La Prehistòria i la Mar

2025
Full
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L PREHISTORI Y L M R
R E C URSOS MA R INOS EN EL PASADO
Introducción
Conocer cómo se utilizaron
los recursos marinos
(moluscos, crustáceos,
peces, aves y mamíferos)
en la Prehistoria ayuda a
comprender la historia de
la dispersión humana por el
planeta. Las costas y las grandes
cuencas concentran una amplia
variedad de nutrientes que
fueron esenciales para nuestra
evolución como especie. Al mismo
tiempo, los corredores litorales
sirvieron como grandes viales de
comunicación en sus migraciones y
como una referencia para el encuentro de los
grupos humanos dispersos.
En esta exposición se muestran recursos
marinos documentados en yacimientos
arqueológicos de la región central del área
mediterránea ibérica desde los inicios del
Paleolítico superior hasta la Edad del Bronce,
entre 35.000 y 3.300 años antes del presente,
conservados actualmente en el Museu de
Prehistòria de València.
La región mediterránea ibérica
Los cambios en el nivel del mar y sus
efectos sobre la posición de la línea de
costa han afectado a la conservación
de los yacimientos arqueológicos
costeros. Algunos ejemplos pueden
mostrar el alcance de la inundación
de la llanura litoral desde el último
máximo glaciar, hace unos 21.000
años. Al norte del cabo de la Nao, la
anchura de la superficie inundada osciló
entre los 40 km enfrente de Gandía y los
más de 100 km al sur del delta del Ebro.
Por este motivo, en el golfo de Valencia no
se conocen yacimientos costeros hasta bien
entrado el Holoceno hace unos 9.000 años,
momento en el que la línea de costa tenía una
posición cercana a la actual.
Al sur, en las costas andaluzas del mar de
Alborán, la morfología del margen continental
ha impedido cambios tan marcados en la
posición de la línea de costa. Allí, se conservan
sitios que actualmente están sobre la costa,
pero que en los episodios con un nivel del
mar más bajo distaban sólo unos 5 km de la
posición del mar.
Los antecedentes de la explotación de
recursos marinos
Las primeras evidencias del consumo de
recursos marinos son muy escasas y proceden
de yacimientos africanos de hace más de un
millón de años. Hace 165.000 años, con la
expansión de Homo sapiens, mejillones y lapas
fueron recogidos para su consumo y entre
100.000 y 70.000 años aparecen los primeros
objetos de adorno personal.
En Europa la primera explotación de
recursos del mar se asocia a neandertales que
vivieron en el litoral del sur de la península
Ibérica hace unos 150.000 años. Son focas,
cetáceos —sobre todo delfines— y moluscos.
Las conchas de moluscos bivalvos también se
utilizaron para fabricar utensilios similares a
los de piedra o fueron utilizadas sin modificar
como paletas o contenedores de ocre, y
se emplearon como adornos valvas de los
géneros Glycymeris y Acanthocardia recogidas
en las playas.
La generalización del uso de los adornos
personales acontece con el desarrollo del
Paleolítico superior en contextos asociados a
nuestra especie.
Pesca y marisqueo
El medio marino ofrecía numerosos recursos
alimenticios para los grupos prehistóricos.
Su obtención no requiere de complejos
equipos técnicos y pudo realizarse de forma
colaborativa por todos los miembros del grupo,
incluyendo personas de todas las edades.
Especialmente el marisqueo de moluscos de
acantilado, visibles y fáciles de recolectar, se
haría manualmente.
Los instrumentos más antiguos
relacionados con la pesca son escasos. Puntas
dentadas o arpones y pequeños objetos
biapuntados de asta y hueso del Paleolítico
superior suelen relacionarse con esta actividad,
perdurando los segundos hasta el tercer
milenio antes del presente. El empleo de
materiales perecederos como la madera y las
fibras vegetales para confeccionar redes y nasas,
documentadas hace 9.000 años en el norte de
Europa y que aún hoy siguen utilizándose en la
pesca tradicional del Mediterráneo, solo puede
ser argumentado con evidencias indirectas.
Consumo y conservación
El pescado más consumido durante toda la
prehistoria valenciana es la dorada que, junto a
otras especies —corvina, mujol y raya látigo—
y los berberechos, indican la explotación de
humedales litorales con fondos blandos —
marismas y albuferas— y áreas de estuario.
También se explotan medios rocosos de la zona
intermareal donde se recogieron lapas, bígaros
y púrpuras.
Además del consumo de estos productos
en los asentamientos litorales, se constata el
transporte de moluscos bivalvos y de peces
marinos a yacimientos interiores, a distancias
superiores a los 35 km, procesándose en la
costa y sirviendo como reserva alimenticia para
los desplazamientos costa-interior.
Sobre las formas de consumo y las técnicas
de conservación del pescado, en algunos
yacimientos hay indicios del ahumado y es
probable que el secado fuera otra variante,
como la usada actualmente en Formentera,
donde los cuerpos abiertos y descabezados de
diferentes especies de pequeños tiburones y
rayas, se secan al sol colgados de las ramas de
sabinas.
Respecto a los moluscos, pudieron ser
consumidos crudos, hervidos o cocidos al
vapor echando agua sobre encachados de
piedras calientes.
Utensilios de conchas de moluscos
Algunas conchas de moluscos fueron
empleadas para la confección de útiles o
simplemente utilizadas. Con antecedentes
en el Paleolítico medio, es durante del
Paleolítico superior cuando contamos con
más evidencias. En Parpalló, muchos de los
restos de Pecten documentados muestran
signos de haber sido utilizados como
instrumentos, y hace unos 10.000 años, en
Catalunya se fabricaron objetos biapuntados,
puntas y láminas retocados como los líticos
a partir de los bordes de una valva de especie
indeterminada.
Entre el Neolítico y la Edad del Bronce,
en yacimientos de las comarcas centrales
valencianas, se documentan conchas marinas
usadas como utensilios. Las más utilizadas son
las del género Glycymeris con señales de uso
—abrasiones, microestrías, pulidos, lustres,
retoques o presencia de materia colorante—
que nos indican su empleo como recipientes
de colorante o como alisadores-bruñidores
aplicados a materias blandas (piel y cerámica).
Esporádicamente, se confeccionaron
alguna aguja y un cincel a partir de bivalvos.
A partir de grandes caracolas de tritón con el
ápice eliminado como instrumento sonoro,
cucharas aprovechando el canal sifonal como
mango y la última vuelta como pala, o en un
cucharón eliminando la mitad longitudinal de
la concha del tritón.
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Utensilios de huesos de cetaceos
En el ámbito cantábrico, entre 17.500 y
15.000 años, algunos huesos de cetáceos fueron
empleados para fabricar azagayas o puntas que
se distribuyeron por los Pirineos occidentales,
con distancias superiores a 350 km del mar.
Mención aparte, por su singularidad,
es el aprovechamiento de dos vértebras y
una costilla de ballena halladas en el relleno
de varios silos del yacimiento La VitalSanxo Llop, hace entre 5.800 y 5.200 años.
Estos huesos serían recogidos en la playa
aprovechando el varamiento de estos grandes
mamíferos marinos. Presentan abundantes
huellas de percusión y de corte producidas por
instrumentos líticos y metálicos que indican su
uso como mesas de trabajo o yunques.
Arte, adornos y rituales
Al final del Paleolítico aparecen manifesta
ciones artísticas, pintadas y grabadas, de peces,
focas y pingüinos relacionadas, quizás, con el
incremento de restos procedentes del mar.
Las conchas de moluscos marinos
fueron utilizadas como adornos durante
toda la prehistoria, recogidas de las playas y
transformadas en ornamentos con un signi
ficado que no es posible desvelar: comunicación,
identidad, organización social o jerarquías.
Los rituales relacionados con el final de
la vida se evidencian en estas comunidades
en la creación de espacios de enterramiento
y en el depósito de objetos o de animales,
que acompañan a los fallecidos y que estarían
relacionados con sus creencias.
Todas estas manifestaciones se vinculan,
desde la investigación, con el pensamiento
simbólico de estas sociedades, interpretadas
como rasgos culturales y sociales que describen
comportamientos más allá de la subsistencia.
Tecnología
Durante la prehistoria se emplearon materias
primas muy diversas para la confección de
adornos. Las conchas de moluscos marinos
ocuparon un lugar preponderante, mediante
la utilización de gran variedad de especies
de gasterópodos, bivalvos y escafópodos.
Un número importante de conchas fueron
recogidas de las playas ya perforadas, bien
por la acción del mar o por la de algún
animal litófago. El resto fueron perforadas
con diferentes técnicas para ser usadas como
cuentas, colgantes, botones o broches. Entre
las perforaciones antrópicas, se reconocen la
abrasión mediante la frotación de la concha
contra una roca arenisca, la percusión directa
sobre la concha con una piedra o un percutor
duro, la presión desde el orificio de la concha
con un objeto punzante de piedra, hueso
o madera, la incisión con un filo lítico y la
rotación realizada con un taladro de piedra.
Los adornos
El uso de determinadas especies de moluscos
como adornos personales entre la amplia
variedad que pueden ser recolectadas,
se considera reflejo de una elección
marcadamente cultural y social. Se relaciona
con el mundo simbólico y transmitiría una
información que pudo estar referida al sexo,
a la edad, a un ritual de paso, a una posición
social dentro del grupo o a la identificación de
un grupo respecto a otros.
Hace 28.000 años, durante el inicio del
Paleolítico superior, los gasterópodos eran el
soporte más utilizado. Más tarde, hace unos
20.000 años, durante el máximo glaciar, domi
naron los escafópodos y aparece el gasterópodo
Nucella lapillus, un marcador cultural de
este momento frío ya que antes y después su
presencia no es significativa. Sólo al final de
Paleolítico superior, hace entre 12.000 y 11.000
años, los bivalvos serán más abundantes.
Durante el Mesolítico y el Neolítico el
número de especies empleadas para confec
cionar adornos se reduce y la especie que más
abunda es el gasterópodo Columbella rustica.
Con la introducción de la economía
de producción, empiezan a confeccionarse
adornos de diversa morfología totalmente
facetados: colgantes ovales, anillos y brazaletes
durante el Neolítico, botones durante el
Calcolítico y cuentas discoidales durante toda
la Prehistoria reciente.
Los rituales funerarios
Interpretar los rituales funerarios de las
comunidades del pasado es complejo ya que
supone acercarse al comportamiento social
y cultural de estos grupos sólo a través de la
cultura material. A partir de los restos humanos
y de los objetos que los acompañan, los ajuares,
se investiga su significado.
En una fosa del yacimiento neolítico de
Costamar (Cabanes), de finales del VIII y
comienzos de VII milenio antes del presente,
un varón adulto fue depositado junto con siete
brazaletes de pectúnculo con restos de ocre y
un collar de más de 800 cuentas discoidales de
concha, entre otros materiales malacológicos.
Otro ejemplo, más complejo, es el
enterramiento de un varón adulto del Tossal
de les Basses (Alacant), del último cuarto del
VII y primera mitad del VI milenio antes del
presente, asociado a una fosa que contenía dos
TRESORS
Àrea de Cultura
DEL MUSEU
DE PREHISTÒRIA
brazaletes de pectúnculo y a tres agrupaciones
de material malacológico, con lapas, Phorcus
turbinatus y gliciméridos.
Estas dos inhumaciones individuales se
han interpretado como tumbas de personas
destacadas de esas comunidades, por los restos
de ajuar que presentaban.
Conchas y contextos funerarios
El transporte a yacimientos alejados de la
costa de conchas sin valor alimenticio y sin
huellas de manipulación señala que pudieron
ser consideradas amuletos o relacionarse
con el mundo simbólico. Existen ejemplos
desde el paleolítico en la Cova del Parpalló
y en el Neolítico en la Cova de l’Or, de
donde proceden sendas conchas de cañailla
(Bolinus brandaris) extraordinariamente bien
conservadas.
La carga simbólica de estas conchas
resulta más evidente cuando son depositadas
en contextos funerarios, como ocurre en
numerosas cuevas de enterramiento del
Neolítico final y del Calcolítico (segunda
mitad del VI y el V milenio antes del presente)
de las comarcas interiores valencianas, donde
estos elementos pudieron representar ofrendas
funerarias. Aquí encontramos conchas de
bivalvos y de gasterópodos que, en casi todos
los casos, fueron recogidas en las playas una vez
muerto el animal.
Un caso particular es la presencia en la
Cova del Cara-sol de Vernissa (Xàtiva) de diez
Phorcus turbinatus, un gasterópodo comestible,
sin evidencias de erosión marina, por lo
que pudieron haber sido recogidos vivos y
depositados como ofrenda alimenticia.
Un delfín en una tumba
En un silo de almacenamiento de cereal del
yacimiento de Sanxo Llop, datado entre hace
5.800 y 5.200 años, tras su amortización, fue
reaprovechado con finalidad funeraria y se
depositó un delfín mular (Tursiops truncatus)
asociado a un enterramiento secundario con
restos de un varón adulto.
No se observa ninguna evidencia de
manipulación antrópica que indique que el
delfín fuera consumido, lo que apunta a que
se depositó el animal entero como posible
ofrenda funeraria.
Se trata de un depósito único y
extraordinario toda vez que en este yacimiento
otras estructuras funerarias contenían el
depósito de animales terrestres completos
o parciales —perros, bóvidos, cápridos y
suidos—, hecho frecuente en otros yacimientos
calcolíticos peninsulares.
MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA. JUNIO - NOVIEMBRE 2021
Corona, 36. 46003 València · www.museuprehistoriavalencia.es. Síguenos en
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L PREHISTORI Y L M R
R E C URSOS MA R INOS EN EL PASADO
Introducción
Conocer cómo se utilizaron
los recursos marinos
(moluscos, crustáceos,
peces, aves y mamíferos)
en la Prehistoria ayuda a
comprender la historia de
la dispersión humana por el
planeta. Las costas y las grandes
cuencas concentran una amplia
variedad de nutrientes que
fueron esenciales para nuestra
evolución como especie. Al mismo
tiempo, los corredores litorales
sirvieron como grandes viales de
comunicación en sus migraciones y
como una referencia para el encuentro de los
grupos humanos dispersos.
En esta exposición se muestran recursos
marinos documentados en yacimientos
arqueológicos de la región central del área
mediterránea ibérica desde los inicios del
Paleolítico superior hasta la Edad del Bronce,
entre 35.000 y 3.300 años antes del presente,
conservados actualmente en el Museu de
Prehistòria de València.
La región mediterránea ibérica
Los cambios en el nivel del mar y sus
efectos sobre la posición de la línea de
costa han afectado a la conservación
de los yacimientos arqueológicos
costeros. Algunos ejemplos pueden
mostrar el alcance de la inundación
de la llanura litoral desde el último
máximo glaciar, hace unos 21.000
años. Al norte del cabo de la Nao, la
anchura de la superficie inundada osciló
entre los 40 km enfrente de Gandía y los
más de 100 km al sur del delta del Ebro.
Por este motivo, en el golfo de Valencia no
se conocen yacimientos costeros hasta bien
entrado el Holoceno hace unos 9.000 años,
momento en el que la línea de costa tenía una
posición cercana a la actual.
Al sur, en las costas andaluzas del mar de
Alborán, la morfología del margen continental
ha impedido cambios tan marcados en la
posición de la línea de costa. Allí, se conservan
sitios que actualmente están sobre la costa,
pero que en los episodios con un nivel del
mar más bajo distaban sólo unos 5 km de la
posición del mar.
Los antecedentes de la explotación de
recursos marinos
Las primeras evidencias del consumo de
recursos marinos son muy escasas y proceden
de yacimientos africanos de hace más de un
millón de años. Hace 165.000 años, con la
expansión de Homo sapiens, mejillones y lapas
fueron recogidos para su consumo y entre
100.000 y 70.000 años aparecen los primeros
objetos de adorno personal.
En Europa la primera explotación de
recursos del mar se asocia a neandertales que
vivieron en el litoral del sur de la península
Ibérica hace unos 150.000 años. Son focas,
cetáceos —sobre todo delfines— y moluscos.
Las conchas de moluscos bivalvos también se
utilizaron para fabricar utensilios similares a
los de piedra o fueron utilizadas sin modificar
como paletas o contenedores de ocre, y
se emplearon como adornos valvas de los
géneros Glycymeris y Acanthocardia recogidas
en las playas.
La generalización del uso de los adornos
personales acontece con el desarrollo del
Paleolítico superior en contextos asociados a
nuestra especie.
Pesca y marisqueo
El medio marino ofrecía numerosos recursos
alimenticios para los grupos prehistóricos.
Su obtención no requiere de complejos
equipos técnicos y pudo realizarse de forma
colaborativa por todos los miembros del grupo,
incluyendo personas de todas las edades.
Especialmente el marisqueo de moluscos de
acantilado, visibles y fáciles de recolectar, se
haría manualmente.
Los instrumentos más antiguos
relacionados con la pesca son escasos. Puntas
dentadas o arpones y pequeños objetos
biapuntados de asta y hueso del Paleolítico
superior suelen relacionarse con esta actividad,
perdurando los segundos hasta el tercer
milenio antes del presente. El empleo de
materiales perecederos como la madera y las
fibras vegetales para confeccionar redes y nasas,
documentadas hace 9.000 años en el norte de
Europa y que aún hoy siguen utilizándose en la
pesca tradicional del Mediterráneo, solo puede
ser argumentado con evidencias indirectas.
Consumo y conservación
El pescado más consumido durante toda la
prehistoria valenciana es la dorada que, junto a
otras especies —corvina, mujol y raya látigo—
y los berberechos, indican la explotación de
humedales litorales con fondos blandos —
marismas y albuferas— y áreas de estuario.
También se explotan medios rocosos de la zona
intermareal donde se recogieron lapas, bígaros
y púrpuras.
Además del consumo de estos productos
en los asentamientos litorales, se constata el
transporte de moluscos bivalvos y de peces
marinos a yacimientos interiores, a distancias
superiores a los 35 km, procesándose en la
costa y sirviendo como reserva alimenticia para
los desplazamientos costa-interior.
Sobre las formas de consumo y las técnicas
de conservación del pescado, en algunos
yacimientos hay indicios del ahumado y es
probable que el secado fuera otra variante,
como la usada actualmente en Formentera,
donde los cuerpos abiertos y descabezados de
diferentes especies de pequeños tiburones y
rayas, se secan al sol colgados de las ramas de
sabinas.
Respecto a los moluscos, pudieron ser
consumidos crudos, hervidos o cocidos al
vapor echando agua sobre encachados de
piedras calientes.
Utensilios de conchas de moluscos
Algunas conchas de moluscos fueron
empleadas para la confección de útiles o
simplemente utilizadas. Con antecedentes
en el Paleolítico medio, es durante del
Paleolítico superior cuando contamos con
más evidencias. En Parpalló, muchos de los
restos de Pecten documentados muestran
signos de haber sido utilizados como
instrumentos, y hace unos 10.000 años, en
Catalunya se fabricaron objetos biapuntados,
puntas y láminas retocados como los líticos
a partir de los bordes de una valva de especie
indeterminada.
Entre el Neolítico y la Edad del Bronce,
en yacimientos de las comarcas centrales
valencianas, se documentan conchas marinas
usadas como utensilios. Las más utilizadas son
las del género Glycymeris con señales de uso
—abrasiones, microestrías, pulidos, lustres,
retoques o presencia de materia colorante—
que nos indican su empleo como recipientes
de colorante o como alisadores-bruñidores
aplicados a materias blandas (piel y cerámica).
Esporádicamente, se confeccionaron
alguna aguja y un cincel a partir de bivalvos.
A partir de grandes caracolas de tritón con el
ápice eliminado como instrumento sonoro,
cucharas aprovechando el canal sifonal como
mango y la última vuelta como pala, o en un
cucharón eliminando la mitad longitudinal de
la concha del tritón.
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Utensilios de huesos de cetaceos
En el ámbito cantábrico, entre 17.500 y
15.000 años, algunos huesos de cetáceos fueron
empleados para fabricar azagayas o puntas que
se distribuyeron por los Pirineos occidentales,
con distancias superiores a 350 km del mar.
Mención aparte, por su singularidad,
es el aprovechamiento de dos vértebras y
una costilla de ballena halladas en el relleno
de varios silos del yacimiento La VitalSanxo Llop, hace entre 5.800 y 5.200 años.
Estos huesos serían recogidos en la playa
aprovechando el varamiento de estos grandes
mamíferos marinos. Presentan abundantes
huellas de percusión y de corte producidas por
instrumentos líticos y metálicos que indican su
uso como mesas de trabajo o yunques.
Arte, adornos y rituales
Al final del Paleolítico aparecen manifesta
ciones artísticas, pintadas y grabadas, de peces,
focas y pingüinos relacionadas, quizás, con el
incremento de restos procedentes del mar.
Las conchas de moluscos marinos
fueron utilizadas como adornos durante
toda la prehistoria, recogidas de las playas y
transformadas en ornamentos con un signi
ficado que no es posible desvelar: comunicación,
identidad, organización social o jerarquías.
Los rituales relacionados con el final de
la vida se evidencian en estas comunidades
en la creación de espacios de enterramiento
y en el depósito de objetos o de animales,
que acompañan a los fallecidos y que estarían
relacionados con sus creencias.
Todas estas manifestaciones se vinculan,
desde la investigación, con el pensamiento
simbólico de estas sociedades, interpretadas
como rasgos culturales y sociales que describen
comportamientos más allá de la subsistencia.
Tecnología
Durante la prehistoria se emplearon materias
primas muy diversas para la confección de
adornos. Las conchas de moluscos marinos
ocuparon un lugar preponderante, mediante
la utilización de gran variedad de especies
de gasterópodos, bivalvos y escafópodos.
Un número importante de conchas fueron
recogidas de las playas ya perforadas, bien
por la acción del mar o por la de algún
animal litófago. El resto fueron perforadas
con diferentes técnicas para ser usadas como
cuentas, colgantes, botones o broches. Entre
las perforaciones antrópicas, se reconocen la
abrasión mediante la frotación de la concha
contra una roca arenisca, la percusión directa
sobre la concha con una piedra o un percutor
duro, la presión desde el orificio de la concha
con un objeto punzante de piedra, hueso
o madera, la incisión con un filo lítico y la
rotación realizada con un taladro de piedra.
Los adornos
El uso de determinadas especies de moluscos
como adornos personales entre la amplia
variedad que pueden ser recolectadas,
se considera reflejo de una elección
marcadamente cultural y social. Se relaciona
con el mundo simbólico y transmitiría una
información que pudo estar referida al sexo,
a la edad, a un ritual de paso, a una posición
social dentro del grupo o a la identificación de
un grupo respecto a otros.
Hace 28.000 años, durante el inicio del
Paleolítico superior, los gasterópodos eran el
soporte más utilizado. Más tarde, hace unos
20.000 años, durante el máximo glaciar, domi
naron los escafópodos y aparece el gasterópodo
Nucella lapillus, un marcador cultural de
este momento frío ya que antes y después su
presencia no es significativa. Sólo al final de
Paleolítico superior, hace entre 12.000 y 11.000
años, los bivalvos serán más abundantes.
Durante el Mesolítico y el Neolítico el
número de especies empleadas para confec
cionar adornos se reduce y la especie que más
abunda es el gasterópodo Columbella rustica.
Con la introducción de la economía
de producción, empiezan a confeccionarse
adornos de diversa morfología totalmente
facetados: colgantes ovales, anillos y brazaletes
durante el Neolítico, botones durante el
Calcolítico y cuentas discoidales durante toda
la Prehistoria reciente.
Los rituales funerarios
Interpretar los rituales funerarios de las
comunidades del pasado es complejo ya que
supone acercarse al comportamiento social
y cultural de estos grupos sólo a través de la
cultura material. A partir de los restos humanos
y de los objetos que los acompañan, los ajuares,
se investiga su significado.
En una fosa del yacimiento neolítico de
Costamar (Cabanes), de finales del VIII y
comienzos de VII milenio antes del presente,
un varón adulto fue depositado junto con siete
brazaletes de pectúnculo con restos de ocre y
un collar de más de 800 cuentas discoidales de
concha, entre otros materiales malacológicos.
Otro ejemplo, más complejo, es el
enterramiento de un varón adulto del Tossal
de les Basses (Alacant), del último cuarto del
VII y primera mitad del VI milenio antes del
presente, asociado a una fosa que contenía dos
TRESORS
Àrea de Cultura
DEL MUSEU
DE PREHISTÒRIA
brazaletes de pectúnculo y a tres agrupaciones
de material malacológico, con lapas, Phorcus
turbinatus y gliciméridos.
Estas dos inhumaciones individuales se
han interpretado como tumbas de personas
destacadas de esas comunidades, por los restos
de ajuar que presentaban.
Conchas y contextos funerarios
El transporte a yacimientos alejados de la
costa de conchas sin valor alimenticio y sin
huellas de manipulación señala que pudieron
ser consideradas amuletos o relacionarse
con el mundo simbólico. Existen ejemplos
desde el paleolítico en la Cova del Parpalló
y en el Neolítico en la Cova de l’Or, de
donde proceden sendas conchas de cañailla
(Bolinus brandaris) extraordinariamente bien
conservadas.
La carga simbólica de estas conchas
resulta más evidente cuando son depositadas
en contextos funerarios, como ocurre en
numerosas cuevas de enterramiento del
Neolítico final y del Calcolítico (segunda
mitad del VI y el V milenio antes del presente)
de las comarcas interiores valencianas, donde
estos elementos pudieron representar ofrendas
funerarias. Aquí encontramos conchas de
bivalvos y de gasterópodos que, en casi todos
los casos, fueron recogidas en las playas una vez
muerto el animal.
Un caso particular es la presencia en la
Cova del Cara-sol de Vernissa (Xàtiva) de diez
Phorcus turbinatus, un gasterópodo comestible,
sin evidencias de erosión marina, por lo
que pudieron haber sido recogidos vivos y
depositados como ofrenda alimenticia.
Un delfín en una tumba
En un silo de almacenamiento de cereal del
yacimiento de Sanxo Llop, datado entre hace
5.800 y 5.200 años, tras su amortización, fue
reaprovechado con finalidad funeraria y se
depositó un delfín mular (Tursiops truncatus)
asociado a un enterramiento secundario con
restos de un varón adulto.
No se observa ninguna evidencia de
manipulación antrópica que indique que el
delfín fuera consumido, lo que apunta a que
se depositó el animal entero como posible
ofrenda funeraria.
Se trata de un depósito único y
extraordinario toda vez que en este yacimiento
otras estructuras funerarias contenían el
depósito de animales terrestres completos
o parciales —perros, bóvidos, cápridos y
suidos—, hecho frecuente en otros yacimientos
calcolíticos peninsulares.
MUSEU DE PREHISTÒRIA DE VALÈNCIA. JUNIO - NOVIEMBRE 2021
Corona, 36. 46003 València · www.museuprehistoriavalencia.es. Síguenos en
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