Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente en la fachada mediterránea ibérica
Joaquim Juan Cabanilles
Oreto García Puchol
Sarah B. McClure
2024
Museu de Prehistòria de València
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXV, 2024, e5
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1624
Creative Commons BY-NC-SA 4.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Joaquim JUAN CABANILLES a, Oreto GARCÍA PUCHOL b y Sarah B. McCLURE c
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia):
secuencia e identidad del Mesolítico reciente
en la fachada mediterránea ibérica
RESUMEN: La Cueva de la Cocina es uno de los yacimientos clave del Mesolítico reciente del área
mediterránea ibérica. Descubierto a comienzos de los años 1940, su excavación por L. Pericot (194145) proporcionó la primera secuencia arqueológica entre el final del Paleolítico y el Neolítico en el área
mencionada. Esta secuencia, junto con sus materiales, fue revisada a comienzos de los años 1970 por J.
Fortea, dentro de un laborioso trabajo de sistematización del Epipaleolítico (Mesolítico) mediterráneo.
Desde entonces, la facies industrial mesolítica representada en Cocina es sinónimo de Mesolítico
reciente, y las fases evolutivas determinadas en el yacimiento, el modelo al que adscribir los hallazgos
mesolíticos realizados con anterioridad y posterioridad. En el presente trabajo se da cuenta de todo ello,
a modo de una historia de la investigación, incluyendo los trabajos y estudios más recientes en Cueva
de la Cocina iniciados en 2013.
PALABRAS CLAVE: Mesolítico reciente, secuencia arqueológica, Mediterráneo ibérico, historiografía,
historia de la investigación, Cueva de la Cocina.
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia, Spain): Late Mesolithic sequence
and identity in the Iberian Mediterranean area
ABSTRACT: This paper constitutes a narrative view of the diachronic research conducted at Cueva
de la Cocina (Dos Aguas, Valencia) and its consequences on the Spanish Mesolithic literature from
the middle of the 20th century to current times. Since its discover in 1941, the site has become one of
the key sites regarding the sequence of the Late Mesolithic in Mediterranean Iberia. The campaigns
conducted by L. Pericot (1941-45) provided the first archaeological sequence between the end of the
Palaeolithic and the Early Neolithic in the aforementioned area. The review developed by J. Fortea in
his fundamental book, focused on the Mediterranean “Epipalaeolithic”, reinforced the initial postulates
on the occupations of the last hunter-gatherers and gave place to the current sequence. The goal of this
work consists of providing some light in the epistemological trajectory that conforms the Mesolithic’s
research history. Particularly, we want to highlight the importance to understand pioneering works to
open new research questions considering current archaeological challenges and chances..
KEYWORDS: Late Mesolithic, Archaeological sequence, Mediterranean Iberia, Historiography,
Research history, Cocina Cave.
a
b
c
Servei d’Investigació Prehistòrica, Museu de Prehistòria de València, Diputació de València.
jjuancabanilles@gmail.com
PREMEDOC-GIUV2015-213. Dept. de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga, Universitat de València.
oreto.garcia@uv.es
Department of Anthropology, University of California, Santa Barbara.
mcclure@anth.ucsb.edu
Recibido: 18/04/2024. Aceptado: 20/05/2024. Publicado en línea: 29/07/2024.
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
1. INTRODUCCIÓN
El presente artículo constituye en esencia, no en toda su literalidad, la versión original del publicado en
inglés en el Special Issue “The Last Hunter-Gatherers on the Iberian Peninsula: An Integrative Evolutionary
and Multiscalar Approach from Cueva de la Cocina (Western Mediterranean)” (García-Puchol et al.,
2023a), de la revista Quaternary International (vols. 677-678), con el título “Refining chronologies and
typologies: Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia, Spain) and its central role in defining the Late
Mesolithic sequence in the Iberian Mediterranean area” (Juan-Cabanilles et al., 2023).
Se trata, dicho SI, de un monográfico sobre la Cueva de la Cocina, con el propósito de dar a
conocer los resultados de los trabajos y estudios más recientes de que ha sido objeto el yacimiento
(de 2013 a la actualidad), tanto de campo como de gabinete, después de una previa presentación
también monográfica de resultados en el último congreso del Neolítico celebrado en Sevilla (enero
de 2020). El SI recoge cinco artículos específicos sobre la Cueva de la Cocina, con temáticas que
cubren la secuencia cronocultural prehistórica, refinada a partir de nuevos modelados bayesianos; los
restos humanos mesolíticos hasta ahora recuperados y sus aspectos bioarqueológicos y geoquímicos;
la significación del microlitismo geométrico y lo que informa sobre la funcionalidad del sitio; o la
cerámica neolítica, vista en su contexto bajo la perspectiva del análisis de redes sociales. El SI se
completa con tres artículos más sobre resultados y novedades de otras zonas peninsulares en relación
con el Mesolítico reciente (especialmente el área noroeste i Portugal), como una forma de enmarcar o
contextualizar las aportaciones de Cocina.
La versión que aquí se ofrece del artículo del SI ha sido revisada, ampliada y readaptada. Entre otras
cosas, se ha rehecho la parte gráfica (leyendas y grafismo de mapas, adición de nuevas figuras); se ha
incluido en el texto parte de la información desplazada a archivos complementarios de consulta en línea
(Supplemental files); y se ha actualizado el texto con las novedades presentadas en el mencionado SI,
aquellas que afectan al discurso historiográfico sobre el Mesolítico reciente que guía el artículo.
Si hay un motivo justificable para todo este ejercicio de reedición, no es otro que el de ampliar la divulgación
de un tema que puede interesar a más lectores de los que podría restringir la versión ya publicada.
2. HACIA LA CONSTITUCIÓN DEL MESOLÍTICO MEDITERRÁNEO IBÉRICO:
EL YACIMIENTO DE LA CUEVA DE LA COCINA
A comienzos de la década de 1940, el periodo comprendido entre el final del Paleolítico y el Neolítico
era prácticamente desconocido en amplias extensiones de la península ibérica. En un destacado artículo
sobre los problemas del Epipaleolítico y Mesolítico en España, M. Almagro Basch (1944) se hacía eco de
esta situación, preguntándose cómo rellenar los milenios transcurridos desde el Magdaleniense hasta el
Neolítico en el resto de territorios fuera de la cornisa norte cantábrica, donde la transición MagdalenienseAziliense-Asturiense-Neolítico era clara y firme. Faltaban hallazgos en extensas regiones y, sobre todo,
faltaban yacimientos con buenas estratigrafías con las que secuenciar los fenómenos culturales que podían
observarse aisladamente en unas pocas estaciones atribuibles al periodo en cuestión. Estas estaciones
se encontraban en el área mediterránea y compartían como característica común para ser consideradas
epipaleolíticas (postmagdalenienses) o mesolíticas (preneolíticas o con elementos neolíticos) la presencia
de materiales microlíticos, puntas de dorso y/o puntas geométricas. El microlitismo se entendía como una
“degeneración” de la industria magdaleniense, consecuencia de adaptaciones al medio ambiente postglacial
y la introducción de nuevas técnicas de caza.
En este contexto hay que situar las primeras excavaciones de L. Pericot en la Cueva de la Cocina,
llevadas a cabo en la primera mitad de los años 1940 bajo el patrocinio del Servicio de Investigación
Prehistórica de la Diputación de Valencia (Pericot, 1946). Se trata de una amplia cavidad de unos
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Fig. 1. Localización de la Cueva
de la Cocina. Mapa realizado con
QGIS 3.16 mediante la cartografía
base elaborada por SCUAM 2013.
300 m2 (15 m de anchura máxima por 20 m de fondo), con una boca de casi 15 m y unos 3 m de altura, que
reúne buenas condiciones de habitabilidad. Se abre en el margen rocoso de un barranco de corto recorrido
(Barranco de la Ventana), en un entorno de media montaña interior (últimas estribaciones de la Sierra
Martés), a unos 400 m de altitud y a unos 40 km de la costa en línea recta (fig. 1). El paisaje inmediato lo
determina una red de abruptos barrancos tributarios del río Xúquer/Júcar, en su cuenca media, y un amplio
altiplano o valle colgado entre 400 y 500 m de altitud (La Canal de Dos Aguas), drenado por una parte de
aquellos barrancos.
La Cueva de la Cocina fue descubierta como yacimiento arqueológico en 1940 y empezada a excavar en
1941, prosiguiéndose las excavaciones en 1942, 1943 y 1945. Los trabajos se concentraron en la zona SE de
la cavidad, cercana a la boca de entrada, con la apertura de varias catas de diferente extensión superficial y
profundidad que facilitaron un mínimo conocimiento del depósito sedimentario (fig. 2). Entre otros aspectos,
pudo determinarse una capa de arcilla estéril que al interior de la cueva afloraba muy pronto, mientras que en
la parte de la entrada, hacia la pared izquierda, profundizaba varios metros, mostrando un fuerte buzamiento
del depósito en esa dirección; todo parecía indicar que la mayor parte de la zona excavada correspondía a
una cubeta o fondo de saco sedimentario, interrumpido y alterado en bastantes tramos por abundantes losas
desprendidas del techo. El corte estratigráfico más completo se obtuvo en la cata abierta en 1945, en el rincón
SE, donde se llegó a algo más de 4,5 m de profundidad, cota a la que aparecía aquí el nivel basal de arcillas.
Pericot tomó esta cata como referencia principal para establecer la secuencia arqueológica del yacimiento.
Las diferentes capas de excavación se agruparon en 3 niveles, atendiendo a aspectos sedimentarios,
profundidades y tipología de materiales (Pericot, 1946: 45-57). Su caracterización, complementada con
materiales y datos estratigráficos de otros sectores, era la siguiente, de superior a inferior:
- Nivel I, hasta 1,70 metros. Calificado de Neolítico antiguo por la presencia de cerámicas a mano
de diversos tipos, decoradas mayormente con rayado irregular superficial o “peinado”, y con incisiones,
acanaladuras, cordones con impresiones, etc. La cerámica se acompañaba, significativamente, de alguna
azuela de piedra pulida, algún colgante o cuenta de collar también de piedra, algunos punzones de hueso
y, más profusamente, de piezas de sílex tallado. Entre estas últimas dominarían las puntas microlíticas
en forma de segmento, al lado de algún trapecio o triángulo, hojas con y sin retoques, lascas, etc., siendo
escasos los microburiles y las hojas con muescas. Se señala además “una sola punta de aspecto neolítico”,
una punta foliácea de pedúnculo y aletas incipientes, que respondería a otra idea diferente a la de las puntas
de tradición microlítica del Neolítico representado en el yacimiento de Cocina.
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Fig. 2. Planta y sección de la Cueva de la
Cocina, con indicación de los sectores
excavados por Pericot. A partir de Pericot
(1946) y Fortea (1971).
- Nivel II, subdividido en IIA, de 1,70 a 2 m, y IIB, de 2,30 a 2,70 m, separados por un tramo de losas
caídas en el rincón SE. Nivel acerámico, caracterizado por la presencia de plaquetas de piedra grabadas
y por el desarrollo pleno del microlitismo. La punta distintiva sería aquí la triangular “con un apéndice o
pedúnculo muy acusado a veces en el dorso” (cf. triángulo de tipo Cocina), sin faltar otros tipos triangulares
y trapezoidales. Abundantes son los microburiles y las hojas con escotaduras, junto con algún raspador sobre
hoja o lasca, algún buril, hojas y lascas retocadas y brutas, etc. De hueso se señalan unos pocos punzones
fragmentados y cuernos de ciervo utilizados. Las plaquetas grabadas suponen sin duda el hallazgo más
interesante, por su novedad en un contexto postmagdaleniense mediterráneo. Procederían exclusivamente
del subnivel IIA, sumando una treintena larga de piezas, algunas decoradas por las dos caras. Los motivos
representados consisten en series de líneas incisas que dibujan motivos geométricos (haces, retículas,
bandas rayadas, husos, etc.). Junto a las plaquetas grabadas se encontrarían otras pocas con restos de pintura
(manchas de color rojo informes), procedentes de capas bastante profundas (alrededor de 2 metros).
- Nivel III, subdividido también en IIIA, capa fértil entre 3 y 3,50 m, y IIIB, con escasos microlitos,
hasta el fondo arcilloso o rocoso de la cueva (4,50 m en rincón SE). Entre las puntas microlíticas faltarían
las triangulares con “pedúnculo lateral acentuado” del nivel II, dominando las triangulares en forma de
escaleno largo o corto, con base recta o escotada, y sobre todo las trapezoidales alargadas “con algo de
pedúnculo”, y más aún los trapecios regulares de bordes rectos o ligeramente curvados. Los microburiles
son ahora escasos y desaparecerían hacia los 3 metros en el rincón SE. Las hojas con muescas persistirían,
aunque rarificándose poco a poco hasta los 4 metros, junto con las puntas trapezoidales. A destacar del nivel
III sería la importante proporción de piezas de mayor tamaño, en sílex, cuarcita y caliza. Las realizadas
en este último material son verdaderos macrolitos, consistentes en grandes discos-raspadores, raederas,
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hendidores y, sobre todo, cepillos o raspadores nucleiformes. En sílex habría raspadores cortos y largos
sobre hoja o lasca, algún buril lateral o central, hojas brutas y retocadas, hojas, hojitas y puntas de dorso,
entre estas últimas algunas del tipo “Gravette”, en las capas más profundas, etc. La industria del hueso es
escasa, reducida a unos cuantos fragmentos de punzones o huesos aguzados y a puntas de asta de ciervo
utilizadas. Se señalan también conchas de moluscos perforadas y algún dentalium, existentes igualmente
en los niveles anteriores. Finalmente, continuarían apareciendo en este nivel placas de piedra o cantos con
señales de pintura.
A la vista de esta secuencia, para Pericot había un momento final seguro en la ocupación de la Cueva
de la Cocina, correspondiente al Neolítico inicial (Nivel I); el resto del yacimiento era impreciso en cuanto
a su inclusión en los esquemas crono-culturales conocidos para el ámbito peninsular ibérico. Cabían dos
posicionamientos: optar por una cronología corta o por una cronología larga. En el primer caso, los niveles
acerámicos de Cocina (el II y el III) entrarían en el Epipaleolítico y podrían determinarse para este periodo
dos o tres etapas antes del comienzo del Neolítico. Habría así una posible equivalencia a los periodos
azilio-tardenoisienses establecidos en Francia. En el segundo caso, valorando los elementos arcaicos de
las capas inferiores (puntas Gravette, buriles, raspadores en “trompa”, etc.), podría especularse que el nivel
antiguo (el III) correspondiera al Paleolítico final, paralelo al Magdaleniense de otros lugares peninsulares,
y el nivel medio (el II), al Epipaleolítico, paralelo al Aziliense. Con este último periodo se relacionarían los
cantos con huellas de pintura, un cuerno de ciervo con una posible silueta animal grabada, raspadores cortos
discoidales, etc.; las placas de piedra grabadas remitirían a una corta etapa coincidente con el momento final
del Epipaleolítico.
Pericot acaba decantándose por la segunda posibilidad, aunque reconoce que no habría un solo objeto,
aparte de la cerámica, del que pudiera afirmarse su pertenencia con certeza a alguna de las culturas bien
caracterizadas del Paleolítico final y del Epipaleolítico (pensando en el Magdaleniense y el Aziliense
clásicos). En cualquier caso, los datos aportados por la Cueva de la Cocina, en términos de secuencia y de
materiales, formarán parte importante en las dos siguientes décadas de las discusiones generales sobre el
Epipaleolítico-Mesolítico peninsular (p.e. Jordá, 1954, 1956; Fletcher, 1956a y b; Almagro Basch, 1960).
3. J. FORTEA Y LOS COMPLEJOS EPIPALEOLÍTICOS MEDITERRÁNEOS
El trabajo de J. Fortea Los complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolítico mediterráneo
español (1973) constituye la más laboriosa sistematización de los conjuntos industriales líticos entre
el final del Paleolítico y el inicio del Neolítico en el área mediterránea ibérica, pudiéndose considerar
el punto de partida de los estudios metódicos sobre el Epipaleolítico y el Mesolítico de esta área y
también de los dedicados al proceso de neolitización. En dicho trabajo se recogen todos los yacimientos
mediterráneos hasta entonces conocidos de atribución en principio postpaleolítica, con materiales líticos
mínimamente representativos, procediendo a su caracterización y secuenciación mediante la tipología
estadística (método Bordes) y la estratigrafía comparada. A partir de determinados yacimientos-tipo, la
sistematización epipaleolítica se articula en dos grandes complejos, el Microlaminar y el Geométrico,
definidos por elementos tecno-tipológicos substanciales: el primero por la significación de las armaduras
microlíticas de dorso (hojitas y puntas), y el segundo por la significación de las armaduras microlíticas
geométricas (trapecios, triángulos, segmentos). El Microlaminar, un verdadero complejo industrial
epipaleolítico de carácter “aziloide”, sucesor del Magdaleniense, se divide en dos facies: la de tipo
Sant Gregori y la de tipo Malladetes, nombres recibidos de los yacimientos epónimos localizados,
respectivamente, en Tarragona y Valencia. Muy sintéticamente, las industrias microlaminares se
caracterizan por una relativa abundancia de los raspadores (mayor en Sant Gregori que en Malladetes),
un débil porcentaje de buriles (prácticamente nulo en Sant Gregori) y una buena proporción de hojitas de
dorso o borde abatido (un poco superior en Malladetes con respecto a Sant Gregori). Aparte de los índices
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generales de representación tipológica, las diferencias entre ambas facies microlaminares se encuentran
también en determinados aspectos tecnológicos, tipométricos y morfológicos del utillaje (soportes,
dimensiones y tipos específicos de raspadores; proporciones y delineación de dorsos de puntas con borde
abatido, etc.).
El Complejo Geométrico se divide asimismo en dos facies: las representadas en el yacimiento de El
Filador (Tarragona) y en el yacimiento de la Cueva de la Cocina (Valencia). La facies Filador se define
por un equilibrio tipológico entre los raspadores, las hojitas con borde abatido, las piezas con muescas
y denticulaciones, y los microlitos geométricos, que totalizan dos tercios de la industria. Las armaduras
geométricas son abundantes y realmente microlíticas, del tipo “pigmeo”, con triángulos y algunos segmentos
(ausencia total de trapecios); junto con las hojitas de borde abatido, que muestran una gran simplicidad
tipológica frente a la variedad de las industrias microlaminares, las dos clases tipológicas sobrepasan un
tercio del utillaje. En el yacimiento de El Filador, el nivel determinante de esta facies se intercala entre
un nivel “aziloide” terminal (microlaminar) y un nivel “macrolítico” con lascas y piezas nucleiformes
denticuladas, marcando el final de la secuencia y un fuerte contraste con el mundo hipermicrolítico de
triángulos, segmentos, hojitas y microburiles anterior. Atendiendo a su componente tipológico y su posición
estratigráfica, la facies Filador será tildada de “sauveterroide”, emparentada directamente con las industrias
del filo sauveterriense del Perigord francés. La facies Cocina, en tanto que representativa del Mesolítico
reciente, requiere un mayor detenimiento.
Considerando la Cueva de la Cocina uno de los yacimientos claves del Epipaleolítico mediterráneo
con microlitos geométricos, Fortea le dedica un trabajo monográfico previo al general de 1973 (Fortea,
1971). En ambos, y al igual que había hecho en su día Pericot, se toma como base de estudio la cata de
1945 abierta en el rincón SE, por ofrecer no solo una buena secuencia industrial geométrica preneolítica,
sino también neolítica hasta cierto punto (Fortea, 1973: 351). En dicha campaña se efectuaron dos sondeos,
denominados en el diario de excavación E-I y E-II, ambos contiguos, pero separados entre sí por una
cuadrícula conteniendo una gran cantidad de losas caídas, no excavada (v. fig. 2). Según el diario, la
estratigrafía de E-I se mostraba sensiblemente horizontal, con una ligera inclinación hacia el exterior de la
cueva; contrariamente, en E-II el buzamiento era bastante mayor, llegando en el estrato inferior cerámico,
de tierras oscuras, a un metro de desnivel. En E-I se practicaron 17 capas de excavación (de unos 20 cm),
hasta los 4,70 m, y en E-II 13 capas, hasta 3,85 m aproximadamente. Como ya se ha apuntado, los materiales
de estas capas fueron unificados por Pericot en tres niveles, aunque sin indicación de capas concretas ni
relación expresa de materiales. En cambio, Fortea inventaría uno a uno y por capas los materiales de E-I al
completo y los de las capas XII y XIII de E-II, solo estas capas por ser las menos afectadas en este cuadro
por el intenso buzamiento estratigráfico (Fortea, 1971). Para el inventario, se utiliza una lista de tipos
adaptada al Epipaleolítico mediterráneo ibérico, de base morfo-descriptiva, siguiendo los estándares del
momento (Bordes, Sonneville-Bordes y Perrot, pero sobre todo Tixier, 1963) (Fortea, 1971: 3-22; 1973:
58-107). Se asumen los niveles establecidos por Pericot, con la salvedad del Nivel I cerámico, que queda
dividido en dos. Las 17 capas de E-I se reagrupan, pues, en cuatro horizontes industriales, caracterizados de
inferior a superior del modo siguiente (Fortea, 1973: 354):
- Cocina I: capas XVII a XI, de tierras rojizas claras, con trapecios y macrolitos.
- Cocina II: capas X a VI, de tierras igualmente rojizas claras, con triángulos de tipo Cocina (variedad
con lados cóncavos que destacan un apéndice lateral) y trapecios.
- Cocina III: capas V a IV, de tierras negras, con cerámicas cardiales y medias lunas.
- Cocina IV: capas III a superficial, de tierras pardo-negruzcas, con cerámica peinada y técnica de retoque
en doble bisel (variedad de retoque bifacial).
Llenados de contenido morfo-estadístico, los niveles de Cocina constituirán el referente industrial
y evolutivo para la facies epónima geométrica del Epipaleolítico mediterráneo, es decir, del Mesolítico
reciente en terminología actualizada; un Mesolítico con trapecios de carácter “tardenoide” o, más
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precisamente, “castelnovoide”, por su mayor cercanía al Castelnoviense del SE francés (Fortea, 1973: 438439). La periodización de la facies Cocina quedará establecida en cuatro fases, en base a las características
siguientes (ibid.: 460-461):
Fase A (reflejo de Cocina I), con desequilibrio tipológico en favor de los geométricos y las muescas y
denticulaciones (más del 70% de la industria); predominio de los trapecios de lados cóncavos, de manera
muy ostensible; presencia de triángulos escalenos con el lado pequeño cóncavo y escalenos alargados con el
lado pequeño corto en el inicio de la fase, de ascendencia sauveterroide; moderada a exigua importancia de
los raspadores, buriles, macroutillaje con borde abatido, y de los microburiles; muescas y denticulaciones
sobre soportes casi exclusivamente laminares, hojas u hojitas; utillaje macrolítico de piezas nucleiformes
de caliza, principalmente en los inicios de la fase.
Para la cronología de esta fase, de una parte había los posibles elementos sauveterroides, fechados
en el yacimiento francés de Montclus, poco antes de la aparición de los trapecios, en 6180 BC (datación
C14 sin calibrar), y de otra las analogías con el conchero portugués de Moita do Sebastião (en concreto
las armaduras trapezoidales), datado en 5400 BC (igualmente sin calibrar y restando, como en la fecha
anterior, 1950 años al valor BP de la muestra datada). Con ello se perfila un marco cronológico en torno
al VI milenio BC para la fase A, pudiendo remontar al VII milenio. Por otro lado, aceptando un puente de
unión entre el final de la evolución geométrica de El Filador y los inicios de la ocupación de La Cocina,
el utillaje macrolítico de las capas superiores de Filador tendría en sus inicios la misma cronología que las
capas inferiores de Cocina, mostrando ambos yacimientos un buen ejemplo de seriación cronológica por
estratigrafía comparada.
Fase B (equivalente a Cocina II), con perduración de todos los elementos de la fase anterior, salvo los de
más clara filiación sauveterroide; desequilibrio tipológico en favor de los geométricos y microburiles (más
del 75% de la industria); gran abundancia de microburiles (en torno al 50%); abundancia de geométricos
(una tercera parte aproximadamente del utillaje), en los que domina ampliamente el triángulo de dos lados
cóncavos tipo Cocina; descenso de las hojas y hojitas con muesca o denticulación; relativa ausencia de
raspadores y buriles, y exigua presencia de las hojitas con borde abatido, como en la fase anterior; importante
y breve episodio artístico de motivos geométricos grabados sobre plaquetas calizas, desarrollado en el
momento terminal e interrumpido con la neolitización.
La cronología de la fase la fijaría su posición inmediatamente preneolítica (“antecardial”), sin hiato
estratigráfico o tipológico en Cocina, y las analogías más difusas que guardaría con el conchero portugués
de Cabeço da Amoreira (armaduras triangulares de lados cóncavos), con dataciones entre 5080 BC y 4100
BC (C14 sin calibrar, simplemente restado el valor BP), por tanto, un desarrollo que podría cubrir el final
del VI milenio BC y la primera mitad del V milenio.
Fase C (equiparada a Cocina III), con incorporación de todos los elementos anteriores, salvo las
plaquetas grabadas; resurgimiento de las formas de vieja tradición (raspadores, hojitas de dorso o borde
abatido, etc.); fuerte desarrollo geométrico, con predominio de segmentos y medias lunas, que, en unión con
los trapecios de base pequeña retocada y las hojitas apuntadas con espina central tipo Cocina, supondrán
los elementos definitorios de la fase en el apartado lítico; presencia sintomática de piedra pulida (alguna
azuela), cerámicas impresas con concha de “cardium” o peine, y con otros objetos y técnicas (incisiones,
acanaladuras, cordones aplicados, etc.).
La cerámica impresa “cardial”, identificada en el depósito de Cocina en la capa X del cuadro E-II (base
del nivel Cocina III), proporcionaba una buena referencia cronológica para la fase (Fortea, 1973: 453).
Esta cerámica iba ligada a los inicios del Neolítico en el litoral mediterráneo, bien presente en yacimientos
relativamente próximos a Cocina como la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia) y Cova de l’Or (Beniarrés,
Alicante). En este último yacimiento, las capas más profundas con cerámica cardial se fechaban a mediados
del V milenio BC (C14 sin calibrar).
Fase D (correspondencia con Cocina IV), con elementos líticos neolíticos avanzados y eneolíticos
(hojas-cuchillo retocadas, puntas foliáceas, etc.); empleo masivo del retoque en doble bisel, simple o
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invasor, preferentemente sobre segmentos y medias lunas, técnica presente aunque de forma esporádica en
la fase anterior; cerámicas “peinadas”.
La cronología aquí la fijaría en parte la cerámica peinada, denominada así por una característica
decoración (si no un efecto de tratamiento de las superficies de los vasos) producida por el arrastre de un
instrumento dentado (Fortea, 1973: 454). Aparte de que estas cerámicas aparecían en Cocina por encima del
“nivel cardial”, en el poblado cercano de la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) se databan en 1980±250
BC (C14 sin calibrar, valor BP restado), con lo que Cocina IV se habría desarrollado entre el Neolítico final
y el Eneolítico (de filiación eneolítica, p. ej., serían las puntas de flecha foliáceas).
Leída la secuencia desde la propia Cocina, los cuatro niveles del yacimiento reflejarían la evolución
industrial del Mesolítico reciente en todo su desarrollo histórico, desde su arranque episauveterroide
(tramos inferiores de Cocina I), pasando por sus estadios tardenoides/castelnovoides preneolíticos (tramos
centrales y superiores de Cocina I, y Cocina II) y su fase de neolitización (Cocina III), hasta su disgregación
en momentos finales del Neolítico (Cocina IV). La neolitización en Cocina se entiende como un proceso
de aculturación, inducido por lo que Fortea considera el Neolítico “puro”, un complejo cultural de origen
mediterráneo no ibérico, tecnoeconómicamente “neolítico” (cerámica, piedra pulida, cereales, etc.), de
distribución litoral y representado, entre otros, por los yacimientos citados de Cova de la Sarsa y Cova de l’Or
(Fortea, 1973: 463-474). Las cerámicas de Cocina III solo serían elementos indicadores de la aculturación
y del momento en que se produce (horizonte neolítico cardial), puesto que el contexto industrial de este
nivel sería esencialmente mesolítico. Tomando el ejemplo de las armaduras geométricas, las presentes en
los conjuntos o niveles cerámicos mesolíticos se ven el producto de un filo evolutivo propio, marcado por
la sucesión trapecios-triángulos-segmentos, derivaciones formales de unos tipos a otros desde Cocina I a
Cocina IV (ibid.: 414, tabla 16) (fig. 3). Por otro lado, el retoque en doble bisel (definitorio de Cocina IV)
también sería una técnica adoptada del Neolítico, pero aplicada sintomáticamente a segmentos y triángulos,
formas claramente mesolíticas. Además, la comparación de las industrias líticas de Cocina y de Or se
mostraba poco viable, revelando dos mundos industriales, el mesolítico y el neolítico “puro”, ciertamente
distanciados (ibid.: 406-413). En definitiva, en Cocina quedaba plasmado un buen ejemplo de neolitización
por influjo externo de un substrato mesolítico local.
4. CONSOLIDACIÓN DE LA SECUENCIA MESOLÍTICA
RECIENTE MEDITERRÁNEA
La sistematización del Mesolítico reciente de Fortea se realiza con pocos conjuntos industriales y menos
aún estratificados. Exceptuando la Cueva de la Cocina, se trata de yacimientos con nivel único o más de uno
pero sin precisión estratigráfica, o de hallazgos superficiales con materiales dispares, objeto de pequeñas
catas exploratorias los primeros, poco metódicas, o de simples recogidas de materiales los segundos. La
mayoría de estos yacimientos se distribuyen en el área central mediterránea (país valenciano) y en el área
centro-septentrional (sierra de Albarracín y territorio del Bajo Aragón, provincias de Teruel y Zaragoza)
(fig. 4). Del Bajo Aragón provendrán los primeros puntales a la secuencia de Cocina, tras las excavaciones
sistemáticas en los abrigos de Botiqueria dels Moros (Mazaleón/Massalió, Teruel) y Costalena (Maella,
Zaragoza), el primero conocido de antiguo y valorado de manera escueta por Fortea atendiendo a la
información disponible en ese momento (Fortea, 1973: 399-400).
Los trabajos en Botiqueria dels Moros se realizan en 1974 y se publican poco después (Barandiarán,
1978), con buen detalle de los materiales recuperados, descritos y clasificados los líticos según la lista-tipo
de Fortea. La excavación aportó una secuencia estratigráfica articulada en 8 niveles, distinguiéndose tres
momentos de ocupación densa (niveles 2, 4 y 6), entre los que se intercalaban delgados tramos sedimentarios
casi estériles (niveles 3 y 5). Los niveles fértiles alcanzaban espesores entre 100 y 140 cm, según la zona
excavada, con la siguiente caracterización industrial, de inferior a superior:
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Fig. 3. Esquema evolutivo de las armaduras geométricas mesolíticas a partir de los niveles de la Cueva de la Cocina,
según Fortea (1973: 414, tabla 16). Trapecios: 1, 2, 7, 8, 11-14, 23-27. Triángulos: 3-6, 9, 10, 15, 16, 20, 21. Segmentos,
hojitas segmentiformes y medias lunas: 17-19, 22, 28-31. Tipos singulares (piezas-ejemplo; retoque abrupto si no se
indica otra clase de retoque): Trapecio de lados rectilíneos, simétrico (1); Trapecio con un lado cóncavo, asimétrico
(13); Trapecio de base pequeña larga, un lado cóncavo (11); Trapecio corto y ancho, tipo “tranchet” (8); Trapecio con
dos lados cóncavos (12); Trapecio con base pequeña corta (14); Trapecio con base pequeña retocada (25); Trapecio
con retoque en doble bisel invasor (24); Triángulo isósceles (3); Triángulo escaleno, lado menor recto (21); Triángulo
escaleno, lado menor cóncavo (9); Triángulo con dos lados cóncavos y espina central, tipo Cocina (15); Triángulo con
el vértice redondeado y retoque en doble bisel (5); Triángulo ancho con retoque en doble bisel (6); Segmento (18);
Segmento con retoque en doble bisel (19); Hojita de dorso curvo segmentiforme (22); Hojita de dorso con espina
central, tipo Cocina (17); Media Luna (30); Media Luna con retoque en doble bisel (31).
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Fig. 4. Yacimientos mesolíticos recientes (facies geométrica de tipo Cocina) recogidos por Fortea (1973). Se indican
también los yacimientos-tipo de las restantes facies epipaleolíticas-mesolíticas (Sant Gregori, Malladetes, Filador) y
los yacimientos neolíticos “puros” de Cova de la Sarsa y Cova de l’Or. Mapa realizado con QGIS 3.16 mediante la
cartografía base elaborada por SCUAM 2013.
- Nivel 2: muescas, denticulados y geométricos totalizan más de la mitad del utillaje retocado; entre los
geométricos, predominio de los trapecios con lados cóncavos, bastante por encima de los triángulos, entre
los cuales algunos escalenos con lado menor cóncavo; presencia destacable de hojas y hojitas de borde
abatido, y de microburiles; porcentajes discretos de raspadores y truncaduras; concurrencia de algunas
piezas de estilo “campiñoide”, gruesas lascas con extracciones bifaciales y bordes denticulados.
- Nivel 4: muescas y denticulados suponen casi una cuarta parte del utillaje; geométricos numerosos,
dominando los triángulos sobre los trapecios; entre los triángulos, presencia del tipo Cocina, con dos lados
cóncavos y espina central; documentación del retoque en doble bisel también en algún triángulo; raspadores
frecuentes, al igual que las hojitas de borde abatido y los microburiles; pocas hojas de dorso y muy escasos
los perforadores y las truncaduras.
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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- Nivel 6: geométricos y muescas y denticulados sobrepasan la mitad del utillaje, representando los
primeros más de una cuarta parte; predominio de los triángulos sobre los trapecios y los segmentos, tipo
este último que aparece ahora por primera vez; ausencia de triángulos Cocina; preponderancia del retoque
en doble bisel sobre el abrupto en los geométricos (más del 60 %), aplicado preferentemente a triángulos y
segmentos; microburiles testimoniales (1 sola pieza); número notable de hojas de dorso; pocos perforadores,
hojitas de dorso, raspadores y truncaduras; primeras y escasas evidencias de cerámica, con dos fragmentos
impresos cardiales.
- Nivel 8: escasos materiales en general, con presencia de raspadores, perforadores, hojita de dorso,
muescas y denticulados (dominantes), truncadura, geométricos (todos triángulos de doble bisel); pocas
cerámicas decoradas, por impresión de instrumento dentado y otros tipos de objetos.
Atendiendo a la tipología industrial, I. Barandiarán, excavador de Botiqueria, califica el yacimiento
de “tardenoide” y lo incluye en la facies geométrica de Cocina (Barandiarán, 1978: 128). En una primera
valoración conjunta de los niveles de ambos yacimientos, contrastando las principales categorías tipológicas,
se aprecia la sensible proximidad del nivel 2 de Botiqueria con el nivel I de Cocina; la relativa cercanía entre el
nivel 6 de Botiqueria y el IV de Cocina; y la dificultad de comparación del nivel 4 de Botiqueria, relativamente
próximo al 2 del mismo yacimiento y apenas a los niveles de Cocina (ibid.: 117). La confrontación de los
tres primeros niveles de los dos yacimientos, considerando solo las formas básicas geométricas (trapecios,
triángulos, triángulos Cocina, segmentos), subraya: la proximidad reforzada de Botiqueria 2 a Cocina I (fuerte
componente trapezoidal y primacía de los tipos con lados cóncavos); el no emparejamiento de Cocina II
y Botiqueria 4, salvo en el porcentaje de trapecios y la escasez de segmentos, teniendo en cuenta que los
triángulos Cocina, como “fósil director”, aunque presentes en Botiqueria 4, no alcanzan la representación de
Cocina II; la aproximación poco segura de Cocina III con Botiqueria 6, pero sin repelerse al compartir un
notable porcentaje de triángulos, valores nulos del tipo Cocina y valores discretos de trapecios (ibid.: 129).
En última instancia, las gráficas acumulativas de todos los tipos líticos reconocidos en Botiqueria, reuniendo
por separado los niveles 2 y 4 de este yacimiento con los I y II de Cocina, y el 6 de Botiqueria con el III y IV
de Cocina, continuaban mostrando la profunda similitud entre las curvas de Cocina I y Botiqueria 2; la mayor
proximidad de Botiqueria 4 a Cocina I que a Cocina II; la notable semejanza entre Botiqueria 6 y Cocina IV;
y la no excesiva diferencia, con todo, entre Botiqueria 6 y Cocina III (ibid.). En fin, la poca correspondencia
entre Botiqueria 4 y Cocina II sería debida a la escasez de triángulos tipo Cocina en Botiqueria; y en cuanto
a Botiqueria 6, la presencia de cerámica cardial en este nivel habría de acercarlo a Cocina III, pero los
distanciaría la buena representación del retoque en doble bisel en Botiqueria, sin llegar a la “masividad” de
esta técnica atribuida a la fase definida por Cocina IV (ibid.: 131).
Buscar equivalencias exactas entre los niveles de Botiqueria y Cocina no era algo imperioso o
determinante. La falta de correspondencia podía estar en el valor no absoluto del modelo secuencial de
Cocina (como cualquier esquema de la misma naturaleza), o deberse a desfases cronológicos entre conjuntos
industriales, a peculiaridades del desarrollo regional, etc., sin dejar de lado la escasez de efectivos con que
se habían caracterizado Cocina III y Cocina IV (64 y 47 piezas respectivamente), e incluso Botiqueria
6 (83 piezas), como bien apuntaba el propio Barandiarán (ibid.: 131, con nota 27). La importancia de
Botiqueria radicaba, más que en la representatividad de los porcentajes tipológicos, en los datos cualitativos
de su secuencia industrial. Desde esta percepción, Botiqueria coincidía con Cocina en mostrar un primer
momento dominado por los trapecios de retoque abrupto, seguido de una fase con triángulos (en la que los
triángulos tipo Cocina tenían la mayor presencia), y un tercer momento de “neolitización”, con cerámicas
cardiales sobre un componente lítico de “substrato”. La aportación capital de Botiqueria se encontraba en
este tercer momento, que atestiguaba además la asociación efectiva de la técnica del doble bisel con la
cerámica del Neolítico inicial, afirmando la significación ya de esta técnica de retoque en la fase mesolítica
deducida de Cocina III (fase C). Hay que recordar que, en Fortea, el doble bisel caracterizaba la fase final
del Mesolítico reciente (fase D), de cronología neolítica avanzada, pese a la precariedad de datos al respecto
de Cocina IV. La “masividad” del doble bisel en la fase final mesolítica se fundamentaba en yacimientos
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como la Covacha de Llatas (Andilla, Valencia), de nivel deposicional único y con cerámica no atribuible al
Neolítico inicial, o la Casa de Lara (Villena, Valencia), estación de superficie con cerámicas y materiales
de distintas fases cronológicas. Con todo, Fortea consideraba la posibilidad del desarrollo inicial del doble
bisel en la fase equiparable a Cocina III, hecho que venía a confirmar Botiqueria 6.
Por último, Botiqueria dels Moros era el primer yacimiento en proporcionar una fecha de C14 para la
facies mesolítica geométrica de tipo Cocina (Barandiarán, 1976). La datación provenía de una muestra de
carbones de un hogar del nivel 2, con un valor de 7550±200 BP. Como era habitual en esos momentos,
la data se convertía a años antes de Cristo por sustracción de 1950 años al valor BP, resultando 5600 BC.
Con ello se ratificaba la cronología de la fase A (=Cocina I) de la facies Cocina, remitida al VI milenio BC
por comparación tipológica con el conchero portugués de Moita do Sebastião y su propia fecha de C14, tal
como se ha expuesto anteriormente.
El segundo yacimiento del Bajo Aragón a considerar es el abrigo de Costalena, excavado en 1975 y
publicado por extenso en 1989, después de algunos avances librados principalmente en los años 1980
(Barandiarán y Cava, 1989). El depósito estratigráfico de Costalena mostraba una potencia máxima de
2,5 m, incluyendo un total de seis niveles arqueológicos fértiles, de fácil diferenciación por la textura,
composición y color de los sedimentos. Dichos niveles, designados con letras minúsculas (de inferior
a superior: d, c3, c2, c1, b, a), cubrían un amplio periodo de tiempo en el que podían distinguirse tres
momentos culturales claramente diferenciables (ibid.: 148, y datos generales en 27-77):
- El Epipaleolítico geométrico, manifestado en los niveles d y c3. El primero representaría un momento
antiguo de la etapa, con pocos geométricos y abundancia de elementos de substrato (raspadores, perforadores
o “becs” entre muescas, truncaduras, lascas con bordes abatidos o “rasquetas”, lascas denticuladas o con
retoques irregulares, piezas astilladas, raederas, algún “hendidor” o chopper sobre canto tallado, etc.). El
nivel c3 supondría el momento clásico de esta facies cultural, con la eclosión del componente geométrico
y microlítico. La abundancia de trapecios de retoque abrupto sería la marca general de este nivel, sobre
todo en su parte inferior y media, con tipos mayoritarios de lados cóncavos conviviendo con un número
menor de triángulos; entre estos, los de tipo Cocina aparecerían en la parte superior del nivel, junto con
una variedad singular de trapecios alargados con retoque inverso en la base menor, bien característica de
Costalena. Los útiles comunes en c3 los constituían raspadores y denticulados, también abundantes, y no
tanto perforadores, truncaduras y piezas de dorso, y menos aún buriles; las hojitas de dorso se manifestarían,
como los triángulos Cocina, en la parte superior del nivel. Mención aparte, los útiles “macrolíticos” (cantos
con talla unifacial, lascas gruesas con toscas extracciones bifaciales, con astillamientos o con bordes
denticulados, etc.) se documentarían preferentemente en el nivel d y la parte inferior de c3, es decir, en
la base del relleno de Costalena, tal como ocurría en Botiqueria dels Moros y Cueva de la Cocina. Una
muestra no homogénea de esquirlas de huesos quemados dataría la parte alta de c3 en 6420±250 BP.
- El Neolítico de cerámicas impresas, representado en los niveles c2 y c1. Esta fase conservaría la misma
base instrumental anterior, con la casi total desaparición de los elementos macrolíticos, un porcentaje más
elevado de hojitas y puntas de dorso, y la renovación del componente geométrico, con el desarrollo masivo
de los tipos triangulares (especialmente triángulos isósceles) y en menor proporción de los segmentos o
medias lunas, ligados ambos al retoque en doble bisel. Las cerámicas de estos dos niveles pertenecerían a
las variedades del Neolítico inicial, encontrándose las impresas cardiales y de peine, las impreso-incisas
con otros tipos de objetos, con decoraciones plásticas aplicadas (cordones), etc. Con esto, Costalena
corroboraba la asociación doble bisel-cerámica neolítica antigua verificada ya en Botiqueria.
- El Eneolítico, débilmente evidenciado en los dos niveles superficiales, b y a, no bien conservados
estratigráficamente. Con escasos materiales, la caracterización la permitían piezas típicas como las puntas
de flecha foliformes y de pedúnculo y aletas, con retoque plano bifacial, o las hojas, retocadas o no, de
dimensiones mayores que los soportes laminares normales de los niveles precedentes. Los tipos líticos de
substrato y los geométricos eran prácticamente testimoniales, y las cerámicas correspondían a formas lisas
o con algún elemento plástico.
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Para los excavadores de Costalena, las dos claves de interpretación del proceso de transición Epipaleolítico
(Mesolítico)-Neolítico en el Bajo Aragón, con los datos sumados de Botiqueria dels Moros, serían: 1) la
existencia de una evolución in situ de los grupos de cazadores epipaleolíticos adscritos a la facies geométrica
de tipo Cocina; 2) la superposición a ese substrato básico de contados elementos extraños (cerámica casi
en exclusiva, al principio), indicadores de situaciones concretas de aculturación no fáciles de desentrañar
(Barandiarán y Cava, 1989: 159). De este modo, el proceso histórico del Mesolítico reciente en el Bajo
Aragón se contemplaba de la misma manera que en el área centro-meridional mediterránea, como había
relatado Fortea a propósito de los datos de la Cueva de la Cocina. En estos territorios, pues, la neolitización
inicial venía a entenderse como un fenómeno de simple transferencia tecnológica, bajo el influjo, como ya
se ha indicado, del Neolítico “puro” costero. El uso de cerámicas, es decir, la relación con los neolíticos,
no era algo que alterara demasiado las formas de vida de los grupos mesolíticos tradicionales, hecho que
venía a apoyar la continuación de la caza de animales salvajes como actividad básica de subsistencia.
Los restos de fauna de los niveles cerámicos de Botiqueria y Costalena revelaban el consumo principal
de ciervos y conejos, como en los niveles anteriores (Barandiarán, 1978: 135; Barandiarán y Cava, 1989:
119), mientras que en Cocina la preferencia se decantaba hacia las cabras salvajes (Fortea et al., 1987).
Salvo en las capas superiores asignables al nivel Cocina IV (Neolítico final-Eneolítico), donde se señalaba
algún resto claro de oveja, ningún otro indicio directo de actividad agrícola o ganadera era percibido ni en
este ni en los dos yacimientos del Bajo Aragón. Y más puntos de contraste ofrecían los “pobres” ajuares
mesolíticos (utensilios de hueso trabajado escasos y poco variados, adornos personales reducidos casi a una
sola variedad de conchas –Columbella rustica–, etc.) en comparación con los “ricos” ajuares neolíticos de
los yacimientos del ámbito litoral (cf. Martí et al., 1980).
Volviendo a la secuencia del Mesolítico reciente, solo queda concluir ahora que el esquema construido
primeramente a partir de la Cueva de la Cocina, con los complementos aportados por Botiqueria dels
Moros y Costalena, constituirá en adelante el modelo en el que encuadrar los nuevos hallazgos que irán
produciéndose en el área mediterránea ibérica e incluso más allá.
5. UN BALANCE DEL MESOLÍTICO RECIENTE
AL COMIENZO DE LA DÉCADA DEL 2000
En su trabajo de 1973, Fortea incluye 15 yacimientos en el epígrafe dedicado a la facies Cocina del
Epipaleolítico geométrico mediterráneo, no todos con el mismo grado de certeza en su atribución a esta
facies, y la mayoría adscritos a los momentos cerámicos Cocina III y/o Cocina IV. Lógicamente, el catálogo
de yacimientos se ha ido ampliando desde entonces (Botiqueria y Costalena incluidos), cubriendo viejas y
nuevas áreas de hallazgos.
En 2002, a propósito de la elaboración de una cartografía de la transición neolítica como ilustración
del poblamiento y los procesos culturales en la península ibérica en el periodo del VII al V milenio cal
BC (8000-5500 BP), el inventario que podía ofrecerse de yacimientos del Mesolítico reciente en el área
mediterránea ascendía a 28, algunos de ellos dudosos (Juan-Cabanilles y Martí, 2002). Paradójicamente, en
este inventario no estaban todos los considerados en su día por Fortea. Desde el estudio de este autor se había
avanzado bastante en el conocimiento de la tipología mesolítica y neolítica, por lo que los yacimientos iban
apareciendo y desapareciendo de los mapas al compás de las nuevas lecturas contextuales (estratigráficas,
tecno-industriales, cronométricas, etc.). Quiere esto decir que todos los conjuntos con armaduras geométricas
no eran necesariamente mesolíticos ni de esa tradición, considerado el antagonismo Mesolítico-Neolítico
“puro”. El propio Fortea ya había reparado en este aspecto al comparar, como se ha apuntado anteriormente
en referencia al apartado general de la industria lítica, el geometrismo de la Cueva de la Cocina con el de
un yacimiento neolítico puro como la Cova de l’Or. En este último, el grupo de las armaduras geométricas
aparecía dominado por los trapecios de retoque abrupto, frente a los triángulos tipo Cocina, segmentos u hojitas
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
de dorso curvo segmentiformes y otros tipos emparentados (p. ej. hojitas apuntadas con espina central) de los
niveles cerámicos de Cocina (v. fig. 3), elementos presentes con anterioridad y producto de una evolución
intrínseca mesolítica (Fortea, 1973: 411-412). La singularidad lítica del Neolítico “puro” (Neolítico “cardial”)
con respecto al Mesolítico “cerámico” será corroborada con análisis y estudios específicos concerniendo a
yacimientos cardiales de distintas áreas mediterráneas, casos en un principio de Cova de l’Or y Cova de la
Sarsa, en el País Valenciano (Martí et al., 1980; Juan-Cabanilles, 1984, 1985, 1990); poblado de Les Guixeres,
en Cataluña (Mestres, 1987); o Cueva de Chaves, en el Alto Aragón (Cava, 1983, 2000).
En base a lo acabado de explicar, la fase D (=Cocina IV) ya había quedado descabalgada de la secuencia
general del Mesolítico reciente como un estadio cronocultural propio y terminal, es decir, como una
perduración aún de la tecnología mesolítica en el Neolítico final y el Eneolítico. En consecuencia, en la
citada cartografía de la neolitización solo se contemplaban tres fases a la hora de confeccionar los mapas
referentes al poblamiento mesolítico preneolítico y al de cronología neolítica y presuntamente aculturado
(fases A, B y C = Cocina I, II y III).
La cartografía en cuestión, a partir de la repartición espacial de los yacimientos, permitía apercibir el
grado de poblamiento mesolítico en la fachada mediterránea ibérica según áreas y fases cronológicas. El
momento con mayores datos de poblamiento correspondía a la fase B, y el área más ocupada a la parte
central del territorio en todas las fases. Dentro de esta área, el punto con mayor densidad de yacimientos lo
constituía el Bajo Aragón (Botiqueria, Costalena, etc.), distribuyéndose el resto de yacimientos, de manera
escalonada, hasta el valle medio del río Vinalopó (Casa de Lara, etc.), en el sur del País Valenciano (fig. 5).
Por otro lado, los mapas resaltaban la escasez de datos poblacionales o el vacío en extensas regiones
como Andalucía (solo dos posibles yacimientos en las sierras de Segura y Cazorla: Nacimiento y
Valdecuevas), Cataluña (solo el dudoso caso de Patou), el Alto Aragón (un solo caso: Forcas II), Murcia
(ningún caso). Otro aspecto que denunciaban los mapas, al ser comparados, era la discontinuidad del
poblamiento mesolítico en determinadas áreas, como por ejemplo el valle alto del Serpis, ocupado en la
fase A (Falguera, Tossal de la Roca) pero no en la fase B, situación ya advertida con anterioridad (JuanCabanilles, 1992). En tanto que esta zona, en la cronología correspondiente a la fase B (7000-6500 BP),
mostraba la sola presencia de yacimientos cardiales (v. gr. Cova de l’Or), el hecho a inferir era el de una
territorialidad neolítica excluyente, llevando al acantonamiento de los últimos grupos mesolíticos fuera
de las áreas nucleares de primera implantación neolítica, de las que la cuenca amplia del Serpis constituía
un claro exponente (v. fig. 5). La dualidad de territorios en el inicio del Neolítico venía a representar un
aspecto más del modelo de neolitización propuesto desde los años 1980 para el área mediterránea ibérica,
basado en la dualidad cultural Neolítico-Mesolítico (colonos mediterráneos vs. poblaciones indígenas) y
las consiguientes interacciones, todo inspirado en las primeras ideas de Fortea al respecto (Fortea y Martí,
1984-85; Martí et al., 1987; Juan-Cabanilles, 1992; Bernabeu, 1996, 1999).
En la cartografía que venimos considerando (Juan-Cabanilles y Martí, 2002), los yacimientos
mesolíticos se atribuían a una determinada fase a partir principalmente de la tipología y la estratigrafía
comparadas, pero también mediante la cronología absoluta proporcionada por las fechas de C14, sobre
todo para aquellos conjuntos poco definidos tipológica y/o estratigráficamente. Con las dataciones entonces
disponibles, bastante reducidas para el área mediterránea, la fase A del Mesolítico reciente se situaba grosso
modo en el VIII milenio BP, como ya indicaba la vieja data del nivel 2 de Botiqueria dels Moros (7550±200
BP) y otras nuevas como la del yacimiento de Tossal de la Roca (7660±80 BP; como más alta), en el valle
del Serpis, y la de Forcas II (7240±40 BP; como más baja), en el Alto Aragón. La fase B tendría su pleno
desarrollo en la primera mitad del VII milenio BP, representando la data ya conocida del nivel c3 superior
de Costalena (6420±250 BP) y posiblemente la del nivel c inferior de Pontet (6370±70 BP) el momento
terminal de la fase en el Bajo Aragón. Sin dataciones específicas en los casos menos problemáticos, la
cronología relativa de los conjuntos de fase C la marcaban en principio las cerámicas en ellos presentes y
su lugar en la secuencia cerámica neolítica (cardial, epicardial, postcardial), constituyendo un terminus post
quem para el Bajo Aragón, por ejemplo, las datas de Costalena y Pontet acabadas de señalar.
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Fig. 5. Yacimientos mesolíticos recientes y neolíticos antiguos del área mediterránea recogidos en Juan-Cabanilles y
Martí, 2002 (“cartografía de la neolitización”). 1) Yacimientos mesolíticos de fases A y/o B. 2) Yacimientos mesolíticos
de fase C y áreas nucleares neolíticas. Mapa realizado con QGIS 3.16 mediante la cartografía base elaborada por
SCUAM 2013.
En definitiva, la periodización absoluta del Mesolítico reciente mediterráneo se resentía de un repertorio
escaso de dataciones sumado a la calidad de las muestras datadas y del método empleado (C14 convencional).
Respecto a las muestras, la mayoría eran no homogéneas, compuestas por carbones o huesos de fauna sin
identificar recogidos a menudo en el espesor de una capa y por toda la superficie de un cuadro de excavación.
De todo ello resultaba la necesidad de contar en un futuro con muestras homogéneas, directas y de vida corta
a fin de ir acotando la cronología de los distintos procesos inherentes al Mesolítico y al Neolítico.
6. LA SECUENCIA DE LA CUEVA DE LA COCINA REVISADA
A mediados de la década del 2000, dentro de un trabajo de tecnología y tipología lítica enmarcado en
el proceso de neolitización del área mediterránea ibérica, se reestudia la Cueva de la Cocina desde esta
perspectiva junto con otros yacimientos mesolíticos y neolíticos (García Puchol, 2005). El nuevo examen
afectaba al material lítico retocado y no retocado del sector E-I, el mismo estudiado en su día por Pericot
(1946) y por Fortea (1973), y al material solo retocado de las dos primeras capas de los sectores D y E
excavados por Pericot en 1943; se incluía además la cerámica de estos tres sectores y la de E-II, este
utilizado también en parte por Fortea (1971, 1973) (v. fig. 2). Aparte de los sectores D y E (inéditos), y la
consideración del material lítico no retocado, se aportaban al análisis nuevos efectivos líticos y cerámicos
provenientes del sector E-I, localizados en los fondos del Museo de Prehistoria de Valencia. Con ello se
ampliaba la base analítica de Fortea, si bien la representación del utillaje lítico retocado continuaba siendo
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
precaria para los niveles Cocina III y IV, de ahí el recurso a las dos primeras capas de los sectores D y E. Y
otro aspecto más a resaltar era la incorporación a las discusiones de los datos de los diarios de excavación
de Pericot referentes al depósito estratigráfico de Cocina.
Por lo que respecta a la secuencia del yacimiento, la cerámica a mano prehistórica aportaba los datos
más interesantes. En todos los sectores excavados por Pericot, los restos cerámicos se incluían siempre en
un paquete sedimentario de tierras oscuras, llegando hasta 1,5 m en E-I (capa 5), y hasta 2,5 m en E-II (capa
10); por debajo de este estrato, los materiales mesolíticos aparecían englobados en un depósito de tierras
rojizas (hasta 4,5 m en E-I, la máxima profundidad alcanzada por este depósito). En E-I, las cerámicas de
la capa 5 (primera de las dos capas de Cocina III) eran muy escasas y sin decoración; en la capa 4 (segunda
capa de Cocina III) éstas aumentaban, prosiguiendo la dinámica en la capa 3 (primera de Cocina IV). En
cuanto a tipos decorativos distintivos, las cerámicas “peinadas” eran dominantes en la capa 4 (Cocina III) y
en la 3 (Cocina IV), acompañadas de algunas otras con cordones lisos o decorados, y en la capa 4, además,
de unas pocas con impresiones o incisiones de objeto punzante (García Puchol, 2005: 111, cuadro 3.46 y
113, cuadro 3.47). Hay que recordar que, en Fortea, las cerámicas peinadas se consideraban prácticamente
exclusivas de Cocina IV, esto es, de momentos avanzados del Neolítico y el Eneolítico. Pero, en 2005,
la posición de estas cerámicas en la secuencia neolítica ya era bien conocida, caracterizando una fase
postcardial del Neolítico antiguo a situar en la mitad del VI milenio BP o poco antes (Martí et al., 1980;
Bernabeu, 1989). Las cerámicas neolíticas más antiguas, las cardiales, asociadas por Fortea a Cocina III,
no se documentaban en los sectores E, siendo las atribuidas por este autor a la variedad cardial, a partir
de un par de fragmentos de la base del estrato de tierras negras de E-II (capa 10), cerámicas impresas
de instrumento dentado (peine), a situar en una fase cardial reciente o epicardial (último tercio del VII
milenio BP). Con todo, las cerámicas cardiales, en la misma tónica de escasez que el resto de cerámicas
neolíticas, sí que existían en el yacimiento de Cocina, no en los sectores intervenidos por Pericot, sino en
los excavados por el propio Fortea entre 1974 y 1981, prácticamente inéditos.
Volviendo al sector E-I, los materiales líticos de la capa 5 (Cocina III), de tierras oscuras, y los de la
capa 6 (Cocina II), de tierras rojizas, guardaban una estrecha correspondencia tipológica, continuada en
parte en la capa 4 (Cocina III) y más atenuada en la capa 3 (Cocina IV); la impresión era que los materiales
de las capas 6, 5 y 4 –sobre todo– parecían representar un estadio final de Cocina II, mostrando la rarificación
de los triángulos tipo Cocina, el aumento de las hojitas de dorso y la incorporación de los segmentos de
retoque abrupto (García Puchol, 2005: 104, cuadro 3.39). En el sector E-II, las pocas cerámicas (aparte
de las impresas de peine, alguna incisa, impresa de punzón o con cordón aplicado) aparecían junto con
material claramente mesolítico, principalmente relacionado con Cocina II (v. gr. triángulos Cocina); y esto
mismo ocurría en las dos capas iniciales de D y E (aquí con cerámica aún más escasa, del mismo tipo que
la de E-II, pero sin impresiones dentadas y con alguna “peinada”).
Las situaciones entrevistas, concretadas en la dispersión de materiales mesolíticos evidentes por el
estrato neolítico de tierras oscuras, y en la constatación de los mismos tipos cerámicos significativos (v. gr.
cerámica peinada) en niveles considerados independientes dentro también del estrato neolítico (Cocina III,
Cocina IV), apuntarían a una manifiesta remoción del depósito superior de la Cueva de la Cocina, con la
posibilidad de un desmantelamiento del tramo final de Cocina II; además, y atendiendo a las particulares
presencias cerámicas (mayoritariamente “postcardiales”) y sus intersecciones en el depósito, podía
especularse con la existencia de una ruptura estratigráfica en toda el área excavada por Pericot (ibid.: 118).
En conclusión, el nivel Cocina III de Fortea (mucho más Cocina IV) resultaría difícil de mantener como
una fase cronocultural específica en la propia secuencia del yacimiento de Cocina, al menos en los sectores
de excavación conocidos.
A pesar del descarte de Cocina III, la secuencia del Mesolítico reciente en el área centro-meridional
mediterránea quedaba establecida en tres fases, tal como ya se venía haciendo (ibid.: 275 y 340-345): dos
fases primeras (A y B) sin cambios significativos con respecto a lo que ya definían tipológicamente Cocina
I y Cocina II, a lo que se añadía los datos tecnológicos de una industria esencialmente laminar basada en
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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la explotación de núcleos unipolares de lascado frontal rectilíneo; ambas fases representarían el Mesolítico
reciente en sentido estricto, e incluían obviamente más conjuntos de los retenidos en su día por Fortea
(v. fig. 5). Una tercera fase suponía el Mesolítico final, definido por la incorporación –como en la fase C
general de Fortea– de elementos neolíticos principalmente tecnológicos (cerámica, retoque en doble bisel)
en conjuntos industriales técnicamente mesolíticos (talla laminar frontal frente a la envolvente neolítica) y
con tipología parcialmente neolítica (trapecios de retoque abrupto, significación de las hojas con retoques
marginales o señales de uso, etc.); en los términos descritos, esta fase se reflejaría especialmente en el
yacimiento de la Covacha de Llatas, y posiblemente en el nivel II del yacimiento de superficie de La
Mangranera, ambos objeto también de análisis en el trabajo que venimos reseñando. Fuera de la estricta
área mediterránea estudiada, la fase correspondiente al Mesolítico final continuaría representada en los
niveles cerámicos de los yacimientos, por ejemplo, del Bajo Aragón (Botiqueria 6, Costalena c2, entre
otros), aunque cabía plantearse también aquí la posibilidad de rupturas secuenciales frente al continuismo
tecnológico mesolítico en cronología neolítica (ibid.: 344).
Ciertamente, la revisión de la Cueva de la Cocina podía tener repercusiones en lo que se refiere a la lectura
interpretativa de otros yacimientos estratificados del Mesolítico reciente, pensando no solo en los casos del
Bajo Aragón. Así, los conjuntos atribuidos tradicionalmente a la fase C de Fortea podían interpretarse de
varias maneras (Juan-Cabanilles y Martí, 2007-08): 1) expresión del primer contacto Mesolítico-Neolítico
(visión clásica), materializado en una simple transferencia tecnológica (cerámica, doble bisel, etc.); 2)
manifestación de estados funcionales dentro del Neolítico antiguo (aquí se cultiva, allá se pastorea, más allá
se caza), idea sugerida para los niveles cerámicos de los yacimientos del Bajo Aragón (Barandiarán y Cava,
1992), donde faltan los testimonios económicos neolíticos (plantas y animales domésticos); 3) resultado
de procesos tafonómicos (perturbaciones estratigráficas), ocasionando mixtura de materiales mesolíticos y
neolíticos. En cualquier caso, el ejemplo de Cocina obligaba a ser cautos en el futuro a la hora de leer las
secuencias estratigráficas mesolíticas desarrolladas en un continuum, sobre todo cuando desbordaban el
límite neolítico.
7. PANORAMA GENERAL DEL MESOLÍTICO RECIENTE AL FINAL DE LOS 2000
En 2008 tiene lugar una reunión temática sobre el Mesolítico “Geométrico” en la Península Ibérica, en
Jaca (Huesca, Alto Aragón), en la que se pone al día dicha etapa (Mesolítico reciente) a través de los
datos de diferentes territorios administrativos (Utrilla y Montes, 2009). Siguiendo un guion prestablecido,
la información de cada territorio es recogida en una serie de apartados que incluyen desde la particular
historia de la investigación hasta la cultura simbólica mesolítica, pasando por el catálogo actualizado
de yacimientos, los aspectos medioambientales, económicos y tecnológicos, la secuencia industrial y la
cronología, o las pautas del poblamiento y la demografía.
Centrándonos en el área general mediterránea, y en aspectos del poblamiento, la secuencia y la
cronología, continúan resaltando dos regiones como proveedoras de datos, el País Valenciano y Aragón,
especialmente el Bajo Aragón. Con respecto a la “cartografía” de 2002, el País Valenciano aporta 27
yacimientos (frente a 16), y Aragón 15 (frente a 9), 13 del Bajo Aragón (fig. 6); esto en cuanto a sitios
inventariados, puesto que para esta última región se señalan 6 yacimientos más con posibles materiales
mesolíticos (contrariamente, los de la zona de Albarracín –Doña Clotilde y Cocinilla del Obispo–,
retenidos en el inventario, se considerarían más neolíticos que mesolíticos; cf. Utrilla et al., 2009: 150151). Las zonas con mayor densidad de yacimientos vuelven a encontrarse en el Bajo Aragón, sobre todo
en los valles de los ríos Matarranya y Algars (Botiqueria, Costalena, etc.), en el Maestrazgo de Teruel y
Castellón (Ángel, Mas Nou, etc.), en el tramo medio del río Xúquer (Cocina, etc.) y en la cuenca amplia
del río Serpis (Tossal de la Roca, Falguera, etc.). El poblamiento mesolítico se distribuye por medios muy
variados, comprendiendo valles de ríos, media montaña interior o prelitoral, o prepirenaica (Forcas II,
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Fig. 6. Yacimientos del Mesolítico reciente mediterráneo aportados a la reunión de Jaca (Utrilla et al., 2009; Martí et al.,
2009; Aura et al., 2009), completados con los de divulgación posterior hasta la actualidad. Mapa realizado con QGIS
3.16 mediante la cartografía base elaborada por SCUAM 2013.
Peña 14), lagunas litorales (Estany Gran, Collao) o interiores (Albufera de Anna, Casa de Lara), y ocupando
abrigos rocosos y pequeñas cuevas (Cocina es una excepción), o parajes al aire libre en las inmediaciones
de puntos de agua.
Por lo que atañe a la secuencia y la cronología del Mesolítico reciente, y como ya venía reconociéndose
(Juan-Cabanilles y Martí, 2002: 48-49), queda afirmada la necesidad de descender al marco regional a fin de
subrayar las particularidades de un proceso de origen compartido pero no unidireccional (v. fig. 8). En el caso
del País Valenciano (Martí et al., 2009), la secuencia, tras la revisión de Cocina, se presenta reducida a dos
únicas fases (A y B), acordes aún con los niveles Cocina I y II; una posible fase C (=Mesolítico final), deducida
de la coexistencia de elementos mesolíticos de fase B (triángulos Cocina, tecnología laminar, etc.) y elementos
neolíticos (doble bisel, cerámica, etc.), restaría en suspenso dada la indefinición contextual de los conjuntos que
podrían avalarla (v. gr. Llatas, o Can Ballester). Con alguna datación más con respecto a la “cartografía”, la fase
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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A se situaría entre 7660±80 BP (fecha de Tossal de la Roca I) y 7280±40 BP (fecha de Falguera VII); la fase B,
entre 7010±40 BP (Mas Nou 3) y 6760±40 BP (Mas Nou 2B). La fecha más reciente de Mas Nou supondría
un solapamiento de apenas 30 años (al 95% de probabilidad) con la data neolítica más antigua entonces del
litoral central mediterráneo (6600±50 BP), correspondiente al yacimiento de Mas d’Is, en el valle del Serpis.
Esta misma circunstancia se observaría posteriormente a una escala mediterránea más amplia, incidiendo en la
temporalidad y efectividad del “encuentro” Mesolítico-Neolítico (Juan-Cabanilles y García Puchol, 2013).
Las dos fases del País Valenciano contrastan, sin duda, con las cuatro que se proponen para Aragón y
que articularían aquí la evolución del Mesolítico reciente. Por su interés, se exponen de forma resumida y
en esquema (Utrilla et al., 2009: 167-173):
- Fase A, dominada por los trapecios de retoque abrupto y representada fundamentalmente en el Bajo
Aragón. Cubriría un intervalo cronológico entre 7955±45 BP (Ángel 1 8c) y 7340±70 BP (Pontet e). La
concordancia tipológica y temporal con Cocina I es evidente, con el matiz añadido de que en los yacimientos
de Los Baños y Botiqueria dels Moros podría rastrearse una evolución interna de los geométricos que
compartimentaría la fase en tres estadios. Dicha evolución comenzaría con un predominio de trapecios
–principalmente– anchos y cortos, tipo “tranchet” (Baños 2b1, Botiqueria 2 inf.), seguiría con trapecios
de pequeño tamaño (Baños 2b3 inf., Botiqueria 2 med.), y culminaría con trapecios grandes y alargados
(Baños 2b3 sup., Botiqueria 2 sup.).
- Fase B, con equilibrio o preponderancia de los triángulos sobre los trapecios, representada en los niveles II
(7240±40 BP y 7150±40 BP) y IV (7090±340 BP) de Forcas II, en el Prepirineo del Alto Aragón. Este yacimiento,
en su nivel IV, manifestaría influencias tipológicas “ultrapirenaicas” (Aquitania francesa), por la presencia de
triángulos escalenos con retoque inverso en el lado menor, igual que se observa en otros sitios de la vertiente
occidental pirenaica (cf. Alday y Cava, 2009) y, por hallazgos relativamente recientes, en la parte central aún
aragonesa, en el abrigo de El Esplugón (Utrilla et al., 2016). Aquí habría uno de los particularismos que incidirían
en la regionalización del Mesolítico reciente, a partir sobre todo de la etapa de triángulos que sucedería de forma
más o menos generalizada a la inicial de trapecios. Esta fase B estaría ausente en el Bajo Aragón.
- Fase C, interpretada como una etapa de transición, en la que los triángulos dominan sobre los trapecios,
y en que harían aparición los primeros elementos “neolíticos” (retoque en doble bisel y, en algunos sitios,
cerámicas). Las situaciones que se relacionan con esta fase atienden a: 1) conjuntos con un componente
mayoritario de triángulos (entre ellos el tipo Cocina) y unos pocos geométricos (también triángulos) con doble
bisel, caso básicamente de Botiqueria 4 (4 triángulos de doble bisel sobre 9 de retoque abrupto; 6830±50
BP), aunque también se incluyen Costalena c3 sup. (1 sobre 14; 6420±250 BP) y Secans IIb (1 sobre 10),
todos ellos en el Bajo Aragón; 2) conjuntos con el mismo componente significativo de triángulos, con mayor
o menor número del tipo Cocina (o de lados cóncavos) y de retoque en doble bisel, junto con cerámica, caso
de Forcas II V, con cerámicas cardiales y otras impresas (6940±90 BP y 6750±40 BP), en el Alto Aragón, o
de Pontet c inf., con cerámicas incisas (6370±70 BP), en el Bajo Aragón. Mirada con otra perspectiva, en esta
fase parecen aglutinarse conjuntos cercanos a Cocina II (p. ej. Botiqueria 4, Costalena c3 sup.) y otros que
entrarían en el concepto tradicional de Cocina III/IV (los primeros niveles cerámicos de Forcas y Pontet). No
habría de soslayarse las situaciones a que da lugar la existencia de ocupaciones mesolíticas y neolíticas en
una misma unidad arqueosedimentaria, o las derivadas de fenómenos funcionales.
- Fase D, de generalización de los elementos neolíticos (cerámicas y doble bisel) en el seno aún de
tecnoeconomías mesolíticas, como ejemplificarían los yacimientos del Bajo Aragón, con triángulos
y segmentos de doble bisel y cerámicas cardiales, impresas de instrumento, incisas, etc. (Botiqueria 6
[6040±50 BP] y 8 [6240±50 BP], Costalena c2 y c1, Pontet c sup., Plano del Pulido cg y cg2). Esta fase
volvería a recordar lo representado en su momento por Cocina III/IV.
Con posterioridad a la reunión de Jaca, esta secuencia ha sido matizada y reducida a tres fases (Utrilla
et al., 2017), unificando las fases B y C, y pasando a ocupar la fase D el lugar de la C, como se detalla en
el apartado final de conclusiones.
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
En el resto de regiones mediterráneas, la escasez o la ausencia de datos sobre el Mesolítico reciente
continúan manifestándose. Al sur del País Valenciano, el vacío documental es completo en el territorio
de Murcia y en la mayor parte de Andalucía (v. fig. 6). En esta segunda y extensa región, a los contados
yacimientos conocidos en la Alta Andalucía (solo ya Valdecuevas, por descarte de Nacimiento), la reunión
de Jaca aporta la posibilidad de sumar al inventario las cuevas de Nerja y Bajondillo, en la costa de Málaga
(Aura et al., 2009). El nivel V3 de Nerja constituía un paquete sedimentario que englobaba materiales
epipaleolíticos, mesolíticos probables y neolíticos, y que contaba con dos dataciones del VIII milenio BP, al
igual que los niveles 3 y 4 de Bajondillo (Cortés, 2007). Corroborada la existencia de materiales mesolíticos
en Nerja (Aura et al., 2013), se concretará para el litoral de Málaga una presencia mesolítica reciente
remisible al horizonte inicial (fase A o Cocina I).
Por último, Cataluña tendrá en Jaca su propio apartado, para subrayar la inexistencia de conjuntos
en contexto estratigráfico que pudieran ser atribuidos con unas mínimas garantías al Mesolítico reciente
(Vaquero y García-Argüelles, 2009). Más aún, este vacío no estaría compensado por otros conjuntos
industriales de diferente signo, es decir, conjuntos sin microlitos geométricos cubriendo el rango cronológico
del VIII milenio BP. Tal hiato cronoindustrial no tendría una explicación satisfactoria (falta de investigación,
despoblamiento, procesos erosivos, etc.) y contrastaría con la abundancia de datos para el momento
anterior, el correspondiente al Mesolítico denominado de Muescas y Denticulados, una etapa cultural con
entidad propia tipológica y cronológica intuida desde Fortea, atendiendo a los conjuntos “macrolíticos” que
culminaban la secuencia “sauveterroide” (cf. Filador) e iniciaban la secuencia “tardenoide” (cf. Cocina).
Abriendo un inciso, la confirmación del tecnocomplejo de Muescas y Denticulados como exponente
de un estadio mesolítico antiguo, contrapuesto al estadio reciente representado por el tecnocomplejo
“Geométrico”, se remonta a comienzos de los 2000, consolidándose el tMD rápidamente como un horizonte
cronocultural específico y propiciando un cambio de nomenclatura: Mesolítico vs. Epipaleolítico, esto
último por lo que atañe en particular al área central mediterránea (cf. Aura, 2001). El Mesolítico de Muescas
y Denticulados, extendido sobre todo por el cuadrante nordeste peninsular, en menor medida por la banda
central mediterránea, y como el Mesolítico reciente ahora, había tenido ya su reunión temática, en la que
se fijaban sus características tecnoindustriales, económicas, territoriales, cronológicas, etc. (Alday, 2006).
Volviendo a Cataluña, y teniendo en cuenta lo señalado, para el Mesolítico reciente y de cara al futuro se
proponía intensificar la investigación en la franja occidental de este territorio, en los espacios lindantes con
las áreas con buena documentación de industrias geométricas. Esta propuesta se ha revelado premonitoria,
dada la posibilidad de poder incorporar al catálogo de yacimientos mesolíticos recientes la Cova del Vidre
(Bosch, 2015) y Coves del Fem (Palomo et al., 2018), ambos en la cuenca baja del Ebro y con dataciones
de finales del VIII milenio BP, y sin duda a relacionar con el territorio “cultural” del Bajo Aragón.
8. TRABAJOS RECIENTES EN LA CUEVA DE LA COCINA:
RESULTADOS E IMPLICACIONES
En 2013 se pone en marcha un proyecto de estudio para la Cueva de la Cocina dirigido a la revisión de las viejas
excavaciones de Pericot (1941-1945) y de Fortea (1974-1981), en su mayor parte inéditas. Objeto del estudio son
todos los materiales (líticos, faunísticos, etc.) y la documentación ligada a los trabajos de excavación (diarios de
campo, planimetrías, dibujos de cortes, etc.), guardados en el Museo de Prehistoria de Valencia. Esta actividad de
gabinete se complementa a partir de 2015 con trabajos de campo en el propio yacimiento de Cocina (refecciones
de cortes, nuevos sondeos estratigráficos, etc.). De todo ello, interesa destacar aquí algunos resultados en relación
con la secuencia arqueológica y la identidad de las ocupaciones que la conforman.
Cocina había proporcionado la primera secuencia para el Mesolítico reciente mediterráneo, pero
ninguna datación absoluta para sus fases hasta el inicio del proyecto mencionado. La primera serie de
fechas de C14 se obtiene con muestras del cuadro E-I de 1945, de capas referibles a los niveles Cocina I
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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y II (Juan-Cabanilles y García Puchol, 2013). Con esta serie (6 dataciones) y la del sector excavado en
1941 (5 dataciones) (v. tabla 1), se ensaya una estadística bayesiana a fin de construir un marco cronológico
refinado para las ocupaciones de Cocina, en base a una reconstrucción de la estratigrafía por fases y
subfases arqueológicas con los materiales de los sectores indicados, reunidos en densidades de ítems
característicos por capas de excavación (García Puchol et al., 2018). La nueva secuencia ofrece un mayor
detalle en el sector E-I (8 subfases), dado que en el sector de 1941, como en prácticamente el resto de los
excavados en 1942 y 1943, la parte superior del depósito (niveles neolíticos y posiblemente últimos tramos
mesolíticos) aparece desmantelada, debido a la extracción del estiércol que contenía la cavidad por su uso
continuado como corral. El sector de 1941, en consecuencia, solo presentaba 5 subfases, correspondientes
a las ocupaciones mesolíticas. Los resultados secuenciales y cronológicos que a continuación se exponen
provienen, pues, de E-I, tenidas también en cuenta las dataciones de 1941 (con indicación expresa). En
síntesis, de abajo a arriba (ibid.: 262, tabla 1 y 263, tabla 2):
- Fase A, subfases A1-A2, capas 17-11: fase de trapecios, con máxima concentración en capas 14-13.
Cronología: entre 7610±40 BP (capa 17) y 7300±30 BP (capa 6 de 1941). Corresponde al nivel Cocina I de
la secuencia tradicional.
- Fase B, subfase B1, capas 10-9: estadio de transición entre fases A y B, con presencia de triángulos
Cocina en densidad igual o inferior a trapecios. Cronología: 7050±50 BP (capa 10). Supondría un tramo
estratigráfico “transicional” Cocina I/II.
- Fase B, subfase B2, capas 8-7: con triángulos Cocina en densidad superior a trapecios. Cronología:
7080±50 BP (capa 8), 6970±35 BP (capa 3 de 1941). La datación de la capa 8 de E-I estaría invertida con
respecto a la 10 del mismo sector, aparte de compartir el rango estadístico temporal. Ambas dataciones irían
acordes con los primeros estadios de Cocina II.
- Fase B, subfase B3, capa 6: estadio avanzado/final de la fase, con triángulos Cocina en densidad mayor
que trapecios, más presencia de segmentos de retoque abrupto. Cronología: 6840±50 BP (capa 6). A esta
subfase convendría también la data discordante 6760±40 BP de la capa 13 de E-I (subfase A2), por el hecho
de provenir de una muestra ósea única de fauna salvaje con marcas antrópicas, al igual que el resto de las
dataciones consideradas.
Características del final de la fase B (Cocina II) se entrevén en las capas 5 y 4 (subfases C1 y C2), primeras
capas cerámicas aún con triángulos Cocina y mayor densidad de segmentos. Sobre el estrato cerámico de
Cocina correspondiente a los sectores excavados por Pericot ya se ha expuesto con anterioridad su carácter
de depósito revuelto (revisión de García Puchol, 2005), nada factible para precisar ninguna continuidad
de la secuencia mesolítica en cronología neolítica y, por tanto, para corroborar la posible neolitización del
substrato mesolítico por aculturación, como se sugería desde Fortea (1973).
Para comprobar este presupuesto en Cocina, solo quedaba revisar las excavaciones del propio Fortea
de 1974-1981, por si en los sectores intervenidos el depósito ofrecía más garantías. Realizada esta tarea
y presentados ya los resultados (Pardo-Gordó et al., 2018), simplemente cabe apuntarlos de manera muy
resumida. Antes, hay que indicar que Fortea excava en el interior de la cavidad de Cocina, principalmente
en un área de unos 25 m2 situada en la parte central (fig. 7), con un método depurado a base de capas de
5 cm, anotación tridimensional de todos los vestigios, seguimiento espacial de estratos, etc., lo que ha
permitido toda suerte de aplicaciones analíticas y test estadísticos.
Tal como se recoge en la documentación estudiada, Fortea distingue una sucesión de no menos de
8 niveles naturales y culturales en un depósito de un máximo de 0,6 metros, de los que aquí interesa el
designado con la letra H, el más profundo conteniendo materiales neolíticos y mesolíticos. El nivel H, en
el espacio de los cuadros A-C/3-5, presenta 5 subdivisiones, una superior genérica y otras 4 por debajo
consideradas como suelos de ocupación desarrollados alrededor de un hogar delimitado por piedras. Estos
suelos parecen el resultado de ocupaciones temporales o esporádicas, atribuibles en el grueso a agentes
mesolíticos por el material lítico, los restos de fauna salvaje cazada y las dataciones C14 (7710±30 BP
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Fig. 7. Planta 3D de la Cueva de la Cocina con indicación de los sectores excavados por Pericot/1941-1945 (rojo) y
Fortea/1974-1981 (morado), y de los sondeos de los trabajos más recientes/2015-2018 (verde).
en H4; 7455±25 BP en H3). Esto no obstante, el nivel H en general (resto de cuadros, A-D), y en particular
los suelos H4-H1 y el segmento H superior que los recubre (datado en 6985±25 BP), contienen también
cerámica neolítica antigua (impresa cardial, de peine, inciso-impresa, con aplicaciones plásticas), además
de otras cerámicas lisas y algún resto óseo de fauna doméstica. Las cerámicas lisas del nivel H, sobre todo
en los cuadros D, guardan una gran similitud (técnica y tipológica) con las del nivel G suprayacente, datado
en el cuadro D6 en 4425±25 BP, fecha cercana a otra de 3725±20 BP, pero ofrecida por el nivel H en el
cuadro D5 (ambas sobre muestra ósea doméstica).
Solo con estos datos basta para advertir las inconsistencias de la estratigrafía de Cocina también en el
área excavada por Fortea. A ello hay que sumar, entre otros aspectos, las alteraciones postdeposicionales
que muestran los fragmentos cerámicos en la parte superior del nivel H (superficies erosionadas,
redondeamiento de bordes, etc.), en un grado mucho mayor que en el nivel G o en los suelos H1H4. Y, del mismo modo, la concentración que presentan las cerámicas neolíticas antiguas alrededor del
hogar que articularía los suelos H1-H4, circunstancia que apenas se da con otros tipos de restos (líticos,
faunísticos). Con toda probabilidad, el mencionado hogar se trate de una estructura de combustión
neolítica y no mesolítica, atendiendo a la utilización de piedras delimitadoras, un rasgo poco común en
el Mesolítico, donde predomina la cubeta excavada en el suelo. En definitiva, el nivel H constituiría un
verdadero palimpsesto arqueológico, formado por vestigios mesolíticos, neolíticos y otros más recientes
(eneolíticos y de la Edad del Bronce), originado en parte por el uso intensivo de la cueva como corral a
partir del Neolítico avanzado. En conclusión, la Cueva de la Cocina no contendría pruebas seguras con
que respaldar la tradicional idea de la aculturación mesolítica.
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Avanzando resultados, la reciente actualización de la secuencia de Cocina tampoco aporta novedades a
este respecto (García Puchol et al., 2023b). Dicha actualización ha consistido en incorporar a la secuencia
presentada en 2018, establecida como hemos visto a partir de los sectores excavados por Pericot en 1945
(E-I, especialmente) y 1941 (García Puchol et al., 2018), los datos C14, de materiales y estratigráficos del
resto de sectores de Pericot (1942 y 1943), sector E de Fortea (cuadros A-D), y sectores o sondeos 4 y 6
de las nuevas excavaciones del período 2015-2018 (fig. 7). Los datos cronométricos disponibles, bastantes
de obtención reciente (tabla 1), han sido tratados con nuevos procedimientos de modelado bayesiano. La
secuencia actualizada comprende 18 subunidades arqueológicas, con base obviamente en las excavaciones
de Pericot, pasadas por el tamiz cronológico-estadístico bayesiano, y cubre desde los primeros vestigios de
ocupación prehistórica hasta los tiempos modernos y actuales. De muro a techo, se perfilan las siguientes
subfases/subunidades (García Puchol et al., 2023b: 30-33):
- Subfase A0 (subunidad 18). Rango cronológico: 8850-8380 cal BP. Supone el inicio de la ocupación
de Cocina, concretada a partir de las fechas C14 de la capa 13 del sector excavado por Pericot en 1941 (una
data conocida ya en el momento de elaborar la secuencia de 2018), y la capa 6 del nivel H4 del cuadro B4
de Fortea (v. tabla 1 y fig. 7). Los materiales, escasos, hay que atribuirlos a un estadio inicial del Mesolítico
reciente por la tecnología de la talla laminar y por la presencia de macrolitos sobre caliza que también se
encuentran en las subunidades superiores (cf. capas 16 a 12 del sector E-I/1945 de Pericot).
- Subfase A1 (subunidad 17). Rango cronológico: 8475-8230 cal BP. Corresponde al desarrollo del
tecnocomplejo mesolítico “castelnovoide” de hojas y trapecios. Incluye hojas con muescas y denticulaciones
y trapecios asimétricos con lados cóncavos, como tipos más representativos, con escasa presencia de
microburiles. Esta subfase muestra en general menor intensidad ocupacional en E-I/1945 que en el sector
de 1941, aquí con una alta concentración de materiales. Este aspecto apuntaría a una diferenciación espacial
de actividades en el seno de la cavidad. También se revelan ahora las primeras prácticas sepulcrales (cf.
McClure et al., 2023).
- Subfase A2 (subunidad 16). Rango cronológico: 8291-7929 cal BP. Muestra también diferentes zonas
de intensidad de la actividad según sectores. Subfase reconocida en las recientes excavaciones 2015-2018
(sondeo 2). El material lítico sigue presentando un gran número de armaduras geométricas (mayormente
trapecios) y un aumento relativo de microburiles.
- Subfase B1 (subunidad 15). Rango cronológico: 8046-7720 cal BP. Se caracteriza por la aparición
de los triángulos tipo Cocina (lados cóncavos o cóncavo-convexos y espina central), acompañados
por un significativo número aún de trapecios. Restos óseos de un niño y el frontal de un adulto pueden
relacionarse con enterramientos practicados en esta subfase (ibid.). Las plaquetas grabadas repartidas
por los sectores de Pericot y pertenecientes a esta subunidad, junto con la recogida en el sondeo 4 (UE
1409) de las excavaciones 2015-2018, suponen el primer testimonio de expresión gráfica mueble en el
yacimiento de Cocina.
- Subfase B2 (subunidad 14). Rango cronológico: 7781-7615 cal BP. Representa en general la ocupación
más intensa de la cavidad, atendiendo a la alta densidad de restos recuperados, culturales y biológicos. Los
triángulos tipo Cocina, fabricados con la técnica de microburil, dominan el utillaje lítico. Para la talla laminar
se ha utilizado una amplia variedad de sílex, que revela en algunos casos fuentes de materia prima distantes
(Ramacciotti et al., 2022). Importante también, en relación con la subsistencia alimentaria y su variedad, es
el uso notable ahora de recursos marinos (delatado por fuertes concentraciones de Cerastoderma glaucum)
(Pascual-Benito y García Puchol, 2015), que indica a su vez las diversas dinámicas de explotación del
territorio. Esta subfase ofrece asimismo elementos (tecnológicos y simbólicos) que apuntarían a actividades
con mayor dimensión social, lo que implicaría la consideración de Cocina como un lugar de agregación
estacional (cf. Cortell-Nicolau et al., 2023).
- Subfase B3 (subunidad 13). Rango cronológico: 7660-7465 cal BP. Conformada a partir de un registro
arqueoestratigráfico ciertamente confuso, resultado de procesos postdeposicionales que han alterado
o eliminado gran parte de la secuencia prehistórica superior en todo el yacimiento. Nuevas fechas de
APL XXXV, 2024
[page-n-24]
24
J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas de la Cueva de la Cocina, repertorio actual (García-Puchol et al., 2023b: 26, table
3). Calibración por el software Oxcal 4.4 (Bronk Ramsey, 2009) y la curva intCal20 (Reimer et al., 2020). De la tabla
original se ha suprimido la columna de fuentes bibliográficas (se remite para este dato a la referencia indicada).
Sondeo / capa
Muestra
Ref. laboratorio
C14 BP ±
Cal BP 95.4 %
δ13C δ15N C:N
Pericot 1941 / 1
Hueso Capra pyrenaica
PSU5323
6590
25
7562
7428
-19,8
3,8
2,9
Pericot 1941 / 2
Hueso humano
PSUAMS-4429
7135
25
8013
7875
-18,8
9,3
3,27
Pericot 1941 / 3
Hueso Cervus elaphus
UCIAMS-147346 6970
35
7924
7696
-19,5
4,0
3,25
Pericot 1941 / 6
Hueso Cervus elaphus
UCIAMS-145194 7300
30
8175
8027
-20,3
3,9
3,20
Pericot 1941 / 8
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-145195 7475
25
8368
8195
-20,4
4,2
3,18
Pericot 1941 / 11
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-147347 7415
35
8345
8061
-19,5
3,8
3,22
Pericot 1941 / 13
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-147348 7905
40
8981
8596
-19,0
4,5
3,24
Pericot 1942 rincón SE / 1
Hueso humano
UCIAMS-174147 7375
25
8320
8036
-19,3
8,2
3,26
Pericot 1942 zona D / 4
Hueso Cervus elaphus
PSU5608
7285
25
8171
8024
-20,2
4,4
2,8
Pericot 1942 zona C / 8
Hueso Capra pyrenaica
PSU5322
7310
25
8176
8032
-20,7
3,9
3
Pericot 1945 / 6
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267435
6840
50
7780
7583
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 8
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267436
7080
50
8010
7792
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 10
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267437
7050
50
7972
7752
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 12
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267438
7350
40
8313
8026
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 13
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267439
6760
40
7676
7522
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 17
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267440
7610
40
8519
8345
nd
nd
nd
2015 sondeo 3 UE 1036
Carbón rama Pinus sp.
Beta-426849
6350
30
7414
7167
-25,3
-
-
Fortea D6 nivel G
Hueso Ovis aries
UCIAMS-174145 4425
25
5269
4874
-22,4
4,2
3,47
Fortea D5 nivel H / 4
Hueso Ovis aries
UCIAMS-174146 3725
20
4149
3985
-20,3
4,5
3,41
Fortea B5 nivel H / 2
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-145198 6985
25
7929
7731
-19,2
4,4
3,16
Fortea B4 nivel H3 / 5
Hueso Cervus elaphus
UCIAMS-145196 7455
25
8345
8190
-20,2
4,8
3,17
Fortea B4 nivel H4 / 6
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-145197 7710
30
8585
8416
-19,1
4
3,15
Pericot 1943 zona E / 4
Hueso Cervus elaphus
PSU5320
7040
20
7936
7796
-20,1
4,7
2,9
Pericot 1943 zona E / 9
Hueso Capra pyrenaica
PSU5321
7160
25
8019
7937
-20,2
4,3
2,9
Pericot 1943 zona E / 8/9
Hueso humano
UCIAMS-174943 7400
30
8334
8051
-18,1
8,6
3,3
Fortea A' 8' / 1
Hueso Bos taurus
UCIAMS-174144 3590
20
3971
3836
-20,1
7,6
3,39
2015 sondeo 2 UE 1154
Carbón Quercus
Beta-426850
7380
30
8325
8037
-26,4
-
-
2015 sondeo 3 UE 1021
Bellota
Beta-453590
6930
30
7836
7680
-23,3
-
-
2015 sondeo 3 UE 1020 AE7S Bráctea de piña
Beta-599658
6770
30
7671
7576
-21,9
-
-
2016 sondeo 4 UE 1223 KE2S Bráctea de piña
Beta-599654
6760
30
7669
7574
-27,9
-
-
2016 sondeo 4 UE 1230 KE2S Bráctea de piña
Beta-599655
6880
30
7790
7623
-24,3
-
-
2018 sondeo 4 UE 1404 KE2S Bráctea de piña
Beta-599656
6980
30
7927
7706
-20,7
-
-
2018 sondeo 4 UE 1416 KE2S Bráctea de piña
Beta-599657
6970
30
7922
7700
-27,8
-
-
2018 sondeo 4 UE 1424
Beta-512548
6940
30
7843
7681
-19
4
3,3
APL XXXV, 2024
Hueso Capra pyrenaica
[page-n-25]
25
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
Tabla 1. (cont.)
Sondeo / capa
Muestra
Ref. laboratorio
C14 BP ±
Cal BP 95.4 %
δ13C δ15N C:N
2015 sondeo 5 UE 1136
Coprolito Ovis/Capra
Beta-453589
180
30
295
...
-25,7
-
-
2015 sondeo 5 UE 1078
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-174945 6705
35
7663
7505
-20,5
3,1
3,23
2015 sondeo 6 UE 1126
Hueso Capra pyrenaica
Beta-512549
6760
30
7669
7574
-20,2
4
3,3
2015 sondeo 6 UE 1147
Hueso Capra pyrenaica
Beta-512550
6910
30
7830
7673
-19,6
4,6
3,3
Sarrión 1974
Hueso humano
Beta-618257
7090
30
7975
7842
-18,2
10,6
3,2
Sarrión 1974
Hueso humano
Beta-618258
7120
30
8012
7868
-18,8
10,8
3,3
radiocarbono proporcionan un último intervalo temporal para las últimas actividades mesolíticas en Cocina
(cf. PSU-5323: 6590±25 BP). En el apartado lítico, parece poder asociarse a esta subfase un buen número
de segmentos de retoque abrupto y hojitas con dorso segmentiformes, en calidad de armaduras geométricas.
- Subfase C1 (subunidad 12). Se adscribe a ocupaciones del Neolítico antiguo, por la presencia de
cerámicas cardiales, epicardiales y tipos asociados (Bernabeu et al., 2011; Molina-Balaguer et al., 2023). Solo
una fecha sobre carbón puede asociarse a estos materiales (cf. Beta-426849: 6350±30 BP). Significativa es
también, para hablar de ocupaciones propiamente neolíticas, la existencia de un pequeño número de adornos
de diagnóstico “cardial”, una vez que las muestras de animales domésticos, escasas, solo se relacionan con el
Eneolítico y la Edad del Bronze. Por otro lado, la ausencia de semillas de plantas cultivadas descarta prácticas
de agricultura para los ocupantes postmesolíticos de Cocina. Los datos actuales, pues, no permiten aunar
actividades económicas de producción con las cerámicas neolíticas antiguas, más bien actividades de caza.
- Subfase C2 (subunidad 11). Definida por las cerámicas con decoración “peinada” localizadas sobre
todo en el rincón SE de la cavidad (sector E-I/1945, capas 3 y 4; sector E/1943, capa 1), adscribibles a un
momento postcardial o Neolítico medio de la secuencia regional (Bernabeu, 1989; Molina-Balaguer et al.,
2023). Por el momento no se cuenta con dataciones para esta subfase, después de que el único resto de
animal doméstico (Ovis) aquí recogido (E-I/1945, capa 4) no conservara colágeno.
- Subfase D (subunidad 10). Va referida a las últimas ocupaciones prehistóricas de Cocina, a relacionar
con las únicas evidencias de domésticos datadas (oveja y vaca). A pesar de los problemas que afectan a
la integridad del depósito estratigráfico, las fechas de C14 y la cultura material asociada permiten asignar
la subunidad al Neolítico reciente, Eneolítico y Edad del Bronce (cf. UCIAMS-174145: 4425±25 BP;
UCIAMS-174146: 3725±20 BP; UCIAMS-174144: 3590±20 BP).
Las subunidades superiores (9 a 1) completan la secuencia con importantes hiatos diacrónicos. Los
vestigios sueltos de cultura material revelan ocupaciones atribuibles a la Cultura Ibérica y a momentos
medievales, modernos y contemporáneos, con funciones de la cavidad como refugio, corral, carbonera,
etc. Con las últimas revisiones del yacimiento de la Cueva de la Cocina, queda bien evidente que a partir
de determinados momentos de las estancias prehistóricas (final del Mesolítico), la lectura de los procesos
culturales acaecidos se hace más imprecisa, a causa de una alteración continuada y de tiempo de los
depósitos sedimentarios y arqueológicos.
9. CONCLUSIONES
1) La secuencia del Mesolítico reciente en Cocina
Tras la actualización expuesta, queda establecida en dos fases, A y B, nomenclatura utilizada desde 2018,
derivada de la general para el Mesolítico reciente o “Geométrico” mediterráneo establecida en su día por
Fortea (1973) y que sustituye a la nomenclatura tradicional de “niveles” (Cocina I y II, en este caso),
APL XXXV, 2024
[page-n-26]
26
J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
fijada igualmente por Fortea. Las dos fases se desglosan en seis subfases o estadios evolutivos, A0 a
B3. Las subfases A1-A2 representan el momento clásico “castelnovoide” de trapecios y hojas (utillaje
laminar con muescas, denticulaciones o retoques laterales); B1-B2, el momento “regional” (con respecto al
Castelnoviense occidental mediterráneo; cf. Perrin y Binder, 2014; Marchand y Perrin, 2017) de triángulos,
con la singularidad de los tipos “Cocina”.
Una subfase A0, poco definida por materiales, se percibe en el sector Pericot-1941 (capa 13) y en el
nivel Fortea-H4 (capa 6) por sendas dataciones C14 que remiten al primer tercio del VIII milenio BP (v.
tabla 1). Pese a la ausencia de geométricos, la subfase se adscribe al Mesolítico reciente (estadio inicial)
por la tecnología laminar y por la escasa o nula significación en el yacimiento global de Cocina de los útiles
macrodenticulados y astillados propios del Mesolítico de Muescas y Denticulados. El utillaje “macrolítico”
de Cocina, reconocido por Pericot y Fortea en las capas más profundas, es de naturaleza diferente a las
piezas de estas características de las industrias MMD; se trata, en Cocina, de piezas nucleares y gruesas
lascas de caliza con diferentes tipos de extracciones, a modo de raspadores nucleiformes o rabots, cuya
singularidad demanda un estudio exprofeso a corto término.
La subfase B3, por su parte, se muestra también un tanto difusa, pero ahora por las perturbaciones
estratigráficas superiores del yacimiento de Cocina. Esta subfase correspondería al último momento
ocupacional mesolítico en la cavidad, caracterizado por los segmentos de retoque abrupto y las hojitas con
dorso curvo “segmentiformes”. A estas últimas ocupaciones se asociaría la data 6590±25 BP del sector
Pericot-1941 (capa 1), coincidente con la cronología del primer Neolítico litoral o prelitoral. Entre esta
datación y la incluida en el intervalo 7905±40-7710±30 BP de la subfase A0 se desarrollaría el Mesolítico
reciente en Cocina.
Aparte del material mesolítico, en Cocina hay vestigios neolíticos antiguos (cerámicas cardiales y
epicardiales) y neolíticos avanzados (cerámicas peinadas), además de eneolíticos y de la Edad del Bronce.
Si las ocupaciones mesolíticas no pueden llevarse más allá de la subfase B3 (6590±25 BP), la pregunta a
responder es la del significado de las primeras cerámicas (impresas cardiales e inciso-impresas epicardiales)
en el yacimiento, con las que cabría relacionar la data 6350±30 BP de un contexto neolítico de excavación
reciente (sondeo 3-2015, UE1036). La visión actual es que estas cerámicas responderían a ocupaciones
específicamente neolíticas, más que a elementos de cultura material difundidos entre las poblaciones
mesolíticas, por intercambio o cualquier otro medio. Tales ocupaciones serían el resultado de la expansión
neolítica desde las áreas nucleares de asentamiento, en este caso desde el núcleo cardial de la cuenca del
Serpis, en dirección NW (Juan-Cabanilles y Martí, 2002; García Atiénzar, 2009); y esto mismo puede
presuponerse, pero en dirección SW, para el área de la laguna de Villena y las primeras cerámicas neolíticas
allí documentadas junto con materiales mesolíticos (cf. Casa de Lara), una zona donde las dataciones
disponibles para el Mesolítico apenas traspasan el umbral del VII milenio BP (Fernández López de Pablo
et al., 2008, 2013).
Además de las cerámicas, apoyarían el hecho de ocupaciones neolíticas expresas en Cocina –y su
origen– algunos elementos líticos tallados de factura y estilo “cardial”, en particular trapecios de lados
rectilíneos y hojas con retoques marginales, elaborados en un sílex melado característico del Serpis (cf.
Ramacciotti et al., 2022; Molina Hernández et al., 2014, para materias primas silíceas del prebético
alicantino y su captación prehistórica). Y también tendrían esa misma factura determinados elementos de
adorno como cuentas y colgantes ovalados o con abultamiento basal (imitación de dientes atrofiados de
ciervo), elaborados en piedra verde y blanca (com. oral de J.L. Pascual-Benito). Ante la falta de indicadores
económicos de producción (cultivo y ganado), el sentido de las primeras estancias neolíticas apuntaría a una
actividad cinegética, a Cocina como un sitio funcional dependiente de la caza.
Tan determinante o más que la cultura material, en relación con la expansión neolítica, es la
existencia en el valle medio del Júcar, área donde se encuentra Cocina, de “epígonos” evidentes del arte
Macroesquemático propio de la cuenca del Serpis (Hernández Pérez et al., 1988, 1994), de clara autoría
cardial. Reelaboraciones “macroesquemáticas” las constituyen motivos como el antropomorfo de piernas
APL XXXV, 2024
[page-n-27]
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
27
serpentiformes envolventes de la estación de Balsa de Calicanto (Bicorp, Valencia), o los antropomorfos
flanqueados por zigzags del abrigo de los Gineses, también en Bicorp (Hernández Pérez y Martínez
Valle, 2008), o del abrigo de Roser (Millares, Valencia) (Oliver y Arias, 1992), sin entrar a valorar otros
motivos considerados antiguos dentro del Arte Esquemático (zigzags y serpentiformes múltiples verticales
u horizontales, antropomorfos y zoomorfos varios, etc.), de filiación igualmente neolítica y derivación
macroesquemática (Torregrosa y Galiana, 2001; Hernández Pérez, 2013). La presencia de estos grafismos
esquemáticos en el valle del río Cànyoles, por ejemplo en el abrigo I del Barranc del Bosquet (cf. gran
antropomorfo con brazos serpentiformes) (Hernández Pérez y C.E.C., 1984), señalaría la ruta de expansión
neolítica hacia el valle medio del Júcar desde el valle del Serpis (Hernández Pérez, 2016).
2) La secuencia del Mesolítico reciente en la vertiente mediterránea ibérica
Para la región central mediterránea, entre los ríos Millares y Vinalopó, las dos fases (A y B) determinadas
en Cocina apuntalan la secuencia mesolítica reciente, en la cuenca media del Júcar y entre los ríos Millares
y Turia, extensible también al Maestrazgo castellonense. En la cuenca del Serpis y el valle medio del
Vinalopó falta casi por completo la fase B, los estadios que remitirían a la primera mitad del VII milenio BP.
Una tercera fase, que podría representar el final del Mesolítico Geométrico en sí, permanece en suspenso, a
la espera de nuevos datos y revisiones de conjuntos. Esta fase C ha sido propuesta a partir de yacimientos
de la cuenca media del Turia, como la covacha de Llatas y el sitio al aire libre de La Mangranera, ambos en
Andilla (Valencia), donde conviven elementos tipológicos mesolíticos (hojitas de dorso, triángulos Cocina)
con elementos neolíticos (trapecios de lados rectilíneos, segmentos de doble bisel, hojas y hojitas con
retoques marginales), pero partiendo todo de una tecnología laminar intrínsecamente mesolítica (lascado
frontal unipolar rectilíneo) (García-Puchol, 2005). Por otra parte, estos conjuntos no van asociados a restos
domésticos (cereal, ovicápridos) ni a cerámicas neolíticas antiguas, cardiales o epicardiales.
Para el Alto Aragón y el Bajo Aragón/Maestrazgo turolense el Mesolítico Geométrico se estructura
actualmente en tres fases (Utrilla et al., 2017). Una primera fase A de trapecios (8000-7340 BP), divisible en
tres momentos atendiendo a morfotipos característicos de esta clase de armaduras y a partir principalmente de
la secuencia del yacimiento de Los Baños (niveles 2b1 y 2b3), con los datos complementarios de Botiqueria
(2 inf.) y posiblemente Ángel 1 (contexto 45). Una fase B de triángulos (7300-6800 BP), todo lo más en
equilibrio con los trapecios, exponente de un proceso de regionalización por diversas influencias externas
que se manifestará a partir de 7000 BP, en el Alto Aragón con los triángulos escalenos de retoque inverso
en el lado menor y su influjo ultrapirenaico (Forcas II IV, Esplugón 3), y en el Bajo Aragón/Maestrazgo con
los triángulos alargados y retoque inverso en el vértice, los trapecios tipo Costalena (también alargados y
con retoque inverso en la base menor) o los triángulos tipo Cocina, estos de ascendencia centromediterránea
vecina. La tercera fase, la C (6800-6400 BP), de dominancia de triángulos sobre trapecios, sería de
transición neolítica por la presencia de la técnica de retoque en doble bisel y cerámicas diversas, deducible
especialmente de los yacimientos del Bajo Aragón/Maestrazgo (Botiqueria 6 y 8, Costalena c2, Pontet c
inf., Secans IIa, Ángel 2 2a1 y tal vez Ángel 1 8b).
Las fases A y B aragonesas se corresponden en líneas generales con las homónimas de la zona central
mediterránea, salvando, para la fase B, las singularidades tipológicas más locales. La fase C no es del
todo coincidente, sobre todo por la ausencia de cerámicas neolíticas claramente antiguas (cardiales o
epicardiales) en los yacimientos centromediterráneos que se relacionarían en principio con esta fase (Llatas
y Mangranera). En fin, los niveles de fase C del Bajo Aragón tendrían su equivalente en la subfase C1 de
Cocina, un estadio que correspondería ya al Neolítico sensu stricto en el yacimiento valenciano.
En el resto de la fachada mediterránea, el Mesolítico Geométrico apenas se halla documentado, y los
pocos conjuntos que se le pueden asignar remiten prácticamente a la fase A: cuevas del Vidre y del Fem
en Cataluña, a una vertiente y otra del Ebro en su cuenca baja; cuevas de Nerja y Bajondillo, en el litoral
andaluz de Málaga. Solo la estación también andaluza de Valdecuevas, en la sierra de Cazorla, podría
APL XXXV, 2024
[page-n-28]
28
J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
corresponder a la fase B, a partir de unas pocas evidencias “tipológicas” (algún triángulo de lados cóncavos
y hojas con denticulación marcada) que no han sido revisadas desde su divulgación (Sarrión, 1980). La
región de Murcia continúa manifestando en el momento actual un vacío total de datos.
En la figura 8 se comparan las secuencias territoriales del Mesolítico reciente mediterráneo. La base
de la estructuración de los datos son “situaciones” arqueológicas determinadas por la relación trapeciostriángulos, más la presencia de cerámica, sin tener en cuenta los segmentos y su tipo de retoque, situaciones
expresadas numéricamente (I a V) a fin de evitar equívocos con la nomenclatura de fases mesolítica. La
relación trapecios-triángulos es la que permite una mejor valoración de las industrias mesolíticas o de
esta tradición. En los conjuntos “puramente” neolíticos (cardiales), la relación suele ser trapecios >
triángulos, situación que solo se da en la fase A mesolítica, mientras que los segmentos de doble bisel
son elementos mayormente epicardiales (cf. Juan-Cabanilles, 2008). La cerámica se hace intervenir solo
como un indicador cronológico neolítico, al igual que el doble bisel. La situación I coincide con la
fase A mesolítica; la II y la III con la fase B, la III con técnica de doble bisel y sin cerámica, conjuntos
prácticamente reducidos al Bajo Aragón/Maestrazgo; las situaciones III y IV se diferencian por la
presencia de cerámica en la segunda; la V, como la IV, equivale a la fase C. En situación IV se incluyen
los subniveles C1 y C2 de Cocina a título ilustrativo, dada su probable condición de Neolítico s. s.,
sobre todo C2 (Neolítico medio o postcardial de cerámicas peinadas). Notar las discordancias, recortes,
inversiones o desfases de las dataciones C14 entre situaciones, entre fases o dentro de un mismo nivel de
un yacimiento. Por lo demás, la figura se comenta ella sola (p. ej., el vacío mesolítico en los valles del
Serpis y Vinalopó después de la fase A).
3) La ‘aculturación’ mesolítica
Para Cocina, se ha dejado explícita la imposibilidad de argumentar un proceso de neolitización para los
últimos grupos mesolíticos ocupantes de la cavidad, por el estado del yacimiento en sus tramos superiores
(Pardo-Gordó et al., 2018). Los materiales neolíticos, como se ha visto, apuntan cada vez más a ocupaciones
expresas de este signo. Tras el ejemplo de Cocina, la cuestión es si puede mantenerse la idea de la
aculturación en otros territorios mediterráneos, casos del Alto y el Bajo Aragón, por la aparente asociación
de materiales mesolíticos y neolíticos. A tenor de lo expuesto en otra ocasión sobre las posibles lecturas
de estos conjuntos “híbridos”, en especial la que podría ver en ellos un resultado de procesos tafonómicos
Fig. 8. Yacimientos representativos del área mediterránea ibérica con conjuntos geométricos estratificados que arrancan
del Mesolítico reciente, o con conjuntos no estratificados de la misma etapa mesolítica, agrupados por regiones
geográficas. Las “situaciones”, con su correspondencia con las fases del Mesolítico reciente, atienden a la relación
trapecios/triángulos, según proporciones y técnicas de fábrica, y a su asociación con cerámica. Las dataciones C14 son
en el valor BP convencional y con desviación estándar ≤ 100 (excepto si no hay otras disponibles).
Fuentes de datos: Casabó y Rovira, 1990-91; García-Puchol, 2005; García-Puchol et al., 2018, 2023b; Martí et al.,
2009; Utrilla et al., 2009, 2016, 2017; Fernández López de Pablo et al., 2013; Fernández López de Pablo, 2016; Olaria,
2020).
S=Situación, AA=Alto Aragón, BA/MTe=Bajo Aragón/Maestrazgo turolense, MC/MCs=Mediterráneo central/
Maestrazgo castellonense
Situación I: trapecios > triángulos.
Situación II: triángulos ≥ trapecios (presencia entre los triángulos del tipo Cocina, o de lado menor con retoque inverso).
Situación III: triángulos de retoque abrupto (presencia tipo Cocina) > triángulos con doble bisel (triángulos > trapecios).
Situación IV: triángulos de retoque abrupto > triángulos con doble bisel, + cerámica (triángulos > trapecios).
Situación V: triángulos con doble bisel > triángulos de retoque abrupto, + cerámica (triángulos > trapecios).
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
S AA BA/ MC/
MTe MCs
V C
C
Alto Aragón
Bajo Aragón
Maestrazgo
de Castellón
Esplugón 3sup+2 Costalena c2+c1
5970±30 (2)
5480±50 (c2)
6730±40 (3sup) Pontet c sup
n.d.
Forcas_II VI
6740±40
C?
Botiqueria 6+8
6900±45
6240±50 (8)
6040±50 (6)
Entre ríos
Millares-Turia
Valle medio
del Júcar
29
Valles del
Serpis-Vinalopó
Can Ballester_I II
n.d.
Ángel_2 2a1
6610±40
Forcas_II V
6750±40
IV C B/C C* 6940±90
Pontet c inf
6370±70
6963±32
Mas Nou S5 NS+N1 Llatas 3
n.d.
n.d.
Can Ballester_I III
6950±120
Costalena c3sup
6420±250 (sup)
6310±170 (med-sup)
III
Cocina C1+C2
6350±30 (C1)
Can Ballester_II V
n.d.
Botiqueria 4
6830±50
B B/C?
Ángel_2 2a2
6990±50
7120±50
Esplugón 3inf
6950±50
II
Mas Cremat VI+V
6800±50 (V)
6780±50 (VI)
Forcas_II IV
B 7000±40
B
Mas Nou S5 N2+N3
6760±40 (N3)
6920±40 (N3)
7010±40 (N3)
Forcas_II II
7150±40
7240±40
Esplugón 4
7355±23
7620±40
Peña_14 a
7660±90
Costalena c3inf
7053±27
Cabezo de la Cruz
7150±70
Pontet e
7141±32
7340±70
Los Baños 2b3sup
7350±60
I
A
A
A
Los Baños 2b3inf
7550±50
7570±100
Botiqueria 2med
7600±50
Los Baños 2b1
7740±50
7840±100
Ángel_2 2a3
n.d.
Ángel_1 8c
7435±45
7955±45
Mas de Martí 3
n.d.
Estany Gran
n.d.
Cocina B1+B2+B3
6840±50-6590±25
(B3)
6985±25-6880±30
(B2)
7160±25-7040±20
(B1)
Muntanya Cavall La Ceja
n.d.
n.d.
Huesa Tacaña
(Pequeña)
n.d.
Cocina A1+A2
7350±40-7285±25 Casa de Lara
n.d.
(A2)
7610±40-7375±25
Lagrimal IV
(A1)
6990±50
Casa Corona
7070±40
7116±32
Falguera
VIII+VII
7280±40 (VII)
7410±70 (VIII)
7526±44 (VIII)
Tossal Roca I
7560±80
7660±80
Collao I (C-1)
7610±30 (IIB)
7660±44
7820±30
* Excepto Cocina C1+C2
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
(Juan-Cabanilles y Martí, 2007-08), convendría tal vez revisar las secuencias que integran ocupaciones/
materiales mesolíticos y ocupaciones/materiales neolíticos en un continuo. Habría que poner cuidado en
las lecturas que suelen hacerse de las estratigrafías en clave de proceso cultural, dicho de otro modo, evitar
confundir los procesos estratigráficos con los procesos históricos.
En relación con el tema de la aculturación o la interacción Mesolítico-Neolítico, es interesante la idea
de la exclusión o autoexclusión mesolítica formulada por Jover y García Atiénzar (2014), por lo que tiene
de lógica en un proceso de estas características. La ocupación territorial neolítica, en un primer momento
(áreas nucleares costeras), y la consiguiente expansión posterior habrían creado situaciones de conflicto
con las poblaciones mesolíticas, con el resultado de la marginación de estas o su autoexclusión del proceso
neolitizador, acantonadas en territorios periféricos. Para los autores citados, zonas de acantonamiento en el
mediterráneo peninsular serían el Maestrazgo, las sierras de Segura/Alcaraz y otras situadas entre los núcleos
neolíticos de los ríos Llobregat (Cataluña) y Serpis (Valencia). Cabe una pequeña observación, empero, sobre
una zona como el Maestrazgo, que no habría de considerarse un espacio de exclusión propiamente dicho.
Tanto el Maestrazgo turolense como el castellonense están ocupados por poblaciones mesolíticas en la fase
B de su desarrollo, en datas cercanas, en el caso del Maestrazgo Castellonense, al Neolítico costero (cf. Mas
Nou: 6760±40 BP; Mas Cremat; 6780±50 BP; v. fig. 8), y también lo han estado en la fase A. Se trata, pues,
de espacios mesolíticos de antiguo, no recién ocupados por gentes huyendo de la neolitización. El Maestrazgo,
como el valle medio del Júcar, parece un territorio de segunda implantación neolítica, tras la expansión desde
las áreas nucleares. Los espacios de exclusión tal vez habría que buscarlos en zonas realmente periféricas,
con poblamiento mesolítico solo en fase reciente o final (fase C), como podría ser el valle medio del Turia.
En última instancia, la exclusión o autoexclusión no libraría a los mesolíticos de una ulterior neolitización,
proceso este en el que aún hay mucho que profundizar, sus mecanismos, sus tiempos y sus resultados.
4) La identidad diferencial mesolítica-neolítica
La dualidad cultural Mesolítico-Neolítico, base del modelo clásico de neolitización para la vertiente
mediterránea ibérica (cf. Fortea y Martí, 1984-85; Bernabeu, 1996, 1999), implica obviamente dos
identidades diferenciadas. Estas identidades se han establecido tradicionalmente por estudios comparativos
de las industrias líticas en su globalidad (cf. Fortea, 1973; Juan-Cabanilles, 1985, 1990), y más recientemente
por análisis específicos centrados en el estilo, como es el caso de las singularidades tecnológicas de la
talla laminar (García-Puchol y Juan-Cabanilles, 2012). El principio en que descansa el estilo es sencillo: a
maneras de hacer diferentes, diferentes identidades, con concurrencia en el tiempo y el espacio.
La irrupción de los estudios genéticos, en particular de los análisis de ADN antiguo, ha venido a aportar
más luz a este tema. Sin entrar en relatos amplios, en parte ya realizados (Juan-Cabanilles y Martí, 2017),
entre la información derivada del actual proyecto de investigación en la Cueva de la Cocina, hay que
resaltar los datos genéticos aportados por un individuo mesolítico exhumado en las excavaciones de Pericot
de 1941, datado en 7135±25 BP. El haplogrupo mitocondrial de este individuo, extraído del ADN de un
diente, es específicamente mesolítico (U5b2b), al igual que el de otro individuo depositado en una fosa
funeraria del yacimiento de Mas Nou (U5b1d1), datado en 6980±25 BP (Olalde et al., 2019). Se trata de las
dos únicas referencias genéticas publicadas por ahora para el Mesolítico reciente mediterráneo, que cobran
toda su importancia cuando se contrastan con las existentes para el Neolítico antiguo de esta misma área.
Por poner dos ejemplos relacionados con el núcleo cardial valenciano, un individuo de la Cova de l’Or,
datado en 6356±23 BP, posee el haplogrupo mitocondrial H4a1a, y otro de la Cova de la Sarsa, de 6309±36
BP, el haplogrupo K1a4a1, es decir, marcadores genéticos específicamente neolíticos (Olalde et al., 2015).
La existencia de genealogías diferentes, mesolíticas y neolíticas, en un mismo espacio y en tiempos cada
vez más próximos, se revela ya como un hecho real en la vertiente mediterránea ibérica, corroborando,
por un lado, el viejo concepto de Neolítico “puro” de Fortea, y por otro, la visión dual de la existencia de
colonos neolíticos frente a indígenas mesolíticos en el momento inicial de la neolitización.
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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APÉNDICE
Datos onomásticos y administrativos completos de los yacimientos incluidos en los mapas.
Aragón
Abrigo del Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca)
Cueva de Chaves (Bastarás-Casbas, Huesca)
Abrigo de Forcas II (Graus, Huesca)
Abrigo de Peña 14 (Biel, Zaragoza)
Abrigo de Valcervera (Biel, Zaragoza)
Cabezo de la Cruz (La Muela, Zaragoza)
Abrigo del Plano del Pulido (Caspe, Zaragoza)
Abrigo de El Serdà (Fabara/Favara, Zaragoza)
Abrigo del Sol de la Pinyera (Fabara/Favara, Zaragoza)
Abrigo de Costalena (Maella, Zaragoza)
Abrigo de El Pontet (Maella, Zaragoza)
Abrigo de Els Secans (Mazaleón/Massalió, Teruel)
Abrigo de la Botiqueria dels Moros (Mazaleón/Massalió, Teruel)
Abrigo de los Baños (Ariño, Teruel)
Abrigo de Ángel 1 (Ladruñán, Teruel)
Abrigo de Ángel 2 (Ladruñán, Teruel)
Abrigo de la Cocinilla del Obispo (Albarracín, Teruel)
Cueva de Doña Clotilde (Albarracín, Teruel)
Catalunya
Les Guixeres de Vilobí (Sant Martí Sarroca, Barcelona)
Cova de Can Sadurní (Begues, Barcelona)
Cova Bonica (Vallirana, Barcelona)
Coves del Fem (Ulldemolins, Tarragona)
Abric de Sant Gregori (Falset, Tarragona)
Cova del Patou (Mont-roig del Camp, Tarragona)
Abric del Filador (Margalef de Montsant, Tarragona)
Cova del Vidre (Roquetes, Tarragona)
Valencia
Cingle del Mas Cremat (Portell de Morella, Castellón)
Cingle del Mas Nou (Ares del Maestrat, Castellón)
Balma del Barranc de la Fontanella (Vilafranca, Castellón)
Abric del Mas de Martí (Albocàsser, Castellón)
Covarxes de Can Ballester (la Vall d’Uixó, Castellón)
Estany Gran (Almenara, Castellón)
La Mangranera (Andilla, Valencia)
Covacha de Llatas (Andilla, Valencia)
Muntanya del Cavall (Albalat dels Tarongers, Valencia)
La Ceja (Dos Aguas, Valencia)
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
Covacho de la Polvorosa (Dos Aguas, Valencia)
Abrigo del Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
Cueva de Zorra (Bicorp, Valencia)
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Albufera de Anna (Anna, Valencia)
Cova de les Malladetes (Barx, Valencia)
El Collao (Oliva, Valencia)
Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante)
Mas d’Is (Penàguila, Alicante)
Cova de les Cendres (Moraira-Teulada, Alicante)
Benàmer (Muro d’Alcoi, Alicante)
Abric del Tossal de la Roca (Vall d’Alcalà, Alicante)
Coves de Santa Maira (Castell de Castells, Alicante)
Abric de la Falguera (Alcoi, Alicante)
Casa Corona (Villena, Alicante)
Casa de Lara (Villena, Alicante)
Arenal de la Virgen (Villena, Alicante)
Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña (Villena, Alicante)
Cueva del Lagrimal (Villena, Alicante)
Andalucía
Cueva del Nacimiento (Pontones, Jaén)
Cueva de Valdecuevas (Cazorla, Jaén)
Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada)
Cueva de Nerja (Nerja, Málaga)
Cueva Bajondillo (Torremolinos, Málaga)
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Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXV, 2024, e5
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1624
Creative Commons BY-NC-SA 4.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Joaquim JUAN CABANILLES a, Oreto GARCÍA PUCHOL b y Sarah B. McCLURE c
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia):
secuencia e identidad del Mesolítico reciente
en la fachada mediterránea ibérica
RESUMEN: La Cueva de la Cocina es uno de los yacimientos clave del Mesolítico reciente del área
mediterránea ibérica. Descubierto a comienzos de los años 1940, su excavación por L. Pericot (194145) proporcionó la primera secuencia arqueológica entre el final del Paleolítico y el Neolítico en el área
mencionada. Esta secuencia, junto con sus materiales, fue revisada a comienzos de los años 1970 por J.
Fortea, dentro de un laborioso trabajo de sistematización del Epipaleolítico (Mesolítico) mediterráneo.
Desde entonces, la facies industrial mesolítica representada en Cocina es sinónimo de Mesolítico
reciente, y las fases evolutivas determinadas en el yacimiento, el modelo al que adscribir los hallazgos
mesolíticos realizados con anterioridad y posterioridad. En el presente trabajo se da cuenta de todo ello,
a modo de una historia de la investigación, incluyendo los trabajos y estudios más recientes en Cueva
de la Cocina iniciados en 2013.
PALABRAS CLAVE: Mesolítico reciente, secuencia arqueológica, Mediterráneo ibérico, historiografía,
historia de la investigación, Cueva de la Cocina.
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia, Spain): Late Mesolithic sequence
and identity in the Iberian Mediterranean area
ABSTRACT: This paper constitutes a narrative view of the diachronic research conducted at Cueva
de la Cocina (Dos Aguas, Valencia) and its consequences on the Spanish Mesolithic literature from
the middle of the 20th century to current times. Since its discover in 1941, the site has become one of
the key sites regarding the sequence of the Late Mesolithic in Mediterranean Iberia. The campaigns
conducted by L. Pericot (1941-45) provided the first archaeological sequence between the end of the
Palaeolithic and the Early Neolithic in the aforementioned area. The review developed by J. Fortea in
his fundamental book, focused on the Mediterranean “Epipalaeolithic”, reinforced the initial postulates
on the occupations of the last hunter-gatherers and gave place to the current sequence. The goal of this
work consists of providing some light in the epistemological trajectory that conforms the Mesolithic’s
research history. Particularly, we want to highlight the importance to understand pioneering works to
open new research questions considering current archaeological challenges and chances..
KEYWORDS: Late Mesolithic, Archaeological sequence, Mediterranean Iberia, Historiography,
Research history, Cocina Cave.
a
b
c
Servei d’Investigació Prehistòrica, Museu de Prehistòria de València, Diputació de València.
jjuancabanilles@gmail.com
PREMEDOC-GIUV2015-213. Dept. de Prehistòria, Arqueologia i Història Antiga, Universitat de València.
oreto.garcia@uv.es
Department of Anthropology, University of California, Santa Barbara.
mcclure@anth.ucsb.edu
Recibido: 18/04/2024. Aceptado: 20/05/2024. Publicado en línea: 29/07/2024.
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
1. INTRODUCCIÓN
El presente artículo constituye en esencia, no en toda su literalidad, la versión original del publicado en
inglés en el Special Issue “The Last Hunter-Gatherers on the Iberian Peninsula: An Integrative Evolutionary
and Multiscalar Approach from Cueva de la Cocina (Western Mediterranean)” (García-Puchol et al.,
2023a), de la revista Quaternary International (vols. 677-678), con el título “Refining chronologies and
typologies: Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia, Spain) and its central role in defining the Late
Mesolithic sequence in the Iberian Mediterranean area” (Juan-Cabanilles et al., 2023).
Se trata, dicho SI, de un monográfico sobre la Cueva de la Cocina, con el propósito de dar a
conocer los resultados de los trabajos y estudios más recientes de que ha sido objeto el yacimiento
(de 2013 a la actualidad), tanto de campo como de gabinete, después de una previa presentación
también monográfica de resultados en el último congreso del Neolítico celebrado en Sevilla (enero
de 2020). El SI recoge cinco artículos específicos sobre la Cueva de la Cocina, con temáticas que
cubren la secuencia cronocultural prehistórica, refinada a partir de nuevos modelados bayesianos; los
restos humanos mesolíticos hasta ahora recuperados y sus aspectos bioarqueológicos y geoquímicos;
la significación del microlitismo geométrico y lo que informa sobre la funcionalidad del sitio; o la
cerámica neolítica, vista en su contexto bajo la perspectiva del análisis de redes sociales. El SI se
completa con tres artículos más sobre resultados y novedades de otras zonas peninsulares en relación
con el Mesolítico reciente (especialmente el área noroeste i Portugal), como una forma de enmarcar o
contextualizar las aportaciones de Cocina.
La versión que aquí se ofrece del artículo del SI ha sido revisada, ampliada y readaptada. Entre otras
cosas, se ha rehecho la parte gráfica (leyendas y grafismo de mapas, adición de nuevas figuras); se ha
incluido en el texto parte de la información desplazada a archivos complementarios de consulta en línea
(Supplemental files); y se ha actualizado el texto con las novedades presentadas en el mencionado SI,
aquellas que afectan al discurso historiográfico sobre el Mesolítico reciente que guía el artículo.
Si hay un motivo justificable para todo este ejercicio de reedición, no es otro que el de ampliar la divulgación
de un tema que puede interesar a más lectores de los que podría restringir la versión ya publicada.
2. HACIA LA CONSTITUCIÓN DEL MESOLÍTICO MEDITERRÁNEO IBÉRICO:
EL YACIMIENTO DE LA CUEVA DE LA COCINA
A comienzos de la década de 1940, el periodo comprendido entre el final del Paleolítico y el Neolítico
era prácticamente desconocido en amplias extensiones de la península ibérica. En un destacado artículo
sobre los problemas del Epipaleolítico y Mesolítico en España, M. Almagro Basch (1944) se hacía eco de
esta situación, preguntándose cómo rellenar los milenios transcurridos desde el Magdaleniense hasta el
Neolítico en el resto de territorios fuera de la cornisa norte cantábrica, donde la transición MagdalenienseAziliense-Asturiense-Neolítico era clara y firme. Faltaban hallazgos en extensas regiones y, sobre todo,
faltaban yacimientos con buenas estratigrafías con las que secuenciar los fenómenos culturales que podían
observarse aisladamente en unas pocas estaciones atribuibles al periodo en cuestión. Estas estaciones
se encontraban en el área mediterránea y compartían como característica común para ser consideradas
epipaleolíticas (postmagdalenienses) o mesolíticas (preneolíticas o con elementos neolíticos) la presencia
de materiales microlíticos, puntas de dorso y/o puntas geométricas. El microlitismo se entendía como una
“degeneración” de la industria magdaleniense, consecuencia de adaptaciones al medio ambiente postglacial
y la introducción de nuevas técnicas de caza.
En este contexto hay que situar las primeras excavaciones de L. Pericot en la Cueva de la Cocina,
llevadas a cabo en la primera mitad de los años 1940 bajo el patrocinio del Servicio de Investigación
Prehistórica de la Diputación de Valencia (Pericot, 1946). Se trata de una amplia cavidad de unos
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Fig. 1. Localización de la Cueva
de la Cocina. Mapa realizado con
QGIS 3.16 mediante la cartografía
base elaborada por SCUAM 2013.
300 m2 (15 m de anchura máxima por 20 m de fondo), con una boca de casi 15 m y unos 3 m de altura, que
reúne buenas condiciones de habitabilidad. Se abre en el margen rocoso de un barranco de corto recorrido
(Barranco de la Ventana), en un entorno de media montaña interior (últimas estribaciones de la Sierra
Martés), a unos 400 m de altitud y a unos 40 km de la costa en línea recta (fig. 1). El paisaje inmediato lo
determina una red de abruptos barrancos tributarios del río Xúquer/Júcar, en su cuenca media, y un amplio
altiplano o valle colgado entre 400 y 500 m de altitud (La Canal de Dos Aguas), drenado por una parte de
aquellos barrancos.
La Cueva de la Cocina fue descubierta como yacimiento arqueológico en 1940 y empezada a excavar en
1941, prosiguiéndose las excavaciones en 1942, 1943 y 1945. Los trabajos se concentraron en la zona SE de
la cavidad, cercana a la boca de entrada, con la apertura de varias catas de diferente extensión superficial y
profundidad que facilitaron un mínimo conocimiento del depósito sedimentario (fig. 2). Entre otros aspectos,
pudo determinarse una capa de arcilla estéril que al interior de la cueva afloraba muy pronto, mientras que en
la parte de la entrada, hacia la pared izquierda, profundizaba varios metros, mostrando un fuerte buzamiento
del depósito en esa dirección; todo parecía indicar que la mayor parte de la zona excavada correspondía a
una cubeta o fondo de saco sedimentario, interrumpido y alterado en bastantes tramos por abundantes losas
desprendidas del techo. El corte estratigráfico más completo se obtuvo en la cata abierta en 1945, en el rincón
SE, donde se llegó a algo más de 4,5 m de profundidad, cota a la que aparecía aquí el nivel basal de arcillas.
Pericot tomó esta cata como referencia principal para establecer la secuencia arqueológica del yacimiento.
Las diferentes capas de excavación se agruparon en 3 niveles, atendiendo a aspectos sedimentarios,
profundidades y tipología de materiales (Pericot, 1946: 45-57). Su caracterización, complementada con
materiales y datos estratigráficos de otros sectores, era la siguiente, de superior a inferior:
- Nivel I, hasta 1,70 metros. Calificado de Neolítico antiguo por la presencia de cerámicas a mano
de diversos tipos, decoradas mayormente con rayado irregular superficial o “peinado”, y con incisiones,
acanaladuras, cordones con impresiones, etc. La cerámica se acompañaba, significativamente, de alguna
azuela de piedra pulida, algún colgante o cuenta de collar también de piedra, algunos punzones de hueso
y, más profusamente, de piezas de sílex tallado. Entre estas últimas dominarían las puntas microlíticas
en forma de segmento, al lado de algún trapecio o triángulo, hojas con y sin retoques, lascas, etc., siendo
escasos los microburiles y las hojas con muescas. Se señala además “una sola punta de aspecto neolítico”,
una punta foliácea de pedúnculo y aletas incipientes, que respondería a otra idea diferente a la de las puntas
de tradición microlítica del Neolítico representado en el yacimiento de Cocina.
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Fig. 2. Planta y sección de la Cueva de la
Cocina, con indicación de los sectores
excavados por Pericot. A partir de Pericot
(1946) y Fortea (1971).
- Nivel II, subdividido en IIA, de 1,70 a 2 m, y IIB, de 2,30 a 2,70 m, separados por un tramo de losas
caídas en el rincón SE. Nivel acerámico, caracterizado por la presencia de plaquetas de piedra grabadas
y por el desarrollo pleno del microlitismo. La punta distintiva sería aquí la triangular “con un apéndice o
pedúnculo muy acusado a veces en el dorso” (cf. triángulo de tipo Cocina), sin faltar otros tipos triangulares
y trapezoidales. Abundantes son los microburiles y las hojas con escotaduras, junto con algún raspador sobre
hoja o lasca, algún buril, hojas y lascas retocadas y brutas, etc. De hueso se señalan unos pocos punzones
fragmentados y cuernos de ciervo utilizados. Las plaquetas grabadas suponen sin duda el hallazgo más
interesante, por su novedad en un contexto postmagdaleniense mediterráneo. Procederían exclusivamente
del subnivel IIA, sumando una treintena larga de piezas, algunas decoradas por las dos caras. Los motivos
representados consisten en series de líneas incisas que dibujan motivos geométricos (haces, retículas,
bandas rayadas, husos, etc.). Junto a las plaquetas grabadas se encontrarían otras pocas con restos de pintura
(manchas de color rojo informes), procedentes de capas bastante profundas (alrededor de 2 metros).
- Nivel III, subdividido también en IIIA, capa fértil entre 3 y 3,50 m, y IIIB, con escasos microlitos,
hasta el fondo arcilloso o rocoso de la cueva (4,50 m en rincón SE). Entre las puntas microlíticas faltarían
las triangulares con “pedúnculo lateral acentuado” del nivel II, dominando las triangulares en forma de
escaleno largo o corto, con base recta o escotada, y sobre todo las trapezoidales alargadas “con algo de
pedúnculo”, y más aún los trapecios regulares de bordes rectos o ligeramente curvados. Los microburiles
son ahora escasos y desaparecerían hacia los 3 metros en el rincón SE. Las hojas con muescas persistirían,
aunque rarificándose poco a poco hasta los 4 metros, junto con las puntas trapezoidales. A destacar del nivel
III sería la importante proporción de piezas de mayor tamaño, en sílex, cuarcita y caliza. Las realizadas
en este último material son verdaderos macrolitos, consistentes en grandes discos-raspadores, raederas,
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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hendidores y, sobre todo, cepillos o raspadores nucleiformes. En sílex habría raspadores cortos y largos
sobre hoja o lasca, algún buril lateral o central, hojas brutas y retocadas, hojas, hojitas y puntas de dorso,
entre estas últimas algunas del tipo “Gravette”, en las capas más profundas, etc. La industria del hueso es
escasa, reducida a unos cuantos fragmentos de punzones o huesos aguzados y a puntas de asta de ciervo
utilizadas. Se señalan también conchas de moluscos perforadas y algún dentalium, existentes igualmente
en los niveles anteriores. Finalmente, continuarían apareciendo en este nivel placas de piedra o cantos con
señales de pintura.
A la vista de esta secuencia, para Pericot había un momento final seguro en la ocupación de la Cueva
de la Cocina, correspondiente al Neolítico inicial (Nivel I); el resto del yacimiento era impreciso en cuanto
a su inclusión en los esquemas crono-culturales conocidos para el ámbito peninsular ibérico. Cabían dos
posicionamientos: optar por una cronología corta o por una cronología larga. En el primer caso, los niveles
acerámicos de Cocina (el II y el III) entrarían en el Epipaleolítico y podrían determinarse para este periodo
dos o tres etapas antes del comienzo del Neolítico. Habría así una posible equivalencia a los periodos
azilio-tardenoisienses establecidos en Francia. En el segundo caso, valorando los elementos arcaicos de
las capas inferiores (puntas Gravette, buriles, raspadores en “trompa”, etc.), podría especularse que el nivel
antiguo (el III) correspondiera al Paleolítico final, paralelo al Magdaleniense de otros lugares peninsulares,
y el nivel medio (el II), al Epipaleolítico, paralelo al Aziliense. Con este último periodo se relacionarían los
cantos con huellas de pintura, un cuerno de ciervo con una posible silueta animal grabada, raspadores cortos
discoidales, etc.; las placas de piedra grabadas remitirían a una corta etapa coincidente con el momento final
del Epipaleolítico.
Pericot acaba decantándose por la segunda posibilidad, aunque reconoce que no habría un solo objeto,
aparte de la cerámica, del que pudiera afirmarse su pertenencia con certeza a alguna de las culturas bien
caracterizadas del Paleolítico final y del Epipaleolítico (pensando en el Magdaleniense y el Aziliense
clásicos). En cualquier caso, los datos aportados por la Cueva de la Cocina, en términos de secuencia y de
materiales, formarán parte importante en las dos siguientes décadas de las discusiones generales sobre el
Epipaleolítico-Mesolítico peninsular (p.e. Jordá, 1954, 1956; Fletcher, 1956a y b; Almagro Basch, 1960).
3. J. FORTEA Y LOS COMPLEJOS EPIPALEOLÍTICOS MEDITERRÁNEOS
El trabajo de J. Fortea Los complejos microlaminares y geométricos del Epipaleolítico mediterráneo
español (1973) constituye la más laboriosa sistematización de los conjuntos industriales líticos entre
el final del Paleolítico y el inicio del Neolítico en el área mediterránea ibérica, pudiéndose considerar
el punto de partida de los estudios metódicos sobre el Epipaleolítico y el Mesolítico de esta área y
también de los dedicados al proceso de neolitización. En dicho trabajo se recogen todos los yacimientos
mediterráneos hasta entonces conocidos de atribución en principio postpaleolítica, con materiales líticos
mínimamente representativos, procediendo a su caracterización y secuenciación mediante la tipología
estadística (método Bordes) y la estratigrafía comparada. A partir de determinados yacimientos-tipo, la
sistematización epipaleolítica se articula en dos grandes complejos, el Microlaminar y el Geométrico,
definidos por elementos tecno-tipológicos substanciales: el primero por la significación de las armaduras
microlíticas de dorso (hojitas y puntas), y el segundo por la significación de las armaduras microlíticas
geométricas (trapecios, triángulos, segmentos). El Microlaminar, un verdadero complejo industrial
epipaleolítico de carácter “aziloide”, sucesor del Magdaleniense, se divide en dos facies: la de tipo
Sant Gregori y la de tipo Malladetes, nombres recibidos de los yacimientos epónimos localizados,
respectivamente, en Tarragona y Valencia. Muy sintéticamente, las industrias microlaminares se
caracterizan por una relativa abundancia de los raspadores (mayor en Sant Gregori que en Malladetes),
un débil porcentaje de buriles (prácticamente nulo en Sant Gregori) y una buena proporción de hojitas de
dorso o borde abatido (un poco superior en Malladetes con respecto a Sant Gregori). Aparte de los índices
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
generales de representación tipológica, las diferencias entre ambas facies microlaminares se encuentran
también en determinados aspectos tecnológicos, tipométricos y morfológicos del utillaje (soportes,
dimensiones y tipos específicos de raspadores; proporciones y delineación de dorsos de puntas con borde
abatido, etc.).
El Complejo Geométrico se divide asimismo en dos facies: las representadas en el yacimiento de El
Filador (Tarragona) y en el yacimiento de la Cueva de la Cocina (Valencia). La facies Filador se define
por un equilibrio tipológico entre los raspadores, las hojitas con borde abatido, las piezas con muescas
y denticulaciones, y los microlitos geométricos, que totalizan dos tercios de la industria. Las armaduras
geométricas son abundantes y realmente microlíticas, del tipo “pigmeo”, con triángulos y algunos segmentos
(ausencia total de trapecios); junto con las hojitas de borde abatido, que muestran una gran simplicidad
tipológica frente a la variedad de las industrias microlaminares, las dos clases tipológicas sobrepasan un
tercio del utillaje. En el yacimiento de El Filador, el nivel determinante de esta facies se intercala entre
un nivel “aziloide” terminal (microlaminar) y un nivel “macrolítico” con lascas y piezas nucleiformes
denticuladas, marcando el final de la secuencia y un fuerte contraste con el mundo hipermicrolítico de
triángulos, segmentos, hojitas y microburiles anterior. Atendiendo a su componente tipológico y su posición
estratigráfica, la facies Filador será tildada de “sauveterroide”, emparentada directamente con las industrias
del filo sauveterriense del Perigord francés. La facies Cocina, en tanto que representativa del Mesolítico
reciente, requiere un mayor detenimiento.
Considerando la Cueva de la Cocina uno de los yacimientos claves del Epipaleolítico mediterráneo
con microlitos geométricos, Fortea le dedica un trabajo monográfico previo al general de 1973 (Fortea,
1971). En ambos, y al igual que había hecho en su día Pericot, se toma como base de estudio la cata de
1945 abierta en el rincón SE, por ofrecer no solo una buena secuencia industrial geométrica preneolítica,
sino también neolítica hasta cierto punto (Fortea, 1973: 351). En dicha campaña se efectuaron dos sondeos,
denominados en el diario de excavación E-I y E-II, ambos contiguos, pero separados entre sí por una
cuadrícula conteniendo una gran cantidad de losas caídas, no excavada (v. fig. 2). Según el diario, la
estratigrafía de E-I se mostraba sensiblemente horizontal, con una ligera inclinación hacia el exterior de la
cueva; contrariamente, en E-II el buzamiento era bastante mayor, llegando en el estrato inferior cerámico,
de tierras oscuras, a un metro de desnivel. En E-I se practicaron 17 capas de excavación (de unos 20 cm),
hasta los 4,70 m, y en E-II 13 capas, hasta 3,85 m aproximadamente. Como ya se ha apuntado, los materiales
de estas capas fueron unificados por Pericot en tres niveles, aunque sin indicación de capas concretas ni
relación expresa de materiales. En cambio, Fortea inventaría uno a uno y por capas los materiales de E-I al
completo y los de las capas XII y XIII de E-II, solo estas capas por ser las menos afectadas en este cuadro
por el intenso buzamiento estratigráfico (Fortea, 1971). Para el inventario, se utiliza una lista de tipos
adaptada al Epipaleolítico mediterráneo ibérico, de base morfo-descriptiva, siguiendo los estándares del
momento (Bordes, Sonneville-Bordes y Perrot, pero sobre todo Tixier, 1963) (Fortea, 1971: 3-22; 1973:
58-107). Se asumen los niveles establecidos por Pericot, con la salvedad del Nivel I cerámico, que queda
dividido en dos. Las 17 capas de E-I se reagrupan, pues, en cuatro horizontes industriales, caracterizados de
inferior a superior del modo siguiente (Fortea, 1973: 354):
- Cocina I: capas XVII a XI, de tierras rojizas claras, con trapecios y macrolitos.
- Cocina II: capas X a VI, de tierras igualmente rojizas claras, con triángulos de tipo Cocina (variedad
con lados cóncavos que destacan un apéndice lateral) y trapecios.
- Cocina III: capas V a IV, de tierras negras, con cerámicas cardiales y medias lunas.
- Cocina IV: capas III a superficial, de tierras pardo-negruzcas, con cerámica peinada y técnica de retoque
en doble bisel (variedad de retoque bifacial).
Llenados de contenido morfo-estadístico, los niveles de Cocina constituirán el referente industrial
y evolutivo para la facies epónima geométrica del Epipaleolítico mediterráneo, es decir, del Mesolítico
reciente en terminología actualizada; un Mesolítico con trapecios de carácter “tardenoide” o, más
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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precisamente, “castelnovoide”, por su mayor cercanía al Castelnoviense del SE francés (Fortea, 1973: 438439). La periodización de la facies Cocina quedará establecida en cuatro fases, en base a las características
siguientes (ibid.: 460-461):
Fase A (reflejo de Cocina I), con desequilibrio tipológico en favor de los geométricos y las muescas y
denticulaciones (más del 70% de la industria); predominio de los trapecios de lados cóncavos, de manera
muy ostensible; presencia de triángulos escalenos con el lado pequeño cóncavo y escalenos alargados con el
lado pequeño corto en el inicio de la fase, de ascendencia sauveterroide; moderada a exigua importancia de
los raspadores, buriles, macroutillaje con borde abatido, y de los microburiles; muescas y denticulaciones
sobre soportes casi exclusivamente laminares, hojas u hojitas; utillaje macrolítico de piezas nucleiformes
de caliza, principalmente en los inicios de la fase.
Para la cronología de esta fase, de una parte había los posibles elementos sauveterroides, fechados
en el yacimiento francés de Montclus, poco antes de la aparición de los trapecios, en 6180 BC (datación
C14 sin calibrar), y de otra las analogías con el conchero portugués de Moita do Sebastião (en concreto
las armaduras trapezoidales), datado en 5400 BC (igualmente sin calibrar y restando, como en la fecha
anterior, 1950 años al valor BP de la muestra datada). Con ello se perfila un marco cronológico en torno
al VI milenio BC para la fase A, pudiendo remontar al VII milenio. Por otro lado, aceptando un puente de
unión entre el final de la evolución geométrica de El Filador y los inicios de la ocupación de La Cocina,
el utillaje macrolítico de las capas superiores de Filador tendría en sus inicios la misma cronología que las
capas inferiores de Cocina, mostrando ambos yacimientos un buen ejemplo de seriación cronológica por
estratigrafía comparada.
Fase B (equivalente a Cocina II), con perduración de todos los elementos de la fase anterior, salvo los de
más clara filiación sauveterroide; desequilibrio tipológico en favor de los geométricos y microburiles (más
del 75% de la industria); gran abundancia de microburiles (en torno al 50%); abundancia de geométricos
(una tercera parte aproximadamente del utillaje), en los que domina ampliamente el triángulo de dos lados
cóncavos tipo Cocina; descenso de las hojas y hojitas con muesca o denticulación; relativa ausencia de
raspadores y buriles, y exigua presencia de las hojitas con borde abatido, como en la fase anterior; importante
y breve episodio artístico de motivos geométricos grabados sobre plaquetas calizas, desarrollado en el
momento terminal e interrumpido con la neolitización.
La cronología de la fase la fijaría su posición inmediatamente preneolítica (“antecardial”), sin hiato
estratigráfico o tipológico en Cocina, y las analogías más difusas que guardaría con el conchero portugués
de Cabeço da Amoreira (armaduras triangulares de lados cóncavos), con dataciones entre 5080 BC y 4100
BC (C14 sin calibrar, simplemente restado el valor BP), por tanto, un desarrollo que podría cubrir el final
del VI milenio BC y la primera mitad del V milenio.
Fase C (equiparada a Cocina III), con incorporación de todos los elementos anteriores, salvo las
plaquetas grabadas; resurgimiento de las formas de vieja tradición (raspadores, hojitas de dorso o borde
abatido, etc.); fuerte desarrollo geométrico, con predominio de segmentos y medias lunas, que, en unión con
los trapecios de base pequeña retocada y las hojitas apuntadas con espina central tipo Cocina, supondrán
los elementos definitorios de la fase en el apartado lítico; presencia sintomática de piedra pulida (alguna
azuela), cerámicas impresas con concha de “cardium” o peine, y con otros objetos y técnicas (incisiones,
acanaladuras, cordones aplicados, etc.).
La cerámica impresa “cardial”, identificada en el depósito de Cocina en la capa X del cuadro E-II (base
del nivel Cocina III), proporcionaba una buena referencia cronológica para la fase (Fortea, 1973: 453).
Esta cerámica iba ligada a los inicios del Neolítico en el litoral mediterráneo, bien presente en yacimientos
relativamente próximos a Cocina como la Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia) y Cova de l’Or (Beniarrés,
Alicante). En este último yacimiento, las capas más profundas con cerámica cardial se fechaban a mediados
del V milenio BC (C14 sin calibrar).
Fase D (correspondencia con Cocina IV), con elementos líticos neolíticos avanzados y eneolíticos
(hojas-cuchillo retocadas, puntas foliáceas, etc.); empleo masivo del retoque en doble bisel, simple o
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invasor, preferentemente sobre segmentos y medias lunas, técnica presente aunque de forma esporádica en
la fase anterior; cerámicas “peinadas”.
La cronología aquí la fijaría en parte la cerámica peinada, denominada así por una característica
decoración (si no un efecto de tratamiento de las superficies de los vasos) producida por el arrastre de un
instrumento dentado (Fortea, 1973: 454). Aparte de que estas cerámicas aparecían en Cocina por encima del
“nivel cardial”, en el poblado cercano de la Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) se databan en 1980±250
BC (C14 sin calibrar, valor BP restado), con lo que Cocina IV se habría desarrollado entre el Neolítico final
y el Eneolítico (de filiación eneolítica, p. ej., serían las puntas de flecha foliáceas).
Leída la secuencia desde la propia Cocina, los cuatro niveles del yacimiento reflejarían la evolución
industrial del Mesolítico reciente en todo su desarrollo histórico, desde su arranque episauveterroide
(tramos inferiores de Cocina I), pasando por sus estadios tardenoides/castelnovoides preneolíticos (tramos
centrales y superiores de Cocina I, y Cocina II) y su fase de neolitización (Cocina III), hasta su disgregación
en momentos finales del Neolítico (Cocina IV). La neolitización en Cocina se entiende como un proceso
de aculturación, inducido por lo que Fortea considera el Neolítico “puro”, un complejo cultural de origen
mediterráneo no ibérico, tecnoeconómicamente “neolítico” (cerámica, piedra pulida, cereales, etc.), de
distribución litoral y representado, entre otros, por los yacimientos citados de Cova de la Sarsa y Cova de l’Or
(Fortea, 1973: 463-474). Las cerámicas de Cocina III solo serían elementos indicadores de la aculturación
y del momento en que se produce (horizonte neolítico cardial), puesto que el contexto industrial de este
nivel sería esencialmente mesolítico. Tomando el ejemplo de las armaduras geométricas, las presentes en
los conjuntos o niveles cerámicos mesolíticos se ven el producto de un filo evolutivo propio, marcado por
la sucesión trapecios-triángulos-segmentos, derivaciones formales de unos tipos a otros desde Cocina I a
Cocina IV (ibid.: 414, tabla 16) (fig. 3). Por otro lado, el retoque en doble bisel (definitorio de Cocina IV)
también sería una técnica adoptada del Neolítico, pero aplicada sintomáticamente a segmentos y triángulos,
formas claramente mesolíticas. Además, la comparación de las industrias líticas de Cocina y de Or se
mostraba poco viable, revelando dos mundos industriales, el mesolítico y el neolítico “puro”, ciertamente
distanciados (ibid.: 406-413). En definitiva, en Cocina quedaba plasmado un buen ejemplo de neolitización
por influjo externo de un substrato mesolítico local.
4. CONSOLIDACIÓN DE LA SECUENCIA MESOLÍTICA
RECIENTE MEDITERRÁNEA
La sistematización del Mesolítico reciente de Fortea se realiza con pocos conjuntos industriales y menos
aún estratificados. Exceptuando la Cueva de la Cocina, se trata de yacimientos con nivel único o más de uno
pero sin precisión estratigráfica, o de hallazgos superficiales con materiales dispares, objeto de pequeñas
catas exploratorias los primeros, poco metódicas, o de simples recogidas de materiales los segundos. La
mayoría de estos yacimientos se distribuyen en el área central mediterránea (país valenciano) y en el área
centro-septentrional (sierra de Albarracín y territorio del Bajo Aragón, provincias de Teruel y Zaragoza)
(fig. 4). Del Bajo Aragón provendrán los primeros puntales a la secuencia de Cocina, tras las excavaciones
sistemáticas en los abrigos de Botiqueria dels Moros (Mazaleón/Massalió, Teruel) y Costalena (Maella,
Zaragoza), el primero conocido de antiguo y valorado de manera escueta por Fortea atendiendo a la
información disponible en ese momento (Fortea, 1973: 399-400).
Los trabajos en Botiqueria dels Moros se realizan en 1974 y se publican poco después (Barandiarán,
1978), con buen detalle de los materiales recuperados, descritos y clasificados los líticos según la lista-tipo
de Fortea. La excavación aportó una secuencia estratigráfica articulada en 8 niveles, distinguiéndose tres
momentos de ocupación densa (niveles 2, 4 y 6), entre los que se intercalaban delgados tramos sedimentarios
casi estériles (niveles 3 y 5). Los niveles fértiles alcanzaban espesores entre 100 y 140 cm, según la zona
excavada, con la siguiente caracterización industrial, de inferior a superior:
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Fig. 3. Esquema evolutivo de las armaduras geométricas mesolíticas a partir de los niveles de la Cueva de la Cocina,
según Fortea (1973: 414, tabla 16). Trapecios: 1, 2, 7, 8, 11-14, 23-27. Triángulos: 3-6, 9, 10, 15, 16, 20, 21. Segmentos,
hojitas segmentiformes y medias lunas: 17-19, 22, 28-31. Tipos singulares (piezas-ejemplo; retoque abrupto si no se
indica otra clase de retoque): Trapecio de lados rectilíneos, simétrico (1); Trapecio con un lado cóncavo, asimétrico
(13); Trapecio de base pequeña larga, un lado cóncavo (11); Trapecio corto y ancho, tipo “tranchet” (8); Trapecio con
dos lados cóncavos (12); Trapecio con base pequeña corta (14); Trapecio con base pequeña retocada (25); Trapecio
con retoque en doble bisel invasor (24); Triángulo isósceles (3); Triángulo escaleno, lado menor recto (21); Triángulo
escaleno, lado menor cóncavo (9); Triángulo con dos lados cóncavos y espina central, tipo Cocina (15); Triángulo con
el vértice redondeado y retoque en doble bisel (5); Triángulo ancho con retoque en doble bisel (6); Segmento (18);
Segmento con retoque en doble bisel (19); Hojita de dorso curvo segmentiforme (22); Hojita de dorso con espina
central, tipo Cocina (17); Media Luna (30); Media Luna con retoque en doble bisel (31).
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Fig. 4. Yacimientos mesolíticos recientes (facies geométrica de tipo Cocina) recogidos por Fortea (1973). Se indican
también los yacimientos-tipo de las restantes facies epipaleolíticas-mesolíticas (Sant Gregori, Malladetes, Filador) y
los yacimientos neolíticos “puros” de Cova de la Sarsa y Cova de l’Or. Mapa realizado con QGIS 3.16 mediante la
cartografía base elaborada por SCUAM 2013.
- Nivel 2: muescas, denticulados y geométricos totalizan más de la mitad del utillaje retocado; entre los
geométricos, predominio de los trapecios con lados cóncavos, bastante por encima de los triángulos, entre
los cuales algunos escalenos con lado menor cóncavo; presencia destacable de hojas y hojitas de borde
abatido, y de microburiles; porcentajes discretos de raspadores y truncaduras; concurrencia de algunas
piezas de estilo “campiñoide”, gruesas lascas con extracciones bifaciales y bordes denticulados.
- Nivel 4: muescas y denticulados suponen casi una cuarta parte del utillaje; geométricos numerosos,
dominando los triángulos sobre los trapecios; entre los triángulos, presencia del tipo Cocina, con dos lados
cóncavos y espina central; documentación del retoque en doble bisel también en algún triángulo; raspadores
frecuentes, al igual que las hojitas de borde abatido y los microburiles; pocas hojas de dorso y muy escasos
los perforadores y las truncaduras.
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- Nivel 6: geométricos y muescas y denticulados sobrepasan la mitad del utillaje, representando los
primeros más de una cuarta parte; predominio de los triángulos sobre los trapecios y los segmentos, tipo
este último que aparece ahora por primera vez; ausencia de triángulos Cocina; preponderancia del retoque
en doble bisel sobre el abrupto en los geométricos (más del 60 %), aplicado preferentemente a triángulos y
segmentos; microburiles testimoniales (1 sola pieza); número notable de hojas de dorso; pocos perforadores,
hojitas de dorso, raspadores y truncaduras; primeras y escasas evidencias de cerámica, con dos fragmentos
impresos cardiales.
- Nivel 8: escasos materiales en general, con presencia de raspadores, perforadores, hojita de dorso,
muescas y denticulados (dominantes), truncadura, geométricos (todos triángulos de doble bisel); pocas
cerámicas decoradas, por impresión de instrumento dentado y otros tipos de objetos.
Atendiendo a la tipología industrial, I. Barandiarán, excavador de Botiqueria, califica el yacimiento
de “tardenoide” y lo incluye en la facies geométrica de Cocina (Barandiarán, 1978: 128). En una primera
valoración conjunta de los niveles de ambos yacimientos, contrastando las principales categorías tipológicas,
se aprecia la sensible proximidad del nivel 2 de Botiqueria con el nivel I de Cocina; la relativa cercanía entre el
nivel 6 de Botiqueria y el IV de Cocina; y la dificultad de comparación del nivel 4 de Botiqueria, relativamente
próximo al 2 del mismo yacimiento y apenas a los niveles de Cocina (ibid.: 117). La confrontación de los
tres primeros niveles de los dos yacimientos, considerando solo las formas básicas geométricas (trapecios,
triángulos, triángulos Cocina, segmentos), subraya: la proximidad reforzada de Botiqueria 2 a Cocina I (fuerte
componente trapezoidal y primacía de los tipos con lados cóncavos); el no emparejamiento de Cocina II
y Botiqueria 4, salvo en el porcentaje de trapecios y la escasez de segmentos, teniendo en cuenta que los
triángulos Cocina, como “fósil director”, aunque presentes en Botiqueria 4, no alcanzan la representación de
Cocina II; la aproximación poco segura de Cocina III con Botiqueria 6, pero sin repelerse al compartir un
notable porcentaje de triángulos, valores nulos del tipo Cocina y valores discretos de trapecios (ibid.: 129).
En última instancia, las gráficas acumulativas de todos los tipos líticos reconocidos en Botiqueria, reuniendo
por separado los niveles 2 y 4 de este yacimiento con los I y II de Cocina, y el 6 de Botiqueria con el III y IV
de Cocina, continuaban mostrando la profunda similitud entre las curvas de Cocina I y Botiqueria 2; la mayor
proximidad de Botiqueria 4 a Cocina I que a Cocina II; la notable semejanza entre Botiqueria 6 y Cocina IV;
y la no excesiva diferencia, con todo, entre Botiqueria 6 y Cocina III (ibid.). En fin, la poca correspondencia
entre Botiqueria 4 y Cocina II sería debida a la escasez de triángulos tipo Cocina en Botiqueria; y en cuanto
a Botiqueria 6, la presencia de cerámica cardial en este nivel habría de acercarlo a Cocina III, pero los
distanciaría la buena representación del retoque en doble bisel en Botiqueria, sin llegar a la “masividad” de
esta técnica atribuida a la fase definida por Cocina IV (ibid.: 131).
Buscar equivalencias exactas entre los niveles de Botiqueria y Cocina no era algo imperioso o
determinante. La falta de correspondencia podía estar en el valor no absoluto del modelo secuencial de
Cocina (como cualquier esquema de la misma naturaleza), o deberse a desfases cronológicos entre conjuntos
industriales, a peculiaridades del desarrollo regional, etc., sin dejar de lado la escasez de efectivos con que
se habían caracterizado Cocina III y Cocina IV (64 y 47 piezas respectivamente), e incluso Botiqueria
6 (83 piezas), como bien apuntaba el propio Barandiarán (ibid.: 131, con nota 27). La importancia de
Botiqueria radicaba, más que en la representatividad de los porcentajes tipológicos, en los datos cualitativos
de su secuencia industrial. Desde esta percepción, Botiqueria coincidía con Cocina en mostrar un primer
momento dominado por los trapecios de retoque abrupto, seguido de una fase con triángulos (en la que los
triángulos tipo Cocina tenían la mayor presencia), y un tercer momento de “neolitización”, con cerámicas
cardiales sobre un componente lítico de “substrato”. La aportación capital de Botiqueria se encontraba en
este tercer momento, que atestiguaba además la asociación efectiva de la técnica del doble bisel con la
cerámica del Neolítico inicial, afirmando la significación ya de esta técnica de retoque en la fase mesolítica
deducida de Cocina III (fase C). Hay que recordar que, en Fortea, el doble bisel caracterizaba la fase final
del Mesolítico reciente (fase D), de cronología neolítica avanzada, pese a la precariedad de datos al respecto
de Cocina IV. La “masividad” del doble bisel en la fase final mesolítica se fundamentaba en yacimientos
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como la Covacha de Llatas (Andilla, Valencia), de nivel deposicional único y con cerámica no atribuible al
Neolítico inicial, o la Casa de Lara (Villena, Valencia), estación de superficie con cerámicas y materiales
de distintas fases cronológicas. Con todo, Fortea consideraba la posibilidad del desarrollo inicial del doble
bisel en la fase equiparable a Cocina III, hecho que venía a confirmar Botiqueria 6.
Por último, Botiqueria dels Moros era el primer yacimiento en proporcionar una fecha de C14 para la
facies mesolítica geométrica de tipo Cocina (Barandiarán, 1976). La datación provenía de una muestra de
carbones de un hogar del nivel 2, con un valor de 7550±200 BP. Como era habitual en esos momentos,
la data se convertía a años antes de Cristo por sustracción de 1950 años al valor BP, resultando 5600 BC.
Con ello se ratificaba la cronología de la fase A (=Cocina I) de la facies Cocina, remitida al VI milenio BC
por comparación tipológica con el conchero portugués de Moita do Sebastião y su propia fecha de C14, tal
como se ha expuesto anteriormente.
El segundo yacimiento del Bajo Aragón a considerar es el abrigo de Costalena, excavado en 1975 y
publicado por extenso en 1989, después de algunos avances librados principalmente en los años 1980
(Barandiarán y Cava, 1989). El depósito estratigráfico de Costalena mostraba una potencia máxima de
2,5 m, incluyendo un total de seis niveles arqueológicos fértiles, de fácil diferenciación por la textura,
composición y color de los sedimentos. Dichos niveles, designados con letras minúsculas (de inferior
a superior: d, c3, c2, c1, b, a), cubrían un amplio periodo de tiempo en el que podían distinguirse tres
momentos culturales claramente diferenciables (ibid.: 148, y datos generales en 27-77):
- El Epipaleolítico geométrico, manifestado en los niveles d y c3. El primero representaría un momento
antiguo de la etapa, con pocos geométricos y abundancia de elementos de substrato (raspadores, perforadores
o “becs” entre muescas, truncaduras, lascas con bordes abatidos o “rasquetas”, lascas denticuladas o con
retoques irregulares, piezas astilladas, raederas, algún “hendidor” o chopper sobre canto tallado, etc.). El
nivel c3 supondría el momento clásico de esta facies cultural, con la eclosión del componente geométrico
y microlítico. La abundancia de trapecios de retoque abrupto sería la marca general de este nivel, sobre
todo en su parte inferior y media, con tipos mayoritarios de lados cóncavos conviviendo con un número
menor de triángulos; entre estos, los de tipo Cocina aparecerían en la parte superior del nivel, junto con
una variedad singular de trapecios alargados con retoque inverso en la base menor, bien característica de
Costalena. Los útiles comunes en c3 los constituían raspadores y denticulados, también abundantes, y no
tanto perforadores, truncaduras y piezas de dorso, y menos aún buriles; las hojitas de dorso se manifestarían,
como los triángulos Cocina, en la parte superior del nivel. Mención aparte, los útiles “macrolíticos” (cantos
con talla unifacial, lascas gruesas con toscas extracciones bifaciales, con astillamientos o con bordes
denticulados, etc.) se documentarían preferentemente en el nivel d y la parte inferior de c3, es decir, en
la base del relleno de Costalena, tal como ocurría en Botiqueria dels Moros y Cueva de la Cocina. Una
muestra no homogénea de esquirlas de huesos quemados dataría la parte alta de c3 en 6420±250 BP.
- El Neolítico de cerámicas impresas, representado en los niveles c2 y c1. Esta fase conservaría la misma
base instrumental anterior, con la casi total desaparición de los elementos macrolíticos, un porcentaje más
elevado de hojitas y puntas de dorso, y la renovación del componente geométrico, con el desarrollo masivo
de los tipos triangulares (especialmente triángulos isósceles) y en menor proporción de los segmentos o
medias lunas, ligados ambos al retoque en doble bisel. Las cerámicas de estos dos niveles pertenecerían a
las variedades del Neolítico inicial, encontrándose las impresas cardiales y de peine, las impreso-incisas
con otros tipos de objetos, con decoraciones plásticas aplicadas (cordones), etc. Con esto, Costalena
corroboraba la asociación doble bisel-cerámica neolítica antigua verificada ya en Botiqueria.
- El Eneolítico, débilmente evidenciado en los dos niveles superficiales, b y a, no bien conservados
estratigráficamente. Con escasos materiales, la caracterización la permitían piezas típicas como las puntas
de flecha foliformes y de pedúnculo y aletas, con retoque plano bifacial, o las hojas, retocadas o no, de
dimensiones mayores que los soportes laminares normales de los niveles precedentes. Los tipos líticos de
substrato y los geométricos eran prácticamente testimoniales, y las cerámicas correspondían a formas lisas
o con algún elemento plástico.
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Para los excavadores de Costalena, las dos claves de interpretación del proceso de transición Epipaleolítico
(Mesolítico)-Neolítico en el Bajo Aragón, con los datos sumados de Botiqueria dels Moros, serían: 1) la
existencia de una evolución in situ de los grupos de cazadores epipaleolíticos adscritos a la facies geométrica
de tipo Cocina; 2) la superposición a ese substrato básico de contados elementos extraños (cerámica casi
en exclusiva, al principio), indicadores de situaciones concretas de aculturación no fáciles de desentrañar
(Barandiarán y Cava, 1989: 159). De este modo, el proceso histórico del Mesolítico reciente en el Bajo
Aragón se contemplaba de la misma manera que en el área centro-meridional mediterránea, como había
relatado Fortea a propósito de los datos de la Cueva de la Cocina. En estos territorios, pues, la neolitización
inicial venía a entenderse como un fenómeno de simple transferencia tecnológica, bajo el influjo, como ya
se ha indicado, del Neolítico “puro” costero. El uso de cerámicas, es decir, la relación con los neolíticos,
no era algo que alterara demasiado las formas de vida de los grupos mesolíticos tradicionales, hecho que
venía a apoyar la continuación de la caza de animales salvajes como actividad básica de subsistencia.
Los restos de fauna de los niveles cerámicos de Botiqueria y Costalena revelaban el consumo principal
de ciervos y conejos, como en los niveles anteriores (Barandiarán, 1978: 135; Barandiarán y Cava, 1989:
119), mientras que en Cocina la preferencia se decantaba hacia las cabras salvajes (Fortea et al., 1987).
Salvo en las capas superiores asignables al nivel Cocina IV (Neolítico final-Eneolítico), donde se señalaba
algún resto claro de oveja, ningún otro indicio directo de actividad agrícola o ganadera era percibido ni en
este ni en los dos yacimientos del Bajo Aragón. Y más puntos de contraste ofrecían los “pobres” ajuares
mesolíticos (utensilios de hueso trabajado escasos y poco variados, adornos personales reducidos casi a una
sola variedad de conchas –Columbella rustica–, etc.) en comparación con los “ricos” ajuares neolíticos de
los yacimientos del ámbito litoral (cf. Martí et al., 1980).
Volviendo a la secuencia del Mesolítico reciente, solo queda concluir ahora que el esquema construido
primeramente a partir de la Cueva de la Cocina, con los complementos aportados por Botiqueria dels
Moros y Costalena, constituirá en adelante el modelo en el que encuadrar los nuevos hallazgos que irán
produciéndose en el área mediterránea ibérica e incluso más allá.
5. UN BALANCE DEL MESOLÍTICO RECIENTE
AL COMIENZO DE LA DÉCADA DEL 2000
En su trabajo de 1973, Fortea incluye 15 yacimientos en el epígrafe dedicado a la facies Cocina del
Epipaleolítico geométrico mediterráneo, no todos con el mismo grado de certeza en su atribución a esta
facies, y la mayoría adscritos a los momentos cerámicos Cocina III y/o Cocina IV. Lógicamente, el catálogo
de yacimientos se ha ido ampliando desde entonces (Botiqueria y Costalena incluidos), cubriendo viejas y
nuevas áreas de hallazgos.
En 2002, a propósito de la elaboración de una cartografía de la transición neolítica como ilustración
del poblamiento y los procesos culturales en la península ibérica en el periodo del VII al V milenio cal
BC (8000-5500 BP), el inventario que podía ofrecerse de yacimientos del Mesolítico reciente en el área
mediterránea ascendía a 28, algunos de ellos dudosos (Juan-Cabanilles y Martí, 2002). Paradójicamente, en
este inventario no estaban todos los considerados en su día por Fortea. Desde el estudio de este autor se había
avanzado bastante en el conocimiento de la tipología mesolítica y neolítica, por lo que los yacimientos iban
apareciendo y desapareciendo de los mapas al compás de las nuevas lecturas contextuales (estratigráficas,
tecno-industriales, cronométricas, etc.). Quiere esto decir que todos los conjuntos con armaduras geométricas
no eran necesariamente mesolíticos ni de esa tradición, considerado el antagonismo Mesolítico-Neolítico
“puro”. El propio Fortea ya había reparado en este aspecto al comparar, como se ha apuntado anteriormente
en referencia al apartado general de la industria lítica, el geometrismo de la Cueva de la Cocina con el de
un yacimiento neolítico puro como la Cova de l’Or. En este último, el grupo de las armaduras geométricas
aparecía dominado por los trapecios de retoque abrupto, frente a los triángulos tipo Cocina, segmentos u hojitas
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de dorso curvo segmentiformes y otros tipos emparentados (p. ej. hojitas apuntadas con espina central) de los
niveles cerámicos de Cocina (v. fig. 3), elementos presentes con anterioridad y producto de una evolución
intrínseca mesolítica (Fortea, 1973: 411-412). La singularidad lítica del Neolítico “puro” (Neolítico “cardial”)
con respecto al Mesolítico “cerámico” será corroborada con análisis y estudios específicos concerniendo a
yacimientos cardiales de distintas áreas mediterráneas, casos en un principio de Cova de l’Or y Cova de la
Sarsa, en el País Valenciano (Martí et al., 1980; Juan-Cabanilles, 1984, 1985, 1990); poblado de Les Guixeres,
en Cataluña (Mestres, 1987); o Cueva de Chaves, en el Alto Aragón (Cava, 1983, 2000).
En base a lo acabado de explicar, la fase D (=Cocina IV) ya había quedado descabalgada de la secuencia
general del Mesolítico reciente como un estadio cronocultural propio y terminal, es decir, como una
perduración aún de la tecnología mesolítica en el Neolítico final y el Eneolítico. En consecuencia, en la
citada cartografía de la neolitización solo se contemplaban tres fases a la hora de confeccionar los mapas
referentes al poblamiento mesolítico preneolítico y al de cronología neolítica y presuntamente aculturado
(fases A, B y C = Cocina I, II y III).
La cartografía en cuestión, a partir de la repartición espacial de los yacimientos, permitía apercibir el
grado de poblamiento mesolítico en la fachada mediterránea ibérica según áreas y fases cronológicas. El
momento con mayores datos de poblamiento correspondía a la fase B, y el área más ocupada a la parte
central del territorio en todas las fases. Dentro de esta área, el punto con mayor densidad de yacimientos lo
constituía el Bajo Aragón (Botiqueria, Costalena, etc.), distribuyéndose el resto de yacimientos, de manera
escalonada, hasta el valle medio del río Vinalopó (Casa de Lara, etc.), en el sur del País Valenciano (fig. 5).
Por otro lado, los mapas resaltaban la escasez de datos poblacionales o el vacío en extensas regiones
como Andalucía (solo dos posibles yacimientos en las sierras de Segura y Cazorla: Nacimiento y
Valdecuevas), Cataluña (solo el dudoso caso de Patou), el Alto Aragón (un solo caso: Forcas II), Murcia
(ningún caso). Otro aspecto que denunciaban los mapas, al ser comparados, era la discontinuidad del
poblamiento mesolítico en determinadas áreas, como por ejemplo el valle alto del Serpis, ocupado en la
fase A (Falguera, Tossal de la Roca) pero no en la fase B, situación ya advertida con anterioridad (JuanCabanilles, 1992). En tanto que esta zona, en la cronología correspondiente a la fase B (7000-6500 BP),
mostraba la sola presencia de yacimientos cardiales (v. gr. Cova de l’Or), el hecho a inferir era el de una
territorialidad neolítica excluyente, llevando al acantonamiento de los últimos grupos mesolíticos fuera
de las áreas nucleares de primera implantación neolítica, de las que la cuenca amplia del Serpis constituía
un claro exponente (v. fig. 5). La dualidad de territorios en el inicio del Neolítico venía a representar un
aspecto más del modelo de neolitización propuesto desde los años 1980 para el área mediterránea ibérica,
basado en la dualidad cultural Neolítico-Mesolítico (colonos mediterráneos vs. poblaciones indígenas) y
las consiguientes interacciones, todo inspirado en las primeras ideas de Fortea al respecto (Fortea y Martí,
1984-85; Martí et al., 1987; Juan-Cabanilles, 1992; Bernabeu, 1996, 1999).
En la cartografía que venimos considerando (Juan-Cabanilles y Martí, 2002), los yacimientos
mesolíticos se atribuían a una determinada fase a partir principalmente de la tipología y la estratigrafía
comparadas, pero también mediante la cronología absoluta proporcionada por las fechas de C14, sobre
todo para aquellos conjuntos poco definidos tipológica y/o estratigráficamente. Con las dataciones entonces
disponibles, bastante reducidas para el área mediterránea, la fase A del Mesolítico reciente se situaba grosso
modo en el VIII milenio BP, como ya indicaba la vieja data del nivel 2 de Botiqueria dels Moros (7550±200
BP) y otras nuevas como la del yacimiento de Tossal de la Roca (7660±80 BP; como más alta), en el valle
del Serpis, y la de Forcas II (7240±40 BP; como más baja), en el Alto Aragón. La fase B tendría su pleno
desarrollo en la primera mitad del VII milenio BP, representando la data ya conocida del nivel c3 superior
de Costalena (6420±250 BP) y posiblemente la del nivel c inferior de Pontet (6370±70 BP) el momento
terminal de la fase en el Bajo Aragón. Sin dataciones específicas en los casos menos problemáticos, la
cronología relativa de los conjuntos de fase C la marcaban en principio las cerámicas en ellos presentes y
su lugar en la secuencia cerámica neolítica (cardial, epicardial, postcardial), constituyendo un terminus post
quem para el Bajo Aragón, por ejemplo, las datas de Costalena y Pontet acabadas de señalar.
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Fig. 5. Yacimientos mesolíticos recientes y neolíticos antiguos del área mediterránea recogidos en Juan-Cabanilles y
Martí, 2002 (“cartografía de la neolitización”). 1) Yacimientos mesolíticos de fases A y/o B. 2) Yacimientos mesolíticos
de fase C y áreas nucleares neolíticas. Mapa realizado con QGIS 3.16 mediante la cartografía base elaborada por
SCUAM 2013.
En definitiva, la periodización absoluta del Mesolítico reciente mediterráneo se resentía de un repertorio
escaso de dataciones sumado a la calidad de las muestras datadas y del método empleado (C14 convencional).
Respecto a las muestras, la mayoría eran no homogéneas, compuestas por carbones o huesos de fauna sin
identificar recogidos a menudo en el espesor de una capa y por toda la superficie de un cuadro de excavación.
De todo ello resultaba la necesidad de contar en un futuro con muestras homogéneas, directas y de vida corta
a fin de ir acotando la cronología de los distintos procesos inherentes al Mesolítico y al Neolítico.
6. LA SECUENCIA DE LA CUEVA DE LA COCINA REVISADA
A mediados de la década del 2000, dentro de un trabajo de tecnología y tipología lítica enmarcado en
el proceso de neolitización del área mediterránea ibérica, se reestudia la Cueva de la Cocina desde esta
perspectiva junto con otros yacimientos mesolíticos y neolíticos (García Puchol, 2005). El nuevo examen
afectaba al material lítico retocado y no retocado del sector E-I, el mismo estudiado en su día por Pericot
(1946) y por Fortea (1973), y al material solo retocado de las dos primeras capas de los sectores D y E
excavados por Pericot en 1943; se incluía además la cerámica de estos tres sectores y la de E-II, este
utilizado también en parte por Fortea (1971, 1973) (v. fig. 2). Aparte de los sectores D y E (inéditos), y la
consideración del material lítico no retocado, se aportaban al análisis nuevos efectivos líticos y cerámicos
provenientes del sector E-I, localizados en los fondos del Museo de Prehistoria de Valencia. Con ello se
ampliaba la base analítica de Fortea, si bien la representación del utillaje lítico retocado continuaba siendo
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precaria para los niveles Cocina III y IV, de ahí el recurso a las dos primeras capas de los sectores D y E. Y
otro aspecto más a resaltar era la incorporación a las discusiones de los datos de los diarios de excavación
de Pericot referentes al depósito estratigráfico de Cocina.
Por lo que respecta a la secuencia del yacimiento, la cerámica a mano prehistórica aportaba los datos
más interesantes. En todos los sectores excavados por Pericot, los restos cerámicos se incluían siempre en
un paquete sedimentario de tierras oscuras, llegando hasta 1,5 m en E-I (capa 5), y hasta 2,5 m en E-II (capa
10); por debajo de este estrato, los materiales mesolíticos aparecían englobados en un depósito de tierras
rojizas (hasta 4,5 m en E-I, la máxima profundidad alcanzada por este depósito). En E-I, las cerámicas de
la capa 5 (primera de las dos capas de Cocina III) eran muy escasas y sin decoración; en la capa 4 (segunda
capa de Cocina III) éstas aumentaban, prosiguiendo la dinámica en la capa 3 (primera de Cocina IV). En
cuanto a tipos decorativos distintivos, las cerámicas “peinadas” eran dominantes en la capa 4 (Cocina III) y
en la 3 (Cocina IV), acompañadas de algunas otras con cordones lisos o decorados, y en la capa 4, además,
de unas pocas con impresiones o incisiones de objeto punzante (García Puchol, 2005: 111, cuadro 3.46 y
113, cuadro 3.47). Hay que recordar que, en Fortea, las cerámicas peinadas se consideraban prácticamente
exclusivas de Cocina IV, esto es, de momentos avanzados del Neolítico y el Eneolítico. Pero, en 2005,
la posición de estas cerámicas en la secuencia neolítica ya era bien conocida, caracterizando una fase
postcardial del Neolítico antiguo a situar en la mitad del VI milenio BP o poco antes (Martí et al., 1980;
Bernabeu, 1989). Las cerámicas neolíticas más antiguas, las cardiales, asociadas por Fortea a Cocina III,
no se documentaban en los sectores E, siendo las atribuidas por este autor a la variedad cardial, a partir
de un par de fragmentos de la base del estrato de tierras negras de E-II (capa 10), cerámicas impresas
de instrumento dentado (peine), a situar en una fase cardial reciente o epicardial (último tercio del VII
milenio BP). Con todo, las cerámicas cardiales, en la misma tónica de escasez que el resto de cerámicas
neolíticas, sí que existían en el yacimiento de Cocina, no en los sectores intervenidos por Pericot, sino en
los excavados por el propio Fortea entre 1974 y 1981, prácticamente inéditos.
Volviendo al sector E-I, los materiales líticos de la capa 5 (Cocina III), de tierras oscuras, y los de la
capa 6 (Cocina II), de tierras rojizas, guardaban una estrecha correspondencia tipológica, continuada en
parte en la capa 4 (Cocina III) y más atenuada en la capa 3 (Cocina IV); la impresión era que los materiales
de las capas 6, 5 y 4 –sobre todo– parecían representar un estadio final de Cocina II, mostrando la rarificación
de los triángulos tipo Cocina, el aumento de las hojitas de dorso y la incorporación de los segmentos de
retoque abrupto (García Puchol, 2005: 104, cuadro 3.39). En el sector E-II, las pocas cerámicas (aparte
de las impresas de peine, alguna incisa, impresa de punzón o con cordón aplicado) aparecían junto con
material claramente mesolítico, principalmente relacionado con Cocina II (v. gr. triángulos Cocina); y esto
mismo ocurría en las dos capas iniciales de D y E (aquí con cerámica aún más escasa, del mismo tipo que
la de E-II, pero sin impresiones dentadas y con alguna “peinada”).
Las situaciones entrevistas, concretadas en la dispersión de materiales mesolíticos evidentes por el
estrato neolítico de tierras oscuras, y en la constatación de los mismos tipos cerámicos significativos (v. gr.
cerámica peinada) en niveles considerados independientes dentro también del estrato neolítico (Cocina III,
Cocina IV), apuntarían a una manifiesta remoción del depósito superior de la Cueva de la Cocina, con la
posibilidad de un desmantelamiento del tramo final de Cocina II; además, y atendiendo a las particulares
presencias cerámicas (mayoritariamente “postcardiales”) y sus intersecciones en el depósito, podía
especularse con la existencia de una ruptura estratigráfica en toda el área excavada por Pericot (ibid.: 118).
En conclusión, el nivel Cocina III de Fortea (mucho más Cocina IV) resultaría difícil de mantener como
una fase cronocultural específica en la propia secuencia del yacimiento de Cocina, al menos en los sectores
de excavación conocidos.
A pesar del descarte de Cocina III, la secuencia del Mesolítico reciente en el área centro-meridional
mediterránea quedaba establecida en tres fases, tal como ya se venía haciendo (ibid.: 275 y 340-345): dos
fases primeras (A y B) sin cambios significativos con respecto a lo que ya definían tipológicamente Cocina
I y Cocina II, a lo que se añadía los datos tecnológicos de una industria esencialmente laminar basada en
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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la explotación de núcleos unipolares de lascado frontal rectilíneo; ambas fases representarían el Mesolítico
reciente en sentido estricto, e incluían obviamente más conjuntos de los retenidos en su día por Fortea
(v. fig. 5). Una tercera fase suponía el Mesolítico final, definido por la incorporación –como en la fase C
general de Fortea– de elementos neolíticos principalmente tecnológicos (cerámica, retoque en doble bisel)
en conjuntos industriales técnicamente mesolíticos (talla laminar frontal frente a la envolvente neolítica) y
con tipología parcialmente neolítica (trapecios de retoque abrupto, significación de las hojas con retoques
marginales o señales de uso, etc.); en los términos descritos, esta fase se reflejaría especialmente en el
yacimiento de la Covacha de Llatas, y posiblemente en el nivel II del yacimiento de superficie de La
Mangranera, ambos objeto también de análisis en el trabajo que venimos reseñando. Fuera de la estricta
área mediterránea estudiada, la fase correspondiente al Mesolítico final continuaría representada en los
niveles cerámicos de los yacimientos, por ejemplo, del Bajo Aragón (Botiqueria 6, Costalena c2, entre
otros), aunque cabía plantearse también aquí la posibilidad de rupturas secuenciales frente al continuismo
tecnológico mesolítico en cronología neolítica (ibid.: 344).
Ciertamente, la revisión de la Cueva de la Cocina podía tener repercusiones en lo que se refiere a la lectura
interpretativa de otros yacimientos estratificados del Mesolítico reciente, pensando no solo en los casos del
Bajo Aragón. Así, los conjuntos atribuidos tradicionalmente a la fase C de Fortea podían interpretarse de
varias maneras (Juan-Cabanilles y Martí, 2007-08): 1) expresión del primer contacto Mesolítico-Neolítico
(visión clásica), materializado en una simple transferencia tecnológica (cerámica, doble bisel, etc.); 2)
manifestación de estados funcionales dentro del Neolítico antiguo (aquí se cultiva, allá se pastorea, más allá
se caza), idea sugerida para los niveles cerámicos de los yacimientos del Bajo Aragón (Barandiarán y Cava,
1992), donde faltan los testimonios económicos neolíticos (plantas y animales domésticos); 3) resultado
de procesos tafonómicos (perturbaciones estratigráficas), ocasionando mixtura de materiales mesolíticos y
neolíticos. En cualquier caso, el ejemplo de Cocina obligaba a ser cautos en el futuro a la hora de leer las
secuencias estratigráficas mesolíticas desarrolladas en un continuum, sobre todo cuando desbordaban el
límite neolítico.
7. PANORAMA GENERAL DEL MESOLÍTICO RECIENTE AL FINAL DE LOS 2000
En 2008 tiene lugar una reunión temática sobre el Mesolítico “Geométrico” en la Península Ibérica, en
Jaca (Huesca, Alto Aragón), en la que se pone al día dicha etapa (Mesolítico reciente) a través de los
datos de diferentes territorios administrativos (Utrilla y Montes, 2009). Siguiendo un guion prestablecido,
la información de cada territorio es recogida en una serie de apartados que incluyen desde la particular
historia de la investigación hasta la cultura simbólica mesolítica, pasando por el catálogo actualizado
de yacimientos, los aspectos medioambientales, económicos y tecnológicos, la secuencia industrial y la
cronología, o las pautas del poblamiento y la demografía.
Centrándonos en el área general mediterránea, y en aspectos del poblamiento, la secuencia y la
cronología, continúan resaltando dos regiones como proveedoras de datos, el País Valenciano y Aragón,
especialmente el Bajo Aragón. Con respecto a la “cartografía” de 2002, el País Valenciano aporta 27
yacimientos (frente a 16), y Aragón 15 (frente a 9), 13 del Bajo Aragón (fig. 6); esto en cuanto a sitios
inventariados, puesto que para esta última región se señalan 6 yacimientos más con posibles materiales
mesolíticos (contrariamente, los de la zona de Albarracín –Doña Clotilde y Cocinilla del Obispo–,
retenidos en el inventario, se considerarían más neolíticos que mesolíticos; cf. Utrilla et al., 2009: 150151). Las zonas con mayor densidad de yacimientos vuelven a encontrarse en el Bajo Aragón, sobre todo
en los valles de los ríos Matarranya y Algars (Botiqueria, Costalena, etc.), en el Maestrazgo de Teruel y
Castellón (Ángel, Mas Nou, etc.), en el tramo medio del río Xúquer (Cocina, etc.) y en la cuenca amplia
del río Serpis (Tossal de la Roca, Falguera, etc.). El poblamiento mesolítico se distribuye por medios muy
variados, comprendiendo valles de ríos, media montaña interior o prelitoral, o prepirenaica (Forcas II,
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Fig. 6. Yacimientos del Mesolítico reciente mediterráneo aportados a la reunión de Jaca (Utrilla et al., 2009; Martí et al.,
2009; Aura et al., 2009), completados con los de divulgación posterior hasta la actualidad. Mapa realizado con QGIS
3.16 mediante la cartografía base elaborada por SCUAM 2013.
Peña 14), lagunas litorales (Estany Gran, Collao) o interiores (Albufera de Anna, Casa de Lara), y ocupando
abrigos rocosos y pequeñas cuevas (Cocina es una excepción), o parajes al aire libre en las inmediaciones
de puntos de agua.
Por lo que atañe a la secuencia y la cronología del Mesolítico reciente, y como ya venía reconociéndose
(Juan-Cabanilles y Martí, 2002: 48-49), queda afirmada la necesidad de descender al marco regional a fin de
subrayar las particularidades de un proceso de origen compartido pero no unidireccional (v. fig. 8). En el caso
del País Valenciano (Martí et al., 2009), la secuencia, tras la revisión de Cocina, se presenta reducida a dos
únicas fases (A y B), acordes aún con los niveles Cocina I y II; una posible fase C (=Mesolítico final), deducida
de la coexistencia de elementos mesolíticos de fase B (triángulos Cocina, tecnología laminar, etc.) y elementos
neolíticos (doble bisel, cerámica, etc.), restaría en suspenso dada la indefinición contextual de los conjuntos que
podrían avalarla (v. gr. Llatas, o Can Ballester). Con alguna datación más con respecto a la “cartografía”, la fase
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A se situaría entre 7660±80 BP (fecha de Tossal de la Roca I) y 7280±40 BP (fecha de Falguera VII); la fase B,
entre 7010±40 BP (Mas Nou 3) y 6760±40 BP (Mas Nou 2B). La fecha más reciente de Mas Nou supondría
un solapamiento de apenas 30 años (al 95% de probabilidad) con la data neolítica más antigua entonces del
litoral central mediterráneo (6600±50 BP), correspondiente al yacimiento de Mas d’Is, en el valle del Serpis.
Esta misma circunstancia se observaría posteriormente a una escala mediterránea más amplia, incidiendo en la
temporalidad y efectividad del “encuentro” Mesolítico-Neolítico (Juan-Cabanilles y García Puchol, 2013).
Las dos fases del País Valenciano contrastan, sin duda, con las cuatro que se proponen para Aragón y
que articularían aquí la evolución del Mesolítico reciente. Por su interés, se exponen de forma resumida y
en esquema (Utrilla et al., 2009: 167-173):
- Fase A, dominada por los trapecios de retoque abrupto y representada fundamentalmente en el Bajo
Aragón. Cubriría un intervalo cronológico entre 7955±45 BP (Ángel 1 8c) y 7340±70 BP (Pontet e). La
concordancia tipológica y temporal con Cocina I es evidente, con el matiz añadido de que en los yacimientos
de Los Baños y Botiqueria dels Moros podría rastrearse una evolución interna de los geométricos que
compartimentaría la fase en tres estadios. Dicha evolución comenzaría con un predominio de trapecios
–principalmente– anchos y cortos, tipo “tranchet” (Baños 2b1, Botiqueria 2 inf.), seguiría con trapecios
de pequeño tamaño (Baños 2b3 inf., Botiqueria 2 med.), y culminaría con trapecios grandes y alargados
(Baños 2b3 sup., Botiqueria 2 sup.).
- Fase B, con equilibrio o preponderancia de los triángulos sobre los trapecios, representada en los niveles II
(7240±40 BP y 7150±40 BP) y IV (7090±340 BP) de Forcas II, en el Prepirineo del Alto Aragón. Este yacimiento,
en su nivel IV, manifestaría influencias tipológicas “ultrapirenaicas” (Aquitania francesa), por la presencia de
triángulos escalenos con retoque inverso en el lado menor, igual que se observa en otros sitios de la vertiente
occidental pirenaica (cf. Alday y Cava, 2009) y, por hallazgos relativamente recientes, en la parte central aún
aragonesa, en el abrigo de El Esplugón (Utrilla et al., 2016). Aquí habría uno de los particularismos que incidirían
en la regionalización del Mesolítico reciente, a partir sobre todo de la etapa de triángulos que sucedería de forma
más o menos generalizada a la inicial de trapecios. Esta fase B estaría ausente en el Bajo Aragón.
- Fase C, interpretada como una etapa de transición, en la que los triángulos dominan sobre los trapecios,
y en que harían aparición los primeros elementos “neolíticos” (retoque en doble bisel y, en algunos sitios,
cerámicas). Las situaciones que se relacionan con esta fase atienden a: 1) conjuntos con un componente
mayoritario de triángulos (entre ellos el tipo Cocina) y unos pocos geométricos (también triángulos) con doble
bisel, caso básicamente de Botiqueria 4 (4 triángulos de doble bisel sobre 9 de retoque abrupto; 6830±50
BP), aunque también se incluyen Costalena c3 sup. (1 sobre 14; 6420±250 BP) y Secans IIb (1 sobre 10),
todos ellos en el Bajo Aragón; 2) conjuntos con el mismo componente significativo de triángulos, con mayor
o menor número del tipo Cocina (o de lados cóncavos) y de retoque en doble bisel, junto con cerámica, caso
de Forcas II V, con cerámicas cardiales y otras impresas (6940±90 BP y 6750±40 BP), en el Alto Aragón, o
de Pontet c inf., con cerámicas incisas (6370±70 BP), en el Bajo Aragón. Mirada con otra perspectiva, en esta
fase parecen aglutinarse conjuntos cercanos a Cocina II (p. ej. Botiqueria 4, Costalena c3 sup.) y otros que
entrarían en el concepto tradicional de Cocina III/IV (los primeros niveles cerámicos de Forcas y Pontet). No
habría de soslayarse las situaciones a que da lugar la existencia de ocupaciones mesolíticas y neolíticas en
una misma unidad arqueosedimentaria, o las derivadas de fenómenos funcionales.
- Fase D, de generalización de los elementos neolíticos (cerámicas y doble bisel) en el seno aún de
tecnoeconomías mesolíticas, como ejemplificarían los yacimientos del Bajo Aragón, con triángulos
y segmentos de doble bisel y cerámicas cardiales, impresas de instrumento, incisas, etc. (Botiqueria 6
[6040±50 BP] y 8 [6240±50 BP], Costalena c2 y c1, Pontet c sup., Plano del Pulido cg y cg2). Esta fase
volvería a recordar lo representado en su momento por Cocina III/IV.
Con posterioridad a la reunión de Jaca, esta secuencia ha sido matizada y reducida a tres fases (Utrilla
et al., 2017), unificando las fases B y C, y pasando a ocupar la fase D el lugar de la C, como se detalla en
el apartado final de conclusiones.
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En el resto de regiones mediterráneas, la escasez o la ausencia de datos sobre el Mesolítico reciente
continúan manifestándose. Al sur del País Valenciano, el vacío documental es completo en el territorio
de Murcia y en la mayor parte de Andalucía (v. fig. 6). En esta segunda y extensa región, a los contados
yacimientos conocidos en la Alta Andalucía (solo ya Valdecuevas, por descarte de Nacimiento), la reunión
de Jaca aporta la posibilidad de sumar al inventario las cuevas de Nerja y Bajondillo, en la costa de Málaga
(Aura et al., 2009). El nivel V3 de Nerja constituía un paquete sedimentario que englobaba materiales
epipaleolíticos, mesolíticos probables y neolíticos, y que contaba con dos dataciones del VIII milenio BP, al
igual que los niveles 3 y 4 de Bajondillo (Cortés, 2007). Corroborada la existencia de materiales mesolíticos
en Nerja (Aura et al., 2013), se concretará para el litoral de Málaga una presencia mesolítica reciente
remisible al horizonte inicial (fase A o Cocina I).
Por último, Cataluña tendrá en Jaca su propio apartado, para subrayar la inexistencia de conjuntos
en contexto estratigráfico que pudieran ser atribuidos con unas mínimas garantías al Mesolítico reciente
(Vaquero y García-Argüelles, 2009). Más aún, este vacío no estaría compensado por otros conjuntos
industriales de diferente signo, es decir, conjuntos sin microlitos geométricos cubriendo el rango cronológico
del VIII milenio BP. Tal hiato cronoindustrial no tendría una explicación satisfactoria (falta de investigación,
despoblamiento, procesos erosivos, etc.) y contrastaría con la abundancia de datos para el momento
anterior, el correspondiente al Mesolítico denominado de Muescas y Denticulados, una etapa cultural con
entidad propia tipológica y cronológica intuida desde Fortea, atendiendo a los conjuntos “macrolíticos” que
culminaban la secuencia “sauveterroide” (cf. Filador) e iniciaban la secuencia “tardenoide” (cf. Cocina).
Abriendo un inciso, la confirmación del tecnocomplejo de Muescas y Denticulados como exponente
de un estadio mesolítico antiguo, contrapuesto al estadio reciente representado por el tecnocomplejo
“Geométrico”, se remonta a comienzos de los 2000, consolidándose el tMD rápidamente como un horizonte
cronocultural específico y propiciando un cambio de nomenclatura: Mesolítico vs. Epipaleolítico, esto
último por lo que atañe en particular al área central mediterránea (cf. Aura, 2001). El Mesolítico de Muescas
y Denticulados, extendido sobre todo por el cuadrante nordeste peninsular, en menor medida por la banda
central mediterránea, y como el Mesolítico reciente ahora, había tenido ya su reunión temática, en la que
se fijaban sus características tecnoindustriales, económicas, territoriales, cronológicas, etc. (Alday, 2006).
Volviendo a Cataluña, y teniendo en cuenta lo señalado, para el Mesolítico reciente y de cara al futuro se
proponía intensificar la investigación en la franja occidental de este territorio, en los espacios lindantes con
las áreas con buena documentación de industrias geométricas. Esta propuesta se ha revelado premonitoria,
dada la posibilidad de poder incorporar al catálogo de yacimientos mesolíticos recientes la Cova del Vidre
(Bosch, 2015) y Coves del Fem (Palomo et al., 2018), ambos en la cuenca baja del Ebro y con dataciones
de finales del VIII milenio BP, y sin duda a relacionar con el territorio “cultural” del Bajo Aragón.
8. TRABAJOS RECIENTES EN LA CUEVA DE LA COCINA:
RESULTADOS E IMPLICACIONES
En 2013 se pone en marcha un proyecto de estudio para la Cueva de la Cocina dirigido a la revisión de las viejas
excavaciones de Pericot (1941-1945) y de Fortea (1974-1981), en su mayor parte inéditas. Objeto del estudio son
todos los materiales (líticos, faunísticos, etc.) y la documentación ligada a los trabajos de excavación (diarios de
campo, planimetrías, dibujos de cortes, etc.), guardados en el Museo de Prehistoria de Valencia. Esta actividad de
gabinete se complementa a partir de 2015 con trabajos de campo en el propio yacimiento de Cocina (refecciones
de cortes, nuevos sondeos estratigráficos, etc.). De todo ello, interesa destacar aquí algunos resultados en relación
con la secuencia arqueológica y la identidad de las ocupaciones que la conforman.
Cocina había proporcionado la primera secuencia para el Mesolítico reciente mediterráneo, pero
ninguna datación absoluta para sus fases hasta el inicio del proyecto mencionado. La primera serie de
fechas de C14 se obtiene con muestras del cuadro E-I de 1945, de capas referibles a los niveles Cocina I
APL XXXV, 2024
[page-n-21]
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
21
y II (Juan-Cabanilles y García Puchol, 2013). Con esta serie (6 dataciones) y la del sector excavado en
1941 (5 dataciones) (v. tabla 1), se ensaya una estadística bayesiana a fin de construir un marco cronológico
refinado para las ocupaciones de Cocina, en base a una reconstrucción de la estratigrafía por fases y
subfases arqueológicas con los materiales de los sectores indicados, reunidos en densidades de ítems
característicos por capas de excavación (García Puchol et al., 2018). La nueva secuencia ofrece un mayor
detalle en el sector E-I (8 subfases), dado que en el sector de 1941, como en prácticamente el resto de los
excavados en 1942 y 1943, la parte superior del depósito (niveles neolíticos y posiblemente últimos tramos
mesolíticos) aparece desmantelada, debido a la extracción del estiércol que contenía la cavidad por su uso
continuado como corral. El sector de 1941, en consecuencia, solo presentaba 5 subfases, correspondientes
a las ocupaciones mesolíticas. Los resultados secuenciales y cronológicos que a continuación se exponen
provienen, pues, de E-I, tenidas también en cuenta las dataciones de 1941 (con indicación expresa). En
síntesis, de abajo a arriba (ibid.: 262, tabla 1 y 263, tabla 2):
- Fase A, subfases A1-A2, capas 17-11: fase de trapecios, con máxima concentración en capas 14-13.
Cronología: entre 7610±40 BP (capa 17) y 7300±30 BP (capa 6 de 1941). Corresponde al nivel Cocina I de
la secuencia tradicional.
- Fase B, subfase B1, capas 10-9: estadio de transición entre fases A y B, con presencia de triángulos
Cocina en densidad igual o inferior a trapecios. Cronología: 7050±50 BP (capa 10). Supondría un tramo
estratigráfico “transicional” Cocina I/II.
- Fase B, subfase B2, capas 8-7: con triángulos Cocina en densidad superior a trapecios. Cronología:
7080±50 BP (capa 8), 6970±35 BP (capa 3 de 1941). La datación de la capa 8 de E-I estaría invertida con
respecto a la 10 del mismo sector, aparte de compartir el rango estadístico temporal. Ambas dataciones irían
acordes con los primeros estadios de Cocina II.
- Fase B, subfase B3, capa 6: estadio avanzado/final de la fase, con triángulos Cocina en densidad mayor
que trapecios, más presencia de segmentos de retoque abrupto. Cronología: 6840±50 BP (capa 6). A esta
subfase convendría también la data discordante 6760±40 BP de la capa 13 de E-I (subfase A2), por el hecho
de provenir de una muestra ósea única de fauna salvaje con marcas antrópicas, al igual que el resto de las
dataciones consideradas.
Características del final de la fase B (Cocina II) se entrevén en las capas 5 y 4 (subfases C1 y C2), primeras
capas cerámicas aún con triángulos Cocina y mayor densidad de segmentos. Sobre el estrato cerámico de
Cocina correspondiente a los sectores excavados por Pericot ya se ha expuesto con anterioridad su carácter
de depósito revuelto (revisión de García Puchol, 2005), nada factible para precisar ninguna continuidad
de la secuencia mesolítica en cronología neolítica y, por tanto, para corroborar la posible neolitización del
substrato mesolítico por aculturación, como se sugería desde Fortea (1973).
Para comprobar este presupuesto en Cocina, solo quedaba revisar las excavaciones del propio Fortea
de 1974-1981, por si en los sectores intervenidos el depósito ofrecía más garantías. Realizada esta tarea
y presentados ya los resultados (Pardo-Gordó et al., 2018), simplemente cabe apuntarlos de manera muy
resumida. Antes, hay que indicar que Fortea excava en el interior de la cavidad de Cocina, principalmente
en un área de unos 25 m2 situada en la parte central (fig. 7), con un método depurado a base de capas de
5 cm, anotación tridimensional de todos los vestigios, seguimiento espacial de estratos, etc., lo que ha
permitido toda suerte de aplicaciones analíticas y test estadísticos.
Tal como se recoge en la documentación estudiada, Fortea distingue una sucesión de no menos de
8 niveles naturales y culturales en un depósito de un máximo de 0,6 metros, de los que aquí interesa el
designado con la letra H, el más profundo conteniendo materiales neolíticos y mesolíticos. El nivel H, en
el espacio de los cuadros A-C/3-5, presenta 5 subdivisiones, una superior genérica y otras 4 por debajo
consideradas como suelos de ocupación desarrollados alrededor de un hogar delimitado por piedras. Estos
suelos parecen el resultado de ocupaciones temporales o esporádicas, atribuibles en el grueso a agentes
mesolíticos por el material lítico, los restos de fauna salvaje cazada y las dataciones C14 (7710±30 BP
APL XXXV, 2024
[page-n-22]
22
J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Fig. 7. Planta 3D de la Cueva de la Cocina con indicación de los sectores excavados por Pericot/1941-1945 (rojo) y
Fortea/1974-1981 (morado), y de los sondeos de los trabajos más recientes/2015-2018 (verde).
en H4; 7455±25 BP en H3). Esto no obstante, el nivel H en general (resto de cuadros, A-D), y en particular
los suelos H4-H1 y el segmento H superior que los recubre (datado en 6985±25 BP), contienen también
cerámica neolítica antigua (impresa cardial, de peine, inciso-impresa, con aplicaciones plásticas), además
de otras cerámicas lisas y algún resto óseo de fauna doméstica. Las cerámicas lisas del nivel H, sobre todo
en los cuadros D, guardan una gran similitud (técnica y tipológica) con las del nivel G suprayacente, datado
en el cuadro D6 en 4425±25 BP, fecha cercana a otra de 3725±20 BP, pero ofrecida por el nivel H en el
cuadro D5 (ambas sobre muestra ósea doméstica).
Solo con estos datos basta para advertir las inconsistencias de la estratigrafía de Cocina también en el
área excavada por Fortea. A ello hay que sumar, entre otros aspectos, las alteraciones postdeposicionales
que muestran los fragmentos cerámicos en la parte superior del nivel H (superficies erosionadas,
redondeamiento de bordes, etc.), en un grado mucho mayor que en el nivel G o en los suelos H1H4. Y, del mismo modo, la concentración que presentan las cerámicas neolíticas antiguas alrededor del
hogar que articularía los suelos H1-H4, circunstancia que apenas se da con otros tipos de restos (líticos,
faunísticos). Con toda probabilidad, el mencionado hogar se trate de una estructura de combustión
neolítica y no mesolítica, atendiendo a la utilización de piedras delimitadoras, un rasgo poco común en
el Mesolítico, donde predomina la cubeta excavada en el suelo. En definitiva, el nivel H constituiría un
verdadero palimpsesto arqueológico, formado por vestigios mesolíticos, neolíticos y otros más recientes
(eneolíticos y de la Edad del Bronce), originado en parte por el uso intensivo de la cueva como corral a
partir del Neolítico avanzado. En conclusión, la Cueva de la Cocina no contendría pruebas seguras con
que respaldar la tradicional idea de la aculturación mesolítica.
APL XXXV, 2024
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
23
Avanzando resultados, la reciente actualización de la secuencia de Cocina tampoco aporta novedades a
este respecto (García Puchol et al., 2023b). Dicha actualización ha consistido en incorporar a la secuencia
presentada en 2018, establecida como hemos visto a partir de los sectores excavados por Pericot en 1945
(E-I, especialmente) y 1941 (García Puchol et al., 2018), los datos C14, de materiales y estratigráficos del
resto de sectores de Pericot (1942 y 1943), sector E de Fortea (cuadros A-D), y sectores o sondeos 4 y 6
de las nuevas excavaciones del período 2015-2018 (fig. 7). Los datos cronométricos disponibles, bastantes
de obtención reciente (tabla 1), han sido tratados con nuevos procedimientos de modelado bayesiano. La
secuencia actualizada comprende 18 subunidades arqueológicas, con base obviamente en las excavaciones
de Pericot, pasadas por el tamiz cronológico-estadístico bayesiano, y cubre desde los primeros vestigios de
ocupación prehistórica hasta los tiempos modernos y actuales. De muro a techo, se perfilan las siguientes
subfases/subunidades (García Puchol et al., 2023b: 30-33):
- Subfase A0 (subunidad 18). Rango cronológico: 8850-8380 cal BP. Supone el inicio de la ocupación
de Cocina, concretada a partir de las fechas C14 de la capa 13 del sector excavado por Pericot en 1941 (una
data conocida ya en el momento de elaborar la secuencia de 2018), y la capa 6 del nivel H4 del cuadro B4
de Fortea (v. tabla 1 y fig. 7). Los materiales, escasos, hay que atribuirlos a un estadio inicial del Mesolítico
reciente por la tecnología de la talla laminar y por la presencia de macrolitos sobre caliza que también se
encuentran en las subunidades superiores (cf. capas 16 a 12 del sector E-I/1945 de Pericot).
- Subfase A1 (subunidad 17). Rango cronológico: 8475-8230 cal BP. Corresponde al desarrollo del
tecnocomplejo mesolítico “castelnovoide” de hojas y trapecios. Incluye hojas con muescas y denticulaciones
y trapecios asimétricos con lados cóncavos, como tipos más representativos, con escasa presencia de
microburiles. Esta subfase muestra en general menor intensidad ocupacional en E-I/1945 que en el sector
de 1941, aquí con una alta concentración de materiales. Este aspecto apuntaría a una diferenciación espacial
de actividades en el seno de la cavidad. También se revelan ahora las primeras prácticas sepulcrales (cf.
McClure et al., 2023).
- Subfase A2 (subunidad 16). Rango cronológico: 8291-7929 cal BP. Muestra también diferentes zonas
de intensidad de la actividad según sectores. Subfase reconocida en las recientes excavaciones 2015-2018
(sondeo 2). El material lítico sigue presentando un gran número de armaduras geométricas (mayormente
trapecios) y un aumento relativo de microburiles.
- Subfase B1 (subunidad 15). Rango cronológico: 8046-7720 cal BP. Se caracteriza por la aparición
de los triángulos tipo Cocina (lados cóncavos o cóncavo-convexos y espina central), acompañados
por un significativo número aún de trapecios. Restos óseos de un niño y el frontal de un adulto pueden
relacionarse con enterramientos practicados en esta subfase (ibid.). Las plaquetas grabadas repartidas
por los sectores de Pericot y pertenecientes a esta subunidad, junto con la recogida en el sondeo 4 (UE
1409) de las excavaciones 2015-2018, suponen el primer testimonio de expresión gráfica mueble en el
yacimiento de Cocina.
- Subfase B2 (subunidad 14). Rango cronológico: 7781-7615 cal BP. Representa en general la ocupación
más intensa de la cavidad, atendiendo a la alta densidad de restos recuperados, culturales y biológicos. Los
triángulos tipo Cocina, fabricados con la técnica de microburil, dominan el utillaje lítico. Para la talla laminar
se ha utilizado una amplia variedad de sílex, que revela en algunos casos fuentes de materia prima distantes
(Ramacciotti et al., 2022). Importante también, en relación con la subsistencia alimentaria y su variedad, es
el uso notable ahora de recursos marinos (delatado por fuertes concentraciones de Cerastoderma glaucum)
(Pascual-Benito y García Puchol, 2015), que indica a su vez las diversas dinámicas de explotación del
territorio. Esta subfase ofrece asimismo elementos (tecnológicos y simbólicos) que apuntarían a actividades
con mayor dimensión social, lo que implicaría la consideración de Cocina como un lugar de agregación
estacional (cf. Cortell-Nicolau et al., 2023).
- Subfase B3 (subunidad 13). Rango cronológico: 7660-7465 cal BP. Conformada a partir de un registro
arqueoestratigráfico ciertamente confuso, resultado de procesos postdeposicionales que han alterado
o eliminado gran parte de la secuencia prehistórica superior en todo el yacimiento. Nuevas fechas de
APL XXXV, 2024
[page-n-24]
24
J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas de la Cueva de la Cocina, repertorio actual (García-Puchol et al., 2023b: 26, table
3). Calibración por el software Oxcal 4.4 (Bronk Ramsey, 2009) y la curva intCal20 (Reimer et al., 2020). De la tabla
original se ha suprimido la columna de fuentes bibliográficas (se remite para este dato a la referencia indicada).
Sondeo / capa
Muestra
Ref. laboratorio
C14 BP ±
Cal BP 95.4 %
δ13C δ15N C:N
Pericot 1941 / 1
Hueso Capra pyrenaica
PSU5323
6590
25
7562
7428
-19,8
3,8
2,9
Pericot 1941 / 2
Hueso humano
PSUAMS-4429
7135
25
8013
7875
-18,8
9,3
3,27
Pericot 1941 / 3
Hueso Cervus elaphus
UCIAMS-147346 6970
35
7924
7696
-19,5
4,0
3,25
Pericot 1941 / 6
Hueso Cervus elaphus
UCIAMS-145194 7300
30
8175
8027
-20,3
3,9
3,20
Pericot 1941 / 8
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-145195 7475
25
8368
8195
-20,4
4,2
3,18
Pericot 1941 / 11
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-147347 7415
35
8345
8061
-19,5
3,8
3,22
Pericot 1941 / 13
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-147348 7905
40
8981
8596
-19,0
4,5
3,24
Pericot 1942 rincón SE / 1
Hueso humano
UCIAMS-174147 7375
25
8320
8036
-19,3
8,2
3,26
Pericot 1942 zona D / 4
Hueso Cervus elaphus
PSU5608
7285
25
8171
8024
-20,2
4,4
2,8
Pericot 1942 zona C / 8
Hueso Capra pyrenaica
PSU5322
7310
25
8176
8032
-20,7
3,9
3
Pericot 1945 / 6
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267435
6840
50
7780
7583
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 8
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267436
7080
50
8010
7792
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 10
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267437
7050
50
7972
7752
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 12
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267438
7350
40
8313
8026
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 13
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267439
6760
40
7676
7522
nd
nd
nd
Pericot 1945 / 17
Hueso Capra pyrenaica
Beta-267440
7610
40
8519
8345
nd
nd
nd
2015 sondeo 3 UE 1036
Carbón rama Pinus sp.
Beta-426849
6350
30
7414
7167
-25,3
-
-
Fortea D6 nivel G
Hueso Ovis aries
UCIAMS-174145 4425
25
5269
4874
-22,4
4,2
3,47
Fortea D5 nivel H / 4
Hueso Ovis aries
UCIAMS-174146 3725
20
4149
3985
-20,3
4,5
3,41
Fortea B5 nivel H / 2
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-145198 6985
25
7929
7731
-19,2
4,4
3,16
Fortea B4 nivel H3 / 5
Hueso Cervus elaphus
UCIAMS-145196 7455
25
8345
8190
-20,2
4,8
3,17
Fortea B4 nivel H4 / 6
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-145197 7710
30
8585
8416
-19,1
4
3,15
Pericot 1943 zona E / 4
Hueso Cervus elaphus
PSU5320
7040
20
7936
7796
-20,1
4,7
2,9
Pericot 1943 zona E / 9
Hueso Capra pyrenaica
PSU5321
7160
25
8019
7937
-20,2
4,3
2,9
Pericot 1943 zona E / 8/9
Hueso humano
UCIAMS-174943 7400
30
8334
8051
-18,1
8,6
3,3
Fortea A' 8' / 1
Hueso Bos taurus
UCIAMS-174144 3590
20
3971
3836
-20,1
7,6
3,39
2015 sondeo 2 UE 1154
Carbón Quercus
Beta-426850
7380
30
8325
8037
-26,4
-
-
2015 sondeo 3 UE 1021
Bellota
Beta-453590
6930
30
7836
7680
-23,3
-
-
2015 sondeo 3 UE 1020 AE7S Bráctea de piña
Beta-599658
6770
30
7671
7576
-21,9
-
-
2016 sondeo 4 UE 1223 KE2S Bráctea de piña
Beta-599654
6760
30
7669
7574
-27,9
-
-
2016 sondeo 4 UE 1230 KE2S Bráctea de piña
Beta-599655
6880
30
7790
7623
-24,3
-
-
2018 sondeo 4 UE 1404 KE2S Bráctea de piña
Beta-599656
6980
30
7927
7706
-20,7
-
-
2018 sondeo 4 UE 1416 KE2S Bráctea de piña
Beta-599657
6970
30
7922
7700
-27,8
-
-
2018 sondeo 4 UE 1424
Beta-512548
6940
30
7843
7681
-19
4
3,3
APL XXXV, 2024
Hueso Capra pyrenaica
[page-n-25]
25
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
Tabla 1. (cont.)
Sondeo / capa
Muestra
Ref. laboratorio
C14 BP ±
Cal BP 95.4 %
δ13C δ15N C:N
2015 sondeo 5 UE 1136
Coprolito Ovis/Capra
Beta-453589
180
30
295
...
-25,7
-
-
2015 sondeo 5 UE 1078
Hueso Capra pyrenaica
UCIAMS-174945 6705
35
7663
7505
-20,5
3,1
3,23
2015 sondeo 6 UE 1126
Hueso Capra pyrenaica
Beta-512549
6760
30
7669
7574
-20,2
4
3,3
2015 sondeo 6 UE 1147
Hueso Capra pyrenaica
Beta-512550
6910
30
7830
7673
-19,6
4,6
3,3
Sarrión 1974
Hueso humano
Beta-618257
7090
30
7975
7842
-18,2
10,6
3,2
Sarrión 1974
Hueso humano
Beta-618258
7120
30
8012
7868
-18,8
10,8
3,3
radiocarbono proporcionan un último intervalo temporal para las últimas actividades mesolíticas en Cocina
(cf. PSU-5323: 6590±25 BP). En el apartado lítico, parece poder asociarse a esta subfase un buen número
de segmentos de retoque abrupto y hojitas con dorso segmentiformes, en calidad de armaduras geométricas.
- Subfase C1 (subunidad 12). Se adscribe a ocupaciones del Neolítico antiguo, por la presencia de
cerámicas cardiales, epicardiales y tipos asociados (Bernabeu et al., 2011; Molina-Balaguer et al., 2023). Solo
una fecha sobre carbón puede asociarse a estos materiales (cf. Beta-426849: 6350±30 BP). Significativa es
también, para hablar de ocupaciones propiamente neolíticas, la existencia de un pequeño número de adornos
de diagnóstico “cardial”, una vez que las muestras de animales domésticos, escasas, solo se relacionan con el
Eneolítico y la Edad del Bronze. Por otro lado, la ausencia de semillas de plantas cultivadas descarta prácticas
de agricultura para los ocupantes postmesolíticos de Cocina. Los datos actuales, pues, no permiten aunar
actividades económicas de producción con las cerámicas neolíticas antiguas, más bien actividades de caza.
- Subfase C2 (subunidad 11). Definida por las cerámicas con decoración “peinada” localizadas sobre
todo en el rincón SE de la cavidad (sector E-I/1945, capas 3 y 4; sector E/1943, capa 1), adscribibles a un
momento postcardial o Neolítico medio de la secuencia regional (Bernabeu, 1989; Molina-Balaguer et al.,
2023). Por el momento no se cuenta con dataciones para esta subfase, después de que el único resto de
animal doméstico (Ovis) aquí recogido (E-I/1945, capa 4) no conservara colágeno.
- Subfase D (subunidad 10). Va referida a las últimas ocupaciones prehistóricas de Cocina, a relacionar
con las únicas evidencias de domésticos datadas (oveja y vaca). A pesar de los problemas que afectan a
la integridad del depósito estratigráfico, las fechas de C14 y la cultura material asociada permiten asignar
la subunidad al Neolítico reciente, Eneolítico y Edad del Bronce (cf. UCIAMS-174145: 4425±25 BP;
UCIAMS-174146: 3725±20 BP; UCIAMS-174144: 3590±20 BP).
Las subunidades superiores (9 a 1) completan la secuencia con importantes hiatos diacrónicos. Los
vestigios sueltos de cultura material revelan ocupaciones atribuibles a la Cultura Ibérica y a momentos
medievales, modernos y contemporáneos, con funciones de la cavidad como refugio, corral, carbonera,
etc. Con las últimas revisiones del yacimiento de la Cueva de la Cocina, queda bien evidente que a partir
de determinados momentos de las estancias prehistóricas (final del Mesolítico), la lectura de los procesos
culturales acaecidos se hace más imprecisa, a causa de una alteración continuada y de tiempo de los
depósitos sedimentarios y arqueológicos.
9. CONCLUSIONES
1) La secuencia del Mesolítico reciente en Cocina
Tras la actualización expuesta, queda establecida en dos fases, A y B, nomenclatura utilizada desde 2018,
derivada de la general para el Mesolítico reciente o “Geométrico” mediterráneo establecida en su día por
Fortea (1973) y que sustituye a la nomenclatura tradicional de “niveles” (Cocina I y II, en este caso),
APL XXXV, 2024
[page-n-26]
26
J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
fijada igualmente por Fortea. Las dos fases se desglosan en seis subfases o estadios evolutivos, A0 a
B3. Las subfases A1-A2 representan el momento clásico “castelnovoide” de trapecios y hojas (utillaje
laminar con muescas, denticulaciones o retoques laterales); B1-B2, el momento “regional” (con respecto al
Castelnoviense occidental mediterráneo; cf. Perrin y Binder, 2014; Marchand y Perrin, 2017) de triángulos,
con la singularidad de los tipos “Cocina”.
Una subfase A0, poco definida por materiales, se percibe en el sector Pericot-1941 (capa 13) y en el
nivel Fortea-H4 (capa 6) por sendas dataciones C14 que remiten al primer tercio del VIII milenio BP (v.
tabla 1). Pese a la ausencia de geométricos, la subfase se adscribe al Mesolítico reciente (estadio inicial)
por la tecnología laminar y por la escasa o nula significación en el yacimiento global de Cocina de los útiles
macrodenticulados y astillados propios del Mesolítico de Muescas y Denticulados. El utillaje “macrolítico”
de Cocina, reconocido por Pericot y Fortea en las capas más profundas, es de naturaleza diferente a las
piezas de estas características de las industrias MMD; se trata, en Cocina, de piezas nucleares y gruesas
lascas de caliza con diferentes tipos de extracciones, a modo de raspadores nucleiformes o rabots, cuya
singularidad demanda un estudio exprofeso a corto término.
La subfase B3, por su parte, se muestra también un tanto difusa, pero ahora por las perturbaciones
estratigráficas superiores del yacimiento de Cocina. Esta subfase correspondería al último momento
ocupacional mesolítico en la cavidad, caracterizado por los segmentos de retoque abrupto y las hojitas con
dorso curvo “segmentiformes”. A estas últimas ocupaciones se asociaría la data 6590±25 BP del sector
Pericot-1941 (capa 1), coincidente con la cronología del primer Neolítico litoral o prelitoral. Entre esta
datación y la incluida en el intervalo 7905±40-7710±30 BP de la subfase A0 se desarrollaría el Mesolítico
reciente en Cocina.
Aparte del material mesolítico, en Cocina hay vestigios neolíticos antiguos (cerámicas cardiales y
epicardiales) y neolíticos avanzados (cerámicas peinadas), además de eneolíticos y de la Edad del Bronce.
Si las ocupaciones mesolíticas no pueden llevarse más allá de la subfase B3 (6590±25 BP), la pregunta a
responder es la del significado de las primeras cerámicas (impresas cardiales e inciso-impresas epicardiales)
en el yacimiento, con las que cabría relacionar la data 6350±30 BP de un contexto neolítico de excavación
reciente (sondeo 3-2015, UE1036). La visión actual es que estas cerámicas responderían a ocupaciones
específicamente neolíticas, más que a elementos de cultura material difundidos entre las poblaciones
mesolíticas, por intercambio o cualquier otro medio. Tales ocupaciones serían el resultado de la expansión
neolítica desde las áreas nucleares de asentamiento, en este caso desde el núcleo cardial de la cuenca del
Serpis, en dirección NW (Juan-Cabanilles y Martí, 2002; García Atiénzar, 2009); y esto mismo puede
presuponerse, pero en dirección SW, para el área de la laguna de Villena y las primeras cerámicas neolíticas
allí documentadas junto con materiales mesolíticos (cf. Casa de Lara), una zona donde las dataciones
disponibles para el Mesolítico apenas traspasan el umbral del VII milenio BP (Fernández López de Pablo
et al., 2008, 2013).
Además de las cerámicas, apoyarían el hecho de ocupaciones neolíticas expresas en Cocina –y su
origen– algunos elementos líticos tallados de factura y estilo “cardial”, en particular trapecios de lados
rectilíneos y hojas con retoques marginales, elaborados en un sílex melado característico del Serpis (cf.
Ramacciotti et al., 2022; Molina Hernández et al., 2014, para materias primas silíceas del prebético
alicantino y su captación prehistórica). Y también tendrían esa misma factura determinados elementos de
adorno como cuentas y colgantes ovalados o con abultamiento basal (imitación de dientes atrofiados de
ciervo), elaborados en piedra verde y blanca (com. oral de J.L. Pascual-Benito). Ante la falta de indicadores
económicos de producción (cultivo y ganado), el sentido de las primeras estancias neolíticas apuntaría a una
actividad cinegética, a Cocina como un sitio funcional dependiente de la caza.
Tan determinante o más que la cultura material, en relación con la expansión neolítica, es la
existencia en el valle medio del Júcar, área donde se encuentra Cocina, de “epígonos” evidentes del arte
Macroesquemático propio de la cuenca del Serpis (Hernández Pérez et al., 1988, 1994), de clara autoría
cardial. Reelaboraciones “macroesquemáticas” las constituyen motivos como el antropomorfo de piernas
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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serpentiformes envolventes de la estación de Balsa de Calicanto (Bicorp, Valencia), o los antropomorfos
flanqueados por zigzags del abrigo de los Gineses, también en Bicorp (Hernández Pérez y Martínez
Valle, 2008), o del abrigo de Roser (Millares, Valencia) (Oliver y Arias, 1992), sin entrar a valorar otros
motivos considerados antiguos dentro del Arte Esquemático (zigzags y serpentiformes múltiples verticales
u horizontales, antropomorfos y zoomorfos varios, etc.), de filiación igualmente neolítica y derivación
macroesquemática (Torregrosa y Galiana, 2001; Hernández Pérez, 2013). La presencia de estos grafismos
esquemáticos en el valle del río Cànyoles, por ejemplo en el abrigo I del Barranc del Bosquet (cf. gran
antropomorfo con brazos serpentiformes) (Hernández Pérez y C.E.C., 1984), señalaría la ruta de expansión
neolítica hacia el valle medio del Júcar desde el valle del Serpis (Hernández Pérez, 2016).
2) La secuencia del Mesolítico reciente en la vertiente mediterránea ibérica
Para la región central mediterránea, entre los ríos Millares y Vinalopó, las dos fases (A y B) determinadas
en Cocina apuntalan la secuencia mesolítica reciente, en la cuenca media del Júcar y entre los ríos Millares
y Turia, extensible también al Maestrazgo castellonense. En la cuenca del Serpis y el valle medio del
Vinalopó falta casi por completo la fase B, los estadios que remitirían a la primera mitad del VII milenio BP.
Una tercera fase, que podría representar el final del Mesolítico Geométrico en sí, permanece en suspenso, a
la espera de nuevos datos y revisiones de conjuntos. Esta fase C ha sido propuesta a partir de yacimientos
de la cuenca media del Turia, como la covacha de Llatas y el sitio al aire libre de La Mangranera, ambos en
Andilla (Valencia), donde conviven elementos tipológicos mesolíticos (hojitas de dorso, triángulos Cocina)
con elementos neolíticos (trapecios de lados rectilíneos, segmentos de doble bisel, hojas y hojitas con
retoques marginales), pero partiendo todo de una tecnología laminar intrínsecamente mesolítica (lascado
frontal unipolar rectilíneo) (García-Puchol, 2005). Por otra parte, estos conjuntos no van asociados a restos
domésticos (cereal, ovicápridos) ni a cerámicas neolíticas antiguas, cardiales o epicardiales.
Para el Alto Aragón y el Bajo Aragón/Maestrazgo turolense el Mesolítico Geométrico se estructura
actualmente en tres fases (Utrilla et al., 2017). Una primera fase A de trapecios (8000-7340 BP), divisible en
tres momentos atendiendo a morfotipos característicos de esta clase de armaduras y a partir principalmente de
la secuencia del yacimiento de Los Baños (niveles 2b1 y 2b3), con los datos complementarios de Botiqueria
(2 inf.) y posiblemente Ángel 1 (contexto 45). Una fase B de triángulos (7300-6800 BP), todo lo más en
equilibrio con los trapecios, exponente de un proceso de regionalización por diversas influencias externas
que se manifestará a partir de 7000 BP, en el Alto Aragón con los triángulos escalenos de retoque inverso
en el lado menor y su influjo ultrapirenaico (Forcas II IV, Esplugón 3), y en el Bajo Aragón/Maestrazgo con
los triángulos alargados y retoque inverso en el vértice, los trapecios tipo Costalena (también alargados y
con retoque inverso en la base menor) o los triángulos tipo Cocina, estos de ascendencia centromediterránea
vecina. La tercera fase, la C (6800-6400 BP), de dominancia de triángulos sobre trapecios, sería de
transición neolítica por la presencia de la técnica de retoque en doble bisel y cerámicas diversas, deducible
especialmente de los yacimientos del Bajo Aragón/Maestrazgo (Botiqueria 6 y 8, Costalena c2, Pontet c
inf., Secans IIa, Ángel 2 2a1 y tal vez Ángel 1 8b).
Las fases A y B aragonesas se corresponden en líneas generales con las homónimas de la zona central
mediterránea, salvando, para la fase B, las singularidades tipológicas más locales. La fase C no es del
todo coincidente, sobre todo por la ausencia de cerámicas neolíticas claramente antiguas (cardiales o
epicardiales) en los yacimientos centromediterráneos que se relacionarían en principio con esta fase (Llatas
y Mangranera). En fin, los niveles de fase C del Bajo Aragón tendrían su equivalente en la subfase C1 de
Cocina, un estadio que correspondería ya al Neolítico sensu stricto en el yacimiento valenciano.
En el resto de la fachada mediterránea, el Mesolítico Geométrico apenas se halla documentado, y los
pocos conjuntos que se le pueden asignar remiten prácticamente a la fase A: cuevas del Vidre y del Fem
en Cataluña, a una vertiente y otra del Ebro en su cuenca baja; cuevas de Nerja y Bajondillo, en el litoral
andaluz de Málaga. Solo la estación también andaluza de Valdecuevas, en la sierra de Cazorla, podría
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
corresponder a la fase B, a partir de unas pocas evidencias “tipológicas” (algún triángulo de lados cóncavos
y hojas con denticulación marcada) que no han sido revisadas desde su divulgación (Sarrión, 1980). La
región de Murcia continúa manifestando en el momento actual un vacío total de datos.
En la figura 8 se comparan las secuencias territoriales del Mesolítico reciente mediterráneo. La base
de la estructuración de los datos son “situaciones” arqueológicas determinadas por la relación trapeciostriángulos, más la presencia de cerámica, sin tener en cuenta los segmentos y su tipo de retoque, situaciones
expresadas numéricamente (I a V) a fin de evitar equívocos con la nomenclatura de fases mesolítica. La
relación trapecios-triángulos es la que permite una mejor valoración de las industrias mesolíticas o de
esta tradición. En los conjuntos “puramente” neolíticos (cardiales), la relación suele ser trapecios >
triángulos, situación que solo se da en la fase A mesolítica, mientras que los segmentos de doble bisel
son elementos mayormente epicardiales (cf. Juan-Cabanilles, 2008). La cerámica se hace intervenir solo
como un indicador cronológico neolítico, al igual que el doble bisel. La situación I coincide con la
fase A mesolítica; la II y la III con la fase B, la III con técnica de doble bisel y sin cerámica, conjuntos
prácticamente reducidos al Bajo Aragón/Maestrazgo; las situaciones III y IV se diferencian por la
presencia de cerámica en la segunda; la V, como la IV, equivale a la fase C. En situación IV se incluyen
los subniveles C1 y C2 de Cocina a título ilustrativo, dada su probable condición de Neolítico s. s.,
sobre todo C2 (Neolítico medio o postcardial de cerámicas peinadas). Notar las discordancias, recortes,
inversiones o desfases de las dataciones C14 entre situaciones, entre fases o dentro de un mismo nivel de
un yacimiento. Por lo demás, la figura se comenta ella sola (p. ej., el vacío mesolítico en los valles del
Serpis y Vinalopó después de la fase A).
3) La ‘aculturación’ mesolítica
Para Cocina, se ha dejado explícita la imposibilidad de argumentar un proceso de neolitización para los
últimos grupos mesolíticos ocupantes de la cavidad, por el estado del yacimiento en sus tramos superiores
(Pardo-Gordó et al., 2018). Los materiales neolíticos, como se ha visto, apuntan cada vez más a ocupaciones
expresas de este signo. Tras el ejemplo de Cocina, la cuestión es si puede mantenerse la idea de la
aculturación en otros territorios mediterráneos, casos del Alto y el Bajo Aragón, por la aparente asociación
de materiales mesolíticos y neolíticos. A tenor de lo expuesto en otra ocasión sobre las posibles lecturas
de estos conjuntos “híbridos”, en especial la que podría ver en ellos un resultado de procesos tafonómicos
Fig. 8. Yacimientos representativos del área mediterránea ibérica con conjuntos geométricos estratificados que arrancan
del Mesolítico reciente, o con conjuntos no estratificados de la misma etapa mesolítica, agrupados por regiones
geográficas. Las “situaciones”, con su correspondencia con las fases del Mesolítico reciente, atienden a la relación
trapecios/triángulos, según proporciones y técnicas de fábrica, y a su asociación con cerámica. Las dataciones C14 son
en el valor BP convencional y con desviación estándar ≤ 100 (excepto si no hay otras disponibles).
Fuentes de datos: Casabó y Rovira, 1990-91; García-Puchol, 2005; García-Puchol et al., 2018, 2023b; Martí et al.,
2009; Utrilla et al., 2009, 2016, 2017; Fernández López de Pablo et al., 2013; Fernández López de Pablo, 2016; Olaria,
2020).
S=Situación, AA=Alto Aragón, BA/MTe=Bajo Aragón/Maestrazgo turolense, MC/MCs=Mediterráneo central/
Maestrazgo castellonense
Situación I: trapecios > triángulos.
Situación II: triángulos ≥ trapecios (presencia entre los triángulos del tipo Cocina, o de lado menor con retoque inverso).
Situación III: triángulos de retoque abrupto (presencia tipo Cocina) > triángulos con doble bisel (triángulos > trapecios).
Situación IV: triángulos de retoque abrupto > triángulos con doble bisel, + cerámica (triángulos > trapecios).
Situación V: triángulos con doble bisel > triángulos de retoque abrupto, + cerámica (triángulos > trapecios).
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
S AA BA/ MC/
MTe MCs
V C
C
Alto Aragón
Bajo Aragón
Maestrazgo
de Castellón
Esplugón 3sup+2 Costalena c2+c1
5970±30 (2)
5480±50 (c2)
6730±40 (3sup) Pontet c sup
n.d.
Forcas_II VI
6740±40
C?
Botiqueria 6+8
6900±45
6240±50 (8)
6040±50 (6)
Entre ríos
Millares-Turia
Valle medio
del Júcar
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Valles del
Serpis-Vinalopó
Can Ballester_I II
n.d.
Ángel_2 2a1
6610±40
Forcas_II V
6750±40
IV C B/C C* 6940±90
Pontet c inf
6370±70
6963±32
Mas Nou S5 NS+N1 Llatas 3
n.d.
n.d.
Can Ballester_I III
6950±120
Costalena c3sup
6420±250 (sup)
6310±170 (med-sup)
III
Cocina C1+C2
6350±30 (C1)
Can Ballester_II V
n.d.
Botiqueria 4
6830±50
B B/C?
Ángel_2 2a2
6990±50
7120±50
Esplugón 3inf
6950±50
II
Mas Cremat VI+V
6800±50 (V)
6780±50 (VI)
Forcas_II IV
B 7000±40
B
Mas Nou S5 N2+N3
6760±40 (N3)
6920±40 (N3)
7010±40 (N3)
Forcas_II II
7150±40
7240±40
Esplugón 4
7355±23
7620±40
Peña_14 a
7660±90
Costalena c3inf
7053±27
Cabezo de la Cruz
7150±70
Pontet e
7141±32
7340±70
Los Baños 2b3sup
7350±60
I
A
A
A
Los Baños 2b3inf
7550±50
7570±100
Botiqueria 2med
7600±50
Los Baños 2b1
7740±50
7840±100
Ángel_2 2a3
n.d.
Ángel_1 8c
7435±45
7955±45
Mas de Martí 3
n.d.
Estany Gran
n.d.
Cocina B1+B2+B3
6840±50-6590±25
(B3)
6985±25-6880±30
(B2)
7160±25-7040±20
(B1)
Muntanya Cavall La Ceja
n.d.
n.d.
Huesa Tacaña
(Pequeña)
n.d.
Cocina A1+A2
7350±40-7285±25 Casa de Lara
n.d.
(A2)
7610±40-7375±25
Lagrimal IV
(A1)
6990±50
Casa Corona
7070±40
7116±32
Falguera
VIII+VII
7280±40 (VII)
7410±70 (VIII)
7526±44 (VIII)
Tossal Roca I
7560±80
7660±80
Collao I (C-1)
7610±30 (IIB)
7660±44
7820±30
* Excepto Cocina C1+C2
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
(Juan-Cabanilles y Martí, 2007-08), convendría tal vez revisar las secuencias que integran ocupaciones/
materiales mesolíticos y ocupaciones/materiales neolíticos en un continuo. Habría que poner cuidado en
las lecturas que suelen hacerse de las estratigrafías en clave de proceso cultural, dicho de otro modo, evitar
confundir los procesos estratigráficos con los procesos históricos.
En relación con el tema de la aculturación o la interacción Mesolítico-Neolítico, es interesante la idea
de la exclusión o autoexclusión mesolítica formulada por Jover y García Atiénzar (2014), por lo que tiene
de lógica en un proceso de estas características. La ocupación territorial neolítica, en un primer momento
(áreas nucleares costeras), y la consiguiente expansión posterior habrían creado situaciones de conflicto
con las poblaciones mesolíticas, con el resultado de la marginación de estas o su autoexclusión del proceso
neolitizador, acantonadas en territorios periféricos. Para los autores citados, zonas de acantonamiento en el
mediterráneo peninsular serían el Maestrazgo, las sierras de Segura/Alcaraz y otras situadas entre los núcleos
neolíticos de los ríos Llobregat (Cataluña) y Serpis (Valencia). Cabe una pequeña observación, empero, sobre
una zona como el Maestrazgo, que no habría de considerarse un espacio de exclusión propiamente dicho.
Tanto el Maestrazgo turolense como el castellonense están ocupados por poblaciones mesolíticas en la fase
B de su desarrollo, en datas cercanas, en el caso del Maestrazgo Castellonense, al Neolítico costero (cf. Mas
Nou: 6760±40 BP; Mas Cremat; 6780±50 BP; v. fig. 8), y también lo han estado en la fase A. Se trata, pues,
de espacios mesolíticos de antiguo, no recién ocupados por gentes huyendo de la neolitización. El Maestrazgo,
como el valle medio del Júcar, parece un territorio de segunda implantación neolítica, tras la expansión desde
las áreas nucleares. Los espacios de exclusión tal vez habría que buscarlos en zonas realmente periféricas,
con poblamiento mesolítico solo en fase reciente o final (fase C), como podría ser el valle medio del Turia.
En última instancia, la exclusión o autoexclusión no libraría a los mesolíticos de una ulterior neolitización,
proceso este en el que aún hay mucho que profundizar, sus mecanismos, sus tiempos y sus resultados.
4) La identidad diferencial mesolítica-neolítica
La dualidad cultural Mesolítico-Neolítico, base del modelo clásico de neolitización para la vertiente
mediterránea ibérica (cf. Fortea y Martí, 1984-85; Bernabeu, 1996, 1999), implica obviamente dos
identidades diferenciadas. Estas identidades se han establecido tradicionalmente por estudios comparativos
de las industrias líticas en su globalidad (cf. Fortea, 1973; Juan-Cabanilles, 1985, 1990), y más recientemente
por análisis específicos centrados en el estilo, como es el caso de las singularidades tecnológicas de la
talla laminar (García-Puchol y Juan-Cabanilles, 2012). El principio en que descansa el estilo es sencillo: a
maneras de hacer diferentes, diferentes identidades, con concurrencia en el tiempo y el espacio.
La irrupción de los estudios genéticos, en particular de los análisis de ADN antiguo, ha venido a aportar
más luz a este tema. Sin entrar en relatos amplios, en parte ya realizados (Juan-Cabanilles y Martí, 2017),
entre la información derivada del actual proyecto de investigación en la Cueva de la Cocina, hay que
resaltar los datos genéticos aportados por un individuo mesolítico exhumado en las excavaciones de Pericot
de 1941, datado en 7135±25 BP. El haplogrupo mitocondrial de este individuo, extraído del ADN de un
diente, es específicamente mesolítico (U5b2b), al igual que el de otro individuo depositado en una fosa
funeraria del yacimiento de Mas Nou (U5b1d1), datado en 6980±25 BP (Olalde et al., 2019). Se trata de las
dos únicas referencias genéticas publicadas por ahora para el Mesolítico reciente mediterráneo, que cobran
toda su importancia cuando se contrastan con las existentes para el Neolítico antiguo de esta misma área.
Por poner dos ejemplos relacionados con el núcleo cardial valenciano, un individuo de la Cova de l’Or,
datado en 6356±23 BP, posee el haplogrupo mitocondrial H4a1a, y otro de la Cova de la Sarsa, de 6309±36
BP, el haplogrupo K1a4a1, es decir, marcadores genéticos específicamente neolíticos (Olalde et al., 2015).
La existencia de genealogías diferentes, mesolíticas y neolíticas, en un mismo espacio y en tiempos cada
vez más próximos, se revela ya como un hecho real en la vertiente mediterránea ibérica, corroborando,
por un lado, el viejo concepto de Neolítico “puro” de Fortea, y por otro, la visión dual de la existencia de
colonos neolíticos frente a indígenas mesolíticos en el momento inicial de la neolitización.
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia): secuencia e identidad del Mesolítico reciente
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APÉNDICE
Datos onomásticos y administrativos completos de los yacimientos incluidos en los mapas.
Aragón
Abrigo del Esplugón (Billobas-Sabiñánigo, Huesca)
Cueva de Chaves (Bastarás-Casbas, Huesca)
Abrigo de Forcas II (Graus, Huesca)
Abrigo de Peña 14 (Biel, Zaragoza)
Abrigo de Valcervera (Biel, Zaragoza)
Cabezo de la Cruz (La Muela, Zaragoza)
Abrigo del Plano del Pulido (Caspe, Zaragoza)
Abrigo de El Serdà (Fabara/Favara, Zaragoza)
Abrigo del Sol de la Pinyera (Fabara/Favara, Zaragoza)
Abrigo de Costalena (Maella, Zaragoza)
Abrigo de El Pontet (Maella, Zaragoza)
Abrigo de Els Secans (Mazaleón/Massalió, Teruel)
Abrigo de la Botiqueria dels Moros (Mazaleón/Massalió, Teruel)
Abrigo de los Baños (Ariño, Teruel)
Abrigo de Ángel 1 (Ladruñán, Teruel)
Abrigo de Ángel 2 (Ladruñán, Teruel)
Abrigo de la Cocinilla del Obispo (Albarracín, Teruel)
Cueva de Doña Clotilde (Albarracín, Teruel)
Catalunya
Les Guixeres de Vilobí (Sant Martí Sarroca, Barcelona)
Cova de Can Sadurní (Begues, Barcelona)
Cova Bonica (Vallirana, Barcelona)
Coves del Fem (Ulldemolins, Tarragona)
Abric de Sant Gregori (Falset, Tarragona)
Cova del Patou (Mont-roig del Camp, Tarragona)
Abric del Filador (Margalef de Montsant, Tarragona)
Cova del Vidre (Roquetes, Tarragona)
Valencia
Cingle del Mas Cremat (Portell de Morella, Castellón)
Cingle del Mas Nou (Ares del Maestrat, Castellón)
Balma del Barranc de la Fontanella (Vilafranca, Castellón)
Abric del Mas de Martí (Albocàsser, Castellón)
Covarxes de Can Ballester (la Vall d’Uixó, Castellón)
Estany Gran (Almenara, Castellón)
La Mangranera (Andilla, Valencia)
Covacha de Llatas (Andilla, Valencia)
Muntanya del Cavall (Albalat dels Tarongers, Valencia)
La Ceja (Dos Aguas, Valencia)
Cueva de la Cocina (Dos Aguas, Valencia)
Covacho de la Polvorosa (Dos Aguas, Valencia)
Abrigo del Ceñajo de la Peñeta (Millares, Valencia)
Cueva de Zorra (Bicorp, Valencia)
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J. Juan Cabanilles, O. García Puchol y S. B. McClure
Albufera de Anna (Anna, Valencia)
Cova de les Malladetes (Barx, Valencia)
El Collao (Oliva, Valencia)
Cova de la Sarsa (Bocairent, Valencia)
Cova de l’Or (Beniarrés, Alicante)
Mas d’Is (Penàguila, Alicante)
Cova de les Cendres (Moraira-Teulada, Alicante)
Benàmer (Muro d’Alcoi, Alicante)
Abric del Tossal de la Roca (Vall d’Alcalà, Alicante)
Coves de Santa Maira (Castell de Castells, Alicante)
Abric de la Falguera (Alcoi, Alicante)
Casa Corona (Villena, Alicante)
Casa de Lara (Villena, Alicante)
Arenal de la Virgen (Villena, Alicante)
Cueva Pequeña de la Huesa Tacaña (Villena, Alicante)
Cueva del Lagrimal (Villena, Alicante)
Andalucía
Cueva del Nacimiento (Pontones, Jaén)
Cueva de Valdecuevas (Cazorla, Jaén)
Cueva de la Carigüela (Píñar, Granada)
Cueva de Nerja (Nerja, Málaga)
Cueva Bajondillo (Torremolinos, Málaga)
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