Patrimonio arqueológico y turismo. Unas reflexiones finales
Carlos Ferrer García
Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
2014
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7
PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO Y TURISMO
UNAS REFLEXIONES FINALES
Carlos Ferrer García y Jaime Vives-Ferrándiz Sánchez
EL PATRIMONIO EN EL TERRITORIO, UNA HERRAMIENTA
DE VERTEBRACIÓN
El patrimonio in situ tiene una vertiente territorial que determina las posibilidades que ofrece para el desarrollo y condiciona su gestión y uso. Por un
lado, el patrimonio es una herramienta de articulación y ordenación espacial.
Por otro lado, es susceptible de convertirse en un recurso cultural con valor
potencial para el turismo al exigir un desplazamiento para su disfrute por
encontrarse disperso en el medio rural y natural
El paisaje es el territorio percibido, construido, ordenado y jerarquizado
por las sociedades humanas. Sus elementos adquieren valor simbólico para
la colectividad, lo que hace posible que sea leído e integrado en su cultura.
Esta estructura de la realidad percibida en el territorio puede ser entendida
como un sistema, una organización concreta, en la que sus elementos fundamentales se constituyen en hitos, núcleos, que la articulan al promover redes
y flujos de personas y actividades.
La percepción que las sociedades de base agraria tienen del medio rural
y natural está ligada a las actividades productivas y de subsistencia que las
mantienen y reproducen: la recolección, la explotación agropecuaria, la silvicultura, ocupan un lugar destacado en la vida cotidiana. La desaparición
progresiva de estos modos de vida a lo largo del siglo pasado ha relegado los
espacios rurales y ha excluido el territorio de la realidad percibida. Pero en
las últimas décadas los espacios rurales y naturales han sido reconvertidos,
construidos, con una vertiente recreativa y de ocio. Ello ha permitido integrar
de nuevo el territorio, mediante la creación de estructuras de uso y gestión
orientadas al desarrollo y al aprovechamiento racional de los recursos.
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CARLOS FERRER GARCÍA Y JAIME VIVES-FERRÁNDIZ SÁNCHEZ
En este marco, los restos del pasado pueden ser objeto de un proceso de
conversión en patrimonio mediante el cual se constituyen en hitos, referentes culturales, que estructuren el territorio, tanto desde las identidades y la
percepción, como desde la gestión, la actividad económica y el desarrollo local. Un bien patrimonial, un yacimiento arqueológico, da fisicidad a las identidades, las vincula al territorio, y a su vez permite la integración de este en
la cultura humana. Al tiempo, la creación de infraestructuras para hacerlo
accesible refuerza su función de polo y le permite generar flujos de personas
y de riqueza a través del turismo.
DE LA RUINA AL PRODUCTO, UN CAMINO POR RECORRER
Un yacimiento arqueológico tiene una biografía, un ciclo vital. Del proceso
de investigación y excavación que emprenden los arqueólogos heredamos
una ruina, un conjunto de restos con valor histórico y un bien cultural, pero
incomprensible per se. El vínculo con el pasado y con la identidad es lo que
lo convierten en susceptible de ser patrimonio, de concebirlo, otorgarle y reconocer en él este valor, lo que exige por un lado una capacidad intrínseca de
transmitir información, y por otro una intervención para hacerlo inteligible
y accesible a la sociedad (ver las aportaciones de Rausell y de Solsona y Rico
a esta obra). Este proceso no siempre se da. No todos alcanzan una posición
relevante en el imaginario colectivo o en la jerarquía patrimonial que la Academia o la Administración Pública defienden.
Ya sea por el empeño personal de los investigadores, por la visión de los
gestores culturales o agentes de desarrollo, o por el interés de la colectividad, el resto arqueológico puede transformar su estatus y convertirse en un
elemento patrimonial en el territorio. Es bien sabido que cuando es accesible para el desarrollo de actividades programadas y difundidas al público se
convierte en un producto cultural, que en el medio rural y natural tiene un
inevitable vínculo con el turismo y con los sectores económicos. El turismo
puede captar los aspectos económicos del patrimonio y aprovecharlos para su
conservación, generando fondos, educando a la comunidad e influyendo en
su política. Puede promover la creación de empleo y pequeñas empresas en
el ámbito de los agentes comercializadores: operadores, gestores en destino
(transporte, alojamiento, restauración, excursiones, etc.). Sin duda, la actividad turística cultural conlleva oportunidades pero también amenazas para el
patrimonio. El posible impacto negativo del uso turístico de recursos frágiles
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Patrimonio arqueológico y turismo. Unas reflexiones finales
y no renovables, y el dilema de su conservación con el uso y disfrute social,
comporta la responsabilidad de la planificación y la gestión sostenible, no
siempre presentes en los proyectos.
Una vez superadas las limitaciones que la capacidad intrínseca del bien
puede ofrecer como recurso, el desarrollo de equipamientos, infraestructuras, servicios y actividades que conlleva la creación de un producto turístico
es responsabilidad de lo que, en la jerga profesional, se denomina Destination Management Organization, que harto frecuente no es otra que la institución pública responsable. El proceso, es obvio, debe implicar a técnicos e
intermediarios culturales distintos a los arqueólogos; pero hasta qué punto
debería estar abierta la planificación del uso y la gestión a otros agentes es
un debate abierto. Según la Organización Mundial del Turismo (1999, 26)
“los procesos de desarrollo turístico […] han de hundir sus raíces en la propia
sociedad local si es que se concibe al turismo como una actividad socialmente
integrada y culturalmente beneficiosa. El turismo no ha de suponer la implantación de nuevas relaciones sociales, nuevos valores culturales o nuevas
costumbres ajenas a la comunidad”. Estamos de acuerdo. Los agentes locales
y otros como los gestores e intermediarios culturales y turísticos deberían
tener responsabilidad en el modelo de uso y gestión. Es necesaria la planificación consensuada con la participación de representantes políticos, empresarios, asociaciones vecinales, culturales y ecologistas, entre otros.
¿PROYECTOS SOSTENIBLES?
Los proyectos presentados trascienden la mera intención de hacer accesible
un patrimonio cultural para la comunidad y los turistas. De entrada, es interesante observar como nacen muchos de estos proyectos. Las instituciones
promotoras, provincia, cabildo insular o comunidad autónoma uniprovincial, se comprometieron en la inversión a partir del esfuerzo de grupos reducidos de especialistas, arqueólogos, historiadores, y otros colectivos, como
por ejemplo el Colegio de Arquitectos de Palencia. Después, coyunturas culturales y sociales favorables hicieron posible este compromiso. Por ejemplo,
la Cueva Pintada de Gáldar posee un valor simbólico singular vinculado con
la memoria del proceso histórico traumático que supuso la conquista castellana. Esta situación se generó en el contexto del creciente interés por los
símbolos identitarios canarios desde su autonomía a finales del siglo xx. El
costo del proyecto fue de más de ocho millones de euros a lo largo de un largo
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CARLOS FERRER GARCÍA Y JAIME VIVES-FERRÁNDIZ SÁNCHEZ
periodo de tiempo. Sus gestores apuestan por ofrecer la máxima transparencia económica, con datos de costes y visitantes recurrentemente publicados.
El número de visitantes a la Cueva Pintada y el grado de retorno de la inversión a través del pago de entradas, otros servicios y gasto turístico, han sido
objeto de intenso debate social (La Provincia 01-07-2013) y se ha puesto sobre
la mesa su sostenibilidad económica.
En la Villa Romana de la Olmeda el proyecto parte de la relevancia que posee la cultura romana en general como referente histórico-cultural de nuestra
sociedad, y en particular el mosaico, técnica artístico-industrial asociada en
el imaginario colectivo a esta cultura. En una provincia de limitados recursos
turísticos y que apuesta decididamente por el turismo cultural, se justifica
una inversión para la creación un edificio singular, cuyo coste se sitúa en torno a los 9 millones de euros. Hoy el número de visitantes a la villa es de cerca
del 20% del total de turistas que visitan la provincia.
El Parque Arqueológico de la Cultura Castrexa de San Cibrao de Lás ha
consumido entre 8,5 y 10 millones de euros desde 2003 hasta su apertura en
marzo de 2014. Como los otros proyectos, incluye un edificio singular que
acoge un centro de interpretación. Constituye el segundo centro de una estructura de hasta cuatro en toda Galicia, todavía por desarrollar. Su gestión
ha sido externalizada, con un coste de más de medio millón de euros hasta
2017, no sin polémica (Publico.es 07-01-2014).
Se trata de patrimonios singulares en los que se efectúan grandes inversiones en equipamientos y servicios para su conservación y difusión pero que
no son sostenibles económicamente. El coste, asumido por la administración
pública, tiene una rentabilidad económica discreta desde el punto de vista
del retorno directo de la inversión a través de la venta de entradas y otros ingresos. Sin embargo, queda abierta una cuestión que documenta Pau Rausell
en su trabajo, y es que las inversiones en patrimonio generan indirectamente
efectos dinamizadores del mercado de trabajo y otros efectos multiplicadores
de la riqueza, amén de considerar que la inversión en cultura incrementa el
bienestar y la calidad de vida de la sociedad.
Cuando programamos estas jornadas nos preocupaba incluir la sostenibilidad económica de nuestros proyectos como variable relevante. Las
aportaciones de Rausell vienen a confirmar su rentabilidad. Pero parece
difícil su cuantificación. Determinar si un proyecto es económicamente
sostenible no parece del todo posible. Los métodos de evaluación poseen
180
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Patrimonio arqueológico y turismo. Unas reflexiones finales
cierto componente subjetivo que, pensamos, lo impiden, por lo que la rentabilidad cultural y social y los beneficios son difícilmente cuantificables
objetivamente. En este marco, ejercicios de transparencia como el de Cueva Pintada son útiles, no tanto en cuanto a la voluntad inicial de cuantificación, sino en cuanto que son acicate para nuestro trabajo. Conocer los
costes reales de nuestros proyectos, tenerlos presentes, sirve para reforzar
la vocación de servicio y compromiso público, y concentrar nuestros esfuerzos en lo que es relevante: la conservación y el uso social sostenible
para el desarrollo.
TURISMO CULTURAL SOSTENIBLE. LA RUTA DELS IBERS A VALÈNCIA
El análisis de los casos que expone Xurxo Ayán muestra el fracaso del desarrollo de ciertos modelos de puesta en valor para el desarrollo cultural, social y
económico. Se trata en su mayoría de proyectos desarrollados desde “arriba”,
que no son fuente de educación, ni de identidad, ni son valorados por las comunidades locales, ni generan riqueza económica que favorezca el desarrollo
y la vertebración del territorio.
Desde la Academia o las Administraciones Públicas se proponen y desarrollan proyectos a espaldas de la realidad local, con lógicas en las que la
construcción del paisaje compartido, la memoria, la identidad y la cultura
apenas tienen relevancia, y que convierten a las comunidades y a los visitantes en sujetos pasivos, variables necesarias pero irrelevantes en el mejor
de los casos, ignorados, separados y marginados del patrimonio en otros.
Todo ello es simplemente el resultado del juego de relaciones de poder que
se mueve en torno al patrimonio y los intereses de cada grupo. Estamos
de acuerdo con el autor en que existen vías alternativas viables y deseables
basadas en la participación ciudadana que deberían potenciarse y prosperar. El reto presente es habilitar fórmulas participativas que permitan la
gestión, uso y control de los recursos materiales y simbólicos por las comunidades locales, los legítimos herederos del patrimonio. Ello abriría vías
para empoderar ciertos colectivos, a través de la creación de estructuras de
gestión y toma de decisiones propias o colegiadas en búsqueda de un objetivo común: el desarrollo sostenible. El empoderamiento permite incorporar
como agentes a grupos marginalizados desde las administraciones y, no en
vano, es uno de los paradigmas de las teorías del desarrollo sostenible con
un enfoque claramente humanístico.
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CARLOS FERRER GARCÍA Y JAIME VIVES-FERRÁNDIZ SÁNCHEZ
Con estos planteamientos teóricos pretendemos construir el futuro del
proyecto de la Ruta dels Ibers a València, un conjunto de itinerarios y actividades recreativas turísticas basado en el patrimonio arqueológico de época
ibérica. Se trata de un proyecto que ha nacido con la voluntad de favorecer
la gestión participativa y el uso compartido del patrimonio arqueológico en
el territorio valenciano mediante una oferta sostenible en el medio rural. Se
pretende también difundir la cultura ibérica como un elemento histórico patrimonial y anclado fuertemente en el imaginario de algunas comunidades
locales, como sucede en Moixent con la figura del conocido jinete de la Bastida de les Alcusses. No obstante, el patrimonio ibérico es desconocido entre
el gran público por lo que entre los objetivos específicos del proyecto de la
Ruta dels Ibers está la investigación y el incremento del conocimiento y difusión del pasado ibérico. También nos ocupa la formación y consolidación del
equipo técnico e impulsar la formación y profesionalización del sector turístico local, el fomento de la actividad económica y potenciar la conexión entre
las instituciones, los colectivos y asociaciones y entidades privadas.
Actualmente forman parte del proyecto ocho municipios de interior (Ayora, Camporrobles, Caudete de las Fuentes, Llíria, Moixent, Moncada, Olocau
y Villar del Arzobispo) y la Diputación de Valencia a través de su Museu de
Prehistòria. Todos los municipios tienen recursos patrimoniales de época
ibérica excavados y consolidados, aunque con distintas capacidades de accesibilidad y uso turístico. Es además un proyecto abierto a la incorporación de
más municipios y recursos (figura 1).
Conviene tener presente que el proyecto surge y se promueve desde el
Servei d’Investigació Prehistòrica del Museu de Prehistòria de la Diputació
de València, una institución pública dedicada a la investigación que podemos considerar enmarcada en el mundo académico y, además una administración pública. En cierto modo se crea con el sesgo, el pecado original,
del elitismo y la apropiación del patrimonio que caracteriza a los poderes
públicos, pero somos conscientes de la necesidad de superarlos. El Museu
trabaja en la excavación e investigación sobre la Cultura Ibérica desde hace
más de 80 años, y en las últimas dos décadas ha centrado esfuerzos en la
consolidación y promoción de las visitas a yacimientos. En este tiempo la
institución ha adquirido una extensa experiencia de relación con parte de
las comunidades locales, a través de sus ayuntamientos y con los visitantes.
Ello nos ha permitido dialogar y reconocer a nuevos y distintos agentes en
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Patrimonio arqueológico y turismo. Unas reflexiones finales
Figura 1. Abanico promocional de la Ruta dels Ibers (Museu de Prehistòria de
València).
la construcción y preservación del patrimonio, y relativizar nuestra visión
de este patrimonio frente a otras percepciones y usos tan legítimos como los
que nosotros promovemos.
En el caso valenciano hemos constatado que los visitantes poseen diversos objetivos y motivaciones, y es interesante observar que no siempre coinciden con lo esperable por la academia o la administración: en la Bastida de les
Alcusses hay visitas de amantes de la naturaleza y los árboles que buscan un
entorno forestal muy accesible, gracias a las infraestructuras creadas para la
visita arqueológica (figura 2). En el Puntal dels Llops o Castellar de Meca son
más importantes las visitas de excursionistas que aprovechan el itinerario de
ascenso al yacimiento para practicar un senderismo de baja o media dificultad que culmina en un entorno singular para su objetivo principal, que es el
de disfrutar de unas vistas paisajísticas excepcionales (figura 3). Y las excursiones familiares y de amigos para celebrar la Pascua son frecuentes en sitios
como la Bastida de les Alcusses o el Tos Pelat. Estos usos entran sin duda en
conflicto con los usos programados y regulados desde la administración, sobre todo cuando las vallas transmiten crudamente la idea de un patrimonio
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CARLOS FERRER GARCÍA Y JAIME VIVES-FERRÁNDIZ SÁNCHEZ
Figura 2. La Bastida de les Alcusses está ubicado en un espacio forestal bien conservado y las visitas de los interesados en la naturaleza son frecuentes. Esta imagen,
de Francisco Vila Molina, fue presentada a Fotoibers 2013, un concurso de fotografía
digital con el objetivo de promocionar la cultura ibérica.
cerrado, apropiado y administrado a espaldas de la población. Que estos usos
existen es una realidad que no puede ser ignorada y no siempre suponen un
peligro para la conservación de los restos. Creemos que el reto es integrarlos
en un marco de empoderamiento colectivo. De otra manera, convertiremos
el patrimonio en santuarios sin peregrinos.
En otros yacimientos no reconocemos usos alternativos del patrimonio
arqueológico, e incluso hemos detectado que algunos están francamente
desconectados del tejido social actual. El caso más llamativo, por tratarse de
un yacimiento de larga trayectoria investigadora y reconocida importancia
académica, es el del Tossal de Sant Miquel de Llíria (figura 4). Está ubicado
junto al monasterio que le da nombre, que sí es parte relevante del acervo patrimonial edetano y lugar de peregrinación y culto periódico de sus habitantes. No obstante, el yacimiento permanece al margen del interés de la población y sin uso alternativo a la visita de turistas arqueológicos. ¿Por qué? Que
la administración y la academia lo hayan apropiado es, quizás, parte de la
respuesta, pero no lo es todo. Estas diferencias en un territorio relativamente
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Figura 3. Caminos de época ibérica en el Castellar de Meca. El yacimiento está en
una Zona de Especial Protección de Aves y es visitado por personas con intereses
ecoturísticos. La fotografía es de Juan Antonio Sendra Ibáñez y fue presentada a
Fotoibers 2013.
homogéneo son significativas porque nos obligan a preguntarnos por los mecanismos que hacen que las cosas del pasado participen en definir identidad.
En este panorama, las corporaciones locales aspiran a convertir los restos
arqueológicos en elementos de singularización que les permita reforzar identidades y posicionar a sus respectivos municipios como destinos de turismo,
excursionismo y, por qué no, de residencia, frente a los otros. Cualquier feria de
turismo es una muestra de la competencia existente entre municipios, que juegan en un marco de relaciones construido para captar clientes. Son intenciones
loables las que pretenden generar alternativas de actividad económica en el
contexto de crisis demográfica y económica permanente del medio rural, agravada por la actual crisis global. Javier Solsona y Elisa Rico nos hablan de diversificar y ordenar el territorio desde el punto de vista turístico y de la necesidad de
diferenciarse. Su aportación subraya que toda la gestión turística debe hacerse
desde el paradigma de la sostenibilidad, y donde palabras como conservación,
mantenimiento, respeto, adecuación, accesibilidad y mejora son la base de las
actuaciones, valores que guían los principios del proyecto de la Ruta dels Ibers.
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Figura 4. Vista de una de las manzanas consolidadas con un panel explicativo en el
Tossal de Sant Miquel de Llíria (Archivo SIP-Museu de Prehistòria de València).
Esta actitud activa y positiva frente al patrimonio es coyuntural. Las actividades de difusión del Museu, en particular las Jornadas de visita en la Bastida
de les Alcusses de Moixent, Kelin de Caudete de las Fuentes y Puntal dels Llops
de Olocau (figura 5 y 6), y el buen funcionamiento del modelo de gestión de
algunos yacimientos visitables, han hecho posible que las corporaciones locales
contemplen el patrimonio como recurso de desarrollo en el territorio y se preocupen por su conservación y mejora. Este interés ha quedado recogido en la
constitución de la Asociación Ruta dels Ibers de València, en la que participan
todos los municipios implicados y la Diputación Provincial, y está abierta a la
participación de personas, asociaciones y empresas.
Así las cosas, la vía para la participación local está abierta: las comunidades,
asociaciones y colectivos, y las pequeñas empresas locales especializadas en
ofertas culturales, de restauración y alojamiento pueden encontrar en la
Asociación Ruta dels Ibers un marco alternativo de gestión. Porque una de
las cuestiones que surgen en la fase de desarrollo de cualquier proyecto de
puesta en valor del patrimonio en el territorio, es la necesidad de establecer
los límites entre lo público y lo privado y la legitimidad del beneficio privado.
Un modelo de gestión y uso compartido no puede obviar la existencia de
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Figura 5. Las Jornadas ‘Viu un cap de setmana amb els ibers’ se desarrollan en la
Bastida de les Alcusses desde 2008. Las recreaciones históricas y la interacción con
los visitantes son parte fundamental de la oferta lúdica y educativa de esta acción
(Archivo SIP-Museu de Prehistòria de València).
Figura 6. Actividades de promoción de la cultura ibérica en Olocau con motivo de
las Jornadas de visita al Puntal dels Llops. Las escuelas de los municipios de Marines,
Olocau y Gátova desarrollaron durante 2013 un proyecto educativo sobre la cultura
ibérica asesorados por el Museu de Prehistòria de València (Archivo SIP-Museu de
Prehistòria de València).
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intereses económicos legítimos que no suponen apropiación, sino todo
lo contrario. Pensamos que la participación de empresas, en especial del
tercer sector, es una vía relevante de legitimación, de empoderamiento y
sostenibilidad. En esa vía el Museu trabaja decididamente en la promoción
de servicios turísticos especializados en el territorio y empresas locales, y
colabora con bodegas y restaurantes que aprovechan el patrimonio ibérico
como referencia y seña de identidad.
Los procesos de trabajo de este proyecto están en marcha actualmente.
Ejemplo de ello es la presencia activa del Museu en las iniciativas de la asociación vitivinícola de Terres dels Alforins, que pretende promocionar de forma
unitaria el conjunto de doce bodegas asociadas de los municipios de Moixent, la
Font de la Figuera y Fontanars dels Alforins. La posición central del yacimiento
arqueológico de la Bastida de les Alcusses y la importancia de la cultura del vino
en la sociedad ibérica, permite convertirlo en eje vertebrador de este territorio y
de la oferta enoturística desarrollada al amparo de las bodegas (figura 7).
Figura 7. El Museu de Prehistòria colabora con iniciativas de desarrollo local en los
municipios de la Ruta, como los eventos de promoción de los productos de la asociación de viticultores Terres dels Alforins (Moixent, Font de la Figuera y Fontanars dels
Alforins) (Archivo SIP-Museu de Prehistòria de València).
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Somos conscientes de que este no es un camino exento de contradicciones
y retos, y la práctica diaria de nuestro trabajo se encarga de recordarlo. Por
ejemplo, el de la viabilidad de un uso turístico frente a la necesidad de conservación, o el de los conflictos de intereses entre la industria del turismo y
la arqueología, o entre la visión de los diferentes agentes que crean el tejido
social que usa el patrimonio, incluyendo la destrucción y el olvido de unos
patrimonios frente a otros. Ni recetas ni fórmulas exactas funcionan para
gestionar el patrimonio porque es construido y reconstruido continuamente. Los espacios de consumo turístico, la creación de conocimiento desde la
arqueología académica y las necesidades de las comunidades locales son los
tres vértices de un triángulo de poder en el que se enmarca el patrimonio. Y
entendemos que nada es inocente en este espacio de relaciones.
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EL PATRIMONIO EN EL TERRITORIO, UNA HERRAMIENTA
DE VERTEBRACIÓN
El patrimonio in situ tiene una vertiente territorial que determina las posibilidades que ofrece para el desarrollo y condiciona su gestión y uso. Por un
lado, el patrimonio es una herramienta de articulación y ordenación espacial.
Por otro lado, es susceptible de convertirse en un recurso cultural con valor
potencial para el turismo al exigir un desplazamiento para su disfrute por
encontrarse disperso en el medio rural y natural
El paisaje es el territorio percibido, construido, ordenado y jerarquizado
por las sociedades humanas. Sus elementos adquieren valor simbólico para
la colectividad, lo que hace posible que sea leído e integrado en su cultura.
Esta estructura de la realidad percibida en el territorio puede ser entendida
como un sistema, una organización concreta, en la que sus elementos fundamentales se constituyen en hitos, núcleos, que la articulan al promover redes
y flujos de personas y actividades.
La percepción que las sociedades de base agraria tienen del medio rural
y natural está ligada a las actividades productivas y de subsistencia que las
mantienen y reproducen: la recolección, la explotación agropecuaria, la silvicultura, ocupan un lugar destacado en la vida cotidiana. La desaparición
progresiva de estos modos de vida a lo largo del siglo pasado ha relegado los
espacios rurales y ha excluido el territorio de la realidad percibida. Pero en
las últimas décadas los espacios rurales y naturales han sido reconvertidos,
construidos, con una vertiente recreativa y de ocio. Ello ha permitido integrar
de nuevo el territorio, mediante la creación de estructuras de uso y gestión
orientadas al desarrollo y al aprovechamiento racional de los recursos.
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En este marco, los restos del pasado pueden ser objeto de un proceso de
conversión en patrimonio mediante el cual se constituyen en hitos, referentes culturales, que estructuren el territorio, tanto desde las identidades y la
percepción, como desde la gestión, la actividad económica y el desarrollo local. Un bien patrimonial, un yacimiento arqueológico, da fisicidad a las identidades, las vincula al territorio, y a su vez permite la integración de este en
la cultura humana. Al tiempo, la creación de infraestructuras para hacerlo
accesible refuerza su función de polo y le permite generar flujos de personas
y de riqueza a través del turismo.
DE LA RUINA AL PRODUCTO, UN CAMINO POR RECORRER
Un yacimiento arqueológico tiene una biografía, un ciclo vital. Del proceso
de investigación y excavación que emprenden los arqueólogos heredamos
una ruina, un conjunto de restos con valor histórico y un bien cultural, pero
incomprensible per se. El vínculo con el pasado y con la identidad es lo que
lo convierten en susceptible de ser patrimonio, de concebirlo, otorgarle y reconocer en él este valor, lo que exige por un lado una capacidad intrínseca de
transmitir información, y por otro una intervención para hacerlo inteligible
y accesible a la sociedad (ver las aportaciones de Rausell y de Solsona y Rico
a esta obra). Este proceso no siempre se da. No todos alcanzan una posición
relevante en el imaginario colectivo o en la jerarquía patrimonial que la Academia o la Administración Pública defienden.
Ya sea por el empeño personal de los investigadores, por la visión de los
gestores culturales o agentes de desarrollo, o por el interés de la colectividad, el resto arqueológico puede transformar su estatus y convertirse en un
elemento patrimonial en el territorio. Es bien sabido que cuando es accesible para el desarrollo de actividades programadas y difundidas al público se
convierte en un producto cultural, que en el medio rural y natural tiene un
inevitable vínculo con el turismo y con los sectores económicos. El turismo
puede captar los aspectos económicos del patrimonio y aprovecharlos para su
conservación, generando fondos, educando a la comunidad e influyendo en
su política. Puede promover la creación de empleo y pequeñas empresas en
el ámbito de los agentes comercializadores: operadores, gestores en destino
(transporte, alojamiento, restauración, excursiones, etc.). Sin duda, la actividad turística cultural conlleva oportunidades pero también amenazas para el
patrimonio. El posible impacto negativo del uso turístico de recursos frágiles
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y no renovables, y el dilema de su conservación con el uso y disfrute social,
comporta la responsabilidad de la planificación y la gestión sostenible, no
siempre presentes en los proyectos.
Una vez superadas las limitaciones que la capacidad intrínseca del bien
puede ofrecer como recurso, el desarrollo de equipamientos, infraestructuras, servicios y actividades que conlleva la creación de un producto turístico
es responsabilidad de lo que, en la jerga profesional, se denomina Destination Management Organization, que harto frecuente no es otra que la institución pública responsable. El proceso, es obvio, debe implicar a técnicos e
intermediarios culturales distintos a los arqueólogos; pero hasta qué punto
debería estar abierta la planificación del uso y la gestión a otros agentes es
un debate abierto. Según la Organización Mundial del Turismo (1999, 26)
“los procesos de desarrollo turístico […] han de hundir sus raíces en la propia
sociedad local si es que se concibe al turismo como una actividad socialmente
integrada y culturalmente beneficiosa. El turismo no ha de suponer la implantación de nuevas relaciones sociales, nuevos valores culturales o nuevas
costumbres ajenas a la comunidad”. Estamos de acuerdo. Los agentes locales
y otros como los gestores e intermediarios culturales y turísticos deberían
tener responsabilidad en el modelo de uso y gestión. Es necesaria la planificación consensuada con la participación de representantes políticos, empresarios, asociaciones vecinales, culturales y ecologistas, entre otros.
¿PROYECTOS SOSTENIBLES?
Los proyectos presentados trascienden la mera intención de hacer accesible
un patrimonio cultural para la comunidad y los turistas. De entrada, es interesante observar como nacen muchos de estos proyectos. Las instituciones
promotoras, provincia, cabildo insular o comunidad autónoma uniprovincial, se comprometieron en la inversión a partir del esfuerzo de grupos reducidos de especialistas, arqueólogos, historiadores, y otros colectivos, como
por ejemplo el Colegio de Arquitectos de Palencia. Después, coyunturas culturales y sociales favorables hicieron posible este compromiso. Por ejemplo,
la Cueva Pintada de Gáldar posee un valor simbólico singular vinculado con
la memoria del proceso histórico traumático que supuso la conquista castellana. Esta situación se generó en el contexto del creciente interés por los
símbolos identitarios canarios desde su autonomía a finales del siglo xx. El
costo del proyecto fue de más de ocho millones de euros a lo largo de un largo
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periodo de tiempo. Sus gestores apuestan por ofrecer la máxima transparencia económica, con datos de costes y visitantes recurrentemente publicados.
El número de visitantes a la Cueva Pintada y el grado de retorno de la inversión a través del pago de entradas, otros servicios y gasto turístico, han sido
objeto de intenso debate social (La Provincia 01-07-2013) y se ha puesto sobre
la mesa su sostenibilidad económica.
En la Villa Romana de la Olmeda el proyecto parte de la relevancia que posee la cultura romana en general como referente histórico-cultural de nuestra
sociedad, y en particular el mosaico, técnica artístico-industrial asociada en
el imaginario colectivo a esta cultura. En una provincia de limitados recursos
turísticos y que apuesta decididamente por el turismo cultural, se justifica
una inversión para la creación un edificio singular, cuyo coste se sitúa en torno a los 9 millones de euros. Hoy el número de visitantes a la villa es de cerca
del 20% del total de turistas que visitan la provincia.
El Parque Arqueológico de la Cultura Castrexa de San Cibrao de Lás ha
consumido entre 8,5 y 10 millones de euros desde 2003 hasta su apertura en
marzo de 2014. Como los otros proyectos, incluye un edificio singular que
acoge un centro de interpretación. Constituye el segundo centro de una estructura de hasta cuatro en toda Galicia, todavía por desarrollar. Su gestión
ha sido externalizada, con un coste de más de medio millón de euros hasta
2017, no sin polémica (Publico.es 07-01-2014).
Se trata de patrimonios singulares en los que se efectúan grandes inversiones en equipamientos y servicios para su conservación y difusión pero que
no son sostenibles económicamente. El coste, asumido por la administración
pública, tiene una rentabilidad económica discreta desde el punto de vista
del retorno directo de la inversión a través de la venta de entradas y otros ingresos. Sin embargo, queda abierta una cuestión que documenta Pau Rausell
en su trabajo, y es que las inversiones en patrimonio generan indirectamente
efectos dinamizadores del mercado de trabajo y otros efectos multiplicadores
de la riqueza, amén de considerar que la inversión en cultura incrementa el
bienestar y la calidad de vida de la sociedad.
Cuando programamos estas jornadas nos preocupaba incluir la sostenibilidad económica de nuestros proyectos como variable relevante. Las
aportaciones de Rausell vienen a confirmar su rentabilidad. Pero parece
difícil su cuantificación. Determinar si un proyecto es económicamente
sostenible no parece del todo posible. Los métodos de evaluación poseen
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Patrimonio arqueológico y turismo. Unas reflexiones finales
cierto componente subjetivo que, pensamos, lo impiden, por lo que la rentabilidad cultural y social y los beneficios son difícilmente cuantificables
objetivamente. En este marco, ejercicios de transparencia como el de Cueva Pintada son útiles, no tanto en cuanto a la voluntad inicial de cuantificación, sino en cuanto que son acicate para nuestro trabajo. Conocer los
costes reales de nuestros proyectos, tenerlos presentes, sirve para reforzar
la vocación de servicio y compromiso público, y concentrar nuestros esfuerzos en lo que es relevante: la conservación y el uso social sostenible
para el desarrollo.
TURISMO CULTURAL SOSTENIBLE. LA RUTA DELS IBERS A VALÈNCIA
El análisis de los casos que expone Xurxo Ayán muestra el fracaso del desarrollo de ciertos modelos de puesta en valor para el desarrollo cultural, social y
económico. Se trata en su mayoría de proyectos desarrollados desde “arriba”,
que no son fuente de educación, ni de identidad, ni son valorados por las comunidades locales, ni generan riqueza económica que favorezca el desarrollo
y la vertebración del territorio.
Desde la Academia o las Administraciones Públicas se proponen y desarrollan proyectos a espaldas de la realidad local, con lógicas en las que la
construcción del paisaje compartido, la memoria, la identidad y la cultura
apenas tienen relevancia, y que convierten a las comunidades y a los visitantes en sujetos pasivos, variables necesarias pero irrelevantes en el mejor
de los casos, ignorados, separados y marginados del patrimonio en otros.
Todo ello es simplemente el resultado del juego de relaciones de poder que
se mueve en torno al patrimonio y los intereses de cada grupo. Estamos
de acuerdo con el autor en que existen vías alternativas viables y deseables
basadas en la participación ciudadana que deberían potenciarse y prosperar. El reto presente es habilitar fórmulas participativas que permitan la
gestión, uso y control de los recursos materiales y simbólicos por las comunidades locales, los legítimos herederos del patrimonio. Ello abriría vías
para empoderar ciertos colectivos, a través de la creación de estructuras de
gestión y toma de decisiones propias o colegiadas en búsqueda de un objetivo común: el desarrollo sostenible. El empoderamiento permite incorporar
como agentes a grupos marginalizados desde las administraciones y, no en
vano, es uno de los paradigmas de las teorías del desarrollo sostenible con
un enfoque claramente humanístico.
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Con estos planteamientos teóricos pretendemos construir el futuro del
proyecto de la Ruta dels Ibers a València, un conjunto de itinerarios y actividades recreativas turísticas basado en el patrimonio arqueológico de época
ibérica. Se trata de un proyecto que ha nacido con la voluntad de favorecer
la gestión participativa y el uso compartido del patrimonio arqueológico en
el territorio valenciano mediante una oferta sostenible en el medio rural. Se
pretende también difundir la cultura ibérica como un elemento histórico patrimonial y anclado fuertemente en el imaginario de algunas comunidades
locales, como sucede en Moixent con la figura del conocido jinete de la Bastida de les Alcusses. No obstante, el patrimonio ibérico es desconocido entre
el gran público por lo que entre los objetivos específicos del proyecto de la
Ruta dels Ibers está la investigación y el incremento del conocimiento y difusión del pasado ibérico. También nos ocupa la formación y consolidación del
equipo técnico e impulsar la formación y profesionalización del sector turístico local, el fomento de la actividad económica y potenciar la conexión entre
las instituciones, los colectivos y asociaciones y entidades privadas.
Actualmente forman parte del proyecto ocho municipios de interior (Ayora, Camporrobles, Caudete de las Fuentes, Llíria, Moixent, Moncada, Olocau
y Villar del Arzobispo) y la Diputación de Valencia a través de su Museu de
Prehistòria. Todos los municipios tienen recursos patrimoniales de época
ibérica excavados y consolidados, aunque con distintas capacidades de accesibilidad y uso turístico. Es además un proyecto abierto a la incorporación de
más municipios y recursos (figura 1).
Conviene tener presente que el proyecto surge y se promueve desde el
Servei d’Investigació Prehistòrica del Museu de Prehistòria de la Diputació
de València, una institución pública dedicada a la investigación que podemos considerar enmarcada en el mundo académico y, además una administración pública. En cierto modo se crea con el sesgo, el pecado original,
del elitismo y la apropiación del patrimonio que caracteriza a los poderes
públicos, pero somos conscientes de la necesidad de superarlos. El Museu
trabaja en la excavación e investigación sobre la Cultura Ibérica desde hace
más de 80 años, y en las últimas dos décadas ha centrado esfuerzos en la
consolidación y promoción de las visitas a yacimientos. En este tiempo la
institución ha adquirido una extensa experiencia de relación con parte de
las comunidades locales, a través de sus ayuntamientos y con los visitantes.
Ello nos ha permitido dialogar y reconocer a nuevos y distintos agentes en
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Patrimonio arqueológico y turismo. Unas reflexiones finales
Figura 1. Abanico promocional de la Ruta dels Ibers (Museu de Prehistòria de
València).
la construcción y preservación del patrimonio, y relativizar nuestra visión
de este patrimonio frente a otras percepciones y usos tan legítimos como los
que nosotros promovemos.
En el caso valenciano hemos constatado que los visitantes poseen diversos objetivos y motivaciones, y es interesante observar que no siempre coinciden con lo esperable por la academia o la administración: en la Bastida de les
Alcusses hay visitas de amantes de la naturaleza y los árboles que buscan un
entorno forestal muy accesible, gracias a las infraestructuras creadas para la
visita arqueológica (figura 2). En el Puntal dels Llops o Castellar de Meca son
más importantes las visitas de excursionistas que aprovechan el itinerario de
ascenso al yacimiento para practicar un senderismo de baja o media dificultad que culmina en un entorno singular para su objetivo principal, que es el
de disfrutar de unas vistas paisajísticas excepcionales (figura 3). Y las excursiones familiares y de amigos para celebrar la Pascua son frecuentes en sitios
como la Bastida de les Alcusses o el Tos Pelat. Estos usos entran sin duda en
conflicto con los usos programados y regulados desde la administración, sobre todo cuando las vallas transmiten crudamente la idea de un patrimonio
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Figura 2. La Bastida de les Alcusses está ubicado en un espacio forestal bien conservado y las visitas de los interesados en la naturaleza son frecuentes. Esta imagen,
de Francisco Vila Molina, fue presentada a Fotoibers 2013, un concurso de fotografía
digital con el objetivo de promocionar la cultura ibérica.
cerrado, apropiado y administrado a espaldas de la población. Que estos usos
existen es una realidad que no puede ser ignorada y no siempre suponen un
peligro para la conservación de los restos. Creemos que el reto es integrarlos
en un marco de empoderamiento colectivo. De otra manera, convertiremos
el patrimonio en santuarios sin peregrinos.
En otros yacimientos no reconocemos usos alternativos del patrimonio
arqueológico, e incluso hemos detectado que algunos están francamente
desconectados del tejido social actual. El caso más llamativo, por tratarse de
un yacimiento de larga trayectoria investigadora y reconocida importancia
académica, es el del Tossal de Sant Miquel de Llíria (figura 4). Está ubicado
junto al monasterio que le da nombre, que sí es parte relevante del acervo patrimonial edetano y lugar de peregrinación y culto periódico de sus habitantes. No obstante, el yacimiento permanece al margen del interés de la población y sin uso alternativo a la visita de turistas arqueológicos. ¿Por qué? Que
la administración y la academia lo hayan apropiado es, quizás, parte de la
respuesta, pero no lo es todo. Estas diferencias en un territorio relativamente
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Patrimonio arqueológico y turismo. Unas reflexiones finales
Figura 3. Caminos de época ibérica en el Castellar de Meca. El yacimiento está en
una Zona de Especial Protección de Aves y es visitado por personas con intereses
ecoturísticos. La fotografía es de Juan Antonio Sendra Ibáñez y fue presentada a
Fotoibers 2013.
homogéneo son significativas porque nos obligan a preguntarnos por los mecanismos que hacen que las cosas del pasado participen en definir identidad.
En este panorama, las corporaciones locales aspiran a convertir los restos
arqueológicos en elementos de singularización que les permita reforzar identidades y posicionar a sus respectivos municipios como destinos de turismo,
excursionismo y, por qué no, de residencia, frente a los otros. Cualquier feria de
turismo es una muestra de la competencia existente entre municipios, que juegan en un marco de relaciones construido para captar clientes. Son intenciones
loables las que pretenden generar alternativas de actividad económica en el
contexto de crisis demográfica y económica permanente del medio rural, agravada por la actual crisis global. Javier Solsona y Elisa Rico nos hablan de diversificar y ordenar el territorio desde el punto de vista turístico y de la necesidad de
diferenciarse. Su aportación subraya que toda la gestión turística debe hacerse
desde el paradigma de la sostenibilidad, y donde palabras como conservación,
mantenimiento, respeto, adecuación, accesibilidad y mejora son la base de las
actuaciones, valores que guían los principios del proyecto de la Ruta dels Ibers.
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Figura 4. Vista de una de las manzanas consolidadas con un panel explicativo en el
Tossal de Sant Miquel de Llíria (Archivo SIP-Museu de Prehistòria de València).
Esta actitud activa y positiva frente al patrimonio es coyuntural. Las actividades de difusión del Museu, en particular las Jornadas de visita en la Bastida
de les Alcusses de Moixent, Kelin de Caudete de las Fuentes y Puntal dels Llops
de Olocau (figura 5 y 6), y el buen funcionamiento del modelo de gestión de
algunos yacimientos visitables, han hecho posible que las corporaciones locales
contemplen el patrimonio como recurso de desarrollo en el territorio y se preocupen por su conservación y mejora. Este interés ha quedado recogido en la
constitución de la Asociación Ruta dels Ibers de València, en la que participan
todos los municipios implicados y la Diputación Provincial, y está abierta a la
participación de personas, asociaciones y empresas.
Así las cosas, la vía para la participación local está abierta: las comunidades,
asociaciones y colectivos, y las pequeñas empresas locales especializadas en
ofertas culturales, de restauración y alojamiento pueden encontrar en la
Asociación Ruta dels Ibers un marco alternativo de gestión. Porque una de
las cuestiones que surgen en la fase de desarrollo de cualquier proyecto de
puesta en valor del patrimonio en el territorio, es la necesidad de establecer
los límites entre lo público y lo privado y la legitimidad del beneficio privado.
Un modelo de gestión y uso compartido no puede obviar la existencia de
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Figura 5. Las Jornadas ‘Viu un cap de setmana amb els ibers’ se desarrollan en la
Bastida de les Alcusses desde 2008. Las recreaciones históricas y la interacción con
los visitantes son parte fundamental de la oferta lúdica y educativa de esta acción
(Archivo SIP-Museu de Prehistòria de València).
Figura 6. Actividades de promoción de la cultura ibérica en Olocau con motivo de
las Jornadas de visita al Puntal dels Llops. Las escuelas de los municipios de Marines,
Olocau y Gátova desarrollaron durante 2013 un proyecto educativo sobre la cultura
ibérica asesorados por el Museu de Prehistòria de València (Archivo SIP-Museu de
Prehistòria de València).
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intereses económicos legítimos que no suponen apropiación, sino todo
lo contrario. Pensamos que la participación de empresas, en especial del
tercer sector, es una vía relevante de legitimación, de empoderamiento y
sostenibilidad. En esa vía el Museu trabaja decididamente en la promoción
de servicios turísticos especializados en el territorio y empresas locales, y
colabora con bodegas y restaurantes que aprovechan el patrimonio ibérico
como referencia y seña de identidad.
Los procesos de trabajo de este proyecto están en marcha actualmente.
Ejemplo de ello es la presencia activa del Museu en las iniciativas de la asociación vitivinícola de Terres dels Alforins, que pretende promocionar de forma
unitaria el conjunto de doce bodegas asociadas de los municipios de Moixent, la
Font de la Figuera y Fontanars dels Alforins. La posición central del yacimiento
arqueológico de la Bastida de les Alcusses y la importancia de la cultura del vino
en la sociedad ibérica, permite convertirlo en eje vertebrador de este territorio y
de la oferta enoturística desarrollada al amparo de las bodegas (figura 7).
Figura 7. El Museu de Prehistòria colabora con iniciativas de desarrollo local en los
municipios de la Ruta, como los eventos de promoción de los productos de la asociación de viticultores Terres dels Alforins (Moixent, Font de la Figuera y Fontanars dels
Alforins) (Archivo SIP-Museu de Prehistòria de València).
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Somos conscientes de que este no es un camino exento de contradicciones
y retos, y la práctica diaria de nuestro trabajo se encarga de recordarlo. Por
ejemplo, el de la viabilidad de un uso turístico frente a la necesidad de conservación, o el de los conflictos de intereses entre la industria del turismo y
la arqueología, o entre la visión de los diferentes agentes que crean el tejido
social que usa el patrimonio, incluyendo la destrucción y el olvido de unos
patrimonios frente a otros. Ni recetas ni fórmulas exactas funcionan para
gestionar el patrimonio porque es construido y reconstruido continuamente. Los espacios de consumo turístico, la creación de conocimiento desde la
arqueología académica y las necesidades de las comunidades locales son los
tres vértices de un triángulo de poder en el que se enmarca el patrimonio. Y
entendemos que nada es inocente en este espacio de relaciones.
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