De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico con decoración antropomorfa procedente de Cabezo del Agua Salada (Alcantarilla, Murcia)
Jesús Robles Moreno
José Fenoll Cascales
2022
Museu de Prehistòria de València
[page-n-1]
Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXIV, Valencia, 2022, p. 199-220
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1592
Creative Commons BY-NC-SA 3.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Jesús ROBLES MORENO a y José FENOLL CASCALES b
De jinetes y talleres escultóricos.
Un nuevo pilar ibérico con decoración
antropomorfa procedente de Cabezo del Agua
Salada (Alcantarilla, Murcia)
RESUMEN: El estudio detenido de un fragmento escultórico antropomorfo procedente de Cabezo del
Agua Salada (Alcantarilla, Murcia) ha permitido constatar que se trata en realidad de un altorrelieve.
Sus características morfológicas, iconográficas y técnicas, así como el estudio comparativo con una
serie de paralelos directos llevan a su interpretación como posible parte de un pilar correspondiente a
un pilar-estela de un tipo bien documentado en Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) y en
Corral de Saus (Moixent, Valencia). Este hecho sitúa esa pieza, y junto a ella otras del Cabezo del Agua
Salada, en el contexto de las producciones del taller escultórico “Verdolay-Mula”, al que pertenecen
este tipo de pilares como ya estudiaron Teresa Chapa e Isabel Izquierdo en esta misma revista. De esta
manera, la pieza contribuye al conocimiento de dicho centro productivo, ayudando a caracterizar su
producción y los centros donde actuó.
PALABRAS CLAVE: Cultura Ibérica, monumentos, arquitectura, iconografía, escultura.
Of horsemen and sculpture workshops. A new Iberian Iron Age pillar with
anthropomorphic decoration from Cabezo del Agua Salada (Alcantarilla, Murcia)
ABSTRACT: The study of a sculptural fragment depicting a human head from Cabezo del Agua Salada
(Alcantarilla, Murcia) has allowed us to identify it as a high-relief. Its morphological, iconographical
and morphological features, as well as the comparison with direct parallels lead us to interpret it as part
of a pillar-stele monument, a type of pillar well documented in Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla,
Murcia) and Corral de Saus (Moixent, Valencia). This allows us to contextualise this fragment, as well as
others found at Cabezo del Agua Salada a, as productions of the so-called “Verdolay-Mula” workshop,
which has been studied by Teresa Chapa and Isabel Izquierdo in this same journal. In this way, the piece
contributes to the study of this sculptural workshop by helping to characterize its productions and to
identify the oppida where it worked.
KEYWORDS: Iberian Iron Age, monuments, architecture, iconography, sculpture.
a
Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Campus de Cantoblanco, Universidad
Autónoma de Madrid
jesus.robles@uam.es
b Departamento de Historia del Arte, Facultad de Letras, Campus de la Merced, Universidad de Murcia
jose.fenoll@um.es
Recibido: 24/05/2022. Aceptado: 14/11/2022.
[page-n-2]
200
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
1. INTRODUCCIÓN. EL CABEZO DEL AGUA SALADA (ALCANTARILLA, MURCIA)
El Cabezo del Agua Salada, también denominado “de la Rueda” o “de la Noria”1 es un yacimiento
arqueológico con una ocupación constatada desde época proto-ibérica (finales del siglo VII a.C.) hasta
la época romana (García Cano e Iniesta, 1987: 154; Serrano Várez y Fernández Palmeiro, 1991; López
Campuzano, 1998) localizado en Alcantarilla, Murcia (fig. 1). El nombre de “Agua Salada” se debe al
manantial que brota en la ladera norte, tradicionalmente considerado con propiedades terapéuticas (Serrano
Várez, 1990). Físicamente la estación se emplaza en una finca de 180 x 120 m, coronada por una meseta de
90 x 60 m, situado en el margen sur del río Segura, a su paso por dicha localidad (fig. 2).
Fig. 1. Mapa con los principales yacimientos mencionados en el texto. 1. Cabezo del Agua Salada (Alcantarilla); 2.
Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia); 3. El Cigarralejo (Mula, Murcia); 4. Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla,
Murcia); 5. El Prado (Jumilla, Murcia); 6. Corral de Saus (Moixent, Valencia); 7. El Monastil (Elda, Alicante); 8. Cerro
de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete); 9. Pozo Moro (Chinchilla de Montearagón, Albacete); 10. Libisosa
(Lezuza, Albacete); 11. Coy (Murcia).
Ocupa pues, un lugar estratégico al encontrarse sobreelevado respecto al terreno circundante y
emplazarse en la confluencia del valle del Guadalentín con el valle del Segura. Esto le permite un mayor
control del territorio circundante, protección frente a posibles avenidas de agua y garantiza el acceso a las
fértiles tierras que rodean el cerro en las que se desarrollarían actividades agrícolas y ganaderas (Ramos
Martínez, 2018: 103). Estas tierras cuentan además con ricas arcillas, lo que justifica la actividad alfarera de
época ibérica y romana documentada en la confluencia de las calles Sevilla y Aurora del municipio (Ramos
Martínez, 2018: 104).
1
A pesar de que en la literatura científica se pueden encontrar los tres términos, se ha optado aquí por usar el término “del Agua
Salada”, por ser el más habitual en la bibliografía científica y el más común al referirse a este yacimiento.
APL XXXIV, 2022
[page-n-3]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
201
Fig. 2. Fotografía aérea del Cabezo del Agua Salada (adaptado de Google Earth).
Este yacimiento, el Cabezo del Agua Salada, hoy sumamente afectado por las labores agrícolas y
el continuo expolio de clandestinos, se descubrió en el año 1981 por el añorado Daniel Serrano Várez,
hecho al que siguieron las excavaciones por parte de García Cano e Iniesta (1987) dirigidas por la Dra.
Muñoz Amilibia. Posteriormente, Serrano Várez y Fernández Palmeiro (1991) desarrollaron una serie de
prospecciones superficiales en este yacimiento y, por último, López Campuzano (1998) llevó a cabo cuatro
sondeos en el mismo. Todos estos trabajos permitieron conocer la extensión del yacimiento, aunque apenas
se han documentado estructuras y no se ha constatado con seguridad el recinto amurallado del mismo, cuyo
trazado Lillo y Serrano Várez (1989: 81) intuían al sur del yacimiento. Paralelamente, también se pudo
documentar su secuencia ocupacional, destacando entre ellas la entidad de la fase perteneciente al periodo
Ibérico Pleno, documentada por numerosos hallazgos cerámicos y una serie de pavimentos (García Cano e
Iniesta, 1987; López Campuzano, 1998; Ramos Martínez, 2018: 101).
Todos estos datos, a pesar del mal estado de conservación del cerro y de la escasez de investigaciones en
el mismo, permiten en definitiva señalar que estamos ante un asentamiento ibérico, quizá un oppidum2 de
unas 2 ha de extensión similar en sus características y secuencia ocupacional a otros de la región.
Entre los relativamente escasos hallazgos vinculados a este yacimiento, cabe destacar el de una serie
de fragmentos escultóricos y arquitectónicos en el entorno del cerro, concretamente reutilizados en muros
de abancalamiento contemporáneos en el sector sur del mismo. Lillo y Serrano Várez (1989) ofrecieron un
estudio en profundidad de dos de ellos: un fragmento de un caballo y una voluta arquitectónica, posiblemente
de gola. A estos se añadirían nuevas piezas procedentes también de muros de terraza, conservadas
actualmente en el Museo Arqueológico de Murcia y, en su gran mayoría, inéditas o escasamente abordadas,
tales como el torso de un guerrero o elementos arquitectónicos con decoración vegetal (Serrano Várez,
1999 y 2016; Carrillo García, 2019: 48).3
2 Si bien Ramos Martínez (2018: 103) discrepa por no haberse identificado el recinto amurallado hasta la fecha.
3 Estas son las piezas a las que Izquierdo (2000: 120) hace referencia en su trabajo, aunque no pudo estudiar por cuestiones
administrativas. Para un catálogo de las mismas, véase Serrano Várez, 2016. Algunos de estos fragmentos se encuentran
actualmente en fase de estudio y publicación por parte de Jesús Robles Moreno en la tesis doctoral: “Monumentos ibéricos:
decoración arquitectónica con relieves no figurativos. Contexto, talleres e iconografía”.
APL XXXIV, 2022
[page-n-4]
202
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 3. Croquis inéditos de D. Serrano Várez (2016) donde se señala la aparición de las esculturas en Alcantarilla.
El número 2 indica el Cabezo del Agua Salada y las “X” en la ampliación del mismo (a la izquierda) ilustran dónde
aparecieron las esculturas en muros de abancalamiento. Los números 6, 7, 8, 10 señalan los hallazgos vinculados a una
posible necrópolis en la calle Hurtado y plaza Cayitas.
Estas piezas permitieron a otros autores (Castelo, 1995: 314; Izquierdo, 2000: 119) señalar la existencia
de un paisaje monumental de necrópolis vinculado a este asentamiento. De acuerdo con los últimos trabajos
de Serrano Várez (2016) esta necrópolis pudo encontrarse bajo el actual casco urbano de Alcantarilla,
en concreto bajo la plaza Cayitas y la calle Hurtado: allí, además del célebre oinochoe y fragmentos de
cerámica ibérica, se hallaron varios restos escultóricos y de piedra arenisca. Sugería, pues, este autor que
esta zona era el emplazamiento original de dichas esculturas que, tras ver la luz en labores de remoción
de tierras en el siglo XX, fueron trasladadas al Cabezo para crear terrazas, ubicándose en los muros de
abancalamiento situados en el sector oriental de la parcela que se extiende en el emplazamiento de Cabezo
del Agua Salada donde estas fueron halladas como se puede ver en un croquis del propio Serrano Várez
(2016) (fig. 3).
2. DESCRIPCIÓN DE LA PIEZA
De toda la colección de fragmentos escultóricos, nos centraremos aquí en uno antropomorfo, conservado y
expuesto en el Museo Arqueológico de Murcia con el número de sigla DA100110 (1994/4). La pieza no ha sido
estudiada en profundidad y solo existen breves menciones a la misma publicadas recientemente (Serrano Várez,
2016; Carrillo García: 2019: 48). Corresponde este fragmento a la parte inferior de una cabeza humana de la
que, si bien no se puede precisar el género, muy probablemente sea masculina por la presencia del pendiente
amorcillado y los paralelos existentes (vid. infr.). El estado de conservación es bastante malo, quedando en sus 14
cm de altura, el segmento comprendido entre los labios/nariz y el final del cuello (fig. 4).
APL XXXIV, 2022
[page-n-5]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
203
Fig. 4. Varias vistas de la pieza estudiada (fotografías y montaje: José Fenoll)
No obstante, esta pequeña parte de la escultura que ha llegado hasta nosotros presenta excelente acabado
e indudable calidad. Así, sobre un mentón poco prominente y de barbilla redondeada, se pueden apreciar
unos finos labios cerrados de rictus sereno que tienen 2,4 cm de altura. Por su parte, la oreja, de la cual solo
queda la mitad inferior presenta 5,6 cm de altura y 3,5 cm de anchura. Esta se adorna con un pendiente de
los llamados “amorcillados”, de aspecto ligeramente ovalado (2 x 2,4 cm). En la nuca se aprecia el arranque
del cabello, lo mismo sucede en la unión frontal de la cabeza con el cuello, quedando menos de 1 cm del
mismo, lo suficiente para poder constatar su existencia.
Con todo, la característica más importante de esta cabeza y la razón por la que es preciso dedicarle un
trabajo monográfico es porque, aunque pudiera parecer una escultura exenta por su tamaño, nos inclinamos
a pensar en su catalogación como un elemento en relieve. Esto se debe en primer lugar a que el lateral
derecho del rostro parece que nunca llegó a concebirse pues la fractura sigue una orientación recta y
bastante regular y, sobre todo, porque en el labio, justo antes de la línea de fractura, se observa un pequeño
saliente vertical y en posición secante al mismo, identificable como el arranque de la pared en el que se
tallaba este relieve. Es importante señalar que un arranque análogo se observa también en el mentón de la
figura (fig. 5.1). Además, el rostro está claramente desviado con respecto a su eje vertical, ya que se orienta
hacia su izquierda anatómica, como si el personaje girase la cabeza hacia ese lugar. Es decir, el rostro no
se concibe para ser observado desde el frente, sino desde el lateral izquierdo porque, como se ha dicho, la
cara no tendría un lateral derecho, ya que ahí se encontraría la pared del probable elemento arquitectónico
en el que este se talló (fig. 5.2).
En definitiva, a pesar del estado fragmentario de la pieza, creemos que conserva los indicios suficientes
para señalar que se trata de un altorrelieve, muy posiblemente perteneciente a un pilar-estela dadas sus
dimensiones (la cabeza, midiendo desde la base del cuello, tendría algo menos de 20 cm de alto), su estilo
y características.
2.1. Paralelos de la escultura
La hipótesis que se acaba de plantear se ve apoyada por un paralelo directo en cuanto a orientación,
morfología, estilo e iconografía: el pilar-estela de la tumba 70 de la necrópolis de Coimbra del Barranco
Ancho (Jumilla, Murcia) (García Cano, 1994; García Cano, 1997: 263 y ss.) (fig. 6.1). No vamos a insistir
aquí sobre la importancia de este conjunto, sobradamente abordado ya por la bibliografía. Bastará con
señalar que es uno de los ejemplares de pilares-estela mejor contextualizados tanto arquitectónicamente,
pues se conservan todos los elementos que lo configuran, como arqueológica y cronológicamente, ya
que el estudio de la tumba sobre la que se encontró su base como de la posición estratigráfica de sus
APL XXXIV, 2022
[page-n-6]
204
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 5. Rasgos que permite interpretar el fragmento como un altorrelieve: 1. Vista cenital e inferior con indicación de
los pequeños arranques de la pared en la que se tallaba la pieza, conservados en el labio y en el mentón. 2. Desviación
de la cabeza con respecto a su eje anatómico (fotografías y montaje: autores).
elementos reutilizados para salvar un desnivel permite fecharlo con precisión hacia mediados del siglo
IV a.C. (García Cano, 1994). Sí nos centraremos, en cambio, en el llamado “cipo” o “pilar”, un elemento
monolítico de base rectangular, con 56 cm de lado y 93 cm de altura, que se decora en todas sus caras con
una serie de altorrelieves de excelente calidad (p. ej.: Muñoz, 1983; García Cano, 1994; Castelo, 1995:
256; García Cano, 1997: 267; Izquierdo, 2000: 278; Sala, 2007: 63-64). Una de ellas ofrece una escena
de posible despedida o acogida en el Más Allá, mientras que las tres restantes ofrecen jinetes inermes que
cabalgan hacia la izquierda, con caballos ricamente enjaezados (García Cano, 1994).
Es precisamente en esas escenas de jinetes donde se observa el paralelismo con nuestra pieza. Como en
nuestro caso, las cabezas de los jinetes se giran ligeramente hacia la izquierda anatómica, es decir, hacia el
“exterior” del sillar, ofrecen un mentón redondeado y los labios finos y cerrados con el mismo rictus que en
nuestro caso y presentan también un pendiente amorcillado en la oreja.
No obstante, hay que considerar que existen diferencias en cuanto a la escala, pues el ejemplar de Alcantarilla
resultaría ligeramente superior al de Coimbra del Barranco Ancho: la cabeza del ejemplar jumillano tiene 15 cm
desde la base del cuello hasta la su parte superior, frente a los cerca de 20 cm que tendría la otra, indicando así
que el pilar sería de mayor tamaño. Sin embargo, dado que en este caso sólo se posee este fragmento, no se puede
asegurar cuál sería el modelo iconográfico -aunque es probable que sea un jinete como hemos mencionado- ni
qué proporciones guardaría la cabeza respecto al resto de su cuerpo o al sillar.
Con todo, el modelo iconográfico y la orientación del rostro, ligeramente desviado hacia la izquierda
anatómica, son idénticos en ambos ejemplares hasta el punto de que incluso se pudiera hablar de un mismo
escultor y, como veremos, de un mismo taller. Tanto es así que si realizando un ejercicio de comparación
técnico-estilística se escalan ambos ejemplares al mismo tamaño, puede comprobarse cómo este ejemplar
encaja en el relieve jumillano (fig. 7). La realización de un mismo modelo iconográfico y tipo arquitectónico
APL XXXIV, 2022
[page-n-7]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
205
Fig. 6. Pilares con decoración antropomorfa en altorrelieve de jinetes marchando hacia la izquierda. 1. Pilar del pilarestela de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia). 2. Pilar de un pilar-estela de Corral de Saus (Moixent,
Valencia) (fotografías y montaje: autores).
en distintas escalas es algo que no debe extrañar en tanto que es un fenómeno que, como veremos, está bien
documentado en el mundo ibérico y permite hablar de la existencia de un taller que es capaz de replicar
modelos idénticos con distintas proporciones.
A propósito de estos cipos con jinetes, otro paralelo que se puede considerar, es el ejemplar de Corral
de Saus estudiado por Chapa e Izquierdo (2012), peor conservado que el de Jumilla y de un tamaño más
reducido, pero de concepción técnica e iconográfica idéntica y, con toda probabilidad, perteneciente a un
mismo taller (fig. 6.2.). En este caso lamentablemente no se conserva la cara del jinete por lo que no puede
hacerse una comparación tan precisa como la anterior.
Otra opción es que la pieza de Alcantarilla pertenezca a una gola del “tipo Corral de Saus” (Almagro,
1987), es decir que se tratase de un sillar de gola con decoración antropomorfa de figuras yacentes en su
nacela. Aunque posible, nos parece poco probable porque en estas nacelas -a excepción del caso de Coimbra
del Barranco Ancho- los personajes son damitas y no personajes masculinos. Por otro lado, estas aparecen
mirando al frente, como se ve en el caso de Corral de Saus (Izquierdo, 1998-1999 con amplia bibliografía)
y cuando tienen la cabeza ladeada, como en El Prado (Lillo, 1990), el rostro queda tallado prácticamente en
bulto redondo, orientándose mayoritariamente hacia el frente. Por esta razón, la hipótesis de integración en
el cipo o pilar de un pilar-estela es la que parece más plausible.
Dicha hipótesis queda también apoyada por datos de índole arqueológica y arquitectónica. Esto
se debe a que, el pilar-estela es el tipo de monumento mejor documentado en las necrópolis del
siglo IV a.C. en el sureste peninsular (Izquierdo, 2000). No hay prácticamente datos para proponer
la existencia de monumentos turriformes en este contexto cronológico y territorial, si bien Castelo
APL XXXIV, 2022
[page-n-8]
206
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 7. Comparación y montaje de la pieza de Cabezo del Agua Salada sobre el pilar del pilar-estela de Coimbra del
Barranco Ancho, tras escalar la primera con la segunda (fotografía y montaje: autores).
(1995) señaló la presencia de los mismos en algunos de estos yacimientos como El Cigarralejo4. Esta
misma circunstancia se produce, como se verá a continuación, en Cabezo del Agua Salada, pues la
revisión de los materiales conservados en el Museo Arqueológico de Murcia permite señalar que estos,
mayoritariamente, pertenecían a pilares-estela y tal vez a otros monumentos como las esculturas sobre
túmulos (Page y García Cano, 1993-1994), pero en el estado actual de la cuestión, difícilmente pueden
incluirse en monumentos turriformes.
En cualquier caso, e independientemente de la fragmentación que impide caracterizarlo
arquitectónicamente con precisión y sólo permite hipotetizar al respecto, el hecho de que se trate de
una cabeza masculina con un pendiente amorcillado permite identificar su modelo iconográfico: se
trata de la representación del aristócrata masculino, propia del sureste peninsular durante el Ibérico
Pleno y la Baja Época (siglos IV-II a.C.). Estas se caracterizan por mostrar a un hombre de edad adulta,
con pendientes en sus orejas y el pelo ocasionalmente tonsurado. En relieve, estos aparecen sobre los
pilares comentados montando a caballos ricamente enjaezados que, con claro sentido escatológico
(García Cardiel, 2016: 180-181), marchan hacia la izquierda y pisan con sus patas elementos simbólicos
como cabezas humanas o animales. Este es el modelo presente en Coimbra del Barranco Ancho y
Corral de Saus (Chapa e Izquierdo, 2012), también -aunque sobre un sillar y fragmentado de tal
manera que no es posible visualizar el jinete- en el pilar-estela de Lo Mejorado (Daya Nueva, Alicante)
(De Gea, 2008) y, muy probablemente, en el caso que nos ocupa. Más allá de las escenas ecuestres,
4
Algo que en nuestra opinión parece plausible por la presencia de, al menos, un sillar de esquina zoomorfo (Castelo, 1995: 317) y
de otros fragmentos que actualmente están siendo fruto de una detallada revisión (Fenoll y Robles, 2022).
APL XXXIV, 2022
[page-n-9]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
207
Fig. 8. Comparación entre la pieza de Cabezo del Agua Salada (1) con esculturas exentas del Cerro de los Santos. 2.
Cabeza de CS/MAN/031 (según Ramallo y Brotons, 2019: lám. XIX); 3. Cabeza de CS/MAN/ 052 031 (según Ramallo
y Brotons, 2019: lám. XXXIII); 4. Cabeza de CS/LOUVRE/008 (según Ramallo y Brotons, 2019: lám. CCXX).
representaciones de varones aparecen en el pequeño relieve de L’Albufereta (Alicante) (Verdú, 2015:
374-375 con amplia bibliografía precedente)5, con una escena de posible despedida en la que el varón
se orienta hacia la izquierda. Finalmente, como escultura exenta, el modelo se replica en El Cerro de
Los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete).
De hecho, de este último sitio proceden una serie de cabezas escultóricas que muestran la
pervivencia de este modelo iconográfico y que en ocasiones resultan muy similares a la pieza que aquí
se trata. Entre otros muchos ejemplos recogidos por Ramallo y Brotons (2019) en su reciente catálogo,
al que remitimos para esta cuestión, se pueden citar algunos como son CS/MAN/006, de factura más
tosca, pero con un pendiente similar y un ángulo de barbilla análoga, características similares, con
algunas variaciones a las que presentan los ejemplares CS/MAN/031, CS/MAN/052, así como CS/
LOUVRE/008 entre otros (fig. 8).
En definitiva, nos inclinamos a pensar que este fragmento de altorrelieve pudo pertenecer a un pilarestela que se integraría en un paisaje funerario-conmemorativo vinculado al hábitat del Cabezo del Agua
Salada, al que también pertenecerían los otros restos hallados en superficie o en muros de abancalamiento
y que, en cuanto a su decoración arquitectónica, ofrecería características análogas a otras necrópolis mejor
conocidas del sureste como son Coimbra del Barranco Ancho, El Cigarralejo o Corral de Saus. De hecho,
las características iconográficas y morfológicas de este relieve, a pesar de su fragmentación, remite de
nuevo a un tipo de pilar-estela caracterizado por ofrecer en su cipo figuras antropomorfas masculinas
que marchan hacia la izquierda sobre caballos ricamente enjaezados. Este modelo arquitectónico y sobre
todo iconográfico, es bien conocido en tanto que, con ligeras variaciones formales, se replica en el sureste
peninsular durante el siglo IV a.C. aportando indicios así sobre la actividad de un mismo taller escultóricoarquitectónico (Chapa e Izquierdo, 2012).
Teniendo en cuenta estas circunstancias y el precedente de esas dos últimas autoras (Chapa e Izquierdo,
2012) que evaluaron el desarrollo de este tipo es preciso reflexionar sobre esa última cuestión, es decir,
sobre el taller que originó estas piezas.
5
El caso de L’Albufereta es interesante porque muestra lo anteriormente comentado: un mismo modelo iconográfico en altorrelieve
puede realizarse a distintas escalas según el propósito del elemento en el que se talle. Dicho relieve alicantino cuenta con 17 cm
de altura (Verdú, 2015: 1522).
APL XXXIV, 2022
[page-n-10]
208
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Tabla 1. Síntesis de las principales propuestas sobre talleres de escultura en el mundo ibérico.
Autor
Talleres
Tarradell, 1968
León, 1999
Cigarralejo, Elche y Cerro de los Santos
Área de la costa levantina: Taller de Elche Alicante; Taller de Verdolay-Murcia-Mula.
Área del Sureste: Taller de Pozo Moro. Taller del Cerro de los Santos/Llano de la Consolación. Área Andaluza: Taller de Baena-Nueva Carteya, Taller de Porcuna, Taller de
Osuna-Estepa
Área del sureste: Taller de Elche-Alicante, Taller de Verdolay-Mula-Murcia. Área de
la meseta sur: Taller de Pozo Moro, Taller del Cerro de los Santos/Llano de la Consolación. Área de Andalucía: Taller de Villaricos, Taller de Porcuna, Taller de Cástulo,
Taller de Baena-Nueva Carteya, Taller de Baza, Taller de Osuna-Estepa.
Izquierdo, 2000
3. TALLERES DE ESCULTURA Y MONUMENTOS DE ÉPOCA IBÉRICA: BREVE SÍNTESIS
A pesar de la numerosa bibliografía existente sobre la arquitectura y la escultura funeraria ibérica, existen
pocas certezas sobre los centros de producción de la misma y su funcionamiento. Esta cuestión ha sido
tratada, no sin cierto debate, en varios ámbitos de la cultura ibérica como son la cerámica (p.ej.: Tortosa,
2006; Page et al., 2021) o la metalurgia (Quesada et al., 2000), por poner algunos ejemplos, pero es en la
escultura y la arquitectura monumental donde este problema parece volverse aún más complejo.
Además de trabajos tradicionales donde se abordaba la cuestión productiva (Almagro Gorbea, 1983: 288;
Negueruela, 1990-1991; León, 1999) en los últimos años han visto la luz una serie de trabajos dedicados a
definir el concepto de taller (Chapa e Izquierdo, 2012), las canteras (Truzowsky et al., 2006; Rouillard et al.,
2020) o la “cadena operativa” seguida por los escultores (Chapa y García Cardiel, 2018; Chapa y Martínez
Navarrete, 2020). Aun así, la identificación de talleres sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la
escultura ibérica porque estas no se firman6, no se ha documentado ningún espacio que pueda identificarse
como un taller escultórico, ni tampoco se conserva documentación escrita que nos informe sobre estos
procesos de producción en el caso concreto del mundo ibérico.
Todo ello obliga a acudir a criterios técnicos y estilísticos para agrupar en talleres los diferentes
hallazgos de escultura, con la complejidad que esto conlleva y que en el caso ibérico se ve aumentada
por la descontextualización y la fragmentación que afecta a numerosos ejemplares. Aun así, han sido
varios los autores que, a lo largo de la historiografía y sobre todo en estudios de síntesis, han llevado
a cabo diferentes propuestas sobre el número de talleres escultóricos existentes y el área que cubría
cada uno de ellos (tabla 1).
El taller en torno a Cabecico del Tesoro y El Cigarralejo ha sido uno de los más discutidos en la
bibliografía y, si bien hay autores que dudan sobre si se trata de un único taller, un taller itinerante o varios
que comparten un modelo iconográfico (Almagro Gorbea, 1987; Izquierdo, 2000: 380-381), la existencia
de este centro productor parece generalmente aceptada. Precisamente, es al que tradicionalmente se ha
adscrito el modelo de pilar que aquí se ha revisado, de manera que la pieza de Alcantarilla constituye un
nuevo testimonio de su actividad y, a su vez, ofrece una excelente oportunidad para caracterizar el taller,
sus estaciones y los centros ibéricos en los que estuvo presente.
6 Ciertamente, en algunas esculturas de Porcuna (Chapa et al., 2009) o en los sillares de Pozo Moro (Almagro Gorbea, 1983)
aparecen motivos incisos que no han sido interpretados, sin embargo, como firmas sino como marcas que señalan la posición de
los elementos o sirvieron para algún tipo de comunicación interna en el taller.
APL XXXIV, 2022
[page-n-11]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
209
Tabla 2. Síntesis de las principales hipótesis sobre el taller “Verdolay-Mula”.
Autor
Propuesta
Almagro, 1987
No puede precisar si es un único taller o si es un modelo compartido por varios de
ellos. Indica (p. 28) que podría tratarse de un taller periférico que deriva del modelo
jumillano
García Cano y Page, Taller que abastece a Corral de Saus, Mula y Cabecico del Tesoro y en un momento
1993-1994
posterior a Jumilla.
León, 1999
Taller que cubriría Cabecico del Tesoro, Cigarralejo y Jumilla al que se podrían añadir
otras producciones de Murcia como el león de Coy
Izquierdo, 2000
Taller con centro en Cabecico del Tesoro y Cigarralejo, relacionado con Jumilla, Cerro
de los Santos, Corral de Saus, Los Nietos y Coy mediante artesanos itinerantes.
Chapa e Izquierdo, Un único taller que tendría núcleo en torno al Segura, quizá en Verdolay, y que acudiría
2012
en función de la demanda a otros núcleos como: Cigarralejo, Corral de Saus y Jumilla.
3.1. El taller “Verdolay-Mula”, caracterización y repertorio
Dicho taller ha recibido numerosas denominaciones en función de cada autor: “Verdolay-Murcia-Mula” (León,
1999: 38); “Verdolay-Mula” (Izquierdo, 2000: 379), mientras que otros han preferido referirse a él a través del
tipo de pilar-estela denominado “tipo Corral de Saus” (Almagro Gorbea, 1987; Page y García Cano, 1993-1994).
Finalmente, Chapa e Izquierdo (2012: 259) han señalado que se trata de un taller establecido “en torno al núcleo
del Segura”. Estas denominaciones no son sino el reflejo que cada autor ha propuesto para los límites geográficos
del taller (tabla 2). Todos ellos coinciden en señalar que el núcleo del mismo se localizaba en Verdolay o en El
Cigarralejo desde donde se desplazaría hacia otros puntos por el valle del Segura, como es Jumilla y, a través
del corredor de Montesa llegaría hasta Corral de Saus (Almagro, 1987: 200). Este área de actuación ha sido
definida, como se ha dicho, en función de los hallazgos de esculturas y fragmentos de monumentos que, según
criterios tipológicos y arquitectónicos, son asimilables a los que aparecen en El Cigarralejo y Cabecico del
Tesoro y que configuran ese pilar-estela del “tipo Corral de Saus”, caracterizado por las nacelas con decoraciones
antropomorfas (Almagro Gorbea, 1987; García Cano, 1994).
Con todo ello, se define un repertorio arquitectónico e iconográfico que, dejando a un lado las esculturas
zoomorfas y antropomorfas exentas -pues consideramos que sus tipos e iconografía merecen ser analizadas
independientemente- se caracteriza por los siguientes elementos arquitectónicos con determinados
programas iconográficos asociados, todos ellos vinculables a monumentos del tipo pilar-estela (fig. 9):
1. Pilares. Son el elemento que sustenta el resto del pilar-estela. Se conservan pocos ejemplares, pero tienen
forma paralelepípeda de sección cuadrangular:
1.a. Lisos o con decoración de ovas en su parte superior.
Conocemos ejemplares de este tipo procedentes de Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 283), El Prado
(Lillo, 1990; Izquierdo, 2000: 461, Murcia, nº 8) y quizá un ejemplar de Cabecico del Tesoro (Page y
García Cano, 1993-1994: 49; Izquierdo, 2000: 466, Murcia, nº 44).
1.b. Con decoración antropomorfa, principalmente jinetes marchando hacia la izquierda.
Los casos mejor conocidos son los de Coimbra del Barranco Ancho (Muñoz Amilibia, 1983; García
Cano, 1994; García Cano, 1997: 94) y Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 486, Valencia, nº 18; Chapa e
Izquierdo, 2012) con bibliografía previa. A ellos se añade el ejemplar aquí presentado.
APL XXXIV, 2022
[page-n-12]
210
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 9. Síntesis del repertorio arquitectónico y decorativo con ejemplos para cada una de las categorías: 1.a. Pilar estela
del Prado (Museo Arqueológico “Jerónimo Molina” de Jumilla). 1.b. Pilar-estela de Coimbra del Barranco Ancho
(Museo Arqueológico “Jerónimo Molina” de Jumilla). 2.1.a. Baquetón de El Cigarralejo (Museo de Arte Ibérico de
El Cigarralejo, nº inv. 5203). 2.1.b. Baquetón de Cabecico del Tesoro (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. 2171).
2.1.c. Baquetón del monumento de El Prado (Museo Arqueológico “Jerónimo Molina” de Jumilla). 2.1.d. Baquetón
de El Cabecico del Tesoro (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. 208). 2.1.e. Baquetón del pilar-estela de Coimbra
del Barranco Ancho (Museo Arqueológico “Jerónimo Molina de Jumilla). 2.2.a. Nacela del pilar-estela de Coy (Museo
Arqueológico de Murcia). 2.2.b. Gola de pilar estela de Corral de Saus (Museu de Prehistòria de València, nº inv.
13581) (fotografías y montaje: Jesús Robles Moreno).
APL XXXIV, 2022
[page-n-13]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
211
2. Sillares de gola
2.1. Baquetones.
Se refiere a la parte inferior del sillar de gola sobre la que arranca la nacela. En la concepción arquitectónica
de los pilares-estela por parte de este taller lo habitual que se elaboren separados del resto de la gola, en
un sillar exento. Estos pueden aparecer:
2.1.a. Con decoración de ovas lésbicas en posición invertida sobre moldura de cyma recta.
Este tipo de decoraciones se documenta hasta en tres ocasiones en El Cigarralejo (Cuadrado, 1984: 255,
nº 2 y 20; Izquierdo, 2000: 462-464, Murcia, nº 16 y 31), dos veces en Cabecico del Tesoro (Page y
García Cano, 1993-1994: nº 38 y 39), al menos tres en Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 484, Valencia,
nº 7, 8, 9), una en Pozo Moro (Almagro Gorbea, 1983: 257; Robles Moreno, e.p.) y otra en Libisosa
(Uroz, 2022: 22). Quizá haya otro en El Monastil (Izquierdo, 2000: 475, Alicante, nº 10) aunque es difícil
asegurarlo por la fragmentación que presenta.
2.1.b. Con decoración de ovas jónicas en posición canónica o invertida sobre una moldura de óvolo.
Este tipo de moldura cuenta con una enorme dispersión por toda el área ibérica y con características
bastante análogas, lo que impide considerarlo como un elemento diagnóstico en la definición de este
taller. No obstante, cabe destacar su acusada presencia en Cabecico del Tesoro (Page y García Cano,
1993-1994: nº 20, 21, 22, 23, 24, 25) y una en Libisosa (Uroz, 2022: 22). Paralelamente, aparece en
yacimientos cercanos al área de dispersión tradicionalmente vinculados a este taller, como L’Albufereta
(Izquierdo, 2000: 483, Alicante, nº 64/65 y 66), los de las plataformas de Cabezo Lucero (Izquierdo,
2000: 475, Alicante, nº 11), el pilar-estela de Monforte del Cid (Almagro Gorbea y Ramos Fernández,
1986) o las que aparecen coronadas por un contario de Llano de la Consolación (Ruano, 1990: nº 5 y 6;
Izquierdo, 2000: 471-472, Albacete, nº 15, 18, 19 y 22/23). No obstante, al ser un elemento tan recurrente
es difícil asegurar que todas ellas pertenecieron a un mismo taller.
2.1.c. Compuestos.
Combinan las dos molduras de ovas que se acaban de describir. Se localizan en El Prado (Lillo, 1990;
Izquierdo, 2000: 461, Murcia, nº 6) y Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 484, Valencia, nº 6).
2.1.d. Con moldura de listel y motivos vegetales en libre disposición formados por cintas habitualmente
culminadas en roleos.
Se documentan en El Cigarralejo (Izquierdo, 2000: 463, Murcia, nº 18), Cabecico del Tesoro (Page y
García Cano, 1993-1994: nº 34, nº 36, nº 37, nº 40), Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 486, Valencia, nº
20).
2.1.e. Con moldura troncopiramidal y motivos vegetales en libre disposición.
Se documenta en Coimbra del Barranco Ancho (García Cano, 1997: 267; Izquierdo, 2000: 460, Murcia,
nº 1) y Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 485, Valencia, nº 10, 12).
2.2. Nacelas de gola
2.2.a. Lisas con volutas de gola.
Al igual que ocurría con las ovas jónicas, las volutas de gola aparecen por toda la península ibérica. No
obstante, gozan de una presencia acusada en: El Cigarralejo (Cuadrado, 1984: 255, nº 5; Izquierdo, 2000:
464-465, Murcia, nº 27, 28, 29, 30, 31/33, 32, 36), Cabecico del Tesoro (Page y García Cano, 19831984: nº 29, 30, 31, 32, 33), el Monastil (Elda) (Izquierdo, 2000: 475, Alicante, nº 8, 9; Poveda, 2015:
90), Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 486, Valencia, nº 17) y Coy (Murcia) (Almagro Gorbea, 1988;
Izquierdo, 2000: 462, Murcia, nº 14).
2.2.b. Con personajes antropomorfos yacentes en altorrelieve.
Se trata quizá del elemento más distintivo de este tipo de pilares estela, como han remarcado ya algunos
autores (vid. supr.). Se documentan en Cabecico del Tesoro (Page y García Cano, 1993-1994: nº 7 y
8), El Cigarralejo (Izquierdo, 2000: 463-464, Murcia, nº 22, 23, 24, 25), Coimbra del Barranco Ancho
APL XXXIV, 2022
[page-n-14]
212
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
(García Cano, 1997: 268; Izquierdo, 2000: 461, Murcia, nº 3) El Prado (Lillo, 1990; Izquierdo, 2000:
461, Murcia, nº 7) y Corral de Saus (Almagro, 1987; Izquierdo, 2000: 484-488, Valencia, nº 3/4, 34). A
estas se podría añadir el caso de l’Horta Major (Almagro Gorbea, 1982) que difiere en sus características
de la serie y que resulta bastante polémica en cuanto a su datación (Izquierdo, 2000: 138; González
Villaescusa, 2001: 288 y ss., ambos con bibliografía precedente)
Este repaso y sistematización del repertorio arquitectónico e iconográfico muestra algunos de los
yacimientos en los que este taller actuó. El área en el que lo hizo queda definida en un marco geográfico
delimitado por Corral de Saus, al norte, y Cabecico del Tesoro, al sur. Precisamente este último yacimiento
marcaría el límite oriental de esta área, y hacia el interior el límite se encontraría quizá en Libisosa como
parecen sugerir los recientes hallazgos (Uroz, 2022: 22).
No nos vamos a extender aquí sobre la ya tratada cuestión de si se trataba de un taller itinerante,
en la línea de lo propuesto por Quesada (2000) para los artesanos de metal, o si se trataba de artesanos
intercambiados como bienes de prestigio (Almagro Gorbea, 1983: 283). Bastará con señalar que, en nuestra
opinión, el modelo más plausible de funcionamiento para este taller concreto es el que han propuesto Chapa
e Izquierdo (2012: 260) en el que la demanda se mueve en busca del especialista y no al contrario. Es decir,
los talleres se situaban en grandes centros urbanos, que quizá aquí como veremos se puede ubicar en torno
a Cabecico del Tesoro, y no se desplazaban ofreciendo su trabajo, sino que acudían allí donde este era
solicitado.
Restaría para futuros trabajos precisar aún más en los límites geográficos aquí planteados y, sobre
todo, definir bien cuál es su relación con otras áreas y talleres de producción. En este sentido, interesan
especialmente las posibles interacciones con el área de Elche-Alicante y el posible taller allí ubicado, pues
en dicho territorio existen numerosos restos que comparten o adoptan ciertos elementos y motivos que
abundan en el área que se ha definido para este taller “Verdolay-Mula”.
Cronológicamente, los contextos de las piezas revelan que la producción de este taller se inicia en el
paso del siglo V al IV a.C. (Page y García Cano, 1993-1994: 58; Izquierdo, 2000: 379; Chapa e Izquierdo,
2012: 259) y se prolongaría a lo largo de esta centuria, como muestra entre otros el ejemplar de Coimbra
del Barranco Ancho, bien datado por contexto a mediados del siglo IV a.C. (García Cano, 1994). Este
momento es fundamental porque se relaciona con la aparición de los grandes poblados en Murcia y de los
cementerios a ellos vinculados, un contexto en el que la aristocracia hará uso de la escultura arquitectónica
como un elemento de representación ante sus iguales y el resto de la sociedad (Page y García Cano, 19931994; Sala, 2007: 66).
Conforme avanza la centuria los fragmentos de estos monumentos, ya sea caídos o destruidos
violentamente7, empiezan a ser reutilizados en tumbas posteriores desde mediados de la centuria y sobre
todo en tumbas de las centurias siguientes. Precisamente, esa posición estratigráfica es la más abundante
para las piezas de estos yacimientos (Quesada, 1989; Izquierdo, 2000: 331), lo que implica una disminución
progresiva e incluso un cese de la actividad de ese taller que, a inicios de la centuria, tuvo gran éxito entre
las élites locales.
Quizá en ese sentido se pueda explicar la relación entre este taller y el de El Cerro de los Santos ya
esbozada por algunos autores que han mencionado cómo el primero pudo influir sobre el segundo con
sus modelos (León, 1999: 40; Izquierdo, 2000: 379-380) o enmarcarse en el mismo impulso religioso y
artístico (Sala, 2007: 65). Sobre esta relación, nuestra cabeza, a pesar de su estado fragmentario, aporta
nuevos datos ya que, como hemos visto, esta encuentra paralelos directos en dicho yacimiento. No parece
baladí que, justo en los momentos en los que la demanda de obras de este taller disminuye en el contexto
de los grandes monumentos, comience el verdadero auge de la escultura del Cerro de los Santos que podría
7 No pretendemos entrar aquí sobre esta debatida cuestión que bien daría para un artículo individual. Remitimos a los trabajos de
Quesada (1989), Chapa (1993), Talavera Costa (1999) y García Cardiel (2012) para un estado de la cuestión sobre las mismas.
APL XXXIV, 2022
[page-n-15]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
213
Fig. 10. Modelo iconográfico compartido: Baquetón de Corral de Saus (Museo de Prehistoria de Valencia, n. inv.
13583) y diadema de una dama del Cerro de los Santos (Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 7510) (fotografía y
montaje: Jesús Robles Moreno).
datarse en un momento avanzado de esta centuria (García Cardiel, 2015: 101; Aranegui, 2020: 156)8 y en
las siguientes. Más aún cuando ambos comparten modelos iconográficos similares e incluso idénticos en lo
que a representaciones antropomorfas se refiere.
Con toda la cautela que estas cuestiones requieren, creemos que es posible ir un paso más allá y señalar
que quizá, cuando comenzó a disminuir la demanda de monumentos funerarios y conmemorativos en el área
mencionada, este taller sobrevivió aferrándose a la demanda de exvotos del Cerro de los Santos, una demanda que
incluso pudo ayudar a generar. Este santuario se ubica en su área de distribución, por lo que, cuando la escultura
y arquitectura cae en desuso en el ámbito de las necrópolis, los escultores de este taller -junto a los de otros
talleres- se pudieron establecer en el Cerro de los Santos. Allí adaptarían su producción, pasando de los edificios
con relieves a las figuras exentas, pero conservando sus características formales, estilísticas e iconográficas.
Esto último se aprecia tanto en los rasgos antropomorfos -baste con recordar el paralelismo de los
rasgos de la cabeza de Alcantarilla con los ejemplares de El Cerro de los Santos- como en las decoraciones
vegetales, que pasarán de decorar baquetones a las vestimentas de las damas, a veces con esquemas
iconográficamente idénticos (fig. 10).
8 Como apuntan Ramallo et al. (2020: 255) en su reciente catálogo, datar el santuario por el estilo de los exvotos es complejo
e incluso imposible. Si bien tradicionalmente se viene datando el origen del santuario a inicios del siglo IV a.C., ya Sánchez
Gómez (2002: 257) advertía de que esta datación depende de escasos materiales áticos. En ese sentido, remitimos al trabajo
de García Cardiel (2015) para una minuciosa revisión de material cerámico que le permite fechar este entre el III y el I a.C.
Independientemente de la cronología global del santuario, el auge de la producción de exvotos en piedra parece tener lugar en un
momento avanzado del Ibérico Pleno.
APL XXXIV, 2022
[page-n-16]
214
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
3.2. El Cabezo del Agua Salada: una nueva estación del taller “Verdolay-Murcia”
En la línea de lo comentado en el apartado anterior, la pieza estudiada en este trabajo permite, en nuestra
opinión, integrar plenamente el Cabezo del Agua Salada de Alcantarilla en el listado de estaciones ibéricas
en las que este taller actuó. Esta inclusión ya ha sido esbozada, aunque no de manera concluyente por
algunos autores (Izquierdo, 2000: 379; Chapa e Izquierdo, 2012: 257). Sin embargo, existe documentación
poco tratada e incluso inédita que apunta claramente en ese sentido y permite arrojar nueva luz sobre esta
cuestión en tanto que hay piezas que pueden vincularse a los grupos tipológicos pertenecientes a este taller,
señalados en el apartado anterior
Por ejemplo, la pieza que se aborda en el trabajo es un altorrelieve que presenta una iconografía análoga
a esos núcleos del sureste en los que este taller pudo actuar, en concreto Coimbra del Barranco Ancho. De
hecho, es posible que perteneciera a un pilar como el de este yacimiento o como el localizado en Corral de
Saus, una semejanza tipológica que nos acerca al conocimiento de la producción de ese taller que se acaba
de describir. Sin embargo, no es la única pieza que interesa en este sentido, puesto que se pueden añadir
otros ejemplares procedentes de Cabezo del Agua Salada. Esta posible pertenencia a un mismo taller fue
ya esbozada por Izquierdo (2000: 379) a propósito de las dos piezas publicadas por Lillo y Serrano Várez
(1989) (vid. infr.) y recientemente también ha sido planteado por Serrano Várez (2016: 17). Este autor
señalaba la cercanía estilística de algunos de esos fragmentos de Cabezo del Agua Salada a otros de El
Cigarralejo o de Cabecico del Tesoro.
Sin querer realizar un estudio exhaustivo de todas las piezas de Cabezo del Agua Salada9, conviene
fijarse en aquellas que, una vez caracterizada la producción de ese taller “Verdolay-Mula” pueden incluirse
en las diferentes categorías o tipos arquitectónicos e iconográficos que este núcleo productivo realizó. Dos
de esos elementos fueron los publicados por Lillo y Serrano Várez (1989): el primero es una voluta que
remataría la esquina de un sillar de gola (fig. 11.1) (Museo Arqueológico de Murcia, DA 0/62/2). Como
hemos visto, este tipo de nacelas son muy habituales en el sureste y forman parte de la producción de este
taller (fig. 9: 2.2.b). Las medidas de estas volutas ofrecen en torno a 10-15 cm de diámetro, algo que encaja
bien con la aquí presente que ofrece 11,2 y 12 cm respectivamente. Es interesante además remarcar la
existencia de la decoración en relieve de su canto: motivos florales que describiendo una suerte de guirnalda
recorren la superficie. Este modelo iconográfico para una voluta de gola se ha constatado hasta en tres
ocasiones en El Cigarralejo (Castelo, 1995: 118).
El segundo testimonio presentado por estos autores es un fragmento que corresponde a parte del cuello
y del arranque de la cabeza de un équido. Es cierto que, para este trabajo, hemos preferido centrarnos en
elementos arquitectónicos dejando a un lado la escultura zoomorfa, pero esta merece un comentario en
tanto que se puede relacionar directamente con un ejemplar procedente también de El Cigarralejo (fig. 12).
En este caso, ambos ejemplares comparten dimensiones, pero también decoración, pues ambos comparten
el atalaje formado por correas con doble fila de perlas y discos, representados con ricos altorrelieves.
Más interesantes son, para nuestro estudio arquitectónico, los baquetones hallados en este yacimiento,
piezas que por sus dimensiones y tipología pertenecieron a pilares-estela del taller que aquí se estudia. Uno
de ellos, con 7,13 cm de altura máxima conservada y 15,2 cm de lado máximo, presenta una moldura de
listel con decoración fitomorfa: son motivos vegetales complejos, entre los que hay una cinta culminada
en roleo de la que sale una flor de loto (fig. 11.2) (Museo Arqueológico de Murcia, DA/1994-004-1). Esto
permite vincularlo tipológicamente a los baquetones de tipo “d” (fig. 9), pues la estructura arquitectónica
que presenta y su decoración es exactamente la misma.
9
Aunque es cierto que el estudio de conjunto está por hacer, este desbordaría los límites y objetivos de nuestro trabajo, sobre todo
si se considera el elevado número de fragmentos escultóricos inéditos hoy conservados en el Museo Arqueológico de Murcia. Por
esa razón, aquí hemos preferido centrarnos en los elementos arquitectónicos y en aquellas piezas que presentan características que
se pueden vincular a la producción del taller analizado en este trabajo.
APL XXXIV, 2022
[page-n-17]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
215
Fig. 11. Elementos arquitectónicos y escultóricos de Cabezo del Agua Salada vinculables al taller “Verdolay-Mula”:
1. Voluta de gola (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. DA 0/62/2). 2. Baquetón con perfil de listel y motivos
fitomorfos (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv DA/1994-004/001). 3. Baquetón con perfil de cyma recta y ovas
lésbicas (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. DA/1994-004/002) (fotografías y montaje: Jesús Robles Moreno).
El segundo baquetón está dividido en dos fragmentos, que no pegan entre sí a pesar de que sus medidas
y decoración sugieren que pertenecen a la misma pieza. Se corresponde en este caso con un baquetón de
los del tipo “a”, los más abundantes en este área, en tanto que ofrece un perfil con moldura de cyma recta
y se decora con ovas lésbicas en posición invertida que se altera con anchos dardos entre los que aparecen
flores de loto10 (fig. 10.3) (Museo Arqueológico de Murcia, DA/1994-004-1). El lado máximo conservado
en los dos fragmentos es de 14,50 m y la altura, que mantiene la dimensión total, es de 6,1 cm. A propósito
de esto último, es interesante comentar que de nuevo se puede observar una variación en la escala, en
tanto que los ejemplares de un mismo modelo iconográfico y de un mismo tipo arquitectónico presentan
variaciones en sus dimensiones: el ejemplar de este tipo documentado en El Cigarralejo, reproducido en la
fig. 9, presenta casi el doble de altura del de Cabezo del Agua Salada, con 10,3 cm. (Cuadrado, 1984: 255,
nº 2 y 20), algo similar a lo que se observa en Corral de Saus, donde hay ejemplares también de 10,5 cm,
pero otros llegan casi a los 20 cm (Izquierdo, 2000: 484, Valencia, nº 7, 8, 9), por poner algunos ejemplos.
Como ya hemos dicho, todas las piezas aquí comentadas han sido halladas en superficie y/o reutilizadas
en muros de abancalamiento, lo que ha provocado que se carezca de un contexto estratigráfico preciso que
permita asegurar que todas o algunas de ellas, junto a otros fragmentos inéditos conservados en los fondos
del Museo Arqueológico de Murcia, formasen parte del mismo monumento que la cabeza estudiada. Pese a
ello, consideramos que indican la existencia de pilares-estela análogos a los de otras necrópolis donde actuó
ese taller comúnmente denominado “Verdolay-Mula”.
Lógicamente, no todos los tipos del repertorio propuesto para este taller se han documentado en
Alcantarilla, pero si se presta atención a los ejemplares comentados, contamos con los indicios necesarios
para proponer que aquí actúo ese taller: así lo sugiere la presencia de baquetones con moldura de cyma
reversa y decoración de ovas lésbicas (tipo “a”), baquetones con perfil de listel y decoración fitomorfa
compleja (tipo “d”), nacelas con volutas (tipo “b”) y por supuesto, ese posible pilar (tipo “a”) al que se ha
dedicado principalmente este trabajo. A ello habría que añadir la escultura zoomorfa y antropomorfa que,
10 Se trata de una ligera variación en los mismos, similares a las que vemos en otros yacimientos y aplicadas a otros motivos.
APL XXXIV, 2022
[page-n-18]
216
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 12. Semejanzas en la escultura zoomorfa. Comparativa entre el caballo de Cabezo del Agua Salada (según Serrano
Várez y Fernández Palmeiro, 1991; completado con reconstrucción de Lillo y Serrano Várez, 1989) y el ejemplar
de El Cigarralejo (fotografía: José Fenoll y reconstrucción de Lillo y Serrano, 1989).
aunque muy erosionada, existió en la necrópolis y que requiere de un análisis en profundidad, aún por
llevar a cabo. Únicamente como apunte se ha citado aquí la cabeza de caballo estudiada por Lillo y Serrano
Várez que, tipológicamente, es idéntico a otro hallado en la cercana necrópolis de El Cigarralejo con la que
Cabezo del Agua Salada comparte numerosos modelos arquitectónicos e iconográficos.
La inclusión de Alcantarilla en el ámbito operativo y en el repertorio estilístico de dicho taller, no supone
la simple adición de una nueva estación en el que este trabajo. Por el contrario, creemos que se trata de otro
dato que permite situar el centro de trabajo principal de este taller en torno a la actual ciudad de Murcia,
pues es el lugar al cual se concentran las mayores evidencias de la actuación del mismo. A modo de hipótesis
podría señalarse incluso que este se localizaría en el poblado de Santa Catalina del Monte, del que sabemos
muy poco (Ros Sala, 1987), pero cuya necrópolis (Quesada, 1989; García Cano, 1992) y santuario (Comino,
2015 con bibliografía) dan buena prueba de su existencia e importancia. Dicha necrópolis generaría una gran
demanda de estas manifestaciones en tanto que es la que más tumbas posee de todo el mundo ibérico y uno
de los yacimientos del sureste que más restos escultóricos y arquitectónicos ha aportado.
Desde este centro, el taller sirvió a otros oppida aledaños, como El Cigarralejo (Mula) o Cabezo del
Agua Salada (Alcantarilla) y quizá pudo extender sus servicios hasta Coy. Posteriormente, a través del valle
del Segura y del corredor del altiplano, atendió a la demanda de poblados más alejados como Coimbra del
Barranco Ancho y quizá El Monastil. La extensión por este territorio le llevaría a servir también a zonas
del interior, como Libisosa y de seguir -a través del corredor de Montesa- hacia el norte, llegando incluso
a Corral de Saus.
Como se ha comentado, esto no implica necesariamente que el taller fuese itinerante y estuviese en un
continuo desplazamiento; más bien, el éxito de su modelo en las grandes necrópolis del sureste provocó
que cada vez fueran más los aristócratas en torno al Segura que solicitaron el trabajo de este taller, lo que
APL XXXIV, 2022
[page-n-19]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
217
propició su extensión (Chapa e Izquierdo, 2012). Aunque es posible, no creemos tampoco, como propuso
Almagro (1987: 200), que fuesen varios talleres o que Corral de Saus constituyese un “taller periférico” ya
que, como advertía Tarradell (1968: 14-15), la demanda no era suficiente para permitir el mantenimiento
de prácticamente un taller por oppidum. Sin descartar que pudiera influir sobre otros talleres -y viceversacreemos que en la zona descrita actuó un único taller con un repertorio iconográfico y arquitectónico bien
definido y reiterativo en diversas necrópolis. Las variaciones existentes en la iconografía, metrología y
factura de las piezas no responden tampoco a diferentes talleres, sino a la diversidad de la demanda de
quienes encargaban los monumentos que sería cubierta por diferentes escultores y arquitectos, dando cada
un acabado distinto en función a su forma de trabajar (Baier, 2014).
4. CONCLUSIONES
Es innegable señalar que en los últimos años se ha producido un enorme avance en el ámbito de la escultura
ibérica gracias no solo a los nuevos hallazgos, sino también a las técnicas y metodologías que se han
ido implementando. Gran parte de ese avance ha pasado por la revisión de piezas que, por su estado
fragmentario y aparentemente “poco atractivo” han quedado sin estudiar o, al menos, no han recibido toda
la atención que merecían.
Prueba de ello es la pieza aquí presentada que, si bien podría parecer un fragmento más de una
escultura exenta antropomorfa, ha sido identificada como un altorrelieve. Concretamente, su orientación,
morfología, y los paralelos directos existentes tanto a nivel técnico como iconográfico permiten, a pesar
de su fragmentación, clasificarla como un altorrelieve perteneciente a un posible pilar-estela cuyo cipo
o pilar ofrecía decoración antropomorfa. Se trataría pues del tercer ejemplar de este tipo de elemento
arquitectónico, sumándose a los ejemplares bien conocidos de Coimbra del Barranco Ancho y de Corral
de Saus.
Más allá de presentar una pieza inédita e incorporar un ejemplar más a dicha serie, el estudio en
profundidad de este elemento y el repaso a otros inéditos procedentes de Cabezo del Agua Salada, permite
reflexionar sobre los talleres escultóricos del mundo ibérico y en concreto, sobre ese taller “Verdolay-Mula”
al que perteneció la pieza estudiada y del que se han aportado nuevos datos.
Estas novedades se refieren a su extensión, aumentada al incorporar nuevas estaciones como Cabezo
del Agua Salada u otros en los que se han realizado hallazgos, como Libisosa. Por otro lado, se ha esbozado
la relación de este con otros talleres, como uno que operaría en Alicante y el del Cerro de los Santos, este
último quizá formado por escultores del taller estudiado una vez que cesa o disminuye notablemente la
demanda de monumentos funerarios.
Con todo, trabajos como este revelan la necesidad de seguir profundizando en la cuestión de los talleres
escultóricos ibéricos, una línea de investigación que, a pesar de toda la bibliografía generada, puede seguir
aportando interesantes datos. Es preciso, pues seguir profundizando en a su logística, la caracterización de
sus repertorios arquitectónicos e iconográficos y la delimitación de las áreas geográficas y la cronología que
estos cubrían, así como acerca de los contactos no solo con talleres y áreas mediterráneas, sino también con
otros centros productivos ibéricos.
La importancia de la cuestión de los talleres y sus escultores no se debe exclusivamente a que
permita contextualizar cronológica y arquitectónicamente piezas fragmentadas y dispersas, sino también
a que, como señalaron Chapa et al. (2009: 171), permite comprender mejor las piezas al situarlas en
el contexto social y productivo en el que se generaron. Se requieren pues de nuevos planteamientos
teóricos y metodológicos para el caso concreto del mundo ibérico que, continuando trabajos previos
sobre producción, permitan profundizar en esta cuestión, planteamientos basados en la transmisión del
conocimiento técnico (Bianchi, 1996) que aquí solo se pueden apuntar y que se desarrollarán en futuros
trabajos.
APL XXXIV, 2022
[page-n-20]
218
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
En cualquier caso, esas metodologías y trabajos deben partir de la caracterización de cada una
de las piezas, lo que implica una revisión de las mismas, y posteriormente, de la caracterización de
repertorios para definir talleres. Precisamente, esto es lo que se ha intentado conseguir aquí a propósito
del posible pilar ibérico con decoración antropomorfa procedente de Cabezo del Agua Salada y el
centro productivo al que perteneció.
AGRADECIMIENTOS
Trabajo realizado en el marco del proyecto de I+D+I HAR-2017-82806-P: “Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la Alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz
y Cerro de la Merced, Córdoba). Grupo de investigación “Pólemos. Arqueología e Historia Militar y de la Guerra”
(Universidad Autónoma de Madrid). Ayudas para la Formación del Profesorado Universitario (FPU18/00735) del
Ministerio de Universidades.
Los autores de este trabajo agradecen a Luis de Miquel Santed, director del Museo Arqueológico de Murcia, que haya
permitido y facilitado el acceso a la pieza aquí presentada. Por las mismas razones a los directores de aquellos que
han facilitado el estudio de las que se presentan como paralelos: Dña. Virginia Page del Pozo (Museo de Arte Ibérico
“El Cigarralejo”), Dr. Jaime Vives-Ferrándiz (Museu de Prehistòria de València) y Dra. Estefanía Gandía Cutillas y D.
Emiliano Hernández Carrión (Museo Arqueológico Municipal “Jerónimo Molina” de Jumilla). Por último, agradecemos a las personas encargadas de la revisión de este manuscrito su atenta lectura y comentarios que han contribuido
notablemente a la mejora de este trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
ALMAGRO GORBEA, M. (1982): “El monumento de Alcoy. Aportación preliminar a la arquitectura funeraria ibérica”. Trabajos de Prehistoria, 39, p. 161-210.
ALMAGRO GORBEA, M. (1983): “Pozo Moro: el monumento orientalizante, su contexto socio-cultural y sus paralelos en la arquitectura funeraria ibérica”. Madrider Mitteilungen, 24, p. 177-293.
ALMAGRO GORBEA, M. (1987): “El pilar-estela de las “Damitas de Mogente” (Corral de Saus, Mogente, Valencia)”.
Archivo de Prehistoria Levantina, XVII, p. 199-228
ALMAGRO GORBEA, M. (1988): “El pilar-estela ibérico de Coy (Murcia)”. En Homenaje a Samuel de los Santos.
Instituto de Estudios Albacetenses, Albacete, p. 125-30.
ALMAGRO GORBEA, M. y RAMOS FERNÁNDEZ, R. (1986): “El monumento ibérico de Monforte del Cid
(Alicante)”, Lucentum, 5, p. 45-63
ARANEGUI, C. (2020): “Estrategias identitarias. El arte como paradigma en la Hispania tardo-republicana”. En J.M.
Noguera, I. López García y L. Baena (eds.): Satyrica Signa. Estudios de Arqueología Clásica en homenaje al profesor Pedro Rodríguez Oliva. Málaga, Universidad de Málaga, p. 155-166.
ARANEGUI, C.; ROUILLARD, P.; JODIN, A.; LLOBREGAT, E. y GRÉVIN, G. (1993): La nécropole ibérique de
Cabezo Lucero (Guardamar del Segura, Alicante). Casa de Velázquez, Madrid.
BAIER, C. (2014): “Zum Nutzen multivariater Analyseverfahren für die Eforschung von Fertiungsprozessen antiker
Bauornamentik am Beispiel des Nymphäums des C. Laecanius Bassus in Ephesos”. En J. Lipps y D. Maschek
(eds.): Antike Bauornamentik. Grenzen und Möglichkeiten ihrer Erforschung. Reichert Verlag, Wiesbaden, p.
69-81.
BIANCHI, G.: “Trasmissione dei saperi tecnici e analisi dei procedimenti costruttivi”. Archeologia dell’Architettura,
1, p. 53-65.
CARRILLO GARCÍA, J. A. (2019): “El patrimonio arqueológico del Cabezo del “Agua Salá””. Cangilón, 36, p. 39-52.
CASTELO, R. (1995): Monumentos funerarios del sureste peninsular: Elementos y técnicas constructivas. Universidad
Autónoma de Madrid, Madrid.
CHAPA, T. (1993): “La destrucción de la escultura funeraria ibérica”. Trabajos de Prehistoria, 50, 185-195
CHAPA, T. e IZQUIERDO, I. (2012): “Talleres de escultura ibérica en piedra: a propósito de algunos ejemplos del
sureste peninsular”. Archivo de Prehistoria Levantina, XXIX, p. 237-264.
CHAPA, T. y GARCÍA CARDIEL, J. (2018): “De la cantera al taller escultórico ibérico: Un camino difícil de recorrer”.
En A. Gutiérrez García-Moreno y P. Rouillard, P. (coords.): Lapidum natura restat: canteras antiguas de la penínAPL XXXIV, 2022
[page-n-21]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
219
sula ibérica en su contexto (cronología, técnicas y organización de la explotación). Institut Català d’Arqueología
Clàssica, Barcelona, p. 137-148.
CHAPA, T. y MARTÍNEZ NAVARRETE, M. I. (2020): “La escultura ibérica y sus implicaciones territoriales”. En
P. Díaz, K. T. Lillos e I. Sastre (coords.): The matter of prehistory: papers in honor of Antonio Gilman Guillén.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, p. 323-336.
CHAPA, T.; VALLEJO, I.; BELÉN, M.; MARTÍNEZ NAVARRETE, M. I.; CEPRIÁN, B.; RODERO, A. y PEREIRA,
J. (2009): “El trabajo de los escultores ibéricos: un ejemplo de Porcuna (Jaén) (1)”, Trabajos de Prehistoria, 66, p.
161-173.
COMINO, A. (2015): El santuario Ibérico de la Luz (Santo Ángel, Murcia) como elemento de identidad territorial (s.
IV/III a.C.-I d.C.). Tesis doctoral, Murcia.
DE GEA, M. (2008): “Lectura del programa escultórico del Pilar-Estela Ibérico de El Mejorado (Daya Nueva), en el
espacio mítico-religioso ibérico”. Cuadernos de Historia y Patrimonio cultural del Bajo Segura, 1, p. 9-38.
FENOLL CASCALES, J. y ROBLES MORENO, J. (2022): “El Cigarralejo (Mula, Murcia): Una oportunidad única
para el estudio de los Monumentos Ibéricos” en Actas de las XXVIII Jornadas de Patrimonio Cultural de la Región
de Murcia. Región de Murcia, Murcia, p. 141-147.
GARCÍA CANO, J. M. (1992): “La necrópolis ibérica del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia). Campaña de
1989)”. Memorias de Arqueología, 7, p. 83-91
GARCÍA CANO, J. M. e INIESTA, Á. (1987): “Excavaciones arqueológicas en el Cabezo de la Rueda (Alcantarilla).
Campaña de 1981”. Memorias Arqueológicas, 1, p. 134-175.
GARCÍA CARDIEL, J. (2012): “¿Y qué fue de la estatua del abuelo?: la reutilización de la escultura ibérica”. En J.M.,
Aldea; P. Ortega Martínez, I. Pérez Miranda y M.R. De Soto García (coords.): Historia, identidad y alteridad: Actas
del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores (Madrid, 2010). Universidad Complutense de Madrid,
Madrid, p. 279-303.
GARCÍA CARDIEL, J. (2015): “El Cerro de los Santos: paisaje, negociación social y ritualidad en el mundo ibérico y
el hispano”. Archivo Español de Arqueología, 88, p. 85-104
GARCÍA CARDIEL, J. (2016): Los discursos de poder en el mundo ibérico del sureste (siglos VII-I a.C.). CASTELO,
R. (1995): Monumentos funerarios del sureste peninsular: Elementos y técnicas constructivas. Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Madrid.
GONZÁLEZ VILLAESCUSA, R. (2001): El mundo funerario romano en el País Valenciano: Monumentos funerarios
y sepulturas entre los siglos I a. de C.-VII d. de C. Casa de Velázquez, Diputación Provincial de Alicante e Instituto
Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, Madrid-Alicante.
IZQUIERDO, I. (1998-1999): “Las “damitas” de Moixent en el contexto de la plástica y la sociedad ibérica”. Lucentum,
17-18, p. 131-148.
IZQUIERDO, I. (2000): Monumentos funerarios ibéricos: Los pilares estela. Servicio de Investigación Prehistórica,
Diputación Provincial de Valencia (Serie de Trabajos Varios del SIP, 98), Valencia.
LEÓN, P. (1999): La sculpture des Ibères. L’Harmattan, París.
LILLO, P. A. (1990): “Los restos del monumento funerario ibérico de El Prado (Jumilla, Murcia)”. En Homenaje a
Jerónimo Molina García, Real Academia Alfonso X El Sabio, Murcia, pp. 135-161.
LILLO, P. A. y SERRANO VÁREZ, D. (1989): “Los fragmentos escultóricos del Agua Salada (Alcantarilla, Murcia)”.
Archivo de Prehistoria Levantina, XIX, p. 77-89.
LÓPEZ CAMPUZANO, M. (1998): “Actuaciones arqueológicas en Alcantarilla (Murcia): El hábitat rural ibero-romano (Las Canales y Cabezo del Agua Salada)”, Memorias de Arqueología, 11, p. 168-179.
MUÑOZ AMILIBIA, A. M. (1983): “Cipo funerario ibérico decorado con esculturas”. Crónica del XVI Congreso
Arqueológico Nacional. Universidad de Zaragoza, Zaragoza, p. 741-750.
NEGUERUELA, I. (1990-1991): “Aspectos de la técnica escultórica ibérica en el siglo V a.C.”. Lucentum, 9-10, p. 77-83.
PAGE, V. y GARCÍA CANO, J. M. (1993): “La escultura en piedra de Cabecico del Tesoro (Verdolay, La Alberca,
Murcia)”. Verdolay, 5, p. 35-60
QUESADA, F. (1987): El armamento en la necrópolis ibérica de “Cabecico del Tesoro” (Murcia). BAR Publishing,
Oxford.
QUESADA, F. (1989): “Sobre la cronología de la destrucción escultórica en la necrópolis del Cabecico del Tesoro
(Verdolay-Murcia)”. Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, 26, p. 19-24.
QUESADA, F.; REQUENA, F.; GABALDÓN, M. M. y ZAMORA, M. (2000): “¿Artesanos itinerantes en el mundo
ibérico? Sobre técnicas y estilos decorativos, especialistas y territorio”. Saguntum, Extra 3, p. 291-301.
APL XXXIV, 2022
[page-n-22]
220
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
RAMALLO ASENSIO, S. y BROTONS YAGUE, F. (2019) (eds.): Catálogo de escultura del Cerro de los Santos.
Montealegre del Castillo, Albacete. Murcia, Editum.
RAMOS MARTÍNEZ, F. (2018): Poblamiento ibérico (ss V-III a.n.e.) en el sureste de la península ibérica. Nuevos
datos para el estudio a través de la arqueología del paisaje. Oxford, BAR Publishing.
ROBLES MORENO, J. (e.p.): “Arquitectura funeraria ibérica: un estado de la cuestión a partir de un estudio de caso”
en J. M. García Cano y C. Espí (eds.): 40 años del descubrimiento del pilar-estela de Coimbra del Barranco Ancho
por parte de la dra. Muñoz Amilibia. Murcia
ROS SALA, M. M. (1987): “El poblado de Santa Catalina del Monte: Una aproximación a la urbanística del siglo VI
a.C. en el ámbito territorial del eje Segura-Guadalentín”. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad
Autónoma de Madrid, 13, p. 77-87.
ROUILLARD, P., COSTA, L. y MORATALLA, J. (2020): Des carrières en archipel: Au pays de la Dame d’Elche
(Alicante, Espagne). Casa de Velázquez, Madrid.
RUANO, E. (1990): “Algunos fragmentos escultóricos poco conocidos procedentes del Llano de la Consolación
(Montealegre del Castillo, Albacete)”. Verdolay, 2, p. 173-178.
SALA, F. (2007): “Algunas reflexiones a propósito de la escultura ibérica de la Contestania y su entorno” En L. Abad
Casal y J. García Soler (eds.): Actas del congreso Arte Ibérico en la España Mediterránea. Alicante 24-27 de octubre 2005. Instituto alicantino de cultura Juan Gil-Albert y Diputación de Alicante, Alicante, p. 51-82.
SERRANO VÁREZ, D. (1990): «Nuevos yacimientos arqueológicos en Alcantarilla (Murcia)». Anales de la Academia
de Cultura Valenciana, 66, Valencia, p. 45-73..
SERRANO VÁREZ, D. (1999): El entorno histórico del Museo de la Huerta de Murcia en Alcantarilla: (con motivo
de la remodelación). Alcantarilla, Ayuntamiento de Alcantarilla.
SERRANO VÁREZ, D. (2016): La escultura ibérica en Alcantarilla: una conexión entre el Cabezo del Agua Salada y
la Plaza Cayitas-Calle Hurtado Lorente. Publicación independiente autoeditada
SERRANO VÁREZ, D. y FERNÁNDEZ PALMEIRO, J. (1991): “Prospecciones arqueológicas en Alcantarilla”,
Memorias de Arqueología, 5, p. 710-716.
TALAVERA COSTA, J. (1998-1999): “Las destrucciones de la estatuaria ibérica en el Levante peninsular”. Lucentum,
27, 117-130
TARRADELL, M. (1968): Arte ibérico. Polígrafa, Barcelona
TRUSZKOWSKI, E.; MONTENAT, C.; MORATALLA, J.; ROUILLARD, P. y GAGNAISON, C. (2006): “Une
ébauche de sculpture ibérique dans les carrières de la Dame d’Elche: le buste d’ El Ferriol (Elche, Alicante)”,
Mélanges de la Casa de Velázquez, 36, p. 153-172.
TORTOSA, T. (2006): Los estilos y grupos pictóricos de la cerámica ibérica figurada de la Contestania. Instituto de
Arqueología de Mérida y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Mérida.
UROZ, H. (2022): Libisosa. Historia congelada. Instituto de Estudios Albacetenses don Juan Manuel y Diputación de
Albacete, Albacete.
VERDÚ, E. (2015): La necrópolis ibérica de l’Albufereta. Ritos y usos funerarios en un contexto de interacción cultural. Universidad de Alicante, Alicante.
APL XXXIV, 2022
[page-n-23]
Archivo de Prehistoria Levantina
Vol. XXXIV, Valencia, 2022, p. 199-220
Permanent IRI: http://mupreva.org/pub/1592
Creative Commons BY-NC-SA 3.0 ES
ISSN: 0210-3230 / eISSN: 1989-0508
Jesús ROBLES MORENO a y José FENOLL CASCALES b
De jinetes y talleres escultóricos.
Un nuevo pilar ibérico con decoración
antropomorfa procedente de Cabezo del Agua
Salada (Alcantarilla, Murcia)
RESUMEN: El estudio detenido de un fragmento escultórico antropomorfo procedente de Cabezo del
Agua Salada (Alcantarilla, Murcia) ha permitido constatar que se trata en realidad de un altorrelieve.
Sus características morfológicas, iconográficas y técnicas, así como el estudio comparativo con una
serie de paralelos directos llevan a su interpretación como posible parte de un pilar correspondiente a
un pilar-estela de un tipo bien documentado en Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia) y en
Corral de Saus (Moixent, Valencia). Este hecho sitúa esa pieza, y junto a ella otras del Cabezo del Agua
Salada, en el contexto de las producciones del taller escultórico “Verdolay-Mula”, al que pertenecen
este tipo de pilares como ya estudiaron Teresa Chapa e Isabel Izquierdo en esta misma revista. De esta
manera, la pieza contribuye al conocimiento de dicho centro productivo, ayudando a caracterizar su
producción y los centros donde actuó.
PALABRAS CLAVE: Cultura Ibérica, monumentos, arquitectura, iconografía, escultura.
Of horsemen and sculpture workshops. A new Iberian Iron Age pillar with
anthropomorphic decoration from Cabezo del Agua Salada (Alcantarilla, Murcia)
ABSTRACT: The study of a sculptural fragment depicting a human head from Cabezo del Agua Salada
(Alcantarilla, Murcia) has allowed us to identify it as a high-relief. Its morphological, iconographical
and morphological features, as well as the comparison with direct parallels lead us to interpret it as part
of a pillar-stele monument, a type of pillar well documented in Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla,
Murcia) and Corral de Saus (Moixent, Valencia). This allows us to contextualise this fragment, as well as
others found at Cabezo del Agua Salada a, as productions of the so-called “Verdolay-Mula” workshop,
which has been studied by Teresa Chapa and Isabel Izquierdo in this same journal. In this way, the piece
contributes to the study of this sculptural workshop by helping to characterize its productions and to
identify the oppida where it worked.
KEYWORDS: Iberian Iron Age, monuments, architecture, iconography, sculpture.
a
Departamento de Prehistoria y Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Campus de Cantoblanco, Universidad
Autónoma de Madrid
jesus.robles@uam.es
b Departamento de Historia del Arte, Facultad de Letras, Campus de la Merced, Universidad de Murcia
jose.fenoll@um.es
Recibido: 24/05/2022. Aceptado: 14/11/2022.
[page-n-2]
200
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
1. INTRODUCCIÓN. EL CABEZO DEL AGUA SALADA (ALCANTARILLA, MURCIA)
El Cabezo del Agua Salada, también denominado “de la Rueda” o “de la Noria”1 es un yacimiento
arqueológico con una ocupación constatada desde época proto-ibérica (finales del siglo VII a.C.) hasta
la época romana (García Cano e Iniesta, 1987: 154; Serrano Várez y Fernández Palmeiro, 1991; López
Campuzano, 1998) localizado en Alcantarilla, Murcia (fig. 1). El nombre de “Agua Salada” se debe al
manantial que brota en la ladera norte, tradicionalmente considerado con propiedades terapéuticas (Serrano
Várez, 1990). Físicamente la estación se emplaza en una finca de 180 x 120 m, coronada por una meseta de
90 x 60 m, situado en el margen sur del río Segura, a su paso por dicha localidad (fig. 2).
Fig. 1. Mapa con los principales yacimientos mencionados en el texto. 1. Cabezo del Agua Salada (Alcantarilla); 2.
Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia); 3. El Cigarralejo (Mula, Murcia); 4. Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla,
Murcia); 5. El Prado (Jumilla, Murcia); 6. Corral de Saus (Moixent, Valencia); 7. El Monastil (Elda, Alicante); 8. Cerro
de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete); 9. Pozo Moro (Chinchilla de Montearagón, Albacete); 10. Libisosa
(Lezuza, Albacete); 11. Coy (Murcia).
Ocupa pues, un lugar estratégico al encontrarse sobreelevado respecto al terreno circundante y
emplazarse en la confluencia del valle del Guadalentín con el valle del Segura. Esto le permite un mayor
control del territorio circundante, protección frente a posibles avenidas de agua y garantiza el acceso a las
fértiles tierras que rodean el cerro en las que se desarrollarían actividades agrícolas y ganaderas (Ramos
Martínez, 2018: 103). Estas tierras cuentan además con ricas arcillas, lo que justifica la actividad alfarera de
época ibérica y romana documentada en la confluencia de las calles Sevilla y Aurora del municipio (Ramos
Martínez, 2018: 104).
1
A pesar de que en la literatura científica se pueden encontrar los tres términos, se ha optado aquí por usar el término “del Agua
Salada”, por ser el más habitual en la bibliografía científica y el más común al referirse a este yacimiento.
APL XXXIV, 2022
[page-n-3]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
201
Fig. 2. Fotografía aérea del Cabezo del Agua Salada (adaptado de Google Earth).
Este yacimiento, el Cabezo del Agua Salada, hoy sumamente afectado por las labores agrícolas y
el continuo expolio de clandestinos, se descubrió en el año 1981 por el añorado Daniel Serrano Várez,
hecho al que siguieron las excavaciones por parte de García Cano e Iniesta (1987) dirigidas por la Dra.
Muñoz Amilibia. Posteriormente, Serrano Várez y Fernández Palmeiro (1991) desarrollaron una serie de
prospecciones superficiales en este yacimiento y, por último, López Campuzano (1998) llevó a cabo cuatro
sondeos en el mismo. Todos estos trabajos permitieron conocer la extensión del yacimiento, aunque apenas
se han documentado estructuras y no se ha constatado con seguridad el recinto amurallado del mismo, cuyo
trazado Lillo y Serrano Várez (1989: 81) intuían al sur del yacimiento. Paralelamente, también se pudo
documentar su secuencia ocupacional, destacando entre ellas la entidad de la fase perteneciente al periodo
Ibérico Pleno, documentada por numerosos hallazgos cerámicos y una serie de pavimentos (García Cano e
Iniesta, 1987; López Campuzano, 1998; Ramos Martínez, 2018: 101).
Todos estos datos, a pesar del mal estado de conservación del cerro y de la escasez de investigaciones en
el mismo, permiten en definitiva señalar que estamos ante un asentamiento ibérico, quizá un oppidum2 de
unas 2 ha de extensión similar en sus características y secuencia ocupacional a otros de la región.
Entre los relativamente escasos hallazgos vinculados a este yacimiento, cabe destacar el de una serie
de fragmentos escultóricos y arquitectónicos en el entorno del cerro, concretamente reutilizados en muros
de abancalamiento contemporáneos en el sector sur del mismo. Lillo y Serrano Várez (1989) ofrecieron un
estudio en profundidad de dos de ellos: un fragmento de un caballo y una voluta arquitectónica, posiblemente
de gola. A estos se añadirían nuevas piezas procedentes también de muros de terraza, conservadas
actualmente en el Museo Arqueológico de Murcia y, en su gran mayoría, inéditas o escasamente abordadas,
tales como el torso de un guerrero o elementos arquitectónicos con decoración vegetal (Serrano Várez,
1999 y 2016; Carrillo García, 2019: 48).3
2 Si bien Ramos Martínez (2018: 103) discrepa por no haberse identificado el recinto amurallado hasta la fecha.
3 Estas son las piezas a las que Izquierdo (2000: 120) hace referencia en su trabajo, aunque no pudo estudiar por cuestiones
administrativas. Para un catálogo de las mismas, véase Serrano Várez, 2016. Algunos de estos fragmentos se encuentran
actualmente en fase de estudio y publicación por parte de Jesús Robles Moreno en la tesis doctoral: “Monumentos ibéricos:
decoración arquitectónica con relieves no figurativos. Contexto, talleres e iconografía”.
APL XXXIV, 2022
[page-n-4]
202
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 3. Croquis inéditos de D. Serrano Várez (2016) donde se señala la aparición de las esculturas en Alcantarilla.
El número 2 indica el Cabezo del Agua Salada y las “X” en la ampliación del mismo (a la izquierda) ilustran dónde
aparecieron las esculturas en muros de abancalamiento. Los números 6, 7, 8, 10 señalan los hallazgos vinculados a una
posible necrópolis en la calle Hurtado y plaza Cayitas.
Estas piezas permitieron a otros autores (Castelo, 1995: 314; Izquierdo, 2000: 119) señalar la existencia
de un paisaje monumental de necrópolis vinculado a este asentamiento. De acuerdo con los últimos trabajos
de Serrano Várez (2016) esta necrópolis pudo encontrarse bajo el actual casco urbano de Alcantarilla,
en concreto bajo la plaza Cayitas y la calle Hurtado: allí, además del célebre oinochoe y fragmentos de
cerámica ibérica, se hallaron varios restos escultóricos y de piedra arenisca. Sugería, pues, este autor que
esta zona era el emplazamiento original de dichas esculturas que, tras ver la luz en labores de remoción
de tierras en el siglo XX, fueron trasladadas al Cabezo para crear terrazas, ubicándose en los muros de
abancalamiento situados en el sector oriental de la parcela que se extiende en el emplazamiento de Cabezo
del Agua Salada donde estas fueron halladas como se puede ver en un croquis del propio Serrano Várez
(2016) (fig. 3).
2. DESCRIPCIÓN DE LA PIEZA
De toda la colección de fragmentos escultóricos, nos centraremos aquí en uno antropomorfo, conservado y
expuesto en el Museo Arqueológico de Murcia con el número de sigla DA100110 (1994/4). La pieza no ha sido
estudiada en profundidad y solo existen breves menciones a la misma publicadas recientemente (Serrano Várez,
2016; Carrillo García: 2019: 48). Corresponde este fragmento a la parte inferior de una cabeza humana de la
que, si bien no se puede precisar el género, muy probablemente sea masculina por la presencia del pendiente
amorcillado y los paralelos existentes (vid. infr.). El estado de conservación es bastante malo, quedando en sus 14
cm de altura, el segmento comprendido entre los labios/nariz y el final del cuello (fig. 4).
APL XXXIV, 2022
[page-n-5]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
203
Fig. 4. Varias vistas de la pieza estudiada (fotografías y montaje: José Fenoll)
No obstante, esta pequeña parte de la escultura que ha llegado hasta nosotros presenta excelente acabado
e indudable calidad. Así, sobre un mentón poco prominente y de barbilla redondeada, se pueden apreciar
unos finos labios cerrados de rictus sereno que tienen 2,4 cm de altura. Por su parte, la oreja, de la cual solo
queda la mitad inferior presenta 5,6 cm de altura y 3,5 cm de anchura. Esta se adorna con un pendiente de
los llamados “amorcillados”, de aspecto ligeramente ovalado (2 x 2,4 cm). En la nuca se aprecia el arranque
del cabello, lo mismo sucede en la unión frontal de la cabeza con el cuello, quedando menos de 1 cm del
mismo, lo suficiente para poder constatar su existencia.
Con todo, la característica más importante de esta cabeza y la razón por la que es preciso dedicarle un
trabajo monográfico es porque, aunque pudiera parecer una escultura exenta por su tamaño, nos inclinamos
a pensar en su catalogación como un elemento en relieve. Esto se debe en primer lugar a que el lateral
derecho del rostro parece que nunca llegó a concebirse pues la fractura sigue una orientación recta y
bastante regular y, sobre todo, porque en el labio, justo antes de la línea de fractura, se observa un pequeño
saliente vertical y en posición secante al mismo, identificable como el arranque de la pared en el que se
tallaba este relieve. Es importante señalar que un arranque análogo se observa también en el mentón de la
figura (fig. 5.1). Además, el rostro está claramente desviado con respecto a su eje vertical, ya que se orienta
hacia su izquierda anatómica, como si el personaje girase la cabeza hacia ese lugar. Es decir, el rostro no
se concibe para ser observado desde el frente, sino desde el lateral izquierdo porque, como se ha dicho, la
cara no tendría un lateral derecho, ya que ahí se encontraría la pared del probable elemento arquitectónico
en el que este se talló (fig. 5.2).
En definitiva, a pesar del estado fragmentario de la pieza, creemos que conserva los indicios suficientes
para señalar que se trata de un altorrelieve, muy posiblemente perteneciente a un pilar-estela dadas sus
dimensiones (la cabeza, midiendo desde la base del cuello, tendría algo menos de 20 cm de alto), su estilo
y características.
2.1. Paralelos de la escultura
La hipótesis que se acaba de plantear se ve apoyada por un paralelo directo en cuanto a orientación,
morfología, estilo e iconografía: el pilar-estela de la tumba 70 de la necrópolis de Coimbra del Barranco
Ancho (Jumilla, Murcia) (García Cano, 1994; García Cano, 1997: 263 y ss.) (fig. 6.1). No vamos a insistir
aquí sobre la importancia de este conjunto, sobradamente abordado ya por la bibliografía. Bastará con
señalar que es uno de los ejemplares de pilares-estela mejor contextualizados tanto arquitectónicamente,
pues se conservan todos los elementos que lo configuran, como arqueológica y cronológicamente, ya
que el estudio de la tumba sobre la que se encontró su base como de la posición estratigráfica de sus
APL XXXIV, 2022
[page-n-6]
204
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 5. Rasgos que permite interpretar el fragmento como un altorrelieve: 1. Vista cenital e inferior con indicación de
los pequeños arranques de la pared en la que se tallaba la pieza, conservados en el labio y en el mentón. 2. Desviación
de la cabeza con respecto a su eje anatómico (fotografías y montaje: autores).
elementos reutilizados para salvar un desnivel permite fecharlo con precisión hacia mediados del siglo
IV a.C. (García Cano, 1994). Sí nos centraremos, en cambio, en el llamado “cipo” o “pilar”, un elemento
monolítico de base rectangular, con 56 cm de lado y 93 cm de altura, que se decora en todas sus caras con
una serie de altorrelieves de excelente calidad (p. ej.: Muñoz, 1983; García Cano, 1994; Castelo, 1995:
256; García Cano, 1997: 267; Izquierdo, 2000: 278; Sala, 2007: 63-64). Una de ellas ofrece una escena
de posible despedida o acogida en el Más Allá, mientras que las tres restantes ofrecen jinetes inermes que
cabalgan hacia la izquierda, con caballos ricamente enjaezados (García Cano, 1994).
Es precisamente en esas escenas de jinetes donde se observa el paralelismo con nuestra pieza. Como en
nuestro caso, las cabezas de los jinetes se giran ligeramente hacia la izquierda anatómica, es decir, hacia el
“exterior” del sillar, ofrecen un mentón redondeado y los labios finos y cerrados con el mismo rictus que en
nuestro caso y presentan también un pendiente amorcillado en la oreja.
No obstante, hay que considerar que existen diferencias en cuanto a la escala, pues el ejemplar de Alcantarilla
resultaría ligeramente superior al de Coimbra del Barranco Ancho: la cabeza del ejemplar jumillano tiene 15 cm
desde la base del cuello hasta la su parte superior, frente a los cerca de 20 cm que tendría la otra, indicando así
que el pilar sería de mayor tamaño. Sin embargo, dado que en este caso sólo se posee este fragmento, no se puede
asegurar cuál sería el modelo iconográfico -aunque es probable que sea un jinete como hemos mencionado- ni
qué proporciones guardaría la cabeza respecto al resto de su cuerpo o al sillar.
Con todo, el modelo iconográfico y la orientación del rostro, ligeramente desviado hacia la izquierda
anatómica, son idénticos en ambos ejemplares hasta el punto de que incluso se pudiera hablar de un mismo
escultor y, como veremos, de un mismo taller. Tanto es así que si realizando un ejercicio de comparación
técnico-estilística se escalan ambos ejemplares al mismo tamaño, puede comprobarse cómo este ejemplar
encaja en el relieve jumillano (fig. 7). La realización de un mismo modelo iconográfico y tipo arquitectónico
APL XXXIV, 2022
[page-n-7]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
205
Fig. 6. Pilares con decoración antropomorfa en altorrelieve de jinetes marchando hacia la izquierda. 1. Pilar del pilarestela de Coimbra del Barranco Ancho (Jumilla, Murcia). 2. Pilar de un pilar-estela de Corral de Saus (Moixent,
Valencia) (fotografías y montaje: autores).
en distintas escalas es algo que no debe extrañar en tanto que es un fenómeno que, como veremos, está bien
documentado en el mundo ibérico y permite hablar de la existencia de un taller que es capaz de replicar
modelos idénticos con distintas proporciones.
A propósito de estos cipos con jinetes, otro paralelo que se puede considerar, es el ejemplar de Corral
de Saus estudiado por Chapa e Izquierdo (2012), peor conservado que el de Jumilla y de un tamaño más
reducido, pero de concepción técnica e iconográfica idéntica y, con toda probabilidad, perteneciente a un
mismo taller (fig. 6.2.). En este caso lamentablemente no se conserva la cara del jinete por lo que no puede
hacerse una comparación tan precisa como la anterior.
Otra opción es que la pieza de Alcantarilla pertenezca a una gola del “tipo Corral de Saus” (Almagro,
1987), es decir que se tratase de un sillar de gola con decoración antropomorfa de figuras yacentes en su
nacela. Aunque posible, nos parece poco probable porque en estas nacelas -a excepción del caso de Coimbra
del Barranco Ancho- los personajes son damitas y no personajes masculinos. Por otro lado, estas aparecen
mirando al frente, como se ve en el caso de Corral de Saus (Izquierdo, 1998-1999 con amplia bibliografía)
y cuando tienen la cabeza ladeada, como en El Prado (Lillo, 1990), el rostro queda tallado prácticamente en
bulto redondo, orientándose mayoritariamente hacia el frente. Por esta razón, la hipótesis de integración en
el cipo o pilar de un pilar-estela es la que parece más plausible.
Dicha hipótesis queda también apoyada por datos de índole arqueológica y arquitectónica. Esto
se debe a que, el pilar-estela es el tipo de monumento mejor documentado en las necrópolis del
siglo IV a.C. en el sureste peninsular (Izquierdo, 2000). No hay prácticamente datos para proponer
la existencia de monumentos turriformes en este contexto cronológico y territorial, si bien Castelo
APL XXXIV, 2022
[page-n-8]
206
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 7. Comparación y montaje de la pieza de Cabezo del Agua Salada sobre el pilar del pilar-estela de Coimbra del
Barranco Ancho, tras escalar la primera con la segunda (fotografía y montaje: autores).
(1995) señaló la presencia de los mismos en algunos de estos yacimientos como El Cigarralejo4. Esta
misma circunstancia se produce, como se verá a continuación, en Cabezo del Agua Salada, pues la
revisión de los materiales conservados en el Museo Arqueológico de Murcia permite señalar que estos,
mayoritariamente, pertenecían a pilares-estela y tal vez a otros monumentos como las esculturas sobre
túmulos (Page y García Cano, 1993-1994), pero en el estado actual de la cuestión, difícilmente pueden
incluirse en monumentos turriformes.
En cualquier caso, e independientemente de la fragmentación que impide caracterizarlo
arquitectónicamente con precisión y sólo permite hipotetizar al respecto, el hecho de que se trate de
una cabeza masculina con un pendiente amorcillado permite identificar su modelo iconográfico: se
trata de la representación del aristócrata masculino, propia del sureste peninsular durante el Ibérico
Pleno y la Baja Época (siglos IV-II a.C.). Estas se caracterizan por mostrar a un hombre de edad adulta,
con pendientes en sus orejas y el pelo ocasionalmente tonsurado. En relieve, estos aparecen sobre los
pilares comentados montando a caballos ricamente enjaezados que, con claro sentido escatológico
(García Cardiel, 2016: 180-181), marchan hacia la izquierda y pisan con sus patas elementos simbólicos
como cabezas humanas o animales. Este es el modelo presente en Coimbra del Barranco Ancho y
Corral de Saus (Chapa e Izquierdo, 2012), también -aunque sobre un sillar y fragmentado de tal
manera que no es posible visualizar el jinete- en el pilar-estela de Lo Mejorado (Daya Nueva, Alicante)
(De Gea, 2008) y, muy probablemente, en el caso que nos ocupa. Más allá de las escenas ecuestres,
4
Algo que en nuestra opinión parece plausible por la presencia de, al menos, un sillar de esquina zoomorfo (Castelo, 1995: 317) y
de otros fragmentos que actualmente están siendo fruto de una detallada revisión (Fenoll y Robles, 2022).
APL XXXIV, 2022
[page-n-9]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
207
Fig. 8. Comparación entre la pieza de Cabezo del Agua Salada (1) con esculturas exentas del Cerro de los Santos. 2.
Cabeza de CS/MAN/031 (según Ramallo y Brotons, 2019: lám. XIX); 3. Cabeza de CS/MAN/ 052 031 (según Ramallo
y Brotons, 2019: lám. XXXIII); 4. Cabeza de CS/LOUVRE/008 (según Ramallo y Brotons, 2019: lám. CCXX).
representaciones de varones aparecen en el pequeño relieve de L’Albufereta (Alicante) (Verdú, 2015:
374-375 con amplia bibliografía precedente)5, con una escena de posible despedida en la que el varón
se orienta hacia la izquierda. Finalmente, como escultura exenta, el modelo se replica en El Cerro de
Los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete).
De hecho, de este último sitio proceden una serie de cabezas escultóricas que muestran la
pervivencia de este modelo iconográfico y que en ocasiones resultan muy similares a la pieza que aquí
se trata. Entre otros muchos ejemplos recogidos por Ramallo y Brotons (2019) en su reciente catálogo,
al que remitimos para esta cuestión, se pueden citar algunos como son CS/MAN/006, de factura más
tosca, pero con un pendiente similar y un ángulo de barbilla análoga, características similares, con
algunas variaciones a las que presentan los ejemplares CS/MAN/031, CS/MAN/052, así como CS/
LOUVRE/008 entre otros (fig. 8).
En definitiva, nos inclinamos a pensar que este fragmento de altorrelieve pudo pertenecer a un pilarestela que se integraría en un paisaje funerario-conmemorativo vinculado al hábitat del Cabezo del Agua
Salada, al que también pertenecerían los otros restos hallados en superficie o en muros de abancalamiento
y que, en cuanto a su decoración arquitectónica, ofrecería características análogas a otras necrópolis mejor
conocidas del sureste como son Coimbra del Barranco Ancho, El Cigarralejo o Corral de Saus. De hecho,
las características iconográficas y morfológicas de este relieve, a pesar de su fragmentación, remite de
nuevo a un tipo de pilar-estela caracterizado por ofrecer en su cipo figuras antropomorfas masculinas
que marchan hacia la izquierda sobre caballos ricamente enjaezados. Este modelo arquitectónico y sobre
todo iconográfico, es bien conocido en tanto que, con ligeras variaciones formales, se replica en el sureste
peninsular durante el siglo IV a.C. aportando indicios así sobre la actividad de un mismo taller escultóricoarquitectónico (Chapa e Izquierdo, 2012).
Teniendo en cuenta estas circunstancias y el precedente de esas dos últimas autoras (Chapa e Izquierdo,
2012) que evaluaron el desarrollo de este tipo es preciso reflexionar sobre esa última cuestión, es decir,
sobre el taller que originó estas piezas.
5
El caso de L’Albufereta es interesante porque muestra lo anteriormente comentado: un mismo modelo iconográfico en altorrelieve
puede realizarse a distintas escalas según el propósito del elemento en el que se talle. Dicho relieve alicantino cuenta con 17 cm
de altura (Verdú, 2015: 1522).
APL XXXIV, 2022
[page-n-10]
208
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Tabla 1. Síntesis de las principales propuestas sobre talleres de escultura en el mundo ibérico.
Autor
Talleres
Tarradell, 1968
León, 1999
Cigarralejo, Elche y Cerro de los Santos
Área de la costa levantina: Taller de Elche Alicante; Taller de Verdolay-Murcia-Mula.
Área del Sureste: Taller de Pozo Moro. Taller del Cerro de los Santos/Llano de la Consolación. Área Andaluza: Taller de Baena-Nueva Carteya, Taller de Porcuna, Taller de
Osuna-Estepa
Área del sureste: Taller de Elche-Alicante, Taller de Verdolay-Mula-Murcia. Área de
la meseta sur: Taller de Pozo Moro, Taller del Cerro de los Santos/Llano de la Consolación. Área de Andalucía: Taller de Villaricos, Taller de Porcuna, Taller de Cástulo,
Taller de Baena-Nueva Carteya, Taller de Baza, Taller de Osuna-Estepa.
Izquierdo, 2000
3. TALLERES DE ESCULTURA Y MONUMENTOS DE ÉPOCA IBÉRICA: BREVE SÍNTESIS
A pesar de la numerosa bibliografía existente sobre la arquitectura y la escultura funeraria ibérica, existen
pocas certezas sobre los centros de producción de la misma y su funcionamiento. Esta cuestión ha sido
tratada, no sin cierto debate, en varios ámbitos de la cultura ibérica como son la cerámica (p.ej.: Tortosa,
2006; Page et al., 2021) o la metalurgia (Quesada et al., 2000), por poner algunos ejemplos, pero es en la
escultura y la arquitectura monumental donde este problema parece volverse aún más complejo.
Además de trabajos tradicionales donde se abordaba la cuestión productiva (Almagro Gorbea, 1983: 288;
Negueruela, 1990-1991; León, 1999) en los últimos años han visto la luz una serie de trabajos dedicados a
definir el concepto de taller (Chapa e Izquierdo, 2012), las canteras (Truzowsky et al., 2006; Rouillard et al.,
2020) o la “cadena operativa” seguida por los escultores (Chapa y García Cardiel, 2018; Chapa y Martínez
Navarrete, 2020). Aun así, la identificación de talleres sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la
escultura ibérica porque estas no se firman6, no se ha documentado ningún espacio que pueda identificarse
como un taller escultórico, ni tampoco se conserva documentación escrita que nos informe sobre estos
procesos de producción en el caso concreto del mundo ibérico.
Todo ello obliga a acudir a criterios técnicos y estilísticos para agrupar en talleres los diferentes
hallazgos de escultura, con la complejidad que esto conlleva y que en el caso ibérico se ve aumentada
por la descontextualización y la fragmentación que afecta a numerosos ejemplares. Aun así, han sido
varios los autores que, a lo largo de la historiografía y sobre todo en estudios de síntesis, han llevado
a cabo diferentes propuestas sobre el número de talleres escultóricos existentes y el área que cubría
cada uno de ellos (tabla 1).
El taller en torno a Cabecico del Tesoro y El Cigarralejo ha sido uno de los más discutidos en la
bibliografía y, si bien hay autores que dudan sobre si se trata de un único taller, un taller itinerante o varios
que comparten un modelo iconográfico (Almagro Gorbea, 1987; Izquierdo, 2000: 380-381), la existencia
de este centro productor parece generalmente aceptada. Precisamente, es al que tradicionalmente se ha
adscrito el modelo de pilar que aquí se ha revisado, de manera que la pieza de Alcantarilla constituye un
nuevo testimonio de su actividad y, a su vez, ofrece una excelente oportunidad para caracterizar el taller,
sus estaciones y los centros ibéricos en los que estuvo presente.
6 Ciertamente, en algunas esculturas de Porcuna (Chapa et al., 2009) o en los sillares de Pozo Moro (Almagro Gorbea, 1983)
aparecen motivos incisos que no han sido interpretados, sin embargo, como firmas sino como marcas que señalan la posición de
los elementos o sirvieron para algún tipo de comunicación interna en el taller.
APL XXXIV, 2022
[page-n-11]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
209
Tabla 2. Síntesis de las principales hipótesis sobre el taller “Verdolay-Mula”.
Autor
Propuesta
Almagro, 1987
No puede precisar si es un único taller o si es un modelo compartido por varios de
ellos. Indica (p. 28) que podría tratarse de un taller periférico que deriva del modelo
jumillano
García Cano y Page, Taller que abastece a Corral de Saus, Mula y Cabecico del Tesoro y en un momento
1993-1994
posterior a Jumilla.
León, 1999
Taller que cubriría Cabecico del Tesoro, Cigarralejo y Jumilla al que se podrían añadir
otras producciones de Murcia como el león de Coy
Izquierdo, 2000
Taller con centro en Cabecico del Tesoro y Cigarralejo, relacionado con Jumilla, Cerro
de los Santos, Corral de Saus, Los Nietos y Coy mediante artesanos itinerantes.
Chapa e Izquierdo, Un único taller que tendría núcleo en torno al Segura, quizá en Verdolay, y que acudiría
2012
en función de la demanda a otros núcleos como: Cigarralejo, Corral de Saus y Jumilla.
3.1. El taller “Verdolay-Mula”, caracterización y repertorio
Dicho taller ha recibido numerosas denominaciones en función de cada autor: “Verdolay-Murcia-Mula” (León,
1999: 38); “Verdolay-Mula” (Izquierdo, 2000: 379), mientras que otros han preferido referirse a él a través del
tipo de pilar-estela denominado “tipo Corral de Saus” (Almagro Gorbea, 1987; Page y García Cano, 1993-1994).
Finalmente, Chapa e Izquierdo (2012: 259) han señalado que se trata de un taller establecido “en torno al núcleo
del Segura”. Estas denominaciones no son sino el reflejo que cada autor ha propuesto para los límites geográficos
del taller (tabla 2). Todos ellos coinciden en señalar que el núcleo del mismo se localizaba en Verdolay o en El
Cigarralejo desde donde se desplazaría hacia otros puntos por el valle del Segura, como es Jumilla y, a través
del corredor de Montesa llegaría hasta Corral de Saus (Almagro, 1987: 200). Este área de actuación ha sido
definida, como se ha dicho, en función de los hallazgos de esculturas y fragmentos de monumentos que, según
criterios tipológicos y arquitectónicos, son asimilables a los que aparecen en El Cigarralejo y Cabecico del
Tesoro y que configuran ese pilar-estela del “tipo Corral de Saus”, caracterizado por las nacelas con decoraciones
antropomorfas (Almagro Gorbea, 1987; García Cano, 1994).
Con todo ello, se define un repertorio arquitectónico e iconográfico que, dejando a un lado las esculturas
zoomorfas y antropomorfas exentas -pues consideramos que sus tipos e iconografía merecen ser analizadas
independientemente- se caracteriza por los siguientes elementos arquitectónicos con determinados
programas iconográficos asociados, todos ellos vinculables a monumentos del tipo pilar-estela (fig. 9):
1. Pilares. Son el elemento que sustenta el resto del pilar-estela. Se conservan pocos ejemplares, pero tienen
forma paralelepípeda de sección cuadrangular:
1.a. Lisos o con decoración de ovas en su parte superior.
Conocemos ejemplares de este tipo procedentes de Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 283), El Prado
(Lillo, 1990; Izquierdo, 2000: 461, Murcia, nº 8) y quizá un ejemplar de Cabecico del Tesoro (Page y
García Cano, 1993-1994: 49; Izquierdo, 2000: 466, Murcia, nº 44).
1.b. Con decoración antropomorfa, principalmente jinetes marchando hacia la izquierda.
Los casos mejor conocidos son los de Coimbra del Barranco Ancho (Muñoz Amilibia, 1983; García
Cano, 1994; García Cano, 1997: 94) y Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 486, Valencia, nº 18; Chapa e
Izquierdo, 2012) con bibliografía previa. A ellos se añade el ejemplar aquí presentado.
APL XXXIV, 2022
[page-n-12]
210
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 9. Síntesis del repertorio arquitectónico y decorativo con ejemplos para cada una de las categorías: 1.a. Pilar estela
del Prado (Museo Arqueológico “Jerónimo Molina” de Jumilla). 1.b. Pilar-estela de Coimbra del Barranco Ancho
(Museo Arqueológico “Jerónimo Molina” de Jumilla). 2.1.a. Baquetón de El Cigarralejo (Museo de Arte Ibérico de
El Cigarralejo, nº inv. 5203). 2.1.b. Baquetón de Cabecico del Tesoro (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. 2171).
2.1.c. Baquetón del monumento de El Prado (Museo Arqueológico “Jerónimo Molina” de Jumilla). 2.1.d. Baquetón
de El Cabecico del Tesoro (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. 208). 2.1.e. Baquetón del pilar-estela de Coimbra
del Barranco Ancho (Museo Arqueológico “Jerónimo Molina de Jumilla). 2.2.a. Nacela del pilar-estela de Coy (Museo
Arqueológico de Murcia). 2.2.b. Gola de pilar estela de Corral de Saus (Museu de Prehistòria de València, nº inv.
13581) (fotografías y montaje: Jesús Robles Moreno).
APL XXXIV, 2022
[page-n-13]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
211
2. Sillares de gola
2.1. Baquetones.
Se refiere a la parte inferior del sillar de gola sobre la que arranca la nacela. En la concepción arquitectónica
de los pilares-estela por parte de este taller lo habitual que se elaboren separados del resto de la gola, en
un sillar exento. Estos pueden aparecer:
2.1.a. Con decoración de ovas lésbicas en posición invertida sobre moldura de cyma recta.
Este tipo de decoraciones se documenta hasta en tres ocasiones en El Cigarralejo (Cuadrado, 1984: 255,
nº 2 y 20; Izquierdo, 2000: 462-464, Murcia, nº 16 y 31), dos veces en Cabecico del Tesoro (Page y
García Cano, 1993-1994: nº 38 y 39), al menos tres en Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 484, Valencia,
nº 7, 8, 9), una en Pozo Moro (Almagro Gorbea, 1983: 257; Robles Moreno, e.p.) y otra en Libisosa
(Uroz, 2022: 22). Quizá haya otro en El Monastil (Izquierdo, 2000: 475, Alicante, nº 10) aunque es difícil
asegurarlo por la fragmentación que presenta.
2.1.b. Con decoración de ovas jónicas en posición canónica o invertida sobre una moldura de óvolo.
Este tipo de moldura cuenta con una enorme dispersión por toda el área ibérica y con características
bastante análogas, lo que impide considerarlo como un elemento diagnóstico en la definición de este
taller. No obstante, cabe destacar su acusada presencia en Cabecico del Tesoro (Page y García Cano,
1993-1994: nº 20, 21, 22, 23, 24, 25) y una en Libisosa (Uroz, 2022: 22). Paralelamente, aparece en
yacimientos cercanos al área de dispersión tradicionalmente vinculados a este taller, como L’Albufereta
(Izquierdo, 2000: 483, Alicante, nº 64/65 y 66), los de las plataformas de Cabezo Lucero (Izquierdo,
2000: 475, Alicante, nº 11), el pilar-estela de Monforte del Cid (Almagro Gorbea y Ramos Fernández,
1986) o las que aparecen coronadas por un contario de Llano de la Consolación (Ruano, 1990: nº 5 y 6;
Izquierdo, 2000: 471-472, Albacete, nº 15, 18, 19 y 22/23). No obstante, al ser un elemento tan recurrente
es difícil asegurar que todas ellas pertenecieron a un mismo taller.
2.1.c. Compuestos.
Combinan las dos molduras de ovas que se acaban de describir. Se localizan en El Prado (Lillo, 1990;
Izquierdo, 2000: 461, Murcia, nº 6) y Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 484, Valencia, nº 6).
2.1.d. Con moldura de listel y motivos vegetales en libre disposición formados por cintas habitualmente
culminadas en roleos.
Se documentan en El Cigarralejo (Izquierdo, 2000: 463, Murcia, nº 18), Cabecico del Tesoro (Page y
García Cano, 1993-1994: nº 34, nº 36, nº 37, nº 40), Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 486, Valencia, nº
20).
2.1.e. Con moldura troncopiramidal y motivos vegetales en libre disposición.
Se documenta en Coimbra del Barranco Ancho (García Cano, 1997: 267; Izquierdo, 2000: 460, Murcia,
nº 1) y Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 485, Valencia, nº 10, 12).
2.2. Nacelas de gola
2.2.a. Lisas con volutas de gola.
Al igual que ocurría con las ovas jónicas, las volutas de gola aparecen por toda la península ibérica. No
obstante, gozan de una presencia acusada en: El Cigarralejo (Cuadrado, 1984: 255, nº 5; Izquierdo, 2000:
464-465, Murcia, nº 27, 28, 29, 30, 31/33, 32, 36), Cabecico del Tesoro (Page y García Cano, 19831984: nº 29, 30, 31, 32, 33), el Monastil (Elda) (Izquierdo, 2000: 475, Alicante, nº 8, 9; Poveda, 2015:
90), Corral de Saus (Izquierdo, 2000: 486, Valencia, nº 17) y Coy (Murcia) (Almagro Gorbea, 1988;
Izquierdo, 2000: 462, Murcia, nº 14).
2.2.b. Con personajes antropomorfos yacentes en altorrelieve.
Se trata quizá del elemento más distintivo de este tipo de pilares estela, como han remarcado ya algunos
autores (vid. supr.). Se documentan en Cabecico del Tesoro (Page y García Cano, 1993-1994: nº 7 y
8), El Cigarralejo (Izquierdo, 2000: 463-464, Murcia, nº 22, 23, 24, 25), Coimbra del Barranco Ancho
APL XXXIV, 2022
[page-n-14]
212
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
(García Cano, 1997: 268; Izquierdo, 2000: 461, Murcia, nº 3) El Prado (Lillo, 1990; Izquierdo, 2000:
461, Murcia, nº 7) y Corral de Saus (Almagro, 1987; Izquierdo, 2000: 484-488, Valencia, nº 3/4, 34). A
estas se podría añadir el caso de l’Horta Major (Almagro Gorbea, 1982) que difiere en sus características
de la serie y que resulta bastante polémica en cuanto a su datación (Izquierdo, 2000: 138; González
Villaescusa, 2001: 288 y ss., ambos con bibliografía precedente)
Este repaso y sistematización del repertorio arquitectónico e iconográfico muestra algunos de los
yacimientos en los que este taller actuó. El área en el que lo hizo queda definida en un marco geográfico
delimitado por Corral de Saus, al norte, y Cabecico del Tesoro, al sur. Precisamente este último yacimiento
marcaría el límite oriental de esta área, y hacia el interior el límite se encontraría quizá en Libisosa como
parecen sugerir los recientes hallazgos (Uroz, 2022: 22).
No nos vamos a extender aquí sobre la ya tratada cuestión de si se trataba de un taller itinerante,
en la línea de lo propuesto por Quesada (2000) para los artesanos de metal, o si se trataba de artesanos
intercambiados como bienes de prestigio (Almagro Gorbea, 1983: 283). Bastará con señalar que, en nuestra
opinión, el modelo más plausible de funcionamiento para este taller concreto es el que han propuesto Chapa
e Izquierdo (2012: 260) en el que la demanda se mueve en busca del especialista y no al contrario. Es decir,
los talleres se situaban en grandes centros urbanos, que quizá aquí como veremos se puede ubicar en torno
a Cabecico del Tesoro, y no se desplazaban ofreciendo su trabajo, sino que acudían allí donde este era
solicitado.
Restaría para futuros trabajos precisar aún más en los límites geográficos aquí planteados y, sobre
todo, definir bien cuál es su relación con otras áreas y talleres de producción. En este sentido, interesan
especialmente las posibles interacciones con el área de Elche-Alicante y el posible taller allí ubicado, pues
en dicho territorio existen numerosos restos que comparten o adoptan ciertos elementos y motivos que
abundan en el área que se ha definido para este taller “Verdolay-Mula”.
Cronológicamente, los contextos de las piezas revelan que la producción de este taller se inicia en el
paso del siglo V al IV a.C. (Page y García Cano, 1993-1994: 58; Izquierdo, 2000: 379; Chapa e Izquierdo,
2012: 259) y se prolongaría a lo largo de esta centuria, como muestra entre otros el ejemplar de Coimbra
del Barranco Ancho, bien datado por contexto a mediados del siglo IV a.C. (García Cano, 1994). Este
momento es fundamental porque se relaciona con la aparición de los grandes poblados en Murcia y de los
cementerios a ellos vinculados, un contexto en el que la aristocracia hará uso de la escultura arquitectónica
como un elemento de representación ante sus iguales y el resto de la sociedad (Page y García Cano, 19931994; Sala, 2007: 66).
Conforme avanza la centuria los fragmentos de estos monumentos, ya sea caídos o destruidos
violentamente7, empiezan a ser reutilizados en tumbas posteriores desde mediados de la centuria y sobre
todo en tumbas de las centurias siguientes. Precisamente, esa posición estratigráfica es la más abundante
para las piezas de estos yacimientos (Quesada, 1989; Izquierdo, 2000: 331), lo que implica una disminución
progresiva e incluso un cese de la actividad de ese taller que, a inicios de la centuria, tuvo gran éxito entre
las élites locales.
Quizá en ese sentido se pueda explicar la relación entre este taller y el de El Cerro de los Santos ya
esbozada por algunos autores que han mencionado cómo el primero pudo influir sobre el segundo con
sus modelos (León, 1999: 40; Izquierdo, 2000: 379-380) o enmarcarse en el mismo impulso religioso y
artístico (Sala, 2007: 65). Sobre esta relación, nuestra cabeza, a pesar de su estado fragmentario, aporta
nuevos datos ya que, como hemos visto, esta encuentra paralelos directos en dicho yacimiento. No parece
baladí que, justo en los momentos en los que la demanda de obras de este taller disminuye en el contexto
de los grandes monumentos, comience el verdadero auge de la escultura del Cerro de los Santos que podría
7 No pretendemos entrar aquí sobre esta debatida cuestión que bien daría para un artículo individual. Remitimos a los trabajos de
Quesada (1989), Chapa (1993), Talavera Costa (1999) y García Cardiel (2012) para un estado de la cuestión sobre las mismas.
APL XXXIV, 2022
[page-n-15]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
213
Fig. 10. Modelo iconográfico compartido: Baquetón de Corral de Saus (Museo de Prehistoria de Valencia, n. inv.
13583) y diadema de una dama del Cerro de los Santos (Museo Arqueológico Nacional, nº inv. 7510) (fotografía y
montaje: Jesús Robles Moreno).
datarse en un momento avanzado de esta centuria (García Cardiel, 2015: 101; Aranegui, 2020: 156)8 y en
las siguientes. Más aún cuando ambos comparten modelos iconográficos similares e incluso idénticos en lo
que a representaciones antropomorfas se refiere.
Con toda la cautela que estas cuestiones requieren, creemos que es posible ir un paso más allá y señalar
que quizá, cuando comenzó a disminuir la demanda de monumentos funerarios y conmemorativos en el área
mencionada, este taller sobrevivió aferrándose a la demanda de exvotos del Cerro de los Santos, una demanda que
incluso pudo ayudar a generar. Este santuario se ubica en su área de distribución, por lo que, cuando la escultura
y arquitectura cae en desuso en el ámbito de las necrópolis, los escultores de este taller -junto a los de otros
talleres- se pudieron establecer en el Cerro de los Santos. Allí adaptarían su producción, pasando de los edificios
con relieves a las figuras exentas, pero conservando sus características formales, estilísticas e iconográficas.
Esto último se aprecia tanto en los rasgos antropomorfos -baste con recordar el paralelismo de los
rasgos de la cabeza de Alcantarilla con los ejemplares de El Cerro de los Santos- como en las decoraciones
vegetales, que pasarán de decorar baquetones a las vestimentas de las damas, a veces con esquemas
iconográficamente idénticos (fig. 10).
8 Como apuntan Ramallo et al. (2020: 255) en su reciente catálogo, datar el santuario por el estilo de los exvotos es complejo
e incluso imposible. Si bien tradicionalmente se viene datando el origen del santuario a inicios del siglo IV a.C., ya Sánchez
Gómez (2002: 257) advertía de que esta datación depende de escasos materiales áticos. En ese sentido, remitimos al trabajo
de García Cardiel (2015) para una minuciosa revisión de material cerámico que le permite fechar este entre el III y el I a.C.
Independientemente de la cronología global del santuario, el auge de la producción de exvotos en piedra parece tener lugar en un
momento avanzado del Ibérico Pleno.
APL XXXIV, 2022
[page-n-16]
214
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
3.2. El Cabezo del Agua Salada: una nueva estación del taller “Verdolay-Murcia”
En la línea de lo comentado en el apartado anterior, la pieza estudiada en este trabajo permite, en nuestra
opinión, integrar plenamente el Cabezo del Agua Salada de Alcantarilla en el listado de estaciones ibéricas
en las que este taller actuó. Esta inclusión ya ha sido esbozada, aunque no de manera concluyente por
algunos autores (Izquierdo, 2000: 379; Chapa e Izquierdo, 2012: 257). Sin embargo, existe documentación
poco tratada e incluso inédita que apunta claramente en ese sentido y permite arrojar nueva luz sobre esta
cuestión en tanto que hay piezas que pueden vincularse a los grupos tipológicos pertenecientes a este taller,
señalados en el apartado anterior
Por ejemplo, la pieza que se aborda en el trabajo es un altorrelieve que presenta una iconografía análoga
a esos núcleos del sureste en los que este taller pudo actuar, en concreto Coimbra del Barranco Ancho. De
hecho, es posible que perteneciera a un pilar como el de este yacimiento o como el localizado en Corral de
Saus, una semejanza tipológica que nos acerca al conocimiento de la producción de ese taller que se acaba
de describir. Sin embargo, no es la única pieza que interesa en este sentido, puesto que se pueden añadir
otros ejemplares procedentes de Cabezo del Agua Salada. Esta posible pertenencia a un mismo taller fue
ya esbozada por Izquierdo (2000: 379) a propósito de las dos piezas publicadas por Lillo y Serrano Várez
(1989) (vid. infr.) y recientemente también ha sido planteado por Serrano Várez (2016: 17). Este autor
señalaba la cercanía estilística de algunos de esos fragmentos de Cabezo del Agua Salada a otros de El
Cigarralejo o de Cabecico del Tesoro.
Sin querer realizar un estudio exhaustivo de todas las piezas de Cabezo del Agua Salada9, conviene
fijarse en aquellas que, una vez caracterizada la producción de ese taller “Verdolay-Mula” pueden incluirse
en las diferentes categorías o tipos arquitectónicos e iconográficos que este núcleo productivo realizó. Dos
de esos elementos fueron los publicados por Lillo y Serrano Várez (1989): el primero es una voluta que
remataría la esquina de un sillar de gola (fig. 11.1) (Museo Arqueológico de Murcia, DA 0/62/2). Como
hemos visto, este tipo de nacelas son muy habituales en el sureste y forman parte de la producción de este
taller (fig. 9: 2.2.b). Las medidas de estas volutas ofrecen en torno a 10-15 cm de diámetro, algo que encaja
bien con la aquí presente que ofrece 11,2 y 12 cm respectivamente. Es interesante además remarcar la
existencia de la decoración en relieve de su canto: motivos florales que describiendo una suerte de guirnalda
recorren la superficie. Este modelo iconográfico para una voluta de gola se ha constatado hasta en tres
ocasiones en El Cigarralejo (Castelo, 1995: 118).
El segundo testimonio presentado por estos autores es un fragmento que corresponde a parte del cuello
y del arranque de la cabeza de un équido. Es cierto que, para este trabajo, hemos preferido centrarnos en
elementos arquitectónicos dejando a un lado la escultura zoomorfa, pero esta merece un comentario en
tanto que se puede relacionar directamente con un ejemplar procedente también de El Cigarralejo (fig. 12).
En este caso, ambos ejemplares comparten dimensiones, pero también decoración, pues ambos comparten
el atalaje formado por correas con doble fila de perlas y discos, representados con ricos altorrelieves.
Más interesantes son, para nuestro estudio arquitectónico, los baquetones hallados en este yacimiento,
piezas que por sus dimensiones y tipología pertenecieron a pilares-estela del taller que aquí se estudia. Uno
de ellos, con 7,13 cm de altura máxima conservada y 15,2 cm de lado máximo, presenta una moldura de
listel con decoración fitomorfa: son motivos vegetales complejos, entre los que hay una cinta culminada
en roleo de la que sale una flor de loto (fig. 11.2) (Museo Arqueológico de Murcia, DA/1994-004-1). Esto
permite vincularlo tipológicamente a los baquetones de tipo “d” (fig. 9), pues la estructura arquitectónica
que presenta y su decoración es exactamente la misma.
9
Aunque es cierto que el estudio de conjunto está por hacer, este desbordaría los límites y objetivos de nuestro trabajo, sobre todo
si se considera el elevado número de fragmentos escultóricos inéditos hoy conservados en el Museo Arqueológico de Murcia. Por
esa razón, aquí hemos preferido centrarnos en los elementos arquitectónicos y en aquellas piezas que presentan características que
se pueden vincular a la producción del taller analizado en este trabajo.
APL XXXIV, 2022
[page-n-17]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
215
Fig. 11. Elementos arquitectónicos y escultóricos de Cabezo del Agua Salada vinculables al taller “Verdolay-Mula”:
1. Voluta de gola (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. DA 0/62/2). 2. Baquetón con perfil de listel y motivos
fitomorfos (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv DA/1994-004/001). 3. Baquetón con perfil de cyma recta y ovas
lésbicas (Museo Arqueológico de Murcia, nº inv. DA/1994-004/002) (fotografías y montaje: Jesús Robles Moreno).
El segundo baquetón está dividido en dos fragmentos, que no pegan entre sí a pesar de que sus medidas
y decoración sugieren que pertenecen a la misma pieza. Se corresponde en este caso con un baquetón de
los del tipo “a”, los más abundantes en este área, en tanto que ofrece un perfil con moldura de cyma recta
y se decora con ovas lésbicas en posición invertida que se altera con anchos dardos entre los que aparecen
flores de loto10 (fig. 10.3) (Museo Arqueológico de Murcia, DA/1994-004-1). El lado máximo conservado
en los dos fragmentos es de 14,50 m y la altura, que mantiene la dimensión total, es de 6,1 cm. A propósito
de esto último, es interesante comentar que de nuevo se puede observar una variación en la escala, en
tanto que los ejemplares de un mismo modelo iconográfico y de un mismo tipo arquitectónico presentan
variaciones en sus dimensiones: el ejemplar de este tipo documentado en El Cigarralejo, reproducido en la
fig. 9, presenta casi el doble de altura del de Cabezo del Agua Salada, con 10,3 cm. (Cuadrado, 1984: 255,
nº 2 y 20), algo similar a lo que se observa en Corral de Saus, donde hay ejemplares también de 10,5 cm,
pero otros llegan casi a los 20 cm (Izquierdo, 2000: 484, Valencia, nº 7, 8, 9), por poner algunos ejemplos.
Como ya hemos dicho, todas las piezas aquí comentadas han sido halladas en superficie y/o reutilizadas
en muros de abancalamiento, lo que ha provocado que se carezca de un contexto estratigráfico preciso que
permita asegurar que todas o algunas de ellas, junto a otros fragmentos inéditos conservados en los fondos
del Museo Arqueológico de Murcia, formasen parte del mismo monumento que la cabeza estudiada. Pese a
ello, consideramos que indican la existencia de pilares-estela análogos a los de otras necrópolis donde actuó
ese taller comúnmente denominado “Verdolay-Mula”.
Lógicamente, no todos los tipos del repertorio propuesto para este taller se han documentado en
Alcantarilla, pero si se presta atención a los ejemplares comentados, contamos con los indicios necesarios
para proponer que aquí actúo ese taller: así lo sugiere la presencia de baquetones con moldura de cyma
reversa y decoración de ovas lésbicas (tipo “a”), baquetones con perfil de listel y decoración fitomorfa
compleja (tipo “d”), nacelas con volutas (tipo “b”) y por supuesto, ese posible pilar (tipo “a”) al que se ha
dedicado principalmente este trabajo. A ello habría que añadir la escultura zoomorfa y antropomorfa que,
10 Se trata de una ligera variación en los mismos, similares a las que vemos en otros yacimientos y aplicadas a otros motivos.
APL XXXIV, 2022
[page-n-18]
216
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
Fig. 12. Semejanzas en la escultura zoomorfa. Comparativa entre el caballo de Cabezo del Agua Salada (según Serrano
Várez y Fernández Palmeiro, 1991; completado con reconstrucción de Lillo y Serrano Várez, 1989) y el ejemplar
de El Cigarralejo (fotografía: José Fenoll y reconstrucción de Lillo y Serrano, 1989).
aunque muy erosionada, existió en la necrópolis y que requiere de un análisis en profundidad, aún por
llevar a cabo. Únicamente como apunte se ha citado aquí la cabeza de caballo estudiada por Lillo y Serrano
Várez que, tipológicamente, es idéntico a otro hallado en la cercana necrópolis de El Cigarralejo con la que
Cabezo del Agua Salada comparte numerosos modelos arquitectónicos e iconográficos.
La inclusión de Alcantarilla en el ámbito operativo y en el repertorio estilístico de dicho taller, no supone
la simple adición de una nueva estación en el que este trabajo. Por el contrario, creemos que se trata de otro
dato que permite situar el centro de trabajo principal de este taller en torno a la actual ciudad de Murcia,
pues es el lugar al cual se concentran las mayores evidencias de la actuación del mismo. A modo de hipótesis
podría señalarse incluso que este se localizaría en el poblado de Santa Catalina del Monte, del que sabemos
muy poco (Ros Sala, 1987), pero cuya necrópolis (Quesada, 1989; García Cano, 1992) y santuario (Comino,
2015 con bibliografía) dan buena prueba de su existencia e importancia. Dicha necrópolis generaría una gran
demanda de estas manifestaciones en tanto que es la que más tumbas posee de todo el mundo ibérico y uno
de los yacimientos del sureste que más restos escultóricos y arquitectónicos ha aportado.
Desde este centro, el taller sirvió a otros oppida aledaños, como El Cigarralejo (Mula) o Cabezo del
Agua Salada (Alcantarilla) y quizá pudo extender sus servicios hasta Coy. Posteriormente, a través del valle
del Segura y del corredor del altiplano, atendió a la demanda de poblados más alejados como Coimbra del
Barranco Ancho y quizá El Monastil. La extensión por este territorio le llevaría a servir también a zonas
del interior, como Libisosa y de seguir -a través del corredor de Montesa- hacia el norte, llegando incluso
a Corral de Saus.
Como se ha comentado, esto no implica necesariamente que el taller fuese itinerante y estuviese en un
continuo desplazamiento; más bien, el éxito de su modelo en las grandes necrópolis del sureste provocó
que cada vez fueran más los aristócratas en torno al Segura que solicitaron el trabajo de este taller, lo que
APL XXXIV, 2022
[page-n-19]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
217
propició su extensión (Chapa e Izquierdo, 2012). Aunque es posible, no creemos tampoco, como propuso
Almagro (1987: 200), que fuesen varios talleres o que Corral de Saus constituyese un “taller periférico” ya
que, como advertía Tarradell (1968: 14-15), la demanda no era suficiente para permitir el mantenimiento
de prácticamente un taller por oppidum. Sin descartar que pudiera influir sobre otros talleres -y viceversacreemos que en la zona descrita actuó un único taller con un repertorio iconográfico y arquitectónico bien
definido y reiterativo en diversas necrópolis. Las variaciones existentes en la iconografía, metrología y
factura de las piezas no responden tampoco a diferentes talleres, sino a la diversidad de la demanda de
quienes encargaban los monumentos que sería cubierta por diferentes escultores y arquitectos, dando cada
un acabado distinto en función a su forma de trabajar (Baier, 2014).
4. CONCLUSIONES
Es innegable señalar que en los últimos años se ha producido un enorme avance en el ámbito de la escultura
ibérica gracias no solo a los nuevos hallazgos, sino también a las técnicas y metodologías que se han
ido implementando. Gran parte de ese avance ha pasado por la revisión de piezas que, por su estado
fragmentario y aparentemente “poco atractivo” han quedado sin estudiar o, al menos, no han recibido toda
la atención que merecían.
Prueba de ello es la pieza aquí presentada que, si bien podría parecer un fragmento más de una
escultura exenta antropomorfa, ha sido identificada como un altorrelieve. Concretamente, su orientación,
morfología, y los paralelos directos existentes tanto a nivel técnico como iconográfico permiten, a pesar
de su fragmentación, clasificarla como un altorrelieve perteneciente a un posible pilar-estela cuyo cipo
o pilar ofrecía decoración antropomorfa. Se trataría pues del tercer ejemplar de este tipo de elemento
arquitectónico, sumándose a los ejemplares bien conocidos de Coimbra del Barranco Ancho y de Corral
de Saus.
Más allá de presentar una pieza inédita e incorporar un ejemplar más a dicha serie, el estudio en
profundidad de este elemento y el repaso a otros inéditos procedentes de Cabezo del Agua Salada, permite
reflexionar sobre los talleres escultóricos del mundo ibérico y en concreto, sobre ese taller “Verdolay-Mula”
al que perteneció la pieza estudiada y del que se han aportado nuevos datos.
Estas novedades se refieren a su extensión, aumentada al incorporar nuevas estaciones como Cabezo
del Agua Salada u otros en los que se han realizado hallazgos, como Libisosa. Por otro lado, se ha esbozado
la relación de este con otros talleres, como uno que operaría en Alicante y el del Cerro de los Santos, este
último quizá formado por escultores del taller estudiado una vez que cesa o disminuye notablemente la
demanda de monumentos funerarios.
Con todo, trabajos como este revelan la necesidad de seguir profundizando en la cuestión de los talleres
escultóricos ibéricos, una línea de investigación que, a pesar de toda la bibliografía generada, puede seguir
aportando interesantes datos. Es preciso, pues seguir profundizando en a su logística, la caracterización de
sus repertorios arquitectónicos e iconográficos y la delimitación de las áreas geográficas y la cronología que
estos cubrían, así como acerca de los contactos no solo con talleres y áreas mediterráneas, sino también con
otros centros productivos ibéricos.
La importancia de la cuestión de los talleres y sus escultores no se debe exclusivamente a que
permita contextualizar cronológica y arquitectónicamente piezas fragmentadas y dispersas, sino también
a que, como señalaron Chapa et al. (2009: 171), permite comprender mejor las piezas al situarlas en
el contexto social y productivo en el que se generaron. Se requieren pues de nuevos planteamientos
teóricos y metodológicos para el caso concreto del mundo ibérico que, continuando trabajos previos
sobre producción, permitan profundizar en esta cuestión, planteamientos basados en la transmisión del
conocimiento técnico (Bianchi, 1996) que aquí solo se pueden apuntar y que se desarrollarán en futuros
trabajos.
APL XXXIV, 2022
[page-n-20]
218
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
En cualquier caso, esas metodologías y trabajos deben partir de la caracterización de cada una
de las piezas, lo que implica una revisión de las mismas, y posteriormente, de la caracterización de
repertorios para definir talleres. Precisamente, esto es lo que se ha intentado conseguir aquí a propósito
del posible pilar ibérico con decoración antropomorfa procedente de Cabezo del Agua Salada y el
centro productivo al que perteneció.
AGRADECIMIENTOS
Trabajo realizado en el marco del proyecto de I+D+I HAR-2017-82806-P: “Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la Alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz
y Cerro de la Merced, Córdoba). Grupo de investigación “Pólemos. Arqueología e Historia Militar y de la Guerra”
(Universidad Autónoma de Madrid). Ayudas para la Formación del Profesorado Universitario (FPU18/00735) del
Ministerio de Universidades.
Los autores de este trabajo agradecen a Luis de Miquel Santed, director del Museo Arqueológico de Murcia, que haya
permitido y facilitado el acceso a la pieza aquí presentada. Por las mismas razones a los directores de aquellos que
han facilitado el estudio de las que se presentan como paralelos: Dña. Virginia Page del Pozo (Museo de Arte Ibérico
“El Cigarralejo”), Dr. Jaime Vives-Ferrándiz (Museu de Prehistòria de València) y Dra. Estefanía Gandía Cutillas y D.
Emiliano Hernández Carrión (Museo Arqueológico Municipal “Jerónimo Molina” de Jumilla). Por último, agradecemos a las personas encargadas de la revisión de este manuscrito su atenta lectura y comentarios que han contribuido
notablemente a la mejora de este trabajo.
BIBLIOGRAFÍA
ALMAGRO GORBEA, M. (1982): “El monumento de Alcoy. Aportación preliminar a la arquitectura funeraria ibérica”. Trabajos de Prehistoria, 39, p. 161-210.
ALMAGRO GORBEA, M. (1983): “Pozo Moro: el monumento orientalizante, su contexto socio-cultural y sus paralelos en la arquitectura funeraria ibérica”. Madrider Mitteilungen, 24, p. 177-293.
ALMAGRO GORBEA, M. (1987): “El pilar-estela de las “Damitas de Mogente” (Corral de Saus, Mogente, Valencia)”.
Archivo de Prehistoria Levantina, XVII, p. 199-228
ALMAGRO GORBEA, M. (1988): “El pilar-estela ibérico de Coy (Murcia)”. En Homenaje a Samuel de los Santos.
Instituto de Estudios Albacetenses, Albacete, p. 125-30.
ALMAGRO GORBEA, M. y RAMOS FERNÁNDEZ, R. (1986): “El monumento ibérico de Monforte del Cid
(Alicante)”, Lucentum, 5, p. 45-63
ARANEGUI, C. (2020): “Estrategias identitarias. El arte como paradigma en la Hispania tardo-republicana”. En J.M.
Noguera, I. López García y L. Baena (eds.): Satyrica Signa. Estudios de Arqueología Clásica en homenaje al profesor Pedro Rodríguez Oliva. Málaga, Universidad de Málaga, p. 155-166.
ARANEGUI, C.; ROUILLARD, P.; JODIN, A.; LLOBREGAT, E. y GRÉVIN, G. (1993): La nécropole ibérique de
Cabezo Lucero (Guardamar del Segura, Alicante). Casa de Velázquez, Madrid.
BAIER, C. (2014): “Zum Nutzen multivariater Analyseverfahren für die Eforschung von Fertiungsprozessen antiker
Bauornamentik am Beispiel des Nymphäums des C. Laecanius Bassus in Ephesos”. En J. Lipps y D. Maschek
(eds.): Antike Bauornamentik. Grenzen und Möglichkeiten ihrer Erforschung. Reichert Verlag, Wiesbaden, p.
69-81.
BIANCHI, G.: “Trasmissione dei saperi tecnici e analisi dei procedimenti costruttivi”. Archeologia dell’Architettura,
1, p. 53-65.
CARRILLO GARCÍA, J. A. (2019): “El patrimonio arqueológico del Cabezo del “Agua Salá””. Cangilón, 36, p. 39-52.
CASTELO, R. (1995): Monumentos funerarios del sureste peninsular: Elementos y técnicas constructivas. Universidad
Autónoma de Madrid, Madrid.
CHAPA, T. (1993): “La destrucción de la escultura funeraria ibérica”. Trabajos de Prehistoria, 50, 185-195
CHAPA, T. e IZQUIERDO, I. (2012): “Talleres de escultura ibérica en piedra: a propósito de algunos ejemplos del
sureste peninsular”. Archivo de Prehistoria Levantina, XXIX, p. 237-264.
CHAPA, T. y GARCÍA CARDIEL, J. (2018): “De la cantera al taller escultórico ibérico: Un camino difícil de recorrer”.
En A. Gutiérrez García-Moreno y P. Rouillard, P. (coords.): Lapidum natura restat: canteras antiguas de la penínAPL XXXIV, 2022
[page-n-21]
De jinetes y talleres escultóricos. Un nuevo pilar ibérico procedente de Cabezo del Agua Salada
219
sula ibérica en su contexto (cronología, técnicas y organización de la explotación). Institut Català d’Arqueología
Clàssica, Barcelona, p. 137-148.
CHAPA, T. y MARTÍNEZ NAVARRETE, M. I. (2020): “La escultura ibérica y sus implicaciones territoriales”. En
P. Díaz, K. T. Lillos e I. Sastre (coords.): The matter of prehistory: papers in honor of Antonio Gilman Guillén.
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, p. 323-336.
CHAPA, T.; VALLEJO, I.; BELÉN, M.; MARTÍNEZ NAVARRETE, M. I.; CEPRIÁN, B.; RODERO, A. y PEREIRA,
J. (2009): “El trabajo de los escultores ibéricos: un ejemplo de Porcuna (Jaén) (1)”, Trabajos de Prehistoria, 66, p.
161-173.
COMINO, A. (2015): El santuario Ibérico de la Luz (Santo Ángel, Murcia) como elemento de identidad territorial (s.
IV/III a.C.-I d.C.). Tesis doctoral, Murcia.
DE GEA, M. (2008): “Lectura del programa escultórico del Pilar-Estela Ibérico de El Mejorado (Daya Nueva), en el
espacio mítico-religioso ibérico”. Cuadernos de Historia y Patrimonio cultural del Bajo Segura, 1, p. 9-38.
FENOLL CASCALES, J. y ROBLES MORENO, J. (2022): “El Cigarralejo (Mula, Murcia): Una oportunidad única
para el estudio de los Monumentos Ibéricos” en Actas de las XXVIII Jornadas de Patrimonio Cultural de la Región
de Murcia. Región de Murcia, Murcia, p. 141-147.
GARCÍA CANO, J. M. (1992): “La necrópolis ibérica del Cabecico del Tesoro (Verdolay, Murcia). Campaña de
1989)”. Memorias de Arqueología, 7, p. 83-91
GARCÍA CANO, J. M. e INIESTA, Á. (1987): “Excavaciones arqueológicas en el Cabezo de la Rueda (Alcantarilla).
Campaña de 1981”. Memorias Arqueológicas, 1, p. 134-175.
GARCÍA CARDIEL, J. (2012): “¿Y qué fue de la estatua del abuelo?: la reutilización de la escultura ibérica”. En J.M.,
Aldea; P. Ortega Martínez, I. Pérez Miranda y M.R. De Soto García (coords.): Historia, identidad y alteridad: Actas
del III Congreso Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores (Madrid, 2010). Universidad Complutense de Madrid,
Madrid, p. 279-303.
GARCÍA CARDIEL, J. (2015): “El Cerro de los Santos: paisaje, negociación social y ritualidad en el mundo ibérico y
el hispano”. Archivo Español de Arqueología, 88, p. 85-104
GARCÍA CARDIEL, J. (2016): Los discursos de poder en el mundo ibérico del sureste (siglos VII-I a.C.). CASTELO,
R. (1995): Monumentos funerarios del sureste peninsular: Elementos y técnicas constructivas. Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, Madrid.
GONZÁLEZ VILLAESCUSA, R. (2001): El mundo funerario romano en el País Valenciano: Monumentos funerarios
y sepulturas entre los siglos I a. de C.-VII d. de C. Casa de Velázquez, Diputación Provincial de Alicante e Instituto
Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, Madrid-Alicante.
IZQUIERDO, I. (1998-1999): “Las “damitas” de Moixent en el contexto de la plástica y la sociedad ibérica”. Lucentum,
17-18, p. 131-148.
IZQUIERDO, I. (2000): Monumentos funerarios ibéricos: Los pilares estela. Servicio de Investigación Prehistórica,
Diputación Provincial de Valencia (Serie de Trabajos Varios del SIP, 98), Valencia.
LEÓN, P. (1999): La sculpture des Ibères. L’Harmattan, París.
LILLO, P. A. (1990): “Los restos del monumento funerario ibérico de El Prado (Jumilla, Murcia)”. En Homenaje a
Jerónimo Molina García, Real Academia Alfonso X El Sabio, Murcia, pp. 135-161.
LILLO, P. A. y SERRANO VÁREZ, D. (1989): “Los fragmentos escultóricos del Agua Salada (Alcantarilla, Murcia)”.
Archivo de Prehistoria Levantina, XIX, p. 77-89.
LÓPEZ CAMPUZANO, M. (1998): “Actuaciones arqueológicas en Alcantarilla (Murcia): El hábitat rural ibero-romano (Las Canales y Cabezo del Agua Salada)”, Memorias de Arqueología, 11, p. 168-179.
MUÑOZ AMILIBIA, A. M. (1983): “Cipo funerario ibérico decorado con esculturas”. Crónica del XVI Congreso
Arqueológico Nacional. Universidad de Zaragoza, Zaragoza, p. 741-750.
NEGUERUELA, I. (1990-1991): “Aspectos de la técnica escultórica ibérica en el siglo V a.C.”. Lucentum, 9-10, p. 77-83.
PAGE, V. y GARCÍA CANO, J. M. (1993): “La escultura en piedra de Cabecico del Tesoro (Verdolay, La Alberca,
Murcia)”. Verdolay, 5, p. 35-60
QUESADA, F. (1987): El armamento en la necrópolis ibérica de “Cabecico del Tesoro” (Murcia). BAR Publishing,
Oxford.
QUESADA, F. (1989): “Sobre la cronología de la destrucción escultórica en la necrópolis del Cabecico del Tesoro
(Verdolay-Murcia)”. Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, 26, p. 19-24.
QUESADA, F.; REQUENA, F.; GABALDÓN, M. M. y ZAMORA, M. (2000): “¿Artesanos itinerantes en el mundo
ibérico? Sobre técnicas y estilos decorativos, especialistas y territorio”. Saguntum, Extra 3, p. 291-301.
APL XXXIV, 2022
[page-n-22]
220
J. Robles Moreno y J. Fenoll Cascales
RAMALLO ASENSIO, S. y BROTONS YAGUE, F. (2019) (eds.): Catálogo de escultura del Cerro de los Santos.
Montealegre del Castillo, Albacete. Murcia, Editum.
RAMOS MARTÍNEZ, F. (2018): Poblamiento ibérico (ss V-III a.n.e.) en el sureste de la península ibérica. Nuevos
datos para el estudio a través de la arqueología del paisaje. Oxford, BAR Publishing.
ROBLES MORENO, J. (e.p.): “Arquitectura funeraria ibérica: un estado de la cuestión a partir de un estudio de caso”
en J. M. García Cano y C. Espí (eds.): 40 años del descubrimiento del pilar-estela de Coimbra del Barranco Ancho
por parte de la dra. Muñoz Amilibia. Murcia
ROS SALA, M. M. (1987): “El poblado de Santa Catalina del Monte: Una aproximación a la urbanística del siglo VI
a.C. en el ámbito territorial del eje Segura-Guadalentín”. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad
Autónoma de Madrid, 13, p. 77-87.
ROUILLARD, P., COSTA, L. y MORATALLA, J. (2020): Des carrières en archipel: Au pays de la Dame d’Elche
(Alicante, Espagne). Casa de Velázquez, Madrid.
RUANO, E. (1990): “Algunos fragmentos escultóricos poco conocidos procedentes del Llano de la Consolación
(Montealegre del Castillo, Albacete)”. Verdolay, 2, p. 173-178.
SALA, F. (2007): “Algunas reflexiones a propósito de la escultura ibérica de la Contestania y su entorno” En L. Abad
Casal y J. García Soler (eds.): Actas del congreso Arte Ibérico en la España Mediterránea. Alicante 24-27 de octubre 2005. Instituto alicantino de cultura Juan Gil-Albert y Diputación de Alicante, Alicante, p. 51-82.
SERRANO VÁREZ, D. (1990): «Nuevos yacimientos arqueológicos en Alcantarilla (Murcia)». Anales de la Academia
de Cultura Valenciana, 66, Valencia, p. 45-73..
SERRANO VÁREZ, D. (1999): El entorno histórico del Museo de la Huerta de Murcia en Alcantarilla: (con motivo
de la remodelación). Alcantarilla, Ayuntamiento de Alcantarilla.
SERRANO VÁREZ, D. (2016): La escultura ibérica en Alcantarilla: una conexión entre el Cabezo del Agua Salada y
la Plaza Cayitas-Calle Hurtado Lorente. Publicación independiente autoeditada
SERRANO VÁREZ, D. y FERNÁNDEZ PALMEIRO, J. (1991): “Prospecciones arqueológicas en Alcantarilla”,
Memorias de Arqueología, 5, p. 710-716.
TALAVERA COSTA, J. (1998-1999): “Las destrucciones de la estatuaria ibérica en el Levante peninsular”. Lucentum,
27, 117-130
TARRADELL, M. (1968): Arte ibérico. Polígrafa, Barcelona
TRUSZKOWSKI, E.; MONTENAT, C.; MORATALLA, J.; ROUILLARD, P. y GAGNAISON, C. (2006): “Une
ébauche de sculpture ibérique dans les carrières de la Dame d’Elche: le buste d’ El Ferriol (Elche, Alicante)”,
Mélanges de la Casa de Velázquez, 36, p. 153-172.
TORTOSA, T. (2006): Los estilos y grupos pictóricos de la cerámica ibérica figurada de la Contestania. Instituto de
Arqueología de Mérida y Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Mérida.
UROZ, H. (2022): Libisosa. Historia congelada. Instituto de Estudios Albacetenses don Juan Manuel y Diputación de
Albacete, Albacete.
VERDÚ, E. (2015): La necrópolis ibérica de l’Albufereta. Ritos y usos funerarios en un contexto de interacción cultural. Universidad de Alicante, Alicante.
APL XXXIV, 2022
[page-n-23]