La Lloma de Betxí. Un poblado de La Edad del Bronce junto al Turia
María Jesús de Pedro Michó
2015
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La Lloma de Betxí.
Un poblado de la Edad del Bronce
junto al TUria
María Jesús de Pedro Michó
Museu de Prehistòria-SIP
El paisaje cercano. La Vallesa de Mandor
En medio de un paisaje profundamente antropizado, próximo a la ciudad de Valencia, se encuentra el paraje de la
Vallesa de Mandor, que se extiende por los términos municipales de Paterna y Riba-roja de Túria, junto a la ribera septentrional del río Turia. La Vallesa de Mandor aparece descrita en la Geografía del Reino de Valencia como una espléndida mansión agrícola con una pinada de 500 ha, propiedad
del conde de Montornés. Enrique Trénor Montesinos fue el
fundador de la finca dedicada a diversas explotaciones y
aprovechamientos, desde la citricultura a la enología, pasando por los frutales y la ganadería; considerada siempre
como una instalación modelo. Emparentado con el marqués del Turia, Tomás Trénor Palavicino, quien en 1909
había organizado la Exposición Regional, Enrique Trénor se
ocupó en aquel certamen de toda la actividad agraria. No
en balde era comisario regio de Fomento y presidente del
Consejo Provincial de Agricultura.
< Vista aérea de la Lloma de Betxí, 2013.
El conde de Montornés fue premiado por Alfonso XIII,
en 1921, con el título de conde de la Vallesa de Mandor. Y en
la primavera de 1923, con motivo del viaje de don Alfonso
y doña Victoria Eugenia a Valencia para la Coronación de
la Virgen de los Desamparados, los monarcas visitaron la
finca y fueron obsequiados en ella con un almuerzo, tal y
como se describe en la prensa del momento.
El paisaje de la Vallesa está muy transformado
en la actualidad por la presencia de cultivos de regadío
y también a causa del incendio que, en agosto de 1994,
destruyó gran parte de la vegetación existente. No obstante posee, todavía hoy, un alto valor medioambiental. A
la típica vegetación mediterránea formada por la alianza
Oleo-Ceratonion, con bosques de carrascas degradados
junto a pinos carrascos, lentiscos, acebuches, leguminosas, palmitos y esparto, se añade una gran variedad de
especies botánicas, algunas de ellas endémicas, como
las màquias, que juegan un importante papel contra la
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Vista del yacimiento al inicio de los trabajos de excavación, 1984.
erosión y ayudan a la recuperación forestal; los matojares con plantas aromáticas y medicinales; la vegetación
de ribera; los barrancos de adelfas; los espartales y otras
plantas especialistas de suelos arenosos.
[ 30 ]
La fauna, también muy variada, incluye diferentes
tipos de insectos; peces como el barbo, la carpa o la anguila; anfibios; reptiles; mamíferos como erizos, musarañas, conejos, lirones, ardillas, jinetas, comadrejas, zorros
o jabalíes, y numerosas aves.
Desde 2007, la Vallesa de Mandor forma parte
del Parc Natural del Túria según el Decreto 43/2007 de
13 de abril.
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El yacimiento. Antecedentes bibliográficos
1. Nuestro sincero agradecimiento a la familia de D. Eulogio Gómez-Trénor
Fos, en especial a Álvaro Gómez-Trénor Aguilar, por haber facilitado nuestra
labor de campo durante todos estos años.
Excavación del Sector Oeste, muros de aterrazamiento, 2005.
La primera visita que realizamos al yacimiento estuvo motivada por un trabajo de prospección en el Camp
de Túria dirigido por Joan Bernabeu, Helena Bonet y
Consuelo Mata, con el fin de confirmar la cronología del
yacimiento y su posible pertenencia a un momento de
transición de la Edad del Bronce a la Cultura Ibérica. Sin
embargo, la inspección realizada en aquella ocasión puso
de manifiesto que se trataba de un poblado de la Edad del
Bronce con una potente estratigrafía, entre la que se adivinaban los restos de construcciones de piedra de tamaño
considerable y de un nivel de incendio bien delimitado.
Numerosos fragmentos cerámicos y óseos se encontraban dispersos por la superficie como consecuencia del
expolio al que estaba siendo sometido. Así, ante el peligro
de destrucción existente, en octubre de 1984 se realizó la
primera campaña de excavación, como una intervención
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
En la finca denominada Masía de Vélez, dentro de
la Vallesa de Mandor, se encuentra la Lloma de Betxí, actualmente propiedad de los herederos de Eulogio GómezTrénor Fos1. El yacimiento arqueológico se sitúa en un cerro de escasa elevación, a 99 m s.n.m., con un desnivel de
30 m respecto al llano circundante y a corta distancia del
río Turia. Es de forma alargada, y sus dimensiones son 50
x 20 m en la parte superior, aunque el asentamiento alcanza la parte baja del cerro por lo que su extensión total
es de aproximadamente 3.750 m2.
Diversas referencias bibliográficas, desde 1928 a
1984, aluden a la Lloma de Betxí como poblado de la Edad
del Bronce en el que pudiera apreciarse el tránsito a la
Cultura Ibérica. Igualmente, ha sido citada por diferentes
autores en relación con otros yacimientos de la zona, como
el cercano poblado de Despeñaperros en el término municipal de Paterna, en los que se conocían restos de murallas
y de habitaciones pertenecientes a la cultura del Bronce
Valenciano, si bien no fue objeto de excavación o prospección arqueológica hasta el otoño de 1984 (de Pedro, 1998).
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de salvamento, dirigida por H. Bonet, J. Bernabeu y M. J.
de Pedro, bajo la supervisión del Servicio de Investigación
Prehistórica. Desde entonces, y hasta 2013, se han sucedido los trabajos arqueológicos con carácter ordinario, de
forma casi ininterrumpida, a excepción de los años 1986,
1990 y 1992, siempre dentro del Programa de Excavaciones
del Museo de Prehistoria y SIP Los materiales recuperados
a lo largo de estos años están depositados en el Museo de
Prehistoria de Valencia y una importante muestra de los
mismos se encuentra expuesta en las salas permanentes
dedicadas a la Edad de los Metales.
Las campañas de excavación
[ 32 ]
Las diferentes intervenciones llevadas a cabo han
permitido identificar dos grandes habitaciones o departamentos, las habitaciones I y II; y una dependencia paralela a ambas, el Corredor Oeste, que configuran una gran
edificación de 34 m de longitud y 10 m de anchura. La edificación descansa sobre el suelo natural de la montaña y
debió alcanzar entre 4 y 6 m de altura; cubierta por una
techumbre plana o con una suave inclinación, y sustentada por dos hileras de postes.
La estratigrafía documentada en ambas habitaciones presentaba dos niveles de ocupación: el superior,
o más reciente, con alguna concentración de tierra gris
cenicienta que corresponde a una ocupación corta; y el
inferior, donde se encuentra la casi totalidad del material
arqueológico, caracterizado por un derrumbe considerable de piedras y material de construcción y por un incendio, marcado por la presencia de abundantes carbones y
cenizas sobre el pavimento de tierra apisonada.
El fuego que destruyó estas estructuras favoreció
la conservación in situ de gran parte del ajuar doméstico,
formado por un importante número de vasos cerámicos,
elementos de hoz, molinos de mano, pesas de telar, objetos metálicos y adornos. La distribución de este conjunto señalaba la existencia de diversas áreas de actividad,
como una zona de almacén, otra de molienda, de tejido,
etc., indicadas también por diferentes estructuras como
soportes, bancos, pequeños muros resaltados, hornos o
por las propias pesas de telar.
Las excavaciones realizadas en las laderas de la loma
mostraron un complejo sistema de acondicionamiento del
espacio, con muros ataludados para salvar el desnivel de la
montaña y la configuración de zonas llanas o terrazas de
escasa amplitud. Al exterior de la gran edificación, por su extremo sur, se documentó la existencia de un aljibe o cisterna
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Habitación III. Detalle de la estratigrafía, 2000.
Oeste, presenta las piernas y brazos flexionados y está delimitado por una estructura de piedras de forma circular.
En la actualidad, tras 27 campañas y una extensión
excavada de más de 1.700 m2, la imagen que tenemos es
la de un asentamiento dominado por la presencia de una
importante edificación de carácter comunal y familiar,
y de otras construcciones como las terrazas y los muros
ataludados que han transformado de forma sustancial el
perfil original de la montaña.
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
de planta oval que se adosa a la pared de la Habitación I; así
como el sistema de acceso al poblado por medio de una
rampa o camino de poca anchura que sube desde la base
del cerro en zigzag. En el sector norte, las intervenciones arqueológicas se centraron en la Habitación III, de 8 x 10 m y
planta aproximadamente absidal, con un pavimento de tierra apisonada sobre el que se encuentran los materiales arqueológicos: vasos de almacenaje decorados con cordones
y otros con decoración incisa, objetos de metal y elementos
de adorno como brazales de piedra o botones de marfil. En
el espacio existente entre las habitaciones II y III, se excavó
otra cisterna también de planta oval y recubierta de arcilla
para impermeabilizar las paredes de piedra.
Posteriores trabajos han confirmado la presencia
de muros ataludados para la construcción de terrazas en
las laderas, entre los que destaca el que rodea la construcción por su parte occidental. Estos muros configuran
una serie de plataformas utilizadas como zonas de circulación o de trabajo, así como un posible camino de acceso señalado por un empedrado. Estas terrazas se han
ido rellenando progresivamente con los desechos procedentes de las zonas de habitación. En los últimos años de
excavación se han documentado dos pequeños departamentos de planta cuadrangular situados en el extremo
más meridional de la ladera oriental.
Además de los restos constructivos, también han
aparecido dos enterramientos humanos. El primero de
ellos, en el Sector Este, es un individuo senil junto al cual
se localizó el esqueleto de un perro. El otro, en el Sector
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Excavación del Sector Este, muros de aterrazamiento, 2002.
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La metodología arqueológica
La Arqueología es la ciencia que estudia las sociedades pasadas mediante la recuperación y estudio de sus
testimonios materiales; y el método de trabajo empleado
para la correcta documentación de dichos testimonios es
la excavación arqueológica. En la Lloma de Betxí, la metodología seguida ha sido la excavación por capas de los
diferentes rellenos, utilizando para la recogida de datos
Corredor Oeste, recipientes cerámicos sobre el suelo de ocupación, 2002.
y su documentación el método cronoestratigráfico de E.
C. Harris basado en la ficha de registro de las unidades
estratigráficas, de manera que cada estrato, estructura o
hallazgo se excava con un número de registro individual.
Los trabajos se plantearon, desde el primer momento, como una excavación en extensión, a fin de evitar
los problemas que se derivan de la realización de sondeos de pequeñas dimensiones, por cuanto tienen de
parciales e incompletos en la recuperación del contexto
arqueológico de un poblado.
De forma previa al inicio de los trabajos arqueológicos, el yacimiento se subdividió en cuadros de 2 x 2 m a
partir de dos ejes de coordenadas cartesianas, situándose en la parte más elevada del cerro el punto 0 o plano 0
de referencia para la medición de las cotas de profundidad. Los ejes de abscisas y ordenadas coinciden, respectivamente, con los ejes longitudinal y transversal del cerro
donde se ubica el asentamiento.
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
La cronología del yacimiento apunta a los inicios de
la Edad del Bronce o Bronce Pleno, en torno al 1800-1700
a.C., y el final de la ocupación alrededor del 1400-1300 a.C.
Las habitaciones I y II han sido datadas a partir de los restos
carbonizados de la madera utilizada en la techumbre, las
dataciones absolutas obtenidas sitúan su construcción en
los inicios del II milenio a.C., mientras que su destrucción
ha sido datada a partir de dos muestras de cereal carbonizado procedente del suelo de las habitaciones, que han
proporcionado unas fechas hacia la mitad del II milenio
a.C. Los dos enterramientos humanos también ha sido datados y las fechas obtenidas corresponden, en el primero
de ellos, a los inicios de la ocupación; y en el segundo a
la etapa final del asentamiento. Otras dataciones proceden
de la preparación del suelo de la Habitación III y de los niveles de basureros localizados en las terrazas.
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La documentación de todo el proceso ha conllevado el levantamiento de plantas y secciones dibujadas a
escala 1:20 con indicación de los rellenos, piedras y materiales arqueológicos, además de su profundidad, obteniendo así una referencia tridimensional de todos los elementos. Las fotografías generales y de detalle completan
la información de cada conjunto. Todo ello ha contribuido a la interpretación posterior de los diferentes procesos
y actividades realizadas en cada espacio, las técnicas de
construcción, cronología, etc., y a su representación en un
diagrama secuencial.
En cuanto a la recuperación de los restos arqueológicos, todos los materiales recogidos durante el proceso
de excavación han sido identificados mediante una etiqueta que hace referencia al cuadro en el que han aparecido, la unidad estratigráfica y la fecha en que se hallaron.
Posteriormente, dependiendo de su composición y conservación, han sido lavados y siglados. Los diferentes rellenos
excavados han sido tamizados en seco en el propio yacimiento para recuperar aquellos restos de menor tamaño
que pudieran pasar desapercibidos en el proceso de recogida de la tierra. Además, atendiendo a la especial importancia que tiene la documentación de los restos orgánicos,
como semillas, carbones o microfauna, se han separado
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muestras de sedimento para su tamizado con agua mediante la utilización de una máquina de flotación. La recogida
de dichas muestras ha proporcionado información muy importante para la reconstrucción del entorno medioambiental y de las bases económicas del asentamiento.
Finalmente, el material arqueológico ha sido inventariado e informatizado de acuerdo con las bases de
datos del Museo de Prehistoria. Se han consolidado y
restaurado numerosos objetos que han sido igualmente
fotografiados, dibujados y catalogados. Su estudio en relación con los datos obtenidos en el proceso de excavación nos aproxima a la vida del grupo humano que habitó
la Lloma de Betxí. Así, el análisis de la madera, semillas,
huesos de animales, sedimentos, etc., ayuda a reconstruir la vegetación, la fauna, las condiciones climáticas
existentes, las modificaciones sufridas por el medio, o la
dieta de la población. El estudio de la cerámica, objetos
de piedra, hueso o metal, nos acerca a la tecnología prehistórica, los recursos utilizados y su manufactura, sus posibles usos y el intercambio de productos elaborados. Y la
Antropología Física nos permite conocer a las personas,
los miembros de esta población.
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2. Elena Grau y Yolanda Carrión se han ocupado de la Antracología; Guillem
Pérez de la Paleocarpología; Joan Carles Colomer de la Edafología; María
Pilar Fumanal y Carlos Ferrer de la Sedimentología y análisis de los restos
constructivos; Francisco Javier Jover de la industria lítica; Josep Lluís
Pascual y Juan Antonio López de la industria ósea; José Antonio López de las
actividades textiles; José Luis Simón, Ignacio Montero y Salvador Rovira de la
metalurgia; Inocencio Sarrión, Alfred Sanchis y Carmen Tormo de la fauna; y
María Paz de Miguel y Ángela Pérez de los restos humanos. La consolidación
y restauración de los materiales ha estado a cargo de Magdalena Monraval,
Inocencio Sarrión, Trinidad Pasíes y María Amparo Peiró. Los dibujos de
materiales y diversas ilustraciones han sido realizados por María Pilar Mas,
Francisco Chiner y, sobre todo, Ángel Sánchez. La primera planimetría
general del yacimiento, a partir de los dibujos originales de la excavación, fue
efectuada en 1992 por José María Segura y Emilio Cortell. Con posterioridad
la empresa Global ha realizado los sucesivos levantamientos topográficos,
escaneado de estructuras, fotogrametría, etc.
tencia de la Dirección General de Patrimonio Artístico
de la Conselleria de Cultura, dentro de su Programa de
Excavaciones Ordinarias; si bien las diferentes intervenciones realizadas se inscriben en el Plan de Actuaciones
Arqueológicas del SIP de la Diputación de Valencia, que
desempeña la responsabilidad científica de los trabajos.
Asimismo, desde el año 2000, esta institución se ha hecho
cargo de la subvención íntegra de los mismos. En algún
caso concreto el contenido científico de este trabajo se
ha beneficiado de proyectos de la DGCYT del Ministerio
de Cultura.
Los resultados obtenidos a lo largo de estos años
han sido presentados en congresos y jornadas de carácter científico y divulgativo; y publicados en monografías,
revistas, catálogos y folletos diversos.
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
En estos 30 años han sido, pues, numerosas las
colaboraciones de especialistas de diferentes disciplinas
científicas, no sólo arqueólogos, que se han ocupado de
diferentes aspectos del registro recuperado2.
La realización de las campañas de excavación
ha sido posible gracias a la participación desinteresada de estudiantes y licenciados de la Universitat de
València y de otras universidades españolas y europeas. La concesión de los correspondientes permisos
de excavación y subvención económica ha sido compe-
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La Lloma de Betxí.
Un poblado de la Edad del Bronce
junto al TUria
María Jesús de Pedro Michó
Museu de Prehistòria-SIP
El paisaje cercano. La Vallesa de Mandor
En medio de un paisaje profundamente antropizado, próximo a la ciudad de Valencia, se encuentra el paraje de la
Vallesa de Mandor, que se extiende por los términos municipales de Paterna y Riba-roja de Túria, junto a la ribera septentrional del río Turia. La Vallesa de Mandor aparece descrita en la Geografía del Reino de Valencia como una espléndida mansión agrícola con una pinada de 500 ha, propiedad
del conde de Montornés. Enrique Trénor Montesinos fue el
fundador de la finca dedicada a diversas explotaciones y
aprovechamientos, desde la citricultura a la enología, pasando por los frutales y la ganadería; considerada siempre
como una instalación modelo. Emparentado con el marqués del Turia, Tomás Trénor Palavicino, quien en 1909
había organizado la Exposición Regional, Enrique Trénor se
ocupó en aquel certamen de toda la actividad agraria. No
en balde era comisario regio de Fomento y presidente del
Consejo Provincial de Agricultura.
< Vista aérea de la Lloma de Betxí, 2013.
El conde de Montornés fue premiado por Alfonso XIII,
en 1921, con el título de conde de la Vallesa de Mandor. Y en
la primavera de 1923, con motivo del viaje de don Alfonso
y doña Victoria Eugenia a Valencia para la Coronación de
la Virgen de los Desamparados, los monarcas visitaron la
finca y fueron obsequiados en ella con un almuerzo, tal y
como se describe en la prensa del momento.
El paisaje de la Vallesa está muy transformado
en la actualidad por la presencia de cultivos de regadío
y también a causa del incendio que, en agosto de 1994,
destruyó gran parte de la vegetación existente. No obstante posee, todavía hoy, un alto valor medioambiental. A
la típica vegetación mediterránea formada por la alianza
Oleo-Ceratonion, con bosques de carrascas degradados
junto a pinos carrascos, lentiscos, acebuches, leguminosas, palmitos y esparto, se añade una gran variedad de
especies botánicas, algunas de ellas endémicas, como
las màquias, que juegan un importante papel contra la
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Vista del yacimiento al inicio de los trabajos de excavación, 1984.
erosión y ayudan a la recuperación forestal; los matojares con plantas aromáticas y medicinales; la vegetación
de ribera; los barrancos de adelfas; los espartales y otras
plantas especialistas de suelos arenosos.
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La fauna, también muy variada, incluye diferentes
tipos de insectos; peces como el barbo, la carpa o la anguila; anfibios; reptiles; mamíferos como erizos, musarañas, conejos, lirones, ardillas, jinetas, comadrejas, zorros
o jabalíes, y numerosas aves.
Desde 2007, la Vallesa de Mandor forma parte
del Parc Natural del Túria según el Decreto 43/2007 de
13 de abril.
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El yacimiento. Antecedentes bibliográficos
1. Nuestro sincero agradecimiento a la familia de D. Eulogio Gómez-Trénor
Fos, en especial a Álvaro Gómez-Trénor Aguilar, por haber facilitado nuestra
labor de campo durante todos estos años.
Excavación del Sector Oeste, muros de aterrazamiento, 2005.
La primera visita que realizamos al yacimiento estuvo motivada por un trabajo de prospección en el Camp
de Túria dirigido por Joan Bernabeu, Helena Bonet y
Consuelo Mata, con el fin de confirmar la cronología del
yacimiento y su posible pertenencia a un momento de
transición de la Edad del Bronce a la Cultura Ibérica. Sin
embargo, la inspección realizada en aquella ocasión puso
de manifiesto que se trataba de un poblado de la Edad del
Bronce con una potente estratigrafía, entre la que se adivinaban los restos de construcciones de piedra de tamaño
considerable y de un nivel de incendio bien delimitado.
Numerosos fragmentos cerámicos y óseos se encontraban dispersos por la superficie como consecuencia del
expolio al que estaba siendo sometido. Así, ante el peligro
de destrucción existente, en octubre de 1984 se realizó la
primera campaña de excavación, como una intervención
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
En la finca denominada Masía de Vélez, dentro de
la Vallesa de Mandor, se encuentra la Lloma de Betxí, actualmente propiedad de los herederos de Eulogio GómezTrénor Fos1. El yacimiento arqueológico se sitúa en un cerro de escasa elevación, a 99 m s.n.m., con un desnivel de
30 m respecto al llano circundante y a corta distancia del
río Turia. Es de forma alargada, y sus dimensiones son 50
x 20 m en la parte superior, aunque el asentamiento alcanza la parte baja del cerro por lo que su extensión total
es de aproximadamente 3.750 m2.
Diversas referencias bibliográficas, desde 1928 a
1984, aluden a la Lloma de Betxí como poblado de la Edad
del Bronce en el que pudiera apreciarse el tránsito a la
Cultura Ibérica. Igualmente, ha sido citada por diferentes
autores en relación con otros yacimientos de la zona, como
el cercano poblado de Despeñaperros en el término municipal de Paterna, en los que se conocían restos de murallas
y de habitaciones pertenecientes a la cultura del Bronce
Valenciano, si bien no fue objeto de excavación o prospección arqueológica hasta el otoño de 1984 (de Pedro, 1998).
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de salvamento, dirigida por H. Bonet, J. Bernabeu y M. J.
de Pedro, bajo la supervisión del Servicio de Investigación
Prehistórica. Desde entonces, y hasta 2013, se han sucedido los trabajos arqueológicos con carácter ordinario, de
forma casi ininterrumpida, a excepción de los años 1986,
1990 y 1992, siempre dentro del Programa de Excavaciones
del Museo de Prehistoria y SIP Los materiales recuperados
a lo largo de estos años están depositados en el Museo de
Prehistoria de Valencia y una importante muestra de los
mismos se encuentra expuesta en las salas permanentes
dedicadas a la Edad de los Metales.
Las campañas de excavación
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Las diferentes intervenciones llevadas a cabo han
permitido identificar dos grandes habitaciones o departamentos, las habitaciones I y II; y una dependencia paralela a ambas, el Corredor Oeste, que configuran una gran
edificación de 34 m de longitud y 10 m de anchura. La edificación descansa sobre el suelo natural de la montaña y
debió alcanzar entre 4 y 6 m de altura; cubierta por una
techumbre plana o con una suave inclinación, y sustentada por dos hileras de postes.
La estratigrafía documentada en ambas habitaciones presentaba dos niveles de ocupación: el superior,
o más reciente, con alguna concentración de tierra gris
cenicienta que corresponde a una ocupación corta; y el
inferior, donde se encuentra la casi totalidad del material
arqueológico, caracterizado por un derrumbe considerable de piedras y material de construcción y por un incendio, marcado por la presencia de abundantes carbones y
cenizas sobre el pavimento de tierra apisonada.
El fuego que destruyó estas estructuras favoreció
la conservación in situ de gran parte del ajuar doméstico,
formado por un importante número de vasos cerámicos,
elementos de hoz, molinos de mano, pesas de telar, objetos metálicos y adornos. La distribución de este conjunto señalaba la existencia de diversas áreas de actividad,
como una zona de almacén, otra de molienda, de tejido,
etc., indicadas también por diferentes estructuras como
soportes, bancos, pequeños muros resaltados, hornos o
por las propias pesas de telar.
Las excavaciones realizadas en las laderas de la loma
mostraron un complejo sistema de acondicionamiento del
espacio, con muros ataludados para salvar el desnivel de la
montaña y la configuración de zonas llanas o terrazas de
escasa amplitud. Al exterior de la gran edificación, por su extremo sur, se documentó la existencia de un aljibe o cisterna
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Habitación III. Detalle de la estratigrafía, 2000.
Oeste, presenta las piernas y brazos flexionados y está delimitado por una estructura de piedras de forma circular.
En la actualidad, tras 27 campañas y una extensión
excavada de más de 1.700 m2, la imagen que tenemos es
la de un asentamiento dominado por la presencia de una
importante edificación de carácter comunal y familiar,
y de otras construcciones como las terrazas y los muros
ataludados que han transformado de forma sustancial el
perfil original de la montaña.
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
de planta oval que se adosa a la pared de la Habitación I; así
como el sistema de acceso al poblado por medio de una
rampa o camino de poca anchura que sube desde la base
del cerro en zigzag. En el sector norte, las intervenciones arqueológicas se centraron en la Habitación III, de 8 x 10 m y
planta aproximadamente absidal, con un pavimento de tierra apisonada sobre el que se encuentran los materiales arqueológicos: vasos de almacenaje decorados con cordones
y otros con decoración incisa, objetos de metal y elementos
de adorno como brazales de piedra o botones de marfil. En
el espacio existente entre las habitaciones II y III, se excavó
otra cisterna también de planta oval y recubierta de arcilla
para impermeabilizar las paredes de piedra.
Posteriores trabajos han confirmado la presencia
de muros ataludados para la construcción de terrazas en
las laderas, entre los que destaca el que rodea la construcción por su parte occidental. Estos muros configuran
una serie de plataformas utilizadas como zonas de circulación o de trabajo, así como un posible camino de acceso señalado por un empedrado. Estas terrazas se han
ido rellenando progresivamente con los desechos procedentes de las zonas de habitación. En los últimos años de
excavación se han documentado dos pequeños departamentos de planta cuadrangular situados en el extremo
más meridional de la ladera oriental.
Además de los restos constructivos, también han
aparecido dos enterramientos humanos. El primero de
ellos, en el Sector Este, es un individuo senil junto al cual
se localizó el esqueleto de un perro. El otro, en el Sector
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Excavación del Sector Este, muros de aterrazamiento, 2002.
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La metodología arqueológica
La Arqueología es la ciencia que estudia las sociedades pasadas mediante la recuperación y estudio de sus
testimonios materiales; y el método de trabajo empleado
para la correcta documentación de dichos testimonios es
la excavación arqueológica. En la Lloma de Betxí, la metodología seguida ha sido la excavación por capas de los
diferentes rellenos, utilizando para la recogida de datos
Corredor Oeste, recipientes cerámicos sobre el suelo de ocupación, 2002.
y su documentación el método cronoestratigráfico de E.
C. Harris basado en la ficha de registro de las unidades
estratigráficas, de manera que cada estrato, estructura o
hallazgo se excava con un número de registro individual.
Los trabajos se plantearon, desde el primer momento, como una excavación en extensión, a fin de evitar
los problemas que se derivan de la realización de sondeos de pequeñas dimensiones, por cuanto tienen de
parciales e incompletos en la recuperación del contexto
arqueológico de un poblado.
De forma previa al inicio de los trabajos arqueológicos, el yacimiento se subdividió en cuadros de 2 x 2 m a
partir de dos ejes de coordenadas cartesianas, situándose en la parte más elevada del cerro el punto 0 o plano 0
de referencia para la medición de las cotas de profundidad. Los ejes de abscisas y ordenadas coinciden, respectivamente, con los ejes longitudinal y transversal del cerro
donde se ubica el asentamiento.
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
La cronología del yacimiento apunta a los inicios de
la Edad del Bronce o Bronce Pleno, en torno al 1800-1700
a.C., y el final de la ocupación alrededor del 1400-1300 a.C.
Las habitaciones I y II han sido datadas a partir de los restos
carbonizados de la madera utilizada en la techumbre, las
dataciones absolutas obtenidas sitúan su construcción en
los inicios del II milenio a.C., mientras que su destrucción
ha sido datada a partir de dos muestras de cereal carbonizado procedente del suelo de las habitaciones, que han
proporcionado unas fechas hacia la mitad del II milenio
a.C. Los dos enterramientos humanos también ha sido datados y las fechas obtenidas corresponden, en el primero
de ellos, a los inicios de la ocupación; y en el segundo a
la etapa final del asentamiento. Otras dataciones proceden
de la preparación del suelo de la Habitación III y de los niveles de basureros localizados en las terrazas.
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La documentación de todo el proceso ha conllevado el levantamiento de plantas y secciones dibujadas a
escala 1:20 con indicación de los rellenos, piedras y materiales arqueológicos, además de su profundidad, obteniendo así una referencia tridimensional de todos los elementos. Las fotografías generales y de detalle completan
la información de cada conjunto. Todo ello ha contribuido a la interpretación posterior de los diferentes procesos
y actividades realizadas en cada espacio, las técnicas de
construcción, cronología, etc., y a su representación en un
diagrama secuencial.
En cuanto a la recuperación de los restos arqueológicos, todos los materiales recogidos durante el proceso
de excavación han sido identificados mediante una etiqueta que hace referencia al cuadro en el que han aparecido, la unidad estratigráfica y la fecha en que se hallaron.
Posteriormente, dependiendo de su composición y conservación, han sido lavados y siglados. Los diferentes rellenos
excavados han sido tamizados en seco en el propio yacimiento para recuperar aquellos restos de menor tamaño
que pudieran pasar desapercibidos en el proceso de recogida de la tierra. Además, atendiendo a la especial importancia que tiene la documentación de los restos orgánicos,
como semillas, carbones o microfauna, se han separado
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muestras de sedimento para su tamizado con agua mediante la utilización de una máquina de flotación. La recogida
de dichas muestras ha proporcionado información muy importante para la reconstrucción del entorno medioambiental y de las bases económicas del asentamiento.
Finalmente, el material arqueológico ha sido inventariado e informatizado de acuerdo con las bases de
datos del Museo de Prehistoria. Se han consolidado y
restaurado numerosos objetos que han sido igualmente
fotografiados, dibujados y catalogados. Su estudio en relación con los datos obtenidos en el proceso de excavación nos aproxima a la vida del grupo humano que habitó
la Lloma de Betxí. Así, el análisis de la madera, semillas,
huesos de animales, sedimentos, etc., ayuda a reconstruir la vegetación, la fauna, las condiciones climáticas
existentes, las modificaciones sufridas por el medio, o la
dieta de la población. El estudio de la cerámica, objetos
de piedra, hueso o metal, nos acerca a la tecnología prehistórica, los recursos utilizados y su manufactura, sus posibles usos y el intercambio de productos elaborados. Y la
Antropología Física nos permite conocer a las personas,
los miembros de esta población.
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2. Elena Grau y Yolanda Carrión se han ocupado de la Antracología; Guillem
Pérez de la Paleocarpología; Joan Carles Colomer de la Edafología; María
Pilar Fumanal y Carlos Ferrer de la Sedimentología y análisis de los restos
constructivos; Francisco Javier Jover de la industria lítica; Josep Lluís
Pascual y Juan Antonio López de la industria ósea; José Antonio López de las
actividades textiles; José Luis Simón, Ignacio Montero y Salvador Rovira de la
metalurgia; Inocencio Sarrión, Alfred Sanchis y Carmen Tormo de la fauna; y
María Paz de Miguel y Ángela Pérez de los restos humanos. La consolidación
y restauración de los materiales ha estado a cargo de Magdalena Monraval,
Inocencio Sarrión, Trinidad Pasíes y María Amparo Peiró. Los dibujos de
materiales y diversas ilustraciones han sido realizados por María Pilar Mas,
Francisco Chiner y, sobre todo, Ángel Sánchez. La primera planimetría
general del yacimiento, a partir de los dibujos originales de la excavación, fue
efectuada en 1992 por José María Segura y Emilio Cortell. Con posterioridad
la empresa Global ha realizado los sucesivos levantamientos topográficos,
escaneado de estructuras, fotogrametría, etc.
tencia de la Dirección General de Patrimonio Artístico
de la Conselleria de Cultura, dentro de su Programa de
Excavaciones Ordinarias; si bien las diferentes intervenciones realizadas se inscriben en el Plan de Actuaciones
Arqueológicas del SIP de la Diputación de Valencia, que
desempeña la responsabilidad científica de los trabajos.
Asimismo, desde el año 2000, esta institución se ha hecho
cargo de la subvención íntegra de los mismos. En algún
caso concreto el contenido científico de este trabajo se
ha beneficiado de proyectos de la DGCYT del Ministerio
de Cultura.
Los resultados obtenidos a lo largo de estos años
han sido presentados en congresos y jornadas de carácter científico y divulgativo; y publicados en monografías,
revistas, catálogos y folletos diversos.
La Lloma de Betxí. María Jesús de Pedro Michó
En estos 30 años han sido, pues, numerosas las
colaboraciones de especialistas de diferentes disciplinas
científicas, no sólo arqueólogos, que se han ocupado de
diferentes aspectos del registro recuperado2.
La realización de las campañas de excavación
ha sido posible gracias a la participación desinteresada de estudiantes y licenciados de la Universitat de
València y de otras universidades españolas y europeas. La concesión de los correspondientes permisos
de excavación y subvención económica ha sido compe-
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