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La moneda
del Reino visigodo (c. 420-714)
Ruth Pliego
Universidad de Lisboa
La presión ejercida en las fronteras por los llamados pueblos bárbaros fue sin duda uno de los factores que más influyeron en la configuración de las fases más avanzadas del
Imperio romano, que contribuyó de manera decisiva a su
posterior fragmentación y caída. Los acontecimientos que
se sucedieron desde que los visigodos atravesaron el limes
romano en 376, les llevaron a protagonizar episodios destacados como la batalla de Adrianópolis (378) y el saqueo
de Roma (410). Tras servir como foederati del emperador
en su lucha en la península ibérica contra los grupos bárbaros que habían atravesado los Pirineos en el año 409, se
convirtieron en el primer pueblo que consiguió establecerse dentro de las fronteras del Imperio desarrollando, en el
sur de Francia, el reino de Tolosa (c. 418-507).
◁ [arriba] Tremís de Leovigildo con leyenda
Rex Inclitus (Tesoro de Mérida, CSIC).
[centro] Tremís de Leovigildo de Toleto con
tipo de Victoria-cigarra (Col. Particular).
[abajo] Tremís de Leovigildo de Reccopolis
(Tesoro de Mérida, CSIC).
La moneda visigoda desde las acuñaciones tolosanas
hasta Achila I
Los visigodos estarían habituados al concepto del
dinero y al uso de la moneda, puesto que su relación
con los romanos venía de lejos. No obstante no debió
de ser hasta el reinado de Teodorico I (418-451) cuando
comenzaron a emitirse las primeras monedas visigodas.
Estas primeras acuñaciones imitaron la moneda oficial
romana, por lo que no solo se copió la leyenda de estas monedas, incluido el nombre y título del emperador,
sino también sus tipologías. Siguiendo dichos modelos los anversos de sus sólidos fueron ocupados por el
busto del emperador vigente y los sucesivos reversos
elegidos muestran al propio emperador en actitud victoriosa, ya sea sobre un cautivo o sobre una serpiente
con cabeza humana. No obstante, la tipología preferida
para los sólidos de imitación fue la del emperador con
vestimenta militar, en anverso, y Victoria con larga cruz,
en reverso, que se mantuvo sin cambios hasta que esta
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denominación dejó de acuñarse poco antes del reinado
de Leovigildo. De esta primera etapa se conocen sólidos
a nombre de los diferentes emperadores occidentales,
desde Honorio a Libio Severo, y de los orientales, desde
León I a Justiniano I.
En esta primera fase (c. 420-c. 568) no solo se acuñaron sólido sino también algunas silicuas y sus divisores
—generalmente a nombre de Honorio—, y siguiendo la
tendencia que venía produciéndose en el Imperio desde
principios del siglo V, los visigodos también acuñaron tremises. La tipología más habitual que usaron los visigodos
para sus tremises de imitación fue la que presenta una
cruz dentro de láurea en el reverso, que se corresponde
con la tipología más extendida de los tremises oficiales occidentales. No obstante, a diferencia de lo que se
ha comentado respecto al sólido, los visigodos, desde
muy pronto, comenzaron a introducir novedades en lo
que respecta a la tipología del tremís. Estas novedades
no van a responder a la creación de nuevos tipos sino a
[arriba] Tremís visigodo de Teodorico II o Eurico a nombre de
Libio Severo (461-465). Bibliothèque National de France, París.
[abajo] Tremís visigodo de Alarico II a nombre de Anastasio
(British Museum) y tremís de Leovigildo ant. 579.
Archivo Municipal de Sevilla.
la elección de los mismos, produciendo emisiones que
dejarán de seguir los prototipos de las denominaciones
romanas contemporáneas. Es lo que sucede con los tremises visigodos con reverso de Victoria con larga cruz,
que carece de prototipo oficial para esa denominación.
Conocemos tremises visigodos con esta tipología a nombre de Valentiniano III, Libio Severo, Zenón y Basiliscus.
La relevancia de dicha tipología para los visigodos es evidente puesto que, como se ha visto, también es la preferida para los reversos de sus sólidos. En nuestra opinión,
la elección de esa tipología propia de Gala Placidia podría
venir a recordar la vinculación del pueblo visigodo con el
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Imperio romano a través de la unión matrimonial de la
Los primeros pasos de la moneda visigoda hispánica
emperatriz con Ataúlfo (414), en un intento de legitimar la
(c. 568-584)
preeminencia visigoda con respecto al resto de los pueblos bárbaros.
Durante el reinado de Leovigildo se asistió a toda una
serie de cambios que incluyeron importantes innovacio-
A diferencia de esa discreta innovación, la trans-
nes y que, analizadas globalmente, dan la sensación de
formación más significativa en la moneda visigoda de
que la monarquía estuviera tanteando diferentes posibi-
la etapa tolosana tuvo lugar en el reinado de Alarico II
lidades hasta dar con la moneda formalmente adecuada
(484-507), cuando la tipología de la Victoria con palma y
para sus necesidades. En la práctica, pudiera ser que esos
corona se impuso con exclusividad en los tremises visi-
tanteos no respondieran más que a la falta de capacidad
godos extendiéndose hasta el reinado de Leovigildo (c.
de adaptar de manera efectiva las indicaciones del rey
568-586). Ésta además tuvo un gran éxito y su imitación
entre los distintos talleres que debían estar produciendo
por otros pueblos, fundamentalmente burgundios y
moneda hasta la fecha. Pero es evidente que la opinión
francos, y supuso un avance importante en el panorama
del monarca durante este periodo experimentó cambios
monetario bárbaro. Asociada tal como su nombre indica
importantes que fueron decisivos en su concepción insti-
a las victorias militares, no parece que su representación
tucional que también se reflejaron en la moneda, del que
tuviera un gran significado para los visigodos, puesto
el asunto religioso era el más destacado.
que se observa como va sufriendo una paulatina evo-
Debió ser poco antes del reinado de este monarca
lución que la va asimilando a un insecto, de ahí que se
cuando el sólido dejó de acuñarse, puesto que no se co-
la denomine tradicionalmente «serie de la cigarra», o de
nocen sólidos a nombre del emperador Justino II (565-
la «Victoria-cigarra». Recientemente, hemos señalado
578). En lo que respecta a los tremises, en los anversos
que esta representación pudo haber sido intencionada,
se seguirá usando el busto del emperador tocado con el
apelando a la cigarra como un elemento iconográfico
stephanos o banda perlada, mientras la Victoria-cigarra
conocido entre las gentes del periodo de las grandes mi-
de los reversos llegó muy evolucionada al reinado de
graciones. Por nuestra parte consideramos que los visi-
Leovigildo (c. 568-586). Esta denominación va a experi-
godos eligieron esta tipología entre el repertorio icono-
mentar una doble evolución que debe ser entendida en
gráfico romano, por ser una tipología propia de Valente,
el contexto de la Guerra Civil (579-584) mantenida por
el emperador que abrió las puertas del Imperio en el
Leovigildo con su hijo y primogénito, Hermenegildo, y los
año 376 permitiéndoles asentarse en la entonces aban-
distintos ámbitos de ocupación y actuación de cada uno
donada provincia de Tracia. Sería por tanto otra alusión
de los bandos en la península ibérica.
a su largo pasado vinculado al Imperio y su legitimidad
como herederos.
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En el año 579, Hermenegildo, convertido al catolicismo en la ciudad de Hispalis donde ejercía de gobernador
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incluye claramente en la otra emisión: «Ermenegildi Rex
Inclit(us)». La tipología de los reversos es en ambos casos
la Victoria-cigarra. Aunque considerada por la investigación como un pretexto que ocultaba las ansias de poder
de la facción de Hermenegildo, la diferencia de credos,
católico frente a arriano, habría podido ser utilizada como
la causa belli de dicho conflicto e influir decisivamente en
estas insólitas alusiones religiosas. Se conocen muy poTremís de Hermenegildo (British Museum).
cos ejemplares a nombre de Hermenegildo y aunque en
los últimos años han aparecido dos nuevas piezas de la
tipología con leyenda religiosa, solo se conoce la mone-
de la Bética, se rebeló contra su padre, el rey Leovigildo, e
inició un conflicto que duró varios años y que supuso importantes cambios a todos los niveles. La amonedación
visigoda va a experimentar cambios notables tanto en lo
que respecta a la tipología como a las leyendas. Con relación a estas últimas, si hasta el momento habían sido imitadas, con más o menos fidelidad, tanto el nombre como
la titulatura imperial en sólidos y tremises y, por tanto,
la alusión al poder continuaba haciendo referencia al
emperador, durante el reinado de Leovigildo se comenzó
a incluir el nombre del monarca visigodo. Sin entrar a discutir si fue a iniciativa del rey legítimo o bien del rebelde
Hermenegildo, lo cierto es que las dos emisiones conocidas de este último incluyen su nombre en las leyendas.
En una de ellas, tal vez la primera cronológicamente
hablando, Hermenegildo grabó un mensaje claramente
religioso: «Ermenegildi Regi A Deo Vita», tradicionalmente
interpretado como ‘Dé Vida Dios al Rey’. Si bien se ha propuesto que el término Regi sería Regia y que aludiría a la
ciudad de Hispalis y no a Hermenegildo, el título Rex sí se
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da del British Museum, puesto que el conservado en el
Museo Arqueológico Nacional se perdió durante la guerra
civil española (1936-1939).
Aparte de la indudable novedad que suponen las
emisiones del rebelde Hermenegildo, fueron sin embargo las del rey legítimo, las que presentan mayores innovaciones. Las más destacadas vienen de la mano de
las leyendas en la ya mencionada sustitución del nombre del emperador por el suyo propio —Leovigildus Rex
Inclitus—, presentando varias combinaciones que muestran siempre la tipología de reverso: Victoria-cigarra. Por
otro lado, se produjeron otras dos novedades importantes: por una parte, se adoptó, para los reversos, la recién
estrenada tipología de la cruz sobre gradas, introducida
por el emperador Tiberio II (578-582); por la otra, se comienza a incluir el nombre de ceca en los reversos de las
monedas, algo que se convirtió en una de las características más representativas de la amonedación visigoda
frente a la de otros pueblos, que llegaron a acuñarse casi
en un centenar de ellas.
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Si, hasta fechas relativamente recientes, la victoria
el marco del conflicto habido con su hijo Hermenegildo,
de Leovigildo sobre su rebelde hijo en Emerita, en el año
la moneda visigoda quedó sistematizada de manera con-
582 —según el testimonio de la obra Vidas de los Santos
tundente a todos los niveles: tipológico, con el busto de
Padres Emeritenses— podría considerarse el momento
frente del monarca tanto, en el anverso como en el rever-
en el que se debieron de materializar ambas innovacio-
so; epigráfico, con leyendas centradas en el eje vertical y
nes monetarias en los reversos —tipo cruz sobre gradas
un claro mensaje: nombre del monarca y título Rex para
y ceca—, la existencia de un ejemplar híbrido, con esa ti-
el anverso, epíteto real y nombre de ceca en el reverso,
pología de reverso y la leyenda habitual de «Rex Inclitus»
y metrológico, pues la nueva tipología llevó aparejada el
para las emisiones con Victoria-cigarra en lugar de ceca,
abandono del patrón bárbaro cuyo tremís pesaba 1,30 g,
hablaría de una simultaneidad en la adopción de estas
para adecuarlo al oficial romano-bizantino de 1,516 g.
novedades. De igual forma, también muy recientemente,
Esta última reforma monetaria de Leovigildo marcaría la
hemos tenido la oportunidad de estudiar un ejemplar con
producción monetaria visigoda batida posteriormente,
tipo de reverso Victoria-cigarra, que sin embargo incluye
hasta el punto de que el estilo monetario estandarizado
el nombre de la ceca, Toleto, y que confirma la existencia
impuesto entonces, se convirtió en un rasgo característico
de una pieza similar mencionada ya por el padre Flórez.
del Reino visigodo, muy diferente a la amonedación que
Por otro lado, la respuesta monetaria del airado pa-
mostraron otros pueblos.
dre a la leyenda religiosa de Hermenegildo, también tuvo
La moneda resultante de esta última reforma de
alusiones cristianas. Ello se observa no solo en la citada
Leovigildo se desarrolló prácticamente sin cambios hasta
adopción de la cruz sobre gradas para sus reversos, sino
el reinado de Chindasvinto (642-649). Se trata de un perio-
también en el rosario de leyendas que graba en sus acu-
do de relativa homogeneidad en el que la tipología básica
ñaciones a medida que va obteniendo victorias sobre las
del busto de frente continuó inspirándose en la iconogra-
ciudades aliadas a la causa de Hermenegildo. Así: «Cum
fía romana. En este sentido, es evidente que uno de los
Deo Roda», «Cum Deo Italica» y «Cum Deo Optinuit Spali».
rasgos que los visigodos quieren plasmar en sus mone-
Leovigildo utilizó la asociación de la cruz sobre gradas y
das fue precisamente su romanitas, aspecto que, como
el nombre de ceca al menos en nueve ciudades más, así
se ha visto, es posible rastrear incluso en la elección tipo-
en: Barcinona, Cesaragusta, Tirasona, Reccopolis, Toleto,
lógica de las acuñaciones de la etapa tolosana. De hecho
Elvora, Emerita y Elissa.
Leovigildo no solo adoptó temporalmente la cruz sobre
gradas de Tiberio II para los reversos de una de sus series,
La estandarización de la moneda visigoda (c. 584-649)
sino que, en su reforma definitiva, el busto del monarca
Hacia los últimos años del mandato de Leovigildo,
fue tocado con la stemma ‘corona cerrada’, también in-
probablemente tras la reconquista de Córdoba c. 584, en
troducida por el mismo emperador. No obstante, si bien
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
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tamos iconográficos imperiales y creación tipológica, es
una característica que va a ser más evidente en la fase que
inaugura el reinado conjunto de Chindasvinto y Recesvinto,
y que se extendió hasta el final del periodo visigodo. Así,
mientras ese reinado, y sobre todo el de Recesvinto en solitario, estuvo marcado por la vuelta a los modelos clásicos de época de Leovigildo —incluida su efímera tipología
de cruz sobre gradas, y que ya no abandonaría los reversos
hasta el fin del periodo—, en esta última etapa monetaria
Tremís de Leovigildo de Toleto (American Numismatic Society).
se produjeron importantes transformaciones.
Muchas de estas tuvieron lugar a partir del reinado de
Wamba (672-680), cuando además el nivel de esquemati-
es cierto que los visigodos adoptaron tipos romanos para
zación de los tipos alcanzó cotas extraordinarias. Su reina-
sus acuñaciones, la simplificación técnica de los mismos
do está considerado como el momento álgido en el que
es tan acusada que da como resultado un estilo propio
el carácter sacro de la monarquía se hace más evidente y
y característico, enormemente simple, directo y parco. A
que conocemos gracias a la Historia Wambae de Julián de
pesar de ello sus elementos no dejan de ser reconocibles
Toledo († 690). En toda esa obra se advierte el origen divi-
y muestran un destacado sentido de la proporción en el
no de la realeza basado en la doctrina bíblica de la misma,
que cada elemento ocupa su lugar. Por otro lado, al mis-
uno de cuyos aspectos es el ceremonial de la unción real
mo tiempo que se adoptan los tipos romanos, no se les
adoptada por la monarquía visigoda que toma como mo-
puede negar un sentido tremendamente creativo que in-
delo la unción del rey David. Debemos hacer hincapié, por
cluso es evidente en la etapa que se extiende hasta el rei-
un lado, en que la descripción de Julián de Toledo sobre
nado de Chindasvinto, en la que, sobre la homogeneidad
la unción de Wamba se convierte en la primera narración
impuesta por el busto de frente, se observa un intento de
sobre unciones reales en toda la Europa occidental, lo que
dotar de personalidad regional a las acuñaciones.
influyó en la adopción de este ritual por otros poderes,
principalmente el carolingio; por el otro lado, es destaca-
El despegue de la moneda visigoda: desde mediados
do que se puede rastrear el simbolismo de esta teoría polí-
del siglo VII hasta el final del Regnum
tico-religiosa en el repertorio monetal de Wamba.
La mencionada dicotomía entre tradición e innova-
En efecto, es a partir de este monarca cuando los
ción, que en la práctica se traduce en la existencia de una
símbolos de la realeza se muestran de manera más evi-
indiscutible dualidad en la moneda visigoda entre prés-
dente en las monedas, simbolismo que adquiere todo su
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sentido en el contexto de un acontecimiento como pudiera ser la unción real de Wamba en Toleto, en el año 672 o
673, o con su victoria militar sobre Paulo, en el año 673.
En este periodo se vuelve a mirar al Imperio y se adoptan
ahora los nuevos modelos oficiales bizantinos vigentes.
La corona cerrada, la stemma, introducida en tiempos de
Leovigildo, se hace más detallada, a veces rematada en
pequeñas esferas o en una cruz. Pero también aparecen
profusamente otros símbolos como el cetro —o cruz procesional— o la flor de lis, tanto en las leyendas como en
la tipología, y que está repleta de simbolismo relacionado
con Jesucristo y, por tanto, con la realeza bíblica. No es
Anverso de tremís de Wamba de Toleto
(Kung. Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm).
casualidad que fue también a partir de Wamba cuando
se adoptó el «In nomine Domini» —abreviada de distintos
modos y separadas en la mayoría de los casos por glóbu-
rente. Si, en el caso del Cristo en majestad, contamos con
los— como fórmula de inicio de las leyendas de anverso.
el relieve de la iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos)
En este interés por mostrar el carácter sacro de la
como prototipo presente en otra manifestación artística,
monarquía, en tiempos de Ervigio (680-687) tuvo lugar
la ceca de Ispali cuenta entre las tipologías usadas por
una importante innovación tipológica que se sumó al
este monarca una que se asemeja a la figura representa-
repertorio monetario visigodo: el Cristo en majestad,
da en la Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo). Como se
que aparece con un nimbo cruciforme que surge de su
observa en la figura 10, el cabello adopta la misma forma
cabeza. Considerando que los bizantinistas tienen datos
que el de la figura de la placa e incluso el manto que vis-
para afirmar que esta tipología solo fue introducida en
te el personaje es del todo atípico comparado con el que
la amonedación bizantina en el segundo mandato del
muestran los bustos reales.
emperador Justiniano II (685-695; 705-711), poniéndola
Se observa, por tanto, un avance hacia la creación
en relación con el canon 83 del concilio de Trullo de 692,
tipológica monetaria que es más que evidente en los
es posible considerar a Ervigio como el primer monarca
últimos reyes visigodos: Roderico y Achila II. La Crónica de
de la cristiandad en utilizar la iconografía de Cristo pan-
754 cuenta que, a la muerte de Witiza (710), hubo un inte-
tocrátor en sus amonedaciones. Recientemente hemos
rregno de varios meses en el que Hispania debió sumir-
planteado que tal vez haya otra representación de Cristo
se en una situación caótica hasta que Roderico accedió
en el repertorio de Ervigio, aunque en una actitud dife-
al trono, probablemente a través de un procedimiento
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
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ilegal, a la vista de las palabras que utiliza el autor de dicha crónica. Este hecho debió provocar el estallido de
una guerra civil contra otro grupo de la nobleza, tal vez
partidario de colocar en el trono a alguien perteneciente
al linaje de Witiza o de su facción. Lo cierto es que muy
probablemente Roderico no pudo hacerse con todo el territorio del reino de Toledo, lo que explicaría la existencia
de un reinado independiente en el noreste de la península ibérica y Narbona, bajo Achila II.
Las escasas monedas conocidas de Roderico (711)
muestran el busto del monarca tocado con una original
corona apuntada con dos cuernos. Curiosamente contamos con una representación de Roderico casi contemporánea en un fresco que decora los baños omeyas de Qusayr
‘Amra, en el desierto de Jordania, datada entre 720 y 724,
años del gobierno de Yazid ibn Abdal Malik. En ese fresco, Roderico aparece junto a personalidades importantes
[arriba] Anverso de tremís de Ervigio de Emerita (Kung.
Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm). Relieve de Cristo
en majestad, Iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos).
[abajo] Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo) y anverso de
tremís de Ervigio, de Ispali.
como el propio emperador bizantino, el negus de Abisinia y
Cosroes, rey de los sasánidas. En otro testimonio algo posterior se representan a varios monarcas visigodos con un
tocado muy similar al que muestra Roderico en sus acuñaciones. Se trata del Códice Vigiliano o Albeldense, conservado en la Biblioteca del Escorial y datado hacia el siglo X,
que, exceptuando las monedas, incluye la representación
más antigua de los reyes visigodos.
También alguna de las tipologías monetarias de
Achila II resulta sorprendente. Este monarca es conocido exclusivamente por una versión del Laterculus Regum
Visigothorum además de por sus acuñaciones en varias cecas de la Tarraconensis —Cesaragusta, Gerunda y
Tarracona— además de en Narbona. Las tipologías utili-
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Tremís de Roderico, de Egitania
(Museo de Conimbriga).
Tremís de Achila II, de Narbona
(Museo Arqueológico Nacional).
zadas son las propias de la moneda anterior característica
de esa provincia, a excepción de una de ellas, de Narbona,
en la que parece representarse un águila. Si nuestra percepción es acertada, se trataría no solo de una tipología
sin precedente sino de la misma concepción parlante del
tipo que demostraría que la moneda de los momentos
precedentes al fin del Reino visigodo comenzaba a tomar
un rumbo muy alejado de los modelos imperiales.
***
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En resumen, lejos de ser imitativa, homogénea y repetitiva, creemos haber mostrado que la moneda visigoda
cuenta con una rica y variada iconografía monetal. Aunque
trata de manifestar su romanitas, sobre todo en las primeras acuñaciones tolosanas, y es evidente su mirada al repertorio iconográfico del Imperio, dicha mirada no se traduce en fieles copias, sino que se observa una adaptación
en la que la propia técnica da paso a un estilo propio muy
característico. Por un lado lado, su inspiración romana no
es extendida en el tiempo y aunque renovada en época de
Wamba, esto se produce al mismo tiempo que la innovación tipológica, evidente en tiempos de Ervigio. Por otro
lado, tanto el tocado bicornio de Roderico, como la posible
elección de un tipo parlante para una emisión narbonense
de Achila II, da muestras de que la moneda visigoda trataba
de consolidarse en su especificidad y a ella se dirigía justo
antes de la conquista omeya de 711.
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La moneda
del Reino visigodo (c. 420-714)
Ruth Pliego
Universidad de Lisboa
La presión ejercida en las fronteras por los llamados pueblos bárbaros fue sin duda uno de los factores que más influyeron en la configuración de las fases más avanzadas del
Imperio romano, que contribuyó de manera decisiva a su
posterior fragmentación y caída. Los acontecimientos que
se sucedieron desde que los visigodos atravesaron el limes
romano en 376, les llevaron a protagonizar episodios destacados como la batalla de Adrianópolis (378) y el saqueo
de Roma (410). Tras servir como foederati del emperador
en su lucha en la península ibérica contra los grupos bárbaros que habían atravesado los Pirineos en el año 409, se
convirtieron en el primer pueblo que consiguió establecerse dentro de las fronteras del Imperio desarrollando, en el
sur de Francia, el reino de Tolosa (c. 418-507).
◁ [arriba] Tremís de Leovigildo con leyenda
Rex Inclitus (Tesoro de Mérida, CSIC).
[centro] Tremís de Leovigildo de Toleto con
tipo de Victoria-cigarra (Col. Particular).
[abajo] Tremís de Leovigildo de Reccopolis
(Tesoro de Mérida, CSIC).
La moneda visigoda desde las acuñaciones tolosanas
hasta Achila I
Los visigodos estarían habituados al concepto del
dinero y al uso de la moneda, puesto que su relación
con los romanos venía de lejos. No obstante no debió
de ser hasta el reinado de Teodorico I (418-451) cuando
comenzaron a emitirse las primeras monedas visigodas.
Estas primeras acuñaciones imitaron la moneda oficial
romana, por lo que no solo se copió la leyenda de estas monedas, incluido el nombre y título del emperador,
sino también sus tipologías. Siguiendo dichos modelos los anversos de sus sólidos fueron ocupados por el
busto del emperador vigente y los sucesivos reversos
elegidos muestran al propio emperador en actitud victoriosa, ya sea sobre un cautivo o sobre una serpiente
con cabeza humana. No obstante, la tipología preferida
para los sólidos de imitación fue la del emperador con
vestimenta militar, en anverso, y Victoria con larga cruz,
en reverso, que se mantuvo sin cambios hasta que esta
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denominación dejó de acuñarse poco antes del reinado
de Leovigildo. De esta primera etapa se conocen sólidos
a nombre de los diferentes emperadores occidentales,
desde Honorio a Libio Severo, y de los orientales, desde
León I a Justiniano I.
En esta primera fase (c. 420-c. 568) no solo se acuñaron sólido sino también algunas silicuas y sus divisores
—generalmente a nombre de Honorio—, y siguiendo la
tendencia que venía produciéndose en el Imperio desde
principios del siglo V, los visigodos también acuñaron tremises. La tipología más habitual que usaron los visigodos
para sus tremises de imitación fue la que presenta una
cruz dentro de láurea en el reverso, que se corresponde
con la tipología más extendida de los tremises oficiales occidentales. No obstante, a diferencia de lo que se
ha comentado respecto al sólido, los visigodos, desde
muy pronto, comenzaron a introducir novedades en lo
que respecta a la tipología del tremís. Estas novedades
no van a responder a la creación de nuevos tipos sino a
[arriba] Tremís visigodo de Teodorico II o Eurico a nombre de
Libio Severo (461-465). Bibliothèque National de France, París.
[abajo] Tremís visigodo de Alarico II a nombre de Anastasio
(British Museum) y tremís de Leovigildo ant. 579.
Archivo Municipal de Sevilla.
la elección de los mismos, produciendo emisiones que
dejarán de seguir los prototipos de las denominaciones
romanas contemporáneas. Es lo que sucede con los tremises visigodos con reverso de Victoria con larga cruz,
que carece de prototipo oficial para esa denominación.
Conocemos tremises visigodos con esta tipología a nombre de Valentiniano III, Libio Severo, Zenón y Basiliscus.
La relevancia de dicha tipología para los visigodos es evidente puesto que, como se ha visto, también es la preferida para los reversos de sus sólidos. En nuestra opinión,
la elección de esa tipología propia de Gala Placidia podría
venir a recordar la vinculación del pueblo visigodo con el
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Imperio romano a través de la unión matrimonial de la
Los primeros pasos de la moneda visigoda hispánica
emperatriz con Ataúlfo (414), en un intento de legitimar la
(c. 568-584)
preeminencia visigoda con respecto al resto de los pueblos bárbaros.
Durante el reinado de Leovigildo se asistió a toda una
serie de cambios que incluyeron importantes innovacio-
A diferencia de esa discreta innovación, la trans-
nes y que, analizadas globalmente, dan la sensación de
formación más significativa en la moneda visigoda de
que la monarquía estuviera tanteando diferentes posibi-
la etapa tolosana tuvo lugar en el reinado de Alarico II
lidades hasta dar con la moneda formalmente adecuada
(484-507), cuando la tipología de la Victoria con palma y
para sus necesidades. En la práctica, pudiera ser que esos
corona se impuso con exclusividad en los tremises visi-
tanteos no respondieran más que a la falta de capacidad
godos extendiéndose hasta el reinado de Leovigildo (c.
de adaptar de manera efectiva las indicaciones del rey
568-586). Ésta además tuvo un gran éxito y su imitación
entre los distintos talleres que debían estar produciendo
por otros pueblos, fundamentalmente burgundios y
moneda hasta la fecha. Pero es evidente que la opinión
francos, y supuso un avance importante en el panorama
del monarca durante este periodo experimentó cambios
monetario bárbaro. Asociada tal como su nombre indica
importantes que fueron decisivos en su concepción insti-
a las victorias militares, no parece que su representación
tucional que también se reflejaron en la moneda, del que
tuviera un gran significado para los visigodos, puesto
el asunto religioso era el más destacado.
que se observa como va sufriendo una paulatina evo-
Debió ser poco antes del reinado de este monarca
lución que la va asimilando a un insecto, de ahí que se
cuando el sólido dejó de acuñarse, puesto que no se co-
la denomine tradicionalmente «serie de la cigarra», o de
nocen sólidos a nombre del emperador Justino II (565-
la «Victoria-cigarra». Recientemente, hemos señalado
578). En lo que respecta a los tremises, en los anversos
que esta representación pudo haber sido intencionada,
se seguirá usando el busto del emperador tocado con el
apelando a la cigarra como un elemento iconográfico
stephanos o banda perlada, mientras la Victoria-cigarra
conocido entre las gentes del periodo de las grandes mi-
de los reversos llegó muy evolucionada al reinado de
graciones. Por nuestra parte consideramos que los visi-
Leovigildo (c. 568-586). Esta denominación va a experi-
godos eligieron esta tipología entre el repertorio icono-
mentar una doble evolución que debe ser entendida en
gráfico romano, por ser una tipología propia de Valente,
el contexto de la Guerra Civil (579-584) mantenida por
el emperador que abrió las puertas del Imperio en el
Leovigildo con su hijo y primogénito, Hermenegildo, y los
año 376 permitiéndoles asentarse en la entonces aban-
distintos ámbitos de ocupación y actuación de cada uno
donada provincia de Tracia. Sería por tanto otra alusión
de los bandos en la península ibérica.
a su largo pasado vinculado al Imperio y su legitimidad
como herederos.
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En el año 579, Hermenegildo, convertido al catolicismo en la ciudad de Hispalis donde ejercía de gobernador
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incluye claramente en la otra emisión: «Ermenegildi Rex
Inclit(us)». La tipología de los reversos es en ambos casos
la Victoria-cigarra. Aunque considerada por la investigación como un pretexto que ocultaba las ansias de poder
de la facción de Hermenegildo, la diferencia de credos,
católico frente a arriano, habría podido ser utilizada como
la causa belli de dicho conflicto e influir decisivamente en
estas insólitas alusiones religiosas. Se conocen muy poTremís de Hermenegildo (British Museum).
cos ejemplares a nombre de Hermenegildo y aunque en
los últimos años han aparecido dos nuevas piezas de la
tipología con leyenda religiosa, solo se conoce la mone-
de la Bética, se rebeló contra su padre, el rey Leovigildo, e
inició un conflicto que duró varios años y que supuso importantes cambios a todos los niveles. La amonedación
visigoda va a experimentar cambios notables tanto en lo
que respecta a la tipología como a las leyendas. Con relación a estas últimas, si hasta el momento habían sido imitadas, con más o menos fidelidad, tanto el nombre como
la titulatura imperial en sólidos y tremises y, por tanto,
la alusión al poder continuaba haciendo referencia al
emperador, durante el reinado de Leovigildo se comenzó
a incluir el nombre del monarca visigodo. Sin entrar a discutir si fue a iniciativa del rey legítimo o bien del rebelde
Hermenegildo, lo cierto es que las dos emisiones conocidas de este último incluyen su nombre en las leyendas.
En una de ellas, tal vez la primera cronológicamente
hablando, Hermenegildo grabó un mensaje claramente
religioso: «Ermenegildi Regi A Deo Vita», tradicionalmente
interpretado como ‘Dé Vida Dios al Rey’. Si bien se ha propuesto que el término Regi sería Regia y que aludiría a la
ciudad de Hispalis y no a Hermenegildo, el título Rex sí se
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da del British Museum, puesto que el conservado en el
Museo Arqueológico Nacional se perdió durante la guerra
civil española (1936-1939).
Aparte de la indudable novedad que suponen las
emisiones del rebelde Hermenegildo, fueron sin embargo las del rey legítimo, las que presentan mayores innovaciones. Las más destacadas vienen de la mano de
las leyendas en la ya mencionada sustitución del nombre del emperador por el suyo propio —Leovigildus Rex
Inclitus—, presentando varias combinaciones que muestran siempre la tipología de reverso: Victoria-cigarra. Por
otro lado, se produjeron otras dos novedades importantes: por una parte, se adoptó, para los reversos, la recién
estrenada tipología de la cruz sobre gradas, introducida
por el emperador Tiberio II (578-582); por la otra, se comienza a incluir el nombre de ceca en los reversos de las
monedas, algo que se convirtió en una de las características más representativas de la amonedación visigoda
frente a la de otros pueblos, que llegaron a acuñarse casi
en un centenar de ellas.
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Si, hasta fechas relativamente recientes, la victoria
el marco del conflicto habido con su hijo Hermenegildo,
de Leovigildo sobre su rebelde hijo en Emerita, en el año
la moneda visigoda quedó sistematizada de manera con-
582 —según el testimonio de la obra Vidas de los Santos
tundente a todos los niveles: tipológico, con el busto de
Padres Emeritenses— podría considerarse el momento
frente del monarca tanto, en el anverso como en el rever-
en el que se debieron de materializar ambas innovacio-
so; epigráfico, con leyendas centradas en el eje vertical y
nes monetarias en los reversos —tipo cruz sobre gradas
un claro mensaje: nombre del monarca y título Rex para
y ceca—, la existencia de un ejemplar híbrido, con esa ti-
el anverso, epíteto real y nombre de ceca en el reverso,
pología de reverso y la leyenda habitual de «Rex Inclitus»
y metrológico, pues la nueva tipología llevó aparejada el
para las emisiones con Victoria-cigarra en lugar de ceca,
abandono del patrón bárbaro cuyo tremís pesaba 1,30 g,
hablaría de una simultaneidad en la adopción de estas
para adecuarlo al oficial romano-bizantino de 1,516 g.
novedades. De igual forma, también muy recientemente,
Esta última reforma monetaria de Leovigildo marcaría la
hemos tenido la oportunidad de estudiar un ejemplar con
producción monetaria visigoda batida posteriormente,
tipo de reverso Victoria-cigarra, que sin embargo incluye
hasta el punto de que el estilo monetario estandarizado
el nombre de la ceca, Toleto, y que confirma la existencia
impuesto entonces, se convirtió en un rasgo característico
de una pieza similar mencionada ya por el padre Flórez.
del Reino visigodo, muy diferente a la amonedación que
Por otro lado, la respuesta monetaria del airado pa-
mostraron otros pueblos.
dre a la leyenda religiosa de Hermenegildo, también tuvo
La moneda resultante de esta última reforma de
alusiones cristianas. Ello se observa no solo en la citada
Leovigildo se desarrolló prácticamente sin cambios hasta
adopción de la cruz sobre gradas para sus reversos, sino
el reinado de Chindasvinto (642-649). Se trata de un perio-
también en el rosario de leyendas que graba en sus acu-
do de relativa homogeneidad en el que la tipología básica
ñaciones a medida que va obteniendo victorias sobre las
del busto de frente continuó inspirándose en la iconogra-
ciudades aliadas a la causa de Hermenegildo. Así: «Cum
fía romana. En este sentido, es evidente que uno de los
Deo Roda», «Cum Deo Italica» y «Cum Deo Optinuit Spali».
rasgos que los visigodos quieren plasmar en sus mone-
Leovigildo utilizó la asociación de la cruz sobre gradas y
das fue precisamente su romanitas, aspecto que, como
el nombre de ceca al menos en nueve ciudades más, así
se ha visto, es posible rastrear incluso en la elección tipo-
en: Barcinona, Cesaragusta, Tirasona, Reccopolis, Toleto,
lógica de las acuñaciones de la etapa tolosana. De hecho
Elvora, Emerita y Elissa.
Leovigildo no solo adoptó temporalmente la cruz sobre
gradas de Tiberio II para los reversos de una de sus series,
La estandarización de la moneda visigoda (c. 584-649)
sino que, en su reforma definitiva, el busto del monarca
Hacia los últimos años del mandato de Leovigildo,
fue tocado con la stemma ‘corona cerrada’, también in-
probablemente tras la reconquista de Córdoba c. 584, en
troducida por el mismo emperador. No obstante, si bien
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
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tamos iconográficos imperiales y creación tipológica, es
una característica que va a ser más evidente en la fase que
inaugura el reinado conjunto de Chindasvinto y Recesvinto,
y que se extendió hasta el final del periodo visigodo. Así,
mientras ese reinado, y sobre todo el de Recesvinto en solitario, estuvo marcado por la vuelta a los modelos clásicos de época de Leovigildo —incluida su efímera tipología
de cruz sobre gradas, y que ya no abandonaría los reversos
hasta el fin del periodo—, en esta última etapa monetaria
Tremís de Leovigildo de Toleto (American Numismatic Society).
se produjeron importantes transformaciones.
Muchas de estas tuvieron lugar a partir del reinado de
Wamba (672-680), cuando además el nivel de esquemati-
es cierto que los visigodos adoptaron tipos romanos para
zación de los tipos alcanzó cotas extraordinarias. Su reina-
sus acuñaciones, la simplificación técnica de los mismos
do está considerado como el momento álgido en el que
es tan acusada que da como resultado un estilo propio
el carácter sacro de la monarquía se hace más evidente y
y característico, enormemente simple, directo y parco. A
que conocemos gracias a la Historia Wambae de Julián de
pesar de ello sus elementos no dejan de ser reconocibles
Toledo († 690). En toda esa obra se advierte el origen divi-
y muestran un destacado sentido de la proporción en el
no de la realeza basado en la doctrina bíblica de la misma,
que cada elemento ocupa su lugar. Por otro lado, al mis-
uno de cuyos aspectos es el ceremonial de la unción real
mo tiempo que se adoptan los tipos romanos, no se les
adoptada por la monarquía visigoda que toma como mo-
puede negar un sentido tremendamente creativo que in-
delo la unción del rey David. Debemos hacer hincapié, por
cluso es evidente en la etapa que se extiende hasta el rei-
un lado, en que la descripción de Julián de Toledo sobre
nado de Chindasvinto, en la que, sobre la homogeneidad
la unción de Wamba se convierte en la primera narración
impuesta por el busto de frente, se observa un intento de
sobre unciones reales en toda la Europa occidental, lo que
dotar de personalidad regional a las acuñaciones.
influyó en la adopción de este ritual por otros poderes,
principalmente el carolingio; por el otro lado, es destaca-
El despegue de la moneda visigoda: desde mediados
do que se puede rastrear el simbolismo de esta teoría polí-
del siglo VII hasta el final del Regnum
tico-religiosa en el repertorio monetal de Wamba.
La mencionada dicotomía entre tradición e innova-
En efecto, es a partir de este monarca cuando los
ción, que en la práctica se traduce en la existencia de una
símbolos de la realeza se muestran de manera más evi-
indiscutible dualidad en la moneda visigoda entre prés-
dente en las monedas, simbolismo que adquiere todo su
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sentido en el contexto de un acontecimiento como pudiera ser la unción real de Wamba en Toleto, en el año 672 o
673, o con su victoria militar sobre Paulo, en el año 673.
En este periodo se vuelve a mirar al Imperio y se adoptan
ahora los nuevos modelos oficiales bizantinos vigentes.
La corona cerrada, la stemma, introducida en tiempos de
Leovigildo, se hace más detallada, a veces rematada en
pequeñas esferas o en una cruz. Pero también aparecen
profusamente otros símbolos como el cetro —o cruz procesional— o la flor de lis, tanto en las leyendas como en
la tipología, y que está repleta de simbolismo relacionado
con Jesucristo y, por tanto, con la realeza bíblica. No es
Anverso de tremís de Wamba de Toleto
(Kung. Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm).
casualidad que fue también a partir de Wamba cuando
se adoptó el «In nomine Domini» —abreviada de distintos
modos y separadas en la mayoría de los casos por glóbu-
rente. Si, en el caso del Cristo en majestad, contamos con
los— como fórmula de inicio de las leyendas de anverso.
el relieve de la iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos)
En este interés por mostrar el carácter sacro de la
como prototipo presente en otra manifestación artística,
monarquía, en tiempos de Ervigio (680-687) tuvo lugar
la ceca de Ispali cuenta entre las tipologías usadas por
una importante innovación tipológica que se sumó al
este monarca una que se asemeja a la figura representa-
repertorio monetario visigodo: el Cristo en majestad,
da en la Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo). Como se
que aparece con un nimbo cruciforme que surge de su
observa en la figura 10, el cabello adopta la misma forma
cabeza. Considerando que los bizantinistas tienen datos
que el de la figura de la placa e incluso el manto que vis-
para afirmar que esta tipología solo fue introducida en
te el personaje es del todo atípico comparado con el que
la amonedación bizantina en el segundo mandato del
muestran los bustos reales.
emperador Justiniano II (685-695; 705-711), poniéndola
Se observa, por tanto, un avance hacia la creación
en relación con el canon 83 del concilio de Trullo de 692,
tipológica monetaria que es más que evidente en los
es posible considerar a Ervigio como el primer monarca
últimos reyes visigodos: Roderico y Achila II. La Crónica de
de la cristiandad en utilizar la iconografía de Cristo pan-
754 cuenta que, a la muerte de Witiza (710), hubo un inte-
tocrátor en sus amonedaciones. Recientemente hemos
rregno de varios meses en el que Hispania debió sumir-
planteado que tal vez haya otra representación de Cristo
se en una situación caótica hasta que Roderico accedió
en el repertorio de Ervigio, aunque en una actitud dife-
al trono, probablemente a través de un procedimiento
La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
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ilegal, a la vista de las palabras que utiliza el autor de dicha crónica. Este hecho debió provocar el estallido de
una guerra civil contra otro grupo de la nobleza, tal vez
partidario de colocar en el trono a alguien perteneciente
al linaje de Witiza o de su facción. Lo cierto es que muy
probablemente Roderico no pudo hacerse con todo el territorio del reino de Toledo, lo que explicaría la existencia
de un reinado independiente en el noreste de la península ibérica y Narbona, bajo Achila II.
Las escasas monedas conocidas de Roderico (711)
muestran el busto del monarca tocado con una original
corona apuntada con dos cuernos. Curiosamente contamos con una representación de Roderico casi contemporánea en un fresco que decora los baños omeyas de Qusayr
‘Amra, en el desierto de Jordania, datada entre 720 y 724,
años del gobierno de Yazid ibn Abdal Malik. En ese fresco, Roderico aparece junto a personalidades importantes
[arriba] Anverso de tremís de Ervigio de Emerita (Kung.
Myntkabinettet Nationalmuseum, Stockholm). Relieve de Cristo
en majestad, Iglesia de Quintanilla de las Viñas (Burgos).
[abajo] Placa de las Tamujas (Malpica, Toledo) y anverso de
tremís de Ervigio, de Ispali.
como el propio emperador bizantino, el negus de Abisinia y
Cosroes, rey de los sasánidas. En otro testimonio algo posterior se representan a varios monarcas visigodos con un
tocado muy similar al que muestra Roderico en sus acuñaciones. Se trata del Códice Vigiliano o Albeldense, conservado en la Biblioteca del Escorial y datado hacia el siglo X,
que, exceptuando las monedas, incluye la representación
más antigua de los reyes visigodos.
También alguna de las tipologías monetarias de
Achila II resulta sorprendente. Este monarca es conocido exclusivamente por una versión del Laterculus Regum
Visigothorum además de por sus acuñaciones en varias cecas de la Tarraconensis —Cesaragusta, Gerunda y
Tarracona— además de en Narbona. Las tipologías utili-
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Tremís de Roderico, de Egitania
(Museo de Conimbriga).
Tremís de Achila II, de Narbona
(Museo Arqueológico Nacional).
zadas son las propias de la moneda anterior característica
de esa provincia, a excepción de una de ellas, de Narbona,
en la que parece representarse un águila. Si nuestra percepción es acertada, se trataría no solo de una tipología
sin precedente sino de la misma concepción parlante del
tipo que demostraría que la moneda de los momentos
precedentes al fin del Reino visigodo comenzaba a tomar
un rumbo muy alejado de los modelos imperiales.
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La moneda del Reino visigodo (c. 420-714). Ruth Pliego
En resumen, lejos de ser imitativa, homogénea y repetitiva, creemos haber mostrado que la moneda visigoda
cuenta con una rica y variada iconografía monetal. Aunque
trata de manifestar su romanitas, sobre todo en las primeras acuñaciones tolosanas, y es evidente su mirada al repertorio iconográfico del Imperio, dicha mirada no se traduce en fieles copias, sino que se observa una adaptación
en la que la propia técnica da paso a un estilo propio muy
característico. Por un lado lado, su inspiración romana no
es extendida en el tiempo y aunque renovada en época de
Wamba, esto se produce al mismo tiempo que la innovación tipológica, evidente en tiempos de Ervigio. Por otro
lado, tanto el tocado bicornio de Roderico, como la posible
elección de un tipo parlante para una emisión narbonense
de Achila II, da muestras de que la moneda visigoda trataba
de consolidarse en su especificidad y a ella se dirigía justo
antes de la conquista omeya de 711.
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