El destino de los neandertales: cine y evolución humana
Valentín Villaverde Bonilla
2012
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Reproducción de la neandertal Wilma. Feldhofer © Joe MacNally
El destino
de los neandertales:
cine y evolución humana
Valentín Villaverde
Departament de Prehistòria i Arqueologia
Universitat de València
Las películas a las que hace referencia la exposición que motiva estas líneas son de carácter comercial.
Su cometido es distinto de los documentales de divulgación científica, y por tanto también los planteamientos con los que se aborda la caracterización de los personajes que intervienen, o las historias que
cuentan. Su comentario, no obstante, resulta de interés, ya que las imágenes que se ofrecen traducen la
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visión que en cada momento se tiene de la Prehistoria y del proceso evolutivo humano. Existen, además, algunas diferencias en el interés
por ajustar la representación humana y el comportamiento a la visión científica imperante en
las fechas de realización de las mismas.
Se ha dejado de lado el comentario de
aquellas cintas cuyo enfoque puede relacionarse
claramente con el cine de aventuras o el de suspense, en las que el periodo elegido constituye
más un pretexto que una necesidad. De manera
2 The neanderthal man, Ewald André Dupont, 1953
que centraremos nuestra atención en sólo tres
películas, aquellas que por razones de guión cabe, en principio, pensar que buscan un tratamiento más
riguroso del periodo en el que se inscriben y, con diferentes inspiraciones, tratan de aproximar las imágenes al conocimiento que la paleontología humana, la prehistoria y la paleoantropología ofrecen del
periodo del Paleolítico en que se sitúan las acciones. Las tres hacen referencia al tránsito del Paleolítico
medio al superior, y a la expansión de la humanidad moderna y la desaparición de los neandertales.
Las fechas y los guiones son distintos y las variaciones permiten, también por tanto, diferentes
comentarios y consideraciones.
No está de más, con todo, indicar algunos de los lugares comunes que varios de los restantes films
presentan, como la asociación de los neandertales al comportamiento brutal o la morfología simiesca 2 ,
la velada alusión al matriarcado en alguna de las películas, retomando viejas interpretaciones de la
evolución de las sociedades prehistóricas, o los componentes racistas que pueden observarse en alguna de las cintas menos rigurosas con el contexto histórico al que se refieren, como sería el caso de
la presencia de grupos humanos de piel blanca en espacios africanos subsaharianos, ya que resultan
especialmente significativos de los prejuicios con los que se aborda el tratamiento de los personajes y
traducen visiones sensiblemente desplazadas o abandonadas en los tiempos en los que las películas
se realizaron. No hay que olvidar, sin embargo, que esta idea encuentra también su imaginario en las
propuestas efectuadas por algunos prehistoriadores de renombre en relación con determinadas representaciones rupestres africanas. Sirva de ejemplo la interpretación y polémica suscitada por la conocida
pintura de la Dama Blanca dada a conocer por H. Breuil.
Quedan fuera de nuestro comentario, por otra parte, los sesgos de tratamiento de género o de roles
que se asocian a los personajes femeninos, pues merecen un análisis específico en otras páginas de esta
misma publicación.
Las tres películas en las que centraremos los comentarios son, por orden de realización: En busca
del fuego (La guerre du feu), El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear) y Ao, le dernier néandertal.
Las fechas a las que corresponde su estreno permiten ya una primera contextualización de las ideas con
las que el mundo científico interpreta el periodo en el que se sitúan las tres historias.
En busca del fuego, dirigida por Jean Jacques Annaud, se estrenó en 1981. El guión se inspira en el
relato de J.H. Rosny (los hermanos Boex) publicado en 1911, titulado La guerre du feu. La atención fun40
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En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
damental del director, en la idea de enmarcar adecuadamente el periodo de la historia de la humanidad
al que se refiere la película, se centró en cómo dar cuenta de la expresión oral y corporal de los neandertales, con el apoyo para ello de Anthony Burguess y Desmond Morris 3 . El clan del oso cavernario,
dirigida por Michael Chapman, está fechada pocos años después, en 1986. El guión es de John Sayles,
inspirado en la conocida novela de Jean M. Auel. El esfuerzo de asesoramiento científico de la primera
novela de la serie publicada por esta escritora centrada en las peripecias y viajes de Ayla, su protagonista
femenina, permitiría pensar que el film podría reflejar esta circunstancia, pero veremos que no fue así 4 .
Ao, le dernier néandertal, fue estrenada en el 2010 y dirigida por Jacques Malaterre, con guión de
Marc Klapczynski. En esta ocasión el asesoramiento estuvo a cargo de la prehistoriadora Marie-Helène
Patou-Mathis, buena conocedora del modo de vida de los neandertales a través de sus estudios arqueozoológicos 5 .
Una rápida correlación entre las fechas de estreno de las películas y el estado de la cuestión de la
investigación arqueológica sobre los neandertales permite establecer diferencias de cierto grado. No
en vano, la investigación centrada en el estudio de los neandertales, su desaparición y papel con respecto a la actual humanidad constituye uno
de los temas que mayores esfuerzos de estudio
ha concentrado en los últimos decenios, tal y
como confirman los numerosos coloquios internacionales centrados en el tema y un impresionante cúmulo de artículos y trabajos monográficos publicados. Como consecuencia, la
síntesis científica ha experimentado importantes avances y variaciones en el transcurso de
esos decenios.
El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman,
1986)
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Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
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A comienzos de los años ochenta, el tránsito entre el Paleolítico medio y el superior se veía en
Europa y el Oriente Próximo como un proceso de evolución regional en el que los neandertales daban
paso a los humanos modernos, o cromañones, de manera gradual. Incluso se pensaba que los neandertales poseían unos rasgos morfológicos más pronunciados en Europa Occidental, mientras que en
el Oriente Próximo sus características eran más gráciles, sugiriendo un menor proceso de neandertalización.
En aquellas épocas, la influencia de los trabajos del prehistoriador francés François Bordes en la
visión del Paleolítico europeo era muy importante y en Europa el proceso evolutivo humano se veía en
términos más gradualistas que rupturistas. Una cosa eran las influencias culturales que podían observarse en la llegada de ciertas «industrias» del Paleolítico superior y otra la evolución humana. El caso
más evidente lo constituía el Chatelperroniense: considerada la primera industria lítica del Paleolítico
superior, cuyo origen se relacionaba, por transición, con el Musteriense de Tradición Achelense de tipo
B, industria vinculada a los neandertales. De manera que el Chatelperroniense era, en palabras de F.
Bordes, de origen indígena. El caso del Auriñaciense era distinto, ya que su origen no se veía con claridad en el Paleolítico medio regional de Europa Occidental y se asoció, desde épocas muy tempranas,
a la llegada de poblaciones de fuera de Europa. Sin afirmarlo rotundamente, pero abriendo esa posibilidad, el origen de la moderna humanidad podía entenderse como un proceso policéntrico en el que
los neandertales podían haber desempeñado cierto papel (tal y como era defendido por A. Thomas o
el mismo F. Bordes en sus síntesis del proceso en el Congreso Internacional titulado The origin of Homo
sapiens, publicado el año 1972). En todo caso, nadie cuestionaba la posibilidad de que cromañones y
neandertales pudieran haberse apareado y tener descendencia. Algunos, sin embargo, como es el caso
de F. C. Howell, presentaban una situación distinta entre el ámbito geográfico oriental de distribución
de los neandertales, que eran considerados como progresivos, y el occidental, donde se los consideraba
altamente especializados y poco proclives, por tanto, a dar lugar a la moderna humanidad.
En ese contexto, en el que los hallazgos de los primeros humanos modernos del yacimiento de
Qafzeh, en Oriente Próximo, eran considerados tardíos con respecto a los neandertales documentados
en la misma región, cuando se puso de manifiesto que existía una falta de correlación entre cultura y
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rasgos morfológicos (los autores del Chatelperroniense eran los neandertales, según Leroi-Gourhan,
mientas que los humanos modernos de Qafzeh poseían una industria de tipo musteriense, tal y como
señalaban en aquellas fechas F. Bordes y B. Vandermesch), se llevó a cabo el rodaje y estreno de En
busca del fuego.
Un hecho importante, que tiene que ver con la percepción de la coexistencia de neandertales y
HAM (hombre anatómicamente moderno), y que se observa por igual en la película que acabamos de
mencionar y en El clan del oso cavernario, es que la datación del periodo de transición del Paleolítico
medio al superior todavía no había experimentado el avance tan notable que supuso el desarrollo
de nuevas técnicas de datación que permitieron ampliar el rango cronológico en el que era capaz de
actuar el sistema tradicional del Carbono 14 (C14). De hecho, las primeras dataciones obtenidas mediante las técnicas de datación por termoluminiscencia (TL), o los obtenidos mediante el sistema de
resonancia de espín electrónico (ESR), unas técnicas que ampliaban considerablemente el rango de
datación que en esas fechas abarcaba el C14, no empezaron a aplicarse a los yacimientos de Oriente
Próximo y Europa hasta finales de los años 90 del siglo xx. Y otro tanto pasó con la mejora del sistema
de datación mediante C14, con el desarrollo de la espectrometría de masas por acelerador de partículas
(C14 AMS). Una técnica que permitió reducir la cantidad de muestra necesaria para la obtención de
dataciones y facilitó la toma de muestras directas de los fósiles humanos a la vez que ampliaba en algunos milenios el ámbito cronológico de datación, pero que no empezó a ofrecer resultados referidos
a esta problemática hasta finales de los noventa e inicios del 2000.
Una de las consecuencias del desarrollo de los nuevos sistemas de datación fue corroborar que los
primeros humanos modernos del Oriente Próximo se databan con bastante anterioridad a las fechas
que marcaban el final de los neandertales en esa región. Lo que venía a complicar la idea de proceso
policéntrico y abría la puerta a la idea de un origen africano de la moderna humanidad y la existencia
de distintos episodios de expansión desde esa región a Eurasia.
En las fechas en que estas dos películas se llevaron a cabo tampoco se había experimentado el
avance que supuso el desarrollo de la biología molecular aplicada al estudio de la evolución humana.
Esta circunstancia resultó trascendental en el curso que iban a tomar los hechos en los últimos años del
siglo xx y el primer decenio del xxi. Primero con la publicación de los primeros resultados del estudio
del ADN mitocondrial de las poblaciones actuales, y después con los primeros resultados obtenidos
en el estudio de ese mismo ADN mitocondrial de los neandertales. El trabajo de Wilson, Cann y Stoneking que dio lugar a la famosa frase de la Eva Negra se publicó en 1987, mientras que el de King y
colaboradores, centrado en los datos obtenidos en los restos óseos del Neandertal de Feldhofer, se dio
a conocer en 1997.
A partir de esas fechas, el tándem formado por los nuevos sistemas de datación y la biología molecular resultó clave para el devenir que experimentó la visión del papel desempeñado por los neandertales en el proceso evolutivo. Su consecuencia en la investigación paleontológica y arqueológica fue
propiciar la hegemonía de la teoría conocida como del origen africano y la sustitución. Una visión en la
que parecía que se conciliaban distintas evidencias: por una parte las fechas obtenidas en la datación
de los primeros humanos modernos en los yacimientos sudafricanos y de Oriente Próximo; por otra,
las cronologías marcadas por el llamado reloj molecular, al señalar el origen africano y relativamente
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reciente de nuestra especie a través del estudio del ADN mitocondrial y el Cromosoma Y de las poblaciones modernas; finalmente el logro producido por la obtención de los primeros resultados del ADN
mitocondrial de las poblaciones neandertales.
Este cúmulo de resultados favoreció la idea, a finales del siglo xx e inicios del xxi, de que los Neandertales se encontraban evolutivamente muy alejados de los primeros humanos modernos africanos,
como resultado de un largo proceso de especiación y aislamiento de las poblaciones europeas durante
gran parte del Pleistoceno medio y el inicio del Pleistoceno superior. Además, aunque sin evidencias
cronológicas ni arqueológicas firmes, su desaparición y sustitución por los Humanos modernos en
Oriente Próximo y Europa fue considerada rápida. Y a la par, el mecanismo explicativo de su desaparición fue llamar la atención sobre sus limitaciones, no ya culturales sino cognitivas, con respecto a
los Humanos modernos. La idea era clara: se trata de dos especies, aisladas en términos reproductivos.
Los neandertales no desempeñaron, por tanto, papel alguno en el proceso evolutivo conducente a la
humanidad moderna.
Sin embargo, esta visión no ha quedado reflejada en ninguna de las tres películas a las que nos
estamos refiriendo. La razón está en que a partir del 2010, como consecuencia de los últimos resultados de la biología molecular aplicada al estudio de los neandertales, con el desarrollo del proyecto
Genoma Neandertal y la obtención de los primeros resultados del ADN nuclear de los restos de tres
individuos estudiados en el Instituto Max Plank, procedentes del yacimiento Croata de Vindija, la idea
del mestizaje ha vuelto a tomar cuerpo. Hasta esa fecha, sólo un sector de la investigación planteaba
una alternativa a la teoría del origen africano y la sustitución, proponiendo la teoría del origen africano y la asimilación. En realidad los resultados proporcionados por el ADN nuclear neandertal no han
hecho más que corroborar una idea distinta a la que la teoría de la sustitución mantenía: la de que las
capacidades cognitivas de los neandertales no debían entenderse en los términos en los que se estaba
haciendo. Aunque los resultados del ADN de estos neandertales han proporcionado un importante
respaldo a esta hipótesis, lo cierto es que en el ámbito científico especializado hacía ya algunos años
que la idea de la asimilación se veía sustentada a partir de los datos proporcionados desde diferentes
ámbitos y disciplinas. De manera sucinta es posible señalar al respecto que han resultado determinantes: los hallazgos de fósiles humanos en los que se han señalado rasgos morfológicos transicionales,
como el niño de Lagar Velho, descubierto el año 1998, o los restos craneales de Pestera cu Oase, descubiertos el año 2002; la constatación de que algunos de los restos humanos atribuidos a los primeros
cromañones constituían, en realidad, intrusiones en niveles paleolíticos antiguos de enterramientos
de cronología holocena o bien se fechaban en cronologías alejadas del proceso de expansión de los
primeros humanos modernos; la datación del Chatelperroniense y otras industrias de transición, generalmente atribuidas a los neandertales, en fechas anteriores a la llegada de los primeros humanos
modernos, confirmando que los rasgos culturales asociados no pueden explicarse como una mera
consecuencia de la aculturación; la constatación de que alguno de los rasgos de la cultura material que
se consideraban de invención y uso sólo en contextos de humanos modernos, se localizan también
en contextos donde están presentes los neandertales, como es el caso de la industria ósea o el adorno,
contradiciendo la idea, apoyada por la teoría de la sustitución, de que el inicio del Paleolítico superior
se caracteriza por una revolución cultural asociada a unas nuevas capacidades cognitivas; o la observa-
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Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
ción de que las capacidades cazadoras de los neandertales resultan muy difíciles de diferenciar de las
de los primeros humanos modernos llegados a Europa, desechando así una visión muy peyorativa de
la capacidad de caza y planificación de los neandertales, poco más que considerados durante algunos
años por algunos sectores de la investigación como unos meros carroñeros oportunistas, limitados al
consumo de pequeños herbívoros.
Así que, no resulta extraño observar que en Ao, le dernier néandertal, estrenada en 2010, se ofrezca
una visión más humanizada de los neandertales que la que hubiera sido posible apenas con un decenio de anterioridad. Además, en el contexto de la investigación francesa, por situarnos en el ambiente
en el que la película se llevó a cabo, la idea de la sustitución tuvo siempre menos seguidores que en el
ámbito inglés o norteamericano 6 . El resultado afecta no sólo a la viabilidad reproductiva de neandertales y cromañones, asumida en las últimas escenas de la película en unos términos muy parecidos
a los de En busca del fuego, sino a la forma en la que se trata la conducta de los neandertales. No en
vano, como se acaba de señalar, este giro en la forma de entender las capacidades de los neandertales
se gestó a partir de la investigación arqueológica y precedió a la que apenas acaba producirse en los
estudios biomoleculares.
El auge de la teoría de la sustitución coincidió en el ámbito de la arqueología con el desarrollo
de la Nueva Arqueología y, en relación con el destino de los neandertales, con la idea de que sus capacidades cognitivas eran marcadamente inferiores a las de los humanos modernos, los cromañones.
Especialmente a partir de mediados de los ochenta, son numerosos los trabajos que proporcionan una
interpretación del modo de vida de los neandertales muy distinto del de los cromañones, pero no ya
por razones de orden cultural, sino como consecuencia de esa diferencia cognitiva. Tales eran las diferencias entre unos y otros, que la desaparición de los primeros constituía la solución más sencilla para
dar cuenta del rápido éxito del proceso de expansión de los segundos. Como ha señalado J. Zilhão, en
la explicación seguida para dar cuenta de la extinción de los neandertales, la culpabilidad del vencido,
tantas veces argumentada en los procesos coloniales, volvió a convertirse en el eje de la argumentación
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Escena que muestra las limitaciones cognitivas de los neandertales. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear,
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Michael Chapman, 1986)
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histórica. En este caso, vinculada a una manifiesta inferioridad cognitiva y sus implicaciones: ausencia
de lenguaje y simbolismo, incapacidad de planificación a medio plazo, ausencia de estructuras sociales
complejas, limitaciones en la tecnología y el armamento, reducida capacidad cazadora y, en definitiva,
escaso papel adaptativo de la cultura y elevado peso de los rasgos somáticos en la supervivencia 7 . Esta
idea ha ido dando paso en los últimos años a una forma distinta de valorar las diferencias que se observan cuando se compara el registro arqueológico de las poblaciones neandertales y las de los primeros
humanos modernos en el ámbito de expansión de los primeros: Europa y una parte de Asía, desde Uzbekistan y hasta el Levante mediterráneo.
En la actualidad, al tratar de los neandertales, existe un cierto consenso a la hora de admitir que
en determinados lugares enterraron a sus muertos, emplearon materias colorantes, usaron objetos
simbólicos en forma de adornos, tuvieron una alta capacidad cazadora y tecnológica, asociada al dominio del fuego, el enmangue de sus puntas y cuchillos y la confección de un utillaje variado y versátil,
y cuidaron a los enfermos y heridos. Muchas de estas innovaciones en el campo de la cultura material
se produjeron en las fases avanzadas de su historia, pero con anterioridad a la llegada de los humanos
modernos, lo que permite situar en un escenario distinto el proceso de expansión de estos últimos.
Este cambio de percepción se vincula incluso al de su propia reconstrucción física, al de la apariencia más humana con la que los museos han acompañado la fría visión de los restos óseos recuperados 8 9 .
Y ese cambio, no sólo físico, sino cognitivo, queda perfectamente plasmado en el tratamiento de
los neandertales en la película de Ao, le dernier néandertal.
Con todo, es necesario insistir que aunque las imágenes finales del En busca del fuego y Ao, le dernier néandertal son semejantes (en los dos casos las hembras con rasgos modernos están embarazadas
y preludian el fruto del mestizaje, minimizando las diferencias entre neandertales y cromañones al
terreno de subespecies reproductivamente viables), entre una y otra han mediado años de una visión
muy distinta, totalmente contraria a esta idea. Y no podemos tampoco olvidar que las imágenes de las
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Reconstrucción de un grupo de neandertales. Krapina Neanderthals
Museum
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Reconstrucción de un neandertal. Film of Krapina
Neanderthals Museum
dos mujeres en avanzado estado de gestación remiten a dos planteamientos evolutivos distintos y un
diferente corpus de información arqueológica, paleontológica y genética.
El origen africano de la humanidad moderna constituye ahora un lugar común en la investigación,
junto a la idea de que la asimilación de las poblaciones pre-existentes en los diversos ámbitos geográficos puede constituir la explicación más viable y ajustada a los datos arqueológicos y genéticos. La
abundancia de industrias de transición y la evidencia proporcionada por la biología molecular obligan
a la formulación de modelos más atentos a la importancia de la demografía y la diversidad geográfica
y paleoambiental en el establecimiento del proceso de expansión de los rasgos morfológicos propios
de la actual humanidad.
Incluso los avances más específicos producidos en el campo de la paleontología y la genética apoyan esta nueva visión en la que ya se han convertido en elementos del imaginario colectivo el color
claro de la piel de los neandertales y la coloración del pelo, o su capacidad para el lenguaje, por citar
aquellos rasgos que provienen del estudio de un conjunto de neandertales recientes excavados en la asturiana Cueva de El Sidrón. De igual manera que la imagen de los primeros cromañones suele remitir
a su origen africano y una coloración más oscura de la piel.
El lenguaje 10 constituye un aspecto esencial a la hora de establecer la humanidad de los neandertales y su valoración se vincula a una discusión más general que versa sobre el origen mismo del
lenguaje y su evolución. En este campo, en los últimos años, hemos pasado de una visión rupturista,
caracterizada por la defensa de un origen reciente del lenguaje, vinculado a una nueva estructura cerebral que sólo aparecería en el Homo sapiens sapiens, en lo que sin duda constituye una explicación
de tipo saltacionista, a otra visión más gradualista, en la que se considera que el lenguaje poseería un
origen temprano, vinculado en su inicio con la aparición del género Homo.
Apoyan la existencia de larga historia evolutiva del lenguaje y la existencia de un estadio avanzado de su uso en los neandertales: los hallazgos del hueso hioides del neandertal de Kebara, similar
al de los cromañones; la estructura del oído de los Homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos de
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Lenguaje de signos. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
Atapuerca, capaz de percibir la misma gama de sonidos que el nuestro; o las evidencias indirectas que
provienen de la existencia de unos rituales funerarios que resultan inconcebibles sin la existencia de un
lenguaje capaz de transmitir ideas y emociones que exceden, de largo, los límites de cualquier sistema
de comunicación animal e implican la existencia de un componente simbólico.
En dos de las películas se nos ofrecen diferencias importantes entre el lenguaje de neandertales
y cromañones. Más basculado al empleo de los signos corporales y, aparentemente, con un menor
repertorio sintáctico, en el caso de los neandertales de En busca del fuego y de Ao, le dernier néandertal,
y más fluido y variado en los sonidos, menos dependiente de la gesticulación en el caso de los cromañones de las dos películas. Sin embargo, mientras que las imágenes de diálogo y comprensión entre
Ao y Aki sugieren la existencia de unas capacidades cognitivas similares, o muy próximas, también son
explícitas las imágenes con las que se da cuenta de la producción del fuego cuando finalmente, tras
su nueva pérdida, Naoh intenta obtenerlo y tras su fracaso es Ika quien lo produce. En este momento
trascendental no se usan palabras, sino que se recurre al ejemplo de la acción como sistema de enseñanza. La similitud con el sistema de aprendizaje que emplean los chimpancés para enseñar a percutir
las nueces invita a pensar que el lenguaje de Ao Naoh es mucho más limitado que el lenguaje humano.
No hay palabras que acompañen los gestos, no existen explicaciones sobre los problemas ante los que
se enfrenta el artesano.
Con seguridad la primera situación debe acercarse más a la realidad que la simplificación con la
que se aborda el lenguaje de los protagonistas de En busca del fuego. Más parece en este otro caso un lenguaje propio de las primeras etapas del género Homo que el de unas sociedades que habían alcanzado
logros tan notables como los conseguidos por los neandertales. En el caso de El clan del oso cavernario
el planteamiento es similar, el recurso a la gesticulación y los sonidos escasamente articulados sugiere
la existencia de un lenguaje primitivo, pero suficiente para el intercambio de información social y de
jerarquía, sobre todo de rango y género, lo que traduce un modo de vida que, una vez más, resultaría
muy próximo del que caracteriza la vida social de los chimpancés.
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La ambivalencia que en dos de las tres películas se produce entre una visión abierta a la capacidad
de reproducción fértil y la acentuación del primitivismo físico de los neandertales, que va más allá de
las diferencias morfológicas contrastadas en los fósiles, constituye otro de los elementos que merecen
también comentario. Es obvio que el peso de la tradición, asentado en la idea propagada por Boule a
través de su interpretación de la morfología ósea neandertal del individuo de la Chapelle-aux-Saints,
se deja sentir, muchos años después, en la imagen que los dos films de los años ochenta nos ofrecen
de los neandertales. Un injustificado balanceo en el andar, de componente marcadamente simiesco y
propio de una bipedia distinta, que resulta contradictorio con la morfología del aparato locomotor de
los neandertales. Sin bien la discusión sobre la caracterización de la bipedia en los australopitecinos
tiene razón de ser, nada permite plantear esta situación al referirnos al proceso evolutivo experimentado por el género Homo millones de años más tarde.
La reconstrucción de la forma de andar de los neandertales de Ao, le dernier néandertal, resulta más
ajustada a la visión científica imperante en la actualidad. La diferencia de proporciones en brazos y
piernas, o el mayor volumen corporal, constituyen rasgos que resultan muy difíciles de traducir en
actores de estructuras anatómicas modernas, pero la bipedia no presenta las limitaciones que gratuitamente se asumen en los dos otros films. La alusión a un centro de gravedad más bajo se concreta en
una menor oscilación hacia arriba y abajo del tronco y cabeza, pero el rasgo pasa desapercibido en
muchos de los planos. Dicho en otros términos, no llama la atención la forma en la que andan Ao y
sus compañeros.
Resulta obvio, por otra parte, que el esfuerzo de caracterización es menor en el caso de los personajes de El clan del oso cavernario. La atención se centra es este caso sólo en el reborde supraorbital, sin
prestar atención ni a la morfología medio-facial, especialmente a la forma de la nariz, ni a la estructura craneal. La forma huidiza del frontal, más difícil de resolver, se resuelve, al igual que en los otras
películas, mediante el desarrollo de una larga pelambrera que oculta esta parte de la cabeza. El resto
del cuerpo tampoco merece un tratamiento detallado. Está claro que resulta difícil de hacer a la hora
de caracterizar a los actores que intervienen en la película. Sin embargo, no está justificado que para
propiciar una idea de diferencia, se recurra a esa especie de limitación en el andar a la que antes se ha
hecho referencia.
Hechas estas valoraciones referidas a la forma en que la investigación entendía en el periodo de
realización de cada película el contacto entre neandertales y cromañones y como se han traducido en
distintos modos de representar la morfología y el lenguaje, parece oportuno entrar ahora con algo más
de detalle en la forma en que, a partir de los componentes asociados a la vida cotidiana, se da cuenta
de su conducta y su cultura.
Cuando la valoración se establece en términos generales, comparando grandes periodos, es indudable que existen diferencias importantes entre los logros culturales y el modo de vida de los neandertales del Paleolítico medio y los cromañones del Paleolítico superior. Y es importante constatar
esas diferencias, pero refiriéndolas a las trayectorias históricas de las distintas poblaciones y no a una
explicación simplista que recurra a razones de orden cognitivo. La capacidad cultural caracteriza el proceso evolutivo humano, y el progreso cultural es resultado de la combinación de factores individuales,
vinculados a la inventiva y el razonamiento, y colectivos o sociales, y también de factores ambientales,
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demográficos e históricos. La Europa neandertal, caracterizada por la baja densidad demográfica, debió ofrecer pocas posibilidades de innovación y transmisión de las inventivas individuales. La teoría de
la percepción del riesgo proporciona un marco apropiado de análisis a la hora de valorar la dificultad
para que el desarrollo cultural experimentara un incremento notable en una buena parte del Paleolítico medio europeo. Los cambios ambientales vinculados a los procesos glaciales, las crisis demográficas producidas por las condiciones de vida difíciles que se asocian a un bajo nivel tecnológico y el
necesario acercamiento a las presas, con altas tasas de mortalidad y elevado riesgo de traumatismos, la
mortalidad infantil y la elevada movilidad territorial, constituyen aspectos que sirven para establecer
el marco adecuado de comprensión del comportamiento conservador de los neandertales. Los datos
genéticos y arqueológicos indican que no debe descartarse la posibilidad de frecuentes fenómenos de
extinción de grupos locales o regionales a lo largo de su historia. Sin embargo, a pesar de este complicado panorama, los neandertales sobrevivieron en Europa y Asia durante más de doscientos mil años,
lo que demuestra el éxito adaptativo de su cultura.
Por lo que respecta al comentario de las imágenes directamente relacionadas con el modo de vida,
son pocos los detalles que se proporcionan y distintas las visiones a las que remiten las tres películas.
Un lugar común lo constituye el tratamiento de la movilidad territorial. El tema está deliberadamente tratado en el caso de Ao, le dernier néandertal. A lo largo de su vida, el personaje se desplaza desde las
zonas costeras mediterráneas a las llanuras septentrionales europeas, para volver de nuevo al Mediterráneo. Esta visión se ajusta bastante bien a la amplitud de los desplazamientos que se ha sugerido que tenían los neandertales, tal y como parecen confirmar los resultados de los estudios isotópicos de estroncio
obtenidos en el análisis de un molar del yacimiento griego de Lakonis, no hace mucho dados a conocer
por M. Richards y colaboradores. Y también coincide con la visión que se desprende de las continuas
fluctuaciones de la población en las zonas europeas más afectadas por la influencia del clima glacial.
En esta película se da cuenta también de la necesidad de los neandertales de mantener amplias
redes sociales para propiciar el intercambio de individuos. Hasta hace bien poco, las consideraciones
realizadas sobre el tipo de movilidad e intercambio en los neandertales, encaminadas a garantizar la
capacidad reproductiva y evitar la endogamia, resultaban puramente especulativas, y tomaban siempre
como referente los comportamientos de los primates superiores o la evidencia etnográfica proporcionada por los grupos cazadores y recolectores actuales. Con los datos recientemente obtenidos en
el estudio genético de los restos óseos de la cueva de El Sidrón por C. Lalueza y colaboradores, en un
conjunto fósil de singular riqueza en el que se han identificado al menos doce individuos, sabemos
ahora que la movilidad de ese grupo neandertal se asoció fundamentalmente a las hembras, pues
presentan una mayor diversidad genética que la de los machos. El comportamiento, por tanto, de los
neandertales parece que fue patrilocal.
La misma idea del mantenimiento de las redes sociales es tomada de manera distinta en El clan
del oso cavernario, recurriendo a una imagen que resulta también coherente con la idea del intercambio
de personas e información 11 . En esta ocasión se evoca un procedimiento conocido en antropología
como el sistema de agregación, que consiste en que, cada cierto tiempo, los diversos grupos que configuran una red social se reúnen en un lugar determinado, e intercambian información, favorecen nuevos
emparejamientos y mantienen vivas las tradiciones grupales y las creencias comunes. La idea ha sido
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PREHISTORIA Y CINE
Reunión del clan. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
repetidamente formulada para explicar determinados yacimientos del Paleolítico superior, en etapas
correspondientes a los cromañones, sobre todo a partir del análisis de los objetos artísticos encontrados
y la singularidad de los yacimientos. Sin embargo, para los neandertales este sistema no ha sido propuesto, ni ha sido objeto de análisis detenido por parte de los especialistas que estudian este periodo. La
causa, entre otras cosas, hay que buscarla en la dificultad que supone encontrar evidencia arqueológica
que corrobore la hipótesis. Sin embargo, resulta obvio que algún sistema de esa índole debió practicarse
en los neandertales. Más dudosas resultan las imágenes que acompañan esta agregación, ya que en este
film se mezclan escenas que evocan estados de alteración de la conciencia, que parecen sugerir ritos chamánicos y un pensamiento religioso complejo, y un episodio de violencia dirigida contra un oso que
carece de toda justificación. De nuevo estamos ante una ambivalencia narrativa en la que se mezclan
conceptos muy contrapuestos: la complejidad ceremonial y una conducta brutal gratuita, escenificada
aquí por un episodio sangriento que tiene por consecuencia un balance de numerosas heridas graves y,
al menos, una muerte entre los neandertales. La única justificación parece que vuelve a ser el imaginario
colectivo arraigado en mucha gente, sustentado en la visión decimonónica de los estadios de evolución
de la humanidad, en el que la brutalidad era sinónimo de antigüedad o primitivismo.
Otro aspecto interesante que merece un comentario tiene que ver con el uso del fuego. En este
caso, la visión que traduce En busca del fuego resulta la más alejada de la visión actual. Objeto de revisión y periódico debate en la Arqueología, la domesticación del fuego resulta hoy día plenamente
aceptada y constatada para los neandertales. Casi podríamos decir que el fuego se vincula al proceso
de configuración de los rasgos neandertales en Europa y su uso es frecuente en los yacimientos que
se fechan a partir de mediados del Pleistoceno medio, indicando el conocimiento necesario para su
fabricación. Sin duda, el tratamiento de este asunto en esta película está condicionado por la narración
original en la que el guión se inspiró. Una novela que remite, no debemos olvidarlo, a una fecha muy
anterior a la de la realización del film. En las otras dos películas el tema es tratado de manera distinta,
presuponiendo que los neandertales poseen la capacidad técnica para su producción.
Las referencias a la cultura material tan sólo resultan interesantes en Ao, le dernier néandertal. Las
lanzas de madera aparecen provistas de puntas líticas, tal y como corresponde a la cronología en la
EL DESTINO DE LOS NEANDERTALES: CINE Y EVOLUCIÓN HUMANA
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Lanza. Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
que se sitúa la acción 12 . Existen imágenes en las que el personaje talla, y los gestos resultan apropiados. También lo son las escenas que sugieren la caza de un herbívoro de tamaño medio, que inician
la película, o las de pesca y recolección de moluscos que se observan en diferentes partes de la misma,
actividades todas bien documentadas en los yacimientos neandertales 13 . La posesión de propulsores
constituye un lugar común de los humanos modernos de esta película y de En busca del fuego. En este
caso, el contraste entre las tecnologías de caza de unos y otros proporciona una viva idea de diferentes
trayectorias culturales 14 .
Puesto que no se trata de realizar una crítica de las películas o de la verosimilitud de los argumentos,
no entraremos aquí a comentar los anacronismos que es posible observar en estas dos películas que estamos comentando con algo más de detalle. Basta con citar, como ejemplos de esos errores, la existencia de
pinturas parietales paleolíticas figurativas en las etapas de contacto y expansión de los humanos modernos y los neandertales, o la coexistencia territorial de neandertales y otra especie humana aparentemente
más primitiva. La complejidad que se deriva de los recientes hallazgos sobre el ADN denisoviano o las
fechas antiguas que se están dando a conocer para, por ejemplo, las figuraciones de manos no matizan lo
Niña mariscando. Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
Valentín Villaverde
13
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anacrónico de estas situaciones en las dos películas a las que nos referimos.
Por otra parte, la humanización de los
neandertales en Ao, le dernier néandertal, contrasta con la visión que se ofrece de unos humanos modernos dotados de unos niveles de
violencia, dirigidos incluso hacia sus semejantes, que resultan difíciles de conciliar con
la realidad demográfica a la que va referida el
proceso de colonización de Europa por parte
de estas poblaciones. Europa constituía en esas
etapas un inmenso espacio geográfico con una
14 Propulsor. En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
población bastante reducida, en la que las redes sociales abiertas debieron ser absolutamente necesarias para garantizar el éxito reproductivo. Cabe,
por tanto, pensar en unas circunstancias muy distintas de las que se nos muestran en esta película. Lo
lógico es que en esas etapas se favorecieran las relaciones entre distintos grupos y se evitaran los conflictos. Y ello debió resultar clave a la hora de facilitar los procesos de asimilación entre las poblaciones
preexistentes y los recién llegados. Una convivencia que, en términos globales, abarcó varios milenios.
Al final de la historia, tal y como todos sabemos, las ventajas reproductivas asociadas a un determinado componente genético debieron formar parte del cúmulo de razones que explican que transcurridos
unos milenios el genotipo propio de la humanidad actual sustituyera al genotipo de los neandertales.
Las tres películas aceptan y dan cuenta de esa situación a través de la viabilidad reproductiva de
las dos subespecies, si bien la forma en la que se trata a los neandertales resulta más acertada en Ao,
le dernier néandertal. Al observar a los neandertales que protagonizan esta película, resulta fácil compararlos con las reproducciones en tres dimensiones que hoy día se muestran en numerosos museos
especializados. Y también resulta sencillo rememorar los hallazgos que la moderna investigación nos
está ofreciendo día a día sobre la conducta de los neandertales 15 .
15
Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
53
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1
Reproducción de la neandertal Wilma. Feldhofer © Joe MacNally
El destino
de los neandertales:
cine y evolución humana
Valentín Villaverde
Departament de Prehistòria i Arqueologia
Universitat de València
Las películas a las que hace referencia la exposición que motiva estas líneas son de carácter comercial.
Su cometido es distinto de los documentales de divulgación científica, y por tanto también los planteamientos con los que se aborda la caracterización de los personajes que intervienen, o las historias que
cuentan. Su comentario, no obstante, resulta de interés, ya que las imágenes que se ofrecen traducen la
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PREHISTORIA Y CINE
Valentín Villaverde
visión que en cada momento se tiene de la Prehistoria y del proceso evolutivo humano. Existen, además, algunas diferencias en el interés
por ajustar la representación humana y el comportamiento a la visión científica imperante en
las fechas de realización de las mismas.
Se ha dejado de lado el comentario de
aquellas cintas cuyo enfoque puede relacionarse
claramente con el cine de aventuras o el de suspense, en las que el periodo elegido constituye
más un pretexto que una necesidad. De manera
2 The neanderthal man, Ewald André Dupont, 1953
que centraremos nuestra atención en sólo tres
películas, aquellas que por razones de guión cabe, en principio, pensar que buscan un tratamiento más
riguroso del periodo en el que se inscriben y, con diferentes inspiraciones, tratan de aproximar las imágenes al conocimiento que la paleontología humana, la prehistoria y la paleoantropología ofrecen del
periodo del Paleolítico en que se sitúan las acciones. Las tres hacen referencia al tránsito del Paleolítico
medio al superior, y a la expansión de la humanidad moderna y la desaparición de los neandertales.
Las fechas y los guiones son distintos y las variaciones permiten, también por tanto, diferentes
comentarios y consideraciones.
No está de más, con todo, indicar algunos de los lugares comunes que varios de los restantes films
presentan, como la asociación de los neandertales al comportamiento brutal o la morfología simiesca 2 ,
la velada alusión al matriarcado en alguna de las películas, retomando viejas interpretaciones de la
evolución de las sociedades prehistóricas, o los componentes racistas que pueden observarse en alguna de las cintas menos rigurosas con el contexto histórico al que se refieren, como sería el caso de
la presencia de grupos humanos de piel blanca en espacios africanos subsaharianos, ya que resultan
especialmente significativos de los prejuicios con los que se aborda el tratamiento de los personajes y
traducen visiones sensiblemente desplazadas o abandonadas en los tiempos en los que las películas
se realizaron. No hay que olvidar, sin embargo, que esta idea encuentra también su imaginario en las
propuestas efectuadas por algunos prehistoriadores de renombre en relación con determinadas representaciones rupestres africanas. Sirva de ejemplo la interpretación y polémica suscitada por la conocida
pintura de la Dama Blanca dada a conocer por H. Breuil.
Quedan fuera de nuestro comentario, por otra parte, los sesgos de tratamiento de género o de roles
que se asocian a los personajes femeninos, pues merecen un análisis específico en otras páginas de esta
misma publicación.
Las tres películas en las que centraremos los comentarios son, por orden de realización: En busca
del fuego (La guerre du feu), El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear) y Ao, le dernier néandertal.
Las fechas a las que corresponde su estreno permiten ya una primera contextualización de las ideas con
las que el mundo científico interpreta el periodo en el que se sitúan las tres historias.
En busca del fuego, dirigida por Jean Jacques Annaud, se estrenó en 1981. El guión se inspira en el
relato de J.H. Rosny (los hermanos Boex) publicado en 1911, titulado La guerre du feu. La atención fun40
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PREHISTORIA Y CINE
4
En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
damental del director, en la idea de enmarcar adecuadamente el periodo de la historia de la humanidad
al que se refiere la película, se centró en cómo dar cuenta de la expresión oral y corporal de los neandertales, con el apoyo para ello de Anthony Burguess y Desmond Morris 3 . El clan del oso cavernario,
dirigida por Michael Chapman, está fechada pocos años después, en 1986. El guión es de John Sayles,
inspirado en la conocida novela de Jean M. Auel. El esfuerzo de asesoramiento científico de la primera
novela de la serie publicada por esta escritora centrada en las peripecias y viajes de Ayla, su protagonista
femenina, permitiría pensar que el film podría reflejar esta circunstancia, pero veremos que no fue así 4 .
Ao, le dernier néandertal, fue estrenada en el 2010 y dirigida por Jacques Malaterre, con guión de
Marc Klapczynski. En esta ocasión el asesoramiento estuvo a cargo de la prehistoriadora Marie-Helène
Patou-Mathis, buena conocedora del modo de vida de los neandertales a través de sus estudios arqueozoológicos 5 .
Una rápida correlación entre las fechas de estreno de las películas y el estado de la cuestión de la
investigación arqueológica sobre los neandertales permite establecer diferencias de cierto grado. No
en vano, la investigación centrada en el estudio de los neandertales, su desaparición y papel con respecto a la actual humanidad constituye uno
de los temas que mayores esfuerzos de estudio
ha concentrado en los últimos decenios, tal y
como confirman los numerosos coloquios internacionales centrados en el tema y un impresionante cúmulo de artículos y trabajos monográficos publicados. Como consecuencia, la
síntesis científica ha experimentado importantes avances y variaciones en el transcurso de
esos decenios.
El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman,
1986)
EL DESTINO DE LOS NEANDERTALES: CINE Y EVOLUCIÓN HUMANA
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Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
Valentín Villaverde
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A comienzos de los años ochenta, el tránsito entre el Paleolítico medio y el superior se veía en
Europa y el Oriente Próximo como un proceso de evolución regional en el que los neandertales daban
paso a los humanos modernos, o cromañones, de manera gradual. Incluso se pensaba que los neandertales poseían unos rasgos morfológicos más pronunciados en Europa Occidental, mientras que en
el Oriente Próximo sus características eran más gráciles, sugiriendo un menor proceso de neandertalización.
En aquellas épocas, la influencia de los trabajos del prehistoriador francés François Bordes en la
visión del Paleolítico europeo era muy importante y en Europa el proceso evolutivo humano se veía en
términos más gradualistas que rupturistas. Una cosa eran las influencias culturales que podían observarse en la llegada de ciertas «industrias» del Paleolítico superior y otra la evolución humana. El caso
más evidente lo constituía el Chatelperroniense: considerada la primera industria lítica del Paleolítico
superior, cuyo origen se relacionaba, por transición, con el Musteriense de Tradición Achelense de tipo
B, industria vinculada a los neandertales. De manera que el Chatelperroniense era, en palabras de F.
Bordes, de origen indígena. El caso del Auriñaciense era distinto, ya que su origen no se veía con claridad en el Paleolítico medio regional de Europa Occidental y se asoció, desde épocas muy tempranas,
a la llegada de poblaciones de fuera de Europa. Sin afirmarlo rotundamente, pero abriendo esa posibilidad, el origen de la moderna humanidad podía entenderse como un proceso policéntrico en el que
los neandertales podían haber desempeñado cierto papel (tal y como era defendido por A. Thomas o
el mismo F. Bordes en sus síntesis del proceso en el Congreso Internacional titulado The origin of Homo
sapiens, publicado el año 1972). En todo caso, nadie cuestionaba la posibilidad de que cromañones y
neandertales pudieran haberse apareado y tener descendencia. Algunos, sin embargo, como es el caso
de F. C. Howell, presentaban una situación distinta entre el ámbito geográfico oriental de distribución
de los neandertales, que eran considerados como progresivos, y el occidental, donde se los consideraba
altamente especializados y poco proclives, por tanto, a dar lugar a la moderna humanidad.
En ese contexto, en el que los hallazgos de los primeros humanos modernos del yacimiento de
Qafzeh, en Oriente Próximo, eran considerados tardíos con respecto a los neandertales documentados
en la misma región, cuando se puso de manifiesto que existía una falta de correlación entre cultura y
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rasgos morfológicos (los autores del Chatelperroniense eran los neandertales, según Leroi-Gourhan,
mientas que los humanos modernos de Qafzeh poseían una industria de tipo musteriense, tal y como
señalaban en aquellas fechas F. Bordes y B. Vandermesch), se llevó a cabo el rodaje y estreno de En
busca del fuego.
Un hecho importante, que tiene que ver con la percepción de la coexistencia de neandertales y
HAM (hombre anatómicamente moderno), y que se observa por igual en la película que acabamos de
mencionar y en El clan del oso cavernario, es que la datación del periodo de transición del Paleolítico
medio al superior todavía no había experimentado el avance tan notable que supuso el desarrollo
de nuevas técnicas de datación que permitieron ampliar el rango cronológico en el que era capaz de
actuar el sistema tradicional del Carbono 14 (C14). De hecho, las primeras dataciones obtenidas mediante las técnicas de datación por termoluminiscencia (TL), o los obtenidos mediante el sistema de
resonancia de espín electrónico (ESR), unas técnicas que ampliaban considerablemente el rango de
datación que en esas fechas abarcaba el C14, no empezaron a aplicarse a los yacimientos de Oriente
Próximo y Europa hasta finales de los años 90 del siglo xx. Y otro tanto pasó con la mejora del sistema
de datación mediante C14, con el desarrollo de la espectrometría de masas por acelerador de partículas
(C14 AMS). Una técnica que permitió reducir la cantidad de muestra necesaria para la obtención de
dataciones y facilitó la toma de muestras directas de los fósiles humanos a la vez que ampliaba en algunos milenios el ámbito cronológico de datación, pero que no empezó a ofrecer resultados referidos
a esta problemática hasta finales de los noventa e inicios del 2000.
Una de las consecuencias del desarrollo de los nuevos sistemas de datación fue corroborar que los
primeros humanos modernos del Oriente Próximo se databan con bastante anterioridad a las fechas
que marcaban el final de los neandertales en esa región. Lo que venía a complicar la idea de proceso
policéntrico y abría la puerta a la idea de un origen africano de la moderna humanidad y la existencia
de distintos episodios de expansión desde esa región a Eurasia.
En las fechas en que estas dos películas se llevaron a cabo tampoco se había experimentado el
avance que supuso el desarrollo de la biología molecular aplicada al estudio de la evolución humana.
Esta circunstancia resultó trascendental en el curso que iban a tomar los hechos en los últimos años del
siglo xx y el primer decenio del xxi. Primero con la publicación de los primeros resultados del estudio
del ADN mitocondrial de las poblaciones actuales, y después con los primeros resultados obtenidos
en el estudio de ese mismo ADN mitocondrial de los neandertales. El trabajo de Wilson, Cann y Stoneking que dio lugar a la famosa frase de la Eva Negra se publicó en 1987, mientras que el de King y
colaboradores, centrado en los datos obtenidos en los restos óseos del Neandertal de Feldhofer, se dio
a conocer en 1997.
A partir de esas fechas, el tándem formado por los nuevos sistemas de datación y la biología molecular resultó clave para el devenir que experimentó la visión del papel desempeñado por los neandertales en el proceso evolutivo. Su consecuencia en la investigación paleontológica y arqueológica fue
propiciar la hegemonía de la teoría conocida como del origen africano y la sustitución. Una visión en la
que parecía que se conciliaban distintas evidencias: por una parte las fechas obtenidas en la datación
de los primeros humanos modernos en los yacimientos sudafricanos y de Oriente Próximo; por otra,
las cronologías marcadas por el llamado reloj molecular, al señalar el origen africano y relativamente
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Valentín Villaverde
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reciente de nuestra especie a través del estudio del ADN mitocondrial y el Cromosoma Y de las poblaciones modernas; finalmente el logro producido por la obtención de los primeros resultados del ADN
mitocondrial de las poblaciones neandertales.
Este cúmulo de resultados favoreció la idea, a finales del siglo xx e inicios del xxi, de que los Neandertales se encontraban evolutivamente muy alejados de los primeros humanos modernos africanos,
como resultado de un largo proceso de especiación y aislamiento de las poblaciones europeas durante
gran parte del Pleistoceno medio y el inicio del Pleistoceno superior. Además, aunque sin evidencias
cronológicas ni arqueológicas firmes, su desaparición y sustitución por los Humanos modernos en
Oriente Próximo y Europa fue considerada rápida. Y a la par, el mecanismo explicativo de su desaparición fue llamar la atención sobre sus limitaciones, no ya culturales sino cognitivas, con respecto a
los Humanos modernos. La idea era clara: se trata de dos especies, aisladas en términos reproductivos.
Los neandertales no desempeñaron, por tanto, papel alguno en el proceso evolutivo conducente a la
humanidad moderna.
Sin embargo, esta visión no ha quedado reflejada en ninguna de las tres películas a las que nos
estamos refiriendo. La razón está en que a partir del 2010, como consecuencia de los últimos resultados de la biología molecular aplicada al estudio de los neandertales, con el desarrollo del proyecto
Genoma Neandertal y la obtención de los primeros resultados del ADN nuclear de los restos de tres
individuos estudiados en el Instituto Max Plank, procedentes del yacimiento Croata de Vindija, la idea
del mestizaje ha vuelto a tomar cuerpo. Hasta esa fecha, sólo un sector de la investigación planteaba
una alternativa a la teoría del origen africano y la sustitución, proponiendo la teoría del origen africano y la asimilación. En realidad los resultados proporcionados por el ADN nuclear neandertal no han
hecho más que corroborar una idea distinta a la que la teoría de la sustitución mantenía: la de que las
capacidades cognitivas de los neandertales no debían entenderse en los términos en los que se estaba
haciendo. Aunque los resultados del ADN de estos neandertales han proporcionado un importante
respaldo a esta hipótesis, lo cierto es que en el ámbito científico especializado hacía ya algunos años
que la idea de la asimilación se veía sustentada a partir de los datos proporcionados desde diferentes
ámbitos y disciplinas. De manera sucinta es posible señalar al respecto que han resultado determinantes: los hallazgos de fósiles humanos en los que se han señalado rasgos morfológicos transicionales,
como el niño de Lagar Velho, descubierto el año 1998, o los restos craneales de Pestera cu Oase, descubiertos el año 2002; la constatación de que algunos de los restos humanos atribuidos a los primeros
cromañones constituían, en realidad, intrusiones en niveles paleolíticos antiguos de enterramientos
de cronología holocena o bien se fechaban en cronologías alejadas del proceso de expansión de los
primeros humanos modernos; la datación del Chatelperroniense y otras industrias de transición, generalmente atribuidas a los neandertales, en fechas anteriores a la llegada de los primeros humanos
modernos, confirmando que los rasgos culturales asociados no pueden explicarse como una mera
consecuencia de la aculturación; la constatación de que alguno de los rasgos de la cultura material que
se consideraban de invención y uso sólo en contextos de humanos modernos, se localizan también
en contextos donde están presentes los neandertales, como es el caso de la industria ósea o el adorno,
contradiciendo la idea, apoyada por la teoría de la sustitución, de que el inicio del Paleolítico superior
se caracteriza por una revolución cultural asociada a unas nuevas capacidades cognitivas; o la observa-
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Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
ción de que las capacidades cazadoras de los neandertales resultan muy difíciles de diferenciar de las
de los primeros humanos modernos llegados a Europa, desechando así una visión muy peyorativa de
la capacidad de caza y planificación de los neandertales, poco más que considerados durante algunos
años por algunos sectores de la investigación como unos meros carroñeros oportunistas, limitados al
consumo de pequeños herbívoros.
Así que, no resulta extraño observar que en Ao, le dernier néandertal, estrenada en 2010, se ofrezca
una visión más humanizada de los neandertales que la que hubiera sido posible apenas con un decenio de anterioridad. Además, en el contexto de la investigación francesa, por situarnos en el ambiente
en el que la película se llevó a cabo, la idea de la sustitución tuvo siempre menos seguidores que en el
ámbito inglés o norteamericano 6 . El resultado afecta no sólo a la viabilidad reproductiva de neandertales y cromañones, asumida en las últimas escenas de la película en unos términos muy parecidos
a los de En busca del fuego, sino a la forma en la que se trata la conducta de los neandertales. No en
vano, como se acaba de señalar, este giro en la forma de entender las capacidades de los neandertales
se gestó a partir de la investigación arqueológica y precedió a la que apenas acaba producirse en los
estudios biomoleculares.
El auge de la teoría de la sustitución coincidió en el ámbito de la arqueología con el desarrollo
de la Nueva Arqueología y, en relación con el destino de los neandertales, con la idea de que sus capacidades cognitivas eran marcadamente inferiores a las de los humanos modernos, los cromañones.
Especialmente a partir de mediados de los ochenta, son numerosos los trabajos que proporcionan una
interpretación del modo de vida de los neandertales muy distinto del de los cromañones, pero no ya
por razones de orden cultural, sino como consecuencia de esa diferencia cognitiva. Tales eran las diferencias entre unos y otros, que la desaparición de los primeros constituía la solución más sencilla para
dar cuenta del rápido éxito del proceso de expansión de los segundos. Como ha señalado J. Zilhão, en
la explicación seguida para dar cuenta de la extinción de los neandertales, la culpabilidad del vencido,
tantas veces argumentada en los procesos coloniales, volvió a convertirse en el eje de la argumentación
EL DESTINO DE LOS NEANDERTALES: CINE Y EVOLUCIÓN HUMANA
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Escena que muestra las limitaciones cognitivas de los neandertales. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear,
Valentín Villaverde
Michael Chapman, 1986)
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histórica. En este caso, vinculada a una manifiesta inferioridad cognitiva y sus implicaciones: ausencia
de lenguaje y simbolismo, incapacidad de planificación a medio plazo, ausencia de estructuras sociales
complejas, limitaciones en la tecnología y el armamento, reducida capacidad cazadora y, en definitiva,
escaso papel adaptativo de la cultura y elevado peso de los rasgos somáticos en la supervivencia 7 . Esta
idea ha ido dando paso en los últimos años a una forma distinta de valorar las diferencias que se observan cuando se compara el registro arqueológico de las poblaciones neandertales y las de los primeros
humanos modernos en el ámbito de expansión de los primeros: Europa y una parte de Asía, desde Uzbekistan y hasta el Levante mediterráneo.
En la actualidad, al tratar de los neandertales, existe un cierto consenso a la hora de admitir que
en determinados lugares enterraron a sus muertos, emplearon materias colorantes, usaron objetos
simbólicos en forma de adornos, tuvieron una alta capacidad cazadora y tecnológica, asociada al dominio del fuego, el enmangue de sus puntas y cuchillos y la confección de un utillaje variado y versátil,
y cuidaron a los enfermos y heridos. Muchas de estas innovaciones en el campo de la cultura material
se produjeron en las fases avanzadas de su historia, pero con anterioridad a la llegada de los humanos
modernos, lo que permite situar en un escenario distinto el proceso de expansión de estos últimos.
Este cambio de percepción se vincula incluso al de su propia reconstrucción física, al de la apariencia más humana con la que los museos han acompañado la fría visión de los restos óseos recuperados 8 9 .
Y ese cambio, no sólo físico, sino cognitivo, queda perfectamente plasmado en el tratamiento de
los neandertales en la película de Ao, le dernier néandertal.
Con todo, es necesario insistir que aunque las imágenes finales del En busca del fuego y Ao, le dernier néandertal son semejantes (en los dos casos las hembras con rasgos modernos están embarazadas
y preludian el fruto del mestizaje, minimizando las diferencias entre neandertales y cromañones al
terreno de subespecies reproductivamente viables), entre una y otra han mediado años de una visión
muy distinta, totalmente contraria a esta idea. Y no podemos tampoco olvidar que las imágenes de las
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Reconstrucción de un grupo de neandertales. Krapina Neanderthals
Museum
9
Reconstrucción de un neandertal. Film of Krapina
Neanderthals Museum
dos mujeres en avanzado estado de gestación remiten a dos planteamientos evolutivos distintos y un
diferente corpus de información arqueológica, paleontológica y genética.
El origen africano de la humanidad moderna constituye ahora un lugar común en la investigación,
junto a la idea de que la asimilación de las poblaciones pre-existentes en los diversos ámbitos geográficos puede constituir la explicación más viable y ajustada a los datos arqueológicos y genéticos. La
abundancia de industrias de transición y la evidencia proporcionada por la biología molecular obligan
a la formulación de modelos más atentos a la importancia de la demografía y la diversidad geográfica
y paleoambiental en el establecimiento del proceso de expansión de los rasgos morfológicos propios
de la actual humanidad.
Incluso los avances más específicos producidos en el campo de la paleontología y la genética apoyan esta nueva visión en la que ya se han convertido en elementos del imaginario colectivo el color
claro de la piel de los neandertales y la coloración del pelo, o su capacidad para el lenguaje, por citar
aquellos rasgos que provienen del estudio de un conjunto de neandertales recientes excavados en la asturiana Cueva de El Sidrón. De igual manera que la imagen de los primeros cromañones suele remitir
a su origen africano y una coloración más oscura de la piel.
El lenguaje 10 constituye un aspecto esencial a la hora de establecer la humanidad de los neandertales y su valoración se vincula a una discusión más general que versa sobre el origen mismo del
lenguaje y su evolución. En este campo, en los últimos años, hemos pasado de una visión rupturista,
caracterizada por la defensa de un origen reciente del lenguaje, vinculado a una nueva estructura cerebral que sólo aparecería en el Homo sapiens sapiens, en lo que sin duda constituye una explicación
de tipo saltacionista, a otra visión más gradualista, en la que se considera que el lenguaje poseería un
origen temprano, vinculado en su inicio con la aparición del género Homo.
Apoyan la existencia de larga historia evolutiva del lenguaje y la existencia de un estadio avanzado de su uso en los neandertales: los hallazgos del hueso hioides del neandertal de Kebara, similar
al de los cromañones; la estructura del oído de los Homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos de
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Lenguaje de signos. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
Atapuerca, capaz de percibir la misma gama de sonidos que el nuestro; o las evidencias indirectas que
provienen de la existencia de unos rituales funerarios que resultan inconcebibles sin la existencia de un
lenguaje capaz de transmitir ideas y emociones que exceden, de largo, los límites de cualquier sistema
de comunicación animal e implican la existencia de un componente simbólico.
En dos de las películas se nos ofrecen diferencias importantes entre el lenguaje de neandertales
y cromañones. Más basculado al empleo de los signos corporales y, aparentemente, con un menor
repertorio sintáctico, en el caso de los neandertales de En busca del fuego y de Ao, le dernier néandertal,
y más fluido y variado en los sonidos, menos dependiente de la gesticulación en el caso de los cromañones de las dos películas. Sin embargo, mientras que las imágenes de diálogo y comprensión entre
Ao y Aki sugieren la existencia de unas capacidades cognitivas similares, o muy próximas, también son
explícitas las imágenes con las que se da cuenta de la producción del fuego cuando finalmente, tras
su nueva pérdida, Naoh intenta obtenerlo y tras su fracaso es Ika quien lo produce. En este momento
trascendental no se usan palabras, sino que se recurre al ejemplo de la acción como sistema de enseñanza. La similitud con el sistema de aprendizaje que emplean los chimpancés para enseñar a percutir
las nueces invita a pensar que el lenguaje de Ao Naoh es mucho más limitado que el lenguaje humano.
No hay palabras que acompañen los gestos, no existen explicaciones sobre los problemas ante los que
se enfrenta el artesano.
Con seguridad la primera situación debe acercarse más a la realidad que la simplificación con la
que se aborda el lenguaje de los protagonistas de En busca del fuego. Más parece en este otro caso un lenguaje propio de las primeras etapas del género Homo que el de unas sociedades que habían alcanzado
logros tan notables como los conseguidos por los neandertales. En el caso de El clan del oso cavernario
el planteamiento es similar, el recurso a la gesticulación y los sonidos escasamente articulados sugiere
la existencia de un lenguaje primitivo, pero suficiente para el intercambio de información social y de
jerarquía, sobre todo de rango y género, lo que traduce un modo de vida que, una vez más, resultaría
muy próximo del que caracteriza la vida social de los chimpancés.
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La ambivalencia que en dos de las tres películas se produce entre una visión abierta a la capacidad
de reproducción fértil y la acentuación del primitivismo físico de los neandertales, que va más allá de
las diferencias morfológicas contrastadas en los fósiles, constituye otro de los elementos que merecen
también comentario. Es obvio que el peso de la tradición, asentado en la idea propagada por Boule a
través de su interpretación de la morfología ósea neandertal del individuo de la Chapelle-aux-Saints,
se deja sentir, muchos años después, en la imagen que los dos films de los años ochenta nos ofrecen
de los neandertales. Un injustificado balanceo en el andar, de componente marcadamente simiesco y
propio de una bipedia distinta, que resulta contradictorio con la morfología del aparato locomotor de
los neandertales. Sin bien la discusión sobre la caracterización de la bipedia en los australopitecinos
tiene razón de ser, nada permite plantear esta situación al referirnos al proceso evolutivo experimentado por el género Homo millones de años más tarde.
La reconstrucción de la forma de andar de los neandertales de Ao, le dernier néandertal, resulta más
ajustada a la visión científica imperante en la actualidad. La diferencia de proporciones en brazos y
piernas, o el mayor volumen corporal, constituyen rasgos que resultan muy difíciles de traducir en
actores de estructuras anatómicas modernas, pero la bipedia no presenta las limitaciones que gratuitamente se asumen en los dos otros films. La alusión a un centro de gravedad más bajo se concreta en
una menor oscilación hacia arriba y abajo del tronco y cabeza, pero el rasgo pasa desapercibido en
muchos de los planos. Dicho en otros términos, no llama la atención la forma en la que andan Ao y
sus compañeros.
Resulta obvio, por otra parte, que el esfuerzo de caracterización es menor en el caso de los personajes de El clan del oso cavernario. La atención se centra es este caso sólo en el reborde supraorbital, sin
prestar atención ni a la morfología medio-facial, especialmente a la forma de la nariz, ni a la estructura craneal. La forma huidiza del frontal, más difícil de resolver, se resuelve, al igual que en los otras
películas, mediante el desarrollo de una larga pelambrera que oculta esta parte de la cabeza. El resto
del cuerpo tampoco merece un tratamiento detallado. Está claro que resulta difícil de hacer a la hora
de caracterizar a los actores que intervienen en la película. Sin embargo, no está justificado que para
propiciar una idea de diferencia, se recurra a esa especie de limitación en el andar a la que antes se ha
hecho referencia.
Hechas estas valoraciones referidas a la forma en que la investigación entendía en el periodo de
realización de cada película el contacto entre neandertales y cromañones y como se han traducido en
distintos modos de representar la morfología y el lenguaje, parece oportuno entrar ahora con algo más
de detalle en la forma en que, a partir de los componentes asociados a la vida cotidiana, se da cuenta
de su conducta y su cultura.
Cuando la valoración se establece en términos generales, comparando grandes periodos, es indudable que existen diferencias importantes entre los logros culturales y el modo de vida de los neandertales del Paleolítico medio y los cromañones del Paleolítico superior. Y es importante constatar
esas diferencias, pero refiriéndolas a las trayectorias históricas de las distintas poblaciones y no a una
explicación simplista que recurra a razones de orden cognitivo. La capacidad cultural caracteriza el proceso evolutivo humano, y el progreso cultural es resultado de la combinación de factores individuales,
vinculados a la inventiva y el razonamiento, y colectivos o sociales, y también de factores ambientales,
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demográficos e históricos. La Europa neandertal, caracterizada por la baja densidad demográfica, debió ofrecer pocas posibilidades de innovación y transmisión de las inventivas individuales. La teoría de
la percepción del riesgo proporciona un marco apropiado de análisis a la hora de valorar la dificultad
para que el desarrollo cultural experimentara un incremento notable en una buena parte del Paleolítico medio europeo. Los cambios ambientales vinculados a los procesos glaciales, las crisis demográficas producidas por las condiciones de vida difíciles que se asocian a un bajo nivel tecnológico y el
necesario acercamiento a las presas, con altas tasas de mortalidad y elevado riesgo de traumatismos, la
mortalidad infantil y la elevada movilidad territorial, constituyen aspectos que sirven para establecer
el marco adecuado de comprensión del comportamiento conservador de los neandertales. Los datos
genéticos y arqueológicos indican que no debe descartarse la posibilidad de frecuentes fenómenos de
extinción de grupos locales o regionales a lo largo de su historia. Sin embargo, a pesar de este complicado panorama, los neandertales sobrevivieron en Europa y Asia durante más de doscientos mil años,
lo que demuestra el éxito adaptativo de su cultura.
Por lo que respecta al comentario de las imágenes directamente relacionadas con el modo de vida,
son pocos los detalles que se proporcionan y distintas las visiones a las que remiten las tres películas.
Un lugar común lo constituye el tratamiento de la movilidad territorial. El tema está deliberadamente tratado en el caso de Ao, le dernier néandertal. A lo largo de su vida, el personaje se desplaza desde las
zonas costeras mediterráneas a las llanuras septentrionales europeas, para volver de nuevo al Mediterráneo. Esta visión se ajusta bastante bien a la amplitud de los desplazamientos que se ha sugerido que tenían los neandertales, tal y como parecen confirmar los resultados de los estudios isotópicos de estroncio
obtenidos en el análisis de un molar del yacimiento griego de Lakonis, no hace mucho dados a conocer
por M. Richards y colaboradores. Y también coincide con la visión que se desprende de las continuas
fluctuaciones de la población en las zonas europeas más afectadas por la influencia del clima glacial.
En esta película se da cuenta también de la necesidad de los neandertales de mantener amplias
redes sociales para propiciar el intercambio de individuos. Hasta hace bien poco, las consideraciones
realizadas sobre el tipo de movilidad e intercambio en los neandertales, encaminadas a garantizar la
capacidad reproductiva y evitar la endogamia, resultaban puramente especulativas, y tomaban siempre
como referente los comportamientos de los primates superiores o la evidencia etnográfica proporcionada por los grupos cazadores y recolectores actuales. Con los datos recientemente obtenidos en
el estudio genético de los restos óseos de la cueva de El Sidrón por C. Lalueza y colaboradores, en un
conjunto fósil de singular riqueza en el que se han identificado al menos doce individuos, sabemos
ahora que la movilidad de ese grupo neandertal se asoció fundamentalmente a las hembras, pues
presentan una mayor diversidad genética que la de los machos. El comportamiento, por tanto, de los
neandertales parece que fue patrilocal.
La misma idea del mantenimiento de las redes sociales es tomada de manera distinta en El clan
del oso cavernario, recurriendo a una imagen que resulta también coherente con la idea del intercambio
de personas e información 11 . En esta ocasión se evoca un procedimiento conocido en antropología
como el sistema de agregación, que consiste en que, cada cierto tiempo, los diversos grupos que configuran una red social se reúnen en un lugar determinado, e intercambian información, favorecen nuevos
emparejamientos y mantienen vivas las tradiciones grupales y las creencias comunes. La idea ha sido
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Reunión del clan. El clan del oso cavernario (The clan of the cave bear, Michael Chapman, 1986)
repetidamente formulada para explicar determinados yacimientos del Paleolítico superior, en etapas
correspondientes a los cromañones, sobre todo a partir del análisis de los objetos artísticos encontrados
y la singularidad de los yacimientos. Sin embargo, para los neandertales este sistema no ha sido propuesto, ni ha sido objeto de análisis detenido por parte de los especialistas que estudian este periodo. La
causa, entre otras cosas, hay que buscarla en la dificultad que supone encontrar evidencia arqueológica
que corrobore la hipótesis. Sin embargo, resulta obvio que algún sistema de esa índole debió practicarse
en los neandertales. Más dudosas resultan las imágenes que acompañan esta agregación, ya que en este
film se mezclan escenas que evocan estados de alteración de la conciencia, que parecen sugerir ritos chamánicos y un pensamiento religioso complejo, y un episodio de violencia dirigida contra un oso que
carece de toda justificación. De nuevo estamos ante una ambivalencia narrativa en la que se mezclan
conceptos muy contrapuestos: la complejidad ceremonial y una conducta brutal gratuita, escenificada
aquí por un episodio sangriento que tiene por consecuencia un balance de numerosas heridas graves y,
al menos, una muerte entre los neandertales. La única justificación parece que vuelve a ser el imaginario
colectivo arraigado en mucha gente, sustentado en la visión decimonónica de los estadios de evolución
de la humanidad, en el que la brutalidad era sinónimo de antigüedad o primitivismo.
Otro aspecto interesante que merece un comentario tiene que ver con el uso del fuego. En este
caso, la visión que traduce En busca del fuego resulta la más alejada de la visión actual. Objeto de revisión y periódico debate en la Arqueología, la domesticación del fuego resulta hoy día plenamente
aceptada y constatada para los neandertales. Casi podríamos decir que el fuego se vincula al proceso
de configuración de los rasgos neandertales en Europa y su uso es frecuente en los yacimientos que
se fechan a partir de mediados del Pleistoceno medio, indicando el conocimiento necesario para su
fabricación. Sin duda, el tratamiento de este asunto en esta película está condicionado por la narración
original en la que el guión se inspiró. Una novela que remite, no debemos olvidarlo, a una fecha muy
anterior a la de la realización del film. En las otras dos películas el tema es tratado de manera distinta,
presuponiendo que los neandertales poseen la capacidad técnica para su producción.
Las referencias a la cultura material tan sólo resultan interesantes en Ao, le dernier néandertal. Las
lanzas de madera aparecen provistas de puntas líticas, tal y como corresponde a la cronología en la
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Lanza. Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
que se sitúa la acción 12 . Existen imágenes en las que el personaje talla, y los gestos resultan apropiados. También lo son las escenas que sugieren la caza de un herbívoro de tamaño medio, que inician
la película, o las de pesca y recolección de moluscos que se observan en diferentes partes de la misma,
actividades todas bien documentadas en los yacimientos neandertales 13 . La posesión de propulsores
constituye un lugar común de los humanos modernos de esta película y de En busca del fuego. En este
caso, el contraste entre las tecnologías de caza de unos y otros proporciona una viva idea de diferentes
trayectorias culturales 14 .
Puesto que no se trata de realizar una crítica de las películas o de la verosimilitud de los argumentos,
no entraremos aquí a comentar los anacronismos que es posible observar en estas dos películas que estamos comentando con algo más de detalle. Basta con citar, como ejemplos de esos errores, la existencia de
pinturas parietales paleolíticas figurativas en las etapas de contacto y expansión de los humanos modernos y los neandertales, o la coexistencia territorial de neandertales y otra especie humana aparentemente
más primitiva. La complejidad que se deriva de los recientes hallazgos sobre el ADN denisoviano o las
fechas antiguas que se están dando a conocer para, por ejemplo, las figuraciones de manos no matizan lo
Niña mariscando. Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
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anacrónico de estas situaciones en las dos películas a las que nos referimos.
Por otra parte, la humanización de los
neandertales en Ao, le dernier néandertal, contrasta con la visión que se ofrece de unos humanos modernos dotados de unos niveles de
violencia, dirigidos incluso hacia sus semejantes, que resultan difíciles de conciliar con
la realidad demográfica a la que va referida el
proceso de colonización de Europa por parte
de estas poblaciones. Europa constituía en esas
etapas un inmenso espacio geográfico con una
14 Propulsor. En busca del fuego (La guerre du feu, Jean Jacques Annaud, 1981)
población bastante reducida, en la que las redes sociales abiertas debieron ser absolutamente necesarias para garantizar el éxito reproductivo. Cabe,
por tanto, pensar en unas circunstancias muy distintas de las que se nos muestran en esta película. Lo
lógico es que en esas etapas se favorecieran las relaciones entre distintos grupos y se evitaran los conflictos. Y ello debió resultar clave a la hora de facilitar los procesos de asimilación entre las poblaciones
preexistentes y los recién llegados. Una convivencia que, en términos globales, abarcó varios milenios.
Al final de la historia, tal y como todos sabemos, las ventajas reproductivas asociadas a un determinado componente genético debieron formar parte del cúmulo de razones que explican que transcurridos
unos milenios el genotipo propio de la humanidad actual sustituyera al genotipo de los neandertales.
Las tres películas aceptan y dan cuenta de esa situación a través de la viabilidad reproductiva de
las dos subespecies, si bien la forma en la que se trata a los neandertales resulta más acertada en Ao,
le dernier néandertal. Al observar a los neandertales que protagonizan esta película, resulta fácil compararlos con las reproducciones en tres dimensiones que hoy día se muestran en numerosos museos
especializados. Y también resulta sencillo rememorar los hallazgos que la moderna investigación nos
está ofreciendo día a día sobre la conducta de los neandertales 15 .
15
Ao, le dernier néandertal, Jacques Malaterre, 2010
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