Paisaje y fauna: de la arqueología a la pantalla
Alfred Sanchis Serra
Juan Vicente Morales Pérez
2012
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Alfred Sanchis Serra, J. Vicente Morales Pérez
PREHISTORIA Y CINE
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Paisaje glaciar. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
Paisaje y fauna:
de la arqueología
a la pantalla
Alfred Sanchis Serra
Juan Vicente Morales Pérez
Museu de Prehistòria de València
Servei d’Investigació Prehistòrica
Departament de Prehistòria i Arqueologia
Universitat de València
Paisaje y medio ambiente
Paisage glaciar
El paisaje, un concepto de compleja definición1, es el lugar donde los seres humanos desarrollamos
nuestra actividad, y en su formación intervienen tanto factores naturales como culturales. Tal y como
apuntó el antropólogo Marvin Harris (Harris, 2001) «en las sociedades industriales la influencia del medio
ambiente parece estar a menudo subordinada a la influencia que ejerce la tecnología, y eso nos hace perder la
noción de su importancia en nuestra vida». Sin embargo, aún hoy marca el ritmo de vida, los recursos disponibles, su gestión e incluso las relaciones sociales. En un mundo donde la humanidad ha estado en
constante expansión desde su aparición y donde los recursos naturales han pasado de ser aprovecha1. Según el Convenio Europeo del Paisaje por paisaje se entenderá cualquier parte del territorio tal como la percibe la población,
cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos (www.mcu.es/patrimonio/docs/
Convenio_europeo_paisaje.pdf). El paisaje puede recibir muchos epítetos, por ejemplo, el Ministerio de Cultura define el
paisaje cultural como el resultado de la acción del desarrollo de actividades humanas en un territorio concreto […] es una realidad
compleja, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo
identifica como tal, por ello debe abordarse desde diferentes perspectivas (http://www.mcu.es/patrimonio/MC/IPHE/PlanesNac/
PlanPaisajesCulturales/Definicion/DefinicionPaisCultural.html).
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Los restos de fauna son habituales en los yacimientos arqueológi-
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cos y se relacionan principalmente con los procesos de alimentación de los grupos humanos o de otros predadores. El Salt (Alcoi)
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Ardilla
dos a sobreexplotarse, han surgido durante el siglo xx nuevas corrientes de pensamiento político, económico y social, como el decrecimiento, que propone una disminución del consumo y la producción
controlada y racional, o los distintos movimientos y grupos ecologistas. Todos, de una forma u otra,
buscan recuperar una relación entre el ser humano y el medio ambiente más responsable y sostenible.
Durante el Paleolítico, los grupos humanos cazadores-recolectores interaccionan íntimamente con
el medio en el que habitan. Forman parte integral de la cadena trófica, son cazadores y presas. Su dependencia del entorno es total, y su capacidad de control del mismo se limita al aprovechamiento de
los recursos disponibles, la selección de sus presas y la utilización de la tecnología del fuego, la talla de
útiles líticos y el trabajo de materias vegetales y animales. Con la llegada de las sociedades productoras
neolíticas, la relación con el medio cambia. Se empieza a transformar de forma más intensa, se adapta: se domestica. La caza, que no se abandona, se complementa con nuevas formas de producción: la
gestión de plantas y animales domésticos. Se producen grandes cambios en el paisaje, y por tanto en
su concepción. Nuevas dinámicas en la forma del poblamiento, deforestaciones relacionadas con la
apertura de espacios agropecuarios e incluso las primeras introducciones de especies foráneas, tal es
el caso de la oveja o la cabra, y de diversas especies de cereales y leguminosas autóctonas del Próximo
Oriente y que se extienden por Europa como formas ya domésticas. Y como éstas, muchas otras especies de plantas y animales. La importancia del paisaje en estos momentos no es desdeñable (nunca lo
ha sido), y sin caer en el determinismo geográfico, sin duda es parte integrante de la vida humana y
ejerce gran influencia en su desarrollo.
Pero, ¿con qué herramientas cuentan los científicos actualmente para caracterizar los paisajes durante la Prehistoria? Los huesos y dientes de animales y los restos vegetales conservados, como los
carbones, los fitolitos y el polen, aportan una valiosa información 2 . Los pequeños mamíferos, como
muchos roedores e insectívoros, son buenos marcadores climáticos, pues dado que habitan en nichos
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Paisaje glaciar. Flatbre, brazo del Jostedalsbreen (Sogn Og Fjordane), en el SO de Noruega
ecológicos muy concretos, las variaciones de la temperatura o la humedad pueden producir su desaparición o migración, de forma que el hecho de que aparezcan o no en los yacimientos es indicativo de
diferentes condiciones ambientales. Por ejemplo, el hámster se vincula a condiciones frescas y de cierta
aridez, mientras que el castor muestra la existencia de cursos de agua y la ardilla 3 , de bosques; ciertas
especies son propias de condiciones templadas mediterráneas, mientras que otras habitan paisajes
fríos y más rigurosos (Guillem, 2001). Las faunas de mayor tamaño en ocasiones también se han visto
afectadas por cambios climáticos. Durante fases más benignas, como por ejemplo durante el último
periodo interglaciar, hace unos 120.000 años, algunas zonas de la península Ibérica estaban pobladas
por faunas «templadas» como los hipopótamos o elefantes, especies que posteriormente desaparecieron con la llegada del siguiente periodo glaciar y que en la actualidad se encuentran en latitudes más
meridionales. Otras faunas, como los rinocerontes o los tahres o también las tortugas mediterráneas
desaparecen del registro fósil peninsular al final del Paleolítico medio también por causas climáticas,
coincidiendo con el inicio de las fases más rigurosas y la llegada de los humanos anatómicamente
modernos (Aura et al, 2002; Morales y Sanchis, 2009). Del mismo modo, en períodos de extensión
del frío 4 , especies que podemos considerar en general de clima continental, y que en la actualidad
habitan zonas del centro y norte de Europa, como el reno, el bisonte 5 6 o el antílope saiga, llegaron
a estar presentes, y en ocasiones de forma muy importante, en algunas zonas de Europa meridional,
como Francia y el norte de la península Ibérica. Al igual que la fauna, los estudios paleobotánicos
permiten conocer la vegetación prehistórica y contribuyen al conocimiento de los paisajes existentes.
Disciplinas como la antracología (estudio de los carbones), la carpología (estudio de las semillas y frutos) o la palinología (estudio del polen) nos permiten obtener una visión del paisaje circundante y el
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Reno (Rangifer Tarandus). Pallas-Yllästunturi, Finlandia
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Bisonte europeo (Bison bonasus) Skansen (Estocolmo, Suecia)
biotopo donde los humanos interactuaban junto a otros animales y plantas (Badal y Carrión, 2001;
Dupré y Carrión, 2001). Por otro lado, recientemente se han efectuado sondeos marinos en diversas
zonas del mar Mediterráneo. El estudio de las columnas estratigráficas que se obtienen también aportan información sobre diversos aspectos climáticos (tasa de insolación, temperatura del mar, etc.)
que posibilitan estudiar la evolución climática de largos periodos de tiempo de forma muy detallada
(Gamble, 2001). Todos estos análisis nos acercan a los paisajes europeos prehistóricos presentes en
las diversas regiones climáticas. Como en la actualidad, aunque con una desigual distribución, en la
Europa prehistórica podríamos diferenciar zonas de hielos perpetuos (desiertos helados), espacios de
transición (tundra con escasa fauna y vegetación) y la taiga, ya con importantes biomasas animales y
grandes bosques de coníferas. A continuación se localizarían los paisajes continentales que comprenderían gran parte de Europa (con praderas, estepas y también bosques), caracterizados por presentar
importantes biomasas animales, y la Europa mediterránea (donde quedaría englobada la mayor parte
de la península Ibérica). Además del componente latitudinal, las zonas de alta montaña mostrarían
unos paisajes y una biodiversidad característicos.
En el cine el paisaje es el marco donde transcurre la acción, pero también un vehículo más de
expresión. Su tratamiento en las películas de temática prehistórica es diferente según el rigor de la
película, el grado de exotismo de la misma, el presupuesto destinado a su rodaje, el género, etc. Este
trabajo no pretende ser un catálogo exhaustivo de todo el cine de temática prehistórica, ni la descripción sistemática de todos los paisajes que aparecen en estas cintas, sino más bien un análisis de sus
características generales, desde su mayor o menor realismo, los errores más frecuentes o el significado
que muchas veces adquiere, bien por sus características intrínsecas, bien por el momento histórico en
el cual se rodó la película.
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Ao, le dernier néandertal (Jacques Malaterre, 2010)
Realismo, cientifismo y buenas intenciones
Como todo, el tratamiento del paisaje en el cine puede hacerse con mayor o menor acierto, y solamente en unas pocas películas este elemento ha sido tratado con rigor, pese a la cantidad de conocimientos
que se tienen desde hace tiempo sobre aspectos ambientales y paisajísticos prehistóricos. Una película donde la recreación del paisaje resulta muy interesante, por su rigor y variedad, es la del director
Jacques Malaterre, Ao, le dernier néandertal, 2010. Esta cinta, rodada en Ucrania, Bulgaria y Francia, da
buena muestra de los diferentes entornos naturales que conformaban el continente europeo hace entre
40 y 30.000 años (final del Paleolítico medio-inicio del Paleolítico superior). El protagonista de la película emprende una gran odisea 7 en busca de su tribu desde la tundra ártica siberiana hasta las costas
mediterráneas, atravesando la taiga y los bosques continentales. Este increíble viaje se convierte en una
buena excusa para mostrarnos cómo era Europa en aquel momento. Otra película donde el paisaje y la
fauna están recreados de forma muy acertada es del cineasta Michael Chapman, El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, 1986). Ambientada en una época coetánea a Ao, su recorrido paisajístico
es de menor envergadura. La acción se sitúa en un bosque continental frío (rodada en varios parques
de Canadá), donde podemos observar grandes depredadores como leones 8 (representando leones de
las cavernas, Panthera leo spelaea), osos (en el papel de osos cavernarios, Ursus spelaeus) y también lobos
(Canis lupus), así como diferentes herbívoros como el buey almizclero (Ovibos moschatus), el corzo (Capreolus capreolus) y faunas de menor tamaño como ardillas (Sciurus sp.), diferentes aves de estos parajes
y peces como el salmón (Salmo trutta).
Pese a los dos ejemplos anteriores sobre paisajes y faunas tratados con rigor, lo cierto es que, en
ocasiones por desconocimiento o tal vez buscando lo exótico, en buena parte de estas películas la recreación del entorno natural suele incurrir en errores. Tal es el caso de dos clásicos como En busca del
fuego (La guerre du feu, Jean-Jacques Annaud, 1981) o la secuencia inicial de la cinta de Kubrick 2001:
una odisea del espacio (2001: a space odyssey, 1968), donde el exceso de celo en la búsqueda de exotismos
que nos trasladen a un mundo prehistórico lleva a las películas a incurrir en algunos deslices que en
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León de las cavernas. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
estos dos casos se pueden considerar de menor importancia. La primera fue rodada exclusivamente en
entornos naturales con la intención de recrear diversos ambientes de carácter templado (escenas rodadas en Kenia), y también fríos y con escasa vegetación, para los cuales se eligieron Escocia y Canadá.
En la sinopsis que acompaña a la película, la acción se sitúa en un lugar indeterminado hace 80.000
años. Eso supone que ese lugar debía estar situado probablemente en Oriente Próximo, ya que es donde se produce el encuentro entre neandertales y cromañones en ese momento. Es en ese punto donde
se halla el problema, puesto que si nos situamos en ese entorno, una zona templada, difícilmente
podríamos encontrar paisajes tan variados como en la película. Es llamativa la aparición del mamut
(Mammuthus primigenius) en un paisaje de sabana y en estas latitudes sin un registro zooarqueológico
que pueda apoyar esta imagen 9 . Y tampoco la de los dientes de sable, cuya extinción en las zonas más
templadas de Eurasia se produce hace cerca de medio millón de años durante el Pleistoceno medio2.
En cualquier caso, esta película puede ser vista como una metáfora de la evolución de la humanidad,
del contacto entre distintas especies humanas, por lo que, de alguna manera, y pese a esa localización
temporal, podemos entender que se trata de una visión general, metafórica sobre el largo curso de la
evolución.
La aparición de estas faunas, reales pero anacrónicas, en la película se justifica por el exotismo de
las mismas y por la relación icónica de ambas especies con el ser humano prehistórico. De ahí que su
aparición se repita en películas como 10.000 BC de Roland Emmerich (2008), de la que luego hablaremos, o en la de animación Ice Age (C. Wedge y C. Saldanha, 2002) y sus secuelas. La búsqueda de un
cierto aspecto prehistórico en los animales lleva a cometer un lapsus, que suele pasar desapercibido,
en la primera secuencia del clásico de Kubrick. En ésta vemos cómo dos grupos de autralopitecinos se
2. Si bien es cierto que algunos géneros de la subfamilia Machairodontinae como el Smilodon sobreviven en América
hasta hace unos 12.000 años (Pleistoceno final), en África su desaparición es muy anterior (1,5 millones de años), y sólo
algunos restos del género Homotherium del Pleistoceno superior se han recuperado en el Norte de Europa e Inglaterra.
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Mamut. En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
Dinosaurios, pollos gigantes y otras excentricidades
Más allá de las faunas que sí cohabitaron con los distintos tipos de homínidos, la Prehistoria ha sido
muy sugerente para el cine. El halo de misterio y salvajismo, así como el vértigo temporal que produce pensar en épocas tan remotas han producido, a veces, resultados realmente histriónicos. Faunas
inexistentes en paisajes extremos, animales cuya extinción se produjo varios millones de años antes de
la aparición de los primeros homínidos o animales que, si bien convivieron con los grupos humanos
prehistóricos, se transforman en bestias descomunales o animales domésticos.
Ya en los orígenes del cine, encontramos películas que utilizan como marco esta época. Tal es el
caso de Las tres edades (Three ages, Buster Keaton, 1923), a la que podríamos considerar el arquetipo de
película sobre la prehistoria en los inicios del cine. En ésta, donde se analizan las relaciones amorosas
del ser humano en tres periodos diferentes, la Prehistoria está plagada de actualismos con intenciones
3. Dawn of Man, tal y como aparece en la secuencia.
4. Al final del Plioceno este género se documenta tanto en América como en Eurasia, donde sufre un fuerte retroceso
durante el Pleistoceno, desapareciendo de Europa. No hay evidencias de su presencia en África.
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enfrentan por el control de una charca. Junto a ellos aparecen, compartiendo el territorio, unos tapires que les servirán de alimento una vez que se conviertan en cazadores 10 . Si, como parece reflejar la
secuencia, estamos ante los albores de la humanidad3, la acción debe transcurrir en algún lugar de África,
donde no hay ninguna evidencia de la existencia de tapires4. Su presencia se justifica únicamente por
su aspecto extraño, hecho que en el imaginario colectivo le otorga un aspecto arcaico, prehistórico. La
búsqueda de esta apariencia es la que lleva en ocasiones a la falta de rigor que, como veremos en el
punto siguiente, puede llegar a rozar la aberración.
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Tapires. 2001: una odisea del espacio (2001: a space odyssey, Stanley Kubrick, 1968)
humorísticas. Evidentemente, desde un punto de vista paisajístico, no encontramos nada fidedigno ni
creíble. El villano llega a lomos de un elefante asiático domesticado, con prótesis dentales que buscarían asemejarlo a un mamut o a un elefante antiguo; pero Keaton lo supera y aparece montado sobre
la cabeza de un dinosaurio saurópodo 11 , también doméstico, que a una orden suya agacha la cabeza
suavemente para que descienda. Más allá de estas excentricidades humorísticas propias del género (en
cualquier caso no perdamos de vista el año de la película), el paisaje se torna irrelevante, simplemente
rocas y arbustos rodados en planos bastante cortos. A destacar la aparición de la inevitable tortuga,
esta vez en el papel de «ficha» de una especie de tablero adivinatorio que recuerda a una güija, y a
través del cual nuestro protagonista desea conocer su futuro. Del mismo modo, en los diversos cortos
mudos de animación anteriores a 1920, entre los que podemos citar The dinosaur and the missing link:
a prehistoric tragedy (Willis H. O’Brien, 1915), R.F.D. 10.000 BC (Willis H. O’Brien, 1916), o Prehistoric
poultry (Willis H. O’Brien, 1916), es habitual la mezcla de dinosaurios, faunas antiguas y humanos en
una recreación de la Prehistoria plagada de actualismos.
Avanzando un poco en el tiempo, en los años cuarenta encontramos un clásico algo desconocido,
pero de famoso remake: One milion BC (Hal. Roach y Hal. Roach Jr., 1940). En esta cinta, al igual que
en su secuela, los seres humanos habitan un mundo exótico y caótico, donde se mezclan dinosaurios y otras bestias. La interacción entre los seres humanos y el entorno se refleja en las prácticas de
subsistencia, el aprovechamiento del medio y el lugar donde habitan estos grupos. Los humanos más
salvajes habitan medios más difíciles, comen carne cruda y sus relaciones se basan en la violencia; por
el contrario, los grupos más «refinados», donde además la mujer adquiere mayor protagonismo, viven
en entornos más cómodos, practican la pesca y cocinan con esmero sus alimentos.
Ya en los años cincuenta, las excentricidades aparecen en forma de experimentos científicos que resucitan seres prehistóricos violentos y peligrosos como en The neanderthal man (Ewald André Dupont,
1953) o Monster on the campus (Jack Arnold, 1958), y que transforman al científico en un hombre pre-
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histórico, o a la aparición de faunas como los
dientes de sable (un tigre de bengala de peluche con prótesis) en la California de los años
cincuenta. Y todo influenciado por el terror a
los avances relacionados con la radiación o la
química y al apocalipsis nuclear, que se refleja
en otras películas como Teenage caveman (Roger Corman, 1958) o el clásico posterior El
planeta de los simios (Planet of the apes, Franklin
J. Schaffner, 1968), más vinculadas con el
boom del cine de ciencia ficción americano de
los cincuenta.
En los años sesenta aparece un nuevo filón para las películas sobre la «Prehistoria»: el
11 Humano sobre elefante. Las tres edades (Three ages, Buster
que podríamos denominar género bikini, exuKeaton, 1923)
berante y exótico, como los paisajes en los que
se sitúa la acción. Entre otras películas, cabe destacar el clásico Hace un millón de años (One million years
B.C., Don Chaffey, 1966). Fue rodado en las Islas Canarias (Lanzarote y Tenerife), lo que nos transporta a unos paisajes extremos, tropicales y volcánicos que nada tienen que ver con los de la Europa
paleolítica. Si ya de entrada situar la acción de grupos de humanos anatómicamente modernos hace
un millón de años es un despropósito, la aparición de toda una colección de monstruos lleva a esta
película al extremo de la imaginación. Pterosaurios, dinosaurios terópodos y saurópodos 12 , así como
triceratops, todos extinguidos al final del Cretácico hace unos 65 millones de años, se mezclan con
arañas, tortugas marinas e iguanas, todas estas especies de un tamaño desproporcionado, cientos e incluso miles de veces más grandes de lo normal 13 . En similares paisajes (en este caso Fuerteventura) fue
rodada otra película del mismo género, cuyo título ya lo dice todo: Cuando los dinosaurios dominaban la
12
Lucha entre dinosaurios. Hace un millón de años (One million years
B.C., Don Chaffey, 1966)
13
Tortuga gigante. Hace un millón de años (One million years B.C., Don
Chaffey, 1966)
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Escena de acecho. En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
tierra (When dinosaurs ruled the Earth, Val Guest, 1970). Siguiendo la misma estela de exotismo a todos
los niveles, encontramos otras cintas como Mujeres prehistóricas (Slave Girls, Michael Carreras, 1967),
situada en una época «prehistórica» indefinida que quizá se asemeja más a las historias de Conan o
Red Sonja. El paisaje de nuevo se torna extremo, con desiertos y junglas precuaternarias, donde un
animal tan exótico como el rinoceronte se diviniza. Incluso el hábitat en cueva se torna fantástico y en
su interior, estas mujeres se permiten hasta baños de espuma relajantes.
En otros muchos ejemplos de películas más recientes el paisaje se torna irrelevante, y todo exotismo se reduce a la mezcla de distintos pisos bioclimáticos y paisajes con reptiles gigantes. En la parodia
Cavernícola (Caveman, Carl Gottlieb, 1981) paisajes de matorral y árboles mediterráneos como el pino
o el olivo se mezclan con eucaliptos, secuoyas u otros árboles tropicales 14 15 .
Otra película, ésta más reciente, que se puede incluir en este apartado de excentricidades es 10.000
BC. El paisaje en el que se sitúa la película comprende zonas de alta montaña, selvas tropicales y desiertos (rodada en Namibia, Sudáfrica y Nueva Zelanda), entre los que no se establece ningún tipo de transición. Así, los protagonistas inician su carrera en una zona de alta montaña, y rápidamente la acción
pasa a transcurrir en un desierto o en una selva. La gran ave gigante que persigue a los protagonistas
en una trepidante escena en la selva se asemeja sospechosamente a las denominadas «aves del terror»
(Phorusrhacidae) del género Titanis, originarias de América y extinguidas hace unos dos millones de
años. También los dientes de sable se extinguieron más de un millón de años antes. A parte, no se conoce ningún félido de la envergadura del que aparece en la película5 (basta mirar el cartel anunciador
5. Uno de los géneros más grandes, el Homotherium, medía sobre 1,10 m. de altura.
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Parodia de la escena de acecho de En busca del fuego. Cavernícola (Caveman, Carl Gottlieb, 1981)
para darse cuenta que su cabeza ¡es tan grande como el hombre acuclillado que tiene enfrente!). Otra
especie que, si bien como ya hemos comentado, sí convivió con los grupos humanos en algunas zonas
de Eurasia y que resulta totalmente fuera de lugar, es el mamut lanudo. En un ecosistema imposible,
como es el desierto y, lo que resulta más increíble, domesticado como animal de trabajo. Hay que
señalar también otros aspectos menos llamativos pero igual de inquietantes en esta película como el
consumo de guindillas (Capsicum sp.) en África, cuando se trata de una especie americana que no llega
a Europa hasta el inicio de la época moderna. En este caso, solo faltan los dinosaurios…
Aspectos simbólicos del paisaje y de la fauna
El paisaje se convierte en algunas de las películas no solo en un mero decorado, sino también
en un reflejo del carácter de los grupos humanos que lo habitan. De esta manera, en muchos de los
films vemos, por ejemplo como los grupos humanos que actúan como los malos de la película habitan
en lugares duros, inhóspitos, hoscos y violentos... como ellos. El paisaje arquetípico es en estos casos
una especie de desierto montañoso, rocoso, las más de las veces con el inevitable volcán 16a , donde
habitan los monstruos. Por contra, los grupos humanos más civilizados viven en lugares más cómodos
y agradables, casi idílicos: la orilla de un río, lago o mar, una selva que se asemeja a un edén, etc. 16b .
Incluso cambian sus actividades de subsistencia, su forma de relacionarse con el entorno. A los machos
alfa violentos, cazadores y que, como rasgo de salvajismo, apenas procesan los alimentos, se oponen
los bondadosos pueblos de los edenes, muchas veces pescadores o recolectores, donde la mujer cobra
importancia, así como el trabajo culinario, hecho que por otro lado destila un sutil machismo.
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16a Criaturas
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olvidadas del mundo (Creatures the world forgot, Don Chaffey. 1971)
66
16b
Hace un millón de años (One millon years B.C., Don Chaffey. 1966)
En muchas de estas películas la violencia de los paisajes, su grandiosidad y hostilidad nos dan
cuenta de un ser humano vulnerable, que se empequeñece ante la naturaleza, y en la que sobreviven
con grandes dificultades. El uso de escenas panorámicas o aéreas en el caso, por ejemplo, de En busca
del fuego son una buena muestra del uso de este recurso. El paisaje se vuelve entonces metáfora de esta
sumisión humana a la naturaleza en la que vive.
También es interesante la carga simbólica que se le otorga a los animales en estas películas, donde
se manifiesta una clara división entre animales buenos (los que aportan recursos), animales malos (los
que compiten con los humanos por estos mismos recursos) y animales respetados o admirados (los
humanos quieren ser como ellos, tener su fuerza y apariencia), lo que demuestra, al fin y al cabo, que
se trata de una cuestión económica. Por ejemplo, carnívoros como el lobo o el león de las cavernas o
carroñeros como el buitre representan aspectos negativos, mientras que hay otros animales que son
vistos en sentido positivo (en general herbívoros) como el corzo o el caballo, que en ocasiones pueden
salvar la vida de un humano. En este sentido, una escena destacable es el ordeño de una yegua en Ao,
le dernier néandertal para alimentar con su leche a una niña. También en la película Su Majestad Minor
(Sa Majesté Minor Jean-Jacques Annaud, 2007) el protagonista es amamantado por una cerda tras la
muerte de su madre. Esta escena recoge un hecho que encontramos tanto en la mitología clásica con el
amamantamiento de Rómulo y Remo por la loba capitolina como en La India: Kipling, en el Libro de la
Selva relata cómo Mowgli también es amamantado por una loba. De alguna manera, estos hechos de
amamantamiento y crianza pueden entenderse en sentido metafórico como la relación o dependencia
del humano y la madre naturaleza, o el estado en el caso de la loba capitolina. A esta visión, en el caso
de Su Majestad Minor, se le une un componente ciertamente satírico o excéntrico.
Los mamuts también muestran una visión positiva, en este caso tanto como un animal admirado
(su caza puede tener un componente ritual como se observa 10.000 BC) y que en ocasiones también
pueden ayudar a los humanos «buenos», como en En busca del fuego. Esta visión de animales buenos
y malos no es nueva y tradicionalmente aparece representada en fábulas y cuentos. Los carnívoros no
siempre muestran aspectos negativos ya que algunos de ellos (también omnívoros) a veces aparecen
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en las películas con atributos positivos. Por ejemplo, en El clan del oso cavernario los osos son admirados por su fuerza y tamaño aunque también son temidos y respetados por los humanos, y del mismo
modo el espíritu de la protagonista Ayla tiene forma de un león y es positivo ya que inspira fuerza,
resistencia e inteligencia. En general, los huesos, dientes y astas de algunos animales así como en especial las pieles de carnívoros que suelen aparecer en las películas de temática prehistórica adquieren
también un carácter ritual. La relación icónica y simbólica de los humanos con ciertos animales, ya
que no se representan todos, sino únicamente aquellos mitificados, ya la encontramos en las diferentes
formas de expresión del arte prehistórico.
Un comentario aparte merece la saga de animación que se inició con Ice age, donde los verdaderos
protagonistas de la historia son los animales, que, como en la mayoría de películas de este género se
humanizan. En este caso, los diferentes animales que aparecen toman distintas personalidades que de
alguna manera coinciden con el arquetipo que de ellos tenemos: los animales buenos e inteligentes,
los malos, los nobles, los más distraídos, etc. Por ejemplo, el gran protagonista es un mamut, Manny.
Estos animales, como ya hemos comentado, pueden representar aspectos nobles y admirables. En
este caso se erige como líder del bando «bueno», y es el animal reflexivo e inteligente, si bien un poco
gruñón; viaja acompañado de un perezoso (quizás un megaterio), Sid, despistado, vago, bromista y
charlatán, si bien bondadoso. Los malos de la película son una banda de dientes de sable que tratan
de vengarse de un grupo de neandertales que ha matado a parte de su manada, aunque uno de ellos,
Diego, acaba convirtiéndose en un animal noble. Los desafíos a los que la humanidad prehistórica tiene que enfrentarse son ahora asumidos por estos animales antropizados, que de nuevo aparecen como
metáfora de distintos caracteres humanos.
Valoraciones finales
Los paisajes y las faunas son una parte más del lenguaje artístico del cine y son tratados con mayor
o menor rigor en función de los intereses de la película, del presupuesto y del género y tipo de público
al que se orientan.
En aquellas producciones que pretenden únicamente la distracción de los espectadores el tratamiento del paisaje no suele ser muy riguroso. Éste se convierte en un elemento más del espectáculo,
y se priorizan los aspectos exóticos, exagerados e irreales sobre la verosimilitud. Otras, las menos, sí
que muestran un interés y preocupación en el tratamiento del paisaje y han buscado el asesoramiento
de especialistas. Este interés por el medio donde se desarrolla la acción puede resultar en recreaciones
muy verosímiles y trabajadas, donde encontramos paisajes muy similares a aquellos que encontraríamos en Eurasia durante la Prehistoria. En otras ocasiones, el trabajo sobre el paisaje no tiene como
objetivo el reflejo de una realidad científica, sino más bien se convierte en una expresión metafórica de
la existencia humana en esos momentos, de su evolución y de su lucha por la supervivencia. En estos
casos encontramos paisajes infinitos, agrestes y evocadores que no siempre coinciden con la realidad.
Desde los paisajes poco tratados de los inicios del cine a los grandes despliegues de efectos especiales de las producciones más recientes, el tratamiento del paisaje prehistórico muestra una evolución
67
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relacionada con las técnicas empleadas, las modas, el contexto socio-cultural, e incluso político del
momento. Como cualquier otro producto artístico, puede adquirir significado, y dejar de ser un reflejo
fidedigno del paisaje prehistórico para ayudar a definir el carácter de los personajes, o de las relaciones
de éstos con el medio.
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Bibliografía
68
Aura, J. E.; Villaverde, V.; Pérez Ripoll, M.; Martínez Valle, R. y Guillem, P. M. (2002): «Big game and
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Alfred Sanchis Serra, J. Vicente Morales Pérez
PREHISTORIA Y CINE
54
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PREHISTORIA Y CINE
1
Paisaje glaciar. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
Paisaje y fauna:
de la arqueología
a la pantalla
Alfred Sanchis Serra
Juan Vicente Morales Pérez
Museu de Prehistòria de València
Servei d’Investigació Prehistòrica
Departament de Prehistòria i Arqueologia
Universitat de València
Paisaje y medio ambiente
Paisage glaciar
El paisaje, un concepto de compleja definición1, es el lugar donde los seres humanos desarrollamos
nuestra actividad, y en su formación intervienen tanto factores naturales como culturales. Tal y como
apuntó el antropólogo Marvin Harris (Harris, 2001) «en las sociedades industriales la influencia del medio
ambiente parece estar a menudo subordinada a la influencia que ejerce la tecnología, y eso nos hace perder la
noción de su importancia en nuestra vida». Sin embargo, aún hoy marca el ritmo de vida, los recursos disponibles, su gestión e incluso las relaciones sociales. En un mundo donde la humanidad ha estado en
constante expansión desde su aparición y donde los recursos naturales han pasado de ser aprovecha1. Según el Convenio Europeo del Paisaje por paisaje se entenderá cualquier parte del territorio tal como la percibe la población,
cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos (www.mcu.es/patrimonio/docs/
Convenio_europeo_paisaje.pdf). El paisaje puede recibir muchos epítetos, por ejemplo, el Ministerio de Cultura define el
paisaje cultural como el resultado de la acción del desarrollo de actividades humanas en un territorio concreto […] es una realidad
compleja, integrada por componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles, cuya combinación configura el carácter que lo
identifica como tal, por ello debe abordarse desde diferentes perspectivas (http://www.mcu.es/patrimonio/MC/IPHE/PlanesNac/
PlanPaisajesCulturales/Definicion/DefinicionPaisCultural.html).
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PREHISTORIA Y CINE
2
Los restos de fauna son habituales en los yacimientos arqueológi-
Alfred Sanchis Serra, J. Vicente Morales Pérez
cos y se relacionan principalmente con los procesos de alimentación de los grupos humanos o de otros predadores. El Salt (Alcoi)
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3
Ardilla
dos a sobreexplotarse, han surgido durante el siglo xx nuevas corrientes de pensamiento político, económico y social, como el decrecimiento, que propone una disminución del consumo y la producción
controlada y racional, o los distintos movimientos y grupos ecologistas. Todos, de una forma u otra,
buscan recuperar una relación entre el ser humano y el medio ambiente más responsable y sostenible.
Durante el Paleolítico, los grupos humanos cazadores-recolectores interaccionan íntimamente con
el medio en el que habitan. Forman parte integral de la cadena trófica, son cazadores y presas. Su dependencia del entorno es total, y su capacidad de control del mismo se limita al aprovechamiento de
los recursos disponibles, la selección de sus presas y la utilización de la tecnología del fuego, la talla de
útiles líticos y el trabajo de materias vegetales y animales. Con la llegada de las sociedades productoras
neolíticas, la relación con el medio cambia. Se empieza a transformar de forma más intensa, se adapta: se domestica. La caza, que no se abandona, se complementa con nuevas formas de producción: la
gestión de plantas y animales domésticos. Se producen grandes cambios en el paisaje, y por tanto en
su concepción. Nuevas dinámicas en la forma del poblamiento, deforestaciones relacionadas con la
apertura de espacios agropecuarios e incluso las primeras introducciones de especies foráneas, tal es
el caso de la oveja o la cabra, y de diversas especies de cereales y leguminosas autóctonas del Próximo
Oriente y que se extienden por Europa como formas ya domésticas. Y como éstas, muchas otras especies de plantas y animales. La importancia del paisaje en estos momentos no es desdeñable (nunca lo
ha sido), y sin caer en el determinismo geográfico, sin duda es parte integrante de la vida humana y
ejerce gran influencia en su desarrollo.
Pero, ¿con qué herramientas cuentan los científicos actualmente para caracterizar los paisajes durante la Prehistoria? Los huesos y dientes de animales y los restos vegetales conservados, como los
carbones, los fitolitos y el polen, aportan una valiosa información 2 . Los pequeños mamíferos, como
muchos roedores e insectívoros, son buenos marcadores climáticos, pues dado que habitan en nichos
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PREHISTORIA Y CINE
Paisaje glaciar. Flatbre, brazo del Jostedalsbreen (Sogn Og Fjordane), en el SO de Noruega
ecológicos muy concretos, las variaciones de la temperatura o la humedad pueden producir su desaparición o migración, de forma que el hecho de que aparezcan o no en los yacimientos es indicativo de
diferentes condiciones ambientales. Por ejemplo, el hámster se vincula a condiciones frescas y de cierta
aridez, mientras que el castor muestra la existencia de cursos de agua y la ardilla 3 , de bosques; ciertas
especies son propias de condiciones templadas mediterráneas, mientras que otras habitan paisajes
fríos y más rigurosos (Guillem, 2001). Las faunas de mayor tamaño en ocasiones también se han visto
afectadas por cambios climáticos. Durante fases más benignas, como por ejemplo durante el último
periodo interglaciar, hace unos 120.000 años, algunas zonas de la península Ibérica estaban pobladas
por faunas «templadas» como los hipopótamos o elefantes, especies que posteriormente desaparecieron con la llegada del siguiente periodo glaciar y que en la actualidad se encuentran en latitudes más
meridionales. Otras faunas, como los rinocerontes o los tahres o también las tortugas mediterráneas
desaparecen del registro fósil peninsular al final del Paleolítico medio también por causas climáticas,
coincidiendo con el inicio de las fases más rigurosas y la llegada de los humanos anatómicamente
modernos (Aura et al, 2002; Morales y Sanchis, 2009). Del mismo modo, en períodos de extensión
del frío 4 , especies que podemos considerar en general de clima continental, y que en la actualidad
habitan zonas del centro y norte de Europa, como el reno, el bisonte 5 6 o el antílope saiga, llegaron
a estar presentes, y en ocasiones de forma muy importante, en algunas zonas de Europa meridional,
como Francia y el norte de la península Ibérica. Al igual que la fauna, los estudios paleobotánicos
permiten conocer la vegetación prehistórica y contribuyen al conocimiento de los paisajes existentes.
Disciplinas como la antracología (estudio de los carbones), la carpología (estudio de las semillas y frutos) o la palinología (estudio del polen) nos permiten obtener una visión del paisaje circundante y el
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Reno (Rangifer Tarandus). Pallas-Yllästunturi, Finlandia
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Bisonte europeo (Bison bonasus) Skansen (Estocolmo, Suecia)
biotopo donde los humanos interactuaban junto a otros animales y plantas (Badal y Carrión, 2001;
Dupré y Carrión, 2001). Por otro lado, recientemente se han efectuado sondeos marinos en diversas
zonas del mar Mediterráneo. El estudio de las columnas estratigráficas que se obtienen también aportan información sobre diversos aspectos climáticos (tasa de insolación, temperatura del mar, etc.)
que posibilitan estudiar la evolución climática de largos periodos de tiempo de forma muy detallada
(Gamble, 2001). Todos estos análisis nos acercan a los paisajes europeos prehistóricos presentes en
las diversas regiones climáticas. Como en la actualidad, aunque con una desigual distribución, en la
Europa prehistórica podríamos diferenciar zonas de hielos perpetuos (desiertos helados), espacios de
transición (tundra con escasa fauna y vegetación) y la taiga, ya con importantes biomasas animales y
grandes bosques de coníferas. A continuación se localizarían los paisajes continentales que comprenderían gran parte de Europa (con praderas, estepas y también bosques), caracterizados por presentar
importantes biomasas animales, y la Europa mediterránea (donde quedaría englobada la mayor parte
de la península Ibérica). Además del componente latitudinal, las zonas de alta montaña mostrarían
unos paisajes y una biodiversidad característicos.
En el cine el paisaje es el marco donde transcurre la acción, pero también un vehículo más de
expresión. Su tratamiento en las películas de temática prehistórica es diferente según el rigor de la
película, el grado de exotismo de la misma, el presupuesto destinado a su rodaje, el género, etc. Este
trabajo no pretende ser un catálogo exhaustivo de todo el cine de temática prehistórica, ni la descripción sistemática de todos los paisajes que aparecen en estas cintas, sino más bien un análisis de sus
características generales, desde su mayor o menor realismo, los errores más frecuentes o el significado
que muchas veces adquiere, bien por sus características intrínsecas, bien por el momento histórico en
el cual se rodó la película.
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PREHISTORIA Y CINE
Ao, le dernier néandertal (Jacques Malaterre, 2010)
Realismo, cientifismo y buenas intenciones
Como todo, el tratamiento del paisaje en el cine puede hacerse con mayor o menor acierto, y solamente en unas pocas películas este elemento ha sido tratado con rigor, pese a la cantidad de conocimientos
que se tienen desde hace tiempo sobre aspectos ambientales y paisajísticos prehistóricos. Una película donde la recreación del paisaje resulta muy interesante, por su rigor y variedad, es la del director
Jacques Malaterre, Ao, le dernier néandertal, 2010. Esta cinta, rodada en Ucrania, Bulgaria y Francia, da
buena muestra de los diferentes entornos naturales que conformaban el continente europeo hace entre
40 y 30.000 años (final del Paleolítico medio-inicio del Paleolítico superior). El protagonista de la película emprende una gran odisea 7 en busca de su tribu desde la tundra ártica siberiana hasta las costas
mediterráneas, atravesando la taiga y los bosques continentales. Este increíble viaje se convierte en una
buena excusa para mostrarnos cómo era Europa en aquel momento. Otra película donde el paisaje y la
fauna están recreados de forma muy acertada es del cineasta Michael Chapman, El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, 1986). Ambientada en una época coetánea a Ao, su recorrido paisajístico
es de menor envergadura. La acción se sitúa en un bosque continental frío (rodada en varios parques
de Canadá), donde podemos observar grandes depredadores como leones 8 (representando leones de
las cavernas, Panthera leo spelaea), osos (en el papel de osos cavernarios, Ursus spelaeus) y también lobos
(Canis lupus), así como diferentes herbívoros como el buey almizclero (Ovibos moschatus), el corzo (Capreolus capreolus) y faunas de menor tamaño como ardillas (Sciurus sp.), diferentes aves de estos parajes
y peces como el salmón (Salmo trutta).
Pese a los dos ejemplos anteriores sobre paisajes y faunas tratados con rigor, lo cierto es que, en
ocasiones por desconocimiento o tal vez buscando lo exótico, en buena parte de estas películas la recreación del entorno natural suele incurrir en errores. Tal es el caso de dos clásicos como En busca del
fuego (La guerre du feu, Jean-Jacques Annaud, 1981) o la secuencia inicial de la cinta de Kubrick 2001:
una odisea del espacio (2001: a space odyssey, 1968), donde el exceso de celo en la búsqueda de exotismos
que nos trasladen a un mundo prehistórico lleva a las películas a incurrir en algunos deslices que en
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León de las cavernas. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
estos dos casos se pueden considerar de menor importancia. La primera fue rodada exclusivamente en
entornos naturales con la intención de recrear diversos ambientes de carácter templado (escenas rodadas en Kenia), y también fríos y con escasa vegetación, para los cuales se eligieron Escocia y Canadá.
En la sinopsis que acompaña a la película, la acción se sitúa en un lugar indeterminado hace 80.000
años. Eso supone que ese lugar debía estar situado probablemente en Oriente Próximo, ya que es donde se produce el encuentro entre neandertales y cromañones en ese momento. Es en ese punto donde
se halla el problema, puesto que si nos situamos en ese entorno, una zona templada, difícilmente
podríamos encontrar paisajes tan variados como en la película. Es llamativa la aparición del mamut
(Mammuthus primigenius) en un paisaje de sabana y en estas latitudes sin un registro zooarqueológico
que pueda apoyar esta imagen 9 . Y tampoco la de los dientes de sable, cuya extinción en las zonas más
templadas de Eurasia se produce hace cerca de medio millón de años durante el Pleistoceno medio2.
En cualquier caso, esta película puede ser vista como una metáfora de la evolución de la humanidad,
del contacto entre distintas especies humanas, por lo que, de alguna manera, y pese a esa localización
temporal, podemos entender que se trata de una visión general, metafórica sobre el largo curso de la
evolución.
La aparición de estas faunas, reales pero anacrónicas, en la película se justifica por el exotismo de
las mismas y por la relación icónica de ambas especies con el ser humano prehistórico. De ahí que su
aparición se repita en películas como 10.000 BC de Roland Emmerich (2008), de la que luego hablaremos, o en la de animación Ice Age (C. Wedge y C. Saldanha, 2002) y sus secuelas. La búsqueda de un
cierto aspecto prehistórico en los animales lleva a cometer un lapsus, que suele pasar desapercibido,
en la primera secuencia del clásico de Kubrick. En ésta vemos cómo dos grupos de autralopitecinos se
2. Si bien es cierto que algunos géneros de la subfamilia Machairodontinae como el Smilodon sobreviven en América
hasta hace unos 12.000 años (Pleistoceno final), en África su desaparición es muy anterior (1,5 millones de años), y sólo
algunos restos del género Homotherium del Pleistoceno superior se han recuperado en el Norte de Europa e Inglaterra.
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PREHISTORIA Y CINE
9
Mamut. En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
Dinosaurios, pollos gigantes y otras excentricidades
Más allá de las faunas que sí cohabitaron con los distintos tipos de homínidos, la Prehistoria ha sido
muy sugerente para el cine. El halo de misterio y salvajismo, así como el vértigo temporal que produce pensar en épocas tan remotas han producido, a veces, resultados realmente histriónicos. Faunas
inexistentes en paisajes extremos, animales cuya extinción se produjo varios millones de años antes de
la aparición de los primeros homínidos o animales que, si bien convivieron con los grupos humanos
prehistóricos, se transforman en bestias descomunales o animales domésticos.
Ya en los orígenes del cine, encontramos películas que utilizan como marco esta época. Tal es el
caso de Las tres edades (Three ages, Buster Keaton, 1923), a la que podríamos considerar el arquetipo de
película sobre la prehistoria en los inicios del cine. En ésta, donde se analizan las relaciones amorosas
del ser humano en tres periodos diferentes, la Prehistoria está plagada de actualismos con intenciones
3. Dawn of Man, tal y como aparece en la secuencia.
4. Al final del Plioceno este género se documenta tanto en América como en Eurasia, donde sufre un fuerte retroceso
durante el Pleistoceno, desapareciendo de Europa. No hay evidencias de su presencia en África.
PAISAJE Y FAUNA: DE LA ARQUEOLOGÍA A LA PANTALLA
enfrentan por el control de una charca. Junto a ellos aparecen, compartiendo el territorio, unos tapires que les servirán de alimento una vez que se conviertan en cazadores 10 . Si, como parece reflejar la
secuencia, estamos ante los albores de la humanidad3, la acción debe transcurrir en algún lugar de África,
donde no hay ninguna evidencia de la existencia de tapires4. Su presencia se justifica únicamente por
su aspecto extraño, hecho que en el imaginario colectivo le otorga un aspecto arcaico, prehistórico. La
búsqueda de esta apariencia es la que lleva en ocasiones a la falta de rigor que, como veremos en el
punto siguiente, puede llegar a rozar la aberración.
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Tapires. 2001: una odisea del espacio (2001: a space odyssey, Stanley Kubrick, 1968)
humorísticas. Evidentemente, desde un punto de vista paisajístico, no encontramos nada fidedigno ni
creíble. El villano llega a lomos de un elefante asiático domesticado, con prótesis dentales que buscarían asemejarlo a un mamut o a un elefante antiguo; pero Keaton lo supera y aparece montado sobre
la cabeza de un dinosaurio saurópodo 11 , también doméstico, que a una orden suya agacha la cabeza
suavemente para que descienda. Más allá de estas excentricidades humorísticas propias del género (en
cualquier caso no perdamos de vista el año de la película), el paisaje se torna irrelevante, simplemente
rocas y arbustos rodados en planos bastante cortos. A destacar la aparición de la inevitable tortuga,
esta vez en el papel de «ficha» de una especie de tablero adivinatorio que recuerda a una güija, y a
través del cual nuestro protagonista desea conocer su futuro. Del mismo modo, en los diversos cortos
mudos de animación anteriores a 1920, entre los que podemos citar The dinosaur and the missing link:
a prehistoric tragedy (Willis H. O’Brien, 1915), R.F.D. 10.000 BC (Willis H. O’Brien, 1916), o Prehistoric
poultry (Willis H. O’Brien, 1916), es habitual la mezcla de dinosaurios, faunas antiguas y humanos en
una recreación de la Prehistoria plagada de actualismos.
Avanzando un poco en el tiempo, en los años cuarenta encontramos un clásico algo desconocido,
pero de famoso remake: One milion BC (Hal. Roach y Hal. Roach Jr., 1940). En esta cinta, al igual que
en su secuela, los seres humanos habitan un mundo exótico y caótico, donde se mezclan dinosaurios y otras bestias. La interacción entre los seres humanos y el entorno se refleja en las prácticas de
subsistencia, el aprovechamiento del medio y el lugar donde habitan estos grupos. Los humanos más
salvajes habitan medios más difíciles, comen carne cruda y sus relaciones se basan en la violencia; por
el contrario, los grupos más «refinados», donde además la mujer adquiere mayor protagonismo, viven
en entornos más cómodos, practican la pesca y cocinan con esmero sus alimentos.
Ya en los años cincuenta, las excentricidades aparecen en forma de experimentos científicos que resucitan seres prehistóricos violentos y peligrosos como en The neanderthal man (Ewald André Dupont,
1953) o Monster on the campus (Jack Arnold, 1958), y que transforman al científico en un hombre pre-
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histórico, o a la aparición de faunas como los
dientes de sable (un tigre de bengala de peluche con prótesis) en la California de los años
cincuenta. Y todo influenciado por el terror a
los avances relacionados con la radiación o la
química y al apocalipsis nuclear, que se refleja
en otras películas como Teenage caveman (Roger Corman, 1958) o el clásico posterior El
planeta de los simios (Planet of the apes, Franklin
J. Schaffner, 1968), más vinculadas con el
boom del cine de ciencia ficción americano de
los cincuenta.
En los años sesenta aparece un nuevo filón para las películas sobre la «Prehistoria»: el
11 Humano sobre elefante. Las tres edades (Three ages, Buster
que podríamos denominar género bikini, exuKeaton, 1923)
berante y exótico, como los paisajes en los que
se sitúa la acción. Entre otras películas, cabe destacar el clásico Hace un millón de años (One million years
B.C., Don Chaffey, 1966). Fue rodado en las Islas Canarias (Lanzarote y Tenerife), lo que nos transporta a unos paisajes extremos, tropicales y volcánicos que nada tienen que ver con los de la Europa
paleolítica. Si ya de entrada situar la acción de grupos de humanos anatómicamente modernos hace
un millón de años es un despropósito, la aparición de toda una colección de monstruos lleva a esta
película al extremo de la imaginación. Pterosaurios, dinosaurios terópodos y saurópodos 12 , así como
triceratops, todos extinguidos al final del Cretácico hace unos 65 millones de años, se mezclan con
arañas, tortugas marinas e iguanas, todas estas especies de un tamaño desproporcionado, cientos e incluso miles de veces más grandes de lo normal 13 . En similares paisajes (en este caso Fuerteventura) fue
rodada otra película del mismo género, cuyo título ya lo dice todo: Cuando los dinosaurios dominaban la
12
Lucha entre dinosaurios. Hace un millón de años (One million years
B.C., Don Chaffey, 1966)
13
Tortuga gigante. Hace un millón de años (One million years B.C., Don
Chaffey, 1966)
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Escena de acecho. En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
tierra (When dinosaurs ruled the Earth, Val Guest, 1970). Siguiendo la misma estela de exotismo a todos
los niveles, encontramos otras cintas como Mujeres prehistóricas (Slave Girls, Michael Carreras, 1967),
situada en una época «prehistórica» indefinida que quizá se asemeja más a las historias de Conan o
Red Sonja. El paisaje de nuevo se torna extremo, con desiertos y junglas precuaternarias, donde un
animal tan exótico como el rinoceronte se diviniza. Incluso el hábitat en cueva se torna fantástico y en
su interior, estas mujeres se permiten hasta baños de espuma relajantes.
En otros muchos ejemplos de películas más recientes el paisaje se torna irrelevante, y todo exotismo se reduce a la mezcla de distintos pisos bioclimáticos y paisajes con reptiles gigantes. En la parodia
Cavernícola (Caveman, Carl Gottlieb, 1981) paisajes de matorral y árboles mediterráneos como el pino
o el olivo se mezclan con eucaliptos, secuoyas u otros árboles tropicales 14 15 .
Otra película, ésta más reciente, que se puede incluir en este apartado de excentricidades es 10.000
BC. El paisaje en el que se sitúa la película comprende zonas de alta montaña, selvas tropicales y desiertos (rodada en Namibia, Sudáfrica y Nueva Zelanda), entre los que no se establece ningún tipo de transición. Así, los protagonistas inician su carrera en una zona de alta montaña, y rápidamente la acción
pasa a transcurrir en un desierto o en una selva. La gran ave gigante que persigue a los protagonistas
en una trepidante escena en la selva se asemeja sospechosamente a las denominadas «aves del terror»
(Phorusrhacidae) del género Titanis, originarias de América y extinguidas hace unos dos millones de
años. También los dientes de sable se extinguieron más de un millón de años antes. A parte, no se conoce ningún félido de la envergadura del que aparece en la película5 (basta mirar el cartel anunciador
5. Uno de los géneros más grandes, el Homotherium, medía sobre 1,10 m. de altura.
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PREHISTORIA Y CINE
Parodia de la escena de acecho de En busca del fuego. Cavernícola (Caveman, Carl Gottlieb, 1981)
para darse cuenta que su cabeza ¡es tan grande como el hombre acuclillado que tiene enfrente!). Otra
especie que, si bien como ya hemos comentado, sí convivió con los grupos humanos en algunas zonas
de Eurasia y que resulta totalmente fuera de lugar, es el mamut lanudo. En un ecosistema imposible,
como es el desierto y, lo que resulta más increíble, domesticado como animal de trabajo. Hay que
señalar también otros aspectos menos llamativos pero igual de inquietantes en esta película como el
consumo de guindillas (Capsicum sp.) en África, cuando se trata de una especie americana que no llega
a Europa hasta el inicio de la época moderna. En este caso, solo faltan los dinosaurios…
Aspectos simbólicos del paisaje y de la fauna
El paisaje se convierte en algunas de las películas no solo en un mero decorado, sino también
en un reflejo del carácter de los grupos humanos que lo habitan. De esta manera, en muchos de los
films vemos, por ejemplo como los grupos humanos que actúan como los malos de la película habitan
en lugares duros, inhóspitos, hoscos y violentos... como ellos. El paisaje arquetípico es en estos casos
una especie de desierto montañoso, rocoso, las más de las veces con el inevitable volcán 16a , donde
habitan los monstruos. Por contra, los grupos humanos más civilizados viven en lugares más cómodos
y agradables, casi idílicos: la orilla de un río, lago o mar, una selva que se asemeja a un edén, etc. 16b .
Incluso cambian sus actividades de subsistencia, su forma de relacionarse con el entorno. A los machos
alfa violentos, cazadores y que, como rasgo de salvajismo, apenas procesan los alimentos, se oponen
los bondadosos pueblos de los edenes, muchas veces pescadores o recolectores, donde la mujer cobra
importancia, así como el trabajo culinario, hecho que por otro lado destila un sutil machismo.
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15
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16a Criaturas
Alfred Sanchis Serra, J. Vicente Morales Pérez
olvidadas del mundo (Creatures the world forgot, Don Chaffey. 1971)
66
16b
Hace un millón de años (One millon years B.C., Don Chaffey. 1966)
En muchas de estas películas la violencia de los paisajes, su grandiosidad y hostilidad nos dan
cuenta de un ser humano vulnerable, que se empequeñece ante la naturaleza, y en la que sobreviven
con grandes dificultades. El uso de escenas panorámicas o aéreas en el caso, por ejemplo, de En busca
del fuego son una buena muestra del uso de este recurso. El paisaje se vuelve entonces metáfora de esta
sumisión humana a la naturaleza en la que vive.
También es interesante la carga simbólica que se le otorga a los animales en estas películas, donde
se manifiesta una clara división entre animales buenos (los que aportan recursos), animales malos (los
que compiten con los humanos por estos mismos recursos) y animales respetados o admirados (los
humanos quieren ser como ellos, tener su fuerza y apariencia), lo que demuestra, al fin y al cabo, que
se trata de una cuestión económica. Por ejemplo, carnívoros como el lobo o el león de las cavernas o
carroñeros como el buitre representan aspectos negativos, mientras que hay otros animales que son
vistos en sentido positivo (en general herbívoros) como el corzo o el caballo, que en ocasiones pueden
salvar la vida de un humano. En este sentido, una escena destacable es el ordeño de una yegua en Ao,
le dernier néandertal para alimentar con su leche a una niña. También en la película Su Majestad Minor
(Sa Majesté Minor Jean-Jacques Annaud, 2007) el protagonista es amamantado por una cerda tras la
muerte de su madre. Esta escena recoge un hecho que encontramos tanto en la mitología clásica con el
amamantamiento de Rómulo y Remo por la loba capitolina como en La India: Kipling, en el Libro de la
Selva relata cómo Mowgli también es amamantado por una loba. De alguna manera, estos hechos de
amamantamiento y crianza pueden entenderse en sentido metafórico como la relación o dependencia
del humano y la madre naturaleza, o el estado en el caso de la loba capitolina. A esta visión, en el caso
de Su Majestad Minor, se le une un componente ciertamente satírico o excéntrico.
Los mamuts también muestran una visión positiva, en este caso tanto como un animal admirado
(su caza puede tener un componente ritual como se observa 10.000 BC) y que en ocasiones también
pueden ayudar a los humanos «buenos», como en En busca del fuego. Esta visión de animales buenos
y malos no es nueva y tradicionalmente aparece representada en fábulas y cuentos. Los carnívoros no
siempre muestran aspectos negativos ya que algunos de ellos (también omnívoros) a veces aparecen
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en las películas con atributos positivos. Por ejemplo, en El clan del oso cavernario los osos son admirados por su fuerza y tamaño aunque también son temidos y respetados por los humanos, y del mismo
modo el espíritu de la protagonista Ayla tiene forma de un león y es positivo ya que inspira fuerza,
resistencia e inteligencia. En general, los huesos, dientes y astas de algunos animales así como en especial las pieles de carnívoros que suelen aparecer en las películas de temática prehistórica adquieren
también un carácter ritual. La relación icónica y simbólica de los humanos con ciertos animales, ya
que no se representan todos, sino únicamente aquellos mitificados, ya la encontramos en las diferentes
formas de expresión del arte prehistórico.
Un comentario aparte merece la saga de animación que se inició con Ice age, donde los verdaderos
protagonistas de la historia son los animales, que, como en la mayoría de películas de este género se
humanizan. En este caso, los diferentes animales que aparecen toman distintas personalidades que de
alguna manera coinciden con el arquetipo que de ellos tenemos: los animales buenos e inteligentes,
los malos, los nobles, los más distraídos, etc. Por ejemplo, el gran protagonista es un mamut, Manny.
Estos animales, como ya hemos comentado, pueden representar aspectos nobles y admirables. En
este caso se erige como líder del bando «bueno», y es el animal reflexivo e inteligente, si bien un poco
gruñón; viaja acompañado de un perezoso (quizás un megaterio), Sid, despistado, vago, bromista y
charlatán, si bien bondadoso. Los malos de la película son una banda de dientes de sable que tratan
de vengarse de un grupo de neandertales que ha matado a parte de su manada, aunque uno de ellos,
Diego, acaba convirtiéndose en un animal noble. Los desafíos a los que la humanidad prehistórica tiene que enfrentarse son ahora asumidos por estos animales antropizados, que de nuevo aparecen como
metáfora de distintos caracteres humanos.
Valoraciones finales
Los paisajes y las faunas son una parte más del lenguaje artístico del cine y son tratados con mayor
o menor rigor en función de los intereses de la película, del presupuesto y del género y tipo de público
al que se orientan.
En aquellas producciones que pretenden únicamente la distracción de los espectadores el tratamiento del paisaje no suele ser muy riguroso. Éste se convierte en un elemento más del espectáculo,
y se priorizan los aspectos exóticos, exagerados e irreales sobre la verosimilitud. Otras, las menos, sí
que muestran un interés y preocupación en el tratamiento del paisaje y han buscado el asesoramiento
de especialistas. Este interés por el medio donde se desarrolla la acción puede resultar en recreaciones
muy verosímiles y trabajadas, donde encontramos paisajes muy similares a aquellos que encontraríamos en Eurasia durante la Prehistoria. En otras ocasiones, el trabajo sobre el paisaje no tiene como
objetivo el reflejo de una realidad científica, sino más bien se convierte en una expresión metafórica de
la existencia humana en esos momentos, de su evolución y de su lucha por la supervivencia. En estos
casos encontramos paisajes infinitos, agrestes y evocadores que no siempre coinciden con la realidad.
Desde los paisajes poco tratados de los inicios del cine a los grandes despliegues de efectos especiales de las producciones más recientes, el tratamiento del paisaje prehistórico muestra una evolución
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PREHISTORIA Y CINE
relacionada con las técnicas empleadas, las modas, el contexto socio-cultural, e incluso político del
momento. Como cualquier otro producto artístico, puede adquirir significado, y dejar de ser un reflejo
fidedigno del paisaje prehistórico para ayudar a definir el carácter de los personajes, o de las relaciones
de éstos con el medio.
Alfred Sanchis Serra, J. Vicente Morales Pérez
Bibliografía
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