Tiburones y mantarrayas. Aprovechamiento de vértebras de pez para la fabricación de cuentas de collar en la Península Ibérica entre el Neolítico Antiguo y la Edad del Bronce
Josep Lluís Pascual Benito
Ricard Marlasca Martín
2019
[page-n-1]
8
TIBURONES Y MANTARRAYAS. APROVECHAMIENTO
DE VÉRTEBRAS DE PEZ PARA LA FABRICACIÓN DE
CUENTAS DE COLLAR EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
ENTRE EL NEOLÍTICO ANTIGUO Y LA EDAD DEL
BRONCE
Josep Lluís Pascual Benito y Ricard Marlasca Martín
ABSTRACT
Among the materials used during the recent prehistory for the manufacture of ornaments we find fish vertebrae. Practically all of the analyzed beads
belong to chondrichthyan vertebrae, and several species of sharks and stingrays have been identified, some of which show a specific chrono-cultural
distribution. In the Iberian Peninsula, the use of vertebrae of marine fish
was found during the early Neolithic in residential contexts of several sites
in the Valencian central regions and in Catalonia, and during the Middle
Neolithic in eastern Andalusia. From the end of the Neolithic, the number
of deposits increased, mostly located on the Mediterranean slope south of
the Júcar river, where this type of beads is basically documented in funerary
contexts. During the Bronze Age they continue to be used sporadically in
the Valencian and Manchego Bronze and have a strong presence in burial
contexts of the Argaric Bronze.
INTRODUCCIÓN
Durante la prehistoria reciente peninsular, las materias primas utilizadas
para la confección de adornos personales son muy variadas. Entre ellas se
encuentran algunas de origen marino, sobre todo conchas de molusco y, en
menor número, corales y vértebras de pez. Los adornos realizados a partir
de conchas han llamado la atención de numerosos investigadores y han
sido analizados en profundidad, lo que ha significado la publicación de nuRecursos marins en el passat. IV Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2019): 193-220.
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
merosos trabajos en los que se indican, por ejemplo, las especies utilizadas.
Sin embargo, las cuentas realizadas con vértebras de pez, no han tenido el
mismo tratamiento y en muchas ocasiones solo se han citado, sin aportar
datos sobre sus dimensiones ni acompañar de parte gráfica y, salvo en contadas excepciones, ni siquiera se han clasificado taxonómicamente, aspecto
que se aborda en la presente comunicación.
En general estas piezas se han clasificado como “vértebras de pez”, “vértebras de pescado”, “vértebras de ictiofauna” o “vértebras ictiológicas”, pero
en algunos casos incluso no se habían identificado como vértebras, describiéndolas como “hueso labrado”, como ocurre con la más antigua publicada (Góngora, 1868: fig. 141) o como “cuenta de hueso” para un ejemplar de
Blanquizares (Arribas, 1956).
METODOLOGÍA
En este trabajo se repasan las cuentas de collar sobre vértebras de pez
documentadas en la vertiente mediterránea peninsular desde el Neolítico
hasta la Edad del Bronce. En algunos casos se han incluido vértebras de
condrictios que no se encuentran perforadas pero que podrían considerarse
materia prima para la confección de cuentas.
Para ello se han analizado directamente las cuentas depositadas en el
Museu de Prehistòria de València (MPV), Museu Arqueològic Municipal de
Bocairent y Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi (MAMA) (37 vértebras
de 8 yacimientos), y se ha realizado un minucioso seguimiento bibliográfico que también incluye las vértebras perforadas halladas en otros yacimientos prehistóricos de la península ibérica.
Las piezas estudiadas directamente y aquellas que cuentan en su publicación con dibujos y/o fotografias detalladas y con escala han sido clasificadas taxonómicamente, en las primeras a nivel de especie y en las segundas,
al menos, a nivel de familia.
Para la clasificación taxonómica de las vértebras se ha utilizado fundamentalmente la colección de referencia de uno de los autores (RMM), que
cuenta con un gran número de especies mediterráneas. Así mismo, se ha consultado la colección de Joan Ribé en el Cau del Tauró (l’Alborç, Baix Penedès).
Hay que tener en cuenta que, a diferencia de otras disciplinas, no existen para
el estudio o clasificación de este tipo de elementos esqueléticos, manuales o
publicaciones especializadas de tipo genérico o de síntesis a las que acudir.
194
[page-n-3]
Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
FIGURA 1. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante el
Neolítico antiguo y medio.
LAS CUENTAS DE VÉRTEBRA DE PEZ EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
DURANTE LA PREHISTORIA RECIENTE
Se han contabilizado al menos 256 vértebras perforadas procedentes de 50
yacimientos, en contextos que van desde el Neolítico antiguo hasta el Bronce tardío. A continuación se detallan las cuentas estudiadas, por contextos
cronoculturales y siguiendo un orden regional.
Neolítico antiguo y medio
Las cuentas de vértebras de pez de este periodo son un mínimo de 20, y están presentes durante el Neolítico antiguo en tres yacimientos de las comarcas centrales valencianas y en uno del Baix Llobregat, y en el Neolítico medio
en uno de Andalucía oriental y otro de la Meseta norte (figura 1).
En la Cova de l’Or (Beniarrés) se han documentado 13 cuentas, de
las que 10 se conservan en el MPV y una en el MAMA. De estas, 12 cuen-
195
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
FIGURA 2. Cuentas de vértebras de pez del Neolítico antiguo: Cova de l’Or (1-13), Cova
de les Cendres (14) y Cova de la Sarsa (15). Neolítico final / Calcolítico: Cova de la
Pastora (16-25), Covacha Giner (26-28), Cova de l’Almuixic (29-31), Sanxo Llop (32-34
y 37) y Cueva del Mal Paso (35). Edad del Bronce: Lloma de Betxí (36).
196
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Yac
Diám
Esp
Perf
Crono
Taxón
Fig.
Or
H5 c.4
16
6,9
3,8
NA
Dasyatis pastinaca
2: 1
Or
57/H2 c.5a,16
15,8
7
3,9
NA
Dasyatis pastinaca
2: 2
Or
H5 c.6
13,4
6
3,1
NA
Dasyatis pastinaca
2: 3
Or
F c.6
11,2
6,5
1,4
NA
Dasyatis pastinaca
2: 4
Or
F 19
11,4
6,5
1,5
NA
Dasyatis pastinaca
2: 5
Or
Indet.
12
6
3
NA
Dasyatis pastinaca
2: 6
Or
1936
13,5
2,9
NA
Condrictio
2: 7
Or
1936
17
3,2
NA
Condrictio
2: 8
Or
F2 c.4
10
5,1
2
NA
Prionace glauca
2: 9
Or
57/H1 c.7, 14
12,5
6
2,8
NA
Prionace glauca
2: 10
Or
H5 c.5
12
5,9
2,5
NA
Prionace glauca
2: 11
Or
75/J4 c.1
17,2 x 13
8,5
1,3
NA
Mobula mobular
2: 12
Or
75/J5 c.5
18 x 13,5
6,4
1,1
NA
Mobula mobular
2: 13
2: 14
1989, E F3
10
11
1,5
NA
Mustelus mustelus
Gatera, Estr. I
6
5
1,4
NA
Condrictio ¿
2: 15
Pastora
1944, 1950
11
6
1,9
NF
Dasyatis pastinaca
2: 16
Pastora
1944, 1950
9,9
5,4
1,9
NF
Dasyatis pastinaca
2: 17
Pastora
1944, 1950
8,8
5,5
1,2
NF
Dasyatis pastinaca
2: 18
Pastora
1944, 1950
9
5,2
1,3
NF
Dasyatis pastinaca
2: 19
Pastora
1944, 1950
8
5,1
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 20
Pastora
1944, 1950
8,1
5
1,8
NF
Dasyatis pastinaca
2: 21
Pastora
1944, 1950
8
5
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 22
Pastora
1944, 1950
7,3
5,1
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 23
Pastora
1944, 1950
7,5
4
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 24
Pastora
1944, 1950
6,7
3,9
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 25
Giner
71/P, grieta inf.
11
6,8
1,4
Calcol.
Dasyatis pastinaca
2: 26
Giner
70/P, entrada
8,5
5,4
1,2
Calcol.
Dasyatis pastinaca
2: 27
Giner
68/E
9,4
5,1
1,1
Calcol.
Dasyatis pastinaca
2: 28
Almuixich
1987
7,1
3,7
1,8
NF/Cal
Torpedo marmorata
2: 29
2: 30
Cendres
Sarsa
Almuixich
1987
6
2,2
1,1
NF/Cal
Torpedo marmorata
Malpaso
1946
30
13,5
5,8
NF/Cal
Alopias vulpinus
2: 35
Sanxo Llop
2016/5001
12
7,1
1,4
Cal
Dasyatis pastinaca
2: 32
Sanxo Llop
2016/90001
11,1
5,8
1,3
Cal
Dasyatis pastinaca
2: 34
Sanxo Llop
2016/17001
11,9
7,1
1,5
Cal
Mustelus mustelus
2: 33
Sanxo Llop
2016/ 114001
37
17,7
no
Cal
Isurus oxyrrinchus
2:37
CUADRO 1. Dimensiones de cuentas de vértebra de pez de algunos yacimientos valencianos del Neolítico al Calcolítico.
197
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
tas contaban con referencias bibliográficas (Martí, 1977: fig. 19: 8; Martí,
1980: figs. 6: 19 y 19: 7; Pascual Benito, 1998: 126-127, fig. III.126). La mayor parte se sitúan en niveles del Neolítico antiguo, cuatro se encuentran
quemadas y seis presentan restos de ocre. De las vértebras que han podido clasificarse a nivel de especie, seis pertenecen a raya látigo de grandes
dimensiones (Dasyatis pastinaca), en torno a los 2 m de longitud total
(figura 1: 1-6), dos a manta (Mobula mobular) (figura 2: 12-13), y tres a
tintorera (Prionace glauca) (figura 2: 9-11). Las dos piezas halladas en la
intervención de R. Pardo en 1936 no hemos podido verlas directamente,
ya que no llegaron a ser depositadas en ningún museo, aunque por las
fotos de la tesis doctoral de B. Martí (1978: fig. 182), parecen corresponder
también a un pez de la clase condrictio (figura 2: 7-8).
Procedente de la Cova de les Cendres (Moraira-Teulada), hay una vértebra documentada en la F.3, una de las fosas excavadas en la base de la
secuencia neolítica, perteneciente al Neolítico antiguo, atribuida en su
día a un escualo (Pascual Benito, 2009: 207, fig. 4: 3, lám. 27) y depositada en el Museu Arqueològic Provincial d’Alacant (MARQ) (figura 2: 14).
Esta vértebra pertenece a un tiburón de la familia Triakidae, de las que
la musola (Mustelus mustelus) o el cazón (Galeorhinus galeus) son las
especies más comunes.
En la Cova de la Sarsa (Bocairent), se documentó una cuenta de pequeño tamaño en el estrato I del sector II o gatera, con la superficie muy
erosionada y concrecionada (Asquerino et al., 1998: 67, fig. 5), por lo que
resulta complicada su clasificación, aunque corresponde claramente a un
condrictio (figura 2: 15). Depositada en el Museu Arqueològic Municipal
de Bocairent.
De la Cova de Can Sadurni (Begues), procede una vértebra de niveles del
Neolítico antiguo cardial que, en base a la fotografía publicada (Blasco et
al., 2005: fig. 3), creemos que pertenece a una musola (Mustelus mustelus).
De un momento más tardío, se ha citado la presencia de cuatro vértebras entre los adornos documentados en contexto del Neolítico medio del
poblado de Cabecicos Negros-Pajarraco (Vera) (Maicas, 2007: 305). A un
contexto del Neolítico medio del túmulo de la Tarayuela (Ambrona), con
dataciones que lo sitúan en el segundo tercio del IV milenio cal BC, pertenecen un número indeterminado de “escasas vértebras de pez, en muy
mal estado de conservación, que no permitían identificar la especie a la que
198
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
FIGURA 3. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante el
Neolítico final / Calcolítico.
pertenecía” (Rojo et al., 2005: 206). A estas cuentas perforadas se puede
añadir la presencia de una vértebra perteneciente a la familia Triakidae en
el Neolítico medio de las minas de Gavà (Bosch et al., 1999: 78).
Neolítico final / Calcolítico
En contextos del final del Neolítico y del Calcolítico, se documentan 100
vértebras y dos discos vertebrales en 30 yacimientos. Su distribución es más
amplia que en periodos anteriores, encontrándolas en toda la vertiente mediterránea peninsular y en el Alto Ebro (figura 3). Muchas de ellas proceden de ajuares funerarios de cuevas naturales y de megalitos con sepulturas
múltiples, por lo que resulta complicado atribuirlas a un contexto concreto,
dada la dilatada utilización a lo largo del tiempo, y el revuelto de contextos
y de materiales característicos de este tipo de yacimientos.
En el País Valenciano hemos contabilizado 66 vértebras y dos discos
vertebrales procedentes de 12 yacimientos.
199
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
De la Cova de la Pastora (Alcoi) proceden 10 vértebras de raya látigo
(Dasyatis pastinaca), depositadas en el MPV (figura 2: 16-25), una de las cuales conserva parte de los encajes del cartílago (figura 2: 16). Estas cuentas proceden de las excavaciones efectuadas en los años 1940, 1943, 1945 y 1950. En
los diarios de V. Pascual conservados en el Servei d’Investigació Prehistòrica
del MPV se dibujan seis y se indica que cinco de ellas se hallaron junto al cráneo 26, mezcladas con “muy pocos huesos humanos y bastantes de animales
entre ellos de jabalí (los más abundantes), unos molares de equs y de cabra” y
“un fragmento de una larga aguja incompleta”; otra cuenta apareció en la capa
4 de la zona B, y cuatro en el cribado de tierras revueltas, si bien en la primera
publicación del yacimiento se mencionan solo siete “vértebras de pescado,
preparadas para cuentas, excepcionales o no vistas en otras cuevas valencianas de este período, se han encontrado 7”, de las que se publica la fotografía
de cinco de ellas (Ballester, 1949: 60, lám IX: 4).
En la Covacha Giner (Cullera) se citan “3 cuentas de collar de vértebras
de pescado” (Aparicio y His, 1977: 75). Una procede de la intervención de
1968 del sector E, otra de 1971 en la grieta interior del sector P, y la tercera
de 1970 en la boca de entrada del sector P. Se asocian a restos humanos,
cerámica lisa muy fragmentada, dos botones de marfil con perforación en V
y numerosas cuentas discoidales de hueso, lignito y conchas marinas. Las
tres cuentas, depositadas en el MPV, corresponden a vértebras de raya látigo
(Dasyatis pastinaca) (figura 2: 26-28).
De la Cova de la Solana de l’Almuixic (Oliva), se conservan en el MPV
tres piezas procedentes de la campaña de 1987. Esta cueva cuenta con diversas ocupaciones con cerámica del Neolítico medio (esgrafiadas, peinadas) y Calcolítico (Campaniforme), elementos metálicos y abundantes
adornos, en especial cuentas de diversos materiales (Aparicio, 1987). Dos de
las cuentas se encuentran muy desgastadas, pero parecen ser de la familia
Dasyatidae (figura 2: 32-33). Por lo que respecta a la tercera (figura 2: 34),
dudamos incluso que se trate de una vértebra de pescado, dado que la perforación es irregular no antrópica y presenta las facies articulares anterior
y posterior planas, cuando en los peces estas presentan una característica
sección cónica.
En tres yacimientos funerarios del Neolítico final/Calcolítico de la comarca de la Marina Alta, se han citado recientemente 10 cuentas procedentes de excavaciones clandestinas depositadas en el Museu Arqueològic
200
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Municipal de Xàbia, siete en la Cova de la Penya del Gos Flac 4 (Beniarbeig)
con dimensiones entre 2x2 y 4x3 mm, una en la Cova del Barranc de Càfer 2
(Pedreguer) de 11x8x8 mm y dos en la Cova de l’Ocaive 2 (Pedreguer) (Soler
Díaz et al., 2017: 122, 137 y 148).
En tres cuevas funerarias de Villena se contabilizan 24 vértebras,
depositadas en el Museo Arqueológico Municipal de Villena, seis en la
Cueva de las Lechuzas, de sección plana y perforación central bitroncocónica, con 8 mm de diámetro y 4 mm de espesor (Soler García, 1981: fig.
20: 7; Barciela, 2008: 120, lám. II: 2), cuatro de distintos tamaños en la
Cueva del Molinico, localizadas en el Rincón NW junto a tres cráneos,
por lo que se deduce podrían haber formado parte de algún collar o colgante situado en la zona del cuello (Soler García, 1986, fig. 4: 4-7) y 14
cuentas de vértebras, de 8 mm de diámetro por 4 mm de espesor, en contexto Campaniforme de la Cueva Oriental del Peñón de la Zorra (Soler
García, 1986: figs. 63 y 65: 1-14; Barciela, 2008: 14, lám. IV: 13). En base a
los dibujos y fotografías publicadas, parecen corresponder a condrictios,
posiblemente de la familia Dasyatidae.
Entre las cuentas de collar de la necrópolis inferior de la Cova de la Barcella (la Torre de les Massanes), se mencionan “doce vértebras de pescado,
con los bordes finamente trabajados, y dos opérculos cónicos de vértebras
mayores, también de pescado”, de las que solo se publica una foto con cuatro pequeñas cuentas (Belda, 1931: 23, lám. XII: 7), cuyo escaso detalle no
permite aproximarse a su clasificación. En revisiones posteriores de estos
materiales depositados en el MARQ, solo se han localizado cinco vértebras
(Borrego et al., 1992: 163).
En la campaña de 1946 efectuada en la Cova de la Torre del Mal Paso
(Castellnovo), se documentó una vértebra perforada de gran tamaño totalmente calcinada, depositada en el MPV, que probablemente pertenezca a
un tiburón de la familia Alopiidae, como el tiburón zorro (Alopias vulpinus)
(figura 2: 35). Su cronología resulta incierta al contar la cueva con un nivel
de enterramientos del Neolítico final, un uso ritual durante época ibérica y
romana, y evidencias de frecuentación en época medieval y moderna (Jordá, 1958; Fletcher, 1945).
En el poblado calcolítico de Sanxo Llop (Gandia), durante la campaña
de 2016, se localizaron tres vértebras perforadas en contexto de hábitat, en
el relleno de tres silos subterráneos (UUEE 5.001, 17.001 y 90.001), dos de
201
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
raya látigo (Dasyatis pastinaca) (figura 2: 32-33) y una de musola (Mustelus
mustelus) (figura 2: 34), a las que hay que añadir otra vértebra sin perforar
de gran tamaño en la UE 114.001, perteneciente a un tiburón de la familia
Lamnidae, posiblemente de marrajo común (Isurus oxyrrinchus) (figura 2:
37). Se encuentran depositadas en el MPV.
En la Cova de la Recambra (Gandía), entre los adornos de la campaña de
1981 se citan una “vértebra de pez” en el nivel IVa de la cuadrícula D6, y otras
seis en el nivel IVb, limpieza de las cuadrículas D/E/F/G-6 de la campaña de
1982 (Aparicio et al., 1983: 243 y 245). La revisión de los materiales de estas
campañas depositados en el MPV ha permitido comprobar que no se trata
de elementos de adorno, sino de vértebras de peces óseos muy irregulares,
sin ningún trabajo antrópico, por lo que consideramos que no son cuentas
de collar como las que aquí tratamos, sino restos de fauna.
En la región de Murcia, se constatan al menos 14 vértebras en cinco yacimientos funerarios. 10 proceden del sepulcro megalítico de Murdrievo
(Lorca) (Jara, 1992: 27-28, fig. 4: 66-75) y una de la Cueva de Loma de los
Peregrinos (Alguazas) (Ibíd.: 27-28, fig. 4: 160). En ambos casos, por los
dibujos publicados, podrían pertenecer a la familia Dasyatidae. También
se cita la presencia de vértebras de pez perforadas en la Cueva de la Represa (Caravaca) y en la Cueva de las Conchas (Cehegín) (Ibíd.: 34). Además,
en la Cueva de Blanquizares de Lébor existe otra, descrita en su día como
“cuenta de hueso, discoidal con pequeña perforación central. Las caras, ligeramente rehundidas y el borde con incisiones. Anchura 10 mm, altura 4
mm” (Arribas, 1956: 95, fig. 52: 19). No se indica su origen anatómico, pero
por el dibujo de la publicación no cabe duda que se trata de una vértebra de
pez de la clase condrictio.
En el Abrigo del Tobar (Letur, Sierra del Segura, Albacete), se menciona
una vértebra de pez entre las abundantes “cuentas de collar discoidales de
reducido tamaño (2-4 mm)” elaboradas sobre lignito y caliza (García Atiénzar, 2010: 55).
Más al Sur, en Andalucía oriental se constatan tres vértebras en tres
yacimientos de hábitat. Una procede de Almizaraque (Cuevas del Almanzora) (Maicas, 2007: 180, fig. III.160) que por el dibujo y fotografía publicados correspondería a una raya látigo (Dasyatis pastinaca), otra de
la Loma del Arteal (Aldea) (Ibíd.: 289) y la tercera de El Garcel (Antas)
(Ibíd.: 296).
202
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
En Catalunya se menciona la presencia de más de 16 vértebras en, al
menos, siete yacimientos funerarios en cueva y en megalito. Nueve proceden de la Cova de Can d’en Serra (Valls), de unos 4 mm de altura por 3 mm
de diámetro (Vilaseca, 1940: 53, fig. 2). En la Cova de la Masia (Torrellas de
Foix), asociadas a una punta de flecha de retoque plano y bifacial, aparecieron “varias vértebras de pez perforadas longitudinalmente, de 4 a 5 mm de
diámetro, que formarían parte de algún collar” (Ferrer y Giró, 1943: 192). En
el nivel XIV de la Cova de la Vall de Cerves (Miralles), asignado al “Bronce
II mediterráneo”, se documentó un fragmento de tela y en sus alrededores
“aparecieron una valva de molusco nacarada en su interior, un molar de
Ursus arctos, un molar de jabalí, con orificio para ir colgado, y una vértebra
de pez, piezas todas correspondientes a un collar” (Giró, 1962: 173). De la
Cova del Batlle-vell (Pontons) proceden dos vértebras de pequeño tamaño,
“su diámetro es de 6 mm, mientras que su espesor resulta apenas perceptible”, apuntando que las vértebras de pez son en Cataluña bastante escasas
y siempre relacionadas con la cultura pirenaica (Ferrer, 1953/54: 121). Más
al interior las cuentas de vértebra de pez están presentes en megalitos de
la comarca de Solsona (Vila, 1919: 108), una entre las abundantes piezas de
adorno de la Cova d’Aigües Vives (Brics d’Ardèvol) (Clop, 2001) y en el megalito de la Masia de Cal Conill Gros (Montmajor) (Xandri, 1985: 50).
En el Ebro medio, se conocen tres cuentas en tres yacimientos, una en la
Cueva de Los Husos (Elvillar, Rioja alavesa) (Rodanés, 1987: 145), otra en un
taller de sílex eneolítico en los alrededores de Tirgo (Rioja alta) (Río et al.,
1985: 267) y la tercera en el dolmen de la Cañada (Sierra de Urbasa, Navarra), donde la presencia de punzones de cobre podría marcar una etapa de
uso calcolítica (Álvarez Vidaurre, 2006: 125).
En regiones extrapeninsulares vecinas como el Languedoc las cuentas
de vértebra de pez no son muy numerosas, habiendo sido documentadas en
13 yacimientos con contextos pertenecientes al Chassense antiguo, al Neolítico final (Ferrerien y Saint-Ponien) y al Calcolítico (Barge, 1982: 106).
Edad del Bronce
La Edad del Bronce es el periodo en el que se han documentado más elementos de este tipo, siempre en la mitad meridional del litoral mediterráneo peninsular, donde encontramos al menos 131 cuentas de vértebra de pez
repartidas en 14 yacimientos (figura 4).
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
FIGURA 4. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante la
Edad del Bronce.
Fuera del ámbito de la Cultura de El Argar, solo encontramos dos cuentas
de adorno de este tipo, en dos yacimientos diferentes. En primer lugar, una
en un poblado del Bronce valenciano, la Lloma de Betxí (Paterna), que procede del suelo de la habitación I, confeccionada “sobre pez de gran tamaño,
posible escualo, con perforación central de considerable tamaño y señales
de calcinación” (de Pedro, 1998: 66, fig. 27: 8; López Padilla, 2011: fig. V.2.90:
955), expuesta en el MPV. Por el grosor de la vértebra y la cercanía de los
forámenes articulares a las facies articulares, cabe identificarla como perteneciente a un gran tiburón de la familia Carcharhinidae, como podría ser
por ejemplo el tiburón trozo (Charcharinus plumbeus) (figura 2: 36). La otra
vértebra documentada fuera del ámbito argárico, procede de la zona oriental de La Mancha, en el Cerro del Cuchillo (Almansa) (López Padilla, 2011,
fig. IV.3.90: 9), y correspondería a una raya de la familia Dasyatidae (figura
2: 12), no habiendo constancia de la existencia de objetos similares en otros
poblados del Bronce manchego (Barciela, 2008).
En el Bronce argárico las vértebras de pez perforadas son notablemente más numerosas, habiéndose documentado al menos 127 vértebras y
204
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
una placa vertebral, procedentes de 11 yacimientos diferentes, especialmente en sepulturas.
Este tipo de adorno resulta frecuente en los yacimientos argáricos alicantinos. Del poblado de El Tabayà (Aspe), proceden dos vértebras y una
placa vertebral (López Padilla, 2011: fig. V.2.90: 1492; Barciela, 2015: fig.
III.8), correspondiendo las vértebras a raya látigo (Dasyatis pastinaca)
(figura 5: 9), y la placa a un tiburón de gran tamaño (figura 5: 10). Otra
vértebra procede de las Laderas del Castillo (Callosa de Segura) (López
Padilla, 2011: fig. V.2.90: 921), que debe corresponder a la depositada en
el Museo de Callosa de Segura, de 15 mm de diámetro por 4 de espesor
(Soriano, 1989: 39, fig. 7), la cual, por las ilustraciones publicadas, parece
pertenecer a la familia Dasyatidae (figura 2: 8). Otras 7 vértebras depositadas en el MARQ (figura 5: 1-7), forman parte de la colección Furgús
y su procedencia resulta incierta, ya que podrían ser de San Antón o de
Laderas del Castillo (López Padilla, 2011: fig. V.2.90: 940-942; Barciela,
2015: fig. III.8). Cuatro de estas piezas parecen pertenecer a la familia
Alopiidae, probablemente un tiburón zorro (Alopias vulpinus) (figura 5:
1-4), otra a la familia Dasyatidae (figura 5: 7), y las otras dos son de difícil
adscripción a partir de los dibujos y fotos publicadas. De la Illeta dels
Banyets (El Campello) procede, sin referencia estratigráfica, una vértebra de 10 mm de diámetro por 2 mm de espesor, clasificada como una
cuenta de collar (Simón, 1997: 103, fig. 32:16), y un diente de tiburón. En
una publicación posterior, donde se presenta la sección de la vértebra, se
constata que no se encuentra perforada (López Padilla 2011: fig. IV.3.20:
2). Por el dibujo de los forámenes que se observan en la sección, podría
pertenecer a alguna especie de Alopiidae o Lamnidae (figura 5: 11).
En yacimientos argáricos murcianos se documentan unas 16 vértebras en
el Cerro de la Cueva de Palica (Lorca) que, en base a la fotografía publicada
(Ayala, 1986: 280), podrían corresponder a la familia Carcharhinidae, como
por ejemplo el tiburón trozo (Charcharinus plumbeus) o el tiburón azul
(Prionace glauca). En La Bastida (Totana) se encontraron otras 9 vértebras,
procedentes de la tumba 52 del departamento X, un enterramiento de un
adulto en el interior de una urna, atribuida la fase I de El Argar y asociadas
a dos puñales, un hacha, dos anillos, un pendiente de plata, 30 cuentas de
hueso y cuatro de piedra (Posac et al., 1947: 117, fig. 12: 5), interpretadas
como pertenecientes a “un collar de cuentas de vértebras de pez y piedras”
205
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
FIGURA 5. Cuentas de vértebras de pez del Bronce argárico y del Bronce tardío.
San Antón de Orihuela o Laderas del Castillo (1-7) (según Barciela 2015: fig. III.3.4),
Laderas del Castillo (8), Tabayá (9-10) (fotos según Barciela 2015: fig. III.8.3; dibujos
según López Padilla 2011: V.2.90), Illeta dels Banyets (11) (según López Padilla 2011,
fig. IV.3.20: 2), Cerro del Cuchillo (12) (según López Padilla 2011, fig.IV.390: 9), Cabezo Redondo (13) (según Barciela 2015: fig. III.8: 2), La Bastida de Totana (14) (según
Schubart y Ulreich 1991: fig. 123: 12), El Oficio (15-16) (según Schubart y Ulreich 1991:
fig. 107: 220 y 42) y El Argar (18-29) (según Siret y Siret 1890: láms. 25, 38, 41, 42, 51,
52 y 53).
(Lull, 1983: 322). De cinco de esas cuentas se publican sus dibujos y dimensiones (Jara, 1992: 27-28, fig. 4: 344-348) que permiten clasificarlas dentro
de la familia Dasyatidae. También de La Bastida de Totana pero fuera de
las tumbas se documentó otra cuenta (Schubart y Ulreich, 1991: fig. 123: 12:
206
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Yacimiento
Diám
Espesor
Perf
Crono
Taxón
Lloma de Betxí
25
15
7,2x6
Br. Valenciano
Charcharinus plumbeus
Laderas/San Antón
22
10
2
Br. argárico
Alopiidiae
Laderas/San Antón
19
7
2
Br. argárico
Alopiidiae
Laderas/San Antón
16
5
1
Br. argárico
Alopiidiae
Laderas/San Antón
15
8
1
Br. argárico
Condrictio
Laderas/San Antón
14
7
2
Br. argárico
Condrictio
Laderas/San Antón
9
5
2
Br. argárico
Dasyatis pastinaca
Laderas/San Antón
8
4
2
Br. argárico
Dasyatis pastinaca
Laderas del Castillo
15
7
2
Br. argárico
Dasyatidae
Tabaià
11
7
2
Br. argárico
Dasyatis pastinaca
Tabaià
26
3
7
Br. argárico
Selaniforme. Disco vertebral
Illeta dels Banyets
10
2
no
Br. argárico
Alopiidiae/Lamnidae
Cuchillo
10
4
1,5
Br. de La Mancha
Dasyatidae
Cabezo Redondo
8
9
1,5
Bronce tardío
Condrictio
Cabezo Redondo
13
5
1,5
Bronce tardío
?
CUADRO 2. Dimensiones de cuentas de vértebra de pez de algunos yacimientos de la
Edad del Bronce.
Llull et al., 2015: figs. 62 y 63), perteneciente a un tiburón de la familia Lamnidae o Alopiidae (figura 5: 14).
En la zona argárica de Andalucía oriental se documentan vértebras
perforadas en cinco yacimientos. En Caniles (Granada), en el interior de
una copa argárica, se encontró una cuenta considerada en su día como
de “hueso labrado” que, en base al dibujo publicado (Góngora, 1868: 112,
fig. 141), parece pertenecer a la familia Carcharhinidae, como podría ser
por ejemplo el tiburón trozo (Charcharinus plumbeus) o un tiburón azul
(Prionace glauca). Otras dos provienen de El Picacho (Oria), que a tenor
de la fotografía publicada (Carricondo et al., 2010: 76), parecen pertenecer a un espécimen de la familia Alopiidae, como sería por ejemplo
el tiburón zorro (Alopias vulpinus). Entre los ajuares de tumbas de El
Oficio (Cuevas de Almanzora) se han documentado al menos un par de
vértebras (Schubart y Ulreich, 1991; fig. 120: 42 y 120) que parecen pertenecer a una raya látigo (Dasyatis pastinaca) (figura 5: 15-16), y otra en
Fuente Álamo (Cuevas del Almanzora), fuera de las sepulturas (Siret y
Siret, 1890: fig. 65). En este último yacimiento se menciona además la
207
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
presencia de un resto -no se indica cual- de pez martillo (Sphirna zygaena) en los horizontes I-VII (Manhart et al., 2015: 235).
El grupo más numeroso de este tipo de cuentas procede de El Argar
(Antas), con al menos 83 vértebras en 19 sepulturas, de las que solo tres se
documentaron fuera de las tumbas (Siret y Siret, 1890: figs. 25, 38, 40, 41,
50, 52, 53 y 54). Excepto cuatro tumbas con 26, 19, 14 y 11 vértebras, el resto
contenía entre una (la mayoría) y tres. Las cuentas aparecen en el 17,02% de
los collares recuperados en todas las tumbas y se pueden incluir en el Argar
B o pleno, por encontrarse en su totalidad en urnas (Lull, 1983: 210-211), y
sobre todo en las fases más recientes equiparables a momentos avanzados
del Bronce pleno (López Padilla, 2011). Gracias a los detallados dibujos de
los hermanos Siret, podemos observar una gran variedad de vértebras, que
permiten identificar diversas familias, como por ejemplo grandes tiburones
de la familia Lamnidae o Carcharhinidae, aunque la mayoría parecen pertenecer a rayas de la familia Dasyatidae (figura 5: 18-29).
Cabe mencionar también la presencia de una vértebra de condrictio sin
perforar recuperada en la Cova dels Riuets (Formentera) en un contexto del
Bronce antiguo (Marlasca, 2008).
Por último, en contextos más recientes de la Edad del Bronce, la presencia de vértebras perforadas es muy escasa, con sólo dos ejemplares de
pequeño tamaño en el Bronce tardío de Cabezo Redondo (Villena) (Barciela, 2015: fig. III.8), una de las cuales podría pertencer a un condictrio
(figura 2: 13).
DISCUSIÓN
Antecedentes y perduraciones
Con anterioridad a la introducción de la economía de producción, son escasos los yacimientos donde se documentan cuentas de vértebras de pez. En
la península ibérica se localizan, salvo en un caso portugués, circunscritos
a la zona septentrional. Aunque existen pocas clasificaciones taxonómicas
todo apunta a que corresponden a la familia de los salmónidos.
En Catalunya se encontraron seis vertebras en la capa 2 (nivel A) del
Abric Romaní (Capellades, Anoia), en contexto Auriñaciense, que han
sido atribuidas a trucha (Salmo trutta), cuya procedencia se supone del río
208
[page-n-17]
Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
FIGURA 6. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante el
Paleolítico superior y el Mesolítico.
Anoia, en las que el “forat central va ser engrandit per fer-les servir com a
grans d’enfilall” (Juan-Muns, 1988: 77, fig. 2).
En la Cornisa Cantábrica existen cinco yacimientos con presencia de
cuentas de vértebras de pez (Álvarez Fernández, 2006). Una procede de
niveles auriñacienses de Gatzarria (Zuberoa, País Vasco). Tres vértebras se
localizan en dos yacimientos asturianos en contextos solutrenses, dos en la
Cueva de las Caldas (Oviedo), nivel 11B de la sala 1, atribuídas al Solutrense
medio y localizadas en el mismo cuadro y subcuadro (Ibíd.: 263), y una completamente abrasionada en su perímetro en el nivel 16 de la cueva de La Riera
(Posada de Llanes), en cuyo estudio de la ictiofauna se indica la existencia
de restos de trucha (Salmo trutta) y de salmón (Salmo salar) (Ibíd.: 281), y
otras tres piezas solutrenses proceden del nivel Lmc de la Cueva de Antoliña
(Vizcaya) (Ibíd.: 263). Durante el Magdaleniense de Tito Bustillo (Ribadesella), una vértebra procede del Complejo Superior del Área de Estancia (Ibíd.:
361), de niveles donde se documentaron espinas y vértebras de peces no modificadas, entre las que predominan las de trucha (Salmo trutta) (Ibíd.: 418).
209
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
En Portugal, se cita la presencia de una cuenta de vértebra de pez en niveles solutrenses de Buraca Escura (Leiria) (Ibíd.: 626), y en el sur peninsular,
dos vértebras de condrictios sin perforar proceden de niveles solutrenses de
la zona del Vestíbulo de la Cueva de Nerja (Marlasca, informe inédito).
Durante el Mesolítico, los adornos realizados en materias primas de origen animal que no sean conchas son también muy escasos, existiendo entre
ellos vértebras de pez perforadas que se concentran en concheros del Mesolítico final portugués. En Muge, un “objecto de adorno feito a partir de uma
vértebra de peixe, claramente transformada e pertenecendo a um peixe de
grande tamaño” (Detry, 2007: 245, fig. 9.36.B) que, por la foto publicada,
debe corresponder a un condrictio. En Cabeço da Amoreira (Muge), se citan
entre los adornos, vértebras perforadas atribuidas a la familia Lamnidae
(Zbyszewski et al., 1980-81: 42), la cual incluye a cinco clases de tiburones.
Así mismo en yacimientos del valle del Sado, se menciona la presencia entre los adornos de “vértebras de peixe seccionadas e perfuradas” (Carbalho,
2009: 39). En el Mesolítico geométrico de ámbito mediterráneo tan solo
conocemos una vértebra sin perforar inédita procedente de las excavaciones antiguas de la Cueva de la Cocina (Dos Aguas) y conservada en el MPV,
perteneciente a la familia dasyatidae.
Con posterioridad al espectro temporal en el que se centra este trabajo,
las cuentas de vértebras de pez aparecen en contextos púnicos, tartésicos e
ibéricos. Sin ánimo de ser exhaustivos citaremos su presencia por ejemplo
en la necrópolis púnica del siglo VI de Villaricos (Cuevas del Almazora, Almería) (CERES Museo Arqueológico Nacional. Donación L. Siret); las diez
vértebras documentadas entre las ofrendas del santuario púnico-gaditano
de La Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz) (López Amador y Ruiz, 2010:
273); las cuatro encontradas en el interior de un olpe ebusitano del asentamiento púnico de Na Guardis (Ses Salines, Mallorca) (Guerrero, 1984: lám.
XIII.3); las dos vértebras de batoideo (mantarraya) de El Carambolo (Camas, Sevilla); una tipológicamente muy similar a las anteriores de 14 mm
de diámetro por 8 mm de espesor en el hábitat rural tartésico de los siglos
VI-V a.C. de Los Caños (Zafra, Badajoz) (Rodríguez et al., 2006: 102), y las
diversas cuentas documentadas en yacimientos ibéricos (Marlasca et al. en
este volumen).
También se documentan vértebras perforadas en época romana, como
muestran las cuentas inéditas depositadas en el MPV, una de marrajo del
210
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Castellar del Riu (Elx) y dos del yacimiento tardorromano con abandono
en la segunda mitad del siglo VI d.C. de la Punta de l’Illa (Cullera), posiblemente de la familia Carcharhinidae. Durante este periodo se constata
así mismo el uso de vértebras de condríctido no perforadas como fichas de
juego, según se desprende de las interpretaciones dadas en diversos museos
para piezas del Portus Ilicitanus (Santa Pola), del Puig dels Molins (Eivissa)
durante el 300 d. C., o de Barcino (Barcelona).
Durante la Edad Media se siguen utilizando vértebras de peces batoideos, como testimonian por ejemplo una vértebra inédita depositada en
el MPV de la familia Carcharhinidae procedente de la Esglèsia de la Sang
(Llíria) (campaña de 1980, capa 6). Los hallazgos medievales, en alguna
ocasión se han interpretado como piezas de rosario, como ocurre con
las 22 vértebras de musola (Mustelus mustelus), procedentes del Castillo de la Torre Grossa (Xixona), idénticas a las aparecidas en La Rábita
(Guardamar) -fines del s. XII principios del XIII- (Azuar, 1989: 401), o la
encontrada en el yacimiento altomedieval de El Maraute (Motril) (Gómez, 2000: 167). En el norte de África también las encontramos, como
por ejemplo la vértebra de tiburón zorro (Alopias vulpinus) con amplia
perforación documentada en un estrato de época emiral en Ceuta (Bernal
y Marlasca, 2017: 26, fig. 3).
El uso de estos elementos perdura hasta la actualidad como materia prima para la confección de adornos, formando parte de collares, pulseras o
pendientes, y también se utiliza para la fabricación de rosarios o bastones.
Clasificación taxonómica
Excepto las vértebras perforadas documentadas en yacimientos del Paleolítico superior, en todos los casos analizados directamente o que han podido
ser clasificados taxonómicamente, al menos, a nivel de familia en base a las
figuras publicadas, se trata de vértebras de peces de la clase condrictios (peces cartilaginosos), de la subclase elasmobranquios, y de los superórdenes
selachimorfa (tiburones) y batoidea (mantarrayas).
Entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce se han identificado al
menos nueve especies diferentes, pertenecientes a seis familias, dos de
mantarrayas y cuatro de tiburones. Todas son comunes en el Mediterráneo.
Las vértebras del grupo de peces batoideos (de cuerpo plano) son las
mejor representadas, destacando por el número de restos y yacimien-
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
tos donde se documentan, las de la familia Dasyatidae, representada en
general por la especie raya látigo común (Dasyatis pastinaca). Este grupo se ha identificado en un mínimo de 17 yacimientos que abarcan todo
el espectro temporal y geográfico analizado, uno del Neolítico antiguo,
ocho del Neolítico final / Calcolítico y ocho de la Edad del Bronce. La otra
especie de batoideo presente, la mantarraya mobile (Mobula mobular),
solo ha sido identificada en dos vértebras de la Cova de l´Or en contexto
del Neolítico antiguo.
Entre los tiburones, las especies mejor representadas corresponden a
la familia Carcharhinidae, que incluye al tiburón azul (Prionace lauca) y al
tiburón trozo (Chancharinus plumbeus). Esta familia no está representada
en los yacimientos del Neolítico final / Calcolítico, se documenta en un solo
yacimiento del Neolítico antiguo (Or) con tres vértebras de tiburón azul,
y resulta frecuente durante la Edad del Bronce, donde aparece en cuatro
yacimientos. Por su parte, el tiburón trozo solo lo encontramos durante la
Edad del Bronce, con seguridad en un yacimiento (Lloma de Betxí) y, posiblemente en La Palica.
En menor número aparecen vértebras pertenecientes a tiburones de las
familias Alopiidae, Triakidae y Lamnidae. De la familia Alopiidae se ha podido constatar la presencia de tiburón zorro (Alopias vulpinus) solo con
seguridad en tres yacimientos de la Edad del Bronce, y en Mal Paso sin
referencia estratigráfica. De la familia Triakidae, con la musola (Mustelus
mustelus) o el cazón (Galeorhinus galeus), solo la musola se encuentra presente en los tres periodos estudiados en al menos tres yacimientos, uno del
Neolítico antiguo, uno del Calcolítico y uno del Bronce argárico, mientras
que el cazón solo aparece en un yacimiento del Neolítico antiguo. Respecto
a la familia Lamnidae se identifica la presencia del marrajo (Isurus oxyrrinchus) en un yacimiento calcolítico (Sanxo Llop) y en El Argar.
Obtención de la materia prima
Este tipo de productos de procedencia marina puede obtenerse en la zona
litoral de tres formas:
-Por medio de la pesca, factible en el caso de la mantarraya de la familia
Dasyatidae que, por su hábito y abundancia, habría tenido muchas más posibilidades de ser pescada que las otras especies. La raya látigo vive en grupos muy numerosos, sobre todo en aguas poco profundas y es la más común
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
en su género en el Mediterráneo, por lo que se podría haber pescado en la
costa o muy cerca de ella, aunque la ausencia de otros restos esqueléticos
de esta especie en los yacimientos arqueológicos estaría en contra de esa
hipótesis.
-Aprovechando los varamientos de tiburones o de rayas en la playa. La
presencia de tiburones podría relacionarse con un varamiento en la playa,
de donde se obtendrían las vértebras, dada la dificultad que habría comportado la pesca de especímenes tan grandes y voraces.
-Mediante la recogida directa de vértebras en la playa. Las vértebras serían arrastradas por las olas y depositadas en la playa, hecho que hemos
podido observar directamente en algunas playas valencianas.
En otros casos, en los yacimientos más alejados de la costa, la presencia
de vértebras de peces marinos pudieron ser objeto de intercambio o transportadas directamente como adornos personales por individuos procedentes de zonas litorales.
¿Porqué se recogen las vertebras de estas especies y no de otras?
La elección de vértebras de condrictios (peces cartilaginosos) para confeccionar cuentas de collar a lo largo de la prehistoria, debe obedecer, en primer
lugar, a un hecho derivado de sus características físicas. Se trata de piezas generalmente no muy gruesas, con una forma natural circular, sin aristas y con
aberturas en la pared del cuerpo de las vértebras diferentes según la especie,
las lamelas, que forman una serie de celdas con dibujos diversos más o menos complejos en sus costados. Este tipo de vértebras son fáciles de perforar
y muy ligeras, características que presentan ya de por si un fuerte atractivo,
y un gran potencial para convertirlas en elementos de adorno personal. Así,
las vértebras de peces cartilaginosos no necesitan abrasión para regularizar
los bordes, como sí ocurre con las vértebras de los peces óseos, que presentan
numerosas irregularidades, en especial las espinas neurales y hemales, que
hacen de estas piezas elementos muy espinosos y difíciles de convertir en un
abalorio. Al contrario, las vértebras de condrictios presentan un aspecto liso,
regular y limpio, por lo que son ideales para la confección de cuentas. Éstas,
cuyos diámetros se sitúan entre 4 y 37 mm y espesores entre 2,2 y 17,1 mm, no
presentan alteración de la forma anatómica natural, y el único tratamiento
a realizar es el aumento del orificio medular (canalis centralis) que poseen
en el centro de las facies vertebrales, ampliándolo, para facilitar el paso de
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
material de cuerda o cuero para su sujeción en el collar. Las perforaciones documentadas, con diámetros comprendidos entre 1 y 7,2 mm, son antrópicas
en todos los casos, y requieren poco tiempo y esfuerzo para su realización.
Además, al tratarse de un cartílago parcialmente calcificado, la mitad de denso que el hueso, y presentar los lados mayores deprimidos en forma de cono,
estas vértebras facilitan enormemente la perforación. Para ello se utilizaría
un elemento lítico (perforador o taladro) o metálico (punzón).
¿Cómo se utilizan las cuentas de vértebras de pez?
Se ha constatado que en algunos casos estas cuentas fueron coloreadas con
pigmentos minerales, a juzgar por los restos de ocre rojo que se observan en
seis piezas de la Cova de l’Or.
Aunque no contamos con evidencias directas, resulta probable que las
vértebras de mayor tamaño, como por ejemplo una de La Vital, la de la Lloma de Betxí o la de la Torre del Mal Paso, pudieron conformar un adorno
único a modo de colgante, mientras que las de menor tamaño y dimensiones regulares, caso de los conjuntos de Pastora o del Peñón de la Zorra,
serían engarzadas como cuentas para confeccionar collares que, en muchos
casos, estarían formados por la combinación de elementos de diferentes
materias primas. El escaso número de vértebras generalmente presentes
en los yacimientos, aboga por esta hipótesis. Además, en los yacimientos
funerarios aparecen junto a una gran diversidad de cuentas de materiales
y colores variados, como por ejemplo el negro del azabache o del lignito,
o el verde de la calaíta, a las que se sumarían estas cuentas de vértebras de
tiburones o rayas con un color blanco intenso, o rojizo en el caso de estar
tintadas con ocre.
Ya los hermanos Siret, en relación con las sepulturas de El Argar,
afirmaron que “juntábanse muy a menudo en un mismo collar perlas de
diferentes materias, cuya variedad de colores debía producir un efecto
agradable” (Siret y Siret, 1890: 191), y destacaron el conjunto de la sepultura 22, donde las cuentas de vértebra de pez se combinaron con otras
piezas de serpentina, hueso, concha o marfil (Ibíd: lám. 5), o al lado de
la sepultura 133 donde se encontraron reunidos 117 Conus, una pequeña
concha y una vértebra (Ibíd.: 188). También en la tumba 52 de La Bastida
se cita “un collar de cuentas de collar de vértebras de pez y piedras” (Llull,
1983: 322).
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Otro tema a considerar es la posibilidad de que en la elección de estas
cuentas influyera también un componente simbólico, relacionado con la
fascinación que pudieron ejercer las especies de las que provienen las vértebras, aspecto sumamente atractivo que cabría tratar en otro trabajo.
CONCLUSIONES
A lo largo de toda la prehistoria reciente, se usaron vértebras de condrictios, peces cartilaginosos como los tiburones y las rayas, para la confección de cuentas collar. Las características físicas de éstas, con formas circulares y ranuras de diversas medidas y diseños, así como la facilidad de
manipulación, las convertirían en un material óptimo para formar parte
de los collares.
Su documentación a lo largo de todo este periodo, evidencia la frecuentación o establecimiento en la zona litoral de los diversos grupos humanos
implicados. Si la pesca y la recolección de moluscos supondría una destacable fuente de proteínas, tampoco se desaprovechó la oportunidad de usar
conchas o huesos como los aquí estudiados para la elaboración de diferentes abalorios. Aunque algunos de estos restos podrían estar relacionados
con las actividades pesqueras, como sería el caso de las rayas, también podrían provenir del aprovechamiento de animales varados, especialmente en
el caso de los grandes tiburones.
Ya en el Paleolítico superior se documentan de forma esporádica las
primeras manipulaciones de vértebras para la confección de cuentas en
el ámbito mediterráneo, en ese caso a partir de huesos de salmónidos,
pero desde el Mesolítico final y sobre todo desde el Neolítico antiguo,
parece que éstas se realizarían únicamente con vértebras de condrictios.
Aunque creemos que en el futuro nuevos datos permitirán documentar
este tipo de piezas a lo largo de todo el territorio costero, por el momento
estos se emplazan sobre todo en el área valenciana durante el Neolítico
antiguo y medio, para aparecer en mayor número y mucho más dispersas
durante el Neolítico final y Calcolítico. Sin embargo, es en la primera
mitad del II milenio a.C., durante el Bronce antiguo y medio, cuando se
puede reconocer un aumento considerable de su uso, además de una concentración en la zona del sureste peninsular, claramente relacionado con
la cultura de El Argar. Este hecho estaría vinculado, a nuestro parecer,
con el aumento de la intensidad que en este ámbito se daría en la rela-
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
ción con la costa, manifestada entre otras con el comercio de ultramar,
bien constatado por materiales exóticos como el marfil, o con una mayor
presencia en zonas costeras o muy próximas. Este vínculo también se vería ref lejado en una explotación de los recursos pesqueros mayor que en
periodos precedentes e incluso posteriores (Marlasca, en este volumen).
En definitiva, las cuentas realizadas con vértebras de pescado, son una
muestra significativa de la riqueza y variedad de las manifestaciones en que
se expresó la interacción con el medio marino, y el establecimiento de estas
comunidades prehistóricas en la costa. Deben servir para ampliar nuestra
perspectiva acerca de dicha relación, enriqueciéndola en ámbitos tan diferentes como el bromatológico, el estético o el simbólico, y ligándose definitivamente a las más conocidas evidencias malacológicas.
AGRADECIMIENTOS
Nuestro agradecimiento a Joan Ribé del Museu Cau del Tauró (l’Alborç, Baix Penedès, Tarragona).
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
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TIBURONES Y MANTARRAYAS. APROVECHAMIENTO
DE VÉRTEBRAS DE PEZ PARA LA FABRICACIÓN DE
CUENTAS DE COLLAR EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
ENTRE EL NEOLÍTICO ANTIGUO Y LA EDAD DEL
BRONCE
Josep Lluís Pascual Benito y Ricard Marlasca Martín
ABSTRACT
Among the materials used during the recent prehistory for the manufacture of ornaments we find fish vertebrae. Practically all of the analyzed beads
belong to chondrichthyan vertebrae, and several species of sharks and stingrays have been identified, some of which show a specific chrono-cultural
distribution. In the Iberian Peninsula, the use of vertebrae of marine fish
was found during the early Neolithic in residential contexts of several sites
in the Valencian central regions and in Catalonia, and during the Middle
Neolithic in eastern Andalusia. From the end of the Neolithic, the number
of deposits increased, mostly located on the Mediterranean slope south of
the Júcar river, where this type of beads is basically documented in funerary
contexts. During the Bronze Age they continue to be used sporadically in
the Valencian and Manchego Bronze and have a strong presence in burial
contexts of the Argaric Bronze.
INTRODUCCIÓN
Durante la prehistoria reciente peninsular, las materias primas utilizadas
para la confección de adornos personales son muy variadas. Entre ellas se
encuentran algunas de origen marino, sobre todo conchas de molusco y, en
menor número, corales y vértebras de pez. Los adornos realizados a partir
de conchas han llamado la atención de numerosos investigadores y han
sido analizados en profundidad, lo que ha significado la publicación de nuRecursos marins en el passat. IV Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2019): 193-220.
[page-n-2]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
merosos trabajos en los que se indican, por ejemplo, las especies utilizadas.
Sin embargo, las cuentas realizadas con vértebras de pez, no han tenido el
mismo tratamiento y en muchas ocasiones solo se han citado, sin aportar
datos sobre sus dimensiones ni acompañar de parte gráfica y, salvo en contadas excepciones, ni siquiera se han clasificado taxonómicamente, aspecto
que se aborda en la presente comunicación.
En general estas piezas se han clasificado como “vértebras de pez”, “vértebras de pescado”, “vértebras de ictiofauna” o “vértebras ictiológicas”, pero
en algunos casos incluso no se habían identificado como vértebras, describiéndolas como “hueso labrado”, como ocurre con la más antigua publicada (Góngora, 1868: fig. 141) o como “cuenta de hueso” para un ejemplar de
Blanquizares (Arribas, 1956).
METODOLOGÍA
En este trabajo se repasan las cuentas de collar sobre vértebras de pez
documentadas en la vertiente mediterránea peninsular desde el Neolítico
hasta la Edad del Bronce. En algunos casos se han incluido vértebras de
condrictios que no se encuentran perforadas pero que podrían considerarse
materia prima para la confección de cuentas.
Para ello se han analizado directamente las cuentas depositadas en el
Museu de Prehistòria de València (MPV), Museu Arqueològic Municipal de
Bocairent y Museu Arqueològic Municipal d’Alcoi (MAMA) (37 vértebras
de 8 yacimientos), y se ha realizado un minucioso seguimiento bibliográfico que también incluye las vértebras perforadas halladas en otros yacimientos prehistóricos de la península ibérica.
Las piezas estudiadas directamente y aquellas que cuentan en su publicación con dibujos y/o fotografias detalladas y con escala han sido clasificadas taxonómicamente, en las primeras a nivel de especie y en las segundas,
al menos, a nivel de familia.
Para la clasificación taxonómica de las vértebras se ha utilizado fundamentalmente la colección de referencia de uno de los autores (RMM), que
cuenta con un gran número de especies mediterráneas. Así mismo, se ha consultado la colección de Joan Ribé en el Cau del Tauró (l’Alborç, Baix Penedès).
Hay que tener en cuenta que, a diferencia de otras disciplinas, no existen para
el estudio o clasificación de este tipo de elementos esqueléticos, manuales o
publicaciones especializadas de tipo genérico o de síntesis a las que acudir.
194
[page-n-3]
Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
FIGURA 1. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante el
Neolítico antiguo y medio.
LAS CUENTAS DE VÉRTEBRA DE PEZ EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
DURANTE LA PREHISTORIA RECIENTE
Se han contabilizado al menos 256 vértebras perforadas procedentes de 50
yacimientos, en contextos que van desde el Neolítico antiguo hasta el Bronce tardío. A continuación se detallan las cuentas estudiadas, por contextos
cronoculturales y siguiendo un orden regional.
Neolítico antiguo y medio
Las cuentas de vértebras de pez de este periodo son un mínimo de 20, y están presentes durante el Neolítico antiguo en tres yacimientos de las comarcas centrales valencianas y en uno del Baix Llobregat, y en el Neolítico medio
en uno de Andalucía oriental y otro de la Meseta norte (figura 1).
En la Cova de l’Or (Beniarrés) se han documentado 13 cuentas, de
las que 10 se conservan en el MPV y una en el MAMA. De estas, 12 cuen-
195
[page-n-4]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
FIGURA 2. Cuentas de vértebras de pez del Neolítico antiguo: Cova de l’Or (1-13), Cova
de les Cendres (14) y Cova de la Sarsa (15). Neolítico final / Calcolítico: Cova de la
Pastora (16-25), Covacha Giner (26-28), Cova de l’Almuixic (29-31), Sanxo Llop (32-34
y 37) y Cueva del Mal Paso (35). Edad del Bronce: Lloma de Betxí (36).
196
[page-n-5]
Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Yac
Diám
Esp
Perf
Crono
Taxón
Fig.
Or
H5 c.4
16
6,9
3,8
NA
Dasyatis pastinaca
2: 1
Or
57/H2 c.5a,16
15,8
7
3,9
NA
Dasyatis pastinaca
2: 2
Or
H5 c.6
13,4
6
3,1
NA
Dasyatis pastinaca
2: 3
Or
F c.6
11,2
6,5
1,4
NA
Dasyatis pastinaca
2: 4
Or
F 19
11,4
6,5
1,5
NA
Dasyatis pastinaca
2: 5
Or
Indet.
12
6
3
NA
Dasyatis pastinaca
2: 6
Or
1936
13,5
2,9
NA
Condrictio
2: 7
Or
1936
17
3,2
NA
Condrictio
2: 8
Or
F2 c.4
10
5,1
2
NA
Prionace glauca
2: 9
Or
57/H1 c.7, 14
12,5
6
2,8
NA
Prionace glauca
2: 10
Or
H5 c.5
12
5,9
2,5
NA
Prionace glauca
2: 11
Or
75/J4 c.1
17,2 x 13
8,5
1,3
NA
Mobula mobular
2: 12
Or
75/J5 c.5
18 x 13,5
6,4
1,1
NA
Mobula mobular
2: 13
2: 14
1989, E F3
10
11
1,5
NA
Mustelus mustelus
Gatera, Estr. I
6
5
1,4
NA
Condrictio ¿
2: 15
Pastora
1944, 1950
11
6
1,9
NF
Dasyatis pastinaca
2: 16
Pastora
1944, 1950
9,9
5,4
1,9
NF
Dasyatis pastinaca
2: 17
Pastora
1944, 1950
8,8
5,5
1,2
NF
Dasyatis pastinaca
2: 18
Pastora
1944, 1950
9
5,2
1,3
NF
Dasyatis pastinaca
2: 19
Pastora
1944, 1950
8
5,1
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 20
Pastora
1944, 1950
8,1
5
1,8
NF
Dasyatis pastinaca
2: 21
Pastora
1944, 1950
8
5
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 22
Pastora
1944, 1950
7,3
5,1
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 23
Pastora
1944, 1950
7,5
4
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 24
Pastora
1944, 1950
6,7
3,9
1,5
NF
Dasyatis pastinaca
2: 25
Giner
71/P, grieta inf.
11
6,8
1,4
Calcol.
Dasyatis pastinaca
2: 26
Giner
70/P, entrada
8,5
5,4
1,2
Calcol.
Dasyatis pastinaca
2: 27
Giner
68/E
9,4
5,1
1,1
Calcol.
Dasyatis pastinaca
2: 28
Almuixich
1987
7,1
3,7
1,8
NF/Cal
Torpedo marmorata
2: 29
2: 30
Cendres
Sarsa
Almuixich
1987
6
2,2
1,1
NF/Cal
Torpedo marmorata
Malpaso
1946
30
13,5
5,8
NF/Cal
Alopias vulpinus
2: 35
Sanxo Llop
2016/5001
12
7,1
1,4
Cal
Dasyatis pastinaca
2: 32
Sanxo Llop
2016/90001
11,1
5,8
1,3
Cal
Dasyatis pastinaca
2: 34
Sanxo Llop
2016/17001
11,9
7,1
1,5
Cal
Mustelus mustelus
2: 33
Sanxo Llop
2016/ 114001
37
17,7
no
Cal
Isurus oxyrrinchus
2:37
CUADRO 1. Dimensiones de cuentas de vértebra de pez de algunos yacimientos valencianos del Neolítico al Calcolítico.
197
[page-n-6]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
tas contaban con referencias bibliográficas (Martí, 1977: fig. 19: 8; Martí,
1980: figs. 6: 19 y 19: 7; Pascual Benito, 1998: 126-127, fig. III.126). La mayor parte se sitúan en niveles del Neolítico antiguo, cuatro se encuentran
quemadas y seis presentan restos de ocre. De las vértebras que han podido clasificarse a nivel de especie, seis pertenecen a raya látigo de grandes
dimensiones (Dasyatis pastinaca), en torno a los 2 m de longitud total
(figura 1: 1-6), dos a manta (Mobula mobular) (figura 2: 12-13), y tres a
tintorera (Prionace glauca) (figura 2: 9-11). Las dos piezas halladas en la
intervención de R. Pardo en 1936 no hemos podido verlas directamente,
ya que no llegaron a ser depositadas en ningún museo, aunque por las
fotos de la tesis doctoral de B. Martí (1978: fig. 182), parecen corresponder
también a un pez de la clase condrictio (figura 2: 7-8).
Procedente de la Cova de les Cendres (Moraira-Teulada), hay una vértebra documentada en la F.3, una de las fosas excavadas en la base de la
secuencia neolítica, perteneciente al Neolítico antiguo, atribuida en su
día a un escualo (Pascual Benito, 2009: 207, fig. 4: 3, lám. 27) y depositada en el Museu Arqueològic Provincial d’Alacant (MARQ) (figura 2: 14).
Esta vértebra pertenece a un tiburón de la familia Triakidae, de las que
la musola (Mustelus mustelus) o el cazón (Galeorhinus galeus) son las
especies más comunes.
En la Cova de la Sarsa (Bocairent), se documentó una cuenta de pequeño tamaño en el estrato I del sector II o gatera, con la superficie muy
erosionada y concrecionada (Asquerino et al., 1998: 67, fig. 5), por lo que
resulta complicada su clasificación, aunque corresponde claramente a un
condrictio (figura 2: 15). Depositada en el Museu Arqueològic Municipal
de Bocairent.
De la Cova de Can Sadurni (Begues), procede una vértebra de niveles del
Neolítico antiguo cardial que, en base a la fotografía publicada (Blasco et
al., 2005: fig. 3), creemos que pertenece a una musola (Mustelus mustelus).
De un momento más tardío, se ha citado la presencia de cuatro vértebras entre los adornos documentados en contexto del Neolítico medio del
poblado de Cabecicos Negros-Pajarraco (Vera) (Maicas, 2007: 305). A un
contexto del Neolítico medio del túmulo de la Tarayuela (Ambrona), con
dataciones que lo sitúan en el segundo tercio del IV milenio cal BC, pertenecen un número indeterminado de “escasas vértebras de pez, en muy
mal estado de conservación, que no permitían identificar la especie a la que
198
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
FIGURA 3. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante el
Neolítico final / Calcolítico.
pertenecía” (Rojo et al., 2005: 206). A estas cuentas perforadas se puede
añadir la presencia de una vértebra perteneciente a la familia Triakidae en
el Neolítico medio de las minas de Gavà (Bosch et al., 1999: 78).
Neolítico final / Calcolítico
En contextos del final del Neolítico y del Calcolítico, se documentan 100
vértebras y dos discos vertebrales en 30 yacimientos. Su distribución es más
amplia que en periodos anteriores, encontrándolas en toda la vertiente mediterránea peninsular y en el Alto Ebro (figura 3). Muchas de ellas proceden de ajuares funerarios de cuevas naturales y de megalitos con sepulturas
múltiples, por lo que resulta complicado atribuirlas a un contexto concreto,
dada la dilatada utilización a lo largo del tiempo, y el revuelto de contextos
y de materiales característicos de este tipo de yacimientos.
En el País Valenciano hemos contabilizado 66 vértebras y dos discos
vertebrales procedentes de 12 yacimientos.
199
[page-n-8]
JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
De la Cova de la Pastora (Alcoi) proceden 10 vértebras de raya látigo
(Dasyatis pastinaca), depositadas en el MPV (figura 2: 16-25), una de las cuales conserva parte de los encajes del cartílago (figura 2: 16). Estas cuentas proceden de las excavaciones efectuadas en los años 1940, 1943, 1945 y 1950. En
los diarios de V. Pascual conservados en el Servei d’Investigació Prehistòrica
del MPV se dibujan seis y se indica que cinco de ellas se hallaron junto al cráneo 26, mezcladas con “muy pocos huesos humanos y bastantes de animales
entre ellos de jabalí (los más abundantes), unos molares de equs y de cabra” y
“un fragmento de una larga aguja incompleta”; otra cuenta apareció en la capa
4 de la zona B, y cuatro en el cribado de tierras revueltas, si bien en la primera
publicación del yacimiento se mencionan solo siete “vértebras de pescado,
preparadas para cuentas, excepcionales o no vistas en otras cuevas valencianas de este período, se han encontrado 7”, de las que se publica la fotografía
de cinco de ellas (Ballester, 1949: 60, lám IX: 4).
En la Covacha Giner (Cullera) se citan “3 cuentas de collar de vértebras
de pescado” (Aparicio y His, 1977: 75). Una procede de la intervención de
1968 del sector E, otra de 1971 en la grieta interior del sector P, y la tercera
de 1970 en la boca de entrada del sector P. Se asocian a restos humanos,
cerámica lisa muy fragmentada, dos botones de marfil con perforación en V
y numerosas cuentas discoidales de hueso, lignito y conchas marinas. Las
tres cuentas, depositadas en el MPV, corresponden a vértebras de raya látigo
(Dasyatis pastinaca) (figura 2: 26-28).
De la Cova de la Solana de l’Almuixic (Oliva), se conservan en el MPV
tres piezas procedentes de la campaña de 1987. Esta cueva cuenta con diversas ocupaciones con cerámica del Neolítico medio (esgrafiadas, peinadas) y Calcolítico (Campaniforme), elementos metálicos y abundantes
adornos, en especial cuentas de diversos materiales (Aparicio, 1987). Dos de
las cuentas se encuentran muy desgastadas, pero parecen ser de la familia
Dasyatidae (figura 2: 32-33). Por lo que respecta a la tercera (figura 2: 34),
dudamos incluso que se trate de una vértebra de pescado, dado que la perforación es irregular no antrópica y presenta las facies articulares anterior
y posterior planas, cuando en los peces estas presentan una característica
sección cónica.
En tres yacimientos funerarios del Neolítico final/Calcolítico de la comarca de la Marina Alta, se han citado recientemente 10 cuentas procedentes de excavaciones clandestinas depositadas en el Museu Arqueològic
200
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Municipal de Xàbia, siete en la Cova de la Penya del Gos Flac 4 (Beniarbeig)
con dimensiones entre 2x2 y 4x3 mm, una en la Cova del Barranc de Càfer 2
(Pedreguer) de 11x8x8 mm y dos en la Cova de l’Ocaive 2 (Pedreguer) (Soler
Díaz et al., 2017: 122, 137 y 148).
En tres cuevas funerarias de Villena se contabilizan 24 vértebras,
depositadas en el Museo Arqueológico Municipal de Villena, seis en la
Cueva de las Lechuzas, de sección plana y perforación central bitroncocónica, con 8 mm de diámetro y 4 mm de espesor (Soler García, 1981: fig.
20: 7; Barciela, 2008: 120, lám. II: 2), cuatro de distintos tamaños en la
Cueva del Molinico, localizadas en el Rincón NW junto a tres cráneos,
por lo que se deduce podrían haber formado parte de algún collar o colgante situado en la zona del cuello (Soler García, 1986, fig. 4: 4-7) y 14
cuentas de vértebras, de 8 mm de diámetro por 4 mm de espesor, en contexto Campaniforme de la Cueva Oriental del Peñón de la Zorra (Soler
García, 1986: figs. 63 y 65: 1-14; Barciela, 2008: 14, lám. IV: 13). En base a
los dibujos y fotografías publicadas, parecen corresponder a condrictios,
posiblemente de la familia Dasyatidae.
Entre las cuentas de collar de la necrópolis inferior de la Cova de la Barcella (la Torre de les Massanes), se mencionan “doce vértebras de pescado,
con los bordes finamente trabajados, y dos opérculos cónicos de vértebras
mayores, también de pescado”, de las que solo se publica una foto con cuatro pequeñas cuentas (Belda, 1931: 23, lám. XII: 7), cuyo escaso detalle no
permite aproximarse a su clasificación. En revisiones posteriores de estos
materiales depositados en el MARQ, solo se han localizado cinco vértebras
(Borrego et al., 1992: 163).
En la campaña de 1946 efectuada en la Cova de la Torre del Mal Paso
(Castellnovo), se documentó una vértebra perforada de gran tamaño totalmente calcinada, depositada en el MPV, que probablemente pertenezca a
un tiburón de la familia Alopiidae, como el tiburón zorro (Alopias vulpinus)
(figura 2: 35). Su cronología resulta incierta al contar la cueva con un nivel
de enterramientos del Neolítico final, un uso ritual durante época ibérica y
romana, y evidencias de frecuentación en época medieval y moderna (Jordá, 1958; Fletcher, 1945).
En el poblado calcolítico de Sanxo Llop (Gandia), durante la campaña
de 2016, se localizaron tres vértebras perforadas en contexto de hábitat, en
el relleno de tres silos subterráneos (UUEE 5.001, 17.001 y 90.001), dos de
201
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
raya látigo (Dasyatis pastinaca) (figura 2: 32-33) y una de musola (Mustelus
mustelus) (figura 2: 34), a las que hay que añadir otra vértebra sin perforar
de gran tamaño en la UE 114.001, perteneciente a un tiburón de la familia
Lamnidae, posiblemente de marrajo común (Isurus oxyrrinchus) (figura 2:
37). Se encuentran depositadas en el MPV.
En la Cova de la Recambra (Gandía), entre los adornos de la campaña de
1981 se citan una “vértebra de pez” en el nivel IVa de la cuadrícula D6, y otras
seis en el nivel IVb, limpieza de las cuadrículas D/E/F/G-6 de la campaña de
1982 (Aparicio et al., 1983: 243 y 245). La revisión de los materiales de estas
campañas depositados en el MPV ha permitido comprobar que no se trata
de elementos de adorno, sino de vértebras de peces óseos muy irregulares,
sin ningún trabajo antrópico, por lo que consideramos que no son cuentas
de collar como las que aquí tratamos, sino restos de fauna.
En la región de Murcia, se constatan al menos 14 vértebras en cinco yacimientos funerarios. 10 proceden del sepulcro megalítico de Murdrievo
(Lorca) (Jara, 1992: 27-28, fig. 4: 66-75) y una de la Cueva de Loma de los
Peregrinos (Alguazas) (Ibíd.: 27-28, fig. 4: 160). En ambos casos, por los
dibujos publicados, podrían pertenecer a la familia Dasyatidae. También
se cita la presencia de vértebras de pez perforadas en la Cueva de la Represa (Caravaca) y en la Cueva de las Conchas (Cehegín) (Ibíd.: 34). Además,
en la Cueva de Blanquizares de Lébor existe otra, descrita en su día como
“cuenta de hueso, discoidal con pequeña perforación central. Las caras, ligeramente rehundidas y el borde con incisiones. Anchura 10 mm, altura 4
mm” (Arribas, 1956: 95, fig. 52: 19). No se indica su origen anatómico, pero
por el dibujo de la publicación no cabe duda que se trata de una vértebra de
pez de la clase condrictio.
En el Abrigo del Tobar (Letur, Sierra del Segura, Albacete), se menciona
una vértebra de pez entre las abundantes “cuentas de collar discoidales de
reducido tamaño (2-4 mm)” elaboradas sobre lignito y caliza (García Atiénzar, 2010: 55).
Más al Sur, en Andalucía oriental se constatan tres vértebras en tres
yacimientos de hábitat. Una procede de Almizaraque (Cuevas del Almanzora) (Maicas, 2007: 180, fig. III.160) que por el dibujo y fotografía publicados correspondería a una raya látigo (Dasyatis pastinaca), otra de
la Loma del Arteal (Aldea) (Ibíd.: 289) y la tercera de El Garcel (Antas)
(Ibíd.: 296).
202
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
En Catalunya se menciona la presencia de más de 16 vértebras en, al
menos, siete yacimientos funerarios en cueva y en megalito. Nueve proceden de la Cova de Can d’en Serra (Valls), de unos 4 mm de altura por 3 mm
de diámetro (Vilaseca, 1940: 53, fig. 2). En la Cova de la Masia (Torrellas de
Foix), asociadas a una punta de flecha de retoque plano y bifacial, aparecieron “varias vértebras de pez perforadas longitudinalmente, de 4 a 5 mm de
diámetro, que formarían parte de algún collar” (Ferrer y Giró, 1943: 192). En
el nivel XIV de la Cova de la Vall de Cerves (Miralles), asignado al “Bronce
II mediterráneo”, se documentó un fragmento de tela y en sus alrededores
“aparecieron una valva de molusco nacarada en su interior, un molar de
Ursus arctos, un molar de jabalí, con orificio para ir colgado, y una vértebra
de pez, piezas todas correspondientes a un collar” (Giró, 1962: 173). De la
Cova del Batlle-vell (Pontons) proceden dos vértebras de pequeño tamaño,
“su diámetro es de 6 mm, mientras que su espesor resulta apenas perceptible”, apuntando que las vértebras de pez son en Cataluña bastante escasas
y siempre relacionadas con la cultura pirenaica (Ferrer, 1953/54: 121). Más
al interior las cuentas de vértebra de pez están presentes en megalitos de
la comarca de Solsona (Vila, 1919: 108), una entre las abundantes piezas de
adorno de la Cova d’Aigües Vives (Brics d’Ardèvol) (Clop, 2001) y en el megalito de la Masia de Cal Conill Gros (Montmajor) (Xandri, 1985: 50).
En el Ebro medio, se conocen tres cuentas en tres yacimientos, una en la
Cueva de Los Husos (Elvillar, Rioja alavesa) (Rodanés, 1987: 145), otra en un
taller de sílex eneolítico en los alrededores de Tirgo (Rioja alta) (Río et al.,
1985: 267) y la tercera en el dolmen de la Cañada (Sierra de Urbasa, Navarra), donde la presencia de punzones de cobre podría marcar una etapa de
uso calcolítica (Álvarez Vidaurre, 2006: 125).
En regiones extrapeninsulares vecinas como el Languedoc las cuentas
de vértebra de pez no son muy numerosas, habiendo sido documentadas en
13 yacimientos con contextos pertenecientes al Chassense antiguo, al Neolítico final (Ferrerien y Saint-Ponien) y al Calcolítico (Barge, 1982: 106).
Edad del Bronce
La Edad del Bronce es el periodo en el que se han documentado más elementos de este tipo, siempre en la mitad meridional del litoral mediterráneo peninsular, donde encontramos al menos 131 cuentas de vértebra de pez
repartidas en 14 yacimientos (figura 4).
203
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
FIGURA 4. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante la
Edad del Bronce.
Fuera del ámbito de la Cultura de El Argar, solo encontramos dos cuentas
de adorno de este tipo, en dos yacimientos diferentes. En primer lugar, una
en un poblado del Bronce valenciano, la Lloma de Betxí (Paterna), que procede del suelo de la habitación I, confeccionada “sobre pez de gran tamaño,
posible escualo, con perforación central de considerable tamaño y señales
de calcinación” (de Pedro, 1998: 66, fig. 27: 8; López Padilla, 2011: fig. V.2.90:
955), expuesta en el MPV. Por el grosor de la vértebra y la cercanía de los
forámenes articulares a las facies articulares, cabe identificarla como perteneciente a un gran tiburón de la familia Carcharhinidae, como podría ser
por ejemplo el tiburón trozo (Charcharinus plumbeus) (figura 2: 36). La otra
vértebra documentada fuera del ámbito argárico, procede de la zona oriental de La Mancha, en el Cerro del Cuchillo (Almansa) (López Padilla, 2011,
fig. IV.3.90: 9), y correspondería a una raya de la familia Dasyatidae (figura
2: 12), no habiendo constancia de la existencia de objetos similares en otros
poblados del Bronce manchego (Barciela, 2008).
En el Bronce argárico las vértebras de pez perforadas son notablemente más numerosas, habiéndose documentado al menos 127 vértebras y
204
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
una placa vertebral, procedentes de 11 yacimientos diferentes, especialmente en sepulturas.
Este tipo de adorno resulta frecuente en los yacimientos argáricos alicantinos. Del poblado de El Tabayà (Aspe), proceden dos vértebras y una
placa vertebral (López Padilla, 2011: fig. V.2.90: 1492; Barciela, 2015: fig.
III.8), correspondiendo las vértebras a raya látigo (Dasyatis pastinaca)
(figura 5: 9), y la placa a un tiburón de gran tamaño (figura 5: 10). Otra
vértebra procede de las Laderas del Castillo (Callosa de Segura) (López
Padilla, 2011: fig. V.2.90: 921), que debe corresponder a la depositada en
el Museo de Callosa de Segura, de 15 mm de diámetro por 4 de espesor
(Soriano, 1989: 39, fig. 7), la cual, por las ilustraciones publicadas, parece
pertenecer a la familia Dasyatidae (figura 2: 8). Otras 7 vértebras depositadas en el MARQ (figura 5: 1-7), forman parte de la colección Furgús
y su procedencia resulta incierta, ya que podrían ser de San Antón o de
Laderas del Castillo (López Padilla, 2011: fig. V.2.90: 940-942; Barciela,
2015: fig. III.8). Cuatro de estas piezas parecen pertenecer a la familia
Alopiidae, probablemente un tiburón zorro (Alopias vulpinus) (figura 5:
1-4), otra a la familia Dasyatidae (figura 5: 7), y las otras dos son de difícil
adscripción a partir de los dibujos y fotos publicadas. De la Illeta dels
Banyets (El Campello) procede, sin referencia estratigráfica, una vértebra de 10 mm de diámetro por 2 mm de espesor, clasificada como una
cuenta de collar (Simón, 1997: 103, fig. 32:16), y un diente de tiburón. En
una publicación posterior, donde se presenta la sección de la vértebra, se
constata que no se encuentra perforada (López Padilla 2011: fig. IV.3.20:
2). Por el dibujo de los forámenes que se observan en la sección, podría
pertenecer a alguna especie de Alopiidae o Lamnidae (figura 5: 11).
En yacimientos argáricos murcianos se documentan unas 16 vértebras en
el Cerro de la Cueva de Palica (Lorca) que, en base a la fotografía publicada
(Ayala, 1986: 280), podrían corresponder a la familia Carcharhinidae, como
por ejemplo el tiburón trozo (Charcharinus plumbeus) o el tiburón azul
(Prionace glauca). En La Bastida (Totana) se encontraron otras 9 vértebras,
procedentes de la tumba 52 del departamento X, un enterramiento de un
adulto en el interior de una urna, atribuida la fase I de El Argar y asociadas
a dos puñales, un hacha, dos anillos, un pendiente de plata, 30 cuentas de
hueso y cuatro de piedra (Posac et al., 1947: 117, fig. 12: 5), interpretadas
como pertenecientes a “un collar de cuentas de vértebras de pez y piedras”
205
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
FIGURA 5. Cuentas de vértebras de pez del Bronce argárico y del Bronce tardío.
San Antón de Orihuela o Laderas del Castillo (1-7) (según Barciela 2015: fig. III.3.4),
Laderas del Castillo (8), Tabayá (9-10) (fotos según Barciela 2015: fig. III.8.3; dibujos
según López Padilla 2011: V.2.90), Illeta dels Banyets (11) (según López Padilla 2011,
fig. IV.3.20: 2), Cerro del Cuchillo (12) (según López Padilla 2011, fig.IV.390: 9), Cabezo Redondo (13) (según Barciela 2015: fig. III.8: 2), La Bastida de Totana (14) (según
Schubart y Ulreich 1991: fig. 123: 12), El Oficio (15-16) (según Schubart y Ulreich 1991:
fig. 107: 220 y 42) y El Argar (18-29) (según Siret y Siret 1890: láms. 25, 38, 41, 42, 51,
52 y 53).
(Lull, 1983: 322). De cinco de esas cuentas se publican sus dibujos y dimensiones (Jara, 1992: 27-28, fig. 4: 344-348) que permiten clasificarlas dentro
de la familia Dasyatidae. También de La Bastida de Totana pero fuera de
las tumbas se documentó otra cuenta (Schubart y Ulreich, 1991: fig. 123: 12:
206
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Yacimiento
Diám
Espesor
Perf
Crono
Taxón
Lloma de Betxí
25
15
7,2x6
Br. Valenciano
Charcharinus plumbeus
Laderas/San Antón
22
10
2
Br. argárico
Alopiidiae
Laderas/San Antón
19
7
2
Br. argárico
Alopiidiae
Laderas/San Antón
16
5
1
Br. argárico
Alopiidiae
Laderas/San Antón
15
8
1
Br. argárico
Condrictio
Laderas/San Antón
14
7
2
Br. argárico
Condrictio
Laderas/San Antón
9
5
2
Br. argárico
Dasyatis pastinaca
Laderas/San Antón
8
4
2
Br. argárico
Dasyatis pastinaca
Laderas del Castillo
15
7
2
Br. argárico
Dasyatidae
Tabaià
11
7
2
Br. argárico
Dasyatis pastinaca
Tabaià
26
3
7
Br. argárico
Selaniforme. Disco vertebral
Illeta dels Banyets
10
2
no
Br. argárico
Alopiidiae/Lamnidae
Cuchillo
10
4
1,5
Br. de La Mancha
Dasyatidae
Cabezo Redondo
8
9
1,5
Bronce tardío
Condrictio
Cabezo Redondo
13
5
1,5
Bronce tardío
?
CUADRO 2. Dimensiones de cuentas de vértebra de pez de algunos yacimientos de la
Edad del Bronce.
Llull et al., 2015: figs. 62 y 63), perteneciente a un tiburón de la familia Lamnidae o Alopiidae (figura 5: 14).
En la zona argárica de Andalucía oriental se documentan vértebras
perforadas en cinco yacimientos. En Caniles (Granada), en el interior de
una copa argárica, se encontró una cuenta considerada en su día como
de “hueso labrado” que, en base al dibujo publicado (Góngora, 1868: 112,
fig. 141), parece pertenecer a la familia Carcharhinidae, como podría ser
por ejemplo el tiburón trozo (Charcharinus plumbeus) o un tiburón azul
(Prionace glauca). Otras dos provienen de El Picacho (Oria), que a tenor
de la fotografía publicada (Carricondo et al., 2010: 76), parecen pertenecer a un espécimen de la familia Alopiidae, como sería por ejemplo
el tiburón zorro (Alopias vulpinus). Entre los ajuares de tumbas de El
Oficio (Cuevas de Almanzora) se han documentado al menos un par de
vértebras (Schubart y Ulreich, 1991; fig. 120: 42 y 120) que parecen pertenecer a una raya látigo (Dasyatis pastinaca) (figura 5: 15-16), y otra en
Fuente Álamo (Cuevas del Almanzora), fuera de las sepulturas (Siret y
Siret, 1890: fig. 65). En este último yacimiento se menciona además la
207
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
presencia de un resto -no se indica cual- de pez martillo (Sphirna zygaena) en los horizontes I-VII (Manhart et al., 2015: 235).
El grupo más numeroso de este tipo de cuentas procede de El Argar
(Antas), con al menos 83 vértebras en 19 sepulturas, de las que solo tres se
documentaron fuera de las tumbas (Siret y Siret, 1890: figs. 25, 38, 40, 41,
50, 52, 53 y 54). Excepto cuatro tumbas con 26, 19, 14 y 11 vértebras, el resto
contenía entre una (la mayoría) y tres. Las cuentas aparecen en el 17,02% de
los collares recuperados en todas las tumbas y se pueden incluir en el Argar
B o pleno, por encontrarse en su totalidad en urnas (Lull, 1983: 210-211), y
sobre todo en las fases más recientes equiparables a momentos avanzados
del Bronce pleno (López Padilla, 2011). Gracias a los detallados dibujos de
los hermanos Siret, podemos observar una gran variedad de vértebras, que
permiten identificar diversas familias, como por ejemplo grandes tiburones
de la familia Lamnidae o Carcharhinidae, aunque la mayoría parecen pertenecer a rayas de la familia Dasyatidae (figura 5: 18-29).
Cabe mencionar también la presencia de una vértebra de condrictio sin
perforar recuperada en la Cova dels Riuets (Formentera) en un contexto del
Bronce antiguo (Marlasca, 2008).
Por último, en contextos más recientes de la Edad del Bronce, la presencia de vértebras perforadas es muy escasa, con sólo dos ejemplares de
pequeño tamaño en el Bronce tardío de Cabezo Redondo (Villena) (Barciela, 2015: fig. III.8), una de las cuales podría pertencer a un condictrio
(figura 2: 13).
DISCUSIÓN
Antecedentes y perduraciones
Con anterioridad a la introducción de la economía de producción, son escasos los yacimientos donde se documentan cuentas de vértebras de pez. En
la península ibérica se localizan, salvo en un caso portugués, circunscritos
a la zona septentrional. Aunque existen pocas clasificaciones taxonómicas
todo apunta a que corresponden a la familia de los salmónidos.
En Catalunya se encontraron seis vertebras en la capa 2 (nivel A) del
Abric Romaní (Capellades, Anoia), en contexto Auriñaciense, que han
sido atribuidas a trucha (Salmo trutta), cuya procedencia se supone del río
208
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
FIGURA 6. Distribución de los yacimientos con cuentas de vértebra de pez durante el
Paleolítico superior y el Mesolítico.
Anoia, en las que el “forat central va ser engrandit per fer-les servir com a
grans d’enfilall” (Juan-Muns, 1988: 77, fig. 2).
En la Cornisa Cantábrica existen cinco yacimientos con presencia de
cuentas de vértebras de pez (Álvarez Fernández, 2006). Una procede de
niveles auriñacienses de Gatzarria (Zuberoa, País Vasco). Tres vértebras se
localizan en dos yacimientos asturianos en contextos solutrenses, dos en la
Cueva de las Caldas (Oviedo), nivel 11B de la sala 1, atribuídas al Solutrense
medio y localizadas en el mismo cuadro y subcuadro (Ibíd.: 263), y una completamente abrasionada en su perímetro en el nivel 16 de la cueva de La Riera
(Posada de Llanes), en cuyo estudio de la ictiofauna se indica la existencia
de restos de trucha (Salmo trutta) y de salmón (Salmo salar) (Ibíd.: 281), y
otras tres piezas solutrenses proceden del nivel Lmc de la Cueva de Antoliña
(Vizcaya) (Ibíd.: 263). Durante el Magdaleniense de Tito Bustillo (Ribadesella), una vértebra procede del Complejo Superior del Área de Estancia (Ibíd.:
361), de niveles donde se documentaron espinas y vértebras de peces no modificadas, entre las que predominan las de trucha (Salmo trutta) (Ibíd.: 418).
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
En Portugal, se cita la presencia de una cuenta de vértebra de pez en niveles solutrenses de Buraca Escura (Leiria) (Ibíd.: 626), y en el sur peninsular,
dos vértebras de condrictios sin perforar proceden de niveles solutrenses de
la zona del Vestíbulo de la Cueva de Nerja (Marlasca, informe inédito).
Durante el Mesolítico, los adornos realizados en materias primas de origen animal que no sean conchas son también muy escasos, existiendo entre
ellos vértebras de pez perforadas que se concentran en concheros del Mesolítico final portugués. En Muge, un “objecto de adorno feito a partir de uma
vértebra de peixe, claramente transformada e pertenecendo a um peixe de
grande tamaño” (Detry, 2007: 245, fig. 9.36.B) que, por la foto publicada,
debe corresponder a un condrictio. En Cabeço da Amoreira (Muge), se citan
entre los adornos, vértebras perforadas atribuidas a la familia Lamnidae
(Zbyszewski et al., 1980-81: 42), la cual incluye a cinco clases de tiburones.
Así mismo en yacimientos del valle del Sado, se menciona la presencia entre los adornos de “vértebras de peixe seccionadas e perfuradas” (Carbalho,
2009: 39). En el Mesolítico geométrico de ámbito mediterráneo tan solo
conocemos una vértebra sin perforar inédita procedente de las excavaciones antiguas de la Cueva de la Cocina (Dos Aguas) y conservada en el MPV,
perteneciente a la familia dasyatidae.
Con posterioridad al espectro temporal en el que se centra este trabajo,
las cuentas de vértebras de pez aparecen en contextos púnicos, tartésicos e
ibéricos. Sin ánimo de ser exhaustivos citaremos su presencia por ejemplo
en la necrópolis púnica del siglo VI de Villaricos (Cuevas del Almazora, Almería) (CERES Museo Arqueológico Nacional. Donación L. Siret); las diez
vértebras documentadas entre las ofrendas del santuario púnico-gaditano
de La Algaida (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz) (López Amador y Ruiz, 2010:
273); las cuatro encontradas en el interior de un olpe ebusitano del asentamiento púnico de Na Guardis (Ses Salines, Mallorca) (Guerrero, 1984: lám.
XIII.3); las dos vértebras de batoideo (mantarraya) de El Carambolo (Camas, Sevilla); una tipológicamente muy similar a las anteriores de 14 mm
de diámetro por 8 mm de espesor en el hábitat rural tartésico de los siglos
VI-V a.C. de Los Caños (Zafra, Badajoz) (Rodríguez et al., 2006: 102), y las
diversas cuentas documentadas en yacimientos ibéricos (Marlasca et al. en
este volumen).
También se documentan vértebras perforadas en época romana, como
muestran las cuentas inéditas depositadas en el MPV, una de marrajo del
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Castellar del Riu (Elx) y dos del yacimiento tardorromano con abandono
en la segunda mitad del siglo VI d.C. de la Punta de l’Illa (Cullera), posiblemente de la familia Carcharhinidae. Durante este periodo se constata
así mismo el uso de vértebras de condríctido no perforadas como fichas de
juego, según se desprende de las interpretaciones dadas en diversos museos
para piezas del Portus Ilicitanus (Santa Pola), del Puig dels Molins (Eivissa)
durante el 300 d. C., o de Barcino (Barcelona).
Durante la Edad Media se siguen utilizando vértebras de peces batoideos, como testimonian por ejemplo una vértebra inédita depositada en
el MPV de la familia Carcharhinidae procedente de la Esglèsia de la Sang
(Llíria) (campaña de 1980, capa 6). Los hallazgos medievales, en alguna
ocasión se han interpretado como piezas de rosario, como ocurre con
las 22 vértebras de musola (Mustelus mustelus), procedentes del Castillo de la Torre Grossa (Xixona), idénticas a las aparecidas en La Rábita
(Guardamar) -fines del s. XII principios del XIII- (Azuar, 1989: 401), o la
encontrada en el yacimiento altomedieval de El Maraute (Motril) (Gómez, 2000: 167). En el norte de África también las encontramos, como
por ejemplo la vértebra de tiburón zorro (Alopias vulpinus) con amplia
perforación documentada en un estrato de época emiral en Ceuta (Bernal
y Marlasca, 2017: 26, fig. 3).
El uso de estos elementos perdura hasta la actualidad como materia prima para la confección de adornos, formando parte de collares, pulseras o
pendientes, y también se utiliza para la fabricación de rosarios o bastones.
Clasificación taxonómica
Excepto las vértebras perforadas documentadas en yacimientos del Paleolítico superior, en todos los casos analizados directamente o que han podido
ser clasificados taxonómicamente, al menos, a nivel de familia en base a las
figuras publicadas, se trata de vértebras de peces de la clase condrictios (peces cartilaginosos), de la subclase elasmobranquios, y de los superórdenes
selachimorfa (tiburones) y batoidea (mantarrayas).
Entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce se han identificado al
menos nueve especies diferentes, pertenecientes a seis familias, dos de
mantarrayas y cuatro de tiburones. Todas son comunes en el Mediterráneo.
Las vértebras del grupo de peces batoideos (de cuerpo plano) son las
mejor representadas, destacando por el número de restos y yacimien-
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
tos donde se documentan, las de la familia Dasyatidae, representada en
general por la especie raya látigo común (Dasyatis pastinaca). Este grupo se ha identificado en un mínimo de 17 yacimientos que abarcan todo
el espectro temporal y geográfico analizado, uno del Neolítico antiguo,
ocho del Neolítico final / Calcolítico y ocho de la Edad del Bronce. La otra
especie de batoideo presente, la mantarraya mobile (Mobula mobular),
solo ha sido identificada en dos vértebras de la Cova de l´Or en contexto
del Neolítico antiguo.
Entre los tiburones, las especies mejor representadas corresponden a
la familia Carcharhinidae, que incluye al tiburón azul (Prionace lauca) y al
tiburón trozo (Chancharinus plumbeus). Esta familia no está representada
en los yacimientos del Neolítico final / Calcolítico, se documenta en un solo
yacimiento del Neolítico antiguo (Or) con tres vértebras de tiburón azul,
y resulta frecuente durante la Edad del Bronce, donde aparece en cuatro
yacimientos. Por su parte, el tiburón trozo solo lo encontramos durante la
Edad del Bronce, con seguridad en un yacimiento (Lloma de Betxí) y, posiblemente en La Palica.
En menor número aparecen vértebras pertenecientes a tiburones de las
familias Alopiidae, Triakidae y Lamnidae. De la familia Alopiidae se ha podido constatar la presencia de tiburón zorro (Alopias vulpinus) solo con
seguridad en tres yacimientos de la Edad del Bronce, y en Mal Paso sin
referencia estratigráfica. De la familia Triakidae, con la musola (Mustelus
mustelus) o el cazón (Galeorhinus galeus), solo la musola se encuentra presente en los tres periodos estudiados en al menos tres yacimientos, uno del
Neolítico antiguo, uno del Calcolítico y uno del Bronce argárico, mientras
que el cazón solo aparece en un yacimiento del Neolítico antiguo. Respecto
a la familia Lamnidae se identifica la presencia del marrajo (Isurus oxyrrinchus) en un yacimiento calcolítico (Sanxo Llop) y en El Argar.
Obtención de la materia prima
Este tipo de productos de procedencia marina puede obtenerse en la zona
litoral de tres formas:
-Por medio de la pesca, factible en el caso de la mantarraya de la familia
Dasyatidae que, por su hábito y abundancia, habría tenido muchas más posibilidades de ser pescada que las otras especies. La raya látigo vive en grupos muy numerosos, sobre todo en aguas poco profundas y es la más común
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
en su género en el Mediterráneo, por lo que se podría haber pescado en la
costa o muy cerca de ella, aunque la ausencia de otros restos esqueléticos
de esta especie en los yacimientos arqueológicos estaría en contra de esa
hipótesis.
-Aprovechando los varamientos de tiburones o de rayas en la playa. La
presencia de tiburones podría relacionarse con un varamiento en la playa,
de donde se obtendrían las vértebras, dada la dificultad que habría comportado la pesca de especímenes tan grandes y voraces.
-Mediante la recogida directa de vértebras en la playa. Las vértebras serían arrastradas por las olas y depositadas en la playa, hecho que hemos
podido observar directamente en algunas playas valencianas.
En otros casos, en los yacimientos más alejados de la costa, la presencia
de vértebras de peces marinos pudieron ser objeto de intercambio o transportadas directamente como adornos personales por individuos procedentes de zonas litorales.
¿Porqué se recogen las vertebras de estas especies y no de otras?
La elección de vértebras de condrictios (peces cartilaginosos) para confeccionar cuentas de collar a lo largo de la prehistoria, debe obedecer, en primer
lugar, a un hecho derivado de sus características físicas. Se trata de piezas generalmente no muy gruesas, con una forma natural circular, sin aristas y con
aberturas en la pared del cuerpo de las vértebras diferentes según la especie,
las lamelas, que forman una serie de celdas con dibujos diversos más o menos complejos en sus costados. Este tipo de vértebras son fáciles de perforar
y muy ligeras, características que presentan ya de por si un fuerte atractivo,
y un gran potencial para convertirlas en elementos de adorno personal. Así,
las vértebras de peces cartilaginosos no necesitan abrasión para regularizar
los bordes, como sí ocurre con las vértebras de los peces óseos, que presentan
numerosas irregularidades, en especial las espinas neurales y hemales, que
hacen de estas piezas elementos muy espinosos y difíciles de convertir en un
abalorio. Al contrario, las vértebras de condrictios presentan un aspecto liso,
regular y limpio, por lo que son ideales para la confección de cuentas. Éstas,
cuyos diámetros se sitúan entre 4 y 37 mm y espesores entre 2,2 y 17,1 mm, no
presentan alteración de la forma anatómica natural, y el único tratamiento
a realizar es el aumento del orificio medular (canalis centralis) que poseen
en el centro de las facies vertebrales, ampliándolo, para facilitar el paso de
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material de cuerda o cuero para su sujeción en el collar. Las perforaciones documentadas, con diámetros comprendidos entre 1 y 7,2 mm, son antrópicas
en todos los casos, y requieren poco tiempo y esfuerzo para su realización.
Además, al tratarse de un cartílago parcialmente calcificado, la mitad de denso que el hueso, y presentar los lados mayores deprimidos en forma de cono,
estas vértebras facilitan enormemente la perforación. Para ello se utilizaría
un elemento lítico (perforador o taladro) o metálico (punzón).
¿Cómo se utilizan las cuentas de vértebras de pez?
Se ha constatado que en algunos casos estas cuentas fueron coloreadas con
pigmentos minerales, a juzgar por los restos de ocre rojo que se observan en
seis piezas de la Cova de l’Or.
Aunque no contamos con evidencias directas, resulta probable que las
vértebras de mayor tamaño, como por ejemplo una de La Vital, la de la Lloma de Betxí o la de la Torre del Mal Paso, pudieron conformar un adorno
único a modo de colgante, mientras que las de menor tamaño y dimensiones regulares, caso de los conjuntos de Pastora o del Peñón de la Zorra,
serían engarzadas como cuentas para confeccionar collares que, en muchos
casos, estarían formados por la combinación de elementos de diferentes
materias primas. El escaso número de vértebras generalmente presentes
en los yacimientos, aboga por esta hipótesis. Además, en los yacimientos
funerarios aparecen junto a una gran diversidad de cuentas de materiales
y colores variados, como por ejemplo el negro del azabache o del lignito,
o el verde de la calaíta, a las que se sumarían estas cuentas de vértebras de
tiburones o rayas con un color blanco intenso, o rojizo en el caso de estar
tintadas con ocre.
Ya los hermanos Siret, en relación con las sepulturas de El Argar,
afirmaron que “juntábanse muy a menudo en un mismo collar perlas de
diferentes materias, cuya variedad de colores debía producir un efecto
agradable” (Siret y Siret, 1890: 191), y destacaron el conjunto de la sepultura 22, donde las cuentas de vértebra de pez se combinaron con otras
piezas de serpentina, hueso, concha o marfil (Ibíd: lám. 5), o al lado de
la sepultura 133 donde se encontraron reunidos 117 Conus, una pequeña
concha y una vértebra (Ibíd.: 188). También en la tumba 52 de La Bastida
se cita “un collar de cuentas de collar de vértebras de pez y piedras” (Llull,
1983: 322).
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Aprovechamiento de vértebras de pez entre el Neolítico antiguo y la Edad del Bronce
Otro tema a considerar es la posibilidad de que en la elección de estas
cuentas influyera también un componente simbólico, relacionado con la
fascinación que pudieron ejercer las especies de las que provienen las vértebras, aspecto sumamente atractivo que cabría tratar en otro trabajo.
CONCLUSIONES
A lo largo de toda la prehistoria reciente, se usaron vértebras de condrictios, peces cartilaginosos como los tiburones y las rayas, para la confección de cuentas collar. Las características físicas de éstas, con formas circulares y ranuras de diversas medidas y diseños, así como la facilidad de
manipulación, las convertirían en un material óptimo para formar parte
de los collares.
Su documentación a lo largo de todo este periodo, evidencia la frecuentación o establecimiento en la zona litoral de los diversos grupos humanos
implicados. Si la pesca y la recolección de moluscos supondría una destacable fuente de proteínas, tampoco se desaprovechó la oportunidad de usar
conchas o huesos como los aquí estudiados para la elaboración de diferentes abalorios. Aunque algunos de estos restos podrían estar relacionados
con las actividades pesqueras, como sería el caso de las rayas, también podrían provenir del aprovechamiento de animales varados, especialmente en
el caso de los grandes tiburones.
Ya en el Paleolítico superior se documentan de forma esporádica las
primeras manipulaciones de vértebras para la confección de cuentas en
el ámbito mediterráneo, en ese caso a partir de huesos de salmónidos,
pero desde el Mesolítico final y sobre todo desde el Neolítico antiguo,
parece que éstas se realizarían únicamente con vértebras de condrictios.
Aunque creemos que en el futuro nuevos datos permitirán documentar
este tipo de piezas a lo largo de todo el territorio costero, por el momento
estos se emplazan sobre todo en el área valenciana durante el Neolítico
antiguo y medio, para aparecer en mayor número y mucho más dispersas
durante el Neolítico final y Calcolítico. Sin embargo, es en la primera
mitad del II milenio a.C., durante el Bronce antiguo y medio, cuando se
puede reconocer un aumento considerable de su uso, además de una concentración en la zona del sureste peninsular, claramente relacionado con
la cultura de El Argar. Este hecho estaría vinculado, a nuestro parecer,
con el aumento de la intensidad que en este ámbito se daría en la rela-
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JOSEP LLUÍS PASCUAL BENITO Y RICARD MARLASCA MARTÍN
ción con la costa, manifestada entre otras con el comercio de ultramar,
bien constatado por materiales exóticos como el marfil, o con una mayor
presencia en zonas costeras o muy próximas. Este vínculo también se vería ref lejado en una explotación de los recursos pesqueros mayor que en
periodos precedentes e incluso posteriores (Marlasca, en este volumen).
En definitiva, las cuentas realizadas con vértebras de pescado, son una
muestra significativa de la riqueza y variedad de las manifestaciones en que
se expresó la interacción con el medio marino, y el establecimiento de estas
comunidades prehistóricas en la costa. Deben servir para ampliar nuestra
perspectiva acerca de dicha relación, enriqueciéndola en ámbitos tan diferentes como el bromatológico, el estético o el simbólico, y ligándose definitivamente a las más conocidas evidencias malacológicas.
AGRADECIMIENTOS
Nuestro agradecimiento a Joan Ribé del Museu Cau del Tauró (l’Alborç, Baix Penedès, Tarragona).
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