València la Vella. Riba-roja de Túria. 1980
07-07-198029-07-1980Bernat Martí Oliver
Los trabajos de la presente campaña se centraron en la zona del yacimiento en la que habían sido descubiertos, mediante catas previas, restos constructivos que indicaban la existencia de una edificación de cierta complejidad. Es la parte que se denominó "La Planta".
Este año quedaron delimitadas las catas ya documentadas, derribándose los testigos que las separaban, y se vaciaron los espacios que habían quedado intactos, con objeto de estudiar todas las dependencias de que consta esta construcción y de ver sus técnicas arquitectónicas y los materiales que aportaba.
Se trata de un edificio orientado en dirección SO-NE, de 25 metros de longitud, en el que se suceden una serie de habitaciones que se hallaban bajo un pequeño montículo. Se accede a esta construcción a través de una estancia de muros cuyos zócalos están hechos con piedra de sillería de distinto tamaño y de buena talla; se distinguen aquéllas que se han empleado como fundamento de una pared de las que cumplen el papel de losas de pavimento, alisadas en su superficie y, en muchas ocasiones, desplazadas de su posición original. Destacan dos piezas recortadas y reutilizadas, que muestran molduras y que estaban situadas en los ángulos interiores de la parte posterior de esta primera estancia. En el centro de la misma, una mancha de cenizas sueltas denotaba la existencia de un hogar. Por la derecha se pasa a un compartimento de muros de piedra careada, unida con argamasa, que tienen en su parte inferior orificios coincidentes para que discurra el agua en el sentido de la pendiente.
Desde el departamento de entrada arrancan las paredes maestras laterales que continúan a lo largo de toda la edificación; están hechas de piedras de mediano tamaño, con abundante mortero de cal, reforzadas con sillares paralelepipédicos de piedra caliza, tomados de alguna obra arquitectónica más antigua. De este modo queda constituida una segunda estancia cuadrangular, cuyo pavimento de mortero de cal está a mayor altura que el de la habitación de acceso. Se conserva el revoque interno de las paredes, que no es de estuco fino, sino de una amalgama de cal que no conserva rastro alguno de coloración. El lienzo de pared de la derecha presenta interrupciones equidistantes formadas por sillares de refuerzo, y también tiene una interrupción estrecha, lograda mediante la colocación horizontal de una losa que parece indicada para permitir la circulación de las aguas. Esta segunda dependencia está cerrada en su parte posterior por un potente muro transversal.
A partir de aquí la anchura del espacio construido aparece compartimentada, observándose un departamento cuadrado a la izquierda, que vuelve a tener un rompimiento en el muro, señalado por una losa que lo atraviesa con acanaladura lateral; también el pavimento es de mortero de cal. Un muro grueso, que tiene empotrado un fuste de columna en sentido horizontal, señala otra dependencia longitudinal que abarca la parte derecha posterior, muy afectada en su conservación por excavaciones clandestinas verificadas de antiguo. Así, esta parte derecha es diferente de la izquierda, en la que detrás de la pequeña habitación cuadrada hay otra rectangular. Finalmente, un último departamento vuelve a ocupar toda la amplitud de la edificación, sin muestras de divisiones internas, si bien su trazado está muy desdibujado.
Los materiales cerámicos y metálicos que esta campaña ha proporcionado son muy escasos y, a la vez, repetidos. Abundan las tejas y ladrillos de colores claros, con ángulos redondeados los ladrillos y con curva muy pronunciada los ímbrices, decorados ambos con impresiones digitales de distinto diseño; su aspecto es diferenciable de los típicamente romanos. Las cerámicas, en términos generales, se pueden hacer derivar de la tradición romana. Un fragmento de terra sigillata tardía, hispánica, varios bordes de ánforas y un pivote también de ánfora romana con marca VA, con nexo y en estampilla circular, que fue hallado en la zona del hogar de la habitación de acceso, confirman el origen tardorromano de esta estructura, pero lo que predomina es la cerámica común a torno, lisa o decorada con acanaladuras y con incisiones que forman franjas horizontales, en espiral u onduladas. Hay algunos fragmentos de cerámica negruzca a mano y muy escasos de cerámica oscura, basta, con recubrimiento vidriado fino e irisado en la cara interna.
El hallazgo de un sello cilíndrico de barro cocido con improntas repetidas en los extremos, que reproducen un tema decorativo a base de triángulos, indica una continuidad en la utilización del edificio que sobrepasa la época tardorromana.
Frecuentemente se recogen escorias de hierro, habiéndose encontrado asimismo un cuenco y una pieza terminada en gancho de este mismo metal.
Se plantea la hipótesis de que la función del edificio variara a lo largo de los sucesivos períodos en que estuvo en pie y parece poder descartarse el carácter religioso. Al menos, en la fase final, que es la que se constata en la excavación de mejor manera, la construcción aparenta tener un uso doméstico, aunque la repetida muestra de espacios dedicados al almacenamiento o paso de aguas plantean la posibilidad de considerar esta función como importante, tal vez en relación con la red de acueductos romanos documentados, o simplemente dependiente de las propias necesidades del habitat de Valencia la Vella, o tal vez de las actividades a que estuvo destinado este edificio concreto.
(La labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su Museo en el pasado año 1980, pp. 101-102)
Este año quedaron delimitadas las catas ya documentadas, derribándose los testigos que las separaban, y se vaciaron los espacios que habían quedado intactos, con objeto de estudiar todas las dependencias de que consta esta construcción y de ver sus técnicas arquitectónicas y los materiales que aportaba.
Se trata de un edificio orientado en dirección SO-NE, de 25 metros de longitud, en el que se suceden una serie de habitaciones que se hallaban bajo un pequeño montículo. Se accede a esta construcción a través de una estancia de muros cuyos zócalos están hechos con piedra de sillería de distinto tamaño y de buena talla; se distinguen aquéllas que se han empleado como fundamento de una pared de las que cumplen el papel de losas de pavimento, alisadas en su superficie y, en muchas ocasiones, desplazadas de su posición original. Destacan dos piezas recortadas y reutilizadas, que muestran molduras y que estaban situadas en los ángulos interiores de la parte posterior de esta primera estancia. En el centro de la misma, una mancha de cenizas sueltas denotaba la existencia de un hogar. Por la derecha se pasa a un compartimento de muros de piedra careada, unida con argamasa, que tienen en su parte inferior orificios coincidentes para que discurra el agua en el sentido de la pendiente.
Desde el departamento de entrada arrancan las paredes maestras laterales que continúan a lo largo de toda la edificación; están hechas de piedras de mediano tamaño, con abundante mortero de cal, reforzadas con sillares paralelepipédicos de piedra caliza, tomados de alguna obra arquitectónica más antigua. De este modo queda constituida una segunda estancia cuadrangular, cuyo pavimento de mortero de cal está a mayor altura que el de la habitación de acceso. Se conserva el revoque interno de las paredes, que no es de estuco fino, sino de una amalgama de cal que no conserva rastro alguno de coloración. El lienzo de pared de la derecha presenta interrupciones equidistantes formadas por sillares de refuerzo, y también tiene una interrupción estrecha, lograda mediante la colocación horizontal de una losa que parece indicada para permitir la circulación de las aguas. Esta segunda dependencia está cerrada en su parte posterior por un potente muro transversal.
A partir de aquí la anchura del espacio construido aparece compartimentada, observándose un departamento cuadrado a la izquierda, que vuelve a tener un rompimiento en el muro, señalado por una losa que lo atraviesa con acanaladura lateral; también el pavimento es de mortero de cal. Un muro grueso, que tiene empotrado un fuste de columna en sentido horizontal, señala otra dependencia longitudinal que abarca la parte derecha posterior, muy afectada en su conservación por excavaciones clandestinas verificadas de antiguo. Así, esta parte derecha es diferente de la izquierda, en la que detrás de la pequeña habitación cuadrada hay otra rectangular. Finalmente, un último departamento vuelve a ocupar toda la amplitud de la edificación, sin muestras de divisiones internas, si bien su trazado está muy desdibujado.
Los materiales cerámicos y metálicos que esta campaña ha proporcionado son muy escasos y, a la vez, repetidos. Abundan las tejas y ladrillos de colores claros, con ángulos redondeados los ladrillos y con curva muy pronunciada los ímbrices, decorados ambos con impresiones digitales de distinto diseño; su aspecto es diferenciable de los típicamente romanos. Las cerámicas, en términos generales, se pueden hacer derivar de la tradición romana. Un fragmento de terra sigillata tardía, hispánica, varios bordes de ánforas y un pivote también de ánfora romana con marca VA, con nexo y en estampilla circular, que fue hallado en la zona del hogar de la habitación de acceso, confirman el origen tardorromano de esta estructura, pero lo que predomina es la cerámica común a torno, lisa o decorada con acanaladuras y con incisiones que forman franjas horizontales, en espiral u onduladas. Hay algunos fragmentos de cerámica negruzca a mano y muy escasos de cerámica oscura, basta, con recubrimiento vidriado fino e irisado en la cara interna.
El hallazgo de un sello cilíndrico de barro cocido con improntas repetidas en los extremos, que reproducen un tema decorativo a base de triángulos, indica una continuidad en la utilización del edificio que sobrepasa la época tardorromana.
Frecuentemente se recogen escorias de hierro, habiéndose encontrado asimismo un cuenco y una pieza terminada en gancho de este mismo metal.
Se plantea la hipótesis de que la función del edificio variara a lo largo de los sucesivos períodos en que estuvo en pie y parece poder descartarse el carácter religioso. Al menos, en la fase final, que es la que se constata en la excavación de mejor manera, la construcción aparenta tener un uso doméstico, aunque la repetida muestra de espacios dedicados al almacenamiento o paso de aguas plantean la posibilidad de considerar esta función como importante, tal vez en relación con la red de acueductos romanos documentados, o simplemente dependiente de las propias necesidades del habitat de Valencia la Vella, o tal vez de las actividades a que estuvo destinado este edificio concreto.
(La labor del Servicio de Investigación Prehistórica y su Museo en el pasado año 1980, pp. 101-102)