Peces marinos en yacimientos continentales levantinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
Eufrasia Roselló-Izquierdo
Laura Llorente-Rodríguez
2017
[page-n-1]
16
PECES MARINOS EN YACIMIENTOS CONTINENTALES
LEVANTINOS: EL CASO DE COVA FOSCA
(ARES DEL MAESTRAT, CASTELLÓN)
Arturo Morales-Muñiz, Eufrasia Roselló-Izquierdo y
Laura Llorente-Rodríguez
ABSTRACT
A regular movement of hunter-gatherers between the coast and hinterland
is revealed by marine food items found in continental sites from the Spanish Levant with evidences of a seasonal occupation. The fish and mollusc
remains from the site of Cova Fosca are here taken as a paradigmatic case and
discussed in the context of equivalent finds from this region. At Cova Fosca
this practice lasted from the end of the Magdalenian to the Ancient Neolithic. We contend that these records provide a clue to explore the nature of
mobility patterns of prehistoric hunter and gatherers.
INTRODUCCIÓN: INFERENCIA DE MOVILIDAD A TRAVÉS DEL
REGISTRO ARQUEOZOOLÓGICO
El estudio de la movilidad es uno de los grandes capítulos de la Prehistoria por
las implicaciones que conlleva en lo referido a la evolución humana pero también por las no pocas dificultades que su estudio entraña (Rocek y Bar-Yosef,
1998). La fauna arqueológica es una de las herramientas con las que el analista
es capaz de inferir la movilidad de los grupos humanos que además cuenta
con diferentes métodos con los que se puede abordar este problema, entre
éstos, la determinación de la aloctonía-autoctonía de las especies presentes,
su carácter estacional, así como el uso de análisis isotópicos y paleogenéticos.
La determinación del carácter alóctono, sedentario o estacional de una
especie en una colección arqueológica viene condicionada, como no podía
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 381-398.
[page-n-2]
ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
ser de otro modo, por la base actualista que sustenta la inferencia. Así, los
datos de los que disponemos sobre la ictiofauna actual son los que nos
permiten decir que, en la península ibérica, el pez globo (Lagocephalus
lagocephalus Gmelin, 1789) es un elemento alóctono de la ictiofauna, en
tanto que la lamprea (Petromyzon marinus Linnaeus, 1758) es una forma
migradora que remonta ríos entre febrero y mayo, y el boquerón (Engraulis
encrasicolus Linnaeus, 1758) una especie estival en nuestro litoral (Whitehead et al., 1984). Este tipo de caracterización no siempre es segura debido a que casi todos los animales acuáticos realizan movimientos, tanto
en la columna de agua como latitudinal y longitudinalmente, llegando de
cuando en cuando a cambiar sus hábitos (Thompson, 2014). Así, debido
al calentamiento de las aguas, el susodicho pez globo empieza a ser un
elemento más de la ictiofauna cantábrica en tanto que el boquerón ha
desaparecido a todos los efectos de amplios sectores de este mar, y se pesca
ahora hasta la latitud de Jutlandia (Dinamarca), mientras que la lamprea,
mermada por una pesca intensiva y el represado de los ríos, es raro encontrarla fuera del ámbito marino (Doadrio et al., 1991). En otras palabras, la
base de inferencia no es estática. Cómo se comportaron las especies en
el pasado es otro de los grandes temas –en este caso de la investigación
arqueozoológica– que nos obliga a ser extraordinariamente cautelosos a
efectos de interpretación de una muestra faunística (Morales, 1998). Los
análisis moleculares, mientras tanto, pueden ofrecer información sobre el
lugar de origen de los peces aparecidos en un yacimiento así como de su
dispersión biogeográfica, pero en modo alguno están exentos de limitaciones aunque no es este el lugar para comentarlas.
Por todas estas razones, cuando la base que utilizamos para dictaminar
el carácter alóctono o estacional de una especie no ofrece dudas, pisamos
terreno firme. Este sería el caso de fauna que en modo alguno podemos asociar con el entorno en el que la recuperamos, como podría ser la presencia
de peces en una cueva por encima de cualquier río o, como en el caso que
aquí nos ocupa, la presencia de peces estrictamente marinos en yacimientos
del interior. Aquí, no obstante, los problemas que se nos pueden plantear
eventualmente son otros dos bien distintos. Así por ejemplo, desconociendo
la evolución eustática de un determinado litoral, siempre que un yacimiento
no se encuentre muy alejado de la costa, cabe la posibilidad de que en la época de donde procede la fauna marina, dicha costa formase parte del paisaje
382
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Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
local (Bailey y Flemming, 2008). Un problema más frecuente e importante
reside en la posibilidad de que sólo la fauna represente al elemento desplazado, y que el grupo humano –sedentario– hubiese simplemente obtenido los
ejemplares a través de un comercio con la costa (Álvarez Fernández, 2009).
Determinar tal extremo obliga no sólo a tener bien contextualizado el dato
sino también a considerar el conjunto de evidencias asociadas al mismo. En
tal sentido, un elemento clave para aseverar si determinada fauna alóctona
alcanzó un depósito como resultado de un transporte realizado por los pobladores del asentamiento o a través de intercambios con otros grupos humanos, consiste en determinar la naturaleza, si permanente o temporal, de la
ocupación (Morales, 1998; ver trabajos en Rocek y Bar-Yosef, 1998).
Partiendo de estos supuestos referidos a la movilidad humana y de la fauna, valoramos en este trabajo los restos de peces recuperados en el yacimiento castellonense de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón). Se trata de
un abrigo ubicado en la vertiente sur del Barranco de la Gasulla, a unos 900
m s. n. m., y que dista de la costa en línea recta aproximadamente unos 40
km (distancia estimada con la herramienta de distancias de Google Earth)
(Olària, 1999).Consta de una sola sala de 20 x 27 m, con una altura de la bóveda que varía entre los 2 y 5 m y una boca de entrada de 18 x 4 m (Gusi y Olària,
1988). El abrigo fue excavado, por vez primera, a finales de los años setenta, y
sus resultados fueron publicados en una monografía a finales de los ochenta
(Olària, 1988). El material ictioarqueológico que se va a tratar aquí procede
de las excavaciones que, desde 1999 hasta 2003, se llevaron a cabo en la zona
del talud a la entrada de la cueva, denominada sector C, que ha conservado
niveles de ocupación humana con episodios culturalmente asignados preliminarmente al Epipaleolítico (s.l.) [cotas -380/-298 cm; 13.069-11.317 cal AC
(Olària y Gómez, 2008; Lira, 2010)], Mesolítico [cotas -298/-255; 6766-6468
cal AC (Olària, 2012)], Neolítico antiguo [cotas -255/-125; 5311-4912 cal AC
(Ludwig et al., 2009; Lira et al., 2010)] y Neolítico medio [cotas -125/-45; 49014536; Olària, 2000; Llorente, 2010)] (Nota: sólo se indican las radiodataciones
sobre hueso). Un elemento importante en el contexto de la problemática que
aquí nos ocupa es que la fauna del sector C no sólo evidencia recurrentes episodios de ocupación y abandono a lo largo de toda la secuencia, sino también
una ocupación estacional que abarcaría desde el final de la primavera hasta el
inicio del otoño (Llorente, 2015a, b).
383
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
MATERIAL Y MÉTODOS
Los restos de peces del sector C de Cova Fosca se recuperaron tanto en los
niveles correspondientes al paquete más profundo de la estratigrafía, que se
sitúa en una cronología del final del Pleistoceno, como en el paquete de niveles fechados en la segunda mitad del VI milenio cal AC (Roselló et al., 2015;
Llorente, 2015b). Todos estos restos proceden de operaciones de cribado en
seco que comportan tamaños mínimos de malla de 0,3 mm (cuadro 1). La
identificación de los restos se realizó con la colección de AMM sita en el Laboratorio de Arqueozoología de la UAM. La inferencia de la talla se realizó
por comparación directa, con ejemplares de talla similar de dicha colección
de referencia. Los estimadores de abundancia utilizados han sido el número
de restos (NR) y el número mínimo de individuos (NMI) (Reitz y Wing, 1999).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La muestra de peces en Cova Fosca totaliza 11 restos que representan apenas
el 0,1% del total de fauna recuperada y se detallan en el cuadro 2 (Llorente,
2015b; Roselló et al., 2015). Dada la escasez de peces en la secuencia, esta distribución de restos resulta principalmente informativa desde la perspectiva temporal y por lo que suponen en términos de tamaño global de las colecciones de
fauna en cada paquete. Así, que la máxima representación de restos ícticos se
constata en el Neolítico antiguo coincide con el que este paquete cronoestratigráfico incorpore casi el 70% de los restos recuperados (68.056) (Llorente,
Luz
malla
Distancia
a
costa
MSNM
NR
Tossal
de
la
Roca
2,5
mm
38
km
600
7
(2)
Cova
Fosca
0,3
mm
40
km
900
(17)
Balma
del
Gai
0,5
mm
50
km
760
2
(1)
Coves
de
Santa
Maira
0,5
mm
30
km
670
137
(91)
Yacimiento
CUADRO 1. Parámetros seleccionados en yacimientos mencionados en el texto. La luz
de malla refiere sólo el diámetro de las más pequeñas utilizadas en el cribado en seco
en cada caso. MSNM: altitud (metros) sobre el nivel del mar. NR: Número de restos
de peces identificados. (Los valores entre paréntesis refieren restos pertenecientes a
taxones marinos).
384
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Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
2015b). Esto mismo podría explicar la ausencia de peces en el Mesolítico, que
apenas supone el 3% del total de fauna recuperado (3271). Pero la presencia de
peces en el Epipaleolítico (9838 restos) y su ausencia en el Neolítico medio, de
muy similar envergadura (14.252 restos), no parece un fenómeno estocástico
y sugiere que, en algún momento del Neolítico, esta práctica se interrumpió.
TAXÓN
C. taurus
S. trutta
A. anguilla
Barbus sp.
D. labrax
D. punctatus
C. rhonchus
P. erythrinus
P. pagrus
Diplodus cf. sargus
S. aurata
Sparidae
C.labrosus
L. aurata
M.cephalus
Mugilidae
Thunnus cf. thynnus
Triglidae
TOTAL
Indet.
MAG EPI MESO NEA TOTAL
1
1
(2)
(1)
3
(1)
14(+1)
16
(1)
1
2
1
1
2
-2
2
8
8
2
1
3
1
1
1
5
1
6
2(+1)
20
2
25
10
10
6
6
4(+1)
4
11(+1)
12
1
1
1
1
(2)
5
88
9
104
3
54
2
56
CUADRO 2. Peces de yacimientos continentales del levante ibérico. En negrita se señalan los taxones recuperados en los paquetes epipaleolíticos (EPI) y del Neolítico antiguo
(NEA) del sector C de Cova Fosca. Los restos recuperados en los niveles magdalenienses
(MAG), epipaleolíticos y mesolíticos (MESO) del Tossal de la Roca aparecen entre paréntesis mientras que los restos de las Coves de Santa Maira se restringen al Mesolítico
(Datos tomados de Aura et al., 2015; Cacho et al., 1995; Roselló et al., 2015).
385
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
Un segundo hecho destacable en Cova Fosca es que no hay constancia
alguna de actividad pesquera ajena al medio marino. Frente a esto, en un
segundo yacimiento del levante ibérico cuya ictiofauna estamos estudiando,
la barcelonesa Balma del Gai, de los dos restos de peces identificados hasta
la fecha, el procedente de las ocupaciones microlaminares corresponde a una
especie dulceacuícola y, por tanto, local (la trucha), mientras que el segundo,
encontrado en la fase de ocupaciones sauveterroides, es un diente de espárido (García-Argüelles et al., 2015; J. Nadal, com. pers.). La ausencia tanto
de especies dulceacuícolas, como de especies anfídromas o que penetren en
aguas salobres en Cova Fosca es un hecho aún más singular al compararlo con
las otras dos colecciones de peces de la prehistoria levantina preneolítica en
el dominio continental como son las de los alicantinos yacimientos del Tossal
de la Roca y las Coves de Santa Maira (Cacho et al., 1995; Aura et al., 2015)
(cuadro 2). En el segundo de estos yacimientos, las especies dulceacuícolas
estrictas (trucha y barbo) suponen un anecdótico 0,007% del total recuperado (0,01% si atendiésemos al NR) pero si hablamos de especies anfídromas,
entre las que incluimos a los mújoles (Mugilidae) y la anguila, vemos como
este grupo supone un nada despreciable 25% de lo recuperado, que ascendería al 42% caso de considerar al NR como estimador de referencia. En el
Tossal de la Roca, tanto las especies dulceacuícolas (trucha y barbo) como las
anfídromas (anguila y mújoles) representan un 28% del total de restos, que lo
es también a efectos del NR por haberse podido identificar taxonómicamente
aquí todos los peces. Evidentemente estos agrupamientos habría que matizarlos, dado que, por ejemplo, una especie como la lubina ha sido recuperada
en Asturias en el río Narcea, a casi 20 km en línea recta de la actual línea de
costa, por lo que caracterizarla como marina de manera estricta sería objeto
de debate (Doadrio et al., 1991). En cualquier caso, tomando como buena la
caracterización ecológica ofrecida, parece claro que la totalidad de la ictiofauna de Cova Fosca sería estrictamente marina, porcentaje que descendería
al 56 % en el caso de las Coves de Santa Maira (34% si considerásemos el total
de restos recuperados), al 50% en la Balma del Gai y a un minúsculo 14% del
total en El Tossal de la Roca.
No debería sorprendernos; salvo Cova Fosca, los restantes yacimientos se
encuentran próximos a cursos de agua corriente. En el caso de la Balma de
Gai, ésta se sitúa a escasos 15-20 m de un torrente epónimo, que vierte a través
de un enredado sistema hidrográfico de torrentes de la cuenca del río Llobre-
386
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Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
gat y que, a pesar de su carácter torrencial y estacional, alberga fauna piscícola y actualmente en verano puede incluso salvar algunas pozas con agua (J.
Nadal, com. verb.). Las Coves de Santa Maira, por su parte, se localizan junto
a la cabecera del rio Xaló, denominado Gorgos aguas abajo, que es un curso
permanente de cierta entidad que genera una zona deltaica en su desembocadura. Por su parte, al este del Tossal de la Roca se inicia la cabecera del sistema fluvial que recoge los aportes del Peregrí y otros cursos de corto recorrido,
y acaba como tributario del río Serpis (Cacho et al., 1995). Frente a ellos, el
entorno fluvial de Cova Fosca es notoriamente más pobre ya que el Riu de
les Coves se sitúa a casi tres kilómetros del yacimiento. Aunque podemos
argumentar que el paisaje del Maestrazgo castellonense el nivel hidrográfico
hubo de ser muy diferente entre hace 8 y 10 milenios, lo cierto es que las gargantas donde está enclavada Cova Fosca no parecen en absoluto adecuadas
para albergar ictiofauna, ya sea esta sedentaria o migradora (Madoz, 1987).
Añádase a ello la significativamente superior altitud de Cova Fosca frente a
los restantes yacimientos (cuadro 1) y quizás comprendamos porqué aquí no
existen evidencias de pesca local.
Los peces no son el único registro que evidencia el aprovechamiento de
recursos marinos en algunos de estos yacimientos donde también los moluscos apuntan en esa dirección (cuadros 3-5). En este sentido cabe destacar
que los moluscos marinos del sector C de Cova Fosca representan un sector
residual dentro del grupo (5% del NISP de moluscos y 0,4% del total de restos de fauna identificada) (Llorente, 2015b). A pesar de que dentro de esta
malacofauna encontramos especies de indudable interés alimentario caso de
la ostra, la vieira o el berberecho, los resultados de los análisis de huellas y
residuos evidenciaron que los usos de esta fauna parecían exclusivamente
vinculados con la confección de útiles y ornamentos (Llorente, 2012, 2015b).
De hecho, a pesar de esta relativa escasez de restos (NR=131; NMI=100) (Llorente, 2015b) llamó la atención su diversidad taxonómica comparativamente
alta (hasta 11 especies) al considerarla frente a los mucho más abundantes
moluscos terrestres allí recuperados (nueve taxa; NR=1195; NMI=1002). Tal
hecho apoya la hipótesis de una acumulación de moluscos marinos desvinculada de la subsistencia dado que lo normal es que este tipo de explotación en
moluscos se ejerza sobre un espectro muy limitado de especies, al menos en
los yacimientos prehistóricos de la península ibérica (Moreno Nuño, 1994).
No parece haber sido éste el caso en las Coves de Santa Maira, donde casi las
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[page-n-8]
ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
tres cuartas partes de la muestra de malacofauna marina está constituida por
mejillones, una especie que se asume como de estricto carácter alimentario
(cuadro 4) (Colonese et al., 2011). Curiosamente, esta especie también se ha
identificado en la Balma del Gai, pero la representación es aquí tan pequeña
que, aunque probable, la adscripción del mejillón a un acúmulo culinario
queda pendiente de confirmación, más aún si consideramos que, al igual que
ocurrió en Cova Fosca, la restante malacofauna marina de la Balma del Gai
representa elementos ornamentales (gasterópodos) o restos de funcionalidad desconocida (bivalvos) (cuadro 5; Estrada et al., 2010). En el Tossal de la
Roca, por último, no consta registro de moluscos de ningún tipo.
Habida cuenta las evidencias de estacionalidad que refleja en el Sector
C de Cova Fosca la fauna producto de la actividad humana (vide supra),
parece lógico asumir que fueron los propios pobladores del asentamiento
PERIODO
TAXÓN
Ostrea sp.
Columbella rustica
Patella ullisiponensis
Patella sp.
Natica sp.
cf. Cerithium sp.
Nassarius cf. incrassatus
cf. Nassarius sp.
Gastropoda indet.
Glycymeris nummaria
Glycymeris sp.
Spondylus gaederopus
Pecten sp.
Acanthocardia tuberculata
Cerastoderma sp.
Gastropoda indet
Bivalvia indet.
EPI
MESO
NEA
NEM
NR NMI NR NMI NR NMI NR NMI
15
15
1
1
3
2
1
-
1
11
1
11
1
1
1
1
1
-
2
31
10
2
1
1
1
1
2
2
21
11
1
2
31
5
2
1
1
1
1
2
6
10
1
2
2
-
18 15 14 90 63
83 234 202 830 711
1
6
-
1
1
1
1
6
-
Total moluscos marinos
Moluscos terrestres
Moluscos indet.
20
119
31
8
12
2
11
TOTAL moluscos
170 101 250 216 926 774 20
13
TOTAL
NR
NMI
3
57
10
2
1
2
1
1
2
2
23
12
1
3
3
57
5
2
1
2
1
1
0
2
8
11
1
2
3
8
-
131
1195
39
100
1108
-
1365(28) 1208
CUADRO 3. Moluscos de Cova Fosca (tomado de Llorente Rodríguez, 2015)(NEM:
Neolítico medio).
388
[page-n-9]
Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
quienes en su día transportaron el conjunto de la fauna marina al mismo
(Llorente, 2015b). En tal sentido cabe remarcar que los datos en los otros
yacimientos por nosotros estudiados son aquí coincidentes con tal hecho.
Así, en el Tossal de la Roca, el más relevante sería el análisis carpológico que
incorpora evidencias de una ocupación estival (Cacho et al., 1995). De igual
modo, en la Balma del Gai los datos apuntan a una ocupación que abarcaría
el verano e inicios del otoño (Lloveras et al., 2011: 43).
TAXÓN
Charonia
nodifer
Charonia
sp.
Gastropoda
indet
Mytilus
edulis
Pecten
sp.
Pectinidae
NR
1
3
5
246
6
13
Ostrea
sp.
Acantocardia
tuberculata
Cerastroderma
edule
Cardiidae
Veneridae
Bivalvia
indet.
TOTAL
3
1
3
45
1
15
342
(60)
CUADRO 4. Moluscos de las Coves de Santa Maira (tomado de Aura et al., 2015).
TAXÓN
NR
NMI
Escafópodos
(cf.
Antalis)
7
?
Nassarius
(incrassatus/reticulatus)
2
2
Columbella
rustica
Cyclope
neritea
Pecten
jacobaeus
Mytilus
galloprovincialis
Glycymeris
nummaria/glycymeris
2
3
6
8
15
2
3
1
1
7
TOTAL
43
16
CUADRO 5. Moluscos de la Balma del Gai (tomado de Estrada et al., 2010).
389
[page-n-10]
ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
Un fenómeno adicional que parece intuirse en las muestras estudiadas y
cuya verificación debería plantearse en el futuro es el relativo a la cambiante
relación entre moluscos marinos y peces a lo largo del tiempo. En efecto, en el
cuadro 6 queda patente que si bien los peces del paquete más antiguo de Cova
Fosca representan una fracción mínima del total de recursos marinos (0,03:1),
la relación se invierte en el Neolítico antiguo (1,3:1), presentando el Mesolítico
de las Coves de Santa Maira un valor intermedio de 0,4:1. En otras palabras, de
confirmarse, diríamos que los peces, o quizás mejor las ictiofaunas marinas,
incrementaron su presencia (¿importancia?) con el tiempo, hasta alcanzar su
máxima representación en el Neolítico antiguo. Tal hecho, por mor de ser el
final del sexto milenio el momento en el que la señal de los cazadores-recolectores quedaría eclipsada por la de los productores, resulta llamativo. Otro patrón al hilo de estas consideraciones es el referido a la representatividad anatómica de piezas. En Cova Fosca, como más atenuadamente en las Coves de
Santa Maira, parece claro que la presencia de peces lo fue mayoritariamente de
ejemplares completos. De otra forma no podríamos explicar cómo el primero
de estos yacimientos, a pesar de lo paupérrimo de sus colecciones, presenta
un equilibrio entre vértebras (27% de los restos), piezas craneales (incluidos
dientes) y piezas apendiculares (radios espinales) quienes en ambos casos supusieron el 36% de lo recuperado (Roselló et al., 2015). En Santa Maira la dominancia de vértebras, mucho más marcada (70% en el cómputo global; 89%
si se eliminase de la fracción craneal a los dientes sueltos), no oculta, el que
casi la mitad de los taxones identificados incorporen piezas craneales, incluso
si se excluyese aquí a los dientes sueltos (Aura et al., 2015). Esto nos indica que,
al menos en el caso de los peces de mediano-pequeño tamaño en Cova Fosca,
no hubo una selección de partes previas al transporte de los ejemplares.
GRUPO
Peces
(P)
Moluscos
(M)
Relación
P:M
Epipaleolítico
Mesolítico
Neolítico
Antiguo
(Cova
Fosca) (Santa
Maira)
(Cova
Fosca)
2
137
9
51
342
7
0,03:1
0,4:1
1,3:1
CUADRO 6. Desglose diacrónico, expresado como NR, de moluscos y peces marinos
en yacimientos seleccionados del levante ibérico.
390
[page-n-11]
Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
Este hecho enlaza con las tallas y la confirmación del uso, presumiblemente alimentario, dado a estos peces. Salvo en el caso del solrayo (Carcharias taurus Rafinesque, 1810) y del atún (Thunnus cf. thynnus L.), cuyas piezas apuntan a la presencia de animales de talla muy elevada (por encima del
metro y medio para pesos nunca inferiores a los 100 kg), el rango de tallas de
las restantes especies de Cova Fosca osciló entre los 20-40 LS ‘longitud estándar’ (Roselló et al., 2015). Los pesos totales para estos rangos de talla oscilarían entre 200 y 1.000 g, dependiendo de la especie (Roselló, datos inéditos).
Esto apunta a una limitada cantidad de carne sobre estos ejemplares (que
supone en torno al 50% del peso total). La presencia de ejemplares completos
seguramente condicionó las tallas máximas susceptibles de ser transportadas
a grandes distancias. En cualquier caso, lo que parece fuera de toda duda, es
que los peces no fueron consumidos frescos y que su transporte al yacimiento
obliga a pensar en algún tipo de preparación. En este contexto resulta interesante ver como en el caso del totjes (alt. totten), un afamado producto de la
cocina marinera flamenca consistente en peces secos, las tallas oscilan entre
valores comparables a los registrados en Cova Fosca (esto es, unos 30 cm LS
y entre unos 60 y 70 g de peso) (figura 1). El consumo de estos peces supone
ingerir, tras masticarlo, gran parte del esqueleto, incluidas las aletas y cabeza
(en la actualidad la mayoría de los lotes se descabezan pero ello, al parecer,
tiene que ver con su popularidad fuera de las zonas costeras), lo que generaría muy pocos vestigios susceptibles de incorporarse al depósito (A. Morales, datos inéditos). Otro paralelismo que hay que destacar es que si bien
el totjes puede confeccionarse ocasionalmente con pescados planos como la
solla (Pleuronectes platessa L.), las especies más apreciadas son el merlán
(Merlangius merlangus L.) y el eglefino (Melanogrammus aeglefinus L.), así
como otros gadiformes, pescado blanco y fusiforme como lo son en Cova Fosca todas las especies dentro de este rango de tallas. Por ello, aunque desconocemos la función concreta para la que se emplearon los peces marinos de este
yacimiento, la hipótesis que aquí avanzamos es que los mismos representan
comida de fácil transporte (¿raciones de campo?) que pudo ser empleada en
desplazamientos de relativamente corta duración (de 1 a 3 jornadas) que realizaron los pobladores del asentamiento cuando se desplazaban bien desde la
costa al yacimiento, bien en sus periplos diarios alrededor del mismo. Ambos
factores –uso del producto fuera del lugar de residencia y destrucción intensa
del esqueleto durante su consumo- explicarían lo menguado de este registro
391
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
dentro del enorme conjunto de fauna recuperada en el Sector C de Cova Fosca. En el caso del atún, la presencia de la apófisis neural presumiblemente
seccionada en su base apuntaría a la existencia de un paquete muscular fileteado al cual el hueso permaneció anclado durante el proceso de preparación
de la carne. De confirmarse ello, apuntaría a tratamientos de conservación
que vendrían dictados por el tamaño de la presa. No nos es posible asegurar
que el diente del tiburón represente evidencias de consumo ya que estas pie-
FIGURA 1. A: Totjes, pescado amojamado confeccionado con merlanes (Merlangius
merlangus), a la venta en el Mercado de Oostende (Bélgica). Nótese que los ejemplares han sido sistemáticamente descabezados (Foto cortesía Anton Ervynck). B: Detalle de un ejemplar de 25 cm (aprox. 30 cm completo) que pesó 65 g (Foto: Eufrasia
Roselló Izquierdo).
392
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Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
zas forman parte del elenco de adornos humanos en la zona desde el inicio
del Paleolítico superior (Llorente, 2012).
Los datos de las Coves de Santa Maira matizan algunos extremos de esta
propuesta. Así, el presumible consumo de elementos de la malacofauna marina, caso del mejillón, reforzarían el carácter fundamentalmente alimentario,
dado a estos recursos acuáticos al tiempo que indicarían que parte de esta fauna pudo haberse también consumido fresca. Este hecho quizás se explique por
la menor distancia de éste yacimiento a la línea de costa de lo que fue el caso en
Cova Fosca y en este sentido cabría interpretar la presencia del mejillón en la
Balma del Gai (Wim Van Neer postuló 25 km como el límite de lo que podría
recorrer diariamente un cazador del Levante oriental; Van Neer et al., 2005).
Por lo que se refiere a las tallas, las comparaciones no están exentas de
limitaciones. Así, solo el barbo de Santa Maira encaja con el rango de valores documentado en la mayoría de los peces de Cova Fosca. En el caso de la
anguila y el jurel real, los ejemplares son descritos como de pequeña talla
sin mayores especificaciones en tanto que las restantes especies con talla estimada oscilarían entre 40 y 60 cm de longitud total (LT; aproximadamente
entre un 5 y 10 % más que la LS) (Aura et al., 2015). Estas diferencias lineales
ocultan otras de peso más importantes. Así, estos autores señalan que las
doradas se situarían en torno a los 3 kg, 2 kg las brecas y 1 kg los mújoles.
Secar peces de esta envergadura es tarea más complicada y obligaría a recurrir
a otros procedimientos, entre ellos incisiones en los paquetes musculares y
seguramente también el decapitado para facilitar el transporte. Quizás aquí
radique la menguada representación de piezas craneales que contrasta con
lo documentado en Cova Fosca. En cualquier caso, la diferencia no la podríamos achacar a un sesgo en la recuperación toda vez que la luz de malla aquí
empleada fue la misma que la empleada en el Sector C de Cova Fosca (cuadro
1). Los restos de la Balma de Gai y del Tossal de la Roca son tan escasos que no
permiten especulaciones sobre éste particular.
CONCLUSIONES
El hallazgo de peces marinos en yacimientos del interior peninsular durante
la prehistoria es un hecho singular circunscrito al levante ibérico como en
su día pusimos de manifiesto para el Epipaleolítico y el Mesolítico del Tossal
de la Roca (Cacho et al., 1995). Un año antes, Lernau y Lernau (1994) habían
hallado peces marinos en los niveles natufienses (Epipaleolítico tardío; 13-9
393
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
Ky cal. AC) y del Neolítico precerámico (PPNA; 9-8 Ky cal. AC) del yacimiento de Hatoula, en las montañas de Judea (Israel), situado a unos 30 km de la
actual línea de costa mediterránea. Se especuló entonces sobre si se trataba
de intercambios de poblaciones del interior con la costa o, por el contrario,
de desplazamientos estacionales de cazadores recolectores (Van Neer et al.,
2005). Los hallazgos del sector C de Cova Fosca, como seguramente también
los de las Coves de Santa Maira, publicados una década después, vienen a
reforzar, en nuestra opinión, la segunda de estas hipótesis.
Sin tratarse de unos datos espectaculares, los hallazgos de Cova Fosca, como
los de la Balma del Gai, complementan el recorrido temporal de los previamente
documentados y evidencian como el transporte de peces marinos a yacimientos
del interior montañoso parece ser una práctica restringida de momento al levante ibérico que se prolongó durante cuando menos siete milenios (13-5,6 Ky cal
AC). Lo más significativo de este recorrido es que, en el caso de Cova Fosca (el
más tardío de los registros de peces marinos en el interior), se mantiene hasta el
final del sexto milenio Por ello, su desaparición en el horizonte del más reciente
paquete estratigráfico de Cova Fosca, fechado en la primera mitad del quinto milenio, podría reflejar un cambio en las tradiciones que bien podría corresponder
con una frontera en la transición entre las economías cazadoras-recolectoras y de
producción en el Maestrazgo castellonense, y quién sabe si también en una zona
mucho más amplia del levante peninsular, pudo haber abarcado un lapso temporal apreciable. Al menos ahora, podemos rastrear los detalles de tal reemplazo
dotados de una nueva herramienta analítica.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a la profesora Carme Olària i Puyoles, directora de las excavaciones en
Cova Fosca, la oportunidad de analizar los restos faunísticos de este yacimiento así
como de proporcionar información contextual y datos complementarios preliminares
que han permitido enmarcar el estudio. Esta investigación se ha beneficiado del apoyo ofrecido por el proyecto HAR 2014-55722-P del Ministerio de Economía y Competitividad, así como del proyecto SENECA 19438/PI/14 del Gobierno de la Comunidad
Autónoma de Murcia. La investigación de Laura Llorente Rodríguez está sufragada
por la UE a través de una Acción Marie-Curie-Sklodowska fellowship for Career development FISHARC-IF 658022. Agradecemos la información sobre datos inéditos de
la Balma del Gai así como otra complementaria para la mejor valoración del registro
íctico a los directores de la excavación, P. García-Agüelles, L. Lloveras y J. Nadal.
394
[page-n-15]
Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
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16
PECES MARINOS EN YACIMIENTOS CONTINENTALES
LEVANTINOS: EL CASO DE COVA FOSCA
(ARES DEL MAESTRAT, CASTELLÓN)
Arturo Morales-Muñiz, Eufrasia Roselló-Izquierdo y
Laura Llorente-Rodríguez
ABSTRACT
A regular movement of hunter-gatherers between the coast and hinterland
is revealed by marine food items found in continental sites from the Spanish Levant with evidences of a seasonal occupation. The fish and mollusc
remains from the site of Cova Fosca are here taken as a paradigmatic case and
discussed in the context of equivalent finds from this region. At Cova Fosca
this practice lasted from the end of the Magdalenian to the Ancient Neolithic. We contend that these records provide a clue to explore the nature of
mobility patterns of prehistoric hunter and gatherers.
INTRODUCCIÓN: INFERENCIA DE MOVILIDAD A TRAVÉS DEL
REGISTRO ARQUEOZOOLÓGICO
El estudio de la movilidad es uno de los grandes capítulos de la Prehistoria por
las implicaciones que conlleva en lo referido a la evolución humana pero también por las no pocas dificultades que su estudio entraña (Rocek y Bar-Yosef,
1998). La fauna arqueológica es una de las herramientas con las que el analista
es capaz de inferir la movilidad de los grupos humanos que además cuenta
con diferentes métodos con los que se puede abordar este problema, entre
éstos, la determinación de la aloctonía-autoctonía de las especies presentes,
su carácter estacional, así como el uso de análisis isotópicos y paleogenéticos.
La determinación del carácter alóctono, sedentario o estacional de una
especie en una colección arqueológica viene condicionada, como no podía
Interaccions entre felins i humans. III Jornades d’arqueozoologia.
Museu de Prehistòria de València (2017): 381-398.
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
ser de otro modo, por la base actualista que sustenta la inferencia. Así, los
datos de los que disponemos sobre la ictiofauna actual son los que nos
permiten decir que, en la península ibérica, el pez globo (Lagocephalus
lagocephalus Gmelin, 1789) es un elemento alóctono de la ictiofauna, en
tanto que la lamprea (Petromyzon marinus Linnaeus, 1758) es una forma
migradora que remonta ríos entre febrero y mayo, y el boquerón (Engraulis
encrasicolus Linnaeus, 1758) una especie estival en nuestro litoral (Whitehead et al., 1984). Este tipo de caracterización no siempre es segura debido a que casi todos los animales acuáticos realizan movimientos, tanto
en la columna de agua como latitudinal y longitudinalmente, llegando de
cuando en cuando a cambiar sus hábitos (Thompson, 2014). Así, debido
al calentamiento de las aguas, el susodicho pez globo empieza a ser un
elemento más de la ictiofauna cantábrica en tanto que el boquerón ha
desaparecido a todos los efectos de amplios sectores de este mar, y se pesca
ahora hasta la latitud de Jutlandia (Dinamarca), mientras que la lamprea,
mermada por una pesca intensiva y el represado de los ríos, es raro encontrarla fuera del ámbito marino (Doadrio et al., 1991). En otras palabras, la
base de inferencia no es estática. Cómo se comportaron las especies en
el pasado es otro de los grandes temas –en este caso de la investigación
arqueozoológica– que nos obliga a ser extraordinariamente cautelosos a
efectos de interpretación de una muestra faunística (Morales, 1998). Los
análisis moleculares, mientras tanto, pueden ofrecer información sobre el
lugar de origen de los peces aparecidos en un yacimiento así como de su
dispersión biogeográfica, pero en modo alguno están exentos de limitaciones aunque no es este el lugar para comentarlas.
Por todas estas razones, cuando la base que utilizamos para dictaminar
el carácter alóctono o estacional de una especie no ofrece dudas, pisamos
terreno firme. Este sería el caso de fauna que en modo alguno podemos asociar con el entorno en el que la recuperamos, como podría ser la presencia
de peces en una cueva por encima de cualquier río o, como en el caso que
aquí nos ocupa, la presencia de peces estrictamente marinos en yacimientos
del interior. Aquí, no obstante, los problemas que se nos pueden plantear
eventualmente son otros dos bien distintos. Así por ejemplo, desconociendo
la evolución eustática de un determinado litoral, siempre que un yacimiento
no se encuentre muy alejado de la costa, cabe la posibilidad de que en la época de donde procede la fauna marina, dicha costa formase parte del paisaje
382
[page-n-3]
Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
local (Bailey y Flemming, 2008). Un problema más frecuente e importante
reside en la posibilidad de que sólo la fauna represente al elemento desplazado, y que el grupo humano –sedentario– hubiese simplemente obtenido los
ejemplares a través de un comercio con la costa (Álvarez Fernández, 2009).
Determinar tal extremo obliga no sólo a tener bien contextualizado el dato
sino también a considerar el conjunto de evidencias asociadas al mismo. En
tal sentido, un elemento clave para aseverar si determinada fauna alóctona
alcanzó un depósito como resultado de un transporte realizado por los pobladores del asentamiento o a través de intercambios con otros grupos humanos, consiste en determinar la naturaleza, si permanente o temporal, de la
ocupación (Morales, 1998; ver trabajos en Rocek y Bar-Yosef, 1998).
Partiendo de estos supuestos referidos a la movilidad humana y de la fauna, valoramos en este trabajo los restos de peces recuperados en el yacimiento castellonense de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón). Se trata de
un abrigo ubicado en la vertiente sur del Barranco de la Gasulla, a unos 900
m s. n. m., y que dista de la costa en línea recta aproximadamente unos 40
km (distancia estimada con la herramienta de distancias de Google Earth)
(Olària, 1999).Consta de una sola sala de 20 x 27 m, con una altura de la bóveda que varía entre los 2 y 5 m y una boca de entrada de 18 x 4 m (Gusi y Olària,
1988). El abrigo fue excavado, por vez primera, a finales de los años setenta, y
sus resultados fueron publicados en una monografía a finales de los ochenta
(Olària, 1988). El material ictioarqueológico que se va a tratar aquí procede
de las excavaciones que, desde 1999 hasta 2003, se llevaron a cabo en la zona
del talud a la entrada de la cueva, denominada sector C, que ha conservado
niveles de ocupación humana con episodios culturalmente asignados preliminarmente al Epipaleolítico (s.l.) [cotas -380/-298 cm; 13.069-11.317 cal AC
(Olària y Gómez, 2008; Lira, 2010)], Mesolítico [cotas -298/-255; 6766-6468
cal AC (Olària, 2012)], Neolítico antiguo [cotas -255/-125; 5311-4912 cal AC
(Ludwig et al., 2009; Lira et al., 2010)] y Neolítico medio [cotas -125/-45; 49014536; Olària, 2000; Llorente, 2010)] (Nota: sólo se indican las radiodataciones
sobre hueso). Un elemento importante en el contexto de la problemática que
aquí nos ocupa es que la fauna del sector C no sólo evidencia recurrentes episodios de ocupación y abandono a lo largo de toda la secuencia, sino también
una ocupación estacional que abarcaría desde el final de la primavera hasta el
inicio del otoño (Llorente, 2015a, b).
383
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
MATERIAL Y MÉTODOS
Los restos de peces del sector C de Cova Fosca se recuperaron tanto en los
niveles correspondientes al paquete más profundo de la estratigrafía, que se
sitúa en una cronología del final del Pleistoceno, como en el paquete de niveles fechados en la segunda mitad del VI milenio cal AC (Roselló et al., 2015;
Llorente, 2015b). Todos estos restos proceden de operaciones de cribado en
seco que comportan tamaños mínimos de malla de 0,3 mm (cuadro 1). La
identificación de los restos se realizó con la colección de AMM sita en el Laboratorio de Arqueozoología de la UAM. La inferencia de la talla se realizó
por comparación directa, con ejemplares de talla similar de dicha colección
de referencia. Los estimadores de abundancia utilizados han sido el número
de restos (NR) y el número mínimo de individuos (NMI) (Reitz y Wing, 1999).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La muestra de peces en Cova Fosca totaliza 11 restos que representan apenas
el 0,1% del total de fauna recuperada y se detallan en el cuadro 2 (Llorente,
2015b; Roselló et al., 2015). Dada la escasez de peces en la secuencia, esta distribución de restos resulta principalmente informativa desde la perspectiva temporal y por lo que suponen en términos de tamaño global de las colecciones de
fauna en cada paquete. Así, que la máxima representación de restos ícticos se
constata en el Neolítico antiguo coincide con el que este paquete cronoestratigráfico incorpore casi el 70% de los restos recuperados (68.056) (Llorente,
Luz
malla
Distancia
a
costa
MSNM
NR
Tossal
de
la
Roca
2,5
mm
38
km
600
7
(2)
Cova
Fosca
0,3
mm
40
km
900
(17)
Balma
del
Gai
0,5
mm
50
km
760
2
(1)
Coves
de
Santa
Maira
0,5
mm
30
km
670
137
(91)
Yacimiento
CUADRO 1. Parámetros seleccionados en yacimientos mencionados en el texto. La luz
de malla refiere sólo el diámetro de las más pequeñas utilizadas en el cribado en seco
en cada caso. MSNM: altitud (metros) sobre el nivel del mar. NR: Número de restos
de peces identificados. (Los valores entre paréntesis refieren restos pertenecientes a
taxones marinos).
384
[page-n-5]
Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
2015b). Esto mismo podría explicar la ausencia de peces en el Mesolítico, que
apenas supone el 3% del total de fauna recuperado (3271). Pero la presencia de
peces en el Epipaleolítico (9838 restos) y su ausencia en el Neolítico medio, de
muy similar envergadura (14.252 restos), no parece un fenómeno estocástico
y sugiere que, en algún momento del Neolítico, esta práctica se interrumpió.
TAXÓN
C. taurus
S. trutta
A. anguilla
Barbus sp.
D. labrax
D. punctatus
C. rhonchus
P. erythrinus
P. pagrus
Diplodus cf. sargus
S. aurata
Sparidae
C.labrosus
L. aurata
M.cephalus
Mugilidae
Thunnus cf. thynnus
Triglidae
TOTAL
Indet.
MAG EPI MESO NEA TOTAL
1
1
(2)
(1)
3
(1)
14(+1)
16
(1)
1
2
1
1
2
-2
2
8
8
2
1
3
1
1
1
5
1
6
2(+1)
20
2
25
10
10
6
6
4(+1)
4
11(+1)
12
1
1
1
1
(2)
5
88
9
104
3
54
2
56
CUADRO 2. Peces de yacimientos continentales del levante ibérico. En negrita se señalan los taxones recuperados en los paquetes epipaleolíticos (EPI) y del Neolítico antiguo
(NEA) del sector C de Cova Fosca. Los restos recuperados en los niveles magdalenienses
(MAG), epipaleolíticos y mesolíticos (MESO) del Tossal de la Roca aparecen entre paréntesis mientras que los restos de las Coves de Santa Maira se restringen al Mesolítico
(Datos tomados de Aura et al., 2015; Cacho et al., 1995; Roselló et al., 2015).
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[page-n-6]
ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
Un segundo hecho destacable en Cova Fosca es que no hay constancia
alguna de actividad pesquera ajena al medio marino. Frente a esto, en un
segundo yacimiento del levante ibérico cuya ictiofauna estamos estudiando,
la barcelonesa Balma del Gai, de los dos restos de peces identificados hasta
la fecha, el procedente de las ocupaciones microlaminares corresponde a una
especie dulceacuícola y, por tanto, local (la trucha), mientras que el segundo,
encontrado en la fase de ocupaciones sauveterroides, es un diente de espárido (García-Argüelles et al., 2015; J. Nadal, com. pers.). La ausencia tanto
de especies dulceacuícolas, como de especies anfídromas o que penetren en
aguas salobres en Cova Fosca es un hecho aún más singular al compararlo con
las otras dos colecciones de peces de la prehistoria levantina preneolítica en
el dominio continental como son las de los alicantinos yacimientos del Tossal
de la Roca y las Coves de Santa Maira (Cacho et al., 1995; Aura et al., 2015)
(cuadro 2). En el segundo de estos yacimientos, las especies dulceacuícolas
estrictas (trucha y barbo) suponen un anecdótico 0,007% del total recuperado (0,01% si atendiésemos al NR) pero si hablamos de especies anfídromas,
entre las que incluimos a los mújoles (Mugilidae) y la anguila, vemos como
este grupo supone un nada despreciable 25% de lo recuperado, que ascendería al 42% caso de considerar al NR como estimador de referencia. En el
Tossal de la Roca, tanto las especies dulceacuícolas (trucha y barbo) como las
anfídromas (anguila y mújoles) representan un 28% del total de restos, que lo
es también a efectos del NR por haberse podido identificar taxonómicamente
aquí todos los peces. Evidentemente estos agrupamientos habría que matizarlos, dado que, por ejemplo, una especie como la lubina ha sido recuperada
en Asturias en el río Narcea, a casi 20 km en línea recta de la actual línea de
costa, por lo que caracterizarla como marina de manera estricta sería objeto
de debate (Doadrio et al., 1991). En cualquier caso, tomando como buena la
caracterización ecológica ofrecida, parece claro que la totalidad de la ictiofauna de Cova Fosca sería estrictamente marina, porcentaje que descendería
al 56 % en el caso de las Coves de Santa Maira (34% si considerásemos el total
de restos recuperados), al 50% en la Balma del Gai y a un minúsculo 14% del
total en El Tossal de la Roca.
No debería sorprendernos; salvo Cova Fosca, los restantes yacimientos se
encuentran próximos a cursos de agua corriente. En el caso de la Balma de
Gai, ésta se sitúa a escasos 15-20 m de un torrente epónimo, que vierte a través
de un enredado sistema hidrográfico de torrentes de la cuenca del río Llobre-
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Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
gat y que, a pesar de su carácter torrencial y estacional, alberga fauna piscícola y actualmente en verano puede incluso salvar algunas pozas con agua (J.
Nadal, com. verb.). Las Coves de Santa Maira, por su parte, se localizan junto
a la cabecera del rio Xaló, denominado Gorgos aguas abajo, que es un curso
permanente de cierta entidad que genera una zona deltaica en su desembocadura. Por su parte, al este del Tossal de la Roca se inicia la cabecera del sistema fluvial que recoge los aportes del Peregrí y otros cursos de corto recorrido,
y acaba como tributario del río Serpis (Cacho et al., 1995). Frente a ellos, el
entorno fluvial de Cova Fosca es notoriamente más pobre ya que el Riu de
les Coves se sitúa a casi tres kilómetros del yacimiento. Aunque podemos
argumentar que el paisaje del Maestrazgo castellonense el nivel hidrográfico
hubo de ser muy diferente entre hace 8 y 10 milenios, lo cierto es que las gargantas donde está enclavada Cova Fosca no parecen en absoluto adecuadas
para albergar ictiofauna, ya sea esta sedentaria o migradora (Madoz, 1987).
Añádase a ello la significativamente superior altitud de Cova Fosca frente a
los restantes yacimientos (cuadro 1) y quizás comprendamos porqué aquí no
existen evidencias de pesca local.
Los peces no son el único registro que evidencia el aprovechamiento de
recursos marinos en algunos de estos yacimientos donde también los moluscos apuntan en esa dirección (cuadros 3-5). En este sentido cabe destacar
que los moluscos marinos del sector C de Cova Fosca representan un sector
residual dentro del grupo (5% del NISP de moluscos y 0,4% del total de restos de fauna identificada) (Llorente, 2015b). A pesar de que dentro de esta
malacofauna encontramos especies de indudable interés alimentario caso de
la ostra, la vieira o el berberecho, los resultados de los análisis de huellas y
residuos evidenciaron que los usos de esta fauna parecían exclusivamente
vinculados con la confección de útiles y ornamentos (Llorente, 2012, 2015b).
De hecho, a pesar de esta relativa escasez de restos (NR=131; NMI=100) (Llorente, 2015b) llamó la atención su diversidad taxonómica comparativamente
alta (hasta 11 especies) al considerarla frente a los mucho más abundantes
moluscos terrestres allí recuperados (nueve taxa; NR=1195; NMI=1002). Tal
hecho apoya la hipótesis de una acumulación de moluscos marinos desvinculada de la subsistencia dado que lo normal es que este tipo de explotación en
moluscos se ejerza sobre un espectro muy limitado de especies, al menos en
los yacimientos prehistóricos de la península ibérica (Moreno Nuño, 1994).
No parece haber sido éste el caso en las Coves de Santa Maira, donde casi las
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
tres cuartas partes de la muestra de malacofauna marina está constituida por
mejillones, una especie que se asume como de estricto carácter alimentario
(cuadro 4) (Colonese et al., 2011). Curiosamente, esta especie también se ha
identificado en la Balma del Gai, pero la representación es aquí tan pequeña
que, aunque probable, la adscripción del mejillón a un acúmulo culinario
queda pendiente de confirmación, más aún si consideramos que, al igual que
ocurrió en Cova Fosca, la restante malacofauna marina de la Balma del Gai
representa elementos ornamentales (gasterópodos) o restos de funcionalidad desconocida (bivalvos) (cuadro 5; Estrada et al., 2010). En el Tossal de la
Roca, por último, no consta registro de moluscos de ningún tipo.
Habida cuenta las evidencias de estacionalidad que refleja en el Sector
C de Cova Fosca la fauna producto de la actividad humana (vide supra),
parece lógico asumir que fueron los propios pobladores del asentamiento
PERIODO
TAXÓN
Ostrea sp.
Columbella rustica
Patella ullisiponensis
Patella sp.
Natica sp.
cf. Cerithium sp.
Nassarius cf. incrassatus
cf. Nassarius sp.
Gastropoda indet.
Glycymeris nummaria
Glycymeris sp.
Spondylus gaederopus
Pecten sp.
Acanthocardia tuberculata
Cerastoderma sp.
Gastropoda indet
Bivalvia indet.
EPI
MESO
NEA
NEM
NR NMI NR NMI NR NMI NR NMI
15
15
1
1
3
2
1
-
1
11
1
11
1
1
1
1
1
-
2
31
10
2
1
1
1
1
2
2
21
11
1
2
31
5
2
1
1
1
1
2
6
10
1
2
2
-
18 15 14 90 63
83 234 202 830 711
1
6
-
1
1
1
1
6
-
Total moluscos marinos
Moluscos terrestres
Moluscos indet.
20
119
31
8
12
2
11
TOTAL moluscos
170 101 250 216 926 774 20
13
TOTAL
NR
NMI
3
57
10
2
1
2
1
1
2
2
23
12
1
3
3
57
5
2
1
2
1
1
0
2
8
11
1
2
3
8
-
131
1195
39
100
1108
-
1365(28) 1208
CUADRO 3. Moluscos de Cova Fosca (tomado de Llorente Rodríguez, 2015)(NEM:
Neolítico medio).
388
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Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
quienes en su día transportaron el conjunto de la fauna marina al mismo
(Llorente, 2015b). En tal sentido cabe remarcar que los datos en los otros
yacimientos por nosotros estudiados son aquí coincidentes con tal hecho.
Así, en el Tossal de la Roca, el más relevante sería el análisis carpológico que
incorpora evidencias de una ocupación estival (Cacho et al., 1995). De igual
modo, en la Balma del Gai los datos apuntan a una ocupación que abarcaría
el verano e inicios del otoño (Lloveras et al., 2011: 43).
TAXÓN
Charonia
nodifer
Charonia
sp.
Gastropoda
indet
Mytilus
edulis
Pecten
sp.
Pectinidae
NR
1
3
5
246
6
13
Ostrea
sp.
Acantocardia
tuberculata
Cerastroderma
edule
Cardiidae
Veneridae
Bivalvia
indet.
TOTAL
3
1
3
45
1
15
342
(60)
CUADRO 4. Moluscos de las Coves de Santa Maira (tomado de Aura et al., 2015).
TAXÓN
NR
NMI
Escafópodos
(cf.
Antalis)
7
?
Nassarius
(incrassatus/reticulatus)
2
2
Columbella
rustica
Cyclope
neritea
Pecten
jacobaeus
Mytilus
galloprovincialis
Glycymeris
nummaria/glycymeris
2
3
6
8
15
2
3
1
1
7
TOTAL
43
16
CUADRO 5. Moluscos de la Balma del Gai (tomado de Estrada et al., 2010).
389
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
Un fenómeno adicional que parece intuirse en las muestras estudiadas y
cuya verificación debería plantearse en el futuro es el relativo a la cambiante
relación entre moluscos marinos y peces a lo largo del tiempo. En efecto, en el
cuadro 6 queda patente que si bien los peces del paquete más antiguo de Cova
Fosca representan una fracción mínima del total de recursos marinos (0,03:1),
la relación se invierte en el Neolítico antiguo (1,3:1), presentando el Mesolítico
de las Coves de Santa Maira un valor intermedio de 0,4:1. En otras palabras, de
confirmarse, diríamos que los peces, o quizás mejor las ictiofaunas marinas,
incrementaron su presencia (¿importancia?) con el tiempo, hasta alcanzar su
máxima representación en el Neolítico antiguo. Tal hecho, por mor de ser el
final del sexto milenio el momento en el que la señal de los cazadores-recolectores quedaría eclipsada por la de los productores, resulta llamativo. Otro patrón al hilo de estas consideraciones es el referido a la representatividad anatómica de piezas. En Cova Fosca, como más atenuadamente en las Coves de
Santa Maira, parece claro que la presencia de peces lo fue mayoritariamente de
ejemplares completos. De otra forma no podríamos explicar cómo el primero
de estos yacimientos, a pesar de lo paupérrimo de sus colecciones, presenta
un equilibrio entre vértebras (27% de los restos), piezas craneales (incluidos
dientes) y piezas apendiculares (radios espinales) quienes en ambos casos supusieron el 36% de lo recuperado (Roselló et al., 2015). En Santa Maira la dominancia de vértebras, mucho más marcada (70% en el cómputo global; 89%
si se eliminase de la fracción craneal a los dientes sueltos), no oculta, el que
casi la mitad de los taxones identificados incorporen piezas craneales, incluso
si se excluyese aquí a los dientes sueltos (Aura et al., 2015). Esto nos indica que,
al menos en el caso de los peces de mediano-pequeño tamaño en Cova Fosca,
no hubo una selección de partes previas al transporte de los ejemplares.
GRUPO
Peces
(P)
Moluscos
(M)
Relación
P:M
Epipaleolítico
Mesolítico
Neolítico
Antiguo
(Cova
Fosca) (Santa
Maira)
(Cova
Fosca)
2
137
9
51
342
7
0,03:1
0,4:1
1,3:1
CUADRO 6. Desglose diacrónico, expresado como NR, de moluscos y peces marinos
en yacimientos seleccionados del levante ibérico.
390
[page-n-11]
Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
Este hecho enlaza con las tallas y la confirmación del uso, presumiblemente alimentario, dado a estos peces. Salvo en el caso del solrayo (Carcharias taurus Rafinesque, 1810) y del atún (Thunnus cf. thynnus L.), cuyas piezas apuntan a la presencia de animales de talla muy elevada (por encima del
metro y medio para pesos nunca inferiores a los 100 kg), el rango de tallas de
las restantes especies de Cova Fosca osciló entre los 20-40 LS ‘longitud estándar’ (Roselló et al., 2015). Los pesos totales para estos rangos de talla oscilarían entre 200 y 1.000 g, dependiendo de la especie (Roselló, datos inéditos).
Esto apunta a una limitada cantidad de carne sobre estos ejemplares (que
supone en torno al 50% del peso total). La presencia de ejemplares completos
seguramente condicionó las tallas máximas susceptibles de ser transportadas
a grandes distancias. En cualquier caso, lo que parece fuera de toda duda, es
que los peces no fueron consumidos frescos y que su transporte al yacimiento
obliga a pensar en algún tipo de preparación. En este contexto resulta interesante ver como en el caso del totjes (alt. totten), un afamado producto de la
cocina marinera flamenca consistente en peces secos, las tallas oscilan entre
valores comparables a los registrados en Cova Fosca (esto es, unos 30 cm LS
y entre unos 60 y 70 g de peso) (figura 1). El consumo de estos peces supone
ingerir, tras masticarlo, gran parte del esqueleto, incluidas las aletas y cabeza
(en la actualidad la mayoría de los lotes se descabezan pero ello, al parecer,
tiene que ver con su popularidad fuera de las zonas costeras), lo que generaría muy pocos vestigios susceptibles de incorporarse al depósito (A. Morales, datos inéditos). Otro paralelismo que hay que destacar es que si bien
el totjes puede confeccionarse ocasionalmente con pescados planos como la
solla (Pleuronectes platessa L.), las especies más apreciadas son el merlán
(Merlangius merlangus L.) y el eglefino (Melanogrammus aeglefinus L.), así
como otros gadiformes, pescado blanco y fusiforme como lo son en Cova Fosca todas las especies dentro de este rango de tallas. Por ello, aunque desconocemos la función concreta para la que se emplearon los peces marinos de este
yacimiento, la hipótesis que aquí avanzamos es que los mismos representan
comida de fácil transporte (¿raciones de campo?) que pudo ser empleada en
desplazamientos de relativamente corta duración (de 1 a 3 jornadas) que realizaron los pobladores del asentamiento cuando se desplazaban bien desde la
costa al yacimiento, bien en sus periplos diarios alrededor del mismo. Ambos
factores –uso del producto fuera del lugar de residencia y destrucción intensa
del esqueleto durante su consumo- explicarían lo menguado de este registro
391
[page-n-12]
ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
dentro del enorme conjunto de fauna recuperada en el Sector C de Cova Fosca. En el caso del atún, la presencia de la apófisis neural presumiblemente
seccionada en su base apuntaría a la existencia de un paquete muscular fileteado al cual el hueso permaneció anclado durante el proceso de preparación
de la carne. De confirmarse ello, apuntaría a tratamientos de conservación
que vendrían dictados por el tamaño de la presa. No nos es posible asegurar
que el diente del tiburón represente evidencias de consumo ya que estas pie-
FIGURA 1. A: Totjes, pescado amojamado confeccionado con merlanes (Merlangius
merlangus), a la venta en el Mercado de Oostende (Bélgica). Nótese que los ejemplares han sido sistemáticamente descabezados (Foto cortesía Anton Ervynck). B: Detalle de un ejemplar de 25 cm (aprox. 30 cm completo) que pesó 65 g (Foto: Eufrasia
Roselló Izquierdo).
392
[page-n-13]
Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
zas forman parte del elenco de adornos humanos en la zona desde el inicio
del Paleolítico superior (Llorente, 2012).
Los datos de las Coves de Santa Maira matizan algunos extremos de esta
propuesta. Así, el presumible consumo de elementos de la malacofauna marina, caso del mejillón, reforzarían el carácter fundamentalmente alimentario,
dado a estos recursos acuáticos al tiempo que indicarían que parte de esta fauna pudo haberse también consumido fresca. Este hecho quizás se explique por
la menor distancia de éste yacimiento a la línea de costa de lo que fue el caso en
Cova Fosca y en este sentido cabría interpretar la presencia del mejillón en la
Balma del Gai (Wim Van Neer postuló 25 km como el límite de lo que podría
recorrer diariamente un cazador del Levante oriental; Van Neer et al., 2005).
Por lo que se refiere a las tallas, las comparaciones no están exentas de
limitaciones. Así, solo el barbo de Santa Maira encaja con el rango de valores documentado en la mayoría de los peces de Cova Fosca. En el caso de la
anguila y el jurel real, los ejemplares son descritos como de pequeña talla
sin mayores especificaciones en tanto que las restantes especies con talla estimada oscilarían entre 40 y 60 cm de longitud total (LT; aproximadamente
entre un 5 y 10 % más que la LS) (Aura et al., 2015). Estas diferencias lineales
ocultan otras de peso más importantes. Así, estos autores señalan que las
doradas se situarían en torno a los 3 kg, 2 kg las brecas y 1 kg los mújoles.
Secar peces de esta envergadura es tarea más complicada y obligaría a recurrir
a otros procedimientos, entre ellos incisiones en los paquetes musculares y
seguramente también el decapitado para facilitar el transporte. Quizás aquí
radique la menguada representación de piezas craneales que contrasta con
lo documentado en Cova Fosca. En cualquier caso, la diferencia no la podríamos achacar a un sesgo en la recuperación toda vez que la luz de malla aquí
empleada fue la misma que la empleada en el Sector C de Cova Fosca (cuadro
1). Los restos de la Balma de Gai y del Tossal de la Roca son tan escasos que no
permiten especulaciones sobre éste particular.
CONCLUSIONES
El hallazgo de peces marinos en yacimientos del interior peninsular durante
la prehistoria es un hecho singular circunscrito al levante ibérico como en
su día pusimos de manifiesto para el Epipaleolítico y el Mesolítico del Tossal
de la Roca (Cacho et al., 1995). Un año antes, Lernau y Lernau (1994) habían
hallado peces marinos en los niveles natufienses (Epipaleolítico tardío; 13-9
393
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ARTURO MORALES, EUFRASIA ROSELLÓ Y LAURA LLORENTE
Ky cal. AC) y del Neolítico precerámico (PPNA; 9-8 Ky cal. AC) del yacimiento de Hatoula, en las montañas de Judea (Israel), situado a unos 30 km de la
actual línea de costa mediterránea. Se especuló entonces sobre si se trataba
de intercambios de poblaciones del interior con la costa o, por el contrario,
de desplazamientos estacionales de cazadores recolectores (Van Neer et al.,
2005). Los hallazgos del sector C de Cova Fosca, como seguramente también
los de las Coves de Santa Maira, publicados una década después, vienen a
reforzar, en nuestra opinión, la segunda de estas hipótesis.
Sin tratarse de unos datos espectaculares, los hallazgos de Cova Fosca, como
los de la Balma del Gai, complementan el recorrido temporal de los previamente
documentados y evidencian como el transporte de peces marinos a yacimientos
del interior montañoso parece ser una práctica restringida de momento al levante ibérico que se prolongó durante cuando menos siete milenios (13-5,6 Ky cal
AC). Lo más significativo de este recorrido es que, en el caso de Cova Fosca (el
más tardío de los registros de peces marinos en el interior), se mantiene hasta el
final del sexto milenio Por ello, su desaparición en el horizonte del más reciente
paquete estratigráfico de Cova Fosca, fechado en la primera mitad del quinto milenio, podría reflejar un cambio en las tradiciones que bien podría corresponder
con una frontera en la transición entre las economías cazadoras-recolectoras y de
producción en el Maestrazgo castellonense, y quién sabe si también en una zona
mucho más amplia del levante peninsular, pudo haber abarcado un lapso temporal apreciable. Al menos ahora, podemos rastrear los detalles de tal reemplazo
dotados de una nueva herramienta analítica.
AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a la profesora Carme Olària i Puyoles, directora de las excavaciones en
Cova Fosca, la oportunidad de analizar los restos faunísticos de este yacimiento así
como de proporcionar información contextual y datos complementarios preliminares
que han permitido enmarcar el estudio. Esta investigación se ha beneficiado del apoyo ofrecido por el proyecto HAR 2014-55722-P del Ministerio de Economía y Competitividad, así como del proyecto SENECA 19438/PI/14 del Gobierno de la Comunidad
Autónoma de Murcia. La investigación de Laura Llorente Rodríguez está sufragada
por la UE a través de una Acción Marie-Curie-Sklodowska fellowship for Career development FISHARC-IF 658022. Agradecemos la información sobre datos inéditos de
la Balma del Gai así como otra complementaria para la mejor valoración del registro
íctico a los directores de la excavación, P. García-Agüelles, L. Lloveras y J. Nadal.
394
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Peces marinos: el caso de Cova Fosca (Ares del Maestrat, Castellón)
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