1,99
1,99
4
3
1
8
0,88
0,66
0,22
1,76
2
1
3
5
30
41
0,44
0,22
0,66
1,1
6,63
9,07
452
adriáticas, irrumpen con fuerza, ligeramente por encima de
las Grecoitálicas, a las que terminarán sobrepasando para el
transporte de los vinos adriáticos.
De otras zonas italianas el porcentaje se mantiene muy bajo
(3,53%). Entre ellas, el tipo predominante sigue siendo el de las
Grecoitálicas/Grecoitálicas de transición, aunque su forma evolucionada, la Dressel 1A, también comienza a hacerse visible en
otros puntos más allá del área vesubiana.
Si bien, como hemos visto, las importaciones africanas
sufren un descenso respecto a la fase anterior, también es
cierto que durante este período se produce una multiplicidad
de los tipos norteafricanos llegados a la ciudad. Las ánforas
más significativas siguen siendo, con diferencia, las Africanas
Antiguas, lo que nos permite intuir que el aprovisionamiento
de aceite seguía procediendo fundamentalmente de África. En
una proporción similar a la que veíamos durante la fundación
respecto a las Africanas Antiguas, la forma T-7.4.2.1 continúa
como el segundo tipo más importado. Entre el resto de las formas tipológicas que arribaron destacamos dos. En primer lugar,
una Ovoide mauritana, porque hasta ahora no se había identificado ningún ejemplar fuera de su área de producción. En
segundo lugar, un ánfora de clara filiación grecohelenística que,
sin embargo, parece haber sido fabricada en talleres de ámbito
púnico y nos habla del proceso de aculturación, junto a las Africanas Antiguas, que se estaba produciendo en esos ámbitos tras
la destrucción de Cartago en el 145 a.C.
Las ánforas sudhispánicas representan el 5,08% del total
(veintitrés piezas), por lo que sufren un descenso porcentual
respecto a la fase anterior. El único tipo representado continúa
siendo el de las T-9.1.1.1, las cuales llegaron en cantidades
similares a las Africanas Antiguas. En este sentido, cabe
plantearse si durante todo este período de construcción de la
ciudad, el propio Estado Romano continuaba abasteciendo a
los colonos con estos productos básicos (aceite y salazones)
[page-n-182]
evaluación de los datos y discusión
porque de ser así, probablemente, también el vino arribado
desde Campania debería incluirse en las redes de ese abastecimiento estatal.
Por su parte, las ánforas ebusitanas representan el 3,31%.
En la misma tónica que las norteafricanas y sudhispánicas, aunque siempre situadas por debajo de ellas en cuanto a volumen,
también sufren un ligero descenso porcentual respecto a la fase
anterior que parece poner de manifiesto que los tres grupos de
ánforas (norteafricanas, gadiritas y ebusitanas) pudieron estar
inmersos en un mismo circuito comercial que, en cierta manera,
veía ligeramente reducida su importancia en el abastecimiento
de Valentia frente a Italia. La forma predominante es T-8.1.3.2
con al menos diez piezas, aunque también hay una PE-23 y una
PE 24. Todas ellas son vinarias.
Las ánforas ibéricas se mantienen en el mismo porcentaje
que en la fase anterior, quizás reflejando esa autosuficiencia
basada en Roma de que hablábamos respecto a los nuevos
ciudadanos.
Las egeas (1,76%), prácticamente se mantienen como en
la fase fundacional; aunque aumentan muy ligeramente su
importancia y, además, se multiplican los tipos. Ya no llegan
exclusivamente ánforas Rodias, que son las mayoritarias, sino
también de Cnidos y especialmente de Cos debido, sin duda,
a las actividades de los negotiatores itálicos en los mercados
de Oriente.
Las ánforas indeterminadas suponen el 9,07% de las de este
período y entre ellas hay Grecoitálicas, Dressel 1 y otras de filiación púnica.
7.5.3. la ciudad y la destrucción (94-75 a.c.)
Esta fase engloba todo el período de vida de la ciudad plenamente constituida hasta su destrucción en el 75 a.C. Por una
parte, analizaremos la fase en su conjunto, pero dado que los
niveles de destrucción, en sí mismos, son una fuente excepcional
para averiguar qué ánforas había en esa fecha concreta, también
haremos un análisis diferenciado de esos niveles, que ya fueron,
parcialmente, dados a conocer (Ribera i Lacomba 2014c; Ribera
i Lacomba y Pascual Berlanga 2015).
7.5.3.1. Visión de conjunto
Figura 7.5.6. Áreas de producción y tipología de las ánforas de los
niveles de consolidación urbana.
En cuanto a las tradiciones culturales, se observa un cambio drástico en relación con las fases anteriores (tabla 7.5.5).
En este período, las ánforas llegadas de lugares tradición
latina alcanzan el 82,31% frente al 67,69% de la fase anterior y
el 58,82% de la fundacional. Este aumento espectacular se produce en detrimento de las importaciones de ánforas de lugares que
habían estado bajo una influencia cultural púnica. Mientras que,
en los momentos fundacionales, las púnicas suponían el 34,64%
de las importaciones y durante las fases de consolidación urbana
representaban el 21,9%, ahora, cuando la ciudad ya está plenamente constituida, caen hasta el 9,82%. Las ibéricas de tradición
indígena ven aumentada muy ligeramente su importancia y las
egeas se mantienen en valores casi idénticos a como lo hacían
en las fases precedentes (fig. 7.5.7).
Tabla 7.5.5. Tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de Valentia (94-75 a.C.).
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
NMI
419
50
11
8
%
82,31
9,82
2,16
1,57
Indet.
21
4,12
TOTAL
509
169
[page-n-183]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.6. Continuación.
Figura 7.5.7. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de Valentia (94-75 a.C.).
Tabla 7.5.6. Tabla de los tipos por áreas de producción y porcentaje
de representatividad (94-75 a.C.).
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Indeterminada
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Grecoit/Dr.1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Brindisina
Apani II
Apani III
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.4.3.1
T-7.4.3.2. sím.
T-7.5.1.1
Norte África indet.
TOTAL
170
NMI
%
11
7
108
62
26
23
11
248
2,16
1,37
21,21
12,18
5,1
4,51
2,16
48,72
1
1
4
3
2
11
0,19
0,19
0,78
0,58
0,39
2,16
4
45
5
5
1
1
83
144
0,78
8,84
0,98
0,98
0,19
0,19
16,3
28,29
12
3
1
1
1
3
21
2,35
0,58
0,19
0,19
0,19
0,58
4,12
ULTERIOR
T-7.4.3.2.
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ulterior indet.
TOTAL
IBIZA
PE-24
T-8.1.3.1
T-8.1.3.2
T-8.1.3.3
Ebusitana indet.
TOTAL
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Oriental indet.
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Mañá C2
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
NMI
%
1
4
4
2
11
0,19
0,78
0,78
0,39
2,16
1
3
4
5
1
14
0,19
0,58
0,78
0,98
0,19
2,75
11
11
2,16
2,16
2
5
1
8
0,39
0,98
0,19
1,57
1
1
5
1
8
1
3
21
41
0,19
0,19
0,98
0,19
1,57
0,19
0,58
4,12
8,05
509
Respecto a las áreas de producción este cambio se traduce en
un aumento significativo de las importaciones adriáticas respecto
a las campanas. El resto de las áreas de producción están representadas más o menos con un mismo volumen de importaciones,
las cuales pasan a ser minoritarias respecto al gran comercio con
Italia. Entre ellas, las del norte de África siguen siendo mayoritarias, aunque muy ligeramente respecto a las sudhispánicas,
ebusitanas, indígenas y egeas (fig. 7.5.8).
Las tipologías representadas en esta fase, así como su importancia porcentual pueden observarse en la tabla 7.5.6.
Las ánforas fabricadas en la zona de la bahía de Nápoles son
las mayoritarias con un 48,72% de las importaciones. Aunque
todavía se documentan ánforas Grecoitálicas y Grecoitálicas de
transición, ya son muy minoritarias con respecto al conjunto de
las Dressel 1 y, probablemente, algunas de ellas sean residuales.
[page-n-184]
evaluación de los datos y discusión
Figura 7.5.8. Áreas de procedencia de las ánforas de Valentia (9475 a.C.).
El tipo mayoritario es el Dressel 1A, con al menos 62 piezas y
una representatividad del 12,18% del conjunto de las ánforas de
este período. Además, cobran importancia las formas Dressel 1B
y 1C en valores muy similares entre ellas y cercanos a la mitad
de lo que fueron las Dressel 1A.
El significativo aumento de las ánforas adriáticas (28,29%)
se debe fundamentalmente a las importaciones de contenedores
Lamboglia 2, los cuales llegan a alcanzar el 8,4% de las ánforas
de esta fase. Siguen encontrándose formas Grecoitálicas adriáticas, aunque de manera menos representativa. Por otra parte,
la importancia que parecen cobrar los productos adriáticos en
Valentia, también se ve reforzada por la ampliación de los tipos
llegados desde allí. En este sentido, además de las Brindisinas
y Apani II, también encontramos las formas Apani III y VII, si
bien las Apani I, que fueron relativamente importantes en la fase
anterior, no han sido identificadas en esta.
Las producciones de otras zonas de Italia ven aún más reducida su importancia hasta el 2,16%. Entre ellas están representadas
las Dressel 1A y C, así como otras más minoritarias adscritas al
grupo Grecoitálico que, igualmente, podrían ser residuales.
Una de las cuestiones que llama la atención es la drástica
caída de las importaciones del norte de África. En esta fase suponen el 4,12%. Un porcentaje muy alejado del que mostraban las
fases precedentes (19,6% en las fundacionales y un desplome de
15,48 puntos; y un 12,38% en las de consolidación urbana con
una caída de 8,26%). El tipo que claramente continúa dominando
es de las Africanas Antiguas, el cual, con al menos doce ejemplares, representa el 2,35% de las ánforas de este período. Excepto
las T-7.4.2.1, de las que se han identificado al menos tres piezas
y que también suele ser la forma cartaginesa más habitual en la
Ulterior durante el siglo II a.C. (Mateo Corredor 2014: 470),
el resto de los tipos documentados (7.4.3.1, 7.5.1.1 y un ánfora
similar a la 7.4.3.2 hispana que hemos denominado similis) sólo
presentan un ejemplar cada uno.
En cuanto a las sudhispánicas, como ya hemos adelantado,
también ven reducida su presencia proporcional en relación con
las campanas o adriáticas. En esta fase, solamente representan el
2,16% frente al 9,8% de la fundacional y al 5,08% de la fase anterior (una caída de 7,72 y 2,92 puntos respectivamente). Además
de las cuatro T-9.1.1.1 (0,78% del total), aparecen otras formas
inspiradas en producciones cartaginesas como las T-7.4.3.3 (otras
cuatro piezas). Hay también una T-7.4.3.2.
La misma tendencia la baja se observa con las ánforas de
Ibiza. Durante esta fase representan un porcentaje muy similar al
de las sudhispánicas; el 2,75%. Hay mayor variedad en cuanto a
tipología. La forma más numerosa, con al menos cinco piezas, es
la T-8.1.3.3 (PE 18). En las fases precedentes no se había constatado este tipo, considerado como el que sustituyó, hacia finales
del siglo II a.C., al T-8.1.3.2 (PE 17), el cual sí se encuentra desde
los momentos fundacionales y también está atestiguado en esta
fase por, al menos, cuatro piezas. Asimismo, con un mínimo de
tres ánforas, hay una representación significativa de las T-8.1.3.1
(PE 16), sobre todo si tenemos en cuenta que a éstas se las considera más propias de los momentos transicionales entre el siglo
III y el II a.C. (Ramon Torres 1995) y que tampoco habíamos
documentado en las fases anteriores. Asimismo, hay una imitación PE 24 de las formas grecoitálicas.
Las ánforas ibéricas, por el contrario, muestran un ascenso
apreciable respecto al resto de las ánforas. En el conjunto de
este período suponen el 2,16%; un porcentaje muy similar al
que alcanzan tanto las sudhispánicas como las ebusitanas. Sin
embargo, como veremos, casi todas ellas (diez de las once registradas) fueron recuperadas de los niveles de destrucción del 75
a.C., lo cual no deja de ser representativo del episodio que tuvo
lugar en esa fecha.
Las importaciones egeas, con el 1,57%, se mantienen aproximadamente en los mismos niveles que hemos visto en las fases
precedentes, si bien, al igual que las ibéricas, la mayor parte fueron descubiertas en los niveles de destrucción. Entre ellas, las
ánforas de Cos son las más numerosas (cinco) que ven elevada
su importancia en detrimento de las Rodias (dos).
Las ánforas de origen indeterminado son el 8,05% del conjunto. Entre ellas, encontramos desde Grecoitálicas de transición
hasta los tres subtipos de Dressel 1, especialmente del 1C (al
menos ocho) y 1A (al menos cinco), así como algunas piezas
púnicas a las que no hemos sabido asignar un origen concreto:
una Mañá C2 (Serie 7 de Ramon Torres) y otras tres de tipología
indeterminada (fig. 7.5.9).
7.5.3.2. Las ánforas del nivel de destrucción
Aunque, como ya hemos indicado, el conjunto de las ánforas
del nivel de destrucción de Sabaters-Cisneros ya fue publicado
(Ribera i Lacomba y Pascual Berlanga 2015), en este trabajo
hemos podido ampliar la visión que de aquel episodio podían
ofrecernos y, dado que los niveles del 75 a.C. de Valentia son
como una fotografía excepcional de aquel año, merece la pena
volver sobre ello y enriquecer aquellas conclusiones con los nuevos datos que hemos recopilado.
En cuanto a las tradiciones culturales y áreas de producción
de las ánforas presentes en estos niveles poco hay que añadir a
lo dicho en los párrafos anteriores (tabla 7.5.7).
El descenso en las importaciones procedentes de las áreas de
tradición púnica se hace algo más evidente en el 75 a.C. (6,93%)
que cuando analizamos todo el período en su conjunto (9,82%),
mientras que las de tradición latina aumentan ligeramente su
importancia llegando al 85,6% frente al 82,31% que representan
durante toda la fase (fig. 7.5.10).
Asimismo, se aprecia un ligero aumento de las ánforas adriáticas respecto a las campanas e, igualmente, de las ibéricas de
tradición indígena en relación con el resto de las ánforas y las
171
[page-n-185]
las ánforas de valentia romana republicana
Figura 7.5.10. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de los niveles de destrucción de Valentia.
Figura 7.5.11. Áreas de producción de las ánforas de los niveles de
destrucción de Valentia.
Figura 7.5.9. Áreas de producción y tipología de las ánforas (94-75 a.C.).
fases anteriores (fig. 7.5.11). Destacamos también el drástico
descenso de las importaciones norteafricanas, ebusitanas y, sobre
todo, sudhispánicas. Las egeas se mantienen en los mismos estándares que en las fases precedentes.
Las tipologías y la importancia porcentual que cada una representa quedan reflejadas en la tabla 7.5.8.
Las ánforas fabricadas en torno a la bahía de Nápoles tienen un
valor muy similar al de las fases precedentes que se sitúa en torno a
la mitad de las importaciones de la ciudad. En los niveles del 75 a.C.,
suponen el 48,53% de las ánforas. A nivel tipológico, observamos
como el grupo de las Grecoitálicas y Grecoitálicas de transición han
pasado a ser totalmente residuales y las dos juntas no llegan a sumar
1,32% de las ánforas. El conjunto de las Dressel 1 es el que ahora
acapara la inmensa mayoría de las ánforas campanas. Entre ellas el
más numeroso es el de las Dressel 1A, con un mínimo de veintisiete
piezas (7,2% del total de las ánforas) seguido muy de cerca por las
Dressel 1B y las 1C (veintiuna y diecinueve piezas respectivamente).
Sin embargo, lo más destacable es el aumento que se produce en el
volumen de ánforas fabricadas en las costas adriáticas italianas. Si
el incremento de sus importaciones desde la fundación, donde representaban un 10,45%, ya era manifiesto en la fase de consolidación
urbana, cuando su presencia se situaba en el 16,81%, durante esta
fase ven doblada su representatividad alcanzando el 28,29% del
conjunto y el 32,26% en los niveles de destrucción. Aunque las de
tipología indeterminada son muchas debido a los fragmentos que
definen a las piezas (asas y, fundamentalmente, pivotes), podemos
Tabla 7.5.7. Tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de los niveles de destrucción de Valentia.
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
NMI
321
26
10
7
%
85,6
6,93
2,66
1,86
172
Indet.
11
2,93
TOTAL
375
[page-n-186]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.8. Tabla general de los tipos y representación porcentual de las ánforas de los niveles de destrucción de Valentia.
NMI
%
NMI
%
INDETERMINADA
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
1
0,26
Grecoit./Dr. 1
1
0,26
Grecoit./Dr. 1
6
1,6
Dressel 1A
3
0,8
Dressel 1
98
26,13
Dressel 1B
1
0,26
Dressel 1A
27
7,2
Dressel 1C
5
1,33
Dressel 1B
21
5,6
Mañá C2
1
0,26
Dressel 1C
19
5,06
Trad. púnica
2
0,53
Indeterminada
10
2,66
Indeterminadas
11
2,93
182
48,53
TOTAL
24
6,4
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
1
0,26
Dressel 1
4
1,06
Dressel 1A
3
0,8
TOTAL
8
2,13
Grecoitálica
2
0,53
Lamboglia 2
36
9,6
ADRIÁTICO
Brindisina
3
0,8
Apani II
4
1,06
Apani VII
1
0,26
Adriática indet.
TOTAL
75
20
121
32,26
6
1,6
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
2
0,53
T-7.4.3.1
1
0,26
T-7.4.3.2. sím.
1
0,26
Norte África indet.
TOTAL
2
0,53
12
3,2
2
0,53
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ulterior indet.
2
0,53
TOTAL
4
1,06
PE-24
1
0,26
T-8.1.3.2
2
0,53
T-8.1.3.3
4
1,06
TOTAL
7
1,86
A-1.2.4
10
2,66
TOTAL
10
2,66
1
0,26
1,33
IBIZA
CITERIOR
EGEO
Rodia
Cos
5
Oriental indet.
1
0,26
TOTAL
7
1,86
TOTALES
375
considerar que éstas se deben distribuir proporcionalmente a los
tipos identificados. En cualquier caso, a partir de lo que con seguridad sabemos, la forma más común entre las adriáticas del 75 a.C.
en Valentia es la Lamboglia 2. Se han llegado a contabilizar hasta un
mínimo de treinta y seis de ellas, lo que las convierte, con el 9,6%
de las ánforas, en el tipo identificado más numeroso en el momento
de la destrucción. Los otros tipos reconocidos, Grecoitálicas (dos),
Brindisinas (3), Apani II (4) y VII (1) son muy minoritarios respecto
a las Lamboglia 2.
Por otra parte, las llegadas desde otros lugares de Italia son muy poco significativas y sólo llegan a alcanzar el
2,13% del total de las importaciones de ánforas. Una cifra
que se sitúa incluso por debajo de lo que veíamos en las
fases precedentes.
Las del norte de África también reducen considerablemente su
importancia pasando del 12,38% de la fase anterior al 4,12% en el
conjunto de ésta y sólo al 3,2% en los niveles del 75 a.C. El tipo
que sigue predominando en ellos es de las Africanas Antiguas, con
un mínimo de seis piezas (1,6% de todas las ánforas). Las otras
formas documentadas son la T-7.4.2.1, T-7.4.3.1 (Mañá C2a). No
obstante, su presencia en los niveles sertorianos de Valentia resulta
significativa ya que ponen de manifiesto la continuidad en su producción y distribución más allá del 145 a.C. (Ramón Torres 1995:
209-211), algo que, por otra parte, ya había sido apuntado tras
los estudios realizados en algunos talleres tunecinos (Ben Jerbania 2013) y otros yacimientos peninsulares como Monte Molião,
donde las encontraron en niveles del último cuarto del siglo II a.C.
(Arruda y Sousa 2013: 118). Hay también un ánfora que hemos
clasificado como T-7.4.3.2 similis por cuanto se trata del tipo al
que consideramos más se asemeja, aunque su pasta es claramente
norteafricana y no sudhispánica.
Sin embargo, con el 1,06%, las ánforas de la Ulterior son las
menos representadas de todas con un mínimo de dos ejemplares
de la forma salazonera T-7.4.3.3 (Bernal-Casasola, Arévalo y Sáez
2007). Las T-9.1.1.1, presentes desde la fundación hasta el cambio
de siglo como las ánforas sudhispánicas mayoritarias en Valentia,
prácticamente desaparecen del registro arqueológico. En el conjunto
de la fase se ha documentado un mínimo de cuatro de estas piezas,
pero ninguna de ellas se encontraba en los niveles de destrucción.
Quizás, el drástico descenso de las importaciones sudhispánicas de la
ciudad, que como hemos visto podrían estar vinculadas al recorrido
173
[page-n-187]
las ánforas de valentia romana republicana
del aceite norteafricano, podría tener su explicación en el proconsulado de Quinto Cecilio Metelo en la Ulterior desde el 79 a.C. y
en su política militar y de desgaste en el conflicto contra Sertorio,
aunque esto es algo que no vamos a entrar a valorar y únicamente
planteamos como hipótesis de estudios posteriores.
En la misma tónica, observamos un descenso en las producciones ebusitanas que en estos niveles descienden hasta el 1,86%, con
representación de los tipos PE 24 (una), T-8.1.3.2 (dos) y T-8.1.3.3
(el más numeroso con un mínimo de cuatro piezas). Molina Vidal
(1997: 194) plantea la posibilidad de que su presencia durante el siglo
II a.C. en las costas mediterráneas españolas se deba a que el vino
ebusitano no representaba una competencia real al itálico. Mateo
Corredor (2014: 465) apunta a que por entonces Roma todavía no
tenía la capacidad de abastecer a todos los mercados occidentales
bajo su control. Sin embargo, en conexión con la propuesta que
hemos planteado respecto a que la presencia de ánforas ebusitanas
en Valentia pudiera ser la consecuencia de que la isla fuera el último
puerto de escala en las grandes redes comerciales marítimas del
centro-sur del Mediterráneo hacia el litoral centro norte del levante
peninsular, su descenso estaría también relacionado con la merma de
los intercambios norteafricanos y sudhispánicos que hemos observado. En este sentido, si analizamos a nivel general el aumento o
descenso de las importaciones ibicencas en la Valentia republicana,
observaremos que su fluctuación también está directamente relacionada con la mayor o menor importancia de la presencia de ánforas
norteafricanas y sudhispánicas.
Otro aspecto destacable de los niveles del 75 a.C. de Valencia
es el apreciable aumento proporcional de las ánforas ibéricas. En
total se han identificado un mínimo de diez que suponen el 2,66%
de las recuperadas de aquel episodio. Siguen siendo muy escasas,
aunque este incremento, junto a la presencia frecuente en estos niveles de otros contenedores que no hemos incluido en nuestro estudio
(tinajas del tipo Indutratin; Ribera i Lacomba y Pascual Berlanga
2015: 746), nos indican que el aprovisionamiento de la ciudad con
productos del entorno durante el conflicto debió ser importante, o,
al menos, mucho más que cuando no había conflicto.
Las ánforas egeas se mantienen en un porcentaje también
minoritario del 1,86% muy similar al de las fases precedentes. Sin embargo, entre las ánforas llegadas del Egeo destacan
ahora las de Cos con un mínimo de cinco piezas frente a una
única Rodia.
Las de origen indeterminado representan el 6,4% del conjunto. Entre ellas las formas más comunes que encontramos son
todas las variantes de Dressel 1, sobre todo las 1C. (fig. 7.5.12).
7.5.4. la etapa de abandono (74-27 a.c.)
Como ya hemos adelantado a lo largo de todo este trabajo, los niveles
que pueden asignarse a esta cronología son escasos y, en ocasiones,
difíciles de adscribir a ella. Seguramente, muchos son consecuencia
de remociones o actuaciones esporádicas que tuvieron lugar en la
zona durante los años posteriores a la destrucción de la ciudad por
Pompeyo y, en este sentido, buena parte de los materiales podrían
ser asimilados a los niveles del 75 a.C. Sin embargo, su posición
estratigráfica permite diferenciarlos. Lo más significativo es que en
ellos no hay apenas elementos que fueran exclusivamente contemporáneos a las fechas que abarca esta etapa y, desde luego, no hay
constancia de la construcción de ninguna estructura con una mínima
envergadura que permita hablar de un resurgimiento de la ciudad,
174
Figura 7.5.12. Áreas de producción y tipología de las ánforas de los
niveles de destrucción de Valentia.
al menos, hasta época augustea; cuando el registro arqueológico
comienza a mostrar síntomas de una débil reocupación que, con
los datos que actualmente disponemos, ni mucho menos podemos
considerar urbana (Ribera i Lacomba 2013c: 151 y ss.). Las ánforas recuperadas en este paquete estratigráfico son pocas (123) y nos
conducen hacia esa misma conclusión. Desde el punto de vista de las
tradiciones culturales, los datos muestran un panorama más parecido
al que ofrecían los de las fases de consolidación urbana (134-195
a-C) que al de la que abarca los momentos de vida urbana hasta su
destrucción (tabla 7.5.9). En este sentido, un aumento considerable
de las ánforas de tradición púnica configura una imagen gráfica prácticamente idéntica a la de aquella etapa (fig. 7.5.13).
[page-n-188]
evaluación de los datos y discusión
Tabla 7.5.9. NMI de la etapa de abandono (74-27 a.C.) y tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas.
Trad. latina
NMI
%
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet.
TOTAL
123
85
21
2
2
13
69,1
17,03
1,62
1,62
10,56
Sin embargo, atendiendo a las áreas de producción, comprobamos como la relación entre las ánforas campanas y adriáticas
es mucho más parecida a lo que se nos ofrecía en los niveles
de destrucción, si bien, el aumento de ánforas norteafricanas
y sudhispánicas respecto al 75 a.C. es igualmente notorio.
Resulta significativo que las ánforas ebusitanas desaparezcan
del registro, lo cual pondría de manifiesto un descenso de las
actividades comerciales que se desarrollaban hasta la destrucción (fig. 7.5.14).
La tabla de los valores porcentuales por tipos y áreas de producción se puede observar en la tabla de la tabla 7.5.10.
Como vemos, las ánforas de la zona de la bahía de Nápoles
reducen su importancia porcentual hasta un 31,7% frente al 48,72
de la fase anterior. Los tipos que se encuentran son los mismos.
Dominan las Dressel 1A (con un mínimo de diez y seis ejemplares y el 13% del total de las ánforas de este período), si bien, el
porcentaje de Dressel 1B (cuatro) y C (una) es mucho menor de
lo que apuntaba la fase precedente.
Aunque también descienden porcentualmente las ánforas
adriáticas, éstas lo hacen en menor medida, de manera que,
en relación con las campanas su importancia también resulta
mayor. Suponen el 24,39% de las importaciones de ánforas
reflejadas en estos niveles. Además de una Apani II, el único
tipo identificado es el de las ánforas Lamboglia 2, las cuales
llegan a sumar un mínimo de veinticuatro piezas (19,51%
del total de las ánforas) y superan ampliamente a cualquiera
de los subtipos de Dressel 1 campanos, reafirmando la idea
de la relevante importancia que para Valentia supusieron
las transacciones con productos adriáticos hacia finales del
primer cuarto del siglo I a.C. y, sobre todo, durante el conflicto sertoriano.
Las llegadas de otros lugares italianos también ven incrementada su importancia porcentual en aproximadamente dos puntos
respecto a la fase anterior hasta situarse en el 4,06% (la más
Figura 7.5.13. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de Valentia (74-27 a.C.).
alta de este grupo en cualquiera de las fases estudiadas). Hay un
ánfora Grecoitálica, evidentemente residual, y otras cuatro que
se engloban dentro del grupo de las Dressel 1.
Las del norte de África representan el 8,13%, cuatro puntos
por encima de lo que reflejaba la fase anterior y cinco respecto a
los niveles del 75 a.C., si bien, las ánforas representadas siguen
siendo fundamentalmente las Africanas Antiguas (tres) y las
T-7.4.2.1 (tres). Además, hay una T-7.5.1.1; tipo que también
aparecía como minoritario en el período de vida urbana.
De la misma manera proporcional, se observa un aumento
de las ánforas procedentes del sur de Hispania, aunque los centros productores donde se fabricaron ya no son los del entorno
de la bahía de Cádiz sino del valle del Guadalquivir. En total
representan el 5,69%, lo cual también implicaría un aumento
de tres puntos respecto a la fase anterior y de cuatro en relación
con los niveles de destrucción. Las T-7.9.1.1 ya no están presentes entre la tipología documentada. Aparece una T-7.4.3.3,
que era la única forma de la Ulterior representada en los niveles del 75 a.C. y, por primera vez, aparecen los tipos Ovoide 1
y Ovoide 4, con al menos tres ejemplares cada uno (2,43% del
total de las ánforas respectivamente). Se trata de ánforas que
comenzaron a fabricarse a partir de finales del primer tercio del
siglo I a.C. hasta las últimas décadas del siglo I a.C. (Mateo
Corredor y Molina 2019). Por tanto, son ánforas que, cronológicamente, se enmarcan en el período que abarca el abandono
de la ciudad y que, de alguna manera, indican que en el solar de
la ciudad todavía se realizaban algunas diligencias que requerían de intercambios comerciales. Sin embargo, desde el punto
de vista cuantitativo y, debido a la falta de estructuras sólidas
a que asociarlas, siguen estando lejos de indicar una actividad
que pudiéramos considerar urbana.
En un mismo sentido, se incluyen las también escasas
ánforas arribadas desde el noreste de la península ibérica. Por
primera vez, en el registro se documentan ánforas llegadas del
arco noroccidental del Mediterráneo. Hay, al menos dos ánforas
Tarraconenses (1,62% del total de las ánforas del período) y tres
Pascual 1 (2,43%). Juntas representan el 4,05% de las importaciones de ánforas representadas en estos niveles. Todas ellas
Figura 7.5.14. Áreas de producción de las ánforas de Valentia (74-27 a.C.).
175
[page-n-189]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.10. Tabla general de los tipos y representación porcentual
de las ánforas de Valentia (74-27 a.C.).
BAHÍA DE NÁPOLES
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Indeterminada
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoitálica
Dressel 1
Dressel 1A
TOTAL
ADRIÁTICO
Lamboglia 2
Apani II
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
T-7.5.1.1
Norte África indet.
TOTAL
ULTERIOR
T-7.4.3.3
Ovoide 1
Ovoide 4
TOTAL
CITERIOR
Tarraconense
Pascual 1
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
TOTAL
INDETERMINADA
Grecoitálica
Grecoit./Dr. 1
Dressel 1A
Dressel 1B
Dressel 1C
Ovoide
Trad. púnica
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
176
NMI
%
2
2
11
16
4
1
3
39
1,62
1,62
8,94
13
3,25
0,81
2,43
31,7
1
3
1
5
0,81
2,43
0,81
4,06
24
1
5
30
19,51
0,81
4,06
24,39
3
3
1
3
10
2,43
2,43
0,81
2,43
8,13
1
3
3
7
0,81
2,43
2,43
5,69
2
3
2
7
1,62
2,43
1,62
5,69
1
1
2
0,81
0,81
1,62
1
1
2
1
1
1
3
13
23
0,81
0,81
1,62
0,81
0,81
0,81
2,43
10,56
18,69
123
son vinarias que irrumpieron con relativa fuerza en los mercados
occidentales durante este período. Por otro lado, también se han
inventariado dos ánforas ibéricas de tradición indígena (1,62%).
En cuanto a las ánforas egeas solamente se ha registrado una
Rodia y otra de Cos que suponen el 1,62% del conjunto de las
ánforas de este período.
Las de origen indeterminado aumentan considerablemente
su valor respecto a todas las fases precedentes (18,69%). En
general, se trata de ánforas de la familia de las Dressel 1, sobre
todo de la 1A, pero también hay algunas ánforas púnicas de tipo
indeterminado a las que tampoco hemos sabido otorgar un origen
y un número significativo de piezas a las que no hemos sabido
asignar tipología (fig. 7.5.15).
7.5.5. la etapa augustea (26 a.C.-14 d.c.)
La fase que abarca el principado de Augusto solamente ha sido
tomada en consideración para poder realizar una comparación
entre la dinámica propiamente republicana y el período que se
Figura 7.5.15. Áreas de producción y tipología de las ánforas (74-27 a.C.).
[page-n-190]
evaluación de los datos y discusión
inicia con el advenimiento de Augusto al poder. En este sentido,
la recopilación de datos no ha sido tan exhaustiva y únicamente
hemos tenido en cuenta algunos de los niveles más significativos de las excavaciones de l’Almoina, Roque Chabás y Sabaters-Cisneros. El volumen de ánforas recopiladas en este estudio
es incluso inferior al de la fase anterior. En total se ha establecido
un NMI de 85 piezas (tabla 7.5.11).
Bajo el prisma de las tradiciones culturales a que se adscriben, se puede apreciar un aumento considerable de las de
tradición púnica respecto a las fases de vida urbana (94-75
a.C.) y de abandono (74-27 a.C.), situándose en valores muy
similares a como se encontraban en el período de consolidación urbana (134-95 a.C.). La mayor parte, el 60% procedía
de lugares de tradición latina mientras que el 25,88% lo hacía
de áreas que estuvieron bajo influencia púnica. Las ánforas de
tradición indígena son muy minoritarias y solamente alcanzan
el 1,17%, mientras que las egeas ven acrecentado el porcentaje hasta alcanzar el 7,05%: aproximadamente seis puntos por
encima de lo que representaban en cualquiera de las fases precedentes (fig. 7.5.16).
Por lo que respecta a las áreas de producción, también
observamos algunos cambios significativos (fig. 7.5.17). En
este sentido, la tendencia de las ánforas adriáticas a equipararse
con las campanas llega, en esta época, a su punto más extremo
y, prácticamente, el volumen de importaciones de uno y otro
lugar son iguales. Las del área vesubiana representan el 25,88%
y las adriáticas se sitúan muy cerca de ellas con el 23,52%. Las
ánforas de otros lugares de Italia continúan siendo muy minoritarias. Por otra parte, las importaciones del norte de África se
mantienen en los mismos niveles moderados que veíamos en
la fase anterior y se produce un aumento muy considerable de
las llegadas desde la Bética y, de nuevo, las ebusitanas están
presentes en el registro en unos niveles muy similares a como
lo hacían desde la fundación hasta la destrucción de la ciudad.
De la Citerior/Tarraconensis no hay representación y, en ese
apartado, solamente incluimos un ánfora ibérica de tradición
indígena. Las egeas, como ya adelantábamos, también incrementan considerablemente su presencia.
La tabla tipológica y la representación porcentual de cada
tipo puede observarse en la tabla 7.5.12.
Entre las de la bahía de Nápoles, que siguen siendo las
mayoritarias con un 25,88%, las Grecoitálicas han desaparecido
definitivamente del registro arqueológico. Ahora, solamente
encontramos los tipos 1A y 1C y, entre ellos, el mayoritario
continúa siendo el primero (15,29% del total de las ánforas del
período). Hemos incluido también un ánfora de pasta claramente
pompeyana cuya tipología parece asemejarse mucho a las Lamboglia 2. En este sentido, la fabricación de esta forma en el área
vesubiana fue ya demostrada (Hesnard 1998). Sin embargo,
resulta anecdótica, en nada modifica los resultados que ofrecen
las ánforas de esta fase, y también pudiéramos haberla incluido
entre las Dressel 1.
Como ya hemos apuntado, las adriáticas se sitúan en un
porcentaje muy similar al de las vesubianas. Desde allí parece
que todavía siguieron llegando ánforas con bordes de tipología
Grecoitálica (dos), aunque lo más probable es que se trate de
elementos residuales. Las más representadas vuelven a ser las
Lamboglia 2, las cuales alcanzan un porcentaje del 11,76%
del total de la fase con al menos diez piezas y se sitúan en
una relación, respecto a las campanas, muy similar a lo que
reflejaban los niveles de destrucción. Hay también una Apani
I y una Apani VII; formas que ya habíamos encontrado en
fases anteriores. Como novedad en el registro, topamos con
al menos una que ya se enmarca en del grupo de las Dressel 6;
tipo derivado de las Lamboglia 2 que comenzó a producirse a
partir del último tercio del siglo I a.C. en varios talleres desde
el Piceno hasta Istria (Mazzocchin 2009; Bezeczky 2005;
Cipriano y Carré 1989).
Figura 7.5.16. Representación gráfica de las tradiciones culturales a
que se adscriben las ánforas de Valentia (26 a.C.-14 d.C.).
Figura 7.5.17. Áreas de producción de las ánforas de Valentia
(26 a.C.-14 d.C.).
Tabla 7.5.11. Tradiciones culturales a que se adscriben las ánforas de Valentia (26 a.C.-14 d.C.).
Trad. latina
Trad. púnica
Trad. indíg.
Trad. egea
Indet.
TOTAL
NMI
51
22
1
6
5
85
%
60
25,88
1,17
7,05
5,88
177
[page-n-191]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 7.5.12. Tabla general de los tipos y representación porcentual
de las ánforas de Valentia (26 a.C.-14 d.C.).
NMI
%
5
13
3
1
22
5,88
15,29
3,52
1,17
25,88
1
1
1
3
1,17
1,17
1,17
3,52
2
10
1
1
1
5
20
2,35
11,76
1,17
1,17
1,17
5,88
23,52
3
1
2
6
3,52
1,17
2,35
7,05
3
1
2
2
1
3
12
3,52
1,17
2,35
2,35
1,17
3,52
14,11
3
3
3,52
3,52
1
1
1,17
1,17
3
1
1
1
6
3,52
1,17
1,17
1,17
7,05
3
3
1
5
12
3,52
3,52
1,17
5,88
14,11
BAHÍA DE NÁPOLES
Dressel 1
Dressel 1A
Dressel 1C
“Lamboglia 2”
TOTAL
TIRRENO INDET.
Grecoit/Dr.1
Dressel 1A
Dressel 1B
TOTAL
ADRIÁTICO
Grecoitálica
Lamboglia 2
Dressel 6
Apani I
Apani VII
Adriática indet.
TOTAL
NORTE ÁFRICA
Africana Antigua
T-7.4.2.1
Norte África indet.
TOTAL
BÉTICA
T-7.4.3.3
T-9.1.1.1
Ovoide 1
Ovoide 4
Ovoide 9
Dressel 12
TOTAL
IBIZA
Ebusitana indet.
TOTAL
CITERIOR
A-1.2.4
TOTAL
EGEO
Rodia
Cos
Knidos
Monoansata
TOTAL
INDETERMINADA
Dressel 1A
Dressel 2/4
Mañá C2
Indeterminadas
TOTAL
TOTALES
85
178
Las ánforas llegadas desde otros lugares de Italia se mantienen como importaciones minoritarias que desde el principio
adquirió la ciudad y se sitúan en el 3,52%, con representación de
los tipos Grecoitálica de transición, seguramente residual, Dressel
1A y Dressel 1B (una de cada uno).
Del norte de África, las ánforas mayoritarias siguen siendo
las Africanas Antiguas (tres) que suponen el 3,52% del total de
las recopiladas para este período y también hay, al menos, una
T-7.4.2.1 (1,17%).
El cambio más significativo respecto a las fases anteriores se
produce con las ánforas del sur de Hispania, llegando a alcanzar
en esta fase el 14,11% de las importaciones. Es la cifra más alta
que obtienen en todo el período analizado en este estudio y que se
sitúa cuatro puntos por encima de lo que representaban en los niveles fundacionales, cuando resultaron especialmente significativas.
Asimismo, asistimos a una variedad de tipos que tampoco se había
producido con anterioridad. Aunque hay una T-7.9.1.1, la T-7.4.3.3,
Figura 7.5.18. Áreas de producción y tipología de las ánforas de
época augustea.
[page-n-192]
evaluación de los datos y discusión
la cual era la única sudhispánica de los niveles de destrucción, es
la mayoritaria en esta fase. Se ha identificado un mínimo de tres
de estos contenedores fabricados en la bahía de Cádiz que suponen el 3,52% de todo el conjunto de ánforas. Las Ovoide 1 y 4, ya
documentadas en la fase de abandono, también están presentes en
estos niveles con un mínimo de dos ejemplares por tipo (2,35%
respectivamente). A ellas, se suma al menos una Ovoide 9 que
también fue fabricada en el valle del Guadalquivir. Por otra parte,
hay un ánfora con labio apuntado que hemos clasificado de tipología indeterminada y que pudo haber sido fabricada en las costas
malacitanas (Anexo II, D-15). Con todo, el panorama que se nos
muestra no deja de reflejar, dentro de la escasa relevancia de lo que
pudo ser Valentia en época augustea, la importancia que, a partir
de estos momentos, comenzarán a tener las producciones Béticas
dentro de los circuitos comerciales del Mediterráneo.
Aunque no ha sido posible identificar ningún tipo concreto, las ánforas ebusitanas vuelven a estar presentes entre las
importaciones tras su desaparición en los niveles de abandono.
Representan el 3,52%; un valor escaso, pero similar al de los
momentos fundacionales y de consolidación urbana.
La Tarraconensis, por su parte, no aporta ánforas al conjunto
de los niveles que hemos recopilado para este estudio, aunque
sabemos que en el relleno de carácter ritual enmarcado en esta
cronología (5 a.C.-5 d.C. o 1 a.C.-10 d.C.) de un pozo, se han
inventariado ánforas vinarias tarraconenses de los tipos Dressel
2/4 y Oberaden 74 que representaban el 25% del conjunto de las
ánforas allí descubiertas y la segunda zona productora después
de la Bética (Ribera i Lacomba 2010b: 266-276; Álvarez et alii
2003; Albiach et alii 1998: 149-151). Por nuestra parte, exclusivamente hemos compilado un ánfora.
En esta fase, las egeas adquieren el valor más alto de todo el
período analizado. Representan el 7,05% del total de las ánforas.
La mayor parte son Rodias (tres), pero también hay una de Cos,
una de Knidos y una LRA 3 de Éfeso.
Entre las de origen indeterminado destacan por igual las Dressel 1A y las Dressel 2/4 que, en cierta medida, también reflejan
la diversidad y el auge de nuevos centros productores de ánforas
que a partir del tercer tercio del siglo I a.C., y especialmente ya
en época augustea, comenzarían a surgir en todo el Mediterráneo (fig. 7.5.18).
179
[page-n-193]
[page-n-194]
8
Conclusiones
Muchas veces, obcecados por la obtención de datos y la perfecta
estandarización e identificación de las diversas formas y de sus características morfo-tecnológicas, olvidamos que tanto las tablas tipológicas como los estudios que hemos realizado no se refieren más
que a una clase de material arqueológico llegado a nosotros desde
la antigüedad. Las ánforas desempeñaron su papel en un amplio
contexto. De nada sirve el conocimiento de las tipologías, y nada
aporta, si no se es capaz de ubicarlas más allá de su cronología. Es
decir, en su contexto histórico y, en el caso específico de las ánforas,
también en su ambiente y circunstancias comerciales. La finalidad
de los estudios de estos singulares contenedores no puede ser otra
que la de aproximarnos a un mayor conocimiento de la Historia y,
en este sentido, hacen falta nuevas reflexiones al estilo de las de
Tchernia (1983 y, sobre todo 1986) y obras ambiciosas capaces de
entrelazar la desmesurada, y muchas veces reiterada, abundancia de
datos obtenidos de las ánforas con la propia Historia.
Las ánforas que hemos estudiado no son más que un pequeño
elemento en el engranaje económico, geográfico, político y social
repasado sucintamente en los capítulos iniciales y, por tanto, un
reflejo de éste. Con ellas, hemos pretendido aproximarnos al
papel que jugó Valentia en el mundo de las relaciones comerciales, desde su fundación hasta el advenimiento del principado de
Augusto. Esta ciudad, como yacimiento arqueológico del período
que estudiamos, resulta un lugar excepcional por cuanto proporciona dos fechas muy concretas en las que circunscribir buena
parte de los hallazgos: el 138 y el 75 a.C. Por tanto, es capaz de
ofrecernos una instantánea de las ánforas que había en ella en
esos dos episodios concretos (su fundación y destrucción), brindando una información precisa y proporcionando datos sobre
múltiples aspectos de la circulación general de las ánforas y de
determinados tipos en particular.
Nos hemos quedado lejos de llegar a conclusiones taxativas o
inamovibles sobre las ánforas de la Valentia romana republicana.
La incorporación de nuevos datos y estudios proporcionados
por los resultados de otras excavaciones, así como de análisis
físico-químicos, contribuirán a definir mejor la importancia y
significación de los distintos grupos de ánforas que estuvieron
presentes en la ciudad. Sin embargo, nuestro examen ha recogido
una cantidad lo suficientemente importante, tanto de excavaciones con niveles republicanos como de los materiales que han
aportado, para poder ofrecer un panorama general que debe aproximarse bastante a la realidad material de estos contenedores en
la ciudad.
Por obvio que resulte, lo primero que debemos considerar es
que la llegada de ánforas a Valentia es la consecuencia lógica de
la llegada de los romanos.
La primera constancia de la presencia del ejército romano
en el territorio que nos ocupa se remonta a en torno al año 206
a.C., en el contexto del final de la segunda Guerra Púnica en la
península ibérica. Entre esa fecha y la fundación de Valentia en
el 138 a.C., la arqueología ha detectado una serie de destrucciones en poblados, atalayas, caseríos e incluso en asentamientos
de carácter urbano como el Tossal de Sant Miquel, que ponen de
manifiesto una auténtica ruptura de la estructuración territorial
imperante hasta entonces y en la que, probablemente, los romanos
tuvieron mucho que ver. Asimismo, otros enclaves como Arse, La
Carència y Saiti, este último ya fuera del territorio edetano, aunque en una posición fronteriza, continuaron su trayectoria tras la
guerra. En el caso de Arse: con toda seguridad. En el de los otros,
quizás, debido a una posición favorable a los romanos durante el
conflicto y las posteriores revueltas aplacadas por Catón.
La fundación de Valentia se obró en los momentos inmediatamente anteriores a la caída de Numancia en el 133 a.C.
Tras aquel acontecimiento fundamental, Apiano de Alejandría
nos relata que los romanos, según la costumbre, enviaron a diez
senadores a las nuevas posesiones de Iberia para cimentar la paz
entre los pueblos que se habían sometido por voluntad o por
fuerza (Apiano, 99). Así pues, en un territorio, que probablemente
181
[page-n-195]
las ánforas de valentia romana republicana
a ojos del Senado ya se encontraba aplacado, la ciudad se fundó
en la provincia hispana de la Citerior. Las evidencias históricas,
numismáticas, onomásticas, prosopográficas y arqueológicas; el
nombre de Valentia, a diferencia de otras como Brutobriga o
Carteia, se insertan plenamente en la tradición toponímica de
las colonias latinas del sur de Italia y el Piceno. De este modo,
Valentia debe considerarse una fundación ex novo, quizás con el
rango de colonia ciuium Latinorum, creada para milites romanos
itálicos, probablemente de los ejércitos de los Fabii. Fue destruida
en el 75 a.C. por Pompeyo y no obtendría el rango de colonia
Romanorum hasta época de Augusto.
Como todas las colonias latinas en sus inicios está fuera de
toda duda que la elección del emplazamiento para fundar la nueva
ciudad obedeció a razones estratégicas y militares. Sin embargo,
mientras que en la II Guerra Púnica y los dos primeros tercios
del siglo II a.C., Sagunto debió ejercer como el núcleo y base de
aprovisionamiento de los ejércitos durante la conquista, Valentia
surgiría, poco antes de la finalización de las guerras Celtibero-lusitanas, como el epicentro de la romanización del golfo de
Valencia hasta las fronteras con el mundo indígena del interior.
Un centro urbano estable con proyección e interacciones en el
entorno más allá de las actuaciones bélicas. Así pues, la fundación
de la ciudad, también debemos entenderla como un elemento de
romanización, en el que las ánforas no dejaron de desempeñar su
papel por cuanto junto a ellas llegaron los modos y costumbres
alimenticias latinas que rápidamente se extenderían por su área
de influencia. En este sentido, con su creación, Valentia también
adquiere la categoría de un enclave comercial romano a través del
cual se introdujeron, en la parte central del oriente de Hispania,
todo tipo de mercancías que, esencialmente, ya estaban bajo los
intereses económicos de los romanos y de los que, las ánforas,
serán el mejor de los testigos que nos ha llegado.
La ciudad se impuso en una localización alejada de otras
ciudades o colonias romanas que por entonces ya había en la
península ibérica. Aproximadamente, se encuentra a medio
camino entre Tarraco y Carthago Nova. Las tres, junto a Ebusus, Palma y Pollentia (estas dos últimas fundadas algo después
que Valentia tras la conquista de la isla por Quintus Caecillius
Metellus en 123 a.C.), conforman un triángulo estratégico de
control de las rutas del litoral levantino de Hispania, con posibilidades de intercomunicación vía marítima en escasas jornadas
de navegación debido a la poca distancia y a las corrientes y los
vientos que resultan favorables para ello.
Podemos asumir dos modelos de intercambio comercial o de
comercio vía marítima en el tramo de costa entre el río Palancia
y el Júcar. Por una parte, un modelo portuario. Es decir, aquel en
que las operaciones de intercambio se hacen al abrigo y uso de
infraestructuras construidas a tal efecto. Por otra, un modelo al
que denominamos de fondeo y mediante el cual, desde una nave
oneraria, se transfieren las mercancías a otras de menor calado y
tonelaje arribadas al punto de fondeo desde los enclaves costeros
(Nieto Prieto 1997).
Objetivamente, el único puerto marítimo documentado es el
de Arse-Saguntum, por lo que hasta que no se produzcan nuevos
hallazgos que evidencien lo contrario, resulta el paradigma de
modelo portuario republicano de las costas que nos interesan.
Se trata, por tanto, de un puerto principal donde se descargaban
mercancías para ser redistribuidas y del que partían productos al
menos desde el siglo VI a.C., pero reforzado en los momentos
182
previos a la II Guerra Púnica con la construcción del muelle de
la gola de Colomer y ampliado, de manera muy sólida y significativa con una torre y un gran espigón, probablemente, al inicio
de la presencia romana en la península ibérica.
Evidentemente, la Valentia republicana también debió contar
con un puerto en condiciones, aunque, como ocurre con buena
parte de las ciudades, poco sabemos de él. Nada podemos decir
más allá de aventurar que si hubo uno marítimo, éste debió localizarse en las proximidades de la desembocadura del río Turia, la
cual, por entonces, se encontraba en La Punta; una cresta aluvial
de escasa pendiente que facilitaba la navegabilidad del río hasta
la ciudad. Es posible que incluso estuviera en la Albufera. Pero,
hoy por hoy, las dos opciones no dejan de ser meras hipótesis de
trabajo. Lo que sí es cierto es que hacia finales del siglo II a.C.,
la ciudad ya contaba con un amplio horreum donde almacenar las
mercancías y que, al menos desde el siglo II d.C., contó con un
puerto fluvial, por lo que no es descabellado pensar en la posibilidad de que también hubiera infraestructuras similares durante
el período que hemos analizado.
Dadas las características de la costa; la falta de evidencias arqueológicas portuarias; y la cantidad de cepos, ánforas
y concentraciones de materiales en los fondos marinos frente a
la ciudad y a la Albufera, parece que el modelo de transacciones comerciales basado en fondeaderos en mar abierto pudo ser
importante. Sin embargo, no debemos olvidar que la corroboración de fondeaderos en mar abierto resulta complicada, por
cuanto las concentraciones de fragmentos cerámicos en los fondos
marinos pueden deberse a múltiples causas, como la orografía
del fondo o las corrientes, y no solamente al fondeo habitual de
barcos en un determinado lugar.
A partir del último decenio del siglo III a.C. se comienza a
documentar en todo el Mediterráneo occidental un fenómeno que
se convertirá en la tónica general hasta el final de la República:
la masiva presencia de ánforas italianas en los mercados. En
este sentido, hay un episodio durante el transcurso de la II Guerra púnica que fue fundamental para obrar este cambio. Se trata
de la rendición de Capua en 211 a.C. y de las consecuencias que
se derivaron. Así, solucionada buena parte de los problemas en
Italia, Roma estuvo en disposición de ampliar el escenario de la
guerra también a Hispania.
No es casualidad que en 211 a.C. la capital de la Campania
se rindiera a los romanos (Livio XXVI, 14); que inmediatamente
después, su territorio pasara a ser propiedad del Estado romano
(Livio XXVI, 16) y hubiera venta de tierras en 210 y 199 a.C.
(Livio XXVII, 3; XXXII, 7) mientras éste se reservaba la mayor
parte de las mismas para su cesión a arrendatarios (Livio XXXII,
7: arrendamiento de los derechos de aduana de Capua y Pozzuoli
en 198 a.C.); que en 210 a.C. Escipión partiera desde Tarraco
hacia Carthago Nova (Livio XXVI, 41) con la seguridad de un
buen aprovisionamiento de sus tropas; que a partir de entonces, la presencia masiva de productos campanos en la península
ibérica sea una realidad irrefutable y que, en muy poco tiempo,
Capua volviera a convertirse en la urbs maxima opulentissimaque
italiae (Livio VII, 31) que siempre había sido. Es posible que
las derrotas romanas antes de 210 a.C. se debieran, entre otras
cuestiones, también a la falta de abastecimiento y dificultad de
contacto con la metrópolis. Pero después de Capua todo cambió
y lo hizo, entre otros motivos, porque según podemos desprender de las fuentes fue el Estado quien, bien directamente o bien
[page-n-196]
conclusiones
a través de arrendatarios, se hizo con el control y distribución
de buena parte de los productos primarios de las regiones más
fértiles de Italia con la intención estratégica de abastecer a los
ejércitos en campaña.
El final del período romano republicano en Hispania está
marcado por las constantes guerras y conflictos. Por tanto, uno
de los aspectos más importantes para entender el gran comercio
romano de mercancías entre finales del siglo III a.C. y el inicio
del principado de Augusto en la península ibérica fue la necesidad de establecer las garantías de un adecuado aprovisionamiento
del ejército
Así pues, durante los siglos II y I a.C., el gran movimiento
de ánforas hacia la península ibérica tuvo uno de sus pilares en
el aprovisionamiento, tanto de los ejércitos romanos como de los
colonos. Fueron los movimientos de tropas y las necesidades de
su suministro los que verdaderamente generaron una producción
y transporte intensivos de estos recipientes y el desarrollo de su
comercio una consecuencia, algo que, por otra parte, ya apuntaron
Sanmartí y Principal (1998: 178). En este sentido, no podemos
olvidar que, durante aquel período, cualquiera de los ejércitos en
campaña arrastraba a muchísimas más personas que habitantes
pudiera tener cualquier ciudad del Mediterráneo occidental. En una
aproximación cuantitativa se ha calculado que, sólo en vino puro,
para una legión de 4.200 efectivos de infantería, serían necesarios
413.910 litros al año, o lo que es lo mismo, 16.556 ánforas de una
capacidad de 25 litros (Valdés Matías 2017: 274).
Es, en este ambiente de marcado carácter militar, donde debemos ubicar las ánforas de los niveles de fundación de Valentia.
En el aprovisionamiento de los colonos durante los primeros años
por parte del Senado.
Si el avituallamiento relacionado con la fundación debía estar
a cargo del Senado, de quien, en su conjunto, dependía la logística
del ejército, las ánforas de estos niveles no pueden ser entendidas como el resultado de unas transacciones comerciales entre
compradores privados motivados por una demanda y proveedores que la facilitan, sino como parte de los recursos aportados
por Roma para la fundación de la ciudad. De esta manera, buena
parte debieron llegar al mismo tiempo que lo hicieran los soldados licenciados (Tabla 8.1).
El 57,5% de las ánforas relacionadas con la fundación y
los años inmediatamente siguientes (138-135 a.C.) procedía de
Italia. Entre ellas hay un claro predominio de ánforas vinarias
Tabla 8.1. Origen de las ánforas de los niveles fundacionales
(138-135 a.C.).
Origen
Bahía de Nápoles
Tierreno indet.
%
41,83
5,22
Adriático
10,45
Norte África
19,60
Ulterior
8,80
Ibiza
4,57
Trad. indígena
1,96
Egeo
1,30
Indeterminado
5,22
procedentes de la Campania. En cuanto a las formas, todavía hay
una presencia significativa de Grecoitálicas, pero la mayor parte
se adscriben al grupo de Grecoitálicas de Transición (Grecoitálica/Dressel 1). Por otra parte, aunque en los niveles que hemos
analizado no había ninguna completa y, por tanto, resulta difícil
asignar con seguridad algunos de los bordes a la forma Dressel
1A, lo cierto es que muchos de ellos ya se podrían contabilizar
como tales. En este sentido, aunque no ha sido objeto de esta tesis
hacer un estudio tipológico en profundidad, la ciudad de Valentia
se convierte en un yacimiento singular donde observar el paso
de las últimas Grecoitálicas a las Dressel 1A.
Además del vino campano, uno de los aspectos destacables
de las ánforas italianas es la significativa presencia de ánforas
adriáticas desde la misma fundación. Su representatividad pone
de manifiesto que, desde un principio, los intereses comerciales de
la fachada adriática de Italia también estuvieron enfocados hacia
los nuevos mercados occidentales. La mayor parte de las que
arribaron a Valentia fueron vinarias Grecoitálicas. Sin embargo,
hay representación, aunque muy baja, de ánforas olearias brindisinas, alguna de ellas en contextos de rituales funerarios. En este
sentido, quizás, al igual que el vino griego, pudo estar reservado
a las élites ciudadanas (Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016)
o a ceremonias de carácter litúrgico que otorgarían a ese aceite
adriático un aspecto simbólico de lo latino que, probablemente,
no tuvo el norteafricano; producido en unos territorios bárbaros
recién conquistados que, como veremos, se convertirían en los
grandes proveedores de aceite, entre otros productos, de la ciudad republicana.
De otras zonas de la península italiana también llegaron ánforas, aunque a mucha menor escala. Éstas podrían interpretarse
como el intento de otras áreas, más allá de la campana, de introducirse en los nuevos mercados que la conquista de Hispania
proporcionaba. Si bien se ha indicado que, probablemente, algunas lo hicieron desde la Etruria litoral (Ribera i Lacomba 2017b:
520), nosotros no hemos sido capaces de asignar un área concreta
de Italia a las pastas que nuestros ejemplares presentaban y el
estudio macroscópico de las pastas (Anexo II) parece indicar que
los centros productores del sur de Italia pudieron tener mayor
relevancia en Valentia que los del noroeste.
Otro de los aspectos más significativos de los niveles fundacionales viene proporcionado por el grupo de las ánforas
que se importaron desde áreas de tradición cultural púnica. Las
ánforas norteafricanas tunecinas son, después de las de la bahía
de Nápoles, el segundo grupo reconocido en importancia. El
19,6% de las ánforas que llegaron con los primeros colonos procedían de allí. El tipo absolutamente dominante, con el 56,66%
de todas ellas, es el de las ánforas olearias Africanas Antiguas.
Le siguen las salazoneras T-7.4.2.1 (30%) y el 7.7.1.1 (3%).
En sí mismo es un dato muy relevante, pues lo que pone de
manifiesto es que, tras la III Guerra púnica, el norte de África
pasaría a jugar un papel destacado en el abastecimiento de los
ejércitos romanos que había en Hispania (Ribera i Lacomba y
Pascual Berlanga 2022). De este modo, se otorgaría a las antiguas ciudades enemigas norteafricanas (y también aliadas en
según qué circunstancias) un papel crucial, no sólo dentro de las
estructuras comerciales y la economía del Mediterráneo (Capelli
y Contino 2013), que ya desde la fundación de Cartago tuvo y
mantuvo, sino también desde el punto de vista estratégico-militar por cuanto sirvieron como centros de suministro de los
183
[page-n-197]
las ánforas de valentia romana republicana
ejércitos. Así pues, como siempre fue y será, los grandes centros
de poder económico y productores de materias primas definitivamente conquistados tras el 145 a.C.; y, en consecuencia,
las grandes ciudades púnicas productoras de ánforas, parecen
enfocar una parte importante de sus esfuerzos comerciales (probablemente, en buena medida, a través de tributos fiscales) al
servicio de los ejércitos que las conquistaron y que continuaban
en un proceso de conquista y afianzamiento de nuevos territorios en la península ibérica.
No tan significativo como el norteafricano fue el flujo de
ánforas fabricadas en otras zonas de tradición púnica. Las del sur
de Hispania suponen el 9,8% de las de la fundación. Todas llegaron desde la bahía de Cádiz; una zona integrada en las redes de
comercio romano desde el 206 a.C., y son del tipo T-9.1.1.1 (anteriormente denominado CCNN), las cuales también estuvieron
fuertemente ligadas al avituallamiento de los ejércitos romanos
(Sanmartí 1985b; Sáez Romero 2008a). De Ibiza llegaron ánforas en menor proporción (4,57%) y todas ellas son consideradas
vinarias. Sin embargo, otorgan a la isla una prerrogativa importante en el abastecimiento de los colonos.
La escasa representatividad de las ánforas ibéricas de tradición indígena (1,96%) quizás esté en relación con la propia
autosuficiencia de los fundadores, o a que los productos obtenidos
del entorno no requirieran de estos contenedores.
Finalmente, el vino de las egeas, con el 1,3% de representatividad, estaría destinado a las élites más helenizadas y quizás
serían redistribuidas desde Puteoli hacia occidente junto a los
grandes cargamentos de ánforas itálicas.
En general, las ánforas de la fundación ofrecen un panorama
similar, aunque distinto, al de los inicios del último tercio del
siglo II a.C. en Tarraco (Díaz García 2016b), donde las salazoneras norteafricanas y las ebusitanas parecieron jugar un papel
más destacado del que lo hicieron en Valentia. Además, las adriáticas no desempeñarían en Tarraco un cometido tan importante
como en Valentia. Asimismo, hay paralelismos con Olisipo, una
ciudad cuya fundación también parece estar vinculada a D. Junio
Bruto (Pimenta 2014), sobre todo en cuanto a la vajilla fina, pero
con algunas diferencias lógicas debido a la mayor presencia de
ánforas béticas y ausencia de ebusitanas en la ciudad atlántica
(Ribera i Lacomba 2017b). Por otra parte, nuestros niveles fundacionales, son muy parecidos a los de los campamentos militares
romanos que asediarían Numancia unos años después, tanto en
vajilla (Sanmartí y Principal 1997) como en ánforas (Ribera i
Lacomba y Marín 2003). Por su parte, los pecios cuyos cargamentos y cronología más se aproximan a los contextos fundacionales
valentinos son los de Punta Scaletta y el de Illa Pedrosa (Ribera
i Lacomba 2013b).
El panorama que se nos muestra entre el 135 y el 92 a.C.
es prácticamente igual al de la fase fundacional (tabla 8.2). Sin
embargo, se producen una serie de matizaciones cuyo significado resulta difícil de interpretar. Probablemente pudieran tener
relación con una mayor autonomía de los ciudadanos y sus
preferencias, con un aumento poblacional (mujeres, esclavos,
indígenas, comerciantes, etc.) u otros factores.
Aunque las relaciones proporcionales entre las distintas áreas
de fabricación italianas no variarían demasiado, a nivel general,
las ánforas manufacturadas en Italia aumentan en 8,8 puntos su
presencia porcentual respecto a la fase anterior. Entre ellas, las
de la bahía de Nápoles siguen siendo las dominantes con un
184
Tabla 8.2. Origen de las ánforas de los niveles de consolidación
urbana (134-95 a.C.).
Origen
Bahía de Nápoles
Tierreno indet.
%
46,01
3,53
Adriático
16,81
Norte África
12,38
Ulterior
5,08
Ibiza
3,31
Trad. indígena
1,99
Egeo
1,76
Indeterminado
9,07
incremento de 4,18 puntos. Las Grecoitálicas y Grecoitálicas/
Dressel 1 todavía fueron importantes, pero las Dressel 1A ya
suponían el tipo más numeroso con diferencia. Además, también
hicieron su aparición las Dressel 1B y 1C, aunque en cantidades
todavía muy escasas.
Mayor todavía es el aumento porcentual de las importaciones
de ánforas adriáticas que se situaría en 6,36 puntos por encima de
las del nivel de fundación. De manera casi pareja, los tipos más
representados son las Grecoitálicas y las Lamboglia 2, con ligerísima superioridad de estas últimas. También aparecen ánforas
brindisinas en bajos porcentajes, y los tipos Apani II, III y VII,
igualmente, en discretas cantidades.
Por el contrario, las de otras zonas de Italia tirrena disminuirían su importancia en 1,69 puntos respecto a la fase anterior.
Entre ellas las Dressel 1A y C serán las más significativas.
El aumento de las importaciones de ánforas italianas tiene su
contrapartida en una disminución porcentual y proporcional de
las llegadas desde las áreas de tradición púnica. Las del norte de
África sufrirían un descenso de 7,22 puntos respecto a las de la
fundación y además se produjo una gran diversificación de los
tipos importados, aunque las Africanas Antiguas continuarían
siendo claramente las dominantes entre ellas.
En paralelo, se observa un descenso en la importación de
ánforas, tanto del sur de Hispania (-4,72 puntos porcentuales)
como de Ibiza (-1,26 puntos) que pensamos debe estar en consonancia o conectado con el de las norteafricanas. En este sentido,
unas y otras, junto a las norteafricanas, parecen formar parte de
una misma red de distribución comercial organizada en torno a
la exportación del aceite norteafricano para los ejércitos y nuevas
conquistas de Roma en Hispania.
Por su parte, las ibéricas mantendrían su presencia en los
mismos porcentajes que durante los momentos fundacionales.
Las egeas aumentarían ligeramente su representatividad y además de vinos de Rodas habría una mayor diversificación con la
incorporación de los de Cnidos y de Cos.
Por una parte, la diversificación de tipos en general y la mayor
arribada de productos adriáticos, podría estar hablándonos de una
mayor demanda de carácter particular o privada sobre determinados productos que no se producía en la fase anterior. Por otra,
la significativa persistencia de las Africanas Antiguas y de las
T-9.1.1.1, podría seguir apuntando hacia las necesidades de avituallamiento de los ejércitos en campaña. Algo que no podemos
[page-n-198]
conclusiones
descartar en una ciudad como Valentia, la cual, una vez establecida en el territorio, también debió desempeñar el papel de
cuartel de invierno (Ribera i Lacomba 2003: 383).
Los aproximadamente veinticinco años que la ciudad estuvo
plenamente constituida (100/95-75 a.C.), con todos los elementos
de cualquier urbe romana de la época, muestran la consagración
y consolidación de los cambios que se atisbaban en la fase precedente respecto a la de fundación. Todas las tendencias que
observábamos en la fase anterior se acentúan de manera considerable (tabla 8.3).
Tabla 8.3. Origen de las ánforas de los niveles urbanos y de
destrucción (94-75 a.C.).
Origen
Bahía de Nápoles
Tierreno indet.
Adriático
%
48,72
2,16
28,29
Norte África
4,12
Ulterior
2,16
Ibiza
2,75
Trad. indígena
2,16
Egeo
1,57
Indeterminado
8,05
Las ánforas italianas siguieron siendo, con diferencia, las más
numerosas. Las campanas aumentarían su presencia porcentual en
2,71 puntos respecto a la fase anterior. Sin embargo, lo más revelador es el espectacular ascenso de las importaciones adriáticas,
que se situaría en 11,48 puntos por encima de la representación
porcentual de los momentos de consolidación urbana y otorgarían al mundo adriático un rol destacado en las importaciones de
ánforas de Valentia que nos obliga a replantearnos, en la línea
de Molina Vidal (1999) y Mateo Corredor (2014) el papel de
sus productos en el abastecimiento de los mercados occidentales
(Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016) o, cuanto menos, en los
de la mitad sur de la península ibérica. Asimismo, es destacable
que su momento de mayor representación se dará durante el conflicto sertoriano. En los niveles del 75 a.C. Llegarán a representar
el 32,26 de todas las ánforas de la destrucción; sólo 16,27 puntos
por debajo de las de la bahía de Nápoles.
Otras ánforas fabricadas en la Italia tirrena verían reducidas
sus importaciones en 1,37 puntos respecto a la fase anterior y su
representatividad se situaría en el 2,16%.
Paralelamente al ascenso generalizado de las ánforas italianas
se produciría un brusco descenso de las importaciones de ánforas
procedentes de las áreas de tradición cultural púnica. Durante el
transcurso de aquellos años, las ánforas del norte de África pasarían a representar el 4,12%, lo cual supondría una caída de 8,26
puntos respecto a la fase anterior y de 15,48 en comparación con
la fundacional, aunque, entre ellas, el tipo claramente dominante
continuaría siendo el de las Africanas Antiguas.
Igualmente, las ánforas llegadas desde el sur de Hispania
soportarían un descenso muy considerable. En esta fase, encarnan
solamente el 2,16% de las importaciones de ánforas, por lo que
su importancia relativa también se vería reducida, en este caso,
en 2,92 puntos respecto a la fase anterior y en 7,64 en relación
con la fundacional. Por otra parte, se produciría una diversificación de los tipos. Las ánforas T-9.1.1.1 ya no vendrían solas sino
acompañadas por otras formas (T-7.4.3.2 y T-7.4.3.3) también
fabricadas en la bahía de Cádiz.
El mismo cambio se obraría respecto a las ebusitanas, aunque con mucha menor incidencia en su importancia relativa.
Representan el 2,75%, lo que implica un descenso de 0,56 puntos respecto a las fases de consolidación urbana y de 1,82 en
relación con las de la fundación.
En los niveles estrictamente de destrucción, esta reducción
de productos norteafricanos, sudhispánicos y ebusitanos sería
todavía más enérgica. Las africanas solamente representarían el
3,2% de las ánforas, las del sur de Hispania el 1,06% y las de
Ibiza el 1,86%
Por el contrario, aunque de manera muy escasa, las ánforas
ibéricas verían ampliada su importancia. Se trata de la fase en que
llegaron a ser más numerosas alcanzando el 2,16% de las ánforas
de la ciudad, lo que implicaría un aumento de 0,17 puntos respecto a la fase anterior y de 0,20 a la fundacional. Sin embargo,
este aumento es debido a una concentración de estos envases en
los niveles de destrucción y no puede estar más que relacionado
con el avituallamiento de la ciudad, a través del territorio circundante, en previsión de las batallas que pudieran producirse
durante el conflicto sertoriano.
Las ánforas egeas se mantendrían aproximadamente en los
mismos porcentajes que en las fases precedentes (1,57%) y estarían destinadas a las élites militares y civiles más helenizadas
de la ciudad.
Aunque desde un punto de vista muy optimista, los datos
aportados por las ánforas de los niveles ubicados en una posición estratigráfica post quem 75 a.C. pudieran ser tomados en
consideración por quienes proponen el restablecimiento de la
ciudad en época de César, lo cierto es que objetivamente sigue
siendo un conjunto débil que, además, no está asociado a estructuras sólidas de hábitat de ningún tipo. La tipología de la mayor
parte de las ánforas identificadas en los niveles que abarcan este
período también es compatible con los momentos previos a la
destrucción de la ciudad. Solamente cinco ánforas son achacables
a esta cronología, lo que da idea del grado de desolación en que
se encontraba el lugar y reforzaría el argumento del abandono
de la urbe tras la guerra.
Lo único que podemos afirmar es que, entre la destrucción de la ciudad y el advenimiento del principado de Augusto,
llegaron al solar de Valentia, de manera muy escasa, ánforas
propias de esos momentos (Tarraconense, Pascual 1 y Ovoides
1 y 4) que hoy sólo podemos relacionar con el discurrir de la
vía Heraclea y la probable persistencia de actividades de tipo
religioso. No olvidemos que si, como se ha apuntado (Ribera
i Lacomba 2017a), pudieron subsistir actividades relacionadas
con el culto a Asclepios, también debió haber una intensa actividad en torno ellas. Por lo demás, las relaciones entre las áreas
de producción y la importancia relativa de cada una de ellas es
muy similar a la del período anterior, si bien, en estos niveles,
no hemos documentado ningún ánfora ebusitana, las Africanas
Antiguas son muy escasas y entre las pocas del sur de Hispania
ya no hay T-9.1.1.1 alguna y en su lugar encontramos ánforas
ovoides del Guadalquivir y quizás también alguna de la bahía
de Cádiz (tabla 8.4).
185
[page-n-199]
las ánforas de valentia romana republicana
Tabla 8.4. Origen de las ánforas de los niveles de abandono (74-27 a.C.).
Origen
%
Bahía de Nápoles
31,7
Tierreno indet.
4,06
Adriático
Norte África
Ulterior
Ibiza
24,39
8,13
5,6
0
Citerior
5,05
Trad. indígena
1,62
Egeo
1,62
A modo de valoración final, el aspecto más visible que nos
reportan las ánforas de Valentia es una clara vinculación y dependencia, durante todo el período republicano, de los productos
importados en ánforas procedentes de Italia, lo cual no debe
extrañarnos tratándose de una fundación de soldados veteranos
itálicos que llegaron con hábitos culturales y alimenticios propios a un entorno que, por entonces, todavía tenía poco que ver
con sus costumbres y sobre todo en los inicios de la ciudad porque el Estado, a través de la Annona, debía garantizar no sólo
la vestimenta y el salarium sino también la alimentación de las
tropas (Muñiz 1978).
Así pues, desde su nacimiento, a través de Roma, la ciudad
se vio inmersa dentro de los principales circuitos comerciales
del Mediterráneo.
Además de la importancia del vino campano y sus implicaciones que no vamos a reiterar pues han sido ampliamente
comentadas y analizadas por la bibliografía, la demostrada significación que las ánforas adriáticas tuvieron en Valentia aportan
nueva luz a una cuestión que no ha sido valorada en su justa
medida por falta de análisis y publicaciones específicas y que
todavía dista mucho de ser comprendida en su totalidad. Molina
(1999) ya advertía de la necesidad de redimensionar el papel que
los envases adriáticos desempeñaron en los mercados occidentales. Desde entonces, se ha avanzado en el conocimiento de esta
cuestión con la edición de artículos que recogen dispersiones,
cuantificaciones, epigrafía y otros aspectos relacionados con ellos
(Van Limbergen 2018; Carreras, Martín, Pera y Rodrigo 2016;
Ribera i Lacomba y Pascual Berlanga 2015; Mateo Corredor
2014; Alonso y Pinedo 2008; Nonnis 2001). Los nuevos datos
aportados por Valentia, donde durante todo el período republicano supusieron el 21,63% de las ánforas importadas; en una
proporción más o menos equivalente a la mitad de las campanas
(43,94%), ayudarán a entender mejor la importancia de Hispania
en el desarrollo de las exportaciones de la Italia adriática hacia
occidente. No cabe duda de que el progreso de la guerra civil
(82-72 a.C.) en Hispania tuvo consecuencias favorables para la
exportación de productos adriáticos hacia estos territorios. Los
niveles de destrucción de Valentia son un buen ejemplo de ello. Se
ha apuntado la hipótesis de que, parcialmente, la comercialización
de vino adriático en Lamboglia 2 durante aquellas fechas, pudiera
estar relacionada con el propio Pompeyo Magno (Mateo Corredor
2014: 525). Sin embargo, el hecho de que, precisamente, en una
ciudad como Valentia, las importaciones de ánforas adriáticas
186
Lamboglia 2 alcanzaran su mayor apogeo en el momento álgido
de los enfrentamientos puede matizar esta idea. En cualquier caso,
resulta un tema sugerente que merece un estudio en profundidad.
La menor presencia de ánforas adriáticas y la práctica ausencia
de pecios con cargamentos principales de las mismas en el arco
noroccidental del Mediterráneo, nos llevan a plantear la hipótesis
de que la mayor parte de estas ánforas pudieran haberse distribuido
hacia occidente incorporándose, preferentemente, a las antiguas redes
comerciales púnicas del centro y sur del Mediterráneo, con destino
principal a Carthago Nova y, quizás también, a Gadir debido a su
condición de gran puerto comercial situado en el extremo más occidental del Mediterráneo, lugares desde donde se redistribuirían hacia
otros destinos de la mitad sur de Hispania.
La importación de ánforas fabricadas en otras zonas italianas, más allá de la Campania y la vertiente adriática, nunca fue
significativa en Valentia. En este sentido, las apreciaciones que
hemos podido obtener del estudio de sus fábricas, parecen indicar una mayor importancia de las áreas de producción del sur
de Italia que de la zona etrusco-lacial. Es un aspecto que deberá
ser perfilado con mayor atención a través de análisis mucho más
precisos de las pastas que proporcionan el grupo de las ánforas
italianas de procedencia indeterminada. Sin embargo, estas valoraciones, junto a lo que conocemos de la dispersión de ánforas
como las de la Toscana, vendrían a apoyar la hipótesis de que los
suministros italianos a la ciudad de Valentia debieron incorporarse a las antiguas rutas comerciales púnicas ahora bajo control
de Roma. Las distribuciones conocidas de ánforas fabricadas en
lugares como Albinia (Benquet 2017: fig. 5.3.7) o de los sellos
Sextius (Domínguez-Arranz, Vallejo y Ruiz 2003: fig. 5; MacCann et alii 1987: 179) indican una clara comercialización de
estos envases hacia el arco noroccidental del Mediterráneo y en
concreto hacia la Galia, siendo prácticamente inexistentes al sur
del cabo de Creus. Este hecho, en contraposición con lo que las
adriáticas parecen mostrar, podría poner de manifiesto dos rutas
comerciales para distribuir las ánforas italianas hacia el occidente.
Una abarcaría preferentemente las producciones etrusco-laciales
y recorrería todo el arco noroccidental del Mediterráneo y otra,
preferentemente, distribuiría las producciones adriáticas y suditálicas aprovechando las antiguas rutas comerciales que habían
estado controladas por los cartagineses hasta el 146 a.C. Cuando
Escipion, desde Tarraco, bajó por la costa acompañado de una
flota que aprovisionaba al ejército, Roma no tenía el control de
las rutas comerciales al sur del Ebro. Valencia parece poner de
manifiesto que, tras el arrasamiento de Cartago, los romanos definitivamente las asimilaron a sus propias redes de distribución de
mercancías.
Otro aspecto que reforzaría esta hipótesis viene dado por las
importaciones procedentes de los lugares que habían estado bajo
el área de influencia púnica hasta la destrucción de Cartago. La
importante presencia en Valentia de ánforas Africanas Antiguas
llegadas del Norte de África y, probablemente también, de Sicilia occidental, sobre todo en los momentos iniciales claramente
relacionados con el abastecimiento por parte del Senado a los
fundadores de la ciudad, así como la cronología del inicio de
la forma en fechas próximas al 146 a.C. (si no inmediatamente
posteriores) y cuyo período de expansión y circulación coincide
con el proceso de culminación de las conquistas que desembocarán en el Imperio recibido por Augusto, nos lleva a plantear la
hipótesis de que, fundamentalmente, este tipo pudo haber sido
[page-n-200]
conclusiones
creado o impuesto por Roma a propósito del aprovisionamiento
de sus ejércitos en campaña y distribuido directamente desde
el norte de Túnez. En este sentido, las Africanas Antiguas, con
sus características de filiación claramente grecolatina y la distribución que conocemos a lo largo y ancho del Mediterráneo, no
serían una evolución de formas púnicas ni tendrían nada que ver
con el comercio púnico, sino que supondrían un nuevo envase
que habría surgido como consecuencia de la caída de Cartago y
de las tasas impositivas derivadas de aquel acontecimiento. Sin
embargo, el conocimiento de estos contenedores todavía es se
encuentra en un estado relativamente embrionario. Faltan pecios
con cargamentos principales. Hasta ahora, las ánforas Africanas
Antiguas solamente se han encontrado asociadas a cargamentos
itálicos donde, cuando aparecen, lo hacen en muy pequeñas proporciones (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2002 y 2008;
Mateo Corredor 2012).
En cualquier caso, las ánforas Africanas Antiguas son el
envase comercial procedente de las áreas de tradición púnica
más representativo en Valentia y también el que más implicaciones históricas objetivas representa (aprovisionamiento de aceite
a nuevos colonos). Su mayor o menor presencia en la ciudad va
pareja a la mayor o menor presencia del resto de importaciones
de ánforas de tradición púnica.
Los otros dos grandes centros de suministros a la ciudad
fueron Gades y Ebusus, pero cualquiera de los tipos exportados
desde ellos hacia Valentia siempre fueron muy inferiores a las
Africanas Antiguas. En este sentido, parece obvio que el pilar
sobre el que se articulaba el comercio de estos lugares hacia
Valentia fue el aceite del norte de África y, en torno a él se modularían el resto de las mercancías manufacturadas en ellos hacia
Valentia. Así, según esta hipótesis, pudo haber una ruta que partiría de Cartago en dirección a Gades, desde donde otras de las
ánforas relacionadas directamente con el abastecimiento militar
llegarían a Valentia (T-9.1.1.1), de allí a Carthago Nova, que también parece mostrarse como el gran receptor de ánforas adriáticas
en el Mediterráneo occidental; a Ibiza y, desde la isla, finalmente,
a Valentia u otros destinos del mar Balear. Quizás todas ellas
llegaran a través de una misma ruta o quizás cada tipo tuvo su
propia red de distribución, pero lo que parece incuestionable es
que todas ellas, o la mayor parte, debieron llegar a través de rutas
marinas que nada tuvieron que ver con las del arco noroccidental
del Mediterráneo.
Respecto a las ánforas ibéricas y egeas no hay más que apuntar a lo ya señalado, por lo que no vamos a reiterarnos.
Por otra parte, la recopilación de la epigrafía conocida hasta
el momento resulta la primera página de un corpus que habrá de
verse incrementado con la incorporación, no sólo de nuevos descubrimientos de cronología republicana, sino también del resto de
epigrafía sobre ánforas de todo el período romano y tardoantiguo
de la ciudad. En este sentido, el estudio epigráfico, ha reportado datos que pueden ayudar a perfilar mejor la cronología de
los sellos rodios de la variante Agathokles III, cuya cronología,
actualmente, está establecida entre 168-166 a.C. La presencia de
uno de estos sellos en los niveles de consolidación urbana de una
ciudad fundada ex novo en el 138 a.C. parece indicar que quizás,
aquella, deba ser revisada (Pascual Berlanga 2023).
Asimismo, con la creación de un primer corpus de las pastas
cerámicas de las ánforas de Valentia republicana, se ha dado el
primer paso en su caracterización y por tanto, también en la identificación de los lugares de fabricación a que se adscriben buena
parte de las que arribaron a la ciudad durante este período. Al
mismo tiempo, hemos relacionado tipologías y pastas con cronologías muy precisas. Todo ello no dejará de ser un elemento
comparativo útil que podrá servir de base a la hora de acometer
futuros inventarios y contribuirá a realizar mejores y más precisas aproximaciones a las áreas de producción que aprovisionaron
a la ciudad y su importancia relativa, no solamente respecto a
Valencia, sino también en el contexto general del comercio de
ánforas en el Mediterráneo a finales de la República Romana. En
este sentido, una de las líneas de investigación sobre las ánforas
republicanas de la ciudad habrá de estar basada, sin duda, en la
arqueometría.
Finalmente, Los excepcionales datos histórico-arqueológicos
relacionados con Valentia, que permiten referenciar los hallazgos
a dos fechas concretas, han permitido diferenciar en subperíodos
la historia de la ciudad republicana y, por tanto, también analizar sus ánforas desde esa perspectiva. Esto no es extrapolable a
otras ciudades hispanas de fundación antigua por la ausencia de
estudios similares al que hemos realizado. De este modo, nuestro trabajo es el primero que analiza en detalle la secuencia de
las ánforas republicanas de una ciudad hispana, cuyo modelo de
funcionamiento deberá ser contrastado en el futuro con el de otras
fundaciones similares como Carteia, Corduba, Olisipo, Italica,
Gracchurris, Palma o Pollentia.
187
[page-n-201]
[page-n-202]
Anexo I
Epigrafía de las ánforas romanas republicanas de Valentia
Con el fin de realizar un corpus completo de la epigrafía sobre
las ánforas republicanas de Valentia, además de las Unidades
Estratigráficas revisadas para realizar este trabajo, se han incluido
en el catálogo otros restos epigráficos de cronología tardorrepublicana que proceden de otras excavaciones antiguas, de hallazgos descontextualizados, submarinos o de niveles de cronología
imperial donde se encontraban como elementos residuales o formando parte de rellenos. Un completo artículo que aborda en
profundidad cada uno de los sellos y marcas recogidos ha sido
recientemente publicado (Pascual Berlanga 2023). Sin embargo,
con la finalidad de que en una misma obra pueda estar reunida
y disponible toda la información que hasta el momento tenemos
sobre las ánforas romanas republicanas de la ciudad, añadimos
este anexo haciendo únicamente referencia a los epígrafes de
manera resumida en tablas recopilatorias y sus correspondientes
referencias gráficas.
Tanto los sellos como los tituli picti han sido ordenados
alfabéticamente a partir de la primera letra que se encontraba
representada en cada uno de ellos. A cada uno se le ha otorgado
un número de referencia mediante el identificativo “LS” para los
sellos en laín, “GS” para los que están en griego y “T” para los
tituli seguidos de un número correlativo a partir del 0. Así pues,
los sellos van precedidos de las letras LS o GS (Latin/Greek
stamp) seguida del número correspondiente en función de su posición alfabética en el corpus (LS-0, LS-1/GS-0, GS-1 etc.). Para
los tituli picti se ha establecido el mismo procedimiento, pero
los números van precedidos de la inicial T (T-0, T-1, etc.). De la
misma manera, los números de referencia para marcas, grafitos o
estampillas se indican con las iniciales MG seguidas del número
que corresponda (MG-0, MG-1, etc.). Por otra parte, mucha de
esta epigrafía se encuentra catalogada como piezas “museables”
en los almacenes del SIAM (Sección de Investigaciones Arqueológicas Municipales del Ayuntamiento de Valencia). En ese caso
también incluimos el número de inventario que tienen asignado
en su base de datos precedido de las iniciales del SIAM. A los
sellos, marcas o estampillas marcados con asterisco (*) no hemos
tenido acceso directo. En cuanto a las pastas, el número indicado
entre paréntesis indica que la pasta de la pieza es de las mismas
características macroscópicas que la muestra de referencia del
Anexo II.
Los signos empleados para la transcripción y lectura de la
epigrafía son los que se reflejan en la tabla I.1
Tabla I.1. Signos diacríticos empleados en la transcripción de la epigrafía
de las ánforas. Criterios fundamentados en Krummrey y Panciera 1980,
en Velázquez Soriano 2018: p. XIII y en Mongardi 2018: 159.
/
Cambio de línea
[---?]
Laguna incierta de letras.
[---]
Letras que faltan y no se pueden restituir.
[ABC]
Letras perdidas que se pueden restituir.
A(BC)
Abreviatura resuelta y forma vulgar normalizada.
A(BC?)
Desarrollo incierto de una abreviatura.
ÂÊT
Letras conectadas o con ligadura.
ẠḄC̣
Letras parcialmente conservadas.
189
[page-n-203]
las ánforas de valentia romana republicana
AI.1. CORPUS DE LOS SELLOS EN LATÍN
Tabla I.2. Cuadro resumen de los sellos en latín en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia.
Nº Ref.
Sello
Excavación y UE
Origen
Tipología
Contexto
Bibliografía
LS-(0)
A[---]*
C/ Tenerías 10
Italia adriática
Lamb. 2
Augusteo
Ribera i Lacomba 1993:
645.
Márquez y Molina 2005:
nº 93.
CEIPAC: 23641.
LS-(1)
[A]·CAESELI·A·[- 12ALM
SIAM: 1506 F·Q·]
61901-1
Apulia
Apani II
109-95 a.C.
Inédito.
LS-(2)
[---]A Ḍ[---]
1ROC000
161
Bahía de Nápoles Grec./Dr. 1 134-110 a.C. Márquez y Molina 2005:
nº 42.
CEIPAC: 21609.
LS-(3)
SIAM: 267
ALIX[---]
5ALM
20017-25
Italia adriática
Lamb. 2
94-76 a.C.
Márquez y Molina 2005:
nº 1.
CEIPAC: 21567.
LS-(4)
SIAM: 563
[Â?]NTIO[---?]*
Pl. Virgen
PV 59-14
-
Grecoit.
94-76 a.C.
Fernández Izquierdo 1984:
fig. 24.
Márquez y Molina 2005:
nº 3.
CEIPAC: 9833.
LS-(5)
APELLA[---?]
4ROC000
2318-3
Apulia
Apani II
94-76 a.C.
Inédito.
LS-(6)
APOL*
Pl. Reina
Estrato VIB
562, 566, 568
-
Dr. 1B
100-75 a.C.
Fernández Izquierdo 1984:
nº 173.
Ribera i Lacomba 1993:
375.
Márquez y Molina 2005:
nº 21.
CEIPAC: 9830.
LS-(7)
APOLL[LONI]
SIAM: 0325 D[A]*
CORTS
2822
Apulia
Apani III
94-76 a.C.
López et al. 1994: fig. 3, 2.
Ribera i Lacomba 1993:
305.
Márquez y Molina 2005:
nº 50.
CEIPAC: 21620.
LS-(8)
[---?]A T̂ D?[---?]
SIAM: 0347
3ROC000
1549
Italia adriática
Grecoit.
134-110 a.C. Márquez y Molina 2005:
nº 43.
CEIPAC: 21610.
LS-(9)
SIP: 34
ATTAL*
El Saler
Italia adriática
Lamb. 2
-
Fernández, Castelló y Graullera 1998: nº 34, fig. 6.
Márquez y Molina 2005:
nº 73.
CEIPAC: 23602.
LS-(10)
BA[---]
4ROC000
2285-4
Italia adriática
Lamb. 2
Augusteo
Inédito.
LS-(11)
COS[---]
4ROC000
2318-1
Italia adriática
Lamb. 2
94-76 a.C.
Inédito.
LS-(12)
E[---]*
3ALM
2938
-
Grecoit.
138 a.C.
Márquez y Molina 2005:
nº 6.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 238.
CEIPAC: 21571.
190
[page-n-204]
anexo i
Tabla I.2. Continuación.
Nº Ref.
Sello
Excavación y UE
Origen
Tipología
Contexto
Bibliografía
LS-(13)
EVNVS
SIAM: 0998
2SABCIS
2945
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Inédito.
LS-(14)
MEVI*
SIAM: 0301
CORTS
2841
Hispania Cit/Tarr. Pascual 1
74-27 a.C.
López et al. 1994: fig. 87.
Márquez y Molina 2005:
nº 143.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: p. 238.
CEIPAC: 23913.
LS-(15)
[---] O [---]
SIAM: 0996
2SABCIS
2945-11
Bahía de Nápoles Dr. 1A
Augusteo
Huguet 2021: fig. IV.72.
LS-(16)
PHILIPVS
SIAM: 1235
10ALM
60820-1
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Inédito.
LS-(17)
RANI*
SIAM: 0005
El Saler
Italia adriática
Lamb. 2
-
Martín y Saludes 1966: fig.
12.
Beltrán Llorís 1970: nº 415.
Fernández Izquierdo 1984:
nº 214.
Ribera i Lacomba 1993:
676.
Márquez y Molina 2005:
nº 104.
CEIPAC: 19625.
LS-(18)
SABDI
SIAM: 0997
2SABCIS
2943
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Huguet 2021: fig. IV.72.
LS-(19)
TPVPO
SIAM: 0691
2SABCIS
2915
Italia adriática
Lamb. 2
74-27 a.C.
Márquez y Molina 2005:
nº 118.
CEIPAC: 23762.
LS-(20)
ṬREBA
SIAM: 0326
CORTS
3022
Italia adriática
Lamb. 2
75 a.C.
López et al. 1994: lám. 94.
Márquez y Molina 2005: nº
119e.
CEIPAC: 23768.
LS-(21)
9ALM
Italia adriática
Lamb. 2
75 a.C.
Inédito.
[---]RA
Figura I.1. Sellos latinos.
191
[page-n-205]
las ánforas de valentia romana republicana
AI.2. CORPUS DE LOS SELLOS EN GRIEGO
Tabla I.3. Cuadro resumen de los sellos en griego en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia. (Lic./Dod. = LiciaDodecaneso).
Nº Ref.
Sello
Excavación y UE Origen
Tipología Contexto
GS-(0)
SIAM 1507
ΑΓΑΘΟΚΛEYΣ
12ALM
61974
Lic./Dod.
Rodia
134-110 a.C. Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 240.
GS-(1)
ΑΓΑΘΩΝ*
SIAM: 0334
3ROC000
1612-14
Lic./Dod.
Rodia
109-95 a.C.
Márquez y Molina 2005: nº 388.
Tremoleda y Santos 2013: nº 74.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 239.
Huguet 2021: fig. IV.46.
GS-(2)
SIAM:
1484
Ε[ΠΙ] ΕΥΚΡΑΤΕ
ΚΝΙΔΙ
ΑΡΙΣΤΟΚΛΕΥΣ
11ALM
61890-1
Cnidos
Cnidia
IIG
109-95 a.C.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 239.
GS-(3)
SIAM: 60
ΕΠΙ ΛΑΦΕΙ
ΔΕΥΣ
ΑΓΡΙΑΝΙΟΥ
Pl. Virgen
1959-1960
Lic./Dod.
Rodia
134-110 a.C. Fernández Izquierdo 1984: nº
195.
Pérez Ballester 1987: 150.
Ribera i Lacomba 1993: 557.
Márquez y Molina 2005: nº 389.
Tremoleda y Santos 2013: nº 71.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 238.
Ribera i Lacomba 2011: fig. 9.
GS-(4)
Ε[ΠΙ] [---?]ΤΩ
3ALM
SIAM: 0560 [---?]Σ ΥΑ[ΚΙΝΘΙ]Ω[Υ] 2938-7
Lic./Dod.
Rodia
138 a.C.
GS-(5)
[Δ]ΙΟΚΛΕ[ΙΑ]Σ
SIAM: 0333
3ROC000
1591-3
Lic./Dod.
Rodia
134-110 a.C. Márquez y Molina 2005: nº 387.
Tremoleda y Santos 2013: nº 73.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 239.
GS-(6)
[---]
SIAM: 0686 ΤΟΥ
ΠΑΝΑΜΟΥ*
2SABCIS
3194
Lic./Dod.
Rodia
-
Figura I.2. Sellos griegos.
192
Bibliografía
Inédito.
Márquez y Molina 2005: nº 397.
Ribera i Lacomba, Olcina y
Ballester 2007: 240.
Tremoleda y Santos 2013: nº 72.
[page-n-206]
anexo i
AI.3. CORPUS DE LOS TITULI PICTI
Tabla I.4. Cuadro resumen de los tituli picti en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia.
Nº Ref.
Tituli
Excavación y UE
Origen
T-(0)
SIAM: 0332
M̂ ÂL
VII
Tipología
3ROC000
1580-3
Bahía de Nápoles Grec./Dr. 1 138-95 a.C.
Márquez y Molina 2005: nº 420.
Huguet 2021: fig. IV.51.
T-(1)
SIAM: 0109
[---]FAB·L·[---]
2ALM
2733-2
-
Grec./Dr. 1 109-95 a.C.
Márquez y Molina 2005: nº 446.
T-(2)
[---]Ḥ?[---]
2SABCIS
2966-1
-
Indet.
Augusteo
Inédito.
T-(3)
IV̂ M[---?]
12ALM
7787-1
Bahía de Nápoles Dr. 1A
137-135
a.C.
Inédito.
T-(4)
SIAM: 0120
LIII
Ṃ? Ḷ? Ṿ? Ḍ? CO
ALM
1768
-
Dr. 1A
109-95 a.C.
Ribera i Lacomba 2017b: fig.
21.
T-(5)
SIAM: 0322
M·L·L·C[---?]P
CORTS
1768
Italia adriática
Grecoit.
109-95 a.C.
López et al. 1994: lám 34, 1.
Pérez Ballester 1995: fig. 5.
Márquez y Molina 2005: nº 421.
Rigato y Mongardi 2016: nº 8.
T-(6)
R[---]
2SABCIS
2988-1
Bahía de Nápoles Grec./Dr. 1 Augusteo
Inédito.
T-(7)
SIAM: 0499
S·[---?]
Pl. Reina
CVb
Italia tirrena
Ribera i Lacomba 1993: 620.
Márquez y Molina 2005: nº 416.
Grecoit.
Contexto
134-110
a.C.
Bibliografía
Figura I.3. Tituli picti.
193
[page-n-207]
las ánforas de valentia romana republicana
AI.4. CORPUS DE LAS MARCAS Y GRAFITOS
Tabla I.5. Cuadro resumen de las marcas y grafitos y estampillas en las ánforas de época romana republicana descubiertas en Valentia.
Nº Ref.
Marca/grafito
Excavación y UE
Origen
Tipología
Contexto
Bibliografía
MG-(0)
[---]C̣Ạ[---]
[---]Ọ[---]
4ROC000
2407-5
Italia adriática
Grec./Dr. 1
134-110 a.C.
Inédito.
MG-(1)
[---?]C̣Ẹ?
2SABCIS
2499-2
Italia adriática
Grec./Dr. 1
134-95 a.C.
Inédito.
MG-(2)
[---]SSI
4ROC000
2407-11
Italia adriática
Grec./Dr. 1
134-110 a.C.
Inédito.
MG-(3)
11ALM
3326-1
Norte Túnez
Africana Antigua 134-110 a.C.
Pascual Berlanga y
Ribera i Lacomba 2002:
figs. 8-9.
MG-(4)
Pl. Virgen
Vc
Norte Túnez
Africana Antigua 138-75 a.C.
Inédito.
MG-(5)
4ROC000
2410-3
Norte Túnez
Serie 7
Mañá C2
137-135 a.C.
Inédito.
MG-(6)
2SABCIS
2572-4a
Cos
Cos
75 a.C.
Inédito.
MG-(7)
4ROC000
2347-1
Círculo del Estrecho
Africana Antigua 134-110 a.C.
Inédito.
MG-(8)
CORTS
2829-1
-
Dr. 1
94-76 a.C.
Inédito.
MG-(9)
Pl. Virgen
PV-73-1
-
Indet.
-
Palacio Marqués
de Caro
Bahía de Cádiz
T-9.1.1.1
138-110 a.C.
Fernández Izquierdo
1984: nº 196.
CEIPAC: 9835.
Sáez Romero y Máñez
2009: 14.
MG-(10)
*
Figura I.4. Marcas y grafitos.
194
[page-n-208]
Anexo II
Corpus de las pastas de las ánforas republicanas de Valentia
AII.1. ESTUDIO MACROSCÓPICO
En el estado actual de los estudios sobre ánforas resulta imprescindible apoyar cualquier análisis con los datos obtenidos a través
de las observaciones sobre las características ceramológicas de las
mismas. Estas observaciones pueden ofrecer un índice a tener en
cuenta para delimitar con mayor exactitud el lugar de fabricación
de las piezas que estudiamos, aunque no hemos de olvidar que no
siempre se puede ser concluyente a la hora de asociar una pasta
a un área de producción concreta. En este sentido, todavía queda
mucho camino por recorrer y, sin duda, es un campo de la investigación que ofrece amplias posibilidades de desarrollo.
Los estudios mineralógico-petrográficos y físico-químicos
de las diferentes pastas de las ánforas estudiadas los hemos
dejado para el futuro. Éstos requieren de análisis complejos
y especializados (Peacock y Williams 1986) que son caros y
deben ser desarrollados juntamente con arqueómetras. Por otra
parte, el interés de nuestro estudio se encuentra centrado en las
áreas de producción de los alimentos que contuvieron las ánforas que hemos estudiado y no en los talleres específicos que las
fabricaron. En este sentido, desde un principio, la prioridad fue
la identificación visual de las distintas producciones y la obtención de muestras de cada una de ellas para establecer un primer
corpus de las pastas presentes en la Valentia romana republicana
que, en trabajos e investigaciones posteriores, pudiera permitir
realizar aquellos análisis a partir de una sólida base de estudio
previo. Así pues, para determinar o aproximarnos al lugar de
procedencia, además de tener en cuenta su tipología, hemos
recurrido a la observación directa de las características macroscópicas de las pastas que, por otra parte, consideramos la más
útil para enfrentarnos a grandes colecciones de materiales, y la
más efectiva para reconocer las producciones en el día a día
de los trabajos de campo. Para ello, en ocasiones, también nos
hemos servido de la ayuda de una lupa de 8’5 aumentos.
De esta manera, todas las muestras recogidas durante la fase
de inventario se reorganizaron asignando un código a cada una
que permitiera individualizarlas dentro de su contexto. Este
código se compone del acrónimo de la excavación de procedencia seguido de un número correlativo. Por ejemplo, la primera
pasta reconocida entre las ánforas de la 5ª campaña de excavaciones en la plaza de l’Almoina quedó recogida como 5ALM-1
y así sucesivamente con el resto de las que identificábamos en
esa campaña.
El siguiente paso fue agruparlas en función de las similitudes
que albergaban entre ellas, de modo que pudiéramos establecer
grupos capaces de englobar ánforas de unas mismas características en cuanto a la composición de sus pastas desde el punto de
vista macroscópico. Para establecer los grupos también se tuvo en
cuenta la adscripción tipológica del ánfora de donde fue obtenida
la muestra. Se asignaron letras mayúsculas correlativas desde la
A y, en el caso de que en un mismo grupo observáramos variaciones que pudieran resultar significativas a priori, se le añadía
un número correlativo a la mayúscula desde el 1, de modo que el
Grupo A pudiera estar formado por pastas de unas mismas características generales, pero con algunas variaciones en cuanto a
compactación, porosidad, composición, etc. (Grupo A-1, 2, 3…).
Para su clasificación obedecimos a la descripción de los
siguientes criterios:
Superficie. Si tiene o no engobe y el color.
Color de la pasta. Puesto que una misma ánfora puede
presentar gamas de color diferentes en función de múltiples
circunstancias como su sometimiento al fuego, al agua salada,
al contacto con materia orgánica, a la mejor o peor cocción
de una zona u otra de la pieza, etc., hemos atendido a valores puramente descriptivos de su aspecto general en cuanto
al color.
Tacto. Donde se indica la dureza, porosidad y sensación al
tacto de la pasta (rugoso, arenoso, áspero, harinoso, etc.)
195
[page-n-209]
las ánforas de valentia romana republicana
Inclusiones. Entendidas como desgrasantes. En este apartado
únicamente asignamos asociaciones petrológicas en el caso de
estar totalmente seguros de ellas ya que de otra manera cometeríamos errores de clasificación. Los valores que tenemos en cuenta
son: 1) El color; 2) Las dimensiones: muy finas (<0’5 mm); finas
(0’5-1mm); pequeñas (entre 1 y 2 mm); medianas (entre 2 y 3mm)
o grandes (>3mm); y 3) y la cantidad orientativa de su presencia:
(escasos, abundantes o muy abundantes).
Vacuolas. Si presenta o no vacuolas, la cantidad y dimensiones atendiendo a los mismos valores que con las inclusiones.
Tipos. Tipos de ánfora en los que se ha documentado.
Paralelos. Bibliografía en la que se recogen descripciones del
mismo tipo de pasta o visualmente muy similares y asignaciones
a sus lugares de fabricación.
Origen propuesto. Ordenadas así todas las pastas, con el fin
de otorgar un lugar de procedencia a cada uno de los grupos y
subgrupos, se procedió a compararlos con las referencias proporcionadas tanto por la bibliografía como por las diferentes páginas
web especializadas en este tipo de estudios; desde el clásico de la
Universidad de Southampton “Fabric Catalogue” (http://archaeologydataservice.ac.uk), hasta las páginas como FACEM http://
facem.at/project/about.php, el catálogo de ánforas hispanas disponible en Amphorae ex Hispania http://amphorae.icac.cat, o el
de R. Tomber y J. Dore (1998) http://romanpotterystudy.org.uk/
nrfrc/base.
Muestra de referencia: nombre dado a la muestra guía de cada
pasta identificada; Tipología: referida a la pieza de la que se ha
tomado la muestra; Cronología del Contexto: donde se indica la
datación del nivel arqueológico de donde procede el ánfora a la
cual se tomó la muestra.
Figura. Lugar en este libro donde se encuentra el dibujo de
la pieza de la que se tomó la muestra.
Con todo, hemos identificado 8 grupos de pastas y sus variantes predominantes en el registro. La ordenación que proponemos
atribuye un origen geográfico a cada una de ellas que está basado,
desde el punto de vista macroscópico, en los paralelismos de sus
características con otras pastas a las que otras investigaciones
han asignado un origen y en las tipologías de donde se extrajeron las muestras. De la A hasta la G están ordenadas en función
del mayor número de representación en el registro, de manera
que las englobadas en el grupo A son las mayoritarias y las que
lo están en el G son las minoritarias. El grupo H probablemente
está sobredimensionado, pero en él se recogen las pastas a las
que no hemos sabido asignar un origen (tabla II.1):
Tabla II.1. Grupos de pastas identificados en las ánforas de la
Valentia republicana.
GRUPO
A
B
C
D
E
F
G
H
196
ÁMBITO O ÁREA DE PRODUCCIÓN
Italia tirrena
Italia adriática
Norte de Áfica y Sicilia occidental
Provincia Ulterior/Bética
Ibiza
Egeo (Cnidos/Chios- Dodecaneso/Licia)
Provincia Citerior/Tarraconensis
Origen indeterminado
AII.2. CARACTERIZACIÓN MACROSCÓPICA DE LAS
DIFERENTES PASTAS CERÁMICAS
AII.2.1. GRUPO A: ITALIA TIRRÉNICA
Se trata de pastas de colores que pueden oscilar entre el granate,
el naranja, diversos tonos de marrón o incluso el beige. Son duras,
aunque el grado de porosidad es variable; desde las muy porosas de aspecto muy granuloso, hasta otras muy compactas y sin
porosidades. Son de textura rugosa y granular.
A-1
Superficie: Algunas presentan engobes densos de color blanco o
blanco amarillento, otras están simplemente aguadas o directamente no tienen nada.
Color de la pasta: Marrón rojizo claro, aunque también ha sido
común encontrar otros como el granate, el marrón claro o el beige.
Tacto: Es dura, muy porosa, de textura granular y fractura
irregular.
Inclusiones: Muy finas, finas y pequeñas muy abundantes. Destaca por la abundancia de inclusiones negras (augitas) y granos
de basalto. También hay, de manera menos frecuente, carbonatos cálcico y pseudomórfico, feldespato, foraminíferas, cuarzos,
micas y otras escasas, pequeñas y de color amarillo y gris de
tamaño fino o muy fino.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica, Dressel 1A, B y C.
Paralelos: [112] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
321); Grupo 1 UA (A) (Mateo Corredor 2015); Fabrics 1, 2
(Williams 1994:); Fabric 3 y 5 (Peacock y Williams 1986); fabric
2 (Peacock 1971); FACEM BNAP-A-11.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles, Región de Pompeya,
Campania.
Muestra de referencia: 9ALM-8.
Tipología: Dressel 1B.
Cronología del contexto: 74-27 a. C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-4.
[page-n-210]
anexo ii
A-2
menos abundantes de color gris y granate de tamaño fino. Parcialmente vitrificado.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Fabrics 1, 2 (Williams 1994); Class 3 y 5 (Peacock y
Williams 1986); FACEM SAL-REG-C-5. En Éfeso esta pasta
también se ha documentado en un ánfora Dressel 2/4 (Bezeczky
2008: 88, nº 03; Bezeczky 2013: 347, nº 323).
Origen propuesto: Probablemente Bahía de Nápoles-Salerno.
Campania.
Superficie: No presentan engobe, en ocasiones están simplemente
aguadas con una pátina marrón claro.
Muestra de referencia: 5ALM-2.
Color de la pasta: Marrón claro, marrón anaranjado.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Figura: 6.1.18: 5ALM-50166-1.
Tipología: Grecoitálica.
Inclusiones: Muy finas y finas abundantes, aunque de
manera menos profusa que en A-1. Destaca por la presencia de inclusiones negras (augitas). También hay carbonatos cálcico y pseudomórfico, feldespatos, foraminíferas,
cuarzos micas y otras abundantes muy finas de color gris
y granate.
A-4
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálicas, Dressel 1.
Paralelos: [104] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
321); Grupo 1 UA (B) (Mateo Corredor 2015); Fabrics 1, 2
(Williams 1994); Class 3 y 5 (Peacock y Williams 1986); fabric
2 (Peacock 1971); FACEM SURR-A-1.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles, Región de Sorrento,
Campania.
Superficie: No presenta engobe ni aguada.
Muestra de referencia: RCHA-79.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Grecoitálica.
Inclusiones: Muy finas, finas y esporádicamente pequeñas.
Destaca por las inclusiones negras (augitas), más dispersas
que en A-3, grises muy finas y finas, y micas muy finas. También hay cuarzos muy finos y finos y otras de color granate
que esporádicamente superan el milímetro. Parcialmente
vitrificada.
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2407-21.
A-3
Color de la pasta: Crema-verdoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Bezeczky 2013: 347, n º 324; Similar a Bezeczky 2008:
88, nº 11. FACEM: BNAP-10.
Origen propuesto: Probablemente Bahía de Nápoles-Salerno. Campania. Sin embargo, a nivel tipológico, el escalón en la parte superior del borde recuerda a producciones
de Lípari.
Superficie: No presenta engobe ni aguada.
Color de la pasta: Marrón claro, beige.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy finas, finas, pequeñas y medianas. Destaca por
las inclusiones negras (augitas) de todos los tamaños mencionados y micas muy finas. También hay cuarzos, micas y otras
Muestra de referencia: SAB-44.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3047-1.
197
[page-n-211]
las ánforas de valentia romana republicana
A-5
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2857-3.
A-7
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy finas, finas y esporádicamente pequeñas. Presenta
abundantes puntos negros y grises muy finos y finos. También otras
muy finas y finas de color marrón anaranjado, micas muy finas y
otras escasas de tamaño pequeño y aspecto ferruginoso.
Superficie: Aguada de color grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: BNAP-A-10.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Partículas de color negro
y marrón rojizo. Se observan micas muy finas y la presencia
de foraminíferas. En la matriz hay líneas grisáceas de aspecto
arenoso.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles-Salerno, Campania.
Vacuolas: No presenta.
Muestra de referencia: SAB-43.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Tipología: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a FACEM: BNAP-A-10.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles-Salerno, Campania.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3047-2.
Muestra de referencia: SAB-61.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica, Dressel 1A.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
A-6
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2572-3a.
A-8
Superficie: Marrón rosado.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finos. Partículas de
color blanco, gris y negro (augitas) muy finas. Otras de color
marrón anaranjado más escasas. Se observan micas muy finas.
Superficie: Suelen presentar aguadas con una pátina marrón claro
o directamente no tienen nada.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tipos: Dressel 1A.
Tacto: Es dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Paralelos: FACEM: BNAP-A-10.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas,
medianas y esporádicamente grandes. Destaca por las concreciones oscuras con apariencia de óxido de hierro y chamotas de arcilla de color marrón. Ambas varían de tamaño
entre pequeñas, medianas y, más esporádicamente, grandes.
Análisis realizados en una pasta visualmente muy similar
Origen propuesto: Bahía de Nápoles.
Muestra de referencia: SAB-86.
Tipología: Dressel 1A.
198
[page-n-212]
anexo ii
(Bezeczky 2008: 88, nº 14) han determinado que en su composición hay: moscovita, mica, cuarzos, esquistos, plagioclasa, feldespato, granos de carbonatos, foraminíferas, rocas
cristalinas indeterminadas, otros grises y fragmentos de rocas
volcánicas.
A-10
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Paralelos: Similar a: FACEM: PAE-A-1 a 4; PAE-C-2. Encontramos pastas muy similares sobre todo en las cerámicas comunes de la región de Paestum (Grassner y Trapichler 2011,
PAE-C-2).
Origen propuesto: Italia central, posiblemente Región de
Paestum-Velia.
Superficie: Color marrón claro.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Dressel 1A.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de colores blanco,
marrón y gris. Hay otras, más escasas, de color amarillo pálido.
Se observan micas y cuarzos.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Vacuolas: No presenta.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-11.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1; Dressel 1A.
Muestra de referencia: RCHA-22.
Paralelos: Similar a producciones del Sur de Italia (FACEM: CAL-A).
A-9
Origen propuesto: Sur de Italia (Calabria).
Muestra de referencia: SAB-10.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.5.3: 2SABCIS-2961-1 y 2.
A-11
Superficie: Presenta aguada con una pátina marrón claro.
Color de la pasta: Naranja
Tacto: Es dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas. Destaca por
las concreciones oscuras de óxido de hierro pequeñas. También
hay carbonato cálcico, cuarzos blancos, y otras abundantes de
color gris, negro y tamaño fino.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Paralelos: [162?] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
326). También encontramos pastas muy similares sobre todo en
las cerámicas comunes de la región de Paestum (Grassner y Trapichler 2011, PAE-C-2).
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de colores blanco,
gris, marrón y algunas de color amarillo pálido. Se aprecian micas
cuarzos y foraminíferas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Muestra de referencia: CH-30.
Paralelos: Similar a producciones del Sur de Italia (FACEM:
CAL-A, también se asemeja a algunas producciones jónico-adriáticas (FACEM: JON-ADR-A).
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1A.
Origen propuesto: Sur de Italia.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Muestra de referencia: SAB-20.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1054-1 y 30.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Origen propuesto: Bahía de Nápoles, Campania.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2988-4.
199
[page-n-213]
las ánforas de valentia romana republicana
A-12
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-42.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3047-3.
A-14
Superficie: Engobe color beige amarillento.
Color de la pasta: Marrón claro grisáceo.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos, finos y pequeños. Abundantes puntos muy finos y brillantes, también hay otros de color
marrón gris y, mucho más escasos, de color negro. Asimismo,
presenta pequeñas manchas grises y chamotas. Eventualmente
aparecen nódulos circulares de aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a algunas producciones del sur de Italia
(FACEM: CAL-A-10).
Origen propuesto: Sur de Italia (Calabria).
Muestra de referencia: 10ALM-13.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.20: 10ALM-3264-01.
A-13
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas. Abundantes partículas de
color gris y blanco, marrón anaranjado y otras más escasas de color
negro y marrón oscuro y aspecto ferruginoso. Micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a producciones de Velia/Laconia (FACEM:
VEL-A-3; NW-LUC-A-2).
Origen propuesto: Únicamente con análisis macroscópico no es
posible identificar un origen concreto, por similitud: Italia tirrénica (quizás Lucania).
Muestra de referencia: 3ALM-5.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.13: 3ALM-2938-01.
A-15
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finos y ocasionalmente
pequeños. Partículas de color marrón rojizo y aspecto ferruginoso,
gris y amarillo. Se observan micas muy finas, cuarzos y la presencia de foraminíferas. Algunas inclusiones calizas pueden llegar a
pequeñas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: [233]? (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 321).
200
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro/salmón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
[page-n-214]
anexo ii
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
de color gris y otros blancos muy finos. También hay micas muy
finas y pequeñas chamotas de color anaranjado. Presenta escasos
puntos negros muy finos que pudieran corresponder a augitas y
otros pequeños redondeados y de aspecto ferruginoso.
A-17
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: [172] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
326). Muy similar a algunas producciones de cerámica común
de la región de Salerno (FACEM: SAL-REG-C-5).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: 9ALM-15.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.31: 9ALM-50208-3.
A-16
Superficie: Engobe beige claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas
y medianas. Partículas muy finas y finas de color, blanco,
marrón y gris, otras, más escasas, de color negro. Se aprecian
micas muy finas y cuarzos finos y muy finos. Presenta manchas de color beige claro y aspecto arenoso que son pequeñas
y medianas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Paralelos: Visualmente es similar a LS-42 (Olcese y Coletti 2016:
224).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-11.
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2960-1.
Inclusiones: Muy abundantes. Son muy finas, finas y esporádicamente pequeñas y medianas. Presenta abundantes puntos negros
de tamaño muy fino, fino y esporádicamente pequeños. También
hay puntos grises y granates muy abundantes muy finos y finos,
otros blancos del mismo tamaño que corresponden a fragmentos
de foraminíferas y otros más escasos de color amarillo, pequeños y medianos.
A-18
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Paralelos: Similar a [137] (Toniolio, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 324).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: 9ALM-10.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1A.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-1.
Superficie: Aguada de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas
muy finas y finas de color marrón oscuro, gris y amarillo. Se
aprecian micas muy finas. Presenta abundantes manchas de
color amarillo pálido y gris amarillento que pueden llegar a
ser pequeñas.
Vacuolas: No presenta.
201
[page-n-215]
las ánforas de valentia romana republicana
Tipos: Grecoitálica.
A-20
Paralelos: Visualmente es similar a NFR10-35 (Olcese y Coletti
2016: 229)
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: 10ALM-7.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.1.13: 10ALM-60690-33.
A-19
Superficie: Presentaba ligera aguada.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy finas y finas abundantes. Abundantes puntos
de color negro, granate, blanco y gris, así como micas y cuarzos
escasos de tamaño muy fino. Esporádicamente otros blancos de
tamaño fino.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Paralelos: Visualmente es similar a [217]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 330) y a NFR10-62 (Olcese y Coletti
2016: 226).
Color de la pasta: Marrón anaranjada.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Muestra de referencia: RCHA-80.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color marrón, gris y amarillento. Hay puntos
negros de aspecto ferruginoso, cuarzos transparentes, micas y
fragmentos de foraminíferas. También presenta chamotas medianas de color granate y se observan manchas de color amarillento
dispersas por la matriz.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2407-22.
A-21
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Dressel 1C.
Paralelos: Visualmente también es similar a NFR10-35 (Olcese
y Coletti 2016: 229).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-2.
Tipología: Dressel 1C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Superficie: Engobe color beige.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-3.
Color de la pasta: Marrón claro con el núcleo anaranjado.
Tacto: Dura, compacta de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color blanco, gris y marrón. También hay
micas muy finas; cuarzos finos y pequeños más escasos; y algunas manchas negras finas. Más ocasionalmente hay inclusiones
pequeñas de aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a [162]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 326).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
202
[page-n-216]
anexo ii
Muestra de referencia: RCHA-41.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2335-3.
A-22
más escasos y tamaños variables entre pequeños, medianos y
ocasionalmente grandes.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a [097]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 326)
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-47.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2479-30.
A-24
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro-anaranjado.
Tacto: Dura, compacta de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y ocasionalmente grandes. Abundancia de puntos de color marrón ocre,
gris y fragmentos blancos de foraminíferas o carbonato cálcico
y escasas micas. Manchas de color amarillo verdoso pequeñas e
inclusiones escasas, redondeadas y de aspecto ferruginoso.
Superficie: Beige amarillento.
Vacuolas: No presenta.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tipos: Grecoitálica.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Paralelos: Visualmente es similar a CB-53 (Olcese y Coletti 2016)
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y medianas.
Partículas de color blanco, gris y marrón muy finas. Se observan micas muy finas. Nódulos oscuros de aspecto ferruginoso
finos y pequeños y manchas beige amarillentas que pueden ser
pequeñas y medianas.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-49.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2403-1.
A-23
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a [162]-P y a [139]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 326 y 324).
Origen propuesto: Italia tirrénica.
Muestra de referencia: SAB-32.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2871-3.
Superficie: Beige amarillento.
Color de la pasta: Marrón claro-rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y, más
ocasionalmente, medianas. Abundantes puntos de color gris, cuarzos y fragmentos de foraminíferas muy finos. Micas también muy
finas y escasas. Puntos de color granate y aspecto ferruginoso
203
[page-n-217]
las ánforas de valentia romana republicana
A-25
Muestra de referencia: 3ALM-6.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.13: 3ALM-2938-06.
A-27
Superficie: Engobe marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
pequeñas. Partículas de color blanco, gris muy finas. Otras de
color marrón oscuro y aspecto ferruginoso que pueden llegar
a ser finas. Se observan micas muy finas y cuarzos que pueden
llegar a pequeños. La matriz presenta inclusiones alargadas de
color marrón claro.
Vacuolas: No presenta.
Superficie: Color marrón verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Paralelos: Similar a [133]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 324).
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas. Abundantes partículas
de color blanco, marrón, gris; otras, más escasas, de color negro.
Sólo algunas manchas de color blanco y gris son finas. Se observan micas y cuarzos muy finos.
Origen propuesto: Italia tirrénica.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Muestra de referencia: SAB-65.
Tipos: Dressel 1B.
Tipología: Dressel 1.
Paralelos: Similar a [162]-P y [189]-A (Toniolo, Sáez, Tomasella
y Bustamante 2019: 326 y 327).
Tipos: Dressel 1.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2611-7.
A-26
Origen propuesto: Italia tirrénica.
Muestra de referencia: RCHA-83.
Tipología: Dressel 1B.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2285-6.
A-28
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro amarillento.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes partículas de color marrón oscuro y aspecto ferruginoso que pueden
llegar a ser finas. Manchas de color marrón y gris muy finas. Se
aprecian micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Visualmente también es muy similar a las muestras
NFR10-31, 34 y 35 (Olcese y Coletti 2016: 228-29).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
204
Superficie: Aguada amarillo grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas muy finas y finas de color marrón anaranjado, gris, blanco y
amarillo. Se aprecian micas muy finas. Hay otras finas más escasas de color ocre y aspecto ferruginoso. También hay partículas
que semejan lascas calizas que pueden llegar a ser pequeñas.
[page-n-218]
anexo ii
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Visualmente también es muy similar a las muestras
NFR10-31, 34 y 35 (Olcese y Coletti 2016: 228-29).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: RCHA-17.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2390-1.
A-29
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Partículas de
color blanco, gris y marrón y amarillo, algunas de color marrón
oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Paralelos: Similar a [149]-P (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante
2019: 326 y 323). Tambien a P12-19 (Olcese y Coletti 2016: 227).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-57.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2871-3.
A-31
Superficie: Engobe color hueso.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y, ocasionalmente
pequeñas. Abundantes partículas de color gris, blanco, marrón y
otras, muy escasas, de color negro. Sólo algunas manchas de color
blanco y gris son finas. Se observan micas y cuarzos muy finos.
Superficie: Engobe marfil.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Paralelos: Similar a CB-50 (Olcese y Coletti 2016: 226).
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos de
color marrón, naranja, blanco y gris. En menor medida, también
hay negros. Se observan micas muy finas y cuarzos. Contiene
foraminíferas y chamotas que pueden llegar a ser finas.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Vacuolas: No presenta.
Muestra de referencia: RCHA-36.
Tipos: Dressel 1C.
Tipología: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a CB-50 (Olcese y Coletti 2016: 226).
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2390-3.
Muestra de referencia: RCHA-3.
Tipos: Grecoitálica.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Dressel 1C.
A-30
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-5.
Superficie: Aguada marrón claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
205
[page-n-219]
las ánforas de valentia romana republicana
A-32
Inclusiones: Escasas. Finas, pequeñas, medianas y grandes. Se
caracteriza por la presencia abundante de granos de chamota de
color granate que van desde tamaños pequeños hasta grandes y
de otras, grises y blancas, de tamaño pequeño.
Vacuolas: Son habituales. Medianas y grandes.
Tipos: Grecoitálica, Lamboglia 2.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Paralelos: UA 12-13 (B) (Mateo Corredor 2015); Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013, 253; Cabella 2008; Cipriano y
Carré 1989, 81. Para detalles mineralógicos y arqueométricos
Menchelli et alii. 2008 y Mange y Bezeczky 2007: group I.
Color de la pasta: Marrón claro.
Origen propuesto: Adriático, desde Istria al Piceno meridional.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Muestra de referencia: SAB-35.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Abundantes
puntos de color gris y marrón anaranjado, también hay otros
de color marrón oscuro y fragmentos de foraminíferas escasos.
Micas muy finas y, ocasionalmente, manchas marrones finas de
aspecto ferruginoso.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2037-1.
Vacuolas: No presenta.
B-2
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a P12-19 (Olcese y Coletti 2016: 227).
Origen propuesto: Italia tirrénica central.
Muestra de referencia: SAB-8.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3210-1.
AII.2.2. GRUPO B: ITALIA ADRIÁTICA
Por lo general son de colores claros o pálidos; amarillo o amarillo
verdoso, aunque también las hay de color marrón claro, rosadas
y beige. Suelen ser pastas duras, aunque en ocasiones no lo son
tanto. La fractura es irregular y, según el grado de dureza, presentan un tacto rugoso las más duras, o más harinoso en el caso
de las menos duras. Entre las inclusiones, destacan chamotas
de color rojo, nódulos de aspecto ferruginoso, micas y cuarzos.
B-1
Superficie: No suelen presentar engobes o aguadas.
Color de la pasta: Marfil, pálido.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura iregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas, ocasionalmente grandes.
Se caracteriza por la escasez de desgrasantes apreciables. En ocasiones presenta puntos grandes de color marrón anaranjado. Hay
puntos negros de tamaño muy fino y fino, cuarzos escasos y muy
finos y otros puntos muy finos de color marrón, gris y anaranjados.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2
Paralelos: UA 10? (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Atendiendo a la tipología: costa adriática
italiana.
Muestra de referencia: 9ALM-12.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-56.
Superficie: No suelen presentar engobes o aguadas.
Color de la pasta: Amarillo-crema, beige, marrón claro y rosado.
Tacto: En general es dura, compacta, de textura áspera, en ocasiones harinosa, y fractura regular.
206
[page-n-220]
anexo ii
B-3
B-5
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado. También las hay
marrón claro verdoso y amarillento.
Superficie: No presenta engobe ni aguada.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Color de la pasta: Beige amarillento.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Se caracteriza por la
escasez de desgrasantes apreciables. Puntos de color marrón anaranjado, gris y blancos y algunas micas muy finas.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica, Apani II, Brindisina.
Paralelos: Similar a UA 20 (Mateo Corredor 2015). FACEM:
ION-ADR-A-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: RCHA-27.
Tipología: Apani II.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2318-3.
B-4
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos de color marrón, gris y naranja. Escasos cuarzos muy finos.
Manchas o chamotas más ocasionales de color marrón oscuro y
aspecto ferruginoso.
Vacuolas: Algunas, muy pequeñas y escasas.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a [168] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante
2019: 326); UA 10 (Mateo Corredor 2015); FACEM: ION-ADR-A-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: CH-7.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1040-1.
B-6
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundan manchas
de color gris y marrón claro finas. También hay puntos muy finos
de mica y cuarzo.
Vacuolas: Abundan, aunque son pequeñas.
Superficie: No presenta engobe.
Color de la pasta: Beige verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Muestra de referencia: 12ALM-11.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y ocasionalmente grandes. Abundantes puntos de color marrón muy finos,
también los hay grises y blancos, aunque en menor proporción.
Micas y cuarzos muy finos y escasos. Abundantes puntos finos de
aspecto ferruginoso y chamotas de color naranja finas y pequeñas
de manera más esporádica.
Tipología: Apani II.
Vacuolas: No presenta.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1A.
Tipos: Apani II.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-2.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Figura: I.1: LS-(1).
207
[page-n-221]
las ánforas de valentia romana republicana
Paralelos: Similar a [213] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 329); FACEM: ION-ADR-A-8
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1A.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
muy finos de color marrón anaranjado y gris y, más esporádicamente, marrón oscuro. Abundantes puntos brillantes o micas
muy finas. Escasos puntos finos de color marrón anaranjado y
manchas grises del mismo tamaño.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Vacuolas: No presenta.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-8.
Tipos: Lamboglia 2; Apani I.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Muestra de referencia: RCHA-19.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
B-7
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: RCHA-28.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2318-4.
B-9
Superficie: Color crema.
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y grandes.
Abundantes puntos muy finos de color marrón, naranja y blanco.
Abundantes puntos brillantes o micas muy finas. Escasos puntos
finos de color marrón oscuro y aspecto ferruginoso y chamotas
pequeñas y grandes más escasas.
Vacuolas: No presenta.
Superficie: Aguada marrón grisáceo.
Color de la pasta: Marrón claro rosado.
Tipos: Apani II.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: RCHA-53.
Tipología: Apani II.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.6: 4ROC000-2373-2.
B-8
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Puntos muy finos de color
marrón, blanco y gris. Se observan micas muy finas. Más esporádicamente hay puntos finos de color marrón oscuro y aspecto
ferruginoso y otros blancos del mismo tamaño.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a Bezeczy 2013: 77, nº 310; FACEM:
ION-ADR-A-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Sur de Iliria (Apolonia) y/o
costa apula.
Muestra de referencia: 8ALM-1.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.32: 8ALM-4655-1.
Superficie: Color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro rosado hacia la pared interna y
amarillo verdoso hacia la externa.
208
[page-n-222]
anexo ii
B-10
Superficie: Aguada marrón grisáceo.
Color de la pasta: Marrón grisáceo.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Puntos de color marrón
oscuro, y marrón anaranjado. En menor medida también hay
blancos. Se observan micas muy finas y otros minerales brillantes bastante frecuentes.
Vacuolas: No presenta.
B-12
Superficie: Color beige claro.
Color de la pasta: Beige claro
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente pequeñas. Partículas muy finas de color marrón, gris y más esporádicamente
blanco. Se observan micas muy finas. De manera escasa, hay
partículas de color marrón rojizo y aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-2
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático Central.
Muestra de referencia: 10ALM-24.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.1.36: 10ALM-60820-1.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: SAB-14.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.5.3: 2SABCIS-2963-1.
B-13
B-11
Superficie: Beige grisáceo.
Color de la pasta: Beige.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Superficie: Color beige claro.
Color de la pasta: Beige claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos de
color marrón, naranja, y gris. En menor medida, también hay blancos que pueden llegar a ser finos. Se observan micas muy finas.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas de
color gris y marrón, algunas de aspecto ferruginoso. Se observan micas muy finas. La matriz presenta líneas de color marrón
y aspecto arcilloso que pueden llegar a medianas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2.
Tipos: Apani I.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-5-6.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-9.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: 9ALM-7.
Muestra de referencia: SAB-29.
Tipología: Lamboglia 2.
Tipología: Apani I.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Cronología del contexto: 26 a.C-14 d.C.
Figura: 6.1.32: 9ALM-5968-13.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3134-2.
209
[page-n-223]
las ánforas de valentia romana republicana
B-14
Muestra de referencia: SAB-64.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2611-2.
B-16
Superficie: Color beige.
Color de la pasta: Beige
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color marrón y algunas, mucho más escasas, de color
gris. Se observan micas y cuarzos muy finos relativamente
abundantes. Algunas de las manchas marrones pueden llegar a ser finas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a UA 12-13 (Mateo Corredor 2015); FACEM:
ION-ADR-A-5-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático norte y central.
Muestra de referencia: SAB-64.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2611-1.
B-15
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color marrón grisáceo y gris, algunas, mucho más escasas, de
color marrón oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas
y cuarzos muy finos. Algunas de las manchas marrones pueden
llegar a ser finas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Lamboglia 2/Apani VII.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. (Brindisi).
Muestra de referencia: SAB-87.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2572-6.
B-17
Superficie: Marrón beige.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas de
color marrón grisáceo y gris, algunas, mucho más escasas, de
color marrón oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas
y cuarzos muy finos. Algunas de las manchas marrones pueden
llegar a ser finas.
Superficie: Amarillo verdoso.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tipos: Lamboglia 2.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-7. Muy similar a
muestra B-3.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de color marrón,
blanco y otras, muy escasas, de color gris. Se observan micas
muy finas.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia.
210
[page-n-224]
anexo ii
Vacuolas: Abundantes y pequeñas.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-4.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático central.
Muestra de referencia: SAB-92.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2943-8.
B-18
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Puntos de color blanco, gris y
marrón. Se observan micas muy finas. Algunos nódulos muy finos
y finos de color marrón oscuro y aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Lamboglia 2.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático central.
Muestra de referencia: SAB-94.
Tipología: Lamboglia 2.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: I.1: LS-(19).
B-20
Superficie: Aguada blanquecina.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Partículas de color marrón
naranja y otras muy escasas de color gris. Se observan micas
muy finas.
Superficie: Amarillo verdoso
Color de la pasta: Salmón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-6.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y algunas
manchas de color granete grandes y otras amarillas. Presenta
puntos de color granate, grises, micas muy finas y fragmentos
muy finos de foraminíferas.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Adriático central.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Muestra de referencia: RCHA-96.
Tipos: Grecoitálica.
Tipología: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-7/8.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Figura: 6.4.6: 3ROC000-1549-0347.
Muestra de referencia: RCHA-18.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Tipología: Grecoitálica.
B-19
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Figura: I.4: MG-(0).
B-21
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Superficie: Engobe de color beige.
211
[page-n-225]
las ánforas de valentia romana republicana
Color de la pasta: Marrón rosado.
B-23
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundan puntos de color marrón oscuro y otros, más escasos, de color
gris y amarillo. Presenta micas, fragmentos de foraminíferas y
otros más esporádicos de tamaño fino y pequeño y aspecto ferruginoso. Además, hay manchas amarillas intercaladas en la matriz.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-7.
Superficie: Engobe color beige.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Color de la pasta: Marrón anaranjado/salmón.
Muestra de referencia: CORTS-1.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipología: Grecoitálica.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos de color blanco, gris y marrón muy finos y muy abundantes. También hay escasos puntos micáceos. Foraminíferas muy
abundantes. Manchas finas y pequeñas de color naranja y granate que, en ocasiones, tienen aspecto ferruginoso y son también
abundantes.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.2.3: CORTS-3014-1.
B-22
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Apani I.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-A-7 (Sample M-93/8).
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
Muestra de referencia: SAB-21.
Tipología: Apani I.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2992-1.
Color de la pasta: Marrón claro.
B-24
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y ocasionalmente medianas. Abundantes puntos de color marrón, gris y
amarillento, fragmentos de foraminíferas y escasas micas muy
finas y finas. Chamotas o manchas de color naranja finas y pequeñas. Ocasionalmente, manchas de aspecto ferruginoso grandes.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Paralelos: Similar a FACEM: ION-ADR-7.
Origen propuesto: Jónico-Adriático.
Superficie: Beige.
Muestra de referencia: RCHA-71.
Color de la pasta: Beige.
Tipología: Grecoitálica.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de color gris
y marrón oscuro. Muy ocasionalmente las blancas pueden ser
pequeñas. Se aprecian micas cuarzos y foraminíferas.
Figura: I.4: MG-(2).
Vacuolas: No presenta
Tipos: Apani I
Paralelos: Similar a FACEM: JON-ADR-A.
Origen propuesto: Jónico-Adriático. Apulia (Brindisi).
212
[page-n-226]
anexo ii
Muestra de referencia: SAB-34.
Tipología: Apani I.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2871-1.
AII.2.3. GRUPO C: NORTE DE ÁFRICA Y SICILIA
OCCIDENTAL
Suelen ser pastas de color rojo ladrillo, aunque ocasionalmente
pueden aparecer amarillas o amarillas verdosas consecuencia del
uso de agua salada en el proceso de manufactura. Las superficies
externas suelen tener un engobe. Son duras o muy duras, de textura rugosa y fractura irregular. La matriz es compacta y contiene
abundantes cuarzos entre 0,1 y 0,9 mm, aunque ocasionalmente
también pueden presentar alguno de mayor diámetro, hasta 3,0
mm, también se aprecian algunas inclusiones dispersas de mineral de hierro y mica plateada muy fina. El área de producción de
este grupo se encuentra en el Mediterráneo central de tradición
púnica: la Costa tunecina (Peacock, Bejaoui y Ben Lazreg 1990)
y Sicilia occidental.
C-1
Origen propuesto: Norte de Túnez, Cartago. Se pueden confundir
con producciones de Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: 10ALM-1.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Figura: 6.1.28: 10ALM-607973-3.
C-2
Superficie: Engobe o aguada de color naranja claro.
Color de la pasta: Marrón-rojo anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Abundantes partículas de cuarzo redondeadas, opacas, muy finas y finas, aunque
ocasionalmente pueden presentar alguno de mayor tamaño; puntos de carbonato cálcico muy finos y poco abundantes. En ocasiones, se observan microfósiles calcáreos y piedras calizas muy
finas. Inclusiones dispersas muy finas de mineral de hierro y mica.
Vacuolas: Escasas. Pequeñas y medianas.
Tipos: T-7.4.2.1, T-7.4.3.3, Africana Antigua.
Superficie: Engobes densos de color amarillo.
Color de la pasta: Rojo ladrillo, aunque hay variaciones que van
del gris al gris marronáceo. En ocasiones presenta dos bandas de
color, normalmente rojo desde la pared exterior hacia el interior
y grisáceo desde la mitad del grosor de la pared hacia la pared
interna.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos y finos. Se caracteriza
por la presencia muy abundante de puntos blancos o amarillentos muy finos y finos, y otros de color gris y blancos abundantes. Contiene cuarzos redondeados y piedras calizas muy finas
en proporciones similares, aunque, ocasionalmente, también
pueden presentar alguno mediano. También hay foraminíferas
y algunas inclusiones, poco abundantes, negras de mineral de
hierro muy finas.
Paralelos: Class 33 (Peacock y Williams 1986); Similar a
FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Región de Cartago.
Muestra de referencia: 10ALM-21.
Tipología: T-7.4.3.3.
Cronología del contexto: 100-75 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-13.
C-3
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.2.1, T-7.7.1.1, Africana Antigua.
Paralelos: Contino et alii 2019: fig. 9,1; UA 23 (Mateo Corredor 2015); Ben Jerbania 2013; NAF AM-1 (Bechtold, Gassner y
Trapichler 2012); Class 33 (Peacock y Williams 1986); FACEM:
CAR-REG-A-6.
Superficie: Engobe de color crema.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
213
[page-n-227]
las ánforas de valentia romana republicana
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos, finos y ocasionalmente grandes. Se caracteriza por la presencia muy abundante
de puntos de color anaranjado y gris muy finos y otros de color
granate muy finos y finos, así como alguno de color gris oscuro
mucho menos abundantes. Contiene micas muy finas y cuarzos. Ocasionalmente hay inclusiones grandes de color granate
y aspecto ferruginoso.
C-5
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.2.1.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Origen propuesto: Norte de África, probablemente Útica.
Superficie: Engobe o aguada de color marrón claro.
Muestra de referencia: 3ALM-9.
Color de la pasta: Marrón rojizo.
Tipología: T-7.4.2.1.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
pequeñas. Puntos grises y blancos muy finos, manchas amarillas de tamaño fino y esporádicamente otras de color granate. Se
observan cuarzos redondeados muy finos y finos.
Figura: 6.1.14: 3ALM-2935-15.
C-4
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.2.1; T-7.4.3.1; Africana Antigua.
Paralelos: Similar a [291] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 334); Similar a FACEM: CAR-REG-A-2.
Origen propuesto: Región de Cartago.
Muestra de referencia: RCHA-64.
Tipología: T-7.4.2.1.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2410-1.
Color de la pasta: Marrón muy claro.
C-6
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos de color
gris, anaranjados y amarillos muy finos y abundantes. Micas
y cuarzos muy finas, escasas inclusiones blancas redondeadas
y manchas de color marrón anaranjado escasas, finas y ocasionalmente pequeñas. Hay líneas de color amarillo pálido o
verdoso en la matriz.
Vacuolas: Escasas.
Tipos: T-7.7.1.1.
Paralelos: [252, 269] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante
2019: 332, 333); Similar a FACEM: UTI-A-2.
Origen propuesto: Mediterráneo Central Púnico.
Muestra de referencia: 3ALM-10.
Tipología: T-7.7.1.1.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.14: 9ALM-2935-17.
Superficie: Aguada de color marrón.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
muy finos de color marrón claro, gris y blanco. Micas y cuarzos
muy finos. Más escasamente, presenta manchas finas de color
marrón rojizo y grises y, en las vacuolas hay elementos redondeados de color gris finos que parecen haber sido los causantes
de las mismas.
Vacuolas: Comunes, pequeñas y estrechas.
Tipos: T-7.4.4.1.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
214
[page-n-228]
anexo ii
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Muestra de referencia: RCHA-93.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
grandes. Abundantes puntos blancos y de color naranja claro
muy finos. Presenta micas muy finas. Muy abundantes cuarzos
redondeados y manchas de color crema de tamaño muy fino y
fino. Ocasionalmente, presenta chamotas arcillosas y piedras de
tamaños mediano y grande.
Tipología: T-7.4.4.1.
Cronología del contexto: 130-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2436-5.
C-7
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FCACEM: UTI-A/CAR-REG-A.
Color de la pasta: Marrón salmón.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez. (Se llevó a cabo un análisis petrográfico de un ánfora de las mismas características tipológicas hallada en el yacimiento de la Médiathèque, en Narbona, en
un contexto datado entre el 75 y el 60 a.C. Sus resultados apuntaban
con seguridad a la zona de Leptis Magna (Benquet y Capelli 2017:
fig. 4, 20, tabl. 6 y fig. 6, n.º 20). Sin embargo, el estudio no aporta
una macrofotografía de la muestra, por lo que no tenemos elementos gráficos comparativos y sólo apuntamos la posibilidad de que
nuestras piezas también pudieran haber sido producidas en esta zona.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Muestra de referencia: SAB-82.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color marrón, grises y amarillos muy finos.
Cuarzos y micas muy finos abundantes. Se aprecia algún fragmento de foraminífera y hay cuarzos redondeados de tamaño fino
y ocasionalmente pequeños. La matriz presenta bandas de color
amarillo pálido y marrón anaranjado.
Tipología: Africana Antigua.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2573-2.
C-9
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: FACEM: CAR-REG-A/UTI-A.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Muestra de referencia: RCHA-42.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 138-130 a.C.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2479-40 y 41.
C-8
Superficie: Engobe de color amarillo.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas. Abundantes puntos blancos, grises y marrones muy finos. Micas muy finas. Abundantes cuarzos redondeados y manchas de color amarillo muy
finos que, ocasionalmente pueden ser finos.
Vacuolas: Escasas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A/CAR-REG-A.
Superficie: Engobe blanco amarillento.
Color de la pasta: Amoratada. También las hay con el núcleo
gris y de color naranja hacia las paredes, o con la mitad del grosor hacia la pared externa de color gris y naranja hacia la mitad
interna.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Muestra de referencia: 9ALM-14.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 9ALM-50208-1.
215
[page-n-229]
las ánforas de valentia romana republicana
C-10
Muestra de referencia: SAB-18.
Tipología: T-7.4.2.1.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2988-2.
C-12
Superficie: Engobe beige grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas, finas y pequeñas. Gran abundancia de puntos de color amarillo y otros más escasos de color
blanco muy finos, se observan micas dispersas muy finas. Manchas ferruginosas de color oscuro finas e inclusiones irregulares
de otras pequeñas.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Vacuolas: No presenta.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipos: T-4.4.2.1.; Africana Antigua.
Muestra de referencia: 10ALM-12.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente,
pequeñas. Puntos marrones y grises muy finos y finos. Presencia de micas muy finas. Escasas foraminíferas. Cuarzos redondeados de tamaño muy fino y fino y algunas manchas amarillas
de tamaño pequeño.
Tipología: T-7.4.2.1.
Vacuolas: No presenta.
Cronología del contexto: 135-110 a.C.
Tipos: T-7.4.3.1.
Figura: 6.1.22: 10ALM-3263-01.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
C-11
Muestra de referencia: RCHA-29.
Tipología: T-7.4.3.1.
Cronología del contexto: 134-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-6.
C-13
Superficie: Engobe marrón grisáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y más esporádicamente, pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color marrón,
gris y blanco. Presencia de micas y cuarzos muy finos. Ocasionalmente, hay chamotas pequeñas de color granate.
Superficie: Engobe de color crema.
Vacuolas: No presenta.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tipos: T-7.4.2.1.; Africana Antigua.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Abundantes puntos
de color marrón, negro, gris y blanco muy finos. Se observan
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
216
[page-n-230]
anexo ii
micas muy finas. Presencia de foraminíferas. Cuarzos redondeados y manchas blancas o amarillentas finas.
C-15
Vacuolas: No presenta.
Tipos: T-7.4.3.1.
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Muestra de referencia: RCHA-74.
Tipología: T-7.4.3.1.
Cronología del contexto: 134-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-14.
C-14
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y ocasionalmente finos. Presencia muy abundante de puntos de color marrón oscuro y marrón
anaranjado. También hay otros, mucho más escasos, de color gris.
Se observan micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: T-7.4.2.1.
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Norte de África. Túnez.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos y finos. Se caracteriza por la presencia muy abundante de puntos blancos, grises
y, más ocasionalmente, amarillos muy finos. Contiene cuarzos
redondeados. También hay foraminíferas y algunas inclusiones,
poco abundantes, de color marrón y aspecto ferruginoso y otras
de color naranja.
Muestra de referencia: 12ALM-8.
Tipología: T-7.4.2.1.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.1.22: 12ALM-7745-1.
C-16
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: LIL-A-1.
Origen propuesto: Sicilia occidental.
Muestra de referencia: RCHA-74.
Tipología: Indeterminada (Africana Antigua).
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1040-2.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granular y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Presencia muy abundante de puntos de color marrón oscuro, marrón anaranjado,
blanco y gris. Se observan micas muy finas y escasas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: MOT-A; LIL-A; PAL-A-SOL-A.
Origen propuesto: Norte África-Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: RCHA-7.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 137-135 a. C..
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2479-37.
217
[page-n-231]
las ánforas de valentia romana republicana
C-17
Origen propuesto: Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: RCHA-72.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 130-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-12.
C-19
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Morado claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y esporádicamente finas.
Gran abundancia de puntos muy finos y finos de color amarillo-amarillo verdoso y otros, más escasos, grises y marrones.
Presenta foraminíferas y cuarzos redondeados muy finos. Se aprecian micas muy finas y escasas. Eventualmente, hay chamotas
finas de color anaranjado. En la pasta hay intercaladas manchas
lineales de color amarillo verdoso.
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Amarillo verdoso.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tipos: Greco helenística.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas, medianas
y grandes. Abundantes puntos muy finos y finos de color blanco
y amarillo pálido. Se observan cuarzos del mismo tamaño. Presencia de partículas irregulares, angulosas, de tamaño mediano
y grande, de color ocre y aspecto ferruginoso.
Paralelos: Similar a FACEM: MOT-A; LIL-A; PAL-A-SOL-A.
Origen propuesto: Sicilia Occidental.
Muestra de referencia: RCHA-81.
Tipología: Grecohelenística.
Cronología del contexto: 130-100 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-23.
C-18
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: CdE-A-4.
Origen propuesto: Norte de África/Círculo del Estrecho.
Muestra de referencia: RCHA-25.
Tipología: Ovoide.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: ROC000-2347-1.
C-20
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas. Gran abundancia de
puntos muy finos de color amarillo-amarillo verdoso y otros
más escasos grises y marrones. Presenta foraminíferas y cuarzos
redondeados muy finos. Se aprecian micas muy finas y escasas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: FACEM: MOT-A; LIL-A; PAL-A-SOL-A.
218
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas muy finas de color amarillo, gris y marrón claro. Se aprecian
[page-n-232]
anexo ii
micas muy finas y escasas. Presenta algunas chamotas de tamaño
pequeño y algunas de las manchas amarillas también pueden
alcanzar este tamaño.
C-22
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Indeterminada.
Paralelos: Similar a FACEM: UTI-A-2?
Origen propuesto: Tradición Púnica.
Muestra de referencia: PLREI-1.
Tipología: Indeterminada ¿Africana Antigua?
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.6.1: Plaza de la Reina T-(9).
C-21
Superficie: Naranja.
Color de la pasta: Naranja.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente
pequeñas. Partículas de color gris, marrón oscuro, marrón claro
y otras blancas. Se observan micas muy finas y cuarzos redondeados muy finos y finos abundantes. Presenta manchas más
escasas de color granate y aspecto ferruginoso que pueden llegar a ser pequeñas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
Origen propuesto: Norte África. Túnez.
Superficie: Aguada amarillo verdoso.
Muestra de referencia: CH-501.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tipología: Africana Antigua.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente finas. Pasta
muy depurada. Puntos muy finos de color marrón y aspecto ferruginoso y otros de color gris. Se observan micas y cuarzos muy
finos. Muy ocasionalmente, hay partículas blancas de tamaño
pequeño.
Figura: 6.3.5: HIERBA 1-1061-5.
C-23
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
Paralelos: Similar a [254, 292, 302] (Toniolo, Sáez, Tomasella
y Bustamante 2019: 332, 334, 335).
Origen propuesto: Mediterráneo central púnico.
Muestra de referencia: RCHA-33.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.4.10: 4ROC000-2345-2.
Superficie: Naranja.
Color de la pasta: Naranja.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y, ocasionalmente
pequeñas. Partículas de color gris, marrón oscuro, marrón claro
y otras blancas. Se observan micas muy finas y cuarzos redondeados muy finos y finos abundantes. Presenta manchas más
escasas de color granate y aspecto ferruginoso que pueden llegar
a ser medianas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Africana Antigua.
219
[page-n-233]
las ánforas de valentia romana republicana
Paralelos: Similar a FACEM: CAR-REG-A-7.
D-2
Origen propuesto: Norte África. Túnez.
Muestra de referencia: CH-503.
Tipología: Africana Antigua.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.3.4: HIERBA1-1058-1.
AII.2.4. GRUPO D: PROVINCIA ULTERIOR/BÉTICA
Se caracterizan por presentar colores claros que van desde el amarillo pálido al marrón claro y al marrón anaranjado. Son duras, de
textura rugosa y áspera y fractura irregular. La matriz es compacta
y contiene cuarzos, feldespatos, inclusiones calcáres, nódulos de
mineral de hierro, mica plateada y algunas foraminíferas, aunque escasas. El área de producción de este grupo se encuentra
en la Hispania Ulterior, sobre todo en torno a la Bahía de Cádiz
y el valle del Guadalquivir, aunque no descartamos que alguna
de las manufacturas identificadas pudiera fabricarse en las costas marroquíes.
D-1
Superficie: Engobe de color amarillo pálido.
Color de la pasta: Salmón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Pasta muy depurada con
abundancia de puntos blancos y amarillos muy finos. Algunas
manchas muy finas de color marrón y otras ferruginosas escasas
de tamaño fino.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: T-9.1.1.1.
Paralelos: Similar a [361] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 338); UA 17-18 (C) (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Bahía de Cádiz.
Muestra de referencia: 10ALM-3.
Tipología: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 137-135 a. C.
Figura: 6.1.14: 10ALM-60690-36.
D-3
Superficie: Marrón anaranjado, marrón claro amarillento y blanquecino. Engobes ocasionales de color crema.
Color de la pasta: Colores claros.
Tacto: Es dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular
y escamosa.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos. Pasta muy depurada con
presencia abundante de pequeños puntos de color marrón y grises
muy finos. Se aprecian micas y cuarzos muy finos.
Vacuolas: Escasas; pequeñas y medianas.
Tipos: T-7.4.3.3.; T-9.1.1.0.
Paralelos: UA 17-18 (D) (Mateo Corredor 2015); Ponsich 1988;
Peacock 1974.
Origen propuesto: Bahía de Cádiz.
Muestra de referencia: 10ALM-20.
Tipología: T-7.4.3.3.
Cronología del contexto: 94-76 a. C.
Figura: 6.1.28: 10ALM-7435-1.
Superficie: No presenta engobe ni aguada. Color amarillo.
Color de la pasta: Amarillo pálido.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color gris. Abundantes partículas de color
gris finas y pequeñas y otras, más escasas, del mismo tamaño y
de color blanco. Escasas manchas más oscuras de aspecto ferruginoso y finas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: T-7.4.3.3.
Paralelos: Similar a FACEM: CdE-A-2.
Origen propuesto: Círculo del Estrecho. Bahía de Cádiz.
220
[page-n-234]
anexo ii
Muestra de referencia: 2ALM-5.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Se aprecian puntos muy finos de color marrón y gris. Más esporádicamente también micas muy finas. Abundancia de partículas de color marrón
rojizo, grises y blancas. Cuarzos de tamaño fino.
Figura: 6.1.39: 2ALM-1765-1.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipología: T-7.4.3.3.
Tipos: T-7.4.3.3.
D-4
Paralelos: Similar a UA 9 (A) (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Sur de Hispania. Bahía de Cádiz.
Muestra de referencia: RCHA-15.
Tipología: T-7.4.3.3.
Cronología del contexto: 26 a.C-14 d.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2326-3.
D-6
Superficie: Aguada de color claro.
Color de la pasta: Marrón verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas.
Abundantes inclusiones de tamaño muy fino y fino de color gris,
marrón y, más ocasionalmente, negras y marrones. Se aprecian
micas muy finas y cuarzos finos.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Ovoide 1; Ovoide 4.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Paralelos: Similar a UA 9 (B) (Mateo Corredor 2015); FACEM:
CdE-A-1-2.
Color de la pasta: Marrón claro
Origen propuesto: Bajo Guadalquivir/Desembocadura
Guadalquivir.
Muestra de referencia: 9ALM-9.
Tipología: Ovoide 4.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.36: 9ALM-4676-5.
D-5
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finos, finos y pequeños. Puntos negros, grises, marrones muy finos y abundantes. Se observan
foraminíferas escasas y cuarzos. Manchas dispersas de color ocre,
aspecto ferruginoso y tamaño fino y pequeño.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Ovoide/¿Dressel 1?
Paralelos: Similar a UA 9 (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: Valle del Guadalquivir.
Muestra de referencia: RCHA-66.
Tipología: Ovoide. Borde poco común, más próximo a las Africanas Antiguas o a las Dressel 1 del Guadalquivir. Podría corresponder a un prototipo o variación de las Ovoides Ulteriores.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2390-5.
Superficie: Aguada de color claro.
Color de la pasta: Bizcochada. Naranja claro hacia la pared
interna y crema hacia la externa.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
221
[page-n-235]
las ánforas de valentia romana republicana
D-7
Tipología: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3213-2.
D-9
Superficie: Verde amarillento.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos y
abundantes de color blanco/amarillo pálido. Se aprecian micas
muy finas y también algunas foraminíferas. Otros algo más gruesos de color marrón y gris. Cuarzos redondeados de tamaño fino.
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Vacuolas: No presenta.
Tacto: Dura, compacta, de textura arenosa y fractura regular.
Tipos: T-9.1.1.1.
Origen propuesto: Ulterior, no gadirita.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos
de color amarillo muy finos, finos y muy abundantes. Hay manchas de color gris y naranja escasas y tamaño fino. Abundantes
puntos negros de tamaño fino y pequeño de aspecto ferruginoso.
Muestra de referencia: RCHA-75.
Vacuolas: No presenta.
Tipología: T-9.1.1.1.
Tipos: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 134-110 a. C.
Paralelos: Similar a UA 17/18 (B) (Mateo Corredor 2015);
FACEM: CdE-A-5.
Paralelos: Similar a UA 17-18 (Mateo Corredor 2015).
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2470-15.
D-8
Color de la pasta: Verde amarillento.
Origen propuesto: Círculo del Estrecho, Ulterior, no gadirita.
Muestra de referencia: SAB-24.
Tipología: T-9.1.1.1.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2992-4.
D-10
Superficie: Engobe claro.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color blanco, gris y marrón muy finos y finos.
Se observan micas muy finas, Se caracteriza por la presencia de
puntos negros brillantes y cuarzos redondeados finos y pequeños.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: T-9.1.1.1.
Paralelos: Similar a UA 9 (C) (Mateo Corredor 2015); FACEM:
CdE-A-4.
Origen propuesto: Círculo del Estrecho/Bajo Guadalquivir.
Muestra de referencia: SAB-1.
222
Superficie: Engobe crema.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura arenosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes, muy finas y ocasionalmente finas. Pasta
muy depurada. Abundantes puntos muy finos de color marrón,
blanco y gris. Ocasionalmente, alguno de estos puntos tiene un
tamaño fino. Se observan micas muy finas.
[page-n-236]
anexo ii
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Origen propuesto: Ulterior, bahía de Cádiz.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y ocasionalmente finas.
Abundantes puntos muy finos de color marrón oscuro, marrón
anaranjado y gris. Algunos, escasos, de color amarillo pálido. Se
observan micas muy finas. Ocasionalmente, hay partículas finas
oscuras y aspecto ferruginoso.
Muestra de referencia: SAB-88.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipología: T-9.1.1.1.
Tipos: Indeterminado.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Paralelos: Similar a UA 9 (Mateo Corredor 2015); Similar a
FACEM: CdE-A-1.
Tipos: T-9.1.1.1.
Paralelos: Similar a UA 17/18 (A) (Mateo Corredor 2015).
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2864-1.
D-11
Origen propuesto: Ulterior, valle del Guadalquivir.
Muestra de referencia: 11ALM-5.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.23 11ALM-60938-2.
D-13
Superficie: Aguada amarillo verdoso.
Color de la pasta: Amarillo verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Abundantes puntos de color
gris. Más esporádicamente también hay otros de color marrón
claro y blanco. Se aprecian micas muy finas.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Superficie: Marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Paralelos: Similar a UA 21 (Mateo Corredor 2015).
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas de color gris, marrón oscuro, marrón claro y otras blancas.
Se observan y cuarzos finos y pequeños abundantes.
Origen propuesto: Ulterior, bahía de Cádiz.
Vacuolas: No presenta.
Muestra de referencia: 9ALM-27.
Tipos: Ovoide 4.
Tipología: T-7.4.3.3.
Paralelos: Similar a UA 9 (Mateo Corredor 2015).
Cronología del contexto: 75 a.C.
Origen propuesto: Ulterior, valle del Guadalquivir.
Figura: 6.1.33: 9ALM-50208-7.
Muestra de referencia: 2ALM-17.
Tipos: T-7.4.3.3.
Tipología: Ovoide 4.
D-12
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.1.39: 2ALM-1765-2.
Superficie: Color marrón claro.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
223
[page-n-237]
las ánforas de valentia romana republicana
D-14
AII.2.5. GRUPO E: IBIZA
Engloba a las producciones ebusitanas. Se han establecido dos
subgrupos de pastas (Pascual y Ribera 2013, 275). Son pastas de
color marrón claro o marrón anaranjado, porosas, de tacto harinoso. En general, ambos presentan desgrasantes muy finos y, en
ocasiones, pequeños, los cuales corresponden a caliza gris, cuarzos y calcitas microscópicos, partículas de cal, foraminíferas y
otros de color amarillo y rojizo que están en la propia naturaleza
de la arcilla empleada, no siendo, pues, desgrasantes añadidos.
Superficie: Marrón verdoso.
E-1
Color de la pasta: Marrón verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas
de color gris, marrón oscuro, marrón claro y otras más escasas
de color marrón rojizo. Se observan cuarzos finos y pequeños.
Vacuolas: Escasas muy pequeñas.
Tipos: Ovoide 4.
Paralelos: Similar a UA 21 (Mateo Corredor 2015).
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Origen propuesto: Ulterior, bahía de Cádiz.
Color de la pasta: Marrón anaranjado, marrón claro.
Muestra de referencia: CH-502.
Tacto: En función del grado de cocción pueden ser más o menos
duras. Son porosas, de textura harinosa y fractura regular.
Tipología: Ovoide 4.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1061-6.
D-15
Inclusiones: Escasos. Muy finas y ocasionalmente finas e incluso
pequeñas. Puntos blancos y amarillo pálido muy finos. Otros,
más esporádicos, de color marrón anaranjado que ocasionalmente
pueden ser finos.
Vacuolas: Pequeñas y medianas.
Tipos: PE 17, 24, 23; T.8.1.3.2; T.8.1.3.3.
Paralelos: [345] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
337); UA 8 (Mateo Corredor 2015); (Pascual Berlanga y Ribera
i Lacomba 2013: 275, Subgrupo 2).
Origen propuesto: Ibiza.
Superficie: Aguada marrón claro.
Color de la pasta: Aguada marrón claro.
Tacto: Rugoso.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Partículas
de color gris, marrón oscuro, marrón claro y otras más escasas
de color amarillento. Se observan cuarzos finos y pequeños, así
como puntos de aspecto ferruginoso pequeños.
Muestra de referencia: 12ALM-5.
Tipología: T-8.1.3.3.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 12ALM-11261-2.
E-2
Vacuolas: No presenta.
Tipos: ¿Dressel 12?
Paralelos: ¿Similar a UA 21? (Mateo Corredor 2015).
Origen propuesto: ¿Sudeste español?
Muestra de referencia: SAB-13.
Tipología: ¿Dressel 12?
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Color de la pasta: Marrón anaranjado, marrón claro.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2966-2.
Tacto: En función del grado de cocción pueden ser más o menos
duras. Son porosas, de textura harinosa y fractura regular.
224
[page-n-238]
anexo ii
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente finas e incluso
pequeñas. Puntos blancos y amarillo pálido muy finos. Otros,
más esporádicos, de color marrón anaranjado que ocasionalmente
pueden ser finos.
F-2
Vacuolas: Pequeñas y medianas.
Tipos: T.8.1.3.2.
Paralelos: [345] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019:
337); UA 8 (Mateo Corredor 2015); Subgrupo 2 (Pascual Berlanga y Ribera i Lacomba 2013: 275).
Origen propuesto: Ibiza.
Muestra de referencia: RCHA-51.
Tipología: T-8.1.3.2.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2740-1.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Rosado claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Pasta muy depurada, con manchas de color amarillento. Se observan pequeños puntos de color
marrón rojizo muy finos y otros finos de color blanco escasos.
Vacuolas: No presenta.
AII.2.6. GRUPO F: EGEO
Suelen ser pastas de color rosado o naranja muy claro. Son duras,
compactas, de tacto arenoso o áspero y de fractura irregular y
normalmente presentan inclusiones muy finas de color anaranjado o rojo y otras blancas. El área de producción de este grupo
se encuentra en el Mediterráneo oriental, fundamentalmente de
las islas del Dodecneso, pero también de Cnidos.
F-1
Tipos: Rodia.
Paralelos: Similar a [031 a 054] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 315-16); Similar a Class 9 (Peacock
y Williams 1986); FACEM: EAST-AEG-A-2; Fabric Rhodian 2 (Atlas de fichas de ánforas de la Universidad de Southampton: https://archaeologydataservice.ac.uk/archives/view/
amphora_ahrb_2005/).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: 3ALM-12.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.1.15: 3ALM-2938-7.
F-3
Superficie: Engobe o aguada de color anaranjado pálido.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos de color
marrón y marrón rojizo muy abundantes y muy finos. También
hay otros de color blanco y amarillo muy finos y escasos. Partículas de color negro azulado muy finas y ocasionalmente finas
y abundantes.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Superficie: No presenta engobe.
Tipos: Cnidia IIG.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Paralelos: Similar a [066] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 318); Similar a FACEM: EAST-AEG-A-2;
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Tipología: Cnidia IIG.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos
blancos muy finos y finos muy abundantes. Presenta manchas de
color amarillo verdoso también muy finas y finas, aunque escasas. Partículas más dispersas de color marrón oscuro y aspecto
ferruginoso muy finas, finas y ocasionalmente pequeñas.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Origen propuesto: Por tipología: Cnidos.
Muestra de referencia: 11ALM-6.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-16.
225
[page-n-239]
las ánforas de valentia romana republicana
Tipos: Rodia.
F-5
Paralelos: Similar a Class 9 (Peacock y Williams 1986); similar
a FACEM: EAST-AEG-A-3; Fabric Rhodian 1 (Atlas de fichas
de ánforas de la Universidad de Southampton).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: PV-2.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.6.1: Plaza de la Virgen SG-(16).
F-4
Superficie: Engobe blanco anaranjado.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura arenosa y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Pasta muy depurada. Abundantes puntos de color gris anaranjado y otros brillantes muy finos.
También hay partículas de color marrón, marrón anaranjado y
blanco de un tamaño algo mayor.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Rodia.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Paralelos: Similar a [057] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 317).
Color de la pasta: Rosado grisáceo.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Muestra de referencia: SAB-25.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Pasta muy depurada.
Puntos grises y amarillos muy finos y finos muy abundantes.
Partículas dispersas de color marrón rojizo y otras más escasas
de color gris oscuro muy finas y ocasionalmente pequeñas.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3185-1.
Vacuolas: Pequeñas y escasas.
Tipos: Rodia.
F-6
Paralelos; Similar a [041] (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 316); Similar a Class 9 (Peacock y Williams 1986);
Similar a FACEM: EAST-AEG-A-2; Fabric Rhodian 2 (Atlas de
fichas de ánforas de la Universidad de Southampton).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: SAB-15.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 26 a.C-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-2988-3.
Superficie: Color marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos de color marrón (ferruginosos), naranja y
amarillo pálido. Se observan micas muy finas. Abundantes cuarzos redondeados de tamaño fino y ocasionalmente pequeño.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Cnidia/Chios.
Paralelos: Similar a Class 9 (Peacock y Williams 1986); FACEM:
EAST-AEG-A-2; Fabric Rhodian 2 (Atlas de fichas de ánforas
de la Universidad de Southampton).
226
[page-n-240]
anexo ii
Origen propuesto: Por tipología: Cnidos/Chios.
Tipología: Cnidia/Chios.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
de color marrón, gris y amarillo pálido más escasos. Se aprecian
cuarzos y micas muy finas. Ocasionalmente hay partículas finas
de color marfil y otras marrones y naranjas.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Vacuolas: No presenta.
Figura: 6.4.16: ROC000-2285-7.
Tipos: Cos.
Muestra de referencia: RCHA-87.
Paralelos: No hemos encontrado.
F-7
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: 10ALM-17.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 10ALM-60973-3.
F-9
Superficie: Engobe color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos de color marrón y gris muy finos y, en menor medida,
finos. Se aprecian micas muy finas. Ocasionalmente, hay partículas finas y pequeñas de color blanco y otras de aspecto ferruginoso. La matriz presenta manchas de color amarillo verdoso.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Cos.
Paralelos: Similar a [041] (A) (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 316); similar a FACEM: EAST-AEG-A-3.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: 10ALM-16.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 10ALM-60973-2.
F-8
Superficie: Color rosado.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y ocasionalmente pequeñas.
Abundantes puntos muy finos brillantes entre los que se observan micas y cuarzos. También hay otros mucho más escasos de
color gris. Ocasionalmente, presenta chamotas pequeñas de color
ocre y manchas blancas calizas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminada (¿Rodia?).
Paralelos: Similar a [057] (P)? (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 317).
Origen propuesto: Egeo.
Muestra de referencia: 10ALM-18.
Tipología: Indeterminada (¿Rodia?).
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.1.33: 10ALM-60973-4.
Superficie: Restos de un engobe blanco amarillento.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
227
[page-n-241]
las ánforas de valentia romana republicana
F-10
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2285-9.
F-12
Superficie: Color beige.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Abundantes puntos de color
gris, blanco y marrón. También hay micas muy finas. Esporádicamente hay pequeñas chamotas de color marrón algo más gruesas.
Vacuolas: Frecuentes y pequeñas.
Tipos: Cos.
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología y cronología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: RCHA-76.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.4.7: 4ROC000-2407-16.
F-11
Superficie: Aguada marrón rosado.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas. Pasta depurada. Puntos de color
marrón, marrón oscuro, gris y blanco. Se aprecian micas muy
finas y también presenta algunas manchas de color amarillo pálido
algo más gruesas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Rodia.
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: SAB-68.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.9: 2SABCIS-2826-3.
F-13
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Abundantes puntos
de color gris, amarillo pálido y marrón anaranjado y oscuro muy
finos. También hay micas muy finas. Menos abundantes son manchas de color amarillo pálido y gris de tamaño fino.
Superficie: Engobe color hueso.
Vacuolas: No presenta.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y ocasionalmente finas. Puntos de color blanco y gris abundantes y muy finos. Hay otros
mucho más escasos del mismo tamaño de color marrón oscuro y
negro. Se aprecian micas muy finas. Ocasionalmente, hay manchas de color marrón y finas.
Tipos: Cos.
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: RCHA-86.
Tipología: Cos.
228
Color de la pasta: Marrón rosado-grisáceo.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Rodia.
Paralelos: No hemos identificado.
[page-n-242]
anexo ii
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso-Licia.
Muestra de referencia: 2ALM-11.
Tipología: Rodia.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Figura: 6.1.15: 2ALM-1966-B.
F-14
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas muy finas y finas
de color blanco y gris. También hay algunos puntos muy finos
de color gris y marrón anaranjado. Se aprecian micas muy finas.
Vacuolas: Algunas grandes.
Tipos: Ibérica, A-I.1.2; Ribera y Tsantini Ia (Enguera).
Paralelos: No hemos identificado.
Origen propuesto: Por tipología: Hispania Citerior.
Muestra de referencia: 10ALM-23.
Tipología: Ibérica A-I.1.2/Ribera y Tsantini Ia (Enguera).
Cronología del contexto: 135-100 a.C.
Figura: fig. 6.1.23: 10ALM-50246-20.
AII.2.8. GRUPO H: ORIGEN INDETERMINADO
Superficie: Marrón oscuro anaranjado.
Color de la pasta: Marrón oscuro anaranjado.
Se trata de un grupo heterogéneo en el que se incluyen todas aquellas fábricas para las que no hemos encontrado paralelos claros,
presentaban dudas o simplemente desconocíamos por completo.
H-1
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color blanco y algunas, mucho más escasas, de color marrón
oscuro y aspecto ferruginoso. Se observan micas muy finas y
cuarzos que pueden llegar a finos e incluso pequeños.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Cos.
Paralelos: Similar a [021] (P) (Toniolo, Sáez, Tomasella y Bustamante 2019: 315).
Origen propuesto: Por tipología: Dodecaneso.
Muestra de referencia: SAB-55.
Tipología: Cos.
Cronología del contexto: 110-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3215-1.
AII.2.7. GRUPO G: PROVINCIA CITERIOR/
TARRACONENSIS
G-1
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color amarillo, gris y marrón, algunas de aspecto ferruginoso. Presenta foraminíderas y cuarzos redondeados muy finos.
Se aprecian micas muy finas y escasas.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipos: Grecoitálica.
Muestra de referencia: SAB-90.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2611-6.
Superficie: Marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
229
[page-n-243]
las ánforas de valentia romana republicana
H-2
H-4
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Superficie: Aguada marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Puntos
muy finos de color marrón oscuro, blanco y granate. También hay
cuarzos finos y micas muy finas y abundantes chamotas finas y,
en ocasiones, pequeñas.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos de
color marrón oscuro, marrón anaranjado, blanco y gris. En menor
medida, también hay blancos. Se observan micas muy finas y otros
puntos brillantes. Abundantes partículas de color gris muy finas y
finas y otras del mismo tamaño de color ocre y aspecto ferruginoso.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1C.
Muestra de referencia: RCHA-24.
Tipología: Dressel 1C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-13.
Tipos: Dressel 1A.
Muestra de referencia: 8ALM-9.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 75-27 a. C.
Figura: 6.1.36: 8ALM-4674-02.
H-3
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura granulosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Abundantes
puntos muy finos de color blanco, gris, marrón y naranja. También se aprecian foraminíferas y micas muy finas. Manchas o
chamotas más escasas de color marrón anaranjado y granate, de
tamaño fino, en ocasiones, aspecto ferruginoso.
H-5
Superficie: Aguada marrón claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos
de color blanco. En menor medida, también hay otros de color
marrón oscuro. Se observan micas muy finas. Contiene chamotas finas.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1C.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: RCHA-23.
Muestra de referencia: RCHA-56.
Tipología: Dressel 1C.
Tipología: Indeterminado.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-12.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2374-1.
230
[page-n-244]
anexo ii
H-6
H-8
Superficie: Color beige pálido.
Superficie: Marrón claro.
Color de la pasta: Beige rosado.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura suave y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color blanco, gris y ocre. Se observan micas muy finas relativamente abundantes. Escasas partículas finas de color ocre y
aspecto ferruginoso.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color gris y marrón, algunas de aspecto ferruginoso, blanco
y, más ocasionalmente, amarillas. Se observan micas muy finas
y cuarzos que pueden llegar a finos.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminada.
Tipos: Indeterminada.
Muestra de referencia: RCHA-82.
Muestra de referencia: SAB-54.
Tipología: Indeterminada.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 26 a.C.-13 d.C.
Cronología del contexto: 110-95 a.C.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2285-2.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-2499-4.
H-9
H-7
Superficie: Color marrón.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas, finas y ocasionalmente pequeñas. Partículas muy finas de color blanco, gris marrón oscuro y
anaranjado. Se observan micas muy finas. Más esprádicamente
contiene partículas de color blanco finas y otras de color ocre que
pueden llegar a pequeñas.
Superficie: Marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Partículas muy finas
de color gris y marrón claro, algunas de aspecto ferruginoso. Se
observan micas muy finas y cuarzos que pueden llegar a finos,
así como nódulos arcillosos del mismo tamaño.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminada.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-3.
Muestra de referencia: SAB-56.
Tipología: Indeterminada. Debido al cuello y el modo en que
parece unirse al cuerpo podría ser algún tipo de ánfora ovoide.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3213-1.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2581-1.
231
[page-n-245]
las ánforas de valentia romana republicana
H-10
H-12
Superficie: No presenta aguada ni engobe. Color beige claro.
Color de la pasta: Beige claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y ocasionalmente pequeñas. Puntos muy finos de color marrón y gris. Se aprecian micas
muy finas. Abundantes partículas marrones, grises y otras más escasas de color blanco y de tamaño fino y ocasionalmente pequeño.
Vacuolas: Frecuentes y pequeñas.
Tipos: Indeterminada.
Muestra de referencia: RCHA-16.
Tipología: Quizás de las llamadas “collo ad imbuto”, aunque el
borde sería demasiado abierto para ello.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Superficie: Amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rosado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Escasas. Muy finas y finas. Pasta depurada. Puntos de
color blanco y gris muy esparcidos. Se aprecian micas muy finas.
Ocasionalmente, hay manchas de color marrón y amarillo finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 2/4 (¿Cos?).
Muestra de referencia: SAB-27.
Tipología: Dressel 2/4 (¿Cos?).
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3134-3a.
Figura: 6.4.16: 4ROC000-2326-4.
H-13
H-11
Superficie: Marrón claro
Color de la pasta: Marrón claro anaranjado.
Superficie: Beige verdoso.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Color de la pasta: Marrón claro rosado.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas. Puntos de
color gris y anaranjados. Presenta foraminíferas, cuarzo y puntos
grises de tamaño fino.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas. Partículas de color marrón
oscuro, marrón anaranjado, blancas y otras de color gris. Contiene foraminíferas. Se observan micas relativamente abundantes
y cuarzos redondeados muy finos.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-6.
Tipología: ¿Ovoide?
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-3197-1.
232
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1A.
Muestra de referencia: 2ALM-7.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.1.36: 2ALM-1763-1.
[page-n-246]
anexo ii
H-14
H-16
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, textura rugosa y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Muy abundantes
puntos grises, marrones y blancos muy finos. Abundantes cuarzos redondeados muy finos y algunas manchas negras de tamaño
muy fino y fino. Manchas marrones finas abundantes. Se aprecian
micas doradas muy finas.
Inclusiones: Muy Abundantes. Muy finos, finos y pequeños.
Abundantes puntos muy finos de color gris, blanco y amarillentos. Puntos grises y marromes más escasos y muy fino/fino. Esporádicamente alguno de aspecto ferruginoso muy fino y algunas
manchas de color granate de tamaño fino y pequeño.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Tipos: Grecoitálica.
Muestra de referencia: 2ALM-10.
Muestra de referencia: CH-39.
Tipología: Indeterminado.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 137-135 a.C.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: Sin dibujo.
Figura: 6.3.4: HIERBA1-1060-CH-39.
H-15
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón rojizo.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy Abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y
medianas. Abundantes puntos muy finos y finos de color blanco
y otros más escasos amarillentos (aspecto calizo). Más esporádicamente puntos muy finos de aspecto ferruginoso y cuarzos
redondeados. De manera más escasa presenta manchas de color
marrón rojizo pequeñas y medianas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica.
Muestra de referencia: CH-13.
Tipología: Grecoitálica.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
H-17
Superficie: Engobe marronáceo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Puntos muy finos y abundantes de
color marrón pálido y blanco. Otros, también muy abundantes, de
color blanco, angulosos y de tamaños fino, pequeño y mediano. Se
observan cuarzos redondeados y otras manchas marrones y aspecto
ferruginoso más escasas. Se aprecian micas muy finas y escasas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Dressel 1B
Muestra de referencia: SAB-89.
Tipología: Dressel 1B.
Cronología del contexto: 75 a.C.
Figura: 6.5.10: 2SABCIS-2611-5.
Figura: 6.3.5: HIERBA1-1048-1.
233
[page-n-247]
las ánforas de valentia romana republicana
H-18
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finos y finos. Puntos muy finos de
color marrón grisáceo. Cuarzos redondeados menos abundantes y
muy finos. Esporádicamente manchas de color granate de tamaño
fino y manchas y líneas amarillentas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-41.
Tipología: Indeterminado.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2037-4.
H-19
H-20
Superficie: Engobe marrón claro.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas. Abundantes puntos
muy finos, blancos y amarillo pálido. Puntos finos y angulosos
de color blanco y marrón. Más esporádicamente de color granate
y otros oscuros, redondeados y aspecto ferruginoso. Se observan
micas muy finas abundantes.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: SAB-45.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-95 a.C.
Figura: 6.5.6: 2SABCIS-3046-1.
H-21
Superficie: Engobe de color marrón claro.
Color de la pasta: Marrón.
Tacto: Dura, compacta, de textura ápera y fractura irregular.
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos
de color marrón, naranja, gris y blanco. Más esporádicamente,
hay manchas de color amarillo pálido finas. Se observan algunos
puntos muy finos brillandes que podrían ser micas.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Tipos: Grecoitálica/Dressel 1.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy finos y,
espoádicamente, finos, angulosos y de color marrón. Más ocasionalmente, hay cuarzos redondeados de tamaño fino. Se observan
micas muy finas y escasas.
Muestra de referencia: SAB-39.
Vacuolas: Escasas y pequeñas.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Tipos: Dressel 2/4.
Cronología del contexto: 74-27 a.C.
Muestra de referencia: SAB-28.
Figura: 6.5.13: 2SABCIS-2037-6.
Tipología: Dressel 2/4.
Vacuolas: Escasas y muy pequeñas.
Cronología del contexto: 26 a.C.-14 d.C.
Figura: 6.5.16: 2SABCIS-3134-3.
234
[page-n-248]
anexo ii
H-22
H-24
Superficie: Color amarillo verdoso. Sin engobe o aguada.
Superficie: Engobe marrón claro/verdoso.
Color de la pasta: Marrón.
Color de la pasta: Marrón claro.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de terxtura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas. Puntos muy finos
y muy abundantes de color amarillo. Manchas de color amarillo, blanco y gris muy finas y finas. Agún cuarzo redondeado
y esporádicamente puntos de color marrón grisáceo y aspecto
ferruginoso.
Inclusiones: Abundantes. Muy finas, finas y pequeñas. Abundantes puntos muy finos grises, marrones y blancos. Nódulos de
color marrón oscuro y grises angulosos, de tamaño fino. Cuarzos
redondeados y angulosos de tamaño fino y pequeño. Algunas
manchas de aspecto ferruginoso y tamaño pequeño.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: RCHA-68.
Muestra de referencia: 12ALM-1.
Tipología: Indeterminada.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 138-135 a.C.
Cronología del contexto: 138 a.C.
Figura: 6.4.3: 4ROC000-2414-1.
Figura: 6.1.15: 12ALM-61925-01.
H-23
Superficie: Engobe amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas, finas, pequeñas y grandes. Abundantes puntos de color marrón muy finos. Gran adundancia de cuarzos redondeados y angulosos y tamaño muy fino y fino.
Manchas de color granate y tamaño muy fino, fino y pequeño. Ocasionalmente, manchas de color amarillo pálido y tamaño grande.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: 11ALM-3.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.24: 11ALM-3328-1.
H-25
Superficie: Engobe verde amarillento.
Color de la pasta: Marrón claro con manchas anaranjadas.
Tacto: Dura, compacta, de textura rugosa y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Abundantes
puntos de color marrón y naranja muy finos y algunos finos, otros
blancos más escasos. Puntos oscuros muy finos y algunos finos
y vitrificados. Líneas amarillas y de color marrón anaranjado. Se
aprecian micas muy finas.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Indeterminado.
Muestra de referencia: 10ALM-14.
Tipología: Indeterminada.
Cronología del contexto: 134-110 a.C.
Figura: 6.1.24: 10ALM-3264-4.
235
[page-n-249]
las ánforas de valentia romana republicana
H-26
H-27
Superficie: No presenta engobe o aguada.
Superficie: Engobe de color amarillo verdoso.
Color de la pasta: Marrón rojizo.
Color de la pasta: Marrón anaranjado.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Tacto: Dura, compacta, de textura áspera y fractura irregular.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Puntos blancos
muy finos y abundantes. Puntos blancos y angulosos muy abundantes y tamaño muy fino y fino. Cuarzos redondeados escasos
y finos. Manchas oscuras más eporádicas, finas. Se observan
micas muy finas.
Inclusiones: Muy abundantes. Muy finas y finas. Puntos muy
abundantes y muy finos de color gris, blanco, naranja y marrón.
Cuarzos y micas muy finos y abundantes. Presenta manchas de
color marrón oscuro finas y de aspecto ferruginoso. Hay otras
más escasas y finas de color amarillo pálido.
Vacuolas: No presenta.
Vacuolas: No presenta.
Tipos: Grecoitálica/Dresssel 1.
Tipos: Dressel 1A.
Muestra de referencia: 5ALM-4.
Muestra de referencia: RCHA-20.
Tipología: Grecoitálica/Dressel 1.
Tipología: Dressel 1A.
Cronología del contexto: 109-95 a.C.
Cronología del contexto: 94-76 a.C.
Figura: 6.1.24: 5ALM-20019-A.
Figura: 6.4.13: 4ROC000-2359-9.
236
[page-n-250]
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