La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Pau Rausell Köster
2014
[page-n-1]
1
LA SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA DE LOS PROYECTOS DE
DESARROLLO LOCAL BASADOS EN EL PATRIMONIO
Pau Rausell Köster
LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DEL DESARROLLO
Hasta hace prácticamente cuatro décadas el concepto de desarrollo estaba limitado al vector del crecimiento económico. El “productivismo” como estrategia de desarrollo consistió en tratar de maximizar la producción en términos
cuantitativos. Pero la tecnología resultó ser menos milagrosa que lo que se auguraba. Pronto se evidenciaron las restricciones que impone en los recursos
naturales y los riesgos medioambientales. En la década de los 80 se intensifica
el uso del concepto de “desarrollo sostenible” que básicamente consistió en enfocar la concepción de desarrollo hacia aquellos procesos socioeconómicos que
permiten satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades. El avance en esta aproximación es que a partir de ese momento, el
conjunto de necesidades que ha de satisfacer un concreto proceso de desarrollo
será el resultado de un proceso de construcción social, que cada vez más incorpora la dimensión cultural de una comunidad. Es esta dimensión, la cultural, la
que es capaz de explicar los sueños, los deseos y los anhelos colectivos.
La aportación de Amartya Sen con su obra Development as freedom (1999)
define el desarrollo como aquel proceso que amplía los grados de libertad de
los individuos y mejora su autonomía a través del fortalecimiento de sus capacidades. El desarrollo de la esfera simbólica de los individuos, el incremento de la formación y el conocimiento, facilita precisamente la ampliación de
la autonomía de los sujetos y su empoderamiento. Por otra parte, Jon Hawkes
(2001) sitúa precisamente a la cultura como el cuarto pilar del desarrollo sostenible, junto con la dimensión social, económica y ambiental. Se puede hablar por tanto de un “giro cultural” de la definición de desarrollo.
5
[page-n-2]
PAU RAUSELL KÖSTER
El salto hacia la dimensión cultural en la definición de las necesidades
de una comunidad tiene, sin embargo, un camino de vuelta hacia el campo
económico ya que, como reconoce el propio Consejo de Europa, la cultura y
la creatividad están íntimamente relacionadas. La creatividad está en el origen de la cultura que, a su vez, crea un entorno que permite el florecimiento
de la creatividad; y la creatividad está en el origen de la innovación, entendida como una explotación exitosa de nuevas ideas, expresiones y formas, y
como un proceso que desarrolla nuevos productos, nuevos servicios y nuevas formas de empresas en funcionamiento o nuevas formas de responder a
las necesidades sociales. La creatividad es, por lo tanto, de gran importancia
para la capacidad innovadora de los ciudadanos, así como a organizaciones,
empresas y sociedades. La cultura, la creatividad y la innovación son vitales
para la competitividad y el desarrollo de nuestras economías y nuestras sociedades, y son tanto más importantes en tiempos de cambios rápidos y serios
problemas.
Huyendo pues del limitado concepto económico del desarrollo llegamos
a la cultura, que finalmente nos desvela su capacidad para activar, a través de
la innovación, los procesos de crecimiento económico.
LA RELACIÓN ENTRE SECTORES CULTURALES Y CREATIVOS
Y LA RIQUEZA DE LAS REGIONES
Los primeros apuntes sobre la correlación entre creatividad y renta per cápita
territorial nos la proporciona una reciente publicación del European Cluster
Observatory (Power y Nielsen, 2010), al presentar la evidencia de una fuerte
correlación entre la renta per cápita regional y la ocupación en el sector cultural para el conjunto de las Regiones de Europa.
La correlación entre el PIB per cápita y la especialización relativa de la
población ocupada en los sectores culturales y creativos presentada en dicho
trabajo, nos induce a tratar de aceptar o descartar causalidades entre una y
otra variables y en uno y otro sentido. Como es obvio, y a primera vista, las
implicaciones sobre las políticas culturales de la dirección de la causalidad
son notablemente distintas; es por ello que la investigación merece una atención especial. Si es la riqueza la causa de la intensidad de la ocupación en el
sector de la cultura, es evidente que deberíamos dejar de lado las políticas
culturales y simplemente dedicar nuestros esfuerzos colectivos a la mejora,
sea la vía que sea, de la prosperidad territorial. Si existiera relación causal
6
[page-n-3]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
en sentido contrario, las políticas culturales y todas aquellas otras que tenga
que ver con el funcionamiento de los sectores culturales y creativos deberían
adquirir mucha mayor centralidad en la acción pública. Ambos enunciados
empujan a un cambio significativo sobre el alcance y la funcionalidad de las
políticas culturales.
LAS HIPÓTESIS DE CAUSALIDAD
1) Cultura y capacidad de atracción de las regiones
Esta relación es quizás la más obvia y la más utilizada en la justificación
de las políticas culturales regionales. La direccionalidad de esta causalidad es
bastante clara. El elemento central de este proceso es que la atracción de talento, visitantes e inversión extranjera directa se explica no sólo en términos
de las estructuras de producción y de accesibilidad, sino, cada vez más, por
la calidad de los lugares, que descansa sobre características de no-mercado,
tales como los niveles de inclusión social, el dinamismo cultural, la calidad
urbana, y la provisión de los servicios públicos e instituciones eficaces.
Otro aspecto interesante de esta perspectiva es determinar el papel que
podrían desempeñar las dotaciones culturales, especialmente aquellas relacionadas con el patrimonio. Algunos intentos se hicieron en el proyecto SOSTENUTO (Rausell et al., 2012). Si aceptáramos que la disposición de mayor
o menor cantidad de patrimonio cultural de una región amplía el potencial
de crecimiento regional, entonces ello nos llevaría a la interesante reflexión
acerca de la capacidad endógena de las políticas regionales para mejorar el
patrimonio y las estrategias abordadas por algunas regiones (por lo general,
estrategias bastante caras) para “producir un nuevo patrimonio”.
2) Hipótesis relacionadas con la interacción entre la especialización regional y las Actividades Culturales y Creativas (ACC)
Esta hipótesis puede ser formulada a partir de la constatación de que las
actividades culturales y creativas tienen un mayor efecto sobre el desarrollo
de las regiones que tienen una especialización regional y estructura sectorial
determinada.
Esta es básicamente la labor llevada a cabo recientemente por un grupo
de investigadores españoles (De Miguel et al., 2012), que encontraron que la
variable que tiene una mayor importancia explicativa en el ingreso por habitante de las regiones europeas es el porcentaje de trabajadores en las ACC.
7
[page-n-4]
PAU RAUSELL KÖSTER
Y, de acuerdo con el sentido común, este trabajo destaca la relación entre las
ACC con la producción de alta tecnología y los servicios intensivos en conocimientos (KIS – Knowledge Intensive Services). Es decir las actividades relacionadas con los sectores culturales interactúan especialmente con aquellos
sectores más intensivos en conocimiento.
3) Hipótesis relacionadas con la demanda
Una aproximación que no ha recibido mucha atención es el papel que
puede desempeñar la demanda. En las regiones que contienen muchos trabajadores en las ACC, éstos no sólo deben ser considerados desde la perspectiva de la oferta como “factores de producción”, sino también como demanda
solvente de productos innovadores y servicios creativos. Por lo tanto, las regiones que contienen muchos trabajadores creativos también son los mercados más sensibles y con mayor propensión a la creatividad y a la innovación.
Los trabajadores creativos muestran una mayor sensibilidad para demandar
bienes y servicios que contienen creatividad e innovación. Esto no se debe
a un efecto ingreso (en el caso de los trabajadores de las ACC contarán con
mayor nivel de renta disponible) sino que la “clase creativa” se manifiesta
también a través de un “estilo de vida” singular que implica un mayor nivel de
consumo de productos y servicios más innovadores y con mayores contenidos creativos. En pocas palabras, una comunidad con una mayor proporción
de trabajadores de la cultura y la creatividad es también una comunidad con
mayores niveles de requerimientos institucionales y una mayor propensión
a presentar propuestas para la transformación y el cambio que mejorará la
eficiencia general de las lógicas económicas y políticas sociales (Rausell et
al., 2012).
4) Hipótesis sobre las conexiones entre las teorías del capital humano y la
teorías de la clase creativa
Los estudios sobre el crecimiento endógeno, iniciados por Romer (1986) y
Lucas (1988) en los últimos años ochenta, introdujeron una nueva perspectiva que reconoce explícitamente el papel del capital humano, compuesto por
la educación, el conocimiento y las habilidades contenidas en los trabajadores. Como constatan estudios recientes, la evidencia empírica muestra que la
relación entre capital humano (sobre todo en forma de altos niveles de educación) y los resultados económicos aparecen como una constante muy estable
que resiste a una amplia serie de contextos diferentes (regiones, períodos de
8
[page-n-5]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
tiempo, metodologías, el papel de las covariables). Por el contrario Richard
Florida (2002) defiende aproximaciones que van un poco más allá de las teorías tradicionales de capital humano y, de hecho, mantiene que la teoría de
la clase creativa es mejor que la teoría del capital humano para predecir el
desarrollo económico urbano, y que existe una fuerte interacción entre clase
creativa y capital humano, que resulta explícita a través de las universidades.
Y de acuerdo a sus resultados, la universidad se muestra no sólo como
espacio para la formación de capital humano, sino como espacio que favorece
la formación de capital cultural, aumenta la propensión a consumir cultura,
fomenta la producción creativa, y, en última instancia, impulsa la innovación
(económica, social, política) y el espíritu empresarial.
5) Hipótesis relacionadas con la flexibilidad de las ACC
La idea principal es que la existencia de las ACC mejora el desempeño general de la economía regional, ya que su estructura más flexible permite reducir los costos del ajuste ante los cambios bruscos y las tensiones económicas.
Las ACC, con modelos de “trabajo por proyecto”, escasa estandarización
de los procesos de producción, bajas barreras de entrada, necesidad menor
de inversiones de capital físico y financiero, y variedad de relaciones de trabajo, muestran una estructura mucho más flexible que la mayoría de las actividades económicas. A partir de estas características las ACC se convierten
en un sector que puede tener algún efecto amortiguador en las variaciones
y tensiones sobre los agregados macroeconómicos y el mercado de trabajo.
En consecuencia, las regiones que cuentan con un sector cultural y creativo
más grande muestran niveles más altos de resiliencia a las crisis de oferta o
demanda.
6) Hipótesis relacionadas con la conexión entre capital cultural y capital
social
Genéricamente la cultura conforma espacios amables y ocasiones no
conflictuales que promueven las relaciones humanas (vernissages, estrenos, presentaciones,…). Estas ocasiones propician, en algunos casos, que
lleguen a materializarse en contactos, redes y proyectos conjuntos. Además el campo transversal de la cultura posibilita la interacción entre agentes y actores de características muy diversas como artistas, activistas culturales, policy makers, empresarios, representantes del sistema financiero,
fundaciones, etc.
9
[page-n-6]
PAU RAUSELL KÖSTER
7) Cultura y creatividad como fondo sistémico de la innovación
La investigación que vincula las industrias creativas y la innovación,
entendida tanto en el sentido más restringido como en el más amplio, se
encuentra todavía en una fase inmadura. Hay dos líneas principales de investigación: una se centra en la innovación de las industrias creativas y sus
impactos sobre el resto de la economía. Es evidente que los efectos de interacción entre sectores diversos no sólo se dan para las industrias creativas,
pero es plausible que en las ACC estos efectos sean más relevantes. Las ACC
generan innovaciones en cascada en los sectores de servicios y las manufacturas, y es a través de estas fertilizaciones cruzadas que la creatividad afecta
indirectamente a la economía de la innovación en general, contribuyendo al
crecimiento económico.
Por otra parte autores como Jason Potts (2012), de una manera más holística, defienden que las actividades culturales y creativas son el substrato
sistémico de los procesos de innovación en el ámbito económico, políticoinstitucional y en el social. En consecuencia la densidad de las actividades
culturales y creativas determina de manera global la capacidad de innovación
de un determinado territorio.
EL PATRIMONIO COMO RECURSO SOSTENIBLE. ALGUNAS VENTAJAS
El patrimonio cuenta con algunas ventajas respecto a otros sectores culturales y creativos, ya que, especialmente a partir de 2004 y hasta la llegada de la
crisis, el sector del patrimonio ha pasado de suponer 452 millones de euros en
términos de VAB, a significar 1232 millones de euros, es decir se ha multiplicado por 2,7. La participación del subsector del patrimonio en el sector de la
cultura se ha duplicado pasando de un 2% a un 4%. La tasa promedio anual
entre 2000 y 2008 de crecimiento del empleo en el sector del patrimonio supera al 8%, muy por encima de la tasa del conjunto de los sectores culturales
(1,8%). Además, el patrimonio es el sector cultural que más trabajo requiere
por unidad de riqueza generada. Se trata del sector cultural más intensivo en
trabajo. En 2008 cada 100.000 euros de PIB creaban en el sector del patrimonio 2,7 trabajos equivalentes a tiempo completo mientras que sólo creaban 2,1
en el conjunto de los sectores culturales.
Desde el punto de vista territorial también hay que considerar que las
inversiones económicas realizadas sobre el patrimonio son difícilmente
deslocalizables. Las intervenciones sobre el patrimonio también pueden
10
[page-n-7]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
tener un efecto redistributivo ya que territorios relativamente menos ricos,
como Andalucía y Extremadura, cuentan con una dotación elevada (por habitante) de elementos patrimoniales. Por el contrario CCAA como Madrid o
País Vasco están por debajo de la media en dotación de capital patrimonial.
El patrimonio como generador de actividades económicas sirve no sólo para
equilibrar situaciones de desarrollo entre comunidades autónomas sino, incluso dentro de las comunidades autónomas, entre las zonas de costa y las
zonas del interior.
Por otra parte, la existencia de patrimonio en un determinado territorio
está fuertemente correlacionada con el gasto total de los turistas internacionales. Para el caso español, junto con las infraestructuras, la existencia del
patrimonio es lo que le otorga mayor competitividad al sistema turístico. Al
contrario que en otros hábitos culturales, la crisis ha reforzado tanto el interés por el patrimonio como su consumo. El 40% de los ciudadanos ha visitado
un monumento en el último año, mientras que otros tipos de hábitos culturales como asistir al teatro, conciertos de música, asistir al cine o visitar galerías
de arte o museos han descendido.
La expansión exponencial de la formación relacionada con el patrimonio
está aportando un nutrido grupo de egresados que no sólo forzarán la ampliación de las actividades profesionales del patrimonio sino que con sus niveles
de formación aportarán innovación e inteligencia a las actividades del sector.
Al contrario que en otros ámbitos de las políticas culturales, donde la parte principal del gasto la ejecutan en primer lugar las corporaciones locales y,
en segundo lugar, las CCAA, en el caso de la preservación del patrimonio, el
gobierno central resulta un actor relevante en la proporción global de los recursos. Es, además, la administración que mayor proporción del presupuesto
total dedica a las inversiones reales –el 43%–, y es por ello que puede ejercer
un papel de liderazgo.
Cabe señalar que el sector del patrimonio ha sido tractor de innovaciones
tecnológicas en el ámbito de la identificación y protección, en la conservación preventiva, en la restauración, en la difusión y divulgación, y en los propios modelos de gestión del patrimonio.
Asimismo, numerosos estudios empíricos evidencian la importancia del
patrimonio construido en la articulación del sentimiento positivo de identidad territorial, que a su vez se conforma con uno de los elementos más relevantes para el bienestar individual.
11
[page-n-8]
PAU RAUSELL KÖSTER
Concluyendo, podemos afirmar que tanto desde el punto de vista de la
demanda (mayor interés de la ciudadanía y mayores niveles de asistencia),
como de la oferta (mayor cantidad de bienes BIC, salto tecnológico, creciente
cantidad de profesionales formados en aspectos relacionados con el patrimonio), las tendencias apuntan a que el sector de patrimonio va a seguir en la
próxima década mostrando un dinamismo diferencial.
En este contexto, las políticas públicas adquieren una responsabilidad estratégica (Rausell, 2007), dada la relevancia del patrimonio en el desarrollo
de una región, su capacidad de tracción de procesos de innovación, sus efectos sobre el bienestar individual y colectivo, y su contrastada vinculación con
los niveles de riqueza.
También en este sentido, al contrario que en otros ámbitos de las políticas culturales, la importancia –en términos presupuestarios, pero también
de orientación estratégica–, de las acciones de la administración general
del Estado, supone la posibilidad de asumir un liderazgo activo desde esta
administración.
LA ACCIÓN PÚBLICA Y LA PARTICIPACIÓN EN LA
DEFINICIÓN DEL PATRIMONIO
Como señalan numerosos autores, no cabe duda que, dadas las características de los bienes patrimoniales, tiene lógica que la provisión sea principalmente pública. Así, cabe reseñar que la decisión de proteger el patrimonio en
entornos colectivos, es decir la decisión que se deriva de la lógica de la acción
pública, es una decisión doblemente económica. En primer lugar toda sociedad, en términos teóricos, debe decidir qué parte de sus recursos se destina a
la protección del patrimonio existente. Y esta decisión ya supone un dilema
social, ya que toda elección tiene un coste de oportunidad. Es evidente que
los recursos utilizados no pueden satisfacer simultáneamente a ningún otro
tipo de preferencias colectivas.
El segundo nivel de decisión, una vez destinados el montante global de
recursos, consiste en acordar qué bienes y servicios patrimoniales de todos
los posibles merecen la recuperación, la preservación, la conservación o la
recreación y en qué grado. El conjunto de bienes patrimoniales es un magma
conceptualmente impreciso y potencialmente infinito y, por tanto, imposible de acotar. Al mismo tiempo las intervenciones pueden ser de múltiples
facturas, desde el simple acondicionamiento para evitar su ruina, hasta la
12
[page-n-9]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
creación de entornos arquitectónicos de excelencia, y por tanto los recursos
“necesarios” se pueden estirar también casi hasta el infinito. Además hay que
considerar que, como todas las decisiones de intervención pública, las políticas tienen no solo costes en términos de oportunidad sino que implican
cambios relevantes desde el punto de vista asignativo y redistributivo. Una
sociedad actual y dinámica debe ser consciente del valor que tiene su patrimonio histórico, valor que vendrá reflejado por un lado en el valor intrínseco
que tiene per se, derivado del valor artístico otorgado por el tiempo y la historia; en segundo lugar su originalidad, que viene reflejada en la singularidad
del bien, su antigüedad y el grado de conservación, elementos capaces de
decantar nuestra preferencia por uno u otro bien; la mayor o menor carga
afectiva que imprime determinado bien sobre la sociedad en la que se ubica; y
por último, el valor añadido que genera sobre el territorio y que se materializa
en los posibles usos públicos o privados que se le pueden asignar al mencionado bien (Rausell y Carrasco, 1999). Estas características son perfectamente
medibles y deben contar a la hora de decidir nuestras preferencias colectivas.
Sin embargo, a pesar de que somos capaces de racionalizar el origen del valor
de los bienes patrimoniales nos resulta absolutamente imposible determinar
un baremo inequívoco que sea capaz de jerarquizar ni tan sólo ordinalmente
el valor de los bienes patrimoniales.
Así, ante situaciones concretas de decisión sobre qué bienes intervenir y en
qué magnitud, surge la cuestión de quiénes son los agentes que determinan
esa jerarquización. Las dos posiciones extremas son que el criterio sea establecido por disquisiciones y valoraciones de personas o comisiones técnicas o, por
el contrario, que sean los ciudadanos –propietarios de los recursos escasos–,
los que determinen como ordenar en valor esos bienes patrimoniales. Naturalmente entre estos dos extremos (decisión tecnocrática extrema, decisión
democrática extrema) cabe ubicar posiciones intermedias donde la valoración
sea coparticipada en mayor o menor grado. Defendemos por tanto la necesidad de que en entornos democráticos informados hay que reducir el sesgo
extremadamente conservacionista de la filosofía que informa a las políticas de
protección del patrimonio y aumentar la capacidad de los ciudadanos de decidir cómo construyen su entramado simbólico y la flexibilidad para dotar a los
bienes patrimoniales de elevado valor añadido social. Esta defensa, sin embargo, solo se puede sustentar si la política patrimonial incorpora mecanismos
que permitan una participación más activa de los ciudadanos en las decisiones.
13
[page-n-10]
PAU RAUSELL KÖSTER
Lo que determina el nivel de participación ciudadana en la protección
del patrimonio es el grado de conexión entre los usuarios/demandantes/
beneficiarios de bienes y servicios ligados a los bienes patrimoniales y los
agentes públicos o privados, que toman decisiones y asignan recursos sobre la protección del patrimonio. Es cierto que en las democracias representativas existe de alguna manera esa participación al ser los ciudadanos
los que eligen a sus representantes en función de las propuestas de actuación política. Y esto es cierto también para la política de protección de
patrimonio. Sin embargo la relativa marginalidad de las políticas de protección del patrimonio en el conjunto de la actuación pública hace que esta
aproximación teórica tenga poca virtualidad real. Así, salvando este modo
de participación débil, en la realidad española podemos entender que se
participa en la protección del patrimonio, especialmente a nivel local, a
través de instituciones y organismos como los Centros de Estudios territoriales, los Talleres de Historia o instituciones similares, las fundaciones
o asociaciones culturales orientadas a la preservación del patrimonio, así
como a través de las movilizaciones o movimientos puntuales de defensa de elementos patrimoniales concretos sujetos a amenazas. Es evidente
que el grado de democratización alcanzado, en el caso de las asociaciones,
fundaciones y los movimientos ciudadanos puntuales, dependerá de las
dimensiones de las organizaciones implicadas y su arraigo en el conjunto
de la ciudadanía.
Desde esta perspectiva, tal como señala Montagut (2004), estas instituciones pueden considerarse como los gestores del criterio colectivo frente
a los intereses estrictamente de mercado y los fallos del sector público. A
esta visión, relativamente ingenua, cabe el matiz de recordar que finalmente dichas instituciones responden también a los intereses de unas minorías
no necesariamente representativas que, aunque no muestren intereses económicos directos, sí que responden a un conjunto de individuos al menos
emocionalmente implicados en los bienes patrimoniales que defienden y
valorizan, por lo que finalmente pueden ser considerados grupos de interés
con la intención de capturar los beneficios (simbólicos, afectivos, e incluso
en algunas ocasiones también económicos) de la intervención pública. En
este sentido puede que tampoco las decisiones públicas respondan a óptimos
socialmente paretianos, es decir, que mejoren la situación de los que valoran
el patrimonio sin perjudicar a algún tercero.
14
[page-n-11]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Para superar la dificultad planteada en los párrafos anteriores podemos recurrir a las técnicas de valoración que nos ofrece la Economía como Ciencia
Social. La teoría de los bienes públicos nos resuelve una primera cuestión al
afirmar que debemos destinar recursos a la protección del patrimonio hasta
el punto en el que el beneficio social marginal sea inferior al coste marginal de
proveer dicho bien público. Es evidente que para utilizar este marco de análisis
debemos ser capaces de estimar los costes y los beneficios de la preservación de
los bienes patrimoniales. Y este no es evidentemente un trabajo sencillo.
Las técnicas más habituales para valorar los bienes simbólicos provienen
de técnicas desarrolladas en el ámbito de los bienes medioambientales. Sin
resultar prolijos, dado que la literatura existente es muy amplia, podemos
decir que existen dos perspectivas instrumentales diferentes (y quizás con
finalidades distintas): los estudios de impacto económico de los bienes culturales y los estudios de disposición a pagar (o a recibir).
a) Los estudios de impacto económico son análisis que implican la existencia de una relación causa efecto entre la intervención sobre determinado
bien cultural y sus impactos económicos directos o indirectos en términos
de renta y ocupación. Nos dan una medida del valor de intervención a partir de sus consecuencias. Por razones técnicas y metodológicas los estudios
de impacto económico han presentado algunas deficiencias y por ello, desde
mediados de los años 90, algunos autores han mostrado sus reservas sobre
la utilidad de algunos de estos estudios. En estos momentos, sin embargo se
está planteando una metodología menos simplista de manera que evalúen
(es decir “cuenten”) también las contribuciones sobre los efectos en el capital social, las mejoras en la construcción de comunidades, la contribución al
cambio social y la conciencia pública, etc. (Reeves, 2002).
b) Los estudios sobre la disponibilidad a pagar consisten en aproximaciones en las que se trata de averiguar cuánto están los ciudadanos dispuestos
a pagar (es decir cómo valoran) por la preservación de los bienes patrimoniales. Dado que no existen mercados amplios y profundos sobre la mayoría
de los bienes patrimoniales, especialmente en aquellos con características de
bienes públicos, estos métodos de cálculo se desarrollan a través de técnicas
indirectas. Aunque estas técnicas están en pleno desarrollo, las más utilizadas son la técnica de valoración contingente (preguntando a través de cuestionarios realizados a una muestra de la población implicada cuánto estarían
dispuestos a pagar por la preservación o recuperación de un determinado
15
[page-n-12]
PAU RAUSELL KÖSTER
bien, y simulando por tanto la contingencia de un mercado), la del cálculo de
los precios hedónicos (calculando a través del incremento de los precios de
los bienes y servicios asociados a dicho bien patrimonial, por ejemplo la vivienda), y la del cálculo de los costes de desplazamiento (donde los investigadores tratan de calcular la valoración del bien patrimonial a partir del dinero
que los ciudadanos están dispuestos a pagar por visitar el bien en cuestión,
que básicamente son el coste del transporte y el coste del acceso).
Todas estas técnicas muestran naturalmente dificultades prácticas y algunas complicaciones metodológicas y conceptuales. Quizás la valoración
contingente como ejercicio de sondeo muestral, ex ante, en caso de que esté
bien diseñado, aparece como la mejor herramienta que profundiza el calado
participativo de la preservación del patrimonio. Aun así, todas estas técnicas
nunca deben ser aceptadas con criterio acrítico para tomar decisiones que finalmente hubieran de ser resultado de consensos colectivos. La aproximación
económica debe ser entendida como mecanismo de revelación de preferencias sobre valores como el desarrollo artístico, educativo o social en contextos
donde esto es un procedimiento difícil. Y esta circunstancia ya es un modesto
avance en un marco que tradicionalmente se ha mostrado refractario a cualquier reflexión sobre el origen y la naturaleza de los valores de los bienes
patrimoniales y que, por tanto, ha forzado mecanismos de decisión que bajo
supuestos criterios técnicos se ha movido en márgenes arbitrarios y opacos.
LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS LIGADAS AL PATRIMONIO
La voluntad de “proteger el patrimonio” puede ser una loable intención, pero
para que su materialización sea efectiva, implica una secuencia bastante
compleja de decisiones. En primer lugar valga la aproximación conceptual
de Xavier Greffe que afirma que el patrimonio puede considerarse como un
conjunto de servicios de “fronteras cambiantes y calidad variable” que son
producidos por el sector público, los propietarios privados, y los agentes territoriales (públicos o privados) que muestran interés por los elementos patrimoniales, en un entorno normativo fijado por el Estado. La producción de
patrimonio depende por tanto de la agregación y la interacción de decisiones
de producción, estáticas o no, de cada uno de los agentes tomadas a priori, y
de forma independiente (Greffe, 2003).
De esta consideración nos interesa resaltar que la propia “producción de
patrimonio” es un proceso de construcción social en el que entran en juego
16
[page-n-13]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
tanto agentes públicos como privados o del denominado tercer sector y que
su éxito depende de la agregación de decisiones de agentes diversos con motivaciones y perspectivas distintas. Para que algún elemento se pueda considerar adecuadamente como patrimonio tiene que cumplir con algunas de las
características de los cultural commons. Éstos son los contenidos simbólicos
ubicados en un tiempo y en un espacio –ya sea físico o virtual– y compartidos
y sentidos por una comunidad cohesionada socialmente. Algunos ejemplos
son: la imagen cultural de una ciudad, una lengua, el paisaje conformado por
una ermita protagonista de una romería, la marca de vino de una denominación de origen, un movimiento artístico, los contenidos “wiki” generados por
la comunidad de usuarios “amantes de los castillos” en la web o los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas.
También la mayoría de los bienes culturales patrimoniales, tanto si su titularidad es pública o privada, se caracterizan por la no rivalidad en el consumo, la dificultad en aplicarles principios de exclusión o la capacidad de
generar efectos externos positivos. Es decir, se trata de bienes con carácter
de bienes públicos. Y la valorización de éstos resulta de complejos procesos
sociales.
En algunos casos, la producción y la generación y la apropiación del valor
patrimonial sigue la lógica del mercado, y la magnitud de este valor dependerá de las posibilidades de materializar bienes y servicios con valor de mercado
derivados del uso del bien patrimonial.
En otros casos, los procesos de generación de valor se basarán en mecanismos de interacción de agentes dinámicos de la sociedad civil que prestan
atención a los sentidos o significados de los bienes patrimoniales y les otorgan funciones en el ámbito de la cohesión social, el sentido de identidad y
pertenencia.
Y finalmente, en otros casos, la valoración y la apropiación se articulan a
través de mecanismos de intervención colectiva por medio de la lógica de la
acción pública. O también se puede dar el caso de que se combinen en distintas cuotas las tres lógicas descritas en los párrafos anteriores.
Si tratamos de atender a la dimensión de las actividades económicas ligadas al patrimonio, podemos considerar desde la perspectiva de la oferta las
siguientes: 1) En primer lugar, tenemos aquellas actividades relacionadas con
la gestión de monumentos y sitios históricos, museos y archivos, por parte de
las Administraciones Públicas, así como las actividades de gestión de las artes
17
[page-n-14]
PAU RAUSELL KÖSTER
plásticas. 2) Un segundo conjunto de actividades son las relacionadas con la
explotación de la red de Paradores, que constituyen una actividad singular de
hostelería de titularidad pública. 3) Seguidamente, tratamos de contar con
aquellas actividades de regulación que conforman los organismos correspondientes a la certificación, tutela y control de los activos patrimoniales. 4) Para
completar la dimensión pública de las actividades económicas, nos referiremos a las actividades de enseñanza relacionadas con el patrimonio, como
las escuelas de arte y las de artes plásticas. 5) En quinto lugar contemplamos
aquellas actividades privadas sobre patrimonio, museos y archivos. 6) Y las
actividades de lo que podríamos denominar el tercer sector, como fundaciones y asociaciones culturales. 7) Seguidamente, las actividades de las empresas privadas cuya actividad principal es la arqueología, la rehabilitación o la
museografía, el transporte y la custodia, y que se conforman como proveedores tanto del sector público, privado o del tercer sector. 8) En el siguiente conjunto de actividades referimos a todas aquellas relacionadas con el mercado
del arte y las antigüedades, 9) Las enseñanzas privadas relacionadas con las
artes y las artes plásticas, y 10) la artesanía.
Desde la perspectiva del acceso y disfrute podemos incorporar también
las actividades y servicios turísticos relacionados con el patrimonio, bien los
tradicionales como el alojamiento o la restauración, o bien aquellos servicios
como guías, servicios de comunicación, interpretación y didáctica (figura 1).
LAS PERSONAS OCUPADAS EN EL SECTOR DEL PATRIMONIO
Determinar el número de personas trabajadoras en los sectores culturales
relacionados resulta un ejercicio bastante complejo, dadas por una parte las
diferentes aproximaciones sectoriales, la no existencia de un consenso definitivo sobre la definición del campo “patrimonio” y la difusa concreción sobre las actividades económicas que se derivan de su existencia. Por todo ello,
resulta necesario establecer unos criterios envolventes que permitan dibujar
una serie de escenarios que van de menos a más. Desde el punto de vista de
la disponibilidad de las estadísticas, la Clasificación Nacional de Actividades
Económicas, nos da una aproximación bastante ajustada de aquello que podríamos denominar el núcleo indiscutible de aquellas profesiones que tienen
que ver con el patrimonio (tabla 1).
Con esta clasificación podemos obtener la evolución de la ocupación desde el año 2000 a partir de los datos de la EPA. Si comparamos la evolución
18
[page-n-15]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Figura 1. Mapa conceptual sobre las actividades económicas vinculadas al
patrimonio.
Actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento
Grupo
Clase
910
Actividades de bibliotecas, archivos, museos y otras
actividades culturales
9101
Actividades de bibliotecas y archivos
9102
Actividades de museos
9103
Gestión de lugares y edificios históricos
9104
Actividades de los jardines botánicos, parques zoológicos y
reservas naturales
Tabla 1. Actividades relacionadas con el patrimonio según la Clasificación Nacional
de Actividades Económicas.
19
[page-n-16]
PAU RAUSELL KÖSTER
del sector de bibliotecas, archivos, museos y otras actividades culturales con
la evolución de otros sectores culturales y con el total de la ocupación desde
el primer trimestre de 2008, para observar los diferenciales de la crisis, podemos comprobar que las tendencias son casi simétricas respecto al sector de
otras actividades artísticas. Hay dos fases bien diferenciadas: la primera hasta
el segundo trimestre de 2009, donde el deterioro es notablemente superior
a la media de la economía, luego se observa una recuperación que se ajusta a
la dinámica media de la economía, y es a partir del tercer trimestre del 2011,
cuando se produce un creciente deterioro que supera ampliamente la tendencia del resto de la economía, pero ahora de manera paralela a otras actividades de creación y artísticas. A partir del primer trimestre de 2012 se puede
observar una discreta recuperación que se trunca en el último trimestre, con
una pauta que de nuevo se repite en el año 2013 (figura 2).
Durante el período considerado, las personas ocupadas en el sector del
patrimonio suponen el 0,22% de promedio del total de ocupados. Si tratamos
de comparar los datos para 2009 con algunos otros países europeos, podemos
observar que la posición de España resulta relativamente modesta según los
parámetros europeos.
Desde una perspectiva más ampliada podemos alcanzar hasta el 1,9% de los
ocupados en 2008, incluyendo los ocupados del sector turístico que se pueden
imputar de forma más directa a la existencia de elementos relacionados con el
patrimonio (museos, sitios patrimoniales, espacios históricos, etc.) (tabla 2).
Figura 2. Activos por ramas de actividad (en miles) del periodo 2008-2013. Arriba
las actividades de creación, artísticas y espectáculos. Abajo las actividades de bibliotecas, archivos, museos y otras actividades culturales. Fuente EPA.
20
[page-n-17]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Actividad Sector
VAB M€
OCUPADOS
1.1. Patrimonio histórico-artístico de las AAPP
578,5
16.496
1.2. Archivos de las AAP
156,7
4.469
1.3. Artes plásticas de las AAPP
26,3
750
2. Paradores
168,1
4.795
3. Actividades de regulación de las AAPP
78,6
2.242
393,5
11.223
5.1 Archivos privados
99,4
2.833
5.2 Museos privados
366,7
10.458
156,9
4.473
42,0
1.336
4.3 Enseñanza de Patrimonio de las AAPP, artes y artes plásticas
6. Actividades sobre el patrimonio de las fundaciones de las
Cajas de Ahorro y sus Obras Sociales
7.1 Actividades de Arqueología privada
7.3 Transporte de Obras de Arte
ND
7.4 Custodia de museos y bienes patrimoniales
83,6
7.5 Empresas privadas de rehabilitación del patrimonio
ND
8.1 Comercio al por mayor de obras de arte y antigüedades
22,7
647
12,1
343
8.3 Galerías de Arte
36,6
1.166
8.4 Casas de subastas
ND
9.1 Enseñanzas privadas de las artes y las artes plásticas
71,6
2.057
4.004,0
200.000
Patrimonio)
6796,4
145.852
Total
13093,7
411.817
1,2%
1,9%
8.2 Anticuarios
10. Artesanía
2.753
11. Turismo (entre el 5% y el 7% del total de los ocupados en
el sector turístico se pueden imputar a la existencia directa de
% sobre el total de PIB y personas ocupadas
Tabla 2. Personas ocupadas y VAB de las actividades económicas vinculadas a la existencia del Patrimonio (2008). Estimaciones del autor a partir de distintas fuentes.
21
[page-n-18]
PAU RAUSELL KÖSTER
Las conclusiones que podemos recoger sobre la situación de la ocupación
en el sector de patrimonio son: a) se trata de un sector que en función de
lo restrictiva que consideremos su definición se mueve en España entre las
30.000 y las 400.000 personas ocupadas; b) en términos comparativos muestra unas cifras bastante discretas respecto a otros países europeos.
Se trata de un conjunto de personas compuesto en dos terceras partes por
mujeres, con una edad media que ronda los 40 años y con unos niveles de formación muy elevados. Sus niveles salariales, aún situándose por encima del salario
medio en España, aún se encuentran bastante por debajo de lo que corresponde
a sus niveles de formación. El reducido dinamismo del mercado de trabajo y la
eclosión de la oferta formativa por el tránsito hacia el modelo de Bolonia, augura
una creciente producción de oferta laboral, que a corto plazo se va a ver frustrada, ante la imposibilidad de enfrentarse a un nivel de demanda suficiente.
Ya no nos cabe ninguna duda que el patrimonio es un atributo de los territorios que no sólo sirve para satisfacer algunos de los derecho culturales básicos de la ciudadanía, como el derecho a ser o el sentido de la identidad y la
pertenencia o el derecho a emocionarse a través de la contemplación y el uso
de la belleza, sino que el sector del patrimonio se configura como un nicho
de desarrollo profesional con enormes potencialidades. Como ya señalamos
en otros textos, parece claro que la dinámica de la ocupación en el sector del
patrimonio, está condicionada por la dinámica general de la economía, que
en estos momentos muestra notables signos de alarma, ante el proceso continuado de ajustes y consolidación fiscal.
LAS OPORTUNIDADES DE LA DIMENSIÓN LOCAL
El principal agente valorizador del patrimonio en España es el sector público
y especialmente las administraciones autonómicas, como podemos observar
en las distintas evidencias constatadas. En ellas se puede observar que las
CCAA juegan un papel determinante tanto en términos de dimensiones absolutas (suponían más del 60% del gasto público total), como de crecimiento
durante la década de los 90. Las estrategias concretas de las CCAA sobre las
políticas de protección del patrimonio, devienen así en elementos centrales
para explicar las dinámicas de crecimiento de la ocupación en el sector.
Hemos comprobado en los estudios de los casos que hemos realizado en
los últimos años (Rausell et al., 2011; Rausell et al., 2012), que intervenciones
integrales sobre el sector del patrimonio tienen claros efectos multiplicado-
22
[page-n-19]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
res considerables, tanto sobre el empleo como en términos de generación de
riqueza. Por ejemplo, el estudio de los efectos de la restauración del patrimonio y posterior exposición “Camins d’Art”, realizada por la fundación pública
“La Llum de les Imatges” en 2012 en Alcoi, tuvo unos efectos multiplicadores
de la riqueza sobre la inversión pública de un 1,06 y de 5,1 sobre el empleo.
Un segundo vector relevante para la evolución de la ocupación en el sector del patrimonio es el desarrollo del turismo cultural. Este tipo de turismo
otorga oportunidades al espacio local, ya que habitualmente los elementos
patrimoniales muestran una elevada dispersión sobre el territorio, y finalmente todo territorio tiene oportunidades en el proceso de valorizar su patrimonio cultural. Como hemos comprobado en los datos empíricos, el turismo cultural es una de las dimensiones de mayor impacto en el ámbito de la
creación de empleo ligado al patrimonio. Resulta indiscutible que el turismo
muestra comportamientos mejores que la evolución del resto de la economía.
El turismo cultural es una actividad emergente en España, y dados sus determinantes, desde el punto de vista de la demanda, es previsible que estas circunstancias persistan a medio y largo plazo. Estas tendencias van a tener un
efecto sobre las capacitaciones profesionales exigidas, de forma que sin duda
se incrementará la sofisticación de las herramientas, ya que empezamos a
establecer marcos donde los procesos de valorización del patrimonio no sólo
han de ser eficaces desde el punto de vista instrumental, sino competitivos en
un entorno donde se multiplican las ofertas.
El turismo, y específicamente el turismo cultural, deviene en una de las
anclas más sólidas, a corto plazo, para tratar de hacer despegar el crecimiento
de las ocupaciones en el sector del patrimonio, pero esta circunstancia empuja también a las profesiones de gestión y valorización del patrimonio hacia
una creciente complejidad.
Finalmente, el tercer vector dinamizador del mercado de trabajo, quizás
de menor impacto, resulta ser la propia presión que ejercen las propuestas
formativas en el ámbito de la gestión cultural del patrimonio. En este sentido,
la oferta formativa no sólo funciona como estrategia reactiva a las demandas
del mercado, sino que se origina por lógicas diversas y los “formados”
constituyen un elemento capaz de generar su propia demanda, cumpliendo la
Ley de Say. Esta circunstancia puede ser especialmente relevante en aquellas
CCAA de dimensiones reducidas, y con mercados de trabajo relacionados con
la gestión cultural, muy estrechos pero con ofertas formativas dinámicas. El
23
[page-n-20]
PAU RAUSELL KÖSTER
modelo formativo, por tanto, no va a ser neutral y resulta esencial incorporar
aquellas capacidades que tienen que ver con la eficiencia en la gestión
de los proyectos. Para que cuajen estas posibilidades resulta necesario
transformar, modificar y mejorar todas aquellas variables que afectan a la
propensión al emprendimiento. Es necesario buscar mecanismos específicos
de intervención que mejoren las posibilidades de financiar proyectos de
emprendimiento alrededor del patrimonio, pero también resultará clave
simplificar procesos burocráticos y alejarse de posiciones excesivamente
reglamentistas, así como utilizar metodologías que permitan aproximarse al
valor colectivo de los bienes patrimoniales.
A MODO DE CONCLUSIONES
No nos cabe ninguna duda de que es posible articular procesos de desarrollo local basados en la valorización de elementos patrimoniales. Los bienes
patrimoniales por tanto, han de devenir en un conjunto de bienes al servicio
de las colectividades en las que se asientan y para ello es necesario relajar
algunos de los principios filosóficos sobre los que fundamenta la legislación
relativa a la preservación del patrimonio. Hemos de reconocer que los bienes patrimoniales (es decir sus contenidos materiales, simbólicos y sus usos)
son un recurso que nos pertenece como fruto de un proceso de construcción
social y sobre los que tenemos el derecho de conservarlos, pero también de
reinventarlos, recrearlos e incluso llegado el caso, en procesos democráticos
y participativos, de amortizarlos.
Todo ello concuerda con los nuevos paradigmas de desarrollo local y rural
propuestos ya desde hace más de un lustro por la OCDE: promoviendo la
diversificación productiva, impulsando la cooperación interterritorial, redefiniendo los modelos de gobernanza y basando la sostenibilidad de los modelos locales en el aprovechamiento de los recursos propios.
Es de esperar en el futuro inmediato un menor protagonismo público en
el ámbito de la gestión del patrimonio. Se acaba un modelo tradicional de
gestión del patrimonio financiado por el sector público y basado en uso museístico de los recursos patrimoniales, por lo que es previsible, por una parte,
la extensión de las demandas de nuevos modelos de participación ciudadana, y de manera paralela, una mayor presencia relativa del capital privado.
Para afrontar estos nuevos retos se requiere una mayor democratización de
la definición de patrimonio. Se acaba también el modelo de definición del
24
[page-n-21]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
patrimonio supuestamente técnico/político y obliga a nuevos modelos de gobernanza. Y finalmente se requiere una regulación sensata.
Los estudios valoración económica pueden contribuir a la generación de información necesaria que pueda nutrir un rico debate social, pero hay que tener
en cuenta que estos ejercicios no son meramente técnicos. Y nada impide que
los colectivos ciudadanos participen en la decisión de qué se cuenta y cómo.
“Contar” permite expresar valoraciones, otorgarles consistencia lógica,
ordenar y centrar debates sociales, aportar información para posicionarse
como ciudadano... y esto se puede hacer sobre el ámbito de los bienes patrimoniales. No se trata por tanto de poner precio a los bienes simbólicos, tal
como destacan algunas críticas a una aproximación económica malentendida, sino de establecer mecanismos que posibiliten a los ciudadanos expresar
sus valores y que serán finalmente el resultado de una compleja relación entre
los individuos, las apreciaciones de los expertos, la visibilidad social y simbólica de los bienes en cuestión y de muchos otros factores. Pero este ejercicio
de explicitación y auto explicitación de las preferencias construye marcos de
interacción social donde la información deviene un elemento esencial y que
obliga a la reflexión sobre la construcción de nuestros propios valores. Las
técnicas de valoración económica de los bienes patrimoniales se convierten
así en un ejercicio pedagógico que nos revela el trasfondo de nuestras jerarquías de valoración simbólica. Si además estos resultados se difunden de manera transparente y amplia, enriquecen notablemente las posibilidades de un
debate social que resulta mucho más relevante de lo que pudiera parecer en
un principio, ya que en definitiva nos permite tomar posiciones sobre decisiones que afectan al andamiaje de nuestra cosmología simbólica.
AGRADECIMIENTOS
Este artículo propone una transcripción actualizada, amplia y de síntesis de las conferencias pronunciadas en el Museu de Prehistòria de Valencia en el marco de las
Jornadas de Reflexión sobre el Patrimonio Arqueológico, Desarrollo y Turismo, celebradas en Valencia en diciembre de 2012 y en las X Jornades de Recerca Històrica de
Menorca de noviembre de 2012. Las investigaciones que sustentan las afirmaciones
son fruto de la ayuda financiera del Ministerio de Economía y Competitividad, Plan
Nacional de I+D+i 2008-2011 (proyecto CSO2012-39373-C04-3).
25
[page-n-22]
PAU RAUSELL KÖSTER
BIBLIOGRAFÍA
De Miguel B., Hervás J. L., Boix R., De Miguel M. (2012): The importance of creative
industry agglomerations in explaining the wealth of European regions, European
Planning Studies, 20 (8), 1263-1280.
Florida, R. (2002): The Rise of Creative Class. Basic Books, Nueva York.
Greffe, X. (2003): La valorisation économique du patrimoine. Ministère de la Culture
et de la Comunication. DEPS, Collection Questions de Culture. La documentation
française, París.
Hawkes, J. (2001): The Fourth pillar of Sustainability: Culture’s Essential Role in Public
Planning, Cultural Development Network, Melbourne, Victoria.
Lucas, R. E. (1988): On the Mechanics of Economic Development, Journal of Monetary
Economics 22, 3-42.
Montagut, J. (2004): Economía Social y Patrimonio. La Historia continúa. En E.
Sánchez, P. Rausell (eds.), Rehabilitación, patrimonio y participación. Fundación
Pere Compte. Valencia, 17-42.
Potts, J. (2012): Creative industries and innovation in a knowledge economy. En D.
Rooney, G. Hearn, T. Kastelle (eds.), Handbook on the Knowledge Economy. Vol II.
Edward Elgar, 193-203.
Power, D., Nielsen, T. (2010): Priority Sector Report: Creative and Cultural Industries,
European Cluster Observatory.
Rausell, P. (2007): Les politiques de patrimoine en Espagne. En L. Bonet, E. Négrier
(dirs.), La politique culturelle en Espagne, Karthala, París, 123-146.
Rausell Köster, P., Carrasco Arroyo, S. (1999): El Patrimoni Industrial de Sagunt:
Un Factor Possilbe de Desenvolupament Territorial. En X. Revert (comis.),
Reconversión y revolución. Industrialización y Patrimonio en el Puerto de Sagunto,
Universitat de València, Valencia, 83-90.
Rausell P. (dir.), Abeledo et al. (2012): Culture as a factor for Economic and Social
Innovation. Report Tome 01 Sostenuto Project.
http://www.uv.es/soste/pdfs/Sostenuto_Volume1_ENG.pdf
[Consultado el 27 de mayo de 2014]
Rausell, P. (dir.), Marco, F., Montagut, J. (2011): Impacto y dimensión económica del
Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias ‘González Martí’. ECONCULT.
Universitat de València, Revista MUSEOS.es núm. 7-8, 232-253.
Rausell, P. (dir.), Montagut, J., Marco, F. (2012): Propuesta de viabilidad para la Unidad
Museística Ene.Térmica. ECONCULT. NIMEO. Universitat de València.
Reeves, M. (2002): Measuring the economic and social impact of the arts: a review.
Arts Council of England, Londres.
26
[page-n-23]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Romer, P. M. (1986): Increasing Returns and Long run Growth, Journal of Political
Economy 94, 1002-1037.
Sen A. (1999): Development as Freedom. Oxford University Press, Oxford.
27
[page-n-24]
1
LA SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA DE LOS PROYECTOS DE
DESARROLLO LOCAL BASADOS EN EL PATRIMONIO
Pau Rausell Köster
LA EVOLUCIÓN DEL CONCEPTO DEL DESARROLLO
Hasta hace prácticamente cuatro décadas el concepto de desarrollo estaba limitado al vector del crecimiento económico. El “productivismo” como estrategia de desarrollo consistió en tratar de maximizar la producción en términos
cuantitativos. Pero la tecnología resultó ser menos milagrosa que lo que se auguraba. Pronto se evidenciaron las restricciones que impone en los recursos
naturales y los riesgos medioambientales. En la década de los 80 se intensifica
el uso del concepto de “desarrollo sostenible” que básicamente consistió en enfocar la concepción de desarrollo hacia aquellos procesos socioeconómicos que
permiten satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias
necesidades. El avance en esta aproximación es que a partir de ese momento, el
conjunto de necesidades que ha de satisfacer un concreto proceso de desarrollo
será el resultado de un proceso de construcción social, que cada vez más incorpora la dimensión cultural de una comunidad. Es esta dimensión, la cultural, la
que es capaz de explicar los sueños, los deseos y los anhelos colectivos.
La aportación de Amartya Sen con su obra Development as freedom (1999)
define el desarrollo como aquel proceso que amplía los grados de libertad de
los individuos y mejora su autonomía a través del fortalecimiento de sus capacidades. El desarrollo de la esfera simbólica de los individuos, el incremento de la formación y el conocimiento, facilita precisamente la ampliación de
la autonomía de los sujetos y su empoderamiento. Por otra parte, Jon Hawkes
(2001) sitúa precisamente a la cultura como el cuarto pilar del desarrollo sostenible, junto con la dimensión social, económica y ambiental. Se puede hablar por tanto de un “giro cultural” de la definición de desarrollo.
5
[page-n-2]
PAU RAUSELL KÖSTER
El salto hacia la dimensión cultural en la definición de las necesidades
de una comunidad tiene, sin embargo, un camino de vuelta hacia el campo
económico ya que, como reconoce el propio Consejo de Europa, la cultura y
la creatividad están íntimamente relacionadas. La creatividad está en el origen de la cultura que, a su vez, crea un entorno que permite el florecimiento
de la creatividad; y la creatividad está en el origen de la innovación, entendida como una explotación exitosa de nuevas ideas, expresiones y formas, y
como un proceso que desarrolla nuevos productos, nuevos servicios y nuevas formas de empresas en funcionamiento o nuevas formas de responder a
las necesidades sociales. La creatividad es, por lo tanto, de gran importancia
para la capacidad innovadora de los ciudadanos, así como a organizaciones,
empresas y sociedades. La cultura, la creatividad y la innovación son vitales
para la competitividad y el desarrollo de nuestras economías y nuestras sociedades, y son tanto más importantes en tiempos de cambios rápidos y serios
problemas.
Huyendo pues del limitado concepto económico del desarrollo llegamos
a la cultura, que finalmente nos desvela su capacidad para activar, a través de
la innovación, los procesos de crecimiento económico.
LA RELACIÓN ENTRE SECTORES CULTURALES Y CREATIVOS
Y LA RIQUEZA DE LAS REGIONES
Los primeros apuntes sobre la correlación entre creatividad y renta per cápita
territorial nos la proporciona una reciente publicación del European Cluster
Observatory (Power y Nielsen, 2010), al presentar la evidencia de una fuerte
correlación entre la renta per cápita regional y la ocupación en el sector cultural para el conjunto de las Regiones de Europa.
La correlación entre el PIB per cápita y la especialización relativa de la
población ocupada en los sectores culturales y creativos presentada en dicho
trabajo, nos induce a tratar de aceptar o descartar causalidades entre una y
otra variables y en uno y otro sentido. Como es obvio, y a primera vista, las
implicaciones sobre las políticas culturales de la dirección de la causalidad
son notablemente distintas; es por ello que la investigación merece una atención especial. Si es la riqueza la causa de la intensidad de la ocupación en el
sector de la cultura, es evidente que deberíamos dejar de lado las políticas
culturales y simplemente dedicar nuestros esfuerzos colectivos a la mejora,
sea la vía que sea, de la prosperidad territorial. Si existiera relación causal
6
[page-n-3]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
en sentido contrario, las políticas culturales y todas aquellas otras que tenga
que ver con el funcionamiento de los sectores culturales y creativos deberían
adquirir mucha mayor centralidad en la acción pública. Ambos enunciados
empujan a un cambio significativo sobre el alcance y la funcionalidad de las
políticas culturales.
LAS HIPÓTESIS DE CAUSALIDAD
1) Cultura y capacidad de atracción de las regiones
Esta relación es quizás la más obvia y la más utilizada en la justificación
de las políticas culturales regionales. La direccionalidad de esta causalidad es
bastante clara. El elemento central de este proceso es que la atracción de talento, visitantes e inversión extranjera directa se explica no sólo en términos
de las estructuras de producción y de accesibilidad, sino, cada vez más, por
la calidad de los lugares, que descansa sobre características de no-mercado,
tales como los niveles de inclusión social, el dinamismo cultural, la calidad
urbana, y la provisión de los servicios públicos e instituciones eficaces.
Otro aspecto interesante de esta perspectiva es determinar el papel que
podrían desempeñar las dotaciones culturales, especialmente aquellas relacionadas con el patrimonio. Algunos intentos se hicieron en el proyecto SOSTENUTO (Rausell et al., 2012). Si aceptáramos que la disposición de mayor
o menor cantidad de patrimonio cultural de una región amplía el potencial
de crecimiento regional, entonces ello nos llevaría a la interesante reflexión
acerca de la capacidad endógena de las políticas regionales para mejorar el
patrimonio y las estrategias abordadas por algunas regiones (por lo general,
estrategias bastante caras) para “producir un nuevo patrimonio”.
2) Hipótesis relacionadas con la interacción entre la especialización regional y las Actividades Culturales y Creativas (ACC)
Esta hipótesis puede ser formulada a partir de la constatación de que las
actividades culturales y creativas tienen un mayor efecto sobre el desarrollo
de las regiones que tienen una especialización regional y estructura sectorial
determinada.
Esta es básicamente la labor llevada a cabo recientemente por un grupo
de investigadores españoles (De Miguel et al., 2012), que encontraron que la
variable que tiene una mayor importancia explicativa en el ingreso por habitante de las regiones europeas es el porcentaje de trabajadores en las ACC.
7
[page-n-4]
PAU RAUSELL KÖSTER
Y, de acuerdo con el sentido común, este trabajo destaca la relación entre las
ACC con la producción de alta tecnología y los servicios intensivos en conocimientos (KIS – Knowledge Intensive Services). Es decir las actividades relacionadas con los sectores culturales interactúan especialmente con aquellos
sectores más intensivos en conocimiento.
3) Hipótesis relacionadas con la demanda
Una aproximación que no ha recibido mucha atención es el papel que
puede desempeñar la demanda. En las regiones que contienen muchos trabajadores en las ACC, éstos no sólo deben ser considerados desde la perspectiva de la oferta como “factores de producción”, sino también como demanda
solvente de productos innovadores y servicios creativos. Por lo tanto, las regiones que contienen muchos trabajadores creativos también son los mercados más sensibles y con mayor propensión a la creatividad y a la innovación.
Los trabajadores creativos muestran una mayor sensibilidad para demandar
bienes y servicios que contienen creatividad e innovación. Esto no se debe
a un efecto ingreso (en el caso de los trabajadores de las ACC contarán con
mayor nivel de renta disponible) sino que la “clase creativa” se manifiesta
también a través de un “estilo de vida” singular que implica un mayor nivel de
consumo de productos y servicios más innovadores y con mayores contenidos creativos. En pocas palabras, una comunidad con una mayor proporción
de trabajadores de la cultura y la creatividad es también una comunidad con
mayores niveles de requerimientos institucionales y una mayor propensión
a presentar propuestas para la transformación y el cambio que mejorará la
eficiencia general de las lógicas económicas y políticas sociales (Rausell et
al., 2012).
4) Hipótesis sobre las conexiones entre las teorías del capital humano y la
teorías de la clase creativa
Los estudios sobre el crecimiento endógeno, iniciados por Romer (1986) y
Lucas (1988) en los últimos años ochenta, introdujeron una nueva perspectiva que reconoce explícitamente el papel del capital humano, compuesto por
la educación, el conocimiento y las habilidades contenidas en los trabajadores. Como constatan estudios recientes, la evidencia empírica muestra que la
relación entre capital humano (sobre todo en forma de altos niveles de educación) y los resultados económicos aparecen como una constante muy estable
que resiste a una amplia serie de contextos diferentes (regiones, períodos de
8
[page-n-5]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
tiempo, metodologías, el papel de las covariables). Por el contrario Richard
Florida (2002) defiende aproximaciones que van un poco más allá de las teorías tradicionales de capital humano y, de hecho, mantiene que la teoría de
la clase creativa es mejor que la teoría del capital humano para predecir el
desarrollo económico urbano, y que existe una fuerte interacción entre clase
creativa y capital humano, que resulta explícita a través de las universidades.
Y de acuerdo a sus resultados, la universidad se muestra no sólo como
espacio para la formación de capital humano, sino como espacio que favorece
la formación de capital cultural, aumenta la propensión a consumir cultura,
fomenta la producción creativa, y, en última instancia, impulsa la innovación
(económica, social, política) y el espíritu empresarial.
5) Hipótesis relacionadas con la flexibilidad de las ACC
La idea principal es que la existencia de las ACC mejora el desempeño general de la economía regional, ya que su estructura más flexible permite reducir los costos del ajuste ante los cambios bruscos y las tensiones económicas.
Las ACC, con modelos de “trabajo por proyecto”, escasa estandarización
de los procesos de producción, bajas barreras de entrada, necesidad menor
de inversiones de capital físico y financiero, y variedad de relaciones de trabajo, muestran una estructura mucho más flexible que la mayoría de las actividades económicas. A partir de estas características las ACC se convierten
en un sector que puede tener algún efecto amortiguador en las variaciones
y tensiones sobre los agregados macroeconómicos y el mercado de trabajo.
En consecuencia, las regiones que cuentan con un sector cultural y creativo
más grande muestran niveles más altos de resiliencia a las crisis de oferta o
demanda.
6) Hipótesis relacionadas con la conexión entre capital cultural y capital
social
Genéricamente la cultura conforma espacios amables y ocasiones no
conflictuales que promueven las relaciones humanas (vernissages, estrenos, presentaciones,…). Estas ocasiones propician, en algunos casos, que
lleguen a materializarse en contactos, redes y proyectos conjuntos. Además el campo transversal de la cultura posibilita la interacción entre agentes y actores de características muy diversas como artistas, activistas culturales, policy makers, empresarios, representantes del sistema financiero,
fundaciones, etc.
9
[page-n-6]
PAU RAUSELL KÖSTER
7) Cultura y creatividad como fondo sistémico de la innovación
La investigación que vincula las industrias creativas y la innovación,
entendida tanto en el sentido más restringido como en el más amplio, se
encuentra todavía en una fase inmadura. Hay dos líneas principales de investigación: una se centra en la innovación de las industrias creativas y sus
impactos sobre el resto de la economía. Es evidente que los efectos de interacción entre sectores diversos no sólo se dan para las industrias creativas,
pero es plausible que en las ACC estos efectos sean más relevantes. Las ACC
generan innovaciones en cascada en los sectores de servicios y las manufacturas, y es a través de estas fertilizaciones cruzadas que la creatividad afecta
indirectamente a la economía de la innovación en general, contribuyendo al
crecimiento económico.
Por otra parte autores como Jason Potts (2012), de una manera más holística, defienden que las actividades culturales y creativas son el substrato
sistémico de los procesos de innovación en el ámbito económico, políticoinstitucional y en el social. En consecuencia la densidad de las actividades
culturales y creativas determina de manera global la capacidad de innovación
de un determinado territorio.
EL PATRIMONIO COMO RECURSO SOSTENIBLE. ALGUNAS VENTAJAS
El patrimonio cuenta con algunas ventajas respecto a otros sectores culturales y creativos, ya que, especialmente a partir de 2004 y hasta la llegada de la
crisis, el sector del patrimonio ha pasado de suponer 452 millones de euros en
términos de VAB, a significar 1232 millones de euros, es decir se ha multiplicado por 2,7. La participación del subsector del patrimonio en el sector de la
cultura se ha duplicado pasando de un 2% a un 4%. La tasa promedio anual
entre 2000 y 2008 de crecimiento del empleo en el sector del patrimonio supera al 8%, muy por encima de la tasa del conjunto de los sectores culturales
(1,8%). Además, el patrimonio es el sector cultural que más trabajo requiere
por unidad de riqueza generada. Se trata del sector cultural más intensivo en
trabajo. En 2008 cada 100.000 euros de PIB creaban en el sector del patrimonio 2,7 trabajos equivalentes a tiempo completo mientras que sólo creaban 2,1
en el conjunto de los sectores culturales.
Desde el punto de vista territorial también hay que considerar que las
inversiones económicas realizadas sobre el patrimonio son difícilmente
deslocalizables. Las intervenciones sobre el patrimonio también pueden
10
[page-n-7]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
tener un efecto redistributivo ya que territorios relativamente menos ricos,
como Andalucía y Extremadura, cuentan con una dotación elevada (por habitante) de elementos patrimoniales. Por el contrario CCAA como Madrid o
País Vasco están por debajo de la media en dotación de capital patrimonial.
El patrimonio como generador de actividades económicas sirve no sólo para
equilibrar situaciones de desarrollo entre comunidades autónomas sino, incluso dentro de las comunidades autónomas, entre las zonas de costa y las
zonas del interior.
Por otra parte, la existencia de patrimonio en un determinado territorio
está fuertemente correlacionada con el gasto total de los turistas internacionales. Para el caso español, junto con las infraestructuras, la existencia del
patrimonio es lo que le otorga mayor competitividad al sistema turístico. Al
contrario que en otros hábitos culturales, la crisis ha reforzado tanto el interés por el patrimonio como su consumo. El 40% de los ciudadanos ha visitado
un monumento en el último año, mientras que otros tipos de hábitos culturales como asistir al teatro, conciertos de música, asistir al cine o visitar galerías
de arte o museos han descendido.
La expansión exponencial de la formación relacionada con el patrimonio
está aportando un nutrido grupo de egresados que no sólo forzarán la ampliación de las actividades profesionales del patrimonio sino que con sus niveles
de formación aportarán innovación e inteligencia a las actividades del sector.
Al contrario que en otros ámbitos de las políticas culturales, donde la parte principal del gasto la ejecutan en primer lugar las corporaciones locales y,
en segundo lugar, las CCAA, en el caso de la preservación del patrimonio, el
gobierno central resulta un actor relevante en la proporción global de los recursos. Es, además, la administración que mayor proporción del presupuesto
total dedica a las inversiones reales –el 43%–, y es por ello que puede ejercer
un papel de liderazgo.
Cabe señalar que el sector del patrimonio ha sido tractor de innovaciones
tecnológicas en el ámbito de la identificación y protección, en la conservación preventiva, en la restauración, en la difusión y divulgación, y en los propios modelos de gestión del patrimonio.
Asimismo, numerosos estudios empíricos evidencian la importancia del
patrimonio construido en la articulación del sentimiento positivo de identidad territorial, que a su vez se conforma con uno de los elementos más relevantes para el bienestar individual.
11
[page-n-8]
PAU RAUSELL KÖSTER
Concluyendo, podemos afirmar que tanto desde el punto de vista de la
demanda (mayor interés de la ciudadanía y mayores niveles de asistencia),
como de la oferta (mayor cantidad de bienes BIC, salto tecnológico, creciente
cantidad de profesionales formados en aspectos relacionados con el patrimonio), las tendencias apuntan a que el sector de patrimonio va a seguir en la
próxima década mostrando un dinamismo diferencial.
En este contexto, las políticas públicas adquieren una responsabilidad estratégica (Rausell, 2007), dada la relevancia del patrimonio en el desarrollo
de una región, su capacidad de tracción de procesos de innovación, sus efectos sobre el bienestar individual y colectivo, y su contrastada vinculación con
los niveles de riqueza.
También en este sentido, al contrario que en otros ámbitos de las políticas culturales, la importancia –en términos presupuestarios, pero también
de orientación estratégica–, de las acciones de la administración general
del Estado, supone la posibilidad de asumir un liderazgo activo desde esta
administración.
LA ACCIÓN PÚBLICA Y LA PARTICIPACIÓN EN LA
DEFINICIÓN DEL PATRIMONIO
Como señalan numerosos autores, no cabe duda que, dadas las características de los bienes patrimoniales, tiene lógica que la provisión sea principalmente pública. Así, cabe reseñar que la decisión de proteger el patrimonio en
entornos colectivos, es decir la decisión que se deriva de la lógica de la acción
pública, es una decisión doblemente económica. En primer lugar toda sociedad, en términos teóricos, debe decidir qué parte de sus recursos se destina a
la protección del patrimonio existente. Y esta decisión ya supone un dilema
social, ya que toda elección tiene un coste de oportunidad. Es evidente que
los recursos utilizados no pueden satisfacer simultáneamente a ningún otro
tipo de preferencias colectivas.
El segundo nivel de decisión, una vez destinados el montante global de
recursos, consiste en acordar qué bienes y servicios patrimoniales de todos
los posibles merecen la recuperación, la preservación, la conservación o la
recreación y en qué grado. El conjunto de bienes patrimoniales es un magma
conceptualmente impreciso y potencialmente infinito y, por tanto, imposible de acotar. Al mismo tiempo las intervenciones pueden ser de múltiples
facturas, desde el simple acondicionamiento para evitar su ruina, hasta la
12
[page-n-9]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
creación de entornos arquitectónicos de excelencia, y por tanto los recursos
“necesarios” se pueden estirar también casi hasta el infinito. Además hay que
considerar que, como todas las decisiones de intervención pública, las políticas tienen no solo costes en términos de oportunidad sino que implican
cambios relevantes desde el punto de vista asignativo y redistributivo. Una
sociedad actual y dinámica debe ser consciente del valor que tiene su patrimonio histórico, valor que vendrá reflejado por un lado en el valor intrínseco
que tiene per se, derivado del valor artístico otorgado por el tiempo y la historia; en segundo lugar su originalidad, que viene reflejada en la singularidad
del bien, su antigüedad y el grado de conservación, elementos capaces de
decantar nuestra preferencia por uno u otro bien; la mayor o menor carga
afectiva que imprime determinado bien sobre la sociedad en la que se ubica; y
por último, el valor añadido que genera sobre el territorio y que se materializa
en los posibles usos públicos o privados que se le pueden asignar al mencionado bien (Rausell y Carrasco, 1999). Estas características son perfectamente
medibles y deben contar a la hora de decidir nuestras preferencias colectivas.
Sin embargo, a pesar de que somos capaces de racionalizar el origen del valor
de los bienes patrimoniales nos resulta absolutamente imposible determinar
un baremo inequívoco que sea capaz de jerarquizar ni tan sólo ordinalmente
el valor de los bienes patrimoniales.
Así, ante situaciones concretas de decisión sobre qué bienes intervenir y en
qué magnitud, surge la cuestión de quiénes son los agentes que determinan
esa jerarquización. Las dos posiciones extremas son que el criterio sea establecido por disquisiciones y valoraciones de personas o comisiones técnicas o, por
el contrario, que sean los ciudadanos –propietarios de los recursos escasos–,
los que determinen como ordenar en valor esos bienes patrimoniales. Naturalmente entre estos dos extremos (decisión tecnocrática extrema, decisión
democrática extrema) cabe ubicar posiciones intermedias donde la valoración
sea coparticipada en mayor o menor grado. Defendemos por tanto la necesidad de que en entornos democráticos informados hay que reducir el sesgo
extremadamente conservacionista de la filosofía que informa a las políticas de
protección del patrimonio y aumentar la capacidad de los ciudadanos de decidir cómo construyen su entramado simbólico y la flexibilidad para dotar a los
bienes patrimoniales de elevado valor añadido social. Esta defensa, sin embargo, solo se puede sustentar si la política patrimonial incorpora mecanismos
que permitan una participación más activa de los ciudadanos en las decisiones.
13
[page-n-10]
PAU RAUSELL KÖSTER
Lo que determina el nivel de participación ciudadana en la protección
del patrimonio es el grado de conexión entre los usuarios/demandantes/
beneficiarios de bienes y servicios ligados a los bienes patrimoniales y los
agentes públicos o privados, que toman decisiones y asignan recursos sobre la protección del patrimonio. Es cierto que en las democracias representativas existe de alguna manera esa participación al ser los ciudadanos
los que eligen a sus representantes en función de las propuestas de actuación política. Y esto es cierto también para la política de protección de
patrimonio. Sin embargo la relativa marginalidad de las políticas de protección del patrimonio en el conjunto de la actuación pública hace que esta
aproximación teórica tenga poca virtualidad real. Así, salvando este modo
de participación débil, en la realidad española podemos entender que se
participa en la protección del patrimonio, especialmente a nivel local, a
través de instituciones y organismos como los Centros de Estudios territoriales, los Talleres de Historia o instituciones similares, las fundaciones
o asociaciones culturales orientadas a la preservación del patrimonio, así
como a través de las movilizaciones o movimientos puntuales de defensa de elementos patrimoniales concretos sujetos a amenazas. Es evidente
que el grado de democratización alcanzado, en el caso de las asociaciones,
fundaciones y los movimientos ciudadanos puntuales, dependerá de las
dimensiones de las organizaciones implicadas y su arraigo en el conjunto
de la ciudadanía.
Desde esta perspectiva, tal como señala Montagut (2004), estas instituciones pueden considerarse como los gestores del criterio colectivo frente
a los intereses estrictamente de mercado y los fallos del sector público. A
esta visión, relativamente ingenua, cabe el matiz de recordar que finalmente dichas instituciones responden también a los intereses de unas minorías
no necesariamente representativas que, aunque no muestren intereses económicos directos, sí que responden a un conjunto de individuos al menos
emocionalmente implicados en los bienes patrimoniales que defienden y
valorizan, por lo que finalmente pueden ser considerados grupos de interés
con la intención de capturar los beneficios (simbólicos, afectivos, e incluso
en algunas ocasiones también económicos) de la intervención pública. En
este sentido puede que tampoco las decisiones públicas respondan a óptimos
socialmente paretianos, es decir, que mejoren la situación de los que valoran
el patrimonio sin perjudicar a algún tercero.
14
[page-n-11]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Para superar la dificultad planteada en los párrafos anteriores podemos recurrir a las técnicas de valoración que nos ofrece la Economía como Ciencia
Social. La teoría de los bienes públicos nos resuelve una primera cuestión al
afirmar que debemos destinar recursos a la protección del patrimonio hasta
el punto en el que el beneficio social marginal sea inferior al coste marginal de
proveer dicho bien público. Es evidente que para utilizar este marco de análisis
debemos ser capaces de estimar los costes y los beneficios de la preservación de
los bienes patrimoniales. Y este no es evidentemente un trabajo sencillo.
Las técnicas más habituales para valorar los bienes simbólicos provienen
de técnicas desarrolladas en el ámbito de los bienes medioambientales. Sin
resultar prolijos, dado que la literatura existente es muy amplia, podemos
decir que existen dos perspectivas instrumentales diferentes (y quizás con
finalidades distintas): los estudios de impacto económico de los bienes culturales y los estudios de disposición a pagar (o a recibir).
a) Los estudios de impacto económico son análisis que implican la existencia de una relación causa efecto entre la intervención sobre determinado
bien cultural y sus impactos económicos directos o indirectos en términos
de renta y ocupación. Nos dan una medida del valor de intervención a partir de sus consecuencias. Por razones técnicas y metodológicas los estudios
de impacto económico han presentado algunas deficiencias y por ello, desde
mediados de los años 90, algunos autores han mostrado sus reservas sobre
la utilidad de algunos de estos estudios. En estos momentos, sin embargo se
está planteando una metodología menos simplista de manera que evalúen
(es decir “cuenten”) también las contribuciones sobre los efectos en el capital social, las mejoras en la construcción de comunidades, la contribución al
cambio social y la conciencia pública, etc. (Reeves, 2002).
b) Los estudios sobre la disponibilidad a pagar consisten en aproximaciones en las que se trata de averiguar cuánto están los ciudadanos dispuestos
a pagar (es decir cómo valoran) por la preservación de los bienes patrimoniales. Dado que no existen mercados amplios y profundos sobre la mayoría
de los bienes patrimoniales, especialmente en aquellos con características de
bienes públicos, estos métodos de cálculo se desarrollan a través de técnicas
indirectas. Aunque estas técnicas están en pleno desarrollo, las más utilizadas son la técnica de valoración contingente (preguntando a través de cuestionarios realizados a una muestra de la población implicada cuánto estarían
dispuestos a pagar por la preservación o recuperación de un determinado
15
[page-n-12]
PAU RAUSELL KÖSTER
bien, y simulando por tanto la contingencia de un mercado), la del cálculo de
los precios hedónicos (calculando a través del incremento de los precios de
los bienes y servicios asociados a dicho bien patrimonial, por ejemplo la vivienda), y la del cálculo de los costes de desplazamiento (donde los investigadores tratan de calcular la valoración del bien patrimonial a partir del dinero
que los ciudadanos están dispuestos a pagar por visitar el bien en cuestión,
que básicamente son el coste del transporte y el coste del acceso).
Todas estas técnicas muestran naturalmente dificultades prácticas y algunas complicaciones metodológicas y conceptuales. Quizás la valoración
contingente como ejercicio de sondeo muestral, ex ante, en caso de que esté
bien diseñado, aparece como la mejor herramienta que profundiza el calado
participativo de la preservación del patrimonio. Aun así, todas estas técnicas
nunca deben ser aceptadas con criterio acrítico para tomar decisiones que finalmente hubieran de ser resultado de consensos colectivos. La aproximación
económica debe ser entendida como mecanismo de revelación de preferencias sobre valores como el desarrollo artístico, educativo o social en contextos
donde esto es un procedimiento difícil. Y esta circunstancia ya es un modesto
avance en un marco que tradicionalmente se ha mostrado refractario a cualquier reflexión sobre el origen y la naturaleza de los valores de los bienes
patrimoniales y que, por tanto, ha forzado mecanismos de decisión que bajo
supuestos criterios técnicos se ha movido en márgenes arbitrarios y opacos.
LAS ACTIVIDADES ECONÓMICAS LIGADAS AL PATRIMONIO
La voluntad de “proteger el patrimonio” puede ser una loable intención, pero
para que su materialización sea efectiva, implica una secuencia bastante
compleja de decisiones. En primer lugar valga la aproximación conceptual
de Xavier Greffe que afirma que el patrimonio puede considerarse como un
conjunto de servicios de “fronteras cambiantes y calidad variable” que son
producidos por el sector público, los propietarios privados, y los agentes territoriales (públicos o privados) que muestran interés por los elementos patrimoniales, en un entorno normativo fijado por el Estado. La producción de
patrimonio depende por tanto de la agregación y la interacción de decisiones
de producción, estáticas o no, de cada uno de los agentes tomadas a priori, y
de forma independiente (Greffe, 2003).
De esta consideración nos interesa resaltar que la propia “producción de
patrimonio” es un proceso de construcción social en el que entran en juego
16
[page-n-13]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
tanto agentes públicos como privados o del denominado tercer sector y que
su éxito depende de la agregación de decisiones de agentes diversos con motivaciones y perspectivas distintas. Para que algún elemento se pueda considerar adecuadamente como patrimonio tiene que cumplir con algunas de las
características de los cultural commons. Éstos son los contenidos simbólicos
ubicados en un tiempo y en un espacio –ya sea físico o virtual– y compartidos
y sentidos por una comunidad cohesionada socialmente. Algunos ejemplos
son: la imagen cultural de una ciudad, una lengua, el paisaje conformado por
una ermita protagonista de una romería, la marca de vino de una denominación de origen, un movimiento artístico, los contenidos “wiki” generados por
la comunidad de usuarios “amantes de los castillos” en la web o los conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas.
También la mayoría de los bienes culturales patrimoniales, tanto si su titularidad es pública o privada, se caracterizan por la no rivalidad en el consumo, la dificultad en aplicarles principios de exclusión o la capacidad de
generar efectos externos positivos. Es decir, se trata de bienes con carácter
de bienes públicos. Y la valorización de éstos resulta de complejos procesos
sociales.
En algunos casos, la producción y la generación y la apropiación del valor
patrimonial sigue la lógica del mercado, y la magnitud de este valor dependerá de las posibilidades de materializar bienes y servicios con valor de mercado
derivados del uso del bien patrimonial.
En otros casos, los procesos de generación de valor se basarán en mecanismos de interacción de agentes dinámicos de la sociedad civil que prestan
atención a los sentidos o significados de los bienes patrimoniales y les otorgan funciones en el ámbito de la cohesión social, el sentido de identidad y
pertenencia.
Y finalmente, en otros casos, la valoración y la apropiación se articulan a
través de mecanismos de intervención colectiva por medio de la lógica de la
acción pública. O también se puede dar el caso de que se combinen en distintas cuotas las tres lógicas descritas en los párrafos anteriores.
Si tratamos de atender a la dimensión de las actividades económicas ligadas al patrimonio, podemos considerar desde la perspectiva de la oferta las
siguientes: 1) En primer lugar, tenemos aquellas actividades relacionadas con
la gestión de monumentos y sitios históricos, museos y archivos, por parte de
las Administraciones Públicas, así como las actividades de gestión de las artes
17
[page-n-14]
PAU RAUSELL KÖSTER
plásticas. 2) Un segundo conjunto de actividades son las relacionadas con la
explotación de la red de Paradores, que constituyen una actividad singular de
hostelería de titularidad pública. 3) Seguidamente, tratamos de contar con
aquellas actividades de regulación que conforman los organismos correspondientes a la certificación, tutela y control de los activos patrimoniales. 4) Para
completar la dimensión pública de las actividades económicas, nos referiremos a las actividades de enseñanza relacionadas con el patrimonio, como
las escuelas de arte y las de artes plásticas. 5) En quinto lugar contemplamos
aquellas actividades privadas sobre patrimonio, museos y archivos. 6) Y las
actividades de lo que podríamos denominar el tercer sector, como fundaciones y asociaciones culturales. 7) Seguidamente, las actividades de las empresas privadas cuya actividad principal es la arqueología, la rehabilitación o la
museografía, el transporte y la custodia, y que se conforman como proveedores tanto del sector público, privado o del tercer sector. 8) En el siguiente conjunto de actividades referimos a todas aquellas relacionadas con el mercado
del arte y las antigüedades, 9) Las enseñanzas privadas relacionadas con las
artes y las artes plásticas, y 10) la artesanía.
Desde la perspectiva del acceso y disfrute podemos incorporar también
las actividades y servicios turísticos relacionados con el patrimonio, bien los
tradicionales como el alojamiento o la restauración, o bien aquellos servicios
como guías, servicios de comunicación, interpretación y didáctica (figura 1).
LAS PERSONAS OCUPADAS EN EL SECTOR DEL PATRIMONIO
Determinar el número de personas trabajadoras en los sectores culturales
relacionados resulta un ejercicio bastante complejo, dadas por una parte las
diferentes aproximaciones sectoriales, la no existencia de un consenso definitivo sobre la definición del campo “patrimonio” y la difusa concreción sobre las actividades económicas que se derivan de su existencia. Por todo ello,
resulta necesario establecer unos criterios envolventes que permitan dibujar
una serie de escenarios que van de menos a más. Desde el punto de vista de
la disponibilidad de las estadísticas, la Clasificación Nacional de Actividades
Económicas, nos da una aproximación bastante ajustada de aquello que podríamos denominar el núcleo indiscutible de aquellas profesiones que tienen
que ver con el patrimonio (tabla 1).
Con esta clasificación podemos obtener la evolución de la ocupación desde el año 2000 a partir de los datos de la EPA. Si comparamos la evolución
18
[page-n-15]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Figura 1. Mapa conceptual sobre las actividades económicas vinculadas al
patrimonio.
Actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento
Grupo
Clase
910
Actividades de bibliotecas, archivos, museos y otras
actividades culturales
9101
Actividades de bibliotecas y archivos
9102
Actividades de museos
9103
Gestión de lugares y edificios históricos
9104
Actividades de los jardines botánicos, parques zoológicos y
reservas naturales
Tabla 1. Actividades relacionadas con el patrimonio según la Clasificación Nacional
de Actividades Económicas.
19
[page-n-16]
PAU RAUSELL KÖSTER
del sector de bibliotecas, archivos, museos y otras actividades culturales con
la evolución de otros sectores culturales y con el total de la ocupación desde
el primer trimestre de 2008, para observar los diferenciales de la crisis, podemos comprobar que las tendencias son casi simétricas respecto al sector de
otras actividades artísticas. Hay dos fases bien diferenciadas: la primera hasta
el segundo trimestre de 2009, donde el deterioro es notablemente superior
a la media de la economía, luego se observa una recuperación que se ajusta a
la dinámica media de la economía, y es a partir del tercer trimestre del 2011,
cuando se produce un creciente deterioro que supera ampliamente la tendencia del resto de la economía, pero ahora de manera paralela a otras actividades de creación y artísticas. A partir del primer trimestre de 2012 se puede
observar una discreta recuperación que se trunca en el último trimestre, con
una pauta que de nuevo se repite en el año 2013 (figura 2).
Durante el período considerado, las personas ocupadas en el sector del
patrimonio suponen el 0,22% de promedio del total de ocupados. Si tratamos
de comparar los datos para 2009 con algunos otros países europeos, podemos
observar que la posición de España resulta relativamente modesta según los
parámetros europeos.
Desde una perspectiva más ampliada podemos alcanzar hasta el 1,9% de los
ocupados en 2008, incluyendo los ocupados del sector turístico que se pueden
imputar de forma más directa a la existencia de elementos relacionados con el
patrimonio (museos, sitios patrimoniales, espacios históricos, etc.) (tabla 2).
Figura 2. Activos por ramas de actividad (en miles) del periodo 2008-2013. Arriba
las actividades de creación, artísticas y espectáculos. Abajo las actividades de bibliotecas, archivos, museos y otras actividades culturales. Fuente EPA.
20
[page-n-17]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Actividad Sector
VAB M€
OCUPADOS
1.1. Patrimonio histórico-artístico de las AAPP
578,5
16.496
1.2. Archivos de las AAP
156,7
4.469
1.3. Artes plásticas de las AAPP
26,3
750
2. Paradores
168,1
4.795
3. Actividades de regulación de las AAPP
78,6
2.242
393,5
11.223
5.1 Archivos privados
99,4
2.833
5.2 Museos privados
366,7
10.458
156,9
4.473
42,0
1.336
4.3 Enseñanza de Patrimonio de las AAPP, artes y artes plásticas
6. Actividades sobre el patrimonio de las fundaciones de las
Cajas de Ahorro y sus Obras Sociales
7.1 Actividades de Arqueología privada
7.3 Transporte de Obras de Arte
ND
7.4 Custodia de museos y bienes patrimoniales
83,6
7.5 Empresas privadas de rehabilitación del patrimonio
ND
8.1 Comercio al por mayor de obras de arte y antigüedades
22,7
647
12,1
343
8.3 Galerías de Arte
36,6
1.166
8.4 Casas de subastas
ND
9.1 Enseñanzas privadas de las artes y las artes plásticas
71,6
2.057
4.004,0
200.000
Patrimonio)
6796,4
145.852
Total
13093,7
411.817
1,2%
1,9%
8.2 Anticuarios
10. Artesanía
2.753
11. Turismo (entre el 5% y el 7% del total de los ocupados en
el sector turístico se pueden imputar a la existencia directa de
% sobre el total de PIB y personas ocupadas
Tabla 2. Personas ocupadas y VAB de las actividades económicas vinculadas a la existencia del Patrimonio (2008). Estimaciones del autor a partir de distintas fuentes.
21
[page-n-18]
PAU RAUSELL KÖSTER
Las conclusiones que podemos recoger sobre la situación de la ocupación
en el sector de patrimonio son: a) se trata de un sector que en función de
lo restrictiva que consideremos su definición se mueve en España entre las
30.000 y las 400.000 personas ocupadas; b) en términos comparativos muestra unas cifras bastante discretas respecto a otros países europeos.
Se trata de un conjunto de personas compuesto en dos terceras partes por
mujeres, con una edad media que ronda los 40 años y con unos niveles de formación muy elevados. Sus niveles salariales, aún situándose por encima del salario
medio en España, aún se encuentran bastante por debajo de lo que corresponde
a sus niveles de formación. El reducido dinamismo del mercado de trabajo y la
eclosión de la oferta formativa por el tránsito hacia el modelo de Bolonia, augura
una creciente producción de oferta laboral, que a corto plazo se va a ver frustrada, ante la imposibilidad de enfrentarse a un nivel de demanda suficiente.
Ya no nos cabe ninguna duda que el patrimonio es un atributo de los territorios que no sólo sirve para satisfacer algunos de los derecho culturales básicos de la ciudadanía, como el derecho a ser o el sentido de la identidad y la
pertenencia o el derecho a emocionarse a través de la contemplación y el uso
de la belleza, sino que el sector del patrimonio se configura como un nicho
de desarrollo profesional con enormes potencialidades. Como ya señalamos
en otros textos, parece claro que la dinámica de la ocupación en el sector del
patrimonio, está condicionada por la dinámica general de la economía, que
en estos momentos muestra notables signos de alarma, ante el proceso continuado de ajustes y consolidación fiscal.
LAS OPORTUNIDADES DE LA DIMENSIÓN LOCAL
El principal agente valorizador del patrimonio en España es el sector público
y especialmente las administraciones autonómicas, como podemos observar
en las distintas evidencias constatadas. En ellas se puede observar que las
CCAA juegan un papel determinante tanto en términos de dimensiones absolutas (suponían más del 60% del gasto público total), como de crecimiento
durante la década de los 90. Las estrategias concretas de las CCAA sobre las
políticas de protección del patrimonio, devienen así en elementos centrales
para explicar las dinámicas de crecimiento de la ocupación en el sector.
Hemos comprobado en los estudios de los casos que hemos realizado en
los últimos años (Rausell et al., 2011; Rausell et al., 2012), que intervenciones
integrales sobre el sector del patrimonio tienen claros efectos multiplicado-
22
[page-n-19]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
res considerables, tanto sobre el empleo como en términos de generación de
riqueza. Por ejemplo, el estudio de los efectos de la restauración del patrimonio y posterior exposición “Camins d’Art”, realizada por la fundación pública
“La Llum de les Imatges” en 2012 en Alcoi, tuvo unos efectos multiplicadores
de la riqueza sobre la inversión pública de un 1,06 y de 5,1 sobre el empleo.
Un segundo vector relevante para la evolución de la ocupación en el sector del patrimonio es el desarrollo del turismo cultural. Este tipo de turismo
otorga oportunidades al espacio local, ya que habitualmente los elementos
patrimoniales muestran una elevada dispersión sobre el territorio, y finalmente todo territorio tiene oportunidades en el proceso de valorizar su patrimonio cultural. Como hemos comprobado en los datos empíricos, el turismo cultural es una de las dimensiones de mayor impacto en el ámbito de la
creación de empleo ligado al patrimonio. Resulta indiscutible que el turismo
muestra comportamientos mejores que la evolución del resto de la economía.
El turismo cultural es una actividad emergente en España, y dados sus determinantes, desde el punto de vista de la demanda, es previsible que estas circunstancias persistan a medio y largo plazo. Estas tendencias van a tener un
efecto sobre las capacitaciones profesionales exigidas, de forma que sin duda
se incrementará la sofisticación de las herramientas, ya que empezamos a
establecer marcos donde los procesos de valorización del patrimonio no sólo
han de ser eficaces desde el punto de vista instrumental, sino competitivos en
un entorno donde se multiplican las ofertas.
El turismo, y específicamente el turismo cultural, deviene en una de las
anclas más sólidas, a corto plazo, para tratar de hacer despegar el crecimiento
de las ocupaciones en el sector del patrimonio, pero esta circunstancia empuja también a las profesiones de gestión y valorización del patrimonio hacia
una creciente complejidad.
Finalmente, el tercer vector dinamizador del mercado de trabajo, quizás
de menor impacto, resulta ser la propia presión que ejercen las propuestas
formativas en el ámbito de la gestión cultural del patrimonio. En este sentido,
la oferta formativa no sólo funciona como estrategia reactiva a las demandas
del mercado, sino que se origina por lógicas diversas y los “formados”
constituyen un elemento capaz de generar su propia demanda, cumpliendo la
Ley de Say. Esta circunstancia puede ser especialmente relevante en aquellas
CCAA de dimensiones reducidas, y con mercados de trabajo relacionados con
la gestión cultural, muy estrechos pero con ofertas formativas dinámicas. El
23
[page-n-20]
PAU RAUSELL KÖSTER
modelo formativo, por tanto, no va a ser neutral y resulta esencial incorporar
aquellas capacidades que tienen que ver con la eficiencia en la gestión
de los proyectos. Para que cuajen estas posibilidades resulta necesario
transformar, modificar y mejorar todas aquellas variables que afectan a la
propensión al emprendimiento. Es necesario buscar mecanismos específicos
de intervención que mejoren las posibilidades de financiar proyectos de
emprendimiento alrededor del patrimonio, pero también resultará clave
simplificar procesos burocráticos y alejarse de posiciones excesivamente
reglamentistas, así como utilizar metodologías que permitan aproximarse al
valor colectivo de los bienes patrimoniales.
A MODO DE CONCLUSIONES
No nos cabe ninguna duda de que es posible articular procesos de desarrollo local basados en la valorización de elementos patrimoniales. Los bienes
patrimoniales por tanto, han de devenir en un conjunto de bienes al servicio
de las colectividades en las que se asientan y para ello es necesario relajar
algunos de los principios filosóficos sobre los que fundamenta la legislación
relativa a la preservación del patrimonio. Hemos de reconocer que los bienes patrimoniales (es decir sus contenidos materiales, simbólicos y sus usos)
son un recurso que nos pertenece como fruto de un proceso de construcción
social y sobre los que tenemos el derecho de conservarlos, pero también de
reinventarlos, recrearlos e incluso llegado el caso, en procesos democráticos
y participativos, de amortizarlos.
Todo ello concuerda con los nuevos paradigmas de desarrollo local y rural
propuestos ya desde hace más de un lustro por la OCDE: promoviendo la
diversificación productiva, impulsando la cooperación interterritorial, redefiniendo los modelos de gobernanza y basando la sostenibilidad de los modelos locales en el aprovechamiento de los recursos propios.
Es de esperar en el futuro inmediato un menor protagonismo público en
el ámbito de la gestión del patrimonio. Se acaba un modelo tradicional de
gestión del patrimonio financiado por el sector público y basado en uso museístico de los recursos patrimoniales, por lo que es previsible, por una parte,
la extensión de las demandas de nuevos modelos de participación ciudadana, y de manera paralela, una mayor presencia relativa del capital privado.
Para afrontar estos nuevos retos se requiere una mayor democratización de
la definición de patrimonio. Se acaba también el modelo de definición del
24
[page-n-21]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
patrimonio supuestamente técnico/político y obliga a nuevos modelos de gobernanza. Y finalmente se requiere una regulación sensata.
Los estudios valoración económica pueden contribuir a la generación de información necesaria que pueda nutrir un rico debate social, pero hay que tener
en cuenta que estos ejercicios no son meramente técnicos. Y nada impide que
los colectivos ciudadanos participen en la decisión de qué se cuenta y cómo.
“Contar” permite expresar valoraciones, otorgarles consistencia lógica,
ordenar y centrar debates sociales, aportar información para posicionarse
como ciudadano... y esto se puede hacer sobre el ámbito de los bienes patrimoniales. No se trata por tanto de poner precio a los bienes simbólicos, tal
como destacan algunas críticas a una aproximación económica malentendida, sino de establecer mecanismos que posibiliten a los ciudadanos expresar
sus valores y que serán finalmente el resultado de una compleja relación entre
los individuos, las apreciaciones de los expertos, la visibilidad social y simbólica de los bienes en cuestión y de muchos otros factores. Pero este ejercicio
de explicitación y auto explicitación de las preferencias construye marcos de
interacción social donde la información deviene un elemento esencial y que
obliga a la reflexión sobre la construcción de nuestros propios valores. Las
técnicas de valoración económica de los bienes patrimoniales se convierten
así en un ejercicio pedagógico que nos revela el trasfondo de nuestras jerarquías de valoración simbólica. Si además estos resultados se difunden de manera transparente y amplia, enriquecen notablemente las posibilidades de un
debate social que resulta mucho más relevante de lo que pudiera parecer en
un principio, ya que en definitiva nos permite tomar posiciones sobre decisiones que afectan al andamiaje de nuestra cosmología simbólica.
AGRADECIMIENTOS
Este artículo propone una transcripción actualizada, amplia y de síntesis de las conferencias pronunciadas en el Museu de Prehistòria de Valencia en el marco de las
Jornadas de Reflexión sobre el Patrimonio Arqueológico, Desarrollo y Turismo, celebradas en Valencia en diciembre de 2012 y en las X Jornades de Recerca Històrica de
Menorca de noviembre de 2012. Las investigaciones que sustentan las afirmaciones
son fruto de la ayuda financiera del Ministerio de Economía y Competitividad, Plan
Nacional de I+D+i 2008-2011 (proyecto CSO2012-39373-C04-3).
25
[page-n-22]
PAU RAUSELL KÖSTER
BIBLIOGRAFÍA
De Miguel B., Hervás J. L., Boix R., De Miguel M. (2012): The importance of creative
industry agglomerations in explaining the wealth of European regions, European
Planning Studies, 20 (8), 1263-1280.
Florida, R. (2002): The Rise of Creative Class. Basic Books, Nueva York.
Greffe, X. (2003): La valorisation économique du patrimoine. Ministère de la Culture
et de la Comunication. DEPS, Collection Questions de Culture. La documentation
française, París.
Hawkes, J. (2001): The Fourth pillar of Sustainability: Culture’s Essential Role in Public
Planning, Cultural Development Network, Melbourne, Victoria.
Lucas, R. E. (1988): On the Mechanics of Economic Development, Journal of Monetary
Economics 22, 3-42.
Montagut, J. (2004): Economía Social y Patrimonio. La Historia continúa. En E.
Sánchez, P. Rausell (eds.), Rehabilitación, patrimonio y participación. Fundación
Pere Compte. Valencia, 17-42.
Potts, J. (2012): Creative industries and innovation in a knowledge economy. En D.
Rooney, G. Hearn, T. Kastelle (eds.), Handbook on the Knowledge Economy. Vol II.
Edward Elgar, 193-203.
Power, D., Nielsen, T. (2010): Priority Sector Report: Creative and Cultural Industries,
European Cluster Observatory.
Rausell, P. (2007): Les politiques de patrimoine en Espagne. En L. Bonet, E. Négrier
(dirs.), La politique culturelle en Espagne, Karthala, París, 123-146.
Rausell Köster, P., Carrasco Arroyo, S. (1999): El Patrimoni Industrial de Sagunt:
Un Factor Possilbe de Desenvolupament Territorial. En X. Revert (comis.),
Reconversión y revolución. Industrialización y Patrimonio en el Puerto de Sagunto,
Universitat de València, Valencia, 83-90.
Rausell P. (dir.), Abeledo et al. (2012): Culture as a factor for Economic and Social
Innovation. Report Tome 01 Sostenuto Project.
http://www.uv.es/soste/pdfs/Sostenuto_Volume1_ENG.pdf
[Consultado el 27 de mayo de 2014]
Rausell, P. (dir.), Marco, F., Montagut, J. (2011): Impacto y dimensión económica del
Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias ‘González Martí’. ECONCULT.
Universitat de València, Revista MUSEOS.es núm. 7-8, 232-253.
Rausell, P. (dir.), Montagut, J., Marco, F. (2012): Propuesta de viabilidad para la Unidad
Museística Ene.Térmica. ECONCULT. NIMEO. Universitat de València.
Reeves, M. (2002): Measuring the economic and social impact of the arts: a review.
Arts Council of England, Londres.
26
[page-n-23]
La sostenibilidad económica de los proyectos de desarrollo local basados en el patrimonio
Romer, P. M. (1986): Increasing Returns and Long run Growth, Journal of Political
Economy 94, 1002-1037.
Sen A. (1999): Development as Freedom. Oxford University Press, Oxford.
27
[page-n-24]